os sueños de Morris

eran

a blanco y negro, eran

de esos sueños hechos

a mano con pincel y pluma, que

parecen que van y vienen creando

una historia, creando arte. Estos

sueños que vienen de cuna de oro,

como suelen serlo, tienen muchas

caras, un poco de allí y acá, un poco

de artista, empresario, cara de poeta

y hasta de líder socialista.

En alguna de esas fantasías

multifacéticas,

muy al estilo

Morris, Burne Jones fue también

protagonista, ¡que buen amigo fue

Burne! él estaba en todo, hasta en

sus pesadillas, diseñando muebles

y hasta creando empresas que

preservaran este imaginario de

artes y oficios medievales, claro

está, como este es el sueño de

William Morris,

la empresa

no podría recibir otro nombre que

el de Morris and company.

Dormido o despierto, en esta

historia todo se puede negar, excepto

que Morris estaba dotado de buen

gusto. En un instante, en un vaivén

de quimeras The life and death of

Jason, un poema salido del pulso

de este taciturno apareció entre

visiones y aun pernoctado, dejando

ver su faceta de lìrico y otro capítulo

más de este espejismo, en el que a

su vez era artesano de su propia

vida.

Cambió de pincel, o tal vez de

pluma y en un salto de nube esta

utopía artística tomó otros matices,

esta vez políticos. Al estilo

de las

películas estadounidenses, donde el

héroe es aquel mandatario que logra

lo que busca, su discurso imaginaba

un arte ligado al entorno social,

pero aun en la militancia socialista

y siendo líder de ella, su mente no

se apartaba de su faceta artística,

y aquello de crear empresas no

terminaba.

Es cierto, tantas pasiones, tanto de

aquí y allá parece poco realista, pero

cuando se está dormido, ¿quien lo

es? Y es aquí cuando su decorador

interior sale en su mayor expresión

creando Central School of Arts &

Craft.

Pero el pico de este sueño, ¡sí!

ese instante del que nadie quiere

despertar, ese instante que no

es desconocido para ninguno,

fue aquel momento cuando

sumergido en lo incongruente de

los imaginarios que solo se dan

cuando se duerme, Willia

m Morris

tuvo una visión salida de lo más

profundo de sus anhelos, una visión

con nombre propio, Kelmscott Press,

esta vez no se trataba de muebles o

discursos políticos.

Ahora todo era acerca de las letras,

un amor a estas, vistas de otro

ángulo, por supuesto, porque en

esta historia de una noche, Morris

ya había sido poeta, político,

artesano y artista. K

elmscott Press

era una imprenta, un proyecto

privado, entre su almohada y

fantasías, hecho para su deleite.

Como todo aquello salido de una

ilusión los proyectos de Kelmscott

Press eran hermosos,

selectos,

magnos y al igual que todo lo que

es de esa naturaleza, en cantidades

limitadas.

En esta sacudida de fantasías Bune

Jones, aquel buen amigo, aparecía

de nuevo y seguía aun a su lado,

estos dos ilustradores y editores

apasionados, crearon junto a otros

que, como ellos amaban las letras

que personificaban el arte, The Store

of the Glittering Plain, lo que sería la

primera de muchas producciones

que presagiaba la llegada de piezas

maestras de ensueño como lo fue,

The Works of Geoffrey Chaucer,

una creación con tipografías y

diseños elaborados por Morris,

que se alejaba sin duda de toda

pesadilla.

Pero la noche no es eterna, antes

de que este sueño acabe, Morris,

un tipo que dejo mucho de todos

sus mundos y facetas, heredó

al mundo de las letras, al de

los nocturnos y aquellos que

no duermen, su fantasía de

tipo golden, de tipo gótico.

Fantasías con nombre

propio, Troy y Chaucer,

por y con las que hoy

escribo.