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Conferencias de merchita tomo viii

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CONFERENCIAS DE MERCHITA (TOMO VIII)

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ÍNDICE

1º LA CASA ESPIRITA .......................................................................................... 4

2º LA MISIÓN DEL ESPIRITISMO EN EL MUNDO ..................................... 15

3º ANTE LA VIDA ............................................................................................... 24

4º SUBLIME EXPIACIÓN ................................................................................... 32

5º EN LOS DOMINIOS DE LA MEDIUMNIDAD (1º parte) ....................... 40

6 EN LOS DOMINIOS DE LA MEDIUMNIDAD (2º parte) ......................... 53

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LA CASA ESPIRITA

Mercedes Cruz Reyes La doctrina Espirita figura en la Tierra como restauradora del Cristia-

nismo primitivo. En la actualidad, hay muchos núcleos espiritas como verdaderos tem-

plos, donde Jesús debe estar representado no por imágenes de barro, altares ornamentados o estatuas de bronce, sino por las actitudes esencialmente cristiana de sus frecuentadores.

Es la religión del Espíritu, y su símbolo es el estudio doctrinario, de la fe

razonada. Las características de una Casa Espirita debe ser primero primar por la

simplicidad, aplicando en sus construcciones e interiores lo básico para el es-tudio, divulgación y practica del Consolador. Si actúan con exagerada pre-ocupación en ofrecer confort que lleva al ocio, estarán huyendo de los objeti-vos propuestos por Jesús, olvidándose de que la verdadera fortaleza de un centro o casa espirita, desde el punto de vista de su función en la Tierra, no está en los cimientos en concreto, y si en la vivencia del aspecto doctrinario, ese sí deberá ser colocado en evidencia, fortaleciendo moralmente a los adep-tos de la tercera Revelación, contribuyendo para el esclarecimiento y enten-dimiento de lo que realmente es el Espiritismo, lo que es el Centro Espírita, cuales son sus responsabilidades y su sagrada importancia como represen-tante del Cristo en el planeta.

La responsabilidad de los que están al servicio del espiritismo, es muy

grande, deben adoptar seriedad en ejecutar las tareas, para que así reconoz-can, a las almas enfermas que atentan contra la obra del Señor, aprovechan-do las debilidades humanas, son observadas por benefactores espirituales, heraldos de los cielos, que apoyan, protegen, incentivan a todos los que co-operan de manera honesta y verdadera, mas sin quitarle, la oportunidad del aprendizaje y del testimonio.

Los componentes de un Centro Espirita adoptaron responsabilidades an-

te Dios nuestro Padre y el movimiento espirita y los que ejecutan cualquier función, en las benditas casas consagradas al Espiritismo, han de encontrar en el trabajo, sencillo en cuanto a la forma, profundo e importante en cuanto

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al fondo, esclarecimientos y estímulos para la vigencia, la oración, el estudio y el trabajo, guardando la certeza de que. Lo que quiera que ocurra en el Cen-tro Espírita, es siempre fruto de la actuación buena o mala, y siempre respon-sabilidad de los que lo componen. Independientemente del servicio que se eje-cuta, siempre serán convocados a comparecer al tribunal de la propia con-ciencia, bajo los ojos atentos y severos de las leyes divinas convertidas en gran Juez que darán cuenta de sus actos. Siempre que el orgullo, la vanidad, la lengua viperina y la intolerancia penetre en los templos espiritas, estarán abriendo sus componentes brechas a los adversarios del amor alborotando la obra de Cristo. En los verdaderos Centros Espiritas el amor debe representar de manera absoluta y fiel, el propio Cristianismo, para que las infiltraciones no tengan lugar.

En lo referente a la asistencia a los desencarnados (reunión mediúmni-

ca) los medianeros han de mantenerse respetuosos; laboriosos espíritus ami-gos organizan a los necesitados programados para el intercambio, con la mayor tranquilidad.

La mayoría de las ideas parten de lo Alto. Los adversarios del bien procu-

ran a los componentes de los centros y sobre todo a los de las reuniones me-diúmnicas entorpecerles su primorosa labor de asistencia a los desencarna-dos, pero los instructores del bien suelen aconsejar a los Médiums inspirán-doles firmeza en la vigilancia y en la oración.

Los elogios de las personas a los Médiums se deberán evitar pues suelen

ser uno de los obstáculos más graves en la mediumnidad, procurando evitar-los siempre, y si no se pudiera ofrecer los meritos al Creador, estimulando la continuidad de los trabajos.

Los pedidos de pruebas sobre la inmortalidad del alma, con exigencias

de amigos y parientes desencarnados, han de obtener la respuesta de parte de los Médiums con la simplicidad y en líneas generales, responder que el Se-ñor no les autoriza ese mensaje. Frente a esta propuesta, se deberá actuar siempre con honestidad, alegando que estas cuestiones están en manos de los amigos espirituales.

No faltaran acusadores, así como los que dudaran de las facultades, pero

ello no nos debe preocupar, Cristo también pasó por eso y estamos a mucha distancia del Maestro.

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Para vencer la mediumnidad, es necesario que el médium se sienta como pequeño servidor, guardando su apasionado orgullo, venciendo la vanidad y manteniéndose en disciplinado estudio del espiritismo.

El paso de los años proporcionará a los médiums valiosos y largos ejerci-

cios, hasta que logren obtener las ideas de forma satisfactoria, pues muchos están muy lejos de obtener los frutos con la calidad que debieran.

Muchos tienen grandes débitos ante las leyes divinas y precisarán traba-

jar mucho para agradecer al Creador la mediumnidad como conductora de su propio progreso.

Los Médiums que tienen la producción mediúmnica reconocida, asumen

un compromiso moral junto a las leyes Universales, y la falta de la vivencia de las enseñanzas superiores, le acarreara consecuencias dolorosas. Será expe-rimentado, en sus tendencias y dificultades más íntimas, por los adversarios de la causa cristiana; más la providencia divina les concedió los libros de la codificación para esclarecerle y vencer.

No han de esperar orientadores de gran nombre, figuras en el campo de

la cultura y de la religión. Pues la mayoría no tienen méritos para compartir la presencia de estos; es preciso hacer para merecer.

Muchos permanecen en el anonimato, para probar al médium observan-

do si consigue cumplir en la tierra lo que se propuso en la vida Mayor, sin desviarse.

Es probable que a veces se sienta solo en el ideal que abraza. Aun así, no

se ha de detener en sentimientos de auto piedad, irguiendo la frente y conti-nuando el camino. Valiéndose de la codificación para vencer sus dificultades. Mientras persevere en el Bien los Mensajeros Espirituales estarán sustentán-dole.

Para que los médiums tengan éxito en la tarea de intercambio con los

Espíritus, es esencial que jamás se envuelva con el comercio de las fuerzas psíquicas, esforzándose en la reforma intima.

Ocupando siempre su mente con pensamientos productivos, afiliándose a

las obras asistenciales, consolidando en la Tierra con el propio ejemplo, los mensajes de los “Cielos” sobre la caridad.

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A de evitarse hablar de las experiencias mediúmnicas, revelándolas so-lamente cuando sea necesario esclarecer a los compañeros de jornada. Inclu-so en ese caso, por encima de los ejemplos personales debe estar la Doctrina Espirita; ella es quien deberá ser exaltada; es necesario ser discreto, tanto como se pueda.

Si la vida les lanza piedras, soportarlas pacientemente, recordando que

los primeros mártires, del Cristianismo, de los cuales, estamos muy lejos, no rehusaron la oportunidad de testimoniar enfrentando, por el nombre de Cris-to, humillaciones y dolores. Si se permanece con este ideal, caminando con humildad, no les faltaran protección y amparo.

El mayor compromiso es con los necesitados, por eso se debe concentrar

toda la energía y amor en el beneficio a los espíritus obsesores y desequili-brados.

Hay que valorar y prestigiar la Casa Espírita que misericordiosamente

concede un trabajo serio y disciplinado. Siendo aconsejable llevar, siempre, las producciones menos medianimicas al análisis doctrinario riguroso de los compañeros respetables, estudiosos y experimentados del movimiento Espíri-ta, aceptando pacientemente, con humildad las orientaciones que objetiven la mejora del trabajo.

Para la seguridad del médium es necesario se mantenga unido a la Insti-

tución Espírita. El médium debe concienciarse en que, si faltase a la sociedad, a la verdad, al deseo del bien, al estudio asiduo de la Doctrina, si buscase pri-vilegios, haciendo un escándalo de la mediumnidad, será abandonado por los mentores. Sin olvidar que casi siempre la infiltración en las casa espiritas son programadas por los adversarios de la verdad y del bien.

Los espíritus obsesores con perversas intenciones, trazan directrices de

persecución y destrucción a las casa espiritas, ellos se quejan del alejamiento de espíritus que son arrancados de ellos, con el auxilio de la mediúmnidad parlante, del dialogo engañador y de la interferencia de los emisarios del Bien. De que encarnados bajo procesos obsesivos, readquieran equilibrio, gracias a la odiosa intervención de las entidades de Luz; pues muchos en-cuentran en las casa espiritas tranquilidad y confort espiritual, que para ellos es abominable.

Odian los pases por transmitir efectos positivos sobre las personas. El

centro es una dinamo de beneficencia y los espíritus perversos, multiplican sus esfuerzos para acabar con ellos.

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Las leyes Universales regulan la influencia de las entidades perversas, y todo Centro serio cuenta con la poderosa protección espiritual, millares de espíritus superiores en incesante trabajo en el bien, además de entidades su-blimes le garantizan extraordinarios auxilios.

Los espíritus perversos, programan su actuación, procurando ser discre-

tos. Trabajan silenciosamente, en el campo de los sentimientos, sugiriendo pensamientos, estimulando irritaciones, los celos, la crítica, la indignación, la susceptibilidad, la disputa, los cargos, funciones, tareas etc. Es en ese vasto campo de inferioridades humanas donde ellos trabajan, aprovechando las brechas dejadas por muchos trabajadores, sus deslices y descuidos son opor-tunidades para ellos infiltrarse entre los “ilustres seguidores de Jesús” es la única forma de penetrar en las instituciones, la única forma de no ser borra-dos por las corrientes protectoras, pues los mensajeros del Bien no pueden violar el libre albedrío de los adeptos del Cristo.

Los espíritus elevados dicen que del mal se extrae el bien, que la entrada

de las entidades perversas es permitida porque sirve de testimonio para mu-chos frecuentadores y trabajadores de la Casa. Perlas y entidades evolucio-nadas, aguardan la aprobación de sus pupilos, en el campo de las pruebas, ellos apuestan en la reprobación de los tutelados.

Las entidades maléficas, valoran los momentos, y aprovechan las dificul-

tades económicas, sociales y políticas del país que les suele favorecer, por es-tar muchas almas envueltas con los problemas materiales, olvidándose ellos de vigilarse, cultivando el pesimismo, la irritación, juramentos etc., entrando así en la faja vibratoria de las entidades inferiores, autorizándoles el proceso de influencia; olvidándose la mayoría de las veces de la oración, que podría alejarlos completamente, rompiendo así los propósitos de infiltración.

La casa espirita es una oficina de trabajo de los espíritus benefactores

junto a las criaturas humanas de los dos planos. Es necesario que en ellas se implante la alegría del estudio, del socorro y

de la labor espirita, posibilitando oportunidades de servicio cristiano en compañía de los hermanos encarnados comprometidos con el mismo ideal.

Los Mentores, que permanecen al otro lado tienen el deber de amparar y

conducir a los encarnados por caminos rectos, respetando, obviamente, la fa-cultad de libre elección.

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Su modesto trabajo, en la siembra de Jesús, llama la atención de los ad-versarios espirituales deseosos en aniquilar toda y cualquier disposición de ayuda cristiana. En el fondo, son almas enfermas, profundamente necesita-das de atención y cariño, que se esconden usando las mascara de la maldad que, antes o después, tendrán que dejar caer, pues la ley de progreso es para todos.

Por ellos, las actividades de los mentores se ven muchas veces amenaza-

das en los centros. Algunos espíritus que aun están en el aprendizaje para el trabajo espiritual se espantan. Otros quedan atemorizados, creyendo que los superiores no tienen disposición y recursos para la defensa, y no es Así, todo está bajo control, para fortalecer a los hermanos en la jornada Terrena. Es una hermosa posibilidad de testimoniar, en la práctica, todo aquello que es-tudian acerca de las enseñanzas de Jesús ¿pues qué sería del alumno si la es-cuela periódicamente no le aplicase exámenes?

La Sabiduría Divina; a través de sus leyes, controla todo, maniobra todo,

y, en un mundo como el de la Tierra, de expiación y de pruebas, es natural que el mal predomine, probando, constantemente, a los que aspiran al título de seguidores de Jesús. Pero no hay que tener miedo ni flaqueza morillos mento-res espirituales de los centros no están abandonados por Dios; disponen de muchos recursos espirituales de defensa; tienen a su lado a las entidades su-blimes que los apoyan, inspiran y garantizan su protección.

Ellos trabajan en nombre de Jesús; están cumpliendo, cuando es posible,

los designios Divinos. Las batallas son a los encarnados a quienes compete vencer, ellos se limitan a protegerlos, vigilando y orando fervorosamente.

Muchos hay que por los sentimientos que alimentan, no merecen el re-

curso de los Mentores, pero no obstante, las tareas que realizan promueven el bien común, por su trabajo bien hecho que ejecutan, aunque lo realicen como “ profesionales espiritas” y no como verdaderos idealistas, la protección se hará sentir del plano espiritual pensando en el estado de la casa. Pues estos “profesionales” nada reciben financieramente, están siempre en busca de los elogios, de la notoriedad y siempre se irritan cuando no son llamados. Estos son, los que infelizmente son alcanzados, pese al empeño de la Espiritualidad querer protegerlos, será prácticamente imposible salvarles. Pues cuando se trata de una actuación aislada, la espiritualidad Mayor tiene mecanismos para evitar el asedio del mal, pero cuando se trata de una falange bien pre-parada, con mentes inteligentes explorando todas las inferioridades huma-nas, y encarnados vibrando en el mismo padrón, es prácticamente imposible salvarles.

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Es una pena que en el Templo de la fraternidad, entre los conocedores del

evangelio, algunos insistan en ser el ejemplo de aquello que Jesús no enseño. Hay que comprenderles pues están en el aprendizaje, no se han desper-

tado aun, y actúan así por cargar en el alma las informaciones espiritas y no la vivencia de ellas.

Los mentores del centro, comprenden estas deficiencias, son tolerantes,

y los inspiran para el camino del bien, porque es de Ley Divina hacer al otro lo que nos gustaría hiciesen con nosotros. Ellos no desean estar entre aquellos que apuntan las dificultades criticando maliciosamente, sin presentar pro-puestas de ayuda y renovación. Ellos desean cooperar en silencio, prefiriendo ver en su semejante las virtudes que ya conquistó animándole amorosamente para vencer las propias dificultades morales; agradeciendo, en lo posible, a los que trabajan en la Casa ESPIRITA.

La mediumnidad posibilita a los mentores la sublime oportunidad de

irradiar centenares de mensajes sencillos, que calan hondo en el corazón de los participantes de las reuniones de intercambio espiritual. Muchas veces, a través de mensajes simples es que los espíritus sublimes hablan, porque pre-fieren la simplicidad de corazón, los pobres de espíritu, los mansos y pacíficos para servirles de intérpretes. Pues si los espíritus, malhechores exploran las flaquezas humanas, los bienhechores estimulan virtudes del alma, apartando con la vivencia de las enseñanzas de Jesús, las tinieblas de la maldad.

Es verdad que cuando existen impedimentos y contrariedades, muchos

envuelven y desisten del camino, reencontrándolo, más tarde, cuando están más maduros por la vida. Aquellos que guardan las enseñanzas de Jesús solo en los labios, los que trabajan por pura vendad, los envidiosos, melindrosos, que no desean fortalecerse, caerán en las redes de los malvados invasores, porque vibran en la misma sintonía de los enemigos de la Verdad.

Los trabajadores respetables, discretos deseosos del bien, idealistas

podrán sentir cierto envolvimiento, en cambio, sabrán hacer brillar la propia luz, sintonizando con los planos superiores, protegiéndose naturalmente de la infiltración de las sombras, contribuyendo así para la sobre vivencia y con-tinuidad del centro. Tal vez estos tengan el corazón herido, el alma triste, pe-ro sabrán comprender a los compañeros desequilibrados, perdonándolos por no conseguir aún dar testimonio cristiano; y a medida que soportan los agui-jonazos de las imperfecciones humanas, habrán de proseguir granjeando na-turalmente la simpatía de espíritus superiores.

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No pueden exigir a las criaturas aquello que no conquistaron. Muchos in-

felizmente no saben valorar la honra de los testimonios a favor del evangelio. Otros olvidan que la Casa ESPIRITA es un templo sagrado, donde se exaltan los valores de Cristo a través de la fraternidad.

Dios que es Sabio, permite ciertas infiltraciones, que al principio parecen

terribles, exactamente para hacer que la humanidad progrese más deprisa. Ellos permanecen confiados, animando y estimulando la fraternidad, cuando estamos en el capítulo de las pruebas. Evitan los comentarios innecesarios.

Permanecen, en silencio, absoluto, ante estos acontecimientos, hablando

sobre ello lo estrictamente necesario, a fin de poner en acción la caridad. El hecho de asumir la función de dirección en un Centro Espírita, no coloca al elegido por encima de los demás compañeros y no ha de esperar privilegios, todo lo contrario, se le exigirá más pues por estar al frente de una tarea im-portante, es natural que esté más empeñado que los otros en la búsqueda de la propia reforma intima. Está en este cargo para recomponer con el bien y la fraternidad los desvíos materiales y espirituales que proporcionó a los her-manos en humanidad, todos traen débitos para saldar junto a las leyes Divi-nas.

El Director de la Casa ESPIRITA ha de cumplir las labores esenciales para

el buen camino de la Institución. Eso no le librará de las envestidas de las ti-nieblas. Por eso debe evitar las irritaciones y los aborrecimientos cuanto sea posible, cultivando la tolerancia y vigilancia siempre, y cuando hubiera de orientar, procurará conciliar autoridad con fraternidad. Hay muchos casos, que requieren discusiones rápidas, reclamaciones pidiendo corrección, traba-jadores rompiendo normas, celos, envidias etc., es natural en una Casa Espíri-ta, pero hay que tener sobre todo paciencia. El ejemplo tiene que ser de arriba abajo. El dirigente ha de ser el espejo que refleje la comprensión tolerancia y fraternidad. El deberá vencer con el propio esfuerzo, conduciendo con el pro-pio ejemplo a los trabajadores del bien, evitando siempre la proliferación de las intrigas, que son fatales en caso de ataques espirituales.

Es de extrema importancia, continuar velando por la pureza doctrinaria,

y permanecer con la divulgación del Espiritismo a través de los cursos siste-matizados, preparando doctrinariamente a cuantos deseen servir en la siem-bra de Jesús.

Con el estudio doctrinario constante los trabajadores del espiritismo tie-

nen las actividades disciplinarias. Gracias a la posibilidad de trabajo es que

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los centros espiritas ofrecen, muchas personas dejan de perderse en el mun-do, muchos encarnados encuentran el sustento, para vencer la jornada te-rrestre. Fuente de actividades nobles y valiosas, es preciso estar atentos, pues los obsesores crueles tendrán en el ámbito doctrinario su mayor actuación. Pero hay que olvidarse de si mismo, dejando de lado las conversaciones im-productivas, que naturalmente surgen, empeñándose exclusivamente en el trabajo.

Una de las armas que utilizan los espíritus tenebrosos, son las formas de

hablar. Otros intentaran fascinar, en las comunicaciones, utilizando mil sis-temas vulgares, envolventes, intrigando con el ego de las personas. No falta-ran los deseos de imprimir, cambios en la estructura de la doctrina, trayendo nuevos conceptos, nomenclaturas exageradas para definir lo definido. Los estudiantes del Espiritismo, han de tener firmeza en Kardec, buen sentido, y rigor, lógica y razón en analizar todo lo que viene de los espíritus.

Muchos consideran absoluto los cursos sistematizados, voces eruditas

gritan que la modernidad exige consideraciones científicas profundas, actua-lización del pensamiento Kardeciano, que las directrices, en el campo de las clases, no suplen las expectativas de los alumnos.

Ante esto, la postura deberá ser la del compañero, que se presta a la re-

visión del trabajo, del método, de la técnica, sin, con todo, cambiar, los objeti-vos, aceptando solamente lo que sea razonable y lógico y lo que esté en condi-ciones de ser implantado y asimilado por la mayoría (en la administración de las Casas Espiritas es preciso pensar en todo).

Deberán ser evitadas las vulgaridades, continuando el trabajo discreto,

sin grandes pretensiones. Y si los “doctores” por ventura en Espiritismo te so-licitan alteraciones drásticas, proponiendo implantaciones de nuevas ideas, se acogerán con simpatía, respetando el modo de pensar, esclareciéndoles cuanto sea posible, con todo, sin incorporar, en las actividades de la Casa Es-pirita, lo que no esté de acuerdo con las obras básicas.

El estudio Doctrinario, en el Centro Espírita, debe alcanzar todos los nive-

les de comprensión humana, evitándose la exaltación de los que disponen de mayores recursos intelectuales. Estos deben utilizar su bagaje para ayudar a los menos favorecidos y sobre toda la enseñanza de Jesús ha de brillar en la casa Espírita. Sacrificándonos cuanto sea posible, por los que son atendidos de ambos planos, colocándonos a disposición del Bien, incesantemente, disci-plinando los pensamientos para poder sintonizar con las esferas mayores. Evitar colocar la organización por encima de la bondad y de la fraternidad;

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en la relación humana, disciplina y amor deben andar juntas. El resto hay que dejarlo en manos de Dios y continuar fieles nuestro camino.

Aun cuando en el camino se presenten barreras de fuego, purificar el pensamiento es lo ideal para reflejar fielmente los mensajes celestes en el mundo.

Todas las realizaciones respetables de la Tierra nacen en el trabajo de

los que se humillan para servir. Si se piden maravillas deben ofrecer el prodi-gio de su corazón renovado y humilde, en el que se manifiesta el amparo de la Divinidad.

Si los deberes están cumplidos en los centros Espiritas, la luz irradiara la

lámpara que tiene por misión alejar las tinieblas. Pues puestos en el mundo, para sustentar las verdades de los Espíritus, tienen el hermoso y anónimo destino de los árboles, que producen bienes en abundancia y soportan los ma-los tratos de quien arrebatan sus frutos; Más los cuidadores espirituales de los centros no poseen campos en la tierra… Moran en las galaxias estrelladas del infinito, de donde regresan, abnegados a las Casas Espiritas, para poner los espíritus de los que trabajan en ella, en la posesión de la herencia inmar-cesible de la inmortalidad, a la cual los destinó el Padre Supremo, otorgándo-les el más grande tesoro del Universo…

Los Mensajeros de la Eterna Alegría aceptan las migajas de sufrimientos

por extender la luz en la construcción divina. Ellos estuvieron con todos los apóstoles del pasado, alimentan las energías para que los centros del futuro sean mejores. Inspiran la palabra para que los desalentados se reanimen y balsamizan las manos para sanar enfermos… son ellos la inspiración que quita un pesar, su oración tonifica… se debe curar, atribuyéndoles la virtud, extender el bien, reconociendo su poder, consolar, confiándoles el merito, es-clarecer, aceptándoles la lección…

Confiar y auxiliar, en las casas espiritas porque los Grandes Hermanos,

están con los trabajadores del Bien y para estar unidos a ellos basta seguirlos en el servicio al prójimo olvidándonos de uno mismo, trabajando con la con-ciencia tranquila y la sinceridad en el corazón.

Cuando el huracán de la adversidad estimule el desaliento y cuando las

tinieblas de la prueba sumerjan en tristeza a los componentes de un Centro Espírita, se debe recurrir a los Embajadores Divinos del Amor Eterno y sen-tirán de inmediato el calor de la fe alimentando y fortaleciendo el recinto y sus componentes.

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Para ello basta que se recojan en la paz del silencio, encendiendo en su interior la llama viva y vigilante con el acto sublime de la Oración.

El desánimo y la Tristeza tanto como la insatisfacción y la rebeldía son síndromes de enfermedad en el alma y ocasionan desequilibrios favoreciendo las molestias del cuerpo. El pase magnético en los centros es una transfusión de energías anímicas equilibran las mentes y apoyo eficaz para todos los tratamientos. El pase magnético es un agente eficaz para impedir las aluci-naciones depresivas en el alma. Su aplicación proporciona fuerzas magnéti-cas curativas es una efluvio terapia, que unido al vehículo eficaz de la oración es un legítimo complemento terapéutico.

El pase magnético, con la autoridad moral de la oración es un auxilio di-

vino para las necesidades humanas. Basta recordar en los centros el Evange-lio donde Jesús atendiendo a los enfermos extendiéndoles sus manos lumino-sas. En los centros debe existir la confianza en Dios y estar lo suficientemente esclarecidos para comprender los preparativos de la nueva vida que Jesús nos destina”.

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LA MISIÓN DEL ESPIRITISMO EN EL MUNDO Mercedes Cruz El Espiritismo es la Doctrina consoladora y gracias a ella el hombre

cuenta con la oportunidad de conocer mejor a Dios y su obra además de saber de dónde viene a donde va le da la enseñanza para seguir la vida de una for-ma más llevadera ayudándolo a resignarse, a seguir firme y adelante los ca-minos que le son imposibles. Sólo ella con los protagonistas los Espíritus es la que descubre él más allá de una forma convencional y razonable.

El Espiritismo con su bálsamo de amor ha animado a las almas afligi-

das descubriendo ante ellas que merecía la pena seguir viviendo y luchar hasta el fin en las causas perdidas. El Espiritismo con su enseñanza basada en las de Cristo a explicado las situaciones más embarazosas de la vida, a es-clarecido al hombre de los mitos y milagros que aun hoy son imposibles a la lógica y la razón.

Él con ayuda de los Espíritus a dado el sentido real y lógico a todos los

enigmas del mundo, él le descubre al hombre sus verdaderos sentimientos por decirlo de alguna manera le desnuda ante sí mismo, dejando desde ese momento de engañarse y viendo su verdad con la opción de cambiar y mejo-rar o la de saber claramente que no está obrado como debe y que si se engaña o engaña él es el que sufrirá las consecuencias pues Dios registra sus verda-deras intenciones y un día a su vuelta las veras tal son, por ello es el mismo el que edifica o destruye en su mundo.

Ella nos esclarece que es sólo el cuerpo material el que muere que nues-

tros seres queridos que han partido están a nuestro alrededor con un cuerpo etéreo imperceptible para nosotros y nos da la resignación para saber espe-rar a ese mañana en el que cuándo nosotros partamos nos encontraremos y veremos que todo esto es realidad.

Atormentados muchas veces por el espectáculo del mundo y por la incer-

tidumbre del porvenir muchos hemos levantado nuestros ojos al cielo pidien-do la verdad. Hemos pedido a la ciencia los secretos y a las religiones sus en-tusiasmos pues la naturaleza nos parece muda y las respuestas del sabio y del sacerdote no nos bastan para la razón y para el corazón.

Es esta hermosa Doctrina la que trae solución, una solución más grande,

racional, más consoladora que otras doctrinas y las filosofías del día, esta

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Doctrina reposa sobre las bases más sólidas que puedan concebirse; el testi-monio de los sentidos y la experiencia de la razón.

Esta Doctrina capacitada para transformar la faz de las sociedades es la

que ofrecemos en estas conferencias a los investigadores de todos los órdenes y de todas las categorías, es para los que están hartos de vivir como ciegos, ignorándose a sí mismos, para aquellos que no se conforman con las ideas materialistas y superficiales, que aspiran a cosas de un orden más elevado.

Muchos de los que la conocen tal vez la rechacen un día, quizás muy po-

cos la seguiremos hasta el fin pero en realidad el número importa poco, la inspiración de esta Doctrina es el respeto y amor a la verdad y la anima la sola ambición de que sus seguidores a su vuelta al espacio puedan decir en Espíritu: mi pasó por la tierra no ha sido estéril, he contribuido a apaciguar un dolor, a iluminar una inteligencia en demanda de la verdad, a reconfortar una sola alma vacilante y entristecida.

La religión es necesaria e indestructible por qué tiene su razón de ser en

la naturaleza misma del ser humano del cual, resume y expresa las aspira-ciones elevadas, es también la expresión de las leyes eternas, para ser salu-dable la religión para convirtiese en un móvil de elevación y progreso esta debe despojarse de los disfraces con que se ha vestido a través de los siglos. Lo que debe desaparecer no es su principio si no los mitos oscuros, las formas exteriores y materiales.

La verdadera religión no es una manifestación exterior; es un sentimien-

to, y es en el corazón humano donde está el verdadero templo de lo Eterno, la verdadera religión no puede ajustarse ni a reglas ni a ritos estrechos. No ne-cesita formulas ni imágenes; se preocupa poco de los simulacros y de las for-mas de adoración y no juzga los dogmas sino por su influencia en el perfec-cionamiento de las sociedades. La verdadera religión abarca a todos los cul-tos, todos los sacerdocios y se eleva por encima de ellos y les dice: ”La verdad está más alta”.

Todos los hombres no alcanzan esas cimas intelectuales por eso la tole-

rancia y la benevolencia se imponen. Si el deber nos impulsa a separar a los buenos Espíritus de las manifestaciones vulgares de la religión es preciso abstenerse de arrojar piedras a las almas dolientes, desconsoladas, incapa-ces de asimilarse las nociones abstractas que encuentran en su fe ingenua un sostén y una confortación. El número de creyentes sinceros disminuye día a día.

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La idea de Dios en otro tiempo sencilla y grande en las almas, ha sido desnaturalizada por el temor al infierno perdiendo eficacia. La ficción y la fantasía han engendrado el error y este condensado en el dogma se ha ergui-do como un obstáculo en el camino de los pueblos. La luz a sido velada por aquellos que se consideraban los depositarios de ella, y las tinieblas en que querían envolver a los demás se ha producido en ellos y a su alrededor, los dogmas han pervertido el sentido religioso y el interés de catas a falseado el sentido moral, de aquí un cumulo de supersticiones de abusos de práctica ido-latras cuyo espectáculo a lanzado a tantos hombres a la negación.

Estamos en unos momentos en que estas religiones envejecidas se de-

rrumban ante sus bases y una filosófica renovación social se prepara. El pro-greso material e intelectual llama al progreso moral, las almas inspiradas se agitan en sus profundidades esforzándose en adquirir formas y nacer a la vi-da. El sentimiento y la razón dos fuerzas grandes e imperecederas como el Espíritu fuerzas con actitudes hasta ahora hostiles y turbadoras para la so-ciedad por sus conflictos tienden en la actualidad por fin a aproximarse.

La hora presente es una hora de crisis y de renovación. El mondo esta en

fermentación, la corrupción aumenta, las sombras se extienden, y los peligros son grandes. Para elevar el nivel moral, para detener la superstición y el es-cepticismo que conducen a la esterilidad, lo que necesita el hombre es una concepción nueva del mundo y de la vida que apoyándose en el estudio de la Naturaleza a y de la conciencia, en la observación de los hechos, en los princi-pios de la razón, fije la finalidad de la existencia y regularice la marcha hacia delante.

Lo que necesita la Humanidad es una enseñanza de la que se deduzca un

móvil de perfeccionamiento una sanción moral y una certidumbre para el porvenir. Ahora bien, esta concepción y esta enseñanza ya existen y se vulga-riza todos los días en medio de las disputas y de las divagaciones de las escue-las una voz se ha dejado oír; “la de los muertos”.

Desde el otro lado de la tumba se han revelado más vivos que nunca y lo

que nos enseñan concilian todos los sistemas y de las cenizas del pasado lle-gan a hacer brotar una llama nueva. En la filosofía de los Espíritus encon-tramos la Doctrina oculta que abarca todas las edades. Esta Doctrina los hace revivir, reúne los restos esparcidos y los adosa uno a otros con un pode-roso cemento para reconstruir un monumento capaz de amparar a todos los pueblos y a todas las civilizaciones. Para asegurar su duración, la asienta so-bre la roca de la experiencia directa, del hecho renovado sin cesar. Gracias a

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ella se tiene la certeza de la vida inmortal, con las existencias innumerables y los incesantes progresos que nos reserva en la sucesión de las edades.

Semejante Doctrina puede transformar a los pueblos y a las sociedades,

llevando la claridad a todas partes donde exista la noche, haciendo desapare-cer todo lo que hay de hielo y de egoísmo en las almas, revelando a todos los hombres las leyes que les une con los vínculos de una estrecha solidaridad.

El objeto Supremo es la perfección, el camino que nos conduce a ella es el

progreso y este es largo y se ha de recorre pasó a pasó, y finalizada cada eta-pa el ser recoge el fruto de su trabajo, enriquece su experiencia y desarrollan sus facultades, todos los destinos son iguales no hay privilegiados ni maldi-tos, todos recorremos el mismo camino, y a través de mil obstáculos estamos llamados a realizar los mismos fines. Somos libres de acelerar o de aminorar nuestra marcha, de hacernos inferiores con los goces groseros y de retrasar-nos con los vicios o mantenernos en la ociosidad. Pero no dudemos que tarde o temprano nuestro sentimiento del deber despertara, nuestro dolor sacudirá esa apatía, y forzosamente reanudaremos la carrera.

La diferencia en las almas es su grado de adelanto y este está permitido

superarlo en el porvenir, todos con nuestro libre albedrío caminamos con di-ferentes pasos que motivan esa diferencia hijos del mismo Padre deberemos aproximarnos a Él en la sucesión de nuestras existencias para llegar a for-mar todos una sola familia. La gran familia de los Espíritus que pueblan todo el Universo.

Ya no tienen razón de ser las ideas en el mundo del paraíso o del infierno

eterno, vemos seres que persiguen su propia educación y se elevan mediante su esfuerzo hasta lograr la armonía Universal. Todos creamos nuestra situa-ción con nuestros actos y las consecuencias recaen sobre uno mismo cuándo hacemos mal, rebajamos nuestro nivel y empequeñecemos y para lavar nues-tros errores deberemos reencarnar en mundos de dolor y purificarnos me-diante el sufrimiento. Cumplida esta purificación la evolución vuelve a co-menzar.

Los castigos eternos no existen, pero se necesitan una reparación pro-

porcionada a las faltas cometidas. Nuestro juez y verdugo es nuestra concien-cia y está cuándo se separa de las sombras materiales, se torna imperiosa y obsesionante.

En el orden moral y en el físico no hay más que causas y efecto, lo que pa-

ra el hombre constituye una injusticia no es más que la reparación de su pa-

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sado. El destino del hombre es el pago de la deuda contraída por el mismo con la ley. La vida actual es consecuencia directa e inevitable de nuestras vidas pasadas y nuestra vida futura será resultante de nuestros hechos presentes.

Al animar un nuevo cuerpo, el alma lleva consigo en cada encarnación el

acervo de sus cualidades y sus defectos, todos los bienes y los males acumula-dos por obras del pasado. El hombre construye con sus propias manos su ser moral, edifica su porvenir, prepara el mundo donde deberá renacer y el sitio que deberá ocupar.

Con la ley de reencarnación la Soberana Justicia resplandece sobre los

mundos. Las situaciones dolorosas que padecemos los hombres se explican por la acción de esta ley. El que hizo sufrir, sufrirá a su vez.

Después de un número incalculable de muertes y renacimientos, de caí-

das y ascensiones, liberados de las reencarnaciones gozaremos de la vida ce-lestial, en la cual participaremos del gobierno de los seres y de las cosas, construyendo con nuestras obras a la armonía Universal y a la ejecución del Plano Divino.

Tal es el misterio de la psiquis, el alma humana. El alma lleva gravada en sí la ley de su destino. Aprendemos a deletrear

los preceptos, a descifrar este enigma que constituye la verdadera esencia de la vida. Cada chispa arrancada del Foco Divino, cada conquista lograda sobre el alma misma, sobre sus pasiones, sobre sus instintos egoístas, le propor-ciona un goce intimo, más vivo a medida cuanto este esfuerzo es más costoso.

Este cielo está en nosotros, la felicidad o el remordimiento, el hombre

lleva en lo más profundo de su ser su grandeza o miseria, son consecuencia de sus actos. Las voces melodiosas o severas que se elevan en nosotros, son los fieles interpretes de la gran ley, tanto más poderosas a medida que sube más alto nuestro camino a la perfección.

El alma es un mundo en él se mezclan aun las sombras y los rayos de la

luz, cuyo estudio atento nos hace ir de sorpresa en sorpresa. A medida que nos purificamos aumenta nuestras percepciones. Todo lo que nos encanta en el presente, comparado con lo que el alma adquirirá un día, cuando llegue-mos a las supremas alturas, será poco. Poseeremos inmensos recursos ocul-tos en los sentimientos íntimos, variados y sutiles, fuentes de vivas impresio-nes, que están entorpecidos en la mayoría por nuestra grosera envoltura.

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Sólo algunas almas elegidas, desligadas de las cosas terrestres y purifi-cadas por el sacrificio han gustado las primicias de ese mundo. Pero no han tenido expresiones para describir las sensaciones que los habían embriaga-do. El hombre ignorante de la verdadera naturaleza del alma y de los tesoros que está posee, se ríen de lo que llaman ilusiones y quimeras.

Como hemos apreciado, el Espiritismo es la fuente que calma la sed de los

que realmente desean beber en la fuente de la sabiduría Divina. Dios atiende nuestra llamada con esta Doctrina, que nos esclarece y nos

anima a seguir el camino de Cristo. Estamos por el progreso, pues cons-truyámoslo dentro de nosotros, para ampliar el programa de los que cons-truyen y edifican por insignificante que sea nuestro número. Ente Dios somos brazos trabajando para el bien común y los frutos un día se verán no muy le-jano, empecemos, nunca es tarde para volver al Padre, es una iniciativa par-ticular de uno mismo.

Gracias al Espiritismo, se comienza a reconocer que el hombre, criatura

compleja que es, formada de cuerpo y alma, no sufre sólo las influencias del medio físico en el que vive, como es el clima, la tierra, la alimentación, etc., sino tanto o más las influencias de la psicosfera terrena, es decir, de las enti-dades espirituales – buenas o malas – que cohabitan este planeta (los llama-dos ángeles o demonios), las cuales interfieren en su comportamiento en ma-yor escala de lo que él quiera admitir. De ahí la recomendación de Cristo: “orad y vigilad para no caer en tentación”.

Gracias también al Espiritismo, hoy, se sabe, que el espíritu, o alma, no es

mera “función” del sistema sensorio-nervioso-cerebral, como divulgaba la seudociencia materialista, ni tampoco una “centella” sin forma, incapaz de subsistir por sí misma, como lo imaginaban las religiones primeras o prima-rias, pero sin un ser individualizado, revestido de una sustancia quintaesen-ciada, que, a pesar de ser imperceptible a nuestros sentidos groseros, es pa-sible de, mientras está encarnado, ser afectado por las enfermedades o por los traumatismos orgánicos, pero que, por otro lado, también afecta a la in-dumentaria de la que se sirve durante la existencia humana, ocasionándole, con sus emociones, disturbios funcionales e incluso lesiones graves, como lo testifica la psiquiatría moderna al hacer medicina psicosomática.

Edifiquemos los espiritas en la tierra la unión de los centros, abracémo-

nos con amor y alegrémonos con los progresos de nuestros hermanos, sir-viendo esto para incentivar en nosotros la sed de Dios y lograr el nuestro, la aflicción de la envidia y la intolerancia intercepta nuestro camino y nuestro

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progreso enfermando nuestros sentidos, haciéndolos maleables para poder lograr esa redención y esa confraternización.

Espiritas amémonos, tolerémonos y bebamos en la fuente Kardeciana,

Doctrina esclarecedora y pacificadora de los perdidos y los rebeldes, de los incrédulos y los ineptos, ella les da que pensar avivando su fé y les empuja al trabajo para procurarse algo mejor. Es autora de la vida, puesto que ilumina el Espíritu, ser ignorado por sí mismo, y desmerece la envoltura carnal y sus accesorios, tornándolos necesarios para el desarrollo del Espíritu, pero una vez cumplida la labor estos desaparecen sin ningún valor para el Espíritu, lejos de vivir por la envoltura material ella enseña a vivir por el progreso del Espíritu y edifica para él ideas y actos que le sirven en el más allá.

No olvidemos que los mundos que brillan en la superficie de los Cielos,

son las moradas del porvenir, la herencia que Dios nos reserva, somos ciuda-danos del Universo, pertenecemos a los siglos futuros como a los siglos pasa-dos, en la hora presente debemos preparar nuestra elevación, soportemos con calma los males elegidos por nosotros mismos.

Sembremos en nuestro dolor la semilla que brotara en nuestras próxi-

mas vidas y sembremos también por los demás, como otros han sembrado para nosotros. La accesión es difícil y el sudor inundara nuestros rostros con frecuencia, pero en la cima veremos asomarse la luz y veremos brillar en el horizonte el sol de la verdad y de la justicia. La voz que nos habla así es la de los muertos. La de las almas amadas que nos han precedido en la religión de la verdadera vida. Muy lejos de dormir bajo las losas, velan por nosotros, desde el fondo de lo invisible nos contemplan y nos sonríen. ¡Adorable y Divi-no misterio! ¡Se comunican con nosotros!.

Nos dicen: ¡Basta de dudas estériles, trabajar y amar! ¡Un día cumplida

nuestra tarea la muerte nos reunirá!. Al final de cada existencia, los recuerdos lejanos renacen poco a poco y

salen de las sombras. Avanzamos pasó a pasó tanteando por la vida, acaecida la muerte todo se ilumina, el pasado explica el presente y el porvenir se escla-rece con nuevos rayos de luz.

En Espíritu recobramos la plenitud de nuestras facultades y comienza

para nosotros un periodo de examen, de reposo y recogimiento, durante el cual se juzga y mide el camino recorrido. Recibimos los consejos de los Espíri-tus más avanzados, y guiados por ellos adoptamos resoluciones viriles, y cuándo llega el caso, escogemos un ambiente favorable, volveremos a des-

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cender a un nuevo cuerpo. Vuelto a la carne el alma perderá también la me-moria de las vidas pasadas y al mismo tiempo el recuerdo de la vida espiri-tual, la única y completa comparada con la cual la estancia terrenal nos pa-recerá espantosa.

Larga será nuestra lucha, penosos los esfuerzos necesarios para reco-

brar nuestra alma la conciencia y sus potencias ocultas, pero siempre con-servaremos la intuición y el vago sentimiento de las resoluciones adoptadas antes de renacer y prosiguiendo el transcurso de nuestras existencias mejo-raremos con nuestro trabajo y sufrimiento.

El Espiritismo nos revela la ley moral, traza nuestra línea de conducta y

tiende a aproximar a los hombres por medio de la fraternidad, de la solida-ridad y de la comunidad de opiniones. Trae consigo un sentimiento nuevo de la oración y una necesidad de amar, de trabajar para los demás y de enrique-cer nuestra inteligencia y nuestro corazón.

Esta extendido el Espiritismo por toda la superficie del planeta, muchos

errores y perjuicios retrasan aun su marcha, pero puede esperar, el porvenir esta en ella. Es fuerte, paciente, tolerante y respeta la voluntad del hombre. Es progresivo y vive de la ciencia y de la libertad. Es una Doctrina desinteresada y no tiene otra ambición que la de hacer más felices a los hombres, haciéndo-los mejores.

A todos proporciona la calma, la confianza y la firmeza en el sufrimiento.

Acordémonos que todo lo material es efímero. Las generaciones pasan como las olas del mar, los imperios se derrumban, los mundos mismos perecen y los soles se apagan, todo pasa y se desvanece. Pero hay tres cosas que proceden de Dios y son inmutables como Él, tres cosas que resplandecen por encima del espejismo de las glorias humanas, La Sabiduría, La Virtud y El Amor, con-quistémoslas con nuestros esfuerzos y cuándo las hayamos conseguido, nos elevaremos por encima de lo que es pasajero y transitorio para gozar de lo que es Eterno.

Recordando al Codificador de la Doctrina Espírita, es importante que es-

temos alertas en nuestros deberes fundamentales. Convenzámonos de que es necesario: Sentir a Kardec; Estudiar a Kardec; Anotar a Kardec; Meditar a Kardec; Analizar a Kardec; Comentar a Kardec; Interpretar a Kardec; Culti-var a Kardec; Enseñar Kardec y Divulgar a Kardec… Que es necesario cristia-nizar a la Humanidad es una afirmación de la que no hay duda; entretanto, cristianizar, en la Doctrina Espírita, es razonar con la verdad y construir con

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el bien de todos, para que, en nombre de Jesús, no hagamos sobre la Tierra un sistema más de fanatismo y de negación.

¡Bendito sea, pues, el Espiritismo, por la revelación de esa verdad, a la

luz de la cual se nos hace patente, esplendorosamente, la Bondad infinita de Dios!

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ANTE LA VIDA

El hombre cuando desea cambiar y se acuerda de Dios, aspira unirse a Jesús, y consecuentemente, ansia la paz en sí mismo.

Para conseguir semejante realización, es preciso penetrar más profun-

damente en el significado de las palabras de Cristo “Y aquel que quisiera ve-nir en pos de mi, renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga.”

En la vida hay afectos que la unión a ellos durante milenios ha tornado

inolvidables, pero igualmente convivirán viejos adversarios, armados con los instrumentos de odio abierto, y trajeados en otro ropaje físico, debida-mente acogidos a la convivencia dificultando los pasos, a través de la aver-sión oculta. Sintiendo lo que es la tranquilidad por fuera y angustia por de-ntro. Entendiendo que somos traídos a vivir, unos al frente de los otros, para aprender a amarnos recíprocamente como hijos de Dios.

Poco a poco se percibe, según los principios de causa y efecto, que las

manos que apedrean son aquellas mismas que ensañaste hiriendo al próji-mo, en otras eras cuando la claridad de la verdad no te había iluminado el discernimiento reconociendo en los labios que te envenenan con apuntes ca-lumniosos aquellos mismos que adiestraste en la injusticia, entre las sendas del pasado, a fin de auxiliarte en la alabanza a la condenación.

Los impulsos inferiores constantemente estimulados se convierten en

verdugos de la paz y en señores del hombre, que solamente con penosos es-fuerzos consigue liberarse de los mismos, cuando definitivamente se propone a la elevación, a través de la senda del sacrificio y de la renuncia.

En todos los círculos de la vida humana y en cualquier tiempo han flore-

cido los elevados ideales del amor, y las virtudes jamás han dejado de ex-halar los sutiles aromas de la honradez y de la nobleza.

Como una preciosa conquista, la amistad es el polen del amor, que crece

donde se abran las flores del sentimiento en el árbol generoso de la dignidad

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humana. No obstante, cuando se aflojan los lazos de la fraternidad, los valo-res espirituales del ser corren riesgo.

Las ambiciones descomedidas, los desequilibrios de la emoción atormen-

tada y los desordenes morales constituyen un campo fértil, donde crecen los desvirtuados recursos de la criminalidad y las nefastas negociaciones.

El odio es un toxico que corroe el recipiente que lo contiene. Al ser reteni-

do, destruye; al ser derramado, envenena. Las mallas de la intriga bien urdida aprietan nudos constrictores y se ve

la sospecha, con una creciente expresión de horror, y el paso de las horas se llena de inquietud.

En todas las circunstancias de la vida en que las expresiones antagóni-

cas del desorden íntimo provocan tormentos, vínculos psíquicos con los des-encarnados, conscientes o turbados por el trance de la muerte, generalmente promueven largos procesos obsesivos y causan infelices estados de perturba-ción que son capaces de llevar a la delincuencia o a la locura. La esfera de los llamados muertos siempre ha influido poderosamente en la actividad mental de los llamados vivos. Al penetrarse recíprocamente los dos continentes de la vida: el físico y el espiritual, es muy difícil establecer el marco divisorio. Capaz de definir con precisión donde uno empieza y otro termina. Por eso, muerte es vida y vida en el cuerpo no deja de ser muerte…

El hombre debe ser libre para que pueda ejercer, a través de lo que el

mismo elija, la regencia de sus actos, y responder por sus consecuencias. Mientras que los derechos humanos no sean respetados – y hay mil formas de deshonrarlos -, los espectros de la desgracia rondaran, en marchas sinies-tras, sobre los escombros de la desidia de los expoliadores de los derechos ajenos. Contemplaran su propia caída y el erguimiento de los que han dene-grido y degradado, así como de los que creían haber aplastado. Y la Historia ara justicia a sus víctimas, prescribiendo sus hechos ignominiosos.

La meditación ofrece la oportunidad superior para el descubrimiento

íntimo, de donde resulta la comprensión de los acontecimientos que muchas veces pasan en una agitación vertiginosa e infeliz. Invita al examen de acti-

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tudes y eleva el espíritu a las afables regiones de la Espiritualidad, donde el ser se sacia, se tranquiliza, abre las puertas a la percepción y se emociona al identificar sus propias debilidades y al descubrir las divinas potencialida-des que viene despreciando. Es una invitación de Dios a través de la inspira-ción angélica, un intercomunicador para conversaciones sin palabras… en dichos momentos, esos felices mensajeros se acerca, invitados por la sintonía automática y espontanea del solicitante mudo, y con sus poderosas energías libertan al sufriente de las cadenas que esclavizan, permitiéndole aspirar una saludable psicosfera en la que se desintoxica, para que a partir de ahí pueda discernir mejor y actuar correctamente con más seguridad.

Hasta el rebelde contumaz es acreedor de las oportunidades concedidas

por la Misericordia Divina, que a todos alcanza en forma de socorros fomen-tadores de los medios que conducen a la rehabilitación tras la caída, o al pro-greso, cuando se conjuga el esfuerzo con el deber.

Cuando el fragor de las inquietudes esté a punto de despedazar el co-

razón; cuando en las encrucijadas no se sepa el camino a seguir y todas las rutas parezcan dar acceso a abismos; cuando una insoportable desespera-ción os haya arrastrado a infelices conclusiones que aparenten ser la única solución; cuando los infortunios atormenten y tiendan a volver loco indife-rente ante el propio sufrimiento – disponer del vehículo de la oración y acce-der a la meditación que ampara – es la mejor solución. Tal vez los problemas no sean suprimidos, ni sean evitadas las dificultades. Mientras tanto, se am-pliara la visión hacia un mejor y más profundo discernimiento; consiguiendo vislumbrar una mayor comprensión de la vida y de sus legitimas realidades; sintiendo la presencia de fuerzas ignitas que penetraran, dando fortaleza; os elevareis a zonas psíquicas relevantes, de donde regresareis saturados de paz, con posibilidades de proseguir, a pesar de cualquier coyuntura difícil existente o que pueda surgir. Ya que la plegaria aplaca y la meditación re-nueva; la oración eleva, mientras que la reflexión sostiene; en comunión con Dios, el pensamiento noble en Él sorbe la vida, y al dialogar en vinculo de amor deja traslucir las impurezas y se impregna con las sublimes vibraciones de la afectividad, que se convierte en una fuerza dinámica para sostener a las debilitadas potencialidades que entonces se yerguen y no desfallecen más.

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No os arrojéis funestamente en las fosas de la desenfrenada ira o entre el oleaje de la insensatez. Antes de que asalten los demonios del crimen, levan-tarse del caos, pensando y orando es la mejor opción.

Existen oídos atentos que captan los ruegos y cerebros poderosos que

emitirán mensajes-respuesta que no se debe dejar de considerar. Amores que han precedido en el más allá de la tumba vigilan y esperan

por los que quedaron, amando aguardando receptividad. No equivocarse y no desesperarse en vano. Hay que prestar atención.

Hablando con el Padre en una oración tranquila haciendo silencio para po-der escucharlo a través de la inspiración clarificadora.

Sin exigir, ya que quien ora, no impone. Orar es abrir el alma, exteriori-

zar los estados íntimos y refugiarse en la sabiduría divina para aprovisio-narse de entendimiento, penetrándose de salud interior…

Al orar en la aflicción o en la alegría, el hombre trabaja. Y orando conse-

guirá vencer todas las tentaciones y logrará integrarse con plenitud en el espíritu de la vida que fluye de la Vida Abundante, con fuerzas superiores pa-ra trabajar y vencer.

Cuando ignoramos las sutiles facultades de la intuición, de la premoni-

ción y las leyes de la reencarnación en que están basados los acontecimientos de la vida física, y manteniendo tan solo como recurso pura y simplemente el argumento de la fe, sin los recursos más amplios para estructurar el consuelo se nos hace imposible sostener a la oveja aturdida.

Los sufrimientos del pasado seguramente afligen de tal manera, que el

bálsamo de las incontables alegrías no consigue cicatrizar definitivamente las innumerables heridas, que todavía supuran… Es necesario olvidar para perdonar mejor, arrojando en el olvido el yugo del resentimiento y de las re-miniscencias amargas, el mal que nos pretenden hacer resulta un bien ines-timable, a pesar de los incalculables sufrimientos… No hay que permitir que antiguos infortunios tiznen las actuales alegrías ni oscurezcan las futuras esperanzas.

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Los que menosprecian los valores éticos, en su insania, son incapaces de medir sentimientos y de caracterizar actitudes en toda su magnitud. Discul-parse significa para ellos una humillación, como una credencial para acce-der a nuevos desatinos, a los que se vinculan persistentemente. La distancia que existe entre una agresión y una explosión de generosidad es apenas una circunstancia de su emotividad. Sin la sensatez necesaria, dan a los hechos la interpretación que les conviene.

Antes de cometer desatinos y hacerse cómplice de la criminalidad, acele-

rar el paso y meditar, es la mejor opción ya que unas horas de locura y de venganza vana, se transforman en siglos de dolor. El error mancha a los que se esclavizan en el. Las falsas victorias derivadas de la infamia, de la trai-ción y de las indebidas conquistas, se convierten en laberintos de sombra y de dolor que se han de recorrer ineludiblemente. La felicidad no reluce en los dédalos de la conciencia ultrajada por el crimen, y ni siquiera aparece algún salvador que no sea el de la justa reparación del mal perpetrado. Al practicarse el error, se consuma la auto sentencia, mediante la cual la paz se ve desterrada del espíritu culpado y la armonía del amor cede lugar a las tormenta.

Hay que Bendecir la cruz, los que caminan fustigados por el desaliento,

por la soledad o bajo los vendavales de la aflicción. Y agradecer el dolor rectificador y poner el aceite de la esperanza en la

lámpara de la resignación, en la prolongada vigilia reparadora. Recordando, que al sufrir, se rescata acciones torpes que están olvida-

das, pero que no están muertas en la conciencia espiritual ni ignoradas por el Estatuto Divino.

Sin envidiar la dicha ajena a socapa, ni desear cambiar milagrosamente,

o gracias a métodos condenables, la posición que se disfruta. Secando las lágrimas y velando en el altar de la rehabilitación. El llanto actual tiene origen en las lágrimas que se han hecho derramar

a los otros y que ahora llegan de retorno.

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… Simultáneamente, existen los que sonríen y que son apenas espectros disfrazados en el palco de las diversiones alucinadas. Al huir de la responsa-bilidad, avanzan a través de sitios en los que se ha deambulado y de cuyos desdichados recuerdos les gustaría libertar…

Sin embargo, si se les habla de las sombrías herencias que de allá traen,

se burlarían y tildaran de religiosos atontados e incluso esquizoides a los que intentan esclarecerles.

La oración por ellos, como por uno mismo, provocadores de la deshonra,

capitanes de la iniquidad, y aprendiendo con mansedumbre del Hijo de Dios las maravillosa lección de la felicidad sin macula, de la alegría sin mezcla y de la paz sin recelo…

Del tumulto que desgobierna el mundo, cultívese la ponderación y re-

flexiónese antes de arrojarles al foso de la perversión o de los agravios de pe-nosa reparación.

Las risas de un minuto no valen lágrimas de las horas incontables que

afligen el despertar de la conciencia. Los que han transpuesto la puerta de la tumba, al aseverar estos concep-

tos, son los personajes vivos de los dramas que la sepultura no apagó. Si nos hablan, es porque desean nuestra felicidad. Hay que creer y espe-

rar, teniendo confianza en el amor de Nuestro Padre. El señor nunca abandona a los que confían en El y a los que se Le entre-

gan con devoción. El orar nos eleva a la paz, estando por encima de las torpe-zas humanas y gozando anticipadamente de las delicias del porvenir, a pesar de las asperezas y trastornos del presente.

La vida se desdobla en sucesivos eslabones en la cadena de la evolución.

Una etapa se interrumpe para iniciarse otra. A semejanza de la semilla que se despedaza para germinar, la muerte, en compensación, es vida que se desenlaza. Más allá de la sepultura los dolores de los que sufren desaparecen y las incertidumbres se convierten en seguridad. Se hace indispensable saber

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enfrentar las rudas pruebas, a fin de saldar los pesados tributos de sombra y de falta de armonía que uno ha causado.

Es imperioso que la gema preciosa sufra la acción del cincel que ha de

labrarla para poder reflejar la pujanza de la luz e irisarse. Lo mismo suce-de con el espíritu; necesita sufrir la lapidación moral para limpiarse de cual-quier impureza, haciéndose sublime a través de la renuncia y del amor, a fin de ascender en dirección a la bienaventuranza.

No afligirse con el actual agresor de la paz, que resurge de la noche de

los tiempos, transformado en un arbitrario comensal de la locura, para hacerlas expiar por el mal de antaño…

Mientras nos emergemos en dirección de la libertad, el se sumerge en los

sórdidos fosos de las sombras y de la agonía de largo curso… Es necesario expulsar la ira del corazón y colmarlo de armonía, y en ese

sentido, la plegaria es el sublime filtro para operaciones de este género. No hay que tener miedo, ya que no se paga una deuda más allá de los

límites del debito contraído. Nadie es obligado a cargar un fardo superior al de sus propias fuerzas y solo somos constreñidos a sufrir el dolor que corrige, disciplina y nos liberta. Jesús Crucificado es el mismo Amigo de los sufridos pescadores de Genesaret y de las mujeres desoladas de la Galilea… Ninguna queja o rebeldía hemos escuchado de Él, pese a las circunstancias dolorosas de su martirio… Pensemos en Él y yérguete a Él, entregándote con mansa sumisión…

La felicidad no consiste apenas en las risas, en la salud y en las conce-

siones de la fortuna; sino también en la forma de cómo encarar los infortu-nios, los desengaños las aflicciones. No debiendo dar demasiada importancia a las cosas desdichadas que nos sucedan.

La ventura, como la desgracia tiene el valor que le damos. Cuando sa-

bemos valorar las rosas, respetamos sus espinas que las preservan de las agresiones. Por eso es conveniente que nos preparemos para todas las cir-cunstancias de la vida.

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En la trama de la desesperación, los malos espíritus instigan a sus vícti-mas y las dejan exhaustas a golpes de continua alucinación, sin darles tregua para facilitar su discernimiento. Al ser abierto el camino de la deshonra y al estar iniciado el descenso en los abismos del odio, todo impulso que se realiza en ese sentido es para comprometerse cada vez más en un desequilibrio casi irreversible.

En toda colusión criminal se enredan, en una compleja urdimbre, las

mentes de los hombres con los de los desdichados espíritus desencarnados que les ejercen influencia, a veces de una manera tal que uno puede decir que son estos los que comandan a aquellos, y al ser verdugos son también victi-mas de otras manos miserables.

En la estela de las vidas sucesivas continúan las tramas de la evolución

con sus enérgicas advertencias. En cada primavera de bendiciones vuelven a florecer, sobre los charcos

de las pasiones, los lirios de la paz, cuyas verdes ramas simbolizan la espe-ranza que nunca nos debe faltar, aun cuando todo parezca abismo y lodo bajo nuestros pies. En esas primaveras de misericordia, también vuelven a flore-cer los corazones.

Cuando estés al borde del desespero o del desánimo, yérguete sobre los

motivos de tristeza o desaliento y contempla los cuadros de la naturaleza a tu alrededor. Nuevos minutos se despeñan del corazón de las horas en tu benefi-cio, decenas y centenas de criaturas aparecen por todos los flancos dirigién-dote sonrisa de esperanza, múltiples tareas te piden concurso y devoción y los días siempre renovados te señalan el Cielo, de horizonte a horizonte, sien-do como inmensa puerta libertadora, a través de la cual, en cada mañana, la Sabiduría del Señor te invita sin palabras a recomenzar y progresar, a tra-bajar y vivir.

TRABAJO REALIZADO POR MERCHITA Extraído del libro “Sublime Expiación” de Divaldo Pereira Franco

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SUBLIME EXPIACIÓN (10/2/2009)

La vida son experiencias que se aglutinan y que forman las páginas de la realidad. Son lecciones compuestas por romances, novelas, tragedias, y que merecen ser recordadas cual manantial de simple adquisición para edificar a otras existencias en la peregrinación terrena, que representa una elevada concesión divina para el milagro transcendente de la evolución.

Su sufrimiento no es una punición, por el contrario, es un cincel purifica-

dor, a través del cual eleva su peso especifico por el proceso de desgaste y su-blimación, por estar por encima de las máculas e imperfecciones que lo tiz-nan.

Destinado a la felicidad, el espíritu pasa de una experiencia a otra, mien-tras logra conquistas y adquiere la sabiduría del amor que lo libera de todas las limitaciones y desgracias.

Nadie es siempre el mismo, cambia el cuerpo, cambian los conceptos y

cambian las aspiraciones. En ocasiones, por el paso de los años la risa franca y jovial del ayer se

marchita y el rostro se contrae, y la luz de la mirada se vuelve trémula, casi sin ninguna claridad. La agilidad del cuerpo se entorpece y las avilés manos que ejercían un trabajo, se vuelven retorcidas y temblorosas, pareciendo ra-mas retorcidas, atormentadas y crispadas por prolongadas enfermedades…

Los años, tentáculos del tiempo, mortifican a cada instante, y meditando se observa las cosas y las lecciones de sabiduría que solamente el libro de la vida consigue proporcionar.

Jesús es el Medico Divino de todos nosotros, y solamente nos sucede

aquello que tenemos necesidad: lo que nos lleva a pagar lo que debemos y lo que se hace imprescindible rescatar…

Las noches sombrías lo son solo en apariencia; más allá de las pesadas

nubes refulgen las estrellas. Así también es el dolor en nuestra vida. Más allá del brillan los soles de la ventura, de la paz y de lo infinito de la vida.

Este es un planeta de Expiaciones y pruebas, las criaturas que se encuen-

tran en la carne casi siempre están en proceso de reparación, corrigiendo graves errores y preparándose para la inevitable ascensión al Reino de la Luz.

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La vida física es una oportunidad purificadora de la que, generalmente, nadie consigue eximirse. Es una bendición divina que fluye y que vuelve a fluir, permitiendo nuestro perfeccionamiento y nuestra liberación.

Todo es transitorio mientras estamos en el sombrío vehículo de la carne

humana. Solo el amor posee el lenguaje definitivo y ennoblecido de la vida, que es capaz de vencer la tumba de cenizas y de alcanzar la madrugada es-piritual. Lo único que perdura son las construcciones del bien y la luz de la fraternidad, esparcidas por donde se yerguen los cimientos de la esperanza.

Hemos renacido para volver a comenzar la experiencia evolutiva. Trae-

mos en el espíritu, donde tienen sede las necesidades que nos imponemos después de los gravámenes de nuestras malogradas experiencias, los gérme-nes de nuestras malogradas experiencias. No es solamente a través del impo-sitivo expiatorio que recuperamos el patrimonio dilapidado de nuestro espí-ritu… todas las Leyes Soberanas son Leyes de amor, y a través del amor toda la “multitud de pecados es perdonado”, tal como aseveró Pedro, recordando en la Tierra al Señor de la Vida.

“El caudal de energías que utilizamos en el cumplimiento del deber y en

la preservación de la virtud se multiplica al ampliar la potencialidad que le es propia, a beneficio de la usina de donde emana, en los tejidos muy sutiles del espíritu. De esta manera, trabaja, sirve, ama y ayuda. A través del amor repa-raremos los desastres de la ignorancia, de la ira y de la maldad.”

“Todas las fibras físicas diluidas por la enfermedad, bajo el manto de la

resignación, resurgen en una diáfana constitución, imposible de ser descrita para el entendimiento humano. Si todo “miembro escandaloso de ser ampu-tado”, tal como expresa la concepción evangélica, todo instrumento de amor y de redención se convierte en un manantial de belleza y de felicidad, pues la reciproca de la enseñanza es verdadera.

Por eso no de vemos olvidarnos del propio trabajo renovador. “Suceda lo que suceda, perseveremos en el bien e insistamos en la inva-

riable Misericordia de Dios, que todo prevé y provee. Procuremos no desani-marnos en la lucha y la sombra del mal no nos de recelos. Que nuestras ma-nos sean las de la caridad y que el verbo sea el de la esperanza, en la conjuga-ción del servicio eficiente, para fortalecer nuestro destino.

El miedo produce una sintonía con aquello que se teme, por la propia vi-

bración que emite. Así también la esperanza del bien eleva el espíritu, gracias

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a las energías que elabora al proporcionar un intercambio superior con la Verdad.

“Los que caminan a solas esperan por nosotros, los que ya sabemos

marchar, como aquellos que están aprendiendo a seguir la dirección de la Luz de Cristo…

Son muy infelices aquellos que se ven obligados a marchar en la noche

del descreimiento, después de haber apagado la claridad de la fe, en la mente, y la de la esperanza, en el corazón. Es la más áspera de las desgracias que le puede suceder a alguien. Por el contrario cuando tenemos fe ella ameniza los terribles paisajes del sufrimiento. El más duro padecimiento se diluye ante las perspectivas que se presentan en los paneles del espíritu.

En el Evangelio Según el Espiritismo hay un mensaje muy reconfortante

en el capítulo VI, párrafo Nº 6: “Vengo a instruir y a consolar a los pobres desheredados. Vengo a decir-

les que eleven su resignación al nivel de sus pruebas; que lloren, porque el do-lor ha sido consagrado en el Huerto de los Olivos; pero que esperen, pues los ángeles consoladores vendrán también a enjugar sus lágrimas.

“Obreros trazad vuestro surco; recomenzad al día siguiente la afanosa

labor de la víspera; el trabajo de vuestras manos proporciona el pan terres-tre a vuestros cuerpos, pero vuestras almas no están olvidadas; y yo, el divino jardinero, las cultivo en el silencio de vuestros pensamientos. Cuando haya sonado la hora del reposo, cuando el hilo de la vida se os escape de entre las manos y vuestros ojos se cierren a la luz, sentiréis surgir y germinar en voso-tros mi preciosa semilla. Nada se pierde en el reino de nuestro Padre, y vues-tros sudores y miserias forman el tesoro que os hará ricos en las esferas su-periores, donde la luz reemplaza a las tinieblas y donde el más desnudo de entre vosotros será quizás el más resplandeciente. – EL ESPÍRITU DE VERDAD (París, 1861)

La lectura de las paginas espiritas produce el efecto de ser más prove-

chosas, a medida que el espíritu está más maduro y más experimentados en la lucha. Cada vez se hacen resplandecen mejor sus conceptos y se hacen más profundos, más nobles y significativos, ofreciéndonos paisajes anterior-mente no revelados, que penetran muy hondamente en el espíritu con la más expresiva significación. Por eso mismo, el Espiritismo es el “Consolador” pro-metido por Jesús. Su lenguaje es siempre nuevo bello, impregnado con la ac-tualidad y con benéficas sutilezas.

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Aquellos que se han decidido a estudiarlo en profundidad les han arran-cado de las amarras obsesivas e impedido muchas veces que se despeñen en la locura, a la cárcel, o tal vez, al hondo foso del suicidio. Sus lucidas lecciones espiritistas ayudan a caminar sin mayores tropiezos, avanzando con la mínima contribución de la desesperación.

En este mundo turbulento con tantas almas inquietas, atormentadas y

que andan sin rumbo, el Mensaje de Cristo Redivivo, es el consuelo ya que las ayudaría a sumergirse en el mar de la meditación saludable y salir de donde estén con nuevas disposiciones y con mejores posibilidades de triunfo en la coyuntura física actual.

La ley propone que el endeudado cargue la deuda en la conciencia, hasta

el momento de la liberación, de esta manera, la momentánea tristeza que se apodera del alma, se va transformando en un sol de amanecer espiritual en el horizonte del pensamiento, porque son felices aquellos que disponen del teso-ro con que pagan sus deudas, y desdichados los que prosiguen engañados, porque adquieren pesados débitos para un mañana difícil.

Los jóvenes en la actualidad tienen todas las oportunidades a su disposi-

ción. Técnicas perfeccionadas de comunicación, abundantes conocimientos, comodidades que se multiplican y, sin embargo, entre ellos no faltan quienes marchen por los terrenos de la anticultura, mientras se hunden en los sueños de toxica alucinación t en que se entorpecen sentimientos e ideales, en la do-lorosa imprevisión. De apariencia bella, son frecuentemente estéticos en la forma y primarios en el sentimiento. Algunos el prototipo de la belleza física, que darían envidia a la estatuaria de Fidias y de Praxiteles… Entretanto, a veces no son sino espíritus primitivos que vuelven a comenzar la jornada con una buena indumentaria y que la despedazan la golpes de locura y desespe-ración.

Sus necesidades se reducen a rudimentos de belleza primitiva y a la in-

mediatez sexual, a la que llaman amor, cuando no son más que impulsos ins-tintivos, no siempre procreadores y a veces aberrantes…

El hombre, que es la mayor inversión de la Creación, se encuentra rele-

gado a un plano secundario, en el tiempo de de los robots y de los sueños bió-logos y de estudiosos de la eugenesia, los cuales están fascinados por si mis-mos, atribuyéndose poderes divinos, cuando realmente no son sino hombres atormentados interiormente. Esto es porque se han olvidado de Dios, se ha olvidado de los deberes cristianos que, por procesos de comodidad religiosa, han sido transferidos y deteriorados por las falsas conveniencias sociales.

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En este sentido el Espiritismo tiene su más grandiosa misión , tal como previó Allan Kardec: ¡la de transformar el hombre para modificar el mundo!

El hombre, con sus excesivas comodidades, es profundamente infeliz. Por

todas partes la ambición de dominio estalla en guerras, poniendo en peligro a toda la Humanidad, estando el origen en la guerra constante que cada uno entabla en el país de si mismo. Al estar intoxicado por los vapores de la ira y dominado por el estimulo del odio, el individuo se desintegra de dentro hacia fuera, bajo el impacto de la violencia que alimenta, reuniendo fuerzas negati-vas a las que se esclaviza, incluso después del deceso celular.

Muchos gobernantes del mundo predican la paz, mientras producen ex-

periencias de alto tenor destructivo, y a pesar de la miseria que se esparce por todas partes, se presentan riendo a carcajadas como si no tuviesen nin-guna responsabilidad, cuando se multiplican de modo alarmante los campos de trabajo forzado y la esclavitud de muchos matices que alcanzan cifras jamás igualadas.

Las aberraciones morales adquieren ciudadanía y se jactan de moder-

nismo, mientras que los valores éticos envejecen y pasan a ser filigranas de museo. Constructores de la Armonía traen a la reencarnación a antiguos poe-tas, artistas, sabios, pensadores, sensitivos e investigadores del ayer, que han ofrecido lo mejor de sus más valiosos esfuerzos a los ideales de sublimación de la vida y del mundo, forjando los pilares de un Mundo Nuevo del Mañana, cuyo Mensajero y Anunciador es el Espiritismo. Aquellos que se encuentran en la condición de ángeles encarcelados, dispuestos a extender sus alas de luz e irisar los cielos del espíritu humano con los rutilantes mensajes de la belleza, del conocimiento ennoblecido, de la justicia y de la caridad, oponiendo una sublime respuesta a sus actuales destructores. Antes de la era nueva, sucede, que se hace indispensable que los demoledores pasen con sus carros de horror – mientras se destruyen las nefastas construcciones de la ignorancia que se obstina en sobrevivir- y que alcancen el clímax de sus ultrajes para que obliguen a todos a la búsqueda de lo que quedo en la retaguardia, en grandeza moral y elevación espiritual.

Por lo demás, ya se escuchan los clarines renovadores. Al lado de la

anarquía y del vandalismo se construyen los edificios de la esperanza, de la solidaridad y del amor, y el aire se impregna con las sanas melodías al revi-vir el clasicismo o al elaborar las nuevas expresiones del sentimiento y de la cultura que orientan a las futuras exteriorizaciones humanas, a través de honestas investigaciones en las múltiples manifestaciones del Arte.

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La Tierra aun necesita de mártires y de héroes del amor, para que nos reanimemos en nuestra propia marcha. Hacen mucha falta exponentes de la honorabilidad y del sacrifico, a fin de que, conducidos por ellos, se alcance la meta de la paz y de la felicidad.

Amigos utilicemos la terapia del Espiritismo: optimismo constante junto

a una firme confianza en el Señor. Utilicemos también el agua fluidificada y evoquemos las lecciones del muy amado Cordero de Dios, Nuestro Maestro y Señor.

Si el pasado es nuestra sombra de dolor, el futuro es nuestra primavera

de bendiciones, como el presente a nuestro alcance. Las tinieblas ceden a la luz, y el sufrimiento desaparece ante la alegría de la esperanza y frente al consuelo de la tranquilidad de la conciencia. Nadie paga más allá del debito al que se vincula. Sin embargo, el amor es el permanente haber, en el clima de compensación de todas las desgracias que por ventura hayamos en nombre del bien y por lo que realicemos a favor de nosotros mismos.

Es imprescindible comenzar la obra del perfeccionamiento interior, en

cuanto surja la oportunidad favorable. Tal vez mañana sea demasiado tarde, y el minuto valioso pase, cada corazón tiene su momento para producir; cada sufrimiento es la cuota de reparación. el adversario significa el suelo que espera ser trabajado, mientras que el amigo es una dadiva de que se se debe uno servir con respeto y elevación.

No se debe observar la noche olvidándose de las estrellas, ni quejarse.

Quien sirve a Jesús, redimiéndose, no tiene el derecho de reclamar contra na-da ni contra nadie. Lo que le llega es más de lo que merece; lo que correspon-da hacer representa una contribución superior para la propia vida.

El trabajador fiel, debe Esparcir la luz como obreros de la alegría y men-

sajeros del consuelo, recordando siempre a Jesús, el incuestionable Modelo, de quien no se puede apartar, suceda lo que suceda. Irrigando su jardín, res-guardando su campo y entregando todas las fuerzas para el aprovechamien-to de las horas, sembrando y amando.

Los males prolongados casi siempre consiguen minar las más vigorosas

resistencias, si ellas no se renuevan en la oración constante y en el recogi-miento saludable de la meditación, fuentes estas que engendran esperanzas y fuerzas desconocidas.

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Recordar el dolor es producir nuevas amarguras, y volver a pasar por mediación del pensamiento por momento de agonías, lleva agonías aún más aflictivas que incrementan nuevas tristezas a las antiguas decepciones.

Cuando el hombre entienda y practique las lecciones del optimismo en

los momentos más graves, y en cualquier coyuntura se entregue en manos de Dios, sufrirá mucho menos porque se liberará del antiguo habito de la au-tocompasión, y del egoísmo, para pasar por encima de las vicisitudes desvir-tuadas constricciones de la auto conmiseración, que son de resultados siem-pre perjudiciales. Al Espiritismo le cabrá esta tarea a su tiempo, ajustando el pensamiento humano únicamente a la valoración de las cosas legítimas y buenas, sin establecer ninguna relación con la insensatez y con el comodísi-mo, que engendran expresiones de secundaria significación y de mórbidos desequilibrios.

Nunca hay que olvidar al gran amigo fiel, el hermano Mayor. Jesús siem-

pre está a nuestro lado, tendiéndonos sus manos generosas en urgente soco-rro. Nunca falta su apoyo, la inspiración, ni la asistencia de los Bienhechores espirituales para conducirnos en los momentos más graves.

La fraternidad realiza milagros. El pensamiento es la dinamo de la vida:

bueno o malo, siempre termina por alcanzar a aquel que se vuelve receptivo y a quien se dirige.

La mejor manera de producir emociones superiores es demostrar la elo-

cuencia de lo que se puede hacer cuando se está tocado por la presencia de la verdad y cuando uno resuelve avanzar sin temor, supera todos los obstácu-los que representan desafíos a los luchadores.

El valor de una exposición edificante es inestimable y aún no puede ser

medido por los que se encuentran en la estructura física. Lo mismo sucede con las construcciones mentales infelices y destructivas. El pensamiento es una fuerza viva que cada uno dirige de acuerdo con sus aptitudes.

El buscar la palabra Evangélica, en los momentos difíciles, es la mejor

opción, pero no siempre se sabe extraer de su divina fuente las esperanzas que dan sostén a la vida, y que animan los sentimientos hacia la victoria so-bre todas las dificultades.

El hombre no debe nunca olvidar que Dios es la Suprema misericordia,

el Excelso Amor, y a nada ni a nadie condena. Al atribuirle una naturaleza humana, los hombres Le han transferido sus propias pasiones, imaginando

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que Él esté sujeto a las limitaciones únicamente propias a su condición. El Es-piritismo es la Revelación espontanea de los espíritus desencarnados, cuyas enseñanzas Allan Kardec ha codificado por determinación de los Guías Su-periores de la Tierra. Su objetivo es esclarecer y fortalecer a las criaturas para que comprendan mejor las leyes divinas de la evolución y para que consigan superar las situaciones ásperas, las horas difíciles y los momentos extremamente amargos a los que todos estamos sujetos, en razón de nuestra imperfección. Es el Cristianismo Renacido, el que realiza la promesa de Jesús de que volvería a la convivencia con los hombres sufridores. Es el propio Consolador, incorpóreo que se expresa a través de las Voces del Cielo y que anuncia la Nueva Era del Amor, y la Esperanza y de la Paz.

El hombre ha de tener en cuenta las palabras del Evangelio Según el Es-

piritismo, donde el Espíritu de Verdad dice: “Hombres os invitamos a este divino concierto; que vuestras manos pul-

sen la lira; que vuestras voces se unan y en un himno sagrado se extiendan y vibren de una parte a otra del Universo.”

“Hombres, hermanos a quienes amamos, estamos al lado de vosotros,;

amaos también los unos a los otros, y decid desde el fondo de vuestro co-razón, haciendo la voluntad del Padre que está en el Cielo.: ¡Señor! ¡Señor! Y podréis entrar en el Reino de los Cielos.

“El Evangelio según el Espiritismo” son las manos generosas del Conso-

lador que enjuga lagrimas y sudores colocando bálsamo reparador y un-güento en las heridas de los Espíritus, y ofrece el derrotero seguro para sus pasos.

Roguemos a Jesús que nos dispense su paz y alegría como fruto de una

conciencia recta que se apoya en el deber cumplido, a pesar de reconocernos estar aun en la condición de “siervos imperfectos”

Trabajo extraído del libro “Sublime expiación” de Divaldo Pereira Franco. Realizado por Merchita, miembro fundador del Centro Espirita “Amor Fraterno” de Alcázar de san Juan (Ciudad Real) España.

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EN LOS DOMINIOS DE LA MEDIUMNIDAD

1ª parte

El ser humano comprende, poco a poco, que la tumba es una puerta hacia la renovación, como la cuna es el acceso a la experiencia, y observa que su permanencia en el planeta es un viaje con destino a las estaciones del Progre-so Mayor.

Y en esta gran peregrinación, todos somos instrumentos de las fuerzas

con las cuales estamos en sintonía. Todos somos médiums dentro del campo mental que nos es propio, asociándonos a las energías edificantes si nuestro pensamiento fluye en dirección a la Vida Superior, o bien a las fuerzas per-turbadoras y deprimentes, si nos sometemos a las sombras de la vida primi-tiva o torturada.

Cada ser, con los sentimientos que caracterizan su vida íntima, emite ra-

yos específicos y vive en la onda espiritual con la que se identifica. Tales verdades no permanecerán semiocultas en nuestros santuarios de

fe. Se irradiarán de los templos de la ciencia como ecuaciones matemáticas. La mediumnidad es un problema de los más sugestivos en el mundo ac-

tual. El hombre de la Tierra se va acercando a la Era del espíritu bajo la luz de la Religión Cósmica del amor y de la sabiduría y, ciertamente, precisa de cooperación a fin de favorecer su comprensión.

Debemos considerar que la mente es la base de todos los fenómenos me-

diúmnicos. No ignoramos que el universo, que se extiende en el infinito con millones

y millones de soles, es la exteriorización del pensamiento divino, de cuya esencia participamos en nuestra condición de rayos conscientes de la sabi-duría eterna y dentro del límite de nuestra evolución espiritual.

Desde la superestructura de los astros hasta la infraestructura subató-

mica, todo está sumergido en la sustancia viva de la mente de Dios, como los peces y las plantas acuáticas están contenidos en el inmenso océano.

Hijos del Creador, de Él heredamos la facultad de crear y desarrollar, nu-

trir y transformar.

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Naturalmente limitados a las dimensiones conceptuales en que nos en-contramos, y reconociendo la insignificancia de nuestra situación comparada a la gloria de los espíritus que ya alcanzaron el estado angelical, podemos irradiar la energía activa del propio pensamiento, estableciendo, en torno a nuestra individualidad, el ambiente psíquico que nos es particular.

Cada mundo posee el campo de tensión electromagnética que le es pro-

pio dentro del grado de fuerza gravitacional que mantiene su equilibrio, así como cada alma se ubica en el círculo de fuerzas vivas que tienen afinidad con su “hálito” mental, es decir, en la esfera de criaturas a las que se une según sus necesidades de ajuste o evolución espiritual.

Cada planeta hace sus revoluciones en la órbita que le es asignada por

las leyes del equilibrio sin exceder las líneas de gravitación que le correspon-den, así como cada conciencia evoluciona dentro del grupo espiritual que condiciona su actuación.

Somos, pues, un enorme conjunto de inteligencias sintonizadas en un

mismo grado vibratorio de percepción, integrando un Todo constituido por algunos miles de millones de seres que forman, por así decirlo, la humanidad terrestre.

Formando, así, sólo una humilde familia en el infinito concierto de la vi-

da cósmica, en el que cada mundo alberga a una determinada familia de la humanidad universal, conocemos, por tanto, las limitadas expresiones de la vida que nos tocan más de cerca, limitados por el grado de conocimiento que hemos podido alcanzar.

Dependiendo de nuestros semejantes en nuestra trayectoria hacia la

vanguardia evolutiva y a la manera de los mundos que se desplazan en el es-pacio influenciados por los astros que les rodean, actuamos y reaccionamos unos sobre los otros a través de la energía mental con la que nos renovamos constantemente creando, alimentando y destruyendo formas y situaciones, realizaciones y cosas en la estructuración de nuestros destinos.

Nuestra mente es, de este modo, un núcleo de fuerzas inteligentes gene-

rando un plasma sutil que, al exteriorizarse incesantemente fuera de noso-tros, ofrece recursos de objetividad a las figuras de nuestra imaginación, bajo la dirección de nuestros propios designios.

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La idea es un “ser” organizado por nuestro espíritu, al que el pensamien-to da la forma y la voluntad imprime movimiento y dirección. Del conjunto de nuestras ideas resulta nuestra propia existencia.

Como es fácil de deducir, todos los seres vivos actúan en la onda de psi-

quismo que les es peculiar dentro de las dimensiones que les son característi-cas o en la frecuencia que les es propia. Ese psiquismo no depende de los cen-tros nerviosos, de modo que, fluyendo de la mente, es quien condiciona todos los fenómenos de la vida orgánica en sí misma.

Examinando, pues, los valores anímicos como facultades de comunica-

ción entre los espíritus, cualquiera que sea el plano en que se encuentren, no podemos perder de vista el mundo mental del agente y el del receptor, ya que, en cualquier acto mediúmnico, la inteligencia receptiva está sujeta a las po-sibilidades y a la coloración de los pensamientos en que vive, y la inteligencia emisora queda sometida a los límites y a las interpretaciones de los pensa-mientos que es capaz de producir.

Un hotentote desencarnado, comunicándose con un sabio terrenal ligado

todavía a su envoltura física, no podrá ofrecer a éste otros informes que los de las formas triviales en que se desenvolvían en el mundo sus experiencias primitivas; así como un sabio, sin la vestidura carnal, entrando en relación con el hotentote ligado a su “hábitat” africano, no conseguirá brindarle su cooperación inmediata sino en el trabajo embrionario en el que éste tiene fi-jadas sus preocupaciones mentales, como ser el auxilio a un rebaño bovino o la cura de males del cuerpo material.

Por ello, el hotentote no se sentiría feliz en la compañía del sabio, y el sa-

bio, a su vez, no se detendría con aquél por falta de ese alimento, casi impon-derable, al que podemos denominar “vibraciones compensadas”.

Es por ley que nuestras mayores alegrías son recogidas al contacto de

aquellos que, al comprendernos, cambian con nosotros valores mentales de cualidades idénticas a las nuestras, así como los árboles ofrecen un mayor coeficiente de producción si se les coloca entre compañeros de la misma espe-cie, con los cuales intercambian sus principios germinativos.

En la mediumnidad, igualmente, no podemos olvidar el problema de la

sintonía. Atraemos a los espíritus que tienen afinidad con nosotros, de la misma

manera que somos por ellos atraídos, y si es verdad que cada uno de nosotros

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solamente puede dar conforme a lo que tiene, es indiscutible que cada uno recibe de acuerdo con lo que da.

Encontrándose la mente en la base de todas las manifestaciones

médiumnicas, cualesquiera que sean las características en que se expresen, es imprescindible enriquecer el pensamiento incorporándole los tesoros mo-rales y culturales, los únicos que nos posibilitan fijar la luz que desciende hasta nosotros de las esferas más altas, a través de los genios de la sabiduría y el amor que supervisan nuestras experiencias.

Acertaron aquellos que compararon nuestro mundo mental a un espejo. Reflejamos las imágenes que nos rodean y dirigimos en dirección de los

demás las imágenes que creamos. Y como no podemos escapar al imperativo de la atracción, retrataremos

solamente la claridad y la belleza si nosotros establecemos la belleza y la cla-ridad en el espejo de nuestra vida íntima.

Los reflejos mentales, según su naturaleza, favorecen nuestro estanca-

miento o nos impulsan a ir adelante, puesto que cada criatura humana vive en el cielo o en el infierno que edificó para sí misma en los rincones internos del corazón y de la conciencia, independientemente del cuerpo físico, y dado que, observando la vida en su esencia de eternidad gloriosa, la muerte vale únicamente como transición entre dos tipos de la misma experiencia, en el “hoy imperecedero”.

Encontramos la mediumnidad en todos los tiempos y en todos los lugares

en que se desarrolló el género humano. Misiones santificantes y guerras de destrucción, tareas nobles y obsesio-

nes pérfidas tienen su origen en los reflejos de la mente individual o colectiva, combinados con las fuerzas sublimes o degradantes de los pensamientos que las nutren.

Sepamos, pues, cultivar la educación, perfeccionándonos más cada día. Todos somos médiums, sea cual fuere la actividad que desempeñemos. La fuerza psíquica, en muchos niveles de expresión, es peculiar a todos

los seres, pero no existe perfeccionamiento mediúmnico sin la purificación de la individualidad.

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Es contraproducente, por tanto, intensificar el movimiento de la energía

sin disciplinar sus impulsos. Es peligroso poseer sin saber usar. El espejo sepultado en el lodo no refleja el esplendor del Sol. El lago agi-

tado no refleja la imagen de la estrella que titila en el infinito. Elevemos nuestro caudal de conocimientos con el estudio bien llevado y

perfeccionemos la calidad de nuestras emociones con el ejercicio constante de las virtudes superiores, si queremos recoger el mensaje de las Grandes Al-mas.

La mediumnidad no basta por sí sola. Es imprescindible saber qué tipo de onda mental asimilamos, para cono-

cer la calidad de nuestro trabajo y juzgar acerca de la dirección tomada. Un ilustre estudioso de la fenomenología espírita a fines del siglo pasado

intuitivamente se refirió a un aparato, al “psicoscopio” se destina a la obser-vación del alma y puede definir las vibraciones de ésta, a la vez que para rea-lizar estudios acerca de la materia. Funciona con electricidad y magnetismo, utilizando elementos radiantes análogos en su esencia a los rayos gamma. Está constituido por lentes de aumento con posibilidades para la microfoto-grafía.

Se puede con él clasificar sin dificultad las perspectivas de los distintos

grupos de servicios psíquicos que existen en el mundo. Analizando la psicos-copia de una persona o de un equipo de trabajadores, es posible deducir sus posibilidades y calificar la categoría de su condición. Según las radiaciones que proyectan, planificamos la obra que puedan realizar en el futuro.

Estamos sujetos todos a los exámenes de los planos superiores, aun quie-

nes investigamos ahora los planos que están situados debajo del nuestro. Si el espectroscopio permite al hombre investigar la naturaleza de los elementos químicos que se hallan a enormes distancias, analizando la onda luminosa que emiten, con mayor facilidad identificaremos los valores de la individuali-dad humana por los rayos que ésta emite. La moralidad, el sentimiento, la educación y el carácter son conocidos con claridad mediante una breve ob-servación.

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¡El hombre es un generador de fuerza electromagnética, con una oscila-ción por segundo que es registrada por el corazón! Todas las sustancias vivas de la Tierra emiten energías encuadradas en la gama de las radiaciones ul-travioleta. Para mayor claridad de la definición llamémosles rayos ec-toplásmicos, uniendo así nuestra designación a la nomenclatura de los espiri-tistas modernos.

Esos rayos son peculiares a todos los seres vivos. Con ellos la oruga reali-

za sus complicadas demostraciones de metamorfosis, y es también en base a ellos que se efectúan todos los fenómenos de materialización mediúmnica, por cuanto los sensitivos encarnados por quienes se procesan aportan y libe-ran esas energías con más facilidad. Todas las criaturas, pues, les conservan en sí mismas, emitiéndoles en una frecuencia que varía en cada una, según las tareas que el plan de la vida les ha asignado.

El estudio de la mediumnidad se afirma sobre las bases de la mente y su

prodigioso campo de radiaciones. La ciencia de los rayos potenciará, en bre-ve, una gran renovación en los diversos sectores culturales del mundo.

Para conseguir alcanzar en un grupo mediúmnico la devoción a la fra-

ternidad, el correcto desempeño de los deberes, y fe ardiente, es necesario que exista una onda de comprensión y buena voluntad esa debe ser su carac-terística. Por el amor en que desempeñemos la tarea seremos un instrumen-to fiel de los benefactores desencarnados, quienes encuentran en nuestra mente un espejo cristalino que reproduce sin distorsión alguna, sus instruc-ciones.

Así como en la Tierra la ciencia cataloga los elementos químicos que en-

tran en formación de la materia densa, en el plano espiritual es posible ana-lizar el tipo de fuerzas sutiles que son propias a cada Ser.

Una ficha psicoscópica determina, en especial, la naturaleza de nues-

tros pensamientos, por lo que es fácil, conocer, a través de semejante registro, acerca de nuestros meritos y de nuestras debilidades.

En todos los proceso medianímicos la maquina cerebral es el órgano de

manifestación de la mente. En la vida intracraneana, es donde están asenta-das las llaves de comunicación entre el mundo mental y el mundo físico.

El aparato encefálico reúne a millares de células, que desempeñan fun-

ciones específicas, como si fueran trabajadores en un orden jerárquico dentro de la armoniosa estructura de un Estado.

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El alma encarnada posee en el cerebro físico los centros especiales que

gobiernan la cabeza, el rostro, los ojos, los oídos y los miembros, conjunta-mente con los centros de la palabra, del lenguaje, de la visión, de la audición, de la memoria, de la escritura, del gusto, de la deglución, del tacto, del olfato, del registro del calor y del frió, del dolor, del equilibrio muscular, de la co-munión con los valores internos de la mente, de la conexión con el mundo ex-terior, de la imaginación, del gusto estético, de los variados estímulos artísti-cos, y tantos otros, como son las adquisiciones de experiencias atesoradas por el Ser, que conquista la propia individualidad, paso a paso y esfuerzo a esfuerzo, enalteciéndola por el trabajo, constante en pro de la sublimación integral, frente a todas las vías de progreso y perfección que la Tierra pueda ofrecer.

No se puede realizar ningún estudio de las facultades mediúmnicas sin

estudiar correlativamente la personalidad. También es necesario e impor-tante considerar los centros cerebrales, ya que son las bases donde operan el pensamiento y la voluntad ya que influyen de un modo comprensible en to-dos los fenómenos mediúmnicos, desde la intuición hasta la materialización ostensiva. Esos medios, que merecen la defensa y el auxilio de Entidades sa-bias y benévolas para realizar sus tareas de amor y sacrificio junto a los humanos, en muchas ocasiones pueden ser ocupados por Entidades inferiores o embrutecidas, que son motivo de los lastimosos procesos de obsesión.

Las realizaciones espirituales del presente son como pequeños destellos

sobre las pirámides de sombra del pasado. La tarea mediúmnica, considera-da como la, herramienta para el trabajo de las Inteligencias Superiores, no es fácil llevarla a buen término, pues sobre el canal aun frágil que se brinda al paso de la luz acometen las ondas pesadas de las tinieblas y de la ignoran-cia que se agitan, compactas, a nuestro alrededor.

Las entidades enfermas, suelen ser almas perturbadas mentalmente que

acompañan a parientes, amigos o enemigos a las reuniones médiumnicas, de quienes se desligan cuando los encarnados se renuevan con las ideas salva-doras expresadas por las palabras de quienes imparten la enseñanza doctri-naria. Modificado el estado mental de aquellos que vampirizan, esas entida-des se encuentran como si hubiesen sido despojadas de su casa, pues al alte-rarse los pensamientos de aquellos a que estaban unidos, experimentan súbi-tos y radicales cambios en las posiciones falsas que habían tomado. Algunos de ellos, rebeldes huyen de los lugares de oración, desdeñando temporalmen-te, la ayuda y tramando nuevas persecuciones a sus víctimas, a las que bus-can reencontrarlas. Otras, tocadas por las lecciones recibidas permanecen

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en el local de tales servicios en ansiosa expectativa hambrientas de mayor esclarecimiento.

El hombre que no cultiva una vida digna, le es sumamente difícil capaci-

tarse para la muerte libertadora. El alma desencarna comúnmente sin des-pojarse de sus pensamientos enraizados en personas y cosas de la Tierra. Por eso la mente sigue prisionera a los intereses inferiores del mundo, momi-ficados y enfermizos, ante cuadros inquietantes creados por ella misma. De ahí el valor del culto religioso noble, que aporta un ambiente para la ascen-sión espiritual y con indiscutibles ventajas, no solo para los espíritus encar-nados que a él asisten con sinceridad y fervor, sino también para los desen-carnados que aspiran a su propia transformación. Todos los santuarios du-rante sus actos públicos están muy concurridos por almas necesitadas que se presentan en ellos, sin el vehículo denso, sedientas de confortación.

Los expositores de la buena palabra pueden ser comparados a técnicos

electricistas, provocando el desligamiento de mentes por medio de principios libertadores que vierten en la esfera del pensamiento.

Las Entidades vampirizadas operan en contra de los agentes, muchas ve-

ces envolviéndolos con fluidos entorpecedores que les produce el sueño, a fin de demorar su renovación y progreso. Esas entidades llevan grabados en su periespíritu los sufrimientos que padecen. Traen consigo, individualmente, el estigma de los errores deliberados que cometieron. La enfermedad, como resultado del desequilibrio moral, sobrevive en el periespíritu alimentada por los pensamientos que la engendraron, cuando esos pensamientos persis-ten después de la muerte del cuerpo físico.

En las reuniones mediúmnicas, asimilan ideas nuevas, con las cuales van

renovándose, aunque lentamente, mejorando la visión interior y estructu-rando, así, nuevos destinos. La renovación mental es la renovación de la vida.

Muy pocos en la Tierra se capacitan y conceptúan de que llevamos en no-

sotros las evidencias de nuestros pensamientos de nuestras actividades y de nuestras obras, y que la tumba no es otra cosas que el baño revelador de las imágenes que escondemos en el mundo debajo de las vestiduras carnales…

La conciencia es un núcleo de fuerzas en torno al cual gravitan el bien y

el mal generados por uno mismo. En cualquier estudio mediúmnico no debemos olvidar que la individuali-

dad espiritual, en el cuerpo físico, mora en la ciudadela atómica carnal que

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está formada por recursos tomados provisoriamente del ambiente del mun-do. Sangre, encéfalo, huesos, nervios, piel y músculos son elementos materia-les que se aglutinan entre si para la manifestación transitoria del alma en la Tierra, constituye una vestimenta temporal, según las condiciones y pruebas que tiene que pasar.

Cada recipiente recibe conforme a su capacidad. Los mundos actúan los

unos sobre los otros por las irradiaciones que despiden, y las almas se influ-yen mutuamente por intermedio de los agentes mentales que producen. El campo de la mente ofrece un amplio panorama para el estudio de sus combi-naciones… pensamientos de crueldad, rebeldía, tristeza, amor, comprensión, esperanza o alegría, tiene una naturaleza diferente con características y pe-sos propios, haciendo más densa al alma o utilizándola, además de poderse definir sus cualidades magnéticas… La onda mental poseerá determinados coeficientes de fuerza, tanto en la concentración silenciosa como en el verbo exteriorizado o en la palabra escrita…

Comprendemos con esto, que somos víctimas o beneficiarios naturales

de nuestras propias creaciones, según las corrientes mentales qué proyecta-mos, nos esclavizamos a compromisos contraídos por el equívoco de nues-tras experiencias o liberamos con el bien hacia el progreso, según nuestras determinaciones y obras en armonía o desacuerdo con las leyes eternas…

Casi todos los hechos mediúmnicos son ejercidos por el fenómeno de la

perfecta asimilación de corrientes mentales. El organismo es como un apara-to receptor donde se condensan los pensamientos y la voluntad con profu-siones de rayos que alcanzan el campo interior del médium, primeramente por los poros, que son como miríadas de antenas sobre las cuales esa emi-sión adquiere el aspecto de impresiones débiles e indecisas. Esas impresiones se afirman en los centros del cuerpo espiritual, los que funcionan a modo de condensadores y alcanzan de inmediato los enlaces del sistema nervioso des-empeñando el papel de preciosas bobinas de inducción, acumulándose allí en un instante y reconstituyéndose automáticamente en el cerebro, en donde po-seemos centenares de centros motores semejantes a un milagroso teclado de electroimanes ligados los unos a los otros. En esos núcleos dinámicos se pro-cesan las acciones y las reacciones mentales que determinan vibraciones creativas a través del pensamiento o de la palabra, considerándose el encéfa-lo como una poderosa estación emisora y receptora y a la boca como un va-lioso auto parlante. Tales estímulos se expresan también a través del meca-nismo de las manos y de los pies, o por las sensaciones de lo sentidos y de los órganos que trabajan al igual que elevadores y conductores, transformado-res y clasificadores bajo el comando directo de la mente.

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El pensamiento que nos pertenece con exclusividad, fluye incesantemente

de nuestro campo cerebral, al igual que las ondas magnéticas o calóricas que nos son peculiares y lo utilizamos normalmente accionando los recursos de que disponemos.

En los asuntos de este orden es imprescindible tener mucho cuidado para

juzgar, porque si se basa el criterio sobre la medida de expresión terrena, se posee una vida mental parasitaria y restringida, ya que ocultamos la onda de pensamiento que nos es propia para reflejar y actuar con los preconcep-tos consagrados o con la pragmática de las costumbres preestablecidas, que son cristalizaciones mentales producidas en el tiempo. Basta que se ejer-za la meditación, al estudio edificante y a la vocación de discernir, para com-prender con nitidez cual es la calidad de nuestros pensamientos y poder iden-tificar claramente a las corrientes espirituales que asimilamos.

La mediumnidad es un don inherente a todos los seres, al igual que la fa-

cultad de respirar, cada criatura asimila las fuerzas superiores o inferiores con las cuales se halla en sintonía. Por eso mismo el Divino Maestro nos re-comendó la oración y la vigilancia para no caer en las sugestiones del mal, porque la tentación es la corriente de fuerzas vivas que irradiamos nosotros y que, llegando hasta los elementos afines, tejen entre sí, alrededor de nues-tra alma, una espesa red de fuerzas impulsivas que se tornan a veces irresis-tibles.

Estudiemos trabajando. El tiempo utilizado en el bien de nuestro prójimo

es una bendición que atesoramos para siempre en nuestro propio provecho. Hay espíritus que conservan la mente cristalizada por la fuerza de su propio egoísmo. No perciben nada, exceptuando los cuadros interiores creados por ellos mismos, convirtiéndose en unos vampiros inconscientes de almas re-encarnadas. Se encuentran reducidos a una extrema ceguera, por estar des-equilibradas en el cuerpo periespiritual las facultades de la visión.

Cuando acuden a alguna sesión mediúmnica, solo pueden hacerlo con la

supervisión de los mentores de la casa. No deben temerse los fluidos de natu-raleza deletérea, pues retroceden instintivamente ante la luz espiritual que los neutraliza o desintegra. Es por eso que cada médium posee un ambiente propio y todo grupo se caracteriza por una corriente magnética particular de preservación y defensa. Nubes infecciosas de la Tierra son diariamente extinguidas o combatidas, por las irradiaciones solares, y formaciones fluídi-cas, deletéreas, son aniquiladas en todo momento o barridas del planeta por las energías superiores del Espíritu. Los rayos luminosos de una mente orien-

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tada hacia el bien inciden sobre las construcciones del mal, semejando a des-cargas eléctricas.

El médium debe tratar de ser un instrumento pasivo exteriormente, pro-

curando tener en las profundidades de su ser cualidades morales positivas pues estas hacen su conquista inalienable, impidiendo con ellas cualquier manifestación deshonesta.

La mediumnidad sonambúlica psicofónica, tiene lugar sin la necesidad

de ligarse la corriente nerviosa del cerebro mediúmnico a la mente del hués-ped que la ocupa. La espontaneidad de la misma es tan grande en la cesión de recursos a las entidades necesitadas de socorro y de cariño, que no tiene dificultad para desvincularse de manera automática del campo sensorial, perdiendo provisoriamente el contacto con los centros motores de la vida cerebral. El médium en estos casos es de extrema pasividad, revelándose el que se comunica con su propia personalidad. Al lado del cuerpo que le perte-nece el médium actúa generoso, auxiliando al enfermo que por el se expresa como si fuera un protegido de su bondad. El espíritu desdichado, cuando es inmensamente inferior al médium, puede estar agresivo, pero está controla-do en sus menores expresiones , porque la mente superior del Médium con-trola siempre a los que están por debajo suyo, en los dominios del Espíritu. Por esta razón el huésped experimenta con videncia el dominio afectuoso del médium que le brinda su amparo asistencial. Impelido a obedecerle, recibe sus energías mentales constringentes que le obligan a permanecer en respe-tuosa actitud, pese a su estado de rebeldía.

El sonambulismo puro, cuando está en manos falsas de idoneidad, puede

producir bellos fenómenos pero es de poca eficiencia en la construcción espi-ritual del bien. La psicofonía inconsciente en quienes poseen meritos mora-les suficientes para su propia defensa pude ser motivo de posesiones perjudi-ciales, y de ello son una muestra los casos de obsesos que se encuentran en-tregados a las Entidades vampíricas.

Cuando el manifestante es un espíritu intelectualmente superior domi-

nando mentalmente a la médium, entonces la médium seria controlada. Si el comunicante fuese, en tal hipótesis, una inteligencia degenerada y perversa, la fiscalización correría por cuenta de los mentores de la casa, y tratándose de un mensajero con un elevado patrimonio de conocimiento y de virtud, la médium se mostraría pasiva con satisfacción, por cuanto serian mayores las ventajas del trabajo con su presencia, tal como la tierra y el rió seco se bene-fician con las lluvias que caen de lo alto.

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Los dones mediúmnicos valiosos, no se improvisan. Como todas las edifi-caciones preciosas, reclaman esfuerzo, sacrificio, voluntad, tiempo… Y sin amor ni dedicación, no será posible la creación de grupos de mediumnidad meritorios para las tareas de intercambio.

Penetramos indudablemente, en el infierno que creamos para los demás,

a fin de experimentar, el fuego con el que atormentamos al prójimo. Nadie puede eludir a la justicia. Las reparaciones pueden ser prorrogadas en el tiempo, pero siempre son fatales.

El acaso no interviene en los designios superiores. No nos acercamos

unos a los otros sin alguna razón. La asimilación de principios mentales re-novadores determina más altas visiones de la vida. Todos los dramas oscuros de la obsesión se generan en las mentes enfermizas. Aplicándose con devo-ción a las nuevas obligaciones de que nos envestimos, y perseverando en el campo de la consoladora Doctrina, sin duda acortaremos el tiempo de expia-ción en el que nos hallemos sujetos, al convertirnos al bien, modificamos el estado mental del adversario, quien se verá arrastrado a su propia renova-ción por los ejemplos de comprensión y renunciación, humildad y fe.

Con el esfuerzo de la voluntad es posible alcanzar la solución de mu-

chos enigmas y reducir muchos dolores. Las simientes de la luz jamás se pier-den. Los médiums que sufren hoy tremendas pruebas, si persisten en el culti-vo de mejores destinos se transformaran en valiosos trabajadores en el futu-ro, el que a todos nos depara benditas reencarnaciones de engrandecimiento y progreso…

El problema consiste en aprender sin desanimarse y servir al bien cons-

tantemente. La vida corpórea es la síntesis de las irradiaciones del alma. No hay

órganos en armonía sin pensamientos equilibrados, como no hay orden sin inteligencia.

El suplicio hoy tiene sus raíces en las sombras del ayer. Los templos espí-

ritas están repletos de dramas conmovedores vinculados con el pasado re-moto y el inmediato.

El Poder Divino no nos acerca los unos a los otros sin fines justos. En el

matrimonio, en el hogar o en el centro de servicio, nos buscan por nuestras afinidades, de manera a satisfacer a los imperativos de la Ley de Amor, ya sea

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en la siembra del bien o en el rescate de nuestras deudas, resultantes de nuestro deliberado ejercicio el mal.

La mediumnidad torturada es la que atraviesa un aflictivo proceso sal-

dando sus deudas, demorada por algún tiempo en su condición de enferma necesita de cariño y de amor. Las redes fluídicas que la envuelven por el ad-versario demente, se purifica por medio del dolor y las secuelas de su estado sonambúlico torturado. Cuando la porta algún médium de un grupo, suele ser un instrumento para poner a prueba la voluntad del conjunto de trabaja-dores y necesita ser ayudada fraternalmente.

Es necesario observar en este problema, que hay que evidencias los im-

perativos del trabajo y la tolerancia, de la comprensión y la bondad para construir la mediumnidad eficiente en el mundo. Los mediúms surgen por to-das partes, sin embargo son raros los que están liberados del pasado sombr-ío para servir al presente a la causa común de la humanidad sin los acontece-res tortuosos del camino. Y como no se avanza con la serenidad necesaria sin pagar los tributo que se deben del pasado, hay que ser tolerantes y ayudar, edificando el bien…

Con criterio consciente, estudia, trabaja y sirve, recordando que hasta el

propio Jesús, que se movilizaba con facilidad entre las más diversas vibracio-nes, muchas veces durante Su ministerio, después del ejercicio de la caridad, buscaba la oración y el silencio para hablar con el Padre y retornar luego a la convivencia con los hombres, a fin de sacarlos del pantano de las sensaciones terrestres y elevarlos hacia las cumbres de las emociones celestiales.

Trabajo realizado por Merchita

Agosto del 2008, (Primera parte)

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EN LOS DOMINIOS DE LA MEDIUMNIDAD

(2º parte) - 19/08/08/

En la esfera de los Espíritus reencarnados hay que dosificar las percep-ciones para no violar las condiciones de orden. Cada ser debe estar en su órbita de servicio, haciendo lo mejor que esté a su alcance. Un médium, no debe preocuparse por responder a todas las interrogaciones del medio en que está, so pena de arrojar sus producciones al desequilibrio, excepto cuan-do, por su propia evolución, consiga elevarse por sobre el campo del trabajo dominando las influencias del medio y seleccionándolas, según el elevado criterio de que ya consigue orientarse por el bien y enseñar a aquellos que lo acompañan.

El límite de percepción varía en cada médium, hay diferentes expresiones

de mediumnidad; con todo importa reconocer que cada Espíritu alcanzó un determinado grado de crecimiento espiritual, por lo cual los resultados del trabajo mediúmnico difieren de individuo a individuo, así como las interpre-taciones de la vida son distintas de alma a alma. Las facultades medianimi-cas pueden ser idénticas en distintas personas, pero cada persona tiene su manera particular de emplearlas. El modelo puede ser el mismo para un grupo de pintores, sin embargo, cada artista lo fijará en la tela según su esti-lo y sentir. Mediumnidad es sintonía y filtración. Cada Espíritu vive entre las fuerzas con las cuales armoniza, transmitiéndolas según las concepciones que caracterizan su modo de ser.

Toda la percepción es mental. Sordos y ciegos en la experiencia física,

convenientemente educados pueden oír y ver con recursos diferentes de aquellos que son vulgarmente utilizados. Las ondas Hertzianas y los rayos X van enseñando a los seres humanos que hay sonido y luz mucho más allá de las limitadas fronteras en las que ellos actúan, y el médium es un dotado de posibilidades neuropsíquicas especiales que amplían la captación de sus sen-tidos.

En el campo de las impresiones comunes, aunque la criatura emplee los

oídos y los ojos, ella ve y oye con el cerebro; y pese a que el cerebro use las células de la corteza para seleccionar los sonidos y grabar las imágenes, quien ve y quien oye, en realidad es la mente. Todos los sentidos en la esfera fisiológica pertenecen al alma, que es la que los fija en el cuerpo carnal con-forme a los principios establecidos para la evolución de los Espíritus reen-carnados en la Tierra.

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Una prueba de ello es en el sueño, cuando el ser se encuentra desdoblado por las noches, viendo y oyendo pese a la inactividad de los órganos carnales, en la experiencia que dominan “vida del sueño”

Somos receptores de una muy reducida capacidad, frente a las innume-

rables formas que nos llegan desde todos los dominios del Universo, captando solamente una humilde gama de las mismas. En síntesis, nuestra mente es un punto espiritual limitado que se desarrolla en base al conocimiento y el amor en la espiritualidad infinita y gloriosa de Dios.

Ideas elaboradas con fuerza generan formas dotadas de movimiento, so-

nido y color, perfectamente perceptibles por todos aquellos que se encuen-tran sintonizados con la onda que las expresan. Hay fenómenos de clarivi-dencia y clariaudiencia que parten de la observación activa de los instru-mentos mediúmnicos que identifican la existencia de personas, paisajes y cosas exteriores, a ellos mismos, tal como acontece en la percepción terrestre común, y existen otros que tienen su causa en la sugestión que les es llevada por el pensamiento creador de los amigos desencarnados o encarnados, estímulos estos que la mente de cada médium traduce según sus propias po-sibilidades, favoreciendo con ello las más dispares interpretaciones.

Es la técnica utilizada por los obsesores cuando generan en sus victimas

las más variadas impresiones alucinatorias… En materia de mediumnidad no debemos olvidarnos del pensamiento.

Nuestra alma vive donde está nuestro corazón. Caminamos al influjo de nues-tras propias acciones, sea donde fuera.

La gravitación en el campo mental es tan efectiva como en la esfera de la

experiencia física. Sirviendo al progreso general, el alma se mueve en la gloria del bien. En-

cerrándose en el egoísmo se arrastra, en desequilibrio, por las tinieblas del mal.

La Ley Divina procura el bien para todos. Colaborar en la ejecución de

sus sabios propósitos es iluminar la mente y clarificar la vida. Ponerle tra-bas con el pretexto de favorecer los caprichos perniciosos, es oscurecer el ra-ciocinio y coagular las sombras alrededor de nosotros mismos.

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Es indispensable enjuiciar todo lo que respecta a la orientación de nues-tros propios pasos, a fin de evitar la niebla de la perturbación y el dolor an-gustioso del remordimiento.

En los dominios del espíritu no existe la neutralidad. Evolucionamos con

la luz eterna, según los designios de Dios, o nos estancamos en las tinieblas conforme a la equivocada determinación de nuestro yo.

No vale encarnar o desencarnar solamente. Todos los días las formas se

crean o se destruyen. Lo que importa es la renovación interior con un crecimiento de la visión,

a fin de seguir hacia delante con la verdadera noción de la eternidad en la que nos desplazamos en el tiempo.

La conciencia cargada de propósitos malignos, revestida de remordi-

mientos, llena de ambiciones desvariadas o ennegrecida de aflicciones, no puede sino traer fuerzas semejantes que la encadenan a torbellinos inferna-les.

La obsesión es el resultado de la siniestra unión de la mente con el des-

equilibrio propio de las tinieblas. Pensamos y damos vida al objeto idealizado. La expresión visible de nuestros pensamientos más íntimos denuncia

nuestra misma condición espiritual, y los que tienen afinidad con la natura-leza de nuestras inclinaciones y deseos se acercan a nosotros por lo que le dicen nuestros pensamientos.

Si persistimos en las esferas más bajas de la experiencia humana, los

que aun cumplen sus jornadas en los grados de la animalidad se nos acerca-ran atraídos por el tipo de nuestros impulsos inferiores, absorbiendo a su vez las sustancias mentales que emitimos y proyectando sobre nosotros los ele-mentos dañosos que llevan con ellos.

Imaginar es crear. Y toda la creación tiene vida y movimiento que, aunque breves, otorgan

responsabilidad a la conciencia que la manifiesta. Y como la vida y el movi-miento se vinculan a los principios que rigen las relaciones, es indispensable analizar lo que damos, a fin de saber qué es lo que vamos a recibir.

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Quien solamente mentaliza angustia y crimen, miseria y perturbación,

¿podrá reflejar en el espejo de su propia alma otras imágenes que no sean la desarmonía y el sufrimiento?

Quien se demora indefinidamente en la medición del lodazal es propenso

a ahogarse en el lodo. Vigilemos el pensamiento purificándolo con la práctica incesante del

bien, para que así arrojemos de nosotros los grilletes que nos amenazan pa-ra encadenarnos a los oscuros procesos de la vida inferior.

Por el pensamiento nos esclavizamos a los cepos del suplicio infernal,

sentenciándonos, a veces, a siglos de peregrinación por los caminos del dolor y de la muerte.

La mediumnidad torturada es la unión de almas comprometidas en

aflictivas pruebas para saldar antiguas deudas. Para abreviar el tormento que flagela de mil modos la conciencia encarnadas y desencarnadas, en los distintos grados expiatorios, es imprescindible proponerse la renovación mental, pues este es el único medio de recuperar la armonía.

Los títulos de fe no constituyen meras palabras con las que podamos cu-

brir nuestras deficiencias y debilidades. Expresan deberes de purificación a los que no podemos regir sin renunciar a las obligaciones que nos corres-ponden.

Nadie es realmente espirita ni está a la altura de este nombre solo por

haber conseguido la cura de una dolencia rebelde con la ayuda de las Entida-des amigas, y se convenza con ello, admitiendo la intervención del Mundo Espiritual en su existencia. Como tampoco nadie es médium, en el elevado concepto del término, solamente porque sea instrumento de comunicación entre las humanidades visible e invisible.

Para educarnos al trabajo que nos fue asignado, conforme a los princi-

pios superiores que iluminan nuestra marcha, es necesario concretizar la esencia de estos en nuestras realizaciones como testimonio de nuestra con-versión al amor santificante.

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El pensamiento es tan significativo en la mediumnidad, como importante es el lecho para el rió. Haced corred las aguas puras sobre un lecho de fango y tendréis una corriente oscura, adulterada.

Es cierto que divinos mensajes descienden del Cielo a la Tierra. Sin em-

bargo, para que ello suceda es imperioso que existan canales adecuados. Jesús espera para la formación de mensajeros humanos capaces de pro-

yectar en el mundo las maravillas de su Reino. El médium no debe detenerse en la simple opción de comunicaciones. Le

será indispensable la consagración de sus fuerzas a las más elevadas formas de vida, buscando la educación de sí mismo y servir desinteresadamente al prójimo el material el material con el que construya su propio camino.

El conocimiento amplia el valor mental; y la siembra constante de bon-

dad trae consigo la cosecha de simpatía, sin la cual el granero de la existen-cia se reduce a una caravana de desesperación y desaliento. No basta ver, oír o incorporar a los Espíritus desencarnados para que alguien adquiera el carácter de respetabilidad.

Toda obra para adelantar, exige trabajadores que se dediquen a su cre-

cimiento y al cuidado de ellos mismos. El Universo es la proyección de la Mente Divina y la Tierra, es el producto

de la mente humana. Las civilizaciones y los pueblos, las culturas y las expe-riencias constituyen formas de pensamientos por medio de las cuales evolu-cionamos incesantemente hacia las esferas más altas.

Procuremos la conciencia de Jesús para que nuestra conciencia refleje su

perfección y su belleza… La travesía de la tumba impone al Espíritu singula-res modificaciones… cada viajero en su camino, cada corazón con su proble-ma…

El verdadero amor es la sublimidad en marcha a través de la renuncia.

Quien no supiera renunciar a favor de la alegría del Ser amado, sin duda sabrá querer con entusiasmo y cariño, más no estará en condiciones de coro-narse con la gloria del amor puro. Después de la muerte habitualmente aprendemos, con el sacrificio de nuestros propios sueños , la ciencia de amar, no según nuestros deseos, sino de conformidad con la ley del señor; madres obligadas a desamparar a sus hijitos para entregarlos a las pruebas que ellos necesitan, padres que se ven impelidos a cambiar los proyectos de pro-

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tección de la familia, esposas constreñidas a entregar a sus maridos a otras almas hermanas, esposos que son forzados a aceptar la colaboración que se les ofrece a sus compañeras para hacer frente a la vida, contrayendo segun-das nupcias y viviendo en el propio hogar que ellos tuvieron que abando-nar… Todo eso lo encontramos en las cercanías de la Tierra. La muerte es una intimación al entendimiento fraterno… Y cuando no aceptamos tal desafió, el sufrimiento es la consecuencia ineludible que tenemos que pasar…

Cuando el amor no sabe dividirse, la felicidad no consigue multiplicarse. En el caso de la mediumnidad torturada, hay mediúms que, aliviados de

los vejámenes que reciben de Entidades inferiores, de inmediato reclaman su presencia y se religan nuevamente a ellas automáticamente, pese al propósi-to de ser liberados de las entidades espirituales, pues mientras no modifiquen sus disposiciones espirituales, creando el habito de nuevos y nobles pensa-mientos, se hallaran sometidos a un régimen de mutua esclavitud, en el que obsesores y obsedidos se nutren con sus energías recíprocamente. Temiendo la separación por los hábitos comunes y arraigados que los asoció, según los principios de afinidad, se alimentan con los fluidos enfermizos apegándose instintivamente. Millares de personas son así. Padecen enfermedades de va-riados matices, y a ella se adaptan por espíritu de comodidad y por no de-mandarles eso el menor esfuerzo. Se consideran desgraciadas y sufrientes, más con todo, cuando se les retira la molestia que les afecta se sienten vacías y extrañas, presentando síntomas e impresiones con los que evocan las en-fermedades, haciendo que estas se expresen nuevamente bajo distintas mani-festaciones contribuyendo así a sostener su condición de victima, en la cual se complacen. Esto acontece en la mayoría de los casos de obsesión. Encarnados y desencarnados se unen los unos a los otros ligados por una vigorosa fasci-nación mutua, hasta que ellos mismos renueven los objetivos de su vida men-tal. Es por ese motivo que en muchas ocasiones, los mayores dolores están llamados a actuar sobre los dolores menores con el fin de despertar en las almas depravadas ese género de sustituciones y reformar de lo inferior.

La Bondad Divina es tan grande que hasta nuestros sentimientos pocos

dignos son aprovechados en nuestro propio bien. El servicio es incesante por todas partes, en la vigilia y en el sueño, en la vida y en la muerte….

La inercia es simplemente una ilusión y la pereza es una fuga que la ley

castiga con las aflicciones que devienen de tal atraso. Muchos hermanos, desencarnados, se apegan con desvarió a las sensa-

ciones de la experiencia física, que los lleva a convivir con los encarnados

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temporalmente desequilibrados por las desagradables costumbres que los dominan, tal es el caso de los apegados al vicio del tabaco, del alcohol, de las drogas….

Lo que en la vida se comenzó, en la muerte se continua… Estos hermanos

sitúan su mente en los apetitos más bajos del mundo, alimentándose con un tipo de emociones que los coloca en las cercanías de la animalidad. Pese a haber frecuentado santuarios religiosos, no se preocuparon en entender los principios de la fe que abrazaron, acreditando que la existencia debía ser para ellos el culto a las satisfacciones poco dignas y a la exaltación de los más astutos y los más fuertes. El llamado de la muerte los encontró en la esfe-ra de los actos delictuosos y oscuros, y como es por Ley que cada alma reciba de la vida conforme aquello que da, no encuentran interés sino en los lugares donde puedan nutrir las ilusiones que les son peculiares, por cuanto en la si-tuación en que se encuentran temen a la verdad y la abominan, procediendo como el mochuelo que huye de la luz.

En el Universo Infinito, hay mil procesos de reajuste, mediante los cuales

se cumplen los designios del Señor, ellos se llaman: aflicción, desencanto, cansancio, tedio, sufrimiento…. Habiendo dolorosas reencarnaciones que sig-nifican una tremenda lucha expiatoria para estas almas aficionadas al vicio. La ceguera, la epilepsia secundaria, la parálisis, el idiotismo, la deformación del cuerpo desde el nacimiento y muchos otros recursos, que aunque angus-tiosos, son necesarios, pues actúan en beneficio de las mentes desequilibra-das desde la cuna, en plena etapa infantil. En la mayoría de los casos seme-jantes procesos de cura brindan buenos resultados, dado su carácter de pruebas coactivas.

Las Entidades viciosas se valen de personas con las que son afines, es-

tando en una perfecta comunión de fuerzas inferiores… Los recursos psíqui-cos, en tal o cual grado de desenvolvimiento son peculiares a todos, tanto el medio de locomoción o como la facultad de respirar, constituyendo fuerzas que el espíritu encarnado o desencarnado puede emplear para el bien o para el mal de si mismo. Ser médium no quiere decir que el alma esté favorecida por privilegios o conquistas hechas. Muchas veces es dado encontrar perso-nas altamente favorecidas con el don de la mediumnidad, pero dominadas, subyugadas por Entidades sombrías o delincuentes con las cuales son su-mamente afines, sirviendo al escándalo y a la perturbación en vez de coope-rar con la propagación del bien. Por eso no basta la mediumnidad para la concretización de los servicios que nos corresponden. Precisamos de la doc-trina del Espiritismo, del Cristianismo puro, a fin de controlar la energía me-diúmnica y disponerla a favor del perfeccionamiento espiritual a través de la

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fe religiosa, tal como controlamos a la electricidad en beneficio del confort humano.

La ley no nos confía problemas superiores a nuestra capacidad de solu-

ción. Las facultades medianimicas y la cooperación del Mundo espiritual sur-gen por todas partes. Donde hay pensamientos hay corrientes mentales, y donde hay corrientes mentales existe asociación. Y toda asociación es inter-dependencia e influencia reciproca. Es por eso que hay que procurar tener una vida noble, a fin de atraer pensamientos que nos ennoblezcan. Trabajo digno, bondad, comprensión fraterna, servicio a nuestros semejantes, respe-to hacia la Naturaleza y oración, constituyen los medios puros para asimilar los principios superiores de la vida, porque damos y recibimos, en espíritu, en el plano de las ideas, según las leyes universales que jamás conseguiremos eludir.

La influencia del bien o del mal, en la esfera evolutiva en que nos halla-

mos, se extiende por todos lados y por todos lados registramos la existencia de facultades mediumnicas que las asimilan, según la directriz feliz o infeliz, correcta o indigna en la que cada mente se ubica. Es por ello que estudiando la mediumnidad en los santuarios del espiritismo con Jesús, observamos re-almente una fuerza peculiar a todos los seres, la cual es de utilidad general si ella se halla bajo una orientación capaz de disciplinarla y conducirla hacia el máximo aprovechamiento en el bien.

La electricidad, que poco a poco, va transformando la faz del mundo. No

basta poseer una poderosa catarata con un potencial de millones de caballos de fuerza. Es preciso instalar junto a ella la inteligencia de la usina para con-trolar los recursos, dinamizarlos y distribuir conforme a las necesidades de cada uno… Sin ello, la caída del agua será un cuadro vivo de belleza fenomé-nica, pero con un lamentable desperdicio. En las reuniones espiritas suele haber espíritus que se congregan tanto en el recinto como fuera de el. Siem-pre desde el otro plano de la vida, hay vigilantes, atentos, impidiendo el acce-so a los Espíritus impenitentes y escarnecedores.

Los encarnados al traspasar la puerta del recinto, son seguidos a veces

por estos Espíritus, de los cuales son separados, constituyen una excepción, son Espíritus blasfemadores y persistentes en el mal, pues la mayoría de los que acuden son hermanos desencarnados afligidos y enfermos, necesitados de socorro fraterno.

Cuando el médium es una persona digna que se esfuerza por dar de si lo

mejor a favor de los necesitados, suele ser un aparato ultrasensible a través

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del cual vive constantemente en contacto con los responsables del trabajo que realiza.

En algunos casos estos mediúms reciben del Plano Superior un mandato

de servicio mediúmnico, mereciendo, por eso, la responsabilidad de una más intima asociación con el instructor que preside los trabajos.

Estos médiums cuando están trabajando se revisten de una aureola ex-

tensa de irradiaciones opalinas, y por más que sustancias oscuras quieran llegar a ellos a través de los pedidos de los sufridores, conservan su aura siempre lucida y brillante sin que estas emisiones de fluidos enfermizos pue-dan alcanzarles en su campo de fuerzas.

Suelen ser un puente entre los dos mundos, y por su paciencia evangélica

saben ayudar a los demás para que ellos se ayuden, ya que no es posible con-seguir la solución para todos los problemas que les presentan.

Ellos no deben dejar que la aflicción les perturbe. Deben ver a los herma-

nos desgraciados en la condición de criaturas dignas de piedad. Ya que su misión es auxiliar y el remedio no fue creado para los sanos. Compadeciéndo-se y sustentando el propio equilibrio, recordando que somos deudores de amor y respeto los unos para con los otros, y cuanto más desventurados, más auxilio necesitan. Debiendo recibir a esos hermanos enfermos, como com-prometidos con el mal, como enfermos que reclaman cariño.

Esas reuniones suelen estar protegidas por vanguardistas del progreso,

sin ser infalibles. Son grandes almas realizando el bendito proceso de puri-ficación, merecedoras de la reverencia por el grado de evolución que ya han conquistado, pero suelen ser aun Espíritus ligados a la humanidad terrena, en cuyo seno encarnaran de nuevo en el futuro, cumpliendo una ley universal de la reencarnación, para el desempeño de importantes trabajos.

Ellos no están exentos de errar, eso es una cualidad que solo se evidencia

en los Espíritus que ya alcanzaron la pureza absoluta. Son altos exponentes de la fraternidad y de una conciencia superior, sin embargo tienen aun pro-babilidades naturales de equivocarse. Sobresalen por la buena voluntad, por la cultura y por el propio sacrificio en el auxilio incesante a los compañeros reencarnados, pero pueden ser víctimas de sus errores, los que se apresuran a corregir, sin embargo, sin la vanidad que predomina perjudicialmente en los doctos de la Tierra. Pueden ser excelentes médicos que a pesar de ser pro-fesionales consagrados y beneméritos del plano espiritual, con la inmersión en las realidades de la muerte adquieren nuevas visiones de la vida, se les

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amplia el horizonte de la observación. Comprenden que algo saben pero ese algo es muy poco en comparación con aquello que les corresponde saber. Se entregan, de ese modo, a preciosas cruzadas de servicio, y dentro de las mis-mas, ayudan y aprenden. Los trabajadores de otros círculos de la experien-cia humana se encuentran en la misma situación. Ayudan y son auxiliados. No podría ser de otro modo. Sabemos que el milagro no existe como deroga-ción de las leyes de la Naturaleza. Somos hermanos los unos de los otros, evo-lucionando juntos en un proceso de interdependencia en el cual adquiere re-lieves el verdadero esfuerzo.

Estas asambleas suelen estar flageladas por problemas inquietantes

que demandan la llave de la conformidad para lograr la recuperación del equilibrio. Decenas y decenas de espíritus suelen ponerse alrededor de la me-sa mediumnica exhibiendo sus tribulaciones y dificultades.

Extrañas formas pensamientos surgen de cada grupo, manifestando así

su condición mental propia. Unos suspirando por el cielo, mientras otros te-men el infierno, desorientados por la falsa educación religiosa recibida en el plano terrestre.

Amigos espirituales que se encuentran junto a los componentes de la

mesa directiva en las sesiones mediúmnicas inspiran a estos en la predica doctrinaria, basándose en el tema elegido en la sesión, a través de comenta-rios bien hechos, estímulos y consuelos.

Las fallas individuales no eran reveladas, entre tanto se percibe clara-

mente que las advertencias son dirigidas anónimamente con una dirección exacta. No suelen faltar cuadros impresionantes de Espíritus perseguidores que procuran hipnotizar a sus propias víctimas mediante el sueño provoca-do, a efecto de que no tomen conocimiento de los mensajes renovadores allí expresados por la palabra constructiva.

Aunque en estas sesiones pueden haber varios médiums, siempre el que

ha recibido el mandato mediúmnico es destacado por su aureola de luz y por la atención especial del director de esos trabajos, y suele estar asistido en to-do momento por el plano Mayor, ayudando y colaborando en sus trabajos de esclarecimiento y asistencia espiritual, estos médiums suelen están unidos por un lazo fluídico que los liga con el orientador que preside sus trabajos.

El desenvolvimiento más amplio de las facultades medianimicas exige

esta providencia. Pues en el cuadro de vibraciones que trascienden en el campo sensorial común, no puede estar a merced de todas las solicitudes de

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la esfera espiritual, so pena de perder su equilibrio. Cuando el médium se afirma en el servicio del bien por su buena voluntad, por su estudio y por su comprensión de las responsabilidades de las que se haya investido, recibe el apoyo más firme y constante de un amigo espiritual sabio y con experiencia, el cual guía su peregrinación por la tierra controlando sus fuerzas. El suele ser el perfecto administrador de las energías del médium, el cual solo esta-blece contacto con el plano espiritual bajo su supervisión.

Un mandato mediúmnico reclama orden, seguridad, eficiencia. Delegar

autoridad equivale a conceder poder y recursos de parte de quien la otorga. No se debe pedir cooperación indiscriminada al médium sin ofrecerle las ga-rantías necesarias.

El orientador frente a las necesidades respetables y comprensibles que

tengan perspectivas de un real aprovechamiento, tiene la misión de facilitar en todo, ayudando a los comunicantes al igual que auxilia al médium.

Estos trabajos no se efectúan sin un programa previo, el acaso es una

palabra inventada por los hombres para explicar, con el menor esfuerzo, lo que no conocen. Estos trabajos son planeados en el plano espiritual. Es un compromiso que la médium puede perfectamente cancelar, pese a reconocer su excelencia y magnitud. Podrá elegir un nuevo rumbo a su vida, aunque aplazara realizaciones sin las cuales no podrá elevarse y romper las atadu-ras del mundo. No olvidemos que los orientadores del Mundo espiritual bus-can compañeros no esclavos. El médium digno de la misión de auxiliar no es un animal encadenado al yugo, más si un hermano de la humanidad y un as-pirante a la sabiduría. Debe trabajar y estudiar por amor… Es por eso que muchos comienzan la jornada y retroceden. Libres para decidir en lo referen-te a su propio destino, muchas veces prefieren permanecer con indeseables compañías, cayendo así en temibles fascinaciones. Se inician con entusiasmo en la obra del bien, entre tanto, en muchas circunstancias prestan oídos a elementos corruptores que los visitan por entre las brechas que dejan abier-tas en su falta de vigilancia. Así es como tropiezan y caen en la codicia, en la indolencia, en el personalismo destructor o en la sensualidad delincuente, transformándose en juguetes de los adversarios de la luz que vampirizan sus fuerzas, aniquilando con ello todas sus mejores posibilidades. Esto ha sucedido en todos los tiempos y lugares…

Cada conciencia marcha por sí misma, pese a los numerosos maestros

del camino. La derrota o la victoria son causadas por nosotros mismos. Las almas y las colectividades adquieren las experiencias con que se redimen o se elevan al precio del propio esfuerzo.

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El hombre, construye, destruye y reconstruye destinos como la humani-dad hace y deshace civilizaciones, buscando la mejor dirección en respuesta a los llamados de Dios. Es por eso que pesadas tribulaciones martirizan al mundo, tales como las enfermedades y la aflicción, la guerra y la miseria, despertando en las almas el justo discernimiento. Cada cual vive en el ámbito de sus propias conquistas o de sus propias deudas. Es por eso que vemos en el planeta a millares de seres bajo la cruz de una mediumnidad torturante; a millares desaprovechando facultades psíquicas brillantes; otros muchos es-forzándose en el desenvolvimiento de estos mismos recursos, y a un muy re-ducido numero obteniendo un mandato mediúmnico para el trabajo de soli-daridad fraterna y de la luz. Según podemos ver, el ejercicio de la mediumni-dad excelsa es un servicio al que debemos llegar, aunque esta gloriosa adqui-sición nos cueste muchos siglos.

Los que poseen un manato mediúmnico pueden caer en el error. Un

mandato mediúmnico es una delegación de poder obtenida por el crédito mo-ral, sin que equivalga a un certificado de santificación. Con mayores o meno-res responsabilidades, es imprescindible no olvidar nuestras obligaciones frente a la Ley Divina, a fin de consolidar nuestros títulos de merecimientos en la vida eterna.

Mucho se le pedirá a quien mucho ha recibido. En los casos delicados de asistencia a los necesitados, para no caer en el

error, el orientador se vale del periespíritu del enfermo pues en el se recogen los informes y se sacan las conclusiones. Muchas veces es imprescindible ana-lizar ciertos casos presentados con sumo cuidado; más frente a ellos, la espi-ritualidad recurre a los llamados en masa, movilizando medios para aten-der a distancia. Para eso, trabajadores del tipo de ellos, son distribuidos por diversas regiones donde captan las imágenes de acuerdo a los pedidos que les son dirigidos, sintonizando las emisiones con el aparato receptor que está a su vista. La televisión, puede ofrecer una idea de semejante servicio, desta-cando que las transmisiones entre los espíritus desencarnados son mucho más simples, exactas e instantáneas.

Este servicio no es automático o milagroso. Actúa con espíritus de coope-

ración y buena voluntad, pero el éxito depende de la ayuda mutua, puesto que una sola pieza no soluciona los problemas de la maquina entera. Los fun-cionarios que recogen los informes reclaman el concurso eficiente de aquellos que los transmiten. Muchas veces, estando a gran distancia la criatura en sufrimiento es mostrada a los que se proponen socorrerla, y los samaritanos de la fraternidad, en virtud del número habitualmente enorme de los afligi-

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dos que tienen obligación de ayudar, en el momento no pueden juzgar si están recibiendo informes acerca de un encarnado o desencarnado, mayor-mente cuando se hallan asesorados por una vastísima experiencia. En ciertas situaciones, los necesitados exigen auxilio intensivo en una muy pequeña fracción de minuto. Siendo así, cualquier equívoco de esa índole es perfecta-mente admisible.

Quien busca seriamente la fe, encuentra el premio de la comprensión

clara y pacífica de las cosas sin perjudicarse en presencia de contradicciones superficiales y aparentes.

Cuando los consultantes son ejemplares de la liviandad y de la mala fe,

acercándose al trabajo mediúmnico con el propósito deliberado de consoli-dar su incredulidad y su indiferencia espiritual, semejantes resultados, cuando se verifican, sirven para ellos como justa cosecha de los espinos que plantan, ya que abusan de la generosidad y de la paciencia de los Espíritus amigos y recogen para sí la negación y la tortura mental. Quien procura una fuente límpida y arroja lodo en ella no puede extraer de la misma agua pura de inmediato.

La asistencia en las instituciones espiritas integra un cuadro de auxi-

liares, de acuerdo con la organización establecida por los mentores de la Es-fera Superior. Son colaboradores espirituales debidamente fichados, tal co-mo ocurre con los médicos y enfermeros en un hospital terrestre común.

El éxito del trabajo exige experiencia, horario, seguridad y responsabili-

dad de los servidores fieles para con los compromisos asumidos. La Ley no puede menospreciar las indicaciones de la lógica.

Los médiums son siempre los mismos, pues en caso de impedimento justo

pueden ser sustituidos, aunque en esas circunstancias se verifiquen, inevita-blemente, pequeños perjuicios resultantes del natural desajuste.

Se preparan con el auxilio de la oración. La oración produce un prodigio-

so baño de fuerzas, dada la vigorosa corriente mental que atrae. Con ella, se expulsan del propio mundo interior los sombríos resabios de la actividad común que traen del circulo diario de la lucha y absorben de plano espiritual las sustancias renovadoras que tonifican , para conseguir obrar con efi-ciencia a favor del prójimo. De esa forma se ayuda y se es firmemente ayuda-do.

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Los médiums pasistas no deben temer por su agotamiento…. Ellos reci-ben para dar. La oración, con el reconocimiento de los pocos meritos, los colo-ca en la posición de simples eslabones de una cadena de socorro cuya orien-tación reside en lo Alto. Ellos en lo Alto, bajo la inspiración de Jesús, son como un simple enchufe eléctrico que da paso a la fuerza que servirá para la pro-ducción de energía y luz, esa fuerza no es de ellos.

Son muchos los encarnados y desencarnados que se aglomeran en los

centros a la búsqueda de socorro y amparo, la mayoría de los pacientes no necesitan ser tocados. Los recursos magnéticos, aplicados a corta distancia, penetran el halo vital o aura de los enfermos, provocando súbitos cambio.

Los médiums pasistas pueden figurarse como dos pilas humanas espar-

ciendo rayos de múltiple variedad, que fluyen de sus manos después de re-correr su cabeza, al contacto con los colaboradores del plano espiritual.

La energía transmitida por los amigos espirituales pasa primeramente

por la cabeza de los médiums, ya que no se puede subestimar el valor de la mente. El pensamiento influye de una manera decisiva en la donación de los principios sanativos. Sin la idea iluminada por la fe y la buena voluntad, el médium no conseguirá el enlace con los Espíritus amigos que actúan sobre esas bases.

Son muchas las personas con grandes dotes magnetizadores, con una

energía excepcional despreocupadas del aspecto moral. Hacen bellas demos-traciones, impresionan, convencen, con todo, se mueven en la esfera del puro fenómeno, sin realizar aplicaciones edificantes en el campo de la espirituali-dad. Es imperioso no olvidar, que el potencial magnético es un patrimonio común a todos con distintas expresiones que se gradúan hasta el infinito.

Estos profesionales pueden curar, pero accidentalmente, cuando el en-

fermo es digno de la asistencia espiritual inmediata y con la intervención de amigos espirituales que lo favorezcan. Fuera de esto, los que abusan de esta fuente de energía explotándola en su provecho personal caen generalmente en la desmoralización, puesto que entran en un campo de fuerzas que les es desconocido y guiados por la vanidad o por la ambición inferior, fatalmente encuentran Entidades que con ellos tienen afinidad, sumergiéndose así en difíciles situaciones. Si no poseen un carácter elevado, susceptible de oponer un dique a la influencia viciosa, terminan succionados por energías más acentuadas que las de ellos, que en general son vigorosos hipnotizadores es-pirituales que están en las líneas atormentadas de la ignorancia y la cruel-dad, que les originan aflictivos procesos de obsesión.

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Para curar es indispensable ciertas condiciones del Espíritu… Un co-razón noble y la mente pura en el ejercicio del amor, de la humildad y de la fe viva para que los rayos del poder divino logren penetrar y salir de nosotros en beneficio de los demás. Para la sustentación de un servicio metódico de cura, esto es indispensable.

En cualquier sector de trabajo la falta de estudio significa estancamien-

to. Todo colaborador que desista de aprender, negándose a incorporar nue-vos conocimientos, se condena fatalmente a actividades de bajo nivel; pero tratándose del socorro magnético, conviene recordar que el trabajo es de so-lidaridad pura, lo cual requiere un ardiente deseo de ayudar mediante la invocación de la oración. Y toda plegaria, hija de la sinceridad y del deber bien cumplido, con respetabilidad moral y limpieza de sentimientos, es por-tadora de un inconmensurable poder. Analizada la cuestión en estos térmi-nos, todas las personas dignas y fervorosas pueden, con el auxilio de la ora-ción, conquistar las simpatías de venerables magnetizadores del Plano Espi-ritual, quienes las utilizan en la obra de propagar el bien. Esto no es hipno-tismo espectacular, si es un gabinete de cura en el que los mediúms transmi-ten los beneficios que recogen, sin la presunción de darlos de si mismos. Es importante no olvidar esta verdad para dejar sentado bien claro que, donde surjan la humildad y el amor, el amparo divino es seguro e inmediato.

Algunos enfermos no logran ni la más leve mejoría, debido a que les falta

el estado de confianza, pues es necesaria la fe, para que reciban el socorro que precisan. Es necesario que el enfermo presente una “tensión favorable”. Esa tensión procede de la fe. Una actitud de seguridad intima que se afirma, con reverencia y sumisión, en el conocimientos de las Leyes Divinas, bajo cuya sabiduría y amor procuran protegerse.

Sin recogimiento y respeto en la receptividad no se consigue aprovechar

los recursos imponderables que se brindan para el bien, dado que el escarnio y la dureza de corazón pueden ser comparados a espesas capas de hielo que cubren el templo del alma.

El pase es una transfusión de energías que altera todo el campo celular.

Todo Espíritu es el santuario de la Naturaleza. Renovando el pensamiento todo se modifica. En la asistencia magnética la ayuda espiritual se opera mediante el ensamble armónico de la emisión y la recepción, ayudando a la criatura necesitada para que ella se ayude a si misma. La mente reanimada vuelve a levantar las vidas microscópicas que la sirven en el templo del cuer-po, edificando valiosas reconstrucciones. El pase, como lo vemos, es una im-

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portante contribución para quien sepa recibirlo con el respeto y la confianza que el debe inspirar.

El pase puede realizarse a distancia, siempre que haya sintonía entre

quien lo administra y el que lo recibe. Diversos compañeboran en el trabajo de auxilio a efectos de favorecer su realización y la orción silenciosa será el mejor

Jesucristo, el Supremo Comandante de las Huestes del Bien, promueve y

promoverá siempre el socorro adecuado, en las condiciones precisas; entrtanto, a fin de comprender las propias dificultades, se debe recordar que, en el grupo constituido por El mismo, Jesús, en los primero días del Evangelio, aunque el equipo se erigiese tan solo con doce cblemas y desarmonías, negaciones y deserciones.

Reflexionemos en eso, y aceptando la responsabilidad en el trabajo de

servir, estaremos con el Divino Maestro, en las pruebas y aflicciones al frente, siguiendo hacia delante.

Trabajo realizado por MerchitaExtraído del libro En los Dominios de la Mediumnidad de Chico Xavier

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portante contribución para quien sepa recibirlo con el respeto y la confianza

El pase puede realizarse a distancia, siempre que haya sintonía entre quien lo administra y el que lo recibe. Diversos compañeros espirituales colboran en el trabajo de auxilio a efectos de favorecer su realización y la orción silenciosa será el mejor vehículo para la fuerza sanadora.

Jesucristo, el Supremo Comandante de las Huestes del Bien, promueve y socorro adecuado, en las condiciones precisas; entr

tanto, a fin de comprender las propias dificultades, se debe recordar que, en el grupo constituido por El mismo, Jesús, en los primero días del Evangelio, aunque el equipo se erigiese tan solo con doce compañeros, no faltaron pr

, negaciones y deserciones.

Reflexionemos en eso, y aceptando la responsabilidad en el trabajo de servir, estaremos con el Divino Maestro, en las pruebas y aflicciones al frente,

Trabajo realizado por Merchita Extraído del libro En los Dominios de la Mediumnidad de Chico Xavier

portante contribución para quien sepa recibirlo con el respeto y la confianza

El pase puede realizarse a distancia, siempre que haya sintonía entre ros espirituales cola-

boran en el trabajo de auxilio a efectos de favorecer su realización y la ora-para la fuerza sanadora.

Jesucristo, el Supremo Comandante de las Huestes del Bien, promueve y socorro adecuado, en las condiciones precisas; entre-

tanto, a fin de comprender las propias dificultades, se debe recordar que, en el grupo constituido por El mismo, Jesús, en los primero días del Evangelio,

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Reflexionemos en eso, y aceptando la responsabilidad en el trabajo de servir, estaremos con el Divino Maestro, en las pruebas y aflicciones al frente,

Extraído del libro En los Dominios de la Mediumnidad de Chico Xavier