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UNIVERSIDAD DEL TURABO
ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y COMUNICACIÓN
PATERNIDAD FRAUDULENTA:
UNA GUÍA DE INTERVENCIÓN
por
Jacqueline Báez Castro
PROYECTO DOCTORAL
Presentado como Requisito para la Obtención del Grado
Doctoral en Psicología con especialidad en Consejería Psicológica
Gurabo, Puerto Rico
mayo, 2016
UNIVERSIDAD DEL TURABO
CERTIFICACIÓN DE APROBACIÓN DE DISERTACIÓN
El proyecto doctoral de Jacqueline Báez Castro fue revisado fue aprobado por los
miembros del comité de proyecto doctoral. El formulario de cumplimiento de requisitos
académicos doctorales con las firmas de los miembros del comité se encuentra depositado
en el Registrador y el Centro de Estudios Graduados e Investigación de la Universidad
del Turabo.
MIEMBROS DEL COMITÉ DE PROYECTO DOCTORAL
Dra. Silma Quiñones
Universidad del Turabo
Presidenta del Comité
Dra. Jessica Velázquez Rodríguez
Universidad del Turabo
Lectora
iv
PATERNIDAD FRAUDULENTA:
UNA GUÍA DE INTERVENCIÓN
por
Jacqueline Báez Castro
Dra. Silma Quiñones
Presidenta Comité Proyecto Doctoral
Resumen
El siguiente trabajo tuvo como propósito establecer unas guías de intervención
propias a promover el bienestar psicológico de los hombres puertorriqueños que han sido
engañados respecto a su paternidad, como consecuencia de la infidelidad de sus parejas.
Para tales fines, se realizó una investigación cualitativa haciendo uso de la entrevista
fenomenológica como forma de conseguir que el sujeto compartiera sus vivencias en
torno a la paternidad fraudulenta. Los datos fueron examinados según el análisis del
discurso. Según los resultados, esta experiencia pareció ocasionarle confusión,
incredulidad, escepticismo, desilusión, decepción, tristeza, melancolía, molestia y llanto.
El descubrimiento de la paternidad fraudulenta, fue descrito como algo “fuerte,” pero que
debe y puede superarse. La presencia de un presunto discurso emergente, las
disposiciones relacionales y la resiliencia pudieron haber mitigado el posible impacto
psicológico provocado por el descubrimiento de la paternidad fraudulenta.
Palabras Claves: Paternidad, Paternidad Fraudulenta, Infidelidad, Análisis del
Discurso, Discurso Emergente, Resiliencia
v
DEDICATORIA
Dedico este trabajo a…
mi madre, Sara, y mi hermano, Christian B., quienes comparten cada día de mi
vida, siendo el pilar de mi existencia.
mis tías Elisa y Maribel, quienes me ofrecieron su atención y amor en los
momentos más difíciles.
mi prima Julisa, quien me brindó su ayuda y recursos para poder concretar esta
investigación.
Nilsa y Edwin, quienes me entregaron su apoyo emocional, comprensión y afecto,
enfundando fe en cada paso.
aquellos que físicamente no están presentes, pero que inundan cada espacio con
sus recuerdos…
A todos y cada uno de ellos…les dedico este trabajo.
vi
AGRADECIMIENTOS
Agradezco a la doctora Silma Quiñones y la doctora Jessica Velázquez por haber
aceptado el reto de dirigir y guiar esta investigación. Agradezco su confianza y consejos,
así como su constante esfuerzo para que se lograra finalizar la misma.
vii
TABLA DE CONTENIDO
LISTA DE APÉNDICES xii
CAPÍTULO I. INTRODUCCIÓN 1
Planteamiento del problema de investigación 4
Objetivos de Investigación 4
Preguntas de Investigación 5
Justificación 5
CAPÍTULO II. REVISIÓN DE LITERATURA 7
Antecedentes 7
Relaciones interpersonales: Construcción social 7
Importancia de las relaciones interpersonales 8
Relaciones de pareja 8
Paternidad 10
Conformación de la paternidad 10
Estilos de paternidad 11
Construcción social de la paternidad 13
Paternidad y masculinidad 15
Conflictos en las relaciones de pareja que pueden afectar la paternidad 17
Infidelidad 18
Modalidades de la infidelidad: Emocional y sexual 19
Infidelidad y celos 19
Propuesta evolutiva de los celos ante la infidelidad 19
Hipótesis de doble-tiro (“The Double-Shot Hypothesis”) 21
viii
Infidelidad, celos y comparación con el rival 22
Construcción social de la infidelidad 22
Investigaciones sobre infidelidad en Puerto Rico 24
Elementos causales de la infidelidad 25
Posibles consecuencias de la infidelidad 27
Posibles implicaciones de la infidelidad sexual femenina: Paternidad fraudulenta 29
Paternidad fraudulenta y pruebas de ADN 30
Prevalencia de la paternidad fraudulenta 30
Impacto de la paternidad fraudulenta 31
Estrategias para manejar implicaciones infidelidad: Perdón interpersonal 32
Variables facilitadoras del perdón interpersonal 33
Valoración del perdón interpersonal 34
Procesos terapéuticos para manejar el impacto de la infidelidad 35
Terapia individual 35
Terapia de pareja 36
Modelo del perdón basado en la decisión 36
Modelo alusivo a la respuesta traumática de la infidelidad… 38
Influencia sistema patriarcal en la construcción social de la fidelidad y la
paternidad 40
Análisis del discurso 43
Análisis del discurso: Perspectiva de Michel Foucault 44
ix
CAPÍTULO III. DISCUSIÓN 50
Método 50
Diseño de Investigación 50
Muestra o Participantes 51
Muestreo 52
Técnicas de Recopilación de Datos 52
Entrevista fenomenológica 53
Análisis de los Datos 54
Categorías de análisis 56
Procedimiento 57
CAPÍTULO IV. RESULTADOS 60
Descripción del Participante: Datos Sociodemográficos 60
Impacto del Descubrimiento de la Paternidad Fraudulenta 61
Valoración de las relaciones de pareja 61
Concepto de familia 65
Importancia de la paternidad 66
Descubrimiento de la paternidad fraudulenta 69
Apreciación de sí mismo (autoestima) 73
Influencia social 75
Manejo del impacto del descubrimiento de la paternidad fraudulenta 77
Discusión de los Resultados 80
Apreciación de las Relaciones de Pareja, la Familia y la Paternidad 80
Valoración de las relaciones de pareja 80
x
Concepto de familia 81
Importancia de la paternidad 82
Impacto de la Paternidad Fraudulenta 83
Alteración del nivel de autoestima 85
Implicaciones de la Influencia Social 86
Análisis del Discurso 86
¿Influencia del discurso machista? 86
Aparición de un presunto discurso emergente 88
Aparentes manifestaciones del presunto discurso emergente 88
Fidelidad/Infidelidad 88
Paternidad 90
Roles de género asociados a la división del trabajo 91
Funciones del presunto discurso emergente 92
Análisis del presunto discurso emergente desde la perspectiva
de Foucault 93
Consideraciones finales sobre la aparición del presunto discurso
emergente 96
Manejo del Impacto de la Paternidad Fraudulenta 96
Propuesta de una Guía de Intervención 99
Paternidad Fraudulenta: Guía de Intervención 99
Antes de la entrevista inicial 99
Durante la entrevista inicial 100
Después de la Entrevista Inicial: Posibles Aspectos a Considerar 114
xi
Conclusiones 116
Retos y/o Limitaciones de la Investigación 120
Recomendaciones para Futuras Investigaciones 122
REFERENCIAS 125
1
CAPÍTULO I
INTRODUCCIÓN
Para el ser humano, la capacidad para formar y mantener relaciones
interpersonales significativas representa una de sus condiciones más importantes
(Romero, 2007). De hecho, para los individuos, muchas de sus necesidades más
elementales son satisfechas a través de la formación y conservación de vínculos
interpersonales (Canto & Burgos, 2009), tales como: relaciones de pareja, maternidad y
paternidad.
Las relaciones de pareja, por ejemplo, representan una fuente de bienestar y gozo
en la vida de los individuos (Gunderson & Ferrari, 2008), evocando sensaciones
agradables (Chóliz & Gómez, 2002) y satisfaciendo una serie de necesidades
emocionales propias al desarrollo personal y social. La maternidad y la paternidad,
igualmente, generan experiencias emocionales gratificantes y satisfactorias.
Efectivamente, la paternidad, en ocasiones, ha sido asociada a símbolos de madurez y
realización (Paterna, Martínez y Rodes, 2005).
Sin embargo, los vínculos interpersonales pueden ser objetos de traición,
mediante acciones, como el engaño. En Puerto Rico, entre las parejas heterosexuales
tradicionales, una de las formas más frecuentes de engaño es la infidelidad. Por lo
general, entre estas diadas existe un acuerdo, explícito o tácito, de fidelidad, definida
como el compromiso fundamental de exclusividad en términos de intimidad emocional
y/o sexual.
La infidelidad emocional ocurre cuando uno de los integrantes de la pareja emplea
sus recursos de amor romántico, como tiempo y atención, en alguien más (Shackelford,
2
LeBlanc & Drass, 2000). En cambio, la infidelidad sexual se origina cuando un individuo
sostiene un contacto sexual extra-diádico, distinto a su relación primaria (DeSteno &
Salovey, 1996).
Sobre la fidelidad e infidelidad, una investigación realizada en Puerto Rico
reportó que gran parte de los (as) participantes, entre los 22 y 40 años, endosaron haber
llevado a cabo conductas infieles en sus relaciones de matrimonio, unión libre o noviazgo
(González, Martínez- Taboas & Martínez, 2009). De esta forma, estos resultados sugieren
que este tipo de acciones son frecuentes entre la población puertorriqueña.
En el caso particular de las parejas heterosexuales puertorriqueñas, la infidelidad
puede suscitar implicaciones inesperadas. En ese sentido, por ejemplo, la infidelidad
sexual femenina podría provocar un embarazo fuera de la relación sentimental formada,
sea ésta matrimonio, convivencia o noviazgo. En estos casos, es posible que la mujer opte
por ocultar y, por ende, mentir a su pareja acerca de este hecho. Como consecuencia, esta
fémina puede atribuirle a su pareja una paternidad que no le concierne, presentándose lo
que se ha definido como paternidad fraudulenta. En palabras de Draper (2007), la
paternidad fraudulenta se suscita cuando, a pesar de que la fémina conoce acerca de la
verdadera paternidad, engaña deliberadamente al hombre.
En América, no existe evidencia certera respecto al número de hombres que han
sido engañados respecto a su paternidad. La cantidad de casos puede oscilar entre el 1% y
3% (Gilding, 2005). Independientemente de la cantidad real de casos, la situación existe
y, por ende, un sinnúmero de hombres pueden ser afectados por el posible impacto de una
paternidad fraudulenta.
3
Como consecuencia de una paternidad fraudulenta, un hombre puede
experimentar un sentimiento de pérdida por haber sido privado de quienes concibió como
sus hijos (as) biológicos (as) (Draper, 2007). De hecho, ante una posible ruptura familiar,
este hombre puede manifestar síntomas depresivos (Sweeney & Horwitz, 2001).
De otra parte, cabe señalar que el descubrimiento de una paternidad fraudulenta puede
representar una prueba de infidelidad. En ocasiones, para los hombres, la pareja, en
comparación con (as) hijos (as), genera mayor satisfacción (Paterna & Martínez, 2006).
Por tanto, el descubrimiento de una paternidad fraudulenta y, por ende, de la infidelidad
puede provocar intensas emociones de dolor, frustración, resentimiento, los coraje, rabia
e ira (Draper, 2007).
Estas reacciones emocionales posiblemente se deban al carácter patriarcal o
machista de la sociedad puertorriqueña, contexto donde la infidelidad sexual femenina es
juzgada como una transgresión extrema al respeto, dignidad y honor del varón, quien
sufre el desprestigio de su reputación pública. Debido a las consecuencias
experimentadas a nivel emocional y social, los hombres transgredidos pueden optar por el
divorcio o disolución del vínculo amoroso. En ocasiones, además, pueden manifestar
comportamientos suicidas. Igualmente, pueden exteriorizar deseos de venganza, así como
conductas maltratantes contra el (la) menor y acciones hostiles, destructivas, agresivas,
violentas e, inclusive, homicidas contra la pareja infiel.
En términos generales, el engaño sobre la fidelidad sexual y la paternidad
desequilibra la relación destruyendo el sentimiento de conexión entre la pareja (Prieto-
Ursúa et al., 2012).
4
Asimismo, a nivel personal, el hombre transgredido puede presentar una
sintomatología similar a la experimentada por individuos con un trastorno de estrés
postraumático, tales como: pensamientos intrusivos sobre el futuro de la relación de
pareja, re-experimentación del dolor generado por la infidelidad, irritabilidad,
hipervigilancia y dificultades para conciliar el sueño.
Debido a estas similitudes sintomatológicas, Ortman (2005) ha acuñado el
concepto “trastorno de estrés post-infidelidad" para referirse a las consecuencias
ocasionadas por una infidelidad.
La paternidad fraudulenta, como uno de los posibles correlatos de la infidelidad,
se ha convertido en un asunto esencial para los profesionales en psicología,
particularmente para quienes estudian y trabajan las relaciones de pareja.
Planteamiento del Problema de Investigación
El propósito de este estudio fue identificar y comprender el posible impacto que
genera el descubrimiento de la paternidad fraudulenta en hombres puertorriqueños.
Objetivos de Investigación
Considerando la falta de investigaciones que aludieran, de forma explícita, a los
retos y desafíos clínicos que pueden presentar los (as) psicólogos (as) consejeros (as)
puertorriqueños (as) ante participantes/clientes/pacientes que hayan vivenciado el
descubrimiento de la paternidad fraudulenta, se plantearon los siguientes objetivos de
investigación:
1) Identificar el significado de las experiencias que viven hombres puertorriqueños como
consecuencia de descubrir la paternidad fraudulenta.
2) Entender cuáles son las necesidades y retos psicológicos que enfrentan los hombres
5
puertorriqueños como resultado de descubrir la paternidad fraudulenta.
3) Proponer guías de intervención psicológica que puedan ser utilizadas para manejar el
posible impacto experimentado por hombres puertorriqueños luego de descubrir la
paternidad fraudulenta.
Preguntas de Investigación
Como preguntas de investigación, se formularon los siguientes cuestionamientos:
1) ¿Cuál es la experiencia de los hombres puertorriqueños que descubren la paternidad
fraudulenta?
2) ¿Cuáles son las necesidades y retos psicológicos que enfrentan los hombres
puertorriqueños como resultado de descubrir la paternidad fraudulenta?
3) ¿Cuáles serían las implicaciones para la intervención del (de la) psicólogo (a)
consejero (a) con este tipo de participante/cliente/paciente?
Justificación
A pesar de la relevancia del impacto psicológico provocado por la paternidad
fraudulenta, en Puerto Rico, la literatura empírica sobre psicología no hace referencia
directa sobre esta cuestión. Tampoco existen guías que puedan ser empleadas por los (as)
psicólogos (as) consejeros (as) afín de tratar a clientes con esta problemática.
Considerando la falta de publicación con aporte científico sobre la paternidad
fraudulenta, se propuso realizar una revisión crítica de la literatura que pudiera acercarse
a los elementos relevantes e incidentes de dicha problemática. Para ello, se ha
considerado la literatura alusiva a investigaciones sobre vínculos sociales, como las
relaciones de pareja y la paternidad.
Igualmente, se han examinado los estudios dirigidos a tratar la infidelidad,
6
siguiendo un análisis sobre sus posibles causas, consecuencias y modalidades
terapéuticas orientadas a manejar su impacto. De forma particular, se ha hecho mención
de la construcción y definición social de los fenómenos humanos, circunscritos a las
relaciones de pareja, paternidad e infidelidad. Respecto a ello, se ha enfatizado la forma
en la que los elementos patriarcales presentes en el sistema organizacional de la sociedad
puertorriqueña influyen en la construcción e interpretación de tales realidades humanas.
Se ha realizado, además, una investigación cualitativa, de naturaleza exploratoria-
descriptiva. Para tales propósitos, se hizo uso de la entrevista fenomenológica, como
estrategia para lograr que el informante compartiera sus experiencias respecto a la
paternidad fraudulenta. La entrevista ha permitido identificar profundamente las
vivencias e impacto subjetivo del descubrimiento de la paternidad fraudulenta. A partir
de los datos obtenidos, se han presentado posibles guías o estrategias de intervención o
apoyo que pueden ser empleadas por los profesionales de la psicología con el propósito
de servir como recursos en el manejo de la problemática previamente identificada.
Siendo así, el presente estudio, como contribución a los escritos sobre la
infidelidad en Puerto Rico, particularmente en lo referente a la paternidad fraudulenta, les
facilitará a los profesionales de la psicología conocer las implicaciones cognitivas,
emocionales y conductuales que pudieran presentarse en hombres puertorriqueños como
resultado de tales experiencias. Tal conocimiento permitirá que los (as) psicólogos (as)
consideren posibles guías o estrategias de apoyo propias a promover el bienestar y la
salud, así como la calidad de vida, de los hombres puertorriqueños que hayan sido
engañados respecto a su paternidad, como consecuencia de la infidelidad de sus parejas
féminas.
7
CAPÍTULO II
REVISIÓN DE LITERATURA
Antecdentes
De acuerdo a las pautas metodológicas del estudio científico, cada investigador
debe sustentar su estudio en el análisis de los trabajos realizados por otros investigadores.
Siendo así, la literatura científica revisada debe servir como marco teórico o, bien, como
antecedente que guie, oriente, contribuya y enriquezca de forma justificada el desarrollo
de la investigación propuesta.
Debido a que, en Puerto Rico, no existen investigaciones ni documentación
empírica que aborde de forma directa la problemática identificada como objeto de
estudio, a continuación se establecen referencias recientes que aluden a los elementos
relevantes e incidentes inherentes al impacto que pudiera generar el descubrimiento de la
paternidad fraudulenta. A través de estas referencias, se facilitó la fundamentación del
siguiente trabajo.
Relaciones interpersonales: Construcción social
Las relaciones interpersonales son realidades definidas culturalmente. En ese
sentido, los vínculos sociales representan constructos desarrollados por el imaginario
social. El imaginario social hace referencia a aquel conjunto de significados, valores,
normas y expectativas interiorizadas, a través del cual los seres humanos comprenden,
definen, explican y legitiman sus acciones sociales (Romero, 2007), para lo cual hacen
uso de ideas o atribuciones.
Siendo así, cada sociedad humana “construye” los significados de las realidades o
fenómenos sociales, incluyendo las relaciones interpersonales, según aquellos aspectos
8
ideológicos, religiosos, culturales, políticos, jurídicos y económicos que la caracterizan.
A partir de la construcción social de estos significados, los individuos pueden expresar
sus sentimientos, emitir juicios e identificar aquello que merece ser valorado (Romero,
2007).
Importancia de las relaciones interpersonales. Para los seres humanos, la
capacidad para formar y mantener relaciones interpersonales e intergrupales
significativas constituye una de sus condiciones más importantes (Romero, 2007). A
través de este tipo de relaciones sociales, los individuos pueden satisfacer necesidades
elementales. Muchas de estas necesidades básicas pueden ser satisfechas mediante
diversos vínculos afectivos (Canto & Burgos, 2009), tales como: relaciones de pareja,
maternidad y paternidad.
Relaciones de pareja
La relación de pareja constituye una dinámica relacional humana, de carácter
universal, definida fundamentalmente por la reciprocidad que ambos integrantes de la
diada le conceden al vínculo afectivo. Este vínculo puede materializarse a través del
noviazgo, unión libre o matrimonio. Independientemente de la forma en que se concrete,
la relación de pareja se basa en ciertos elementos, como el amor, el compromiso, la
intimidad y el romance (Maureira, 2011).
Maureira (2011) expone que el amor implica la necesidad fisiológica asociada a la
cópula, reproducción y crianza, cuya satisfacción produce placer. A pesar de que este
autor le atribuye un distintivo biológico, otros estudiosos del tema plantean que el amor
tiene diferentes acepciones, según el individuo que lo describa. Cervantes (2005), por
ejemplo, realizó un estudio con 148 personas mexicanas y concluyó que, para las mujeres
9
participantes, el amor simboliza una entrega al ser amado; mientras que, para los hombres
entrevistados, el amor representa un sentimiento propio de los seres humanos.
Ahora bien, como parte de la relación amorosa, el compromiso alude a la responsabilidad
hacia la pareja. Este componente del vínculo interpersonal se fortalece si la diada
comparte un proyecto de vida. Por su parte, la intimidad implica apoyo afectivo, unidad,
aceptación comprensión, así como la confianza de compartir temas e inquietudes
privadas. Finalmente, el romance hace referencia al conjunto de conductas demostrativas
de interés hacia la pareja (Maureira, 2011).
Como sugiere lo anterior, estos últimos factores de la relación de pareja son de
índole social. Por tanto, el vínculo de pareja se inscribe como un fenómeno cuyo
significado y particularidades serán construidos por los agentes de cada sistema
sociocultural.
En la sociedad occidental, muchas personas consideran que la relación de pareja
representa una de las vivencias más satisfactorias de la vida (Maureira, 2011). De hecho,
se ha mencionado que este tipo de dinámica relacional genera y satisface una serie de
necesidades emocionales propias al desarrollo personal y social de los individuos
(Gunderson & Ferrari, 2008), tales como: amor, sexualidad, pertenencia, seguridad,
bienestar, diversión y gozo.
Además de la satisfacción de estas necesidades, las relaciones de pareja ofrecen la
posibilidad de que la diada hombre-mujer experimente el rol paternal y maternal. En el
caso del varón, la forma en la que establezca, interprete, aprecie y experimente el vínculo
afectivo con la fémina representa un elemento de suma importancia para la comprensión
y ejercicio de las prácticas asociadas a su paternidad (Velázquez, 2004).
10
Paternidad
Como parte de la identidad del hombre adulto, la paternidad ha sido vinculada a
procesos de madurez y realización (Velázquez, 2004; Paterna et al., 2005). En ese
sentido, pareciera que la paternidad ejemplifica una de las relaciones sociales a través de
las cuales los individuos generan experiencias afectivas de gran valor, satisfaciendo
ciertas necesidades humanas.
Sobre estos asuntos, la investigación llevada a cabo por Paterna et al. (2005)
mostró que, para una muestra de padres españoles, la paternidad produce satisfacción y
alegría. De forma similar, dos estudios independientes, realizados con muestras de
varones mexicanos, determinó que, para gran parte de los participantes, la paternidad
significa un cambio en el modo de vida, establecer una familia y adquirir mayor
responsabilidad y compromiso hacia el (la) hijo (a) y la pareja (Velázquez, 2004; Soria,
2006).
En adición a lo antes mencionado, el estudio completado por Soria (2006) reflejó
que, para muchos de los participantes, el rol paternal les ofrece la posibilidad de
convertirse en un modelo para sus hijos (as), educándolos (as) con el fin de que puedan
afrontar la vida. De acuerdo con los resultados de las investigaciones citadas, la
paternidad representa una vivencia importante en el proyecto de vida del varón.
Conformación de la paternidad. Desde el punto de vista de su conformación, la
filiación paternal es multiforme. En ese sentido, existe, por ejemplo, el padre genitor y el
pater familia. El padre genitor es aquel hombre que, mediante relaciones sexuales con su
pareja o a través de métodos de reproducción asistida con ésta u otra mujer, denominada
madre de alquiler, les transmite la sangre a sus descendientes (Bonino, 2002). Este tipo
11
de padre puede presentarse bien sea si mantiene con la mujer una relación de matrimonio,
convivencia, unión libre, noviazgo o un vínculo de tipo casual. Sobre estas
particularidades, Torres (2004) indica que el hombre puede tomar la decisión de
reconocer como hijo (a) a aquel (la) procreado (a) en una relación socialmente aprobada.
Por su parte, el pater familia es el hombre que transmite el apellido sin necesidad de un
vínculo biológico. En este caso, la conformación de la paternidad ocurre si el hombre
reconoce con su apellido a hijos (as) propios (as) adoptados (as) o a aquéllos (as) nacidos
(as) del óvulo de la propia pareja con semen de otro varón (Bonino, 2002).
De igual manera, se destaca que existen padres por anhelo y decisión propia. Para
otros sin embargo, la paternidad no es una experiencia apetecible o deseable. Por tanto,
algunos varones parecieran ser obligados a ser padres por imposición de la mujer e,
incluso, mandato judicial (Bonino, 2002).
Al igual que su conformación, los estilos de paternidad tienen un carácter
heterogéneo. A continuación se presentan distintas prácticas paternales observadas entre
hombres latinoamericanos.
Estilos de paternidad. El ejercicio de la paternidad puede asumir diversos
estilos, tales como: el padre-patrón, el padre-periférico y el padre-cuidador. En el primer
estilo paternal, el vínculo padre-hijo está basado en un modelo donde el padre representa
el poder y la autoridad, presentándose como abastecedor y transmisor del legado
genético, económico, de saberes, así como de los códigos de la masculinidad (Bonino,
2002). Este es el padre que se concibe como dueño y señor de su hogar con un dominio
arbitrario que obedece a su propia ley. Para este hombre, su rol como padre consiste en
enseñar las normas y habilidades necesarias para que sus descendientes puedan
12
incorporarse a la vida en sociedad.
Contrario al padre-patrón, el padre periférico no asume propiamente ninguna
función social (Bonino, 2002). En ese sentido, no tiene autoridad reconocida, por lo que
defiere a su pareja la disciplina, cuidado y apoyo emocional de los (as) hijos (as). De esta
manera, actúa como un fantasma presente.
Por último, el padre-cuidador suele desarrollar y promover una relación padre-
hijo fundamentada en la atención, ternura, afecto y disfrute mutuo (Bonino, 2002). Para
este hombre, el sentido de la paternidad no se origina a partir de un vínculo sanguíneo, el
apellido o el amor a la pareja (madre del -de la- hijo -a-). Más bien, el rol paternal es
asumido como una opción intrínseca en la que se establece un vínculo afectivo y
emocional con el (la) hijo (a).
A pesar de que la descripción sobre el padre-cuidador pareciera mostrar un
cambio profundo en la visión de los hombres acerca del ejercicio de la paternidad,
actualmente los que se posicionan como nuevos padres aún pueden atribuirle a la mujer la
práctica principal de criar a los (as) hijos (as). Los resultados del estudio dirigido por
Soria (2006) apoyan esta apreciación. De acuerdo con los datos obtenidos por esta
investigadora, muchos de los participantes afirmaron que la crianza y educación de los
(as) hijos (as) implica una responsabilidad compartida con las esposas. No obstante, estos
mismos hombres enfatizaron que su obligación principal se circunscribe a ser jefe y
proveedor de la familia.
En ese sentido, es posible presumir que, en efecto, en ocasiones, la nueva
generación de padres puede participar y ayudar más en la crianza de su progenie. Sin
embargo, no igualan o equiparan el rol paterno al materno en términos de
13
responsabilidades, obligaciones y compromiso emocional para con los (as) descendientes.
Los diferentes estilos de paternidad que se han descrito revelan que, para los varones, el
rol paterno acepta diferentes significados. Estos significados pueden variar de acuerdo a
la realidad personal de cada varón. Por tanto, para examinar el significado de la
paternidad, es necesario hacerlo desde la subjetividad de cada hombre (Bonino, 2002).
Cabe señalar, además, que la expresión, ejercicio y especificidad del rol paternal depende
del contexto sociocultural de cada hombre. Siendo así, la paternidad se inscribe como uno
de los fenómenos cuyo sentido, valor e importancia es construido socialmente.
Construcción social de la paternidad. La paternidad más allá de considerarse
un acto en el que se procrea a un ser humano, debe entenderse como una relación social
compleja (Salguero, 2006), representativa de construcciones simbólicas relativizadas por
condiciones socioculturales (Arvelo, 2004).
Respecto a ello, Bonino (2002), Velázquez (2004), Soria (2006), Romero (2007)
y Salguero (2008) coinciden al plantear que la paternidad e, incluso, la maternidad no son
asuntos puramente de reproducción biológica o de carácter natura, sino aspectos sujetos a
procesos, variaciones y transiciones históricas y socioculturales.
La paternidad, pues, implica un proceso de construcción social que, en el caso de
Puerto Rico, como en muchos países latinoamericanos, pareciera asociarse a los
principios ideológicos, jurídicos y sociales atribuidos al régimen patriarcal. El sistema
patriarcal promueve una socialización e identidad masculina que sustenta al padre como
autoridad de la ley y el límite (Bonino, 2002). En otras palabras, favorece el predominio
del padre sobre la madre y los (as) hijos (as) (Lerner, 1986).
14
A nivel ideológico, según el modelo patriarcal, el padre representa el poder y
dominio, siendo el dueño de la progenie, quien la protege y le provee los recursos que
satisfacen sus necesidades. De esta manera, en el imaginario social, subsiste el esquema
elemental de padre preñador, protector y proveedor que condiciona las pautas y valores
adscritos a muchas de las conductas manifestadas por los hombres, en su condición de
padres (Romero, 2007).
En términos jurídicos, históricamente se ha considerado al padre como cabeza de
familia. Este representa al titular de la patria potestad y de los derechos sobre los
descendientes (Romero, 2007).
A nivel social, el régimen patriarcal fomenta la idealización de la maternidad
como destino para las mujeres (Bonino, 2002). Debido a que la maternidad no se ha
separado del hecho biológico de que las mujeres son quienes se embarazan, paren y
lactan a los (as) hijos (as) (Velázquez, 2004), se naturaliza como instintiva su capacidad
para engendrar, cuidar, atender y responsabilizarse exclusivamente por la prole
(González-Hermosilla, 2009).
Por su parte, el hombre es considerado como simple portador genético
(Velázquez, 2004). Siendo así, el padre es conceptuado como un ser secundario, distante
de las funciones emocionales y afectivas del (de la) hijo (a). En ese sentido, la paternidad
se ha definido como contraparte de la maternidad, realidad que se ha inscrito como
sinónimo de sacralización, adjudicándosele un valor primordial sobre el rol paternal
(Romero, 2007).
La función social de la paternidad, como rol secundario y separado de lo que es el
cuidado emocional y afectivo de los (as) hijos (as), pareciera perpetuarse en los hombres
15
que actualmente se convierten en nuevos padres. Este precepto de la cultura patriarcal se
evidencia a través de investigaciones recientes, como la completada por Soria (2006),
cuyo propósito consistió en definir el papel del hombre respecto a la paternidad.
Como puede advertirse a través de la pasada exposición, los autores consultados
consistentemente han formulado que la paternidad representa un hecho cultural que
implica un proceso de construcción y definición social (por ejemplo, Bonino, 2002;
Arvelo, 2004; Velázquez, 2004; Salguero 2006; Soria, 2006; Romero, 2007; Salguero,
2008). Por tanto, es posible precisar que la paternidad, independientemente de su carácter
biológico, admite un significado, cuyo ejercicio, funciones, responsabilidades y vivencias
varían según los elementos socioculturales que la prescriban e, incluso, la historia
personal de cada hombre.
A tono con lo anterior, Ortega (2004) subraya que, en Centroamérica, no es
posible discutir sobre paternidad, como elemento o realidad única, singular y simple. Por
el contrario, es necesario hablar de paternidades como fenómeno plural y complejo,
producto inherente de la creación humana.
Paternidad y masculinidad. Debido a su construcción sociocultural, la
paternidad representa un espacio donde puede establecerse y reiterarse la identidad
masculina adulta (Cruzat & Aracena, 2006). La masculinidad se refiere a la construcción
cultural que establece las características asociadas al rol del hombre en la sociedad. El rol
social masculino define las funciones, normas, conductas y derechos del hombre, según
la normativa del sistema social. En palabras sencillas, el rol social masculino dispone
cómo debe comportarse el varón ante los demás.
16
Para la muestra de varones mexicanos que participaron del estudio llevado a cabo
por Soria (2006), la masculinidad es sinónimo de una identidad sexual y social que debe
exteriorizarse mediante el comportamiento. De acuerdo con los resultados de esta
investigación, los hombres asociaron la masculinidad con la paternidad, ya que, según
ellos, convertirse en padres les proporciona la posibilidad de ser masculinos frente a los
demás, demostrar su virilidad, transmitir valores, ejercer autoridad y desempañarse como
jefes de familia.
La visión de los varones mexicanos entrevistados por Soria (2006) resulta
congruente con los preceptos de la masculinidad chilena dominante. Según estos
principios, se requiere que los hombres sean padres con el fin de lograr la dignidad
característica de un varón adulto (Cruzat & Aracena, 2006). De incumplir con la
expectativa social suscrita a la paternidad, el hombre es víctima tanto de mujeres como de
otros varones que pueden hacer comentarios y críticas inoportunas, desconsideradas e,
inclusive, groseras acerca de su masculinidad.
Por ejemplo, para la muestra de españoles que participaron del estudio dirigido
por Paterna et al. (2005), el incumplimiento de la paternidad suscita una valoración social
negativa y, por consiguiente, la asignación de rasgos de personalidad socialmente menos
valorados. A tales efectos, la no paternidad fue asociada con aspectos alusivos a soledad e
irresponsabilidad.
Igualmente, la no paternidad ha sido vinculada a falta de virilidad (Soria, 2006).
A partir de la información antes presentada, se sugiere que, para los hombres mexicanos,
chilenos y españoles que participaron de los estudios previamente citados, la paternidad
es necesaria para establecer y confirmar la masculinidad, elemento que se presenta como
17
una de las expectativas sociales que deben cumplir los varones. En ese sentido, se
advierte que los roles sociales originan, a su vez, estereotipos, es decir, percepciones,
imágenes, creencias y prejuicios asignados por el sistema sociocultural en relación a las
funciones y conductas que deben realizar los sujetos, según su sexo.
En este caso, se presume un modelo de masculinidad hegemónica, también
denominado machismo, el cual está directamente asociado con el régimen patriarcal. El
sistema patriarcal aprecia, en los hombres, el éxito, la fuerza, la valentía, el poder, el
dominio y, sobre todo, la virilidad. Este último rasgo fue altamente valorado por los
hombres entrevistados, ya que, para ellos, la virilidad denota masculinidad. Debido a los
principios patriarcales que parecieran caracterizar nuestra sociedad, es posible que, para
los hombres puertorriqueños, el proceso de construcción de la paternidad y subjetividad
se asocie igualmente a nociones de masculinidad, hombría, virilidad y fertilidad.
Conflictos en las relaciones de pareja que pueden afectar la paternidad
La paternidad constituye una de las relaciones interpersonales más complejas,
dada su conformación y definición social. Existen situaciones que, aún más, pueden
exacerbar la complejidad de la paternidad. Por ejemplo, si surgen conflictos en la
relación de pareja.
Para la pareja, entiéndase la diada hombre-mujer, el rol paternal y maternal
implica la responsabilidad de cuidar y educar a los (as) hijos (as) producto de esa
relación. Cabe destacar que, en ocasiones, es posible que la procreación de los (as) hijos
(as) consolide el vínculo de pareja, ya que puede adquirir un papel importante en el
proyecto de vida de cada uno de los integrantes de la diada.
18
Sin embargo, el vínculo afectivo de una pareja puede experimentar crisis, bien
sean originadas por eventos inesperados, cambios en uno o ambos integrantes de la diada
o por circunstancias externas. Como parte de estas crisis, pueden presentarse engaños y
traiciones, que no sólo perjudicarían el bienestar de los integrantes de la pareja, sino que,
además, afectaría la dinámica familiar y parental.
Infidelidad
Entre las parejas heterosexuales tradicionales, una forma de engaño es la
infidelidad. Por lo general, entre estas parejas, particularmente aquellas socializadas bajo
sistemas patriarcales, el engaño ocurre como resultado del incumplimiento de un acuerdo,
explícito o tácito, de fidelidad. La fidelidad se define como el compromiso fundamental
de exclusividad emocional y sexual.
Bajo estas condiciones, la infidelidad representa la transgresión del compromiso
fundamental de exclusividad (Atkins, Eldridge, Baucom & Christensen, 2005) en
aspectos de intimidad emocional y/o sexual (González et al., 2009), sin el consentimiento
manifiesto de la pareja (Prieto-Ursúa et al., 2012). De forma consistente, la
documentación investigada ha reflejado que, para este tipo de diadas, el incumplimiento
de la exclusividad emocional y sexual constituye un abuso de confianza (Blow &
Hartnett, 2005; Ortman, 2005; Vargas & Ibáñez, 2005; Zumaya, Brown & Baker, 2008).
En otras palabras, en ciertas sociedades, las personas involucradas en relaciones amorosas
suelen esperar que sus necesidades emocionales y sexuales sean satisfechas
exclusivamente por su pareja romántica (Tagler, 2010). De lo contrario, se presenta la
infidelidad, sea esta de carácter emocional o sexual.
19
Modalidades de la infidelidad: Emocional y sexual. La infidelidad emocional
ocurre cuando uno de los integrantes de la pareja emplea sus recursos de amor romántico,
como tiempo, afecto, apego y atención, en alguien más (Shackelford, LeBlanc & Drass,
2000). En cambio, la infidelidad sexual se origina cuando un individuo sostiene una
actividad o contacto sexual extra-diádico, distinto a su relación primaria (DeSteno &
Salovey, 1996). Este tipo de infidelidad es considerada una de las amenazas más
importantes a la estabilidad de las relaciones interpersonales, incluyendo el matrimonio
(Mark, Janssen & Milhausen, 2011), la convivencia o unión libre y el noviazgo.
Infidelidad y celos. Según la data auscultada, las mujeres, más que los hombres,
manifiestan mayor molestia ante la infidelidad emocional de su pareja; mientras que los
hombres, más que las mujeres, muestran mayor malestar en respuesta a la infidelidad
sexual (Shackelford, Buss & Bennett, 2002). A pesar de que existe consenso respecto a
establecer una distinción entre la infidelidad emocional y sexual, se presenta discrepancia
en cuanto a las razones por las cuales las mujeres y los hombres muestran diferencias
sobre el malestar provocado por uno u otro tipo de transgresión relacional.
Siendo así, las discrepancias entre las mujeres y los hombres respecto a su forma
de experimentar los celos ante la amenaza de perder una relación afectiva significativa
han sido explicadas por diversos autores. Éstos han plasmado sus justificaciones y
conclusiones a través de diferentes modelos, como la propuesta evolutiva y otras de
índole cognitivo-social.
Propuesta evolutiva de los celos ante la infidelidad. Según la perspectiva
evolutiva, los celos son provocados por motivaciones distintas en ambos sexos
(Fernández, Olcay, Castro, Escobar & Fuentes, 2003). De acuerdo con esta propuesta,
20
que explica las diferencias sexuales desde el dimorfismo histórico-biológico, la mujer
siente celos emocionales porque la infidelidad más amenazante para su progenie
consistiría en que el hombre dirigiera e invirtiera sus recursos en otra persona (Buss,
Larsen, Westen & Semmelroth, 1992; Canto & Burgos, 2009). Dicho de otro modo, la
fémina, con el fin de tener un compañero que garantice la viabilidad de la crianza y
supervivencia de sus hijos (as), requeriría desarrollar mecanismos para detectar el posible
desvío del compromiso y sostén suministrado por el varón (Buss & Shackelford, 1997;
Portilla, Henao & Isaza, 2010), demandando, para ello, una pareja que fuera
emocionalmente fiel.
Por otra parte, los hombres no están absolutamente seguros de la paternidad
debido a la gestación interna de las mujeres (Fernández et al., 2003). En algunas culturas,
esta condición es nombrada con el refrán “bebé de la mamá, tal vez de papá” (“mama's
baby, papa's maybe”, Buunk, Angleitner, Oubaid & Buss, 1996). Así pues, para el género
masculino, una infidelidad sexual podría crear incertidumbre sobre la paternidad de sus
descendientes (Buss et al., 1992; Portilla et al., 2010).
Por lo tanto, para el varón, es necesario desarrollar estrategias de sensibilidad ante
la infidelidad sexual (Fernández et al., 2003), vigilando y controlando la conducta sexual
de su pareja con el propósito de asegurarse de que ésta sólo sostenga relaciones sexuales
con él (Canto, García-Leiva & Gómez-Jacinto, 2009). En ese sentido, puede garantizar
sus posibilidades de reproducción y perduración de genes.
Se han llevado a cabo diversos estudios para demostrar las diferencias sexuales
que mujeres y hombres experimentan ante la infidelidad emocional y sexual. Afín a estos
propósitos, Buss et al. (1992) realizó, mediante un método de elección forzada, una
21
investigación y encontró que la mayoría de las mujeres (83%) sufrieron mayor angustia
por la infidelidad emocional; mientras que la mayoría de la muestra masculina (60%) se
sintió más estresada ante una posible infidelidad sexual.
Este tipo de investigación ha sido replicada, obteniendo resultados similares en
Estados Unidos (Buunk et al., 1996; DeSteno & Salovey, 1996; Harris & Christenfeld,
1996; Buss & Shackerford, 1997; Buss et al., 1999; Harris, 2003 ; Strout, Laird, Shafer &
Thompson, 2005), Japón (Buss et al., 1999), Alemania (Buunk et al., 1996), España
(Sirvent, 2011; Canto, Moreno, Perles & San Martín, 2012), Colombia (Portilla et al.,
2010) y Chile (Fernández et al., 2003; Fernández, Sierra, Zubeidat & Vera-Villarroel,
2006). Estos últimos resultados apoyan la extensión de los hallazgos de muestras
anglosajonas, asiáticas y europeas a muestras latinoamericanas.
Hipótesis de doble-tiro (“The Double-Shot Hypothesis”). Pese a que las
investigaciones antes citadas aparentan arrojar resultados congruentes, la evidencia en
torno a la propuesta evolutiva sobre las diferencias sexuales en las respuestas a la
infidelidad ha sido cuestionada. Refutando la misma, se ha presentado la hipótesis de
doble-tiro, según la cual las mujeres y los hombres, como consecuencia de las diferencias
en la socialización, varían en sus formas de percibir la infidelidad (DeSteno & Salovey,
1996).
Así, por ejemplo, las mujeres se preocupan más por la infidelidad emocional,
porque piensan que si su pareja está enamorada de otra mujer mantendría relaciones
sexuales con ella; mientras que los hombres se inquietan más por la infidelidad sexual, ya
que entienden que si su pareja ha sido sexualmente infiel, está enamorada de esa otra
persona (DeSteno & Salovey, 1996; Harris & Christenfeld, 1996). En ese sentido, según
22
este enfoque, tanto los hombres como las mujeres experimentan celos emocionales y
sexuales, de forma simultánea, ya que una forma de infidelidad incluye a la otra.
Infidelidad, celos y comparación con el rival. Según la literatura consultada,
los celos pueden surgir como consecuencia de la amenaza al auto-concepto (Harris, 2000)
y sentido de identidad de la persona traicionada (Zumaya et al., 2008). En estos casos,
frente a la infidelidad de la pareja, es posible que el individuo evalúe el significado de la
traición por las consecuencias sobre el yo (Harris & Darby, 2010), luego de establecer un
proceso de comparación social con el (la) posible rival (García-Leiva, Gómez- Jacinto &
Canto, 2001).
Sobre estos planteamientos, se han delineado investigaciones cuyos resultados
sugieren que, en la mujer, se presenta una mayor preocupación, ansiedad y amenaza a la
autoestima ante la infidelidad emocional; mientras que el hombre se siente más
avergonzado e infravalorado frente la infidelidad sexual, reflejando, posiblemente, el
daño a su amor propio (García-Leiva et al., 2001).
El daño al amor propio podría exacerbarse en hombres socializados en un sistema
patriarcal. Bajo este tipo de organización, la infidelidad, como constructo social, es
valorizada de forma categóricamente distinta si es cometida por un hombre o por una
mujer.
Construcción social de la infidelidad. Se ha señalado que la dinámica
diferencial observada en hombres y mujeres en torno a sus respuestas ante la infidelidad
emocional y sexual no puede entenderse sin apreciar el contexto histórico-socio-cultural
en el que ésta se presenta. Siendo así, desde una perspectiva socio-construccionista, las
respuestas ante la infidelidad estarían moduladas por un conjunto de creencias, juicios,
23
principios y valores morales aprendido y adquirido por los individuos mediante la
socialización (Canto et al., 2009).
En una cultura determinada, el proceso de socialización puede ser diferenciado
para hombres y mujeres (Canto & Burgos, 2009). De esta manera, la sociedad establece
una narrativa que es internalizada por hombres y mujeres, definiendo, incluso, sus roles
sexuales.
En los países donde predomina la organización patriarcal y cultura de honor,
como en Latinoamérica, se aprecia y respeta, en el hombre, el dominio, posesión, poder,
virilidad (Falicov, 2010), potenciación de la familia y reputación (Canto et al., 2012).
Estas particularidades aparentan ser propias de la sociedad puertorriqueña. En Puerto
Rico, dado su carácter patriarcal o machista, como coloquialmente se le denomina, se
glorifica al varón que mantiene, simultáneamente, relaciones con múltiples mujeres, aún
si es infiel, situación que se describe como símbolo de virilidad (Carrero, 2010).
En cambio, la mujer ha sido vinculada a elementos de delicadeza, feminidad,
modestia, dependencia, obediencia, abnegación, subordinación, vergüenza, restricción
sexual, castidad, virginidad, pureza y evitación de conductas que podrían amenazar el
buen nombre de la familia, como la infidelidad (Vandello & Cohen, 2003). Por
consiguiente, la infidelidad sexual femenina puede considerarse como una transgresión
extrema a las normas sociales, ya que este tipo de conducta se desvía de los estereotipos
de género habitualmente atribuidos a la mujer (Canto et al., 2012).
De hecho, en las sociedades tradicionalmente sexistas, la infidelidad femenina
puede ser altamente sancionada y punible. En Puerto Rico, por ejemplo, las féminas que
asumen conductas infieles son despreciadas y suelen denominárseles con epítetos, como
24
prostitutas (Carrero, 2010) e, incluso, putas.
Como se advierte, la infidelidad representa una construcción social. Por tanto, el
significado de la fidelidad e infidelidad varía de acuerdo al sistema social que lo define.
Para los creyentes de la visión patriarcal, la conducta infiel comprende diferentes
connotaciones, dependiendo de quién la práctica, es decir, si es hombre o mujer. Bajo el
discurso patriarcal o machista, el hombre puede ser infiel; mientras que la mujer, no.
Investigaciones sobre infidelidad en Puerto Rico. Sobre el tema de infidelidad,
en Puerto Rico se realizó una investigación con una muestra de 200 estudiantes
universitarios, entre los 22 y 47 años (González et al., 2009). De estos participantes, el
41.5% reportó haber sido infiel a parejas del pasado; mientras que el 36% admitió ser
infiel a su pareja actual, independientemente si la relación era definida como matrimonio,
unión libre o noviazgo. Estos hallazgos sugieren que la conducta infiel puede presentarse
entre la población puertorriqueña.
En términos de género, los resultados obtenidos por González et al. (2009)
indicaron que, de la muestra que señaló haber sido infiel, el 51.9% eran hombres y el
30.4%, mujeres. Estos datos parecen ser cónsonos con estudios previos. Además,
aparentan reflejar la construcción social sobre las diferencias de género en cuanto a la
sexualidad, perpetuadas a través del sistema patriarcal.
A pesar de lo anterior, es posible que, actualmente, exista un mayor acercamiento,
a nivel de género, respecto a la incidencia de la infidelidad. La liberación femenina,
mayores niveles de educación y la incorporación de la mujer a las fuerzas de producción
pueden ser aspectos que contribuyan a explicar esta tendencia (González et al., 2009). En
ese sentido, tanto hombres como mujeres tienen la probabilidad de cometer un acto infiel.
25
Elementos causales de la infidelidad. Existen diversos elementos causales que
pueden contribuir a la conducta infiel, bien sea en el hombre o en la mujer. Se ha
expuesto, por ejemplo, que factores relacionados a expectativas no consumadas,
entiéndase, el incumplimiento de las aspiraciones de cada cónyuge respecto a la relación
de pareja pueden dar origen a la infidelidad, tal y como reflejó un estudio realizado con
una muestra de puertorriqueños (Bonilla, Camacho & Hernández, 1995).
De acuerdo con la investigación realizada por Bonilla et al. (1995), para los
participantes puertorriqueños, los rasgos de personalidad que dificultan el pleno
desarrollo de ambos cónyuges, así como condiciones ético-sociales, contribuyen también
al surgimiento del comportamiento infiel. De forma particular, se ha registrado que las
creencias, costumbres y valores personales permisivos acerca de la sexualidad, tanto en
varones como en féminas, se asocian a la infidelidad (Mark et al., 2011).
En adición a los factores causales anteriormente mencionados, los resultados de
las investigaciones concernidas al tema han respaldado consistentemente que las
necesidades y deficiencias en el plano sexual pueden contribuir al surgimiento de la
conducta infiel (Quevedo, 1997; González et al., 2009). De forma particular, el hombre
puede cometer un acto infiel si se siente insatisfecho sexualmente (Atkins, et al., 2005) y
reporta incompatibilidades en términos de frecuencia e importancia del contacto sexual
(Mark et al., 2011).
Hallazgos obtenidos a partir de estudios realizados con participantes
puertorriqueños (as) avalan los resultados de las investigaciones previamente citadas. Así,
por ejemplo, el estudio completado por Bonilla et al. (1995) mostró que el 23.8% de los
varones y el 17.5% de las féminas evaluó que los problemas sexuales originan la
26
infidelidad. Igualmente, la investigación dirigida por González et al. (2009) reveló que el
74% de los hombres y el 71% de las mujeres reconoció que las relaciones sexuales con su
pareja eran aburridas, condición que motivó el comportamiento infiel.
Los estudios referidos aparentan reflejar pequeñas discrepancias respecto a
elementos diferenciales en la construcción social de la sexualidad, particularmente
presentes en las sociedades donde prevalecen nociones patriarcales, como parece ser el
caso de Puerto Rico. En ese sentido, los hombres aparentan tener mayor libertad sexual y,
por consiguiente, más autonomía para demandar una satisfacción corporal. Por el
contrario, en el caso de las féminas, se presentan menores exigencias de gratificación
erótica, aunque ésta se circunscriba a la relación de pareja, incluso matrimonial.
Se ha mencionado que la manifestación de la conducta infiel también es influida
por el contexto situacional, mismo que incluye, por ejemplo, grupo de pares, ambiente
laboral, (Allen & Atkins, 2005), tiempo limitado para compartir (Atkins et al., 2005),
oportunidad y separación física debido a vacaciones (Martínez, 2011) y viajes de trabajo
(González et al., 2009). En ese sentido, aunque diferentes sociedades, como la
puertorriqueña, promueven la monogamia, las influencias de ciertos círculos sociales,
como el grupo de pares, puede influenciar a hombres y mujeres a pretender aventuras y
ser infiel.
Por otro lado, la falta de comunicación, pérdida del amor (Sirvent, 2011), rutina y
distanciamiento emocional han sido asociados a la infidelidad (González et al., 2009). A
pesar de los elementos causales previamente discutidos, la infidelidad, en ocasiones,
ocurre, incluso, en un contexto relacional sólido y amoroso (Allen & Atkins, 2005).
27
Posibles consecuencias de la infidelidad. Independientemente de sus causas, la
infidelidad emocional y sexual puede ocasionar múltiples consecuencias negativas
(Atkins et al., 2005; Shackelford et al., 2002). De acuerdo con un estudio realizado por
Martínez (2011), para la muestra de 12 participantes puertorriqueños, la infidelidad
resultó ser una experiencia dolorosa y/o difícil, en términos personales, familiares y
profesionales, irrespectivamente de la posición ocupada en el triángulo amoroso,
entiéndase infiel, traicionado o tercera persona.
A nivel emocional, las personas engañadas por una infidelidad pueden
experimentar sentimientos de frustración, tristeza, humillación, culpa (Zumaya et al.,
2008), ira (Canto & Burgos, 2009) y coraje (Rivera, Díaz, Tonatiuh & Montero, 2011).
Tanto hombres como mujeres, según Strout et al. (2005), registran más miedo, tristeza y
nostalgia como consecuencia de una infidelidad emocional.
Por otro lado, algunos investigadores han sugerido que, ante la infidelidad
sexual, tanto varones como féminas experimentan mayores niveles de ira y rabia, así
como deseos de venganza (por ejemplo, Strout et al., 2005). Otros, sin embargo, anotan
que son los varones quienes, frente a este tipo de infidelidad, registran mayor enojo
(Green & Sabini, 2006).
Estas diferencias entre mujeres y hombres respecto a sus reacciones ante la
infidelidad sexual pueden ser resultado del contexto histórico-socio-cultural en el que se
circunscribe la situación. Así, por ejemplo, en las sociedades patriarcales, como la
puertorriqueña, la infidelidad sexual femenina transgrede la dignidad y el honor del
varón, quien se siente socialmente devaluado. Es posible que tales sensaciones generen en
el hombre emociones de coraje que, en ocasiones, puedan traducirse en conductas
28
agresivas contra la mujer.
Por lo general, las emociones experimentadas como resultado de una infidelidad
se relacionan con la forma en la cual la persona dirige sus acciones hacia la pareja,
incluyendo la posible determinación de continuar o finalizar la relación romántica. En ese
sentido, si la emoción que predomina es la tristeza, es frecuente el llanto, retraimiento y
pasividad (Chóliz & Gómez, 2002).
De acuerdo con Shackelford et al. (2000), las féminas, particularmente, tienden a
responder con angustia, preocupación, ansiedad, tristeza y depresión. El estudio llevado a
cabo por Phillips (2010) coincide con estas apreciaciones. Según esta investigación, las
mujeres estadounidenses mostraron mayores niveles de ansiedad e inseguridad ante la
infidelidad, condiciones que probablemente las motiven a aferrarse a la relación y, por
ende, facilitar el perdón y la reconciliación.
Los autores consultados consistentemente han mencionado que, si, por el
contrario, ante una infidelidad, prevalece la ira, es posible que el individuo manifieste
comportamientos explosivos, agresivos, violentos e, incluso, homicidas, particularmente
si se trata de un varón (Shackelford et al., 2000; Chóliz & Gómez, 2002; Canto &
Burgos, 2009). Respecto a estos planteamientos, la investigación realizada por Phillips
(2010) concluyó que la indignación, entiéndase, ira y hostilidad, se presentó con mayor
frecuencia en los hombres estadounidenses. De acuerdo con los hallazgos del estudio, los
varones que experimentan indignación suelen culminar la relación con su pareja, en lugar
de actuar a favor del perdón y reconciliación.
Más allá de las reacciones antes consideradas, con frecuencia, el integrante de la
pareja traicionado, puede presentar una sintomatología similar a la experimentada por
29
individuos con un trastorno de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés,
Prieto-Ursúa et al., 2012). Según la literatura examinada, se ha encontrado, de forma
consistente, que las personas engañadas pueden presentar pensamientos intrusivos
recurrentes acerca de los detalles y razones de la infidelidad, así como del futuro de la
relación de pareja, re-experimentación del dolor generado por el acto infiel, explosiones
de irritabilidad, respuestas de sobresalto exagerada, agitación extrema, hipervigilancia
(Johnson, Makinen & Millikin, 2001; Allen & Atkins 2005; Gordon, Baucom & Snyder,
2005; Whisman & Pittman-Wagers, 2005), así como dificultades para conciliar el sueño
(Ortman, 2005).
Debido a estas similitudes sintomatológicas, Ortman (2005) ha acuñado la
terminología “trastorno de estrés post-infidelidad" (PISD, por sus siglas en inglés) para
referirse a las consecuencias ocasionadas por una infidelidad.
Posibles implicaciones de la infidelidad sexual femenina: Paternidad fraudulenta
La infidelidad sexual femenina, puede, por ejemplo, provocar un embarazo. En
este caso, es posible que la mujer pueda optar por ocultar y, por ende, mentir a su pareja
acerca de este hecho. Como consecuencia, se presentan dos tipos de engaño, a saber: la
infidelidad sexual y la atribución, de forma indirecta, de una paternidad que no le
pertenece. Bajo estas circunstancias, se presenta lo que se ha definido como paternidad
fraudulenta. Según Draper (2007), la paternidad fraudulenta surge cuando, a pesar de que
la mujer conoce acerca de la verdadera paternidad, engaña deliberadamente al varón.
La paternidad fraudulenta puede descubrirse, de forma accidental, por ejemplo,
durante un tratamiento médico en el que se evidencie incompatibilidad entre los grupos
sanguíneos y/o tejidos (Draper, 2007). No obstante, si existen dudas sobre la concepción
30
basándose en los rasgos físicos del (de la) niño (a) e, incluso, si se albergan sospechas
acerca de la fidelidad de la pareja, es posible que los hombres recurran a los adelantos
científicos, circunscritos, por ejemplo, a las pruebas de ADN.
Paternidad fraudulenta y pruebas de ADN. Los estudios de ADN constituyen
pruebas de paternidad, que, en el 99.99% de los casos, resultan fiables para refutar una
paternidad posiblemente fraudulenta. En Puerto Rico, el Centro Médico de Río Piedras es
la fuente principal para las pruebas de ADN. No obstante, existen otros laboratorios
clínicos ubicados a través de la Isla, como Boston Paternity.
Boston Paternity realiza pruebas de paternidad para asuntos legales admisibles en
los 50 estados de Estados Unidos, además de pruebas caseras y otras de naturaleza
discreta. Incluso, este laboratorio cuenta con un centro en el pueblo de Las Piedras,
donde se ofrecen recolecciones móviles, alternativa mediante la cual se toma la muestra
de ADN en el lugar previamente determinado con los profesionales de la compañía.
Prevalencia de la paternidad fraudulenta. Según la bibliografía estudiada, en
América, no existe evidencia certera respecto al número de hombres que han sido
engañados sobre su paternidad. Los datos sobre este asunto han sido contradictorios.
Algunos autores, como Gilding (2005), han indicado que la cantidad de casos puede
oscilar entre el 1% y 3% de la población americana. Sin embargo, Henry (2006) ha
refutado tales cifras, indicando que la cantidad de casos es significativamente más alta,
superando a un millón.
Sobre posibles datos sociodemográficos que pudieran describir a esta población,
un estudio citado por Padawer (2009) determinó que existen más casos de paternidad
fraudulenta entre hombres solteros, en comparación con aquéllos que están legalmente
31
casados. A pesar de lo anterior, este mismo estudio estimó que el 2% de los varones
casados y confiados plenamente en su paternidad no son los padres biológicos de sus
supuestos (as) hijos (as). En Puerto Rico, no existe alusión bibliográfica sobre los
asuntos antes mencionados.
Independientemente de la cantidad de casos, la situación existe y, por ende, los
hombres pueden ser afectados por el posible impacto del descubrimiento de una
paternidad fraudulenta.
Impacto de la paternidad fraudulenta. Con excepción de un escrito, no se han
identificado referencias bibliográficas a nivel nacional e internacional que expliquen las
consecuencias originadas a raíz del descubrimiento de una paternidad fraudulenta. Por
tales razones, para definir el impacto de tal problemática, se ha aludido al artículo de
Draper (2007), quien afirma que, como consecuencia de descubrir una paternidad
fraudulenta, un hombre puede experimentar un sentimiento de pérdida por haber sido
privado de quienes creyó eran sus hijos (as) biológicos (as). Esta sensación se
experimenta independientemente si, luego de tal descubrimiento, este hombre es
restringido o no en cuanto al acceso a estos (as) niños (as).
Una vez descubierto la paternidad fraudulenta, algunos hombres, deciden romper
todos los lazos afectivos con los (as) supuestos (as) hijos (as). En ocasiones, este tipo de
decisiones puede presentarse, inclusive, sin considerar el tiempo durante el cual se ha
mantenido la relación “paterno-filial” (Draper, 2007).
Por el contrario, otros hombres deseen continuar con este vínculo, pretendiendo
conservarse como padres sociales, según definido por Draper (2007). Este deseo
responde a que el padre, aun después de conocer acerca de la inexistencia de lazos
32
biológicos, se siente emocionalmente comprometido con el (la) niño (a). De esta manera,
la conformación de la paternidad se suscita no por un nexo netamente biológico o
hereditario, sino por uno de naturaleza afectiva. En estos casos, el hombre decide libre y
voluntariamente asumir el rol de padre, papel que, en nuestra sociedad, muchas veces se
le denomina “padrastro”.
Considerando lo anterior, para los hombres, el descubrimiento de una paternidad
fraudulenta puede generar implicaciones psicosociales importantes en el rol paternal. Más
aún, puede sugerirse que una paternidad fraudulenta afecta la identidad masculina adulta,
entendida esta última como constructo sociocultural.
Para los hombres puertorriqueños, en efecto, la paternidad fraudulenta puede tener
un impacto psicosocial adverso. Tal impacto posiblemente sea determinado por las
condiciones propias del régimen patriarcal. Este tipo de organización social puede
atribuir rasgos de debilidad, inferioridad y falta de virilidad a los varones que no
concretan la paternidad y que, más aún, han sido engañados respecto a ella. Por lo tanto,
la cultura patriarcal no sólo afecta la valorización del rol paternal y la masculinidad, sino
que, además, influye en la percepción de la pareja fémina que comete alguna conducta
infiel, impresión que es particularmente negativa.
Estrategias para manejar las implicaciones de la infidelidad: Perdón interpersonal
Con el propósito de manejar el impacto de una infidelidad y sus posibles
consecuencias, se ha aludido al perdón, como estrategia para favorecer la recuperación de
las personas transgredidas, así como de la relación de pareja. El perdón ha sido definido
como el conjunto de transformaciones motivacionales, a través de las cuales disminuye el
distanciamiento, así como las acciones vengativas contra la pareja ofensora, y aumenta el
33
deseo de conciliación y buena voluntad hacia ésta (McCullough, Worthington, Jr. &
Rachal, 1997).
Se ha señalado que en una relación, una vez se produce algún daño, se genera
inicialmente, en la persona ofendida, una experiencia subjetiva, denominada “no-
perdón,” que incluye respuestas cognitivas, afectivas y, usualmente, comportamentales
(Prieto-Ursúa et al., 2012). A nivel cognitivo, la falta de perdón puede originar
reflexiones intrusivas acerca del daño sufrido y el futuro de la relación; mientras que, a
nivel afectivo, pueden presentarse emociones asociadas a enojo y resentimiento e,
igualmente, síntomas depresivos (Worthington, Jr., Witvliet, Pietrini & Miller, 2007).
Para aliviar tales experiencias, los individuos pueden actuar de diversas formas. Por
ejemplo, pueden aceptar el daño, crear nuevas atribuciones sobre el evento y las
circunstancias propias a la ofensa, manejar el estrés, controlar el enojo o, bien, perdonar
(Prieto-Ursúa et al., 2012). En ese sentido, el perdón, entre varias, constituye una
elección para sobreponerse al daño. Aunque el perdón representa una elección para
superar la ofensa generada al vínculo afectivo, se ha indicado que esta práctica no implica
necesariamente la exoneración, justificación o aprobación (Worthington, Jr. et al., 2007).
Variables facilitadoras del perdón interpersonal. Perdonar una infidelidad
depende de variables personales y situacionales. En el caso de una infidelidad sexual, el
perdón podría depender de las formas en las que se descubre la infidelidad. Así pues,
perdonar parece más probable si quien produce el daño libre y voluntariamente revela o
confiesa la infidelidad (Prieto-Ursúa et al., 2012).
De igual forma, según la data revisada, los autores han coincidido en que el acto
de perdonar se facilita si el transgresor asume responsabilidad y ofrece disculpas que
34
reflejen contrición o arrepentimiento (Gunderson & Ferrari, 2008; Prieto-Ursúa et al.,
2012). Además, si las disculpas son seguidas de conductas dirigidas a enmendar el daño y
restaurar el vínculo, puede facilitarse el perdón (Bono, McCullough & Root, 2008), la
confianza y, posiblemente, la conciliación.
Valoración del perdón interpersonal. La mayoría de las referencias estudiadas
sugiere que el perdón puede mejorar el estado anímico y la salud física, proveyendo una
sensación de bienestar general (Rye, Folck, Heim, Olszewski & Traina, 2004; Bono et
al., 2008). En ese sentido, la información examinada, de forma consistente, alude a que el
perdón puede reducir la depresión, ideas intrusivas y vengativas, ira, hostilidad, tensión y
estrés asociado a la falta de perdón (Lawler et al., 2005; Worthington, Jr. et al., 2007).
A pesar de que los autores anteriormente citados asocian el perdón con efectos positivos,
existen otros que difieren respecto a las consecuencias categóricamente benéficas de esta
acción. Así, por ejemplo, Guzmán (2010) y McNulty (2010) entienden que el acto de
perdonar también puede resultar negativo e, incluso, perjudicial si existe el riesgo de
perpetuar el patrón y, en ese sentido, de que la persona ofendida sea constantemente re-
victimizada. En estos casos, el perdón presume una amenaza para el bienestar de quienes
han sido dañados (Prieto-Ursúa et al., 2012). Por tanto, según los autores antes
mencionados, en el proceso de recuperación de heridas relacionales, no perdonar puede
ser una alternativa viable y efectiva.
En el ámbito clínico, sería conveniente, pues, propiciar que la parte engañada
valore estas implicaciones con el fin de tomar decisiones favorables, según sus
experiencias de vida.
35
Procesos terapéuticos para manejar el impacto de la infidelidad
Con el fin de lidiar con los aspectos inherentes a la infidelidad, entre los que pude
incluirse la paternidad fraudulenta, las personas pueden optar por asistir a terapia
psicológica. Esta puede ofrecerse en una modalidad individual o, bien, en un contexto de
pareja.
Terapia individual. Para recuperarse de los daños ocasionados por una
infidelidad, Ortman (2005) sugiere un proceso terapéutico individual consistente en tres
partes, a saber: establecer el sentido de seguridad, decidir acerca de la relación y sanar a
través del perdón.
La primera etapa implica establecer un sentido de protección; es decir, evitar
tomar decisiones respecto a continuar o finalizar la relación afectiva hasta lograr cierta
estabilidad emocional. Como parte de la segunda etapa, se requiere una valoración
reflexiva acerca de las circunstancias propias a la infidelidad, así como de las alternativas
disponibles ante esta situación, como la continuación o ruptura del vínculo sentimental.
La última etapa implica sanar los recuerdos asociados a la infidelidad, irrespectivamente
si la persona engañada decide o no continuar la relación afectiva. Este proceso de
sanación es posible a través del perdón.
Como parte de las intervenciones terapéuticas, inicialmente, se favorece el perdón
intrapersonal, entiéndase aquél dirigido hacia la propia persona. En ciertas oportunidades,
según Ortman (2005), la parte transgredida se culpa y critica, denominándose tonta por
no haber identificado las señales del engaño. En estos casos, se facilita la evaluación de
tales auto- apreciaciones y/o auto-atribuciones. Una vez completado lo anterior, se trabaja
con el perdón interpersonal, es decir, aquél dirigido al sujeto ofensor.
36
Terapia de pareja. En terapia de pareja, el perdón aparenta ser un elemento
esencial para determinar si se rompe o continúa la relación afectiva. Por tanto, en el
escenario clínico, el perdón puede ser apreciado como una alternativa para manejar el
impacto que, a corto y largo plazo, ocasiona la infidelidad (Guzmán, 2010).
Muchas de las personas que solicitan asistencia terapéutica refieren experimentar
gran dolor luego de haber descubierto una infidelidad. Para aquellos que le atribuyen a la
relación de pareja un carácter de exclusividad física, la infidelidad sexual produce gran
resentimiento, amargura y enojo (Diblasio, 2000). Para superar tales experiencias, en
ocasiones se recurre a enfoques cónsonos con los modelos cognitivos-conductuales, tales
como el modelo del perdón basado en la decisión y otros que enfatizan la respuesta
traumática usualmente asociada a la infidelidad.
Modelo del perdón basado en la decisión. Ante la infidelidad sexual, puede
hacerse referencia al modelo del perdón basado en la decisión. Como enfoque
terapéutico, el perdón basado en la decisión se define como el proceso cognitivo
implicado en dejar ir el resentimiento, la amargura y la venganza (Diblasio, 2000).
De forma particular, este tipo de intervención se formula a través de sesiones que pueden
extenderse de dos a tres horas e integran 13 pasos, organizados en tres secciones, a saber:
definición y preparación, búsqueda y otorgación del perdón y acto ceremonial (Diblasio,
2000).
En el primer paso, se explica y discute la definición y beneficios del perdón
basado en la decisión. A tales efectos, en este primer encuentro, el terapeuta intenta
comprender el significado que cada miembro de la pareja le otorga al perdón, incluyendo
aspectos culturales y/o espirituales que pudieran estar asociados (Diblasio, 2000). De
37
igual forma, en esta paso, se destaca la premisa de que la persona traicionada puede
decidir no perdonar o retener el perdón por ese momento.
En el segundo paso, se establece la oportunidad de que cada miembro de la pareja
pueda pedir perdón por sus acciones ofensivas, asumiendo responsabilidad personal
(Diblasio, 2000).
Como parte del siguiente paso, se introduce el tratamiento de perdón, enfatizando
que la voluntad de continuar las sesiones no los obliga a perdonar las acciones que han
causado daño.
Durante el cuarto paso, se provee el espacio para que la parte ofensora afirme el
engaño, aunque, para la parte ofendida, escuchar la información pueda resultar difícil e
hiriente (Diblasio, 2000). Cónsona con esta intervención terapéutica, Prieto-Ursúa et al.
(2012) señala que el reconocimiento de la ofensa, así como su importancia, son
condiciones esenciales para promover el perdón. Una vez se establece propiamente el
engaño, se promueve, en el próximo paso, que la parte transgresora explique las razones
que motivaron la infidelidad, evitando insinuar que tal explicación justifica su conducta.
Como sexto paso, se facilita que la parte transgredida obtenga información certera
acerca de la infidelidad, descartando, en ese sentido, supuestos sobre el hecho en
cuestión. A este nivel, se obvian cuestionamientos que, por lo general, son perjudiciales,
como aquéllos que comparan experiencias sexuales y otros que describen detalles
explícitos de los encuentros eróticos, incluyendo posiciones y conversaciones (Diblasio,
2000). A partir de la información obtenida, en el siguiente paso, se posibilita que la parte
agredida exprese sus emociones, que pudieran incluir dolor, angustia, incredulidad y
enojo.
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Durante el octavo paso, se promueve que la parte agresora se muestre empática
ante el dolor y la angustia ocasionada por la infidelidad. Como paso posterior, además, la
parte ofensora, en colaboración con el terapeuta, esboza un plan de acción organizado
para evitar la conducta infiel, considerando, en primer lugar, suspender el contacto con la
tercera parte y autorizar a la parte ofendida a comprobar su fidelidad (Diblasio, 2000).
En el décimo paso, se provee el espacio para que la parte engañada se identifique con la
parte transgresora (Diblasio, 2000). En otras palabras, se facilita o incrementa la empatía,
proceso que le permite a la parte ofendida realizar re-atribuciones más positivas acerca de
la parte ofensora (Prieto-Ursúa et al., 2012).
Posterior a la demostración de empatía, se enfatiza la elección de perdonar o no
perdonar. Si se decide perdonar, es importante que, en el futuro, el acto no sea empleado
como arma contra la pareja (Diblasio, 2000). Como paso consecutivo, se facilita que la
parte agresora, de manera formal, solicite perdón. Finalmente, si la infidelidad es
perdonada, se produce el acto ceremonial, como expresión simbólica alusiva a tal hecho.
Modelo alusivo a la respuesta traumática de la infidelidad. Considerando las
similitudes sintomatológicas experimentadas entre los individuos traicionados por una
infidelidad y aquéllos que padecen un trastorno de estrés postraumático, se ha sugerido
un modelo alusivo a la respuesta traumática asociada a la infidelidad (Gordon et al.,
2005). Este tratamiento consta de tres etapas.
Durante la primera fase, denominada etapa de impacto, el terapeuta orienta a las
parejas acerca del tratamiento y explica la infidelidad conceptuándola como un evento
traumático.
39
Siendo así, en esta etapa, se promueve que las personas comprendan y
experimenten el impacto del trauma interpersonal (Gordon et al., 2005). Con tales
propósitos, se favorece que la parte engañada cuestione las razones que produjeron la
infidelidad.
Durante la segunda etapa, se promueve la búsqueda de un significado más
profundo acerca de las razones que generaron el hecho traumático (Gordon et al., 2005).
Siendo así, resulta conveniente que la pareja evalúe los factores que, de una u otra forma,
contribuyeron a la presentación de la conducta infiel. Entre estos factores pueden
valorarse influencias de índole individual, interpersonal y contextual.
Sobre estas particularidades, el terapeuta discute, con la pareja, la diferencia entre
asignar responsabilidad por la infidelidad, dirigida a quien cometió el engaño, y las
contribuciones de cada integrante al contexto en el cual se produjo la traición. Al
entender estos aspectos, la pareja podrá tener a su disposición más elementos para
intentar eludir una posible futura infidelidad.
Este proceso permite que la pareja reevalúe su relación y examine qué decisión
debe adoptar, bien sea continuar o finalizar el vínculo afectivo. Después de que los
integrantes de la pareja hayan reevaluado su relación y, posiblemente, considerado el
perdón, el tratamiento se orienta a ayudar a que la diada finalice su relación o realice
modificaciones para continuar con la misma. Si este es el objetivo, durante la tercera
etapa, la parte transgredida necesita desarrollar una visión realista y equilibrada de la
relación, experimentar la liberación de las emociones negativas y renunciar
voluntariamente al castigo dirigido hacia la parte transgresora (Gordon et al., 2005).
40
Influencia del sistema patriarcal sobre la construcción social de la fidelidad y la
paternidad
Los elementos patriarcales que parecen caracterizar a la sociedad puertorriqueña
pueden influir en la construcción, interpretación y valoración de la fidelidad y la
paternidad, así como de sus opuestos (entiéndase, infidelidad y no paternidad). En forma
literal, el patriarcado significa gobierno de los padres. Es el imaginario social
representativo de un régimen caracterizado por la dominación masculina y, por ende, la
subordinación femenina, relación jerárquica que es considerada natural, normal, lógica,
autoevidente e, inclusive, teóricamente ineludible e incuestionable.
De esta forma, la sociedad patriarcal justifica abiertamente las condiciones de
diferenciación y desigualdad entre hombres y mujeres, asignándole a cada uno diversos
roles estereotipados, según su sexo. Por ejemplo, al hombre se le asigna el rol de
proveedor, quien aporta los recursos económicos para sustentar a la familia,
involucrándose, en ese sentido, en el mundo público del trabajo y el derecho; mientras
que a la mujer se le adjudica el rol de protectora y responsable del ámbito privado del
hogar, las tareas domésticas y la crianza de los (as) hijos (as) (Torres, 2004; Velázquez,
2004). En ese sentido, como expone Bonino (2002), la cultura patriarcal respalda que el
hombre acapare ciertos derechos materiales, sociales y emocionales. La legitimación
social de tales derechos facilita la institucionalización de la libertad del varón respecto a
la responsabilidad del quehacer doméstico y el cuidado de los individuos.
Sobre las relaciones de pareja, la cultura patriarcal legitima una supremacía
explícitamente masculina, donde el hombre tiene influencia directa sobre la vida
propiamente individual de la mujer (Postigo, 2001). De manera histórica, el varón ha
41
detentado el poder y controlado la libertad sexual, así como la capacidad reproductiva de
la fémina (Lerner, 1986), quien ha sido reconocida como propiedad dominada por el
hombre. En este tipo de vínculo patriarcal, el hombre se relaciona con la mujer como si
fuera su soberano (Bonino, 2002). Por tanto, Torres (2004) afirma que, en el sistema
patriarcal, ser hombre adquiere forma una vez se ejerce poder sobre las mujeres.
A tono con lo anterior, en Puerto Rico, como parte de su cultura patriarcal, se enaltece al
hombre que sostiene relaciones afectivas con diversas mujeres, independientemente si es
infiel. Según la ilusión machista, este tipo de conductas refleja cuán viril y “macho” es el
varón. Sin embargo, esta misma ideología, les adjudica a las féminas el valor de la
castidad, virginidad y fidelidad. De no cumplir con estas expectativas sociales, la mujer
es severamente sancionada, condenada y castigada.
De hecho, en el sistema patriarcal, el hombre ha sido socializado para ejercer
poder, incluso, mediante la fuerza física. Según González-Hermosilla (2009), la violencia
contra la mujer se ha instituido como un medio para mantener la supremacía masculina,
así como para restablecerla una vez la mujer atente contra este privilegio que ha sido
adquirido y disfrutado a raíz de la herencia patriarcal. Sobre estos asuntos, este autor ha
concluido que existe una correlación entre cultura patriarcal, condiciones de
diferenciación entre hombres y mujeres y violencia de género.
En cuanto a la paternidad, el modelo patriarcal respalda al padre como figura que
ostenta un poder autoritario. Es el denominado dueño de la familia, titular de la patria
potestad y de los derechos sobre la progenie (Romero, 2007). Su rol principal consiste en
suministrar los bienes para suplir las necesidades del hogar. En ese sentido, el orden
social patriarcal sustenta la idea de autoridad del varón, defendiendo la superioridad del
42
padre sobre la madre y los descendientes (Lerner, 1986).
Como constructo que subyace a la organización cultural de la sociedad
puertorriqueña, el patriarcado favorece la paternidad como condición necesaria para
cumplir con la lógica hegemónica asociada a los rasgos y conductas atribuidas al varón.
El incumplimiento de estas condiciones implicaría la contradicción al orden natural del
sistema patriarcal y, por tanto, la adjudicación de características socialmente devaluadas,
como debilidad, inferioridad, así como falta de virilidad y masculinidad.
Si el incumplimiento de la paternidad se debe a la infidelidad, el hombre puede
sufrir mayor desprestigio público a su reputación. Desde esta perspectiva, la conducta
infiel de una mujer atenta contra el respeto, dignidad y honor del género masculino
(Vandello & Cohen, 2003). De hecho, en Puerto Rico, el varón, cuya mujer es infiel, es
devaluado social y culturalmente. Incluso, a este hombre puede llamársele cabrón
(Ramírez & García, 2002), forma despectiva y humillante para denominar el hecho en
cuestión.
Tomando como referencia la documentación analizada, es posible sugerir que,
para los hombres puertorriqueños que no concretan la paternidad y que, más aún, han
sido engañados respecto a ella, como producto de una infidelidad, la paternidad
fraudulenta puede tener un impacto personal y social adverso. Siendo así, debido a las
consecuencias experimentadas a nivel psicosocial, los hombres transgredidos pueden
optar por el divorcio o disolución del vínculo amoroso. En ocasiones, además, pueden
manifestar comportamientos suicidas.
Igualmente, pueden exteriorizar deseos de venganza, así como conductas hostiles,
destructivas, agresivas, violentas e, inclusive, homicidas contra la pareja infiel.
43
Análisis del discurso
El análisis del discurso representa una técnica de análisis de contenido que se
inscribe como parte del conocimiento cualitativo, fundamentándose en la ciencia
interpretativa (Santander, 2011), como la hermenéutica, fenomenología, estructuralismo y
deconstrucción.
El término hermenéutica provine de la expresión griega “hemeneucin,” vocablo
que alude al arte de interpretar (Gutiérrez, 1986), esclarecer, traducir y explicar el objeto
de estudio. Como método científico, la hermenéutica representa un proceso que tiene
como propósito interpretar y comprender, de forma crítica, el sentido de cualquier
fenómeno.
La fenomenología, por su lado, representa un principio metodológico sistemático
mediante el cual se estudia a los fenómenos o asuntos de interés tal como se manifiestan
o muestran. En otras palabras, la investigación fenomenológica comprende el estudio de
la verdadera naturaleza de los fenómenos. Implica, pues, la descripción de los
significados vividos, enfatizando el valor de lo individual y la experiencia subjetiva
(Rodríguez, Gil & García, 1996). De esta manera, puede explorarse el significado de ser,
por ejemplo, mujer u hombre, desde el contexto social del sujeto.
Ahora bien, el estructuralismo representa una estrategia investigativa mediante la cual se
pretende descubrir, dilucidar y comprender las relaciones sistemáticas, llamadas
estructuras, que median los fenómenos socioculturales (Federación de Enseñanza de
Andalucía, 2011), como la conducta humana individual y colectiva. Siendo así, el
estructuralismo implica el análisis de significados culturales, representativos de sistemas
sociales complejos.
44
Finalmente, la deconstrucción consiste en analizar todo concepto considerando
que éste ha sido construido a partir de procesos históricos, representando, en ese sentido,
concepciones relativas (Derrida, 1972, citado en Teijeira, 2012). En términos más
sencillos, la deconstrucción implica la descomposición de un concepto o construcción
intelectual a través de un análisis que muestre sus contradicciones y ambigüedades (Real
Academia Española, 2001). Más aún, desde la filosofía derridiana, la deconstrucción
exige la fragmentación de textos, constituyéndose como un acto de descentralización o
disolución de aquéllos reclamos de “verdad” absoluta, homogénea y hegemónica
(Krieger, 2004).
Análisis del discurso: Perspectiva de Michel Foucault. Como parte del
quehacer científico, el análisis del discurso permite comprender cómo se generan,
funcionan y cambian las alocuciones que estructuran las actividades de los agentes
sociales. Una de las vertientes más conocidas que aborda el análisis del discurso fue
propuesta por Michel Foucault. Los temas centrales de la propuesta foucaultiana incluyen
la ética, arqueología y genealogía (Castro, 2004).
La ética representa un concepto medular en el trabajo foucaultiano. La ética alude
a la relación del ser humano consigo mismo (Foucault, 1985) y representa una práctica,
es decir, un modo de ser y de comportarse. Siendo así, la ética prescribe la manera en la
que el sujeto es moral al ejecutar sus propias acciones.
Otra de las ideas cardinales en el análisis del discurso foucaultiano está
representada por la arqueología. La arqueología del saber se centra en la episteme, en la
que los conocimientos son tratados sin referirse a su valor racional o a su objetividad
(Castro, 2004). En ese sentido, la arqueología no pretende ser un análisis causal de los
45
hechos o conceptos contenidos en los enunciados examinados.
La arqueología tampoco procura el ejercicio de un análisis formalista o
interpretativo. Para la metodología formalista, la unidad de trabajo está representada por
la proposición- significante. En otras palabras, este sistema metodológico busca
establecer las condiciones gramaticales, lógicas o lingüísticas de la formación de los
discursos. En cambio, para la metodología interpretativa, la unidad de trabajo concierne a
la frase-significado/significación. Por tanto, a través de este método, se propone
establecer relaciones entre los enunciados contenidos en los discursos (Castro, 2004).
En contraste con lo anterior, la arqueología implica el intento por establecer las
condiciones en las que se ejerce la función enunciativa (Foucault, 1985). Dicho de otro
modo, la arqueología concierne a un análisis de las circunstancias históricas que han
permitido que en un momento dado sólo ciertos enunciados hayan sido posibles (Castro,
2004). En ese sentido, la descripción arqueológica pretende demostrar cómo la historia,
es decir, las instituciones, los procesos económicos y las relaciones sociales, pueden
propiciar tipos definidos de discurso.
La arqueología procura analizar el discurso en su modalidad de archivo (Castro,
2004). En términos más sencillos, intenta definir y describir los discursos como prácticas
específicas al momento de su registro. De esta forma, la arqueología del saber, como
disciplina metodológica, propone organizar el trabajo con el fin de definir unidades,
distinguir lo relevante de lo irrelevante, auscultar y describir posibles patrones
discursivos (Lucca & Berrios, 2009), así como establecer la regularidad de los
enunciados.
46
A través de la definición y descripción de los enunciados no se pretenden, desde
la perspectiva de la arqueología, establecer lo que ha sido expresado en su identidad, es
decir, lo que los seres humanos han pensado o ansiado señalar en el instante en que
pronunciaban sus discursos. Por el contrario, la arqueología muestra una reescritura de
los discursos en el nivel de su exterioridad (Castro, 2004).
Por tanto, la arqueología es un método histórico de descripción del lenguaje,
entiéndase enunciados y/o formaciones discursivas. Las formaciones discursivas se
definen como el conjunto de reglas históricas, fijadas en el tiempo y en el espacio, que
han precisado en una época y para una región social, económica, geográfica y/o
lingüística particular, los contextos de la función enunciativa (Castro, 2004).
En resumen, la arqueología representa un modo de abordar el lenguaje en su
historicidad, dispersión y materialidad, es decir, sin vincularlo a la sistematicidad formal
de una estructura ni a la exuberancia interpretativa del significado. La tarea de la
arqueología consiste, pues, en describir la organización del campo en el que los
enunciados aparecen y circulan (Castro, 2004).
Finalmente, la genealogía constituye el tercer criterio fundamental en el análisis
del discurso foucaultiano. Para Foucault (1985), la práctica genealógica supone dirigir el
análisis del discurso a partir de un asunto presente.
La genealogía se sintetiza en tres ejes, a saber: dimensión de la verdad, praxis de
poder y nexo ético (Foucault, 1985). El primero de ellos hace referencia a la ontología
histórica del ser humano en su relación con la verdad, condición que le permite
establecerse como sujeto de conocimiento. El segundo eje se circunscribe a la ontología
del ser humano vinculado al poder, es decir, la forma en la que se impone como sujeto
47
que actúa y opera sobre otros. Finalmente, el tercer eje alude a la ontología del ser
humano en conexión con la moral, entiéndase la manera en la que se organiza como
sujeto ético que actúa sobre sí mismo (Castro, 2004).
Con relación a la praxis de poder, cabe destacar que el quehacer genealógico
permite analizar el saber en términos de estrategias y tácticas de poder. Para Foucault
(1988), el poder constituye una construcción social e histórica que define un modo de
relación entre individuos o grupos. Desde esta perspectiva, el poder no es poseído por los
individuos, sino practicado o ejercido al interactuar con otros sujetos y con su entorno.
En ese sentido, el poder no funciona directa o inmediatamente sobre otros individuos;
más bien, radica en conducir las acciones de los sujetos actuantes, orientando la
probabilidad de tales conductas, independientemente si éstas son de carácter fortuito o
deliberado, presente o futuro (Foucault, 1988). Así pues, según el enfoque foucaultiano,
el ejercicio del poder consiste en regular acciones, bien sea provocándolas, induciéndolas,
persuadiéndolas, facilitándolas, intensificándolas, desviándolas, restringiéndolas,
coartándolas, proscribiéndolas o imposibilitándolas.
El ejercicio del poder y, por ende, de conducir y regular conductas cumple varios
propósitos. Por ejemplo, lograr el funcionamiento de la autoridad constitucional y
salvaguardar privilegios (Foucault, 1988). Asimismo, el uso del poder permite influenciar
el modo en el que las sociedades determinan la formación de los sistemas matrimoniales,
así como el desarrollo de la paternidad, la transmisión del nombre y de los bienes.
Según la postura foucaultiana, las relaciones de poder también influencian las prácticas
sexuales de los grupos sociales. Respecto a ello, Foucault ha señalado que el sistema
social occidental ha estructurado un conjunto de reglas que definen lo que, a nivel sexual,
48
es permitido y prohibido, lícito e ilícito (Castro, 2004). Por tanto, la familia, como
institución fundamental, representa el medio de intercambio de la sexualidad.
Cabe señalar, por otro lado, que, de acuerdo con la propuesta foucaultiana, el discurso
puede ser instrumento, efecto, obstáculo o punto de referencia del poder (Castro, 2004).
En ese sentido, el discurso constituye una forma de actuar sobre los otros (Foucault,
1988), es decir, de practicar el poder.
A través del discurso, un individuo puede argumentar y justificar el poder
hegemónico de un grupo social sobre otro. Por ejemplo, puede reproducir ideologías
patriarcales y/o machistas que, precisamente, respaldan una aparente superioridad
masculina, condición que suscita relaciones de desigualdad entre hombres y mujeres. La
ideología patriarcal, a su vez, influencia la construcción social de la paternidad y la
fidelidad, temas que rigen esta investigación.
Los postulados de Foucault pueden contribuir a la creación de un marco
conceptual para entender la problemática asociada al descubrimiento de la paternidad
fraudulenta. Por lo tanto, para propósitos de llevar a cabo este estudio, se hizo alusión al
trabajo foucaultiano.
Categorías de análisis: Con el fin de llevar a cabo el análisis del discurso,
Foucault ha propuesto establecer vínculos entre las unidades examinadas a través
de los enunciados lingüísticos. Al examinar los textos, se considera que la unidad
de los discursos se establece a partir de la forma y tipo de encadenamiento, así
como de la permanencia de determinados conceptos (Castro, 2004).
Para propósitos de esta investigación, se consideraron varias unidades de análisis, tales
como: relaciones, episodios y significados. Las relaciones se organizan mediante diadas
49
que forman un lazo social, cuyo desarrollo e intensidad son estudiadas bajo la perspectiva
cualitativa (Hernández-Sampieri et al., 2006). A partir de la narración del sujeto, se
estudió la diada hombre-mujer, entiéndase la relación entre el participante y la expareja,
así como la diada padre- hija, léase el vínculo entre el entrevistado y la niña que creyó era
su descendiente biológica.
Los episodios constituyen eventos dramáticos y emotivos que trascienden la vida
rutinaria (Hernández-Sampieri et al., 2006). En esta investigación, el episodio de mayor
relevancia fue ejemplificado por la vivencia de descubrir la paternidad fraudulenta.
Finalmente, los significados representan referentes lingüísticos utilizados por los seres
humanos con el objetivo de aludir a la vida social (Hernández-Sampieri et al., 2006). Los
significados, como las definiciones pueden ser descritos, interpretados e, incluso,
justificados. Por ende, representan un elemento de particular importancia para el análisis
cualitativo. En este caso, se hizo el examen de tal unidad, considerando los significados
que el participante le atribuyó a nociones, tales como: relaciones de pareja, paternidad y
descubrimiento de la paternidad fraudulenta.
A partir de las unidades examinadas, se identificaron varias categorías de análisis.
Las categorías emergentes se organizaron bajo los siguientes temas: valoración de las
relaciones de pareja, concepto de familia, importancia de la paternidad, descubrimiento
de la paternidad fraudulenta interpretado como una situación “fuerte,” apreciación de sí
mismo (autoestima), influencia social y manejo del impacto del descubrimiento de la
paternidad fraudulenta.
50
CAPÍTULO III
DISCUSIÓN
Método
Diseño de Investigación. El diseño de investigación hace referencia al plan o
estrategia para obtener la información inherente al fenómeno de interés (Hernández-
Sampieri, Fernández-Collado & Baptista, 2006).
Para llevar a cabo este estudio, se recurrió a un diseño cualitativo, de naturaleza
exploratoria- descriptiva. A través de la investigación cualitativa, también denominada
naturalista e interpretativa, se pretende examinar profunda, detallada, exhaustiva y
minuciosamente la cualidad de los fenómenos de interés, tales como: situaciones,
acontecimientos, actividades, interacciones sociales, vida afectiva e, incluso,
pensamientos (Lucca & Berrios, 2003).
La investigación cualitativa conlleva un acercamiento subjetivo que permite
describir las experiencias de la vida, concediéndoles significado. De acuerdo con el
enfoque cualitativo, no existe una realidad única. Por el contrario, cada individuo
construye su realidad humana, basada en sus propias percepciones. Por lo tanto, la
investigación cualitativa tiene como objetivo comprender las vivencias humanas,
mediante la descripción e interpretación de los significados que los seres humanos le
atribuyen a tales vivencias.
De forma particular, esta investigación cualitativa es de carácter
fenomenológico. La fenomenología es un principio metodológico cuyo propósito es
describir los fenómenos mismos y analizar la experiencia humana (Docel, s.f.),
51
acentuando la manera en la que el fenómeno se revela en sí a la persona que lo está
experimentando. Según los principios fenomenológicos, para comprender a los seres
humanos, se requiere estudiar ampliamente el interior de su experiencia subjetiva,
enmarcándola en el contexto histórico-socio-temporal en el que ocurre.
Aludiendo a los principios de la investigación cualitativa, de carácter
fenomenológico, el presente estudio tuvo como propósito identificar, conocer, examinar
y comprender en profundidad el significado de las experiencias e impacto que generó el
descubrimiento de la paternidad fraudulenta en un hombre puertorriqueño, según su
apreciación. En otras palabras, se pretendió capturar este fenómeno, analizando tal
experiencia, a partir de la cosmovisión del participante, es decir, desde su propia
historia y marco de referencia.
Muestra o Participantes
En la investigación cualitativa, la muestra está constituida por grupos de personas,
eventos o comunidades a partir de la cual se recolecta la información inherente al estudio
propuesto, sin que necesariamente sea representativo del universo o población
(Hernández- Sampieri et al., 2006). Para participar de este estudio, se plantearon como
criterios de inclusión o elegibilidad ser hombre puertorriqueño, mayor de 21 años y que
hubiese experimentado el descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Se obtuvo una
muestra de un sujeto, quien cumplió con las características antes mencionadas.
Para llevar a cabo la investigación, se utilizó la muestra no probabilística, también
denominada dirigida. En este tipo de muestra, la selección de los elementos participantes
no depende de la probabilidad sino de las particularidades de la investigación
(Hernández-Sampieri et al., 2006). Siendo así, la muestra no probabilística es menos
52
rigurosa por no ser representativa de la población. Esta falta de representatividad plantea
limitaciones si se pretenden generalizar los hallazgos del estudio.
No obstante, las investigaciones cualitativas no siempre procuran generalizar, de
manera probabilística, los resultados de una muestra a una población. Este es el caso del
presente estudio. Esta investigación no tuvo como finalidad generalizar
probabilísticamente los hallazgos obtenidos a partir de la muestra estudiada. Más bien,
pretendió describir, según la óptica del participante, la experiencia de descubrir la
paternidad fraudulenta.
Muestreo. Para fines de esta investigación, se empleó el muestreo por
conveniencia, también llamado intencional. A través del muestreo por conveniencia, se
eligió una muestra accesible a la investigadora, en este caso un hombre puertorriqueño,
mayor de 21 años, que experimentó el descubrimiento de la paternidad fraudulenta y
deseó participar del estudio.
Técnicas de Recolección de Datos
Como técnica principal para recolectar los datos, se llevó a cabo una entrevista en
profundidad. En palabras de Lucca y Berrios (2003), la entrevista es una estrategia
metodológica para recopilar información que permite inquirir acerca de un tema de
interés. Se ha mencionado que la entrevista ejemplifica un evento hablado donde el
discurso es construido por los entrevistadores y entrevistados (Misheler, 1986, citado en
Lucca & Berrios, 2003).
En términos más sencillos, la entrevista permite recolectar datos de modo
detallado y profundo, ya que el individuo que informa se expresa o comparte verbalmente
todo aquello que concierne a un tema específico o evento de vida (Lucca & Berrios,
53
2003). De manera particular, este sujeto se expresa en torno a las acciones, actitudes,
opiniones, pensamientos, percepciones y sentimientos relacionados al fenómeno social
bajo estudio.
Entrevista fenomenológica: A través de la entrevista fenomenológica, se intenta
examinar extensa y ampliamente las experiencias y las diversas formas en las que los
individuos desarrollan nociones o conceptos acerca de lo que les rodea (Lucca & Berrios,
2003). En este tipo de entrevista, suelen realizarse preguntas abiertas sin un orden
predeterminado. Esta práctica permite mayor espontaneidad y flexibilidad en el
desarrollo del intercambio verbal. De esta forma, se genera una gran cantidad de datos, es
decir, riqueza de información.
Para cumplir con el propósito de esta investigación, se realizó una entrevista
enmarcada en el enfoque fenomenológico. Con el fin de conducir dicha entrevista, se
hizo uso de una guía. Este documento, de carácter orientativo, es descrito a continuación.
Guía de la entrevista fenomenológica: La guía para la entrevista
fenomenológica estuvo compuesta por varias partes. La primera fase
integró una introducción en la que se hizo alusión al propósito de la
entrevista y confidencialidad del proceso investigativo. En la segunda
parte, se establecieron varias preguntas concernientes a datos
sociodemográficos, tales como: edad, lugar de nacimiento, zona de
residencia, estado civil, núcleo de convivencia (con una pareja, con los
padres, solo, etc.), nivel de estudios, situación laboral, religión y
orientación sexual. En la tercera sección, se incluyeron cuestionamientos
propios al propósito de la investigación, entiéndase, identificar y
54
comprender el posible impacto que genera el descubrimiento de la
paternidad fraudulenta en hombres puertorriqueños.
Como parte final de la entrevista, se auscultó el sentir del sujeto respecto al
proceso completado. Igualmente, se ofreció el debido agradecimiento por la participación
en el estudio.
Análisis de los Datos
Los diseños de investigación cualitativa representan un cuerpo de conocimientos
que producen datos o información de naturaleza visual, textual o narrativa. Estos datos
son interpretados a través de diversos procedimientos, como el análisis del discurso. Para
propósitos de examinar la información obtenida mediante este estudio, se hizo referencia
al análisis del discurso foucaultiano.
El discurso se ha definido de diversas maneras. Para Foucault, por ejemplo, la
alocución, configurada como discurso, está constituida por un conjunto de secuencias de
signos, entiéndase enunciados (Castro, 2004).
Los discursos pueden ser identificados a través de los textos. Los textos
representan cualquier comunicación, bien sea de naturaleza escrita o verbal (Lucca &
Berrios, 2009). Para esta investigación, se recurrió a la comunicación verbal u oral,
originada a partir de la entrevista fenomenológica. Con el fin de examinar este tipo de
texto, la entrevista fue transcrita al verbatim, compréndase en su totalidad, palabra a
palabra.
Como se sugiere, el texto implica el uso del lenguaje. El lenguaje constituye un
sistema de signos o cualquier otra representación simbólica (Foucault, 1988). El lenguaje
cumple varias funciones, a saber: referencial (informativa), epistémica (interpretativa) y
55
creativa (generativa) (Echeverría 2003, citado en Santander, 2011).
La función referencial implica que el lenguaje se utiliza como instrumento de
comunicación entre los seres humanos, es decir, como vehículo para expresar y reflejar
palabras e ideas. Dicho de otro modo, el lenguaje se emplea para responder interrogantes
y/o transmitir cualquier información en relación a actitudes, decisiones, emociones,
necesidades, pensamientos, preferencias y/o preocupaciones.
La función epistémica, en cambio, radica en producir conocimiento, crear nuevos
juicios e interpretaciones de los fenómenos, trascendiendo el sólo hecho de expresar las
ideas de otros. La actividad creativa, por su lado, consiste en hacer uso del lenguaje para
fantasear o imaginar.
En adición a las funciones antes descritas, para los adeptos del análisis del
discurso foucaultiano, el lenguaje representa un elemento que participa e interviene, de
forma directa, en la constitución de la realidad social (Santander, 2011). Por tanto, el
análisis del discurso supone comprender la vida social y las interacciones humanas, a
través del examen de la comunicación, entendida como texto social (Lucca & Berrios,
2009).
En resumen, el lenguaje permite conocer el texto a través del cual se origina el
discurso. A su vez, el discurso permite que el sujeto reproduzca su propia perspectiva del
mundo. De esta manera, el análisis del discurso no sólo refleja ciertos elementos que
conciernen propiamente al sujeto hablante (es decir, a sus intencionalidades), sino que
revela posibles mecanismos relacionados con el orden y vida social de dicho individuo.
El análisis del discurso posibilita, además, auscultar la posición que el sujeto asume a
través de sus enunciados. Esta posición podría denotar su identidad personal y/o social.
56
Mediante el discurso, el (la) hablante se posiciona como sujeto y/u objeto en relación a
otros individuos y/o acciones. En ese sentido, el discurso puede posicionar al (a la)
hablante o, bien, el (la) hablante puede posicionarse como sujeto del discurso.
Si el discurso lo (a) posiciona, el (la) hablante es sometido (a) por determinadas
instancias lingüísticas. En cambio, cuando el (la) hablante se posiciona como sujeto del
discurso, puede formular enunciados que le hacen posible lograr ciertos objetivos, tales
como: acusar, alabar, criticar, cuestionar, defender, denunciar, enjuiciar, justificar y/o
negar. Estos propósitos de la narrativa se conocen como la función del discurso.
En esta investigación fue viable utilizar el análisis del discurso como estrategia pertinente
para auscultar los datos obtenidos a través de la entrevista realizada.
Categorías de análisis
Con el fin de llevar a cabo el análisis del discurso, Foucault ha propuesto
establecer vínculos entre las unidades examinadas a través de los enunciados lingüísticos.
Al examinar los textos, se considera que la unidad de los discursos se establece a partir de
la forma y tipo de encadenamiento, así como de la permanencia de determinados
conceptos (Castro, 2004). Para propósitos de esta investigación, se consideraron varias
unidades de análisis, tales como: relaciones, episodios y significados. Las relaciones se
organizan mediante diadas que forman un lazo social, cuyo desarrollo e intensidad son
estudiadas bajo la perspectiva cualitativa (Hernández-Sampieri et al., 2006). A partir de
la narración del sujeto, se estudió la diada hombre-mujer, entiéndase la relación entre el
participante y la expareja, así como la diada padre- hija, léase el vínculo entre el
entrevistado y la niña que creyó era su descendiente biológica.
Los episodios constituyen eventos dramáticos y emotivos que trascienden la vida
57
rutinaria (Hernández-Sampieri et al., 2006). En esta investigación, el episodio de mayor
relevancia fue ejemplificado por la vivencia de descubrir la paternidad fraudulenta.
Finalmente, los significados representan referentes lingüísticos utilizados por los seres
humanos con el objetivo de aludir a la vida social (Hernández-Sampieri et al., 2006). Los
significados, como las definiciones pueden ser descritos, interpretados e, incluso,
justificados. Por ende, representan un elemento de particular importancia para el análisis
cualitativo. En este caso, se hizo el examen de tal unidad, considerando los significados
que el participante le atribuyó a nociones, tales como: relaciones de pareja, paternidad y
descubrimiento de la paternidad fraudulenta.
A partir de las unidades examinadas, se identificaron varias categorías de análisis.
Las categorías emergentes se organizaron bajo los siguientes temas: valoración de las
relaciones de pareja, concepto de familia, importancia de la paternidad, descubrimiento
de la paternidad fraudulenta interpretado como una situación “fuerte,” apreciación de sí
mismo (autoestima), influencia social y manejo del impacto del descubrimiento de la
paternidad fraudulenta.
Procedimiento
Con el fin de iniciar la presente investigación, se obtuvo la aprobación de la Junta
para la Protección de Seres Humanos en la Investigación (IRB) de la Universidad del
Turabo. Una vez se logró dicha autorización, se procedió a realizar las gestiones
pertinentes para identificar y reclutar a los posibles participantes. Este proceso implicó la
preparación de una hoja informativa acerca de la investigación, la cual incluyó persona y
teléfonos contacto. Dicha hoja fue posteada a partir de enero, en el tablón de anuncios
(“bulletin board”) de la Universidad del Turabo.
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Una vez completado el proceso sobre la identificación y reclutamiento del posible
participante, se dio inicio a la primera reunión. Esta tuvo el propósito de presentarle y
explicarle los documentos ético-legales pertinentes a la investigación propuesta. Respecto
a estos documentos, se le informó sobre diversos aspectos, tales como: voluntariedad del
proceso, confidencialidad de los resultados, así como los objetivos, instrumentos, riesgos
y beneficios de la investigación.
Como parte de los riesgos psicológicos derivados de la participación en este
estudio, se mencionó la posibilidad de que pudiera experimentar tensión, incomodidad
y/o malestar al exponer información sobre asuntos de naturaleza privada (íntimos). Sobre
los beneficios potenciales, se le indicó que la entrevista podría constituir un proceso que
favoreciera la reflexión sobre varios aspectos importantes de su vida personal.
Se corroboró el entendimiento de tales condiciones y de la naturaleza de la
investigación. Se le proveyó el espacio para que analizara si deseaba ser partícipe del
estudio. Luego de que el sujeto accedió a ser parte de la investigación, se procedió a
discutir y obtener la firma que corresponde a la Hoja de Consentimiento. La Hoja de
Consentimiento es el documento a través del cual el sujeto interesado voluntariamente
consintió a participar del estudio y a audio-grabar la entrevista. A tono con las
disposiciones del IRB, se le ofreció una copia de dicho documento. Sin embargo, el
sujeto declinó conservar una copia de la hoja antes referida.
Posteriormente, se citó al participante con el fin de iniciar el proceso de entrevista
correspondiente. La entrevista presencial se llevó a cabo durante el mes de marzo. Antes
de comenzar, se le recordó al sujeto que la entrevista sería audio-grabada. Por ello, se le
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sugirió que, al referirse o hablar sobre él o alguna otra persona, debía omitir nombres. Se
le reiteró, además, que la información recogida durante la conversación sería
estrictamente confidencial.
La entrevista tuvo una duración aproximada de 120 minutos. En primera lugar, se
realizaron las preguntas propias a la entrevista fenomenológica. Al finalizar, se clarificó
la información obtenida con el propósito de eliminar cualquier malentendido que pudo
haber surgido a partir del intercambio verbal.
Para analizar los datos, la entrevista fue grabada a través de audio, de manera que,
posteriormente, fue transcrita al verbatim, entiéndase en su totalidad. Con respecto a ello,
cabe indicar que, al exponer los resultados de la investigación, se utilizaron los vocablos
entrevistado, informante, sujeto, hablante, individuo y hombre para proteger la identidad
del participante. Las narraciones obtenidas fueron examinadas según el análisis del
discurso foucaultiano.
Finalmente, cabe mencionar que, durante el proceso investigativo, no se
identificaron eventos adversos y/o problemas inesperados. Por lo tanto, no fue necesario
activar ningún protocolo para el manejo de los mismos.
En el próximo capítulo, se muestran los resultados de la entrevista realizada
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CAPÍTULO IV
RESULTADOS
Para presentar los resultados obtenidos a partir de la entrevista realizada, se
exponen, en primer lugar, las características sociodemográficas que describen al
participante de esta investigación. Posteriormente, se hace alusión a la información
surgida a través de la entrevista fenomenológica. Con respecto a ello, se muestran
fragmentos íntegros de la narración elaborada por el entrevistado. La integración de estas
secciones le permitirá al (a la) lector (a) profundizar en la vivencia del sujeto hablante,
una vez descubre la paternidad fraudulenta.
Descripción del Participante: Datos Sociodemográficos
En la investigación participó un hombre puertorriqueño que experimentó el
descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Al momento de llevarse a cabo el estudio, el
informante contaba con 24 años de edad. Este nació y reside en un municipio de la región
central del país.
El participante se define como una persona heterosexual. Es soltero y vive solo.
Al momento de la entrevista, el sujeto indicó no haber procreado hijos biológicos.
A nivel educativo, señaló haber completado su cuarto año de escuela superior, donde
culminó un curso técnico sobre hojalatería y pintura. Desde hace aproximadamente
cuatro años, se desempeña como preparador de autos en un concesionario, ubicado en la
misma zona de su residencia. En términos de religión, el individuo señaló que se
identifica con la religión católica.
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Impacto del Descubrimiento de la Paternidad Fraudulenta
A partir del examen de los datos obtenidos mediante la entrevista, emergieron las
siguientes categorías de análisis: valoración de las relaciones de pareja, concepto de
familia, importancia de la paternidad, descubrimiento de la paternidad fraudulenta
interpretado como una situación “fuerte,” apreciación de sí mismo (autoestima),
influencia social y manejo del impacto del descubrimiento de la paternidad fraudulenta.
Valoración de las relaciones de pareja. Sobre los vínculos de pareja, el sujeto
hablante indicó que sostuvo, por cinco años, una relación de convivencia con la fémina
con la que creyó haber procreado una hija. El individuo describió su relación como una
unión no tan buena, caracterizada por la falta de comunicación. En la siguiente lectura,
este hombre rememora el significado que tuvo tal relación afectiva.
“No era tan buena. Pues, ¿qué te digo? Las cosas eran no sé, como diferente …
(silencio). No había buena comunicación ni ná’… (silencio). Y siempre estaba
trabajando. Nunca sabía que estaba haciendo ella ni ná’”.
De la conversación se desprende que, para el participante, la relación que sostuvo
con la expareja fue una experiencia que le generaba sensaciones de bienestar y malestar.
Al abundar sobre estas cuestiones, enunció:
“Me sentía, a veces me sentía bien y a veces me sentía mal. Bueno, cuando me
sentía bien era porque pensaba que las cosas estaban bien. Pero después fui
cayendo en cuenta que las cosas no estaban bien”.
A continuación, el entrevistado explicó por qué, según su marco de referencia, la
relación con la pareja anterior no estaba bien. Sobre estos asuntos, aludió a una alegada
falta de apoyo y fidelidad por parte de la fémina. Así se registra en la siguiente cita.
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“Bueno, yo estaba enamorado, porque pensaba que era una persona diferente
(refiriéndose a la pasada pareja), pero al transcurrir el tiempo, pues fui abriendo
los ojos y vi que no. Caí en cuenta que no, que no era la persona que yo pensaba.
Que me iba a ser fiel, que buena conmigo, me apoyara y nada, que tuviera buena
comunicación entre nosotros. Este, ya me había entera’o de unas cosas que habían
pasado… De que me fue infiel varias veces”.
En la siguiente descripción, el participante reseña la forma en la que, desde el
inicio de la relación afectiva, descubrió cierta conducta infiel de la expareja. Según se
desprende de la entrevista, el individuo esperaba fidelidad de esta fémina. A pesar de
tales expectativas, cuando descubrió lo contrario, optó por perdonar las acciones infieles
de esta pareja.
“Al principio de la relación, cuando, al principio de la relación, cuando también
yo me enteré por unos, por unas amigas de ella que me había sido infiel. Y yo
pues traté de, estaba enamorado, traté de perdonarla, pero después vi que seguía y
seguía con lo mismo y uno se cansa”.
En el próximo texto, el entrevistado pareció reflexionar que el acto de perdonar las
acciones infieles de la expareja, con el fin de mejorar la relación sentimental,
aparentemente no cambió la situación.
“Nada, le di par de oportunidades y para ver si mejoraba la relación pero no, no
mejoró. Este, bueno, como le di par. Yo duré cinco años con ella. Yo creo que en
esos cinco años como un añito le di par de oportunidades. Para nada”.
Cabe destacar que, a pesar de las alegadas condiciones que caracterizaban la relación
sentimental, el sujeto reveló que, junto a la pareja anterior, deseaba tener una familia. En
63
ese sentido, anhelaba procrear un (a) hijo (a) con esta fémina. Debido a este deseo,
divulgó que creer que se convertiría en padre le produjo gran felicidad.
Una vez recibió información que le hizo sospechar que la niña que creía su hija
biológica era producto de un acto infiel de la expareja, este hombre pareció considerar
que mientras él actuaba bien, su expareja no. En su lenguaje, apuntó:
“Es fuerte, porque pensé, ¡coño!, uno brega bien y esta, ya tú sabes, haciendo eso
y no. En verdad, pensé que era una cualquiera”.
Según su percepción, sospechar que el acto infiel de la expareja estaba implicado
directamente en la atribución de una paternidad que no era suya, resultó ser una
experiencia fuerte. De hecho, se aprecia que, en esta declaración, el sujeto hace
referencia a términos que, de acuerdo al contexto de la oración, pudieran resultar
peyorativos o soeces, como, por ejemplo, coño y cualquiera. El énfasis en estos vocablos
parece avalar la intensidad del malestar provocado por esta situación.
El informante fue parco al revelar las emociones experimentadas cuando se le
advirtió acerca de la presunta infidelidad sexual directamente implicada en la atribución
de una paternidad que no le correspondía. Se circunscribió a afirmar que el engaño le
produjo molestia. En cuanto a ello, aseguró:
“Me molesté, estuve molesto y me trataron de calmarme, me pudieron calmar”.
A pesar de la aparente molestia generada por dicho engaño, el participante intentó
mantener la relación sentimental. No obstante, según se desprende de su alocución, las
dudas le generaron tal incomodidad que decidió finalizar el vínculo afectivo. Respecto a
ello, aclaró:
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“Pensó que las cosas iban a ser como antes (refiriéndose a la pasada pareja). Y yo
le dije que, traté, como te dije, de darle la oportunidad, pero no me sentía
cómodo… Traté de darle una oportunidad, pero no podía. No pude… Y en verdad
que no... No pude, porque no me sentía cómodo. Por todas las cosas que ella me
hizo. Ya las sabía. Que me fui [sic] infiel con varias personas”.
El sujeto prosiguió explicando cómo finalizó definitivamente su relación de
pareja. De esta situación declaró que propició una separación física entre él y la expareja.
Posterior a ello, según narró, dejó de amar a la fémina en cuestión. Respecto a tales
hechos, expresó:
“Tuve par, varios días ná’ más. No fue mucho. No pude. Le dije a ella que se
fuera para la casa de su mamá y yo me fui para la casa de mi mamá. Después de
ahí, no. En verdad, mi amor como que, que se fue por ella”.
En el próximo fragmento, el sujeto hablante expone cuál es su percepción actual
acerca de las relaciones de pareja. Sobre ello, se advierte que, para el entrevistado, una
relación de pareja debe estar basada en el apoyo, la comunicación y la fidelidad.
“De verdad hay que, las parejas tienen que apoyarse en todo y hablarse claro
desde el principio. Y no vale la pena uno estar pendiente a otra persona si lo
tienes todo con una, ¿para qué buscar algo afuera? Y lo mismo que tiene la otra
persona lo tiene tu espo.., tu pareja. Y si estás, tienes buena relación, no la dañes
con tu pareja”.
Al reflexionar sobre la fidelidad e infidelidad, el informante consideró que la
conducta infiel pudiera provocar la pérdida de la pareja. Por tanto, según comunicó,
desaprueba el comportamiento infiel, bien sea cometido por una mujer o un hombre. Su
65
verbalización se inscribe en la siguiente alocución.
“En verdad que, no hay que, si tú amas a tu pareja, pues hay que quedarse
tranquilo. (Pausa corta). Porque uno la puede perder si de verdad uno está
enamorado y, este, si está enamora’o de verdad pues no. No. Por lo menos a mí no
me gustaría perder a esa persona por un error (refiriéndose a una infidelidad) que
uno comete”.
En el siguiente apartado, se presenta la apreciación del concepto de familia.
Concepto de familia. Según su narrativa, al iniciar la relación sentimental, el
participante había decidido formar una familia con la expareja. De acuerdo con el relato,
el entrevistado asoció sus expectativas de la familia con nociones de felicidad y buena
comunicación. Tal y como expresó, esperaba:
“Bueno, tener felicidad, en la pareja, el bebe, uno mismo. Buena comunicación,
como te dije, este, como dicen por ahí, que todo fuera color de rosa, pero no es
así”.
En este fragmento se hace alusión a la idealización de la familia. La idealización
de la familia, compuesta por la pareja y los (as) hijos (as), se refleja en el anhelo de que
“todo fuera color de rosa”. Esta frase pudiera denotar la pretensión de construir una
familia caracterizada, por ejemplo, por la alegría, armonía, tranquilidad y bienestar. En la
parte final de este texto, se distingue, no obstante, un pequeño evento hablado a través del
cual el informante pareció concluir que el deseo de conformar una familia “color de rosa”
no era posible.
Una vez expuestos los resultados concernientes al concepto de familia, se dispone
del siguiente espacio para inscribir el tema de la paternidad.
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Importancia de la paternidad: Previo a descubrir el engaño sobre su alegada
paternidad biológica, el participante consideraba que la paternidad implicaba criar a los
(as) hijos (as) con el fin de enseñarles valores y responsabilidad. Sobre ello, refirió:
“…hay que ser un buen padre y criar bien a sus hijos. Según tus papás te crían, tú
tienes que enseñar lo mismo. Y, ehh, echar hacia adelante a sus hijos. Enseñarle
buenos valores, que sean responsables y que, luchar por lo que uno quiere”.
Al indagar sobre la relación paternal que mantenía con la niña que pensaba era su
hija biológica, el informante declaró que dicho vínculo era súper bueno. De forma
particular, asoció la relación afectiva con elementos de cuidado y tiempo compartido con
la menor. En el próximo texto se anota tal recuerdo.
“Súper. Súper buena (refiriéndose a la relación que mantenía con la niña). Bueno,
yo la cuidaba, le hacía todo, todo. Yo pasaba el mayor tiempo con, con la nena”.
Sobre su vivencia como papá, el sujeto precisó que, después de dos años del
nacimiento de la niña, tuvo conocimiento de que él no era el padre biológico. A pesar de
ello, en ese momento, deseaba continuar relacionándose con quien creyó era su
descendiente. De hecho, actualmente, sostiene cierto tipo de contacto afectivo con esta
pequeña. En el testimonio que aparece a continuación se hace constar que la expareja
lleva a la menor hasta la residencia de la madre del individuo, lugar donde éste comparte
con la criatura.
“Y todavía, tengo, la mamá la lleva a casa de mi, de mi madre. Y yo veo a la niña
y to’. Y tengo buena relación con la bebé. Y le brindo mi amor y cariño. Viste,
porque la nena no tiene la culpa”.
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En la pasada exposición, el sujeto hablante reconoce que la menor no era
responsable por la situación, refiriéndose al engaño sobre su no-paternidad biológica. Por
ende, consideraba innecesario interrumpir el vínculo filial con la niña. Más aún, este
hombre, según su relato, decidió mantener la relación debido a que había desarrollado un
sentimiento de cariño, cercanía y compromiso hacia la pequeña. Igualmente, afirmó
experimentar la sensación de que la infante necesita amor de padre. Estas impresiones
fueron plasmadas en las siguientes reflexiones.
“… uno está ilusionado cuando uno ve, por lo menos yo estuve en el nacimiento
de la criatura, le celebré el primer añito y ¡es fuerte! porque uno le coge cariño al
bebé”.
“Lo único que pensaba era cómo, la nena, cuando se enterara (refiriéndose a
conocer que él no era el padre biológico) y que no me gustaría que pasara
necesidad, ni ná’ de eso, porque yo le cogí mucho cariño”.
“Como que a la nena le hace falta, como ese amor de padre. Y como me siento
feliz, como sé que yo se lo estoy dando, pues me siento feliz también a la vez”.
En otras líneas, el informante comentó que, después de dos años de no convivir juntos, la
niña lo quiere y continúa llamándole papá. Así se inscribe en la siguiente lectura.
“La nena me quiere mucho y todo. Todavía me dice hasta papá. A veces me
siento medio extraño, pero me siento bien, porque yo no le niego el cariño a la
nena. Me siento raro. Me siento raro, porque acuérdate que uno, como persona
adulta, está consciente de que uno no es el padre. Pero la nena no lo sabe”.
En la pasada alocución, el participante manifiesta que, cuando la niña le llama
papá, se siente extraño. Al indagar sobre las emociones que le provocaba este hecho, este
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hombre relató sentirse triste y feliz. Tales respuestas emocionales fueron desveladas a
través de la siguiente retórica.
“Me siento, a veces me siento triste, porque digo en mi mente la nena no sabe,
cuando se entere, si, que yo no soy su papá. Pero a veces me siento feliz, porque
la veo a ella feliz, este cuando juega conmigo”.
Luego de descubrir la paternidad fraudulenta, el entrevistado asocia la paternidad
con bienestar y sensaciones hermosas. El haber sido engañado respecto a este asunto, no
alteró la manera en la que el individuo concebía la paternidad. Según la construcción de
este significado, tanto antes como después del incidente, para él, convertirse en padre
equivale a experimentar emociones gratas. De forma particular, se destaca que, cuando el
sujeto creyó que sería padre, se sintió dichoso. Incluso cuando al momento de completar
el estudio este hombre no ha tenido hijos (as) biológicos (as), confesó que le agradaría
tener la oportunidad de convertirse en padre. Este deseo se percibe en la siguiente
explicación.
“Que ser papá es algo súper, bonito y me gustaría en cualquier momento de la
vida de ser padre otra vez. Porque fui padre en el transcurso de tiempo de dos
años y me considero papá porque fui, yo crié, como quien dice, crié a la niña esos
dos años”.
En el pasado texto, el participante admite que le agradaría ser padre otra vez. Por
ende, queda asentado que, a pesar de conocer sobre la no-paternidad biológica, este
hombre continúa sintiéndose padre de la niña con quien, actualmente, mantiene una
relación filial.
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A continuación se destacan las implicaciones generadas a partir del
descubrimiento de la paternidad fraudulenta.
Descubrimiento de la paternidad fraudulenta (interpretado como una situación
“fuerte”). Antes de referirse al descubrimiento de la paternidad fraudulenta, el sujeto
hablante recordó cómo se sintió al creer que se convertiría en padre. Según reveló, en ese
momento, sintió dicha y emoción. En sus términos, interpretó haberse sentido:
“¡Súper feliz! Fue una experiencia, bueno, súper feliz, porque en ese momento
uno se siente, como que ¡diantre, voy a ser papá! Se siente uno bien emociona’o”.
Al evocar el momento en el que creyó que se convertiría en padre, el individuo
mostró signos gestuales que denotaron emoción, entusiasmo e, incluso, cierta
efervescencia. Mientras articulaba su respuesta, el hombre sonreía y comenzó a repicar la
mesa (ubicada en el lugar de la entrevista) como si ésta fuera un tambor. Así pues, sus
manifestaciones no verbales coinciden con la referencia textual.
Sin sospechar acerca de su no-paternidad biológica, el informante mantuvo una
relación filial con su supuesta hija por espacio de dos años. Al cabo de ese término de
tiempo, se le advirtió que su alegada hija biológica era producto de una infidelidad sexual
de la expareja. La próxima narración hace alusión a este episodio.
“Cuando yo me enteré lo de la nena fue porque me lo dijeron unos amigos. Una
pareja de amigos que ella (refiriéndose a la expareja) le contaba todo a la
muchacha y la muchacha se lo contaba al esposo y el esposo me dijo que tenía
que decirme algo porque no se atrevía mirarme a los ojos porque él sabía que yo
era una persona, una clase de persona buena. Y él me contó”.
70
Según se desprende de la entrevista, en ese momento el sujeto lloró. Igualmente,
refirió haberse sentido triste y molesto. La siguiente cita describe esta vivencia.
“Me molesté. Me molesté. Lloré, porque a todas estas yo pensaba que la nena era
mía. Me puse triste. ¡Ehh, ná’! Este me puse triste, lloré. Estaba triste, porque yo
estuve en el nacimiento, baby shower, todo. La críe dos años”.
En sus exposiciones, el entrevistado puntualiza que el descubrimiento de la
paternidad fraudulenta surgió específicamente a raíz de una asesoría legal. En dicha
consultoría, la jurista le recomendó efectuar una prueba de ADN, con el propósito de
establecer o descartar la paternidad biológica. En el siguiente fragmento, se detallan los
pormenores de esta intervención.
“Lo que pasó fue que primero ella (refiriéndose a la expareja) me, me metieron al
Tribunal para pasar pensión y yo fui a donde mi abogada. Me orienté. Y la
abogada me dijo que le explicara mi, mi problema. Le, le expliqué mi problema y
nada la abogada, me orienté [sic] y me dijo que, que ella ya había pasa’o par, par
de casos así. Que era mejor que confrontáramos con una prueba de ADN. Y tomé
el atrevimiento de comprar una prueba de ADN, sin el consentimiento de la
madre, con mi consentimiento. Y se la hice a la nena, me la hice a mí y la envié a
Estados Unidos”.
La descripción sobre el empleo de la prueba de ADN como medio para
corroborar o descartar la paternidad biológica fue particularmente amplia. En la próxima
narrativa, el participante detalla el lugar donde accedió a la prueba de ADN, el proceso de
extracción de las muestras y las particularidades para obtener los resultados.
71
“En la farmacia (hizo referencia a una mega-farmacia del país) te dan la opción, si
tú no tienes el dinero para hacer la de sangre, te dan la opción tú compras una
prueba de ADN de saliva. Y te haces la prueba, lo hechas en un sobrecito
desinfectado y todo, el de uno y el de la bebé y lo envías a Estados Unidos con un
giro de 160 dólares y en una semana te envían los resultados. Pero tienes que
poner tu información, tu nombre, todo, tu e-mail, por correo, por donde tú quieres
que te lleguen. Coges el quiutex, tienes que coger saliva por 30 segundos, lo
metes en una bolsita ziploc desinfectada y, por igual, lo de la nena y allá los
comparan y te dicen si es compatible o no”.
En su retórica, el sujeto hablante destaca que permaneció escéptico ante la
posibilidad de corroborar, a través de la prueba de ADN, que no era el padre biológico de
la niña que creía era su hija.
“No creía, no creía hasta que con la prueba pues ahí fue que, porque la nena
también tenía muchas facciones que se parecía a mí”.
Según el análisis de la prueba de ADN, la probabilidad de paternidad entre el
entrevistado y su alegada hija fue de 0%. Por ende, fue excluido como padre biológico de
la menor. Sobre estos asuntos, verbalizó:
“En los resultados, pues, salió que negativo, cero por ciento”.
Luego de conocer los resultados de la prueba de paternidad, el individuo confesó haber
experimentado mayor tristeza. Este tipo de reacción emocional se revela en la siguiente
narración.
“Y cuando llegaron las pruebas, pues ahí supe que no, que era, fue negativo y ahí
sí que me puse más triste todavía”.
72
Antes de descubrir la paternidad fraudulenta, el participante había desarrollado
unos lazos de afecto y cariño con la niña. Este tipo de nexo filial le provocaba ilusión. De
acuerdo con los datos textuales, tras descubrir la paternidad fraudulenta, se mostró,
inicialmente, incrédulo.
Eventualmente, se sintió molesto y triste. Desde su experiencia, el sujeto hablante
interpretó el descubrimiento de la paternidad fraudulenta como una situación fuerte. Esto
se refleja en el próximo relato, mismo que, de hecho, se inició con un prolongado
silencio.
“Como te dije, fue fuerte. Porque uno no se espera, uno está ilusionado cuando
uno ve, por lo menos yo estuve en el nacimiento de la criatura, le celebré el
primer añito y ¡es fuerte! porque uno le coge cariño al bebé. Y uno se siente con
un nivel de autoestima súper alto, como que dice ¡diantre tengo que velar ahora
por mí y por mi hijo y tengo que echar hacia adelante! Y cuando te enteras, pues
uno se siente como, como que, por lo menos yo me molesté y dije que yo no, al
principio no creí”.
Luego de concretar estas impresiones, el entrevistado continuó argumentando
que su madre y hermana menor fueron las personas que más se afectaron tras el
descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Al abundar sobre esta percepción, el
participante expuso:
“Porque, porque ella (refiriéndose a su madre) pasó el proceso conmigo, desde la
cri…, este me ayudaba con la nena desde chiquita. Y entiendo que es algo fuerte
cuando lo, uno se entera. Y entiendo que mi mamá y mi hermanita, las dos,
porque le cogieron mucho cariño a la nena. La mayor parte del tiempo la nena
73
estaba conmigo y yo me pasaba en casa de mi mamá para que compartieran con la
bebé”.
A través del dialogo, el sujeto hablante señaló que su madre continúa
considerando a la niña en cuestión como su legitima nieta. Sobre lo anterior, el individuo
manifestó que, en ocasiones, experimenta molestia, ya que entiende que su progenitora
no ha logrado superar que la menor no guarda relación genética con ella. En torno a estos
asuntos, concluyó:
“Ná’, a veces me molesta, porque, como que, mi mamá no ha superado que no es
su nieta. Y a veces trato de hablar con ella, y como que no salimos muy bien con
las conversaciones y, pero como te digo allá ellos”.
En la siguiente sección se registra cómo el descubrimiento de la paternidad
fraudulenta impactó el nivel de autoestima del sujeto hablante.
Apreciación de sí mismo (autoestima). La autoestima abarca la experiencia de
ser competente con el fin de enfrentarse a los desafíos y de ser merecedor de felicidad
(Branden, 1994; 2001). De acuerdo a los planteamientos de este autor, la autoestima
implica considerarse eficaz, confiar en la habilidad para pensar, aprender, elegir, tomar
decisiones, superar retos y provocar cambios. Para este psicoterapeuta, la autoestima
comprende, además, el auto-respeto.
Al momento de creer que se convertiría en padre, el informante, según su
experiencia personal, se sintió con un nivel de autoestima elevado. Tal sensación estaba
relacionada con la idea de asumir la responsabilidad por el bebé. Así se refleja en el
próximo relato.
74
“… uno está ilusionado cuando uno ve, por lo menos yo estuve en el nacimiento
de la criatura, le celebré el primer añito y ¡es fuerte! porque uno le coge cariño al
bebé. Y uno se siente con un nivel de autoestima súper alto, como que dice
¡diantre tengo que velar ahora por mí y por mi hijo y tengo que echar hacia
adelante!”
Sin embargo, como puede apreciarse en la próxima retórica, el descubrimiento de
la paternidad fraudulenta tuvo un impacto directo sobre la autoestima del entrevistado.
En relación a esta particularidad, mencionó que, tras el hecho en cuestión, su nivel de
autoestima bajó. Sobre estas experiencias, expuso:
(La autoestima) “pues baja, porque uno, uno dice diantre, uno, yo pensé que era
papá y no soy papá ná’. La realidad no es, no es de mi sangre, no es. Me sentí
bien raro y triste a la vez...”
En esta exposición, se advierte que el nivel de autoestima de este individuo
decayó luego de conocer sobre la ausencia de lazos sanguíneos entre él y la niña que
consideraba su hija biológica. Este hecho, según puntualizó, le generó tristeza, así como
una sensación de extrañeza. Acerca de sus sentimientos, comprendió:
“… me sentí, al principio, como te dije, estaba triste y tó’, pero uno tiene que
seguir hacia delante. No se puede estancar por, por un suceso que le pase. Tengo
que seguir hacia delante, no puedo dejar caer por nada y seguí hacia delante”.
El final del texto anterior alude a que este hombre experimentó una aparente
motivación para continuar con su vida. Si bien indicó sentirse triste tras conocer sobre su
no-paternidad biológica, sus expresiones reflejaron el deseo de enfrentar y superar tal
vivencia.
75
A continuación, se alude a cómo el grupo de pertenencia influyó en la manera en
la que el participante experimentó el descubrimiento de la paternidad fraudulenta (y la
confirmación de la infidelidad sexual de la expareja).
Influencia social
A través de su alocución, el entrevistado describió que su familia inmediata, al
igual que sus amigos, lo apoyaron en todo momento, una vez conocieron sobre el
descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Así se enfatiza en el siguiente segmento.
“Ehhh, mi mamá me apoyó. Yo vivía con ella, con mi madre y ella me apoyó. Mi
papá también que aunque no vivimos juntos, pero también me dio su apoyo”.
De otro lado, el informante conversó acerca de los comentarios que le hicieran sus
progenitores respecto a la paternidad fraudulenta. A pesar de la desaprobación de este
tipo de engaño, los progenitores promovieron que este individuo se sintiera tranquilo ante
la situación y que, igualmente, no albergara rencor o ideas vengativas contra la expareja.
Sobre ello, destacó:
“Y me, que eso no se hace, que lo que ella hizo estuvo mal. Me dijeron que me
estuviera tranquilo, que si ella tomó esas decisiones que eso ella lo hizo con
consentimiento de ella. Pero que estuviera tranquilo, que si yo sabía que estaba
bien en como yo había actuado, me quedara tranquilo. Que no tomara ningún tipo
de venganza, ni nada”.
Al igual que los progenitores, la mayoría de sus amigos aludieron a la calma
como forma de enfrentar la situación. Respecto a ello, comentó:
“Ná”, que cogiera yo las cosas con calma, que echara, que le demostrara a ella
que echara pa’ lante”.
76
Las lecturas anteriores reflejan que el sujeto hablante recibió el apoyo y la
atención de sus progenitores y la mayor parte de sus amigos. Por ello, se sintió calmado.
No obstante, este mismo hombre aseveró haber tenido que intervenir con algunas
amistades, quienes le propusieron causarle daño a la expareja. Al exponer tal vivencia,
subrayó:
“Nada. Los que me apoyaron pues, me sentí relax. Pero los que le querían hacer
daño, pues yo no soy, como te dije, no soy una persona vengativa ni ná’, pues. Yo
les decía que no, que se estuvieran tranquilos, que la dejaran tranquila, que yo
seguía con mi vida y ella con la de ella”.
De acuerdo con sus expresiones, este pequeño grupo de amistades estaba molesto
con la forma de proceder de la fémina en cuestión. A pesar de que, para el participante, el
engaño sobre la paternidad biológica le causó tristeza y molestia, no deseaba ocasionarle
daño a la mujer.
Estas ideas quedan plasmadas en la siguiente narración.
“Que, me dijeron que, algunos se molestaron, que eso no se hacía, que ella no era
mujer, y que era una cualquiera. Me dijeron para hacerle daño, pero yo no. Soy
una persona y no me gusta hacerle daño a nadie. Yo, en verdad, yo no le hago, no
me gusta hacerle daño a nadie. Allá arriba hay un Dios que se encargue de todo lo
que se hace acá abajo. Ellos me dijeron que estaba mal, porque me fue infiel y me
ocultó que, que la nena no era mía, en vez de hablar claro desde el principio
decirme que mira (dijo su nombre) este la nena no, no es tuya para que lo sepas.
Pero ella no, ella lo ocultó hasta que se supieron”.
77
Sobre la propuesta de este grupo de amistades, el participante indicó que no se
trataba de provocarle golpes, lesiones o heridas físicas a la expareja. En cambio, le
habían sugerido cometer daños a cierta propiedad material de la mujer, específicamente a
su automóvil. Respecto a ello, comentó:
“Querían que una persona…, que es un loquito me dijo para hacerle daño no a ella
físicamente, pero algo material de ella, que era el carro. Y yo le dije que no, que
se estuviera tranquilo, que allá arriba había un Dios que se encargara de ella.
Nada, que, que no todo es violencia y que se puede salir hacia adelante sin la
violencia y pensar las cosas bien antes de actuar”.
En esta retórica, el participante reiteró sus convicciones acerca de que Dios es el
ser que interviene directamente sobre los actos del ser humano. A través de su alocución,
pareciera sugerir que Dios es quien impone justicia sobre aquellas acciones humanas que
se consideran inapropiadas.
Como última sección en la presentación de los resultados, se hace referencia a la
forma en la que el sujeto hablante manejó el impacto ocasionado por el descubrimiento de
la paternidad fraudulenta.
Manejo del impacto del descubrimiento de la paternidad fraudulenta
Luego de haber descubierto la paternidad fraudulenta (implicado en la
confirmación de la infidelidad sexual de la expareja), el informante, por insistencia de su
madre, acudió a una entrevista con una profesional de la psicología. De acuerdo con el
participante, tras los hechos referidos, se sentía bien y entendía, según su apreciación, que
no necesitaba ninguna asistencia psicológica. Aun así, asistió a la cita programada.
Sobre estos hechos, mencionó:
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“Es que de verdad yo nunca solicité la ayuda. La que me quiso llevar fue mi
mamá y le dije mira en verdad yo no necesito ayuda porque yo estoy bien y la
primera cita me pegaron a entrevistar y esto y desde la segunda en adelante no
fui”.
Después de la primera visita con la psicóloga, el individuo desistió continuar
entrevistándose con ésta u otro profesional clínico. Acerca de su experiencia afirmó:
“Mi mamá me llegó a llevar. Pero, perdonando que tú estás estudiando esto y eso
viste. Pero las preguntas que me hacían eran como tan, preguntas ¡ah! que si tú te
has intenta’o suicidar, como que, yo sé qué tipo de persona que yo soy y me hacían
unas preguntas bien, que conmigo no tenían sentido. Y no, yo sé que eso es parte
del proceso de, de esa profesión. Pero como que, en verdad, le dije a mi mamá que
esto no es pa’ mí. Y no fui más ná’ a la cita. Me sentí, estaba tranquilo, normal,
pero como que no me, lo que me preguntaba, no me, como te pregunta, como que,
como dicen por ahí zánganas, como que no, como que no me cuadraba con lo que,
con lo que me pasaba. Y le dije a mi mamá que no quería ir más ná’ pa’ ‘llá’. Y no
fui más ná’”.
En el pasado texto, este hombre enfatiza que las preguntas realizadas, durante la
primera entrevista clínica, no se ajustaban a su situación de vida. Al indagar si en algún
momento refirió la experiencia que, de una u otra forma, lo hizo presentarse ante la
profesional en psicología, el sujeto subrayó que no se propició la oportunidad para ello.
Sobre estos asuntos, particularizó:
“No, porque me hizo las primeras preguntas como pa’ conocerse y después no fui
más ná’”.
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De forma explícita, el individuo describió que, durante el primer y único encuentro, la
relación que se estableció entre la psicóloga y él fue poco profesional. Sobre estos
aspectos, manifestó:
“De verdad es que, no tuve mucho, mucho contacto así con ella. Fue rápido y me
fui. Y ella me dijo que fuera a la otra cita y cuando me tocó la fecha de la otra
cita, pues no fui. Ella me entrevistó, pero no me preguntó nada de la situación que
me pasó. Me hizo preguntas normal, que si mi edad, mi nombre, que si me había
suicidado, intentado suicidar, cosas así y no me llegó a preguntar como tal de, de
la situación. Y como que no, le dije a mi ma’i que no me gustaba eso, que no
quería ir más ná’”.
En adición a lo anterior, el sujeto formuló que no se sintió muy cómodo con la
situación en la que se produjo el primer encuentro con la profesional. Sobre ello, hizo
referencia, en primer lugar, a un elemento físico de la oficina, a saber su amplitud.
Igualmente, aludió al hecho de que su madre se encontrara a su lado al momento en el
que la psicóloga realizaba la entrevista clínica. Asimismo, reiteró que, en ese momento,
entendía que no necesitaba ninguna ayuda para sobreponerse al descubrimiento de la
paternidad fraudulenta. Lo anterior se refleja en la siguiente narración.
“Como que en la oficina que estaba no me sentía cómodo. Era como que bien
pequeña. Y estaba mi mai al la’o mío. Y no, no me sentí cómodo. Me sentía como
que, como que abacora’o, como que estaba allí porque necesitaba ayuda, porque
la necesitaba. Y yo entendía que no necesitaba ayuda, que yo podía superarlo. Y
lo pude superar”.
De esta manera, el participante concluyó que haber asistido a consulta psicológica
80
no le agradó. En cambio, insistió en que superó sólo el impacto que pudo haber
ocasionado el descubrimiento de la paternidad fraudulenta.
Discusión de los Resultados
El propósito de esta investigación fue identificar y comprender el posible impacto
que genera el descubrimiento de la paternidad fraudulenta en hombres puertorriqueños.
Para ello, se realizó una entrevista fenomenológica con un sujeto. A partir de su narrativa,
se examinaron las posibles implicaciones psicológicas generadas a raíz del
descubrimiento de la paternidad fraudulenta. A la luz de estos resultados, se intentó
establecer una guía de intervención que pudiera ser utilizada por los (as) profesionales de
la psicología para tratar a hombres que hayan experimentado el descubrimiento de la
paternidad fraudulenta.
Apreciación de las Relaciones de Pareja, la Familia y la Paternidad
Valoración de las relaciones de pareja: La relación de pareja representa uno de
los vínculos interpersonales mediante los cuales los seres humanos pueden interactuar.
De forma particular, la relación de pareja está basada en el intercambio recíproco que
ambos integrantes de la diada le confieren al vínculo emocional.
Al hablar sobre la relación con la expareja, cabe señalar que se produjeron varios
momentos en los que predominó el silencio. En sus anotaciones sobre este tema, el
participante mostró un volumen de voz excesivamente bajo.
A partir de sus descripciones, se desveló que, previo a descubrir la paternidad
fraudulenta, el entrevistado definía su relación como una unión inestable que le generaba,
unas veces, sensaciones de bienestar y, otras, malestar. Lo anterior contrasta con la
apreciación expuesta en el escrito de Maureira (2011). En este documento, se establece
81
que, en la sociedad occidental, muchas personas consideran que la relación de pareja
representa una de las vivencias más satisfactorias de la vida.
De acuerdo con Maureira (2011), el compromiso y la intimidad ejemplificada a
través de la confianza para comunicar temas e inquietudes privadas forman parte de los
fundamentos asociados a los vínculos de pareja. Precisamente, la relación del informante,
de acuerdo con su apreciación, carecía de estos elementos. Según se desprende de los
enunciados, su unión estaba caracterizada por la ausencia de apoyo, comunicación,
reciprocidad y fidelidad (sexual).
Cabe indicar que, a pesar de las supuestas condiciones que definían la relación
afectiva, este individuo reveló que, junto a la pareja anterior, deseaba procrear un (a) hijo
(a). Como una posible explicación a tal hecho, pudiera especularse que este hombre
intentaba fortalecer o, bien, propiciar el compromiso con el vínculo de pareja a través de
la posibilidad de experimentar el ejercicio de la paternidad y maternidad, condición que
implicaría un proyecto de vida en común.
Tras descubrir la paternidad fraudulenta (y confirmar la infidelidad sexual de la
expareja), el informante valora las relaciones de pareja que estén fundamentadas en el
apoyo, la comunicación, la sinceridad y la fidelidad.
Concepto de familia: La familia representa un grupo social, cuyos integrantes
están vinculados entre sí por relaciones de parentesco, bien sea mediante lazos
sanguíneos o afectivos. Desde que inició la relación con la expareja, el participante
deseaba formar, junto a ella, una familia. Según exteriorizó, anhelaba procrear un (a) hijo
(a) con esta fémina. De esta forma, la composición de su familia estaría sujeta, por un
lado, a lazos afectivos (diada hombre-mujer) y, por otro, a vínculos sanguíneos
82
(descendientes biológicos).
Tal como revelan sus expresiones, antes de descubrir la paternidad fraudulenta, el
entrevistado pareció idealizar el concepto de familia. De hecho, lo asoció con la frase
“color de rosa,” misma que pudiera denotar su perspectiva de la familia como un grupo
alegre, armonioso, tranquilo y próspero. Una vez conoce sobre su no-paternidad
biológica (y confirma la infidelidad sexual de la expareja), este individuo aparentó
separar el concepto de familia de su impresión inicial. Pareció, en ese sentido, negar o,
bien desconfiar del carácter sublime originalmente atribuido a esta noción.
Importancia de la paternidad: Para algunos individuos, la paternidad es
importante, ya que su vivencia genera sensaciones gratificantes, como felicidad, regocijo,
satisfacción, madurez y/o sensatez (Paterna et al., 2005; Velázquez, 2004). Cónsono con
estas declaraciones, para el sujeto hablante, la paternidad es sinónimo de la enseñanza, la
aportación y el legado de valores a los descendientes. Igualmente, concibe la paternidad
como equivalente a alegría, bienestar, ilusión y satisfacción. Acentúa, asimismo, que ser
padre corresponde a nociones de amor, cuidado y atención.
De hecho, el contacto que el individuo mantiene con la niña que creyó era su hija
biológica aparenta producirle ciertos beneficios, como una sensación de dicha y felicidad.
Lo anterior parece ser congruente con los planteamientos realizados por Draper (2007),
quien mencionó que algunos hombres deciden conservar el vínculo emocional
establecido con un (a) niño (a), luego de percatarse de la inexistencia de lazos
sanguíneos. Según el autor, esta decisión responde a que el padre se siente comprometido
emocionalmente con el (la) niño (a). Tal parece ser el caso del sujeto hablante. Este
hombre deseó mantener la relación filial, porque había desarrollado sentimientos de
83
amor, cariño, cercanía, responsabilidad y compromiso hacia la niña. En ese sentido, es
posible sugerir que existen hombres, como éste, que pueden querer a niños (as) a pesar de
no ser suyos (as).
De las narrativas examinadas, se advierte que, antes y después de descubrir la
paternidad fraudulenta, no se registraron cambios respecto al significado atribuido a la
paternidad. De hecho, a pesar de vivenciar la paternidad fraudulenta, este hombre
continúa manifestando su deseo de convertirse en padre.
Impacto de la Paternidad Fraudulenta
En Puerto Rico, se presume paternidad mediante el reconocimiento voluntario o el
nacimiento dentro la relación matrimonial (Ley 215, 2009). Sin embargo, es posible que
el supuesto padre no siempre sea el progenitor consanguíneo del (de la) niño (a). En otras
palabras, existen casos en los que se identifica a un padre biológico distinto a aquél que
cree ser el progenitor de un (a) niño (a), situación que es definida como discrepancia
paterna (Bellis, Hughes, K., Hughes, S. & Ashton, 2005). Para enfatizar que la mujer, a
pesar de conocer acerca de la verdadera paternidad, engaña deliberadamente al varón,
Draper (2007) utiliza el concepto paternidad fraudulenta. En estos casos, surgen dos
clases de engaño, a saber: la infidelidad sexual y la atribución indirecta (o directa) de una
paternidad que no le pertenece.
Draper (2007) expuso que el hombre que, tras creer que es padre, advierte la
paternidad fraudulenta, puede manifestar una sensación de pérdida, porque ha sido
privado de aquél (aquélla) que supuso era su descendiente biológico (a). A tono con estos
planteamientos, en su relato, el participante interpretó, de forma explícita que, luego de
descubrir la paternidad fraudulenta, se sintió triste y raro. De forma inmediata, se refirió a
84
la falta de conexión sanguínea con la niña que creyó era su hija biológica. Lo anterior
sugiere que, para el entrevistado, el descubrimiento de la paternidad fraudulenta implicó
cierta sensación de haber sido desprovisto de aquéllos lazos biológicos que lo unían
inexorablemente con la menor.
Al profundizar en el análisis de su alocución se infiere que, para este hombre, el
conocimiento sobre su no-paternidad biológica le produjo cierto malestar psicológico,
evidenciado a través de componentes cognitivos, afectivos y conductuales.
De su exposición, se advierte que el informante se mantuvo incrédulo ante las
sospechas de la paternidad fraudulenta. Incluso, permaneció escéptico ante la posibilidad
de corroborar, a través de la prueba de ADN, su no-paternidad biológica.
De otra parte, el texto hablado sugiere que el sujeto mantuvo pensamientos que
denotaron desilusión y decepción. La pérdida de ilusión (o desengaño) aparentemente
surge a raíz de descubrir la inexistencia de unos nexos biológicos que reafirmaran la
conexión de afecto y cariño establecida entre el participante y la niña en cuestión.
Por otra lado, en su narración, el informante describió que el descubrimiento de la
paternidad fraudulenta le produjo tristeza. A partir del conjunto de enunciados, se
destaca que, en el momento señalado, el entrevistado aparenta haber experimentado cierta
sensación de rareza o extrañeza, tal vez de confusión, debido a que, por un lado, pensaba
y sentía que era padre y, por el otro, confirmaba que no había ningún vínculo sanguíneo
entre él y la niña que consideraba su descendiente. Igualmente, detalló haberse sentido
molesto ante la revelación de su no- paternidad biológica.
A nivel conductual, la retórica estudiada revela que el individuo, ante las dudas y
la certeza de su no-paternidad biológica, exteriorizó su tristeza a través del llanto.
85
Durante su discurso, aludió en varias oportunidades a este tipo de reacción emocional.
En términos generales, este hombre, desde su realidad subjetiva, interpretó el
descubrimiento de la paternidad fraudulenta como una experiencia fuerte. A partir de la
construcción de este significado, se sugiere que, para el participante, conocer sobre su no-
paternidad biológica pudo haber representado un deseo frustrado.
Alteración del nivel de autoestima
Además de las implicaciones psicológicas previamente citadas, en su narrativa, el
participante hace referencia directa al impacto que provocó el descubrimiento de la
paternidad fraudulenta sobre su nivel de autoestima. De acuerdo con sus verbalizaciones,
el entrevistado percibió que su nivel de autoestima se elevó tras creer que se convertiría
en padre. En ese momento, se valoró como un hombre ilusionado con la idea de asumir la
responsabilidad de quien creyó era su hija biológica.
Luego de conocer sobre la paternidad fraudulenta, experimentó un descenso en su
autoestima. Según su relato, conocer sobre la inexistencia de nexos sanguíneos entre él y
la niña que consideraba su descendiente biológica causó una disminución en la valoración
de sí mismo. Si la percepción evaluativa de su persona se nutrió considerablemente por la
condición de ser padre, la asociación con este vínculo pudo haber creado cierta
vulnerabilidad en el participante. Por consiguiente, es posible sugerir que el
descubrimiento de la paternidad fraudulenta pudo conceptuarse automáticamente como la
pérdida del nexo biológico con la menor, lo cual, a su vez, afectó el nivel de autoestima
del sujeto hablante.
Si bien el texto hablado sugirió que el descubrimiento de la paternidad fraudulenta
minó su autoestima, también apuntó a que eventualmente el individuo experimentó una
86
aparente motivación para proseguir con su vida. La continuidad del vínculo filial con la
niña que creyó era su hija biológica pudo haber contribuido a restablecer el impulso y el
deseo de enfrentar y superar la experiencia.
Implicaciones de la Influencia Social
En el discurso del participante, se reveló que tanto los progenitores como la
mayoría de los amigos desaprobaron el engaño que le hiciera la expareja respecto a la
alegada paternidad y fidelidad sexual. A pesar del rechazo de estas acciones, tanto los
progenitores como la mayoría de los amigos promovieron la calma y la tranquilidad con
el fin de que el entrevistado pudiera enfrentar estos hechos. Debido al apoyo y la atención
recibida, el informante se sintió en controlante la situación.
Como parte de las vivencias narradas, se develó que los progenitores le
recomendaron no albergar rencor, resentimiento o pensamientos vengativos contra la
expareja. Sin embargo, en su alocución también se exteriorizó que algunas de sus
amistades estaban molestas con la forma de proceder de la mujer que cometió el acto
infiel y que, además, lo engañó atribuyéndole una paternidad que no le pertenecía.
Considerando lo anterior, este grupo de amistades le sugirieron la posibilidad de causarle
daño material a esta fémina. Ante estas propuestas, el individuo se mantuvo firme y
rehusó cumplir con las expectativas de este grupo. Sobre estos asuntos, argumentó que no
se considera un sujeto vengativo. Por lo tanto, repudió todo tipo de conducta violenta
contra esta mujer.
Análisis del Discurso
¿Influencia del discurso machista? El discurso machista, derivado de la
doctrina patriarcal, parece conformar la ideología cultural dominante en la sociedad
87
puertorriqueña. Siendo así, esta prédica puede influir en la interpretación y valoración de
ciertos constructos sociales, como la fidelidad e infidelidad.
En las sociedades machistas, como en Puerto Rico, las mujeres que han asumido
comportamientos infieles son menospreciadas y, a menudo, se les califica con epítetos,
como prostitutas (Carrero, 2010). En lo que pudiera ser cónsono con el discurso machista,
el participante empleó el vocablo cualquiera para denominar a la mujer que cometió el
acto infiel directamente implicado en la adjudicación de la paternidad fraudulenta. En el
contexto de su alocución, este término pudo haber implicado una connotación peyorativa,
despectiva, ofensiva o verbalmente agresiva.
Lo anterior pudiera reflejar la influencia del discurso machista. De ser así, es
probable que el sujeto hablante haya sido sometido por las instancias lingüísticas que
avalan la perorata machista. No obstante, al considerar los textos incluidos en esta
investigación, se aprecia que el resto de su retórica apunta, más bien, a la aparición de un
discurso diferente al modelo machista.
Con el propósito de comprender esta aparente variación narrativa, puede hacerse
referencia a dos posibles explicaciones. Un primer razonamiento consistiría en inferir
que, en el texto hablado, se presenta un doble discurso, a saber: aquel influenciado por la
herencia patriarcal y otro motivado por una nueva forma de ser hombre. Como
interpretación alterna, es posible sugerir que el informante exteriorizó, a través de sus
recursos lingüísticos, el gran malestar que le generó la infidelidad sexual directamente
relacionada con la atribución de la paternidad fraudulenta. A partir del análisis del
discurso, se favorece esta última interpretación. De esta manera, se considera que la
narración predominante del sujeto hablante es cónsona con un discurso distinto a aquel
88
derivado del legado patriarcal.
Aparición de un presunto discurso emergente. A través de su alocución, el
sujeto hablante hizo uso de datos textuales que sugirieron la organización de un discurso
distinto a las referencias que sustentan e, incluso, perpetúan el modelo machista. Más
aún, el análisis discursivo parece reflejar que el participante incluyó, como parte del
conjunto de enunciados, significados, valores, posturas éticas y modos de relación
interpersonal que aparentan la aparición de un discurso emergente.
En un estudio llevado a cabo por González-Hermosilla (2009) se identificó un
discurso emergente a través del cual se defendió la equivalencia de derechos,
oportunidades y responsabilidades entre hombres y mujeres. Este discurso fue
denominado hombres por la igualdad.
Si bien la alocución del entrevistado carece explícitamente de elementos
discursivos específicos y claros que sugieran un aparente interés activo por favorecer la
equidad entre hombre y mujeres, tampoco parece contradecirla. Por tales razones, en este
caso, en lugar de calificársele hombres por la igualdad, el discurso fue definido como no
contrario a la equidad entre hombres y mujeres.
Aparentes manifestaciones del presunto discurso emergente
Fidelidad/Infidelidad. La presencia del presunto discurso alterno pareció
reflejarse al departir sobre la fidelidad e infidelidad. Sobre estos asuntos, el entrevistado
sostuvo que las acciones infieles son igualmente reprobables si son cometidas por una
mujer o un hombre. Esta visión se opone a la matriz ideológica del machismo.
Según la filosofía machista, la infidelidad representa un acto propio y natural del género
masculino, no así del femenino. Esta pauta discursiva favorece una aparente naturaleza
89
poligámica del varón. Sobre estas cuestiones, Carrero (2010) ha señalado que, en Puerto
Rico, se enaltece al hombre que mantiene, paralelamente, relaciones con distintas
féminas, aún si es infiel.
De forma particular, el participante, a través de su despliegue narrativo, hizo
alusión a la infidelidad sexual de la expareja. Para describir las conductas infieles
cometidas antes de descubrir la paternidad fraudulenta, el individuo hizo uso de
instancias discursivas escuetas y sobrias. Incluso en dichas instancias, no se identificaron
declaraciones que sancionaran o despreciaran tales conductas.
En efecto, según la narrativa, el informante deseaba y esperaba fidelidad de la
expareja, como se supondría demandan los ideales machistas. Sin embargo, pareció
desligarse de tales ideales cuando, antes de descubrir la paternidad fraudulenta, perdonó
las acciones infieles cometidas por la fémina.
Siguiendo la argumentación machista, se ha documentado que, ante la infidelidad
de la mujer, es probable que el hombre prescriba su pretensión de conservar la hegemonía
masculina o, bien, restaurarla. Más aún, debido que, en el sistema patriarcal, se considera
que las acciones infieles de una fémina atentan contra el respeto, dignidad y honor
(Vandello & Cohen, 2003), es más probable que el varón intente perpetuar su
predominio, incluso a través de la fuerza física, lo cual puede traducirse en violencia de
género.
Contrario a esta forma de ejercer el poder masculino, el participante no mostró
conductas agresivas u hostiles hacia la fémina que lo engañó respecto a la fidelidad
sexual y la alegada paternidad biológica. De hecho, explícitamente puntualizó que no
tenía ningún tipo de intención de ocasionarle daño físico ni material a esta mujer. Incluso,
90
rechazó categóricamente las insinuaciones de aquellas personas que, de una u otra forma,
le propusieron cometer algún tipo de agravio contra la fémina. En otras palabras, repudió
a la violencia como medio de enfrentar la situación referida. Por el contrario, basándose
en lo que parecieran constituir sus convicciones, se apoyó en el discurso religioso para
creer en la justicia de Dios sobre el proceder de las personas, incluyendo aquella
relacionada con la conducta de la expareja.
Considerando lo anterior, se sugiere que, en este caso, la ruptura de la diada
afectiva no respondió directamente a un intento por restaurar el respeto o la dignidad
masculina, como probablemente lo explicaría el discurso machista. En contraste, el
discurso pareciera reflejar que haber advertido que la niña que creía su hija biológica era
producto de un acto infiel de la expareja le produjo dudas y desconfianza, lo cual se
tradujo en malestar. De ser así, el participante, de forma directa y aparentemente
calmada, fue capaz de tomar decisiones y ejecuta acciones orientadas a finiquitar un nexo
afectivo que parecía no generarle estabilidad y/o seguridad. De esta manera, es posible
que el entrevistado haya decidido finalizar la unión amorosa con el fin de proteger su
propio bienestar emocional, acción que resulta cónsono con un modo de ser ético hacia sí
mismo.
Paternidad: A través de su discurso, el sujeto hablante pareció referirse a un estilo
que aparenta exceder las expectativas de conducta y práctica paternal definidas por el
pensamiento machista. De acuerdo con esta postura ideológica, el padre es el proveedor,
quien contribuye con los recursos económicos para mantener a la familia (Torres, 2004;
Velázquez, 2004). En consecuencia, es definido como un ser secundario, ajeno a los
vínculos afectivos con el (la) hijo (a).
91
Más allá de asumir este tipo de responsabilidades, el participante, a través de sus
manifestaciones, pareció valorar y reivindicar una función más directa y activa en el
ejercicio de su paternidad. Así, por ejemplo, asoció la relación filial que sostuvo (y aún
sostiene) con la niña que pensaba era su hija biológica con demostraciones de amor,
cariño, afecto, ternura, juego, disfrute y tiempo compartido con la menor. En su raíz
discursiva, además, comparó este vínculo paterno con el cuidado físico, así como con la
atención y el compromiso emocional desarrollado con esta pequeña.
Precisamente, el desarrollo de una interacción atenta, tierna, afectiva y de
regocijo recíproco entre progenitor-hijo (a) describe lo que Bonino (2002) llamó el nuevo
modelo de ser padre, representado por el padre-cuidador. Atendiendo al panorama
referido, el entrevistado parece representar una figura paternal emergente con un nuevo
modo de expresar, ejercer y ser padre (por opción personal). En otras palabras, parece
identificarse con un aparente discurso emergente inherente al rol paterno. Es posible que
estas nuevas alocuciones le permitan recordar, considerar y validar de forma positiva sus
vivencias junto a la niña que creyó su hija biológica. Pudiera sugerirse que esta forma de
conceptuar sus experiencias con la niña en cuestión no sólo cumple una función
protectora sobre su integridad emocional, sino que, además, propician la conservación del
valor y fortaleza como hombre.
Roles de género asociados a la división del trabajo: El tema de la paternidad y las
relaciones afectivas propició que el participante aludiera a los roles que él y la expareja
asumieron durante su vínculo sentimental, así como con respecto a la niña que nació
durante dicha unión. En estas relaciones afectivas, el informante aparentó asumir ciertos
roles sociales que parecen separarse de la doctrina patriarcal.
92
La filosofía patriarcal respalda explícitamente las condiciones de diferenciación
entre hombres y mujeres, adjudicándole a cada uno diversos roles estereotipados, según
el sexo. A la mujer, por ejemplo, se le confiere la responsabilidad del espacio privado del
hogar, las tareas domésticas y la crianza de los (as) hijos (as). En cambio, al varón se le
asigna el mundo público del trabajo, alejado de la cotidianidad familiar.
En su narrativa, el individuo expresó que la expareja formaba parte de la empleomanía
del país. De sus alocuciones, se sugiere, asimismo, que esta fémina posiblemente asumía
una menor responsabilidad en el cuidado de su hija. De acuerdo con su exposición
discursiva, el participante, además de involucrarse en las tareas propias de un trabajo
remunerado, se ocupaba, la mayoría del tiempo, de la crianza de la menor que
consideraba su descendiente biológica.
Estas manifestaciones aparentan ser cónsonas con la presencia de un presunto
discurso emergente, apartado del modelo machista, a través del cual se naturaliza la
división del trabajo por razón de sexo. El análisis del discurso pareciera denotar que,
antes e, incluso, después de conocer sobre su no-paternidad biológica (y confirmar la
infidelidad sexual de la expareja), el entrevistado aparentó desarrollar un nuevo modo de
relación interpersonal a través del cual se develaron formas alternas de ser hombre y
construir su identidad masculina. En ese sentido, pareciera que el sujeto ha expresado su
masculinidad alejada de las características que el sistema patriarcal le atribuye al varón,
tales como: agresividad, dominio y poder. En efecto, esto es congruente con la
manifestación de un presunto discurso alterno.
Funciones del presunto discurso emergente. Es posible que el presunto
discurso emergente, particularmente asociado a un nuevo modo de expresar, ejercer y ser
93
padre, haya posicionado al sujeto hablante frente al descubrimiento de la paternidad
fraudulenta. De esta manera, se sugiere que la continuidad de la relación afectiva y
emocional con la niña que pensaba era su hija biológica contribuyó a que, al momento de
realizar la presente investigación, el participante describiera el descubrimiento de la
paternidad fraudulenta como una experiencia que, aunque fuerte, debió superar.
El análisis del discurso apunta, además, a que el participante aparentó formular
declaraciones con el propósito de honrar o, bien, establecer explícitamente su apreciación
por la relación afectiva que mantiene con la niña que pensaba era su descendiente
biológica. Siendo así, este individuo pareció posicionarse como sujeto del discurso,
específicamente como un padre por elección intrínseca, aún después de conocer sobre la
inexistencia de lazos sanguíneos. A través del ejercicio de tal paternidad, este hombre ha
logrado, según se desprende del análisis discursivo, desarrollar una conexión afectiva y
emocional con la menor.
Respecto a estas posturas, cabe indicar, además, que, para este hombre, el
posicionarse como padre a través de la construcción de un vínculo amoroso con la
pequeña que creía su descendiente biológica pudiera proveerle cierta identidad social.
Análisis del presunto discurso emergente desde la perspectiva de Foucault.
Los temas medulares de la tesis foucaultiana comprenden la ética, la genealogía y la
arqueología (Castro, 2004). Haciendo referencia a este caso, el presunto discurso
emergente pareciera mostrar elementos asociados al concepto de ética. Luego de haber
sido advertido sobre el engaño acerca de la fidelidad sexual de la expareja y de su
paternidad biológica, el informante aparentó denotar un comportamiento ético. Así pues,
es posible que, en este caso, la ética haya determinado la forma en la que este hombre fue
94
moral cuando, de forma serena, concluyó el vínculo amoroso con la expareja.
La búsqueda de alternativas para ser ético consigo mismo representa uno de los ejes
temáticos contenidos en la genealogía descrita por Foucault, a saber: el nexo ético. Según
este eje, el ser humano es un sujeto ético que actúa sobre sí mismo (Castro, 2004).
Con relación a ello, se destaca que la disolución de la relación sentimental ocurrió luego
de que el entrevistado tuviera sospechas válidas acerca de la infidelidad sexual de la
expareja y la atribución de la paternidad fraudulenta. Siendo así, la separación parece
haber sido motivada por la desconfianza que le produjo tener conocimiento sobre este
posible engaño. Ante este panorama, se sugiere que el comportamiento del individuo
podría responder a un intento por salvaguardar su tranquilidad anímica, acto que es
compatible con una forma de ser ético consigo mismo.
Finalmente, según la perspectiva foucaultiana, la arqueología implica el examen
de aquellas condiciones históricas que han favorecido que solamente algunos enunciados
hayan sido viables en una determinada época (Castro, 2004). Al circunscribirse al
contexto puertorriqueño, en efecto, el patriarcado hace referencia al constructo sobre el
cual se establece la sociedad actual. Este tipo de régimen social, que promueve la
supremacía masculina y la sumisión femenina, favoreció la producción del discurso
machista.
De forma histórica, el discurso machista, procedente de la herencia patriarcal, ha
sido transmitido por la familia, léase, madre, padre, hermanos (as), abuelos (as), tíos (as)
y primos (as). Igualmente, ha sido mantenido y perpetuado por diversos vínculos
sociales, como los vecinos (as), amigos (as), compañeros (as) de trabajo e, inclusive, por
los medios de comunicación en masa (radiodifusión, prensa escrita, televisión, internet y
95
multimedia), es decir, la sociedad en general. Es así que, en la actualidad, la alocución
machista no sólo continúa disfrutando de vigencia, sino que aparenta mantener su sitial
como discurso hegemónico.
Con el fin de sintetizar las pasadas líneas, se anota que, como pudiera explicar la
descripción arqueológica propuesta por Foucault, el patriarcado, como condición
histórica, intervino en la aparición del discurso machista, entendido como enunciado
conveniente para salvaguardar el orden patriarcal. De esta manera, el discurso machista
sirvió para que los individuos pudieran validar y justificar toda acción dirigida a
preservar el poder del hombre sobre la mujer.
A pesar de estos planteamientos, en el caso que nos ocupa, sería inexacto asumir
de antemano que el hombre puertorriqueño que haya vivenciado el descubrimiento de la
paternidad fraudulenta está sujeto inexorablemente al discurso machista. Recientemente,
se han promovido nuevos modelos discursivos cónsonos con un enfoque de igualdad y
equivalencia entre hombres y mujeres. Aunque la pretensión de esta ‘mirada emergente’
dista considerablemente de representar el discurso social prevaleciente, pudiera haber
propiciado ciertas alteraciones ideológicas en nuestra cultura. Por mínimas que hayan
sido dichas variaciones, en esta sociedad, es posible encontrar grupos de personas que no
avalan ni critican el discurso machista, otros que lo niegan y unos más que lo censuran
explícitamente.
Por consiguiente, a través de la interpretación arqueológica de Foucault, también
se podría exponer por qué ciertas condiciones sociales, como la lucha por la igualdad de
género, ha influido en la aparición de nuevas alocuciones que aparentan denotar
modificaciones, desviaciones e, incluso, contradicciones y oposiciones al discurso
96
machista. En esta investigación, de hecho, el análisis del discurso reflejó que el sujeto no
sólo parece distanciarse de las instancias discursivas que reproducen la ideología
patriarcal, sino que, además, aparenta aproximarse a la elaboración de un presunto
discurso alternativo.
Consideraciones finales sobre la aparición del presunto discurso emergente.
El análisis del discurso sugiere la aparición de una alocución aparentemente desligada de
la vertiente discursiva patriarcal. Este presunto discurso emergente parece dominar el
razonamiento interpretativo producido por el participante. A partir de esta referencia
interpretativa, el entrevistado aparenta haber construido el significado atribuido a las
relaciones de pareja, la división del trabajo según el sexo, la infidelidad sexual, la
violencia de género, el ejercicio paternal y el descubrimiento de la paternidad
fraudulenta. De acuerdo con su realidad subjetiva, el descubrimiento de su no-paternidad
biológica fue descrito como una experiencia fuerte, que debe y puede superarse.
Manejo del Impacto de la Paternidad Fraudulenta. A partir de la información
recopilada a través de los textos analizados, se sugiere que el participante, tras descubrir
la paternidad fraudulenta, experimentó cierta incomodidad emocional.
En un aparente intento por cuidar y salvaguardar su bienestar anímico, la madre del
entrevistado le incitó a que asistiera a consulta con una psicóloga.
No obstante, incluso desde la entrevista inicial, este hombre decidió descontinuar
las sesiones de asistencia psicológica. Es posible, según se desprende de la narrativa, que
tal determinación haya estado motivada por el hecho de que el sujeto consideraba que no
requería ningún tipo de ayuda profesional para superar el descubrimiento de la paternidad
fraudulenta.
97
Incluso cuando tal discernimiento pudo haber ejercido la mayor influencia para
interrumpir la recién iniciada intervención psicológica, el discurso de este hombre revela
otros factores que parecen haber intervenido en la toma de dicha decisión. Por ejemplo,
en su retórica, se aprecia, de una parte, una aparente falta de comodidad con la
intervención clínica y, de otro lado, el desarrollo de una alegada relación poco
profesional.
Respecto a estos asuntos, el informante señaló que las preguntas realizadas,
durante la primera entrevista, no se ajustaban a su situación de vida. Aún más, subrayó
que, durante la entrevista clínica, no se hizo alusión alguna a cuestionamientos dirigidos a
explorar la experiencia que, de una u otra forma, le condujeron a presentarse ante la
psicóloga.
A partir del texto hablado, se desprende, además, que el individuo consideró
inadecuado que su madre estuviera a su lado mientras la psicóloga concretaba la
entrevista clínica. A ello, se le agrega cierta insatisfacción con el escenario físico en el
que se enmarca la oficina de la profesional visitada.
Es posible sugerir que los elementos antes descritos pueden asociarse a la
percepción de una aparente falta de conexión empática. En ese sentido, el análisis del
discurso parece reflejar que, durante el primer encuentro profesional, la incomodidad
experimentada por el participante estuvo directamente relacionada con los factores que
median la calidad de la relación establecida. Considerando lo anterior, resulta
conveniente señalar que el éxito de una intervención psicológica depende de una variedad
de factores. Con relación a ello, se ha documentado que las variables de la persona
(gravedad de la perturbación, motivación y capacidad para relacionarse, etc.) y las
98
influencias extra-terapéuticas (acontecimientos fortuitos y apoyo social) facilitan en un
40% la recuperación del individuo (Asay & Lambert, 1999; Lambert, 2003). En este
caso, el participante, previo a participar de un proceso terapéutico, pareciera mantener la
esperanza respecto a las relaciones de pareja y la paternidad. Este aparente optimismo se
consideraría parte de las variables de la persona que pudieran propiciar el desarrollo
favorable de una intervención clínica.
Interesantemente, las técnicas, estrategias y procedimientos inherentes a las
terapias psicológicas aportan en un 15% a la mejoría del sujeto (Asay & Lambert, 1999;
Lambert, 2003). El ofrecimiento de esperanza representa otro 15% de la variación en el
cambio de la persona.
El restante 30% de la mejoría del individuo depende de la relación terapéutica que
incluye una serie de variables, como empatía, calidez y aceptación (Lambert, 2003).
Sobre ello, se ha determinado que, independientemente de la orientación teórica, existen
factores comunes que resultan curativos (Asay & Lambert, 1999) y contribuyen al éxito
del proceso psicoterapéutico (Arratia, 2007), tal es el caso de la calidad del vínculo
emocional establecido entre el (la) psicólogo (a) y la persona que recibe el servicio
profesional (Corbella & Botella, 2003). Si bien este vínculo no es suficiente para cumplir
los objetivos de una intervención psicológica (Bachelor & Horvath, 1999), pueden
incrementar significativamente su probabilidad de éxito (Rivadeneira, Dahab & Minici,
2007).
Como sugieren los hallazgos del presente estudio, es posible que la resolución de
interrumpir el servicio psicológico haya estado fuertemente influenciada por variables del
sujeto, como la percepción de que el malestar emocional provocado por el
99
descubrimiento de la paternidad fraudulenta podría manejarse sin la necesidad de una
asistencia profesional. Sin desestimar la validez de tales factores, los resultados de esta
investigación sugieren que la falta de alianza entre la profesional de salud mental y el
participante aparenta haber contribuido a que este último optara, desde la primera
entrevista, por abandonar la intervención psicológica.
Para este individuo, la interacción interpersonal parece ser trascendental. Como se
ha señalado, para él, la naturaleza de la conexión establecida con la niña que creyó su hija
biológica pudo haber favorecido la continuación del vínculo. Por el contrario, debido a
una aparente sensación de desconfianza, concluyó el nexo amoroso que mantenía con la
expareja. En ese mismo sentido, se sugiere que, para este hombre, la calidad de la
relación desarrollada con la psicóloga fue de especial importancia al momento de tomar
decisiones acerca del futuro de las subsiguientes sesiones profesionales.
Propuesta de una Guía de Intervención. La guía de intervención que se ha
propuesto para trabajar con hombres puertorriqueños que hayan descubierto la paternidad
fraudulenta está dirigida a ofrecer recomendaciones que pudieran ser empleadas antes y
durante la entrevista inicial. A tono con los hallazgos de la investigación, tales guías de
apoyo están particularmente orientadas a favorecer el desarrollo de un vínculo
interpersonal seguro y productivo que, a su vez, promueva el manejo efectivo del posible
impacto psicológico experimentado a raíz de dicha situación.
Paternidad Fraudulenta: Guía de Intervención
Antes de la entrevista inicial. Antes de la entrevista inicial, se recomienda tratar
los asuntos administrativos. Usualmente, los asuntos administrativos incluyen temas
asociados al consentimiento informado, así como a la confidencialidad y sus límites, es
100
decir, casos en los que es posible su interrupción (por ejemplo, riesgo de daño a la
integridad física de la propia persona o de terceros).
Sobre tales cuestiones, se ha sugerido, como regla general, que la persona tenga
acceso a este tipo de información a través de documentos físicos. Dichos documentos
pueden ser entregados en la oficina antes de iniciar la primera entrevista con el (la)
psicólogo (a) (Patterson, Williams, Edwards, Chamow & Grauf-Grounds, 2009).
Durante la entrevista inicial. Durante la entrevista inicial, se puede considerar
la realización de las siguientes prácticas.
Emitir un saludo con el fin de dar la bienvenida y realizar la debida presentación.
Por ejemplo, se puede expresar: “buenos días/tardes, mi nombre es xxxxx, psicólogo (a)
consejero (a)”.
1) Considerar y sopesar las ventajas y las desventajas de admitir que, durante la
intervención, el participante/cliente/paciente (de aquí en adelante llamado participante) se
encuentre acompañado por alguna persona (bien sea familiar, amigo o algún otro
significativo). Según los hallazgos de la presente investigación, el sujeto experimentó
incomodidad al estar al lado de su madre mientras la psicóloga dirigía la entrevista
clínica. Para ponderar la conveniencia o inconveniencia de este tipo de práctica, puede
recomendarse que, al momento de recibir a las personas, se les plantee la necesidad
inmediata de tratar ciertos temas con el hombre que recibirá el servicio. De forma atenta
y cordial, puede solicitársele al (a la) acompañante que se retire de la oficina. Una vez
esto ocurra, el (la) profesional en psicología puede auscultar la apreciación del
participante respecto a este asunto. En el caso de que este hombre solicite
explícitamente permanecer acompañado, se sugiere plantear los posibles beneficios y
101
perjuicios de esta determinación. Se recomienda enfatizar los riesgos asociados a
posibles incomodidades emocionales inherentes a la discusión de temas privados, así
como a la exposición de material confidencial ante terceros. Si luego de haber
considerado lo anterior, el individuo reitera su petición, sería oportuno hacerlo constar a
través de un consentimiento informado.
Evaluar las características del participante, en términos de edad, clase social, nivel
académico, empleo, religión y demás criterios típicamente obtenidos a partir del
historial psicosocial. Si bien el recogido de esta información pudiera ser relevante
para manejar el caso a partir de ese primer encuentro, se recomienda adaptar el
manejo y la extensión de tal informe, según las circunstancias que definan dicha
intervención.
Considerando los resultados de la presente investigación, pareciera oportuno que el
(la) profesional sea breve al tratar estos asuntos. En otras palabras, no se
recomienda que la obtención de los datos psicosociales constituya el eje de
atención de la primera intervención terapéutica. Como se sugirió en este estudio,
parecería beneficioso dirigir el interés hacia el establecimiento de una conexión
empática positiva.
2) Propiciar un escenario profesional positivo. Para ello, puede resultar conveniente,
adoptar las siguientes prácticas:
Disponer de un espacio o escenario físico que favorezca la comodidad del
participante. De acuerdo con los resultados de la presente investigación, el
entrevistado refirió explícitamente que la limitada amplitud que conforma la
oficina de la psicóloga visitada le provocó cierto nivel de incomodidad. Por tanto,
102
resultaría conveniente evaluar el impacto que la estrechez física de una oficina
pudiera ejercer sobre la percepción de un individuo acerca de posibles beneficios
y/o perjuicios de la intervención psicológica.
Apagar el celular para que el participante constituya el foco de atención.
Establecer una distancia adecuada en relación al participante.
El exceso de cercanía física pudiera ser interpretado como señal de intrusión.
El exceso de distancia física pudiera ser percibido como una indicación de
censura o desprecio.
Prescindir de objetos que constituyan barreras para el desarrollo de la relación
profesional. Las barreras creadas por objetos pudieran propiciar que el participante
perciba al (a la) profesional en psicología como una persona lejana. Más aún, es
posible que este tipo de barreras provoquen que el sujeto experimente una sensación
de rechazo o no aceptación.
Emplear un tono y volumen de voz modulado, sereno, audible y firme.
Un tono de voz extremadamente alto pudiera ocasionar que el participante se
sienta agobiado e, igualmente, que interprete que el (la) profesional de la salud mental
está molesto (a).
Una entonación excesivamente baja pudiera dar lugar a que el sujeto no aprecie la
intervención y perciba cierta vacilación e incertidumbre en el (la) psicólogo (a).
Utilizar un lenguaje claro, accesible, simple y comprensible, adaptado a las
características particulares del participante.
Se recomienda evitar la jerga profesional y el empleo de tecnicismos.
Mantener contacto visual apropiado.
103
Ante la falta de contacto visual, el participante podría sentirse ignorado o, incluso,
considerar que el (la) profesional de la psicología está inseguro (a), aburrido (a) o
distraído (a) ante su historia.
Ante el exceso de contacto visual, el sujeto pudiera experimentar incomodidad al
sentirse invadido e, igualmente, pudiera entender que el (la) psicólogo (a) actúa de
forma impertinente e intrusiva.
Asumir una postura corporal adecuada. Se sugiere evitar expresiones faciales y
movimientos físicos que pudieran denotar alteración o intolerancia por las
verbalizaciones hechas por el participante. Éste pudiera percibir que no es entendido
y, más aún, que es juzgado o rechazado si observa, por ejemplo, algún tipo de
alejamiento físico contra su persona. Igualmente, es importante evitar bostezar o
mirar constantemente hacia el reloj, acciones que pudieran dar la impresión de que el
(la) psicólogo (a) está aburrido (a) o está apresurado (a) por finalizar la entrevista.
Mostrar congruencia (coherencia) entre la comunicación verbal y no verbal. De
no ser así, el participante pudiera percibir que el (la) psicólogo (a) es una persona
inconsistente e incomprensible.
3) Facilitar la alianza o conexión terapéutica. Según Patterson et al. (2009), una de las
tareas más cruciales durante el transcurso de la primera sesión consiste en establecer una
conexión exitosa con la persona. Para lograrlo, considere lo siguiente:
Denotar interés por la situación expuesta por el participante.
Manejar la posible ansiedad experimentada por el participante. Con relación a la
ansiedad heterosocial, se ha documentado que pueden obtenerse mejores resultados
cuando el (la) psicólogo (a) y el cliente son del mismo sexo (Bados & García, 2011).
104
Por lo tanto, sería recomendable sopesar en qué medida el hombre
que haya descubierto la paternidad fraudulenta podría beneficiarse más de una
intervención dirigida por un consejero masculino.
Propiciar la tranquilidad del participante. Para ello, se recomienda infundir un
sentido de esperanza respecto a la posibilidad de recibir ayuda para aliviar o manejar
su problemática.
Controlar las propias ansiedades. Para lo cual, se recomienda lo siguiente:
Manejo apropiado de la gesticulación corporal.
Estar informado sobre ciertos elementos sociales que pudieran afectar la
interpretación del descubrimiento de una paternidad fraudulenta, como el
discurso machista y aquéllos que se alejan de tal perorata, incluso los que
lo contradicen.
4) Tener conocimiento sobre los aspectos legales que pudieran asociarse al
descubrimiento de una paternidad fraudulenta, como ley de violencia de género, ley de
pensión alimenticia y pruebas de paternidad. Demostrar empatía para favorecer el
desarrollo de una alianza terapéutica segura, emocional e íntima. La empatía se refiere a
la capacidad de entrar en el mundo subjetivo e interno del cliente (Patterson et al., 2009)
con el fin de comprender sus experiencias de vida (pensamientos, percepciones, deseos,
sentimientos y acciones explicitas e implícitas) desde su propio marco de referencia
(Bados & García, 2011), es decir, a partir de sus propios esquemas cognitivos y su
historia particular (Rivadeneira et al., 2007). Para llevar a cabo una intervención
empática, se recomienda:
105
Referirse al individuo en un lenguaje que denote respeto.
Evitar el uso de enunciados que promuevan un discurso machista (como, por
ejemplo, “cuernos”, “cualquiera” “mala mujer” “mujer fácil” “hombre débil”
“hombre flojo” “hombre de poco carácter” “no tiene los pantalones en su sitio”
“venganza” “injusticia” “traición imperdonable”).
Mostrar un trato basado en la cordialidad (amabilidad y cortesía), la honestidad, el
respeto, la tolerancia, la aceptación y el cuidado hacia el participante.
Se puede mostrar honestidad evitando, por ejemplo, simplificar o minimizar las
dificultades que enfrenta el individuo.
El respeto puede manifestarse mediante diversas acciones, como escuchar
atentamente las expresiones del sujeto. En este caso, es importante interesarse
genuinamente por el relato vivencial del participante.
El respeto podría implicar la evitación de una postura basada en el menosprecio,
el prejuicio, la crítica o la censura.
El respeto puede traducirse a través de la tolerancia y la aceptación de la
diversidad. Es importante que el (la) profesional de la psicología muestre tolerancia
hacia cualquier diferencia en la manera de pensar, actuar o proceder del sujeto que
asiste al proceso de consejería. Estas diferencias pueden ejemplificarse mediante el
modo particular con que se comunica la persona, el uso de ciertas prendas de vestir, la
exhibición de ciertos gestos y demás particularidades que pudieran ser distintas a las
del (de la) psicólogo (a).
La aceptación radica en no rechazar a una persona basándose en sus
características personales o el tipo de problemática presentada.
106
Puede mostrarse cuidado por el participante denotando sensibilidad hacia su
estado anímico.
Realizar auto-revelaciones cuando sea apropiado. Una auto-revelación implica
que el (la) consejero (a) proporcione información sobre sí mismo (a) y/o respecto a la
situación terapéutica. Compartir cierta información personal puede aumentar la
confianza hacia el (la) psicólogo (a) (Bachelor & Horvath, 1999; Bados & García,
2011; Patterson et al., 2009). Si surgiera una situación en la que el participante
indagara sobre asuntos personales relacionados, por ejemplo, la paternidad es
recomendable que, dependiendo de las circunstancias particulares que definan el caso,
se evalúe el posible impacto de ofrecer tal información.
5) Explorar la queja principal. Es de particular importancia destacar que, según los
hallazgos del presente estudio, durante la entrevista clínica, la profesional en psicología
excluyó aquellos cuestionamientos orientados a auscultar la experiencia que, de una u
otra forma, propiciaron que el individuo asistiera a consejería psicológica. La
determinación de suprimir esta discusión parece haber sido desfavorable para la
continuidad de la intervención referida. En ese sentido, por ejemplo, el sujeto concluyó
que las preguntas que esquematizaron la primera entrevista no concordaban con su
situación de vida. Ante tales apreciaciones, se recomienda, a partir de la entrevista inicial,
examinar la queja principal a través de la formulación de preguntas abiertas,
interrogaciones de tipo indirecta, y, en casos especiales, mediante el empleo de preguntas
cerradas.
107
Preguntas abiertas y no prejuiciadas sobre la vivencia de la paternidad
fraudulenta: Se recomienda enunciar preguntas concisas, como ¿cuál es la situación
que te trae aquí?, ¿qué ha ocurrido en tu vida para que estés aquí?,
¿cómo defines la relación que sostuviste con tu expareja?, ¿cómo describirías la
relación que sostuviste/sostienes con la niña?
Indagaciones indirectas: Puede plantearse “cuéntame la situación que te trae aquí”
o “háblame sobre lo que ha ocurrido para que hayas decidido estar aquí”.
Preguntas cerradas: Si el sujeto mostrara algún tipo de actitud defensiva o resistencia a
exponer la situación explicita que lo induce a solicitar consejería, se sugiere hacer uso de
preguntas cerradas hasta tanto experimente mayor comodidad con el (la) profesional y la
situación de entrevista. Pudiera preguntarse “¿hay alguna situación en tu vida de la que
quieras hablar conmigo?” o “¿estás manejando alguna situación que desearías entender
mejor o explorar nuevas alternativas para manejarla?” Una respuesta afirmativa permitirá
que el (la) psicólogo (a) formule una pregunta abierta que genere mayor cantidad de
información sobre el caso. De igual manera, cuestionamientos como éstos pudieran
denotar comprensión por la vivencia, reconociendo las posibles fortalezas y recursos con
las que pueda disponer el sujeto. Lo anterior es particularmente importante si, para el
hombre, la situación representa un desafío a fin de mantener una sana autoestima y auto-
concepto.
Se sugiere prescindir de preguntas cerradas que pudieran denotar extrañeza,
prejuicio o irrespeto por la vivencia del participante (tales como, ¿tu hija ya no es
tu hija? o ¿tu madre ya no es su abuela?
108
Al indagar sobre la queja principal, se sugiere:
Establecer preguntas o cuestionamientos que resulten útiles para comprender la
situación expuesta por el participante.
Preguntas dirigidas a identificar cuáles han sido las acciones del participante para
afrontar la situación. Para tales fines, podría preguntarse
¿has consultado asesoría legal? ¿tienes pruebas concretas que confirmen la no-
paternidad biológica? ¿cómo piensas manejar (o has manejado) la situación con la
madre del (de la) niño (a)/el (la) niño (a)/tu familia/tus amigos?
A través de las respuestas, pudiera propiciarse el análisis de tales acciones e
identificar cuáles aparentan ser pasivas, asertivas y/o agresivas. Este ejercicio podría
permitir reforzar alternativas asertivas para tratar la experiencia.
Prescindir de aquellas preguntas directamente relacionados con asuntos de la vida
íntima del sujeto que no sean relevantes para la plena comprensión y discernimiento
del caso. En otras palabras, excluir cuestionamientos dirigidos exclusivamente a
satisfacer la curiosidad personal (y no profesional) del (de la) psicólogo (a).
Para obtener un panorama más completo sobre la queja principal, se recomienda:
Propiciar que el participante exprese el significado atribuido a su problemática
(como, cogniciones, recuerdos y emociones generados tras descubrir la paternidad
fraudulenta).
Si el participante asiste a consejería de forma involuntaria (por ejemplo, debido a
la presión ejercida por terceras personas, como los familiares), conviene romper el
hielo introduciendo temas de su interés. Precisamente, el participante de esta
investigación, según expresó, asistió a una primera entrevista clínica por insistencia
109
de su madre. En un acto posiblemente involuntario, accedió a acudir a la cita
programada, aun considerando que no necesitaba de esta intervención profesional.
En este tipo de casos, se ha documentado que resulta útil que el (la) psicólogo (a)
haga referencia a datos personales (especialmente a aficiones) o a las prendas
utilizadas por el sujeto (Bados & García, 2011). En un tono distinto, pero
posiblemente válido, se puede fomentar que el participante converse acerca de cómo
maneja su vida en general, haciendo énfasis en las fortalezas y recursos con los que
dispone para afrontar situaciones difíciles.
En el caso de que el individuo tenga dificultades para expresar su problemática, se
recomienda iniciar la conversación verbalizando que discutir asuntos sensibles de la
vida privada podría resultar incómodo. Conviene, pues, reafirmar que la información
recibida estará protegida por el principio de confidencialidad (salvo las excepciones
legales). Esta ratificación podría promover que el hombre tenga una mayor
disposición a relatar su historia. En adición, es posible que resulte favorable hacerle
saber al participante que dialogar sobre situaciones difíciles podría constituir una
forma de reflexionar e identificar las acciones que se han asumido para tratar las
mismas. De esta manera, pueden establecerse cuáles de dichas acciones han
funcionado y cuáles no, así como definir nuevas opciones para manejar la vivencia.
Si el sujeto pensara que el proceso de consejería está destinado solamente para
personas “locas” o mentalmente trastornadas, es necesario iniciar una conversación
que tenga como fin reducir el estigma asociado a tales creencias.
Si el participante pensara que hablar sobre la paternidad fraudulenta es un asunto
inconcebible, pudiera normalizarse la vivencia. Para tales propósitos, posiblemente
110
resultaría adecuado ofrecer orientación sobre datos estadísticos, así como las formas
en las cuales otros hombres han lidiado con la situación.
Al escuchar la información sobre el motivo de consulta, se sugiere:
Evitar la ejecución de gestos distractores, como realizar continuos movimientos
con el lápiz o el bolígrafo. En estos casos, el participante pudiera considerar que al
(la) consejero (a) no le interesa su relato vivencial.
Evitar interrumpir, de forma continua, el relato del sujeto. Ante las continuas
interrupciones, la persona pudiera sentirse no escuchada y, en ese sentido, percibir
que el (la) consejero (a) no es empático con su situación de vida.
Si el (la) profesional de la psicología tuviera inquietudes sobre algún asunto
expresado, es recomendable que lo anote con el fin de explorar el tema más adelante
o, una vez, el participante finalice su línea de pensamiento.
Respetar las pausas o silencios del participante.
Prestar atención y ser sensible al lenguaje verbal y no verbal del participante.
Reconocer y validar las emociones experimentadas por el participante. Se
recomienda, además, normalizar la vivencia y expresión de tales emociones. Para
ello, se puede afirmar, por ejemplo, “probablemente otros hombres en una situación
como la que has vivido hayan sentido algo similar”.
Mostrar tolerancia ante la manifestación explícita de ciertas respuestas
emocionales.
Tristeza reflejada a través del llanto: Si durante la entrevista el individuo llora, es
recomendable permanecer en silencio, como muestra de una actitud empática. El
silencio empático puede constituir un espacio de respeto, comprensión y aceptación,
111
permitiendo que el hombre pueda llorar, sin ser juzgado. En el caso de hombres
criados bajo la influencia del patriarcado y que hayan asimilado el discurso machista,
el llanto pudiera simbolizar una falta de masculinidad. Por consiguiente, es
particularmente importante que el (la) profesional de la salud mental pueda ofrecer, al
menos, una intervención breve que tenga como propósito normalizar la tristeza y el
llanto como manifestaciones naturales e inherentes a todo ser humano. Es posible
afirmar, por ejemplo “es muy probable que otros hombres con una experiencia como
la que me cuentas también hayan llorado, o “llorar es un mecanismo natural que tiene
el cuerpo para aliviar niveles de tensión y, por ende, es una fortaleza que tienes”.
Una vez el sujeto haya terminado de llorar, pudiera ser conveniente, según su
estado anímico, promover una conversación dirigida a explorar el significado de lo
sucedido. Con este propósito, puede preguntársele “¿cómo describirías en palabras lo
que has sentido?”
No es recomendable “rechazar” el sufrimiento o el dolor del sujeto. Por ende, se
sugiere abstenerse de emitir expresiones, como “no llores, eso no es nada”.
Emitir muestras relacionadas a la escucha activa y empática.
Medios verbales: La escucha activa y empática puede reflejarse mediante sonidos
o declaraciones verbales, como “entiendo,” “sí” (Bados & García, 2011), “mmm” y
“por favor, no te detengas, te estoy escuchando”. El parafraseo, la clarificación, el
reflejo y la síntesis también pueden favorecer que el participante se sienta
comprendido.
Parafraseo: El parafraseo consiste en resumir el contenido cardinal del mensaje luego de
que el sujeto haya proporcionado mucha información o ésta sea de relevancia para
112
realizar un juicio valorativo del caso. Si el (la) consejero (a) decidiera hacer uso de esta
estrategia, pudiera expresar, por ejemplo, “comprendo que me estás diciendo que, para ti,
x te causó...” o “en otras palabras, esa experiencia te produjo…”.
-Clarificación: La clarificación implica solicitarle a la persona que especifique el
significado de algún mensaje confuso (Bados & García, 2011) o de alguna palabra que
resulta imprecisa. Para ello, puede recurrirse a cierta clase de preguntas, como “¿qué
quieres decir cuando mencionas que te sientes x?,” “¿a qué te refieres cuando dices que te
sientes x?” y “¿podrías ofrecer un ejemplo de qué significa para ti sentirte x ante esa
situación?”. Sobre estas particularidades, es importante reiterarle al (a la) profesional de
la psicología que, en caso de ambigüedad, no intente sobreentender, especular o suponer
el sentido o las implicaciones de las expresiones que realice el participante.
El (la) psicólogo (a) pudiera clarificar las alocuciones del participante a partir de
la perspectiva del discurso machista, así como desde la conceptuación de discursos
distintos a éste (lo que se ha denominado discurso emergente). Este ejercicio deberá
permitir contrastar el significado que se le atribuye a ciertas experiencias, desde la
postura de ambas retóricas. De esta manera, es posible apreciar las alternativas de acción,
fortalezas y recursos con los que dispone el participante, una vez se sujete a uno u otro
discurso. A partir de lo anterior, pudieran considerarse opciones relacionadas a la emisión
de conductas agresivas y/o violentas, la venganza y la interrupción de la relación afectiva
con el (la) niño (a) que originalmente se piense es hijo (b) biológico (c) versus elecciones
asociadas al perdón, y la continuación de vínculos emocionales con el (la) niño
(d) en cuestión.
Reflejo de sentimientos: Esta técnica radica en emitir expresiones que reflejan las
113
emociones explicitas e implícitas del participante.
El reflejo puede traducirse en la siguiente verbalización “pareciera que esta experiencia te
produce x”.
Síntesis: La síntesis consiste en el empleo de paráfrasis y/o reflejos que resumen
lo que el cliente ha verbalizado durante la sesión (Bados & García, 2011). A través de
este tipo de estrategia se reorganiza y enfoca la información relevante, a la vez que se
le confirma a la persona que se le ha escuchado y entendido. En el caso que nos
concierne, este tipo de técnica podría concretarse de la siguiente manera “me gustaría
saber si te he comprendido bien, me estabas diciendo que para ti x…(resumen)… ¿es
así?”
Medios no verbales: La escucha activa puede evidenciarse mediante
manifestaciones no verbales, como mirada agradable, expresión facial de atención y
aprobaciones hechas con la cabeza (Bados & García, 2011).
Evitar la redacción de notas clínicas. De ser estrictamente necesario concretar
algún tipo de registro, se recomienda reducir al mínimo tales apuntes y hacerlo de
forma discreta. La práctica contraria podría restar la atención prestada al participante,
interferir con la relación interpersonal y obstaculizar una adecuada comunicación.
Concretar una evaluación inicial. Como parte de la evaluación inicial, se sugiere
discernir el nivel de funcionamiento y la posible necesidad de intervención o cuido.
Siendo de esta forma, se recomienda determinar si el impacto de descubrir la paternidad
fraudulenta parece corresponder a una dificultad posiblemente manejable a través de
consejería, para ponderar si este es el caso, puede valorarse la presencia de condiciones
y/o variables que funcionen como elementos de protección asociados a ideas o intento
114
suicida.
alteración psicológica grave para lo cual sea necesario precisar la utilidad de
referir a tratamiento farmacológico o
crisis que requiera hospitalización debido a la presencia de factores de riesgo
suicida u homicida.
Para determinar situaciones de alto riesgo, se recomienda examinar las emociones
y presiones personales e interpersonales que impliquen peligro inminente a la
integridad física o emocional del individuo o terceras personas.
Al concretar la evaluación inicial, se sugiere:
a) Evitar establecer diagnósticos innecesarios y considerar patológicas dificultades que
pudieran originarse tras vivenciar ciertas situaciones, como el descubrimiento de la
paternidad fraudulenta.
b) Evitar el ofrecimiento de interpretaciones, conclusiones, recomendaciones o
soluciones prematuras que no estén basadas en un reconocimiento clínico exhaustivo.
7) Antes de finalizar la entrevista inicial, es recomendable promover que el participante
verbalice sus preguntas, dudas y temores respecto a la intervención psicológica. Además,
se sugiere dilucidar cuáles son las expectativas del individuo sobre dicha intervención.
Para ello, es posible preguntar: ¿qué esperas lograr a través del proceso de consejería?
8) Explorar la posibilidad de una fecha para ofrecer una cita de seguimiento.
9) Concluir la entrevista inicial con una despedida cálida, motivadora y profesional.
Después de la Entrevista Inicial: Posibles Aspectos a Considerar
Si el participante continúa con el proceso de consejería, sería necesario delinear
un plan de intervención que se adapte a las características específicas y necesidades
115
particulares de ese hombre. Al establecer dicho plan, resultaría útil considerar varios
asuntos, tales como:
a. nivel de formalidad en el trato y modo de comunicación (¿será conveniente un
trato/modo de comunicación profesional o uno más casual?)
b. ventajas de asumir un estilo rígido o flexible; pautado (directivo) o espontáneo
(intuitivo y no directivo)
c. adecuacidad y aplicación de las técnicas del modelo seleccionado para manejar la
problemática identificada. Para ello, se recomienda responder a preguntas como
¿las técnicas del modelo considerado son adecuadas para este individuo? y si lo son, ¿de
qué forma deben aplicarse en este caso?
Modelo Terapéutico A la luz de los hallazgos de esta investigación, se sugiere
que el (la) profesional de la psicología considere el empleo de modelos psicoterapéuticos
postmodernos, como la terapia narrativa, de enfoque construccionista. Contrario a lo que
pudieran ser las metas de los modelos cognitivos-conductuales, los cuales pretenden
ayudar a descubrir equivocaciones de pensamiento comprobándolos con la realidad,
mediante el modelo construccionista se puede animar la expresión y la exploración
emocional, fomentando los procesos de auto-identidad e individuación (Caro-Gabalda,
2005).
En ese sentido, la terapia narrativa, de enfoque construccionista pudiera ayudar al
individuo a tomar conciencia sobre la naturaleza discursiva y relacional de su experiencia
(Botella, 1999). Este objetivo parece ser de particular importancia al tratar a hombres que
hayan vivenciado el descubrimiento de la paternidad fraudulenta, ya que su discurso bien
pudiera contribuir u obstaculizar su desarrollo personal.
116
En el caso de que el (la) psicólogo (a) opte por otro modelo, se sugiere que se
incorporen técnicas de los enfoques humanistas con el fin de validar las
interpretaciones atribuidas a los eventos, así como las emociones originadas por ellos.
Independientemente del modelo que el (la) profesional elija para abordar la
problemática identificada, sería posible, durante el primer encuentro, examinar las
fortalezas y recursos disponibles para el participante.
A medida que avance el proceso de consejería, será conveniente prestar atención a las
reacciones del individuo, de manera que se considere el ajuste de tales elementos.
Conclusiones
Según los hallazgos de esta investigación, la narrativa del participante aparentó,
de forma general, reflejar la aparición de un discurso distanciado de la referencia
discursiva patriarcal. Si bien en algunos momentos sus alocuciones pudieron ser alusivas
del discurso machista, más bien pareciera ser que ello corresponde a la intensidad
emocional que provocó el descubrimiento de la paternidad fraudulenta. En ese sentido, su
narrativo aparentó ser un medio para descargar la incomodidad que causó tal vivencia.
Considerando la totalidad de sus expresiones, el sujeto hablante pareció aproximarse a la
elaboración de un presunto discurso emergente, a través del cual se visibilizaron nuevos
modos de ser hombre, vivir la masculinidad, establecer las relaciones interpersonales, así
como de expresar y ejercer la paternidad. De acuerdo con esta presunta realidad
discursiva alterna, el informante aparentó construir el significado adjudicado a las
relaciones de pareja, la infidelidad sexual, la paternidad y el descubrimiento de la
paternidad fraudulenta. Respecto a estos asuntos, el individuo pareció considerar que las
117
relaciones de pareja deben basarse en el respecto, la comunicación y la confianza, y que
la conducta infiel es igualmente reprobable en la mujer y el hombre. Por otro lado, el
individuo aparentó apreciar que la paternidad implica un rol activo asociado a amor,
cuidado y tiempo para compartir momentos significativos. A tono con este último
aspecto, el descubrimiento de la paternidad fraudulenta, fue descrito, según sus propias
palabras, como algo “fuerte,” pero que debe y puede superarse. Estas referencias
discursivas parecen favorecer el manejo de la situación que ocupa el objeto de nuestra
atención.
Acerca del tema estudiado, el análisis discursivo parece reflejar que, para el
participante, el descubrimiento de la paternidad fraudulenta le ocasionó cierto malestar
psicológico, manifestado a través de síntomas cognoscitivos, emocionales y
comportamentales. A nivel cognitivo, por ejemplo, se refirieron pensamientos asociados
a confusión, incredulidad y escepticismo, así como a desilusión y decepción. En términos
afectivos, se denotaron indicios de tristeza y melancolía. Igualmente, se verbalizaron
sensaciones de molestia. El llanto fue reseñado como una de las manifestaciones
conductuales más visibles. Este último aspecto contrasta con las reacciones
comportamentales usualmente esperadas para quienes se sujetan al discurso machista. En
ese sentido, para aquellos hombres que validan tal perorata, sería justificable asumir
acciones agresivas y violentas contra la mujer que le engañó sobre la paternidad (y la
fidelidad sexual).
Desde su experiencia subjetiva, el entrevistado interpretó el descubrimiento de la
paternidad fraudulenta como una situación que, aunque fuerte, debió superar.
Considerando su apreciación, se puede explicar que la adopción de un nuevo modelo de
118
paternidad (por elección intrínseca) predispuso a que el entrevistado, aún luego de
conocer sobre la inexistencia de lazos biológicos, continuara relacionándose con la niña
que creía era su hija.
Actualmente, la relación que mantienen pudiera ser descrita como paterno-filial.
Por un lado, la niña cree y se relaciona con el participante como si fuera su padre. Este le
brinda, según su percepción, amor de padre. De otra parte, a través de esta unión, el
individuo satisface sus necesidades paternales, lo cual aparenta generarle alegría y
bienestar. Es probable que el continuo ejercicio de la paternidad pudiera haber aminorado
el posible impacto emocional ocasionado por el descubrimiento de la paternidad
fraudulenta. Este vínculo afectivo, además, pudo haber facilitado el manejo y superación
de esta vivencia.
En adición, luego de descubrir la paternidad fraudulenta, el participante recibió la
atención y el cuidado tanto de sus progenitores como de sus amigos. Esto aparenta
haberle provocado una sensación subjetiva de tranquilidad y serenidad, lo cual, a su vez,
pudo haber servido como un paliativo para atenuar el posible impacto anímico causado
por el descubrimiento de la no-paternidad biológica.
Aparte de estas variables, pudiera agregarse el valor de la resiliencia. La
resiliencia se ha asociado al afrontamiento positivo y efectivo en respuesta a algún tipo de
riesgo o adversidad (Luthar & Cushing, 1999). El participante de esta investigación
parece haber mostrado cierta capacidad para enfrentar y sobreponerse al aparente dolor
emocional ocasionado por el engaño sobre la alegada paternidad biológica. Siendo así, la
resiliencia pudo haber constituido uno de los elementos que intervinieron en el proceso
de recuperación de esta vivencia humana.
119
En resumen, se sugiere que la presencia del presunto discurso emergente, las de
disposiciones relacionales (por ejemplo, el disfrute actual del ejercicio de la paternidad,
así como el apoyo emocional de su grupo de pertenencia) y la capacidad para ser
resiliente pudieron haber mitigado el posible impacto psicológico provocado por el
descubrimiento de la paternidad fraudulenta.
Una vez expuesto lo anterior, resulta conveniente señalar que, a través de este
escrito, no se pretende establecer que la apreciación e interpretación subjetiva del
participante respecto al descubrimiento de la paternidad fraudulenta es similar para todos
los hombres puertorriqueños. A pesar de ello, a la luz de los hallazgos de esta
investigación, se sugiere una primera perspectiva acerca de los procesos e implicaciones
psicológicas asociadas a esta experiencia.
De hecho, los resultados del estudio también permitieron identificar cuáles fueron
algunos de los aparentes retos que definieron el primer encuentro entre el participante y la
profesional de la salud mental que lo atendió. A partir de su experiencia, se concluyó que,
uno de los principales factores que pudieron haber intervenido en la interrupción del
proceso terapéutico, incluso desde la entrevista inicial, está directamente vinculado con
una aparente falta de alianza empática entre el sujeto y la psicóloga.
Nuevamente, aunque la intención no es generalizar los resultados, el
conocimiento que produjo esta investigación permitió proponer una guía de intervención
psicológica. Dicha guía incluye recomendaciones que pueden ser utilizadas antes y
durante la entrevista inicial con hombres puertorriqueños que hayan descubierto la
paternidad fraudulenta. El propósito de estas recomendaciones es facilitar que el (la)
profesional de la salud mental pueda procurar el desarrollo de una relación interpersonal
120
positiva, cálida y empática. La construcción de una relación empática pudiera promover
el manejo efectivo de la problemática identificada. Más aún, pudiera, desde la primera
intervención, inducir efectos benéficos sobre el posible malestar anímico del hombre que
recibe la asistencia psicológica. Igualmente, pudiera fomentarse y/o reforzarse la
prevención de conductas no asertivas y que impliquen riesgo físico y emocional para sí
mismo y para terceras personas.
Es importante señalar que la guía propuesta no intenta representar un modelo
exhaustivo, exacto o preciso a ser empleado por los (as) psicólogos (as) al momento de
tratar a un sujeto que haya vivenciado el descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Es
necesario que cada profesional, desde el primer encuentro, adapte sus intervenciones a las
características y necesidades específicas del participante.
Retos y/o Limitaciones de la Investigación
Al abordar el tema de investigación, uno de los primeros retos confrontados fue la
escasez de literatura científica, a nivel nacional e internacional, que aludiera al posible
impacto o implicaciones psicológicas generadas por el descubrimiento de la paternidad
fraudulenta. De hecho, al momento, pareciera no existir documentación de naturaleza
psicológica que haga referencia explícita a los posibles efectos que dicha situación
pudiera provocar a la población masculina puertorriqueña.
Asimismo, debido a la connotación sensitiva del tema, el reclutamiento de la
persona entrevistada resultó ser un proceso demorado y complejo. En la búsqueda de
posibles participantes, fue palpable la resistencia que tuvieron algunos hombres respecto
a conversar sobre sus experiencias al descubrir la paternidad fraudulenta. Tomando en
consideración este reto, pudiera sugerirse que este tema sea objeto de la discusión
121
pública. El (la) profesional en el campo de la salud mental pudiera posicionarse como
recurso para tratar esta problemática. Para ello, sería conveniente normalizar la
experiencia, ofrecer orientación libre de estigmatización y prejuicios, así como
alternativas de tratamiento.
A tono con lo anterior, pueden enumerarse otras limitaciones de la investigación.
Dichas limitaciones conciernen al número de participantes entrevistados (es decir, un
hombre), el tipo de muestra (no probabilística) y el método de muestreo empleado (por
conveniencia). En otras palabras, la muestra utilizada no es representativa de la población
de interés (entiéndase, el número total de hombres puertorriqueños mayores de 21 años
que hayan experimentado el descubrimiento de la paternidad fraudulenta). Esta
deficiencia metodológica no permite generalizar los hallazgos del estudio, ya que no es
posible determinar si las experiencias del hombre entrevistado corresponden a las
vivencias de aquellos sujetos que no participaron de la investigación.
Es importante señalar, además, que, luego de haber iniciado el proceso de
entrevista con el único participante reclutado, se advirtió cierto nivel de parquedad y
concisión al contestar varias interrogantes. Es posible que el carácter breve de las
respuestas se deba a que el individuo optó por proteger información acerca de su vida
privada. Si esta apreciación fuera correcta, el estudio está limitado a los datos que el
sujeto hablante deseó compartir con la entrevistadora.
Por otro lado, es posible que la deseabilidad social haya distorsionado los
resultados del presente estudio. La deseabilidad social radica en la tendencia del (de la)
participante a ofrecer una imagen favorable ante el (la) investigador (a). Debido al tono
sensitivo del tópico estudiado, es posible que el entrevistado haya ofrecido respuestas de
122
acuerdo a lo que se considera socialmente aceptable o deseable. Igualmente, pudo haber
obviado información calificada como socialmente inaceptable o indeseable. Por
consiguiente, como limitación, los datos recopilados a través de la entrevista dependen de
la honestidad del sujeto al momento de emitir sus contestaciones. A pesar de las
limitaciones mencionadas, es posible que los resultados obtenidos a partir de esta
investigación hayan contribuido a incrementar información, mejorar el entendimiento y/o
suscitar nuevos conocimientos sobre los factores implicados en el proceso de descubrir la
paternidad fraudulenta. En ese sentido, las descripciones obtenidas mediante la narrativa
de un solo sujeto permitió proponer una guía para la práctica psicológica profesional que
pueden ser relevante al momento de realizar una intervención inicial con hombres
puertorriqueños cuya problemática esté relacionada con el impacto psicológico
experimentado a raíz de descubrir la paternidad fraudulenta.
Recomendaciones para Futuras Investigaciones
Con el propósito de ampliar la base de conocimientos sobre el tema investigado, a
continuación se exponen varias recomendaciones. A tono con una de las limitaciones
mencionadas, se recomienda replicar la investigación empleando una muestra mayor de
participantes. Esta práctica pudiera facilitar que, como parte de la investigación, se
incluyan o identifiquen participantes que validen el discurso machista y que, en ese
sentido, justifiquen conductas agresivas contra la mujer que los engañó. A partir de esta
data pudiera considerarse la influencia que las referencias lingüísticas ejercen sobre la
interpretación del descubrimiento de la paternidad fraudulenta. La riqueza de la
información obtenida a partir de diversas entrevistas realizadas a una mayor cantidad de
sujetos podría ofrecer un panorama más completo del fenómeno tan complejo que
123
aparenta ser dicha experiencia.
Debido a que las percepciones y la valoración subjetiva de temas asociados a la familia,
las relaciones de pareja, la infidelidad sexual y la paternidad pudieran diferir según la
edad, estado civil, clase social, nivel educativo y religión de un hombre, se sugiere que,
en futuras investigaciones, se explore cómo tales factores pudieran afectar el impacto
psicológico derivado del descubrimiento de la paternidad fraudulenta. Esta
recomendación responde a que las diferencias en el perfil descriptivo de un sujeto pueden
producir experiencias distintas ante un mismo hecho, en este caso, descubrir la paternidad
fraudulenta.
El conocimiento generado a partir de la evaluación de dicho perfil facilitaría
visualizar una perspectiva multidimensional y, por ende, desarrollar una mejor
comprensión de los elementos que pueden influenciar tal vivencia. Dicha información
podría permitir establecer guías de intervención más específicas, según las características
personales del hombre que solicita la asistencia psicológica.
Debido a la cualidad sensitiva del tema, se recomienda, como parte de próximas
investigaciones, incluir medidas para evaluar el nivel de confiabilidad de las respuestas
ofrecidas por los participantes. Para ello, resultaría conveniente examinar si las
interrogantes que forman parte de la entrevista, si este fuera el método de recolección de
datos, son susceptibles a la deseabilidad social. De ser así, antes de llevar a cabo la
investigación, sería posible modificar el contenido de las mismas. También sería
pertinente, como parte de los instrumentos del estudio, agregar una escala de deseabilidad
social. A través de dicha escala, podría identificarse la posible distorsión de las
respuestas emitidas por los sujetos.
124
En adición a estas medidas, siempre resulta útil realizar una observación atenta y
cuidadosa de los signos corporales de los participantes. Una vez culmine la investigación,
estas observaciones (que se recomienda registrar por escrito) pueden ser contrastadas con
las declaraciones verbales. El análisis de este contraste pudiera arrojar luz sobre posibles
contradicciones contenidos en la comunicación oral.
Por otra parte, se reitera que la guía de intervención presentada para manejar el
impacto emocional experimentado por hombres puertorriqueños tras haber descubierto la
paternidad fraudulenta se circunscribe a prácticas profesionales que pueden considerarse
antes y durante una entrevista inicial. Por lo tanto, se recomienda que próximas
investigaciones examinen qué tipo de técnicas, estrategias y procedimientos psicológicos
empleados durante el desarrollo de las sesiones de consejería pueden contribuir
efectivamente a que estos sujetos logren un mayor bienestar psicológico.
Resultaría interesante, además, que, en futuras investigaciones, se considere
analizar a aquel hombre que, luego de descubrir la paternidad fraudulenta, optara por
mantener la relación no sólo paternal, sino de pareja. Respecto a ello, pudiera plantearse
el siguiente cuestionamiento: ¿cuáles serían los retos particulares que este hombre
afrontaría para mantener tales relaciones? En estos estudios potenciales sería
recomendable examinar la conveniencia de incluir terapia de pareja y/o familia como
parte de la intervención profesional.
125
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Apéndice A. Paternidad Fraudulenta: Guía de Intervención Abreviada
Antes de la Entrevista Inicial
1. Tratar los asuntos administrativos
a) Permitir que el participante tenga acceso a los documentos ético-legales
(como el consentimiento informado) antes de iniciar la primera entrevista.
Durante la Entrevista Inicial
1) Emitir un saludo con el fin de dar la bienvenida y realizar la debida presentación.
2) Sopesar las ventajas y desventajas de admitir que el participante se encuentre
acompañado. Si el sujeto lo solicita, plantee los beneficios y perjuicios de esta decisión.
3) Adaptar los cuestionamientos dirigidos a explorar el historial psicosocial, según
las condiciones que definan el primer encuentro profesional.
4) Propiciar un escenario profesional agradable.
a) Disponer de un espacio físico que favorezca la comodidad del
participante.
139
b) Apagar el celular para que el participante constituya el foco de atención.
c) Establecer una distancia adecuada en relación al participante.
d) Emplear un tono y volumen de voz modulado, sereno, audible y firme.
e) Utilizar un lenguaje simple y comprensible; obviando el uso de
tecnicismos.
f) Mantener contacto visual apropiado.
g) Asumir una postura corporal adecuada (evite mirar continuamente el
reloj).
h) Mostrar congruencia entre la comunicación verbal y no verbal.
5) Facilitar la alianza o conexión terapéutica.
a) Denotar interés por la situación expuesta por el participante.
b) Manejar la posible ansiedad y propiciar la tranquilidad del participante.
140
c) Controlar las propias ansiedades.
6) Demostrar empatía para favorecer el desarrollo de una alianza segura y
emocional.
a) Mostrar un trato basado en la cordialidad (amabilidad), la honestidad, el
respeto, la tolerancia, la aceptación y el cuidado hacia el participante.
Evitar minimizar las dificultades que pudiera experimentar el
individuo.
Evitar posturas basadas en el menosprecio, el prejuicio o la
censura.
Denotar sensibilidad hacia el estado anímico del participante.
b) Realizar auto-revelaciones cuando sea apropiado.
7) Explorar la queja principal a través de la formulación de:
a) Preguntas abiertas, como ¿cuál es la situación que te trae aquí? o ¿qué ha
ocurrido en tu vida para que estés aquí?
141
b) Indagaciones indirectas, como “cuéntame la situación que te trae aquí” o
“háblame sobre lo que ha ocurrido para que hayas decidido estar aquí”.
c) Preguntas cerradas: Se utilizan si el sujeto muestra resistencia a exponer
su problemática. Pudiera preguntarse “¿hay alguna situación en tu vida de la que quieras
hablar conmigo? Una respuesta afirmativa permitirá exponer una pregunta abierta que
genere mayor información.
Para obtener un panorama más completo sobre la queja principal, se recomienda:
a) Propiciar que el participante exprese el significado atribuido a su
problemática (cogniciones, recuerdos y emociones generados tras descubrir la paternidad
fraudulenta).
Si el participante asiste a consejería de forma involuntaria,
conviene romper el hielo introduciendo temas de su interés.
Si el individuo presenta dificultades para expresar su
problemática, valide que discutir asuntos privados podría resultar incómodo. Reafirme
que la información será confidencialidad (salvo las excepciones legales).
Si el sujeto pensara que la consejería es sólo para personas
mentalmente trastornadas, comience una conversación para reducir el estigma.
142
Al escuchar la información sobre el motivo de consulta, se sugiere:
a) Evitar gestos distractores, como realizar continuos movimientos con el
lápiz.
b) Evitar interrumpir, de forma continua, el relato del sujeto.
c) Respetar las pausas o silencios del participante.
d) Prestar atención y ser sensible al lenguaje verbal y no verbal del
participante.
e) Validar las emociones del participante.
Llanto: Si el individuo llora, permanezca en silencio, como
muestra de actitud empática. Puede realizarse una intervención para normalizar la
expresión emocional. Es posible enunciar “probablemente otros hombres en una situación
como la que has vivido hayan sentido algo similar” o “….también hayan llorado”.
f) Emitir muestras relacionadas a la escucha activa y empática.
g) Evitar la redacción de notas clínicas. Si es necesario, hágalo de forma
143
discreta.
8) Concretar una evaluación inicial. Determine si el impacto de descubrir la
paternidad fraudulenta parece corresponder a una dificultad posiblemente manejable a
través de consejería, alteración psicológica que precise tratamiento farmacológico o crisis
que requiera hospitalización debido a factores de riesgo suicida u homicida.
Al concretar la evaluación inicial, se sugiere:
a) Evitar establecer diagnósticos innecesarios.
b) Evitar ofrecer interpretaciones, conclusiones o recomendaciones
prematuras.
9) Promover que el sujeto verbalice sus preguntas, dudas y temores sobre la
intervención.
10) Explorar la posibilidad de una fecha para ofrecer una cita de seguimiento.
11) Concluir la entrevista con una despedida cálida, motivadora y profesional.
144
Después de la Entrevista Inicial: Posibles Aspectos a Considerar
1) Delinear un plan que se adapte a las características y necesidades del sujeto.
2) Definir asuntos, como el nivel de formalidad en el trato y el modo de
comunicación (profesional o casual), estilo (rígido o flexible, directivo o espontáneo), así
como la adecuacidad y aplicación de las técnicas del modelo terapéutico seleccionado.