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disPerSión. Revista Electrónica del Instituto Psicología y Desarrollo Página 1 de 15 Año II, Número 4, Abril 2005. ISSN 1811-847X www.ipside.org/dispersion MARXISMO Y CONDUCTISMO EN PSICOLOGÍA: UN DEBATE INTERMINABLE William Montgomery Urday 1 RESUMEN: Para algunos este tema de marxismo versus conductismo puede parecer "trasnochado", o "superado" por la marcha de los acontecimientos mundiales, que es de todos conocida. Para mí está simplemente "adormecido". Subyace soterradamente, sobre todo en el espíritu de cierta juventud universitaria radical (encuentro siempre un porcentaje de ella en mis cursos de análisis conductual aplicado), y en las no pocas alusiones implícitas o explícitas que profesionales de diversa índole hacen al asunto. Yo mismo me ocupe otrora de eso en publicaciones estudiantiles, pero, de hecho, no lo traería de nuevo a mi interés momentáneo de no haber leído al colega Calviño (2003) en una de las páginas de psicología-online, tratando sobre algo que a él, como buen psicólogo cubano y marxista, le subleva: Skinner, erigido a través de una conocida encuesta de la APA como el psicólogo más importante del siglo XX. Y además, ni Wallon ni Merani (conspicuos representantes de la "psicología dialéctica"), entre otros "favoritos", fueron nominados en la extensa mención. PALABRAS CLAVE: Psicología teórica, epistemología, teoría de la conducta. Para algunos este tema de marxismo versus conductismo puede parecer “trasnochado”, o “superado” por la marcha de los acontecimientos mundiales, que es de todos conocida. Para mí está simplemente “adormecido”. Subyace soterradamente, sobre todo en el espíritu de cierta juventud universitaria radical (encuentro siempre un porcentaje de ella en mis cursos de análisis conductual aplicado), y en las no pocas alusiones implícitas o explícitas que profesionales de diversa índole hacen al asunto. Yo mismo me ocupe otrora de eso en publicaciones estudiantiles, pero, de hecho, no lo traería de nuevo a mi interés momentáneo de no haber leído al colega Calviño (2003) en una de las páginas de psicología-online, tratando sobre algo que a él, como buen psicólogo cubano y marxista, le subleva: Skinner, erigido a través de una conocida encuesta de la APA como el psicólogo más importante del siglo XX. Y además, ni Wallon ni Merani (conspicuos representantes de la “psicología dialéctica”), entre otros “favoritos”, fueron nominados en la extensa mención. Dejando aparte dicha lista, con la cual tampoco concuerdo en líneas generales, quiero concentrarme en una frase del Dr. Calviño que me evoca el recuerdo de viejas épocas de obtusa polémica emprendida por psicólogos marxistas contra el conductismo. Pues bien, siguiendo su tradición, el colega refiere en su ácido 1 Universidad Nacional Mayor de San Marcos. E-mail: [email protected]

MARXISMO Y CONDUCTISMO EN PSICOLOGÍA: UN DEBATE INTERMINABLE

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William Montgomery

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  • disPerSin. Revista Electrnica del Instituto Psicologa y Desarrollo Pgina 1 de 15 Ao II, Nmero 4, Abril 2005. ISSN 1811-847X www.ipside.org/dispersion

    MARXISMO Y CONDUCTISMO EN PSICOLOGA: UN DEBATE

    INTERMINABLE

    William Montgomery Urday 1

    RESUMEN: Para algunos este tema de marxismo versus conductismo puede parecer "trasnochado", o "superado" por la marcha de los acontecimientos mundiales, que es de todos conocida. Para m est simplemente "adormecido". Subyace soterradamente, sobre todo en el espritu de cierta juventud universitaria radical (encuentro siempre un porcentaje de ella en mis cursos de anlisis conductual aplicado), y en las no pocas alusiones implcitas o explcitas que profesionales de diversa ndole hacen al asunto. Yo mismo me ocupe otrora de eso en publicaciones estudiantiles, pero, de hecho, no lo traera de nuevo a mi inters momentneo de no haber ledo al colega Calvio (2003) en una de las pginas de psicologa-online, tratando sobre algo que a l, como buen psiclogo cubano y marxista, le subleva: Skinner, erigido a travs de una conocida encuesta de la APA como el psiclogo ms importante del siglo XX. Y adems, ni Wallon ni Merani (conspicuos representantes de la "psicologa dialctica"), entre otros "favoritos", fueron nominados en la extensa mencin. PALABRAS CLAVE: Psicologa terica, epistemologa, teora de la conducta.

    Para algunos este tema de marxismo versus conductismo puede parecer trasnochado, o superado por la marcha de los acontecimientos mundiales, que es de todos conocida. Para m est simplemente adormecido. Subyace soterradamente, sobre todo en el espritu de cierta juventud universitaria radical (encuentro siempre un porcentaje de ella en mis cursos de anlisis conductual aplicado), y en las no pocas alusiones implcitas o explcitas que profesionales de diversa ndole hacen al asunto. Yo mismo me ocupe otrora de eso en publicaciones estudiantiles, pero, de hecho, no lo traera de nuevo a mi inters momentneo de no haber ledo al colega Calvio (2003) en una de las pginas de psicologa-online, tratando sobre algo que a l, como buen psiclogo cubano y marxista, le subleva: Skinner, erigido a travs de una conocida encuesta de la APA como el psiclogo ms importante del siglo XX. Y adems, ni Wallon ni Merani (conspicuos representantes de la psicologa dialctica), entre otros favoritos, fueron nominados en la extensa mencin. Dejando aparte dicha lista, con la cual tampoco concuerdo en lneas generales, quiero concentrarme en una frase del Dr. Calvio que me evoca el recuerdo de viejas pocas de obtusa polmica emprendida por psiclogos marxistas contra el conductismo. Pues bien, siguiendo su tradicin, el colega refiere en su cido

    1 Universidad Nacional Mayor de San Marcos. E-mail: [email protected]

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    discurso a los estudiantes que gracias a Skinner la psicologa del continente se llen de ratas y palomas. A esta mencin reciente de antiguas formas de pensar puedo aadirle algunas otras (Merani, 1968, Chomsky, 1984; Segarte, 1986; Torre, 1988 y Gonzlez Rey, 1997), que coinciden en sostener maniqueos argumentos polticos y acadmicos como los siguientes sobre el conductismo radical:

    a) Ignora la consciencia, la personalidad, el Yo y los sentimientos. No da lugar a la libertad, a la voluntad ni a la intencionalidad.

    b) Rechaza o no puede explicar los procesos cognoscitivos, la intuicin, la informacin y el proceso creativo.

    c) Es mecanicista: concibe lo psicolgico como un conjunto de respuestas ante estmulos, viendo al sujeto como receptor pasivo. Desdea la dotacin innata y el sistema nervioso.

    d) Trabaja con animales, asimilando su comportamiento al humano. Sus aplicaciones son envilecedoras y hasta brutales.

    e) Es una ideologa estadounidense importada, al servicio del poder, que concibe la psicologa como ciencia natural, no preocupada por los fenmenos sociales. No es mi propsito aqu responder puntualmente cada uno de los grupos de crticas que, salvo el item [e], son las usuales entre humanistas, constructivistas, psicodinmicos y, en general, postmodernos), generalmente producto del prejuicio y de la desinformacin sobre el quehacer cientfico. Slo las menciono para ejemplificar el fuerte antagonismo dogmtico que muchos colegas marxistas sienten contra el conductismo, lo que suele invalidar cualquier intento de comunicacin racional con ellos. Pese a esto, como reaccin a los ataques y en el afn de esclarecer las cosas, algunos psiclogos conductistas abordaron el tema de las relaciones entre marxismo y conductismo, a veces de manera frontal (Holland, 1973; Ardila, 1980; Ribes, 1985, Freixa i Baqu, 1985), y a veces tangencialmente (Ribes, 1976; Mercado, 1978; Dorna y Mendez, 1979). Ms recientemente, Ulman (1991) hizo lo propio al identificar puntos de cercana entre el segundo Skinner (seleccionista por oposicin al mecanicista) y Marx; lo que, por supuesto, de nada sirvi. No busco tampoco revisar tales debates tal como fueron planteados entonces, sino actualizar el tema a la luz del desarrollo reciente de la teora de la conducta, en confrontacin directa con lo que dicen los clsicos del marxismo. Qu entiendo aqu por teora de la conducta? Al respecto debo decir que yerran, en mi opinin, quienes identifican al conductismo exclusivamente con

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    cualquiera de los modelos metodolgicos que hayan surgido a su sombra, porque no cabe un anlisis separado de ellos sino para recalcar sus niveles de alternatividad, complementariedad y/o insuficiencia en relacin a los modelos conductuales ms avanzados. As como la anatoma del hombre es la clave para entender la anatoma del mono (lo que significa que las etapas superiores del desarrollo de una formulacin dan la pauta para comprender sus estadios inferiores), tambin la evolucin actual del conductismo es la clave para entender las primeras labores de esclarecimiento cientfico que vienen desde Watson y Mead, pasando por los neobehaviorismos de diverso cuo (Hull, Tolman, Skinner), hasta los hoy vigentes (Ribes, Hayes, Staats, etc.). En definitiva, eso implica sustituir la mecnica tendencia a juzgar cada modelo separadamente tal como se configur en condiciones distintas, por una concepcin dialctica del desarrollo histrico del paradigma conductual desde etapas difusas (primeras generaciones) hasta las maduras. En otras palabras, un proceso no acabado en el intento de constituir una psicologa del comportamiento (Montgomery, 2000). Sera imposible mencionar las numerosas obras relevantes a los lineamientos conductistas actuales, pero dispongo de tres vertientes que suponen una evolucin a partir de las tesis primigenias (no en el sentido de rectificacin sino de avance): el interconductismo (Ribes y Lpez, 1985), el contextualismo (Gifford & Hayes, 1999) y el conductismo psicolgico (Staats, 2004). Un vistazo rpido permite percatarse de algunos avances logrados en su conceptualizacin de los fenmenos psicolgicos:

    a) Se ha pasado del nfasis en las relaciones causales, a la consideracin de un abanico amplio de variables contextuales y relaciones estocsticas.

    b) Se ha incorporado a la descripcin de la conducta en trminos de simple crecimiento cuantitativo, tambin la descripcin cualitativa con niveles evolutivos y jerrquicos de desarrollo.

    c) Se ha pasado de la concepcin de procesos lineales en las contingencias, a la concepcin de interdependencias funcionales entre las variables que las componen.

    La filosofa que ampara tales cambios puede decirse que ancla en una forma de postpositivismo, que Staats (1989) llama positivismo unificado. En resumen, segn sus proposiciones:

    a) La observacin de los fenmenos est en interaccin continua con la teora que los sustenta, de modo que no hay observacin pura.

    b) La construccin terica es progresiva, con multinivel y multimtodo, sin reduccionismos axiomticos.

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    c) Las condiciones sociales influyen en el desarrollo de la ciencia.

    Dicho esto, paso a discutir tres cuestiones relativas al tema que me parece que se prestan a encontrar gran similitud entre el pensamiento marxista y el conductista, por encima de sus diferentes focos de atencin: 1) el uso de la dialctica como herramienta conceptual, 2) la delimitacin del objeto de estudio de la psicologa, y 3) el papel del lenguaje y del trabajo en la estructuracin y cambio del entorno social. DIALCTICA Y CONDUCTISMO La lgica de Marx no es tan explcita, por ello muchas veces hay que advertir sus principios entre lneas. Eso remite el problema de si su interpretacin ha de ser: a) formalista, o b) a manera de canon: un mtodo estructuralista cuya funcin es crtica y heurstica. Tras el fracaso de las frmulas simples y rotundas que caracterizaron la alternativa formal en la versin oficial del socialismo, parece evidente la pertinencia de la segunda opcin. Sin embargo la tarea no es fcil, porque los clsicos no carecieron de irresoluciones. Como seala el socilogo Gurvitch, en los textos marxistas es poco clara la diferencia entre dialctica y explicacin, al punto que ambas se funden en una sola filosofa escatolgica, perdiendo credibilidad. Las simplificaciones debidas al uso indiscriminado de la dialctica entre las cuales se halla el ejemplo del grano de cebada que germina, segn lo nota Manuel Sacristn, ilustran el abuso del lenguaje de tipo cosmolgico (enunciativo de verdades supraempricas), aplicado a condiciones que pertenecen ms bien a un nivel reductivo de la ciencia positiva. Dicho abuso crea metforas y falsas antinomias en la rbita gnoseolgica de cualquier disciplina. Una consecuencia de esto en psicologa es la inadecuada oposicin que hacen los colegas marxistas entre esencia y fenmeno como smil para conceptuar el objeto de estudio (psiquismo como esencia y conducta como fenmeno). El fetichismo de la antinomia resulta exagerado en tal formulacin, al reducir todos los procesos y procedimientos a la polarizacin entre los contrarios. De esto proviene el uso consagrado por el diamat al confundir oposicin real (a nivel fsico) con oposicin dialctica (a nivel conceptual). En una obra juvenil, Marx (1841/1987, p. 400) describe la primera en trminos que no dejan lugar a dudas sobre sus caractersticas: entre dos extremos reales no hay mediacin posible, no se postulan entre s ni se complementan el uno al otro. La diferencia entre ellos es de existencia (por ejemplo polo y no polo: [A] y [B]), donde cada uno presupone al contradictorio y es indesligable de l ([A] tambin puede expresarse, en este sentido, como No-No-A). Ribes (1985), comentando al filsofo marxista Coletti, juzga desde esta perspectiva que:

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    ... en la oposicin real, los antagonismos, la anulacin, la repulsin recproca, se dan sin contradiccin... Ni en Engels, ni en Plejanov, ni en Lucaks, ni en Mao, se ha hecho la distincin... Por ello, se descubre como oposiciones dialcticas lo que en realidad constituyen oposiciones reales: la accin y reaccin mecnicas, la diferencial e integral matemticas, la carga elctrica positiva y negativa, etc. (pp. 272-273)

    Por encima de esas dificultades, puntualizadas para mostrar cmo no se debe manejar la dialctica, una lectura de Marx es aconsejable sin mediaciones, al estilo althusseriano, para descubrir in situ los elementos que integran su canon. Tres textos son, en especial, valiosos: el prlogo a la primera y el postfacio a la segunda ediciones de El Capital, y El Mtodo de la Economa Poltica. En ellos se seala la necesidad de partir de unidades analticas moleculares para el estudio de los procesos (que Lenin, 1915/1974; tambin relieva en su escrito Sobre la Dialctica):

    ... la forma mercanca del producto del trabajo o la forma valor de la mercanca son formas econmicas celulares... Se trata... de minucias, pero de minucias como las que son objeto de la anatoma microscpica. (Marx, 1867/1970b, p. 70)

    Esto se completa explicando las partes a la luz de la totalidad estructural que las define mediante reflexiones conexas que elaboren conceptualmente lo concreto abstrayendo su contenido en el concebir (la anatoma del hombre es la clave de la del mono: Marx, 1867/1970c, p. 94). Son estas mismas reflexiones las que, a decir de Engels (1876/1989), a partir de la accin recproca o interaccin general, permiten separar los fenmenos considerndolos aisladamente, descubriendo as las relaciones de causa-efecto. Qu tiene que ver esto con el conductismo? Creo que el nexo es claro, porque ilustra las ventajas de una concepcin materialista cientfica frente a los enfoques idealistas. El plano de que parten aquelloscentrado en la formalizacin de operaciones mentales ms que en los esquemas de accin que supuestamente los originan, hace imposible convertir lo sinttico en analtico de buenas a primeras (Piaget, por ejemplo, niega que hayan unidades de anlisis en psicologa). Se limitan, as, a enunciar generalidades poco prcticas, por ms que, como en el caso del inefable Edgar Morin, su retrica contenga muchas alusiones a la complejidad. Por el contrario, la teora de la conducta s puede partir de las clulas que reclamaba Marx: los eventos discretos (funciones estmulo-respuesta) son al comportamiento lo que la mercanca es para la Economa Poltica, y esa discretizacin no agota el continuo, pues as como Marx tomaba la mercanca en referencia a un circuito de intercambio dentro del sistema econmico (complejizndolo a travs del desarrollo de sus contradicciones), el conductismo asigna un papel a las funciones E-R dentro del concepto de

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    campo o sistema de interdependencias entre las variables contingenciales que conforman un episodio de comportamiento. Se distinguen ciertas pautas dialcticas de anlisis que no estn ausentes en el andamiaje tcnico de la teora conductual: en primer lugar captar con todo detalle el material, analizar sus diversos formas de desarrollo... y descubrir la ligazn interna de stas (Marx, 1867/1970b, p. 79), y en segundo lugar distinguir una accin recproca donde la suma total del movimiento en todas sus formas cambiantes sigue siendo el mismo (Engels, 1876/1989). Respecto a lo dicho, el campo interactivo (organismo-ambiente fsico, biolgico y social) se concibe conductualmente gracias a un anlisis de proceso que requiere el seguimiento de las transiciones operadas en su ocurrir, por lo que incorpora los eventos discretos como actividad que modifica el aspecto histrico del campo, modificndolo o confirmndolo en diversos momentos de su dinmica. A su vez, hay configuraciones particulares que establecen etapas jerrquicas de aptitud individual progresivamente superior. En semejantes contingencia histricas y situacionales cambiantes, el anlisis molar contexta al molecular (Ribes y Lpez, 1985; Gifford & Hayes, 1999; Staats, 1996/1997). DEL OBJETO DE ESTUDIO La delimitacin del objeto de estudio psicolgico que hacen los marxistas (la actividad) parece ser completamente diferente a la de los conductistas (la conducta), pero en realidad hay una relacin de inclusividad. La conducta implica siempre la actividad total del organismo en interaccin con un entorno: se piensa, se acta y se habla sobre algo, no en el vaco. La actividad es uno de los factores (el sujeto) que intervienen en el episodio, y no puede ser responsable del evento integral. El cuadro terico de principio que traza Leontiev (1972/1978) pinta la actividad como un complejo de transformaciones mutuas entre sujeto y objeto, pero en lugar de considerar como clave justamente dichas transformaciones lo que sera una autntica concepcin interactiva, su anlisis se polariza en el sujeto adoptando, en la practica, una posicin organocentrista y dualista. Desde esta perspectiva no queda otra cosa que postular una actividad interna (el reflejo psquico) y otra externa (el comportamiento) interrelacionadas. En un enlace como ste se requiere un lugar espacial de tipo psicofisiolgico (similar a la glndula pituitaria de Descartes) para sustantivar el modo en que lo material se convierte en espiritual: el sistema nervioso central. As, se termina cayendo en una reduccin biologicista, ubicando lo psicolgico como un sistema de relaciones que solamente incluye los eventos externos en la medida que lo afectan estructural y funcionalmente. Sin embargo, a pesar del intento por internar el locus mental en el cerebro, los datos que ofrece Luria (1974) lo presentan ms como estructura facilitadora de actividad que como productor de la misma, pues de las tres fuentes de activacin cerebral que

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    menciona, slo una, la economa interna, es inherente a su organizacin biolgica. Las dems se dan en niveles de campo psicolgico sensorial y lingstico. En cambio, para una autntica concepcin interactiva (y, por tanto dialctica) de la conducta, pierde significado la divisin entre los componentes que participan en un episodio, por lo que las dicotomas interno-externo , accin-cognicin, conducta-psiquismo, etc.; son intiles. Se trata de relaciones concretas que son contradas en un mundo real, como sealaban Marx y Engels (1848/1965):

    Las premisas de que partimos... son... premisas reales, de las que slo es posible abstraerse en la imaginacin. Son los individuos reales, su accin, sus condiciones materiales de vida, tanto aquellas con las que se ha encontrado como las engendradas por su propia accin. Estas premisas pueden comprobarse, consiguientemente, por la va puramente emprica. (p. 19)

    Es claro que la conducta, definida como interaccin entre el individuo y su entorno fsico, biolgico y social, no requiere de una mediacin mental para constituirse en conocimiento, puesto que tal mediacin tendra que ser extrainteractiva, y, epistmicamente, egocntrica: el sujeto centrado en s mismo y en su accin. Asimismo, todo ejercicio conductual es simultneamente cognoscitivo, pues segn deca Marx en sus tesis sobre Feuerbach, no hay conocimiento real, sensible o racional aislado de la prctica social o individual del sujeto (vase Ulman, 1991).

    No es de extraar Dice Ribes (1982, pp. 30-31) refirindose al mentalismo que al soslayar la praxis como proceso de conocimiento, se redujera al sujeto cognoscente a un sujeto contemplativo e interpretador de la realidad, con un conocimiento internalizado como mundo de representaciones, cuyas descripciones verbales se constituan en la validacin racional de la existencia de las palabras y conceptos como cosas. Su reificacin configur la mente.

    Referente a esto, el proceso sistmico de excentracin o de descentramiento con respecto a la imbricacin sujeto-objeto es un elemento bsico en la historia de cada ciencia. Pero tal proceso no parece consistir, como sugeriran Merani y otros psiclogos marxistas, en cambiar al sujeto egocntrico por el sujeto epistmico (coordinador de sus propias acciones consigo mismo y con los dems). Este asunto ha llevado a un interesante cuestionamiento por parte de Althusser hacia Lucien Seve. Juzga el primero de ellos que la filosofa burguesa se ha apoderado de la nocin jurdico-ideolgica de sujeto, para categorizarla primariamente y para plantear la cuestin del sujeto cognoscente (el ego cogito, el sujeto trascendental kantiano o husserliano), de la moral y de la historia. En tal sentido:

    Este problema... en su posicin y en su forma no tiene ningn sentido para el materialismo dialctico. Este lo rechaza, pura y simplemente, como rechaza (por

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    ejemplo) la existencia de Dios... para ser materialista dialctica, la filosofa marxista debe romper con la categora de Sujeto como Origen, Esencia y Causa, responsable en su interioridad de todas las determinaciones de el Objeto exterior... y no puede contentarse, para salir del paso, con una categora como la de excentracin de la Esencia (L. Seve), porque se trata de un compromiso ilusorio que, bajo la falsa audacia de una palabra perfectamente conformada en su raz (excentracin) salvaguarda el vnculo umbilical entre la Esencia y el Centro, y permanece por lo tanto prisionero de la filosofa idealista: como no existe Centro, toda excentracin es superflua o mendaz. (Althusser, 1974, pp. 77-78)

    El sujeto epistmico no puede ser, pues, centro de nada, so pena de caer, como efectivamente caen los psiclogos marxistas o dialcticos, en el idealismo. A pesar de que la psicologa sovitica en sus ltimos aos se acerc a una concepcin sistmica, sus limitaciones derivadas del rechazo al pensamiento proveniente de pases geopolticamente competidores le rest potencial emprico. Esto queda ilustrado por la directiva irreprochable de Lomov (1981): El enfoque estrictamente cientfico no slo requiere que se esclarezca la ley objetiva, sino tambin se esboce su esfera de accin, como asimismo las condiciones en que slo ella pueda actuar (p. 134), que va seguida despus por una confesin: Lamentablemente, no disponemos todava de procedimientos y medios bastante estrictos para describir la situacin (experimental o de la vida) como un sistema (p. 138). Pero si los soviticos, liberados de su prejuicio geopoltico, se hubieran fijado en los diagramas conductuales de Findley (1962), hubieran visto que la posibilidad de esa praxis ya exista mucho antes, elaborada como no! desde la perspectiva conductista. Hoy existen incluso procedimientos tecnolgicamente ms avanzados gracias a los modelos de ecuaciones estructurales y variables latentes (Corral y Obregn, 1998). En suma, deduciendo a partir de los asertos marxistas provenientes de las fuentes primigenias, conocer es hacer, es comportarse en relacin con un contexto determinado y refinar esa relacin en base a sucesivos contactos que la modifican. Trminos como los de pensamiento, percepcin, memoria, etc., son reificaciones mentalistas de comportamientos suyo nivel cualitativo de complejidad es mayor gracias a la intervencin del lenguaje, por eso se dice que son producto de la prctica social. No son entidades no fsicas. Existen como propiedades de ciertas interacciones entre el individuo y su entorno, cuya sofisticacin no est dada por el sujeto (como hablante, preceptor o pensador), sino por las caractersticas multifactoriales de la relacin conductual en que participan tanto el sujeto como el objeto (Kantor, 1982). La cuestin de si el sujeto desempea un papel activo o pasivo dentro del episodio pasa a ser algo relativo a la perspectiva paramtrica particular que se adopte. Algunas veces puede requerirse enfatizar situaciones en las que el comportamiento determina al ambiente, y viceversa, todo a condicin de no explicar el segmento total a partir de esas simplificaciones.

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    LENGUAJE, TRABAJO Y CAMBIO SOCIAL Sin duda, la infraestructura compuesta por los sistemas de produccin y distribucin de la riqueza es la matriz de las contingencias que presiden las pautas macroculturales. Por lo tanto, al observar stas ltimas con el objetivo de cambiar sus bases, se tendr que acudir a un anlisis cientfico de las contingencias que las sostienen, su gnesis de desarrollo y su relacin con la infraestructura. Esto es, en palabras de Lenin, el verdadero anlisis concreto de la situacin concreta: un anlisis experimental y tecnolgico del comportamiento social. Recientemente se han postulado los conceptos de macrocontingencia (Ulman, 1998) y metacontingencia (S. Glenn, cit. por Andery y Serio, 2003), para designar la mltiple relacin entre las prcticas culturales-intitucionales y las resultantes de su ocurrir, as como sus interacciones con el actuar de los individuos, donde cada cual funciona como actor y como creador de ambiente para la accin de otros. Un examen de los conceptos referentes a la conducta y las leyes del comportamiento econmico (la utilidad marginal, la oferta y la demanda, etc.), muestra muchas similitudes entre ellas. Por ejemplo, es claro que los principios de privacin-saciedad del estmulo que afectan los parmetros de respuesta (fuerza, duracin, latencia, magnitud) de un individuo, estn involucrados tambin con situaciones econmicas en que la disponibilidad o cantidad de trabajo que lleva la produccin de algn objeto o evento, determina su valor de consumo (Staats, 1975/1979). As, a mayor escasez de un producto necesario, se puede decir que su valor reforzante aumenta, y viceversa. Esto podra extenderse igualmente a las relaciones de intercambio interindividual, como lo ha mostrado Homans (1961): no es lo mismo comunicarse con un amigo entraable despus de tres das que despus de tres aos. All, la cantidad de tiempo de privacin afecta la reaccin emocional. Incluso las relaciones de compra-venta se puede decir que funcionan de manera muy parecida a las relaciones de intercambio puramente social: cuando se seala que todos vendemos nuestra personalidad (aptitudes, empata, solidaridad, etc.), se alude sin duda al esfuerzo que las personas hacen por ser reforzantes para los dems, y as poder ser reforzados a su vez. Todo con miras a maximizar el placer y minimizar el castigo. Engels (1876/1983) hizo un estudio de las leyes biosociales que influyeron en el paso del mono al hombre, recalcando la interrelacin de factores laborales y lingsticos. Esto tampoco est en contradiccin con una visin conductista, ya que el plano de las relaciones sociales est dentro del sistema de prcticas interindividuales que imponen a la reactividad humana su sello convencional: el trabajo y el lenguaje. Ellos imprimen a tales interacciones propiedades y dependencias intrnsecas funcionalmente autnomas de la biologa y del entorno inmediato. El trabajo le da un realce vinculatorio a los objetos creados o transformados como objetos de uso (redes sociales de produccin y

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    consumo), y el lenguaje individualiza dicha relacin estableciendo sistemas de intencionalidad (mediante la rotulacin de posibilidades), que le permiten al individuo desligarse de las caractersticas fsicas del episodio. El lenguaje, como comportamiento, posibilita el intercambio de objetos y productos subyacente, en el sentido de relacin econmica bsica, al trabajo como comportamiento tambin. Esto incluye las formas complejas en que se intercambia la fuerza de trabajo por una porcin del valor del producto producido (Ribes, 1985), marco en el que se halla, probablemente, lo que Seve (1969/1972, p. 143) llama conexin de esencia primordial entre la psicologa y el materialismo histrico. En efecto, el estudio de la prctica social individual sin aislarla, gentica ni contextualmente, del sistema de relaciones sociales en que se dan, y sin caer en la reduccin organocntrica y mentalista de las teoras tradicionales, es un paso importante para convertir a la psicologa en una verdadera ciencia de lo psicolgico. Al decir de Blanck (1989), dos motivos fundamentales llevaron a la concepcin materialista dialctica hacia el rechazo del conductismo: una, la propuesta watsoniana de la exclusin de la consciencia como objeto de investigacin, y otra, el razonamiento simplista, mecnico y un poco tonto (p. 96) de que dicha corriente es el producto ideolgico reaccionario de la cultura norteamericana. Pues bien, no deben ser obstculo las disquisiciones idealistas sobre la consciencia, dado que sta no es otra cosa que un campo interconductual plasmado por prcticas convencionales lingsticas en relacin con eventos, objetos u otros individuos (el ser social). No pueden caber dudas sobre ello si se examina rigurosamente el anlisis de Marx y Engels (1848/1965) sobre el ser consciente y su conexin con el lenguaje (pp. 26-31): el ser de los hombres es su vida real (o sea su interaccin con el entorno) y se expresa, como consciencia real, en el apremio del intercambio con los dems hombres y con la naturaleza en el producto social llamado lenguaje. La consciencia, entonces, no es algo abstracto. Es, en cuanto tal, saber (Marx, 1844/1974). Por eso se estructura en torno a un proceso de aprendizaje. Aprendemos a ser conscientes (y humanos) en el transcurso de nuestra historia interactiva, de ah que para estudiar y modificar este fenmeno se requiere basar los procedimientos en ciertas leyes, las leyes del aprendizaje en sus mltiples combinaciones. En cuanto al asunto del conductismo como producto imperialista, las caractersticas negativas de la sociedad capitalista, sobre todo en los pases subdesarrollados, son harto conocidas por los analistas conductuales: la divisin de clases, la injusta distribucin de la riqueza, la catica disposicin de las relaciones productivas, la impronta de ideologas precientficas en la educacin y en la vida cotidiana, la carencia de servicios y de infraestructura frente al elevado ndice de poblacin, los intereses subalternos de las clases gobernantes, etc. No es que Skinner (1971/1982), haya ignorado, por ejemplo,

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    la existencia de la lucha de clases, pues la connot como un modo rudo [es decir, no tcnico] de representar la forma en que los hombres se controlan unos a otros (p. 238). Lo que pasa es que los cientficos y tecnlogos ansiosos de solucionar problemas no van a estar repitiendo discursos poltico-ideolgicos sin mayor correlato prctico. Como l mismo dice: La Utopa que simplemente describe una mejor forma de vida sin indicaciones de cmo se va a lograr no sirve (Skinner, 1982). En este sentido, ms all de la retrica trillada de crticas y propuestas utpicas que acostumbran hacer los sectores autodenominados progresistas y antiimperialistas, el anlisis conductual ha definido dos vas prcticas para el cambio social. Una se podra llamar remedial y otra estructural. La va remedial se vale del enorme desarrollo tecnolgico de la ciencia del comportamiento para aliviar los males sealados promoviendo estilos de vida saludables y competentes, programas comunitarios de habilidades de comunicacin, negociacin, solucin de conflictos interpersonales, comportamiento cooperativo, de moral convencional y postconvencional, autocontrol y afrontamiento racional, etc. Por otro lado, el propsito de la va estructural es el cambio sociocultural de raz, inspirado en el diseo de comunidades hecho a manera de experimento piloto, con una poblacin pequea donde la propiedad sea colectiva, no haya lderes conspicuos ni una clase dominante, ni tampoco embarazo en aceptar ajustes tal y como se hace en una investigacin. Los principios aplicados seran los del refuerzo positivo, con mnimo castigo y sin uso del temor (Skinner, 1982). De hecho, la comunidad experimental, inicialmente ficticia, ha dado lugar ya a varios experimentos sociales reales (por ejemplo la comunidad Los Horcones, de Mxico). Se pueden hacer muchas crticas a esta propuesta, incluyendo la de que es un producto imperialista y reaccionario, pero lo cierto es que, al revs de las caticas alternativas revolucionarias y del fracaso del socialismo real , an se mantiene en pie y cuenta con la tecnologa necesaria. Una objecin comn a cualquier intervencin social conductista es su inadecuacin a nivel humano, pues cmo principios obtenidos a travs de la experimentacin con ratas y palomas podran servir a este noble fin? Dejando de lado que quienes dicen esto desconocen absolutamente las caractersticas de continuidad filogentica entre las especies, las leyes del aprendizaje, y la inmensa cantidad de investigaciones conductuales educativas y social-comunitarias en las cuales se han confirmado muchos de esos principios bsicos, supongamos slo por un momento que tienen razn, y respondamos que, an as, los principios funcionan. As lo admite un terapeuta cubano en la propia Cuba:

    Reconocemos al sistema de ficha o de bonos, en nuestra simptica y eficaz premiacin anual a los mejores trabajadores, que ajustan su conducta laboral, ciudadana y revolucionaria de modo a merecer los bonos o banderines mensuales

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    que va acumulando para poder sentarse en la tribuna junto a Fidel o para tener prioridad en un viaje turstico... Tambin reconocemos a la reestructuracin cognitiva que modific juicios de valor en un ciudadano indiferente o contrario a la Revolucin que, modelando, imitando o ensayando la actividad social y reforzndose con la apreciacin colectiva, lleg a la conducta meta de adecuacin social. (Sorin, 1982; p. 364)

    Sin comentarios. CONCLUSIN Sin pretensiones de agotar el tema, he tratado de confrontar la esencia de lo que dicen textualmente los clsicos marxistas con las formulaciones terica y emprica de la ciencia del comportamiento, por encima de la aparente separacin de los discursos cientfico (de la teora conductual) y cosmolgico-dialctico (de la teora marxista). Como seala Freixa i Baqu (1985), en la poca de Marx y Engels no exista la psicologa experimental positiva, y por lo tanto stos carecan de una referencia terminolgica y conceptual suficiente para plasmar ideas ms claras acerca de los fenmenos psicolgicos desde un punto de vista materialista. Utilizaban el vocabulario filosfico y coloquial que tenan a mano para hacer entender que el protagonismo estaba en la realidad ambiental (o en el cerebro como producto de sta) y no en la mente, pero sin llegar a precisar dicho aserto tal como se deba. La articulacin entre marxismo y conductismo debera ser til para ambos enfoques. Mientras que el marxismo se beneficia con las herramientas empricas de la metodologa conductual y con la traduccin de sus supuestos tericos a un lenguaje tcnico propio de la ciencia especializada; la teora y la prctica conductuales se enriquecen con las nociones dialcticas y macroestructurales marxistas (Ulman, 1995). Haciendo un esfuerzo de sntesis, independientemente de sus distintos focos de atencin, se podran identificar hasta siete puntos principales de amplia convergencia o complementariedad acadmica entre marxismo y conductismo, con la salvedad de que tambin se podra mencionar cierto nmero de diferencias. Ellos:

    1) Se guan por una filosofa de la praxis especfica que compete a sus objetos de estudio (anlisis concreto de la situacin concreta), con pragmatismo y utilitarismo (la prctica es el criterio de verdad).

    2) Tienen una visin determinista de los fenmenos, basando sus anlisis en principios legales que combinan unidades molares y moleculares (respuestas, desempeos y macrocontingencias culturales).

    3) Son materialistas y antidualistas. Lo ideal (lo cognitivo) est subordinado a las interacciones materiales (los contactos organismo-ambiente).

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    Consideran la consciencia humana (sistema de valores, autoconcepto, autorregulacin, etc.) como un producto histrico-social.

    4) Son contextualistas sistmicos (dialcticos). Conciben la realidad como un todo dinmico, compuesto de intercambios recprocos entre las partes, subordinando los elementos a las relaciones que los engloban (teoras de multinivel acumulativo-jerrquico-evolutivo).

    5) Simpatizan con el seleccionismo evolutivo, considerando lo presente como producto de sus interacciones formadoras. La conducta humana y las formaciones sociales operan anlogamente a las formas de adaptacin evolutiva de las especies.

    6) Consideran que el conocimiento real del mundo y sus fenmenos se puede lograr a travs de sucesivos contactos con los eventos y su transformacin (el pudn se prueba comindolo).

    7) Proponen el cambio social por medios cientficos, basados en la comprensin de las leyes que lo gobiernan tanto a nivel estructural como interindividual. Creo que ninguna de las tendencias psicolgicas que se han reclamado marxistas hasta hoy llegan a ser realmente consecuentes con estos puntos. La mayora caen en lo que Engels (1894/1981) describa como viejo amable mtodo ideolgico... apriorstico, y que consiste en no registrar las propiedades de un objeto estudiando el objeto, sino en deducirlas demostrativamente a partir del concepto del objeto (p 85). As, al tener poco contacto con el objeto (que en este caso es el comportamiento concreto), sino a travs de sus reificaciones conceptuales mentalistas (el reflejo psquico), hay como resultante demasiado verbalismo y poca praxis. Es natural que por esa va retrico-especulativa, y por sus prejuicios geopolticos, los psiclogos marxista-dialcticos hallan llegado a congeniar mucho ms con las corrientes idealistas de la psicologa que con el conductismo. REFERENCIAS Althusser, L. (1974). Para una crtica de la prctica terica. Mxico: Siglo XXI. Andery, M. A. y Serio, T. M. (2003). Metacontingencias y dialctica: Son

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