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UNIVERSIDAD DEL TURABO ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y COMUNICACIÓN PATERNIDAD FRAUDULENTA: UNA GUÍA DE INTERVENCIÓN por Jacqueline Báez Castro PROYECTO DOCTORAL Presentado como Requisito para la Obtención del Grado Doctoral en Psicología con especialidad en Consejería Psicológica Gurabo, Puerto Rico mayo, 2016

PATERNIDAD FRAUDULENTA: UNA GUÍA DE …bv.ut.suagm.edu/sites/default/files/resource_files/Jackeline Baez... · en el Registrador y el Centro de Estudios Graduados e Investigación

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UNIVERSIDAD DEL TURABO

ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y COMUNICACIÓN

PATERNIDAD FRAUDULENTA:

UNA GUÍA DE INTERVENCIÓN

por

Jacqueline Báez Castro

PROYECTO DOCTORAL

Presentado como Requisito para la Obtención del Grado

Doctoral en Psicología con especialidad en Consejería Psicológica

Gurabo, Puerto Rico

mayo, 2016

UNIVERSIDAD DEL TURABO

CERTIFICACIÓN DE APROBACIÓN DE DISERTACIÓN

El proyecto doctoral de Jacqueline Báez Castro fue revisado fue aprobado por los

miembros del comité de proyecto doctoral. El formulario de cumplimiento de requisitos

académicos doctorales con las firmas de los miembros del comité se encuentra depositado

en el Registrador y el Centro de Estudios Graduados e Investigación de la Universidad

del Turabo.

MIEMBROS DEL COMITÉ DE PROYECTO DOCTORAL

Dra. Silma Quiñones

Universidad del Turabo

Presidenta del Comité

Dra. Jessica Velázquez Rodríguez

Universidad del Turabo

Lectora

©Copyright, 2016

Jacqueline Báez Castro. Derechos Reservados

iv

PATERNIDAD FRAUDULENTA:

UNA GUÍA DE INTERVENCIÓN

por

Jacqueline Báez Castro

Dra. Silma Quiñones

Presidenta Comité Proyecto Doctoral

Resumen

El siguiente trabajo tuvo como propósito establecer unas guías de intervención

propias a promover el bienestar psicológico de los hombres puertorriqueños que han sido

engañados respecto a su paternidad, como consecuencia de la infidelidad de sus parejas.

Para tales fines, se realizó una investigación cualitativa haciendo uso de la entrevista

fenomenológica como forma de conseguir que el sujeto compartiera sus vivencias en

torno a la paternidad fraudulenta. Los datos fueron examinados según el análisis del

discurso. Según los resultados, esta experiencia pareció ocasionarle confusión,

incredulidad, escepticismo, desilusión, decepción, tristeza, melancolía, molestia y llanto.

El descubrimiento de la paternidad fraudulenta, fue descrito como algo “fuerte,” pero que

debe y puede superarse. La presencia de un presunto discurso emergente, las

disposiciones relacionales y la resiliencia pudieron haber mitigado el posible impacto

psicológico provocado por el descubrimiento de la paternidad fraudulenta.

Palabras Claves: Paternidad, Paternidad Fraudulenta, Infidelidad, Análisis del

Discurso, Discurso Emergente, Resiliencia

v

DEDICATORIA

Dedico este trabajo a…

mi madre, Sara, y mi hermano, Christian B., quienes comparten cada día de mi

vida, siendo el pilar de mi existencia.

mis tías Elisa y Maribel, quienes me ofrecieron su atención y amor en los

momentos más difíciles.

mi prima Julisa, quien me brindó su ayuda y recursos para poder concretar esta

investigación.

Nilsa y Edwin, quienes me entregaron su apoyo emocional, comprensión y afecto,

enfundando fe en cada paso.

aquellos que físicamente no están presentes, pero que inundan cada espacio con

sus recuerdos…

A todos y cada uno de ellos…les dedico este trabajo.

vi

AGRADECIMIENTOS

Agradezco a la doctora Silma Quiñones y la doctora Jessica Velázquez por haber

aceptado el reto de dirigir y guiar esta investigación. Agradezco su confianza y consejos,

así como su constante esfuerzo para que se lograra finalizar la misma.

vii

TABLA DE CONTENIDO

LISTA DE APÉNDICES xii

CAPÍTULO I. INTRODUCCIÓN 1

Planteamiento del problema de investigación 4

Objetivos de Investigación 4

Preguntas de Investigación 5

Justificación 5

CAPÍTULO II. REVISIÓN DE LITERATURA 7

Antecedentes 7

Relaciones interpersonales: Construcción social 7

Importancia de las relaciones interpersonales 8

Relaciones de pareja 8

Paternidad 10

Conformación de la paternidad 10

Estilos de paternidad 11

Construcción social de la paternidad 13

Paternidad y masculinidad 15

Conflictos en las relaciones de pareja que pueden afectar la paternidad 17

Infidelidad 18

Modalidades de la infidelidad: Emocional y sexual 19

Infidelidad y celos 19

Propuesta evolutiva de los celos ante la infidelidad 19

Hipótesis de doble-tiro (“The Double-Shot Hypothesis”) 21

viii

Infidelidad, celos y comparación con el rival 22

Construcción social de la infidelidad 22

Investigaciones sobre infidelidad en Puerto Rico 24

Elementos causales de la infidelidad 25

Posibles consecuencias de la infidelidad 27

Posibles implicaciones de la infidelidad sexual femenina: Paternidad fraudulenta 29

Paternidad fraudulenta y pruebas de ADN 30

Prevalencia de la paternidad fraudulenta 30

Impacto de la paternidad fraudulenta 31

Estrategias para manejar implicaciones infidelidad: Perdón interpersonal 32

Variables facilitadoras del perdón interpersonal 33

Valoración del perdón interpersonal 34

Procesos terapéuticos para manejar el impacto de la infidelidad 35

Terapia individual 35

Terapia de pareja 36

Modelo del perdón basado en la decisión 36

Modelo alusivo a la respuesta traumática de la infidelidad… 38

Influencia sistema patriarcal en la construcción social de la fidelidad y la

paternidad 40

Análisis del discurso 43

Análisis del discurso: Perspectiva de Michel Foucault 44

ix

CAPÍTULO III. DISCUSIÓN 50

Método 50

Diseño de Investigación 50

Muestra o Participantes 51

Muestreo 52

Técnicas de Recopilación de Datos 52

Entrevista fenomenológica 53

Análisis de los Datos 54

Categorías de análisis 56

Procedimiento 57

CAPÍTULO IV. RESULTADOS 60

Descripción del Participante: Datos Sociodemográficos 60

Impacto del Descubrimiento de la Paternidad Fraudulenta 61

Valoración de las relaciones de pareja 61

Concepto de familia 65

Importancia de la paternidad 66

Descubrimiento de la paternidad fraudulenta 69

Apreciación de sí mismo (autoestima) 73

Influencia social 75

Manejo del impacto del descubrimiento de la paternidad fraudulenta 77

Discusión de los Resultados 80

Apreciación de las Relaciones de Pareja, la Familia y la Paternidad 80

Valoración de las relaciones de pareja 80

x

Concepto de familia 81

Importancia de la paternidad 82

Impacto de la Paternidad Fraudulenta 83

Alteración del nivel de autoestima 85

Implicaciones de la Influencia Social 86

Análisis del Discurso 86

¿Influencia del discurso machista? 86

Aparición de un presunto discurso emergente 88

Aparentes manifestaciones del presunto discurso emergente 88

Fidelidad/Infidelidad 88

Paternidad 90

Roles de género asociados a la división del trabajo 91

Funciones del presunto discurso emergente 92

Análisis del presunto discurso emergente desde la perspectiva

de Foucault 93

Consideraciones finales sobre la aparición del presunto discurso

emergente 96

Manejo del Impacto de la Paternidad Fraudulenta 96

Propuesta de una Guía de Intervención 99

Paternidad Fraudulenta: Guía de Intervención 99

Antes de la entrevista inicial 99

Durante la entrevista inicial 100

Después de la Entrevista Inicial: Posibles Aspectos a Considerar 114

xi

Conclusiones 116

Retos y/o Limitaciones de la Investigación 120

Recomendaciones para Futuras Investigaciones 122

REFERENCIAS 125

xii

LISTA DE APÉNDICE

Apéndice A. Paternidad Fraudulenta: Guía de Intervención Abreviada 138

1

CAPÍTULO I

INTRODUCCIÓN

Para el ser humano, la capacidad para formar y mantener relaciones

interpersonales significativas representa una de sus condiciones más importantes

(Romero, 2007). De hecho, para los individuos, muchas de sus necesidades más

elementales son satisfechas a través de la formación y conservación de vínculos

interpersonales (Canto & Burgos, 2009), tales como: relaciones de pareja, maternidad y

paternidad.

Las relaciones de pareja, por ejemplo, representan una fuente de bienestar y gozo

en la vida de los individuos (Gunderson & Ferrari, 2008), evocando sensaciones

agradables (Chóliz & Gómez, 2002) y satisfaciendo una serie de necesidades

emocionales propias al desarrollo personal y social. La maternidad y la paternidad,

igualmente, generan experiencias emocionales gratificantes y satisfactorias.

Efectivamente, la paternidad, en ocasiones, ha sido asociada a símbolos de madurez y

realización (Paterna, Martínez y Rodes, 2005).

Sin embargo, los vínculos interpersonales pueden ser objetos de traición,

mediante acciones, como el engaño. En Puerto Rico, entre las parejas heterosexuales

tradicionales, una de las formas más frecuentes de engaño es la infidelidad. Por lo

general, entre estas diadas existe un acuerdo, explícito o tácito, de fidelidad, definida

como el compromiso fundamental de exclusividad en términos de intimidad emocional

y/o sexual.

La infidelidad emocional ocurre cuando uno de los integrantes de la pareja emplea

sus recursos de amor romántico, como tiempo y atención, en alguien más (Shackelford,

2

LeBlanc & Drass, 2000). En cambio, la infidelidad sexual se origina cuando un individuo

sostiene un contacto sexual extra-diádico, distinto a su relación primaria (DeSteno &

Salovey, 1996).

Sobre la fidelidad e infidelidad, una investigación realizada en Puerto Rico

reportó que gran parte de los (as) participantes, entre los 22 y 40 años, endosaron haber

llevado a cabo conductas infieles en sus relaciones de matrimonio, unión libre o noviazgo

(González, Martínez- Taboas & Martínez, 2009). De esta forma, estos resultados sugieren

que este tipo de acciones son frecuentes entre la población puertorriqueña.

En el caso particular de las parejas heterosexuales puertorriqueñas, la infidelidad

puede suscitar implicaciones inesperadas. En ese sentido, por ejemplo, la infidelidad

sexual femenina podría provocar un embarazo fuera de la relación sentimental formada,

sea ésta matrimonio, convivencia o noviazgo. En estos casos, es posible que la mujer opte

por ocultar y, por ende, mentir a su pareja acerca de este hecho. Como consecuencia, esta

fémina puede atribuirle a su pareja una paternidad que no le concierne, presentándose lo

que se ha definido como paternidad fraudulenta. En palabras de Draper (2007), la

paternidad fraudulenta se suscita cuando, a pesar de que la fémina conoce acerca de la

verdadera paternidad, engaña deliberadamente al hombre.

En América, no existe evidencia certera respecto al número de hombres que han

sido engañados respecto a su paternidad. La cantidad de casos puede oscilar entre el 1% y

3% (Gilding, 2005). Independientemente de la cantidad real de casos, la situación existe

y, por ende, un sinnúmero de hombres pueden ser afectados por el posible impacto de una

paternidad fraudulenta.

3

Como consecuencia de una paternidad fraudulenta, un hombre puede

experimentar un sentimiento de pérdida por haber sido privado de quienes concibió como

sus hijos (as) biológicos (as) (Draper, 2007). De hecho, ante una posible ruptura familiar,

este hombre puede manifestar síntomas depresivos (Sweeney & Horwitz, 2001).

De otra parte, cabe señalar que el descubrimiento de una paternidad fraudulenta puede

representar una prueba de infidelidad. En ocasiones, para los hombres, la pareja, en

comparación con (as) hijos (as), genera mayor satisfacción (Paterna & Martínez, 2006).

Por tanto, el descubrimiento de una paternidad fraudulenta y, por ende, de la infidelidad

puede provocar intensas emociones de dolor, frustración, resentimiento, los coraje, rabia

e ira (Draper, 2007).

Estas reacciones emocionales posiblemente se deban al carácter patriarcal o

machista de la sociedad puertorriqueña, contexto donde la infidelidad sexual femenina es

juzgada como una transgresión extrema al respeto, dignidad y honor del varón, quien

sufre el desprestigio de su reputación pública. Debido a las consecuencias

experimentadas a nivel emocional y social, los hombres transgredidos pueden optar por el

divorcio o disolución del vínculo amoroso. En ocasiones, además, pueden manifestar

comportamientos suicidas. Igualmente, pueden exteriorizar deseos de venganza, así como

conductas maltratantes contra el (la) menor y acciones hostiles, destructivas, agresivas,

violentas e, inclusive, homicidas contra la pareja infiel.

En términos generales, el engaño sobre la fidelidad sexual y la paternidad

desequilibra la relación destruyendo el sentimiento de conexión entre la pareja (Prieto-

Ursúa et al., 2012).

4

Asimismo, a nivel personal, el hombre transgredido puede presentar una

sintomatología similar a la experimentada por individuos con un trastorno de estrés

postraumático, tales como: pensamientos intrusivos sobre el futuro de la relación de

pareja, re-experimentación del dolor generado por la infidelidad, irritabilidad,

hipervigilancia y dificultades para conciliar el sueño.

Debido a estas similitudes sintomatológicas, Ortman (2005) ha acuñado el

concepto “trastorno de estrés post-infidelidad" para referirse a las consecuencias

ocasionadas por una infidelidad.

La paternidad fraudulenta, como uno de los posibles correlatos de la infidelidad,

se ha convertido en un asunto esencial para los profesionales en psicología,

particularmente para quienes estudian y trabajan las relaciones de pareja.

Planteamiento del Problema de Investigación

El propósito de este estudio fue identificar y comprender el posible impacto que

genera el descubrimiento de la paternidad fraudulenta en hombres puertorriqueños.

Objetivos de Investigación

Considerando la falta de investigaciones que aludieran, de forma explícita, a los

retos y desafíos clínicos que pueden presentar los (as) psicólogos (as) consejeros (as)

puertorriqueños (as) ante participantes/clientes/pacientes que hayan vivenciado el

descubrimiento de la paternidad fraudulenta, se plantearon los siguientes objetivos de

investigación:

1) Identificar el significado de las experiencias que viven hombres puertorriqueños como

consecuencia de descubrir la paternidad fraudulenta.

2) Entender cuáles son las necesidades y retos psicológicos que enfrentan los hombres

5

puertorriqueños como resultado de descubrir la paternidad fraudulenta.

3) Proponer guías de intervención psicológica que puedan ser utilizadas para manejar el

posible impacto experimentado por hombres puertorriqueños luego de descubrir la

paternidad fraudulenta.

Preguntas de Investigación

Como preguntas de investigación, se formularon los siguientes cuestionamientos:

1) ¿Cuál es la experiencia de los hombres puertorriqueños que descubren la paternidad

fraudulenta?

2) ¿Cuáles son las necesidades y retos psicológicos que enfrentan los hombres

puertorriqueños como resultado de descubrir la paternidad fraudulenta?

3) ¿Cuáles serían las implicaciones para la intervención del (de la) psicólogo (a)

consejero (a) con este tipo de participante/cliente/paciente?

Justificación

A pesar de la relevancia del impacto psicológico provocado por la paternidad

fraudulenta, en Puerto Rico, la literatura empírica sobre psicología no hace referencia

directa sobre esta cuestión. Tampoco existen guías que puedan ser empleadas por los (as)

psicólogos (as) consejeros (as) afín de tratar a clientes con esta problemática.

Considerando la falta de publicación con aporte científico sobre la paternidad

fraudulenta, se propuso realizar una revisión crítica de la literatura que pudiera acercarse

a los elementos relevantes e incidentes de dicha problemática. Para ello, se ha

considerado la literatura alusiva a investigaciones sobre vínculos sociales, como las

relaciones de pareja y la paternidad.

Igualmente, se han examinado los estudios dirigidos a tratar la infidelidad,

6

siguiendo un análisis sobre sus posibles causas, consecuencias y modalidades

terapéuticas orientadas a manejar su impacto. De forma particular, se ha hecho mención

de la construcción y definición social de los fenómenos humanos, circunscritos a las

relaciones de pareja, paternidad e infidelidad. Respecto a ello, se ha enfatizado la forma

en la que los elementos patriarcales presentes en el sistema organizacional de la sociedad

puertorriqueña influyen en la construcción e interpretación de tales realidades humanas.

Se ha realizado, además, una investigación cualitativa, de naturaleza exploratoria-

descriptiva. Para tales propósitos, se hizo uso de la entrevista fenomenológica, como

estrategia para lograr que el informante compartiera sus experiencias respecto a la

paternidad fraudulenta. La entrevista ha permitido identificar profundamente las

vivencias e impacto subjetivo del descubrimiento de la paternidad fraudulenta. A partir

de los datos obtenidos, se han presentado posibles guías o estrategias de intervención o

apoyo que pueden ser empleadas por los profesionales de la psicología con el propósito

de servir como recursos en el manejo de la problemática previamente identificada.

Siendo así, el presente estudio, como contribución a los escritos sobre la

infidelidad en Puerto Rico, particularmente en lo referente a la paternidad fraudulenta, les

facilitará a los profesionales de la psicología conocer las implicaciones cognitivas,

emocionales y conductuales que pudieran presentarse en hombres puertorriqueños como

resultado de tales experiencias. Tal conocimiento permitirá que los (as) psicólogos (as)

consideren posibles guías o estrategias de apoyo propias a promover el bienestar y la

salud, así como la calidad de vida, de los hombres puertorriqueños que hayan sido

engañados respecto a su paternidad, como consecuencia de la infidelidad de sus parejas

féminas.

7

CAPÍTULO II

REVISIÓN DE LITERATURA

Antecdentes

De acuerdo a las pautas metodológicas del estudio científico, cada investigador

debe sustentar su estudio en el análisis de los trabajos realizados por otros investigadores.

Siendo así, la literatura científica revisada debe servir como marco teórico o, bien, como

antecedente que guie, oriente, contribuya y enriquezca de forma justificada el desarrollo

de la investigación propuesta.

Debido a que, en Puerto Rico, no existen investigaciones ni documentación

empírica que aborde de forma directa la problemática identificada como objeto de

estudio, a continuación se establecen referencias recientes que aluden a los elementos

relevantes e incidentes inherentes al impacto que pudiera generar el descubrimiento de la

paternidad fraudulenta. A través de estas referencias, se facilitó la fundamentación del

siguiente trabajo.

Relaciones interpersonales: Construcción social

Las relaciones interpersonales son realidades definidas culturalmente. En ese

sentido, los vínculos sociales representan constructos desarrollados por el imaginario

social. El imaginario social hace referencia a aquel conjunto de significados, valores,

normas y expectativas interiorizadas, a través del cual los seres humanos comprenden,

definen, explican y legitiman sus acciones sociales (Romero, 2007), para lo cual hacen

uso de ideas o atribuciones.

Siendo así, cada sociedad humana “construye” los significados de las realidades o

fenómenos sociales, incluyendo las relaciones interpersonales, según aquellos aspectos

8

ideológicos, religiosos, culturales, políticos, jurídicos y económicos que la caracterizan.

A partir de la construcción social de estos significados, los individuos pueden expresar

sus sentimientos, emitir juicios e identificar aquello que merece ser valorado (Romero,

2007).

Importancia de las relaciones interpersonales. Para los seres humanos, la

capacidad para formar y mantener relaciones interpersonales e intergrupales

significativas constituye una de sus condiciones más importantes (Romero, 2007). A

través de este tipo de relaciones sociales, los individuos pueden satisfacer necesidades

elementales. Muchas de estas necesidades básicas pueden ser satisfechas mediante

diversos vínculos afectivos (Canto & Burgos, 2009), tales como: relaciones de pareja,

maternidad y paternidad.

Relaciones de pareja

La relación de pareja constituye una dinámica relacional humana, de carácter

universal, definida fundamentalmente por la reciprocidad que ambos integrantes de la

diada le conceden al vínculo afectivo. Este vínculo puede materializarse a través del

noviazgo, unión libre o matrimonio. Independientemente de la forma en que se concrete,

la relación de pareja se basa en ciertos elementos, como el amor, el compromiso, la

intimidad y el romance (Maureira, 2011).

Maureira (2011) expone que el amor implica la necesidad fisiológica asociada a la

cópula, reproducción y crianza, cuya satisfacción produce placer. A pesar de que este

autor le atribuye un distintivo biológico, otros estudiosos del tema plantean que el amor

tiene diferentes acepciones, según el individuo que lo describa. Cervantes (2005), por

ejemplo, realizó un estudio con 148 personas mexicanas y concluyó que, para las mujeres

9

participantes, el amor simboliza una entrega al ser amado; mientras que, para los hombres

entrevistados, el amor representa un sentimiento propio de los seres humanos.

Ahora bien, como parte de la relación amorosa, el compromiso alude a la responsabilidad

hacia la pareja. Este componente del vínculo interpersonal se fortalece si la diada

comparte un proyecto de vida. Por su parte, la intimidad implica apoyo afectivo, unidad,

aceptación comprensión, así como la confianza de compartir temas e inquietudes

privadas. Finalmente, el romance hace referencia al conjunto de conductas demostrativas

de interés hacia la pareja (Maureira, 2011).

Como sugiere lo anterior, estos últimos factores de la relación de pareja son de

índole social. Por tanto, el vínculo de pareja se inscribe como un fenómeno cuyo

significado y particularidades serán construidos por los agentes de cada sistema

sociocultural.

En la sociedad occidental, muchas personas consideran que la relación de pareja

representa una de las vivencias más satisfactorias de la vida (Maureira, 2011). De hecho,

se ha mencionado que este tipo de dinámica relacional genera y satisface una serie de

necesidades emocionales propias al desarrollo personal y social de los individuos

(Gunderson & Ferrari, 2008), tales como: amor, sexualidad, pertenencia, seguridad,

bienestar, diversión y gozo.

Además de la satisfacción de estas necesidades, las relaciones de pareja ofrecen la

posibilidad de que la diada hombre-mujer experimente el rol paternal y maternal. En el

caso del varón, la forma en la que establezca, interprete, aprecie y experimente el vínculo

afectivo con la fémina representa un elemento de suma importancia para la comprensión

y ejercicio de las prácticas asociadas a su paternidad (Velázquez, 2004).

10

Paternidad

Como parte de la identidad del hombre adulto, la paternidad ha sido vinculada a

procesos de madurez y realización (Velázquez, 2004; Paterna et al., 2005). En ese

sentido, pareciera que la paternidad ejemplifica una de las relaciones sociales a través de

las cuales los individuos generan experiencias afectivas de gran valor, satisfaciendo

ciertas necesidades humanas.

Sobre estos asuntos, la investigación llevada a cabo por Paterna et al. (2005)

mostró que, para una muestra de padres españoles, la paternidad produce satisfacción y

alegría. De forma similar, dos estudios independientes, realizados con muestras de

varones mexicanos, determinó que, para gran parte de los participantes, la paternidad

significa un cambio en el modo de vida, establecer una familia y adquirir mayor

responsabilidad y compromiso hacia el (la) hijo (a) y la pareja (Velázquez, 2004; Soria,

2006).

En adición a lo antes mencionado, el estudio completado por Soria (2006) reflejó

que, para muchos de los participantes, el rol paternal les ofrece la posibilidad de

convertirse en un modelo para sus hijos (as), educándolos (as) con el fin de que puedan

afrontar la vida. De acuerdo con los resultados de las investigaciones citadas, la

paternidad representa una vivencia importante en el proyecto de vida del varón.

Conformación de la paternidad. Desde el punto de vista de su conformación, la

filiación paternal es multiforme. En ese sentido, existe, por ejemplo, el padre genitor y el

pater familia. El padre genitor es aquel hombre que, mediante relaciones sexuales con su

pareja o a través de métodos de reproducción asistida con ésta u otra mujer, denominada

madre de alquiler, les transmite la sangre a sus descendientes (Bonino, 2002). Este tipo

11

de padre puede presentarse bien sea si mantiene con la mujer una relación de matrimonio,

convivencia, unión libre, noviazgo o un vínculo de tipo casual. Sobre estas

particularidades, Torres (2004) indica que el hombre puede tomar la decisión de

reconocer como hijo (a) a aquel (la) procreado (a) en una relación socialmente aprobada.

Por su parte, el pater familia es el hombre que transmite el apellido sin necesidad de un

vínculo biológico. En este caso, la conformación de la paternidad ocurre si el hombre

reconoce con su apellido a hijos (as) propios (as) adoptados (as) o a aquéllos (as) nacidos

(as) del óvulo de la propia pareja con semen de otro varón (Bonino, 2002).

De igual manera, se destaca que existen padres por anhelo y decisión propia. Para

otros sin embargo, la paternidad no es una experiencia apetecible o deseable. Por tanto,

algunos varones parecieran ser obligados a ser padres por imposición de la mujer e,

incluso, mandato judicial (Bonino, 2002).

Al igual que su conformación, los estilos de paternidad tienen un carácter

heterogéneo. A continuación se presentan distintas prácticas paternales observadas entre

hombres latinoamericanos.

Estilos de paternidad. El ejercicio de la paternidad puede asumir diversos

estilos, tales como: el padre-patrón, el padre-periférico y el padre-cuidador. En el primer

estilo paternal, el vínculo padre-hijo está basado en un modelo donde el padre representa

el poder y la autoridad, presentándose como abastecedor y transmisor del legado

genético, económico, de saberes, así como de los códigos de la masculinidad (Bonino,

2002). Este es el padre que se concibe como dueño y señor de su hogar con un dominio

arbitrario que obedece a su propia ley. Para este hombre, su rol como padre consiste en

enseñar las normas y habilidades necesarias para que sus descendientes puedan

12

incorporarse a la vida en sociedad.

Contrario al padre-patrón, el padre periférico no asume propiamente ninguna

función social (Bonino, 2002). En ese sentido, no tiene autoridad reconocida, por lo que

defiere a su pareja la disciplina, cuidado y apoyo emocional de los (as) hijos (as). De esta

manera, actúa como un fantasma presente.

Por último, el padre-cuidador suele desarrollar y promover una relación padre-

hijo fundamentada en la atención, ternura, afecto y disfrute mutuo (Bonino, 2002). Para

este hombre, el sentido de la paternidad no se origina a partir de un vínculo sanguíneo, el

apellido o el amor a la pareja (madre del -de la- hijo -a-). Más bien, el rol paternal es

asumido como una opción intrínseca en la que se establece un vínculo afectivo y

emocional con el (la) hijo (a).

A pesar de que la descripción sobre el padre-cuidador pareciera mostrar un

cambio profundo en la visión de los hombres acerca del ejercicio de la paternidad,

actualmente los que se posicionan como nuevos padres aún pueden atribuirle a la mujer la

práctica principal de criar a los (as) hijos (as). Los resultados del estudio dirigido por

Soria (2006) apoyan esta apreciación. De acuerdo con los datos obtenidos por esta

investigadora, muchos de los participantes afirmaron que la crianza y educación de los

(as) hijos (as) implica una responsabilidad compartida con las esposas. No obstante, estos

mismos hombres enfatizaron que su obligación principal se circunscribe a ser jefe y

proveedor de la familia.

En ese sentido, es posible presumir que, en efecto, en ocasiones, la nueva

generación de padres puede participar y ayudar más en la crianza de su progenie. Sin

embargo, no igualan o equiparan el rol paterno al materno en términos de

13

responsabilidades, obligaciones y compromiso emocional para con los (as) descendientes.

Los diferentes estilos de paternidad que se han descrito revelan que, para los varones, el

rol paterno acepta diferentes significados. Estos significados pueden variar de acuerdo a

la realidad personal de cada varón. Por tanto, para examinar el significado de la

paternidad, es necesario hacerlo desde la subjetividad de cada hombre (Bonino, 2002).

Cabe señalar, además, que la expresión, ejercicio y especificidad del rol paternal depende

del contexto sociocultural de cada hombre. Siendo así, la paternidad se inscribe como uno

de los fenómenos cuyo sentido, valor e importancia es construido socialmente.

Construcción social de la paternidad. La paternidad más allá de considerarse

un acto en el que se procrea a un ser humano, debe entenderse como una relación social

compleja (Salguero, 2006), representativa de construcciones simbólicas relativizadas por

condiciones socioculturales (Arvelo, 2004).

Respecto a ello, Bonino (2002), Velázquez (2004), Soria (2006), Romero (2007)

y Salguero (2008) coinciden al plantear que la paternidad e, incluso, la maternidad no son

asuntos puramente de reproducción biológica o de carácter natura, sino aspectos sujetos a

procesos, variaciones y transiciones históricas y socioculturales.

La paternidad, pues, implica un proceso de construcción social que, en el caso de

Puerto Rico, como en muchos países latinoamericanos, pareciera asociarse a los

principios ideológicos, jurídicos y sociales atribuidos al régimen patriarcal. El sistema

patriarcal promueve una socialización e identidad masculina que sustenta al padre como

autoridad de la ley y el límite (Bonino, 2002). En otras palabras, favorece el predominio

del padre sobre la madre y los (as) hijos (as) (Lerner, 1986).

14

A nivel ideológico, según el modelo patriarcal, el padre representa el poder y

dominio, siendo el dueño de la progenie, quien la protege y le provee los recursos que

satisfacen sus necesidades. De esta manera, en el imaginario social, subsiste el esquema

elemental de padre preñador, protector y proveedor que condiciona las pautas y valores

adscritos a muchas de las conductas manifestadas por los hombres, en su condición de

padres (Romero, 2007).

En términos jurídicos, históricamente se ha considerado al padre como cabeza de

familia. Este representa al titular de la patria potestad y de los derechos sobre los

descendientes (Romero, 2007).

A nivel social, el régimen patriarcal fomenta la idealización de la maternidad

como destino para las mujeres (Bonino, 2002). Debido a que la maternidad no se ha

separado del hecho biológico de que las mujeres son quienes se embarazan, paren y

lactan a los (as) hijos (as) (Velázquez, 2004), se naturaliza como instintiva su capacidad

para engendrar, cuidar, atender y responsabilizarse exclusivamente por la prole

(González-Hermosilla, 2009).

Por su parte, el hombre es considerado como simple portador genético

(Velázquez, 2004). Siendo así, el padre es conceptuado como un ser secundario, distante

de las funciones emocionales y afectivas del (de la) hijo (a). En ese sentido, la paternidad

se ha definido como contraparte de la maternidad, realidad que se ha inscrito como

sinónimo de sacralización, adjudicándosele un valor primordial sobre el rol paternal

(Romero, 2007).

La función social de la paternidad, como rol secundario y separado de lo que es el

cuidado emocional y afectivo de los (as) hijos (as), pareciera perpetuarse en los hombres

15

que actualmente se convierten en nuevos padres. Este precepto de la cultura patriarcal se

evidencia a través de investigaciones recientes, como la completada por Soria (2006),

cuyo propósito consistió en definir el papel del hombre respecto a la paternidad.

Como puede advertirse a través de la pasada exposición, los autores consultados

consistentemente han formulado que la paternidad representa un hecho cultural que

implica un proceso de construcción y definición social (por ejemplo, Bonino, 2002;

Arvelo, 2004; Velázquez, 2004; Salguero 2006; Soria, 2006; Romero, 2007; Salguero,

2008). Por tanto, es posible precisar que la paternidad, independientemente de su carácter

biológico, admite un significado, cuyo ejercicio, funciones, responsabilidades y vivencias

varían según los elementos socioculturales que la prescriban e, incluso, la historia

personal de cada hombre.

A tono con lo anterior, Ortega (2004) subraya que, en Centroamérica, no es

posible discutir sobre paternidad, como elemento o realidad única, singular y simple. Por

el contrario, es necesario hablar de paternidades como fenómeno plural y complejo,

producto inherente de la creación humana.

Paternidad y masculinidad. Debido a su construcción sociocultural, la

paternidad representa un espacio donde puede establecerse y reiterarse la identidad

masculina adulta (Cruzat & Aracena, 2006). La masculinidad se refiere a la construcción

cultural que establece las características asociadas al rol del hombre en la sociedad. El rol

social masculino define las funciones, normas, conductas y derechos del hombre, según

la normativa del sistema social. En palabras sencillas, el rol social masculino dispone

cómo debe comportarse el varón ante los demás.

16

Para la muestra de varones mexicanos que participaron del estudio llevado a cabo

por Soria (2006), la masculinidad es sinónimo de una identidad sexual y social que debe

exteriorizarse mediante el comportamiento. De acuerdo con los resultados de esta

investigación, los hombres asociaron la masculinidad con la paternidad, ya que, según

ellos, convertirse en padres les proporciona la posibilidad de ser masculinos frente a los

demás, demostrar su virilidad, transmitir valores, ejercer autoridad y desempañarse como

jefes de familia.

La visión de los varones mexicanos entrevistados por Soria (2006) resulta

congruente con los preceptos de la masculinidad chilena dominante. Según estos

principios, se requiere que los hombres sean padres con el fin de lograr la dignidad

característica de un varón adulto (Cruzat & Aracena, 2006). De incumplir con la

expectativa social suscrita a la paternidad, el hombre es víctima tanto de mujeres como de

otros varones que pueden hacer comentarios y críticas inoportunas, desconsideradas e,

inclusive, groseras acerca de su masculinidad.

Por ejemplo, para la muestra de españoles que participaron del estudio dirigido

por Paterna et al. (2005), el incumplimiento de la paternidad suscita una valoración social

negativa y, por consiguiente, la asignación de rasgos de personalidad socialmente menos

valorados. A tales efectos, la no paternidad fue asociada con aspectos alusivos a soledad e

irresponsabilidad.

Igualmente, la no paternidad ha sido vinculada a falta de virilidad (Soria, 2006).

A partir de la información antes presentada, se sugiere que, para los hombres mexicanos,

chilenos y españoles que participaron de los estudios previamente citados, la paternidad

es necesaria para establecer y confirmar la masculinidad, elemento que se presenta como

17

una de las expectativas sociales que deben cumplir los varones. En ese sentido, se

advierte que los roles sociales originan, a su vez, estereotipos, es decir, percepciones,

imágenes, creencias y prejuicios asignados por el sistema sociocultural en relación a las

funciones y conductas que deben realizar los sujetos, según su sexo.

En este caso, se presume un modelo de masculinidad hegemónica, también

denominado machismo, el cual está directamente asociado con el régimen patriarcal. El

sistema patriarcal aprecia, en los hombres, el éxito, la fuerza, la valentía, el poder, el

dominio y, sobre todo, la virilidad. Este último rasgo fue altamente valorado por los

hombres entrevistados, ya que, para ellos, la virilidad denota masculinidad. Debido a los

principios patriarcales que parecieran caracterizar nuestra sociedad, es posible que, para

los hombres puertorriqueños, el proceso de construcción de la paternidad y subjetividad

se asocie igualmente a nociones de masculinidad, hombría, virilidad y fertilidad.

Conflictos en las relaciones de pareja que pueden afectar la paternidad

La paternidad constituye una de las relaciones interpersonales más complejas,

dada su conformación y definición social. Existen situaciones que, aún más, pueden

exacerbar la complejidad de la paternidad. Por ejemplo, si surgen conflictos en la

relación de pareja.

Para la pareja, entiéndase la diada hombre-mujer, el rol paternal y maternal

implica la responsabilidad de cuidar y educar a los (as) hijos (as) producto de esa

relación. Cabe destacar que, en ocasiones, es posible que la procreación de los (as) hijos

(as) consolide el vínculo de pareja, ya que puede adquirir un papel importante en el

proyecto de vida de cada uno de los integrantes de la diada.

18

Sin embargo, el vínculo afectivo de una pareja puede experimentar crisis, bien

sean originadas por eventos inesperados, cambios en uno o ambos integrantes de la diada

o por circunstancias externas. Como parte de estas crisis, pueden presentarse engaños y

traiciones, que no sólo perjudicarían el bienestar de los integrantes de la pareja, sino que,

además, afectaría la dinámica familiar y parental.

Infidelidad

Entre las parejas heterosexuales tradicionales, una forma de engaño es la

infidelidad. Por lo general, entre estas parejas, particularmente aquellas socializadas bajo

sistemas patriarcales, el engaño ocurre como resultado del incumplimiento de un acuerdo,

explícito o tácito, de fidelidad. La fidelidad se define como el compromiso fundamental

de exclusividad emocional y sexual.

Bajo estas condiciones, la infidelidad representa la transgresión del compromiso

fundamental de exclusividad (Atkins, Eldridge, Baucom & Christensen, 2005) en

aspectos de intimidad emocional y/o sexual (González et al., 2009), sin el consentimiento

manifiesto de la pareja (Prieto-Ursúa et al., 2012). De forma consistente, la

documentación investigada ha reflejado que, para este tipo de diadas, el incumplimiento

de la exclusividad emocional y sexual constituye un abuso de confianza (Blow &

Hartnett, 2005; Ortman, 2005; Vargas & Ibáñez, 2005; Zumaya, Brown & Baker, 2008).

En otras palabras, en ciertas sociedades, las personas involucradas en relaciones amorosas

suelen esperar que sus necesidades emocionales y sexuales sean satisfechas

exclusivamente por su pareja romántica (Tagler, 2010). De lo contrario, se presenta la

infidelidad, sea esta de carácter emocional o sexual.

19

Modalidades de la infidelidad: Emocional y sexual. La infidelidad emocional

ocurre cuando uno de los integrantes de la pareja emplea sus recursos de amor romántico,

como tiempo, afecto, apego y atención, en alguien más (Shackelford, LeBlanc & Drass,

2000). En cambio, la infidelidad sexual se origina cuando un individuo sostiene una

actividad o contacto sexual extra-diádico, distinto a su relación primaria (DeSteno &

Salovey, 1996). Este tipo de infidelidad es considerada una de las amenazas más

importantes a la estabilidad de las relaciones interpersonales, incluyendo el matrimonio

(Mark, Janssen & Milhausen, 2011), la convivencia o unión libre y el noviazgo.

Infidelidad y celos. Según la data auscultada, las mujeres, más que los hombres,

manifiestan mayor molestia ante la infidelidad emocional de su pareja; mientras que los

hombres, más que las mujeres, muestran mayor malestar en respuesta a la infidelidad

sexual (Shackelford, Buss & Bennett, 2002). A pesar de que existe consenso respecto a

establecer una distinción entre la infidelidad emocional y sexual, se presenta discrepancia

en cuanto a las razones por las cuales las mujeres y los hombres muestran diferencias

sobre el malestar provocado por uno u otro tipo de transgresión relacional.

Siendo así, las discrepancias entre las mujeres y los hombres respecto a su forma

de experimentar los celos ante la amenaza de perder una relación afectiva significativa

han sido explicadas por diversos autores. Éstos han plasmado sus justificaciones y

conclusiones a través de diferentes modelos, como la propuesta evolutiva y otras de

índole cognitivo-social.

Propuesta evolutiva de los celos ante la infidelidad. Según la perspectiva

evolutiva, los celos son provocados por motivaciones distintas en ambos sexos

(Fernández, Olcay, Castro, Escobar & Fuentes, 2003). De acuerdo con esta propuesta,

20

que explica las diferencias sexuales desde el dimorfismo histórico-biológico, la mujer

siente celos emocionales porque la infidelidad más amenazante para su progenie

consistiría en que el hombre dirigiera e invirtiera sus recursos en otra persona (Buss,

Larsen, Westen & Semmelroth, 1992; Canto & Burgos, 2009). Dicho de otro modo, la

fémina, con el fin de tener un compañero que garantice la viabilidad de la crianza y

supervivencia de sus hijos (as), requeriría desarrollar mecanismos para detectar el posible

desvío del compromiso y sostén suministrado por el varón (Buss & Shackelford, 1997;

Portilla, Henao & Isaza, 2010), demandando, para ello, una pareja que fuera

emocionalmente fiel.

Por otra parte, los hombres no están absolutamente seguros de la paternidad

debido a la gestación interna de las mujeres (Fernández et al., 2003). En algunas culturas,

esta condición es nombrada con el refrán “bebé de la mamá, tal vez de papá” (“mama's

baby, papa's maybe”, Buunk, Angleitner, Oubaid & Buss, 1996). Así pues, para el género

masculino, una infidelidad sexual podría crear incertidumbre sobre la paternidad de sus

descendientes (Buss et al., 1992; Portilla et al., 2010).

Por lo tanto, para el varón, es necesario desarrollar estrategias de sensibilidad ante

la infidelidad sexual (Fernández et al., 2003), vigilando y controlando la conducta sexual

de su pareja con el propósito de asegurarse de que ésta sólo sostenga relaciones sexuales

con él (Canto, García-Leiva & Gómez-Jacinto, 2009). En ese sentido, puede garantizar

sus posibilidades de reproducción y perduración de genes.

Se han llevado a cabo diversos estudios para demostrar las diferencias sexuales

que mujeres y hombres experimentan ante la infidelidad emocional y sexual. Afín a estos

propósitos, Buss et al. (1992) realizó, mediante un método de elección forzada, una

21

investigación y encontró que la mayoría de las mujeres (83%) sufrieron mayor angustia

por la infidelidad emocional; mientras que la mayoría de la muestra masculina (60%) se

sintió más estresada ante una posible infidelidad sexual.

Este tipo de investigación ha sido replicada, obteniendo resultados similares en

Estados Unidos (Buunk et al., 1996; DeSteno & Salovey, 1996; Harris & Christenfeld,

1996; Buss & Shackerford, 1997; Buss et al., 1999; Harris, 2003 ; Strout, Laird, Shafer &

Thompson, 2005), Japón (Buss et al., 1999), Alemania (Buunk et al., 1996), España

(Sirvent, 2011; Canto, Moreno, Perles & San Martín, 2012), Colombia (Portilla et al.,

2010) y Chile (Fernández et al., 2003; Fernández, Sierra, Zubeidat & Vera-Villarroel,

2006). Estos últimos resultados apoyan la extensión de los hallazgos de muestras

anglosajonas, asiáticas y europeas a muestras latinoamericanas.

Hipótesis de doble-tiro (“The Double-Shot Hypothesis”). Pese a que las

investigaciones antes citadas aparentan arrojar resultados congruentes, la evidencia en

torno a la propuesta evolutiva sobre las diferencias sexuales en las respuestas a la

infidelidad ha sido cuestionada. Refutando la misma, se ha presentado la hipótesis de

doble-tiro, según la cual las mujeres y los hombres, como consecuencia de las diferencias

en la socialización, varían en sus formas de percibir la infidelidad (DeSteno & Salovey,

1996).

Así, por ejemplo, las mujeres se preocupan más por la infidelidad emocional,

porque piensan que si su pareja está enamorada de otra mujer mantendría relaciones

sexuales con ella; mientras que los hombres se inquietan más por la infidelidad sexual, ya

que entienden que si su pareja ha sido sexualmente infiel, está enamorada de esa otra

persona (DeSteno & Salovey, 1996; Harris & Christenfeld, 1996). En ese sentido, según

22

este enfoque, tanto los hombres como las mujeres experimentan celos emocionales y

sexuales, de forma simultánea, ya que una forma de infidelidad incluye a la otra.

Infidelidad, celos y comparación con el rival. Según la literatura consultada,

los celos pueden surgir como consecuencia de la amenaza al auto-concepto (Harris, 2000)

y sentido de identidad de la persona traicionada (Zumaya et al., 2008). En estos casos,

frente a la infidelidad de la pareja, es posible que el individuo evalúe el significado de la

traición por las consecuencias sobre el yo (Harris & Darby, 2010), luego de establecer un

proceso de comparación social con el (la) posible rival (García-Leiva, Gómez- Jacinto &

Canto, 2001).

Sobre estos planteamientos, se han delineado investigaciones cuyos resultados

sugieren que, en la mujer, se presenta una mayor preocupación, ansiedad y amenaza a la

autoestima ante la infidelidad emocional; mientras que el hombre se siente más

avergonzado e infravalorado frente la infidelidad sexual, reflejando, posiblemente, el

daño a su amor propio (García-Leiva et al., 2001).

El daño al amor propio podría exacerbarse en hombres socializados en un sistema

patriarcal. Bajo este tipo de organización, la infidelidad, como constructo social, es

valorizada de forma categóricamente distinta si es cometida por un hombre o por una

mujer.

Construcción social de la infidelidad. Se ha señalado que la dinámica

diferencial observada en hombres y mujeres en torno a sus respuestas ante la infidelidad

emocional y sexual no puede entenderse sin apreciar el contexto histórico-socio-cultural

en el que ésta se presenta. Siendo así, desde una perspectiva socio-construccionista, las

respuestas ante la infidelidad estarían moduladas por un conjunto de creencias, juicios,

23

principios y valores morales aprendido y adquirido por los individuos mediante la

socialización (Canto et al., 2009).

En una cultura determinada, el proceso de socialización puede ser diferenciado

para hombres y mujeres (Canto & Burgos, 2009). De esta manera, la sociedad establece

una narrativa que es internalizada por hombres y mujeres, definiendo, incluso, sus roles

sexuales.

En los países donde predomina la organización patriarcal y cultura de honor,

como en Latinoamérica, se aprecia y respeta, en el hombre, el dominio, posesión, poder,

virilidad (Falicov, 2010), potenciación de la familia y reputación (Canto et al., 2012).

Estas particularidades aparentan ser propias de la sociedad puertorriqueña. En Puerto

Rico, dado su carácter patriarcal o machista, como coloquialmente se le denomina, se

glorifica al varón que mantiene, simultáneamente, relaciones con múltiples mujeres, aún

si es infiel, situación que se describe como símbolo de virilidad (Carrero, 2010).

En cambio, la mujer ha sido vinculada a elementos de delicadeza, feminidad,

modestia, dependencia, obediencia, abnegación, subordinación, vergüenza, restricción

sexual, castidad, virginidad, pureza y evitación de conductas que podrían amenazar el

buen nombre de la familia, como la infidelidad (Vandello & Cohen, 2003). Por

consiguiente, la infidelidad sexual femenina puede considerarse como una transgresión

extrema a las normas sociales, ya que este tipo de conducta se desvía de los estereotipos

de género habitualmente atribuidos a la mujer (Canto et al., 2012).

De hecho, en las sociedades tradicionalmente sexistas, la infidelidad femenina

puede ser altamente sancionada y punible. En Puerto Rico, por ejemplo, las féminas que

asumen conductas infieles son despreciadas y suelen denominárseles con epítetos, como

24

prostitutas (Carrero, 2010) e, incluso, putas.

Como se advierte, la infidelidad representa una construcción social. Por tanto, el

significado de la fidelidad e infidelidad varía de acuerdo al sistema social que lo define.

Para los creyentes de la visión patriarcal, la conducta infiel comprende diferentes

connotaciones, dependiendo de quién la práctica, es decir, si es hombre o mujer. Bajo el

discurso patriarcal o machista, el hombre puede ser infiel; mientras que la mujer, no.

Investigaciones sobre infidelidad en Puerto Rico. Sobre el tema de infidelidad,

en Puerto Rico se realizó una investigación con una muestra de 200 estudiantes

universitarios, entre los 22 y 47 años (González et al., 2009). De estos participantes, el

41.5% reportó haber sido infiel a parejas del pasado; mientras que el 36% admitió ser

infiel a su pareja actual, independientemente si la relación era definida como matrimonio,

unión libre o noviazgo. Estos hallazgos sugieren que la conducta infiel puede presentarse

entre la población puertorriqueña.

En términos de género, los resultados obtenidos por González et al. (2009)

indicaron que, de la muestra que señaló haber sido infiel, el 51.9% eran hombres y el

30.4%, mujeres. Estos datos parecen ser cónsonos con estudios previos. Además,

aparentan reflejar la construcción social sobre las diferencias de género en cuanto a la

sexualidad, perpetuadas a través del sistema patriarcal.

A pesar de lo anterior, es posible que, actualmente, exista un mayor acercamiento,

a nivel de género, respecto a la incidencia de la infidelidad. La liberación femenina,

mayores niveles de educación y la incorporación de la mujer a las fuerzas de producción

pueden ser aspectos que contribuyan a explicar esta tendencia (González et al., 2009). En

ese sentido, tanto hombres como mujeres tienen la probabilidad de cometer un acto infiel.

25

Elementos causales de la infidelidad. Existen diversos elementos causales que

pueden contribuir a la conducta infiel, bien sea en el hombre o en la mujer. Se ha

expuesto, por ejemplo, que factores relacionados a expectativas no consumadas,

entiéndase, el incumplimiento de las aspiraciones de cada cónyuge respecto a la relación

de pareja pueden dar origen a la infidelidad, tal y como reflejó un estudio realizado con

una muestra de puertorriqueños (Bonilla, Camacho & Hernández, 1995).

De acuerdo con la investigación realizada por Bonilla et al. (1995), para los

participantes puertorriqueños, los rasgos de personalidad que dificultan el pleno

desarrollo de ambos cónyuges, así como condiciones ético-sociales, contribuyen también

al surgimiento del comportamiento infiel. De forma particular, se ha registrado que las

creencias, costumbres y valores personales permisivos acerca de la sexualidad, tanto en

varones como en féminas, se asocian a la infidelidad (Mark et al., 2011).

En adición a los factores causales anteriormente mencionados, los resultados de

las investigaciones concernidas al tema han respaldado consistentemente que las

necesidades y deficiencias en el plano sexual pueden contribuir al surgimiento de la

conducta infiel (Quevedo, 1997; González et al., 2009). De forma particular, el hombre

puede cometer un acto infiel si se siente insatisfecho sexualmente (Atkins, et al., 2005) y

reporta incompatibilidades en términos de frecuencia e importancia del contacto sexual

(Mark et al., 2011).

Hallazgos obtenidos a partir de estudios realizados con participantes

puertorriqueños (as) avalan los resultados de las investigaciones previamente citadas. Así,

por ejemplo, el estudio completado por Bonilla et al. (1995) mostró que el 23.8% de los

varones y el 17.5% de las féminas evaluó que los problemas sexuales originan la

26

infidelidad. Igualmente, la investigación dirigida por González et al. (2009) reveló que el

74% de los hombres y el 71% de las mujeres reconoció que las relaciones sexuales con su

pareja eran aburridas, condición que motivó el comportamiento infiel.

Los estudios referidos aparentan reflejar pequeñas discrepancias respecto a

elementos diferenciales en la construcción social de la sexualidad, particularmente

presentes en las sociedades donde prevalecen nociones patriarcales, como parece ser el

caso de Puerto Rico. En ese sentido, los hombres aparentan tener mayor libertad sexual y,

por consiguiente, más autonomía para demandar una satisfacción corporal. Por el

contrario, en el caso de las féminas, se presentan menores exigencias de gratificación

erótica, aunque ésta se circunscriba a la relación de pareja, incluso matrimonial.

Se ha mencionado que la manifestación de la conducta infiel también es influida

por el contexto situacional, mismo que incluye, por ejemplo, grupo de pares, ambiente

laboral, (Allen & Atkins, 2005), tiempo limitado para compartir (Atkins et al., 2005),

oportunidad y separación física debido a vacaciones (Martínez, 2011) y viajes de trabajo

(González et al., 2009). En ese sentido, aunque diferentes sociedades, como la

puertorriqueña, promueven la monogamia, las influencias de ciertos círculos sociales,

como el grupo de pares, puede influenciar a hombres y mujeres a pretender aventuras y

ser infiel.

Por otro lado, la falta de comunicación, pérdida del amor (Sirvent, 2011), rutina y

distanciamiento emocional han sido asociados a la infidelidad (González et al., 2009). A

pesar de los elementos causales previamente discutidos, la infidelidad, en ocasiones,

ocurre, incluso, en un contexto relacional sólido y amoroso (Allen & Atkins, 2005).

27

Posibles consecuencias de la infidelidad. Independientemente de sus causas, la

infidelidad emocional y sexual puede ocasionar múltiples consecuencias negativas

(Atkins et al., 2005; Shackelford et al., 2002). De acuerdo con un estudio realizado por

Martínez (2011), para la muestra de 12 participantes puertorriqueños, la infidelidad

resultó ser una experiencia dolorosa y/o difícil, en términos personales, familiares y

profesionales, irrespectivamente de la posición ocupada en el triángulo amoroso,

entiéndase infiel, traicionado o tercera persona.

A nivel emocional, las personas engañadas por una infidelidad pueden

experimentar sentimientos de frustración, tristeza, humillación, culpa (Zumaya et al.,

2008), ira (Canto & Burgos, 2009) y coraje (Rivera, Díaz, Tonatiuh & Montero, 2011).

Tanto hombres como mujeres, según Strout et al. (2005), registran más miedo, tristeza y

nostalgia como consecuencia de una infidelidad emocional.

Por otro lado, algunos investigadores han sugerido que, ante la infidelidad

sexual, tanto varones como féminas experimentan mayores niveles de ira y rabia, así

como deseos de venganza (por ejemplo, Strout et al., 2005). Otros, sin embargo, anotan

que son los varones quienes, frente a este tipo de infidelidad, registran mayor enojo

(Green & Sabini, 2006).

Estas diferencias entre mujeres y hombres respecto a sus reacciones ante la

infidelidad sexual pueden ser resultado del contexto histórico-socio-cultural en el que se

circunscribe la situación. Así, por ejemplo, en las sociedades patriarcales, como la

puertorriqueña, la infidelidad sexual femenina transgrede la dignidad y el honor del

varón, quien se siente socialmente devaluado. Es posible que tales sensaciones generen en

el hombre emociones de coraje que, en ocasiones, puedan traducirse en conductas

28

agresivas contra la mujer.

Por lo general, las emociones experimentadas como resultado de una infidelidad

se relacionan con la forma en la cual la persona dirige sus acciones hacia la pareja,

incluyendo la posible determinación de continuar o finalizar la relación romántica. En ese

sentido, si la emoción que predomina es la tristeza, es frecuente el llanto, retraimiento y

pasividad (Chóliz & Gómez, 2002).

De acuerdo con Shackelford et al. (2000), las féminas, particularmente, tienden a

responder con angustia, preocupación, ansiedad, tristeza y depresión. El estudio llevado a

cabo por Phillips (2010) coincide con estas apreciaciones. Según esta investigación, las

mujeres estadounidenses mostraron mayores niveles de ansiedad e inseguridad ante la

infidelidad, condiciones que probablemente las motiven a aferrarse a la relación y, por

ende, facilitar el perdón y la reconciliación.

Los autores consultados consistentemente han mencionado que, si, por el

contrario, ante una infidelidad, prevalece la ira, es posible que el individuo manifieste

comportamientos explosivos, agresivos, violentos e, incluso, homicidas, particularmente

si se trata de un varón (Shackelford et al., 2000; Chóliz & Gómez, 2002; Canto &

Burgos, 2009). Respecto a estos planteamientos, la investigación realizada por Phillips

(2010) concluyó que la indignación, entiéndase, ira y hostilidad, se presentó con mayor

frecuencia en los hombres estadounidenses. De acuerdo con los hallazgos del estudio, los

varones que experimentan indignación suelen culminar la relación con su pareja, en lugar

de actuar a favor del perdón y reconciliación.

Más allá de las reacciones antes consideradas, con frecuencia, el integrante de la

pareja traicionado, puede presentar una sintomatología similar a la experimentada por

29

individuos con un trastorno de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés,

Prieto-Ursúa et al., 2012). Según la literatura examinada, se ha encontrado, de forma

consistente, que las personas engañadas pueden presentar pensamientos intrusivos

recurrentes acerca de los detalles y razones de la infidelidad, así como del futuro de la

relación de pareja, re-experimentación del dolor generado por el acto infiel, explosiones

de irritabilidad, respuestas de sobresalto exagerada, agitación extrema, hipervigilancia

(Johnson, Makinen & Millikin, 2001; Allen & Atkins 2005; Gordon, Baucom & Snyder,

2005; Whisman & Pittman-Wagers, 2005), así como dificultades para conciliar el sueño

(Ortman, 2005).

Debido a estas similitudes sintomatológicas, Ortman (2005) ha acuñado la

terminología “trastorno de estrés post-infidelidad" (PISD, por sus siglas en inglés) para

referirse a las consecuencias ocasionadas por una infidelidad.

Posibles implicaciones de la infidelidad sexual femenina: Paternidad fraudulenta

La infidelidad sexual femenina, puede, por ejemplo, provocar un embarazo. En

este caso, es posible que la mujer pueda optar por ocultar y, por ende, mentir a su pareja

acerca de este hecho. Como consecuencia, se presentan dos tipos de engaño, a saber: la

infidelidad sexual y la atribución, de forma indirecta, de una paternidad que no le

pertenece. Bajo estas circunstancias, se presenta lo que se ha definido como paternidad

fraudulenta. Según Draper (2007), la paternidad fraudulenta surge cuando, a pesar de que

la mujer conoce acerca de la verdadera paternidad, engaña deliberadamente al varón.

La paternidad fraudulenta puede descubrirse, de forma accidental, por ejemplo,

durante un tratamiento médico en el que se evidencie incompatibilidad entre los grupos

sanguíneos y/o tejidos (Draper, 2007). No obstante, si existen dudas sobre la concepción

30

basándose en los rasgos físicos del (de la) niño (a) e, incluso, si se albergan sospechas

acerca de la fidelidad de la pareja, es posible que los hombres recurran a los adelantos

científicos, circunscritos, por ejemplo, a las pruebas de ADN.

Paternidad fraudulenta y pruebas de ADN. Los estudios de ADN constituyen

pruebas de paternidad, que, en el 99.99% de los casos, resultan fiables para refutar una

paternidad posiblemente fraudulenta. En Puerto Rico, el Centro Médico de Río Piedras es

la fuente principal para las pruebas de ADN. No obstante, existen otros laboratorios

clínicos ubicados a través de la Isla, como Boston Paternity.

Boston Paternity realiza pruebas de paternidad para asuntos legales admisibles en

los 50 estados de Estados Unidos, además de pruebas caseras y otras de naturaleza

discreta. Incluso, este laboratorio cuenta con un centro en el pueblo de Las Piedras,

donde se ofrecen recolecciones móviles, alternativa mediante la cual se toma la muestra

de ADN en el lugar previamente determinado con los profesionales de la compañía.

Prevalencia de la paternidad fraudulenta. Según la bibliografía estudiada, en

América, no existe evidencia certera respecto al número de hombres que han sido

engañados sobre su paternidad. Los datos sobre este asunto han sido contradictorios.

Algunos autores, como Gilding (2005), han indicado que la cantidad de casos puede

oscilar entre el 1% y 3% de la población americana. Sin embargo, Henry (2006) ha

refutado tales cifras, indicando que la cantidad de casos es significativamente más alta,

superando a un millón.

Sobre posibles datos sociodemográficos que pudieran describir a esta población,

un estudio citado por Padawer (2009) determinó que existen más casos de paternidad

fraudulenta entre hombres solteros, en comparación con aquéllos que están legalmente

31

casados. A pesar de lo anterior, este mismo estudio estimó que el 2% de los varones

casados y confiados plenamente en su paternidad no son los padres biológicos de sus

supuestos (as) hijos (as). En Puerto Rico, no existe alusión bibliográfica sobre los

asuntos antes mencionados.

Independientemente de la cantidad de casos, la situación existe y, por ende, los

hombres pueden ser afectados por el posible impacto del descubrimiento de una

paternidad fraudulenta.

Impacto de la paternidad fraudulenta. Con excepción de un escrito, no se han

identificado referencias bibliográficas a nivel nacional e internacional que expliquen las

consecuencias originadas a raíz del descubrimiento de una paternidad fraudulenta. Por

tales razones, para definir el impacto de tal problemática, se ha aludido al artículo de

Draper (2007), quien afirma que, como consecuencia de descubrir una paternidad

fraudulenta, un hombre puede experimentar un sentimiento de pérdida por haber sido

privado de quienes creyó eran sus hijos (as) biológicos (as). Esta sensación se

experimenta independientemente si, luego de tal descubrimiento, este hombre es

restringido o no en cuanto al acceso a estos (as) niños (as).

Una vez descubierto la paternidad fraudulenta, algunos hombres, deciden romper

todos los lazos afectivos con los (as) supuestos (as) hijos (as). En ocasiones, este tipo de

decisiones puede presentarse, inclusive, sin considerar el tiempo durante el cual se ha

mantenido la relación “paterno-filial” (Draper, 2007).

Por el contrario, otros hombres deseen continuar con este vínculo, pretendiendo

conservarse como padres sociales, según definido por Draper (2007). Este deseo

responde a que el padre, aun después de conocer acerca de la inexistencia de lazos

32

biológicos, se siente emocionalmente comprometido con el (la) niño (a). De esta manera,

la conformación de la paternidad se suscita no por un nexo netamente biológico o

hereditario, sino por uno de naturaleza afectiva. En estos casos, el hombre decide libre y

voluntariamente asumir el rol de padre, papel que, en nuestra sociedad, muchas veces se

le denomina “padrastro”.

Considerando lo anterior, para los hombres, el descubrimiento de una paternidad

fraudulenta puede generar implicaciones psicosociales importantes en el rol paternal. Más

aún, puede sugerirse que una paternidad fraudulenta afecta la identidad masculina adulta,

entendida esta última como constructo sociocultural.

Para los hombres puertorriqueños, en efecto, la paternidad fraudulenta puede tener

un impacto psicosocial adverso. Tal impacto posiblemente sea determinado por las

condiciones propias del régimen patriarcal. Este tipo de organización social puede

atribuir rasgos de debilidad, inferioridad y falta de virilidad a los varones que no

concretan la paternidad y que, más aún, han sido engañados respecto a ella. Por lo tanto,

la cultura patriarcal no sólo afecta la valorización del rol paternal y la masculinidad, sino

que, además, influye en la percepción de la pareja fémina que comete alguna conducta

infiel, impresión que es particularmente negativa.

Estrategias para manejar las implicaciones de la infidelidad: Perdón interpersonal

Con el propósito de manejar el impacto de una infidelidad y sus posibles

consecuencias, se ha aludido al perdón, como estrategia para favorecer la recuperación de

las personas transgredidas, así como de la relación de pareja. El perdón ha sido definido

como el conjunto de transformaciones motivacionales, a través de las cuales disminuye el

distanciamiento, así como las acciones vengativas contra la pareja ofensora, y aumenta el

33

deseo de conciliación y buena voluntad hacia ésta (McCullough, Worthington, Jr. &

Rachal, 1997).

Se ha señalado que en una relación, una vez se produce algún daño, se genera

inicialmente, en la persona ofendida, una experiencia subjetiva, denominada “no-

perdón,” que incluye respuestas cognitivas, afectivas y, usualmente, comportamentales

(Prieto-Ursúa et al., 2012). A nivel cognitivo, la falta de perdón puede originar

reflexiones intrusivas acerca del daño sufrido y el futuro de la relación; mientras que, a

nivel afectivo, pueden presentarse emociones asociadas a enojo y resentimiento e,

igualmente, síntomas depresivos (Worthington, Jr., Witvliet, Pietrini & Miller, 2007).

Para aliviar tales experiencias, los individuos pueden actuar de diversas formas. Por

ejemplo, pueden aceptar el daño, crear nuevas atribuciones sobre el evento y las

circunstancias propias a la ofensa, manejar el estrés, controlar el enojo o, bien, perdonar

(Prieto-Ursúa et al., 2012). En ese sentido, el perdón, entre varias, constituye una

elección para sobreponerse al daño. Aunque el perdón representa una elección para

superar la ofensa generada al vínculo afectivo, se ha indicado que esta práctica no implica

necesariamente la exoneración, justificación o aprobación (Worthington, Jr. et al., 2007).

Variables facilitadoras del perdón interpersonal. Perdonar una infidelidad

depende de variables personales y situacionales. En el caso de una infidelidad sexual, el

perdón podría depender de las formas en las que se descubre la infidelidad. Así pues,

perdonar parece más probable si quien produce el daño libre y voluntariamente revela o

confiesa la infidelidad (Prieto-Ursúa et al., 2012).

De igual forma, según la data revisada, los autores han coincidido en que el acto

de perdonar se facilita si el transgresor asume responsabilidad y ofrece disculpas que

34

reflejen contrición o arrepentimiento (Gunderson & Ferrari, 2008; Prieto-Ursúa et al.,

2012). Además, si las disculpas son seguidas de conductas dirigidas a enmendar el daño y

restaurar el vínculo, puede facilitarse el perdón (Bono, McCullough & Root, 2008), la

confianza y, posiblemente, la conciliación.

Valoración del perdón interpersonal. La mayoría de las referencias estudiadas

sugiere que el perdón puede mejorar el estado anímico y la salud física, proveyendo una

sensación de bienestar general (Rye, Folck, Heim, Olszewski & Traina, 2004; Bono et

al., 2008). En ese sentido, la información examinada, de forma consistente, alude a que el

perdón puede reducir la depresión, ideas intrusivas y vengativas, ira, hostilidad, tensión y

estrés asociado a la falta de perdón (Lawler et al., 2005; Worthington, Jr. et al., 2007).

A pesar de que los autores anteriormente citados asocian el perdón con efectos positivos,

existen otros que difieren respecto a las consecuencias categóricamente benéficas de esta

acción. Así, por ejemplo, Guzmán (2010) y McNulty (2010) entienden que el acto de

perdonar también puede resultar negativo e, incluso, perjudicial si existe el riesgo de

perpetuar el patrón y, en ese sentido, de que la persona ofendida sea constantemente re-

victimizada. En estos casos, el perdón presume una amenaza para el bienestar de quienes

han sido dañados (Prieto-Ursúa et al., 2012). Por tanto, según los autores antes

mencionados, en el proceso de recuperación de heridas relacionales, no perdonar puede

ser una alternativa viable y efectiva.

En el ámbito clínico, sería conveniente, pues, propiciar que la parte engañada

valore estas implicaciones con el fin de tomar decisiones favorables, según sus

experiencias de vida.

35

Procesos terapéuticos para manejar el impacto de la infidelidad

Con el fin de lidiar con los aspectos inherentes a la infidelidad, entre los que pude

incluirse la paternidad fraudulenta, las personas pueden optar por asistir a terapia

psicológica. Esta puede ofrecerse en una modalidad individual o, bien, en un contexto de

pareja.

Terapia individual. Para recuperarse de los daños ocasionados por una

infidelidad, Ortman (2005) sugiere un proceso terapéutico individual consistente en tres

partes, a saber: establecer el sentido de seguridad, decidir acerca de la relación y sanar a

través del perdón.

La primera etapa implica establecer un sentido de protección; es decir, evitar

tomar decisiones respecto a continuar o finalizar la relación afectiva hasta lograr cierta

estabilidad emocional. Como parte de la segunda etapa, se requiere una valoración

reflexiva acerca de las circunstancias propias a la infidelidad, así como de las alternativas

disponibles ante esta situación, como la continuación o ruptura del vínculo sentimental.

La última etapa implica sanar los recuerdos asociados a la infidelidad, irrespectivamente

si la persona engañada decide o no continuar la relación afectiva. Este proceso de

sanación es posible a través del perdón.

Como parte de las intervenciones terapéuticas, inicialmente, se favorece el perdón

intrapersonal, entiéndase aquél dirigido hacia la propia persona. En ciertas oportunidades,

según Ortman (2005), la parte transgredida se culpa y critica, denominándose tonta por

no haber identificado las señales del engaño. En estos casos, se facilita la evaluación de

tales auto- apreciaciones y/o auto-atribuciones. Una vez completado lo anterior, se trabaja

con el perdón interpersonal, es decir, aquél dirigido al sujeto ofensor.

36

Terapia de pareja. En terapia de pareja, el perdón aparenta ser un elemento

esencial para determinar si se rompe o continúa la relación afectiva. Por tanto, en el

escenario clínico, el perdón puede ser apreciado como una alternativa para manejar el

impacto que, a corto y largo plazo, ocasiona la infidelidad (Guzmán, 2010).

Muchas de las personas que solicitan asistencia terapéutica refieren experimentar

gran dolor luego de haber descubierto una infidelidad. Para aquellos que le atribuyen a la

relación de pareja un carácter de exclusividad física, la infidelidad sexual produce gran

resentimiento, amargura y enojo (Diblasio, 2000). Para superar tales experiencias, en

ocasiones se recurre a enfoques cónsonos con los modelos cognitivos-conductuales, tales

como el modelo del perdón basado en la decisión y otros que enfatizan la respuesta

traumática usualmente asociada a la infidelidad.

Modelo del perdón basado en la decisión. Ante la infidelidad sexual, puede

hacerse referencia al modelo del perdón basado en la decisión. Como enfoque

terapéutico, el perdón basado en la decisión se define como el proceso cognitivo

implicado en dejar ir el resentimiento, la amargura y la venganza (Diblasio, 2000).

De forma particular, este tipo de intervención se formula a través de sesiones que pueden

extenderse de dos a tres horas e integran 13 pasos, organizados en tres secciones, a saber:

definición y preparación, búsqueda y otorgación del perdón y acto ceremonial (Diblasio,

2000).

En el primer paso, se explica y discute la definición y beneficios del perdón

basado en la decisión. A tales efectos, en este primer encuentro, el terapeuta intenta

comprender el significado que cada miembro de la pareja le otorga al perdón, incluyendo

aspectos culturales y/o espirituales que pudieran estar asociados (Diblasio, 2000). De

37

igual forma, en esta paso, se destaca la premisa de que la persona traicionada puede

decidir no perdonar o retener el perdón por ese momento.

En el segundo paso, se establece la oportunidad de que cada miembro de la pareja

pueda pedir perdón por sus acciones ofensivas, asumiendo responsabilidad personal

(Diblasio, 2000).

Como parte del siguiente paso, se introduce el tratamiento de perdón, enfatizando

que la voluntad de continuar las sesiones no los obliga a perdonar las acciones que han

causado daño.

Durante el cuarto paso, se provee el espacio para que la parte ofensora afirme el

engaño, aunque, para la parte ofendida, escuchar la información pueda resultar difícil e

hiriente (Diblasio, 2000). Cónsona con esta intervención terapéutica, Prieto-Ursúa et al.

(2012) señala que el reconocimiento de la ofensa, así como su importancia, son

condiciones esenciales para promover el perdón. Una vez se establece propiamente el

engaño, se promueve, en el próximo paso, que la parte transgresora explique las razones

que motivaron la infidelidad, evitando insinuar que tal explicación justifica su conducta.

Como sexto paso, se facilita que la parte transgredida obtenga información certera

acerca de la infidelidad, descartando, en ese sentido, supuestos sobre el hecho en

cuestión. A este nivel, se obvian cuestionamientos que, por lo general, son perjudiciales,

como aquéllos que comparan experiencias sexuales y otros que describen detalles

explícitos de los encuentros eróticos, incluyendo posiciones y conversaciones (Diblasio,

2000). A partir de la información obtenida, en el siguiente paso, se posibilita que la parte

agredida exprese sus emociones, que pudieran incluir dolor, angustia, incredulidad y

enojo.

38

Durante el octavo paso, se promueve que la parte agresora se muestre empática

ante el dolor y la angustia ocasionada por la infidelidad. Como paso posterior, además, la

parte ofensora, en colaboración con el terapeuta, esboza un plan de acción organizado

para evitar la conducta infiel, considerando, en primer lugar, suspender el contacto con la

tercera parte y autorizar a la parte ofendida a comprobar su fidelidad (Diblasio, 2000).

En el décimo paso, se provee el espacio para que la parte engañada se identifique con la

parte transgresora (Diblasio, 2000). En otras palabras, se facilita o incrementa la empatía,

proceso que le permite a la parte ofendida realizar re-atribuciones más positivas acerca de

la parte ofensora (Prieto-Ursúa et al., 2012).

Posterior a la demostración de empatía, se enfatiza la elección de perdonar o no

perdonar. Si se decide perdonar, es importante que, en el futuro, el acto no sea empleado

como arma contra la pareja (Diblasio, 2000). Como paso consecutivo, se facilita que la

parte agresora, de manera formal, solicite perdón. Finalmente, si la infidelidad es

perdonada, se produce el acto ceremonial, como expresión simbólica alusiva a tal hecho.

Modelo alusivo a la respuesta traumática de la infidelidad. Considerando las

similitudes sintomatológicas experimentadas entre los individuos traicionados por una

infidelidad y aquéllos que padecen un trastorno de estrés postraumático, se ha sugerido

un modelo alusivo a la respuesta traumática asociada a la infidelidad (Gordon et al.,

2005). Este tratamiento consta de tres etapas.

Durante la primera fase, denominada etapa de impacto, el terapeuta orienta a las

parejas acerca del tratamiento y explica la infidelidad conceptuándola como un evento

traumático.

39

Siendo así, en esta etapa, se promueve que las personas comprendan y

experimenten el impacto del trauma interpersonal (Gordon et al., 2005). Con tales

propósitos, se favorece que la parte engañada cuestione las razones que produjeron la

infidelidad.

Durante la segunda etapa, se promueve la búsqueda de un significado más

profundo acerca de las razones que generaron el hecho traumático (Gordon et al., 2005).

Siendo así, resulta conveniente que la pareja evalúe los factores que, de una u otra forma,

contribuyeron a la presentación de la conducta infiel. Entre estos factores pueden

valorarse influencias de índole individual, interpersonal y contextual.

Sobre estas particularidades, el terapeuta discute, con la pareja, la diferencia entre

asignar responsabilidad por la infidelidad, dirigida a quien cometió el engaño, y las

contribuciones de cada integrante al contexto en el cual se produjo la traición. Al

entender estos aspectos, la pareja podrá tener a su disposición más elementos para

intentar eludir una posible futura infidelidad.

Este proceso permite que la pareja reevalúe su relación y examine qué decisión

debe adoptar, bien sea continuar o finalizar el vínculo afectivo. Después de que los

integrantes de la pareja hayan reevaluado su relación y, posiblemente, considerado el

perdón, el tratamiento se orienta a ayudar a que la diada finalice su relación o realice

modificaciones para continuar con la misma. Si este es el objetivo, durante la tercera

etapa, la parte transgredida necesita desarrollar una visión realista y equilibrada de la

relación, experimentar la liberación de las emociones negativas y renunciar

voluntariamente al castigo dirigido hacia la parte transgresora (Gordon et al., 2005).

40

Influencia del sistema patriarcal sobre la construcción social de la fidelidad y la

paternidad

Los elementos patriarcales que parecen caracterizar a la sociedad puertorriqueña

pueden influir en la construcción, interpretación y valoración de la fidelidad y la

paternidad, así como de sus opuestos (entiéndase, infidelidad y no paternidad). En forma

literal, el patriarcado significa gobierno de los padres. Es el imaginario social

representativo de un régimen caracterizado por la dominación masculina y, por ende, la

subordinación femenina, relación jerárquica que es considerada natural, normal, lógica,

autoevidente e, inclusive, teóricamente ineludible e incuestionable.

De esta forma, la sociedad patriarcal justifica abiertamente las condiciones de

diferenciación y desigualdad entre hombres y mujeres, asignándole a cada uno diversos

roles estereotipados, según su sexo. Por ejemplo, al hombre se le asigna el rol de

proveedor, quien aporta los recursos económicos para sustentar a la familia,

involucrándose, en ese sentido, en el mundo público del trabajo y el derecho; mientras

que a la mujer se le adjudica el rol de protectora y responsable del ámbito privado del

hogar, las tareas domésticas y la crianza de los (as) hijos (as) (Torres, 2004; Velázquez,

2004). En ese sentido, como expone Bonino (2002), la cultura patriarcal respalda que el

hombre acapare ciertos derechos materiales, sociales y emocionales. La legitimación

social de tales derechos facilita la institucionalización de la libertad del varón respecto a

la responsabilidad del quehacer doméstico y el cuidado de los individuos.

Sobre las relaciones de pareja, la cultura patriarcal legitima una supremacía

explícitamente masculina, donde el hombre tiene influencia directa sobre la vida

propiamente individual de la mujer (Postigo, 2001). De manera histórica, el varón ha

41

detentado el poder y controlado la libertad sexual, así como la capacidad reproductiva de

la fémina (Lerner, 1986), quien ha sido reconocida como propiedad dominada por el

hombre. En este tipo de vínculo patriarcal, el hombre se relaciona con la mujer como si

fuera su soberano (Bonino, 2002). Por tanto, Torres (2004) afirma que, en el sistema

patriarcal, ser hombre adquiere forma una vez se ejerce poder sobre las mujeres.

A tono con lo anterior, en Puerto Rico, como parte de su cultura patriarcal, se enaltece al

hombre que sostiene relaciones afectivas con diversas mujeres, independientemente si es

infiel. Según la ilusión machista, este tipo de conductas refleja cuán viril y “macho” es el

varón. Sin embargo, esta misma ideología, les adjudica a las féminas el valor de la

castidad, virginidad y fidelidad. De no cumplir con estas expectativas sociales, la mujer

es severamente sancionada, condenada y castigada.

De hecho, en el sistema patriarcal, el hombre ha sido socializado para ejercer

poder, incluso, mediante la fuerza física. Según González-Hermosilla (2009), la violencia

contra la mujer se ha instituido como un medio para mantener la supremacía masculina,

así como para restablecerla una vez la mujer atente contra este privilegio que ha sido

adquirido y disfrutado a raíz de la herencia patriarcal. Sobre estos asuntos, este autor ha

concluido que existe una correlación entre cultura patriarcal, condiciones de

diferenciación entre hombres y mujeres y violencia de género.

En cuanto a la paternidad, el modelo patriarcal respalda al padre como figura que

ostenta un poder autoritario. Es el denominado dueño de la familia, titular de la patria

potestad y de los derechos sobre la progenie (Romero, 2007). Su rol principal consiste en

suministrar los bienes para suplir las necesidades del hogar. En ese sentido, el orden

social patriarcal sustenta la idea de autoridad del varón, defendiendo la superioridad del

42

padre sobre la madre y los descendientes (Lerner, 1986).

Como constructo que subyace a la organización cultural de la sociedad

puertorriqueña, el patriarcado favorece la paternidad como condición necesaria para

cumplir con la lógica hegemónica asociada a los rasgos y conductas atribuidas al varón.

El incumplimiento de estas condiciones implicaría la contradicción al orden natural del

sistema patriarcal y, por tanto, la adjudicación de características socialmente devaluadas,

como debilidad, inferioridad, así como falta de virilidad y masculinidad.

Si el incumplimiento de la paternidad se debe a la infidelidad, el hombre puede

sufrir mayor desprestigio público a su reputación. Desde esta perspectiva, la conducta

infiel de una mujer atenta contra el respeto, dignidad y honor del género masculino

(Vandello & Cohen, 2003). De hecho, en Puerto Rico, el varón, cuya mujer es infiel, es

devaluado social y culturalmente. Incluso, a este hombre puede llamársele cabrón

(Ramírez & García, 2002), forma despectiva y humillante para denominar el hecho en

cuestión.

Tomando como referencia la documentación analizada, es posible sugerir que,

para los hombres puertorriqueños que no concretan la paternidad y que, más aún, han

sido engañados respecto a ella, como producto de una infidelidad, la paternidad

fraudulenta puede tener un impacto personal y social adverso. Siendo así, debido a las

consecuencias experimentadas a nivel psicosocial, los hombres transgredidos pueden

optar por el divorcio o disolución del vínculo amoroso. En ocasiones, además, pueden

manifestar comportamientos suicidas.

Igualmente, pueden exteriorizar deseos de venganza, así como conductas hostiles,

destructivas, agresivas, violentas e, inclusive, homicidas contra la pareja infiel.

43

Análisis del discurso

El análisis del discurso representa una técnica de análisis de contenido que se

inscribe como parte del conocimiento cualitativo, fundamentándose en la ciencia

interpretativa (Santander, 2011), como la hermenéutica, fenomenología, estructuralismo y

deconstrucción.

El término hermenéutica provine de la expresión griega “hemeneucin,” vocablo

que alude al arte de interpretar (Gutiérrez, 1986), esclarecer, traducir y explicar el objeto

de estudio. Como método científico, la hermenéutica representa un proceso que tiene

como propósito interpretar y comprender, de forma crítica, el sentido de cualquier

fenómeno.

La fenomenología, por su lado, representa un principio metodológico sistemático

mediante el cual se estudia a los fenómenos o asuntos de interés tal como se manifiestan

o muestran. En otras palabras, la investigación fenomenológica comprende el estudio de

la verdadera naturaleza de los fenómenos. Implica, pues, la descripción de los

significados vividos, enfatizando el valor de lo individual y la experiencia subjetiva

(Rodríguez, Gil & García, 1996). De esta manera, puede explorarse el significado de ser,

por ejemplo, mujer u hombre, desde el contexto social del sujeto.

Ahora bien, el estructuralismo representa una estrategia investigativa mediante la cual se

pretende descubrir, dilucidar y comprender las relaciones sistemáticas, llamadas

estructuras, que median los fenómenos socioculturales (Federación de Enseñanza de

Andalucía, 2011), como la conducta humana individual y colectiva. Siendo así, el

estructuralismo implica el análisis de significados culturales, representativos de sistemas

sociales complejos.

44

Finalmente, la deconstrucción consiste en analizar todo concepto considerando

que éste ha sido construido a partir de procesos históricos, representando, en ese sentido,

concepciones relativas (Derrida, 1972, citado en Teijeira, 2012). En términos más

sencillos, la deconstrucción implica la descomposición de un concepto o construcción

intelectual a través de un análisis que muestre sus contradicciones y ambigüedades (Real

Academia Española, 2001). Más aún, desde la filosofía derridiana, la deconstrucción

exige la fragmentación de textos, constituyéndose como un acto de descentralización o

disolución de aquéllos reclamos de “verdad” absoluta, homogénea y hegemónica

(Krieger, 2004).

Análisis del discurso: Perspectiva de Michel Foucault. Como parte del

quehacer científico, el análisis del discurso permite comprender cómo se generan,

funcionan y cambian las alocuciones que estructuran las actividades de los agentes

sociales. Una de las vertientes más conocidas que aborda el análisis del discurso fue

propuesta por Michel Foucault. Los temas centrales de la propuesta foucaultiana incluyen

la ética, arqueología y genealogía (Castro, 2004).

La ética representa un concepto medular en el trabajo foucaultiano. La ética alude

a la relación del ser humano consigo mismo (Foucault, 1985) y representa una práctica,

es decir, un modo de ser y de comportarse. Siendo así, la ética prescribe la manera en la

que el sujeto es moral al ejecutar sus propias acciones.

Otra de las ideas cardinales en el análisis del discurso foucaultiano está

representada por la arqueología. La arqueología del saber se centra en la episteme, en la

que los conocimientos son tratados sin referirse a su valor racional o a su objetividad

(Castro, 2004). En ese sentido, la arqueología no pretende ser un análisis causal de los

45

hechos o conceptos contenidos en los enunciados examinados.

La arqueología tampoco procura el ejercicio de un análisis formalista o

interpretativo. Para la metodología formalista, la unidad de trabajo está representada por

la proposición- significante. En otras palabras, este sistema metodológico busca

establecer las condiciones gramaticales, lógicas o lingüísticas de la formación de los

discursos. En cambio, para la metodología interpretativa, la unidad de trabajo concierne a

la frase-significado/significación. Por tanto, a través de este método, se propone

establecer relaciones entre los enunciados contenidos en los discursos (Castro, 2004).

En contraste con lo anterior, la arqueología implica el intento por establecer las

condiciones en las que se ejerce la función enunciativa (Foucault, 1985). Dicho de otro

modo, la arqueología concierne a un análisis de las circunstancias históricas que han

permitido que en un momento dado sólo ciertos enunciados hayan sido posibles (Castro,

2004). En ese sentido, la descripción arqueológica pretende demostrar cómo la historia,

es decir, las instituciones, los procesos económicos y las relaciones sociales, pueden

propiciar tipos definidos de discurso.

La arqueología procura analizar el discurso en su modalidad de archivo (Castro,

2004). En términos más sencillos, intenta definir y describir los discursos como prácticas

específicas al momento de su registro. De esta forma, la arqueología del saber, como

disciplina metodológica, propone organizar el trabajo con el fin de definir unidades,

distinguir lo relevante de lo irrelevante, auscultar y describir posibles patrones

discursivos (Lucca & Berrios, 2009), así como establecer la regularidad de los

enunciados.

46

A través de la definición y descripción de los enunciados no se pretenden, desde

la perspectiva de la arqueología, establecer lo que ha sido expresado en su identidad, es

decir, lo que los seres humanos han pensado o ansiado señalar en el instante en que

pronunciaban sus discursos. Por el contrario, la arqueología muestra una reescritura de

los discursos en el nivel de su exterioridad (Castro, 2004).

Por tanto, la arqueología es un método histórico de descripción del lenguaje,

entiéndase enunciados y/o formaciones discursivas. Las formaciones discursivas se

definen como el conjunto de reglas históricas, fijadas en el tiempo y en el espacio, que

han precisado en una época y para una región social, económica, geográfica y/o

lingüística particular, los contextos de la función enunciativa (Castro, 2004).

En resumen, la arqueología representa un modo de abordar el lenguaje en su

historicidad, dispersión y materialidad, es decir, sin vincularlo a la sistematicidad formal

de una estructura ni a la exuberancia interpretativa del significado. La tarea de la

arqueología consiste, pues, en describir la organización del campo en el que los

enunciados aparecen y circulan (Castro, 2004).

Finalmente, la genealogía constituye el tercer criterio fundamental en el análisis

del discurso foucaultiano. Para Foucault (1985), la práctica genealógica supone dirigir el

análisis del discurso a partir de un asunto presente.

La genealogía se sintetiza en tres ejes, a saber: dimensión de la verdad, praxis de

poder y nexo ético (Foucault, 1985). El primero de ellos hace referencia a la ontología

histórica del ser humano en su relación con la verdad, condición que le permite

establecerse como sujeto de conocimiento. El segundo eje se circunscribe a la ontología

del ser humano vinculado al poder, es decir, la forma en la que se impone como sujeto

47

que actúa y opera sobre otros. Finalmente, el tercer eje alude a la ontología del ser

humano en conexión con la moral, entiéndase la manera en la que se organiza como

sujeto ético que actúa sobre sí mismo (Castro, 2004).

Con relación a la praxis de poder, cabe destacar que el quehacer genealógico

permite analizar el saber en términos de estrategias y tácticas de poder. Para Foucault

(1988), el poder constituye una construcción social e histórica que define un modo de

relación entre individuos o grupos. Desde esta perspectiva, el poder no es poseído por los

individuos, sino practicado o ejercido al interactuar con otros sujetos y con su entorno.

En ese sentido, el poder no funciona directa o inmediatamente sobre otros individuos;

más bien, radica en conducir las acciones de los sujetos actuantes, orientando la

probabilidad de tales conductas, independientemente si éstas son de carácter fortuito o

deliberado, presente o futuro (Foucault, 1988). Así pues, según el enfoque foucaultiano,

el ejercicio del poder consiste en regular acciones, bien sea provocándolas, induciéndolas,

persuadiéndolas, facilitándolas, intensificándolas, desviándolas, restringiéndolas,

coartándolas, proscribiéndolas o imposibilitándolas.

El ejercicio del poder y, por ende, de conducir y regular conductas cumple varios

propósitos. Por ejemplo, lograr el funcionamiento de la autoridad constitucional y

salvaguardar privilegios (Foucault, 1988). Asimismo, el uso del poder permite influenciar

el modo en el que las sociedades determinan la formación de los sistemas matrimoniales,

así como el desarrollo de la paternidad, la transmisión del nombre y de los bienes.

Según la postura foucaultiana, las relaciones de poder también influencian las prácticas

sexuales de los grupos sociales. Respecto a ello, Foucault ha señalado que el sistema

social occidental ha estructurado un conjunto de reglas que definen lo que, a nivel sexual,

48

es permitido y prohibido, lícito e ilícito (Castro, 2004). Por tanto, la familia, como

institución fundamental, representa el medio de intercambio de la sexualidad.

Cabe señalar, por otro lado, que, de acuerdo con la propuesta foucaultiana, el discurso

puede ser instrumento, efecto, obstáculo o punto de referencia del poder (Castro, 2004).

En ese sentido, el discurso constituye una forma de actuar sobre los otros (Foucault,

1988), es decir, de practicar el poder.

A través del discurso, un individuo puede argumentar y justificar el poder

hegemónico de un grupo social sobre otro. Por ejemplo, puede reproducir ideologías

patriarcales y/o machistas que, precisamente, respaldan una aparente superioridad

masculina, condición que suscita relaciones de desigualdad entre hombres y mujeres. La

ideología patriarcal, a su vez, influencia la construcción social de la paternidad y la

fidelidad, temas que rigen esta investigación.

Los postulados de Foucault pueden contribuir a la creación de un marco

conceptual para entender la problemática asociada al descubrimiento de la paternidad

fraudulenta. Por lo tanto, para propósitos de llevar a cabo este estudio, se hizo alusión al

trabajo foucaultiano.

Categorías de análisis: Con el fin de llevar a cabo el análisis del discurso,

Foucault ha propuesto establecer vínculos entre las unidades examinadas a través

de los enunciados lingüísticos. Al examinar los textos, se considera que la unidad

de los discursos se establece a partir de la forma y tipo de encadenamiento, así

como de la permanencia de determinados conceptos (Castro, 2004).

Para propósitos de esta investigación, se consideraron varias unidades de análisis, tales

como: relaciones, episodios y significados. Las relaciones se organizan mediante diadas

49

que forman un lazo social, cuyo desarrollo e intensidad son estudiadas bajo la perspectiva

cualitativa (Hernández-Sampieri et al., 2006). A partir de la narración del sujeto, se

estudió la diada hombre-mujer, entiéndase la relación entre el participante y la expareja,

así como la diada padre- hija, léase el vínculo entre el entrevistado y la niña que creyó era

su descendiente biológica.

Los episodios constituyen eventos dramáticos y emotivos que trascienden la vida

rutinaria (Hernández-Sampieri et al., 2006). En esta investigación, el episodio de mayor

relevancia fue ejemplificado por la vivencia de descubrir la paternidad fraudulenta.

Finalmente, los significados representan referentes lingüísticos utilizados por los seres

humanos con el objetivo de aludir a la vida social (Hernández-Sampieri et al., 2006). Los

significados, como las definiciones pueden ser descritos, interpretados e, incluso,

justificados. Por ende, representan un elemento de particular importancia para el análisis

cualitativo. En este caso, se hizo el examen de tal unidad, considerando los significados

que el participante le atribuyó a nociones, tales como: relaciones de pareja, paternidad y

descubrimiento de la paternidad fraudulenta.

A partir de las unidades examinadas, se identificaron varias categorías de análisis.

Las categorías emergentes se organizaron bajo los siguientes temas: valoración de las

relaciones de pareja, concepto de familia, importancia de la paternidad, descubrimiento

de la paternidad fraudulenta interpretado como una situación “fuerte,” apreciación de sí

mismo (autoestima), influencia social y manejo del impacto del descubrimiento de la

paternidad fraudulenta.

50

CAPÍTULO III

DISCUSIÓN

Método

Diseño de Investigación. El diseño de investigación hace referencia al plan o

estrategia para obtener la información inherente al fenómeno de interés (Hernández-

Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2006).

Para llevar a cabo este estudio, se recurrió a un diseño cualitativo, de naturaleza

exploratoria- descriptiva. A través de la investigación cualitativa, también denominada

naturalista e interpretativa, se pretende examinar profunda, detallada, exhaustiva y

minuciosamente la cualidad de los fenómenos de interés, tales como: situaciones,

acontecimientos, actividades, interacciones sociales, vida afectiva e, incluso,

pensamientos (Lucca & Berrios, 2003).

La investigación cualitativa conlleva un acercamiento subjetivo que permite

describir las experiencias de la vida, concediéndoles significado. De acuerdo con el

enfoque cualitativo, no existe una realidad única. Por el contrario, cada individuo

construye su realidad humana, basada en sus propias percepciones. Por lo tanto, la

investigación cualitativa tiene como objetivo comprender las vivencias humanas,

mediante la descripción e interpretación de los significados que los seres humanos le

atribuyen a tales vivencias.

De forma particular, esta investigación cualitativa es de carácter

fenomenológico. La fenomenología es un principio metodológico cuyo propósito es

describir los fenómenos mismos y analizar la experiencia humana (Docel, s.f.),

51

acentuando la manera en la que el fenómeno se revela en sí a la persona que lo está

experimentando. Según los principios fenomenológicos, para comprender a los seres

humanos, se requiere estudiar ampliamente el interior de su experiencia subjetiva,

enmarcándola en el contexto histórico-socio-temporal en el que ocurre.

Aludiendo a los principios de la investigación cualitativa, de carácter

fenomenológico, el presente estudio tuvo como propósito identificar, conocer, examinar

y comprender en profundidad el significado de las experiencias e impacto que generó el

descubrimiento de la paternidad fraudulenta en un hombre puertorriqueño, según su

apreciación. En otras palabras, se pretendió capturar este fenómeno, analizando tal

experiencia, a partir de la cosmovisión del participante, es decir, desde su propia

historia y marco de referencia.

Muestra o Participantes

En la investigación cualitativa, la muestra está constituida por grupos de personas,

eventos o comunidades a partir de la cual se recolecta la información inherente al estudio

propuesto, sin que necesariamente sea representativo del universo o población

(Hernández- Sampieri et al., 2006). Para participar de este estudio, se plantearon como

criterios de inclusión o elegibilidad ser hombre puertorriqueño, mayor de 21 años y que

hubiese experimentado el descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Se obtuvo una

muestra de un sujeto, quien cumplió con las características antes mencionadas.

Para llevar a cabo la investigación, se utilizó la muestra no probabilística, también

denominada dirigida. En este tipo de muestra, la selección de los elementos participantes

no depende de la probabilidad sino de las particularidades de la investigación

(Hernández-Sampieri et al., 2006). Siendo así, la muestra no probabilística es menos

52

rigurosa por no ser representativa de la población. Esta falta de representatividad plantea

limitaciones si se pretenden generalizar los hallazgos del estudio.

No obstante, las investigaciones cualitativas no siempre procuran generalizar, de

manera probabilística, los resultados de una muestra a una población. Este es el caso del

presente estudio. Esta investigación no tuvo como finalidad generalizar

probabilísticamente los hallazgos obtenidos a partir de la muestra estudiada. Más bien,

pretendió describir, según la óptica del participante, la experiencia de descubrir la

paternidad fraudulenta.

Muestreo. Para fines de esta investigación, se empleó el muestreo por

conveniencia, también llamado intencional. A través del muestreo por conveniencia, se

eligió una muestra accesible a la investigadora, en este caso un hombre puertorriqueño,

mayor de 21 años, que experimentó el descubrimiento de la paternidad fraudulenta y

deseó participar del estudio.

Técnicas de Recolección de Datos

Como técnica principal para recolectar los datos, se llevó a cabo una entrevista en

profundidad. En palabras de Lucca y Berrios (2003), la entrevista es una estrategia

metodológica para recopilar información que permite inquirir acerca de un tema de

interés. Se ha mencionado que la entrevista ejemplifica un evento hablado donde el

discurso es construido por los entrevistadores y entrevistados (Misheler, 1986, citado en

Lucca & Berrios, 2003).

En términos más sencillos, la entrevista permite recolectar datos de modo

detallado y profundo, ya que el individuo que informa se expresa o comparte verbalmente

todo aquello que concierne a un tema específico o evento de vida (Lucca & Berrios,

53

2003). De manera particular, este sujeto se expresa en torno a las acciones, actitudes,

opiniones, pensamientos, percepciones y sentimientos relacionados al fenómeno social

bajo estudio.

Entrevista fenomenológica: A través de la entrevista fenomenológica, se intenta

examinar extensa y ampliamente las experiencias y las diversas formas en las que los

individuos desarrollan nociones o conceptos acerca de lo que les rodea (Lucca & Berrios,

2003). En este tipo de entrevista, suelen realizarse preguntas abiertas sin un orden

predeterminado. Esta práctica permite mayor espontaneidad y flexibilidad en el

desarrollo del intercambio verbal. De esta forma, se genera una gran cantidad de datos, es

decir, riqueza de información.

Para cumplir con el propósito de esta investigación, se realizó una entrevista

enmarcada en el enfoque fenomenológico. Con el fin de conducir dicha entrevista, se

hizo uso de una guía. Este documento, de carácter orientativo, es descrito a continuación.

Guía de la entrevista fenomenológica: La guía para la entrevista

fenomenológica estuvo compuesta por varias partes. La primera fase

integró una introducción en la que se hizo alusión al propósito de la

entrevista y confidencialidad del proceso investigativo. En la segunda

parte, se establecieron varias preguntas concernientes a datos

sociodemográficos, tales como: edad, lugar de nacimiento, zona de

residencia, estado civil, núcleo de convivencia (con una pareja, con los

padres, solo, etc.), nivel de estudios, situación laboral, religión y

orientación sexual. En la tercera sección, se incluyeron cuestionamientos

propios al propósito de la investigación, entiéndase, identificar y

54

comprender el posible impacto que genera el descubrimiento de la

paternidad fraudulenta en hombres puertorriqueños.

Como parte final de la entrevista, se auscultó el sentir del sujeto respecto al

proceso completado. Igualmente, se ofreció el debido agradecimiento por la participación

en el estudio.

Análisis de los Datos

Los diseños de investigación cualitativa representan un cuerpo de conocimientos

que producen datos o información de naturaleza visual, textual o narrativa. Estos datos

son interpretados a través de diversos procedimientos, como el análisis del discurso. Para

propósitos de examinar la información obtenida mediante este estudio, se hizo referencia

al análisis del discurso foucaultiano.

El discurso se ha definido de diversas maneras. Para Foucault, por ejemplo, la

alocución, configurada como discurso, está constituida por un conjunto de secuencias de

signos, entiéndase enunciados (Castro, 2004).

Los discursos pueden ser identificados a través de los textos. Los textos

representan cualquier comunicación, bien sea de naturaleza escrita o verbal (Lucca &

Berrios, 2009). Para esta investigación, se recurrió a la comunicación verbal u oral,

originada a partir de la entrevista fenomenológica. Con el fin de examinar este tipo de

texto, la entrevista fue transcrita al verbatim, compréndase en su totalidad, palabra a

palabra.

Como se sugiere, el texto implica el uso del lenguaje. El lenguaje constituye un

sistema de signos o cualquier otra representación simbólica (Foucault, 1988). El lenguaje

cumple varias funciones, a saber: referencial (informativa), epistémica (interpretativa) y

55

creativa (generativa) (Echeverría 2003, citado en Santander, 2011).

La función referencial implica que el lenguaje se utiliza como instrumento de

comunicación entre los seres humanos, es decir, como vehículo para expresar y reflejar

palabras e ideas. Dicho de otro modo, el lenguaje se emplea para responder interrogantes

y/o transmitir cualquier información en relación a actitudes, decisiones, emociones,

necesidades, pensamientos, preferencias y/o preocupaciones.

La función epistémica, en cambio, radica en producir conocimiento, crear nuevos

juicios e interpretaciones de los fenómenos, trascendiendo el sólo hecho de expresar las

ideas de otros. La actividad creativa, por su lado, consiste en hacer uso del lenguaje para

fantasear o imaginar.

En adición a las funciones antes descritas, para los adeptos del análisis del

discurso foucaultiano, el lenguaje representa un elemento que participa e interviene, de

forma directa, en la constitución de la realidad social (Santander, 2011). Por tanto, el

análisis del discurso supone comprender la vida social y las interacciones humanas, a

través del examen de la comunicación, entendida como texto social (Lucca & Berrios,

2009).

En resumen, el lenguaje permite conocer el texto a través del cual se origina el

discurso. A su vez, el discurso permite que el sujeto reproduzca su propia perspectiva del

mundo. De esta manera, el análisis del discurso no sólo refleja ciertos elementos que

conciernen propiamente al sujeto hablante (es decir, a sus intencionalidades), sino que

revela posibles mecanismos relacionados con el orden y vida social de dicho individuo.

El análisis del discurso posibilita, además, auscultar la posición que el sujeto asume a

través de sus enunciados. Esta posición podría denotar su identidad personal y/o social.

56

Mediante el discurso, el (la) hablante se posiciona como sujeto y/u objeto en relación a

otros individuos y/o acciones. En ese sentido, el discurso puede posicionar al (a la)

hablante o, bien, el (la) hablante puede posicionarse como sujeto del discurso.

Si el discurso lo (a) posiciona, el (la) hablante es sometido (a) por determinadas

instancias lingüísticas. En cambio, cuando el (la) hablante se posiciona como sujeto del

discurso, puede formular enunciados que le hacen posible lograr ciertos objetivos, tales

como: acusar, alabar, criticar, cuestionar, defender, denunciar, enjuiciar, justificar y/o

negar. Estos propósitos de la narrativa se conocen como la función del discurso.

En esta investigación fue viable utilizar el análisis del discurso como estrategia pertinente

para auscultar los datos obtenidos a través de la entrevista realizada.

Categorías de análisis

Con el fin de llevar a cabo el análisis del discurso, Foucault ha propuesto

establecer vínculos entre las unidades examinadas a través de los enunciados lingüísticos.

Al examinar los textos, se considera que la unidad de los discursos se establece a partir de

la forma y tipo de encadenamiento, así como de la permanencia de determinados

conceptos (Castro, 2004). Para propósitos de esta investigación, se consideraron varias

unidades de análisis, tales como: relaciones, episodios y significados. Las relaciones se

organizan mediante diadas que forman un lazo social, cuyo desarrollo e intensidad son

estudiadas bajo la perspectiva cualitativa (Hernández-Sampieri et al., 2006). A partir de

la narración del sujeto, se estudió la diada hombre-mujer, entiéndase la relación entre el

participante y la expareja, así como la diada padre- hija, léase el vínculo entre el

entrevistado y la niña que creyó era su descendiente biológica.

Los episodios constituyen eventos dramáticos y emotivos que trascienden la vida

57

rutinaria (Hernández-Sampieri et al., 2006). En esta investigación, el episodio de mayor

relevancia fue ejemplificado por la vivencia de descubrir la paternidad fraudulenta.

Finalmente, los significados representan referentes lingüísticos utilizados por los seres

humanos con el objetivo de aludir a la vida social (Hernández-Sampieri et al., 2006). Los

significados, como las definiciones pueden ser descritos, interpretados e, incluso,

justificados. Por ende, representan un elemento de particular importancia para el análisis

cualitativo. En este caso, se hizo el examen de tal unidad, considerando los significados

que el participante le atribuyó a nociones, tales como: relaciones de pareja, paternidad y

descubrimiento de la paternidad fraudulenta.

A partir de las unidades examinadas, se identificaron varias categorías de análisis.

Las categorías emergentes se organizaron bajo los siguientes temas: valoración de las

relaciones de pareja, concepto de familia, importancia de la paternidad, descubrimiento

de la paternidad fraudulenta interpretado como una situación “fuerte,” apreciación de sí

mismo (autoestima), influencia social y manejo del impacto del descubrimiento de la

paternidad fraudulenta.

Procedimiento

Con el fin de iniciar la presente investigación, se obtuvo la aprobación de la Junta

para la Protección de Seres Humanos en la Investigación (IRB) de la Universidad del

Turabo. Una vez se logró dicha autorización, se procedió a realizar las gestiones

pertinentes para identificar y reclutar a los posibles participantes. Este proceso implicó la

preparación de una hoja informativa acerca de la investigación, la cual incluyó persona y

teléfonos contacto. Dicha hoja fue posteada a partir de enero, en el tablón de anuncios

(“bulletin board”) de la Universidad del Turabo.

58

Una vez completado el proceso sobre la identificación y reclutamiento del posible

participante, se dio inicio a la primera reunión. Esta tuvo el propósito de presentarle y

explicarle los documentos ético-legales pertinentes a la investigación propuesta. Respecto

a estos documentos, se le informó sobre diversos aspectos, tales como: voluntariedad del

proceso, confidencialidad de los resultados, así como los objetivos, instrumentos, riesgos

y beneficios de la investigación.

Como parte de los riesgos psicológicos derivados de la participación en este

estudio, se mencionó la posibilidad de que pudiera experimentar tensión, incomodidad

y/o malestar al exponer información sobre asuntos de naturaleza privada (íntimos). Sobre

los beneficios potenciales, se le indicó que la entrevista podría constituir un proceso que

favoreciera la reflexión sobre varios aspectos importantes de su vida personal.

Se corroboró el entendimiento de tales condiciones y de la naturaleza de la

investigación. Se le proveyó el espacio para que analizara si deseaba ser partícipe del

estudio. Luego de que el sujeto accedió a ser parte de la investigación, se procedió a

discutir y obtener la firma que corresponde a la Hoja de Consentimiento. La Hoja de

Consentimiento es el documento a través del cual el sujeto interesado voluntariamente

consintió a participar del estudio y a audio-grabar la entrevista. A tono con las

disposiciones del IRB, se le ofreció una copia de dicho documento. Sin embargo, el

sujeto declinó conservar una copia de la hoja antes referida.

Posteriormente, se citó al participante con el fin de iniciar el proceso de entrevista

correspondiente. La entrevista presencial se llevó a cabo durante el mes de marzo. Antes

de comenzar, se le recordó al sujeto que la entrevista sería audio-grabada. Por ello, se le

59

sugirió que, al referirse o hablar sobre él o alguna otra persona, debía omitir nombres. Se

le reiteró, además, que la información recogida durante la conversación sería

estrictamente confidencial.

La entrevista tuvo una duración aproximada de 120 minutos. En primera lugar, se

realizaron las preguntas propias a la entrevista fenomenológica. Al finalizar, se clarificó

la información obtenida con el propósito de eliminar cualquier malentendido que pudo

haber surgido a partir del intercambio verbal.

Para analizar los datos, la entrevista fue grabada a través de audio, de manera que,

posteriormente, fue transcrita al verbatim, entiéndase en su totalidad. Con respecto a ello,

cabe indicar que, al exponer los resultados de la investigación, se utilizaron los vocablos

entrevistado, informante, sujeto, hablante, individuo y hombre para proteger la identidad

del participante. Las narraciones obtenidas fueron examinadas según el análisis del

discurso foucaultiano.

Finalmente, cabe mencionar que, durante el proceso investigativo, no se

identificaron eventos adversos y/o problemas inesperados. Por lo tanto, no fue necesario

activar ningún protocolo para el manejo de los mismos.

En el próximo capítulo, se muestran los resultados de la entrevista realizada

60

CAPÍTULO IV

RESULTADOS

Para presentar los resultados obtenidos a partir de la entrevista realizada, se

exponen, en primer lugar, las características sociodemográficas que describen al

participante de esta investigación. Posteriormente, se hace alusión a la información

surgida a través de la entrevista fenomenológica. Con respecto a ello, se muestran

fragmentos íntegros de la narración elaborada por el entrevistado. La integración de estas

secciones le permitirá al (a la) lector (a) profundizar en la vivencia del sujeto hablante,

una vez descubre la paternidad fraudulenta.

Descripción del Participante: Datos Sociodemográficos

En la investigación participó un hombre puertorriqueño que experimentó el

descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Al momento de llevarse a cabo el estudio, el

informante contaba con 24 años de edad. Este nació y reside en un municipio de la región

central del país.

El participante se define como una persona heterosexual. Es soltero y vive solo.

Al momento de la entrevista, el sujeto indicó no haber procreado hijos biológicos.

A nivel educativo, señaló haber completado su cuarto año de escuela superior, donde

culminó un curso técnico sobre hojalatería y pintura. Desde hace aproximadamente

cuatro años, se desempeña como preparador de autos en un concesionario, ubicado en la

misma zona de su residencia. En términos de religión, el individuo señaló que se

identifica con la religión católica.

61

Impacto del Descubrimiento de la Paternidad Fraudulenta

A partir del examen de los datos obtenidos mediante la entrevista, emergieron las

siguientes categorías de análisis: valoración de las relaciones de pareja, concepto de

familia, importancia de la paternidad, descubrimiento de la paternidad fraudulenta

interpretado como una situación “fuerte,” apreciación de sí mismo (autoestima),

influencia social y manejo del impacto del descubrimiento de la paternidad fraudulenta.

Valoración de las relaciones de pareja. Sobre los vínculos de pareja, el sujeto

hablante indicó que sostuvo, por cinco años, una relación de convivencia con la fémina

con la que creyó haber procreado una hija. El individuo describió su relación como una

unión no tan buena, caracterizada por la falta de comunicación. En la siguiente lectura,

este hombre rememora el significado que tuvo tal relación afectiva.

“No era tan buena. Pues, ¿qué te digo? Las cosas eran no sé, como diferente …

(silencio). No había buena comunicación ni ná’… (silencio). Y siempre estaba

trabajando. Nunca sabía que estaba haciendo ella ni ná’”.

De la conversación se desprende que, para el participante, la relación que sostuvo

con la expareja fue una experiencia que le generaba sensaciones de bienestar y malestar.

Al abundar sobre estas cuestiones, enunció:

“Me sentía, a veces me sentía bien y a veces me sentía mal. Bueno, cuando me

sentía bien era porque pensaba que las cosas estaban bien. Pero después fui

cayendo en cuenta que las cosas no estaban bien”.

A continuación, el entrevistado explicó por qué, según su marco de referencia, la

relación con la pareja anterior no estaba bien. Sobre estos asuntos, aludió a una alegada

falta de apoyo y fidelidad por parte de la fémina. Así se registra en la siguiente cita.

62

“Bueno, yo estaba enamorado, porque pensaba que era una persona diferente

(refiriéndose a la pasada pareja), pero al transcurrir el tiempo, pues fui abriendo

los ojos y vi que no. Caí en cuenta que no, que no era la persona que yo pensaba.

Que me iba a ser fiel, que buena conmigo, me apoyara y nada, que tuviera buena

comunicación entre nosotros. Este, ya me había entera’o de unas cosas que habían

pasado… De que me fue infiel varias veces”.

En la siguiente descripción, el participante reseña la forma en la que, desde el

inicio de la relación afectiva, descubrió cierta conducta infiel de la expareja. Según se

desprende de la entrevista, el individuo esperaba fidelidad de esta fémina. A pesar de

tales expectativas, cuando descubrió lo contrario, optó por perdonar las acciones infieles

de esta pareja.

“Al principio de la relación, cuando, al principio de la relación, cuando también

yo me enteré por unos, por unas amigas de ella que me había sido infiel. Y yo

pues traté de, estaba enamorado, traté de perdonarla, pero después vi que seguía y

seguía con lo mismo y uno se cansa”.

En el próximo texto, el entrevistado pareció reflexionar que el acto de perdonar las

acciones infieles de la expareja, con el fin de mejorar la relación sentimental,

aparentemente no cambió la situación.

“Nada, le di par de oportunidades y para ver si mejoraba la relación pero no, no

mejoró. Este, bueno, como le di par. Yo duré cinco años con ella. Yo creo que en

esos cinco años como un añito le di par de oportunidades. Para nada”.

Cabe destacar que, a pesar de las alegadas condiciones que caracterizaban la relación

sentimental, el sujeto reveló que, junto a la pareja anterior, deseaba tener una familia. En

63

ese sentido, anhelaba procrear un (a) hijo (a) con esta fémina. Debido a este deseo,

divulgó que creer que se convertiría en padre le produjo gran felicidad.

Una vez recibió información que le hizo sospechar que la niña que creía su hija

biológica era producto de un acto infiel de la expareja, este hombre pareció considerar

que mientras él actuaba bien, su expareja no. En su lenguaje, apuntó:

“Es fuerte, porque pensé, ¡coño!, uno brega bien y esta, ya tú sabes, haciendo eso

y no. En verdad, pensé que era una cualquiera”.

Según su percepción, sospechar que el acto infiel de la expareja estaba implicado

directamente en la atribución de una paternidad que no era suya, resultó ser una

experiencia fuerte. De hecho, se aprecia que, en esta declaración, el sujeto hace

referencia a términos que, de acuerdo al contexto de la oración, pudieran resultar

peyorativos o soeces, como, por ejemplo, coño y cualquiera. El énfasis en estos vocablos

parece avalar la intensidad del malestar provocado por esta situación.

El informante fue parco al revelar las emociones experimentadas cuando se le

advirtió acerca de la presunta infidelidad sexual directamente implicada en la atribución

de una paternidad que no le correspondía. Se circunscribió a afirmar que el engaño le

produjo molestia. En cuanto a ello, aseguró:

“Me molesté, estuve molesto y me trataron de calmarme, me pudieron calmar”.

A pesar de la aparente molestia generada por dicho engaño, el participante intentó

mantener la relación sentimental. No obstante, según se desprende de su alocución, las

dudas le generaron tal incomodidad que decidió finalizar el vínculo afectivo. Respecto a

ello, aclaró:

64

“Pensó que las cosas iban a ser como antes (refiriéndose a la pasada pareja). Y yo

le dije que, traté, como te dije, de darle la oportunidad, pero no me sentía

cómodo… Traté de darle una oportunidad, pero no podía. No pude… Y en verdad

que no... No pude, porque no me sentía cómodo. Por todas las cosas que ella me

hizo. Ya las sabía. Que me fui [sic] infiel con varias personas”.

El sujeto prosiguió explicando cómo finalizó definitivamente su relación de

pareja. De esta situación declaró que propició una separación física entre él y la expareja.

Posterior a ello, según narró, dejó de amar a la fémina en cuestión. Respecto a tales

hechos, expresó:

“Tuve par, varios días ná’ más. No fue mucho. No pude. Le dije a ella que se

fuera para la casa de su mamá y yo me fui para la casa de mi mamá. Después de

ahí, no. En verdad, mi amor como que, que se fue por ella”.

En el próximo fragmento, el sujeto hablante expone cuál es su percepción actual

acerca de las relaciones de pareja. Sobre ello, se advierte que, para el entrevistado, una

relación de pareja debe estar basada en el apoyo, la comunicación y la fidelidad.

“De verdad hay que, las parejas tienen que apoyarse en todo y hablarse claro

desde el principio. Y no vale la pena uno estar pendiente a otra persona si lo

tienes todo con una, ¿para qué buscar algo afuera? Y lo mismo que tiene la otra

persona lo tiene tu espo.., tu pareja. Y si estás, tienes buena relación, no la dañes

con tu pareja”.

Al reflexionar sobre la fidelidad e infidelidad, el informante consideró que la

conducta infiel pudiera provocar la pérdida de la pareja. Por tanto, según comunicó,

desaprueba el comportamiento infiel, bien sea cometido por una mujer o un hombre. Su

65

verbalización se inscribe en la siguiente alocución.

“En verdad que, no hay que, si tú amas a tu pareja, pues hay que quedarse

tranquilo. (Pausa corta). Porque uno la puede perder si de verdad uno está

enamorado y, este, si está enamora’o de verdad pues no. No. Por lo menos a mí no

me gustaría perder a esa persona por un error (refiriéndose a una infidelidad) que

uno comete”.

En el siguiente apartado, se presenta la apreciación del concepto de familia.

Concepto de familia. Según su narrativa, al iniciar la relación sentimental, el

participante había decidido formar una familia con la expareja. De acuerdo con el relato,

el entrevistado asoció sus expectativas de la familia con nociones de felicidad y buena

comunicación. Tal y como expresó, esperaba:

“Bueno, tener felicidad, en la pareja, el bebe, uno mismo. Buena comunicación,

como te dije, este, como dicen por ahí, que todo fuera color de rosa, pero no es

así”.

En este fragmento se hace alusión a la idealización de la familia. La idealización

de la familia, compuesta por la pareja y los (as) hijos (as), se refleja en el anhelo de que

“todo fuera color de rosa”. Esta frase pudiera denotar la pretensión de construir una

familia caracterizada, por ejemplo, por la alegría, armonía, tranquilidad y bienestar. En la

parte final de este texto, se distingue, no obstante, un pequeño evento hablado a través del

cual el informante pareció concluir que el deseo de conformar una familia “color de rosa”

no era posible.

Una vez expuestos los resultados concernientes al concepto de familia, se dispone

del siguiente espacio para inscribir el tema de la paternidad.

66

Importancia de la paternidad: Previo a descubrir el engaño sobre su alegada

paternidad biológica, el participante consideraba que la paternidad implicaba criar a los

(as) hijos (as) con el fin de enseñarles valores y responsabilidad. Sobre ello, refirió:

“…hay que ser un buen padre y criar bien a sus hijos. Según tus papás te crían, tú

tienes que enseñar lo mismo. Y, ehh, echar hacia adelante a sus hijos. Enseñarle

buenos valores, que sean responsables y que, luchar por lo que uno quiere”.

Al indagar sobre la relación paternal que mantenía con la niña que pensaba era su

hija biológica, el informante declaró que dicho vínculo era súper bueno. De forma

particular, asoció la relación afectiva con elementos de cuidado y tiempo compartido con

la menor. En el próximo texto se anota tal recuerdo.

“Súper. Súper buena (refiriéndose a la relación que mantenía con la niña). Bueno,

yo la cuidaba, le hacía todo, todo. Yo pasaba el mayor tiempo con, con la nena”.

Sobre su vivencia como papá, el sujeto precisó que, después de dos años del

nacimiento de la niña, tuvo conocimiento de que él no era el padre biológico. A pesar de

ello, en ese momento, deseaba continuar relacionándose con quien creyó era su

descendiente. De hecho, actualmente, sostiene cierto tipo de contacto afectivo con esta

pequeña. En el testimonio que aparece a continuación se hace constar que la expareja

lleva a la menor hasta la residencia de la madre del individuo, lugar donde éste comparte

con la criatura.

“Y todavía, tengo, la mamá la lleva a casa de mi, de mi madre. Y yo veo a la niña

y to’. Y tengo buena relación con la bebé. Y le brindo mi amor y cariño. Viste,

porque la nena no tiene la culpa”.

67

En la pasada exposición, el sujeto hablante reconoce que la menor no era

responsable por la situación, refiriéndose al engaño sobre su no-paternidad biológica. Por

ende, consideraba innecesario interrumpir el vínculo filial con la niña. Más aún, este

hombre, según su relato, decidió mantener la relación debido a que había desarrollado un

sentimiento de cariño, cercanía y compromiso hacia la pequeña. Igualmente, afirmó

experimentar la sensación de que la infante necesita amor de padre. Estas impresiones

fueron plasmadas en las siguientes reflexiones.

“… uno está ilusionado cuando uno ve, por lo menos yo estuve en el nacimiento

de la criatura, le celebré el primer añito y ¡es fuerte! porque uno le coge cariño al

bebé”.

“Lo único que pensaba era cómo, la nena, cuando se enterara (refiriéndose a

conocer que él no era el padre biológico) y que no me gustaría que pasara

necesidad, ni ná’ de eso, porque yo le cogí mucho cariño”.

“Como que a la nena le hace falta, como ese amor de padre. Y como me siento

feliz, como sé que yo se lo estoy dando, pues me siento feliz también a la vez”.

En otras líneas, el informante comentó que, después de dos años de no convivir juntos, la

niña lo quiere y continúa llamándole papá. Así se inscribe en la siguiente lectura.

“La nena me quiere mucho y todo. Todavía me dice hasta papá. A veces me

siento medio extraño, pero me siento bien, porque yo no le niego el cariño a la

nena. Me siento raro. Me siento raro, porque acuérdate que uno, como persona

adulta, está consciente de que uno no es el padre. Pero la nena no lo sabe”.

En la pasada alocución, el participante manifiesta que, cuando la niña le llama

papá, se siente extraño. Al indagar sobre las emociones que le provocaba este hecho, este

68

hombre relató sentirse triste y feliz. Tales respuestas emocionales fueron desveladas a

través de la siguiente retórica.

“Me siento, a veces me siento triste, porque digo en mi mente la nena no sabe,

cuando se entere, si, que yo no soy su papá. Pero a veces me siento feliz, porque

la veo a ella feliz, este cuando juega conmigo”.

Luego de descubrir la paternidad fraudulenta, el entrevistado asocia la paternidad

con bienestar y sensaciones hermosas. El haber sido engañado respecto a este asunto, no

alteró la manera en la que el individuo concebía la paternidad. Según la construcción de

este significado, tanto antes como después del incidente, para él, convertirse en padre

equivale a experimentar emociones gratas. De forma particular, se destaca que, cuando el

sujeto creyó que sería padre, se sintió dichoso. Incluso cuando al momento de completar

el estudio este hombre no ha tenido hijos (as) biológicos (as), confesó que le agradaría

tener la oportunidad de convertirse en padre. Este deseo se percibe en la siguiente

explicación.

“Que ser papá es algo súper, bonito y me gustaría en cualquier momento de la

vida de ser padre otra vez. Porque fui padre en el transcurso de tiempo de dos

años y me considero papá porque fui, yo crié, como quien dice, crié a la niña esos

dos años”.

En el pasado texto, el participante admite que le agradaría ser padre otra vez. Por

ende, queda asentado que, a pesar de conocer sobre la no-paternidad biológica, este

hombre continúa sintiéndose padre de la niña con quien, actualmente, mantiene una

relación filial.

69

A continuación se destacan las implicaciones generadas a partir del

descubrimiento de la paternidad fraudulenta.

Descubrimiento de la paternidad fraudulenta (interpretado como una situación

“fuerte”). Antes de referirse al descubrimiento de la paternidad fraudulenta, el sujeto

hablante recordó cómo se sintió al creer que se convertiría en padre. Según reveló, en ese

momento, sintió dicha y emoción. En sus términos, interpretó haberse sentido:

“¡Súper feliz! Fue una experiencia, bueno, súper feliz, porque en ese momento

uno se siente, como que ¡diantre, voy a ser papá! Se siente uno bien emociona’o”.

Al evocar el momento en el que creyó que se convertiría en padre, el individuo

mostró signos gestuales que denotaron emoción, entusiasmo e, incluso, cierta

efervescencia. Mientras articulaba su respuesta, el hombre sonreía y comenzó a repicar la

mesa (ubicada en el lugar de la entrevista) como si ésta fuera un tambor. Así pues, sus

manifestaciones no verbales coinciden con la referencia textual.

Sin sospechar acerca de su no-paternidad biológica, el informante mantuvo una

relación filial con su supuesta hija por espacio de dos años. Al cabo de ese término de

tiempo, se le advirtió que su alegada hija biológica era producto de una infidelidad sexual

de la expareja. La próxima narración hace alusión a este episodio.

“Cuando yo me enteré lo de la nena fue porque me lo dijeron unos amigos. Una

pareja de amigos que ella (refiriéndose a la expareja) le contaba todo a la

muchacha y la muchacha se lo contaba al esposo y el esposo me dijo que tenía

que decirme algo porque no se atrevía mirarme a los ojos porque él sabía que yo

era una persona, una clase de persona buena. Y él me contó”.

70

Según se desprende de la entrevista, en ese momento el sujeto lloró. Igualmente,

refirió haberse sentido triste y molesto. La siguiente cita describe esta vivencia.

“Me molesté. Me molesté. Lloré, porque a todas estas yo pensaba que la nena era

mía. Me puse triste. ¡Ehh, ná’! Este me puse triste, lloré. Estaba triste, porque yo

estuve en el nacimiento, baby shower, todo. La críe dos años”.

En sus exposiciones, el entrevistado puntualiza que el descubrimiento de la

paternidad fraudulenta surgió específicamente a raíz de una asesoría legal. En dicha

consultoría, la jurista le recomendó efectuar una prueba de ADN, con el propósito de

establecer o descartar la paternidad biológica. En el siguiente fragmento, se detallan los

pormenores de esta intervención.

“Lo que pasó fue que primero ella (refiriéndose a la expareja) me, me metieron al

Tribunal para pasar pensión y yo fui a donde mi abogada. Me orienté. Y la

abogada me dijo que le explicara mi, mi problema. Le, le expliqué mi problema y

nada la abogada, me orienté [sic] y me dijo que, que ella ya había pasa’o par, par

de casos así. Que era mejor que confrontáramos con una prueba de ADN. Y tomé

el atrevimiento de comprar una prueba de ADN, sin el consentimiento de la

madre, con mi consentimiento. Y se la hice a la nena, me la hice a mí y la envié a

Estados Unidos”.

La descripción sobre el empleo de la prueba de ADN como medio para

corroborar o descartar la paternidad biológica fue particularmente amplia. En la próxima

narrativa, el participante detalla el lugar donde accedió a la prueba de ADN, el proceso de

extracción de las muestras y las particularidades para obtener los resultados.

71

“En la farmacia (hizo referencia a una mega-farmacia del país) te dan la opción, si

tú no tienes el dinero para hacer la de sangre, te dan la opción tú compras una

prueba de ADN de saliva. Y te haces la prueba, lo hechas en un sobrecito

desinfectado y todo, el de uno y el de la bebé y lo envías a Estados Unidos con un

giro de 160 dólares y en una semana te envían los resultados. Pero tienes que

poner tu información, tu nombre, todo, tu e-mail, por correo, por donde tú quieres

que te lleguen. Coges el quiutex, tienes que coger saliva por 30 segundos, lo

metes en una bolsita ziploc desinfectada y, por igual, lo de la nena y allá los

comparan y te dicen si es compatible o no”.

En su retórica, el sujeto hablante destaca que permaneció escéptico ante la

posibilidad de corroborar, a través de la prueba de ADN, que no era el padre biológico de

la niña que creía era su hija.

“No creía, no creía hasta que con la prueba pues ahí fue que, porque la nena

también tenía muchas facciones que se parecía a mí”.

Según el análisis de la prueba de ADN, la probabilidad de paternidad entre el

entrevistado y su alegada hija fue de 0%. Por ende, fue excluido como padre biológico de

la menor. Sobre estos asuntos, verbalizó:

“En los resultados, pues, salió que negativo, cero por ciento”.

Luego de conocer los resultados de la prueba de paternidad, el individuo confesó haber

experimentado mayor tristeza. Este tipo de reacción emocional se revela en la siguiente

narración.

“Y cuando llegaron las pruebas, pues ahí supe que no, que era, fue negativo y ahí

sí que me puse más triste todavía”.

72

Antes de descubrir la paternidad fraudulenta, el participante había desarrollado

unos lazos de afecto y cariño con la niña. Este tipo de nexo filial le provocaba ilusión. De

acuerdo con los datos textuales, tras descubrir la paternidad fraudulenta, se mostró,

inicialmente, incrédulo.

Eventualmente, se sintió molesto y triste. Desde su experiencia, el sujeto hablante

interpretó el descubrimiento de la paternidad fraudulenta como una situación fuerte. Esto

se refleja en el próximo relato, mismo que, de hecho, se inició con un prolongado

silencio.

“Como te dije, fue fuerte. Porque uno no se espera, uno está ilusionado cuando

uno ve, por lo menos yo estuve en el nacimiento de la criatura, le celebré el

primer añito y ¡es fuerte! porque uno le coge cariño al bebé. Y uno se siente con

un nivel de autoestima súper alto, como que dice ¡diantre tengo que velar ahora

por mí y por mi hijo y tengo que echar hacia adelante! Y cuando te enteras, pues

uno se siente como, como que, por lo menos yo me molesté y dije que yo no, al

principio no creí”.

Luego de concretar estas impresiones, el entrevistado continuó argumentando

que su madre y hermana menor fueron las personas que más se afectaron tras el

descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Al abundar sobre esta percepción, el

participante expuso:

“Porque, porque ella (refiriéndose a su madre) pasó el proceso conmigo, desde la

cri…, este me ayudaba con la nena desde chiquita. Y entiendo que es algo fuerte

cuando lo, uno se entera. Y entiendo que mi mamá y mi hermanita, las dos,

porque le cogieron mucho cariño a la nena. La mayor parte del tiempo la nena

73

estaba conmigo y yo me pasaba en casa de mi mamá para que compartieran con la

bebé”.

A través del dialogo, el sujeto hablante señaló que su madre continúa

considerando a la niña en cuestión como su legitima nieta. Sobre lo anterior, el individuo

manifestó que, en ocasiones, experimenta molestia, ya que entiende que su progenitora

no ha logrado superar que la menor no guarda relación genética con ella. En torno a estos

asuntos, concluyó:

“Ná’, a veces me molesta, porque, como que, mi mamá no ha superado que no es

su nieta. Y a veces trato de hablar con ella, y como que no salimos muy bien con

las conversaciones y, pero como te digo allá ellos”.

En la siguiente sección se registra cómo el descubrimiento de la paternidad

fraudulenta impactó el nivel de autoestima del sujeto hablante.

Apreciación de sí mismo (autoestima). La autoestima abarca la experiencia de

ser competente con el fin de enfrentarse a los desafíos y de ser merecedor de felicidad

(Branden, 1994; 2001). De acuerdo a los planteamientos de este autor, la autoestima

implica considerarse eficaz, confiar en la habilidad para pensar, aprender, elegir, tomar

decisiones, superar retos y provocar cambios. Para este psicoterapeuta, la autoestima

comprende, además, el auto-respeto.

Al momento de creer que se convertiría en padre, el informante, según su

experiencia personal, se sintió con un nivel de autoestima elevado. Tal sensación estaba

relacionada con la idea de asumir la responsabilidad por el bebé. Así se refleja en el

próximo relato.

74

“… uno está ilusionado cuando uno ve, por lo menos yo estuve en el nacimiento

de la criatura, le celebré el primer añito y ¡es fuerte! porque uno le coge cariño al

bebé. Y uno se siente con un nivel de autoestima súper alto, como que dice

¡diantre tengo que velar ahora por mí y por mi hijo y tengo que echar hacia

adelante!”

Sin embargo, como puede apreciarse en la próxima retórica, el descubrimiento de

la paternidad fraudulenta tuvo un impacto directo sobre la autoestima del entrevistado.

En relación a esta particularidad, mencionó que, tras el hecho en cuestión, su nivel de

autoestima bajó. Sobre estas experiencias, expuso:

(La autoestima) “pues baja, porque uno, uno dice diantre, uno, yo pensé que era

papá y no soy papá ná’. La realidad no es, no es de mi sangre, no es. Me sentí

bien raro y triste a la vez...”

En esta exposición, se advierte que el nivel de autoestima de este individuo

decayó luego de conocer sobre la ausencia de lazos sanguíneos entre él y la niña que

consideraba su hija biológica. Este hecho, según puntualizó, le generó tristeza, así como

una sensación de extrañeza. Acerca de sus sentimientos, comprendió:

“… me sentí, al principio, como te dije, estaba triste y tó’, pero uno tiene que

seguir hacia delante. No se puede estancar por, por un suceso que le pase. Tengo

que seguir hacia delante, no puedo dejar caer por nada y seguí hacia delante”.

El final del texto anterior alude a que este hombre experimentó una aparente

motivación para continuar con su vida. Si bien indicó sentirse triste tras conocer sobre su

no-paternidad biológica, sus expresiones reflejaron el deseo de enfrentar y superar tal

vivencia.

75

A continuación, se alude a cómo el grupo de pertenencia influyó en la manera en

la que el participante experimentó el descubrimiento de la paternidad fraudulenta (y la

confirmación de la infidelidad sexual de la expareja).

Influencia social

A través de su alocución, el entrevistado describió que su familia inmediata, al

igual que sus amigos, lo apoyaron en todo momento, una vez conocieron sobre el

descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Así se enfatiza en el siguiente segmento.

“Ehhh, mi mamá me apoyó. Yo vivía con ella, con mi madre y ella me apoyó. Mi

papá también que aunque no vivimos juntos, pero también me dio su apoyo”.

De otro lado, el informante conversó acerca de los comentarios que le hicieran sus

progenitores respecto a la paternidad fraudulenta. A pesar de la desaprobación de este

tipo de engaño, los progenitores promovieron que este individuo se sintiera tranquilo ante

la situación y que, igualmente, no albergara rencor o ideas vengativas contra la expareja.

Sobre ello, destacó:

“Y me, que eso no se hace, que lo que ella hizo estuvo mal. Me dijeron que me

estuviera tranquilo, que si ella tomó esas decisiones que eso ella lo hizo con

consentimiento de ella. Pero que estuviera tranquilo, que si yo sabía que estaba

bien en como yo había actuado, me quedara tranquilo. Que no tomara ningún tipo

de venganza, ni nada”.

Al igual que los progenitores, la mayoría de sus amigos aludieron a la calma

como forma de enfrentar la situación. Respecto a ello, comentó:

“Ná”, que cogiera yo las cosas con calma, que echara, que le demostrara a ella

que echara pa’ lante”.

76

Las lecturas anteriores reflejan que el sujeto hablante recibió el apoyo y la

atención de sus progenitores y la mayor parte de sus amigos. Por ello, se sintió calmado.

No obstante, este mismo hombre aseveró haber tenido que intervenir con algunas

amistades, quienes le propusieron causarle daño a la expareja. Al exponer tal vivencia,

subrayó:

“Nada. Los que me apoyaron pues, me sentí relax. Pero los que le querían hacer

daño, pues yo no soy, como te dije, no soy una persona vengativa ni ná’, pues. Yo

les decía que no, que se estuvieran tranquilos, que la dejaran tranquila, que yo

seguía con mi vida y ella con la de ella”.

De acuerdo con sus expresiones, este pequeño grupo de amistades estaba molesto

con la forma de proceder de la fémina en cuestión. A pesar de que, para el participante, el

engaño sobre la paternidad biológica le causó tristeza y molestia, no deseaba ocasionarle

daño a la mujer.

Estas ideas quedan plasmadas en la siguiente narración.

“Que, me dijeron que, algunos se molestaron, que eso no se hacía, que ella no era

mujer, y que era una cualquiera. Me dijeron para hacerle daño, pero yo no. Soy

una persona y no me gusta hacerle daño a nadie. Yo, en verdad, yo no le hago, no

me gusta hacerle daño a nadie. Allá arriba hay un Dios que se encargue de todo lo

que se hace acá abajo. Ellos me dijeron que estaba mal, porque me fue infiel y me

ocultó que, que la nena no era mía, en vez de hablar claro desde el principio

decirme que mira (dijo su nombre) este la nena no, no es tuya para que lo sepas.

Pero ella no, ella lo ocultó hasta que se supieron”.

77

Sobre la propuesta de este grupo de amistades, el participante indicó que no se

trataba de provocarle golpes, lesiones o heridas físicas a la expareja. En cambio, le

habían sugerido cometer daños a cierta propiedad material de la mujer, específicamente a

su automóvil. Respecto a ello, comentó:

“Querían que una persona…, que es un loquito me dijo para hacerle daño no a ella

físicamente, pero algo material de ella, que era el carro. Y yo le dije que no, que

se estuviera tranquilo, que allá arriba había un Dios que se encargara de ella.

Nada, que, que no todo es violencia y que se puede salir hacia adelante sin la

violencia y pensar las cosas bien antes de actuar”.

En esta retórica, el participante reiteró sus convicciones acerca de que Dios es el

ser que interviene directamente sobre los actos del ser humano. A través de su alocución,

pareciera sugerir que Dios es quien impone justicia sobre aquellas acciones humanas que

se consideran inapropiadas.

Como última sección en la presentación de los resultados, se hace referencia a la

forma en la que el sujeto hablante manejó el impacto ocasionado por el descubrimiento de

la paternidad fraudulenta.

Manejo del impacto del descubrimiento de la paternidad fraudulenta

Luego de haber descubierto la paternidad fraudulenta (implicado en la

confirmación de la infidelidad sexual de la expareja), el informante, por insistencia de su

madre, acudió a una entrevista con una profesional de la psicología. De acuerdo con el

participante, tras los hechos referidos, se sentía bien y entendía, según su apreciación, que

no necesitaba ninguna asistencia psicológica. Aun así, asistió a la cita programada.

Sobre estos hechos, mencionó:

78

“Es que de verdad yo nunca solicité la ayuda. La que me quiso llevar fue mi

mamá y le dije mira en verdad yo no necesito ayuda porque yo estoy bien y la

primera cita me pegaron a entrevistar y esto y desde la segunda en adelante no

fui”.

Después de la primera visita con la psicóloga, el individuo desistió continuar

entrevistándose con ésta u otro profesional clínico. Acerca de su experiencia afirmó:

“Mi mamá me llegó a llevar. Pero, perdonando que tú estás estudiando esto y eso

viste. Pero las preguntas que me hacían eran como tan, preguntas ¡ah! que si tú te

has intenta’o suicidar, como que, yo sé qué tipo de persona que yo soy y me hacían

unas preguntas bien, que conmigo no tenían sentido. Y no, yo sé que eso es parte

del proceso de, de esa profesión. Pero como que, en verdad, le dije a mi mamá que

esto no es pa’ mí. Y no fui más ná’ a la cita. Me sentí, estaba tranquilo, normal,

pero como que no me, lo que me preguntaba, no me, como te pregunta, como que,

como dicen por ahí zánganas, como que no, como que no me cuadraba con lo que,

con lo que me pasaba. Y le dije a mi mamá que no quería ir más ná’ pa’ ‘llá’. Y no

fui más ná’”.

En el pasado texto, este hombre enfatiza que las preguntas realizadas, durante la

primera entrevista clínica, no se ajustaban a su situación de vida. Al indagar si en algún

momento refirió la experiencia que, de una u otra forma, lo hizo presentarse ante la

profesional en psicología, el sujeto subrayó que no se propició la oportunidad para ello.

Sobre estos asuntos, particularizó:

“No, porque me hizo las primeras preguntas como pa’ conocerse y después no fui

más ná’”.

79

De forma explícita, el individuo describió que, durante el primer y único encuentro, la

relación que se estableció entre la psicóloga y él fue poco profesional. Sobre estos

aspectos, manifestó:

“De verdad es que, no tuve mucho, mucho contacto así con ella. Fue rápido y me

fui. Y ella me dijo que fuera a la otra cita y cuando me tocó la fecha de la otra

cita, pues no fui. Ella me entrevistó, pero no me preguntó nada de la situación que

me pasó. Me hizo preguntas normal, que si mi edad, mi nombre, que si me había

suicidado, intentado suicidar, cosas así y no me llegó a preguntar como tal de, de

la situación. Y como que no, le dije a mi ma’i que no me gustaba eso, que no

quería ir más ná’”.

En adición a lo anterior, el sujeto formuló que no se sintió muy cómodo con la

situación en la que se produjo el primer encuentro con la profesional. Sobre ello, hizo

referencia, en primer lugar, a un elemento físico de la oficina, a saber su amplitud.

Igualmente, aludió al hecho de que su madre se encontrara a su lado al momento en el

que la psicóloga realizaba la entrevista clínica. Asimismo, reiteró que, en ese momento,

entendía que no necesitaba ninguna ayuda para sobreponerse al descubrimiento de la

paternidad fraudulenta. Lo anterior se refleja en la siguiente narración.

“Como que en la oficina que estaba no me sentía cómodo. Era como que bien

pequeña. Y estaba mi mai al la’o mío. Y no, no me sentí cómodo. Me sentía como

que, como que abacora’o, como que estaba allí porque necesitaba ayuda, porque

la necesitaba. Y yo entendía que no necesitaba ayuda, que yo podía superarlo. Y

lo pude superar”.

De esta manera, el participante concluyó que haber asistido a consulta psicológica

80

no le agradó. En cambio, insistió en que superó sólo el impacto que pudo haber

ocasionado el descubrimiento de la paternidad fraudulenta.

Discusión de los Resultados

El propósito de esta investigación fue identificar y comprender el posible impacto

que genera el descubrimiento de la paternidad fraudulenta en hombres puertorriqueños.

Para ello, se realizó una entrevista fenomenológica con un sujeto. A partir de su narrativa,

se examinaron las posibles implicaciones psicológicas generadas a raíz del

descubrimiento de la paternidad fraudulenta. A la luz de estos resultados, se intentó

establecer una guía de intervención que pudiera ser utilizada por los (as) profesionales de

la psicología para tratar a hombres que hayan experimentado el descubrimiento de la

paternidad fraudulenta.

Apreciación de las Relaciones de Pareja, la Familia y la Paternidad

Valoración de las relaciones de pareja: La relación de pareja representa uno de

los vínculos interpersonales mediante los cuales los seres humanos pueden interactuar.

De forma particular, la relación de pareja está basada en el intercambio recíproco que

ambos integrantes de la diada le confieren al vínculo emocional.

Al hablar sobre la relación con la expareja, cabe señalar que se produjeron varios

momentos en los que predominó el silencio. En sus anotaciones sobre este tema, el

participante mostró un volumen de voz excesivamente bajo.

A partir de sus descripciones, se desveló que, previo a descubrir la paternidad

fraudulenta, el entrevistado definía su relación como una unión inestable que le generaba,

unas veces, sensaciones de bienestar y, otras, malestar. Lo anterior contrasta con la

apreciación expuesta en el escrito de Maureira (2011). En este documento, se establece

81

que, en la sociedad occidental, muchas personas consideran que la relación de pareja

representa una de las vivencias más satisfactorias de la vida.

De acuerdo con Maureira (2011), el compromiso y la intimidad ejemplificada a

través de la confianza para comunicar temas e inquietudes privadas forman parte de los

fundamentos asociados a los vínculos de pareja. Precisamente, la relación del informante,

de acuerdo con su apreciación, carecía de estos elementos. Según se desprende de los

enunciados, su unión estaba caracterizada por la ausencia de apoyo, comunicación,

reciprocidad y fidelidad (sexual).

Cabe indicar que, a pesar de las supuestas condiciones que definían la relación

afectiva, este individuo reveló que, junto a la pareja anterior, deseaba procrear un (a) hijo

(a). Como una posible explicación a tal hecho, pudiera especularse que este hombre

intentaba fortalecer o, bien, propiciar el compromiso con el vínculo de pareja a través de

la posibilidad de experimentar el ejercicio de la paternidad y maternidad, condición que

implicaría un proyecto de vida en común.

Tras descubrir la paternidad fraudulenta (y confirmar la infidelidad sexual de la

expareja), el informante valora las relaciones de pareja que estén fundamentadas en el

apoyo, la comunicación, la sinceridad y la fidelidad.

Concepto de familia: La familia representa un grupo social, cuyos integrantes

están vinculados entre sí por relaciones de parentesco, bien sea mediante lazos

sanguíneos o afectivos. Desde que inició la relación con la expareja, el participante

deseaba formar, junto a ella, una familia. Según exteriorizó, anhelaba procrear un (a) hijo

(a) con esta fémina. De esta forma, la composición de su familia estaría sujeta, por un

lado, a lazos afectivos (diada hombre-mujer) y, por otro, a vínculos sanguíneos

82

(descendientes biológicos).

Tal como revelan sus expresiones, antes de descubrir la paternidad fraudulenta, el

entrevistado pareció idealizar el concepto de familia. De hecho, lo asoció con la frase

“color de rosa,” misma que pudiera denotar su perspectiva de la familia como un grupo

alegre, armonioso, tranquilo y próspero. Una vez conoce sobre su no-paternidad

biológica (y confirma la infidelidad sexual de la expareja), este individuo aparentó

separar el concepto de familia de su impresión inicial. Pareció, en ese sentido, negar o,

bien desconfiar del carácter sublime originalmente atribuido a esta noción.

Importancia de la paternidad: Para algunos individuos, la paternidad es

importante, ya que su vivencia genera sensaciones gratificantes, como felicidad, regocijo,

satisfacción, madurez y/o sensatez (Paterna et al., 2005; Velázquez, 2004). Cónsono con

estas declaraciones, para el sujeto hablante, la paternidad es sinónimo de la enseñanza, la

aportación y el legado de valores a los descendientes. Igualmente, concibe la paternidad

como equivalente a alegría, bienestar, ilusión y satisfacción. Acentúa, asimismo, que ser

padre corresponde a nociones de amor, cuidado y atención.

De hecho, el contacto que el individuo mantiene con la niña que creyó era su hija

biológica aparenta producirle ciertos beneficios, como una sensación de dicha y felicidad.

Lo anterior parece ser congruente con los planteamientos realizados por Draper (2007),

quien mencionó que algunos hombres deciden conservar el vínculo emocional

establecido con un (a) niño (a), luego de percatarse de la inexistencia de lazos

sanguíneos. Según el autor, esta decisión responde a que el padre se siente comprometido

emocionalmente con el (la) niño (a). Tal parece ser el caso del sujeto hablante. Este

hombre deseó mantener la relación filial, porque había desarrollado sentimientos de

83

amor, cariño, cercanía, responsabilidad y compromiso hacia la niña. En ese sentido, es

posible sugerir que existen hombres, como éste, que pueden querer a niños (as) a pesar de

no ser suyos (as).

De las narrativas examinadas, se advierte que, antes y después de descubrir la

paternidad fraudulenta, no se registraron cambios respecto al significado atribuido a la

paternidad. De hecho, a pesar de vivenciar la paternidad fraudulenta, este hombre

continúa manifestando su deseo de convertirse en padre.

Impacto de la Paternidad Fraudulenta

En Puerto Rico, se presume paternidad mediante el reconocimiento voluntario o el

nacimiento dentro la relación matrimonial (Ley 215, 2009). Sin embargo, es posible que

el supuesto padre no siempre sea el progenitor consanguíneo del (de la) niño (a). En otras

palabras, existen casos en los que se identifica a un padre biológico distinto a aquél que

cree ser el progenitor de un (a) niño (a), situación que es definida como discrepancia

paterna (Bellis, Hughes, K., Hughes, S. & Ashton, 2005). Para enfatizar que la mujer, a

pesar de conocer acerca de la verdadera paternidad, engaña deliberadamente al varón,

Draper (2007) utiliza el concepto paternidad fraudulenta. En estos casos, surgen dos

clases de engaño, a saber: la infidelidad sexual y la atribución indirecta (o directa) de una

paternidad que no le pertenece.

Draper (2007) expuso que el hombre que, tras creer que es padre, advierte la

paternidad fraudulenta, puede manifestar una sensación de pérdida, porque ha sido

privado de aquél (aquélla) que supuso era su descendiente biológico (a). A tono con estos

planteamientos, en su relato, el participante interpretó, de forma explícita que, luego de

descubrir la paternidad fraudulenta, se sintió triste y raro. De forma inmediata, se refirió a

84

la falta de conexión sanguínea con la niña que creyó era su hija biológica. Lo anterior

sugiere que, para el entrevistado, el descubrimiento de la paternidad fraudulenta implicó

cierta sensación de haber sido desprovisto de aquéllos lazos biológicos que lo unían

inexorablemente con la menor.

Al profundizar en el análisis de su alocución se infiere que, para este hombre, el

conocimiento sobre su no-paternidad biológica le produjo cierto malestar psicológico,

evidenciado a través de componentes cognitivos, afectivos y conductuales.

De su exposición, se advierte que el informante se mantuvo incrédulo ante las

sospechas de la paternidad fraudulenta. Incluso, permaneció escéptico ante la posibilidad

de corroborar, a través de la prueba de ADN, su no-paternidad biológica.

De otra parte, el texto hablado sugiere que el sujeto mantuvo pensamientos que

denotaron desilusión y decepción. La pérdida de ilusión (o desengaño) aparentemente

surge a raíz de descubrir la inexistencia de unos nexos biológicos que reafirmaran la

conexión de afecto y cariño establecida entre el participante y la niña en cuestión.

Por otra lado, en su narración, el informante describió que el descubrimiento de la

paternidad fraudulenta le produjo tristeza. A partir del conjunto de enunciados, se

destaca que, en el momento señalado, el entrevistado aparenta haber experimentado cierta

sensación de rareza o extrañeza, tal vez de confusión, debido a que, por un lado, pensaba

y sentía que era padre y, por el otro, confirmaba que no había ningún vínculo sanguíneo

entre él y la niña que consideraba su descendiente. Igualmente, detalló haberse sentido

molesto ante la revelación de su no- paternidad biológica.

A nivel conductual, la retórica estudiada revela que el individuo, ante las dudas y

la certeza de su no-paternidad biológica, exteriorizó su tristeza a través del llanto.

85

Durante su discurso, aludió en varias oportunidades a este tipo de reacción emocional.

En términos generales, este hombre, desde su realidad subjetiva, interpretó el

descubrimiento de la paternidad fraudulenta como una experiencia fuerte. A partir de la

construcción de este significado, se sugiere que, para el participante, conocer sobre su no-

paternidad biológica pudo haber representado un deseo frustrado.

Alteración del nivel de autoestima

Además de las implicaciones psicológicas previamente citadas, en su narrativa, el

participante hace referencia directa al impacto que provocó el descubrimiento de la

paternidad fraudulenta sobre su nivel de autoestima. De acuerdo con sus verbalizaciones,

el entrevistado percibió que su nivel de autoestima se elevó tras creer que se convertiría

en padre. En ese momento, se valoró como un hombre ilusionado con la idea de asumir la

responsabilidad de quien creyó era su hija biológica.

Luego de conocer sobre la paternidad fraudulenta, experimentó un descenso en su

autoestima. Según su relato, conocer sobre la inexistencia de nexos sanguíneos entre él y

la niña que consideraba su descendiente biológica causó una disminución en la valoración

de sí mismo. Si la percepción evaluativa de su persona se nutrió considerablemente por la

condición de ser padre, la asociación con este vínculo pudo haber creado cierta

vulnerabilidad en el participante. Por consiguiente, es posible sugerir que el

descubrimiento de la paternidad fraudulenta pudo conceptuarse automáticamente como la

pérdida del nexo biológico con la menor, lo cual, a su vez, afectó el nivel de autoestima

del sujeto hablante.

Si bien el texto hablado sugirió que el descubrimiento de la paternidad fraudulenta

minó su autoestima, también apuntó a que eventualmente el individuo experimentó una

86

aparente motivación para proseguir con su vida. La continuidad del vínculo filial con la

niña que creyó era su hija biológica pudo haber contribuido a restablecer el impulso y el

deseo de enfrentar y superar la experiencia.

Implicaciones de la Influencia Social

En el discurso del participante, se reveló que tanto los progenitores como la

mayoría de los amigos desaprobaron el engaño que le hiciera la expareja respecto a la

alegada paternidad y fidelidad sexual. A pesar del rechazo de estas acciones, tanto los

progenitores como la mayoría de los amigos promovieron la calma y la tranquilidad con

el fin de que el entrevistado pudiera enfrentar estos hechos. Debido al apoyo y la atención

recibida, el informante se sintió en controlante la situación.

Como parte de las vivencias narradas, se develó que los progenitores le

recomendaron no albergar rencor, resentimiento o pensamientos vengativos contra la

expareja. Sin embargo, en su alocución también se exteriorizó que algunas de sus

amistades estaban molestas con la forma de proceder de la mujer que cometió el acto

infiel y que, además, lo engañó atribuyéndole una paternidad que no le pertenecía.

Considerando lo anterior, este grupo de amistades le sugirieron la posibilidad de causarle

daño material a esta fémina. Ante estas propuestas, el individuo se mantuvo firme y

rehusó cumplir con las expectativas de este grupo. Sobre estos asuntos, argumentó que no

se considera un sujeto vengativo. Por lo tanto, repudió todo tipo de conducta violenta

contra esta mujer.

Análisis del Discurso

¿Influencia del discurso machista? El discurso machista, derivado de la

doctrina patriarcal, parece conformar la ideología cultural dominante en la sociedad

87

puertorriqueña. Siendo así, esta prédica puede influir en la interpretación y valoración de

ciertos constructos sociales, como la fidelidad e infidelidad.

En las sociedades machistas, como en Puerto Rico, las mujeres que han asumido

comportamientos infieles son menospreciadas y, a menudo, se les califica con epítetos,

como prostitutas (Carrero, 2010). En lo que pudiera ser cónsono con el discurso machista,

el participante empleó el vocablo cualquiera para denominar a la mujer que cometió el

acto infiel directamente implicado en la adjudicación de la paternidad fraudulenta. En el

contexto de su alocución, este término pudo haber implicado una connotación peyorativa,

despectiva, ofensiva o verbalmente agresiva.

Lo anterior pudiera reflejar la influencia del discurso machista. De ser así, es

probable que el sujeto hablante haya sido sometido por las instancias lingüísticas que

avalan la perorata machista. No obstante, al considerar los textos incluidos en esta

investigación, se aprecia que el resto de su retórica apunta, más bien, a la aparición de un

discurso diferente al modelo machista.

Con el propósito de comprender esta aparente variación narrativa, puede hacerse

referencia a dos posibles explicaciones. Un primer razonamiento consistiría en inferir

que, en el texto hablado, se presenta un doble discurso, a saber: aquel influenciado por la

herencia patriarcal y otro motivado por una nueva forma de ser hombre. Como

interpretación alterna, es posible sugerir que el informante exteriorizó, a través de sus

recursos lingüísticos, el gran malestar que le generó la infidelidad sexual directamente

relacionada con la atribución de la paternidad fraudulenta. A partir del análisis del

discurso, se favorece esta última interpretación. De esta manera, se considera que la

narración predominante del sujeto hablante es cónsona con un discurso distinto a aquel

88

derivado del legado patriarcal.

Aparición de un presunto discurso emergente. A través de su alocución, el

sujeto hablante hizo uso de datos textuales que sugirieron la organización de un discurso

distinto a las referencias que sustentan e, incluso, perpetúan el modelo machista. Más

aún, el análisis discursivo parece reflejar que el participante incluyó, como parte del

conjunto de enunciados, significados, valores, posturas éticas y modos de relación

interpersonal que aparentan la aparición de un discurso emergente.

En un estudio llevado a cabo por González-Hermosilla (2009) se identificó un

discurso emergente a través del cual se defendió la equivalencia de derechos,

oportunidades y responsabilidades entre hombres y mujeres. Este discurso fue

denominado hombres por la igualdad.

Si bien la alocución del entrevistado carece explícitamente de elementos

discursivos específicos y claros que sugieran un aparente interés activo por favorecer la

equidad entre hombre y mujeres, tampoco parece contradecirla. Por tales razones, en este

caso, en lugar de calificársele hombres por la igualdad, el discurso fue definido como no

contrario a la equidad entre hombres y mujeres.

Aparentes manifestaciones del presunto discurso emergente

Fidelidad/Infidelidad. La presencia del presunto discurso alterno pareció

reflejarse al departir sobre la fidelidad e infidelidad. Sobre estos asuntos, el entrevistado

sostuvo que las acciones infieles son igualmente reprobables si son cometidas por una

mujer o un hombre. Esta visión se opone a la matriz ideológica del machismo.

Según la filosofía machista, la infidelidad representa un acto propio y natural del género

masculino, no así del femenino. Esta pauta discursiva favorece una aparente naturaleza

89

poligámica del varón. Sobre estas cuestiones, Carrero (2010) ha señalado que, en Puerto

Rico, se enaltece al hombre que mantiene, paralelamente, relaciones con distintas

féminas, aún si es infiel.

De forma particular, el participante, a través de su despliegue narrativo, hizo

alusión a la infidelidad sexual de la expareja. Para describir las conductas infieles

cometidas antes de descubrir la paternidad fraudulenta, el individuo hizo uso de

instancias discursivas escuetas y sobrias. Incluso en dichas instancias, no se identificaron

declaraciones que sancionaran o despreciaran tales conductas.

En efecto, según la narrativa, el informante deseaba y esperaba fidelidad de la

expareja, como se supondría demandan los ideales machistas. Sin embargo, pareció

desligarse de tales ideales cuando, antes de descubrir la paternidad fraudulenta, perdonó

las acciones infieles cometidas por la fémina.

Siguiendo la argumentación machista, se ha documentado que, ante la infidelidad

de la mujer, es probable que el hombre prescriba su pretensión de conservar la hegemonía

masculina o, bien, restaurarla. Más aún, debido que, en el sistema patriarcal, se considera

que las acciones infieles de una fémina atentan contra el respeto, dignidad y honor

(Vandello & Cohen, 2003), es más probable que el varón intente perpetuar su

predominio, incluso a través de la fuerza física, lo cual puede traducirse en violencia de

género.

Contrario a esta forma de ejercer el poder masculino, el participante no mostró

conductas agresivas u hostiles hacia la fémina que lo engañó respecto a la fidelidad

sexual y la alegada paternidad biológica. De hecho, explícitamente puntualizó que no

tenía ningún tipo de intención de ocasionarle daño físico ni material a esta mujer. Incluso,

90

rechazó categóricamente las insinuaciones de aquellas personas que, de una u otra forma,

le propusieron cometer algún tipo de agravio contra la fémina. En otras palabras, repudió

a la violencia como medio de enfrentar la situación referida. Por el contrario, basándose

en lo que parecieran constituir sus convicciones, se apoyó en el discurso religioso para

creer en la justicia de Dios sobre el proceder de las personas, incluyendo aquella

relacionada con la conducta de la expareja.

Considerando lo anterior, se sugiere que, en este caso, la ruptura de la diada

afectiva no respondió directamente a un intento por restaurar el respeto o la dignidad

masculina, como probablemente lo explicaría el discurso machista. En contraste, el

discurso pareciera reflejar que haber advertido que la niña que creía su hija biológica era

producto de un acto infiel de la expareja le produjo dudas y desconfianza, lo cual se

tradujo en malestar. De ser así, el participante, de forma directa y aparentemente

calmada, fue capaz de tomar decisiones y ejecuta acciones orientadas a finiquitar un nexo

afectivo que parecía no generarle estabilidad y/o seguridad. De esta manera, es posible

que el entrevistado haya decidido finalizar la unión amorosa con el fin de proteger su

propio bienestar emocional, acción que resulta cónsono con un modo de ser ético hacia sí

mismo.

Paternidad: A través de su discurso, el sujeto hablante pareció referirse a un estilo

que aparenta exceder las expectativas de conducta y práctica paternal definidas por el

pensamiento machista. De acuerdo con esta postura ideológica, el padre es el proveedor,

quien contribuye con los recursos económicos para mantener a la familia (Torres, 2004;

Velázquez, 2004). En consecuencia, es definido como un ser secundario, ajeno a los

vínculos afectivos con el (la) hijo (a).

91

Más allá de asumir este tipo de responsabilidades, el participante, a través de sus

manifestaciones, pareció valorar y reivindicar una función más directa y activa en el

ejercicio de su paternidad. Así, por ejemplo, asoció la relación filial que sostuvo (y aún

sostiene) con la niña que pensaba era su hija biológica con demostraciones de amor,

cariño, afecto, ternura, juego, disfrute y tiempo compartido con la menor. En su raíz

discursiva, además, comparó este vínculo paterno con el cuidado físico, así como con la

atención y el compromiso emocional desarrollado con esta pequeña.

Precisamente, el desarrollo de una interacción atenta, tierna, afectiva y de

regocijo recíproco entre progenitor-hijo (a) describe lo que Bonino (2002) llamó el nuevo

modelo de ser padre, representado por el padre-cuidador. Atendiendo al panorama

referido, el entrevistado parece representar una figura paternal emergente con un nuevo

modo de expresar, ejercer y ser padre (por opción personal). En otras palabras, parece

identificarse con un aparente discurso emergente inherente al rol paterno. Es posible que

estas nuevas alocuciones le permitan recordar, considerar y validar de forma positiva sus

vivencias junto a la niña que creyó su hija biológica. Pudiera sugerirse que esta forma de

conceptuar sus experiencias con la niña en cuestión no sólo cumple una función

protectora sobre su integridad emocional, sino que, además, propician la conservación del

valor y fortaleza como hombre.

Roles de género asociados a la división del trabajo: El tema de la paternidad y las

relaciones afectivas propició que el participante aludiera a los roles que él y la expareja

asumieron durante su vínculo sentimental, así como con respecto a la niña que nació

durante dicha unión. En estas relaciones afectivas, el informante aparentó asumir ciertos

roles sociales que parecen separarse de la doctrina patriarcal.

92

La filosofía patriarcal respalda explícitamente las condiciones de diferenciación

entre hombres y mujeres, adjudicándole a cada uno diversos roles estereotipados, según

el sexo. A la mujer, por ejemplo, se le confiere la responsabilidad del espacio privado del

hogar, las tareas domésticas y la crianza de los (as) hijos (as). En cambio, al varón se le

asigna el mundo público del trabajo, alejado de la cotidianidad familiar.

En su narrativa, el individuo expresó que la expareja formaba parte de la empleomanía

del país. De sus alocuciones, se sugiere, asimismo, que esta fémina posiblemente asumía

una menor responsabilidad en el cuidado de su hija. De acuerdo con su exposición

discursiva, el participante, además de involucrarse en las tareas propias de un trabajo

remunerado, se ocupaba, la mayoría del tiempo, de la crianza de la menor que

consideraba su descendiente biológica.

Estas manifestaciones aparentan ser cónsonas con la presencia de un presunto

discurso emergente, apartado del modelo machista, a través del cual se naturaliza la

división del trabajo por razón de sexo. El análisis del discurso pareciera denotar que,

antes e, incluso, después de conocer sobre su no-paternidad biológica (y confirmar la

infidelidad sexual de la expareja), el entrevistado aparentó desarrollar un nuevo modo de

relación interpersonal a través del cual se develaron formas alternas de ser hombre y

construir su identidad masculina. En ese sentido, pareciera que el sujeto ha expresado su

masculinidad alejada de las características que el sistema patriarcal le atribuye al varón,

tales como: agresividad, dominio y poder. En efecto, esto es congruente con la

manifestación de un presunto discurso alterno.

Funciones del presunto discurso emergente. Es posible que el presunto

discurso emergente, particularmente asociado a un nuevo modo de expresar, ejercer y ser

93

padre, haya posicionado al sujeto hablante frente al descubrimiento de la paternidad

fraudulenta. De esta manera, se sugiere que la continuidad de la relación afectiva y

emocional con la niña que pensaba era su hija biológica contribuyó a que, al momento de

realizar la presente investigación, el participante describiera el descubrimiento de la

paternidad fraudulenta como una experiencia que, aunque fuerte, debió superar.

El análisis del discurso apunta, además, a que el participante aparentó formular

declaraciones con el propósito de honrar o, bien, establecer explícitamente su apreciación

por la relación afectiva que mantiene con la niña que pensaba era su descendiente

biológica. Siendo así, este individuo pareció posicionarse como sujeto del discurso,

específicamente como un padre por elección intrínseca, aún después de conocer sobre la

inexistencia de lazos sanguíneos. A través del ejercicio de tal paternidad, este hombre ha

logrado, según se desprende del análisis discursivo, desarrollar una conexión afectiva y

emocional con la menor.

Respecto a estas posturas, cabe indicar, además, que, para este hombre, el

posicionarse como padre a través de la construcción de un vínculo amoroso con la

pequeña que creía su descendiente biológica pudiera proveerle cierta identidad social.

Análisis del presunto discurso emergente desde la perspectiva de Foucault.

Los temas medulares de la tesis foucaultiana comprenden la ética, la genealogía y la

arqueología (Castro, 2004). Haciendo referencia a este caso, el presunto discurso

emergente pareciera mostrar elementos asociados al concepto de ética. Luego de haber

sido advertido sobre el engaño acerca de la fidelidad sexual de la expareja y de su

paternidad biológica, el informante aparentó denotar un comportamiento ético. Así pues,

es posible que, en este caso, la ética haya determinado la forma en la que este hombre fue

94

moral cuando, de forma serena, concluyó el vínculo amoroso con la expareja.

La búsqueda de alternativas para ser ético consigo mismo representa uno de los ejes

temáticos contenidos en la genealogía descrita por Foucault, a saber: el nexo ético. Según

este eje, el ser humano es un sujeto ético que actúa sobre sí mismo (Castro, 2004).

Con relación a ello, se destaca que la disolución de la relación sentimental ocurrió luego

de que el entrevistado tuviera sospechas válidas acerca de la infidelidad sexual de la

expareja y la atribución de la paternidad fraudulenta. Siendo así, la separación parece

haber sido motivada por la desconfianza que le produjo tener conocimiento sobre este

posible engaño. Ante este panorama, se sugiere que el comportamiento del individuo

podría responder a un intento por salvaguardar su tranquilidad anímica, acto que es

compatible con una forma de ser ético consigo mismo.

Finalmente, según la perspectiva foucaultiana, la arqueología implica el examen

de aquellas condiciones históricas que han favorecido que solamente algunos enunciados

hayan sido viables en una determinada época (Castro, 2004). Al circunscribirse al

contexto puertorriqueño, en efecto, el patriarcado hace referencia al constructo sobre el

cual se establece la sociedad actual. Este tipo de régimen social, que promueve la

supremacía masculina y la sumisión femenina, favoreció la producción del discurso

machista.

De forma histórica, el discurso machista, procedente de la herencia patriarcal, ha

sido transmitido por la familia, léase, madre, padre, hermanos (as), abuelos (as), tíos (as)

y primos (as). Igualmente, ha sido mantenido y perpetuado por diversos vínculos

sociales, como los vecinos (as), amigos (as), compañeros (as) de trabajo e, inclusive, por

los medios de comunicación en masa (radiodifusión, prensa escrita, televisión, internet y

95

multimedia), es decir, la sociedad en general. Es así que, en la actualidad, la alocución

machista no sólo continúa disfrutando de vigencia, sino que aparenta mantener su sitial

como discurso hegemónico.

Con el fin de sintetizar las pasadas líneas, se anota que, como pudiera explicar la

descripción arqueológica propuesta por Foucault, el patriarcado, como condición

histórica, intervino en la aparición del discurso machista, entendido como enunciado

conveniente para salvaguardar el orden patriarcal. De esta manera, el discurso machista

sirvió para que los individuos pudieran validar y justificar toda acción dirigida a

preservar el poder del hombre sobre la mujer.

A pesar de estos planteamientos, en el caso que nos ocupa, sería inexacto asumir

de antemano que el hombre puertorriqueño que haya vivenciado el descubrimiento de la

paternidad fraudulenta está sujeto inexorablemente al discurso machista. Recientemente,

se han promovido nuevos modelos discursivos cónsonos con un enfoque de igualdad y

equivalencia entre hombres y mujeres. Aunque la pretensión de esta ‘mirada emergente’

dista considerablemente de representar el discurso social prevaleciente, pudiera haber

propiciado ciertas alteraciones ideológicas en nuestra cultura. Por mínimas que hayan

sido dichas variaciones, en esta sociedad, es posible encontrar grupos de personas que no

avalan ni critican el discurso machista, otros que lo niegan y unos más que lo censuran

explícitamente.

Por consiguiente, a través de la interpretación arqueológica de Foucault, también

se podría exponer por qué ciertas condiciones sociales, como la lucha por la igualdad de

género, ha influido en la aparición de nuevas alocuciones que aparentan denotar

modificaciones, desviaciones e, incluso, contradicciones y oposiciones al discurso

96

machista. En esta investigación, de hecho, el análisis del discurso reflejó que el sujeto no

sólo parece distanciarse de las instancias discursivas que reproducen la ideología

patriarcal, sino que, además, aparenta aproximarse a la elaboración de un presunto

discurso alternativo.

Consideraciones finales sobre la aparición del presunto discurso emergente.

El análisis del discurso sugiere la aparición de una alocución aparentemente desligada de

la vertiente discursiva patriarcal. Este presunto discurso emergente parece dominar el

razonamiento interpretativo producido por el participante. A partir de esta referencia

interpretativa, el entrevistado aparenta haber construido el significado atribuido a las

relaciones de pareja, la división del trabajo según el sexo, la infidelidad sexual, la

violencia de género, el ejercicio paternal y el descubrimiento de la paternidad

fraudulenta. De acuerdo con su realidad subjetiva, el descubrimiento de su no-paternidad

biológica fue descrito como una experiencia fuerte, que debe y puede superarse.

Manejo del Impacto de la Paternidad Fraudulenta. A partir de la información

recopilada a través de los textos analizados, se sugiere que el participante, tras descubrir

la paternidad fraudulenta, experimentó cierta incomodidad emocional.

En un aparente intento por cuidar y salvaguardar su bienestar anímico, la madre del

entrevistado le incitó a que asistiera a consulta con una psicóloga.

No obstante, incluso desde la entrevista inicial, este hombre decidió descontinuar

las sesiones de asistencia psicológica. Es posible, según se desprende de la narrativa, que

tal determinación haya estado motivada por el hecho de que el sujeto consideraba que no

requería ningún tipo de ayuda profesional para superar el descubrimiento de la paternidad

fraudulenta.

97

Incluso cuando tal discernimiento pudo haber ejercido la mayor influencia para

interrumpir la recién iniciada intervención psicológica, el discurso de este hombre revela

otros factores que parecen haber intervenido en la toma de dicha decisión. Por ejemplo,

en su retórica, se aprecia, de una parte, una aparente falta de comodidad con la

intervención clínica y, de otro lado, el desarrollo de una alegada relación poco

profesional.

Respecto a estos asuntos, el informante señaló que las preguntas realizadas,

durante la primera entrevista, no se ajustaban a su situación de vida. Aún más, subrayó

que, durante la entrevista clínica, no se hizo alusión alguna a cuestionamientos dirigidos a

explorar la experiencia que, de una u otra forma, le condujeron a presentarse ante la

psicóloga.

A partir del texto hablado, se desprende, además, que el individuo consideró

inadecuado que su madre estuviera a su lado mientras la psicóloga concretaba la

entrevista clínica. A ello, se le agrega cierta insatisfacción con el escenario físico en el

que se enmarca la oficina de la profesional visitada.

Es posible sugerir que los elementos antes descritos pueden asociarse a la

percepción de una aparente falta de conexión empática. En ese sentido, el análisis del

discurso parece reflejar que, durante el primer encuentro profesional, la incomodidad

experimentada por el participante estuvo directamente relacionada con los factores que

median la calidad de la relación establecida. Considerando lo anterior, resulta

conveniente señalar que el éxito de una intervención psicológica depende de una variedad

de factores. Con relación a ello, se ha documentado que las variables de la persona

(gravedad de la perturbación, motivación y capacidad para relacionarse, etc.) y las

98

influencias extra-terapéuticas (acontecimientos fortuitos y apoyo social) facilitan en un

40% la recuperación del individuo (Asay & Lambert, 1999; Lambert, 2003). En este

caso, el participante, previo a participar de un proceso terapéutico, pareciera mantener la

esperanza respecto a las relaciones de pareja y la paternidad. Este aparente optimismo se

consideraría parte de las variables de la persona que pudieran propiciar el desarrollo

favorable de una intervención clínica.

Interesantemente, las técnicas, estrategias y procedimientos inherentes a las

terapias psicológicas aportan en un 15% a la mejoría del sujeto (Asay & Lambert, 1999;

Lambert, 2003). El ofrecimiento de esperanza representa otro 15% de la variación en el

cambio de la persona.

El restante 30% de la mejoría del individuo depende de la relación terapéutica que

incluye una serie de variables, como empatía, calidez y aceptación (Lambert, 2003).

Sobre ello, se ha determinado que, independientemente de la orientación teórica, existen

factores comunes que resultan curativos (Asay & Lambert, 1999) y contribuyen al éxito

del proceso psicoterapéutico (Arratia, 2007), tal es el caso de la calidad del vínculo

emocional establecido entre el (la) psicólogo (a) y la persona que recibe el servicio

profesional (Corbella & Botella, 2003). Si bien este vínculo no es suficiente para cumplir

los objetivos de una intervención psicológica (Bachelor & Horvath, 1999), pueden

incrementar significativamente su probabilidad de éxito (Rivadeneira, Dahab & Minici,

2007).

Como sugieren los hallazgos del presente estudio, es posible que la resolución de

interrumpir el servicio psicológico haya estado fuertemente influenciada por variables del

sujeto, como la percepción de que el malestar emocional provocado por el

99

descubrimiento de la paternidad fraudulenta podría manejarse sin la necesidad de una

asistencia profesional. Sin desestimar la validez de tales factores, los resultados de esta

investigación sugieren que la falta de alianza entre la profesional de salud mental y el

participante aparenta haber contribuido a que este último optara, desde la primera

entrevista, por abandonar la intervención psicológica.

Para este individuo, la interacción interpersonal parece ser trascendental. Como se

ha señalado, para él, la naturaleza de la conexión establecida con la niña que creyó su hija

biológica pudo haber favorecido la continuación del vínculo. Por el contrario, debido a

una aparente sensación de desconfianza, concluyó el nexo amoroso que mantenía con la

expareja. En ese mismo sentido, se sugiere que, para este hombre, la calidad de la

relación desarrollada con la psicóloga fue de especial importancia al momento de tomar

decisiones acerca del futuro de las subsiguientes sesiones profesionales.

Propuesta de una Guía de Intervención. La guía de intervención que se ha

propuesto para trabajar con hombres puertorriqueños que hayan descubierto la paternidad

fraudulenta está dirigida a ofrecer recomendaciones que pudieran ser empleadas antes y

durante la entrevista inicial. A tono con los hallazgos de la investigación, tales guías de

apoyo están particularmente orientadas a favorecer el desarrollo de un vínculo

interpersonal seguro y productivo que, a su vez, promueva el manejo efectivo del posible

impacto psicológico experimentado a raíz de dicha situación.

Paternidad Fraudulenta: Guía de Intervención

Antes de la entrevista inicial. Antes de la entrevista inicial, se recomienda tratar

los asuntos administrativos. Usualmente, los asuntos administrativos incluyen temas

asociados al consentimiento informado, así como a la confidencialidad y sus límites, es

100

decir, casos en los que es posible su interrupción (por ejemplo, riesgo de daño a la

integridad física de la propia persona o de terceros).

Sobre tales cuestiones, se ha sugerido, como regla general, que la persona tenga

acceso a este tipo de información a través de documentos físicos. Dichos documentos

pueden ser entregados en la oficina antes de iniciar la primera entrevista con el (la)

psicólogo (a) (Patterson, Williams, Edwards, Chamow & Grauf-Grounds, 2009).

Durante la entrevista inicial. Durante la entrevista inicial, se puede considerar

la realización de las siguientes prácticas.

Emitir un saludo con el fin de dar la bienvenida y realizar la debida presentación.

Por ejemplo, se puede expresar: “buenos días/tardes, mi nombre es xxxxx, psicólogo (a)

consejero (a)”.

1) Considerar y sopesar las ventajas y las desventajas de admitir que, durante la

intervención, el participante/cliente/paciente (de aquí en adelante llamado participante) se

encuentre acompañado por alguna persona (bien sea familiar, amigo o algún otro

significativo). Según los hallazgos de la presente investigación, el sujeto experimentó

incomodidad al estar al lado de su madre mientras la psicóloga dirigía la entrevista

clínica. Para ponderar la conveniencia o inconveniencia de este tipo de práctica, puede

recomendarse que, al momento de recibir a las personas, se les plantee la necesidad

inmediata de tratar ciertos temas con el hombre que recibirá el servicio. De forma atenta

y cordial, puede solicitársele al (a la) acompañante que se retire de la oficina. Una vez

esto ocurra, el (la) profesional en psicología puede auscultar la apreciación del

participante respecto a este asunto. En el caso de que este hombre solicite

explícitamente permanecer acompañado, se sugiere plantear los posibles beneficios y

101

perjuicios de esta determinación. Se recomienda enfatizar los riesgos asociados a

posibles incomodidades emocionales inherentes a la discusión de temas privados, así

como a la exposición de material confidencial ante terceros. Si luego de haber

considerado lo anterior, el individuo reitera su petición, sería oportuno hacerlo constar a

través de un consentimiento informado.

Evaluar las características del participante, en términos de edad, clase social, nivel

académico, empleo, religión y demás criterios típicamente obtenidos a partir del

historial psicosocial. Si bien el recogido de esta información pudiera ser relevante

para manejar el caso a partir de ese primer encuentro, se recomienda adaptar el

manejo y la extensión de tal informe, según las circunstancias que definan dicha

intervención.

Considerando los resultados de la presente investigación, pareciera oportuno que el

(la) profesional sea breve al tratar estos asuntos. En otras palabras, no se

recomienda que la obtención de los datos psicosociales constituya el eje de

atención de la primera intervención terapéutica. Como se sugirió en este estudio,

parecería beneficioso dirigir el interés hacia el establecimiento de una conexión

empática positiva.

2) Propiciar un escenario profesional positivo. Para ello, puede resultar conveniente,

adoptar las siguientes prácticas:

Disponer de un espacio o escenario físico que favorezca la comodidad del

participante. De acuerdo con los resultados de la presente investigación, el

entrevistado refirió explícitamente que la limitada amplitud que conforma la

oficina de la psicóloga visitada le provocó cierto nivel de incomodidad. Por tanto,

102

resultaría conveniente evaluar el impacto que la estrechez física de una oficina

pudiera ejercer sobre la percepción de un individuo acerca de posibles beneficios

y/o perjuicios de la intervención psicológica.

Apagar el celular para que el participante constituya el foco de atención.

Establecer una distancia adecuada en relación al participante.

El exceso de cercanía física pudiera ser interpretado como señal de intrusión.

El exceso de distancia física pudiera ser percibido como una indicación de

censura o desprecio.

Prescindir de objetos que constituyan barreras para el desarrollo de la relación

profesional. Las barreras creadas por objetos pudieran propiciar que el participante

perciba al (a la) profesional en psicología como una persona lejana. Más aún, es

posible que este tipo de barreras provoquen que el sujeto experimente una sensación

de rechazo o no aceptación.

Emplear un tono y volumen de voz modulado, sereno, audible y firme.

Un tono de voz extremadamente alto pudiera ocasionar que el participante se

sienta agobiado e, igualmente, que interprete que el (la) profesional de la salud mental

está molesto (a).

Una entonación excesivamente baja pudiera dar lugar a que el sujeto no aprecie la

intervención y perciba cierta vacilación e incertidumbre en el (la) psicólogo (a).

Utilizar un lenguaje claro, accesible, simple y comprensible, adaptado a las

características particulares del participante.

Se recomienda evitar la jerga profesional y el empleo de tecnicismos.

Mantener contacto visual apropiado.

103

Ante la falta de contacto visual, el participante podría sentirse ignorado o, incluso,

considerar que el (la) profesional de la psicología está inseguro (a), aburrido (a) o

distraído (a) ante su historia.

Ante el exceso de contacto visual, el sujeto pudiera experimentar incomodidad al

sentirse invadido e, igualmente, pudiera entender que el (la) psicólogo (a) actúa de

forma impertinente e intrusiva.

Asumir una postura corporal adecuada. Se sugiere evitar expresiones faciales y

movimientos físicos que pudieran denotar alteración o intolerancia por las

verbalizaciones hechas por el participante. Éste pudiera percibir que no es entendido

y, más aún, que es juzgado o rechazado si observa, por ejemplo, algún tipo de

alejamiento físico contra su persona. Igualmente, es importante evitar bostezar o

mirar constantemente hacia el reloj, acciones que pudieran dar la impresión de que el

(la) psicólogo (a) está aburrido (a) o está apresurado (a) por finalizar la entrevista.

Mostrar congruencia (coherencia) entre la comunicación verbal y no verbal. De

no ser así, el participante pudiera percibir que el (la) psicólogo (a) es una persona

inconsistente e incomprensible.

3) Facilitar la alianza o conexión terapéutica. Según Patterson et al. (2009), una de las

tareas más cruciales durante el transcurso de la primera sesión consiste en establecer una

conexión exitosa con la persona. Para lograrlo, considere lo siguiente:

Denotar interés por la situación expuesta por el participante.

Manejar la posible ansiedad experimentada por el participante. Con relación a la

ansiedad heterosocial, se ha documentado que pueden obtenerse mejores resultados

cuando el (la) psicólogo (a) y el cliente son del mismo sexo (Bados & García, 2011).

104

Por lo tanto, sería recomendable sopesar en qué medida el hombre

que haya descubierto la paternidad fraudulenta podría beneficiarse más de una

intervención dirigida por un consejero masculino.

Propiciar la tranquilidad del participante. Para ello, se recomienda infundir un

sentido de esperanza respecto a la posibilidad de recibir ayuda para aliviar o manejar

su problemática.

Controlar las propias ansiedades. Para lo cual, se recomienda lo siguiente:

Manejo apropiado de la gesticulación corporal.

Estar informado sobre ciertos elementos sociales que pudieran afectar la

interpretación del descubrimiento de una paternidad fraudulenta, como el

discurso machista y aquéllos que se alejan de tal perorata, incluso los que

lo contradicen.

4) Tener conocimiento sobre los aspectos legales que pudieran asociarse al

descubrimiento de una paternidad fraudulenta, como ley de violencia de género, ley de

pensión alimenticia y pruebas de paternidad. Demostrar empatía para favorecer el

desarrollo de una alianza terapéutica segura, emocional e íntima. La empatía se refiere a

la capacidad de entrar en el mundo subjetivo e interno del cliente (Patterson et al., 2009)

con el fin de comprender sus experiencias de vida (pensamientos, percepciones, deseos,

sentimientos y acciones explicitas e implícitas) desde su propio marco de referencia

(Bados & García, 2011), es decir, a partir de sus propios esquemas cognitivos y su

historia particular (Rivadeneira et al., 2007). Para llevar a cabo una intervención

empática, se recomienda:

105

Referirse al individuo en un lenguaje que denote respeto.

Evitar el uso de enunciados que promuevan un discurso machista (como, por

ejemplo, “cuernos”, “cualquiera” “mala mujer” “mujer fácil” “hombre débil”

“hombre flojo” “hombre de poco carácter” “no tiene los pantalones en su sitio”

“venganza” “injusticia” “traición imperdonable”).

Mostrar un trato basado en la cordialidad (amabilidad y cortesía), la honestidad, el

respeto, la tolerancia, la aceptación y el cuidado hacia el participante.

Se puede mostrar honestidad evitando, por ejemplo, simplificar o minimizar las

dificultades que enfrenta el individuo.

El respeto puede manifestarse mediante diversas acciones, como escuchar

atentamente las expresiones del sujeto. En este caso, es importante interesarse

genuinamente por el relato vivencial del participante.

El respeto podría implicar la evitación de una postura basada en el menosprecio,

el prejuicio, la crítica o la censura.

El respeto puede traducirse a través de la tolerancia y la aceptación de la

diversidad. Es importante que el (la) profesional de la psicología muestre tolerancia

hacia cualquier diferencia en la manera de pensar, actuar o proceder del sujeto que

asiste al proceso de consejería. Estas diferencias pueden ejemplificarse mediante el

modo particular con que se comunica la persona, el uso de ciertas prendas de vestir, la

exhibición de ciertos gestos y demás particularidades que pudieran ser distintas a las

del (de la) psicólogo (a).

La aceptación radica en no rechazar a una persona basándose en sus

características personales o el tipo de problemática presentada.

106

Puede mostrarse cuidado por el participante denotando sensibilidad hacia su

estado anímico.

Realizar auto-revelaciones cuando sea apropiado. Una auto-revelación implica

que el (la) consejero (a) proporcione información sobre sí mismo (a) y/o respecto a la

situación terapéutica. Compartir cierta información personal puede aumentar la

confianza hacia el (la) psicólogo (a) (Bachelor & Horvath, 1999; Bados & García,

2011; Patterson et al., 2009). Si surgiera una situación en la que el participante

indagara sobre asuntos personales relacionados, por ejemplo, la paternidad es

recomendable que, dependiendo de las circunstancias particulares que definan el caso,

se evalúe el posible impacto de ofrecer tal información.

5) Explorar la queja principal. Es de particular importancia destacar que, según los

hallazgos del presente estudio, durante la entrevista clínica, la profesional en psicología

excluyó aquellos cuestionamientos orientados a auscultar la experiencia que, de una u

otra forma, propiciaron que el individuo asistiera a consejería psicológica. La

determinación de suprimir esta discusión parece haber sido desfavorable para la

continuidad de la intervención referida. En ese sentido, por ejemplo, el sujeto concluyó

que las preguntas que esquematizaron la primera entrevista no concordaban con su

situación de vida. Ante tales apreciaciones, se recomienda, a partir de la entrevista inicial,

examinar la queja principal a través de la formulación de preguntas abiertas,

interrogaciones de tipo indirecta, y, en casos especiales, mediante el empleo de preguntas

cerradas.

107

Preguntas abiertas y no prejuiciadas sobre la vivencia de la paternidad

fraudulenta: Se recomienda enunciar preguntas concisas, como ¿cuál es la situación

que te trae aquí?, ¿qué ha ocurrido en tu vida para que estés aquí?,

¿cómo defines la relación que sostuviste con tu expareja?, ¿cómo describirías la

relación que sostuviste/sostienes con la niña?

Indagaciones indirectas: Puede plantearse “cuéntame la situación que te trae aquí”

o “háblame sobre lo que ha ocurrido para que hayas decidido estar aquí”.

Preguntas cerradas: Si el sujeto mostrara algún tipo de actitud defensiva o resistencia a

exponer la situación explicita que lo induce a solicitar consejería, se sugiere hacer uso de

preguntas cerradas hasta tanto experimente mayor comodidad con el (la) profesional y la

situación de entrevista. Pudiera preguntarse “¿hay alguna situación en tu vida de la que

quieras hablar conmigo?” o “¿estás manejando alguna situación que desearías entender

mejor o explorar nuevas alternativas para manejarla?” Una respuesta afirmativa permitirá

que el (la) psicólogo (a) formule una pregunta abierta que genere mayor cantidad de

información sobre el caso. De igual manera, cuestionamientos como éstos pudieran

denotar comprensión por la vivencia, reconociendo las posibles fortalezas y recursos con

las que pueda disponer el sujeto. Lo anterior es particularmente importante si, para el

hombre, la situación representa un desafío a fin de mantener una sana autoestima y auto-

concepto.

Se sugiere prescindir de preguntas cerradas que pudieran denotar extrañeza,

prejuicio o irrespeto por la vivencia del participante (tales como, ¿tu hija ya no es

tu hija? o ¿tu madre ya no es su abuela?

108

Al indagar sobre la queja principal, se sugiere:

Establecer preguntas o cuestionamientos que resulten útiles para comprender la

situación expuesta por el participante.

Preguntas dirigidas a identificar cuáles han sido las acciones del participante para

afrontar la situación. Para tales fines, podría preguntarse

¿has consultado asesoría legal? ¿tienes pruebas concretas que confirmen la no-

paternidad biológica? ¿cómo piensas manejar (o has manejado) la situación con la

madre del (de la) niño (a)/el (la) niño (a)/tu familia/tus amigos?

A través de las respuestas, pudiera propiciarse el análisis de tales acciones e

identificar cuáles aparentan ser pasivas, asertivas y/o agresivas. Este ejercicio podría

permitir reforzar alternativas asertivas para tratar la experiencia.

Prescindir de aquellas preguntas directamente relacionados con asuntos de la vida

íntima del sujeto que no sean relevantes para la plena comprensión y discernimiento

del caso. En otras palabras, excluir cuestionamientos dirigidos exclusivamente a

satisfacer la curiosidad personal (y no profesional) del (de la) psicólogo (a).

Para obtener un panorama más completo sobre la queja principal, se recomienda:

Propiciar que el participante exprese el significado atribuido a su problemática

(como, cogniciones, recuerdos y emociones generados tras descubrir la paternidad

fraudulenta).

Si el participante asiste a consejería de forma involuntaria (por ejemplo, debido a

la presión ejercida por terceras personas, como los familiares), conviene romper el

hielo introduciendo temas de su interés. Precisamente, el participante de esta

investigación, según expresó, asistió a una primera entrevista clínica por insistencia

109

de su madre. En un acto posiblemente involuntario, accedió a acudir a la cita

programada, aun considerando que no necesitaba de esta intervención profesional.

En este tipo de casos, se ha documentado que resulta útil que el (la) psicólogo (a)

haga referencia a datos personales (especialmente a aficiones) o a las prendas

utilizadas por el sujeto (Bados & García, 2011). En un tono distinto, pero

posiblemente válido, se puede fomentar que el participante converse acerca de cómo

maneja su vida en general, haciendo énfasis en las fortalezas y recursos con los que

dispone para afrontar situaciones difíciles.

En el caso de que el individuo tenga dificultades para expresar su problemática, se

recomienda iniciar la conversación verbalizando que discutir asuntos sensibles de la

vida privada podría resultar incómodo. Conviene, pues, reafirmar que la información

recibida estará protegida por el principio de confidencialidad (salvo las excepciones

legales). Esta ratificación podría promover que el hombre tenga una mayor

disposición a relatar su historia. En adición, es posible que resulte favorable hacerle

saber al participante que dialogar sobre situaciones difíciles podría constituir una

forma de reflexionar e identificar las acciones que se han asumido para tratar las

mismas. De esta manera, pueden establecerse cuáles de dichas acciones han

funcionado y cuáles no, así como definir nuevas opciones para manejar la vivencia.

Si el sujeto pensara que el proceso de consejería está destinado solamente para

personas “locas” o mentalmente trastornadas, es necesario iniciar una conversación

que tenga como fin reducir el estigma asociado a tales creencias.

Si el participante pensara que hablar sobre la paternidad fraudulenta es un asunto

inconcebible, pudiera normalizarse la vivencia. Para tales propósitos, posiblemente

110

resultaría adecuado ofrecer orientación sobre datos estadísticos, así como las formas

en las cuales otros hombres han lidiado con la situación.

Al escuchar la información sobre el motivo de consulta, se sugiere:

Evitar la ejecución de gestos distractores, como realizar continuos movimientos

con el lápiz o el bolígrafo. En estos casos, el participante pudiera considerar que al

(la) consejero (a) no le interesa su relato vivencial.

Evitar interrumpir, de forma continua, el relato del sujeto. Ante las continuas

interrupciones, la persona pudiera sentirse no escuchada y, en ese sentido, percibir

que el (la) consejero (a) no es empático con su situación de vida.

Si el (la) profesional de la psicología tuviera inquietudes sobre algún asunto

expresado, es recomendable que lo anote con el fin de explorar el tema más adelante

o, una vez, el participante finalice su línea de pensamiento.

Respetar las pausas o silencios del participante.

Prestar atención y ser sensible al lenguaje verbal y no verbal del participante.

Reconocer y validar las emociones experimentadas por el participante. Se

recomienda, además, normalizar la vivencia y expresión de tales emociones. Para

ello, se puede afirmar, por ejemplo, “probablemente otros hombres en una situación

como la que has vivido hayan sentido algo similar”.

Mostrar tolerancia ante la manifestación explícita de ciertas respuestas

emocionales.

Tristeza reflejada a través del llanto: Si durante la entrevista el individuo llora, es

recomendable permanecer en silencio, como muestra de una actitud empática. El

silencio empático puede constituir un espacio de respeto, comprensión y aceptación,

111

permitiendo que el hombre pueda llorar, sin ser juzgado. En el caso de hombres

criados bajo la influencia del patriarcado y que hayan asimilado el discurso machista,

el llanto pudiera simbolizar una falta de masculinidad. Por consiguiente, es

particularmente importante que el (la) profesional de la salud mental pueda ofrecer, al

menos, una intervención breve que tenga como propósito normalizar la tristeza y el

llanto como manifestaciones naturales e inherentes a todo ser humano. Es posible

afirmar, por ejemplo “es muy probable que otros hombres con una experiencia como

la que me cuentas también hayan llorado, o “llorar es un mecanismo natural que tiene

el cuerpo para aliviar niveles de tensión y, por ende, es una fortaleza que tienes”.

Una vez el sujeto haya terminado de llorar, pudiera ser conveniente, según su

estado anímico, promover una conversación dirigida a explorar el significado de lo

sucedido. Con este propósito, puede preguntársele “¿cómo describirías en palabras lo

que has sentido?”

No es recomendable “rechazar” el sufrimiento o el dolor del sujeto. Por ende, se

sugiere abstenerse de emitir expresiones, como “no llores, eso no es nada”.

Emitir muestras relacionadas a la escucha activa y empática.

Medios verbales: La escucha activa y empática puede reflejarse mediante sonidos

o declaraciones verbales, como “entiendo,” “sí” (Bados & García, 2011), “mmm” y

“por favor, no te detengas, te estoy escuchando”. El parafraseo, la clarificación, el

reflejo y la síntesis también pueden favorecer que el participante se sienta

comprendido.

Parafraseo: El parafraseo consiste en resumir el contenido cardinal del mensaje luego de

que el sujeto haya proporcionado mucha información o ésta sea de relevancia para

112

realizar un juicio valorativo del caso. Si el (la) consejero (a) decidiera hacer uso de esta

estrategia, pudiera expresar, por ejemplo, “comprendo que me estás diciendo que, para ti,

x te causó...” o “en otras palabras, esa experiencia te produjo…”.

-Clarificación: La clarificación implica solicitarle a la persona que especifique el

significado de algún mensaje confuso (Bados & García, 2011) o de alguna palabra que

resulta imprecisa. Para ello, puede recurrirse a cierta clase de preguntas, como “¿qué

quieres decir cuando mencionas que te sientes x?,” “¿a qué te refieres cuando dices que te

sientes x?” y “¿podrías ofrecer un ejemplo de qué significa para ti sentirte x ante esa

situación?”. Sobre estas particularidades, es importante reiterarle al (a la) profesional de

la psicología que, en caso de ambigüedad, no intente sobreentender, especular o suponer

el sentido o las implicaciones de las expresiones que realice el participante.

El (la) psicólogo (a) pudiera clarificar las alocuciones del participante a partir de

la perspectiva del discurso machista, así como desde la conceptuación de discursos

distintos a éste (lo que se ha denominado discurso emergente). Este ejercicio deberá

permitir contrastar el significado que se le atribuye a ciertas experiencias, desde la

postura de ambas retóricas. De esta manera, es posible apreciar las alternativas de acción,

fortalezas y recursos con los que dispone el participante, una vez se sujete a uno u otro

discurso. A partir de lo anterior, pudieran considerarse opciones relacionadas a la emisión

de conductas agresivas y/o violentas, la venganza y la interrupción de la relación afectiva

con el (la) niño (a) que originalmente se piense es hijo (b) biológico (c) versus elecciones

asociadas al perdón, y la continuación de vínculos emocionales con el (la) niño

(d) en cuestión.

Reflejo de sentimientos: Esta técnica radica en emitir expresiones que reflejan las

113

emociones explicitas e implícitas del participante.

El reflejo puede traducirse en la siguiente verbalización “pareciera que esta experiencia te

produce x”.

Síntesis: La síntesis consiste en el empleo de paráfrasis y/o reflejos que resumen

lo que el cliente ha verbalizado durante la sesión (Bados & García, 2011). A través de

este tipo de estrategia se reorganiza y enfoca la información relevante, a la vez que se

le confirma a la persona que se le ha escuchado y entendido. En el caso que nos

concierne, este tipo de técnica podría concretarse de la siguiente manera “me gustaría

saber si te he comprendido bien, me estabas diciendo que para ti x…(resumen)… ¿es

así?”

Medios no verbales: La escucha activa puede evidenciarse mediante

manifestaciones no verbales, como mirada agradable, expresión facial de atención y

aprobaciones hechas con la cabeza (Bados & García, 2011).

Evitar la redacción de notas clínicas. De ser estrictamente necesario concretar

algún tipo de registro, se recomienda reducir al mínimo tales apuntes y hacerlo de

forma discreta. La práctica contraria podría restar la atención prestada al participante,

interferir con la relación interpersonal y obstaculizar una adecuada comunicación.

Concretar una evaluación inicial. Como parte de la evaluación inicial, se sugiere

discernir el nivel de funcionamiento y la posible necesidad de intervención o cuido.

Siendo de esta forma, se recomienda determinar si el impacto de descubrir la paternidad

fraudulenta parece corresponder a una dificultad posiblemente manejable a través de

consejería, para ponderar si este es el caso, puede valorarse la presencia de condiciones

y/o variables que funcionen como elementos de protección asociados a ideas o intento

114

suicida.

alteración psicológica grave para lo cual sea necesario precisar la utilidad de

referir a tratamiento farmacológico o

crisis que requiera hospitalización debido a la presencia de factores de riesgo

suicida u homicida.

Para determinar situaciones de alto riesgo, se recomienda examinar las emociones

y presiones personales e interpersonales que impliquen peligro inminente a la

integridad física o emocional del individuo o terceras personas.

Al concretar la evaluación inicial, se sugiere:

a) Evitar establecer diagnósticos innecesarios y considerar patológicas dificultades que

pudieran originarse tras vivenciar ciertas situaciones, como el descubrimiento de la

paternidad fraudulenta.

b) Evitar el ofrecimiento de interpretaciones, conclusiones, recomendaciones o

soluciones prematuras que no estén basadas en un reconocimiento clínico exhaustivo.

7) Antes de finalizar la entrevista inicial, es recomendable promover que el participante

verbalice sus preguntas, dudas y temores respecto a la intervención psicológica. Además,

se sugiere dilucidar cuáles son las expectativas del individuo sobre dicha intervención.

Para ello, es posible preguntar: ¿qué esperas lograr a través del proceso de consejería?

8) Explorar la posibilidad de una fecha para ofrecer una cita de seguimiento.

9) Concluir la entrevista inicial con una despedida cálida, motivadora y profesional.

Después de la Entrevista Inicial: Posibles Aspectos a Considerar

Si el participante continúa con el proceso de consejería, sería necesario delinear

un plan de intervención que se adapte a las características específicas y necesidades

115

particulares de ese hombre. Al establecer dicho plan, resultaría útil considerar varios

asuntos, tales como:

a. nivel de formalidad en el trato y modo de comunicación (¿será conveniente un

trato/modo de comunicación profesional o uno más casual?)

b. ventajas de asumir un estilo rígido o flexible; pautado (directivo) o espontáneo

(intuitivo y no directivo)

c. adecuacidad y aplicación de las técnicas del modelo seleccionado para manejar la

problemática identificada. Para ello, se recomienda responder a preguntas como

¿las técnicas del modelo considerado son adecuadas para este individuo? y si lo son, ¿de

qué forma deben aplicarse en este caso?

Modelo Terapéutico A la luz de los hallazgos de esta investigación, se sugiere

que el (la) profesional de la psicología considere el empleo de modelos psicoterapéuticos

postmodernos, como la terapia narrativa, de enfoque construccionista. Contrario a lo que

pudieran ser las metas de los modelos cognitivos-conductuales, los cuales pretenden

ayudar a descubrir equivocaciones de pensamiento comprobándolos con la realidad,

mediante el modelo construccionista se puede animar la expresión y la exploración

emocional, fomentando los procesos de auto-identidad e individuación (Caro-Gabalda,

2005).

En ese sentido, la terapia narrativa, de enfoque construccionista pudiera ayudar al

individuo a tomar conciencia sobre la naturaleza discursiva y relacional de su experiencia

(Botella, 1999). Este objetivo parece ser de particular importancia al tratar a hombres que

hayan vivenciado el descubrimiento de la paternidad fraudulenta, ya que su discurso bien

pudiera contribuir u obstaculizar su desarrollo personal.

116

En el caso de que el (la) psicólogo (a) opte por otro modelo, se sugiere que se

incorporen técnicas de los enfoques humanistas con el fin de validar las

interpretaciones atribuidas a los eventos, así como las emociones originadas por ellos.

Independientemente del modelo que el (la) profesional elija para abordar la

problemática identificada, sería posible, durante el primer encuentro, examinar las

fortalezas y recursos disponibles para el participante.

A medida que avance el proceso de consejería, será conveniente prestar atención a las

reacciones del individuo, de manera que se considere el ajuste de tales elementos.

Conclusiones

Según los hallazgos de esta investigación, la narrativa del participante aparentó,

de forma general, reflejar la aparición de un discurso distanciado de la referencia

discursiva patriarcal. Si bien en algunos momentos sus alocuciones pudieron ser alusivas

del discurso machista, más bien pareciera ser que ello corresponde a la intensidad

emocional que provocó el descubrimiento de la paternidad fraudulenta. En ese sentido, su

narrativo aparentó ser un medio para descargar la incomodidad que causó tal vivencia.

Considerando la totalidad de sus expresiones, el sujeto hablante pareció aproximarse a la

elaboración de un presunto discurso emergente, a través del cual se visibilizaron nuevos

modos de ser hombre, vivir la masculinidad, establecer las relaciones interpersonales, así

como de expresar y ejercer la paternidad. De acuerdo con esta presunta realidad

discursiva alterna, el informante aparentó construir el significado adjudicado a las

relaciones de pareja, la infidelidad sexual, la paternidad y el descubrimiento de la

paternidad fraudulenta. Respecto a estos asuntos, el individuo pareció considerar que las

117

relaciones de pareja deben basarse en el respecto, la comunicación y la confianza, y que

la conducta infiel es igualmente reprobable en la mujer y el hombre. Por otro lado, el

individuo aparentó apreciar que la paternidad implica un rol activo asociado a amor,

cuidado y tiempo para compartir momentos significativos. A tono con este último

aspecto, el descubrimiento de la paternidad fraudulenta, fue descrito, según sus propias

palabras, como algo “fuerte,” pero que debe y puede superarse. Estas referencias

discursivas parecen favorecer el manejo de la situación que ocupa el objeto de nuestra

atención.

Acerca del tema estudiado, el análisis discursivo parece reflejar que, para el

participante, el descubrimiento de la paternidad fraudulenta le ocasionó cierto malestar

psicológico, manifestado a través de síntomas cognoscitivos, emocionales y

comportamentales. A nivel cognitivo, por ejemplo, se refirieron pensamientos asociados

a confusión, incredulidad y escepticismo, así como a desilusión y decepción. En términos

afectivos, se denotaron indicios de tristeza y melancolía. Igualmente, se verbalizaron

sensaciones de molestia. El llanto fue reseñado como una de las manifestaciones

conductuales más visibles. Este último aspecto contrasta con las reacciones

comportamentales usualmente esperadas para quienes se sujetan al discurso machista. En

ese sentido, para aquellos hombres que validan tal perorata, sería justificable asumir

acciones agresivas y violentas contra la mujer que le engañó sobre la paternidad (y la

fidelidad sexual).

Desde su experiencia subjetiva, el entrevistado interpretó el descubrimiento de la

paternidad fraudulenta como una situación que, aunque fuerte, debió superar.

Considerando su apreciación, se puede explicar que la adopción de un nuevo modelo de

118

paternidad (por elección intrínseca) predispuso a que el entrevistado, aún luego de

conocer sobre la inexistencia de lazos biológicos, continuara relacionándose con la niña

que creía era su hija.

Actualmente, la relación que mantienen pudiera ser descrita como paterno-filial.

Por un lado, la niña cree y se relaciona con el participante como si fuera su padre. Este le

brinda, según su percepción, amor de padre. De otra parte, a través de esta unión, el

individuo satisface sus necesidades paternales, lo cual aparenta generarle alegría y

bienestar. Es probable que el continuo ejercicio de la paternidad pudiera haber aminorado

el posible impacto emocional ocasionado por el descubrimiento de la paternidad

fraudulenta. Este vínculo afectivo, además, pudo haber facilitado el manejo y superación

de esta vivencia.

En adición, luego de descubrir la paternidad fraudulenta, el participante recibió la

atención y el cuidado tanto de sus progenitores como de sus amigos. Esto aparenta

haberle provocado una sensación subjetiva de tranquilidad y serenidad, lo cual, a su vez,

pudo haber servido como un paliativo para atenuar el posible impacto anímico causado

por el descubrimiento de la no-paternidad biológica.

Aparte de estas variables, pudiera agregarse el valor de la resiliencia. La

resiliencia se ha asociado al afrontamiento positivo y efectivo en respuesta a algún tipo de

riesgo o adversidad (Luthar & Cushing, 1999). El participante de esta investigación

parece haber mostrado cierta capacidad para enfrentar y sobreponerse al aparente dolor

emocional ocasionado por el engaño sobre la alegada paternidad biológica. Siendo así, la

resiliencia pudo haber constituido uno de los elementos que intervinieron en el proceso

de recuperación de esta vivencia humana.

119

En resumen, se sugiere que la presencia del presunto discurso emergente, las de

disposiciones relacionales (por ejemplo, el disfrute actual del ejercicio de la paternidad,

así como el apoyo emocional de su grupo de pertenencia) y la capacidad para ser

resiliente pudieron haber mitigado el posible impacto psicológico provocado por el

descubrimiento de la paternidad fraudulenta.

Una vez expuesto lo anterior, resulta conveniente señalar que, a través de este

escrito, no se pretende establecer que la apreciación e interpretación subjetiva del

participante respecto al descubrimiento de la paternidad fraudulenta es similar para todos

los hombres puertorriqueños. A pesar de ello, a la luz de los hallazgos de esta

investigación, se sugiere una primera perspectiva acerca de los procesos e implicaciones

psicológicas asociadas a esta experiencia.

De hecho, los resultados del estudio también permitieron identificar cuáles fueron

algunos de los aparentes retos que definieron el primer encuentro entre el participante y la

profesional de la salud mental que lo atendió. A partir de su experiencia, se concluyó que,

uno de los principales factores que pudieron haber intervenido en la interrupción del

proceso terapéutico, incluso desde la entrevista inicial, está directamente vinculado con

una aparente falta de alianza empática entre el sujeto y la psicóloga.

Nuevamente, aunque la intención no es generalizar los resultados, el

conocimiento que produjo esta investigación permitió proponer una guía de intervención

psicológica. Dicha guía incluye recomendaciones que pueden ser utilizadas antes y

durante la entrevista inicial con hombres puertorriqueños que hayan descubierto la

paternidad fraudulenta. El propósito de estas recomendaciones es facilitar que el (la)

profesional de la salud mental pueda procurar el desarrollo de una relación interpersonal

120

positiva, cálida y empática. La construcción de una relación empática pudiera promover

el manejo efectivo de la problemática identificada. Más aún, pudiera, desde la primera

intervención, inducir efectos benéficos sobre el posible malestar anímico del hombre que

recibe la asistencia psicológica. Igualmente, pudiera fomentarse y/o reforzarse la

prevención de conductas no asertivas y que impliquen riesgo físico y emocional para sí

mismo y para terceras personas.

Es importante señalar que la guía propuesta no intenta representar un modelo

exhaustivo, exacto o preciso a ser empleado por los (as) psicólogos (as) al momento de

tratar a un sujeto que haya vivenciado el descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Es

necesario que cada profesional, desde el primer encuentro, adapte sus intervenciones a las

características y necesidades específicas del participante.

Retos y/o Limitaciones de la Investigación

Al abordar el tema de investigación, uno de los primeros retos confrontados fue la

escasez de literatura científica, a nivel nacional e internacional, que aludiera al posible

impacto o implicaciones psicológicas generadas por el descubrimiento de la paternidad

fraudulenta. De hecho, al momento, pareciera no existir documentación de naturaleza

psicológica que haga referencia explícita a los posibles efectos que dicha situación

pudiera provocar a la población masculina puertorriqueña.

Asimismo, debido a la connotación sensitiva del tema, el reclutamiento de la

persona entrevistada resultó ser un proceso demorado y complejo. En la búsqueda de

posibles participantes, fue palpable la resistencia que tuvieron algunos hombres respecto

a conversar sobre sus experiencias al descubrir la paternidad fraudulenta. Tomando en

consideración este reto, pudiera sugerirse que este tema sea objeto de la discusión

121

pública. El (la) profesional en el campo de la salud mental pudiera posicionarse como

recurso para tratar esta problemática. Para ello, sería conveniente normalizar la

experiencia, ofrecer orientación libre de estigmatización y prejuicios, así como

alternativas de tratamiento.

A tono con lo anterior, pueden enumerarse otras limitaciones de la investigación.

Dichas limitaciones conciernen al número de participantes entrevistados (es decir, un

hombre), el tipo de muestra (no probabilística) y el método de muestreo empleado (por

conveniencia). En otras palabras, la muestra utilizada no es representativa de la población

de interés (entiéndase, el número total de hombres puertorriqueños mayores de 21 años

que hayan experimentado el descubrimiento de la paternidad fraudulenta). Esta

deficiencia metodológica no permite generalizar los hallazgos del estudio, ya que no es

posible determinar si las experiencias del hombre entrevistado corresponden a las

vivencias de aquellos sujetos que no participaron de la investigación.

Es importante señalar, además, que, luego de haber iniciado el proceso de

entrevista con el único participante reclutado, se advirtió cierto nivel de parquedad y

concisión al contestar varias interrogantes. Es posible que el carácter breve de las

respuestas se deba a que el individuo optó por proteger información acerca de su vida

privada. Si esta apreciación fuera correcta, el estudio está limitado a los datos que el

sujeto hablante deseó compartir con la entrevistadora.

Por otro lado, es posible que la deseabilidad social haya distorsionado los

resultados del presente estudio. La deseabilidad social radica en la tendencia del (de la)

participante a ofrecer una imagen favorable ante el (la) investigador (a). Debido al tono

sensitivo del tópico estudiado, es posible que el entrevistado haya ofrecido respuestas de

122

acuerdo a lo que se considera socialmente aceptable o deseable. Igualmente, pudo haber

obviado información calificada como socialmente inaceptable o indeseable. Por

consiguiente, como limitación, los datos recopilados a través de la entrevista dependen de

la honestidad del sujeto al momento de emitir sus contestaciones. A pesar de las

limitaciones mencionadas, es posible que los resultados obtenidos a partir de esta

investigación hayan contribuido a incrementar información, mejorar el entendimiento y/o

suscitar nuevos conocimientos sobre los factores implicados en el proceso de descubrir la

paternidad fraudulenta. En ese sentido, las descripciones obtenidas mediante la narrativa

de un solo sujeto permitió proponer una guía para la práctica psicológica profesional que

pueden ser relevante al momento de realizar una intervención inicial con hombres

puertorriqueños cuya problemática esté relacionada con el impacto psicológico

experimentado a raíz de descubrir la paternidad fraudulenta.

Recomendaciones para Futuras Investigaciones

Con el propósito de ampliar la base de conocimientos sobre el tema investigado, a

continuación se exponen varias recomendaciones. A tono con una de las limitaciones

mencionadas, se recomienda replicar la investigación empleando una muestra mayor de

participantes. Esta práctica pudiera facilitar que, como parte de la investigación, se

incluyan o identifiquen participantes que validen el discurso machista y que, en ese

sentido, justifiquen conductas agresivas contra la mujer que los engañó. A partir de esta

data pudiera considerarse la influencia que las referencias lingüísticas ejercen sobre la

interpretación del descubrimiento de la paternidad fraudulenta. La riqueza de la

información obtenida a partir de diversas entrevistas realizadas a una mayor cantidad de

sujetos podría ofrecer un panorama más completo del fenómeno tan complejo que

123

aparenta ser dicha experiencia.

Debido a que las percepciones y la valoración subjetiva de temas asociados a la familia,

las relaciones de pareja, la infidelidad sexual y la paternidad pudieran diferir según la

edad, estado civil, clase social, nivel educativo y religión de un hombre, se sugiere que,

en futuras investigaciones, se explore cómo tales factores pudieran afectar el impacto

psicológico derivado del descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Esta

recomendación responde a que las diferencias en el perfil descriptivo de un sujeto pueden

producir experiencias distintas ante un mismo hecho, en este caso, descubrir la paternidad

fraudulenta.

El conocimiento generado a partir de la evaluación de dicho perfil facilitaría

visualizar una perspectiva multidimensional y, por ende, desarrollar una mejor

comprensión de los elementos que pueden influenciar tal vivencia. Dicha información

podría permitir establecer guías de intervención más específicas, según las características

personales del hombre que solicita la asistencia psicológica.

Debido a la cualidad sensitiva del tema, se recomienda, como parte de próximas

investigaciones, incluir medidas para evaluar el nivel de confiabilidad de las respuestas

ofrecidas por los participantes. Para ello, resultaría conveniente examinar si las

interrogantes que forman parte de la entrevista, si este fuera el método de recolección de

datos, son susceptibles a la deseabilidad social. De ser así, antes de llevar a cabo la

investigación, sería posible modificar el contenido de las mismas. También sería

pertinente, como parte de los instrumentos del estudio, agregar una escala de deseabilidad

social. A través de dicha escala, podría identificarse la posible distorsión de las

respuestas emitidas por los sujetos.

124

En adición a estas medidas, siempre resulta útil realizar una observación atenta y

cuidadosa de los signos corporales de los participantes. Una vez culmine la investigación,

estas observaciones (que se recomienda registrar por escrito) pueden ser contrastadas con

las declaraciones verbales. El análisis de este contraste pudiera arrojar luz sobre posibles

contradicciones contenidos en la comunicación oral.

Por otra parte, se reitera que la guía de intervención presentada para manejar el

impacto emocional experimentado por hombres puertorriqueños tras haber descubierto la

paternidad fraudulenta se circunscribe a prácticas profesionales que pueden considerarse

antes y durante una entrevista inicial. Por lo tanto, se recomienda que próximas

investigaciones examinen qué tipo de técnicas, estrategias y procedimientos psicológicos

empleados durante el desarrollo de las sesiones de consejería pueden contribuir

efectivamente a que estos sujetos logren un mayor bienestar psicológico.

Resultaría interesante, además, que, en futuras investigaciones, se considere

analizar a aquel hombre que, luego de descubrir la paternidad fraudulenta, optara por

mantener la relación no sólo paternal, sino de pareja. Respecto a ello, pudiera plantearse

el siguiente cuestionamiento: ¿cuáles serían los retos particulares que este hombre

afrontaría para mantener tales relaciones? En estos estudios potenciales sería

recomendable examinar la conveniencia de incluir terapia de pareja y/o familia como

parte de la intervención profesional.

125

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Apéndice A. Paternidad Fraudulenta: Guía de Intervención Abreviada

Antes de la Entrevista Inicial

1. Tratar los asuntos administrativos

a) Permitir que el participante tenga acceso a los documentos ético-legales

(como el consentimiento informado) antes de iniciar la primera entrevista.

Durante la Entrevista Inicial

1) Emitir un saludo con el fin de dar la bienvenida y realizar la debida presentación.

2) Sopesar las ventajas y desventajas de admitir que el participante se encuentre

acompañado. Si el sujeto lo solicita, plantee los beneficios y perjuicios de esta decisión.

3) Adaptar los cuestionamientos dirigidos a explorar el historial psicosocial, según

las condiciones que definan el primer encuentro profesional.

4) Propiciar un escenario profesional agradable.

a) Disponer de un espacio físico que favorezca la comodidad del

participante.

139

b) Apagar el celular para que el participante constituya el foco de atención.

c) Establecer una distancia adecuada en relación al participante.

d) Emplear un tono y volumen de voz modulado, sereno, audible y firme.

e) Utilizar un lenguaje simple y comprensible; obviando el uso de

tecnicismos.

f) Mantener contacto visual apropiado.

g) Asumir una postura corporal adecuada (evite mirar continuamente el

reloj).

h) Mostrar congruencia entre la comunicación verbal y no verbal.

5) Facilitar la alianza o conexión terapéutica.

a) Denotar interés por la situación expuesta por el participante.

b) Manejar la posible ansiedad y propiciar la tranquilidad del participante.

140

c) Controlar las propias ansiedades.

6) Demostrar empatía para favorecer el desarrollo de una alianza segura y

emocional.

a) Mostrar un trato basado en la cordialidad (amabilidad), la honestidad, el

respeto, la tolerancia, la aceptación y el cuidado hacia el participante.

Evitar minimizar las dificultades que pudiera experimentar el

individuo.

Evitar posturas basadas en el menosprecio, el prejuicio o la

censura.

Denotar sensibilidad hacia el estado anímico del participante.

b) Realizar auto-revelaciones cuando sea apropiado.

7) Explorar la queja principal a través de la formulación de:

a) Preguntas abiertas, como ¿cuál es la situación que te trae aquí? o ¿qué ha

ocurrido en tu vida para que estés aquí?

141

b) Indagaciones indirectas, como “cuéntame la situación que te trae aquí” o

“háblame sobre lo que ha ocurrido para que hayas decidido estar aquí”.

c) Preguntas cerradas: Se utilizan si el sujeto muestra resistencia a exponer

su problemática. Pudiera preguntarse “¿hay alguna situación en tu vida de la que quieras

hablar conmigo? Una respuesta afirmativa permitirá exponer una pregunta abierta que

genere mayor información.

Para obtener un panorama más completo sobre la queja principal, se recomienda:

a) Propiciar que el participante exprese el significado atribuido a su

problemática (cogniciones, recuerdos y emociones generados tras descubrir la paternidad

fraudulenta).

Si el participante asiste a consejería de forma involuntaria,

conviene romper el hielo introduciendo temas de su interés.

Si el individuo presenta dificultades para expresar su

problemática, valide que discutir asuntos privados podría resultar incómodo. Reafirme

que la información será confidencialidad (salvo las excepciones legales).

Si el sujeto pensara que la consejería es sólo para personas

mentalmente trastornadas, comience una conversación para reducir el estigma.

142

Al escuchar la información sobre el motivo de consulta, se sugiere:

a) Evitar gestos distractores, como realizar continuos movimientos con el

lápiz.

b) Evitar interrumpir, de forma continua, el relato del sujeto.

c) Respetar las pausas o silencios del participante.

d) Prestar atención y ser sensible al lenguaje verbal y no verbal del

participante.

e) Validar las emociones del participante.

Llanto: Si el individuo llora, permanezca en silencio, como

muestra de actitud empática. Puede realizarse una intervención para normalizar la

expresión emocional. Es posible enunciar “probablemente otros hombres en una situación

como la que has vivido hayan sentido algo similar” o “….también hayan llorado”.

f) Emitir muestras relacionadas a la escucha activa y empática.

g) Evitar la redacción de notas clínicas. Si es necesario, hágalo de forma

143

discreta.

8) Concretar una evaluación inicial. Determine si el impacto de descubrir la

paternidad fraudulenta parece corresponder a una dificultad posiblemente manejable a

través de consejería, alteración psicológica que precise tratamiento farmacológico o crisis

que requiera hospitalización debido a factores de riesgo suicida u homicida.

Al concretar la evaluación inicial, se sugiere:

a) Evitar establecer diagnósticos innecesarios.

b) Evitar ofrecer interpretaciones, conclusiones o recomendaciones

prematuras.

9) Promover que el sujeto verbalice sus preguntas, dudas y temores sobre la

intervención.

10) Explorar la posibilidad de una fecha para ofrecer una cita de seguimiento.

11) Concluir la entrevista con una despedida cálida, motivadora y profesional.

144

Después de la Entrevista Inicial: Posibles Aspectos a Considerar

1) Delinear un plan que se adapte a las características y necesidades del sujeto.

2) Definir asuntos, como el nivel de formalidad en el trato y el modo de

comunicación (profesional o casual), estilo (rígido o flexible, directivo o espontáneo), así

como la adecuacidad y aplicación de las técnicas del modelo terapéutico seleccionado.