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LA VENIDA DEL MESIAS E N GLORIA Y MA JEST AD. TOMO PRIMERO. Compuesto por Juan Josafat Ben-Ez ra. CON SUPE RIOR PE R MISO. Por D. Felipe Tolosa 7 Impresor de la Ciudad

Lacunza La Venida Del Mesias t1

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Obra Maestra del sacerdote jesuita chileno, escrito en su exilio en Italia, en el siglo XVIII, y que influyó profundamente en la escatología protestante de inicios del siglo XIX.

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LA VENIDADEL MESIAS

E N GLORIA Y MA JEST AD.

TOMO PRIMERO.

Compuesto por Juan Josafat Ben-Ez ra.

CON SUPE RIOR PE R MISO.

Por D. Felipe Tolosa 7 Impresor de la Ciudad

Si testimonium accipimus, testimonium Dei majus est.Si Deo non credimus, cui credimus? Divus Ambrosius lib. 4. in Luc. c. 5.Quod propri interpretari possumus, id per figuram interpretari, proprium est incredulorum, aut fidei diverticula cuarerentium. Maldonatus in Mat. c. 8. v. 12.

Si recibimos el testimonio, el testimonio de Dios es mayor.Si no creemos en Dios, que creemos? San Ambrosio, Libro. 4. Lucas. c. 5.Esto hizo el discurso puede ser, que por medio de una figura para ser interpretado, es propio de los incrdulos, la fe, o quien busque las vas lugares. Maldonate en Mateo 8 :12.

ALMESIASJESUCRISTO,HIJO DE DIOS, HIJO DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA, HIJO DE DAVID, HIJO DE ABRAHAN.

SEOR:

El fin que me he propuesto en esta obra (lo sabe bien V. M.), es dar a conocer un poco mas la grandeza y excelencia de vuestra adorable persona, y los grandes y admirables misterios relativos al hombre Dios, de que dan tan claros testimonios las santas Escrituras. En la constitucin presente de la Iglesia y del Mundo, he juzgado muy conveniente proponer algunas ideas, no nuevas, sino de un modo nuevo, que por una parte me parecen expresas en la escritura de la verdad, y por otra parte se me figuran de una suma importancia, principalmente para tres clases de personas.Deseo y pretendo en primer lugar, despertar por este medio, y aun obligar a los Sacerdotes a sacudir el polvo de las Biblias, convidndolos a un nuevo estudio, a un examen nuevo, y a nueva y mas atenta consideracin de este libro divino : e l cual siendo libro propio del Sacerdocio, como lo son respecto de cualquier artfice los instrumentos de su facultad, en estos tiempos respecto de no pocos; parece ya el mas intil de todos los libros. Que bienes no deberamos esperar de este nuevo estudio, si fuese posible restablecerlo entre los Sacerdotes hbiles, y constituidos en la Iglesia por maestros y doctores del pueblo cristiano!Deseo y pretendo, lo segundo, detener a muchos, y si fuese posible, a todos los que veo con sumo dolor y compasin, correr precipitadamente hacia el abismo horrible de la incredulidad: lo cual no tiene ciertamente otro origen sino la falta de conocimiento de vuestra divina persona: y esto por verdadera ignorancia de las escrituras sagradas.Deseo y pretendo, lo tercero, dar alguna mayor luz, o algn otro remedio mas pronto y eficaz a mis propios hermanos los Judos, de quienes son los patriarcas, y de los cuales es el Cristo segn la carne. Que remedio pueden tener estos miserables hombres, si no el conocimiento de su verdadero Mesas a quien aman, y por quien .suspiran noche y da sin conocerlo? Y cmo lo han de conocer sino se les abre el sentido? Y cmo se les pue de abrir suficientemente este sentido en el estado de ignorancia y ceguedad en que actualmente se hallan, si solo se les muestra la mitad del Mesas, encubrindoles y aun negndole s absolutamente la otra mitad? Si, solo se les predica lo que hay en sus escrituras' perteneciente a vuestra primera venida en carne pasible, como Redentor, como Maestro, como ejemplar, como Sumo Sacerdote Ec. y se les niega sin razn alguna lo que ellos creen y esperan, segn las mismas escrituras, aun con ideas poco justas y aun groseras, perteneciente a la segunda.Oh, Seor mo Jesucristo, bondad y sabidura inmensa! Todo esto que pretendo por medio de este escrito, si algo se consigne por vuestra gracia, debe redundar necesariamente en vuestra mayor gloria, pues esta la habeis puesto en el bien de los hombres. Por tanto debo esperar de la benignidad de vuestro dulcsimo corazn, que no desechareis este pequeo obsequio que os ofrece mi profundo respeto, mi agradecimiento, mi amor, mi deseo intenso de algn servicio a mi buen Seor.Si como yo lo deseo y me atrevo a esperarlo, se siguiese de aqu algn verdadero bien, todo l lo ofrezco humildemente a vuestra gloria, y lo pongo junto conmigo a vuestros pies: y en este caso pido, Seor, con la mayor instancia, vuestra soberana proteccin; de la cual tengo tanta mayor necesidad, cuanto temo no sin fundamento grandes contradicciones, y cuanto soy un hombre obscuro, sin gracia ni favor humano. Me reconozco, no obstante, y me confieso por vuestro siervo, aunque indigno intil Ec.

Juan Josafat Ben-Ezra.

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PROLOGO.

No me atreviera a exponer este escrito a la crtica de toda suerte de lectores, sino me hallase suficientemente asegurado: sino lo hubiese pesar una y muchas veces en las mejores y mas fieles balanzas que me llan sido accesibles: sino hubiese, digo, con sultado a muchos sabios de primera clase y y sido por ellos asegurado (despues de un prolijo y riguroso examen) de no contener error alguno, ni tampoco alguna cosa de substancia, digna de justa reprehension.Mas como este exmem privado no pudo hacerse eon tanto secreto que de algun modo no se trasluciese, en traron con esto en gran curiosidad algunos otros sabios, en quienes por entonces no se pensaba y y fue necesario so pena de no leves inconvenientes, condescender con sus instancias. Esta condescendencia inocente y justa, y ha producido no ohstante, algunos efectos poco agradables, y aun positivamente perjudiciales: ya porque el escrito todava informe, se divulg an tes de tiempo y sazon : ya porque en este mismo estado, se sacaron de l algunas copias contra mi voluntad y sin serme posible el impedirlo: ya tamhien y principalmente porque algunas de estas copias han volado mas lejos de lo que es razn; y una de ellas, segun se asegura, ha volado hasta la otra parte del Ocano, en donde dicen ha causado no pequeo alboroto, y no lo extrao, por tres raznes: primera, porque esa copia que vol tan lejos, estaba incompleta, siendo solamente una pequea parle de la obra : segunda, porque estaba informe, no siendo otra cosa que los primeros borrones, o las primeras producciones que se arrojan de la mente al papel, con nimo de corregirlas, ordenarla y perfeccionarlas a su tiempo: tercera, porqu e a esta copia en s misma informe, se le haban aadido y quitado no pocas cosas al ar 8bitrio y discrecion del mismo cue la hizo volar : el cual, aunque lleno de bonsimas intencipnes, no podia menos (segun su natural caracter) que cometer en esto algunas faltas bien considerables. Yo debo por tanto esperar de todas aquellas personas cuerdas a cuyas manos hubiese llegado esta copia infeliz, o tuviesen de ella alguna noticia, que se harn cargo de todas estas circunstancias; no juzgando de una obra por algunos pocos papeles sueltos, manuscritos, informes, que contra la voluntad de su autor, se arrojaron al aire imprudentemenle, cuando debian antes arrojarse al fuego. Esto ltimo pido yo, no solo por gracia, sino tambien por justicia a cualquiera que los tuviese.Hecha esta primera advertencia, que me ha parecido inevitable, debo ahora prevenir alguna leve satisfaccion a dos o tres reparos generales y obvios, que ya se han hecho por personas nada vulgares.Primer reparo. El primero y mas ruidoso de todos es la novedad. Esta (dicen como temblando, y sin duda con ptima intencion) en puntos que pertenecen de algun modo a 1a Religin, como es la inteligencia y explicacin lle la Escritura santa, siempre se ha mirado, y siempre debe mirarse con rezelo y desecharse como peligro: mucho mas en este siglo en que hay tantas novedades, y en que apenas se gusta de otra cosa que de la novedad &c.Respuesta. Que la novedad en estos puntos se mire con rezelo, y no se admita con ligereza, es muy justo: mas de aqu no se sigue que deba luego al punto desecharse como peligro, ni reprobarse ligeramente por solo el ttulo de novedad. Esto seria cerrar del todo la puerta a la verdad, y renunciar para siempre a la esperanza de entender la Escritura divina. Todos los intrpretes, as antiguos como modernos, confiesan ingenuamente que en la misma Escritura hay todava infini tas cosas obscuras y dificiles que no se entienden, especialmente en lo que es profeca. Y aunque todos han procurado con el mayor empeo posible, dar a estas infinitas cosas algun sentido o alguna explicacin, saben bien los que tienen en esto alguna prctica, que este sentido y 9explicacin realmente no satisfacen; pues las mas veces no son otra cosa, que una pura acomodacion gratuita y arbitraria, cuya impropiedad y violencia salta luego a los ojos.Ahora, digo yo: estas cosas que hasta ahora no se entienden en la Escritura santa, deben entenderse alguna vez, o a lo menos proponerse su verdadera inteligencia: pues no es creble, antes repugna a la infinita santidad de Dios, que las mandase escribir intilmente. Si alguna vez se han de entender, o se ha de proponer su verdadera inteligencia, ser preciso esperar este tiempo, que hasta ahora ciertamente no ha llegado: por consiguiente ser preciso esperar sobre esto en algn tiempo alguna novedad. Mas si esta novedad halla siempre en todos tiempos cerradas absolutamente todas las puertas: si siempre se ha de recibir y mirar como peligro: si siempre se ha de reprobar por solo el ttulo dnovedad: que esperanza puede quedarnos? El preciso ttulo de novedad, aun en estos asuntos sagrados, lejos de espantar a los verdaderos sabios, por pos y religiosos que sean, debe por el contrario incitarlos mas, y aun obligarlos a entrar en un exmen formal, para ver y conocer a fondo, lo primero: si realmente es novedad o no: si es algun a idea del todo nueva, en que jamas se ha hablado ni pensado en la Iglesia catlica desde los Apstoles hasta el dia de hoy; o es solamente una idea seguida y propuesta, explicada y probada con novedad. En lo cual no pueden ignorar los sabios catlicos, religiosos y pios, que hay una suma diferencia y una distancia casi infinita. Lo segundo: si esta novedad o esta idea solo propuesta, seguida, explicada y probada con novedad, es falsa o no; es decir, si se opone o no se opone a alguna verdad de fe divina: si es contraria o no a aquellas tres reglas, nicas infalibles de nuestra creencia, que son : primera, la Escritura divina en un estricto y literal : segunda, la tradicion divina : tercera, la definicion expresa y clara de la Iglesia congregada en el Espritu Santo.Lejos de temer un exmen formal por esta pauta, por las tres reglas nicas infalibles arriba di- 10chas, es precisamente el que deseo y pido con toda la instancia posible, ni temo otra cosa sino su falta. Si las cosas que voy a proponer (llmense nuevas, o solo propuestas y tratadas con novedad) se hallaren opuestas, . no conformes con estas tres reglas infalibles, y si esto se prueba de un modo claro y perceptible, con esto solo yo me dar al punto por vencido, y confesar mi ignorancia sin dificultad. Mas si a ninguna de estas tres reglas se opone nuestra novedad, antes las respeta y se conforma con ellas escrupulosamente, en este caso ninguno puelle condenarla ni reprehenderla justa y raznablemente por solo el ttulo de novedad, o porque no se conforma con el comun modo de pensar. Esto seria canonizar solemnemente como puntos de fe divina, las infinitas intel igencias y explicaciones puramente acomodaticias con que hasta ahora se han contentado los intrpre!es de la Escritura, prescindiendo absolutamente de la inteligencia verdadera, como saben, lloran y se lamentan los eruditos de esta sagrada facultad, especialmente sobre las profecas.Segundo reparo. Es el sistema o las ideas que yo llamo ordinarias, sobre la segunda venida del Seor. Dicen que estas son la fe y creencia de toda la Iglesia catlica, propuesta y explicada por sus doctores; los cuales en esta inteligencia y explicacion no pueden errar, cuando todos o los mas concurren a ella unnimemente. Es verdad (se aade) que en los tres o cuatro primeros siglos de la Iglesia se expone de otro modo por algunos; pero vale mas (prosiguen) catorce siglos que cuatro: y catorce siglos mas ilustrados, que cuatro obscuros &c,Respuesta. En toda esta declamacion tan breve como desptica, yo no hallo otra cosa que un equvoco. Primeramente se confunde demasiado lo que es de fe y creencia divina de toda la Iglesia catlica, con lo que es de fe y creencia puramente humana o mera opinin: lo que creemos y confesamos todos los catlicos como puntos indubitables de fe divina, con las cosas particulares y accidentales que se han opinado, y puellen opinarse sobre estos mismos puntos. Esta palabra fe o creencia, puede tener y realmente tiene dos sentidos tan diversos entre s, y tan distantes el uno del otro, cuanto dista Dios de los hombres. Aun en cosas pertenecientes a Dios y a la revelacion, no solamente puede haber y hay entre los fieles dentro de la Iglesia catlica una fe y creencia toda divina, sino tambien una fe y creencia puramente humana: aquella infalible, esta falible; aquella obligatoria, esta libre.Esta ltima, en cosas accidentales al dogma, y que no lo niegan, antes lo suponen, se llama con propiedad opinin, dictamen, conciencia, buena fe &c. En este sentido toma San Pablo la palabra fe, cuando dice en Rom. 14:1. Recibid al flaco en la fe, pero no para contiendas de disputas. Una opinin por comun y universal que sea, puede muy bien ser en la Iglesia una buena fe, sin dejar por eso de ser u na fe puramente humana, y sin salir del grado de opinin: mas esta buena fe, o esta fe y creencia por buena inocente que sea, no merece con propiedad el nombre sagrado de fe y creencia de la Igiesia catlica, sino es en caso que la misma Iglesia catlica, congregada en el Espritu Santo, haya adoptado como cierta aquella cosa particular de que se trata, declarndola formalmente que no es de fe humana sino divina, o porque consta clara y expresamente en la Escritura santa, o porque as la recibi, y as la ha conservado fielmente desde sus principios.De aqui se sigue legtimamente que aquellas palabras, cuya substancia se halla en toda clase de escritores eclesisticos de dos o tres siglos a esta parte : esto se pens en los cuatro primeros siglos de la Iglesia; pero valen mas catorce siglos en que se ha pensado lo contrario &c. Son palabras de poca substancia, y se adelanta poqusimo con ellas. Cuatro siglos de una opinin, y catorce de la otra contraria opinin, sino se produce otro fundamento u otra razn intrnseca, valen lo mismo que cuatro autores de una opinin, y catorce de la opinin contraria en un asunto todo de futuro, que no es del resorte de la pura razn humana. Aunque aquellos cuatro siglos o aquellos cuatro autores se multipliquen por 400, y 12aquellos catorce siglos se multipliquen por 40 o por 400, jamas podrn hacer un dogma de fe divina, precisamente por haberse multiplicado por nmero mayor : ni por esta sola razn podrn cautivar un entendimiento libre, que en estas cosas de futuro se funda solamente en la autoridad divina; y de ella sola, manifestada claramente, o por la Escritura santa o por la decision de la Iglesia, se deja plenamente cautivar. Por consiguiente, los cuatro, y los catorce, as autores como siglos, sino se produce otra verdadera y slida razn, debern quedar eternamente en el estado de mera opinin o fe puramente hu mana y nada mas.Ahora, estando las cosas de que hablamos en este estado de opinin u de obscuridad, sin saberse de cierto donde est la verdad, quien nos prohibe ni nos puede prohibir en una causa tan interesante, buscar diligentemente esta verdad? Buscarla, digo, as en los catorce como en los cuatro. Y si en ninguno de ellos se halla clara y limpia, pues al fin han sido opinines y no han salido de esta esfera, quien nos puede prohibir buscar esta verdad en su propia fuente, que es la divina Escritura? No se trata aqui de buscar en las escrituras la substancia del dogma. Este ya se conoce, y se supone conocido, creido y confesado, expresa y pblicamente en toda la Iglesia catlica. Se trata solamente de buscar en las escrituras algunas cosas accidentales, cuya noticia cierta y segura, aunque no es absoluta mente necesaria para la salvacin, puede ser de suma importancia, no solamente respecto de los catlicos, sino respecto de todos los cristianos en general, y tambien quiz mucho mas respecto de los mseros judos. Aunque en estas cosas de que hablo accidentales al dogma, hay o puede haber en la Iglesia alguna buena fe, no siempre puede reputarse racional y cristianamente por fe de la Iglesia, o por fe divina que es lo mismo. Si este falso principio se admitiese o tolerase alguna vez, que consecuencias tan perjudiciales no debieran temerse?Tercer reparo.- Pocos aos ha sali a luz en italiano una obra intitulada : La segunda poca de la Iglesia, cuyo autor se llama Enodio Papi. Como en la 13ohra presente, cuyo titulo es : La venida del Mesas en gloria y majestad, se leen cosas muy semejantes a las que se leen en aquella (aunque propuestas y seguidas de otro modo diverso) es muy de temer que ambas tengan una misma suerte, esto es, que esta ltima sea puesta luego como lo fu aquella en el ndice romano. Por tanto sera lo mas acertado obviar con tiempo a este inconveniente, oprimindola en la cuna, y hacindola pasar de utero a la tumba sin discrecion ni misericordia.Respuesta. Los que as discurren me parece, que o no han leido la primera obra de que hablamos, o no han leido la segunda, o lo que parece mas probable no han leido ni la una ni la otra, sino que hablan al aire y se meten a juzgar sin conocimiento alguno de causa. La razn que tengo para esta sospecha, es la misma variedad de sentencias que han llegado a mis oidos sobre este asunto casi por los 32rumbos; porque ya me acusan de plagiario, como que he tomado mis ideas de Enodio Papi : ya que sigo en la substancia el mismo sistema : ya que me conformo con l en los principios y en los fines, diferencindome solamente en los medios : ya en suma, por abreviar, que aunque disconvengo de este autor en casi todo, pero a lo menos convengo con l en el modo audaz de pretender desatar el nudo sagrado indisolullle del cap. 20 del Apocalipsis; como sino fuesen reos de este mismo delito todos cuantos han intentado explicar el mismo Apocalipsis.Ahora para satisfacer en breve a tantas y tan diversas acusaciones, me parece que puede bastar una respuesta general. Primeramente, yo protesto que de esta obra de que hablamos, ni he tomado ni he podido tomar la ms mnima especie. La razn es nica, pero decisiva; a saber, porque no he leido tal obra; y la he visto aun por defuera, ni tampoco he odo jamas hablar de ella a persona que la haya leido. Lo nico que he leido de este mismo autor, es la exposicion del Apocalipsis, en la cual se remite algunas veces a otra segunda obra que promete, esto es, a la segunda _poca de la Iglesia. Mas esta exposicion del Apocalipsis, lejos de contentarme, me desagrad tanto, y '14aun mas, que cuanto he leido de diversos autores: porque aunque apunta algunas cosas buenas en s mismas, no las funda slidamente, sino que las presenta informes, y aun disformes sin explicacion ni prueba : algunas otras parecen duras indigestibles : otras extravagantes : otras no poco groseras y aun ridculas : por ejemplo, todo lo que dice sobre la batalla de S. Miguel con el dragn del cap. 12 &c., a lo que se aade aquel error (que por tal lo tengo) de poner tres venidas de Cristo, cuando todas las escrituras del antiguo y nuevo testamento, el Smbolo Apostlico, no nos hablan sino de dos solas : una que ya sucedi en carne pasible, otra que debe suceder en gloria y majestad, que los Apstoles S. Pedro y S. Pablo llaman frecuentemente la revelacion o manfestacin de Jesucristo. De estos y otros defectos que he hallado en la exposicin del Apocalipsis de este autor, infiero bien, que podr haber otros, o iguales o mayores en la segunda obra, a que algunas veces se remite.Aunque esta no la he leido, como protest poco ha, mas por un breve extracto de ella que me acaba de enviar un amigo, comprehendo bastante bien, que asi el sistema general de este autor, como su modo de discurrir, distan tanto del mo, cuanto dista el oriente del ocaso. Exceptuando tal cual extravagancia, su sistema general, me parece el mismo que propuso el siglo pasado el sabio Jesuita Antonio Vieira en una obra que intitul de Regno Christi in terris consummato. Asi como este sistema, me parece el mismo en substa ncia que el de muchos Santos Padres y otros Doctores que cita, y tambien de otros que han escrito despues. Todos los cuales suponen como cierto, que algun dia todo el mundo, y todos los pueblos y naciones, y aun todos sus individuos, se han de convertir a Cristo y entrar en la Iglesia; y cuando esto sucediere, aaden, entonces entrarn tambien los Judos, para que se verifique aquello de S.Pablo (1) : que el endurecimiento en parte ha acontecido en Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel ser salvo, como est escrito.

(1)Epstola de Pablo a Los Romanos 11: 25-26

15: y aquello del Evangelio, y habr un solo rebao y un solo pastor. Por consiguiente suponen que ha de haber otro estado de la Iglesia mucho mas perfecto que el presente, en que todos los habitadores de la tierra han de ser verdaderos fieles, y en que ha de haber en la Iglesia una grande paz y justicia, y observancia de las divinas leyes &c.La diferencia que hay entre el sentimiento de los doctores sobre este punto, no es otra sino que unos ponen este estado feliz mucho antes del Anticristo; pues dicen que el Anticristo vendr a perturbar esta paz. Otros, y creo que los mas lo ponen despues del Anticristo; por guardar del modd posible ciertas consecuencias de que hablaremos a su tiempo. As admiten, sin poder evitarlo, algun espacio de tiempo entre el fin y el Anticristo, y la venida gloriosa de Cristo. Enodio parece que sigue este ltimo rumbo: y no habia por que reprehenderlo de novedad, sino pusiese al empezar esta poca, otra venida media de Cristo a destruir la iniquidad, ordenar en otra mejor forma la Iglesia y el mundo; hacindolo venir otra vez al fin del mundo a juzgar a los vivos y a los muertos : sobre lo cual parece que deba haberse explicado mas. Yo que no admito, antes repruebo todas estas ideas, por parecerme opuestas al Evangelio y a todas Escrituras, como podr seguir el mismo sistema? Pues que sistema sigo? Ninguno, sino solamente el dogma de fe divina, que dice : desde all ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Y sobre este dogma de fe divina sigo el hilo de todas las Escrituras sin interrupcion, sin violencia y sin discursos artificiales, como podr ver por sus ojos cualquiera que los tuviese buenos.Puede ser, no obstante, que yo convenga con Enodio Papi, como puedo convenir con otros autores, en algunas cosas o generales o particulares:pero que pasa con ella? Luego por esto solo podr confundirse una obra con ota? En que tribunal se puede dar semejante sentencia? La obra de Enodio, como de autor catlico y religioso, es de creer que contiene muchsimas cosas buenas, inocentes, pias, ver-

16dadera; y probables; y tambien es de creer; que en estas se hallen algunas otras conocidamente falsas, duras, indigestas, sin explicacin ni pruebas &c.; pues por algo ha sido reprehendida. De este antecedente justo y racional, lo que se sigue nicamente es, que cualquiera que convenga con este autor en aquellas mismas cosas que son reprehensibles, merecer sin duda la misma reprehension : la cual no merecer, ni se le podr dar sin injusticia, si solo conviene en cosas indiferentes o buenas, o verdaderas o probables. No lo dicta asi invenciblemente la pura razn natural?En suma, la conclusion sea: que la obra de Enodio, y la ma, siendo dos obras diverssimas, y de diversos autores, deben examinarse separadamente, y dar a cada una lo que le toca, segun su mrito demrito particular. Ni aquella se puede examinar, ni juzgar por esta, ni esta por aquella. Esta especie de juicio repugna esencialmente a todas las leyes naturales, divinas y humanas. Fuera de que yo nada afirmo de positivo, sino que propongo solamente a la consideracion de los inteligentes : proponindoles al mismo tiempo con la mayor claridad, de que soy capaz, las raznes en que me fundo; y sujetndolo todo de buen fe al juicio de la Iglesia cujus est judicare de vero sensu Scripturarum Sanctarum. Al juicio de los Doctores particulares tambien estoy pronto a sujetarme despues que haya oido sus raznes.

AL LECTOR.

Habindome remitido un literato espaol residente en Madrid diferentes documentos curiosos, para que si lo considero util haga publicacion de ellos, he encontrado entre otros la censura dada a la obra titulada : La venida del Mesas en gloria y majestad, que por primera vez se imprimi en esta Villa en lengua castellana. Siendo notorios los profundos conocimientos y vasta erudicion del M. R. P. Fr. Pablo de la Concepcion, que hizo la censura, he juzgado muy interesante publicarla, para que puedan hacerse de ella los compradores de la obra, y les den este nuevo realce agregndola a sus ejemplares.

Tournachon-Molin.

Censura a la obra titulada Venida del Mesas en gloria y majestad, que compuso Juan Josafat BenEzra, por el M. R. P. Fr. Pablo de la Concepcion, Carmelita descalzo.

SEOR PROVISOR VICARIO CAPITULAR:

Pocas cosas se han encomendado a mi cuidado, que hayan puesto mi nimo en tanta perplejidad y angustia, como la censura que V. S. me manda dar sobre el primer tomo de la obra intitulada : La venida del Mesas en gloria y majestad, compuesta, segun parece, por Juan Josafat Ben-Ezra, que se supone judo convertido a nuestra santa religion cris tiana, catlica apostlica romana. La causa de mi angustia, seor, es la misma grandeza de la obra, y el conocerme, como realidad me conozco, incapaz de dar sobre ella un dictamen firme y seguro, que deje tranquila mi conciencia, y la descargue de la responsabilidad que se tome, ora la condene o la apruebe.Habr como veinte y un aos que le por la primera vez dicha obra manuscrita, con todo el interes y atencion de que soy capaz. Desde entonces se excit en m un vivo deseo de adquirirla a toda costa, para leerla muchas veces, estudiarla y meditarla, con todo el empeo que ella se merece y que yo pudiese aplicar. Logr mi deseo en efecto, y ya hace algunos aos que tengo a mi uso una copia, que he leido cuantas veces me lo han permitido las demas ocupaciones de mi ministerio. Todas las veces que la he leido, se ha redoblado mas mi admiracion al ver el profundo estudio qu e tena su autor de las santas Escrituras, el mtodo, orden y exactitud que adornan su obra, y sobre todo la luz que arroja sobre los mas altos misterios y obscuros pasajes de los libros santos.La verdad, la abudancia, la naturalilad de los pasajes que alega de la santa Escritura, asi del antiguo como del nuevo Testamento, de tal manera inclina al entendimiento al asenso de su sistema, que me atrevo a decir, que si lo que l dice es falso, jamas se ha presentado la mentira tan ataviada con el sencillo y hermoso ropage de la verdad, como la ha vestido este autor. Porque el tono de ingenuidad y de candor, la misma sencillez del estilo, el convite que siempre hace a que se lea todo el captulo y captulos de donde toma, y que preceden o siguen a los pasajes que alega, la correspondencia exacta no solo de las citas, sino tambien del sentido que a primera vista ofrecen los sagrados textos; todo esto, digo yo, da tan fuerte indicio de verdad, que parece imposible rehusarle el asenso, a no estar obstinadamente preocupado en favor del sistema contrario.Sin embargo, cuando considero los muchos siglos que han pasado en la iglesia, sin que en todos ellos se haya hablado de esle sistema sino como de una opinion fabulosa; cuando advierto que unos padres y doctores, tales como Gernimo, Agustn, Gregorio y todos los telogos que han seguido, la miran con aversion, y algunos la tratan de error, no puedo dejar de estremecerme y temblar, parecindome menos arriesgado errar con tan sabios y santsimos maestros, que acertar por ventura siguiendo mi propia inclinacion y dictamen. Verdad es, y esto me tranquiliza algun tanto, que la materia que se controvierte deja en salvo la fe de la santa iglesia, ya sea cual fuese el extremo que se abrace por ambas partes : hay una sola fe y un solo Jesucristo, a quien los dos partidos creen y adoran por su Dios. Todos lo creemos y confesamos en el smbolo, que este Rey soberano ha de venir juzgar a los vivos y a los muertos : este es el artculo de nuestra fe, del cual jamas se ha desquiciado ni desquiciar la iglesia catlica, ni ninguno de sus fieles hijos. La controversia pues solo versa sobre el modo y circunstancias de esta venida que todos creemos, es decir, que la opinin comn de nuestros tiempos y doctores, cie la venida de Jesucristo a solo el acto terrible y solemnsimo de juzgar definitivamente a todo el linaje de los hombres, y dar pblicamente a cada uno por toda la eternidad IVel premio castigo que merezcan sus obras; y nuestro autor, sin excluir ni dudar de la verdad de ete juicio, la extiende a que de antemano a este ltimo testimonio de la soberana y divinidad de nuestro Seor Jesucristo, asiente por un tiempo su trono y tabernculo entre los hombres todava viadores, habite con ellos, y estos sean todos su pueblo, y el Seor sea todo su Dios conocido y adorado por ellos. Sabemos qu e esta opinin no es nueva, y que los padres de los cuatro primeros siglos de la iglesia, en tre los cuales se cuentan discpulos de los mismos apstoles, pensaron de este mismo modo, sin que tampoco condenasen a los que opinaban de otro, segun que se colije de las expresiones de S. Justino martir en su dilogo con el judo Trifon.Si se abandon la opinin o sentencia de estos primeros padres, y desde el siglo quinto en adelante ha prevalecido hasta nuestros das la contraria con tanta firmeza y seguridad, es a mi entender, lo uno por los groseros errores que los herejes del siglo tercero y cuarto mezclaron a la sana doctrina de aquellos santos, y lo otro porque la inmensa erudicion y venerable autoridad del mximo doctor S. Gernimo, que se declar abiertamente contra los milenarios, sin distinguir entre los catlicos y herejes, pudo hacer que se envolviera todos en la condenacion general de su doctrina. Lo que parece cierto es, que la opinin de los milenarios, sin mezcla de los errores que introdujeron en ella los herejes, era tan comn y seguida de tantos catlicos, que el mismo S. Gernimo lo da claramente a entender en la introduccin al libro dcimo octavo de los comentarios sobre Isaas, pues habiendo dicho que una grandsma multitud de los nuestros seguan en este nico punto la sentencia de Nepos y de Apolinar, aade estas notables palabras: ut presaga mente jam certram quantorum in merabies concitan dasil. Que es manifestar claramente lo que estaba extendida la opinin que contradeca el santo doctor. Y es de advertir, que los comentarios sobre Isaas, cuyo ltimo Libro es el dcimo octavo, los incluy el santo entrado ya el siglo quinto h- Vcia el ao 409; prueba convincente de que en aquella poca era muy comun en la iglesia la idea del reino de Jesucristo en la tierra, que es el fondo de la sentencia de los mlenarios. Mas como la inmensa doctrina, autoridad y merecido nombre de S. Gernimo se habia declarado contra aquel pensamiento, en lo que tambien lo sigui el grande doctor S.Agustin, fue perdiendo terreno, y por ltimo se abandon como asunto que no interesaba a la pureza de la fe, que se miraba muy remoto, y al que de otra parte se habian mezclado errores groseros, justamente condenados por los doctores eclesisticos y por la iglesia misma. Mas esta infalible y prudente muestra de la verdad, al paso que ha condenado los errores de Cerinto y demas herejes, que mancharon con sus groseras el puro sistema de los milenarios, nada ha decidido contra estos, como reflexonan bien los autores que han escrito los catlogos de los herejes o herejas, y singularmente Alfonso de Castro, minorista, en su apreciable obra adversus Hereses. Por manera que esta sentencia no tiene contra s, sino la autoridad de los padres y telogos desde los fines del quinto siglo en adelante. Grande y muy digna de nuestra veneracin es la autoridad de tantos, tan sabios y santos doctores, mas con todo eso no basta para colocar su sentir entre la verdad de fe, no habindose sancionado por la infalible autoridad de la iglesia santa: todo lo cual persuade y declara bien el autor en el discurso de su obra.En virtud de estas reflexiones, se tranquiliza por esta parte mi espritu, y solo tiene que luchar con el profundo respeto que le merecen unos doctores a todas luces tan venerables; pero habiendo aprendido de ellos mismos, y entre otros de S. Agustin, que solo a los divinos libros y a la decision de la santa iglesia se debe dar un ascenso ilimitado, rendido y absoluto, bien se podr sin temeridad examinar el sistema del autor, aunque contrario a estos sabios doctores, y ver si el aparato de las pruebas y de los testimonios que alega en favor de su sentencia, merecen nuestra aprobacin o nuestra sen VIsura, y esto es lo que voy a ejecutar en cumplimiento del mandato, de V. S. Dos puntos capitales, entre muchos otros de menor consideracion, son el fondo y la clave del sistema de Ben-Ezra: El primero es, que Jesucristo ha de venir a nuestro globo con todo el aparato de majestad y gloria que nos describen los divinos libros, no solo para dar en l la sentencia definitiva sobre todos los hijos de Adan, sino tambien para antes que llegue el tiempo de esta sentencia reinar en este mundo, ser conocido auna de todas las naciones de la tierra, y que haya una poca feliz en nuestro globo, en que todos los habitantes capaces de razn, conozcan y adoren a Jesucristo hijo de Dios vivo, y de consiguiente a su Padre que nos lo envi por nuestra salvacin, con todos los demas misterios que ensea nuestra sagrada religion.El segundo, que en el principio de :iqu el dicho so tiempo, los judos c1ue con lan admirable provi dencia se conservan dispersos y abatidos entre las naciones, han de convertirse a Jesncrislo, lo lrnn de reconoce r por su Mesas, y han de volver a ser )Ueblo de Di0s, , quien adora nn en espfritu y verdad, con provecho universa l del mu ndo entero. Estos clos puntos, que como dixe ya son los esenciales en la sentencia del autor, me parecen clemQstrados teol63icnme ntc por la mu ltitud de au toridades de la santa Escr itura que alega en su al,0-110 , y la claridad con que ellas lo expresan : y si estos que son lo pri ncipal en que se opon en los d os sistcm.:is, los juzgamos teolgicamente demostrados, se salva la sustancia de la hra y el pri mer objeto de su autor. Todos los dcmas a rtculos lJUe en ella se tocan van ordenados ( estos dos gran des acon tecimientos, y,{ dcclara1en lo 11osible el modo con que linn de verificarse; y aun,1u e m uchos de ellos son en s mismos de la mayor consitlcracon, mas respectivamente al sistema, yen drin, ser indiferen te que sucedicse> n de la ni:rnern que el Josafat lo dice, apoyn do siempre en In Escritu ra, 6 que su ced iesen de otrn. Ai que, a u no que se llegara a probar que alguno o much os d e estos puntos, no VJIserian conforme 1os explica el au tor, no por eso se desprecia ria y cactia 1o esencial de su sistema. No dejo de conoee1 sin ewliaq;o, que la obra ofre ce a lgunas dificultades de paso, que si h ubiera vi v ido el autor ya se las llul,iern yo expu esto, para que me las explicase y resolviese, y a h ora con mas razn lo horia y las csforza lia en esta censurn; pero con lodo ello, ellas no me parece que puedan obs cu recer la copia el e luces con cp1e nos pCl'Suade la susta ncia del sist ema. Por lo cual, y por las pro fundas y la rgas 1eflex1011es que sobre lodo l tengo hech as, mi dictamen es : que en dicha obra no se contiene cosa alguna con ha nuestra santa fe; antes bien pu ede sc,vir para conocer y declarar muclias verdades, cuyo couocimie11to no era de absoluta ne cesidad en los ]>rimeros siglos de la iglesia; pero que ea n uestros tiempos es indspensal> l e conocedas.Y por lo respcclvo ,las costumhl'es, uo solo no contiene cosa a lgu1rn con tra ellas, sino que por lo contrario contribuye mucho ,sn reforma, como se 1,en por los m olivos que ligel'arnente voy ,apun ta r. Primeramente da una ie lo qu e es : y en tre tan lo la cli,ina Escrit u ra, el libro verdadero, el mas ,enerable, el mas sagrado, queda expuesto al fuego o agu deza de los inenios, a qu ien acomoda mejor, como si fue.se libro de enigmas.No por eso penses, Seor, qn c yo rcprueho ah soln1amcnte el sen tido alegrico o fi;11raclo (lo mis mo digo a proporcion de los otros Fent y dos). El sen ticlo alegrico en especial, es muchas veces un seu iido buen o y Yerda dero, a l cual se delie alender en la misma letra, aunque sin clexarla. S11llemos por tes tim onio del Apstol S. Pahlo, qu e mucl1as cosas que se ha l lan escritas en los lilJros de Moyses, eran fi gura de otras mucl,as qu e dc,pues se verificaron en Cristo y el mimo Apst ol en la Epsl ola a los G latas, cap tulo cuatro, ]1abfa de orqu e el fund:unento sobre que eslriha una parte del mismo edificio. no es igualment e slido y firme como clehia ser.Se podr muy bien tratar a este homln e de ig noran te y grosero : se podr rcpre henclet' de audaz y temerario: se le lOdr decir con y nision que piensa sal>e r mas que los arqui eclos m ismos: pues estos te niendo buenos ojos cclificaron sobre aquel fu udam en to. Mas si por desgracia Jos arqu itectos en rcal ida4 no examinaron el fundamento por acruella parle,, o no lo_ e"aminaron con atencion; si se fiaron de la pericia de olros mas antiguos, y' estos de otros; si en esta ]mena fe edificaron sin recelo, no mirando otra cosa que a poner nna piedra sobre otra; en esf e caso, ser maravilla que el l1ombre grosel'o ignoran t e descubra el defecto 1 y diga en esto la puraverdad? Con este ejemplo obvio y sencillo clel)el'eiscompreliencleJ cuan t o yo ten go que alegar en mi de fensa. Todo se puede reclucir a esto solo, ni me p:i rcce necesaria otra apologa.Debo solamente adverLi ros, crue como en todo es te escrit o que os voy a presentar, he de hablar ne cesariamente, y esto a cada paso, de los inll,rpiet es' de la Escri tu ra; 6 por haMa1 con mas propiedad, de la y nt erprelacion que dan .i lodos acp1eltos lugares de la Escri tu ra pcrlenecienles a mi asun to particular te mo mucho qu e me sea como inevi tahle el propasar me tal vez en algunas expresiones o palahras que pue 29dan parecer poco respetuos:is, y aun poco civiles. Las cae hallareis en es!a forma, yo os suplico, Seuor, que t1:.-ngais la ])Ondaajo de nn la hrador, esto es, preparar, sembrar y recoger. Por tanto, nuestra primera parte comprehender solamen te lo$ prepa rativos necesarios, y lam]lien los mas con clucentes, como son allanar el terreno, ararlo, quitar emJ>ar;w.os, revolver clificultades &c. La segunda com prcliender las observaciones, las cualcs se pneden JI.amar con cierta semejanza el grano que se siembra. En 1a tercera en fin procuraremos recoger todo el fru.. to que pudiremos de nu estro tral)ajo.Yo bien quisiera presentaros todas estas cosas en aquel rden admi ra))le, y con aquel estilo conciso y chro, que solo es digno del buen gusto de nuetro siglo. .Mas no ignorais qne ese talento no es conce dido . todos. Entre la multitud innumerable de e- .20critores cue Frodnce cada clia el siglo iluminado, no dcx.a de distinguirse fci lmente la nobleza de la ple be, es decir, los pocos entre los muchos. Que rden ni qu estilo podes esperar de un hombre ordina rio, a qnien vos mismo obli gais a escribir? No has tar entencler lo que dice, y penetrar al punto cuan to quiere decir? Pues esto es lo nico que yo deseo. Si esto solo consigo, ni a m me queda otra cosa a que aspirar, Di a vos otra osa que pedir.

P-ENIDA DELMESIAS .EiV GLOR IA Yil!IAG E STAD. PARTE PRIMERA,

QUE CONTIENE ALGUNOS PREPARIJ.'l'IVOS NECES4._RIOS. PA.RIJ. UNA JUSTIJ. OBSERVdCION.CAPITULO l.De la letra de la santa Escritura. . x.0

Todo lo que 1cngo oca, manos y pies, todo lo cua! no puecle entenderse literalmente, pues sien do Dios un espri tu pllrO, nalla de esto le puede competer. Mas por que 110 le debe competer? Por que no puede entenderse todo esto propiamen te se gun la letra? Cualquiera qne lee la Escritura, sabe fcilmente por ella misma, que el verdadero Dios a cuien adora 1 es un espritu puro y simplicsi mo, sin mezcla de cuerpo o de materia. Si esto sa1>e, esto solo le hasta, aunque sea de tenusimo y ngeni o, para concluir al pun to y coroprc:hender con evidencia, que los ojos, odos, J>0ea y manos que la Escti tu ra atri huye a Dios no pueden se1 col'porales, si no puramente espirituales, ras de Cristo (1) : omnis arbor bona J hiclus bonos f acit : mala autem arbor malos f ructus facit :,ion po test arbor bona malos f ructus) 'acere, nerue arbor mala bonos Jructus /acere. El gozo tle un haUazgo tan im portante, dehi ser tan grande para estos sabios, apenas raci onales, que no les Ji6 lu gar para leer otra Hnea mas, que inmedial amen te se sigue en gran de desl1onor de su segundo prinei>i o : onmis arborcuce non facil f mctum bonwn excidetur, et in ig11em, mittetur. Est e segundo principio, podian haber clicur ri,lo, siempre hace males, y nunca hienes : luego alguna vez excidctur, et in ignem milletur. Luego no puede ser ni llamarse Dios, ni pri ncipio con pro piedad alguna : Juego no pu e,le ha)>er mas que un solo y verd,tdero Dios, principio y fin de toclas las cosas. Todo esto podran haher concl1tido aquellos doctores clel mismo texto que alegahan, si lo hn hieran leido [()do con 1Juenos ojos; mas como estos ojos esta.han tan ,iciados, era conseqencia necesaria que todo se viciase.Asi se cumpli entonces a letra en estos hereges, y se ha cumplido, se cumple y cu mplir simpre lo que dice la Escri tura : qlli qul1'rit legem rcpleitur ab ea; et qui insidios,J agit, scandalisabitur in ea (2). Le yendo la Esc1itu ra con tan malos ojos, o con in-t en ciones tan torcidas, que maravilla es Uscan, J1allen el error y el escndalo que buscan? Y diremos qn e este y oll'OS errore semejan t es han tenido su origen en la letr& de la Escri tura?Demos un paso mas adelan te : avanz Calvi no y algu nos otros, ccue Jesucristo no est real y vercla cleramente presen l e en el Sacramento de la Eucarist a. Y como si esto fuese claro y expreso en hl Escritu ra, desafiaJ1an a cualqu iera que fnese :i la clispu ta,

(r) Mat. c. 7. v. 17. (2) Eccl. c. 52. v. 19. 39on tal que no llevase ni usase de otras armas que de la misma Escrilura, a quien proteslal>an un sumo rcspelo y vcneracion. Vos y yo, v. g. que soy ca tlico, y tengo suficiente conoci miento de causa, ad mito de Jn1ena gana el desafio, y ent ro a la dispu ta con la Biblia cu la mano. Mas an t es de abrirla, les rido la gracia que muestren aquel lugar o hr ga res de la Escri tura tlc donde han sacado csla nove dad. La presencia real de Cristo en la Eucarista, aado, cuenta muchos aos de posesion, cuantos t ie ne 1a Iglesia del mismo Cristo, la cual, como cons ta de la t radicion constante y universal, y lambien de todas .las historias eclesisticas, siempre lo ha creido, 1o ha enscraclo y lo ha prncti cado : as lo recihi de los Apstoles 1 y as lo l1alla expreso en las mismas Escrituras. Yo pues como todos los catlicos 1 esta mos en posesion legtima de esta presencia real; y una poscsion legtima inmemorial, hasta y sol)J'a para fundar un derecho cierto.No 1,asta, me responden tumull\1osamente, qu an do se halla y se produce en juici o algnn instrumen to o escritura autn tica que prneha l o con frari o. Bien: musl1ee pues 1 digo yo, est e insl nunen lo, esta es c1itura, parn ver lo que d ice, y en qu lrmi no l1a hla. Por mas esfuerzos qne liacen, y J>Or mas qu e vuelven y revuelven la Biblia, nada pL'od uceu en rea Jid:i cl, nada muestran, ni puedfln mostrar, que des h-u'a, que conlralo (?.) : littera nim occidt, spirilus autern vivi.ficat: el cual enlenclia del mismo modo y con la misma grosera, como Jia hia entendido aquel otro : sunt wnuchi, qui seipsos casrraverunf propler reg1wm, ccelorum (3). Fundado en un principio tan falso, como era la y nteligencia?el lillera occidit, que maravilla que errase? Maravilla huliiera sitlo lo contrari o.

(1) ]lfat. c. 18. v. 17. (2) 2. ad Cor. c. 5. v. 6.(3) JJfat. c. 19. v. 12. 43. 4.0 Pues no es vc.rdatlera aquella sentencia delApstol y Doctor de las gen tes : littera cnim occidit, spiritus autem vivificat? No es verdacl, segun esta sentencia, que la Escri tura divina, entendida a la letra, mala al pobre simple que la entiende as, mas vivifica al sabio y espiritual que la entiende espiri tualmente? Os respondo, Seor, con toda cortesa, que lo que dice S. Pablo es una verdad, y una ver dad de grande importancia : mas no lo es, sino una falsedad grosera, y aun dcula la interpretacion que acal>ais de darle.La letra de que l1ahla el Apstol, como puede ve r cualquiera crue tuviese ojos, no es otra que la ley, litf eris diformata in lapidibus, que Dios di a su pueMo por medio de Moyses. Esta letra, o esta ley escrita, comparada con la ley de gracia, dice el Santo que mata. Por que? No solamente porque mandaba con ri gor y con amenazas terrihles, ya de mucrle, ya de otros castigos y calamidades; sino porqu e no di ni daba espritu, es clecir, que cuan clo se promulg en el mon te Snai, no se cli junto con ella el espritu vivificant e. Ko era todava su tiempo. Lo reserval,a Dios para otro tiempo mas oportuno en qu e el Mesas mismo, concluida la mi sion de su eterno Padre, y la l'edencion del mundo, resuci tase y fnese glorificado : non dum enim erat spfritus datus, dice S. Juan, quia Jesus non dum erat glorfficatus (1).Por el cm trario : la ley de gracia en el tlia de S\1 promulgacion no se escribi otra vez, in tabulis lcpicleis, sccl in tabnlis corclis : no con letras forma das y materiales, sino con el espritu vivifican te de Dios vivo, que en aquel dia se difundi abunde per Jesum Christum en los coraznes simples y puros tlc los creyentes, dexnclolos iluminados, enseados y fortalecidos para abrazar aquella ley, y cumplirla con toda perfeccion, no ya por temo,:como esclavos, sino por amor como liijos de Di os, de que el mismo espritu les daba testimonio y prencla segu ra (2) : ipse enim spiritus leslimonium redclit spiritui nostro 6c.

(1) Joari. c. 7. v. 59.(2) Ad Rom. c. 8. v. 16.

1 . 44Pues como este espritu que entonces se di6, nofue una cosa pasagera, limitada a aquel solo clia, sino permanente y estable, que se deba dar en to dos tiempos, y a todr,s los creyentes que quisiesen darle luga r, por eso dice el Apstol que el espritu de h ley de gracia vivifica : y no vivifica, antes mata la ley escl'ila, porque no l1ahia en ella tal espritu. Eslo es lo que solo dice S. Pablo, y esta es en subs tancia la explicacion que dan a este texto los au lo res juicio os q uando llegan a l : muchas veces se ve, qu e a la inteligencia lileral de un texto claro de la Escri tura, le dan el nombre de inteligencia, juxta litteram occidenlcm, aludiendo sin clncla al lit tcra occidit de S. Pahlo, mas en aquel sentido que ni t iene ni puede te ner. Leed el lil>ro de Spirilu et liltera de S. Agustn, y all hallareis desde el priucipio la censura que merecen los que pret enden defender se con este texto para dejar el st!n lido propio de la Escril ura, y pasarse a la alegora. La alegora es bu ena cuando se usa con moder,.cion, y sin perjuicio de la letra, la cual se debe salvar en primer lugar. Ase gurada esla, alegorizad cuanto quisiereis, sacad figu rns, mora lidades, conceptos predicables &c. que pue dan ser de edificacion a los que leyeren, con lal que no se opongan a algun otro lugar de la Escritura, se gun su propio y natural senticlo.. 5.0 No se puede negar que muchas cosas se leen en la I:scritnra, que tomadas Sl.'gun la letra, y aun estodiando prolixarnen le todo su con texto, no se enl icndcn. Pero que mucho cp1e no e entiendan?Os pnrecc preciso .Y de a.l>solua, nees!dad que .t?se entienda :' en todos Ltempos. S, h1en lo m1ra1s,esta ignorancia, o esla fa lta de inteligencia en mu chas cosas de la Escritura, mayorment e en lo que es profccia, &ucede por una de dos causas, o porque todava no l1a llegado su tiempo, o porqu e no e a comodan bien, an t es .se oponen manifiestamente a aquel sistema, 6 a ac1uellas ideas que ya habiamos adoptado como Jrnenas. Si para _mu.:has _nr, ha .lleg do el tiempo de entenaese, 111 ser l 11 la mtelt gencia, como las pensamos en l end y esle fin no pudiera con seguirse, si siempre queda rnn ocultas.De un modo semeja nt e discurrimos sobre la segun da catlSa de n uestra falta de inteligencia. Si algunas cosas, y no pocas, de las qu e leemos en las escri turas no se acomodan con aquel sislema o con ac1ue llas ideas qu e h emos adoptado, antes se les oponen manifieslamen te, como er posible en este caso que las podamo s cn l encler? Al paso qu e el sistema nos parezca nico, y nuestras ideas evidentes, a ese mis mo pa so deber crecer la obscuridad de aquellas es crituras qne son visihlemenle contrarias y algunas ve ces con tradictorias. Se harn en todos 1iempos esfuer zos grandsi mos por los mayores ingenios para con ciliar estos or qu e razn? Por la misma que acaba mos de apLmtar. Porque nuestro sistema nos parece nico, y nu estras icleas evidenles. Y siendo as, todos los esfuerzos qn e se ]1iciereo, no se encaminarn a otro fin, que a hacer ceder a las escrituras, para que se acomoden al sistema, queclanclo este victorioso, sin haber perdido un punto de su puesto. Mas como Ja verdad de Dios es esencialmente inmutable y eterna, incapaz tle cecler a todos los esfuerzos de la criatu ra; esta misma firmeza inalterable, vend!' a ser por tJna conseq encia natural toda la causa de su ohs curi ien a la moral. Esta li.milacion se lee e--cpresa en el decreto del Concilio de Tren to, sesion 4., en que manda qu e ninguno se atre,a y nterpretar la sa n la Escri tura, hacindola a supropin opinin : in relius .fidei, el morttm ad edifica-

tionem doclrinre perti,ienlium contra eum sensum quem, tenuit, el tenet Sancta lrla ter Ecclesia, cujus est judica re de vero sensit scripturaru,n sanctanun, aut etiam con tra unanimem consensum Patrum.Segunda limilacion : que aquella explicacion o in tel igencia que dan al lt1gar de la Escritura, la den todos 6 los mas uooimemen f e, no como una me ra sospecha o conjetura, sioo como una verda(l de fe. Tercera limilacion : que aqnel pun!o de qu e se ba bia lo haya n tratado todos o los mas de los Padres, no de paso y en algun sermon t homilia, sino de propsito; determi nando, prohando, afirmando y re solviendo que aquello que dice n es una verdad, y lo con trario un errnr. Algunas otras limitaciones pone n los doctores que no hay pa ra que apun tarlas aqui. Para nuestro propsi to JJastan estas tres, que son las pri ncipales (1);. 2. No Lemais, amigo, que yo no respet e la au tori dad de los an tiguos PaJ1es, ni que qn iera pasar los lmites ju stos de esta auloridacl. Los pun tos que voy a trata r, lo pri mero, no pertenecen inmed iata mente al dogma ni a 1a moral. Lo segundo : los an ti;uos Padres no los trataron de propsito; apenas los tocarno de paso, y eslo a lgunos pocos. L() tercero: los pocos que tocaron estos pun tos, no convinieron E:n un mismo sentimiento; sino que unos afirmaron y otros negaron. Esta circunsta ncia es de sumo inte res. Cuarto en fio : ni los Padres que afirmaron, ui los que negaron (si se ex..ceptua S. Epifanio, de quieo}rnblarmos a su tiempo) trataron Je errnea la sen tencia con t1a1ia. Esta censura es muy moderna, y por jueces incompete ntes. S. Gernimo, que era uno de los que negaban, dice exprtsamen t e que no por eso condena ni puede condenar a los que afi nuahan: qure licel non sccuamur, qu;a mulli ecclcsias icorum. virorum, et martyrcs ita di:rern,it..... juditio Domi11i reservamus (?.).

(1) Podeis ver :,obre este punro a Melchor Cano, de lods lib. 7 : d Petavio, Prolego,n. ad Theolog.; y a Possevitio, Apparato sacro &c.(2) In cap. 19. Jerem.4 5oPor todo lo cual parece claro, que quedamos enlilJcrtad para segu ir a unos, y dejar a otros : para seguir, digo, aquella opinin, que miradas todas las raznes, y pesadas en fiel balanza, nos pareciel'e mas conforme a todas las santas escrituras del viejo y nue vo testamento.Concluyamos este punto para rnayor confirmacion con las palabras del gran Bosuel. Este sabio y juicio so escritor, en su prefacio a la exposicion del Apo calipsis, para allanar el paso al nuevo rumbo que va a segu ir, se propone a lgunas dificultades :en tre otras, la primera es la autoridad de los antiguos Padres, y el comun sen ti r de los intrpretes : los cuales han enl encliclo en el Apocal ipsis, no las primeras per5e cuciones de los tres primeros siglos de la Iglesia, sino las 1Htimas qu e deben preceder a la. rnn ida ele! Se or : a esta re esf c asun l o l1a llamos en los libros, reducidas i1 pocas pa labras, forman u n sisl ema, cuya substan cia se puede proponer en estos tfrminos :-Jesucristo volver:\ del cielo a la fierra en gloria y majestad, no a nies, sino precisament e al fi n a mas de trescien los aos de anli gedad. No obstant e, atendiendo a vuestra flaqueza o a vuestra preocnpacion, no lo propongo de un modo asertivo, sino como una mera hiptesis 6 su posicion. Si esta es arJJi traria, o no, lo iremos vien do mas al\elante, c1ue por ahora es imposil,le deci dirlo. Mas sea como fuere, esto es permil ido sin difi tnlo 19 de Jeremas, hablando de estas mismas cosas, die!}: Cua: licet non secuamur, lamen damnare non possumus, quia 11utltitudo ecclesiasticorum virorurn, et marty,es ita dixerunt, et unusquisque in suo sensu abunde[, et cuneta judicio Domini reserventur. Pensais '{Ue S. Ge rnirno, despues de una condenacion ex.presa de la. Iglesia alabra s al Smbolo N i ceno, cujas regni non erit jinis. Supuesto lo e1ual, ar gumentan asi : la lglc,ia ha definido que qu,mclo el Sco1Tenga del cielo , ju1:gar a los vivos y a los muertos, su reyno no lend1 fi. Es asi que los mi lenari os le ponen fin, pu e dicen que durar mil aos, sea este u n t iempo determinado o indeterminado; luC;go la Iglesia ha definido, ien lo c1ue es mas ei.trao, con lo que clara y distin tamen te clicen las escrituras. As confundido to do 1 y reducido por fuerza a una rmsma causa, es ya facilsima la iuipugnacion.En efecto, hallamos notados en las impugnacio nes a S. Jus\ino y a S. lreno, m.rtires, Padres y columnas del segunclo siglo de la Iglesia, como ca dos miserablemen l e (no obstante su doctri na y san tidad de vida) en el error de los milenarios. Halla mos a S. Papi,is mrtir, ol>ispo de Hicrpolis en Fr gia, pal riarea y fundador de este error; tle quien dicen sin razn alguna que lo tomaron los otros (y l lo lom6 de sn maestro S. Ju au Apstol, a quien conoci, y con r1u ien lral6 y habl) por liaber enlen clido ma l, prosiguen diciendo, o por haber en t endido tlcma riado li!ralmcn l e sns palabras. Hallamos no tadns ,i S. Vicl orino Picl av iense mfrtir, a Severo Sulpicio, Tertu lia n o, Lactancio, Quin to Julio Hila rion, y pudiera nota r en gennal a muchos griegosy latinos, CU) " escritos no nos quedan; pu es como tcstifira S. Gernimo : multi ecclcsiasticorwn virorum, et Jll{l l'f).,.es ita di.,:eruut, a quienes llama en otra pa1' te plurima multitudo. Y como clice Lactan cio (,}, e era en su tiempo, eslo es, bast a los fines del cuar to siglo, la opinin coinun de los cl'istianos : hwc doc trina sanctorurn Patrurn Prophetarurn cuam christiani sequinwr.Para sa1>er lo que pensaban estos muchM sobre el reyno del Mesas, no Lenemos gran necesidacl de leer sus escritos, aunque no dearan de aprovecharnos si hubiesen llegado a nuestras manos. Los pocos que nos han quedado, es a saber, de S. Jnstino, S. Irener sus luercses, es cierto que habla dos veces de los nti-

(1)D. /Jier. ad Prcrf lib.)8. 78lcnarios, y con!ra ellos. En la primera, ha:resi 28, solamen te Labia de Ce1into; y habiendo propuesto sus particnlares errores, los confu ta fci lmente con el Evangelio y con S. Pablo. En la segunda, hreresi 77,}1abla de Apolinar y sus secuaces. Y que es lo que aqui impu gna? Vedlo claro en sus p1opias palahras: Nam si clenuo, ut circumcidanwr resur{imus, cw non circumcisonem antevertimus? Quorswn igitur ab Apostolo dictwn est : si circum.cidamini Christus vobis nihil proderit ? Item, qui i1t lege just ificamini, a gratia excidistis. Tum etiam illud Salvatoris dictum : in resur recfione, neque nubenl, ruque nubentur, dum erunt si cut angeli. Todo lo que sigue va en esle tono, y no contiene otra cosa. Con crue toda la impngnacion va a los judayzanlt!s.Es verdad, y no se puede Jisimular, que antes de concluir est e punto el Santo da la sentencia en g1meral contra lorlos los milenarios sin rlistincion, y todo sin distincion lo conclena por heregas : lo cual nota con gran cu idado el Padre Sn:uez, como si fue ra alguna clecision expresa de la Iglesia (1); mas quien ignora, dice el Padre Calmet sobre el cap. 20 del Apocalipsis, que S. Epifanio llama l1erega muchas co sas que en real idad no lo son, solo porque no eran su propia opinin? Esto mismo notan en S. Epifanio otros muchos sabios que no J1ay para que nombrar aqu, siendo esto una cosa tan corriente. Fue1'a de que si S. Epifanio condena por 11erega la opinin de los mi lenarios, aun de los inocuos y santos; S. fre no liace lo mismo, respecto de los que siguen la opinin contraria, llamndolos ignorantes y liereges: de lo qnal se quexa con razn .Natal Alexanclro (2).Segun esto tenernos dos Santos Padres 1 uno del siglo egundo y otro del q11arto, los cuales condenan por beregfa dos cosas contradictorias. A cual ir lo que nos conceden, esto es, que en este captul o se habla ya del Ante cristo, y por consigu iente de los ltimos tiempos. Esto solo nos basta por ahora : y as aunque digan y porfien que este captu lo 19 no tiene conexton algu na con el siguien te, nos haremos desentendidos y lo tendrmos muy presente por lo que pueda suceder.S5. Pues concluida enteramente la ruina del An.tecristo con todo cuanlo se comprende baxo este nom bre, y quedando el Rey de los Reyes dueo del cam po, sigue inmediatamen te S .Juan en el captu lo 20,. que empieza as : Et vidi Angelum descendentem de ere,, lo, habentem clavem abyssi, et catenam m'agnam in manu sua. Et apprehendit draco1iem, serpcnlem an:ti quum, qui est diabolus, et satanas, et ligavit eitm. per annos millo : et misil eum in abyssum et clausil 1 et sig- 90navit super illnm ut non seductft ampl'tsgentes, donecconswnentur mille anni : et post Tuec oportet illum sol vi modico lempore. Et vidi sedes, et sederunt super eas, et judicium datum est illi.s:, et ammas decollatorum propter testimonium Jem, et propter ve1'bum Dei, et qui non adoravcrimt ./Jcstiam neque imaginem ejus, nec ac ceperunt characterem ejus in fronlibus, aut in manibus suis, et vixenmt, et regnaverunt cum Christo mille an nis. Bealus, et sanctus, qui habet partem in resurrec... tione prima : in lzis secunda mors non habet potestatem:-ed emnl sacerdotes Dei et Christi, et regnabunt cwn illo mille an,iis. Et cum consummati f uerint mille all ni, soll,etur salanas.Est e es, Seior mio, aquel lugar celebrrimo del Apocalipsis, de clonde, como nos dicen, se origin el eITor de los milenarios. Pedi dles al1ora cua! es es te? No conncemos otro error de l os mi lenarios, que aquel que los mismM doctotes han impugnaclo, y con vencido con ]menas raznes en Cerio lo, Nepos, A po linar, y en Lodos sus partidarios. Mas el error de cs los, o 1o qu e en cslos se cOJn enci de enor, se ori gin de ete lngar del Apocali11sis Volved a leerlo con mas ateoc.ion, a ver si halla is alguna palabra que fa vorezca de algu" modo las ideas indecentes de Cerin to, 6 las de Nepos, o las de Apol y nar; y no halla n do vest igio ni somhra de tales despropsi tos, pregun tad a todos los milenarios, o hereges, o ju clayzantes, o novelistas, como se atreviernn a af1aclir al texto sngrado unas novedades tan ajenas del mismo Leitlo?Como no advfrticron, o no temieron aquella terri i,lc amenaza que se lee en el captulo l timo del mis mo Apocalipsis : Si quis opposuerit ad luce, apponet Deus super il/ urn plagas scriptas in libro isto? En fin pelead con est os hombces alreviclos, y dejad en paz a los que nacla aaclen al texto sarado, ni dicen otra cosa di,ersa de lo que el tex.to dice.En eso mismo est el error, replican los docto re, pues aunqlte nacla aaclcn al tc'tto sagrado, lo en1 ienden a lo menos nimis litteraliter, pensando liue namcntc qne en l se dice lo que $Uena, qltanclo baxo el sonido de las al:ihras se oc-ul Lan olros mislcrios di1erssimos, y sin comparaciou mas altos, 1)01 mas

91espirituales. Cuales son estos ? Vedlos aqui.Tres son las cosas pri nci pales o nicas que rn leen en esl e lu gar del Apocalipsis. Primera : la prision dei diablo o de Satans por mil aos, y su sollura pov poco tiempo pasados esto,,. Segunda : las sillas y jui cio 1 o pot estad que l!e da a 1os que se sientan enellas. Tercera : todo lo que toca a la primera resu rreccion de los que viven y rey nan con Cristo mil aos.Cuanto a lo primero, nos aseguran con tod:i formalidad 1 que la prision de Satans de que aqu se haba no es un suceso futuro, sino muy pa sado, no una profeca, sino una historia; y aun cuando S. Juan tuvo esta vision, ' que fue en su clestierro de Patmos, la cosa ya habia sucedido : segun unos, mas de cin cuenta aos : segun otros, mas de noven ta an1es del naimiento del mismo S. Juan. Estos ltimos nos en sean, que el Angel que bax del cielo con la llave elel abismo en una mano y con la gran cadena en la otra para aprisionar al diaJJlo 1 no fue u n Angel ver dadero, sino el mismo Mesas Jesucristo, que tam hien se llama Angel en las Escrituras, el cual en el da, y en el instani-e mismo de su encarnacion lo at, lo encaden y lo encarcel en el abismo, per annos mille, id est : por todo el tiempo que durase la Iglesia cristiana en el mu ndo : y las palabras ul non seducat amplius gentes, qu ieren decir : para qne no engae en adelante a los escogidos. Notad aqui de paso, que los mismos doctores, que en el capt ulo antecedente acaban de convertir en el A ngel S. Mi guel al mismo Jesucristo, al mismo Verbo de Dios, al mismo Rey de los Reyes, aqu convierten al An- gel en Cristo con la minna facilidad.,Otros doctores son de parecer (esta parece la en tencia mas comu n) que el Angel de qu aqui se ha bla es un verdadero Angel, que tiene la sUperin ten dencia del infierno. Esl e Angel, dicen, hax del ce lo con su llave y cadena el viernes santo a la hora de nona, en el mismo instante en que el Seor es pir en la Cruz, y execut por orden su ya :iqnella justicia con el diahlo, dexndoo desde entonces en cadenado, y encerrado en el infierno, hasta que se 92cumplan mil atlos, non etcrminatc sed indeterminate:id est : hasta los tiempos del Anticristo, que enton ces se le dar soltura por poco tiempo : (y aunque esto Sl1ccdi el dia de la muerte del Seor, m?. el amado discpulo, qu e se Lallaba presente, no lo vi en tonces, sino all en Patmos, setenta aos despues). Cuanl o a lo segunclo, esto es, cuanto a las sillas,y el juicio que se di a los que se sentaron en ellas, hallamos en los intrpretes dos cliversas opinines.Unos dicen, que son las sillas episcopales o los pas tores que se sien tan en ellas, en los cuales est el juicio de las cosas pertenecientes a la religion. Otros afirman, que por las sillas y juicio no debe enten derse otra cosa, sino los puestos de honl)r y digni dad que las almas de los Santos ocupan en el cielo, donde viven y re_vnan con Cristo &c. Cuanto a lo ter cero nos aseguran, como u na verdad mas clara que la luz, que S. Juan no habla aqui de vei dadera l'e surreccion; sino de la vicla nueva a que en tran los mrtires y demas justos cuando salen de este mundoy van al cielo. Esta vida nuev_a y felicsima, es laque llama el amado discpu lo primera resurreccion, hcec esl resurrectio prima, la cual dche durar mil aos, esto es, no ya hasta el An tecristo, como la prision del diablo, sino algo mas, todo indet ermi nadament e liasta ia resurreccion universal, c1ue en tonces tomando sus c-uerpos, empezarn a gozar de la segunda resurreccion : esto es en suma todo lo que liallamos en los doctores sobre el captulo 2.0 del Apocalipsis. Yo dudo mucho que la explicacion os haya conten tado, como tambien me atrevo a du dar que l1aya podi do con ten tar a sus propios auto res. Mas era preciso deci t alo, y procurar salYar su sisteina de algun modo posible. Y pues nadie nos obl iga a recil>ir ciegamente dicha explicacion, ni los doctores mismos pueden pedirnos un sacrificio tn grande de nuestra fo, debido solamente a la aul on dad div ina, n o tendrn a mal que la miremos aten tainen te, da ndo algu n lugar a la reflex1on.S 4. Primeramen t e : si los mil aflos de que hablaS. Juan en este lugar, y lo repi te seis yeces, no sig oifican otra cosa c1ue todo el tiempc;> que durare la 93Iglesia, o ed el captn lo 24 de Isaas, que todo-l tiene u na grandsima f emejanza con el captu lo 19 del Apocal ip is, y principio del 20. All ha llareis al versculo 21 el mimo mist erio de la prision del dia bl o co11 lodos us nre!es v con toda las potrstadPs de la tierra : In die illct viilctbit Domi,ws super mili timn Clo, dice S. Juan que vi sillas, en las cuales Re senlaron algunos que no nombra, a quienes se di el juici o y La potestad a Heno de obispos, y el cielo poblado de almas justas y santas. Esta sola refiex1on hasta y sol>ra para. no admitir dicha inteli gencia.. 5.0 Sigu e inmediatamente el lexto sagr3do di ciendo : et animas decollatorum propter testimonium Jeszt, et propter Verhum Dei, et qui non adorave,wit bestiam.... et vixerunt, et regnaverunt cum Cliristo mil le annis : creteri mortuorurn non vixe,.zmt, donec C01l sumentur mille anni, l1a:c est resurrecto prima.La explicacion que de este texto nos dan los in trrpreles es muy chocante. Dicen que )1ahla S. Juan (le la resurreccion metaf1ica, 6 de la v ida nueva y

96feliz a que pasan los marlires y los justos cuando mueren. Y ser creible que una verdad tao sabida, y que era e1 consuelo de la primitiva Iglesia, se le ma nifestase a S. Juan en una revelacion tau obscura, y bajo metforas y figuras tan difciles de adivinar? Se r posible que una verdad sabida de todos los fieles, se le manifesta se al discpulo amado en tono de pro feca sesenta ailos despues de la muerte de su Maes tro?ifas la circunstancia gtavsima de que esta re surreccion comprencle a los que no adoraron al An tecristo, destruye semejan le explicacion. S. Juan se ala claramente el tiempo de esta primera resurrec cion, pues dice que los degollados por Cristo y los que no adoraron a la bestia, estos vivieron y reyna ron con Jesucrislo mi l aos, y que los demas muer tos no vivieron entonces, pero vivirn pasados los mil anos. Luego para que se ,,e rifique esta resurreccion primera ha de hal>er venido el Anticristo; no es pues esla resurreccion la vida feliz que adquieren los jus tos al salir de esta vida, )Ues que esta ya dias ha ce que la lograron.De todo lo que lrnsta :1qui hemos refledonado, la conclusion sea, que mien tras no nos dieren otra ex plicacion, que del todo se conforme con el texto, y con todo su contexto, debemos atenernos al texto mis mo, segun su sen tido propio y natural. Los que di xeren que:i est o es error, dcl)e1n probarlo con aque lla especie de demostracion de que es capaz el asun to J no respondiendo por Ja misma qestion. Esto l timo es bien fcil 11accr; Jo primero J ni se ha hecho, ni hay espernnza de que pueda hacerse jamas. Hasta al1ora no hemos visto otra .cosa que la impugn3cion de muchos absurdos groseros, que mezclaron los l1e reges; mas estos no dchen confundi rse con la verdad, esta quetlar siempre in tacta : por consiguiente clara y paten l e para los que la buscaren sin preocupacion, y ninguno pueda alegar alguna escusa raznable para uo conocerla. Digo escusa raznable, porque si bien se mira 10Jo el fundamento que bay en contra, se re duce a la pura autoridad edrnseca, y esta no cla ra, sino hien equvoca, y ya sabemos cuanto peso puede tener. 97Os didtn, amigo, cue es neceario romper la cr..teza clura de la almendra, para poder comer el fru to bneno qu e est a den tro encerrado. Qu ieren deci r,obis (4), Amen,amrn dieo vobis 1 q,tia venil hora 1 et nunc esl, q1wndo mortui azulienl,ocem Filii Dei : et qui audietinl, vi venl.... Onmes, qui in monumentis sunl,,wdient vocem Filii Dei : el proceclent qni bona ficerunl, i!i res11rrec tio11cm vita!, qni 1ero mala egc1'11nl in res11rrectionem

(1) J ob. c. ,!.'!', 12. et c. 19. v. 25. (i) J sailar : primitice Christus : Jeinde ii, qui swit Christi,deinde jinis.Suponen comunmente los doct ores que aqu y se lermina el 1ex.lo del Apstol, y que lo restante de l suceder clcspu es Jd fi n; que parte ha sucedido ya, y ,eis cuan los siglos han pasado, y qu i7 pasar.o entre una y otra resurreccion, primilia: Cltristus : deindei, qui sw1l Christi. No me dircis que razn hay para no querer un ir las palab1as deinrLe finis con las qu esiguen inmedialamenle, cuanclo en el tex to sagrado se leen unidas, y no se les puede cl.:i c scnticlo algu l)O, ni au n gnirnatical, sino se unen? Dehule jinis, cum lradiderit, cum evacuaverit &c. Resucitados los qu e son de Crislo, dice S. Pablo, suceder el fin. l\fascpiando? Cuando el Sef1or entregare o hu)Ji cre entregado, CJ uandu evacuare o hul>i cre evacu:ido, cuan clo.... Con que es claro, c1ue el fin no ila en este lugar no solamen te de la resuneccion, sino expresamen te del orde11 con que debe hacerse: wmsruisque autem in suo ordine : diciendo que el p1i mero rimero cene el resto elelos hombres. La inlciigeneia que dan a este tllimo lugar de S. Pablo, es dificil componerla con aque lla concesion. No ol)stan l e convienen todos qne el Apstol habla aqui de la resur1'eccion unive rsal. Niasser cierlo esto? Con c1ue razn se puede asegurar, cuanclo todo el co11texl o clama y cla grilos contra esta in!eligencia? Os atrcvereis a decir que S. Pahlo, o el E,vri t u Santo cp1e J1ablaba r,or su ])Oca, eecon lrndice a s mismo? Pues no hay remedio, si que1eis que hable aicn es cierto que nada de termina n y toma partido. En el primero dice : Cre dimus indc 'l'enturu,n convenicntissimo tempore, et judicatwwn vivos et mortuos, si.ve istis nominibus justi et peccat ores signfftcentur, sive quos tune ante mortem nostram in te1ris inventurus est, appe llati swll vivi. Duo bus modis accipi polest {clice en el segu ndo lugar), sive ut vivos intelliga11ms, quos le nodum mortuos sed adlwc in isla carne viven/es invenl11r11s est rjus,ul Vmtus, she vivos jctstos, mortcws autem injustos.Por estos dos lugares de S. A gu.5tin se ve cla- 1amentc qt:e el san to doctor nada dete rmi na, sino que dice muy de paso y sin tomar rnrticlo, 6 lo uno9 130 lo otro : o vivos, lomada esta palabra como suena y corno la Lom:w todos los vivientes, vita corporali; 6 t omada sofamcnle per similitudinem, y aplicada a la vida de la g1'acia con que viven los justos en cuanto ju stos. Con (Jue este fundamento nico con qu e se pretende asegu rar esta sen t encia, cae de suyo des apa1 ece d el Lodo, por confcsiou ra en los pasos mas obs curos y difciles de la m isma Escritura. Parece nada, y es una llave maestra qu e abre centenares de puer tas. Esta es la verdadera raion porque se ven pre cisados los intf rpretes a usa1 de ,iolencia en la ex posicion de la divina Escritura, para inclinarla don de ella repu gna el indina,se. Este parece el verda dero origen de tod os acp1ellos sentidos, tantos y tan cliversos, de que tanto se usa o se abusa en la cx posicion de la Escri tura. Esta en fin es la verdadera raiz cle la mayor parte Je aquellas reglas que se han etahlecido como ciertas y como necesarias, segun dicen, para la inteligencia de la san ta Escritura, y quiz. v io y li te ral,Para resolver esta gran dificultad, que se ha mi rado como decisiva en el asu nlo, no tenemos mas que pregun tal': S. Pedro clicc aqui, que al venir el Se flor ele! cielo a la tierra snceder,i este incendio uni versal? Ni lo dice n y lo anuncia, ni de sus palabras y modo de hablar se puede inferir una novedad tan grande, y tan contraria a las ideas qHc nos dan to c1as las Escri turas. Lo que nicamen te dice, es, que suceder f'n el dia del Seflo1; lo cua l es cosa infi nitament e diversa; y esto sin clclerminar si ser al pri ncipio, o al mecl'io, o al fin de este mismo da: lldveniet autern dies Domini ul f ur: in qno &c. Ahora, amigo, si l oclava pcnsais que el dia del Seor de que Jiabla S. Pedro, v de que hahlan casi todos los pro fetas, es algun clia natural de doce vci11Lc y cua tro horas, os di o ami gablemen te que no pcnsais 1>ien.Esta inteligencia seria muy semejan te a aqu ella olra

(1) Ep. 2. c. 5. \!, y O,

139sobre el dia en que No sali del Arca, en el cual prepar la tierra, pla nt una via, hizo la vendimia, behi del vi no y se embria g.El dia del Seor, de que tanto hablan las Escrituras, no hay elu da que comeuzar con la venida del cielo a la tierra del Rey de los .Reyes. Mas este dia que entonces amanecer, no ha y razn alguna que nos obligue a medirlo por horas y minutos : antes por el contra rio, toda la diY ina Escritu ra nos da voces contra esta idea. Toda ella nos habla de la venida clel Seor, como de una poca la mas clebre de todas, a que debe seguirse un tiempo sumamente diverso de todos los que hasta entonces habrn pasado; el cual tiempo se llama freqentemente en los JJrofe tas dies Domini : dies illa : tempus illud : sceculwn ventururn &c. Por tanto, en ese elia, en ese siglo venidero, liabr sin eluda a lgun tiempo sobrado para que se verifique plenamente todo qu anto est escrito : habr tiempo pa ra el juicio de vivos de que nos habla, y nos man da creer el Smbolo de nuestra fe : habr tiempo pa ra todos los anuncios de los Profetas de Dios, y ha Jn tiempo para que se verifique plenamente lo que dice S. Pedro, y todo dentro del mismo clia sin salir de l. S. Agustn (1) dice : per quot dies hoc judicium tend atur incertum est : sed scripturam diem more poni solere pro tempore 1 nemo qui illas littera s cuamlibet negligenter legerit, ignorat..Volved un poco los ojos al captulo 20 del Apo calipsis, y all halla reis (versculo 9), que S. Ju an hahla tamhien del fuego que ha de llover del cielo: mas este suceso lo pone al fin de su da, de mil aos: cum consitnunati f uerint mille anni : en los cuales mil aos (sea nmero determinado o indeterminado) ha ha bido tiempo mas que suficiente para las muchas y grandes cosas que nos anuncian clarsimamen te las Escrituras. Esta es toda la solucion de esta dificul tad 1 ni hay pa ra que detenernos mas en este pu.n to. Otras dificultades iguales o mayores que puedan oponerse, esperarnos resolverlas a su tiempo con forme fueren ocurriendo.

(1)Lib. de civzt. Dei c. 1. .Adicion.

Por lo que acabamos de deci r no pretendemos negar que haya de haber fuego del cielo en la l'e nida misma del Ser1or, pues as lo hallamos e-:preso en algunos lugal'es de la Escritu ra, especialmen te en el Salmo 96: ipli. ante ipsum prrecedel, et injlamma bit in ci,cuitlt inimicos eju.5 : illuxerunt f ulgura ejus orbi terrre, vidit et commota est lerra : montes sicutcera fluxenmt a facie Dnmni, a facie Dnmini omnisterra &c. Ete texto, en especia l las lti mas pala l>ras, pa1ece mico.v tjuf .Es1a misma idea se nos cla en el lihro de la Sa l>i dnra (1), donde hahlando de la terribi lidad ele! clia clr.l Sci10r con tra los impos, dice, entre otras cosas: aruet autem duram iram in lanceam, et pugnabit cum illo orbis terrmwn contra insensatos : ibw1t directe e,nis siones f ulgurum, et lamcuam el bene curvato arcu nu l,ium e:rtcnninnhunt ur, et ad certurn locwn insilient.Que necesidad hal,a de esta direccion de rayos (Jugar cilc que sea este u n fuego universal, cuando por Isaas se dice que aun despues de aquel tenible dia quedarn Lodav a en la tierra algunos hombres vivos aunque no mu chos? (r) Et relinquen tur homines pauci, y mas ahaxo dice que sern Lan pocos, quomodo si pa11cce olivre qure, remarzserunt, ex cutiantur ex olea : et racemi cum f uerit fini ta vinde mici: hi levabunt vocem suam,,itqw: laudaunt : cwn glorjicatus ji, erit Domitws, hinnient de mari &c. Es claro pues que todo este aparato es contra los ene migos solos y nada mas.

SEGUNDAPARTEDE LA V EN ID A DEL M ESI A SE N G L O R y A Y M A G ES T A D,

Que compreltcnde la observacion de algunos fenmenos partiwlares sobre la prr:fe cia de Daniel, y venidadel Anlecristo .

HecllOs los preparativos que nos han pareeiclo ne cesarios, qui1ados los principales embarazos, y con esto acla!'ado el aire suficieutemen1e, pa1ece ya tiem po de empezar a observar ril.uchos fenmenos gran des y admirables que, o ;e ocultaban del toclo en tre las nulJes, o solo se clivisahan confnsamente. Solo faltan ojos a t en los imprciales, que poniendo apar te toda prcocupacion, cuieran mirarlos y cleteuerse al::1unos instan tes en el e-xamcn de cada uno en par licnlar, en la combinaci on de los unos con los Oll'os, y en Ja con templaci on de totlo el conjunto : esto es lo que ahoJ:a deseamos Lacer.Para fa ci li tar este trabajo, y asegurarnos mas un bu en suceso, nos ll3 parecido conveniente, no solo 1ener muy presente nuest ro sistema propuesto en el captulo cuarl o de la primera parle y sino tamhien el sistema .ordinario de los doctores : y hecha la ohserncion exacta y fiel de algun fenmeno particular, Ter y or la cxplicacion que cla o puede dar cada uno de los dos sistemas. Si despues de vista, oida y exilmi nada seriamenlt: Ja explicacion que da el uno de los sislemas, no se hallare tan propia, tan clara, tan nal ural, como la que da el otro sistema; antes por el cont1ari o, se hallare violen ta, obscura, em barazosa y tal 1'ez manifiestamente fuera del caso &c., en tonces locar,i a los jueces justos clar la sen tencia Jrfini tiva. Este mtodo, como el mas simple de to dos, parece el mas a propsito para el fin ni'co qu e nos hemos propuesto, que es el descubrir b verdatl . 144No perdamos 'pnes tiempo,) empecemos nueslras observaciones.FENOl\lENO l.

La estatua de cuatro metales del captulo segundo de Da,zid. Preparacion. S 1."Propongo este punto en primer lu gar, por ser una de las mas iiustres profecas que fe ha lla n en la Escri tura, cuyo pefeclo cu mplim iculo clehiramos mi rar con una religi osa admi racion. Rcpresaxo de la figura de una estat ua !:F:inde y de as11ec to terrible, compu esta de qnatro d iferentes mel ales, los cuatro rcyuos o i mperios grandes y clebres, c1ne en diversos tiempos hal>i a n de afl igir al mn ndo y dominarlo. A cada u no de ellos se le pone su tlis ti n tivo propio y peculiar, para pte por l pueda conocerse con tuda cert iduml1l'c. Represn tase clel mismo modo el fin y trmi no de toclos ellos, el qnal dehe sucedn con la cada de cierta piedra que ha de dcsprcndcr c de un mon!e, y volar clirect:unc11le hcia los pies de la estatua; a cu_, o gol pe terrible queda reducida :l. una leve ceniza que desaparece con el viento. En conseq enci.a de este gran suceso 1 laJ)iedra misma que bil'i la estatua, crece y se l1acc u nmonl e tan grande, que ocnpa y cuhre Loda la t ierra. Tu Bex 'IJiclebas, et ecce cuasi sfai!ta una grnndis: stalua illa magna, el sta fura sublimis slabat contra te, el intuirus ejus eral terribilis. Ilujus stafcue captll ex au ro optimo errd, peclus a1'1lem et brachirt de argento,porro venter et femora ex wre : tibia? m'ttemferr e si no que imper solJ re el m ismo de su a nleceso1, asi Dario Meclo, senlndoe en el reyno de Bahilon ia, no Jli.zo otra cosa qt1e y mperar aohre el rey no, sobre el cual imperaba Baltasa r. El mismo Daniel lo vuelve a deci r en estos precisos t rminos al pri ncipio del ca ptulo g : in armo primo Darii .Jilii Assueri de semine.Mcdorwn, qui imperavit super regnum Chaldreorum. Y como Ciro Persa y todos sus sucesorns hasta Daro Comano, no imperaron sobre otro reyno que sobre el que les dej Daro Medo, sucesor inmediato de Bal tasar, se sigue legtimamente que hasta Dado Coma no, vencido por Alexanclro, d ur el primer reyno de oro qu e fund Nahueo : llmese este reyno de Ca ldeos, 1. de Medos, de Persas, importa poqusimo o na da, pnes los noml>res no mndan las cosas.Demas de esto es cosa cierta, que ni Dal'io, ni Ci ro su nieto, ni alguno otro de sus sucesores, destru yeron a Babilonia, an t es en ella misma se sentaron como en la capi tal del impe ri o, y Bal>iionia fue por mucho tiempo la corte de mucl1os reyes descendie n tes Je Ciro, los cuales se llamaban y ndiferen temente 1eyes de l\'Icdia y Persi a, y taml)icn reyes de Bahilonia. EL ao trciota y clos Eslc reyno 6 imperio que empez en Seleuco, es propiamente el reyno de los Griegos, absolutamente diverso del primero en exlcnsion, en gente, en ri quezas, en leyes, en costumbres, en dioses, y aun en la lengua misma, que en toda el Asia, como en Egip to, e empez luego a hacer comun la de los nue vos tlomin,1ntes.

(1)I. J foch. c. x. v. 7. el 9. TER CER REY N O.S5. El lercer reyno o impe1-io clebre, figurado en el vientre y muslos de la estatua, es eviden temente el romano. La circunstancia 6 (lisli ntivo particul ar, quod imperabit univel'sronce hast a los muslos : l'enler, et femora ex i1'1'C : otro disti ntivo claro del imperio romano, que tantos tiempos estuvo dividido eu imperio de orien te y occiden te.Llegando aqni, Se1or, parceme que os veo sor prehendiclo no poco con esta novedad. Siendo e:.l o as, me rplicais, donde est el cuarto re_yn o de la 1>rofcca figurado en las pie rnas, pies y dedos de la estatua? A csla pregnnta, yo os respondo, que as como el y mpe rio de los Griegos se ed ific sobre las ruinas del pri me r imperio, y el de los Romanos so- 1>re las rui nas del segunclo, as puntualmen te se edi fica el cuarlo imperio de que l1ab!a la profeca sohre las ruinas del in1perio romano, c1ue a todos se los habia tragado. Para ver est e cuarlo y lt imo imperio con locla c!a rielad y con todas sus contraser,as, nos lnsta abrir los ojos y mi rar con algun a relc"Xion el estado preben(e de toda ac1nella gran porci on tlc pai ss crue enropi os, y su yerdade10 sign ificado no concue rda con los l1echos.Con qu e propiedacl ni con que razn se puede deci r de los Romanos que sujet a1on a los otros puehlos .i su dominacion a fuerza de duros golpes de martillo?Que los quel,ran la ron, que los desmenuzaron, que los molieron, siccit fe1 mmi commimtil, el domal om nia? Otra idea mny di,ersa nos da la historia, }' aun la m isma Escrilura '1hi na nos clice, l1al,lancloJe los Roma nos y quia sunt potentes viribus, et acq11iu c1111J: ad 01111titt qwe postu!tmtur a cis : et quicwnqur 159"ccesscrunt ad eus, statuerunt dmi eis amititias ... Et possedcrwtl omnem locum consilio suo et 7Jruden tia (1). Cot cjad estas ltima s palabras : pose.H:1011 los Romanos todo lugar con su con;ejo y prudencia 1 con aqueil as otras : todo l o poseyeron golpeando, qu e l,raudo, desmenuzando , mol iendo, y ,ercis lque diferencia y qu e contrariedad. Qnan to mejor le com pel e t ocio eslo ,i aquella innumer-able multilud del,l'baros, que acometieron por todas pa rt e al inis mo irupe1io romano y lo destruyeron? De cl.os s c1ue podemos ran taron, lo desme nuzaron, lo molieron; y tambicn que todo lo po seyeron, sin mas prudencia ni consejo que stt