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Angel J. Cappelletti Espiritismo y positivismo Summary: Spiritism can be considered as a manifestation o/ sectarian religiosity whicñ flou- rished in nineteenth century outside o/ traditio- nal Christian churches. Its doctrinal peculiarity lies in the claim o/ being based on science and experimento Supernatural revelation is replaced by the outcome o/ an checked and verified expe- rience. Spiritism is not derived from Indian re li- gions, as it is usualy said, but an effect o/ positi- visticmentality dominant in nineteenth century. Resumen: El espiritismo puede considerarse .como una manifestación de la religiosidad secta- ria que florece en el siglo XIX al margen de las iglesias cristianas tradicionales. Su peculiaridad doctrinaria consiste en el hecho de que se pre - senta como fundado en la ciencia y en el experi- mento. La revelación sobrenatural es sustituida por los resultados de una experiencia dirigida y controlada. Lejos de ser un derivado de las reli- giones de la India, como suele decirse. es pro- dueto de la mentalidad positivista que domina el espíritu del Siglo XIX. Durante el siglo XIX surgió en los Estados Unidosde América una serie de originales mani- festacionesreligiosas, ubicadas en la periferia del cristianismoeclesiástico. La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Ultimos días, los Testigos de Jehová,el Adventismo, la Ciencia Crisitana con- formanuna religiosidad sectaria, al margen de las iglesiastradicionales, que a veces tiende puentes hacialasreligiones no cristianas (mormones, cien- tistascristianos) y a veces intenta una reinserción endeterminadascorrientes prematuramente abor- tadasdel primer pensamiento cristiano (Testigos, Adventistas).Entre esas manifestaciones puede contarse también el espiritismo, nacido en 1847, a partir de las experiencias de la familia Fox, en una granja de Hydesville (Nueva York), aunque elabo- rado poco después en Francia, principalmente, por obra de Allan Kardec (pseudónimo de Hippolyte- León Denizart Rivail), quien lo dotó de una meta- física, una teología y una moral, es decir, de una doctrina, continuada y desarrollada luego por sus sucesores León Denis y Gabriel Delanne. Se trata de una doctrina más coherente, sin duda, que la de los mormones; mucho menos dependiente de la tradición bíblica que la de los testigos de Jehová o los adventistas y también menos vinculada a las cosmovisiones de la India que la Ciencia Cristiana. En efecto, a diferencia de la teosofía, surgida casi contemporáneamente, gracias a los esfuerzos de Elena Blavatsky, que funda en 1875 la Sociedad Teosófica, en cuya concepción del mundo, del hombre y de la divinidad desempeña papel esencialísimo el pensamiento filosófico y religioso de la India, el espiritismo de Allan Kardec no debe prácticamente nada al Oriente. Pese a lo que suele decirse y repetirse, no hay nin- gún elemento del sistema kardeciano que exija el conocimiento o la aceptación de enseñanzas espe- cíficamente indias. La idea central de la supervi- vencia del alma humana y de su reencarnación (que ni siquiera supone en Allan Kardec la posibi- lidad de que ella se una a un cuerpo animal) es tan antigua como Pitágoras, Empedocles y Platón, fue aceptada por muchos judíos (fariseos, ete.) y aún, según parece, por algunos Padres de la Iglesia (Orígenes). La metempsícosis, rechazada por la ortodoxia cristiana (inclusive hoy muchas iglesias "espiritualistas" en los países anglosajones se nie- gan a admitirla), tiene una trayectoria de veinti- cinco siglos, por lo menos, en el pensamiento Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXIX (70), 143-146, 1991

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Angel J. Cappelletti

Espiritismo y positivismo

Summary: Spiritism can be considered as amanifestation o/ sectarian religiosity whicñ flou-rished in nineteenth century outside o/ traditio-nal Christian churches. Its doctrinal peculiaritylies in the claim o/ being based on science andexperimento Supernatural revelation is replacedby the outcome o/ an checked and verified expe-rience. Spiritism is not derived from Indian re li-gions, as it is usualy said, but an effect o/ positi-visticmentality dominant in nineteenth century.

Resumen: El espiritismo puede considerarse.como una manifestación de la religiosidad secta-ria que florece en el siglo XIX al margen de lasiglesias cristianas tradicionales. Su peculiaridaddoctrinaria consiste en el hecho de que se pre -senta como fundado en la ciencia y en el experi-mento. La revelación sobrenatural es sustituidapor los resultados de una experiencia dirigida ycontrolada. Lejos de ser un derivado de las reli-giones de la India, como suele decirse. es pro-dueto de la mentalidad positivista que domina elespíritu del Siglo XIX.

Durante el siglo XIX surgió en los EstadosUnidosde América una serie de originales mani-festacionesreligiosas, ubicadas en la periferia delcristianismoeclesiástico. La Iglesia de Jesucristodelos Santos de los Ultimos días, los Testigos deJehová,el Adventismo, la Ciencia Crisitana con-formanuna religiosidad sectaria, al margen de lasiglesiastradicionales, que a veces tiende puenteshacialas religiones no cristianas (mormones, cien-tistascristianos) y a veces intenta una reinserciónendeterminadascorrientes prematuramente abor-tadasdel primer pensamiento cristiano (Testigos,Adventistas).Entre esas manifestaciones puede

contarse también el espiritismo, nacido en 1847, apartir de las experiencias de la familia Fox, en unagranja de Hydesville (Nueva York), aunque elabo-rado poco después en Francia, principalmente, porobra de Allan Kardec (pseudónimo de Hippolyte-León Denizart Rivail), quien lo dotó de una meta-física, una teología y una moral, es decir, de unadoctrina, continuada y desarrollada luego por sussucesores León Denis y Gabriel Delanne. Se tratade una doctrina más coherente, sin duda, que la delos mormones; mucho menos dependiente de latradición bíblica que la de los testigos de Jehová olos adventistas y también menos vinculada a lascosmovisiones de la India que la CienciaCristiana. En efecto, a diferencia de la teosofía,surgida casi contemporáneamente, gracias a losesfuerzos de Elena Blavatsky, que funda en 1875la Sociedad Teosófica, en cuya concepción delmundo, del hombre y de la divinidad desempeñapapel esencialísimo el pensamiento filosófico yreligioso de la India, el espiritismo de AllanKardec no debe prácticamente nada al Oriente.Pese a lo que suele decirse y repetirse, no hay nin-gún elemento del sistema kardeciano que exija elconocimiento o la aceptación de enseñanzas espe-cíficamente indias. La idea central de la supervi-vencia del alma humana y de su reencarnación(que ni siquiera supone en Allan Kardec la posibi-lidad de que ella se una a un cuerpo animal) es tanantigua como Pitágoras, Empedocles y Platón, fueaceptada por muchos judíos (fariseos, ete.) y aún,según parece, por algunos Padres de la Iglesia(Orígenes). La metempsícosis, rechazada por laortodoxia cristiana (inclusive hoy muchas iglesias"espiritualistas" en los países anglosajones se nie-gan a admitirla), tiene una trayectoria de veinti-cinco siglos, por lo menos, en el pensamiento

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXIX (70), 143-146, 1991

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occidental. Aceptada por Platón y negada porAristóteles, condenada por San Agustín peroadmitida, en cierto momento, por San Jerónimo,aun formando parte de la heresiología, no fuenunca desconocida u olvidada por Occidente.Cuando Allan Kardec inició su labor de teólogodel espiritismo, apenas se habían comenzado aconocer en Europa los libros sagrados de la Indiay es muy dudoso que él los estudiara o tuviera uninterés medianamente profundo en los mismos.En realidad, el medio teológico en que se desarro-lla el pensamiento de Allan Kardec es el del pro-testantismo liberal. El medio filosófico es el delpositivismo y el evolucionismo.

Por eso, bien puede decirse que el espiritismo,tal como lo ensei'lanKardec, Denis y sus inmedia-tos sucesores, refleja la influencia del positivismosobre la religiosidad occidental, y constituye laforma típica que asume en·Europa y en Américael pensamiento religioso en su más o menosinconsciente afán por pasar del estadio teológicoal científico.

La evocación de los espíritus desencarnados oalmas de los muertos no es, desde luego, la carac-terística esencial del espiritismo. Se ha dado endiversos pueblos desde la antigüedad. En laOdisea (XI) Ulises evoca a los habitantes delHades, sacrificando varios animales, para conocerel futuro; en el Antiguo Testamento, Saúlllama alespíritu de Samuel, a través de la pitonisa deEndor. Asirios y egipcios, babilonios y romanosevocaban, en determinados casos, las almas de losmuertos. Pero con el advenimiento del cristianis-mo, tal evocación (ya prohibida en el antiguoIsrael) adquirió el sentido de un acto contrario a la.naturaleza de las cosas y a las leyes establecidaspor Dios; asumió el carácter de un acto perverso,destinado a perturbar un orden sagrado y a profa-nar la paz de los difuntos tanto como la salud delos vivos; se vinculó estrechamente a la "goecia",es decir, a la invocación de los demonios. He aquípor qué la explicación más corriente de los fenó-menos espiritistas entre los teólogos católicos' yaun protestantes' consiste en atribuirles a poderesdemoníacos y a la intervención de los espíritusmalignos. Pero con el espiritismo, el sentidodemoníaco, atribuido a la magia ceremonial, seinvierte. "Destronando bruscamente una viejapráctica de quince siglos, hizo de la evocación delos muertos una práctica seria, moral y noble, unafuente de conocimientos e incluso de sabiduría",dice Ivonne Castellán'.

En esto consiste precisamente la modernidaddel espiritismo. Allí está su nota específica: en lapretensión de fundar una concepción del mundoy de la vida en las ensei'lanzas de las almas de losmuertos. Bien lo expresa, en su sencillez, AllanKardec, al decir, en Le livre des esprits: "El espi-ritismo es la doctrina fundada en la existencia, enlas manifestaciones y las ensei'lanzas de los espí-ritus".

La revelación divina, comunicada a patriarcas,profetas, apóstoles y evangelistas, de la cual laIglesia se considera única depositaria, es sustitui-da por la ensei'lanza directa que los espíritus ofre-cen a cualquier hombre que los busca y los invo-ca. La revelación sobrenatural se transforma enrevelación permanente y cotidiana; más aún, sereduce, pese al carácter extra-terrestre de los reve-ladores, a una revelación natural, a algo que todoslos hombres pueden captar con sus sentidos.

Desde ese punto de vista, la revelaciónse convierte en ciencia. De la etapa teológica, quesupone la fe, se pasa a la etapa positiva, que noadmite sino el testimonio sensorial. No se trata yade creer sino de ver, de oir, de oler, de tocar. Elespíritu de Augusto Comte, tan vivo y activo en ladécada de 1850, se apodera, por así decirlo, deAlIan Kardec, aunque éste no lo identifique clara-mente. Para el gran "teólogo" del espiritismo, laactividad de evocar los espíritus es una actividadcientífica. "Como hemos podido ver, -dice Y.Castellan- Allan Kardec aleja vivamente la ideade una acción contranatural en la actividad de losespíritus. Un espíritu no es un ser sobrenatural, esun hombre como los demás, pero revestido de unperiespíritu con propiedades conocidas en lugarde estar revestido de carne. Una vez elperiespíritu analizado en sus propiedades, no hayninguna acción de los espíritus que no sea expli-cable "físicamente" y no sobrenaturalmente'",

Esta "ínvasión" de la teología por parte de laciencia no es, sin embargo, el único rasgo positi-vista del espiritismo.

En comparación con el catolicismo y las for-mas tradicionales de la religión cristiana, puededecirse que el espiritismo desecha la vida contem-plativa y resume toda la moral en el servicio alprójimo. Su moral es utilitaria y tiene corno metael perfeccionamiento intelectual y espiritual de lahumanidad, igual que la moral positivista.

Los historiadores de la religión influidos por elpositivismo, desde Renan a Solomón Reinach, seesforzaron por despojar a la figura de Jesús de

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ESPIRITISMO Y POSlTIVISMO

todaaura sobrenatural, por eliminar los elementosmilagrosos o mágicos de su vida, por reducir suenseflanzaa una moral de la caridad y del amor alprójimo. Para AlIan Kardec, como para Renan,Jesús no es sino "el dulce rabí de Galilea'". Lopresenta, sin duda, como un espíritu sublime, elmás elevado y perfecto de los espíritus, el mejorarquetipo para la vida humana, pero de ninguna

I maneracomo Dios o como Verbo eterno encarna-do. Inclusive los milagros que narra el Evangeliotienen,para Kardec, una explicación natural en su

.constituciónperiespirítica y en las extraordinariasdotesde medium y vidente de ella derivadas. Losmilagrosno son en realidad milagros sino hechosnaturalesque la "ciencia" espiritista puede expli-car.

El naturalismo positivista se vincula con elracionalismode la teología protestante liberal en

. la interpretación que Allan Kardec ofrece de losdogmasfundamentales del catolicismo. Negada ladivinidad de Jesús y la encarnación, desaparecelógicamentela Trinidad. La idea de Dios se acer-camuchoa la de los unitarios que en el siglo XIXresucitan las teologías de Arrio y de Socino, yadquieren influencia social e intelectual, ya queno gran número de adeptos, en los EstadosUnidos(Emerson, etc.)'.

No solo la teología liberal sino también la críti-ca positivista contribuye a la negación del dogmadel infierno eterno, aceptado y mantenido por laIglesia católica y casi todas las iglesias y sectasprotestantes.John Stuart Mill, siguiendo las ideasde su padre James Mill, consideraba la creenciaen un Dios que crea a los hombres sabiendo queunagran parte de ellos padecerán eternamente enel infierno como el "non plus ultra de la perversi-dad"'.

Para Allan Kardec, así como el cielo no es otracosa sino el ambiente espiritual de amor y dichaquerodea a los espíritus dedicados a trabajar porla armonía universal, el infierno no puede serentendidosino como el complejo de sufrimientosquerodea las almas de los culpables, con el fin depurificarlas y conducirlas hacia la sabiduría y elbien. No hay allí fuego, ni demonios, ni puedesuponerse ninguna pena física y, mucho menos,de infinita duración"

En los países latinos, el positivismo sostuvo,durante la segunda mitad del siglo XIX, unacontinua y, a veces, violenta controversia con laIglesia Católica. Allan Kardec, cuya actitudhacia el catolicismo fue más bien conciliadora,

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representa un punto de vista crítico análogo al deAugusto Comte, para el cual había mucho que sepodía utilizar en las enseflanzas y prácticas católi-cas, aun cuando básicamente su teología fueradesechable. Con Leon Denis esa actitud cambia.El espiritismo se toma agresivamente anti-católi-co, y coincide con la de muchos positivistas con-temporáneos. Denis llama a la Iglesia Católica,"la gran prostituta". Pero hay que confesar queésta no se muestra menos beligerante contra elespiritismo y que sus teólogos y obispos no pier-den ocasión de condenarlo, asimilándolo a lademonolatría y a las formas siniestras de la magiaceremonial. Para Denis, los profetas, autores delos libros de Antiguo Testamento, no son sinomediums y, si le fuera preciso elegir entre ellos ylos mediums de nuestros días, no dudaría en pre-ferir a éstos últimos' .

Por su cosmogonía y su antropología, pero enespecial por su fe en la "apocatástasis" o restitu-ción de todas las almas al seno del Creador, elespiritismo se parece mucho a Orígenes. Para estegran teólogo del siglo II (tal vez el más original ycreativo de los Padres de la Iglesia), Dios creóuna serie de espíritus cuyo único y común atribu-to era su libertad. No había diferencias originaria-mente entre almas humanas, ángeles y demonios,pero cada uno de estos puros espíritus habíadeterminado su esencia o naturaleza mediante elejercicio de su libertad. Esta los acercaba a sufuente y causa primera, es decir, a Dios, o los ale-jaba de él. Al final del ciclo, sin embargo, todos,sin exceptuar los demonios, volvían al seno delCreador. Lo contrario significaría para Orígenesnegar el poder de la libertad y, sobre todo, negarla omnipotencia de Dios", Básicamente, ésta es laconcepción que tiene Allan Kardec del mundoespiritual. Y no se debe olvidar que Hume, el másilustre de los precursores del positivismo, consi-deraba precisamente la concepción de Orígenescomo la menos contradictoria de cuantas habíanpresentado al respecto los teólogos cristianos".

Pero la influencia del positivismo en la doctri-na espiritista y particularmente en Allan Kardecse revela también en su posición evolucionista yen su idea del progreso. Una de las leyes divinasdel espiritismo es la ley del progreso, ley absolu-ta, a pesar de las apariencias, aunque lenta en sumarcha. "La civilización es un medio de progreso.La inteligencia y las facultades morales son dosfuerzas que no avanzan de frente, pero que aca-ban siempre por equilibrarse?".

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El mundo de los espíritus está sujeto a la evo-lución. Las sucesivas encarnaciones tienen porobjeto purificar el alma, iluminarla y hacerla mássabia y consciente. Tales encarnaciones, que no serealizan sólo en la tierra sino también en otrosastros, ajenos a veces al sistema solar, conformanuna línea ascendente. "Es posible retroceder deposición social de una existencia a la otra, peronunca, esto lo sabemos, retroceder de rango espi-ritual, siendo definitivo el alcanzado por elalma"11. A diferencia de los te6sofos, cuya cos-movisión está sustancialmente determinada porlas concepciones hindúes, Kardec rechaza la posi-bilidad de que un alma humana pueda reencarnaren un~animal O en un cuerpo cualquiera inferior alhombre, aunque otros espiritistas lo admitan mástarde" '4. Para Kardec, no puede concebirse unaregresión del cuerpo de un hombre al de un ani-mal: "Un río no remonta a su fuente"". No esdifícil percibir que la idea spenceriana de la evo-lución subyace, en sus líneas generales, a talexplicación kardeciana del mundo de los espíri-tus. De igual modo que el filósofo inglés concibeel universo como un continuo y general tránsitode lo indefinido a lo definido, el espiritista francésve el mundo espiritual como una carrera desde laoscuridad y la confusión hacia el saber y la luz.

Naturalismo, evolucionismo, cientificismo apa-recen, pues, como tres características que la doc-trina espiritista ha recibido, no de modo entera-mente consciente sin duda, de la filosofía positi-vista dominante en Francia e Inglaterra en losaños de su elaboración primera. Como bien diceS. Hutin, "Los éspiritistas han señalado siempreel carácter experimental de sus creencias: todo elespiritismo se basa en esta atribución a los espíri-tus desencarnados (pero pasajeramente suscepti-bles, en ciertas condiciones, directamente o porintermedio de médiums, de entrar en contacto connuestro plano de existencia), de lo que Kardec lla-maba de manera sugestiva "fenómenos que sesalen de las leyes de la ciencia vulgar?", "De laciencia vulgar" pero no, en modo alguno, de laciencia, fuera de la cual el pensamiento positivistano puede ver sino las nebulosas de la metafísica y

de la teología. No es extraño, pues, que pensado-res positivistas eminentes como Russell Wallace,el darwinista autor de Contributions to Theory o/Natural Selection 17 y César Lombroso, el crimi-nalista autor de L'uomo delinquente 11 se hayanadherido, entre otros sabios de la época, a lasideas generales del espiritismo.

Notas

1. Cfr. 1. Ribet, La mysliqlU diviM, dislillguiudes con-IrtlgafoflS diaboliques tll des analogies hlllltlliMs, Paris, 1903.

2 E. Willems, "Religious Plura1ism and Oass Structure:Brazil and Chile", en R. Robenson, Sociology 01Religio«,1971, p. 215.

3. G. Castellan, El espiritismo, Barcelona, 1971, pp. 62·63.

4. Ibid., p. 64.5. Cfr. 1. Pcmrnier, La ptlflSÜ religieus« d'ErMsl Rena»,

París, 1925; D. G. Charlton, Positivíst Thollght in Francedwillg 1M St!coJllld Empir«, Oxford, 1959.

6. Cfr. E. M. Wilbur, A Hislory of Uni/ariaflism, 1946·1952; K. Twinn, Essays iII Unitarian TMoIogy, 1959; Ralph L.Rusk, TM Llfe olWaldo Emt!rson, 1949.

7. lohn Stuart Mill, AllIobiografla, Buenos Aires, 1948,pp. 29-30.

8. Allan Kardec, Ú ciel t!I l'uifer, Oll la justice divineselon le spirilisfM, Paris, 1951.

9. Cfr. A. Bellemare, Spiriie et chrétien, París, 1883.10. Cfr. 1. Daniélou, Origene, París, 1948; G. Rossi,

Saggio sulla matefisíca di OrigtlM, Milán, 1929; E. de Faye,Orig/M, Sa vie, son oeuvre, sa ptlflSÜ, París, 1923-1928.

11. Sobre el universalismo Cfr. R. Eddy, History ofUniversalism. Nueva York, 1894.

12. G. Castellan, Op. cii., p. 59.13. G. Castellan, Op. cii., p. 54.14. R. Noggerath, La swvi«, París, p. 122.15. G. Castellan, Op. cit., p. 47.16. 1. Hulin, "El espiritismo y la sociedad teos6fica" en H.

Ch. Puech, Historia de las rtlligioMS, México, 1981, V. 8 p.377.

17. Cfr. W. B. George, Biologíst Philosopber - A sludy of1M Life and Writillgs 01A. R. Wallactl, Nueva York, 1964.

18. Cfr. G. Ferrero, Cesare Lombroso - Storia della vua tdell« opere, Bolonia, 1931.

Angel CappelleuiUniversidad Sim6n Bolívar

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