Psicosocial Final

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    Acompaamientopsicosocialencontextos

    deviolencia sociopoltica

    Con el apoyo de:

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    Acompaamiento psicosocial en

    contextos de violencia sociopoltica

    Autor:

    Myriam Judith Penagos PinznEduardo Martnez LpezLiz Arvalo Naranjo

    Diseo y diagramacin:Marcela Otero

    Impresin:Ediciones Antropos

    ISBN: 978-958-98533-1-3

    Impreso en Bogot D.C., Colombia, 2009

    Corporacin VnculosCarrera 18 N 6052Tel.:(571) 3492820 - [email protected]

    Esta publicacin fue financiada por

    El contenido de este libro refleja las opiniones del autor y

    no representa necesariamente la opinin de la entidad financiadora.

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    Queremos hacer un especial reconocimiento a las copartes de Tierra de Hombres Alemania, quienes aportaron sus inquietu-des, experiencias y conocimiento sobre el acompaamiento psicosocial a vctimas de las diferentes expresiones de la violen-cia. Dichas organizaciones participaron, durante el ao 2005, en el proceso de formacin y acompaamiento psicosocialorientado por la Corporacin Vnculos.

    Organizaciones participantes: Corporacin Mujeres que Crean (Medelln)Corporacin Cultural Simn Bolvar (Medelln)Centro de Integracin Comunitaria, CIC (Medelln)Fundacin para el Fomento de la Educacin Popular, FEPI (Medelln)Corporacin Red Juvenil (Medelln)Corporacin Convivamos (Medelln)Fundacin Esperanza (Bogot)Corporacin Cactus (Bogot)Corporacin Sembrar (Bogot)Fundacin para la Educacin y el Desarrollo, FEDES (Bogot)Fundacin Creciendo Unidos (Bogot)Fundacin Sol y Serpiente (Bogot)Corporacin Servicio de la Defensa de la Niez, SEDEN (Bogot)Corporacin Jurdica Humanidad Vigente (Bogot)

    Comisin Intereclesial Justicia y Paz (Bogot)Asociac in Cultural Casa del Nio (Villarrica- Cauca)Consejo Regional Indgena del Cauca, CRIC (Popayn)Taller Abierto (Cali)Centro Comunitario Las Colinas, CECUCOL (Cali)

    Aso Comunal Despertar Vegueo Fundesper tar (Cauca)Pastoral Social La Concordia (Putumayo)Consejo Regional Indgena del Tolima, CRIT (Coyaima)Consejo Regional del Cauca -Maestros Resguardo Las Delicias - (Cauca)Centro de Desarrollo Solidario, CDS (Cartagena)

    Equipo Tierra de Hombres Alemania (Bogot)

    Manifestamos nuestro agradecimiento a Tierra de Hombres Alemania, en particular a Diana Castillo y Diana Salamanca,quienes impulsaron el proyecto de acompaamiento con las copartes y en especial a Silvia Galn por su apoyo y colaboracinpermanente al desarrollo del mismo.

    A Martha Bello, por sus valiosos aportes al tema de la violencia poltica y el trabajo psicosocial en Colombia.

    Para todos un abrazo fraternal, nuestra gratitud y admiracin por la labor que realizan a favor de las personas, familias ycomunidades vctimas de la violencia.

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    Introduccin ............................................................. ........................................................................... .................................. 7

    Ideas para la comprensinde la violencia Eduardo Martnez Lpez - Liz Arvalo Naranjo

    Generalidades ........................................................................ ............................................................................ ................. 11Particularidades de la violencia sociopoltica ............................................................................................................. 14

    Violencia polt ica en Colombia y trabajo psicosocial: Martha Belloaportes conceptuales y metodolgicos ........................................................................................................................ 16

    Acompaamiento psicosocial encontextos de violencia sociopoltica Liz Arvalo Naranjo

    Entendimiento sobre el acompaamiento psicosocial ............................................................................................ 29Reflexiones y dilemas desde la experiencia ................................................................................................................ 30

    mbitos para la implementacin del acompaamiento psicosocial ................................................................. ... 33

    Afectacin emocional encontextos de violencia sociopoltica Corporacin Vnculos

    Afectacin emocional de las poblaciones y personas en contextos de violencia sociopoltica ................... 39

    Herramienta para la caracterizacin psicosocial de la poblacinvctima de la violencia sociopoltica: el calidoscopio ................................................................... ............................ 44

    Contenido

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    Herramientas generales parael acompaamiento psicosocial Myriam Judith Penagos Pinzn

    La postura del facilitador: la principal herramienta para el acompaamiento psicosocial ........................... 55La pregunta como herramienta de intervencin ..................................................................................................... 61Los rituales como una forma de sanar emociones .................................................................................................. 64Las redes como herramienta para la construccin de tejido social .................................................................... 69

    Herramientas especficas parael acompaamiento psicosocial Myriam Judith Penagos Pinzn

    El acompaamiento psicosocial en si tuaciones de duelo ...................................................................................... 77El acompaamiento en situaciones de miedo ........................................................................................................... 82El manejo del conflicto en el acompaamiento psicosocial .................................................................................. 87

    Afectacin emocional de los agentes sociales yherramientas para su cuidado emocional Eduardo Martnez Lpez

    Efectos emocionales, de caracter individual, familiar, social, profesional y polticode los miembros de organizaciones que acompaan a vctimas de la violencia ............................................ 93

    Herramientas para el cuidado emocional de miembros deorganizaciones que trabajan con vctimas de la violencia ..................................................................................... 94

    Referencias bibliogrficas ........................................................................ ....................................................................... 105

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    A

    partir de noviembre de 2004 y durante 2005, la Corpora-cin Vnculos adelant un proceso de formacin y acom-

    paamiento psicosocial con las copartes de Tierra de Hom-bres Alemania en Colombia, el cual contempl tanto sucualificacin en el campo del acompaamiento psicosocial a vcti-mas de la violencia sociopoltica como la atencin para el cuidadoemocional de los equipos de profesionales que se ven enfrenta-dos a contextos violentos.

    Desde un inicio se vislumbr que dicho proceso reportara apren-dizajes en el campo de la atencin psicosocial y la posibilidad de

    escribir y publicar un material con los avances logrados. Avancesque, a manera de gua o modelo para la atencin psicosocial, per-mitirn que, adems de los agentes sociales participantes en elproceso de formacin, otros conozcan el material y cuenten conherramientas de apoyo conceptual y metodolgico. Este libro seconstituye, entonces, en un material de consulta que, dentro delmarco de la atencin psicosocial, expone dos aspectos comple-mentarios: el que se orienta a la poblacin (comunidad, familias e

    individuos) o a quienes se apoya y el de la atencin al agentesocial que desarrolla la intervencin, proceso que se conoce como

    Introduccin

    ayuda al que ayuda. Desde la experiencia de la Corporacin Vn-culos, estos dos aspectos van de la mano, dado que el cuidado

    emocional del agente social promueve y favorece el apoyo emo-cional de quienes han sido vctimas de la violencia en cualquierade sus formas.

    En esta publicacin, el lector encontrar un primer captulo, don-de se abordan ideas para la comprensin de la violencia y seanaliza la complejidad del trabajo psicosocial en el contexto delconflicto armado interno en Colombia. Este captulo incluye unaporte de Martha Nubia Bello, profesora del Departamento de

    Trabajo Social de la Universidad Nacional. En el segundo captu-lo, la Corporacin Vnculos puntualiza su comprensin sobre laperspectiva y el acompaamiento psicosocial. El tercer captuloplantea un anlisis sobre la afectacin psicosocial de las perso-nas vctimas de la violencia social y poltica y presenta el calidosco-pio como herramienta de caracterizacin. En los captulos IV y Vse describen herramientas psicosociales para el acompaamien-to, y por ltimo, en el captulo VI se aborda la afectacin emocio-

    nal de los agentes sociales y se dan a conocer herramientas parael cuidado emocional.

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    Ideas para lacomprensin de

    lasviolencias

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    En este captulo se hace una invitacin inicial a nues-tros lectores para que se pregunten por aquello queenunciamos cotidianamente y en algunos casos demanera rutinaria como violencia. Parece una obviedad

    para quienes trabajamos con poblacin vctima de las violencias,no obstante, la comprensin desde un marco reflexivo nos permi-te dar un lugar y sentido a implicaciones y afectaciones emociona-les y sociales de las vctimas de la violencia. Se establece, entonces,un punto de partida para los siguientes captulos, los cuales sebasan en el acompaamiento psicosocial y sus herramientas.

    Para ello retomaremos algunos conceptos y tipologas que se hanplanteado en torno a la violencia, para, posteriormente, estableceruna comprensin sobre la violencia sociopoltica.

    Generalidades

    Iniciamos retomando el concepto de Rodrguez (1990) en su art-culo La violencia intrafamiliar en relacin con la violencia social,quien define la violencia como una condicin eminentementehumana y por ende cultural, vinculada en una ntima relacin conla agresividad innata pulsional del ser humano (Pag. 117).

    Dicha definicin connaturaliza la violencia, sin embargo, Urra Por-tillo (1997) plantea que la violencia es una fuerza injusta que atro-

    pella la libertad, la vida y el ser, en la cual la vctima es compelidamediante la intimidacin o la agresin casi siempre fsica experi-

    mentando un profundo e indeleble miedo e indefensin. Es lamanifestacin desnuda, burda, definitiva de la agresin, que seconforma por la emocin del sentimiento y la voluntad. Es exclusi-vamente humana, se caracteriza por ser montona y repetitiva(Pag. 1). As refuerza la idea de humanidad que requiere la violen-cia, en trascendencia de aquello instintivo.

    En la misma lnea, el artculo Un aporte psicoanaltico en la com-prensin de la violencia en Colombia, escrito por Jimnez (1997),expresa:

    Cuando las situaciones humanas denotan una agresividadno mitigada, entonces aparecen las conductas violentas.Es decir, la violencia tiene un protagonista principal, quees el hombre y, dentro de la estructura psicolgica de ste,existe el mecanismo de la agresin como respuesta a to-dos aquellos estmulos externos, entre los que se cuenta ladefensa de sus derechos, la supervivencia. Dentro de estemarco ha de considerarse que la agresividad va a estar ah,solo se ve mediatizada por el establecimiento de normasticomorales y religiosas en los actos humanos. (Pag. 101)

    Ello denota dos condiciones particulares de la violencia: un meca-nismo de control para reprimirla y la necesidad de medios paraejercerla, por lo cual Deas y Gaitn (1995) indican:

    Ideas para la

    comprensin de

    lasviolencias

    Autores:Eduardo Martnez LpezLiz Arvalo Naranjo

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    La violencia humana se distingue de la agresin entre

    animales de la misma especie, puesto que los seres hu-manos se caracterizan por usar instrumentos, es decir,emplean armas. Violencia es hacer dao fsico median-te el uso de instrumentos o en evidente superioridadfsica, cuando ese acto no es necesario para la estrictasupervivencia. (Pag. 184)

    Por su parte, Humberto Maturana (1997) presenta una mirada so-bre la violencia en la que nos invita a reflexionar sobre el espaciorelacional y cultural donde esta surge, abriendo posibilidades detransformacin desde el reconocimiento de lo humano. Conside-ra que la violencia no es una condicin natural de los seres huma-nos, sino, por el contrario, una forma de relacin que se aprendeen la convivencia, la cual se caracteriza por la negacin del otrocomo legtimo y en la que se privilegian valores y creencias pro-pios de una cultura patriarcal.

    Desde su perspectiva, los seres vivos en general y los seres huma-nos en particular surgimos al vivir en la confianza de encontrarnosacogidos, amados y respetados. Sin embargo, este punto de parti-da no especifica un futuro porque el vivir y el convivir transcurrencomo una continua transformacin, por lo cual no estamos pre-determinados genticamente a ser ninguna clase particular de serhumano y todos podemos llegar a ser cualquier clase de ser

    humano segn el convivir que vivamos.

    El maltrato y la violencia traicionan la legitimidad de todo convivir,no solo porque niegan el amar y la confianza, sino tambin por-que ensean, cultivan y conservan el vivir en el maltrato y la vio-lencia. Por lo anterior, Maturana concluye que todo acto que nie-ga fsica o psquicamente a otro se vive como maltrato, accionesque intenta o de hecho obliga a otro fsica o psquicamente a ha-

    cer lo que no quiere, se vive como violencia y se hieren el cuerpoy el alma.

    De otra parte, Galtung (2006) presenta un anlisis sistmico de laviolencia cuando afirma: La violencia es un acto que tiene como

    consecuencia la no realizacin de la satisfaccin de las necesida-des efectivas, somticas y mentales del individuo por causa deotro. Galtung identifica la violencia como la imposibilidad o impe-dimento de la persona de su realizacin por una serie de fenme-nos evitables dentro de una sociedad. Segn este enfoque, esacarencia de elementos para su realizacin induce a que, en algu-nas ocasiones, esa persona entre a formar parte del grupo gene-rador de actos violentos que impedirn la realizacin de otros,

    desarrollando as una cadena interminable, una violencia en esca-la, tanto ascendente como descendente y vertical-bidireccional ylateral-horizontal y entre pares.

    Este autor plantea las siguientes tipologas de la violencia: violen-cia directa es la violencia material, fsica o verbal, la ms evidente yvisible y es a la que nos referimos cuando habitualmente habla-mos de violencia. Violencia estructural es aquella que surge de losfallos y los problemas estructurales de una sociedad, de los erro-res de su composicin; hay violencia estructural en una comuni-dad cuando se dificulta o se imposibilita adoptar soluciones pac-ficas y civilizadas y fomenta el conflicto, debido a injusticias, des-igualdades y desequilibrios, entre otros, la violencia encuentra unterreno favorable. Violencia cultural es el conjunto de actitudes,creencias, opiniones, convicciones, prejuicios, patrones de conductae hitos histricos, entre otros, que una determinada poblacincomparte y que la hacen proclive a las soluciones violentas, donde

    la violencia directa se acepta como opcin vlida y legtima a losojos de dicha poblacin.

    Retomando la voz de Galtung, podemos concluir: La violenciadirecta o material es consecuencia de la violencia estructural y dela cultural, que le proporcionan motivos; la violencia directa reali-menta, a su vez, las violencias estructural y cultural, que van extre-mando sus posturas y reafirmando sus argumentos; stas, lgica-

    mente, reproducen la violencia material si es que ha llegado acesar, o la empeoran si persiste.

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    Para complementar la visin de Galtung, la Organizacin Mundialde la Salud (OMS) ha categorizado tres tipos de violencia.Autoin-

    ferida: comportamientos deliberados y agresivos, dirigidos haciala propia persona, que pueden culminar en el suicidio. Interper-sonal: comportamiento violento entre personas conocidas o des-conocidas que puede caracterizarse como una relacin entre agre-dido y agresor. Organizada: consiste en comportamientos agresi-vos llevados a la prctica por grupos sociales o polticos, motiva-dos por objetivos especficos de carcter poltico, econmico osocial. En esta lgica y ms en pro de una postura de Noviolencia,

    se considera que todas las formas de violencia, ya sea autoinferidao entre personas o Estados, atentan contra los Derechos Humanos.

    De esta forma, la violencia puede estar categorizada segn el nivelde interaccin que implica la violencia o el nivel de permeabilidad

    y complejidad a la que puede asociarse.

    Desde nuestra perspectiva, la violencia es un fenmeno complejoque rene aspectos tanto individuales como sociales. La violenciano es una herencia gentica de la raza humana sino, por el con-trario, cultural; es construida en las relaciones sociales, econmi-cas y polticas en un marco de creencias y escenarios emocionalespautados culturalmente y de relacin que la hacen posible.

    Contempla, adems, aspectos individuales, dado que es encarnadaen sujetos que, con diferentes argumentos racionales, realizan oplanean acciones que niegan al otro como legtimo otro, en la con-

    vivencia (Maturana 1997) ya sea de forma fsica o psicolgica, gene-rando sufrimiento, dolor, impotencia, miedo y rabia en las vctimas.

    Para comprender la violencia es necesario, entonces, tener unamirada relacional y cultural para preguntarse por:

    Las pautas y narrativas del contexto donde se construye la rela-cin vctima-victimario.

    El contexto cultural y el mundo social que mantiene la violencia.

    Las particularidades, motivaciones y sistemas de creencias dela persona que toma el papel de agresor.

    La situacin de la vctima en el contexto de la violencia de lacual es objeto.

    El panorama comprensivo, arriba descrito, plantea tensiones ge-nerales que, si bien son propuestas desde un nivel conceptual, seplasman en nuestro quehacer diario y resquebrajan nuestra ma-nera de comprender la violencia.

    La primera tensin tiene que ver con la comprensin de la violen-cia como una, cuando en la realidad colombiana se observa unasuperposicin constante de las diversas violencias; hablamos, en-tonces, de la presencia simultnea de mltiples violencias, donde,por ejemplo, en un escenario de violencia sociopoltica perma-nente se presentan constantes eventos de violencia intrafamil iar osituaciones de abuso sexual, entre otras.

    Producto de la anterior observacin se genera una segunda ten-sin, en la cual encontramos una concatenacin de las violenciasde manera evolutiva. De esta forma se indica que la violencia in-trafamiliar genera a largo plazo que los nios que usan la violen-cia para resolver conflictos o ser reconocidos por otros vislum-bren como posibilidad integrarse a grupos armados, aumentandola violencia organizada. Sin embargo, resulta paradjico que sepresenten eventos de reduccin temporal de los indicadores de vio-

    lencia comn ante la desmovilizacin de un actor armado que for-ma parte de la violencia poltica. Este tipo de tensin se distingue dela anterior en que, en la primera, las violencias se dan de manerasimultnea y en la segunda, una es factor de generacin de la otra.

    Un tercera tensin emergente de las definiciones tiene que vercon la humanidad y el aspecto racional de la violencia; es decir, esun acto humano revestido de argumentos que la hacen posible:

    Es imprescindible utilizar el secuestro como estrategia de guerrapara ganar la guerra y llegar al poder para favorecer a los pobres

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    o Debemos acabar con el terrorismo y por eso estamos obliga-dos a invadir este pas para defender la democracia. En este sen-

    tido, la violencia es un acto racional que rompe aquello que deno-minamos humanidad como un marco aspirativo de bienestar. Dehecho, la guerra, como una de las formas de violencia ms exacer-badas y complejas, muestra una paradoja: el grado de inhumani-dad que genera al sustentarse en lo que tambin podemos consi-derar como caracterstico de lo humano: la razn.

    Otra de las tensiones tiene que ver con la personalizacin de la

    violencia; es decir, se le da a la violencia el carcter de sujeto. Deesta forma puede parecer la violencia como un sujeto animadoque toma decisiones, que se moviliza, que invade y que permea,logrando as una invisibilizacin de los responsables de los actosde agresin, por ejemplo: Cuando la violencia arras con el pue-blo o Un da la violencia lleg y ya nada es igual.

    Finalmente, resulta llamativo como a la violencia se le han asigna-do diversos apellidos, aunque la lgica sea una: la agresin; de

    esta forma, la nominamos de acuerdo con el nivel de equidad enel uso de la fuerza o el poder, la privacidad o generalidad de laviolencia y los derechos que puedan ser afectados durante la agre-sin. Algunos ejemplos de ello son: violencia intrafamiliar, violen-cia sociopoltica, violencia comn, violencia armada organizada yviolencia estructural, entre otras.

    Para nuestro caso, y de acuerdo con nuestra posibilidad de apor-tar en la construccin de comprensiones y metodologas de aten-cin, profundizaremos en la denominada violencia sociopoltica.

    Particularidades de la violencia sociopoltica1

    Analizando el concepto de violencia desde el cual se suscitan algu-nas tensiones, observamos que cada forma de violencia tiene ras-gos que la hacen particular con relacin a otra. De esta forma no

    podemos ubicar en el mismo escenario reflexivo las implicacionesde la violencia intrafamiliar y la violencia sociopoltica, por cuanto

    las condiciones que las generan y los escenarios en las cuales sedesarrollan son distintos.

    Carlos Sluzki (1994) plantea que la violencia poltica, en cualquierade sus muchas variantes, tiene un efecto devastador y de largoalcance en quienes han sido sus vctimas. La violencia fsica y emo-cional es perpetrada, precisamente, por quienes tienen la respon-sabilidad social y legal de cuidar a los ciudadanos, de mantener el

    orden en su mundo. Esta situacin genera en las personas unaincoherencia en trminos de que quienes deberan proteger seconvierten en victimarios. El Estado que no garantiza los derechosde sus ciudadanos, que, en lugar de proteger, guiar y formar, seconvierte en un espacio hostil para sus miembros.

    Cuando la violencia se utiliza como ejercicio para mantener el po-der en las relaciones humanas, lleva un propsito que consiste

    en mantener el control sobre los dems y, al darse de forma per-manente, va creando marcos valorativos que a su vez se legitimany garantizan una prctica cotidiana; es decir, se valida la violenciaaludiendo a que se incurre en ella por el bien del otro o porque elotro se lo ha buscado.

    Por su parte, Zubero (2003) establece carac-tersticas propias de laviolencia denominada poltica, la cual afirma es ejecutada con in-tencionalidad poltica, cuyo refec vrente de sentido es otorgado

    por una determinada visin o aprehensin subjetiva de la reali-dad, visin que construye el problema y en el marco de la cual laviolencia aparece como la nica reaccin posible. Este autor defi-ne visin como conjuntos articulados de creencias acerca del mun-do, las personas y la sociedad. Las visiones son una forma decausacin que no dependen de los hechos, por ello se mantienena pesar de los hechos y hasta en contra de los mismos.

    1 Tomado de: Corporacin Vnculos (2007). Mdulo Reflexivo. Bogot. Corporacin Vnculos, ICBF, OIM.

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    Para ilustrar lo anterior, Zubero (2003) seala que el recurso de laviolencia poltica genera una situacin como la del lago de la sangre:

    Retroceder tras el primer asesinato, volver a la orilla quenunca se debi abandonar, es posible, pero al precio dereconocer la vaciedad poltica del acto: de nada ha servidoel dolor causado. Cmo enfrentarse entonces a la sangrederramada? De ah la tentacin de adentrarse en las enro-jecidas aguas buscando otra orilla. La violencia ciega, la

    violencia psicpata, la violencia cuyo objetivo se agota conla destruccin fsica de la vctima, con su explotacin, consu abuso, no debe cargar con demasiadas preocupacio-nes. Pero cuando el victimario enarbola objetivos polti-cos, para justificar su violencia, cae en el espiral siempredescendente. Por qu matas? Porque es necesario paraalcanzar objetivos polticos. Por qu sigues matando? Por-que hasta ahora no les he alcanzado, y s, ahora dejar dehacerlo no sera distinto de un asesino vulgar. Pero no hayotra orilla en el lago de la sangre: nunca el asesinato zanjatodas las consecuencias, ni sirve para saltar al futuro; sim-plemente nos ata a un pasado sangriento (Pag. 1).

    Lo avasallador y caracterstico de la violencia sociopoltica es, pre-cisamente, que el ser humano de manera intencional decide crearun lago de la sangre, rompiendo la premisa bsica de conviven-

    cia, la confianza, y pasa al horror, donde el victimario, a partir desu visin -argumentos que validan la violencia- y acciones violen-tas, ostenta un poder que lo alucina y enceguece y que le ha sidoposible lograr gracias a la ausencia y complicidad de un Estado, elcual permite que la violencia alcance tal magnitud.

    Retomando a Elizabeth Lira (1991), es en este contexto anormaldonde resulta pertinente cuestionar las premisas sobre salud mentalpara comprender los efectos emocionales y sociales en las vcti-mas y en la sociedad. En sus palabras afirma:

    es relevante recordar que, no obstante las manifestacio-nes y consecuencias psicopatolgicas, no se tratan nica-mente de cuadros o sndromes, sino, al mismo tiempo, deexpresiones concretas del conflicto social y poltico desa-

    rrollado en una sociedad determinada, que se manifiestatanto en el psiquismo individual, como en la subjetividadsocial (Lira en Lira y Becker, 1989, Pags. 22-29).

    Comprender la violencia sociopoltica brinda la posibilidad de en-tender los efectos de la misma, de lo contrario podemos caer en unejercicio de patologizacin, adems de privatizar el dao y negar laresponsabilidad del victimario, de la estructura social y estatal. ParaElizabeth Lira (Lira y Becker, 1989), comprender el contexto implica

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    Acompaamiento psicosocial en contextos de violencia sociopoltica

    reconocer el uso del sufrimiento, el miedo, la impotencia, el horrory el poder, para regular la conducta poltica de la poblacin y alcan-

    zar unos intereses concretos; la diferencia central radica en que unloco se enfrenta a sus demonios privados, mientras que, en laviolencia poltica, el demonio adquiere una dimensin real y su vio-lencia es un mensaje para el conjunto de la sociedad.

    Visto lo anterior, queremos ahora retomar la presentacin realiza-da por Martha Bello (2005), a fin de observar en trminos concre-tos el grado de afectacin y las implicaciones de la violencia polti-

    ca para el caso colombiano.

    Violencia poltica en Colombia y trabajopsicosocial: aportes conceptuales ymetodolgicos2

    En Colombia afrontamos un conflicto armado interno de ms decinco dcadas. Si bien sus orgenes han sido explicados por as-pectos estructurales relacionados de manera particular con la in-equidad y la exclusin poltica, econmica y cultural, las dinmicasinternacionales y nacionales inscritas en los nuevos ordenamien-tos y ajustes demandados por los procesos de neoliberalizacin yde globalizacin, sumados al auge y proliferacin de actividadesilcitas vinculadas con el narcotrfico, dan como resultado un con-flicto complejo y degradado que dista de las definiciones de unaguerra convencional.

    El conflicto armado colombiano ha configurado la vida poltica,social y econmica del pas, lo que conlleva consecuencias pro-fundas en sus vctimas (individuos y colectividades) y en la socie-dad en su conjunto, consecuencias que a su vez van construyen-do subjetividades, realidades, lenguajes y prcticas sociales, que ala postre adquieren dinmica propia y pasan a formar parte de

    las caractersticas del mbito social y comunitario en el cual seinscribe el trabajo psicosocial.

    La proximidad del conflicto armado se palpa histrica y cotidiana-mente mediante diversas modalidades de violencia poltica en nues-tro pas (ver grfica 1).

    2 Este documento interno de trabajo de la Corporacin Vnculos, elaborado por Martha Bello (docente del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Nacional deColombia), ha sido retomado en este espacio debido a la pertinencia y los aportes que brinda para la comprensin propuesta en este libro.

    Grfica 1Modalidades de violencia sociopoltica en Colombia

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    Los distintos eventos de violencia producen profundas secuelasno solo en sus vctimas directas, sino adems en sus grupos y

    comunidades de referencia; se constituyen en mtodos que lesio-nan la dignidad, la identidad y que, desde una perspectiva msamplia, atentan contra las posibilidades de convivencia social y,por ende, de paz social.

    Para analizar los impactos, es necesario considerar no slo el tipode modalidad de violencia, sino la intencionalidad con que se aco-meten; esto es los intereses que movilizan tales prcticas. As po-

    dramos mencionar por ejemplo:Con respecto a las masacres, Franco (2001) nos ilustra:

    han ido progresando en elaboracin y crueldad. Ge-neralmente, se lleva lista escrita de las vctimas seleccio-nadas, de su familia o de su grupo, () se someten atorturas antes de asesinarlas. Se les aparta de sus fami-

    lias o de su grupo. Se utilizan instrumentos como sierraselctricas, macetas, armas blancas. Se ha llegado a deso-llar a las vctimas, a descuartizarlas y a quemarlas. Ade-ms del objetivo de la eliminacin fsica y colectiva delos contrarios, las masacres buscan tener un efecto alec-cionador, de advertencia, de amenaza inminente para elresto. Producen en los sobrevivientes sentimientos de im-potencia, desespero y terror. Y, a nivel poltico, una co-rrosiva sensacin de desproteccin, de inseguridad de la

    existencia individual y colectiva, de ausencia -cuando node complicidad- del Estado, cuya tarea mnima, se supo-ne, es la garanta de la vida.

    Las masacres pueden ser perpetuadas por causas polticas -cuan-do se efectan por diferencias con el pensamiento de los atacan-tes hacia las vctimas- o econmicas -para expulsar a los campesi-nos y apropiarse de la tierra y sus recursos-. Estos hechos inhibenla libertad de las personas y generan desconfianza. Por otro lado,

    las masacres provocan en las personas vecinas, amigas o familia-res, crisis de sentido sobre su existencia y su seguridad. Se pone

    en duda todo el sistema valorativo de una comunidad y se favore-ce la desconfianza entre los miembros del grupo social, especial-mente, cuando la masacre es selectiva. Quin de la comunidaddio informacin para que mataran a unos? Qu informacin? Quhicieron para ser asesinados? Qu saban? Qu tan inocentes oculpables eran?

    Tambin se evidencian nuevas maneras de autodefinicin y de

    identidad de la comunidad en funcin de la muerte y del hechoviolento. Muchos municipios empiezan a ser conocidos, a ser visi-bles y a ser objeto de atencin por parte del Estado slo a partirde la muerte.

    Con las prcticas de tortura, es evidente como se busca lesionar laidentidad y la dignidad de las vctimas. Pues se trata no solo deobtener informacin y para ello presionar con daos fsicos a elloso a sus familiares, sino adems de dejar mensajes atemorizantes ysobre todo ejemplarizantes para sus grupos sociales de referen-cia, en particular si estos expresan ideologas polticas de oposicin.

    La tortura es una prctica aberrante, que adems se perfeccio-na con el tiempo, a fin de dejar menos huellas fsicas y destruirde manera efectiva la voluntad y dignidad del torturado. En dichaprctica se conjugan tcnicas de lesiones sobre el cuerpo, perotambin de seduccin, confusin e indefensin, apelando a la

    absoluta inermidad de su vctima. Por lo tanto, una sociedad endonde la tortura forma parte de sus mtodos poltico-militaresdeja ver la precariedad de sus principios ticos bsicos en torno alvalor de la vida humana y a sus principios de dignidad y libertad.

    La desaparicin forzada constituye, desde luego, otra de las prc-ticas ms crueles y aberrantes, pues pone a los familiares y allega-dos de las vctimas en una situacin de incertidumbre y angustiainterminables. La ausencia de certezas acerca del destino del des-aparecido altera y en ocasiones detiene gravemente los proyectos

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    individuales, familiares y comunitarios. La impunidad con que sue-len acompaarse estos actos genera recriminaciones y culpas en-tre los familiares y sus organizaciones, quienes, ante la ausenciade un responsable o culpable, intentan dar sentido a lo ocurrido,trasladando la responsabilidad hacia ellos mismos. Con todo y locondenable que resulta la desaparicin forzada como mtodo deaccin poltica, resulta an ms condenable e inaudito que losfamiliares agrupados y organizados como vctimas en la bsque-da de la verdad y de la justicia se constituyan en nuestro pas ennuevas vctimas de la desaparicin. As, en un hecho indito enColombia, son amenazados y en efecto desparecidos los familia-res de los desaparecidos.

    A estas prcticas se suma el desplazamiento forzado, comprendi-do en este caso no como la consecuencia del conflicto, sino comouna estrategia mediante la cual se pretenden controlar bastos te-rritorios del pas para dominarlos econmica y polticamente. Alrespecto, la situacin de Colombia aparece como una de las ms

    crticas del mundo. Segn datos de la Red de Solidaridad Social(RSS)3, Colombia ocupa el tercer lugar en cantidad de personas des-

    plazadas en el mundo despus de Sudn y la Repblica Democrti-ca del Congo y segn datos de la Consultora para los DerechosHumanos y el Desplazamiento (CODHES), el segundo lugar.

    Estos datos indican que, entre 2,2 (segn el gobierno en el pero-do 1997-2007) y 3,7 millones de personas (segn CODHES, 1985-2005) han sido desplazadas en los ltimos aos y se han vistoobligadas a dejar sus propiedades, estilos de vida y prcticas, para

    huir en precarias condiciones y salvaguardar as su vida. El despla-zamiento de personas, familias y comunidades enteras implica unaprdida de medios de subsistencia, afecta abruptamente las rela-ciones de las personas y su vida cotidiana y lesiona los proyectosde vida individuales y colectivos.

    Estas dolorosas prdidas se unen a la barbarie con que se come-ten los actos amenazantes, los cuales generan incalculables daosemocionales en las vctimas y ocasionan desconfianza, rabia, re-

    sentimientos y deseos de venganza, lesionando de esta maneraseriamente las bases requeridas para la convivencia social. Lasmasacres, las incursiones armadas, las prdidas de caseros ente-ros, las violaciones de las mujeres y el ataque indiscriminado a lapoblacin civil causan horror y efectos psicosociales en las vctimas.

    La dimensin de los eventos mencionados ratifica la existencia deun conflicto armado. De hecho, la situacin que afronta Colombia

    se inscribe claramente en las definiciones que internacional-men-te se han construido para calificar dicha situacin en determinadopas y liberarla, en consecuencia, del intento de ocultamiento oexacerbacin por determinados grupos de poder. Cuando el con-flicto es de carcter interno, ste es definido en el artculo I delProtocolo II adicional a los Convenios de Ginebra, como

    3 Programa gubernamental dedicado a atender las necesidades apremiantes de los grupos de poblaciones pobres y vulnerables del pas. A partir del ao 2005, dicho programafue reasignado como Accin Social.

    Adems de reconocer la

    existencia del conflicto armado,

    es necesario advertir que ste es

    un problema de larga duracin y

    de dinmicas que lo hacen,

    adems, complejo, intenso y

    profundamente degradado, que

    aumenta y profundiza las

    secuelas en las vctimas y en

    la sociedad en general.

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    un conflicto que tiene lugar en el territorio de un Estado

    entre sus fuerzas armadas y fuerzas armadas disidentes ogrupos armados organizados que, bajo la direccin deun mando responsable, ejerzan sobre una parte de dichoterritorio un control tal que les permita realizar operacio-nes militares sostenidas y concertadas.

    Adems de reconocer la existencia del conflicto armado, es nece-

    sario advertir que ste es un problema de larga duracin y dedinmicas que lo hacen, adems, complejo, intenso y profunda-mente degradado, que aumenta y profundiza las secuelas en lasvctimas y en la sociedad en general, veamos:

    a. La complejidad de la violencia y del conflicto armado en Colom-bia radica en la diversidad de actores e intereses comprometidos,en sus fracturas internas y en la heterogeneidad regional de susdinmicas. Estas caractersticas hacen que el conflicto no se expre-

    se de la misma manera en un mismo territorio. Las alianzas yenfrentamientos entre los actores armados o entre sectores dedichas organizaciones, sus distintas modalidades de accin parael alcance de sus metas y las diferencias en la topografa y recur-sos de explotacin que posee una zona marcan evidentes distan-cias en la expresin de la violencia poltica entre las regiones enconflicto. Los actores armados se comportan de manera desigual

    y actan diferencialmente en cada regin y local idad. Adems, el

    cruce de roles y estrategias enrarecen el panorama: actores polti-cos que se valen de la delincuencia y delincuentes que buscan unestatus poltico.

    El conflicto en Colombia es cada vez ms complejo en la medidaque

    se combinan viejos y nuevos actores, la guerra pierde laracionalidad de medio poltico para convertirse en unamezcla inextricable de protagonistas declarados y ejecu-tantes oficiosos que combinan objetivos polticos y mili-tares con fines econmicos y sociales, lo mismo que ini-ciativas individuales con acciones colectivas y luchas en

    el mbito nacional con enfrentamientos de carcter re-gional y local (Gonzlez en Arocha, 1998).

    Obviamente, en esta intensificacin y degradacin del conflicto nohay consideracin de los derechos de las vctimas o de los costoseconmicos y sociales del delito poltico, la voz de la vctima sesilencia, o se pone en sordina, al convertrsela sea en recurso paraobtener la integracin, sea en sacrificio necesario para los objeti-

    vos del bien comn (Gutirrez en Arocha, 1998). As se configuray consolida la impunidad no solo como hecho jurdico sino cultu-ral. Los culpables de las muertes son sus propios errores -de lasvctimas-, su incapacidad de aprender, no hubo ni agente ni vcti-ma. Los grupos armados limpian y ensean no a alguien exter-no sino a la propia base social que an no sabe comportarse(Gutirrez en Arocha, 1998).

    Esta complejidad es aprovechada para introducir una serie de dis-ruptores conceptuales4mediante los cuales se busca legitimar ydeslegitimar acciones violentas y arbitrarias en nombre de la segu-

    4 Lo que vamos a llamar disruptores conceptuales tiene un efecto sobre un cdigo o discurso determinado de tal modo que alteran el campo semntico y pragmtico de estos.

    El disruptor conceptual modifica la funcin semntica sin por ello modificar el significado expreso del trmino, se limita a introducir confusin y perversin en la funcin pragmtica

    del discurso. El disruptor conceptual acta siempre en el interior de un discurso y nunca aisladamente. Por la va de la multiplicacin de la capacidad de reproduccin nemtica

    de un significado determinado acaba produciendo transformaciones en el discurso de tal modo que el uso pragmtico es perverso -contrario al deseado o previstoexpresamente Garrido, F. (2005).

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    ridad, la democracia y el orden social. De igual manera, los discur-sos internacionales permean los nacionales y al unsono, como

    voz y consenso universal y de la mano de campaas mediticas,se ganan cada vez ms adeptos del autoritarismo y las carrerasarmamentistas, con el eslogan de las guerras justas. En este con-texto es comprensible la continua alusin al terrorismo, el cualdefine la violencia de tal modo que deja fuera de la misma a laaccin violenta de los Estados dominantes. Y reproduce hasta elinfinito la asociacin entre violencia y contestacin social, entreviolencia y pobreza, violencia y debilidad (Garrido, 2005).

    b. La intensidad del conflicto en Colombia se manifiesta en varioselementos: el aumento progresivo de la cantidad y recurrencia delos hechos violentos por parte de los diferentes grupos armados;el incremento del pie de fuerza de los grupos armados, quienes,gracias a los recursos del narcotrfico y las fuertes partidas presu-puestales, han ampliado su capacidad blica -no slo tecnificandosu armamento, tambin ampliando el nmero de hombres en susfilas-; una mayor proporcin del territorio nacional afectado por

    enfrentamientos y acciones armadas.

    Al respecto, es notoria la urbanizacin del conflicto, el cual hastahace unos aos era eminentemente rural. La presencia urbanadel conflicto se expresa en varios aspectos como la proliferacinde actores armados pertenecientes a estructuras paramilitares, amilicias urbanas5, a bandas de delincuencia comn y a las mismasfuerzas institucionales del orden, que despliegan mtodos de inti-

    midacin para el reclutamiento forzado o engaoso de niosy jvenes a fin de engrosar sus filas; el cobro de vacunas e im-

    puestos a personas y empresas que realizan actividades econmi-cas lcitas e ilcitas so pena de no gozar de su proteccin; la incor-

    poracin de lderes y de habitantes a las redes de informantes y elcontrol de recursos de inversin o de carcter humanitario desti-nados a algunos sectores. Estas dinmicas han generado un cli-ma en los barrios y ciudades en donde priman las relaciones ba-sadas en la fuerza, la desconfianza y el miedo6.

    La degradacin del conflicto, por su parte, se expresa en la viola-cin de normas del Derecho Internacional Humanitario por parte

    de todos los actores armados y el empleo sistemtico de la violen-cia excesiva contra los miembros de la poblacin civil -sevicia, ma-sacres, torturas, desapariciones, desplazamientos y confinamien-tos-. A diferencia de lo que acontece en una guerra convencional,en Colombia, la poblacin civil pone la mayor parte de las vctimas,esto en razn de su uso como instrumento para restar poder a losgrupos opositores o de la puesta en marcha de estrategias que lacomprometen directa o indirectamente en el conflicto, negndoselesu derecho a mantener posiciones neutrales y, en consecuencia, su

    marcada diferencia con respecto a los combatientes.

    La degradacin se evidencia tambin en el tipo de prcticas de losgrupos armados, las cuales no se guan con el fin ltimo de cau-sar bajas o eliminar al enemigo, sino de humillarlo y despojarlode sus atributos, dejndolo, por tanto, desprovisto de sus rasgosde humanidad.

    La evidencia objetiva del conflicto y la complejidad, intensidad ybarbarie nos permiten afirmar, en consecuencia, que

    5 En algunos casos, las milicias urbanas forman parte del grupo armado al margen de la ley y, en otras ocasiones, los grupos armados retoman las estructuras preexistentes como

    las bandas delincuenciales o parches juveniles, entrenndolos y reconvirtindolos en funcin del grupo armado.

    6 La presencia y las pretensiones de control son dadas a conocer a las comunidades y a sus lderes con la ayuda de diversos recursos: circulacin de panfletos en donde se definen

    las prcticas aceptadas y las condenadas, como el establecimiento de horas de circulacin pblica o las maneras de vestir; inscripciones y grafitos que anuncian el nombre y la llegadade grupos; rondas nocturnas de encapuchados; visitas de toma de cuentas a lideres y funcionarios locales y asesinatos selectivos de jvenes.

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    las violaciones del Derecho Internacional Humanitario no

    son conceptos abstractos en Colombia, sino la cruda rea-lidad de la vida diaria. La guerra irrumpe en las activida-des cotidianas de una finca, una aldea, un autobs pbli-co o una escuela al ritmo de la llegada de combatientesarmados por un sendero o en un vehculo todo terreno.A veces, los hombres armados eligen con cuidado a susvctimas en listas. Otros asesinan sencillamente a los quetienen ms a mano, para sembrar terror. De hecho, la

    disposicin a cometer atrocidades es una de las caracte-rsticas ms estremecedoras de la guerra colombiana (Hu-man Rights Watch, 1998).

    El carcter dinmico del conflicto armado

    El conflicto armado interno es un proceso dinmico y cambiante.Las estrategias de guerra, los intereses en disputa, los actores pro-

    tagnicos e incluso los discursos para referirse a l no permane-cen inmviles, por lo que es preciso caracterizarlo constantemen-te. Este carcter dinmico se aprecia, por ejemplo, en el tipo demanejos y trmites que desde el Estado se le da al mismo. Hastahace algunos aos, el lenguaje, los documentos y las polticas gu-bernamentales daban cuenta de la existencia de un conflicto, in-cluso de la existencia de una guerra, que permiti justificar el dise-o de estrategias econmicas, jurdicas y de relaciones internacio-

    nales acordes con este diagnstico. Entre tanto, en los ltimosaos, el conflicto ha empezado a ser negado e invisibilizado y to-dos los trminos para referirse a l han sido transformados parahacerlo significar algo distinto.

    En este orden de ideas, negar o desconocer el conflicto y aludir,en cambio, a una amenaza terrorista, implica negar las causasque le dieron lugar y, en el mismo sentido, las dinmicas que lomantienen y alimentan. Toda accin subversiva y de oposicin,incluso toda movilizacin social, desde esta nueva perspectiva, es

    asimilada a atentados contra el desarrollo y la democracia, come-tidos ya no por grupos subversivos, guerrilleros o crticos e incon-formes, sino por narcoterroristas y delincuentes, dando un lugar ala discusin que se refiere al reconocimiento o no del estatus de

    beligerancia de los grupos armados al margen de la ley.

    Es claro que, debido al cruce e interaccin de factores histricos conlos coyunturales, de dinmicas nacionales con las internacionales,de motivaciones econmicas con las polticas y las socioculturales,se complejizan y desdibujan los bordes y los l mites entre violenciapoltica y delincuencia comn, entre mviles econmicos y mvilespolticos, entre fines colectivos e intereses privados. En el contexto

    actual, por ejemplo, las dinmicas del conflicto no pueden com-prenderse sin su estrecha relacin con los procesos de desarrollo,modernizacin y globalizacin. Los territorios objeto de disputas yde enfrentamientos armados coinciden con los territorios de reali-zacin de megaproyectos ricos en recursos y con valor geopoltico-estratgico. Tambin coinciden con los lugares de cultivos de usoilcito, lo cual permite afirmar que todos los grupos armados y en-frentados se articulan alrededor, o persiguen, como medio o comofin, el control de poderes econmicos, lo cual, en ocasiones, desfi-gura, confunde o pervierte los llamados fines e ideales polticos.

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    Con la negacin del conflicto en Colombia, se pretende descono-cer que este se origina por

    la desigualdad, las trabas a que todos los ciudadanostengan igualdad de oportunidades, la pobreza, la corrup-cin, el clientelismo, la violacin de los derechos huma-nos, la represin de las lites sobre otros sectores, la fal-ta de vigencia de la justicia, el uso negligente de los re-cursos naturales y el papel distorsionado de los poderesexternos aliados con los poderes locales (Osorio y Agui-rre, 2000).

    Por lo tanto, su superacin supone un largo y complejo caminode transformaciones, negociaciones y reconstrucciones.

    Curiosamente en Colombia, desde la perspectiva oficial, se pasdel conflicto al pos sin que hubiesen mediado los mencionadoscambios y negociaciones. Parece que, por efecto de las accionesrepresivas y militares, un puado de bandidos que atentan contraun orden democrtico han desaparecido o estn por la senda delexterminio, dando paso a la normalidad. As, sin que las condicio-nes que dieron lugar al conflicto se hayan modificado o transfor-mado. De manera simplista se asume que hay que proceder conleyes de perdn y olvido o verdad, justicia y reparacin, a la incor-poracin de unos sujetos extraviados a la senda de la vida civil yal orden democrtico sin que ste exista.

    Esta nueva mentira institucionalizada7empobrece la reflexin yla construccin colectiva y distorsiona a tal punto la realidad quelos victimarios son convertidos en vctimas; las vctimas, en su bs-queda de justicia, son presentadas y expuestas como portadoras

    del odio y de la venganza; el autoritarismo, la mano dura y larestriccin de las libertades se exponen como banderas democr-

    ticas; las organizaciones de derechos humanos figuran como lasperturbadoras de la paz y los crticos, como antipatriotas.

    En aras de acabar y de combatir la guerra, se ganan cada vez msadeptos, los cuales no se restringen a los gobiernos o a los mili-tantes, sino al conglomerado social. En nombre de la paz, del or-den y de la seguridad, se militariza la vida social, lo mismo que lasmentes; se renuncia a la libertad y a la autonoma. La democracia

    y sus preceptos pueden ser sacrificados o aplazados a favor de laestabilidad y la seguridad requeridas para el desarrollo asumidocomo ingresos, empleo y crecimiento, entre otros o en nombre dela tranquilidad -movilizarse por las carreteras, salir de noche sinser perturbados por los delincuentes, los cuales deben permane-cer en un mundo aparte o ser eliminados-.

    Aunque el trmino conflicto armado se elimine de los discursos,documentos y programas oficiales, es inocultable la existencia de

    las vctimas causadas por l. El conflicto armado en Colombia afectafundamentalmente a la poblacin civil, entre los miles de muertos,desaparecidos, torturados, asilados, se cuentan la poblacin cam-pesina e indgena, trabajadores y habitantes de sectores popula-res. Estos civiles son en su mayora poblacin de escasos recursoseconmicos, por lo que tambin se manifiesta que la guerra afec-ta a los grupos sociales tradicionalmente excluidos y vulnerados.

    Aun sin reconocimiento oficial, las dinmicas de la guerra, los des-plazamientos forzados, las masacres, los atentados terroristas, lasdesapariciones, las retenciones y secuestros y los reclutamientosforzados inundan las noticias cotidianas. Los lderes de los distin-tos grupos armados llenan pginas como hroes o villanos, de

    7 El trmino mentira institucionalizada es utilizado por Martn Bar para referirse al ocultamiento sistemtico de la realidad que se refleja en cuatro aspectos: la creacin de una

    versin oficial que distorsiona la realidad, la imposicin de un silencio encubridor que busca ocultar y relegar los hechos que contradicen la versin oficial, la calificacin como

    acto subversivo de todo aquello que amenace con derrumbar la verdad oficial y la corrupcin. Martn Bar, (1990).

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    manera que ningn colombiano puede situarse al margen de ella,bien en su calidad de victimario o de vctima, real o potencial.

    Las estrategias para enfrentar la guerra, para construir la paz -lassalidas negociadas o militares - dividen y polarizan a la opinin p-blica y se convierten en temas centrales de campaas y de agendaspblicas, a punto que podramos afirmar que la nacionalidad, lamemoria y las perspectivas de futuro estn atravesadas por la gue-rra y el conflicto y que, en consecuencia, nos definimos, nos caracte-rizamos, nos relacionamos, en buena medida, a partir de ellas.

    La guerra, como plantea Ibez (2000), es un fenmeno que afectaa todos y cada uno de los elementos que constituyen la vida de unpas, regin, Estado o territorio. Al cambiar radicalmente las condi-ciones objetivas de la gente, se transforman sus relaciones, sussentimientos, sus formas de entender el mundo y, por supuesto,sus conductas. La guerra constituye un orden social implcito.Diversos autores sealan entre las consecuencias de la guerra,tanto las de orden cognitivo y comportamental, que afectan las

    capacidades del ser humano pensamiento, capacidad de comuni-carse, sensibilidad, esperanza-, como las referidas a las sensacio-nes de vulnerabilidad estado exacerbado de alerta, sentimientosde impotencia y alteracin del sentido de la realidad y miedo- (Mar-tn Bar, 1990).

    La guerra exige una serie de conductas y relaciones que surgencomo mecanismos adaptativos para vivir en ella. En particular, au-

    tores como Samoyao (1990) destacan dentro de las principalesconductas las siguientes: la desatencin selectiva y el aferramientoa prejuicios; la absolutizacin, idealizacin y rigidez ideolgica; elescepticismo evasivo; la defensa paranoide y los sentimientos deodio y venganza.

    En contextos de guerra, las relaciones y vnculos sociales se es-tructuran en funcin de sus lgicas. Los opositores y disidentesson enemigos; los otros son extraos amenazantes o agresorespotenciales; las propuestas alternativas son estratagemas y las opi-

    niones son verdades o mentiras. En contextos de guerra, la menti-ra, el miedo, el silencio, el rumor y la venganza median las relacio-nes sociales y por lo mismo simplifican y empobrecen la vida so-

    cial (Ibez, 2000). Paradjicamente, los contextos de guerra tam-bin dan lugar a la solidaridad, la cohesin, la formacin poltica yla afirmacin de identidad, entre otras.

    Adems, cuando los conflictos son prolongados y se mantienenindefinidamente en el tiempo, los acontecimientos derivados deellos -las masacres, los asesinatos, la crueldad, la sevicia- se vannaturalizando. Cada evento va perdiendo dramatismo y capaci-

    dad de impacto y conmocin en la poblacin. La sociedad pierdecapacidad para indignarse e incluso para horrorizarse frente a labarbarie que, al ser cotidiana, se vuelve normal.

    La prolongacin del conflicto tambin crea una sensacin de impo-tencia, inseguridad y prdida de confianza en el futuro. Para la so-ciedad colombiana, cada da parece una afrenta al riesgo y un desa-fo a la amenaza; las seguridades -las creencias y certezas- mnimaspara habitar el mundo son frgiles; el presente es vivido con angus-

    tia y desasosiego y el futuro, con incertidumbre y pesimismo.

    En aras de acabar y de combatir

    la guerra, se ganan cada vez ms

    adeptos, los cuales no se

    restringen a los gobiernos o a los

    militantes, sino al conglomerado

    social. En nombre de la paz, del

    orden y de la seguridad, se

    militariza la vida social, lo mismo

    que las mentes; se renuncia a la

    libertad y a la autonoma.

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    El conflicto y las vctimas

    Alojar el mal en la secuela, en los confines de un almaatormentada, en los laberintos intrapsquicos de la vctimadesatiende el hecho de que en la epidemia lo que importano es solo aislar y tratar a los enfermos, sino ver como elmal se difunde y se contagia. La tortura y el genocidio son

    una pandemia, de origen humano, cuyos efectos son ra-cional y cientficamente calculados, que enferma no slo alos individuos sino que afecta la calidad y textura del teji-do social y de los vnculos y nexos que all se tejen. (Mar-celo Villar).

    Si bien hasta aqu se han destacado los efectos del conflicto y susdinmicas en el mbito de las relaciones sociales, es importantepreguntar tambin por las vctimas directas y lo que acontece con

    sus vidas. De hecho, el estatus de vctima ha sido reconocido por lostratados y acuerdos internacionales, en los cuales se define como:

    Toda persona que haya sufrido daos individual o colec-tivamente, incluidas lesiones fsicas o mentales, sufri-miento emocional, prdidas econmicas o menoscabosustancial de sus derechos fundamentales, como conse-cuencia de acciones u omisiones que constituyan una vio-lacin manifiesta de las normas internacionales de dere-chos humanos o una violacin grave del Derecho Inter-

    nacional Humanitario. Asimismo, cuando corresponda,y en conformidad con el derecho interno, tambin se com-prende en el trmino vctima a la familia inmediata olas personas a cargo de la vctima directa y a las personasque hayan sufrido daos al intervenir para prestar asis-tencia a vctimas en peligro o para impedir la victimiza-cin (Joynet, 2000).

    El reconocimiento del estatus de vctimas las hace merecedorasde una serie de derechos, cuyos estndares tambin son precisa-dos por estos organismos, de tal suerte que su visibilizacin y ejer-cicio se constituyen en condicin indispensable para cualquierproceso de reconstruccin social y de bsqueda de la paz. Con-trario a este propsito, las vctimas de la violencia en nuestropas no solo han sido invisibilizadas, sino tambin estigmatiza-das y culpabilizadas por lo que les aconteci a sus familiares,

    cuando no, por impedir procesos de reconciliacin debido a susexigencias, estimadas como desmedidas de verdad, justicia yreparacin.

    Cuando su condicin jurdica es reconocida, la atencin brindadalas sita como sujetos enfermos, traumatizados, que en la mayo-ra de los casos deben superar su enfermedad a partir de proce-sos clnicos -terapia y medicalizacin- sin tener en cuenta el con-texto que dio lugar a su situacin y el entorno actual que por logeneral se vuelve adverso y amenazante.

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    Un enfoque psicosocial debe, por tanto, considerar las situacio-nes concretas que ponen a la persona en determinada situacin -

    tristeza, depresin, desinters, dependencia, agresividad- y tratar-la en el marco del contexto social, comunitario, familiar y personalque se valora en funcin de los riesgos, oportunidades, proteccio-nes y vnculos que pueden afectar tanto positiva como negativa-mente la vivencia particular.

    Es importante superar las miradas individualizantes y descontex-tualizadas y reconocer aquellas condiciones y factores que les

    impiden a las personas el despliegue de capacidades y habilida-des en funcin del propio desarrollo al poner a miles de indivi-duos en situacin de dependencia, indignidad, sufrimiento y en-fermedad.

    Apoyo a la construccin y reconocimiento del estatus de vctimas

    El reconocimiento de esta condicin supone la identificacin de

    agresores, con intencionalidades e intereses; implica la calificacinde su situacin de agredidos y vulnerados, condicin necesariapara desinstalar la culpa de s mismos y sus otros prximos, paradesprenderse de las causalidades construidas por los agresores yen consecuencia exigir reparacin (Martn Bar, 1990). As la des-confianza, la vergenza, la culpa, la autodeprecacin dejan lugaral restablecimiento de la autoestima y mediante la indignacin a larecuperacin de la dignidad (Sluzki,1994).

    Construir una identidad de vctima implica abonar el camino parala reivindicacin poltica. Abrir la posibilidad para indignarse y poresta va recuperar la dignidad. Es la opcin para reconocerse comosujeto de derecho y, por tanto, para asumirse en calidad de ciuda-danos. En sus explicaciones de los hechos, su situacin depende-r ya no solo de su responsabilidad, sino tambin de la asuncinpor parte del Estado de sus obligaciones constitucionales; por lotanto, sobrevivir, levantarse y reiniciar tampoco depender exclu-

    sivamente de s mismas.

    El reconocimiento de las capacidades yla construccin de sujetos

    El reconocimiento del estatus de vctima debe estar acompaadode la construccin de discursos y prcticas que destaquen la capa-cidad de agencia de las personas, lo cual supone que desplie-gan sus recursos con el fin de asumir nuevamente el control desus vidas, de incidir en ellas y de esta manera no caen en la de-pendencia y en la victimizacin.

    La construccin de agencia sugiere que las personas

    ... puedan recuperar su capacidad, sentirla y puedan ini-ciar acciones competentes por s mismas; si bien la ela-boracin de una narrativa coherente permite identificarla responsabilidad de los otros (agresores y entidades).Es necesario construir una narrativa que posibilite el es-tablecimiento de las propias responsabilidades y com-promisos y la capacidad de control sobre nuestras vidas,

    lo cual requiere liberar... a la vctima de los efectos des-tructivos de la semantizacin mistificante... y restaurar elsentido de la agencia (Sluzki,1994).

    Hacia la construccin de vctimas no victimizadas

    El cambio decisivo en un tratamiento psicoteraputico ocu-

    rre en el momento en que la vctima del terror reconoceque, a pesar de las experiencias de infinita indefensin eimpotencia ante la crueldad y la arbitrariedad, est encondiciones de deponer el rol de inferioridad, de slosufriente y avasallado. En extremo reconfortante es paral la experiencia de estar en condiciones de entregar algoa otros seres, tal vez incluso con base en las experienciashechas. En esto consiste la dimensin decisiva de la su-

    peracin del trauma (Stoffels, 1995).

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    Acompaamiento psicosocial en contextos de violencia sociopoltica

    El acompaamiento psicosocial se debe traducir, en consecuen-cia, en un proceso en el cual las personas se reconocen como

    vctimas sin caer en la victimizacin. Ello implica que les reivindi-can derechos pero, al mismo tiempo, despliegan todos los recur-sos, individuales, familiares y comunitarios, a su alcance en pro desus proyectos de vida.

    La finalidad del trabajo psicosocial: la libertad y la dignidad

    La dignidad humana corresponde al estar y permanecer vivo, que

    el ser humano sea considerado como un fin en s mismo y que nosea utilizado como medio o sea instrumentalizado. Guarda co-rrespondencia con los derechos humanos fundamentales: el de-recho a la vida y el derecho a la salud, a la educacin, al trabajocreativo, a la participacin poltica, etc.

    La libertad, inicialmente, significa capacidad de actuar, de ejercerla autonoma y como mnimo estar a cargo de nuestra propia vidapara elegir el tipo de existencia que queremos.

    Trabajar en la perspectiva de la libertad y de la dignidad implicareconocer, con las comunidades y los individuos, los recursos des-pojados y expropiados y tambin los que se han podido mante-ner y los que estn por desplegar. Implica reconocer, redefinir yreconstruir los proyectos truncados, en un ejercicio que permita elrescate y la emergencia de lenguajes que den cuenta de la capaci-dad, de la responsabilidad, del recurso y en donde las categoras

    de afectados, traumatizados, enfermos y desvalidos slo seanvlidos para reivindicar los derechos a la reparacin, restitucin ypara reconocer a travs de ellos a los actores e intereses que die-ron lugar a la vulneracin.

    En consecuencia, la autodependencia, la autonoma y la capaci-dad de agencia no se entregan en paquetes de alimentos, capi-tales semilla, bienes y servicios; se permiten, se hacen posibles,se dejan ser y se potencian en la medida en que comunidades e

    individuos se autorreconocen y son reconocidos por los otros,

    como sujetos afectados por la accin de la guerra, pero habilita-dos para determinar tanto el dao como el proceso de recupera-

    cin. En la medida en que se reconstruyen y establecen nuevosvnculos que hacen posible la proteccin y la seguridad para habi-tar el mundo. En la medida en que se transforman las situaciones

    y dinmicas que permiten que, a nombre del desarrollo o laseguridad, se rompan relaciones; se desestructuren vnculos yse impongan reglas, actividades, necesidades y consumos que vio-lentan valores, costumbres y proyectos.

    Desde la perspectiva psicosocial se trata de comprender que lasvctimas no existen por su incapacidad, por sus caractersticassubjetivas. El trabajo, en consecuencia, debe ser un aporte paraque se identifiquen las condiciones que los ponen en dicha situa-cin. Este reconocimiento implica un rechazo a la caridad y a laasistencia (que ve en el otro el desvalido), a la imposicin de mo-delos de otros contextos y pocas, a la determinacin a priori ydesde fuera (por otros) del dao y de la salida. Implica tambinun trabajo por ubicar y reconstruir las identidades a partir de las

    responsabilidades propias y de los otros, lo cual supone desple-gar y potenciar recursos y exigir derechos.

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    Acompaamiento

    psicosocial

    en contextosdeviolenciasociopoltica

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    Acontinuacin queremos compartir algunos aprendizajessobre acompaamiento psicosocial, afectacin emocionalde las vctimas y mbitos para el trabajo psicosocial.

    Entendimiento sobre acompaamientopsicosocial

    Desde la mirada de la Corporacin Vnculos, lo psicosocial como

    enfoque es irreverente frente a procesos de atencin puramentepsicolgicos y focalizados en los individuos, e invita a adelantaracciones tendientes a integrar lo emocional y relacional con unacomprensin desde el contexto. La perspectiva psicosocial favore-ce la comprension de la particularidad de la poblacin vctima dela violencia sociopoltica y el reconocimiento de sus mltiples con-textos sociales, culturales y polticos como mbitos en los que seconstruye y deconstruye la identidad, el mundo emocional, expe-

    riencial y explicativo, los cuales son constituyentes de la realidadque se vive y es susceptible de transformarse permanentemente.

    La perspectiva psicosocial ubica el foco de anlisis en la relacinindividuo-contexto y de este modo privilegia la idea de que comoindividuos construimos los problemas, los sueos, las posibilida-des en la interaccin con otros y que es all donde tenemos uncampo amplio de accin para transformar o mantener el mundosocial y personal que habitamos. Por ello, una consecuencia fun-

    damental de la perspectiva psicosocial es la despatologizacin de

    los individuos gracias a su visin hacia los contextos, la cual tam-bin ampla las alternativas de accin en mbitos comunitarios deapoyo al romper la idea clsica de la atencin psicolgica o psiqui-trica de consultorio, cerrada al mundo cotidiano. De lo anterior sederiva el siguiente objetivo para el acompaamiento psicosocial:

    Construir un proceso reflexivo entre la poblacin vcti-

    ma, su red social y los acompaantes, que contribuya ala superacin de los efectos sociales y emocionales de laviolencia mediante la resignificacin de la identidad ydel reconocimiento de recursos personales y sociales, enel marco de la categora de sujeto de derechos.

    Este objetivo destaca aspectos que consideramos imprescindibles

    del acompaamiento: el primero, la relacin entre el acompaan-te y las personas vctimas de la violencia, la cual debe ser visiblepor parte de los participantes dado que es el motor y la brjuladel proceso mismo. Una relacin extremadamente tcnica, o ba-sada en la victimizacin o la dependencia, genera obstculos parala superacin de los efectos de la violencia. De otra parte, en elobjetivo sobresale la identidad como referente de anlisis de lapoblacin sobre su situacin emocional y relacional a partir de laexperiencia violenta, lo cual permite reconocerse en el cambio

    abrupto que esta experiencia gener y proyectarse con nuevas

    Acompaamientopsicosocialen contextosdeviolencia

    sociopoltica

    Autora:Liz Arvalo Naranjo

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    explicaciones o miradas hacia el futuro. Y, por ultimo, el objetivodestaca que el desarrollo del acompaamiento psicosocial se da

    en el marco de un sujeto que se considera garante de derechos,autnomo y, por lo tanto, con la capacidad y dignidad para exigirsus derechos, la bsqueda de la reparacin integral y la capacidadde promover cambios en su vida.

    Reflexiones y dilemas desde la experiencia

    Esbozados algunos elementos para la comprensin del acompa-amiento psicosocial, vemos ahora pertinente compartir algunasreflexiones frente a las implicaciones actuales del mismo teniendoen cuenta los presentes escenarios del conflicto social y polticoen Colombia.

    El acompaamiento psicosocial se da dentro de una condicinconstructiva, nunca detenida en el tiempo ni en los espacios y,como en cualquier relacin social, parte de considerar unas de-mandas. Ello nos lleva a plantearnos: qu pedidos estn presen-

    tes en este acompaamiento?, cmo comprendemos las necesi-dades e intereses de los participantes? Desde nuestra perspectiva,las demandas estn sujetas a nuestra interpretacin de la reali-dad, la cual se convierte en los lentes comprensivos de la expe-riencia institucional, reflejados en los prejuicios, creencias profe-sionales y personales de los miembros del equipo de trabajo psi-cosocial. Por lo tanto, la lectura de las demandas responde a nuestralectura de los efectos de la violencia sociopoltica y expresa una

    realidad, no la realidad.

    Entonces, la demanda depende de quien expresa o identifica unanecesidad o una dificultad, y en este sentido existen variadas de-mandas como historias que explican la coyuntura actual del pas.En un pas que parecera psictico coexisten varias realidadesdesde las que se cuentan historias de posguerra y de reconcilia-cin que niegan el conflicto armado y otras que describen la per-manencia de la guerra, la revictimizacin y un escenario negativo

    frente a la terminacin de la confrontacin armada. Estas historias

    son contadas por diferentes actores con intereses particulares fren-te al papel que debe cumplir el acompa-amiento psicosocial; por

    lo tanto, cuando se presenta una demanda de atencin, las ver-dades de cada historia expresan expectativas frente a las accio-nes y resultados del acompaamiento.

    Por consiguiente, reflexionar sobre qu intereses nos sujetan frentea los proyectos de atencin psicosocial? es una prioridad. Por elloplantear dilemas y anlisis crticos es, desde nuestra perspectiva,una apertura para mantener una postura tica en nuestra labor.

    Una herramienta que consideramos til para mostrar la compleji-dad de una demanda de atencin psicosocial es el modelo marga-rita, propuesto por Barnnet Pearce (2007), terico de la comunica-cin. Esta herramienta permite visualizar el mundo social queestamos proclives a construir al responder al pedido de acompaa-miento, dependiendo de los intereses y necesidades de los diferen-tes actores que participan en un proceso de atencin psicosocial.

    Cules son las conversaciones presentes sobre las demandas delacompaamiento psicosocial?; cules son las expectativas de losdiferentes participantes del proceso?

    Hablamos de dilemas del acompaamiento, en tanto, desde laexperiencia con vctimas y agentes sociales-, se presentan contra-dicciones que reevalan nuestro lugar como personas y profesio-nales y cuestionan el lugar de lo humano en nuestra interaccin

    con los otros. Estos dilemas generan claramente tensiones, lo queimplica una postura reflexiva y comprensiva sobre ellos:

    El papel de la terapia en el acompaamiento psicosocial: las per-sonas esperan ser escuchadas y valoran poder desahogarse, peroes esto suficiente?, qu objetivos debe plantearse el acompa-ante que trabaja desde una perspectiva psicosocial?, realizar ac-tividades teraputicas o vislumbrar el papel poltico que tiene?Hemos observado que, ante la adversidad que viven las personas,

    nos vemos motivados a ayudar y escuchar. La gente lo agradece,

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    pues expresa que se siente mejor. No obstante un tiempo des-pus estas personas nos llaman y nos indican que han vuelto aestar mal. Encontramos que se sienten culpables por no estar bien

    y las invitamos nuevamente a hablar. Hemos analizado lo que les

    pasa, encontramos explicaciones, las compartimos y las personasse sienten escuchadas. Sin embargo, permanecen la miseria y laviolacin de sus derechos. Sin quererlo podemos crear la idea deque una cosa no tiene que ver con la otra.

    Una voz importante en este proceso de reflexin ha sido la deWaldegrave (2001) y otros agentes sociales, quienes han denomi-nado su trabajo terapia justa. Ellos destacan la necesidad de ana-lizar las implicaciones polticas de las formas de intervencin cen-

    tradas en lo teraputico, pues stas replican la violencia al silen-

    ciar a las personas y confinar su relato al espacio privado de laterapia, donde se tranquilizan y posiblemente renuncian a la bs-queda de cambios en su contexto social.

    El trabajo desde cada disciplina: de nuevo se convierte en tensin,el extremo contrario, en el cual se dejan de lado las implicacionesemocionales y el agente social se centra exclusivamente en explica-ciones estructurales de la organizacin social donde ocurre la vio-lencia. Aspectos como pobreza, impunidad, corrupcin, guerra -consu dinmica y actores- se convierten en el nico terreno sobre elcual actuar y transformar. Esta mirada tiene como consecuencia ins-talar la impotencia en la poblacin y en los agentes sociales, generaparlisis al sentirse abrumados por estructuras macro que no pue-

    den cambiar, y pierden la perspectiva de lo que s se puede hacer

    Grfica 2Modelo Margarita propuesto por Barnnet Pearce (2007)

    Algunos de nuestros propios dilemas sobre las demandas de acompaamiento psicosocial

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    desde su rol y la misin de la institucin de la que forman parte.An nos hace falta en la prctica hacer evidente tal complejidad.

    Algunas organizaciones traducen la integralidad en tener profe-sionales especializados en uno u otro aspecto del apoyo, lo cual

    no asegura que la poblacin reflexione sobre las conexiones exis-tentes entre su situacin emocional, jurdica, econmica y cultural,entre otras. El reto es generar dilogos entre las diferentes espe-cialidades de los profesionales para lograr una mirada complejasobre la situacin de la poblacin y desde all elaborar -con estos-formas de apoyo integrales. La demanda por un acompaamien-to interdisciplinario, por ejemplo, la exigencia de procesos judicia-les que conduzcan a la bsqueda de la verdad, la justicia y la repa-racin conlleva a que los abogados contemplen la dimensinemocional de las personas vctimas y que a su vez los acompa-antes psicosociales aborden lo jurdico, donde se procure la ca-pacidad de agenciamiento de las vctimas y se tenga presente quesu acompaamiento se da desde una postura por los derechoshumanos.

    La postura poltica: conectado con la reflexin anterior, los plan-teamientos de Marcelo Packman (2007) sobre lo que l denomina

    los aspectos micropolticos de la terapia resultan pertinentes para

    el acompaamiento psicosocial y en particular para dimensionarel papel poltico de las respuestas que desarrollamos en los pro-

    cesos de acompaamiento psicosocial.

    Packman define los aspectos micropolticos como todos aquellosque tienen que ver con definir realidades de un modo diferenteen el campo en que los actores, familias y redes sociales, con lasque trabajamos estn actuando. Se parte de la idea sistmica deconsiderar que en ocasiones lo que se constituye como mental setrata de cuestiones sociales y polticas que tienen que ver con de-finiciones de la realidad sobre las cuales hay que operar de algnmodo. Por lo tanto, este aspecto micropoltico es un intento delegitimar que las acciones psicosociales deben asumir el reto depromover cambios en las realidades de las personas, lo cual impli-ca trabajar, adems de lo emocional, en su realidad social. En estesentido, las acciones son micropolticas, si por poltica se entiendela actualizacin del poder, en tanto, oportunidad para definir nue-vas realidades. Esta forma de comprensin lleva a los acompa-antes y a la poblacin a reflexionar de manera crtica sobre como

    las fuerzas contextuales presentes relaciones de gnero, situacio-nes de pobreza, confrontacin entre actores polticos, violenciasociopoltica y sistema de creencias de los participantes- estn dandoforma a las elecciones que van tomando e influyen en sus rutasde vida. Es decir, poner los fenmenos sociales como texto paraanalizar los procesos de acompaamiento psicosocial le planteaal agente social que tome conciencia de que su trabajo es unaprctica social crtica mediante la cual se revisan los mecanismos

    de sujecin al ser as posible desplegar prcticas generadoras ocreativas de cambio sobre su realidad.

    La naturalizacin de la guerra: otro dilema tiene que ver con elfrgil lmite que percibimos entre la atencin a las vctimas y lanaturalizacin de la guerra. Esto puede llevar a que se desestimenlas consecuencias que tiene la violencia en la forma como las per-sonas se relacionan consigo mismas y con los otros en medio dela permanencia del conflicto armado. Nos volvemos expertos en

    las consecuencias que genera la guerra y resulta difcil tener una

    Nos volvemos expertos en las

    consecuencias que genera la guerra

    y resulta difcil tener una mirada

    crtica sobre como participamos en

    el mantenimiento de la misma al no

    crear estrategias preventivas y

    menos inmediatistas que es lo que

    la realidad nos exige.

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    mirada crtica sobre como participamos en el mantenimiento dela misma al no crear estrategias preventivas y menos inmediatistas

    que es lo que la realidad nos exige. Por ejemplo, resulta preocu-pante que, en un contexto de exclusin y desigualdad social parala gente como lo es el colombiano, las identidades que construyeel conflicto armado como vctima o victimario resultan ser los es-cenarios en los que por fin se es reconocido como sujeto de dere-chos o como merecedor de beneficios para el caso de los victima-rios. En este sentido, podramos establecer como hiptesis que enColombia se han construido referentes de identidad desde la gue-rra misma, con las cuales se es reconocido de algn modo porparte del Estado y por la sociedad en general. Por ejemplo, enBarrancabermeja, es visible que los jvenes que no participaroncomo combatientes en la guerra no tienen oportunidades y quienform parte de un grupo armado paramilitar percibe oportunida-des para la educacin y para el trabajo. Otra situacin que ilustrala naturalizacin de la guerra se presenta en el marco de la aten-cin a los nios desvinculados del conflicto armado, en el cualalgunos profesionales afirman que el grupo armado al que perte-

    neci el nio hizo las veces del grupo familiar de ste por los lazostan importantes que estableci. Adems, en este contexto se correel riesgo de privilegiar la experticia que se ha logrado en la aten-cin de esta poblacin, sin exigir la misma experticia o dedicacina crear estrategias de prevencin a la vinculacin.

    Atencin psicosocial a victimarios:se suma a los cuestionamien-tos anteriores una tensin de la actual coyuntura en Colombia

    (proceso de desmovilizacin de las Autodefensas Unidas de Co-lombia, tras el acuerdo del gobierno de lvaro Uribe Vlez y losgrupos paramilitares para la entrega de armas durante el perodo20042006), que nos exige una postura frente a la atencin psico-social a los victimarios, la cual es necesaria para avanzar en unproceso hacia la terminacin de la guerra y la construccin de unasociedad democrtica y justa. Sin embargo, en el marco de la Leyde Justicia y Paz, observamos cmo quienes han hecho dao reci-ben un tratamiento preferencial frente a las vctimas. Esto genera

    impunidad y revictimizacin. Lo anterior evidencia la siguiente con-

    tradiccin: la importancia de involucrar a victimarios en procesosteraputicos y sociales para favorecer una reestructuracin tica y

    el costo de hacerlo en medio de un contexto que favorece la im-punidad y la invisibilizacin de las vctimas y que por lo tanto re-sulta en un engao no solo para los victimarios, sino tambin parael proceso social ms amplio que busca la paz. Por lo anterior,consideramos importante plantear que la atencin psicosocial delos victimarios debe incorporar procesos reflexivos sobre la res-ponsabilidad no solo jurdica sino ante todo social y moral y questa se debe dar en un contexto que promueva la verdad, la justi-cia y la reparacin de la vctimas; sin esto, el proceso de acompa-amiento psicosocial a victimarios tiende a fracasar. En esta pers-pectiva, consideramos que forzar una reconciliacin, cuando losvictimarios ni siquiera reconocen el dao causado a la sociedad yno asumen el compromiso frente al proceso de insercin a la vidacivil, es una nueva ofensa para las vctimas y un grave antecedenteen la construccin de lo psicosocial ya que los actuales espacioscon la poblacin desmovilizada desvirtan el contexto social, pol-tico e histrico.

    mbitos para la implementacin delacompaamiento psicosocial

    A partir de nuestra interpretacin de la realidad y de nuestros dile-mas ticos, hemos establecido los siguientes mbitos de trabajode lo psicosocial:

    mbito para reconstruir la dignidadTener como marco de la labor del acompaante que la relacincon la poblacin afectada por la violencia es desde su lugar comosujeto de derechos y reconocer el lugar de vctima tiene todo quever con participar en la reconstruccin de la dignidad. Desde estaperspectiva, abordar los derechos humanos contribuye a superarlos efectos emocionales y sociales que ha generado la presenciade la violencia en sus vidas. Estas posturas construyen, como dira

    Elizabeth Lira (1989), un vnculo comprometido, el cual implica

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    Acompaamiento psicosocial en contextos de violencia sociopoltica

    una actitud ticamente no neutral frente al sufrimiento del otro ysupone comprender que su situacin emocional es el resultado

    de una experiencia traumtica, infligida deliberadamente, una ac-cin creada por otros (Pag. 22-29).

    Por lo tanto, en este mbito planteamos dos preguntas gua delacompaante y de la poblacin: Cmo las acciones de orden ju-rdico, de conocimiento sobre los derechos humanos y lo organi-zativo contribuyen a recrear una nueva identidad (la de sobrevi-viente) y a superar las dificultades emocionales que ha generadoel hecho violento del cual fue vctima? y la forma como estamosproponiendo la organizacin legal, econmica y de reconstruc-cin del tejido social contribuye a la construccin de un sujeto dederechos o mantiene la victimizacin?

    La manera convencional de entender y asumir la violacin de losderechos humanos ha sido, desde el marco jurdico, donde el dis-curso es bsicamente racional, en el cual se argumenta que laspersonas que han sido violentadas deben conocer el marco de los

    derechos humanos con el supuesto que, hacindolo, contarn conlas herramientas para exigir la reivindicacin de los mismos. Sindesmeritar esta labor, creemos que, para acceder o incorporareste conocimiento, es necesario reconocer los sentires y significa-dos de las personas vctima de la violencia y as identificar susnecesidades y establecer de qu manera la reparacin cobra sen-tido desde su mundo subjetivo. Estas acciones hacen, entonces,que las personas comprendan, accedan y se sientan empodera-das y promotoras del discurso racional y universal de los dere-chos humanos.

    Retomando los planteamientos de Lira (1989) y Berinstain (1989),desde una lectura psicosocial, los procesos de reparacin impli-can devolver la dignidad de las personas y sus familias; prevenirlas causas para que no se repitan los hechos violentos; recons-truir los lazos familiares y vecinales; proporcionar seguridad y con-fianza; restablecer la conciencia moral de la sociedad y rehacer los

    proyectos de vida (individuales y colectivos).

    Por ltimo, presentamos algunas acciones que forman parte deeste mbito:

    Talleres y conversatorios reflexivos sobre la contribucin de lasacciones legales y organizativas en la superacin de los efectosde la violencia.

    Promocin de la participacin y la autonoma fundada en unarelacin consigo mismo y con el otro como sujeto de derechos.

    Anlisis poltico y social del contexto de la violencia sociopolti-ca en Colombia.

    Conocimiento de los derechos humanos y la propuesta queplantean como forma de relacin cotidiana.

    Promover y apoyar procesos de reparacin: participacin y cons-truccin de eventos simblicos de reparacin en los que lasvctimas sean protagonistas; contencin y apoyo en declaracio-nes judiciales para la bsqueda de la verdad; reconstruccin

    de la memoria individual y colectiva, acciones para involucrar alos victimarios en la reparacin, entre otros.

    Procesos sociales para reconstruir el tejido social, sensibiliza-cin frente a la situacin de las vctimas y sobre el papel de losciudadanos en la construccin de un pas democrtico.

    Espacios para resignificar la categora de vctima hacia la desobreviviente, evitando la victimizacin.

    mbito para configurar o fortalecer una red social

    Este mbito orienta la labor del acompaante hacia el fortaleci-miento o construccin de relaciones que soportan y posibilitan elproceso de superacin de los efectos emocionales y sociales de laviolencia, apoyndose en la idea de que la identidad se construyeen proceso de coautora entre el sujeto y los otros en conversa-

    cin. Lo anterior dimensiona el papel de la red en el acompaa-

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    miento psicosocial, la cual, como lo afirma Marcelo Packman (1995),es una metfora que seala atributos como tejido, relaciones, con-

    tencin y apoyo, entre otros.

    Este mbito orienta acciones psicosociales desde el reconocimien-to que las comunidades afectadas por la violencia forman partede un contexto social ms amplio al cual les corresponde, desdesus diversos niveles de responsabilidad, proveer las condicionesnecesarias para que sea posible reconstruir el futuro. Los agentessociales deben favorecer la construcciones de redes de apoyo,desde lo legal, organizativo, productivo y comunitario, as como

    con las organizaciones gubernamentales (salud, educacin, etc.),para tejer de nuevo las relaciones sociales lesionadas por la vio-lencia. En esta lgica, cualquier proyecto, ya sea organizativo, edu-cativo o de salud, debe crear espacios para que las personas ma-nifiesten el sentido que provee la red a su identidad individual ycolectiva en el trnsito del acompaamiento mismo.

    Las acciones que caracterizan este mbito son todas aquellas que

    buscan crear o fortalecer redes sociales: Construir o fortalecer la red de la poblacin tanto de los secto-

    res salud y educacin, entre otros, que deben garantizar losderechos de las vctimas.

    Grupos de pares o movimientos de vctimas, en los que com-partan su experiencia y las dificultades que viven y se identifi-quen recursos a alternativas comunes que construyan una for-

    ma de apoyo orientado desde ellos y para ellos.

    Encuentros con la familia o en su ausencia con otros significa-tivos de su red personal para identificar necesidades y fortale-zas en su proceso de reconstruccin del proyecto de vida de lapoblacin.

    Conversatorios reflexivos con maestros, compaeros de clase,vecinos y nuevos amigos entre otros que, como testigos, am-

    plen la visin de la poblacin afectada sob