Metodologia de La Intervencion Trabajo Social

Embed Size (px)

Citation preview

  • Cristina De Robertis

    Metodologa de la intervencinen trabajo social

    Con la colaboracin de Bernadette Blanc,Francoise Lesimple, Henri Pascal y Enrique Di Cario

    Grupo Editorial LumenHvmanitas

    Buenos Aires - Mxico

  • Ttulo original:Mcthodologie de l'mtervention en travail social. 1981 por Editions du Centurin, Pars.

    Direccin editorial: Sela SierraDiseo de cubierta: Gustavo Macri

    De Robertis, CristinaMetodologa de la intervencin en trabajo social - 1 .a ed. - Buenos Aires :

    Lumen, 2006.336 p.; 22x15 cm.

    Traducido por Rafael Arag

    ISBN 987-00-0558-6

    1. Trabajo Social. 1. TtuloCDD361.3

    No est permitida la reproduccin total o parcial de este libro, ni su tratamientoinformtico, ni su transmisin de ninguna forma, ya sea electrnica, mecnica, porfotocopia, por registro u otros mtodos, ni cualquier comunicacin pblica porsistemas almbricos o inalmbricos, comprendida la puesta a disposicin del p-blico de la obra de tal forma que los miembros del pblico puedan acceder a estaobra desde el lugar y en el momento que cada uno elija, o por otros medios, sin elpermiso previo y por escrito del editor.

    Dedico este libro:A mis profesores uruguayos, cuyas bases

    slidas permitieron la construccinde este edificio.

    A mi padre, cuyo ejemplo me orientpor senderos de dedicacin al trabajo y

    de superacin personal.A la memoria de mi madre, cuyo sentido

    de la justicia social y cuyo amor porlos humildes y los desamparados me

    acompaan en el camino.

    Primera edicin: Editorial El Ateneo, 1988 Editorial Distribuidora Lumen SRL, 2006

    Grupo Editorial LumenViamonte 1674, (C1055ABF) Buenos Aires, Repblica ArgentinaTel. 4373-1414 (lneas rotativas) Fax (54-11) 4375-0453E-mail: [email protected]: / / www.lumen.com .ar

    Hecho el depsito que previene la Ley 11.723Todos los derechos reservados

    LIBRO DE EDICIN ARGENTINAPRINTED IN ARGENTINA

  • Presentacin de los autores

    Cristina De Robertis. Naci en la ciudad de Buenos Aires. Curssus estudios de asistente social en Montevideo, Uruguay. Realizcursos de posgrado en los Estados Unidos y en Francia, donde re-side. Ejerci, en este pas, en el medio psiquitrico y en proteccinde la infancia, con jueces de menores. Tiene una larga experienciade formacin de trabajadores sociales y fue directora del Institutode Formacin en Trabajo Social de Toulon. Es autora de varios li-bros sobre la metodologa profesional y de numerosos artculos so-bre mtodos, formacin y tica del trabajo social.

    Bemadette Blanc. Asistente social, licenciada en Sociologa yCiencias de la Educacin. Ense trabajo social en cursos de ba-se y de posgrado. Es autora del captulo 11 del presente libro.

    Frangoise Lesimple. Asistente social, supervisora en trabajo so-cial. Se dedic a la enseanza de trabajadores sociales, como res-ponsable de las materias de la unidad "Teora y prctica del servi-cio social". Ejerce como asistente social en el Orden de Abogadosde Pars. Es autora del captulo 5.

    Henri Pascal. Socilogo, profesor en formaciones iniciales y su-periores de trabajo social. Se ha dedicado a la enseanza de la in-tervencin colectiva y de la investigacin en trabajo social. Ha lle-vado a cabo investigaciones sobre la prctica profesional y, espe-cialmente, sobre la historia del trabajo social. Ha publicado librosy artculos sobre temas de trabajo social. Es autor de los captulos1 y 3 de este libro.

    Enrique Di Cario. Argentino. A partir de su formacin bsica enfilosofa, se especializ en servicio social, dedicndose a la ense-anza de la profesin. Es investigador y profesor titular en la Uni-versidad Nacional de Mar del Plata, coordinador de posgrado. Ani-ma el Equipo de Investigacin en Metodologa y Epistemologa delTrabajo Social (EIEM). Autor principal de ms de 20 libros sobretrabajo social y de numerosos artculos publicados en Argentina yotros pases. Es autor del captulo 2 de este libro.

    7

  • ndice

    Prefacio 13Introduccin a la segunda edicin en castellano 17

    1. Algunas notas sobre la evolucin de lametodologa del servicio social en Francia 23

    1. La metodologa de los aos treinta 242. Anlisis del servicio social en trminos

    de tareas 273. Algunas hiptesis que explican

    este cambio 284. El "case work" 355.- Grupo, comunidad y aproximacin global 416. El contexto social del desarrollo

    de estos mtodos 457. Cambios sociales y evolucin de la

    metodologa del trabajo social 53

    2. El trabajo social latinoamericano 571. Referencia histrica 582. Situacin actual 633. Metodologa cientfica y accin

    transformadora 644. Conclusin 66

    3. Ciencias humanas y trabajo social 691. Teoras sociolgicas 712. Teoras psicolgicas 843. Teoras psicosociolgicas 904. Utilizacin de las ciencias humanas

    en trabajo social 99

  • 4. Metodologa de intervencin en trabajo social 1071. Elaboracin de la metodologa 1082. Definiciones 1113. Dos modelos enfrentados 1124. Algunos conceptos claves en la

    metodologa de intervencin 1155. Fases de la metodologa de intervencin

    en orden lgico 1226. El proceso de intervencin en orden

    cronolgico 1277. La metodologa en los diversos campos

    de aplicacin del trabajo social 129

    5. El anlisis de situacin 1331. Definicin 1332. El contexto global 1373. Anlisis del sector de trabajo 1374. Anlisis del servicio 1425. El trabajador social 1456. El usuario (individuo o grupo),

    su demanda 1497. La secuencia de anlisis de situacin 156

    6. La evaluacin 1611. Definicin de trminos 1622. Caractersticas de la evaluacin 1643. Diferentes tipos de evaluacin 1704. El contenido de la evaluacin 173

    7. El contrato con el usuario 1851. Definicin de los trminos 1862. Aspectos institucionales 1873. Qu es el contrato con el usuario?

    Contenido y forma 1894. Posibilidades y lmites del contrato 193

    10

    8. El "hacer" del trabajo social. Unaintroduccin a la intervencin social 199

    1. La intervencin en el proceso de trabajo 1992. El "hacer" y el "cmo hacer" 2003. Clasificacin de las intervenciones 201

    9. La intervencin directa 2051. Clarificar-apoyar 2062. Informar-educar 2143. Persuadir-influir 2284. Controlar-ejercer la autoridad 2325. Poner en relacin-crear nuevas

    oportunidades 2406. Estructurar una relacin

    de trabajo con el usuario 244

    10. La intervencin indirecta 2511. Organizacin y documentacin 2522. Programacin y planificacin de

    intervenciones indirectas 2563. Intervenciones en el entorno

    del usuario 2714. Colaboracin con otros trabajadores

    sociales 273

    11. Las intervenciones a nivel de losorganismos sociales 279

    Introduccin 2791. Los marcos institucionales y organizativos

    que determinan las intervenciones de lostrabajadores sociales antelas organizaciones 281

    2. Tres modelos de intervencin conreferencia a los procedimientos utilizados 284

    3. Conclusiones 290

    11

  • 12. El fin de la intervencin1. Aspectos institucionales2. Diversas formas de fin de la

    intervencin social3. Contexto relacional y afectivo del

    fin de la intervencin4. Formas de intervencin centradas

    en la clausura

    Evoluciones y perspectivasBibliografa en francsBibliografa en castellanoSiglas y abreviaturas utilizadas en este libro

    293295

    297

    303

    307

    313317329335

    Prefacio

    Este libro que presento hoy a los profesionales de habla espa-ola es la resultante de ms de veinte aos de trabajo en el servi-cio social y del aporte multifactico de culturas y problemticas depases muy diferentes.

    Ms de veinte aos de trabajo en el servicio social han sido tam-bin aos de historia personal y profesional:

    - Primero, una formacin profesional adquirida en Montevideo(Uruguay), a principios de los aos sesenta. Momento histricoclave para Amrica latina, aos en los cuales "la patria grande" na-ca en silencio y sin conciencia an de su unicidad econmica, po-ltica y cultural. Lo que fue Amrica latina en gestacin en aquellapoca se trasform luego en la realidad, ya histricamente cierta,de un continente en busca de sus races y de su destino. La capa-citacin recibida en Amrica latina me permiti los primeros pasoshacia Estados Unidos.

    - Segundo, un aporte importante fue la confrontacin y el estu-dio del servicio social en Estados Unidos. Una beca, un ao de es-tudios de posgrado y el descubrimiento de que el pas ms pode-roso, la riqueza insolente del imperio, se acompaa all tambinde un cortejo de miseria, de poblaciones desheredadas que tenanapenas lo suficiente para comer. La pobreza all era, en todo, me-nos pobre, o lo pareca. Acompaaba estos descubrimientos el pla-cer de reencontrarme con recuerdos de infancia, con una parte deesa infancia vivida en los Estados Unidos: con las rondas del jar-dn de infantes, con los primeros deletreos del abecedario, las his-torias de "Mother Goose" y una lengua que posea perfectamente yque me abra todas las puertas. Esta formacin posgrado tuvo suaplicacin durante tres aos de trabajo de campo en Uruguay y enlos primeros pasos en la enseanza del servicio social de grupos.

    - El tercer aporte fue el de la emigracin a Francia. Pas de re-ferencia cultural, cuya lengua no dominaba, cuya organizacin ycuya historia parecan accesibles, cercanas. Pero slo los aos entierra adoptiva permitieron, paso a paso, aprender, comprender,integrar y diferenciarse. Una larga aventura de enriquecimiento,de lgrimas y de transformaciones.

    Esta sntesis de aportes culturales distintos y contradictorios,este trabajar en servicio social con realidades tan diferentes, este

    12 13

  • compromiso con una profesin que frente a cada realidad socio-poltica desarrolla aspectos especficos, estn presentes, en filigra-na, en este libro.

    Este manual fue escrito entre 1978 y 1980. Dos largos aos quesintetizaron ms de diez aos de enseanza a los trabajadores so-ciales uruguayos y franceses. Fue escrito como un compromisocon la realidad del trabajo social en Francia, como una necesidadde plasmar por escrito los conocimientos profesionales sistemati-zados, de transmitir de manera generalizada las riquezas de laprctica.

    En esa poca haba dejado la enseanza para dedicarme casicon exclusividad al trabajo educativo con familias cuyos nios seencontraban bajo el amparo del juez de menores. De la confronta-cin dinmica entre el saber y el saber hacer (savoir faire), entre lateora y su aplicacin en la prctica, entre la prctica y su siste-matizacin terica, naci este libro, movido por una "compulsincreadora" como un impulso irresistible.

    Su realizacin exigi esfuerzo, dedicacin, dudas, fatiga. Llevar-lo a cabo fue un verdadero desafo. Pero a medida que avanzabafui as mismo descubriendo todas las satisfacciones escondidas enlos caminos difciles y enriquecedores del esfuerzo intelectual. Alas satisfacciones de la elaboracin terica se agregaron luego lasde verlo ledo por los trabajadores sociales y adoptado como textode base en la mayora de las escuelas francesas; tambin la alegrade ver la tercera edicin imprimirse al cuarto ao de publicado, laversin italiana editada a mediados del '86 y ahora la traduccinal castellano.

    Esta traduccin a mi lengua materna es para m la mayor re-compensa y representa un justo retorno a mis orgenes, jams re-negados. Pues este libro, escrito en francs real compromiso conla realidad europea, es tambin el fruto de la dispora y del exi-lio; es una contribucin latinoamericana a la construccin del tra-bajo social en Francia y en Europa.

    Cristina De Robertisjunio de 1986

    14

    Cuando Cristina De Robertis me invit a participar en la edicinargentina de su libro, acept inmediata y gustosamente, porque laprimera lectura de Metodologa de la intervencin en trabajo socialme haba impresionado muy bien por su calidad.

    Hoy, luego de haber profundizado ms el conocimiento del tex-to y de haber realizado mi aporte a l, siento la espontnea nece-sidad de ofrecer estas pocas palabras iniciales.

    Conoc a Cristina como una joven profesora de Servicio Socialde la Escuela Universitaria de Montevideo (Uruguay), hace casiveinte aos. Una Escuela en la cual compartamos el esfuerzo pe-daggico con Hermn Kruse, Rene Dupont, Raquel Cotinas, Ri-cardo Hu, Mara Scaron de Quinteros y la siempre recordadaDanielle Duprey, entre otros. Cristina De Robertis constitua lapresencia de una joven profesora inquieta, pedaggicamente co-municativa, seria y nada demaggica, y, ante todo, con un sentidomuy profesional del servicio social. Gisela Konopka era, tal vez, suautora profesional preferida entonces, y su orientacin dominan-te, la confianza en el servicio social y en la existencia.

    Muchos aos despus recuper a una profesional altamente cali-ficada e intelectualmente madura, que supo desarrollar en su lugaractual, la Francia de todos, una actuacin y una obra que puedeenorgullecemos como latinoamericanos. Y observamos tambin sucorazn puesto en nuestras inquietudes tercermundistas, juntocon su entraable apego y respeto por el Ro de la Plata.

    Hoy nos ofrece su obra, que personalmente visualizo como unimportante aporte a cierto vaco existente en nuestra bibliografaespecializada.

    Mi condicin de docente en trabajo social en Argentina me per-mite observar cotidianamente la ausencia de un texto aplicado a laformacin metodolgica profesional. Legtimamente o no, se hanrechazado casi todos los escritos extranjeros del servicio social, yno se han elaborado, salvo excepciones, alternativas sustituas pa-ra esta necesidad formativa.

    Pensamos que el presente libro, con su espritu universalista,su independencia frente a viejos y nuevos esquematismos, y consu enfoque actualizado, contribuir en buena medida al esfuerzoque todos estamos realizando para la superacin profesional.

    Enrique Di Cariomarzo de 1987

    15

  • Introduccin a la segunda edicinen castellano

    Entre un padre cientfico y una madre poeta, fui criada en laconviccin de que mi realizacin personal necesitaba tres produc-ciones: tener un hijo, plantar un rbol, escribir un libro.

    Y as fue... Pero, una vez criados, plantados, escritos, ya no nospertenecen. Se echan a andar solos por el mundo, se enraizan, vi-ven su vida, se relacionan con otros, tienen un impacto que nossobrepasa y nos supera. Lo mismo pas con este libro.

    Originariamente escrito en francs para un pblico francfono,fue traducido a varios idiomas (castellano, italiano, polaco). EnFrancia, se ha convertido en el manual de formacin de los profe-sionales durante los estudios de base, lo cual le asegur una reim-presin cada dos aos. Tambin ha sido citado por los autores detrabajo social del mundo entero y figura en las referencias y la bi-bliografa de numerosos autores.

    De esta manera, el libro cobr su propia vida y sigui su cami-no mucho ms all de mis esperanzas y de mi proyecto inicial. Meresta la gran satisfaccin de haber hecho una obra til para la for-macin de los profesionales y para la afirmacin de la profesiona-lidad del trabajo social.

    Cmo podemos explicar tal xito?

    1. Tal vez sea porque este libro fue, en Francia, una respuestaal cuestionamiento del trabajo social de los aos 1975-1980.

    En ese perodo, el trabajo social fue analizado en trminos decontrol social y de normalizacin de la poblacin. La funcin deltrabajo social fue definida como participando en la reproduccinde la fuerza de trabajo. Los trabajos de Louis Althusser* estable-cen que dicha reproduccin no es solamente fsica; existe tambinla reproduccin de la sumisin a las reglas del orden establecido,es decir, de la ideologa dominante. El autor nombra "los aparatosdel Estado", que divide en dos tipos: aparatos represivos y apara-tos ideolgicos.

    * ALTHUSSER, Louis, "Ideologa et appareils idologiques d'Etat", La Penses, N.151, Pars, junio de 1970. (Hay edicin castellana: Ideologa y aparatos ideolgicosdel Estado.)

    17

  • Althusser ve en los aparatos ideolgicos una pluralidad de ins-tituciones: religiosas, familiares, escolares, jurdicas, polticas, deinformacin, cultura, deportes, y dentro de ellas se podra tambinincluir el trabajo social. Estos y otros trabajos de socilogos pro-vocaron en los trabajadores sociales de ese perodo un gran des-concierto. Cmo conciliar trabajo cotidiano y anlisis crtico?Cmo expresar la profesin en otros trminos que los nicamen-te superestructurales? Cul es la realidad concreta de esos an-lisis en el plano de las personas en sufrimiento social? Estos inte-rrogantes fueron frtiles en creacin y en elaboracin terica deltrabajo social y sirvieron de mantillo a la redaccin de este libro.

    2. La complejidad creciente del mundo social en esa poca mos-traba ya los primeros albores de la crisis econmica (crisis petro-lera de 1973) que dar, una dcada despus, los "nuevos pobres"y la "nueva cuestin social". Hoy sabemos que, en los pases in-dustrializados, fue slo el comienzo de una crisis estructural de re-composicin de la economa capitalista que dura an y que llevaconsigo una cohorte de problemas de exclusin social y de empo-brecimiento. Frente a estos cambios sociales, el trabajo social pu-do, gracias a este libro, anclarse en conocimientos propios, siste-matizados y reconocidos, que le brindaban la seguridad del oficioy la posibilidad de creatividad.

    3. Los trabajadores sociales tenan una palabra confiscada poruniversitarios,** por otros profesionales y por las instituciones quelos emplean. Los universitarios, en su mayora socilogos, analiza-ban el trabajo social en los trminos que vimos en el prrafo ante-rior. Los otros profesionales poseen aquellos conocimientos respe-tados y de estatus establecido (mdicos, psiquiatras, jueces...), yconsideran el trabajo social como ejecutante de sus decisiones ydiagnsticos, y no como un colaborador autnomo con un campoespecfico. Las instituciones que los emplean son friolentas cuan-do se trata de comunicar lo que se hace en su seno: deber de re-serva, confidencialidad, imposibilidad de escribir, sin censura pre-via, sobre la prctica profesional.

    ** En Francia, los diplomas de trabajo social estn bajo el control del Ministerio deAsuntos Sociales; la formacin se cursa en escuelas superiores. Despus de la Re-volucin Francesa, las nuevas profesiones recibieron formacin en escuelas espe-cializadas (ingenieros, veterinarios, etc.), independientes de la universidad. Tam-bin fue as en el caso de las profesiones sociales.

    18

    Entonces, los escritos profesionales eran escasos, los manualr : .de metodologa eran traducciones anglosajonas o textos en francosprovenientes del Qubec (Canad). Adems, los trabajadores so-ciales estaban acostumbrados a trabajar con poblaciones privadasellas mismas de palabra. Siendo as, todos sus esfuerzos iban apermitir que ellas se expresaran directamente y fueran escucha-das por los interlocutores.

    Pero, al final de los aos setenta y durante toda la dcada si-guiente, los trabajadores sociales tomaron la pluma y se pusierona escribir sobre su profesin y su actividad. Varios libros sobremetodologa profesional, entre los cuales est ste, se elaboraronen ese perodo.

    4. Un ltimo motivo de explicacin del impacto de esta obra meparece el programa de estudios de los asistentes sociales en Fran-cia, establecido en 1980. Dicho programa utiliza por primera vezoficialmente la frmula de "teora y prctica de la intervencin enservicio social" para indicar la unidad de formacin central. Estelibro se public al ao siguiente; tanto su terminologa como losconceptos y los mtodos explicados estaban en ntima correspon-dencia con el programa, lo cual lo transform rpidamente en eltexto de referencia de profesores y estudiantes.

    Este manual est pensado como un instrumento de reflexin yde anlisis de la prctica del trabajador social, y tambin como he-rramienta de formacin profesional. Se dirige principalmente a losprofesionales que buscan una conceptualizacin-sistematizacinde su prctica y a quienes estn todava formndose.

    Esta obra, centrada en la adquisicin de habilidades metodol-gicas y tcnicas por parte de los trabajadores sociales, puede serinterpretada como situada a contracorriente de un cuestionamien-to poltico global de la sociedad. Estamos firmemente convencidosde que las posiciones ideolgicas y polticas, los interrogantes encuanto al papel y la funcin del trabajo social en la sociedad, nopueden, en ningn caso, sustituir ni reemplazar la capacidad tc-nica de los trabajadores sociales. Muy por el contrario, sta permi-te una mayor soltura y dominio en la prctica cotidiana, un mayormargen de libertad y de autonoma en relacin con los diversos or-ganismos sociales, una accin de calidad en beneficio de las per-sonas con las que trabajamos y la posibilidad de concretar expe-riencias nuevas y creativas en trabajo social.

    19

  • A causa de este objetivo de adquisicin de aspectos metodolgi-cos del "saber hacer" y del "cmo hacer", nos centraremos, a lo lar-go de este libro, en uno de los actores del trabajo social: el profe-sional. Los otros la persona usuaria, el organismo empleador,las polticas sociales slo se abordarn indirectamente. Sola-mente el trabajador social y su actividad constituyen el eje centralde este trabajo.

    Este manual reagrupa las intervenciones que se dirigen a diver-sas dimensiones del usuario: el individuo, la familia, el pequeogrupo. Cuando nos dirigimos a sujetos de este tipo, hablamos deintervencin microsocial, para distinguirla de las intervencionescentradas en conjuntos ms vastos, tales como el trabajo socialcomunitario o el trabajo encaminado a elaborar nuevos proyectossociales. stos nos parece que exigen encuadres y tcnicas dife-rentes, que presentamos en el libro La intervencin colectiva entrabajo social. Con respecto a las diversas dimensiones de la inter-vencin (individual, familiar, grupal), se enfatiza en la metodologacomn y las actividades aplicables a las tres; los aspectos espec-ficos vinculados a cada dimensin se desarrollan menos.

    En su poca, este libro present varios aportes novedosos, en-tre los cuales estn el concepto de intervencin, el anlisis de larelacin de ayuda, el concepto de cambio. Lo que fuera modernoentonces son hoy referencias consolidadas y adquiridas del saberprofesional. Tambin la ruptura con el modelo mdico, basado enel mtodo clnico del que se inspirara Mary Richmond, fue algonuevo que ech races en las jvenes generaciones de trabajadoressociales.

    Las referencias tericas de esta obra son esencialmente eclcti-cas, mltiples. Se distingue entonces de las corrientes que estable-cen modelos de prctica referidos a una nica teora y que, enFrancia y en el Qubec, se nombraron "les approches du service so-cial". Por encima de todo, adopta la complejidad como ngulo dereflexin, la contradiccin como trama de anlisis y la dinmicacomo tensin creadora de cambio. Est influenciada por las teo-ras sociolgicas y psicosociolgicas que analizan las relaciones ylas interacciones sociales, y por el anlisis sistmico que retoma elestudio de la interdependencia de las partes y de las transforma-ciones del conjunto a partir de variaciones localizadas.

    Como prcticos trabajadores sociales, estamos muy familiariza-dos con los anlisis exhaustivos de las situaciones particularesque encontramos en nuestra prctica diaria; nuestros escritos son

    20

    i menudo relatos de experiencias, anlisis de intervenciones. Klprocedimiento que se propone aqu, por el contrario, est ceir;do en lo general, en lo que es comn a todas las situaciones par1 rulares que se hallan en la accin cotidiana. Partimos de un marco conceptual general, para ilustrarlo con algunos ejemplos par t i -culares. Lejos de unificar y de reducir, este pasaje de lo general alo particular nos parece puede enriquecer la diversidad de nuestraprctica al aportar una serie de puntos de referencia y de pistas dereflexin.

    Como profesores y tericos del trabajo social, nos alejamos dela realidad del ejercicio profesional y pronto podemos encontrar-nos haciendo teora de teoras escritas por otros... Es decir, basarla investigacin no sobre la prctica sino sobre la produccin inte-lectual preexistente. Este libro ha tratado de combatir esa tenden-cia. Constituy un esfuerzo para poner por escrito los temas decursos dictados a los alumnos en formacin de base o a los profe-sionales en formacin de posgrado. Pero tambin se esforz enpartir de la realidad de la prctica y sistematizarla, en construirelementos del mtodo a partir de la experiencia prctica de la au-tora, de los alumnos en prcticas de campo y de los profesionalessupervisados.

    La sntesis de estos aportes permiti aproximarse a la comple-jidad de las situaciones y clarificar los procesos y las dinmicas.

    Esta tentativa de articular prctica y teora, pero tambin teo-ra y prctica, es un elemento esencial para comprender lo que sejuega en este libro. Estamos convencidos de que no hay tericoslcidos y prcticos afanosos; no hay combate entre inteligenciaterica e inteligencia prctica, hay ruptura pero tambin hay com-plementariedad. Existe, s, una dialctica entre la teora aplicadaen la prctica y la prctica creadora de conocimientos nuevos quese traducirn en teoras sistematizadas.

    Nos parece tambin necesario cesar de mitificar la teora. Lateora, aun aqulla elaborada a partir de las prcticas, operacionaly utilizable para la actuacin, se presenta a menudo como un uni-verso acabado, inmutable. Un libro publicado es considerado ge-neralmente como una "verdad" y, porque sus palabras estn im-presas, se transformarn en axiomas y sern investidas de un podermgico. El profesional que lo lee se ubica en discpulo y la teora,as sacralizada, se convierte en una doctrina, un dogma. Ya no essaber, sino creencia. Este proceso de sacralizacin esteriliza. Todateora es parcial y provisoria, debe aportar nuevos conceptos y ex-

    21

  • plicaciones. Pero slo se trata de una piedra ms en la construc-cin colectiva del conocimiento; existe como referencia para sersuperada con nuevas investigaciones y elaboraciones.

    Este libro se divide en doce captulos. El primero describe laevolucin histrica de los mtodos del servicio social en Franciahasta fines de los aos setenta. El segundo es una relacin delcontenido del libro con el trabajo social latinoamericano. El terce-ro hace una exposicin sumaria de la influencia de las corrientesde las ciencias humanas y sociales en el trabajo social. El cuartocaptulo es una presentacin general de la metodologa de inter-vencin, sus conceptos y sus etapas. Cada fase del mtodo serluego analizada en un captulo particular. La intervencin propia-mente dicha ncleo central de este libro est dividida en cua-tro captulos, de los cuales el primero es una introduccin.

    Enero de 2005

    22

    ALOUNA5 NOTAS SOBRE LA EVOLUCINDE LA METODOLOGA DEL SERVICIO

    SOCIAL EN FRANCIA'

    Es como si el tiempo diera vueltas en redondoy hubiramos vuelto al principio.1

    Una rpida mirada sobre la evolucin de la metodologa del ser-vicio social nos muestra dos grandes etapas:

    - la introduccin del case work a comienzos de los anos cin-cuenta;

    - la aparicin sucesiva del servicio social de grupo, del servi-cio social comunitario y la aproximacin global durante losaos sesenta y setenta.

    Antes, desde el punto de vista metodolgico, no parece que ha-ya habido nada; el servicio social habra sido, desde sus orgeneshasta el comienzo de los aos cincuenta, una serie de prcticas ca-rentes de teora, desconectadas, sin ms lazo entre ellas que el ob-jetivo final.

    Ahora bien, una lectura un poco ms profunda de la realidadhistrica demuestra que esta visin esquemtica es falsa. Si seconsidera la historia del servicio social en Francia, desde comien-zos de este siglo, se pueden distinguir globalmente, en lo que con-cierne a la metodologa, cinco etapas:

    Kste captulo fue redactado por Henri Pascal.23

  • - el pasaje lento de una actividad caritativa, voluntaria y deapostolado social a una prctica profesional (1900-1920);

    - la elaboracin de una teora (1920-1940) extrada principal-mente de fuentes norteamericanas;

    - el olvido de esta metodologa y el anlisis del servicio socialen trminos de tareas (1940-1955);

    - el redescubrimiento del case work (1955-1960);- el descubrimiento (o redescubrimiento) del servicio social de

    grupo, del servicio social comunitario y de la "aproximacinglobal" (a partir de los aos sesenta).

    En este captulo trataremos de mostrar la validez de esta visinhistrica y de aportar algunas hiptesis explicativas.

    1. La metodologa de los aos treinta

    El pasaje del servicio voluntario y del apostolado a la profesio-nalizacin no es nuestro objeto de estudio. En el perodo siguien-te, cuando exista tan slo el diploma estatal de enfermera visita-dora (1922), merecen sealarse dos hechos importantes:

    - a partir de 1926, un editor conocido y de amplia difusinpublica a Mary Richmond en francs;2

    - se celebra en Pars, en julio de 1928, el primer congreso in-ternacional de servicio social.3 La delegacin francesa esespecialmente numerosa: 1.033 delegados; entre ellos sehallan prcticamente todas las fundadoras (y fundadores)de los diversos servicios y escuelas de servicio social. Semencionan, con un ttulo asimilable a asistente social,4 361delegados. Sobre las 2.458 pginas de las conclusiones,287 estn consagradas a los "mtodos del servicio social decasos individuales".

    De estos dos hechos (y sobre todo del segundo), se puede dedu-cir que el case work, tal como fue elaborado por Mary Richmond,era conocido por numerosos asistentes sociales (la mayora?) al-rededor de los aos treinta.

    24

    Kn cuanto a la metodologa, dos citas demuestran que, ya en-tonces, se la conoca y enseaba. Las dos citas estn tomadas det l n H memorias, presentadas para su graduacin, en 1937, pori i lmnnos asistentes sociales de la Escuela normal social.

    El mtodo, en el sentido general de la palabra, es el ordenque se debe poner en la serie de diferentes actos para alcan-y.ar un fin determinado. Se estudiara incompletamente latcnica del servicio social si slo se conocieran sus elemen-tos en forma desligada, sin examinar el mtodo que permiteutilizar dichos elementos segn un cierto orden adecuado ala finalidad del servicio social. [...] Para comprender es preci-so conocer: de all la investigacin, condicin previa de todotrabajo social; investigacin que, segn los casos, se podrcompletar en dos horas, o deber proseguir durante variosmeses. Mediante la investigacin, el asistente social sita alindividuo en una familia, en una profesin, en un pas, estu-dia su forma de vida y, a travs de ella, conoce su personali-dad. Nada puede serle indiferente en ese documento huma-no que el asistente social descifra. Comprender es aprehen-der: es preciso que la trabajadora social haga "suyos" los re-cursos y las deficiencias del ser al que quiere ayudar, que seponga "en su lugar", para poder juzgar.

    Pues aqu aparece el segundo tiempo preparatorio para laaccin: el diagnstico social. La asistente procede como elmdico, que despus de haber examinado al paciente, efec-ta un diagnstico antes de iniciar un tratamiento. El diag-nstico no va a clasificar al "enfermo social" en una catego-ra preestablecida, sino que consiste en poner a punto todoslos elementos reunidos por la investigacin, en considerarsus relaciones, en despejar los diversos aspectos, y, entreesos aspectos, la dificultad principal, el punto crucial delproblema, y determinar cules son sus causas prximas o le-janas, individuales o colectivas.

    A esto le seguir el plan de accin: pues es necesario unplan, sumamente flexible, sin duda, pero un plan de todosmodos; es decir, una lnea general de conducta hacia el finque uno se ha propuesto. Para elaborar ese plan es preciso,nuevamente, tener en cuenta la multiplicidad de los elemen-tos que pueden entrar en juego, considerar todos los recur-sos, asegurarse todas las colaboraciones, combinar las diver-sas acciones para hacerlas converger hacia una meta nica.Una vez formulado el plan, es necesario aplicar el tratamien-to. La asistente social acta para hacer actuar; su accin

    25

  • personal slo interviene para seleccionar medios exterioressegn su valor social, poner en movimiento sus efectos sobrela personalidad en cuestin y suscitar en ella reacciones ca-da vez ms conscientes y cada vez ms sociales.

    Los medios que se han de poner en accin pueden ser detres tipos: unos se refieren a la organizacin social generalleyes, instituciones, formas de asistencia, otros al dina-mismo personal de la asistente social y otros, finalmente, ala personalidad del usuario y de su contorno inmediato.^

    En otra memoria sobre el mismo tema,6 las fases de los diver-sos pasos metodolgicos estn as descritas: primero, "la observa-cin de los hechos"; en segundo lugar, "la indagacin de las cau-sas"; luego, "halladas las causas, es preciso buscar los medios pa-ra curar el mal", es "la bsqueda de los medios" seguida por "lautilizacin de los medios". "Esta observacin de los hechos, estasinvestigaciones de las causas del mal, esta eleccin de los medios,esta manera de utilizarlos parecen constituir la forma propia deoperar del servicio social. Para concretarla ha de utilizar los si-guientes procedimientos: [...] la visita [...], el turno (o guardia) [...],la investigacin [...], el informe o el relato [...], la gestin [...], el le-gajo [...], la ficha [...], la estadstica [...]."7

    Estos pasos metodolgicos iban acompaados por una distin-cin de dos "categoras" de servicio social: el servicio social direc-to y el servicio social indirecto (llamado a veces servicio social delas colectividades). Citemos una vez ms una memoria de alum-no.8

    En el servicio social directo, "la asistente est en contacto inme-diato y frecuente con quienes tienen necesidad de ella", en tantoque "el servicio social indirecto llega a los individuos a travs de sumedio". Los ejemplos citados de servicio social indirecto son lacreacin de "obras" tales como la "gota de leche" (proteccin del re-cin nacido), colonias de vacaciones, centros sociales, etctera.

    El hecho de encontrar tal mencin del servicio social y de la me-todologa en memorias de alumnos significa que el planteo meto-dolgico estaba ampliamente difundido y enseado. Recordemostambin que, de los dos congresos internacionales que siguieron alde Pars, uno trata sobre "El servicio social y la familia" (Francfort,1932) y el otro sobre "El servicio social y las colectividades" (Lon-dres, 1936).

    2. Anlisis del servicio social en trminos de tareas

    lis impresionante el contraste cuando se comparan estas me-morias de alumnos con los primeros congresos de la ANAS (Association Nationale des Assistantes Sociales), desde el primero enI

  • ci social es una funcin constitucional, que esta f u n c i n lacumplen, en diversas instituciones, agentes llamados "asis-tentes sociales", de los cuales unos son especialistas y otrospolivalentes, pero todos diplomados oficiales, cuyo c o n j u n t oforma un cuerpo profesional, con sus tcnicas, su disciplinay su jerarqua.

    La funcin de servicio social as cumplida tiene una doblefinalidad; una de orden general: las asistentes sociales sonlas auxiliares normales de instituciones que les confan unafuncin social; la segunda, de orden personal: es la respon-sabilidad de casos individuales, concretos, humanos, queparecen constituir el dominio autnticamente especfico delservicio social.9

    La otra tendencia de la bsqueda de la unidad consiste en elanlisis de las intenciones de la AS, de los fines que persigue:

    Dado que, segn parece, el servicio social no se reduce auna serie de actos especficos, la exposicin debe evocar lasactitudes, las maneras de actuar, las metas de las asistentessociales. 10

    All aparece, como concepto unificador, la ayuda, analiza-da en sus diversas facetas: "ayuda financiera", "ayuda sani-taria", "ayuda psicolgica".

    3. Algunas hiptesis que explican este cambio

    Por influencia de qu factores los profesionales del servicio so-cial abandonaron la metodologa que les era propia antes de la Se-gunda Guerra Mundial? La falta, hasta ahora, de investigacioneshistricas exhaustivas11 sobre la evolucin del servicio social nopermite dar respuesta, con certeza, a esta pregunta. A lo sumo, lostrabajos histricos ya realizados permiten elaborar algunas hip-tesis que, ms adelante, habr que confirmar o invalidar.

    Entre 1939 y comienzos de los aos cincuenta, la profesin deAS va a conocer profundos trastornos. Estas transformaciones ylas inquietudes que ellas suscitaron condujeron al "olvido" de lametodologa conocida y enseada antes de la Segunda GuerraMundial, y llevarn al descubrimiento (o redescubrimiento) del ca-se work.

    28

    a. Fusin de las asistentes sociales y las enfermerasvisitadoras

    Existen pocas estadsticas sobre el nmero respectivo de AS(con diploma oficial de 1932) y de enfermeras visitadoras (con diploma oficial de 1922). Los testimonios parciales de antiguas cufermeras visitadoras o AS muestran que haban muchas ms dc-1orden de 1 a 10 15 enfermeras visitadoras que AS cuando lafusin de ambos diplomas en 1938. As, por ejemplo, en la compa-a de Ferrocarriles del Norte haba, en 1934-35, 1 AS cada 22 en-fermeras visitadoras. Existen cifras precisas para las escuelas: enel momento de la fusin de los dos ttulos, haba 11 escuelas (7 enPars, 4 en provincias) de AS y 32 escuelas (7 en Pars, 25 en pro-vincias) de enfermeras visitadoras.12

    Esta fusin de las dos profesiones, hasta entonces separadas,cambi considerablemente la fisonoma del cuerpo profesional. Alrevs de las AS, todava prximas a la beneficencia y la accin mi-litante de tipo confesional, las enfermeras visitadoras eran asala-riadas de larga data, y, muy a menudo, en el sector pblico. Lanueva profesin de AS tendr, en el momento de la fusin, los ras-gos caractersticos de las enfermeras visitadoras. En el campo dela metodologa, esto tiene importantes consecuencias. Las AS seconsideraban ante todo como "reformadoras sociales", intervenanpor s en un dominio hasta entonces reservado a la caridad indivi-dual y, para intervenir, deban elaborar una metodologa que lespermitiera diferenciarse de las antiguas "damas de beneficencia"cuya ineficacia criticaban. Frente a una situacin dada, efectua-ban un "diagnstico" y decidan el "tratamiento".

    Las enfermeras visitadoras, por su lado, no podan diagnosticary deban aplicar un tratamiento decidido por otros. La modelo pro-fesional era la enfermera, asistente del mdico, subordinada a l(aunque, en sus actividades profesionales, las enfermeras visitado-ras podan trabajar en algunos casos sin depender de un mdico).La metodologa, para las enfermeras visitadoras, era determinadadesde el exterior de la profesin y por otros. Sus tareas y funcio-nes estaban sealadas por los mdicos, que, en gran nmero, es-cribieron sobre este tema.

    29

  • b. Medicalizacin y extensin numrica, de la profesin

    La guerra va a aumentar el peso del mdico en la profesin. Ellose debe, en gran parte, al tipo de problemas a los que deban ha-cer frente los servicios sociales (cuya actividad estaba coordinadapor el Seguro Nacional): la situacin sanitaria y las necesidades deaprovisionamiento constituan el centro de las preocupaciones delas AS, sobre todo a comienzos de la guerra y con los refugiados.Esta medcalizacin de la profesin continu despus de la guerra;tambin entonces la situacin sanitaria de la poblacin francesa(mortalidad infantil, recrudecimiento de la tuberculosis) orienta a lasAS hacia tareas de higiene pblica. En 1948, de las 65 escuelas quegraduaban AS, 40 forman tambin enfermeras; adems, de las 65escuelas, 12 dependen de hospitales, 1 de la Asistencia Pblica y12 de la Cruz Roja.13 El resultado de esta formacin es claro; unaencuesta del INED14 indica que, en 1951-1952, el 65 % de las AStienen tambin el diploma de enfermera de hospital, porcentajemucho ms importante en zonas rurales (84 % en la Haute-Vienne)que en zonas urbanas (45 % en Issy-les-Molineaux).

    Al mismo tiempo que se medicaliza, la profesin crece numri-camente: en 1939, se pasa de 8.000 a 9.000 AS, y despus de laguerra se llega a las 14.000 aproximadamente. El Ministerio deSalud cuenta, en 1954, 14.806 AS y auxiliares.

    La profesin no es homognea, ya que entre esas 14.806 perso-nas figuran quienes se diplomaron antes de 1938 y tienen, por lotanto, el diploma de AS o de enfermeras visitadoras; la edad me-dia elevada (de 39,4 aos para las AS en 1951-1952)15 prueba questas deban de ser todava numerosas. Pero el principal factor.deheterogeneidad fue, sobre todo, la integracin en la profesin delas auxiliares sociales reclutadas durante la guerra. Para enfren-tar las mltiples tareas, los servicios sociales reclutaron mujerespara cumplir las funciones de las AS; slo les daban, en el mejorde los casos, una breve informacin de uno o dos meses. Despusde la guerra, y especialmente luego de la ley del 9 de abril de 1946,que exiga obligatoriamente el diploma oficial para ejercer, se plan-tea el caso de estas auxiliares. Se design una comisin ministe-rial para dictaminar sobre su situacin; tena tres posibles solu-ciones despus del estudio del expediente (se le presentaron12.000 legajos):

    - otorgar el ttulo de AS en forma definitiva;

    - otorgar el ttulo de AS despus de la aprobacin < l i -men;

    - exigir a las interesadas el curso normal.

    Pero, de hecho, algunas personas fueron autorizadas ; i < ' | < - H ncomo auxiliares sociales (cumplan la funcin de AS sin tener H 1 1tulo ni recibir su salario). Al finalizar sus trabajos, la comisinacord:16

    - 1.700 autorizaciones definitivas para ejercer como AS;- 650 autorizaciones definitivas para ejercer como auxiliares

    sociales;- 3.500 autorizaciones temporarias para ejercer como auxilia-

    res.

    Entre las autorizadas temporariamente, muchas abandonaronla profesin, en tanto que otras se inscribieron en las escuelas pa-ra proseguir su formacin y obtener el ttulo oficial.

    As, de las 14.806 AS y auxiliares mencionadas anteriormente,el 19,58 % no tena el ttulo oficial de AS: 1.500 haban obtenidouna autorizacin para ejercer y 1.400 eran auxiliares sociales.

    c. El paso al sector pblico

    Paralelamente a la medicalizacin y al crecimiento numrico dela profesin, otro cambio va a rematar la transformacin del cuer-po profesional: a partir de 1946 y, especialmente, de la institucinde los organismos nacionales de Seguridad Social y de subsidiosfamiliares, la mayora de las AS trabajar en el sector pblico o se-mipblico. Al mismo tiempo, el financiamiento privado de las di-versas asociaciones de servicio social se ir eliminando progresiva-mente, y el Estado ha de financiar, indirectamente, la mayora delos AS privados. A esta dependencia financiera directa o indirectarespecto del Estado, se aade la ampliacin de la legislacin social,que las AS tendrn por misin aplicar.

    El censo de 1954 del Ministerio de Salud permite ver la gravitacin de los servicios pblicos entre los empleadores de AS1 ' (el', t a -bla de la pgina 33).

    30 31

  • En esta lista de servicios, si se consideran los que pertenecenindudablemente al sector pblico, semipblico y nacionalizado, sellega a 8.278 AS (o sea, el 55,90 %), a los cuales hay que agregaralgunos centenares pertenecientes tambin a los servicios pbli-cos pero ubicados en otros rubros (por ejemplo, servicios socialesde los establecimientos asistenciales, de empresas, etctera).

    d. La profesin frente a la nueva situacin

    Frente a estos cambios en la profesin, las AS se cuestionan. Yano pueden ejercer la profesin como antes. Son diferentes, hetero-gneas. Estn insertas en instituciones que les determinan su lu-gar, su funcin y sus tareas. Su traslado al sector pblico y las mi-siones que les son confiadas en la ejecucin de la poltica socialson aceptados, en general, favorablemente, aun cuando suscitennumerosos cuestionamientos. Citemos a una directora de escuela,la seorita Naegelen, en un congreso de la ANAS:

    Recordemos en primer lugar, con varias de nuestras cole-gas, que, en el estado actual de colectivizacin, el servicio so-cial result beneficiado en general. Cada vez ms integrado ala vida del pas, no debe existir ms como francotirador, almargen de las instituciones. Ya no es la poca del esplndi-do aislamiento. Se trata de trabajar para todos y con todos,conservando una gran lucidez. Si el servicio social sabe ocu-par su lugar, est mejor ubicado que antes para colaborarcon las reformas sociales e incluso para suscitarlas.

    Pero, pregunta una de nosotras, nuestro cuerpo profe-sional, en su conjunto, tendr el suficiente valor como paraadquirir autoridad y aprovechar de su situacin favorable?

    Finalmente, cada una de nosotras tiene siempre claraconciencia de todo lo que el movimiento de colectivizacinplantea como problema de fondo al servicio social y a las AS,lo que implica como exigencias: evolucin, adaptacin, desa-rrollo, colaboracin, todo ello junto con mantener rigurosa-mente una lnea recta y exacta tanto para el servicio socialmismo como para las instituciones en las cuales, desde aho-ra, se integra?

    32

    Designacin de los servicios Nmero Serviciosde AS pblico,

    semipblico,nacionalizado

    Sri vicios departamentales de higiene sociali U i c i i u i s privadas departamentalesi Ir h igiene socialM u t u a l i d a d agrcolat 'n|is de subsidios familiares< 'n|is de seguridad socialArcin social de las fuerzas armadasMinister io de ComunicacionesMinister io del Interior. PolicaServicios municipales y oficinasdr beneficenciaServicio departamental de coordinacini Ir I SenaAdministraciones pblicas diversasSNCF (Ferrocarriles del Estado)Klrrtricidad y Gas de FranciaUnin social martima y servicio socialdr pesca martimaServicio social escolar y universitarioServicio social de los establecimientosnsistenciales, de prevencin y curacinServicio social de las prisionesServicios sociales de los tribunalesV proteccin de la infanciaServicio social de asistencia a la infanciaServicios sociales de ayuda a losemigrantes y de la mano de obra extranjeraServicios sociales de empresase interempresas()bras y servicios privados, congregacionesreligiosasCruz RojaVarios

    Total

    2.972

    5361.1871.120

    884438127127

    724

    100233300

    94

    931.066

    532129

    298280

    81

    2.125

    1.08219880

    14.806

    33

  • Citemos a otra AS, la seorita Thro, cuyo artculo fue publica-do en una revista redactada, entre otras, por la presidenta de laANAS, la seorita Libermann:

    Desde 1945, un movimiento nuevo, nacido en las masaspopulares, repercuti rpidamente en la legislacin que orga-niz los servicios sociales nuevos: rechazando la ayuda tute-lar de la beneficencia, la clase obrera, en una profunda tomade conciencia de su valor colectivo y de sus responsabilida-des nacionales, reclama con legtima dignidad la gestin delos servicios sociales de los que es usuaria y, en amplios sec-tores, tiende a sustituir la intervencin directa de las asisten-tes por la ayuda mutua del medio organizado. [...]

    La nueva situacin creada a las asistentes sociales, tantopor la organizacin de los servicios sociales del trabajo y dela familia como por la posicin psicolgica de los lderes delas masas trabajadoras, en quienes se concentra y se expre-sa la conciencia de clase, parece imponer a la profesin unaseria adaptacin. Es evidente que el servicio social, entera-mente dedicado al desarrollo de los valores humanos, com-parte con una simpata profunda y una aceptacin sin reser-vas el sentido de esta valorizacin obrera y quiere colaborarcon ella eficazmente.^

    e. Conclusin

    En resumen, se puede afirmar que la prosecucin de la elabo-racin de una metodologa en servicio social estuvo muy dificulta-da por:

    - el predominio numrico de profesionales con una formacinde tipo mdico, que limit la autonoma de anlisis y de ac-cin de la AS;

    - la extensin numrica de la profesin, que aport un ciertoporcentaje de profesionales con escasa o ninguna forma-cin, que privilegiaban la experiencia adquirida con la prc-tica;

    - la importancia y la urgencia de las tareas de accin y deprevencin sanitaria (entre ellas, la proteccin materno-infantil);

    - la subordinacin a los poderes pblicos y a la poltica socialdel gobierno;

    34

    - la necesidad, para las AS, de situarse en un ' case work, tal como se lo ense ms tarde, se debe, al comienzo,a la iniciativa de algunos grupos de AS. Es sta una particularidadimportante, como lo subraya Gilbert Mury:

    El desarrollo del case work en Francia de la ayuda psi-cosocial individualizada presenta, en efecto, notables par-ticularidades. Procede, en primer lugar, de la libre voluntadde un cierto nmero de asistentes sociales que se inclinanespontneamente, unas, hacia un psicoanlisis francs;otras, hacia tal o cual formador de orientacin analtica.23

    Fue sobre todo despus de la Conferencia Internacional de Ser-vicio Social, en Pars, en 1950, cuando el case work comienza a in-troducirse entre las AS francesas.24 Con anterioridad, haba sidointroducido en la escuela Paul Baerwald, de Versalles, escuela fi-nanciada por capitales norteamericanos y que tena por objetivopreparar trabajadores sociales, en su mayora de origen judo, pa-ra las comunidades judas de Israel y de frica del Norte (esta es-cuela fue cerrada en 1953). Despus de la Conferencia Internacio-nal, la ONU es el principal medio de difusin del case work, en losaos 1950-52. Algunas asistentes sociales, becarias, siguen los se-minarios de la ONU (Viena, 1950; Holanda, 1951; Finlandia y Gi-nebra, 1952). Estas becarias, muy poco numerosas (una veintena),iniciarn la formacin del case work. En efecto, como consecuen-cia de las conclusiones del seminario organizado en Holanda, la

    36

    ANAS organiz un curso de psicologa. Algunos de los | > ; n h < ip.mles se renen, en pequeos grupos informales, alredcdoi d < - l . i p - , icoanalista Myriam David, para profundizar el mtodo.

    Al mismo tiempo, las AS que haban participado en el s rmm.irio de Ginebra forman el Grupo de Ginebra que, ampliando:;!-, ;mo el Comit de Unin de Escuelas de Servicio Social, la Unin C;itlica Internacional de Servicio Social, la ANAS.

    Cules fueron las causas del xito del case work tal como se loenseaba en Francia? Muchas y de diversa importancia.

    a. Ante todo, es preciso ubicar este perodo en su contexto po-ltico internacional. El mundo estaba entonces en plena guerrafra, profundamente dividido en dos bloques antagonistas, domi-nados uno por los Estados Unidos, el otro por la URSS. En Fran-cia, predominaba la influencia de los Estados Unidos. Este pasera un modelo para la mayora de los hombres polticos, de losempresarios, de los intelectuales; en resumen, la ideologa predo-minante estaba impregnada por este modelo. Teniendo en cuentasus orgenes sociales e ideolgicos, es normal que las AS hayan ex-perimentado, en sumo grado, la influencia norteamericana. Y tan-to ms cuanto que no haba ningn otro modelo de trabajo socialopuesto al modelo norteamericano, muy difundido por las organi-zaciones internacionales. Hay que destacar que la casi totalidadde las primeras profesoras de case work, en Francia, eran psic-logas de formacin psicoanaltica. Sealemos, tambin, que el casework que enseaban estas psicoanalistas no era idntico al ca-se work practicado en los Estados Unidos. En Francia, tom unadireccin muy psicoanaltica. Sin embargo, un case work ms cer-cano al modelo norteamericano y que segua las enseanzas deMary Richmond fue introducido en cierto nmero de escuelas (laEscuela Paul Baerwald, la Escuela Tcnica de Superintendentesde Fbricas y de Servicios Sociales, la Escuela Departamental deServicio Social) por una asistente social norteamericana, la senora Goldsmith.

    b. Los obstculos que habran podido oponerse a la i n t i oduecin del case work inspirado en el psicoanlisis ya no existan. LaIglesia catlica, despus de la Segunda Guerra Mundial, comenz

    37

  • a aceptar, no sin debates, el psicoanlisis. La mayora de las ASfrancesas eran catlicas, y una oposicin de la Iglesia habra blo-queado el desarrollo del case work. Pero no fue se el caso, y laUnin Catlica Internacional de Servicio Social (UCISS) fue una delas principales propagandistas del case work. En el 9. CongresoMundial (Bruselas, 18 al 25 de agosto de 1958), las participantesdel grupo de trabajo "Case work y concepcin cristiana del hom-bre" llegaron a la siguiente conclusin:

    Las participantes del grupo de trabajo reconocen unni-memente que los principios de la prctica del case work ple-namente comprendidos no plantean ningn problema encuanto a la posibilidad de su integracin a la concepcincristiana del hombre.25

    c. Aunque, a menudo, las AS que practican el case work hayanenmascarado juicios morales en sus anlisis psicolgicos, el casework permiti a la profesin comenzar a salir del moralismo domi-nante y volver a situar al usuario, como individuo, en el centro desu preocupacin. Esta actitud tuvo tanto ms xito cuanto que pe-saban sobre las AS las coacciones administrativas. En el momen-to en que la AS se convierte en agente de aplicacin de una legis-lacin social en cuya elaboracin no intervino para nada, centrasu atencin en el individuo singular. En cierta medida, la intro-duccin del case work permiti ahorrarse el anlisis del nuevo pa-pel de la AS; la relacin usuario-asistente social es una relacindual, interpersonal; las instituciones no existen:

    El case work representa, para la profesin, la mayor libe-racin posible en las condiciones de la posguerra. En primerlugar, porque fortaleci, acentu, elev al rango de verdadcientfica la prioridad del usuario. Desde su aparicin, es evi-dente que el otro debe ser ayudado, sostenido, estimuladopor s mismo y no en funcin de una poltica institucional. Setrata de colocar al individuo en la posicin de polo dominan-te en su oposicin con la "sociedad", ese trmino vago, pru-dentemente impreciso, que confunde todas las fuerzas anta-gonistas cuyo enfrentamiento constituye la historia y quepermite identificar, a poca costa, los intereses de la clase do-minante con el "inters general".^6

    38

    d. liste eclipse de las coacciones de tipo a d m i n i s l i a h v n p i n l nHonar en tanto las tareas de las AS cambiaron. A u l c ; , de l , i

    (.'.uerra eran, a menudo, las AS quienes organizaban colom.r ; d i -vacaciones, ponan en accin los organismos mutuales de : ; < - I M I Md i i d o de subsidios familiares, los planes de vivienda, ele. l ) c lodoesto se hacen cargo diversas instituciones: las colonias de vae i< i < >nes, por ejemplo, son organizadas en adelante por comits esp

  • la profesin, jerarqua ligada al saber y no al poder. Haba pasadoel tiempo en que las AS podan crear instituciones, dirigirlas, am-pliarlas, acceder a elevadas funciones de responsabilidad en lasinstituciones privadas y, a veces, al ministerio. No exista ms laposibilidad de elevarse, en el seno de la profesin, a puestos deresponsabilidad. Estos puestos estn ocupados por personas conformacin universitaria. El case work, tambin en este aspecto,fue el remedio milagroso, ya que reconstituy una jerarqua den-tro de la profesin. De all su xito y la formacin de una "lite" decase workers que dispensaban, moderadamente, sus conocimien-tos a sus colegas.

    f. El case work implica, adems, un repliegue de la profesin so-bre s misma y sobre la nica tarea que le es asignada: la asisten-cia psicolgica. Si bien no todas las AS practicaban el case work,ste era el modelo dominante difundido por las organizaciones deempleadores (UNCAF) y, sobre todo, por los grupos ideolgicos(UCISS) ms importantes. No fue, sin duda, una casualidad que,en el mismo momento en que el case work se difunde entre las AS,se hayan ampliado otras profesiones de trabajadores sociales. Mu-chos otros factores, econmicos e histricos, explican, por cierto,el desarrollo de diversos trabajadores sociales. Pero, a menudo,ellos desempean tareas anteriormente adjudicadas a las AS;antes de la Segunda Guerra Mundial, eran AS quienes animabanlos centros sociales, quienes cumplan funciones educativas entre losadolescentes, etctera.

    Este repliegue de la profesin va acompaado de un replieguede cada AS sobre s misma. La AS debe autoanalizarse sin cesar;las relaciones supervisor-supervisado se establecen sobre el mode-lo psicoanalista-paciente. Al escuchar al usuario, la AS centra suanlisis ms sobre sus reacciones que sobre lo que le dice aqul:

    La objetividad para la asistente social consiste, funda-mentalmente, en tomar conciencia de su propia subjetividad.Para ello, es necesario que la asistente social acepte la con-cepcin de las necesidades psicosociales como motivacindel comportamiento para s misma y para los dems, y quetrate de comprender sus propias reacciones y acciones paraestablecer en qu medida expresan sus propias necesidadesy corren el riesgo de ir en contra de la satisfaccin de las ne-cesidades del asistido.^8

    40

    Kste repliegue de la profesin est favorecido o p m v c x a < l < >por su pasaje hacia la tutela administrativa.

    5. Grupo, comunidad y aproximacin global

    Alrededor de los aos sesenta, el case work comienza a i n t ef.rarse en los programas de enseanza del servicio social en las escuelas. Se ha transformado en el modelo dominante de tratamientosocial. Pero ya se comienza a hablar de otros mtodos: servicio so-riiil de grupo y servicio social comunitario. Esta nueva aproxima-cin metodolgica est tambin influida por lo que se hace en loslistados Unidos. En el pargrafo siguiente, veremos qu factoresoriginan el desarrollo de estos niveles. En Francia, entre 1960 y1968, existen algunas experiencias de enseanza y de prctica,pero slo despus de 1968 el TSG (trabajo social de grupo) y el TSC(trabajo social comunitario) conocern una verdadera difusin.

    a. Antes de 1968

    No es el caso realizar aqu un inventario exhaustivo de las en-seanzas y las experiencias. Slo se citarn, a ttulo de ejemplo,algunos hechos.

    Desde el ao escolar 1961-62, el ISSRS (Montrouge) se ocupa,en su formacin de los cuadros, del TSC. Y a partir del ao si-guiente y hasta el ao escolar 1966-67 el ISSRS y la ENS (Eco-le Nrmale Sociale) organizan en forma comn, cada ao, un se-minario de tres das para los estudiantes de tercer ao, sobre elTSC. El seminario intenta integrar una prctica en pasanta a laenseanza (impartida, entre otros, por un economista de Quebec yuna AS formada en los Estados Unidos).

    Por otra parte, la Mutualidad Social Agrcola organiza, desde1960, la enseanza del servicio social de grupo,29 en tanto queservicios como UNCAF, SSAE y ALFA tratan de desarrollar la prctica de grupo y comunitaria. Es significativo que sean estos servicios los que intenten superar el case work. Ellos estn, en efecto,ante profundos cambios del mundo rural, ante el desarrollo de nu-merosos organismos que tienen por objeto facilitar el xodo rura l ,es decir, el paso de los jvenes campesinos de la agricultura a la

    41

  • industria. La urbanizacin pone a UNCAF, ALFA y SSAE frente aproblemas colectivos.

    UNCAF y ALFA desarrollaron centros sociales en los nuevosagrupamientos urbanos; la funcin de animacin se convierte enuno de sus ejes de trabajo privilegiados. La UNCAF inici, despusde varios aos de investigacin sobre el perfil del cargo, una for-macin de responsables de centros sociales. En esta formacin,docentes franceses y extranjeros (especialmente un holands)abordaron los mtodos de TSC. El SSAE se dedica a la poltica dedesalojo de los barrios de emergencia y a la reubicacin de los tra-bajadores emigrados: tambin aqu es necesario abordar los pro-blemas desde un punto de vista colectivo y no individual. Losservicios sociales de la SNCF, tambin ellos implantados en con-centraciones urbanas (barrios de ferroviarios) y, por lo tanto, en-frentados a problemas de animacin, comienzan a interesarse enel TSC. En 1963, la Escuela de Superintendentes inicia la ense-anza del TSG para profesionales. Finalmente, las jornadas peda-ggicas de 1965 del Comit de Unin de Escuelas de Servicio So-cial tienen, en su programa, cursos sobre estos dos mtodos.

    b. Despus de 1968

    Mayo de 1968 cuestion a los profesionales y los estudiantes deservicio social como a las otras capas de la poblacin francesa. Nu-merosos trabajadores sociales se preguntan sobre su papel polti-co; este cuestionamiento se refiere principalmente a la accin co-tidiana y replantea el servicio social individualizado. Numerosostrabajadores sociales, que rechazan el papel de "muleta de la so-ciedad" para el servicio social, creyeron poder transformar ese pa-pel mediante un cambio de la metodologa. Esquemticamente, alservicio social individual, al que consideran como "reaccionario",oponen el trabajo social de grupo y comunitario, considerado co-mo "progresista". De all, el entusiasmo por estos mtodos entrelos profesionales y, sobre todo, los estudiantes de servicio social,como lo testimonia la encuesta de N. Courtecuisse y L. Brams, rea-lizada en 1970.30

    42

    Para los profesionalesOpcin preferencial de mtodos en servicio social (SS)

    Primeraopcin

    SS de casos individualesSS de grupoSS comunitarioInvestigacin en SSAdministracin en SSI liversos mtodosSin respuesta

    Total

    47 %15 %5 %

    14 %3%

    10%6 %

    100 %

    Segundaopcin

    8 %14 %7 %

    14 %5 %

    52 %

    100%

    Para los estudiantesFormacin en mtodos de servicio social deseadospor los estudiantes

    Efectivos Porcentaje

    SS de casos individualesSS de grupoSS comunitarioConsejera del trabajoDiversos mtodosOtrosSin respuesta

    Total

    129393417

    1191446

    32 %10%9 %4 %

    30 %4 %

    11 %

    398 100%

    A partir de 1969, las formaciones en TSG y TSC (principalmen-te, en el nivel de la formacin permanente) se multiplican, aunquela formacin en servicio social individual sigue siendo dominante:

    43

  • En 1973, cuatro centros formaron treinta y ocho asisten-tes en trabajo social de grupo (en formacin prolongada, msde 480 horas), en tanto que catorce centros formaron qui-nientos diez asistentes en asistencia psicosocial individuali-zada y seis centros formaron en trabajo social de grupo cien-to treinta y cuatro asistentes en formacin acelerada (entre160 y 140 horas), en tanto que dos centros formaron cuaren-ta y cinco asistentes sociales en asistencia psicosocial.31

    No se trata aqu de hacer un inventario, por fuerza incompleto.Los centros de formacin se especializan segn uno u otro mto-do, los servicios impulsan a su personal hacia ciertas formacionesespecializadas. Citemos tan slo un acontecimiento que conmovi,sobre todo, a los iniciadores de escuelas: la conferencia de GiselaKonopka, el 26 de febrero de 1971, en el ISSRS, sobre "la utiliza-cin de grupos en la prctica del servicio social y de la educa-cin".32

    El paso de los "tres mtodos" a la "integracin de los mtodos"y/o a la "aproximacin global" se produce, en los centros de for-macin (en especial, de formacin permanente), hacia mediados delos aos setenta. Este paso tiene lugar bajo una doble influencia;por una parte, de las corrientes tericas llegadas a los EstadosUnidos y, de una manera ms difusa, de la Amrica latina; porotra parte, de los problemas que los trabajadores sociales encuen-tran en su prctica. En efecto, resultaba cada vez ms difcil, en laprctica, mantener un compartimento estanco entre el de los indi-viduos y el de los grupos. Solamente el TSC pareca un mtodo es-pecfico, por lo dems muy poco practicado en Francia. De modoque la integracin de los mtodos result ms la integracin delSSI y del SSG que la de los tres mtodos. Los pasos seguidos porla Escuela de Superintendencia para pasar, en 1971, de la ense-anza separada del SSI y del SSG a una enseanza de aproximacinglobal que, segn la definicin adoptada por la Escuela, "consisti-ra en reubicar al acto profesional en su contexto global"33 ilus-tran las razones de esta evolucin:

    El anlisis de la prctica real de las asistentes nos permi-ta constatar que el tabicamiento de los modos de interven-cin no era correcto.

    - Considerando que alrededor del 50 % de las asistentes sonpolivalentes y que la poltica ministerial segua la direccindel desarrollo de esta polivalencia, nos pareca que la espe-

    44

    i u i l i / . ; i ( ion en un solo modo de intervencin no correspond;!vi .1 la realidad de la prctica.Todo trabajador social est en condiciones de utilizar las dosl u mas de trabajo con los individuos o con los grupos, que espi r l r r ib l e elegir en funcin de las necesidades de los usu;\i u is y no segn lo que la formacin recibida permita o no ha-( ' < ! .Kn v i r tud de la imposibilidad o de la inutilidad de procurardos formaciones sucesivas de tres aos cada una con el de-i roche de tiempo y de dinero que ello representa.La constatacin de cierto nmero de puntos comunes entrelos contenidos de las dos formaciones.

    Y, sobre todo, el deseo de tomar ms en cuenta la realidad delas instituciones.3^

    6. El contexto social del desarrollo detos mtodos

    Quizs en mayor medida que para el case work, el desarrollodel servicio social de grupo, del servicio social comunitario y de lanproximacin global fue influido por la coyuntura sociopoltica.I'tira analizar las relaciones entre el contexto y el desarrollo de es-tos mtodos, no es posible limitarse a estudiar tan slo la situa-cin francesa. Ms que en ningn otro perodo, no se pueden ais-lar, en los aos cincuenta y sesenta, los procesos de cambio paspor pas.

    Ms que nunca, la evolucin de las ideologas, de las tcnicas,de las situaciones econmicas y polticas no conoci fronteras. Porlo tanto, encararemos en primer lugar y muy esquemticamen-te la crisis de valores que, se puede decir, ha conmovido al mun-do; luego haremos una rpida descripcin de la situacin en laAmrica latina y en los Estados Unidos, zonas claves si se quierenestudiar las relaciones entre cambios sociales y metodologa delservicio social. Finalmente, y para terminar, expondremos algunasnotas sobre los cambios polticos y sociales en Francia.

    45

  • a. La "crisis de valores"

    La finalizacin de los aos cincuenta y los comienzos de losaos sesenta estn sealados por una "crisis de valores" que afec-ta especialmente a los intelectuales cuyo papel cambi y cuyonmero aument y a la juventud. Originan esta "crisis de valo-res" numerosos factores, a veces propios de un pas o de un gru-po de pases; entre los factores principales de orden internacional,citemos:

    - Los vientos de reforma y de transformacin que conmueven ala Iglesia catlica bajo el pontificado de Juan XXIII (1958-1963) ycon el Concilio Vaticano II (1962). Estos vientos reformistas modi-ficaron profundamente la prctica de los militantes catlicos cl-rigos y laicos e impulsaron con fuerza una investigacin teolgi-ca mltiple. Tambin permitieron y favorecieron la diversificacinci las Iglesias nacionales.

    - La finalizacin del monolitismo staliniano, especialmente conla "denuncia de los crmenes de Stalin" por los XX y XXII Congre-sos del Partido Comunista de la Unin Sovitica (1956 y 1961), ylas insurrecciones de Polonia y Hungra en 1956. En este perodo,se produjeron numerosas crisis y rupturas en la mayora de lospartidos comunistas. Pero, sobre todo, este perodo fue, para losnumerosos intelectuales militantes o simpatizantes de los partidoscomunistas, el comienzo del "deshielo"; poda reiniciarse la bs-queda, sin las limitaciones y sin las prohibiciones de la "cienciaproletaria" tan cara a Stalin. Por ejemplo, el psicoanlisis dej deser condenado como "burgus". Paralelamente, desapareci el cli-ma de la guerra fra; ya no se exiga a los intelectuales "elegir subando", en una eleccin limitada a dos opciones. Retomando alSartre de comienzos de los aos cincuenta, ya no se planteaba laopcin entre aceptar "las manos sucias" (es decir, los crmenes yla "razn del Partido"), y estar as junto al proletariado y la revolu-cin, o ponerse al servicio del imperialismo, con su explotacin ysus guerras coloniales.

    - El fin de los imperios coloniales y la aparicin del denomina-do "Tercer Mundo" en la escena poltica y econmica internacional.El perodo que va de 1950 a comienzos de los aos sesenta, iniciadopor la independencia de la India (1945) y la victoria de la revolu-cin china (1949), ve a la casi totalidad de las metrpolis europeas(Gran Bretaa, Francia, Holanda, Blgica) consentir la indepen-dencia de sus colonias, ya sea como resultado de luchas armadas

    46

    (Vietnam, Laos, Camboya, Tnez, Marruecos, Arge l i a ) , \a .< . 1 > nmo consecuencia de negociaciones (colonias francesas Id A l n c . inegra). La reivindicacin nacional y el acceso a la i ndepend m i , \de estas colonias provocan un agudo replanteo en la o p i n i ndental. Esos "individuos", a los que se haba ido a " c i v i l i / . a i " , i Nuestro TS busca reubicarse teniendo en cuenta las nuevasCondiciones histricas y la experiencia realizada anteriormente.

    / Actualmente, casi ningn terico sostiene las hiptesis de la re-conceptualizacin, pero, como consecuencia de la politizacin pro-veniente de ese movimiento, la mayor parte de las actuales tenden-cias latinoamericanas tiende a enfocar las necesidades socialesdesde perspectivas amplias, macrosociales.

    Esta inquietud dominante est representada desde una granvariedad de enfoques filosficos, que incluyen el marxismo de tipodeterminista, el marxismo humanista, el pensamiento autogestio-nario, el gramscismo, y otras vertientes del humanismo socialista,el enfoque sociolgico, el transformismo populista, etc. Aunque, anuestro entender, ninguno de estos enfoques ha dado a luz unasolucin perfilada y asimilable por el TS, casi todos los intentosque se destacan van en la direccin general sealada.

    Se ha salido del criterio vagamente totalizador de la reconcep-tualizacin y comienzan a dibujarse tendencias interpretativas ypropuestas diversas, algunas muy antagnicas entre s, ideolgi-camente.

    Tambin se ha superado la posicin de omnipotencia infantildel TS reconceptualizado y se est ahora discutiendo la ubicacinde la profesin como contribuyente al cambio social en relacincon los movimientos populares, grupos de base, instituciones ypolticas sociales, empricas.

    Por otra parte, comienza a asomar la inquietud cientfico-metodolgica a travs de expresiones todava incipientes, pero indicadoras de una maduracin en tal sentido. Comienzan a d i lu jarse posibilidades tales como: la marxista, que pone el acento cuel sistema de las contradicciones sociales; la antropolgica, quedestaca la importancia del respeto por las modalidades sectoriales;la investigacin-accin, con su hiptesis de clarificacin y polen

  • cializacin de los grupos sociales desde su interior; la planificacinparticipativa, como tendencia democrtica en la organizacin delos programas, y la teora sistmica, como bsqueda de desblo-queo y pleno equilibrio de las relaciones estructuradas.

    Estamos muy lejos de afirmar que exista un sustancial progre-so metodolgico. Ni las alternativas mencionadas estn suficiente-mente plasmadas, ni consideramos nosotros que en s mismaspuedan sustituir el desarrollo metodolgico profesional especfico.En algunos casos, dichas alternativas pueden iluminar aspectosde la praxis del asistente social (AS), y en otros, ofrecen posibilida-des complementarias.

    En realidad, el vaco metodolgico es todava muy grande y secorre el riesgo de que sea an mayor para las nuevas generacio-nes, si finalmente no se consolida el impulso que hemos comenza-do a observar como exigencia del momento en Latinoamrica.

    Cuando Cristina De Robertis nos invit a participar en este libroy conocimos su versin original francesa, no pudimos ocultar lagran alegra de que nuestro medio profesional pudiera llegar a con-tar con un texto maduro y de buen nivel para la formacin metodo-lgica de los estudiantes y para la actualizacin de profesionales.

    Nos parece que el imprescindible proceso de crecimiento meto-dolgico presupone la toma de conciencia de que capacitacin me-todolgica y cambio social son aspectos complementarios (y comple-mentarios necesarios), y que, por lo tanto, intentar separarlos uoponerlos slo puede obstaculizar la deseada transformacin de larealidad social.

    El texto que sigue intenta ser un aporte en el sentido de des-tacar la inherencia esencial entre la formacin metodolgica y lavoluntad transformadora del TS. Tenemos conciencia de que es-te enfoque puede chocar todava con algunos prejuicios poltico-culturales bastante frecuentes.

    3. Metodologa cientfica y accin transformadora

    La necesidad de transformaciones sociales importantes es algoque parece muy difcil de discutir casi desde cualquier nguloideolgico con que se encare el TS. La cita de Seno Cornely que en-cabeza este escrito es bien expresiva de una situacin latinoame-ricana que ve agravado da a da su estado carencial, y, por otra

    64

    parte, es tal vez el AS el profesional que ms experimenta concre-tamente, en su quehacer cotidiano, la insuficiencia de las polticassociales existentes y la enorme desproporcin entre las necesida-des y los recursos disponibles. El rea latinoamericana nunca lle-g globalmente a grados mnimamente aceptables de desarrollo eintegracin armnica, coexistiendo perennemente pequeos secto-res favorecidos con franjas enormes de pobreza y atraso sociocul-tural. Esta situacin crnica de la regin se ha ido deteriorandoan ms en las ltimas dcadas, con la quiebra del marco polti-co interno, que tan slo ahora comienza a reorganizarse en algu-nos pases.

    Por otra parte, el sector mundial desarrollado, si bien no inclu-ye situaciones del dramatismo de las del llamado "tercer mundo",tampoco generalmente ha resuelto muy satisfactoriamente en lointerno la relacin entre necesidades sociales y recursos, y menosha puesto en obra la formacin de democracias participativas, niha desarrollado medios culturales favorecedores de la realizacindel ser humano.

    Ahora bien, as como la cuestin de la necesidad de transforma-ciones sociales parece indiscutible, no es tan fcil acordar sobre laforma y las metas de cambio. Esto le abre al TS el problema de suubicacin adecuada frente a las potencialidades y las tendenciastransformadoras de la sociedad.

    Lo primero que debemos sealar de la situacin social es que,cuando el TS se pregunta por su aporte al cambio de la situacinsocial, debe tener conciencia de que se lo pregunta desde su ges-tin como profesional, es decir que la cuestin es decidir si el tra-bajador social tiene alguna contribucin especfica para realizar alprogreso de la sociedad, distinta -de la de su ubicacin como ciu-dadano e integrante del pueblo.

    En lo que atae a la formacin profesional, sta suele orientar-se actualmente a generar un AS preocupado por el sentido socialde su accin. Sin embargo, puede legtimamente aceptarse que larealidad institucional en la cual l trabaja no facilita y hasta obs-taculiza su gestin. Nosotros consideramos que es esta situacinbastante contradictoria la que invita a sustituir, en algunos casos,el enfoque profesional por premisas polticas genricas, que, porotra parte, no cumplen ms que una funcin retrica.

    Debemos tener presente que el hombre contemporneo desa-rrolla su vida y su accin en una sociedad de alta complejidad or-ganizativa, productiva, econmica, cientfica, moral y poltica; que

    65

  • el siglo XX se caracteriza, desde el punto de vista de la conciencia,por un gran aumento del sentido crtico, fundamentalmente moti-vado por la herencia poltica del siglo XIX y por el crecimiento cul-tural del nuestro. En esa sociedad trabajamos y a esa conciencianos dirigimos; por lo tanto, nuestra gestin y nuestra voz debendar cuenta de las complejidades que presentan los problemas, ariesgo de ser completamente inoperantes. Es actualmente ingenuopretender propiciar las transformaciones sociales deseadas congeneralidades ideolgicas o consignas elementales, por ms queellas suenen bien al odo.

    Una accin social progresista en el mundo actual es insepara-ble de la capacidad cientfica de anlisis racional de su objeto, dela investigacin de soluciones imaginativas y no limitadamenteempricas o rutinarias de los problemas que se presentan y, en de-finitiva, de la lucha para que el conocimiento despejado oriente laaccin en cualquier plano.

    El TS comparte con el resto de las ciencias sociales y humanasla responsabilidad especfica de investigacin de la sociedad y tie-ne, adems, una tarea prctica que cumplir, basada en su meto-dologa propia. Esto le aumenta considerablemente al TS su posi-bilidad de aporte especfico al progreso social, ya que la prcticaentera del TS es, o debe ser, un proceso de investigacin activa yde puesta en obra de hiptesis de cambio. Obviamente, esta pra-xis profesional, generadora de conocimientos y de metodologatransformadora, deber ser cada vez ms organizada en sus con-troles crticos, para que sus resultados sean verdaderamente sig-nificativos.

    Nuestro punto de vista es el de que, si lo expresado no se cum-ple y la prctica profesional es abandonada en su rigor cientfico,ningn aporte interesante podr realizar el TS al compromiso decambio en su accin concreta y poco podr contribuir a los esfuer-zos de los sectores progresistas.

    4. Conclusin

    Al principio del captulo sostuvimos que el TS latinoamericanopuede aportar una alternativa valiosa en la redefinicin de la pro-fesin a nivel mundial. Esto podr darse si logramos reconciliar laconciencia poltica alcanzada con la disciplina cientfica y la accin

    66

    sistematizada frente al hombre y la comunidad. Pensamos que Me-todologa de la intervencin en trabajo social se incluye en estecompromiso.

    Notas bibliogrficas

    1. Cornely, Seno A., "Perspectivas regionales de la crisis", Servicio Social.Tribuna Libre, N. 2, 1986.2. Alayon, Norberto, Hacia la historia del TS en la Argentina, Lima, Celats,1980.3. Ander-Egg, Ezequiel, El TS como accin liberadora, Buenos Aires,ECRO, 1973.4. Scaron de Quinteros, M. T., "A diez aos de...", Selecciones de ServicioSocial, N. 26, 1975.5. Kisnerman, Natalio, "Un movimiento de constante bsqueda", Seleccio-nes de Servicio Social, N. 26, 1975.6. Diguez, Alberto, "El movimiento de reconceptualizacin en la actuali-dad", Selecciones de Servicio Social, N. 26, 1975.7. Alayon, Norberto, "TS, profesin o revolucin?", Selecciones de Servi-cio Social, N. 26, 1975.8. Quiroz Martn, Teresa, "El movimiento de conceptualizacin en Amri-ca latina", Selecciones de Servicio Social, N. 26, 1975.9. Dupont, Rene, "El movimiento de reconceptualizacin en Amrica la-tina", Selecciones de Servicio Social, N. 26, 1975.10. Di Cario, Enrique, "Servicio social: perspectiva latinoamericana", Ate-neo de Asistentes Sociales de Buenos Aires, Testimonio, N. 22, 1983.

    67

  • CENCAS HUMANAS Y TRABAJO 5ocmi'

    Como vimos en el captulo primero, la metodologa del trabajosocial (TS) evolucion y se constituy en respuesta a la coyunturasocioeconmica global y vinculada con ella. Los "materiales de ba-se" de esta metodologa no son el fruto de la inventiva de los tra-bajadores sociales, sino que estn constituidos por los conceptoselaborados por las diversas teoras de las ciencias humanas. Lametodologa se fue constituyendo poco a poco a partir de los cono-cimientos psicolgicos y sociolgicos disponibles, y en respuesta auna determinada coyuntura socioeconmica. Las mismas cienciassociales no son el producto de un proceso autnomo de concep-tualizacin, que va de un gran autor a otro. Tambin ellas son elfruto de una cierta coyuntura; todas estn datadas por su pocade aparicin, ya que todas responden a "necesidades" de la socie-dad global. Analizando las teoras sociolgicas en los Estados Uni-dos, N. Herpin declara:

    Tratemos de demostrar que cada problemtica se singu-lariza en el mercado de las producciones intelectuales encuanto aporta una tecnologa social original. Cada una de es-tas tecnologas sociales ha podido contribuir a resolver lascrisis potenciales de la sociedad norteamericana.1

    Sin embargo, no se debe considerar este vnculo entre cienciashumanas y sociedad global de una manera mecnica. Existe unarelativa autonoma entre la elaboracin de una teora y la coyun-tura, pero es esta ltima la que condiciona la difusin y la utiliza-cin de aqulla.

    ' Captulo redactado por Henri Pascal.

  • La metodologa del TS se construye, pues, a partir de los concep-tos tericos de las ciencias humanas. En sus actos profesionales enrelacin con la persona, el trabajador social acta condicionadopor sus referencias tericas. Ello est perfectamente demostradopor Mary Richmond. En Les mthodes nouvelles d'assistance,2consagra varios captulos a la exposicin de las teoras psicolgicasque justifican e iluminan "el servicio social de los casos individua-les". El mtodo est elaborado a partir del conocimiento, adquiridoen su poca, del papel fundamental del "medio" en la constitucinde la personalidad de un individuo; as, la autora consagra un ca-ptulo, "La interdependencia humana", a la presentacin de unateora de la constitucin de la personalidad.

    A pesar del ejemplo de Mary Richmond, las referencias tericasde la metodologa del trabajo social fueron, generalmente, poco ex-plicitadas, sobre todo en Francia. En este captulo, trataremos depresentar las corrientes tericas que influyen en el TS.

    No se trata aqu de exponer en forma detallada las diversas teo-ras de las ciencias humanas que inspiran la metodologa. No al-canzara todo este libro. Tampoco se trata de buscar el vnculo di-recto entre tal prctica del TS y tal o cual teora. El objetivo de estecaptulo es ms modesto: por una parte, queremos dar a los tra-bajadores sociales algunas pistas de reflexin para que analicensu prctica e indaguen sus fundamentos. Para ello, presentaremosalgunas de las principales teoras en ciencias humanas, seleccio-nadas principalmente en funcin de su impacto en el TS, sin pre-tender agotar el tema ni presentarlas a todas. Esta presentacinser muy limitada y muy esquemtica; pretender exponer, en al-gunas lneas, los principales conceptos de una teora es, necesa-riamente, deformarla y traicionarla. Por consiguiente, preferimosque los lectores interesados vayan a buscar por s mismos directa-mente a las fuentes, es decir, a las obras de los autores citados.Tampoco intentaremos presentar el encadenamiento y los vnculosentre estas diversas teoras: la historia de las ciencias sociales noes nuestro objetivo. Adems, expondremos esas teoras adoptandouna clasificacin bastante arbitraria (pues deja de lado ciertasaproximaciones tericas), pero operatoria: teoras sociolgicas,teoras psicolgicas y teoras psicosociolgicas. Por otra parte, in-tentaremos mostrar, en un segundo tiempo, cmo el TS, en suprctica cotidiana, puede apelar simultneamente a conceptossurgidos de teoras que aparecen como opuestas.

    70

    1. Teoras sociolgicas

    En este pargrafo presentaremos el funcionalismo, el estructu-ra lismo, el culturalismo, el interaccionismo simblico, la teora delos sistemas y el marxismo, si bien este ltimo es algo ms queuna teora sociolgica. En relacin con los trabajadores sociales,estas diversas teoras, con excepcin de la teora de los sistemas,proporcionan, por una parte, las claves explicativas para compren-der los fenmenos sociales y, por otra parte, las herramientas deanlisis para ubicar el TS.

    a. El funcionalismo

    \ ' El funcionalismo fue, y sigue siendo, la corriente dominante delpensamiento sociolgico anglosajn, sobre todo norteamericano.Un anlisis profundo de las diversas escuelas sociolgicas mostra-ra que la mayora de ellas tienen lazos de filiacin ms o menosdirectos con esta corriente. Elaborada por el etnlogo britnicoHronislaw Malinowski,3 el anlisis funcionalista parte de la com-paracin entre organismos biolgicos y sistemas sociales. El mo-delo terico parte de la biologa.

    El "sistema social", para emplear un concepto del socilogo Tal-cott Parsons,4 se presenta como un organismo cuyas exigenciasfuncionales deben ser satisfechas. El "sistema social" slo existeen relacin con sus finalidades, en la "prosecucin de metas". Esasmetas son, para Malinowski, la satisfaccin de las "necesidadesprimarias". Esas necesidades se satisfacen mediante una actividadconcertada de los hombres, una "ejecucin instrumental", es de-cir, una organizacin de esas actividades que implica el reconoci-miento y la aceptacin de valores, normas, leyes comunes.

    De este modo, Malinowski da una definicin funcional de la"cultura", concepto prximo al de "sistema social" de Parsons:

    A) La cultura es, ante todo, un mecanismo instrumentalque permite al hombre resolver mejor los problemas concre-tos y especficos que debe afrontar cuando satisface sus ne-cesidades. B) Es un sistema de objetos, de actividades y deactitudes en el cual cada elemento constituye un medioadaptado a un fin.5

    71

  • A partir de las "necesidades elementales", pasando por la acti-vidad concertada para satisfacerlas, Malinowski deduce los diver-sos "tipos universales de instituciones". A las "necesidades ele-mentales" corresponden "respuestas culturales", de las que esta-bleci una tipologa.

    Por ejemplo, "la necesidad elemental" "bienestar corporal" de-semboca en la respuesta cultural "abrigo", respuesta dada por la"institucin" (ya sea la costumbre, una reglamentacin urbana,etc.) que rige la construccin, el destino y la propiedad de esos"abrigos". Esas instituciones se elaboran de conformidad con un"principio de integracin" que es la clave de comprensin de la ins-titucin. As, el principio fisiolgico es decir, las "distinciones de-bidas al sexo, a la edad, a los defectos o a los sntomas corpora-les"6 es el principio de constitucin de instituciones muy diver-sas, como la separacin de los sexos en dos subculturas en cier-tas sociedades primitivas, todos los grupos fundamentados en laedad (desde las sociedades de iniciacin para adolescentes hastalos clubes de la tercera edad), las normas que rigen el comporta-miento respecto de los enfermos y los establecimientos que losagrupan (del lazareto al hospital psiquitrico).

    Para Malinowski, la "cultura" conforma una "totalidad nica",un "todo orgnico" que agrupa a todas las instituciones que satis-facen todas las necesidades elementales y las que de ellas derivan.Como l mismo lo dice:

    Cada cultura debe su integridad y su independencia alhecho de que encuentra los medios para satisfacer todo el es-pectro de las necesidades derivadas integrantes.7

    Esta visin de la cultura corno totalidad independiente podaaplicarse, sin grandes dificultades, a las "sociedades primitivas"estudiadas por Malinowski, pero era difcilmente aplicable a unasociedad muy diferenciada como los Estados Unidos. Por ello, Par-sons,8 en lugar de retomar este concepto, defini el "sistema so-cial" como una pluralidad de "totalidades estructurales" abiertas,lo que le permite poder analizar los cambios sociales en el seno delsistema y la interpenetracin de las culturas.

    En este sistema social, los individuos actan para satisfacersus "necesidades"; para ello actan colectivamente (dando naci-miento a las instituciones). Esta accin colectiva slo puede llevar-se a cabo si los diversos miembros de la institucin aceptan reglas

    72

    comunes las "normas" que rigen su accin colectiva. Sin unacierta "estabilidad normativa" que implique la aceptacin, por losmiembros del sistema, de un conjunto de reglas y de valores co-munes, ningn "sistema social" puede existir. Esta "estabilidadnormativa" es el fruto de mecanismos de integracin y de repro-duccin. Los mecanismos de integracin permiten la coordinacinde las diferentes actividades y conductas de individuos e institu-ciones, la coordinacin de las normas de las diversas "totalidadesestructurales". La cohesin social, producto de esta "estabilidadnormativa", es asi el resultado de un equilibrio perpetuamenteinestable en el interior de la "unidad funcional de la sociedad":

    El anlisis funcional consiste en explicar las conductasparticulares de los miembros de una misma sociedad comoel resultado de un equilibrio entre los diversos sistemas nor-mativos que, ellos mismos, se equilibran entre s.9

    Finalmente, el "sistema social" produce mecanismos de adapta-cin que le permiten responder a las dificultades internas o exter-nas. Si bien se puede decir con Merton10 que cada elemento delsistema es indispensable para asumir una funcin tambin ella in-dispensable, este principio de "necesidad" no puede ser rgido, por-que, en ese caso, no es posible explicar el cambio en el seno delsistema. De all el anlisis de los mecanismos de adaptacin inhe-rentes a todo sistema social, por parte de los socilogos funciona-listas. El mecanismo del equivalente funcional explica los fenme-nos de adaptacin. As para las instituciones:

    Una institucin A, por ejemplo, ser el equivalente funcio-nal de una institucin B, si las funciones que cumple B res-pecto del conjunto de las otras instituciones (el sistema social)son idnticas a las que cumple A. Entonces, ser posible sus-tituir B por A sin desequilibrar el sistema.11

    En resumen, el "sistema social" es una totalidad definida porsus finalidades, cuyo determinante es la satisfaccin