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Terre-Dragon I. Le souffle des pierres, traducción y comentario Judith Gallardo Ramírez Tutor/a: Lluís M. Todó Seminari 109: Traducció Francès Curs 2014-2015

Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

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Page 1: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

Terre-Dragon I.

Le souffle des

pierres,

traducción y

comentario

Judith Gallardo Ramírez

Tutor/a: Lluís M. Todó

Seminari 109: Traducció Francès

Curs 2014-2015

Page 2: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

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ABSTRACT

The goal of this paper is to translate a part of a French book into Spanish so as to recreate

the real process that a translator has to carry out during any type of translation, and to

show the competences acquired during the studies in Translation. In addition, our intention

is to prove that translation studies are needed as a mean to share the knowledge among

cultures. For this paper I chose to translate a youth fantasy novel from a well-known

French author on this subject that has been recently published in France and that has not

been translated yet. Although some may think that this kind of translation does not present

many difficulties, the truth is that there are a lot of things to keep in mind when you are

translating for this age group. This paper includes a part of introduction to the world

created by the author, a 12 chapter translation, evaluation criteria of the difficulties found

during the translation process and a short conclusion. The internal analyse a translator has

to do is invisible to the eyes of the readers, even though it is the main struggle for them.

This paper presents and arguments the difficulties that can be found when translating a

literary work and how they have been solved.

Key words: youth, fantasy, translation, difficulties

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ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN ..................................................................................................................... 4

2. CONSIDERACIONES PREVIAS ................................................................................................. 5

2.1 El autor .......................................................................................................................... 5

2.2 Resumen de la primera parte de la obra ...................................................................... 5

2.3 El mundo de Tierra Dragón ........................................................................................... 6

3. TRADUCCIÓN ......................................................................................................................... 8

4. ANÁLISIS DE LA TRADUCCIÓN ............................................................................................. 26

4.1 La estructura de la novela y la traducción del título ................................................... 27

4.2 Le Chant du Fleuve: La traducción de la poesía .......................................................... 29

4.3 Los nombres propios ................................................................................................... 31

4.3.1 Los antropónimos .................................................................................................... 32

4.3.2 Los topónimos ......................................................................................................... 34

4.4 Mayúsculas y minúsculas ............................................................................................ 35

4.5 El lenguaje de la literatura juvenil ............................................................................... 36

4.6 La frecuencia de uso de los adverbios ........................................................................ 39

5. CONCLUSIONES ................................................................................................................... 41

6. BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................................... 42

7. ANEXOS ............................................................................................................................... 44

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1. INTRODUCCIÓN

Este trabajo académico tiene como principal objetivo ser una muestra de los conocimientos

y de las capacidades adquiridas a lo largo del grado de Traducción e Interpretación. Así

pues, este trabajo se basa en la traducción de unos capítulos del libro Terre-Dragon I. Le

souffle des pierres cuya lengua original es el francés al español de España.

La elección de la novela fue algo basado en mis preferencias personales. Entonces,

consideré oportuno escoger un libro juvenil de literatura fantástica cuya traducción se

fundamentaría en el placer de trabajar con algo que, a título personal, me gusta leer. Cabe

decir que la literatura juvenil y fantástica está en auge y cada vez son más los jóvenes que

apuestan por este tipo de novelas para entretenerse. Según hemos podido consultar en

Perspectivas interdisciplinares de la lingüística aplicada, “en nuestro país, en torno al 50% de los

libros que leen nuestros hijos son traducidos de, al menos, 20 lenguas diferentes”. Y,

aunque el inglés sea la lengua principal, el francés es la segunda lengua en producción de

libros de esta tipología que son traducidos al español. Además, muchos de ellos acaban

convertidos en películas de gran éxito o en series de televisión aclamadas por todo el

mundo.

En cuanto a la estructura del trabajo, hay cuatro partes bien diferenciadas. La primera parte

del trabajo se basa en una introducción al autor de la novela y de un resumen de la primera

parte de la novela, puesto que no hemos traducido la novela en su totalidad. La segunda

parte consta de la traducción de doce capítulos del primer tomo de Terre-Dragon I. Le souffle

des pierres. La tercera parte del trabajo es la que se corresponde con el análisis detallado de la

traducción y de cómo se han resuelto los problemas que hemos podido encontrar. Así

pues, se tratarán los temas de la traducción de la poesía, el tratamiento de los nombres

propios en la novela, el uso de mayúsculas y minúsculas, el lenguaje en la literatura infantil

y juvenil, y se realizará una comparación entre la frecuencia de uso de los adverbios en

francés y en español. Finalmente, acabaremos con la conclusión que hemos extraído al

finalizar el trabajo de traducción.

Antes de empezar con el cuerpo del trabajo me gustaría recordar estas palabras de

Grossman (2011: 25) que resumen la importancia de la traducción y, por consiguiente, de

su estudio:

“La traducción es crucial para nuestra autopercepción como lectores serios, y como

hombres y mujeres educados consideramos que la falta de traducciones para leer y estudiar

es algo inconcebible”.

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2. CONSIDERACIONES PREVIAS

2.1 El autor

Erik L'Homme nació el 22 de diciembre de 1967 en Grenoble, situado en el sur de Francia.

Publicó su primer libro en 2001. Se licenció en Historia en la Universidad de Lyon y tras

acabar la carrera viajó por todo el mundo y vivió en países como Pakistán, Afganistán,

Malasia, Filipinas o Tailandia. Erik L'Homme es uno de los autores de literatura juvenil más

reconocidos y leídos en su país natal.

Su obra más conocida, la trilogía El Libro de las Estrellas, ha vendido más de 650 000

ejemplares en Francia. Sus obras han sido traducidas a más de veintiséis idiomas. En

España, nos han llegado traducidas algunas de sus novelas más exitosas como La pálida luz

de las tinieblas, El frágil tejado del mundo o Lo que duerme en la noche.

El libro que hemos traducido y sobre el que hemos realizado nuestro trabajo se titula Terre-

Dragon I. Le souffle des pierres y fue publicado el pasado 2014.

2.2 Resumen de la primera parte de la obra

La novela se inicia con la aparición de uno de los personajes más importantes de la historia:

Sheylis. Sheylis es una joven muchacha que vive con su abuela, una bruja, en el clan de

Shogh el Pico, que las aceptó tras curar a la mujer del jefe. Sin embargo, ambas no son muy

bien aceptadas por la población del clan y, aunque acuden a ellas en busca de remedio, les

achacan una peste que está causando estragos entre el ganado. Así, Sheylis se ve obligada a

escapar y dejar a su abuela atrás que, debido a su avanzada edad, no cree conveniente

escapar y causar problemas a la chica. Antes de su huida, la abuela da a Sheylis un juego de

thun-lawz, piezas de madera, hierro y piedra sobre las que hay grabados los signos de poder

y que permiten activar la magia del reino.

Entre tanto, en otro lugar del mapa de Tierra Dragón, un joven dakan se encuentra

enjaulado y custodiado por los naatfarirs, una tribu guerrera que vive de los caballos y de

rapiñar. Una noche consigue escapar de sus captores y muy debilitado huye en dirección a

las montañas. Aegir, que así se llama el muchacho, es perseguido hasta que un tigre se

interpone en el camino y gracias a la piel de oso que lleva, y que le vale su apodo, el tigre lo

confunde y decide atacar a los naatfarirs que huyen despavoridos. En medio de su travesía,

la muchacha, perseguida por los miembros del clan de Shogh el Pico, se encuentra con el

débil muchacho y se juntan para proseguir juntos el camino. Sin embargo, puesto que Aegir

no tiene fuerzas para andar muy rápido, debido a su largo cautiverio, la chica decide

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abandonarlo en la montaña no sin antes dibujarle con la uña un par símbolos mágicos para

que lo protejan.

Aegir se desmaya y es encontrado por un muchacho cuya ambición es ser un escaldo. A

partir de ese momento se forja una relación de amistad y ambos acuden en busca de

Sheylis, que ha huido hacia las tierras de Oqam el Pescador. Allí, Aegir, se transforma en un

dakan para proteger a un abuelo que está siendo atacado por unos ladrones. Sin embargo,

la suerte no está del lado de la chica y es secuestrada por unos sacerdotes fanáticos de una

nueva religión. Los sacerdotes encierran a Sheylis en una jaula y allí conoce a una muchacha

que se encuentra en una situación parecida. Sheylis, a pesar de no saber mucho de magia,

pretende esperar el momento oportuno para intentar escapar con la ayuda de las thun-lawz.

2.3 El mundo de Tierra Dragón

En este apartado nos centraremos en introducir algunos términos que nos permitirán

entender mucho mejor la organización, el funcionamiento y los habitantes del mundo de

Tierra Dragón. Las explicaciones han sido traducidas y resumidas de la parte final del libro.

Tierra Dragón Es un reino montañés, parecido a una isla en medio de un océano de montañas. Está ocupado por clanes y tribus unidas por un Río, por un extenso poema épico y por el miedo a un Rey Dragón que nadie ha visto jamás y que vive encerrado en una torre en Kesh la Grande, la ciudad capital del reino.

Los clanes Hay un total de tres. Cada uno debe su nombre a un fundador que vivió en los tiempos antiguos. Estos fundadores han dejado para la posterioridad costumbres muy respetadas por sus descendientes. Así, Shogh el Pico era un ermitaño pobre y devoto, Dird el Canoso un mercante interesado únicamente por el comercio y la música, y Oqam el Pescador un ocioso rico y pacífico.

Las tribus También son tres. Su origen es confuso. Parece ser que vinieron del exterior del reino en los tiempos antiguos. Los naatfarirs son guerreros ceñudos y obtusos que viven de la cría de caballos y de rapiñar. Los baadalis, ladrones y camorristas, producen cereales y habas para alimentar el reino. Por último, solo se puede decir bien de los kaafirs, pues son gente de gran valor moral, que tiene una reputación mística y con la que gusta quedarse. Algunas leyendas dicen que las tres tribus obtuvieron su territorio del Rey Dragón a cambio de servicio eterno e irrevocable.

El Río

Metálico

Este país de cumbres y puertos de montaña nevados, de bosques y de pastos alpinos, de torrentes, de valles profundos, de hielo y de roca donde soplan numerosos vientos y se levantan frecuentes tormentas, está atravesado por una corriente de agua de extraña consistencia (un tipo de metal ligero y líquido), sobre el que navegan embarcaciones de piedra y donde viven peces comestibles y criaturas inquietantes. El Río nace en las mesetas del noroeste, en el territorio naatfarir. No se sabe

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qué pasa con él una vez franqueados los límites del reino, allí sus aguas se hunden bajo tierra. Los habitantes del reino piensan que el río posee voluntad propia.

La magia Ha estado presente desde siempre en Tierra Dragón. Fue despertada en los tiempos antiguos gracias a las invocaciones elementales pero, a pesar de ello, se activa por medio de thun-lawz, piezas de madera, hierro y piedra sobre las que hay grabados los signos de poder. La leyenda contempla que los dioses dieron estas piedras a los hombres que vinieron a instalarse en el reino.

Los magos Los hay de dos tipos. Los magos negros, un tipo de magos-guerreros adeptos a la violencia, y los magos grises, chamanes que se basan en el conocimiento. Estos dos tipos de magos no se pueden ver. Unos y otros utilizan, para fines diferentes, las conocidas thun-lawz.

Las criaturas El reino está, sobre todo, acosado por los Qamdars, o demonios elementales, supervivientes de los tiempos antiguos. Los rumores relatan también la existencia de gigantes, animales salvajes que habitan en las montañas, magos maléficos y de hombres llamados dakans capaces de transformarse en monstruos. Es difícil distinguir entre la leyenda y la realidad.

Las

divinidades

La población de Tierra Dragón honra a tres divinidades. El Jinete del Viento es el dios aéreo del Cielo, del Soplo y de la Razón; símbolo del poder de la mente está ligado a las piedras. El Brillante o Dueño del Rayo es el dios del Coraje, de la Fuerza y de la Energía; símbolo del poder del cuerpo está ligado al hierro. La Reina de las Montañas es la diosa de la Tierra fecunda y del elemento líquido; símbolo del poder del corazón está ligada a la madera.

Las zonas

salvajes

Algunas partes del reino se escapan de la autoridad de las tribus, de los clanes y de Kesh la Grande y se desaconseja aventurarse en ellas. Allí se encuentran los pantanos turbios y envenenados de Mingoras, los estanques de Gansh (que se dicen estar habitados por fantasmas), la meseta de Deosai (llena de bestias), y los alrededores del monte Kaskar, donde, según la leyenda, viven los dioses del reino.

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3. TRADUCCIÓN

Tierra Dragón I. El aliento de las piedras

Primera parte

(…) Al borde del reino

unos hombres me han atrapado.

Agitaban sus horcas

con aire arrebatado.

Yo estaba desnudo.

Pensé que mi hora había llegado.

Estaban furiosos.

Les dije que si me mataban morirían.

Porque un mago me protegía.

Me perdonaron la vida y me apresaron. (…)

Y en las borrascas

de copo helado

que me cubrían la cara como un antifaz

con las piernas trabadas

por la espesa nieve que cubría las grietas he andado

y andado sin volver jamás.

He huido con el miedo acompañado

en dirección a las montañas.

Entre la niebla malva

escuché a las bestias.

Sus gritos se perdían entre el soplido del viento

y el crujir del helero.

Corrí y caí.

Sentí mi corazón fatigado.

Mi rezo violento

apresuró el fin del tormento.

El canto del Río o Viaje de Rosk el Tuerto

(extractos de los cantares VI y VII)

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Sheylis sintió un escalofrío.

Nunca había querido a su abuela. A decir verdad la anciana le ponía la piel de gallina.

¿Qué le debería de haber pasado a su madre por la cabeza para abandonarla allí?

Quería tener las manos libres para rehacer su vida con aquel mercader cuyo nombre he olvidado…,

pensó Sheylis para sí.

En pocas palabras, su madre había desaparecido sin dejar rastro ni ningún tipo de

información.

Ahora Sheylis vivía a una legua de la ciudad de Karar, en el territorio de los puritanos de

Shogh el Pico, al borde de un tenebroso bosque de robles de tronco rojizo y de ramas

sarmentosas, con una soledad que le pesaba. No tenía amigos. Las chicas con las que se

cruzaba al ir al mercado se negaban a dirigirle la palabra. Cuchicheaban a su paso y Sheylis

había descubierto que la apodaban Mal de ojo.

Con los chicos sucedía lo mismo.

Sin embargo, Sheylis era guapa. Muy guapa, de hecho. Tenía trece años y prometía, con

sus rizos morenos y sus asombrosos ojos verdes, revolver corazones. Pero, para los

aldeanos, su abuela era una bruja que practicaba una magia maléfica.

¡Pero bien contentos que se ponen cuando se encuentran con la anciana y están enfermos, ya sean ellos o

sus animales! Pensó Sheylis con amargura.

El único aspecto positivo, desde que fue confiada a su abuela, era que esta le transmitiría

su conocimiento. Secamente y sin indulgencia, sin manifestar el menor afecto aunque sin

maldad alguna. La joven solo había necesitado dos años a su lado para ser una aprendiz

aceptable. Sin duda, su abuela conocía las plantas curativas, así como el uso de las thun-

lawz, las piedras de poder; eso les aseguraba, a pesar del recelo constante de los habitantes

de Karar, una relativa tranquilidad.

Una tranquilidad amenazada estos últimos tiempos por una epidemia de peste roja

especialmente virulenta que había causado grandes estragos entre el ganado de la región.

Incluso su abuela había sido incapaz de poner fin a la enfermedad. Fue entonces cuando

los aldeanos empezaron a murmurar; a pensar que ella estaba allí por alguna razón. El clan

de Shogh el Pico no era conocido por tener una mente abierta…

—¡Sheylis! —gritó otra vez su abuela.

Se desprendió de su miedo y entró en la bodega. El olor dulzón del humo de resina de

pino la arrastró; aquel olor flotaba sobre todo el reino, puesto que todo el mundo se

calentaba y cocinaba con aquel árbol, que crecía rápido y por todos lados. La cabaña

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rudimentaria, de madera y adobe, estaba adosada al tronco de un roble milenario y no tenía

más que dos habitaciones; la que ocupaban ahora era pequeña y servía de cobertizo, y la

otra, más grande, era donde comían, trabajaban y dormían encima de unos jergones que

tendían cada noche frente a la chimenea.

La anciana, vestida como siempre con un manto de lana negra y con la cabeza tapada

bajo su gran capucha, buscaba dentro de un baúl que Sheylis no recordaba haber visto

abierto jamás.

—Van a venir —anunció la vieja sin girarse. —Lo he leído en las thun-lawz. Traerán

antorchas, armas y estarán muy furiosos. Nada ha cambiado desde los tiempos de Rosk el

Tuerto… Van a por mí, y a por ti también. Estos idiotas se creen que si nos matan

acabaran con la enfermedad. Por eso debes huir. Ahora mismo.

La joven se quedó destrozada.

—¿Debemos irnos? —balbució —pero, ¿dónde?

Su abuela le echó una mirada desoladora.

—No hay un "donde". Mis piernas viejas me fallarían al primer obstáculo. Debes huir

sola. Evita el Este y el territorio de los naatfarirs; son unos bárbaros. Encuentra refugio

entre del clan de Oqam el Pescador, si consigues cruzar el Río, o el de Dird el Canoso, por

las montañas. La gente de allí nos tolera más.

—Pero, ¿y usted? —insistió una vez más.

—Es demasiado tarde, hija.

Miró a Sheylis fijamente y con gran intensidad.

—Intenta mantenerte con vida. Te prometo que siempre estaré a tu lado.

Cogió una bolsa de cuero que estaba al lado del baúl y se la dio a Sheylis.

—Dentro he metido un juego de thun-lawz, bebida y comida para varios días y algunas

hierbas y pociones.

Se quitó el manto y lo puso sobre los hombros de Sheylis. Sin él, parecía aún más flaca.

—No pierdas más tiempo. —Terminó— Has sido una aprendiz muy buena. Y

seguramente lo mejor que me haya podido pasar jamás.

Después rodeó a su nieta con los brazos. Sheylis se sentía emocionada, a pesar de que se

tratase de ella, por este impulso de afección y las dulces palabras de su abuela, las primeras

que le dirigía. Se lamentó de que hubiese sido necesaria tal terrible situación para que la

anciana se confiase al fin, y ella sintió en su interior un enorme desorden. Después un calor

intenso la invadió. El vértigo se apoderó de ella y su corazón empezó a latir con más

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fuerza. Sin embargo, no iba a permitir que la emoción la desbordase. Ese no era el

momento.

—Vete ya, hija mía —dijo la anciana empujándola. —Ya vienen. ¡Que los dioses te

protejan en tu periplo!

La sensación de mareo desapareció tan deprisa como había aparecido.

Sheylis cogió la bolsa y se dirigió hacia la puerta.

Se giró para ver una última vez a su abuela: la imagen de la vieja bruja se volvió confusa.

Sacudió la cabeza y se marchó.

2

El guerrero contempló la jaula con aire pensativo.

Era alto y musculoso. Tenía el pelo largo y negro recogido en la nuca con un cordón

mugriento. Su corta y negra barba disimulaba una parte de la cicatriz que dividía su mejilla

izquierda. Su mirada era clara, brillante y con una intensidad poco común. Su ropaje de

cuero reforzado de piezas metálicas desaparecía parcialmente bajo una piel de lobo, animal

que vivía en jaurías numerosas por la estepa. A un lado llevaba, en una funda muy bien

ajustada, el sable tradicional de los guerreros naatfarirs. En la espalda portaba un escudo de

cuero, decorado con distintas thun-lawz y acompañado de un pequeño arco de doble

curvatura con un carcaj lleno de flechas de madera oscura.

Hurgó dentro de un cubo sobre el que zumbaba un enjambre de moscas, luego lanzó a

través de los barrotes un hueso medio roído.

—¡Aquí tienes, Piel de Oso, tu comida!

En la jaula, una silueta surgió bajo un manto miserable. Cogió el hueso con avidez y

volvió a la sombra, clavando en su carcelero una mirada cargada a la vez de temor y de

odio. Se trataba de un chaval joven que llevaba como único vestido un taparrabos de tela

áspera y una gran piel de alguna bestia sobre sus hombros. Era de estatura media, estaba

flaco y muy sucio. Tenía el pelo rubio desgreñado y los ojos azul oscuro, casi negros. Era

difícil saber cuántos años tendría. Quizá tenía doce años, pero no muchos más.

El guerrero sonrió. De su cinturón sacó un collar, una cinta de cuero rodeada de un

metal azulado extraño y con thun-lawz centelleantes incrustados. Lo blandió bajo los ojos

del chico.

—¡Te trataremos como a un ser humano el día en que te conviertas en un animal!

Luego se alejó a paso ligero, llevándose el cubo de restos hacia las otras jaulas alineadas

a lo largo de la empalizada.

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Con el hueso apretado contra el pecho, el chico esperó a que el hombre estuviese lo

bastante lejos. Desde donde se encontraba podía ver el patio fangoso, la puerta de dos

hojas y los guardianes que obedecían a ese hombre llamado Ishkar. Era él, siempre él, quien

lo alimentaba desde hacía tres años. Desde que fue capturado. Desde la muerte de sus

padres, asesinados a manos de los naatfarirs. Esa jaula sólida de hierro, ese patio protegido

por una espesa valla de madera que los guerreros vigilaban día y noche; el olor ligeramente

dulzón de la madera resinosa que formaba los trozos de la muralla y ese hombre pensativo

y despreciable se habían convertido en su único horizonte.

Los recuerdos de su corta vida en libertad se atenuaban como los pedazos de bruma que

se deshilachan en el viento. Se acordaba de su nombre: Aegir. Se acordaba de que en el

momento de su captura iba vestido con una piel de oso, cosa que le habían dejado

conservar y que le había valido su apodo. Se acordaba de que su familia había huido poco

antes de que fuese sorprendida por los saqueadores a caballo. Todavía conservaba en la

memoria escasos momentos y algunas escenas sin alguna relación entre ellas. Sin embargo,

el rostro de su madre se había borrado, a la vez que el de su padre y de su hermana.

Estaba solo. No había tenido la ocasión de relacionarse jamás con el resto de los

prisioneros. Había llegado a hablar con ellos en la lengua común del reino, pero los

cautivos no se quedaban mucho tiempo en las jaulas. ¿Qué pasaba con ellos una vez se los

llevaban al otro lado de la empalizada? No sabía nada. Solo sabía que, a él, jamás lo habían

venido a buscar. ¿Quizá porque era el más joven? Seguramente se habría vuelto loco o se

habría dejado morir de hambre y de frío si no hubiese encontrado refugio en una idea fija:

escapar. Y descubrir qué había detrás de las estacas de la verja.

Aquella noche todo iba a cambiar. Hacía muchísimo tiempo que esperaba un hueso

como aquél. Su plan estaba listo, hasta el mínimo detalle.

Necesitaría todas sus fuerzas.

La puerta de la jaula cedió con un chirrido que le pareció el sonido de un trueno.

Aegir esperó un instante, el corazón se le salía del pecho y rezó con todas sus fuerzas a

las tres divinidades del reino.

Al Jinete del Viento, para que cubra el camino con silencio.

Al Dueño del Rayo, para que ciegue a los guardianes.

A la Reina de las Montañas, para que apacigüe el miedo.

Nadie fue a ver qué pasaba y Aegir respiró de nuevo. La noche era negra. Se alegró

porque eso escondería su fuga.

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Dejó el imponente hueso que le había servido para forzar la cerradura dañada por el

óxido encima de la puerta. Se acurrucó en su piel de oso, tanto para protegerse de la

mordedura del frío como para darse fuerzas, y puso el pie en el patio.

Empezó por enderezarse. Su jaula era lo bastante larga para poderse tumbar por

completo, pero no lo bastante alta para ponerse en pie. Una vez vencido un ligero vértigo,

saboreó esa sensación.

Alzó la mirada hasta perderse en la bóveda celeste, moteada por una miríada de estrellas.

Habían estado allí noche tras noche para él. Se había divertido dándoles nombres,

imaginando formas, escogiendo la más brillante… Sentía por aquellas lucecitas, fuera de

alcance de los naatfarirs, un cariño sincero.

A continuación se dirigió sin hacer ruido hacia la zona de la empalizada que sabía que

no estaba bien vigilada. Sus manos y sus pies encontraron sin dificultad los nudos, había

muchos en los troncos de los pinos, y rápidamente se alzó por encima del suelo. Se había

entrenado todos los días, a espaldas de sus carceleros, agarrándose y colgándose de los

barrotes de hierro de su jaula para fortalecer los músculos de los brazos y de las piernas.

Pronto alcanzó la cima de los postes, que salvó pasando entre dos puntas. Lejos de

imaginarse que uno de sus prisioneros estaba a punto de escapar, los naatfarirs patrullaban

de un lado a otro aletargados por el frío. Aegir se dejó caer hacia el otro lado.

Para su sorpresa, no se alzaba ningún pueblo detrás de aquellos muros. Tampoco

ninguna casa ni ninguna fortaleza. Aquello que había creído un patio, en realidad era una

cerca. Una prisión aislada en medio de la estepa. Ese único edificio que flanqueaba la

empalizada albergaba una caballeriza y una sala provista de una chimenea para los guardias.

Aegir dudó. Conocía muy poco aquel lugar. Su escasa memoria no había conservado el

recuerdo de su trayecto y las informaciones que había obtenido de los demás prisioneros

eran poco precisas. Sabía que las tierras de los naatfarirs se encontraban en el extremo

oriente del reino, sobre las vastas mesetas donde nace el Río Metálico, que cruza Tierra

Dragón. Las vastas tierras estaban cubiertas de una ardiente estepa en verano y de hielo en

invierno, eran aptas para la cría de caballos pero no para el cultivo, lo que obligaba a los

naatfarirs a trocar sus animales por habas y cereales.

Aegir tenía dos posibilidades: seguir el lecho de uno de los riachuelos que pasan por la

estepa y llegar al Río o dirigirse a las montañas que con su masa parecían aplastar la meseta

donde estaba la cerca.

Una vez a salvo en los territorios de los otros clanes tendría tiempo para pensar.

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Después de reflexionar durante un momento, Aegir consideró que la opción del Río era

la más obvia y los caballos no tardarían mucho en atraparlo. Así pues, se decidió por las

montañas, porque en el caso de que los naatfarirs decidiesen perseguirlo, se verían

obligados a hacerlo a pie.

3

Ishkar ordenó abrir la pesada puerta de madera que tapiaba el cercado.

Aunque dormía sobre una manta de lana gruesa dentro de su tienda de fieltro, su

instinto lo había despertado en plena noche. Ocurría algo inusual.

El jefe naatfarir contuvo su impaciencia ante la lentitud de sus hombres. Él estaba

personalmente a cargo de los Dakans. Era gracias a esa responsabilidad tan importante que

tenía un asiento en el Consejo de la tribu. Ishkar sabía que muchos oficiales le tenían

envidia y esperaban a que cometiese el más ínfimo error para reclamar su puesto.

Entró en el patio. Un simple vistazo fue más que suficiente para saber que no se había

equivocado. Se abalanzó sobre la jaula de Aegir: estaba vacía. Dio una patada de rabia

contra la puerta y mandó a paseo el hueso que estaba metido en la cerradura.

¡Por la balsa de Rosk el Tuerto! Dijo para sí.

Las palabras restallaron y los naatfarirs se reagruparon en torno a la cuadra.

—Tenemos un fugitivo— profirió Ishkar mientras se subía encima de su caballo. —Es

el chico, no ha podido ir muy lejos. ¡Teresh! Coge a cuatro hombres y cabalgad en

dirección al Río. Yo iré por las montañas. Y, por los Dioses, ¡vigilad el cercado!

Dio un taconazo a la bestia de color tierra, a la que le empezaba a crecer el pelo de

invierno, y rápidamente desapareció en la noche seguido por dos guerreros descontentos de

haber sido arrancados de la tranquilidad de la sala de los guardias.

4

Aegir avanzaba muy despacio.

Estar cautivo en una jaula abierta a los cuatro vientos lo había hecho más fuerte contra

la ventisca y la intemperie, pero, aún así, la primera borrasca de nieve lo había congelado

hasta los huesos.

Se esforzó por mantenerse sereno.

Si nieva, a los naatfarirs les costará seguir mis pasos, dijo para intentar convencerse.

Sus pasos… Aegir ya no notaba sus pies, a pesar de llevarlos envueltos con la lana que

había sacado de su manto. De hecho, solo la piel de oso le daba algo parecido al calor.

Tiritó.

Page 15: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

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Me voy a morir de frio en las montañas, pensó casi sorprendido. Los naatfarirs encontraran mi

cuerpo en primavera y se lo disputaran sin descabalgar de sus caballos.

El amanecer lo sorprendió cuando empezaba el ascenso hacia el primer puerto de

montaña.

La posición del sol le confirmó que seguía la dirección correcta y el calor de los rayos

que le golpeaban en la espalda le dieron valor.

Y el hambre le invadió por completo. No había tenido la oportunidad de guardar algo

de comida. Ishkar apenas le daba lo suficiente para sobrevivir cada día. Y cuando su

guardián estaba descontento con él, lo privaba de comida. Estaba acostumbrado a comer

poco, pero sus escasas reservas de energía habían desaparecido al ritmo del esfuerzo que

había hecho desde el despunte de la noche para avanzar mientras luchaba contra el frío.

Aegir se concedió un descanso. Se sentó encima de una roca que emergía de la capa de

nieve. No debía pararse mucho tiempo, o no se pondría otra vez en marcha jamás.

Pero, ¿para qué seguir adelante? Se dijo. No llegaré nunca, eso es así. Hay que ser claros: ¿qué me

espera detrás del puerto? Más montañas y más nieve. ¡Será mejor que me quede aquí tumbado y que me

deje morir! O descender y rendirme…

Más abajo aparecieron unas siluetas oscuras que avanzaban a toda prisa. Eran los

naatfarirs.

Las ganas de rendirse desaparecieron de inmediato. Los guerreros negros debían de estar

muy enfadados por haber tenido que seguirlo hasta allí y el castigo estaría a la altura de su

furia. Y Aegir no estaba seguro de que Ishkar tuviese suficiente interés en él para no

matarle…

En su miedo encontró la fuerza para retomar el ascenso.

Detrás de él, como ya había supuesto, los jinetes habían desmontado. La pendiente era

demasiado fuerte y resbaladiza para los caballos. Una vez abandonaron sus monturas,

continuaron la persecución a pie.

—¡Piel de Oso! — aulló la voz de Ishkar que le llegó débil. —¡Te voy a atrapar y a

azotar hasta que tus huesos brillen bajo la luz de la luna!

Aegir gimió. Sus perseguidores le ganaban terreno rápidamente. Intentó acelerar un

poco más.

No puedo volver allí abajo, pensó preso del pánico. ¡No sobreviviré al látigo! No podría aguantar

una noche más entre barrotes…

Page 16: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

16

Mientras avanzaba con torpeza hacia el puerto, un movimiento fortuito le llamó la

atención. ¿Se trataba de uno de esos gigantes crueles que atacaban a los viajantes cerca de

los pasos para atracarlos y devorarlos?

Un bufido de felino respondió a su pregunta.

Las historias contaban que uno se podía librar de un gigante mediante palabras ágiles o

echándose a correr si se tenían unas piernas fuertes. Sin embargo no decían nada al

respecto sobre los tigres…

Para su sorpresa se trataba de un tigre de las montañas que acababa de aparecer por la

pendiente, grande como un caballo, fuerte como un toro y ágil como una serpiente. El

depredador más temible de todo el reino y que solo algunos locos –que no llegaban a

viejos– cazaban para conseguir su magnífica piel blanca con rayas negras.

El felino descendió hacia él en una sucesión de fabulosos saltos.

Los naatfarirs interrumpieron en seco su impulso. Con los ojos fijos en el tigre, atentos a

su avance, hicieron un movimiento prudente de reagrupamiento. Era raro que el terrible

animal se contentara con una sola presa.

Aegir no perdió ni un instante en reflexionar. Hizo lo que le pareció más razonable:

cavó un agujero en la nieve y se acurrucó en su interior y se puso la piel de oso por encima.

Luego empezó a invocar en silencio la protección de las tres divinidades.

Al Jinete del Viento, para que engañe al olfato de la bestia.

Al Dueño del Rayo, para que lo disimule a los ojos del monstruo.

A la Reina de la Montaña, para que amortigüe los latidos de su corazón.

5

El tigre se detuvo a escasos pasos del chico, desconcertado.

Con su vista aguda y su temible olfato, había descubierto a un humano, un joven

humano que había osado aventurarse en su montaña. Sin embargo, ese aroma acababa de

desaparecer. En lugar del olor soso de los humanos, ahora flotaba el efluvio almizclado de

un oso de los bosques.

El animal aspiró aire otra vez. Sí, era un oso, un gran macho que se había metido dentro

de la nieve a menos de tres pasos. ¿Por qué había venido? Los osos no solían subir tan

arriba. Había un pacto milenario: para los tigres las montañas, los muflones y los viajeros

extraviados; para los osos los bosques, los ciervos y los leñadores imprudentes.

Sacudió la cabeza y dio un bufido. Sí, tenía hambre, pero no hasta el punto de atacar a

un oso. El gigantesco felino dirigió su atención hacia abajo.

Page 17: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

17

Descubrió otras presas, caballos y hombres que también invadían su territorio. Entonces

entendió la presencia del intruso: perseguido por los cazadores, el oso de los bosques se

había refugiado en la montaña. Pues bien, ¡esos cazadores iban a aprender lo que se siente

al ser cazado!

Profirió un rugido potente, que fue amplificado por las cumbres cercanas.

Los humanos huyeron en un desorden risible. El tigre sintió su miedo y se deleitó en él.

Rugió una vez más, por placer, y se precipitó pendiente abajo.

6

Al estar la ruta del Río cortada por una muchedumbre enfurecida, Sheylis salió tan

rápido como sus piernas se lo permitían a través del bosque hacia las cimas nevadas.

Ahora se veía obligada a pasar por las alturas si quería llegar a las tierras de otro clan.

Le había ido de muy poco tiempo para que la muchedumbre no la atrapara antes de que

pudiese desvanecerse en la penumbra protectora de los grandes árboles. Conocía el bosque

como la palma de su mano, ya que había pasado largos días en busca de leña para el fuego y

de plantas, o para recoger los lazos que su abuela le había enseñado a colocar. Del mismo

modo, se había distanciado con facilidad de los aldeanos que le daban caza.

El saco que su abuela le había dado le pesaba muchísimo sobre los hombros. Pero las

provisiones que había descubierto, cuando casi de noche se había parado agotada en el

hueco formado por las raíces tortuosas de un roble, habían compensado el esfuerzo.

Indiferente a los arañazos, se acurrucó en la áspera corteza del árbol y lloró, dejando partir

con sus lágrimas parte de su tristeza y de su miedo.

Se volvió a poner en marcha antes del alba para acrecentar la distancia con sus

perseguidores y así salvar los pastos alpinos que apenas conocía. Allí, una nieve precoz

había arruinado sus esperanzas de no dejar huellas...

Sheylis aprovechó la vista despejada, entre dos períodos de niebla, para hacer balance y

situarse. Se soltó el cordón que fijaba el manto de lana de sus hombros y de un bolsillo del

interior salió una curiosa piedra azul atada en la punta de un cordel.

Mi primer regalo, no pudo evitar pensar, mi primera recompensa.

Su abuela se la había dado después de que ella sola hubiese confeccionado una pomada

de cicatrización. «Gracias a esta piedra, le había dicho la anciana, podrás ir más lejos por el

bosque, allí donde crecen las plantas raras y volver a casa sin perderte.» Y mira por dónde

que hoy, como una cruel ironía, ella utilizaría la piedra para alejarse.

Page 18: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

18

La joven apartó los recuerdos de su mente y se obligó a concentrase. Tenía la piedra en

la palma de la mano. La punta osciló antes de quedarse fija e indicar una dirección.

Ya tengo rumbo, iré siempre hacia el suroeste, constató segura de sí misma.

Las tierras de Dird el Canoso estaban muy lejos. La única esperanza de alcanzarlas era

llegar al río y encontrar un puente o un barquero para llegar a las de Oqam el Pescador.

Una vez allí, estaría sometida a unas leyes diferentes a las de Shogh el Pico. Las reglas del

reino eran claras y los hombres que la perseguían no le podrían hacer nada.

Debo mantener la ventaja a toda costa, se repitió apretando los dientes.

A pesar del cansancio y de la gran incertidumbre a los que su fuga le había condenado,

no le pasó ni una sola vez por la cabeza abandonar o dejarse llevar por la desesperación.

Sheylis se adentró en una meseta dominada por el viento.

El viento estaba omnipresente en Tierra Dragón. Era violento en las montañas que

rodeaban el reino como las murallas en una ciudadela (o los muros de una prisión) y dulce a

lo largo del Río Metálico donde había empujado hacía el Aval la embarcación de piedra de

Rosk el Tuerto, en tiempos antiguos (eso era lo que su abuela le había contado). No era en

vano que la primera divinidad del reino fuese el Jinete del Viento.

De golpe, la joven gritó y cayó de rodillas, presa del vértigo de nuevo.

Abuela… balbució con las manos en la cabeza.

Su abuela acababa de exhalar el último suspiro. La habían matado. A bastonazos o

entregada a las llamas, ¿qué importancia tenía? Estaba muerta. Sheylis no entendía como

podía saberlo, pero lo sabía. Lo había sentido en lo más profundo de su ser.

¡De ahora en adelante estoy sola, completamente sola!

Le dieron ganas de gritar otra vez, pero se contuvo porque unos hombres la perseguían

y no debían de estar muy lejos.

Le vinieron a la cabeza algunos versos extraídos del Canto del Río. Los recitó en voz

baja, porque pensó que su abuela, a quien le encantaba Rosk el Tuerto, lo había querido así:

Estaban llenos de ira

y me han querido matar.

Los niños me tiraban piedras

y las mujeres me escupían en la faz.

No tuvo fuerzas para recitar más. Se quedó quieta un buen rato, indiferente al viento, al

frío y a la nieve que caía en cortantes copos.

Page 19: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

19

7

Un paso. Dos pasos. Uno más. Y otro más.

Los alaridos de los Naatfarirs le habían dado alas para abandonar el agujero de la nieve,

abalanzarse hacia el collado, bajar por la otra vertiente, bordear una interminable hilera de

rocas y franquear un nuevo paso.

No se podía explicar por qué razón el tigre de las montañas no lo había atacado. ¿Quizá

prefería la carne de los caballos o la de aquellos hombres más robustos? Daba igual, aquel

cambio había surtido efecto: ya no tenía que preocuparse por sus perseguidores.

Solo por el frío. Y por el hambre. Por el cansancio. Por la nieve que entorpecía sus

pasos. Por el cielo, que estaba del mismo color que el suelo y que le daba la impresión de

que se ahogaba.

Aegir terminó por no saber si estaba vivo o muerto. Flotaba en alguna parte, entre el

sueño y la bruma, entre dos realidades.

Las piernas le fallaron definitivamente en la entrada de una meseta dominada por los

vientos. Se hundió en el suelo nevado.

Consiguió tumbarse de espalda hacia arriba.

Los copos dispersos, que salían de un cielo uniforme y gris, se fundían sobre su cara.

Durante un instante pensó que las estrellas caían del cielo.

Encontró fuerzas para murmurar una última plegaria. Y fue a la Reina, a la señora de la

montaña, a quien la dirigió:

Llévame cerca de mi familia, por favor. No soy viejo pero ya he pasado suficiente frío,

suficiente miedo, suficiente hambre para toda la vida…Tómame en tus brazos…

No sabía si la Reina lo escuchaba. Tampoco sabía si los dioses, aquellos a los que se

dirigía tan a menudo, existían. Solo se acordaba de que a su madre le encantaban las

plegarias y que su padre juraba a menudo por su nombre.

Tuvo un deslumbramiento. Un recuerdo desaparecido salió a flote.

Su madre lo cogía de la mano. En la plaza de un pueblo se alzaba una gran piedra pulida

por los años, una estaca de hierro corroída por el óxido y un tocón de madera agrietado.

«El Jinete gusta del silencio de las piedras, le decía su madre; el Brillante, del sabor del

metal; la Reina, sin embargo, prefiere el calor de la madera.»

Aegir dejó que el recuerdo se evaporase y abrió los ojos.

Entonces sintió, encima de él, la cara de una chica.

La Reina… murmuró Viene a buscarme…

Page 20: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

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Sheylis retrocedió.

Pensaba que el chico estaba muerto. Pero, ¡Mira por dónde había resucitado y se había

puesto a delirar! Hurgó en su bolsa, sacó una cantimplora y se la acercó a la boca.

Él tosió.

Bebe le ordenó. Esta poción despertaría a un muerto.

Le metió la cantimplora entre los labios, obligándolo a hacer lo que le decía.

Pierdo un tiempo precioso, pensó ella. Suponiendo que vuelva en sí, será incapaz de andar. No me

puedo permitir rezagarme.

La poción surtió efecto rápidamente. Aegir tosió con más fuerza. Con la ayuda de la

chica, se incorporó y se puso bien la piel de oso alrededor de los hombros.

Gracias resopló débil hundiendo la mirada en la de ella. Tú no eres la Reina de

las Montañas.

Sheylis sacudió la cabeza a modo de respuesta.

No lo tenía muy claro. Me llamo Aegir. Los que me persiguen me apodan Piel de

Oso.

¡A él también lo perseguían! Se estremeció.

Yo soy Sheylis respondió y tras dudar continuó: A mí también me persiguen. En

donde yo vengo me apodan Mal de Ojo.

Después de todo, articuló Aegir no me va del todo mal con Piel de Oso.

Sheylis esbozó una sonrisa. Si era capaz de bromear, quizá tendría fuerzas para caminar.

No debemos quedarnos aquí. ¿Te puedes levantar?

Aegir asintió.

Entonces en marcha soltó ella. No estamos muy lejos de las tierras de Oqam el

Pescador. Basta con tomar la garganta de allí.

Sheylis señaló una falla en la meseta que zigzagueaba brusca hacia la valle.

Ayudó al chico a ponerse en pie. Él se tambaleó.

Podré dijo enderezando la cabeza. Tu chisme, eso, me ha venido bien.

El vientre le hizo un ruido espantoso.

Toma dijo Sheylis sacando de su bolsa un trozo de pan. Es todo lo que me

queda, pero tú lo necesitas más que yo.

Le dio las gracias con un gesto antes de zamparse el mendrugo de pan. Se moría

literalmente de hambre.

Luego, ella se puso en marcha. Mal que bien, Aegir se amoldó a sus pasos.

No puedo abandonarlo, se repitió Sheylis para convencerse de ello. También es un fugitivo…

Page 21: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

21

8

Sheylis supo, incluso antes de ver las siluetas al otro lado de la meseta, que los aldeanos

les estaban a punto de alcanzar.

Los dos avanzaban con una lentitud exasperante. Su compañero de huída no se daba

cuenta de nada, ya que concentraba todos sus esfuerzos en andar. No lo suficiente rápido,

pensaba la chica mordiéndose los labios.

Debía abandonarlo lo antes posible o, si no, estaría en manos de sus perseguidores antes

de terminar el día. Pero tenía dudas. ¿Qué debo hacer? ¿Qué han querido decirme los dioses al poner

el chico en mi camino? ¿Será una prueba? ¿Un castigo por haber abandonado a mi abuela?

Las lecciones de la bruja habían afianzado el temperamento místico de la joven. Sheylis

no podía sino ver señales por todos lados, señales que no podía evitar interpretar.

Detestaba la idea de que algo pudiese suceder sin razón alguna, porque eso habría

significado la absurdidad de su propia vida.

Observó a Aegir. El muchacho avanzaba con la mirada fija, la mandíbula apretada y las

piernas rígidas. De él emanaba una voluntad feroz, casi inhumana. Pero a su vez parecía

frágil. Un golpe de viento lo habría podido tumbar. Sin embargo, seguía avanzando.

Si lo abandono, morirá. Si no lo hago seré yo quien muera.

¿No puedes ir más rápido? Le preguntó intentando no mostrar su impaciencia.

En la mirada del chico, pudo ver un desespero profundo que le hizo lamentar en

seguida haber preguntado.

Hago lo que puedo solo pudo responder.

Con eso es suficiente lo animó Sheylis. Al final del collado que te he enseñado, es

muy probable que haya un pueblo. Podremos comer y descansar todo lo que queramos.

Pero ella no lo creía en absoluto.

9

Eran una decena.

Decididos. Con la mirada penetrante. Con su equipo en la espalda y un bastón en la

mano. Ardían en deseo de matarla, pero el jefe del pueblo había sido claro: debían traer a la

chica con vida.

Ante ellos dos muchachos huían, uno sosteniendo la mano del otro. El otro fugitivo no

les interesaba.

Page 22: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

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Jamás se habían aventurado más allá de Karar. El pueblo, los campos, el bosque de

alrededor, la villa donde había el mercado, y eso era todo. Shogh el Pico desconfiaba de los

viajeros, solo traían problemas.

Nunca debieron haber aceptado que la bruja se instalara en el bosque. No sabían de

dónde venía, ni por qué había elegido las tierras del clan para vivir. Pero la bruja se había

ocupado de la mujer del jefe del pueblo y la había curado. Había obtenido el derecho a

quedarse, los había engatusado dándoles sus pociones.

Y finalmente había acabado por mostrarles su verdadera naturaleza; les había enviado la

peste roja que había diezmado los rebaños.

La maldita bruja había pagado por ello.

Solo quedaba su descendiente. Había que impedir que propagara sus maleficios y que

siguiera cometiendo sus fechorías en otro lugar.

Eso se haría dentro de poco.

Sin pararse a consultarse unos con otros, aceleraron el paso.

10

Escúchame con atención.

Sheylis había tomado una decisión. Agarró a Aegir por el brazo. El muchacho se

estremeció, estaba muy concentrado en colocar sus pasos sobre los de la joven. Su piel de

oso flotaba sobre sus hombros delgados.

Los hombres que me buscan están justo detrás de nosotros. Continuó.

No había el mínimo signo de pánico en su voz.

Es a mí a quien buscan. A ti te dejarán tranquilo.

Aegir tardó unos instantes a ser consciente de las palabras de la chica. Lanzó un gemido

como el de un animal herido.

No, no me dejes…

Ella sacudió la cabeza.

Si me quedo contigo, estás perdido.

Si te vas también lo estaré.

Sheylis se mordió los labios. El chico tenía razón. Pero, si se iba ahora, tenía una

pequeña posibilidad de salvarse.

Me duele hacerlo, Aegir. Lo que sea que los dioses hayan querido para nosotros, no lo he sabido

comprender. Si me salvo, al menos respetaré el deseo de mi abuela.

Page 23: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

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En un arrebato, se acercó a él y lo estrechó entre sus brazos. Siguiendo su intuición,

aprovechó para dibujar disimuladamente con la uña sobre la nuca de Aegir el signo de Urh,

un thun-lawz que significa suerte y curación, y después dibujó el de Elh, para calmar el

dolor.

Es todo lo que puedo hacer por ti, lamentó en silencio.

Tras ponerse sobre la cabeza la capucha de su manto, Sheylis se giró y se puso a correr

hacia el collado que se iba ensanchando. La bolsa de cuero le golpeaba los riñones. Los

pies, protegidos por tiras de piel de cordero, hacían volar la nieve.

Aegir le tendió un brazo suplicándole, pero ella no lo vio.

11

¡Ve a mirar!

El aldeano, obedeciendo a un leñador de puños fuertes y voz imponente que se había

puesto a la cabeza del grupo, se acercó al cuerpo que estaba tumbado en la nieve.

Un niño estaba envuelto en una piel de oso y su tórax se agitaba estremeciéndose. Era el

chico que acompañaba a la bruja.

El aldeano el dio unos golpecitos con el bastón y apartó la piel de oso. Entonces,

descubrió un cuerpo de aspecto demacrado, cubierto de señales de golpes y marcado por

las privaciones.

El aldeano se estremeció. Estaba claro que el chaval había tenido una vida difícil. ¿Por

qué estaba en la montaña?

Dudó. Si lo dejaba en la nieve seguramente iba a morir. Pero, ¿podrían hacerse cargo de

alguien que les retrasaría la persecución?

Se imaginó la mirada severa de su mujer. Sabía muy bien lo que ella le habría dicho: que

Shogh el Pico no habría dejado perecer a un inocente.

Un pasaje del Canto del Río le vino a la memoria:

Un niño estaba tumbado.

En sus ojos azorados

bailaba

el desespero

Pero ni su mujer ni Rosk el Tuerto estaban allí con él. Sin embargo, Arosh el leñador sí,

Arosh y su estatura imponente, Arosh y su voz autoritaria… Y el resto tenía mucha prisa

por volver a Karar.

Page 24: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

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¿Es la muchacha? preguntó impaciente Arosh.

No respondió el aldeano. Es el fugitivo que la acompañaba.

Déjalo ahí.

La sentencia cayó como un jarro de agua fría. Eso significaba la muerte para el chico. El

aldeano suspiró y contempló por última vez la cara del muchacho.

Aegir abrió bruscamente los ojos. Sus ojos grandes y oscuros. Muy grandes. Muy

oscuros. Unos ojos donde no había lugar para el desespero. Sus ojos se clavaron en los del

aldeano, que retrocedió pálido.

La mirada de Aegir brillaba feroz. Un rugido salió de su boca.

El aldeano lanzó un grito desgarrador.

Sus compañeros, que iban en su ayuda, dieron un paso atrás.

¡Atrás! Les gritó Arosh pálido de miedo.

Cogió por el brazo a dos de ellos que vomitaban y los obligó a retroceder para salir

corriendo. Luego los rugidos cesaron. Se retiraron a la desbandada.

«¡Huid!» fue todo lo que pudo decir Arosh antes poner pies en polvorosa.

12

El sonido de la trompa sacó a los naatfarirs fuera de la sala de los guardias.

Un hombre avanzaba hacia el cercado tambaleándose.

¡Es Ishkar! gritó uno. ¡Viene andando!

Nunca se iba andando por la estepa. Las distancias eran demasiado grandes. Un hombre

sin caballo solo podía ser un extranjero o un loco. O incluso un naatfarir desamparado.

Fueron corriendo.

No había ninguna duda de que se trataba de su jefe herido, con el rostro descompuesto

y la ropa ensangrentada.

Un tigre de las montañas dijo Ishkar con voz amarga a los hombres que estaban a

su alrededor.

La mirada interrogadora de los guerreros lo empujó a continuar.

Ha matado a la mitad de los caballos, los demás todavía huyen. Shihr y Pandir han

luchado como valientes, pero han sucumbido. Yo he conseguido huir.

¿El tigre ha matado también al dakan? preguntó el naatfarir de pelo gris mientras

curaba el brazo de su jefe, desgarrado por un zarpazo.

Ishkar sacudió la cabeza.

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No ha tocado al chaval. Ha preferido atacarnos a nosotros. Seguramente por los

caballos.

Los naatfarirs se miraron pero no hicieron ningún comentario al respecto.

Te voy a coser las heridas. Deberás descansar unos días dijo el guerrero de pelo

gris.

Ishkar sacudió la cabeza.

¡El chico estará lejos!

Quizá esté muerto en la montaña. Tu brazo…

Mi brazo aguantará dijo Ishkar zanjando la discusión. Hazlo lo mejor que puedas.

Dos guerreros vendrán conmigo, un dakan y Chakor el Negro también. Partiremos al alba.

El naatfarir de pelo gris asintió con la cabeza. Ishkar jugaba a un juego peligroso. Había

dejado huir al joven dakan y ya había fracasado en capturarlo una vez. Sin embargo, se

guardó las reflexiones para él. Después de todo, si el jefe no demostraba ser digno de

ocupar su rango, sería remplazado y los naatfarirs seguirían siendo lo que siempre fueron:

un pueblo temido y respetado.

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4. ANÁLISIS DE LA TRADUCCIÓN

En este apartado del trabajo se pretende comentar todos los problemas de traducción que

hemos encontrado a lo largo de nuestro trabajo. Sin embargo, antes de empezar con el

análisis, creemos necesario hacer hincapié en la distinción entre problema de traducción y

dificultad.

Nord, 1988 (citado por Hurtado Albir, p.282 2011), define el problema de traducción

como: “Un problema objetivo que todo traductor […] debe resolver en el transcurso de

una tarea de traducción determinada.” Mientras que las dificultades de traducción “son

subjetivas y tienen que ver con el propio traductor y sus conocimientos de trabajo

particulares”. Así pues, relacionamos el problema de traducción como algo relacionado con

la actividad traductora, mientras que la dificultad recae en el traductor y en sus

conocimientos. Para clasificar los problemas, Hurtado Albir (2001: 288) nos propone, en

una clasificación elaborada por el grupo PACTE (2011:327), cinco categorías básicas para

dividir los problemas de traducción:

Problemas lingüísticos. Son problemas relacionados con el código lingüístico,

fundamentalmente en el plano léxico (léxico no especializado) y morfosintáctico.

Derivan en gran parte de las diferencias entre lenguas. Pueden ser de comprensión

y/o reexpresión.

Problemas textuales. Son problemas relacionados con cuestiones de coherencia,

progresión temática, cohesión, tipologías textuales (convenciones de género) y

estilo. Derivan de las diferencias de funcionamiento textual entre las lenguas.

Pueden ser de comprensión y/o reexpresión.

Problemas extralingüísticos. Son problemas que remiten a cuestiones temáticas

(conceptos especializados), enciclopédicas y culturales. Están relacionados con las

diferencias culturales.

Problemas de intencionalidad. Son problemas relacionados con dificultades en la

captación de información del texto original (intención, intertextualidad, actos de

habla, presuposiciones, implicaturas).

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Problemas pragmáticos. Son problemas derivados del encargo de traducción, de las

características del destinatario y del contexto en que se efectúa la traducción.

Afectan a la reformulación.

Así pues, en este apartado del trabajo trataremos algunos de los problemas que nos hemos

encontrado en nuestra traducción y comentaremos como los hemos podido resolver.

Finalmente, en el apartado de conclusión, recuperaremos la clasificación y hablaremos de la

tipología de problemas que más ha abundado.

4.1 La estructura de la novela y la traducción del título

En este apartado se pretende dar a conocer ciertos aspectos que se deben tener en cuenta

en lo que se refiere a la estructura y la distribución de la novela, así como el tratamiento del

título de la obra.

La novela está escrita en tercera persona del singular y el narrador es omnisciente, puesto

que conoce todo lo que sucede y todo lo que sienten y piensan los personajes. En cuanto a

la estructura de la novela, podemos ver que los capítulos son bastante cortos (los más

largos pueden llegar a ocupar diez páginas y los más cortos dos). Así pues, es una novela

que transcurre ágil y veloz. Además, cada capítulo se centra en unos personajes concretos,

es decir, encontramos capítulos en los que el protagonista es Aegir, otros en los que la

protagonista es Sheylis y otros en los que los protagonistas son otros personajes relevantes

en ese momento de la historia. Sin embargo, los capítulos se intercalan de manera aleatoria,

pues no siguen una estructura fija y algunas veces dos capítulos hablan del mismo personaje

aunque desde perspectivas diferentes. Así pues, como traductores debemos tener en cuenta

que se trata de una novela dividida en capítulos cortos y ágiles y que, además, los diálogos

escasean y el autor se centra más en los pensamientos y/o sentimientos de los personajes,

y ambas cosas deben ser respetadas.

En cuanto al título de la novela, debemos ser conscientes de que el título es el elemento

clave de una novela: es lo primero que ve el lector. Siempre se nos ha dicho que es lo

último que debemos traducir, y están en lo cierto, pues el título es un claro reflejo del

interior de nuestro libro. A continuación nos centraremos en la traducción del título de la

novela y comentaremos todas las decisiones que hemos tomado y por qué.

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El título de la novela, Terre-Dragon I. Le souffle des pierres, se compone de dos partes bien

diferenciadas. La primera, se corresponde al título de toda la saga y, la segunda, al título del

libro que forma parte de la saga.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que el título que corresponde al nombre de la

saga completa se compone de dos nombres separados por un guión. En francés cuando un

nombre propio toma la forma de un compuesto se separa con guiones, como en el caso de

Nouveau-Mexique o el Royaume-Uni. Sin embargo, en español esta regla no se cumple, así

pues, debemos escribir el título sin guión.

Podríamos pensar que una vez resuelto esto no se nos plantea más problemas para traducir

el título. Sin embargo, hemos observado que la palabra souffle posee un significado especial.

Según el Centre National de Ressources Textuelles et Lexicales, la palabra souffle tiene la

acepción de « Le souffle étant utilisé comme moyen d'obtenir qqc., de jeter ou de conjurer

un sort, etc». Sin embargo, no hemos podido encontrar una palabra exacta en español que

defina lo mismo que en francés. Según el diccionario de Red Fox, souffle se puede traducir

como soplo, aliento, hálito, etc. En lo que coinciden el diccionario bilingüe Larousse y

Wordreference. Finalmente, hemos decidido que la mejor de las opciones que se nos

planteaban era usar la palabra aliento, pues, según la Real Academia Española, recoge los

significados de: “vida, impulso vital”, “espíritu, alma”, “vigor del ánimo, esfuerzo”, “alivio,

consuelo” etc. algunos de ellos compartidos con la palabra souffle. Además, al leer la novela

entendemos que son precisamente esas piedras las que dan impulso a los destinos de

nuestros personajes. Así pues, nuestra propuesta para el título es: Tierra Dragón I. El aliento

de las piedras.

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4.2 Le Chant du Fleuve: La traducción de la poesía

Nada más empezar con la lectura de la novela nos encontramos con una epopeya

incompleta llamada Le chant du Fleuve que habla de la viaje de Rosk el Tuerto y que marcó el

inicio de la era de Tierra Dragón. Para su traducción debemos tener en cuenta que una

epopeya es un canto épico o narrativo, generalmente en prosa que consiste en una

narración más o menos extensa donde se relatan acciones dignas de recuerdo para un

pueblo en torno a la figura de un héroe. Así pues, una epopeya es un texto con rasgos

poéticos.

Hurtado Albir (2011:65) hace hincapié en “la pluralidad de elementos que intervienen en el

texto poético: el sistema metafórico, el metro, la rima, el ritmo, etc.” Entonces, la

traducción tiene como objetivo principal intentar respetar todos esos elementos, lo que,

muy a nuestro pesar, conlleva transformaciones, supresiones y adiciones. Hurtado Albir

(2011:66) añade que “algunos textos poéticos […] tienen características muy peculiares, y

pueden llegar a presentar problemas de traducción de difícil traducción.” Sin embargo, al

no tratarse de un texto concebido como poesía, hemos intentado ser siempre lo más fieles

posible al original y no realizar giros o juegos que corresponderían a un poema profesional.

A continuación analizaremos la epopeya incompleta por estrofas.

En la primera estrofa se nos presenta a nuestro héroe frágil en la frontera del reino

intentando huir, pero finalmente es capturado. Para traducir la primera estrofa nos hemos

centrado básicamente en cambiar algunas estructuras para intentar crear una sensación de

rima: atrapado, arrebatado y llegado riman entre sí. Así pues, hemos cambiado la estructura

sintáctica del segundo verso: la pasiva del francés se convierte una oración activa en

español. Ya desde el principio, nos hemos dado cuenta de que debíamos renunciar a

mantener la disposición exacta de la estructura de la rima en el original y hemos optado por

intentar rimar lo que hemos podido, teniendo en cuenta que en el interior de la novela

aparecen fragmentos al azar de la epopeya completa.

(…) Au bord du royaumme

j'ai été pris par des hommes.

Ils brandissaient des fouches

avec un air farouche.

Moi j'étais nu.

J'ai cru ma dernière heure venu.

(…) Al borde del reino

unos hombres me han atrapado.

Agitaban sus horcas

con aire arrebatado.

Yo estaba desnudo.

Pensé que mi hora había llegado.

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Un claro ejemplo de transformación se puede observar en la segunda estrofa. En “Ils m'ont

épargné et jeté dans une cage”, hemos cambiado un poco la estructura sin cambiar el

sentido. Entonces, en español la solución que damos es: “Me perdonaron la vida y me

apresaron”. Hemos reducido la expresión “jeter dans une cage” y hemos optado por

utilizar directamente lo que eso significa, es decir, meter en una jaula significa enjaular o

apresar, y así crear rima interna entre perdonaron y apresaron. Otro cambio ha sido reducir el

tercer verso y hacerlo más conciso. Cabe añadir que hemos elidido todos los pronombres

de persona que aparecen en el canto, puesto que en español no son necesarios para

entender quien es el referente; el verbo nos lo indica.

Ils étaient fous de rage.

Je leur ai dit qu'en me tuant ils mourraient

Parce que j'étais sous la protection d'un sorcier.

Ils m'ont épargné et jeté dans une cage. (…)

Estaban furiosos.

Les dije que si me mataban morirían.

Porque un mago me protegía.

Me perdonaron la vida y me apresaron. (…)

La tercera estrofa de esta epopeya es bastante descriptiva y extensa. Así pues, en la versión

castellana hemos decidido conservar la extensión de los versos y ser fieles al original. Como

podemos observar, en el segundo verso hemos optado por un singular sin perder el sentido

de colectividad. Además, con ello creamos rima a final de verso. En el tercer verso hemos

cambiado el verbo pegar por cubrir, porque hemos considerado que se expresa la misma

sensación que, al fin y al cabo, quiere indicar que la cara le queda repleta de copos de nieve.

Et dans les bourrasques

de flocons gelés

qui collaient à mes joues comme un masque

les jambes entravées

par une neige épaisse recouvrant les crevasses j'ai marché

et puis marché sans jamais me retourner.

Fuyant avec la peur pour compagne

en direction des montagnes.

Y en las borrascas

de copo helado

que me cubrían la cara como un antifaz

con las piernas trabadas

por la espesa nieve que cubría las grietas he andado

y andado sin volver jamás.

He huido con el miedo acompañado

en dirección a las montañas.

En la última estrofa hemos intentado mantener el máximo número de rimas a final de

verso posibles, aunque estas no rimasen con elementos de su propia estrofa. Así pues,

podemos observar un fatigado que, lejos de rimar con caí, lo hace con acompañado o andado de

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31

la estrofa anterior. Decidimos cambiar la palabra glaciares, traducción directa de glaciers, por

la palabra helero (sinónimo en singular) y así crear rima asonante con viento, violento y tormento.

Dans un brouillard mauve

j'entendais les fauves.

Leurs cris se perdaient dans le vent qui sifflait

et le craquement des glaciers.

J'ai couru et je suis tombé.

Et puis j'ai entendu le cœur fatigué.

Mes prières ferventes

on hâté la fin de la tourmente. (…)

Entre la niebla malva

escuché a las bestias.

Sus gritos se perdían entre el soplido del viento

y el crujir del helero.

Corrí y caí.

Sentí mi corazón fatigado.

Mi rezo violento

apresuró el fin del tormento.

Para cerrar este apartado, podemos comentar que de manera generalizada hemos suprimido

los plurales que aparecen en el original y hemos optado en todo momento por las formas

en singular, en español el singular tiene carácter generalizador. Eso ha sido así porque

consideramos mucho más sencillo crear una rima aleatoria que nos permita en un futuro

rimar aquellos fragmentos de la epopeya que todavía no han sido revelados y que van

apareciendo poco a poco a lo largo del libro.

4.3 Los nombres propios

La traducción de los nombres propios es uno de los problemas traductológicos más

difíciles al que se enfrenta un traductor. Cabe añadir que la traducción de los nombres

propios depende de la tradición que es, a su vez, cambiante. Como dice Cámara (2008):

The tendencies in the translation process are an important element to be taken into

account in establishing the general guidelines to follow in each historical period, but they

never can be considered as the only factor determining the strategic decisions to be

adopted by the translator.

Este problema se ve acrecentado si trabajamos con literatura fantástica infantil y juvenil,

puesto que algunas veces los nombres de los personajes hacen alusión a sus características.

La elección de qué estrategia adoptar frente a la problemática de la traducción de los

nombres propios es vital, sobre todo si se trata de una novela que va a formar parte de una

trilogía: la elección que hagamos en el primer libro se debe mantener igual en los siguientes.

Page 32: Terre-Dragon I. Le souffle des pierres

32

4.3.1 Los antropónimos

La regla general es no traducir los nombres propios y escribirlos en la lengua original, así

como tampoco se traducen los nombres que tienen una carga semántica específica y que

cumplen con una función dentro del texto. Por ejemplo, no debemos traducir aquellos

nombres que se utilicen para dar color local a la obra o aquellos que nos permitan situarnos

en una época específica y que tengan un valor nacional. Sin embargo, son excepciones a

esta norma los nombres de papas, reyes, santos, algunos personajes históricos y los

personajes de ficción. Este último grupo es el que nos interesa y el traductor debe analizar

cada nombre propio por separado.

Ozaeta (2002:242) dice que los “nombres de persona de ficción, las modalidades de

transferencia a otras lenguas, dependen, por una parte, de factores como el tipo de texto, el

género y la época considerada y, por otra, de su grado de opacidad o transparencia”.

Además, Jaleniauskiene et al. (2009:32) añade que “In literary works proper names are used

for characterization and chosen or coined with some extra load, thus being meaningful,

especially in the books intended for children”. Así pues, los nombres de persona tienen la

capacidad de transmitir connotaciones y valores diversos y, ante una novela fantástica o de

ficción se deben tener en cuenta muchos factores para decidir si debemos traducir o no un

nombre propio. Según Cámara (2008), los factores a tener en cuenta para traducir o no los

nombres propios en la literatura infantil y juvenil son los siguientes: la edad del lector y el

tipo de novela.

Los antropónimos de ficción se pueden dividir en nombres no motivados (o

convencionales) y en nombres motivados (o expresivos). Los primeros, los no motivados,

no presentan un significado intencionado, es decir, el autor no los emplea como elemento

definitorio del personaje. En cambio, los nombres motivados o expresivos son empleados

por el autor para representar algo que se relaciona con el personaje.

Los nombres de personajes de ficción o antropónimos no tienen una regla fija que

determine cuando se tienen que adaptar o cuando se tienen que transferir sin sufrir ningún

cambio en la lengua de llegada. Según Moya (1993), “A mayor carga simbólica del signo del

nombre mayor es la obligación de traducirlo”, y más en lo que se refiere a literatura

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fantástica y juvenil, donde debe predominar la estrategia de domesticación de los nombres

propios frente a la extranjerización.

Así pues, la estrategia que adoptaremos es la traducción de los antropónimos motivados o

expresivos y la no traducción de los antropónimos no motivados o convencionales. A

continuación adjuntamos una tabla con los nombres propios que aparecen hasta el capítulo

12.

Original Traducción

Aegir Aegir Son nombres no motivados o convencionales, por lo tanto hemos decidido ser fieles al original y no traducirlos o adaptarlos ortográficamente.

Arosh Arosh

Ishkar Ishkar

Pandir Pandir

Sheylis Sheylis

Shihr Shihr

Dird-le-Chenu Dird el Canoso Todos estos nombres tienen en común el hecho de tratarse de pseudónimos o apodos. Así pues, al tratarse de nombres motivados o expresivos, debemos adaptarlos a la lengua de llegada para provocar el mismo efecto que causó a los lectores del libro en lengua original.

Mauvais-Œil Mal de Ojo

Oqam-le-Pêcheur Oqam el Pescador

Peau d'Ours Piel de Oso

Rosk-le-Borgne Rosk el Tuerto

Shogh-le-Pieu Shogh el Pico

Le Flamboyant El Brillante

La Reine des Montagnes La Reina de las Montañas Aplicamos el mismo criterio que los anteriores, la única diferencia es que estos personajes no aparecen en la novela: son deidades.

Le Chevacheur de Vent El Jinete del Viento

Le Maître de la Foudre El Dueño del Rayo

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4.3.2 Los topónimos

Según Moya (1993:240), los topónimos se suelen dejar como aparecen en el texto original a

no ser que tengan una adaptación castellana ya arraigada en la lengua. En nuestro caso, los

topónimos que aparecen pertenecen a la ficción y la mayoría han sido inventados por el

autor. Así pues, el criterio de traducción de los nombres de lugar que vamos a seguir

consiste en traducir la parte genérica y dejar en la lengua original el nombre del lugar o

adaptarlo si el lugar existe y hay tradición.

A continuación adjuntamos una tabla con los topónimos que aparecen en el mapa del

principio de la novela. Cabe destacar que en el mapa hay errores ortográficos que en la

tabla no aparecen, para decidir cuál era el topónimo correcto nos hemos basado en lo que

nos dice el autor en interior de la novela y no en el mapa.

Original Traducción

Ayhun Ayhun

Clan de Dird-le-Chenu Clan de Dird el Canoso

Clan de Shogh-le-Pieu Clan de Shogh el Pico

Clan d'Oqam-le-Pêcheur Clan de Oqam el Pescador

Dihr Dihr

Étangs de Gansh Estanques de Gansh

Fleuve Metállique Río Metálico

Gouffre d'Arahdu Abismo de Arahdu

Kesh la Grande Kesh la Grande

Marais de Mingoras Pantano de Mingoras1

Mont Kashkar Monte Kaskar2

Plateau de Déosai Meseta de Deosai1

Territoire Baadalis Territorio Baadalis

Territoire de Kesh la Grande Territorio de Kesh la Grande

Territoire Kaafris Territorio Kaafirs

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35

Territoire Naatfarir Territorio Naatfarir

1. Son lugares que se encuentran en Pakistán.

2. Fue una antigua ciudad de Iraq.

4.4 Mayúsculas y minúsculas

Una de las dificultades a las que se puede enfrentar el traductor es la variación de la norma

en lo que se refiere al uso de mayúsculas y minúsculas, sobre todo en francés. A lo largo del

libro nos hemos encontrado con un uso excesivo de mayúsculas y es por eso que nos

hemos planteado comentar las soluciones adoptadas.

Como podemos ver en la Académie française, "les noms communs d’entités

géographiques (lac, mer, pic, mont, etc.) individualisés par un nom propre ou un adjectif

gardent leur minuscule initiale". Entonces, ¿por qué L'Homme escribe constantemente la

palabra fleuve en mayúscula?

Après un moment de réflexion, Aegir jugea l'option du Fleuve trop évidente.

La route du Fleuve étant coupée par une foule en colère, Sheylis avait filé de toute la

vitesse de ses jambes en direction des cimes enneigées, à travers la forêt.

El uso de las mayúsculas sirve para singularizar una palabra o grupos de palabras y así

remarcar su función distintiva. Creemos, pues, que el autor ha seguido este criterio puesto

que no se trata de un río de agua común, sino que se trata de un río cuya agua es un metal

líquido.

En lo que se refiere al español, según la Real Academia Española se escriben en minúscula

"los nombres comunes genéricos que acompañan a los nombres propios geográficos". Sin

embargo, hemos decidido aplicar el mismo criterio que ha seguido Erik L'Homme y

escribir Río con mayúscula inicial para remarcar su función distintiva.

Otro de los temas que debemos tratar en este punto son las denominadas divinidades del

reino. En español, al igual que en francés, los nombres de las divinidades se escriben en

mayúscula. Sin embargo, se nos planteó la duda de si el nombre al que acompañan también

debe ir en mayúscula, ya que se tiende a abusar de ellas. Tras consultar en la Real Academia

Española, hemos podido comprobar que las advocaciones a la virgen, es decir, las

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"denominaciones complementarias que se aplica al nombre de una persona divina o santa",

se escriben en mayúscula. Así pues, hemos decidido aplicar el mismo criterio a la

traducción de las tres divinidades del reino de Tierra Dragón.

Original Traducción

La Reine des Montagnes La Reina de las Montañas

Le Chevaucheur du Vent El Jinete del Viento

Le Maître de la Foudre El Dueño del Rayo

4.5 El lenguaje de la literatura juvenil

Cuando hablamos de traducción de literatura juvenil es fácil pensar que no requiere de una

gran capacidad y conocimiento por parte del traductor. Además, “[…] en el ámbito

académico en España, se ha prestado muy poca atención al estudio de la literatura infantil,

considerándola muchas veces como de segundo orden” (Pascua 2000:91). Así, es sencillo

encontrar asignaturas enfocadas al lenguaje especializado en materia de derecho o de

ciencia, pero no centrado en el lenguaje infantil y/o juvenil.

Aunque muchos puedan pensar que ese tipo de lenguaje sea sencillo y que, por ello, no

requiera estudio, lo cierto es que se debe ser siempre consciente de que no debemos rebajar

o facilitar el vocabulario puesto que “el lenguaje empleado debe ser pues compartido, que

conecte, sin necesidad de ser limitado o infantilizado, sino estimulante, que le ayude a

progresar […]” (Pascua, 2000:96). Además, un traductor debe tener en cuenta la riqueza de

su propia lengua e intentar usarla con criterio. A continuación expondremos algunos

ejemplos extraídos de la traducción y que nos ayudarán a ver cómo podemos hacer el

lenguaje estimulante y menos repetitivo.

En el primer ejemplo podemos observar una estructura muy típica del francés: las

construcciones détachées. Ante estos casos el traductor debe analizar bien la estructura y

transformarla en una construcción lógica en la lengua de llegada. Así, en la construcción

francesa es normal encontrar el sujeto a mitad de oración y los complementos antepuestos.

Sin embargo, en español resulta una construcción muy pesada y lo más común y lo

correcto es colocar el sujeto al inicio de oración y a continuación la subordinada adjetiva, si

se trata de este tipo de oración en francés. Otro de los cambios que hemos realizado ha

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37

sido convertir las dos oraciones adjetivas del francés en una de sola, juntándolas con una

conjunción.

Vêtue de son sempiternel manteau de laine noir, la tête cachée sous une large capuche, la vieille femme fouillait dans un coffre que Sheylis ne se rappelait pas d’avoir déjà vu ouvert.

La anciana, vestida como siempre con un manto de lana negra y con la cabeza tapada bajo su gran capucha, buscaba dentro de un baúl que Sheylis no recordaba haber visto abierto jamás.

Si nos centramos en el ejemplo que sigue, hemos obviado el posesivo que hace referencia a

la mirada. Debemos tener en cuenta que en español el uso de posesivos es menor que en

otras lenguas y, por ejemplo, no decimos “me duelen mis ojos” sino “me duelen los ojos”,

porque queda sobreentendido que los ojos son de la persona que en ese momento está

hablando. Así pues, hemos optado por “alzó la mirada”, entendiéndose que es la del chico.

Otra cosa que nos gustaría comentar de esta oración es que, como hemos dicho al inicio de

este apartado, no debemos renunciar a cierto tipo de vocabulario por el mero hecho de

estar traduciendo una novela juvenil. La tarea del traductor es no subestimar el

conocimiento del lector y ofrecerle un tipo de lenguaje que le ayude a progresar y a ampliar

su vocabulario interno. Es por esta razón por la que hemos decidido mantener la palabra

miríada y no cambiarla por alguna que sea mucho más sencilla o común.

Son regard monta jusqu’à se perdre dans la voûte céleste, piquetée d’une myriade d’étoiles.

Alzó la mirada hasta perderse en la bóveda celeste, moteada por una miríada de estrellas.

Otra forma de mantener el interés y ayudar a la domesticación de nuestra traducción, es

decir, adoptar una traducción fluida y transparente para que no lo parezca, es sacar

provecho del amplio abanico de nuestra lengua y usar los sinónimos siempre que lo

consideremos oportuno. En el ejemplo que sigue podemos ver como para traducir la

palabra garçon hemos usado tanto muchacho como chico, pues su significado es exacto.

Mientras que para gosse hemos usado chaval.

Le garçon avançait le regard fixe, les mâchoires serrées, les jambes rigides.

El muchacho avanzaba con la mirada fija, la mandíbula apretada y las piernas rígidas.

Son os serré contre sa poitrine, le garçon attendit que l’homme soit suffisamment loin.

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Con el hueso apretado contra el pecho, el chico esperó a que el hombre estuviese lo bastante lejos.

Il n’a pas touché au gosse. Il a préféré s’attaquer à nous. Sûrement à cause des chevaux.

No ha tocado al chaval. Ha preferido atacarnos a nosotros. Seguramente por los caballos.

Para que el texto no parezca una traducción es importante el uso de unidades fraseológicas

cuyo uso es común y extendido entre la población de la lengua de llegada. Tal como dice

Koszla-Szymanska: “Es normal que un hablante nativo opte por las formas más cómodas

de hablar y recurra a un lenguaje espontáneo, un lenguaje sin etiquetas, a expresiones vagas,

a veces incomprensibles sin un contexto adecuado, lenguaje, en el que aparecen los

imperativos del momento y de la prisa, es decir, lenguaje idiomático”. En estos dos

ejemplos podemos ver que hemos usado las expresiones poner pies en polvorosa y mandar a

paseo.

«Fuyez!» fut tout ce que trouva à dire Arosh avant de prendre ses jambes à son cou.

«¡Huid!» fue todo lo que pudo decir Arosh antes poner pies en polvorosa. Il donna sur la porte un coup de pied rageur, qui envoya valser l’os coincé dans la serrure.

Dio una patada de rabia contra la puerta y mandó a paseo el hueso que estaba metido en la cerradura.

En el ejemplo de a continuación se puede comprobar cómo la oración en francés es

bastante más corta y concisa que la oración en castellano. Hemos considerado apropiado

realizar una ampliación léxica para construir una frase más idiomática en la lengua de

llegada. Bien es sabido que el francés se caracteriza por ser una lengua bastante concisa y

llena de expresiones cortas, rápidas y de uso generalizado. Así, el corto ‘c’était bien’ resulta

en un ‘no había ninguna duda de que se trataba de’.

C’était bien leur chef, blessé, le visage défait, les vêtements ensanglantés.

No había ninguna duda de que se trataba de su jefe herido, con el rostro descompuesto y la ropa ensangrentada.

Finalmente, en este último ejemplo hemos cambiado la estructura gramatical original y

hemos reformulado la oración para que resulte en una estructura completamente típica del

castellano. Así, el sujeto de la oración en francés ‘ses paroles’ se convierte en un

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complemento de régimen verbal y el sujeto de la oración es el personaje principal, es decir,

Aegir. Además, hemos añadido el referente ‘la chica’ de manera explícita.

Ses paroles mirent un certain temps à atteindre la conscience d’Ægir. Aegir tardó unos instantes a ser consciente de las palabras de la chica.

4.6 La frecuencia de uso de los adverbios

Otro de los problemas a los que se enfrenta el traductor al traducir del francés es, sin duda

alguna, la frecuencia de uso de los adverbios. A lo largo de la carrera hemos podido

observar como en textos relativamente cortos estos abundan y que, para que la traducción

sea más llevadera y ágil, en español debemos dar con otras maneras para reducir su

número. Para realizar y fundamentar nuestro análisis hemos consultado la Guía práctica del

español correcto, de Florentino Paredes García, Hablar y escribir correctamente, de Leonardo

Gómez Torrego, y la Nueva gramática de la lengua española de la Real Academia Española. A

continuación expondremos algunos ejemplos y nuestras soluciones.

Antes de empezar con en análisis recordaremos los usos básicos del adverbio. Los

adverbios son un tipo de palabras invariables que funcionan como complementos del

verbo o modificadores del adjetivo, de otro adverbio o de toda una frase.

Como podemos ver en el primer ejemplo, hemos optado por traducir parfaitement por la

locución adverbial a la perfección, sinónimo de perfectamente. Según la Nueva gramática de la

lengua española “La mayor parte de las locuciones adverbiales se asimilan a los adverbios de

manera”. Y además, nos dice que si una locución está formada por una preposición y un

término nominal, a este grupo se le puede añadir un determinante, lo que resulta en nuestra

opción de traducción. Así, evitamos que en una misma página aparezcan más adverbios

terminados en -mente, lo que dificultaría y entorpecería la lectura.

Il portait au côté dans un fourreau parfaitement ajusté, le sabre traditionnel des guerriers naatfarirs.

A un lado llevaba, en una funda ajustada a la perfección, el sable tradicional de los guerreros naatfarirs.

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En el ejemplo que sigue hemos sustituido el adverbio suficientemente por el adverbio bastante.

Puesto que hemos considerado oportuno evitar ese adverbio acabado en –mente cuyo

significado es exactamente el mismo a otro que no tiene esa terminación y que, además, es

mucho más corto.

Son os serré contre sa poitrine, le garçon attendit que l’homme soit suffisamment loin.

Con el hueso apretado contra el pecho, el chico esperó a que el hombre estuviese lo bastante lejos.

Por otro lado, en el tercer ejemplo lo que hemos hecho ha sido cambiar de categoría

gramatical, así, hemos convertido el adverbio débilmente en un adjetivo. Según explica

Paredes en la Guía práctica del español correcto, “se produce adverbialización del adjetivo

cuando este se usa como complemento del verbo, del adjetivo o de otro adverbio”. En este

caso el adjetivo queda fijo en la forma de masculino singular. La Real Academia Española

añade que “los adverbios adjetivales, llamados a veces adverbios cortos, tienen la misma

forma que los adjetivos correspondientes, pero carecen, al igual que los demás adverbios,

de flexión, género y número”. Esta técnica es muy útil y recomendable, puesto que nos

ayuda a reducir la longevidad de las palabras y ganar en concisión.

–Peau d’Ours! hurla la voix d’Ishkar qui lui parvint faiblement. Je vais t’attraper et te fouetter jusqu’à ce que je voie tes os luire sous la lune!

–¡Piel de Oso!– aulló la voz de Ishkar que le llegó débil. –¡Te voy a atrapar y a azotar hasta

que tus huesos brillen bajo la luz de la luna!

Finalmente, la última técnica que hemos utilizado ha sido añadir la preposición con delante

de un adjetivo. Según la Real Academia Española, la preposición con “expresa las

circunstancias con que se ejecuta o sucede algo”. Así pues, también resulta una manera de

evitar el uso de un adverbio acabado en –mente. Esto último lo podemos ver claramente en

el ejemplo que sigue.

Aussi avait-elle facilement distancé les villageois qui l’avaient prise en chasse.

Del mismo modo, se había distanciado con facilidad de los aldeanos que le daban caza.

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5. CONCLUSIONES

Al realizar este breve trabajo de traducción, puesto que la traducción solo se ha basado en

los capítulos iniciales de la novela, hemos podido comprobar de primera mano el tipo de

análisis interno que debe realizar cualquier traductor al traducir cualquier tipo de obra.

Hoy en día la literatura juvenil está en auge, sobretodo en lo que se refiere a la literatura

fantástica. En estos últimos veinte años han surgido grandes obras de literatura fantástica

(son un buen ejemplo los libros mundialmente conocidos de El Señor de los Anillos de J.R.R.

Tolkien o la saga de Harry Potter de J.K. Rowling) que han conseguido avivar el interés de

los más jóvenes por la lectura. Además de crear un nuevo y exitoso precedente. Así pues,

son muchos los escritores españoles o franceses que han optado por seguir la estela de

estos grandes éxitos y crear nuevos mundos imaginarios. Entonces, para crear un libro de

estas dimensiones es necesario tener una gran imaginación y una gran capacidad creativa.

Tras analizar un conjunto de problemas traductológicos a los que se enfrenta cualquier

traductor que debe hacer frente a un texto, hemos podido comprobar que, en nuestro caso,

la mayoría de problemas han sido de carácter lingüístico y textual, aunque también de

intencionalidad, según la clasificación que establece Hurtado Albir. Un buen traductor debe

ser capaz de resolver estos problemas de la mejor forma posible y ceñirse al texto original,

sin reinterpretarlo ni modificarlo. Por otro lado, también hemos descubierto ciertos

aspectos en los que el traductor debe tomar ciertas decisiones que afectaran al conjunto de

la novela, un claro ejemplo es la elección de los nombres propios. Si tenemos en cuenta que

la novela no es individual, sino que formará parte de una trilogía o de una saga, se debe

tener en cuenta que el criterio con el que escojamos los topónimos o antropónimos se debe

mantener en todos los libros, pues cambiarlo generaría confusión en los lectores. Por

último, otro de los aspectos que consideramos más importantes en una traducción es

intentar por todos los medios posibles que no lo parezca, que el lector al leer el libro lo

perciba del mismo modo que si el escritor lo hubiese escrito en su lengua. Para ello, el

traductor debe tener siempre en cuenta los puntos conflictivos y aportar soluciones útiles,

siempre sin cambiar el sentido del original. En este trabajo, por ejemplo, hemos trabajado

el tema del lenguaje o de la diferencia en la frecuencia de uso de los adverbios, pues en

español la lectura resulta pesada si se abusa de ellos.

En conclusión, realizar un trabajo de estas características ha sido muy útil para poder

profundizar en los pasos que un traductor profesional debe realizar cuando debe

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enfrentarse a un encargo de traducción, pues son procesos que el destinatario del texto no

percibe y que deben haberse analizado para entregar un buen producto final.

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7. ANEXOS

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