3 Analisis Comparado de Movimientos Sociales

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    Anlisis comparado de movimientos sociales:MST, Guatemala y Espaa

    Compared analysis of social movements:MST, Guatemala and Spain

    Anlise comparada de movimentos sociais:MST, Guatemala e Espanha

    ngel CalleUniversidad Carlos III de Madrid, Espaa.

    ResumenEste artculo persigue dos objetivos. El primero es realizar un anlisis comparativo de tres movimientossociales que se desarrollan en tres contextos polticos diferentes: la Red Ciudadana por la Abolicin de laDeuda Externa (RCADE) en Espaa, el movimiento de derechos sociales e indgenas en Guatemala y elMovimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) en Brasil. El segundo es, sobre la base de estosanlisis, reflexionar sobre cuestiones epistemolgicas en el anlisis de los fenmenos de movilizacin

    social: qu son? qu relacin existe entre conflicto y movilizacin social? cmo representan losmovimientos sociales los conflictos? qu factores culturales y estructurales condicionan la evolucin deun movimiento social?

    Palabras claveMovimientos Sociales Accin Colectiva RCADE MST.

    Terra Livre So Paulo Ano 18, n. 19 p. 37-58 jul./dez. 2002

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    1 Introduccin

    Este artculo persigue dos objetivos. El primero es realizar un anlisis de la movilizacinsocial en tres contextos polticos diferentes: Espaa, Guatemala y Brasil. Desde Espaa tomare-mos como referencia la Red Ciudadana por la Abolicin de la Deuda Externa (RCADE), organiza-cin social de la cual el autor forma parte. La RCADE organiz el 12 de marzo de 2000 unaconsulta social (en paralelo a las elecciones oficiales a la presidencia del pas que se estabancelebrando) en la que, bsicamente, se preguntaba a la ciudadana si estaba a favor o en contra dela abolicin de la Deuda Externa1. Cont con la participacin para su organizacin con ms de

    23.000 voluntarios. Ms de un milln de ciudadanos se acercan a las urnas con objeto de manifes-tar su opinin acerca de la abolicin de la deuda externa, mostrndose favorables ms del 95% deellos. Todo un xito teniendo en cuenta la intervencin policial para el desmantelamiento de lamayora de mesas electorales.

    En Guatemala, analizaremos el movimiento campesino cuyas reivindicaciones, y con ellasen ocasiones las organizaciones, se sitan en dos frentes: los derechos sociales bsicos y el recono-cimiento de los derechos del pueblo maya. ste ltimo conflicto nos llevar en ocasiones a estable-cer comparaciones con el Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN) habida cuenta de quese comparten muchos de los problemas sociales que se denuncian. En 1997 se firmaban los Acuer-dos de Paz que pona fin a dcadas de enfrentamiento armado entre la guerrilla y el gobierno enGuatemala. An as, como veremos, muchas de las secuelas del conflicto permanecen, en particu-

    AbstractThis article has two main goals. Firstly, we are going to carry out a comparative analyse among three socialmovements that take place in three different political contexts: Red Ciudadana por la Abolicin de la Deuda

    Externa (Citizens network for the abolition of foreign debt, RCADE) in Spain, the social movement for thecivil and mayan rights in Guatemala and the Movimento dos Trabalhadores Sem Terra (MST) in Brazil.Secondly, we are going to reflect about some key questions about theoretical perspectives to analyse socialmovements: what they are? which relation is established between conflict and social action? which culturaland structural factors condition the evolution of a social movement?

    KeywordsSocial Movements Collective Action RCADE MST.

    ResumoEste artigo tem dois objetivos. O primeiro realizar uma anlise comparada de trs movimentos sociais quese desenvolvem em trs contextos polticos diferentes: a Red Ciudadana por la Abolicin de la DeudaExterna (RCADE), na Espanha; o movimento de direitos sociais e indgenas, na Guatemala e o MovimentoNacional dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST), no Brasil. O segundo , a partir dessa anlise, refletirsobre questes epistemolgicas na anlise dos fenmenos de mobilizao social: o que so? que relaoexiste entre conflito e mobilizao social? como os conflitos so representados pelos movimentos sociais?quais fatores culturais e estruturais condicionam a evoluo de um movimento social?

    Palavras-chaveMovimentos sociais Ao Coletiva RCADE MST.

    1. Dos eran los objetivos bsicos de la consulta. El primero, sensibilizar a la ciudadana con el tema de la Deuda Externa. Elsegundo, realizar un acto de desobediencia civil (realizar actos polticos en das de elecciones) para reclamar una democraciaparticipativa. Ver www.rcade.org para ms informacin.

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    lar la que atae a los derechos del pueblo indgena, el cual, a pesar de representar el 60% de lapoblacin se encuentra padeciendo una gran exclusin cultural, econmica y poltica en aquel pascentroamericano.

    Por ltimo, el Movimiento dos Travalhadores Rurais Sem Terra (MST) nos servir comoreferencia ilustrativa de un movimiento latinoamericano con gran proyeccin tanto nacional einternacional, y sobre el que desarrollaremos gran parte de nuestro anlisis.

    Son tres contextos sociales. Tres movimientos distintos. Dos movimientos situados en losdenominados pases empobrecidos, donde las desigualdades econmicas son un acicate para laorganizacin de protestas, pero donde, al mismo tiempo, las oportunidades polticas y mediticasestn severamente restringidas. Por el contrario, la RCADE pertenece al llamado Norte, donde losconflictos se desarrollarn en un campo ms simblico, habr ms recursos y espacios para orga-nizarse en contra de las elites, aunque los conflictos, desde un punto de vista material, sern menosintensos. Sin embargo, qu une a estos movimientos? qu los separa? Tomaremos al MST como

    hilo conductor de nuestra investigacin para realizar las comparaciones oportunas.El segundo de los objetivos, y que pasamos a abordar seguidamente, es profundizar en algu-nas cuestiones epistemolgicas del anlisis de la movilizacin social2.

    2 El anlisis de la movilizacin social

    Hasta la dcada de los 70 las escuelas sociolgicas abordaban el anlisis de los movimientossociales desde dos perspectivas fundamentales. Por un lado, el enfoque marxista tradicional situabala accin poltica como consecuencia de las condiciones de existencia de las relaciones econmicasque se dan en una sociedad (Zemelman, 1987). Por otro lado, escuelas primordialmente radicadas en

    los Estados Unidos abordaban la cuestin desde los esquemas del comportamiento colectivo: elsistema social produca tensiones o bien los individuos presentaban un comportamiento que no cua-draba con las reglas existentes en la sociedad (ver Riechmann y Fernndez, 1995, p. 18-19).

    El surgimiento de movimientos sociales en las dcadas de los 60 y los 70, aparentementedesligados de las viejas esferas de movilizacin poltica e introduciendo nuevas problemticassociales (feminismo, ecologismo, pacifismo y movimientos de minoras como los de Martin Lu-ther King), obligan a replantearse ciertos postulados a los socilogos. No obstante, junto a estasnuevas formas de accin social, que se desarrollan primordialmente en el llamado Norte, perma-necen an muy vivos espacios de lucha poltica y realidades sociales que se comprenden mejordesde la dialctica materialista apuntada por pensadores marxistas: tal es el caso de los movimien-

    tos revolucionarios en Amrica Central, como tambin las luchas campesinas, sindicalistas y con-tra la dictadura desarrolladas en Brasil desde mediados del siglo XX.Desde qu paradigma analizar entonces la movilizacin social? Desde nuestra perspectiva

    la movilizacin social ha de ser entendida como la expresin colectiva de un conflicto. Este con-flicto tiene sus races en un mbito estructural (ms profusamente analizado en la literatura mar-xista), cultural (feminismo, tambin parcialmente en el origen de levantamientos indgenas enGuatemala, Mxico o Ecuador) o de relaciones con la naturaleza (ecologismo, tambin movimien-tos indgenas). Ahora bien, los conflictos no son expresados de manera unvoca. As, el conflictocampesino (la reivindicacin social para la supervivencia cultural y econmica del pequeo agri-cultor) es vivido de manera diferente en Europa (donde tiene una expresin fundamentalmente

    econmica) que, por ejemplo, en comunidades mayas, donde la tierra representa una identidadhistrica y comunitaria para los individuos: el lugar donde yacen sus ancestros.

    2. Para una mayor profundizacin en el anlisis epistemolgico de los movimientos sociales ver Calle (2000).

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    La existencia no crea automticamente consciencia, ni un conflicto estructural se expresa dela misma forma desde distintas realidades socioculturales, como criticara Weber (1946, p. 215) aMarx. Los conflictos, por tanto, han de ser representados para que puedan adquirir existencia en

    el espacio sociedad. Esta representacin o sentido de un movimiento social se construye en espa-cios de socializacin compartidos por los integrantes del movimiento, de ah que el contexto soci-ocultural impulse a elaborar sentidos propios sobre conflictos especficos3 . Esta perspectiva cog-nitiva ha de verse como complementaria de perspectivas estructuralistas, y no antagnica, comotradicionalmente vena ocurriendo. La realidad proporciona las razones objetivas del conflicto,mientras que los movimientos sociales construyen, desde sus razones subjetivas, el sentido quepermite identificar y enfrentarse a ese conflicto.

    As, la estructura social (sobre todo en el proceso de desarrollo actual del capitalismo bajo elparadigma de las polticas neoliberales, o del proceso histrico que constituyen las relaciones dedependencia econmica y sociocultural Norte-Sur) seguir siendo fuente permanente de conflic-

    tos, independientemente de que estos conflictos lleguen a explicitarse o no, o de que sean repre-sentados de manera diferente por diversos actores sociales.

    3 El conflicto y su representacin

    Los movimientos sociales construyen sus representaciones del conflicto en torno a una seriede valores ticos que motivan a los individuos a intervenir conjuntamente en la transformacin dela realidad. Inspirados por estos valores los individuos elaboraran conjuntamente marcos de sig-nificado para aprehender el conflicto social en toda su dimensin. Los marcos de significadoestaran constituidos por un diagnstico de la realidad social (qu y cmo acontece, cules con las

    causas, quin es responsable) y unapropuesta para superar esa realidad con la que el movimientono se siente satisfecho (reforma agraria, abolicin de la Deuda Externa, etc.)4 .Sobre esos marcos de significado el movimiento social elabora sus marcos de accin: medi-

    ante que praxis se va a poner en evidencia y se va a superar eventualmente el actual orden social?Y por ltimo, todo estos marcos (de accin y de significado) han de ser elaborados en un espaciode interaccin: los encuentros, los espacios de comunicacin (polticos y culturales), la estructuraorganizativa y las propias acciones contribuirn a la conformacin de identidades sociales com-partidas y a la elaboracin de representaciones del conflicto y de acciones para superarlo.

    As pues, valores, marcos de significado y de accin constituyen el sustrato de representaci-n del conflicto. A continuacin recorreremos la representacin que construyen al respecto los tres

    movimientos.3.1 LOSVALORESCon respecto a los valores, el MST nos hablar de socialismo y humanismo como principiosque han de regir la construccin de una nueva sociedad en la que debern imperar la justiciasocial y la igualdad de derechos econmicos, polticos, sociales y culturales, procurando tam-

    3. Desde los 70 ha cobrado especial relevancia el enfoque cognitivo en el estudio de los movimientos sociales: movimientossociales como productores de conocimiento y de identidades compartidas. En este enfoque, que hunde sus races ltimas en laperspectiva sociolgica de Weber (1958) sobre la accin social, destacaramos los trabajos de Melucci (1996), Snow y Benford

    (1988), Eyerman (1991) y Castells (1986: 446-7, 1998: 92-3). Particularmente relevante para nuestro estudio ser el anlisisrealizado por Fernandes (1999: 229 y ss.) sobre la construccin de discursos por parte del MST en sus espacios interactivosms prominentes: campamentos y asentamentos.

    4. Ver Snow y Benford (1988) y Calle (2000) para una profundizacin en el concepto de marcos de significado.

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    bin combatir todas las formas de discriminacin social y buscar la participacin igualitaria dela mujer5 .

    A diferencia del MST, la RCADE no explicita valores ideolgicos, tales como socialismo,

    fruto principalmente de la heterogeneidad poltica de sus integrantes, de su estructura organizativacomo red de nodos ciudadanos, y de su corta existencia. En el ideario de la RCADE podemos leer:

    La Red lucha contra la pobreza e injusticia en sus orgenes, es decir, las estructuras, y no detenerse ensus efectos. [] La Red en s misma es una crtica del funcionamiento de las instituciones y organiza-ciones actuales y la bsqueda de un sistema alternativo para un mundo justo y solidario. [] Somosparte de los movimientos sociales internacionales en la lucha contra la exclusin. []La accin de laRed por la democracia participativa es parte de su esencia y es una de las formas de lucha por el cambiode estructuras.6

    Siendo la RCADE un movimiento social del Norte subraya como parte de su identidad sucompromiso internacionalista adems de la crtica comn en los nuevos movimientos socialeshacia el sistema institucional y poltico7 . Por el contrario, movimientos y organizaciones socialescampesinos de Guatemala, o el propio movimiento zapatista y las organizaciones indgenas que loconforman, compartiran valores positivos de solidaridad y justicia, pero subrayando, en diferentegrado segn el colectivo, que la interpretacin de los mismos se realiza sobre la base de la culturamaya8 . Por ejemplo, el EZLN manifiesta como puntos esenciales de su lucha el reconocimiento delos pueblos indios como sujetos de derecho pblico, la eleccin de autoridades de acuerdo a susprcticas ancestrales, el derecho de asociacin regional, etc. En la misma pgina web del EZLNpodemos leer que el territorio tiene un sentido histrico y cultural que no puede ser disociado de

    la existencia de los pueblos indios como tales9

    .3.2 LAREPRESENTACINDELCONFLICTOQu representaciones sobre el conflicto social construyen los tres movimientos? Para el MST, lareivindicacin de una reforma agraria (propuesta), pasa por un diagnstico centrado en la dialc-tica de lucha de clases campesino-terrateniente, y que en un mbito ms global se sita en ladinmica explotadores-explotados10 . El marco de accin ms notorio es la ocupacin de tierrascomo medida de presin sobre las instancias gubernamentales y obtener as la tierra prometidasobre la que empezar una nueva vida, y eventualmente continuar con la lucha (ocupar, resistir,producir como emblema ms presente en los mensajes del MST). Segn Stedile (2000, p.132-135), dirigente del MST, la ocupacin obliga a todos los sectores de la sociedad a manifestarse encontra [] la ley viene despus del hecho social, nunca antes.

    5. Ver documentacin del IV encuentro del MST de agosto de 2000 en www.mst.org.br, y en revista OSAL n. 2 septiembre 2000.Ver tambin un anlisis de la evolucin de estos principios polticos en Fernandes (1999, p. 79).

    6. Ver ideario elaborado tras el III Encuentro de abril de 2000 en www.rcade.org.

    7. Ver Offe (1992: 162 y ss.). Las movilizaciones sociales en torno a contra-cumbres del Banco Mundial, G-7, etc. ponen enevidencia no slo la crtica al sistema capitalista de estos movimientos, sino tambin la desconfianza hacia el medio institucio-nal: ONGs, sindicatos y partidos no suelen formar parte de muchos de los actos que tienen lugar en Europa.

    8. Ver Bastos y Camus (1996: 169 y ss.) para una ilustracin de la convergencia y divergencia en torno a valores y marcos designificado de organizaciones populares en Guatemala, segn se inclinen ms hacia perspectivas que se apoyan en los derechos

    humanos o en los derechos como pueblo indgena.9. Ver comunicado del EZLN del 29 de abril de 2001 y artculo de Ana Esther Cecea en www.ezln.org (tomado 14/6/2001).

    10. Como principios del MST figura 1. Construir una sociedad sin explotadores ni explotados, donde el trabajo tenga suprema-ca sobre el capital; 2. La tierra es un bien de todos debe estar al servicio de toda la sociedad.

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    La asignatura que todo movimiento social pretende aprobar es la reintegracin de la justiciaen las normas sociales y jurdicas existentes, poniendo en primer lugar de relieve la contradiccinque existe entre dicha justicia social y la legalidad vigente11. De ah tambin la bsqueda de la

    desobediencia civil practicada por los movimientos de solidaridad global (tambin referidos por laprensa como anti-globalizacin) en cumbres vinculadas al Banco Mundial (Praga septiembre2000, Barcelona, junio 2001) o de la Organizacin Mundial del Comercio (Seattle, 1999). Pero adiferencia de grupos como RCADE, que protagoniz una sentada en las escaleras del Congreso ennoviembre de 2000 (recibiendo una fuerte carga policial con cientos de heridos y que oblig alministro de interior a contestar una pregunta sobre dicha actuacin), el MST encuentra en estaforma de desobediencia la reintegracin de facto de la justicia a las normas sociales: la ocupacines el diagnstico y la propuesta llevada a cabo; la ocupacin pone en evidencia la injusticia que sedenuncia y al mismo tiempo constituye la solucin que el movimiento social plantea al conflictosobre acceso a tierras.

    As mismo, la ocupacin permite la retroalimentacin de la puesta poltica: es un espaciointeractivo que permite incorporar a nuevos militantes, y lo que es ms importante, sirve comoespacio de socializacin en una cultura poltica crtica que, precisamente, no es la que se impulsaen los entornos de socializacin habituales de nuestras sociedades (trabajo, familias, medios decomunicacin, escuelas). Los acampados suelen convivir con ncleos estables de familias duranteaos. De ah, no slo la solidaridad, sino tambin la formacin poltica (va participacin asamble-aria, colaboracin en actos y marchas, organizacin de la vida en el campamento, informacin yacceso a documentacin del MST), ya que como muchos acampados declaraban textualmente enlas entrevistas de campo realizadas esto es como una escuela12. La socializacin es tan fuerte quese habla en trminos de morir por este proyecto, y si bien la mayora de acampados y acampadas

    puede que abandonen la lucha poltica tras la consecucin de tierras, es tambin norma que unnmero reducido de ellos y ellas renuncien a la posibilidad de asentarse para seguir colaborandoen esa lucha, o para seguir realizando su proyecto personal de sociabilidad: mismo si tomo lotedejo a mis hijos y vuelvo a mi lona negra, declaraba una coordinadora de grupo. La explicacinde esta socializacin no reside slo en las actividades de debate y de concienciacin poltica. Lallegada a un nuevo campamento (suelen desplazarse al cabo de unos meses por razones tcticas opor despejes policiales) supone la construccin de un nuevo espacio fsico comn: pozos, letrinas,barracas comunes, aparte de las labores rutinarias que desarrollan los equipos de salud e higiene,vigilancia, abastecimiento, etc. La ocupacin es, por tanto, marco de significado, marco de acciny espacio intenso de socializacin. Esta socializacin disminuir de intensidad al asentarse las

    familias debido a que muchos y muchas consideran alcanzados bastantes objetivos de su lucha, ysobre todo, a que en la mayora de los casos se desarticula la red de solidaridad que una a lasfamilias en sus tareas cotidianas.

    De manera similar, en las comunidades indgenas de Guatemala, la movilizacin social debe-r mucho a la existencia de espacios interactivos cotidianos como son las propias comunidades.Sobre esos espacios fsicos, se ha asegurado la transmisin de una cultura que durante 500 aos haestado bajo presin de las elites dominantes. Estos espacios interactivos fueron activados para lalucha poltica, en parte, con la ayuda de agentes externos: tal fue el caso de las comunidades debase de la Iglesia catlica durante los aos 60 y 70, una teologa de la liberacin que en Brasilservira de paraguas organizativo y concientizador; o las cooperativas rurales en Guatemala alenta-

    11. Para Melucci (1996: 25-28) un movimiento social es toda forma de accin colectiva que (i) invoca solidaridad, (ii) pone demanifiesto un conflicto y (iii) conlleva una ruptura de los lmites de compatibilidad del sistema en el cual tiene lugar la accin.

    12. Todas las entrevistas de campo realizadas entre los meses de abril y junio de 2001.

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    das desde la Agencia Internacional para el Desarrollo a finales de los 60, y que sirvieron paraelevar los marcos de significado sobre los problemas en el campo (ver CEH, 1999, cap. I).

    As, en el caso de Brasil, las comunidades de base catlicas se constituan en un espacio de

    socializacin poltica, donde las familias se reunan para conocerse, y pensar su papel en la socie-dad (Fernandes, 1999: 72). Desde ah, los campesinos y las campesinas de Brasil fueron elevan-do el nivel de representacin y de delimitacin de sus problemas para comenzar reclamando 1.legalizacin de tierras ocupadas por los trabajadores (encuentro fundacional del MST en 1984)hasta llegar a demandar diez aos despus no slo un programa completo de reforma agraria sinotambin toda una sociedad donde el trabajo tiene supremaca sobre el capital (ver Fernandes,1999, p. 72)13.

    La capacidad de presin y de manifestacin del conflicto por parte de las comunidades ind-genas de Guatemala ser bastante inferior, a pesar de que en trminos de desigualdades sociales lasituacin de pobreza sea ms extrema que en Brasil, alcanzndose en algunas regiones un porcen-

    taje de analfabetismo del 95% y una mortandad infantil del 123 por mil (PNUD, 1998). Los mar-cos de accin de mayor presin en Guatemala se encuadran ms en torno a marchas, manifestaci-ones y espordicamente alguna ocupacin de predios pblicos; particularmente importante para eldesarrollo del movimiento indgena fue la campaa 500 aos de Resistencia, cuyo encuentro en1992 en Xela (Quetzaltenango) convocara a 100.000 personas y a cientos de representantes decomunidades indgenas de todo el continente americano. Entre las razones del menor avance dedeterminadas propuestas del movimiento campesino en Guatemala situaramos el hecho de questas se basan, al igual que en Mxico, en aspectos polticos que proponen reafirmar los derechosancestrales de los pueblos mayas, lo que pone en tela de juicio el propio Estado de Derecho y lasprerrogativas econmicas de las elites de aquel pas. Adems, la impunidad sigue siendo moneda

    corriente, y an est en pie toda una cultura del terror desatada bajo el genocidio perpetrado por elgeneral Ros-Montt a principios de los 80, y que resta credibilidad y persuasin a toda movilizaci-n social: meterse en poltica equivale prcticamente a declararse comunista o guerrillero, loque en Guatemala est frecuentemente asociado a recibir una condena de muerte.

    A diferencia de los movimientos sociales anteriores, los nuevos movimientos en Europa es-tn an intentando reconstruir visiones globales del mundo, marcos de significado que puedanorientar su accin social e incentivar (tica e instrumentalmente) la participacin en los mismos.El descrdito de la poltica tradicional supuso el descrdito de las ideologas y por ende (en unaasociacin que constituye un serio obstculo para la movilizacin social) de todo pensamientopoltico. La falta de espacios de socializacin entre estos nuevos movimientos, como es el caso de

    la RCADE, les impide progresar en la creacin de un espacio interactivo. Internet es, en estoscasos, un enemigo ms que un aliado: salvo excepciones, no permite debate de ideas, y no ayuda aconstruir un nosotros que ha de basarse forzosamente en un intercambio real de discursos, eincluso de emociones.

    Como consecuencia de todo ello, encontramos a muchos de estos movimientos sociales mspendientes de la accin que de la elaboracin y de coordinacin de alternativas sociales que su-pongan un desafo al orden social. Cierto es que se critica ferozmente a la globalizacin neoliberal,reclamando una Tasa Tobin, la abolicin de la Deuda Externa y una carta de derechos socialescomn a todo Europa, por poner algunos ejemplos. Pero la heterogeneidad de estas redes (donde

    13. No obstante, dependiendo del espacio de interaccin la explicitacin de estos marcos de significado ser ms o menoscompleja. En los campamentos, los propios mtines y las discusiones de asamblea, refuerzan como sentido de la lucha el enfren-tamiento entre sem terra yfazendeiros-jagunos. Cuando los entrevistados desempeaban labores de coordinacin, en el propiocampamento o en el MST, el discurso inclua actores y conceptos como neoliberalismo, explotados, lucha de clases, indicandouna mayor profundizacin ideolgica del sentido social de la accin.

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    conviven socialdemocracia, comunismo y anarquismo fundamentalmente) en unos casos, y la atrac-cin de la accin (consecuencia en parte del descrdito de las grandes narrativas polticas y de losactores sociales institucionalizados), llevan a primar el no sobre la propuesta. Ejemplo de ello,

    no obstante, puede ser tambin lo acontecido en el I Foro Social Mundial: la heterogeneidad de losparticipantes (poltica y culturalmente), la diversidad de conflictos polticos desde los que cadauno observaba el mundo, entre otras razones, mostraron cun difcil puede ser la coordinacincuando no existen espacios interactivos que nutran un sentido comn de la accin social.

    4 Enfrentamientos reales y simblicos:movimientos sociales contra las elites

    Los movimientos sociales se enfrentan primordialmente a un poder (econmico, poltico ycultural) establecido, situando a un sector definido de dicho poder como actores responsables de la

    situacin social que se denuncia. Tanto para los movimientos revolucionarios como para el movi-miento obrero tradicional el tablero de enfrentamiento por ellos definido (a travs de la luchaarmada y las huelgas y manifestaciones, respectivamente) est esencialmente constituido por fuerzasreales: se ejerce una presin directa, material, para que el otro cambie o vea alterada su posicinpoltica.

    En los nuevos movimientos sociales, o en las nuevas formas de accin social y poltica, en lasque situaramos al MST, a la RCADE y al movimiento social de Guatemala, el escenario de con-frontacin se visibiliza principalmente a travs de fuerzas simblicas: en primer lugar, el alcancedel actual universo de comunicacin y cultura (internet, medios de comunicacin, literatura, ciney msica, etc.) obliga a que los distintos actores sociales tengan que representar su visin del

    conflicto dentro de este universo; en segundo lugar, los actores sociales tratarn de conquistarespacios socioculturales que sostengan los valores y los mensajes de cada uno de dichos actores (atravs de campaas dirigidas a: potenciales integrantes o simpatizantes del movimiento social,centros de difusin de cultura y pensamiento como universidades, grupos de intelectuales o artis-tas, los propios medios de comunicacin, etc.). Por otra parte, salvo casos como el EZLN enMxico, el enfrentamiento directo bajo amenaza de emprender o responder mediante accionesviolentas se descarta. El control de los Estados (militar y eventualmente meditico) hace pocorazonable la imposicin de nuevos rdenes sociales, adems de infringir determinados valores yparadigmas de la accin social de muchos de estos nuevos movimientos sociales: democraciaradical, convencer y no imponer, desafo de valores militaristas o que engendre violencia14 .

    As, estos movimientos sociales buscarn cada vez ms realizar acciones sociales ms llama-tivas y participativas que puedan simbolizar el conflicto y sus propuestas para la superacin delmismo. Tal sera el caso de las ocupaciones del MST como diagnstico-solucin la reforma agra-ria, o de la consulta de la RCADE como diagnstico-solucin a la falta de una democracia real. Enambos casos se persigue hacer partcipe a la ciudadana de la accin, poniendo al mismo tiempo enevidencia la naturaleza del conflicto y cmo su resolucin contraviene el orden establecido,proyectando as hacia la ciudadana un mensaje simblico: la justicia no es posible en el actualorden social. Por su parte, los actores nombrados como responsables del conflicto trabajarn a suvez en presentar las acciones de estos movimientos sociales como contravinientes de un ordennecesario: son movimientos atrasados o paleolticos, cuya utopa representa caos e injusticia,

    14. El acceso al poder momentneo de los indgenas de Ecuador en el 2000 fue fruto de un gran campaa de desobediencia civil,y se encontr con la oposicin frontal de Estados Unidos cuya intervencin hizo reconsiderar a los militares su posicin favora-ble a la toma de poder por parte de los indgenas.

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    que en realidad estn, bien procurando un beneficio particular, o bien, en el mejor de los casos,trabajando por un inters comn de una forma errnea y contradictoria.

    No obstante, el tablero de fuerzas simblicas se sostiene sobre un tablero de fuerzas rea-

    les, expresin y continuacin del escenario ms tradicional de pugna entre actores sociales. Laselites contrarias al orden social al que apunta un movimiento en cuestin se servirn de su posicinpoltica o econmica para que el tablero simblico se incline a su favor: tratarn de impedir lareproduccin de espacios sociales desde los que se apoyan y se organizan sus discursos y susacciones, utilizarn el aparato administrativo, judicial o las fuerzas del orden pblico para prevenirataques al Estado de Derecho, presionarn a medios de comunicacin o lanzarn campaas quedesarticulen la credibilidad y la confianza en los valores y en el mensaje del movimiento social.As mismo, la propia situacin del pas (las oportunidades polticas, las redes organizativas exis-tentes, etc.) permitir u obstaculizar la transmisin de mensajes, la creacin de alianzas, la sensi-bilizacin de la ciudadana, etc. lo que empujar la balanza simblica hacia el movimiento social o

    en direccin contraria a ste. Desde esta perspectiva, cobran relevancia (dependiendo del contextoy del conflicto que se est analizando) los anlisis centrados en cuestiones estructurales de movi-lizacin social: perspectivas marxistas, teoras de la dependencia y teoras de las escuelas nortea-mericanas de movilizacin de recursos y de las oportunidades polticas15.

    4.1 GUATEMALA: LAMOVILIZACINFRENTEALTERROREn Guatemala se situara el peor de los escenarios de fuerzas, cuando lo comparamos con el delos otros dos movimientos sociales que son objeto de nuestro anlisis. El cambio de rgimen afinales de los 80, y la firma de los Acuerdos de Paz en 1997 ampli las oportunidades polticas y deorganizacin de la sociedad, particularmente de la comunidad maya. No obstante, la realidad se

    torna sombra en el corto plazo para el avance de cuestiones bsicas, desde los derechos indgenasrecogidos en los Acuerdos hasta garantizar unos derechos sociales mnimos para la poblacin, aveces ni siquiera el respeto a la vida, dados los niveles de violencia social, y ms sectariamente, deviolencia poltica an existente16 .

    La cultura del temor en la que se encuentra sumergida la sociedad guatemalteca (la equipa-racin de accin poltica a iniciativa guerrillera, con el consiguiente temor que genera entrelos campesinos, y la baja credibilidad de los derechos humanos, tanto en su valor como en suimplementacin) hacen escasamente persuasivo para los ciudadanos salir a defender derechoshumanos, sean stos sociales o de los pueblos indgenas (CEH, 1999 y REHMI, 1998). Adems,la falta de recursos organizativos dada la situacin tan empobrecida en que se encuentra la

    mayora de la poblacin o institucin que pudiera dar apoyo, la persistencia de organizaciones yprcticas ligadas al aparato de represin de la dictadura (y que continan ejerciendo asesinatosselectivos, coaccionando a activistas de organizaciones e involucrndose en otras formas deviolencia social: desde linchamientos hasta delincuencia organizada), la falta de oportunidadespolticas (dificultades y falta de apoyo en tareas de sensibilizacin sobre los derechos de lacomunidad indgena, prcticas fraudulentas en la obtencin de votos) y las presiones sobre jue-ces y medios de comunicacin a la hora de abordar investigaciones sobre la trama de impunidadconforman un panorama difcil para poder abrirse hueco en el tablero de fuerzas reales. A

    15. Ver (McAdam y otros, 1996) para un anlisis del paradigma de estas escuelas norteamericanas. Consideramos que las teorasde movilizacin individual instrumental (coste/beneficio, ver Elster, 1991) adquieren muy poca relevancia para el anlisis de la

    accin global habida cuenta de que esta movilizacin se caracteriza por la conformacin de espacios y sentidos comunes, y nopor decisiones individuales.

    16. Tal sera el caso del retorno de la pena de muerte, de la proliferacin de linchamientos como consecuencia del descrdito dela justicia y de la limpieza social que ejercen unidades paramilitares (ver CODEHUCA, 1998; AI, 1997: 52)

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    pesar de algunos signos positivos17, en la reciente visita del relator de Justicia de la ONU, stemanifestaba su preocupacin por las amenzas y los ataques a magistrados que investigan casosde corrupcin o en los que aparecen involucrados militares; segn el propio relator en Guatema-

    la exista una cultura del miedo e instaba al gobierno a tener determinacin de acabar con laimpunidad (ver diarioEl Pas 22/3/2001 y 14/5/2001).

    Sobre esa desigualdad de fuerzas, se reproduce la cultura del temor, y al mismo tiempo, seofrece una imagen distorsionada de los valores y prcticas de la cultura maya, identificndolos conejercicios brutales de violencia como son los linchamientos que acontecen en pueblos del interior.Esa desigualdad de distribucin de fuerzas fsica y simblica puede explicarnos entonces por qula consulta popular sobre la inclusin de derechos indgenas en la constitucin de 2000, no sobre-pas el 20% de participacin y en la que el no sali vencedor.

    En comparacin con el MST, y con la recin gestada RCADE, las elites de Guatemala lleva-ron hasta las ltimas consecuencias la poltica de quitarle el agua al pez, como gustaba definir al

    ejrcito guatemalteco su pretensin de arrasar y militarizar comunidades indgenas, consideradascomo cmplices de la guerrilla. Los diferentes contextos polticos de Brasil y del Estado espaolhacen que, en la actualidad, el enfrentamiento simblico sea ms visible que el enfrentamientofsico, si bien en Brasil los 1.200 asesinatos de agricultores, sindicalistas, abogados y religiosos(con slo 56 juicios celebrados y 7 condenas firmes hasta el 2000) nos ilustran el papel de losparamilitares de la UDR, y de la connivencia en algunos casos del aparato judicial con una de losintegrantes del conflicto (ver Almeida, 2000, p. 30). En el caso de la RCADE, dada su dbil yreciente implantacin, la presin sobre sus integrantes no pasa de alguna multa por atender mani-festaciones, o de controles policiales tras la finalizacin de encuentros. No obstante, la poltica dequitarle el agua al pez nos servir de metfora para introducir como se desarrolla en el espacio

    fsico (recursos organizativos, oportunidades polticas, medios de comunicacin, etc.) el enfrenta-miento entre el MST y las elites, fundamentalmente el gobierno, para frenar la aceptacin populardel movimiento social18 .

    4.2 LASAGUASDEL MST YLAOFENSIVADELGOBIERNOEl fin de la dictadura y la promulgacin de una constitucin en 1988 constituy un fuerte incentivopara el desarrollo del MST. En primer lugar, las mayores oportunidades polticas permitieron laconquista abierta de espacios sociales en el campo y en la ciudad y la creacin o afianzamiento dealianzas con actores que compartan valores y marcos de significados con el movimiento social (lapropia Iglesia, el PT y el sindicato CUT; ver Fernandes, 1999: 65 y ss., 120). La Constitucin, si

    bien no reflejaba las aspiraciones de los movimientos campesinos, contribua a situar como princi-pal valor de la tierra su funcin social, y leyes desarrolladas posteriormente obligaban al gobier-no, al menos en teora, a expropiar aquellas tierras productivas pero mantenidas en la ociosidad(ver Fernandes, 2000, p. 254). De hecho, en los primeros aos de gobierno de Fernando HenriqueCardoso (1995-1997), ste colocaba entonces la reforma agraria como una de las prioridades de sugobierno y al propio MST como un movimiento social que serva de colaborador para este prop-

    17. Como hechos positivos que permiten hablar de nuevos aires en el panorama poltico de Guatemala, destacaramos la recientecondena de altos militares del Ejrcito, la primera vez que esto ocurre en la reciente historia del pas, por el asesinato del obispoGerardi, director de un informe sobre las violaciones de derechos humanos que situaba al Ejrcito como mximo responsable delas atrocidades cometidas (ver Folha de S. Paulo, 9/5/2001). As mismo, el ex-dictador Ros-Montt era obligado a abandonar la

    presidencia del Congreso por estar siendo investigado en un delito de manipulacin de leyes.18. Con todas las precauciones que deben siempre tomarse para extrapolar datos de las encuestas, el apoyo al MST por parte dela ciudadana estuvo en torno al 50% en 1995 y 1996, pasando a un 77% tras la matanza de 17 campesinos en Carajs, situndosedesde 1998 sobre el 63% (ver Konder, 2000, p. 121).

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    sito (ver Konder, 2000: 34 y ss). Entre 1995 y 1999, los datos del gobierno sobre el nmero defamilias asentadas eran de 370.000, ms que en los 20 aos anteriores, si bien, el propio MSTmatizaba a la baja esas cifras19, alegando que esos nuevos agricultores de los que hablaba el gobi-

    erno no eran siempre producto de la reforma agraria. El MST postulaba que el gobierno no tenaverdadero inters en una profunda distribucin de tierras, como probaran los recursos cada vezms reducidos dedicados al INCRA y que el organismo llegase a permanecer ms de 40 das sindirector. El MST consideraba que los avances en la reforma se deban ms a la presin del propiomovimiento social, al apoyo de la ciudadana (2/3 de la misma considerando muy necesaria surealizacin20) y al hecho de que la paridad dlar-real haba devaluado considerablemente el valorde las tierras21. Es ms, la propia constitucin de la Cmara del Congreso, en la que un 30% de losdiputados a comienzos de los 90 seran grandes propietarios de tierras, haca creble la crtica deque el poder poltico se refugiaba en una retrica favorable, pero que en la prctica las propiasleyes instituidas obligaban en realidad al gobierno a satisfacer tan slo unos mnimos en el proceso

    de distribucin de tierras en el Brasil (ver Gomes da Silva, 1994).Junto a esta apertura de oportunidades polticas, el avance en el nmero de asentados permi-ta la conformacin de ncleos de familias de campesinos que accedan a unos mnimos de vida yque continuaban en, o pasaban a engrosar, la base social del MST. Esta base social se situara entorno al 50% de las familias asentadas, unas 150.000. La Constitucin de 1988 pas a permitir lacreacin de cooperativas no tuteladas por el INCRA. Las cooperativas, y en general, el consiguien-te aumento de renta de los asentados servan para sostener al movimiento social y para dotarlo decredibilidad hacia los sem terra, merced a la consolidacin de los xitos en la lucha por la tierra.Un estudio realizado por el INCRA en colaboracin con la FAO revelaban que los asentamientosvinculados al MST, y en general los provenientes de una lucha organizada por la tierra, eran los

    que presentaban un mayor ndice desarrollo; al mismo tiempo, el mencionado estudio reconocalos atrasos en la concesin de los crditos prometidos por el gobierno y el escaso apoyo tcnicoque ste otorgaba en la prctica a los asentados (INCRA/FAO, 1998).

    La generacin de recursos econmicos contribuy a mantener las necesidades de organizaci-n y coordinacin de las actividades sociales y polticas del MST. Esta financiacin, que segn losintegrantes del MST se realiza de manera voluntaria para soportar la lucha poltica, sera fuerte-mente contestada por el gobierno y por ciertos medios de comunicacin, como veremos ms ade-lante.

    Tambin la apertura de oportunidades polticas trajo consigo la apertura de oportunidadesmediticas. El conflicto social en el campo pasaba a ocupar un lugar destacado y frecuente en las

    pginas de informacin. Ms relevante an es el nmero de editoriales que importantes diariosdedicaron al MST en el ao 2000 (Folha de S. Paulo: 11; O Estado de S. Paulo: 31; yJornal doBrasil: 21), buena prueba del debate pblico, a favor y en contra, que el movimiento social gene-ra22. Particularmente destacable, corroborando nuestra tesis de abordar los conflictos sociales des-de la perspectiva de un enfrentamiento en pugna por el imaginario social, es el papel atribuido a la

    19. Las cifras ofrecidas por el investigador Fernandes (2000: 271) situaran en 300.000 el nmero de familias asentadas, de lascuales un 50% estaran vinculadas al MST.

    20. En revista Carta Capital (24/5/2000, n. 123), de edicin electrnica en www.terra.com.br/cartacapital (observacin: 20/6/2001).

    21. Para un anlisis de la evolucin de posicionamientos del gobierno, del MST y de la ciudadana, ver el detallado trabajo de

    Konder (2000).22. Ver Konder (2000: 74, 75, 120) para un estudio de las relaciones entre MST y gobierno, prensa, iglesia y otros actoressociales, incluyendo ciudadana. Salvo indicacin contraria, las reflexiones sobre medios de comunicacin y posicionamiento degobierno provendrn de este trabajo.

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    difusin en 1996 de la novela O rei do gado, por el principal canal de TV (Rede Globo), queretrataba la situacin de los sin-tierra: los integrantes del MST pasan a tener rostro y a despertarsimpata. El movimiento social entraba en la cotidianeidad de buena parte del pueblo brasileo,

    los individuos lo incorporaban a las representaciones de su vida, y lo que es ms importante,acompaaban esta representacin con visiones positivas de los integrantes. Este hecho, unido a larepercusin de la matanza de campesinos en Carajs y a la Marcha a Brasilia protagonizada en1997, hacan que en ese ao una encuesta llegase a mostrar un 85% de aprobacin a las ocupacio-nes de tierras.

    En 1998, surga la voz de alarma en Planalto. El MST creca, no slo en presin (a travs deocupaciones y ocupacin de edificios del INCRA, reteniendo en ocasiones a sus funcionarios), sinoen la especificacin y en el nivel de sus demandas23. As mismo, el modelo de produccin agrcoladel MST centrado en un mercado interno, opuesto a la concentracin de produccin en torno a laagroindustria exportadora, y favorecedor de la agricultura orgnica frente a la transgnica, represen-

    taban un desafo para determinadas elites econmicas y polticas del pas. El gobierno, a travs dedeclaraciones de Fernando Henrique o de sus ministros, pasaba a calificar al MST, no de bandera dela reforma agraria, y s de grupo de protesta, grupo poltico, asaltantes e ilegtimo. Laselecciones de ese ao, y los apoyos polticos que se establecan entre el MST, sindicatos y partidosde oposicin, convidaban a emprender una estrategia de quitarle el pez al agua.

    Y el agua del MST lo constituan la imagen pblica asociada a la lucha histrica contra losterratenientes en Brasil (y por ende contra elites y colonizadores), la simpata de determinadaselites culturales e intelectuales24, los lazos con actores sociales influyentes (desde la Iglesia alpropio PT), la afluencia de recursos a travs de las cooperativas y asentamientos, los campesinosque vean como la lucha del MST se transformaba en una realidad social y econmica diferente

    para ellos, y por ltimo, su osada en ocupaciones de tierras y predios, que impulsaba a agentesinstitucionalizados y a otros movimientos sociales a seguir su camino25. En definitiva el agua eraeminentemente simblica y cultural, y aseguraba la identificacin MST = movimiento socialhistrico, legtimo, actuando en defensa de los campesinos desheredados: haba que iniciar unapresin meditica para desarticular esa imagen. Pero el agua tambin tena sus fuentes (eltablero de fuerzas simblicas posee un sustrato real) y a partir de este razonamiento, y apoyndoseen la campaa hostil desde los medios de comunicacin, el gobierno se decidira a acabar con esasfuentes. Entre las medidas adoptadas figuraran: el corte de apoyo tcnico y de crditos a losasentados, la instauracin de un sistema de adquisicin de tierras a travs de la compra y no de laconcesin (Banco da Terra) y, particularmente en algunos estados como es el caso de Paran, el

    inicio de una fuerte represin, en las que polica y paramilitares aparecan involucrados en 16asesinatos y 31 tentativas de asesinato26.

    23. Para el profesor Bernardo Manano Fernandes (2000b) o debate hoje, no o de no assentar as famlias sem-terra, mas daforma como vo ser assentadas. Segn Konder (2000, p. 31) a postura do governo diante do MST mudou aps o massacre deEldorado dos Carajs. Fernando Henrique Cardoso percebeu a necessidade de coordenar melhor as aes para poder enfrentar omovimento.

    24. Las elites culturales ayudan a dotar de credibilidad y de proximidad a un movimiento social, dado que las personas tambinrecrean su mundo a partir de las manifestaciones artsticas. Mxime si el apoyo se produce como en el caso del MST desde lasdiversas esferas culturales: Chico Buarque, Niemayer, Angelo Antnio y Leticia Sabater, Sebastio Salgado, Augusto Boal,Jelson Oliveira, como representantes destacados que ejemplifican la introduccin del MST en las esferas brasileas de msica,arquitectura, cine, fotografa, teatro y poesa.

    25. Tal sera el caso del sindicato CUT y su filial en el campo, Contag. Tambin recordamos que al margen del MST otros

    movimientos o grupos sociales realizan ocupaciones (ver Fernandes, 2000, p. 256).26. Ver conclusiones del Tribunal Internacional de Derechos Humanos, celebrado en Curitiba en mayo de 2001 enwww.conflitonocampopr.org, presidido, entre otros y otras, por el premio Nobel de la Paz, Adolfo Prez Esquivel, y organizadodesde diversas instancias sociales, entre las que figuraban la CPT y el MST.

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    Los asentados constituyen el pilar ms importante del MST. Desde una perspectiva culturallos asentamientos son espacios de socializacin donde se reproduce el sentido poltico del MST,son los nuevos quilombos, los nuevos Canudos, la realizacin poltica de las Comunidades Eclesi-

    ales de Base. Aporta adems credibilidad y concordancia con la experiencia27 a aquellos y aque-llas que se estn sumando a la accin poltica en los acampamientos. Y al contrario que un acam-pamiento, es un espacio que difcilmente puede ser quebrado desde la va jurdica o policial. Noobstante, habida cuenta de la precariedad de los campesinos all instalados, s precisan de unapoyo tcnico y econmico para reproducir ese espacio y para subsistir ellos mismos. La justifica-cin para el corte de ese apoyo tcnico y econmico que constituyen los programas gubernamen-tales Lumiar y PRONAF (Programa Nacional de Agricultura Familiar) para la instalacin de losasentados (ayudas que rondan los 10.000 reales en crditos y otras a fondo perdido para vivienda)se produjo tras la aparicin en prensa de artculos y reportajes en los que la coordinacin del MSTera acusada de presionar a los asentados para que stos desviaran ese 3% (a veces un 10% segn

    los medios) al movimiento social28 . Estos recortes impidieron la puesta en marcha de cooperativascomo es el caso de la Cocamp en el Estado de So Paulo. Y afectaron tambin al programa educa-tivo PRONERA (Programa de Educacin Nacional en la Reforma Agraria): PRONERA constituyeuna de las formas de reproduccin de las representaciones que apoyan una identidad campesina yfavorecedora de la reforma agrararia(ver revista Veja, 6/5/2000 y Folha S. Paulo, 14/5/2000).

    La connivencia gobierno-medios es puesta en evidencia por Konder (2000, p. 66, 72). Inves-tigaciones realizadas por algunos periodistas mostraron que el propio ministro de la Secretaria deComunicacin del Gobierno, en plena campaa de ocupacin de predios por parte del MST en el2000, lleg a ponerse en contacto con la revista Veja para pedir una lnea editorial en defensa delgobierno frente al MST y con el canal TVE para que ste retirara una entrevista con Stedile. Se

    demostr tambin las facilidades para el desplazamiento aportadas por el propio INCRA para queun periodista de la Folha de S. Paulo organizara reportajes sobre la presunta desviacin de fondosdel MST. Das despus de estas intervenciones del gobierno, los principales peridicos del paspedan en sus editoriales mayor dureza del gobierno con el MST.

    La ofensiva gubernamental se completa, en el terreno econmico, con la creacin del Bancoda Terra, proyecto financiado por el Banco Mundial, y por el que, fuera ya de lo que puede consi-derarse la poltica de Reforma Agraria, los campesinos reciben crditos para la compra de tierras.Adems, el gobierno lanza un programa de solicitud de tierras por correo que, junto con el Bancoda Terra, desarrollan un acceso individual a las tierras, con lo que obstaculizara, en principio, laformacin de asentamientos vinculados al MST, aunque podra promover un nuevos focos de

    conflicto29

    .En el terreno jurdico y de las fuerzas de seguridad, el gobierno crea un servicio de informa-ciones especfico sobre la violencia en el campo, prepara proyecto para la infiltracin de espas,con autorizacin judicial en organizaciones criminales y movimientos que pongan en riesgo alseguridad institucional como es el caso del MST30 y el nmero de detenciones de militantes del

    27. En las entrevistas realizadas en los campamentos, los sem terra concedan al MST una credibilidad al comprobar que susdiagnsticos y propuestas s reflejaban su realidad: su accin poltica era la que reportaba los frutos obtenidos en la reformaagraria, mientras que el gobierno no cumpla o cumpla muy tarde (las cestas bsicas de alimentos al igual que los crditos a losasentados no llegaban, las promesas de tierras que constataban como griladas no eran expropiadas).

    28. Ver revista Veja (6/5/2000) y Folha de S. Paulo (14/5/2000).

    29. Segn el informe INCRA/FAO (1998) entre las causas que llevan al fracaso o al menor desarrollo de los asentamientos estarala inexistencia de crditos de apoyo tcnico y la dificultad para reembolsar los mismos.

    30. Puede ser permitida la infiltracin del MST y otros movimientos de cuo social, eegn publicaba O Globo (21/6/2000), verKonder (2000, p. 60).

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    MST se eleva a 258 entre enero y septiembre de 2000 (13 en 1996 y 21 en 1995; Konder, 2000,p.60). E incluso en el Paran la polica militar llega a recibir entrenamiento en el extranjero (Israel)para eventualmente acometer ms eficazmente los despejes de las ocupaciones del MST31.

    Con sus actuaciones en el terreno econmico, jurdico y policial, el gobierno intentara ladesestabilizacin de las fuentes fsicas de reproduccin del MST. Paralelamente, su actuacin enel terreno de la representacin del conflicto, la iniciativa del gobierno perseguira desmontar en elimaginario social la identificacin, por parte de la ciudadana, del MST con un movimiento socialhistrico, legtimo y actuando en defensa de los campesinos desheredados. Este imaginariodebera ser reemplazado por una visin del MST como movimiento violento, corrupto y contra-rio a la funcin social de la reforma agraria y a la bsqueda de poder poltico. Esta iniciativa sedesarrollara principalmente a travs de los medios de comunicacin, cuya posicin editorial serafavorable a una actuacin ms contundente con el MST, aunque queremos destacar que esto noimpide, sin embargo, la aparicin de reportajes que proyectan una imagen positiva del movimiento

    social32.Ofrecemos a continuacin algunas acciones y publicaciones con objeto de ilustrar esa batallasimblica que se desarrolla entre el MST y las elites polticas y econmicas. El MST es presentadocomo movimiento violento mediante su identificacin con movimientos guerrilleros que subvi-erten el Estado de Derecho. En abril de 2000 el canal Rede Globo emita un reportaje en susinformativos en los que la escuela de formacin tcnica del MST era presentada como una escuelade entrenamiento guerrillero33 . El uso defaces y hoces en reuniones y en marchas, herramientasde trabajo que representan seas histricas de la identidad campesina, sirve para entroncar almovimiento social con un imaginario de violencia y subversin revolucionaria por la va de lasarmas; as, y como ejemplo ilustrativo, en O Estado de S. Paulo podamos leer: [el gobierno]

    acepta la presin amenazadora del MST empuando sus inocentes-letales instrumentos de tra-bajo (foces,faces), mas [el propio MST] califica de violencia la accin policial en pro del ordenlegal. El MST busca en foces yfaces su identidad, y en las ocupaciones la restauracin de la justicia prometida en la constitucin; en el texto presentado se subvierten esas relaciones: lossmbolos son letales, y la ocupacin es una violacin del orden. La ocupacin de predios, enparticular oficinas del INCRA, y la eventual retencin de funcionarios en determinadas ocasiones,es una va de presin puntual de los integrantes del MST ante una falta de cumplimiento de acuer-dos por parte del gobierno34. Estas ocupaciones, junto con la simbologa de violencia difundida endeclaraciones del gobierno y en los medios, estaran, fundamentalmente, en la explicacin delrechazo de la ciudadana a ciertas actuaciones del MST, aceptando sin embargo sus objetivos y

    dotando de legitimidad al movimiento35

    .

    31. Documentacin presentada en el Tribunal Internacional de Derechos Humanos, ver nota 28.

    32. Ejemplos de las mismas sera el seguimiento meditico del Tribunal Internacional de Derechos Humanos, en Curitiba mayo2001, o el tratamiento meditico recibido en ocupaciones significativas como la del senador Jader, favorable a las reivindicaci-ones del movimiento social y sin proyectar una imagen de violencia (ver por ejemplo, Folha S. Paulo de 15 de junio 2001).

    33. Sobre la base de la entrevista a un presunto ex-trabajador del mencionado instituto.

    34. Por ejemplo, la no llegada de cestas bsicas a los campamentos provoca una situacin de desespero y de hambre entrefamilias que, en tal situacin, son obligadas a abandonar el campamento o a reforzar la presin sobre el gobierno. Los acampadosentrevistados son conscientes de que slo acciones mediticas pueden obligar al gobierno a cumplir determinados acuerdos.En ese contexto se produjeron, por ejemplo, los saqueos a dos camiones que llevaban alimento en un campamento del Pontal deParana-panema (ver Folha de S. Paulo 29/6/2001).

    35. Expresando de nuevo la mayor cautela con respecto a la extraccin de informacin a travs de encuestas, el apoyo a lareforma agraria se sita desde 1995 en torno al 85% y el del MST sobre el 63%, porcentaje similar a los que se opondran a laocupacin de predios (ver Konder, 2000: 120 y ss. y revista Carta Capital (24/5/2001) n.123 en www.terrra.com.br/cartacapi-tal).

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    La ilegitimidad del MST y su representacin como colectivo corrupto y contrario a lafuncin social de la reforma agraria se fundamenta, en primer lugar, en la batalla simblica porla definicin de violencia y de cumplimiento de la ley: para unos, el conflicto es consecuencia

    de la no ejecucin de la reforma agraria y del mantenimiento de un orden caracterizado por ladesigualdad social; para otros, el conflicto es fruto de la conculcacin de derechos constituciona-les como el respeto la propiedad privada36. En el caso de Brasil, la proyeccin de una imagen deilegitimidad tambin se ampara en la presentacin del MST como corrupto en un pas fuerte-mente preocupado por la gran cantidad de escndalos que salpican a polticos en el manejo defondos pblicos. El apoyo al MST con una cuota, proveniente en ocasiones de crditos del propiogobierno, fue presentado como desviacin de fondos en un intensa campaa meditica iniciadaen mayo de 200037. La propia estructura informal del MST, esperable en todo movimiento social,refuerza ese imaginario. Muchas veces son las cuentas personales de militantes las que canalizaningresos, incluso del propio gobierno, lo que da pie a artculos en los que, sin comprobar el destino

    final de esos fondos, la presencia de ese dinero en una cuenta personal sirve para apelar a laexperiencia histrica de la ciudadana brasilea y relacionarlo con casos gubernamentales decorrupcin38. El gobierno tambin realiza publicidad directa en televisin para informar de losavances de su proyecto de reforma agraria, y para catalogar de contraproducente la accin delMST (representado en una multitud que se dirige con foces y faces hacia una hacienda), el cualestara levantando cercas a la reforma agraria ms que derribndolas. El tablero de fuerzas sim-blico permite construir representaciones sin una base real, basta que suene coherente para quela representacin pase a formar parte del imaginario del individuo, y por tanto de lo que l definecomo realidad39.

    Por ltimo, el gobierno se esfuerza, especialmente desde 1997 en adelante, en presentar al

    movimiento social como un contendiente poltico ms, que desarrolla su accin desde fuera deesferas institucionales40. Ciertamente el MST es un movimiento que reivindica un sistema socialis-ta como proyecto poltico, tal y como siempre han reflejado sus documentos pblicos. El matiz queintroduce principalmente el gobierno va dirigido a presentar una imagen negativa, de lucha por elpoder encubierta, a la conformacin de alianzas estratgicas con otros movimientos democrticos(MPA, MAB, etc.) y a sus apoyos tcticos con organizaciones sindicales y con partidos de izquier-

    36. Los movimientos democrticos como MST o RCADE propugnaran en realidad una radicalidad del presente orden social.Para el MST sera el cumplimiento de la reforma agraria segn ordena la Constitucin brasilea. Para la RCADE la igualdad realde derechos segn la Constitucin, el cumplimiento de acuerdos internacionales (Carta Derechos Humanos, Acuerdos de Ro deJaneiro 1992, Kyoto 2000, etc.) y la soberana ltima de la ciudadana sobre las actuaciones del Estado y de cualquier actorprivado (legitimidad de consultas sociales).

    37. Ver Konder (2000: 70 y ss.) para un anlisis sobre la ilegalidad de estas cuotas, frente al tratamiento que reciben lascontribuciones personales, y las subvenciones pblicas, que se realizan a otras instituciones como sindicatos, patronal, colegiosde abogados, etc.

    38. Ver artculo sobre el financiamiento del MST en la Folha S. Paulo (24/6/2001). En comunicacin personal, los integrantes dela cooperativa Cocamp manifestaron que no es novedad que, al carecer el MST de persona jurdica, incluso programas delgobierno sean canalizados va cuentas de militantes. Las presuntas irregularidades de la Cocamp son difciles de sostener a lavista de la cooperativa ya construida, y del hecho de que los desembolsos del gobierno para la Cocamp deben contar con lafiscalizacin y aprobacin de peritos tcnicos y del Banco de Brasil.

    39. El mundo existe como realidad, y el ser humano participa como realidad social de ese mundo. Pero todas esas realidades hande ser asimiladas y reproducidas a travs de representaciones. La propia experiencia junto con la cultura y las narrativas histri-cas que se tejen en los espacios de socializacin comn (familia, televisin, escuela, etc.) conforman nuestra representacin de la

    realidad. La actual saturacin de informacin va en detrimento de una adecuada reflexin, por lo que la representacin de larealidad es ms manipulable desde los grandes medios de comunicacin.

    40. O MST um movimento poltico que faz parte da vida contempornea (Fernando Henrique en 1997), O MST no querfazer reforma agrria, s quer fazer oposio em ano eleitoral (ministro Jungmann en 1998); ver Konder (2000, p. 32-38).

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    da en pugna con el actual gobierno por el acceso a la presidencia, como es el caso del PT 41. Sepretende, en ltima instancia, vaciar a la reforma agraria de su innegable contenido poltico yencuadrarla en un proyecto de mejora de renta y de condiciones sociales para los campesinos.

    Dado el sentido del MST y su dimensin social, el enfrentamiento con las elites polticas yeconmicas no puede ser representado en un tablero de fuerzas nacional. El conflicto se desen-vuelve tambin en una esfera internacional. El MST es, en este sentido, un desafo para las polti-cas neoliberales defendidas por Fernando Henrique Cardoso y para las instituciones internaciona-les que las promueven, especialmente el Fondo Monetario Internacional y la Organizacin Mundi-al del Comercio. A la llegada al poder, Fernando Henrique Cardoso declar su compromiso con losvalores occidentales y con la universalizacin de los valores de la economa de mercado42.Dicho compromiso se materializ en su poltica monetaria (equiparacin del dlar con el real), laapertura comercial y desreguladora del mercado interno, y en un programa de privatizaciones queafect a sectores estratgicos como banca, telecomunicaciones y energa. La crisis de 1998, llev

    al gobierno a firmar un acuerdo con el FMI que garantizaba un prstamo de hasta 40 mil millonesde dlares a cambio de acelerar estas polticas neoliberales que ya venan siendo implementadas.Como resultado de ello el conflicto en el campo se agrav. La liberalizacin del sector agrcolahizo que las importaciones de productos pasaran de 1.000 millones de dlares en 1994 a 7.000millones en 1999, aumentando la presin econmica sobre el pequeo agricultor (ver Villela,2000). ste adems vea que el apoyo gubernamental se debilitaba. Los crditos del pas se con-centraban en las manos de los grandes propietarios: solo un 0,9% de los establecimientos inferio-res a 5 hectreas (37% de las propiedades) tuvieron acceso a crdito (Teixeira y Hackbart, 2000:23). Con la excusa de los acuerdos del Fondo Monetario y del pago de la Deuda Externa, de 1998a 1999 el INCRA redujo su presupuesto a la mitad (de 2.200 millones de reales a 1.090.000 millo-

    nes). Adems todo el presupuesto no fue ejecutado, con lo que se gener un supervit de 208millones entre 1998 y 2000 (ver Konder, 2000: 50). Supervit y reduccin contribuyeron al pagode la Deuda Externa, que pas de 120.000 millones de dlares en 1994 a 221.000 millones en 1999en detrimento de un apoyo a la reforma agraria, tal y como atestigua la disminucin del presupues-to del INCRA y las dificultades de acceso a crdito y a apoyo tcnico en los nuevos asentamientos,segn informe INCRA/FAO (1998). El propio Fernando Henrique ya declaraba en el 96 los lmitestcnicos a los que se enfrentaba su voluntad poltica de llevar a cabo la reforma agraria: sidijese que voy a asentar a un milln, estara mintiendo. No tenemos capacidad tcnica para asen-tar. No tenemos recursos para asentar43 .

    Tenemos por tanto, el perfil comn de las revueltas del pan que se suceden bajo las polti-

    cas neoliberales, y en particular tras la intervenciones del Fondo Monetario Internacional en pasesdel Sur: incremento de una Deuda Externa que obliga a vender el patrimonio pblico y a no aten-der programas sociales, o proyectos econmicos no orientados a la recaudacin de divisas. Estasituacin es un caldo de cultivo para el reforzamiento o la erupcin de conflictos sociales.

    Junto a ese conflicto econmico, se sita en su base un conflicto cultural-poltico. Valoressocialistas y humanistas proclamados por el MST se enfrentan a valores de economa demercado. Son dos sentidos que se oponen en lo tico-cultural, y que consiguientemente, catapul-tan una confrontacin no slo de marcos de significados sino tambin de marcos de accin. El gran

    41. Ejemplos de estas alianzas tcticas seran las marchas a Brasilia de agosto de 1999 (contra las privatizaciones) y de junio

    2000 (contra la corrupcin y el apagn) que convocaban MST, CUT, PT, PcdoB, entre otras muchas organizaciones sociales.42. Citado en Hoffmann (1999).

    43. A reforma agrria uma das principais prioridades do meu governo e estamos demonstrando isso, na prtica declarabatambin Fernando Henrique en 1996 (todas las citas tomadas de Konder, 1999, p. 37).

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    desarrollo experimentado por el MST (en sentido poltico y de implantacin social) lo llevan aenfrentarse al binomio Cardoso-Fondo Monetario44, constituyendo para el MST los representantessimblicos de ese neoliberalismo que es colocado en el origen del conflicto. De ah que sea fcil

    escuchar en manifestaciones del MST junto con otros actores polticos el lema de fora j, fora jde aqu, o FHC e o FMI. El MST, con su apuesta por el mercado interno y su crtica a los transg-nicos es todo un problema para polticas de produccin volcadas hacia la acumulacin de renta yhacia la exportacin. Y de ah tambin la bsqueda de alianzas internacionales, a travs de lacoordinadora campesina mundial denominada Va Campesina y de plataformas contra el ALCA ode debate contra la globalizacin como fue el I Foro Social Mundial de Porto Alegre (2001). Laopinin pblica internacional tambin cuenta, hasta cierto punto. Baste recordar la repercusininternacional que tuvo la matanza de Eldorado dos Carajs en abril de 1996, retransmitida por laglobalizante CNN, y que oblig al presidente Fernando Henrique a mostrarse ms conciliadorcon el MST (ver Konder, 2000, p. 30).

    La estrategia de alianzas, tanto nacionales como internacionales, del MST ha empujado a losdistintos actores sociales del pas a incorporar la cuestin agraria como un asunto primordial de suagenda poltica. Como uno de los factores que explican el avance del MST en slo dos dcadas,est su capacidad para articular iniciativas junto con otros actores sociales sin que ello supongauna cooptacin del movimiento social. Ejemplos de las mismas son los apoyos institucionales (enforma de recursos organizativos, de apoyo a la reforma agraria y apertura de espacios polticos) degobiernos de municipios o de Estados favorables al MST45, de centros universitarios y de sectoresms progresistas de las diferentes Iglesias. Tambin anotaramos la realizacin de eventos juntocon otras fuerzas polticas de gran repercusin social (marchas a Brasilia, I Foro Social Mundialrealizado en Porto Alegre en enero 2001). Todo ello sirve para reforzar la posicin del MST en el

    tablero de fuerzas fsicas y de ah transmitir su representacin del conflicto a la ciudadana (condi-cionar el tablero de fuerzas simblicas).

    4.3 MOVIMIENTOSDESOLIDARIDADGLOBALEN EUROPAPor el contrario, movimientos sociales de solidaridad global en Europa no encuentran todavafrmulas y redes de articulacin con otros actores polticos institucionales, lo que contribuye a suetiquetacin como movimientos marginales o fuera de la realidad. Ello lleva a que frecuente-mente sean tratados genricamente como movimientos antiglobalizacin de matices violen-tos, imposibilitando que cuestiones concretas entren en la agenda poltica (como sera el caso dela reforma agraria para el MST) y haciendo que el debate se centre siempre en las cargas polici-

    ales46

    . En muchos casos, ciertamente, estos problemas para abrirse hueco en el imaginario soci-al tienen un origen externo (posicionamiento contrario de las elites econmicas y de ciertos medi-os de comunicacin, actuacin gubernamental destinada a la criminalizacin de estos movimien-tos sociales) e incluso interno (dificultades para construir un sentido poltico compartido ms allde reclamaciones puntuales o genricas, canales de comunicacin y de informacin hacia el exte-rior deficientes, plataformas de coordinacin y compromiso muy inestable).

    44. Lo que no quiere decir que el gobierno se encuentre cmodo con las imposiciones del Fondo Monetario Internacional. Apropsito de la crisis del apagn, el propio gobierno se diriga al Fondo Monetario Internacional para pedir la revisin de lasmetas presupuestarias de manera que exista ms autonoma para invertir en el sector elctrico (ver Folha de S. Paulo meses demayo y junio de 2001).

    45. Ejemplos: algunos municipios y Estados contribuyen econmicamente o cediendeo instalaciones a la realizacin de reunio-nes del MST y de movimientos sociales; se subvencionan necesidades bsicas para campamentos o se permite la instalacin delos mismos en terrenos pblicos; se producen declaraciones favorables a la realizacin de la reforma agraria.

    46. Ejemplos recientes: Praga (septiembre 2000), Goteborg (junio 2001), Barcelona (junio 2001) y Gnova (agosto 2001).

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    Las dificultades de articulacin se reflejan tambin en la inestabilidad de las plataformas queconsiguen unir a estos movimientos sociales en el Estado espaol, como ejemplificaremos msadelante. No obstante, y como ejemplo del papel que desarrollan los incentivos culturales a la

    movilizacin, la realizacin del I Foro Social Mundial supuso en el Estado espaol un revulsivopara realizar encuentros entre diferentes redes sociales47. Como culminacin de esos encuentroscabe destacar el fin de semana de protesta contra la globalizacin neoliberal en respuesta a lacumbre del BIRD, finalmente suprimida, en junio de 200148. La exitosa realizacin del encuentrosirvi para constatar la importancia de la coordinacin para ayudar a que estos espacios interacti-vos den paso a sentidos y relaciones polticas ms estables.

    A pesar de experiencias como la de Barcelona, en los pases del llamado Norte sigue faltan-do, al contrario de lo que ocurre en Brasil, coordinacin de redes sociales y estabilidad y profundi-dad en torno a una representacin compartida del conflicto que se denuncia. Cuando eso acontecepuntualmente, se desarrollan sinergias de movilizacin altamente positivas. A ttulo ilustrativo

    ofrecemos los casos de las protestas contra la Ley de Inmigracin en el 2001, la consulta socialcontra la Deuda Externa en el 2000, y el ya tradicional en Europa movimiento okupa, que llevadcadas manteniendo una desobediencia a travs de la ocupacin de edificios abandonados.

    En el 2001 las protestas contra la Ley de Inmigracin que restringa fuertemente los derechossociales de los inmigrantes, obtuvieron un gran impacto merced a tres factores: i) la existencia deuna red de apoyo (las parroquias donde se encerraban los activistas en un comienzo) que serva deretroalimentacin; ii) la proximidad del conflicto (en comparacin a las explicaciones an utpi-cas para representar y criticar a la globalizacin: las personas antes que las mercancas); iii) y alsentido, puntual eso s, pero claro de la protesta (acabar con la Ley y regularizar la situacin de losinmigrantes). Destacar, aunque en menor medida, la presencia puntual de intelectuales y artistas

    que ayudaron a introducir el conflicto en los imaginarios sociales de la ciudadana.En el 2000, la consulta social sobre la Deuda Externa organizada por la RCADE facilit elacercamiento de muchos colectivos, aunque an est por madurar el sentido profundo y las formasde coordinacin de esa red ciudadana49. Tambin aqu, la coordinacin de organizaciones fue unade las claves del xito, demostrndose adems en localidades como en Barcelona la importanciade recursos organizativos y del apoyo de ciertos actores polticos (como fue el propio ayuntamien-to de la ciudad), para sacar ms fcilmente adelante ciertas movilizaciones sociales.

    De la misma manera, el movimiento okupa lleva muchos aos en pie en los grandes ncleosurbanos: al igual que en el MST, existe un espacio de interaccin fuerte que constituye en s unacto de desobediencia que aporta la resolucin al conflicto (el predio ocupado), y que permite

    elaborar un sentido claro (anarquismo-socialismo fundamentalmente) sobre la base de una socia-lizacin intensa.Qued demostrado tambin, a la vista de estos casos de movilizacin social, que cuanto

    menos el orden social poda admitir las demandas o el orden alternativo que propugnaba el movi-

    47. El propio encuentro que la RCADE organiz en la Universidad Carlos III de Madrid, al que asistieron ATTAC-Espaa,Ecologistas en Accin, Plataforma Feminista, participantes del MRG, CADTM-Blgica, etc. Tambin en Girona se reunierongran cantidad de movimientos sociales encuadrados muchos de ellos en lo que la prensa bautiza como movimiento anti-globalizacin.

    48. Unas 30.000 personas se reunieron el fin de semana y se manifestaron pacficamente el domingo. Hubo al final una cargapolicial que recibi fuerte contestacin de los grupos polticos de la oposicin. Aparentemente, el imaginario de violencia

    asignado a este tipo de manifestaciones (una semana antes haban ocurrido los suceso de Goteborg en Suecia) se traslad haciael aparato policial.

    49. No obstante, como prueba de la debilidad de estas redes sociales, la consulta cont con la participacin de 23.000 activistas.En la actualidad, las acciones llevadas a cabo denotan la existencia de unas 1.500 personas como ncleo de activistas.

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    miento, mayor contundencia se registraba en la restauracin del orden vigente por parte de lasfuerzas de seguridad. Tal es el caso del tratamiento ms severo que el movimiento okupa suelerecibir de la polica y, en menor medida, de ciertos medios de comunicacin. As tambin, la

    RCADE, una vez que apost por su continuidad tras la consulta social y su participacin en acci-ones que implicasen desobediencia social (toma de las escaleras del Congreso, el 25 de noviembrede 2000) sus integrantes comenzaron a recibir multas por acudir a manifestaciones ilegales y unmayor hostigamiento policial en sus convocatorias. De la misma manera, el ministro del interior,Mariano Rajoy declaraba tras los sucesos de Barcelona de junio de 2001, que planteara el cierrede fronteras cuando se celebrase cumbres internacionales en el Estado espaol, habida cuenta dela capacidad demostrada de coordinacin de redes contrarias a la globalizacin neoliberal.

    Queremos subrayar que al hablar de un enfrentamiento de fuerzas simblicas no podemoscaer en el reduccionismo de concebir a los nuevos movimientos sociales como nuevos agentesmediticos dedicados a producir noticias llamativas que atraigan la atencin del pblico. Los mo-

    vimientos sociales, para ser tales, deben ser espacios donde se desarrollan identidades culturales ypolticas propias. Deben ayudar a construir relatos vitales que desafen el orden social actual. Enltima instancia, es el apoyo de una ciudadana, la aceptacin de una cultura desde la que percibirel mundo, y la conquista de fuerzas fsicas lo que permitir hacer valer en la sociedad los diag-nsticos y las propuestas de un movimiento social.

    5 Conclusiones

    Sealbamos al comienzo del artculo que en este trabajo nos enfrentbamos a tres contextosde movilizacin social bien distintos. Guatemala y Brasil insertos en los conflictos derivados de

    las relaciones de dependencia entre Norte y Sur, y construyendo su accin social desde paradigmasrurales o culturales, a diferencia de RCADE. Nos preguntbamos entonces acerca de las semejan-zas y las diferencias entre estos tres movimientos sociales.

    Como puntos de unin de los tres movimientos sociales aparece la condicin del conflicto yde las redes pre-existentes. Conflicto y redes son condiciones necesarias para la movilizacinsocial. Si para el MST o la RCADE el conflicto se sita en una dimensin materialista ligadafuertemente a la globalizacin, corolario para el Sur de la Dependencia con respecto al Norte, enGuatemala se comparten estas desigualdades como referente de movilizacin pero adems se nu-tre de un rechazo a la imposicin de una cultura occidental (poltica, religiosa) que ha obviadocualquier aportacin de la cultura maya.

    En cuanto a las redes, la fortaleza del MST cabra explicarla en la capacidad de articular untejido social heredado de luchas campesinas de los 60, del activismo de partidos clandestinos, ysobre todo, del papel desempeado por la CPT y en general por las redes de Comunidades de Base.Anlogamente, a pesar de la impunidad, los movimientos de derechos humanos e indgenas enGuatemala resurgen de manera continua. Las redes pre-existentes, en este caso, tienen 500 aos yson las aldeas de las comunidades mayas, remotas y alejadas de los centros capitalinos del poder,y donde se reproduce una cultura alternativa. La RCADE, por su parte, se nutrira de las redes desolidaridad internacional en Espaa (Chiapas, Norte-Sur, movimientos a favor del 0,7), redes queno permiten un socializacin tan intensa y que explican, en parte, la debilidad de ciertos movimi-entos en el Norte.

    Despus de las condiciones necesarias, aparecen las suficientes, aquellas que posibilitan lareproduccin de los movimientos sociales. Por una parte, los movimientos han de tener capacidadpara construir un discurso, una coordinacin y una praxis para denunciar y remontar el conflicto.Por otro, han de contar con un medio cultural (apoyo de la ciudadana, entroncar con la memoria

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    histrica) y fsico (medios de comunicacin, acceso a recursos, elite poltica-social-econmica)que les sea favorable. El MST es, de largo, el movimiento que mejor ha sabido aprovechar suscondiciones suficientes. En Guatemala, la movilizacin social o los valores mayas no entroncan

    con la memoria histrica de buena parte de la ciudadana. Movilizarse significa adentrarse en elpeligro. Y hacerlo en defensa de una cultura no propia de las elites, es encontrarse cerradas todaslas puertas polticas. La impunidad vela por mantener el desencuentro cultural y fsico entre posi-bles movimientos sociales y la ciudadana. A su vez, la RCADE, inmersa en un Norte posmoderno,participa de los rasgos de otros movimientos sociales de su entorno: descrdito de toda metanarra-tiva, trabajo en redes poco cohesionadas entre s, compromiso aleatorio de sus integrantes.

    Todos ellos comparten algunas caractersticas de los nuevos movimientos sociales en su pro-ceso de construccin de discursos, coordinaciones y acciones. Crear condiciones y no impo-ner es algo que resuena en los campamentos del MST (autnomos en sus decisiones), que inspirla consulta social de RCADE sobre la Deuda Externa, y evidenciable en la coordinacin de redes

    autnomas que los tres movimientos presentan.Sin embargo, el MST es el que de manera ms consciente busca esa reproduccin a travs delas ocupaciones que permiten una socializacin intensa y dan cuenta de la fortaleza del movimien-to social. Por el contrario, bien por ser un movimiento ms urbanos, posmodernos o con ciertasnecesidades materiales cubiertas, la RCADE no se asienta sobre espacios de reproduccin tanconsistentes como el MST.

    As mismo, el MST, a travs de sus contactos con actores sociales relevantes (partidos polti-cos, sindicatos, universidades, CPT, personalidades de reconocimiento pblico) permite frenar elcierre de oportunidades mediticas y polticas (va violencia en el campo) con el que responden laselites. Esta actitud de las elites es, en diferente grado, un rasgo comn de los tres espacios: en la

    medida en que la accin del movimiento social no entronca con los intereses de las elites se produ-ce un cierre de oportunidades. En el caso de Guatemala, la impunidad es un cierre tan alto que, apesar de que las condiciones suficientes estn ah (conflicto estructural y cultural, mnimas redespre-existentes, capacidad de reproducirse a travs de las comunidades, cultura histrica de enfren-tamiento con las elites) no puede despegar un movimiento social de la fortaleza del MST.

    Para terminar, una reflexin epistemolgica. Hablar de movilizacin social es hablar de con-textos. Tal y como hemos intentado en este trabajo, desde un punto de vista sociolgico, que tratade explorar tendencias, debemos buscar metodolgas que, de una parte, den cuenta de la importan-cia de esos contextos en la construccin de la movilizacin social, y de otra, sepan extraer factoressociales (fundamentalmente materiales pero tambin pertenecientes al campo de la subjetividad)

    que reproducen conflictos y que condicionan la organizacin de la accin colectiva.

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