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Trujillo, territorio de resistencia
Laura María Cartagena Algarra
Trabajo de grado para optar por el título de Comunicadora Social
Énfasis en periodismo y medios audiovisuales
Director:
Jorge Iván Posada Duque
Pontificia Universidad Javeriana
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Carrera Comunicación social
Bogotá
2016
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ARTÍCULO 23 “La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los
alumnos en sus trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la
moral católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes
bien, se vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.
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Agradecimientos
A mi padre, por ser un excepcional compañero de aventuras.
A mi madre, por llenarme de fuerza cuando tuve tanta incertidumbre.
A Alejandro, por pasear a Ramona mientras hice la tesis.
A Maria Paula y Verónica, por sus voces de aliento en este camino.
A Nicolás, por estar siempre.
A Jorge Posada, por ayudarme a crecer como periodista y no dejarme dar pasos atrás.
A todas las personas que me compartieron su tiempo y memoria.
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“I f you tell the truth, you don’t have to remember anything.”
-Mark Twain
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Índice
Introducción.............................................................................................................................23
1. Memoria.................................................................................................................................. 27
1.1. El momento en el que se construye.....................................................................................27
1.2. La memoria......................................................................................................................... 32
1.3. ¿Quién construye la memoria?............................................................................................. 38
1.4. Iniciativas de memoria......................................................................................................... 39
1.5. Cuando la memoria se encuentra con la impunidad.............................................................60
2. El periodismo como narrador del conflicto colombiano....................................................... 62
2.1. El país a través del televisor.................................................................................................62
2.2. Hacer memoria desde el periodismo.................................................................................... 66
2.3. El reportaje: inclusión de voces........................................................................................... 69
2.4. Lo digital como posibilidad para narrar............................................................................... 71
3. Conclusiones.............................................................................................................................. 73
Bibliografía................................................................................................................................ 76
Anexos 78
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Introducción
“La mejor razón que he encontrado para mirar con mayor detenimiento las historias de Ruanda es que
ignorarlas me hace sentir incómodo respecto de la existencia humana y del lugar que ocupo en ella. El
horror como tal me interesa únicamente en la medida en que un recuerdo claro del delito es necesario
para comprender su legado ”.
-Philip Gourevitch
En febrero del 2015, tuve la oportunidad de participar en un voluntariado en el que quedé
designada al azar a la zona de Trujillo, Valle, un lugar del que nunca antes había escuchado
hablar. Nunca. No habría logrado ubicarlo en un mapa. Varias veces me preguntaron si sentía
miedo del viaje que estaba por hacer y yo no entendía por qué debía sentirlo: ignoraba
absolutamente el episodio hoy conocido como la masacre de Trujillo. Solamente logré empezar a
entender los rostros de incertidumbre que acompañaban esas preguntas cuando pisé por primera
vez el Parque monumento. Mientras Orlando Naranjo, presidente de la Asociación de Familiares
de Víctimas de Trujillo en ese entonces, nos hacía un recorrido por la Galería de la memoria yo
no podía evitar sentirme vergonzosamente ajena. No porque no me importara lo que estaba
viendo, todo lo contrario: por desconocer un hecho de semejantes dimensiones.
Lo realmente sobrecogedor llegó cuando empezamos a recorrer el Sendero que llevaba a un
espacio de siete niveles donde se erigen los osarios: 235. Un muerto, otro muerto, y otro, y otro,
y otro, hasta 235. 235 nombres, fechas y razones de muerte: asesinato, desaparición, pena moral.
Esas escenas, que había visto en los noticieros desde que tengo conciencia, se hacían tangibles.
La diferencia entre los titulares y la realidad era que en las noticias un muerto era eso, un muerto;
mientras que en la vida real era una persona con todo lo que eso implica: nombre, familia,
sueños, contradicciones, miedo de morir. Ahí había 235 personas.
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El momento en el que viajé coincidió con la peregrinación anual que organiza Afavit. Allí,
marchando por el pueblo, fue donde realmente comprendí la magnitud del trabajo de las víctimas
y lo decididas que estaban a luchar hasta alcanzar su derecho a la verdad y justicia. El hecho de
que existieran espacios como el Parque Monumento, las peregrinaciones, la constancia en el
proceso de hacer memoria, el desarrollo a nivel judicial del caso Trujillo, entre otros, eran
evidencias irrefutables de su voluntad. Sin embargo, para mí que los veía por primera vez, eran
muestra también de nuestra ceguera como sociedad: tuvieron que levantar un parque monumento
para que reconociéramos lo que había sucedido, tuvieron que marchar cada año para que no lo
olvidáramos. La palabra resistencia, tan común en el discurso del proceso de memoria en
Trujillo, no era gratuita: habían estado oponiéndose al peso de todo un país que actuaba
indiferente, como si se hubiera propuesto consciente el objetivo de olvidar.
Al volver a Bogotá, palabras como conflicto, víctima, desaparición, desplazamiento, tenían otro
significado, que continuó transformándose a lo largo del desarrollo de este trabajo. Dejaron de
ser palabras, y se hicieron realidades que 8 millones de personas afrontan en el presente, día a
día. Es precisamente ese impacto del pasado en el presente lo que no habría logrado dimensionar
sin las conversaciones a las que me condujo esta investigación, sin la amabilidad de todos
aquellos que me compartieron sus historias, aun cuando era una absoluta desconocida que
caminaba por el pueblo haciendo preguntas. En ese hoy, Trujillo ya no es el pueblo donde tiene
lugar una masacre, tampoco es el lugar sumido bajo el terror y la amenaza, mucho menos un
episodio naufrago en la rotunda impunidad. Gracias al trabajo de las víctimas el panorama hoy es
diferente y las narrativas, por tanto, también deben serlo.
Por alguna razón, no es fácil levantar la mirada de los hechos más estrepitosos, que son
justamente los que coinciden con los más desoladores. La mirada está casi condicionada a
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detenerse en la violencia sin ir mucho más allá, porque el horror ha hecho parte de nuestra
manera de entendernos y relacionarnos. Sin embargo, si se quiere ser consecuente con el trabajo
de las víctimas y con el contexto de búsqueda de paz en el que se encuentra el país, es necesario
modificar las narraciones. La violencia puede ser un antecedente innegable en muchas de las
historias, pero no debe ser punto de salida y llegada a la vez.
Bajo estas condiciones, y el absoluto convencimiento de que no podía quedarme de brazos
cruzados frente a las realidades con las que me encontré en este camino, decidí realizar el
reportaje digital Trujillo, territorio de resistencia, un trabajo en el que se exploran 5 aspectos del
proceso que ha vivido Trujillo a raíz de la masacre que tuvo lugar en el municipio entre 1988 y
1994: El presente del pueblo, los hechos violentos del pasado, iniciativas de memoria, las
diferentes peticiones de perdón que han recibido las víctimas, y quiénes son los responsables de
la masacre.
De tal modo, este trabajo de grado está compuesto por dos partes: el reportaje digital (disponible
en: https://www.santiagomoreno.co/clients/universidad/iaveriana/laura-cartagena/#) y su
respectivo marco teórico, que a su vez se divide en dos. En la primera parte se presenta el
concepto de memoria a la luz del caso Trujillo, se ofrece un contexto y se mencionan las
iniciativas de memoria elegidas para estudio en este trabajo. En la segunda parte se desarrolla la
idea del periodismo como narrador del conflicto armado y de la paz en Colombia, del reportaje
como espacio de inclusión de voces y de su incursión en las plataformas digitales a través de
elementos multimedia que permiten ampliar el relato.
Es necesario aclarar que tanto en la parte teórica del trabajo como en el reportaje, se adopta la
información contenida en el informe de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación
respecto al número de víctimas que dejaron los hechos violentos de Trujillo. La Asociación de
11
Familiares de Víctimas de Trujillo (Afavit) reclama 342 víctimas, mientras que el Estado
reconoce 76. Dicha discrepancia llevo a que se conformara el Comité de Evaluación de Casos de
Trujillo (CECT), conformado por una ONG de derechos humanos, la Iglesia católica y la
Defensoría del Pueblo. Según el informe de la CNRR (2008):
La Cect estableció conexidad entre los hechos reconocidos por el Estado y hechos nuevos
o no reconocidos perpetrados entre 1986 y 1994 en los municipios de Trujillo, Bolívar y
Riofrío, con 131 víctimas. Sin embargo, aclaró respecto a 80 víctimas que sus casos aun
eran objeto de estudio y que necesitaban más información para su esclarecimiento y
entonces, decidir su aceptación o su rechazo. Afavit hace suyas las conclusiones del Cect
y reconoce que las víctimas del caso Trujillo no son 342 sino 245. Se incluyen las 34
víctimas reconocidas por la Cisvt, las 131 víctimas nuevas reconocidas por la Cect y las
80 víctimas que la Cect agrupa en los casos en estudio.
Con base en la relevancia del informe como fuente, y de que se señala que Afavit hace suyas las
conclusiones del Cect, se acoge la cifra que allí se ofrece. Teniendo en cuenta esto, es necesario
precisar que son 245 víctimas del caso, y 235 los osarios que se encuentran en el Parque
monumento. No es la intención de este trabajo desconocer las posibles víctimas, o cualquier
esfuerzo de los familiares encaminado al reconocimiento de sus seres como tal. En los viajes que
realicé entre junio de 2015 y noviembre de 2016 para adelantar la investigación de este trabajo,
las diferentes personas de Afavit con las que hablé reivindican 342 víctimas.
A lo largo del trabajo se usa el término víctima para referirse a las personas afectadas por la
violencia en Trujillo sin sentidos negativos o victimizantes. Sin desconocer a quienes se
encuentran en otras etapas jurídicas y personales, se usa porque muchas personas aún buscan ser
reconocidas por el Estado como tal para acceder a sus derechos.
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Capítulo I: La memoria
1.1. El momento en el que se construye memoria
En los últimos años, hablar de memoria ha ido adquiriendo un mayor protagonismo en el
país. Se podría plantear que se ha generado un ambiente de reflexión que surge a partir de hitos
como la desmovilización de grupos paramilitares, la Ley de Justicia y Paz, promulgada en el año
2005; la Ley de Víctimas, correspondiente al año 2011, a través de los cuales se crean
instituciones como la Comisión de Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) y el
Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), que se han articulado con las comunidades
para cumplir el objetivo conjunto de contribuir al esclarecimiento de los hechos en el marco del
conflicto armado que ha vivido el país desde hace más de 60 años y sus consecuencias. En ese
sentido Todorov (2008) expresa que:
Nada debe impedir la recuperación de la memoria: éste es el principio que se aplica al
primer proceso. Cuando los acontecimientos vividos por el individuo o por el grupo son
de naturaleza excepcional o trágica, tal derecho se convierte en un deber: el de acordarse,
el de testimoniar (p.26).
Teniendo en cuenta esto, dichas instituciones expresan una acción del Estado disponiéndose a ser
consecuente con el deber mencionado de hacer memoria, reconociendo el trabajo que las
víctimas habían estado realizando de manera independiente y generando un proceso de
acompañamiento que, además, ha masificado la información y la ha puesto a disposición de la
ciudadanía en general. Las relaciones con el conflicto han variado en la medida en que hoy es
posible acercarse a lo sucedido, hay un espacio para el relato. Se han exhibido las iniciativas de
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memoria de una manera más amplia, y eso ha generado a su vez manifestaciones, reflexiones y
propuestas desde diversos sectores de la sociedad, que interioriza la memoria como algo propio.
A este panorama se suma que recientemente el Estado ha reconocido la participación de agentes
públicos como la Policía y el Ejército nacional en el desarrollo de masacres, ha asumido
episodios como el genocidio de la Unión Patriótica y los desaparecidos del Palacio de Justicia,
aceptando su responsabilidad en el conflicto armado. Es necesario mencionar que, si bien ha sido
una iniciativa que busca soportar el discurso de la paz, estos pasos son el resultado del trabajo
adelantado durante años por organizaciones de derechos humanos y de víctimas que han
presionado para que los casos encuentren, además de soluciones simbólicas como el perdón, una
salida a través de la justicia y el esclarecimiento de lo sucedido.
El presente trabajo se desarrolla enmarcado por un momento histórico que Colombia ha estado
viviendo desde el año 2012: los diálogos entre el Gobierno, encabezado por el presidente Juan
Manuel Santos, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Resultado de este proceso
y de la negociación de los 6 puntos establecidos en la agenda de negociaciones, el país se
enfrentó a una posibilidad histórica: aprobar o no por vía de plebiscito la implementación del
Acuerdo para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera.
El 2 de octubre del presente año se llevó a cabo la jornada electoral en la que, con 50.21%1 de los
votos totales, se rechazó el acuerdo. El país entró en un momento de incertidumbre a raíz de los
resultados, sumado esto a que el presidente Juan Manuel Santos declaró una fecha límite para el
cese bilateral al fuego que se dio entre el Gobierno y las FARC-EP, el partido de oposición
estancó el acuerdo no presentando propuestas relevantes frente los puntos que rechazó, y la
revelación de que la campaña por el no había estado basada en engaños. En ese mismo contexto
1 Sí: 49,78% equivalente a 6.377.482 votos. No: 50.21% equivalente a 6.431.376 votos. Abstinencia: 62.5%. Cifras disponibles en: http://plebiscito.registraduria.gov.co/99PL/DPLZZZZZZZZZZZZZZZZZ_L1.htm
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de incerteza se anunció la instalación de la mesa de negociaciones con el ELN, que a la fecha
aún no ha iniciado labores públicamente. Durante el mes de octubre se vivieron distintas
manifestaciones ciudadanas, encabezadas por víctimas y estudiantes, para exigir que se llegue a
un nuevo acuerdo que permita la paz.
La existencia del plebiscito como mecanismo de refrendación de los acuerdos, los resultados de
la jornada electoral, las movilizaciones e, incluso, el clima de incertidumbre, han trasladado la
discusión del ámbito político a la realidad cotidiana, donde se han abierto múltiples debates y
espacios ciudadanos para preguntarse qué se entiende por paz y a qué se quiere llegar a través de
ella. Esto tiene implicaciones importantes en una sociedad en la que el uso de la violencia ha sido
históricamente aceptado como mecanismo de resolución de conflictos, que, gracias a la
implementación desde espacios como la política, lo bélico y lo cotidiano, ha ido generando una
mentalidad en la que es necesaria la destrucción del “otro” (Gómez-Suárez, 2007).
Es precisamente este el verdadero desafío que enfrenta actualmente la sociedad: ser capaz de
reconocer al otro, dialogar con él y revertir su deshumanización, entendida esta última como la
construcción del otro como alguien diferente e inferior que, por ser tal, es merecedor de
comportamientos destructivos suscitados por el odio, la humillación y la crueldad que hacia él se
sienten (Rodríguez, 2007). La deshumanización ha sido una constante en el conflicto colombiano
que se ha manifestado por un lado a través de las acciones de los victimarios y, por el otro, a
través de la legitimación de la violencia hacia las víctimas.
Respecto a los victimarios, el escenario bélico colombiano ha dado paso a la reproducción de
formas de violencia que, si bien no son invenciones propias del conflicto nacional, han
representado manifestaciones de crueldad desmedida y su uso, que implica la deshumanización,
ha ido alcanzando una cierta aceptación en dicho contexto. Los victimarios se han apropiado de
15
prácticas como las torturas, los asesinatos y las desapariciones que dan cuenta de la necesidad de
eliminar al otro. Sobre esto Porcel (2014) afirma que:
Los campos de muerte y desaparición, volviendo en sí misma anónima la muerte,
haciendo imposible determinar si un prisionero está muerto o vivo o dónde está muerto o
vivo, privaron a la muerte de su significado como final de una vida realizada (...) estos
procedimientos arrebataron al individuo su propia muerte, demostrando por ello que nada
le pertenecía y que él no pertenecía a nadie (p.19).
Respecto a las víctimas y los escenarios que las rodean, en muchas ocasiones la comunidad
justifica lo sucedido bajo premisas como: “por algo sería”, “algo habrá hecho”, o “se lo buscó”.
Si la víctima es víctima, es porque por otra parte es perpetradora, tan perpetradora como
el perpetrador agente del Estado de la que es víctima. De este modo, se niega la
subjetividad propia de la víctima: su trabajo de duelo y memoria, sus esfuerzos por
apropiarse de lo sucedido, de conferirle sentido dentro de un proyecto de vida, y se le
impone desde afuera una identidad que no es la suya (Gómez-Muller, 2008, p.27).
Escenarios como el proceso de paz al que se enfrenta hoy el país, además de cuestionar la
deshumanización que está presente en la sociedad producto del conflicto armado, evidencian que
la labor frente a la construcción de memoria y el reclamo de justicia adelantado por las diferentes
organizaciones estatales y colectivos de víctimas se ha desarrollado en un contexto en el que los
crímenes de Estado, los delitos de lesa humanidad y las violaciones a los derechos siguen
teniendo lugar.
En este trabajo se abordará el caso de Trujillo, Valle del Cauca, una población que experimentó
entre 1988 y 1994 un episodio de violencia conocido como la Masacre de Trujillo y que, a pesar
de que dentro de su territorio siguieron habiendo rastros del conflicto en los años posteriores a la
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masacre, gran parte de los familiares y víctimas se organizaron para desarrollar un proceso de
recolección de memoria, reconocimiento del pasado, capacidad de hablar sobre su propia
historia, de búsqueda de justicia y eliminación de la impunidad que hoy los distingue como uno
de los procesos de memoria con mayor importancia a nivel nacional.
Dicho episodio consistió en la persecución, homicidios, torturas y desapariciones forzadas de
3422 personas habitantes del municipio sin vínculo alguno con actores armados señaladas de
colaborar con la guerrilla. La masacre fue llevada a cabo por grupos paramilitares, el Ejército de
Liberación Nacional (ELN) y el Estado colombiano a través de la Policía y el Ejército nacional.
Los grupos paramilitares que operaban allí, coordinados por Henry Loaiza, alias el Alacrán, y
Diego Montoya, alias don Diego, enfocaron sus actos en la eliminación de testigos, supuestos
colaboradores de la guerrilla y el despojo de tierras, puesto que la zona era estratégica para el
narcotráfico debido a su cercanía al Chocó y a puntos como el Cañón del Garrapata, que eran las
principales salidas de la droga hacia la costa pacífica.
Las acciones de estas estructuras concentraron el 40,8% de las víctimas y su objetivo principal
era expandir sus propiedades y proteger sus laboratorios de droga. La Fuerza Pública, por su
lado, fue responsable del 51% de las víctimas documentadas hasta el año 2008, con la diferencia
de que el Ejército centró sus acciones en la contrainsurgencia y simpatizantes, mientras que la
Policía realizó limpieza social y eliminación de testigos3. Estos dos actores crearon una alianza
bajo la que actuaron conjuntamente en contra de la población. Al ELN se le atribuyen
extorsiones a narcotraficantes y emboscadas al Ejército Nacional.
2Numero de victimas que reclama la Asociación de Familiares de Victimas de Trujillo.
Centro Nacional de Memoria Histórica. Trujillo, una tragedia que no cesa. Editorial Planeta. Bogotá, 2008. p. 47.3
17
1.2. La memoria
Existe la noción general de la relación entre la memoria y el pasado. Sin embargo, hay que
acercarse a ella comprendiendo que no se trata de un proceso histórico y que tampoco tiene el
mismo propósito que la historia porque, si así fuera, el pasado no sería susceptible de las
modificaciones que requiere su construcción (Sánchez, 2006). En ese sentido la memoria
necesita seleccionar aquello que va a ser recordado y preservado para la constitución de una
imagen individual o comunitaria frente a los hechos vividos, enfrentados a un pasado complejo
que no está constituido únicamente por actos de heroísmo sino también de accionares negativos
(CNRR, 2009). Frente a esto, Todorov (2008) afirma que:
La recuperación del pasado es indispensable; lo cual no significa que el pasado deba regir
el presente, sino que, al contrario, éste hará del pasado el uso que prefiera. Sería de una
ilimitada crueldad recordarle continuamente a alguien los sucesos más dolorosos de su
vida; también existe el derecho al olvido (p.40).
Este aspecto deja entrever que la memoria se construye a partir de lo que se considera que debe
entrar en ella y que en la construcción de ese relato existe también la posibilidad de excluir
información, aun cuando se conozca, abriendo espacio a un componente de olvido que es
necesario. Así entonces, se puede hablar de la subjetividad que circunda la memoria porque,
además de seleccionar qué será recordado, los recuerdos vienen de personas que vivieron los
hechos de manera diferente, que se vieron involucradas en mayor o menor medida y que, por
tanto, han construido relatos individuales que difieren entre sí.
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El impacto de las experiencias produce diversas reacciones en las personas que experimentan
episodios de violencia: algunos recuerdan momentos específicos, otros bloquean todo lo
sucedido. Muchos otros tienen claridad, pero deciden guardar silencio frente a todo aquello que
pueda evocar sentimientos de tristeza, vergüenza o rabia (CNRR, 2009). Como resultado, estos
acontecimientos terminan modificando la identidad de quienes los viven, pues el orden y
contexto en el que se desarrollaban se ve alterado de manera abrupta. Sánchez (2006) afirma que
“La memoria es, en sentido profundo, una forma de resistencia a la muerte, a la desaparición de
la propia identidad” (p.21). Frente a eso, en este trabajo se entenderá la identidad según la
definición que ofrece Hall (2003):
En contradicción directa con la forma como se las evoca constantemente, las identidades
se construyen a través de la diferencia, no al margen de ella. Esto implica la admisión
radicalmente perturbadora de que el significado ‘positivo’ de cualquier término —y con
ello su ‘identidad’— sólo puede construirse a través de la relación con el Otro, la relación
con lo que él no es, con lo que justamente le falta, con lo que se ha denominado su afuera
constitutivo (p.18).
Al tratarse la memoria, en el caso colombiano, de una exploración del pasado en la que está
presente la tragedia y que, por tanto, evoca el sufrimiento por el que han pasado las personas, la
clasificación de recuerdos y su utilidad en la construcción de la narrativa del presente y del
futuro son un ejercicio que debe realizarse teniendo en cuenta que la identidad ha sido sometida a
una fractura y evitando la revictimización, es decir, limitar la identidad de las personas a lo
sucedido. El objetivo del ejercicio de la memoria no es recuperar los hechos en sí, es
configurarlos para posibilitar un diálogo entre las diferentes voces, la reconstrucción de
identidades descentralizadas de los hechos dolorosos y, finalmente, la reconciliación.
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Hasta este punto es claro un elemento: la subjetividad del individuo en la construcción y
apropiación de los recuerdos que le son inherentes, es decir, su propia memoria: es el individuo
quien ejerce la función de recordar y olvidar. Sin embargo, esta acción se encuentra enmarcada
por elementos espaciales, temporales y culturales que establecen una relación con el Otro,
asentándola en un contexto colectivo en el que la interlocución de experiencias conduce a la
memoria colectiva y esta, a su vez, adhiere a los individuos a la comunidad en la que se
desarrollan.
La necesidad y existencia de la memoria colectiva se manifiesta desde la base de las sociedades a
través, por ejemplo, de los mitos fundacionales que cumplen un rol explicativo sobre el origen de
los pueblos, el de sus costumbres y creencias. En ellos se manifiestan el bien y el mal, lo que es
aceptado y lo que está vedado en el actuar de ese grupo de personas. Estos relatos dan lugar a la
aparición de arquetipos como la representación de la figura heroica, que pone en evidencia los
valores considerados moralmente correctos. En el caso del antagonista, se expone lo contrario:
aquello que no debe ser o hacerse, y el castigo que merece obrar de manera errada.
Los procesos de independencia, siendo hechos históricos, hacen parte también de la memoria
colectiva en la medida en la que se generan figuras cargadas de significados heroicos como los
próceres y los libertadores. De igual manera sucede con las conquistas, en las que aparecen las
figuras del vencedor y el vencido como protagonistas de los relatos que se van conformando y
que se vuelven un pasado común entre los individuos de un territorio, a través del que se genera
adherencia y sentido de pertenencia a lo colectivo. Teniendo en cuenta que la memoria es un
proceso colectivo en el que se manifiestan las subjetividades individuales, que admite
seleccionar las voces que hacen parte de la narrativa, la memoria vendría siendo el resultado de
esas interacciones entre la identidad y las memorias individuales.
20
Al igual que en el sentido individual, la memoria colectiva se enfrenta al reto de seleccionar qué
recuerdos la constituyen, y este es un proceso fundamental, en la medida en la que dicha
narrativa puede ej ercer un rol que en efecto conduzca a reconciliar o, al contrario, a degenerar.
La memoria es relativa al sentido del que se cargue, varios son los ejemplos que ha dejado la
historia sobre usos del pasado en sentidos negativos. Algunas de las situaciones más recientes se
encuentran en el año 1992 y 1994, donde tuvieron lugar episodios de gran escala como el
genocidio en Ruanda y Bosnia, motivados por discursos de venganza que apelaban a tragedias
sufridas por ambos pueblos en el pasado.
En el caso de Ruanda, la memoria y la identidad fueron los agentes desencadenantes de la
persecución de hutus a tutsis con la finalidad de exterminarlos. Durante su historia, los ruandeses
habían compartido el espacio, la lengua, las creencias, la cultura sin problema alguno, aunque
esta distinción entre ser hutu o tutsi se hiciera desde un momento temprano en la sociedad como
consecuencia del dominio belga. Pertenecer a uno u otro grupo conllevaba ciertas connotaciones
en cuanto a los roles sociales que se esperaba que fueran ejercidos, pues normalmente los hutus
se dedicaban al sector agrícola mientras que los tutsis solían contar con más recursos económicos
y, por tanto, contaban con un poco más de estatus social. Sin embargo, esto no representaba un
gran conflicto en la sociedad ruandesa.
Una serie de hechos dentro y fuera del territorio del país, como el asesinato del presidente
Melchior Ndadaye (primer mandatario hutu elegido popularmente), el atentado al avión del
también presidente hutu Juvenal Habyarimana y el asesinato del presidente hutu de Burundi
Cyprien Ntaramyira, contribuyeron a que las tensiones se agudizaran y se desatara el genocidio
en el que el orden de convivencia étnica que había existido se rompió totalmente, llevando a la
muerte de alrededor de 750.000 ruandeses entre tutsis y hutus moderados (como eran conocidos
21
aquellos que estaban relacionados con tutsis), que fueron asesinados por sus propios vecinos con
las armas más rudimentarias como machetes y mazos. Los discursos de odio que se transmitieron
para instar a la ciudadanía a asesinar estuvieron basados en las posiciones sociales de cada una
de las etnias, lo que creó odio de los hutus hacia los tutsis y hacia los “tutsis moderados”, como
fueron llamados los hutus que ayudaron de alguna manera a los tutsis.
En el caso de Bosnia las razones del conflicto fueron étnicas, religiosas, nacionalistas y, a
diferencia de Ruanda, sí había tensiones anteriores que se remontaban a la ocupación del imperio
otomano sobre la región balcánica. Sin embargo, entre 1945 y 1980 dichas disputas religiosas y
nacionalistas fueron controladas cuando se unificó Yugoslavia bajo el gobierno comunista de
Josip Broz Tito, cuyo lema era “Hermandad y unidad”. En este período hubo relativa calma entre
los distintos grupos étnicos, permitiendo incluso los matrimonios interraciales. Durante los 35
años de mandato de Tito, Yugoslavia fue el país comunista con mejores estándares de vida y
mayor libertad para desplazarse a otros países (Markusen y Mennecke, 2004).
Sin embargo, con la muerte del mariscal, la economía del país sufrió un declive: la industria era
obsoleta, por lo que su productividad bajó; los préstamos que había solicitado Yugoslavia para
levantarse de la Segunda Guerra Mundial crearon una profunda deuda nacional que el país no
podía soportar; y el desempleo aumentó, provocando que la calidad de vida de la población
disminuyera dramáticamente. A eso se sumaron las tensiones que llevaron a confrontaciones
armadas entre albanos y serbios en Kosovo, y que dejaron en evidencia la ausencia de un líder
que continuara la unidad que había logrado Tito.
Este vacío motivó la aparición de líderes como el serbio Slobodan Milosevic y Franjo Tudjman
de Croacia, que fueron consiguiendo el poder de territorios a través de enfrentamientos,
22
dominación de entidades como la policía secreta, y la propaganda en los medios de
comunicación. Sin embargo, el arma más contundente fue hacer uso del pasado y apelar a sus
traumas para legitimar la independencia de territorios y, por tanto, la separación yugoslava.
Durante la Segunda Guerra Mundial, ante los ataques de Alemania causados por no permitir la
ocupación nazi en territorio serbio, se formaron tres facciones: los chetniks, que apoyaban el
nacionalismo serbio luchando contra alemanes e italianos; los partisanos, comunistas
multiétnicos comandados por Tito que finalmente ganaron el liderazgo del país, y los ustachas
croatas, que fueron aliados del régimen nazi apoyando su campaña de exterminio contra los
judíos y gitanos, ampliándola a la persecución y genocidio de los serbios. Crearon incluso
algunos campos de concentración en los que sometieron a los serbios a torturas, hambre, trabajo
forzado, asesinatos, y a quienes sobrevivieron los obligaron a convertirse del cristianismo
ortodoxo al catolicismo. (Markusen y Mennecke, 2004).
Milosevic recurría constantemente al pasado argumentando que los croatas podían volver a
cometer un genocidio contra Serbia, exacerbando las tensiones étnicas. Por su lado, Tudjman
introdujo cambios a la constitución que le dieron más poder, por lo que logró reconstruir el
régimen ustacha para perseguir a los serbios y adoptar medidas discriminatorias contra
musulmanes. Finalmente, esta serie de tensiones desencadenan la guerra de Bosnia, donde se
daría un enfrentamiento entre todas las nacionalidades y etnias que llevó al genocidio en el que
83% de las víctimas civiles eran bosnios, 10% eran serbios y el 7% croatas.
Son precisamente estas materializaciones negativas las que evidencian las razones por las que, a
través del tiempo, la memoria colectiva ha sido un elemento de disputa. En Colombia, donde el
conflicto está vigente, estas pugnas siguen teniendo lugar y, en múltiples escenario, tienen
23
consecuencias sobre el presente. Las comunidades se ven enfrentadas a estos escenarios que
sobrepasan el conflicto armado y generan tensiones de fondo en aspectos como la identidad y las
narrativas que constituyen el tejido social.
1.3. ¿Quién construye la memoria?
Teniendo en cuenta que la memoria ha sido presentada aquí como un proceso colectivo en el que
se manifiestan las subjetividades individuales, vale la pena aclarar que ninguna de estas voces
desaparece ante la otra, ambas deben ser reconocidas. La memoria en Colombia se ha gestado
por iniciativa de las comunidades, cuyos miembros a su vez se han ido encontrando y relatando
sus experiencias para lograr tejer los relatos individuales en uno colectivo que ha desafiado
durante años la impunidad y la pretensión de olvido de quienes han cometido crímenes contra la
población civil. A eso se suman los esfuerzos de diferentes instituciones y colectivos que han
puesto a disposición de las víctimas herramientas y condiciones para fortalecer sus procesos.
“Son esfuerzos colectivos que establecen relaciones entre el pasado, el presente y el futuro, y
entre los dolores de las víctimas, los hechos y sus responsables” (CNMH, 2009, p.19).
Respecto a Trujillo, durante y posteriormente a la Masacre, los familiares de las personas
desaparecidas y asesinadas asumieron en principio los hechos como casos aislados sin tener
conocimiento sobre la ocurrencia de más actos similares en el territorio, pues hablar de que esto
había sucedido en el núcleo familiar propio implicaba dos cosas: en primer lugar, el estigma de
tener un familiar guerrillero o colaborador de la guerrilla que por ser tal, a los ojos de la
comunidad, era merecedor de lo que le había sucedido. En segundo lugar, no era posible hablar
del tema de manera libre debido a las amenazas por parte de los paramilitares, que tenían una
fuerte presencia en la zona. Esto dificultaba el encuentro entre personas que atravesaban la
misma situación y, por consiguiente, la exteriorización de los hechos para construir memoria. La
24
intervención del sacerdote jesuita Javier Giraldo y de la Comisión Intercongregacional de
Justicia y Paz facilitó la creación de la Asociación de Familiares de las Víctimas de Trujillo
(Afavit), un grupo de víctimas de la masacre que se organizó para liderar el proceso jurídico y de
construcción de memoria.
A pesar de que la violencia que afectaba al municipio de manera activa hasta hace 5 años, la
narrativa de la memoria construida desde las organizaciones de víctimas y la comunidad está
situada por fuera de la venganza y gira en torno a la reivindicación, reconciliación y a hacer un
llamado en contra de la impunidad. A través de diferentes manifestaciones e iniciativas que se
han ido consolidando como referentes a nivel nacional, la comunidad ha trabajado por esclarecer
la verdad de los hechos, dignificar a las personas que fueron víctimas e interpelar a los
victimarios. Esto ha generado amenazas a los miembros de Afavit, especialmente a sus
presidentes y acompañantes, revelando una pugna por la memoria.
La Iglesia católica, la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, la Asociación de los
jóvenes de la Orden Perdida, y los propios victimarios son quienes han activa y
estratégicamente buscado construir una memoria o por el contrario una desmemoria de la
tragedia. A través de estas mediaciones, se pasa de los recuerdos testimoniales a una serie de
memorias públicas, dinámicas y cambiantes, algunas en tensión y otras abiertamente en
contradicción (CNRR, 2008, p.174).
1.4. Iniciativas de memoria
La memoria debe ser entendida como un proceso social que en manos de cada comunidad
adquiere un carácter propio que le confiere identidad al proceso colectivo. Teniendo en cuenta
que la construcción de memoria ha sido en la mayoría de los casos un proceso autónomo de las
25
comunidades, sus manifestaciones tienen que ver con los rasgos identitarios y culturales
característicos de cada una de ellas. Examinar dicho aspecto permite entender de qué manera se
relaciona la comunidad y qué elementos considera que deben hacer parte de su relato,
incluyéndolos o apartándolos del mismo. Las iniciativas tienen en ese sentido un carácter
cohesivo, pero “hay en ellas también una posibilidad residual de conflicto latente y de relaciones
de poder dentro de la comunidad” (ICTJ, 2009, p.30).
Las iniciativas de memoria serán entendidas en este trabajo como los canales a través de los
cuales se busca relatar lo sucedido, reivindicar la memoria de las víctimas, denunciar la
impunidad y resistir al olvido. Las distintas formas de manifestación pueden buscar ubicarse en
espacios públicos que tengan impacto a nivel comunitario, nacional e internacional, o en el
ámbito individual como conducto del dolor y del sufrimiento (CNRR, 2009). En este entretejido,
en todo caso, se hace evidente la postura de las comunidades frente a los hechos y cómo los
asumieron a través de cómo hacen catarsis por medio de lo propio: el canto, el bordado, la danza,
el teatro, la pintura, etc. En el caso puntual de Trujillo, han sido seleccionadas algunas de las que
han surgido y han sido promovidas por miembros de la Asociación de Familiares de Víctimas de
Trujillo (Afavit).
Debido a que este se trata de un proceso que busca la visibilidad sobre los diferentes casos, las
iniciativas de memoria en Colombia están pensadas en su mayoría para un público y usualmente
convocan la asistencia de otras organizaciones de derechos humanos, instituciones del Estado,
universidades, y al público en general, para abrir el diálogo sobre la memoria y comunicarlo a
personas externas al proceso. En el caso de Trujillo, la mayoría de las iniciativas buscan
26
interactuar con personas externas al pueblo y a los hechos, sin cerrar la puerta a su propia
población.
Parque monumento y peregrinaciones
El escenario más importante para la memoria en Trujillo es el Parque Monumento, pues es el
epicentro de las manifestaciones y conmemoraciones organizadas por Afavit. Este en sí mismo
representa el resultado de las luchas de las víctimas, puesto que, a raíz de la inefectividad de la
justicia colombiana frente al caso, el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo y la Comisión
Intereclesial de Justicia y Paz denunciaron al Estado colombiano ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos. El fallo de dicha instancia a favor de las víctimas
recomendó medidas que ayudaran a reparar el daño causado por el Estado y entre ellas estaba la
construcción de un momento a las víctimas del Estado y el desarrollo de planes de inversión
social.
A través de la Consejería Presidencial de Derechos Humanos y la Red Nacional de Solidaridad,
el Estado colombiano en cabeza del presidente Ernesto Samper, aportó cien millones de pesos
para la compra del terreno para la construcción del monumento4. Sin embargo, los proyectos
contemplados en el Plan de inversión social con el que se comprometió el Estado no han sido
ejecutados en su totalidad, dejando la compra del terreno destinado al Parque, con una extensión
de 6.3 hectáreas, como uno de los únicos aportes económicos del Estado al caso en ese momento.
La situación ha cambiado con el tiempo y gracias al trabajo de Afavit y a los recursos que ha
4 CINEP/PPP. (2014). Trujillo, la otra versión. Noche y niebla. Recuperado de: http://www.nocheyniebla.org/files/u1/casotipo/Trujillo_la_otra_version.pdf
TI
destinado el Ministerio de Cultura a esta Asociación en los últimos 7 años, se han podido
finalizar las construcciones y adecuaciones en el Parque Monumento.
Esto tiene alta relevancia para la comunidad puesto que dicho lugar representa no solo el espacio
para recordar a las víctimas de los asesinatos, torturas y desapariciones que sucedieron en el
marco de la Masacre, sino para hacer duelo. El parque está dividido en 3 espacios principales: la
galería de la memoria, principal punto de encuentro y almacenamiento de archivo; el sendero
nacional de la memoria, que a través de su recorrido conduce a los osarios y permite
conmemorar otros episodios de violencia en Colombia tales como los sucedidos en El Salado, El
Naya, la Comuna 13, etc; y la parte alta, donde se encuentran dos ermitas, una de ellas dedicada
al sacerdote Tiberio Fernández, y el muro A la sombra del amor.
En la galería de la memoria están expuestas las fotografías de cada una de las víctimas de la
masacre acompañadas de su nombre y de los artículos de prensa que en su momento narraron lo
que sucedía en Trujillo. En este lugar se encuentra también el archivo de Afavit compuesto por
documentos, material fotográfico, arte, testimonios, reconocimientos, y objetos significativos
para el proceso como lo son pertenencias del sacerdote Tiberio Fernández (de quien se hablará
más adelante) tales como su máquina de escribir y su vestimenta litúrgica. Allí también se
encuentra el registro fotográfico de Rodrigo Grajales, en el que se documentó el performance
realizado por Magdalenas por el Cauca y la comunidad. Durante los eventos de conmemoración
es el espacio en el que se realizan los eventos culturales a través de los cuales se da a conocer lo
sucedido en Trujillo. Debido a la alta importancia de lo religioso en el proceso, allí suelen
también realizarse misas.
28
En la parte alta del sendero, se encuentran distribuidos en 7 niveles 235 osarios construidos por
la comunidad en los que reposan los cuerpos de las víctimas. En el espacio correspondiente a
cada una las víctimas está especificado el nombre, la fecha y las circunstancias de su muerte. En
este espacio los familiares de víctimas desaparecidas hicieron entierros simbólicos depositando
elementos pertenecientes a sus familiares, cartas, fotografías, etc. Durante la construcción de los
osarios, los familiares de las víctimas moldearon sobre el cemento fresco una escultura de su
familiar en relieve. Ninguna de estas imágenes apela a la destrucción del cuerpo o a señales de
violencia: representan la vida, el oficio al que se dedicaban o su lugar en la comunidad, sus
herramientas de trabajo, los lazos de amistad entre algunas de las víctimas, y los cultivos y
paisajes característicos de la región. (Ver anexo 1).
Esto se da como una búsqueda de la dignificación de las víctimas, que fueron acusadas de
colaborar con los diferentes actores del conflicto siendo civiles sin tener realmente relación
alguna con dichos grupos. Por otro lado, es un acto que desafía a los actores que desfiguraron,
mutilaron, arrojaron y desaparecieron la gran mayoría de los cuerpos en las aguas del Río Cauca,
ya que reconstruye los cuerpos, los hace aparecer y los reclama. Es un acto de resistencia que
finalmente conduce a no olvidar.
Es además importante resaltar que el Parque en general, pero esta zona en especial, sitúa lo
íntimo del dolor en un lugar público que se sale del sentido del duelo privado, en lugares donde
el cuerpo es uno más y no interesa qué lo que le haya sucedido, y se inserta en un contexto donde
se carga de significado rodeado de otros que fallecieron bajo las mismas circunstancias,
señalando la dimensión del daño a lo individual y a lo colectivo desapareciendo la idea de que
fueron acontecimientos aislados. Es un lugar confronta los hechos con la impunidad
29
materializando el discurso de memoria construido por las víctimas, es ya una materialidad que
tiene el poder de hablar por sí misma (Jelin,y Langland, 2003).
Es imposible entender la memoria solamente como una actividad privada (individual o
colectiva) y de repercusiones en la esfera doméstica; en nuestro estado actual de
comprensión sociológica, la memoria es un factor constituyente del espacio público, es
decir, ese territorio que comunica lo social con lo político. Se trata de una sustancia social
que puede ser eficaz tanto para la consolidación de un poder cuanto para desafiarlo,
transformarlo o desestabilizarlo (Reátegui, 2009, p. 24).
Continuando por la línea de lo público están también las conmemoraciones que se realizan en las
instalaciones del Parque monumento y en lugares de importancia simbólica en el pueblo. Afavit
ha denominado esta manifestación, que se realiza anualmente, como Peregrinación nacional. Un
rasgo que llama la atención frente a esta iniciativa es que no tiene una fecha fija establecida para
ser realizada, es decir, que cada año se organiza para fechas diferentes, aunque para el proceso
tiene gran importancia el 17 de abril de 1990, fecha en que desapareció el sacerdote Tiberio
Fernández Mafla. Aunque sea la fecha de una sola víctima la usada para memorar, no
desaparecen los ritos y fechas de conmemoración individuales que afronta cada familiar
individualmente tales como los cumpleaños y la fecha de desaparición o asesinato, lo que
permite ejemplificar la memoria subjetiva inscrita en la colectiva. Respecto a esto Jelin (2002)
afirma que:
Las memorias sociales se construyen y establecen a través de prácticas y de «marcas». Son
prácticas sociales que se instalan como rituales; marcas materiales en lugares públicos e
inscripciones simbólicas, incluyendo los calendarios. Los ritmos anuales —repetitivos y al
30
mismo tiempo cambiantes de un año a otro— ofrecen las ocasiones, las fechas y los
aniversarios para los eventos de recordación y de conmemoración (p.2).
La peregrinación de Trujillo es precisamente la marca temporal, geográfica y simbólica a través
de la que se manifiestan las víctimas. Esta conmemoración consiste en una jornada que convoca
y reúne participantes nivel nacional y nacional. El grupo sale del Parque monumento y hace un
recorrido por el pueblo deteniéndose en cada placa dispuesta en un punto simbólico para recordar
a las víctimas. Una de las placas está dedicada a un grupo de 5 ebanistas desaparecidos en el
marco de la masacre, esta se encuentra en el lugar donde quedaba el taller del que los sacaron a
la fuerza. Otras de las placas están dedicadas al sacerdote Tiberio Fernández, a un grupo de
motoristas que también desapareció y, cerca al Parque, hay una placa para renombrar una calle
como Calle Víctimas de Trujillo. Mártires, semilla de paz.
Mientras el grupo camina por el pueblo entona distintos cantos y arengas que expresan su lucha
contra la impunidad y su resistencia contra el olvido (Ver anexo 2). Después de recorrer el
pueblo sigue una caminata por las instalaciones del Parque monumento, donde se visitan los
diferentes lugares para finalizar en acto culturales en la galería de la memoria. Con los años, esta
iniciativa se ha consolidado y cada vez cuenta con más participación de personas externas, lo que
transforma al Parque de monumento al espacio físico, geográfico, delimitado, en el que las
víctimas se encuentran entre sí y con los demás para compartir el proceso, y es reconocido como
tal tanto por víctimas, como por el Estado, personas externas al proceso y victimarios.
Han sido varias las veces que estos últimos han cuestionado el sentido del parque de manera
anónima a través de acciones de destrucción como profanaciones a la tumba del sacerdote
Tiberio Fernández, rompimiento y disparos a las placas de conmemoración incrustadas en el
31
muro A la sombra del amor, incendios, amenazas escritas en los muros dirigidas a los familiares
de víctimas y defensores de derechos humanos. Estos ataques son respuestas de un sector de la
población que se opone a la construcción de memoria, pero también dan cuenta de la carga
simbólica que rodea al parque y que, a pesar de entenderlo de manera negativa, lo reconocen
como el lugar de enunciación de la memoria.
Manuscrito Tiberio vive hoy: testimonios de la vida de un mártir
En el año 2003, fue presentado el libro Tiberio vive hoy, testimonios de la vida de un mártir, un
manuscrito compuesto por la memoria individual de algunos habitantes de Trujillo sobre Tiberio
Fernández Mafla, quien desempeñaba labores de sacerdocio en el municipio durante la época de
la Masacre y quien fue también víctima de los hechos. Recordado dentro de la comunidad por
haber organizado a los campesinos en 24 cooperativas y 45 empresas comunitarias para impulsar
el desarrollo y bienestar de la comunidad, apoyado por el Instituto Mayor Campesino (IMCA), la
Asociación Nacional de Usuarios Campesino (ANUC), Fanal y el SENA, junto con algunas
universidades como la Gran Colombia, y la INCCA (CNRR, 2008). Esta labor con los
campesinos levantaba ya algunas sospechas de que estuviera vinculado a algún movimiento
guerrillero.
El 29 de marzo de 1989 tuvo lugar una marcha campesina, que contó con el apoyo del párroco y
de la UNAC 5, en la que se movilizaron pacíficamente distintas asociaciones y grupos de
campesinos desde los corregimientos aledaños hacia el parque central del municipio. Su pliego
de peticiones solicitaba que se diera solución a una serie de dificultades que enfrentaban como
puestos de salud sin dotaciones, falta de personal en las escuelas y falta de mantenimiento en sus
5 Centro Nacional de Memoria Histórica. Trujillo, una tragedia que no cesa. Editorial Planeta. Bogotá, 2008. p. 98.
32
estructuras, vías en mal estado, deficiencia en la prestación de servicios públicos, entre otros. Sin
embargo, debido a la presencia del ELN en el territorio, el Ejército y las autoridades
interpretaron la marcha como una manifestación relacionada al grupo guerrillero y, por
consiguiente, quienes participaron en dicho episodio fueron señalados como cómplices de la
insurgencia.
A partir de esa fecha las desapariciones, torturas y asesinatos empezaron a hacerse más
recurrentes, dando inicio a los hechos conocidos como la masacre de Trujillo. El 14 de abril de
1990, sábado santo, el sacerdote Tiberio pronunció en medio del sermón de las siete palabras lo
siguiente: “Si mi sangre contribuye para que en Trujillo amanezca y florezca la paz que tanto
estamos necesitando, gustosamente la derramaré”. Tres días después fue interceptado junto a
otras 3 personas que lo acompañaban la carretera Tuluá-Trujillo. De allí los condujeron a la finca
Villa Paola, propiedad del narcotraficante Henry Loaiza, donde fueron sometidos a torturas. 6
días después encontraron los restos desmembrados del sacerdote en las aguas del Río Cauca.
Los hechos que rodearon su muerte y el papel de liderazgo que representaba en la comunidad,
hicieron que el sacerdote Tiberio Fernández se transformara en el símbolo las víctimas. Su figura
tiene un lugar especial en los distintos espacios del Parque monumento: una ermita con su
nombre en la que se encuentran sus restos, diferentes murales con su rostro, y un salón de la
memoria dedicado a sus pertenencias. Adicionalmente, en una esquina del parque principal de
Trujillo hay una placa con su nombre para conmemorarlo.
Las palabras que pronunció días antes de morir y su similitud con las pronunciadas por Jesús
hicieron que se erigiera a su alrededor una idea de redención que se expresa a través de
diferentes espacios. Un ejemplo es la peregrinación anual donde las víctimas recorren un camino
33
con estaciones, asociado a la idea del vía crucis. Otro ejemplo es que en medio de las misas de
conmemoración que se celebran en el Parque, el sacerdote reparte entre los presentes un pan con
forma de humano a través del cual se representa al padre Tiberio. De igual manera, en la ermita
dedicada a sus restos hay una placa que dice “aquí reposan los restos mortales de Tiberio.
Resucitas hoy en el pueblo”. Teniendo en cuenta las referencias a la palabra resurrección, que es
común también en las peregrinaciones, junto a la idea de redención anteriormente mencionada
forman una imagen de Tiberio casi al nivel de Jesús.
El libro se compone de 4 capítulos en los que se narra la vida del sacerdote, cómo lo recuerdan
las personas que lo conocieron, las ideas que tienen los niños sobre quién fue, pero además es
posible encontrar descripciones de los diferentes momentos que atravesó la población durante y
después de la masacre. En este libro se reflejan los miedos, la esperanza y los distintos
pensamientos de la población a través de textos, dibujos y pinturas. En el 2014, la UNESCO
incluyó el manuscrito en el Registro de Memoria del Mundo, con el fin de garantizar que sea
difundido y que los pueblos se apropien de él. La introducción fue escrita por la hermana Maritze
Trigos Torres, quien ha acompañado el proceso por más de 20 años:
Este libro, es un libro de la vida-muerte-vida, en él recorreremos el itinerario del país, la
historia particular del Valle, de una familia campesina, FERNANDES [sic] MAFLA, la
historia del pueblo de Trujillo, con voces silenciadas, con proyectos de vida exterminados
entre los años 80 y mitad de década de los 90, historia de la barbarie y de la crueldad
expresada en crímenes de lesa humanidad, historia de impunidad de parte del Estado
colombiano, sin que nada cambie, porque esa historia se repite hoy!
34
El libro de la vida, en el cual, el Padre Tiberio, Párroco de Trujillo, es el fiel reflejo de lo
que le pasó a más de 300 personas de la región de Trujillo, a 38.000 víctimas de crímenes
de lesa humanidad ocurridas en el país entre los años 66-1998.
Historias de matriarcas
Con el objetivo de transmitir la memoria a las siguientes generaciones, Afavit creó el grupo
infantil Jimmy García Peña, en el que niños familiares de víctimas realizan diferentes actividades
recreativas y culturales relativas a la construcción de memoria. En el año 2015, bajo la dirección
de la profesora Miyerladi Rojas, el grupo infantil estuvo trabajando en la escritura del libro La
memoria de las matriarcas, en el que cada niño escribió un capítulo acerca de alguna de las
mujeres que han liderado el proceso de memoria en Trujillo, abarcando su vida desde antes de la
Masacre hasta el momento actual. Esta iniciativa, en la que cada niño recogió la memoria
individual de una matriarca, establece un diálogo intergeneracional donde se transmitan las
experiencias y memorias de quienes vivieron los hechos de primera mano y se puedan encontrar
sentidos en la narrativa de la “víctima directa”, contribuyendo a la comprensión del pasado
común y de cómo se reconstruyó la comunidad después de un episodio de violencia extrema
(Jelin y Kaufman, 2006).
La figura de las matriarcas tiene un papel muy importante en la narrativa de esta comunidad
puesto que la tradición siempre había situado al hombre como quien debía trabajar y a las
mujeres como las responsables de las labores de la casa. Sin embargo, a raíz de que la mayoría
de víctimas fueron hombres, las mujeres tuvieron que asumir el sostenimiento de las familias, las
labores de búsqueda de los desaparecidos, el desarrollo del proceso jurídico, sobrellevando el
dolor de perder a sus hijos y esposos y el miedo provocado por las constantes amenazas. Las
35
matriarcas son símbolo de resistencia y de lucha contra la impunidad y el olvido porque fueron
quienes promovieron la creación de la organización de víctimas de Trujillo y son quienes han
estado a la cabeza del proceso de memoria en el municipio. El libro fue premiado por el
Programa Nacional de Estímulos, otorgado por el Ministerio de Cultura en el 2015.
Cantos de Ancizar Cano
Otra de las iniciativas que han tenido como objetivo evitar el olvido relatando lo sucedido en
Trujillo son los cantos de Ancizar Cano. A pesar de que las canciones han sido compuestas como
una manera de exteriorizar la memoria individual, siempre han estado presentes en los diferentes
escenarios comunitarios y nacionales. En la producción del Centro Nacional de Memoria
Histórica Tocó cantar, travesía contra el olvido fue incluida Masacre en La Sonora, una de las
canciones más conocidas de Ancizar. En ella se narran los hechos del primero de abril de 1990
en La Sonora, una vereda ubicada a unos 40 minutos del casco urbano de Trujillo, en los que
hombres armados entraron a las casas de algunas familias para hacer requisas y llevarse a los
sospechosos de colaborar con el ELN o el M-19, pues ambas guerrillas tenían presencia en la
zona por esa época.
La persona a la que hace referencia en el verso “Y alguien contó que después de masacrarlos” es
Daniel Arcila, el principal testigo del caso ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos. Según sus declaraciones, las personas retenidas esa madrugada fueron llevadas a la
hacienda Las Violetas, propiedad del narcotraficante Diego Montoya, donde fueron torturadas e
interrogadas sobre su supuesta relación con la guerrilla. Posteriormente fueron asesinados y sus
cadáveres fueron arrojados en costales en el Río Cauca. Estos hechos en particular son el inicio
de una serie de crímenes que después serían reconocidos como la Masacre de Trujillo. Entre las
36
víctimas por las que fue condenado el Estado se encuentran las 10 personas desaparecidas en este
episodio, 9 de ellas eran hombres y una mujer indígena conocida por su labor como líder
comunitaria que en la marcha que habían organizado los campesinos con colaboración del
sacerdote Tiberio Fernández en días pasados se había enfrentado a la Policía cuando intentaban
golpear a su hijo.
Letra de Masacre en La Sonora:
“En este día voy a cantarles unos versos, También contó que eso fue en Villa Paola
Que los compuse muy humildes y sencillos, Y que esa noche solo reinaba la muerte,
Pa’ hacer memoria otra vez de nuestras víctimas, Y sin saber que por estar contando esto,
Y recordarles lo que sucedió en Trujillo. Al poco tiempo correrá la misma suerte.
Se lo llevaron a las dos de la mañana, Al escuchar esta versión salimos muchos,
Y fue un primero de abril lo tengo en cuenta, Para encontrarlos nos fuimos en manada,
Porque estos hechos dolorosos no se olvidan, Y la nostalgia nos embarga todavía,
Quiero decirle que eso fue en el noventa. Tanto buscarlos pero no encontramos nada.
Desde ese entonces pedimos a los Gobiernos, Ya me despido denunciándole al gobierno,
Que por favor aclarezcan la verdad, Y a ustedes queridos compañeros,
Veintidós años de exigir sin que aparezca, Que por estar reclamando nuestras víctimas,
Y se han quedado en la triste impunidad. Alguien por ahí me trató de guerrillero,
Se los llevaron y era ya de madrugada, Y yo les digo que están equivocados,
Semidesnudos y tiritando de frío, Ya mi familia me mira con desconsuelo,
Y alguien contó que después de masacrarlos, Y yo le digo que lo único que quiero,
Vueltos pedazos los echaron en el río. Es encontrarles a mis hijos a su abuelo.
37
Otras iniciativas a nivel nacional
Vale la pena mencionar que el proceso de memoria a nivel comunitario ha motivado iniciativas
en el ámbito nacional que han decidido acompañar y apoyar el proceso a partir de distintas
manifestaciones que van desde investigaciones como el primer gran informe de la Comisión
Nacional de Reparación y Reconciliación, hasta el arte a través de ellas obras como las balsas de
Magdalenas por el Cauca, colectivo compuesto por los artistas Gabriel Posada y Yorlady Ruíz; y
la obra de teatro El deber de Fenster, dirigida por Laura Villegas y Nicolás Montero. Estas
iniciativas en particular han contado con el apoyo de Afavit facilitando información, testimonios
y participación para su desarrollo. Son relevantes para este trabajo en la medida en que implican
construcción de memoria en la comunidad y extienden el diálogo hacia otras comunidades.
Como es posible constatar, la Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo ha recurrido a
diversas formas de memoria que van desde proceso comunitarios como la escritura y el arte hasta
actos de convocatoria nacional como las peregrinaciones anuales.
Informe T rujillo , u n a tra g ed ia q u e n o cesa
En el año 2008, la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación publicó su primer gran
informe de memoria histórica: Trujillo, una tragedia que no cesa. En él se divulgan los
resultados de la investigación, coordinada por Álvaro Camacho y realizada por el Grupo de
Memoria Histórica, que tenía por objetivo esclarecer la verdad sobre los hechos conocidos
actualmente como la masacre de Trujillo, comprendida entre 1988 y 1994.
Al llegar al pueblo, los investigadores encontraron un proceso de memoria avanzado
desarrollado en su totalidad por las víctimas. Para ese momento ya estaba construido el Parque
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monumento, ya se veían manifestaciones de construcción de memoria y movilización como las
peregrinaciones. Sin embargo, por un lado se encontraron también con algunas dificultades como
la desconfianza de la población hacia el grupo de memoria histórica por hacer parte del Estado
colombiano que, hasta el momento, había sido negligente con sus obligaciones frente a la
comunidad y, por otro lado, para las víctimas un informe no satisfacía las necesidades de
reparación y de justicia que les adeudaba el Estado. En el transcurso de la investigación, la
relación entre las víctimas y el grupo de memoria se fue estrechando, lo que permitió avanzar en
la recolección de testimonios e información.
El informe está dividido en tres parte: A lo largo de la primera se exponen los hechos, el
contexto en el que tuvieron lugar, qué actores armados estuvieron involucrados en la masacre y
en qué medida. La segunda parte habla del trabajo de memoria, de las luchas a las que se han
visto enfrentados quienes han liderado estos procesos, y se destacan también iniciativas de
memoria como la conformación de la Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo, el
Parque monumento, y las peregrinaciones anuales. Finalmente, la tercera parte está dedicada a la
verdad, justicia y reparación como deudas del Estado con la comunidad. En ella se examina la
respuesta estatal al caso, qué compromisos hizo con la comunidad, si los ha cumplido o no, y de
qué manera o ha hecho.
Este informe significó una afirmación al trabajo de las víctimas, que para el momento llevaban
20 años luchando porque se reconociera que la masacre había tenido lugar y porque se
esclareciera quiénes habían estado detrás de la violencia. A través de él se esclarecieron
responsabilidades, se midieron impactos, y esto hizo que la comunidad de Trujillo se apropiara
del informe como un elemento de exigencia al Estado. La publicación del informe logró que el
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caso adquiriera mayor visibilidad a nivel nacional ya que, a pesar de sus dimensiones, la masacre
de Trujillo estaba en el olvido estatal, mediático y, en general, de la sociedad. Gracias a las
recomendaciones que hizo el Grupo de Memoria Histórica, la Procuraduría General de la nación
inició una serie de investigaciones contra los funcionarios públicos envueltos en estos hechos.
El texto fue entregado en el 2008 en Bogotá durante la primera Semana por la memoria. El
evento contó con la presencia del entonces vicepresidente Francisco Santos, quien pidió perdón a
las víctimas de la masacre. Posteriormente, fue entregado en las instalaciones del Parque
monumento a la Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo. Junto a este informe fue
publicado un documental bajo el mismo nombre, en el que son las voces de las víctimas las que
narran la historia y los sucesos de Trujillo. La publicación de este informe fue respetada en todo
momento por el Estado, que no obstruyó ni censuró al grupo de investigadores en su labor, por lo
que se hizo posible que el Grupo de Memoria Histórica pudiera continuar realizando informes
sobre otras zonas del país afectadas por el conflicto.
Magdalenas por el Cauca:
El proyecto Magdalenas por el Cauca surge del trabajo realizado por dos artistas pereiranos
alrededor de las comunidades ribereñas del Río Cauca y la relación con el conflicto armado a
raíz de su cercanía al afluente, en el que fueron encontrados los cuerpos de cientos de personas
que habían sido desaparecidas de otras zonas de la región. Como resultado de la exploración y de
recorrer los pueblos que se encuentran a la orilla del río, Gabriel Posada y Yorlady Ruíz
encontraron que había una serie de narrativas y mitos creados a partir de la muerte en las aguas
que siempre habían simbolizado para la comunidad el trabajo, el alimento y la movilidad entre
un sitio y otro. Dos de las figuras que más resaltaban en dichos relatos eran el hombre sin cabeza
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y la llorona, ambos basados en mitos colombianos hechos realidad en el río: muertos mutilados y
sus familiares, casi siempre mujeres, buscándolos desconsolados.
El objetivo de la obra es precisamente ese: evocar a través de la pintura y el performance la
presencia femenina en la búsqueda de los muertos en los ríos de Colombia. El nombre viene de
la figura religiosa de María Magdalena, quien presencia con sufrimiento la muerte de Jesús; pero
también de la expresión común “llorar como una magdalena”. Los rostros elegidos para la obra
corresponden en su totalidad a mujeres que vivieron el conflicto armado y se relacionaron con el
río en la búsqueda de los cuerpos de sus hijos y esposos desaparecidos. El hecho de encontrar
tantas mujeres con una vivencia en común ayudaba a ubicar al río como contexto geográfico,
como escenario del conflicto, y como espacio para manifestarse frente a lo sucedido.
En los recorridos que realizaron los artistas a la orilla del río, encontraron todo tipo de materiales
que también estaban vinculados al escenario de la desaparición y que eran el testimonio visual de
los desaparecimientos que había guardado el río en sus orillas: prendas, bolsas, costales, retazos
de tela. Valiéndose de ellos, y de otros materiales como angeo, polisombra y acrílicos, se
construyeron las imágenes de la primera versión del proyecto, cuyo trayecto inició en el puente
de Anacaro en Cartago, y se dirigía a La Virginia, Risaralda. Entre ellas ya estaba la imagen
basada en una fotografía de Jesús Abad Colorado de la señora Rosa Elena Montoya, una de las
matriarcas de Trujillo. El formato base usado en la obra son balsas de 12x6 metros hechas en
guadua sobre las que se ubicaban las pinturas realizadas por Gabriel Posada.
La obra consiste en primer lugar en trabajar de la mano de las comunidades reconstruyendo su
memoria y exteriorizándola a través de la pintura y el relato. En segundo lugar, es un montaje
que se vale de imágenes en gran formato, que no pueden pasar desapercibidas, desapareciendo en
41
el río como metáfora de la dimensión de los hechos que intentaron esconder en el río Cauca los
victimarios y que tampoco podían pasar desapercibidos. Por su parte, Yorlady incluyó en el
performance una instalación de 3 metros con forma de mujer vestida de luto llamada La llorona,
a la que algunas personas de la comunidad llegaron a rezarle y echarse la bendición al verla
pasar. Las balsas siguen el curso del río hasta que desaparecen, lo que es también para los artistas
una suerte de desaparición forzada de su propia obra.
Para su segunda versión, después de conocer el informe Trujillo, una tragedia que no cesa del
Centro Nacional de Memoria Histórica, Magdalenas por el Cauca decidió trabajar con la
comunidad de Trujillo. Para esta ocasión, el colectivo se reunió con Afavit y formó un grupo de
personas interesadas en el participar en la obra. De este encuentro se seleccionaron las imágenes
de las mujeres que seguían luchando por la memoria de sus hijos y familiares. Estas fueron
pintadas por Gabriel y la comunidad en telas de 12x6 metros y cada una fue puesta en una balsa
de guadua de igual dimensión. En homenaje a las mujeres víctimas, realizaron una escultura
junto al artista Juan Salazar en la que Alba Isabel Fernández, sobrina asesinada del sacerdote
Tiberio, es representada sosteniendo un manto en el que hay pequeños retratos de las víctimas de
la masacre pintados por sus propios familiares. Esta escultura está basada en la pintura Ofelia de
John Everett Millais, en la que se representa el personaje homónimo de Hamlet.
Esta relevancia de la figura femenina viene de que fueron las mujeres quienes caminaron por el
río buscando a sus familiares y quienes afrontaron el dolor de la muerte. Precisamente a través de
pintar las imágenes se hizo un espacio de catarsis en el que los participantes exteriorizaron y
compartieron la memoria de sus familiares con la comunidad.
42
Así las cosas, las prácticas artísticas que abordan este tipo de realidades no solo apuntan a
recuperar esa capacidad de asombro que se creía perdida, sino que permiten otras formas
de representación del pasado y otros lenguajes desde los cuales es posible expresar el
dolor y la ausencia. Se trata de espacios colectivos que vuelven sobre el pasado mediante
rituales y conmemoraciones que al convocar y congregar permiten restablecer una parte
de ese vínculo fracturado por la violencia (Perdomo, 2015, p.40).
En ese sentido estuvo dirigida la última obra que realizó Magdalenas por el Cauca en Trujillo
llamada 327 huellas del olvido. Muchos de los desaparecidos de Trujillo y de zonas aledañas
aparecieron en el remanso del río Cauca en Beltrán, Risaralda. La comunidad en su momento se
encargó de rescatar y darle sepultura a la mayor cantidad de cuerpos que pudo y, como resultado,
fue estigmatizada como un lugar peligroso por los altos índices de muertos que estaba
presentando, aun cuando no eran suyos. De los 470 cuerpos rescatados, en el cementerio Jesús
María Estrada actualmente hay 327 NN6. Este hecho hizo que las comunidades de Trujillo y
Beltrán quedaran unidas, y dio origen a 327 huellas del olvido que buscaba unirlas ya no por el
conflicto sino por la memoria.
La obra consistió en construir una balsa por cada NN para que una persona de Trujillo lo
adoptara. Por iniciativa propia, las personas las decoraron, las llenaron de flores, objetos
personales, pusieron los nombres y las fotografías de sus desaparecidos. Posteriormente se
desplazaron de Trujillo a Beltrán y a la orilla del río, donde los pescadores encontraban los
cuerpos, lanzaron las balsas al agua con una vela encendida. Los integrantes de ambas
comunidades. Por su parte, Yorlady realizó un performance representando a una animera que
6 http://www.medicinalegal.gov.co/director-de-medicina-exalta-labor-unidad-basica-de- marsella?inheritRedirect=true
43
despierta las almas de los NN en los cementerios. Sus performances han hecho parte en varias
ocasiones de las peregrinaciones de Trujillo. (Ver anexo 3).
El deber de Fenster:
En el año 2010 se estrenó El deber de Fenster, una obra de teatro documental basada en el
informe que entregó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1994 al Estado
colombiano como resultado de las investigaciones sobre los hechos ocurridos entre 1988 y 1991
en Trujillo, Valle. En él se encuentran las declaraciones de los testigos del caso, se especifican
los crímenes que fueron cometidos contra cada una de las víctimas, y se aclara como agentes del
Estado participaron por acción u omisión en el asesinato, la desaparición y tortura de 34 personas
que no estaban relacionadas a grupos armados subversivos, de lo que fueron acusados en ese
momento por quienes cometieron los crímenes.
El informe presenta en particular el testimonio de Daniel Arcila, principal testigo del caso, cuyas
declaraciones fueron la base de la investigación que permitió encontrar a los responsables de la
masacre. Daniel desempeñó labores como informante del ejército, pero al ver amenazada su
propia vida por todas las torturas y asesinatos que había presenciado, decidió escaparse y dar
aviso de los hechos violentos de Trujillo a las instituciones correspondientes. Empezó a rendir
declaraciones en las que salieron implicados militares de distintos rangos no solo en los
crímenes, sino en relaciones de colaboración con narcotraficantes de la zona.
Sin embargo, le fue practicado un examen médico psiquiátrico en el Instituto de Medicina Legal
según el cual Daniel tenía personalidad sociopática, paranoide y dependiente, por lo que su
44
testimonio fue descartado del caso7. Esto hizo parte de un plan de eliminación de testigos,
respecto al que se manifestaron varias personas diciendo haber recibido presiones por parte del
mayor Alirio Urueña para que modificaran su testimonio con el fin de evadir su responsabilidad
en los hechos, como efectivamente sucedió en un principio. Tras algunos meses de refugiarse en
Bogotá, Daniel volvió a Trujillo donde fue detenido por un grupo de hombres en el parque
principal y, desde entonces, desaparecido. Finalmente, después de corroborar con pruebas y otras
declaraciones, se aceptó que su testimonio era coherente, consistente e idóneo para el caso.
La obra relata la historia de un editor alemán que recibe una caja que contiene material
audiovisual relacionado con el caso 11007, el cual tuvo lugar en Trujillo, Valle, y se encuentra
aún sin resolver. Edel Fenster debe editar dicho material de acuerdo con el testimonio de Daniel
Arcila, quien se hace presente en escena como un fantasma que va contando lo sucedido en la
masacre y permite reconstruir los hechos a partir de sus vivencias y testimonio. El espacio en el
que transcurre la historia es la casa de Fenster, donde se encuentra completamente solo. Allí, él
visualiza los testimonios de víctimas e investigadores del caso proyectados en el fondo del
escenario.
Sobre este último elemento se basa la veracidad de la obra, refuerza el hecho de que sea asociada
con el género documental del teatro que, si bien cuenta con un elemento narrativo de ficción,
también hace clara su relación con lo aceptado como real. Los nombres de personas y lugares,
fechas, horas que son presentados en el marco de este género no son simples coincidencias o
referencias planeadas, son construcciones sobre el pasado común comprendido por el público al
que es presentado.
7 Informe final de la Comisión de Investigación de los Sucesos Violentos de Trujillo. Caso 11.007 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
45
En el caso particular del docudrama la permanente apelación a lo contextual, conformado en
este caso por el referente histórico, designa situaciones, personajes y objetos que por su
inevitable pertenencia a un extratexto plenamente identificado por los receptores permite la
creación de un universo discursivo seudo-ficcional, donde la ficcionalidad se origina en la
hábil disposición de mecanismos recreativos de diversos centros temáticos que tienen un
aval histórico y por lo tanto el reconocimiento público de haber sucedido y ser parte
constituyente de la historia comunitaria. De esta manera el teatro documental apela
directamente a la memoria individual pero especialmente a la colectiva (Freire, 2006, p.5).
Dirigida por Laura Villegas y Nicolás Montero, escrita por Humberto Dorado y Matías
Maldonado, protagonizada por Jairo Camargo y Daniel Castaño fue ganadora del Premio Fanny
Mikey al Teatro Colombiano en 2009. Su principal objetivo era llevar los hechos de la masacre a
las personas de la ciudad de Bogotá que no tenían conocimiento sobre lo sucedido en Trujillo y
resaltar la importancia de la memoria como camino de no repetición.
1.5. Cuando la memoria se encuentra con la impunidad
Una de las mayores dificultades que han atravesado los procesos de memoria en Colombia es
que, en varias ocasiones, quienes promovían y lideraban estos movimientos fueron amenazados,
desplazados o asesinados. En el caso de Trujillo, quienes han ejercido la presidencia de Afavit y
los líderes que acompañan a la comunidad han recibido llamadas anónimas en las que se les
amenaza de muerte, las instalaciones del Parque monumento han sido atacadas, los osarios han
sido abiertos a la fuerza, y varias personas han sido asesinadas a plena luz del día en los años
posteriores a la masacre por sus vínculos con el movimiento de memoria. De manera que realizar
este esfuerzo por reconstruir el pasado significa un riesgo para las comunidades que termina por
46
reducir el número de personas dispuestas a trabajar por dicho objetivo. Es además una evidencia
de que los actores del conflicto siguen teniendo presencia en la zona y que continúan en su
búsqueda de controlar la legitimidad de la “verdad”.
El Estado tampoco ha hecho grandes esfuerzos en el ámbito jurídico. Las deficiencias de la
justicia, el lento avance de los procesos, y las dilaciones de jueces que han favorecido a los
victimarios para que salgan libres, o paguen condenas que no cobijan la totalidad de los crímenes
que cometieron. En el año 2010 la Corte Suprema de Justicia declaró sin valor8 los fallos
absolutorios proferidos en 1991 por el Tribunal Superior y el Juzgado Tercero de Orden Público
de Bogotá a favor de Henry Loaiza Ceballos, Diego Montoya Sánchez, Diego Rodríguez
Vásquez y al mayor retirado del Ejército, Alirio Urueña Jaramillo. Esta decisión, que parecía dar
fin a más de 20 años de impunidad se enfrenta actualmente a que Alirio Urueña, mayor del
Ejército señalado como autor de varios asesinatos y desapariciones, es prófugo de la justicia
colombiana; y Diego Montoya, extraditado a Estados Unidos por narcotráfico, no haya rendido
cuentas ante la justicia colombiana por su responsabilidad en la masacre.
Este tipo de retrocesos se reflejan en que no todas las víctimas y habitantes de Trujillo
reconozcan el trabajo de memoria que se ha venido realizando como algo positivo, y en que se
generen tensiones dentro de la población y su percepción sobre si debería construirse memoria y
cómo hacerlo. Para algunos solo acentúa el pasado negativo que vivió el pueblo y que debería ser
olvidado pues, según ellos, no permite el avance y fortalecimiento de aspectos como la
economía, el flujo de visitantes externos al lugar, y el comercio. Para otros, la impunidad y el
hecho de que no todos los responsables de la masacre hayan sido procesados es muestra de que
trabajar por la memoria no tiene ningún resultado. Además, las indemnizaciones del Estado a
8 http://justiciaypazcolombia.com/IMG/pdf/revisin_masacre_de_trujillo.pdf
47
algunas de las víctimas también han generado conflicto, pues quienes no han sido reparados
sienten que sus víctimas no son tenidas en cuenta.
Capítulo II: El periodismo como narrador del conflicto
“Se ha dicho que hurgar en estos acontecimientos del pasado es abrir nuevamente las heridas
del pasado. Nosotros nos preguntamos por quién y cuándo se cerraron esas heridas. Ellas están
abiertas y la única manera de cerrarlas será logrando una verdadera reconciliación nacional
que se asiente sobre la verdad y la justicia respecto a lo sucedido”.
-Uruguay nunca más.
2.1. El país a través del televisor
Quien tuvo la suerte en Colombia de no vivir el conflicto armado en primera persona, lo vio a
través de los medios de comunicación y tuvo la oportunidad de elegir si le concernía o no. Es
evidente que el hecho de no estar vinculado directamente hace que haya un gran desinterés por lo
que sucede en las regiones, que han sido las más afectadas por el conflicto. El periodismo ha
tenido que asumir la doble responsabilidad de poner en conocimiento del país los impactos de la
guerra y llamar la atención sobre sus consecuencias. Sin embargo, encontrarse con un país que se
ubica entre la descreencia en los medios y el desinterés en los hechos, ha dificultado la labor.
El grueso de los colombianos se mueve entre el escepticismo y el rechazo total a los
medios hasta el punto que hoy día es habitual encontrar personas que manifiestan no leer
prensa y no ver o no escuchar noticieros; “¿para qué? -Dicen acompañados de una
48
expresión de horror- es la misma matazón todos los días y los periodistas preguntando a
los sobrevivientes ‘¿qué siente?’ (Medios para la paz, 2001, p.55).
A lo largo de más de 60 años de conflicto armado, las imágenes de guerra han ido perdiendo de
manera proporcional al paso del tiempo el sentido de excepcionalidad. Es decir, las escenas de
horror se han repetido tantas veces a lo largo del territorio nacional y, por consiguiente, en los
diferentes medios, que han conducido a una incapacidad de reacción ante los hechos violentos:
los muertos se hicieron cifras, los lugares afectados se hicieron aún más lejanos, las imágenes
adquirieron un carácter rutinario y el conflicto se hizo menos propio. Es esta naturalización de
los hechos que retratan las imágenes la que ha terminado por invisibilizar la dimensión del
conflicto armado en Colombia.
Las imágenes nos ciegan, dicen hoy. No es que disimulen la verdad, sino que la
banalizan. Demasiadas imágenes de masacres, cuerpos ensangrentados, niños amputados,
cuerpos apilados en osarios, nos hacen insensibles (...). Asimismo, nos volvemos
indiferentes ante los crímenes en masa que deberían suscitar nuestra indignación y
nuestra intervención (Ranciere, 2008, p.69).
La confección y exposición de estas imágenes, que no se refieren únicamente a la televisión o las
fotografías, sino también a aquellas producidas a partir de los textos de prensa escrita, la radio, y
lo digital, ha significado un gran reto para el periodismo, que se enfrenta a la indiferencia de una
audiencia que ha naturalizado las imágenes de guerra, un contexto nacional en el que día tras día
se siguen produciendo, y a su propia condición de oficio en el que existen manuales, pero no
instrucciones precisas sobre cómo aproximarse al conflicto armado para narrarlo sin dejar vacíos
y cumpliendo las responsabilidades éticas. ¿Cómo actuar frente a un país que se negó a ver las
49
imágenes de las masacres contra civiles, pero que sintió la necesidad de ver las fotografías de los
jefes guerrilleros muertos?
Si bien el deber del periodismo no es suscitar en su audiencia reacciones determinadas, ni
cumplir sus demandas, sí lo es proporcionarle la información necesaria para que sea capaz de
formar por sí misma una perspectiva de los hechos y actuar frente a ellos. Los periodistas y
medios deben tener clara su responsabilidad frente a lo que incluyen en sus productos y el
sentido de las imágenes que usan, pues todo ello es el insumo de las representaciones que se
construyen en el imaginario colectivo, y en la historia a largo plazo. En esto, el proceso editorial
de seleccionar lo que se narra y lo que no, es fundamental: es finalmente a través de él que
periodistas y medios llaman la atención sobre un hecho, o lo invisibilizan.
Sobre esto realiza una crítica el artista chileno Alfredo Jaar en su instalación Newsweek9. En
dicha exposición hace una revisión en el marco del genocidio en Ruanda de las portadas de la
revista Newsweek. Comenzando desde el 6 de abril de 1994, día en el que inició el genocidio a
raíz del ataque al avión presidencial en el que viajaba el primer mandatario hutu Juvenal
Habyarimana, hasta el primero de agosto, fecha en que la revista dedica la portada a Ruanda
después de que aproximadamente 1 millón de personas habían sido asesinadas. La crítica de Jaar
va dirigida a que, si dichos sucesos hubieran ocurrido en otro país, seguramente habrían contado
con mayor cobertura mediática y habrían sido más relevantes internacionalmente. Pero, por
tratarse de Ruanda, nadie se tomó lo suficientemente en serio un genocidio que se habría podido
detener de manera pacífica si hubiese recibido la atención debida.
Esto cobra especial importancia en el escenario colombiano, la invisibilidad de los hechos y de
las víctimas se ve enfrentada a un Estado ausente y a sus instituciones poco efectivas. El
9 Versión online de la instalación disponible en:http://www.alfredojaar.net/rwanda_web/95newsweek/newsweek.html
50
periodismo ha sido el encargado de llamar la atención sobre los hechos y hacer seguimiento
sobre sus avances o retrocesos. Han sido también los periodistas quienes a través de sus
investigaciones y trabajos han denunciado irregularidades, corrupción, crímenes, etc. Como
consecuencia de esos esfuerzos, las salas de redacción y los periodistas han sido sometidos por
diversas fuentes a presiones, censuras y amenazas que no solo han puesto en riesgo la libertad de
expresión y la capacidad de llevar a cabo la labor de informar, sino que se han visto traducidas
en crímenes como asesinatos, intimidaciones, secuestros, agresiones, entre otros. Según el
informe La palabra y el silencio. La violencia contra periodistas en Colombia del Centro
Nacional de Memoria Histórica (2015)
Entre diciembre de 1977 y agosto de 2015 se cometieron en Colombia 152 asesinatos de
periodistas por razón de su oficio. En ese mismo periodo, Colombia ocupó en varias
ocasiones el primer puesto en el listado mundial de delitos contra la libertad de expresión
y más concretamente de periodistas asesinados (p.19).
Pero también ha quedado al descubierto, a través de los años, que fueron varias las ocasiones y
los motivos por los que periodistas y medios pusieron al servicio de los diferentes actores del
conflicto la información, creando alteraciones que iban en contra del deber de informar
equilibradamente y que daban paso a climas que propiciaban la legitimización de discursos que,
en su mayoría, iban en contravía del esclarecimiento de la verdad necesario para llegar a la
justicia y, por tanto, eran obstáculos para los procesos de memoria y relatos que han construido
de manera autónoma las víctimas. Según Horlbeck (2006):
Si el periodismo se encuentra en medio de un conflicto armado tiene el alto riesgo de
convertirse en un arma de guerra. Se pone al servicio de uno de los campos en conflicto y
se puede dedicar a construir una imagen del enemigo con el fin de justificar su
51
destrucción. No importa si el pretendido enemigo es tan malo como lo pintan: lo
importante en el conflicto es justificar la dosis de violencia que se está empleando contra
el adversario. (p.7)
¿Es deber del periodismo contribuir al trabajo de las comunidades y personas que buscan
construir memoria? Retomando el hecho de que los relatos se vieron mediados por los intereses
de los actores del conflicto, es necesario señalar que cada vez que el periodismo desconocía un
hecho, la responsabilidad de un culpable, o la relevancia de un tema, era cómplice, pues
desconocía al mismo tiempo a las víctimas y dificultaba su derecho al esclarecimiento de la
verdad y a la justicia. Dando voz a aquellos que buscaban establecer su “verdad” de los hechos,
silenciar otras versiones, y alejarse de verse relacionados con los diferentes crímenes que
cometieron, era orquestada una distorsión de la realidad que, un país como Colombia, es
inadmisible debido a la profundidad de su impacto.
2.2. Hacer memoria desde el periodismo
“Healing begins when the conspiracy o f silence is broken”.
-Jack Danielian
El periodismo es el historiador del presente. Trabaja por explicar los sucesos de cada día,
dejando al tiempo un legado documental para la posteridad que proporciona una perspectiva
general sobre lo ocurrido en el pasado, lo que evidencia que está dentro de su propia naturaleza
la construcción de memoria. A través de la amplia relación entre el conflicto y el periodismo
52
como su narrador, objetos como periódicos, fotografías, audios y videos que en algún momento
hicieron parte de investigaciones o productos periodísticos, se han vuelto en sí mismos
transmisores de memoria. Es común encontrar que las víctimas guarden recortes de periódicos
como evidencia de lo que les sucedió y cómo sucedió. También es sabido que archivos como
Señal Memoria y la Fonoteca Nacional, se alimentan en buena medida de registro periodístico.
De un tiempo hacia acá el periodismo se ha descubierto como un espacio para la narración y
visibilización de la memoria. En él empiezan a tener lugar relatos más detenidos que las noticias,
que fueron durante muchos años la manera en la que la mayoría de la población colombiana se
acercó al conflicto armado y sus consecuencias. Se busca precisamente ayudar a la comprensión
de este fenómeno dejando el relato general para dar paso a historias individuales que profundicen
en los impactos de la guerra y ayuden a generar una reflexión que conduzca a que los hechos
violentos nunca más se repitan. Sin embargo, desarrollar el trabajo de campo y la recolección de
testimonios que requiere una investigación periodística sobre historias relativas a las víctimas
significa un reto al que el periodista debe acercarse de manera ética y sobreponiendo la sensatez
por encima de todo, pues está tratando con episodios dolorosos para las personas que deciden
hablar de ellos.
Es claro que el objetivo del periodismo no es alcanzar la verdad sobre los hechos, porque no hay
una única verdad sobre ellos. No obstante, cuando es riguroso con sus fuentes y su manera de
abordar un tema, logra hacer un gran aporte al esclarecimiento de los hechos y, por tanto, a la
justicia y a la construcción de memoria.
Los periodistas deben, con esfuerzo, entender el conflicto y los objetivos de sus actores;
presentar una orientación editorial hacia la investigación de las soluciones; perseguir la
verdad simétrica, esto es, investigar a todos y cada uno de los protagonistas del conflicto
53
y la paz y, finalmente, apelar a la construcción de piezas que orienten a la gente común y
no solo a las élites, porque la responsabilidad de la reelaboración de un tejido social está
en manos de todos, no de unos cuantos (Consejo de redacción, 2014, p.7).
En cumplimiento de esta labor, el periodismo ha ido abriendo progresivamente espacios a
historias más focalizadas, es decir, ha decidido escuchar y compartir los relatos y vivencias de
los campesinos, indígenas y distintas comunidades que vivieron de primera mano la guerra para
lograr así evidenciar las consecuencias más profundas de la guerra fratricida. Un ejemplo es la
creación de medios especializados en estas temáticas como Pacifista, el seguimiento que se le ha
dado a los temas en medios digitales como La silla vacía y Verdad abierta, las plataformas que
medios como El Tiempo y El Espectador han desarrollado, y en televisión Noticias Uno.
A su vez, han surgido textos desarrollados por periodistas para sus pares, en los que se ofrecen
conocimientos, experiencias y lecciones para enfrentarse al panorama de la realidad nacional.
Uno de ellos es Pistas para narrar la paz: periodismo en el posconflicto, presentado por Consejo
de redacción, del que salen valiosos consejos para tratar la memoria desde el periodismo. Entre
estos está una reflexión sobre la necesidad de desplazar la mirada acostumbrada al horror hacia
la paz, ya que no hacerlo significa desconocer cientos de iniciativas que hacen parte del presente
y que son adelantadas por ciudadanos en las diferentes regiones del país que buscan salir del
olvido (2014).
Este cambio de narrativas hace que el periodismo sea también un agente que contribuye a apoyar
ese objetivo no solamente destacando los procesos, sino dándole un espacio a las diferentes
voces detrás de ellos. Como se mencionaba algunas páginas atrás, las imágenes de la guerra han
perdido sentido y se han repetido a lo largo de tantos años que, de cierta manera, se volvieron
rutinarias en los noticieros y periódicos del país. Sin embargo, es deber del periodismo llenarlas
54
de nuevo de sentido, ponerle un rostro a esas historias para devolverles su humanidad y
dignidad. Así, convocando una mayor pluralidad, el periodismo abre un diálogo alrededor de la
memoria que se extiende incluso a otras generaciones que no vivieron los puntos más álgidos del
conflicto armado, pero que a través de piezas periodísticas se acercan a él.
“El periodismo tiene una oportunidad inédita de cumplir con su función social: la de
informar, contextualizar y argumentar sobre hechos que pudieron haber sido noticia
en algún tiempo, y que tuvieron un tratamiento sesgado, superficial y
descontextualizado del momento histórico y político que se vivía cuando ocurrieron.
Pero también, y especialmente, sobre aquellos que sucedieron y fueron ignorados
deliberada o accidentalmente por periodistas, medios y actores de tales hechos
(Cardona, Morelo, Castrillón, García, Behar, 2016, p.54).
2.3. El reportaje: Inclusión de voces
El reportaje es el género periodístico que busca abordar de manera extensa una temática que no
necesariamente es coyuntural, pero que encuentra su punto de partida en un hecho de interés
general. Es su objetivo profundizar en la noticia, ir más allá del carácter inmediato, responder al
por qué y para qué, explorar tanto los antecedentes como las consecuencias de los
acontecimientos. Esto, sin embargo, implica una amplia investigación que permita establecer lo
que hay más allá de la superficie: debe buscar datos, fechas, cifras, testimonios, descripciones,
etc.
En él están contenidos géneros y elementos del periodismo como la noticia, la entrevista y la
crónica, que son usados en mayor o menor proporción según la función que cumplan en la
historia general que se quiere desarrollar. Otros aspectos relativos al texto, como lo son el
55
tiempo, el espacio, las fuentes, también están a disposición de quien escribe el reportaje según su
intención en el relato. Toro (2000) afirma que “Las estructuras de los reportajes tienden a ser
lineales, pero sus posibilidades de desarrollo están ligadas a su capacidad para integrar estas
rupturas de lenguaje al servicio de su función predominante, que es la de informar” (p.74).
Según Wagner (2000), existen 4 tipos de reportaje en los que se catalogan según su finalidad y su
estilo: descriptivo, narrativo, demostrativo e instructivo. Sin embargo, todos hacen uso de las
mismas herramientas y se basan en los mismos pilares: precisión en la información,
investigación exhaustiva, recurrencia a otros géneros periodísticos, y múltiples fuentes que
permitan contrastar.
Es precisamente este último elemento mencionado, la multiplicidad de voces, el que hace que el
reportaje sea el género seleccionado para este trabajo. Al tratarse este de un relato que busca
acercarse a un proceso de memoria, se encuentra con una multiplicidad de voces y percepciones
sobre el pasado y el presente de la comunidad de Trujillo que no pueden dejar de ser
mencionados si se busca narrar la situación actual del pueblo, como se lo propone este trabajo.
La memoria, como se explicó anteriormente, consiste en la unión de relatos individuales en una
narración colectiva. El reportaje permite explorar de manera más detallada ese encuentro de
voces y observar cómo logran movilizarse para construir uno de los procesos de memoria más
sobresalientes del país. Es en este punto donde se manifiesta la importancia de este trabajo que
permite, de alguna manera, hacer memoria y hacerle seguimiento a un episodio del pasado que
aún hoy en día, transcurridos 28 años, sigue siendo relevante en muchos aspectos para el país.
Este carácter de relevancia le ha valido ser estudiado de manera amplia académica, periodística,
e incluso artísticamente. Sin embargo, no ha habido publicaciones recientes sobre el tema y el
cubrimiento periodístico que se ha dado ha sido en su gran mayoría noticioso, no de seguimiento.
56
Por tanto, el reportaje que se plantea este trabajo ofrece una nueva mirada sobre Trujillo. De
igual manera, la presencia digital de trabajos periodísticos relativos al tema tampoco es muy
amplia, está compuesta en su mayoría por noticias y documentales publicados en el 2008.
2.4. Lo digital como posibilidad para narrar
Las transformaciones que ha sufrido el periodismo a raíz del crecimiento de internet son
innegables. Durante los últimos 20 años, los medios y periodistas de todo el mundo han
experimentado y creado nuevas narrativas a partir de las herramientas, plataformas, y tendencias
digitales que surgen y se reinventan a diario.
En un mundo que avanza a la velocidad del nuestro, lo importante no es disponer de
sistemas de visualización y de pensamiento preconfigurados, sino de saber construirlos y
reconstruirlos al ritmo que nos exigen los cambios y nuestra conciencia. Estamos ante un
tejido de Penélope, pero sin una Penélope que sepa lo que está haciendo y lo que espera.
Todo se teje y desteje a nuestro alrededor, y ante nuestros ojos, de un modo complejo,
sorprendente e inusitado (Pérez, 2014, p.8).
Este contacto indispensable con el internet y sus lenguajes ha hecho que el periodismo incorpore
a sus historias toda suerte de elementos multimedia: las fotografías de alta calidad, el video, la
infografía y el audio son fundamentales en los productos digitales. También ha provocado que a
él se incorporen toda clase de nuevas voces, “La escritura periodística hoy en día es polifónica.
Todo texto está cruzado por elementos provenientes de géneros diferentes” (Toro, 2003, p.28).
En ese sentido, internet se abre como un espacio de diálogo entre quienes crean y consumen
contenidos y su constante intercambio de roles. La audiencia produce, y el productor es a su vez
audiencia. Sin embargo, la diferencia entre generación de contenido y periodismo es clara,
57
aunque usen incluso los mismos recursos para comunicar. El periodista lo es en cualquiera de los
formatos en los que transmita su información y a él le son inherentes ciertos valores relacionados
con la información que deben marcar la solidez de sus productos.
Internet ha inaugurado muchas posibilidades en el ámbito del periodismo y, al mismo
tiempo, ha abierto importantes debates que van desde la importancia de los buenos
contenidos a lo decisivo de una sólida deontología profesional. (Pérez, 2014, p.9).
En esa exploración de distintas voces que se propone este trabajo, el reportaje se encuentra con
lo digital como una manera de ampliar sus recursos para narrar. El lenguaje que ofrece internet
puede resultar clave en la narración de episodios del conflicto armado como la masacre de
Trujillo, precisamente porque permiten que no sea la voz del autor la única que interviene, sino
que participen los protagonistas con sus puntos de vista y diferentes aportes. Lo gráfico y
audiovisual también cobra importancia, pues permite aterrizar las descripciones de los textos en
imágenes reales que le pueden contribuir al lector, en un tema como este, a entender los
contextos en los que se desenvuelven las historias.
58
Conclusiones
En momentos como los que enfrenta actualmente el país un mes después del plebiscito del 2 de
octubre de 2016, se hace cada vez más evidente la necesidad de escuchar y comprender el relato
de quienes han vivido el conflicto armado en carne propia. Es justamente en él donde la sociedad
puede encontrar espejos que le permitan dimensionar tanto los límites y la bajeza de la guerra,
como la inmensidad de quienes han decidido sobreponerse al dolor para construir un país en el
que la reconciliación es posible. En ese escenario, la memoria histórica como relato colectivo es
fundamental. Sin embargo, es necesario que esa construcción salga de las comunidades que la
producen y sea comunicada al resto de la sociedad que, tristemente, no la conoce lo suficiente.
En ese sentido, el periodismo tiene un gran compromiso que ha venido descubriendo y cubriendo
—con todos los errores y grandes aciertos que haya podido tener—, durante los últimos años.
Realizar productos periodísticos sobre temas de conflicto, memoria y paz implica una serie de
responsabilidades y desafíos a los que se debe responder tan ética y humanamente como sea
posible, teniendo en cuenta las consecuencias negativas que podría tener actuar de otra manera.
Cada número, dato, o afirmación refleja realidades y lo último que debe hacer el periodismo es
contribuir a distorsionarlas. Ese fue el reto desde el inicio de este trabajo.
Cuando llegué a Trujillo por primera vez, las víctimas fueron quienes me contaron su historia, su
lucha, y todas las faltas que había cometido el Estado contra ellas. Sus agentes no solamente
habían torturado y asesinado a sus familiares, sino que el Estado había continuado
59
victimizándolas a través de la impunidad, de la falta de garantías, del incumplimiento de las
responsabilidades que habían sido ordenadas por instancias internacionales. Mi perspectiva en un
principio estaba totalmente inclinada en esa dirección.
Sin embargo, entendí que para realizar el reportaje era necesario balancear la mirada y alejarme
de las dicotomías, del bueno y el malo, porque eran categorías que no me correspondía impartir.
Debía, eso sí, comprender que tenía enfrente dos partes y que debía reconocerle a cada una sus
esfuerzos y conflictos propios. Si bien es imposible decir que el Estado ha asumido su
responsabilidad cabalmente procurando todas las acciones necesarias para reparar los daños que
hicieron agentes suyos a esta comunidad, tampoco es acertado decir que no ha hecho nada.
Durante años las víctimas habían trabajado por sus derechos y el Estado, condenado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, ha ejecutado acciones en reconocimiento de esa labor.
De ahí, precisamente, la relevancia del proceso de Trujillo a nivel nacional e internacional.
En ese objetivo de alargar la mirada, fue necesario comprender un conflicto del que yo no estaba
tan enterada como debería. Era consciente de lo que pasa en Colombia a raíz de la guerra, pero
nunca me había visto enfrentada a sus consecuencias. Entender qué había sucedido en la masacre
de Trujillo no se limitaba a entender la cronología de los hechos, sino a revisar todo un contexto
en el que ese tipo de episodios se repetían por todo el territorio nacional y que, puntualmente, el
Valle del Cauca había sido una zona muy afectada debido a su valor para el narcotráfico. Era
necesario haber interiorizado un contexto para el momento en el que me enfrentara a los relatos
individuales de las víctimas, porque no estaban aislados.
En los diferentes momentos del trabajo en los que escuchaba los relatos de las víctimas, cuando
me enfrentaba a los 235 osarios del Parque monumento, cuando veía el dolor de las personas
60
reclamándole justicia al Estado, no podía dejar de pensar —sin dejar de entender sus realidades
individuales—que no eran los únicos, en que había millones de personas en la misma situación y
que eran aún más aquellos a los que no les importaba. Eso, en mi opinión, se demostró con el
resultado del 2 de octubre. Es difícil hacer afirmaciones sobre por qué ganó el no, pero es claro
hoy para el país que prevalecieron los intereses de unos pocos sobre el futuro 8 millones de
víctimas y de todo un país.
Cuando publicaron los resultados, no podía salir del asombro: Bojayá dijo sí, Toribío dijo sí,
Trujillo dijo no. El pueblo al que llevaba estudiando un año y medio como símbolo de resistencia
y lucha por la memoria rechazó los acuerdos. Es imposible saber quién votó qué. Las víctimas
publicaron un comunicado en el que afirman que se encuentran adheridas al sí, incluso después
del plebiscito. Su trabajo durante 21 años se lo ha demostrado así al país. Sin embargo, el
resultado hace evidentes conflictos dentro de la población, hubo quien votó no por ir
deliberadamente en contra de las víctimas. Las indemnizaciones y ayudas económicas que el
Estado les ha dado como parte de la reparación, han creado un clima de disputa en el que el resto
de la población se siente abandonada, aun cuando la mayoría de planes municipales no se centran
en las víctimas. De nuevo, debía balancear la información de manera que lo uno no ocultara lo
otro, porque esas contradicciones hacen parte del relato de Trujillo.
A pesar de que las víctimas a las que entrevisté sobre el tema manifestaron tristeza por el
resultado del plebiscito, todas hablaban de que continuarían trabajando por la paz del país. Que
sería a través de las iniciativas que ya existen, o de la creación de nuevas, que le contarían al país
la importancia de terminar el conflicto, porque aunque eso parezca tan obvio, el 2 de octubre
demostró que no lo es. Esa fuerza que se sobrepone a esta y todas las adversidades que se han
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presentado a lo largo del camino, es lo que hace que las víctimas de Trujillo sean símbolo de la
construcción de país y que su pueblo, a pesar de las dificultades, sea territorio de resistencia.
Bibliografía
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Anexos
Anexo 1. Imágenes de los osarios en el Parque Monumento
Fotografía del Centro Nacional de Memoria Histórica. Tomada de: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/museo/lugares-de-memoria
Fotografía tomada de: http://www.semana.com/multimedia/galeria/trujillo-memoria-resistencia/138523-3
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Anexo 2. Material entregado por Afavit a los visitantes en la peregrinación del 13 de junio de 2015
25 AÑOS MEMORIA DE VICTIMAS DE TRUJILLO
AFAVIT: 20 AÑOS DE LUCHA, RESISTENCIA Y DIGNIDAD!
1. CONTRA LA IMPUNIDAD, COLOMBIA CLAMA JUSTICIA!
2. A LA VIDA DAREMOS TODO, A LA MUERTE JAMAS DAREMOS NADA
3. EXIGIMOS UNA PAZ CON JUSTICIA SOCIAL!
4. POR EL CESE BILATERAL FUEGO: PAZ CON JUSTICIA SOCIAL
5. POR LA VIDA, HASTA LA VIDA MISMA
6. TRUJILLO: DESAFIO DE RESISTENCIA, LUCHA CONTRA LA IMPUNIDAD
7. TRUJILLO: UNA GOTA DE ESPERANZA, EN UN MAR DE IMPUNIDAD
8. LA SANGRE DE MARTIRES ES SEMILLA DE ESPERANZA
9. POR NUESTRAS VICTIMAS, NI UN MINUTO DE SILENCIO, TODA UNA VIDA DE LUCHA Y COMPROMISO
10. VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS
11. LA VIDA PREVALECE, A PESAR DE LO QUE ACONTECE
12. LA SOLIDARIDAD ES LA TERNURA DE LOS PUEBLOS
13. ES MEJOR MORIR POR ALGO, QUE VIVIR POR NADA, Umaña
14. CEDER ES MAS FUERTE QUE LA MISMA MUERTE,
15. CORTEMOSLE LAS ALAS A LA IMPUNIDAD, PARA QUE VUELE LA VIDA
16. CRIMENES DE LESA HUMANIDAD': NUNCA MAS! NUNCA MAS!
17. TRUJILLO: 20 AÑOS DE LUCHA, RESISTENCIA Y DIGNIDAD!
18 . TIBERIO FERNANDEZ, ESTAS VIVO, RESUCITADO EN EL PUEBLO
MEDIANTEPerformanceYorlady Ruiz López
Sabado 13 de junio de 2015Ermita Parque MonumentoXIV Peregrinación Nacional Trujillo10:00am.
Invitan:Magdalenas por el Cauca AFAVITApoya:Maestría en Estética y Creación - Grupo de Investigación Arte y Cultura, Facultad de Bellas Artes y Humanidades, Universidad Tecnológica de Pereira
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Anexo 4. Material entregado por Afavit a los visitantes en el Acto de perdón del Estado colombiano a las víctimas el 23 de abril del 2016
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AFAVIT: 26 AÑOS DE MEMORIA, 251. Todavía Cantamos
Todavía cantamos, todavía pedimos, todavía soñamos, todavía esperamos.
A pesar de los golpes que asestó en nuestras vidas el ingenio del odio, desterrando al olvido a nuestros seres queridos.
Que nos digan a donde han escondido las flores que aromaron las calles persiguiendo un destino. Donde, donde se han ¡do.
Que nos den la esperanza de saber que es posible que el jardín se ilumine con las risas y el canto de los que amamos tanto.
Por un día distinto sin apremios ni ayunos sin temor y sin llanto y por que vuelvan al nido nuestros seres queridos.
2. A RRIESG A TE Todos unidos en la vida,Vamos buscando un horizonte,Arriésgate, arriésgate,Arriésgate, hay algo mas,Arriésgate, arriésgate,Arriésgate sin vacilar.
Ningún camino es largo, para el que cree,Ningún esfuerzo es grande para el que ama,Ninguna cruz vacía para el que lucha.
Cambiemos las promesas en realidades,Luchemos como hermanos por la justicia,Smbremos hoy la aurora de un nuevo día.
El pan que trabajamos con nuestras manos El cáliz que bebemos con alegría,Traerán la primavera a nuestras vidas.
3. Habrá un día
Habrá un día en que todos al levantar la vista veremos un tierra que ponga libertad (bis)
Hermano, aquí mi mano será tuya, mi frente y tu gesto de siempre caerá sin levantar
ANOS DE LUCHA Y RESISTENCIAhuracanes de miedo ante la libertad.Haremos el camino en un mismo trazado uniendo nuestros hombros para así levantar a aquellos que cayeron pidiendo libertad.
Sonarán las campanas desde los campanarios y los campos desiertos volverán a granar unas espigas anchas dispuestas para el pan, para un pan que en los siglos nunca fue repartido entre todos aquellos que hicieron lo posible por empujar la historia hacia la libertad.
También será posible que esa hermosa mañana ni tú, ni yo, ni el otro la lleguemos a ver, pero habrá que forjarla para que pueda ser.Que sea como el viento que arranque los matojos surgiendo la verdad y limpie los caminos de siglos de despojos contra la libertad.
4. No se puede sepultar la luz
No se puede sepultar la luz, no se puede sepultar la vida, no se puede sepultar a un pueblo que busca la libertad;Como estrellas siempre brillarán porque aún muertos seguirán viviendo, porque el pueblo nace cada día caminante de la verdad.
Cantarán por los caminos y su voz resonará a lo largo de toda la historia, como un eco que siempre se oirá - a lo largo de toda la historia, Desafío que no acabará.
No podrán amordazar su voz, porque es fuerte el grito de los hombres, que se unen como un arco iris en abrazo de mar a mar;Y si no las piedras gritarán la invencible causa de los pobres, la esperanza de una tierra justa que amanece con ansiedad.
Cantaran por los caminos ...
No es posible detener el sol, no es posible controlar el viento, no es posible aprisionar el río, torrente del ancho mar,Porque el viento sopla aquí y allá, porque el fuego quema las montañas, porque el rio arrasa las quebradas camino de un más allá.
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5. VENCEREMOS
Desde el hondo crisol de la patria se levanta un clamor popular; ya se anuncia una nueva alborada toda América empieza a cantar
Recordando al leal compañero, cuyo ejemplo lo hiciera inmortal, enfrentemos primero a la muerte traicionar nuestra causa jamás.
Venceremos, venceremos, mil cadenas habrá que romper, venceremos, venceremos, la injusticia sabremos vencer.Venceremos, venceremos, mil cadenas habrá que romper, venceremos, venceremos,¡A vencer, a vencer, a vencer ¡
Campesinos, labriegos, mineros, la mujer de la patria también, estudiantes, empleados, obreros, cumpliremos con nuestro deber;
Sembraremos las tierras de gloria, más humano será el porvenir;Todos juntos haremos la historia a cumplir, a cumplir, a cumplir!
6. GRITA PROFETA
Has recib ido un destino,De otra palabra más fu erte ,Es tu misión ser profeta,Palabra del Dios v iv ie n te .Tu ir á s llevando la lu z ,En una entrega perenne.Que tu voz es voz de DiosY la voz de Dios no duerme.
ve por el mundo, g r i ta a la gente Que el amor de Dios no acaba,Ni la voz de Dios se p ierde.B is
sigue tu rumbo, profeta, sobre la arena ca lie n te ,Sigue sembrando en el mundo,Que el fru to se hará presente.No temas s i nuestra fe ,Ante tu voz se detiene,Porque huimos del dolor,Y la voz de Dios nos duele.
sigue cantando profeta,Cantos de vida y de muerte Sigue anunciando a lo s hombres Que el Reino de Dios ya viene,No a ca lla rán esa voz,
A nadie puedes temerle,Que tu voz, es voz de DiosY la voz de Dios no muere.
7 . EL PUEBLO DE DIOSEl pueblo de Dios a oscuras andaba, pero, alguien al frente de él caminaba.El pueblo de Dios muy r ico de nada, y so lo esperaba poder avanzar.
También soy tu pueblo Señor,Y estoy en camino, me apoyo en tu mano, pues soy peregrino.
El pueblo de Dios también va c ila b a , y a veces gustaba creer en tu amor. El pueblo de Dios, llorando rezaba, pedia perdón y recomenzaba.
También soy tu pueblo Señor,Y estoy en camino, s i a veces no creo , perdóname amigo.
El pueblo de Dios ambien tuvo hambre, mas Tu le mandaste el pan c e le s t ia l. El pueblo de Dios cantando dio g ra c ia s , probó de tu amor, amor que no pasa.También soy tu pueblo, Señor,Y estoy en camino, me das tu alim ento, tu pan y tu vino.
El pueblo de Dios de le jo s ve ía , La t ie rra ' querida que tu amor le s d io , el pueblo de Dios c o rr ía y cantaba, y con su trab ajo , tu amor proclamaba.
También soy tu pueblo, Señor,Y estoy en camino,luchando en la t i e r r a , con fe en mi destino .8 . DA LA MANODa la mano a tu hermano, da la mano. Da la mano a tu hermana da la mano. Dale una bienvenida ’
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ACTO DE PERDON DEL ESTADO COLOMBIANO
VICTIMAS DE TRUJILLO
I .TRUJILLO: DESAFÍO DE RESISTENCIA, LUCHA CONTRA LA IMPUNIDAD
2. TRUJILLO: UNA GOTA DE ESPERANZA, EN UN MAR DE IMPUNIDAD
3 . LA SOLIDARIDAD ES LA TERNURA DE LOS PUEBLOS
4 .SANGRE DE MARTIRES, SEMILLA DE ESPERANZA
5 .VIVOS SE LOS LLEVARON, VlVOS LOS QUEREMOS
e .E X iG iM os Ve r d a d , j u s t i c i a , r e p a r a c ió n Y n o r e p e t ic ió n
7.POR LA VIDA, HASTA LA VIDA MISMA
3 .SENDERO DE RESISTENCIA, HUELLAS DE LUCHA V DIGNIDAD
9 . MATAN EL CAMINANTE, PERO NO EL CAMINO...
10 . MAS VALE MORIR POR ALGO, QUE VIVIR POR NADA
I I .A LA VIDA DAREMOS TODO, A LA MUERTE JA M A S DAREMOS NADA
1 2. QUEREMOS PA Z CON JUSTICIA SOCIAL
1 3 . CEDER ES MAS TERRIBLE, QUE LA MISMA MUERTE
1 4 . PERD0N CON JUSTICIA V REPARACION INTEGRAL
1 5 . COLOMBIA CLAMA JUSTICIA, POR UN NUNCA MASt
1 6 . NI PERDON, NI OLVIDO, EXIGIMOS JUSTICIA
TRUJILLO, ABRIL 28 Y 2 4 BE 2 0 1 6
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Anexo 5. Resultados del plebiscito del 2 de octubre de 2016 en Trujillo, Valle.
Plebiscito 2 octubre 2016 República de Colombia
REGISTRADURIAN AC IO N A L D E L EST A D O C IV IL
Preconteo Plebiscito:D e p a r t a m e n t o / D . C ,: v a l l e
Mu n ic ip io : t r u j i l l o _________
BOLETÍN DEPARTAMENTAL AVANCE A LAS1 6 : 4 0 : 1 52 / 10/2016
M a p a d e o p c ió n c o n m á s v o t o s p o r m u n ic ip io
¿ A p o y a u s t e d e l a c u e r d o f in a l p a r a la t e r m in a c ió n d e l c o n f l ic t o y la c o n s t r u c c ió n d e u n a p a ze s t a b le y d u r a d e r a ?
3 7 ,2 9 %(1.960 Votos)
6 2 ,7 0 %(3.296 Votos)
Los porcentajes se calculan con truncamiento a dos decim ales. Los porcentajes de votos están calculados sobre ei total de votos válidos
Acuerdo No 019 de 1994 del CNE: "...los boletines expedidos por la Registraduría tienen mero carácter informativo y jam ás pueden considerarse como documentos electorales que definan una elección..."
PLEBISCITO ESTADÍSTICAS REGISTRADURÍA
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í©4 »
V oto s v á lid o s Votos no m a rc a d o s V oto s n u lo s5.256 60 85
M e s a s I n f o r m a d a s V o t a c ió n
100%45 de 45 m esas instaladas
34,19%5,401 de 15.793 personas habilitadas
Votos por el sí: 1960
Votos por el no: 3296
Votos no marcados: 60
Votos nulos: 85
Total votos: 5.401
Personas habilitadas: 15.793
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Anexo 6. Extracto de la carta escrita a mano por el narcotraficante Henry Loaiza pidiendo perdón a las víctimas de la masacre de Trujillo, Valle.
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Fotografía tomada de: http://www.elpais.com.co/elpais/judicial/noticias/alias-alacran-les-pide-perdon-familiares- victimas-trujillo