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La Tecnologia Y El Pensamiento Critico

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En un mundo globalizado, donde los medios de comunicación tienen un rol importante en los procesos de socialización,es prácticamente “natural” que el consumo cotidiano de un bombardeo de mensajes audiovisuales incida directamente en los procesos de socialización ygeneración de un pensamiento colectivo, teñido de determinados modelos estereotipados parapremoldear una identidad masificada.

Hoy en día la información, el capital, los sistemas, los datos, la comunicación, etc., fluyen, no están siempre en el mismo lugar ni tampoco se mueven con la misma velocidad.La tecnología no queda afuera de este flujo y avanza dentro de él. El tiempo cronológico y lasunidades de medidas clásicas se quedarían sin recursos si tratarían de medir el tiempoo el espacio de este constante fluir. ¿O acaso es posible medir la Web en metros? La web, según Alejandro Piscitelli, “desde el punto de vista estructural la red se parece mucho más a un ecosistema que a un reloj suizo o a cualquier otro aparato que haya brotado a partir de un plano y que se haya concretado en el espacio físico.”

Sin embargo, creo que una de las ideas centrales y que más nos sirve pensar es que somos nosotros, quienes vivimos “con” los

medios, “junto” a ellos, su entorno, en el cual estos germinan, emergen y actúan. Por lo

tanto, analizarlos desde esta perspectiva, a través de la tétrada

EXTENSION/REVERSION/RECUPERACION/OBSOLENCIA, nos sirve para comenzar a

comprender cómo reaccionar a ellos, de qué manera, de qué manera accionarán sobre

nosotros, su entorno.

Albert-László Barabasi señala la importancia de pensar la web no

como un sistema centralizado sino como “red”, casi como un

organismo vivo. Esta red se regiría por dos principios fundamentales: el del crecimiento y la adjunción

preferencial. Y partiendo de estos dos principios, Barabasi plantea

una idea central: la falsa democracia de la web. “Es cierto

que la web contribuye a la libertad de opinión (…) aunque no sea

precisamente un medio democrático ni contribuya en mayor grado a la instauración

democrática allí donde es necesario”..

Creo que esta idea se toca en algún punto con la tétrada de MC Luhan aplicada a Internet: si bien la web hace posible (extiende) la libre de expresión de cualquier ciudadano de cualquier punto del planeta, llevada al extremo revierte en la verborragia; cualquiera puede decir lo que quiera, aunque no tenga el menor sentido, o la menor coherencia, o el menor nivel de sensatez, sin reparar en los efectos que puede ejercer sobre quien quiera que tenga oportunidad de leer. Además creo que, si el exceso de información desinforma, si el estar “bombardeados” las 24 horas del día por noticias produce un efecto contrario, supongo que también el exceso de datos, informaciones, publicidades en Internet no beneficia en nada ni al ejercicio ni al refuerzo de la democracia. El hecho de que existen unos pocos “hubs” a los que se subordina todo lo que pasa en la web, es, como dice Barabasi, el mas duro argumento contra la utópica visión de un ciberespacio igualitario

"Los nuevos medios van en cabeza de una lógica distinta, que es la de la sociedad post industrial, que se basa en la adaptación del individuo, en vez de en la estandarización masiva”. Mientras leía estas líneas se me venía a la cabeza una nota sobre las “buenas nuevas” de la tecnología: la Web 3.0, que básicamente permitirá que un usuario programe desde un dispositivo en su teléfono celular el encendido del horno o del aire acondicionado de su casa sin estar allí.

O apuntar al póster de una banda y enviar el disco como regalo al reproductor de un amigo; señalar un edificio histórico y ver en la pantalla de nuestro móvil su historia arquitectónica, editar audio y video y enviar solo fragmentos del archivo.

Esta nueva “Web del futuro” apunta sobre todo a una personalización del usuario, permite afianzar comunidades y redes sociales, según los intereses, gustos, hábitos y preferencias que el usuario publica en su perfil. Lev Manovich tiene razón: las nuevas tecnologías, los nuevos medios, apuntan más a una segmentación que a lo masivo.

Como ya lo dijeron Adorno y Horkheimer: la industria cultural nos tiene clasificados y encasillados, estandarizados, y nos ha asignado a cada uno un producto que, pensamos nos es necesario.

Este tipo de avance, nos sumerge cada vez mas en lo que Manovich llama la telepresencia, esa antipresencia que nos permite estar en muchos lugares sin estar concretamente en ninguno de ellos. Pero atención: he aquí que esta telepresenciapuede ser cada vez más perfecta: con la Web 3.0, además de poder interactuar, utilizar su perfil, una persona puede relacionar su interactividad a un contexto.

Por ejemplo: si estoy caminando por determinado lugar de la ciudad puedo sacar una foto, y ésta se va a “georeferenciar”, identificará a donde estoy. Y al enviarla, quizás alguno de mis contactos, venga a estar conmigo

Por si no era suficiente comentarle a un amigo los lugares que visité el fin de semana, también podré enviarle al instante, una cuasi reseña histórica del mismo. Todo esto cambiará nuestra percepción de lo que consideramos espacios personales y compartidos.

Y sobre todo, no sólo este nuevo dispositivo sino, sus más recientes precedentes y todos los que lo van a seguir poner en crisis permanete nuestras nociones sobre las distancias, sobre lo lejano y lo cercano.

Si puedo acceder en 30 segundos a la edición digital del diario de un país, o recorrer en una hora una galería de arte a la que me tomaría varias horas en avión y unos cuantos euros para llegar hasta allí; si puedo pagar mis impuestos sin moverme de la silla frente a mi PC, si puedo charlar sobre lo que se me ocurra con un amigo que esta a 300 Km., una, dos o cinco horas diarias a través de mi MSN, y mientras tanto escribo mensajes de textos a tres personas casi en simultaneo, ¿cómo puedo definir ahora quién está lejos y quién esta cerca?, si puedo influir desde mi silla en cuantas realidades se me ocurra y me permite mi lista de contactos, teletransportar mis sentidos en cuestión de segundos, al lugar que se me ocurra.

Yo creo que los nuevos medios, y pienso sobre todo en Internet, los sitios Web, y los celulares, más que alejar a las personas, como muchas veces se dice, lo que en realidad hace es acercar: siempre que se trate de comunicación, de nuevas formas de interactuar entre individuos y con los objetos, veo a la tecnología como una forma mas para llegar a los demás.

La tecnología nos atraviesa de cabo a rabo, esta presente en todas las esferas de nuestra vida, nos organiza a la existencia y tiene esa fascinante capacidad de hacernos creer que no podemos vivir sin ella, de nublar en nuestra memoria los recuerdos de nuestro pasado, en el que no contábamos con ella de esta forma, se nos hace imprescindible, se nos presenta como un bien preciado al que aspiramos a alcanzar; es el medio y es el fin.

Es nuestra extensión maquinal, la que nos permite atravesar las distancias, reducirlas hasta hacerlas casi imperceptibles y si, como dice Scott Lash, las formas de vida hoy son tecnológicas a distancia, vivir sin ella no es vivir, no poder atravesar esas distancia es no comunicarse, es estar fuera, excluido de la sociedad de la información. Y es allí, según Lash, donde el poder se manifiesta con todo su peso, en la marginalidad. Y este punto me perece de pura relevancia: si el poder está afuera, en los márgenes de la sociedad mediática, esto supone un desplazamiento de los puntos de poder y de resistencia.

Si el poder, en el sentido foucaultiano,- como relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se ejercen-, ya no atraviesa a la sociedad, con su dualismo de “dominadores y dominados” sino que se ejerce fuera del sistema, en un ámbito en el que existen excluidos y autoexcluidos, ¿Dónde se ubica la resistencia? ¿De qué forma se construye o se manifiesta una oposición a la hegemonía de los nuevos medios en nuestra vida cotidiana? ¿Existe alguna opción que no signifique movernos dentro del paradigma de la información?.