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UNIVERSIDAD CENTRO OCCIDENTAL “LISANDRO ALVARADO” EFICACIA DEL VALSARTÁN VERSUS QUINAPRIL SOBRE LA MICROALBUMINURIA EN PACIENTES HIPERTENSOS. DEPARTAMENTO DE MEDICINA. HOSPITAL CENTRAL UNIVERSITARIO “ANTONIO MARÍA PINEDA”, ABRIL’02-ABRIL’03 PEDRO PABLO PIÑA ZAMBRANO Barquisimeto, 2004.

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UNIVERSIDAD CENTRO OCCIDENTAL

“LISANDRO ALVARADO”

EFICACIA DEL VALSARTÁN VERSUS QUINAPRIL SOBRE LA

MICROALBUMINURIA EN PACIENTES HIPERTENSOS. DEPARTAMENTO

DE MEDICINA. HOSPITAL CENTRAL UNIVERSITARIO “ANTONIO MARÍA

PINEDA”, ABRIL’02-ABRIL’03

PEDRO PABLO PIÑA ZAMBRANO

Barquisimeto, 2004.

ii

UNIVERSIDAD CENTRO OCCIDENTAL “LISANDRO ALVARADO”

DECANATO DE MEDICINA

POSTGRADO DE MEDICINA INTERNA

EFICACIA DEL VALSARTÁN VERSUS QUINAPRIL SOBRE LA

MICROALBUMINURIA EN PACIENTES HIPERTENSOS. DEPARTAMENTO

DE MEDICINA. HOSPITAL CENTRAL UNIVERSITARIO “ANTONIO MARÍA

PINEDA”, ABRIL’02-ABRIL’03

Trabajo presentado para optar al grado de

Especialista

Por: PEDRO PABLO PIÑA ZAMBRANO

Barquisimeto, 2004.

iii

EFICACIA DEL VALSARTÁN VERSUS QUINAPRIL SOBRE LA

MICROALBUMINURIA EN PACIENTES HIPERTENSOS. DEPARTAMENTO

DE MEDICINA. HOSPITAL CENTRAL UNIVERSITARIO “ANTONIO MARÍA

PINEDA”, ABRIL’02-ABRIL’03

Por: PEDRO PABLO PIÑA ZAMBRANO

Trabajo de grado aprobado

_______________________________ ______________________________

José Orosimbo Martínez Vanel Machuca

Tutor Jurado

________________________________

José Ernesto Moros Guedez

Jurado

Barquisimeto_____de________________de 2004

INDICE

Pág. ÍNDICE DE CUADROS iv

RESUMEN v

INTRODUCCIÓN 1

CAPÍTULO

I EL PROBLEMA 2

Planteamiento del Problema 2

Objetivos 5

General 5

Específicos 5

Justificación 5

II MARCO TEÓRICO 7

Antecedentes de la Investigación 7

Bases Teóricas 12

Operacionalización de las Variables 16

III MARCO METODOLÓGICO 17

Diseño y Tipo de Investigación 17

Población y Muestra 17

Técnicas e Instrumentos de Recolección de Datos 18

IV RESULTADOS 19

V ANÁLISIS Y DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS 25

VI CONCLUSIONES 29

VII RECOMENDACIONES 30

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 31

ANEXOS 36

A. Currículum Vitae del Autor 36

B. Consentimiento Informado 37

C. Instrumento de Recolección de Datos 38

iv

INDICE DE CUADROS

Pág Tabla 1. Efectos de los inhibidores de la ECA sobre la proteinuria y progresión a IRC. 8 Cuadro 1: Distribución de los pacientes estudiados según variables antropométricas 19 Cuadro 2: Variación temporal de la microalbuminuria según la eficacia de los medicamentos estudiados 21 Cuadro 3: Variación temporal de la creatinina según la eficacia de los medicamentos estudiados 23

v

UNIVERSIDAD CENTRO OCCIDENTAL “LISANDRO ALVARADO” DECANATO DE MEDICINA

POSTGRADO DE MEDICINA INTERNA

EFICACIA DEL VALSARTÁN VERSUS QUINAPRIL SOBRE LA

MICROALBUMINURIA EN PACIENTES HIPERTENSOS. DEPARTAMENTO

DE MEDICINA. HOSPITAL CENTRAL UNIVERSITARIO “ANTONIO MARÍA

PINEDA”, ABRIL’02-ABRIL’03

Autor: Pedro Pablo Piña Zambrano

Tutor: José Orosimbo Martínez

RESUMEN

Se condujo un ensayo clínico para determinar la eficacia del Valsartán versus la del Quinapril en pacientes hipertensos sin ninguna otra comorbilidad. Metodología: Se asignó al azar, a 60 pacientes a recibir Valsartán (n= 30; 80 – 320 mg) ó Quinapril (n=30; 10 – 40 mg) y se les hizo seguimiento por espacio de 12 semanas con controles de presión arterial, microalbuminuria y creatinina sérica cada 4 semanas; duplicando las dosis de los medicamentos si no se obtenía adecuada respuesta antihipertensiva (< 140/90). Resultados: Ambos grupos fueron similares en cuanto a sus características basales. Tanto el Quinapril como el Valsartán fueron igualmente eficaces en disminuir la microalbuminuria con respecto a los valores iniciales (p<0,05), y no hubo diferencias significativas entre los tratamientos con respecto a este parámetro. De igual manera ambos medicamentos, redujeron la creatinina sérica con respecto a los valores iniciales del estudio, sin embargo el Quinapril produjo una reducción significativa de ésta (p = 0,042), hallazgo que no se evidenció en el grupo que recibió Valsartán (p = 0,29). Conclusión: En pacientes hipertensos con microalbuminuria, sin ninguna otra comorbilidad, tanto el Quinapril como el Valsartán son igualmente eficaces en disminuir dicha proteinuria y ambos medicamentos estabilizan la función renal expresada por la creatinina, si bien sólo el Quinapril la redujo significativamente con respecto a sus valores basales.

1

INTRODUCCIÓN

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo

occidental y tienen la particularidad que básicamente son multifactoriales y no obedecen a

patrones rígidos de presentación, variando según la presencia o ausencia de factores y

marcadores de riesgo que pueden estar afectando la aparición y evolución de la patología en

cuestión.

Entre estas patologías destaca la hipertensión arterial ya que representa uno de los

factores de riesgo más evidentes de enfermedad cardíaca, renal y cerebral; además de que

puede ser fácilmente detectable en la población y es susceptible de ser controlada, esto la

convierten en un objetivo para el clínico donde enfocar sus esfuerzos para lograr un mejor

control de ésta; de hecho la hipertensión es la segunda causa más frecuente de insuficiencia

renal crónica terminal en el mundo occidental, de tal manera que se hace necesario un

conocimiento más profundo de las intervenciones terapéuticas actuales así como las

ventajas y desventajas que tengan o no dichas intervenciones en determinado momento.

En este sentido se hace necesaria la búsqueda de marcadores precoces de daño

orgánico resaltando así la microalbuminuria como un marcador accesible ya que refleja

daño a las estructuras arteriolares y glomerulares del riñón. Con respecto a este particular

los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina II y los bloqueadores de sus

receptores han demostrado sus beneficios en cuanto al retardo de la progresión de la

enfermedad renal crónica terminal, pero principalmente en pacientes con diabetes mellitus,

no así en hipertensos sin otra comorbilidad, por lo que de manera estricta, sus resultados no

son extrapolables a estos pacientes, surgiendo la necesidad de realizar estudios en este

sentido.

En la presente investigación se estudió la eficacia de un inhibidor de la enzima

convertidora de la angiotensina II y un bloqueador de sus receptores comparando la

evolución temporal de la microalbuminuria y creatinina sérica, esperando aportar

información que permita discernir de una manera más racional el tratamiento de pacientes

hipertensos con disfunción renal sin otra comorbilidad.

2

CAPÍTULO I

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La hipertensión arterial se define como una presión arterial sistólica mayor o igual a

140 mmHg, una presión arterial diastólica mayor o igual a 90 mmHg o estar tomando

fármacos antihipertensivos (JNC VII, 2.003). Es el factor de riesgo modificable más

importante para enfermedad cardiovascular (Pontremoli, 2.004). La relación entre

hipertensión arterial y riesgo cardiovascular ha sido reconocida durante mucho tiempo. Esta

relación es fuerte, continua, consistente, independiente, predictiva y etiológicamente

significativa para aquellos pacientes con y sin cardiopatía coronaria. Se estima que un 25%

de los adultos norteamericanos son hipertensos (JNC VII, 2.003), de ellos un 50% sabe que

lo es; de éstos últimos sólo la mitad tiene un tratamiento farmacológico y de esta mitad un

30% tiene su hipertensión controlada. Si estas cifras se extrapolaran a la población

venezolana resultaría que de 8.400.000 posibles hipertensos, sólo 630.000 estarían

adecuadamente controlados de su hipertensión; más aún, en nuestro país, desde 1.961 las

enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte y para 1.989 la enfermedad

hipertensiva causó 2.255 defunciones, lo cual representó el 9,6% de la mortalidad atribuida

a enfermedades cardiovasculares (Fragachán et al 2.001). Estas cifras demuestran que se

hace necesaria una vigilancia más estrecha de esta patología y de las condiciones que la

acompañan.

La decisión de instaurar un tratamiento farmacológico a un paciente no sólo va a

depender del nivel de presión arterial que tenga ese individuo, sino de factores que pudieran

estar afectando en mayor o menor medida la posible respuesta a ese tratamiento, de hecho

el grado de elevación de la presión arterial debe ser factor secundario a la hora de elegir el

tratamiento, si existen factores asociados que pudieran estar afectando órganos blanco

como cerebro, corazón y riñón. Esto es importante porque el daño orgánico subclínico a

3

menudo precede y predice el desarrollo de eventos mórbidos; así, los pacientes con

hipertrofia ventricular izquierda tienen mayor riesgo de eventos coronarios o enfermedad

cerebrovascular que aquellos que no la tienen (Ghali, 1.998). De manera similar, los

pacientes con aterosclerosis carotídea muestran más eventos cardiovasculares que aquellos

que no la exhiben (O’Leary, 1.999). Otro de esos factores es la afectación renal siendo la

hipertensión arterial la segunda causa más frecuente de falla renal terminal, sólo superada

por la diabetes mellitus, de hecho, los eventos cardiovasculares son la principal causa de

muerte de pacientes con función renal deteriorada, y entre éstos la hipertensión es

considerada la principal determinante en la morbimortalidad exhibida por ellos (Catena et

al, 2.000). De allí la conveniencia de contar con un marcador precoz de daño hipertensivo

renal. A tal fin, uno de los que mayor relevancia ha tenido en los últimos tiempos es la

microalbuminuria, término erróneo usado para describir la excreción anormalmente elevada

de albúmina por la orina superior al percentil 90 para la distribución normal de la población

estudiada, o de manera cuantificada, más de 30 mg/24 hrs ó más de 20 µg/min (Johnsen et

al, 1.999). Muchos datos sugieren que la microalbuminuria es de valor como índice de daño

vascular especialmente en hipertensión y diabetes y hay creciente información sobre su

asociación con factores de riesgo cardiovasculares tradicionales y predictiva de muerte en

estos pacientes (Yuyun et al 2.004); esto la hace un índice simple, económico y fácil de

interpretar que refleja anormalidades endoteliales en enfermedades cardiovasculares. En

hipertensión no complicada, se piensa que el principal determinante de la microalbuminuria

es un aumento de la carga hemodinámica sistémica; mientras que en grados más severos de

hipertensión, el aumento de la permeabilidad glomerular como parte de una disfunción

vascular generalizada, es la responsable del aumento en la excreción urinaria de albúmina,

especialmente si se asocia a anormalidades metabólicas (Olsen et al, 2.002). Pero ya sea

que refleje cambios hemodinámicos intrarrenales o una debilidad del capilar glomerular

secundaria a la hipertensión misma es recomendable establecer un control riguroso de la

presión arterial y demás factores de riesgo cardiovasculares en los pacientes que presenten

microalbuminuria entre sus parámetros de laboratorio (Jensen et al, 2.000). Es en este punto

que entran en juego las medidas farmacológicas, de las que ha habido un tremendo auge en

4

cuanto a la realización de estudios y ensayos terapéuticos. Entre estos estudios se destacan

los que han involucrado inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina II (IECA) y

los bloqueadores de sus receptores (ARA – II), que han demostrado disminución en la

progresión de la enfermedad renal así como en la microalbuminuria y en otros parámetros

del funcionalismo renal (O’Keefe et al, 2.001), pero sin una comparación directa entre uno

y otro (Laverman et al, 2.004).

Bajo esta perspectiva se condujo un estudio con el propósito de comparar un IECA

(Quinapril) versus un ARA – II (Valsartán), en el funcionalismo renal de pacientes

hipertensos con microalbuminuria que acudieron al Hospital Central Universitario

“Antonio María Pineda”, durante el lapso Abril 2002-Abril 2003; específicamente se

evaluó la capacidad de dichos agentes en retardar o estabilizar el deterioro del daño

glomerular expresado en la excreción anormal de albúmina y creatinina sérica, con el

objeto de establecer una comparación clínica que permita obtener un mejor perfil de estos

medicamentos y ayudar en la decisión de instaurar una u otra terapia.

5

OBJETIVOS

a) General:

Comparar los efectos sobre el funcionalismo renal, microalbuminuria y creatinina

sérica, de un ARA - II (Valsartán) con los de un IECA (Quinapril) en pacientes hipertensos

que acuden al Hospital Central Universitario “Antonio María Pineda”. Lapso Abril 2.002 –

Abril 2.003.

b) Específicos:

1. Establecer las características antropométricas, clínicas y de laboratorio de los

pacientes estudiados.

2. Establecer la eficacia del Valsartán contra la del Quinapril con base en la

disminución o estabilización de la excreción urinaria de albúmina en los pacientes

estudiados.

3. Establecer la eficacia del Valsartán contra la del Quinapril con base en la

disminución o estabilización de la creatinina sérica en los pacientes estudiados.

JUSTIFICACIÓN

En los últimos años múltiples estudios han demostrado la necesidad de una mayor y

más agresiva reducción de la presión arterial por debajo de los niveles que tradicionalmente

han sido aceptados como indicativos de ser hipertenso (<140/90 mmHg) (JNC VII, 2.003).

El énfasis en disminuir la presión arterial sistólica a menos de 130 y la diastólica a menos

de 85 mmHg en pacientes con enfermedad cardiovascular o diabetes, ha sido basado en la

evidencia de que la intervención temprana en éstos pacientes, puede disminuir el riesgo de

enfermedad vascular progresiva y daño a órgano blanco (JNC VII, 2.003).

Es así, como al evaluar la evidencia actual sobre la terapéutica antihipertensiva en

pacientes con enfermedad vascular y más específicamente con daño renal, encontramos que

destacan cuatro estudios, por la evidencia que aportan a la práctica diaria de estos pacientes.

Con el Heart Outcomes Prevention Evaluation (HOPE) Study (HOPE Study Group, 2.000),

6

por primera vez se tiene evidencia que en pacientes de alto riesgo, la adición de un IECA

provee un beneficio en la reducción de la morbimortalidad, aún con modestas reducciones

en las cifras de tensión arterial. Esta es por lo tanto, la primera evidencia que apoya el

concepto de que los IECA previenen enfermedad cardiovascular, y más en concreto el

deterioro de la función renal (Weir y Blantz, 2.001). Los otros tres estudios [(Parving et al,

2.001), (Brenner et al, 2001), y (Lewis et al, 2.001)], evaluaron ARA – II en pacientes con

diferentes grados de afectación renal y obtuvieron menores niveles de proteinuria, menores

tasas de declinación de la función renal y un retardo en la aparición de enfermedad renal

terminal. En ambos grupos de estudio la mejoría en la función renal no puede ser explicada

únicamente por los efectos de las drogas sobre la presión arterial. Otro punto que se destaca

en estos estudios es el hecho de que el punto final primario de ellos no fue uno de tipo

cardiovascular, sino de funcionalismo renal.

Ahora bien, se destacan dos puntos importantes: en los estudios donde se evaluaron

los ARA – II, no hubo una comparación directa con los IECA y por lo tanto, no se puede, a

priori hacer una recomendación absoluta sobre la superioridad de uno respecto al otro

(Laverman et al, 2.004); de hecho se excluyó de los estudios a los pacientes que estuvieran

recibiendo IECA. Por otra parte, estos estudios han incluido principalmente pacientes

diabéticos, de allí que la extrapolación de estos resultados a hipertensos sin diabetes sería al

menos cuestionable, ya que la hipertensión y la diabetes no son sinónimos

fisiopatológicamente hablando, y al explorar la información concerniente a los mecanismos

involucrados en el daño renal ocasionado por estas dos entidades estas patologías pueden

no ser equivalentes o intercambiables y asimismo su enfoque terapéutico (Opie, 2.001).

Sobre la base de lo anteriormente expuesto, se justificó el presente estudio, para

comparar directamente un IECA (Quinapril) y un ARA – II (Valsartán) cuyo punto final

fue la evaluación de la reducción de la progresión de enfermedad renal o al menos, su

estabilización, expresada en microalbuminuria y creatinina sérica en pacientes con

hipertensión estadío 1 y sin presencia de diabetes mellitus u otras comorbilidades.

7

CAPÍTULO II

MARCO TEÓRICO

Antecedentes de la Investigación

Las dos principales causas de insuficiencia renal crónica terminal en el mundo

occidental son la diabetes mellitus y la hipertensión arterial (Pastan y Bailey, 1.998). Antes

de la introducción de los agentes nefroprotectores, la muerte en éstos pacientes ocurría

entre 5 – 10 años luego de que se desarrollaba proteinuria franca (Parving et al, 1.983), y

las dos principales estrategias para la prevención primaria eran el control de la glicemia y

de la presión arterial, especialmente con agentes que afectaran directamente el sistema

renina angiotensina aldosterona.

1.- IECA como agentes nefroprotectores: Estos fármacos han demostrado ser

nefroprotectores tanto en pacientes diabéticos como en no diabéticos. En un estudio

(Maschio et al, 1.996), 583 pacientes con insuficiencia renal crónica fueron randomizados a

recibir tratamiento con benazepril o placebo durante un período de tres años. El estudio

encontró que los puntos finales combinados de duplicar la creatinina sérica basal o la

necesidad de utilizar diálisis para el control de la insuficiencia renal crónica fueron

reducidos en un 53% en aquellos que recibían el IECA. Sin embargo la reducción del riesgo

no se ajustó para el beneficio adicional de reducir la presión arterial en quienes recibían el

IECA. En otro estudio, (The GISEN Group, 1.997) 352 pacientes con insuficiencia renal

crónica no diabética fueron asignados, al azar, a recibir ramipril o placebo, ambos grupos

con similar control de cifras tensionales. Los pacientes con una proteinuria basal ≥3g/día y

asignados a recibir ramipril lograron una estabilización significativa de la tasa de filtración

glomerular lo que llevó a una finalización temprana del tratamiento con placebo en el

estudio. Se modificó el protocolo del estudio y a estos pacientes les asignaron recibir la

8

droga estudiada y se encontró una reducción significativa en la tasa de declinación de falla

renal. Los pacientes que recibieron ramipril desde el inicio del estudio tuvieron un menor

riesgo de desarrollar insuficiencia renal crónica terminal comparados con aquellos que

fueron cambiados a recibir la droga luego de modificar el protocolo. Además estos

pacientes no progresaron a insuficiencia renal crónica Terminal entre los 36 y 54 meses de

seguimiento del estudio. Un aspecto importante del estudio lo constituyó el hallazgo de que

un pequeño número de pacientes con proteinuria ≤3g/día (n = 186) los cuales fueron

seguidos por una mediana de 31 meses. En este grupo de pacientes el tratamiento con IECA

redujo significativamente la incidencia de insuficiencia renal crónica terminal. Esto abrió la

posibilidad del uso de estos agentes independientemente de la presencia de una proteinuria

en rango nefrótico.

La protección renal específica por IECA comparada con otros regímenes

antihipertensivos no ha sido consistentemente demostrada en pacientes con diabetes

mellitus tipo 1.

Puntos Finales Renales

Estudio N Tratamiento (IECA vs.) Proteinuria Función Renal IRCT

Walker et al, 1.992 134 Diurético No mejoró No estabilización No determinada

Ravid et al, 1.993 94 Placebo Mejoró Estabilizada No determinada

Lebovitz et al, 1.994 121 Terapia Convencional Mejoró Estabilizada No determinada

Bakris et al, 1.996 34 Terapia Convencional No Mejoró No estabilización No determinada

Ahmad et al, 1.997 103 Placebo Mejoró No estabilización No determinada

Nielsen et al, 1.997 43 Betabloqueador Mejoró No estabilización No determinada

UKPDS SG, 1.998 758 Betabloqueador No Mejoró No estabilización No determinada

Estacio et al, 1.998 470 Calcioantagonista No Mejoró No estabilización No determinada

Fogari et al, 1.999 107 Calcioantagonista Mejoró No estabilización No determinada

Ruggenenti et al, 2.000 27 Terapia Convencional No determinada Empeoró No Mejoró

HOPE Study, 2.000 3.577 Placebo Mejoró No determinada No Mejoró

Tabla 1. Efectos de los Inhibidores de la ECA sobre la Proteinuria y Progresión a IRC (Brenner y Zagrobelny, 2.003).

9

Como se muestra en la tabla 1, la reducción de la proteinuria con la correspondiente

estabilización en la función renal fue observada sólo en tres estudios [Ravid et al (1.993),

Lebovitz et al (1.994) y Bakris et al (1.996)]. En otros estudios, la reducción de la

proteinuria no fue asociada a una estabilización de la función renal [Ahmad et al (1.997),

Nielsen et al (1.997), Fogari et al (1.999)]. Otros tres estudios no mostraron ni disminución

en la proteinuria ni estabilización de la función renal [Bakris et al (1.996), UKPDS Study

Group (1.998), y Estacio et al (1.998)]. Mas aún, la mayoría de estos estudios no evaluaron

el efecto de la terapia con el IECA sobre la progresión a la insuficiencia renal crónica

terminal. De los dos estudios que sí evidenciaron reducción en la microalbuminuria,

ninguno mostró que los IECA previnieran o retardaran la progresión a insuficiencia renal

crónica terminal [Ruggenenti et al (2.000) y HOPE Study Investigators (2.000)]. En el

subestudio MICRO- HOPE (HOPE Study Investigators, 2.000) se evaluó la

microalbuminuria, y los resultados cardiovasculares y renales con el ramipril, éste

disminuyó la progresión de microalbuminuria a nefropatía franca pero falló en reducir la

incidencia de insuficiencia renal crónica terminal. De manera similar, la evaluación a largo

plazo, de la proteinuria en nefropatías no diabéticas en el estudio de Ruggenenti et al

(2.000), mostró estabilización de la tasa de filtración glomerular, pero ningún beneficio

sobre la progresión a insuficiencia renal crónica terminal.

2.- ARA – II como agentes nefroprotectores: Varios estudios han mostrado que los ARA

– II reducen la progresión de normoalbuminuria a microalbuminuria y de ésta a nefropatía

franca. Los más recientes incluyen el IRMA 2 (Parving et al, 2.001) y el MARVAL Trial

(Vigerti et al, 2.002). Los resultados de cada uno de estos estudios son consistentes con los

resultados de estudios previos usando IECA, otros ARA – II o combinaciones de cada uno

de estos agentes.

En el IRMA 2, 590 pacientes diabéticos tipo 2 con microalbuminuria persistente

(20–200 µg/min) y creatinina sérica ≤1,5mg/dL en hombres y ≤1,1mg/dL en mujeres,

fueron randomizados a recibir placebo, irbesartán 150 mg OD, o irbesartán 300 mg OD en

un período de 2 años. La dosis se ajustó cada dos semanas para lograr una presión arterial

10

de menos de 135/85 mm Hg. Treinta pacientes en el grupo placebo desarrollaron nefropatía

franca en comparación con 10 en el grupo de irbesartán 300 mg (p < 0,001). Diecinueve

pacientes en el grupo de irbesartán 150 mg desarrollaron nefropatía pero no fue

estadísticamente significativa. La restauración a normoalbuminuria fue 34% en el grupo de

irbesartán 300 mg (p < 0,006), 24% en el grupo de irbesartán 150 mg, y 21% en el grupo

placebo.

En el MARVAL Trial, 322 pacientes con microalbuminuria (con o sin hipertensión)

fueron randomizados a recibir valsartán 80 mg OD o amlodipina 5 mg sobre un período de

24 semanas; cuando fue necesario se dobló la dosis para lograr una presión arterial de

menos de 135/85 mm Hg. La media geométrica de la excreción urinaria de albúmina del

nivel basal al final del estudio fueron 58.0 a 32.3 µg/min para el grupo valsartán y 55.4 a

50.7 µg/min para el grupo amlodipina (P < 0,001). La normoalbuminuria fue restaurada en

más sujetos del grupo valsartán (29,9%) comparados con el grupo amlodipina (14,5%).

Ambos grupos lograron similar reducción de la presión arterial.

Otros dos estudios evaluaron el bloqueo del sistema renina angiotensina aldosterona

con ARA – II en pacientes diabéticos tipo 2 con nefropatía franca. El IDNT (Lewis et al,

2.001) evaluó los efectos del irbesartán sobre la morbimortalidad cardiovascular y renal

versus terapia convencional o amlodipina. Se randomizaron 1.715 pacientes a recibir

irbesartán a dosis titulada de 75 a 300 mg OD; amlodipina 2,5 a 10 mg OD o placebo. El

punto final primario fue el tiempo a un primer evento nombrados así: duplicar el valor basal

de la creatinina sérica, desarrollo de insuficiencia renal crónica terminal (trasplante renal,

necesidad de diálisis, o creatinina sérica ≥6,0 mg/dL) o muerte por todas las causas. El

punto final secundario fue el tiempo a un primer evento nombrados así: infarto al miocardio

fatal o no fatal, hospitalización por insuficiencia cardíaca, enfermedad vascular cerebral,

amputación de miembros o revascularización (cardíaca, carotídea o vascular periférica).

Para aquellos sujetos que recibieron irbesartán, el riesgo relativo para alcanzar el punto

final primario fue 19% menos que en el grupo placebo (p = 0,02) y 23% menos que en el

grupo amlodipina (p = 0,006). El riesgo relativo de duplicar el valor basal de la creatinina

11

sérica fue 29% menos en el grupo irbesartán versus el grupo placebo (p = 0,009) y 39%

menos versus la amlodipina (p < 0,001). No hubo diferencias significativas en los puntos

finales primarios entre los grupos amlodipina y placebo. El riesgo relativo para desarrollo

de insuficiencia renal crónica terminal fue 17% menos para aquellos que recibieron

irbesartán comparados con el grupo placebo y 24% menos comparado con el grupo de

amlodipina. De manera similar, el riesgo relativo para desarrollar insuficiencia renal

crónica terminal no presentó diferencias significativas entre los grupos amlodipina y

placebo. El punto final secundario, morbimortalidad cardiovascular, no mostró diferencias

significativas entre los diferentes grupos del estudio.

El otro estudio, el RENAAL (Brenner et al, 2.001), se llevó a cabo para determinar

si el losartán, ya sea solo o en combinación con terapia antihipertensiva convencional,

reducía el número de pacientes diabéticos tipo 2 que desarrollaran insuficiencia renal

crónica terminal, doblaran la concentración de creatinina basal o fallecieran comparados

con placebo. Al igual que en el INDT, el punto final primario del estudio fue el tiempo a un

primer evento compuesto de duplicar el valor de la creatinina basal, insuficiencia renal

terminal y muerte; entendiéndose por insuficiencia renal crónica terminal la necesidad de

diálisis crónica o de trasplante. El punto secundario, morbimortalidad cardiovascular, fue

un compuesto de infarto al miocardio, accidente cerebral vascular, primera hospitalización

por insuficiencia cardíaca o angina inestable, revascularización coronaria o periférica, y

muerte por cualquier causa cardiovascular. Otros puntos secundarios fueron cambios en la

proteinuria y progresión de la enfermedad renal. En el estudio, 1.513 pacientes fueron

randomizados a recibir 50 – 100 mg de losartán o placebo una vez al día. El tratamiento con

el losartán redujo en un 16% el punto final primario compuesto de doblar la concentración

basal de creatinina sérica (P = 0,002), desarrollar insuficiencia renal crónica terminal (p =

0,006) o muerte (p = 0,010). Los cambios en la proteinuria disminuyeron en un 35% en el

grupo que recibía losartán y se incrementó ligeramente en el grupo placebo (p = 0,0001).

Asimismo el losartán disminuyó la tasa de pérdida de la función renal en un 18%

comparado con el placebo. No hubo diferencias significativas en el punto final secundario

12

referente a la morbimortalidad cardiovascular, aunque sí en el correspondiente a las

hospitalizaciones por falla cardíaca donde el grupo losartán redujo en un 35% dichas

hospitalizaciones (p = 0,005).

Los datos obtenidos del análisis de los estudios descritos demuestran un claro

beneficio en el funcionalismo renal del bloqueo del sistema renina angiotensina aldosterona

en pacientes hipertensos o normotensos ya sean o no diabéticos; ahora bien, en estos

estudios no se han comparado entre sí dichos agentes, de hecho, en el RENAAL, se excluyó

a quienes estuvieran recibiendo inhibidores de la ECA. De manera similar, estos estudios se

enfocan básicamente en pacientes diabéticos y no en hipertensos, de allí que una vez

establecido que estos agentes ejercen un efecto benéfico en el funcionalismo renal, faltaba

determinar la eficacia de agentes de ambas clases de medicamentos comparándolos entre sí

y en pacientes no diabéticos, sino hipertensos sin ninguna otra patología. De allí la

justificación del presente estudio.

Bases Teóricas:

El término microalbuminuria hace referencia a la excreción anormalmente elevada

de albúmina por la orina, más del percentil 90 para la distribución normal de una población,

o de manera cuantificada, más de 30 mg/24 hrs ó más de 20 µg/min (Johnsen et al, 1.999).

En condiciones de reposo apenas se identifica cantidad alguna de albúmina en la orina (<

30 mg/24 hrs.) (Mimram et al, 1.994). Sin embargo puede variar en el día tanto como un

40% de su valor basal (Lydakis et al 1.998), de allí que las medidas en orina de 24 horas

tengan la menor probabilidad de tener variaciones. En un estudio, por ejemplo, los

coeficientes de variación diaria en colecciones de orina de 24 horas, fueron 50%, 58% y

44%, respectivamente; es por ello que para catalogar un paciente de manera convincente

como proteinúrico en muestras aisladas, se debe tomar más de una muestra (Metcalf et al,

1.992).

En las fases iniciales de la lesión renal, la primera proteína que traspasa la

membrana glomerular y que se detecta es la albúmina. Por esta razón la detección precoz de

13

ella refleja daño precoz, en tanto que en fases tardías además de ésta se detectan otras

proteínas distintas y se habla de proteinuria. Esto se explica de la siguiente manera: las

fracciones más grandes de proteínas excretadas en la orina normal consisten en las

proteínas de Tamm-Horsfall, las cuales se originan en las células tubulares renales. Las

proteínas plasmáticas de menor masa, como la insulina, parathormona, lisozima, β2-

microglobulina y tripsinógeno son fácilmente filtradas a través del glomérulo y

reabsorbidas por las células tubulares; y por lo tanto un incremento en su excreción urinaria

indica daño tubular. Por otra parte, las proteínas plasmáticas de tamaño mediano (40-150

kDa) son excluidas casi en su totalidad del ultrafiltrado glomerular y por lo tanto cualquier

detección urinaria de ellas indica alteración de la barrera glomerular. En este grupo se

encuentran la albúmina, transferrina, inmunoglobulina G, ceruloplasmina, α1-

glicoproteínas y las partículas HDL (Lydakis et al 1.998). De manera estricta se debe

definir la microalbuminuria como la excreción por encima del percentil 95 para la

población que se estudia, usando las mismas técnicas y procedimientos para su detección en

ella (Lydakis et al 1.998). Por ejemplo, en un estudio poblacional en Nueva Zelanda usando

muestras al azar de 5.670 sujetos, se encontró que la concentración de excreción urinaria de

albúmina en el percentil 97,5 fue de 28 mg/L para hombres, y de 29 mg/L para las mujeres

(Metcalf et al, 1.992).

En la hipertensión arterial ciertas condiciones hemodinámicas específicas pueden

llevar al escape incrementado de albúmina, por ejemplo, un flujo plasmático renal bajo

(FPR), con mantenimiento de la tasa de filtración glomerular (TFG) y aumento de la

resistencia vascular periférica (RVP), sugieren un aumento en la fracción de filtración

[(Lydakis et al 1.998), (Metcalf et al, 1.992)]. Mayores TFG han sido documentadas en

pacientes hipertensos con microalbuminuria en comparación a otros sin ella (Cottone et al,

1.994). Esta hiperfiltración puede también estar presente del 10 al 15% de pacientes recién

diagnosticados como hipertensos (Mimram y Ribstein, 1.993). De hecho la presión arterial

se correlaciona con la excreción urinaria de albúmina (EUA) en pacientes hipertensos y

probablemente en normotensos (Knight et al, 2.003); tanto en los valores sistólicos como en

14

los diastólicos (Giaconi et al, 1.989); sin embargo en otro estudio compuesto por 5.349

pacientes sólo se encontró correlación positiva con la presión arterial diastólica por encima

de 78,8 mmHg (Gerber et al, 1.992). Por otro lado, se ha descrito una angiopatía

generalizada en la hipertensión, relacionada a disfunción endotelial cuya principal

característica es el paso transvascular sistémico de albúmina (Chin BSP y Lip GHY, 2.001).

Cuando se estudia la prevalencia de microalbuminuria e hipertensión, esta varía

grandemente, según los estudios que se valoren (Pontremoli et al, 1.997), entre el 11%

(Giaconi et al, 1.989) al 40% (Bigazzi et al, 1.992), o aún más dependiendo de el número de

pacientes estudiados, severidad de la hipertensión, edad, raza, y coexistencia de trastornos

renales (Redon et al, 1.991); esto refleja la heterogeneidad de los pacientes estudiados. De

hecho la microalbuminuria se correlaciona de manera estrecha en pacientes hipertensos con

mayor masa ventricular izquierda (Redon et al, 1.991), consumo de cigarrillos, índice de

masa corporal y dislipidemia (Agewall et al, 1.993), así como grosor de la íntima y media

de la carótida (Bigazzi et al, 1.995). En un estudio que involucró 11.343 pacientes

hipertensos, no diabéticos, la prevalencia de microalbuminuria fue del 30%. El análisis

mostró que los pacientes con ésta con respecto a los que no la presentaban, tenían una

mayor prevalencia de hiperlipidemia (57,4% vs. 52,2%), enfermedad arterial coronaria

(31% vs. 22,4%), enfermedad vascular periférica (7,3% vs. 4,9%), infarto miocárdico (7%

vs. 4%), y enfermedad vascular cerebral (ACV) (5,8% vs. 4,2%). Además, fue un factor de

riesgo independiente de la edad, duración de la hipertensión y grado de elevación de la

misma (Agrawal et al, 1.996).

La microalbuminuria también se ha postulado como marcador de daño endotelial

generalizado, en concordancia con los estudios que muestran que la concentración de

albúmina urinaria se corresponde con una elevación del factor VII, von Willebrand y

trombomodulina, lo cual conformaría un estado procoagulable en estos pacientes (Kario et

al, 1.996).

A la luz de este panorama, se plantea que siendo tan extensiva la correlación entre

microalbuminuria e hipertensión, se debe intervenir para alterar la evolución de ella. Entre

estas intervenciones destacan los IECA y los ARA - II, ya que como se ha visto, han

15

demostrado en varios ensayos clínicos que pueden retardar la progresión de enfermedad

renal terminal, principalmente en aquellos con nefropatía diabética. La inhibición de la

angiotensina II determina un descenso de la presión arterial por la reducción de las

resistencias vasculares generales (Gavras y Gavras, 2003). La vasodilatación afecta de

preferencia, a los órganos vitales cuyos vasos son más sensibles a los efectos de la

angiotnesina que los de las vísceras abdominales y los tejidos músculo – cutáneos. El

bloqueo de la angiotensian también determina una redistribución del flujo sanguíneo

regional dentro de los diferentes órganos. En los riñones aumenta el flujo sanguíneo,

dilatándose más las arteriolas aferentes que las eferentes; esto reduce la presión

intraglomerular, lo cual explica las accioines antiproteinúricas y nefroprotectoras del

bloqueo angiotensínico, que trascienden de las imputables al descenso exclusivo de la

presión arterial. Así mismo, se justifica la disminución de la tasa de filtración glomerular

que, en caso de estenosis bilateral de la arteria renal o destenosis de la arteria de un riñón

solitario, puede ocasionar una insuficiencia renal funcional. Estas drogas han demostrado

que sus efectos son independientes de sus propiedades antihipertensivas y deben ejercer su

acción por otras vías tales como la disminución de la presión intraglomerular o alteraciones

en la selectividad o permeabilidad glomerular, por lo tanto se especula que otros fármacos

que bloqueen el sistema renina angiotensina aldosterona en diferentes lugares podrían tener

efectos aditivos en disminuir la proteinuria, como sería el caso de la espironolactona al

reducir los efectos fibroproliferativos de la aldosterona y angiotensina o ambos.

Toda esta cantidad de información representa nuestro conocimiento sobre el

tratamiento antihipertensivo agresivo y temprano en pacientes predispuestos o con

enfermedad cardiovascular manifiesta, de allí que los verdaderos retos que enfrenta el

médico son las condiciones que en una u otra forma modifican este enfoque terapéutico

precoz, así como el cambio y la adopción de estrategias que permitan no sólo la

disminución de las cifras de tensión arterial, sino la prevención de daño a órgano blanco.

16

Operacionalización De Variables

Variable Definición Categoría Indicador

Hipertensión Arterial PAS ≥ 140 mmHg o

PAD ≥ 90 mmHg

Normal

Prehipertensión

Estado 1

Estado 2

PAS: < 120 ó PAD: < 80

120-139 ó 80-89

140-159 ó 90-99

≥ 160 ó ≥ 100

Drogas Quinapril

Valsartán

10-40 mg

80-320 mg

Microalbuminuria EUA > 30 mg/24 hrs. Normal

Elevada

≤ 30 mg/24 hrs.

> 30 mg/24 hrs.

Creatinina Sérica Niveles séricos de Creatinina Normal

Elevada

0,7-1,4 mg/dL.

≥ 1,5 mg/dL.

17

CAPÍTULO III

MARCO METODOLÓGICO

Diseño y Tipo de Investigación

Correspondió a un ensayo clínico controlado, prospectivo, aleatorizado, doble ciego

(Pineda et al, 1.994), en el cual a los pacientes hipertensos con microalbuminuria que

acudieron a las consultas de Medicina Interna del Departamento de Medicina del Hospital

Central Universitario “Antonio María Pineda”, en el lapso Abril 2.002 – Abril 2.003; se les

indicó, al azar, monoterapia con Quinapril o Valsartán 10 mg y 80 mg vía oral, diarios

respectivamente, duplicando la dosis, en miligramos, en evaluaciones cada cuatro semanas

de no lograr cifras de presión arterial inferiores a 130/85 mm Hg.

Población y Muestra

La población se conformó por todos los pacientes hipertensos estadíos 1 y 2,

hombres o mujeres, con edades comprendidas entre 18 y 65 años, que acudieron a las

consultas de Medicina Interna del Departamento de Medicina del Hospital Central

Universitario “Antonio María Pineda”, durante el lapso Abril 2.002 – Abril 2.003; los días

de lunes a viernes, en cualquier momento del día.

Se excluyeron los siguientes pacientes:

1. Hipertensos estadío 3 ó con medicación antihipertensiva un mes previo al

reclutamiento.

2. Diabéticos.

3. Historia de insuficiencia cardíaca, infarto miocárdico o enfermedad cerebrovascular

en los tres meses previos al reclutamiento.

4. Nefrópatas por cualquier causa.

18

La muestra del estudio fue no probabilística intencional, incluyendo todos los

pacientes que cumplieron con los criterios de inclusión y no tuvieron alguno de

exclusión, se dividieron, al azar, en dos grupos: uno que recibió Quinapril y otro que

recibió Valsartán. Ambos grupos estuvieron compuestos de 30 individuos cada uno para

darle poder estadístico suficiente. Dicha muestra viene dada por la prevalencia de la

hipertensión (25%) en adultos y de microalbuminuria (10 – 40%) (Pontremoli et al,

1.997) en dichos pacientes para un 95% de confianza para los resultados obtenidos. Se

abordaron los pacientes en cualquiera de las consultas de Medicina Interna del

Departamento de Medicina y se les solicitó consentimiento por escrito para ingresar al

estudio, elaborándose una ficha (ver anexo B) en la que se vació la información clínica

y datos de laboratorio del paciente. Se le informó por vía verbal y escrita sobre las

recomendaciones para recoger las muestras para los exámenes complementarios. Para la

determinación de la microalbuminuria se cuantificó la excreción urinaria de albúmina

por inmunofluorescencia en orina de 24 horas y para la determinación de la creatinina

se utilizó un kit comercial.

Técnicas e Instrumentos de Recolección de Datos: (Ver anexo C)

Se diseñó una ficha clínica que abarcó los siguientes aspectos: Identificación del

paciente, antecedentes personales y familiares, examen físico, exámenes paraclínicos y

diagnósticos.

Análisis Estadístico

En el análisis estadístico se utilizaron los números absolutos y porcentuales como

medidas de resumen y cálculos. Un valor de p de menos de 0,05 se consideró para indicar

significancia estadística. Para analizar la eficacia, reducción de la EUA y de creatinina, de

un fármaco con respecto al otro se utilizó el test de Fisher.

19

CAPÍTULO IV

RESULTADOS

Cuadro 1: Distribución de los pacientes estudiados según variables antropométricas

Quinapril Valsartán p

Sexo Hombres (%)

13 (43.33) Mujeres (%) 17 (56.67)

Hombres (%) 18 (60)

Mujeres (%) 12 (40)

Edad (años) 52 ± 10.57 (35-69) 53.67±10.51 (37-69) 0,55

Peso (Kg) 72.17 ± 13.42 (49-99) 72.43 ± 11.59 (50-94) 0,94

Talla (m) 1.64 ± 0.08 (1.49-1.8) 1.64 ± 0.09 (1.46-1.79) 0,99

IMC (Kg/m2) 26.95 ± 5.88 (17.17-39.73) 26.99 ± 4.89 (17.3-35.82) 0,99

PAS (mmHg) 164,2 ± 8,98 (180-150) 164,17 ± 9,04 (180-150) 0,99

PAD (mmHg) 109,23 ± 7,44 (120-95) 108,50 ± 6,97 (120-100) 0,69

De los 60 pacientes estudiados, 30 correspondieron al grupo del Quinapril y 30 al

grupo del Valsartán. En el grupo de Quinapril, 13 fueron hombres (43,33%) y 17 (56,67%)

fueron mujeres. Estos pacientes tuvieron un promedio de edad de 52 años (desviación

estándar de 10,57) con un rango de edades entre 35 y 49 años. Con un promedio de peso de

72,17 Kg (desviación estándar de 13,42) variando el peso entre 49 y 99 Kg. Este grupo de

pacientes midieron en promedio 1,64 m (desviación estándar de 0,08) con un rango de

altura de entre 1,49 y 1,8 m. El índice de masa corporal (IMC) promedio de este grupo fue

de 29,95 Kg/m2 (desviación estándar de 5,88) variando entre 17,17 y 39,73 Kg/m2. La

20

presión arterial sistólica promedio en el grupo que recibió Quinapril fue de 164,2 mmHg

(desviación estándar de 8,98) y la diastólica fue de 109,23 mmHg (desviación estándar de

7,44). En tanto que en el grupo del Valsartán, 18 fueron hombres (60%) y 12 (40%) fueron

mujeres; el promedio de edad fue de 53,67 años (desviación estándar de 10,51), rango entre

37 y 69 años. El peso promedio en este grupo fue de 72,43 Kg, (desviación estándar de

11,59) con una variación de entre 50 y 94 Kg. La talla promedio para el grupo fue de 1,64

m (desviación estándar de 0,09) variando entre 1,46 y 1,79 m. El IMC promedio fue de

26,99 Kg/m2 (desviación estándar de 4,89) con un rango entre 17,30 y 35,82 Kg/m2. La

presión arterial sistólica promedio en éstos fue de 164,17 mmHg (desviación estándar de

9,04) y la diastólica fue de 108,50 mmHg con una desviación estándar de 6,97 mmHg. No

existieron diferencias estadísticamente significativas entre los grupos estudiados.

21

Cuadro 2: Variación temporal de la microalbuminuria según la eficacia de los

medicamentos estudiados

Quinapril (mg/24 Hrs) Valsartán (mg/24 Hrs) p

Semana 0 111,06 ± 55,45 109,15 ± 45,11 p=0,89

Semana 4 75,66 ± 34,02 79,11 ± 29,11 p=0,82

Semana 8 69,45 ± 20,25 68,91 ± 17,12 p=0,65

Semana 12 66,87 ± 34,65 64,62 ± 28,36 p=0,39

p 0,0008 0,0002

En el cuadro número 2 se muestra la variación temporal de la Microalbuminuria en

función de los medicamentos utilizados. Al inicio del estudio los pacientes que recibieron

Quinapril tenían una microalbuminuria promedio de 111, 06 mg/24 Hrs (desviación

estándar de 55,45) y los del grupo Valsartán la microalbuminuria media fue de 109,15

mg/24 Hrs (desviación estándar de 45,11); clínicamente similares y sin diferencias

significativas entre ellos (p=0,89). A las cuatro semanas del estudio, la microalbuminuria

en el grupo que recibió Quinapril fue de 75,66 mg/24 Hrs (desviación estándar de 34,02) y

en el que se le administró Valsartán fue de 79,11 mg/24 Hrs (desviación estándar de 29,11)

con una p=0,82 entre los grupos. Para la semana 8, la microalbuminuria en el grupo

Quinapril fue de 69,45 mg/24 Hrs (desviación estándar de 20,25) y en el grupo Valsartán

fue de 68,91 mg/24 Hrs (desviación estándar de 17,12) con una p=0,65. Por último, a las 12

semanas, la microalbuminuria en los pacientes que recibieron Quinapril fue de 66,87 mg/24

Hrs (desviación estándar de 34,65) y en los que se les administró Valsartán fue de 64,62

mg/24 Hrs (desviación estándar de 28,36) con una p=0,39. Al evaluar la eficacia temporal

22

de cada uno de los medicamentos por separado, ambos disminuyeron de manera

significativa la microalbuminuria (Quinapril, p=0,0008) y Valsartán (p=0,0002) con

respecto a sus valores basales.

23

Cuadro 3: Variación temporal de la creatinina según la eficacia de los medicamentos

estudiados

Quinapril (mg/mL) Valsartán (mg/mL) p

Semana 0 0,62 ± 0,18 0,60 ± 0,18 p=0,71

Semana 4 0,57 ± 0,15 0,59 ± 0,16 p=0,82

Semana 8 0,57 ± 0,14 0,58 ± 0,15 p=0,65

Semana 12 0,53 ± 0,16 0,56 ± 0,14 p=0,39

p 0,042* 0,29 (NS)

En el cuadro número 3 se muestra la variación temporal de la creatinina en función

de los medicamentos utilizados. Al inicio del estudio los pacientes que recibieron Quinapril

tenían una Creatinina promedio de 0,62 mg/mL (desviación estándar de 0,18) y los del

grupo Valsartán fue de 0,60 mg/mL (desviación estándar de 0,18); clínicamente similares y

sin diferencias significativas entre ellos (p=0,71). A las cuatro semanas del estudio, la

creatinina en el grupo que recibió Quinapril fue de 0,57 mg/mL (desviación estándar de

0,15) y en el que se le administró Valsartán fue de 0,59 mg/mL (desviación estándar de

0,16) con una p=0,82. Para la semana 8, la creatinina en el grupo Quinapril fue de 0,57

mg/mL (desviación estándar de 0,14) y en el grupo Valsartán fue de 0,58 mg/mL

(desviación estándar de 0,15) con una p=0,65. Por último, a las 12 semanas, la creatinina en

los pacientes que recibieron Quinapril fue de 0,53 mg/mL (desviación estándar de 0,16) y

en los que se les administró Valsartán fue de 0,56 mg/mL (desviación estándar de 0,14) con

una p=0,39. Al evaluar la eficacia temporal de cada uno de los medicamentos por separado,

24

ambos disminuyeron la creatinina con respecto a sus valores basales (Quinapril, p=0,042) y

Valsartán (p=0,29), pero sólo el Quinapril la disminuyó de manera significativa.

25

CAPÍTULO V

ANÁLISIS Y DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS:

La evaluación de la función renal en pacientes hipertensos tiene tres propósitos. El

primero involucra definir si el paciente tiene o no compromiso renal a causa de la

hipertensión. El segundo, si se confirma la neuropatía, establecer su naturaleza y actividad.

Finalmente, el tercero, involucra establecer el grado de alteración del funcionalismo renal

para determinar las mejores estrategias terapéuticas que halla que seguir (Hollenberg,

2.004). Típicamente debería incluir como mínimo, el uroanálisis, concentración de

creatinina y electrolitos séricos. En este sentido la cuantificación de proteinuria, provee

importante información sobre la evidencia del compromiso renal. Normalmente la orina

contiene pequeñas cantidades de proteínas provenientes del plasma como la albúmina o de

células tubulares como la mucoproteína de Tamm – Horsfall. Otras fuentes adicionales de

proteinuria vienen dadas por el epitelio del tracto urinario o glándulas adyacentes, tales

como la próstata. De tal manera que existe una proteinuria fisiológica que en promedio es

menor a 30 mg/día, aunque aún hay debate respecta a este límite. Ya que durante el día

dependiendo de el estado fisiológico del paciente, el monto de la proteinuria varía, la

evaluación óptima de esta involucra la recolección de orina en 24 hrs. En la mayoría de los

estudios se cuantifica la microalbuminuria en una sola oportunidad, como en este estudio,

pero la determinación rigurosa de ésta implica la demostración en dos de tres muestras

26

secuenciales. La importancia de la información aportada por la detección de la

microalbuminuria, radica no sólo en el hecho de que revela datos sobre el funcionalismo

renal del paciente; sino sobre el riesgo de eventos cardiovasculares que pudiera tener ese

paciente [DeLeeuw et al (2.002) y Redon et al (2.002)]. De allí que algunos autores sean

tan agresivos en recomendar la determinación de microalbuminuria como parte de la rutina

de la evaluación de pacientes hipertensos, y la razón de ello es que se dispone de terapias

efectivas que cambian de manera dramática la historia natural de la disfunción renal en

pacientes hipertensos con microalbuminuria. En nuestro estudio el bloqueo del sistema

renina angiotensina aldosterona resultó en una significativa disminución de ésta tanto en el

grupo que recibió Quinapril como en el que se le administró Valsartán (p< 0,005), sin

embargo no hubo diferencias entre uno y otro tratamiento (p= 0,39). Esta disminución

clínicamente importante se hace evidente tan temprano como en la semana 4 del

tratamiento con ambos fármacos aun cuando las cifras tensionales de los pacientes como

grupo no se habían logrado controlar del todo; es por ello que se dice que el efecto

nefroprotector de estos medicamentos no se explica totalmente por su efecto

antihipertensivo y menos en pacientes con hipertensión estadío 1 como el caso que nos

ocupa. Para explicar este efecto se mencionan varios mecanismos como la reducción de la

presión de la filtración y tamaño glomerular así como cambios en la selectividad iónica del

glomérulo (Haas et al 2.002). Por otro lado la activación de este sistema se ha implicado en

el remodelado vascular, hipertrofia glomerular y de los miocitos, de tal manera que su

bloqueo no solo muestra beneficios expresados en mejoría de las cifras tensionales, sino en

bloqueo de acciones que en otras circunstancias son deletéreas para el organismo (Chin

27

BSP y Lip GHY, 2.001). Otros mecanismos que se han implicado en la efectividad del

bloqueo del sistema renina angiotensina aldosterona son la inhibición de la producción de

Factor de Crecimiento Plaquetario y Factor Transformador del Crecimiento β - 1, ambos

implicados en la proliferación mesangial y estimulación de la liberación de Endotelina y

junto con esta agravando la inflamación y fibrosis renal. En resumen, se postula que si se

limita la reacción inflamatoria intersticial con la subsiguiente fibrosis renal originada por la

activación del sistema renina angiotensina aldosterona en la hipertensión arterial y los

efectos biológicos producidos por esta, se debe prevenir o disminuir la progresión del daño

renal observado en esta patología (Leoncini et al, 2.004).

Menos evidente ha sido la efectividad de estos fármacos en evitar o retardar la

evolución de la enfermedad renal cuando esta ya se ha establecido y esto se relaciona con el

hecho de que una vez que en el riñón se ha producido un grado significativo de fibrosis, la

utilidad de estos agentes es limitada. Sin embargo, en este estudio cuyos pacientes tenían

creatinina normal, el uso de Quinapril produjo una reducción significativa de este

parámetro entre los pacientes que lo usaron (p = 0,042), hallazgo que aunque también se

evidenció en el grupo que recibió Valsartán, no fue estadísticamente significativa (p =

0,29), si bien ninguno de los hipertensos estudiados progresó a falla renal franca, lo que

pudiera interpretarse como una estabilización en la función renal de estos pacientes. Esta

diferencia entre los dos tratamientos no es rara, en tres estudios la reducción de la

proteinuria no fue asociada a una estabilización de la función renal [Ahmad et al (1.997),

Nielsen et al (1.997), Fogari et al (1.999)] y en otros tres estudios no se mostró ni

28

disminución en la proteinuria ni estabilización de la función renal [Bakris et al (1.996),

UKPDS Study Group (1.998), y Estacio et al (1.998)]; de manera similar, en la evaluación

a largo plazo de la proteinuria en nefropatías no diabéticas (Ruggenenti et al, 2.000), se

demostró estabilización de la tasa de filtración glomerular, pero ningún beneficio sobre la

progresión a insuficiencia renal crónica terminal. En resumen, los resultados obtenidos en

este estudio se podrían interpretar sobre la base de que el Valsartán logró una estabilización

de la función renal, previniendo la progresión a falla renal franca, aunque no redujo

significativamente la creatinina en los pacientes estudiados, resultado este consistente con

los hallados en la literatura revisada.

29

CAPÍTULO VI

CONCLUSIONES:

1. En pacientes hipertensos estadío 1 con microalbuminuria y sin ninguna otra

comorbilidad, tanto el Quinapril como el Valsartán son igualmente efectivos en

disminuir esta proteinuria.

2. Ambos medicamentos estabilizan la función renal expresada por la creatinina, si

bien sólo el Quinapril la redujo significativamente con respecto a sus valores

basales.

30

CAPÍTULO VII

RECOMENDACIONES:

1. En pacientes hipertensos la detección de microalbuminuria debería formar parte de

su evaluación rutinaria, ya que la detección e intervención temprana sobre ella

podría prevenir o al menos retardar la aparición de falla renal terminal; mejorando

la predicción y estratificación del riesgo, facilitando así la elección y monitoreo del

medicamento antihipertensivo más adecuado para este tipo de pacientes.

2. La detección de microalbuminuria en estos pacientes debe hacer considerar la

posibilidad del uso de estrategias nefroprotectoras, y entre estas el bloqueo del

sistema renina angiotensina aldosterona debería ser primera elección, a menos que

se tengan contraindicaciones precisas.

3. Estos fármacos deben ser acompañados de otras medidas encaminadas a la

protección renal, a saber abandono del cigarrillo, tratamiento de dislipidemias y

obesidad, evitar el sedentarismo y restricción de proteínas en la dieta, si ese fuere el

caso.

4. Se debe enfatizar que las cifras de presión arterial reflejan sólo de manera parcial el

riesgo cardiovascular asociado a un paciente; por lo que la presencia y grado de

daño a órganos blanco debe ser establecida, ya que a través de éstas se estima mejor

la aparición de eventos futuros y se guía más adecuadamente la terapia a seguir.

31

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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36

ANEXO A: CURRICULUM VITAE DEL AUTOR

DATOS PERSONALES:

Nombres y Apellidos: Pedro Pablo Piña Zambrano.

C.I.: 9.927.906.

Teléfonos: 2671293 - 04168506821

Candidato a obtener el título de Especialista Universitario de Postgrado de Medicina

Interna.

Trabajo de Grado: Eficacia del Valsartán versus Quinapril sobre la microalbuminuria

en pacientes hipertensos. Departamento de Medicina. Hospital Central Universitario

“Antonio María Pineda”, Abril’02-Abril’03.

DATOS ACADÉMICOS:

− Médico Cirujano. XVI Promoción. Universidad Nacional Experimental “Francisco

de Miranda”. Coro, Falcón, Venezuela. 1.994.

CARGOS DESEMPEÑADOS:

− Médico Rural. Hospital tipo I “Emigdio Ríos”. Churuguara, Falcón, Venezuela.

1.994 – 1.996.

− Médico Interno. Hospital Central Universitario “Antonio María Pineda”.

Barquisimeto, Lara, Venezuela. 1.996 – 1.998.

− Médico Residente de III año. Hospital Central Universitario “Antonio María

Pineda”. Barquisimeto, Lara, Venezuela. 2.001 a la actualidad.

37

ANEXO B: Consentimiento Informado:

Yo:________________________________; C.I.__________________________, por

medio de la presente, autorizo pertenecer al estudio:

Eficacia del Quinapril Versus Valsartán sobre la Microalbuminuria en Pacientes

Hipertensos. Departamento de Medicina. Hospital Central “Antonio María Pineda”,

Abril’02-Abril’03.

Trabajo realizado por el Dr. Pedro Pablo Piña para optar al título de Especialista en

Medicina Interna

__________________________________

FIRMA

38

ANEXO C: Instrumento de Recolección de Datos:

Eficacia del Quinapril Versus Valsartán sobre la Microalbuminuria en Pacientes

Hipertensos. Departamento de Medicina. Hospital Central “Antonio María Pineda”,

Abril’02-Abril’03.

Hoja de Recolección de Datos

Nombres y Apellidos del Paciente:

Sexo:

Edad:

Peso:

Talla:

IMC:

Antecedentes Personales:

Examen Físico:

Exámenes Paraclínicos Inicio del Estudio Semana 4 Semana 8 Semana 12

Albuminuria

Creatinina

Presión Arterial Sistólica

Presión Arterial Diastólica