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"(¡¡VO su torre /len!) de lu::;"
GRAN ACIERTO de esta revista fue publicar el ensayo de E. M. Forster"La Torre de Marfil". El tema es
de los que están siempre vivos y necesitan-mejor: necesitamos- que se los discutan con frecuencia, sobre todo en estostiempos en que la reflexión y el diálogoestán siendo suplantados por la ecolalia.
El escritor tiene que expresarse manejando ideas y valores humanos; el pintory el escultor, rdi riéndose a las formasde los objetos que nos rodean; el arquitecto, pensando en la funcionalidad deledificio que proyecta. Todos ellos, en mayor o menor grado, están ligados al mundo visible, a la manera de ver y sentir delos demás hombres. Si, en cuanto artistas,rompen esos vínculos con el mundo, podremos decir que se encierran en su torrede marfil; si no, no.
Pero el músico, cuyo arte es esencialmente no figurativo, cuyos medios de expresión son los sonidos y nada más, cuyas ideas nada tienen que ver con las queel hombre expresa por medio del lenguaje, ¿no está siempre, de modo fatal, porla naturaleza de su arte. en una torre demarfil? Hablar de torres de marfil musicales parece llna redundancia.
Sin embargo. el músico no es solamente músico sino también hombre y en cuanto hombre-que-está-en-eJ-mundo ti e n eciertas obligaciones para con sus semejantes. Una es, por supuesto, la de darlesla mejor música que pueda inventar. Otra,la de asumir una parte de los problemas,inquietudes y dolores que los asedian. Deque lo haga o no dependerá que se leconsidere fuera o dentro de su torre demarfil. .
A él se le plantea el problema que todos tenemos en cada instante de nuestravida: el de elegir entre esto o aquello,elección de la que depende un aumentoo una merma de ese yo que estamos destinados a irnos forjando día a día. Puededar la espalda al mundo y encerrarse ensu música. Para ello tendrá una justificación que aducir: la de que sólo así logrará realizar plenamente su obra. Pero puede también abandonar ésta y entregarsea los afanes de la sociedad en torno. concabal abnegación de su ser de músico.
cuento. Tiene que dar de sí lo que puedacomo ciudadano. como hombre; pero también tiene que defenderse de los reclutadores. declararse valientemente objectellrdI' consciencc. si es que ha de cumplir almismo tiempo su misión de artista. Porque en el cuartel. erigido al otro lado delágora. no se van a contentar con exigirle que desempeñe determinadas funcionesciudadanas, sino que llegarán a dictarletemas para su música (' incluso a imponerle un determinado estilo. que será tantocomo violarla sagrada intimidad de supersona. Y estos no ::;on espejismos niexalrerados temores míos. porque ya sucedió en la Alem<lnia nazi y en la Rusiasoviética y pueue llegar a repetirse dondel11enos se piense. I
El compositur de hoy ·-como todo artista e intelectual- nf'cesita su torre demarfil (o lo que así impropiamente designamos). Pero una torre con .grandesventanas desde las flue pueda ver lo queestá acaeciendo en el mundo. Es la torreele marfil de un ]~avel. de un Falla, deun' Stravinsky, de un Bartók, esos músicos que, pese a lo que afirman los recIutadores. no han deíado de sentir los problemas ,:ociales y políticos que los cercaban.
H.a vel, en la Francia de 1914. tuvo sutnrre llena de l<l luz v el aire ele su nación. Así se explica qlle. almisnln tiempoál1e protestaba contra el intento de suprimir de los conciertos la música ::tlemana,luchase Dar ser admitido en el ejércitocomo voluntario.
La torre de marfil de Falla estaba enla Alhambra. Retiro aquel que un ilustrefilósofo francés certeramente calificó de"inquieto", porque en él el compositor ardía en afán de' perfección y el hombresimpatizaba, es decir, padecía con el dolorajeno. Descuidado, en apariencia, de lapolítica, su corazón vivió con angustia losc1esmanes de los republicanos españoles,la agresión fascista a Abisinia -de ellosoy testigo-- y el asesinato de CarcíaLarca, todo ello con grave detrimento desu obra en marcha. Y finalmente se refUlrió en la Argentina.
Stravinsky también se hizo. aparentemente, una torre de marfil para proseguirsu tarea de compositor. Cuando vio el cariz que ~oma?a. la revolución bolchevique.se quedo a VIVir en la Europa occidentalDespués, ante el desbordamiento de labarbarie nazi, se fue a los Estados Unidos. Pero a este músico ruso. enemigo declarado del régimen soviético, le he vistova demudado de dolor ante la invasión dela URSS por las tropas hitlerianas. V leoí maldecir la violencia "por la enormecantidad de dolor que crea en el Illundo".Su torre de marfil tiene, pues, como la deRavel y la de Falla, bien abiertas las ventanas.
y Bartók, músi,co radical como pocos,ante una situación política intolerable, prefirió abandonar su Hungría -tan necesaria para él como el aire que respirabay soportar el dolor de su inmitigada e inmitigable inadaptación a la vida norteamericana. Su torre de marfil fue sil cr"uz.
Mas debemos preguntarnos si en esoscasos se puede hablar realmente de torresde marfil. por lo menos en el sentido conque más frecuentemente se alude a esosima¡;inarios edículos. Porqlie los mencionados compositores, al apartarse de ciertas situaciones, no estuvieron movidos porel egoísmo. El egoísmo les habría dictado
AeEL CUARTEL
T o R R E
ENTRE
Y L A
1
Por Jesús BAL y GAY
Falla -"ardía en afán de perfección"
Esto también tendrá su justi ficación: lasolidaridad con sus semejantes o. en otroplano, la caridad. Pero la adopción decualquiera de esas actitudes extremas ::;io'nificará un desgarramiento del complejohombre-artista en que precisamente COnsiste su persona. Lo cual no resolverá suproblema, porque de lo que se trata es deencontrar una conducta que en su equilibrio responda a la armonía, a la unidadde aquel complejo.
Paflece ·como si los compositores deotras épocas no hubieran tenido ese problema. Pero es, probablemente, porque loresolvieron instintiva, naturalmente, viviéndolo y no planteándoselo. Pero ennuestra época la cosa cambia. Por un lado.lo político y lo social ejercen sobre elhombre una enorme presión. Por otro,
el artista se siente un ser excepcional decuyo corazón brota a veces un nuevo l'1On
serviam. Se perfila así la torre de marfilcomo reducto de la soberbia o, cuandomenos, del desdén. Y surge en los quese sienten desdeñados el afán d~ derribarla.
Lo peor de tal situación es que los hombres radicalmente políticos o sociales nollegan a distinguir entre la torre habitadapor la soberbia o la indiferencia para conlos problemas sociales y políticos y el respetable imprescindible retiro en que elartista ha de forjar su obra. Quieren sacaral artista de su retiro y meterlo con losdemás ciudadanos en su cuartel. Y lo queen principio pudo ser un movimiento justo y saludable se convierte en una levaabominable de signo totalitario.
Por eso el compositor contemporáneo-al igual que el escritor y los demás artistas- tiene que resolver este problemaen medio de inquietudes y peligros sin
suMUNIVERSIDAD DE MEXICO
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una conducta muy diferente: la del acomodaticio a las nuevas circunstancias, ladel adulador de los nuevos amos. y podían tener la seguridad de alcanzar así. unaespléndida posición, ya que eran artIstas
• de ~ran renombre, de esos que todos losregímenes -y más los totalitarios- aprovechan para su propio prestigio. No. Loque ellos protegieron con su conducta-que los reclutadores calificarán de "escapista"- no fue su bienestar materialni los honores personales, sino su libertad,su dignidad total, la de artista y la dehombre. Se dirá, tal vez, que deberían haber compartido la suerte de sus compatriotas y luchando contra las nuevas circ"unstancias. Pero por una parte ¿ estabancapacitados para ello? Y por otra ¿no fueron más útiles a la humanidad al adoptarla única actitud que había de hacer posible la prosecución de su obra?
Tal como la presenta Forster :l propósito de Vigny, la torre de marfil consiste en un separarnos de las prisas, estrépitos, confusiones y pequeñeces delmundo y contemplar la acción c1escle lasalturas como un dios, o desde el interiorrle una fortaleza en la cual permanecemosindemnes. Algo así como ver los torosdesde la barrera. Los espíritus cuartela"ios llaman a eso "escapismo". Ahorabien, el "escapismo", como señala Forster. puede tener dos causas: el miedo f)
h indignación contra la horda, la comunirlad y el mundo. Ningum de ellas oaráhonra a la torre de marfil.
El miedo "es peor que inútil". diceForster. "La raíz de la guerra es el miedo", advierte Thomas Merton. Por otraparte, el miedo es degradante porque implica que desconfiamos del prójimo. "Nosospeches mal contra tu hermano, porqueeste pensamiento quita la pureza del corazón", nos avisa San Juan de la Cruz.Y, como dice Forster, "por miedo nosvolvemos crueles y despiadados, damos elprimer golpe antes de que los otros nos10 den". Del miedo, en fin, surge el hornohominis lupus.
Pero si el miedo nos lleva a la licantropía, la otra causa del "escapismo", la indignación contra el mundo, nos arrastraa la misantropía. Tan antihumana unacosa como la otra. Fina astucia la del recJutador al echar el baldón de "escapistas" sobre quienes tratan de eludir la leva.Porque al calificarlos de cobardes o egoístas, automáticamente quedarán señaladoscomo seres antisociales -misántropos ofieras- y suscitada así contra ellos laanimadversión de las mayorías, que es elapoyo que necesita -quién sabe por quéoculto residuo en él de respeto a la opinión ajena- para su quebrantamiento delhombre libre. Es ésa una táctica típica deltotalitarismo y que ;1 diario se revela. enel plano estrictamente político, al aplicarleal hombre que defiende su libertad o lade su pueblo el dictado -según el totalitarismo que hable- de "fascista" o de"comunista", que es tanto como acusarlode alta traición, pero por carambola, va_que hacerlo directa, explícitamente resultaría demasiado escandaloso. Porque unode los rasgos típicos del totalitarismo esutilizar contra sus enemigos el denuestocomo calificativo y el calificativo comodenuesto, procedimiento con el que se aseguran la aquiescencia de los millones dehombres que inconscientemente hace tiempo q~e renunciaron a pensar por cuentapropIa.
Por eso es muy posible que el inventode la torre de marfil se deba a la mentalidad cuartelaria, totalitaria, que se havenido formando, paulatina y fatalmente,en un mundo desespiritualizado. Fue unode los primeros pasos para aniquilar alhombre -escritor o artista- libre. Así,primeramente, se le aisló o se le supusoaislado. Luego ya pudo ser señalado a losdemás en su antipático aislamiento. Y deese modo se formó el ambiente para laacción final: el ataque abierto.
Vista así la cosa, se comprenderá quequienes estén dispuestos a ir en socorro suyo no deberán defender la existencia de las torres de marfil. Eso sería ha.cer el juego a los atacantes, ya que esastorres no existen, como no sean las muycontadas y despreciables de los poseídosde satánica soberbia. Lo que hay que defender es la existencia total de unos hombres ejemplares que andan, dentro de suserena dignidad, como el quelonio en sudermatoesqueleto, por el ágora ya casidesierta. N o son soberbios ni cobardes;no sienten indiferencia ni odio por el
PICASSO AND STRAVINSK" (Rome 1917) drawing by.Jciltl (o('teau.
mundo en torno. Simplemente buscan laverdad, o ya la hallaron, o, cuando menos, ya descubrieron la mentira totalitaria y evitan contaminarse de ella. Torresde marfil no las hay ni las hubo nunca,en el sentido que se da a esa expresión.La única Turris eburnea histórica no fuerefugio de escapista, sino, por el contrario, recinto en que se inició una existencia derramada en amor y sacrificio porel hombre. Todas las demás son invenciones de reclutadores iracundos.
Como las expresiones se gastan con eluso, hace algunos años que hubo que fabricar una nueva -por cierto que en lengua francesa, y ello se diría un signo ominoso- en sustitución de la de "torre demarfil". Así, se comenzó a hablar de artey literatura engagés, es decir, adheridos,comprometidos o religados a una determinada tendencia política. Eran ecos del"¡ Abajo el escritor sin partido!", proferido por Lenin bastantes años antes.Ahora el problema se planteaba, como sidijéramos, por su lado positivo -engaqement, acción- mientras que antes 10 había sido por el negativo - torre de marfil, omisión. Pero la intención con que seplanteó es la misma, totalitaria, que llevóa imaginar la torre de marfil: atacar elarte "en nombre de los valores humanosy sociales y de un servicio exigido por lafuerza a quien no ha sido hecho paraservir". 2
y la historia se repite. Así como se profanó, con los fines que ya sabemos, unaexpresión de la Sagrada Escritura, asíahora se está prostituyendo, con los mis-
UNIVERSIDAD DE MExtco
"el miedo nos lleva a la Ncantropía"
mas fines, esa palabra de engagement, tanbella y noble cuando significa que el hombre debe sentirse religado a sus semejantes. en un plano que trasciende lo personal y lo hace miembro de un cuerpo único.La aceptación de esa realidad, de ese en-ogagement superior -que tampoco admiten los totalitarios- es la única soluciónpermanente para el problema del artistahombre. Ama el ¡ac quod vis, dijo alguienhace ya más de mil quinientos años. Yesas palabras conservan hoy toda su primigenia frescura. Si el hombre las sigue,ya puede vacar libremente a su arte, quetodo lo que haga redundará en bien de lahumanidad. Y si no, no habrá régimen defuerza que pueda obtener de él cosa útil,noble y duradera.
NOTAS
1 El 10 de febrero de 1948 el Comité Central del Partido Comunista de la URSS hizopública una Resolución, cuyo final dice así: "1.Condenar la tendencia formalista en la músicasoviética como antipopular y conducente en realidad a la destrucción de la música. 2. Proponera la Dirección de Propaganda y Agitación delComité Central y al Comité de Bellas Artes quese aseguren la corrección de esa situación enla música soviética y la liquidación de los defectos indicados en la presente decisión del Comité Central y que aseguren el desarrollo dela música soviética por el camino del realismo.3. Exhortar a los compositores soviéticos a satisfacer las grandes demandas que en orden ala creación musical presente el pueblo soviéticoy a barrer todo 10 que debilita nuestra músicay pone obstáculos a su desarrollo; a imprimirtal impulso a la labor creadora, que haga avanzar rápidamente la cultura musical soviética yconduzca a la creación en todos los campos dela música de obras acabadas de alta calidad,dignas del pueblo soviético. 4. Aprobar las medidas de organización de los órganos correspondientes soviéticos y del Partido, encaminadas al mejoramiento de la situación de la música."
Compárense esos párrafos con los siguientesdel discurso con qué Hitler inauguró la Casadel Arte Alemán: "Cubismo, Dadaísmo, Futurismo, Impresionismo y demás, nada tienen quever con nuestro pueblo alemán, pues todos esosconceptos no son viejos ni nuevos, sino, sencillamente, el balbuceo artificial de gentes a lasque Dios negó el don del verdadero talento ar~
tístico, concediéndoles en cambio el de la char~
latanería y la impostura." "Quiero prollibir, erinombre del pueblo alemán, que esos infortunados dignos de lástima, que, sencillamente, sufren de una visión defectuosa, traten de que elmundo acepte como realidad los resultados desu falsa observación o de que los presenten anteél como 'arte'." ;
2 ]acques Maritain: Frontieres de la poésieel a.utres essais.