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MERCEDES CRUZ 1

Conferencias de Merchita Tomo 2

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Mantén tu mente limpia de cualquier pensamiento menos digno. Sólo así conservarás la serenidad y la paz como base de la felicidad. El cuerpo es el reflejo de la mente. Y la mente es el reflejo de nuestra alma, que es nuestro verdadero yo. Piensa cosas nobles y elevadas, y tu cuerpo conservará inalterable la salud, dándote la felicidad que tanto deseas.

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RECOPILACIÓN DE CONFERENCIA

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ÍNDICE

Vida Futura .............................................................................................................. 3

Ciencias Médicas y Biológicas a la luz del Espiritismo. ......................... 12

Don de Curar en el Espiritismo ...................................................................... 21

Protección para las Influencias Negativas ................................................ 30

La Cura de la Obsesión ..................................................................................... 42

Como manejar la Mediúmnidad en los niños ........................................... 50

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VIDA FUTURA

Todo se encadena y se une en el Universo, tanto en lo moral como en lo físico, según nos dicen los Espíritus. Las penas y las recompensas se reparten entre los indi-viduos mediante el juego natural de las cosas. Tanto el bien como el mal vuelven a su punto de partida. Hay faltas cuyos efectos se producen en el transcurso de la vida te-rrestre, y otras que son más graves sus consecuencias se dejan sentir en la vida espiri-tual, y a veces también en encarnaciones ulteriores.

El espíritu culpable arrastra consigo su oscuridad, su castigo, su oprobió. Los su-

frimientos de las almas perversas, no por no ser materiales son menos vivos. El infier-no no es más que un lugar quimérico, un producto de la imaginación. Para que los hombres sean felices en la Tierra, es preciso que este poblada solo de Buenos Espíritus, encarnados o no, que solo quieran el bien. Habiendo llegado este tiempo, tiene lugar una gran emigración entre los que la habitan. Los que hacen el mal por hacerlo y quie-nes el sentimiento del bien no les conmueve, no siendo ya dignos de la tierra transfor-mada, tienen que ser excluidos, porque si volvieran a reencarnar traerían de nuevo a ella el desorden y la confusión y serian un obstáculo al progreso.

Estos espíritus rebeldes van a expiar su obstinación, a mundos inferiores. La gene-

ración actual desaparecerá gradualmente y la nueva le sucederá del mismo modo, sin que haya perturbación en el orden natural de las cosas.

En vez de nacer en ella un niño inclinado al mal, vendrá un Espíritu más adelanta-

do e inclinado al bien. La enseñanza de los Espíritus nos dice que el espíritu sufre las consecuencias na-

turales de sus actos, que recaen sobre el y le glorifican o le mortifican. El ser sufre en la vida de ultratumba no solamente por el mal que ha hecho, sino también por su inacción y su debilidad. En una palabra esa vida es obra suya, tal y como la formo con sus manos. El sufrimiento es inherente al estado de imperfección, se atenúa con su progreso y des-aparece cuando el espíritu a vencido a la materia.

El castigo del Espíritu malo continúa no solamente en la vida espiritual, sino tam-

bién en encarnaciones sucesivas que lo arrastran hacia mundos inferiores, donde la existencia es precaria y el dolor reina soberano. Tales mundos son los que podríamos llamar el infierno, la separación del cuerpo para estos espíritus es muy penosa y llena de turbación y de angustia. La ilusión de la vida terrena sigue para el por algunos años , son incapaces de darse cuenta de su estado y de romper los lazos que lo encadenan al mundo en el que vivieron, puesto que nunca se preocuparon por su origen , solo vivie-ron para la vida material y para sus placeres. Se desesperan cuando sienten la indife-rencia de los que lo rodean, que no los ven, ni los sienten, errantes y tristes, sin rumbo, sin esperanza , en los lugares que les son familiares, son almas en pena, cuya presencia se ha supuesto en alguna moradas, y cuya realidad queda establecida todos los días por medio de numerosos y ruidosas manifestaciones.

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La situación del espíritu después de la muerte, resulta únicamente de las aspira-

ciones y de los gustos que desarrollo en si. Siempre se manifiesta la ley inexorable de la siembra y la recolección. El que puso todos sus goces, toda su felicidad en las cosas de este mundo, en los bienes de la Tierra, sufre cruelmente en cuanto se ve privado de ellos. Toda pasión lleva su castigo en si misma.

El Espíritu que no ha sabido emanciparse de los apetitos groseros, de los deseos

brutales, se convierte en juguete de ellos, sin poder darles satisfacción. Despojado de todo lo que constituía su grandeza terrena, la soledad y la privación le esperan en el es-pacio.

Peor aun es la situación de los Espíritu crueles y rapaces, de los criminales de toda

especie, de aquellos que hacen correr la sangre o pisotean la justicia. Las quejas, las maldiciones, de sus victimas resuenan en sus oídos durante un tiempo que se les hace una eternidad. Sombras irónicas y amenazadoras le rodean y lo persiguen sin descan-so. No hay para esos espíritus retiro alguno lo suficientemente profundo, lo bastante escondido, y en vano buscan el reposo y el olvido. Solo la entrada en una vida oscura, la miseria, el rebajamiento y la esclavitud pueden atenuar sus males. Los egoístas, los hombres exclusivamente preocupados en su bienestar, se preparan un penoso porve-nir. No habiendo amado a nadie más que solo a si mismos; no habiendo ayudado, con-solado ni tranquilizado a nadie, no encuentran simpatía ni cariño en la otra vida. Aisla-dos y desamparados, ven transcurrir el tiempo monótono y lento. Un tedio taciturno le oprime, el pesar por las horas perdidas y por la existencia desperdiciada, el odio hacia los intereses miserables que les absorbían, todo ello es una tortura que les devora. Su-fren, vagan, hasta que un pensamiento caritativo acude a ellos y luce en su oscuridad como un rayo de esperanza; hasta que esclarecidos por un espíritu bienhechor se deci-den a entrar en un camino mejor.

La situación de los suicidas es a veces, mas mala aun. El suicidio es una cobardía,

un crimen, y sus consecuencias son terribles. El suicidio no libera de los sufrimientos físicos. El espíritu continúa ligado a ese cuerpo carnal que creía haber destruido; sufre lentamente todas las fases de la descomposición, y las sensaciones dolorosas se multi-plican en lugar de desminuir. Lejos de abreviar su padecimiento, lo prolonga indefini-damente; su malestar y perturbación persisten durante mucho tiempo después de la destrucción de la envoltura material. Le será preciso afrontar de nuevo los padecimien-tos de los cuales quería escaparse, con la muerte, y que fueron originados en su pasado. Deberá soportarlos en las peores condiciones, volver a andar paso a paso el camino sembrado de obstáculos, y para ello, tendrá que sufrir una encarnación más penosa aun que aquella de la que quiso huir.

Los sufrimientos de los ajusticiados, después de la ejecución, son espantosos, la

mayor parte son presa de una sobreexcitación aguda, de atroces sensaciones que los vuelven furiosos. El horror de sus crímenes, las miradas de sus victimas, que parecen perseguirles y traspasarles como cuchillos, las alucinaciones y los sueños espantosos,

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esa es la suerte que les espera. La mayor parte de ellos, para encontrar una derivación de sus males, se lanzan sobre los encarnados de tendencias semejantes y les impulsan al crimen. Otros, devorados por el remordimiento como por un fuego inextinguible, buscan sin tregua refugio seguro que no hallan. A cada paso que dan, a su alrededor, en todas partes, creen ver cadáveres, figuras amenazadoras y charcos de sangre.

Los espíritus malos sobre los cuales recae el peso de sus faltas están en la imposi-

bilidad de prever el porvenir. No conocen nada de las leyes superiores. Los fluidos que los envuelven se oponen a la relación con los Espíritus elevados, que quisieran arran-carles de esas inclinaciones; pero no pueden hacerlo, a causa de su forma grosera, casi material de estos espíritus y del campo restringido de sus percepciones.

Devorados por la envidia y por el odio, con el fin de distraerse de sus preocupacio-

nes, muchos buscan a los hombres débiles y propicios al mal. Se encarnizan con ellos y les inculcan funestas inspiraciones; pero, poco a poco, de estos nuevos excesos se dedu-cen nuevos sufrimientos. La reacción del mal causado les encierra en una red de fluidos más sombríos. Las tinieblas se hacen más densas, se forma un circulo estrecho, y la re-encarnación, penosa y dolorosa, se yergue ante ellos.

Los que se han arrepentido y que se han resignado, ven próximo el tiempo de los

padecimientos y se han decidido a satisfacer la eterna justicia. Los remordimientos, como un pálido resplandor, iluminan sus almas con una luz vaga y permiten a los bue-nos espíritus que se deslicen en ellos para prodigarles aliento y consejos.

El mundo invisible es el lado opuesto de la humanidad. Los Espíritus no son más

que las almas, más o menos perfectas, de los hombres desencarnados, y nuestras rela-ciones con ellos deben ser llevadas con tanta reserva y prudencia como nuestras rela-ciones con nuestros semejantes.

Lo mismo ocurre con toda alma que abandona el mundo. Nuestras evocaciones

despiertan la atención del fallecido y facilitan su separación corporal. Nuestras oracio-nes ardientes, semejante a chorros luminosos o a vibraciones armoniosas, les iluminan y dilatan su ser. Les resulta agradable pensar que no están abandonados a si mismos en la inmensidad, que existen aun seres en la Tierra que se interesan por su suerte y dese-an su felicidad. Aunque esta no pueda ser obtenida en ningún caso mediante esas ora-ciones, no por eso dejan de ser saludables par el espíritu, al que arrancan de la deses-peración y le dan fuerzas fluídicas necesarias para luchar contra las influencias perni-ciosas y salir de su ámbito.

Los Espíritus desdichados atienden nuestras llamadas y nuestras evocaciones.

Nuestros pensamientos simpáticos les envuelven como en una corriente eléctrica, les atraen hacia nosotros y nos permiten conversar con ellos a través e los mediúms.

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El Espíritu sufre en la vida espiritual, las consecuencias de todas las imperfeccio-nes, de las cuales no se despojó, durante la vida corporal. Su estado feliz o infeliz es in-herente al grado de su depuración o de sus imperfecciones.

Toda imperfección es una causa de sufrimiento y de privación de goce, y no hay ni

una sola imperfección que no lleve consigo consecuencias deplorables e inevitables. Los espíritus infelices están excluidos de los mundos felices, donde perturbarían la

armonía; permanecen en los mundos inferiores, donde expían sus faltas por las tribula-ciones de la vida y se purifican de sus imperfecciones, hasta que merezcan encarnarse en mundos más avanzados, moral y físicamente.

Ningún Espíritu está en las condiciones de no poder mejorarse nunca; pues de ese modo estaría fatalmente destinado a una eterna inferioridad y escaparía de las leyes del progreso que rige providencialmente a todas las criaturas.

Cualquiera que sea la inferioridad y la perversidad de los Espíritus, Dios jamás los

abandona. Todos tienen su ángel de la guarda, que vela por ellos, espía sus movimien-tos y se esfuerza en suscitar en ellos buenos pensamientos, el deseo de progresar y re-parar en una nueva existencia el mal que hicieron. El actúa de una forma oculta, sin ninguna presión. El espíritu debe mejorarse por su propia voluntad, y no a consecuen-cia de cualquier constreñimiento. Debe actuar bien o mal en virtud de su libre albedrío, sin estar inducido en un sentido u otro.

La situación del espíritu, desde su entrada en la vida espiritual, es la que se ha pre-

parado, por la vida corporal. Más tarde, le es dada una nueva encarnación para la expia-ción y la reparación, por medio de nuevas pruebas, pero no siempre las aprovecha, en función de su libre albedrío, si no lo hace es una tarea que deberá empezar de nuevo cada vez en condiciones más penosas, de suerte, de que el que sufre mucho en la Tierra, puede decir, que tenia mucho que expiar.

La misericordia de Dios, es infinita, pero no es ciega. El culpable, al cual perdona,

no está exonerado mientras no haya satisfecho a la justicia, sufre las consecuencias de sus faltas. Dios siempre deja la puerta abierta para la vuelta al bien.

Todo hombre pudiendo deshacerse de sus imperfecciones, por efecto, de su volun-

tad, puede ahorrarse los males que son su consecuencia y asegurar su felicidad futura. Tal es la ley de la Justicia Divina; a cada uno según sus obras asi en la Tierra como

en el Cielo. Las enseñanzas de los Espíritus han iluminado el camino de la vida, han resuelto

los oscuros problemas del porvenir, han fortificado la fe vacilante y han restablecido la justicia sobre bases inquebrantables

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La nueva generación que debe fundar la era del progreso moral, se distingue por la inteligencia y una razón precoz, unidas al sentimiento innato del bien y de las creencias espiritualistas, lo cual es señal segura de un cierto grado de adelantamiento anterior.

Los cielos elevados son la patria de la belleza ideal y perfecta donde todas las artes

se inspiran. La ciencia moderna, de a cuerdo con la enseñanza de los Espíritus, nos presenta el

Universo sembrado de innumerables mundos habitados. El cielo está en todas partes; por todas partes se encuentra lo inconmensurable, lo insondable y lo infinito; en todas partes hay un hormigueo de soles y de esferas, en medio de los cuales la Tierra no es nada más que una unidad insignificante.

En el seno de los espacios, no hay más que moradas circunscritas a las almas. Sien-

do libres y puras, estas recorren la inmensidad y van a donde las llevan sus afinidades y sus simpatías. Los espíritus inferiores, grávidos por la densidad de sus fluidos, perma-necen como aferrados al mundo donde han vivido, circulando por la atmósfera o mezclándose con los humanos.

Los goces y las percepciones del Espíritu no resultan del ambiente que ocupa, sino

de su estado personal y de los progresos realizados. Cada uno lleva en si su gloria o su infierno.

La condición del Espíritu en la vida de ultratumba, su elevación, su felicidad, todo

depende de su facultad de sentir y de percibir, que es proporcional a su grado de ade-lanto.

Los Espíritus nos enseñan sobre la vida de ultratumba que no es un lugar para la

estéril contemplación ni para la beatitud ociosa. Todas las regiones del Universo están pobladas por Espíritus atareados. Por todas partes hay almas que suben y descienden, se agitan en el seno de la luz o en las regiones oscuras. En un punto, se aglomeran los auditorios para recibir las instrucciones de los Espíritu elevados. Más lejos, se forman grupos para festejar a un recién llegado. En otra parte otros espíritus combinan los fluidos, les presentan mil formas y mil tintes maravillosos y los preparan sutiles usos a que los destinan los espíritus superiores.

Otras multitudes se aglomeran alrededor de los planetas y los siguen en sus evolu-

ciones; multitudes sombrías, turbadas, que fluyen sin saberlo sobre los elementos at-mosféricos. Espíritus luminosos las atraviesan, más rápido que el relámpago, propor-cionando auxilios y consuelos a los encarnados que los imploran. Cada uno desempeña su papel y contribuye a la gran obra a la medida de su merito y de su adelanto. El uni-verso entero evoluciona. Al igual que los mundos, el Espíritu prosiguen su carrera eterna, atraídos hacia un estado superior, entregados a diversas ocupaciones. Progreso por realizar, ciencia por adquirir, dolor por extinguir, remordimientos por calmar, amos a los humanos, expiación, abnegación, sacrificio, todas estas etapas, todos estos

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móviles les estimulan, les impulsan, les precipitan hacia su progreso. En esta inmensi-dad reinan incesantemente el movimiento y la vida. Todo se transforma, se engrandece, se eleva. La inmovilidad, la inacción es el retroceso, es la muerte. Bajo el impulso de la gran Ley, seres y mundos, almas y soles, todo gravita y se mueve en la orbita gigantesca trazada por la voluntad divina.

Cuando el alma virtuosa ha vencido las pasiones, abandona su cuerpo miserable,

instrumento de dolor y de gloria, vuela través de la inmensidad y va a unirse con sus hermanos del espacio. Impulsada por una fuerza irresistible, recorre regiones donde todo es armonía y esplendor. La palabra humana es demasiado pobre para expresar lo que ve en ella. Siente un gran goce al ver que la cadena que la unía a la Tierra se ha roto, puede alcanzar la extensión, hundirse en el vacío sin limites, elevarse al otro lado de la orbita de los mundos, ella se irradia y se embriaga de espacio y de libertad. La felicidad terrestre, la vejez decrepita y arrugada ceden el puesto a un cuerpo fluídico de formas graciosas, forma humana idealizada que se ha hecho diáfana y brillante.

Allí encuentra a los que amaba en la Tierra, que le precedieron en la nueva vida, los

elegidos de sus afectos, sus compañeros de labor y de sufrimiento. Es como si la espe-raran después de un largo viaje. Todos los que participaron de sus buenos y de sus ma-los días, todos los que con ella se engrandecieron, lucharon, lloraron y sufrieron, se aglomeran para recibirla, y despertándose súbitamente su memoria, se producen ex-plosiones de felicidad, efusiones que la pluma no sabría describir.

El infinito profundo, luminoso, se despliega con sus maravillas esplendorosas, con

sus millones de soles, sus hogueras multicolores, zafiros, esmeraldas, joyas enormes sembradas en el azul, y sus suntuosos cortejos de esferas. Los soles que el hombre con-templa como simples chispas, los contempla el Espíritu en su real y colosal grandeza.

El Espíritu bueno y puro es inaccesible al espanto. Ese infinito, silencioso y frió pa-

ra los Espíritus inferiores, se anima muy pronto para el y le deja oír su voz poderosa. El alma, separada de la materia, percibe poco a poco las vibraciones melodiosas, del éter, las delicadas armonías que descienden de las colonias celestes; oye el ritmo imponen-te de las esferas. Esos cantos de los mundos, esas voces del infinito que resuenan en el silencio, los percibe y los penetra de ellos hasta el arrebatamiento. Recogida, embriaga-da, henchida de un sentimiento grave y religioso, de una admiración que no puede ser saciada, el alma se baña en las olas del éter, contempla las profundidades siderales, las legiones de Espíritus, sombras frágiles, ligeras que flotan y se agitan en ámbitos de luz. Asiste a la génesis de los mundos; sigue el desenvolvimiento de las humanidades que los pueblan, y en este espectáculo comprueba que en todos los lugares la actividad, el movimiento y la vida se unen ordenadamente en el Universo. Los espíritus puros llevan en si su luz y su felicidad; le siguen a todas partes; forman parte integrante de su Ser.

Los espíritus puros llevan en si su luz y su felicidad; le siguen a todas partes; for-

man parte integrante de su Ser.

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Cualquiera que sea su grado de adelanto, el Espíritu que acaba de abandonar la Tierra no puede aspirar a vivir indefinidamente esa vida superior. Sujeto a la reencar-nación, esa vida no es para él más que una etapa de reposo, una compensación a los malos padecidos, una recompensa ofrecida a sus meritos. Se empapa y se fortifica en ella para luchas futuras. Pero, en el porvenir que le espera, no volverá a encontrar ya las angustias y los cuidados de la vida terrena. El Espíritu elevado está llamado a rena-cer en mundo mejor dotados que el nuestro. La escala grandiosa de los globos contiene numerosas gradas dispuestas para la ascensión de las almas; cada una de estas ascien-de a ellas gradualmente.

En las esferas superiores a la Tierra, la materia tiene menos imperio. Los males

que esta engendra se atenúan a medida que el ser, progresa, y acaban por desparecer. Las necesidades corporales son casi nulas y los duros trabajos, desconocidos. La exis-tencia, es más larga que la nuestra, transcurre en el estudio, en el compartir las realiza-ciones de una civilización perfeccionada que tiene por base la moral más pura, el respe-to de los derechos de todos, la amistad, y la fraternidad. Los horrores de la guerra, las epidemias, las plagas, no tienen acceso, ni la enfermedad, y los groseros intereses, (causa de tantas codicias en la Tierra) no dividen allí a los Espíritus.

Estos datos de las condiciones de habitabilidad de los mundos están confirmados

por la ciencia. Por medio del espectroscopio, que ha analizado sus elementos constitu-tivos, a calcular su poder de atracción y a pesar su masa. La astronomía nos demuestra que las estaciones varían de duración e intensidad, según la inclinación de los mundos con relación a su orbita. Nos enseña que Saturno tiene la densidad de la madera de ar-ce; Júpiter, poco más o menos, la del agua. Nos dice que en Marte la pesadez de los cuerpos es la mitad menos que en la Tierra.

Un día, cuando el espíritu, después de haber recorrido el ciclo de las existencias

planetarias, después de haberse purificado con sus renacimientos y sus emigraciones a través de los mundos, ve cerrarse la serie de encarnaciones y abrirse la vida espiritual definitiva, la verdadera vida del alma, de donde están desterrados el mal, la sombra y el error.

El Espíritu goza de la alegría y la paz, convive con espíritu esclarecidos, pacientes y

dulces, se une a ellos por un afecto que no se turba por nada, participa de sus aspiracio-nes, de sus ocupaciones , de sus gustos, se comprenden , se sustentan, se aman , libres de las necesidades y de la muerte, jóvenes sin preocupación de los siglos…. Luego des-pués de estudiar, admirar , glorificar la obra infinita, penetra más profundamente en los divinos misterios, , reconoce por toas partes la justicia, la belleza, y la bondad celes-tial, se identifica con ellas y se nutre de ellas, sigue a los genios superiores en su tarea, en sus misiones, ellos intentan igualarlos , subir más arriba, siempre hay nuevos goces, nuevos trabajos, nuevos progresos los esperan.; tal es la vida eterna, magnifica, desbor-dante , la vida del espíritu purificado por el sufrimiento.

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Los Espíritus superiores poseen en su grado eminente el sentido de lo bello. Es la fuente de de sus más puros goces, y todos saben realizarlo en obras, al lado de las cua-les palidecen las obras maestras de la Tierra. Para el alma superior, el arte, bajo sus multiples aspectos es una oración, un homenaje rendido al Principio eterno.

Siendo fluídico el Espíritu, obra sobre los fluidos del espacio. Su voluntad poderosa

los combina, los dispone a su gusto, les presta los colores y las formas que responden a su finalidad. Por medio de estos fluidos, se ejecutan obras que desafían toda compara-ción y todo análisis.

En las moradas etéreas se celebran fiestas espirituales. Los espíritus puros, radian-

tes de Luz, se agrupan por familias. Suaves armonías (al lado de las cuales las de la Tie-rra no son más que ruidos discordantes) les encantan, y en el espacio infinito se les aparece el espectáculo maravilloso de los mundos girando en la extensión y uniendo sus notas a las voces espirituales, el himno universal que sube hasta Dios.

Todos los Espíritus, en multitud innumerables, se conocen y se quieren. Los víncu-

los, los afectos que los unían en la vida material, quebrados por la muerte, se han resta-blecido para siempre. Acuden de diversos puntos del espacio y de los mundos superio-res para comunicarse el resultado de sus misiones, de sus trabajos; para felicitarse por sus éxitos, para ayudarse mutuamente en las obras difíciles. Ningún resabio, ningún sentimiento de envidia se desliza en esas almas delicadas.

El amor, la confianza, la sinceridad presiden estas reuniones donde son recogidas

las instrucciones de los mensajeros divinos, donde son aceptadas nuevas tareas que contribuyen a elevar mas. Unos consienten en velar por el progreso y por el desenvol-vimiento de las naciones y de los mundos; otros encarnan en las tierras del espacio pa-ra cumplir en ellas misiones de abnegación, para instruir a los hombres en la moral y en la ciencia; otros, (los Espíritus guías o protectores) se dirigen a cualquier alma en-carnada, le prestan su apoyo en el áspero camino de la existencia, la conducen desde el nacimiento hasta la muerte durante varias vidas sucesivas, acogiéndola al final de cada una de estas en el umbral del mundo invisible.

En todos los grados de la jerarquía espiritual, el Espíritu desempeña su papel en

la obra inmensa del progreso y contribuye a la realización de las leyes superiores. Cuanto más puro es el espíritu, más intensa, más ardiente se hace en él la necesi-

dad de amar, de hacer participe de sus goces y de su gloria, de su felicidad a todos los que sufren, a todos los que se encadenan en los abismos de la existencia inmortal. Su amor se va extendiendo poco a poco a todos los seres al dirigirse sin parar hacia Dios, Padre de las almas, centro de todos los poderes afectivos.

Existe una jerarquía con diferentes grados en los espíritus, comienza en el seno de

la vida inferior, y se prolonga hacia las alturas inaccesibles a nuestras captaciones ac-

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tuales. Es un escalonamiento inexpresable de poderes, de luces, de virtudes que van en aumento desde la base hasta la cima – si es que hay una cima.

Son tres grandes fases: la vida material, la vida espiritual y la vida celestial, reac-

cionan una sobre la otra forman un todo que constituye el campo de acción de los seres. La superioridad del espíritu se reconoce en su vestimenta fluidica. Todo Espíritu

es una hoguera de luz por mucho tiempo velada, comprimida, invisible, que se desarro-lla con los valores morales, crece lentamente y aumenta en extensión y en intensidad. Al principio es como un fuego oculto entre cenizas, y que se revela con suaves chispas y luego con una llama tímida y vacilante. Un día se convierte en una aureola; luego se ac-tiva, se extiende y abarca al Espíritu por entero, que resplandece como un sol o como esos astros errantes que recorren los abismos celestes, dejando tras de si una aureola luminosa. Para obtener este grado de esplendor es preciso un conjunto de trabajos, de obras fecundas; una acumulación de existencias que a los humanos les parece una eter-nidad.

La visión directa de Dios, según se dice, solo es propia de los grandes Espíritus. La

luz divina expresa la gloria, el poder, la majestad del eterno; es la visión misma de la verdad. Pero pocas almas pueden contemplarla sin velos. Para soportar su brillo, se ne-cesita gozar de una pureza absoluta.

La vida humana intercepta las propiedades radiantes del espíritu. La luz del alma

está oculta bajo la carne, el hombre puede comprobarlo, en sus buenas acciones, en los impulsos generosos, la mantienen y la aviva. En los momentos de expansión, de caridad, de amor, es cuando el alma siente como una llama, como una radiación que emana de su ser. Esta Luz íntima es la que hace a los oradores, a los apóstoles a los héroes. Ella es la que cautiva a los auditorios, la que entusiasma a los pueblos y les hace realizar gran-des cosas

Las fuerzas espirituales se revelan entonces a los ojos de todos y ponen de mani-

fiesto lo que se puede obtener de las potencia psíquicas puestas en acción por la pasión del bien y de la justicia. La fuerza del alma es superior a todos los poderes materiales. Podría mover un mundo. Y esta fuerza es luz.

Si queremos recorrer rápidamente la cadena magnifica de los mundos y llegar a

las regiones etéreas, arrojemos lejos de nosotros todo lo que nos haga el paso pesado que dificulta nuestro vuelo. ¡Devolvamos a la Tierra lo que es de la Tierra, y no aspire-mos nada más que los tesoros eternos: trabajemos, oremos, consolemos, ayudemos y amemos, amemos hasta la inmolación! ¡Cumplamos con nuestro deber, aun a costa del sacrificio y de la muerte! Así sembraremos el germen de nuestra felicidad para el por-venir.

Trabajo realizado por Merchita Extraído del Libro “Después de la Muerte” León Denis

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CIENCIAS MÉDICAS Y BIOLÓGICAS A LA LUZ DEL ESPIRITISMO

El hombre tiene el derecho y el deber de investigar siempre, a fin de que el pro-

greso no quede paralizado en las conquistas logradas. No obstante, cuando las expe-riencias superan la capacidad de control del ser humano, las Leyes de Dios, mediante fenómenos naturales, impiden su avance y permiten que acontecimientos inesperados, desastrosos, demuestren la insensatez de aquel que se yergue a la condición de semi-diós.

Toda vez que las aspiraciones humanas se transformen en alineación perturbado-

ra, teniendo como objetivo intervenir en los códigos genéticos para realizar verdaderas aventuras, la legitimidad de la experiencia debe ceder lugar a los impositivos de una ética trabajada con rigor, a fin de que las vidas de los animales y humanos sean eximi-das de aberraciones, que muchas mentes desequilibradas, de ayer como de hoy, han intentado realizar en diversas culturas, sobre todo las de aquellas que se han caracteri-zado por el totalitarismo del poder, que pretende considerar superiores a algunas razas en detrimento de otras, que padecerían su impiedad y la cobardía de las crueles perse-cuciones.

Por tanto deducimos que no es lícita la manipulación genética en animales – con

excepción, cuando se tiene por objetivo mejorar la calidad de la raza, evitando su fragi-lidad y las enfermedades consecuentes del medio ambiente o de factores hereditarios – ni en criaturas humanas, sin graves consecuencias para la sociedad.

El progreso moral del ser humano no acompañó el progreso tecnológico. Hace po-

co tiempo, el mundo vio impresionado, una experiencia en la que una oreja humana fue implantada en el lomo de un ratón. Algunos científicos especularon sobre la posibi-lidad de la creación de una raza humana intelectualmente inferior, destinada exclusi-vamente a los trabajos pesados, sin el problema de eventuales reivindicaciones por mejores condiciones de vida. Y nos preguntamos ¿Las Leyes de la Naturaleza le permi-tirán al hombre penetrar en los mecanismos de la biogenética?

Vianna de Carvalho, a través del médium Divaldo Pereira Franco nos dice al res-

pecto, que entre las nobles funciones de la ciencia se encuentra aquella que se encarga de examinar las posibilidades denominadas imposibles, que pueden un día, tornarse factibles , realizables. No obstante, soñar con la creación de hombres y mujeres Xerox, insensibles al dolor, automatistas, sin percepción hacia su realidad existencial, es llevar la aspiración a la condición de pesadilla.

Sin duda, el científico puede intervenir en la constitución genética y perturbar su

desarrollo, generando anomalías en el proceso de su multiplicación. Sin embargo, para que la vida humana se exprese plenamente, es indispensable la presencia del Espíritu cuyo órgano modelador es el periespíritu, que estimula a las células conforme a las ne-cesidades de naturaleza carmica, obedeciendo a la ley moral de causa y efecto.

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Los laboratorios de investigación amplían los campos de estudio diariamente, nuevos descubrimientos contribuyen para que se pueda vivir con más equilibrio y feli-cidad.

Cuando la Ciencia, por medio de sus nobles investigadores, se adueñe de la reali-

dad del Espíritu, comprenderá la necesidad de establecer un código de preservación de la vida, de ese modo, una bioética fundamentada en el respeto y dignificación de la cria-tura humana.

El sueño de lograr una clonación real, copiando seres patronizados, ya es una rea-

lidad; empero, bien distante de conseguir el mismo éxito con relación a la criatura humana, conforme a los moldes que conocemos, en razón de que solo puede acontecer mediante la intervención del Espíritu, sin lo cual tendremos formaciones aberrantes de células que, desprovistas del modelo organizador biológico, jamás repetirán el indivi-duo original. Y aunque la ingeniería genética llegue a conseguir los requisitos indispen-sables para que la vida humana se manifieste, el Espíritu utilizará esa circunstancia y podrá reencarnar, jamás idéntico a otro, en razón de las conquistas que tipifican a cada uno.

Las inserciones periespirituales en la zona física se darán en el ADN, en su estruc-

tura intima, es un campo de energía en su más elevada expresión, exteriorizada por el periespíritu en su función organizadora del cuerpo físico y toda su estructura molecular que, de alguna forma, se constituiría en partículas atómicas.

En los casos de embriones congelados, ya en estado avanzados de desarrollo, los

espíritus no necesariamente estarán ligados a ellos, esperando retomar el proceso para reencarnar, salvo en algunos casos, aquellos Espíritus que burlaron la Ley de la Vida, huyendo de las pruebas por el camino falso del suicidio, que permanecen en semi-hibernación aguardando la oportunidad para recomenzar la experiencia y ese periodo constituye para ellos la expiación que merecen. El desarrollo que ocurre en algunos experimentos es espontaneo, resultado del automatismo biológico, pero que no culmi-nan en éxito.

En la actual coyuntura, el proceso de formación de cuerpos orgánicos perfectos ba-

sados en el código genético humano sin la presencia del Espíritu, valiéndose, solamente de los recursos de laboratorio, Vianna de Carvalho, nos dice que la vida en plenitud solo se manifiesta en la criatura humana a través del Espíritu. La hipótesis de crear un cuer-po sin alma, por más avanzadas que sean las técnicas de laboratorio, permanece impo-sible.

En el actual nivel de evolución de la criatura humana y del planeta terrestre, la re-

encarnación se inicia en el momento de la fecundación, a partir de cuyo instante el pe-riespíritu comienza a imprimir en los genes y cromosomas los equipos que necesita el Espíritu para su evolución. En los estados más avanzados del proceso biológico, ya es-

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tarían definidos diversos programas orgánicos, lo que dificultaría la perfecta identifi-cación del Ser espiritual con los instrumentos que le irán a servir de sustentación.

El periespíritu es el factor fundamental en los procesos de génesis corporal, ya que

es el modelador, sin cuya presencia el Espíritu no lograría imantarse a la organización física para el proceso de la reencarnación, por ser este el primer envoltorio, cuya pro-gramación se da por recursos magnéticos de que está constituido, presentando las ca-racterísticas que reflejan su estado, su evolución.

El periespíritu es el agente modelador de los equipos orgánicos, así como de los

delicados procesos mentales, que nacen de las conquistas del Espíritu. La intervención del periespíritu del reencarnante en la organización genética del

cuerpo después de la fecundación se procesa, desde el momento que el espermatozoide dispara en la Trompa de Falopio, en la ansiosa búsqueda del ovulo, los automatismos periespirituales, a semejanza de los biológicos, dan inicio al modelado envoltorio del que se valdrá el Espíritu para los futuros emprendimientos propuestos por la encarna-ción.

A medida que la mitosis celular se procesa, los elementos genéticos sufren la ac-

ción magnética que de él irradian, de tal forma que los cromosomas se organizan en el molde energético, iniciándose así el procedimiento de la organización celular.

Cada ser reencarna en el grupo social del que tiene necesidad para evolucionar, a

fin de valorizar circunstancias y condiciones específicas para la manifestación de los tesoros que duermen en germen, dentro de sí.

El periespíritu es el encargado de almacenar las conquistas evolutivas, que se ori-

ginan en las acciones del Espíritu sobre la materia en el transcurso de las experiencias pasadas.

El ser humano es, esencialmente, el Espíritu que lo organiza. En consecuencia,

inevitablemente, es el resultado de lo que piensa, de lo que habla, de lo que hace. Su mente es la dinamo generadora de energía, cuya cualidad resulta de los factores

que constituyen sus intereses emocionales, las preferencias intelectuales y morales. Conforme organice las aspiraciones y las exteriorice, las mismas se transforman en fuentes de vida, elaborando las construcciones del bien y del mal que pasan a formar parte de su comportamiento.

En el área de la salud tenemos la respuesta del pensamiento, por tanto, del propio

Espíritu produciendo equilibrio o generando desarmonía que se manifiesta en forma de enfermedad que afecta al cuerpo, a la emoción o al psiquismo, llevándolo a las más va-riadas patologías que resultan de las aspiraciones sustentadas por la mente.

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Cada ser determina la salud o enfermedad, que se exteriorizan cuando las matrices cárnicas facilitan la instalación de los procesos compatibles con las realizaciones que quedaron en el pasado.

La mente equilibrada o la que resuelve su renovación altera los mecanismos afli-

gidos del sufrimiento, modificando los paisajes mortificadores y generando nuevas áreas de armonía, por tanto, de salud.

La mejor receta para una vida saludable en el campo material y espiritual, es la

armonía de la mente que responde por el bienestar espiritual, en consecuencia, de ahí deviene la vida saludable en el campo orgánico. El Equilibrio psicofísico es la gran meta que debe ser alcanzada por el ser humano. Para conseguirlo, es indispensable el cono-cerse a sí mismo como factor preponderante a fin de saber quién es, de donde vino, hacia donde va, pensando y actuando con equidad y justicia, jamás deseando para los otros aquello que no desea para sí mismo, de acuerdo con la directriz del propio Jesús.

En el mundo espiritual el concepto de salud más apropiado para el hombre y que

es tenido como importante en el mundo espiritual, es el que surge de la conciencia del deber rectamente cumplido, teniendo en vista las elevadas aspiraciones de progreso cultivadas, constituyendo la perfecta armonía entre desear y conseguir. Es saludable, todo aquel que actúa correctamente, porque piensa con propósitos elevados y se man-tiene sereno delante de las determinaciones de la Vida.

Tocando ahora el tema de la Ecología, nos referiremos a la destrucción de la Natu-

raleza, un tema que preocupa mucho a la humanidad. Felizmente ya son muchos los que respetan y comprenden la finalidad esencial de

la vida, que es amar a todo y a todos. Por eso mismo, el confort y la sobrevivencia tomaran otros rumbos gracias a los

avances de la ciencia de la moderna tecnología. La utilización irregular del conocimiento tecnológico que viene amenazando la vi-

da, cuando es correctamente aplicado, también puede recomponer el ambiente y re-hacer la Naturaleza, condiciones esas indispensables para que la vida orgánica tenga prosecución y para ello, ya se inician los movimientos ecológicos procurando restable-cer el equilibrio momentáneamente perturbado, trabajando por la armonía del domici-lio terrestre.

La agricultura moderna, con el uso exagerado de maquinas, productos químicos y

hasta con plantas y microorganismos, viene causando impactos nocivos en el medio ambiente y en la salud humana, pero experiencias de laboratorio ya demostraron que es posible conseguir una agricultura viable y productiva, capaz de atender a toda la po-blación de la Tierra, experimentando también otros recursos, como son los grandes vi-

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veros de reproducción de peces, de plantas acuáticas y algas marinas, en la intimidad de lo ríos, de los océanos, de los lagos, casi no explorados…

La principal fuente de energía y que es agotable es el petróleo, y el hombre se pre-

gunta qué energía le sustituirá, a lo que Vianna de Carvalho, a través del médium Dival-do Pereira Franco de que no se dispone de recursos que nos faciliten la tarea exitosa de una previsión de tal naturaleza, definiendo acontecimientos que estarán sujetos a mo-dificaciones. No obstante, se puede concluir que la energía solar, aun poco utilizada por el hombre, substituirá a muchos combustibles que, aunque no se extingan, dejaran de contaminar el medio ambiente. Al mismo tiempo, el control nuclear, superados los ries-gos de la precipitación belicosa, abrirá un campo inagotable, en lo que hace a la energía en sí misma, que auxiliara al progreso de la Humanidad. Igualmente creemos que el mayor conocimiento con respecto a la Ley de gravedad, posibilitará imprevisibles con-tribuciones que serán aplicadas en ese sentido.

Últimamente se efectúa gran daño a la tierra, por el efecto invernadero y la des-

trucción de la capa de ozono, por el despropósito y desacato a las leyes de la ecología establecidas por Dios y reflejadas en el equilibrio de la Naturaleza.

A toda agresión corresponde una reacción equivalente y el mal huso que los hom-

bres han hecho de los recursos naturales, la irreverencia a la vida en todas sus expre-siones han generado consecuencias desastrosas que si no son corregidas y evitadas nuevas embestidas mal sanas, podrán transformarse en fenómenos de dolor y de som-bra para ellos mismos.

La vida es lo que de ella hacemos. De la manera que actuamos con relación a la Tie-

rra, esta nos responderá de manera adecuada. Las grandes catástrofes, pueden destruir pueblos o regiones de la Tierra, y aun-

que el conocimiento tecnológico ha proporcionado a la Humanidad grandes conquistas que vienen disminuyendo el sufrimiento de los pueblos, el planeta Tierra, en sí mismo, proseguirá su proceso de adaptación, de transformación molecular, alterando el clima y la constitución, mediante lo cual pasará de mundo de pruebas y expiaciones hacia mundo de regeneración, no siendo posible, por ahora, evitarlas.

La Ciencia en sus múltiples expresiones, se aproxima lentamente a la realidad

compleja del ser y de la vida. A cada conquista que se opera, es dado un paso más en la dirección de la realidad. A pesar de ese admirable avance, aun el hombre se encuentra muy distante del entendimiento de las intrincadas redes de energía que constituyen el periespíritu y el Espíritu.

Por eso es difícil abordar cuestiones desconocidas con palabras comprometidas.

Se podría decir que hay un sistema holográfico en el periespíritu, que siempre repite el modelo original, toda vez que moralmente es recuperado el campo deteriorado o agre-dido por el ser.

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Así, considerado, ese sistema holográfico, reproducirá pensamiento, ideas, recuer-

dos que proceden del Espíritu a través de su modelo organizador biológico. Las tierras y los lugares sufren las consecuencias de los acontecimientos que allí

ocurrieron, constituyendo, de alguna forma un Carma, una plantación establecida en tierras conquistadas con derramamiento de sangre y empobrecimiento de sus antiguos colonos, al no ser causado ese Carma por ellos mismos y si por las criaturas que lo uti-lizaron, luego que pasa el periodo más crítico esas construcciones negativas son dilui-das por otras mentes y actividades que son desarrollados. La psicosfera perniciosa ce-de lugar a nuevas construcciones mentales, y con el auxilio que les es ofrecido, pueden tornarse apacibles, productivos, ricos de beneficios.

Es de la Ley de la Vida, que el amor cubre la multitud de los pecados. Un día el hombre podrá utilizar las fuerzas espirituales, cósmicas y anímicas, ex-

tensivamente en la agricultura y en la salud humana, vegetal y animal, de hecho en la actualidad ya existen experiencias positivas vividas por personas sensibles que se dedi-can a la producción de alimentos mediante los preciosos recursos de las fuerzas menta-les, dirigidas en el sentido positivo, recurriendo a la oración, a la mentalización, a la bioenergía.

De la misma forma, los recursos psíquicos, biofísicos, encauzados hacia el área de

la salud de todos los seres sensibles, logran resultados admirables, que han sido consta-tados en laboratorio, cuyos resultados pueden ser medidos y demostrados.

El ser humano es, por encima de todo, aquello que sustenta mentalmente. Sus

construcciones mentales son el primer paso hacia la materialización de lo que se convi-no en llamar realidad objetiva.

A medida que el hombre conquista espacio intelecto-moral en sí mismo, adquiere

valor para adentrarse en el profundo conocimiento de la vida extra física, pudiendo re-cibir las revelaciones necesarias para su propia felicidad.

La misión del Espiritismo es libertar al ser humano de los atavismos negativos y

crearles nuevos condicionamientos de naturaleza espiritual, a fin de que supere los propios límites y se eleve en el rumbo infinito.

La sociedad del futuro, que está comenzando en la actualidad, utilizará más los re-

cursos psíquicos que los instrumentos de naturaleza física. Todo desacato a la vida es un crimen que se comete contra sí mismo. Aquel que es

dirigido a la Naturaleza constituye un gravamen terrible, que se transforma en motivo de sufrimiento, enfermedad y angustia, para cuantos se levantan para destruir, particu-

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larmente dominados por la perversidad, por el egoísmo, por el vandalismo, por los in-tereses pecuniarios…

La vida, sin duda alguna, es el resultado de la Mente Divina, que creo todo. De la misma forma, el Espíritu es el agente causante de todos los acontecimientos

en torno de sí mismo. A cada acción practicada le corresponde una reacción equivalen-te.

Si cultivamos ideas ennoblecedoras podremos sintonizar con el Principio Vital y se robustece, ampliando nuestra capacidad de calificación, de perfeccionamiento, de de-sarrollo de los valores que guardamos latentes. Si por el contrario, nos dejamos con-ducir por los malos pensamientos, elaboramos fuerzas destructivas que nos perturban la armonía, llevándonos a estados enfermizos, degradantes.

La psico – neuroinmunología demuestra que, a través de las fijaciones positivas,

optimistas, joviales, nuestro organismo elabora substancias defensivas, que provienen de las fuentes vitales del pensamiento, produciendo inmunoglobulina salivar A (sig A), con posibilidades de prevenir varias infecciones, por la capacidad que poseen esas concentraciones protectoras de defender el organismo. Cuanto más elevados son los sentimientos y las aspiraciones, del individuo que cultiva la alegría de vivir y el bien, más importantes se presentan los niveles de esa referida enzima.

Cuando el ser humano desarrolle ese mecanismo interiormente, es obvio que se

equipará mejor para el enfrentamiento con los agentes destructores y perturbadores de la existencia corpórea.

Las características inmunológicas de cada ser, reflejan las condiciones evolutivas

del Espíritu que es. En el campo de la mediúmnidad sucede algo parecido, en la extraordinaria glándu-

la cerebral existen enzimas y proteínas especiales que facilitan la realización de los fenómenos mediúmnicos, y que responden por las naturales variaciones del trance en-tre los variados sensitivos. Esto se debe a que los diferentes niveles evolutivos de los individuos no son los mismos, resultando en una acción más o menos consciente ejerci-da por el Espíritu sobre la glándula pineal, a través de cuya capacitación energética se produce la recepción del mensaje del comunicante, que siempre ocurre de periespíritu a periespíritu. Esas enzimas, proteínas y algunas cerebrinas se tornan conductoras de la onda mental captada, encaminándola a los núcleos encargados de transformarla en palabras que expresan su contenido.

El hecho no se produce apenas durante los fenómenos de la psicofonía y de la psi-

cografía, sino también ejerce poderosa acción sobre los de naturaleza física y su conse-cuente modelado en el campo de las formas.

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Los seres humanos, gracias al libre albedrio que induce a los pensamientos, pala-bras y actos, resulta la suma de los comportamientos, produciendo las variaciones que tipifican los estados y grados en que se encuentran.

Las energías magnéticas así como las fluídicas utilizadas en los procesos de cura,

producen una neguentropia orgánica, alterando el comportamiento celular para mejor y revitalizando los campos de irradiación de fuerzas.

Esas energías son electromagnéticas procedentes del Espíritu a través de la acción

mental del pasista y constituidas por los elementos morales que las potencializan. Es por eso, que la conducta moral del magnetizador como del pasista espirita es de

relevancia en los procesos de cura de los pacientes que lo buscan. El ser humano es precioso, porque en el transitan los Espíritus que ya alcanzaron

una faja superior de entendimiento de la vida, pese a que, a veces, la apariencia sea al-go perturbadora por las exteriorizaciones que demuestra.

todo en la creación es importante, la extinción de la forma de una especie no des-

truye la psiquis que la animaba. Su desarrollo se procesa pasando a habitar otra expre-sión, en el transcurso de crecimiento para adquirir el estado de Humanidad, que la aguarda en el futuro.

No existe aniquilamiento de la vida en su esencia, en su estructura energética. Las

transformaciones impuestas por el mecanismo de la evolución caracterizan a todos los seres que a ellas son sometidos, desde las especies más simples hasta aquellas que son las primeras manifestaciones de vida inteligente…

En el caso, de la vida de los animales, tenemos entendido que se aprovecha inme-

diatamente el principio que lo anima, y por otro lado nos ha sido revelado que existen animales en el mundo espiritual, y preguntamos si esto es así: ¿Cuál es su estructura y constitución?

Vianna de Carvalho, nos dice lo siguiente: que lo inmediato no significa, necesa-

riamente, después de la muerte de los animales, por cuanto esa psiquis o alma perma-nece algún tiempo en el Más Allá, al servicio de los Espíritus Nobles, que lo utilizan en trabajos apropiados a su condición, en regiones de sufrimiento donde se encuentran los que se comprometieron con el mal. Oportunamente, esas almas son recambiadas al cuerpo somático, siempre en proceso de evolución, sin cualquier solución de continui-dad. Su estructura psíquica está constituida de energía específica, que suavemente da origen al futuro periespíritu, que será el envoltorio del espíritu.

En el caso de los insectos, que son en número infinitos, y que son seres vivos, no

necesariamente, siendo principios inteligentes los que los animan, se humanizaran to-dos. Unos si y otros no.

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¡Todo sirve, todo se encadena en la Naturaleza, desde el átomo primitivo hasta el

arcángel, que también comenzó por ser átomo! ¿Admirable ley de armonía, que el limi-tado espíritu del hombre aún no puede concebir en su conjunto.

Trabajo realizado por Mercedes Cruz Reyes, (Merchita. Miembro fundador del Centro Espirita “Amor Fraterno” de Alcázar de San Juan, Ciudad Real (España) Extraído del li-bro “Actualidad del Pensamiento espírita” de Divaldo Pe-reira Franco, por el Espíritu Vianna de Carvalho.

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DON DE CURAR EN EL ESPIRITISMO

La causa original de las enfermedades que afligen a la humanidad, pertenece

esencialmente al orden psíquico. El hombre continúa sufriendo fuertes golpes contra la salud de su cuerpo físico. El Espiritismo no tiene por finalidad curar las enfermedades del cuerpo. Aunque

coopera en ese sector del orden humano, su objetivo principal es enseñar, orientar y liberar al espíritu de sus debilidades o instintos inferiores hasta alcanzar la “salud mo-ral” la Angelitud. No pretende competir deliberadamente con la medicina del mundo, como presuponen algunos médiums y neófitos espiritas.

Si ese hubiera sido el objetivo esencial, los mentores que orientaron a Allan Kardec

en la codificación de la doctrina le habrían indicado los recursos y métodos técnicos que aseguraran el éxito terapéutico en la lucha contra las enfermedades que afectan a la humanidad.

La espiritualidad inspira y coopera en las actividades terapéuticas utilizando a los

médiums, pero sin la finalidad de deprimir o debilitar la noble profesión de los médicos, cuyos derechos académicos deben prevalecer por encima de las actuaciones de los le-gos.

Por ser la mediúmnidad un fenómeno circunscrito a las causas del plano astral o

invisible, es necesario investigarla en lo más íntimo, traerla a la superficie y considerar-la debidamente, para que luego sirva de orientación a los discípulos y obreros de la Siembra del Maestro.

Cuando la ciencia médica analice el introspectivo del alma, comprobará que ciertas

molestias de carácter virulento son el producto de graves “infecciones morales” exis-tentes en la conciencia de la misma, las cuales, por efecto de repercusión vibratoria, afectan al periespiritu y al cuerpo físico, al que está sujeta.

Aunque son útiles y eficientes los recursos preventivos de las vacunas y la profi-

laxis contra ciertas endemias y epidemias, y benéficos los medicamentos específicos para curar las molestias comunes, la ciencia médica, en su marcha evolutiva recono-cerá el poder curativo de los fluidos magnéticos y consagrará la magnetoterapia como fuente de nuevos recursos en beneficio de la salud.

El periespiritu es el laboratorio invisible que modela a nuestro cuerpo desde el

embrión fetal hasta la completa estructuración física, dado que posee órganos similares al nuestro, pero más sutiles y que desempeñan funciones sumamente delicadas, que en

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definitiva son “moldes o matrices” de los órganos del cuerpo humano, estructurados a su imagen y semejanza.

Si el periespiritu está afectado en alguno de sus órganos por fluidos cáusticos, pro-

venientes de las emociones toxicas del alma, el cuerpo carnal que tuviera que mode-larse en el vientre materno heredará esas deformaciones clasificadas como congénitas.

De esta interdependencia psico orgánica existente, nacen los pensamientos negati-

vos del alma, como el odio, ira, venganza, orgullo, egoísmo y celos que generan fluidos irritantes que se adhieren al periespiritu, formando “postulas” de magnetismo toxico, que además afectan el metabolismo psíquico, perturbando y retardando la evolución espiritual del alma. El periespiritu, agitado por la “fiebre” acentuada por la saturación de los fluidos infecciosos, los vierte hacia el cuerpo carnal; transfusión que se produce mediante el “doble eterico” elemento intermediario que desempeña la función de una especie de “válvula de escape” por donde el alma expurga los residuos tóxicos de las emociones violentas. Estos fluidos corrosivos, una vez transferidos hacia el cuerpo físi-co, producen o se convierten en lesiones mórbidas y virulentas, como son el cáncer, la lepra, la tuberculosis y otras molestias de carácter benigno.

A medida que reencarna sucesivamente se espiritualiza, adquiriendo gradualmen-

te los atributos morales de la santidad, su periespiritu también se diafaniza y los órga-nos que componen su contextura eterico-fisiológica van perdiendo “peso” o densidad eterica.

Los espíritus Benefactores ayudan, a través de la intuición, a los médicos honestos

y piadosos que se dedican a curar a los humanos, los profesionales de la medicina son una legión de misioneros, útiles a la humanidad, pues además de sus funciones comu-nes se dedican a las investigaciones que tienen el objeto curar las enfermedades rebel-des de consecuencias fatales.

El Espiritismo no concursa con los médicos terrícolas, ni pretende sobreponerse a

su capacidad profesional. El alivio, el reajuste psíquico o las curas alcanzadas por medio de la facultad mediúmnica, tienen por objetivo sacudir el ateísmo del enfermo, des-pertándole para atendimiento hacia las enseñanzas de la vida espiritual.

Jesús cuando curaba a los enfermos que iban a buscarlo curaba los “cuerpos” para

después alcanzar “la cura del alma” de cada uno. La mediúmnidad de cura se propone igual finalidad.

Muchos médicos, inconscientes del fenómeno, actúan como verdaderos “médiums”

son hombres conscientes, pues cuando se extingue la vida del paciente sufren, viendo que su empeño en salvarle no ha surgido efecto.

La mediúmnidad de cura mediante el Espiritismo, es una elevada cooperación del

objetivo cristico, condicionada a la evangelización del hombre.

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La función del Espiritismo es la de “curar el espíritu enfermo” siendo un vehículo

beneficioso que instiga al hombre a despertar su conciencia hacia los deberes y respon-sabilidades del espíritu inmortal.

El auxilio de lo Alto no se condiciona únicamente a los espiritas o médiums, sino a

todas las criaturas y dedicados a los objetivos espirituales de orden superior. El médico no necesita ser espiritista para recibir la buena asistencia de los espíritus dedicados a las dolencias de la humanidad.

Los médiums presuntuosos, adversos al estudio, viven rodeados de almas inferio-

res que perturban sus intuiciones, induciéndoles a cometer los peores ridículos y des-aciertos, pues esto no les impide ser antenas vivas que atraen a los espíritus gozadores, perversos o mistificadores, en cambio, los médicos buenos y atentos, reciben constan-temente la cooperación del Espacio.

Criaturas mercenarias usan su facultad mediúmnica para los negocios impuros,

uniendo la práctica de la caridad en la siembra espirita, a la remuneración fácil de la moneda del mundo.

Pese a la protesta de la medicina oficial, por la intromisión del médium o del cu-

randero en su área profesional, fracasa ente los casos de las obsesiones, cuando pre-tende tratarlas por métodos diferentes a la técnica tradicional adoptada por los espiri-tistas y médiums.

Ni el médium, ni el médico lograran eficacia alguna sobre el enfermo que esté con-

denado por la Ley Karmica a abandonar el cuerpo físico en la Tierra. Cuando se pre-sentan esos casos, son inútiles todos los recursos terapéuticos de la medicina, y algunos espíritus desencarnados desaciertan en sus diagnósticos y recetario a través de los médiums curativos.

Delante del sufrimiento correctivo decretado por la Ley de Causa y Efecto no hay la

menor duda, de que fracasarán el médico y el médium, pues el dolor, en ese caso, no es accidente ni enfermedad, sino un recurso disciplinario para que el espíritu retorne a su verdadera ruta espiritual evitando mayores prejuicios para el futuro.

Aunque el Espiritismo no sea un movimiento llamado a competir con la medicina

oficial, corresponde a la promesa bendecida de Cristo, cuando prometió, el envió del Consolador en el momento oportuno para curar a los enfermos de Espíritu, aunque eso se consiga curando primero el cuerpo físico

La cura mediúmnica y excepcional termina demostrando el poder de los espíritus

desencarnados que actúan con el mundo material, cuando vitalizan células, corrigen disturbios nerviosos, desenvuelven músculos atrofiados, eliminan infecciones y hasta devuelven el raciocinio a las personas alineados beneficiados sienten la responsabili-

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dad espiritual pesándole en los hombros, exigiéndoles mayor comprensión moral de sus deberes humanos en el contacto diario con la humanidad.

Los espiritas siempre bendicen el sufrimiento y el dolor, reconociendo que la en-

fermedad los conduce a la sombra amiga y confortadora de la doctrina espirita, tonifi-cando notablemente la personalidad humana, por el tratamiento sencillo del agua flui-dificada, del pase mediúmnico o por la receta de los desencarnados.

Los mentores espirituales inciden en el recetario mediúmnico bajo el patrocinio

del Espiritismo, a pesar de las recetas inocuas o anímicas, producto de la precipitación o ignorancia de los médiums incipientes. El bien espiritual conseguido por el servicio benefactor del recetario mediúmnico, supera satisfactoriamente las equivocaciones e imprudencias de un mediumnismo de urgencia, preocupado solamente por la cura del cuerpo físico, antes que por la salud del espíritu inmortal.

Los hechos prueban que es inútil la movilización de los más espectaculares y

avanzados recursos de la terapéutica del mundo, si el hombre no es merecedor de la salud física, pues si la medicina ha prolongado la vida, no puede vencer la muerte.

Las criaturas mansas de corazón y bondadosas que sufren de cáncer, no son más

que almas que delinquieron en el pasado y actualmente se encuentran en trance de pu-rificación espiritual.

Desgraciadamente, la tierra jamás puede protestar contra su sufrimiento redentor,

pues desde su infancia sabe que las virtudes pertenecen al mundo angélico, y los peca-dos, al reino instintivo animal.

El hombre, en sus momentos de subversión espiritual y conforme al pecado que lo

domina, alimenta un tipo específico de virus, generando determinada enfermedad que la medicina después clasifica en la tabla patológica, conforme a las características etiológicas y a la virulencia identificada. La cólera, la irascibilidad, violencia mental o emotiva, producen el campo fluidito mórbido para nutrir y manifestar las afecciones cutáneas o eczemas ticas; las maledicencias, la calumnia o la magia mental, verbal, o física, generan tóxicos responsables de la vida de los ultravirus que producen la moles-tia Karmica de “prejuicio al prójimo” conocido como cáncer. Del mismo modo, la indife-rencia, la egolatría, o el egoísmo, ponen en movimiento los fluidos perniciosos que más tarde abonan el terreno orgánico del hombre y lo predispone para las enfermedades contagiosas, como la tuberculosis.

El enfermo contagioso es normal que esté obligado a aislarse de la familia y de las

relaciones comunes y también del público, debiendo someterse a tratamientos especia-les en los instituciones apropiadas y que lo apartan de convivir peligrosamente con el prójimo. Así recoge los efectos generados por su egoísmo y egolatría en vidas pasadas cuando siendo sano, y en posesión de sus facultades normales, decidió dedicarse con excesivo amor a su propio bien, sin importarle los problemas aflictivos del prójimo. De

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acuerdo con la Ley Karmica que establece que “el hombre cosecha conforme a su siem-bra”, el enfermo contagioso, aislado de sus relaciones con el resto del mundo, es el espíritu egocéntrico y frió que en el pasado vivía solamente para sí mismo. El efecto enfermizo de hoy es el resultado de la causa censurable del pasado, y así, hoy vive obli-gatoriamente en la misma condición generada otrora por su libre voluntad, pero en obediencia a la Ley del Amor y la Fraternidad, que le permite rescatar su debito peca-minoso.

Las personas de mejor graduación espiritual o que se hayan al fin de sus pruebas

kármicas dolorosas, debido a expurgaciones anteriores, en la actualidad, son elegidas y beneficiadas por la homeopatía, irradiaciones fluídicas, pases mediúmnicos o agua flui-dificada liberadas de la medicina, que produce reacciones toxicas. Por eso hay tanta decepción y variedad con respecto al éxito de los tratamientos para los hombres en la tierra, pues la terapéutica salvadora par determinada criatura, es completamente ino-cua, cuando se aplica a otro enfermo de las mismas condiciones físicas.

El recetario alopático ofrece serios peligros, y no es aconsejable para los médiums

intuitivos, que no posean el más mínimo conocimiento farmacéutica que le permita prever las reacciones toxicas de los medicamentos par el cuerpo humano.

El médium intuitivo recetita, que prescribe homeopáticamente, debe saber, cuales

son los medicamentos antídotos, complementarios o incompatibles, clasificados cientí-ficamente por la farmacología homeopática. Debe familiarizarse con los métodos apro-piados para el tratamiento de las dosis infinitesimales, como también con los tipos más indicados para los casos agudos o crónicos. La homeopatía ejerce una acción pronun-ciada en el periespiritu, por eso las mezclas de medicamentos, neutralizan la cualidad terapéutica. Por ignorar los preceptos más comunes de la medicina homeopática, cier-tos espíritus incipientes juzgan que recetando simplemente media docena de medica-mentos homeopáticos mezclados en el mismo frasco, bastará para que uno de ellos produzca el milagro esperado. Ignoran que las leyes sutilísimas que rigen la acción homeopática en el cuerpo humano, no aceptan la mezcla de ciertas dosis que son antí-dotos, incompatibles o neutras entre si.

Las altas dosis de receta médica, por su acción atómica y profunda en la contextu-

ra del periespiritu, desprenden las toxinas que se encuentran adheridas y después con-vergen hacia el cuerpo físico, exigiendo la ayuda de la baja dinamización, para que se efectúe el drenamiento por las vías emuntorios.

El homeopático es un medicamento energético capaz de actuar en los intersticios

atómicos y etéreo-astrales del periespiritu, por eso puede tranquilizar los tempera-mentos excitados, eterizando los residuos mórbidos que oprimen el psiquismo de los enfermos. Al mismo tiempo que revitaliza todos los centros energéticos del cuerpo físi-co y del “doble eterico” accionando los “chacras” y despertando el tonos vital de los plexos nerviosos – su acción es profunda penetrante, y expurgadora de las toxinas que forman el residual de la mente, cuando esta se descontrola. Las altas dosis, actúan en lo

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íntimo del ser, desalojando las impurezas o combustible usado por el espíritu, y que queda adherido a su delicada tesitura peri espiritual.

El agua fluidificada es la medicina ideal para los espiritas y médiums recetistas,

pues aunque sea destinada a fines terapéuticos, su aplicación no debe ser censurada por los médicos, dado que no infringe las leyes del Código penal del mundo, y su pres-cripción no hace parte de la práctica ilegal de la medicina.

Cuando el agua es fluidificada por los médiums o personas de físico y psiquismo

sano, se potencializa extraordinariamente en su energía eterica natural, volviéndose un medicamento saludable, capaz de revitalizar los órganos físicos debilitados y restable-cer las funciones orgánicas desarmonizadas. El agua es un elemento energético y op-timo vehículo para transmitir fluidos bienhechores al organismo humano. Es sensible a los principios radiactivos emanados del Sol y al magnetismo áurico del periespiritu humano.

Si el individuo que debe fluidificar el agua está enfermo, debilitado, o su mente se

encuentra en efervescencia, o bajo el influjo de emociones nocivas, en ese caso, el agua se transformara en un elemento deletéreo.

No quiere decir esto que el donador de fluidos deba ser un santo, sino un espíritu

que tenga “buena salud”. El agua fluidificada es un medicamento eficaz exceptuado de los tóxicos de drogas y producto de la farmacología moderna, que muchas veces, son fabricados por industriales, que en su avidez por mayores lucros, no atienden a las co-rrectas características de las formulas.

Los médiums poderosos y de sana vitalidad, alcanza el “guaritun” energético y

bienhechor de la homeopatía en su 100,000 dinamización infinitesimal, esto no es fre-cuente, pero sucede a veces.

Los médiums vegetarianos, sin vicios deprimentes y liberados de las pasiones es-

clavizadoras, son capaces de producir curas prodigiosas por el empleo de agua fluidifi-cada, lo que, a su vez es superactivaza por las energías movilizadas por los espíritus desencarnados en el servicio de ayuda a los encarnados.

No es suficiente que los médiums fluidifiquen el agua, suministren pases o recep-

cionen recetas para que se logren resultados positivos. Necesitan mejorar su salud físi-ca y sanar sus desequilibrios morales.

Todas las molestias físicas ceden con suma facilidad al tratamiento medicinal o

psíquico, siempre que el enfermo se disponga y esfuerce en espiritualizarse, en el sen-tido de mejorar su conducta particular y social, pues ningún tratamiento es más eficien-te que el remedio bendecido y prescripto por el Evangelio de Jesús. La evangelización del espíritu enfermo no siempre llega a tiempo para curarle el cuerpo físico, que está saturado de venenos psíquicos generados en vidas pasadas y en la existencia actual.

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Aun así, su anhelo espiritual por evangelizarse, le proporciona cierto alivio en la

vida más Allá de la Sepultura después de su desencarnación; y es una credencial para que en el futuro le sea ofrecida una reencarnación más saludable.

Por todo lo expuesto, se deduce que la salud física depende mucho de la “salud es-

piritual”. Esto es porque el auto evangelización, aunque no produzca una cura milagro-sa, dará sensibles mejoras porque el enfermo deja de generar y verter los venenos psíquicos que anteriormente le agravaban la enfermedad.

Cuando los pasistas, curanderos o médiums son abnegados y desprendidos de los

intereses mercenarios, también gozan de la asistencia de los buenos espíritus, que los ayudan a lograr éxitos en sus tareas con los enfermos del cuerpo y del alma.

El médium no debe olvidar que su facultad es un medio para renovarse espiri-

tualmente, por eso no debe especular de ninguna manera. La ley Karmica, a pesar de su función rectificadora, tiene una acción educativa, ella

favorece al espíritu para el rescate de sus débitos pasados, sino que también lo sitúa en la carne en las condiciones de evitarle nuevos desatinos, gracias a la reducción en sus bienes en el cuerpo físico, la Ley que es muy sabia, le reduce los valores que en el ayer le llevaron a hacer un mal uso.

Cuando enfrenta duras dificultades económicas y se entristece por no poder sus-

tentar a la familia, vemos al médico negligente, que en su vida anterior hacia del dolor ajeno un lamentable negocio para su enriquecimiento condenable. La ley lo hace volver al mismo mundo donde cometió los deslices y le sobrecarga de obligaciones en el seno del espiritualismo.

Debiendo ejercer la mediúmnidad gratuitamente, en pago a las deudas pasadas, no

debe cobrar absolutamente nada, ni recibir atenciones materiales que significan agra-decimientos por la cura realizada.

Muchas personas de palabra fácil, raciocinio sensato y sentimientos altruistas,

considerando que todos somos médiums, producen más beneficios al prójimo que cier-tos médiums negligentes que trabajan en un servicio oficial bajo la égida del Espiritis-mo.

Allan Kardec advierte constantemente en sus obras fundamentales del Espiritismo,

la responsabilidad del médium mercenario en el ejercicio de su facultad, aunque esté necesitado. El dio ejemplo de su advertencia, renunciando a todos los derechos de autor de sus obras a favor del bien colectivo, también demostró profunda discordancia con aquellos que pretenden explotar los valores de lo Alto.

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El médium debe cumplir con sus obligaciones junto a la familia, pues es su princi-pal compromiso asumido en el Espacio antes de reencarnar. El hogar, el vestido, el ali-mento y la educación de la prole representan la primera responsabilidad del médium.

Aunque la mediúmnidad sea una gracia concedida por lo Alto a los espíritus erra-

dos, deben ejercerla con ánimo y dignidad, pero sin el holocausto de la familia, que son obligaciones esenciales de la vida humana.

Los espíritus superiores no sobrecargan a los médiums más allá de su necesidad;

jamás lo obligan a sacrificar a la familia para atender el servicio mediúmnico, solamente les permiten servirse del tiempo disponible para aprovecharlo a su favor. Por eso algu-nos médiums prefieren mantenerse solteros en el mundo carnal, con el fin de ejercer con más eficiencia la severa responsabilidad de su redención espiritual mediante el ejercicio de la facultad mediúmnica.

El médium enfermo no debe dar pases pues en vez de transmitir fluidos terapéuti-

cos o vitalizantes, termina por agotar las energías ajenas, en beneficio de su equilibrio vital.

El médium enfermo, despreocupado o irresponsable, contamina, sin poderlo evi-tar, a sus pacientes con los gérmenes nocivos del cual es portador.

Los médiums prudentes y sensatos, aunque eviten dar pases, practicar el soplo

magnético de fluidificar el agua porque están enfermos, pueden transmitir el consejo espiritual benefactor, el estimulo que levanta el ánimo de aquellos que se encuentran moralmente abatidos.

No basta el pedido a lo Alto y el deseo sincero del médium de servir al prójimo, pa-

ra ser verdaderamente asistido. Es necesario esforzarse en modificar los malos pensa-mientos, y abandonar las costumbres viciosas, a fin de ser apto para captar los fluidos transmitidos desde el mundo espiritual.

El médium cuando está enfermo, debe contentarse con ser el intérprete fiel de los

consejos e intenciones superiores para transmitirlas a sus compañeros menos esclare-cidos, orientándolos en los caminos difíciles de la vida humana.

El mantenimiento del equilibrio psíquico y emocional es de fundamental impor-

tancia para la sustentación de la salud. El visualizarse saludable y cultivar pensamientos optimistas, cimentado en el

amor, en la acción dignificante, en la esperanza. Liberar todo residuo mental, que pueda significar una fuente de intoxicación y es-

timulo a las vidas microbianas perturbadoras, conservando la paz intima.

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Si la enfermedad nos visita, aprovechemos su presencia para hacer reflexiones va-liosas en torno a nuestro comportamiento y a la programación de las actividades.

Pensemos en la salud y deseémosla ardientemente, sin imposiciones, sin presio-

nes, pero con noble intención. Elaboremos planes para estar saludables y ser útiles; imaginemos que ya nos

hemos recuperado y estamos desempeñando en la convivencia familiar y social como un instrumento valioso dentro de la comunidad.

Vinculemos a la Fuente Generosa de donde fluyen todas las fuerzas, y absorbamos

de ella recursos necesarios para recuperar el equilibrio. Volvamos a abastecer nuestra casa mental con pensamientos de paz, de compa-

sión, de solidaridad, de perdón y ternura; y comprometamosno emocionalmente con la Vida, a fin de que nos sintamos integrados en ella, conscientes y felices.

La enfermedad en cualquier circunstancia, es una prueba bendita, excepto cuando,

el ser mutiladora, alienante o limitadora, constituye una expiación oportuna de la que las Soberanas Leyes se valen para auxiliar a los transgresores que, de un modo u otro, somos todos nosotros.

Si estamos sanos, aprovechemos la oportunidad para preservarnos, produciendo

más y mejor. Si estamos enfermos, agradezcamos a Dios y ampliemos los horizontes mentales en el amor para recuperarnos, hoy y más tarde, y prosigamos la marcha en paz y confiados.

Trabajo elaborado por Merchita. Tra-bajo extraído de diversos libros y del libro Momentos de Salud de (Divaldo Pereira Franco).

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PROTECCIÓN PARA LAS INFLUENCIAS NEGATIVAS

Cada uno tiene su mundo, su propio clima de fuerzas buenas o malas, y su propio circulo de entidades desencarnadas.

Estando la sociedad del Mundo Espiritual constituida por aquellos que vivieron en

la Tierra, aquí como allí, no faltan los ociosos, las mentes viciadas, los parásitos, los perseguidores inveterados, los crueles obsesores, los infelices de todas clases, que de-ambulan solitarios o en grupos, aislados en sí mismos o en colonias perniciosas, bus-cando presas irresponsables e inconscientes para efectuar el comercio de la vampiriza-ción.

En todas las circunstancias de la vida en que las expresiones antagónicas del des-

orden íntimo provocan tormentos, vínculos psíquicos con los desencarnados, conscien-tes o turbados por el trance de la muerte, generalmente, promueven largos procesos obsesivos y causan infelices estados de perturbación que son capaces de llevar a la de-lincuencia a la locura. La esfera de los llamados muertos siempre ha influido podero-samente en la actividad mental de los llamados vivos. Al penetrarse recíprocamente los dos continentes de la vida: el físico y el espiritual, es muy difícil establecer el marco divisorio, capaz de definir con precisión donde uno empieza y otro termina. Por eso, muerte es vida, y vida en el cuerpo no deja de ser muerte…

Los malos espíritus, pululan en la Tierra, por la inferioridad moral de sus habitan-

tes. La acción maléfica de esos Espíritus es parte integrante de los flagelos con que la Humanidad se ve abrazada en este mundo. La obsesión que es uno de los efectos de semejante acción, así como las enfermedades y todas las tribulaciones de la vida, debe ser considerada como probación o expiación, y aceptada como tal.

Allan Kardec con los elocuentes testimonios de la inmortalidad del alma, de la co-

municabilidad de los Espíritus, de la reencarnación y de las obsesiones, fue el que pre-sento una terapéutica conveniente para ser aplicada en las influencias malignas de los espíritus ignorantes. A partir de la publicación de “El Libro de los Médiums” en enero de 1861, en Paris, se presenta todo un conjunto de reglas un notable esquema de las facultades mediúmnicos, y un seguro estudio del Espíritu en sus diversas facetas, que culmina con el examen de las manifestaciones espiritas, de la organización de Socie-dades y de conferencias de los Espíritus Elevados, que trazaron rutas de seguridad pa-ra los que ingresen en la investigación racional de los fenómenos mediúmnicos.

La Codificación Kardeciana, monumento granítico levantado para los siglos veni-

deros no resolvió el “problema del hombre”, puesto que solo al hombre le corresponde hacerlo. Sin embargo, le ofrece bases y direcciones seguras para que tenga una vida fe-liz, ética y socialmente armoniosa en la familia y en la comunidad donde fue llamado a vivir.

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La misión primordial de la Doctrina Espirita es el despertar al hombre para su na-turaleza especialmente espiritual, ayudándolo a convivir con su mundo de apariencias y el de los seres del mundo invisible, que ejercen sobre nosotros una acción muy fuer-te capaz de influir profundamente en nuestra vitalidad, en nuestro libre albedrio y has-ta en nuestro destino, próximo o remoto.

El Espiritismo está destinado a liberar al hombre encarnado de la acción del medio

que lo rodea, de modo que pueda determinarse, concientizarse de sí mismo y actuar bajo el comando de su libre albedrio. En una palabra, a mejorarse interiormente.

En el plano físico, el hombre se mueve oprimido por los intereses de sus semejan-

tes, desde el núcleo familiar, que le exige renuncias constantes de sí mismo para que pueda convivir razonablemente con las personas que lo rodean.

Aquí en el plano físico el hombre domina la situación, pudiendo aceptar o no hacer

las cosas. El proceso es abierto, las personas pueden ser analizadas, detectadas, inclu-so sentidas en su acción y puede decirse que nada ocurre, con su desconocimiento cuando se trata de una acción directa sobre su persona.

Sin embargo en el plano invisible o espiritual la cosa es bien diferente, nuestros

sentidos no penetran en ese mundo esencial, y todo lo que pasa en él, no pasa por nuestro conocimiento. La acción de los Espíritus sobre los encarnados, en el diario vi-vir del ser humano, es desconocido por este, porque no puede ver, ni oír, ni sentir a los seres despojados del envoltorio carnal que nos aísla del mundo normal y primitivo.

Los malos espíritus explotan a los encarnados, pues tienen acceso, en todos los

sentidos. Es muy importante la organización de una defensa para impedir la acción de esas mentes ocultas y perversas, para no caer bajo su dominio, lo cual es mucho más fácil de lo que se piensa.

Allan Kardec, en la cuestión 459 de El Libro de los Espíritus pregunto: ¿Influyen los

Espíritus en los pensamientos y acciones de los encarnados? Y los Espíritus contesta-ron que su influencia es mayor de lo que pensamos, pues la mayoría de las veces son ellos los que nos dirigen.

El interés que mueve a los Espíritus inferiores a dominar la mente de los encar-

nados y conducirlos por los caminos que ellos desean llevarlos es a semejanza de la de los hombres, su interés es la satisfacción de sus instintos y de su orgullo.

Los espíritus ignorantes, situados en los planos inferiores de la otra vida, en ca-

vernas, absorben las energías de los encarnados y les vampirizan la vida como si fuesen lampreas insaciables en el océano del oxigeno terrestre. Suspiran por el retorno al cuerpo físico, y persiguen las emociones del campo carnal con el desvarío de los sedien-tos en el desierto, absorbiendo reservas de fuerza de los seres encarnados que les dan calor, desprevenidos del conocimiento superior. Pues en el fondo, las bases económicas

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de toda esa gente, residen, aun, en la esfera de los hombres comunes, y por esto, de-fienden apasionadamente, el sistema de robo psíquico dentro del cual se sustenta, junto a las comunidades en la Tierra.

Es conveniente tomar conciencia de ese flagelo que atormenta a la humanidad,

para encontrar métodos adecuados con el fin de despertarlas sobre el peligro que co-rren cuando tienen la mente desprevenida y el corazón cerrado dentro de sí mismos, cuando se dejan atrapar en esas trampas de las sombras.

Sin asustar a las personas, es necesario mostrar con las tintas de la realidad, cuan-

tas y cuantas vampirizaciones y agresiones brutales son usadas en esas acciones ne-fastas de las sombras.

Pero, si el conocimiento de la materia está con nosotros, si el Espiritismo desde el

inicio, se confiesa consciente de ese intercambio indeseable, si tenemos más de 150 años de estudios e investigaciones ¿Qué nos falta para enseñar a las personas, como analizar su pensamiento para identificarlo, y como defenderse de cualquier intromisión indebida de los seres desencarnados?

Sabemos que todos los viciados, toxicómanos, alcohólatras, etc., etc., son víctimas

de ese asedio, sin excepción. Si tuviesen conocimiento anterior de ese intercambio, tal vez resistiesen y usasen la razón para rechazar una profundidad mayor de la depen-dencia, la subyugación impuesta por los Espíritus viciosos que comparten sus emocio-nes y sensaciones groseras.

¡Cuántos hogares se desintegran bajo la intriga mental de Espíritus malhechores

entre los familiares incautos! Cuantas persona enferman e incluso desencarnan, bajo la acción magnética de

mentes perversas, que ejecutan venganzas, o actúan para su propia satisfacción! Ha llegado la hora de una cruzada esclarecedora en cuanto al intercambio entre

los mundos visible e invisible, y son los espiritas los que pueden hacerla. La Doctrina Espirita posee antídotos, terapias especiales para tan calamitoso mal

de la obsesión. Repitiendo las enseñanzas de Jesús, distiende lecciones y rumbos pa-ra aquellos que se acercan a sus fuentes vitales.

El mundo de los encarnados y desencarnados se interpenetran, ya que entre am-

bos no hay barreras que los separen ni fronteras reales definidas. Las orientaciones y socorros en su gran mayoría proceden del Mundo espiritual,

obtenidos en sesiones realizadas con la participación de diversos miembros de la Unión Espírita Bahiana, presidida por José Petitinga, el amigo incondicional de Cristo. Es gracias a él que en el plano físico, se consiguió en cierto modo, acompañar las dis-

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posiciones socorristas dedicadas a miembros envueltos en tramas de la obsesión, y es estudiando esta laboriosa tarea, que intentaremos extraer los conocimientos, para des-arrollar el tema de esta conferencia, que no es otra, que desarrollar la protección que podemos utilizar para preservarnos de las influencias negativas.

Todos los apuntes necesarios, se obtuvieron, con la valiosa cooperación de Peti-

tinga y de las Entidades Superiores que ayudaron en aquel intento, que fue un corona-do éxito merced a la Divina Misericordia.

Los nobles luchadores de la mediúmnidad, los infatigables servidores de las tareas

de desobsesión, se dedican a los trabajos de socorro a los hermanos atribulados de ambos lados de la vida, cooperando con Cristo en la implantación de un Mundo Mejor al que todos aspiramos.

Incesantemente los Espíritus ejercen su acción sobre el mundo moral y físico, act-

úan sobre la materia y sobre el pensamiento y constituyen una de las potencias de la naturaleza, con ello una multitud de fenómenos se efectúan que son explicados racio-nalmente por el Espiritismo. Constantemente los hombres nos relacionan con los espí-ritus, los buenos nos impulsan hacia el bien, nos sustentan en las pruebas de la vida y nos ayudan a soportarlas con coraje y resignación. Los malos nos incentivan al mal: les produce gozo vernos sucumbir y asemejarnos a ellos.

Allan Kardec invitado a participar en la lid de la cultura y de la información, empu-

ñando el bisturí de la investigación, esclareció, con una Filosofía Científica – El Espiri-tismo -, extraída de hechos debidamente comprobados, los misterios del oscurantismo, ofreciendo una terapéutica segura para las alineaciones torturantes, repitiendo las ex-periencias de Jesucristo junto a los endemoniados y enfermos de todo orden.

Clasificó como obsesión, a la gran mayoría de los disturbios psíquicos y elaboró

procesos de recuperación del obsesado, estudiando a la luz de las reencarnaciones las causas anteriores de las aflicciones, valiéndose de un lenguaje condicente con la razón y experimentalmente demostrable.

La Codificación Kardeciano, monumento granítico levantado por los siglos venide-

ros no resolvió el “problema del hombre”, puesto que solo al hombre le corresponde hacerlo. Sin embargo si ofrece las bases y direcciones seguras para que tenga una vida feliz, ética y socialmente armoniosa en la familia, en la comunidad donde fue llamado a vivir.

Con el advenimiento de la moderna Parapsicología, nuevos sucedáneos han sido creados para el espíritu inmortal y mientras los investigadores se demoran ante el problema de la designación nominativa que inspira debates y controversias, la Doctri-na Espirita, aleccionando el amor y la fraternidad, el estudio y el conocimiento de la vida bajo la inspiración de los Inmortales, dilata los brazos y libera de los tejidos vigo-rosos de la obsesión, a aquellos que por imprevisión o probación, se dejaron arrastrar a los oscuros precipicios de la anarquía mental, perturbados o subyugados por fuerzas

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vengativas de la Erraticidad, prescribiendo las mismas directrices morales insertas en el Evangelio de Jesucristo, vivido en espíritu y Verdad.

EL Codificador afirmó que “el conocimiento del Espiritismo”, lejos de facilitar el

predominio de los malos Espíritus, tendrá como resultado, a más corto u largo tiempo, cuando sea conocido por toda la Humanidad, el destruimiento de ese predominio, el de la obsesión, dando los medios de ponerse en guardia de las sugestiones de ellos. El se valió en innumerables veces, pese a ser un conocedor del Magnetismo, de diversos métodos de la Doctrina espirita para liberarlos con seguridad, a través de la moraliza-ción del Espíritu perturbador y del sensitivo perturbado.

La Obsesión según Allan Kardec, es el dominio que algunos Espíritus logran adqui-

rir sobre ciertas personas. Es practicado siempre por espíritus inferiores que tratan de dominar, pues los buenos espíritus no infligen ningún constreñimiento, estos aconse-jan, combaten las influencias de los malos espíritus y si no son escuchados, se retiran.

Los Espíritus son las almas de los hombres, y desde todos los tiempos ellos ejer-

cieron influencia saludable o perniciosa sobre la Humanidad. La facultad mediúmnica no es más que el medio para manifestarse. A falta de esa facultad, lo hacen por otras mil maneras más o menos ocultas”.

“Los medios de combatir la obsesión, aclara Allan Kardec, varían de acuerdo con

el carácter que ella reviste”. Y elucida: “Las imperfecciones morales del obsesado cons-tituyen frecuentemente, un obstáculo para su liberación”.

Aun hoy en día, la obsesión continúa siendo un escollo terrible para la paz y sere-

nidad de la criatura humana. Los orígenes de la obsesión están en los pliegues del espí-ritu encarnado, hay obsesiones en escala infinita, y los obsesados consecuentemente, son de variedad infinita. La etiopatogenia de tales disturbios mentales, es más amplia que la clásicamente presentada, mereciéndose destacarse la denominación de causa carmica.

Viajero de la Eternidad, el espíritu conduce los gérmenes cármicos que posibili-

tan la convivencia con los desafectos del pasado, ofreciendo una nefasta comunión. El odio no es solo el factor causante de la obsesión, ni tampoco es solo en la Tierra

donde se localiza la obsesión, más allá de la sepultura, en las regiones dolorosas y aflic-tivas de imperioso reajustes , de impostergables despertar de conciencias, se enfrentan muchos verdugos y víctimas, donde comienzan las prosecuciones y subyugaciones psíquicas.

La obsesión bajo cualquier modalidad que se presente, es una enfermedad de largo

curso que exige una terapia especializada de segura aplicación y de resultados que no es posible lograr apresuradamente.

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Po tanto, los tratamientos de la obsesión son complejos, imponiendo una elevada dosis de renunciación y abnegación por parte de aquellos que se ofrecen o se dedican a tal menester.

Existe una fuerza capaz de producir resultados junto a los perseguidos encarnados

o desencarnados, conscientes o inconscientes: la que deriva de la conducta moral al principio el obsesor no se da cuenta de ella; sin embargo al correr del tiempo, los testi-monios de elevación moral que ofrece, confirmando la nobleza de la fe que procesa el servidor de Cristo, termina por convencer al verdugo de la elevación de principios de que se revisten los actos de su adoctrinador, acabando muchas veces, por dejar libre a aquel que lo afligía. Además de la ejemplificación cristiana, la oración consigue colmar las ulceras morales de los asistidos, conduciendo bendiciones de armonía que apaci-guan al desequilibrado, calmando en él la sed y la necesidad de paz.

No siempre se obtienen los resultados deseados, el tiempo, para la mayoría de los

Espíritus, tiene poca significación. Persisten obstinados y con tenacidad implacable en los propósitos a los que se entregaron durante años, siguiendo es sus propósitos hasta después de la muerte, esto es, porque en los tratamientos de obsesión, el resultado de-pende del paciente. Este debe esforzarse de inmediato, desde el principio del trata-miento de desobsesión, a modificar radicalmente su comportamiento, procurando ejercitar la práctica de las virtudes cristianas, y principalmente, moralizándose. La mo-ralización del enfermo es esencial, considerando que al moralizarse, demuestra a su enemigo la eficiencia de las mejoras que ofrecen tal cambio de actitud para conseguir la felicidad.

Esta asistencia a veces es prolongada, pero siempre los Espíritus Superiores inte-

resados en el progreso de la Humanidad, ofrecen también, valiosos recursos que consti-tuyen elementos saludables y preciosos.

Sin tal amparo, toda incursión que se intente en el ministerio de la desobsesión,

será improductiva y también peligrosa, por los resultados negativos que presenta. Un espíritu luchador, debidamente preparado para efectuar la experiencia soco-

rrista a los obsesados, es una dinamo potente que genera energía electromagnética, que al ser aplicada mediante los pases produce distonía y desequilibrios en el huésped indeseable, apartándolo y facultando en el enfermo la liberación mental necesaria para lograr una asepsia de carácter moral, reeducando la voluntad y meditando en oración un verdadero programa evangélico bien disciplinado, que en forma lenta pero segura, edifique una ciudadela moral de defensa en torno así.

Jesús frente a determinados perseguidores desencarnados afirmo: “contra esta

clase de espíritus, solo la oración y el ayuno”, y después de atender las aflicciones de cada atormentado que Lo buscaba, prescribía, invariable e incisivo: “No vuelvas a pecar, para que no te suceda algo peor”.

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Generalmente desatendiendo los valores morales y espirituales, el obsesado pier-de valiosas defensas en el alma un baluarte de difícil transposición. El Espiritismo, de-dicándose al estudio de “naturaleza de los Espíritus” posee los anticuerpos y sucedá-neos eficaces para operar la liberación del enfermo, aunque sabemos que depende esta liberación del propio enfermo, como en todos los procesos patológicos atendidos por las diversas terapéuticas médicas.

Siendo el obsesado un transgresor, un deudor, es imprescindible que se predis-

ponga a la labor edificante para concretar su rescate frente a la Conciencia Universal, actuando de manera positiva, para atender a las sagradas imposiciones de la armonía establecida por el Excelso Legislador.

A pesar de los deseos de resarcirse moralmente el paciente, es imperioso que la

renovación intima con sincera devoción hacia el bien, le confieran los títulos de amor y del trabajo, de forma a poder testimoniar su real modificación en relación a su conduc-ta pasada, ofreciendo al acompañante desencarnado, su propia iluminación.

En este sentido, la intervención del auxilio fraterno efectuada por otros corazones

dedicados a la práctica de la caridad, es muy valiosa, puesto que ofrece al desencarnado la oportunidad de adquirir conocimientos a través de la psicofonía atormentada, de la cual puede extraer fuerzas para aprender, meditar, perdonar, olvidar…

Sin embargo, no es fácil, tal emprendimiento, dentro de los moldes necesarios. Son

pocos los núcleos que se encuentran en condiciones, para atender la desobsesión, si te-nemos en cuenta la tarea a desarrollar dentro de sus cuadros complejos….

En la desobsesión, la cirugía espiritual es necesaria, cuando no imprescindible, pa-

ra alcanzar los resultados requeridos. Además de estos trabajos, existen otros que exi-gen abnegación y sacrificio por parte de los cooperadores encarnados, con entrega na-tural de amplia escala del valioso esfuerzo moral, para poder manipular las mínimas condiciones psicoterápicas en el recinto de socorro, a favor de los desvariados que hay que atender…

En este particular, la oración igualmente, y tal como la preconiza Allan Kardec “es

el más poderoso medio de que se dispone para remover de sus propósitos maléficos al obsesor”. No siempre la oración es requerimiento, petición. Es también, lenitivo, reno-vación. No siempre tiene el objetivo de atenuar el dolor, y si comprenderlo, consecuen-temente, lenificando el alma, además es vehículo, interfono para la comunión con Dios…

Por eso, cualquier operación socorrista a la que seamos llamados, observemos la

disposición moral de nuestro propio espíritu y oremos, elevando el pensamiento en busca de Jesús, para pedirle que nos facilite el concurso de los Buenos Espíritus, por medio de los cuales y solamente así, podremos ofrecer algo a favor de unos y otros: Ob-sesores y obsesados.

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Examinando y sondeando el mundo interior constantemente, el enfermo, no se

sorprenderá de un momento para otro con la mente en desaliño, atendiendo a las solici-tudes de los desencarnados que le siguen desde el ayer, perturbados e infelices, procu-rando enloquecidos “hacer justicia con sus propias manos” transformados en verdugos de su serenidad.

Trabajando en el bien con esfuerzo y perseverancia, para que el ejemplo propio y

la lucha cancele la deuda – enfermedad que te martiriza_ se liberara de la dura prueba, antes de que deba continuar afligido, por la senda dolorosa… y purificadora.

En cualquier circunstancia, corresponde al noble ejercicio de la mediúmnidad bajo

la advocación de Jesús, y a la sublime labor desarrollada en las sesiones serias de desobsesión, el indeclinable menester de auxiliar a los que padecen obsesión, en el sentido de modificar las expresiones de dolor y angustia que están en vigencia en la Tierra atormentada de nuestros días.

El intercambio entre los Espíritus y los seres de la Tierra en actitud persecutoria es

paralelo al vigente entre los hombres y los que perdieron la indumentaria física. También existe el mal ocasionado de encarnado a encarnado. El pensamiento es siempre dinamo vigorosa que emite ondas y que registra vibra-

ciones, en permuta ininterrumpida que se lleva a cabo en las diversas bandas que cir-cundan la Tierra.

Hay mente viciadas y atormentadas, esclavas de la mono idea obsesiva que mu-

chas veces, sincronizan con otras mentes desprevenidas y ociosas, generando una pre-sión devastadora.

Es necesario observar los diversos problemas que nos afligen, a fin de seleccionar

los que proceden de parte del alma encarnada y los que se vinculan a los cuadros aflic-tivos del mundo espiritual.

Tanto el odio como el amor desvariado, constituyen los elementos generadores de

esas enfermedades especiales, de esas obsesiones. El odio, por la fijación prolongada de la idea de venganza, crea un acondicionamiento psíquico que emite ondas en línea recta hacia el ser generador de ese sentimiento, si no se encuentra debidamente amparado en los principios superiores de la vida capaces de destruir las ondas invasoras, termina por dejarse encadenar. Y el amor desequilibrado que se convierte en pasión cruel, de-bido al tormento impuesto, por la posesión fija del objeto deseado, conduce al espíritu atormentado a visitar el alma del atormentador durante los periodos del sueño repa-rador.

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En cualquier hipótesis, las directivas clarificadoras de Jesús, son rutas y vehículos de luz libertadora para ofrecer a unos y a otros, obsesos y obsesores, los medios de su-peración.

La exhortación de Allan Kardec en torno al trabajo es de una eficiencia nada

común, porque el trabajo edificante es un mecanismo de la oración trascendental y la mente que trabaja, se sitúa a la defensiva. La solidaridad es como una usina que pro-duce fuerza positiva de amor y como el amor es causa motriz del Universo, aquel que se vincula al proceso de la solidaridad, sintoniza con los instructores del orden que dirigen el Orbe. Y la tolerancia, que es la manifestación de ese amor en forma de piedad edifi-cante, se transforma en coraza de luz, vigorosa y maleable, capaz de destruir los dar-dos del odio pertinaz a los proyectiles del deseo desordenado, por cuanto, en la tole-rancia fraterna, se anulan las vibraciones negativas de esta o aquella procedencia.

Es así que la trilogía recomendada por el Insigne Codificador, refleja la acción, la

oración y la vigilancia preconizada por Jesús. Procesos edificantes de salud espiritual y puente que eleva al viajero sufriente de la Tierra a las planicies redentoras de las Esfe-ras Espirituales, libres de toda constricción y angustia.

Para que alcanzar la plenitud de la armonía intima, es menester la oración con el

cariño y la devoción con que la madre atiende el sagrado deber de amamantar al hijo. La oración es una lámpara encendida en el corazón, clarificando la intimidad del

alma. El Espíritu encarcelado en la indumentaria carnal tiene necesidad de la comunión

con Dios, por medio de la oración, tanto como el cuerpo necesita del aire puro Para pro-seguir la jornada.

Atribulado por las imperiosas necesidades diarias, el hombre desatento se deja

llevar por la inestabilidad emocional, debilitando las resistencias fisiopsiquicas a las arremetidas de la perturbación espiritual.

En la Tierra, vivimos cercados por aquellos que nos procedieron en la gran jornada

de la desencarnación. En razón de eso, somos lo que pensamos, permutando vibraciones que se armoni-

zan con otras vibraciones afines. Debido a las imposiciones del renacimiento, el hom-bre es llevado a la depresión, a la exaltación, vinculándose a los pensamientos vulgares compatibles con las circunstancias del medio, situación y progreso.

Por tanto se hace necesario, e imprescindible el ejercicio habitual de la oración

mental para fortalecer las fulguraciones psíquicas que llegan al cerebro, haciendo de nuestra vida normal un vehículo para la propagación de pensamientos superiores.

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Mientras el hombre descuida la preservación del patrimonio divino dentro de sí mismo, los verdugos de la paz rodean su residencia carnal, amenazando su felicidad.

Estando endeudados con ellos, es necesario ayudarlos con los recursos valiosos de

la virtud, marchando por sendas honestas, aun cuando las zarzas y espinas del camino hagan sangrar los pies.

Es necesario el ejercicio de la oración, meditando sobre las impostergables nece-

sidades de liberación y progreso. El cultivo de la bondad, extendiendo los brazos con indulgencia a fin de guiar a los

que prosiguen desatentos e infelices, esparciendo animadversión y diseminando la lo-cura.

Renovación de disposiciones intimas, y cuando se tenga la oportunidad de hablar

con esos seres que nos perturban de mente desequilibrada, ungirse de amor y com-prensión, ayudándoles cuanto sea posible, con humildad y renunciamiento.

El Maestro antes de ser visitado por los verdugos espirituales de las Zonas Tene-

brosas, se recogía en la oración, recibiéndolos con caridad fraternal. Trabajando infatigablemente por el bien de todos, con el corazón dispuesto a auxi-

liar y con la mente puesta en Jesús, comulgando con las Esferas Elevadas absorberás las fuerzas necesarias para vencer todas las agresiones de que puedas ser víctima, y sentirás que orando y ayudando, la paz continua contigo.

Utilice siempre la Doctrina Espirita como medida profiláctica, aplique la paciencia

y la comprensión, la caridad de la buena palabra y del pase, el gesto de simpatía y de cordialidad; sin embargo, y con el pretexto de la bondad, no concuerde con el error al que él se aferra, con la pereza mental, en que se mantiene, ni con la rebeldía constante en la que pueda encerrarse.

Las relaciones con los espíritus inferiores exigen cierta seguridad de ideas, tacto y

firmeza. Todos los hombres no son aptos para obtener de estas relaciones los buenos efectos que se desean esperar. Hay que poseer una verdadera superioridad moral pa-ra dominar a estos espíritus, reprimir sus desvíos y dirigirles por el buen camino del bien. Esta superioridad solo se obtiene con una vida exenta de pasiones materiales.

Se necesita un conocimiento práctico del mundo invisible, con el fin de poderse

guiar con seguridad en medio de las contradicciones y de los errores de estos espíri-tus ligeros.

Solo aquellos que saben perseverar sin postergar el trabajo de edificación interior,

se hacen acreedores de la asistencia de los Espíritus interesados en la siembra de la es-

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peranza y de la felicidad en la Tierra – programa sublime presidido por Jesús, desde las Altas Esferas.

Solo hay un remedio infalible para prescribir a los atacados por crueles obsesiones y males punzantes, es la fe, la invocación al Cielo. Si, en el auge de los más crueles su-frimientos, se entonan himnos al Señor, el ángel de la guarda, indicará con su mano la señal de salvación, vigilando y saneando constantemente el propio mundo individual creamos autodefensa, y frecuentando reuniones de carácter elevado nos beneficiamos de las influencias que allí predominan, ya que son más poderosas que las individuales. Purificándonos moralmente e instruyéndonos iremos obteniendo cada vez resultados más favorables y perfectos, puesto que iremos vibrando en planos cada vez más altos del Mundo Espiritual y obteniendo la afinidad con Espíritus más elevados en la jerar-quía.

El culto del Evangelio en el hogar es también una medida preventiva, ya que con

ello atraemos la presencia del Maestro que con su luz nos ilumina, y gracias a su soco-rro, las entidades perversas que pululan a nuestro alrededor, se espantan, se alejan, y al mismo tiempo esas energías y efluvios emanados por las entidades socorristas en visita a nuestro hogar para traer la asistencia proveniente de Cristo, también influencia en ellos, haciéndoles desistir de sus acciones macabras, cuando la luz entra por una rendi-ja de una puerta, a una sala totalmente oscura, siempre el recinto se esclarece algo, mo-difica su color. Y todos aquellos que están a nuestro alrededor, encarnados o desencar-nados se benefician o perjudican con lo que sucede.

En conclusión: hemos de aprender a respetar el derecho ajeno, y ante el sufri-

miento, no olvidar nunca al Maestro en la Cruz, olvidando todo mal y ejerciendo el mi-nisterio del perdón. Y sobre todo cuando dijo: “Id y reconciliaos con vuestro hermano, antes de depositar vuestra ofrenda en el altar”. Jesús enseña que el sacrificio más agra-dable al Señor es el que el hombre haga de su propio resentimiento; que antes de pre-sentarse para ser por El perdonado, el hombre precisa haber perdonado y reparado el agravio que haya hecho a alguno de sus hermanos”.

“no hay corazón tan perverso, que aun a su pesar, no se muestre sensible al buen

proceder. Mediante al buen proceder, se elimina al menos, todo pretexto de represalias, pudiendo hacer de un enemigo un amigo, antes y después de su muerte. Con un mal proceder, el hombre irrita a su enemigo, que se constituye entonces en un instrumento del que la Justicia de Dios se sirve para punir a aquel que no perdono”.

Amemos al enemigo, hasta el punto de cambiar para mejor servirle de ejemplo y

así poder incitarle a seguir nuestro ejemplo. Y hacerles reflexionar, sobre el mal que hacen, para que tomen conciencia, de su error, cambiando para mejor.

Encendamos nuestras lámparas y procuremos que se ilumine todo a nuestro alre-

dedor con las claridades de la misma llama. Proclamando la verdad espiritual con va-lentía y humildad, porque aquel que huya de la luz, y de las palabras bien dichas, aque-

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llos que ensordecen, que sus corazones quedan fríos ante nuestros sentimientos de amor, la oportunidad pasará, y las tinieblas será presa de él.

Trabajo extraído del libro “Entretelones de la obsesión” de Divaldo Pereira Franco

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LA CURA DE LA OBSESIÓN

La cura de la obsesión es un trabajo milenario sobre la tierra. Por eso mismo no es atributo ni obligación de un único obrero erradicarla del camino de los hombres.

Es muy diáfana la línea divisoria entre la salud y el equilibrio mental. Una ligera excitación, alguna situación depresiva, una ansiedad o un momento de

aflicción, la escasez de recursos financieros, la imposibilidad social, la falta de trabajo digno, entre otros muchos factores, pueden llevar al hombre a cambiar su salud mental enajenándolo de forma temporal, pudiendo luego retornar a la posición normal de sa-lud.

Los problemas de orden emocional y psicológico comúnmente son los que condu-cen al trastorno de la conducta psíquica.

Además de los factores que disponen a la locura, entre lo que se ubica en el karma

del Espíritu, hace que muchos individuos se encuentren en plena frontera de la obse-sión espiritual que los induce a dar el paso al frente, arrojándolos al angosto camino de la alineación de comportamiento grave y de difícil recuperación…

Los idolatras del sexo, los violentos, los exagerados. Los adictos a vicios de cual-

quier naturaleza, los pesimistas, los envidiosos, los amargados, los sospechosos incon-dicionales, los celosos, los obsesos, con los que con mayor facilidad trasponen los lími-tes de la salud mental.

La obsesión es una frontera peligrosa para la locura irreversible. Al principio, es sutil y transparente; luego, se agrava en razón de la tendencia ne-

gativa con que la recibe el infractor de los Soberanos Códigos de la Vida. Da origen a diversas enfermedades, la principio imaginarias, que recibe por vía te-

lepática, las cuales se pueden transformar en males orgánicos con derivaciones insos-pechadas a voluntad del agente que induce a la victima que lo hospeda, a situaciones lamentables.

En la tierra, hay mucha más obsesión propagándose de lo que nadie puede imagi-

nar y creer. En este mundo que es de intercambio mental, vivo y pulsante, cada ser sintoniza

con otros equivalentes, prevaleciendo, entretanto, las especies más pesadas de vibra-ciones negativas, que perturban gravemente la riqueza psíquica, social y moral de los hombres que en el habitan.

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No obstante, la vigilancia del amor de Jesucristo actúa en forma positiva, al traba-jar con eficiencia, a fin de modificar los dolorosos cuadros de la actualidad, y dar así surgimiento a un nuevo periodo de salud y de paz.

En este contexto, el Espiritismo – que es el más eficaz y sencillo tratado de Higiene

Mental – desempeña un importante papel, como el de prevenir al hombre de los males que él genera para sí mismo y que puede evitar, como también, le facilita los recursos para superar la problemática obsesiva, al mismo tiempo, apoya y enriquece a los nobles profesionales y misioneros de la Psicología, de la Psiquiatría, del Psicoanálisis…

La adquisición de la paz es el resultado de luchas y esfuerzos que nos disciplinan,

condicionándonos los hábitos saludables, con los cuales entramos en armonía con la vida.

La mente es el espejo que refleja los estados íntimos, las conquistas logradas y las que están por conseguir.

Dinamo generador de recursos psicofísicos, dirigido por el Espíritu que se vale de

la constitución cerebral, en los paisajes mentales fácilmente se expresan los múltiples estados de la personalidad, que encadenan éxitos o fracasos, que se exteriorizan en formas depresivas, ansiosas, traumáticas, neurasténicas y otras, que dan origen a en-fermedades psíquicas de variada y compleja enumeración.

Frente a esos estados enfermizos, se abren anchas brechas que permiten y estimu-

lan las parasitosis espirituales que degeneran en síndromes obsesivos que muchas ve-ces se prolongan hasta convertirse en subyugaciones de curso irreversible.

a) Recepción de la idea perturbadora Viviendo en un permanente intercambio, consciente o inconsciente, los espíritus –

tanto encarnados como desencarnados – participamos de las vivencias en el cuerpo y fuera de él.

No solos por los procesos de venganza personal, en los cuales los enemigos se bus-

can para provocarse males y cobranzas injustificables, como también, por factores de distintos motivos, se asimilan ideas y pensamientos a través de la simple sintonía de la propia onda en que se sitúan las mentes.

Abordada por vibraciones negativas, la mente ociosa o indisciplinada, viciada o re-

belde, registra la interferencia y en virtud de no ajustarse a un programa educativo de la voluntad, recibe el impulso de la idea, permitiéndose aceptar la sugestión perturba-dora que alberga y se fortalece bajo la natural adaptación de los complejos y traumas de los comportamientos pesimistas que son peculiares a cada uno.

Aceptada la persuasión, se establece un vínculo con las sombras como forma de in-

tercambio psíquico.

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b) Intercambio mental. Una vez fijada la idea infeliz, los archivos del inconsciente desbordan las impresio-

nes angustiosas que duermen almacenadas, confundiéndose en la conciencia con las informaciones actuales, al mismo tiempo que se encuentra en desorden por la influen-cia de la parasitosis externa que se adueña del campo expuesto, sin defensas.

Por un natural proceso selectivo y teniendo en cuenta las tendencias, las preferen-

cias emocionales e intelectuales del paciente, la obligación impuesta produce una mejor aceptación de los recuerdos perniciosos, que sirven de vehículo y acceso al pensamien-to del invasor.

La polivalencia mental, en casos de esta naturaleza, tiende a la idea fija, que produ-

ce los cuadros de la fascinación torturante y finalmente los de la subyugación de difícil reversibilidad.

La obsesión simple es una parasitosis común en casi todos los individuos, cuando

se la considera la natural comunicación psíquico vigente en todas partes del Universo. Al tener en cuenta la infinita variedad de las posiciones vibratorias en las que se

detienen los hombres, estos sufren, cuando intervienen en esas fajas, al sintonizar a través de un proceso normal, con los otros comensales hay situados.

Si son portadores de aspiraciones nobles, en donde se instalen, consiguen mayor

impulso para el crecimiento. Al permanecer en la construcción del bien, difícilmente serán objeto de las influen-

cias perversas o criminales procedentes de las regiones inferiores. A pesar de eso no quedan indemnes a la agresión temporaria o permanente de la

que se liberan frente a los objetivos morales que persiguen, gracias a los cuales vibran en una escala psíquica más elevada.

No obstante, si se interesan en situaciones de vulgaridad y de placer, de falta de

piedad o de pereza, de vicio o desorden, reciben mayor influjo de ondas mentales equi-valentes, cayendo en los abismos de la emoción aturdida del desequilibrio…

Esos pacientes, llevan al lecho, antes del reposo físico las angustias preocupantes,

las ambiciones desenfrenadas, las pasiones inquietantes, deteniéndole en reflexiones que las vitalizan, viviéndolas a través de la mente, cuando no encuentran los medios de disfrutarlas físicamente… al desdoblarse bajo la acción del suelo, se encuentran con los afines – encarnados, o no – con los cuales se identifican y reciben amplias cargas de fal-sas necesidades o dando oportunidad a los estados anhelados que más los perturban y afligen.

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Cuando despiertan, con la mente atribulada, torpe, dominados por el cansancio físico y psíquico, encuentran dificultad para concretar los compromisos y las lecciones edificantes de la vida.

En esa posición – con la idea obsesiva fija y la acción viciosa establecida – se pro-

duce el intercambio mental. Ya no se trata del pensamiento que busca acogida, sino de la actividad que intenta

el intercambio, manteniendo el dialogo, la discusión, el análisis de los asuntos pauta-dos – siempre de naturaleza perjudicial y que a una persona sana, le causaría repulsión instintiva, pero que el paciente se complace en cultivar -, motivos estos que originan el predominio del parasito espiritual, que poco a poco se acerca más psíquicamente a la casa mental y a la voluntad de su semejante.

c) Reflejos de la interferencia. Como efecto natural, surgen los síndromes de la inquietud: las desconfianzas, los

estados de inseguridad personal, las enfermedades de poca importancia, los fracasos en torno al obseso que aumenta las angustias, dando así lugar a la incertidumbre y a la más amplia perturbación interior.

Genera una psicosfera perniciosa alrededor de si mismo mediante la eliminación

de fluidos dañinos de los que es víctima y los absorbe en forma más condensada; por negarse a escuchar temas saludables, participar en convivencias amenas, leer paginas edificantes, auxiliar al prójimo, y renovarse mediante la oración.

Conforme la constitución temperamental, que es un factor de relevante importan-

cia, se hace apático, tiende a la depresión, se sumerge en la melancolía por el mensaje telepático deprimente y de los formatos mentales pesimistas que se filtran del archivo de la inconsciencia. Por el contrario, si es dotado de constitución nerviosa excitada, se vuelve agresivo, violento, en actitudes discordantes – estalla por niñerías, de las cuales luego se arrepiente – exponiendo el aparato psíquico y los nervios a altas cargas de energías que daña los sensores y los conductores nerviosos, con prejuicios singulares para la organización fisio – psíquica.

En ese periodo, se pueden percibir los estereotipos de la obsesión, que se revelan

con facilidad por las actitudes insólitas, por el comportamiento ambivalente – equili-brio y disfonía, depresión y excitación – que perturban al individuo.

A los hábitos saludables se suceden a las reacciones intempestivas señaladas como

exóticas, la pérdida de los conceptos de criterio y valor que juntos, dan lugar a extrañas y contradictorias formas de conducta.

La línea del equilibrio psíquico es muy tenue y delicada.

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Las interferencias de cualquier naturaleza en la faja de la movilización de la perso-nalidad, casi siempre producen disturbios, que empujan al individuo a procedimientos irregulares al principio, que después se establecen como delineamientos neuróticos.

La acción fluídica de los desencarnados, por la flexibilidad y la obstinación de es-

tos, cuando son ignorantes, envidiosos, perversos, por su insistencia interfieren en el mecanismo del huésped, lo que complica el cuadro con la persuasión inteligente, en te-lepatía perjudicial, que facilita la simbiosis con el anfitrión.

En esa fase, y antes que el paciente asuma la interferencia de que es víctima, la te-

rapia espirita se transforma en resultado positivo, liberador. No obstante, lo ideal es la actitud noble frente a la vida, que funciona como psico-

terapia preventiva y que constituye el sistema para el optimismo y la paz.

OBSESIÓN POR FASCINACIÓN Establecidos los lazos de la comunión, el proceso continúa y ajustando los conecto-

res del canal obsesivo con el receptor, que a partir de ese instante comparte sus ideas con las ideas que le son insufladas.

A medida que el campo mental de la victima cede terreno, está no solo asimila la

influencia telepática, sino también las actitudes y maneras de ser de su huésped. En ese intervalo la persona pierde la noción del ridículo y de las medidas habitua-

les que caracterizan el discernimiento, acatando sugerencias que incorpora, aceptando inspiraciones como criterios, que a todos se presentan como disparates y que a ella se son perfectamente lógicos.

Por conocer las imperfecciones morales, el carácter y la conducta de aquellos a los

que perturban, los Espíritus les inspiran e imponen las ideas absurdas con el objetivo de aislar al paciente de los recursos y personas que los pueden auxiliar.

Les inspiran el orgullo de misiones especiales, disfrazados de humildad y paciencia

erróneas, que los vuelven falsamente místicos o rebeldes cuando se sienten descubier-tos por la razón y perspicacia de las personas lúcidas y conocedoras de esas técnicas infelices, creyendo que son formadores y apóstoles encargados de cambiar las estructu-ras de la vida al arbitrio de la irresponsabilidad y presunción.

Mientras se debaten en el desorden de la fascinación de la que se convierten en

presa fácil, se desligan de las últimas defensas y aflojan las compuertas de los diques de la lógica, dando con esto, oportunidad al episodio más complejo de la turbación mental.

Puede deducirse, entonces, las dificultades que el problema sugiere e impone, por

no poder contar con el auxilio del obseso.

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En toda obsesión, como en cualquier sufrimiento, están como ejemplo los recursos débito-crédito del individuo. No hay duda de que la disposición con que este se revista, contribuirá mucho y decisivamente para los resultados del intento, liberador o angus-tioso, conforme el empeño que emplee.

El dolor nace de la falta de respeto al orden establecido, como el odio es el fruto del

egoísmo. Del personalismo amargado. No existe persona alguna que esté destinada al sufrimiento, la desidia o el mal. El hombre, al desprenderse de los recursos defensivos, cae en la agresión que lo

acorrala o enferma. Los esfuerzos que emprende junto a las acciones que ejecuta, se constituyen en

una coraza contra el mal, conquistas que deberá alcanzar para elevarlo a las fajas vibra-torias propias que lo defienden y liberan.

Por eso mismo, la fascinación procede de la indolencia moral y mental del paciente

y exacerba sus valores negativos, los que son hábilmente instigados por su antagonista espiritual.

Por lógica consecuencia, los intentos para la liberación se presentan más comple-

jos, exigiendo por lo tanto, abnegación, esfuerzo y asistencia continua.

OBSESIÓN POR SUBYUGACIÓN En cada caso de alineación obsesiva se encuentran razones hostiles que caracteri-

zan, específicamente, el proceso. Por eso mismo, a pesar del que el origen son las faltas morales del enfermo y el agente, la Entidad desencarnada, los móviles influyentes y predominantes varían de acuerdo a cada persona.

La terapéutica, aunque generalmente es la misma, lo resultados varían según los

pacientes, sus fichas kármicas y los esfuerzos que estos emprenden para desenmarañar la trama en que se envuelven.

En el panel de las obsesiones, a medida que se agrava el cuadro de la interferencia,

la voluntad del huésped pierde el control del comando personal, en razón directa con la que el invasor asume el gobierno.

Es más grave cuando se trata de un espíritu lucido, técnica e intelectualmente, que

se adueña de los centros cerebrales con la imposición de una liberación bien concen-trada en los móviles que persigue, manipulando con habilidad los dispositivos mentales y físicos del perturbado.

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De esta forma, la subyugación puede ser física, psíquica o fisio-psíquica, simultá-neamente.

La primera, no significa la pérdida de la lucidez intelectual, porque la acción se

produce directamente sobre los centros motores y obliga al individuo, no obstante se niegue a obedecer, a ceder a la violencia que lo oprime. En este caso, pueden irrumpir enfermedades orgánicas, al crearse condiciones celulares propias para la contamina-ción por virus y bacterias o también bajo la vigorosa y continua acción fluidica, des-truyendo los tejidos fisiológicos o perturbando tanto el anabolismo como el catabolis-mo, manifestándose en disturbios del metabolismo general, con singulares perjuicios físicos…

En el segundo caso, el paciente dominado mentalmente, cae en un estado de pasi-

vidad, muchas veces bajo tortura emocional, que llega a perder por completo la lucidez, aunque no afecta al Espíritu encarnado propiamente dicho, que experimenta la imposi-ción penosa por medio de la cual depura la irresponsabilidad y los delitos pasados. De esta manera pierde temporaria o definidamente, durante su actual reencarnación, el área de la conciencia, sin poder expresarse libremente.

Un incesante aturdimiento lo domina, la visión, la audición, así como los demás

sentidos, se confunden con la realidad objetiva al imperio de las vibraciones y fajas que registra en forma desordenada en la esfera física y en la espiritual.

El Espíritu encarnado se mueve en un laberinto que lo atemoriza, sujeto a un ad-

versario obstinado que lo maltrata, lo aterroriza con crueles amenazas, en un firme pa-rasitosis en la desconcertada casa mental.

Finalmente, se apodera, simultáneamente, de los centros del comando motor y

domina físicamente a la víctima, la que queda inerte, subyugada cometiendo atrocida-des sin nombre.

En los procesos obsesivos, sin dejar de repetirlo, están involucradas en la Ley las

personas que constituyen el grupo familiar y social del paciente, situado ahí por la ne-cesidad evolutiva y de rescate para todos.

No pueden evadirse a la responsabilidad los que fueron cómplices o coautores de

los delitos, cuando los infractores más comprometidos son alcanzados por la innegable justicia. Reunidos o enlazados por el parentesco sanguíneo o a través de circunstan-cias de afectividad y de afinidad, forman los grupos a los cuales se les prevé de los re-cursos reeducativos en el intento de progreso.

La cruz de la obsesión es un peso que cae siempre sobre los hombros de las con-

ciencias comprometidas.

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TERAPIA DE LA OBSESIÓN Conforme se presente el cuadro de alineación, también varían los recursos terap-

éuticos. Se sabe que el agente es un ser que piensa y actúa movido por una razón que le pa-

rece justa, cualquier política de engaño aparente de la honestidad se vuelve ineficaz, aumentando la hostilidad y la tenacidad del perseguidor.

El principal motivo, debe ser concentrar todas las atenciones en el enfermo desen-

carnado, tratándolo con bondad y respeto, aunque no se éste de acuerdo con lo que hace.

La principal urgencia es la de conquistar al agente infeliz para la intima renova-ción, por cuanto la mala acción siempre procede de quien no esta bien, por más que es-te oculte o disimule los sentimientos y su propio estado.

Debe evitarse la discusión inútil, revestirse de real humildad que refleje el interés

amoroso por el bienestar del otro, quien acabará por envolverse en ondas de confianza y armonía con los que se beneficiara, cuando cambie de actitud en relación a los propó-sitos mantenidos hasta entonces.

Al mismo tiempo, debe educarse al paciente a la luz del evangelio, insistiendo con

afabilidad por su transformación moral y creando a su alrededor condiciones psíquicas armónicas, con las que se restablecerá emocionalmente y esto le estimulará a contri-buir con la parte que le corresponde.

Atraerlo a la práctica de acciones dignificantes y de beneficencia, con las que se

granjeara simpatías y vibraciones positivas, lo fortalecerán y modificaran su campo psíquico.

Asimismo, estimularle el habito de la oración y de la lectura edificante, al mismo

tiempo, formarle el carácter que debe tornarse maleable al bien y resistente al vicio. Las mentes viciosas se impregnan de vibraciones y parásitos extraños, desvariados

por el desarrollo de los excesos perniciosos. Junto a esta psicoterapia, es necesario la aplicación de los recursos fluidicos, ya sea

a través del pase, del agua magnetizada o mediante la oración intercesora con la que se vitalizan los núcleos generadores de fuerzas, estimulantes de la salud, con el poder para desconectar los plugs de las respectivas matrices, de modo que el deudor se rehabilite ante la Conciencia Cósmica por la aplicación de los valores y servicios dignificantes.

No ocurren milagros en estas situaciones ni en otras de cualquier naturaleza. El

acontecimiento milagroso, cuando parece acontecer, es el resultado de una acción muy

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bien programada, cuyos efectos son registrados y las causas no son necesariamente por el momento, conocidas.

Toda persona que desee contribuir en la esfera del socorro desobsesivo, no debe

descuidar su conducta intima ni sus ligaciones con el Plano Espiritual Superior, de don-de fluyen los recursos suavizantes y saludables para el cometido del amor.

Al recordad a Jesús, delante de los obsesos y de los obsesores, busquemos Su ayu-

da e inspiración en la condición elevada que Él ocupa como “Señor de los Espíritus”

Trabajo extraído del libro: En las Fronteras de la Locura” de Divaldo Pereira Franco. Por el espíritu Manuel Filomeno de Miranda

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COMO MANEJAR LA MEDIUMNIDAD EN LOS NIÑOS

Un niño es como un libro que acaba de ser abierto, con muchas sorpresas para los

que se disponen a leerlo. Así es para los padres la vida de sus hijos, siempre son sor-prendidos por las anomalías que estos presentan. Frutos todas ella de su imperfección.

No sabemos los padres el secreto que en su inocencia esconden los niños; no sa-

bemos lo que son, lo que han sido y ni lo que serán, ellos son seres que Dios envía a nuevas existencias; y para que no se les pueda imponer una severidad demasiado grande, El les da todas las apariencias de la inocencia; incluso en un niño de mala índo-le, se cubren sus acciones malas con la no conciencia de sus actos.

Los espíritus entran en la vida corporal para perfeccionarse, para mejorarse; la

fragilidad los vuelve flexibles, accesibles a los consejos de la experiencia y a la de aque-llos que deben hacerlos progresar; es entonces cuando se puede reformar su carácter y reprimir sus malas tendencias.

Un periodo de incertidumbres e inseguridad surge en las casas donde hay niños y

alguno de ellos presenta mediúmnidad ostensiva en los primero años de su vida. El conocimiento de la Doctrina Espirita favorece la forma adecuada de conducir estos procesos.

En el capítulo XVIII del Libro de los Médiums, el Maestro de Lion, Allan Kardec, nos

presenta esta cuestión sobre la posibilidad o la existencia de la mediúmnidad en los ni-ños, siendo este un tema de mucho interés e importancia para el estudio, pues en las tempranas edades del desarrollo físico pueden presentarse eventos que necesitan de nuestra atención y comprensión.

Pongamos varios ejemplos: El niño Marcos del Sur tenía cuatro años cuando contó haber presenciado la muer-

te del bisabuelo, fallecido antes de su nacimiento. Para convencer a su familia el imitó al viejo con perfección. En otra ocasión, dijo haber presenciado la imagen de un niño, hijo de una migo de su madre, siendo atropellado por un coche rojo. Rita de Cassia, la madre, fue para la casa de la familia del accidentado, confirmó la veracidad de la escena y llevó al hijo a un centro espírita, donde su mediúmnidad fue reconocida. Al final del 2006, a los doce años, el describió los atentados en que unos traficantes incendiaron un autobús y provocaron la muerte de ocho pasajeros en Rió. El decía: “Lo veo todo negro y veo cosas. No tengo miedo, más siento dolores”.

La mediúmnidad de Giovanna aun choca a la familia. A los dos años, la pequeña

sólo dormía en la alfombra y despertaba siempre cuando intentaban colocarla en la cu-na. Durante la noche, bastaba aproximarse a la cuna con ella en el cuello para Giovanna volver a los llantos. Un neurólogo prescribió remedios para la disritmia cerebral. Clau-

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dia Geminiani, la madre, prefirió procurar un centro espirita. “Una médium explicó que un rapaz que había sido hijo de Giovanna en otra encarnación la perseguía a la cuna en busca de cariño”, cuenta Claudia. “Ella tenía el rostro desfigurado y los miembros com-primidos, por eso asustaba a mi hija. “Una vez Giovanna llegó a proferir palabras agre-sivas en un tono de voz diferente al suyo. Lecturas Evangélicas ayudaron a suavizar la crisis. Hoy con tres años y ocho meses, Giovanna frecuenta un curso de evangelización y hace una oración siempre que alguna entidad la asusta.

Desde los ocho años; Camila no conseguía dormir en su propio cuarto. La visión de

un cachorro feroz la impedía quedarse allí. La madre, Carla de Almeida Olivera, no olvi-da los gritos que la niña, hoy con cuatro años, daba cuando iba para la cuna. “Ella llora-ba mucho, con los ojos siempre cerrados. Sólo paraba con mucha oración”. Carla siendo espírita, no entendía como durante las sesiones del culto del evangelio en el Hogar, el miedo que su hija sentía. Pues en esas ocasiones, Camila acostumbraba a ver una bruja por la casa, lo que la hacía sufrir. Cuenta su madre: “Cuando tiene visiones, mi hija se transforma en otra persona. Queda con una fuerza tan grande que ella mal conseguía dominarla.

Relatos como estos, de comunicaciones con espíritus revelan que la mediúmnidad

es común en la infancia. Y los padres precisan a prender a lidiar con la situación. En el inicio del retorno al cuerpo físico se generan una serie de procesos en el que

el espíritu encarnado va acoplándose y amoldándose al nuevo cuerpo que habita, en ese momento de la vida el vehículo físico va sufriendo cambios en vías de su acondiciona-miento a la vida material, y por supuesto, direccionándose para lo que será el cumpli-miento de las necesidades del espíritu. A su vez el espíritu debe pasar también por mu-chos cambios a nivel periespiritual y psíquicos, pues debe ir elaborando nuevas facetas de su personalidad con el fin de ir mejorando sus condiciones para el cumplimiento de sus compromisos adquiridos en la vida espiritual que le permitirán el adelantamiento moral y el equilibrio.

Estudiada por religiosos, psiquiatras y hasta neurólogos, la mediúmnidad es la ca-

pacidad de ver y oír espíritus o realizar fenómenos paranormales – como incorporación y clarividencia – por intermedio de agentes externos. O sea, de entidades espirituales que utilizan el cuerpo del médium como vehículo para manifestarse.

La psicología y la medicina, entretanto, buscan otras formas de justificar esos

fenómenos. Si la criatura parece poseída por una entidad sobrenatural, por ejemplo, es tomado como un trastorno de la personalidad o estado de trance o posesión, cuyo tra-tamiento es la psicoterapia y medicamentos. La comunicación con los amigos invisibles a los ojos de los padres acostumbra ser encarada como mera fantasía. Hay momentos que la ilusión predomina y la criatura transforma en real lo que apenas es un deseo in-consciente”.

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Todos sabemos que la mediúmnidad es el canal que liga a todas las criaturas vivas al mundo invisible o de los Espíritus. Su finalidad básica es la de excitar al espíritu en-carnado en la materia, a vivir sus experiencias evolutivas. En los vegetales y animales la mediúmnidad se encuentra apenas en estado rudimentario. Se va tornando más am-plia y compleja a medida en que se considera la evolución de esos seres animados a través de las reencarnaciones.

La criatura es un adulto en potencia. Como nacemos trayendo prediponibilidad

que nos posibilitan el intercambio mediúmnico, en algunas criaturas la Mediúmnidad se presenta precozmente.

El libro de los Médiums nos dice en el capitulo XVIII ítem 221 que es muy peligro-

so el desarrollar la mediúmnidad en los niños; porque estos son organizaciones dema-siado tiernas y delicadas se conmoverían demasiado y su joven imaginación se sobre-excitaría; los padres por esta razón deben alejarlos de estas ideas o al menos sólo les hablaran de ellas bajo un punto de vista de las consecuencias morales.

Cuando la mediúmnidad en el niño es espontánea es porque esta, está en su natu-

raleza y que su constitución se presta a ella; eso no es lo mismo que cuando es provo-cado y sobreexcitado. El niño que tiene visiones, se impresiona generalmente poco por ellas; le parece una cosa muy natural, en la cual sólo se fija débilmente, más tarde el hecho se le presenta en la memoria y se lo explica fácilmente si conoce el Espiritismo.

El desarrollo del ser humano puede dividirse en ciclos de 7 años en donde pode-

mos observar los cambios y las adaptaciones orgánicas necesarias para la madurez del cuerpo, pero en estos ciclos está incluido también el proceso de maduración del espíri-tu quien es el que define las modificaciones del vehículo carnal cumpliendo con la plani-ficación establecida en los planos espirituales, en donde la definición de las característi-cas de su cuerpo orgánico le permitirá ciertas condiciones en provecho de la mejoría de sus deficiencia, sirviendo este nuevo cuerpo para la prueba o expiación.

En el primer ciclo, comprendido entre el alumbramiento y los 7 años de edad, el

niño se encuentra en una condición ambivalente al respecto de estado de libertad espi-ritual, pues en esa etapa su espíritu y su cuerpo físico aún no establecen los lazos fina-les que le permitirán la culminación efectiva de la encarnación.

Su cuerpo aun inmaduro es apenas un vehículo en desarrollo en donde los contro-

les periespirituales no son tan definidos, permitiendo al espíritu gozar de cierta liber-tad en cuanto a la percepción sensorial del entorno, experimentando por igual ambos estados de la existencia, es decir que el espíritu del niño al no haber establecido los vínculos profundos con la carne tiene la posibilidad de vivir en dos mundo a la vez, pues en su naturaleza espiritual puede verificar todo lo que le rodea en el plano físico, pero también puede percibir todo lo que se produce en el entorno invisible, siendo su espíritu protector el primero en mantener un contacto permanente con su tutelado.

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En base a esto, las características presentadas por el niño definen mas una condi-ción anímica que mediúmnica, pues lo que se produce no es otra cosa que la manifesta-ción de las propiedades espirituales que todos poseemos al encontrarnos liberados de los lazos físicos, siendo en el caso del infante la expresión de sus propias condiciones espirituales.

La visión, la audición, incluso la posibilidad de conversar con los espíritus, son sólo

eventos naturales para el niño, pues al no tener la posibilidad de diferenciar ambos es-tados de la existencia no existe en él ningún tipo de temor o de rechazo hacia algo que le parece normal, es luego en su crecimiento cultural e intelectual que se van estable-ciendo las convenciones sociales que le pueden dirigir su percepción sobre las cosas, generando según su educación ciertas fobias sobre la vida espiritual que en su mayoría son proyectadas por los adultos de su entorno, producto de la ignorancia y de los pre-ceptos culturales sin fundamento.

Durante la niñez pueden presentarse eventos mediúmnicos relevantes, pues hay

seres que en sus planificaciones establecieron la posibilidad del trabajo mediúmnico desde el inicio de su encarnación, ya sea por un proceso probatorio o por una misión en particular, expresando pues el espíritu encarnado desde el principio sus condiciones de medianero, teniendo sus padres la necesidad de auxiliar y dirigir estas manifestaciones en beneficio del crecimiento moral e intelectual del niño.

La práctica de la mediúmnidad no tiene una edad prefijada para el niño, eso de-

pende enteramente del desarrollo físico y mucho más del desarrollo moral; hay niños de doce años que se afectaran menos que muchas veces los adultos. Si los hombres son víctimas de los espíritus mentirosos la infancia y la juventud están aun más expuestas por su inexperiencia. La edad está subordinada a las circunstancias, al temperamento y al carácter del niño.

La constatación de la edad es muy difícil pues hay bebés que tienen incorporacio-

nes. Cada criatura tiene sus características propias y su mediúmnidad aflora de acuerdo con sus condiciones. La práctica de la mediúmnidad entretanto, debe ser incentivada cuando el joven estuviera maduro lo suficiente para un ejercicio seguro dentro los pa-drones de comportamiento conducidos con seriedad y responsabilidad de que se revis-te el trabajo mediúmnico.

LA mediúmnidad en los niños es más común de lo que se piensa. El adulto, por ya

ser dueño de sí mismo, entiende mejor el surgimiento de la misma, y procura una for-ma de ajustarse a ella. Sea en los diversos Centros Espíritas o no. Cuando los hechos mediúmnicos estén surgiendo en la niñez de nuestros hijos, sabemos con seguridad, que su ángel protector estará atento para tal hecho. Esa asertiva, no nos excluye, entre tanto, a los padres y educadores, de nuestra responsabilidad de buscar la mejor forma de disminuir esos efectos. Deberemos estar siempre dentro de las orientaciones de la codificación Kardeciana, y seguros del amparo de nuestros amigos espirituales para conducirnos con claridad hacia el camino marcado por Jesús.

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La práctica de la mediúmnidad presenta peligros e inconvenientes contra los cua-

les debemos precavernos. Muchos que trabajan en actividades mediúmnicas improduc-tivas están bajo el imperio evidente de obsesión y de fascinación.

Lo que el libro de los médiums nos dice bien claro es que no se debe excitar el de-

sarrollo de la mediúmnidad en los niños cuando no es espontánea, y que en todos los casos es preciso usar de esta con gran circunspección; que tampoco se debe alentar en personas débiles, a los que den señales de excentricidad en las ideas o debilidad en las facultades mentales, porque hay en ellas predisposición evidente a la locura que cual-quier causa sobre excitante puede desenvolver.

Aunque no se vea u oiga a los espíritus, es la mediúmnidad la que hace que una

criatura sea capaz de sentir si un ambiente está cargado y hacerla llorar cuando un ex-traño con energías ruines la pega en el cuello. Es preciso antes de afirmar que una cria-tura está bajo la influencia de un espíritu, descartar las hipótesis de fantasía y de dis-turbios psíquicos. La primera etapa es entrevistar al paciente en busca de elementos que no podrían ser dichos por él. “Es difícil diagnosticar como fantasiosa una criatura de tres años que se pone a analizar cuadros de Botticelli o a conversar en francés sin conocer ese idioma” por poner un ejemplo. Finalmente, exámenes neurológicos facili-tarían el verificar si la actividad en el cerebro es equivalente a la registrada en convul-siones o ataques de epilepsia. Normalmente la reacción es otra.

Algunos médicos y pensadores materialistas clasifican a los médiums como perso-

nas enfermas. Generalmente, esos científicos emiten pareceres fundamentales en los conceptos de ciencia materialista y no se dan al trabajo de examinar los libros espíritas, puesto que ni los conocen.

Estudiada por los religiosos, psiquiatras y hasta neurólogos, la mediúmnidad es la

capacidad de ver u oír a los espíritus o realizar fenómenos para normales – como la in-corporación y la clarividencia- por intermedio de agentes externos, o sea, de entidades espirituales que utilizan el cuerpo del médium como vehículo para manifestarse.

Normalmente en esos casos, el fortalecimiento por el pase, el agua fluidificada y la

oración son poderosos instrumentos de los que se vale la espiritualidad para la solu-ción del problema. Nuestros mentores espirituales, con certeza, miraran el tratamiento de forma que, siguiendo correctamente las instrucciones de la espiritualidad superior, podamos tener ayuda y seguridad.

Los padres deben mostrarse aptos para efectuar cambios en la conducta diaria en

su recinto doméstico. Todo lo que sea para elevar el padrón vibratorio debe ser culti-vado, al mismo tiempo en que se ofrecen para apartar toda conducta que lleve a lo con-trario. Buenos libros, buenos films, comportamiento mental pautado en las enseñanzas del Evangelio, aliados al respeto y cariño mutuo, son factores de envolvimiento de los hijos en un halo protector, beneficiando así, a todos los espíritus que conviven en el

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núcleo. El hábito de la oración y la institución de una pequeña reunión para el estudio doctrinario del evangelio a la luz de las revelaciones espíritas son de fundamental im-portancia. Con certeza, en los Centros espíritas, existen equipos formados para enseñar a los neófitos como se instituyen esas pequeñas reuniones, recordando que el objetivo no es el desarrollo mediúmnico, y si la evolución espiritual del grupo familiar, y que el intercambio entre espíritus encarnados y desencarnados debe ser efectuado dentro de los locales apropiados en las Casas espíritas.

Si el pequeño demuestra miedo es bueno que los padres acompañen en las sesio-

nes necesarias al tratamiento espiritual, hasta que ellos se acostumbren con naturali-dad a tal hecho. El ambiente de la sala de pases, o locales destinados para tal, a pesar de ser locales simples, destituidos de mucha decoración, puede ser intimidante para un niño que ya debe estar asustado con los hechos que por ventura ya le están ocurriendo. Normalmente luego ellos se acostumbran, desde que los padres estén tranquilos y pa-sen para ellos esa tranquilidad. Si la criatura ya está alfabetizada, un buen libro conve-niente a su edad le ayuda mucho, principalmente porque contiene enseñanzas morales propias a su elevación espiritual. En las librerías espíritas, existen ya un buen número de títulos dedicados a los niños. Si el niño no está en la edad de leer, se le pueden con-tar cuentos e historias basadas en los libros infantiles para que el se familiarice poco a poco con la Doctrina. Vigilar los síntomas ver si van disminuyendo y al mismo tiempo apartados hasta que la normalidad se establezca a la espera de la hora apropiada para el correcto desarrollo y ejercicio de la mediúmnidad.

Cuando un jovencito descubre que tiene mediúmnidad, la forma mejor de desen-

volverla es frecuentando las reuniones apropiadas para los jóvenes en los Centros espí-ritas, pues allí los dirigentes experimentados podrán orientarle sobre esa cuestión. Sin olvidar que no se puede atribuir mediúmnidad a cualquier disturbio que la criatura presenta. Sólo el estudio de la Doctrina Espirita dará subsidios para la identificación de los fenómenos pues es una observación bastante cuidadosa.

Cuando un niño pequeñito mira a su alrededor como viendo algo, con gran temor

en el rostro, o se asusta como observando a alguien que no se ve, es aconsejable darle pases magnéticos, agua fluidificada y concienciación de la familia para los actos relacio-nados con la Doctrina Espirita.

Muchos niños son sonámbulos y presentan alguna alteración en un determinado

estado del sueño. Durante esa fase el niño está en un estado intermediario entre el sueño y la vigilia. A pesar de no mostrarse consciente de todo lo que pasa a su alrede-dor, la persona puede realizar pequeñas tareas, como alimentarse, vestirse, sentarse, mirar para algún lugar, conversar. Siendo cuestionada verbalmente las respuestas son incoherentes y murmuradas.

Usualmente ocurre en las primeras horas del sueño pudiendo durar algunos se-

gundos o pocos minutos. Durante el episodio el paciente se muestra apático estable-ciendo poco contacto con el medio, pareciendo no reconocer a las personas y familiares.

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Raramente realiza un procedimiento más elaborado como cambiarse de ropa u orinar en el lugar adecuado.

Para un sonámbulo, despertar durante la crisis puede ser un momento difícil. Prin-

cipalmente en el adulto, existe la posibilidad de tener una reacción violenta si es abor-dado, si juzga estar sufriendo alguna amenaza. A la mañana siguiente, normalmente, no recordará el episodio.

También se sabe que ese es un trastorno típicamente de la infancia, siendo presen-

tado esporádicamente en hasta un tercio de los niños entre los tres y diez años de edad. En esta misma faja están los episodios que acostumbran a ser regulares. A lo largo de la pubertad van disminuyendo y apenas un pequeño grupo continua teniendo episodios de sonambulismo durante la edad adulta.

No se debe en las Casa espíritas en los trabajos de pases para los niños, admitir

que el pase sea efectuado también por los niños, el Libro de los Médiums ítem 222, aborda la cuestión, cuando hace referencia a los peligros e inconvenientes de la Me-diúmnidad practicada por los niños.

El equipo debe estar formado por adultos, que por fuerza de la madurez y el estu-

dio sabrán conducir con seguridad cualquier caso que se presente. Una criatura por muy acostumbrada que esté con los fenómenos espíritas, no tendrá condiciones de tra-tar y salir bien ante la sutileza enmascarada con que se revisten algunos obsesores. El estimulo para la espiritualización de los niños debe ser dado de acuerdo con la edad de cada uno, al conducirlos a una sala de conocimientos evangélicos doctrinarios, existen-tes en los diversos ciclos de mocedad en las Casas espíritas.

Muchos niños juegan con amiguitos imaginarios. Ese procedimiento es común en

las criaturas que se sienten solitarias y carentes. Algunas criaturas realmente tienen contacto con entidades. Ese fenómeno tiende a desaparecer cuando llegan a la edad de los siete u ocho años.

La manifestación de los fenómenos mediúmnicos no está sujeta a la voluntad de

los padres. Ese es un atributo exclusivo de la criatura. Ella nació dotada de ese don. Los padres el deber que tienen para sus hijos y lo que pueden hacer en el caso de ellos tener mediúmnidad es tratar de que ellos reciban un tratamiento espiritual, para que los fenómenos sean apartados y puedan seguir su curso normal, reapareciendo, cuando el individuo este en una fase más madura.

Muchas criaturas demuestran tener una sensibilidad mayor que otras, y captan del

ambiente y de las personas de su alrededor, las energías que se presentan, tanto positi-vas como negativas. Para estar seguros y ver esta constatación en los niños es preciso un examen minucioso de los hechos y llevarlos a una casa espirita. En las horas de crisis es aconsejables mucha paciencia y una dosis extrema de amor para ella, para que con seguridad puedan ayudarla. Algunas veces es aconsejable consultar a una psicóloga in-

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fantil para auxiliarla en esos procesos. Existen buenos profesionales en ese área médi-ca, que abrazan los principios espíritas y son de gran ayuda

Muchos niños no les gusta frecuentar la casa Espirita. Normalmente a esa edad al-

gunas criaturas precisan mucha persuasión. Muchos dicen que sólo van bajo “libre y espontánea presión”. Luego más tarde lo asimilan mejor y se convierten en jóvenes trabajadores en las Casas espíritas que frecuentan. Los jóvenes al ver el comportamien-to de los más viejos también se integran en la medida de lo posible.

Cuando nos encontramos en un caso de mediúmnidad en una criatura de catorce

años con la aparición de fenómenos mediúmnicos, es preciso buscar orientación segu-ra. Descartado la cura por la Ciencia es hora de buscar la ayuda de la Doctrina Espírita. Mientras tanto tales fenómenos pueden darse simultáneamente. Se debe buscar ayuda en la ciencia aliada a un tratamiento eficaz en la casa espírita.

Antes de cualquier actitud, los padres deben concienciarse de la responsabilidad

ante esa criatura, y conducir el caso con naturalidad y racionalidad. Muchos por desco-nocer el fenómeno mediúmnico tratan de forma inadecuada la cuestión, lo que acarrea perjuicio para la criatura en el futuro. Como consecuencia, cuando adulto, la criatura podrá tener una visión distorsionada de los fenómenos que envuelven la mediúmni-dad. Es muy común los padres que castigan físicamente a sus hijos en esa fase.

La naturalidad debe ser la tónica para envolver la cuestión. El desarrollo mediúm-

nico es desaconsejable, visto que la criatura no posee defensas que la ayuden cuando se encuentren con algún enemigo del pasado. Como ya hemos dicho anteriormente, un tratamiento efectuado dentro de una casa espírita dará subsidios para que sean aparta-dos esos síntomas, que volverán a aflorar en momento oportuno, cuando las condicio-nes de madurez física de la criatura permitan que ella haga buen uso de sus fuerzas mediúmnicas.

¿Se sabe que la mediúmnidad en los niños perturba el desenvolvimiento de los

mismos, más cuando ella trae una tarea predeterminada en el plano espiritual, se debe bloquear este desarrollo?

Aquí no diremos bloquear. Conforme sea la edad de la criatura puede ser que ella

presente condiciones de madurez que le permitan el uso de sus facultades de forma que no la perjudique en nada.

Se sabe por experiencia, que la mediúmnidad puede aparecer en cualquier edad,

más existen médiums, que por su aptitud natural presentan condiciones para el ejerci-cio de la mediúmnidad aun en criaturas o adolescentes, haciéndolo de forma conscien-te y responsables. Citamos aquí el caso de las hermanas Baudin que auxiliaron a Kar-dec en la fase de la Codificación, o nuestro bondadoso Chico Xavier y otros que se es-parcen por Brasil o por el mundo.

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Médicos adeptos del espiritismo afirman que la infancia es el periodo en que la ac-ción de la glándula pineal está en el auge, aunque la criatura no tenga el armazón inte-lectual necesario para interpretar los estímulos de forma consciente. Con el desarrollo completo del cerebro, la mediúmnidad sería sublimada en la mayoría de las personas. La volvería aun más fuerte en aquellos que aprendieron a ejercitarla. Muchas criaturas sienten dolor porque el cuerpo no está preparado para recibir ese impacto. Por ese mo-tivo, en general los padres son orientados a no incentivar a los hijos a ejercerla.

La dedicación, la paciencia y renuncia son los caminos del crecimiento mediúmni-co. El orgullo y los malos Espíritus son sus obstáculos.

La mediúmnidad es cuchillo de dos filos. Si por un lado es fuente de benditas alegr-

ías, por otro, puede ser también de profundas decepciones, para orientarse en el desa-rrollo mediúmnico, podría ser hecha citación de innumerables obras respetables. Sin embargo, lo más correcto es la utilización del viejo y buen Libro de los Médiums. Por lo tanto los que se ven afectados por ella, deben comenzar por el principio, conociendo las obras de Kardec y estudiarlas con profundidad.

En todas las situaciones, nuestra postura debe ser la de la más absoluta tranquili-

dad, una vez que la relación entre encarnados y desencarnados hace parte del propio contexto evolutivo de cada ser. Estamos, siempre, rodeados de espíritus, creamos en ellos o no, siendo espíritas o no. Al percibir las “conversaciones” de criaturas con la “nada”, tengamos serenidad y procuremos “entender” el proceso, y hacernos dueños de la situación.

Se recomienda a los padres y pariente más próximos el diálogo con las criaturas

sin interrogatorios o curiosidad excesiva, más, procurando ”entrar” en la historia, parti-cipar del contexto, para percibir, en la naturalidad de la conversación, cuales son los “personajes” que efectivamente se hallan presentes junto a la criatura.

Como se trata de cosas naturales, cuanto mayor sea la naturalidad con que enca-

remos tales acontecimientos, menos las criaturas y nosotros los adultos, quedaremos asustados o “con miedo”. Al final, en términos de envolvimiento espiritual, los lazos que nos ligan a los espíritus (encarnados o desencarnados) no son rotos en razón de la al-teración de nuestro estado vivencial (en la carne o fuera de ella) por el contrario se for-talecen y perduran.

Ame a su hijo con problemas del cuerpo o de la mente, o de ambos, cooperando

con ellos, con mucha paciencia y con el gesto de ternura, para que puedan salir victorio-sos de la expiación terrena, avanzando para más altos vuelos rumbo a nuestro Creador.

Llénese de cariño, de paciencia, de tranquilidad interior, viendo en estos hijos las

joyas bendecidas que el Padre confía a nuestras manos para que las pulamos. Usted podrá haberlos recibido por renuncia y elevado amor de su parte, más,

puede ser que usted esté ligado directamente a las causas que determinan la situación

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que viven hoy, debiendo auxiliarles e incentivarlos para la propia recomposición, us-ted, igualmente avanza para el Creador, sufriendo a su vez, al verlos rescatar, sin otra opción que no sea abrazarlos y colocarse, usted y ellos, bajo la Luz del amor de Dios, resignadamente.

Trabajo realizado por Merchita Miembro fundador del Centro Espirita Amor FraternoAlcázar de San Juan (Ciudad Real) España

Extraído de páginas y de Libro de los Médiums. http://www.feal.com.br/not_infantil_cont.php?id=27

ENTREVISTA A : Agnes Henriques EN EL Centro caminos de Luz http://www.wave.com.br/istoe/1942/comportamento/1942_criancas_alem.htm

http://www.novavoz.org.br/mediun-03.htm

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