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RAÚL BERZOSA – ANTONIO BOTANA - JAVIER CORTÉS PEDRO JOSÉ GÓMEZ – JAIME SEPULCRE FEDERACIÓN AGUSTINIANA ESPAÑOLA Compartir la misión educativa en la Escuela Agustiniana

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  • RAL BERZOSA ANTONIO BOTANA - JAVIER CORTS

    PEDRO JOS GMEZ JAIME SEPULCRE

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    partir la misin educativa en la Escuela Agustiniana

    FEDER

    ACI

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    USTINIANA ESPA

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    Compartirla misin educativa

    en la Escuela Agustiniana

  • COMPARTIRLA MISIN EDUCATIVA

    EN LA ESCUELA AGUSTINIANA

    PUBLICACIONES FAEFEDERACIN AGUSTINIANA ESPAOLA

  • Publica:

    FAEFEDERACIN AGUSTINIANAESPAOLA

    Coordinan:

    Santiago M. INSUNZA SECOMara Paz MARTN DE LA MATAEscriben:

    Ral BERZOSAAntonio BOTANAJavier CORTSPedro Jos GMEZJaime SEPULCRE

    Imprime:

    MTODO GRFICO, SLAlbasanz, 14 bis28037 MADRID

    I.S.B.N.: 978-84-92621-30-9Dep. Legal: M-540-2013

  • 5Es que se puede entender la educacin sin el ejerciciodel compartir? Mucho menos en la escuela agustinia-na, caracterizada por una ecologa educativa que lle-va el sello de la amistad, la comunin y la solidaridad.

    Razones pedaggicas aparte, el lenguaje de la esta-dstica es, a veces, el ms claro. En el mundo existencerca de 240 mil escuelas catlicas donde se educan untotal de 45 millones de alumnos, acompaados por3,5 millones de profesores. De estos alumnos, 10 millo -nes estn en frica, 12 millones en Amrica, 10 mi -llones en Asia, 9 millones en Europa y 800 mil en Ocea -na. La poblacin escolar del mundo en institucionesde distinto orden y grado es de mil millones de per-sonas. Son datos ofrecidos con ocasin de la presen-tacin del documento Educar Juntos en la Escuela Catlica (2007), que habra que ajustar a 2013. Las ci-fras, sin embargo, nos permiten dos conclusiones cla-ras: la presencia de la escuela catlica en el mundo dela educacin y el alto porcentaje de laicos integradosen los claustros de profesores de esta escuela. A nadiese le ocurre pensar que los 3,5 millones de profesoresson todos ellos religiosos o sacerdotes porque, en laorla del profesorado de los colegios catlicos, los reli-giosos y sacerdotes hoy son una minora.

    Ante el dato irrefutable de la disminucin de miem-bros en los diferentes Institutos religiosos, una tenta-cin podra ser retirarse del campo de la educacinpor no poder gestionarla. Esta eventualidad obede-cera a un planteamiento errneo porque la pervi-

  • 6vencia de la escuela catlica no exige la presencia de reli-giosos educadores, sino de educadores catlicos. La Iglesiaest igualmente representada en la escuela por los laicos catlicos que por los religiosos educadores y a esta presen-cia de la Iglesia no se debe renunciar. Un obispo de un pasde Amrica Latina deca de forma contundente que en sudicesis y en los momentos actuales, valorara como prdi-da ms grave el cierre de una escuela catlica que el de unaparroquia. Una afirmacin que evoca la sentencia rotundadel P. Kolvenbach que fue General de la Compaa de Jess:Abandonar el ministerio de la educacin equivaldra a aban-donar la evangelizacin del mundo 1.

    Por otra parte, los laicos catlicos, llamados por su bau-tismo a participar en la misin nica de la Iglesia la evan-gelizacin tienen en la educacin un magnfico campo deapostolado. Su condicin de hombres y mujeres que viveninmersos en el mbito de la familia y cerca de los problemascotidianos, puede aportar una perspectiva diferente y com-plementaria a la ofrecida por los religiosos. Por eso es im-portante y necesaria la colaboracin armnica en la tarea deeducar a las nuevas generaciones. Este es el acento o la impostacin que ha pretendido presentar el AULA AGUSTI-NIANA DE EDUCACIN 2013 (19-20 de enero).

    El contexto plural y diversificado actual ofrece modos di-versos de interpretar el mundo y la vida. Los jvenes crecenen medio de la complejidad social, cultural y religiosa. La po-rosidad de los jvenes y de los adultos al medio en que semueven es inevitable y el resultado es un marcado desinte-rs por las verdades fundamentales de la vida humana, el relativismo moral, el individualismo y el utilitarismo que per-mean, sobre todo, las sociedades ms desarrolladas.

    1 Cit. por MADRIGAL, S., en Unas lecciones sobre el Vaticano II y su le-gado, San Pablo-Comillas, Madrid 2012, p. 390.

  • 7Una panormica de la educacin con un marcado sentidofuncional interpela a todas las instituciones escolares, parti-cularmente a la escuela catlica empeada en obrar una sn-tesis entre fe, cultura y vida. Este proyecto de la escuela ca-tlica solo es realizable desde la existencia de unas personasprofundamente motivadas por una fe religiosa. Personas ci-tando la Constitucin sobre la Iglesia en el mundo contem-porneo del Vaticano II, convencidas de que la Revelacincristiana esclarece el gran misterio del hombre (cf. GS, 22).

    Esta visin de la educacin, compartida por un grupo deeducadores, suscita un doble reto: la construccin de una ver-dadera comunidad educativa y la propuesta de un cuadro devalores asumido y personalizado por esos mismos educa-dores. La comunidad educativa ser el espacio relacional ycomunitario de convergencia y encuentro desde donde sepresentan de forma vital y convincente los valores que danidentidad a la escuela agustiniana.

    No es tarea fcil porque vivimos en una sociedad lquidadonde los colores se diluyen y se presenta la indefinicincomo modelo de neutralidad democrtica. Desde esta mira-da a la realidad puede resultar excesivamente ambicioso quela comunidad educativa agustiniana se plantee como hori-zonte llegar a transformarse en comunidad cristiana o comunidad de fe. Por lo menos como opcin libre para quie-nes se sientan llamados a ser en el marco escolar, signo, me-moria y profeca de los valores del Evangelio.

    La diversidad de vocaciones, ministerios y dones del Es-pritu est al servicio de una nica misin: la evangelizacin.La espiritualidad de comunin tiene que hacerse visible y palpable all donde se produce el encuentro entre la vida con-sagrada y la vida laical. Nadie pondr en duda que la escue-la agustiniana es uno de esos lugares de cita para la vida religiosa y los laicos. Fruto de este abrazo son algunas ini-ciativas enmarcadas en estructuras ms amplias de comu-nin como la FAE (Federacin Agustiniana Espaola) su

  • 8 Comisin de educacin, organiza anualmente el Aula Agus-tiniana de Educacin o la FAGAPA (Federacin Agustinianade Padres de Alumnos). De este modo se va tejiendo una redde conocimiento mutuo, de comunicacin e intercambio deexperiencias, de trabajo conjunto.

    El lema del AULA AGUSTINIANA DE EDUCACIN que en2013 ya llega al nmero redondo de su veinte edicin hablade compartir la misin educativa. Mucho ms, por tanto,que hablar de un trabajo asentado sobre un contrato y conunos horarios que marcan tareas y tiempos de presencia enlas aulas y fuera de las aulas. La misin compartida no pue-de olvidar aspectos organizativos y profesionales, evidente-mente, pero a las competencias culturales y pedaggicas sesuman actitudes de disponibilidad, de acogida y profundo intercambio dentro de la misma comunidad educativa. La pa-rbola de los talentos (Mt 25, 14-30) puede ayudar a enten-der cmo cada uno es llamado a hacer fructificar sus donespersonales y a acoger la riqueza de los dems en la misineducativa compartida.

    Se subraya as, un concepto de educacin que se aleja delencasillamiento en una asignatura, una etapa del sistemaeducativo o una funcin determinada. La interdisciplinarie-dad, que se aplica a la relacin de unas materias con otras,tiene tambin aqu su aplicacin. Un centro educativo exigepersonas con una visin integral de la educacin. Se hablahoy de una educacin holstica que ofrece un nuevo marcopara entender el sentido de la educacin en la nueva poca.El resultado es un modelo educativo abierto a la creatividad.No es un mtodo concreto, sino una visin global de la edu-cacin. Una mayor participacin, creatividad y despliegue deiniciativas, confiere a la educacin un cierto sentido coral.

    Este modo de entender la educacin crea una cultura yemite un mensaje: la cultura y el mensaje de la comunin. Laescuela catlica est llamada a ser fermento cristiano de uni-dad donde los alumnos y alumnas aprendan la amistad con

  • 9Jesucristo y la solidaridad que no conoce fronteras. Es im-portante que las celebraciones anuales de la paz no se en-tiendan exclusivamente como la ausencia de guerra, sinocomo grandes convocatorias a la justicia y la fraternidad.

    Un aspecto importante es que los educadores de la escue-la catlica se sientan constructores de comunin. Hay que volver a repetir algo muy necesario: la escuela catlica nopuede considerarse una isla, un gueto, sino un puente de co-municacin con otras instituciones educativas, municipales,sociales... La tan urgente regeneracin de la poltica podr ini-ciarse, quiz desde nuestras aulas, si insistimos en dos ideasde sello agustiniano: la importancia de la comunidad y la ne-cesidad de anteponer los intereses comunes a los propios.

    Otro pilar de comunin abierta est constituido por la re-lacin de la escuela catlica con los padres de los alumnos.Es un espacio delicado y, cuando encontramos situacionescomplejas, no siempre la escuela cuenta con medios efica-ces de ayuda. Cada da hay una estadstica ms crecida deaccidentes familiares que exigen la intervencin del terapeutade familia, el psiclogo... La escuela no puede colocarse deespaldas a los padres. Para que no estemos ante una afir-macin retrica, hay que recordar la existencia de dos cami-nos: el primero es la participacin de los padres en la vidacolegial a travs de las Asociaciones de padres y madresfundamentalmente, mediante la colaboracin en los pro-gramas de actividades extraacadmicas o la integracin enla Escuela de padres, grupos de formacin en la fe... El se-gundo va en otra direccin; son los padres que demandan laayuda del Colegio por vivir situaciones delicadas que recla-man una atencin especial.

    Finalmente, otro brazo de la comunin tiene que ir desdela escuela hasta la vida de la Iglesia local. La actitud de la jerarqua con los colegios admite matices diversos y nosiempre ha habido claridad en los criterios diocesanos.Mientras unos pretenden canalizar toda iniciativa pastoral a

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    travs de la parroquia y se oponen a que sacramentos comola primera comunin o la confirmacin se celebren en loscolegios, otros juzgan estas actividades como valiosas apor-taciones de los colegios a la vida de la parroquia y de la di-cesis. La solucin est en el dilogo, el fortalecimiento delespritu de comunin, la pastoral de conjunto, las relacionesmutuas colegioparroquia. No es un tema menor y sera injusto ignorar o no reconocer la dimensin misionera delos colegios ante tantas familias que viven prximas a la indiferencia religiosa.

    Estamos las agustinas y los agustinos abiertos a nuevasformas de cooperacin con los laicos? Nos sentimos inmersos en la vida del Pueblo de Dios sin acaparamientosni privilegios? Existe entre todos los laicos y los religiososel convencimiento de que la Iglesia es obra del Espritu y todaella participa de sus dones y carismas? Estos presupuestosnos sitan a todos ante el triple desafo de la comunin, ladiferencia y la corresponsabilidad, desde vocaciones y donespropios, distintos y complementarios.

    Las nuevas convicciones a que ha llegado la teologa exi-gen un cambio de actitudes y comportamientos porque, delo contrario, estamos nicamente ante una estril declara-cin de intenciones. En el Pueblo de Dios, cada miembro estvinculado entre s por la recproca necesidad (Lumen gen-tium 10 y 32). En la Iglesia-Comunin los estados de vidaestn de tal modo relacionados entre s que estn ordenadosel uno al otro. Ciertamente es comn mejor dicho, nicosu profundo significado: el de ser modalidad segn la cualse vive la igual dignidad cristiana y la universal vocacin a lasantidad en la perfeccin del amor. Son modalidades a la vezdiversas y complementarias, de modo que cada una de ellastiene su original e inconfundible fisonoma, y al mismo tiem-po cada una de ellas est en relacin con las otras y a su ser-vicio (Christifideles laici, 55).

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    Para ninguna comunidad la integracin del laicado en susobras puede obedecer a razones de necesidad mucho menospara una comunidad agustiniana, aunque es verdad que lasociologa acelera los procesos reflexivos y las decisiones ope-rativas. La imagen de Iglesia que nos leg el Vaticano II, haceahora cincuenta aos, como Pueblo de Dios, invita a los laicosa asumir su participacin desde la comunin, a vivir unidos loque nos une y separadamente lo que nos separa. Dispuestos,por tanto, a compartir desde la diferencia y a enriquecernosmutuamente desde la propia identidad vocacional.

    Este espritu o esta mstica, debieran reflejarse de formapalpable en nuestras obras, sean colegios, parroquias u otrasformas de presencia. Por comunidad educativa se entiendeel conjunto de estamentos alumnos, padres, profesores,entidad titular y personal no docente relacionados entre s,que caracterizan a la escuela como institucin de formacinintegral 2. Se abre aqu un camino de posibilidades inditasacerca de la participacin de los laicos en nuestra escuela, yen esta direccin tenemos que situarnos por razones que vandesde lo teolgico hasta lo funcional y operativo. Las leyesmarcarn siempre unos mnimos que se pueden sobrepasarcuando existe un estilo propio que se significa por la partici-pacin y la corresponsabilidad. Para ello hay que preguntarsesi todos los que forman la comunidad educativa compartenunos mismos valores y objetivos. La comunidad escribe, sanAgustn, es un grupo de personas unidas por la armona ycomunin de las cosas que buscan y aman (La Ciudad deDios XIX, 24, 5).

    Legalmente, padres y profesores ya estn incorporados ala tarea colegial. Ah estn los Consejos Escolares que se re-nuevan peridicamente. Hace falta, sin embargo, que no nosquedemos exclusivamente en los requisitos mnimos. El

    2 El laico catlico, testigo de la fe en la escuela, Congregacin para laEducacin Catlica, Roma (1982) 22.

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    ejercicio de la participacin no se improvisa e, indepen-dientemente de los rganos urgidos por la legislacin, hayque crear otros mbitos de dilogo, de conocimiento mutuoy de amistad. En una palabra, espacios de participacin y deescucha mutua donde se den cita los hombres y mujeres quevan a ir asumiendo funciones en el entramado de la educa-cin y a encarnar los valores caractersticos de nuestra pro-puesta educativa.

    En este contexto, habra que decir una palabra exclusivay directa a los profesores. La vinculacin de los padres al co-legio es temporal y el lazo de unin es el hijo o la hija. El pro-fesor, sin embargo, permanece durante mucho ms tiempoen el centro. Su funcin es ms estable y duradera y tiene unradio educativo ms amplio. Por eso los profesores son pie-zas insustituibles en la comunidad educativa y ningn pro-yecto ser viable sin su concurso. Hace aos, los claustrosde profesores de nuestros colegios estaban formados ma-yoritariamente por religiosos; los laicos eran minora. Hoysucede exactamente lo contrario y, a la hora de la seleccin,hay que barajar competencia profesional y credo humano yreligioso. Si fallan estos presupuestos, la identidad de nues-tros centros se puede disolver progresivamente.

    En resumen, que se hagan realidad en nosotros las pala-bras de san Agustn en su Sermn 267: Cada uno realiza sufuncin propia, pero todos tienen la misma vida. Si esto esas, que todos estemos dispuestos a compartir los dones recibidos de Dios y la misin, en la escuela agustiniana.

    PUBLICACIONES F.A.E.

  • EMERGENCIA EDUCATIVA EN EL MARCODE LA NUEVA EVANGELIZACIN.

    RETOS Y POSIBILIDADESPARA LA EDUCACIN, HOY

    Ral Berzosa MartnezObispo de Ciudad Rodrigo

    AULA AGUSTINIANA DE EDUCACIN 2013

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    I. INTRODUCCIN PARA SITUARNOS:LA DENOMINADA EMERGENCIA EDUCATIVAEN LA NUEVA EVANGELIZACIN 1

    Estamos inmersos en una llamada: el hacer posible una nueva evan-gelizacin 2. Si ustedes leyeron los Lineamenta 3 para preparar el prxi-mo Snodo de obispos, en ellos veran destacadas tres realidades o me-diaciones para hacer realidad dicha nueva evangelizacin: los procesosserios de iniciacin cristiana, el llamado atrio de los gentiles y la emer-gencia educativa. Dejo los dos primeros y me centro en el tercero(emergencia educativa), tambin recogido en el Instrumentum Labo-ris sinodal: Qu quiere expresar el Papa Benedicto XVI cuando ha-bla de emergencia educativa dentro de la nueva evangelizacin?...

    1 Esta colaboracin fue entregada por Mons. Ral Berzosa en el mes de octubre de2012, antes de la celebracin del Snodo. Una vez aceptada la invitacin a participar enel AULA AGUSTINIANA 2013, por razones imprevistas de agenda no ha podido es-tar presente entre nosotros. Generosamente, nos ha entregado el sugerente texto que ha-ba preparado. Quede constancia de nuestro reconocimiento y gratitud.

    2 Cf. Sobre nueva evangelizacin: BERZOSA, R., y GALETTO, G., Hablemos de nue-va evangelizacin. Para que sea nueva y evangelizadora, DDB, Bilbao 2012; ESQUER-DA BIFET, J., Diccionario de la evangelizacin, BAC, Madrid 1998; NEZ, J., y AMDRADES, F. J., Nueva evangelizacin. Retos y posibilidades, Universidad Pontificia,Salamanca 2012; CANET VAYA, V. D., Encuentros de Fe. Horizontes de nueva evange-lizacin, XIV Jornadas Agustinianas, Centro Teolgico San Agustn, Madrid 2011;ARANDA, A., Una nueva evangelizacin, Palabra, Madrid 2012; FISICHELLA, R., La nue-va evangelizacin, Sal Terrae, Santander 2012; AGUSTN, G., El desafo de la nuevaevangelizacin, Sal Terrae, Santander 2011; SEBASTIN, F., Evangelizar, Encuentro, Ma-drid 2010.

    3 Cf. SNODO DE LOS OBISPOS (XIII Asamblea General), La nueva evangelizacinpara la transmisin de la fe cristiana, Lineamenta, Ciudad del Vaticano 2011, p. 9 (esla edicin oficial que citaremos siempre).

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    I.1. EMERGENCIA EDUCATIVA O EDUCAR EN LA VERDAD

    S, la emergencia educativa es, ante todo y sobre todo, educar en laverdad. En los citados Lineamenta se afirma que hablar de Dios con-lleva hablar de la verdad misma del hombre. Hay que hacer posible unaeducacin en la verdad. La emergencia educativa equivale a la cali-dad de educacin en la verdad. O, en otras palabras, por emergencia edu-cativa entendemos el transmitir a las nuevas generaciones los valoresfundamentales de la existencia y de un recto comportamiento (p. 53).Porque educar no es slo transmitir habilidades o tcnicas, sino la ver-dad misma. La emergencia educativa transmite verdaderos valores quefundamentan la vida en la verdad y dan plenitud (p. 54). A esto se llamatambin educar en ecologa humana.

    I.2. EDUCAR EN LA ECOLOGA HUMANA

    Por ecologa humana entendemos la capacidad moral global de lasociedad (p. 55). No hay ecologa humana donde no se respeta:1. el derecho a la vida y a la muerte natural;2. donde se realiza artificialmente la concepcin, la gestacin y el na-cimiento del hombre;

    3. donde se sacrifican embriones humanos a la investigacin;4. donde, al perderse el concepto de ecologa humana, se pierde tam-bin el de ecologa ambiental. Es una contradiccin pedir a las nue-vas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educaciny las leyes no les ayudan a respetarse a s mismas (p. 55).El libro de la naturaleza es uno e indivisible en todo lo que concierne a

    la vida, sexualidad, matrimonio, familia, relaciones sociales... En una pala-bra al desarrollo integral. Van unidos relacin con el ambiente, con uno mis-mo y con los dems. La fe cristiana contribuye a dicho equilibrio (p. 55).

    I.3. LA IGLESIA AYUDA A SUPERAR LA CRISIS EDUCATIVA

    Y mucha atencin a este subrayado tan valiente como agudo de losLineamenta: La Iglesia educa enseando a la sociedad a superar inclu-so hasta la misma crisis educativa. La Iglesia es experta en educacin yacumula un gran patrimonio histrico-educativo (p. 54).

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    Al mismo tiempo, la Iglesia debe promover instituciones, centros deinvestigacin, universidades, etc., que hagan realidad el dilogo con lacultura en el atrio de los gentiles (p. 56).

    I.4. EL EVANGELIZADOR-EDUCADOR TIENE QUE SER TESTIGO

    Pero no basta con instituciones educativas; se necesitan educadores-testigos porque somos verdaderos evangelizadores y educadores en lamedida en la que somos testigos. Somos maestros por ser testigos 4(p. 56). Se insiste en no transmitir slo una educacin tcnica sino queincluya la formacin espiritual (p. 57). Las familias cristianas tambintienen la responsabilidad de ser testigos verdaderos (p. 57).

    I.5. EMERGENCIA EDUCATIVA Y EDUCACIN EN EL INSTRUMENTUMLABORIS SINODAL 5

    En verano del ao 2012, aparece el llamado Instrumentum laborissinodal. Como no poda ser de otra manera, se volvi sobre el tema dela emergencia educativa y de la educacin. Ms en concreto, se trata enel Captulo IV, titulado Reavivar la accin pastoral. Cmo podemosresumir lo que all se expresa? Se comienza afirmando que existe es-trecha conexin entre la iniciacin en la fe y la educacin (n. 147). Nose puede evangelizar si al mismo tiempo no se educa al hombre para serverdaderamente s mismo: la evangelizacin lo exige como vnculo di-recto. La Iglesia posee, en este sentido, una tradicin de recursos peda-ggicos, institucionales y personales.

    Al mismo tiempo se recuerda que, el Papa Benedicto XVI ha habla-do de emergencia educativa aludiendo a la especial urgencia de trans-mitir a las nuevas generaciones los valores bsicos de la existencia y deun recto comportamiento (n. 149). Por lo tanto, crece en igual medida,la exigencia de una educacin autntica y de educadores que sean real-mente tales.

    4 PABLO VI, Evangelii Nuntiandi, n. 41.5 Cf. SINODO DE LOS OBISPOS, La nueva evangelizacin para la transmisin de la

    fe cristiana. Instrumentum Laboris, Ciudad del Vaticano 2012.

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    Como en los Lineamenta, se repite que la Iglesia quiere ayudar a lasociedad para sacarla de la crisis educativa que la aflige (n. 150). Y subraya: La Iglesia muestra la raz antropolgica y metafsica del ac-tual desafo educativo (n. 151). Las races de la emergencia educativaactual denuncian una antropologa individualista y un doble relativis-mo: el que reduce la realidad a una mera materia manipulable, y la revelacin cristiana a un mero proceso histrico privado de carcter sobrenatural.

    Al hablar un poco ms adelante de la relacin Fe-ciencia, se recuer-da la expresin ecologa humana que equivale a una comprensin delmundo y del desarrollo de la ciencia que tenga presente todas las exi-gencias del hombre, comprendidas la apertura a la verdad y la origina-ria relacin con Dios (n. 153).Preocupa, y mucho, la difcil relacin con el mundo cientfico y del

    conocimiento, y el encuentro con interlocutores en las diversas culturas(n. 155). Se repite que, en continuidad con la Encclica Fides et ratio, elPapa Benedicto XVI ha abierto el debate de la complementariedad entrela fe y la razn. La fe ensancha los horizontes de la razn y la razn pre-serva la fe de posibles derivaciones irracionales o de los abusos de la re-ligin. Los cientficos cristianos han de dar testimonio, con la propia actividad y con la vida, de que la razn y la fe son dos alas que condu-cen a Dios, que la fe cristiana y la ciencia, rectamente entendidas, pue-den enriquecerse recprocamente para el bien de la humanidad (n. 156).El nico lmite del progreso cientfico es la salvaguardia de la dignidadde la persona humana, creada a imagen de Dios, que no debe ser objetosino sujeto de la investigacin cientfica y tecnolgica (n. 156).Se concluye este apartado subrayando que el arte y la belleza son lu-

    gares de transmisin de la fe (n. 157). Las Iglesias Catlicas Orientaleshan sabido mantener una relacin muy estrecha del binomio fe y belle-za. Es necesario, por lo tanto, que el saber humano sea de nuevo unidoa la sabidura divina, es decir, a la visin de la creacin que Dios Padretiene y que, a travs del Espritu y del Hijo, se encuentra en todo lo crea-do. En el cristianismo urge salvaguardar este papel originario de la be-lleza. La nueva evangelizacin ha de desarrollar, en este sentido, unafuncin importante. La Iglesia, reconoce que el ser humano no vive sin

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    la belleza. Para el cristiano la belleza est en el misterio pascual, en latransparencia de la realidad de Cristo.

    Hasta aqu el punto de partida para entender todo lo que a continua-cin expresar. Nos toca contextualizarlo y profundizar en todo ello 6.

    II. LA ESCUELA EN UN MBITO SOCIO-CULTURAL...II.1. QU PINTA UNA ESCUELA CATLICA EN UNA SOCIEDAD Y ENUNA EDUCACIN COMO ESTAS?... 7

    No es preciso recordar que nos encontramos ante una nueva escue-la. A modo de titulares de prensa, subrayo:

    Anuncio de una nueva ley educativa. Heterogeneidad del alumnado (con significativo y creciente nmerode inmigrantes).

    Desestructuracin familiar y su repercusin en los alumnos. En el cuerpo docente: desencanto, despiste, inercias, miedos y frus-traciones... y hasta quienes no se implican o se han desenganchadodel ideario especfico de la escuela catlica...

    En nuestros centros con ideario catlico, tambin alumnos no cre-yentes o indiferentes.

    Los profesores catlicos, en centros pblicos (especialmente los deERE), sufren marginacin y hasta recelos y rechazos... Son comosignos de contradiccin.

    Las escuelas concertadas peligran su subsistencia ante la aguda cri-sis socio-econmica en la que vivimos.

    6 No hay mucha bibliografa sobre el tema. Remito a ALBURQUEQUE, E., Emergen-cia y urgencia educativa. El pensamiento de Benedicto XVI sobre la educacin, CCS,Madrid 2011. Abundante y actualizada bibliografa en las pp. 267-274. Cf. Tambin,PASOLINI, R., Emergenza educazione. Una sfida per docenti, famiglie e mondo poltico,Elledici, Laumann-Torino 2010.

    7 Cf GONZALEZ DE CARDEDAL, O., Educacin y educadores. El primer problemamoral de Europa, PPC, Madrid 2004; MICHEA, J. C., La escuela de la ignorancia y suscondiciones modernas, Acuarela, Madrid 2009; QUINTANA CABANAS, J. M., La educa-cin est enferma, Nau Libres, Valencia 2004.

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    Hoy la escuela se asemeja ms a un mercado o a una plaza que a unaula o un laboratorio; porque es una escuela abierta y compleja, inmersade lleno en la sociedad y, por lo mismo, muy contextuada y permeablea todo lo exterior. Se la ha llamado incluso Babilonia del pluralismo.

    La escuela comunicadora y transmisora de los datos seguros y pe-rennes ha desaparecido, en aras de una escuela de informacin ypara situarse en la vida. Pretende ser una escuela de sentido existen-cial y de valores ciudadanos pero con peligro real de convertirse en es-cuela de ideologa del partido gobernante de turno. Recuerda, en ciertamanera, lo anunciado por Elliot: La sabidura se pierde por la muchaespecializacin y, sta, por la mucha informacin.La autoridad moral, o el prestigio institucional de quienes impar-

    ten algn tipo de conocimiento y de valores, depende de relaciones bio-lgicas y afectivas, de la capacidad de animacin y motivacin, y deacertar con las preferencias del destinatario. Me viene a la memoriaaquel refrn anglosajn: Si quieres ensear matemticas a Peter, pri-mero conoce a Peter y, despus, ensale las matemticas.

    La escuela ya no posee el monopolio de la educacin. La educacinproviene de diversos arepagos docentes: de la educacin formal re-glada (escuelas), de la educacin no formal-reglada (tiempo libre y ani-macin socio-cultural), y de la educacin informal (los mass media ylas nuevas tecnologas de la comunicacin). Por lo mismo, el perfil delos educadores es muy variopinto: los padres, los profesionales de laenseanza, los mass media y las redes sociales, los grupos de iguales opandillas de prestigio, los espectculos, el arte y la literatura, las aso-ciaciones cvicas, etc...

    La enseanza parece ser la moneda de cambio de los polticos de turno,en constante revisionismo y con muy diversos y cortos planes que tratan deformar al futuro ciudadano y votante de una tendencia prevalente...

    Y lo religioso y los valores ticos de fondo, dnde quedan? Apa-rentemente, se ofrece un doble movimiento: por un lado, predomina laprivatizacin de los mismos como si fueran para la conciencia y parala familia restringida y, por otro lado, se separan cada vez ms de la cul-tura dominante y de lo cientfico, quedando como un fenmeno mtico

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    y simblico, de folclore del pasado, de patrimonio arcano reido con laciencia ms actual... Entonces, el reto es evidente y apasionante:

    Nos acecha la tentacin pastoral de la aoranza y de la instalacinen una cultura de la queja que nos mantiene impotentes y amargados,inmovilistas, con problemas crnicos y abocados a la muerte psico-lgica (Graciela Aldana de Carde). Y, sin embargo, no hay poder msgrande que el del maestro en el aula, desde la capacidad de desnudarlas almas, de tocar y transformar las conciencias, de nutrir la memoriade recuerdos profundos que iluminen el futuro. No hay responsabilidadms bella y ms grande que la de educar (Carmen Pellicer) 8.

    II.2. DE QU EDUCACIN HABLAMOS EN ESTE NUEVO CONTEXTOSOCIO-CULTURAL? 9

    Me remito a tres reflexiones sugeridas por Daro Moll Llcer 10:

    a) Un punto de partida muy existencial: Qu puedo hacer, comointelectual, si el Alcalde de Miln niega hospitalidad a cuatro alba-neses?, se preguntaba Umberto Eco. Es tiempo perdido si se le re-cuerdan algunos principios inmortales porque, si no los ha asimila-do a su edad, no cambiar de idea leyendo un llamamiento. El inte-lectual serio deber trabajar para escribir de nuevo los textos es-colares sobre los que estudiarn los descendientes de ese alcalde yeso es todo lo que se le podra pedir. Y lo mejor.

    b) Un concepto de educacin:... La educacin hoy se ve obligada aproporcionar las cartas nuticas de un mundo complejo y en perpe-tua agitacin y al mismo tiempo la brjula para poder navegar enl... No basta ya con que cada individuo acumule al comienzo de suvida una reserva de conocimientos a la que podr recurrir despussin lmites... Para cumplir el conjunto de las misiones que le son pro-pias, la educacin debe estructurarse en cuatro aprendizajes funda-8 Cf. PELLICER, C., El liderazgo espiritual en la escuela. Acompaar la experien-

    cia de fe desde la pastoral escolar, en AA.VV., Lderes o gestores?, Santillana, Ma-drid 2007, pp. 133-158.

    9 Cf. BAUMAN, Z., Los retos de la educacin en la modernidad lquida,Gedisa, Bar-celona 2007; CARDUS, S., El desconcierto de la educacin, Paids, Barcelona 2007.

    10 Cf. AA.VV., Lderes o gestores?, Santillana, Madrid 2007.

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    mentales: aprender a conocer, es decir, adquirir los conocimientosde la comprensin; aprender a hacer, para poder influir sobre el pro-pio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar conlos dems en todas las actividades humanas; por ltimo, aprender aser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres ante-riores. Las cuatro vas del saber convergen entre s.

    c) Una motivacin educativa: Educar se puede resumir en la metfo-ra del arte de la navegacin. Consiste en convertir en oportunidad lasamenazas; en hacer entrar el viento entre las velas y as vencer el mar;aprovechar las fuerzas que estn en su contra. En el arte de navegarel viento extraviado sale por donde puede, que es por donde el nave-gante quiere. Los navegantes no conocen los caminos trillados ni lasrutas sealizadas, pero se mantienen a flote y llegan as a buen puer-to. Y si sobreviven es porque no desfallecen ni se abandonan, porquetienen energa para emprender y la disposicin para mantenerse en elempeo. Navegan incluso en el interior de horizontes opacos, carga-dos de nubarrones y miasmas. El arte de navegar supera el determi-nismo y la impotencia que preside un cierto clima cultural, y enseaa mantenerse en pie a costa del oleaje, engaar a las olas para avan-zar hacia donde se quiere, plantar cara al aire encrespado.

    Me atrevo a aadir una cuarta sugerencia sin duda conocida por to-dos y emanada del famoso y controvertido Informe Delors 11: La edu-cacin del maana deber aprender a saber, aprender a ser, aprendera hacer y aprender a convivir. Dicho lo anterior, permtaseme seguirprofundizando.

    II.3. LA EDUCACIN HOY, PARA CUMPLIR LOS CRITERIOS Y OBJETIVOSANTERIORES, QUIERE PASAR... 12

    1. De la crisis de formas y mtodos a la afirmacin de supuestos valores.2. De una formacin estereotipada y masificada a un acompaamientopersonal-evolutivo, segn las edades.11 DELORS, J., La educacin encierra un tesoro, Santillana-Unesco, Madrid 1996.12 Cf. CALATAYUD, M. A., La escuela del futuro. Hacia nuevos escenarios, CCS,

    Madrid 2008; MARTNEZ OTERO, V., Teora y prctica de la educacin, CCS, Madrid2003; ID., El discurso educativo, CCS, Madrid 2008.

  • 23

    3. Del desfase y de las formas gastadas a una verdadera renovacin.4. De una educacin de saberes a una educacin para el sentido vital.5. De una educacin desconectada a una educacin en red con otrossaberes y con la vida.

    6. De una educacin de francotiradores a una educacin comunitaria.7. De una educacin de lites a una educacin en solidaridad y fraternidad.8. De una educacin aislada a la colaboracin con la familia y la so-ciedad. (Consciente de que la escuela no puede suplir a la familia,porque quod familia non dat, societas et schola non praestant,como diran los clsicos).

    9. Y, ya en el campo religioso y de valores, de una educacin de catecis-mo a una nueva presencia de lo religioso como dilogo con la cultura(Tedulo Garca Regidor). Explicamos un poco ms este ltimo punto13.

    A) Rasgos de una educacin escolar de catecismo Preguntas y respuestas claras y cerradas. Priman los contenidos y las programaciones en funcin de esosmismos contenidos.

    Prevalece la seguridad doctrinal y de actuacin. Se dirige a los nios y de forma bancaria y se da por supuestoque la cabeza prima sobre el resto de dimensiones de la persona.

    La enseanza mira al futuro, prepara para el futuro. No importa tanto la relacin interdisciplinar...

    B) Rasgos de la educacin como dilogo con la cultura El profesor no es meramente transmisor de conocimientos, sinoposibilitador de un aprendizaje y facilitador de experiencias.

    No es la educacin mediante la letra, la lectura y la escritura, sinomediante la imagen (homo videns): 60 % comunica el gesto y el cuer-po; 20 % la modulacin y mtodo; 20 % los contenidos (P. Baben).

    No mira dicha educacin slo al futuro, sino tambin al presente. Supone la educacin de todas las dimensiones de la persona: so-ciales, psicolgicas, ldicas, estticas, ticas...

    13 Cf. AA.VV., Lderes o gestores?, Santillana, Madrid 2007.

  • 24

    Educa interdisciplinarmente para la diversidad y la tolerancia, lapluralidad, la multiculturalidad y multirreligiosidad, es decir, paraun necesario dilogo fe-cultura, y fe-religiones...

    C) Algunas exigencias de este tipo de educacin? De profesores asalariados a comunidad de educadores. De educacin religiosa aislada a educacin integrada e interdis-ciplinar.

    De obsesin por resultados inmediatos a educacin que sabe si-tuar al alumno en un camino existencial y social.

    De educacin poseedora de seguridades a proyecto educativoabierto y flexible.

    Educacin como efecto Pigmalin (siempre motivando en po-sitivo).

    No somos ingenuos. A pesar de todo lo anterior, y de las buenas in-tenciones, se percibe y se deja sentir el malestar de los profesores dehoy: falta de autoridad reconocida y apoyada; desconexin entre todaslas instancias que intervienen en los procesos formativos y en la enseanza; falta estabilidad suficiente del marco general en el que sedesarrolla la enseanza de los equipos docentes y de los nuevos pro-gramas y proyectos docentes; desajuste entre formacin inicial, sobre-cargada de idealismos, y una realidad social y escolar cambiante quehace casi imposible la realizacin de dichos ideales as como frustran-te el seguir aspirando a ellos, etc... 14.

    II.4. PARA DESDRAMATIZAR, MARIO BUNGE NOS PROPUSO ELSIGUIENTE DECLOGO PARA LA ESCUELA Y EL MAESTRO DE HOY 15

    1. Ensears la verdad, la coherencia y la honestidad.2. Despertars la curiosidad y estimulars la solidaridad y la responsa-bilidad tica.

    3. Ensears a aprender a obrar por cuenta propia y ser til a los dems.4. Cultivars la actitud crtica y exploratoria.

    14 Cf. HORTAL, A., Magisterio, en CORTINA, A., CONILL, J., 10 palabras clave entica de las profesiones, Verbo Divino, Estella 2000, pp. 74-75.

    15 Cf. ABC, 4-7-95.

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    5.Ensears a cuestionar, a discutir racionalmente y a respetar los hechos.6.Sers tan exigente como generoso, pero tendrs presente que la letrano entra con sangre, sino con la recompensa por la tarea lograda.7.No aburrirs. Te empears en ganar la carrera al televisor y al or-denador.8.Motivars a no dejar nunca de aprender.9.Te interesars por las circunstancias de tus alumnos y buscars lacoo peracin de sus padres.

    10.Contribuirs a mantener y desarrollar las organizaciones socio-cul-turales de tu comunidad.

    A su vez, algunos alumnos, se atrevieron a expresar a sus profesores16...

    1. Preprame para vivir.2. Hazme sentir que te interesas por m como persona.3. No te fijes solo en el resultado, sino en mi esfuerzo.4. No me juzgues slo por lo que hago o dejo de hacer en clase.5. No me pidas que considere el estudio como lo nico importante enla vida.

    6. Ensame a ser capaz de pensar por m mismo.7. Escucha las preguntas que te hago en serio aunque parezcan absurdas.8. En el fondo me interesas t ms que tu asignatura o materia.9. No me pongas en ridculo delante de mis compaeros, pero corrgeme.10. No me enredes en tus problemas personales.11. Recuerda que t tambin has sido alumno.12. No dejes nunca de estudiar y estar al da, en contenidos y en mto-dos pedaggicos.

    13. Djame siempre, al terminar tu materia, algo que sea como un men-saje clave.

    14. Te estoy de verdad agradecido, pero no esperes que constante mentete est dando las gracias. En resumen, no aprendemos gracias a laescuela, sino gracias a la vida (Sneca).

    16 FAURE, E., Aprender a ser, Alianza, Madrid 1972; LAVAL, Ch., La escuela no esuna empresa. El ataque neoliberal a la enseanza pblica, Paids, Barcelona 2004.

  • 26

    III. MISIN HUMANISTA Y ECLESIAL DE LA ESCUELACATLICA HOY: ALGUNAS CLAVES PARA LAEMERGENCIA EDUCATIVA

    III.1. LA MISIN HUMANISTA; PROPUESTA CRISTIANA EDUCATIVACOMO EMERGENCIA EDUCATIVA 17

    Es patrimonio comn que la escuela catlica debe ser un mbito pri-vilegiado de encuentro y dilogo intercultural, interreligoso e inter-ideo -lgico. Si los alumnos, y profesores, viven esta experiencia, da a da, yde forma natural, la sociedad quedar impregnada de humanismo, res-peto, tolerancia, pluralidad y libertad. Lo anterior, se debe traducir enayuda y acompaamiento realista. Y, a partir de aqu, un punto de par-tida y una advertencia sobre la educacin y la comunidad educativa: laeducacin, como la comunidad educativa, no deben ser exclusivamen-te un espejo o esponja de lo social y cultural en un contexto determina-do, sino tambin, y sobre todo, un contrapunto, es decir, un espacio detransformacin microcsmica y humanizadora de lo social.

    Desde el punto de vista metodolgico sigue siendo vlido el mto-do mayutico-socrtico, es decir, la educacin entendida como la inte-raccin de dos realidades: por un lado, el desarrollo de las capacidadeshumanas y, por otro, la insercin en un determinado modo de vivir (so-cio-cultural) desde unos valores.Insistamos en ello: existe educacin cuando se parte de la vida para

    volver a la vida, transformndola desde unos valores. Esto sirve inclu-so, y principalmente, en sociedades abiertas y plurales, como la nues-tra. La pregunta clave: Dnde se sustentan dichos valores que sean uni-versales: en la ley natural, en individualismos o elitismos, en colecti-vismos o partidismos, en la mera norma positiva?...

    La emergencia educativa nos recuerda que la educacin catli-ca se sustenta en un gran relato Vivo, en cuanto creemos en Alguieny no en algo y, por lo mismo, comporta una antropologa integral:no es el hombre abstracto; ni el de la naturaleza pura; ni el hombredefecto o error de la naturaleza; no es el hijo del absurdo, fruto del

    17 GIUSSANI, L., Educar es un riesgo, Encuentro, Madrid 2006.

  • 27

    azar y abocado a la muerte; no es el consumista y hedonista; no es elesclavo de su pueblo, de su etnia o de su raza; ni siquiera el cerradoen su angustia o dominado por su subconsciente; no es el esclavo en-cerrado en la crcel de sus deseos, pasiones e ilusiones; no es el serque se reencarna constantemente; no es el prisionero de la civiliza-cin ni de la tcnica por l construidas; no es el violento, el lobo parael hombre, eternamente rebelde, narcisista... S es un hombre libre ycreativo, criatura e hijo de Dios, imagen de Dios vivo, con una per-sonalidad nica e irrepetible.

    Por eso, el ideario educativo catlico no hace hincapi slo en el quo en el cmo sino en el por qu y en el para qu: se refiere al origen(protologa), al presente (kairs) y al fin (sjaton).La educacin catlica influye decisivamente tanto en lo antropol-

    gico (visin del hombre), como en lo histrico (la historia no es un che-que en blanco: tiene marcado un sentido), como en lo cultural (para quela cultura no se fragmente o se vuelva totalitarista), as como en lo so-ciolgico (identidad, valores y conductas comunitarias).Sin complejos, Jesucristo sigue siendo el modelo actual de maestro:

    tiene autoridad porque vive lo que transmite; es un buen pedagogo (re-curre a parbolas y palabras que hablan de la vida y desde la vida); suenseanza sabe unir lo ldico y lo profundo; utiliza un mtodo activo-transformador; adapta el mensaje al oyente porque lo conoce en pro-fundidad; hace preguntas para que el interlocutor busque respuestas; elabora un aprendizaje a partir de lo que la gente sabe y vive; respetasiempre la libertad del oyente; y, lo ms importante, est convencido deque slo se educa si se ama y slo se aprende lo que se ama. A la luzdel Maestro-Jesucristo podemos hablar entonces de un verdadero hu-manismo cristiano en forma de declogo 18:

    1. Nuestro concepto de hombre-mujer no es ideolgico ni utpico: tie-ne su punto de referencia en una persona concreta: Jess de Nazaret.

    18 RUIZ DE LA PEA, J. L., Las nuevas antropologas. Un reto a la teologa, Sal Te-rrae, Santander 1983; BERZOSA, R., 100 preguntas y respuestas sobre el misterio de nues-tros orgenes,Monte Carmelo, Burgos 2004.

  • 28

    2. A su luz descubrimos que no somos frutos del azar ni nufragos dela nada: sabemos de dnde venimos y hacia dnde caminamos: elHogar Trinitario.

    3. A su luz descubrimos que somos un misterio y una inquietud per-manente: hablamos menos de lo que somos capaces de pensar; pen-samos menos de lo que somos capaces de sentir; sentimos menos delo que vivimos; vivimos menos de lo que somos... porque nuestrocorazn y nuestra mente inquietos llevan la marca y la huella mis-ma de Dios. Slo descansaremos en El.

    4. A su luz descubrimos la grandeza y el secreto de nuestro ser: somosespritus encarnados; carne espiritualizada (cuerpo y alma). Ennosotros habita la divinidad.

    5. A su luz descubrimos que estamos llamados a crecer en todas las di-mensiones o niveles de nuestra persona y de forma armnica e in-tegral (fsico, racional, emotivo, social, cultural, esttico, tico, re-ligioso...) No como rascacielos, sino como cebollas.

    6. A su luz descubrimos dnde est la verdad que llena la cabeza, labelleza que llena el corazn y la bondad que llena nuestras obras.

    7. A su luz descubrimos que somos seres, ante todo, relacionales yabiertos: a nosotros mismos, a los dems, a la creacin, al Seor.Y todo ello como personas sexuadas desde nuestra condicin devarn-hembra.

    8. A su luz somos capaces de superar dos tentaciones constantes querompen el verdadero humanismo: el individualismo y el colectivis-mo. Somos personas comunitarias. nicas y solidarias.

    9. A su luz descubrimos nuestra identidad: somos como todos, comoalgunos y como nadie. l nos ama a cada uno de forma personal; ynos sostiene; y nos levanta. l hace que nos conozcamos, nos acep-temos y nos donemos.

    10. A su luz somos capaces de construir la civilizacin del amor y de lavida, rompiendo el crculo dramtico del odio y la necrofilia. En lest la clave para dar sentido a la negatividad, al sufrimiento y aldolor en todas sus dimensiones. Quien se encuentra con Cristo noslo no pierde nada, sino que gana todo (Benedicto XVI).

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    III.2. LA MISIN ECLESIAL DE LA ESCUELA CATLICA Y DELPROFESOR CRISTIANO DENTRO DE LA EMERGENCIA EDUCATIVA 19

    Antes de entrar en otras concreciones, debemos resaltar el marco enel que nos situamos, las motivaciones de calado, las claves de dondepartimos:

    a) La escuela catlica, como el profesor cristiano se integran en la mi-sin evangelizadora-proftica de toda la Iglesia (no son francoti-radores, ni islas).

    b) La vocacin a la enseanza (como ministerio eclesial) tiene su ori-gen en la misma vocacin cristiana.

    c) El ideario educativo se mueve en cuatro coordenadas complementa-rias 20:1. El ser o la identidad: seguidores de Jesucristo e insertados en laIglesia;

    2. El saber: bagaje sapiencial-existencial, cultural y espiritual; 3. El saber hacer: profesionalidad y capacidad pedaggica y mista-ggica.

    4. La educacin, como tarea evangelizadora, que comporta tres rea -lidades: una oferta de sentido salvfico (liberacin, plenitud, feli-cidad); generar procesos de cambio social (solidaridad profunda,inclusin, tolerancia, libertad, paz); y construccin de personas ycomunidades nuevas.

    Todo lo anterior, si cabe, se puede explicitar an ms:

    El centro educativo catlico, como el maestro, se sienten enviadospor la comunidad creyente a desarrollar una vocacin profesional yministerial: es la Iglesia quien les enva. Quien est presente en ellos,y quien les pide que su vocacin-carisma ayude a edificar la sociedad yla misma Iglesia.

    19 SEBASTIN, F., Evangelizar, Encuentro, Madrid 2010; FERNNDEZ, A., La ense-anza de la religin en la escuela, Casals, Madrid 2003.

    20 DELORS, J., La educacin encierra un tesoro, Santillana-Unesco, Madrid 1996;ENKVIST, I., Repensar la educacin, Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid2006; ID., La educacin en peligro, Eunsa, Pamplona 2010.

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    Es un ministerio reconocido, o servicio eclesial, para evangelizar:Se denomina ministerio proftico o de la Palabra para el mbito edu-cativo y cultural.

    Es un ministerio en estrecha conexin con lo catlico-universal y conlo diocesano-contextuado. Con unas actitudes bsicas: consistencia eidentidad, sana flexibilidad, capacidad de trabajar en equipo y con vi-sin interdisciplinar, expertos en nuevas tecnologas y lenguajes, y sanalectura de los signos de los tiempos.

    Es, por lo mismo, una tarea en contacto permanente tambin con lafamilia cristiana y con los planteamientos de la comunidad cristianams cercana (parroquia, arciprestazgo...). Estando disponibles y ejer-ciendo como educadores no solo durante el tiempo y horario escolar...

    Todo ello, desde lo solicitado por el Vaticano II: familiaridad per-manente con las Fuentes y con la Tradicin Viva (formacin teolgica);en dilogo sincero entre fe-cultura (interdisciplinariedad), y con senti-do pastoral (respondiendo a las preguntas e inquietudes existenciales).Con unas leyes pastorales siempre actuales: gratuidad, gradualidad, sien-do signo de contradiccin o paradoja existencial (integracin de con-trarios), y sabindonos siempre, al final, siervos intiles.En otras palabras, y tomando prestadas las sugerencias y orientacio-

    nes de los obispos espaoles, sealamos:

    La Iglesia pide a los centros catlicos y a los profesores cristianosque vivan activamente su vocacin cristiana como vocacin al apos-tolado. Esta accin apostlico-eclesial se caracteriza por algunosde los rasgos siguientes:

    Respeto a la legtima autonoma epistemolgica y metodolgica decada rama del saber, pero dejando traslucir en las palabras y modode presencia la cosmovisin original cristiana. El testimonio del pro-fesor cristiano no consiste slo en introducir temticas confesiona-les en las disciplinas que ensea, sino en abrir horizontes de in-quietud trascendente, en una estimulante presencia activa y en unsaber abrir interrogantes y bsquedas existenciales.

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    La eficacia apostlica va unida a la ejemplaridad del profesor y suintegridad y coherencia de vida, as como a la coherencia de su pen-samiento creativo con la fidelidad a la fe de la Iglesia.

    En un contexto de ruptura entre fe y cultura, as como de ruptura en-tre fe y vida, es deber prioritario del maestro catlico promover unasntesis renovada entre fe y cultura.

    El magisterio del profesor catlico va ms all de la enseanza y sa-ber puramente disciplinar y acadmico y se proyecta, a travs de sutalante humano y dialogal, en el acompaamiento que dispensa aquienes se preparan tcnica y humanamente. Esto es importante enun momento en el que se denuncia la falta de verdaderos maestros-testigos de vida 21.

    Lo anterior, nos sirve para introducir otro apartado.

    IV. EL ESTILO EDUCATIVO Y EVANGELIZADOR DE LAESCUELA Y DEL PROFESOR CRISTIANO 22

    Para lograr este tipo de educacin y presencia de educacin cat-lica se requiere una pedagoga determinada: la del Camino de Emas(Lc 24, 13-30), que se traduce en tres dimensiones especficas 23: Saber acompaar: El mismo Jess se les acerc e iba con ellos,

    pero sus ojos no podan reconocerlo. Es necesario encontrar acom-paantes que se pongan al lado del formando para despertarlos el Es-pritu que ya llevan dentro. Indicando al formando expresamente lapresencia del Otro en su vida, con insistencia y delicadeza (ej. de Sa-muel y Samaritana).

    Saber educar: Qu discutais por el camino? Ellos se lo dijeron.El les explic las Escrituras. Educar es sacar fuera (e-ducere) de

    21 Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAOLA, Orientaciones de pastoral universitariaen el mbito de la pastoral de la cultura,Madrid 1995.

    22 Cf. URIBARRI, G., El mensajero. Perfiles del evangelizador, DDB, Bilbao 2008;VIGANO, E., Nueva educacin, CCS, Madrid 1991.

    23 LIBNIO, J., El arte de formarse, Sgueme, Salamanca 2003.

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    uno mismo, la verdad que nos habita. Educar para el conocimientoprofundo de uno mismo. Sin saltos apresurados, sin quemar etapas.Educar para celebrar el misterio de uno mismo, de la Vida, del otroy del Dios Vivo. Educar para leer toda nuestra vida en clave divina.Educar para invocar con el corazn: Qudate con nosotros, es de-cir, cgeme por entero.

    Formar para una experiencia de entrega en radicalidad: Senta-do a la mesa tom el pan, lo bendijo, lo parti y reparti... Ellos sedijeron: No arda nuestro corazn mientras nos hablaba? Al ins-tante regresaron a los suyos. Formar para hacer la opcin de vida:encontrar la perla por la que merece la pena dejar todo. Unificar enel Seor, la belleza, la bondad y la verdad. Dejarnos tomar, bende-cir, partir y repartir...

    Y para esta educacin se necesitan mediaciones de presencia y ver-daderos testigos, personales y comunitarios. La Congregacin para laEducacin Catlica (28-10-2002) tambin nos ofreci algunos puntoscardinales que siguen siendo vlidos para la escuela catlica de hoy 24:

    Llamados a evangelizar. Llamados a acompaar. Llamados a formarnos en el vivir juntos.

    a) Llamados a evangelizar: Pregonad el evangelio a toda la humani-dad (Mc 16,15): Frente a los nuevos desafos, hay que anunciar unaexplcita antropologa cristiana y una adecuada relacin entre Fe yCultura.

    b) Llamados a acompaar (la vida como vocacin): Queremos ver aJess (Jn 12,21): Hay que educar en reciprocidad, y en aperturaal Otro (bsqueda del sentido existencial y del encuentro personalcon Jesucristo).

    c) Llamados a formarnos en el vivir juntos: En esto conoceris quesois mis discpulos: que os amis unos a otros (Jn 13,25): Se requie-re un acompaamiento personalizado; valorar la dignidad de la perso-

    24 Cf. CONGREGACIN PARA LA EDUCACIN CATLICA, Los consagrados y la misinde la escuela, Vaticano 2002.

  • 33

    na humana; una educacin en la sana interculturalidad y en la acogidade los diferentes; favorecer a los ltimos y a los ms pobres; educarpara la paz y para vivir juntos. En otras palabras, se necesita equipajeinterior y acompaamiento exterior. De ello hablaremos a continuacin.

    IV.1. EQUIPAMIENTO INTERIOR Y ACOMPAAMIENTO EXTERIOR

    Equipaje interior, requiere una atencin personalizada y promoververdaderos agentes de pastoral de la enseanza vocacionados y profe-sionales (mistagogos de humanidad y de cristianismo), y, adems, exi-ge una adecuada espiritualidad, como nos ha venido recordando Mons.Uriarte en diversos escritos:

    1. Espiritualidad de la confianza, no del optimismo. Es preciso mirarcon los ojos del Espritu y vivir desde el octavo da, que nos lle-va a releer los pequeos y grandes signos de la manifestacin de Diosen nuestra vida.

    2. De la fidelidad, no del xito. Cristo mismo aprendi en fidelidad(Heb 5, 7-9). El Padre escuch al Hijo en plenitud al tercer da.xito no es uno de los nombres de Dios (M.Buber, Benedicto XVI).

    3. Del siervo, no del prestigio. Cristo se presenta como siervo (el quesirve, dicono, Lc 24,27), el esclavo (doulos, Filip 2,7). Pablo con-cibe su ministerio como un hacerse servidor y esclavo de todos paraganar a algunos (1 Cor 9,18). Inmersos en las mediaciones pobres yde carencias (de fe, materiales, de afecto, de cultura...).

    4. Del hacer sosegado y no de las prisas por los resultados. Tanto laprisa frentica (hay que hacerlo todo) como la pasividad aptica(no se puede hacer nada) tienen una raz comn: hemos de ha-cerlo nosotros. Jess nos sana de ambos extremos: todo es don y es-fuerzo. Obrar como si dependiera de nosotros; creer como si nadadependiera de nosotros.

    5. Del descubrir a los dems lo mejor de ellos mismos: una mirada yuna actitud como las de Jess en el Evangelio.

    6. Espiritualidad, en resumen, vivida desde una genuina antropologacomo imagen de Dios, donde reside su verdadera dignidad.

  • 34

    El Acompaamiento exterior, nos habla sobre todo de la atencininstitucional:

    Dotar de medios y recursos materiales para el adecuado ejercicio ypara una formacin permanente de los docentes.

    Diocesanamente, integrar verdaderamente la pastoral educativa enlos planes de pastoral diocesanos y en la vida parroquial.

    Promover la presencia responsable y activa de padres, profesores yalumnos en los Consejos Escolares y Asociaciones de padres 25.De todo lo expresado, nos detenemos en los servicios y estructuras

    de acompaamiento verdadero desde lo diocesano:

    Los Obispos y los Delegados de Enseanza tienen que saber acom-paar desde las claves tratadas anteriormente: reconocimiento, amor,proyecto claro y apoyo a la vocacin docente.

    El reconocimiento, en unos casos, y la missio o envo del Obispo, enotros muy especficos, reviste un significado teolgico (se participade la misma misin de l), paternal (debe cuidar con justicia y dig-nidad del enviado), y social (es quien respalda pblica y socialmen-te al profesor). Es necesaria una relacin afectiva y efectiva, tantopersonal como colectiva, de centros educativos y profesores con elObispo.

    El respaldo debe sentirse por parte de toda la comunidad eclesial dio-cesana. De ah la importancia de mantener siempre una comunica-cin recproca con lo diocesano y, personal e institucionalmente, co-laborar con la parroquia y con el arciprestazgo, desde una eclesiolo-ga de comunin y misin eucarstica y pneumtica (la diversidadde estados, vocaciones, carismas y funciones que el Espritu repartepara la edificacin orgnica de su iglesia). Un centro educativo y unprofesor catlicos, adems, debern cuidar la comunin de bienes(colaborar con generosidad), y participar en los encuentros peridi-cos de formacin, y en el desarrollo de actividades pastorales extra-escolares.

    25 Cf. COMISIN EPISCOPAL DE ENSEANZA Y CATEQUESIS,Orientaciones para la pas-toral educativa escolar en las dicesis (22-10-1992).

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    En cuanto al trabajo mismo (ideario o proyecto) no podemos sentir-nos francotiradores o vedettes. Tenemos que compartir las lneas pro-gramticas marcadas por la Santa Sede, la CEE y la Dicesis, y apoyar los documentos y textos que se sugieren con autoridad.

    Finalmente, nuestra vocacin docente conlleva que, muchas veces, sea -mos signos de contradiccin. No por fanatismo o fundamentalismo,sino por coherencia: Tener la verdad es empezar a sufrir; defender-la, comenzar a morir (Peguy). Pero, a pesar de todas las dificultades,como centros y educadores cristianos, tenemos que seguir siendo 26:

    1. Testigos privilegiados que saben unir fe y vida, fe y cultura.2. Signos de comunin con la Iglesia y hondo sentido eclesial.3. Clara conciencia de servicio y de formacin permanente.4. Unir responsabilidad y corresponsabilidad.5. Convertirnos en referentes alternativos de sentido existencial.6. Tener la capacidad de forjar relaciones intensas.7. Desarrollar la sensibilidad cultural y de interioridad.8. Vivir en la experiencia del misterio.9. Aprender a manifestar y testimoniar nuestra fe de forma inteligente.

    En otras palabras: pasar de hroes a lderes; de lderes a maestros;de maestros a discpulos; de discpulos a compaeros en el caminar 27.

    IV.2. UNA PROPUESTA EPISCOPAL FINAL Y DE RESUMEN PARA SEGUIRCAMINANDO DESDE LA EMERGENCIA EDUCATIVA...

    En abril de 2007, los obispos espaoles aprobaron un documento ti-tulado La Escuela catlica, oferta de la Iglesia en Espaa para la edu-cacin en el siglo XXI 28. De alguna manera se adelantaban a lo que ve-nimos sealando sobre la emergencia educativa. Del mismo, entresa-co algunas afirmaciones significativas para seguir caminando con sen-tido y con esperanza:

    26 ALBULQUERQUE, E., Emergencia y urgencia educativa, pp. 129-148.27 Cf. PELLICER, C., El liderazgo espiritual en la escuela. Acompaar la experien-

    cia de fe desde la pastoral escolar, en AA.VV., Lderes o gestores?, Santillana, Ma-drid 2007, pp. 133-158.

    28 Cf. CONFERENCIA EPSICOPAL ESPAOLA, La Escuela catlica, oferta de la Iglesiaen Espaa para la educacin en el siglo XXI, EDICE, Madrid 2007.

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    IV.2.1. La nueva situacin en la que nos encontramos

    La escuela catlica encuentra su verdadera justificacin en la misinmisma de la Iglesia.

    Dicha escuela est inmersa en una sociedad en cambio, donde se pro-mueve una cultura inmanente, que valora slo lo cientfico e instru-mental, y cerrada a valores trascendentes.

    La antropologa al uso no tiene en cuenta la referencia de la personahumana a Dios.

    Nuestra sociedad es pluralista e intercultural. Crecen los fracasos matrimoniales y la desestructuracin familiar. Todo ello produce, a veces, desencanto en la comunidad educativa. Al mismo tiempo, se aprecia el descenso progresivo del nmero dereligiosos, sacerdotes y laicos comprometidos en los colegios con-fesionales.

    Y, el reto bsico, es precisamente el de educar: cmo ayudar a cons-truir la propia identidad, lo que la persona vale en su dignidad y loque lleva dentro, y orientar su ms profundo deseo de bien, verdady belleza, fundamentando el sentido ltimo de la vida.

    IV.2.2. La identidad de la Escuela Catlica...

    Es una oferta educativa de la Iglesia para dar respuesta al derecho delos padres a que sus hijos reciban una educacin y una formacinmoral y religiosa conforme a sus convicciones y en el espritu de laConstitucin, art. 27,3.

    Est al servicio de la formacin integral de la persona. Su peculiaridad es crear un ambiente en la comunidad escolar ani-mado por el espritu evanglico.

    Comporta una determinada antropologa: la persona humana, crea-da a imagen y semejanza de Dios y elevada a la dignidad de hijo deDios.

    Promueve una concepcin integral de educacin. La interculturali-dad se integra con la visin catlica del Evangelio.

    No se queda solo en los valores mnimos de una tica comn. Seaportan, desde Cristo y desde el Evangelio, razones para creer, amary esperar.

  • 37

    Es un proyecto en dilogo con la cultura de hoy, mediante un sanodiscernimiento crtico y constructivo. Abre la razn a lo divino y pu-rifica y eleva dicha razn.

    Es un proyecto educativo en el que Dios es su fundamento primeroy ltimo, y Jesucristo la plenitud del hombre nuevo.

    Es un proyecto vital (unidad de fe y de vida), alimentado por los sacra-mentos y, donde la enseanza de la religin es bsica y fundamental.

    Es una accin educativa de la Iglesia catlica: Los docentes debensentirse enviados por la Iglesia.

    IV.2.3. Prioridades y urgencias en la enseanza catlicaen estos momentos

    Renovar y fortalecer su propia identidad. Implicar a las familias en el ejercicio de sus derechos. Actualizar el compromiso con los ms necesitados. Y como propuestas de actuaciones futuras muy concretas:1. Motivar y formar a los profesores.2. Promover en los alumnos la celebracin de algunos sacramentosen correlacin con la parroquia.

    3. Dar a la clase de religin la importancia que tiene.4. Informar a los padres y ayudarles a asumir sus responsabilidades.5. Promover la colaboracin interdisciplinar e interinstitucional.6. Participar en la elaboracin del proyecto pastoral educativo dio-cesano.

    7. Potenciar la acogida de personas de otras culturas desde el pro-yecto educativo de valores universales del Evangelio.

    8. Programar y coordinar acciones que faciliten la insercin socialy educativa de los ms necesitados.

    Todo lo expresado en los puntos anteriores puede quedarse en me-ras intenciones sobre el papel, o en deseos de buena voluntad, si no seimplican de forma particular los propios docentes. No es fcil; nunca loha sido. Por eso, concluyo este apartado con unos rasgos que pueden de-finir el perfil del profesor catlico del siglo XXI 29:

    29 Cf. Tambin MARTNEZ; D., GONZLEZ, y SABORIDO, J. L., Proponer la fe hoy. Delo heredado a lo propuesto, Sal Terrae, Santander 2005.

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    Es un apasionado y enamorado del maestro Jesucristo. Es testigo coherente de fe-vida. Sntesis vital fe-doctrina. Es eclesial: sabe lo que comporta la missio o dimensin profticaque ejerce.

    Es un educador, en el sentido pleno de la palabra, no un simple pro-fesional o voluntario.

    Es un profesional cualificado y competente. Responsable de su formacin permanente. Es un humanista convencido. Es un Pigmalin vocacionado (siempre positivo). Sembrador de fraternidad y solidaridad. Es un gigante de la esperanza y de saber mirar siempre ms all. Es alguien convencido del trabajo en equipo y del dilogo interdis-ciplinar.

    Es un mistagogo o acompaante incansable. Es un evangelizador y misionero infatigable.

    V. PALABRAS FINALES

    Finalizo con dos testimonios, a modo de programa educativo y hu-manizador para la escuela catlica como servicio a la sociedad de hoyy en lo que hemos comenzado llamando emergencia educativa:

    1. UNA CARTA DE UN PROFESOR A UN ALUMNO DEL SIGLO XIII

    Querido amigo: me preguntaste qu has de hacer para en-contrar el tesoro de la sabidura. He aqu mis consejos: no telances directamente al mar; acude a l por los ros. En otras pa-labras, comienza por lo sencillo, que ya llegar lo complicado.Procura pensar lo que dices y hablar lo justo y necesario. Sipuedes, evita las tertulias en las que se habla demasiado y su-perficialmente. Deja a un lado los cotilleos que slo producendistraccin. Infrmate de lo que sucede en el mundo pero noseas mundano. Trzate objetivos claros, evitando la dispersin.Que en tu conciencia no haya dobleces. Practica la oracin yenamrate del recogimiento y del silencio interior para encon-

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    trar la luz profunda con la que entender. Que tu trato sea siem-pre correcto y amable. No condenes ni juzgues interiormente anadie. Sigue las mejores huellas marcadas por tus mayores. Ar-chiva en tu memoria y guarda en tu corazn todo lo bueno yconstructivo que escuches o veas, venga de donde venga. Es-furzate por entender correctamente todo, disipando las dudas.Llnate de contenidos como quien va llenando un vaso: poco apoco. Mide tus fuerzas y no pretendas alcanzar lo que no pue-des. Si haces todo esto, mientras vivas, sers como una cepacargada de racimos. Adems, conseguirs lo que te propongas.Cudate. (Santo Toms de Aquino).

    2. UN MANUSCRITO DE LA IGLESIA DE SAN PABLO EN BALTIMORE(AO 1693)

    Sigue tu camino y s t mismo aun en medio del ruido y delas prisas, sin olvidar que la verdadera paz la encontrars en elsilencio. Haz lo posible por ser siempre conciliador y amigo detodos. Expresa tu verdad despacio, sin afeccin y sin arrogan-cia, para que se entienda. Aprende a escuchar a los dems, aun-que te parezcan de condicin humilde, poco letrados o no de-masiado inteligentes: tambin ellos tienen algo interesante quedecirte. No te compares con los dems porque puedes llegar aser orgulloso o amargado. Goza con tus xitos y no pierdas elsueo por tus fracasos. Ama tu trabajo por sencillo que sea.Gasta tu vida en ideales que merezcan de verdad la pena. Ssiempre radicalmente sincero contigo y con los dems. No jue-gues con el amor con cinismo o hipocresa. A pesar de los de-sengaos, el amor autntico siempre es posible. Convncete deque las cosas importantes y valiosas no se consiguen en un da.Vive unificado interiormente y en armona con el universo y conquienes te rodean, Vive en paz con Dios: desea conocerle yamarle de verdad, y unirte a l. Ms all de las vilezas, trai-ciones, dificultades, dolores y amarguras, la vida es bella y me-rece la pena vivirse. S feliz! Estrena cada da como si fuera elprimero y vvelo como si fuera el ltimo.

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    BIBLIOGRAFA DE RAL BERZOSA RELACIONADA CON EL TEMAEl camino de la vocacin cristiana, Verbo Divino, Estella l99l, l86 pp.Parbolas para una nueva evangelizacin, 6 ed., Monte Carmelo, Burgos2003, 283 pp.

    Con otros ojos. Por una lectura creyente de la realidad cotidiana,Monte Car-melo, Burgos l994, 164 pp.

    Hacer teologa hoy. Retos, perspectivas, paradigmas, San Pablo, Madrid l994,258 pp.

    Teologa y espiritualidad laical. Redescubrimiento de la identidad y misin delos laicos en la Iglesia y en la sociedad, CCS, Madrid 1995, 143 pp.

    Evangelizar una nueva cultura. Respuestas a los retos de hoy, San Pablo, Ma-drid 1997, 238 pp.

    Hacia el ao 2000: Qu nos espera en el siglo XXI?,DDB, Bilbao 1998, 63 pp.La pastoral juvenil hoy. Memoria y profeca, CONFER Regional, Valladolid1999, 47 pp.

    Ser laico en la Iglesia y en el mundo, DDB, Bilbao 2000, 241 pp.Los retos pastorales de la nueva cultura emergente, Iglesia en Castilla, Villa-garca 2001, 125 pp.

    102 voces en Diccionario de pastoral y evangelizacin, y co-direccin del mis-mo, junto a Vicente M Pedrosa y Jess Sastre, Monte Carmelo, Burgos2001, 1140 p.

    Encuentros y miradas para despertar. Claves de una espiritualidad para hoy,Monte Carmelo, Burgos 2002, 240 pp.; reimpresin: mayo 2003.

    10 Desafos al cristianismo desde la nueva cultura emergente, Verbo Divino,Estella 2004, 337 pp.; 2 edicin 2006.

    100 preguntas sobre el misterio de nuestros orgenes. Antropologa en clavecristiana,Monte Carmelo, Burgos 2005, 234 pp.

    Transmitir la Fe en un nuevo siglo. Retos y propuestas,DDB, Bilbao 2006, 173pp.; 2 Edicin 2007.

    Iglesia, sociedad y comunidad poltica. Entre la confesionalidad y el laicismo,DDB, Bilbao 2007, 189 pp.

    150 miradas de actualidad en el espejo de la cultura,DDB, Bilbao 2007, 280 pp.100 preguntas y respuestas sobre temas sociales y polticos de hoy, EditorialSan Pablo, Madrid 2008, 213 pp.

    Donde el viento y el Espritu hablan, Editorial KHAF, Madrid 2010, 103 pp.El credo de nuestra fe a la luz del catecismo de la Iglesia Catlica y de la doc-

    trina del Papa Benedicto XVI, EVD, Estella 2011, 167 pp.Hablemos de nueva evangelizacin. Para que sea nueva y evangelizadora,DDB, Bilbao 2012, 181 pp.

  • LA NUEVA IDENTIDAD DE LOS LAICOS:TALANTE Y TAREAS

    Pedro Jos Gmez Serrano

    AULA AGUSTINIANA DE EDUCACIN 2013

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    1. PRESENTACIN: DE LA PELCULA A LA REALIDAD

    El conocido biblista de Tubinga, Herbert Haag, iniciaba as su bre-ve pero muy interesante libro Qu Iglesia quera Jess?: El siglo XXes el siglo del laicado, el siglo en el que la Iglesia ha descubierto alseglar. Con estas palabras suele subrayarse el cambio experimentadopor la Iglesia en nuestra poca. Si esto es cierto, resulta incomprensible,pues qu otra cosa son los seglares sino los discpulos y seguidores deJess, los cristianos como se les llam ya desde los primeros tiem-pos? (Act 11, 26). Admitir tal afirmacin equivale a decir que la Iglesiacristiana ha tardado dos mil aos en descubrir al cristiano. Suele tam-bin hablarse del despertar del seglar, de su mayora de edad, de lahora del seglar... Qu fue entonces del seglar durante los diecinuevesiglos precedentes? 1. Esta incisiva y dolorosa pregunta va a guiarnos enla reflexin que realizaremos en las siguientes pginas.

    Todo pensamiento siempre est situado en un contexto. Nuestras cir-cunstancias condicionan muy seriamente nuestra manera de pensar y,por ello, conviene sealar, desde el principio, que el anlisis que va allevarse a cabo ser realizado por un seglar. Efectivamente, soy laico,casado, con dos hijas, profesor de universidad, y miembro desde hacems de 20 aos de una pequea comunidad cristiana que vive su fe yrea liza una modesta colaboracin en el barrio de Pan Bendito (Cara-banchel). No obstante, soy seglar pero no seglarista y, en consecuen-cia, vivo mi condicin de creyente laico con alegra y sin ningn afnpolmico respecto a otras formas de vida cristiana que valoro muy po-sitivamente. Por ello, si en lo que sigue aparece alguna crtica a la ac-tual configuracin eclesial o ciertas exigencias de cambio, ello ser por-que creo que tales transformaciones haran a nuestra Iglesia ms evan-

    1 HAAG, H., Qu Iglesia quera Jess?, Herder, Barcelona 1998, p. 17.

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    glica y al mismo tiempo ms capaz de llevar a cabo su misin en elmundo actual, no porque mantenga alguna intencin reivindicativa.

    Permitidme, sin embargo, que inicie la reflexin expresando en vozalta la sensacin de que hay algo sospechoso en la reciente magnificacinde los laicos y de su importancia en los documentos y declaraciones ecle-siales. Ciertamente, los textos del Concilio Vaticano II parecen funda-mentar seria y sinceramente la dignidad de los laicos frente a concepcio-nes del pasado que, como veremos, expresaban una minusvaloracin in-concebible de esa condicin eclesial. Pero, no obstante, las preguntas semultiplican: de verdad el siglo XX ha sido, de hecho, de los laicos?, nohabr un empeo interesado en esta llamada, cuando padecemos unasevera crisis de vocaciones al ministerio ordenado y a la vida religiosa?,no estaremos asistiendo a formas solapadas y maquilladas de un nuevoclericalismo?, no estarn preocupadas las autoridades eclesisticas porla disminucin de los fieles y estarn ensayando formas de recuperarlos?,habr, por el contrario, un inters verdaderamente evanglico en resta-blecer la igualdad fundamental de los bautizados?...

    Los interrogantes planteados alientan una reflexin que persigue, encualquier caso, fortalecer nuestra fe y alimentar la esperanza. No sonestos tiempos para divisiones y rivalidades intraeclesiales, cuando el retode la evangelizacin ha adquirido la envergadura que todos conocemos.Es tiempo para descubrir que todos somos necesarios para renovar laIglesia en clave de fraternidad y para transformar el mundo desde unaperspectiva humanizadora.

    Al preparar la exposicin que se me haba encomendado, supuse quelos organizadores de la Semana de Estudios Vicencianos2 esperaban queyo pudiera sugerir algunas pistas para recuperar la identidad del laica-do que, supuestamente, se habra perdido a lo largo de la historia. Eltema de la ponencia me record espontneamente el ttulo de una pel-cula protagonizada por el intrpido arquelogo Indiana Jones, En bus-

    2 GMEZ SERRANO, P. J., La nueva identidad de los laicos: talante y tareas, en Lai-cado vicenciano para el tercer milenio, CEME, Salamanca (2003) 99122. Esta confe-rencia fue dictada por el autor en la Semana de Estudios Vicencianos de 2003. Por suinters, aparece aqu publicada de nuevo. Agradecemos a la editorial CEME la oportu-na autorizacin (Publicaciones FAE).

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    ca del arca perdida, que forma parte de una triloga que, de forma ale-grica y con una pizca de humor, me va a permitir desarrollar los trespasos de esta conferencia. As, Indiana Jones y el templo maldito, la se-gunda entrega de la saga, evoc en mi inconsciente la importancia quetiene participar en la necesaria renovacin de nuestra Iglesia a fin de quese convierta, realmente, en cauce para que las personas puedan encon-trarse con el Evangelio. Finalmente, La ltima cruzada, que para noso-tros ni ser la ltima ni ser cruzada, nos confronta cordialmentecon las tareas que los laicos estamos llamados a desempear en los pr-ximos aos en la Iglesia y en el mundo.

    2. EN BUSCA DE LA IDENTIDAD PERDIDA

    Por lo que sabemos, los cristianos de los primeros siglos no tuvieronque afrontar el problema de clarificar la identidad de los laicos por elhecho de que an no se haba producido una rgida diferenciacin depersonas en el seno de las comunidades. Sin duda, haba individuos queasuman diversas tareas y responsabilidades dentro de las mismas, peroello no daba lugar a la aparicin de distintos grupos con estatus socio-religiosos netamente definidos. Por el contrario, todos se entendan a smismos como creyentes en Dios, discpulos de Jess y hermanos entres. Todos participaban de un modo u otro en la vida de la comunidad.No olvidemos que no eran muchos y que carecan de una estructura ins-titucional muy fuerte. Por su adscripcin al cristianismo se jugaban lavida, lo que haca inconcebible una pertenencia pasiva, rutinaria o me-ramente orientada a la recepcin de servicios religiosos. Todos se con-sideraban responsables de la misin evangelizadora y se preocupabanpor favorecer la buena marcha de sus comunidades.

    En la raz de este tipo de configuracin eclesial hay datos que no de-beran ser pasados por alto: Jess fue un judo seglar, no un sacerdote oun profesional de la religin. De hecho, su actitud proftica ante el cul-to le enfrent con los dirigentes sacerdotales lo que, finalmente, fue fac-tor decisivo en el desencadenamiento del conflicto que hizo que su vidaterminara en la cruz. Su concepcin de la fraternidad humana, que nacedel reconocimiento efectivo de la paternidad de Dios, era opuesta a todo

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    tipo de discriminacin o jerarquizacin de clases por motivos religio-sos, fenmenos que caracterizaban al judasmo. Los evangelios relatanla prohibicin de llamar a nadie padre o maestro dentro de la comuni-dad, porque todos los miembros son hermanos, as como la adopcindel novedoso criterio del servicio humilde para caracterizar las relacio-nes personales que deban darse entre todos y, en especial, en la actitudde los responsables. Por otra parte, los primeros cristianos fueron cali-ficados de ateos por las autoridades y por numerosos pensadores delImperio Romano por no tener apenas un culto o una liturgia manifies-tamente religiosos. Precisamente la terminologa que utiliza el NuevoTestamento para hablar de los distintos responsables de la comunidadse aleja expresamente de toda connotacin sacral o sacerdotal y subra-ya con energa la necesidad de la aportacin de todos los miembros ycarismas para construir la Iglesia, as como la igualdad esencial que seda entre los hermanos. Hay, incluso, una concepcin antisacrificialelaborada que critica, especficamente, las teoras religiosas dominan-tes en la poca y que se encuentra contenida en la Carta a los Hebreos.

    Sera el establecimiento del modelo de cristiandad, a partir de la con-versin al cristianismo del emperador Constantino en el siglo IV y la asi-milacin acrtica (sin catecumenado y sin conversin) de millones deciudadanos del Imperio Romano, el causante de un gravsimo divorciointerior en la comunidad eclesial, que an no ha podido ser superado 3.No obstante, esta divisin de la Iglesia en categoras casi antagnicas sehaba ido preparando a partir de las ideas de distintos pensadores cris-tianos de los siglos III y IV. As, San Cipriano distingue con claridad en-tre clerus (formado por los ministros ordenados) y plebs (el pueblo sinresponsabilidad o autoridad en la iglesia). De este modo, la Iglesia sedividir en dos grupos con roles opuestos: los que mandan y los que obe-decen; los que ensean y los que escuchan; los que aspiran a la radica-lidad y los que se conforman con ser honrados; los activos y los pasi-vos; los que estn en el mbito de lo sagrado y los que viven en el mun-do profano; en definitiva ordo y plebs. El pueblo cristiano, considerado

    3 Para comprender los sucesivos cambios de paradigmas o modelos de Iglesia a tra-vs de la historia puede ser til consultar KNG, H., El cristianismo. Esencia e historia,Trotta, Madrid 1997.

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    sbdito, se definir por la va negativa: son los que no pueden hacer loque hace el ministerio ordenado o los que no han adoptado el modo devida espiritualmente superior propio de los religiosos.

    Una descripcin de las Seudoclementinas (novela cristiana del s. III)ilustra con claridad la mentalidad que fue abrindose camino poco apoco: La iglesia se compara con un navo cuyo timonel es Cristo. Elobispo es el segundo timonel, los presbteros constituyen la tripulacinpropiamente dicha, los diconos son los remeros, y los catequistas loscomisarios de abordo. La multitud de los hermanos, o sea los fieles,son los pasajeros. Estos no conducen la nave, sino que son conducidosen ella; venga lo que viniere, el xito de su viaje depende enteramentede lo que la tripulacin pueda o no hacer 4. Pero esta concepcin, quefue consolidada hasta el extremo durante la edad media y que condujoa la concentracin del poder, no ya en la jerarqua, sino en su cspide,el Papa, sigui teniendo vigencia hasta bien entrado el siglo XX. Porejemplo, Po X no tuvo inconveniente en afirmar respecto a la Iglesia:Pues esta sociedad es por su propia fuerza y naturaleza desigual. Secompone, por tanto, de un doble orden de personas, pastores y grey, esdecir, los que estn colocados en los varios grados de la jerarqua y lamultitud de los fieles. Y para que todo quedara an ms claro sealque El deber de la grey es aceptar ser gobernada y cumplir con sumi-sin las rdenes de quienes la rigen 5.

    A nadie puede extraar que afirmaciones como las sealadas choca-ran frontalmente no slo con la sensibilidad moderna, crtica, igualitariay democrtica, sino tambin con una mentalidad cristiana medianamenteformada en el espritu evanglico. Ciertamente es justo reconocer que, alo largo del siglo XX, se han dado pasos para superar la dicotoma clri-go-seglar. No obstante, las soluciones ensayadas no dejan de parecer, encierta medida, insatisfactorias. Pio XI fue el Papa que impuls la AccinCatlica cuya actividad fue entendida como colaboracin y participa-cin de los seglares en el apostolado jerrquico de la Iglesia. Los se-

    4 HAAG, H., Qu Iglesia quera Jess?, Herder, Barcelona 1998, p. 110.5 Citas tomadas de ESTRADA, J. A., De la sociedad desigual a la comunidad de bau-

    tizados, en Retos de la Iglesia ante el nuevo milenio, Fundacin Santa Mara, PPC,Madrid 2001, p. 46.

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    glares, as entendidos, seran el brazo secular de la jerarqua. Es evidenteque este planteamiento supuso un avance al otorgar a los laicos un prota-gonismo eclesial que hasta entonces se les haba negado. No obstante, estafrmula dejaba claramente establecida la subordinacin de su accin evan-gelizadora y la consideracin del apostolado como tarea propia de los mi-nistros ordenados. Desde esta perspectiva, el pensamiento de Po XII su-puso un progreso al afirmar algo que hoy nos puede parecer evidente peroque, en su momento, signific una interesante novedad al sostener quelos seglares no slo pertenecen a la Iglesia, sino que son Iglesia, lo queconllevaba aceptar que, junto al apostolado jerrquico exista tambin unapostolado seglar con identidad propia y no slo derivada

    Sera el Concilio Vaticano II, el acontecimiento eclesial ms impor-tante del siglo XX, el que vino a replantear el conjunto de la auto-com-prensin de la Iglesia. Por lo que respecta a los laicos, los textos del concilio que se refieren a ellos muestran la tensin entre las distintasconcepciones eclesiolgicas que dominaron los debates sinodales y quese resolvieron, muchas veces, con frmulas de consenso. La mayora delos telogos dan mucha importancia al hecho de que la reflexin sobretodo el Pueblo de Dios precediera a las consideraciones referidas a lajerarqua, as como a la clara afirmacin de la igualdad fundamental quese da entre todos los miembros de la Iglesia. Sin embargo, la reivindi-cacin de la dignidad e importancia de los seglares que pretendan rea-lizar los padres conciliares qued un poco en entredicho si se tienen encuenta aspectos redaccionales de ambigua significacin como el uso intensivo de la expresin tambin referida a su misin (definida deeste modo a partir de la de los ministros ordenados) o la definicin delsacerdocio como esencialmente diferente a la condicin seglar. El sen-tido en el que han de entenderse la igualdad bsica y la diferenciaesencial es an hoy objeto de debate entre los especialistas 6.El periodo postconciliar ha estado marcado por el intento de encon-

    trar una frmula que permita clarificar la misin propia de los laicos. Una

    6 Los textos del concilio relacionados con los laicos son muy numerosos. Tiene unaimportancia especial, Apostolicam actuositatem (sobre el apostolado de los seglares),aunque tambin la constitucin dogmtica sobre la Iglesia Lumen gentium, por ejem-plo, en los captulos 10-13, 33 y 35.

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    de las propuestas que ms eco ha tenido consisti en diferenciar los m-bitos de actuacin de los miembros de la Iglesia: lo propio de los laicossera hacer presentes los valores del Evangelio en el mbito secular, enel mundo, mientras lo propio de los ministros ordenados sera animar lavida eclesial. Ms all de la buena intencin de los promotores de la ideay de la adecuada constatacin de que en un mundo secularizado la pre-sencia de la Iglesia en clave de cristiandad es contraproducente en el me-jor de los casos e inadecuada o imposible en muchos otros, algo no acabade encajar en este modelo de reparto de accin e influencia. Cabe pre-guntarse con sensatez: no tienen los miembros de la jerarqua que refe-rirse muchas veces a cuestiones mundanas y actuar cristianamente enesos campos? Y, por otra parte, no tienen los laicos nada que decir o quehacer en la vida interna de las comunidades cristianas? Si pretendemosexpresar acentos o prioridades, la diferenciacin tiene sentido; si preten-demos hacer demarcaciones estancas la frmula deja de tener validez.Todos los miembros del Pueblo de Dios hemos de asumir tareas haciadentro y hacia fuera de la comunidad, aunque no sean idnticas.

    La cosa se ha complicado, en los ltimos tiempos, por la aguda carencia de vocaciones al ministerio del orden que ha originado una do-ble pregunta: debera modificarse el perfil del ministerio ordenado afin de garantizar la existencia de suficientes responsables en las comu-nidades cristianas?, deberan los seglares realizar tareas de suplenciaen casos de necesidad, que cada da van a ser ms frecuentes? La pro-blemtica no est zanjada pero, a mi parecer, el debate sobre la identi-dad de los laicos est quedando viciado por la cuestin de la escasez depresbteros. Desde mi punto de vista este ltimo asunto debera ser abor-dado en s mismo. Como sabemos, el papa Juan Pablo II se opone a abrirun debate sobre la posible reforma de los requisitos necesarios para ac-ceder al ministerio del orden. Entre tanto, muchos seglares (y religiososo religiosas) no saben en realidad si son colaboradores, refuerzos o su-plentes de los presbteros con los que trabajan o actan con la legitimi-dad que procede de su condicin de creyentes miembros de la Iglesia.

    Ante esta situacin, parece necesario buscar hoy un nuevo plantea-miento teolgico y eclesiolgico que nos ayude a redescubrir la identi-

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    dad laical. Para hacerlo, podramos partir de cuatro sencillos criterios,que tienen un fundamento claro en el Nuevo Testamento:

    En el Evangelio se invita a todas las personas al seguimiento radicalde Jess, sin que se establezcan distintas categoras o niveles espiri-tuales en el discipulado y respetando siempre la libertad de cada unopara responder a esa oferta.

    Todos los cristianos estamos invitados a construir la comunidad y aimpulsar el Reino de Dios con nuestros dones y capacidades, dentrode una fraternidad que es bsicamente igualitaria.

    No todos seguimos a Jess adoptando las mismas formas de vida oasumiendo las mismas responsabilidades sociales o eclesiales. La vo-cacin cristiana comn se desarrolla en mltiples vocaciones con-cretas que tienen rasgos propios especficos.

    No son las formas o los cargos los que sirven como criterio de dis-cernimiento para evaluar la calidad de la vida cristiana de una per-sona, sino la capacidad de creer, amar y esperar que cada uno desa-rrolle en su existencia concreta.

    Si aplicramos los criterios anteriores a la vida ordinaria de la Igle-sia, el problema de la identidad de los laicos desaparecera ya que stasera entendida como la propia del cristiano en cuanto tal, y la que ten-dra que ser clarificada es la identidad propia de cada ministerio eclesialo las posibilidades significativas de cada modelo o estado de vida paratransparentar la salvacin de Dios y promover los valores del Reino.

    3. SALIENDO DEL TEMPLO MALDITO

    Bajo tan provocador y exagerado titular, querra afrontar la cuestinde la necesaria renovacin de la Iglesia, que constituye la precondicinpara que pueda llevar a cabo la labor evangelizadora que es su mismarazn de ser y que, hoy en da, encuentra obstculos muy superiores alos de pocas pasadas recientes 7. En este terreno, la labor de los segla-

    7 La bibliografa al respecto es infinita, pero un texto clsico que ha inspirado otrosmuchos es el de RAHNER, K.,Cambio estructural de la Iglesia, Cristiandad, Madrid 1974.

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    res resultar esencial por tres motivos al menos. En primer lugar, por-que los laicos se encuentran menos insertos en el clima clerical y ad-vierten con mucha mayor facilidad que la jerarqua las cosas que cho-can con la sensibilidad de los ciudadanos normales, lo que estos no en-tienden de ninguna manera y lo que encuentran directamente escanda-loso. El conocimiento del entorno cultural es imprescindible para quecualquier discurso sea mnimamente significativo. En segundo lugar,porque en cualquier institucin el cambio, sobre todo si se refiere a cues-tiones sustanciales, difcilmente es promovido desde las personas y lu-gares que poseen el mayor poder. ste suele tender al mantenimiento delas situaciones y, en este sentido, los seglares se encuentran menos hi-potecados para impulsar transformaciones de cierto alcance. Por ltimo,parece claro que la evangelizacin de la sociedad actual, mayoritaria-mente indiferente a lo religioso, reclama la participacin activa de to-dos los miembros de la Iglesia sin excepcin y, los seglares, son, cuan-titativamente, la inmensa mayora del Pueblo de Dios.

    Los laicos pueden, en primer lugar, realizar un servicio inestimableaunque ingrato a la Iglesia, ofreciendo una cura de realidad a nuestrospastores que, en muchas ocasiones y especialmente por lo que se refie-re a los altos cargos eclesiales, viven en una burbuja notablemente ale-jada de la vida social corriente y de las preocupaciones de la gente normal (los destinatarios de nuestro anuncio), al estar rodeados de per-sonas con frecuencia sumisas que son incapaces de ofrecer un anlisisautocrtico de la realidad de nuestro cristianismo y que tienden a echarbalones fuera cuando interpretan la crisis religiosa actual. Los laicos,por estar inmersos en el ambiente social comn y convivir con nume-rosas personas ajenas a la comunidad eclesial son mucho ms sensiblesa los aspectos de sta que chirran para la mentalidad contempornea oque estn en confrontacin flagrante con los valores evanglicos mselementales. Es cierto que puede haber exageraciones en las crticas quelos medios de comunicacin y ciertos pensadores vierten sobre la Igle-sia, pero no es menos cierto que muchas de esas crticas tienen ciertofundamento y deben servirnos para rectificar caminos equivocados y pedir perdn a los perjudicados. La condicin para que esta labor crticasea fecunda es que se realice con humildad transparencia y respeto.

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    Dos labores son especialmente urgentes para nosotros: despertar allaicado y recuperar la fraternidad. Ninguna ser fcil de conseguir. Estclaro que el Evangelio se dirige a todos los seres humanos pidindolesuna respuesta activa. La urgencia del Reino y el tamao de las vigentesinjusticias deberan movilizar las energas de todos los cristianos. Sinembargo, entre los bautizados que pisan los espacios eclesiales conti-nan siendo mayoritarios aquellos que prefieren ser clientes que demandan servicios religiosos, asistente