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Cuadernos de investigación

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Cuadernos

de

investigación

FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS

NÚM. 2 – AÑO 2008

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La Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias no se hace responsable nicomparte necesariamente las opiniones vertidas por los autores de los trabajospublicados en este número de Cuadernos de Investigación.

Coordinación editorial: Orlando Moratinos Otero

La edición de este libro consta de 650 ejemplares

© Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2009Museo Casa Natal de Jovellanos. Gijón

Administración y Secretaría:c/ María Bandujo, 11 – bajo33201 Gijón. Principado de Asturias – EspañaTeléfono: (+34) 985 357 [email protected] – www.jovellanos.org

Ilustraciones: los autores y Archivo Fundación Foro Jovellanos del Principado de AsturiasIlustración de cubierta: Ex libris grabado por Goya para Jovellanos. Biblioteca Nacional. Madrid

Depósito Legal: AS-4.549-2009ISSN: 1888-7643

Imprime: Gráficas Covadonga. Gijón

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Cuadernos de Investigación

DirectorJESÚS MENÉNDEZ PELÁEZ

SecretarioORLANDO MORATINOS OTERO

Comité de redacciónFERNANDO ADARO DE JOVE

VICENTE CUETO FERNÁNDEZ

AGUSTÍN GUZMÁN SANCHO

COMITÉ CIENTÍFICO-EVALUADORES EXTERNOS

Mariano Abad Fernández (Universidad de Oviedo)Rafael Anes Álvarez de Castrillón, (Universidad de Oviedo)Mª José Álvarez Faedo (Universidad de Oviedo)Ramón María Alvargonzález (Universidad de Oviedo)Ignacio Arellano Ayuso (Universidad de Navarra)Emilio Bejarano (I.E.S. Juan María Tornas. Palma)Jesús Cañas Murillo (Universidad de Extremadura)María Teresa Caso Machicado (Fundación Príncipe de Asturias)Silverio Cerra Suárez (Centro de Estudios Teológicos del

Seminario Metropolitano de Oviedo) Santos Manuel Coronas González (Universidad de Oviedo)José María Fernández Cardo (Universidad de Oviedo)Antonio Fernández Insuela (Universidad de Oviedo)José Luís González Novalín (Rector de la Iglesia Nacional

Española de Santiago y Montserrat en Roma)Pablo Luna (Universidad de la Sorbona - París)Vicent Llombart Rosa (Universidad de Valencia)Silverio Sánchez Corredera (I. E. S. Emilio Alarcos-Gijón)Manfred Tiez (Universidad de Bochum)Juan José Tuñón Escalada (Centro de Estudios Teológicos del

Seminario Metropolitano de Oviedo y Abad de Covadonga)

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I. ARTÍCULOS ............................................................................................................... 15

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos a la luz de sus cartas a su hermana Josefa desde Bellver ............................................................................. 17

María JOSÉ ÁLVAREZ FAEDO

Rasgos de la Sociedad de Mallorca anteriores a las conmociones de 1808........... 51Emilio BEJARANO GALDINO

El ejército que vio Jovellanos....................................................................................... 85Francisco RAMOS OLIVER

II. DISCURSOS DE INVESTIDURA........................................................................... 101

Las ideas de la Ilustración francesa sobre la mujer y su educación....................... 103María Aurora ARAGÓN FERNÁNDEZ

Los sonetos de Jovellanos. Un acercamiento musical.............................................. 143Vicente CUEVA DÍAZ

III. BIBLIOGRAFÍA JOVELLANISTA ........................................................................ 155

Apéndice VIII ................................................................................................................ 157Orlando MORATINOS OTERO

Sumario

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IV. TEXTOS .................................................................................................................... 193

Dos representaciones de Jovellanos a Carlos IV....................................................... 195María Teresa CASO MACHICADO

V. RECENSIONES Y RESEÑAS .................................................................................. 223

La predicación en el siglo XVIII.................................................................................. 225

Publicaciones de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias ....... 231

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 200810

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Un año más la Fundación Foro Jovellanos presenta estas dos publi-caciones periódicas que con el título de Boletín jovellanista y Cua-

dernos de Investigación pretenden reflejar la intensada actividad que a lolargo del año realiza nuestra entidad. Es una publicación unitaria condos caras.

El Boletín tiene una dimensión más divulgadora y social. Viene a ser elacta de nuestras actividades anuales con unas secciones bien definidasdesde esta óptica. Así el pasado año de 2008 tuvo especial significación lavisita que nuestra Fundación hizo a Palma de Mallorca, como invitada dehonor para inaugurar el “Año jovellanista” proyecto cultural con que lasautoridades de aquella isla quisieron honrar a nuestro polígrafo para re-cordar su estancia de 1801 a 1808; esta misma significación tuvo el cursoprogramado por Emilio Bejarano en el que participaron varios de nuestrospatronos; dentro de esta misma efeméride hemos de recordar la visita rea-lizada a localidad alcarreña de Jadraque- villa de Arias de Saavedra-, lugarescogido por Jovellanos para recuperar su maltrecha salud en la primaverade 1808 después de su largo cautiverio en Palma de Mallorca.

Dentro de nuestra filosofía de establecer vínculos de unión con otrosayuntamientos a través de Jovellanos, el pasado año tuvimos el placer derealizar esta unión con el concejo de Quirós, unos parajes bien conocidospor nuestro prócer. El “Día de Jovellanos” en la Feria Internacional deMuestras de Asturias tuvo este color quirosano.

Desde hace seis años la Fundación Foro Jovellanos, a través de un con-venio con la Universidad de Oviedo, viene programando un Curso deExtensión Universitaria como enseñanza reglada con 4,5 créditos dentrode los llamados “Créditos de libre configuración”. En estas sesiones seanalizan los distintos aspectos de la obra de Jovellanos desde su biogra-fía hasta los múltiples temas que tocó nuestro polígrafo: economía, polí-

Presentación

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tica, literatura, etnografía, artes plásticas, urbanismo, etc.; “Técnica, em-presa y humanismo” fue el título de la conferencia de clausura impartidapor el Prof. Dr. Juan José del Campo Gorostidi.

D. Raúl Berzosa, nuestro obispo auxiliar, -cuando escribo esta presen-tación ostenta la responsabilidad de ‘administrador apostólico’-, a quienpodemos calificar de ‘obispo jovellanista’, pronunció una conferenciaante la Asociación de belenistas bajo el título de “Un pregón jovellanistapara una Navidad diferente”.

Todos los años nuestra Fundación se incrementa con la incorporaciónde nuevos patronos. Las exigencias estatutarias para estas nuevas incor-poraciones restringen esta cualidad a personas de singular relieve, bienen el campo de las ciencias, las humanidades y las artes, bien en el te-rreno empresarial. El año 2008 leyeron su discurso de investidura laProfa. Dra. María Aurora Aragón Fernández, Catedrática emérita de laUniversidad de Oviedo y D. Vicente Cueva Díaz, compositor y músico.Nuestro Boletín recoge sus semblanzas a modo de “Laudatio” de sus res-pectivas biografías académicas.

La otra cara de nuestra publicación periódica es Cuadernos de Investi-gación. Es nuestro segundo número. Asume la canalización de aquellasotras actividades que genera nuestra Fundación en el campo de la in-vestigación. Sin investigación no puede haber divulgación; es esta unaidea que la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias tienemuy asumida. En este nuevo número hay notables aportaciones que sinduda contribuirán a conocer mejor a Jovellanos, a su entorno familiar yal contexto de una época que la investigación historiográfica viene de-nominando la Ilustración.

El conocimiento del entorno más íntimo y familiar se enriquece conlas aportaciones de la Profa. Álvarez Faedo quien, a través de la corres-pondencia familiar, evoca los anhelos y las añoranzas que siente Jove-llanos en su cautiverio en Palma de Mallorca. Esta ciudad forma con todomerecimiento parte de la geografía jovellanista; una ciudad, cuyos ava-tares durante el siglo XVIII conoceremos mejor merced al artículo del Dr.Emilio Bejarano Galdino. Desde Palma Jovellanos pide al rey Carlos IVque esclarezca las circunstancias de su arresto y su encarcelamiento; laDra. María Teresa Caso Machicado contextualiza y trascribe esta docu-mentación que se ofrece asimismo en edición facsimilar.

El estamento militar fue, junto con el clero y la nobleza, uno de losapoyos de la sociedad en el Antiguo Régimen. ¿Cómo era el ejército que

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vio Jovellanos? La respuesta la ofrece la investigación del general RamosOliver.

La emancipación de la mujer es uno de los temas de mayor actuali-dad en la cultura actual. ¿Qué papel ocupaba la mujer en la sociedad delsiglo XVIII? La Profa. María Aurora Aragón desarrolla el tema “Las ideasde la Ilustración francesa sobre la mujer y su educación”.

Música y literatura formaron siempre un maridaje muy bien avenido.Una de las facetas de Jovellanos fue la literatura; cultivó con decoro la poe-sía y el teatro. El soneto, estructura métrica que obtiene cartas de ciudada-nía en las letras españolas a partir del Renacimiento, será uno de los metroscultivados por nuestro ilustrado asturiano. Esta estrofa es la que sirve de re-flexión en su discurso de investidura al compositor y músico Vicente Cueva.

Poner al día y tener actualizada la bibliografía jovellanista es una tareaprioritaria en nuestro quehacer investigador, un logro debido a la laborde nuestro secretario Don Orlando Moratinos; 3.746 entradas ya regis-tradas de contribuciones bibliográficas hablan por sí solas de la impor-tancia y del interés que suscita la vida y la obra de Jovellanos.

Solo me resta manifestar mi gratitud a cuantas instituciones y perso-nas hacen posible mantener viva la llama de esta institución.

JESÚS MENÉNDEZ PELÁEZ

Presidente de la Fundación Foro Jovellanosdel Principado de Asturias

Presentación – Jesús Menéndez Peláez 13

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I

Artículos

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RESUMEN

Tan extrañas e insidiosas fueron las circunstancias que rodearon el aprehendimientode Jovellanos y su posterior encarcelamiento en Mallorca, como desesperados los anhe-los del prócer gijonés por ver su inocencia demostrada, su nombre limpio de toda sos-pecha, su honor restaurado y por regresar con los suyos a su amado Gijón. Tales anhelosy añoranzas, expresados por él en la correspondencia que, durante el largo periodo quepasó encerrado en el Castillo de Bellver, intercambió con su querida hermana Josefa deJovellanos —por entonces ya madre agustina recoleta, quien había profesado con el nom-bre de Sor Josefa de San Juan Bautista— serán el objeto de estudio de este artículo.

Palabras clave: anhelos, añoranzas, Jovellanos, Bellver, correspondencia, Josefa

ABSTRACT

As strange and insidious were the circumstances which surrounded both the arrest ofJovellanos and his later imprisonment in Majorca, as desperate were Gijón national he-ro’s wishes for having his innocence proved, his name clean of any suspicion, his ho-nour restored and for going back to his family in his beloved Gijón. Such wishes andyearnings, expressed by him in his correspondence which, for the long time he spentimprisoned in Bellver Castle, he exchanged with his beloved sister Josefa of Jovellanos—by then already a cloistered Augustinian nun, who had professed under the name ofMother Josefa of Saint John the Baptist— will be the object of study of this article.

Key Words: wishes, yearnings, Jovellanos, Bellver, correspondence, Josefa

1 Este artículo fue escrito a partir de una conferencia del mismo título impartida el 25 de no-viembre de 2008 en el Centro Cultural de Sa Nostra, en Palma de Mallorca, dentro del ciclo de confe-rencias «Jovellanos y su tiempo», organizado por el Ayuntamiento de Mallorca en colaboración con laUniversidad de Islas Baleares.

Anhelos y añoranzas de Gaspar deJovellanos a la luz de sus cartas a su

hermana Josefa desde Bellver1

MARÍA JOSÉ ÁLVAREZ FAEDO

Universidad de Oviedo

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Una profunda tristeza embargaba a Jovellanos al partir hacia la Corte,según revela Meléndez Valdés2. De hecho, esas tribulaciones internas

quedaron plasmadas en su Diario, donde reflexiona, en la entrada corres-pondiente al 31 de diciembre de 1796, en los siguientes términos:

Según Arias, es tiempo de pensar en volver a Madrid; no lo deseo, lo re-pugno3; concibo que allí no gozaré la más pequeña parte de felicidad que aquígusto. No negaré que deseo alguna pública señal de aprecio del gobierno, paraganar en ella aquella especie de sanción que necesita el mérito en opinión de al-gunos necios. Veo que esto es sugestión del amor propio, y que la posteridad nome juzgará por mis títulos, sino por mis obras. Mi conducta ha sido pura, ho-nesta y sin mancha, y espero que tal sea generalmente reputada. Si así, este tes-timonio me debe consolar de cualquier desaire de la fortuna...4

Desgraciadamente esas últimas palabras resultaron premonitorias, pueslo que allí le deparaba el futuro no tenía nada de halagüeño: iba a ser víc-tima de un intento de envenenamiento y de maquiavélicas tramas urdidaspara destituirlo de su cargo y ponerlo bajo custodia «en la madrugada del13 de marzo de 1801»5, con el propósito de, un día después, desterrarlo dela Corte, manteniéndolo recluido, primero en la Cartuja de Valldemosa y,más tarde, en el castillo de Bellver, en Mallorca.

Resultan muy interesante, a este respecto, las cartas que tanto el PadreVicario de la Cartuja de Valldemosa, como el obispo de Mallorca, escribenal ministro José Antonio Caballero, con fecha de 8 y 12 de mayo de 1801 res-pectivamente, confirmándole que las órdenes recibidas en relación con el

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS18

2 CASO GONZÁLEZ, José Miguel, Vida y obra de Jovellanos, Tomo II, Gijón, Caja de Asturias – «ElComercio», 1992, pág. 425.

3 Ya cuando había sido nombrado embajador en Rusia, confesaba a su Diario, en la entrada co-rrespondiente a los días 23 de octubre de 1797 y siguientes: «Todo alegría por fuera; todo en mi aflic-ción por lo que me aguarda, por lo que pierdo en abandonar lo que me quiere bien, y una residenciaque me encanta». JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, Obras publicadas e inéditas de Don Gaspar de Jove-llanos, edición de Miguel ARTOLÁ, tomo LXXXVI (IV), Biblioteca de Autores Españoles, Madrid, Edi-ciones Atlas, 1956, pág. 12. Las palabras del prócer gijonés revelaban cuán grande era para él el sacrificiode tener que alejarse de su ciudad natal.

4 CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas. Tomo VII, Dia-rio, 2º, Oviedo, Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII, Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1999, pág.640.

5 ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDÉS, Manuel, Jovellanos: enigmas y certezas, 2002, pág. 65.

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encarcelamiento de Jovellanos en la Cartuja de Valldemosa han sido eje-cutadas según lo previsto:

He recibido la Real Orden de su Magestad que V. Exa. se sirve comunicarmeen 14 de Abril último acerca de la persona del Sr. Dn. Gaspar de Jovellanos,quien llegó á esta Cartuja día 18 del mismo Abril, y desde entonces queda con-finado en este Monasterio, impedido todo trato exterior, é igualmente las co-municaciones por escrito.

Si en lo sucesivo advirtiere, o supiere alguna cosa contraria en su conducta,desde luego daré aviso a V- Exa. En cumplimiento de lo que se me manda6.

Así pues, tanto este cartujo como el obispo de la carta que sigue, acep-tan actuar como espías de Jovellanos para el gobierno, observándole decerca y dispuestos a revelar cualquier cambio de comportamiento que de-tecten en él.

Muy Sor mío y de mi mayor respeto. El día 4 del corriente recibí la Real ordenque, con fecha del 15 de Abril ultimo, me dirigió V. Exa.7 efecto de que hiciere losmas estrechos encargos al Superior de este Monasterio de Cartujos para que im-pída al Sor Dn. Gaspar de Jovellanos, quien llegó á él algunos días hace, todotráto exterior, y comunicacion por escrito; y avíse de quanto supiere acerca desu conducta. Executé el mismo día 4 la citada Real Orden, con toda la eficacia yenergía que exige tan grave y serio asunto, y por su respuesta del cinco me ase-gura el enunciado Superior que no faltará, ni aun en lo más mínimo, á mis en-cargos. Además de los prevenidos en la Real Orden, le hice el de que recogiesequalesquiera papeles y cartas que se dirigieren al mencionado Sor. Dn Garpar, yse las remitieses á V. Exa. en derechura, ó por mi mano. Así se executará, siem-pre que este páso merezca la aprobacion de V. Exa.8

Parece ser que Jovellanos no oponía resistencia ante su nueva condición,y se adaptaba estoicamente, dadas las circunstancias, con la cortesía y la ca-ballerosidad que lo caracterizaban:

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 19

6 Ibid. Pág. 517.7 Vuestra Excelencia.8 Archivo Histórico Nacional, Consejos, legajos 49.654, expediente 4 (102). Reproducida en ÁL-

VAREZ-VALDÉS Y VALDÉS, Manuel, op. cit., 2002, pág. 515.

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En la conducta del expresado Sor. de Jovellanos, no se ha notado hasta aquínada irregular. Ha pedido un Parroco para cumplir él y sus criados con la Igle-sia, por no haber podido hacerlo dentro de la Quaresma. Se verificó así en elOratorio del Monasterio sito dentro de su clausura, de la qual no ha salido. Seocupa en leer, y solo sale de la celda para oir una ó dos Misas diariamente, y pa-sear un rato por los claustros, ó huerta interior, acompañado siempre de unMonge. Continuaré avisando á V. Exa. quanto ocurriere en el particular9.

Manuel Álvarez Valdés y Valdés10 apoya la tesis de Gaspar Gómez de laSerna, quien atribuye a Manuel Godoy la responsabilidad del encarcela-miento de Jovellanos, a modo de cruel venganza, por haber tenido éste «elvalor para desengañar al rey y darle parte de las amargas quejas y vivosclamores de su pueblo y la desventurada situación en que los hubierepuesto»11, aduciendo como un motivo secundario el «que representara ade-más la corriente inmovilista y retardataria del país, contra la que braceabaya inútil y agónicamente, la tardía política ilustrada de Jovellanos»12. Se-guidamente explica cómo, en consecuencia, fue «puesto en marcha el ren-queante armatoste inquisitorial por el dedo de Godoy y la mano de lareina»13. Álvarez-Valdés y Valdés insiste en que, dejando a un lado «la in-tervención que haya, o no, podido tener Godoy en cada caso, en el enve-nenamiento, destitución y detención de Jovellanos», es evidente «que suprisión se mantuvo por encima de cualquier sentimiento de piedad porparte del todopoderoso príncipe de la Paz, y que fue forzoso que cayeseGodoy para que Jovellanos fuese inmediatamente liberado»14.

En medio de esta desafortunada situación, Jovellanos halló consuelo, segúncuenta Manuel Serrano y Sanz, en la «afectuosísima correspondencia, propiade dos almas gemelas», que, durante el encarcelamiento de Gaspar, medióentre éste y su hermana Sor Josefa, «siendo las cartas de la virtuosa monja elmás dulce lenitivo que Jovellanos experimentó en sus amarguras»15.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS20

9 Íbid., págs. 515-16.10 Íbid., págs. 57-64.11 Noticia histórica de don Manuel Godoy, manuscrito atribuido a Jovellanos. En GÓMEZ DE LA

SERNA, Gaspar, Jovellanos, el español perdido, Tomo II, Organización Sala Editorial, Madrid, 1975, pág. 97.12 Íbid., pág. 98.13 Íbid.14 ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDÉS, Manuel, op. cit., pág. 70.15 SERRANO Y SANZ, Manuel, «Jovellanos (Dª Josefa de)», Apuntes para una biblioteca de escritoras

españolas desde el año 1401 al 1833, 1903-1905, pág. 611.

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Ella quería, por todos los medios que tenía a su alcance, poner freno a lainjusticia que su hermano estaba padeciendo. Por ello, el 3 de julio de 1801Sor Josefa de San Juan Bautista envía una carta al Prior de la Cartuja deValldemosa, implorando clemencia para su hermano, que había sido «arre-batado de su casa», para ser llevado «muy lejos, sin haberme permitido sa-ludarle en su partida» —lo que la llenaba de tristeza—, pidiéndole que lehiciera más llevadera su estancia en «ese dulce y memorable y santo re-tiro»16 y que le enviara noticias suyas.

Pero era tal el encono de Godoy, que no atendió a las razones que el Priorde la Cartuja de Valldemosa, sensibilizado ante el deteriorado estado desalud de Jovellanos y, tras haber leído las súplicas de su hermana, exponíaa Caballero en una carta de 27 de setiembre de 1801:

Habiendo notado esta Comunidad en la persona del Excmo. Sor. Dn. Gasparde Jovellanos, que su conducta personal le hace acreedor à qualquier gracia quela nata bondad de su Magestad se digna dispensarle; y hallandose actualmentecon el uso de los mismos alimentos quadragermales que nosotros, los que conel mismo exercicio, y estrechez podran haberle contribuido la inchazon de pier-nas, indigestiones, y otros accidentes que nota: nosotros movidos puramentede caridad nos atrevemos a suplicar a V. E.17 lo ponga en noticia de S. M.18 paraque considerandole solamente como un efecto de su Paternal amor ácia su Va-sallo, se digne mandar que su reclusion se entienda siquiera a los limites quetiene señalados esta Comunidad para sus Deportes, ò recreos: con lo que sepodrà ser se restablezca y conserve en un mediano estado de salud.19

Pero la respuesta es negativa, y la caridad del Prior de la Cartuja haceque éste contravenga las órdenes recibidas. Al ministro Caballero le llegan

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 21

16 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista al Prior de la Cartujade Valldemosa», 1801. En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, pág. 14.

17 Vuestra Excelencia.18 Su Majestad.19 Archivo Histórico Nacional, Consejos, legajo 49.607, legajo 102. En ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDÉS,

Manuel, op. cit., 1992, págs. 518-519. Con fecha de 30 de octubre de 1801 se le envía una minuta de co-municación a Antonio de Vargas y Laguna, desde San Lorenzo de El Escorial, con instrucciones para quesolicite de Su Santidad el Papa una dispensa para Jovellanos, a fin de que a éste se le permita comer carnedurante la Cuaresma, ya que se sospecha que los alimentos de instituto de los cartujos puedan resultarlenocivos o no sentarle bien. El 1 de diciembre Antonio de Vargas y Laguna responde con un oficio, a Ca-ballero, desde Roma, anunciando que Su Santidad ha accedido a conceder la autorización solicitada.Véase a este respecto ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDÉS, Manuel, op. cit., 1992, págs. 522-23.

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noticias de ello, y recrimina al Prior, en una misiva de 29 de noviembre,por dejar que Jovellanos salga de su reclusión. Éste admite, en su respuestade 4 de diciembre, que si «ha salido algunas veces, ha sido acompañadosiempre de un religioso; y las mas asistiendo yo personalmente, como lofue ir a unos Heremitarios, y algún Predio Rústico en donde no había conquien tratar, ni hubo trato alguno»20, y, a continuación, explica los motivospara su proceder: que Jovellanos presentaba en «los tobillos bastantes ede-mas; padecer unas acedías crueles, y también una erupción cutánea: cuyosaccidentes experimenta; aun en parte»21.

Tampoco cedió el Príncipe de la Paz cuando el obispo de Barcelona, el gi-jonés Pedro Díez de Valdés, trató de mediar con él, en el otoño de 1802,cuando Jovellanos «empezó a sufrir gravemente de afecciones intestinalesy de hinchazón de piernas22» para que mejorasen las condiciones en las quemantenían a Jovellanos en prisión. Éste le respondió que:

Jovellanos era impío, que ya el rey padre le tenía por tal, que era ingrato,pues habiéndole hecho ministro de Gracia y Justicia le había querido expatriar;con todo eso, le aliviaría; etc. El obispo lo avisó todo a su bienhechor, quien con-testó con su acostumbrada moderación y bizarra firmeza de carácter en unacarta que merecía copiarse en lámina de oro. La leyó Godoy, y disimulando conel obispo su enojo de que tuviese Jovellanos tanta facilidad para recibir cartasy contestarlas en breve tiempo, cuando él juzgaba que no tenía recado de escri-bir, consultó en la trinca [la reina, Godoy, Soler], o sin consultar a nadie, mandóal capitán general de Mallorca pasase con tropa a Bellver, reconociese los pape-les del preso [...]; ...le mudó la guardia, prohibiendo que fuese de españoles, ycomenzaron a hacerla los suizos y el regimiento de Borbón23.

Dice Álvarez-Valdés y Valdés que Pedro Díaz de Valdés «—aparte de losintentos de Lord Holland por liberarle— fue prácticamente el único, entreamigos, instituciones, Academias, Consejos, etc., que dio la cara por Jove-llanos en su cautiverio, aunque con resultado negativo»24. Considero que

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS22

20 Íbid, pág. 520.21 Íbid, pág. 521.22 ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDÉS, Manuel op. cit., 1992, pág. 397. 23 GONZÁLEZ DE POSADA, Carlos, Memorias para la biografía del señor Jovellanos, editadas por

José Miguel CASO en Boletín del Centro de Estudios del Siglo XVIII, II, 1974, pág. 85.24 ÁLVAREZ VALDÉS Y VALDÉS, Manuel, op. cit., 2002, pág. 243.

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aquí hay que reivindicar la labor de las hermanas de Jovellanos, especial-mente de Josefa, si no para sacar a su hermano de prisión, al menos sí paratratar de que hicieran su encarcelamiento lo más llevadero posible. Dehecho, Sor Josefa no aceptaba una negativa por respuesta, y el 29 de di-ciembre de 1802, vuelve a enviar otra carta, esta vez firmada también porsu hermana Catalina de Sena, suplicando, una vez más, que mejorasen a suhermano las condiciones carcelarias, pero, desgraciadamente, esta vez susruegos tampoco fueron escuchados25.

De hecho, la tenaz Josefa —profundamente afligida y enfermando pro-gresivamente a causa de la angustia que le provocaba el no recibir noticiasde su hermano, debido a las malas artes de Godoy— no iba a ver roto esesilencio hasta tres años después26, en una epístola remitida desde el RealCastillo de Bellver el 3 de julio de 1804, en la que, también convaleciente,Gaspar se mostraba resignado:

Mi muy amada hermana: Gracias a Dios que después de más de tres añospuedo decirte que vivo, y gracias a la piedad de nuestro buen Rey, que me con-cede este consuelo. Su Real clemencia se ha extendido también al reparo de mitan quebrantada salud, pues se digna permitirme tomar baños de mar, cuyafalta, como ya sabrás, me ha costado dos enfermedades en los veranos anterio-res. Por fin me ha permitido también S. M. que pueda arreglar y hacer mi tes-tamento, que era mi mayor cuidado, porque habiendo cumplido ya sesenta añosy, además de otros achaques, estando amenazado a perder la vista, debo temerque la muerte, que de nadie anda lejos, ande ya muy cerca de mí27.

En dicha carta, sabedor de la eficiencia y buen hacer de su hermana,ruega a ésta que «arregle» su testamento, a pesar de ser consciente de que«estos encargos son ajenos tu profesión y, lo que más me aflige, que tu salud

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 23

25 Carta editada por Julio Somoza, Jovellanos, nuevos datos para su biografía, Habana-Madrid, La Pro-paganda Literaria – Librería de Fernando Fe, 1885, págs. 174-175. El manuscrito autógrafo fue repro-ducido por CASO GONZÁLEZ, José Miguel, Vida y Obra de Jovellanos, Tomo II, Gijón, Caja de Asturiasy El Comercio, 1993, págs. 542-544.

26 Hasta esa fecha, la información que de él le llegaba era por mediación de terceros. El 20 de juniode 1804 el ministro de Gracia y Justicia, José Antonio Caballero, firma una Real Orden por la que se lepermite a Jovellanos mantener correspondencia con sus hermanas, pero sólo a través de él.

27 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Sor Josefa de San Juan Bau-tista. Real Castillo de Bellver, 3 de julio de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988,pág. 71.

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está muy quebrantada y débil»29. Resulta conmovedor ver cómo Jovella-nos lamenta el «quebrantado» estado de salud de su hermana, cuando el

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS24

28 Todas las fotografías que ilustran en este artículo fueron tomadas por la autora del mismo du-rante su visita al Castillo de Bellver y a la Cartuja de Valldemossa, el 25 de noviembre de 2008.

29 Son esos encargos: «en cuanto a los propios, la terminación del abintestato del tío abad de Vi-lloria y de las testamentarías del tío don José y de nuestro hermano primogénito, y en cuanto a los aje-nos, la tutela de la señorita Manuela Blanco Inguanzo y el último arreglo de la escuela gratuita deprimeras letras para niños pobres que establecí provisionalmente como fideicomisario del señor abadde Santa Doradía. De todos te hablaré separadamente». JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jo-vellanos a su hermana Sor Josefa de San Juan Bautista. Real Castillo de Bellver, 3 de julio de 1804». EnCASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, pág. 72. (Carta número 1371.)

Patio interior del Castillo de Bellver, Palma de Mallorca28.

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suyo propio estaba bastante «perjudicado», como él mismo sugiere en sucarta, y como explica Álvarez-Valdés y Valdés:

En agosto de 1803 tuvo un carbunco que le afectó a parótida izquierda, y quele fue extirpado por el cirujano Rosell. En aquellas fechas se le recomendaronbaños de mar, pero, al llegar a Palma el permiso del ministro Caballero, era de-masiado tarde, pues había llegado el otoño, y la temperatura no era la adecuadapara tomar dichos baños.

En mayo de 1804 la situación se agravó, por lo que Jovellanos pidió al capi-tán general que comprobase personalmente su situación. El médico Robatel in-formó que el enfermo estaba muy disminuido y enflaquecido, con dolores decabeza y picazón general en todo el cuerpo, que podía ser consecuencia de unaenfermedad padecida el año anterior. Aconsejó de nuevo que tomase baños demar y que se le dé [sic] permiso para hacer ejercicio al aire libre, a lo que se ac-cedió, con resultado favorable, yendo Jovellanos a pie desde el castillo de Bell-ver a la playa de Cala Majhor30.

El 28 de julio, veinticinco días después de su última carta a Josefa, sinaguardar respuesta, Gaspar escribe de nuevo a su hermana, ofreciéndolemás detalles sobre sus disposiciones testamentarias —en relación a la Fincade las Figares—, aunque, en esta ocasión, adornando sus palabras con unapizca de ironía: «Prevéngote que, aunque bien lo quisiera, no te escribiré demi puño, así porque mi letra, que siempre fue mala, es ahora malísima,como por cuidar mis ojos, cuyas manchas crecen y con ellas mi temor deperder del todo la vista»31. Y a ella, en el mismo tono, le recrimina: «Túdebes hacer lo mismo, no sólo en contemplación a tu débil salud, sino por-

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 25

30 ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDÉS, Manuel, op. cit., 1992, pág. 397.31 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Sor Josefa de San Juan Bau-

tista. Real Castillo de Bellver, 28 de julio de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit.,1988, pág. 98. Jovellanos anhela recuperar su salud, por eso hace a su hermana partícipe de sus avan-ces al respecto: «Entretanto sigo lentamente con mis baños de mar, porque ni permite otra cosa mi de-bilidad ni tampoco el tiempo, que ha sido tormentoso y de lluvia por tres días, y en los siguientes hasoplado el maestral bastante frío, y como tengo que andar y desandar cada día el camino hasta la ma-rina, que, aunque no largo, es bastante penoso, no siempre se halla esta pobre barquilla en estado deecharse al agua. Sin embargo, puedo decirte que sea por efecto de los baños, sea por el ejercicio o porel aire libre del campo, que no había respirado tanto tiempo ha, mi salud se va reparando algún tanto,y aunque el alivio no se extiende a la vista, por lo menos tengo y te puedo dar este otro consuelo». EnCASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, págs. 98-99.

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que ¿cuál será ahora tu letra, que cuatro años ha no podía yo leer sin tra-bajo?»32.

Josefa envía respuesta a las cartas de su hermano el 14 de agosto de 1804,agradecida al Señor «por el consuelo de una carta tuya al cabo de tan pro-longada ausencia»33, aunque desolada ante el temor de que su enfermedadle impida cumplir los encargos testamentarios de su hermano:

¿Cómo podré, pues, complacerte en los particulares de tu carta cuando mi es-tado, todo de abstracción, me ha hecho remotas las especies y noticias que mepides? Sabes también que por la desolación de la familia no hay quien pueda au-xiliarme en tan seria operación, cuánta es la distancia a que vivimos para pre-guntar sobre cualquiera duda34.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS26

32 Ídem.33 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Recole-

tas de Gijón, 14 de agosto de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, pág. 100.34 Ídem.

Castillo de Bellver. Palma de Mallorca

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Y, consternada por el sufrimiento que le pueda causar el desenterrar delfondo de su corazón trágicos episodios familiares del pasado —como el fa-llecimiento de dos de sus hermanos y de su padre—, se pregunta angustiada:

¿Y cómo podré permitir a mi memoria recordar los sucesos de una familia sinllenarse de nuevo mi angustiado corazón de la mayor amargura, no pudiendoolvidar el celo y desinterés con que nuestro buen padre ha sacrificado su so-siego y facultades para ponerte a ti en la carrera de las letras y los tres herma-nos en el servicio de la Real Armada, siendo yo testigo de la grave pena denuestro buen padre en la temprana muerte de los dos Alonso y Gregorio, a cuyosentimiento sobrevivió poco tiempo35.

Esta madre agustina recoleta anhela tanto que su hermano recupere susalud que, «convencida de que sólo los aires frescos de este país en quehemos nacido pueden recuperarlo»36, envía una carta al ministro de Gra-cia y Justicia, José Antonio Caballero, a fin de que éste actúe como media-dor a favor de Jovellanos ante el rey Carlos IV y le entregue una carta deella en la que implora que su hermano sea perdonado:

por los vuenos servicios que el mismo Don Gaspar hizo a V. M. y su AugustoPadre en más de 30 años que empleó en la carrera de la Toga y en diferentes en-cargos y comisiones importantes que desempeñó con la reputación de celo ydesinterés que también es notoria, y sobre todo por la ynagotable clemencia queresplandece en el magnanimo corazon de V. M., le suplican [...], nos dé el con-suelo de volver á ver este último hermano en medio de nosotros37.

Además expresa su deseo de que le sean devueltos unos documentosque precisaba su hermano «para hacer su testamento y última disposición,y sosegar su conciencia», toda vez que pone de manifiesto sus dificultadespara acometer la tarea encomendada por éste: «siendo yo pobre religiosa,llena de achaques que me acercan a la sepultura, y retirada once años ha delos asuntos exteriores, la única de quien se puede valer para ellos»38.

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 27

35 Ídem.36 Ídem.37 SERRANO Y SANZ, Manuel, op. cit., 1903-1905, pág. 611.38 Íbid. Se reproduce facsímil de la carta en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor

de Jovellanos. Obras Completas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de Au-tores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento deGijón, 1988, págs. 101-106.

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El monarca hizo oídos sordos a las demandas de Josefa, mas Gasparenvía otra carta a su hermana con fecha de 20 de agosto de 1804, revelandosu intención de ser enterrado en el nuevo cementerio de Gijón, pidiéndoleque «trasladen allá mis huesos, para que reposen al lado de los de mis pa-dres y hermanos»39.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS28

Busto de Gaspar Melchor de Jovellanos e inscripción. Cartuja de Valldemossa

39 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Sor Josefa de San Juan Bautista.Real Castillo de Bellver, 20 de agosto de 1804». En Caso González, José Miguel ed., op. cit., 1988: 108.

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En carta de 27 de agosto, en respuesta a la enviada por Gaspar el 28 dejulio, Josefa le informa sobre la marcha de sus gestiones en relación con lasúltimas voluntades de él, lamentando que su escasa salud merme sus fuer-zas para cumplir sus encargos:

La estrechez de facultades en que hallé y veo esta santa comunidad y el amorsin medida que la profeso me hizo agitar de modo nuevo en molestas ocupa-ciones; el serio cargo de prelada que sobre mis débiles hombros han puesto y nosupe proseguir, y sobre todo la sorpresa de tu partida y continuo dolor de tuprolongada ausencia me tienen tal, que si me vieses te compadecerías para nodarme nuevas ocupaciones. Estoy de verdad sin fuerzas, el pecho muy lisiado,cansada la cabeza del continuo trabajo desde la edad de veintiocho años, en quequedé viuda, hasta la de 60, en que ya entré, y más que todo debo conocer la ne-cesidad de entrar dentro de mí a ver mis pecados, mis disipaciones y vehe-mentes pasiones, que por desgracia no se debilitan aunque lo están las fuerzascorporales40.

Asimismo, expresa su inquietud ante el empeoramiento del estado dela vista de su hermano, a pesar de las mejoras de sus condiciones carcela-rias, pues ya se le permite hacer ejercicio y bañarse en el mar:

pero no alcanzando este beneficio al recobro de la vista, como me dices, creosea vnico remedio el que [seas] restituido a los aires nativos, y continuando elexercicio, esparcimiento y diversión del animo con el trato de gentes, y, portanto, continuaré mis ruegos hasta el logro de mi deseo41.

Jovellanos empieza a preocuparse debido al silencio de su hermana, yaque, a 7 de setiembre de 1804, aún no había recibido ninguna contestaciónde ella; de modo que le escribe de nuevo haciéndole partícipe de sus in-quietudes, y contándole cómo su vista continúa deteriorándose progresi-vamente42.

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 29

40 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Agusti-nas Recoletas de Gijón, 27 de agosto de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988,pág. 114.

41 Ídem.42 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Sor Josefa de San Juan Bau-

tista. Real Castillo de Bellver, 7 de setiembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit.,1988, pág. 115.

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En carta de 24 de setiembre de 1804, Josefa pone de manifiesto, una vezmás, su pesar por la pérdida de vista de su hermano, toda vez que confiesasu disgusto por no poder prestarle la ayuda necesaria, debido a la insalva-ble distancia que los separa:

[…] me desanima la continuación de tu cortedad de vista y término a que ama-gan las manchas de tus ojos; quiero pensar que, bebida el agua de la FuenteSanta, sita a cinco leguas de aquí, y aun sus baños dulcificantes, cortaría el pro-greso que amenaza la pérdida de la vista; pero ni pensarlo ni desearlo puedeproducir otros efectos que los de aumentar mi aflicción, pues no teniendo enmí poder alguno para darte este alivio, me pego con la tierra de mi nada y desdeella clamo al cielo, donde viene toda suerte de bienes43 […]

Y le confiesa que ha «sido siempre entre nuestra dilatada hermandad elmás interesante objeto a mi atención para mirar tu suerte cual la mía pro-pia», a pesar de que «la divina Providencia te arrancó de la casa paterna yquedaba yo en edad muy tierna, y que después hemos vivido ausentes lamayor parte del tiempo»44. Es tanto el cariño que siente hacia su hermanoque teme excederse «en el grado de amor, pues solo debe ser sin medida elque consagremos á nuestro gran Dios y Señor»45.

Ese gran cariño era recíproco, pues Gaspar, enormemente preocupadopor la salud de Josefa, escribe a su hermana Catalina de Sena (a la que llamacariñosamente Catuja) para que se traslade a Gijón, «donde podrás asistiry aliviar a nuestra buena monja en la aflicción y trabajos que la rodean, ydarnos a ella y a mí este consuelo»46.

Con fecha de 28 de setiembre, Josefa acusa recibo a Gaspar de dos de suscartas47. Sin embargo, su salud continúa empeorando, hasta el punto de

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS30

43 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Agusti-nas Recoletas de Gijón, 24 de setiembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988,pág. 117.

44 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Agusti-nas Recoletas de Gijón, 24 de setiembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988,carta nº 1395, pág. 117.

45 Ídem.46 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Catalina de Sena. Real Casti-

llo de Bellver, 28 de setiembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, pág. 119.47 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Sor Josefa de San Juan Bau-

tista. Real Castillo de Bellver, 28 de setiembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit.,1988, pág. 118.

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que, el 7 de noviembre de 1804, Jovellanos señala el «gravísimo riesgo» alque se había visto expuesta la vida de su hermana días atrás, a la vez queexpresa su regocijo al enterarse de que ya se hallaba «fuera de riesgo»48. La«grave enfermedad de pecho», referida en carta del 15 de noviembre de1804, parece haber sido la causante de ese gravísimo riesgo:

[…] se ve que la larga distancia y triste situación en que vives te hizo ignorar lagrave enfermedad de pecho que padecí en los primeros quince días de octubre yde que no convalecí, pues a saberlo no me creerías en estado de dar curso a los en-cargos de tu última. Estos mismos son tantos más stímulos al dolor como efectosde nuestra amarga suerte, formando una ola de angustias, presentando la desola-ción de una familia que en todas las épocas dio servidores al estado, que nuestroshermanos fallecieron en la edad joven en las fatigas del Real servicio, y acabandoen ti te me han llevado a tal distancia y te hallas sin salud, sin libertad ni mediosde alcanzarla49.

En estos términos expresa Josefa su rechazo a un «Real servicio» por elque ya habían perecido dos de sus hermanos y por el que Gaspar habíaterminado desterrado, cuando se le habían ofrecido puestos de embajadory ministro.

Seguidamente suplica a su hermano que, en lo sucesivo, se cuide de ha-cerle encargos imposibles y se limite a informarla sobre su estado, dadoque su deteriorada salud le impide ya realizar gestión alguna:

Cuando esta ola se cansa de anegar el corazón y comienza a ceder un tanto, naceotra de más subidos quilates en las reflexiones cristianas y religiosas que justamenteme acusan de mi demasiada sensibilidad a los estímulos de la sangre, de mi disi-pación en negocios temporales que ofrecen más defectos, y más a mí por la genialeficacia. Esta segunda ola tanto es de más subidos quilates cuanto toca inmediata-mente al alma, que debe ser toda de Dios y más dedicada por espontánea elecciónal estado religioso, a donde sólo debo tratar de una muerte mística, de que vivo tandistante como próxima a la temporal, y en esta amarga alternativa paso los días y

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 31

48 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a sor Josefa de San Juan Bautista. Real Cas-tillo de Bellver, 17 de noviembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, cartanº 1404, pág. 127.

49 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Recole-tas de Gijón, 15 de noviembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº1405, pág. 128.

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las noches sin descanso, sin gusto alguno al alimento, y tan sin fuerzas que dejopoco la cama, y tan sofocado el pecho y cansada la cabeza, que el oficio divino deobligación le rezo a pausas y ayudada de una religiosa. Bien siento, amado her-mano, aumentar tus penas con esta dolorosa pintura, pero es preciso para conven-certe de que nuestra correspondencia (permitiéndonos la Real piedad de nuestroaugusto soberano continuarla) debe ceñirse sólo a darnos noticia de nuestra exis-tencia, del estado de nuestros trabajos y consuelo que en ellos podamos recíproca-mente ofrecernos50.

Poco después, el 19 de noviembre de 1804, Josefa refiere cómo «la fatigadel pecho y quebranto apenas me permite dejar la cama, y ésta, por otraparte, no me conviene por la frecuente calentura»51.

Al leer estas líneas, la consternación de Gaspar se hace evidente, y envíarespuesta a Josefa, el 1 de diciembre de 1804, rogándole que se cuide52, a lavez que escribe otra carta a su hermana Catalina, urgiéndola a visitar a suhermana en el convento «así para consolarla como para arreglar los encargosque la piedad del Rey nuestro señor me permite haceros»53. Jovellanos esconsciente de que sólo su hermana Josefa puede asistirle para llevar susasuntos en Asturias a buen término, ya que Catalina lleva años ausente de lacasa paterna, ajena a los asuntos familiares. Sin embargo, también conoce lagravedad del estado de Josefa54, y sabe muy bien que a ella le sería imposi-ble llevar a cabo sus cometidos sin el auxilio de su hermana Catuja55. Josefa,por su parte, sabedora de que la hora de su muerte se va acercando, explicaa su hermano cómo su partida forzosa fue el detonante de su enfermedad:

Esta [la partida de su hermano] y sus circunstancias pasmaron la sangre entérminos que, a pesar de los esfuerzos de la parte superior, el 5 de aquel abril

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS32

50 Ídem.51 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Recole-

tas de Gijón, 19 de noviembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº1409, pág. 133.

52 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a Josefa de San Juan Bautista. Real Castillode Bellver, 1 de diciembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº1416, pág. 136.

53 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a Catalina de Sena. Real Castillo de Bellver,1 de diciembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº 1417, pág. 137.

54 Josefa padecía de insuficiencia cardiovascular. Para más información al respecto, véase Jovella-nos: Patobiografía y pensamiento biológico (1966: 155), de Jesús Martínez Fernández.

55 Ídem.

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[me] rendí a la cama, y desde entonces han sido repetidos los ataques de pecho,de no menos peligro que el último; pero con repetidas sangrías que yo llamabaa prevención los fui superando, sin que llegasen a tu noticia ni aun a la de laspersonas que viven más cerca56.

Gaspar, sintiéndose culpable del rápido deterioro de la salud de su her-mana, le ruega en carta de 19 de diciembre que se olvide de sus disposi-ciones testamentarias y demás asuntos, y que dedique solamente a cuidarsu salud57. Curiosamente, «a finales de 1804», Jovellanos experimenta undeterioro de su propia salud en paralelo al que sufre su hermana: «un pro-

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 33

56 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Recole-tas Agustinas de Gijón, 5 de diciembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988,carta nº 1419, pág. 138.

57 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a sor Josefa de San Juan Bautista. Real Cas-tillo de Bellver, 19 de diciembre de 1804». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, pág.142.

Gaspar Melchor de Jovellanos.Boceto expuesto en la Cartuja de Valldemosa

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ceso de pérdida de visión, en especial del ojo izquierdo, atribuible a cata-ratas, a lo que se unen antiguas dolencias, como los problemas reumáticosy circulatorios, y el estreñimiento crónico». Los médicos achacaron ese em-peoramiento general de salud a «causas psíquicas, por la angustia que su-fría el prisionero desde su detención»58.Yo me atrevería a añadir que laangustia que Jovellanos había acumulado esos meses, al enterarse del em-peoramiento de salud de su hermana Josefa, había ido, poco a poco, mi-nando también su propia salud.

El 2 de enero de 1805 Josefa describe su avanzado deterioro físico, y lafuerte impresión que éste causó a su hermana Catalina, cuando ésta fuea visitarla al convento: «a su llegada, al verme en la portería tan desfigu-rada y el semblante extenuado, se contristó su ánimo, siendo esto antesdel último insulto [recaída] y, siguiendo desde él empeorada»59. Y, dadosu visible deterioro externo («conservando ya sólo el hueso y la piel ypocas gotas de sangre requemada por mi perversa constitución»60), quiereevitar, en lo posible, las visitas. No obstante, por fortuna, en medio de lapenuria personal en la que se halla, confiesa disfrutar de algunos mo-mentos de dicha:

los momentos que logro estar libre de toda especie que me domine y con unlibro de mi gusto en las manos, ya en la cama, ya encogida junto a la estrechaventana de la celda, donde sólo se ve el cielo y oye el ruido de algún pajarillo,soy tan feliz que no me cambio por todo el mundo61.

Sin embargo, el deterioro de la salud de Sor Josefa de San Juan va en au-mento, y la crudeza del invierno sólo contribuye a empeorar las cosas, obli-gándola a permanecer en cama62, como relata en carta de 28 de enero de1805. Por ello, Josefa, que ya sólo precisa tranquilidad y reposo, declina el

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS34

58 ÁLVAREZ VALDÉS Y VALDÉS, Manuel, op. cit., 2002, págs. 397-98. 59 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Agusti-

nas Recoletas de Gijón, 2 de enero de 1805». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988,carta nº 1427, pág. 149.

60 Ídem, pág. 150.61 Ídem.62 Véase SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos.

Agustinas Recoletas de Gijón, 27 de enero de 1805». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit.,1988, carta nº 1432, pág. 156.

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privilegio de recibir las visitas de su hermana Catalina de Sena63. Gaspar, cons-ternado, le recrimina esta decisión en una misiva del 28 de febrero de 1805:

Sé que te has resistido a que Catuja solicitase licencia para verte en tu celda,y aunque yo lo creía muy conveniente para tu consuelo, el suyo y el mío, y ade-más muy justo y hacedero, por lo mismo que tu debilidad te reduce a la cama,y a que su entrada en el convento, atendida su edad y estado, no pudiera ser-vir de distracción ni producir algún otro inconveniente en la comunidad, nopor eso me atrevo a insistir en este punto, respetando tu repugnancia y las ra-zones de que pueda provenir, sean las que fuesen64.

Sor Josefa termina sucumbiendo a los deseos de su hermano, y abre, denuevo, las puertas de la clausura a su hermana65. Gaspar manifiesta su pro-

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 35

63 Véase SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a su hermanaCatalina de Sena. Agustinas Recoletas de Gijón, 28 de enero de 1805». En CASO GONZÁLEZ, José Mi-guel ed., op. cit., 1988, carta nº 1433, pág. 161.

64 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a sor Josefa de San Juan Bautista. Castillo deBellver, 28 de febrero de 1805». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº 1438, pág. 168.

65 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Recole-tas Agustinas de Gijón, 7 de marzo de 1805». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, cartanº 1441, pág. 173-174.

Panorámica de Palma de Mallorca desde el Castillo de Bellver

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funda preocupación ante el deteriorado estado de salud de Josefa, insis-tiendo a Catalina vaya a verla, pues allí hallará «los consejos y ejemplosque tanto habemos menester para arreglar nuestra conducta»66. GasparMelchor de Jovellanos, aun en la distancia, intenta preservar la unidad fa-miliar:

Tú sabes que la providencia divina ha reducido nuestra numerosa familia asolos tres individuos, y pues permite que uno [Gaspar] haya sido separado parael dolor y sufrimiento, debemos mirar la reunión de los otros dos [Catalina y Jo-sefa] como dispuesta por aquella bendita mano para su alivio y consuelo67.

No obstante, un mes después, a mediados de mayo, parece que con elbuen tiempo experimenta cierta mejoría, según cuenta su hermana Catalinade Sena: «Nuestra monja vio tus estimables y se halla en estado de disfru-tar el gusto que le da el ver tu letra, porque se halla muy aliviada en sus in-disposiciones»68.

Josefa hace balance de su vida en una carta fechada el día de su cum-pleaños, el cuatro de junio, toda vez que expresa su profundo pesar porverse tan lejos de su hermano:

La mía69 va en pos de ti en muchas cosas, así como en pos de ti vine a la luzdel mundo hoy hace sesenta años, acabando de cumplir tú 61. ¡Oh, cuán dife-rente creo haya sido el lleno de este tiempo en los dos! Tú, desde tierna edadaplicado a las tareas literarias en servicio del Rey nuestro señor y del estado, ycuando parece habían de sustituir el premio y el descanso, sufres tranquilo unaestrecha atadura. Yo, por el contrario, disipada desde mi juventud, aun de-biendo a la divina providencia la incomparable dicha de colocarme en el san-tuario, soy en él lo que he sido en el mundo, es decir, conservo la vehemenciade pasiones que en él me dominaban70.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS36

66 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a Catalina de Sena. Castillo de Bellver, 18 demarzo de 1805». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, pág. 175.

67 Ídem.68 SENA, Catalina de, «De Catalina de Sena a Jovellanos. Gijón, 16 de mayo de 1805». En CASO

GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº 1457, pág. 200. 69 Se refiere a su salud, también denominada por ella su «trabajosa situación».70 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Gijón, 4

de junio de 1805». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº 1461, págs. 210-211.

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Paulatinamente, sus exámenes de conciencia y sus confesiones van trans-mutándose, en su epistolario, en fervientes oraciones de acción de graciasy súplicas, hasta rayar ya en el misticismo en la carta que escribe a su her-mano el 15 de julio de 1805, donde le pide que la ayude a «implorar» la mi-sericordia de Dios, «para no desmayar en la penosa carrera de este valle delágrimas sembrado de espinas, que, sabiéndose sufrir, son escala para eleterno descanso»71.

Sin embargo, Jovellanos no se encontraba tan bien como quería hacercreer a su hermana, a la que, al estar tan delicada, no deseaba preocupar.Explican Joaquín Fernández García y Rodrigo Fernández Alonso en su ar-tículo «Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos» que éste pade-ció importantes disfunciones, entre 1805 y 1807, tales como «trastornoscirculatorios, alteraciones reumáticas y la denominada patología del cau-tiverio»72:

Los trastornos circulatorios tenían poca entidad manifestándose en forma dealteraciones periféricas tales como sabañones, espasmos y calambres; y, que conel paso del tiempo, darían lugar a edemas y ulceraciones.

Las afecciones reumáticas de Jovellanos van referidas fundamentalmente aextremidades superiores e inferiores; vagas molestias que él engrandece, hastallegar a sospechar que podía tener una apoplejía en curso y que comienzan enel año 1794.

La patología del cautiverio está dominada por los trastornos circulatorios,las molestias reumáticas y las alteraciones oculares73.

A pesar de su escasa salud, Josefa continúa asistiendo a los actos de sucomunidad de religiosas cada vez que discierne un atisbo de mejoría74,

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 37

71 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Recole-tas Agustinas de Gijón, 15 de julio de 1805». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988,carta nº 1468, pág. 226.

72 FERNÁNDEZ GARCÍA, Joaquín y FERNÁNDEZ ALONSO, Rodrigo, «Notas sobre la salud fí-sica y mental de Jovellanos», Boletín Jovellanista, nº 5, 2004, pág. 70.

73 Ibídem, pág. 70.74 Véanse SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos.

Recoletas Agustinas de Gijón, 23 de agosto de 1805», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit.,1988, carta nº 1479, págs. 247-248; y JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermanaCatalina de Sena. Castillo de Bellver, 6 de setiembre de 1805», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed.,op. cit., 1988, carta nº 1482, pág. 251.

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hasta el momento en que le comunican el deceso de su sobrina EscolásticaCienfuegos Jovellanos75, a la corta edad de cuarenta años:

Sufrimos hoy el gran dolor de la temprana muerte de su amable hermana ynuestra sobrina Escolástica, que en paz descanse, quien fue arrebatada de uncruel [dolor de] costado el 25 del pasado en muy breves días, los que última-mente aprovechó en las más santas disposiciones para aquel trance, único con-suelo que nos queda en tantos desconsuelos, pues sus incomparables prendas,su corta edad y la orfandad de ocho inocentes tiernos hijos hace una herida atodas luces sensible. ¡Oh!, y cuánta falta hace aquí tu presencia en las circuns-tancias, pues, hallándose también ausentes nuestros dos sobrinos y poseído delmás vivo dolor y cercado de cuidados el que está aquí, ¿quién sino tú pudierasser abrigo de esta inocente prole? ¿Será posible que mis pecados den lugar aque tanto se dilate el regreso al reposo de tu casa?76

Ante la imposibilidad, dadas sus tristes circunstancias, de acudir enayuda de los suyos físicamente, Jovellanos escribe77 a Baltasar, hermano dela difunta Escolástica, encargándole el cuidado de sus sobrinos.

La profunda consternación de Josefa ante esta la pérdida de su sobrina,el futuro de los pequeños y la distancia que le separa de su hermano, quedificulta la resolución de los problemas familiares de manera conveniente,agudiza sus problemas de salud78 a finales de año, impidiéndole dar res-puesta a las misivas de Gaspar:

por haberme hallado en la grave enfermedad o enfermedades complicadas quehace largo tiempo sufrí por el pie, y que, agravadas desde el 18 de noviembre,me rindieron a la cama el último de dicho mes, habiendo estado repetidas vecesa las puertas de la eternidad, y aunque al presente los facultativos dan alguna

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS38

75 Escolástica Cienfuegos Jovellanos era hija de Benita de Jovellanos y del conde de Marcel de Pe-ñalba, Baltasar González de Cienfuegos.

76 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Recole-tas Agustinas de Gijón, 5 de octubre de 1805», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988,carta nº 1492, pág. 267.

77 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a sor Josefa de San Juan Bautista. Real Cas-tillo de Bellver, 12 de noviembre de 1805», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, cartanº 1502, pág. 276.

78 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Recole-tas Agustinas de Gijón, 13 de noviembre de 1805», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit.,1988, carta nº 1504, pág. 277.

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esperanza, yo no puedo cobrarla por la grande extenuación en que me hallo yotros síntomas, singularmente el flato de pecho, que llegó ya a un estado quecreo incurable, y más en la crítica estación de primavera, y tan fría aquí, quemás parece invierno riguroso79.

Su hermano, tremendamente preocupado ante el empeoramiento de suquerida Josefa, le ruega encarecidamente que mire por su salud, aunqueeso signifique abandonar, por un tiempo, su estricto programa de rezos yquehaceres como monja de clausura80. Sus temores ante la gravedad delestado de su hermana quedaron reflejados en una epístola de 14 de juniode 1806, dirigida a su amigo Carlos González de Posada:

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 39

79 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Recole-tas de Gijón, 15 de abril de 1806», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº 1545,pág. 315.

80 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a sor Josefa de San Juan Bautista. Real Casti-llo de Bellver, 18 de mayo de 1806», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº 1555,págs. 322-324. Para más información sobre los quehaceres de las monjas agustinas recoletas, véase ÁL-VAREZ FAEDO, María José, Josefa de Jovellanos. Semblanza de una dama a los ojos de su hermano Gaspar de Jo-vellanos, Gijón: Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias / Ideas en Metal, págs. 110-111.

Placa en memoria de Jovellanos. Castillo de Bellver, Palma de Mallorca

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Hace muchos meses que temo la muerte próxima de una hermana, tan queridacomo digna de serlo; pero tan preparada me la pintan para su tránsito, y tan re-signada, y casi tan ansiosa de él, que aunque mi corazón se zozobra, mi espíritu es-pera tranquilo una noticia, que, según los anuncios, no puede estar distante81.

Sin embargo, el fallecimiento de Josefa no acaecería hasta un año des-pués, exactamente el 7 de junio de 180782, y su cuerpo recibió sepulturabajo las losas del claustro del convento de las Madres Agustinas Recoletasde Gijón, según había anunciado a Gaspar tres años antes, en carta de 24de setiembre de 1804, donde le había explicado que, a las monjas, «nos en-tierran en un ángulo del claustro»83.

La familia trata de postergar el momento de comunicar a Jovellanos eltránsito de Josefa a mejor vida, sabedores de la profunda consternaciónque tal noticia le va a provocar. Sin embargo, Gaspar va a poner de mani-fiesto su tremendo malestar al haberse enterado del triste suceso por ter-ceras personas, en una carta que dirige a su sobrino, Baltasar GonzálezCienfuegos, el 21 de agosto de 1807:

Bien conozco que te hallarías perplejo sobre el modo de darme a beber estenuevo cáliz, que mi situación hace más desabrido y amargo, pero, pues que noera posible ni justo que no llegase a mis labios, ¿qué otra mano podía presen-tármele con más temperamentos que la tuya? Por fin está ya bebido hasta lasheces84.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS40

81 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a Carlos González de Posada. Real Castillode Bellver, 14 de junio de 1806», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº 1559,pág. 327.

82 Se perdió la carta que Sor Manuela Antonia del ESPÍRITU SANTO escribió a Jovellanos el 23 dejunio de 1807, carta nº 1658, anunciándole la muerte de su hermana. Jesús MARTÍN FERNÁNDEZ(íbid, 1966, págs. 155-161) explica que «sufrió en vida las incomodidades y penurias de una enferme-dad cardíaca hondamente descompensada que trastocaba todo el juego de oxigenación y movimientode la sangre».

83 SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista a Jovellanos. Agusti-nas Recoletas de Gijón, 24 de setiembre de 1804», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Mel-chor de Jovellanos. Obras Completas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección deAutores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamientode Gijón, 1988, pág. 117.

84 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a Baltasar González Cienfuegos. Castillo deBellver, 21 de agosto de 1807», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº 1669, pág.458.

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Tan sólo siete meses más tarde, el 22 de marzo de 1808, Fernando VII ibaa decretar la libertad del prócer Gijonés «más que por hacerle justicia, paraaparentar un giro político de 180 grados, a consecuencia de la renuncia altrono de Carlos IV, y de la caída de Godoy»85. Quisieron los hados que, cu-riosamente, fuera «el mismo ministro José Antonio Caballero, marqués deCaballero, que había organizado su detención»86, quien le comunicase su li-bertad con estas palabras:

Excmo. Sr.: El Rey nuestro señor don Fernando VII se ha servido alzar a V.E.el arresto que sufre en ese castillo de Bellver, y S.M. permite a V.E. que puedavenir a la corte. Lo que de real orden comunico a V.E. para su inteligencia y sa-tisfacción.

Dios guarde a usted muchos años.El marqués Caballero87

El propio Jovellanos explicaba el deplorable estado en el que se encontrabacuando abandonó la prisión, a pesar de que «durante el cautiverio, procurómantener un buen tono vital con el ejercicio y una rigurosa higiene en su viday comida, amén de una dedicación continuada al cultivo del espíritu»88:

Los siete años de opresión y de estrecho encierro que acabo de pasar y lasaflicciones y achaques sufridos durante ellos, y más particularmente en el úl-timo invierno, han destruido de tal manera mi constitución física, que no sólome hallo en el día incapaz de sobrellevar cualquiera aplicación intensa o tra-bajo activo y continuado, sino que conozco que los auxilios del arte ya no po-drán alcanzar para el total recobro de mí quebrantada salud89.

Y expresaba su mayor anhelo en carta, de 14 de abril de 1808, dirigida aJuan de Escoiquiz: «La necesidad de la solemne declaración de mi inocen-

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 41

85 ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDÉS, Manuel, Jovellanos: enigmas y certezas, 2002, pág. 338.86 Íbid.87 CABALLERO, José Antonio, «Carta de José Antonio Caballero a Jovellanos. Aranjuez, 22 de marzo

de 1808», CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas. Tomo IV. Co-rrespondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo,Centro de Estudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.710, pág. 496.

88 FERNÁNDEZ GARCÍA, J. y FERNÁNDEZ ALONSO, R. op. cit., 2004, páj. 71.89 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a José I. Jadraque, 16 de julio de 1808», en

CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº 1739, págs. 556-558.

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cia lo es de mi corazón, lo es también de la justicia pública, que nuestroadorado rey ofrece y la nación espera, y a la cual debo aspirar y aspiro. [Noaspiro a otra cosa, ni estoy para ella]»90.

En conclusión, el testimonio documental de la correspondencia inter-cambiada entre Gaspar Melchor de Jovellanos y su hermana Josefa revelacuán profundamente añoraba, el prócer gijonés, su tierra natal, su casa y lossuyos –en especial a su hermana–, y cómo anhelaba regresar algún día aaquel lugar que tanto amaba, y poder dejar resueltos todos sus asuntosantes de abandonar este mundo: deseaba dejar bien establecidas sus dis-posiciones testamentarias y, cuando llegara el momento, ser enterrado enel nuevo cementerio de Gijón. Pero su mayor anhelo era que lo liberasen desu cautiverio en Mallorca y que su buen nombre fuera restaurado.

BIBLIOGRAFÍA

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CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS42

90 JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «Carta de Jovellanos a Juan de Escoiquiz. Cartuja de JesúsNazareno, de Valldemosa, 14 de abril de 1808», CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor deJovellanos. Obras Completas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de Auto-res Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento deGijón, 1988, carta nº 1.716, pág. 505.

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JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Sor Jo-sefa de San Juan Bautista. Real Castillo de Bellver, 28 de julio de 1804»,en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos.Obras Completas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808),

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 43

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JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Sor Jo-sefa de San Juan Bautista. Real Castillo de Bellver, 20 de agosto de1804», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jove-llanos. Obras Completas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiem-bre 1808), Colección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo,Centro de Estudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988,págs. 108-109.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Sor Jo-sefa de San Juan Bautista. Real Castillo de Bellver, 7 de setiembre de1804», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jove-llanos. Obras Completas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiem-bre 1808), Colección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo,Centro de Estudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988,carta nº 1.392, págs. 115-116.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Sor Jo-sefa de San Juan Bautista. Real Castillo de Bellver, 28 de setiembre de1804», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jove-llanos. Obras Completas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiem-bre 1808), Colección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo,Centro de Estudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988,carta nº 1.396, págs. 118-119.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Catalinade Sena. Real Castillo de Bellver, 28 de setiembre de 1804», en CASOGONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Com-pletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colecciónde Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudiosdel S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.397, págs.119-120.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a sor Josefa de San JuanBautista. Real Castillo de Bellver, 17 de noviembre de 1804», en CASOGONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Com-pletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colecciónde Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudiosdel S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.407, pág.127.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS44

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JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a Josefa de San JuanBautista. Real Castillo de Bellver, 1 de diciembre de 1804». En CASOGONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, carta nº 1.416, pág. 136.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a Catalina de Sena.Real Castillo de Bellver, 1 de diciembre de 1804», en CASO GONZÁ-LEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas. TomoIV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de AutoresEspañoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S. XVIII/ Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.417, pág. 137.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a sor Josefa de San JuanBautista. Real Castillo de Bellver, 19 de diciembre de 1804», en CASOGONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Com-pletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colecciónde Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudiosdel S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.421, págs.141-143.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a sor Josefa de San JuanBautista. Castillo de Bellver, 28 de febrero de 1805», en CASO GON-ZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas.Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de Au-tores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S.XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.438, págs. 167-168.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a Catalina de Sena.Castillo de Bellver, 18 de marzo de 1805», en CASO GONZÁLEZ, JoséMiguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas. Tomo IV. Co-rrespondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de Autores Espa-ñoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S. XVIII /Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.443, págs. 175-176.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a su hermana Catalinade Sena. Castillo de Bellver, 6 de setiembre de 1805», en CASO GON-ZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas.Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de Au-tores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S.XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.482, págs. 251-252.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a sor Josefa de San JuanBautista. Real Castillo de Bellver, 12 de noviembre de 1805», en CASO

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 45

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GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Com-pletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colecciónde Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudiosdel S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.502, pág.276.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a sor Josefa de San JuanBautista. Real Castillo de Bellver, 18 de mayo de 1806», en CASO GON-ZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas.Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de Au-tores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S.XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.555, págs. 322-324.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a Carlos González dePosada. Real Castillo de Bellver, 14 de junio de 1806», en CASO GON-ZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas.Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de Au-tores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S.XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.559, pág. 327.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a Baltasar GonzálezCienfuegos. Castillo de Bellver, 21 de noviembre de 1806», en CASOGONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Com-pletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colecciónde Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudiosdel S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.596, pág.380.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a Baltasar GonzálezCienfuegos. Castillo de Bellver, 21 de agosto de 1807», en CASO GON-ZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas.Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de Au-tores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S.XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1669, pág. 458.

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «Carta de Jovellanos a Juan de Escoi-quiz. Cartuja de Jesús Nazareno, de Valldemosa, 14 de abril de 1808»,CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. ObrasCompletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Co-lección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.716, págs. 505-507.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS46

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JOVELLANOS, Gaspar Melchor de, «De Jovellanos a José I. Jadraque, 16 dejulio de 1808», en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchorde Jovellanos. Obras Completas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Se-tiembre 1808), Colección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III),Oviedo, Centro de Estudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento deGijón, 1988, carta nº 1739, págs. 556-558.

JOVELLANOS, Josefa de, «Uno que otorgó cerrado la Sª Dª Josefa de JoveLlanos, para entrarse religiosa en el Convento de Agustinas Recoletasde la Villa de Gixón» de 5 de julio de 1793, MS, folio 74 (anverso) – folio78 (reverso). En el Archivo Histórico de Asturias, Oviedo, Fondo deProtocolos Notariales de Oviedo, Notario Pedro de ESCOSURA, Sig-natura del Colegio Notarial 1347, Signatura del Archivo Histórico[Caja] 8494

MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Jesús, Jovellanos: Patobiografía y pensamiento bio-lógico. Oviedo, I.D.E.A, 1966.

Noticia histórica de don Manuel Godoy, manuscrito atribuido a Jovellanos. EnGÓMEZ DE LA SERNA, Gaspar, Jovellanos, el español perdido, Tomo II,Organización Sala Editorial, Madrid, 1975, pág. 97.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaal Prior de la Cartuja de Valldemosa, Gijón, 3 de julio de 1801», enCASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. ObrasCompletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Co-lección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.338, págs. 14-15.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautista aJovellanos. Recoletas de Gijón, 14 de agosto de 1804», en CASO GON-ZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas.Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de Au-tores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S.XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.387, págs. 100, 107.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaa Jovellanos. Agustinas Recoletas de Gijón, 27 de agosto de 1804», enCASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. ObrasCompletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Co-lección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.391, págs. 112-115.

Anhelos y añoranzas de Gaspar de Jovellanos… – María José Álvarez Faedo 47

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SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaa Jovellanos. Agustinas Recoletas de Gijón, 24 de setiembre de 1804», enCASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. ObrasCompletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Co-lección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.395, págs. 116-118.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaa Jovellanos. Recoletas de Gijón, 15 de noviembre de 1804», en CASOGONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Com-pletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colecciónde Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudiosdel S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.405, págs.128-130.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaa Jovellanos. Recoletas Agustinas de Gijón, 5 de diciembre de 1804», enCASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. ObrasCompletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Co-lección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.419, págs. 138-139.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaa Jovellanos. Agustinas Recoletas de Gijón, 2 de enero de 1805», enCASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. ObrasCompletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Co-lección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.427, págs. 149-150.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaa Jovellanos. Recoletas Agustinas de Gijón, 7 de marzo de 1805», enCASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. ObrasCompletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Co-lección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.441, págs. 173-174.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaa Jovellanos. Gijón, 4 de junio de 1805». En CASO GONZÁLEZ, JoséMiguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas. Tomo IV. Co-

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rrespondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colección de Autores Espa-ñoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro de Estudios del S. XVIII /Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº 1.461, págs. 210-211.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaa Jovellanos. Recoletas Agustinas de Gijón, 15 de julio de 1805». EnCASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. ObrasCompletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Co-lección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.468, págs. 225-226.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaa Jovellanos. Recoletas Agustinas de Gijón, 23 de agosto de 1805». EnCASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. ObrasCompletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Co-lección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.479, págs. 247-248.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaa Jovellanos. Recoletas Agustinas de Gijón, 5 de octubre de 1805», enCASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. ObrasCompletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Co-lección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.492, págs. 267-268.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bautistaa Jovellanos. Recoletas Agustinas de Gijón, 13 de noviembre de 1805»,en CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos.Obras Completas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808),Colección de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.504, pág. 277.

SAN JUAN BAUTISTA, Sor Josefa de, «De sor Josefa de San Juan Bau-tista a Jovellanos. Recoletas de Gijón, 15 de abril de 1806», en CASOGONZÁLEZ, José Miguel ed., Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Com-pletas. Tomo IV. Correspondencia 3ª (Abril 1801-Setiembre 1808), Colec-ción de Autores Españoles del s. XVIII (22-III), Oviedo, Centro deEstudios del S. XVIII / Ilustre Ayuntamiento de Gijón, 1988, carta nº1.545, pág. 315.

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SENA, Catalina de, «De Catalina de Sena a Jovellanos. Gijón, 16 de mayode 1805». En CASO GONZÁLEZ, José Miguel ed., op. cit., 1988, cartanº 1.457, pág. 200.

SERRANO Y SANZ, Manuel, «Jovellanos (Dª Josefa de)». Apuntes para unabiblioteca de escritoras españolas desde el año 1401 al 1833, 4 Vols., Madrid,Establecimiento Tipográfico «Sucesores de Rivadeneira», 1903-1905,págs. 610-628.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS50

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RESUMEN

Referencia a los rasgos de la sociedad de Mallorca a finales de la Edad Modernahasta la caída de Godoy tras el motín de Aranjuez cuando se decretará la liberaciónde Jovellanos. Se repasan los problemas de abastecimiento, el impacto del sistema tri-butario y los conflictos políticos entre la regiduría municipal y la Audiencia, en el con-texto de los problemas de la propiedad territorial, la corrupción, el rechazo a lascamarillas advenedizas y la inquietud por los cambios culturales e ideológicos.

Palabras clave: Mallorca, Edad Moderna, economía, sociedad, hacienda, fiscali-dad, Jovellanos.

ABSTRACT

Reference to Mallorca’s society outlines in the end or Modern Age until the fall ofGodoy after Aranjuez’s uprising, when Jovellanos liberation takes place. Revise tosupply problems, tax system impact and political conflicts between the municipalcouncillor and the High Court; in the context of land property problems, corruption,rejection of plebeian cliques and the concerns about cultural and ideological changes.

Key words: Mallorca, Modern Age Regime, economy, society, the Treasury, incometax, Jovellanos.

Vamos a referirnos a los rasgos que caracterizaron la sociedad de Ma-llorca a finales de la Edad Moderna, vigentes hasta la caída del go-

bierno de Godoy con el motín de Aranjuez. Momento en que FernandoVII tomó el poder y liberó a los confinados políticos sin manifestar al-guna deferencia hacia ellos y demostrando una especial desconsidera-

Rasgos de la Sociedad de Mallorcaanteriores a las conmociones

de 1808

EMILIO BEJARANO GALDINO

Doctor en Historia

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ción con Jovellanos que estaba condenado en Mallorca. Unos hechosacaecidos poco antes del levantamiento popular del dos de mayo contralos soldados franceses que ocuparon Madrid en 1808; a partir del cual seprecipitó toda una serie de conmociones que a decir del conde de Torenosignificaron un “levantamiento, guerra y revolución” y sentó notablesprecedentes y cambios.

En la isla, una de las constantes difícil de superar fue la precariedad delos rendimientos de una agricultura de secano que requería mucho tra-bajo y dejaba unas cosechas de trigo escasas. Por ello las crisis de subsis-tencias y la dificultades para paliar la escasez se hicieron notar confrecuencia a lo largo del siglo XVIII. una contrariedad notoria dada la faltade liquidez para introducir trigo a causa del desequilibrio de la balanza ex-portadora a pesar de estar situada Mallorca en una ruta comercial. La faltade articulación comercial entre los territorios de la Corona y las perturba-ciones del abastecimiento marítimo a causa de piratas y corsarios, tuvie-ron una dificultad añadida debido al contrabando y al abastecimientoinesperado de las flotas aliadas que recalaban en el puerto de Palma. Esteaprovisionamiento extraordinario provocó súbitas alzas de precio y la ex-tracción de víveres necesarios para la población de la isla.1

Mallorca, aún teniendo mucha población ocupada en el campo, fueuna sociedad castigada por la escasez y muy dependiente de los acapa-radores de grano, los cuales con su astucia hacían subir los precios y ab-sorbían gran parte de los recursos populares depauperando a lamenestralía de la ciudad y aun a los pequeños propietarios campesinos.2

Estos sectores eran los que más acusaban la escasez y las alzas de precios,a la vez que soportaban gran parte del peso fiscal. Por ello las fuertesalzas de los precios, especialmente del trigo,3 influyeron en muchos des-contentos4 y así se reflejó en toda Europa en la crisis de 1746-1750; en los

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS52

1 Archivo Municipal de Palma (AMP), leg. 823/ IV, cit. en BEJARANO GALDINO, Emilio. Laganadería de Mallorca en el siglo XVIII y el abasto de carnes a Palma. Tesis doctoral. UIB, Palma, 1995,pág. 300.

2 VILAR, Pierre., “El motín de Esquilache”, Revista de Occidente, 107; Madrid, 1972, pág. 203.3 BEJARANO GALDINO, Emilio. “La incidencia de los tributos extraordinarios en los censa-

les y la influencia de éstos en la decadencia gremial”. Fiscalitat estatal i hisenda local (ss XVI-XIX). Ins-titut d’Estudis Històrics Locals. Palma, 1988, pág. 15

4 Protestas que algunos autores explican mostrando la relación de las fluctuaciones económi-cas a través de los movimientos de precios; LABROUSSE, Ernet. Fluctuaciones económicas e HistoriaSocial, Madrid, 1962.

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motines de 1766 y en las insurrecciones de 1793- 1794, conocidas comolos alborotos del pan registrados en la península; también en los amoti-namientos contra la parentela de Soler de 1808 y en las explosiones deviolencia contra los chuetas (grupo gentilicio de la isla tenido por des-cendiente de conversos) producidas al año siguiente y en las protestascontra los franceses de 1810; coyunturas precedidas, todas ellas, de co-sechas muy precarias.5

En Palma fueron especialmente calamitosas las cosechas de 1748 a1750 con una insoportable alza de precios.6 Ante la dimensión de la si-tuación,7 las autoridades tuvieron que iniciar el arreglo de caminos conel fin de proporcionar unos recursos mínimos a los sectores más desfa-vorecidos de la población.8 Entonces se volvió a plantear la necesidad decaptar capitales para premiar la introducción de cereales. Una políticaperjudicial a largo plazo que además implicaba demoras por lo que lasimportaciones solían llegar pasados los momentos álgidos de la escasezy el precio del grano importado trastornaba los precios de la tasa oficial.Recurrir al abasto por apresamiento de barcos siguiendo las normas delcorso no dejaba de ser un recuso limitado.9

Las reformas en las tasas de precios introdujeron cierta expectativa enlos abastos, pero la liberalización de los precios del trigo en 1765 y 1772,no supusieron una solución a los problemas de los acaparamientos.10 Los

Rasgos de la Sociedad de Mallorca anteriores a… – Emilio Bejarano Galdino 53

5 BEJARANO GALDINO, Emilio. Amotinamientos populares y revuelta de los privilegiados en Ma-llorca a finales del siglo XVIII. El Tall. Palma, 2000, págs. 128, 138 y 142.

6 A ello se añadió una epidemia que causó 10.000 muertos en toda la isla. JUAN VIDAL, Joseph.“La evolución de la producción agrícola en Mallorca durante la Edad Moderna. Fuentes y proble-mas de su estudio”, Moneda y Crédito 145; Madrid, 1978, pág. 67.

7 Una situación dramática recogida en las glosas populares; GELABERT RIERA, Sebastià. Des-cripció de la temporada de L’añ. 1744 y siguents fins a 1750. Palma, 1846.

8 Se temió la vuelta al bandolerismo, la mendicidad y que los pobres no abandonasen sus vi-llas y faltase mano de obra en la siembra, o se concentrasen desocupados en la ciudad con peligrode asonadas; MANERA ERBINA, Carles. Desarrollo económico y actitudes empresariales en la Mallorcacontemporánea, 1730-1930. Rasgos económicos esenciales de una sociedad preturística. Fundación EmpresaPública. Madrid, 1995, p. 7. Para dar ocupación a los jornaleros se iniciaron obras de fortificación enla Ciudad; JUAN VIDAL, Joseph. “Las crisis agrarias y la Sociedad en Mallorca durante la EdadModerna”. Mayurqa, 16. Palma, 1976, pág. 96.

9 En 1794 se detuvo a un buque veneciano y se le obligó a vender su cargamento, justificándosela escasez de grano en la isla; AMP, Ayuntamientos, 55. 1794; pág. 534v.

10 Desde la liberalización del precio del grano, se produjeron abusos por lo que la Real Cédula de18 de julio de 1790 mandó cesar a los comerciantes de granos, paja y semillas, volviendo a las antiguasleyes del reino; Archivo Reino Mallorca (ARM), Real Acuerdo, (R.A). 1803/2; págs. 146 y 147.

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acaparadores de grano de los grandes municipios trigueros de la isla,como Manacor, con los decretos de liberalización encontraron un armalegal para mantener sus estrategias especuladoras pasando a formar oli-gopolios11. Los aprovisionamientos de las flotas estimulaban las subidasde precios, por ello en Palma se hubo de denunciar a los agavilladores ymonopolistas cuando la guerra contra la Convención Nacional francesay durante los movimientos navales de 1805, en que el precio del trigosubió exageradamente “estando todavía en medio de la cosecha”.12

Los monopolios, fraudes y ganancias torpes fueron en “grave perjui-cio del Público y especialmente de los pobres que compraban a la me-nuda”.13 Los beneficiarios de estos logros eran grupos que tenían granascendiente político: los grandes propietarios y arrendatarios, los per-ceptores de diezmos, los horneros, los revendedores y los prestamistas delos cuales dependían los pequeños campesinos. Serán los grandes pro-pietarios y regidores del Ayuntamiento los que se opongan a la creaciónde un pósito o almacén público de Granos a fin de amortiguar las osci-laciones en los precios. Fracasó la idea de un sistema que permitía acu-mular capital, estabilizar la oferta de grano y moderar la especulacióncon la escasez. Sus posibilidades financieras fueron defendidas por elReal Acuerdo desde que sugirió su idea en 1769. Una idea que quedó ensuspenso14 ya que el Síndico Personero del Público entendía el problemade la escasez dependiente de “unos condicionantes insalvables” y de la“Altísima Voluntad de Dios”,15 por lo tanto resultaba inútil subsanar sussupuestas causas aparentes; en tanto que, el Cabildo de la Ciudad, pa-radójicamente, fundamentó su negativa en ser contraria a las ideas delmercado del liberalismo inglés.16 La idea del pósito se rechazó definiti-vamente por los oligarcas locales en 1811.17

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS54

11 Una sentencia condenó por agavillamiento a diversos acaparadores; ARM, R.A. 1803/2; p. 146.12 Cabildo de 15 de julio de 1805; AMP, Ayuntamientos 71, pág. 269.13 ARM, R.A. 1789/54; pág. 5.14 Se proyectó un pósito en Palma para almacenar 30 mil cuarteras de trigo que “en el tiempo

de escasez pudiese servir este repuesto a los productores y de freno a los acopiantes de grano”;ARM, R.A. 1769/43.

15 ARM, R.A. 1769/43; pág. 4.16 ARM, R.A. 1776/43; Palma, 4 de octubre, 1776.17 BEJARANO GALDINO, Emilio. “Cambios en el sistema impositivo de Mallorca a lo largo

del siglo XVIII y sus repercusiones sociopolíticas”. Mayurqa, 31. Universitat de les Illes Balears.Palma, 2006, pág. 291.

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Los intereses de los grandes terratenientes y perceptores de grano nose vieron acuciados por la escasez y los grandes arrendadores campesi-nos afrontaban bien esas coyunturas si se mantenían en sus arriendos yno sufrían recargos. A los payeses con ciertos recursos les producía ciertooptimismo el aumento de enajenaciones en forma de “establecimientos”,o ver próximos los proyectos desamortizadores como los emprendidospor Olavide y los planteados por Jovellanos que se materializarían conlos trabajos de Miguel Cayetano Soler. Sin embargo, para el pequeñocampesino las malas cosechas le obligaban a endeudarse y el peso de lostributos acababan de ahogarle hasta forzarle a vender sus propiedades.Jovellanos entendió que había que liberalizar el mercado del suelo, sal-vando todos les “estorbos” que se opusiesen al desarrollo de la agricul-tura y también superar la distorsión que suponían los precios de tasa yel exceso tributario. Un tema, éste último, que había preocupado a suamigo Francisco Saavedra y que abordó el secretario de Despacho deHacienda Soler. Los críticos de la época tenían claro que los altos im-puestos aumentaban el precio natural de los bienes y, las alcabalas, im-puesto de millones y demás gabelas paralizaban el fomento de laindustria y el comercio porque, con tanto impuesto, los frutos se ven-dían más caros sin embargo los sudores del labrador no se veían recom-pensados, ya que no era el trabajo lo que marcaba el valor de los frutos,sino la cantidad de gravámenes que padecía el productor.

La falta de articulación de un mercado nacional, no se reducía a la faltade conexión para el comercio de mercancías, se refería también a la faltade unificación en pesos y medidas, la diferencia de ley en las monedasde unos reinos a otros, la multiplicidad y desigualdad de las cargas im-positivas y las pervivencias de impuestos feudales, y la multitud de ar-bitrios que habían que satisfacer el productor y el vendedor paratraspasar las murallas de cada ciudad a fin de acceder a sus plazas y mer-cados. Una multiplicidad de cargas que causaban gran confusión yabuso.18 La fiscalidad dificultó la competencia de nuestra artesanía, ya

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18 Hasta finales del siglo XVIII, los alguaciles de la ciudad abusaron de la imposición de arbi-trios que movieron las quejas de la población. Los Síndicos Forenses de Mallorca se quejaban al Co-rregidor, por los derechos que exigían las autoridades municipales por la venta de pavos y gallinasen la ciudad. Quejas contra los bayles y regidores hacían intervenir a la Audiencia real, ante la quela autoridad local se disculpaba alegando que tales irregularidades se debían a las iniciativas par-ticulares de los alguaciles.

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obstaculizada por las desfasadas ordenanzas de los gremios, un incon-veniente para el mercado que se unía a la inflación provocada por la es-trategia de los acaparadores de subsistencias. En el opúsculo Pan y Torosse criticaba con ironía como en tiempo de Carlos IV existían multitud deconsejeros, ministros e interventores, residuos del pasado que vivían delos impuestos:

“...sin ellas –las gabelas e impuestos- no tendrían la conveniencia de encontrar acada paso una aduana y un registro; sin ellas no se conocerían las utilísimas tropasde la Real Hacienda, que componen un numeroso ejército de holgazanes y chismosos...cada aldea tiene su Código Municipal, sus contribuciones municipales y sus estatu-tos... Es un deleite ir muy descuidado por un camino y salir al encuentro un guardaa cobrar el piso del suelo, que va causando al viajante mil incomodidades; llegar ca-lado de agua y frío a una posada y tener que ir a buscar la comida a los estancos delvino, del aceite, de la carne, de la sal y de las demás cosas necesarias a la vida; ponerla caballería al pesebre, y sobre el pago de paja tener que pagar el derecho del cuerpoque se ató; ajustar una fanega de cebada y acudir al corredor para que la mida; com-prar un pellejo de vino y pagar a una guía o testimonio para poderlo sacar del pue-blo, no saber ninguno si dormirá en su cama o en la cárcel, porque el señor alcaldepuede hacerle pasar allí una mala noche sin causa, y en fin, otras mil cosas a estemodo“.19

Este opúsculo atribuido a Jovellanos durante mucho tiempo, cuyo tí-tulo irónico era la “Oración apologética en defensa del estado florecientede España”, condenaba el intervencionismo que había estancado la eco-nomía dando origen a una política con “indefinible sistema de asom-brosos reglamentos” que encorsetaban toda la actividad productiva ycomercial. El abuso en las contribuciones y los estancos o venta en mo-nopolio, eran otro inconveniente que impedía la concurrencia de los ven-dedores. Además, se fijaban unos precios oficiales que no eran los delibre convenio entre compradores y vendedores, un precio político quese acababa neutralizando por “el mercado negro” paralelo y la acción delos contrabandistas. Jovellanos denunció todo este intervencionismo ypensaba que tenía una solución factible mediante una razonable libera-

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19 Pan y toros y otros papeles sediciosos de fines del siglo XVIII. Recogidos y presentados por Anto-nio Elorza. Editorial Ayuso. Madrid, 1971, pág. 17.

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lización adoptando medidas similares a las seguidas por los países másdesarrollados.

La presión impositiva fue para los productores un agregado que seañadía a los diezmos y rentas cobradas por la Iglesia y, a los cánones en-tregados a los nobles propietarios de la tierra, arrendadores y subarren-dadores, ya fuesen en moneda, especie o alguna pequeña prestaciónpersonal. Esos pagos por los que el productor tenía que ceder parte delproducto de su trabajo, contribuían a su precariedad, y las personas einstituciones que percibían estos rendimientos eran autoridades o sociosque gravaban más o menos a los trabajadores y mantenían una diferentecercanía con ellos. Dado el inmediato ascendiente de los propietarios detierra y perceptores de rentas con la gran masa campesina, en las cir-cunstancias de precariedad los poderosos influían para mediatizar sudiscurso de la precariedad y desviar las fobias de los campesinos haciael cobro de los impuestos y sus exactores, los ejecutores de unas normasque procedían de instituciones distantes. En contra de esta mediatiza-ción estaban los funcionarios advenedizos ejecutores de la política ilus-trada de la corona, hacia los que la nobleza dirigió sus ataques valiéndosedel discurso antiguoregimental y de coplas satíricas anónimas com-puestas “desde el fondo de las barberías y desde alguna que otra celdaconventual”.20

En las protestas que se iniciaron contra la parentela de Soler en Palmatras los sucesos de Aranjuez en 1808, hubo un trasfondo de crisis de sub-sistencias y una reacción frente a la política fiscal que había aplicado el“plebeyo” Secretario de Despacho de Hacienda Cayetano Soler y contrasus allegados, acusados de haber ascendido nepoticamente. Precisa-mente, se iniciaron los alborotos delante de la Puerta de la “Gabella vellade la sal” donde estaba Miguel Montserrat el administrador de la oficinafiscal más importante. Este era un cuñado de Soler que había ascendidoa Intendente de Mallorca después de estar de Administrador de Rentasgenerales y en la Aduana. Otro personaje atacado en estos motines fue elAdministrador de Correos, Gabriel Rosselló, casado con una sobrina deSoler. En las algaradas fuera de la ciudad se persiguió al pesador, guardadel almacén de la Aduana y exactor de los frutos que no daban diezmo,y al escribano de Valldemossa, pueblecito donde trataron de esconderse

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20 OLIVER TOLRA, Miguel de los Santos. Mallorca durante la Primera Revolución. Vol. 1. Imp.Muntaner. Palma, 1901, pág. 165.

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los funcionarios de la Ciudad.21 En Sineu se amenazó al antiguo BaileReal, al escribano, a los que habían sido conductores del Derecho deci-matorio y al Subdelegado de la Intendencia Real.22 La precariedad de lassubsistencias y la presión fiscal fueron dos constantes presentes en losdescontentos populares, y a paliar las inconveniencias de este binomiohabían estado dirigidas muchas de la reformas ilustradas.

Las esperanzas que despertaron los proyectos desamortizadores enlos agricultores habían creado gran desazón en los sectores privilegia-dos que temieron las políticas emprendidas por Olavide, las propuestasde Jovellanos y las medidas que emprendió Soler. También les inquie-taba la pérdida de sus exenciones fiscales, materia sobre la que habíanperdido gobierno. El menoscabo político y fiscal de la nobleza tenía unpunto de intersección con el malestar de los productores y campesinosen la cuestión de los impuestos. Por eso, la nobleza a través de las insti-tuciones locales que todavía controlaba manifestó su resentimiento con-tra las instituciones dependientes del Consejo Supremo Central, tratandode poner de su lado a los sectores populares. En numerosas ocasiones, lanobleza, que ocupaba la Regiduría, atribuiría las deficiencias en los abas-tos y el exceso fiscal a las actuaciones de los oidores de la Audiencia queseguían los dictados de los secretarios de los Reales Consejos. Estas di-ferencias se percibieron en los numerosos conflictos de competenciasentre la Regiduría municipal y la Audiencia, pero de una forma muyilustrativa se reflejaron en los actos protocolarios.

Con los cambios introducidos por los Decretos de Nueva Planta en1718, se había limitado el nivel de “autonomía” que habían disfrutado lasclases dominantes de la isla. Hubo cambios en la gobernación y la Ha-cienda, si bien se mantuvo el poder territorial y clientelar de la nobleza.Pasada la segunda mitad del siglo los nobles también comenzaron a per-cibir interferido su acceso a los altos cargos y a ver cuestionados sus pri-vilegios fiscales de lo que culpaban a los funcionarios advenedizos delas Audiencias.

Las Audiencias además de sus facultades judiciales, habían recibidocompetencias en materia de gobierno y abastos que anteriormente ha-bían ejercido la Universitat y el Gran i General Consell de Mallorca. Ahoraparte de estas funciones las ejecutaba el Real Acuerdo, que lo integraban

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21 ARM, R.A. 1808/46.22 También se señalaron otras víctimas; ARM, R.A. 1808/35, págs. 14, 15 y 18.

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los miembros de la Audiencia presididos por el Capitán General, te-niendo presente que la mayoría de los capitanes generales y los oidoresde la Audiencia eran magistrados “forasteros”; si bien, la Nueva Plantamantuvo el Derecho Foral y ciertas áreas de gobierno funcionando segúnlas antiguas ordenanzas, permaneciendo en su totalidad los capítulosdel Almotacén. Estas pervivencias dejaron ciertas competencias sobrepolicía y abasto en un terreno impreciso que suscitaron rivalidad e in-terferencias.

La inobservancia de las reales órdenes sobre tasas, promulgadas en1765 y 1772, provocó una actuación fiscal contra la Regiduría de Palmadonde se denunció la falta de formalidades en los cabildos y el absen-tismo de los Diputados; por su parte la Regiduría se quejó de una inva-sión en lo que habían sido sus atribuciones tradicionales. Cuando se tratóde eliminar la tasa de precios, la Regiduría de Palma presionó por man-tenerla y los “ilustrados” aplicaron las directrices del Supremo Consejoen favor del libre tráfico comercial frente al sistema de corporaciones yde privilegios prohibitivos que de manera especial conservaba la isla. Endiversas ocasiones, la Audiencia hubo de solicitar dictámenes a la RealSociedad Económica Mallorquina para arbitrar y demostrar la conve-niencia de liberalizar.

No le faltaron oportunidades a la Regiduría para quejarse al Consejo deCastilla de encontrarse desasistida y perjudicada por la Audiencia que seentrometía en lo que eran sus competencias. Por su parte, la Real Audien-cia actuó frente a la Regiduría en diversas cuestiones relativas a presuntosabusos en el abasto y también cuando los componentes del Ayuntamientotrataron de neutralizar el Memorial que habían presentado al rey los dipu-tados de los chuetas en 1773. Este litigio tardó en ser resuelto23 y, sin em-bargo de los decretos en favor de los chuetas, las instituciones “nativas”hicieron caso omiso de los dictámenes de la monarquía. El trato despectivohacia este grupo gentilicio fue una constante hasta tiempos recientes.

El tema de las rivalidades político-institucionales mostró una pugnaentre la nobleza que había ocupado una serie de cargos secularmente, y

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23 El Ayuntamiento, el Cabildo Eclesiástico y el Estudio General respaldados por una mayoríade la nobleza presentaron un Manifiesto contra la pretensión de los “chuetas”, y el marqués de laRomana planteó un proyecto para desterrarlos; AHN. Consejos, leg. 22524. Los Regidores de Palma,los Síndicos forenses y su Universidad Literaria presentaron otro Manifiesto en 1776. Todas esasfuerzas locales unidas presentaron otro manifiesto en 1777.

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los ministros manteístas locales o “foráneos” que escalaban a través delas instituciones de Justicia y el Consejo Supremo. Además, Carlos III re-conoció la “virtud y el mérito” como valor ennoblecedor para los secto-res plebeyos que habían de ocupar los altos cargos de gobierno. Trató derevalorizar la actividad profesional y el trabajo mecánico, aunque man-tuvo formalmente el papel de la nobleza, pero aplicándole las máximasde Luis XIV: “conservar a los Grandes todas las prerrogativas exterioresde su dignidad, y al mismo tiempo excluirlos de todos los asuntos que,conocidos por ellos, pudieran aumentar sus influencias”.24 Conservó lasprerrogativas formales de la nobleza tratando de limitar su acceso a loscentros de decisión donde pudiesen aumentar su poder.25

Cuando en 1762 se intentó restablecer la Cofradía de San Jorge, queaglutinaba a la nobleza, se manifestaron divergencias entre los cofrades.Sus propuesta no lograron el reconocimiento real; si bien, la monarquíasobre esta cofradía establecería la Sociedad Económica de Amigos del Paísen 1778. En ella coincidirán eclesiásticos, nobles, militares y mercaderesde extracción social plebeya, y, a través de esta sociedad, la monarquía ca-nalizaría su política ilustrada, sus directrices y asesoramiento. Con ello seamparó la escalada de advenedizos hacia los altos cargos de la Adminis-tración del Estado cosa que atentó contra el poder endogámico que la no-bleza de Mallorca trataba de preservar a través de matrimonios con muchaproximidad consanguínea y la unión entre “ses Nou Cases” (“las NueveFamilias”), la élite de los linajes isleños.26 El enlace entre las Nueve Casasera una estrategia con la que la nobleza había tratado de mantener el con-trol político y prevenido el fraccionamiento de sus dominios.

El ascenso de los “plebeyos” provocó una lucha entre aristócratas yburgueses, que aprovechó el rey para potenciar a los sectores medios dela sociedad, ya que el mayor obstáculo de los déspotas ilustrados para lasreformas había sido enfrentarse a la nobleza poseedora de bienes terri-toriales y privilegios fiscales, señoriales y jurisdiccionales.27 Inicialmente,el rey buscó reforzar su poder poniendo de su lado a la burguesía para

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24 MANDROU, Robert. Francia en los siglos XVII y XVIII; Barcelona, 1973, pág. 3325 BALLESTEROS, A. (1941) Historia de España y su influencia en la historia universal. Tomo VI.

Barcelona, 1941, pág. 40.26 MONTANER, Pedro. “La estructura del Brazo Noble mallorquín bajo los austrias”. Estudis Ba-

leàrics, 27. Palma, 1988, pág. 9.27 RODRIGUEZ CASADO, Vicente. “La Revolución Burguesa del siglo XVIII español”, ARBOR

XVIII, Madrid, 1951, pág. 10.

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frenar a la nobleza, y, en tiempos de Carlos VI se planteó la necesidad dereformar los órdenes estamentales. Las cambios se plantearían entre dosreferencias, las reformas arbitradas por el rey, o la ruptura, creando unnuevo orden. A las reformas propuestas por Jovellanos se oponía la Re-volución radical. Sin embargo los acontecimientos radicales de Francia,que no arredraron a Jovellanos, intimidaron a los sectores ilustrados, pro-vocaron temor a los cambios y favorecieron las posiciones reaccionarias.Una situación que animó a los sectores privilegiados para contener a losadvenedizos reformistas, aunque ya no podrían cercenar el ascenso delos mercaderes, grandes arrendatarios payeses y notables locales de la“mà major”, ni evitar la adscripción de funcionarios manteístas advene-dizos a los altos institutos públicos con tal de que silenciasen sus posi-ciones ideológicas reformistas.

El desprecio de los sectores tradicionales hacia los advenedizos quedóclaro en los pasquines contra los allegados a Soler; en ellos no se reco-nocía ninguno de los méritos de la gente de esta camarilla, sólo se hacíaburla de su condición plebeya y se condenaban las supuestas actitudesprepotentes de su parentela.

Los actos de protocolo escenificaron esa rivalidad de los estamentos,porque “el sin número de burócratas y prebendados” convertían cadaacto oficial en una idolatría ceremonial que daba lugar a ofensas, y undesfile de carrozas se podía convertir en fuente de litigios.28 La noblezano soportaba que los altos cargos plebeyos y sus consortes se situasenen los lugares más destacados como se evidenció cuando a los caballerosde la Orden de Carlos III y a los de San Juan se les concedió usar espaday bastón en las juntas, igual que a las ordenes militares antiguas. Las sus-ceptibilidades aumentaron al permitir a los miembros del Consulado deComercio la asistencia a las celebraciones con las autoridades de la Au-diencia, Regiduría, Universidad Literaria y Real Sociedad Económica.En la sociedad tradicional se tenía la impresión de que se quería poneren cuestión la jerarquía de los órdenes sociales y devaluar la dignidadcon el plebeyismo. Miguel de los Santos achacó la autoría de las revuel-tas contra los parientes de Soler a la nobleza que no quería aceptar esteencumbramiento, actitud ya mostrada frente al almirante don AntonioBarceló y el obispo Bernardo Nadal.

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28 OLIVER TOLRA, Miguel de los Santos. Mallorca durante la Primera Revolución. Imp. Munta-ner. Palma, 1901, pág. 37.

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Entorno a esta rivalidad se conformaron las camarillas de cabildeo oinfluencia que catalizaron los intereses estamentales y políticos. Los pri-vilegiados locales aborrecían a los advenedizos y sus motivos de repro-bación lograban la adhesión popular ante las nuevas medidas fiscalesque ejecutaban, aunque, los sectores más prudentes del brazo real eranconscientes de que los asuntos que benefician al bienestar y la necesidadde toda la sociedad obligaban a una contribución sin excepciones.29 Noobstante, los privilegiados con su propaganda y sus querellas contra lasAudiencias excitaron al descontento, tratando de formar bloque con lossectores populares y dando cierta estructuración a las protestas, pero evi-tando ostentar protagonismo. Los eclesiásticos se sumaron a este bloquepues se les había apremiado a tributar por bienes patrimoniales despuésdel Concordato de 1737,30 si bien hubo mucha resistencia a la aplicaciónde todos los acuerdos que se siguieron31.

Los nobles hubieron de contribuir en el reparto del utensilio desde1756,32 después de haber perdido el control sobre los Derechos de lasAdministraciones del Tabaco, Aduanas y Salinas, cuando éstos habíanpasado a las competencias de la Corona en 1715. Este cambio significóuna pérdida de control de recursos monetarios por parte del bloque depoder local. Además, la Universal Consignación -formada por unajunta de acreedores de los cuales cuatro eran nobles y otros tantos ecle-siásticos-, que había gestionado los fondos procedentes de impuestos,derechos y contribuciones de la Universitat (órgano universal de go-bierno de la isla), en 1758 se convirtió en la Junta de Caudales Comu-nes, presidida por el Juez Decano de la Audiencia, y en la que el bloquede poder local veía debilitado el peso financiero que había tenido an-teriormente.

En el reinado de Carlos IV la Hacienda entró en bancarrota y los dis-pendios bélicos forzaron a nuevos impuestos, además de subir las cuo-tas de los antiguos, a fin de atender gastos y equilibrar las cuentas. Fuenecesario emitir deuda en forma de Vales Reales y se llegó a la rebaja de

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29 ARM, R.A. 1797/29; pág. 24.30 En 1794 se quiere someter a Talla las fincas y censos de la Inquisición porque se consideraba

que no gozaban de exención; AMP, Ayuntamientos, 55. 1794; pág. 406v.31 En 1791 se insistía en “cargar en los libros de las Tallas, todos los bienes y censos adquiridos

por las Iglesias y manos muertas desde 1737”; AMP, Ayuntamientos 51, 1791. pág. 71.32 Tenían un deber de participación extraordinaria según las Concordias Pontificias; AMP, Ayun-

tamientos, 47, 1788. pág. 396.

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los sueldos, pensiones y mercedes.33 Las medidas tributarias indirectas de-cretadas sobre los signos externos se consideraron un atentado por las cla-ses privilegiadas.34 El ministro mallorquín Soler proyectó unaracionalización de la Hacienda reduciendo el número de impuestos y tri-butos, tratando de unificarlos y universalizarlos a fin de agilizar su admi-nistración. Una política que fue mal recibida35 a pesar de los equilibrios pararecuperar el crédito nacional y subsanar la falta de monetario producidapor la paralización de las remesas de América. También tuvo que afrontarlas diferencias que existían entre el dinero que recibía la Hacienda y el querecaudaba la corporación de los Cinco Gremios Mayores de Madrid. Estacorporación tenía el asiento o concesión para cobrar los impuestos y eramuy poderosa, con todo lo cual Soler se vio enfrentado a poderosos ad-versarios y boicoteadas muchas de sus iniciativas, como el intento de con-trolar el gasto conocido como el “dinero de bolsillo del rey”; partida de laque Hacienda no recibía cuentas. Nadie le rememoró por su labor y, si porsus gravámenes, sobre todo por el impuesto del vino de 1805, que incidíasobre otro gravamen ya existente del quinto.36 Una medida que le llevó a untrágico final en un momento de ofuscación de las masas. Nadie recordaríaque este ministro había sido partidario de los impuestos directos sobre lasrentas y propiedades, a los que fueron contarios los terratenientes. Él com-batió las ocultaciones a la hacienda para que las cuotas impositivas no re-cayesen siempre sobre los mismos tributarios. Un hecho que fuedenunciado al no registrar las transacciones de tierra realizadas en la se-gunda mitad de siglo, unas enajenaciones que privatizaban bienes inmue-bles y los desafectaban fiscalmente, así como a sus compradores.

De las ocultaciones que se hicieron se quejó Pablo M. Palou de Come-sema, director del Utensilio, quien hizo recapacitar a la regiduría sobreel tema de los impuestos y la forma de actualizar el Catastro.37 Consideró

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33 Fue notorio entre las clases funcionariales el descuento del 4% en los sueldos que pasaban de800 ducados y la incompatibilidad de cobrar dos pagas públicas; AMP, Ayuntamientos, 1794; p. 600.

34 CANGA ARGÜELLES, José. Diccionario de Hacienda con aplicación a España por Ministro Jubi-lado del Consejo Real y Supremo de las Indias. Tomo I, Madrid, 1833, pág. 404.

35 CANGA ARGÜELLES, José. Diccionario de Hacienda..., pág. 11.36 A este gravamen se sumó el de “tres y un tercio”un “diezmo” sobre cultivos, frutos, verdu-

ras y animales que antes no contribuían; Noticia periódica de la Sociedad Económica Mallorquina de Ami-gos del País. Palma, de 31 de agosto de 1805.

37 Inicialmente hubo de deslindar los temas correspondiente a la tributación por las tierras delos pago por utensilio, y explicar a la Ciudad las diferencias entre los gastos propios de su Admi-

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el director del Utensilio que las deficiencias y ocultaciones en el Catas-tro eran el motivo de las distorsiones en el aumento de las cuotas quehacían más gravosa la contribución, por eso decía: “Ignora el Director elefecto que ha producido, y como se gobierna en Catastro el asiento debienes Eclesiásticos que han pasado a manos legas, y contribuyentes, yde censos redimidos con Vales Reales, y si se hacen o no las denunciasconvenientes, lo cierto es que debía esperarse que a consecuencia de di-chas operaciones creciese el fondo de bienes sujetos a la contribución; yha sucedido lo contrario pues ha bajado considerablemente”.38 InsinuabaPalou que por las transacciones de bienes y financias no declaradas se leescapaba a la hacienda el control de una parte del capital tributario, for-mándose bolsas de fraude.

El que Mallorca no fuese escenario caliente en conflictos bélicos no laexcluyó de contribuir a los gastos por levas o formación de milicias, aun-que a veces se encargaron de esta misión las iniciativas de la nobleza ylos fondos de los gremios. Con la guerra para detener el expansionismofrancés se generaron contribuciones extraordinarias, y lo que comenzócon donativos voluntarios, se convirtió en una imposición forzosa en laque se apremió a la entrega de joyas y dinero lo que generó gran des-contento.

La acumulación de los impuestos conformó un montante difícil de asu-mir por las rentas familiares. Para estimular el cumplimiento de las obli-gaciones tributarias el poder civil había de recurrir a las prédicas de laIglesia como medio de concienciación.39 Sin embargo, las exhortaciones dela Iglesia solían suponer cierta hipoteca de la autoridad civil en favor delpoder “espiritual” eclesiástico. El Obispo Nadal, en su Edicto General de1807, hizo una defensa de la legitimidad de los impuestos a la vez que su-brayaba la moralidad necesaria en los gobernantes para hacerse acreedo-res de las obligaciones de los súbditos, evitando la denuncia expresa delos escándalos de la Corte.40 Por este discurso consideramos que la insti-tución eclesiástica debía de obtener cierta deferencia de la autoridad civil

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nistración, y lo que eran los aumentos por el crecimiento de la guarnición de la Isla desde 1799;AMP, Documentos 1807; Palma, 16 abril 1807; s/p.

38 AMP, Documentos 1807; Palma, 16 abril 1807; s/p.39 Por principio se condenaban las doctrinas que daban por lícita la inobediencia a las leyes ci-

viles. AMP, Ayuntamientos, 1787, Edicto de Pedro Rubio Benedicto y Herrero; p. final.40 Archivo Diocesano de Palma (ADP), Diario Libro. 2 (1808-1818), “Edicto General”, 14 de fe-

brero de 1807; pág. 25.

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a la hora de hacer efectivo el recaudo de sus tallas41 y así se explicaría quees hacia 1805 cuando el Estado eclesiástico de la isla comenzó a apareceren los repartos de tallas establecidos medio siglo antes.42

Con la supresión de los privilegios impositivos, las clases dominantesveían amenazados y reducidos sus beneficios; en esta disminución debeneficios coincidían con los comerciantes y fabricantes que también vi-vían en la zozobra por la fiscalidad.43 Un elemento que establecía unaconvergencia coyuntural aunque no eran situaciones homologables nirecomendaban una actuación en bloque a medio plazo. El hecho es quela política fiscal motivó una protesta de los círculos conservadores enpos de sus intereses contra los ministros de Carlos IV y la política delpoder central.44 Con ellos concordaron puntualmente los sectores popu-lares más apremiados por la crisis a pesar de los planteamientos apertu-ristas de la secretaría de Hacienda.

La política reformista de Soler se vio enturbiada por ciertas decisio-nes de Godoy quien abusó de la emisión de deuda en forma de Vales Re-ales. La interferencia en la emisión de la deuda y el uso de la informaciónprivilegiada contribuyó a la devaluación de los Vales y motivó muchaanimadversión hacia Godoy y de paso hacia Soler. La pérdida de sol-vencia y seguridad jurídica al permitir el Estado usar los títulos de ladeuda sin valor para redimir censos de toda clase, perjudicó a los per-ceptores de este tipo de pensiones -entre los que se encontraban ecle-siásticos y cofradías- que vieron debilitadas sus rentas45. El desprestigiode la deuda del Estado alcanzó a todo el juego de la bolsa; las letras decambio, el papel moneda, los prestamos del Estado y las acciones debanco que sufrieron una pérdida de valor al cambiarlos por dinero -des-cuento que se conocía como agio. La devaluación convertía la deuda enuna inversión ruinosa, sin embargo en alguna circunstancia las cotiza-

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41 Justificaría el retraso a la hora de interpretar el Concordato de 1737; OLAECHEA, Rafael. Lasrelaciones Hispano-Romanas en la segunda mitad del XVIII. Tomo I. Zaragoza, 1965, pág. 47. Por esopara aplicarse ese acuerdos se hubo de promulgar una Real Orden en 1769, y establecer una Con-cordia posterior entre el Estado secular y el Estado regular aprobada en 1770.

42 El Cabildo Eclesiástico hizo objeciones al listado de la Contribución extraordinaria de los 300Millones en 1800. Cuestionaba si había de pagar por los bienes adquiridos antes del Concordato de1737; AMP, Ayuntamientos, 1800; pág. 296.

43 HERR, Richard. España y la revolución del siglo XVIII. Madrid, 1964, pág. 333.44 AMP. Ayuntamientos, 1808; págs. 87-88.45 Esta noticia sale en el Semanario de Mallorca; Palma, junio de 1801 y también la recoge el cro-

nista Desbrull por el interés que tenía para los rentistas de Palma.

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ciones resultaron remuneradoras,46 como tras la Paz de Amiens, en quela información privilegiada provocó ganancias escandalosas, hecho quecierta doctrina consideraba inmoral. Estas maquinaciones se aprovecha-ron en la isla para desprestigiar a Godoy47 y con el a su camarilla, quesupuestamente estaba constituida en Palma por la parentela de Caye-tano Soler. Si bien el ministro mallorquín había denunciado estas actua-ciones.

La devaluación de los Vales y la maquinación para alterar su cotiza-ción, fueron una práctica condenada en Mallorca donde ya existía unadeuda consolidada originada por antiguos préstamos censales consig-nados sobre los impuestos ordinarios que le servían de garantía. Estadeuda censal consolidada tenía como beneficiarios a personas de ciertosestamentos de la isla que cobraban un interés o censo por sus títulos. Suorigen secular constituyó uno de los grandes lastres para la economía deMallorca que se siguió acusando a lo largo del siglo XVIII.48 Los gremios,como corporaciones con reconocimiento público, también arrastrabanuna deuda censal originada, en parte, por impuestos extraordinarios pormotivos bélicos. Con motivo de la Guerra contra la Republica Francesa,sus cuentas se manifestaron exhaustas y sin fondos ni solvencia.49

El saneamiento de la hacienda por medio de la desamortización ecle-siástica que decretó Soler se produjo en un contexto de incremento del re-galismo real frente a la posición de las iglesias locales que trataban dedefender sus patrimonios. También se trató de desactivar la fuerza delSanto Oficio, además de otras medidas tendentes a reducir la resonanciade la Iglesia. Se criticó la gran cantidad de mano de obra inactiva que serecluía en sus establecimientos; se invalidaron las titulaciones universi-tarias emitidas por conventos y seminarios y se amplió el “exequatorregio”. La preocupación de la Iglesia ante esta política de acometida asus bienes se reflejó en la coacción que recibieron los reformadores y susescritos, cuyas obras se inscribieron en el Índice de libros prohibidos, La

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS66

46 “Exposición que hace al Rey el Ministro de la Real Hacienda, D. Miguel Cayetano Soler en1799”; CANGA ARGÜELLES, José. Diccionario de Hacienda...,, pág. 14.

47 Diario Político de Mallorca de 20 de junio, 1808; pág. 22.48 JAUDENES NEBOT, V. Memoria sobre las ventajas de la Agricultura de Mallorca de..., Valencia,

1798, pág. 145.49 BEJARANO GALDINO, Emilio. “La incidencia de los tributos extraordinarios en los censa-

les, y la influencia de éstos en la decadencia gremial”, Fiscalitat Estatal i Hisenda Local (ss. XVI-XIX):Funcionament i Repercussions socials. Institut D’Estudis Baleàrics. Palma, 1988, pág. 10.

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desamortización de bienes propuesta por Campomanes y Jovellanos enel Expediente de la Ley Agraria, también preocupó a los plutócratas loca-les que se beneficiaban de los arriendos de las tierras públicas de pro-pios y comunes.50

Por otra parte, la desvinculación de las tierras y la disolución de losmayorazgos suponía que esas tierras perderían su exención impositiva,lo mismo que ocurrió al suprimir las ventajas de pertenecer a una ordenreligioso militar. Gracias a esos privilegios, la nobleza había actuado deforma estratégica y continuaba transmitiendo sus patrimonios a travésde la institución del hereu. Las dotes y los beneficiosque se establecíanpara los hijos que profesaban la religión recibían una dispensa fiscal, sibien luego recuperban esos bienes inscritos como exentos generando asíuna forma de evasión fiscal.51 Para no disipar las exacciones fiscales dela propiedad a causa de las herencias que se iban a la Iglesia, se prepa-raron informes a instancia del Supremo Consejo de Castilla a fin de am-pliar los supuestos de la ley que prohibía suceder a sus parientes “abintestato” a los religiosos, 52 ya que los “bienes que entraban en los mo-nasterios se eximían de varios impuestos con inconveniencias para la Re-pública y el sostenimiento del Real erario”.53 Estas medidas se unieron ala limitación de la asistencia a los enfermos terminales a fin de no susti-tuir a los legítimos herederos54.

Los economistas trataron de combatir las estrategias de privilegiar lostítulos de la propiedad amortizada, por ello las reformas de Olavide y Jo-vellanos fueron temidas porque conducían a desafectar y desvincularfiscalmente las propiedades y planteaban la desamortización, aunque,Jovellanos proponía una vía menos traumática que la de los jacobinosrevolucionarios.

En el anticipo de lo que será la desamortización liberal, se comenzarona “enajenar todos los bienes raíces pertenecientes a Cofradías, Memo-

Rasgos de la Sociedad de Mallorca anteriores a… – Emilio Bejarano Galdino 67

50 PONSOT, P. “Révolution dans les campagnes espagnoles au XIX siècle: les désamortisse-ments. Revue des études Récents”, Etudes Rurales 45. 1972, pág. 104

51 FERNÁNDEZ, R. Manual de Historia de España. Siglo XVIII. historia 16, Madrid, 1993, pág. 524.52 BEJARANO GALDINO, Emilio. Miguel Cayetano Soler un hacendista olvidado. Palma, 2005, pág.

122.53 Los sacerdotes solían influir en los legados testamentarios a favor de la Iglesia y sus funda-

ciones; AVILES, Miguel; MADRAZO, Santos; MITRE, Emilio y otros. Nueva Historia de España. Car-los III y fin del Antiguo Régimen, 13. Madrid, 1973, pág. 166.

54 Resolución de 18 de agosto de 1771; Novísima Recopilación. Tomo V. pág. 127.

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rias, Obras pías, Patronatos de legos, Hospitales, Hospicios, Casas de Mi-sericordia, de Reclusión y Expósitos”, unos bienes eclesiásticos y parae-clesiásticos.55 Años después llegamos a la primera desamortización quese afirmaría con lo que fue la orden de venta del séptimo de los bieneseclesiásticos de 1807. Se encargó de su ejecución a las Audiencias y en laisla se nombró como coadjutor de este proceso a José Elola magistradode la camarilla de Soler, lo que confirmó la reticencia de la nobleza hacialos advenedizos de la Audiencia próximos a Soler.

Todas las medidas liberalizadoras se publicitaron a nivel local comocontrarias a la configuración tradicional y conducentes a la revolución.Por ello algunos eclesiásticos estuvieron presentes en los motines contrala parentela de Soler atizando la propaganda de los pasquines. Nadiealudió a que la actuación desamortizadora de Soler habían sido confi-dencialmente consultada y gestionada con ciertas dignidades de la Igle-sia como el Cardenal Despuig.56 Para los estamentos latifundistas elministro apareció como un enemigo público al imponer la tributacióndirecta a los grandes patrimonios y estimular la entrada en el mercadode las propiedades amortizadas.

La corrupción y el nepotismo atribuidos a Soler desdibujaron toda suactuación en la isla57 y su ejecutoria se asoció desmesuradamente al des-potismo que acompañó a Godoy; aunque el empleo de influencias paraacceder a los cargos públicos no había sido algo sobrevenido con Godoyo con la llegada de advenedizos a la administración. Secularmente, los fa-voritos y muchos notables de la administración real y local se habían in-teresado por los cargos públicos en el deseo de proteger sus entramadospatrimoniales.58 Es precisamente con los monarcas ilustrados que estosescándalos se vieron denunciados por los funcionarios tecnócratas de lasAudiencias que actuaban fuera de sus territorios autóctonos. Antes de lallegada de Soler a la Secretaría de despacho de Hacienda se registran nu-merosas quejas contra nombramientos de bayles y regidores, por darsela circunstancia de que sus candidatos eran beneficiarios de arrenda-

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS68

55 AMP, Documentos de 1800. Tomo I. s/p.56 SALVA, Jaime. El Cardenal Despuig. Palma, 1964, pág. 262.57 BEJARANO GALDINO, Emilio. M. Cayetano Soler un hacendista olvidado. Palma, 2005, pág. 187.58 En 1789 el Síndico Forense de Sineu informa sobre abusos que según precisa también “podían

haberse cometido en otras partes”. Esa vaguedad no permitió iniciar las causas para combatir “mo-nopolios, fraudes, ganancias torpes y corruptelas”, tal vez por miedo a las influencias de los pode-res locales. ARM, R.A. 1789/54; págs. 5-6.

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mientos públicos o recaudadores de derechos municipales, lo que era in-compatible con las funciones de gobierno.59 Unas prácticas extendidaspor distintos pueblos de la isla lo que motivó el bloqueo de algunas elec-ciones a bayle.60 También se pretendía evitar la acumulación de cargossobre personas que actuaban en favor de notables o grupos que perma-necían en el anonimato. Otra de las denuncias que se plantearon ante elReal Acuerdo fueron los escándalos por cuestiones de incompatibilidaddebido al parentesco próximo.61

En la isla habían alcanzado mucho arraigo las estructuras estamenta-les y corporativas, que se vieron combatidas en los últimos años del rei-nado de Carlos IV desde las instituciones y camarillas de palacio queactuaron como facciones políticas. Algunas representaron una oposiciónpara los intereses locales, porque atentaban contra el entramado estruc-tural que las fuerzas nobiliarias de las ciudades extendían a las villas yzonas rurales. Muchos señores, aún sin tener “casa abierta” en las villas,tenían propiedades y otorgaban tierras en arriendo en sus términos, loque les dio poder, y a su vez les convirtió en los valedores de esos villa-nos en sus relaciones con la capital. Este tipo de relación clientelar secu-lar se vió interferido. Esta relación de dependencia próxima permitía alas fuerzas locales mediatizar su discurso propagandístico contra las ins-tituciones de poder más distantes, aprovechando los litigios con las ins-tituciones regentadas por los funcionarios manteístas.62

La corrupción había sido una lacra secular que había tenido su cul-men en el siglo XVII, si bien, la atribuida a Soler tuvo algo de novedoso,y fue que los plebeyos alcanzaron gran influencia y pudieron canaliza-ron su poder a través de camarillas;63 por eso a raíz del Motín de Aran-juez que derrocó a Godoy, la propaganda aprovechó para presentar lacrisis del momento como resultado de los cambios que habían promo-vido esas camarillas de ministros advenedizos.

Rasgos de la Sociedad de Mallorca anteriores a… – Emilio Bejarano Galdino 69

59 ARM, R.A. 1795/17.60 ARM, R.A. 1804/10.61 ARM, R.A. Exps: 1805/25; 1808/11, 12 y 19. Vid. ARM, R.A. 1808/15.62 En las revueltas de las villas de la isla en 1808, se percibe como la autoridad local actuaba tí-

midamente contra los revoltosos a cuyos promotores amparaban y será la Audiencia la que tengaque acudir a restablecer la autoridad; BEJARANO GALDINO, Emilio. Amotinamientos populares y re-vuelta de los privilegiados..., pág. 190.

63 ARM, R.A. 1805/32, y ARM, R.A. 1806/34; pág. 6v.

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Los infundios contra los Soler se divulgaron a través de pasquines conpropaganda intoxicadora64 que convocaban a la asonada. Se denigró yse dio publicidad a los nombramientos efectuados durante su ministeriopresentándolos como el súmmum de la corrupción. Para el bloque depoder local, Soler había materializado la mayor camarilla de influenciasentre “las fuerzas conspirativas” de la Audiencia que había logrado pos-tergar a la nobleza en la administración pública. Una inquietud que pen-día desde el inicio de las reformas borbónicas. Los altos cargos soleristasse vieron injuriados por su condición de “plebeyos” advenedizos y porlas corruptelas y los enlaces de conveniencia que habían protagonizadosin respetar el orden social. Una de esas uniones fue criticada de formamaledicente por medio de una copla chocarrera carente de toda caridad:

“No he podido averiguarque causa pudo tenerOsuna para encontrarcon la casa de Solerporque al ver a una mujerllena de putrefacciónno se como hay corazóntan valiente y atrevidoque con ella haya tenidoacto de fornicación”65

Se ordenó la retirada de estos panfletos glosados que se colocaron porla ciudad para promover las asonadas.. Sin embargo, cuando la autori-dad real estaba respaldada por el poder local, su actuación era más dra-coniana y todos los pasquines rápidamente eran quemados de mano delverdugo en “el paraje más público”. En los motines contra la camarillasolerista no se mostró tanta diligencia y se evidenció la actuación com-placiente de las facciones estamentales locales que promovieron la cris-

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64 “Poesías infamatorias que en 1809 salieron en Palma contra la familia y parientes del Minis-tro Don Miguel Cayetano Soler” -la fecha se refiere a los hechos de 1808-; Misceláneas o coleccioneshistóricas, de Joaquín María BOVER; Palma 1830. págs. 321-324.

65 Ángela Monserrat y Soler casada con el coronel de infantería don José Osuna y en los moti-nes contra los de su familia, vio denigrado su enlace al divulgarse que su matrimonio había sido deconveniencia por considerar que era una persona con falta de encantos. BOVER, Joaquín María.Miscelánea, Erudita Maioricense. Tomo V. pág. 321.

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pación a fin de precipitar el descontento popular y manipularlo a sufavor coyunturalmente.

Las coplas satíricas, por suponerlas nacidas del pueblo, al que su-puestamente defendían, hicieron que la propaganda difundida contralos políticos advenedizos quedase en la memoria colectiva tal como lahabían presentado las glosas, sin ponderar sus alegatos ni atender a lascircunstancias. Las crónicas y la historiografía local posterior asumieronesas conjeturas y las grabaron en “la memoria histórica” sin añadir pre-cisiones críticas.66

Otro instrumento de ataque al reformismo estuvo en la doctrina y lasprédicas de sectores religiosos ultraconservadores que tenían gran ca-pacidad de persuasión. Sus mensajes podían tener una difusión más sis-temática y subrepticia; por eso los sermones podían soslayar unasituación o caldear la emotividad popular y en general evitaban atacar elorden social establecido y las desfasadas formas de propiedad territorialamortizadas. La censura cubría otra parte de este frente ideológico con-denando las obras de los economistas. Evidentemente existían otros sec-tores religiosos que estaban en la línea reformista.

Tras los desórdenes que siguieron a la caída de Godoy, la actuación dela Junta Suprema Gubernativa creada en Mallorca -en la que cobraronpeso los antiguo miembros de la regiduría- se preocupó por disolver lascamarillas que habían invadido los altos cargos con la influencia de Soler;y se percibió como las ligas de carácter estamental interfirieron en lassentencias dictadas por la Audiencia para expulsar a los funcionarios ad-venedizos.

Muchos de los verdaderos sentimientos populares no fueron plantea-dos en estas luchas “aristocráticas”. Parece que en el inconsciente colec-tivo pesaban las reminiscencias de las fracasadas revueltas de losforenses contra los ciudadanos y la Germanía.67 En momentos de crisisla acción de los de campesinos jornaleros y “roters” no se soliviantó porla falta del apoyo de los payeses grandes arrendatarios y su gente quedaban respaldo a la causa de los señores de la nobleza con los que tenían

Rasgos de la Sociedad de Mallorca anteriores a… – Emilio Bejarano Galdino 71

66 Cuentan las cónicas que “fue demasiado escandaloso lo que hizo Soler para proteger a sus pa-rientes, dándole los mejores empleos, siendo unos pedantes y por lo mismo muchos sujetos de honorcasaron con sus sobrinas con este mismo fin...”; LLABRES BERNAL, Juan. Noticias y relaciones his-tóricas de Mallorca (1801-1858). Tomo I. Palma, 1958, pág. 158.

67 BEJARANO GALDINO, Emilio. Amotinamientos populares y revuelta de los privilegiados..., pág.183.

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una “alianza” objetiva.68 Por otra parte el crecimiento demográfico fa-voreció la competencia entre la creciente mano de obra que se había dedisputar los limitados jornales.

Una pervivencia que alimentó la resistencia silenciosa de muchos cam-pesinos en la isla fue el malestar generado por el sistema dominante depropiedad con arrendamiento corto. El cronista Vicente Mut había dichoque existía un odio social hacia el gran poder de la nobleza debido a loscomplejos de los campesinos que se habían de supeditar a ellos por lassociedades pecuarias y al hecho de que la mayor parte de los cargos degobierno los retuviese ella. Constató como los caballeros “poseen las me-jores haciendas y los payeses y gente vulgar tienen mucha dependenciade ellos, y los conciben aborrecibles, porque los han menester”.69

El arriendo era la forma de explotación más usada en la mayoría de lasposesiones de Mallorca70 y la relación entre la oferta de tierras y el con-tingente demográfico71 influyó en la duración de los contratos, por eso lapresión de las rentas podía convertir a los arrendadores en un tipo deespeculadores. Claro está que las sociedades pecuarias no fueron siem-pre abusivas.72 Pasadas las primeras décadas del siglo XVIII, el nivel derentas se mantuvo bastante estable en Mallorca hasta su última década,73

si bien, los propietarios de acuerdo a la evolución de los precios podíanpedir una mayor cantidad de renta en especie cuando el trigo se cotizabaal alza o por el contrario, establecer el pago en numerario a fin de no per-der renta cuando se entraba en ciclos de abundancia y los precios habíande correr bajos. Como consecuencia de estas estrategias aumentaba o sereducía el malestar del campesino sin llegar a exteriorizarlo.

El poder de la nobleza debido al control de la rentas y el “cuasi” mo-nopolio de la tierra comenzó a verse amenazado, igual que algunos de

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68 MOLL, Isabel; SUAU, Jaume. “Senyors i pagesos a Mallorca, 1718- 1860/70”, Estudis d’Histó-ria Agraria, 2. Barcelona, 1979, pág. 163.

69 DAMETO, Juan; MUT, Vicente; ALEMANY, Gerónimo. Historia General del Reino de Mallorca,Tomo III. Mallorca, 1841, pág. 405.

70 JUAN VIDAL, Josep “La evolución de la producción agrícola en Mallorca durante la EdadModerna. Fuentes y problemas de su estudio”, Moneda y Crédito 145; Madrid, 1978.

71 MOLL, Isabel; SUAU, Jaume. “Senyors i pagesos a Mallorca, 1718- 1860/70”, Estudis ..., pág.125.

72 A períodos de gran explotación podían suceder otros con una tendencia a la baja de las ren-tas; BEJARANO, Emilio. La ganadería de Mallorca y el abasto de carnes a Palma en el siglo XVIII, Tesisdoctoral (inédita). UIB. Palma, 1995, pág. 135.

73 MOLL, Isabel; SUAU, Jaume. “Senyors i pagesos a Mallorca, 1718- 1860/70”, Estudis..., pág. 157.

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sus privilegios tras el afianzamiento de la casa Borbón. Desde mediadosde siglo por decreto se trató de limitar el nivel de todo tipo de rentas,74

si bien, el crecimiento de la población en el siglo XVIII favoreció un au-mento de la demanda de suelo e hizo que este escasease y se encare-ciese,75 lo que dificultó el acceso a la propiedad y la contratación; unfactor que contribuyó a limitar el rendimiento de las tierras. El sistemade propiedad resultaba restrictivo teniendo en cuenta factores institu-cionales como los fideicomisos y la amortización de tierras.76

La entrada de Mallorca en los circuitos del comercio internacional es-timuló la agricultura de nuevos cultivos que resultaban más rentables, sibien estos al no estar dentro de las listas de productos que diezmaban,recibían el rechazo de los propietarios que percibían rentas decimales.Además el grano era el medio de pago en especie de una parte impor-tante de las rentas por lo que se hacía obligatorio su cultivo a pesar de surendimiento escaso.77 Como ha subrayado Isabel Moll, esta pervivenciadificultó la modernización de la agricultura y el inicio de nuevas explo-taciones más rentables. Con todo ello, la progresiva entrada de los pro-ductos agrarios isleños en el comercio colonial durante el último terciode siglo y las iniciativas de la Sociedad Patriótica amortiguarían la situa-ción del campo y estimularían la diversificación del control de las rentasagrarias. Con el fin de animar el mercado de tierras o favorecer su alqui-ler o arriendo, se hizo necesario estimular este sector; pero para agilizarlas transferencias se necesitaba sacar a la venta tierras públicas y baldíos,y desvincular los patrimonios y títulos de amortización seculares.

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74 A principios de siglo XVIII se fija una limitación de las rentas en Castilla, haciendo especialmención a las rentas censales. Esta pragmática se amplia a mediados de siglo a la Corona de Ara-gón, dada “la calamidad de los tiempos que ha minorado el valor de las haciendas redituables, nohabiendo alguna que produzca el rédito o frutos, que antes hizo... reconociendo su mayor benefi-cio en conservar su deudor... asegurando la paga con la moderación” Ley VIII, Tít. XV, Libro X; No-vísima Recopilación, pág. 79.

75 DEYÁ BAUZÁ, José Miguel.”La vigencia de la vella economia d’Àntic Règime? Les limita-cions del creixement”. Del segle XVIII Borbónic a la complexa contemporaneitat. Història de les Illes Ba-lears. Vol. III. Edicions 62. Barcelona, 2004, pág. 24.

76 Las ordenanzas liberalizadoras de las transacciones de tierras animan el mercado de la tierra apartir de 1768 hasta 1791, en que este movimiento sufre una contracción . De 1767 a 1791 se produceun volumen del 86% de venta de tierras, en tanto que en igual período de 1791 a 1815, las transaccio-nes se reducen a un 14%; ALBERTI, A; MOLL, I.; MOREY, A. “Tierra de fideicomisos: Las consecuen-cias de la Ley de desvinculaciones en Mallorca (1768-1865)”. Areas 15. Murcia, 1993, pág. 21.

77 MOLL, Isabel; SUAU, Jaume. “Senyors i pagesos a Mallorca (1718-1860/70)”. Estudis..., pág. 120.

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La apertura hacia una interpretación flexible de los fideicomisos y laenajenación de “establiments” bajo la forma de censos reservativos, ani-maron el mercado del suelo.78 André Grasset de Saint Sauveur había per-cibido la excesiva desigualdad en el reparto de tierras como el obstáculoque destruía la agricultura de la isla,79 y subrayó como la venta de por-ciones de tierra en forma de establecimientos a diversos cultivadoreshabía contribuido a mejorar los rendimientos agrícolas.80 Le extrañó elatraso del campo81 y atribuyó los baldíos existentes a la falta de brazos,por el considerable número de haraganes repartidos por las casas de losricos y “la multitud de frailes, religiosos y sacerdotes esparcidos por laciudad y el campo, añadiendo el número considerable de gente joven yrobusta que llenaba los seminarios y los claustros...”,82 críticas ya mani-fiestas por Olavide, Campomanes, Jovellanos y Soler.

El comercio todavía no superaba el neomercantilismo con su sistemaprohibitivo y oscilaba entre la tasa, “azote de la producción” y el mono-polio “enemigo del consumo”. La tasa o precio máximo oficial retraía laoferta pues los propietarios no eran proclives a poner grandes cantida-des de subsistencias en el mercado que les dejase poca ganancia al ha-berse de someter a un precio intervenido por debajo del corriente demercado, lo cual contribuyó a estancar la economía general.83

En otro orden de cosas, la inercia de las tradiciones y costumbres fue-ron un freno a las innovaciones de la modernidad y a las corrientes quetrataban de instruir e ilustrar al pueblo. Las nuevas artes y ciencias en-contraron obstáculos en su divulgación pues había muchos artesanos

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78 ALBERTI, A; MOLL, I.; MOREY, A. “Tierra de fideicomisos: Las consecuencias de la Ley dedesvinculaciones en Mallorca (1768-1865)”, Areas..., pág. 16.

79 Salvo las apreciaciones personales, muchos de los datos que refleja este autor estaban toma-dos de José VARGAS PONCE. Descripciones de las Pithiusas y Baleares; publicado por Vda. de Ibarra,Madrid (1787). También se habían hecho trabajos descriptivos como los de Gerónimo de BERARDI SOLA. Viaje a las villas de Mallorca -1789-, manuscrito editado por el Ajuntament de Palma, 1983.Su autor fue precisamente el ilustrado promotor de la cátedra de dibujo instituida por la SociedadEconómica de Amigos del país.

80 GRASSET DE SAINT-SAUVEUR, A. Voyage dans les îles Baléars et Pitiusas fait dans les années1801-1805, París, 1805, pág. 72.

81 GRASSET DE SAINT-SAUVEUR, A. Voyage dans les îles Baléars..., pág. 60.82 GRASSET DE SAINT-SAUVEUR, A. Voyage dans les îles Baléars..., pág. 71.83 El gremio de carniceros se quejó de su difícil situación porque el ganadero le pedía precios

“exhorbitados”, sin atender al precio de venta establecido por la tasa que le dejaba un exiguo mar-gen de beneficio; AMP, Ayuntamiento, 1765; pág. 26.

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analfabetos y todavía más entre el campesinado a los que les inquietabanlos cambios. Las pocas escuelas de gramática y primeras letras eran con-ventuales y una catedralicia. A la gente de economía precaria, una de laspocas oportunidades de promoción intelectual que le asistía era internara sus hijos en una institución religiosa si no encontraban el mecenazgode un señor. A principios de siglo se había puesto en marcha el Semina-rio para formar sacerdotes según las directrices tridentinas y esto era unainiciativa que permitía el acceso a una instrucción para los niños que des-collaban pero, evidentemente encauzaba hacia la vocación del sacerdocio.

El saber había sido patrimonio de cierta aristocracia y la enseñanzaque se prestaba en los conventos había alcanzado a poca gente, ahora sedespertaban nuevas posibilidades. La efervescencia novatora motivócambios en la Universidad y ésta comenzó a interesarse por las materiasno especulativas. Tras su creación, la Sociedad Mallorquina de Amigosdel País comenzó a promover centros de carácter público y a fomentar laenseñanza desde las primeras letras. Esa institución abrió escuelas comola de matemáticas y otra de dibujo y pintura que años después se amplióhacia las otras bellas artes. Con un acuerdo con la Universidad se creó la“Academia médico-práctica de Mallorca”. Los ilustrados también pen-saron que las publicaciones periódicas podían ser un instrumento detransmisión de las nuevas ideas e inquietudes y en 1779 sacaron a la luzel primer semanario sobre “Noticia periódica de los precios corrientesen la semana y otras curiosidades”, y algunos de sus inspiradores man-tuvieron posteriormente contacto con Jovellanos, pues este había sidomiembro destacado de la sociedad homóloga madrileña.

Sin romper totalmente con el pasado, estos ilustrados trataron de po-nernos en contacto con las corrientes intelectuales europeas y se preo-cuparon por los temas de la economía política, tratando de liberalizaresta actividad siguiendo las directrices de la monarquía borbónica. Lapreocupación galicano regalista por destacar la autoridad del rey y defi-nir la legitimidad del poder del episcopado nacional frente al papado ysus bienes, llevó a la necesidad del estudio de los fondos documentalesde los establecimientos religiosos. Eso conduciría al surgimiento del cri-ticismo histórico, que cuestionaría los planteamientos historiográficos,y desde estas posiciones se iniciaría la superación de la crisis general delsaber en España.

En este ambiente de inquietud intelectual de finales de siglo se crea-ron centros dedicados a la instrucción en las “ciencias útiles” y experi-

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mentales, como el Real instituto de Náutica y Mineralogía de Gijón quevarias décadas después sería el modelo para el primer instituto de Ma-llorca. Su inspirador fue Jovellanos que durante su prisión en la isla ini-ció su Tratado teórico práctico de Educación a instancias de la SociedadPatriótica de Amigos del País.

En el cambio de centuria se crearon en Mallorca centros de enseñanzapara niñas promovidos por el obispo Bernardo Nadal de tendencia gali-cana. Sin embargo cuando se planteó en 1807 la reforma de los planesde estudio superior, siguiendo las pautas marcadas por Salamanca, laUniversidad Literaria de Mallorca polarizó todo el debate en torno a lacuestión de los privilegios que gozaban sus profesores. El Estudio Ge-neral de Mallorca desde 1673 había tenido la categoría de Universidadcon títulos reconocidos en toda la cristiandad,84 y la Iglesia había tenidomucho peso en este centro de enseñanza, por ello, ante las reformas tratóde mantener el peso que mantenía en las cátedras –la mitad dedicadas ala teología- y a preservar sus privilegios de extranjería. Poca opiniónpudo manifestar Jovellanos en este tema desde su cautiverio en Bellver,aunque entonces ya disfrutaba de flexibilidad de movimientos y de laposibilidad de mantener una correspondencia abierta bajo la supervi-sión de la autoridad. Se obvió toda la lucha del ilustrado en pos de la en-señanza y por un profesorado con mentalidad abierta y bien formado. Enla isla se apostó por la continuidad del sistema de cátedras sujetas a lasescuelas teológicas tradicionales, reticentes a toda novedad que supu-siese tener que adentrarse en nuevas metodologías, que por otra parte es-taban mal vistas por sectores que daban apoyo a la monarquía. Hubo undistanciamiento cultural y político entre los que profesaban las nuevasdoctrinas y los inmovilistas que tenían el apoyo de la mayoría del pue-blo iletrado. Por eso fue difícil que calaran los cambios y la multitud deleyes con las que los monarcas intentaron modernizar la sociedad “agolpe de decreto”, y que favorecían una secularización de la cultura85.Con la llegada de la corriente filosófico intelectual ilustrada, los con-temporáneos percibieron como la inquietud por la instrucción establecíauna gran fisura entre la clase ilustrada y el vulgo.

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84 LLADO FERRAGUT, J. Historia del Estudio General Luliano y de la Real y Pontificia UniversidadLiteraria de Mallorca, Palma, 1973.

85 Como refiere el Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Julio Ruiz Berrío en sus re-ferencias a “Las propuestas educativas de G. M. de Jovellanos.” Jovellanos i el seu temps. Centre deCultura Sa Nostra. Palma, 2008.

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En la sociedad de la isla pesaban las coordenadas de la ortodoxia del sigloXVII, donde el poder político alineándose con el espíritu de la contrarreformahabía adoptado cierta racionalización, pero siempre dentro de los valoresmorales y religiosos tradicionales. Una posición asumida por los centros su-periores de enseñanza, donde ésta estuvo por mucho tiempo sometida a untímido eclecticismo entre las ideologías tradicionales y las corrientes y méto-dos más racionales siempre que no comprometiesen el dogma.86 La escuelafilosófica y metodológica lulista fue la que tuvo mayor peso en Mallorca consu Colegio Mayor de la Sapiencia, cuyos colegiales se juramentaban en la de-fensa del “beato iluminado” Ramón Llull. Un personaje que en la isla era ve-nerado tradicionalmente como un santo. Sin embargo el lulismo desdemediados del siglo XVIII fue combatido por la Curia de Roma y los monjesdominicos. Una acometida que motivó enfrentamientos y manifestacionesde desagravio promovidas desde distintas instancias y el secular apoyo de laRegiduría de Palma. Otras corrientes fueron la suarista, en crisis con la ex-pulsión de los jesuitas –en su momento las cátedras de filosofía y teología delos jesuitas llegaron a agregarse a las del Estudio General-; la tomista domi-nica con un arraigo agónico; los escotistas y seguidores de Bacon y el sectorselecto del clero agustinista jansenizante que se mantuvo en forma muy dis-creta, como fue el caso de Pedro Gamundí al que visitó Jovellanos en Sóller.Si bien, Miguel de los Santos Oliver consideró que esta corriente fue mayo-ritaria entre el clero secular y los juristas mallorquines.87

Los cambios ideológicos del siglo comenzaron a hacerse notorios ensus últimas décadas cuando se despertó el interés utilitario por la eco-nomía política, y se comenzaron a manejar publicaciones extranjeras enlas que se formulan los principios del liberalismo burgués, que divul-gaba la filosofía favorable a la promoción de las ciencias útiles. Hubouna gran inquietud por la historia que iba a las fuentes documentales, yfue el comienzo de la modernidad88 donde, desde la época de los nova-tores destacaron importantes individualidades como la figura de JeroniPalou, el médico filósofo; Antonio Ramón Pascual Flexas, un precursorde la nueva corriente historiográfica criticista; el enciclopedista panma-llorquinista Bonaventura Serra;89 el erudito afrancesado Cristóbal Cla-

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86 TRIAS MERCANT, Sebastià: Història del pensament a Mallorca, Palma, 1985, pág. 165.87 OLIVER TOLRA, Miguel de los Santos. Mallorca durante la Primera..., pág. 26.88 FERRER FLOREZ, Miguel. “Mallorca apertura a la modernidad”. Memòries de l’Acadèmia Ma-

llorquina d’Estudis Genealògics, 8. Palma, 1998.89 OLIVER TOLRA, Miguel de los Santos. Mallorca durante la Primera..., pág. 28.

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dera, que por consejo de un tío capuchino –orden interesada por el mo-vimiento ilustrado- ingresó en el seminario de San Fulgencio de Murcia,centro de afinidades jansenistas.90 Este religioso fue ministro con José IBonaparte, un cargo que había rechazado Jovellanos y fue el sucesor deBernardo Nadal en la secretaría de Interpretación de Lengua en la Corte.Su posición josefinista fue una opción reformista que trataba de preve-nir el peligro de la revolución. El obispo Nadal llegó a ser el represen-tante del catolicismo liberal con una importante proyección política ypastoral y tendría un destacado protagonismo en las Cortes de Cádiz.Su sobrino, Antonio Oliver Nadal, que le había acompañado como se-cretario en diversas ocasiones, asumió su pensamiento y lo desarrolló através de ensayos.

Otra individualidad destacada fue Antonio Desbrull, si bien en unaposición más próxima a la fisiocracia y al jovellanismo. Fue uno de losfundadores de la Sociedad Mallorquina de Amigos del País que trabóamistad con Jovellanos a raíz de la participación del patricio asturiano enun concurso de memorias sobre educación convocado por esa sociedadpatriótica. No menor importancia tuvieron Joseph de Togores, o Tomásde Verí, persona versada en el arte y las lenguas, mecenas de BartoloméSureda Misserol, este completó su formación en el extranjero y acabócomo el gran director de las manufacturas reales, y fue el introductor denuevos métodos y técnicas industriales.

En Mallorca, tuvo mucho arraigo la lengua vernácula utilizada en laisla, si bien con la llegada de los Borbones se estableció el castellano comolengua oficial unificada para todos los territorios de la corona. Esta pre-sentaba gran vigor aculturador espontáneo y había tenido gran funcio-nalidad comercial desde que Castilla se había convertido en motor de laexpansión por centroeuropa y sobre todo desde que se inició la coloni-zación y el comercio con las Indias Occidentales. Por su parte, el catalán,la lengua de los reinos orientales de la península había iniciado una pér-dida de vitalidad desde el siglo XVI dentro del ámbito comercial y so-bretodo en la literatura culta y como vehículo de comunicación entre lasclases altas;91 si bien se había mantenido su uso por parte del pueblo enla vida cotidiana y, de forma mayoritaria, en las zonas rurales. La difu-

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90 TRIAS MERCANT, Sebastià: Història del pensament a Mallorca, pág. 264.91 BADIA, Joan; BRUGAROLAS, Nuria, GRIFOL, Jordi. Curs de llengua Catalana. Castellnou.

Barcelona, 1995, pág. 177.

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sión de la imprenta favoreció la divulgación de libros en castellano y así,en la producción editorial de Barcelona vemos como se produjo un clarodominio de la literatura en castellano desde finales del siglo XVI.92 EnMallorca el fuerte arraigo de la lengua vernácula, hizo que el proceso decastellanización iniciado con los Decretos de Nueva Planta en 1717 fueselento en los niveles de su uso popular. El propio decreto reconocía quela tarea de unificación del lenguaje administrativo era una tarea ardua ynociva si no se emprendía con flexibilidad, por ello se consideró conve-niente que se enviasen las letras y provisiones legales como se habíahecho anteriormente y se recibiese a los testigos en su lengua, por ser delcuidado de los Relatores de la Audiencia la traducción al castellano de ladocumentación.93

En Mallorca el proceso lingüístico oficial fue más remiso de lo que secree. Después de medio siglo, en junio de 1768, todavía se publicaba undecreto con el que Carlos III ampliaba la aplicación de la normalizaciónunificadora. Se estableció que los estudios de letras, latinidad y retóricase impartiesen en Castellano, ampliando las medidas que habían esta-blecido esta lengua como obligatoria en la vida escolar y en la actividadjurídica y administrativa. Si bien todas estas áreas estaban escasamente

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92 GARCIA CARCEL, Ricardo. Las culturas del Siglo de Oro. Biblioteca historia 16. Madrid, 1989.págs. 130, 139.

93 “Resolución de dudas suscitadas por el Decreto de Nueva Planta de la Audiencia de Ma-llorca.” Novísima Recopilación, Tomo II. Libro V, Título X, Ley IV, pág. 417. Por las dudas planteadas,en el propio Decreto se reconoce que: “Que habiéndose introducido por la nueva Audiencia el des-pachar las letras y provisiones, que van dirigidas a los Bayles de las villas para tramitaciones y otrascosas, en lengua castellana, cuando antes se despachaban en lengua mallorquina, se cree que serámuy nociva esta práctica al Público y particulares, por no encontrar en la mayor parte de las villaspersonas que entiendan la lengua castellana; y será muy conveniente, que yo mande que las letrasy provisiones se despachen, como en el pasado, en lengua mallorquina, como también que se reci-ban los testigos, así de las causas criminales como civiles, en el mismo idioma mallorquín, para evi-tar el inconveniente que se ha de seguir, de equivocar en muchas ocasiones los escribanos el hechodel declarante, por no entender la lengua castellana, no habiendo inconveniente en que se recibanen mallorquín, por ser del cuidado de los Relatores la traducción del Idioma castellano.” La Reso-lución de la duda (16) dice que “En cuanto a esta duda mando se ejecuten los despachos, como sepropone en ella; previniendo se procure mañosamente ir introduciendo la lengua castellana en aque-llos pueblos: y habiéndoseme informado por el mismo Marqués de Lede el modo que observa la Au-diencia, en cuanto a publicar las Sentencias en las causas criminales, y el que se practicabaantiguamente; ordeno y mando a la Audiencia, que estas Sentencias se intimen al reo en su per-sona, y se publique en la misma Audiencia; la cual tenga la atención de participarlo al ComandanteGeneral por el Escribano de la causa, o papel del Regente.”

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abiertas a la mayoría de la población. Incluso los sectores de la noblezamantuvieron el uso de la lengua propia de la isla, que algunos noblescultivaban en su ámbito próximo. Cuando Jovellanos fue recluido en Ma-llorca, las personas que le frecuentaron le estimularon a conocer la len-gua mallorquina. Un instrumento para conocer mejor el país y laidiosincrasia de sus gentes, y para acceder a los documentos históricos,materia que interesó al ilustrado. Sus conocidos mallorquines utilizabanla lengua vernácula con mucha frecuencia, como lo muestra el hecho deque su amiga la marquesa de La Romana, un buen día apareciese vestidacon mantilla española y se arrancase a hablar en Castellano lo que sor-prendió al ilustrado.

En los niveles cultos se utilizaba un castellano recargado y de escasaespontaneidad por falta de hábito en su uso frecuente.94 Las Audienciaslo utilizaban como elemento de gobierno unificador. Éstas estaban inte-gradas por una mayoría de funcionarios forasteros lo que les permitíaen sus actuaciones mantenerse distanciados de las influencias del blo-que de poder local con resabios feudales.

En la sociedad tradicional la “sana diversión” estuvo circunscrita a unespacio y tiempo preciso. El arduo trabajo tenía sus tiempos de descansodominical y estacional en las fiestas patronales, los períodos de Nativi-dad, Pascua de Semana Santa, Pentecostés y Corpus que se articulabancon carnavales, ferias y mercados. En el calendario festivo de la isla tu-vieron especial relieve las celebraciones dedicadas al “santo” beatoRamón Llull y las de la Virgen. Existían celebraciones cívicas relaciona-das con actos oficiales de la monarquía, y todas tenían una marcada ins-piración religiosa que revestía de solemnidad el sentido de comunidadsocial.

Las celebraciones95 estaban animadas por procesiones, rogativas, te-deums, luminarias, autos representativos, toques de campana, salvas, pro-cesiones, cabalgatas, encamisadas, disfraces, torneos, carreras y juegos. No

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94 En los niveles literarios se notaba un barroquismo erudito de difícil comprensión, como sepuede apreciar en el panegírico de fray Bartolomé Riera a la muerte de Benedicto XIII. Su contenidodifícilmente se puede adivinar por su título; RIERA, Bartolomé. El Místico Sol de la militante Iglesia,prodigioso en los tres estados de oriente, diaria carrera y ocaso, que muriendo Fénix hermoso de luz, en elmesmo ocaso en que muere halla oriente en que inmortalmente vive. Imp. Convento de Santo Domingo.Palma, 1730.

95 MARTI I CAMPS, F. Estampes mallorquines del segle XVII, Palma, 1975.

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estaban ausentes en las fiestas la abundancia gastronómica, la embriaguezy otros placeres carnales. Los “cellers” (mesones bodega) y tabernas tantopúblicas como privadas se llenaban de gente, y transitoriamente se olvi-daban las predicas que recordaban la mesura para atajar los desvíos y ex-cesos. Otras diversiones las constituían el teatro y los bailes que eranvigilados por la censura. En este siglo se comienzan a celebrar corridas detoros que necesitaban de un lugar adecuado que reuniesen unas mínimascondiciones de seguridad.

Los ilustrados como Jovellanos -contrario a la tauromaquia- se preo-cuparon por las celebraciones y diversiones populares; pensaban que losque se divertían en común lograban unión, conocían el interés general yelevaban el ánimo;96 por eso fue partidario de eliminar los obstáculosque se imponían a las diversiones. Los bailes de disfraces y el baile en ge-neral tenían mucha aceptación y, cuando se establecieron bailes públi-cos para financiar el alumbrado de la ciudad en las postrimerías del siglo,se suscitaron controversias con el tema de la moral como fondo.97

Toda una serie de circunstancias hicieron que los sectores más intran-sigentes de la sociedad percibieran el cambio de siglo como una época dedesenfreno; por eso se pidió la intervención del obispo Nadal, quien tuvoque criticar el enfriamiento que invadía la sociedad de la isla. Hubo depedir a sus sacerdotes “una vida ejemplar y arreglada”, y a los feligresesmayor devoción, modestia y compostura en la Iglesia,98 ya que eran mu-chos los fieles escandalizados por las formas y opiniones de los ábatesafrancesados.99

La inercia secular hizo que se cuestionasen muchas medidas promo-vidas bajo el gobierno de Godoy. Jovellanos se preocupó por los proble-mas de los enterramientos y por eso renunció a los privilegios que teníaen estos ceremoniales, así como otra liturgia que disfrutaba dado su li-naje. El intento de emplazar los lugares de enterramiento y cementerios

Rasgos de la Sociedad de Mallorca anteriores a… – Emilio Bejarano Galdino 81

96 JOVELLANOS, Gaspar Melchor. Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diver-siones públicas, y sobre su origen en España (Segunda Parte). Espasa Calpe S.A. Madrid, 1975, pág. 12.

97 Los bailes que habían de sufragar el alumbrado estaban mal considerados por ser un reclamoa la tentación y la lascivia. ROSALÉN I GUAL, F. “La influencia dels sermons en la mentalitat po-pular: Estudi d’un sermó divuitesc sobre sant Miquel de Lliria”. Quaderns d’Història i Societat, 6.Lauro, 1992.

98 Edicto general del Ilmo.Sr. Obispo de Mallorca dado por D. Bernardo Nadal y Crespí, Obispo deMallorca del Consejo de S.M., en 5 de marzo de 1808; R.A. 1808/40, s/p.

99 Edicto general del Ilmo.Sr. Obispo de Mallorca..., s/p.

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fuera de las Iglesias, como medida de higiene y sanidad, tuvieron espe-cial rechazo en Palma. En 1804 se introdujeron cambios en los ritualesde enterramiento que se consideraron impíos e irrespetuosos con la tra-dición sagrada tan enraizada;100 pero en 1809 todavía se mantenía la cos-tumbre de llevar los féretros descubiertos en los entierros. El peso de latradición retrasó las medidas sobre enterramientos y el Real Acuerdotuvo que dar providencias perentorias para atajar esta costumbre.101

Las nuevas ideas que profesaban algunas minorías se considerabanatentatorias contra la alianza del trono y el altar, y, la confesionalidad ca-tólica en sus distintas formas piadosas era dominante. El lulismo tradi-cional llegó a convertirse en una ideología que recibía influencias desdela sociedad, aunque no dejó de tener sus detractores. Los apóstoles de lailustración mallorquina demandaron reformas en todos los órdenes de lavida y coincidían en la necesidad de la instrucción como medio para salirde la incultura y sacar al hombre de su atraso, pero la circulación de susideas tuvo una oposición, que se amplificó con las noticias que llegaronde los episodios revolucionarios de Francia.

En 1778 se creo la Sociedad Económica, siguiendo las directrices deldespotismo ilustrado para introducir reformas desde el poder. Allí coin-cidieron cargos de la administración, militares, religiosos y nobles. Mu-chos miembros de los sectores privilegiados se inscribieron en la RealSociedad Económica a fin de no parecer desafectos al rey; cuando no,desde ella podían anticipar el sesgo que pudiesen introducir las nuevascorrientes. También figuraban en esta Sociedad eclesiásticos, tanto delbando conservador como del liberal de tinte jansenista, y había Inquisi-dores y Magistrados que pretendían vigilar y ejecutar las innovacionesmodernizadoras que la Monarquía sugería. Si bien la propia corona enlos últimos años de Carlos III, se mostró renuente a las proclamacionesreformistas.

Entre los ilustrados había disparidades y tenían la oposición de am-plios sectores de la sociedad. No llegaron a formar, además, un grupohomogéneo. Los enciclopedistas se habían localizado en torno a la ter-tulia de Buenaventura Serra y dentro de los que se definían como libe-rales en la Sociedad Económica de Amigos del País, había distintastendencias.

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100 ARM, R.A. 1808/40; pág. 1.101 ARM, R.A. 1808/40; pág. 1.

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En la isla se recibían las publicaciones sobre las corrientes filosóficas yculturales del momento a pesar de la censura y el peso del tradicionalismo,como se constatará en el momento de las Cortes de Càdiz.102 La nueva doc-trina de Adam Smith, comenzó a conocerse a finales de siglo. Su obra lasInvestigaciones sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las Naciones (1776)tuvo una influencia extraordinaria en los miembros de la Sociedad Eco-nómica de Palma. Si bien, el liberalismo se había difundido principalmentea través de la obra del Abate Genovesi y los fisiócratas franceses. A raíz deestas concepciones económicas se decretaron medidas liberalizadoras yen Mallorca, muy imbuida en el neomercantilismo, hubo quejas contra lasprácticas comerciales restrictivas y comenzaron a publicarse memorialespara derogar las ordenanzas corporativas gremiales. Una actividad en laque la Sociedad Patriótica Mallorquina tuvo un papel fundamental.103

En este momento surgieron voces en favor del liberalismo que en unprincipio se mistificaron con el neomercantilismo, y se hablaba de libe-ralizar al mismo tiempo que se presentaban subastas de asientos, des-confiando de la libertad de comercio por el temor a que favoreciesen losgrupos o compañías de cosecheros que actuaban como monipodistas104.Hubo voces discretas como las de los Desbrull, Ayamans, Verí, Salas, Bas-tida o el marqués de Sollerich que trataron sobre la liberalización de laeconomía,105 sin embargo concebían la libertad como una concesión quecorrespondía al Soberano;106 un planteamiento tan eclécticos que nos dauna idea de la difícil andadura del reformismo ante el peso de las anti-guas pervivencias en Mallorca.

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102 J. Herrero considera que tuvo mucho peso el conservadurismo, a pesar del destacado núcleoliberal; HERRERO, Javier. Los orígenes del pensamiento reaccionario español. EDICUSA. Madrid, 1973,pág. 355.

103 MOLL BLANES, Isabel. “Dos documentos sobre la economía mallorquina en el siglo XVIII”FONTES RERUM BALEARIUM, I,Palma, 1977, pág. 323. El informe de esta Sociedad se solicitó paradirimir litigios contra las ordenanzas gremiales; BEJARANO, E. “Dos documentos sobre gremios enel siglo XVIII, en Mallo rca. Fontes Rerum Balearium, III, Fundación Bartolomé March. Palma, 1980,pág. 286.

104 AMP, Ayuntamientos 1784; pág. 197.105 AMP, Ayuntamientos 1784; pág. 197.106 Todavía se invocaban los privilegios de Felipe III de 1607; AMP, Ayuntamientos, 1784, pág. 198v.

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RESUMEN

Jovellanos no prestó una especial atención a los asuntos militares y cuando lo hace supreocupación no es el ejército como institución, lo es como instrumento para garantizarla defensa y seguridad de Gijón o para ganar la Guerra de la Independencia.

A lo largo del artículo, se analizan los defectos estructurales que tenían aquellos es-tamentales “Reales Ejércitos” que nacen con la Guerra de Sucesión y que un siglo des-pués son la base de la fuerza con la que España se enfrenta a la invasión francesa. Sudesafortunada actuación en la guerra va a impulsar a Jovellanos a emitir un durísimo in-forme a la Junta Central en el que pone de manifiesto esos defectos y aporta posibles so-luciones, siempre con vistas a “salvar a la patria”, su verdadera preocupación.

Palabras clave: Jovellanos, Reales Ejércitos, organización estamental, Cabarrús, Gue-rra de la Independencia, informe a la Junta Central.

ABSTRACT

Jovellanos didn´t pay special attention to military affaires. When he ddid so, his didn´tsee the army as an institution but as an instrument to guarantee the defence and the se-curity of Gijón or to win the Peninsular War.

The structural faults of the organized layers “Royal Armies”, wich were born withthe War of Spanish Succession and were the base of the force that Spain resisted theFrench invasion, are analyzed along the article. Its unfortunate perfomance in the Pe-ninsular War droved Jovellanos to write a much harder report to Central Board in wichhe emphasized these faults an provided possible solutions in order to “save homeland”,wich was his real concern.

Key Words: Jovellanos, Royal Armies, organized layers, Cabarrús, Peninsular War, re-port to Central Board.

El ejército que vio Jovellanos*

FRANCISCO RAMOS OLIVER

General de División DEMLicenciado en Historia

* Conferencia pronunciada por D. Francisco Ramos Oliver en la Casa Natal de Jovellanos el día13 de marzo de 2009.

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Baltasar Melchor Gaspar María de Jovellanos nace en Gijón el 5 deenero de 1744, en los últimos años del reinado de Felipe V, y muere en

Puerto de Vega el 27 de noviembre de 1811, en plena Guerra de la Inde-pendencia. Vive, pues, durante los reinados de Carlos III, Carlos IV y Fer-nando VII, época de novedades en la que, desde el punto de vista de lapolítica de defensa, a diferencia con la de los Austrias, el principal objetivoa defender pasa a ser la propia Península, lo que obligó a situar la prácticatotalidad de las unidades en territorio peninsular y, por primera vez en lahistoria, la población hubo de soportar la presencia de tropas en su entornovital; es también en esta época cuando el ámbito administrativo se vinculahabitualmente a la profesión militar, quedando la administración ordina-ria del reino estrechamente unida a la función militar. Es decir, el territorioy la administración “se militarizan”, dicho sea esto con todas las reservas.Y sin embargo, Jovellanos presta poca atención a los asuntos militares, apesar de tener tres hermanos - Francisco de Paula, Alonso y Gregorio – ma-rinos de guerra y un sobrino – José María Cienfuegos Jovellanos (Pepe) –oficial de Artillería.

Esta actitud de Jovellanos puede tener su explicación en que, por unaparte, los ejércitos eran instituciones u organizaciones a las órdenes direc-tas del rey, los “Reales Ejércitos”, a cuyos intereses servían y que era quienconfería los empleos y los cargos militares. O dicho de otro modo, los mi-litares profesionales, la oficialidad en su mayoría de origen noble, le debíasu carrera al rey y constituía una casta bastante cerrada y ajena a los bur-gueses y campesinos. Eran unos ejércitos estamentales en los que, por elcontrario, la tropa procedía en su mayoría de las capas más bajas de la so-ciedad y de la recluta de mercenarios extranjeros.

Por otra parte, la guerra, racionalizada y normalizada, en la que se diri-mían cuestiones dinásticas o litigios fronterizos,1 era un asunto exclusivo delos reyes y de los ejércitos que se desarrollaba en espacios limitados y úni-camente durante el verano. La derrota del ejército principal, llevaba consigola capitulación del reino. Mientras, los sectores civiles de la sociedad se con-sideraron y permanecieron ajenos a este tipo de conflictos, sin inmiscuirse encombates y batallas adoptando el papel de meros espectadores, y se desen-tendieron de los asuntos militares.

Sin menoscabo de lo dicho hasta ahora y sin perder de vista que Jove-llanos estaba en cierta medida influenciado por el pensamiento y el modo

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1 PUELL DE LA VILLA, F, Historia del Ejército en España, Madrid, 2005, pág. 56.

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de ser británicos, en el sentido de que era muy civic y se aplicaba a sí mismoaquello de “zapatero a tus zapatos”, no por eso dejaba de conocer, intere-sarse y manifestar su preocupación por los problemas que aquejaban a Es-paña en general y a su patria chica en particular, entre los que estaban losrelativos a la defensa.

Interés y preocupación que pone de manifiesto en una carta fechada en1794 dirigida al Procurador General y a los diputados y personas del común,solicitando que “se digne S.M. destinar a esta Villa el Regimiento Asturias, paraque su tercer batallón resida perpetuamente en ella”,2 solicitud a la que sigue unminucioso análisis de los inconvenientes y ventajas que la presencia de estebatallón traería consigo, siendo superiores éstas a aquellos.

Veamos las causas que motivaron esta carta. La pérdida por España araíz de la Guerra de Sucesión de sus posesiones europeas y los sucesivospactos de familia, acarrean la continua amenaza británica hacia las costascantábricas, cuyo deficiente sistema defensivo permitió que en 1779 los in-gleses pusieran pie durante unas horas en la ría de Avilés3. Pero la llegadaa manos españolas en 1781 de los planos y documentos para un desem-barco inglés en Gijón, hacen que el rey Carlos III ordene poner la plaza enbuen estado de defensa y como consecuencia se artillan las baterías deArnao, La Punta, La Garita, Santa Catalina, Piedra Lladra, San Lorenzo ySan Pedro. La guerra con la Francia revolucionaria de 1793, llamada de laConvención, pone otra vez de manifiesto las deficiencias del sistema de-fensivo del Principado, a cargo de un poco operativo Regimiento Provin-cial, lo que impulsa a Jovellanos a formular la solicitud antedicha. No cabeduda de que Jovellanos confiaba en el ejército regular, en las Tropas de Con-tinuo Servicio en denominación de la época, como garantes de la defensay seguridad del territorio y de la ciudadanía.

Aunque Isidoro Cortina afirma en su Historia Militar de Gijón que la pe-tición de Jovellanos no fue aceptada, lo fue en parte. En el historial del Re-gimiento “Asturias” consta que en 1795, firmada la paz de Basilea conFrancia, su tercer batallón se traslada desde Vascongadas a Asturias, que-dando acantonado entre Oviedo y Gijón hasta 1799, año en el que parte

El ejército que vio Jovellanos – Francisco Ramos Oliver 87

2 RENDUELES LLANOS, E., Historia de la Villa de Gijón, Gijón 1867, apéndice II al libro IV, págs.466-469. CORTINA FRADE, I, Historia Militar de Gijón. En Historia Militar de Asturias, José Girón Garrote(Ed.), Silverio Cañada, Oviedo, 2006, pág. 170.

3 LASPRA RODRÍGUEZ, A., “De la hostilidad a la alianza: el puerto de Gijón y las relaciones asturbri-tánicas, 1700-1813”. En Gijón, puerto anglosajón, Agustín Coletes Blanco (ed), Oviedo 2005, cap. 3, pág. 59.

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hacia Ares (La Coruña) para reforzar la defensa de estas costas contra losingleses, que efectúan en 1800 un desembarco en Doniños, con objetivo ElFerrol, siendo rechazados.4 Por cierto, que Jovellanos en su carta ya diceque las ciudades de Santiago y La Coruña solicitan vivamente la presenciadel “Asturias” y teme que, de atenderse esta petición, el regimiento perderásu nombre y tomará el de la ciudad que lo acoja. No ocurrió así y hoy to-davía lo ostenta con orgullo.

También Jovellanos impulsa que el Comisariado de la Marina de Gue-rra, dependiente del Departamento de El Ferrol, se instale en Gijón, que-dando documentado que en 1.798 ejercían el mando del Comisariadoun capitán y dos tenientes de navío.5

Antes de seguir adelante, veamos como era el ejército español de laépoca. Durante el Siglo de las Luces, la institución militar se fue configu-rando a partir del ejército modelado durante la Guerra de Sucesión y noconservó casi nada de la anterior época de los tercios. A los pocos meses desu llegada a España, Felipe V da una nueva organización al ejército, a ima-gen y semejanza del francés, y nace un nuevo ejército con la organización,capacitación y experiencia necesarias para llevar a cabo la política de de-fensa y militar diseñada por el monarca.

La milicia se reglamentó hasta en los más mínimos detalles y la oficiali-dad se profesionalizó. Las Ordenanzas de Flandes de 1701 y 1702, fueronel punto de partida de una ingente obra legislativa conducente a unificary reglamentar la vida militar que culmina en las Reales Ordenanzas de Car-los III en 1768, plenamente vigentes hasta 1.978. En los primeros momen-tos, la fuente de inspiración fue, como hemos indicado, el ejército francésy se adoptan los términos castrenses que utilizamos en la actualidad, comoregimiento en lugar de tercio o coronel en sustitución de maestre de campo.La organización en regimientos, batallones y compañías, las plantillas, losmovimientos y evoluciones, todo procede de Francia. Será con las RealesOrdenanzas para la Infantería, Caballería y Dragones de 12 de julio de 1728cuando se adoptan principios y doctrinas más tradicionales.

Pero ese ejército tenía unos defectos estructurales que se irían agudizandoa lo largo de la centuria y tendrían repercusión en el futuro. Era una institu-

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4 CALERO TORRENS, L, El Regimiento de Infantería Asturias. Casi tres siglos al servicio de España, Ma-drid, 1993, págs. 99-101.

5 ARIAS GONZÁLEZ, L, “Las defensas militares de Gijón”, en Historia Militar de Asturias, JoséGirón, ed, Oviedo, RIDEA, 2004.

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ción u organización a las órdenes directas del rey, conocida como “RealesEjércitos”, a cuyos intereses servían. Estos “Reales Ejércitos” se articulabanen tres conjuntos: las tropas de la Real Casa, que integraban al Real Cuerpode Alabarderos, la Guardia de Corps, la Brigada de Carabineros Reales y lasReales Guardias de Infantería Española y Valona; las Tropas de ContinuoServicio, que estaban constituidas por las unidades de las armas de Infante-ría de línea y ligera, Caballería de línea, húsares y coraceros, Dragones, Ar-tillería e Ingenieros, además del Cuerpo de Inválidos; y la Milicia Provincial,especie de servicio militar obligatorio entre la población, presto a servir encaso de peligro o necesidad inmediata, concebido y organizado como cuerpode reserva de las Tropas de Continuo Servicio.

El ejército no estaba permanentemente organizado para las operaciones.No existían cuarteles generales de grandes unidades ni éstas estaban orga-nizadas en tiempo de paz. Realmente, el ejército era un conjunto de regi-mientos “sueltos” y sólo en caso de guerra se organizaban grandes unidadescuyo mando se confiaba a generales elegidos por el rey. El general elegía a suestado mayor y se le asignaba un conjunto de unidades de variada proce-dencia. En el Tratado VII de las Reales Ordenanzas de Carlos III, que trata del“Servicio en Campaña”, se establecían minuciosamente las normas para laconstitución de un ejército “…destinado a obrar defensiva u ofensivamente den-tro o fuera de mis dominios contra enemigos de mi Corona…”.

En tiempo de paz, los generales no tenían bajo sus órdenes unidad al-guna y permanecían en la corte, en sus señoríos u ocupando puestos en laadministración. Los coroneles eran los jefes de los regimientos y los te-nientes coroneles eran sus segundos, siendo éstos los que realmente des-empeñaban el mando del regimiento, “tenían la coronelía”, mientras elcoronel se dedicaba a otros menesteres. No existió en el siglo XVIII el em-pleo de comandante y fue el de capitán el que sobrevivió a la reorganiza-ción borbónica, desempeñando el mando de compañía para el que estabaasistido por los tenientes. Los empleos más bajos de la oficialidad eran losde alférez y subteniente.

Los sargentos, cabos y soldados constituían las llamadas “clases detropa”. El sargento, auxiliar inmediato de los oficiales de compañía, care-cía de cometidos específicos, mientras que los cabos mandaban las escua-dras bajo la directa supervisión de los sargentos. Los soldados, procedentesde las capas más bajas de la sociedad, se reclutaban mediante tres proce-dimientos: la recluta voluntaria, la leva de vagos y la quinta por sorteo. Aestos procedimientos hay que añadir la recluta de mercenarios suizos, ita-

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lianos, irlandeses y valones, que se agrupaban y encuadraban por nacio-nalidades en diez regimientos.

Las exigencias del servicio de guarnición -las guardias y las revistas- yla instrucción, ocupaban la monótona vida del soldado. Los geométricosdespliegues de la época exigían que los soldados los practicaran infinidadde veces hasta conseguir la automatización de movimientos y evoluciones.Las inquietudes de la tropa eran el sueldo, el rancho y el vestuario y unade sus aspiraciones era conseguir que el capitán les diera autorización paratrabajar unas horas fuera del cuartel y de esta forma mejorar su situacióneconómica y la de sus familias.

Como consecuencia, mientras sus servicios no eran necesarios, los ofi-ciales de mayor graduación realmente tenían poco que hacer, en tanto quelos soldados vegetaban en sus cuarteles de invierno a cargo de los capita-nes y los sargentos. Buenos ejemplos de ésto lo tenemos en las memoriasdel artillero José María Cienfuegos Jovellanos, que llegó a ser Capitán Ge-neral de Cuba, cuando siendo teniente coronel y estando destinado enCádiz, marcha con un mes de permiso a Oviedo para visitar a su padre en-fermo y no duda en escribir que “Como nuestros servicios no eran imprescin-dibles, en casos justificados los concedían (los permisos) con relativa facilidad”6

y en las cartas de Cabarrús a Jovellanos, en las que, en relación con el po-sible empleo del ejército en las obras públicas, se pregunta:

“El gobierno (…) ¿No tiene en su mano una porción numerosísima de pobres ro-bustos, que él hace, que él pervierte, y que él mantiene en la inacción?¿No tiene en esenumeroso exército los ingenieros que han de proyectar, los brazos que han de ejecutar,los oficiales que han de inspeccionar, (...)?. Sesenta mil hombres le ofrecen (al gobierno)sus brazos ociosos, su disciplina y el corto prest que les paga (…) ¿Será el menor bienreconciliar con el trabajo y la aplicación a nuestra tropa (…) substituir para nuestrosoficiales la actividad del ingenio y del cuerpo, a estas serviles pantomimas en que in-útilmente los ocupan; en una palabra, convertir en utilidad y en auxilio, lo que ahora essolo carga y ruina?”.7

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6 CIENFUEGOS-JOVELLANOS GONZÁLEZ-COTO, Francisco de Borja, Memorias del artillero JoséMaría Cienfuegos Jovellanos (1763-1825), Gijón, 2004, pág. 90. Hay que tener en cuenta también que enaquel entonces el viaje de Cádiz a Oviedo duraba varios días. Pero a los efectos de este trabajo, lo in-teresante es la frase “nuestros servicios no eran imprescindibles”.

7 CABARRÚS, F, Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las leyes oponen a la felicidadpública, Imprenta de Collado, Madrid 1813.

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Felipe V introdujo una importante innovación en el ejército con la crea-ción de la clase de cadetes como vía de ingreso en el cuerpo de oficiales,clase y vía reservadas para la nobleza. Los oficiales, procedían en sus dosterceras partes de la clase de cadetes y el resto de la de tropa. Los prime-ros, pertenecientes a la nobleza, solían tener una esmerada educación, perono siempre se manifestaban dóciles a las exigencias de la disciplina. Lossegundos, más puntuales en el cumplimiento de los servicios de cuartel, al-canzaban la categoría de oficial a edad demasiado avanzada para adquirirel grado de instrucción adecuado. Mientras los procedentes de cadetes al-canzaban el empleo de capitán a los nueve años de entrar a prestar sus ser-vicios en el regimiento y eran tenientes coroneles a los veinticinco, losprocedentes de tropa tardaban hasta cuarenta años en llegar a capitán. Porestas y otras razones, el cuerpo de oficiales carecía de cohesión y su gradode instrucción era deficiente.

El pensamiento ilustrado, que hará blanco de sus críticas en una noblezaanclada en el pasado a fin de preservar sus prerrogativas sociales, por ana-logía puso en su punto de mira a la nobleza militar, o, con mayor propie-dad, en el control absoluto que ejercía la nobleza sobre la institución militar.Sin embargo, en el caso de la nobleza militar, los ataques no abundaríanen exceso al estar considerada como un tipo de nobleza “de servicio”, útily provechosa para la sociedad en cuanto se dedicaba a la profesión de lasarmas.

Jovellanos por ejemplo, tenía en alta estima a esta nobleza. Un texto delInforme sobre expediente de la Ley Agraria da fe de ello:

“Libre del cuidado de su subsistencia; forzada a sostener una opinión que es insepa-rable de su clase; tan empujada por su educación hacia las recompensas del honor, comoalejada de las que tienen por objeto el interés, ¿dónde podría hallar un empleo digno desus altas ideas, sino en las carreras que conducen a la reputación y a la gloria?”.8

El algo más crítico Cadalso, tampoco es especialmente virulento con la no-bleza militar y en su obra “El buen militar a la violeta” se pueden leer estas lí-neas: “…la natural propensión con que nacemos los nobles al distinguido ejercicio delas armas […] honrosa y necesaria carrera [...]”.9

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8 JOVELLANOS, G, Informe de la Sociedad Económica de Madrid al Real y Supremo Consejo de Casti-lla, en el expediente de la Ley Agraria, Gijón, BAE, t. L, págs. 79-138.

9 CADALSO, J., El buen militar a la violeta, Imprenta Mayor, Sevilla 1790.

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El crítico más duro fue Francisco Cabarrús, conde de Cabarrús, funda-dor del Banco de San Carlos, hoy Banco de España, y amigo de Jovellanoshasta que el patriotismo de éste los separa, que tachaba a los oficiales de:

“mozalbetes inexpertos procedentes de casas nobles, pero de aire agitado y calavera,con instrucción superficial o nula, sin contar con otros méritos que los de sus ascen-dientes”

y cuyos ataques más virulentos los dirigió contra la base del cuerpo de ofi-ciales: su objetivo será la supresión del empleo de cadete, argumentando lapérdida de espíritu castrense entre los cadetes, dedicados más a la presun-ción de su rango y a la ociosidad que a formarse como futuros oficiales.

En sus ya citadas cartas a Jovellanos, expone su preferencia por un ejér-cito de milicias en contraposición a un ejército profesional10, denuncia elexceso de generales y lo escaso de los sueldos y censura la existencia demandos de regimiento y empleos con carácter hereditario. Su crítica sinembargo, representa la concepción del ejército profesional moderno, re-gido por criterios de eficacia, mérito y capacidad. Cabarrús pretenderá sus-tituir los “criterios estamentales” para la concesión de empleos por otros“criterios estrictamente profesionales” basados en las capacidades de cadaindividuo, en “sus talentos y virtudes”, criterios que constituyen una delas bases sobre las que se edifica la actual Ley de la Carrera Militar pro-mulgada en el año 2.008. Sin embargo, se siguió manteniendo el procedi-miento de antigüedad para ascender, lo que daba lugar a que los oficialesse despreocuparan del estudio y de su formación castrense.11

Pero no conviene sacar una conclusión negativa sobre el cuerpo de oficia-les por lo anteriormente expuesto. Oficiales del Ejército formaron parte de laélite científica y técnica de la Ilustración española. En la Real Sociedad Militarde Matemáticas de Madrid, en la Academia de Matemáticas de Barcelona –dirigida entre 1738 y 1779 por el asturiano Pedro Lucuze -, en el Laboratoriode Química del Alcázar de Segovia - dirigido por Louis Proust -, en el Real Co-legio de Artillería o en el de Guardiamarinas, se formaron los oficiales que die-ron origen a los cuerpos civiles de Ingenieros de Minas y de Ingenieros de

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10 Este pensamiento tiene la misma raíz que la desconfianza de los EE.UU. hacia el ejército regu-lar, al atribuir un mayor patriotismo a las milicias al tiempo que se idealiza el binomio pueblo-milicia.

11 ANDÚJAR CASTILLO, F., Los militares en la España del siglo XVIII. Un estudio social. Granada1991, págs. 416-423.

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Caminos y sus respectivas escuelas técnicas, dirigieron las reales fábricas des-tinadas a impulsar la industria española, siendo los precursores de la llegadaa España de la Revolución Industrial o los que dirigieron la construcción de im-portantes obras públicas, sin olvidar a los que protagonizaron las expedicio-nes científicas que dieron lugar a importantes trabajos cartográficos. Tambiénen el cultivo del pensamiento y de las letras sobresalieron preclaras plumasmilitares como el asturiano Marqués de Santa Cruz de Marcenado, el Condede Aranda, el Marqués de Mina, Tomás de Morla, Manuel de Aguirre o el co-ronel José Cadalso, entre otros. Y grandes jefes fueron los ya citados Marquésde Santa Cruz de Marcenado y el Conde de Aranda, Pedro Antonio de Ceva-llos, el Conde de Fernán-Núñez, Bernardo de Gálvez, el Marqués de La Ro-mana, Réding o Blake, por citar algunos tan sólo.

En las postrimerías del siglo XVIII se aprecia un descenso notable en lacalidad y valía del Ejército con respecto a la época de Felipe V. Son sus cau-sas el bajo nivel de instrucción técnica de la oficialidad, la inadecuación deestructuras organizativas, los problemas de reclutamiento y la profundacontradicción existente en un ejército profesional cuyos cuadros de mandose estructuraban por criterios estamentales.

La inexistencia no ya de una academia general sino de academias de lasarmas, si hacemos excepción de las de Artillería e Ingenieros, tenía comoconsecuencia que los oficiales se formaban en sus unidades, con escasezde medios, de forma discontinua y recibiendo unas enseñanzas basadas enla rutina. No existía, por tanto, la necesaria unidad de doctrina y era difí-cil el acceso al conocimiento de las ideas, técnicas y procedimientos de otrosejércitos y, por supuesto, desarrollar los propios.

La disciplina estaba bastante relajada, como lo prueba el elevado nú-mero de oficiales arrestados y de deserciones en la tropa. Según Clonard,pasaban de 50 los oficiales depuestos de sus empleos y de 16.000 los de-sertores entre 1797 y 1801.12

Por estas causas, Godoy, militar al fin y al cabo, se preocupa del ejércitoy, tal vez por ello, por creerlo muy inferior al francés, pide al rey que semejore la preparación de los militares:

“[…] la guerra no se opone a la erección de los establecimientos útiles […]; eríjanseacademias y colegios militares, que son urgentes para contener la insubordinación y

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12 CLONARD, Conde de, Historia orgánica de las armas de infantería y caballería. Madrid 1851, pág. 83

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hacer guerreros […]. Nada importan las guerras si mientras ellas duran fundamos só-lidamente la defensa en el interior”.13

Durante el período de valimiento de Godoy es cuando se lleva a caboun intento de total reorganización del ejército. La Real Orden de 6 de agostode 1801 dio lugar a que, entre esta fecha y 1803, se publicaran extensos re-glamentos dando nueva organización, modernizándolas, a todas las armasy cuerpos. Pero estos intentos no se vieron totalmente culminados y mu-chas veces quedaron reducidos a modestos aumentos de sueldo o a cam-bios en la composición de las unidades.

Estas reformas llegaron demasiado tarde. Se había esperado muchotiempo para emprenderlas, además de no ser lo suficientemente profun-das para alterar unas estructuras excesivamente ancladas en el pasado. LaGuerra de la Independencia vendría a poner de relieve y agudizar lo quea todas luces era la consumación de una crisis anunciada desde mediadosde siglo y cuyo aldabonazo va a ser en 1792 la batalla de Valmy, en la quese puso de manifiesto la supremacía del pueblo en armas sobre las tropasprofesionales prusianas.

El siglo de la Ilustración en España empezó con la Guerra de Sucesión.Va a terminar con la de la Independencia, que tiene ciertos rasgos simila-res con la primera: es una guerra europea que se dirime en territorio pe-ninsular, es una guerra en parte dinástica y en parte civil, pero sobre todoes una guerra revolucionaria y de liberación.

El documento que nos va a servir de guía para analizar someramente elejército regular con que España afronta la Guerra de la Independencia, es uninforme fechado en Sevilla el 5 de abril de 1809, firmado por Gaspar Mel-chor de Jovellanos y dirigido a la Junta Central14 en el que, para remediar losmales que afligen a la patria, comienza por sugerir la purga de los ejércitos:

“No basta empezar por las cabezas, es menester bajar con la escoba hasta los últimosoficiales. Infieles, cobardes, inexpertos o perezosos sean o castigados, o retirados o em-

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13 Carta de Godoy a los reyes de 29 de octubre de 1789, en CEPEDA GÓMEZ, José, La época de Car-los IV: crisis del ejército real borbónico, en Historia social de las FAS españolas, Madrid 1986, tomo II, cap. 6,pág. 200.

14 Informes de los vocales de la Junta en relación a la situación militar en varios territorios y a distintosnombramientos y renuncias. Informe de Jovellanos recomendando el modo de proceder ante la situación de ocu-pación. Sevilla 05/04/1809. AHN. Estado, 1.l. En Portal de Archivos Españoles (PARES), http://pares.mcu.es.

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pleados fuera de acción y sean sustituidos en su lugar los inferiores en grado y los sar-gentos y cabos que más se hayan distinguido por su valor y su conducta. Al lado de loscastigos vaya el premio adelantado a los leales, bizarros e instruidos y llevándoles rápi-damente a los mayores grados. Hagamos así que nuestros ejércitos, grandes o pequeños,se compongan de buenos elementos: hagamos que merezcan el nombre de leales. Soloentonces podrán salvar la patria.”

En las páginas anteriores, creo que ha quedado suficientemente anali-zada la situación que con tanta dureza expone y critica el pensador ilus-trado.

Y continúa D. Gaspar en su informe, por cierto con un párrafo de sin-gular belleza literaria:

“Hay un grande abuso en el empleo de nuestras fuerzas. Sólo buscamos el número y noes el número sino la destreza y el valor quien vence. Clamamos por fusiles para armar hom-bres y no tratamos de instruir hombres para manejar fusiles. Millares de alistados hay portodas partes sin que haya un depósito de instrucción para ellos, como si fuera necesario quetuvieran un arma para enseñarles tanto como tienen que saber además de su manejo. Estosalistados viven a costa del Estado desde que dejan su casa, consumen y ni sirven ni apren-den para servir; y al cabo, apenas hay un fusil que darles cuando son destinados a servir, yno siendo capaces de hacerlo, sirven más de estorbo que de auxilio. Ya que no tenemos unEjército de Reserva, como debemos tener porque sin él nunca viviremos seguros, tengamosal menos un Ejército de Instrucción que pueda ser un día de Reserva”.

Tremenda crítica a la inadecuada organización del ejército para la gue-rra. En vísperas del 2 de mayo, aproximadamente un tercio de la infante-ría y la mitad de la caballería se encontraban fuera de España, repartidosentre Portugal y Dinamarca. El resto del ejército se desplegaba principal-mente en Ceuta, Melilla, Baleares, Canarias, Campo de Gibraltar y Galicia,mientras que el ejército francés controlaba el centro de la Península, Cata-luña y las comunicaciones con la frontera francesa.

Cuando se produce el levantamiento contra el invasor, los regimientos yotras unidades no saben a quién obedecer, pues el rey, jefe supremo de losejércitos, está prisionero en Francia, el gobierno de la Nación está en manosde Murat y los altos mandos militares, en su mayoría, aceptaron a los fran-ceses sin oponer resistencia.

Brotan entonces por todo el territorio de la monarquía numerosas juntasque se arrogan la representación del rey, actúan en su nombre, se autotitu-

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lan soberanas, declaran la guerra al invasor y se levantan en armas creandosus propios ejércitos, independientes unos de otros, y nombran sus pro-pios oficiales e incluso generales que ya no le deben su empleo y cargo alrey. Es la transición del ejército estamental, del ejército del rey, al ejército dela nación.

En estos años se crean en España cientos de unidades con el único fin decombatir al invasor. Todas las instituciones públicas y privadas rivalizan enlevantar grupos, partidas, batallones e incluso regimientos, mejor o peor or-ganizados y con mandos que, en la mayor parte de los casos, nunca habíantenido relación con la milicia, pero que desarrollaron unas aptitudes cas-trenses que ni ellos mismos podían sospechar. Contribuyó eficazmente a ellosu audacia, valor, intrepidez y su perfecto conocimiento del terreno. Bastedecir como ejemplo de lo dicho, que en 1808 se crearon 305 unidades nue-vas.15

En los primeros momentos se realizan movilizaciones locales que llevana filas a todos los solteros y viudos comprendidos entre 16 y 40 años, paraencontrarse inmediatamente con la imposibilidad de armarlos, vestirlos,encuadrarlos e instruirlos. Sirva como imagen de esta situación que a prin-cipios de 1809, momento del informe de Jovellanos, el Ejército de la Iz-quierda se encuentra en León al mando del marqués de La Romana, conunos 23.000 hombres, frente al Cuerpo de Ejército del mariscal Soult conunos 13.000. Sólo 9.000 de los primeros tenían armas y casi todos eran re-clutas, frente a los veteranos y bien armados franceses.

El Estado Mayor del 6º Ejército, en un boletín titulado Obstáculos a la or-ganización de los ejércitos, emite el siguiente informe:

“En principios de 1.810, en el Principado de Asturias, se intentaron diferentes re-formas para evitar el gravísimo mal de haber 20 u 30 cuerpos y cada uno con 100 hom-bres y muchos jefes y oficiales, se logró deshacerlos todos y numerarlos, para evitar todapredilección; más la circunstancia de haber mudado de destino el encargado de la orga-nización, dio lugar a que las miras particulares se atendiesen otra vez, a que el Provin-cialismo este monstruo de cien cabezas diferentes, preponderase haciendo desaparecer elvislumbre de orden que se dejaba descubrir, y todos luego volviesen a tomar inmediata-mente sus antiguos nombres, cayendo en la misma confusión”.16

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – ARTÍCULOS96

15 SAÑUDO BAYÓN, J. J, “El Ejército Español en la Guerra de la Independencia”, Revista Ejércitonº 805, Mayo 2008, pág. 29.

16 Boletín nº 20 del EM. del 6º Ejército, pág. 84, tomado de SAÑUDO BAYÓN, J. J. op. citada pág. 33.

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El 13 de junio de 1810, Jovellanos, en una carta fechada en Muros y diri-gida a Lord Holland, le dice:

“[…] Asturias está en agonía. Sin tropas... sin armas, porque ha perdido su exce-lente fábrica de fusiles; sin dinero para restablecerla y proveerse, porque no se lo da el go-bierno y sin víveres[…]”.

Y en otra a Tomás de Veri, fechada también en Muros el 18 de julio de1810, refiriéndose a Asturias dice que

“faltan gobierno, unión, subordinación y medios de armas y víveres. Aquí se hablay se exige mucho, pero no se recluta ni se organiza ni se hace cosa de provecho”.

Estos párrafos nos dan entrada, en el análisis que venimos haciendo delinforme de Jovellanos, a la parte del mismo que se refiere a la designaciónde un mando único de los ejércitos, principio irrenunciable, y a las relacio-nes entre la dirección política y el mando militar, problema éste todavíahoy no totalmente resuelto.

Continúa Jovellanos en su informe:

“Temiendo siempre la unidad de mando en el ejército por razones que no es preciso in-culcar, creo que ha llegado ya el caso de desearla. La patria está en peligro y ningún mediode salvarla debe ni puede desecharse. En este peligro nos ha puesto el malventurado día 28de marzo y sus desgracias fueron efecto sino de esta falta de unidad, por lo menos de aque-lla perfecta inteligencia que debiera suplir por ella. La Junta ha palpado esta verdad y debeya reconocer que hallar dos generales que obren de buen acuerdo no es ya posible para nos-otros. Tudela, Yébenes y Don Benito nos han desengañado; y ojalá que no tan tristemente.

Por fin el problema está resuelto y nombrado para el mando en jefe el general Cuesta.(…) Sean amplias sus facultades, suyos los planes, suya la dirección de las operaciones.(…) La Junta no debe dar su confianza a medias a este general. (…) las intrigas de losejércitos y las predilecciones de sus individuos, quitan al gobierno el tiempo y el vigor,a los ejércitos la unión y energía y dividen y disgustan a unos y otros (…)”.

Continua Jovellanos abogando por la necesidad de que la Junta envíe voca-les a los ejércitos, no para entrometerse en el mando, sino para “auxiliar, animar,observar y instruir a la Junta”, al tiempo que califica de difícil este cometido.

Las razones que Jovellanos no especifica en su informe, - quizás el re-chazo a un nuevo Godoy o el afloramiento de un nuevo “bonapartismo”

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que sojuzgara al poder político- entorpecían cualquier posibilidad de uni-ficar en un español el mando militar y político de la guerra. Por otra parte,muchos generales aceptaban a regañadientes la autoridad de unas juntasque deseaban dirigir las operaciones de acuerdo con sus intereses y espí-ritu localista, en contra incluso de la junta vecina, pero tampoco ellos fue-ron capaces, por personalismos o protagonismos excesivos, de constituir unmando único para las operaciones.

Con la intención de poner orden y crear una autoridad política unifi-cada, se creó en Aranjuez a finales de septiembre de 1808 la Junta SupremaCentral de la que forma parte Jovellanos, pero en octubre se produce la de-rrota española de Zornoza, seguida de las de Gamonal, Espinosa de losMonteros, Tudela y la de Somosierra, que obliga al traslado de la Junta a Se-villa, ciudad en la que don Gaspar escribe su informe. Madrid es ocupadapor los franceses.

Los ejércitos de La Mancha y Extremadura, son derrotados en Uclés. LaJunta Central, guiada por su impaciencia y la presión popular, busca otroBailén e impulsa a los precipitada e inadecuadamente reorganizados, ins-truidos y equipados ejércitos a aceptar de nuevo batalla en campo abierto.Fueron derrotados en Yébenes el 27 y en Medellín el 28 de marzo, “el mal-venturado día” de Jovellanos. El 1 de abril, el general Gregorio de la Cuestaes nombrado Capitán General.17

En palabras del general Cassinello Pérez,18 la Junta Central se encuentraperpleja contemplando las dos vías que llevan a Sevilla: la Ruta de la Plata,que cierra el Ejército de Extremadura del general Cuesta, y la de Despeña-perros, que cubre el de La Mancha al mando de Venegas. Superada por lasituación, no es capaz de ponderar los esfuerzos y nombra a Cuesta jefesuperior de los dos ejércitos, separados por 250 kilómetros, pero no siguelos consejos de Jovellanos y da ordenes directas a Venegas, que no sabráque hacer y cuando por fin hace algo, lo hace a destiempo. Además, estánlos angloportugueses de Wellesley y todo se fía a los acuerdos que puedanestablecerse entre los generales español y británico, que mantienen una re-lación muy tensa. Jovellanos, en una carta a Lord Holland, fechada en Se-villa el 15 de julio de 1809, comenta con ironía: “Cuesta y Wellesley se hanbesado ya y, como decimos, comido en un plato. Mucho dure”. El resultado final

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17 PRIEGO LÓPEZ, J., Servicio Histórico Militar, Guerra de la Independencia, Madrid 1972, V-4, pág. 84.18 CASINELLO PÉREZ, A, “Evolución de las campañas militares”, en La guerra de la Independencia

en España (1808-1814), Antonio Moliner (ed), Barcelona 2007, pág. 100.

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van a ser las desastrosas batallas de Ocaña y Alba de Tormes, que cerraránun capítulo en la Guerra de la Independencia: España ya no volvería a con-tar con ejércitos capaces de emprender operaciones de envergadura.19

A pesar de los esfuerzos de Jovellanos, se acabó por entregar el mandoúnico a un extranjero, el duque de Wellington, al tiempo que se ponían enmanos británicas los laureles de la victoria.

Pero la realidad es que la guerra se ganó, que los soldados españoles fue-ron luchadores tenaces, que derrotados una y otra vez pelearon con vo-luntad de vencer, que corrieron siempre con las acciones más ingratas yque cuando la superioridad enemiga les obligó a ello, se fundieron con lospaisanos en la guerrilla. La Guerra de la Independencia no fue obra de lavoluntad de un monarca, ni de la exclusiva actuación de un ejército sub-ordinado a ese poder único y absoluto, como habían sido las guerras delsiglo XVIII. Fue una guerra esencialmente popular y por eso apasionada,desordenada y fragmentaria, sin sujeción a unidad ni a plan preconcebidoen el espacio, ni en el tiempo, ni en los procedimientos. Estos caracteres defragmentación y desorden, se impusieron fatalmente al enemigo, obligán-dole a dispersar sus esfuerzos. No existiendo un teatro principal de ope-raciones, ni un ejército cuya destrucción asegurase la victoria, ni un objetivogeográfico de importancia decisiva, ni siquiera un gobierno al que se pu-diese imponer la paz, la estrategia napoleónica no pudo ser aplicada. Lasvictorias francesas no producían, por lo general, otro fruto que la ocupacióndel campo de batalla y era evidente que no valían lo que costaban. Cuandolos franceses se persuadieron de ello, la guerra estaba perdida por su parte;la prolongación de la lucha en tales condiciones fue un sacrificio estéril pororgullo nacional y por el honor de las armas.

Para una mentalidad ilustrada, basada en los principios de la razón, pro-bablemente este final de la guerra no fuera previsible y la muerte impide aJovellanos conocerlo y a nosotros saber cual hubiera sido su, sin duda, acer-tado análisis. Porque Jovellanos es un intelectual que pretende influir en larealidad, comprometerse con ella. Como hemos visto, los análisis de Jove-llanos proyectan una mirada conceptual a la realidad que le tocó vivir, de laque muestra sus limitaciones y ofrece soluciones que, en ocasiones, van másallá de su momento presente, como todos los grandes intelectuales. En el Tí-tulo VIII de la Constitución de 1812, que no llega a conocer pero por la que

El ejército que vio Jovellanos – Francisco Ramos Oliver 99

19 PARDO DE SANTAYANA Y GÓMEZ OLEA, J, Secuencia de los hechos militares ocurridos durantela Guerra de la Independencia”, Revista Ejército nº 805, mayo 2008, pág. 79.

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tanto trabaja, se define ya un nuevo modelo de institución castrense, some-tido a la autoridad de las Cortes, que defiende los intereses nacionales, no losreales. Pero esto sobrepasa los límites que nos hemos marcado y es ya objetode otro trabajo. Sin duda alguna, el principal legado de aquel ejército de laIlustración lo constituyen las Reales Ordenanzas de Carlos III, que han con-formado la mentalidad de innumerables generaciones de oficiales del ejér-cito español y que son la base de las actuales.

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II

Discursos de investidura

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“No puede haber ni verdadera libertad ni justicia en una sociedad si la igualdad no es real”.Condorcet

“Una mujer no nace, sino que se hace”, Simone de Beauvoir

RESUMEN

La polémica de los sexos desde la Antigüedad y hasta el siglo XVIII, Opiniones de fi-lósofos y literatos: Enciclopedia, Rousseau. Situación de la educación femenina. Salones.Mujeres escritoras y educadoras. Mujeres periodistas, Mujeres revolucionarias. Fin desiglo: Condorcet y Laclos.

Palabras clave: discriminación, prejuicios, educación, feminismo.

Soy sabedora del interés que las preocupaciones por la educación popu-lar y las ideas pedagógicas de Jovellanos han suscitado entre muy va-

riados y eminentes conocedores de su obra. Publicaciones de toda índole,libros de tipo más generalista sobre la pedagogía en el siglo XVIII, o concre-tamente sobre Jovellanos, artículos, conferencias, se diría que han agotado eltema y que nadie puede ser tan osado como para aportar novedades. Por esohe preferido ofrecerles un punto de vista complementario, primero, por mi in-

Las ideas de la Ilustración francesa sobre la mujer

y su educación*

MARÍA AURORA ARAGÓN FERNÁNDEZ

Universidad de Oviedo

* Discurso de María Aurora Aragón Fernández, Catedrática emérita de la Universidad de Oviedo.Fue pronunciado el día 7 de octubre de 2008 en la Casa Natal de Jovellanos con motivo de su investi-dura como patrona de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias.

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clinación profesional hacia la cultura francesa, ya que soy ciertamente una“afrancesada”, como lo eran varios de nuestros más eminentes paisanos delmomento, con Jovellanos y Campomanes a la cabeza: un calificativo exentopara mí de cualquier connotación política, ni entonces, ni ahora, y referidode modo exclusivo a la formación intelectual y cultural. También, porque alsiglo XVIII francés, para mí más siglo de oro que el siglo XVII, así consideradotradicionalmente, he dedicado muchos años de docencia y algún libro y artí-culo; en segundo lugar, porque sin ser una feminista combativa, mi condi-ción de mujer hace que nada femenino me sea ajeno, por lo cual la opinión delos Ilustrados sobre la educación de las mujeres me ha resultado un tema su-gerente. Y, finalmente, porque hace un tiempo, una colega de Departamento,la profesora Álvarez Faedo, si bien centrada en la persona de Josefa de Jove-llanos, les ofreció una visión de las preocupaciones pedagógicas en el mundoanglosajón, y he considerado oportuno completarla con una reflexión sobreel mundo cultural francés del siglo XVIII, la polémica de la primacía del varónsobre la mujer, la educación de las damas y su papel en la sociedad.

Comenzaré por un breve comentario sobre la educación en el siglo de lasLuces francés. Tal como acaecía en toda Europa, las mejoras fueron disfru-tadas antes por las capas sociales más elevadas y por los hombres, que-dando postergadas mujeres y clases inferiores. Dada la estructura de lasociedad, la alfabetización y la educación de los menos favorecidos, se pro-dujeron con enorme lentitud: a comienzos de siglo el analfabetismo entreellos superaba el 95%. Fue esta incultura una de las mayores preocupacio-nes de los Ilustrados y a ella dedicaron una parte esencial de su pensa-miento. Y, sin embargo, las reformas educativas puestas en marcha a lolargo del siglo obtuvieron unos magros resultados, muy alejados del inte-rés que suscitaban.

Una de las causas por las que los esfuerzos ilustrados no consiguieron eléxito deseado es que la enseñanza estaba en las manos de las fuerzas másconservadoras. La otra, porque carecían del poder de modificar las leyes yde los medios materiales. Por tanto, se limitaron casi siempre a discutir unmodelo de enseñanza alternativa y progresista, que pocas veces fue posi-ble poner en práctica. Atacan los métodos tradicionales, acusándolos de ri-gidez y de estar anticuados, al limitarse a una cultura clásica y humanística,desarrollada en latín. Frente a ella, defendían una educación apoyada en larazón, basada en los procesos naturales, y capaz de proporcionar unos co-nocimientos más científicos, utilitarios y apoyados en la observación di-recta y la experiencia. Porque los Ilustrados, con Rousseau a la cabeza,

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siguen la teoría de Locke, que tiene también, como saben, una notable in-fluencia sobre Jovellanos, negando la existencia de ideas innatas y afir-mando que el conocimiento humano procede de los sentidos. (“No existenprincipios ni ideas innatas”).

Sólo muy lentamente, las ideas de la Ilustración se abrieron paso en Fran-cia y en el resto de Europa, a través de la malla entretejida por intelectualesilustrados de todos los países, valiéndose de lecturas, viajes y en especial deuna correspondencia entre pensadores de dichos países que hoy nos asom-bra: les recuerdo que la edición que Besterman hace de las cartas de Voltairecon intelectuales de toda Europa, es una edición selectiva y aun así, com-prende casi 20.000 cartas. Entre estos Ilustrados, y en la generación inme-diata, en las postrimerías del siglo y en los años convulsos de comienzos delsiglo XIX, y para honor y satisfacción nuestra, hay varios asturianos, figuraseminentes de su época: Jovellanos, Campomanes, Argüelles, el Conde de To-reno, Canga Argüelles, Flores Estrada. Todos ellos forman, junto con el lla-mado grupo de Oviedo que dio lustre a nuestra Universidad hace algo másde un siglo, los dos momentos intelectualmente más gloriosos, en mi opi-nión, de nuestra tierra.

Centrándonos ya más concretamente en el tema que me propongo es-bozar, me referiré a partir de ahora a la educación femenina.

La polémica sobre los sexos se remonta a mucho tiempo atrás y es co-nocida la opinión de Platón que consideraba que las mujeres podían sergobernantes de Estado, igual que los hombres, precisamente porque el Es-tado se gobierna en virtud de la razón. Pensaba que las mujeres tienen exac-tamente la misma capacidad para razonar que los hombres, si reciben lamisma enseñanza. Desgraciadamente, su discípulo Aristóteles no tenía unavisión tan positiva. Pensaba más bien que a la mujer le faltaba algo: era un“hombre incompleto”. La mujer es, dice, “como la Tierra, que no hace másque recibir y gestar la semilla, mientras que el hombre es el que siembra”.

Desdichadamente es su doctrina la que fue aceptada por la Iglesia católica,que desde la Edad Media hasta ahora, no es precisamente la abanderada delos derechos femeninos. De San Agustín a Alejandro Magno, pasando sobretodo por Santo Tomás de Aquino, son las teorías de Aristóteles las que im-peran. He aquí unas perlas de Tomás:

— «Como individuo, la mujer es un ser endeble y defectuoso».— «El padre ha de ser más amado que la madre pues él es el principio activo

de la procreación, mientras que la madre es tan sólo el principio pasivo».

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— la mujer «está sometida al marido como su amo y señor», pues el varóntiene una «una inteligencia más perfecta» y una «virtud más robusta».

Y no insisto en otros autores medievales, religiosos y laicos, ya que notrato de hacer un estudio de la misoginia, sino sólo de ver de cuán lejosarranca la polémica sobre los sexos.

Uno de los primeros autores que se ocupa de la educación de la mujer esespañol y del siglo XVI: es Luis Vives en su obra De la Institución de la mujercristiana (1523), obra muy leída por los humanistas europeos, quien se plan-tea la necesidad de educar a las mujeres y se pregunta qué enseñarles. Surespuesta no se aleja demasiado de las que muchos ilustrados darán dos si-glos y medio después: la lectura, la escritura y los trabajos domésticos, aun-que se pregunta si cabe hacer estudiar además letras a las jóvenes nobles.La necesidad de cierta cultura para quien está destinada a ser esposa ymadre la apoya Vives en tres razones: que sus encantos y su conversaciónresulten gratos al esposo; que pueda ayudar a éste en los asuntos domés-ticos y que sepa educar bien a sus hijos. El gran Erasmo, hacia la mismaépoca, compartía estas ideas.

Un siglo más tarde la polémica se encarna en dos grandes filósofos. Porun lado, el inglés Hobbes en su obra Elementos de la Ley, de 1640, exponeuna teoría en la que sostiene la igualdad de hombres y mujeres en el es-tado natural y la cesión del poder por parte de las mujeres al hombre, enel estado civil. Para Hobbes, la sumisión de la mujer frente al varón no eslegítima ni es producto de una ley natural.

El filósofo holandés Spinoza, inicia la controversia contra Hobbes plan-teando que si la sumisión de las mujeres proviniese de una convención, nohabría razón para excluirlas del gobierno. Y por el contrario, afirma, «siatendemos a la experiencia, veremos que la condición de las mujeres procede de sudebilidad natural». Así discute cada una de las razones esgrimidas por Hob-bes sobre el carácter convencional de la desigualdad. Llevado por su mi-soginia, contradice de este modo las ideas que defiende en otras obras,cuando expone que:

«La naturaleza es una y la misma para todos. Es el poder y la cultura lo quela diferencia hasta el punto de que de dos actos semejantes, decimos con fre-cuencia que uno es permitido a una persona y el otro prohibido, no porque seadistinto el acto sino el autor».

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Cabe preguntarse por qué excluye a las mujeres de esta conclusión. Sinduda, los prejuicios del momento le impiden aplicar a las mujeres la de-ducción lógica.

Centrándonos ya en Francia, si bien aún en el siglo XVII, hay que citar aPoullain de la Barre, cartesiano, que publica tres títulos sobre este tema: en1673, Sobre la igualdad de los dos sexos, donde se propone demostrar la igual-dad natural entre varones y mujeres por encima de las costumbres y losprejuicios vigentes en la sociedad; en 1674, Sobre la educación de las damas afin de dirigir su espíritu hacia las ciencias y las costumbres, cuya intención esmostrar cómo se puede combatir la desigualdad entre ambos sexos a tra-vés de la educación; y en 1675 con el libro Sobre la excelencia de los hombrescontra la igualdad de los sexos, en el que trata de desmontar, apoyándose enla razón, los argumentos de quienes defienden la superioridad del hombre.

Poullain de la Barre, afirma que la mente, el intelecto, no tiene sexo.Según él, y dado que los nuevos desarrollos de la anatomía mostraban laigualdad entre hombres y mujeres respecto al cerebro y a los órganos sen-soriales, ¿por qué no podían las mujeres desempeñar trabajos o puestos si-milares a los de los hombres?

«¿Acaso no basta con que las costumbres os hayan sometido a los hombresen lo que se refiere al cuerpo, sin que os sometáis además a ellos en lo que con-cierne al espíritu?».

Para Poullain, las educaciones dispares no son consecuencia de la des-igualdad natural entre los sexos, sino que, por el contrario, la desigualdadcultural es producto de las dos educaciones: tanto el método de aprendizajecomo el contenido han ser iguales para ambos sexos.

Sin llegar tan lejos como Poullain, el abate Claude Fleury, publica en 1685el Tratado sobre la elección y método en los estudios, cuyo capítulo 36 versasobre los «Estudios de las mujeres». Defiende que, dado su papel en la so-ciedad, es preciso instruir mejor a las mujeres. Tampoco es que pretendauna gran formación intelectual: serían suficientes, además de los conoci-mientos para gobernar la casa, lectura, escritura, un poco de redacción, otropoco de matemáticas y de farmacopea. Pero sostiene que aprender másque esto sería pura vanidad.

Dos años más tarde, 1687, Fénelon escribe el tratado Sobre la educación delas jóvenes, primera muestra del interés de su autor por la enseñanza,cuando, nombrado preceptor del Duque de Borgoña, niño reputado como

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muy difícil, publica varios obras menores sobre educación, y en 1699 suobra más famosa, Las aventuras de Telémaco, que circula de inmediato portoda Europa y que es admirada por los ilustrados del siglo siguiente, entrelos cuales se cuenta Jovellanos.

Su tratado fue escrito a petición de los Duques de Beauvilliers, que, ade-más de varios muchachos, tenían ocho hijas. En él se muestra ligeramentemás permisivo que Fleury. Para Fénelon, lo más importante es que la for-mación dispensada se compagine con el futuro estado de la niña: buenaesposa o buena religiosa. Y se lamenta del abandono en el que se halla laeducación de las niñas y de los prejuicios de la sociedad:

«Nada hay más descuidado que la educación de las jóvenes. La costumbre yel capricho de las madres lo deciden todo a menudo: se supone que hay quedar a este sexo poca instrucción. […] Se dice que no tienen que ser sabias, quela curiosidad las hace pretenciosas y ridículas, que basta con que sepan gober-nar un día sus hogares y obedecer a sus maridos sin razonar.» (cap. I)

Fénelon combate esos prejuicios alegando que no se trata de darles unaeducación que las convierta en ridículas sabiondas, sino de enseñarles loque conviene que sepan para el papel que han de jugar en la familia. Esdecir, que pese a la amplitud de miras que le caracteriza en otros aspectosde su pensamiento, aún conserva muchos de los prejuicios tradicionalessobre la instrucción femenina. Considera que la ciencia no está hecha paraellas y que abarca temas que no convienen a la delicadeza de la mujer. Enconsecuencia, el plan de estudios que propone es aún muy insuficiente.

Digamos en su descargo, que las sátiras contra las mujeres “intelectua-les” se convierten en un género muy difundido: el mejor y más conocidoataque contra la mujer instruida lo realiza Molière en dos de sus comedias,Las Preciosas ridículas y Las Mujeres sabias. La primera, de 1659, es una sátirade costumbres, donde se burla de las damas que frecuentaban los salonesy utilizaban un lenguaje ridículo, lleno de eufemismos y metáforas, quedespreciaban la vida familiar y que tenían una idea novelesca del amor. Esuna farsa, una parodia y, como tal, exagerada. Las mujeres sabias (respeto latraducción tradicional, pero preferiría el término ”sabiondas”, que me pa-rece responder mejor al espíritu sobre el que Molière pretendía ironizar)trata en parte de la educación de las mujeres, pero no es el único tema.Cierto es que su protagonista masculino añora los tiempos en que las mu-jeres se dedicaban a:

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«Sus libros, su dedal, su hilo y sus agujas Con las que trabajaban el ajuar de sus hijas».

pero las mujeres de Molière no son ridículas porque deseen instruirse, sinoporque para hacerlo, se rodean de pedantes carentes de talento a los quetoman por oráculos.

En el siglo XIX ambas comedias se citaban profusamente para demostrar loinútil, e incluso lo peligroso que es educar demasiado a las mujeres. Sin em-bargo, creo, tal vez porque me gusta Molière y le considero el mejor drama-turgo francés, que no es tan culpable como parece. Critica, como en otras obras,los excesos. Por otra parte, ha creado magníficos papeles femeninos, de muje-res sencillas, pero de gran inteligencia natural, de enorme sentido común, quedirigen el juego escénico, herederas de una larga tradición que viene de la tra-gedia griega, pasando por la Edad Media, de la sirvienta-confidente: bastapensar en obras como El enfermo imaginario o El burgués gentilhombre.

En La Escuela de las mujeres también ridiculiza a su protagonista mascu-lino, que lleva a un convento a su futura esposa, para que hagan de ella unaidiota, cosa que consiguen; pero no contaba con que se iba a enamorar per-didamente de ella y pagar cara su propia estupidez. Molière ha defendido,casi solo en su época, el derecho de la mujer a que no le sea impuesto un ma-rido contra su voluntad y a que los matrimonios sean parejos en edad y con-diciones. Y se ha alzado contra las ataduras sociales y las autoridades queabusan de las leyes. Por todo ello, yo le excuso y sigo disfrutándole.

Otras críticas feroces iban específicamente dirigidas contra las «mujeresde ciencias». Citemos la Sátira contra las mujeres de Boileau (1694), escritacontra Madame de la Sablière y donde se la describe, medio jorobada, ob-servando a Júpiter, astrolabio en mano, hecho al que se atribuía su semi-ceguera y su mala figura:

«.... Es esta sabiaQue aprecia a Roberval, y que frecuenta a Sauveur.¿Qué provoca que tenga mirada turbia y tez marchita?Es que siguiendo los cálculos, se dice, de Cassini, Un astrolabio en la mano, subida en su tejado,Siguiendo a Júpiter ha pasado toda la noche».

Los dos primeros son físicos y matemáticos, miembros de la Academiade Ciencias y ambos profesores de Margarita; Cassini es un italiano nacio-

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nalizado, astrónomo y director del Observatorio de París. Todos ellos cien-tíficos reconocidos y prestigiosos., de los que la dama fue discípula. PierreMignard, pintor afamado de entonces, hizo de ella un precioso retrato yles aseguro que tiene una linda figura y un rostro agradable. Eso mismopensó su protegido La Fontaine que la describió así:

«Tenía los cabellos del rubio ceniza más bello que se pueda imaginar, los ojosazules, dulces, finos y brillantes, aunque no muy grandes; el rostro ovalado, latez suave y lisa, la piel de una blancura deslumbrante, las más hermosas manosy el más lindo escote del mundo».

Y Charles Perrault, famoso por sus cuentos infantiles (Caperucita, LaBella Durmiente, El Gato con botas, la Cenicienta, Pulgarcito, etc.), aunquesu obra abarque campos muy variados y de mayor entidad, contestó a esasátira con su Apología de las mujeres, donde defendía a Mme. de La Sablièrede esos ataques, alabando su talento y su modestia, que le hacía no presu-mir de él.

De familia rica, había recibido una educación esmerada a cargo de losmejores maestros de la época: latín, física, matemáticas y anatomía. Se casócon un hombre que respetó su talento y le permitió proseguir con sus afi-ciones intelectuales. Aunque no publicó ninguna obra original, era muyversada en ciencias, en especial en astronomía., Mantuvo un salón dondese reunían nobles e intelectuales, poetas, científicos y hombres de letras asícomo miembros brillantes de la Corte de Luis XIV. Durante más de 20 años,albergó en su casa, liberándolo de preocupaciones económicas, al fabulistaLa Fontaine, aquella cigarra que se permitió denigrarlas porque sólo ser-vían para cantar, alabando la laboriosidad de las hormigas, él que fue todasu vida una perfecta cigarra. Al menos supo agradecer a la dama su aco-gida dedicando a cantar sus virtudes su Discurso de ingreso en la Academia,y transmitiéndonos este testimonio: “Su espíritu tiene belleza de hombrecon gracia de mujer”.

Similar es el caso, aunque ya en el siglo XVIII, de la Marquesa de Châ-telet, que tuvo la suerte de tener un padre que le dio una educación dife-rente, idéntica a la de sus hermanos en el terreno intelectual. Él mismo leenseñó latín, ella aprendió después griego y otras lenguas modernas. Do-tada también para la música, la danza y el teatro, disfrutaba practicando in-cluso ópera. También tuvo la suerte de casar con un hombre que reconociósu capacidad intelectual y la dejó vivir en libertad, tanto en sentido inte-

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lectual, como social y amoroso. En efecto, su afición al estudio no le impi-dió vivir libremente, con la vida libertina de una mujer noble de la época.

El más famoso de sus amantes fue Voltaire, que ejerció una gran influen-cia sobre ella. Como él mismo era un genio, no le importó reconocer la bri-llantez intelectual de su amada e incluso considerarla superior a él en eldominio científico. La impulsó a profundizar en física y matemáticas y a tra-ducir a Newton. Participó en grandes debates y se propuso divulgar los tra-bajos científicos que consideraba esenciales. «Nunca mujer alguna fue tan sabiacomo ella» afirma Voltaire, y en verdad fue una verdadera mujer de las Luces,una ilustrada que encarna a la perfección el espíritu de su siglo. Y una re-belde: frecuenta, disfrazada de hombre, el famoso café Gradot, prohibido alas mujeres, a fin de participar en las charlas y discusiones de sus amigos.

Hoy es reconocida como matemática y como la primera mujer científicade Francia, pero en su época fue cruelmente satirizada por las damas de laCorte, y no digamos por los caballeros.

La polémica se aminora en el XVIII, aunque sigue latente. Cuesta trabajoadmitir que pensadores, filósofos y políticos sigan creyendo en la superiori-dad, no ya física, sino intelectual de su sexo. En una época ilustrada su pos-tura resulta contradictoria y paradójica. Tanto más paradójica cuanto que elespíritu de las Luces combate toda opinión que no se base en la razón, todosistema que no legitime sus premisas. Sin razones y sin pruebas se impone ladoctrina que defiende la inferioridad intelectual de la mujer, o, peor aún, suincapacidad para cuanto se relaciona con el intelecto. Hago mías las palabrasdel Padre Feijoo, cuando, desarrollando este tema, habla de que “se disfrazancon capa de razón las sinrazones”. El sostener la desigualdad intelectual de lasmujeres es aún más paradójico en el siglo XVIII francés, cuando el espíritu fi-losófico, las nuevas ideas, las mejores creaciones literarias y artísticas se di-funden en gran medida a través de los salones que abren para las reunionesde pensadores y artistas mujeres de rango social elevado, que acogen a losilustrados y animan las conversaciones de las que surgirán esas nuevas ideas.

Dicho intercambio de ideas se produce así en gran medida a través de laconversación. Aunque no todos creados en el siglo XVIII, los lugares dereunión de intelectuales y artistas son los cafés, las logias masónicas, lasAcademias de Letras o Ciencias y los salones. En los tres primeros, no te-nían cabida las mujeres. Piensen que la Academia Francesa no admitirámujeres hasta trescientos cincuenta años después de su creación. Aunquecueste creerlo, habrá que esperar ese tiempo para que Margaret Yourcenarrompa el tabú en 1980.

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No les resta a las mujeres sino participar de la élite intelectual a través delmecenazgo y la protección a los escritores. Acabo de citar a Mme. de la Sa-blière, gracias a la cual la cigarra La Fontaine podrá dedicarse a cantar, de-jando bellas muestras de estilo y adornando la fábula con sus grandes dotesde pintor animalista y de magnífico escritor. He de citar también a Mme.de Warens, que protege e instruye a Rousseau, facilitándole el estudio, ypermitiéndole subsanar las deficientes condiciones de su educación infan-til y juvenil de autodidacta.

El otro cauce femenino es la apertura de sus salones a lo más granado dela élite ilustrada, como lugar de reunión libre, donde todas las ideas po-dían circular y ser discutidas, favoreciendo así la prodigiosa actividad in-telectual del siglo, en especial en su segunda mitad.

Los salones no son tampoco una novedad. El siglo XVII los conoció, perocon un espíritu muy diferente, si bien su papel fue también importante.Las damas que los sostenían pertenecían a la nobleza, tenían una formaciónmundana y unos intereses poco intelectuales. El Hotel de Rambouillet es elmodelo perfecto del salón clásico, lleno de afectación y de preciosismo. Lasdamas que abren sus salones en el siglo siguiente, pertenecen en general ala burguesía, son menos mundanas y más liberales, tanto de ideas, como decostumbres.

Desde los primeros años del siglo la duquesa de Maine abría su castillode Sceaux a escritores y artistas, pero su salon era continuista: diversionesliterarias, galanterías, ingeniosidades. Nada aún de lo que ha de caracteri-zar a sus sucesoras. A la primera de ellas, Mme de Lambert, que inicia susalón en 1710, me referiré más adelante por su faceta de escritora y defen-sora de los derechos de la mujer a la educación. En su salón, al que asistíancada martes casi los mismos personajes que al de Sceaux, el tono es ya to-talmente diferente. Fontenelle dice que es la única casa « donde nos encon-trábamos para hablar razonablemente unos y otros, con ingenio y según lascircunstancias ». Allí se discutieron, antes de difundirse, cuestiones comola necesidad del verso para que exista poesía, el absurdo de las personifi-caciones mitológicas, los obstáculos que unas reglas obsoletas e irrazona-bles suponían para los dramaturgos, o la disputa entre imitación eimaginación, que defendía la necesidad de nuevas formas literarias, dadoque los avances de la sociedad, en pura lógica, favorecían que los moder-nos superasen a los escritores clásicos. Esta confrontación de puntos devista dio lugar a la famosa Querella de los Antiguos y los Modernos, quedividió a los escritores de la primera parte del siglo y se decantó finalmente

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por una nueva literatura. Jovellanos se hace eco de ella cuando en su Dis-curso sobre el estudio de las Ciencias y la Literatura. (pág. 18) afirma la supre-macía de los Antiguos, Homero, Virgilio, etc., y busca la causa:

Los unos crearon y nosotros imitamos ; ellos estudiaron en la naturaleza ynosotros en ellos.

Propone imitarlos justo en ese espíritu de creación y de inspiración en larealidad y no en pretender emular su estilo.

Muchos son los salones que se abrieron a partir de mediados del sigloXVIII: Mme. Geoffrin, Mme du Deffand, Julie de Lespinasse, y varios otros.El más reputado fue el de Mme du Deffand : allí reunía a los mejores, entreotras razones, por la altura intelectual de la dama que lo sostenía, y que par-ticipaba activamente en charlas y discusiones con conocimientos y razón.Uno de los más famosos de sus invitados, Voltaire, la animaba a interveniren los debates con estas palabras : «no os ruboricéis por unir a las gracias devuestra persona la fuerza de vuestro espíritu». Estas palabras, viniendo de unalengua tan viperina y punzante como la suya, constituyen un enorme elogiopara su anfitriona.

Para pensadores y artistas, los salones supusieron un buen cauce de di-fusión de sus ideas y sus obras, de discutirlas y de confrontarlas, en un am-biente grato, cortés, y muy liberal. Para las mujeres fueron una magníficaocasión de colmar su sed de saber, de hacer conocer a los hombres su visióndel mundo, de mostrar que las mujeres inteligentes y cultivadas puedenjugar un papel importante en la sociedad, que son capaces de discutir deideas religiosas, políticas, artísticas e incluso científicas con similar com-petencia que los hombres. Desdichadamente, el número de mujeres quedisfrutaban de este privilegio era mínimo. Y, por otra parte, eran objeto decríticas feroces, que no consideraban normal su afán por saber y que in-cluso las acusaban de corromper las costumbres.

La polémica sobre los sexos y el debate sobre la educación femenina, seincrementan sobre todo en la segunda mitad del XVIII. En ella participanfilósofos y escritores, cuyas publicaciones en torno a esta temática aumen-tan substancialmente, tanto por medio de libros como a través de la prensa.

Habría que dividir las opiniones sobre la mujer en tres grupos. Por unlado, los que defienden la inferioridad intelectual y niegan toda posibili-dad de educación. Por otro, quienes comparten la opinión de la inferio-ridad femenina, pero consideran que, dado su papel social y su misión de

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complacer al esposo y cuidar de la casa, es conveniente enseñarles aque-llo que se decía hasta hace poco de las labores propias de su sexo, es decir,tareas domésticas, labores de aguja, religión, y algunos rudimentos desaber: nociones de lectura y escritura, y algo de cálculo. Un último grupo,por fin, desdichadamente más reducido, negaba la inferioridad del inte-lecto femenino, culpaba de su pretendida incapacidad a la falta de educa-ción y propugnaba nuevos sistemas, escuelas comunes y unos programassimilares a los de los muchachos. De este último formarán parte variasmujeres escritoras, que se ocupan de educación y de las que les hablarépronto.

La cuestión de si las mujeres son inferiores a los hombres por naturalezao por educación, planteada desde la antiguedad, se incrementa en el sigloXVIII, aunque ni la Ilustración, ni la Revolución, ni el siglo XIX la dan porzanjada. Prefiero detenerme ahí.

La pregunta siguiente sería : en el supuesto de que fuese necesaria la edu-cación para la mujer: ¿dónde habría de hacerse? y ¿hasta qué nivel? Los ilus-trados rechazaban la enseñanza conventual en virtud de sus convicciones.Por ejemplo, el Barón d’Holbach, al que me referiré más adelante, emite estacruel opinión sobre la educación conventual:

«la educación de las hijas será confiada a reclusas despojadas de toda expe-riencia, secuestradas de la Socie dad, ignorantes, crédulas, supersticiosas, llenasde pequeñe ces y de prejuicios. ¿Ése es el modo de formar ciudadanas, madresde familia, esposas capaces de merecer la estima y de retener los corazones desus maridos?»

Por ello optan en muchos casos por la educación específica para cadaniño, modelo que será defendido por Rousseau y su Emilio y que alcanzaráuna gran aceptación, aunque no se les escapa que se trata de una educaciónelitista, destinada a unas pocas criaturas privilegiadas. La educación en lacasa familiar y a cargo de las madres sería otra opción válida si no se hu-biera convertido a las mujeres en seres ignorantes y dedicados a la frivoli-dad: sería preciso formarlas antes de encargarles tan delicada tarea.

La generalidad de los ilustrado propugnan la creación de un sistemaeducativo público, con planes de estudio renovados y ajustados a las nue-vas necesidades sociales y a los avances de las ciencias. ¿Qué podría ex-plicarles yo sobre ello, si uno de los mejores ejemplos europeos está en estaciudad, con el Instituto que Jovellanos crea, con audacia y visión de futuro?

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Ahora bien, los proyectos o realidades a las que acabo de referirme estándestinadas a los niños. Las niñas, una vez más, quedan fuera del sistema hastamuy avanzado el siglo. Las de las clases sociales más bajas y las del mediorural carecían de toda instrucción hasta que la red de establecimientos públi-cos comienza a extenderse muy a finales de siglo. En ese momento, progra-mas y métodos eran prácticamente iguales para niños y niñas, e incluso lasdificultades económicas obligaron en el campo a crear escuelas mixtas, con es-cándalo de las autoridades religiosas. Pero, aun si tenían acceso a la educa-ción, muy rudimentaria y práctica para los dos sexos en virtud del destino quea ambos esperaba, las niñas aún salían peor libradas : las obligaciones fami-liares las hacía faltar mucho y su estancia en las escuelas era más breve.

La historiadora francesa Martine Sonnet, que se ha especializado en eltema y ha escrito en 1987 un libro sobre la educación de las niñas en el s.XVIII, da cuenta de la situación en París : más de 250 escuelas para niñas,con unas 11.000 plazas, en su mayoría externas. Las parroquias abrían es-cuelas de caridad para las hijas de los trabajadores, extendidas por los dis-tintos barrios obreros ; hubo escuelas creadas por la Catedral de NotreDame, a las que acudían hijas de artesanos y comerciantes; otras, en losconventos de religiosas, preferidos por la pequeña nobleza y la burguesía;y escuelas no autorizadas, las más favorables a las nuevas ideas.

Las familias más pudientes tenían a su disposición desde el siglo XVIIlos conventos de religiosas, inalcanzables para las restantes niñas por su ca-restía, que se extendieron por todas las ciudades del país. La enseñanza eramuy tradicional, destinada a formar buenas amas de casa, católicas, conmoral estricta, con los conocimientos justos para llevar un hogar y cuidar delos hijos, aunque no siempre lo conseguían, si hemos de creer los testimo-nios contemporáneos y literarios sobre la laxitud moral e incluso las cos-tumbres libertinas de la sociedad mundana. Martine Sonnet sostiene que lareligión impregna todos los aspectos del proceso educativo. Tras ella, elaprendizaje de la lectura y escritura; en tercer lugar, las labores de la aguja,para evitar las funestas consecuencias de la ociosidad. También incluyen lasartes de adorno -danza, música, dibujo...- y la dirección de la casa.

La educación que se recibía en la casa era más completa, pero de nuevotenía el inconveniente de resultar sumamente costosa, lo que la reducía apocas familias privilegiadas. Las niñas recibían unas enseñanzas menos for-males y, sin dejar de lado las labores domésticas, podían optar a conocimien-tos más completos impartidos por buenos profesores, sobre todo cuando,como era a menudo el caso, compartían la educación con sus hermanos.

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Una alternativa para las clases pudientes son las casas de educación, pen-sionados particulares con un régimen menos coercitivo y más familiar, enlos que la enseñanza, sin dejar de ser tradicional, era algo más completa. Encualquier caso, las jóvenes de familias ilustradas que eran educadas en casao en centros donde imperaban las nuevas ideas eran una minoría. Sólo ellaspodían acceder a una instrucción capaz de abrirles nuevos horizontes y deacercarlas al mundo de las ciencias.

Retomando la polémica de los sexos, aunque disimulando algo sus ideaso, con cierta hipocresía, contradiciendo sus propios ideales de razón, justi-cia y libertad, los escritores manifestarán a lo largo del siglo su postura enuno u otro sentido. Algunos parten incluso de la Biblia para justificar la si-tuación de dependencia de la mujer como una consecuencia del proyectodivino para la humanidad. Aprovechándose vilmente de las palabras delGénesis, Capítulo III, versículo 16: «Y estarás bajo la potestad de tu marido yél te dominará», el hombre ha mantenido durante siglos a la mujer some-tida. Pero todo tiene un final.

Lo extenso del debate impide tratarlo con detalle. Así pues, me limitaréa comentar las actitudes y opiniones de los defensores de una y otra opción:la mujer, ¿un ser inferior o igual? ¿instrucción elemental o sea dominar losmodales sociales con un leve barniz cultural, o educación completa, seme-jante a la de los varones? Quienes defienden que la mujer es igual en de-rechos, culpan a la incultura por falta de educación de los vicios y defectosque los detractores proclaman.

Comienzo por Montesquieu en sus Cartas persas, de 1721, en las que,como es sabido, usa el subterfugio de la visión de un extranjero para criti-car costumbres sociales, modas, modos y usos políticos de Francia sin in-currir en las iras de la censura. Se refiere al tema en varias cartas y achacala diferencia social entre ambos sexos a la distinta educación recibida:

«Otra cosa es saber si la ley natural somete las mujeres a los hombres. «No,me decía el otro día un filósofo muy galante, la Naturaleza jamás dictó tal ley.El dominio que sobre ellas tenemos es una verdadera tiranía; ellas nos han per-mitido ejercerlo porque tienen más dulzura que noso tros y, por lo tanto, unamayor humanidad y razón. [...] ¿A qué se debe entonces nuestro privilegio? ¿Aque somos los más fuertes? ¡Pero es una verdadera injusticia! Empleamos todotipo de medios para abatir su coraje; las fuerzas serían iguales si la educacióntambién lo fuera.». (Carta XXXVIII)

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El libro más importante del siglo XVIII francés es sin duda La Enciclope-dia: en ella bebió toda Europa y de ella somos, en muchos aspectos, here-deros. En palabras de su artífice Diderot, nacía para cambiar la manera comúnde pensar. Publicada a partir de 1751, sufrió los embates de la censura y losreproches del poder establecido: los jesuitas, a través de su Journal de Tré-voux y los jansenistas la acusaron de impiedad, el Papa la condenó y el Par-lamento prohibió su publicación. A duras penas y gracias a dos protectoreslogró salir adelante: Mme de Pompadour en persona, desde su puesto pri-vilegiado de favorita, y Malesherbes, cuyo cargo le permitía gobernar elmundo de los libros y la censura, y que muchas veces miró hacia otro ladoen momentos de riesgo para la continuidad de la publicación.

Cierto es que Diderot, gracias a su saber, su inteligencia y su inmensacapacidad de trabajo logró llevar a bien el ambicioso proyecto, pero no esmenos cierto que algunos colaboradores fallaron, otros carecían de la al-tura intelectual requerida y, finalmente, que el deseo de evadir los riesgosde la censura obliga a mantenerse con frecuencia dentro de los límites po-líticamente correctos, por usar una expresión hoy en boga, y aparentementeortodoxos. La heterodoxia hay que buscarla en las alusiones, en las remi-siones de una entrada a otra, hasta tal punto que le sería aplicable el lemade aquella magnífica revista de humor que se llamó La Codorniz y que seproclamaba “la revista más audaz para el lector más inteligente”, o sea,para quien sabía leer entre líneas. Pese a todo, este Diccionario razonado delas Ciencias, las Artes y los oficios fue el portavoz de las ideas ilustradas y lasdifundió por el Continente.

No se puede decir que trate novedosamente el tema de la mujer. En pri-mer lugar, no hay ni una sola colaboradora. Cita a mujeres famosas de laantigüedad o de tiempos más inmediatos, y a algunas contemporáneas, ysu modelo femenino es la dama mundana de la época. Esas citas están cier-tamente muy connotadas. Así, Ninon de Lanclos aparece en tres entradasque son cortesana, epicureismo y arrugas.

En los artículos que dedica a los diferentes oficios artesanales, aparecentambién mujeres, tanto en el texto como en las láminas, pero siempre den-tro de las profesiones tradicionalmente femeninas, comadrona, bordadora,etc. Y en las entradas de Medicina o Anatomía se analizan las característi-cas biológicas femeninas y el cuerpo, de modo mas bien gazmoño, en es-pecial en lo que se refiere a las partes sexuales.

Le dedica tres artículos: Mujeres desde el punto de vista del derecho na-tural, de la antropología y de la moral, a cargo de tres autores distintos. El

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caballero de Jancourt establece la diferencia entre derecho natural y dere-cho positivo. Afirma que, aunque es difícil demostrar que «la autoridad delmarido proviene de la naturaleza, ya que este principio es contrario a la igualdadnatural», en las naciones civilizadas, las leyes y costumbres dan esta auto-ridad de forma unánime al marido, como aquel que se halla dotado de másfuerza intelectual y corporal.

Un abate es el encargado del estudio antropológico: tras abrir su escritocon la frase La mujer es la hembra del hombre, que ya nos indica por donde vaa discurrir el resto, pasa revista a las doctrinas de los clásicos que sostienen,como Galeno, que los órganos femeninos no son sino órganos masculinosque no han podido desarrollarse satisfactoriamente. El abate sugiere conamabilidad que quizás éste no sea sino uno de los prejuicios sobre la infe-rioridad de la mujer. En el tercero, relativo a la moral de la mujer, Dama-his, tras criticar los vicios de la mujer mundana a través de una especie deparábola de una pervertida dama, ofrece el retrato de la mujer ideal, muysimilar al que defienden Rousseau y otros prohombres ilustrados.

«[…] Finalmente, hay otra más sólidamente feliz todavía; su felicidad es ig-norar lo que el mundo llama los placeres, su gloria es vivir ignorada. Encerradaen sus deberes de mujer y de madre, consagra sus días a la práctica de las vir-tudes oscuras: ocupada en el gobierno de la familia, rei na sobre su marido pormedio de la complacencia, sobre sus hijos con la dulzura, sobre sus servidorespor la bondad. Su casa es la morada de los sentimientos religiosos, de la piedadfilial, del amor conyugal, de la ternura maternal, del orden, de la paz interior,del dulce sueño y de la salud[…]».

En general, la Enciclopedia es misógina, porque los tiempos lo son ycuesta mucho cambiar las mentalidades, pero ya hay ciertos atisbos de otroenfoque. La idea que se desprende de la obra es que las diferencias a favordel hombre no son naturales.

A lo largo de la segunda mitad del siglo, algunos prohombres ilustradosalzaron la voz para cuestionar la justicia de las ideas discriminatorias y,aún más importante, su carácter de verdades indudables que hasta enton-ces tenían. Se hizo constar la falsedad del principio de que la inferioridadde las mujeres tiene por causa su imperfecta naturaleza. Por el contrario, suorigen no es otro que el mal uso que se ha dado a sus facultades intelec-tuales, en modo alguno peores que las masculinas, y a la deficiente educa-ción que se les ha impuesto.

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La revolución industrial incipiente, que requería mano de obra más cua-lificada que la agricultura, y los proyectos de desarrollo favorecen la ex-tensión de la enseñanza, implicando también a las mujeres, hasta entoncesmeras ayudas en el campo o en los oficios familiares, sin remuneración al-guna. Dicha extensión se ve favorecida por la creencia de los Ilustrados enla fuerza de la educación para transformar la sociedad.

Y sin embargo, los Ilustrados entendieron la educación femenina más comoformación del carácter que de la inteligencia; primaron la instrucción domés-tica e introdujeron diferencias en los contenidos de los programas respecto alos de los varones. Una parte de ellos, no demasiado amplia, por desdicha, de-fendía la igualdad intelectual y nuevos métodos de educación. Los más se opo-nían a este punto de vista y dudaban de la capacidad femenina.

Entre ellos, mal que me pese, he de citar a Rousseau. Este pesar procedede mi admiración por el pensador y escritor, aunque en mucha menor me-dida, por el hombre. Creo que es quien más ha aportado a la cultura euro-pea de la época, junto con Voltaire, tanto en el terreno político y social, através de los Discursos y del Contrato social, como literariamente, ya queconsidero sus Confesiones, sobremanera la primera parte, como una obramaestra. Pero es preciso reconocer que es un hombre contradictorio, ade-más de atormentado. Él, que ha sido autodidacta, formándose ya en edadadolescente o adulta, sin método y un mucho a merced de las bibliotecasque estaban a su alcance, que tenía fama de ser un mal preceptor en sus co-mienzos, que engendra cinco hijos y los abandona en el hospicio, escribe elEmilio, la obra pedagógica más importante y que aún en nuestros díasejerce una influencia considerable en el terreno de la educación. Además,siendo hombre del pueblo y pensador que cree en la igualdad, desarrollaun sistema educativo elitista, ya que la posibilidad de disponer de un pre-ceptor para cada niño, sólo está al alcance de las grandes fortunas.

En relación con la mujer, su postura es dura y antitética respecto a lasideas que sostiene en otros muchos aspectos de su pensamiento. Tal vezporque la suerte no le acompañó en sus relaciones con el llamado sexodébil, ya que casó con una mujer del pueblo, camarera en una posada, zafia,desagradable, iletrada, con una madre aún peor, y que fue rechazadomucho más tarde por Sofía d’Houdetot, de la que se enamoró perdida-mente en su madurez. Rousseau defiende que, aunque la razón convierteen ilegítima la desigualdad, la naturaleza, dado que las mujeres son frági-les, débiles, dulces, demasiado sensibles, exige que sean relegadas a la es-fera doméstica y privada, dejando la esfera pública para los hombres. En

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dicha esfera privada, la mujer ha de tener como único destino cuidar desus hijos y cuidar y complacer al marido.

«Toda la educación de las mujeres ha de ser relativa a los hombres. Agra-darles, serles útiles, hacerse amar y honrar por ellos, educarlos cuando son jó-venes, cuidarles cuando son ancianos, aconsejarles, consolarles, hacerles la vidaagradable y dulce; estos son los deberes de las mujeres de cualquier época, yesto es lo que hay que enseñarles desde su infancia».

Esta exclusión total de todos los asuntos públicos la funda, además de encircunstancias sexuales, en diferencias físicas que tacha de inferioridades ode debilidades, y de las que deduce una consecuencia moral e intelectualcontra el género femenino. Concluye que la esencia natural de la mujer esla dependencia del hombre, engendrar hijos y alimentarlos. Dado que de-fiende como pedagogo que la educación ha de ser siempre conforme a lanaturaleza de cada individuo, la educación que propone para Emilio es ab-solutamente distinta de la muy escasa que ofrece a quien está destinada aser su compañera, Sofía, cuya verdadera formación ha de completarse trasel matrimonio y a cargo de su esposo. Nunca será muy intensa, ya queRousseau dice en otro párrafo del Emilio:

«No le conviene a un hombre que posee una buena educación tomar a unamujer que no la tenga, ni, por consiguiente, de un rango social que no le per-mita tenerla. Pero yo preferiría sin embargo cien veces antes a una joven sen-cilla y toscamente educada que a otra sabihonda e ingeniosa que establecieseen mi hogar un tribunal literario del que ella sería presidenta. Una mujer sa-bihonda es el azote de su marido, de sus hijos, de sus amigos, de sus sirvien-tes, de todo el mundo. […] La dignidad de la mujer ha de estar en serignorada; su gloria está en la estima de su marido; sus placeres en la felicidadde su familia».

El Emilio está compuesto por cinco libros y lleva como subtítulo general“o de la educación”. Los cuatro primeros libros diseñan el sistema de edu-cación de un joven huérfano tutelado por un preceptor filósofo, es decir,ilustrado. El 5º se ocupa de la compañera destinada a hacer la felicidad deEmilio y que será educada con ese único fin. Se llama Sofía o la mujer. La di-ferencia en el tratamiento de uno y otro sexo ya es notable en la organiza-ción del texto, y aún lo será más en su contenido.

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Ya en la alocución que abre el Discurso sobre el origen y los fundamentos dela desigualdad entre los hombres, Rousseau dice:

«¿Acaso podría yo olvidar esta preciosa mitad de la República que hace la fe-licidad de la otra, y cuya dulzura y sabiduría mantiene en ella la paz y las bue-nas costumbres?».

Bajo ese aparente halago se esconde un prejuicio habitual, que Rousseaucomparte con otros pensadores contemporáneos. Pero él defiende sus ideascon el ardor y la energía que suele poner en toda su obra y sostiene sin abo-chornarse que la mitad femenina de la Humanidad no puede tener la pre-tensión de valer lo mismo que la otra.

Tal postura radical le vale los reproches de otro gran ilustrado, D’Alem-bert, el colaborador de Diderot en la Enciclopedia, que le dirige una cartadonde duda de que la valía intelectual de las mujeres sea tan escasa comoRousseau pretende y sostiene que si tal cosa fuese cierta, la causa sería:

«La esclavitud y la degradación a que hemos reducido a las mujeres, las tra-bas que ponemos a su intelecto y a su corazón, la jerga fútil y humillante paraellas y para nosotros a la que hemos reducido nuestra relación con ellas comosi no tuvieran una razón que cultivar o no fueran dignas de ello. Finalmente, laeducación funesta, yo diría casi homicida, que les prescribimos, sin permitirlestener otra; educación en la que aprenden casi únicamente a fingir sin cesar, aahogar todos los sentimientos, a ocultar todas sus opiniones y a dis frazar todossus pensamientos».

La corrupción de las costumbres se debe, según él, a la desigual difusióndel saber, concentrado en un pequeño número de intelectos. Cuando la ins-trucción esté más difundida y sea más homogénea:

«experimentaremos sus efectos bienhechores; dejaremos de mantener a lasmujeres bajo el yugo y la ignorancia y ellas dejarán de seducir, en gañar y go-bernar a sus señores».

Ha llegado el momento de hablar del papel realizado por las mujeres ensu propia defensa. Sus actuaciones se extienden a cuatro campos; las no-velistas, las educadoras, que consagran al tema obras pedagógicas de sumaimportancia en la época, las mujeres periodistas, y las revolucionarias, que

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desde el principio, aunque con escasos resultados, intentan que la Revolu-ción, en la que ellas han colaborado con ardor, sea más justa y reconozcasus derechos.

Si aceptamos las palabras de Stendhal cuando definió la novela comoun espejo que se pasea a lo largo de los caminos, hemos de admitir que eltestimonio de las numerosas mujeres autoras de novelas en el siglo XVIIIque, como Mme de Riccoboni, defienden el derecho a la educación o el de-recho a un matrimonio libremente consentido y no impuesto, reflejan unasituación habitual en la sociedad de la época.

Todas ellas han sufrido el menosprecio o la benevolencia conmiserativa desus contemporáneos, que es casi peor, y el olvido de la posteridad. Si se ojeanlos grandes manuales tradicionales de historia de la literatura francesa o losdiccionarios, no se encuentran sus nombres o apenas una muy breve mención.Habremos de superar la mitad del siglo XX para que sus obras se reediten yque sean objeto de estudio y aprecio, siendo así que no desmerecen e inclusosuperan la calidad literaria de muchos de sus colegas masculinos. Mme deTencin, Mme de la Charrière, Mme de Graffigny, Mme Leprince de Beaumont,Mme Cottin, Mme de Genlis o Mme Riccoboni son algunas de ellas y me per-mito suponer que estos nombres, aun a lectores amantes de la literatura fran-cesa, les dicen poco.

Siguiendo la moda surgida de una novela anónima francesa del sigloXVII, Las Cartas de una religiosa portuguesa , y sobre todo, el éxito en toda Eu-ropa de la Pamela de Richardson, sus novelas son casi siempre epistolares.Es éste un género muy propio del siglo XVIII : los más grandes de los au-tores, las mejores de las novelas utilizan el subterfugio de la correspon-dencia, que se dice real. Las Cartas persas de Montesquieu, Julia o La NuevaEloísa de Rousseau o Las Relaciones peligrosas de Laclos se cuentan antreellas.

Pero no se trata simplemente de una moda. Las razones son varias : poruna parte, el descrédito de la novela como género considerado inferior ypropio de mujeres sentimentales, hace que los grandes autores pretendanhacer creer al lector que no se trata de una obra de ficción, sino de una co-rrespondencia real que ellos se limitan a transcribir ; después, la existenciade varios corresponsales cuyas cartas se entrecruzan, permite una polifo-nía de puntos de vista sobre los hechos acaecidos o los sentimientos ; porfin, crean una sensación de autenticidad y de intimidad.

Centrándonos en las novelistas, podríamos calificarlas de feministas,aun teniendo en cuenta las enormes diferencias con las feministas de fina-

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les del XIX o del XX. Dan testimonio de la discriminación que la mujersufre, reprochan al hombre y a la sociedad el papel al que la relegan y la es-candalosa desigualdad de la condición femenina : pero sus críticas y susquejas amargas tienen casi siempre un tono comedido, sin acritud, sin re-beldía.

Beatriz Didier, en su obra sobre la escritura femenina, afirma que la críticacontemporánea negaba todo valor a la narrativa femenina y consideraba a lasescritoras meras imitadoras de los grandes autores. Y sostiene que la críticamoderna usa procedimientos más insidiosos: no se atreve a negar la exis-tencia de una literatura hecha por mujeres, pero la reduce a una situaciónmarginal, inferior: novela sentimental, folletón, novela epistolar, novelanegra. Pero ha bría que considerar que son géneros de moda entonces y prac-ticados por muchos autores masculinos. ¿Por qué es un mérito que Rous-seau o Laclos hayan compuesto novelas epistolares y un demérito que lohaya hecho Mme. Riccoboni? Parece lógico pedir que los raseros con los quese mide sean idénticos.

Fauchery, que ha abordado el tema de la escritura femenina en un im-portante libro consagrado al destino feme nino en el s. XVIII, lo ha hechocon una visión misógina, en mi opinión: acusa a las escritoras de ser engran medida autobiográficas y de horizontes limitados. Didier le respondeque la culpa es mas bien del sistema social:

«Privadas a menudo de contacto con el mundo exterior, a las mujeres lescuesta trabajo imaginar el gran escenario del que han sido excluidas».

De ahí sus acusaciones, no ya sólo a la sociedad, que al fin y al cabo esel resultado de una larga historia de actuaciones del hombre, sino al hom-bre mismo, por aceptar la discriminación y aprovecharse de ella:

«¡Felices hombres!, dice Mme Riccoboni, hasta qué punto la diferencia deeducación, los prejuicios, las costumbres dan ventaja a este sexo!».

Todos los datos de la época subrayan la creciente presencia de la mujeren el terreno educativo. Sea cual sea su lugar en la sociedad, sean mujeresexcepcionales o no, sean amas de casa o personal mercenario, sea en el te-rreno doméstico, en el conventual, en instituciones públicas o privadas,sean finalmente madres o abuelas, todas juegan un papel esencial y sonconscientes de ello.

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La ocupación educativa les proporciona a menudo la ocasión de refle-xionar sobre la educación, ya bajo forma escrita, por la literatura, ya por lapolítica. Actividad pedagógica que será admitida por la sociedad en unprimer momento, como una prolongación de su vocación maternal, peroque será discutida e incluso ridiculizada cuando sus reivindicaciones lle-guen a inquietar al poder.

Entre las mujeres que pretenden cambiar la situación femenina pormedio de la educación me limitaré a recordarles a las tres que me parecenlas más importantes por su repercusión y la calidad de su obra, aunque lanómina tendría que ser más extensa.

Cronológicamente la primera es la marquesa de Lambert (1647-1733).Hija de un magistrado, fue educada por el segundo marido de su madre,que aprovechó su disposición natural hacia el estudio. El pensador Fonte-nelle afirma que de niña:

«se hurtaba a menudo a los placeres de la edad para irse a leer en privado yse acostumbró por propia iniciativa a hacer pequeños extractos de lo que másle impresionaba. Eran ya o agudas reflexiones sobre el corazón humano o girosingeniosos, aunque más a menudo, reflexiones».

A los diecinueve años se casó con el marqués de Lambert y a su muertese consagró a la educación de sus dos hijos y con tal motivo, se interesópor las cuestiones educativas. Compuso Advertencias de una madre a su hijo(1726) y Advertencias de una madre a su hija” (1728). Los dos, repletos de pen-samientos elevados, inspirados en Fénelon. En ambos libros establece unaclara relación entre la sensibilidad y la religión:

«¿Cuál ha de ser el principio de estos sentimientos ? La religión ; cuando estégrabada en vuestro corazón, todas las virtudes manarán de esta fuente, y todoslos deberes se alinearán en el orden debido».

Como harán otras mujeres, acusa de los posibles defectos femeninos a laeducación:

«[...] se las destina a agradar; no se les dan lecciones sino para complacer; serefuerza su amor propio; se las entrega a la molicie, al mundo y a las opinionesfalsas; jamás se les dan lecciones de virtud ni de fuerza».

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La marquesa presidía un salón literario al que acudían grandes escrito-res, como Montesquieu, Marivaux y Fontenelle, aparte de otros artistas,como Rameau y Watteau. Era un honor ser recibido en los famosos « mar-tes » de la marquesa, considerados como antesala de la Academia Francesapor su influencia. Estudiosa de los escritores moralistas, tanto latinos, comoSéneca y Cicerón, como franceses, Mon taigne en especial, escribe numero-sas obras de moral entre las que se cuenta Nuevas reflexiones sobre las muje-res (1727), texto que evoca con finura lo paradójico de la condiciónfemenina.

En su obra, rechaza el libertinaje que caracterizaba la época y lo explicade manera poco habitual: las mujeres habían visto ridicu lizadas sus ansiasde saber y sus creaciones literarias, menospreciadas por la sociedad, y porello optaron por la vía de la facilidad y se dedicaron al placer, arrastrandoa la sociedad entera a una vida superficial.

«Se ha atribuido tanta vergüenza al saber de las mujeres como a los viciosque más prohibidos les están».

Pero Madame de Lambert no se limita a censurar las convenciones so-ciales. Dentro del espíritu de polémica entre los sexos que impregna todoel siglo, también ella hace reproches a los hombres:

«Acaso las mujeres no pueden decir a los hombres: «¿Qué derecho tenéis deprohibirme el estudio de las ciencias y de las bellas artes? ¿Las que se han de-dicado a ello no han tenido éxito en lo sublime y en lo agradable? ¿Por qué en-contrar malo que tengan un intelecto que no les cuesta nada? Estropeamos todaslas disposiciones que les ha dado la naturaleza: comenzamos por dar poca im-portancia a su educación, no ocupamos su intelecto en nada sólido; y el corazónse aprovecha».

Luisa Tardieu, nacida en 1726, en el seno de una familia noble, se con-vierte en marquesa d’Épinay por matrimonio. Su educación, descuidadapor su madre, culmina en un convento : toda su obra está basada en lasfrustraciones de esa pobre educación. Tras unos primeros años de matri-monio felices, el libertinaje y las prodigalidades de su esposo la obligan aabandonarlo. Comienza a frecuentar los salones y los ambientes literariosy su amante, que será tiempo después abuelo de Georges Sand, le presentaa Rousseau. Se entabla entre ambos una amistosa relación que lleva a Luisa

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a construir en su propiedad de Montmorency una casita, a la que llamanl’Ermitage, donde acogerlo y permitirle escribir sin preocupaciones. Otrosamoríos de Luisa y la pasión desenfrenada y nunca correspondida de Rous-seau por la cuñada de su protectora, Madame d’Houdetot, provocaron laruptura. Rousseau se duele amargamente de este episodio en sus « Confe-siones », exagerando sus acusaciones y reproches a su antigua amiga, sinduda porque su salud mental ya estaba quebrada. Pese a todo, ambos coin-ciden en muchos puntos de sus ideas pedagógicas.

Luisa siguió acogiendo en sus salones de Montmorency y París a algu-nos de los mejores pensadores y escritores del momento : Diderot, Mon-tesquieu, d’Alembert, d’Holbach, además de su amante y guía intelectual,Grimm. Al conocer que Rousseau escribía sus memorias y por temor a susacusaciones, escribe unas pseudo-memorias, con el título de Historia de ma-dame de Montbrillant, que aunque no se relacione con el tema que hoy nosocupa, es una de las joyas de la literatura femenina de la época.

Sus ideas acerca de la educación femenina se encuentran en otra de susobras, Conversaciones de Emilia que compone para la educación de su nietaen 1773 y es un diálogo razonable y bien escrito entre una madre y su hija,y esparcidas en otras obras y en su correspondencia, muy numerosa e in-teresante.

Su postura es la más habitual entre los pensadores de la época, en espe-cial, las mujeres. Comentando un famoso libro recién publicado (1772) porel académico Thomas, Ensayo sobre el carácter, costumbres e intelecto de lasmujeres, hace observaciones muy atinadas, que nos aclaran el pensamientode la autora:

«Con mucha erudición, hace una historia de mujeres célebres de distintosámbitos. Discute con algo de sequedad lo que en ellas es atribuible a la natura-leza, a la organización de la sociedad y a la educación. Después [...] atribuye sincesar a la naturaleza lo que nosotros debemos a la educación o a la sociedad».

Más adelante, se mofa con sutileza de la frase de Thomas donde sostieneque la naturaleza hizo a las mujeres como las flores, destinadas a brillardulcemente en el macizo que las vio nacer: ¡Qué pequeñeces comunes y pocofilosóficas!

Y concluye con un párrafo en el que culpa a los hombres, otro de los re-proches usuales en las escritoras contemporáneas:

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«Puesto que hombres y mujeres son de la misma naturaleza y constitución,son susceptibles de los mismos defectos, de las mismas virtudes y de los mis-mos vicios.[...] Sin duda serían necesarias muchas generaciones para volver a sercomo la naturaleza nos hizo. Quizas ganáramos con ello, pero los hombres per-derían demasiado». (París, 14 de marzo de 1772)

Madame d’Epinay defiende en sus « Conversaciones con Emilia » el papelde la madre como educadora, que puede formar a las niñas en lo que la so-ciedad espera de ellas : el pudor, la contención y la modestia propias de susexo. Y además de la tradicional educación de futuras amas de casa y ma-dres, da un paso adelante y defiende otros conocimientos, tales como ru-dimentos de ciencias, historia y geografía, si bien huyendo siempre deformar una « mujer sabia ». Trata de inculcar a su nieta hasta qué punto losconocimientos y el uso de la razón son esenciales para la felicidad:

«Cuando dedicais atención a cultivar vuestra razón y adornarla con conoci-mientos útiles y sólidos, abrís otras tantas nuevas fuentes de placer y satisfac-ción, preparáis otros tantos medios de embellecer vuestra vida, otros tantosrecursos contra el hastío, otros tantos consuelos en la adversidad, a la vez queadquirís talentos y sabiduría. Estos son bienes que nadie puede quitaros, que osliberan de la dependencia de los otros [...], cuantos más talentos y luces se tie-nen, más útil y necesario resulta uno para la sociedad».

Estefanía Felicidad, futura condesa de Genlis, nace en 1746, hija del mar-qués de Saint-Aubin, en Borgoña. La muerte de su padre, que deja a la fami-lia casi en la miseria, les obliga a desplazarse a París, donde serán protegidaspor su tía, la Marquesa de Montesson, esposa morganática del Duque de Or-leans. Frecuenta la alta sociedad y se casa con el Conde de Genlis. Su tía con-sigue que la nombren dama de la duquesa de Chartres y muy prontomantiene relaciones con el duque. Lo que parecía una aventura se convierteen una gran pasión, llevada con tal sigilo que Madame de Genlis la negó siem-pre y fue la mejor amiga de la duquesa durante 15 años, sin que ésta sospe-chara nada. Tan es así, que dejó en sus manos la educación de sus hijos, contrala norma que los hacía pasar, al cumplir 7 años, a ser educados por un pre-ceptor masculino. Los pequeños príncipes y princesas la quería mucho másque a su madre y, en especial, Luis Felipe, el futuro rey, la adoraba.

Se exiló en Inglaterra para evitar los terribles días de la Revolución, quecostó la vida a su esposo, y regresó a Francia en 1801, pensionada por Bo-

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naparte, que la admiraba. Vivió hasta 1830, lo que le permitió ver a suamado discípulo convertirse en rey de Francia.

Cultivó la amistad de varios grandes escritores y pensadores, Rousseauo Talleyrand entre otros. Fue autora prolífica, con unos 140 volúmenes, no-velas,como Alfonsina o el cariño materno, Nuevos cuentos morales y relatos his-tóricos, sus memorias, que conocieron un gran éxito, y libros sobreeducación, siendo el más difundido Adela y Teodoro o cartas sobre la educaciónde los Príncipes, de los jóvenes y de los hombres, publicado en 1972 y dondepropone originales y arriesgados modelos educativos.

Influida por Fénelon y con ecos de Rousseau, propone para ambos sexosuna buena alimentación y una educación física rigurosa que les permitaun perfecto desarrollo corporal. Y respecto a la educación de las niñas, de-fiende el estudio de los clásicos grecolatinos, de la Historia y la geografía,tan convenientes para ellas como para los niños, de la aritmética, que ha deserles tan necesaria para el buen gobierno económico de su hogar, de lapoesía. Y añade que «el estudio de todas estas disciplinas no excede las fuerzasfemeninas.»

Otra vía de difusión de las ideas feministas será la prensa. Aparecen enla segunda mitad del siglo los primeros periódicos realizados para las mu-jeres y casi siempre por mujeres. Le Journal des Dames, de París, publicadoen 1761 ; Pomona, de Sophie von La Roche, en Alemania, o La Pensadora Ga-ditana, de Beatriz de Cienfuegos, supuesta versión femenina de un perió-dico muy famoso en el momento, titulado El Pensador, dirigido por Clavijoy Fajardo. Todos ellos, con mayor o menor radicalismo, desarrollan unaideología al servicio de la mujer y de su educación, atreviéndose algunasincluso a culpar al hombre de la inferioridad femenina. Pero, en general,más que de defender grandes ideas o conceptos, se trata de lograr peque-ños cambios y de apoyar moderadamente los derechos que a sus lectoras,en tanto que mujeres, deberían corresponderles.

Le Journal des Dames, publicado desde 1759 hasta 1778, una larga vidapara cualquier periódico de la época, tuvo 9 directores, entre ellos, tres mu-jeres. Concebido como un simple pasatiempo para damas de la buena so-ciedad, sus tres editoras lo convirtieron en una publicación seria, queabogaba por la reforma de la situación femenina y alentaba a las mujeres aalimentar el espíritu.

Su primera editora fue Madame de Beaumer, en octubre de 1761: ins-taba a las mujeres a ser osadas, y las incitaba a pensar, estudiar y hablar enpúblico en pie de igualdad con los hombres. La censura se esforzó porque

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la publicación volviera a ser una revista de moda y ella prefirió retirarseantes que ceder.

Su sucesora, Madame de Maisonneuve, adoptó un tono más comedidoy tuvo la habilidad de tratar cuestiones que podrían ser peligrosas dentrode límites que las hacían aceptables. No sólo mantuvo buenas relacionescon la censura, sino que consiguió un gran éxito y dió un gran impulso alperiódico.

La tercera editora fue Madame de Montanclos, cuyo feminismo era máscomple jo y sutil. Era seguidora de Rousseau y creía que sus ideas habíancontribuido mucho a que las mujeres recobrasen cierta autoestima, conce-diéndoles un papel importante para la regeneración moral de la sociedad,ya que realizaban, a través del hogar y de la educación de los hijos, unaaportación esencial para la sociedad.

Pero Madame de Montanclos también sostenía la idea, ajena a Rousseau,de que las mujeres serían capaces de desempeñar carreras profesionales si asílo decidían. Y defendía también que las mujeres alcanzarían el reconocimientointelectual, pronto y en todas partes, de tal modo que el ejercer dichas carre-ras ya no se consideraría algo fuera de lo normal: posición muy radical parala época (y durante casi otros 150 años) y, sin duda, demasiado optimista.

Mencionemos por último a las mujeres revolucionarias: partidarias fer-vientes del movimiento revolucionario, y confiando en que supondría uncambio importante para el estatus de la mujer, ven frustradas sus espe-ranzas y se quejan del olvido en que de nuevo han caído.

En efecto, la Revolución Francesa planteó como objetivo central la con-secución de la igualdad jurídica y de las libertades y derechos políticos. Peropronto surgió la gran contradicción que marcó la lucha del primer femi-nismo: las libertades, los derechos y la igualdad jurídica que son las gran-des conquistas de la Revolución, no afectaron a la mujer. Los “Derechos delHombre y del Ciudadano“ que proclamaba la revolución francesa se refe-rían en exclusiva al “hombre” y no al conjunto de los seres humanos. Conla ilusión primera de la Revolución, habían empezado a aparecer por todaFrancia (y enseguida por toda Europa) clubes y asociaciones de mujeres y,hubo revolucionarias feministas famosas, como Olympe de Gouges y Thé-roigne de Méricourt. Pero su sueño de conseguir justicia y libertad para lamujer no tenía futuro: se puede ser revolucionario en política y retrógradoy misógino en cuanto a la vida social y familiar. Con la llegada del Terror,desaparecieron todas las esperanzas de las mujeres progresistas: los revo-lucionarios las querían en casa de nuevo. Los clubes de mujeres se prohi-

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bieron, sus posibilidades de actuación política fueron nulas y, lo que es mástriste, como ocurre a menudo, fueron también mujeres las que les cortaronlas alas: en junio de 1793, Théroigne fue atacada por un grupo de ciudada-nas que la golpearon con saña a pedradas en la cabeza. Aunque no murió,se volvió loca y nunca más salió del manicomio.

La contradicción era evidente: una revolución que se basaba en la ideauniversal de la igualdad natural y política de los seres humanos («Liberté,Egalité, Fraternité»), negaba el acceso de la mitad de la población, a los de-rechos políticos, lo que en la práctica significaba negar su libertad y suigualdad respecto al hombre. Condorcet, pensador al que me referiré ensu momento y que es un declarado defensor de los derechos de la mujer,acusa a los revolucionarios de estar tan habituados a violar los derechosnaturales de las mujeres que ni siquiera son conscientes de su injusticia:

«¿no han violado todos ellos el principio de la igualdad de derechos al pri-var con tanta irreflexión a la mitad del género humano del de concurrir a la for-mación de las leyes, es decir, excluyendo a las mujeres del derecho deciudadanía?»

En 1793 crearon la «Sociedad de las Republicanas Revolucionarias»: Ensu entusiasmo, vistieron la escarapela tricolor y el gorro frigio. Pero lafuerza de sus enemigos fue tal que fracasaron en sus empeños. Uno deellos, Chaumette, misógino notorio, llegó a decir:

«¿Desde cuando le está permitido a las mujeres abjurar de su sexo y conver-tirse en hombres? ¿Desde cuando es decente ver a mujeres abandonar los cui-dados devotos de su familia, la cuna de sus hijos, para venir a la plaza pública,a la tribuna de las arengas (...) a realizar deberes que la naturaleza ha impuestoa los hombres solamente?»

Olimpia de Gouges, la más conocida de estas feministas, nacida en 1745,era hija de un carnicero y una lavandera, y fue casada con un anciano. Trasenviudar, apenas tenía ingresos para mantenerse y buscó un éxito literarioque la hiciese famosa. Nunca consiguió ser sino una escritora mediocre. Sueducación había sido muy deficiente, su lenguaje era pobre, su ortografíapésima y su estilo demasiado barroco.

Fue ridiculizada por su feminismo combativo, por sus tempranos inten-tos de organizar a las mujeres, y por su manifiesto rupturista a favor de los

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derechos femeninos. Sus obras fueron feministas a fuer de revolucionarias.Creyó ingenuamente en aquellas hermosas palabras del Preámbulo de laDeclaración de derechos del Hombre y del Ciudadano, elaborada por laAsamblea General en 1789, que exponían “los derechos naturales, inaliena-bles y sagrados del Hombre”, que aseguraba en su artículo I que “los Hom-bres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”. Exaltada por lasnuevas ideas, publicó en septiembre de 1791 un manifiesto titulado La De-claración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. Tomando como modelo laDeclaración de 1789, y aplicándola punto por punto a las mujeres, escribióla más ardorosa defensa y el más radical alegato a favor de la mujer que sehubiese escrito nunca y que nadie osaría escribir durante muchas décadasdespués. En el preámbulo afirma que las mujeres «han resuelto exponer enuna declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados de lamujer». Y su artículo I dice: «La mujer nace libre y permanece igual al hombre enderechos».

Y en virtud del artículo 6º, cuyo enunciado asegura que todos los Ciu-dadanos son iguales ante la Ley, “sin otra distinción que la de sus virtudes ysus talentos”, y confiando en que su contenido se aplicaba por igual a ambossexos, Gouges reclamó para la mujer en todos los aspectos de la vida, tantoen los públicos como en los privados, un trato igual al del hombre: el de-recho a la propiedad privada, el derecho de voto, el de ejercer cargos pú-blicos, de hablar en público sobre asuntos políticos, de participar en elejército y en la educación e, incluso, de igual poder en la familia.

Su programa era claro: libertad, igualdad y derechos políticos, especial-mente el derecho de voto, para las mujeres. Sin embargo, el planteamientofeminista no era compartido por los varones que dirigían la revolución, in-cluso entre los más radicales de ellos.

Despreciada como traidora a la Revolución por oponerse a la pena demuerte contra el rey Luis XVI y su familia, se convirtió en un objetivo delTerror jacobino. Sus escritos políticos en ese momento fueron numerosos yvirulentos. Se manifestó claramente contra la represión jacobina y contraRobespierre y Marat. Fue acusada de ser una realista reaccionaria y fueguillotinada en 1793.

Pocas mujeres más osaron intervenir en política. Mme. Roland fue unade ellas. Partidaria entusiasta de la Revolución, jugó, junto con su esposo,un importante papel político a través de discursos y escritos. Pero cuandocomenzó a criticar los excesos de la Revolución, fue apresada. En 1793 fueconducida a la guillotina. Antes de arrodillarse para colocar su cabeza bajo

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el filo, hizo una reverencia ante la estatua de la Libertad situada en la Plazade la Revolución (llamada después de la Concordia) y pronunció la famosacita por la que es recordada:

¡Oh, Libertad!, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!No era fácil tampoco ser mujer y tener, no ya ideales, sino simplemente

ideas durante la Revolución Francesa. Y no lo fue tampoco en los convul-sos momentos políticos que la siguieron y que llevaron a un régimen másabsolutista que el propio Antiguo Régimen contra el que Francia se habíaalzado. El Código Civil napoleónico (1804), en el que se recogieron los prin-cipales avances sociales de la Revolución, negó a las mujeres los derechosciviles reconocidos para los hombres (igualdad jurídica, derecho de pro-piedad...), e impuso unas leyes discriminatorias, según las cuales el hogarera definido como el ámbito exclusivo de la actuación femenina.

La discriminación no era exclusiva de Francia ciertamente, pero sí másdolorosa si se tiene en cuenta las ideas de cambio que la Revolución habíaproclamado. No son las mujeres las únicas en abominar de su situación ydefender sus derechos a lo largo del siglo de las Luces. Las ideas innova-doras respecto a la mujer y su formación son difundidas con entusiasmopor algunos ilustrados y escritores, de modo especial por el pensador Con-dorcet y el novelista Choderlos de Laclos. Son conocidas las ideas sobreeducación del primero y su influencia sobre nuestros ilustrados. Sin em-bargo, se habla menos de la doctrina feminista de Laclos, cuya fama pro-viene de su novela, Las Relaciones peligrosas, su única novela, perociertamente una obra maestra, la mejor novela francesa del siglo XVIII, y,me atrevo a decir que la única cuya lectura es aun hoy un placer y no unatarea escolar más o menos impuesta.

Antes que ellos, dos ilustrados aportan puntos de vista favorables a losintereses femeninos respecto a la necesidad de una buena formación de lasmujeres. El primero de ellos es Claudio Adrián Helvecio, un filósofo fran-cés muerto en 1771, Sus principales obras son Sobre el espíritu, publicadaen 1758, y condenada por el Papa Clemente XIII un año más tarde, y Delhombre, de sus facultades intelectuales y de su educación, publicada póstuma-mente, un año después de su muerte.

La primera de las obras fue considerada, incluso por su título, como unaréplica a Mostesquieu y su Espíritu de las Leyes. Y ciertamente se oponía confirmeza a varias de sus doctrinas, como la influencia de los climas. Levantóuna oleada de críticas, fue acusada de herética por la Sorbona, además depor la Iglesia, y fue quemada públicamente, pese a que Helvecio, aterrado

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por la reacción, escribió hasta tres retractaciones que no valieron de nada.Como siempre que se produce un escándalo, la publicidad fue enorme y laobra se difundió por toda Europa. Voltaire o Rousseau, entre otros, la de-fendieron, y quizás la conclusión mejor sean las palabras de Mme du Def-fand cuando afirmó que el pecado de Helvecio había sido decir en voz altalo que todos pensaban en secreto.

Convencido de que el hombre trata siempre de satisfacer sus propios in-tereses, sostiene que la legislación ha de proponerse equilibrar esos intere-ses particulares con el interés general, para lograr el mayor bien para elmayor número de personas. El concepto ilustrado de que las diferenciasentre los seres humanos se originan en la educación y las condiciones di-versas en que éstos viven, es desarrollado hasta sus últimas consecuenciaspor Helvecio en Del Espíritu: “Todos los hombres, afirma, tienen la misma dis-posición para la comprensión. Como buen discípulo de Locke, piensa que lamente humana, puesto que no existen ideas innatas, es libre de recibir otrasideas a partir de la experiencia y posee las disposiciones naturales que leproporcionan sus sentidos. Por lo tanto, las desigualdades son indepen-dientes de la naturaleza de cada ser y son el resultado de las desigualda-des de la educación. Puesto que todos los seres humanos gozan del mismopotencial natural, arguye, todos tienen la misma capacidad de aprender.Por lo tanto, un adecuado acceso a la educación para todos es el único mé-todo para reformar la sociedad.

El barón de Holbach, es considerado un filósofo francés, pese a haber na-cido en el Palatinado alemán, ya que vivió casi toda su vida en París (1723-1789). Fue un gran partidario de la Ilustración, amigo de varios filósofos,entre ellos Rousseau o Buffon y colaborador de la Enciclopedia, dada suamistad con Diderot. Rico financiero, invitaba a comer dos veces por semanaa sus amigos y a cuanto extranjero ilustrado recalase en París: su bibliotecade más de 3000 volúmenes, sus manjares y sus costosos vinos, además de suvalía personal, les atraían. Aparte de los citados, d’Alembert y Helvecio secuentan entre ellos, así como escritores y pensadores de la talla de Hume,Sterne, Adam Smith, Benjamín Flanklin, el abate Galiani o Grimm.

Es un filósofo materialista, que considera que la materia es eterna y queen ella se basa cualquier fenómeno. Ateo, afirma que la religión es una con-secuencia de la ignorancia de las masas y que en ella se apoyan despotis-mos y absolutismos, por lo que se declara enemigo de todas.

Su gran obra es el Sistema social, publicada en 1774. Holbach consideraque la naturaleza consiste exclusivamente en materia y movimiento. In-

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tenta demostrar que conocemos la naturaleza, en la medida en que puedeser conocida, como una secuencia de causas y efectos. Su tentativa fallaporque a menudo el pensamiento implica algo más y porque peca con fre-cuencia de una simplificación excesiva y, muy a menudo, de dogmatismo.

En el aspecto concreto que nos ocupa, Holbach ofrece un gran interés, yaque el capítulo X lo dedica a las mujeres. Bajo el título de Sobre las mujerescritica la educación que la sociedad y los gobiernos imparten a las mujerespor sus penosas consecuencias para la propia felicidad de éstas y para la so-ciedad en su conjunto.

«Por la manera en que en todos los Países se educa a las mujeres, parece quese propusieran hacer de ellas seres que conserven hasta la tumba la frivolidad,la inconstancia, los caprichos y desatinos de la infancia; los hombres parecenolvidar que ellas están hechas para contribuir a su felicidad más real y dura-dera».

Su defensa de la educación está sobre todo motivada por la misión quela naturaleza y la sociedad han encomendado a la mujer: la de formar yeducar a los hijos. Critica los pobres contenidos de esa formación:

«La educación de una joven destinada a vivir en el gran mundo por lo gene-ral se limita a la música, la danza, el adorno y la compostura».

Tras culpar a esta nefasta educación de los defectos y vicios de que seacusa a las mujeres, se pregunta cómo puede la sociedad encargarlas de talmisión educativa:

«¿Qué frutos ventajosos puede esperar la Sociedad de la educación que damosa las jóvenes de clase acomodada? ¿Cómo pueden madres vanas, de conducta di-sipada y, a menudo culpables de intrigas inconfesables, enseñar las reglas de laprudencia, la modestia y el pudor? ¿Acaso esas madres insensatas pueden dar-les lecciones de discreción, de prudencia y de economía?».

Su diatriba contra la sociedad se acentúa al referirse a los matrimoniosforzados, tan habituales en la época y tan bien reflejados en la literatura:

«Así, padres inhumanos fuerzan a menudo a una hija a contraer los com-promisos más contrarios a su gusto; es conducida como una víctima al altar y

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forzada a jurar amor eterno a un hombre por quien no siente nada, que nuncaha visto o incluso que detesta».

Defenderá un ideal burgués de esposa-amiga virtuosa, que compartecon otros ilustrados contemporáneos, y con los enciclopedistas:

«La consideración, la estima, la amistad, el deseo de gustar son más necesa-rios todavía que el amor para la felici dad de los esposos. Pero la estima sólopuede estar basada en las cualidades intelectuales y afectivas; sólo ellas pue-den procurar al matrimonio una serenidad constante».

Ataca también la doble moral de la sociedad que condena a la mujer se-ducida y permite que el libertino se vanaglorie de sus hazañas, y respon-sabiliza al gobierno de la falta de educa ción de las jóvenes de las clasespopulares que por ignorancia caen en la prostitución como un medio másfácil de subsistir que el trabajo honrado:

«¡a cuántos peligros la negligencia del Gobierno y la falta de educación ex-ponen a la hija del hombre del pueblo!».

Reivindica una educación igualitaria, que permita a las mujeres gozarde los beneficios de las relaciones sociales en vez de estar recluidas en elhogar y, lo que es más novedoso, acceder a la ciudadanía y a las funcionespúblicas en la misma medida que los hombres.

Juan-Antonio-Nicolás Caritat, marqués de Condorcet, filósofo, dirigente po-lítico y matemático, nacido en 1743, perdió muy joven a su padre. Su madre,muy devota, le hizo estudiar en colegios religiosos. Su primera obra, publicadacuando tenía 22 años, versa sobre el cálculo integral y obtuvo un gran éxito. Suaptitud para las matemáticas le abrió la entrada a la Real Academia de Cienciascuatro años más tarde. Fue discípulo y amigo de d’Alembert, que le puso encontacto con los ambientes intelectuales, donde conoce a Voltaire y al gran eco-nomista Turgot, que regía las finanzas del país bajo Luis XVI y que le nombrainspector general de la Moneda, cargo que ocupa hasta la Revolución.

Desposó a Sofía de Grouchy, que había recibido una educación cuidadaen sus primeros años, aunque, ya adolescente, es llevada a un convento delcual sale renegada y atea. Casa con Condorcet muy joven, en un matrimo-nio feliz por amor y por afinidades ideológicas. Abre un salón llamado “dela Moneda” donde recibe a Ilustrados como ellos, y se da a conocer en la

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sociedad culta por su versión muy libre de una obra de Smith, constituidapor ocho cartas bajo el título de Cartas sobre la simpatía, basada en la idearoussoniana de que el ser humano es bueno por naturaleza, y es precisofortalecer los vínculos con los demás, o sea, la simpatía.

Su carácter de ilustrado le lleva a interesarse igualmente por la filosofíay la política. Es colaborador de la Enciclopedia, defiende los derechos delhombre y, cosa menos frecuente, de la mujer, alza su voz contra la esclavi-tud. Esta actividad intelectual hace que en 1777 sea nombrado secretario dela Academia de Ciencias y en el 82, de la Academia Francesa.

Fue el único de los grandes filósofos ilustrados que alcanzó a ver la Re-volución de 1789, y fue uno de los máximos defensores de la idea del pro-greso de la humanidad: confiaba en que la Revolución conduciría a unareconstrucción más racional de la sociedad. Como representante de Parísen la Asamblea Legislativa de 1791, forma parte del grupo de los Girondi-nos. En el 92, Condorcet presenta ante la Asamblea el que es su más im-portante proyecto legislativo: un decreto sobre la organización general dela instrucción pública. Un gran proyecto, pero fallido: ese mismo día, Fran-cia declara una guerra y el proyecto se desvanece.

Este proyecto legislativo, de enorme alcance, es un monumento del es-píritu ilustrado. La instruc ción tiene una clara finalidad política: la igno-rancia favoreció siem pre la tiranía:

«Incluso bajo la Constitución más libre, un pueblo ignorante es esclavo».

Por lo tanto, la única posibilidad de garantizar la libertad y la igualdaden el pueblo es instruirlo. La instrucción ha de ser pública, laica, gratuita.Semejante concepción es inseparable del régimen que declara la igualdadde todos ante la ley y afirma que el ciudadano no obedece sino a las leyesque ha contribuido a constituir; en una palabra, la República. La instrucciónperfecciona la especie humana y permi te acelerar su progreso irreversibleen libertad y racionalidad; ese perfeccionamiento es el camino que, a me-nudo a través de crisis y de rupturas, conduce a la felicidad universal. Ensu obra planteaba ideas muy innovadoras sobre aspectos como la necesi-dad de que esa educación además de universal, laica, obligatoria y gra-tuita, tiene que ser común para los ciudadanos de ambos sexos. Sólo unsiglo más tarde, estas ideas comenzarán a tener una posibilidad de aplica-ción, y ciertos aspectos, como la enseñanza común en convivencia de niñosy niñas, aun la discuten algunos hoy en día.

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Condorcet defiende enérgicamente la causa de la mujer y de modo es-pecial, el derecho al voto en una obra publicada en 1790, De la admisión delas mujeres al derecho de ciudadanía, defensa que le valió grandes enemista-des. Pero Condorcet, ardiente feminista, aplica su razón y sus principios:

«O bien ningún miembro de la raza humana posee verdaderos derechos, o bientodos tenemos los mismos; quien vota en contra de los derechos del otro, cuales-quiera sea su religión, su color o su sexo, está abjurando de ese modo de los suyos».

Y, más abiertamente, pide el derecho de sufragio que implica la ciuda-danía y critica su no aplicación:

«¿Acaso los hombres no tienen derechos en calidad de seres sensibles capa-ces de razón, poseedores de ideas morales? Las mujeres deben, pues, tener ab-solutamente los mismos y, sin embargo, jamás en ninguna constitución llamadalibre ejercieron las mujeres el derecho de ciudadanos».

Dado el fracaso de su intento legislativo y creyendo que su proyecto esno sólo válido, sino necesario para la buena marcha de la República, en1791 da a conocer Cinco Memorias sobre la Instrucción pública (traducidas alespañol con el título de Escritos pedagógicos), Una de ellas expone las razo-nes por las cuales “es necesario que las mujeres compartan la instrucción dadaa los hombres”.: 1º) para que puedan vigilar de cerca la que se proporcionaa sus hijos, cosa esencial en todas las familias, pero aun más en el caso delos ciudadanos pobres, a los que les es difícil acceder a otro tipo de educa-ción en sus primeros años; 2ª) porque la falta de instrucción de las mujeresintroduciría en las familias una desigualdad contraria a su felicidad; 3º)porque es un medio de hacer recordar a los hombres los conocimientos quehan adquirido en su juventud; y 4º) porque las mujeres tienen el mismoderecho que los hombres a la instrucción pública.

«Si las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, ellas tienen,pues, el de obtener las mismas facilidades para adquirir los conocimientos, losúnicos que pueden darles los medios de ejercer realmente estos dere chos conuna misma independencia e igual extensión».

Una vez establecida esta premisa y, de acuerdo con su apuesta por lainstrucción pública e igualatoria, pasa a defender no sólo la educación en

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común, sino que los maestros puedan ser indiferentemente de uno u otrosexo. Añade que en los pueblos, las razones económicas obligan a crearescuelas mixtas. Y concluye afirmando que la educación común es útil alas costumbres, lejos de ser peligrosa, y favorece la emulación.

Durante la Revolución, criticó los excesos que se estaban cometiendocontra los girondinos moderados, a los que apoyó durante el Terror de1793. Tuvo que huir, víctima del Terror jacobino por sus simpatías giron-dinas, y mientras estuvo escondido escribió su obra más importante: Bos-quejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano (1795). En estaobra perfiló el progreso de la especie humana a través de nueve etapas,empezando por la primitiva. También esbozó el concepto de una décimaetapa donde, en gran medida a través de la educación, podría alcanzarsela perfección humana.

Exalta la labor realizada por la Ilustración, tarea de razón, crítica del pre-juicio y defensora de la tolerancia, y afirma su fe en la perfectibilidad de laespecie humana. Pero sostiene que una de las condiciones de esta perfec-tibilidad es la abolición de los prejuicios sobre los sexos. Únicamente laigualdad entre éstos hará posible el desarrollo de una conciencia moral másplena y el goce de una felicidad hasta el momento desconocida. Su defensade los derechos de las mujeres utiliza una retórica y unos argumen tos si-milares a los que en el siglo siguiente desarrollarán varios pensadores.

Sospechando que su refugio ya no era seguro, Condorcet intentó escapar.Fue descubierto en Clamart, pueblo cercano a París, y encarcelado; al díasiguiente fue encontrado muerto en su celda.

El historiador romántico Jules Michelet, califica a Condorcet como “elúltimo de los filósofos” del siglo XVIII. Es, en efecto, un auténtico espíritude las Luces, que se apoya siempre en la razón y que confía en la capaci-dad del hombre para el progreso, aunque por desdicha, con demasiado op-timismo:

«La especie humana camina con paso firme y seguro por el sendero de la ver-dad, de la virtud y de la felicidad».

Nacido en 1741 en el seno de una familia burguesa, Cho derlos de Laclosse dedica a una mediocre carrera militar. Alcanza el éxito a través de la li-teratura. En 1782, publica Las amis tades peligrosas, una crítica a la moral y lascostumbres de la nobleza. En ella, Madame de Tourvel, perteneciente a lanobleza de toga, virtuosa, pero sometida a un gran debate interno, será la

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víctima de dos libertinos, el vizconde de Valmont que la seducirá y la mar-quesa de Merteuil que dirigirá el engaño. Madame de Tourvel es una mujersensible, solitaria, sin ninguna formación ni experiencia, que por creer enel amor se ve abandonada por su amante. Es el modelo perfecto de la mujerburguesa de la época, producto de una sociedad que olvida educarla y lacasa con un hombre mayor por el que nada siente. A ella se opone la figurade la marquesa, una mujer que, habiendo comprendido muy tem prano lasituación de desventaja de las mujeres en la sociedad, ha decidido ser unaexcepción y gozar de placeres y privilegios similares a los masculinos. Ledice a Valmont que ha nacido para vengar a mi sexo y dominar al vuestro. Fría,malvada, déspota, con un cinismo cruel, es quien dirige el juego en toda lanovela. Aún se nos ofrece un tercer modelo femenino, Cecilia: recién sa-lida del convento, espontánea, ingenua, casi pueril, todo la señala comovíctima. Y lo será en efecto, vilmente seducida por Valmont con ayuda dela marquesa.

Cínico y calculador, es el prototipo del libertino, para quien la conquistaes como una caza y al que la sociedad corea y halaga en vez de censurarle.Pero también Valmont será una víctima. Le sucede lo que menos esperaba:se enamora de Mme de Tourvel, cuando ya nada puede esperar de ella. Eldestino de todos los personajes será cruel, porque en el fondo todos ellosson las víctimas de una sociedad pervertida y perversa. La novela es unaobra maestra y Laclos un narrador extraordinario.

Un año después de la publicación de Las amistades peli grosas, Laclos com-pone un ensayo para un concurso de la Academia de Châlons-sur-Marnesobre cómo perfeccionar la educación de las mujeres. Su interés por el temale impulsa a desarrollarlo más extensamente. Escribirá entre 1783 y 1802,si bien no se publicarán hasta 1904, tres textos diferentes, un discurso y dosensayos, agrupados bajo el título Sobre las mujeres y su educación. Tanto lasideas como el tono son radicales:

«¡Oh, mujeres! Acercaos y venid a escucharme. Que vuestra curiosidad, di-rigida por una vez hacia objetos útiles, contemple las ventajas que la naturalezaos había dado y que la sociedad os ha arrebatado. Venid a enteraros cómo ha-biendo nacido compañeras del hombre, os habéis convertido en sus esclavas;cómo. caídas en este estado abyecto, habéis llegado a estar a gusto en él, a mi-rarlo como vuestro estado natural; cómo, finalmente, cada vez más degradadaspor un largo hábito de esclavi tud, habéis preferido los vicios envilecedores perocómodos a las virtudes más penosas de un ser libre y respetable».

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Una idea muy rousseauniana, que repetira en otras ocasiones, por ejem-plo en el capítulo X:

«La naturaleza no crea sino seres libres ; la sociedad no produce sino tiranosy esclavos».

Y añade :

«Recorred el universo conocido, por todas partes veréis al hombre fuerte y ti-rano, a la mujer débil y esclava.»

Sostiene que la mujer, sometida, no ha tenido otro recurso que la seduc-ción para tratar de obtener alguna ventaja:

«Entonces la suerte de la mujer se suaviza, no tanto porque hayan conse-guido librarse enteramente del estado de opresión al que su debilidad las con-dena, sino porque en el estado de guerra perpetua que persiste entre ellas y loshombres, con ayuda de las caricias que han sabido crear, logra combatir sincesar y a veces vencer».

Defiende que sólo una gran revolución emprendida por las mujeres yexclusivamente por ellas, podrá cambiar la sociedad a su favor. Pero la re-forma que propugna es falaz. Propone un modelo de mujer doméstica yno una mujer educada y capaz de ocupar un lugar relevante en la sociedad.

La tercera parte de su ensayo trata de sentar las bases de una educacióndiferente, destinada a formar una mujer distinta, más culta y por ello máslibre. Han transcurrido 12 años desde el primer ensayo, ya que éste lo com-pone entre 1795 y 1802. Aunque sigue estando próximo a Rousseau, se alejade él en algunas de las ideas que desarrolla, ya que se muestra:

«...un decidido partidario de la igualdad de los sexos y quiere substituir aSofía por una Emilia a la que le sean reconocidos como a Emilio los derechos,la libertad y la dignidad de una persona».

Es un hombre más maduro, más realista y no piensa en programas deeducación reglada, sino que elabora una propuesta de lecturas propiciapara despertar el espíritu y proporcionar a las jóvenes los medios de lle-gar a ser no sólo más cultas, sino más felices.

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Tal era la situación en Francia cuando se llega al final de un siglo que sedistingue por sus pensadores y que entonces marcaba las pautas sociales eintelectuales para toda Europa. Pero las ideas propugnadas por una partede los Ilustrados respecto a la situación de la mujer y la mejora de su edu-cación, pese a las expectativas creadas y al empeño intelectual y activistade muchas mujeres, no sólo no ha prosperado, sino que, tras la etapa de-cepcionante de la Revolución y el regreso al pasado del nefasto régimennapoleónico, será preciso aguardar muchos años, digamos siglo y medio,para que la mujer pueda aspirar a una educación y a unos deberes y dere-chos intelectuales, sociales y políticos, y para que deje de ser solamente, ycito a Jovellanos, una « bella porción de la humanidad».

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Excma. Sra. Alcaldesa de Gijón, Doña Paz Fernández Felgueroso, Ilmo.Sr. Presidente de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de As-

turias, D. Jesús Menéndez Peláez, Ilmos. Señores patronos, amigos, seño-ras y señores:

Ante el nombramiento de Patrono de esta institución que se me otorga,heme aquí dispuesto a cumplir con la obligación de todo hombre bien na-cido, como es la de agradecer, de todo corazón, el honor que se me dispensa.

Como miembro de la Fundación, desde el año 2002, sí me declaro “Amigode Jovellanos” y de cuantas personas honran la memoria de nuestro insigneprócer, difundiendo y manteniendo viva su obra y figura y promoviendo yactualizando su pensamiento para el bien de España y, específicamente, delPrincipado de Asturias; me afirmo en la idea de que la cultura es la base quepermite el sólido desarrollo y bienestar de los pueblos, y reitero mi apasio-nado amor a mi Gijón natal, por cuyas calles de la península de Cimadevi-lla y a la sombra del Cerro de Santa Catalina, en cuya ladera se alza la casaseñorial de la familia Jove Llanos, sin duda proyectando su influjo bienhe-chor, transcurrieron mis correrías infantiles y de primera juventud.

Mi formación artística exigió pronto mi traslado a Madrid, en dónde hepasado la mayor parte de mi vida personal y profesional. No obstante, elcordón umbilical con mi tierra, mi familia de origen, mis amigos y con lavida cultural que en ella se cultiva sigue sin cortar y latiendo con entusiasmo.

Los sonetos de Jovellanos.Un acercamiento musical*

VICENTE CUEVA DÍAZ

Violinista y compositor

* Discurso de D. Vicente Cueva, pronunciado en la Casa Natal de Jovellanos el día 15 de mayo de2008, con motivo de su investidura como patrono de la Fundación Foro Jovellanos del Principado deAsturias.

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En la actualidad y desde mi jubilación en la Orquesta Sinfónica de RTVE,de la que formé parte como profesor de violín desde su creación en 1965,mis estancias en Asturias son cada vez más frecuentes y prolongadas, porlo que el compromiso que ahora adquiero tendrá más posibilidades de con-vertirse en acción comprometida. En cualquier caso, no he dejado nunca deimplicarme, todos los años, cada 6 de agosto, en que Gijón conmemora elúltimo regreso del patricio asturiano a su ciudad natal. Así nacieron la“Fanfarre a Jovellanos” y la “Marcha Cívica para Jovellanos”.

Aunque mi lenguaje de expresión y comunicación, preferido y elegidopor vocación, es el de las corcheas y semicorcheas, en el que navego conmayor soltura a la hora de crear, mi intervención en el acto que nos ocupame obliga a utilizar la palabra como vehículo. Afirmo sin pudor que, aun-que haya hecho algunas pequeñas incursiones en el terreno literario, eneste ámbito me desenvuelvo con más dificultad. En ellas hice converger loliterario con la música. Primero fue la conferencia-concierto Jovellanos yla música de su tiempo y posteriormente, el artículo Retrato en cursiva, pu-blicado el 5 de agosto de 2006, en el diario La Nueva España de esta villa, quefinalicé anunciando que, como homenaje personal al Jovellanos poeta,había musicado –de nuevo la música en alianza con el verbo- sus Sonetos“A la noche”, “A la mañana” y “A Enarda”.

Estos sonetos pertenecen a la poética amatoria de D. Gaspar, poesía que,en su mayoría, corresponde a la década sevillana, cuando Jovellanos, entresus 24 y 34 años, ejercía su magistratura como Alcalde del Crimen en laAudiencia de la capital andaluza. Durante este decenio el amor realirrumpe en su vida y el joven Jovino lo trasciende mudándolo en poesía.

No es precisamente la poesía amorosa la preferida del Jovellanos ilus-trado. Su poética en lo que a la lírica se refiere está resumida por él mismoen la carta que envió a su hermano Francisco de Paula, la cuál colocó alfrente de sus poesías amorosas que consideraba como sus “entretenimien-tos juveniles”, y también el “Idilio” que le sigue. Igual se manifiesta en latan citada “Carta de Jovino a sus amigos de Salamanca”, en la que confiesaestar en contra de la poesía lírica y en especial de la amatoria, cuya mayorparte procuró ocultar a sus amigos, ya que este “entretenimiento de ratosperdidos” le parecía “poco digno de un hombre serio”, y más cuando éstees magistrado como él, a quién le obliga “la austeridad en las costumbres”.1

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1 GÓMEZ DE LA SERNA, Gaspar, Jovellanos, el español perdido (T. I). Organización Sala Editorial, S.A.,Madrid, 1975. Págs. 90-91.

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No es cuestión de analizar aquí por qué el insigne ilustrado “parece”conferir al tema del amor, dentro de los múltiples aspectos del alma hu-mana, un lugar de inferior categoría, “ignorando” o “negando” el papeldecisivo que juega en el equilibrio psicosomático de la totalidad del ser. Esotro el tema que ahora nos ocupa. Pero haremos un inciso para citar, aun-que someramente, las teorías del Dr. Martínez Fernández que ha estudiadoel biotipo de Jovellanos. Apoyándose en las tesis del gran Ortega y el Dr.Marañón, con los que coincide, diagnostica que “el caso Jovellanos entra deplano en los moldes de la más absoluta normalidad”; “la estabilidad so-mática –concluye– que es la piedra de toque de un buen equilibrio glan-dular, va manteniéndose hasta el ocaso de la existencia en los trazos de unperfil netamente varonil”.2

Gómez de la Serna apostilla que “su indudable timidez (a la que debie-ron contribuir sus años de formación eclesiástica), su austeridad, su sentidode la virtud, su finura de alma y su rigurosa selectividad, no hacían de élciertamente un “don Juan”; por el contrario le harían concentrar su elec-ción, como efectivamente así fue, en muy contadas mujeres en su vida”.3

Como dice el profesor Caso, “la historia amorosa de Jovellanos es uno delos puntos más oscuros de su biografía. Nada sabemos de quién era o quié-nes eran las mujeres que amó”.4

Quizás interese a Vds. saber el criterio que me ha movido para musicar,de entre su vasta producción poética, algunas de sus más íntimas y perso-nales poesías, precisamente del género que el propio Jovellanos conside-raba como mero entretenimiento. Y es que creo que en ellas nuestroreservado magistrado nos muestra la huella humana de un corazón cálidoy vivo que late, desvelándonos unos sentimientos y emociones íntimos, unalma en eclosión respondiendo al estímulo del amor, un contenido estéticomás próximo a la idea que hoy se tiene de la poesía como expresión idealde la belleza y del sentimiento; una poesía amatoria que Gómez de la Serna,con sentido muy crítico, asegura que, si bien “en ciertos puntos –los más in-teresantes e intensos– toca el borde del prerromanticismo más intimista,sincero y apasionado”, en general, está “dominada por la frialdad o con-

Los sonetos de Jovellanos. Un acercamiento musical – Vicente Cueva Díaz 145

2 MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Jesús, Jovellanos: Patobiografía y pensamiento biológico. Instituto de EstudiosAsturianos. Oviedo, 1966. Págs. 252-253. Véase cita en GÓMEZ DE LA SERNA, G., ob. cit. pág. 96.

3 GÓMEZ DE LA SERNA, G., ob. cit., pág. 97.4 CASO GONZÁLEZ, José. Prólogo y notas en Poesías de G. M. de Jovellanos. Edición Crítica. I.D.E.A.,

Oviedo, 1961. Pág. 20. Véase en GÓMEZ DE LA SERNA, G., ob. cit., pág. 97.

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vencionalismo de las fórmulas neoclásicas”, sosteniendo que los “Idilios”sevillanos son una mala imitación de las églogas de Garcilaso, “confun-diendo e incluso aburriendo al lector”.5

Caso la sitúa dentro del estilo rococó, libre de las ampulosas metáforas,hipérbatos y cultismos propios del barroquismo cultivado en la primeramitad del siglo XVIII.6

En la segunda mitad, va a comenzar, sobre todo en la poesía amorosa, unestilo ligero, sensual y refinado y a triunfar un subgénero poético, la ana-creóntica (romancillo heptasilábico). Renacerá el soneto y hasta el mismoendecasílabo, todavía muy ligado a las normas clásicas, rompe a veces, pormedio de encabalgamientos o cesuras en lugares insólitos, el ritmo, que yano es el típico del endecasílabo.

En cualquier caso, su lenguaje y contenido prerromántico, tan distintodel que muestra el resto de su producción literaria, tanto en prosa comoen verso, condicionaron mi elección al pensar que este tipo de poesía sepresta mejor al lírico maridaje verso-melodía.

Fue en Sevilla donde Jovellanos completó su formación de polígrafo ilus-trado con el indispensable ejercicio de la poesía. Dice Ceán Bermúdez que“su inclinación a ella desde niño pudo muy bien proceder de haber nacidoen un pueblo donde muchos la exercitaron…; o de haberla heredado desus mayores…”7, lo que viene a mostrarnos que ya existían antecedentes fa-miliares en que apoyarse, pero el verdadero apoyo le viene de dos estímu-los independientes y paralelos: el que recibió en la tertulia del AsistentePablo de Olavide y el que, algo después, le proporcionaría su relación epis-tolar con la escuela poética salmantina.

Cuando hablamos de poesía en Jovellanos debemos entender no sólo laque compuso en verso o para el teatro, sino también el estudio profundode la literatura latina, de algunas extranjeras como la italiana, la francesay la inglesa y, desde luego, de la literatura clásica española (Garcilaso, Bos-cán, Herrera, los Argensola y Fray Luis de León).

La prueba de que respondió a los estímulos ilustrados de la tertulia deOlavide es que, ya en el año 1769, escribió su primera obra dramática enverso: “El Pelayo”, que llegó a representarse años más tarde en nuestra

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5 GÓMEZ DE LA SERNA, G., ob. cit., pág. 97.6 CASO GONZÁLEZ, José M., Jovellanos. Ariel. Barcelona, 1998. Pág. 35.7 CEÁN BERMÚDEZ, Juan A., Memorias para la vida del Excmo. Sr. D. Gaspar Melchor de Jove Llanos, y

Noticias analíticas de sus obras. Ateneo Jovellanos. Gijón, 2000. Pág. 288.

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villa, en el verano de 1782, por actores aficionados, aunque Jovellanos noquedó nunca satisfecho de esta producción suya. A ésta le siguió “Los es-pañoles en Cholula”, tragedia en cinco actos que no llegó a terminar. Existeuna tercera producción escénica, también suscitada en el círculo de Ola-vide: la comedia “El delincuente honrado”, que fue la más afortunada delautor. Obra sobre cuestiones jurídicas, lacrimosa (larmoyante) y patética, detípica atmósfera prerromántica. Escrita originalmente en prosa, fue versi-ficada por el propio autor para su puesta en escena. De escaso valor litera-rio, es importante como documento de época. Según el filólogo e historiadorJoaquín Arce, “su lenguaje es entonado, artificioso e insincero, a pesar de lasactitudes sensibles y de la rebusca de situaciones conmovedoras… Es unapieza interesante como muestra de un estilo y como reflejo del modo depensar del (jurista) Jovellanos”.8 Creo –continúa Arce– que “no podemos nidebemos valorar con criterio estrictamente estético una obra compuestacon afán de influir en la ideología de la época, exponiendo una nueva con-cepción de la ley y de la pena”.9 El drama interesa en la significación ge-neral de Jovellanos como figura puente entre dos mundos y no debedescartarse un posible influjo del drama sentimental de Jovellanos en laobra cumbre del teatro romántico español, en el Don Alvaro, o la fuerza delsino, del Duque de Rivas.10

Más como antes apunté, la personalidad literaria del joven magistradose completó, en aquella época, con el ejercicio de la poesía que le propor-cionó su relación epistolar con la escuela poética helmántica. En Salamancase tomó muy en cuenta la poética de Jovellanos, más por su saber poéticoen perfecta correspondencia con el espíritu filosófico y pedagógico del sigloque por la calidad de sus versos. Comenzó la relación con el elogio que elreligioso calzado de Sevilla Fray Miguel de Miras, (Mireo) hizo del tambiénagustino y poeta salmantino Fray Diego González, (Delio), del que Ceánañade que, en Salamanca, “procuraba resucitar el mérito y delicado gustode Fray Luis de León entre don Juan Meléndez Valdés y otros jóvenes deaquella universidad”.11 Jovellanos escribió a Delio elogiando sus poesías yenviándole, por indicación de Mireo, su “Historia de Jovino”. Delio le con-

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8 ARCE, Joaquín, La poesía del siglo ilustrado, Editorial Alhambra, S.A. Madrid, 1985. Pág. 380.9 Ibídem.10 Ibídem. pág. 38311 CEÁN BERMÚDEZ, Juan A., ob. cit., pág. 289. Véase GÓMEZ DE LA SERNA, Gaspar., ob. cit., pág.

86.

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testó dándole noticias del grupo con su “Carta del Parnaso salmantino”,hablándole también de Meléndez (Batilo) y del P. Fernández de Rojas (Li-seno).

Fruto de la amistad poética y de la copiosa y constante correspondencia,fue la creciente influencia de Jovellanos sobre los de Salamanca y sobre elmismo Meléndez, influencia que fue, más que la de un verdadero poeta, lade un sabio en materia poética, la de un mentor ilustrado.

Como poeta, el asturiano les envía la famosa epístola “Jovino a sus ami-gos de Salamanca” y numerosas poesías a Batilo y Mireo, poemas correcta-mente neoclásicos, odas y versos sáficos, como el “Himno a la luna”;epístolas didácticas, sonetos llenos de alusiones mitológicas (Astrea, Apolo,Las Musas, el Parnaso), poética que Gaspar Gómez de la Serna considera“fría, de perfeccionismo formal, sin fondo lírico auténtico, lleno de pseu-dónimos (Clori, Enarda, Anfriso) y de todos los tópicos ilustrados deltiempo...12 A veces, su imitación de los clásicos (Garcilaso, Quevedo) es pal-pable o al menos de una buscada resonancia casi literal”.13

Todas estas manifestaciones quedaron a la sombra de su pasada juven-tud. La poesía posterior es poesía civil, crítica y censoria, cuando no epi-gramática y en ocasiones asomada a las contiendas literarias de la época.

Otra cosa es el saber poético de Jovellanos y de su efectivo influjo en Me-léndez y sus amigos. D. Gaspar lo que admiraba de verdad eran los gran-des poemas épicos que exaltan los hechos grandes y memorables, losromances, históricos, la poesía filosófica, didascálica y moral; es decir, todolo que tenga un sentido pedagógico, moralizante o útil al servicio del hom-bre y de las luces. Es claro que no podía ser de otro modo como corres-ponde a un verdadero espíritu ilustrado.

En la carta que Jovino escribe, en verso, a sus amigos salmantinos, con-secuente con estas ideas, les exhorta a que se desvíen de la poesía lírica yla anacreóntica, impulsándoles hacia una poesía más cercana “al alto finpara el que fue nacido” el hombre. A Delio le encomienda que encamine supoesía a la filosofía moral; a Batilo que cultive la épica nacional y a Liseno,que se dedique a la poesía dramática. Él mismo, en su “Epístola VIII”,de1802, la primera de las dos dirigidas a su amigo Posidonio, sostiene estapostura ante la vida:

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12 GÓMEZ DE LA SERNA, G., ob. cit., pág. 89.13 Ibídem.

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Sabes que mis días.…………………………........corrieron inocentes, consagradossólo al público bien. ………………………………………….………………. que fui patronode la verdad y la virtud, y azotede la mentira, del error y el vicio;..................................................

El ascendiente literario y moral van unidos en Jovellanos. El profesorArce cita al poeta Quintana,14 quién escribía las siguientes líneas que loatestiguan: “Todos le amaban, todos lo veneraban y una sonrisa de Jo-vino era la recompensa más grata que entonces podían recibir la aplica-ción y el ingenio”. Infundía una gran sugestión que ejercía, aparte susprendas humanas, como sabio, como orientador y maestro de la juventudliteraria.

Así lo acredita Meléndez Valdés, “el dulce Batilo” en su Epístola II, “Alseñor don Gaspar de Jovellanos, dedicándole el primer tomo de poesías, enel año de 1785”, con los versos siguientes:

Tú me llevaste de Minerva al templo,tú me llevaste, y mi pensar, mis luces,mi entusiasmo, mi lira, todo es tuyo. ………………………………. Que tú has sido mi numen ¡oh Jovino!Y que hijos son de tu amistad mis versos.………………………………...obra soy tuya y de tu noble ejemplo.Y tuyos son mi nombre y mis laureles.

No es casual que el poeta Félix José Reinoso, sacerdote sevillano, titu-lara su Oda VIII “A Jovino, apreciador de la juventud estudiosa”. No eransolamente los jóvenes quiénes se dejaban guiar subyugados por el hombrede más talla intelectual del momento. Fray Diego González (Delio), doceaños mayor que Jovellanos, seguirá gustosamente y con rigor el plan que

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14 QUINTANA, Manuel. J., BAE, XIX, pág. 155. Citado en ARCE, J., ob. cit., pág. 384.

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éste le traza para escribir el poema didáctico Las Edades (del Hombre),“del que le di la idea y aún el plan del libro”.

Interesante el juicio del poeta Leandro Fernández de Moratín, que en suOda IV “A don Gaspar de Jovellanos”, proclamará que su nombre presta“voz a mi cítara, materia al verso” y en su Epístola II también le reconocerámaestro de la técnica poética.15

El hecho de inducir a nuevas direcciones poéticas, desviando a los poe-tas del círculo salmantino de su propio cauce, ha dado que hablar, en nu-merosas ocasiones, sobre la “insensibilidad poética” del maestro.

¿Alma “no sensible”? ¿Cómo podemos hablar de insensibilidad cuandotantos rasgos de su personalidad muestran lo contrario? Analicen si no latierna devoción que profesa a sus amigos; el profundo amor a su Región ya su Patria; la sensibilidad al dolor del oprimido y del que sufre; la per-cepción de la belleza que advierte en la Naturaleza y en las obras de arteen iglesias, monasterios y palacios que encuentra a su paso en tantos y tan-tos caminos en el desempeño de sus múltiples misiones y que plasma apa-sionadamente en sus “Diarios”.

No era insensibilidad poética, -dice Arce-, sino que “ya en plena juven-tud, mostraba una percepción del momento histórico en que vivía, la per-cepción de un mundo de cultura en crisis, cuando en el aire se olfateabansíntomas de renovación”.16 Por eso sintió la necesidad de elevar el tono po-ético, de darle un sentido de utilidad pública, convirtiéndolo en instru-mento del progreso y del perfeccionamiento moral.

En ningún momento histórico, como en el siglo XVIII en su madurez,sus escritores y guías intelectuales sintieron la necesidad de disipar las ti-nieblas del pasado. En la plenitud del reinado de Carlos III, Jovellanos,como fiel representante del “espíritu general de la ilustración”, asume conrigor el papel de guía en un mundo que preanuncia nuevos modos de sen-tir y de pensar.

Los poetas de la ilustración española, sin desvincularse de sus antiguosmaestros (Garcilaso, Góngora, Fray Luis de León) incorporan un nuevomundo de descubrimientos y verdades científicas (Newton, Copérnico,Galileo), que podían contribuir a la felicidad pública, empleando comovehículo de difusión una lírica en forma de versificación más próxima a laandadura de la prosa. Es la que se engloba en el concepto de “poesía ilus-

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15 ARCE, Joaquín., ob. cit., pág. 386.16 ARCE, Joaquín, ob. cit., pág. 380.

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trada”. Y ¿por que emplean el lenguaje de la poesía? Sin duda, porquecausaba menos recelo ver ese mundo de allende las fronteras expuesto enlenguaje poético, más ligero e intrascendente, que en el de la prosa, el ha-bitual vehículo de la verdad.

Este modo de creación poética –prosaísmo- busca la claridad, la difusiónde las luces, sin obstaculizar la comprensión de las verdades con metáfo-ras o esquemas rítmicos. Es por eso que la poesía ilustrada preferirá los en-decasílabos sueltos o la forma de silva, estructuras que permiten unaexpresión más libre de ideas y verdades.

Si Meléndez es la culminación –seguimos la erudita andadura del pro-fesor Arce–,17 no podemos olvidarnos del papel mediador de Jovellanos;en él hay muestras de poesía filosófica y de poesía social; con él nace laveta de la poesía prerromántica y en él, junto con Cadalso, tiene origen yculmina la prosa prerromántica. En Jovellanos está la atención, quizá porprimera vez, a un léxico realista, usual y cotidiano empleado como cate-goría poética.

En cualquier caso, toda la producción poética dieciochesca en España,desde una perspectiva actual es acogida con recelos y poca simpatía. Esuna poesía sin vibración comunicativa para la refinada sensibilidad denuestro tiempo por la futilidad de los temas o por la pretensión de tras-cendencia y solemnidad. A la escasez de profunda poesía corresponde unaabundante producción de versos. No obstante, a partir de 1770, en plenoapogeo de la ilustración, el lenguaje poético obedece ya a planteamientosideológicos y aspiraciones de más altura.

Menéndez Pelayo, auténtico creador de la historiografía española mo-derna, ensalzador de los valores consustanciales con el modo de ser espa-ñol, es partidario de no sofocar la producción literaria de nuestro sigloXVIII entre la grandeza de nuestra literatura del Siglo de Oro y la comuni-cabilidad de la lírica romántica.

En concreto y con respecto a Jovellanos, creo que es muy osado juzgar lacalidad estética de su poesía lírica y del resto de su obra, aun teniendo encuenta las características de la poesía ilustrada y del siglo.

¿Era Jovellanos un buen poeta, un verdadero poeta?Para dilucidar el interrogante, nos será de utilidad dar un repaso a al-

gunas de las numerosas críticas que se han emitido al respecto. En general,los elogios que se hacen a la poesía del insigne asturiano son tibios a ex-

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17 ARCE, Joaquín, ob. cit., pág. 220.

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cepción de las dos sátiras y la “Epístola del Paular”, a las que no se han es-catimado elogios y reconocimiento.

González Hermosilla y el poeta Quintana le hacen flaco favor. Este últimopiensa que “ni su estilo, ni sus versos, tienen el carácter de verdadera poe-sía”.18 Ambos señalan, como defectos, el uso de algunos arcaísmos y, en con-creto, Gómez Hermosilla, el empleo de “expresiones demasiado fuertes yfamiliares”.19 No obstante, reconocen que, gracias a las antedichas composi-ciones se puso a la par de los que cultivaban ese arte con mayor acierto.

Por el contrario, los elogios de Ceán, fiel amigo, y de Cándido Nocedalson un tanto desmesurados. En la misma línea, los del editor Julio Somoza,uno de los más preclaros jovellanistas, cuya apasionada defensa nadiepuede aventajar.

Alcalá Galiano destaca las sátiras “al estilo de Juvenal, más que al modode Horacio”.20 Sin embargo, Cueto, marqués de Valmar, no es generoso:“como versificador no es un modelo Jovellanos”.21 Su juicio influyó en LuisCejador y en el propio Menéndez Pelayo, aunque éste, con fina sensibili-dad, supo descubrir en él nuevas facetas literarias, llegando a decir que:“no sólo fue poeta (y hasta gran poeta en dos o tres ocasiones) en sus sáti-ras y epístolas, sino en su misma comedia El delincuente honrado”. Aún re-conociendo que “no fue la poesía su vocación predilecta”, descubre en él“un jugo de alma rarísimo en la poesía del siglo XVIII”.22

Podríamos seguir hasta agotarnos y no veríamos nada distinto a lo ya ex-puesto, sabroso racimo de luces y sombras, eterno claroscuro de opinionescontradictorias y acaso complementarias. Más, porque me parecen acerta-das y próximas a nuestro tiempo, quiero terminar con las interpretacionesdel gran Azorín y de Gerardo Diego.

La verdadera interpretación moderna de la sensibilidad poética de Jo-vellanos constituye el tema de un fino y breve artículo de Azorín. Con el tí-tulo “Un poeta”, incluido en Clásicos y modernos (1913), señala que es eseléxico realista y las expresiones familiares, que Hermosilla le censuraba, lo

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18 QUINTANA, Manuel. J. Véase ARCE, J., ob. cit., pág. 394. 19 GÓMEZ HERMOSILLA, José. Juicio crítico de los principales poetas españoles de la última era. Valencia,

1840. Véase en Joaquín ARCE, ob. cit., pág. 394.20 ALCALÁ GALIANO, Antonio., Historia de la Literatura española, francesa, inglesa, italiana en el siglo

XVIII. Madrid, 1844. Véase en ARCE, J., ob. cit., pág. 395.21 CUETO, Leopoldo Augusto de, marqués de Valmar, véase en Joaquín ARCE, ob. cit., pág. 396.22 MENÉNDEZ PELAYO. Véase en ARCE, J., ob. cit., pág. 396, (incluidas las notas 8 y 9 pié misma pág.).

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que para nosotros, hoy, constituye la parte más viva de su poesía y la sal-van precisamente entre la aridez y la opacidad del siglo.

Creo merece escucharse, por su belleza, el retrato que Azorín hace del Jo-vellanos poeta y que Arce también cita23:

“Un anciano se halla frente al mar en esta costa Cantábrica. Está pensativo,atalaya la inmensidad... Ha ocupado eminentes cargos en la política y ha sidocruelmente perseguido. Ha escrito mucho de legislación, de agricultura, de arte,de crítica literaria. Numerosas poesías han salido de su pluma. Poeta es, antetodo, este anciano. Su inspiración la ha vaciado en largas epístolas, en letrillas,en sonetos... Sentido de lo pintoresco y de la naturaleza hay en su poesía... élsabe poner en sus poemas vivo color y animado movimiento”.

Gerardo Diego emite un juicio parecido:

“Don Gaspar de Jovellanos fue poeta pero no fue un poeta”. Tiene aciertosexpresivos de una gran belleza, como la descripción de la noche en El Paular. Esel momento más inspirado “de toda la poesía de su tiempo”, y las sátiras, las“barrocas sátiras” son modelo de precisión, lo que le mueve a afirmar que“poeta en prosa Don Gaspar lo es en sus mejores momentos”.24

Creo haber llegado al final de mi exposición y espero haber logrado unavisión de conjunto más o menos esclarecedora sobre Jovellanos y la poesía.Sólo me resta informarles que, a los tres sonetos inicialmente enunciadosa los que puse música, he añadido uno más: “A Alcmena”, componiendoasí un pequeño álbum-partitura, que titulo “Cuatro Sonetos, para canto ypiano, según textos de G. M. de Jovellanos” y que dedico a la FundaciónForo Jovellanos del Principado de Asturias. Ojala sean del agrado de todos.

Muchas gracias.

Los sonetos de Jovellanos. Un acercamiento musical – Vicente Cueva Díaz 153

23 ARCE, Joaquín, ob. cit. pág. 393.24 DIEGO, Gerardo, La poesía de Jovellanos, en Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, XXII,

1946. Véase ARCE, J., ob. cit., pág. 398 (incluida la nota 13 pié misma pág.)

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BIBLIOGRAFÍA

ALCALÁ GALIANO, Antonio.- Historia de la Literatura española, francesa, in-glesa, italiana en el siglo XVIII.- Madrid, Imprenta de la Sociedad Litera-ria y Tipográfica, 1845.

ARCE, Joaquín.- La poesía del siglo ilustrado, Editorial Alhambra, S. A. Ma-drid, 1985.

CASO GONZÁLEZ, José.- Prólo go y notas en Poesías de G. M. de Jovellanos. Edi-ción Crítica, I.D.E.A. Oviedo, 196.

—- Jovellanos. Ariel. Barcelona, 1998.CEÁN BERMÚDEZ, Juan A.- Memorias para la vida del Excmo. Sr. D. Gaspar Mel-

chor de Jove Llanos y Noticias analíticas de sus obras. Ateneo Jovellanos,Gijón, 2000.

CUETO, Leopoldo Augusto de, marqués de Valmar.- Historia critica de la po-esía castellana del siglo XVIII, Madrid, Sucesores de Rivadeneira, B.A.E.,3 vols., 1893.

DIEGO, Gerardo.- La poesía de Jovellanos. Boletín de la Biblioteca de Menén-dez Pelayo, XXII, Santander, 1946.

GÓMEZ DE HERMOSILLA, José.- Juicio crítico de los principales poetas españoles dela última era-. París, Librería de Don Vicente Salvá, 2 tomos, 1840.

GÓMEZ DE LA SERNA, Gaspar.- Jovellanos, el español perdido (2 tomos). Orga-nización Sala Editorial, S.A. Madrid, 1975.

MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Jesús.- Jovellanos: Patobiografía y pensamiento biológico.Instituto de Estudios Asturianos. Oviedo, 1966.

MENÉNDEZ PELAYO. Marcelino.- Poetas líricos del siglo XVIII. Madrid, Atlas,B.A.E. LXI. 1952.

QUINTANA, Manuel. J.- Ed. Atlas, B.A.E, XIX, 1946.

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III

Bibliografía jovellanista

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Apéndice VIII

ORLANDO MORATINOS OTERO

Tal como viene ocurriendo en anteriores apéndices, continúan siendonotables las apariciones de artículos sobre Jovellanos tanto en prensa

periódica como en monografías históricas y otras ediciones de carácter ge-neral. Son continuas las citas a la vida y a la obra de Jovellanos. La diver-sidad tanto ideológica como social de sus autores hace que el ilustradoasturiano sea más conocido y reconocido, no solo por las consabidas citassino porque genera en los lectores esa curiosidad por descubrir quien es elJovellanos en realidad. Para ello coadyuvan las diferentes ediciones de mo-nografías sobre su obra (“Memoria para los espectáculos públicos”, “El de-lincuente honrado”, “Memoria sobre educación pública” y un tomo más desus “Obras Completas”). Con ello el gijonés alcanza una importancia bi-bliográfica muy superior a la de otros personajes españoles de la época.

Finalmente, nuestro agradecimiento a quienes nos han facilitado datossobre algunos de los registros ya que sin su colaboración muchos quedaríanen la sombra bibliográfica.

[email protected]

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ÍNDICE DE LOCALIZACIÓN DE REGISTROS

Desde la edición de la Bibliografía Jovellanista en 1998, se han ido su-mando registros a través de diferentes apéndices. Los apéndices I al VI hanformado parte de las correspondien tes ediciones del Boletín Jovellanista. Apartir del Apéndice VII han pasado a formar parte de Cuadernos de Investi-gación.

Con el fin de situar al lector y facilitar la búsqueda de registros, detalla-mos a continuación un índice esquemático de localización de registros re-cogidos en la Bibliografía Jovellanista, Boletín Jovellanista y Cuadernos deInvestigación, así como la numeración de registros de cada apéndice ya pu-blicado.

Bibliografía Jovellanista, 1998.Registros 1-1984

Boletín Jovellanista, I, 1999.Apéndice IRegistros 1985-2093

Boletín Jovellanista, II, 2001.Apéndice IIRegistros 2094-2327

Boletín Jovellanista, III, 2002.Apéndice IIIRegistros 2328-2667

Boletín Jovellanista, IV, 2003.Apéndice IVRegistros 2668-2866

Boletín Jovellanista, V, 2004Apéndice VRegistros 2867-3023

Boletín Jovellanista, VI, 2005Apéndice VIRegistros 3024-3224

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Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero 159

ABREVIATURAS

ap. apéndiceart./arts. artículo/scap./caps capítulo/scat. catálogocía. compañíacm centímetroscoord. coordinador/racorr. corregido/acol. coleccióned./eds. edición/nes-editor/esedit. editorialest. tip. establecimiento tipográficofacs. facsímil/esfasc./s fascículo/sfol./s folio/sfoll. folletofot./s. fotografía/sfragm./s fragmento/sh./hh. hoja/simp. imprentaind. indistintamenteil. ilustracionesint. introducciónlám./s. lámina/slib. libromay. mayormen. menor

ms./mss. manuscrito/sn./s nota/snúm./s número/spleg. plegadapág./s. página/spról. prólogoreed. reediciónreg./s registro/srep. Reproducido/reproducciónres. reseñado/ares. bibl. reseña/s bibliográfica/sretr. retratorev. revistas.a. sin año de edición conocidos.e. sin mención del editors.l. sin lugar de edicións.n. sin número/sin numerarsel. selecciónseud. seudónimoss. siguientestall./s taller/est/tt. tomo/strad. traducciónvid. véase (ficha entrada registro)vol./s volumen/esvda. viudavv. aa. varios autores

Cuadernos de Investigación, Nº 1, 2007Apéndice VIIRegistros 3225-3466Cuadernos de Investigación Nº 2, 2008Apéndice VIIIRegistros 3467-3746

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1 Se refiere a las siglas que se vienen utilizando desde el primer registro.

160 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

SIGLAS1

AABADOM. Boletín de la Asociación Asturiana de Bibliotecarios, Ar chiveros, Do-cumentalistas y Museólogos (Oviedo).

AEDEAN Asociación Española de Estudios Anglo-Norteamericanos (Sevilla).AHDE Anuario de Historia del Derecho Español (Madrid).AHN. Archivo Histórico Nacional (Madrid).BAE. Biblioteca de Autores E s p a ñ o l es.BA. Biblioteca Asturiana del P. Patac (Gijón).BBMP. Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo (Santander).BHi. Bulletin Hispanique (Burdeaux).BIBJOV. Bibliografía Jovellanista (Gijón).BJ. Bibliografía Jovellanista.BIDEA. Boletín del Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo).BMP. Biblioteca Menéndez Pelayo (Santander).BOCES.XVIII Boletín del Centro de Estudios Siglo XVIII, (Oviedo).BRAH. Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid).CAA. Caja de Asturias (Oviedo).CAE. Cuadernos Aragoneses de Economía (Zaragoza).CEHIMO. Centro de Estudios de historia de Monzón.CES. XVIII Cuadernos de Estudios del Siglo XVIII (Oviedo).CSIC. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Madrid).ICE. Información comercial Española (Madrid)IDEA. Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo).IFES. XVIII Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII (Oviedo).FFJPA Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias (Gijón)MAPA Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Madrid).MyC. Moneda y Crédito (Madrid).RAE. Real Academia Española (Madrid).RAH. Real Academia de la Historia (Madrid).RIDEA Real Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo).RSMAP. Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.RDP. Revista de Derecho Político (Madrid).RHE. Revista de Historia Económica (Madrid). R.CC. Revista de las Ciencias (Madrid).RL. Revista de Literatura (Madrid).ROCC. Revista de Occidente (Madrid).RUO. Revista de la Universidad de Oviedo.UNED. Universidad Nacional de educación a distancia.

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161Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

CONTENIDO

I. Ediciones de obras de Jovellanos. Obras completas, parciales y antologías.(Por orden cronológico).

II. Estudios, ensayos y artículos sobre Jovellanos. (Por orden alfabé tico del primer apellido del autor).

III. Artículos y citas en diccionarios y enciclopedias. (Por orden crono lógico).

EDICIONES DE OBRAS DE JOVELLANOS

Obras completas, parciales y antologías(Por orden cronológico)

3467 Jovellanos, Gaspar Melchor de.- Noches lúgubres, por el Coronel donJosé Cadalso, seguidas del Delincuente honrado, drama en prosa por Don -___ Burdeos, Lawalle joven y sobrino, 1823.- 249 págs.Se trata de una 2ª ed. de la de 1818. (BJ. reg. 47).

3468 — El delincuente honrado.- Burdeos, Imprenta de D. Pedro Beaume,1827.

3469 — El delincuente honrado.- (Junto con Noches lúgubres, por el CoronelCadalso).- New York, Lanuza, Mendía y Cª, 1829.

3470 — Juicio crítico de los principales poetas españoles de la última era. Ed. deJosé Gómez Hermosilla.- París, Librería de Don Vicente Salvá, t. II,1840.- 352 págs.

Sobre Jovellanos, vid. págs. 81-186.

Hay otras dos ed. en Paris, 1845 y 1855. (BJ. Reg. 63)

3471 — El delincuente honrado.- Madrid, Librería de Perlado Páez y Cª Su-cesores de Hernando, 1903.

Es una reed. de la de 1880 (BJ. reg. 79).

3472 — «La opinión forestal de Jovellanos». En Revista de Montes, 829 Vol.XXXV, Madrid, 1911.- Págs. 488-492.

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162 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

Reproducción de la parte forestal del Informe sobre la Ley Agraria comotributo a su autor al cumplirse el centenario de su muerte

3473 — El delincuente honrado.- Madrid, Librería y Casa Editorial Her-nando, 1926.

3474 — El delincuente honrado.- Madrid, Compañía Iberoamericana dePublicaciones, S.A, h. 1930.

3475 — El delincuente honrado.- Barcelona, Linkgua Ediciones, S.L., 2004.-88 págs.- 21 x 14 cm.

3476 — El delincuente honrado. En La comedia lacrimosa española.- Ed. deFernando Domenech Rico.- Madrid, Ed. Fundamentos, 2006.- 288págs.- 21 x 11 cm.

3477 — Memoria sobre las diversiones públicas. Int. de Pedro de Silva.- Ma-drid, Santillana Ediciones Generales, SL., Col. Crisol XXI, Serie Es-pecial, 2008.- 286 págs. + 1 h.-8 x 6,5 cm.

Reimpresión de la ed. de 1994.

3478 — «Memoria en que se rebaten las calumnias divulgadas contra laJunta Central». [Fragmento]. En Relatos después de la batalla. 1808-1823. Alcalá Galiano; Mesonero Romanos; Jovellanos; Antonio Capmanyy Larra.- Madrid, Espasa, Fundación dos de Mayo Nación y Liber-tad, 2008.- 416 págs.- 23 x 15 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. XIII, XVI-XX, 3-37.Res. bibl. de Jorge Vilches, en Libertad digital, Madrid, 2009.http://libros.libertaddigital.com/relatos-despues-de-la-batalla-1276236316.html

3479 — Memoria sobre educación pública o sea, tratado teórico-práctico de en-señanza, con aplicación a las escuelas y colegios de niños.- Ed., int. i notesa cura de: Antoni J. Colom Cañellas y Bernat Sureda García.-Palma, Consell de Mallorca, Miscelània, 8, 2008.- 223 págs.- 24 x 17cm.

La Memoria sobre educación pública… se trata de un texto que Jovellanosescribió motivado por una convocatoria de la Sociedad Económica Ma-llorquina de Amigos del País, que pretendía premiar un ensayo sobre lamanera de instalar en la isla un centro para la educación de los nobles.

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163Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

3480 — El delincuente honrado. Ed. de Russell P. Sebold.- Madrid, Ed. Cá-tedra, Letras Hispánicas, 612, 2008.- 171 págs. 2 hh.- 18 x 11 cm.-

Res. bibl. de L.F. Díaz Larios. En Dieciocho, The University of Virgi-nia, Vol. 32, 2009. Págs. 180-182.

3481 — Il Torquato, o sia L’onorato delinquente. Ed. y estudio preliminar dePiero Menarini.- Bologna, Il Capitello del Sole, 2008.- 143 págs.- 21 cm.

Res. bibl. de L.F. Díaz Larios. En Dieciocho, The University of Virgi-nia, Vol. 32, Bologna, 2008.- Págs. 180-182.

3482 — Obras completas. X. Escritos económicos.- Ed. crítica, estudio preli-minar, pról. y notas de Vicent Llombart i Rosa; Joaquín OcampoSuárez-Valdés. Con la colaboración filológica de Noelia GarcíaDíaz.- Oviedo, IFES. XVIII, Col. de Autores Españoles del SigloXVIII, 22-IX. Ayuntamiento de Gijón, KRK Edic., 2008.- 999 págs.

Res. bibl. de Julio Antonio Vaquero Iglesias, en La Nueva España,“Cultura” Suplemento, 802, Oviedo, 17 de abril de 2008, págs. 1-2.Otra de Alfonso Sánchez Hormigo, “La inmensa obra reformadorade Jovellanos”. En Libros de economía y empresa, núm. 4, 2008, págs.45-48.

El volumen X de las Obras completas de Jovellanos, se destina a la recopi-lación de sus textos de naturaleza económica. Por primera vez, se pu-blican juntos ciento cuarenta y cinco textos de esta naturaleza,ordenados en función de su procedencia institucional, criterio sugeridoya en 1984 por José Miguel Caso, impulsor, con el Instituto Feijoo, delas obras completas del economista asturiano. Vicent Llombart y Joa-quín Ocampo han anotado cuidadosamente los textos y ofrecen la ima-gen de un economista de la Ilustración tardía, lector empedernido yreformador inteligente que, al margen de vuelos teóricos, dedicó susesfuerzos a la economía aplicada.

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164 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

ESTUDIOS, ENSAYOS Y ARTÍCULOS SOBRE JOVELLANOS(Por orden alfabé tico del primer apellido del autor)

3483 Adaro de Jove, Fernando.- (Vid. 3742).

3484 Almenar Palau, Salvador.- «Economía política y liberalismos en España.De Jovellanos a la Gloriosa». En Orígenes del liberalismo. Universidad, po-lítica, economía. Coord. Ricardo Robledo Hernández, Irene Castells Oli-ván, María Cruz Romeo Mateo.- Salamanca, Ediciones Universidad deSalamanca, Junta de Castilla y León, 2003.- Págs. 81-104.

3485 Alonso, Cuca.- «Jovellanos, de viaje con Gracia Noriega».- Oviedo,La Nueva España de Gijón, 11 de junio, 2004.- Pág. 14.

Crónica de la conferencia de José Ignacio Gracia Noriega sobre los via-jes que Jovellanos realizó.

3486 — «El “saturnismo” de Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España deGijón, 23 de junio, 2004.- Pág. 13.

Crónica de la conferencia pronunciada por Manuel Álvarez-Valdés yValdés sobre el tema “¿Fue envenenado Jovellanos” en la que el confe-renciante desarrolló, a partir de pruebas periciales, su tesis en la queafirma que Jovellanos sufrió envenenamiento.

3487 — «El Foro Jovellanos y sus muchos atractivos».- Oviedo, La NuevaEspaña de Gijón, 31 de mayo, 2008.- Pág. 30.

3488 Álvarez, Valentín Andrés.- «Introducción al proyecto de la LeyAgraria de Jovellanos». En Guía espiritual de Asturias y obra escogida.-Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias, 1980.- Págs. 218-226.

Publicado igualmente en Papeles de Economía, núm. 4, 1980.

3489 Álvarez Areces, Vicente.- (Vid. 3500).

3490 Álvarez-Buylla Menéndez, Jaime.- (Vid. 3742).

3491 Álvarez de Morales, Antonio.- La Ilustración y la reforma de la Uni-versidad en la España del siglo XVIII.- Madrid, Ed. Pegaso, 1985.- 3ªedición, revisada y aumentada.- 334 págs.- 22 x 15 cm.

Hay tres ediciones (1971, 1979 y 1985).

Sobre Jovellanos vid. págs. 32, 126, 134, 135, 240, 265, 273-279, 313.

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165Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

3492 Álvarez Faedo, María José.- (Vid. 3743).

3493 — Josefa de Jovellanos. Semblanza de una dama a los ojos de su hermanoGaspar de Jovellanos.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Princi-pado de Asturias, Ideas en Metal, S.A., Cuadernos de Investigación,Monografías, VI, 2009.- 227 págs.

Res. bibl. de María Lastra, «Josefa de Jovellanos, una hermana en lasombra», en La Nueva España, Oviedo, 25 de agosto de 2009.- Pág. 55.

3494 Álvarez Gómez, Ángel.- (Vid. 3549).

3495 Álvarez-Valdés y Valdés, Manuel.- (Vid. 3486, 3502, 3572, 3659,3671, 3723).

3496 — Orígenes, posteridad y colaterales de Ceán Bermúdez. En Ate-neo Jovellanos, Gijón, abril, 2003.- Págs. 34-35.- 29,5 x 20,5 cm.

3497 — «El pensamiento político de Jovellanos». En Revista Jurídica deAsturias, 32, Academia Asturiana de Jurisprudencia, Oviedo, 2008.-Págs. 7-52.- 24 x 16 cm.

3498 Álvarez Viña, Ramón.- (Vid. 3743).

3499 Anónimo.- Res. bib. de Don Gaspar de Jovellanos y Ramírez de Jove, Ca-ballero de la Orden de Alcántara: genealogía, nobleza y armas, Manuel MaríaRodríguez de Maribona y Dávila. En Boletín de la Academia Asturianade Heráldica y Genealogía, núm. 11, Oviedo, 2008.- Págs. 125-128.

3500 Anónimo.- «Jovellanos». En La Gaceta de Gijón, Gijón, 25, Mayo,1998.- Págs. 11-20.

En la pág. 12 recoge un breve artículo de Vicente Álvarez Areces, Al-calde de Gijón con el título «Jovellanos. Siempre en Gijón».

3501 Anónimo.- «Biografía de Jovellanos». Res. bibl. de Memoria para laVida del Sr. D. Melchor Gaspar de Jovellanos, y noticias analíticas de susobras. Por D. Juan Agustín Cean Bermúdez. Cádiz, 1814. En Revista y re-pertorio bimestre de la isla de Cuba, T. I, núm. 2, Imp. Fraternal, Mayoy Junio, 1831.- Págs. 194-211.

3502 Anónimo.- «Manuel Álvarez-Valdés, un compañero historiador». Res.bibl. de Noticia de Jovellanos y su entorno, Manuel Álvarez-Valdés yValdés, publicado por la Fundación Alvargonzález, Gijón, 2006. (BJ.,

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166 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

Ap. VII, reg. 3247). En Abogados del Estado, Revista de la Asociación,Año 5, núm. 17, julio-Septiembre, Madrid, 2007.- Págs. 23-24.

3503 Antuña Alonso, Agustín.- «Jovellanos y la guerra del 1808».-Oviedo, La Nueva España de Gijón, 3 de mayo, 2008.- Pág. 6.

3504 — «Jovellanos y el 6 de agosto».- Oviedo, La Nueva España de Gijón,7 de agosto, 2009.- Pág. 5.

3505 Arias Argüelles-Meres, Luis.- «A propósito de Jovellanos. Un pre-mio en homenaje a un clarividente».- Oviedo, La Nueva España deGijón, 15 de octubre, 2008.-Pág. 33.

3506 — «La última primavera de Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España,25 de agosto, 2009.- Pág. 29.

3507 Arias, Arturo.- «Jovellanista».- Gijón, El Comercio, 23 de marzo,2009.- Pág. 8.

3508 Arriba, Ladislao de.- «Jovellanismo puro (y duro)».- Oviedo, LaNueva España de Gijón, 31 de enero, 2008.

3509 — «Francisco de Paula Jovellanos, creador de El Muro».-Oviedo, LaNueva España de Gijón, 2 de mayo, 2009.

3510 Artola Gallego, Manuel.- (Vid. 3661).

3511 Astigarraga Goenaga, Jesús y Javier Usoz Otal.- «Una alternativafisiócrata al “Informe de Ley Agraria” de Jovellanos». En Revista deHistoria Económica. Journal of Iberian and Latin American Econo-mic History, Año 25, núm. 3. Madrid, Centro de Estudios Políticosy Constitucionales, Universidad Carlos III, 2007.- Págs. 427-458.

3512 Astorgano Abajo, Antonio.- «Juan Meléndez Valdés: 250 años depervivencia del hombre y de la obra de un ilustrado en tiempos deturbulencias». En Revista de Estudios Extremeños, 1, Enero-Abril, t.LXIII, Centro de Estudios Extremeños, Diputación Provincial de Ba-dajoz, 1997.- Págs. 293-349.

El autor repasa en el presente estudio la pervivencia de la figura y laobra del poeta Juan Meléndez Valdés con motivo del 250 aniversariode su nacimiento.

3513 Barthe García de Castro, Isabel.- (Vid. 4656).

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167Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

3514 Bauçà de Mirabò Gralla, Concepció.- (Vid. 3526).

3515 Bejarano Galdino, Emilio.- Gaspar Melchor de Jovellanos. Un model detoleància i diáleg.- Palma, Ajuntament de Palma, Biografies de mallor-quins, 25, 2008.- 91 págs. + 4 hh. il.- [Texto en mallorquín].- 21 x 15 cm.

3516 Berzosa Martínez, Raúl.- (Vid. 3742).

3517 Bestard, Bartomeu.- «Gaspar Melchor de Jovellanos, mallorquín deadopción».- Palma, Diario de Mallorca, 16 de marzo, 2008.

3518 Blanco Núñez, José María.- «Los Jovellanos, una familia mari-nera».- En Revista de historia naval, Instituto de Historia y CulturaNaval, Año, núm. 13, núm. 50, Madrid, 1995.- Págs. 103-112.

3519 Bonet, Joaquín A.- «Jovellanos y las escuelas».- Gijón, La Voz delAgricultor. Órgano de la Asociación de Agricultores de Gijón, AñoXXVI, núm. 256, 6 de agosto, 1935.- Pág. 11.

3520 — «Jovellanos. Poema dramático». Estudio introductorio, ed. ynotas de Jesús Menéndez Peláez y Carla Menéndez Fernández.-Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, Ideasen Metal, S.A., Cuadernos de Investigación. Monografías, III, 2007.-400 págs.- 23,5 x 17 cm.

3521 Busto, Marino.- «Candás dedica una calle a Jovellanos».- Gijón, ElComercio, 3 de junio, 1994.- Pág. 44.

3522 — «Instituto Jovellanos».- Gijón, El Comercio, 29 de agosto, 1996.-Pág. 19.

3523 Cabezas, Juan Antonio.- «Gloria y drama de Jovellanos».- Oviedo,La Nueva España, [s.f.].- 4 págs.

Se trata de un texto de una conferencia pronunciada por el autor en elCentro Asturiano de Madrid, un primero de diciembre aunque no sesabe la fecha por tener, en el momento de cerrar esta edición, en nues-tro poder las páginas del periódico que no ofrecen este dato.

3524 Cabrera, Carles.- «L’homenot Jovellanos a Mallorca».- Palma, Dia-rio de Mallorca, (Suplemento “Bellver”), 3 de abril, 2008.- Pág. 7.

3525 Calle Saiz, Ricardo.- «Los economistas liberales y la Hacienda Pú-blica». En La Hacienda Pública en España.- En Revista de Economía Po-

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168 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

lítica, 78, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid,1978.

Sobre Jovellanos vid. págs. 10, 45-49, 62.

3526 Calvo Ruata, José-Ignacio.- «Las pinturas murales de fray ManuelBayeu en la Cartuja de Valldemosa (Mallorca)». En Prínceps i reis.Promotors de l’orde cartoixà, Congres Internacional de la Cartoxa deValldemossa. En el Sis-cents aniversari de la fundació (1399-1999).Coord. por Concepció Bauçà de Mirabò Gralla.- Palma, Universi-tat de les Illes Balears, 2003.- 479 págs.- Págs. 169-192.- 24 x 17 cm.

3527 Campal, Xosé Lluís.- «Honrando a Xovellanos».- Oviedo, La Voz deAsturias, Cuaderno “Lletres”, 7 de mayo, 2008.- Pág. 2.

3528 Campmany, Jaime.- «Jovellanos».- Madrid, ABC, 19 de mayo, 1997.-Pág. 20.

3529 Cancellier, Antonella .- (Vid. 3552).

3530 Canga Meana, Bernardo.- (Vid. 3677, 3743).

3531 — «Jovellanos y el Camino Real de La Mesa».- Gijón, El Comercio, 5de agosto, 1994.- Pág. 67.

3532 — «Marcha jovellanista».- Gijón, El Comercio, 3 de agosto, 1996.-Pág. 18.

3533 — «Jovellanos, gran admirador de la Naturaleza asturiana».- Gijón,El Comercio, 23 de julio, 1997.- Pág. 53.

3534 — «Recordar a Jovellanos en Valgrande».- Gijón, El Comercio, 11 dejulio, 2005.- Pág. 79.

3535 Carantoña Álvarez, Francisco.- «Jovellanos, en el centro delpoder».- Gijón, El Comercio, 31 de agosto, 2008.- Págs. 84-85.

3536 Carantoña Dubert, Francisco. [Con seudónimo Till].- «Buen ba-lance del año jovellanista».- Gijón, El Comercio, 27 de noviembre,1995.- Última página.

3537 Carrillo Prieto, Ignacio.- «El derecho de la Ilustración Española. DeJovellanos a las Cortes de Cádiz». En Memoria del II Congreso del His-toria del Derecho Mexicano (1980). Coord. Jose Luis Soberanes Fer-

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169Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

nández. Instituto de Investigaciones Jurídicas, Serie C, EstudiosHistóricos, 10. Universidad Autónoma de México, México DF.,1981.- Págs. 393-415.

3538 Casalduero, Joaquín.- «El reló y la ley de las tres unidades (Jove-llanos y Moratín)». En Cuadernos Americanos, núm. 4, México, 1959.-Págs. 167-178.

3539 Caso González, José Miguel.- (Vid. 3572).

3540 Caso Machicado, Teresa.- (Vid. 3572, 3743).

3541 — «Jovellanos, la decepción de un ilustrado». En Mercurio, Revistade la Fundación José Manuel Lara. Sevilla, Mayo, 2008.- Pág. 14.

3542 Castells Oliván, Irene.- (Vid. 3484).

3543 Castells, Margalida.- «Palma a l’obra de Jovellanos».- Palma, Su-plemento cultural del Diario Baleares, 5 de septiembre, 2008.

3544 — «Jovellanos a Mallorca (I): Valldemossa».- Palma, Suplementocultural del Diario Baleares, 13 de septiembre, 2008.

3545 — «Jovellanos a Mallorca (III): El Castell de Bellver».- Palma, Su-plemento cultural del Diario Baleares, 11 de octubre, 2008.

3546 Catena, Elena.- «Dramaturgia dieciochesca española». En El Teatrodel siglo XVIII / Semana de Teatro Español, Madrid, Escuela Superior deCanto, 2-5 de octubre de 1985.- Madrid, Festival de Otoño de la Co-munidad de Madrid: C.E.A.C., 1988.- 156 págs.- 21 x 21 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. 22-35.

3547 Ceinos, J. M.- (Vid. 3742).

3548 — «El eco de Aranjuez».- Oviedo, La Nueva España de Gijón, 30 demarzo, 2008.- Pág. 8.

3549 Cepedello Boiso, José.- «Conocimiento y lenguaje en España a fi-nales del siglo XVIII: el modelo sensualista de Jovellanos». En Pai-deia, Universidad de Santiago de Compostela, II Congreso de laSociedad académica de Filosofía, coord. Ángel Álvarez Gómez,Santiago de Compostela, 2005.- En CD Rom.

3550 — «El influjo ‘ideológico’ en la retórica de Jovellanos».- Cádiz,

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170 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

Coord. por Antonio Ruiz Castellanos, Antonia Víñez Sánchez,Juan Sáez Durán, Universidad de Cádiz, 1998.- Comunicación pre-sentada al Encuentro Interdisciplinar sobre Retórica, Texto y Co-municación, 1995.- Págs. 219-221.

3551 Cienfuegos Jovellanos, Carlos.- «Amarguras de Jovellanos».-Gijón, La Voz del Agricultor. Órgano de la Asociación de Agriculto-res de Gijón, Año XXVI, núm. 256, 6 de agosto, 1935.- Pág. 4.

3552 Cipolloni, Marco.- «Ritratti del potere invisibile. Jovellanos e Fou-cault tra le Meninas e Carlos III».- Unipress, Atti del XIX Convegno[Associazione ispanisti italiani], Roma, 16-18 settembre 1999, coord.Antonella Cancellier, Renata Londero, Vol. 1, (Le arti figurativenelle letterature iberiche e iberoamericane), 2001.- Págs. 97-108.

3553 Colom Cañellas, Antoni J.- (Vid. 3479).

3554 Coronas González, Santos M.- (Vid. 3743, 3746).

3555 — Jovellanos y la Universidad.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos delPrincipado de Asturias, Cuadernos de Investigación, Monografías,IV, 2008.- 285 págs.- 23,5 x 17 cm.

3556 Cortina Llosa, Arturo.- (Vid. 3742).

3557 Cuervo, Javier.- «Jovellanos, ilustrado en Mallorca».- Oviedo, LaNueva España, “Siglo XXI”, núm. 465, 26 de octubre, 2008.- Págs. 8-9.

Reportaje periodístico donde se recogen diez imágenes que fueron pre-sentadas en el castillo de Bellver y recorren la etapa de la muerte civildesde que Jovellanos fue denunciado a Carlos IV por sus adversariospolíticos, por sus ideas renovadoras.

3558 Cueva Díaz, Vicente.- (Vid. 3743).

3559 — «Admirable Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España de Gijón, 15de agosto, 2008.- Pág. 13.

3560 — «Los amores de Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España de Gijón,6 de agosto de 2009.- Pág. 2.

3561 Díaz, José D.- «En honor de Jovellanos».- Gijón, La Voz del Agricul-tor. Órgano de la Asociación de Agricultores de Gijón, Año XXVI,núm. 254, 25 de mayo, 1935.- Pág. 1.

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171Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

3562 — «A Jovellanos en su día y en su homenaje».- Gijón, La Voz delAgricultor. Órgano de la Asociación de Agricultores de Gijón, AñoXXVI, núm. 256, 6 de agosto, 1935.- Pág. 10.

3563 Díaz Larios, L.F.- (Vid. 3480, 3481).

3564 Díez-Crespo, M.- «Jovellanos hoy».- Sevilla, ABC, 16 de julio, 1988.-Pág. 47.

3565 Domenech Rico, Fernando.- (Vid. 3477).

3566 Espiniella, Rubén.-«Jovellanos: El ‘regreso’ de una figura inmor-tal».- Gijón, El Comercio, 10 de mayo, 1992.- Págs. 42-43.

Amplio trabajo periodístico-biográfico sobre Jovellanos con motivo dela recolocación de la estatua de la estatua de Jovellanos en el lugar dela plaza del Seis de Agosto, de Gijón, una vez remodelada.

3567 Ezquerra, Iñaki.- «El giro de Jovellanos».- Madrid, La Razón, 3 demayo, 2008.

3568 F. Sanz, Fernando.- «Stephenson, Jovellanos, Aguado y la mineríaasturiana». En Líneas del tren, 286, Madrid, 3 de marzo, 2003.- Págs.48-51.

3569 Fernández Alonso, Rodrigo.- (Vid. 3742).

3570 Fernández Álvarez, Manuel.- «Jovellanos 250 años después». EnHistoria 16, núm. 213, Enero, Madrid, 1994.- Págs. 113-122.

3571 Fernández García, Joaquín.- (Vid. 3742).

3572 — «Para conocer mejor Asturias. Sobre Jovellanos». Res. bibl. de Jo-vellanos, de José Miguel Caso González, adap. de Maria TeresaCaso Machicado, Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principadode Asturias, 2005 y de Jovellanos, enigmas y certezas, de Manuel Ál-varez-Valdés y Valdés Gijón, Fundación Alvargonzález y Funda-ción Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2002. En Revista delColegio Oficial de Médicos de Asturias, Oviedo, Abril, 2008.- Págs. 27-31.- 29,5 x 21 cm.

3573 Fernández Pardo, Pilar.-«Defensor de Gijón y de Asturias».-Oviedo, La Nueva España de Gijón, 6 de agosto de 2009.- Pág. 7.

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172 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

3574 Fernández, Gonzalo.- «Gaspar Melchor de Jovellanos y el descu-brimiento de la Edad Media». En Arqueología, historia y viajes sobre elmundo medieval, núm. 28, Barcelona, 2008.- Págs. 92-94.

3575 Fernández, Nidia.- (Vid. 3742).

3576 Fernández, Miguel Ángel.- «Gaspar Melchor de Jovellanos». En Li-toral, revista de la poesía y el pensamiento, núm. 61-63, Torremoli-nos (Málaga), 1977.-Págs. 131-134.

Ejemplar dedicado a la «Poesía en la cárcel. Historia del enfrentamientode los poetas contra los abusos del poder».

3577 Fernández-Quintanilla, Paloma.- «En torno a Jovellanos».- Madrid,ABC Cultural, 6 de marzo, 1999.- Pág. 20.

3578 Fernández Sarasola, Ignacio.- (Vid. 3613).

3579 Fernández Vallina, Emiliano.- (Vid. 3743).

3580 Ferrá i Martorell, Miquel.- «Jovellanos, Bellver i Mallorca».- Palma,Miquel Font, editor, 2007.- 94 págs.- 21 x 15 cm.

3581 — «Jovellanos, iconografia d’un home just». En Llu, revista de culturai d’idees, L’ Espurna Edicions, núm. 862, Palma, 2008.- Págs. 34-35.

3582 Flórez, Florentino.- «De Gijón a Valldemossa en diez viñetas».-Palma, Diario de Mallorca, Suplemento “Bellver”, 3 de abril, 2008.-Pág. 7.- 41,5 x 29 cm.

3583 Fonseca Cuevas, Palmira.- «Un hacendista asturiano: José CangaArgüelles».- Oviedo, RIDEA, 1995.-733 págs.- 24 x 17 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. 15, 119, 120-121, 135, 145, 211n., 217, 221,222n., 224n., 227, 228n., 243n., 253, 257n., 277, 278n., 287n., 298n.,305, 313 y n., 317, 363n., 379n., 396, 397n., 417, 459, 460 y n., 463 y n.,483, 543, 553, 558, 563.

3584 Frías Balsa, José Vicente de.- «Gaspar Melchor de Jovellanos Ra-mírez (1744-1811)». En Afrancesados y patriotas en la Universidad deOsma. En Revista de Soria, 64. Segunda época. Primavera, Soria,2009.-Pág. 71.

3585 Friera Álvarez, Marta.- (Vid. 3742).

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173Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

3586 — «La transformación del régimen jurídico de la propiedad de la tie-rra a través de Campomanes, Jovellanos y Flórez Estrada».- Oviedo,I Congreso de Estudios Asturianos. Del 10 al 13 de mayo de 2006. VII.Comisión de Derecho, Ciencias Sociales y Económicas, RIDEA,Oviedo, 2007.- Págs. 83-105.- 24 x 17 cm.

3587 Froldi, Rinaldo.- «Una carta inédita de Juan Meléndez Valdés al PadreAndrés». En Bulletin of Hispanic Studies, Liverpool, University, vol. 58,1991.- Págs. 33-36.

3588 Fuertes, Joaquín.- «Segundo rescate del Patricio.- Gijón, El Comer-cio, 19 de agosto, 2009.- Pág. 26.

3589 Fullana, Pere.- «Històries i anècdotes de llibre».- Palma, Diari de Ba-lears, 22 de abril, 2008.- Pág. 28.

3590 G. Orejas, Francisco.- «Marx y la Revolución en España». En Atlan-tica XXII, Revista de información y pensamiento, 3, Oviedo, Julio,2009.- Págs. 44-47.

3591 Gallego, Pablo.- «Jovellanos, visto por Emilio Sagi».- Oviedo, LaNueva España de Gijón, 29 de marzo, 2009.

El ilustrado asturiano, aún no siendo el autor de la conocida obra, apa-rece como salvador de la patria y modelo de ideas avanzadas en la zar-zuela «Pan y toros».

3592 Gandía, Enrique de.- Jovellanos. El ideal político de mayo.- BuenosAires, Ed. Pampa y cielo collocazione, 1964.- 173 págs.

3593 García de Cortázar, Fernando.- «La última lección de Jovellanos».-Madrid, ABC, 4 de junio, 2008.- Pág. 3.

3594 — Breve historia de la cultura en España. Un viaje por la cultura a travésde las ciudades.- Barcelona, Ed. Planeta, 2008.- 611 págs.- 24 x 17 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. 13, 289, 291, 294-315, 389.

3595 García Pérez, Guillermo.- La economía y los reaccionarios. La inquisi-ción y los economistas al surgir la España Contemporánea. Pról. Enri-que Tierno Galván. Madrid, Cuadernos para el diálogo, Edicusa,1974.- 410 págs.- 18 x 11 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. 87, 90, 109, 128, 140, 144, 146, 153, 155,159, 160.

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174 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

3596 García, Eduardo.- «Malaspina, Jovellanos y los cazatesoros».-Oviedo, La Nueva España, “Siglo XXI”, 9 de agosto, 2009.- Págs. 4-5.

3597 García, Francisco.- «Un nuevo Jovellanos».- Oviedo, La Nueva Es-paña de Gijón, 7 de agosto, 2009.- Pág. 3.

3598 García-Durán de Lara, José Antonio.- «Jovellanos: una vieja ten-sión moral». En Nuestro tiempo: Revista mensual de cuestiones ac-tuales, núm. 647, Universidad de Navarra, 2008.- Pág. 102.

3599 García-Osuna, Carlos.- «Jovellanos. Ministro de Gracia y Justicia».-Madrid, El Semanal, 3 de mayo, 1998.- Págs. 72-75.

El autor realiza un recorrido por la Exposición de Goya celebrada enGijón, organizada por el Ministerio de Educación y Cultura y la Fun-dación La Caixa, con el fin de conmemorar el bicentenario del nombra-miento de Jovellanos como ministro de Gracia y Justicia.

3600 Godoy, Manuel.- Memorias de Godoy. Estudio preliminar y ediciónde Enrique Rúspoli (y Morenes]. Ed. abreviada de Memorias críti-cas y apologéticas para la historia del reinado del Señor D. Carlos IV deBorbón.- Madrid, La Esfera de los Libros, 2008.- 935 págs.

Sobre Jovellanos vid. págs. XLI, XLIII, XLVII, LIV, 33n., 35n., 51, 59n.,143, 144, 335, 781n., 782.

3601 Gómez Cuesta, Javier.- (Vid. 3742).

3602 Gómez Hermosilla, José.- (Vid. 3470).

3603 Gómez Jarque, Noelia.- «El cortejo y las figuras del petimetre y elmajo en algunos textos literarios y obras pictóricas del siglo XVIII».En Espéculo, Revista de Estudios Literarios, 37, Madrid, UCM, 2007.

3604 González del Valle, Martín.- (Vid. 3742).

3605 G[onzález] Muñiz, Miguel Ángel.- (Vid. 3694).

3606 González Sánchez, Irma.- «Algunos datos y nuevos interrogantessobre Josefa Jovellanos». En Revista de Filoloxía Asturiana, núm. 5,Oviedo, 2005.- Págs. 119-124.

3607 González Santos, Javier.- «Impresiones de Jovellanos por el solarbedoniano». En Bedoniana, Anuario de San Antolín y Naves, núm.10, 2008.- Págs. 31-40.

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175Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

3608 González Vallina, Nery.- «De Bellver a Valldemossa con el AteneoJovellanos».- Oviedo, La Nueva España de Gijón, 29 de marzo, 2003.

Publicado con el mismo título en la revista Ateneo Jovellanos, enero,2003, págs. 16-17.

3609 Gracia Menéndez, Ángela.- (Vid. 3743).

3610 — Las ideas lingüísticas de Don Gaspar de Jovellanos. Pról. de GerdaHassler.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de As-turias - Banco Herrero, Cuadernos de Investigación. Monografías,V, 2008.- 321 págs.- 23,5 x 17 cm.

3611 Gracia Noriega, José Ignacio.- (Vid. 3485, 3743).

3612 — «El Real Instituto Asturiano».- Oviedo, La Nueva España de Gijón,19 de febrero, 2007.- Pág. 32.

3613 — «Los escritos políticos de Jovellanos».-Oviedo, La Nueva Españade Gijón, 29 de febrero, 2008.- Pág. 26.

Res. bibl. del T. XI de las Obras Completas de Jovellanos. Escritos Polí-ticos, Edición crítica, estudio preliminar, prólogo y notas de IgnacioFernández Sarasola, Ayuntamiento de Gijón, Instituto Feijoo de Es-tudios del Siglo XVIII, KRK Ediciones, 2006. (BJ, Ap. 7, reg. 3233).

3614 Granda, Javier.- Jovellanos.- Oviedo, La Nueva España de Gijón,“Mas Gijón”, 8 de noviembre, 2008.- Pág. 10.

Res. bibl. de Jovellanos, de Gregorio Marañón. Gijón, Ayuntamientode Gijón. Imp. La Industria, 1968. (BJ. reg. 1254).

3615 Guerra Rivera, Aurelio.- «Adhesión».- Gijón, La Voz del Agricultor.Órgano de la Asociación de Agricultores de Gijón, Año XXVI, núm.256, 6 de agosto, 1935.- Pág. 15.

3616 Guzmán Sancho, Agustín.- «Jovellanos, a la capilla de los Reme-dios».- Oviedo, La Nueva España de Gijón, 18 de mayo, 2001.- Pág. 14.

El presente artículo forma parte de una amplia serie en la que el autorrecoge las noticias más importantes de Gijón durante el siglo XX. En elmismo se relatan los hechos acontecidos en Gijón en el año 1940.

3617 — «La libertad de Jovino».- Oviedo, La Nueva España de Gijón, 5 deabril, 2008. Pág. 11.

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176 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

3618 — «La Guerra de Independencia, vista por Jovellanos. Todo está yaperdido sin remedio».- Oviedo, La Nueva España de Gijón, 20 demayo, 2008.- Pág. 8.

3619 — «La Guerra de la Independencia, vista por Jovellanos. Jadra-que».- Oviedo, La Nueva España de Gijón, 1 de Junio, 2008.- Pág. 11.

3620 — «Memoria de Jovellanos en Puerto de Vega. En el 197 aniversa-rio de la muerte del ilustrado, víctima de una pulmonía».- Oviedo,La Nueva España de Gijón, 27 de noviembre, 2008.- Pág. 6.

3621 — «La voz de Ifigenia en la palabra de Jovino».- Oviedo, La NuevaEspaña de Gijón, 14 de febrero, 2009.

La reciente representación en Gijón, de la traducción que de la «Ifigeniaen Aulide» de Racine hizo Jovellanos en 1769 para uso del teatro de losReales Sitios fue un acontecimiento digno de recuerdo, no sólo para losjovellanistas y gijoneses, por cuanto significa el hecho en sí de repre-sentarse en Gijón una obra de Jovellanos, sino también para el públicoen general, por la capacidad que pueda tener el mito de Ifigenia de con-mover al hombre y la mujer del siglo XXI.

3622 — «En torno a la estatua de Jovellanos».- Oviedo, La Nueva Españade Gijón, 7 de agosto, 2009.- Pág. 2.

3623 Hassler, Gerda.- (Vid. 3610).

3624 Helguera Quijada, Juan.- (Vid. 3625).

3625 Homar, Juan de.- El Canal de Castilla. Cartografía de un proyecto ilus-trado.- Estudio preliminar Juan Helguera Quijada.- Madrid, Mi-nisterio de Obras Públicas y Transportes, 1992.- 140 págs.- 32,5 x29,5 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. 20 c. 1, 22 c. 2, 24 c. 1 y 2, 26 c. 1, 29 c. 2,33 c. 1, 34 c.1, 35 c. 2, 36 c. 2, 37 c. 1, 137 c. 1, 2 y 3, 138 c. 1, 2 y 3, 139c. 1, 2 y 3, 140 c. 1, 2 y 3. Notas: pág. 44 n. 35, 38, 58, 65, 66, 68, pág.45 n. 85.

La obra recopila los planos y dibujos que Juan de Homar, director de lasobras desde 1786, realizó sobre el Canal de Castilla.

Jovellanos, a través de su “Diario” y del “Informe en el Expediente deLey Agraria” es un punto continuo de referencia. Se incluye además

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177Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

una selección de textos de viajeros y tratadistas de la época de la Ilus-tración sobre el Canal entre los que se encuentra Jovellanos.

3626 Hurlé Manso, Pedro.- «Don Gaspar Melchor de Jove-Llanos».-Gijón, El Noroeste, 13 de agosto, 1978.- Pág. 12.

3627 Ibáñez, Antonio Raimundo. Marqués de Sargadelos.- Discursoseconómico-políticos sobre las restauración de los montes y plantíos en Es-paña (1802).- Edición y estudio preliminar de Joaquín Ocampo Suá-rez-Valdés.- Oviedo, Xunta de Galicia y Real Instituto de EstudiosAsturianos, 2009.- 190 págs.- 24 x 17 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. 11, 13, 14, 23-26, 29, 30, 32, 40, 41, 59, 62,65, 66, 76-78, 84, 91, 97, 103, 106, 110, 114.

El manuscrito inédito que da pie a este libro se hallaba en el archivo dela Universidad Politécnica de Madrid y eran muchos los que lo busca-ban desde hace años.

3628 Iglesias, María del Carmen.- No siempre lo peor es cierto. Estudiossobre la Historia de España.- Barcelona, Ed. Galaxia Gutemberg, Cír-culo de Lectores, 2008.- 1037 págs.

Sobre Jovellanos vid. págs. 175, 179, 180, 186, 188, 191-192, 193, 194,195, 197, 203, 205, 253, 255, 256, 327, 349, 373, 412, 416, 417, 418, 422,423, 425, 427, 428, 430, 432, 433, 434, 437, 438, 473, 485, 486, 488, 490,491, 495, 520, 534, 581.

3629 J[iménez], C[ovadonga].- «El viaje de un Jovellanos al óleo».- Oviedo,La Nueva España de Gijón, 10 de agosto, 2009.- Pág. 4.

3630 Jauregui, José A.- «¿La ‘sociedad’?».- Madrid, El Mundo, 9 deagosto, 1994.

3631 Juan, José Luis de.- «Un espacio de libertad».- Palma, Diario de Ma-llorca, (Suplemento “Bellver”), 3 de abril, 2008.- Pág. 3.

3632 Kaempfer, A.- «A la modernidad por la agricultura: Ética rural yutopía campesina en Domingos Vandelli y Gaspar Melchor de Jo-vellanos». En Dieciocho, The University of Virginia, Vol. 30, núm. 2,2007.- Págs. 339-364.

3633 Lara Nieto, María del Carmen.- La ilustración española y el pensa-

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178 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

miento inglés: Jovellanos.- Granada, Universidad de Granada, 2008.-594 págs.- 24 x 16 cm.

La autora realiza en este ensayo un amplio estudio, desde una pers-pectiva filosófica, sobre el modo en el que el pensamiento ilustrado es-pañol, representado aquí por Jovellanos, recibe, asimila y transforma lafilosofía inglesa, integrando ese sustrato anglófilo en una concepciónamplia que aúna y entreteje elementos muy diversos en una sugestivasíntesis.

En siete extensos capítulos trata sobre las cuestiones generales del se-tecientos y la Ilustración española, de la epistemología, de la teoría ética,de la filosofía política, de la teoría económica, de la teoría de la educa-ción y de la teoría estética. Aporta una extensa, cuidada y documentadabibliografía de autores ingleses y referencias de los mismos en los tex-tos de Jovellanos.

3634 Lastra, María.- (Vid. 3493).

3635 Laviada, José M.- «El 6 de agosto, fecha jovellanista».- Gijón, La Vozdel Agricultor. Órgano de la Asociación de Agricultores de Gijón,Año XXVI, núm. 256, 6 de agosto, 1935.- Págs. 8-9.

3636 Llombart Rosa, Vicente A.- (Vid. 3482).

3637 — «La supuesta alternativa fisiócrata de Juan Alvarez Guerra al “In-forme de Ley Agraria” de Jovellanos: una reconsideración». En Re-vista de Historia Económica. Journal of Iberian and Latin AmericanEconomic History, año 26, núm. 3, Madrid, Centro de Estudios Polí-ticos y Constitucionales, Universidad Carlos III, 2008.- Págs. 473-488.

3638 Londero, Renata.- (Vid. 3552).

3639 López Gómez, Santiago.- «Cartas de Jovellanos a Carlos IV». EnEstudios románicos, núm. 16-17, Universidad de Murcia, 2007-2008.-Págs. 127-134.

3640 López Martínez, José.- «El retrato de Jovellanos». Jalisco, México,El Informador de Guadalajara, 13 de febrero, 1994.- Pág. 4-A.

3641 López Pérez, Juan Antonio.- «Mitos y nombres míticos clásicos enlas obras literarias de Jovellanos». En Silva: Estudios de humanismo ytradición clásica, núm. 6, Universidad de León, 2007.- Págs. 207-331.

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179Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

3642 Loredo Coste, Rafael.- (Vid. 3742).

3643 Marco, José María.- (Vid. 3739).

3644 M[artínez] Junquera, Juan.- «El pensador de Goya».- Gijón, El Co-mercio, 6 de agosto, 1998.- Pág. 15.

3645 Marañón, Gregorio.- (Vid. 3614).

3646 Marías, Julián.- «La España inteligible. Razón histórica de las Es-pañas».-Madrid, Alianza Editorial, 1985.- 424 págs.- 20 x 13 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. 265, 290, 291, 303, 304, 313, 314, 315-316,320.

3647 Martínez Oblanca, Isidro.- «La Casa Natal de Jovellanos o el Museode los Errores».- Gijón, El Comercio, 28 de febrero, 1993.- Pág. 62.

3648 Martínez Oliver, Bartomeu.- «Jovellanos i la sensibilitat pel patri-moni».-Palma, Diario de Mallorca, (Suplemento “Bellver”), 3 de abril,2008.- Pág. 6.

3649 Mateos Dorado, Dolores.- (Vid. 3724).

3650 Menarini, Piero.- (Vid. 3481).

3651 Menéndez Fernández, Carla.- (Vid. 3520, 3743).

3652 Menéndez Menéndez, Aurelio.- (Vid. 3742).

3653 Menéndez Peláez, Jesús.- (Vid. 3742, 3743, 3746).

3654 — «Jovellanos en escena».- Oviedo, La Nueva España de Gijón, 3 defebrero, 2009.- Pág. 12.

3655 — «La liberación».- Gijón, El Comercio, 30 de marzo, 2008.- Pág. 69.

3656 Menéndez Peláez, Jesús e Isabel Barthe García de Castro.- Colec-ción de documentos de la casa de los Jove Llanos en el Palacio de Mohías.-Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias - Fun-dación Caja Rural de Asturias, 2009.- 96 págs.- 23,5 x 17 cm.

3657 Merayo, Paché.- (Vid. 3742).

3658 — «Goya y Jovellanos, lazos al óleo».- Gijón, El Comercio, 18 de julio,1997.- Pág. 72.

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180 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

3659 Montero, Basilio.- «Noticia de Jovellanos y su entorno». Res. bibl.de Noticia de jovellanos y su entorno, Manuel Álvarez-Valdés y Val-dés. Gijón, Fundación Alvargonzález, 2006. (BJ., Ap. VII, reg. 3247).En El Correo Gallego, Santiago de Compostela, 10 de junio, 2007.-Pág. 12.

3660 Montes, Eva.- «El Jovellanos más íntimo».- Gijón, El Comercio, 16de agosto, 2009.- Pág. 9.

3661 Morán Ortí, Manuel. Ed. de Manuel Artola Gallego.- Las Cortes deCádiz.- Madrid.- Madrid, Marcial Pons, Historia Estudios, 2003.- 493págs.- 21 x 13 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. 16, 20-27, 30-31, 33, 39, 42, 152, 250, 252,257, 261.

Las Cortes de Cádiz suponen para España el fin del absolutismo y lairrupción del liberalismo. La reformulación de los conceptos de liber-tad, igualdad y propiedad, que hacen surgir al ciudadano y desapa-recer al vasallo, se materializa en la formación de un régimen políticoparlamentario, sin dejar de ser monárquico, y en una organización te-rritorial del Estado de carácter unitario a partir de la incorporación delos principios de soberanía nacional y división de poderes que, comoprincipios revolucionarios, encuentran su explicitación en el textoconstitucional de 1812, sirviendo además de modelo a seguir por otrospaíses.

3662 Morán, Xurde.- «El Valle de Pión: Reposu de Xovellanos».- Gijón,El Comercio, “Artúrica”, 17 de marzo, 1999.- Pág. 2.

3663 Moratinos Otero, Orlando.- (Vid. 3742, 3743, 3746).

3664 Moreno Alonso, Manuel.- «Lord Holland y los orígenes del libe-ralismo español». En Revista de Estudios Políticos, núm. 36, Madrid,1983.- Págs. 181-217.

3665 — «Principios políticos y razones personales para la reforma del es-tado en España (1805-1840). (De la correspondencia inédita de M. J.Quintana con Lord Holland)». En Revista de Estudios Políticos,(Nueva Época), núm. 70, octubre-diciembre, Madrid, 1990.

Sobre Jovellanos vid. págs. 293, 294, 300, 301, 303, 307, 310.

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181Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

3666 Mourelle de Lema, Manuel.- La educación según G. M. de Jovellanos.Contemplada desde la perspectiva actual.- Madrid, Grugalma Edicio-nes, 2008.-199 págs.- 22 x 16 cm.-

Res. bibl de Carlos Robles Piquer en Cuadernos de pensamiento Po-lítico, 23, Faes, Madrid, 2009.

3667 Neira, Javier.- «Contra Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España deGijón, 5 de septiembre, 2008.

3668 Noriega Iglesias, Juan Ignacio.- Antonio Noriega de Bada. Un asturianopintado por Goya.- Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias, 2009.- 56págs., ilust. + desplegable con árbol genealógico.- 21 x 15 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. 9, 10, 16, 21, 26-27, 34, 38, 44.

3669 Ocampo Suárez-Valdés, Joaquín.- (Vid. 3482, 3627).

3670 — Res. bibl. de Noticia de Jovellanos y su entorno. Manuel Álvarez-Valdés y Valdés.- Gijón, Fundación Alvargonzález, 2006. (BJ., Ap.VII, reg. 3247). En Cuadernos de Estudios del Siglo XVIII, 17, Oviedo,2007.- Págs. 304-305.

3671 — «Jovellanos en su tiempo y en el nuestro».- Gijón, El Comercio, 24de abril, 2008.- Pág. 36.

3672 Oleza, Joan.- «Luis García Montero: El insomnio de Jovellanos: Untiempo mío entre dos olas». En Centuria. Cien años de poesía en espa-ñol, Vv. Aa.- Madrid, Visor Libros, 2003.- 631 págs.- 20 x 13 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. 403-418.

3673 Pachín de Melás.- «El día a Jovellanos».- Gijón, La Voz del Agricul-tor. Órgano de la Asociación de Agricultores de Gijón, Año XXVI,núm. 254, 25 de mayo, 1935.- Pág. 2.

3674 Palacios Alonso, Marcelo.- (Vid. 3743).

3675 Payeras, Miquel.- «Jovellanos».- Barcelona, El temps d’Historia, del14 al 20 de mayo, 2002.- Pág. 73.

3676 Pérez García, Pelayo.- (Vid. 3743).

3677 Piñán, Carmen y Bernardo Canga.- «Jovellanos y la Babia».-Oviedo, La Nueva España de Gijón, 17 de julio, 2004.- Pág. 27.

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182 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

3678 Piñera, Luis Miguel.- «Jovellanos, prócer de próceres».- Oviedo, LaNueva España de Gijón, 3 de marzo, 2007.

3679 — «Sobre monstruos marinos en Gijón».- Oviedo, La Nueva Españade Gijón, 13 de junio, 2009.

3680 — «Presencia en las gacetas. Referencias al ilustrado en publicacio-nes predecesoras de los boletines oficiales».- Oviedo, La Nueva Es-paña de Gijón, 6 de agosto, 2009.- Pág. 7.

3681 Plans, Juan José (guión) e Isaac del Rivero (ilust.).- Xovellanos.-Oviedo, Ed. Trabe, 2008.- 99 págs.- 30,5 x 24 cm.

Nueva edición en asturiano de la publicada en 1996 por Esmena, S.A.,1996 y recogida, con carácter semanal, sábados y domingos, en las pá-ginas del diario El Comercio, de Gijón, entre el 6 agosto de 1995 y el 29de junio de 1996. (BJ., reg. 1529).

3682 Pons, Damià.- «Jovellanos, un model d’intel·lectual per a Miqueldels Sants Oliver». En Lluc, revista de cultura i d’idees, L’ EspurnaEdicions, núm. 862, Palma, 2008.- Págs. 31-33.

3683 Prendes Quirós, Francisco.- «Jovellanos en agosto».- Oviedo, LaNueva España de Gijón, 1 de agosto, 2008.- Pág. 2.

3684 Presedo, Andrés.- «El descanso de Jovellanos».- Gijón, El Comercio,11 de mayo, 1994.- Pág. 36.

3685 — «Un coleccionista llamado Jovellanos».- Gijón, El Comercio, 16 denoviembre, 1994.- Pág. 34.

3686 Pujals, Esteban.- «Burke y Jovellanos». En Reflexiones sobre la Revo-lución Francesa. Por Edmund Burke. Ed., int. y trad. de ___.- Madrid,Ed. Rialp, 1989.- 253 págs.

Sobre Jovellanos vid. págs. 31-33.

3687 Ramos Gorostiza, José Luis.- «La imagen económica de la Españade Carlos III: Joseph Townsend, Alexander Jardine y los economis-tas españoles». En Revista de Historia Económica. Journal of Iberianand Latin American Economic History. Año 24, núm. 1, Madrid,2006.- Págs. 139-174.

Sobre Jovellanos vid, págs. 143, 157, 161, 162, 164, 165.

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183Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

3688 Rivero, Isaac del.- (Vid. 3681).

3689 Robledo Hernández, Ricardo.- (Vid. 3484).

3690 Robles Piquer, Carlos.- (Vid. 3666).

3691 Rodrigo Mancho, Ricardo.- «En torno a “Iphigenia” de Racine, tra-ducida por Jovellanos». En Stichomythia, Revista de Teatro Con-temporáneo, 6, Valencia, 2008.- Págs. 163-169.

3692 Rodríguez de Maribona y Dávila, Manuel María.- (Vid. 3499,3742).

3693 — «Informe sobre el Escudo de Armas de Don Gaspar Melchor deJovellanos». En Boletín de la Academia Asturiana de Heráldica y Gene-alogía, núm. 9, Oviedo, 2004.- Págs. 69-70.

3694 Rodríguez Muñoz, Javier y Miguel Ángel G. Muñiz.- «El pano-rama cultural del siglo XVIII: Jovellanos, la Sociedad Económica deAmigos del País y el Instituto Asturiano». En Historia General de As-turias, Bilbao, Ed. Silverio Cañada, fasc. 176, [1978].- Págs. 241-256.-29,5 x 21 cm.

3695 Rodríguez Muñoz, Javier.- «La Guerra de la Independencia. Losasturianos en el levantamiento contra Napoleón y la revolución li-beral».- Oviedo, Ed. Prensa Asturiana, La Nueva España, 2009.- 830págs.- 29 x 21 cm.

Edición publicada en fascículos semanales.

Sobre Jovellanos vid. págs. 1, 9-10, 18, 19, 25, 31, 32, 36, 37, 42-44,47-48, 68, 72, 85, 105, 132, 172, 202-206, 255, 256, 259, 261, 280, 282,284, 324, 362, 370, 371, 372, 373, 376, 410, 412, 415, 416, 422-423, 426,427, 440, 442, 443, 444, 445, 447, 448, 484-485, 526, 545-547, 568, 593,594, 630, 631, 655-656, 658, 668-671, 672, 673, 679, 688, 715-716, 720,728.

3696 Rojo, Miguel.- «Boda con Xovellanos».- Oviedo, La Nueva España,“La Nueva Quintana”, 5 de octubre, 2004.- Pág. 7.

3697 Romeo Mateo, Cruz.- (Vid. 3484).

3698 Rubio Vidal, Javier.- «Un matemático asturiano casi olvidado.Agustín de Pedrayes».- Oviedo, IDEA, 1951.- 94 págs.- 24 x 17 cm.

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184 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

Sobre Jovellanos vid. págs. 11, 17, 18-27, 59-65.

Discurso leído por el autor en el acto de su solemne recepción acadé-mica el día 20 de diciembre de 1950.

3699 Ruiz Castellanos, Antonio.- (Vid. 3550).

3700 Ruiz-Domènec, José Enrique.- «España, una nueva historia».- Ma-drid, Ed. Gredos, 2009.- 1143 págs.

Sobre Jovellanos vid. págs. 30, 786-787, 800, 815, 819, 821-824, 827,863, 982.

3701 Rúspoli [y Morenes], Enrique.- (Vid. 3600).

3702 Sáez Durán, Juan.- (Vid. 3550).

3703 Sánchez Badiola, Juan José.- «Jovellanos y el escudo de Asturias(con un breve apunte astorgano)». En Argutorio, revista de la Aso-ciación Cultural “Monte Irago”, año 9, núm. 21, Astorga (León),2008.- Págs. 22-24.

3704 Sánchez Corredera, Silverio.- (Vid. 3743).

3705 — «Jovellanos: Ilustrado, Liberal y Filósofo». En Y Latina, Asocia-ción de escritores noveles, núm. 1.- Gijón, febrero, 2007.- Págs.12-17.- 21 x 17 cm.

3706 — «Soberanía y supremacía doscientos años después. Jovellanos yEspaña». En Altar Mayor, Revista de la Hermandad del Valle de losCaídos, 125 (56). Madrid, Enero, 2009.

Publicado en http://www.hermandaddelvalle.org

Anteriormente publicado en El Catoblepas, 71, enero, 2008.

3707 Sánchez González, Mª Dolores del Mar. (Coord.).- Corte y Monar-quía en España.- Madrid, Ed. Universitaria Ramón Areces, Univer-sidad Nacional de Educación a Distancia, UNED, Servicio dePublicaciones, 2003.- 376 págs.

Sobre Jovellanos, vid. págs. 9, 111, 119, 120, 121, 122, 123, 125, 225,226, 252, 253.

3708 Sánchez Hormigo, Alfonso.- (Vid. 3482).

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185Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

3709 Sánchez Llama, Íñigo.- «La recepción de la filosofía ilustrada enEspaña». En 1616. Anuario de la Sociedad Española de LiteraturaGeneral y Comparada, Vol. VIII, Madrid, 1990.- Págs. 75-84.

3710 Sánchez Salazar, Felipa.- «Derrota de mieses y cercados y acota-mientos de tierras: un aspecto del pensamiento agrario en la Españadel siglo XVIII».- En Estudios Agrosociales y Pesqueros, Ministerio deAgricultura, Pesca y Alimentación, 195, 2002.- Págs. 81-120.

3711 Sebold, Russell P.- (Vid. 3480, 3584).

3712 Sendín García, Manuel Ángel.- (Vid. 3742).

3713 Silva, Pedro de.- (Vid. 3475).

3714 Soberanes Fernández, Jose Luis.- (Vid. 3537).

3715 Seco Serrano, Carlos.- «Godoy y Jovellanos». En Profesor Carlos SecoSerrano - Haciendo Historia. [Homenaje al Prof. C. Seco Serrano]. Uni-versidad de Barcelona. Barcelona, 1989.- Págs. 89-106.- 24,5 x 17,5 cm.

3716 Southey, Robert.- «History of The Peninsular War.- London, JohnMurray, Albemarle-Street, vol. I, 1823.- 806 págs.

Sobre Jovellanos vid. págs. XVI, XVII, 175, 293-294, 335, 623, 624-627, 638, 639, 640, 712.

3717 Suárez Blanco, Román.- (Vid. 3743).

3718 Suau, Nadal.- «Jovellanos es el XVIII».- Palma, Diario de Mallorca,(Suplemento “Bellver”), 3 de abril, 2008.- Págs. 4-5.- 41,5 x 29 cm.

3719 Sureda García, Bernat.- (Vid. 3479).

3720 Tierno Galván, Enrique.- (Vid. 3595).

3721 Till. [Seud. de Francisco Carantoña Dubert].- «El retrato de Jove-llanos y el té moruno».- Gijón, El Comercio, 19 de junio, 1974.-

3722 Tolivar Faes, José R.- «Hospitales de leprosos en Asturias durantelas Edades Media y Moderna».- Oviedo, IDEA, 1966.- 471 págs.- 24x 17 cm.

Sobre Jovellanos, vid. Págs. 14, 39, 60, 66, 107, 111, 124, 145, 154, 174,235, 286, 323, 363, 364.

Hay reedición de 2009.

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186 CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008

3723 Tomás Ortiz de la Torre, José Antonio.- Res. bibl. de Noticia de Jo-vellanos y su entorno, Manuel Álvarez-Valdés y Valdés, Gijón, Fun-dación Alvargonzález, 2006. (BJ., Ap. VII, reg. 3247). En RevistaJurídica de Asturias, 31, Academia Asturiana de Jurisprudencia,Oviedo, 2007.- Págs. 299-302.

3724 Torrente Sánchez-Guisande, Juan Pablo y Dolores Mateos Do-rado.- «Los borradores del “Informe en el expediente de la LeyAgraria”, de Jovellanos. Índice comentado».- Oviedo, Cuadernos deEstudios del Siglo XVIII, 8 y 9, 1998-99.- Págs. 179-186.

3725 Urzainqui Miqueleiz, Inmaculada.- «Humor y sociabilidad: Jove-llanos». En Dieciocho, Hispanic enlightenment, Vol. 32, núm. Extra 4,Charlottesville, The University of Virginia, 2009.- Págs. 171-200.

3726 Usoz Otal, Javier.- (Vid. 3511).

3727 Valdés Ozores, Micaela.- (Vid. 3742).

3728 Valle Menéndez, Antonio del.- «León: historia minera y políticaeconómica (de Jovellanos a nuestros días)». En Tierras de León. Re-vista de la Diputación Provincial, Vol. 17, núm. 27, León, 1977.-Págs. 45-53.

3729 Vallés, Matías.- «El intelectual traicionado».- Oviedo, La Nueva Es-paña de Gijón, 4 de abril, 2008.- Pág. 62.

Con el mismo contenido, publicado en “Bellver”, Cuaderno Cultu-ral del Diario de Mallorca, núm. 477, Palma, 3 de abril de 2008.

3730 Vaquero Iglesias, Julio Antonio.- (Vid. 3482).

3731 Vargas Salazar, Juan.- «Panorama general de España en el sigloXVIII: Visiones de Jovellanos». En Revista de Claseshistoria, Publica-ción digital de Historia y Ciencias Sociales, 2 de abril de 2009.

http://www.claseshistoria.com/revista/2009/articulos/vargas-jo-vellanos.pdf

3732 Vázquez Rodríguez, Yasmina.- «¡A por el tirano, matadlo!» Ou-rense, La Región, 17 de julio, 2008.

La autora hace un repaso de las intenciones de Napoleón hacia Españay como algunos hombres y mujeres progresistas, que se les tildaba deafrancesados, comprendieron que la Francia napoleónica no represen-

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187Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero

taba el progreso. Eran afrancesados “a su manera” porque consiguieronrevelarse contra el tirano invasor. Y es aquí donde la autora hecha manode Jovellanos para afirmar que «el hombre que mejor representa esegiro de la mirada, que antes que ideológico, fue ‘intelectual’ y ‘moral’,es Jovellanos».

3733 Velarde Fuertes, Juan.- «Jovellanos libre de Bellver: una interpre-tación económica».- Gijón, El Comercio, 7 de abril, 2008.- Pág. 41.

3734 — «Entonces se atinó».- Oviedo, La Nueva España de Gijón, 20 deabril, 2008.- Pág. 53.

3735 — «Jovellanos y el gran cambio».- Oviedo, La Voz de Asturias, 2 demayo, 2008.- Pág. 57.

3736 Vicens Pujol, Carlota.- «Nuestra ‘breve y malograda Ilustración’».-Palma, Diario de Mallorca, (Suplemento “Bellver”), 3 de abril, 2008.-Pág. 3.

3737 Vigil-Escalera, Ulpiano.- «Jovellanos, Modelo de ciudadanía».-Gijón, La Voz del Agricultor, Órgano de la Asociación de Agriculto-res de Gijón, Año XXVI, núm. 256, 6 de agosto, 1935.- Pág. 7.

3738 Vilches, Jorge.- (Vid. 3478).

3739 — Liberales de 1808. Pról. de José María Marco.- Madrid, Ed. Fun-dación FAES, 2008.- 347 págs.- 24 x 16 cm.

Sobre Jovellanos vid. págs. 18, 20-22, 28, 30, 31, 41, 71-73, 117-120,132, 147, 148, 152, 155, 156-159, 161, 163-166, 169, 176-178, 183-185,188, 189, 194-197, 199-206, 208, 211, 220, 221, 223, 234, 237, 238, 249,252, 253, 289, 293, 299, 300.

3740 Víñez Sánchez, Antonia .- (Vid. 3550).

3741 Vitse, Marc.- (Vid. 3743).

3742 Vv. Aa.- Boletín Jovellanista.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos delPrincipado de Asturias, Año VII-VIII, 7-8, 2008.- 378 págs.- 23,5 x17 cm.

Contiene:• Manuel Rodríguez de Maribona y Dávila.- «Don Gaspar de Jo-

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vellanos y Ramírez de Jove, Caballero de la Orden de Alcántara:genealogía, nobleza y armas», págs. 15-18.

• Agustín Guzmán Sancho.- «El prestigio del Boletín Jovellanista»,págs. 19-23.

• Martín González del Valle.- «Micaela Valdés Ozores», págs. 25-29.

• Micaela Valdés Ozores.- «Antonio Valdés y el Real Instituto As-turiano», págs. 31-40.

• «La Naturaleza en estado puro». Semblanza de don BernardoCanga Meana, págs. 43-46.

• Manuel Ángel Sendín García.- «Presentación de don Ramón Al-vargonzález», págs. 47-51.

• Arturo Cortina Llosa.- «Laudatio para el ingreso del doctor donMarcelo Palacios como patrono del Foro Jovellanos», págs. 53-59.

• Javier Gómez Cuesta.- «Mons. Cecilio Raúl Berzosa Martínez»,págs. 61-64.

• Joaquín Fernández García.- «Sabiduría, laboriosidad y filantro-pía», págs. 65-77.

• Fernando Adaro de Jove.- «Semblanza de don Román SuárezBlanco, págs. 79-81.

• Jesús Menéndez Peláez.- «Foro Jovellanos: nueva singladura»,págs. 85-88.

• Aurelio Menéndez Menéndez.- «Reflexión sobre la actualidadde Jovellanos», págs. 89-92.

• Agustín Guzmán Sancho.- «Conjeturas sobre la Ifigenia de Jo-vellanos», págs. 93-95.

• J. M. Ceinos.- «Ángela Gracia Menéndez, ganadora del IX Pre-mio de Investigación del Foro Jovellanos», págs. 97-99.

• M. F. A.- «Marta Friera Álvarez, Profesora de Historia del Dere-cho», págs. 101-103.-

• Agustín Guzmán Sancho.- «Arias de Saavedra. Retrato de unaamistad», págs. 107-229.

• A. G. S.- «In memoriam: Antonio Martín, el guardián de Jovella-nos», págs. 233-234.

• Jesús Menéndez Peláez.- «El jovellanismo de don Luis», págs.235-237.

• Jaime Álvarez-Buylla Menéndez.- «Luto en la Medicina astu-riana», págs. 239-240.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008188

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• Orlando Moratinos Otero.- «Gran señor y buen amigo», págs.241-242.

• Joaquín Fernández García y Rodrigo Fernández Alonso.- «Lasalud física y mental de Wolfgang Amadeus Mozart», págs. 247-267.

• Paché Merayo.- «Dudas razonables», págs. 271-272.• Nidia Fernández.- «Carta de Asturias», págs. 273-275.• Rafael Loredo Coste.- «Senderos de agua y piedra», págs. 277-

282.

3743 Vv. Aa.- Cuadernos de Investigación.- Gijón, Fundación Foro Jovella-nos del Principado de Asturias, Año 2007, núm. 1, 2008.- 356 págs.-23,5 x 17 cm.

Contiene:• María José Alvarez Faedo.- «Gaspar y Josefa. La relación de dos

hermanos a la luz de su legado literario», págs. 17-40.• Santos M. Coronas González.- «Las censuras indianas de Jove-

llanos», págs. 41-54.• Vicente Cueva Díaz.- «La impronta de Fray Luis de León en la

poesía de Jovellanos», págs. 55-71.• Emiliano Fernández Vallina.- «Jovellanos de cara a la lengua y

autores latinos», págs. 73-92.• Ángela Gracia Menéndez.- «El concepto de ‘lengua’ en Jovella-

nos», págs. 93-106.• Carla Menéndez Fernández y Jesús Menéndez Peláez.- «Teatro

y pedagogía: El teatro escolar en la Asturias del siglo XVIII»,págs. 107-122.

• Silverio Sánchez Corredera.- «Etapas en la recepción del pensa-miento de Jovellanos», págs. 123-140.

• Marc Vitse.- «Teoría y práctica del teatro en Jovellanos: el casode El delincuente honrado», págs. 141-156.

• Ramón Álvarez Viña.- «Jovellanos y la revolución industrial»,págs. 159-174.

• Ramón Alvargonzález Rodríguez.- «El mapa de España en laépoca de Jovellanos», págs. 175-186.

• Raúl Berzosa Martínez.- «La religiosidad en Jovellanos: entre latradición y la modernidad ilustrada», págs. 187-204.

Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero 189

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• Bernardo Canga Meana.- «Jovellanos y la naturaleza», págs. 205-209.

• Marcelo Palacios Alonso.- «Evolución y violencia. La sociedadcautiva», págs. 211-288.

• Román Suárez Blanco.- «Breve evocación analógica entre la so-ciedad en la que vivió Jovellanos y la nuestra», págs. 289-292.

• Orlando Moratinos Otero.- «Bibliografía Jovellanista». ApéndiceVII, págs. 295-324.

• María Teresa Caso Machicado.- «Plan de mejoras propuesto alAyuntamiento de Gijón», págs. 327-339.

• Ignacio Gracia Noriega.- «La mirada sobre Asturias», págs. 343-345.

• Pelayo Pérez García.- «Jovellanos visto por un filósofo», págs.347-352.

3744 Vv. Aa.- «Campomanes, vida, obra y época».- Oviedo, Real Insti-tuto de Estudios Asturianos, 2004.- 230 págs.- 23 x 17 cm.

Sobre Jovellanos vid. Págs. 27-29, 31, 33, 35, 36, 122, 172, 175, 191, 201,202, 229, 230.

3745 Vv. Aa.- Floresta de rimas modernas castellanas; poesías selectas caste-llanas desde el tiempo de Ignacio de Luzán hasta nuestros días con una in-troducción histórica, y con noticias biográficas y críticas, recogidas yordenadas por Fernando José Wolf, secretario de la Biblioteca Imperial deViena.- París, a expensas de Rohrmann y Schweigerd, Libreros dela Corte en Viena, T. I, 1837.- Págs. 365-407.

3746 Vv. Aa.- Jesús Menéndez Peláez (Coord.).- José Moñino y Redondo, Condede Floridablanca (1728-1808). Estudios en el bicentenario de su muerte.- Gijón,Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, Cuadernos deInvestigación, Monografías, VII, 2009.- 338 págs.- 23,5 x 17 cm.

Contiene:• Jesús Menéndez Peláez.- «Presentación». Págs. 8-18. • Orlando Moratinos Otero.- «José Moñino y Redondo, conde

de Floridablanca. Apuntes biográficos». Págs. 25-54. • Manuel Abol-Brasón y Álvarez-Tamargo.- «El conde de Flori-

dablanca y la política de su época». Págs. 55-177.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008190

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• Rafael Anes y Álvarez de Castrillón.- «El programa econó-mico del conde de Floridablanca». Págs. 179-216.

• Santos M. Coronas González.- «José Moñino, fiscal del Con-sejo de Castilla (1766-1772)». Págs. 217-296.

• Moisés Llordén Miñanbres.- «El conde de Floridablanca yAmérica”. Págs. 297-320.

• Cronología del conde de Floridablanca». Págs. 321-326.

Bibliografía jovellanista – Orlando Moratinos Otero 191

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IV

Textos

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Lloro, es verdad, negártelo no debo,lloro la ausencia de mi amada patria,de mis caros penates, de mis pocosfieles amigos, y de todo cuantomi corazón amaba, y reunido,colmo era de mi gloria y mi ventura...

Jovellanos, Epístola VIII, (Valldemossa, marzo de 1802)

En la Memoria en defensa de la Junta Central1, escrita por Jovellanos pararesponder a las acusaciones que habían recibido sus vocales y para

justificar su conducta personal durante este período, incluyó, entre otraserie de documentos y cartas, las dos representaciones de súplica que habíadirigido desde su prisión de Mallorca al rey Carlos IV en 18012. Su inten-ción al escribirlas no era otra que reclamar justicia y llamar la atención del

Dos representacionesde Jovellanos a Carlos IV

Transcripción de MARÍA TERESA CASO MACHICADO

Doctora en Filología Hispánica

1 Gaspar Melchor DE JOVELLANOS, D. Gaspar de Jovellanos a sus compatriotas. Memoria en que serebaten las calumnias divulgadas contra los individuos de la Junta Central y se da razón de la conducta y opi-niones del autor desde que recobró su libertad [con notas y apéndices], Oficina de Don Francisco CándidoPérez Prieto, La Coruña, 1811. Para su consulta y las citas vid.: Gaspar Melchor DE JOVELLANOS,Obras completas. Escritos jurídicos, vol. XI. Edición crítica, estudio preliminar, prólogo y notas de Igna-cio Fernández Sarasola, Ayuntamiento de Gijón - Instituto Feijoo de Estudios del siglo XVIII - KRKEdiciones, Oviedo, 2006.

2 En la edición de Sarasola pueden verse en las págs. 603-609, con sus excelentes anotaciones al pie.

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rey sobre las extraordinarias circunstancias que habían rodeado su arrestoy su encarcelamiento.

Sus consecuencias fueron, sin embargo, muy distintas de las que él pre-tendía. No llegaron a las manos del monarca y sólo sirvieron para agravarlas condiciones del preso, que, como primera medida y para evitar que in-tentara volver a escribir, fue trasladado desde la cartuja de Valldemossa alcastillo de Bellver y obligado a soportar aun más duras condiciones. «El 5de mayo de 1802 -cuenta Jovellanos en la Memoria- el sargento mayor dedragones don Francisco del Toro vino a arrancarme de la tranquila y santareclusión en que estaba y me trasladó al castillo de Bellver, situado en unalto cerro, a cosa de media legua al poniente de Palma. El rigor y estrechezdel encierro que sufrí allí se pueden ver en la consigna dada para mi cus-todia por el gobernador del castillo, según las órdenes del Capitán Gene-ral, que fueron cumplidas a la letra, et ultra»3.

Escrita la primera representación en abril de 1801, Jovellanos se la envióa su buen amigo Juan Arias de Saavedra, para que este se la entregara almarqués de Valdecarzana, quien, a su vez, se había ofrecido a entregárselaal rey. Pero -cuenta Jovellanos-, «llegada que fue, no se atrevió a presen-tarla, y como Arias de Saavedra hubiese salido ya desterrado a Sigüenza,tampoco pudo proporcionar su entrega»4.

Cinco meses más tarde, en octubre, redactó la segunda representación.Con copia de la primera,

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – TEXTOS196

3 Vid. Obras completas, vol. XI, pág 781. En efecto, en la Consigna dada al oficial de la guardia se or-denaba destinar «un cabo y nueve soldados de la satisfacción del comandante del destacamento, paramantener dos centinelas, la una situada en la puerta de la habitación que está destinada para dichoseñor, la que no permitirá se acerque persona alguna a ella; y para cuando necesite alguno de sus cria-dos, para su aseo u otra urgencia conducente a su salud, avisará al referido oficial de guardia, paraque a su presencia evacue el doméstico la diligencia en que sea empleado por su amo, sin dar lugar aque pueda comunicarle algunos asuntos reservados ni entregarle carta o billete, pues deberá celarcuando estos le entren la comida, o en otra ocasión, no le introduzcan papel, tintero, o lápiz y pluma,como igualmente se le mantendrá sin comunicación de persona alguna. (...) La otra centinela se apos-tará encima de la muralla, enfrente de la ventana de la dicha habitación del señor Jovellanos, con el finde impedir se pare a su inmediación persona alguna con el fin de tener ni aun la más leve comunica-ción y precaviendo no introduzcan tintero, papel, lápiz o pluma, avisando al cabo inmediatamente decualquiera novedad que advierta, (...) Cada vez que entrare algún cridado del señor don Gaspar de Jo-vellanos, será reconocido muy escrupulosamente en su persona, para ver si lleva escondido papel, tin-tero, pluma o lápiz, y cuando saliere del cuarto de dicho señor, de haber manejado alguno de losmuebles, y especialmente la cama, será nuevamente reconocido muy menudamente » (Obras comple-tas, vol. XI, págs. 611-612).

4 Vid. Obras completas, vol. XI, pág. 781.

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«las dirigí a Gijón al presbítero don José Sampil, mi capellán, que se habíaofrecido a venir a Madrid para ponerla en manos del Rey. Hubo de traslucirseel designio de su viaje; partieron dos postas, una al camino de León y otra a Si-güenza, en busca de Sampil5; no dieron con él; pero al entrar en Madrid fue sor-prendido con las representaciones por los esbirros del juez de policía Marquina,arrestado en la cárcel de corona, oprimido allí con molestos interrogatorios yamenazas por espacio de siete meses, y al fin llevador por alguaciles a Asturiasy confinado a la capital, con obligación de presentarse diariamente al obispo, ysin poder hacerlo en su casa ni en la mía»6.

En su obra Las amarguras de Jovellanos7, Julio Somoza relata este episodiomás pormenorizadamente que don Gaspar. Allí leemos que José Sampil,

«atento a las instrucciones de Arias Saavedra, Valdés Llanos y don BaltasarCienfuegos, sale de Gijón el 15 de noviembre. En Madrid, adonde llegó el 24 dedicho mes, se avistó con su primo don Antonio García Tuñón, empleado de lacasa del marqués de Villafranca; con don Ángel Colodrón, mayordomo o amigode Arias Saavedra, y con la condesa de Montijo. A poco, llegaron de Sigüenzalas representaciones que enviaba Arias, con más acertadas instrucciones para elmodo de proceder. Pero Arias cometió el yerro de contar para esta empresa conel Sr. Mallo, funcionario de la corte, que solo era una vil hechura de Godoy y Ca-ballero. Así las cosas, dirigiose Sampil al Escorial, residencia de los reyes, y el12 de diciembre, en que llegó, dio principio a su comisión. Ya estaban en acechosuyo.

Dos representaciones de Jovellanos a Carlos IV – María Teresa Caso Machicado 197

5 Eran amigos y parientes de Jovellanos, como cuenta Ceán Bermúdez: «Hubo de traslucirse esteencargo en Asturias, donde había gentes que velaban sobre la conducta de los amigos del padre y bien-hechor de aquel Principado, que avisaban a otras, residentes en Madrid, todo lo que podían averiguar,de manera que inmediatamente se dispararon dos postas al camino de León y al de Sigüenza en buscade Sampil. No sólo Sampil terminó en la cárcel. También Antonio Arango, mayordomo del marqués deCamposagrado, por haber hallado entre los papeles de Sampil una carta suya, creyendo que pudiesehaber tenido parte en la dirección de las representaciones; mas no habiendo resultado ningún indiciode esta sospecha, le pusieron en libertad, después de cuatro meses y medio de rigurosa prisión y deotras injustas y tiránicas vejaciones». (Juan Agustín CEÁN BERMÚDEZ, Memorias para la vida del Excmo.Señor D. Gaspar Melchor de Jovellanos, y noticias analíticas de sus obras, por ____, Madrid, Imprenta que fuede Fuentenebro, 1814, págs. 83-84).

6 Vid. Obras completas, vol. XI, pág. 781.7 Julio SOMOZA, Las amarguras de Jovellanos. Bosquejo biográfico (con notas y setenta y dos documen-

tos inéditos), por ____, Gijón, Imprenta de Anastasio Blanco, 1889, págs. 99-100.

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»Avistándose con Mallo y en breve conferencia le dijo cuál era el objeto de suviaje y después de entregados los papeles fue despedido por el cortesano, conla advertencia de que se marchara inmediatamente del Real Sitio.

»Y a tiempo lo hizo, porque habiendo Mallo dado enseguida el soplo al mi-nistro, tuvo este buen cuidado de poner comisario y alguaciles sobre la pistadel capellán y despachar requisitorias a Madrid, donde el juez don José Mar-quina, alcalde de casa y corte, y seide de Caballero, le detuvo y prendió en casade García Tuñón.

»Al ocuparle los papeles, le hallaron una carta de don Antonio GarcíaArango, mayordomo y capellán del marqués de Camposagrado (don FranciscoBernaldo de Quirós) residente en Barcelona, en cuya carta le preguntaba por elresultado de su comisión en Madrid. Y dadas las relaciones de amistad y pai-sanaje que existían entre Sampil y Arango, y Camposagrado y Jovellanos, su-pusieron que entre todos ellos se fraguaría alguna empresa de liberación. Demodo que al destierro de Arias Saavedra y Ceán Bermúdez siguiéronse las pri-siones de Sampil y Arango, recluso el primero en la cárcel de la Corona, de Ma-drid, por espacio de cuatro meses y encerrado el otro por igual tiempo (129 días)en el fuerte de Canaletas, en Barcelona. Al cabo de aquel tiempo logró Sampilrestituirse a su patria (Mieres) bajo la más severa vigilancia.»

Mientras tanto, Jovellanos, encerrado en Bellver, tuvo que sufrir aún un re-crudecimiento en su cautiverio cuando en el mes de octubre de 1802, con mo-tivo de las bodas del Príncipe de Asturias en Barcelona, el ministro de Graciay Justicia, José Antonio Caballero, nombró un nuevo gobernador del castillo,al que le exigió absoluto rigor en el cuidado y vigilancia de Jovellanos, queachaca en principio este nuevo agravamiento de su situación a la supuestaredacción de dos nuevas representaciones, cuando parece evidente que el mi-nistro está refiriéndose a las ya redactadas por don Gaspar el año anterior:

«El viaje de los reyes padres a Barcelona en aquel verano para celebrar el ma-trimonio de los desgraciados Príncipes de Asturias, me hizo esperar que a lomenos se mitigaría algún tanto el rigor de mi encierro, pero sucedió lo contra-rio. En el solemne día 14 de octubre, destinado para celebrar el cumpleaños ylas bodas del Príncipe y para derramar con profusión las gracias que alcanza-ron a los más infelices delincuentes, y al mismo tiempo en que las salvas de laplaza y las banderas de los buques empavesados anunciaban tan grande cele-bridad y alegría, un nuevo destacamento de distinta tropa subía el cerro para re-levar el antiguo, y otro gobernador venía a reemplazar al que antes mandaba el

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castillo. Entrados en él, un riguroso registro se hizo en mi cuarto, cama y mue-bles, y se estrechó más y más el rigor y al vigilancia de mi encierro. Fue ocasiónde esta nueva violencia una orden del ministro Caballero, en que, suponiéndoseque yo había hecho dos representaciones a su majestad, se culpaba el Capitán Gene-ral y al Gobernador de falta de vigilancia en mi custodia y se les encargaba elcumplimiento de las órdenes anteriores. No pudiendo referirse esta orden a lasrepresentaciones del año anterior, pues que ellas había dado motivo a mi tras-lación a Bellver, y no habiendo hecho yo, ni por mí ni por interpuesta persona,ninguna otra representación, di por seguro que se había inventado tan indignafalsedad para agravar, en vez de dar alivio, a mi triste situación»8

Pero además, Jovellanos no era entonces consciente de que en la Corte,y por todo el país, circulaban múltiples copias de sus representaciones.Estas habían empezado a proliferar casi de inmediato, quizá porque los co-pistas -muchos de ellos amigos de don Gaspar- encontraban así una formade solidarizarse con el preso, al hacer pública la injusta historia de su en-carcelamiento y sus angustiadas peticiones de justicia. En su biografía deJovellanos escribe Javier Varela:

«La delación de un tal Joséf Saravia, fechada el 24 de agosto de 1805 en Arroyode Valdivielso, hoy provincia de Burgos, nos pone sobre la pista de la extraña cir-culación clandestina de estas hojas. Según el denunciante, la cadena se había ori-ginado en el “Sor. Obispo de Salamanca (Tavira), quien las habría franqueado a suprovisor don Paulino Bonifaz quien, a su vez, las remitió a su padre don BartoloméBonifaz, vecino de Arroyo de Valdivielso que, a continuación, las difundió entreuna tertulia compuesta por él mismo, además del cura y el médico del pueblo: ¡lasfuerzas vivas del lugar! El mismo Saravia refiere al ministro Caballero, el 18 de no-viembre siguiente, que en la vecina localidad de Villarcayo había escuchado a cier-tas personas decir “q.e el Sr. Jobellanos había sido un grande ministro, y q.e razónhabía p.a no oirle”. ¿Habían llegado hasta aquí nuevas copias de las representa-ciones? (...) Cabe imaginarse otras cadenas semejantes a esta, alimentando la cre-ciente impopularidad del gobierno y, en particular, de la persona de Godoy.»9

De esta circulación clandestina y de lo narrado por José Sampil se haceeco Julio Somoza:

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8 Vid. Obras completas, vol. XI, págs. 781-782.9 Javier VARELA, Jovellanos, Alianza Editorial, Madrid, 1988, pág. 183.

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«Las copias de las representaciones circulaban de mano en mano con veloci-dad pasmosa y los embajadores y delegados de las naciones extranjeras iban acopiarlas al mismo despacho del juez Marquina, que tan venal como bajo, otor-gaba el permiso al precio que mejor cuadraba al demandante. Según veremos,una de las personas interesadas en hacer llegar dicho memoriales a manos deCarlos IV era don Antonio Tavira, obispo de Salamanca (antes de Osma) amigode Jovellanos y persona que merecía toda la confianza del soberano10».

Ya en 1808, libre de la prisión, Jovellanos se enteró de la circulación delas copias e incluso de su impresión. Primero, como narra en la Memoria, alrecibir una carta de alguien que en 1802, «condolido de mi triste suertehabía puesto en manos de S.M. una copia que conservaba de mis repre-sentaciones del año anterior; torpeza que pudo ser inocente (aunque tam-bién amañada), pero que, como quiera que fuese, sólo sirvió para agravarmi opresión y mi sufrimiento»11. Después, porque como deja constancia enuna carta enviada al decano gobernador del Consejo de Estado y publi-cada en el Diario de Madrid del 23 de septiembre, «ha llegado a mi mano unimpreso de veinte y una páginas en 8.º, con el título Copia de la representa-ción hecha por don Gaspar de Jovellanos a la majestad de Carlos IV desde su des-tierro, que suena publicado con licencia, en Madrid, en la imprenta deSánchez»12. Jovellanos, que está disgustado y sorprendido al ver «que sin in-tervención ni noticia mía salía a luz y se vendía y clamoreaba públicamenteun escrito que, cuando no fuese tan reservado por su naturaleza, bastabaque llevase al frente mi nombre para que nadie se arrogase el derecho depublicarle», le pide al decano que «inmediatamente se recoja este escrito yque se haga público que ha salido a luz sin mi noticia ni intervención, ycon mi positiva desaprobación»13.

Finalmente, fue el mismo Jovellanos el que decidió publicar las dos re-presentaciones en los Apéndices de la Memoria, con la intención evidentede impedir que siguieran circulando, impresas o manuscritas, copias enmuchos casos llenas de erratas y con múltiples variantes con respecto aloriginal.

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10 Vid. Somoza, Amarguras, págs. 100-101.11 Vid. Obras completas, vol. XI, pág. 782.12 Hay también otra impresión: Copia de la representación hecha por Don Gaspar de Jovellanos a la Ma-

gestad de Carlos IV desde su destierro, Valencia, 1808.13 Vid. Obras completas, vol. XI, pág. 618.

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Las copias que se conservan, como la que ahora publicamos, son un cu-rioso ejemplo de cómo interesaba hacer circular el escrito de Jovellanos ycómo muchas personas que le apreciaban y respetaban quisieron ayudarleen su díficil encierro de Bellver.

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COPIA DE LA REPRESENTACIÓN QUE JOVELLANOS HIZO A S.M.DESDE LA CARTUJA DE MALLORCA EN LA QUE SE HALLABA

DESTERRADODEL R.P.P.FR. BRAULIO CÓNSUL JOVE

CÁDIZ, 22 DE MAYO DE 1804*

Lo trasladó Nosti Cónsul

Señor:

Sorprendido en mi cama al rayar el día 13 de marzo último por el re-gente de la Audiencia de Asturias, que en nombre de V.M. se apoderó ab-solutamente de mi persona y de todos mis papeles; sacado de mi casa antesde amanecer al día siguiente y, entre la escolta de soldados que la teníancercada, conducido por medio de la capital y pueblos de aquel Principadohasta la ciudad de León; detenido allí recluso en el convento de FranciscosDescalzos por el espacio de diez días, sin trato ni comunicación alguna; lle-vado después entre otra escolta de caballería y, en los días más santos denuestra religión, por la provincia [sic] de Castilla, Rioja, Navarra, Aragóny Cataluña hasta el puerto de Barcelona; entregado allí al capitán generaly de su orden recluso nuevamente en el convento de la Merced; y, final-mente, como si se quisiese dar en mí un nuevo ejemplo de rigor y de ig-nomonia [sic], o como si no fuese digno ya de pisar el continente español,embarcado en un correo, trasladado a Palma, presentado a su capitán ge-neral y conducido al destierro y confinación de esta cartuja, he sufrido conresignación y silencio, por espacio de cuarenta días, todas las fatigas, veja-ciones y humillaciones que pueden oprimir a un hombre de honor; he pa-decido el bochorno de parecer como reo de Estado en medio de mi nación,que me vio arrastrar con escándalo a más de doscientas leguas de mi do-micilio y arrojar a esta otra parte de los mares; y, por fin, estoy padeciendoen esta vergonzosa reclusión las crueles humillaciones y privaciones, sinque hasta ahora se me haya notificado orden alguna ni hecho saber cuál seala causa de tan duro e ignominioso tratamiento.

Pero en medio de esta amargura, lo que pone el colmo a mis desgraciasy hiere más vivamente mi corazón es la dolorosa idea de que me hayan ro-

* Agradecemos al P. Juan Bautista Olarte, Bibliotecario del Monasterio de Yuso (La Rioja), las fa-cilidades dadas para la reproducción de este documento que se conserva en este monasterio.

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CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – TEXTOS204

bado la gracia de V.M. y el concepto de fiel y reconocido vasallo suyo. Por-que, Señor, ¿cómo será posible que a nombre de V.M. se hayan cometido enmi persona tan rigurosos y no vistos atropellamientos, si antes no se hu-biese preocupado su real ánimo con la imputación de algún delito que mehiciese digno de ellos? ¿Ni cómo cabrá en la suprema justicia de V.M. ni enla rectitud de su corazón que mandase tratar tan ignominiosamente a unvasallo que algún día poseyó su augusta confianza, si no hubiese sido re-presentado a sus ojos como reo de gravísima culpa y tal que se expusiesea los extremos de su real indignación?

Mas, ¿qué puede ser, Señor, este delito de que se pretende acusarme? Si esconocido, si está probado, ¿cómo es que no se empezó interrogándomeacerca de él y haciéndome el que se crea resultar contra mí, oyendo mis sa-tisfacciones y admitiendo alguna defensa que el derecho natural y positivoconceden y V.M. no niega al más infeliz de sus vasallos? Y si no hay todavíapruebas de tal delito, si ha sido concebido por alguna natural equivocacióno figurado o supuesto por algún delator calumnioso, como no puede dejarde temer, ¿por qué en vez de niquirir [sic] y averiguar, se ha empezado des-pojándome de mi libertad, de mi estado y de todos mis derechos? ¿Por qué,arrojándome del suelo de mi patria, desterrado a una isla remota, confinán-dome a una triste reclusión y condenándome a tantas vergüenzas y a tantasprivaciones? ¿Por qué al mismo tiempo que se me da el concepto de delin-cuente se me pone a tanta distancia y con tan absoluta imposibilidad de serdefendido? ¿Por qué, en fin, a toda indignación, a toda acusación, a todo jui-cio, se ha hecho preceder a una pena tan acerba y tan infamatoria?

Porque, Señor, cuando yo, olvidado de los nobles principios de mi edu-cación, de las altas obligaciones de mi estado y, lo que es más, de los ínti-mos sentimientos de amor que profeso a V.M. y gratitud a las bondadesque ha derramado sobre mí, hubiese tenido la desgracia de incurrir en al-guna culpa, ¿cuál no debiera ser su enormidad para corresponder a tanacerba pena? ¿A una pena que, robándome mi honor y estado, me hapuesto en una muerte civil y me hubiera quitado mil veces la vida naturalsi no, no me hubiera conformado y hecho superior a ella por la confianzaque me inspira mi conciencia en la justicia de V.M.?

Acaso para justificar tan riguroso procedimiento se habrá creído que misdelitos y sus pruebas se hallaban en mis papeles y tal vez con este solo finse ocupasen solamente y sin excepción alguna. Pero, Señor, si antes de estaocupación no existían contra mí pruebas de algún delito, ¿cómo es que poralguna aparente sospecha o por alguna declaración calumniosa se ha to-

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mado tan violenta y extraordinaria providencia? ¿Por qué allanar la casa deun hombre que está en posesión de su inocencia, escrudiñando hasta susúltimos retretes e invadir y ocupar, sin distinción alguna, todos sus pape-les? ¿Unos papeles en que debían estar consignados no solos intereses, susderechos, sus escritos y el fruto de sus estudios y trabajos, sino tambiénsus pensamientos, sus aficiones, sus flaquezas, las confianzas de sus ami-gos o parientes y, en una palabra, los más íntimos secretos de su concien-cia y de su vida? ¿No habrá sido lo mismo que invadir y violar el mássagrado de todos los depósitos? ¿No habrá sido profanar, atropellar y ho-llar con los pies la más preciosa de todas las propiedades, la más íntima, lamás religiosa, la más identificada con la existencia de los hombres? Ycuando el más glorioso título de V.M., como soberano y padre de sus va-sallos, es el protector de esta propiedad sagrada que las leyes de todas lasnaciones y las máximas de todo gobierno han mirado siempre como librey exenta de toda jurisdicción, de toda inspección y todo insulto, ¿cómopudo interponer su augusto nombre para autoridad, en quien menos lomerecía, una violencia tan escandalosa?

No me quejo yo, Señor, tan amargamente de esta violencia, porque setoma el escrudiño de mis papeles, pues más bien lo celebraría, si celebrarpudiese que bajo el piadoso nombre de V.M. se ofreció a los ojos de la na-ción un nuevo ejemplo de opinión y arbitrariedad, un ejemplo que habrállenado de aflicción a todos los vasallos, cuya libertad, cuya seguridad,cuya propiedad personal y doméstica han sido violadas en la mía. Digo,Señor, que lo celebraría, porque, ¿qué se hallará en mis papeles sino una nointerrumpida serie de testimonios que acreditan mi inocencia y la integri-dad de mi vida, consagrada por espacio de treinta y cuatro años al servi-cio de V.M. y del bien común y a la gloria de mi nación? ¿Qué hallará sinoque mis estudios, mis meditaciones, mis escritos, mis viajes y todos lospasos y acciones de mi vida han sido siempre reglados por tan dignos ob-jetos? Y pues me debe ser lícito gloriarme de ello cuando cruelmente setrata de ennegrecer mi reputación que ha sido siempre el ídolo de mi viday es hoy el único patrocinio que conservo? ¿Qué se hallará en mis papeles,sino que desempeñando con exactitud en integridad los distinguidos car-gos y comisiones que la piedad de V.M. y su augusto padre se dignaronconfiarme y consagrando mis pobres talentos al bien de mi patria, he lo-grado labrarme esta reputación pura, sin mancha, que hoy hace mi únicoconsuelo y que jamás me borrará ni amancillará las calumnias si la posesiónde V.M. no me abandonase?

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CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – TEXTOS206

No quiera Dios que V.M. atribuya a orgullo esta seguridad. En medio dela ignominia y abatimiento en que me hallo sumergido, mal pudiera caberen mi alma tan liviano pensamiento. No, Señor, estoy muy lejos de creermelibre de imperfecciones, flaquezas y defectos, y así reconozco que mi na-tural franqueza y docilidad me pueden haber hecho incurrir en ellos másfrecuentemente que otro alguno. Pero en medio de este sincero reconoci-miento, mi razón y mi conciencia me autorizan para asegurar a V.M. queel más riguroso examen de mi conducta y mis escritos nunca podrán acre-ditar que yo como magistrado, ni como hombre público, ni como ciuda-dano, haya cometido jamás advertidamente el más leve delito que mehiciese indigno de la gracia de V.M. y del aprecio de mi nación.

Esto es, Señor, lo que me inspira tan noble sentimiento y lo que hace lle-gar a los pies de V.M. con tanta confianza. No la pongo ciertamente pormérito, que acaso no es otro que haber cumplido fielmente con las obliga-ciones de mi estado. Pero la pongo en la protección y justicia de V.M. queno puede permitir que la calumnia triunfe de mi inocencia, ni menos aban-donar a mi [sic] vasallo que, consagrado desde su primera juventud al ser-vicio de V.M., después de haber llenado dignamente los cargos de ministrode la Real Audiencia de Sevilla, alcalde de Casa y Corte, consejero de Ór-denes y secretario de Gracia y Justicia, después de haber desempeñado concelo y desinterés muchas arduas e importantes comisiones; después, en fin,de haber obtenido los más honrosos testimonios de aprobación y apreciode V.M. y su augusto padre, como también la opinión pública y perfeccio-nan [sic] un establecimiento que V.M. fundó y dignó confiar a mi celo, quesi no le faltase su augusta protección, será algún día el más glorioso mo-numento de su reinado.

En fe, Señor, de las verdades que estoy pronto a sellar con mi sangre,ocurro humildemente lleno de confianza a V.M. no ya para implorar sugracia, sino para reclamar su suprema justicia. Si he sido calumniado, yome ofrezco a confundir y desvanecer cualquiera sospecha, imputación ocalumnia que se me haya levantado. Pero, si alguna material equivocaciónha dado causa a mi desgracia, yo me ofrezco también a desvanecerla y encualquier caso a justificar plenamente ante V.M. que, lejos de merecer el ri-guroso tratamiento en que estoy oprimido, he sido siempre, por mi ino-cencia y fidelidad, por mis servicios y por la plena integridad de miconducta, acreedor a la gracia de V.M. y al aprecio de mi nación.

Así que, ruego humildemente a V.M. que, obrando según los principiosde piedad y justicia inseparables de su piadoso corazón, se digne mandar:

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Dos representaciones de Jovellanos a Carlos IV – María Teresa Caso Machicado 207

Lo primero, que si algún delito se me hubiese imputado ante V.M., seme haga cargo y se me oigan las defensas según las leyes. Segundo, quecualquiera juicio que contra mí se ha de instaurar, se instaure y siga antecualesquiera tribunales públicamente reconocidos, sea el Consejo de Es-tado de que soy miembro, sea ante el de las Órdenes como caballero pro-feso que soy de la de Alcántara, sea ante el Consejo Real que es el primertribunal de la nación, sea, en fin, porque me hallo trasladado a esta isla,ante el acuerdo de su Real Audiencia, pues en ellos o en cualquiera otrosestoy pronto a responder de mi conducta. Lo tercero, que, declarada quesea mi inocencia (de que estoy bien seguro), se digne V.M. no sólo rein-tegrarme en mi antiguo estado sino también de reponer íntegramente yen la forma que fuese de su real agrado la nota y baldón que tantas vio-lencias y atropellamientos conocidos en mi persona hayan podido causaren mi reputación y buen nombre. Así lo espero de la justicia de V.M. porcuya vida ruego al cielo. Cartuja de Jesús Nazareno de Mallorca, 24 deabril de 1801.

DE RESULTAS DE HABER SABIDO JOVELLANOS QUE LA REPRESENTACIÓN ANTECEDENTE NO LLEGÓ

A MANOS DE S.M., HIZO LA SIGUIENTE

Señor:

Luego que llegué a esta reclusión, dirigí a V.M. la representación de queacompaño copia, porque en las amarguras de mi situación y cierto como es-taba de mi inocencia, ¿a quién podría recurrir con más confianza que aV.M., que es el supremo defensor de sus vasallos? Pero, intimidados por elaparato y rigor de mis tratamientos cuantos pudieron tomar alguna parteen mi alivio y defensa, he sabido con el mayor dolor que aquella humildesúplica no ha llegado todavía a las reales manos de V.M. y entretanto con-tinúo en mi afrentosa confinación sin que hasta ahora se me haya intimadoorden alguna ni hecho saber de otra manera cuál sea la causa de tan rigu-roso procedimiento ni cuál la voluntad de V.M. acerca de mi existencia.

¿Es posible, Señor, que bajo del nombre de un rey tan humano y justo go-bierno de V.M. se niegue a un vasallo distinguido lo que se concede a cuan-tos viven en la sombra de su protección y justicia? Si se me tiene por reo,¿por qué se me niegan los derechos de tal? ¿Por qué no se me acusa, se me

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oye y se me juzga? ¿Y por qué trastorno de los principios de justicia y hu-manidad se hace preceder el castigo al juicio y a la sentencia?

No, Señor, V.M. no es capaz de tolerar por más tiempo esta notoria y es-candalosa violación. Yo conozco bien la rectitud de su ánimo y la bondadde su corazón y si no cabe en uno ni en otro que sin previo juicio ni sen-tencia abandone a un inocente a suerte tan increíble. Yo he sido trasladadocomo un facineroso y todavía pesa sobre mi opinión la infamia de este con-cepto; mi fidelidad, mi religión, mi conducta y mi fama han sido de una vezatacadas y puestas en duda, si no denegridas, envilecidas, escarnecidas alos ojos del pueblo. Mi opinión, antes íntegra y sin mancilla, ha padecidocon mi existencia civil. ¿Y qué? ¿A semejante opresión se añadirá la injus-ticia de cerrarme las puertas a la defensa y desagravio? ¿Y se negará a unhombre de honor y mérito lo que el derecho divino, natural y positivo(estos derechos cuya protección confió a V.M. el Altísimo) conceden al másinfeliz y depravado delincuente?

Yo ignoro dónde me pueda venir tanto mal. Si alguna extraña equivo-cación; si alguna aparente sospecha dieron causa a él, óigaseme y yo losdesbarataré en un punto; pero si algún indigno delator osa poner su in-fame boca sobre mi opinión e inocencia para sorprender el ministro deV.M., óigaseme también y póngasele cara a cara conmigo para que yo loconvenza, lo confunda y lo exponga a toda indignación de V.M., a la exe-cración y al horror de pueblo.

Imploro, por tanto, la justicia de V.M: no sólo para mí, sino para todos loshombres de bien, porque no hay alguno a quien no interese mi desagra-vio. La opresión de mi inocencia amenaza la seguridad de la suya y el atro-pellamiento de mi libertad pone en peligro y hace vacilante la de todos misconciudadanos.

Esta justicia se la debe V.M.; asimismo la debe a las buenas e inaltera-bles virtudes que abriga en su corazón y la debe, en fin, a los dulces nom-bres de rey justo, bueno y piadoso, sobre que libran su confianza y suconsuelo todos sus vasallos. El cielo conserve la augusta persona de V.M.dilatados años como se lo ruego. Cartuja de Mallorca, 8 de octubre de 1801.

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V

Recensiones y reseñas

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Félix Herrero Salgado, La Oratoria sagrada en el siglo XVIII. I. Bibliografía,Fundación Universitaria Española, Madrid, 2009, 852 páginas.

Me permito comenzar la reseña de esta obra con las mismas palabras deque se sirve el autor para presentarla:

“En los cinco tomos de mi obra anterior, La Oratoria sagrada en los siglos XVI yXVII [F.U.E., 1996-2006], traté de dar una visión de lo que fue la predicación en losllamados Siglos de Oro; ahora me propongo estudiar en dos tomos la Oratoria sa-grada del siglo XVIII. Este primer tomo es esencialmente bibliográfico: una relaciónnominal de 2.132 predicadores de 20 Órdenes religiosas y del Clero secular con lasfichas de sus 3.777 sermones localizados1, a la que preceden unas páginas de In-troducción que sirven de presentación de la temática de esas oraciones sagradasy del ambiente histórico en que los oradores sagrados las predicaron.

En el segundo tomo entraré en el estudio retórico y temático de los sermones,que constará, según el esquema en mí habitual, de dos partes:

-como premisa: exposición de lo que de la Oratoria sagrada del XVIII escri-bieron los retóricos contemporáneos y han escrito críticos posteriores; pervi-

La predicaciónen el siglo XVIII

ADOLFO FRANCO PINO

1 Entiéndase por “sermones” los sermonarios -libros con 30 o más sermones-, y los sermones suel-tos -folletos de 25-30 páginas en octavo-. La gran mayoría de los 3.777 “sermones” registrados son ser-mones sueltos, predicados por prestigiosos predicadores por encargo de instituciones o por particularesen acontecimientos singulares: fiestas patronales, acciones de gracias, rogativas, toma de velo o profe-sión, inauguración de un templo, de una institución, fallecimientos, nacimientos, etc. Son piezas im-portantes para la historia sagrada y de la literatura, y posible fuente interesante para el historiador dela cosa pública.

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vencia de la oratoria barroca; influencia de la oratoria francesa; concepto que lospredicadores tenían de lo que debía ser la predicación y de lo que, a su juicio,era la predicación de su tiempo.

-análisis de la oratoria sagrada del XVIII desde un punto de vista general, ysu práctica en algunos oradores notables y en las misiones”.

Félix Herrero expone a continuación, apoyándose en la autoridad de Do-mínguez Ortiz, una idea clave para entender el ambiente en que los 2.132oradores sagrados predicaron los 3.777 sermones: que aquel siglo llamadoel Siglo de las Luces y de la Ilustración no fue en España un siglo de vol-terianos y descreídos, sino un siglo profundamente religioso, en que losmismos ministros tratados como tales eran en el fondo tan creyentes comolos demás. Una cosa era la “Iglesia como institución, cuyo funcionamientosuscitaba muchas reservas, cuya reforma, en los aspectos temporales, sereclamaba desde muchos sectores, y [otra] la Iglesia como comunidad defieles que profesaban una fe, de la que nadie quería apartarse”. Esta Igle-sia de fieles cristianos es la que está reflejada en ese cúmulo de sermonesy no sólo en lo que concierne a la religión sino también, escribe Herrero, “entodo cuanto concernía a la vida terrenal, desde la política hasta los proble-mas e inquietudes de aquellas generaciones: el nacimiento de un príncipe,la muerte de un rey, paces y guerras, fundación de una Sociedad Econó-mica, apertura de una escuela, bendición de un templo, fiestas populares,calamidades públicas -pestes, terremotos, inundaciones…-; toda la vida dela nación quedaba reflejada en los sermones predicados a una sociedad esen-cialmente providencialista”.

Sentado este principio de religiosidad providencialista del siglo XVIII,pasa el autor a presentar el contenido bibliográfico del libro. En primer lugar,y como premisa, expone algunas notas sobre el sermón: diferencia entre sermónpredicado y sermón impreso, razones de su publicación, sermonario y ser-món suelto, títulos de los sermones. Siguiendo el criterio litúrgico clasifica lossermones en cinco tipos, indica en cada uno de ellos la cantidad de sermo-nes -entiéndase, como queda indicado, sermones sueltos y sermonarios- re-cogidos y los respectivos números que llevan en la Relación bibliográfica.Éstos son los cinco apartados con el número de sermones:

-Sermones de tiempo ordinario: Cuaresma. Centro de la predicación del año.“Acallada la voz de la carne, el hombre se aprestaba al reconocimiento desus pecados y a la penitencia” (66 sermones).

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-Sermones de la Santísima Trinidad y de Cristo (263 sermones); pocos sonlos dedicados al tema especulativo de la Santísima Trinidad; la inmensamayoría lo son a Cristo en sus diversas festividades (45), imágenes (54) ySantísimo Sacramento (133).

-Sermones de María Santísima (577 sermones). Las ocasiones para un ser-món de la Virgen eran infinitas: sus festividades (156), su Inmaculada Con-cepción (153), las advocaciones e imágenes que jalonaban y siguenjalonando nuestra geografía (268).

-Sermones de los Santos: hombres como nosotros fueron puestos por Diosen el mundo como manifestación de su bondad para que en ellos le hon-remos a Él, los imitemos y los tengamos por intercesores (955 sermones).Santos Profetas, Santos que convivieron con Jesús, Santos Padres, Pontífi-ces, Fundadores de Órdenes religiosas, Patronos de ciudades, pueblos ycofradías ...

-Sermones circunstanciales: oraciones fúnebres (632 sermones), sermonesrelacionados con la familia real (436), sermones que hacen referencia a as-pectos religiosos, sociales y militares (204), otros ( 654).

La simple enumeración de las clases de sermones y la cantidad ingentede ellos en cada grupo dan idea de la mina inagotable de ricos y variadosfilones que se ponen a disposición de los investigadores no sólo de temasreligiosos, sino también políticos, sociales, culturales y literarios.

Si quisiera destacar algunos sermones, en el tema religioso señalaría las ora-ciones sagradas que hacen referencia a tres devociones en que España seguíasiendo adalid, en especial, contra la doctrina protestante: la devoción al Santí-simo Sacramento, manifestada en sermones panegíricos o de exaltación, de des-agravios contra los ultrajes de los herejes o en la traslación a nuevo templo o anuevo sagrario; la devoción a la Santísima Virgen en su Inmaculada Concep-ción, una de las manifestaciones más genuinas y vibrantes del pueblo española la Virgen, celebrada en su festividad y en su Patronato de las Españas-, y enlas 81 advocaciones que se recogen diseminadas por todo el territorio nacio-nal; la devoción a los Santos: San José, San Juan Bautista, Santos Apóstoles, SanFrancisco de Asís, Santo Domingo, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier,Santa Teresa, San Juan de la Cruz .

Los sermones de circunstancias son especialmente interesantes para los in-vestigadores. En las oraciones fúnebres pueden recoger datos sobre perso-najes que fueron rectores del pensamiento y de la vida espiritual de laIglesia: papas, obispos, fundadores de Órdenes religiosas; o que en la vida

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social fueron dueños de vidas y haciendas: los nobles. Un dato curioso: He-rrero enumera 156 oraciones fúnebres de 153 personajes predicadas en laCapilla de San Jerónimo de la Universidad de Salamanca.

Los 436 sermones que se refieren a la familia real ofrecen una secuenciadetallada de la vida no sólo de los reyes -nacimiento, exaltación al trono,guerras y paces y otros hechos, y fallecimiento-, sino también detalles de losmiembros de sus familias: nacimiento, festividades de cumpleaños y san-tos, bodas y muerte. Herrero trae como ejemplo de las posibilidades de in-vestigación que ofrecen estos sermones los que se centran en la personadel rey Felipe V: su llegada a España, su jura como rey en Castilla y en Ca-taluña, los sucesos favorables o adversos en la Guerra de Sucesión y en lasguerras de Italia, su abdicación en favor de su hijo Luis; celebración del na-cimiento, cumpleaños y santo, casamiento, nombramiento nobiliario ymuerte de algunos de sus catorce hijos. De las honras fúnebres del rey serecogen 52 oraciones fúnebres.

Una sociedad que se siente profundamente religiosa es lógico que sientala mano de la Providencia en las manifestaciones propicias o adversas dela naturaleza, en las epidemias o en otros sucesos. En estos momentosacude a implorar la divina clemencia con sus rogativas o acciones de gracia,que tienen su manifestación en el púlpito. Tales las rogativas implorandoel beneficio de la lluvia (13 sermones), o la acción de gracias por la libera-ción de los daños del terremoto de Lisboa (27 sermones), de plagas, epide-mias o inundaciones (12). Tampoco podían faltar en una sociedad ilustradalos sermones predicados en la fundación de instituciones benéficas, cultura-les y económicas, como las Sociedades Económicas de amigos del País, entreotras; de ellas se recogen 52 sermones.

Finalmente quiero resaltar otro grupo de sermones que se dedican altema militar: la guerra y la paz. No es que Herrero haya fichado: 42 ser-mones de tema militar y 54 predicados con ocasión de la Paz de Versalles,en 1783, si se tiene en cuenta que el siglo XVIII fue un siglo que nace gue-rreando aliado con Francia y que termina guerreando contra Francia.

Hecha relación detallada del contenido de esta obra, bien podría afirmarque Herrero ofrece en ella a los estudiosos rica mina, poco explotada to-davía, de copiosos filones en que cada uno puede investigar materias de supeculiar estudio: religión, historia, política, sociedad, cultura, literatura ...,o sea, la vida de un siglo que, considerado por muchos como un siglo ano-dino, forjó, sin embargo, el tránsito a una nueva época

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Al finalizar esta reseña quisiera expresar mi admiración y mi agradeci-miento al Profesor Herrero Salgado por la ingente labor que lleva reali-zando desde hace más de cuarenta años para dar a conocer una faceta denuestra Literatura que estaba tan injustamente olvidada, la Oratoria sa-grada. Estos 3.777 sermones, cuya ficha y localización da a conocer en la Bi-bliografía, se vienen a sumar a los 2.829 de los siglos XVI y XVII dados enlibros anteriores y a unos 1.500 sermones predicados en los siglos XIX yXX cuyas fichas forman parte integrante de la Bibliografía de su tesis doc-toral [M., CSIC, 1971].

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COLECCIÓN GENERAL. MONOGRAFÍAS

1. DISCURSOS de Puerto de Vega.- Gijón, Foro Jovellanos, 1996.- 32 págs.(Agotado).

2. CARANTOÑA, Francisco.- La estancia de Jovellanos en Muros de Ga licia.-Francisco Carantoña.- Gijón, Foro Jovellanos, 1997.- 56 págs. (Ago-tado).

3. SAGREDO, Santiago.- Jovellanos y la educación en valores : (antece den tes enla reflexión y práctica de un Ilustrado).- Prólogo por Fran cisco Caran-toña.- Gijón, Foro Jove llanos, 1998.- 139 págs. Trabajo premiado en elCon curso Nacional “Contribu ción de la obra de Jovellanos y del pen-samiento ilustrado es pa ñol a la mejora de la enseñanza en España”.(Agotado).

4. MORATINOS OTERO, Orlando, CUETO FER NÁNDEZ, Vicente.- Bibliografíajovellanista.- Gijón, Foro Jovellanos, Fundación Hidrocantábrico, 1998.-277 págs.1 CD-Rom. ISBN 84-920201-4-8. (Agotado).

5. JOVELLANOS, Gaspar Melchor de.- El “Diario” de los viajes.- Gijón, ForoJovella nos, ALSA Grupo, 1998.- 238 págs., il. (Agotado).

6. CASO GONZÁLEZ, José Miguel.- Biografía de Jovellanos; adapta ción y edi-ción de María Teresa CASO.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos delPrincipado de Asturias, 1998.- 122 págs. (Agotado). Hay 2º edición re-visada. Véase nº 18.

7. BOLETÍN Jovellanista.- (Vid. apartado Boletín Jovellanista).8. JOVELLANOS y el siglo XXI.- Conferencias orga nizadas por la Funda ción

Foro Jovellanos del Principado de Asturias.- Gijón, Foro Jovellanos delPrincipado de Asturias, 1999.- 106 págs. Contiene los textos de las con-fe rencias pronunciadas por Fran cisco ÁLVAREZ-CASCOS, Fernando

Publicaciones de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias

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MORÁN LÓPEZ, Agus tín GUZMÁN SANCHO, Antonio DEL VALLE MENÉN-DEZ y María Teresa ÁLVAREZ GARCÍA.

9. CORONAS GONZÁLEZ, Santos M.- Jovellanos, justicia, estado y constituciónen la Es paña del Antiguo Régimen.- Gijón, Fundación Foro Jovella nosdel Principado de Asturias, 2000.- 353 págs., 28 h. de láms. Obra ga-lardo nada con el Premio de Investi gación Fundación Foro Jovellanos.ISBN 84-607-0169-7. (Agotado).

10. INFORME de la Sociedad Económica de Madrid al Real y Supremo Consejode Castilla en el expediente de Ley Agraria / extendido por su indi viduo denúmero el Sr. D. Gaspar Melchor de Jovellanos.- Gijón, Fundación ForoJove llanos, 2000.- 192 págs. Rep. facs. de la ed. de Palma, Imprenta deMi guel Domingo, 1814. (Agotado)

11. BOLETÍN Jovellanista. (Vid. apartado Boletín Jovellanista)12. GUZMÁN SANCHO, Agustín.- Biografía del insigne jovellanista Don Julio

Somoza y García-Sala, correspondiente de la Academia de la Historia, Cro-nista de Gijón y de As turias, escrita y anotada por Agus tín Guzmán Sancho,para la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias.- Gijón, Fun-dación Foro Jovellanos del Principado de Astu rias, Fundación Hidro-cantábrico, 2001.- 427 págs. ISBN 84-607-2737-8.

13. ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDES, Manuel.- Jovellanos: enigmas y certezas. Gijón,Fundación Al vargonzález y Fundación Foro Jovellanos del Princi padode Asturias, 2002.- 585 págs. + 2 hh. ISBN 84-922-159-2.

14. RUIZ ALONSO, José Gerardo.- Jovellanos y la Educación Física.- Estudio in-troductorio, selec ción y comentarios de ___. Gijón, Fundación Foro Jo-vellanos del Principado de Asturias, Real Grupo de CulturaCovadonga y Fundación Ángel Varela, 2002.- 154 págs. ISBN 84-607-6207-6. (Agotado).

15. ADARO RUIZ, Luis.- Jovellanos y la minería en Asturias.- Gijón, Funda-ción Foro Jovellanos del Principado de Astu rias, Unión Española deExplosivos, S.A., 2003.- 481 págs. ISBN 84-933191-0-4.

16. Homenaje al Ateneo Jovellanos. «La muerte “civil” de Jovella nos. Mallorca, 1801-1808)». (Conferencia pronunciada por Teresa Caso Machicado en el castillo deBellver (Mallorca) el día 21 de marzo de 2003).- Gijón, Fundación Foro Jove-llanos del Principado de Asturias, Ateneo Jovellanos, 2004.- 44 págs.

17. CIENFUEGOS-JOVELLANOS GONZÁLEZ-COTO, Francisco de Borja.- Memo-rias del artillero José María Cienfuegos Jovellanos. (1763-1825).- Gijón, Fun-dación Foro Jove llanos del Principado de Astu rias, Ideas en Metal,S.A., 2004.- 293 págs. il.- ISBN 84-933191-1-2.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008232

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18. CASO GONZÁLEZ, José Miguel.- Biografía de Jovellanos.- Gijón, Funda-ción Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2005.- 145 págs., il.-ISBN 84-933191-2-0

19. CASO GONZÁLEZ, José Miguel, Bernardo CANGA y Carmen PIÑÁN.- Jo-vellanos y la Naturaleza.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Princi-pado de Asturias, 2006 – XXX págs., il.-ISBN 84-933191-3-9

20. ROBLES MUÑIZ, Emilio, (Pachín de Melás)… [et. al].- Minucias trascen-dentales en torno a Jovellanos. Homenaje al Ateneo Obrero de Gijón (1881-2006).- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias,2006.- 198 págs. Il. ISBN 84-933191-5-5 (Agotado).

21. RODRÍGUEZ DE MARIBONA Y DÁVILA, Manuel Mª.- Don Gaspar de Jovella-nos y Ramírez de Jove, caballero de la Orden de Alcántara: genealogía, no-bleza y armas. Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado deAsturias, 2007.- 360 págs. il.- ISBN 978-84-933191-6-8.

22. FRIERA ÁLVAREZ, Marta.- La Desamortización de la propiedad de la tierra enel tránsito del Antiguo Régimen al Liberalismo.- Gijón, Fundación Foro Jo-vellanos del Principado de Asturias, Caja Rural de Asturias, 2007.- 376págs., il. ISBN 978-84-933191-7-5.

BOLETÍN JOVELLANISTA

1. BOLETÍN Jovellanista.- Año I, nº 1.- Gi jón, Fundación Foro Jovella nosdel Principado de Asturias, 1999.- 125 págs. [Publicación núm. 7].(Agotado).

2. BOLETÍN Jovellanista.- Año II, nº 2.- Gijón, Fundación Foro Jove llanosdel Principado de Asturias, 2001.- 177 págs. [Publicación núm. 11](Agotado).

3. BOLETÍN Jovellanista.- Año III, nº 3.- Gijón, Fundación Foro Jove llanosdel Principado de Asturias, 2002.- 242 págs.

4. BOLETÍN Jovellanista.- Año IV, nº 4.- Gijón, Fundación Foro Jove llanosdel Principado de Asturias, 2003.- 276 págs.

5. BOLETÍN Jovellanista.- Año V, nº 5.- Gijón, Fundación Foro Jove llanosdel Principado de Asturias, 2004.- 318 págs.

6. BOLETÍN Jovellanista.- Año VI, nº 6.- Gijón, Fundación Foro Jove llanosdel Principado de Asturias, 2005.- 487 págs.

7-8 BOLETÍN Jovellanista.- Año VII-VIII, núms. 7-8.- Gijón, Fundación ForoJove llanos del Principado de Asturias, 2008.- 378 págs.

Publicaciones de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias 233

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CUADERNOS DE INVESTIGACION

MONOGRAFÍAS

I. MARTÍNEZ NOVAL, Bernardo.- Jovellanos.- Int. de Pipo ÁLVAREZ.- Gijón,Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2006.- XXXVIII+ 123 págs., il. ISBN 84-933191-4-7.

II. JOVELLANOS, Gaspar Melchor de.- Iphigenia. Tragedia escrita en FrancésPor Juan Racine y Traducida al Español por Dn. Gaspar de Jove y Llanos, Al-calde de la Cuadra de la Rl. Audª de Sevilla… Para uso del Teatro de los Si-tios Rs. Año de 1769. Jesús MENÉNDEZ PELÁEZ (Coord.)…[et al.].- Gijón,Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias; Cajastur, 2007.-355 págs., il. ISBN 978-84-933191-8-2. (Agotado).

III. A. BONET, JOAQUÍN.- Jovellanos. Poema dramático.- Gijón, Fundación ForoJovellanos; Ideas en Metal S.A., 2007.- 396 págs. ISBN 978-84-936171-0-3.

IV. CORONAS GONZÁLEZ, Santos M.- Jovellanos y la Universidad.- Gijón, Fun-dación Foro Jovellanos, Universidad de Oviedo, 2008.- 285 págs. ISBN978-84-936171-1-0. (Agotado).

V. GRACIA MENENDEZ, Ángela.- Las ideas lingüísticas de Don Gaspar de Jo-vellanos.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Astu-rias, Banco Herrero, 2008.- 321 págs. ISBN 978-84-936171-2-7

VI. ÁLVAREZ FAEDO, María José.- Josefa de Jovellanos. Semblanza de una damaa los ojos de su hermano Gaspar de Jovellanos.- Gijón, Fundación Foro Jo-vellanos del Principado de Asturias, Ideas en Metal S.A., 2008.- 227págs. ISBN 978-84-936171-3-4.

VII. Vv. Aa.- Jesús MENÉNDEZ PELÁEZ (Coord.).- José Moñino y Redondo,Conde de Floridablanca (1728-1808). Estudios en el bicentenario de sumuerte.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias,2009.- 338 págs. ISBN 978-84-936171-4-1.

CUADERNOS

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. Núm. 1 - Año 2007.- Gijón, Fundación ForoJove llanos del Principado de Asturias, 2008.- 356 págs.- ISSN: 1888-7643.

CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN. NÚM. 2 – AÑO 2008234

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VARIOS

Revista. X aniversario.- Gijón, Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Princi-pado de Asturias, 2005.- 62 págs. il.

Vv. Aa.- Luis Adaro Ruiz-Falcó. Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Prin-cipado de Asturias; Cámara de Comercio, Industria y Navegación deGijón, 2007.- 75 págs. il. ISBN 978-84-933191-9-9.

MENÉNDEZ PELÁEZ, Jesús e Isabel BARTHE GARCÍA DE CASTRO.- Colección dedocumentos de la Casa de los Jove Llanos en el Palacio de Mohías.- Gijón,Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias y FundaciónCaja Rural de Asturias, 2009.- 95 págs. ISBN: 978-84-936171-5-8.

Una parte importante de las publicaciones, disponible en:www.jovellanos.org

Publicaciones de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias 235

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ESTE SEGUNDO NÚMERO DE CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN

SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EL DÍA 23 DE SEPTIEMBRE

DE 2009, COINCIDIENDO CON EL 223

ANIVERSARIO DE LA REPRESENTACIÓN

QUE JOVELLANOS DIRIGIÓ AL

MINISTRO DE MARINA

SOBRE LAS NUEVAS

OBRAS DEL PUERTO

DE GIJÓN.

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