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No. 24, enero 2006 ISSN 1390-1249 CDD 300.5 / CDU 3 / LC H8 .S8 F53 Vol 10, Issue 1, January, 2006 Quito - Ecuador Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede Ecuador

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No. 24, enero 2006ISSN 1390-1249

CDD 300.5 / CDU 3 / LC H8 .S8 F53Vol 10, Issue 1, January, 2006

Quito - Ecuador

Facultad Latinoamericana de Ciencias SocialesSede Ecuador

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ICONOS. Revista de Ciencias SocialesNúmero 24, enero 2006, Quito-EcuadorISSN: 1390-1249 / CDD: 300.5 / CDU: 3 / LC: H8 .S8 F53 (Vol. 10, Issue 1, Juanuary, 2006)

ÍCONOS. Revista de Ciencias Sociales es una publicación de Flacso-Ecuador. Fue fundada en 1997 con el fin de estimular unareflexión crítica desde las ciencias sociales, sobre temas de debate social, político, cultural y económico del país, la región andi-na y el mundo en general. La revista está dirigida a la comunidad científica y a quienes se interesen por conocer, ampliar y pro-fundizar, desde perspectivas académicas, estos temas.

Para la selección de artículos se utiliza un arbitraje bajo el sistema de doble ciego (peer review). La revista está indexada enLatindex-Catálogo.

ÍCONOS se publica cuatrimestralmente en los meses de enero, mayo y septiembre.

Los artículos que se publican en la revista son de responsabilidad exclusiva de sus autores; no reflejan necesariamente el pen-samiento de ÍCONOS. Se autoriza la reproducción total o parcial de los contenidos siempre que se cite expresamente comofuente a ÍCONOS. Revista de Ciencias Sociales

Director de Flacso-Ecuador: Adrián BonillaDirector de Íconos: Eduardo Kingman Garcés ([email protected])Editor de Íconos: Edison Hurtado ([email protected])

Comité editorialFelipe Burbano (Flacso-Ecuador), Mauro Cerbino (Flacso-Ecuador), Edison Hurtado (Flacso-Ecuador), Hugo Jácome (Flacso-Ecuador), Eduardo Kingman (Flacso-Ecuador), Carmen Martínez (Flacso-Ecuador), Franklin Ramírez (Univ. París VIII,Francia), Alicia Torres (Flacso-Ecuador)

Comité asesor internacional: Andrés Guerrero (España), Blanca Muratorio (U. Vancouver, Canadá), Bolívar Echeverría(UNAM, México), Bruce Bagley (U. Miami, EEUU), Carlos de Mattos (PUC, Chile), Flavia Freidenberg (U. Salamanca,España), Francisco Rojas (Flacso, Costa Rica), Javier Auyero (SUNY - Stony Brook, EEUU), Joan Martínez Alier (U. Barcelona,España), Joan Pujadas (U. Rovira i Virgili, España), Lisa North (U. York, Canadá), Magdalena León (U. Nacional, Colombia),Rob Vos (ISS, Holanda), Roberto Follari (U. Cuyo, Argentina), Víctor Bretón (U. Lleida, España), Lorraine Nencel (CEDLA,Holanda).

Coordinador del dossier “Lo global y lo local en el medio rural”Luciano Martínez Valle

Ensayo fotográfico: Lucía ChiribogaDiseño y diagramación: Antonio MenaImpresión: Rispergraf C.A.

Envío de artículos, información, solicitud de canje: [email protected], pedidos y distribución: [email protected]

©FLACSO-EcuadorCasilla: 17-11-06362Dirección: Calle La Pradera E7-174 y Av. Diego de Almagro. Quito-Ecuadorwww.flacso.org.ec (resúmenes, abstracts y artículos anteriores disponibles on line)Teléfono: +593-2 323-8888 Fax: +593-2 323-7960

CDD 300.5 / CDU 3 / LC: H8 .S8 F53 Iconos: revista de ciencias sociales.—Quito: Flacso-Ecuador, 1997-

v. : il. ; 28 cm.Ene-Abr. 1997-Cuatrimestral- enero-mayo-septiembreISSN: 1390-1249

1. Ciencias Sociales. 2. Ciencias Sociales-Ecuador. I. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Ecuador)

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No. 24, enero 2006ISSN 1390-1249

CDD 300.5 / CDU 3 / LC H8 .S8 F53Vol 10, Issue 1, January, 2006

Quito - Ecuador

Sumario

Coyuntura

De abril a diciembre:el recurrente simulacro de la reforma política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9-15Pabel Muñoz López

¿Qué pasa si Ecuador no firma el Tratado de Libre Comercio? . . . . . . . . . . . . . . . 17-22Alberto Acosta, Hugo Jácome y Fander Falconí

Dossier

Lo global y lo local en el medio ruralPresentación del Dossier . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25-26Luciano Martínez Valle

Globalización y comunidad de vecindadNotas para el planteamiento de un concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27-42Juan Pablo Pérez Sáinz

Comercio justo, neoliberalismo y desarrollo rural:una evaluación histórica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43-57Gavin Fridell

Glocalidad y reforma agraria¿de nuevo el problema irresuelto de la tierra? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59-69Víctor Bretón Solo de Zaldívar

El sector agrario del Ecuador:incertidumbres (riesgos) ante la globalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71-88Francisco García Pacual

La perspectiva local-global en el medio rural ecuatoriano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89-99Luciano Martínez Valle

Antiguos litigios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100-107Ensayo fotográfico de Lucía Chiriboga

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Debate

Abril y la crisis del régimenComentarios al Dossier de ÍCONOS 23 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111-118Pablo Ospina Peralta

Interpretando la(s) cultura(s) después de la televisión:sobre el método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119-141Lila Abu-Lughod

Temas

La representación del pasado sexual de Guayaquil:historizando los enchaquirados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145-160O. Hugo Benavides

Las implicaciones del conflicto interno colombianopara las fronteras de Venezuela, Ecuador, Perú,Brasil y Venezuela, 2000-2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161-170Hernán Moreano Urigüen

Reseñas

Mercedes Prieto, editoraMujeres ecuatorianas. Entre las crisis y las oportunidades1990-2004 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173-174Jacqueline Contreras

Charle TillyLa desigualdad persistente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175-177Daniel Pontón C.

Cecilia Méndez GastelumendiThe Plebeian Republic:The Huanta Rebellion and theMaking of the Peruvian State . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177-179José Luis Ugue Tanaki

Kattya Hernández BasanteSexualidades afroserranas:identidades y relaciones de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180-181Gioconda Herrera

Política editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182

Normas para la presentación de originales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183

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Abril y la crisis del régimenComentarios al dossier de Iconos 23

Pablo Ospina PeraltaInvestigador del Instituto de Estudios Ecuatorianos y profesor del Área de Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar

Email: [email protected]

Los ocho artículos que componen eldossier de la edición No. 23 de revistapresentan un conjunto de hipótesis, a

veces contrastadas, sobre el significado de larebelión de abril. Dos de ellos son un pocodiferentes, el de Edison Hurtado1 y el deCarlos de la Torre. Ambos tienen más bien laintención de brindar testimonios etnográficosde dos hechos: “lo que sucedió en Ciespal” latarde turbulenta del 20 y el acto del regresotriunfal de Abdalá Bucaram a Guayaquil el 2de abril. Me concentro en el resto. Cuatroartículos, los de Franklin Ramírez, CatalinaPazmiño, Simón Pachano y Julio Paltán tra-tan muy positivamente las jornadas resaltan-do el impulso democrático que significaron.Teodoro Bustamante es más crítico de los sec-tores sociales que lo impulsaron sin por esodefender a Gutiérrez. Bertha García, en cam-bio, no trata la rebelión sino la forma en queel gobierno de Gutiérrez revela aspectos másprofundos de la ideología de las FuerzasArmadas.

Franklin Ramírez trata de dar una justifi-cación desde las teorías de la democracia a larebelión de Abril. Aunque la destitución norespetó los procedimientos legales, la resisten-cia ciudadana fue legítima por los medios queusó, por la responsabilidad en el control de laviolencia, por la voluntad de ejercer un con-trol social sobre el poder y por el carácter exe-crable del régimen y la situación que buscaba

sustituir. Su límite está condensado en la con-signa “que se vayan todos”: constituye antetodo un límite de hasta dónde el régimenpuede llegar en sus actividades tolerables, másque una fuerza constituyente de un nuevorégimen. Es, en resumen, un “poder constitu-yente menguado”. En síntesis, el artículo esuna justificación teórica de la legitimidad delilegal derrocamiento de Gutiérrez.

Catalina Pazmiño se concentra en el cam-bio en los discursos e imágenes que jalonaronlas estrategias mediáticas de Lucio Gutiérrezdurante su ascenso y permanencia en elgobierno, para tratar de mostrar luego quesus prácticas (“atropellos”, “abusos”, “corrup-c i ó n”, “n e p o t i s m o”, “c l i e n t e l i s m o”, entreotros) llevaron a la erosión de su legitimidad.En conclusión, “la revolución de los foraji-dos” debe ser considerada la expresión delciudadano común que desea dejar de ser con-siderado únicamente como un sujeto pasivoen el escenario político, y que busca cambiar“el espejismo” de participación que le ofrecela democracia delegativa por una democraciaverdaderamente representativa y participati-va” (p.36). Pazmiño elabora así lo que podrí-amos llamar la “versión oficial” de la rebeliónde abril, la versión de los ganadores del episo-dio. No es necesariamente falsa, pero es segu-ramente parcial.

Julio Paltán desarrolla la misma versiónpero ya no desde el registro de los discursosmediáticos sino desde las prácticas de gobier-no. La crisis de credibilidad y legitimidad del1 Ver referencias bibliográficas al final del artículo.

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sistema de partidos aludiría a una confronta-ción contra el gobierno de Lucio Gutiérrezque significó una agudización del prebenda-lismo, el corporativismo y el clientelismoasentados en la marginalización e inmediatis-mo al que arrincona la pobreza. La confron-tación llegó a su paroxismo, con “el riesgo deuna guerra civil”, el 20 de abril, entre “por unlado, una movilización convocada desde laética, la recuperación institucional, y con unaelevada conciencia cívica y política; por otro,una movilización que por la pobreza y margi-nalidad se acopló al juego clentelista y pre-bendalista y al aparato de choque que elgutierrismo creó comprando conciencias” (p.52). Democracia contra prebendalismo. Nohay dónde perderse. Pero ¿de dónde viene esalucha ética y democrática en una sociedadque conoce el prebendalismo y el clientelismodesde tiempos muy antiguos?

Simón Pachano busca dar respuesta a esapregunta, con lo que termina elaborando unargumento similar a los dos anteriores aun-que más sofisticado. Su análisis de la compo-sición social y las demandas de los tres derro-camientos de la pasada década es muy intere-sante porque resalta las paradojas de la com-paración, aunque ellas viajan en el sentido demostrar la primacía de lo político sobre loeconómico. Contra Bucaram hubo rechazo alas medidas económicas, pero muchos gobier-nos en el pasado tuvieron manifestacionescontra medidas similares y su corto gobiernono dio tiempo a esbozar una propuesta eco-nómica reconocible. Contra Mahuad la crisisbancaria debió movilizar ante todo a los sec-tores medios, que no lo hicieron, y los secto-res indígenas y militares estaban más bien encontra de la orientación general de la políticaeconómica. Contra Gutiérrez las cosas sonincluso más claras: no hubo inflación nipaquetazo ni ninguna amenaza directa decoyuntura a la condición económica inme-diata de la población. Aunque reconoce queBucaram y Gutiérrez eran percibidos como

“una amenaza al sistema” y a su “equilibrio”,desecha los argumentos de motiva c i o n e sracistas. Me parece que sus argumentos sonmuy poco convincentes al respecto, como siel “equilibrio del sistema” no incluyera esoscomponentes y como si en las clases mediasquiteñas o cuencanas no hubiera rasgos aris-tocráticos marcados. Es evidente quePachano suscribe la hipótesis final de su ensa-yo (que es similar a la de Pazmiño): “en reali-dad ha tomado cuerpo una demanda demo-crática [es decir, “la valoración de la demo-cracia y del Estado de derecho”], especial-mente entre los sectores urbanos más cerca-nos a las actividades políticas” (p.44). Esdecir, ciertos sectores medios.

Teodoro Bustamante es más escéptico.Esas clases medias están plenamente articula-das y son beneficiarias de un sistema queGutiérrez amenazaba con enajenar de su con-trol. Lo que para Pachano era una lucha con-tra la ineptitud y falta de conocimiento, paraBustamante es una lucha en contra, por ladefensa de los privilegios que en nombre de latécnica, la universalidad y el racionalismo sir-ven de base de reproducción social y econó-mica de las clases medias. Esas clases tienencontactos, “son alguien” en un orden “feudal”en el que han aprendido a convivir y sacarprovecho. Estos intereses particularistas searroparon, sin embargo, de un lenguaje uni-versalista (propio de estos sectores sociales): ladefensa de un Estado de derecho que en rea-lidad nunca ha existido ni a nadie ha impor-tado. Bustamante acoge los argumentos quePachano rechaza, pero se atornilla a ese dis-curso de fachada para encontrar allí mismo laposibilidad de construir una ve rd a d e r ademanda democrática mucho más frágil quela que Pachano encuentra. Es más frágil por-que “exige renuncias, exige aceptar la situa-ción de ser un cualquiera, exige un someti-miento a normas, exige aceptar los derechosde los otros, sus diferencias, sus cuestiona-mientos, sin necesidad de fundirse con ellos

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Pablo Ospina Peralta

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Abril y la crisis del régimen. Comentarios al dossier de Íconos 23

(…) [Exige] hacer evidente que los valores dela democracia están en conflicto con granparte de la organización de la vida social hoyen día, con la forma de funcionar de las orga-nizaciones, de los servicios básicos” (pp. 61 y62). Bustamante quiere lo mismo quePachano pero ve a sus posibles soportes socia-les con ojos más desencantados.

El artículo de Bertha García tiene el méri-to de trabajar un tema poco abordado, engran parte por el hermetismo que rodea elfuncionamiento de las Fuerzas Armadas en elpaís. Su balance es muy crítico. La oficialidadmilitar funciona sobre la base de una grandesconfianza en el poder civil sobre el quedebe ejercer una tutela corporativa :“Gutiérrez encarnaba las aspiraciones políti-cas, el espíritu interno de los militares” (p.98). El Partido Sociedad Patriótica permitióla formación de un partido militar con ciertostintes nacionalistas ligados al descontento porla solución al problema de límites con el Perúy las amenazas de la mundialización. En esalínea, García interpreta los hechos de CIES-PAL como expresión de un respaldo soterra-do al gobierno por parte de los militares:jugaban con la posibilidad de dar un golpepara mantenerlo o reponerlo en el poder. Laimagen de perfecto alineamiento entreFuerzas Armadas y gutierrismo contrasta, sinembargo, con el retiro del apoyo durante elEstado de Emergencia (algo mencionado porBustamante). ¿Hubo un alineamiento tanclaro? Esperemos que la falta de informaciónsobre tendencias internas entre los militarespueda algún día subsanarse.

Planteamientos alternativos

Las valoraciones de Pachano y Bu s t a m a n t es o b re las clases medias pueden ser más com-plementarias que alternativas. Erika Si l va sugi-rió que en el movimiento de abril existiero nt res corrientes: una “radical – democrática” ,

que insistía en la lucha contra el T LC, por lasoberanía y “que se vayan todos”; una “d e m o-crática liberal”, que insistía en la defensa delEstado de derecho; y una de “racismo subte-r r á n e o” que no emergía a la luz como discursoa rticulado pero que podía percibirse en otro ss e c t o res y a veces en los mismos sectores quesostenían las corrientes anteriores. Todos estosve c t o res conviven en las heterogéneas “c l a s e sm e d i a s” que pro t a g o n i z a ron la revuelta. Estosignifica que las consecuencias políticas delp rotagonismo de estos sectores están todavíaen disputa ¿De qué pueden depender?

Parece que la discusión sobre las clasesmedias quiteñas y su protagonismo en lascalles (una discusión necesaria y que debecontinuar con estudios empíricos y monográ-ficos más detallados de un sector social pococonocido en sus diferenciaciones internas, suhistoria y sus motivaciones), nos oculta el sus-trato común de la crisis en el largo plazo: larelación entre las clases altas y las clases bajas.En la crisis de esa relación, las clases mediasviven una sensación de desamparo. Propongo

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una lectura alternativa de la crisis que apuntahacia contornos de la coyuntura que no estántratados en los textos del dossier.

El punto de partida de la crisis es, meparece, que las clases altas del Ecuador hanvisto surgir desde 1992 un agotamiento desus mecanismos de transacción tradiciona-les. Se han agudizado sus conflictos inter-nos, sus disputas, sus dificultades paraencontrar acuerdos aceptables. ¿Existe re a l-mente una agudización de estos conflictosen el seno de los sectores económicos domi-nantes? ¿O es un elemento constante de laconstitución social y económica delEcuador? Esta es una pregunta cuya re s p u e s-ta re q u i e re estudios monográficos. Me incli-no por la idea de una agudización pero parasostenerlo sólo dispongo de evidencias indi-rectas y correspondencias temporales. Lasciencias sociales han estudiado tan poco a lasclases altas como a las clases medias -aunque

e n t re los economistas hay mayo res pistas deanálisis e información empírica-. Todo hacesuponer que el re c rudecimiento de las dis-putas tiene que ver con el cambio económi-co en curso. La privatización pro g re s i va delpetróleo (iniciada precisamente a partir de1992) agudiza los conflictos sobre los con-tratos y las concesiones. Las rentas petro l e r a sno pueden ser dejadas en mano de dirigen-tes serranos, cuando los export a d o res coste-ños se quedaron sin los recursos adicionalesque la devaluación permitía generar. Estoalienta el crecimiento de las disputas sobre elp resupuesto del Estado y el control de insti-tuciones estatales clave. Además, la pugnae n t re banqueros ha sido una constante en losúltimos diez años: el Banco del Pi c h i n c h acontra los dueños de Filanbanco y suse m p resas es el más notable. El pre b e n d a l i s-mo respecto a los fondos estatales se agudizap recisamente cuando crecen las presiones de

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Pablo Ospina Peralta

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organismos internacionales, con todo suaparato tecnocrático, para cambiar las re g l a sde juego en la asignación de los re c u r s o sestatales. La rapiña es una respuesta fre c u e n-te en los sistemas moribundos.

Las disputas en las alturas se trasladan alllano. Me parece que allí se encuentra el tras-fondo de la llamada “crisis de legitimidad” delsistema político ecuatoriano. Empiezo con lasclases populares y luego pasaré brevemente alas clases medias. Todo sistema de domina-ción debe considerar en su seno las deman-das, aspiraciones y búsquedas de los sectoressubordinados. Las incluye de modo subalter-no, por supuesto, por si no las considerara dealgún modo, se vería obligado a recurrir a laviolencia abierta. No es el caso (todavía) delsistema ecuatoriano, que ha eludido constan-temente a lo largo de su historia la represióncriminal y desembozada. Todo sistema dedominio utiliza, por supuesto, mecanismosmuy variados para garantizarse el apoyo delos que no son beneficiarios directos de ladominación. Sin embargo, puede sostenerseque en el caso ecuatoriano el mecanismo pri -vilegiado para incluir las demandas de abajoen la administración de arriba ha sido, a lolargo del siglo XX, el clientelismo2.

Mi tesis es esta: el trasfondo de la crisis delegitimidad del sistema político ecuatorianoradica en que el clientelismo entró en crisis comomecanismo básico de subordinación política delas clases populares; es decir, como mecanismo deintercambio de favores y bienes a cambio delealtad. Parece una tesis contraintuitiva. Elclientelismo cunde por todos lados, comomuestran muchos análisis contemporáneos yregistros etnográficos.

La razón básica de esta crisis es la agudiza-ción de conflictos en las alturas. Desarro-lle-mos la idea. El modelo del clientelismo deri-

va directamente del modelo paternalista defuncionamiento de las haciendas andinas.Sa b e m o s3 que las haciendas funcionabancomo una forma de dominación política fun-dada en la autoridad paternal, el control( s i e m p re contestado) de la re d i s t r i b u c i ó nmaterial y la mediación patronal sobre lareproducción física y simbólica de las unida-des domésticas ampliadas de los huasipun-gueros indígenas. El clientelismo como formade relación entre gobernantes y gobernados,como forma de tomar decisiones distributivasy de inversión pública, enredado en una lógi-ca de intercambio de bienes a cambio de leal-tades, tiene su modelo histórico precisamenteen la matriz de la que nacieron las comunida-des rurales. Pero además, las relaciones dehacienda se basaron siempre mucho más queen organizaciones formales, en redes informa-les de parentesco ampliado. Por ejemplo, enCotopaxi lo que se conoce como “ayllus” noson exactamente linajes como parece ser elcaso aymara en Bolivia, sino que se refiere enrealidad a grupos de parientes alrededor deuna persona: lo que en antropología sueledesignarse como una parentela. Esas parente-las disputaban y canalizaban las operacionesde distribución. En sus dos fuentes primarias,la autoridad paternal fundada en el control debienes de redistribución y su canalización porla vía de las redes de parientes, el modeloclientelar está enraizado en las profundidadesmás antiguas de la tradición política popular.

Pe ro hay una diferencia básica: el dueño dehacienda distribuía productos de sus pro p i e-dades part i c u l a res, mientras el patrón moder-no distribuye los bienes públicos. Su capaci-dad de patronazgo depende más críticamentede la aceptación de sus clientes. Además, ensu modelo histórico, la hacienda, el clientelis-mo estaba fundado en la centralización de la

115ÍCONOS 24, 2006, pp. 111-118

Abril y la crisis del régimen. Comentarios al dossier de Íconos 23

2 Existen otros, por supuesto, como la distribución dela corrupción o el corporativismo, pero por razones deespacio me detengo sólo en la principal.

3 Por ejemplo, a través de los estudios de la haciendacomo sistema de dominio político (Guerrero 1991), oa través de estudios etnográficos como los de CarolaLentz, (1997), especialmente pp. 146-51.

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distribución en un solo patrón. Los habitantesrurales podían ser “s e d u c i d o s” por otro patrón(los documentos notariales desbordan de que-jas de patrones por esta práctica infame), perosus posibilidades eran bastante limitadas. Loque existe en la actualidad4 es una eclosión deo f e rtas de bienes, favo res y servicios. Ya nohay un patrón, sino decenas de patrones quese disputan las lealtades políticas y sociales delos sectores marginados. A esa misma disputase lanzó con toda emoción el pre s i d e n t eGu t i é r rez. Como resultado, los clientes pue-den escoger (y de hecho escogen), re c u p e r a nautonomía y el mecanismo de control pierd esu eficacia del pasado.

Hasta los años ochenta en Quito, grandes“patrones” como Fabián Alarcón o AlvaroPérez manejaban redes de “punteros” (parausar el nombre peronista de los intermedia-rios locales de los patrones políticos5) deforma bastante centralizada. Ahora los habi-tantes suburbanos pueden escoger entre múl-tiples patrones que se disputan entre sí y queno están centralizados: ONG ecuatorianas,fundaciones internacionales, programas esta-tales asistencialistas vigilados por organismosinternacionales, ministerios, municipios,consejos provinciales, entre muchos otros.Además, los patrones de los ministerios o lospartidos se ven restringidos en su libertad deasignación de bienes y servicios por los meca-nismos impersonales de asignación de subsi-dios inventados por la tecnocracia de la eraneoliberal. Los patrones encuentran modosde sortear los mecanismos tecnocráticos, peroestán mucho más limitados en su soberaníapatronal.

¿ Qué ha ocurrido entonces? La genteacepta los bienes, recibe los servicios peroentrega con mucha dificultad una lealtad esta -ble. De manera muy pragmática y cada vez deforma más desencantada y distante, recibenlas cosas y a duras penas entregan su voto. Laproliferación de patrones ha llevado a unacompetencia muy grande de lealtades cam-biantes y frágiles. La entrega de bienes a cam-bio de lealtad sigue existiendo, pero no lograsoldar relaciones personales estables.Ninguna institución o patrón controla unared suficiente de intermediarios locales demanera constante. Y cuando lo logra, rápida-mente se ve desafiado por rivales buscando lomismo. Esas instituciones y esos patrones noestán vinculados entre sí por acuerdos decompromiso de clase o de proyecto político.Al contrario, están en disputa constante.

Resumo. La crisis actual de las relacionesclientelares como mecanismo de legitimacióndel régimen político no consiste en que sehayan reducido las entregas desinstitucionali-zadas de bienes y favores a cambio de lealtadpolítica. Al contrario, han recrudecido. Loque ocurre es que la multiplicación de patro-nes en constante disputa entre sí ha provoca-do que la devolución de lealtad política acambio de los bienes haya dejado de ser esta-ble. La intención de los patrones existe peroel constante desplazamiento de las lealtadesde parte de las poblaciones urbanas y rurales,lleva a una inestabilidad general que afectatodo el sistema político. Algunos patroneslogran mantener lealtades regionales más omenos duraderas (por ejemplo, Ab d a l áBucaram), pero sufren la constante compe-tencia de otros patrones con tácticas similares(por ejemplo, Alvaro Noboa) o dependendemasiado crucialmente del control de insti-tuciones estatales para mantenerlas y acrecen-tarlas por la inflación de entregas que provo-ca la competencia recrudecida.

¿ Qué pasa con las clases medias en estac oyuntura? ¿Por qué su sensación de desam-

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Pablo Ospina Peralta

4 Baso estas idea en un estudio en curso sobre la orga-nización popular en algunos barrios populares del suroriente de Quito y en otra sobre los gobiernos localesindígenas en Cotopaxi y Cotacachi. Una opiniónsimilar sobre los cambios en el clientelismo de origenhacendal y su “democratización” actual en LadislaoLanda (2004:27).

5 Ver Javier Auyero (2004).

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Abril y la crisis del régimen. Comentarios al dossier de Íconos 23

p a ro? Nu e vamente, los estudios escasean. Mea t re vo a proponer una hipótesis. El sistemaen el que esos sectores lograron instalarse contantas dificultades se desgaja por todos lados.Además, su situación se fragiliza con elrecambio económico. Las condiciones devida de las clases medias de funcionarios ya d m i n i s t r a d o res están amenazadas. El peque-ño comercio y los pequeños talleres de serv i-cios compiten no sólo contra los grandesc e n t ros comerciales en las ciudades, sinocontra el empleo informal y las ventas calle-jeras. Estos sectores dependen de una muypoco estudiada red de intermediarios que losligan a los import a d o res y a la frágil industrialocal. Los sectores medios, tanto comerc i a l e scomo de funcionarios, viven presiones eco-nómicas redobladas sobre su empleo y suindependencia; la inestabilidad laboralre f u e rza las incert i d u m b res ante cualquiercambio en un entorno de políticas que noc o n t ro l a n .

Recrudecen entonces sus críticas a los sec-tores empresariales dominantes por su faltade “visión del país” y a las incultas masas mar-ginalizadas que reverberan a sus pies y dequienes las separan sus deseos de ascenso eidentificación social. Alejados de ambosmundos por condición o por vocación, hanperdido confianza en el rumbo del país. Sialgún sector social actual puede considerarseclaramente damnificado de dirección políticapor la crisis de los partidos políticos “tradi-cionales”, son sin duda los grupos de funcio-narios, pequeños comerciantes, administra-dores e intelectuales que confiaron en las pro-mesas modernizadoras de los partidos de“clase media” desde los años setenta hasta losnoventa del siglo XX.

El poliedro de la crisis política se comple-ta. Presiones externas en la reestructuracióneconómica, agudización de disputas en lasalturas, incapacidad de los mecanismos tradi-cionales de legitimación social en el llano,

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desamparo en el medio por la soledad de unamodernización que las incluya y no una que,como la neoliberal, las amenaza con el des-censo social.

¿ Qué esperar de semejante panorama?¿Qué escenarios posibles se desgajan? Unaposibilidad es la recomposición del poder enlas alturas. Milagrosamente los sectores domi-nantes logran recomponer sus fracturas anteel miedo al desastre, y acuerdan el costo quecada uno deberá pagar para evitar una catás-trofe. Otra opción es que la creciente autono-mía de los sectores populares desatada por elvacío de poder lograra vertebrarse en formaindependiente; que los sectores radicales delas clases medias tomaran el desafío en serio yarticularan lazos estables con sectores popula-res indignados. Un tercer escenario nace de laanomia a la que conduce la pérdida de loslazos de jerarquía tradicional en la que losactores buscan una solución autoritaria yredentora. Sectores sociales medios del espec-tro opuesto al anterior sostienen o dirigenuna reconversión vertical de la política, conapoyo de sectores populares atomizados yasqueados de una democracia del desorden.Reacción, revolución, cesarismo autoritario.O una combinación probable de estos futurosposibles.

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Pablo Ospina Peralta