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Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

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Page 1: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ADRIÁN RECINOS

Conquistador de México y Guatemala

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Page 2: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Digitized by the Internet Archive

in 2011 with funding from

Universidad Francisco Marroquín

http://www.archive.org/details/pedrodealvaraOOreciguat

Page 3: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

PEDRO DE ALVARADO(1485-1541)

Conquistador de México y Guatemala

Page 4: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Diseño de portada:

JUAN ANTONIO CANEL

Dibujos de:

JOSÉ NARRO

Derechos de autor reservados

de conformidad con la ley.

IMPRESO EN GUATEMALA, CENTRO AMERICACentro Nacional de Libros de Texto y Material Didáctico —CENALTEX— "José de Pineda Ibarra"

Ministerio de Educación - 1986

Page 5: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ADRIÁN RECINOS

tmminConquistador de México y Guatemala

SEGUNDA EDICIÓN

-CENALTEX-Centro Nacional de Libros de Texto y Material Didáctico

"José de Pineda Ibarra"

19 8 6

Colección Luis Lujan MuñozUniversidad Francisco Marroquín

www.ufm.edu - Guatemala

Page 6: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

•..

.

I

.""'

5 La presente edición de Pedro de Alvarado,

conquistador de México y Guatemala, del licen-' ciado Adrián Recinos, es fiel reproducción de la

editada en la Editorial Galatea (Fondo de Cul-

tura Económica), México, D. F., en el añode 1952

El prólogo se debe a la colaboración del

licenciado Francis Polo Sifontes, quien gentil-

mente nos proporcionó el ejemplar impreso quenos sirvió de original. —N. de la E.

Page 7: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

HOMENAJEDE LA

LA CASA DE LA CULTURA

DE

LA ANTIGUA GUATEMALA

A

ADRIÁN REC 1N O S

EN EL

CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

La Antigua Guatemala, 5 de julio de 1986

Page 8: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado
Page 9: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

5 de febrero de 1985

Señora

Laurita Recinos de García Prendes

2a. calle 23-90, zona 15

Vista Hermosa II, Apto. No. 2

Ciudad

Distinguida Señora:

Me complace presentarle un respetuoso saludo, en nombre de la

Casa de La Cultura de la Antigua Guatemala y en el mío propio, para

participarle que con el propósito de promover un mayor conocimiento y

justa valoración de los principales hechos que conforman la Historia de

nuestro país, y ante la coyuntura de conmemorarse en 1985 el 500o. Ani-

versario del Nacimiento de Pedro de Alvarado, actualmente nos encontra-

mos organizando un conjunto de actividades que permitan alcanzar una

saludable revisión histórica de este tan importante como discutido personaje.

Dentro de ese marco, queremos impulsar la reedición del libro "Pedro

de Alvarado, Conquistador de México y Guatemala" escrito por sui ilustre

padre, el licenciado Adrián Recinos, por considerarse una obra de alto

valor bibliográfico y habida cuenta que después de la publicación de

1952, su circulación se encuentra absolutamente agotada.

Por ese motivo quisiéramos gozar de su autorización y la de su familia,

para realizar al más breve plazo todo lo concerniente al proceso editorial.

Agradeciéndole la gentileza de su atención, permítame suscribirme

muy atentamente.

ÁNGEL ARTURO GONZÁLEZPresidente

Page 10: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Guatemala, 25 de febrero de 1985

Señor Ángel Arturo González, Presidente

Casa de la Cultura de Antigua Guatemala

6a. avenida 3-11, zona 4, 6o. Nivel

Ciudad

Señor Presidente:

Contesto su atenta carta por medio de la cual usted me manifiesta

que la Casa de la Cultura de Antigua entre sus programas tiene el pro-

pósito de promover un mejor conocimiento de nuestra historia a través

de diversas actividades.

Una de estas actividades sería la de conmemorar el 500o. Aniversario

del nacimiento de Pedro de Alvarado y se desea llevar a cabo una re-

impresión del libro escrito por nuestro padre Adrián Recinos titulado

"Pedro de Alvarado, Conquistador de México y Guatemala".

Me es grato informarle que mis hermanas y yo en lo personal estamos

muy complacidas con esta noticia y gustosamente extendemos la autori-

zación que usted solicita para imprimir este libro que hace tiempo se

encuentra agotado.

Deseamos expresar a usted nuestras felicitaciones por el entusiasmo

y buenos deseos que le animan para que la Casa de la Cultura bajo su

dirección desarrolle un programa tan importante y, quizás tan olvidado

hasta ahora, como es el de dar a conocer nuestra riqueza histórica.

Reciba usted mi más cordial saludo,

LAURA RECINOS DE GARCÍA PRENDES

la. calle 23-90, zona 15Vista Hermosa II, Apto 2

Page 11: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

La Antigua Guatemala, 1 de marzo de 1983

Señor

Viceministro de Educación

Profesor Edelmiro Rosales

Su Despacho

Palacio Nacional

Distinguido Señor Viceministro:

Tengo el honor de presentarle un respetuoso saludo, en nombre de la

Casa de la Cultura de la Antigua Guatemala y en el mío propio, para

participarle que con el propósito de promover un mayor conocimiento y

justa valoración de los principales hechos que conforman la Historia de

nuestro país, y ante la coyuntura de conmemorarse en 1985 el 500o. Ani-

versario del Nacimiento de Pedro de Alvarado, actualmente nos encontra-

mos organizando un conjunto de actividades que permitan alcanzar una

saludable revisión histórica de este tan importante como discutido personaje.

Una de las más relevantes iniciativas es la de impulsar la reedición

del libro "Pedro de Alvarado, Conquistador de México y Guatemala",

escrito por el ilustre licenciado Adrián Recinos, por considerarse una obra

de alto valor bibliográfico y habida cuenta que después de la publicación

en 1952, su circulación se encuentra absolutamente agotada.

En tal sentido, y gracias a la autorización y el beneplácito de que

gozamos de parre de los herederos del autor —como consta en fotocopia

adjunta—, deseamos contar con su valiosa cooperación a efecto que en

copatrocinio con la entidad editorial de ese Ministerio, pueda contarse

con una nueva edición al más corto plazo, rogándole que previamente

se obtenga el dictamen del caso por parte del Consejo Técnico de

Educación.

Con la confianza puesta en la gentileza de su atención, esperamos

agradecerle oportunamente su apoyo a nuestros esfuerzos en pro del de-

sarrollo cultural de Guatemala.

Por la Casa de la Cultura de la Antigua Guatemala, atentamente,

ÁNGEL ARTURO GONZÁLEZPresidente

Page 12: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado
Page 13: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

CONSEJO TÉCNICO DE EDUCACIÓN

6a. avenida 5-66, zona 1. Edificio "Lucky"

5o. Nivel. Tel: 534278MINISTERIO DEEDUCACIÓN

Or. No. C- 13 1-453 .

RefJP 5/sa d e d c.

Gu»t«mal«, C A.Al conteatir. ilrrtM m«n<ionnnOmtfo T ffíerevi» d« »»«» «'

- - - SEJO TÉCNICO DE EDUCACIÓN: Ciudad de Guatemala, vein-

tiséis de marzo de mil novecientos ochenta y cinco. .

.

ASUNTO:Señor ÁNGEL ARTURO GONZÁLEZ, Presidente

de la Casa de la Cultura, Antigua Guatemala,

Sacatepéquez, informa que tienen el propósito de

conmemorar en el presente año el 500o. Aniversa-

rio del nacimiento de don Pedro de Alvarado yse encuentran organizando un conjunto de activi-

dades que permitan una saludable revisión histó-

rica de tan importante como discutido personaje.

Que entre las iniciativas, está la de impulsar la

reedición del libro titulado "PEDRO DE ALVA-RADO, CONQUISTADOR DE MÉXICO YGUATEMALA", del licenciado Adrián Recinos, el

cual actualmente está agotado.

DICTAMEN No. 121-85:

"El Consejo Técnico de Educación, en cumplimiento a las instrucciones

contenidas en la providencia No. 25-80, procedente del Despacho Vice-

ministerial, informa que ha estudiado la solicitud presentada por el señor

Presidente de la Casa de la Cultura de la Antigua Guatemala, Ángel

Arturo González y que en tal sentido, presenta las siguientes CONSI-DERACIONES:

1. Efectivamente, en 1985 se cumple el V Centenario del nacimiento

del caudillo extremeño Pedro de Alvarado, ocurrido en Badajoz

en 1485.

2. La figura del citado personaje, si bien polémica y contradictoria,

ocupa lugar preeminente en la historia de Guatemala, por razones en

extremo conocidas.

3. Don Pedro de Alvarado y Contreras es, además, el fundador de la

ciudad de Guatemala y también del antiguo Reino de Guatemala,

por lo cual su dimensión histórica rebasa los límites de la discusión.

4. Propiamente, la mejor obra que se haya escrito sobre Alvarado es

—hasta el momento— la que escribió el licenciado Adrián Recinos,

misma que llamó: Pedro de Alvarado Conquistador de México y Gua-temala y la cual se publicó en México, en 1952 por el Fondo de Cul-

tura Económica.

5. La obra antes dicha se encuentra absolutamente agotada, al presenteconstituye una verdadera rareza de biblioteca.

6. El licenciado Recinos fue uno de los hombres más prominentes queha producido Guatemala en el siglo XX. Destacó en los campos de:

La Historia, la Diplomacia, la Política y la Jurisprudencia.

Page 14: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

-CONSEJO TÉCNICO DE EDUCACIÓN6a. avenida 5-66, zona 1. Edificio "Lucky"

5o. Nivel. Tel: 534278MINISTERIO DEEDUCACIÓN

Guatemala, C A.

Of. No. C- 15.1 -.45.3......

R»»FP5 /eadsdc.

Al contestar, sírvase mencionar el

número y referencia de esta nota.

7. Es altamente halagador el contar por escrito con la autorización, para

la reedición de la obra, de la hija del licenciado Recinos, señora

Laura Recinos de García Prendes.

8. Es encomiable la idea surgida en el seno de la Casa de la Culturade la Antigua Guatemala, de reeditar la obra mencionada, con lo

cual se llenan varios cometidos, como por ejemplo: homenajear a Pedrode Alvarado, homenajear al licenciado Recinos y poner al alcance

de los guatemaltecos una obra de auténtico valor.

Con base en las consideraciones enumeradas anteriormente, este ConsejoTécnico DICTAMINA:

a) Que considera altamente recomendable la reedición de la obra Pedrode Alvarado, Conquistador de México y Guatemala, del licenciado

Adrián Recinos.

b) Que dicha reedición debe ser hecha en los talleres del Centro Na-cional de Libros de Texto José de Pineda Ibarra, por ser obra del

máximo interés para la cultura y educación de los guatemaltecos.

c) Que felicita a los integrantes de la Casa de la Cultura de la AntiguaGuatemala, por la feliz iniciativa mostrada.

ff. Licenciado Francis Polo Sifontes, Lie. Helio Gómez Lanza, TS. Magdade Herrera, Prof. Amílcar R. Guzmán, TS. Berta Hilda Marroquín deAlcántara".

PROVIDENCIA No. 147-85:

Con el dictamen anterior, vuelva al despacho del señor Viceministro del

Ramo, para lo que tenga a bien resolver.

Page 15: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

O L O G C

jf\ INICIOS DE 1985, Ángel Arturo González, el dinámico

y joven Presidente de la Casa de la Cultura de la Antigua Gua-

temala, tuvo la iniciativa de indicarme que en ese año se cumplía

el V Centenario del nacimiento de don Pedro de Alvarado y Con-

teras, fundador de la Ciudad de Guatemala y del Reino del mismo

nombre. Ambos estuvimos de acuerdo en que no debía pasar

inadvertida la fecha y que deberíamos prepararnos a conmemorarla

de alguna manera; una de ellas, fue la idea de dar a prensas, una

segunda edición de la magnífica obra Pedro de Alvarado: Conquis-

tador de México y Guatemala, escrita por el recordado historiador,

político y diplomático don Adrián Recinos, oriundo también de

la ensoñadora Antigua Guatemala. Pensarlo y hacerlo fue todo uno

y puestas manos a la obra, tenemos hoy la satisfacción de poner

en las del lector una obra de auténtico mérito, como lo son todas

las que produjo la erudita pluma de Recinos.

Recuerdo que asistiendo a las aulas de la Carolina, uno de

mis condiscípulos preguntó a un sabio historiador que nos im-

partía el curso de Historia Antigua de Guatemala, por qué razón

no existía en este país un monumento a don Pedro de Alvarado.

La respuesta del maestro fue, que antes que Guatemala, debía

levantárselo España y —agregó— que no era prudente rendirle

homenaje a un hombre a quien Guatemala le debía tan poco.

Pasados aquellos años mozos y llegado a la época de la

reflexión, varias veces he vuelto a meditar sobre esto. Alvarado

fue un hombre que ha sido duramente criticado por muchos his-

toriadores y le han colmado de epítetos, que reprochan su con-

ducta durante las guerras de conquista de estas tierras. Sin em-

Page 16: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

bargo, de igual manera ha ocurrido y seguirá ocurriendo, con todos

aquellos hombres destinados a grandes hazañas. ¿No ocurre lo

mismo con la crítica histórica hacia Bolívar, Napoleón o Julio

César? y en el escenario nacional, ¿No sucede lo propio con Mo-

razán, Carrera o Barrios? En el caso de Alvarado, a su conducta

problemática, es preciso añadir otros aspectos que contribuyen

a endurecer el juicio de los historiadores en su contra. Uno de

ellos, es el hecho de que una vez lograda la independencia de

España ¡nuestros países americanos tratando de afianzar su nacio-

nalidad y, a la vez, de justificar sus respectivos movimientos inde-

pendentistas , han exaltado la raíz indígena del pueblo, en forma

a veces exagerada e hiperbólica, olvidando que somos pueblos

mestizos y que el árbol de nuestra historia hunde profundamente

sus dos raíces, una en la América Prehispánica y la otra en España,

con frecuencia olvidamos que nuestro pueblo actual es como una

mezcla de agua con vino, que una vez unidos no habría forma de

separar. Pretender —como algunos quieren— que nuestro ancestro

debe ser sólo indígena, equivaldría a que un hombre que marcha

con sus dos piernas, quiera atribuir a una sola de ellas su loco-

moción, o a un sujeto que teniendo necesariamente dos progeni-

tores, quiera ignorar a uno de ellos y decir que sólo es hijo de uno

de sus padres.

La otra de las razones que dificulta el estudio sereno e im-

parcial de la época de la conquista, es precisamente la Leyenda

Negra, creada y propalada por los enemigos de España, especial-

mente por Inglaterra, nación que está absolutamente inhabilitada

moralmente para acusar a España de haber hecho la conquista de

América a sangre y fuego, cuando ellos, simplemente optaron por

exterminar a los pieles rojas de los territorios que ocuparon

en la América del Norte, y cuando fueron ellos quienes han teñido

de sangre el agua de los mares, con sus interminables crímenes

de piratería, durante la época Colonial y la imposición de la

razón de la fuerza, en vez de la fuerza de la razón, en innumera-

bles casos de violación al Derecho Internacional, como ha ocurrido

con el despojo de Belice a Guatemala y de las islas Mohínas

a la Argentina.

11

Page 17: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Sea de esto lo que fuere, el hecho es que Alvarado exutiió,

y que la fortuna le reservaba la realización de grandes hazañas;

su espíritu aventurero lo llevaba de España a la Española, por el

año de 1510; participa en la conquista de Cuba, toma luego parte

en la expedición exploratoria y de rescate de oro de Juan de Gri-

jalva, en 1518; se alista en la aventura emprendida por Hernán

Cortés en la Nueva España, donde tuvo una muy señalada actua-

ción, ocupando un lugar inferior tan sólo al del propio Cortés.

Conquistador de Guatemala y El Salvador, fundador de la Ciudad

del Señor Santiago en 1524, disputa a Pizarro las riquezas del Perú

y cuando la muerte le sorprende, estaba en camino de las islas de

la Especiería {Las Molucas y la China), en coparticipación con don

Antonio de Mendoza, a la sazón Virrey de la Nueva España.

Alvarado vino al mundo en Badajoz, Extremadura, en el año

de 1485; fueron sus padres don Gómez de Alvarado y doña Leo-

nor de Contreras. Don Pedro tuvo una hermana gemela llamada

Sara y varios hermanos: Jorge, Gonzalo, Gómez y Juan; además

parece haber habido otro hermano suyo fuera de matrimonio,

llamado asimismo Juan.

No existe una pintura real de don Pedro; las que se conocen,

son imaginarias y algunas de ellas difieren mucho entre sí y de

las descripciones escritas que se hicieron de su persona. Im más

conocida y hermosa, es una pintura de cuerpo entero, que se con-

serva y exhibe en el Museo Colonial de la Antigua Guatemala;

también hay otra, aunque de menor calidad artística y muy reto-

cada, junto al salón de sesiones del Consejo de la Municipalidad

capitalina. Del mismo modo, aparece un antiguo grabado que

representa a Alvarado, en la pápna 367 del Libro Viejo de la Fun-

dación de Guatemala, edición de 1934. En mi obra Los Cakchique-

les en la Conquista de Guatemala, ediciones de 1977 y 1984, hice

figura* en la página 121, un antiguo grabado francés de Chaillot,

burilado en 1830; pero como ya se ha dicho antes, los únicos

retratos reales de su persona, son aquellos retratos escritos, de

quienes le conocieron, aunque existen también descripciones sobre

él, hechas de oídas o de segunda mano. A continuación extrac-

taremos algunos trozos de cómo lo vieron sus contemporáneos:

III

Page 18: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Garcilaso de la Vega (El Inca):

"Fue de lindo aire a pie y a caballo, tanto que volviéndose

una vez de México a España, a descargarse de ciertas cosas mal

hechas que sus émulos, con falsedad le habían impuesto, tuvo

necesidad de besar la mano al Emperador y darle cuenta de

sus servicios. Fué a besársela a Aranjuez. Su majestad estaba

en una de las calles de aquellos jardines reales; viendo el buen

aire que D. Pedro llevaba, preguntó a los que con él estaban,

quien era, y habiéndolo sabido, dijo —No tiene este hombre

talle de haber hecho lo que de él me han dicho— y así le dio

libre de aquellas calumnias y le hizo mucha merced" 1

Bernal Díaz del Castillo:

"Y los embajadores (indígenas) con quien iban (Pedros de

Alvarado y Bernaldino Vásquez de Tapia) dieron relación de

ello a su Moctezuma, y les preguntó de qué manera de rostros

y proporciones de cuerpos llevaban los dos teules que iban

a México, y si eran capitanes. Y parece ser que le dijeron que

Pedro de Alvarado era de muy linda gracia, ansí en el rostro

como en su persona, y que parecía como al sol, y que era

capitán, y demás desto se lo llevaron figurado muy al natural

su dibujo y cara, y desde entonces le pusieron nombre de

Tonatio, que quiere decir el Sol o el hijo del Sol, y así le

llamaron de allí en adelante. . . porque Pedro de Alvarado

era de muy buen cuerpo y ligero, y facciones y presencia, ansí

en el rostro como en el hablar, en todo era agraciado, que

parecía que se estaba riendo"?te

. . .fué de muy buen cuerpo y bien apropordonado, e

tenía el rostro e cara muy alegre, e en el mirar muy amoroso,

e por ser tan agraciado le pusieron por nombre los indios me-

1 Garcilaso de la Vega. Historia General del Perú. Segunda parte

de los Comentarios Reales de los Incas. Libro II, Capítulo I, Buenos Ai-

res, 1944.

2 Bernal Díaz del Castillo. Verdadera y Notable Relación del Des-

cubrimiento y Conquista de la Nueva España y Guatemala, en Historia'

dores de Indias. W. M. Jackson, Inc., Séptima edición, USA, 1974,

p. p. 217-8.

IV

Page 19: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

xicanos Tonatio, que quiere decir el sol; era muy suelto e

buen jinete, y sobre todo ser franco y de buena conversación,

y en vestirse era muy polido y con ropas costosas e ricas; e

traía al cuello una cadenita de oro con un joyel e un anillo

con buen diamante"?

En lo que respecta a la obra que hoy damos a luz, en su se-

gunda edición, está por demás decir que será la primera vez que

se edita en Guatemala, pues la primera y única edición que de

ella había, fue publicada por su autor, en los talleres de la Edito-

rial Galatea, por encargo del Fondo de Cultura Económica, Mé-

xico, D. F., a mediados del año 1952; considerando que en esa

oportunidad se imprimieron sólo dos mil ejemplares, se com-

prenderá que en la actualidad dicha primera edición está absolu-

tamente agotada. Además, es justo mencionar, que cuando se en-

teró del proyecto del presidente de la Casa de la Cultura de Anti-

gua Guatemala, la señora Laura Recinos de García Prendes, hija

del ilustre licenciado Adrián Recinos y depositaría de los dere-

chos de autor de su ilustre padre, acogió la idea con entusiasmo

y, desde luego, extendió la correspondiente licencia para la im-

presión de este nuevo tiraje, de una obra que inexplicablemente

ha permanecido inédita en el país, pues es de aquellas que a su

interés histórico y veracidad, agregan un estilo literario agrada-

ble, lenguaje correcto y amenidad tal. que se lee con la suavidad

y el interés de una novela. Y es que no es para menos, pues Re-

cinos amaba entrañablemente el suelo en que nació, y dedicó gran

parte de su vida al estudio serio de la historia antigua del país.

A muchos años ya de su fallecimiento, sus versiones del Popol Vuh,

así como del Memorial de Solóla, siguen siendo las clásicas y

preferidas por los estudiosos, debido a la abundancia de notas

aclaratorias, así como a la nitidez de las ediciones de 1947 y 1950

respectivamente.

No cabe duda que es este, el mejor homenaje que puede

rendir la Casa de la Cultura Antigüeña, a la memoria de aquel,

que encarna el espíritu caballeresco y galante, aventurero y cruel.

3 Bernal Díaz. Obra citada, Editorial José de Pineda Iban*, tomoIV. Guatemala, 1964, p.p. 456-7.

Page 20: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ambicioso y valiente del siglo XVI español. En efecto Alvarado

representa vivamente a aquella generación de hombres de hierro,

producto de ocho siglos de guerras con los moros, hombres que

llevaron el pendón de Castilla hasta los últimos rincones del mun-

do, abriéndole paso al evangelio y al poder temporal de don Carlos

V, a golpes de espada toledana y enarbolando la cruz.

De todos, cuantos juicios y comentarios he leído sobre Al-

varado, escritos por diversos cronistas e historiadores, hay uno

que me ha llamado la atención, por lo justo y ecuánime de sus

conceptos; se trata del juicio histórico emitido por don José Milla

en su inconclusa Historia de la América Central. Dice así:

"Sin embargo, a pesar de haber sido exterminados du-

rante la conquista tantos de los antiguos habitantes del país,

todavía la raza indígena pura, forma como las dos terceras

partes de la población. Se creo', además, una nueva entidad,

por la amalgama de indios y españoles, nada de lo cual

habría sucedido si a estos pueblos les hubiese tocado el ser

descubiertos y conquistados por otra raza. La suerte de las

tribus indígenas de la América del Norte manifiesta muy

claramente la que en tal caso habría sido la de la antigua

población del país, ya se ve que si la tierra hubiera ganado

materialmente, los indios estarían extinguidos, o si quedaban

algunos pocos, andarían errantes por los bosques, perseguidos

y acosados como bestias feroces.

Los abusos y las crueldades inmotivadas son y serán siem-

pre dignos de censura, y no fueron pocos los que cometieron

Alvarado y sus compañeros. Dotado aquel caudillo de un ca-

rácter apasionado y violento, excedió en el particular a otros

de los jefes expedicionarios de América, a quienes, por otra

parte, puede compararse en el denuedo, en la constancia,

en la actividad, en la astucia militar y a quienes supera en la

grandeza de los planes y en la importancia de las empresas

que acometió. Estas cualidades, unidas a un exterior brillante,

a sus modales distinguidos y caballerescos y aún a sus mismos

vicios {el juego, las mujeres la prodigalidad), hacen aparecer

VI

Page 21: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

al conquistador de Guatemala más bien como un héroe de

novela, que como un personaje histórico.

llena la imaginación con ideas de engrandecimiento per-

sonal y de nuevas conquistas con qué ensanchar aún los in-

mensos dominios de su patria, el que había salvado de tantos

peligros, vino a morir donde ya no debía hacerlo, por un ac-

cidente casual, ocasionado de la pusilanimidad de un hombre.

Acabó su vida y se desvanecieron los sueños de ambición y

gloria que agitaban aquella alma que nada tenía de vulgar.

A su muerte siguió de cerca la desaparición de toda su fami-

lia y la ruina de aquellos bienes de fortuna por las cuales

se había afanado tanto y por cuya consecución cometiera tan-

tas injusticias. Sus mismos restos mortales se perdieron bajo

los escombros de la iglesia matriz de la ciudad, de la cual fué

fundador y primer veóino, y hoy no queda de él más que el

recuerdo que conserva la historia y que va pasando de una

en otra generación, con la alabanza que no puede negarse a

sus hechos heroicos y con el vituperio que debe acompañar

a aquellas de sus acciones que se desviaron de las reglas del

honor, de la moral y de la justicia"}

Murió Alvarado el 4 de julio de 1541, en tierras de la Nueva

Galicia, debido a un accidente bélico, en ocasión que prestaba

auxilio a Cristóbal de Oñate, ante una sublevación indígena; tenía

el Adelantado unos cincuenta y cinco años de edad. De este modo

concluye la vida de uno de los personajes más discutidos e im-

portantes, en la historia de América del siglo XVI.

FRANCIS POLO SIFONTESNueva Guatemala de la Asunción

y día del Señor Santiago de 1985

4 José Milla. Historia de la América Central. Tipografía Nacional,Vol. I, Guatemala, 1937, p.p. 553-4.

VII

Page 22: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado
Page 23: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

PEDRO DE ALVARADOConquistador de México y Guatemala

Page 24: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado
Page 25: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ORIGEN Y MOCEDADES

El descubrimiento de América abrió para la juventudespañola un vasto y nuevo mundo cuyas fabulosas ri-quezas eran ponderadas como el hallazgo más sensacio-nal de todos los tiempos. No sólo se había comprobado,en el orden científico, la teoría de la redondez de latierra, sino que ante los ojos atónitos de los audaces na-vegantes se había revelado un extenso continente dotadode todos los recursos naturales que podían ambicionarlos habitantes de la vieja Europa.

La guerra de reconquista había terminado en Espa-ña, y el teatro del valor y la aventura se trasladó al otrolado de los mares, donde la amplitud y riqueza de la tie-rra ofrecían a los veteranos de Flandes y de Italia y a lasnuevas generaciones ávidas de ocupación y provecholos medios de labrar una fortuna y alcanzar honra y, talvez, una miaja de gloria.

Así se realizó la empresa colonizadora más vasta yprovechosa que registra la historia, y sobre las ruinasde un mundo indígena destruido a sangre y fuego, seedificó un imperio donde florecieron a la par las artes

Page 26: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

y virtudes de la gloriosa España de Carlos V y los vi-

cios y pasiones de los conquistadores, endurecidos en la

guerra y avezados a los excesos de la fuerza y la vio-

lencia.

Miguel de Cervantes, que intentó, sin lograrlo, pro-

bar fortuna en América, dijo de las Indias en una de las

Novelas ejemplares, que eran "refugio y amparo • de

los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvo-

conducto de los homicidas, pala y cubierta de los juga-

dores a quien llaman ciertos [fulleros] los peritos en el

arte, añagaza general de mujeres libres, engaño comúnde muchos y remedio de pocos." Sodoma y Gomorra se

habían trasladado al Nuevo Mundo, según la pintura

sombría del inmortal escritor, por cuya pluma destilaba

tal vez el despecho de no haber obtenido la gobernación

de Soconusco en Guatemala, o cualquiera otro de los

empleos que en 1590 solicitó al Rey de España.

Hacia el año 1510 habían marchado a la Isla Espa-

ñola, o Santo Domingo, millares de españoles en busca

de fortuna. Don Diego Colón, Gobernador de la isla,

trataba de establecer en. ella un centro de colonización

para todo el mundo descubierto por su ilustre padre, ylas noticias del esplendor de la corte de damas distinguid

das y ricos hacendados que le rodeaban hasta su regreso

a España en 1515, habían llegado en alas de la fama a

todos los rincones de la Península despertando incon-

tenibles ambiciones. A la Isla Española fueron Diego de

Velázquez, Hernán Cortés y muchos otros aventureros

que habían de hacer historia en las tierras de este He-misferio.

En 1511 don Diego Colón envió a Diego de Veláz-

quez a conquistar la isla de Cuba. En la expedición

fueron muchos de los españoles de Santo Domingo y de

Jamaica, entre ellos Hernán Cortés, Panfilo de Narváez

y el Padre Bartolomé de las Casas. Es probable que Pe-

dro de Alvarado y sus hermanos se encontraran ya enesa época en Santo Domingo, y que hayan tomado parte

92 tO$OD*

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Page 27: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

en la fácil conquista de Cuba. Las nuevas de los descu-

brimientos y de la riqueza de las tierras del Nuevo Mun-do deben haber decidido a los Alvarados desde 1510 a

ponerse en camino para las Indias. Por lo menos haynoticia cierta de que uno de ellos se embarcó para Amé-rica en el otoño de 1511, sin duda para reunirse con sus

hermanos.1

Pedro de Alvarado era, como Cortés, oriundo de la

provincia española de Extremadura, de donde tantos

emigrantes partieron para América. Había nacido enBadajoz hacia 1485. Su ascendencia ha sido puesta

en claro por los trabajos de sus biógrafos donÁngel Altolaguirre y Duvale y don Antonio La familia

del Solar y Taboada. De acuerdo con dichos Alvarado

trabajos, Pedro de Alvarado resulta ser nieto

de Juan Alvarado "el Viejo", y bisnieto de Garci Sán-chez, Señor de la Casa de Alvarado en la Montaña, y dedoña Leonor de Bracamonte.

Hijos de Juan de Alvarado, Comendador de Horna-chos en la Orden de Santiago, y de doña Catalina Messía,

fueron Gómez y Diego de Alvarado. Este último fué

Comendador de Lobón, Puebla y Montijo de la Ordende Santiago, Alcaide de Montánchez y Señor de Cubi-

llana y Castellanos. Se dice que Diego sirvió como va-

liente en la batalla de la Albuhera y en la desastrosa

campaña de Ajarquía contra los moros de Málaga, a las

órdenes del Maestre de Santiago, D. Alonso de Cárde-

nas.2

Gómez de Alvarado casó en primeras nupcias con

1 "En 22 de setiembre de 1511 nos dimos licencia a Juan de

Alvarado, hijo de Gómez de Alvarado e Leonor de Contreras, su

mujer, vecinos de la ciudad de Badajoz, para que pudiese pasar

a las Indias en la nao de ques maestre Rodrigo Narvaez por cuanto

nos consta que no es de las personas prohibidas." Cita del Episto-

lario de la Nueva España, T. I, pág. 40.2 Vázquez, 1937, T. I, Lib. I, cap. 31, pág. 155.

Page 28: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

doña Teresa Suárez de Moscoso, Señora de la Dehesa de

Pozacibera, en Valverde, aldea de Badajoz, y tuvo con

ella una hija que casó con el Comendador Alonso Her-

nández de Moscoso, de la orden de Santiago. Muerta

doña Teresa, Gómez contrajo matrimonio con doña Leo-

nor de Contreras, hija de Diego Contreras, oriundos del

lugar de la Secadura, de la Merindad de Trasmiera, Pro-

vincia de Santander.3 De este segundo matrimonio hubo

varios hijos: dos gemelos, don Pedro y doña Sarra, yJorge, Gonzalo, Gómez y Juan.

4

De los años juveniles de Pedro de Alvarado no se ha

conservado noticia cierta. Sus hazañas en la conquista

de México y Guatemala dieron lugar a una serie de le-

yendas que, aun tomándolas por tales, pintan el arrojo yla sangre fría del joven extremeño que había

Años de ser con el tiempo famoso capitán en el

juveniles Nuevo Mundo. Estas leyendas eran populares

en la época de la conquista y las recogió en su

tiempo el historiador colonial Garcilaso de la Vega el

3 El escritor salvadoreño Rodolfo Barón Castro, sin citar su

fuente de información, dice que doña Leonor de Contreras, "era

hija de don Gonzalo de Contreras y Carvajal y doña Isabel Gutié-

rrez de Trejo y Ulloa, también de antañona, raigambre extremeña:

el abuelo materno de Pedro de Alvarado, por cuanto Carvajal, era

nieto de los señores de Orellana de la Sierra y sobrino de Garci López

de Carvajal, consejero que fué de D. Juan I de Castilla y primer

señor de Torrejón el Rubio." Pedro de Alvarado, pág. 9.4 Parece que Pedro de Alvarado tuvo dos hermanos que lleva-

ban el nombre de Juan, uno legítimo y otro natural. Del primerose dice en el pasaje del Epistolario de la Nueva España anteriormente

citado, que era hijo de Gómez de Alvarado y Leonor de Contreras.

Además, en el Catálogo de pasajeros a Indias, tomo I, se lee la

partida que dice: "369. Juan de Alvarado, hijo de Gómez de Alva-rado y de Leonor de Contreras, vecinos de Badajoz, 22 de setiem-

bre de 1511"

Enumerando los hermanos de D. Pedro que pasaron a la con-quista de México, Bernal Díaz del Castillo (cap. XX) menciona a

"Joan de Alvarado el viejo, bastardo." Y en otro lugar (cap. COI)

10

Page 29: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Inca, cuyo padre, extremeño también y amigo de Alva-

rado, pasó con él a la conquista del Perú.

En mis niñeces —dice Garcilaso de la Vega— oí decir

a los españoles que hablaban de las proezas deste caballero.

Estando en Sevilla D. Pedro de Alvarado para pasar a Indias

la primera vez que fue a ellas, subió a la torre de la iglesia

mayor con otros caballeros mozos, sus compañeros, por gozar

de la buena vista que se alcanza de aquella hermosísima to-

rre. En una de las ventanas más altas hallaron una almojaya

que salía diez o doce pies fuera de la torre, que había servido

de sustentar un tablado para cierta obra que pocos días antes

en ella se había hecho. Uno de aquellos caballeros, llamado

Fulano de Castillejo, natural de Córdoba, sabiendo cuánto

se preciaba Don Pedro de su ligereza, y no preciándose él

menos de la suya, viendo el almojaya, se quitó la capa y es-

pada, y sin hablar palabra, salió de la torre midiendo el

almojaya a pies hasta el cabo de ella, y volvió para atrás

al mismo paso, hasta entrar en la torre. Don Pedro de Alva-

rado, que lo vio, sintiendo que lo había hecho por motejarle

de que no sería para otro tanto, no quiso dejar la espada ni la

capa. Echó la media della sobre el hombro izquierdo, y la otra

media puso debajo del mismo brazo, pasándola por debajo del

derecho, y tomó la espada con la mano izquierda y así salió

refiere que "Joan de Alvarado, era bastardo, murió en la mar yendo

a la isla de Cuba." En la edición del P. Remón (1632, cap. CCIII,

pág. 237) declara Bernal Díaz que el hijo mayor del Adelantado

"que se decía don Pedro, fué a Castilla en compañía de un su tío

que se decía Juan de Albarado el mozo, vecino que fué de Guati-

mala — y nunca mas se supo de ellos, por (lo) que creyeron que

se perdieron en la mar o los cautivaron moros.*' La distinción

que hace el cronista de un "Joan de Alvarado, el viejo," y "Juan

de Albarado, el mozo," parece indicar que ellos fueron dos personas

diferentes, aunque del mismo nombre, y ambos, hermanos del con-

quistador de Guatemala.

Pariente lejano de éste era también otro Juan de Alvarado que

fué encomendero en Tiripitío, de la Provincia de Michoacán, Mé-xico, a quien el Adelantado D. Pedro dio poder para testar, y que

profesó más tarde en la Orden de San Agustín y murió en México

en olor de santidad.

11

Page 30: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

por el palo adelante, midiéndolo a pies; y cuando llegó al

cabo del, dio una vuelta en redondo y volvió con el rostro

a la torre, con el mismo paso y compás, hasta entrar en ella.5

Otra vez acaeció que andando a caza don Pedro de Al-

varado y otros caballeros mozos hallaron unos gañanes que,

por mostrar su ligereza, saltaban a porfia un pozo ancho

que allí había, y teníase por ligero el que lo salvaba a pie

juntillas. Los caballeros se apearon para lo mismo: algunos

saltaron el pozo, otro no osaron. Don Pedro llegó a la postre,

y, puesto de pies sobre el borde del pozo, dijo: "Buen salto es

a pie juntillas, no sé si me atreva a darlo." Diciendo esto,

emprendió el salto y hizo que no alcanzaba bien el otro bor-

de; dio en él con los pulpejos de los pies y surtió para atrás

con tanta ligereza, que volvió a ponerse donde estaba antes.

Estas gentilezas y otras semejantes oí contar deste caballero.

Garcilaso de la Vega no conoció a Alvarado; no ha-

bía nacido todavía cuando el aventurero capitán fué a

disputar a Pizarro y Almagro la conquista del Perú;

pero el Capitán Garci Lasso de La Vega, padre del his-

toriador, había' sido amigo de aquél, vino de España en

su compañía en 1528, estuvo en Guatemala varios años

y pasó con él al Perú en 1534. Allá entró al servicio de

Pizarro, y de sus amores con una princesa inca, la ñusta

Isabel Chimpu Ocllo, nació el autor de los Comentarios

reales. De labios de su padre, y seguramente de los deotros caballeros que con él fueron a la conquista del

Perú, Garcilaso oyó estas sabrosas anécdotas de las moce-dades de Alvarado. De sus aventuras en América supo

también el cronista y refiere, entre otras, la historia del

salto de la Noche Triste de que se hablará más adelante.

Encomiando la gentileza de la persona de Alvarado,

dice Garcilaso de la Vega:

Fué de lindo aire a pie y a caballo, tanto que volviéndose

una vez de México a España a descargarse de ciertas cosas mal

5 Las Casas refiere idéntica hazaña que, según él, realizó Alon-so de Hojeda en la torre de la catedral de Sevilla en presencia de la

reina Isabel la Católica.

12

Page 31: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

hechas que sus émulos, con falsedad, le habían impuesto, tuvonecesidad de besar la mano al Emperador y darle cuenta de sus

servicios. Fué a besársela a Aranjuez. Su majestad estaba

en una de las calles de aquellos jardines reaic. , "iendo el buenaire que D. Pedro llevaba, preguntó a los que con él estaban

quién era, y habiéndolo sabido, dijo: "No tiene este hombretalle de haber hecho lo que de él me han dicho." Y assí le dio

libre de aquellas calumnias y le hizo mucha merced.6

En efecto, Alvarado era de gentil porte y rostro

atrayente, y su figura y buenas maneras le ayudaban en

el trato con las gentes a ganar muchas voluntades. Ber-

nal Díaz del Castillo, que fué su amigo y subordinado,

dice de él que

. . . fué de muy buen cuerpo y bien aproporcionado, e tenía

el rostro e cara muy alegre, e en el mirar muy amoroso, e

por ser tan agraciado le pusieron por nombre los indios mexi-

canos Tonatio, que quiere decir el sol; era muy suelto e buenjinete, y sobre todo ser franco y de buena conversación, yen vestirse era muy polido y con ropas costosas e ricas; e traía

al cuello una cadenita de oro con un joyel e un anillo con

buen diamante.

Hay que advertir que en lo del vestir y el adorno,

Bernal Díaz habla del tiempo de la prosperidad de Alva-

rado; pero si en su juventud y pobreza no iba tan acica-

lado, ya poseía las prendas personales que nacieron con

él, como si hubiera venido al mundo destinado a las gran-

des empresas que realizó.

El cronista Gomara pinta a Alvarado de esta mane-ra: "Era hombre suelto, alegre y muy hablador, vicio de

mentirosos." Y Fernández de Oviedo comenta que, "se-

yendo un pobre soldado, puesto que de noble sangre,

caballero militar del hábito de Santiago, con una espada

y una capa pasó mancebo a estas partes a buscar la vida,

como suelen hacer los hidalgos e hombres de honra."

Garcilaso de la Vega, Libro Segundo, cap. I.

13

Page 32: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Diego Muñoz Camargo, autor de la Historia de

Tlaxcala, dice que a nuestro héroe le llamaron los indios

el Sol, "porque decían que era hijo del sol por ser rubio

y colorado, de muy lindo rostro, donaire y disposición ybuen parecer."

La emigración de españoles a las Indias había tomadotales proporciones a los pocos años del descubrimiento,

que el Rey de España se vio obligado a establecer el

sistema de licencias. Estas se daban con parquedad ysolamente después de llenar algunas formali-

Los Alva- dades. En el Registro de pasajeros con destino

Atnérícaa ^as Inc^as no aparece el nombre de Pedro de

Alvarado, ni los de sus hermanos, a excepción

del de Juan Alvarado, inscrito en septiembre de 1511.

Esto confirma la opinión común de los historiadores que

colocan antes de ese año el viaje de los demás herma-

nos Alvarado al Nuevo Mundo. Se supone que cruzaron

el Océano por ves primera en 1510.

Algunos de sus biógrafos afirman que Alvarado ysus hermanos pasaron en aquel año a la Isla Española

llamados por su tío el Comendador don Diego, "que ya

en 1499 se hallaba establecido en la isla."r

Cierto es

que hubo en Santo Domingo un Diego de Alvarado que

acompañaba a Miguel Díaz, Alcaide de la fortaleza de

aquella ciudad, a la llegada de Francisco Bobadilla,

cuando este jefe cargó de cadenas a Cristóbal Colón ysus hermanos, según refiere el P. Las Casas;

8pero este

Diego de Alvarado parece haber sido solamente unhomónimo del Comendador de Lobón, tío de los Alva-

rados de la Conquista. La confusión procede aparente-

mente del lenguaje un tanto ambiguo del historiador

Remesal, quien refiere que Pedro de Alvarado,

• . . cuando pasó mozo a las Indias, un tío suyo, del hábito de

7 Altolaguirre v Duvale, 1927.8 Las Casas, 1875, vol. II, cap. CLXXX, pág. 109,

14

Page 33: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Santiago, entre otras cosas le dio un sayo de terciopelo de su

persona, para usar de él; Pedro de Alvarado quitóle el hábito,

aunque el terciopelo quedó tan aprensado, que jamás perdió la

señal de la cruz, y por eso los soldados, cuando se ponía el sayo

de su tío las Pascuas y fiestas solemnes, le llamaban el Comen-dador.

9 Toda ambigüedad desaparece ante las palabras de otro

cronista de la época, Fray Juan de Torquemada, cuando dice

que Alvarado "pasó muy mozo a Indias, y porque traía unsayo y capa que le dio en Badajoz un su tío, que era del hábi-

to de Santiago, Comendador de Lobón, le llamaban muchosel Comendador; y así, cuando fué a España, procuró el

hábito de Santiago y lo alcanzó." 10

De la estancia de los Alvarados en Santo Domingo noha quedado noticia; apenas si Remesal menciona quePedro había conocido en la Española a Fray Domingode Betanzos, de la Orden Dominicana. Allí comenzó, enefecto, la amistad de Alvarado con el apostó-

lico varón, guía y director espiritual de gran ~*¡

número de aventureros que en sus proyectos lü^"-ir , / t empresasy sueños de fortuna no sentían mas freno que

el temor de Dios. Hablando del afecto que por el P.

Betanzos sentía un grupo de aquellos hombres que ulte-

riormente fueron a poblar a Guatemala, dice el cronista

que "conociendo (Fray Domingo) a la mayor parte de

ellas desde el tiempo que moraban en la Isla Española, y

9 Remesal, 1932, T. I, Lib. I, cap. IX, pág. 37.

10 Torquemada, T. I, Lib. III, cap. XXXIV. Entre las pre-

guntas hechas a los testigos del proceso instruido contra Alvarado

por la Audiencia de México en 1529 se incluía una relativa al uso

indebido del hábito de Santiago, y en ella se decía que, habiéndole

interrogado don Diego Colón acerca de este particular, había afir-

mado ser Comendador de la Orden, y que desde entonces llevaba

la cruz públicamente en todas sus ropas y se llamaba y firmaba el

Comendador Pedro de Alvarado. Los testigos declararon solamente

que en la Isla de Cuba le habían visto llevar la cruz de la encomien-

da, y que se llamaba Comendador. Uno de ellos agregó que ya en la

Nueva España no usaba la insignia ni el título de tal hasta que re-

gresó de Castilla en 1528.

15

Page 34: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

acordándose de su virtud y ejemplo de sus sermones

—pasaron a mirarle como un ángel del cielo."X1

A corta distancia de la ciudad de Santo Domingo,en el pequeño pueblo de Azúa, vivía desde cinco años

atrás un caballero, extremeño como Alvarado, llamado

Hernán Cortés, que ejercía el cargo de escribano pú-blico y especulaba con el trabajo de los indios en tierras

que el Gobernador Ovando y don Diego Colón le habían

concedido. Es seguro que Cortés y Alvarado trabaron

amistad cuando en 1510 llegó este último con sus her-

manes a la Hispaniola. Los unía el amor de la patria

chica común, la profesión de las armas, la educación

esmerada, la ambición de la riqueza y de la gloria,

no menos que la afición a las aventuras galantes.

Es fácil suponer que los Alvarados, recién llegados

a las Indias, pobres y sin amigos, encontraron en Cortés

consejo y protección. Juntos pasaron en 1511 a la con-

quista de Cuba, donde Pedro prosperó en varios años

de labor como hacendado. En Cuba ha de haber seguido

floreciendo la amistad de los dos. El hecho es que cuandollegó la hora de emprender la conquista de Méxi-co, Cortés confirió a Alvarado, como a hombre apto yadicto a su persona, el mando de una de las naves, y du-rante toda la peligrosa campaña le asignó puestos de

importancia, inferiores tan sólo al del jefe del ejército

invasor. Por lo demás, en la época en que vivían en

Santo Domingo, los Alvarados eran demasiado jóvenes

y sin valimiento, y apenas si entre la multitud de pre-

tendientes a la fortuna se destacaría la figura arrogante

de Pedro, "el Comendador."La ocasión de distinguirse no se hallaba muy lejos

sin embargo, y se presentó risueña ante los caballeros

ávidos de fortuna. Don Diego Colón ansiaba ensan-

char sus dominios un tanto estrechos de la Isla Española,

y dispuso organizar una expedición para conquistar la

11 Remesal, Lib. II, cap. III.

16

Page 35: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

vecina Isla de Cuba. Al frente de la expedición marchóDiego de Velázquez en el año de 1511, y se ha dicho

que en sus filas se alistaron los Alvarados. Es cierto queen la conquista de la que por entonces llamaron Isla

Fernandina tomaron parte muchos de los soldados yemigrantes residentes en la Española, y, a juzgar por

los sucesos ulteriores, es éasi seguro que los hermanos

Alvarado cooperaron en la empresa y ayudaron a some-

ter a las pacíficas tribus de la isla.

Era natural que, terminada la conquista de Cuba,

Diego de Velázquez concediera recompensas y privile-

gios a sus compañeros de armas. Así, cuando Pedro de

Alvarado aparece por primera vez en el escenario de la

época, se presenta como un rico hacendado y hombrede pro en la Villa de la Trinidad, y persona de con-

fianza del desconfiado gobernador Velázquez. Fran-

cisco Hernández de Córdoba, en unión de otros españo-

les, había organizado una expedición a las islas Guanajas,

que despertó la codicia del gobernador y su ambición de

extender sus empresas más allá de las playas de su ínsula.

Hernández de Córdoba salió de Cuba en 1517 con la

cooperación de Velázquez, y cambiando de rumbo des-

cubrió la península de Yucatán. No llegó mucho más

lejos, ni las escasas ganancias en oro de la expedición

podían satisfacer a sus organizadores; pero el descubri-

miento de un nuevo y poblado territorio y la perspectiva

de someter a sus habitantes y explotar la riqueza del

suelo y el material humano, que era riqueza no menor,

impulsaron a Velázquez a armar por su exclusiva cuenta

una segunda expedición a las tierras nuevamente des-

cubiertas.

17

Page 36: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

CONQUISTA DE MÉXICO

Diego de Velázquez residía a la sazón en Santiago de

Cuba, donde había establecido el centro del gobierno

de la isla. Poco después del regreso de Hernández de

Córdoba llegaron a Santiago Juan de Grijalva, Alonso

Dávila, Francisco de Montejo y Pedro de Al-De

.

sc1! ,~ varado, quienes "habían ido a ciertos negocios

Yucatán con e^ gobernador, porque todos tenían enco-

miendas de indios en la misma isla y eran

hombres principales." Así lo refiere Bernal Díaz del

Castillo, y es indudable que aquellos hombres, ávidos

de movimiento y aventura, no eran ajenos al negocio de

la nueva expedición a la cercana tierra firme.

De aquí en adelante es fácil seguir el curso de los

acontecimientos en la Relación de Bernal Díaz. Veláz-

quez, con la cooperación de sus amigos, continuó los

preparativos de la empresa, de la cual esperaba pingües

provechos. Suministró al efecto cuatro navios y nombróa su pariente Juan de Grijalva jefe de la armada y ca-

pitán de uno de los barcos. Alonso Dávila, Francisco

de Montejo y Pedro de Alvarado iban de capitanes, ycomo pilotos los mismos que acompañaron a Hernán-

18

Page 37: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

dez de Córdoba: Antón de Alaminos y Camacho, el de

Triana, y un clérigo, Juan Díaz, que más tarde fué a

la conquista de México y Guatemala.

La armada salió de Cuba en abril de 1518 y des-

cubrió a los pocos días la isla de Cozumel. Los expedi-

cionarios costearon la península de Yucatán por el

oriente y norte y tuvieron un encuentro sangriento con

los indios mayas de Champotón que mataron a siete

soldados españoles "y al capitán Juan de Grijalva le die-

ron tres flechazos y le quebraron los dientes."12

Sesenta

soldados más salieron heridos y la expedición abandonóaquel lugar hostil y continuó hacia el poniente hasta

encontrar la isla del Carmen y Laguna de Términos,

junto a la desembocadura de los grandes ríos que tienen

su origen en Guatemala: el Usumacinta y el de Tabasco

que nombraron Río de Grijalva. Fueron recibidos de

paz por los habitantes de esos lugares y siguieron nave-

gando frente a la costa de Coatzacoalco. Divisaron hacia

el poniente las grandes sierras nevadas del interior de

México, y Pedro de Alvarado, encontrando un anchuroso

río que los indios llamaban Papaloapan (río de las ma-riposas) y los españoles llamaron desde entonces Río de

Alvarado, se internó por él con su navio, lo que causó

grande enojo al general. "Estuvímosle aguardando en

el paraje del río donde entró con todos tres navios hasta

que salió de él —dice Bernal Díaz— y a causa de haber

entrado en el río sin licencia del general se enojó muchocon él y le mandó que otra vez no se adelantase a la

armada porque no le viniese algún contraste en parte

donde no le pudiésemos ayudar."

El primer contacto de los españoles con la gente de

Moctezuma ocurrió poco después, cuando se encontra-

ron en un lugar de la costa con los agentes del empera-

dor azteca que llegaron a informarse más detenidamente

de los hombres extraños que habían aparecido en el li-

toral y a quienes tomaron al principio por las gentes

12 Díaz del Castillo, cap. VIII.

19

Page 38: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

que, según sus profecías, debían llegar un día de donde

sale el sol para asumir el dominio de la tierra. Recibieron

los españoles muchos agasajos de los enviados de Moc-tezuma y una buena cantidad de oro en joyas, después

de lo cual continuaron la navegación y dieron con máslugares poblados y a propósito para un desembarco yestablecimiento permanente. Bien quisiera hacerlos Gri-

jalva, pero contaba su gente y consideraba que no era

bastante numerosa para dominar la gran cantidad de

nativos que sólo en la costa se veían. Estaban, además,

escasos de víveres y necesitados de otros auxilios que

únicamente les podían llegar de Cuba, por lo cual deci-

dieron que volviera uno de los navios para solicitarlos a

Diego de Velázquez. Pedro de Alvarado fué comisiona-

do para que fuese a Cuba "en un navio muy bueno

que se decía San Sebastián." Se escogió a Alvarado,

según el cronista, porque tanto Grijalva como los otros

capitanes estaban disgustados con él por haberse separa-

do de la armada y haber entrado solo al Río Papaloapan,

y porque había ido a aquel viaje "de mala gana y medio

doliente." -Gomara da otra razón para que Alvarado,

por su parte, quisiera volver pronto a Cuba, y era "que

se perdía por una isleña."

Entró nuestro capitán al puerto de Santiago triun-

falmente, llevando el oro, mantas y demás objetos reco-

gidos durante la expedición. El gobernador escuchó

con intenso júbilo el relato que le hizo de las tierras des-

cubiertas y decidió al instante enviar otra expedición

más fuerte y numerosa para explotar las riquezas de

tan extenso territorio. "Estaban todos espantados—dice

Bernal Díaz— de las ricas tierras que habíamos descu-

bierto ... y como Pedro de Alvarado se lo sabía muybien platicar diz que no hacía Diego Velázquez sino

abrazarle, y en ocho días tener gran regocijo y jugar

cañas."

Algún tiempo después volvió Grijalva, que había

seguido navegando hasta la altura del Río Panuco. Ve-

20

Page 39: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

lázquez lo recibió fríamente, acaso porque Alvarado se

había atribuido a sí mismo la mayor parte de la gloria

de la expedición, y porque, según da a entender el his-

toriador, había, además, trabajado contra su jefe, lleva-

do de su resentimiento. Parece también que Alonso

Dávila y Montejo habían ayudado a ponerle mal con

el Gobernador.

Organizada la nueva armada para la conquista de

México, ninguno de los capitanes conocidos por su par-

ticipación en las empresas anteriores fué escogido

por Velázquez. El destino había reservado hazaña de

tanta magnitud e importancia para HernánCortés, y la historia ha confirmado el acierto .

¿ic^nde su elección que había de causar incontables ¿e cortés

quebrantos al ambicioso Gobernador de Cuba.

Cortés salió de Santiago con once navios el 18 de

noviembre de 151& En el puerto de la Trinidad se detu-

vo a continuar el reclutamiento de la gente y a aca-

bar de proveerse de armas y mantenimientos para el

viaje. "De aquella villa salieron —dice Bernal Díaz

cinco hermanos que se decían Pedro de Alvarado y Jorge

y Gonzalo y Gómez y Juan de Alvarado el viejo, bas-

tardo." Se agregaron también allí a la expedición Alonsode Ávila, Cristóbal de Olid y otros hidalgos. De San-

tispíritu acudieron a la llamada de Cortés "muchaspersonas de calidad que estaban en aquella villa pobla-

das, que se decían Alonso Hernández Puerto Carre-

ro primo del Conde de Medellín, y Gonzalo de San-

doval." Otros caballeros y soldados engrosaron las filas

del ejército. Cortés envió por tierra a Pedro de Alvara-

do a la villa de La Habana, que entonces estaba en la

costa sur de la isla, y a Juan de Escalante en un navioa la costa del norte, para que ambos jefes recogieran a

otros soldados que vivían en las estancias. En La Habanase agregó a la expedición Francisco de Montejo. Veláz-

quez, desconfiando tardíamente de la lealtad de Cortés,

21

Page 40: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

daba órdenes a sus subordinados para que lo apresaran

y devolvieran a Santiago; pero Cortés se había impuesto

como jefe en la estimación de sus amigos y soldados que,

usando las palabras de Bernal, "dieran la vida por él,"

y no había quien se atreviera a cumplir las órdenes del

Gobernador.

Luego se embarcaron hombres y caballos repartidos

en los once navios de la armada. Los caballos eran en

aquel tiempo escasos y caros. Cortés y sus capitanes lle-

vaban cada uno el suyo, que Bernal describe minucio-

samente por su nombre y calidad. Pedro de Alvarado yHernán López de Ávila llevaban entre los dos "unayegua alazana muy buena, de juego y de carrera, ydesque llegamos a la Nueva España el Pedro de Alvarado

le compró la mitad de la yegua o se la tomó por fuerza."

Alvarado aspiraba al mando de la armada y parece

haberse lastimado porque no lo consiguió; pero segu-

ramente se conformó con desempeñar en ella un papel

importante, como segundo de su amigo Cortés. Cer-

vantes de Salazar refiere el caso de la manera siguiente:

Velázquez decidió armar una nueva expedición y puso los

ojos sobre dos o tres caballeros, de lo cual no poco se agravió

Pedro de Alvarado porque dixo que si no le hacían general

no volvería a la jornada, aunque después por medio de

Andrés de Duero tornó a ella, por ser, como había visto, digna

de emplearse en ella cualquier hombre de valor.

La flota se hizo a la vela en febrero de 1 5 19 con rumboa Yucatán. Pedro de Alvarado mandaba el mismo navioSan Sebastián en que fué a la expedición de Grijalva.

Le acompañaban esta vez sesenta soldados, entre ellos

La flota vi- Bernal Díaz del Castillo. Cortés había or-

sita Yuca- denado que los once navios caminaran juntostan y Ta- desde el cabo San Antón, punta occidental de

bascoJa isia ¿e Cuba, pero Camacho, el piloto del

San Sebastián, desobedeciendo las instrucciones reci-

bidas, no acudió a la cita y se adelantó al resto de la

22

Page 41: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

armada, llegando a la isla de Cozumel antes que Cortés.

Alvarado desembarcó y sus hombres se internaron en la

isla a caza de los habitantes que se dieron a la fuga. Los

soldados se apoderaron de dos indios y una india, de

cuarenta gallinas y de algunos paramentos y arqui-

llas con ciertas joyas de poco valor que hallaron en untemplo abandonado de los naturales.

Cortés llegó dos días después, y enojado por la des-

obediencia mandó echar grillos al piloto. Y al enterarse

de la correría dispuesta por Alvarado "reprendióle gra-

vemente ... y le dijo que no se habían de apaciguar las

tierras de aquella manera tomando a los naturales su ha-

cienda." Puso a los indios en libertad, atrajo a los caci-

ques y les devolvió los objetos de oro y demás ornamentos

del templo, y a cambio de las gallinas les mandó dar

cuentas y cascabeles y camisas de Castilla, con lo que la

población quedó contenta y satisfecha.

El 12 de marzo llegó la armada frente a la desem-

bocadura del Río de Grijalva, y entrando el ejército por

él se encontró con la resistencia de los indios de Tabasco

que los recibieron de guerra. Se desarrolló entre los

naturales y los castellanos una larga y sangrienta batalla

que produjo la primera victoria de las armas y disciplina

de los europeos sobre los ejércitos de los nativos. Alva-

rado, al frente de un destacamento de cien hombres

peleó valientemente y ganó sus primeros laureles como

jefe militar. Se dijo más tarde que los santos del cielo

habían protegido durante la batalla a los soldados espa-

ñoles. Bernal Díaz escribe francamente acerca de esto:

Aquí es donde dice Francisco López de Gomara que salió

Francisco de Moría en un caballo rucio picado antes que lle-

gase Cortés con los de caballo, y que eran los santos apóstoles

Señor Santiago o Señor San Pedro. Digo que todas nuestras

obras y Vitorias son por mano de Nuestro Señor Jesucristo, yque en aquella batalla había para cada uno de nosotros tantos

indios que a puñados de tierra nos cegaran, salvo que la gran

23

Page 42: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

misericordia de Nuestro Señor en todo nos ayudaba; y pu-

diera ser que los que dice Gomara fueran los gloriosos Apósto-

les Señor Santiago o Señor San Pedro, e yo, como pecador, no

fuese digno de lo ver.

Vencidos los indios mayas de Tabasco y reconcilia-

dos con los castellanos, llevaron a Cortés ricos presentes

y veinte mujeres jóvenes que, después de bautizadas,

distribuyó el jefe de la armada entre sus amigos y ca-

pitanes. Una de aquellas jóvenes, que se decía Malinali

(nombre de uno de los días del calendario azteca) , bau-

tizada con el nombre cristiano de Marina, fué la fa-

vorita de Cortés y su intérprete y preciosa auxiliar en sus

relaciones con Moctezuma y los caciques de los diversos

pueblos de México.

Los españoles continuaron navegando frente al litoral

mexicano, y el viernes santo de 1519 desembarcaron

en San Juan de Ulúa. El domingo siguiente, cele-

brando la Jbuena suerte que hasta entonces habían tenido,

así como la Pascua de Resurrección, levanta-Fundactón ron un aitar y overon \z misa que cantó

Veracruz^ray Bartolomé de Olmedo ayudado por el

P. Juan Díaz. Hallábanse presentes varios

agentes de Moctezuma, quienes presenciaron la para

ellos extraña ceremonia y los demás festejos con que

fué señalado aquel histórico día, especialmente las carre-

ras de caballos que dirigía Pedro de Alvarado, montado"en su yegua alazana de gran carrera y revuelta." Pero

lo que más debe haber causado admiración y espanto

a los representantes de Moctezuma fueron los disparos

de la artillería que por primera vez se hacían en su

presencia.

Resueltos a poblar la costa y a conquistar la tierra

adentro, los españoles declararon en seguida que funda-

ban la Villa Rica de la Vera Cruz, nombraron a Cortés

su Capitán General y organizaron la exploración de los

24

Page 43: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

lugares vecinos. Como hombre de acción y de confianza,

Pedro de Alvarado fué escogido para esta operación lle-

vando bajo sus órdenes un cuerpo de cien soldados. Al-varado habia aprendido la lección que le dio su jefe enel primer sitio en que desembocaron, y esta vez volvió

con las subsistencias necesarias para alimentar al ejército,

pero sin haber cometido actos indebidos como en Co-zumel.

Cortés no era hombre de ánimo vacilante como Gri-

jalva. Es evidente que desde que salió de Cuba se había

trazado un plan de largo alcance, y estaba dispuesto a

ponerlo en ejecución. Al poner los pies en tierra firme

e informarse por los propios agentes de Moctezuma de

la grandeza del imperio que se extendía más allá de las

montañas, afirmó su resolución de ser su propio amoe ir derecho a la meta que le marcaban su ambición y el

estímulo de la gente adicta a su persona que le rodeaba.

Sus amigos contribuyeron a fortalecer su actuación eli-

giéndole allí mismo Capitán General y Justicia Mayor.

Los españoles permanecieron algún tiempo en la

costa ganando amigos y aliados de que mucho habían

menester para su campaña contra los pueblos del inte-

rior. El cacique de Cempoala los acogió amistosamente

y su pueblo fué el primer aliado, y no el menos útil, que

tuvieron los invasores al comenzar su atrevida expedi-

ción hacia la tierra ignota del interior. Cortés ordenó

que se respetaran las personas y los bienes de los habitan-

tes de la región que tan fielmente servían al ejército.

A un soldado que sorprendió robando un par de galli-

nas le mandó echar una soga al cuello y colgarlo de unárbol del camino. El soldado habría muerto sin remedio

a no intervenir Pedro de Alvarado cortando la soga

con la espada. Cortés no objetó este acto de su segundo;

el ejemplo estaba dado y no se había perdido la vida de

un soldado castellano. Éste, un tal Mora, peleó durante

toda la campaña de México y murió luchando en unpeñol con los indios de Guatemala.

25

Page 44: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Decidida la marcha al interior, Cortés dividió su ejérci-

tos en dos partes que por caminos separados se encamina-

ron a Tlaxcala. Cortés mandaba una sección y Alvarado

la otra. Reuniéronse en Jalapa y de allí en adelante ca-

minaron todos juntos. Cervantes de Salazar

Rumbo a explica la separación diciendo que los dos jefes

Tlaxcala "traían partido el ejército entre sí para no ser

molestos a los pueblos donde llegaban."

Los caciques de Tlaxcala se opusieron a la marcha de

las huestes extranjeras. Cortés pedía que lo recibieran

de paz y le dejaran pasar de largo a la ciudad de México(Tenochtitlán) , donde pensaba avistarse con Moctezu-ma; pero fué combatido enérgicamente por el numerosoejército tlaxcalteca en sangrientos encuentros en que,

una vez más, la superioridad de las armas, el empleode los caballos y la estrategia de los españoles les dio el

triunfo sobre las masas indígenas. La nación tlaxcalteca,

finalmente, tuvo que aceptar la paz impuesta por el

vencedor y trocando la guerra por la amistad fué desde

entonces el aliado más valioso y fiel de los castellanos,

tanto más firme y solidario cuanto que era el enemigo

y rival más poderoso del imperio de Anáhuac.Ya instalados en la floreciente ciudad de Tlaxcala y

acogidos a la hospitalidad de sus moradores, los castella-

nos se entregaron al descanso y a reparar sus fuerzas para

la etapa siguiente de su hasta entonces afortunada ex-

pedición. Queriendo dar a Cortés nuevas pruebas yseguridades de su amistad, los caciques dispusieron ofren-

darle para él y sus capitanes a sus propias hijas: "cincoindias, hermosas doncellas y mozas, de buen parecer ybien ataviadas." Bernal Díaz pinta la escena en su estilo

inimitable. El jefe tlaxcalteca, Xicoténcatl, tomandode la mano a su hija, se dirigió a Cortés diciéndole:

"Malinche, ésta es mi hija y no ha sido casada, que es

doncella, tomadla para vos." Luego le ofreció a las

demás jóvenes, hijas también de hombres principales,

para que las cediera a sus capitanes. Cortés, como había

26

Page 45: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

hecho en Tabasco con Marina, aceptó el obsequio parasus amigos; tomó de la mano a la hija de Xicoténcatl, a

quien bautizaron con el nombre de doña Luisa, y se

la dio a Pedro de Alvarado diciendo a su padre "queaquél a quien la daba era su hermano y su capitán yque lo hubiese por bien, porque sería del muy bien tra-

tada, y el Jicotenga recibió contentamiento dello.""

La pacificación de Tlaxcala fué el hecho más impor-tante y decisivo para el éxito final de la campaña, ymarcó también en la vida de Pedro de Alvarado la afir-

mación definitiva de su valer y el reconocimiento de sus

méritos personales. A los ojos del ejército hispano Alva-rado era ya sin disputa la figura más conspicua después

de la de Hernán Cortés. Su arrojo, sus dotes de

mando y la confianza de su jefe le rodeaban de un pres-

tigio que no había de perder a través de todas las vicisitu-

des de la guerra. Por otra parte, su unión con la princesa

de Tlaxcala, que pudo parecerle de momento un hechosin trascendencia, lo convirtió a los ojos del valiente ynumeroso pueblo tlaxcalteca en hijo adoptivo de la tierra

y en su favorito capitán español. Bernal Díaz refiere

que desdé el día en que Alvarado recibió por compañeraa doña Luisa los indios la acataban como a su señora yle llevaban presentes, que eran símbolo de su amor y fi-

delidad y del concepto que se habían formado de la

importancia política de la unión de una princesa de

la raza con el alto jefe castellano. Doña Luisa acompañóa Alvarado durante toda la guerra de México y pasó

con él a la conquista de Guatemala y a la expedición

al Perú. Fué su consorte más constante y le dio un hijo,

nacido en México, que recibió el nombre de su padre,

y una hija, doña Leonor, que nació en Guatemala y de

quien procedió la única sucesión que quedó después

de la muerte del célebre conquistador.

13 Díaz del CastÜlo, cap. LXXVII.

27

Page 46: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

En Tlaxcala estaban los españoles muy cerca de la

ciudad de México, aunque separados de ella por altas

montañas. Bernal Díaz del Castillo cuenta que el Empe-rador Moctezuma envió poco después cuatro embajado-

res con valiosos presentes y muy buenas razones para

alejar a Cortés de Tlaxcala, romper la amistad que había

entablado con los mayores enemigos de México y atraer-

lo a la capital del imperio. Cortés agradeció los presentes

y los buenos deseos de Moctezuma y parece que quiso

conocer más de cerca la voluntad del jefe azteca y la

situación estratégica de la ciudad, y con ese objeto retuvo

en rehenes a los embajadores recién llegados, y con

otros de los que se hallaban desde tiempo atrás en el cam-

pamento español despachó a Pedro de Alvarado y a

Bernardino Vázquez de Tapia para que visitaran a Moc-tezuma en su propia casa y fortaleza. Se ha dicho por

algunos que los capitanes españoles llegaron hasta los

suburbios de México, pero que Moctezuma se negó a

recibirlos' pretextando tener dolor de estómago; pero

la versión de Bernal Díaz parece más probable. Refiere

el cronista que cuando se supo que Cortés había enviado

a la ventura a los dos capitanes exponiéndolos a toda

clase de peligros, el ejército lo tuvo a mal y pidió que

los hicieran volverse del camino, como efectivamente lo

ejecutaron. Los embajadores de Moctezuma siguieron

hacia México a dar cuenta del interrumpido viaje de

los enviados de Cortés, y habiéndoles preguntado su señor

qué figura y proporciones tenían,

parece ser —dice Bernal— que le dijeron que Pedro de Alva-

rado era de muy linda gracia, así en el rostro como en su per-

sona, y que parecía como el sol, y que era capitán, y demás

de esto le llevaron figurado muy al natural su dibujo y cara,

y desde entonces le pusieron nombre de Tonatio [Tonatiuh],

que quiere decir el sol o el hijo del sol, y así le llamaron de ahí

adelante ... A Moctezuma le pesó porque se habían vuelto

del camino. Y aquellos embajadores tuvieron razón de com-

28

Page 47: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

pararlos, así en los rostros como en el aspecto de las personas

y cuerpos, como los significaron a su señor Moctezuma, porque

Pedro de Alvarado era de muy buen cuerpo y ligero, y faccio-

nes y presencia, así en el rostro como en el hablar, en todo era

agraciado, que parecía que se estaba riendo, y Bernardino

Vázquez de Tapia era algo robusto, puesto que tenía buena

presencia. Y desque volvieron a nuestro real nos holgamos

con ellos y les decíamos que no era cosa acertada lo que Cortés

les mandaba.14

Habiendo terminado sus preparativos para continuar

la marcha hacia la ciudad de México, Cortés resolvió,

contra el dictamen de los tlaxcaltecas, dirigirse prime-

ro a Cholula, que era un centro religioso de los indios,

dedicado al culto de Quetzalcoatl, y de gran

población y fuerza militar subordinada a Moc- Cholula

tezuma. Los caciques de Cholula no habían

rendido acatamiento a Cortés, y aunque lo hicieron

tardíamente, trataron de aniquilar a los españoles en

cuanto los tuvieron encerrados dentro de su ciudad

bajo falsas apariencias amistosas. Avisado de la trama

urdida por los caciques de acuerdo con agentes de Moc-tezuma, Cortés tomó la iniciativa, les reprochó su doblez

y en rudo combate con los guerreros enemigos mató

algo más de tres mil hombres y sujetó la comarca a la

obediencia de Castilla.

La conquista de Cholula aseguraba para el ejército

español el territorio que dejaba a sus espaldas. Moctezu-

ma debió haber sentido honda pesadumbre por la ma-

tanza de Cholula, y cambiando de táctica decidió invitar

a Cortés a que se dirigiera a la capital donde prometía

recibirle con los honores que le eran debidos.

La distancia de Cholula a México es aproximadamente

de ochenta kilómetros, y los pasos por las elevadas mon-

Díaz del Castillo, cap. LXXX.

29

Page 48: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

tañas y profundas barrancas sumamente expuestos al

ataque del enemigo. En su Segunda Carta al EmperadorCarlos V, refiere Cortés que a unas ocho leguas

A la ciudad de la ciudad de Cholula hay dos altas monta-de México ñas cuya cima se cubre de nieve aun en el mes

de agosto, que una de ellas arroja día y noche

columnas de humo que se levantan derechas hacia el

cielo con gran fuerza, y que deseando conocer el secreto

de esa montaña mandó una sección de diez hombres

para descubrirlo. Iba al frente de la expedición Diego

de Ordaz; la montaña no era otra que el volcán que los

naturales llaman Popocatépetl. Los exploradores llega-

ron con gran trabajo junto al cráter y lo más cerca de

la cumbre que la nieve y el viento les permitieron. Laexpedición tuvo un resultado práctico de gran impor-

tancia porque cuando los españoles se dirigían al volcán

dieron con un camino que los indios que los acompaña-ban dijeron que conducía al valle de México y que era

mejor que el otro que los enviados de Moctezuma acon-

sejaban a Cortés. Diego de Ordaz y compañeros siguie-

ron el nuevo camino hasta llegar a un paso entre los dos

altos montes, desde el cual divisaron el valle de Culúa o

México, la gran ciudad de Tenochtitlán y los lagos que

la rodeaban.

En vista del reconocimiento de las montañas y del

descubrimiento del nuevo camino, Cortés condujo al

ejército por la ruta inesperada y entró a la ciudad

de México el 8 de noviembre de 1519.

Tanto Cortés en su Segunda carta como Bernal Díazen su Verdadera relación describen la grandeza de la

ciudad de México, situada en el seno de un gran lago,

rodeada de otras ciudades menores, unida a la tierra

firme por calzadas sólidamente construidas y poblada

de inmenso caserío de piedra canteada, torres y pirá-

mides imponentes. Bernal Díaz pinta el panorama con

vivos colores:

30

Page 49: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Y desque vimos tantas ciudades y villas pobladas en el

agua, y en tierra firme otras grandes poblazones, y aquella

calzada tan derecha y por nivel como iba a México nos que-damos admirados y decíamos que parecía a las cosas de encan-tamiento que cuentan en el Libro de Amadís, por las grandestorres y cues y edificios que tenían dentro en el agua, y todosde calicanto, y aun algunos de nuestros soldados decían quesi aquello que vían, si era entre sueños.

Cuando a los pocos días Moctezuma mostró la ciudad

a Cortés desde la cima del gran templo o teocalli, tuvoBernal otra visión de la gran capital. Moctezuma tomóa Cortés de la mano diciéndole que mirara su gran ciudad

y las demás que había en el agua y en tierra alrededor

de la laguna y que viera también la gran plaza que se

extendía a sus pies.

E ansi lo estuvimos mirando—dice Bernal—,porque des-

de aquel grande y maldito templo estaba tan alto que todo lo

señoreaba muy bien y de allí vimos las tres calzadas que en-

tran en México que es la de Ystapalapa, que fué por la que

entramos quatro días avía, y la de Tacuba, que fué por donde

después salimos huyendo la noche de nuestro gran desbara-

te .. . y la de Tepeaquilla y víamos el agua dulce que venía

de Chapultepec de que se proveía la ciudad, y en aquellas tres

calzadas las puentes que tenían hechas de trecho a trecho,

por donde entraba y salía el agua de la laguna, de una parte

a otra. £ víamos en aquella gran laguna tanta multitud

de canoas, unas venían con bastimentos e otras que volvían

con cargas y mercaderías. £ víamos que cada casa de aquella

gran ciudad y de todas las mas ciudades que estaban pobladas

en el agua, de casa a casa no se pasaba sino por unas puentes

levadizas que tenían hechas de madera, o en canoas, y víamos

en aquellas ciudades cues y adoratorios, a manera de torres e

fortalezas, e todas blanqueando que era cosa de admiración,

y las casas de azoteas e en las calzadas otras torrecillas e ado-

ratorios que eran como fortalezas, y después de bien mirado

y considerado todo lo que aviamos visto, tornamos a ver la

gran plaza y la multitud de gente que en ella avía, unos com-

prando e otros vendiendo, que solamente el rumor y zumbido

31

Page 50: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

de las voces y palabras que allí avía sonaba mas que de una

legua, e entre nosotros hubo soldados que avían estado en

muchas partes del mundo, e en Constantinopla e en toda Italia

y Roma y dijeron que plaza tan bien compasada y con tanto

concierto y tamaño e llena de tanta gente, no la avían visto.15

Y los escasos cuatrocientos soldados españoles que a

las órdenes de Cortés habían entrado a la gran ciudad

de México no sabían que admirar más, si la magnificen-

cia del cuadro que se presentaba a sus ojos o el atrevi-

miento de sus jefes que los habían llevado al corazón

del imperio azteca, lejos de todo socorro y bajo las som-brías prevenciones de los indios amigos que tantas veces

les habían aconsejado guardarse de los mexicanos.

Moctezuma salió al encuentro de Cortés al final de

la calzada, con todo el boato y acompañamiento de unmonarca de Oriente; y en extraño lenguaje le ofreció

la tierra y su pueblo y el trono como su propio patrimo-

nio, tomando sin duda al caudillo de los invasores por

el sucesor de los antiguos señores de México que habían

de llegar un día de donde sale el sol para que se cumplie-

ran así las profecías. Esta creencia, este engaño trágico

de Moctezuma fué la causa de la ruina de su imperio.

Poder y fuerza militar muy superiores al poder de los

invasores había en los vastos dominios del Emperador;jefes, capitanes y soldados valientes se hallaban a su lado,

capaces de combatir y vencer a los castellanos; ocasiones

numerosas hubo para hacerlo y ninguna mejor que aque-

lla en que Cortés en un rasgo de audacia que ponía

pavor en los corazones de sus mismos soldados, llegó a

encerrarse con ellos a la capital azteca donde estaban

a merced de un pueblo altivo, acostumbrado a sacrifi-

car a millares a los hombres extraños a su raza y re-

ligión.

Comprendiendo el peligro en que se hallaban, Cortés,

de acuerdo con sus oficiales, decide pocos días después,

16 Díaz del Castillo, cap. XCII.

32

Page 51: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

dar un golpe de increible atrevimiento, y reduce a pri-

sión al Emperador. Acompañado de sus capitanes Pedrode Alvarado, Juan Velázquez de León, Die-

go de Ordaz y Gonzalo de Sandoval, Cortés Prisión de

increpó a Moctezuma por los excesos que sus Moctezuma

agentes cometían en la costa contra los espa-

ñoles y le exigió que dejara su palacio y se fuera con ellos

a sus aposentos, sin hacer resistencia, asegurándole queallá sería honrado y respetado conforme a su elevado

rango.

Durante los seis meses siguientes, sintiéndose seguro

por la posesión de la persona del Emperador, Cortés fué

completando su conocimiento del país y de sus riquezas,

y llegó a creer probablemente que mediante la sumisión

del monarca y la obediencia de sus subordinados, podría

llegar a dominar pacíficamente el vasto imperio me-xicano.

Moctezuma vivía aparentemente satisfecho de su

encierro en el campamento español, donde se reunía

su corte y era servido por su gente y por los castellanos.

Estaba con ellos en muy buenos términos y se entretenía

con sus carceleros frecuentemente en pláticas y juegos

animados. Bernal Díaz describe esas reuniones con su

acostumbrada gracia. Refiere que Cortés iba todos los

días a hacerle la corte a Moctezuma, acompañado de

cuatro capitanes, especialmente Pedro de Alvarado, Juan

Velázquez de León y Diego de Ordaz.

Y aun algunas veces jugaba el Moctezuma con Cortés al

totoloque, que es un juego que ellos ansi le llamaban, con unos

bodoquillos chicos muy lisos que tenían hechos de oro para

aquel juego, y tiraban con los bodoquillos algo lejos, y unos te-

juelos que también eran de oro, e a cinco rayas ganaban o

perdían ciertas piezas e joyas ricas que ponían. Acuerdómeque tanteaba a Cortés Pedro de Alvarado e al gran Mocte-

zuma un sobrino suyo, gran señor, y el Pedro de Alvarado

siempre tanteaba una raya de mas de las que avía Cortés, yel Moctezuma como lo vio decía, con gracia y risa, que noquería que le tantease a Cortés el Tonatio, que ansi llamaban

33

Page 52: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

al Pedro de Alvarado, porque hacía mucho yxoxol, que quiere

decir en su lengua que mentía, que echaba siempre una raya

de más; y Cortés y todos nosotros los soldados que en aquella

sazón hacíamos guarda no podíamos estar de risa por lo que

dijo el gran Moctezuma. Dirán agora que por qué nos reí-

mos de aquella palabra, es porque el Pedro de Alvarado, pues-

to que era de gentil cuerpo e buena manera, era vicioso en el

hablar demasiado, y como le conocimos su condición por eso

nos reímos tanto.16

Con la venia de Cortés, salía el Emperador a visitar

los templos y a dar algunos paseos por la ciudad, rodea-

do de sus cortesanos y custodiado por ciento cincuenta

soldados y los capitanes Juan Velázquez de León, Pedrode Alvarado, Alonso de Ávila y Francisco de Lugo; yhabiendo construido los españoles dos bergantines para

la navegación del lago, Moctezuma pidió ir en el másvelero a una partida de caza en la opuesta margen. Lle-

vaba a sus monteros y cortesanos y le guardaban los

capitanes españoles y fuerte escolta de soldados. "Moc-tezuma —dice Bernal— estuvo feliz."

La situación de los españoles en México, sin embargo,seguía siendo falsa, comprometida y llena de peligros.

El ejército de ocupación no aumentaba, por falta de

recursos de afuera, y nunca como entonces podía decir-

se que Cortés y los suyos vivian sobre un vol-

vj c*n* ^° k enSanosa apariencia de paz y

contraalegría, hervía en el pueblo mexicano el natu-

Cortés ral deseo de deshacerse de los extranjeros; los

parientes del Emperador no aprobaban su pasi-

vidad ni su sumisión a los castellanos, y sólo el temor de

que perdiera la vida a manos de los invasores contenía los

ímpetus de los guerreros ansiosos de acabar con ellos.

Bernal Díaz escribe que en ese tiempo "estaba muy re-

vuelto México y otras grandes ciudades." La ocasión

para la rebelión y la guerra no tardó en presentarse.

18 Díaz del Castillo, cap. XCVII.

34

Page 53: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Cortés había enviado a la Corte, al principio de la

campaña, a Alonso Hernández Puertocarrero y Fran-cisco de Montejo como procuradores, llevando relación

de la conquista y valiosos presentes para el Rey de Es-

paña. Prohibió expresamente a los procuradores tocar

en la Isla de Cuba para- que Diego de Vclázquez no se

enterara de su viaje y encargo; pero Montejo, que tenía

una hacienda en la isla, desatendió las órdenes de Cortés

y desembarcó en San Cristóbal de La Habana. Así fué

como las primeras noticias del resultado de la expedición

a México llegaron a oídos de Velázquez, excitando su

codicia y su rencor contra el hombre que a su juicio

lo había traicionado.

El burlado gobernador no se conformó con el agra-

vio recibido y se propuso arrebatar la conquista de ma-nos de Cortés y castigar su rebeldía. Con ese fin organizó

una poderosa armada que confió a Panfilo de Narváez.

La armada salió de Cuba en el mes de marzo de 1520

y tras serios contratiempos llegó a San Juan de Ulúa, a

corta distancia de Veracruz. Cortés se hallaba en la ciu-

dad de México cuando tuvo noticia de que Narváez

había desembarcado con ochocientos hombres, ochenta

caballos y de diez a doce cañones, y se había situado en

Cempoala, desde donde amenazaba a los primeros con-

quistadores que en menor número y fuerza se encontra-

ban en el interior. En tan crítica situación, amenazado

por sus mismos compatriotas y en posición poco segura

en medio de los mexicanos, Cortés reunió las fuerzas que

tenía a su lado y en varios puntos de la costa, dejó en la

capital azteca un destacamento de ochenta hombres a

las órdenes de Pedro de Alvarado, y marchó a entenderse

con Panfilo de Narváez por las buenas o por las malas.

El choque armado entre los dos ejércitos españoles fué

inevitable, pero la pericia, la astucia y el valor de Cortés

y sus capitanes y soldados les dieron el triunfo sobre las

fuerzas de Narváez sin mayor derramamiento de sangre.

Vencido el agente de Velázquez, sus propios solda-

35

Page 54: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

dos, atraídos por la riqueza de la tierra que se reflejaba

en los adornos de oro de sus compatriotas, y ganados a la

causa de Cortés por sus ofrecimientos y por el senti-

miento de admiración que inspiran el valor y la inteli-

gencia iluminados por el triunfo, engrosaron al punto

las filas del caudillo afortunado.

Por espacio de algunos días pudo Cortés creer asegu-

rada, con tan valioso refuerzo de hombres y elementos

de guerra, el éxito definitivo de su conquista del impe-

rio de Moctezuma; pero poco después de la victoria de

Cempoala recibió de México alarmantes noti-

Alvarado y cias que amargaron su triunfo y lo obligaron

la matanza a emprender sin demora el regreso a Tenoch-del templo titlán.

Lo que allá había ocurrido durante su au-

sencia fué una tragedia que estuvo a punto de causar

la pérdida de la conquista. Pedro de Alvarado había

quedado en la ciudad con una pequeña fuerza de ochen-

ta españoles y cuatrocientos indios amigos. El Empera-

dor Moctezuma seguía bajo su custodia pero en libertad

de comunicarse con su pueblo. La ocasión no podía ser

más favorable para los mexicanos. La inferioridad nu-

mérica de la guarnición europea, privada de la dirección

y prestigio de Cortés, se prestaba a una ofensiva liber-

tadora capaz de aniquilar en poco tiempo a los extran-

jeros y devolver a los nativos el dominio pleno de su

tierra. Acostumbraban los mexicanos celebrar durante

la primavera las fiestas del mes de Toxcatl en honor a su

dios Tezcatlipoca. Como el lugar escogido para la cele-

bración, o sea el gran Teocalli o templo de Huitzilo-

pochtli, se encontraba frente al campamento español,

los organizadores de las fiestas pidieron la venia de

Alvarado y, una vez obtenida, dieron principio a los

preparativos. La verdadera historia de lo que entonces

pasó no se sabe con certeza. Alvarado debe haber visto

con .desconfianza la proyectada reunión de millares de

36

Page 55: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

gentes frente a los cuarteles de su tropa. Se dijo que los

tlaxcaltecas que acompañaban a los castellanos infor-

maron a Alvarado que los mexicanos, tomando la fiesta

como pretexto, proyectaban atacar y destruir a la guar-nición española. Idéntica noticia obtuvo el capitán es-

pañol de dos indios principales y un papa o sacerdote

de los mexicanos a quienes capturó y obligó a declarar.

Refiere Bernal Díaz que cuando regresó Cortés a la

ciudad le informó Alvarado que los mexicanos tenían

por cierto que Narváez lo vencería y que por eso dis-

currieron matar a Alvarado y sus soldados.17

Observó

este jefe que en el patio del teocalli habían hincado los

mexicanos unos postes sospechosos y uno más alto en la

pirámide principal, que resultaron ser el tzonpantli en

que solían prender las cabezas de las víctimas sacrifi-

cadas a los dioses, y habiendo preguntado para qué fin

estaban allí, le contestaron públicamente que para poner

a todos los castellanos en los de abajo y a Alvarado en el

palo más alto. Dijo también el capitán español haber

sabido que había mucha gente preparada con armas para

atacarlos, lo cual se confirmó con el alzamiento poste-

rior de todo el pueblo. Y cosa no menos grave, los me-xicanos habían suspendido el abastecimiento del cuartel

español, lo que no dejaba duda alguna respecto a sus

intenciones.

Bajo tales auspicios de temor y desconfianza de parte

de Alvarado, llegó el 19 de mayo, día de la celebración

del Toxcatl. En los espaciosos patios del templo se reu-

nieron seiscientos nobles y caciques mexicanos, sin ar-

mas, y cubiertos de sus más ricos atavíos de oro, piedras

y plumas, y dieron principio a sus bailes. Como parte

de la fiesta, los mexicanos habían dispuesto subir la

figura de su dios Huitzilopochtli a la capilla superior

del templo donde Cortés había hecho colocar la imagende la Virgen María. Alvarado, con parte de su tropa, sa-

lió de la fortaleza y llegó al templo en el momento en

17 Díaz del Castillo, cap. CXXV.

37

Page 56: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

que iba a ejecutarse la elevación del dios azteca, y a unaseñal convenida los españoles cayeron sobre los indios

"que comenzaron a pelear con ellos." Así lo declaró

Alvarado durante el proceso instruido en su contra enMéxico en 1529. Bernal Díaz dice, sin embargo, queAlvarado informó a Cortés que él fué con su gente "portomalles descuidados, e que porque temiesen y no vinie-

sen a dalle guerra, que por esto se adelantó a dar enellos."

El resultado de este ataque fué la muerte a manosde los españoles de la flor de la nobleza mexicana y el

alzamiento de la población entera de la ciudad contra

los extranjeros. Alvarado y sus soldados se recogieron

a la fortaleza donde resistieron enconados asaltos de sus

enemigos, y habrían sucumbido a no llegar en esos días

la noticia de la derrota de Narváez. Previendo el regreso

inminente de Cortés con refuerzos considerables, y te-

miendo sus medidas de represalia, Moctezuma ordenó

que cesara el ataque y mandó que se facilitaran de nue-

vo las provisiones que necesitaban los castellanos.

Las crónicas indígenas de la Conquista y algunos de

los historiadores españoles, especialmente Fray Barto-

lomé de las Casas, reprochan a Alvarado la matanza del

templo, atribuyéndola a su crueldad y a sus instintos

sanguinarios. Se ha dicho también que a ordenarla le

movió la codicia provocada por las joyas con que se pre-

sentaron adornados los señores mexicanos, de muchas de

las cuales se apoderaron los soldados. Sin embargo, en el

manuscrito original de su historia escribió Bernal Díazestas palabras: "que lo demás que dicen algunas perso-

nas que el Pedro de Alvarado por codicia de haber mu-cho oro y joyas de gran valor con que bailaban los indios,

les fué a dar guerra, yo no lo creo, ni nunca tal oí, ni

es de creer que tal hiciese. . . sino que verdaderamentedio en ellos por meterles temor." 18

Cuando, en 1529, la Audiencia de México (com-

18 Díaz del Castillo, cap. CXXV.

38

Page 57: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

puesta de enemigos de Cortés) instruyó proceso al con-

quistador de Guatemala acumulándole todas sus faltas

pasadas, y otras no cometidas, de añadidura, Alvarado

se defendió del cargo relativo a la matanza de los nobles

aztecas invocando la necesidad de prevenir la guerra que

tenían preparada. Ello no obsta, sin embargo, para que el

historiador imparcial, conociendo el temperamento del

capitán español, y aun admitiendo que los mexicanos

tramaban su destrucción y la de sus compañeros —no

precisamente por medio de los señores que se entregaban

inermes a sus bailes sagrados—, considere que, en tan di-

fíciles circunstancias, el impetuoso Alvarado se dejó

arrastrar por su genio violento, y provocó de esa manera

la insurrección general que tan costosa había de ser para

los castellanos.

El día de San Juan, 24 de junio de 1520, entró Cortés

a México con su ejército, aumentado con la gente de

Narváez. A su paso por las calles semi desiertas de la

ciudad pudo observar la actitud hostil de los habitantes,

mudo presagio de la próxima tempestad. AlCortés

enterarse de los sucesos ocurridos en su ausen- regresa a

cia, Cortés se dio cuenta cabal de la gravedad México y

de la situación. Oyó el informe de Alvara- lucha con

do acerca de la matanza del templo y no quedó los mext'

satisfecho. Al contrario, le dijo con gran enojo

"que era muy mal hecho e gran desatino."19

Cortés "no

le habló más en ello." Tampoco quiso ver a Moctezuma

contra quien estaba resentido porque sabía que el Em-perador había tenido cierta secreta inteligencia con

Narváez. Es difícil creer que la entrevista con el Empe-

rador prisionero hubiera servido para mejorar la situa-

ción. Apenas llegado Cortés comenzó el último y for-

midable esfuerzo del pueblo mexicano para desalojar a

los españoles o exterminarlos dentro de la ciudad. Inmen-

sa muchedumbre de guerreros, insensibles a los disparos

19 Díaz del Castillo, cap. CXXV.

39

Page 58: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

de los cañones y arcabuces, hacia llover sobre los sitia-

dos nubes de flechas, y tal cantidad de piedras les lan-

zaban con sus hondas "que no parecia sino que el cielo

las llovía," según la frase de Cortés. Algunos soldados

que habían servido en Italia y peleado contra los fran-

ceses y turcos, dice Bernal Díaz que "juraron muchasveces a Dios que guerras tan bravosas jamás habían

visto."

La batalla continuó por espacio de varios días con

igual intensidad y con pérdidas de vidas de ambos lados.

Los mexicanos, sin embargo, podían reponer las suyas

indefinidamente; pero los españoles se hallaban frente a

una guerra de aniquilamiento, y cada hora que pasaba

los acercaba a su total destrucción y ruina. Creyen-

do que Moctezuma podría aplacar los ánimos de su

pueblo, Cristóbal de Olid y el Padre Bartolomé de Ol-

medo le pidieron que los exhortara en favor de la paz.

El infortunado monarca accedió a este ruego y subió

a la muralla, desde donde arengó a los guerreros; pero su

palabra, antes escuchada y respetada, no tuvo más efec-

to que el de provocar la ira de los mexicanos contra él.

Una lluvia de flechas y piedras cayó sobre su persona

hiriéndolo tan gravemente que murió al tercero día den-

tro de la fortaleza.

Viendo que los furiosos ataques de los indios aumen-taban cada día, -y comprendiendo que la única salvación

del ejército radicaba en su salida de la ciudad, Cortés, de

acuerdo con sus capitanes, organizó la retirada, la que

La n htuvo luSar k noche del 30 de jimio. Gonzalo

Triste^e Sandoval y Diego de Ordaz, con un des-

tacamento de soldados, iban a la cabeza de la

columna; Cortés seguía en el centro con Alonso de Ávi-

la, Olid y otros oficiales y soldados. Pedro de Alvarado

y Juan Velázquez de León cubrían la retagurdia, queera el puesto de mayor peligro. Aprovechando la calmade la media noche los españoles y los indios sus amigos

40

Page 59: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

emprendieron la retirada por la calzada de Tacuba, pero

no pudieron ocultar sus movimientos a los mexicanos

que cayeron sobre ellos a lo largo de la ruta y matarongran número de cristianos, indios y caballos y los hirie-

ron a todos. Cortés, Sandoval y Olid lograron Uegr- a

tierra firme; pero el centro y retaguardia de la columnafueron diezmados por los enemigos: muchos hombresperecieron en el agua por haber desaparecido los puen-

tes, a otros los cogieron vivos los indios para sacrificarlos

a sus dioses; se perdió todo el oro, casi todos los caballos,

la artillería y el equipaje.

Los tlaxcaltecas salvaron en las puentes a doña Luisa

Xicoténcatl y a doña Marina, pero allí quedaron muer-tos los hijos e hijas de Moctezuma, Cacama, rey de Tez-

cuco, y otros prisioneros de los españoles. Juan Veláz-

quez de León y más de ochenta caballeros murieron

también en el puente destrozado. "Pedro de Alvarado,

bien herido, a pie, con una lanza en la mano, porque

la yegua alazana ya se la avian muerto," llegó ante Cor-

tés, y como el jefe español y los demás capitanes "le en-

contraron de aquella manera, y vieron que no venían

más soldados, se le saltaron las lágrimas de los ojos." Dijo

Alvarado que él y cuatro soldados, heridos como él, que

le acompañaban "pasaron la puente con mucho peligro,

sobre muertos y caballos y petacas," y agregó que "todas

las puentes y calzadas estaban llenas de guerreros." Cris-

tóbal Martín Millán de Gamboa recogió a Alvarado a la

orilla del canal y lo llevó en ancas de su caballo. Este

fué, en la leyenda popular, el famoso "salto de Alvara-

do." La verdad histórica consta en los autos del Proceso

de 1529. Entre los cargos que entonces se le hicieron

se dice que "llegando a uno de los pasos malos queavia en la calzada y estando un madero por dó avia de

pasar el dicho Pedro de Alvarado, se apeó e pasó el dicho

madero e dexó toda la gente de su capitanía desmampa-rada de la otra parte." Alvarado replicó en su descargo

que "siendo de noche e oscuro e saliendo de esta ciudad

41

Page 60: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

en la retaguardia, los que iban conmigo me dexaron solo

e mal herido e el caballo muerto, e viéndome de esta me-nera pasé el dicho paso."

20

Un sabino centenario, que en México llaman ahue-

huetUy y que se conoce con el nombre de "el árbol de

la Noche Triste," se conserva en el pueblo de Popotla,

en los suburbios de la capital mexicana, y la tradición

afirma que bajo sus ramas lloró Cortés la pérdida de sus

compañeros. El dolor que la catástrofe le produjo, y el

despecho de su derrota, no le impidieron, sin embargo,

tomar las medidas necesarias para salvar la fuerza que

le quedaba. Con ella rodeó la laguna y se encaminó al

oriente de México, buscando las tierras amigas de Tlax-

cala. Los mexicanos no cesaron de atacarle en el camino,

y en el pueblo de Otumba le presentaron formal bata-

lla que ganaron los españoles gracias a la astucia de su

jefe que con un pequeño grupo de oficiales a caballo dio

muerte al general enemigo. El ejército indígena, privado

de su caudillo, se desbandó, y los castellanos, sin encon-

trar nuevos obstáculos, pudieron seguir la marcha hasta

20 Proceso de Alvarado, págs. 4, 68. Libro viejo de la funda-ción de Guatemala, págs. 172 y 182.

Prescott recogió la leyenda del salto de Alvarado diciendo que

éste se detuvo por un momento al borde del canal y apoyando fuer-

temente la lanza en los escombros que en parte lo llenaban concen-

tró en ella todas sus fuerzas y lo salvó de un salto.

Diego Muñoz Camargo, en la Historia de Tlaxcala, escrita en

1576, dice que los indios amigos que vieron tan gran hazaña queda-

ron maravillados y echándose por tierra exclamaron a gandes voces:

"verdaderamente que este hombre es hijo del sol [Tonatiuh]." Aesta noticia observa don Alfredo Chavero: "Parece fuera de dudaque no hubo tal heroicidad, ni temeridad, y que Alvarado, valiente

como el que más, pagó en esa fatal noche un tributo a la humanadebilidad. El descubrimiento de su proceso convence que no dio ese

salto prodigioso, sino que pasó buenamente la ancha zanja por unaviga."

Oviedo (lib. 33, cap. 47) dice lo siguiente: "Fué tan extremadode grande el salto, que a muchos hombres que han visto aquello heoído decir aue parece cosa imposible haberlo podido saltar ningún

42

Page 61: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Tlaxcala, donde fueron recibidos amistosamente y pu-dieron curar sus heridas y reponer sus fuerzas despuésde tan tremenda lucha.

En la retirada de México, conocida en la historia conel nombre de "la Noche Triste," perecieron, según la

Segunda Carta de Cortés, 150 españoles y 2,000 indios

amigos. Bernal Díaz hace subir estas cifras a 860 solda-

dos españoles y sobre 1,200 tlaxcaltecas, y agrega que delas fuerzas combinadas de Cortés y Narváez no que-daron sino 400 soldados, pero incluye en esta cuenta las

pérdidas totales de los cinco días que duró la retirada,

desde los cuarteles de México hasta la batalla de Otum-ba. "Eramos pocos —dice el cronista—, no quedábamossino cuatrocientos y cuarenta, con veinte caballos y doce

ballesteros y siete escopeteros, y no teníamos pólvora, ytodos heridos y cojos y mancos."

hombre humano. En fin, él lo saltó y ganó por ello la vida, e per-

diéndola muchos que atrás quedaban."

Cervantes de Salazar (cap. CXXII) dice que Alvarado "saltan-

do sobre la lanza que llevaba, se puso de la otra parte de la puente."

Bernal Díaz, comentando la crónica de Gomara, escribió estas

palabras (cap. CXXVÜI) "Y en la triste puente que dijeron des-

pués que fue el salto de Alvarado digo que en aquel tiempo ningún

soldado se paraba a vello si saltaba poco o mucho, porque harto

teníamos que salvar nuestras vidas* porque estábamos en gran pe-

ligro de muerte, según la multitud de mexicanos que sobre nosotros

cargaban, y todo lo que en aquel caso dice Gomara es burla, porque

ya que quisiera saltar y sustentarse en la lanza, estaba el agua muyhonda, y no podía llegar al suelo con ella, y demás de esto la puente

y abertura muy ancha y alta, que no la podría salvar por muy mássuelto que era, ni sobre lanza ni de otra manera; y bien se puede

ver ahora qué tan alta iba el agua en aquel tiempo y qué tan altas

son las paredes donde estaban las vigas de la puente y qué tan an-

cha era la abertura; y nunca oí decir deste salto de Alvarado hasta

después de ganado México, que fue en unos libelos que puso unGonzalo de Ocampo, que por ser algo feos aquí no declaro, y en

ellos dice, *y d'acordársete devia del salto que diste de la puente."

Con razón comenta Solís (lib. IV, cap. XVIII) que el salto de

Alvarado era "una hazaña, que quando se creyese, dexaba más enca-

recida su ligereza que acreditado su valor."

43

Page 62: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Repuestos de sus fatigas, sanas las heridas de los más yvivo en el ánimo de los soldados de Cortés el deseo de

volver sobre la ciudad de donde habían salido de tan

mala manera y destruir en ella a sus enemigos, el general

español comenzó metódicamente a sojuzgar a

't*dk8 Puekl°s Que habían hostilizado a los cas-

^Uéxico tellanos creyéndolos perdidos. Algunos de los

hombres que habían llegado con Narváez yque tenían bienes en Cuba le pidieron que los dejara vol-

verse a la isla donde querían vivir en paz y seguridad.

Cortés mandó a Pedro de Alvarado que los acompañara

al puerto y los embarcara. Aquellos hombres no hacían

falta en el ejército y más bien, dice Bernal Díaz en len-

guaje pintoresco, que los demás los tenían por so-

brehueso.

Teniendo ya bien conocida la topografía de la ca-

pital mexicana, Cortés encargó a Martín López, carpin-

tero de ribera, que construyera en Tlaxcala trece ber-

gantines, los cuales serían transportados por partes yarmados en la laguna. Juan Rodríguez Cabrillo, quesirvió después en la conquista de Guatemala al lado de

Alvarado, dirigió la fabricación de la pez en unos pi-

nares de Guaxolcingo. Varios barcos pequeños que lle-

garon a Vera Cruz proporcionaron a Cortés algunos

soldados, caballos, cañones, armas y pólvora, y con estos

elementos y un fuerte contingente de guerreros tlaxcal-

tecas, el ejército español salió para Tezcuco, ciudad ve-

cina a la capital azteca, un día después de la Navidaddel año 1520.

Establecido el cuartel general en Tezcuco, continua-

ron los preparativos para el asedio de la ciudad, dondeCuauhtémoc, sobrino y yerno de Moctezuma, mandabaahora como jefe supremo y se alistaba por su parte para

luchar contra los invasores de su país.

Cortés, acompañado de Alvarado y Olid, recorrió

los pueblos ribereños y los sometió a su dominio; marchóa pelear a Cuernavaca, y de regreso venció a los habi-

Page 63: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

tantes de Xochimilco, no sin luchar fuertemente conellos y los escuadrones mexicanos salidos de la ciudad, ycon riesgo de su persona que estuvo varias veces en pe-

ligro. De vuelta en el cuartel general descubrió unaconspiración fraguada por Antonio de Villafaña, amigo

de Diego de Velázquez, y varios soldados de Narváezque proyectaban la muerte de Cortés y sus capitanes.

Acompañado de Pedro de Alvarado, Olid, Tapia, San-

doval, Francisco de Lugo y Bernal Díaz del Castillo,

Cortés sorprendió a los conjurados y mandó ahorcar a

Villafaña, perdonando a los demás.

Por entonces estaban terminados y puestos a flote

los bergantines. Cortés convocó a los pueblos amigos

para que acudieran con sus fuerzas a emprender la cam-

paña y organizó el ejército para poner cerco a la ciudad.

Pedro de Alvarado fué nombrado capitán del primer

destacamento compuesto de 150 soldados de espada yrodela, 30 de a caballo, 18 escopeteros y ballesteros

y 8,000 tlaxcaltecas. Iban con él su hermano Jorge de

Alvarado, Gutierre de Badajoz, Andrés de Monjarraz

y Bernal Díaz del Castillo. Alvarado debía establecer su

cuartel en Tacuba y maniobrar sobre la calzada que

unía aquel lugar con la capital.

A Cristóbal de Olid, con otros 30 de a caballo, 165

soldados, 20 escopeteros y ballesteros y 8,000 tlaxcalte-

cas, le fué ordenado sentar su real en Coyoacán.

Gonzalo de Sandoval debía ocupar Iztapalapa con

150 soldados, 20 de a caballo y más de 8,000 indios de

guerra de Chalco y Guaxocingo. Con él estaban por

capitanes Luis Marín y Pedro de Ircio.

Cortés mandaba personalmente la flota de berganti-

nes con 300 ballesteros y escopeteros.

Refiere Bernal Díaz que yendo los dos destacamen-

tos de Alvarado y Olid con destino a sus puestos respec-

tivos se detuvieron a pasar la noche en el pueblo de

Aculman, donde los jefes y soldados tuvieron fuerte

disputa sobre los alojamientos. Ya habían echado mano

45

Page 64: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

a las armas y se habían desafiado los capitanes, pero me-diante la intervención de algunos caballeros se apaci-

guaron. "Desde allí adelante —agrega el cronista— nose llevaron bien los capitanes."

Llegados los dos destacamentos al pueblo de Tacubase dirigieron al día siguiente a Chapultepec a romper los

caños que conducían el agua a la ciudad. Allí princi-

piaron los combates y siguieron en las calzadas y en el

agua entre los bergantines y las canoas de los mexicanos.

Formalizado el sitio de la capital se desarrollaron

sangrientos combates que duraron setenta y cinco días21

y terminaron con la rendición de Cuauhtémoc, el va-

liente jefe mexicano. Tanto Cortés en sus Cartas comoBernal Díaz en su Historia han dejado un vivo relato de

la costosa campaña que afirmó el poder de Castilla so-

bre el más rico, extenso y fuerte imperio de las Indias.

Los bergantines daban a Cortés el dominio de la

laguna, y con ellos perseguía continuamente las embar-caciones indígenas que abastecían a la ciudad de agua

y otros elementos de vida. En las calzadas se hallaban

apostadas las tres capitanías de españoles, y en ellas se

libraban encarnizados combates que duraban desde el

amanecer hasta la noche. Era una lucha de resistencia

en que los castellanos trataban de avanzar hacia la ciu-

dad y sus defensores los rechazaban lanzando contra ellos

desde los canales, calles y casas fuertes lluvias de flechas,

piedras y varas endurecidas al fuego. Los sitiadores ga-

naban cada día trechos de la calzada hasta llegar a

los fosos profundos que los mexicanos abrían de conti-

nuo. Con las casas que derribaban todos los días, los

españoles, ayudados por los indios sus amigos, rellenaban

los fosos y avanzaban hasta la próxima brecha, siempre

bajo el ataque de los sitiados con quienes luchaban

cuerpo a cuerpo hasta el anochecer, cuando cesaba la

21 Es dato de Cortés; según Bernal Díaz fueron noventa

y tres.

46

Page 65: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

pelea y los castellanos se retraían a su campamento paradescansar y curar sus heridas quemándolas con aceite

hirviendo, y para "apretar las heridas con mantas y co-mer nuestras tortillas con ají y hierbas y tunas, y luegotodos a la vela."

MEl descanso nocturno era muy re-

lativo porque aquel puñado de hombres acampados enlas puentes y calzadas, a la intemperie, tenían que tur-

narse para velar y cuidarse de los ataques incesantes desus enemigos, inmensamente superiores en número a las

escasas fuerzas sitiadoras.

En el real de Alvarado, en el de Cortés y en el deSandoval, que ocupaba la cabeza de puente de Tepeyac,los combates eran continuos, y a pesar de ellos la obra dedemolición proseguía sin tregua allanando con los ma-teriales de las casas destruidas el camino de los futuros

avances de las tropas. Los mexicanos se daban cuenta de

que en esta forma el cerco se estrechaba cada día y deci-

dieron hacer un esfuerzo para destruir, una en pos de

otra, las columnas enemigas. Comenzando por los cuar-

teles de Alvarado atacaron la calzada de Tacuba convarios escuadrones y por tres partes a la vez y lograron

cercar a los españoles por tierra y con innumerables ca-

noas por el agua. La caballería y los tlaxcaltecas rom-pieron el escuadrón que atacaba por la espalda. Los es-

cuadrones indígenas que cubrían una gran cortadura

de la calzada, fingiendo retirarse hacia la ciudad, atra-

jeron entonces a los españoles hasta un punto donde se

hallaba oculta gran multitud de guerreros. Súbitamente

salieron éstos de su escondite, y uniéndose a los otros

escuadrones atacaron a los castellanos con tal furia que

los obligaron a retroceder y pasar a nado un profundo

foso, bajo las flechas y piedras que les arrojaban los

contrarios desde la calzada y desde un enjambre de ca-

noas. Los mexicanos hirieron a muchos y cogieron vivos

a cinco soldados que llevaron al sacrificio, pero no lo-

graron su objetivo principal.

22 Díaz del Castillo, cap. CLI.

47

Page 66: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Cortés se enojó grandemente con Alvarado por esta

acción que contrariaba sus instrucciones a los capitanes

de no comprometer sus fuerzas en incursiones al inte-

rior de la ciudad sin cubrir y cegar las aberturas quehacían los mexicanos, lo cual no obstó para que, pocos

días después, el propio general en jefe incurriera en

idéntica falta con más graves y trágicas consecuencias.

Como se ha dicho, los mexicanos obtuvieron este día

solamente una victoria local, y no pasaron adelante en

su pujante salida porque los contuvieron la artillería, los

caballos y el valor de los españoles, aparentemente

invencibles. Llegó, sin embargo, el día de San Juan, ani-

versario de la entrada de Cortés y su ejército en auxilio

de Alvarado, y Cuauhtémoc, recordando tal vez los su-

cesos de aquel día, ordenó un ataque general a los tres

cuarteles del enemigo. Durante dos noches consecutivas

los guerreros aztecas atacaron por tierra y por el agua,

causando muchas bajas en las tres capitanías. Viendoque no podían vencerlas a todas, al amanecer del tercer

día concentraron sus esfuerzos contra la calzada de Ta-

cuba y se desarrolló en ella una batalla en que, como de

costumbre, la caballería y las armas de fuego contu-

vieron el ímpetu de los atacantes y salvaron a los espa-

ñoles. "En aquella batalla —dice Bernal— mataron a

ocho e hirieron a muchos de nuestros soldados y auna Pedro de Alvarado lo descalabraron. . . matamos mu-chos mexicanos y se prendieron cuatro personas prin-

cipales."a8

Como la campaña se prolongaba indefinidamente

con gran sufrimiento del ejército, Cortés, cediendo a las

instancias de sus oficiales a quienes impacientaba la de-

mora, quiso dar un golpe decisivo penetrando con todas

sus fuerzas hasta la plaza principal de México, llamadael Tlatelolco. Combinó al efecto el poderío de las tres

capitanías y un domingo por la mañana se lanzó conellas contra la ciudad. Alvarado y Sandoval, unidos en

28 Díaz del Castillo, cap. CLI.

.48

Page 67: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

la calzada de Tacuba, y Cortés en la de Iztapalapa,

avanzaban con gran pujanza ganando puentes y alga-

rradas a pesar de la heroica defensa de los mexicanos;

pero habiéndose internado el batallón de Cortés hasta

el centro de la ciudad atraído con engaño por los con-

trarios, cayeron éstos de improviso sobre él y los suyos

con numerosas fuerzas y lo obligaron a retroceder hasta

una cortadura que en la precipitación del avance nose habian cuidado de llenar. En ese mal paso y bajo el

ataque incesante de los mexicanos perdieron la vida

de inmediato muchos españoles, y los indios cogieron

vivos a sesenta y seis soldados, mataron ocho caballos ytenían herido y "engarrafado" al propio Cortés, decidi-

dos a llevarlo vivo ante su jefe. La ayuda heroica de

Cristóbal de Olea y otro soldado español, que mataron

a los agresores de Cortés, a cambio de la vida del pri-

mero, salvó al conquistador de México de compartir la

triste suerte de sus sesenta y seis soldados que fueron

inmolados en la alta pirámide del Gran Teocalli en san-

griento holocausto a los dioses del panteón azteca. Fuéaquel día de gran peligro y enormes pérdidas para los

castellanos porque los escuadrones enemigos, en su es-

fuerzo supremo, los persiguieron por las calzadas hasta

sus cuarteles de tierra en desesperada lucha, mataron

a muchos y los habrían aniquilado a todos sin el auxilio

de la artillería y el valor y resistencia de los españoles ysus auxiliares indígenas.

Esta fué la última gran victoria que lograron los

mexicanos. Por espacio de muchos días los españoles

limitaron sus operaciones a pequeños ataques contra la

ciudad y se ocuparon de preferencia en reparar sus pér-

didas y curar sus heridas. Comenzaron en seguida a

rellenar metódicamente los fosos y aberturas que los

defensores de México habían ahondado de nuevo, y con

ayuda de los bergantines que daban caza de continuo a

las canoas cargadas de guerreros o de agua y víveres

para los sitiados, los castellanos recuperaron por fin el

49

Page 68: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

terreno perdido, y habiendo recibido nueva provisión

de pólvora y ballestas que llevó a Vera Cruz un navio de

la Florida, reanudaron su avance y la destrucción de las

casas a ambos lados de las calzadas. De esta maneralos destacamentos españoles iban entrando cada día másal interior de la ciudad, y las fuerzas de los mexicanos

que en un principio parecían inagotables, eran diezma-

das sin tregua por la guerra y debilitadas por el hambre.

Un nuevo esfuerzo de los sitiadores condujo a la ca-

pitanía de Alvarado hasta la plaza mayor del Tlatelolco

donde se libró encarnizada batalla. Una sección, enca-

bezada por Gutierre de Badajoz, logró por fin escalar

las gradas del templo de Huitzilopochtli, plantar en lo

alto las banderas de Castilla y poner fuego al resto

de la pirámide que servía a la vez de fortaleza.24

Esta

brillante acción de la capitanía de Alvarado fué decisi-

va, y aunque no ese día, poco después se comunicabanlas tres capitanías dentro de la ciudad por medio de las

calles, librejs de estorbos.

Compadecido de la mortandad de mexicanos y de la

situación desesperada de la población, Cortés hizo a

Cuauhtémoc varias ofertas de paz, pero todas fueron

rechazadas por la indomable voluntad del caudillo in-

dígena y sus capitanes. Reducidos a un lugar fortifica-

do dentro de la laguna, hicieron resistencia todavía por

cierto tiempo, hasta que Cuauhtémoc, intentando la

fuga en una barca, fué hecho prisionero por uno de los

bergantines, y en patética escena se rindió a Cortés con

los jefes que le quedaban, el día de San Hipólito, 13 de

agosto de 1521.

24 Los descendientes de Hernán Méndez de Sotomayor, con-

quistador de México y Guatemala, pretendían en 1653 en sus pe-

ticiones a la Corona, que su bisabuelo había sido "el primero que

subió al cu de Tlatelolco y plantó una bandera verde con una cruz

y orla de oro." Petición de Fernando Méndez de Sotomayor yMaría Ruiz de Miranda. Archivo General del Gobierno, Guatemala.

Al. 29 40310.

50

Page 69: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Un silencio profundo, como si de golpe se apagara el

ruido de muchas campanas que hubiesen estado tañen-

do largo tiempo, dice Bernal Díaz del Castillo quesucedió a la rendición de México. Era que en un instante

se habían extinguido el clamor de la lucha, las

voces y la gritería de los mexicanos, que no Expedí-

habían cesado desde que comenzó el asedio dec,°"es a

la ciudad. Para los muertos era el silencio

de la eternidad; para los vivos el interludio entre el

estruendo de la guerra y las actividades de la paz. Enla historia del Anáhuac se había cerrado un período de

larga duración e iba a comenzar un nuevo esfuerzo

humano de grandes proyecciones en el porvenir.

Cortés dictó las providencias necesarias para el sa-

neamiento y reparación de la ciudad destruida, labor

que por dura ley de las cosas recayó sobre los vencidos.

Pensó en seguida en dar ocupación a sus capitanes y dis-

puso enviarlos a poblar las provincias del interior de cuya

riqueza tenía noticia.

Gonzalo de Sandoval fué enviado a someter algunos

pueblos rebeldes y a poblar en la costa de Coatzacoalco

y Tabasco. Francisco de Orozco marchó a pacificar la

provincia de Oaxaca. Los habitantes de Tehuantepec

habían franqueado el paso a los castellanos enviados por

Cortés a "descubrir" la mar del Sur, y al parecer por

esta causa eran hostilizados por el pueblo vecino de

Tututepeque.

Pedro de Alvarado había permanecido en México

al lado de Cortés y fué enviado por él a Vera Cruz, en

unión de otras personas de su confianza, a tratar, con

Cristóbal de Tapia que se había presentado en aquel

puerto pretendiendo tomar el gobierno de México en

virtud de despachos extendidos en nombre del Empera-

dor y del Consejo de Indias.

Liquidado el incidente de Tapia, Alvarado volvió a la

capital, y después de un breve descanso salió el 31 de

51

Page 70: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

enero de 1522 a la conquista de Tututepeque con unafuerza que, unida a la guarnición que había quedado

en Oaxaca, se componía de 40 hombres a ca-

t¡°deTubalI° y 20° de infantería

>40 de Ios cuales

tutepequeeran escoPeteros Y ballesteros, y dos cañones

pequeños. Con esta fuerza y un contingente

considerable de guerreros indígenas, el capitán espa-

ñol emprendió la campaña contra el cacique y pueblo de

Tututepeque. Avanzando hacia el sur encontró alguna

resistencia de parte de tres o cuatro pueblos que se some-

tieron fácilmente. El señor de Tututepeque recibió

amistosamente a Alvarado y lo alojó con su gente en lo

más poblado del lugar, donde las casas se estrechaban ylos soldados y caballos no tenían libertad de moverse.

Disgustado del sitio y sospechando que los indios trata-

rían de atacarle durante la noche y aun poner fuego a

las casas techadas de paja, se retiró a la parte baja y másllana del pueblo donde estableció su cuartel.

Trató luego el cacique de borrar aquella mala impre-

sión y de ganar la voluntad de Alvarado haciéndole va-

liosos presentes de oro, del cual se enviaron a Cortés

veinte y cinco mil castellanos.25

Pero sea que Alvarado

confirmó sus sospechas acerca de las malas intenciones

del cacique, o como "otros españoles de fe y crédito di-

jeron que por, sacarle mucho oro," el desconfiado capitán

le mandó echar grillos "y sin justicia murió en las pri-

siones."2e

La especie de las crueldades de Alvarado durante esta

campaña era moneda corriente en México por aquellos

tiempos. Durante el proceso de 1529 se le hizo cargo

de que durante la conquista y pacificación de la provin-

cia de Oaxaca mandó echar dos perros bravos contra los

25 Hernán Cortés, Tercera carta al Emperador. El castellano

o peso de oro equivalía en la época de la Conquista a 556 marave-dís y contenía 4.6 gramos de dicho metal. El peso que más tarde

circulaba en Guatemala valía solamente 450 maravedís.26 Díaz del Castillo, cap. CLXI.

52

Page 71: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

señores de Tututepeque hasta que le dieron varias cade-

nas de oro para sus perros y caballos, y que en este lugar

había recibido mucho oro del cual no pagó el quintoa Su Majestad. Alvarado contestó que cuando llegó a

Oaxaca encontró la provincia en paz y no había razónpara tratar mal a sus habitantes. Agregó que en Tutu-tepeque recogió 35 ó 36 mil pesos de oro que envió a la

ciudad de México y se entregaron al Tesorero RealJulián de Alderete para su legal distribución. La famo-sa cadena le fué dada por el cacique, y una vez fun-dida se pagó el real quinto. No negó el acusado la prisión

del jefe indígena, aunque se disculpó con la traición

que supo que trataban de hacerle a él y a sus compañeros.Alvarado exploró la tierra a continuación y la encon-

tró rica en minas de oro, de lo que era buena prueba el

metal que envió a Cortés. Y habiendo llegado hasta

el mar tomó posesión de él en nombre de Su Majestad yrecogió algunas perlas que tomaron también el caminode México y, pasando a la otra banda, siguieron su viaje

a la Corte de España.

El hijo del infortunado rey de Tututepeque heredó

el cacicazgo, y dice Bernal Díaz que Alvarado todavía le

sacó más oro que al padre. El país era evidentemente

muy rico y despertó la codicia de los españoles. Comode costumbre el jefe se reservó la mejor parte con dis-

gusto de sus subordinados, algunos de los cuales fragua-

ron una conjuración para matarlo a él y a sus hermanos.

Un soldado le reveló la trama mientras Alvarado iba de

caza acompañado de varios de los conjurados. Volvién-

dose a ellos les dijo: "Señores, a mí me ha dado dolor de

costado; volvamos a los aposentos y llámenme un bar-

bero que me sangre." Ya en el campamento hizo llamar

a sus hermanos y a los alcaldes y alguaciles de la villa de

españoles que había fundado en el lugar, mandó prender

y procesar a los conspiradores y ahorcó a dos de ellos,

con lo cual los ánimos quedaron apaciguados y él se

volvió para México.

53

Page 72: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

El sitio de la fundación era malsano y la villa se des-pobló poco después: los españoles se dispersaron yéndoseunos a México y otros a Oaxaca. No tardaron los indios

en rebelarse de nuevo —según dice el cronista— y Al-varado fué otra vez a pacificarlos sin encontrar paraello mayor dificultad.

Por aquel tiempo Cortés emprendió personalmente la

pacificación de la provincia de Panuco, y después delarga campaña sometió a los habitantes de la región

y fundó una villa a la que dio el nombre de Santisteban

del Puerto. Terminada la pacificación iba deEfj i

regreso Cortés hacia la ciudad de México cuan-

señores de ^° recibió una numerosa delegación de los

Guatemala señores de Guatemala que deseaban ofrecerse

por vasallos del Rey de España. No hay noti-

cia en las crónicas indígenas de Guatemala del envío de

esta delegación, pero Cortés consigna el hecho de mane-ra terminante en su Cuarta carta al Emperador, fe-

chada en Tenochtitlán el 15 de octubre de 1524, en la

que dice:

Viniendo de la provincia de Panuco, en una ciudad quese dice Tuzapán [hoy Tuxpán], llegaron dos hombres espa-

ñoles que yo había enviado con algunas personas de los na-

turales de la ciudad de Tenuxtitán y con otros de la provin-

cia de Soconusco, que es en la mar del Sur lá costa arriba, hacia

donde está Pedradas Dávila, gobernador de V. A., doscien-

tas leguas desta gran ciudad de Tenuxtitán, a unas ciuda-

des de que muchos días había que yo tenía noticia, que se

llaman Ücatlan y Guatemala, y están desta provincia de Soco-

nusco otras sesenta leguas. Con los cuales dichos españoles

vinieron hasta cien personas de los naturales de aquellas ciu-

dades, por mandado de los señores dellos, ofreciéndose porvasallos y subditos de Vuestra Cesárea Majestad, y yo los recibí

en su real nombre y certifiqué que queriendo ellos y haciendolo que allí ofrecían, serían de mi y de los de mi compa-ñía, en el real nombre de V. A., muy bien tratados y favo-recidos, y les di así a ellos como para que llevasen a sus señores,algunas cosas de las que yo tenía y ellos en algo estiman.

54

Page 73: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Gomara reproduce estas noticias diciendo que Cor-tés envió a los dos españoles con algunos indios de Méxicoy Soconusco a convidar con su amistad al rey y vecinos

de Cuauhtemallan, y que, correspondiendo la visita,

despacharon éstos doscientos hombres con un razonable

presente.27

Las noticias de Gomara están evidentementetomada de la Cuarta carta de Cortés; pero el cronista,

hablando de la campaña de Alvarado a Tututepequedescribe también, y en términos un tanto bombásticos

que habrían sacado de quicio a Bernal Díaz, otra expe-

dición que según Gomara, despachó Alvarado a Gua-temala. El relato del historiador, se non é vero, es

pintoresco, y vale la pena de copiarse aquí

:

[Alvarado] envió a Cuauhtemallan dos españoles que

hablasen con el señor y le ofreciesen su amistad y religión;

el cual preguntó si eran de Malinge, que así llamaban a Cortés,

dios caído del cielo, de quien ya tenían noticia; si venían por

mar o por tierra y si dirían verdad en todo lo que hablasen.

Ellos respondieron que siempre hablaban verdad, y que iban

a pie por tierra, y que eran de Cortés, capitán invencible del

emperador del mundo; hombre mortal y no Dios; pero que

venía a mostrar el camino de la inmortalidad. Preguntóles si

traía su capitán unos grandes monstruos marinos que habían

pasado por aquella costa el año antes; y decíalo por las naos

de Andrés Niño. Ellos dijeron que sí, y aun mayores; y el

uno, que se llamaba Treviño y era carpintero de naos, debu-

jó una carraca con seis mástiles en un gran patio. Los indios

se maravillaron mucho de la grandeza, velas, jarcia, gavias yaparato de tal navio. Preguntóles asimesmo cómo eran los

españoles tan valientes, que nadie los vencía, no siendo mayo-res que otros hombres. Respondieron que vencían con ayuda

de Dios del cielo, cuya santidad publicaban por aquellas

partes, y con unos animales en que cabalgaban; y pintaron

luego allí un caballo grandísimo con un hombre armadoencima, que puso espanto en todos los indios que a verlo

venían. El señor dijo entonces que quería ser amigo de tales

hombres y darles cincuenta mil soldados para que conquista-

Gomara, 1852, T. I, pág. 284.

5S

Page 74: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ran unos sus vecinos que le destruían la tierra. A esto dijeron

los dos españoles que lo harían saber a Pedro de Alvarado,

capitán de Cortés para que viniese. Y con tanto se despidie-

ron, y él les dio cinco mil hombres cargados de ropa, cacao,

maíz, ají, aves y otras cosas de comer y veinte mil pesos de

oro en vasos y joyas, que fué alegría para entrambos, aunque

mala para el uno, porque hurtó no sé cuantas piezas de oro,

y fué por ello azotado y desterrado de la Nueva España. Esta

fué la primera entrada y noticia de Cuauhtemallan.

Si el anterior relato parece tomado de un libro de,

caballerías, no es menos cierto que él severo Pedro

Martyr de Angleria había dado cabida a tan fantástica

historia en una obra anterior a la de Gomara.28

En su mencionada Carta agregaba Cortés que des-

pués de la visita de los naturales de Utatlán y Guatemala

fué informado de que aquellas ciudades y provincias yotra que se decía de Chiapan, vecina de las primeras,

no tenían la buena voluntad que antes habían mostrado,

y hostilizaban a los pueblos de Soconusco porque eran

amigos de los españoles. Mensajeros de Guatemala, sin

embargo, que llegaban ante los cristianos de Soconusco,

se disculpaban asegurando que "ellos no lo hacían sino

otros." Y como Cortés no deseaba otra cosa que tener

un motivo válido para extender sus conquistas, alistó a

Pedro de Alvarado con fuerzas suficientes para quefuese a aquellas tierras "para averiguar la verdad."

Los hechos ulteriores de la conquista demuestranque la buena disposición para recibir a los españoles so-

lamente existía en los cakchiqueles y sus reyes que resi-

dían en Iximché, ciudad que los mexicanos llamabanQuauhtemallan, o sea lugar de árboles, de donde provino

el nombre hispanizado de Guatemala. Los señores de

Utatlán y su pueblo, o sea la nación quiche, vecinos in-

mediatos de Soconusco por la parte del sudeste, en la

costa del mar del Sur, parece que tenían sus propias ideas

respecto a los conquistadores europeos y estimaban en

28 Martyr de Angleria, Lib. V, cap. I.

56

Page 75: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

mucho su independencia, como iba a experimentarlo

Alvarado durante la próxima campaña.La expedición a Guatemala, así como otra que Cortés

dispuso encomendar a Cristóbal de Olid para la con-quista de Honduras, tuvieron que demorarse todavía

porque estando dichos capitanes a punto de marchar a

esos lugares, llegó a México la noticia de que el Adelanta-

do Francisco de Garay, Teniente de Gobernador de la isla

de Jamaica, se había presentado en el Rio Panuco conpretensiones de ocupar la región desalojando a los espa-

ñoles que Cortés había dejado establecidos en la villa de

Santisteban del Puerto. La fama de las riquezas de Méxi-

co seguía atrayendo a los conquistadores de las islas ylos empujaba a la tierra firme, aunque en ella les hubie-

ran precedido sus compatriotas ganándola a costa de su

sangre. Cortés obró en esta ocasión con la celeridad

que acostumbraba y envió a los lugares amenazados a

Pedro de Alvarado con toda la gente que tenía prepara-

da para la conquista de Guatemala. Felizmente la difi-

cultad terminó sin lucha porque en aquellos mismos

días llegó a Vera Cruz un navio con despachos de Es-

paña, «ntre ellos una Cédula en que el Rey ordenaba a

Garay no se entrometiese en los asuntos del Rio Panuco.

Cortés pensó, con razón, que Garay estaría anuente a

obedecer la orden del soberano, y en lugar de mandarmás soldados a la costa que hoy llaman dé Tampico,

despachó a Diego de Ocampo, Alcalde Mayor, con la

Real Cédula y una carta para Alvarado, en la cual

le recomendaba no llegar hasta donde se hallaba la gente

de Garay a fin de evitar disturbios. Ocampo llegó a la

provincia de la Huasteca, donde Alvarado le había pre-

cedido y había entfado en conflicto con un capitán de

Garay llamado Gonzalo Dovalle que había hecho varias

correrías con gente de a caballo por los pueblos de la

región, robando y ahuyentando a los indios. Dovalle

había puesto también algunas avanzadas en el camino

que debía seguir Alvarado, con gran disgusto de este jefe.

57

Page 76: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Finalmente, Alvarado marchó sobre el pueblo de Las

Lajas donde se hallaba acampado Dovalle y después de

varias pláticas ajustaron sus diferencias y los dos desta-

camentos festejaron el amistoso entendimiento de sus

capitanes.

Esta es la versión de Cortés en su Carta al Empera-dor. En el Proceso de 1529 se acusó a Alvarado de haber

ido con mucha gente de guerra a echar a Garay fuera

de la provincia de Panuco y de haber prendido en el

camino a Gonzalo Dovalle y su gente quitándoles sus

armas y caballos y mandándoles que fuesen como sus pri-

sioneros a la villa de Santisteban del Puerto. Se le hizo

cargo asimismo de haber promovido la deserción de los

hombres de Garay y que se pasaran al lado de Cortés.

Por último, se le acusaba de que, en unión de Diego de

Ocampo, había llevado preso a Garay a la ciudad

de México donde éste falleció, todo lo cual había sido

causa de la disolución de la armada de Garay y de la

muerte a manos de los indios de más de trescientos

hombres de los que en ella venían.

Fácilmente se advierte que se trataba de echar sobre

Alvarado toda la culpa de los infortunios del preten-

diente al gobierno de Panuco. Alvarado contestó que

por orden de Cortés, y porque no podía desobedecerle,

fué a aquella provincia, donde halló a Gonzalo Dovalle

con cierta gente en un pueblo de la región, y que para

evitar que siguieran haciendo daño a los naturales de la

tierra llevó consigo a Dovalle y los suyos a la villa

de Chila donde les devolvió algunos caballos que les

habían tomado y estuvo con ellos cinco o seis días dán-

doles de comer. En cuanto a Garay, aseguró Alvarado

que nunca lo vio ni prendió, ni le tomó sus navios comodecían sus acusadores, porque luego se volvió a la

ciudad de México dejando en aquella provincia a Diegode Ocampo y Rodrigo Rangel que llevaban poderes de

Cortés para decidir lo que había de hacerse con el dicho

Francisca de Garay. Agregó que, llegado a la ciudad,

58

Page 77: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

partió a la conquista de Guatemala, y a los veinte días

llegó a México Francisco de Garay.

La expedición del Gobernador de Jamaica terminó

con la dispersión y pérdida de la mitad de sus miembrosque provocaron el alzamiento de los indios de la Huaste-

ca, y con la muerte del propio Garay que, siendo bien

recibido por Cortés, no lo fué por el clima del interior

de México donde encontró la muerte a los pocos días de

su ingreso a la capital.

59

Page 78: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

CONQUISTA DE GUATEMALA

Alvarado

emprende

viaje hacia

el Sur

Conjurado el reciente peligro de una nueva intromi-

sión en su gobierno, volvió Cortés a su primitivo pro-

yecto de extender los dominios del Rey de España a las

tierras del sur, y se ocupó de organizar la armada que al

mando de Cristóbal de Olid debía dirigirse

al Cabo de Hibueras u Honduras, y la expe-

dición confiada a Pedro de Alvarado para la

conquista de Utatlán y Guatemala. Cortés

informaba al soberano en su mencionada Carta

que a pesar de los gastos que representaban las dos ex-

pediciones y que estimaba en algo más de cincuenta mil

pesos de oro, estaba satisfecho de enviarlas porque con

ellas creía servir por igual a Dios y al rey.

Terminados los preparativos, Cortés dio sus instruc-

ciones a Alvarado respecto a la manera de conducir lá

campaña y le recomendó especialmente que de cuantole aconteciera le hiciese relación extensa y detallada a

fin de poder, a su vez, informar a Su Majestad.

Alvarado salió de "México un mes antes que Olid de

Vera Cruz.

60

Page 79: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Le despaché desde esta ciudad —dice Cortés— a 6 días

del mes de diciembre de 1523 años; y llevó ciento veinte de

a caballo, en que, con las dobladuras que lleva, lleva ciento ysesenta caballos y trescientos peones, en que son los ciento

y treinta ballesteros y escopeteros. Lleva cuatro tiros de arti-

llería con mucha pólvora y munición, y lleva algunas personas

principales, así de los naturales de esta ciudad como de otras

ciudades desta comarca, y con ellas alguna gente, aunque nomucha, por ser el camino tan largo.

Escribiendo muchos años más tarde, decía Bernal

Díaz que Alvarado salió de México el 13 de noviembre

de 1523,29y así lo han repetido otros historiadores, pero

la noticia de Cortés, escrita en la misma época de los

acontecimientos, es terminante y debe tenerse comola verdadera. Gomara confirma la fecha del 6 de di-

ciembre de 1523. Lo mismo hace el escritor indígena.

Fernando Alva Ixtlilxóchitl que vivió en la época de la

conquista. Refiere este último que el rey de Tezcuco

Ixtlilxóchitl, su antepasado, y el ex-Emperador de Méxi-

co Cuauhtémóc "juntaron veinte mil hombres de guerra

y muy expertos en la malicia y tierras de la costa en-

viando cada uno de ellos su general con 10,000 hombres

de guerra."so

Estas cifras, como casi todas las de los

cronistas coloniales, son muy exageradas. Cortés dice

parcamente que Alvarado llevaba "algunas personas

principales ... y con ellas alguna gente aunque no

mucha," de los naturales de la tierra. El hecho es que

con Alvarado marchó una fuerza auxiliar de guerreros

mexicanos, culúas y tlaxcaltecas que tomaron parte ac-

tiva en la conquista, poblaron y dejaron descendencia

en Guatemala.

Algunos pueblos de la provincia de Tehuantepec se

habían rebelado contra los españoles, y Alvarado se de-

29 Díaz del Castillo, cap. CLXIV.30 Ixtlilxóchitl, pág. 391.

61

Page 80: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

tuvo a combatirlos, según cuenta Bernal Díaz. Eranindios de la encomienda de un soldado español que se

llamaba Güélamo, y se habían fortificado enTebuante- unos "peñoles," pero se dejaron pacificarPec y fácilmente y Alvarado continuó su viaje. El

12 de enero de 1524 llegó al pueblo grande

de Tehuantepec, de indios zapotecas, por quienes fué

bien recibido. Después de un breve descanso en este

lugar se dirigió a la provincia de Soconusco, muy pobla-

da en aquel entonces, según dice Bernal Díaz, quien le

asigna una población de 15,000 almas.

Soconusco era uno de los pueblos de la costa del Pa-

cífico que pagaban tributo a los señores de Tehuantepec.

El Emperador mexicano Ahuitzotl los sometió personal-

mente a fines del siglo xv. Vencidos y perdonados se

dieron por vasallos del Emperador, y habiéndoles pre-

guntado hasta donde llegaba el límite de sus tierras por

el oriente dijeron "que sus términos y mojoneras confi-

naban con los naturales de Guatemala, montes y ríos

que eran muy grandes los montes ásperos y temerosos

por los tigres grandes, serpientes muchas, los ríos muycaudalosos, y asimismo confinaban con los pueblos de

Nolpopocayan que están asentados a las orillas del montedel volcán."

31

Soconusco era, pues, el pueblo fronterizo, desde

donde debía lanzar Alvarado su invasión de las provin-

cias de Guatemala. Para el efecto disponía de un ejér-

cito de soldados aguerridos, caballos, artillería y la

experiencia de la campaña de México. Personalmente,

Alvarado era ya entonces un consumado capitán; de

Cortés había aprendido el arte de mandar a los hombres

y obtener el mayor provecho de su esfuerzo y valor;

los valientes y astutos guerreros mexicanos le habían

enseñado la táctica y artificio en uso en estas partes del

Nuevo Mundo. Las luchas y peligros de los últimos

31 Alvarado Tezozomoc, cap. LXXIX, pág. 374. El volcán

en la frontera de Soconusco y Guatemala es el Tacana.

62

Page 81: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

cuatro años no habían atemperado su carácter; antes

bien le habían familiarizado con el dolor y el sufrimien-to ajenos, y su corazón se había endurecido en la guerra.

Los pueblos de Guatemala iban a sentir ahora en carnepropia la garra del león que algunos de ellos habían lla-

mado imprudentemente a su redil.

Algunos historiadores han escrito que en Soconuscotuvieron los españoles el primer encuentro con los

quichés que, habiéndose confederado con los habitantes

de aquella provincia, situaron un ejército para resistir

a los invasores; y agregan que en una sangrienta batalla

en las inmediaciones de Tonalá los castellanos infligie-

ron a los indios una gran derrota.32

Remesal y Ximénezafirman que en esa ocasión Alvarado devastó los pueblos

de la provincia y la dejó convertida en ruinas. Estas

noticias son exageradas, si no falsas del todo. Cortés

informaba a Carlos V que los pueblos de Soconusco eran

amigos de los españoles y que por esa razón los hostiliza-

ban los naturales de Guatemala. Bernal Díaz escribe que

en Soconusco recibieron a Alvarado de paz, le dieron unpresente de oro y se ofrecieron por vasallos de Su Ma-jestad. El cronista advierte que él no se halló en estas

conquistas, pero se remite en su narración de esta cam-paña a una historia que dice había escrito Gonzalo de

Alvarado, vecino de Guatemala y deudo del conquista-

dor. Pedro de Alvarado comenzaba su primera Relación

a Hernán Cortés diciendo que de Soconusco le había

escrito todo lo que hasta allí le había acontecido. Des-

graciadamente la carta de Soconusco se ha perdido y se

tiene por primera relación esta segunda que contiene

la descripción de la guerra del Quiche.

Hay, sin embargo, indicio suficiente en ella para

comprender que Alvarado no tuvo en Soconusco con-

tacto ni choque armado con los quichés. Dice, en efecto,

el teniente de Cortés que después de haber escrito su

82 Milla, T. I, cap. IV.

63

Page 82: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

carta de Soconusco envió a la tierra del Quiche a algu-

nos mensajeros de sus propios naturales, haciéndoles

saber que iba a ella a conquistar y pacificar las provin-

cias que no se quisieren someter al dominio del Rey deEspaña como sus vasallos "pues por tales se habían ofre-

cido" a Cortés, y que, en consecuencia, les pedía favor

y ayuda y libre entrada por su tierra, ofreciéndoles a su

vez que, si así lo hicieren, serían muy favorecidos de él

y de los españoles de su compañía; pero que, en caso con-

trario, les haría la guerra como a traidores rebelados yalzados contra el Emperador, y luego de vencerlos

tomaría por esclavos a cuantos se prendieran vivos en la

guerra.

Una vez despachados los mensajeros, Alvarado pasó

revista a su brillante ejército. Figuraban en él sus her-

manos Jorge, Gonzalo y Gómez de Alvarado, sus primos

Hernando y Diego del mismo apellido, su brazo derecho

don Pedro Portocarrero, valiente capitán y hombre rudo

y cruel como su jefe. Traía un buen artillero, Diego de

Usagre, dos -capellanes, el P. Juan Godínez y el P. JuanDíaz, y muchos buenos soldados españoles que ayudarona la conquista, fundaron ciudades y poblaron las pro-

vincias de Guatemala y San Salvador. No era menosimportante el contingente de capitanes y soldados de

México, Tezcuco, Tlaxcala, Cholula y Xochimilco (en-

comienda de Alvarado), de cuya participación en la

campaña se hablará a su tiempo.

El territorio que el ejército español estaba a punto de

invadir se extendía a lo largo de la costa del Pacífico yformaba parte del reino del Quiche. Los españoles em-prendieron la marcha el sábado 13 de febrero, y cami-

nando por tierras cubiertas de bosques, se dirigieron enbusca de los primeros lugares habitados de la costa antes

de subir a las altas mesetas de la Cordillera donde re-

sidía la corte de los reyes quichés y se hallaban los prin-

cipales centros indígenas de población.

64

Page 83: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Al cabo de tres días de marcha llegó el ejército cerca

del pueblo de Xetulul (lugar de zapotes), que los mexi-

canos llamaron Zapotitlán porque abundaban en él el

árbol y la fruta que se conoce con el nombre de zapote.

Merodeando cerca del campamento español

fueron capturados tres espías de Zapotitlán Zapotitlán

que fingían andar cogiendo miel silvestre. Al-varado no les hizo ningún daño y los despachó con unnuevo requerimiento de paz para los señores del pueblo,

el cual no mereció de parte de ellos la menor respuesta.

Fácil era, sin embargo, adivinar sus intenciones obser-

vando el estado de los caminos, que habían sido tapados

y cortados para impedir el paso de los invasores. Allí

tuvieron lugar los primeros encuentros con los guerre-

ros nativos. La comarca estaba cubierta de espeso bosque

de árboles de cacao, zapote y otros frutos tropicales

que formaban una defensa natural. Más allá se encon-

traba otro obstáculo puesto por la naturaleza y bien

aprovechado por los indios: un "río de mal paso," que

ha de haber sido el Sámala, donde se libró la primera

batalla de la conquista de Guatemala. Franqueado el

mal paso del río, los españoles continuaron la marcha

en dirección al pueblo, entraron en él y llegaron atacan-

do y persiguiendo a los guerreros nativos hasta media

legua más lejos, después de lo cual retrocedieron y es-

tablecieron su cuartel en el mercado.

Era el de Xetulul pueblo grande que Quicab, rey

del Quiche, en el apogeo de su grandeza, había conquis-

tado junto con toda la costa del mar. Parece haber

estado el pueblo a poca distancia del Río Sámala, y era

el centro de una zona rica y muy poblada que después de

la Conquista se llamó Suchitepéquez (cerro de flores).

Pacificados los indios de Zapotitlán, los españoles es-

tuvieron "corriendo la tierra" durante dos días, al cabo

de los cuales se dispusieron a internarse en el territorio

65

Page 84: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

quiche, buscando sus centros más poblados que lógica-mente presumían ser también los más ricos y

aítónome

Jor defendidos. Emprendieron nuevamentea

quichek marcna el viernes 19 de febrero con direc-

ción al norte, y pronto comenzaron a ascender

la escarpada ribera del Río Sámala que volvieron a

cruzar arriba del primer paso. Agria era la cuesta y de

seis leguas de extensión. Los caballos subían con difi-

cultad el estrecho y empinado camino. En la mitadde la cuesta asentaron el real los castellanos aquella noche.

Una crónica indígena33

refiere que los habitantes

de Xetulul-Hunbatz (Zapotitlán) enviaron un correo

al pueblo de Lahuh-Quieh (10 Venado, día del calenda-

rio), bautizado por los mexicanos con el nombre de

Quetzaltenango, avisando que iban para allá los caste-

llanos a conquistarlos. El cacique de Lahuh-Quieh des-

pachó otro correo a Gumarcaah (Utatlán) y á otros

lugares vecinos, para que se prepararan a la lucha.

Durmieron aquella noche los castellanos y mexicanos—dice la crónica indígena— en un sitio llamado Va-

lahunoh, y allí, agrega el ingenuo analista, un capitán

del pueblo de Ahxepab, con una fuerza de tres mil hom-bres, quiso sorprender a Alvarado a medianoche y ma-tarlo a él y a sus soldados; pero no pudo hacerlo porquelos defendía una niña muy blanca y muy hermosa. Unenjambre de pájaros sin pies (como los querubes celes-

tiales) rodeaban a la niña y la defendían, privando de

la vista a los indios, que caían al suelo sin poder acer-

carse a los españoles. Otros dos capitanes llegaron con el

mismo propósito y vieron una paloma blanca que de-

fendía el campamento español cerrando el paso y pos-

trando en tierra a los asaltantes.

En las primeras horas del día siguiente, sábado 20 defebrero, reanudaron la marcha los españoles, y al final

de la empinada cuesta encontraron el cuerpo de una

33 Título de la Casa Ixcuín-Nehaíb, Señora del territorio deOtzoyd.

66

Page 85: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

mujer sacrificada y el de un perro, lo que, según el in-

térprete de la expedición, era señal de desafio. Siguieronpor un paso muy estrecho y dieron en una fuerte pali-

zada, desierta. Al terminar el desfiladero, sin embargo,salieron de tres a cuatro mil hombres de guerra quehicieron retroceder a los auxiliares mexicanos, y cuandoAlvarado reunía sus fuerzas para contraatacar a los na-tivos, divisó un ejército de treinta mil hombres que se

acercaba con banderas desplegadas a disputarles el paso.

Habían llegado los españoles a unos llanos, y aunque los

caballos iban cansados de la cuesta, Alvarado, dejando

que los enemigos se acercaran arrojando sus flechas, les

dio en seguida una carga que los atemorizó en extremoporque "nunca habían visto caballos." Murieron en el

encuentro muchos indios quichés y se dispersaron los

demás dejando libre el campo a los invasores, que fueron

en seguida a aposentarse una legua más lejos, a un lugar

donde había una fuente. Allí se refrescaron y hubieran

querido quedarse descansando después de la jornada;

pero no era el plan de los indios dar tregua al enemigo.

El general de los quichés, Tecum Umán, queriendo de-

cidir allí mismo la suerte de la guerra, se presentó de

pronto con un ejército numeroso desafiando a los cas-

tellanos a mortal combate.

Refieren los manuscritos de los indios que el Empe-rador de México envió un mensajero al rey del Quicheparticipándole que a su tierra habían llegado unos hom-bres blancos que pretendían hacerle recibir la ley de

Jesucristo y obedecer al rey de Castilla, y que,

como se resistiera, le habían hecho guerra muy **¥****•

grande y lo tenían prisionero. Llamábase eldefensa

mensajero Uitzizil (Colibrí ) , y por su medioprevenía su amo al rey quiche que estuviese entendido

de que los extranjeros llegarían en seguida a sujetarlos,

y que con ese aviso se preparara a la defensa.84

34 Manuscrito Xecul-Tttulo Abpopqueham, citado por Fuentes

67

Page 86: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Cuatro jóvenes adivinos llamó el monarca del Qui-che para encargarles que pusieran en claro este ominosoasunto. Los adivinos prepararon sus arcos y dispararon

contra un peñasco, pero viendo que sus saetas no hacían

mella en la roca, se entristecieron y arrojando sus arcos

dijeron al rey que no esperase remedio porque los hom-bres blancos los vencerían. Consultados a su vez los

sacerdotes, pronosticaron, bañados en lágrimas, la des-

trucción del reino, revelando que la piedra sagrada que

veneraban como un dios se había roto por la mitad, lo

que claramente demostraba la asolación y ruina del se-

ñorío.85

A pesar de tan funestos vaticinios, los quichés orga-

nizaron apresuradamente la defensa del reino. Reunie-

ron al efecto un número considerable de soldados yequiparon varios ejércitos con todos los elementos bélicos

de que podían disponer. Gobernaban a la sazón el reino

del Quiche los Señores Oxib-Queh y Beleheb-Tzii.36

El

primero ejercía las funciones de Ahau-Ahpop o sobe-

rano, y el segundo gobernaba con él como su adjunto

con el título de Ahpop-Camhá y estaba destinado a su-

cederle. Se completaba el gobierno con otros dos digna-

tarios, el Nim Chocoh Cavek, o sea Gran Elegido de Ca-

vek, y el Ahí Tohil, o sacerdote de Tohil, el dios de los

quichés. El historiador guatemalteco don José Milla

dice que en la época de la conquista española desempe-

ñaban esos cargos Tecum Umán y Tepepul."

Tecum Umán fué nombrado comandante supremo

de todas las fuerzas del Quiche, y se situó con ellas, en

espera de los castellanos, en el extenso valle donde se edi-

ficó posteriormente la ciudad de Quetzaltenango, al

y Guzmán, 1933. T. III, 2* Parte, Libro Noveno, cap. V, pág. 159.

Título de la Casa lxcuín-Nehaíb.35 Manuscrito Xecul.36 Estos nombres significan "3 Venado" y "9 Perro," y están

tomados de dos días del calendario indígena.37 Milla, 1879, T. I, pág. 65.

68

Page 87: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

pie del Volcán Gagxanul, conocido hoy como Volcánde Santa María.

Apenas habían los españoles gozado de algún descanso

en la tarde de aquel día junto a la fuente, en los llanos

que la crónica indígena llama Vachah y hoy se conocenpor su equivalente castellano de El Pinar, cuando llegó

a sus oídos el rumor del ejército de TecumUmán. Alvarado dio rápidamente sus órdenes Batalla de

de combate, y aguardó hasta que los indios He- & *****

garon cerca de la fuente. Lanzando luego la

caballería seguida de la infantería, rompió las líneas

enemigas causando en ellas tremenda destrucción. Du-rante la lucha, que duró varias horas, murieron millares

de guerreros indígenas, entre ellos su propio jefe TecumUmán. En su primera Carta a Cortés describe Alvarado

esta batalla en los siguientes términos:

Estando apeados bebiendo vimos venir mucha gente de

guerra a nosotros, y dejárnosla llegar que venían por unos lla-

nos muy grandes y rompimos en ellos, y aquí hicimos otro al-

cance muy grande donde hallamos gente que esperaba unodellos a dos de caballo y seguimos el alcance bien una legua

y llegábansenos ya a una sierra y allí hicieron rostro y yome puse en huida con ciertos de caballo por sacarlos al cam-po y salieron con nosotros hasta llegar a las colas de los ca-

ballos; y después que me rehice con los de caballo doy vuelta

sobre ellos. Y aquí se hizo un alcance y castigo muy grande.

En esta [batalla] murió uno de los cuatro señores desta ciu-

dad de Utlatán que venía por capitán general de toda la

tierra; y yo me retraje a las fuentes y allí asenté real aquella

noche harto fatigados y españoles heridos y caballos.

La versión indígena de la batalla decisiva de El Pinar

no es menos gráfica:

Empezaron a pelear con los españoles y el Adelantado Al-

varado le dijo a este Capitán Tecum que si quería paz y darse

por bien; le respondió el Capitán Tecum que no quería paz

sino lo que quería era el valor de los españoles. Y luego co-

69

Page 88: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

menzaron por segunda vez a pelear con los españoles ycon los diez mil indios que traía este Capitán Tecum consigo,

y en medio de la batalla que hacían, se desviaban los unos ylos otros y se apartaban y de allí se venían a encontrar y pe-

learon tres horas, y mataron los españoles muchos indios, que

no tuvieron número de los que mataron, y no murió ningúnespañol, sino sólo los indios de los que traía el Capitán Tecum,

y corrió mucha sangre de los indios que mataron los españo-

les, y esto sucedió en Pachah.38

Continúa diciendo el narrador nativo que durante

el combate el Capitán Tecum, convertido en águila, cu-

bierto de plumas de quetzal y con tres coronas de pedre-

ría, alzó el vuelo dirigiéndose a matar al capitán de los

españoles, pero errando el tiro dio con su lanza en el

caballo y le cortó la cabeza. Viendo Tecum que no ha-

bía matado a Alvarado sino a su caballo, alzó el vuelo

por segunda vez y se precipitó desde arriba sobre su

enemigo, pero éste lo aguardó con su lanza y lo atravesó

de medio a medio dándole muerte. Caído en tierra el

jefe de" los quichés, llamó Alvarado a sus soldados para

que viesen "la belleza de aquel indio quetzal," y les

dijo "que no había visto otro cacique tan galán, tan lle-

no de plumas quetzales y tan lucidas, y que no lo había

visto en México, en Tlaxcala ni en ninguna parte de los

pueblos que había conquistado;" y por esta razón

—agrega el cronista indígena— ordenó el capitán es-

pañol que pusieran al pueblo que había allí cerca el

nombre de Quetzaltenango, que significa "el lugar del

quetzal."

Describiendo los mismos sucesos dice Ixtlilxóchitl en

la Relación Décima Tercera que en la batalla de Quet-zaltenango los españoles "mataron infinitos de los quehuían y prendieron al general que era uno de los cuatro

señores que había en aquellos tiempos en Otlatlán." Sin

embargo, los demás documentos afirman terminante-

mente que el general quiche murió durante la refriega.

38 Título de la Casa Ixcuín-Nehatb.

70

Page 89: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

La matanza de los quichés a manos de los españoles

y mexicanos fué espantosa. Tantos fueron los muertosque. según la tradición, se tiñeron de sangre las aguas

de un río hacia Olintepeque, al extremo del campo de

batalla, y por eso le dieron desde entonces el nombrede Quiquel (sangre) . "Y también el día se volvió colo-

rado por la mucha sangre."39

Estos episodios legendarios se formaron desde tiempoantiguo alrededor de la batalla de El Pinar. En ellos se

destaca la figura de Tecum Umán como símbolo del

patriotismo y el valor de aquellos hombres que defendie-

ron heroicamente su suelo y su libertad. La leyenda de

la transformación de Tecum en el pájaro quetzal tras-

cendió a las historias coloniales españolas que la hanrepetido aun reconociéndola contraria a la verdad. Enuna de dichas crónicas dice el autor que "ciertamente

consta por las mismas historias de los indios que los reyes

del Quiche eran grandes brujos y que se transformaban

en varios animales."40

La jornada del 20 de febrero había sido ruda para los

castellanos. De la gran victoria alcanzada salieron mu-chos heridos y todos fatigados. Descansaron aquella

noche, y al siguiente día, de mañana, se dirigieron al

pueblo de Lahuh-Quieh que se hallaba a una legua de

distancia. El pueblo estaba desierto, pero según las cró-

nicas indígenas, Alvarado logró atraer a los indios prin-

cipales y a la población civil que se había refugiado en

las montañas y que volvió a sus casas y a servir a los

vencedores.

Varios días estuvieron estos en Quetzaltenango cu-

rando sus heridas y corriendo la tierra, que Alvarado

describe diciendo que es tan grande como Tlaxcala en

labranzas y población y friísima en demasía. El jueves

siguiente, 24 de febrero, al mediodía, un nuevo ejército

formado por doce mil hombres de Quetzaltenango y

39 Título de la Casa Ixcutn-Nehaíb.40 Isagoge histórica apologética, Lib. II, cap. III.

71

Page 90: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

gran número de guerreros de los demás pueblos comar-canos asomó por las llanuras que se extienden hacia el

este y que después han llamado Llanos de Urbina. Al-

varado dejó una guarnición en el real y salió con noventa

jinetes y la infantería al encuentro del enemigo. Comosiempre la caballería se lanzó contra los indios persi-

guiéndolos y matándolos a lanzadas por espacio de dos

leguas y media, o como hoy diríamos, diez kilómetros,

hasta obligarlos a buscar refugio en una "sierra rasa"

donde prendieron a los fugitivos. "Aqueste día se mató

y prendió mucha gente, muchos de los cuales eran capi-

tanes y señores y personas señaladas," dice Alvarado.

Las derrotas sucesivas de las numerosas fuerzas que los

quichés opusieron al avance de los castellanos, conven-

cieron a los reyes y sus consejeros de la imposibilidad

de continuar la resistencia. En las llanuras de Quetzal-

tenango había perecido la flor de la noblezaLos reyes y je ios guerreros del Quiche. La superioridad

füÜL/l/í de la táctica y de las armas de los españolessometen a

i i • i i t

Alvarado era un hecho evidente y aterrador que venia

a cambiar el concepto indígena de la guerra yde la eficacia del valor y del número de los combatientes.

Aquí, como en México, la caballería causaba en pocotiempo no sólo un tremendo castigo material, sino tam-

bién un profundo terror espiritual. Alvarado no men-ciona en su Relación de la Conquista el uso de la artille-

ría; pero es indudable que los disparos de sus pequeños

cañones, unidos a los de los arcabuces, deben haber cau-

sado estragos en las apretadas columnas indígenas yherido vivamente la imaginación de aquellos hombresprimitivos, no acostumbrados a las explosiones de la pól-

vora. Las grandes masas de indios equipadas con armas

inferiores tenían lógicamente que sucumbir en batallas

campales como las que se libraron en los extensos llanos

de El Pinar y de Urbina. Como observa el historiador

72

Page 91: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

norteamericano Prescott,41

el simple valor físico y el nú-mero de los combatientes indígenas no era bastante a

contrarrestar la superioridad de la ciencia y la disciplina

de los europeos. Agregúese a esto el largo alcance de las

armas de fuego y el efecto material y moral de la caba-

llería, y se comprenderá por qué un ejército numérica-mente inferior como el de los castellanos podía vencer

uno en pos de otro a los ejércitos de los indios, diez yveinte veces más numerosos.

La calidad del soldado indígena era excelente. EnGuatemala, como en el resto de América no era valor

lo que les faltaba a los guerreros indios; poseían, ade-

más, resistencia física y amor a su patria y a sus jefes:

su inferioridad dependía más bien de un atraso de si-

glos en el arte de la destrucción de las masas humanas.

De las deliberaciones de los Señores del Quiche sur-

gió la resolución de suspender la lucha y buscar otros

medios de defensa. En consecuencia, una embajada de

dignatarios de la Corte se dirigió a Quetzaltenango ypidió a Alvarado que condonara la guerra con que lo ha-

bían recibido y se trasladara con su ejército a Utatlán,

la capital del reino, donde lo esperaban los reyes para

ratificarle su propósito de recibir por Señor al Empera-dor de Castilla y atender y servir al capitán español ya sus valientes compañeros*

La versión de Alvarado acerca de esta parte de la

Conquista da a conocer que los Señores de Utatlán,

viendo desbaratada a su gente, se concertaron con todas

las provincias del reino para que uniendo sus fuerzas

mataran a los castellanos dentro del recinto de la ciudad.

Con este fin enviaron a decir al capitán español "que

querían ser buenos y que de nuevo daban la obediencia

al Emperador," y que se fuese a la ciudad de Utatlán.

Allá pensaban --dice Alvarado— que se aposentarían

los españoles dentro de la ciudad y que, dándole fuego

durante la noche, los quemarían a todos.

41 History of the Conquest of México, Lib. m, cap. III.

73

Page 92: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Aceptando la invitación de los reyes, Alvarado salió

de Quetzaltenango y se dirigió a la capital quiche en los

primeros días del mes de marzo. La ciudad le causó

viva impresión por su aspecto y su situación en un sitio

estrecho y rodeado de profundas barrancas.

La ciudad —dice Alvarado— es muy fuerte en demasía

y no tiene sino dos entradas, la una de treinta y tantos esca-

lones de piedra muy alta, y por la otra parte, una calzada

hecha a mano y mucha parte de ella ya cortada para aque-

lla noche acabarla de cortar porque ningún caballo pudiera

salir a la tierra; e como la ciudad es muy junta y las calles muyangostas, en ninguna parte nos pudiéramos sufrir sin ahogar-

nos, o por huir del fuego despeñarnos.

La topografía de Utatlán era bastante para infundir

recelo al astuto conquistador; pero se ha dicho también

que uno de los indios principales de Quetzaltenango que

lo acompañaban, conversando con los habitantes del lu-

gar, se enteró del proyecto que tenían para destruir a

los españoles y lo reveló con todos sus detalles al jefe de la

expedición. Alvarado no menciona este hecho, pero

el aspecto de la capital, que era el de una verdadera

fortaleza, ha de haberle recordado sus temores de Tutu-tepeque y motivó su resolución inmediata de salir de ella

y trasladarse al campo raso pasando por la calzada queen tan mal estado se encontraba que apenas podía subir

por ella un caballo. Observó también Alvarado que al-

rededor de la ciudad había mucha gente de guerra a la

expectativa probablemente de una señal para caer sobre

los huéspedes indeseados en el momento preciso, seguros

de que la caballería no podría maniobrar dentro de las

estrechas calles.

Los reyes quisieron impedir la salida de los españoles

e instaban a Alvarado a que se quedase a comer, después

de lo cual podría irse al campo si así lo deseaba; pero

éste insistió en su propósito y sentó su real en los llanos

extensos y despejados que rodeaban a Utatlán. Este acto

causó desde luego temor y contrariedad a los quichés,

74

Page 93: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

pero luego comenzaron a hostilizar a los invasores. Ma-ñosamente no se daba Alvarado por entendido de todoesto y halagaba a los reyes con ciertas dádivas invitán-dolos a que lo visitaran en su campamento. No tardó enconseguir su objeto, y habiendo llegado Oxib-Queh yBeleheb-Tzii a su presencia se apoderó de ellos y presos

los tuvo en su alojamiento.

Este atentado contra sus reyes enardeció a los qui-

chés. Ya sin disimulo se acercaron al campamento espa-

ñol hiriendo y matando a los indios amigos que salían enbusca de hierba para los caballos. Mataron también deuna pedrada a un español que se hallaba a un tiro de ba-

llesta del real, y a todo se atrevían parapetados en las

barrancas, algunas de las cuales eran de hasta doscientos

estados de profundidad.

Y viendo —escribe Alvarado— que con correrles la tierra

y quemársela yo los podría traer al servicio de Su Majestad,

determiné de quemar a los Señores, los cuales dijeron al tiempo

que los quería quemar, como parecerá por sus confesiones, que

ellos eran los que me habían mandado dar la guerra y los

que la hacían, y de la manera que habían de tener para

me quemar en la ciudad y con ese pensamiento me habían

traído a ella. E como conoscí de ellos tener tan mala vo-

luntad al servicio de Su Majestad, y para el bien y sosiego

desta tierra, yo los quemé y mandé quemar la ciudad y poner

por los cimientos porque es tan peligrosa y fuerte que másparece casa de ladrones que no de pobladores.

Este proceso y las confesiones de los reyes a que vol-

vió a referirse Alvarado defendiéndose de los cargos que

en 1529 se le formularon en México, han desaparecido

desgraciadamente, y de esta manera se han perdido va-

liosos datos que convendría registrara la historia para

conocer los puntos de vista de los jefes indígenas sacri-

ficados por el conquistador hispano.

Los reyes del Quiche fueron quemados de orden de

Pedro de Alvarado el día 4 Qat del calendario de los

indios, o sea el lunes 7 de marzo de 1 524, ante un pueblo

75

Page 94: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

horrorizado. Y a continuación la capital del reino fué

reducida a escombros de acuerdo con la política de ven-

ganza e intimidación que tan bien cuadraba con el ca-

rácter del conquistador de Guatemala.

Nos hallamos aquí frente al episodio más doloroso de

la guerra. Para juzgar lo que pasó en Utatlán no existe

más prueba que el dicho de Alvarado en su Relación yen el Proceso de 1529, corroborado por algunos de sus

compañeros de armas.42

Los manuscritos de los indios

quichés que relatan los sucesos de la Conquista pasan en

silencio la tragedia de Utatlán y el horrible suplicio de

los reyes. El Popol Vuh termina la narración de las glo-

rias pretéritas de aquel pueblo con un breve lamento:

"Así se acabaron todos los del Quiche que [hoy] se llama

Santa Cruz." El Memorial de Solóla o Anales de los

Cakchiqueles da cuenta de la muerte de los reyes del

Quiche en los términos siguientes: "El día 4 Qat los re-

yes Ahpop y Ahpop Qamahay fueron quemados por To-natiuh,. No .teñí a compasión por la gente el corazón de

Tonatiuh durante la guerra."

La historia ha aceptado la versión de los conquista-

dores españoles y ha condenado a los quichés in absentia,

sin conocer su defensa. La conducta de Alvarado en

Tututepeque, donde pretendió asimismo que el cacique

del lugar tramaba su pérdida dando fuego a las casas

vecinas al cuartel español, demuestra, cuando menos, queel desconfiado conquistador no olvidaba la celada de

42Ixtlilxóchitl habla de la celada que los quichés tenían hecha

a los españoles y mexicanos en Utatlán. Francisco Flores, soldado

de la Conquista, declaró en México durante el juicio de residen-

cia de Alvarado, que "los Señores de Utatlán tenían concertado la

noche que entrase el dicho Adelantado con su gente de les quemarel pueblo e matallos a todos, e que lo hicieran si no fuera por este

testigo e un Juan de Oriza e otros que hallaron la puente empezadaa quebrar . . . Alvarado los prendió [a los Señores] e les pidió oro e

se lo truxeron e después los quemó atados en un palo que no quedósino un Señor que dixo que avia descubierto la celada que tenían

ordenada para les matar."

76

Page 95: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Cholula y seguía fiel a su costumbre de adelantarse a las

posibles intenciones de los demás imponiendo el castigo

antes de que la falta tomara forma material.

Por lo demás, y sin dejar de condenar los excesos delos conquistadores españoles del siglo xvi, fuerza es

también reconocer que a despecho del progreso de los

siglos, la guerra sigue siendo hoy tan brutal como enaquel período de la historia del mundo, con la diferencia

de que la potencia de los elementos destructores se hamultiplicado en proporciones pavorosas.

La ejecución de los reyes enardeció los ánimos de los

quichés, y Alvarado, temiendo los efectos de la ira po-pular, pidió a los Señores cakchiqueles que le enviaran

gente de guerra para sujetar a sus tradicionales enemigos.

Los reyes cakchiqueles le enviaron en seguida cuatro

mil hombres y con este refuerzo el capitán español em-prendió un ataque general contra los quichés a quienes

persiguió tenazmente pasando toda la tierra a sangre yfuego hasta que, reducidos al último extremo, los sobre-

vivientes le enviaron mensajeros implorando la paz ydiciendo que el haberlo atacado había sido mandatode sus Señores y que en vida de estos no osaban hacer

otra cosa, pero que ahora que ellos eran muertos pedían

que los perdonara. Alvarado no deseaba otra cosa que

ver concluida la sangrienta^ campaña; en consecuencia,

perdonó la vida a los indios y les ordenó que volvieran a

sus casas y poblaran la tierra como antes. Para resta-

blecer el gobierno civil, sacó de la prisión en que los

tenía guardados a dos hijos de los reyes sacrificados,

Tecum y Tepepul, a los cuales puso nominalmente en

posesión de los altos cargos de sus padres.

Ixtlilxóchitl confirma estas noticias diciendo que

Alvarado

. . .mandó quemar a los Señores que tenía presos con la mayorcrueldad del mundo y los Generales de Texcuco y México

enviaron a Cuauhtemallan a pedir socorro al Señor de allí, el

cual les envió más de cuatro mil hombres de guerra, con

77

Page 96: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

los cuales pelearon con sus enemigos ... y los sujetaron ypidieron perdón, ... y fueron sueltos los hijos de los dos

Señores de Otatlan y Quetzaltenango que fueron quema-dos.

43

Finalmente informa Alvarado a Cortés que todos

los prisioneros que en la guerra se tomaron fueron he-

rrados con candente hierro y vendidos como esclavos,

"de los quales se dio el quinto de Su Majestad al tesorero

Baltazar de Mendoza."Los castellanos permanecieron todavía algún tiempo

en territorio quiche. Alvarado informaba a Cortés en

la última parte de su Relación que la tierra conquistada

era templada y sana y muy poblada, que Utatlán era

ciudad "bien obrada y fuerte a maravilla," con grandes

tierras de labranza y mucha gente sujeta a ella, y que

todo esto dejaba bajo el yugo y en servicio de la Coronareal.

Hallándose Alvarado en tierras del Quiche, su mujertlaxcalteca doña Luisa Xicoténcatl dio a luz el 22 de

marzo a una niña que fué bautizada por el Padre Godí-nez, capellán del ejército, con el nombre de Leonor.

El audaz conquistador de México y Guatemala habia

dado fin a la primera y más difícil parte de su empresa.

El poderoso reino del Quiche estaba sometido a las armas

castellanas. Razón tendrían los vencedores de alegrarse

del buen suceso de la campaña, conseguido

d°lC°S

hasta ahora a poco costo. Digna de muchas

quhtador mercedes de parte de la Corona estimaba Al-

varado a la gente española de pie y de a caballo

que le acompañaba. Por su parte le había dado descanso

mientras continuaban la conquista del territorio a dondela suerte los había traído.

Las nuevas que llegaban de las tierras vecinas noeran del todo tranquilizadoras. Los cakchiqueles seguían

fieles a sus promesas de amistad, de las cuales ya ha-

43 Décima Tercia Relación.

78

Page 97: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

bían dado pruebas elocuentes; pero más lejos se encon-traba un pueblo belicoso que se manifestaba dispuesto a

resistir a los castellanos. Era el pueblo zutujil que, para-

petado en las montañas a orillas del Lago de Atitlán,

había desafiado muchas veces a los ejércitos de sus ve-

cinos los cakchiqueles y quichés. Alvarado envió desde

Utatlán cuatro mensajeros a los Señores de Atitlán in-

vitándolos a la paz, y éstos, por toda respuesta, dieron

muerte a los mensajeros. El capitán español se proponía

sujetarlos con la ayuda de Dios; pero estaba metido en

tierra tan poblada, y veía su ejército tan disminuido,

que hubo de rogar a Cortés, para que Nuestro Señor

les diera victoria, que mandara hacer una procesión de

todos los clérigos y frailes de la ciudad de México, invo-

cando para los que luchaban en Guatemala la ayudadivina, ya que sólo de esa generosa fuente podía llegarles

socorro.

Alvarado escribía estas cosas a Cortés el 11 de abril

de 1524. No disimulaba con ellas que su aislamiento yel de su ejército a mil kilómetros de México y en terri-

torio enemigo le inspiraban razonable temor. Habíaperdido cierto número de gente y gastado municiones

y otros pertrechos de guerra, y pedía a su jefe que le

proveyese de herraje para los caballos porque pronto

iba a faltarle. Anunciaba que ese mismo día, lunes 1 1 de

abril, saldría para la ciudad de Guatemala, la Quauhte-

mallan de los mexicanos, que los cakchiqueles llamaban

Iximché, pero no creía quedarse en ella largo tiempo

porque "tenía mucho que hacer adelante," ... "Y a

esta causa —decía— me daré prisa por invernar cin-

cuenta o cien leguas adelante de Guatemala, donde medicen, y tengo nueva de los naturales de esta tierra,

de maravillosos y grandes edificios y grandezas de ciu-

dades que adelante hay."

Se comprende que Alvarado llamaba invernar a pasar

la estación lluviosa, que en la zona del Trópico dura

regularmente de junio a octubre. Los maravillosos y

79

Page 98: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

grandes edificios de que los naturales le hablaban no eranmás que leyenda, a menos que se tratara de la antiguaciudad maya de Copan cuyas soberbias construccionesse hallaban en ruinas desde varios siglos atrás. Aparte deestas ruinas, que se encuentran casi en la frontera actual

entre Guatemala y Honduras y que Alvarado nuncallegó a ver, no existían en el territorio otros edificios

que los de Iximché, que el conquistador iba a visitar

muy pronto, y los menos importantes de la capital de los

zutujiles.

Los castellanos salieron de Utatlán el 11 de abril, yascendiendo la alta cordillera que atraviesa el país, lle-

garon en dos días a la capital cakchiquel de Iximché.

Esta metrópoli, lo mismo que la capital de los quichés,

ocupaba un lugar estratégico en una extensa

En la corte altiplanicie rodeada de profundas barrancas;cakchiquel pero aquí los españoles fueron recibidos de

paz en el seno de un pueblo amigo y fuerte,

dueño de grande y rico territorio.

El día 1 Hunahpú [12 de abril] —dice el analista cak-

chiquel— llegaron los castellanos a la ciudad de Iximché;

su jefe se llamaba Tunatiuh. Los reyes Belehé-Qat y Cahí-

Imox 44salieron al punto a encontrar a Tunatiuh. El corazón

de Tunatiuh estaba bien dispuesto para con los reyes . . . Nohabía habido lucha y Tunatiuh estaba contento cuandollegó a Iximché . . . De esta manera llegaron antaño los cas-

tellanos ¡oh hijos míos! —agrega el cronista indígena—. Enverdad infundían miedo cuando llegaron. Sus caras eran ex-

trañas. Los Señores los tomaron por dioses. Nosotros mismos,vuestro padre, fuimos a verlos entrar a Iximché.45

44 Los reyes cakchiqueles habían recibido los nombres de dos

días del calendario: 9 Qat y 4 Imox.45 Memorial de Solóla, párrafo 148. El ms. cakchiquel distin-

gue a Pedro de Alvarado con el nombre de Tunatiuh que los indios

de Tlaxcala le dieron por primera vez durante la conquista deMéxico.

80

Page 99: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Alvarado durmió aquella noche en la casa del prín-

cipe Tzupam. Al día siguiente le asaltaron de nuevosus recelos y se dirigió a la residencia de los reyes a quienes

increpó de esta manera: "¿Por qué me hacéis la guerra

cuando yo bien puedo hacérosla a vosotros?" Los Se-

ñores se espantaron, pero recobrando el valor, y conacento de sinceridad, le contestaron: "No es cierto lo

que pensáis porque de esa manera morirían muchosguerreros. Ahí habéis visto sus despojos que yacen en los

barrancos."46

En efecto, los reyes de Guatemala habían demostra-

do sus sentimientos amistosos para los castellanos en-

viando a luchar por ellos a millares de soldados, muchosde los cuales quedaron sin vida en los campos y barran-

cos del Quiche. La evidente lealtad de los reyes debe

haber dejado satisfecho a Alvarado. Cuando ya había

recobrado la serenidad escribe en su Segunda carta

a Cortés describiendo su llegada a la ciudad de Iximché:

"Fui muy bien recibido de los Señores de ella, que nopudiera ser más en casa de nuestros padres; y fuimos

tan proveídos de todo lo necesario que ninguna cosa

hubo falta."

Habiendo preguntado Alvarado a los reyes, poco des-

pués, quiénes eran sus enemigos, recibió de ellos la si-

guiente respuesta: "Dos son nuestros enemigos ¡oh Dios!

los zutujiles y los de Vanatacat [Escuintla]." La pre-

gunta no era ociosa: Alvarado iba a seguir en

Guatemala la misma táctica que Cortés Conquista

en México, explotando las rencillas de los pue- de Atitlán

blos indígenas para someterlos más fácilmente.

Los Señores de Iximché le explicaron detalladamen-

te que a siete leguas de distancia se hallaba la capital de

los zutujiles "asentada sobre una laguna muy grande,"

y que sus habitantes se mantenían en guerra contra

todos sus vecinos, usando para perjudicarlos sus flotas de

46 Memorial de Solóla.

81

Page 100: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

canoas. Agregaron que ellos no querían hacer la guerra

a aquellos enemigos sin licencia de Alvarado, pero se

manifestaron dispuestos a emprenderla si el jefe español

les prestaba auxilio.

La capital de los zutujiles estaba edificada en un sitio

estratégico al pie del volcán que hoy se llama de

San Pedro, que se levanta en la margen sudoeste del Lagode Atitlán. No obstante el mal éxito que había tenido la

primera embajada que despachó desde Utatlán, Alva-

rado ofreció a los reyes cakchiqueles que enviaría a

llamar a los Señores de Atitlán de parte del Emperadorde Castilla y les mandaría que no les diesen guerra ni les

causaran perjuicio en su tierra, y que si no acudían a

esta llamada iría en persona juntamente con ellos a ata-

carlos y castigarlos.

El cacique de Atitlán no entendía de estos tratos;

demostrando no temer a los españoles dio muerte a los

mensajeros cakchiqueles, como lo había hecho conlos emisarios quichés que habían llegado anteriormente.

Por parte de los castellanos quedaba cumplida la fórmula

del requerimiento e invitación a la paz y expedito el

camino de la guerra. Hechos rápidamente los prepara-

tivos de la campaña, salió Alvarado de Iximché a los

cinco días de su llegada a la ciudad, llevando sesenta

hombres de a caballo, ciento cincuenta peones y uncuerpo de soldados cakchiqueles al mando de los reyes.

Después de un día de buen andar llegó la expedición

a la laguna sin encontrar gente de paz ni de guerra,

viendo lo cual Alvarado siguió adelante por la ribera

con treinta de a caballo. Llegando frente a un peñol

poblado que estaba en el agua encontraron por fin unescuadrón de gente enemiga que se hallaba a corta dis-

tancia. Alvarado arremetió contra ellos y fué persi-

guiéndolos hasta una calzada angosta por donde se me-tieron para internarse en el peñol. Viendo que los

caballos no podrían entrar en tan angosto paso, Alvarado

y sus compañeros echaron pie a tierra y entraron al

82

Page 101: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

fuerte antes de que los indios pudieran romper los puen-tes e impedirles el ingreso. El resto de la gente llegó

poco después y todos juntos derrotaron a los defensores

y se adueñaron del peñol. Los sobrevivientes se echaron

a nado refugiándose en otra isla donde los atacantes nopudieron darles alcance por no haber llegado a tiempotrescientas canoas que conducían los cakchiqueles porel agua. Tuvo lugar esta acción el día 7 Camey (18 deabril) y en ella fueron destruidos los zutujiles por Tu-natiuh, dice el manuscrito cakchiquel.

A la mañana siguiente se dirigieron los castellanos al

pueblo de Atitlán que ocupaba una posición prominente

y fuerte entre grandes peñascos, pero lo encontraron

desierto. Sus habitantes habían huido, espantados de la

pérdida de la fortaleza del lago. Alvarado estableció

su cuartel a mediodía en el centro del pueblo y comenzóa correr la tierra; logró prender algunos indios y conellos envió un mensaje a los Señores del lugar amones-

tándolos para que cesaran la rebeldía y llegaran a dar

obediencia al rey de España y a someterse a su dominio

bajo pena de continuar persiguiéndolos por sus tierras

y en los montes. Esta vez el mensaje fué atendido. Los

Señores se presentaron ante Alvarado a quien dijeron

que jamás había sido vencida su tierra hasta entonces,

ni la había invadido gente de armas, y que, puesto que él

había entrado en ella, anuentes estaban a servir al Em-perador. Entregáronse en seguida, y después de darles

a conocer el poderío y grandeza del Emperador de Cas-

tilla en cuyo nombre los perdonaba, y de recomendarles

que fuesen buenos y no se pelearan con sus vecinos, pues

ya eran todos vasallos de Su Majestad, Alvarado los dejó

"seguros y pacíficos" y se volvió a Iximché.

De esta manera quedaba terminada la conquista de

las tres naciones principales de Guatemala, y el conquis-

tador hispano pudiera dedicarse a consolidar y organizar

el territorio sometido, si su espíritu inquieto no lo em-

83

Page 102: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

pujara a nuevas empresas en que se proponía alcanzar

mayor honra y provecho.

A los tres días de su regreso recibió Alvarado en Ixim-

ché a todos los Señores principales y capitanes de la lagu-

na, que llegaron cargados de presentes a rendir de nuevosu pleitesía al rey de España y a reiterar su amistad a los

castellanos, diciendo sentirse felices de ser va-

Toma de salios de tan gran soberano y de quitarse deEscuintla guerras y diferencias como las que habían exis-

tido entre las tres naciones. Alvarado los re-

cibió con mucho amor y buenas palabras, les dio algunas

joyas y baratijas de Castilla y los tornó a enviar a su

tierra con otras muchas muestras de amistad.

Poco después llegaron los Señores de otras provin-

cias de la costa del sur a dar la obediencia a S. M. y a

ofrecerse por sus vasallos, pidiendo que el capitán espa-

ñol los recibiese como tales y los favoreciese y mantu-viese en justicia, todo lo cual les prometió con creces

el afortunado conquistador. Las rivalidades de los pue-

blos indígenas seguían facilitando la empresa de con-

quistarlos. Los Señores de estas provincias de la costa

cuyos nombres omite Alvarado en su Relación, le hicie-

ron saber que algo más adentro había una provincia

llamada Izcuintepeque que no los dejaba llegar a dar la

obediencia a S. M., y que el mismo impedimento tenían

otras provincias que se hallaban hacia aquella parte condeseos de llegar de paz, pero a las cuales los izcuintecos

les negaban el paso. Este pueblo de Izcuintepeque era

el mismo que los cakchiqueles llamaban en su lengua

Vanatacaty con el cual habían tenido guerras en los

tiempos pasados. Los Señores de Iximché confirmaron

las noticias de los de la costa respecto a la mala voluntad

de los de Izcuintepeque, y con ayuda de todos se orga-

nizó la expedición que debía atacarlos y someterlos al

yugo español.

Alvarado iba más lejos en sus cálculos y proyectaba

seguir adelante por los demás pueblos de la costa y calar

84

Page 103: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

la tierra hasta cien leguas allende el pueblo de Izcuinte-

peque, creyendo encontrar las grandes ciudades de quele habían hablado los indios, y posiblemente dar conel estrecho, término y fin de la tierra firme. Con este

propósito se preparó para una larga campaña y llevó

consigo a toda su gente, españoles y mexicanos, dejando

solamente en Iximché a los enfermos e imposibilitados

para la lucha.

El Memorial de Solóla resume esta campaña en la

forma siguiente: "Veinticinco días después de haber lle-

gado a la ciudad [Iximché] partió Tunatiuh para Cuz-catán yendo por la vía de Atacat. El día 2 Queh [9 de

mayo] los castellanos mataron a los de Atacat. Todos

los guerreros y sus mexicanos fueron con Tunatiuh a la

conquista."

Según la crónica indígena, Alvarado partió para el

sur el 6 de mayo. En su Relación dice este jefe que iba

acompañado de toda su gente de pie y de a caballo.

Emplearon tres días en el viaje durmiendo en despobla-

do y llegaron en la mañana del día 9 a los términos del

pueblo, protegido por arboledas muy espesas; los estre-

chos caminos estaban cerrados y eran simples senderos

sin trajinar pues los izcuintecos no tenían comercio con

nadie ni caminos abiertos. Llovía torrencialmente aque-

lla mañana y los caballos no podían moverse en el suelo

cubierto de ciénagas y monte espeso. Alvarado echó

a los ballesteros por delante y todo el ejército fué tras

ellos sin encontrar alma viviente porque a causa de la

lluvia, los escuchas del pueblo se habían recogido y todos

los habitantes estaban descuidados y encerrados en las

casas. No vinieron a darse cuenta de la entrada de los es-

pañoles hasta que los tenían ya a todos dentro del pueblo.

La sorpresa fué completa y no les permitió juntarse para

defenderse. Pelearon aisladamente hiriendo a algunos

españoles y a muchos de los indios auxiliares, y al amparo

del agua y la arboleda huyeron a los montes.4T

47 Ixtlilxóchitl describe la guerra de Izcuintepeque de esta

85

Page 104: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

No pudiendo dar alcance a los fugitivos Alvaradoincendió el pueblo y envió mensajeros a sus Señores lla-

mándolos a dar la obediencia a Sus Majestades y a él enpersona, amenazándolos, en caso de rebeldía, con haberles

muchos otros daños y talarles sus maizales. Los Señores

volvieron y juraron cuanto quiso el jefe vencedor, ofre-

ciendo ser en lo de adelante buenos y leales vasallos de

los reyes de España.

Entre los cargos que se hicieron a Alvarado en 1529

se le acusó de haber entrado al pueblo de Izcuintepeque

sin requerirlo de paz, matando a todos los que en él ha-

bía y quemándolo, sin intimar previamente la sumisión

ni enviar mensajeros como era obligado conforme a las

instrucciones vigentes. Alvarado respondió afirmando

haber mandado llamar a los Señores con cuatro mensa-

jeros, que a éstos los mataron y los Señores no llegaron

a verle. Sin embargo, tanto por su Relación como por

la de Ixtlilxóchitl se sabe que no hizo requerimiento al-

guno y que entró al pueblo por sorpresa y lo tomó e

incendió como queda dicho, sin justificación de ningu-

na clase.

Con su alto sentido de equidad condena Bernal Díazeste hecho, diciendo que Pedro de Alvarado acordó de ir

contra los de Izcuintepeque llevando todos los soldados

que tenía y muchos amigos de Guatemala "y sin ser sen-

tidos da una mañana en ellos, en que hizo mucho daño ypresa, y valiera más que así no lo hiciera sino conformea justicia, que fué muy mal hecho y no conforme a lo

que mandó Su Majestad."48

manera: "Caminaron cuatro días, durmiendo siempre en despoblado;

el cuarto de los cuales entraron por los términos de la ciudad sin

ser vistos ni sentidos porque estaban muy descuidados y metidos

en sus casas porque llovía mucho. Tomáronles dentro de las casas,

prendieron y mataron a muchos de ellos, y como no se pudiesen

juntar los vecinos, huyeron muchos de ellos; los demás que se hicie-

ron fuertes y pelearon en unas casas grandes pelearon y mataronmuchos naturales de Tezcoco."

48 Díaz del Castillo, cap. CLXIV.

86

Page 105: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Ocho días permaneció Alvarado en Izcuintepeque re-

cibiendo la visita y sumisión de otros muchos pueblos yprovincias que llegaron a ofrecerse de paz y reconocer

la soberanía de España.

Terminadas las visitas y descansado y apro-

visionado el ejército, salió el conquistador his- .

conj^

ti '

V i >-n

i ta de Cuz-pano con rumbo al oriente para recorrer toda catldn

la costa del Pacífico cien leguas adelante, dis-

puesto a "hacer frente a lo que le viniese en el camino."

El primer día llegó al pueblo de Atiepac (Atiquipaque)

.

Los Señores y naturales lo recibieron bien, pero a la

puesta del sol desaparecieron todos sin motivo aparente

—según Alvarado— pero sin duda por no servir y tener

que alimentar al ejército que pasaba de seis mil hombres.

Observa el jefe español que en Atiepac encontró otra

lengua y gente diferente de la que hasta allí habían

conocido. En efecto, habían entrado en territorio ylengua sinca, o sea la parte de la costa que se extiende

hasta la frontera de la actual República de El Salvador.

Continuó el ejécito su marcha y llegó a Tacuilula

donde ocurrió lo mismo que en Atiepac: los españoles

fueron recibidos de paz y los habitantes se alzaron den-

tro de la hora siguiente. El pueblo de Taxisco, recio yde mucha gente, hizo otro tanto. Sin embargo durmie-

ron allí aquella noche los expedicionarios y partieron al

siguiente día para otro pueblo grande que se llamaba

Nancintla. Alvarado no entendía el lenguaje de aquella

gente y se recelaba de ella grandemente, por lo cual dis-

puso que diez hombres de a caballo caminaran a la re-

taguardia y otros diez en medio del tren. Esta precaución

no era infundada: apenas habría andado dos o tres le-

guas desde Taxisco cuando supo que una tropa enemiga

había atacado la retaguardia matando a muchos de los

indios amigos y apoderándose de gran parte del fardaje,

todo el hilado de las ballestas y el herraje de los caballos.

Este era un serio contratiempo y grave pérdida para el

ejército. Alvarado hizo alto ocho días en Nancintla y

87

Page 106: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

destacó dos columnas contra los asaltantes. La primera,

a cargo de su hermano Jorge de Alvarado con cuaren-

ta o cincuenta de a caballo, peleó con mucha gente

armada que encontró y la desbarató, pero no pudo recu-

perar nada de lo perdido porque habían hecho pedazos

la ropa y con ella se habían fabricado taparrabos conque entraron a la guerra. Una segunda columna de in-

fantería al mando de don Pedro Portocarrero salió en

busca de los alzados, pero no pudo hacer nada en la gran

espesura de las montañas y volvió con las manos vacías.

Salieron también emisarios de los mismos indios con re-

querimientos de paz y apercibimiento de hacer esclavos

a los prófugos, pero éstos no volvieron ni tampoco los

mensajeros.

"Tuvieron batallas, murió cantidad de los nuestros

—dice Ixtlilxóchitl— y les salieron y quitaron casi todo

el despojo que llevaban."

El pueblo de Pazaco que estaba en el camino que lle-

vaban los españoles, llegó a ofrecerse de paz y fué bien

recibido por Alvarado, pero habiéndose dirigido él ejér-

cito al día siguiente a aquel pueblo encontró cerrados

los caminos inmediatos a él, y cuando entraron al mismovieron que unos indios estaban descuartizando a un pe-

rro, señal de guerra, y luego apareció mucha gente arma-

da que los españoles acometieron y fueron persiguiendo

hasta el otro lado del pueblo. El ejército cruzó en segui-

da el río que después se llamó de Paz y que divide las

actuales Repúblicas de Guatemala y El Salvador. Esta

región estaba poblada por indios de la raza pipil, de

sangre y lengua náhuatl, y de aquí en adelante la gente

mexicana ya podía entenderse con los habitantes.

Habiendo llegado a Mopicalco,49pueblo antiguo que

existía al sur de lo que hoy es Departamento de Ahua-

49 El pueblo de Mopicalco existía todavía en 1610 y era

encomienda de doña María de Porras y Alvarado, viuda de Luis

Acetuno de Guzmán. Probanza de Juan Godínez, Archivo General

del Gobierno, Guatemala.

88

Page 107: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

chapan, lo encontraron desierto, y siguieron para Aca-tepeque donde tampoco vieron alma viviente. "E si-

guiendo mi propósito que era de calar las dichas cien

leguas —dice Alvarado— me partí a otro pueblo que se

dice Acaxual donde bate la mar del sur." "Luego fueron

a un lugar fuerte en donde bate la mar del sur que se

dice Acayúcatl" dice Ixtlilxóchitl. Era este el puertosalvadoreño de Acajutla.

Media legua más allá de dicho pueblo, en la mitadde un llano, esperaba una fuerza indígena en formación

de combate, con todos sus arreos de guerra. Alvaradollegó cerca de ella, y cuando tuvo reunida su gente fin-

gió retirarse para alejar al enemigo de un monte dondepodía refugiarse, y después que ambos grupos se habían

alejado lo bastante volvió sobre ellos con la caballería

y los peones, matando hasta el último de los guerreros

indios. El precio de esta victoria para los invasores fué

muy elevado y el mismo general español recibió en el

combate una herida que lo tuvo por mucho tiempo a

punto de morir.

El conquistador describe la batalla de Acajutla en

los siguientes términos:

Parecióme que estaban algo cerca de un monte donde se

me podían acoger y mandé que se retraxese toda mi gente

que éramos ciento de caballo y ciento y cincuenta peones

y obra de cinco o seis mil indios amigos nuestros, y así nos

íbamos retrayendo y yo me quedé en la rezaga haciendo

retraer la gente: y fué tan grande el placer que hubieron des-

que me vieron retraer que me vinieron siguiendo hasta llegar

a las colas de los caballos y las flechas que echaban pasaban

en los delanteros: y todo aquesto era en un llano que para

ellos ni para nosotros no había donde estropezar. Ya cuando

me vi retraído un cuarto de legua a donde a cada uno le había

de valer las manos y no el huir di vuelta sobre ellos y fué tan

grande el destrozo que en ellos hicimos que en poco tiempo

no había ninguno de todos los que salieron vivo porque ve-

nían tan armados que el que caía en el suelo no se podía

levantar y son sus armas unos cosetes de tres dedos de algodón

89

Page 108: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

y hasta en los pies y flechas y lanzas largas y en cayendo la

gente de pie los mataba todos. Aqui en este rencuentro mehirieron muchos españoles y a mí con ellos que me dieron

un flechazo que me pasaron la pierna y entró la flecha por la

silla, de la cual herida quedo lisiado que me quedó la unapierna más corta que la otra bien cuatro dedos.

Aquí menciona el conquistador por primera vez la

fuerza con que contaba durante la campaña. Eran a

la sazón cien hombres de a caballo y ciento cincuen-

ta peones. Comparando este personal con el que salió de

México seis meses antes se advierte que los castellanos

habían perdido hasta entonces la mitad de la infantería

y veinte jinetes. Las pérdidas en los destacamentos de

indios mexicanos y guatemaltecos deben haber sido ma-yores porque en todos los encuentros llevaban la peor

parte. Ixtlilxóchitl dice que los enemigos les llevaban

ventaja porque "no había más que hasta siete mil mexi-

canos y texcocoanos, porque los demás, unos eran muer-tos y otros quedaban en Quauhtemallan indispuestos de

los trabajos pasados, y Alvarado no llevaba más de dos-

cientos cincuenta españoles de a pie y cien de a caballo

y otros mil más de Quauhtemallan."50

En Acajutla se vieron obligados los españoles a per-

manecer algunos días reponiéndose de las fatigas de la

lucha y curando sus heridas. De la gravedad de la que re-

cibió Alvarado puede juzgarse por su declaración du-

rante el Proceso de 1529, en la cual dijo que en esta

batalla le dieron muchas heridas, de las cuales estuvo en

la cama a punto de muerte y asimismo hirieron a otros

muchos españoles.

Al sexto día salió el ejército con dirección al nor-

50 No sólo mexicanos habían quedado en Iximché. En la

Probanza de Francisco Castellón, Archivo General del Gobierno,

Guatemala, se lee que el Capitán Diego de Roxas y algunos sol-

dados españoles se quedaron en Iximché o Quauhtemallan. Allá

deben haberse quedado también doña Luisa Xicoténcatl y los pe-

queños hijos de Pedro de Alvarado.

90

Page 109: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

deste en busca de otro pueblo llamado Tacuzcalco. DonPedro Portocarrero y otros hombres de a caballo fuerondestacados para correr el campo y prendieron a dos es-

pías indios de quienes se supo que adelante se hallaba

en espera de los castellanos una fuerza numerosa de gen-te de dicho pueblo y otros lugares vecinos. Los explo-radores siguieron hasta divisar al enemigo y esperaron

la llegada de Gonzalo de Alvarado que con cuarenta dea caballo marchaba a la vanguardia porque su herma-no y jefe iba malo de la herida y caminaba despacio a la

retaguardia. Reunida la gente de los españoles, Pedrode Alvarado se colocó en un punto dominante para di-

rigir el ataque y confió a sus hermanos el mando de las

tres secciones en que dividió sus fuerzas. Hé aquí su

propia descripción de la batalla:

Recogida toda la gente cabalgué en un caballo como pudepor mejor poder dar orden como se acometiesen : y vi que avia

un cuerpo de gente de guerra toda hecha una batalla de ene-

migos y envié a Gómez de Alvarado que acometiese por la

mano izquierda con veinte de caballo; y Gonzalo de Alvarado

por la mano derecha con treinta de caballo; y Jorge de Al-

varado rompiese con todos los demás por la gente que venía

de lejos. Era para espantar porque tenían todos los más lanzas

de treinta palmos todas enarboladas; y yo me puse en un cerro

por ver bien como se hacía y vi que llegaron todos los espa-

ñoles hasta un juego de herrón de los indios51

y que ni los

indios huían ni los españoles acometían que yo estuve espan-

tado de los indios que así osaron esperar. Los españoles no los

avían acometido porque pensaban que un prado que se hacía

en medio de los unos y de los otros era ciénaga y después que

vieron que estaba tieso y bueno rompieron por los indios ydesbaratáronlos y fueron siguiendo al alcance por el pueblo

más de una legua y aquí se hizo muy gran matanza y castigo.

51 Tejo de hierro con un agujero en el medio que se tiraba desde

cierta distancia para meterlo en un clavo hincado en la tierra, según

el diccionario. Como observa el señor Fernández del Castillo, Al-

varado ha de haber empleado este término por la semejanza de ese

antiguo juego con el de pelota que jugaban los indios de México

y Guatemala.

91

Page 110: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Y explicando la táctica evasiva de los indios de allí

en adelante, dice Alvarado a continuación: "Y como los

pueblos de adelante vieron que en campo los desbaratá-

bamos determinaron de alzarse y dejarnos los pueblos."

Después de un descanso de dos días en Tacuzcalcollegaron los españoles a Miabuaclán y lo encontrarondespoblado. De este lugar pasaron al pueblo de Atehuan(hoy Ateos) . No lejos de Atehuan estaba la ciudad deCuzcatlán que parece haber sido la metrópoli de toda

aquella región, centro principal en nuestros días de la

República de El Salvador. Cerca de Cuzcatlán, en el va-

lle de la Bermuda, edificaron los españoles al año siguien-

te la ciudad de San Salvador, que poco después trasla-

daron al sitio donde hoy se encuentra, al pie del volcán

del mismo nombre.

Hallándose Alvarado en Atehuan llegaron a verle

algunos mensajeros de los Señores de Cuzcatlán y a dar

la obediencia en nombre de ellos al Emperador de Cas-

tilla, ofreciendo ser sus buenos y leales vasallos. Alvaradolos recibió afablemente "pensando —dice— que no mementirían como los otros;" pero una vez más fué enga-

ñado porque al llegar a Cuzcatlán si bien fué recibido

por muchos indios, el pueblo estaba alzado y mientras

los españoles se aposentaban en las casas "no quedóhombre de ellos en el pueblo, que todos se fueron a las

sierras."

Del lenguaje que emplea el conquistador en esta par-

te de su información se deduce que no llegó a ver a los

Señores de Cuzcatlán y que éstos abandonaron la ciudad

junto con su pueblo. En vano Alvarado les envió men-sajeros que no volvieron nunca. Insistió Alvarado y le

contestaron "que no conocían a nadie, que no querían

venir, que si algo les quería que allí estaban esperando

con sus armas." El capitán español no se conformó conla respuesta y tornó a enviarles un mandamiento y re-

querimiento de parte del Emperador ordenándoles noquebrantar las paces ni rebelarse pues ya se habían dado

92

Page 111: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

por sus vasallos, ofreciéndoles favorecerlos y ampararlossi fuesen leales, y amenazándolos con hacerles la guerra

y hacer esclavos a todos los que se tomasen con vida. Nocontestaron a este requerimiento, y Alvarado despachógente a buscarlos a los montes donde los encontraron enpie de guerra y pelearon con ellos quedando heridos al-

gunos españoles e indios amigos. Un indio principal

que cayó preso fué despachado con otro mandamientotan infructuoso como los anteriores.

Visto todo esto, Alvarado instruyó proceso contra

los Señores que, más afortunados que los de Utatlán,

se le habían escapado de las manos. Procesó asimismo a

todos los demás que le habían hecho la guerra; los llamó

por pregones ante su autoridad, pero no comparecieron.

Terminado el proceso en rebeldía, lo sentenció Alvarado

condenando por traidores y a pena de muerte a los Se-

ñores de aquellas provincias; y mandando que todos

los prisioneros que se habían tomado en la guerra o se

tomasen después hasta tanto que diesen la obediencia a

S. M. fuesen esclavos, se herrasen y con su valor se paga-

sen once caballos que en conquistarlos fueron muertos

y los que muriesen en lo sucesivo y las armas y demás

efectos necesarios a la dicha Conquista.

Diecisiete días estuvo el conquistador sobre los indios

de Cuzcatlán sin lograr atraerlos ni someterlos "por la

mucha espesura de montes y grandes sierras y quebradas

y otras muchas fuerzas que tenían." Aquí volvieron a

informarle los naturales "de muy grandes tierras, la tie-

rra adentro, ciudades de cal y canto," que la tierra notenía fin y que para conquistarla, según era de grande

y poblada, era menester mucho tiempo.

En vista de estas noticias y del rigor de la estación de

lluvias, el caudillo extremeño dispuso no dar un paso

más en la conquista y volverse a Guatemala. Así lo dice

en su Relación, pero evidentemente se calló otras razones

que no son de poco peso para justificar su regreso: los

sufrimientos que le causaba su herida, la pérdida de mu-

93

Page 112: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

chos de sus hombres, caballos y pertrechos de guerra, yla perspectiva de seguir luchando estérilmente con unenemigo intangible y esquivo que hacía vana la guerra

y nugatoria la paz. Ixtlilxóchitl resume en pocas pa-

labras los resultados de la expedición: "Padecieron

—dice— hartos trabajos, hambres y calamidades los

nuestros y los españoles. Poco oro y riquezas hallaron en

este viaje, aunque se ganaron y sujetaron otras provin-

cías.

Para el ambicioso conquistador español la costosa

campaña no ofrecía de pronto compensación propor-

cional al esfuerzo empleado en realizarla. Aparte de ha-

ber descubierto las tierras de la costa del Pacífico hasta

la región de la antigua Cuzcatlán, y de haber infligido a

sus moradores sangrientas derrotas que facilitaron la pa-

cificación en los años subsiguientes, Alvarado no llevaba

a su regreso más que frutos amargos de su aventura por

las tierras del sur. El país quedaba en estado de guerra

y las grandes ciudades de maravillosos edificios de cal ycanto no aparecieron en el horizonte y se diría que se

iban alejando al paso del caballo del conquistador.

Creyó Alvarado poder pacificar de regreso los pue-blos que se habían negado a obedecerle, y tampoco lo

consiguió. "Por cuanto hice y en ello trabajé —dice

en su Relación— nunca los pude atraer al servicio de

S. M., porque toda esta costa del sur, por donde fui,

es muy montuosa y las sierras cerca, donde tienen el

acogida."

Sin más fundamento que una traducción errónea del

párrafo 150 del Memorial de Solóla o Tecpán-Atitlán,

el abate Brasseur de Bourbourg ha creado una leyenda

acerca de la conquista de Cuzcatlán, que desgraciada-

mente ha sido aceptada y difundida por casi

La leyenda todos los escritores como verdad histórica.

de Atlacatl Describiendo la marcha de Pedro de Alva-rado y sus huestes por territorio salvadoreño,

62 Décima Tercia Relación.

94

Page 113: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

dice Brasseur en su obra Histoire des Nations Civilisées

du Mexique et de l'Amérique Céntrale que los conquis-

tadores llegaron a Atenúan "pueblo de la jurisdicción deAtlacatl, rey de Cuzcatlán," quien había dado ordende que los castellanos fueran espléndidamente atendidos,

y había enviado a los principales personajes de su cor-

te a manifestarles su sincero deseo de vivir con ellos enpaz, y a prestar, en su nombre, pleito homenaje al rey

de Castilla.

Bajo tan buenos auspicios —sigue diciendo Bras-

seur— los españoles se encaminaron a Cuzcatlán, dondeAtlacatl en persona salió a recibirlos, saludó a Alvarado

con el ceremonial de costumbre y lo condujo a su aloja-

miento, que estaba provisto abundantemente de cuanto

podía haber menester. "Pero por un acto de perfidia

que no tiene paralelo más que en la historia de la con-

quista de estos bellos y desgraciados países, en el momen-to en que este príncipe iba a retirarse con su corte,

Alvarado lo prendió junto con todos los señores de su

séquito y los tuvo presos cerca de sí." Siguiendo este

ejemplo, los españoles y sus aliados, "incapaces de resistir

a sus hábitos de bandoleros," se repartieron al punto por

la ciudad, saqueando las casas y capturando a todos los

habitantes que pudieron haber a la mano para hacerlos

sus esclavos.

Los cuzcatlecas, indignados, empuñaron las armas yse prepararon para la guerra; la ciudad se vació comopor encanto en pocas horas. Los habitantes huyeron a

las montañas, sin que Alvarado pudiera conseguir su re-

greso, no obstante haberles enviado varios mensajeros.

El conquistador, irritado por la rebeldía de los natura-

les, puso en campaña la mitad de su ejército. La batalla

duró largo tiempo, y los españoles, después de hacer una

gran carnicería, se vieron obligados a retirarse. Herido

en su orgullo al final de una guerra que duró diecisiete

días, Alvarado descargó su cólera sobre Atlacatl; hizo

un proceso contra los cuzcatlecas declarándolos rebel-

95

Page 114: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

des, condenó a los jefes, por traidores, a la pena capital

y a los prisioneros a la esclavitud. "Esta sentencia inicua

—concluye diciendo Brasseur— fué ejecutada inmedia-

tamente contra el rey, que recibió la muerte, así comotodos los señores de su corte, cautivos como él."

53

Por acostumbrado que esté el lector a las crueldades

que se cuentan de los conquistadores españoles del siglo

xvi, su ánimo se subleva ante este episodio de la cam-paña de Cuzcatlán. Sin embargo, del examen frío de

los documentos resulta una historia bastante diferente.

Toda la relación de Brasseur se apoya en la traducción

que hizo en 1856 del manuscrito cakchiquel que él in-

tituló Memorial de Tecpán-Atitlán. La traducción de

Brasseur del párrafo respectivo dice, en castellano:

"Veinticinco días después Tunatiuh partió para Cuz-catán a donde pasaba para perder a Atacat. El día 2

Queh Atacat fué matado por los castellanos con todos

sus guerreros." Don Juan Gavarrete trasladó al español

la versión francesa de Brasseur con algunas enmiendas ydijo: "Veinticinco días después de esto salió de nuevoTunatiuh de la capital y se dirigió a Cuzcatán con in-

tención de combatir al paso con Atacat (cacique de

Escuintla). El día 2 Queh Atacat fué muerto por los

castellanos con todos sus guerreros.""

La verdadera traducción del original cakchiquel se

ha dado en este libro al hablar de la conquista de Izcuin-

tepeque, la moderna Escuintla de la costa sur de Gua-temala. Vanatacat era el nombre que los cakchiqueles

daban al pueblo de Izcuintepeque, que Alvarado asaltó

53 Brasseur de Bourbourg, 1857, T. IV, págs. 663-667. El his-

toriador norteamericano Bancroft comenta acerca del suplicio

-imaginario del supuesto rey de Cuzcatlán: "Brasseur de Bourbourg,

regardless of all Spanish evidence, boldly assumes that the king

'ainsi que tous les seigneurs de sa cour,' were in fact put to death,

when in reality they were fugitives in the mountains and merely

condemned.,,

History of Central America, I, pág. 676.64 '-Memorial de Tecpán-Atitlan," en Boletín de la Sociedad

Económica de Guatemala, tomo III, Nos. 29-43, 1873-1874.

96

Page 115: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

y destruyó el día 2 Queh (9 de mayo de 1 524) . El prín-cipe Atlacatl, cuyo nombre extrajo Brasseur de Bour-bourg del toponímico Atacat para adjudicarlo al rey deCuzcatlán, no existió más que en la fantasía del ilustre

traductor de los documentos indígenas de Guatemala.Fruto de su fecunda imaginación es el relato de la per-

fidia de Alvarado y de los excesos vandálicos de sus

compañeros en Cuzcatlán, y de la prisión y muerte del

rey y sus cortesanos. Como se ha visto por la parte perti-

nente de la Relación del conquistador, que en las páginas

anteriores se ha citado, los Señores de Cuzcatlán, noacudieron al reclamo reiterado del capitán español y sal-

varon la vida recatándose en la espesura de las monta-ñas, burlando en esa forma a sus perseguidores.

Cuál haya sido el auténtico nombre del cacique de

Cuzcatlán es cosa que se ignora y que probablemente

no se sabrá jamás, como se ignoran también los nombresde los jefes indígenas que con valor y patriotismo libra-

ron las batallas de Acajutla y Tacuzcalco y que debentenerse por los verdaderos defensores de la independencia

de la antigua nación centro americana que hoy se llama

El Salvador.

Alvarado y su gente salieron de Cuzcatlán en los últi-

mos días del mes de junio de 1524, y aparentemente noles ocurrió en el camino cosa que sea digna de contarse.

El día 10 Hunahpú, o sea el 21 de julio, según el Memo-rial Cakchiquel, llegó Alvarado a Iximché de Fundación

regreso de Cuzcatlán. "Pidió entonces a una de Santiago

de las hijas del rey —agrega el Memorial— y de

los Señores se la dieron."" Guatemala

Se acercaba la fiesta de Santiago, patrón de España,

que se celebra el 25 de julio, y Alvarado dispuso fundar—————

85 Durante el proceso de 1529 acusaron a Alvarado, entre

otras cosas, de que, cuando fué a la provincia de Guatemala, dondelo recibieron de paz y con muchos presentes de oro, plata y joyas,

sabiendo que el Señor de dicha provincia tenia una mujer muy her-

97

Page 116: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

en esa fecha una ciudad que fuera la sede del gobierno dela Colonia. El conquistador escogió con tal objeto la

misma ciudad de Iximché, capital del reino cakchiquel,

porque se hallaba prácticamente en el centro del terri-

torio que había sometido, y su pueblo era amigo y aliado

de los castellanos.

En su Segunda Carta a Cortés, escrita el 28 de julio

de 1524, dice Alvarado:

Así que yo soy venido a esta ciudad por las muchas aguas,

a donde para mejor conquistar y pacificar esta tierra tan

grande y tan recia de gente hice y edifiqué en nombre de SuMajestad una ciudad de españoles que se dice la ciudad de

Señor Santiago porque desde aquí está en el riñon de toda

la tierra y hay más y mejor aparejo para la dicha conquista

y pacificación y para poblar lo de adelante, y elegí dos alcal-

des ordinarios y cuatro regidores según Vuestra Merced allá

verá por la elección.

mosa, le prendió y tuvo preso hasta que le dio a, su mujer, yque habiéndole llevado muchas joyas de oro y plata y esclavos

y esclavas y rogádole llorando que le devolviese a su esposa, Al-

varado tomó las joyas y los esclavos y se quedó con ellos y la mujer.

Varios de los soldados que se hallaron presentes en la conquista de

Guatemala confirmaron los hechos. En su descargo, Alvarado relató

una historia muy diferente, diciendo que él queria pasar adelante

para descubrir el secreto de la tierra, pero que los Señores de Gua-

timala le dijeron que no pensara en ello "porque había muchos

esteros de mar e ríos e montes e sierras e leones e otros animales

fieros;" que todo esto era mentira, y por un español llamado Falcón

supo que la tierra era buena y rica según le había dicho una india

que se llamaba Súchil. Los Señores no quisieron darle a la

india hasta que prendió a un indio que se decía Toche, que la tenía

en su casa, y así supo por ella que la tierra adelante era buena, rica ypoblada, y fué hacia allá llevando a la india como guía e intérprete.

Dijo también Alvarado que esta india era esclava y no señora ytenía más de cincuenta años; y finalmente, que, en caso que fuera

señora, él no había hecho lo que no debía "pues los indios las suelen

dar a quien se les antoja e aun sus hijas y hermanas."

La patética historia del Señor que pedía llorando que le devol-

vieran a su esposa no fué recogida por el Memorial Cakchiquel,

ni es digna de crédito, porque durante su primera estancia en

98

Page 117: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

La frase "hice y edifiqué" que usa Alvarado hablan-

do de la ciudad que fundó era un tanto exagerada, pues

no habia transcurrido una semana desde su regreso de la

expedición a las tierras del sur, y sólo en los cuentos

de hadas se levantan en una noche palacios y ciudades.

La historia, escrita con apego a los documentos, re-

sulta muchas veces escueta e incolora. Para darle interés

ha sido antiquísima costumbre adornar los aconteci-

mientos, pintar el escenario como si el historiador se

hubiese hallado presente, y escribir las arengas comosi se hubiesen oído y retenido fielmente en la memoria.

El viejo libro del Cabildo de Guatemala guardó por mu-cho tiempo el acta de fundación de la ciudad de San-

tiago, pero sus páginas se han borrado por obra de los

años, y aun los primeros cronistas coloniales no alcan-

zaron a leerlas completas. Esto no fué óbice para que el

más antiguo de ellos, el Padre Remesal, haciendo uso

de los pocos datos que encontró en los documentos, y

Quauhtemallan Alvarado y los Señores se trataron mutuamente con

muchas atenciones y consideraciones, como amigos que necesitaban

los unos de los otros. Tampoco puede aceptarse el dicho de Alva-

rado acerca de la resistencia de los caciques a su propósito de seguir

la conquista por la tierra adelante, porque estos mismos tenían in-

terés en que fuera a destruir a sus enemigos de Panatacat, y le dieron

un fuerte contingente de tropa para la campaña de la costa de la

Mar del Sur.

Como se ve por el pasaje citado del Memorial, fué a su regreso

de Cuzcatlán cuando Alvarado pidió a los reyes que le dieran a

una de sus hijas, y los reyes no parecen haber tenido inconveniente

en satisfacer su deseo. La observación que hacía el conquista-

dor en su descargo era exacta. En efecto, no era desusado de parte

de los caciques de las Indias el dar sus hijas, hermanas o sobrinas a

los españoles. Diego Muñoz Camargo, en un pasaje de su Historia de

Tlaxcala que reprodujo Herrera en sus Décadas, se expresa comosigue: "Los propios caciques y principales daban sus hijas propias

con el propósito que si alguna se empreñase, quedase entre ellos

generación de hombres valientes y temidos." Y cita luego el caso de

doña Luisa Xicoténcatl, espontáneamente ofrecida a Cortés y unida

muchos años a Pedro de Alvarado.

99

Page 118: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

supliendo lo demás con la imaginación, pintara el cua-

dro que pudo haber alumbrado el sol del 25 de julio de

1524 en la altiplanicie de Iximché, y nos diera la si-

guiente y brillante descripción:

Esperaron de este modo a que llegase un lunes, 25 del

mismo mes de julio, día del glorioso apóstol Santiago, Patrón

de España, que la anduvo toda y enseñó en ella la fe de

Jesucristo Nuestro Señor. Y viendo el día señalado que ama-neció sereno y claro con ser entonces la fuerza de las aguas yel invierno de esta tierra se armaron todos y pusieron en for-

ma de ejército que marcha a pelear con sus enemigos a son de

tambores y pífanos y al ruido de arcabuces y mosquetes.

Resplandecían los arneses, tremolaban las plumas en el aire

de la mañana, lozaneábanse los caballos enjaezados y encu-

bertados con gíreles de oro y seda; parecían bien las joyas yplanchas de oro que sacaban los soldados, que iban alegres

y contentos, de este modo, a oir misa oficiada por ellos mis-

mos y celebrada por el padre Juan Godínez, Capellán del

ejército. Cumplido con la obligación de la Iglesia y solem-

nidad de la fiesta, todos juntos apellidaron al Apóstol San-

tiago y dieron su nombre a la villa que fundaban (que sólo

tuvo el de villa diez y ocho días) , y al mismo Apóstol santo

dedicaron la Iglesia que en ella había de haber.

Este mismo día [dice el secretario de aquel primer Ca-bildo], Pedro de Alvarado, Teniente de Gobernador y Capi-

tán General de Don Fernando Cortés, por los poderes yautoridad que de Su Majestad tiene, dixo: Que nombraba, e

nombró por primeros Alcaldes de la villa de Santiago, a Diegode Roxas, y a Baltazar de Mendoza. Y por sus primeros re-

gidores a Don Pedro Portocarrero, Hernán Carrillo, JuanPérez Dardón y a Domingo de Zabarrieta. Y por Alguacil

Mayor a Gonzalo de Alvarado.'9 —Dio Pedro de Alvarado el

oficio de Cura al padre Juan Godínez, y el de Sacristán a

[Juan] Reynosa, hombre inclinado a cosas de iglesia.56

Al informar a Cortés por qué razones había escogido

el sitio de Iximché para fundar en él la ciudad de espa-

ñoles, agregaba su Teniente que ya habían llegado cuatro

56 Remesal, Lib. I, cap. II.

100

Page 119: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

o cinco ciudades más a dar la obediencia a S. M., y que

una de ellas decían que tenía treinta mil vecinos. Y este

hecho le llevaba de nuevo a describir su sueño, nuncarealizado, de conquistar las grandes ciudades y provin-

cias, fabulosos Eldorados, de cuya existencia estaba llena

la imaginación de los indios. "Pasados estos meses de in-

vierno que quedan, que son los más recios de todos—de-

cía Alvarado— saldré de esta ciudad en demanda de la

provincia de Tlapalan, que está quince jornadas de aquí

la tierra adentro, que, según soy informado, es la ciudad

tan grande como esa de México, y de grandes edificios

de cal y canto y azoteas."

El ambicioso capitán español había llegado a este

mundo con un retraso de doscientos años para ver las

maravillas de Tlapallan, la región a donde Quetzalcoatl

fué a vivir y a morir, o sea el litoral y parte norte de

Yucatán, donde el gran civilizador tolteca reconstruyó

la antigua ciudad de Chichén Itzá y edificó a Mayapán.

Aquellas grandes ciudades, que habían florecido duran-

te el Nuevo Imperio Maya, se hallaban desiertas y aban-

donadas en el siglo xvi, pero su fama había sobrevivido

a su. ruina y eran todavía el tópico de conversación yel asombro y orgullo de los indios de México y Guate-

mala. El destino llevó a aquellas tierras y ciudades a unémulo de Alvarado, Francisco de Montejo, y, como es

bien sabido, su conquista no fué fácil empresa, ni pro-

dujo el provecho que buscaban los españoles.

Los historiadores primitivos colocaban a la primera

ciudad de Santiago en el sitio de Almolonga, al pie de

los volcanes, donde fué edificada tres años más tarde;

pero los manuscritos indígenas son terminantes cuando

afirman que los castellanos llegaron a Iximché o Quauh-

temallan a la vuelta de la campaña de Cuzcatlán, pocos

días antes del 25 de julio. Bernal Díaz del Castillo vi-

sitó el lugar al año siguiente, regresando de Honduras

en compañía de Alvarado, y dice que durante el viaje

pelearon con los indios en el valle que llamaban del

101

Page 120: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Tuerto "donde agora está poblada esta ciudad de Guate-mala. ... Y luego vamos camino del asiento de la ciudadde Guatemala, la vieja, donde solian estar los caciques."

La ciudad estaba abandonada en 1526, a causa de la in-

surrección de los cakchiqueles, y Bernal y sus compañe-ros tuvieron que continuar, a largas jornadas y sin parar,

hasta donde Alvarado "había dejado poblado su ejérci-

to, porque estaba la tierra de guerra; . . . llamábase

aquella población donde los hallamos Olintepeque."5T

En efecto, y a pesar de lo bien escogido de su asiento,

la primera ciudad de Guatemala tuvo una existencia

efímera, como se verá en las páginas siguientes.

Dando por terminada la conquista y creyendo innece-

saria su presencia en Guatemala, los jefes de los aculhuas

y mexicanos emprendieron el regreso a su país llevando a

toda su gente y dejando en Iximché a Alvarado y sus

compañeros españoles. Al llegar a MéxicoInsurnc- -—¿¿ce Ixtlilxóchitl— dieron razón de todo su

kliúauélv*aJe a^ rey ^e Tezcuco y a Cuauhtémoc ypresentaron a Cortés las cartas que para

él llevaban, entre las cuales iba, sin duda, la SegundaRelación de la Conquista, firmada por Alvarado en la

nueva ciudad de Santiago el 28 de julio. Holgóse muchoCortés con tan buenas nuevas —agrega el historiador

indígena— y envió luego a Alvarado doscientos espa-

ñoles para poblar a Quauhtemallan.

Persistía mientras tanto en el ánimo de Alvarado unsentimiento de despecho causado por la infructuosa

campaña de Cuzcatlán. Los pueblos de la costa del sur

que acababa de recorrer eran pobres en metal, y la exigua

cantidad que de éste se había recogido estaba muy lejos

de satisfacer la ambición del hombre que había cono-

cido en México el tesoro de Moctezuma y había arranca-

do grandes cantidades de oro a los naturales de la NuevaEspaña.

57 ' Díaz del Castillo, cap. CXCIII.

102

Page 121: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Movido por la codicia concibió de pronto el capitán

español una idea que estuvo a punto de costarle la pér-

dida de todo el territorio que hasta entonces habíaconquistado. Procediendo con la mayor injusticia y ol-

vidando todos los servicios y favores recibidos de parte

de los Señores cakchiqueles y de su pueblo, les impuso unfuerte tributo en oro que debían entregarle en plazo

perentorio. Cantidades de metal, sus vasos y adornos

personales ordenó que le dieran sin demora. "Y como nose los trajesen pronto—dice el Memorial— Tunatiuh se

enojó con los reyes y les dijo: —¿Por qué no me habéis

traído el metal? ¡Si no traéis con vosotros todo el dinero

de las tribus, os quemaré y os ahorcaré!" Luego, para

castigar lo que el rudo conquistador consideraba comodesobediencia de los reyes, los sentenció a pagar mil

doscientos pesos de oro. "Los reyes trataron de obtener

una rebaja y se echaron a llorar, pero Tunatiuh no con-

sintió y les dijo: —Conseguid el metal y traedlo dentro

de cinco días. ¡Ay de vosotros si no lo traéis! Yo co-

nozco mi corazón."58

Los desventurados caciques se echaron a buscar la

cantidad de oro que exigía Alvarado, poniendo a contri-

bución a todo su pueblo. Ya habían reunido la mitad

del dinero que pedía cuando se presentó ante ellos unagorero diciéndoles: "Yo soy el rayo. Yo mataré a los

58 Memorial de Solóla. Un error de traducción del párrafo 153

del ms. cakchiquel ha hecho que se atribuya a Alvarado un acto de

violencia que, aunque no extraño a su temperamento, no parece

haber cometido. Interpretando equivocadamente este párrafo dijo

Brasseur de Bourbourg en su traducción del documento indígena,

que Alvarado, después de amenazar a los reyes con la horca y la

hoguera, como queda dicho, les arrancó las joyas que llevaban

en las narices, y que el dolor hizo a los reyes derramar lágrimas en su

presencia. Textualmente escribió Brasseur: "Alors Tunatiuh arracha

a tous les trois les bijoux qu'ils portaient aux narines; les rois souf-

frirent vivement de cette violence et versérent des larmes devant

lui." Según la versión inglesa de Brinton (The annals of the Cak-

103

Page 122: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

castellanos; por el fuego perecerán. Cuando yo toque

el tambor salgan todos de la ciudad, que se vayan los

Señores al otro lado del río. Esto haré el día 7 Ahmak."Llenos de temor y desesperación, los reyes acogieron las

palabras del profeta, y convencidos, además, de que el

conquistador continuaría sus exigencias y cumpliría

sus amenazas tarde o temprano, decidieron acatar las

órdenes del hombre que ofrecía fulminar a los castella-

nos, y se dispusieron a abandonar la ciudad.

El día 7 Ahmak (26 de agosto de 1524) el pueblo

entero abandonó la ciudad de Iximché. Los reyes Cahí-

Imox y Belehé-Qat fueron los últimos en salir, confiando

en que el rayo caería sobre la ciudad y los castellanos

perecerían entre las llamas. Los fugitivos estaban con-

vencidos de que Tunatiuh moriría, y pensaban que

moriría feliz, sin pensar más en la guerra, porque ya

había recibido la mitad del oro que tanto apetecía.

Pero pasó el 7 Ahmak y pasaron muchos días mássin que se cumpliera la promesa del profeta, hijo del

demonio. Entre tanto, los habitantes seguían ausentes

de la ciudad y comenzaban a dar muestras de su odio a

los castellanos. Alvarado, viéndose burlado por los

indios, podía apenas contener la ira; organizó rápida-

mente sus tropas y el día 4 Camey (5 de septiembre)

emprendió el castigo de los rebeldes.

chiquéis, Filadelfia 1885) "Tunatiuh arrancó a tres de ellos los ador-

nos de oro que llevaban en las orejas." Este acto de crueldad, tan

inhumano como innecesario, ha sido comentado y condenado por

todos los escritores que aceptaron como verdadera la interpretación

de Brasseur. Sin embargo, el texto en lengua cakchiquel no justifica

semejante interpretación ni la resultante indignación de los historia-

dores. Dice el ms. indígena: Tok x~u gat ca Tunatiuh oxo ko peso

chi gana puvak, o sea, literalmente traducido al español: "En se-

guida los sentenció Tunatiuh en tres veces cuatrocientos pesos

de metal amarillo," o sean mil doscientos pesos de oro. El texto no

menciona las orejas ni las narices de los reyes, y dice solamente

a continuación que éstos se echaron a llorar y solicitaron una rebaja

que Alvarado se negó a concederles.

104

Page 123: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Es evidente que las exigencias y amenazas de Alva-rado motivaron la rebelión de los cakchiqueles. Muygrandes debían ser unas y otras para obligar a sus anti-

guos amigos y aliados a abandonar sus hogares y dis-

persarse por las montañas. Demasiado tarde venían a

comprender los confiados caciques que habían sacrifi-

cado estérilmente la libertad de su pueblo a cambio de

un plato de cuentas de vidrio de Castilla.

El grito de insurrección resonó en los valles y mon-tañas. Los guerreros cakchiqueles empuñaron las armas

y atacaron a los españoles; llegaban cerca de ellos y les

arrojaban sus flechas y sus varas gritándoles: "Tomatu oro, Tunatiuh." Abrieron fosos y hoyos profundos en

los caminos y sembraron en ellos estacas agudas para que

se mataran los caballos.

Los españoles, por su parte, perseguían a los indios

causándoles destrozos en su persona y en sus campos.

Llamaron en su auxilio a los zutujiles de Atitlán y a

alguna gente del Quiche que se prestó a servirles contra

los cakchiqueles por un sentimiento de temor y para

vengar viejos agravios. En unos y otros hicieron blanco

las varas y las flechas de los guerreros de Iximché.

Alvarado negó durante el proceso de 1529 haber

dado mal tratamiento a los Señores cakchiqueles; confesó

haber recibido de ellos algún oro sin que él los apremiara,

y sostuvo que no fué esa la causa de que se rebelaran,

sino que era muy común entre ellos alzarse cuando se

les antojaba, y lo habían hecho esta vez creyendo que

de esa manera se marcharían los españoles sin poblar la

región. Varios testigos declararon contra él en aquellas

actuaciones. Francisco Flores, soldado de la Conquista,

describió en pocas palabras lo ocurrido en Guatemala,

diciendo que los indios los habían recibido muy bien yhacían las casas de los cristianos, que Alvarado les pidió

mucho oro y que el testigo vio que se alzaron porqueno podían cumplir con lo que les pedía. El orgulloso

capitán se esforzaba, por su parte, en demostrar que él

105

Page 124: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

no había provocado la insurrección, tratando de probarcon sus testigos que no había tratado mal a los naturales

y citando el hecho de que la misma noche que se alzaron

habían cenado a su mesa con él muchos Señores y prin-

cipales, y que luego le dieron muy cruda guerra. Des-graciadamente, el manuscrito cakchiquel confirma los

hechos de que sus mismos compatriotas y soldados acu-

saban al impetuoso conquistador, y ante tantas pruebas

concordantes, el fallo de la historia no ha podido menosque condenar la conducta de aquel jefe que causó tantos

daños y retardó largo tiempo la pacificación del país.

Los cakchiqueles habían aprendido mucho duran-

te las guerras de Atitlán, Izcuintepeque y Cuzcatlán.

Conociendo la táctica de los castellanos y las necesidades

de la caballería, los obligaron a la difícil guerra de mon-taña donde los nativos del país tenían todas las ventajas.

Alvarado reconoció en 1529 que los indios le habían

dado cruda guerra, que hicieron muchos hoyos sem-

brando en ellos varas agudas con las puntas hacia arriba,

y cubriéndolas de tierra y de hierbas, y que en esas

trampas cayeron y murieron muchos caballos, quedando

muertos y heridos también numerosos cristianos.

El ejército invasor se encontraba por entonces muydisminuido; la mayor parte de sus aliados mexicanos se

habían marchado de regreso a su tierra, y las fuentes

de aprovisionamiento militar estaban muy distantes.

Todas estas circunstancias hicieron que Alvarado sus-

pendiera temporalmente la persecución de los rebeldes.

No sintiéndose seguro en el riñon de la tierra, levantó su

campamento de Iximché y se retiró hasta el lugar

de Xepau, que los mexicanos llamaron Olintepeque, a

pocos kilómetros al norte de Quetzaltenango.

Durante el resto del año 1524, tan nutrido de bélicas

actividades, Alvarado y los suyos descansaron en su re-

fugio de Olintepeque, sin apartar los ojos de los quichés,

106

Page 125: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

que seguían fieles a los conquistadores, subvenían consus labores campestres a las necesidades de sus

nuevos amos y les prestaban los demás servicios Las_

que habían menester. Hacia fines de 1524, oC

¿m^V

principios de 1525, ha de haber recibido Alva-

rado el refuerzo de doscientos hombres españoles que se

dice le envió Cortés antes de emprender el viaje a Hon-duras. Cortés salió de la ciudad de México el 12 de

octubre de 1 524 con el objeto de ir a castigar al CapitánCristóbal de Olid que lo había traicionado de acuerdo

con Diego de Velázquez, tomando para sí la conquista

de aquella provincia.

Varias campañas llevaron a cabo los españoles en este

año de 1525, dirigidos por Pedro de Alvarado. Parece

probable que en los primeros meses del año despachó

éste a su primo Diego de Alvarado a continuar la con-

quista de Cuzcatlán. Por el acta de la sesión del Cabildo

de Guatemala, celebrada el 6 de mayo, se sabe que en esa

fecha ya existía la ciudad de San Salvador fundada

por los españoles, pues Alvarado dijo expresamente en

aquella reunión que el Regidor de Guatemala Diego

de Holguín se había ido a vivir a la ciudad de San Sal-

vador, donde era Alcalde. Sin embargo, la conquista

de aquel territorio no se consumó hasta después de dos

años de lucha con los naturales.59

59 Probanza de los méritos y servicios de Diego de Usagre,

artillero de la Conquista, Archivo General del Gobierno de Gua-

temala, 1564. Se lee en este documento que "el Capitán Diego

de Alvarado fué a conquistar y poblar la provincia de Cuzcatlán a

donde está asentada la ciudad de San Salvador y hubo mucha y con-

tinua guerra con los naturales que se hacían fuertes en peñoles yotras fuerzas, padeciendo hambres y necesidades de vestidos, lo que

duró más tiempo de dos años, después de lo cual se pobló la villa

de San Salvador donde Usagre fué vecino y tuvo su casa poblada."

Pedro Cerón, testigo, dijo que él había ido también con Diego de

Alvarado a conquistar la provincia de Cuzcatlán y vio que Diego

de Usagre llevaba sesenta indios mistecas amigos que ayudaban en la

conquista, que los indios se hacían fuertes en el peñol de Cinacan-

tlán y que podrían durar dichas guerras dos años poco más o menos.

107

Page 126: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Por ese mismo tiempo ha de haber tenido lugar el

asalto a la fortaleza de Mixco de que habla extensamenteel cronista Fuentes y Guzmán con apoyo en varios ma-nuscritos indígenas que dice haber tenido a la vista.

60

El pueblo de Mixco Viejo, de indios de raza pocomán, se

hallaba en el valle de Jilotepeque, no lejos del pueblo

actual de San Martín, del Departamento de Chimalte-

nango. Como casi todos los centros de los indios, Mixcoocupaba una alta meseta defendida naturalmente por

barrancas profundas y sin más vías de acceso que unaáspera subida fácil de contener al enemigo.

Alvarado llegó frente a la fortaleza con una fuerza

numerosa de españoles y tlaxcaltecas, y le puso sitio

inmediatamente. En un combate preliminar los indios

rechazaron el asalto de los castellanos. Luego se presentó

en el campo de operaciones un ejército de indios del an-

tiguo pueblo de Chinautla, el cual, sin contar con la

ventaja de una posición estratégica, fué vencido y dis-

persado. Tres días después los chinautlecos solicitaron

la paz y revelaron a Alvarado que la fortaleza se comu-nicaba por un conducto subterráneo con la vega del

río, y que por él los sitiados recibían refuerzos y ví-

veres.

El capitán español organizó un nuevo asalto directo

a la plaza y situó al mismo tiempo una fuerza de cua-

renta hombres de a pie y de a caballo frente a la salida

del subterráneo. Los castellanos hicieron prodigios de

valor y lograron subir a la meseta y derrotar a sus defen-

sores. Algunos de éstos huyeron precipitadamente por

los declives de la eminencia, muchos cayeron prisioneros,

y otros, que buscaron la salvación en el subterráneo,

fueron capturados a la salida en unión de algunas mu-jeres y niños. Alvarado mandó incendiar toda la comar-ca, y con los sobrevivientes fundó el pueblo nuevo de

60 Fuentes y Guzmán, 1933, T. III, 2* Parte, Lib. Octavo,

cap. XIX-XXIII, págs. 109-129.

108

Page 127: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Mixco que existe hoy día en la montaña al poniente

de la ciudad de Guatemala.

Fuentes y Guzmán relata asimismo extensamente

otra conquista de los españoles en este mismo año de

1525. Refiere el historiador colonial que el rey Tepe-pul II, a quien Alvarado dio el mando nominal del

Quiche después de la ejecución de su padre Beleheb -Tzii,

deseando probablemente disculpar a su padre por la

traición que se decía que quiso cometer en Utatlán con-

tra los españoles, reveló al conquistador de su tierra queel verdadero responsable de aquella trama era el Señor

de la nación mame, Caibil Balam, que había aconsejado

que se quemara a Alvarado y a su gente dentro del re-

cinto de la capital quiche. Tepepul agregó que el de

los mames era un extenso y rico territorio, y que, si Alva-

rado deseaba castigar a su rey y adquirir sus tesoros, él

mismo podría servirle de guía para ir a sus estados.

No era menester mucho encarecimiento de la rique-

za de la nación de los mames para que el ambicioso ca-

pitán decidiera emprender su conquista. El territorio

de los mames cubría, en efecto, una extensión conside-

rable al poniente del reino quiche, y entre éste y la

provincia de Chiapas, al sur de la Nueva España. Suconquista era, por consiguiente, de particular interés

y hasta de importancia estratégica para los castellanos.

Alvarado comunicó la proposición a sus capitanes, yestando todos conformes en que se llevara a cabo la jor-

nada, organizó una columna compuesta de ochenta in-

fantes españoles bajo el mando inmediato de Antonio

de Salazar y Francisco de Arévalo, cuarenta hombres a

caballo a cargo de Alonso Gómez de Loarca, y dos mil

indios tlaxcaltecas, mexicanos, quetzaltecos, etc., bajo

otros cuatro oficiales escogidos. Al frente de la expedi-

ción dispuso Alvarado que marchara su hermano Gon-zalo, quien parece haber dejado escrita una memoriade la Conquista, que Fuentes y Guzmán dice haber uti-

lizado para describir esta campaña.

109

Page 128: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Partió la expedición en el mes de julio de 1525, enplena estación de lluvias, y tardó ocho días en cruzar

la alta cordillera que separa el valle de Quetzaltenango

y del Río Sámala, del Río Hondo y las cabeceras del RíoNegro o Chixoy. Con mucho trabajo atravesaron el

Río Hondo que estaba muy crecido por las lluvias, y lle-

garon frente a otra alta sierra, la de los Cuchumatanes,a cuyo pie se extendía, en un extenso valle, la capital de

los mames, Chhtabjul, que los mexicanos llamaron Htie-

huetenango. A poca distancia de este lugar libraron los

españoles dos reñidas batallas con los nativos del pueblo

antiguo de Mazatenango (hoy San Lorenzo) y con unafuerte columna del pueblo de Malacatán. Vencida esta

resistencia, el ejército ocupó Huehuetenango, que encon-

traron abandonado. Caibil Balam se había retirado con

toda su gente al centro ceremonial de Zaculeu, conver-

tido en fortaleza, donde esperaba la acometida de los

invasores.

Gonzalo de Alvarado puso sitio inmediatamente a la

fortaleza situada en una alta meseta defendida por

hondas barrancas, por la mayor de las cuales corre el

Río Selegua, origen del Gran Río de Chiapas y Tabasco

que al final de su largo curso desemboca en el Golfo

de México con el nombre de Grijalva. Los mames de

Zaculeu resistieron valientemente a los sitiadores por

espacio de varios meses. Sus enemigos no pudieron tomar

la posición por la fuerza de las armas, y Caibil Balamsolamente se rindió con su diezmado ejército obligado

por los rigores del hambre. Había perdido mil ocho-

cientos hombres dentro de la fortaleza cuando pidió la

paz y se entregó al capitán vencedor. Gonzalo de Alva-

rado refiere el acto de la rendición con estas palabras:

Quise desde el principio tratarle como amigo, aunque del

buen cacique yo no podía saber su intención y si en la paz que

pedía encubría algún doblez, y procuré de mi parte hacerle

mucha amistad; pero él en viéndome que le trataba con amor,

110

Page 129: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

se le llenaron de agua los ojos. Mostraba en su persona la

nobleza de su sangre, y sería entonces de cuarenta años.81

Francisco de las Casas, enviado a Honduras por Cor-

tés con la misión de apoderarse de Cristóbal de Olid, cayó

prisionero en manos del capitán rebelde. Igual suerte

corrió Gil González Dávila que en son de conquista

andaba con un grupo de españoles por las mon-tañas que separan a Honduras de Guatemala, Expedición

después de dejar la mayor parte de su gente, al

hombres y mujeres, a orillas del Río Dulce

de Izabal.

Bernal Díaz del Castillo refiere que Olid había man-dado hacer entradas a otras partes de la comarca; que

a una de ellas envió por capitán a un tal Briones con

gran copia de soldados, y luego se supo en Nacoque dicho sujeto se había alzado con toda la gente de su

compañía y se iba para la Nueva España.62

Esta defec-

ción debilitó la fuerza de Olid y alentó a Francisco de

las Casas y González Dávila a quebrantar su prisión

dando muerte a su carcelero.

En efecto, aprovechándose de las circunstancias yde la excesiva confianza que Olid parecía tener en sus

prisioneros, lo atacaron y degollaron en la plaza de Naco,

asumieron el mando de la colonia y poco después aban-

donaron el territorio. Mientras tanto Cortés, ignorante

de esta tragedia, proseguía su expedición a través de las

selvas y ríos de Tabasco, Campeche y el Peten, ansioso

de encontrarse con su antiguo teniente e imponerle

severo castigo, reconociendo, de paso, las tierras que se

extienden al sur de Nueva España.

A la muerte de Olid los castellanos a quienes el des-

tino había reunido en Honduras, se dividieron en varios

61 Fuentes y Guzmán, 1933. T. III, págs. 105-129. Las ruinas

del centro religioso y fortaleza de Zaculeu han sido restauradas

recientemente y pueden visitarse en los alrededores de la ciudad de

Huehuetenango.62 Díaz del Castillo, cap. CLXXIII.

111

Page 130: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

grupos. La mayor parte decidió quedarse en aquella

provincia. Francisco de las Casas los llevó a establecerse

en el puerto de Trujillo y luego se volvió a Méxicopor la costa del sur de Guatemala. Pedro de Briones, al

frente de su tropa, dispuso pasar a buscar fortuna a

Guatemala donde Pedro de Alvarado se hallaba en guerra

con los indios cakchiqueles. Briones y sus compañerosdeben haber llegado a Guatemala en la primavera de

1525 porque uno de ellos, Juan Recinos, figura entre

los cabos que pelearon contra los mames durante el

asedio de la fortaleza de Zaculeu. El ejército español,

que al mando de Gonzalo de Alvarado conquistó el

señorío de los mames, salió de la ciudad de Guatemalaa principios de julio de 1525.

63

A su llegada a Guatemala el grupo de Briones se en-

contró con que Pedro de Alvarado había partido "a la

conquista de Lacandón," llegando al puerto de este nom-bre "que está cien leguas más allá de la ciudad de Gua-temala"

M

Declarando Pedro de Obide en la Información de

Diego de Usagre decía que Alvarado había ido en aque-

lla ocasión "hacia Lacandón y Puyumatán." Ningunode los historiadores de la conquista habla de esta expedi-

ción. Parece, sin embargo, que Alvarado intentó pene-

trar desde Guatemala en el territorio de Lacandón yPuyumatán en la vecina provincia de Chiapas, pero que

63 Fuentes y Guzmán, 1933. 2* Parte, Libro Octavo, caps.

XIX a XXIII, T. III, págs. 109 125. Díaz del Castillo refiere que a

Briones lo ahorcaron cuatro años después en Guatemala "por revol-

vedor y amotinador de ejércitos."64 "Información de méritos y servicios de Diego de Usagre,

1564.*' "Probanza de Francisco Sánchez de Aldeanueva, 1553," Ar-chivo General del Gobierno de Guatemala. En estos documentos

se habla del regreso de Alvarado de la conquista de Lacandón y se

agrega que posteriormente se fué a España y vino de la ciudad

de México Jorge de Alvarado, su hermano, y tornaron a dar guerra

a los naturales. En la Información de Usagre declaró el testigo

Pedro Cerón que "al tiempo que llegó a la provincia de Guatemala

112

Page 131: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

los caudalosos ríos que corren en medio de las selvas deaquella región le cerraron el paso impidiéndole llegar

muy lejos en su empeño. Muchos años habían de trans-

currir antes que los españoles de Guatemala pudieran

internarse en la región de los lacandones y en el territorio

contiguo del Peten.

Una carta de Pedro de Alvarado, fechada en la ciu-

dad de Santiago de Guatemala el 5 de junio de 1525,

dirigida a los oficiales que gobernaban en la ciudad de

México en ausencia de Cortés, parece dar la clave de este

viaje y confirma que el conquistador de Guatemala

se encaminó a la zona del norte de su gobernación en

busca de su antiguo jefe, de cuya penosa jornada había

tenido noticia. Al final de dicha carta se leen estas pa-

labras:

. . . Nuevas que de acá hay del Sr. Gobernador son que se

ha metido tanto en la c[osta] del norte y con las muchas

ciennagas y ríos que entre las sierras y la cosfta'J hay, no han

dado lugar a que nos topemos mas de que he sabido de indios

que su merced no puede pasar por grandes ríos y yo ansí lo

creo porque los mismos ríos no me dejaron pasar a mí. Yo he

enviado por otro camino a Gonzalo de Alvarado mi hermano

con 30 de caballo y 50 peones y por otra parte envié a Her-

nando de Argueta con 1 2 de caballo y 1 5 peones con 4 indios

de Suchimilco y México en busca de su merced, por manera

en compañía del Maestre de campo Briones y otros soldados era

muy público que el Adelantado era ido a la conquista de Lacandón;"

y que "desde a quince días poco más o menos vio que el dicho

Adelantado y soldados vinieron a la provincia de Guatemala yCiudad Vieja, y era público y se decía que venían de la provincia

de Lacandón." Agrega el testigo que "estando en la ciudad de

Guatemala vido que Jorge de Alvarado vino de México y de nuevodio guerra a los naturales de la dicha provincia y puso su real en el

pueblo de Olintepeque." Otro testigo, Juan de Molina, dijo que

Pedro de Alvarado fué a la conquista de Lacandón y confirma

que ulteriormente vino de México su hermano Jorge a continuar la

guerra contra los naturales.

113

Page 132: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

que por una parte o por otra no le puede errar, y yo le estoyesperando de cada día en esta Ciudad de Santiago. 65

Durante todas estas campañas y victorias de los cas-

tellanos, Pedro de Alvarado no olvidaba a los cakchique-les que se le habían escapado de las manos, y los seguía

hostilizando y "matando a los hombres valientes," comodice el manuscrito indígena, dondequiera que

Viaje a los encontrara.Honduras En los últimos meses del año, el capitán his-

pano, restablecido de su herida, aunque cojean-

do ligeramente, halagado por las nuevas conquistas

realizadas y creyendo obra sencilla la pacificación del

resto del país, pensó que era llegado el tiempo de volver

a México y de ahí a España a obtener el premio de sus

trabajos y la confirmación de sus poderes como Gober-nador de Guatemala. "Le pareció al Capitán Pedro de

Alvarado —dice Remesal— volver a la ciudad de Méxi-co a ver y que le vieren."

El 4 de octubre de 1525 se presentó Alvarado ante

el Cabildo y anunció que estaba de partida para México,

y con ese motivo dispuso nombrar y nombró Alcaldede la ciudad a Pedro de Valdivieso. Pero este viaje nollegó a realizarse por entonces, porque a los pocos días

llegó una carta de Cortés, escrita en el puerto de Tru-jillo de la Provincia de Honduras, en la cual ordenaba

a su Teniente que alistara cierto número de indios car-

gadores y mandara aderezar los caminos, pues había de-

cidido volver por tierra a México y visitar de paso la

Provincia de Guatemala. "No quisiera Alvarado —dice

Remesal— tan honrado huésped por sus puertas, ni ver

dentro de su gobernación al propietario de su oficio;

65 Carta de Don Pedro de Alvarado "A los Muy Nobles Se-

ñores Tenientes de Gobernador de la Ciudad de México," Santiago,

5 de Junio. Archivo General de la Nación, México, Hospital de

Jesús, Legajo 271, Número 14. Publicada en Anales de la Soc.

de Geog. e Historia de Guatemala, T. XXV, N93, Sept. 1951.

114

Page 133: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

pero hubo de disimular y comenzó a poner en ejecución

lo ordenado." Así terminó el año 1525.

A mediados de enero de 1526 recibió Alvarado nue-va carta de Cortés anunciándole que había mudado deparecer y se volvía por mar a la Nueva España, por lo

cual le mandaba pasar con toda la gente que tenía a en-

trevistarse con él a Honduras. El 30 de enero, en previ-

sión de su viaje, entró Alvarado en Cabildo y nombrólos nuevos Alcaldes y Regidores que debían servir du-rante el año. Acto continuo los Alcaldes expusieron

que por cuanto el Capitán General necesitaba "traer

guarda sobre su persona a causa de las revueltas que ha

habido e hay en la Nueva España," y para prevenir

cualquier daño que pudiera sobrevenirle de parte de sus

enemigos, le pedían que al punto tomara la gente nece-

saria para proteger su persona, lo cual ofreció hacer el

Capitán General diciendo que "era lo que convenía

al servicio de Sus Majestades y a la tranquilidad desta

tierra."66

Es evidente que el mal estado de las cosas en Méxicotrascendía directamente a Guatemala. La prolongada

ausencia de Cortés, que permanecía en Honduras, ale-

jado de su gobernación, daba motivo a los excesos de sus

enemigos, los cuales culminaron con la noticia, por ellos

propalada, de la muerte del conquistador de México. Lapersecución contra los amigos y los bienes de Cortés

había sido encarnizada y amenazaba extenderse más allá

de las fronteras de la Nueva España. El Factor Gon-zalo de Salazar, encargado del gobierno, parece haber

tenido noticia de que los amigos de Alvarado lo llamaban

para hacerlo Gobernador de México y le hizo saber bo-

nitamente que se alegraría de salirle al encuentro en el

camino y tener la satisfacción de darle muerte.

No se preocupaba el Teniente de Cortés por estas

amenazas, al menos por el momento. Ya habría tiempo

para discurrir el modo y manera de llegar a México y a

66 Libro de Actas del Ayuntamiento de Guatemala, pág. 17.

115

Page 134: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

sus amigos. Actualmente tenía otra obligación más ur-

gente, la de ir a reunirse con su jefe en Honduras.Con tal fin nombró a su hermano Gonzalo para quegobernara el país durante su ausencia, dejándole parte

de la gente que debía permanecer a su lado en Olinte-

peque. Escogió varias compañías para que fueran conél a Honduras y emprendió el viaje en los primeros

días de febrero.

Habiendo hecho alto en Iximché, un grupo de cin-

cuenta o sesenta soldados se amotinaron, negándose a

continuar en una expedición que, a su juicio, sería larga

y peligrosa y escasa de provecho. Los rebeldes decidie-

ron desertar del ejército en marcha, incendiaron parte

de la ciudad la noche del 7 de febrero, 4 Camey del

calendario indígena,67

y se escaparon por el caminodel Quiche, llevándose a dos artilleros, de manera que la

artillería quedó desamparada. Lleváronse también al

clérigo y los ornamentos eclesiásticos, y huyeron sa-

queando los pueblos del tránsito hasta Soconusco, dondehicieron proceso a Pedro de Alvarado y a otros caballe-

ros que iban con él y los ahorcaron en efigie. Alvarado

se quejó a las autoridades cL México de la deserción de

sus subordinados,68y con la gente que le quedaba conti-

nuó su viaje recorriendo de nuevo la costa del sur. Llegó

a Cuzcatlán, atravesó la Provincia de Chaparrastique o

San Miguel, se internó en Honduras y en la villa de

la Choluteca encontró al capitán Luis Marín y otros

oficiales y soldados de Cortés que, por orden de su jefe,

regresaban a México por la vía de Guatemala. Bernal

Díaz del Castillo, que se hallaba con la tropilla de Marín,

refiere el gusto con que se encontraron los dos gru-

pos de antiguos soldados de la conquista de Nueva Espa-

67 Memorial de Solóla, pág. 131.68 Proceso de Alvarado, 1529. Carta de Alvarado al Teniente

de Gobernador y Alcaldes de México. De Santiago de Guatemala,

a 20 de febrero. Entre los prófugos iban el P. Castellanos, Joan de

Berástegui, Alonso de Pastrana, Alonso Martín, asturiano, artillero,

etc. Col de docs. A. de Indias. T. XIX, págs. 111-115.

116

Page 135: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ña, y lo mucho que se holgó Pedro de Alvarado cuandosupo que Cortés se había embarcado, excusándole así

de ir a buscarle por tan difíciles caminos.

Si grata era la reunión de los viejos camaradas en la

villa de Choluteca, no era menos propicia la oportu-

nidad de contarse las ocurrencias de los dos últimos

años: los grandes trabajos y aventuras de los unos en las

selvas de Tabasco y el Petén-Itzá que hubie-

ron de cruzar para dirigirse a Honduras, elInsurrec-

progreso de la conquista, aún no terminada,cton

,

de Guatemala, y todos los disturbios acae-

cidos en México durante la larga ausencia de Cortés.

Reuniéronse también con los veteranos de las guerras de

la Nueva España algunos capitantes de Pedradas Davila

que decían llegar a descubrir y partir términos conPedro de Alvarado. Parece, al tenor de lo que refiere

Bernal Díaz, que Alvarado quiso entrar en algunos tra-

tos con Pedrarias, y para ese efecto despachó a GasparArias de Avila, con destino a Panamá. El objeto de los

tratos, según oyó decir el cronista, era sobre casamientos.

Es posible que el conquistador de Guatemala creyera

ganar alguna ventaja entrando en arreglos con el Go-bernador de Tierra Firme, que había extendido sus do-

minios hasta Nicaragua, pero si Alvarado tuvo tal pensa-

miento no parece haber logrado lo que se proponía.

Pasados tres días de descanso y de pláticas amistosas

entre los tres grupos, los dos capitanes, Marín y Alva-rado, y su gente se pusieron en marcha, camino de

Guatemala. Había comenzado la estación de las lluvias

de 1526 y los viajeros encontraron crecidos los ríos, es-

pecialmente el gran Río Lempa, el cual pasaron en unacanoa hecha del tronco de gigantesca ceiba. Los indios

de los pueblos del tránsito los hostilizaron, mataron a unespañol e hirieron a otros. Llegaron luego a la Provincia

de Cuzcatlán y la encontraron de guerra. De la ciu-

dad de San Salvador, donde Diego de Holguín había

117

Page 136: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

sido Alcalde, no había quedado un solo rastro. Entraronen términos de la provincia de Guatemala, y el cuadroque se presentó a su vista no era diferente. El país en-

tero parecía haberse concertado para destruir a los caste-

llanos. En la sierra de Canales, junto al lago de Ama-titlán y el pueblo de Petapa, los naturales se habían

fortificado, cavando grandes fosos para impedir el paso

de los caballos y levantando otras defensas. Los españoles

lucharon con ellos durante tres días hasta que los des-

alojaron de los malos pasos y pudieron seguir adelante.

Así llegaron al Valle del Tuerto o de Panchoy, al pie del

Volcán de Agua, donde quince años más tarde asentaron

la ciudad de Guatemala. Aquí también los esperaban los

indios atrincherados y dispuestos a la lucha; pero la co-

lumna de españoles no se sentía bastante fuerte para

combatir con ellos y se limitó a abrirse paso para llegar

a donde Alvarado había dejado el resto de su gente. Has-ta la naturaleza parecía conjurada contra los extran-

jeros: Bérnal Díaz cuenta que cuando iban bajando al

valle por empinada cuesta los sorprendió un gran tem-

blor de tierra que hizo que muchos soldados rodaran por

el suelo.

Cerca de la ciudad de Guatemala o Iximché, en unabarranca muy honda, aguardaban a los castellanos va-

rios escuadrones indígenas. Habiéndolos dispersado des-

pués de un breve encuentro, los viajeros pasaron a

dormir a la ciudad, "y estaban los aposentos y casas

—dice el cronista— tan buenos y de tan ricos edificios,

en fin como de caciques que mandaban todas las pro-

vincias comarcanas." No sintiéndose seguros en la de-

sierta capital, salieron a lo llano donde hicieron chozas

provisionales y permanecieron diez días. Dos veces en-

vió mensajeros Alvarado a los reyes cakchiqueles que

continuaban en los montes en pie de guerra, invitándolos

a que llegaran de paz, y no obteniendo de ellos respuesta,

siguieron por sus "jornadas largas sin parar hasta donde

Pedro de Alvarado había dejado poblado su ejército,

118

Page 137: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

porque estaba la tierra de guerra; . . . llamábase aquella

poblazón donde los hallamos 01intepeque.,, 6t

Se ha dicho que el rey cakchiquel había convocado

al rey Tepepul del Quiche y a los caciques de otros pue-

blos indígenas, inclusive la provincia de Cuzcatlán, para

levantarse en armas contra los extranjeros. De esta ma-nera la insurrección, que al principio cubría solamente

el territorio cakchiquel, se extendió al país entero y no

fué definitivamente debelada hasta algunos años después.

En su Quinta carta al Emperador, fechada en la

ciudad de México el 3 de septiembre de 1526, deploraba

Cortés no haber podido dar la vuelta desde Hondurasa lo largo de la costa del sur pasando por las provincias

de Utatlán y Guatemala donde se hallaba Pedro de Al-

varado, las cuales se rebelaron "por cierto mal trata-

miento," y hacían mucho daño a los españoles y sus

amigos, matándoles los caballos y manteniendo el país encontinuo estado de. guerra sin poderlos apaciguar. Cor-tés agregaba que con ayuda de Dios, si él fuera por allá,

podría atraer a los pueblos rebelados, ya fuese por amoro de otra manera.

Algunos historiadores atribuyen la rebelión de los

indios a las exacciones y crueldades de Gonzalo de Alva-

rado durante la ausencia de su hermano. El manuscrito

cakchiquel confirma el hecho de haber sido sujetos los

indios a duros trabajos en los lavaderos de oro, como se

dirá más adelante, pero culpa directamente a Pedro

de Alvarado, y localiza los sufrimientos de hombres, mu-jeres y niños obligados a estas labores, en los años subsi-

guientes, ya que en 1525 y 26 los españoles no domi-

naban la región de los placeres de oro.

Corrían los últimos días del mes de agosto, tiempo

grato del año en la zona del Trópico, cuando cesan tem-

poralmente las lluvias y se puede viajar con comodidad.

Pedro de Alvarado descansó apenas unos días después

69 Díaz del Castillo, cap. CXCIII.

119

Page 138: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

de la jornada a Honduras y entró en Cabildo el 26 deagosto. Anunció en seguida que estaba pronto

Retorno a . ,,, .

° ^ ,« . , ;, A1

Méxicoa r Para México, Y °lue con e l irían los Al-

caldes y Regidores a negociar ciertas cosas queconvenían a la ciudad, por lo cual nombraba nuevosalcaldes a don Pedro Portocarrero y Hernán Carrillo, a

quienes dejaba encargado el gobierno de la naciente

colonia.

Poco después salió Alvarado con lucida comitiva ycon la gente del Capitán Luis Marín. Tomando la ruta

de Soconusco llegaron a Tehuantepec donde tuvieron

noticia de la llegada de Cortés a México, y de la muerte

del Licenciado Ponce de León, su juez de residencia.

"Con esto —dice Bernal Díaz— fuimos por la posta a

Oaxaca." El viaje hasta la ciudad de México debe de

haberles parecido eterno a todos los miembros de la ex-

pedición. Al cabo de mucho tiempo llegaron los ochen-

ta hombres que la componían al pueblo de Chalco, ve-

cino a la capital, y desde ese lugar hicieron saber a Cortés

que entrarían a la ciudad al otro día y que necesitaban

que les preparara alojamiento. Grande fué la alegría

de todos al reunirse de nuevo en la metrópoli azteca

que a costa de tanto esfuerzo habían conquistado. Cor-

tés obsequió a sus compañeros de armas con la esplen-

didez que acostumbraba, no obstante que el gobierno del

país continuaba en otras manos. El cronista Remesal

refiere que en esos días todas las pláticas en casas, calles

y plazas giraban en torno a las hazañas del Capitán Pe-

dro de Alvarado que, con gran acompañamiento de

indios y españoles, había entrado a México, y se pon-

deraban la grandeza de las provincias que él y los suyos

habían descubierto, las riquezas que hallaron, la varie-

dad de gentes, usos y costumbres, las ciudades que fun-

daron. Tanta alabanza era, en parte, merecida, por los

brillantes hechos de armas realizados en un año por el

Teniente de Cortés y sus valientes compañeros; pero

la obra no estaba terminada, la tierra no quedaba en

120

Page 139: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

paz, un grupo numeroso de españoles había desertado,

y no era fácil prever cómo iba a continuarse la pacifi-

cación sin la presencia del jefe a quien tanto temían

los naturales.

Alvarado se daba cuenta seguramente de esta situa-

ción, pero para él era imperativo pasar a España, donde

esperaba consolidar su obra y obtener la aprobación real

a cuanto había hecho, y para los proyectos de ulteriores

empresas que bullían en su cabeza aventurera. Antes

de continuar el viaje obtuvo de Marcos de Aguilar, que

había heredado el gobierno de Ponce de León, que ex-

tendiera despachos de Teniente de Gobernador de Gua-

temala a favor de su hermano Jorge de Alvarado, los

cuales presentó éste al Cabildo el 20 de marzo del si-

guiente año de 1527.

Trató asimismo con los Padres de la Orden de Santo

Domingo exhortándolos a que fuesen a doctrinar a los

indios de aquella provincia, y obtuvo promesa de hacerlo

personalmente del P. Fr. Domingo de Betanzos, su viejo

amigo de la Isla Española. El encuentro con tan vene-

rado sacerdote era propicio para acordarse de las cosas

del alma, y Alvarado aprovechó la ocasión para confe-

sarse con él "y aunque no sabemos los pecados que dijo

—escribe Remesal— sábese la penitencia que el P. Fr.

Domingo le dio y fué: que diese un terno de terciopelo

a la iglesia de Santiago de su ciudad, la cual Alvarado no

cumplió en todos los días de su vida."70

En el mes de febrero de 1527 se hizo a la vela Pedro

de Alvarado en unión de varios religiosos de Santo Do-mingo que regresaban a España. Los enemigos de Cortés

que venían trabajando contra él desde el principio de la

conquista de México, habían creado en la Cor-

te una atmósfera hostil contra todos los que ^nr j

habían servido bajo sus órdenes en la NuevaEstaña

España. Principales acusadores de Cortés yde sus amigos ante el Consejo de Indias eran los ofi-

70 Remesal, Lib. I, cap. VIII.

121

Page 140: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

cíales que en mala hora dejó el conquistador de Méxicopara que gobernaran en su ausencia. Un represen-

tante de aquellos marchó a España llevando un volu-minoso informe acerca de la conducta de Alvarado, enel cual se referían los excesos que éste había cometidocontra los indios de México y Guatemala, su insaciable

codicia, su crueldad con los vencidos y sus injusticias

contra los mismos españoles. Además de estos cargos,

se le acusaba de haberse apropiado el oro y demás ri-

quezas de los naturales sin dar a sus compañeros la parte

que les correspondía del botín, y sin pagar el quinto de

ley a la Corona. Y por último se hacía notar el hecho

de que no había dado residencia por el tiempo en que

había desempeñado el cargo de Teniente de Gobernador

en la provincia de Guatemala.

Gonzalo de Mejía, con poder e instrucciones de los

oficiales de México, promovía este asunto con activi-

dad, y consiguió que el Consejo de Indias ordenara a los

oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla que

apremiasen a Alvarado para que prestara fianza de dar

residencia, estar a derecho y pagar la suma en que fuese

condenado tanto en la Corte como en la Nueva España,

y en defecto de esa seguridad le embargaran el oro que

llevaba.

La situación de Alvarado, sin amigos en la Corte ybajo el peso de tan graves cargos, respaldados por abun-

dante documentación, era para arredrar a cualquiera

que no tuviese la audacia y fortaleza de ánimo del con-

quistador de Guatemala. Él era en España un hombredesconocido y sin valimiento, si bien le acreditaban su

renombre de conquistador y la fama de sus increíbles

actos de arrojo y valentía. Hombre de gran atractivo

personal, de finas maneras cortesanas e inagotable facun-

dia, no tardaría en abrirse camino en un mundo caba-

lleresco como el de la España del Renacimiento. Era,

además, pródigo y dadivoso y no había dejado todo su

oro en las cajas de la Casa de la Contratación. Relatando

122

Page 141: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

sus proezas de las Indias iba ganando amigos y admira-dores, a quienes deslumhraba también con el panoramade conquistas futuras a que pensaba dedicar sus energías

con la venia del Emperador.Vivían por entonces en la Corte de Castilla dos da-

mas de gran hermosura e ilustre linaje, naturales de Úbe-da, hijas de don Luis de la Cueva y doña María Manri-que. El primero estaba emparentado con el Duque deAlburquerque, personaje influyente de la época. Alva-

rado tuvo la buena suerte de ser presentado a esta noble

familia, y con su gracia y apostura no tardó muchotiempo en conquistar el afecto de la mayor de las dos

hermanas, doña Francisca de la Cueva, con quien con-

certó su matrimonio.

El gallardo capitán probablemente no consideraba

estar casado en forma regular con la princesa de Tlax-

cala, doña Luisa Xicoténcatl, y se sentía en libertad para

contraer una nueva unión in facie ecclesiae. Cierto es

que mediaba otro compromiso con Cecilia Vázquez,prima de Hernán Cortés, a quien parece haber dado pa-

labra de matrimonio, pero Alvarado rompió este com-promiso, con lo cual se enfrió grandemente la amistad

que íe unía con su antiguo jefe. En cambio, al unirse

con doña Francisca de la Cueva, ganó en posición social

y política y alcanzó el favor del Secretario del Consejo

de Indias, Comendador Mayor de Castilla, Francisco de

los Cobos, privado del Emperador y amigo, pariente yprotector de la familia de la Cueva.

Bajo el influjo de tan favorables circunstancias Al-

varado logró ver resueltas sus dificultades y alcanzó en

breve tiempo todas las mercedes que ambicionaba. Se

echaron en olvido los cargos acumulados por sus enemi-

gos, se alzó el embargo de sus bienes, recibió en debida

forma el hábito de Santiago en grado de Comendador,le fueron confirmados los repartimientos de indios quese había adjudicado escogiendo naturalmente los máslucrativos, y por Real Cédula firmada en Burgos el 18

123

Page 142: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

de diciembre de 1527 fué nombrado Gobernador y Ca-pitán General de la provincia de Guatemala y de laó

demás tierras a ella pertenecientes, con el salario y ayu-da de costa de 562,500 maravedises en cada año queejerciere dicho oficio.

71

Desde entonces comenzó a llamarse nuestro héroeDon Pedro de Alvarado, y a agregar a sus títulos el deAdelantado que aparece usando en el poder que extendió

en México en 1529 a favor de su hermano Jorge y queéste presentó al Cabildo de Guatemala el 8 de mayo de

aquel año, en virtud del cual tomó posesión al día si-

guiente del cargo de Teniente de Gobernador y CapitánGeneral, ya no por disposición de Marcos de Aguilar,

sino "por el muy magnífico Señor el Adelantado e Go-bernador don Pedro de Alvarado."

72

En la Real provisión del 18 de diciembre de 1527 el

soberano concedía a Alvarado la gobernación de la pro-

vincia de Guatemala "con la tierra de Chiapa y Cina-

cantán y Tequepampo y Cimatlán, el de Acala, y de

todas las" demás a ella anexa et perteneciente," dejándolo

sujeto, sin embargo, en sus actos de justicia y gobierno,

71 Que la ayuda del Comendador de los Cobos no fué entera-

mente desinteresada se colige de la siguiente frase de Gomara en la

Historia de la Conquista de México: "Francisco de los Cobos era

codicioso y escaso, y tomaba presentes con ambas manos, que lo

enriquecieron demasiado."72 El título de Adelantado era puramente honorífico y se daba

en la Edad Media al gobernador militar y civil de una provin-

cia. "El adelantado en la paz es Presidente y Justicia Mayor de

algún Reyno, provincia o distrito, y en la guerra el Capitán Gene-

ral." Pedro Salazar de Mendoza, Origen de las dignidades seglares

de Castilla y León. Cap. XIV, pág. 61. Toledo, 1618. El P. Las

Casas, con la experiencia de lo que ocurría en las Indias, define

la palabra diciendo que algunos gobernadores eran "Adelantados

porque se adelantaban en hacer males y daños tan grandísimos a

gentes pacíficas." Y Fernández de Oviedo, meditando en la suerte

que les había cabido a los Adelantados de América decía que "les

fuera de más utilidad llamarse rezagados o más templados en la

codicia de tales honores pues tan mal acaban ellos."

124

Page 143: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

a la Real Audiencia establecida en la ciudad de Tenoch-titlán (México).

La extensión del territorio concedido a Alvarado

provocó inmediatamente la oposición del Gobernador

de Yucatán, el otro Adelantado Francisco de Montejo,

quien se dirigió al Rey de España alegando que el Go-bernador de Guatemala se había hecho adjudicar varios

distritos lejanos como el de Acalan, importante centro

comercial situado junto a la costa del Golfo de México,

que un viejo compañero de Alvarado, Alonso Dávila,

había pacificado por orden de Montejo. "Entre las

provincias que trae en sus provisiones —decía éste

viene todo lo más de Yucatán sin abello visto sino de

oídas, así de los que vinieron con don Hernán Cortés

que fué por medio de Yucatán hasta Honduras, comode los indios. Entre ellas trae a Acalan y Cimatlán que

es donde yo tengo que hacer la villa de cristianos en la

costa del norte".73

Las quejas de Montejo fueron atendidas y en Real

Cédula de 19 de diciembre de 1533 el soberano confirmó

sus derechos sobre Yucatán otorgándole un vasto terri-

torio desde el río Copilco-Zacualco inclusive, en los con-

fines de Chiapas, hasta el río de Ulúa en Honduras.La boda de Alvarado y doña Francisca debe haberse

celebrado a fines de 1527 o en enero de 1528, pues el 19

de dicho mes, en la ciudad -de Burgos, donde a la sazón

residía la Corte, el Adelantado otorgó carta de dote a

favor de su esposa. En dicha carta reconocía haber re-

cibido siete mil pesos de oro que se le dieron junto consu mujer y de la manera siguiente: "tres mil pesos dellos

de que Su Majestad hizo merced a la dicha Doña Fran-

cisca de la Cueva para ayuda de su casamiento," y los

cuatro mil restantes en las cosas que recibió por razóndel matrimonio. No queriendo ser menos generoso, Al-

73 Carta a Su Majestad del Adelantado don Francisco de Mon-tejo. De Veracruz a 13 de abril de 1529. Colección de documentosinéditos del Archivo General de Indias, T. XIII, págs. 86-91.

125

Page 144: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

varado prometió dar de sus propios bienes a su esposa

doña* Francisca, cuatro mil ducados de oro en conceptode arras, suma que no fué pagada hasta después de la

muerte del caudillo, cuando la reclamó su suegra doñaMaría Manrique. 74

Durante el Proceso de México se hizo cargo a Alva-rado de haber llevado a España muchas joyas de oro,

perlas y piedras sin pagar el quinto real, especialmente

una piedra muy rica que valía cinco mil pesos de oro.

D. Pedro respondió que las joyas de oro las había hechoquintar, no así las piedras porque no se acostumbraba

hacerlo. Y agregó que "una piedra que tenía de color

de diamante" la mostró a los oficiales reales de la NuevaEspaña diciendo públicamente que la llevaba para ofre-

cerla al Rey, y que en efecto se la dio, pero cuando el

monarca fué servido de casarlo con doña Francisca de la

Cueva, se la mandó devolver con otras joyas, como rega-

lo de boda, por mano de Francisco de los Cobos.

El Adelantado, en el apogeo de su gloria, permane-ció algún tiempo más en la Península, disfrutando de su

próspera fortuna. El 26 de mayo de 1528 hizo registrar

la Real provisión de su nombramiento en la Casa de la

Contratación de Sevilla, y poco después se embarcó con

su esposa doña Francisca en el puerto de Sanlúcar de

Barrameda, con destino a la Nueva España.

74 La promesa de pago de las arras se contiene en el siguiente

párrafo de la carta de dote otorgada por Alvarado el 19 de enero

de 1528: "Sepan cuantos las presentes vieren que yo, Pedro de Al-

varado, por cuanto me hice velar e casar por la Santa Madre Iglesia

con vos Doña Francisca de la Cueva, Dama de la Cristianísima

Señora Reyna de Francia, mi esposa y mujer, hija legítima del

magnífico Señor don Luís de la Cueva, difunto, y de la magní-

fica Señora Doña María Manrique, su mujer, prometiendo a vos

Doña Francisca de la Cueva, de mis propios bienes por honra de

vuestra persona e linaje cuatro mil ducados de oro," etc. "En Bur-

gos a 19 días del mes de enero de 1528. Pedro de Alvarado. Yo,

Gerónimo del Río, escribano público." Expediente del Colegio

de Santo Tomás de Aquino, folio 47 vuelto. Archivo General del

Gobierno de Guatemala.

126

Page 145: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Había conocido Alvarado por este tiempo al Licen-

ciado don Francisco Marroquín, natural de uno de los

pueblos del Valle de Toranzo, provincia de Santander,

Maestro de Filosofía y Teología en Osuna y sacerdote

en la Corte de Carlos V.75 A instancias del Goberna-

dor de Guatemala el P. Marroquín decidió acompañarle

a América, y debe haberse embarcado con él y un grupo

de caballeros a quienes aquél había invitado también a

pasar a las Indias prometiéndoles honores y ventajas ma-teriales. Se hallaban entre ellos Luis de Vivar, a quien

el Emperador había concedido el cargo de Alguacil Ma-yor; Antonio de Salazar y Pedro de Camino, nombradosregidores de la ciudad de Santiago de Guatemala; y tres

oficiales reales: Francisco de Zurrilla, contador; Fran-

cisco de Castellanos, tesorero, cada uno con cien mil

maravedises de salario; y Gonzalo Ronquillo, veedor,

con cincuenta mil maravedises. Todos estos señores,

como se ha dicho, tenían, además, promesa de sustancio-

sas encomiendas de indios y otros privilegios de que ellos

y sus descendientes disfrutaron largo tiempo en la pro-

vincia de Guatemala.

Viajaron también con Alvarado veinticuatro reli-

giosos de Santo Domingo, destinados a servir a la NuevaEspaña. Embarcáronse todos, según escribé el historia-

dor Fr. Francisco Ximénez, a principios de julio de

1528, y llegaron al puerto de Veracruz por el mes de oc-

tubre, muy maltratados por las tormentas equinoxiales

que los hicieron sufrir durante la navegación.

El placer que pudiera tener Alvarado al contemplar de

nuevo la costa de Veracruz fué amargado por la muerte

de su esposa doña Francisca, ocasionada por el tormen-

75 Datos biográficos en Carias de Indias. El P. Marroquín,

que pocos años después fué consagrado como primer Obispo de

Guatemala, había sido casado antes de abrazar la carrera eclesiástica,

y tuvo un hijo que se llamó Alonso Marroquín, el cual se avecindó ydejó sucesión en el país. Probanza de Juan de Zúñiga, año de 1603.

Archivo General del Gobierno de Guatemala. A 1.29. 40253.

127

Page 146: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

toso viaje de mar o por los efectos del clima tropical.

Según el historiador Fuentes y Guzmán, Al-Procesado varado ejecutó en Veracruz con mucha pompa

México e^ funeral de su difunta esposa. Por extrañodecreto del destino la ilustre dama fué a dor-

mir su último sueño en un lugar de tránsito, sin llegar

a vislumbrar siquiera los reinos que su marido había

conquistado.

Cumplida aquella obligación, el Adelantado atendió

al desembarque de su equipaje que contenía el mobilia-

rio y adorno de una casa entera, digna de ser la moradade un grande de España, y concluida esta labor marchóa la ciudad de México donde le estaban reservados otros

sinsabores.

Hallábase a la sazón el gobierno de la Nueva España

en manos del Presidente y Oidores de la primera Au-diencia Real nombrada para aquel territorio. El hombreque provisionalmente presidía el tribunal, Ñuño de

Guzmán, había sido conquistador en la Nueva España

y era el prototipo del hombre cruel con los nativos, co-

dicioso y rapaz, arbitrario en sus actos y resoluciones; le

adornaban, pues, todas las cualidades negativas contra-

rias a la rectitud y ecuanimidad del verdadero juez. Los

Oidores Matíenzo y Delgadillo adolecían por su parte

de vicios parecidos, y los tres magistrados estaban ase-

sorados por el factor Gonzalo de Salazar, enemigo de

Cortés y de Alvarado y envidioso de la gloria de amboscapitanes. Confabulados todos abrieron proceso contra

aquellos jefes y muchos otros conquistadores acusándo-

los de haberse ocupado en juegos prohibidos de naipes ydados durante la guerra contra los indios. Los acusados

fueron sentenciados a pagar fuertes sumas. "Hubo día

de veinte mil pesos de oro de condenación" —dice el

Obispo de México, Fr. Juan de Zumárraga— y agrega

que le habían informado que al Presidente y a los Oi-

dores les había cabido muy gran parte del dinero.76

76 Carta a Su Majestad del electo Obispo de México, Fr. Juan

128

Page 147: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Para proceder contra el Gobernador de Guatemala

se escudaban los oidores con un capítulo de instruccio-

nes del Emperador y el Consejo de Indias, fechadas en

Valladolid a 5 de abril de 1528, que decía: "Sabréis tam-

bién si es verdad que cuando Pedro de Alvarado estuvo

en Guatemala no hubo buen recaudo en la cobranza de

los quintos y no se acudió al Tesorero con lo que le per-

tenecía." Gonzalo de Mejía, Tesorero Real de México,

había incluido seguramente este cargo entre los que pre-

sentó contra Alvarado, y como al hacerlo tocaba la

cuerda sensible de las rentas reales, todo el favor alcan-

zado por el Gobernador de Guatemala no fué bastante

a impedir que se le mandara escudriñar por ese lado.

Cierto es que sus jueces no necesitaban de la autoriza-

ción real para procesarlo.

Alvarado comprobó con certificación del Contador

Rodrigo de Albornoz que había hecho fundir en oro yplata la suma de 31.730 pesos, pagando sobre ella el

quinto real en la Nueva España. Pero a la sombra de las

instrucciones del Rey, celoso del pago de sus quintos,

los magistrados de la Audiencia formularon contra el

Gobernador de Guatemala un extenso pliego de cargos

relativos a su conducta en dicha provincia y en la Nue-va España. La acusación y las declaraciones de los tes-

tigos de cargo y de descargo y la defensa del acusado

pueden leerse en el Proceso de residencia instruido con-

tra él en 1529 y publicado en México en 1847. El tribu-

nal no llegó a dictar sentencia y Alvarado se libró fi-

nalmente de las garras de los Oidores dejando en ellas

cuanto había traído de Castilla, "que fué tanto aparato

y cosas tan ricas como un conde principal de esos reinos

pudiera traer," según escribió al Rey el Obispo Zumá-rraga. El prelado agrega a renglón seguido:

De todo no le han dejado un pan que coma; la plata

mucha y por extremo bien labrada, la tapicería mucha y muy

de Zumárraga, de 27 de agosto de 1529. En Colección de docu-

mentos inéditos del Archivo de Indias, tomo XIII, págs. 104-179.

129

Page 148: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

buena y otras cosas de mucho valor, hoy día las tienen y se

sirven de ellas el presidente y oidores como les cupo de sus

partes; caballos y acémilas y todo lo demás le han tomado, ysólo una muía que le quedaba, en que andaba por estas calles

con luto por su mujer, en ésta le hicieron ejecución habiendovenido cabalgando a la posada del presidente en ella, y deallí de la puerta se la tomaron y le hicieron ir a pie, no mi-rando su autoridad, que es Adelantado intitulado por manode V. M. 77

Perseguían también los oidores, además del despojo

de la víctima, un fin político definido, el de impedir queAlvarado se dirigiera a Guatemala, a rescatar su gober-

nación de las malas manos en que había caído. El en-

juiciado Gobernador había enviado poder desde Méxicoa su hermano Jorge para que, como su lugarteniente,

asumiera los poderes que le había conferido la Corona.

Jorge de Alvarado se hizo cargo del gobierno en nombrede su hermano; pero el Presidente y los Oidores nopodían descuidar tan importante asunto y despacharon

a un agente suyo, Francisco de Orduña, con nombra-miento de Capitán General y juez de residencia. Ordu-ña quitó el mando a Jorge de Alvarado, destituyó a los

Alcaldes y demás funcionarios nombrados por éste ydesarrolló en Guatemala un programa de gobierno seme-

jante al de sus amos, que estuvo a punto de acabar con

la naciente colonia de españoles.

Orduña tomó posesión del gobierno de Guatemalael 14 de agosto de 1529 y aparte de la destitución de

los Alcaldes, anuló las encomiendas y se ingenió todos los

medios posibles de enriquecerse rápidamente, seguro

de que su administración no podía ser de larga duración.

Por esos mismos días se recibió en México, con ale-

gría de parte de los conquistadores y los indios y cólera

de Ñuño de Guzmán y sus a latere, la sensacional no-

ticia de que Hernán Cortés había sido nombrado Ca-

pitán General de la Nueva España y estaba para volver

77 Obispo Zumárraga, Carta citada.

130

Page 149: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

a México, agraciado además con el título de Marquésdel Valle y otros honores y privilegios que el Rey le

había concedido en reconocimiento de sus méritos comoconquistador de aquella tierra. Estas nuevas sacaron de

quicio al más encarnizado enemigo de Cortés, Gonzalode Salazar, y le hicieron pronunciar en presencia del

Presidente de la Audiencia y otras personas, entre ellas

Alvarado, las siguientes palabras: "El Rey que a tal

traidor como Cortés envía es hereje y no cristiano."

Pocos días después, el 18 de agosto, Pedro de Alvarado

se presentó ante la Audiencia pidiendo permiso para

desafiar a Salazar a batirse conforme a las leyes de Cas-

tilla por haber incurrido en desacato expresándose en

forma tal contra el soberano. Pero Ñuño de Guzmánencontró el medio de disculpar a su compañero y casti-

gar a Alvarado, y lanzó contra éste el siguiente dicterio:

"Pedro de Alvarado miente como muy ruin caballero,

si lo es, que el factor no dijo tal, porque es servidor de

S. M. y no había de decir tal palabra." "Y a otro día

—agrega el Obispo Zumárraga— le prendieron con gri-

llos en las atarazanas y no sé que harán de él."

Mientras tanto, los efectos valiosos de Alvaradohabían pasado a manos de los indignos magistrados de la

Audiencia, ya por medios forzosos, ya por vía de cohe-

cho a que tuvo que acudir el perseguido capitán para

ablandar a sus verdugos. El Obispo Zumárraga ha de-

jado una lista de las dádivas y cohechos recibidos porlos miembros del tribunal hasta el 27 de agosto de 1529,

fecha de su carta al Rey.78 Ñuño de Guzmán, natural-

mente, recibió la mejor parte; pero Matienzo obtuvo su

cuero de vino para entretener su afición favorita, yDelgadillo no quedó olvidado.

78 Puede verse la lista de las dádivas en la Colección de docu-mentos inéditos del Archivo de Indias, tomo XIII, págs. 138 ysiguientes.

131

Page 150: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

LA ARMADA DEL MAR DEL SUR

Alvarado

regresa a

Guatemala

Cortés demoró su viaje a la Nueva España y se quedóen la Corte- algún tiempo más esperando que llegaran

a México los miembros de la nueva Audiencia nombradapor el Rey para sustituir al corrompido tribunal que

presidía Ñuño de Guzmán. Pero la noticia del

próximo arribo de la Audiencia no tardó en

surtir sus benéficos efectos y permitió la salida

de Alvarado para su gobernación, a donde se

dirigió en la primavera de 1530, privado de sus

bienes, pero llena la cabeza aventurera de proyectos

para el cercano porvenir. El 11 de abril de 1530 se pre-

sentó ante el Cabildo de Guatemala.

La situación de la colonia había mejorado durante

su ausencia. La conquista y pacificación del territorio

desde Chiapas y la zona del noroeste habitada por las

tribus de Uspantán y el Lacandón hasta la provincia

de Sacatepéquez, estaba terminada. Don Pedro Porto-

carrero, al frente del ejército español, había vencido a

los rebeldes cakchiqueles en sus últimos reductos de las

montañas de Comalapa. La provincia de Cuzcatlán

132

Page 151: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

había sido pacificada después de una campaña que durómás de dos años, y acababa de librarse de una invasión

de agentes de Pedrarias Dávila, Gobernador de Tierra

Firme, que pretendía extender sus dominios por el norte.

Por su parte Jorge de Alvarado, siendo Teniente de

Gobernador de la provincia de Guatemala, y estimando

concluida la resistencia de los indios, reunió a los espa-

ñoles en el centro del territorio y fundó con ellos, el

22 de noviembre de 1527, la ciudad de Santiago

en el valle de Almolonga, al pie del Volcán de Agua.En ese sitio, fértil y alegre, sin disputa uno de los parajes

más bellos del Continente, comenzaron los castellanos a

edificar la capital de la Colonia. Allí los encontró

el Gobernador y Adelantado, divididos por las pasiones yrevueltos los ánimos por la discordia que encendió entre

ellos el Visitador Orduña.Alvarado restableció la paz, organizó de nuevo el

gobierno y prohibió severamente que se hablara de las

pasadas disensiones. El procurador de la ciudad pidió

que se arraigara al Visitador para que en juicio de resi-

dencia respondiera de sus desmanes, pero aunque se le

previno prestar fianza y no moverse, huyó para México"seguido de la polilla de su conciencia," como dice Fuen-

tes y Guzmán.

Los reyes cakchiqueles, después de cinco años de resis-

tencia, durante los cuales vieron perecer a los hombresa millares, perderse los campos y destruirse los poblados,

se rindieron al conquistador y reconocieron la autori-

dad del Rey de España y la obligación de pa-

garle tributo. Saliendo de sus montañas donde Construc-

habían llevado durante todo ese tiempo unar/0

7, ' a

vida precaria "bajo los árboles, bajo los be-

jucos," se presentaron el 8 de mayo de 1530 ante el

Adelantado en la capital de la Colonia y fueron recibidos

por él con alegría y demostraciones de amistad.79

Memorial de Solóla , pág. 133.

133

Page 152: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Era llegado el momento de consolidar las ganancias

obtenidas y organizar el territorio conquistado. Un buenadministrador habría concentrado sus esfuerzos en tan

interesante labor, tratando de crear y perpetuar uncentro de civilización cristiana sobre las ruinas de la

cultura indígena. Pero—como dice el historiador Lópezde Gomara— Alvarado era mejor soldado que gober-

nante. Su preocupación inmediata —como la de Cortés

en México— fué la construcción de la capital; quiso

levantar en ella imponentes edificios, un palacio digno

de su gloria, templos, casas, y para ello puso a contribu-

ción a los indios de sus numerosas encomiendas y a los

españoles que poseían nociones de arquitectura. Cua-

trocientos hombres y cuatrocientas mujeres de los pue-

blos cakchiqueles fueron obligados a trabajar en las obras

de la ciudad, y para costear los gastos de la construcción

otros tantos hombres y mujeres debían recoger en los

lavaderos de oro todas las cantidades de metal que su

pobre esfuerzo consiguiera.

Las obras de la ciudad progresaban rápidamente, pero

el carácter de Alvarado no se acomodaba a las labores

tranquilas de la paz. Su espíritu inquieto exigía la

acción, la lucha sin tregua en el campo de batalla. Las

palabras del romance antiguo podían aplicársele con

acierto: sus arreos eran las armas, su descanso el pelear.

Desde su estancia en la Corte de España, en 1527,

había prometido al soberano la construcción de unapoderosa armada para marchar con ella al descubrimien-

to y conquista de nuevas tierras en el Mar del Sur yencontrar lo que en vano buscó el Almirante Cristó-

bal Colón, o sea la ruta directa a las islas del clavo yla canela. Con el pensamiento puesto en esta expedición

acogía a todos los españoles que llegaban de México yde la Tierra Firme deseosos de tomar parte en el descubri-

miento. Con esta gente, decía al Rey en carta del l9 de

septiembre de 1532, que tenía bastante para equipar

la armada, sin que fuera necesario tocar a ninguno de los

134

Page 153: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

que se hallaban establecidos en la provincia. Agrega-

ba que la tierra de su gobernación estaba rica y que a

ella acudían los españoles de todas partes. Los medios

de ganarse la vida escaseaban por entonces en México yen las tierras del sur, y los hombres necesitados o ávi-

dos de hacer fortuna volvían los ojos a Guatemala donde

era fama que abundaba la riqueza y había lugar para

todos. La Audiencia de México se dolía de estt situa-

ción y escribía a la Emperatriz diciendo que "muchas

personas, viendo la poca disposición que hay para tener

de comer, se van a Guatemala."80

La Audiencia de México se oponía a la expedición

proyectada por Alvarado y le había prevenido desde

tiempo atrás "que entendiese en su gobierno y no en

hacer armada ni descubrimiento sin tener licencia para

ello." La Audiencia razonaba con justicia que la go-

bernación se perjudicaba de dos modos: porque el Ade-

lantado dejaba de atender a la pacificación, población

y desarrollo de la tierra, y porque sujetaría a los indios

a excesivos trabajos para el aderezo y despacho de la

armada.

Alvarado no tomó en cuenta la prevención de la Au-diencia, la cual atribuía a "importunación" del Marqués

del Valle, su antiguo jefe, que soñaba como él, en nuevas

aventuras. Cortés, en efecto, le había requerido para

que hicieran compañía "en tierra firme," ofreciéndole

para tal fin muchas de las cosas que con el Rey tenía

capituladas; pero Alvarado no aceptó la propuesta por-

que, según decía, su intención era "no tener compa-

ñero" en servir al soberano. Usando un recurso dilato-

rio muy común en América, el astuto gobernador

suplicó ante Su Majestad de la provisión de la Audien-

cia, diciendo, para justificar su desobediencia, que la

expedición era objeto de consulta con el Rey, la cual

se hallaba pendiente. Puestas las cosas en ese estado, la

80 Del Paso y Troncoso, Francisco, Epistolario de la NuevaEspaña, T. II, pág. 111.

135

Page 154: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Audiencia tuvo que contentarse con recomendarle, ensegunda provisión despachada el 10 de julio de 1532,que en caso que con facultad del soberano partiese conla armada, no llevase en ella a los naturales de la tierra

ni a los españoles que residían y tenían repartimientos enella, pues de otro modo se perdería lo ganado en la colo-

nización.

Sin curarse mucho ni poco de estas prevenciones,

el Adelantado proseguía a paso acelerado los preparati-

vos de la expedición. Desde su regreso de España habíaenviado a un grupo de españoles entendidos a reconocer

la costa del Mar del Sur y buscar un puerto seguro yastillero para construir la flota. Entre los sitios descu-

biertos por ellos escogió como el mejor el puerto de

Iztapa, situado en la costa de dicho mar, en la desembo-cadura de los ríos Michatoya y Achuiat. Según las

descripciones del siglo xvi, poseía aquel lugar muy buenastillero para hacer navios y abundante madera de exce-

lente calidad para tal objeto. Desde la ciudad de Gua-temala se iba fácilmente al puerto recorriendo primeroseis leguas de montaña no muy agria para bajar a la

costa, y diez leguas de tierra llana. En el camino se

hallaban los pueblos de Izcuintepeque, Masagua y Ama-yuca.

81

Los mejores carpinteros de ribera se ocuparon en la

empresa de la fábrica de la flota, ayudados por millares

de indios obligados a estos trabajos bajo el rigor del

ardiente sol de la costa del Océano. No habiendo paso

por agua de mar a mar, todo el herraje, velamen, arma-mentos y demás equipo para el aderezo de las naves tuvo

que conducirse a hombros y espaldas de los indios. Desde

lugares tan lejanos como San Cristóbal de los Llanos,

hizo llevar Alvarado dos piezas de artillería que Cortés

había proporcionado a Diego de Mazariegos para la

81 Relaciones y mapas de los ingenieros Bautista Antonelli yPedro Ochoa de Leguizamón. En La cartografía colonial americana,

por don Germán Alatorre. Sevilla, 1916, cap. IV, págs. 46-57.

136

Page 155: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

conquista de Chiapas. La jarcia y las pesadas anclas via-jaron desde Puerto Caballos y Trujillo en el litoral del

Mar del Norte hasta Iztapa y más tarde al puertode Acajutla.

Mató infinitas gentes con hacer navios —dice el P. Las

Casas— ; llevaba de la mar del norte a la del sur, ciento ytreinta leguas, los indios cargados con anclas de tres y cuatroquintales que se les metían las más dellas por las espaldas

y lomos; y llevó de esta manera mucha artillería en los hom-bros de los tristes desnudos: y yo vi muchos cargados de ar-

tillería por los caminos angustiados.82

Ximénez confirma las sombrías noticias del P. Las

Casas acerca de las actividades de Alvarado:

Empezó —dice— a descubrir astilleros, sacar maderas,

fabricar jarcias, acarrear fierro, sacar brea, conducir piezas

de artillería, todo a costa de los pobres indios, sacándolos de

su patria y llevándolos a partes muy remotas. Mató muchosindios con hacer navios.83

El l9 de septiembre de 1532 escribía Alvarado al

Rey informándole que había construido hasta entonces

un galeón de 300 toneladas que llamó "San Cristóbal,"

que era "la más hermosa pieza que se pudiera hacer en

Vizcaya;" otra nao, la "Santa Clara" muy buena,

de 160 toneladas; la "Buena Ventura" de 150 toneladas;

otra más de 150 toneladas también que se hizo en el

Golfo de Chira y dejó comenzado Pedradas Dávila;

una carabela de 60 toneladas, un patache de 50 y otras

dos carabelas medianas. En ellas decía que llevaría pez,

hierro, jarcia, y velas de repuesto para reparar las naves

que lo necesitaran, y que, para hacer otras más, llevaba

maestros de todos los oficios.8 *

82 Las casas, Destrucción de las indias.83 Ximénez, Historia de la Provincia de S. Vicente de Chiapa

y Guatemala, T. I, pág. 174.84 Carta de D. Pedro de Alvarado al Emperador Carlos V, etc.

En Libro viejo de la fundación de Guatemala, pág. 282.

137

Page 156: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Descubre el Adelantado en esta carta su intención

de ir al Perú y otras tierras aledañas de que tenia exce-

lentes noticias, porque veía que el Gobernador Pizarro

no era bastante a conquistarlas. Observa que con su

armada podía darle socorro y conquistar todo lo demásque por aquella parte hubiese; pero agrega que por

entonces llegaron a Guatemala dos pilotos portugueses

"de mucha experiencia y habilidad en la navegación,"

atraídos por la fama de la armada, y que éstos le dieron

tales y tan buenas nuevas de la Especiería, dondeaños atrás habían navegado, que mudó la voluntad de

ir al Perú, y volviendo a sus proyectos primitivos con-

centraba su atención en preparar la expedición al Orien-

te. Pensaba llevar en ella a quinientos españoles, "muchosdellos hijosdalgos," hechos a las guerras destas partes,

todos armados con armas de España, coseletes, corazas,

cotas: 100 ballesteros, 50 escopeteros, algunos arcabuce-

ros, 100 de espada y rodela y espada de dos manos, 250

piqueros y 50 lanzas para un rápido desembarco yexploración de la tierra. No pensaba llevar caballos,

aunque tenían él y su gente unos doscientos de muybuena calidad.

Las vacilaciones de Alvarado no cesaron con las noti-

cias de los portugueses. La flota estaba terminada yabastecida, pero el Adelantado seguía esperando la vo-luntad del Rey de España y los términos en que dispusie-

ra que se emprendieran las nuevas conquistas.**

. Mientras tanto, y para acabar de confundirlo,tentación ' ii j i i i

de las rique-se£uian llegando las nuevas, exageradas por la

zas del Perú distancia, de la riqueza de las tierras del Perú.

Simultáneamente llegaban también de México

y Yucatán nuevos grupos de españoles que, abandonando

otras empresas, deseaban alistarse en la armada e ins-

taban a Alvarado para que aplazara el viaje a las islas

ignotas de la Especiería y condujera su flota a los reinos

del Perú, presa de fácil alcance y más seguro provecho.

138

Page 157: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Llegó por aquel tiempo a Guatemala un piloto lla-

mado Juan Fernández que había acompañado a Benal-

cázar en la conquista de Quito. Este hombre de marinformó a Alvarado que aquella provincia no habíasido ocupada por Pizarro ni caía en el distrito que le

había sido concedido, y que habiendo sido la antigua

residencia de Atahualpa era muy probable que se en-

contraran en ella los tesoros del Inca. No era menester

mayor encarecimiento para que el codicioso conquista-

dor tomara una decisión definitiva; mudando otra vez

de parecer volvió a sus proyectos de "socorrer" a Pizarro

arrebatándole parte de sus dominios. Reclutó a los últi-

mos soldados prometiéndoles hacerlos ricos hasta el

punto "que pisasen barras de oro," según la frase de Re-mesal, y faltándole todavía algunas provisiones, mandóun navio a Panamá al mando de García Holguín, quien

volvió con ellas y con nuevas aún más sorprendentes de

las riquezas del Perú de que se hacían lenguas los espa-

ñoles de Tierra Firme.

No falta quien diga que García Holguín no se

contentó con desembarcar en Panamá y que siguió na-

vegando a lo largo de la costa pretendiendo llegar al

Perú, pero que la corriente de Humboldt le salió al paso

y lo hizo retroceder. En todo caso, sus informes aviva-

ron el deseo de su jefe de ir a explorar los dominios del

Inca que por una interpretación interesada de la geogra-

fía aseguraba que se hallaban en la esfera de sus pro-

yectados descubrimientos.

En un principio concentró Alvarado su flota en el

que él llama Puerto de Fonseca, en la bahía de este nom-bre; pero habiendo naufragado dos de sus navios en

aquellas aguas, dispuso trasladar los demás al puerto de la

Posesión (más tarde llamado Realejo y hoy Corinto)

en la provincia de Nicaragua.

Hallábase todavía en abril de 1533 en el puerto de

Fonseca, de donde escribía al Emperador informándole

que tenía muy gruesas naos y 200 hombres de caballo

139

Page 158: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

y 500 de pie con los cuales podría poner las reales armasen la China, o en otro lugar más rico y peligroso, a me-nos que le mandase tocar en alguna parte de la Especie-

ría. Pero para llevar a cabo semejante empresa pensaba

tomar el camino más largo, y decía que su intención era

emprender viaje primero al Estrecho de Magallanes yde allí a la China.

85

En esta misma carta se dolía el Adelantado de haber

quedado viudo de doña Francisca y sin heredero, y su-

plicaba al soberano que, puesto que le había casado la

primera vez, le señalara "mujer que salga de su real casa"

o le diera licencia para tomarla.

Largo tiempo permaneció esperando Alvarado en el

puerto de la Posesión la llegada de la resolución del Em-perador respecto a la proyectada expedición al Mar del

Sur. Finalmente recibió aviso de que las gestiones de su

procurador, Gabriel de Cabrera, ante la Corte de Espa-

ña, habían dado fruto, y que desde el 5 de agosto de

1532, en cédula expedida en Medina del Campo, la Em-peratriz había aprobado los términos de la capitulación

que fijaba las condiciones y facultades conforme a las

cuales podía ir a descubrir, conquistar y poblar las is-

las que hallase en la Mar del Sur hacia el poniente de la

Nueva España y cualquier parte de tierra firme que

aún no se hubiere descubierto ni entrara en los límites

de los territorios concedidos a otras personas.86

Esta provisión y capitulación de S. M. llegó a manosde Alvarado cuando se hallaba a punto de embarcarse

con destino al Perú. En carta dirigida al Rey el 7 de

enero de 1534 le informaba que en aquel lugar le alcan-

85 Carta de Alvarado al Rey, del Puerto de Fonseca, 25 de

abril de 1533. En Medina, Colección de documentos inéditos para

la historia de Chile, T. IV, págs. 172-174. Jijón y Caamaño,págs. 53-56.

88 Colección de documentos inéditos del Archivo de Indias,

T. XIV, pág. 537. Libro viejo de la fundación de Guatemala,

pág. 284.

140

Page 159: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

zó el procurador con los reales despachos y que éstos

llegaron con gran oportunidad porque los españoles co-

menzaban a desconfiar del viaje, y él mismo, aunque nolo dice expresamente, había esperado con ansiedad has-

ta ese día la aprobación del monarca a sus proyectos de

descubrimiento y conquista. Libre ya de toda preocu-

pación por ese lado y disipada cualquier duda respecto

a la voluntad real, anuncia que el mismo día en que es-

cribe su carta, parte con la armada compuesta de doce

velas de 60 a 300 toneladas, ocho de las cuales no bajaban

de 100, debidamente provistas de municiones y basti-

mentos "no menos cumplidamente que en Sevilla."

Agrega que van con él 450 españoles, 260 de ellos a ca-

ballo y 100 ballesteros y escopeteros, y el resto de espada

y rodela, más 200 negros esclavos de los españoles.87

Alvarado se cuidaba en esa carta de mencionar a los

indios guatemaltecos que incorporó a su expedición yque jamás volvieron a pisar el suelo patrio, pero esta

omisión fué reparada por los historiadores al narrar el

triste fin de los naturales en las nieves de los Andes. Sin

más ley que su capricho dejaba despobladas las provin-

cias de su gobernación llevando consigo a los españoles

más aguerridos y gran número de artesanos, servidores ynaturales de la tierra. "Sonó lo del Perú, y como fué tan

grande el sonido, capitán y soldados toda [la provincia]

la desampararon," escribía el Obispo Marroquín al Em-perador.

88

El contingente de españoles que Alvarado reclutó

en la ciudad de Guatemala se engrosó con los de SanMiguel, en la provincia de San Salvador, de donde sacó

87 Carta a S. M. del Adelantado don Pedro de Alvarado, de 7de enero de 1534. En Colección de documentos inéditos del Archi-vo de Indias, T. XXIV, pág. 204. Libro viejo de la fundación deGuatemala, págs. 286-288.

88 Carta de D. Francisco Marroquín, primer Obispo de Gua-temala, al Emperador Carlos V. De Guatemala a 17 de agosto de

1545. En The Americas, T. V, N95, Enero de 1949.

141

Page 160: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

a toda la gente para llevarla al Perú, según se dice en la

Probanza de Gonzalo de Armenia, de 1564.89

Acompañaban al Adelantado su hermano Gómez» su

hijo Diego y sus primos Diego y Alonso de Alvarado.

Este último fué más tarde Mariscal en el Perú. Ibantambién el Capitán Garci Lasso de la Vega, que allá casó

con una princesa incaica y fué padre del autor de los

Comentarios reales; Juan de Saavedra, García Holguín,

Luis de Moscoso, Alonso Enríquez de Guzmán, Fran-

cisco Calderón, Rodrigo de Chávez, el Licenciado Cal-

dera, Jorge de Benavides y muchos otros caballeros ysoldados que se habían distinguido en México y Gua-temala.

90

No todos los barcos que llevaba Alvarado en su flo-

ta le pertenecían; algunos eran propiedad ajena que él

tomó con o sin el consentimiento de su dueño. En Ni-

caragua se apoderó de dos navios en que Gabriel de

Rojas se disponía a embarcarse para el Perú llevando

gente, armas y caballos a Pizarro. En el testamento que

en nombre del Adelantado otorgó el Obispo Marroquín

el 30'de junio de 1 542, se dice que Alvarado tomó para su

armada a Juan Rodríguez, vecino de la ciudad de Gua-temala, un navio que tenía en la costa del sur, y no se lo

pagó. En el mismo documento se declara que otro veci-

no de dicha ciudad, Antonio E)iosdado, suministró al

Gobernador de Guatemala un galeón de su propiedad.

Otro navio que en común poseían Santos de Figueroa,

un tal Cisneros y Alvaro de Paz, fué agregado igual-

mente a la flota sin compensación para sus dueños. Dosnaves que se encontraban en el puerto de la Posesión,

una de Hernán de Ponce y la otra del Bachiller Pedro

Bravo y Cristóbal de Burgos, dice Alvarado en la carta

que dirigió al Gobernador de Panamá y que se citará

89 Archivo General del Gobierno de Guatemala.90 Garcilaso de la Vega, Historia general del Perú. Segunda

parte de los comentarios reales de los Incas. Cieza de León, Cró-nica del Perú.

142

Page 161: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

más adelante, que se vio forzado a comprar y fletar por

su cuenta.

Como todos los hombres de su tiempo, Alvarado nodescuidaba las necesidades espirituales de la gente. EnGuatemala dejaba la iglesia bajo la dirección del P. Ma-rroquín para quien había obtenido recientemente la dig-

nidad de Obispo. En la armada llevaba algunos frailes

franciscanos, entre ellos a Marcos de Niza, descubridor

de las fabulosas ciudades de Cíbola, a dos frailes de la

Merced y al Bachiller Pero Bravo, religioso de quien

tenía altísimo concepto y para quien solicitaba en su

carta al Rey la mitra episcopal en las nuevas tierras queesperaba gobernar.

Todavía se demoró la expedición después de escrita

la carta del 7 de enero al Emperador. El 20 de aquel

mismo mes Alvarado dirigía un mensaje de despedida al

Ayuntamiento de Santiago de Guatemala, en el cual el

cortesano Gobernador manifestaba que no había podidodisimular el dolor que le producía su ausencia de la ciu-

dad, cuyo hijo se estimaba; y aprovechaba la ocasión

para rogar que le dispensaran respeto y buena voluntada su hermano y Teniente Jorge de Alvarado, a quien de-

jaba encargado el gobierno.91 Anunciaba en ese docu-

mento que se haría a la vela al día siguiente, pero según

91 Colección de documentos antiguos del Archivo del Ayun-tamiento de la Ciudad de Guatemala, pág. 177. Libro viejo de la

fundación de Guatemala, pág. 288. Como ejemplo típico del estilo

epistolar de Alvarado se reproduce a continuación la carta quedirigió al Ayuntamiento en aquella ocasión y que dice así: "Muynobles Señores.—Es tanto el amor y naturaleza que con esa pro-

vincia he tomado, y especial con esa Cibdad cuyo hijo me estimo,

que aunque he procurado simular el dolor de su ausencia no he

podido. Y puesto que tengo pena y cuidado, hallóme por muy di-

choso en ello, porque he conocido que en cuanto viviere terne

respecto al noblecimiento e utilidad de esa gobernación; y así

llevo esto tan a cargo, como lo principal desta armada y conquista,

que en servicio de S. M. prosigo. Porque, a la verdad, general yparticularmente, desde el mayor al menor, tengo por deudos y ami-gos, y los amo y deseo su bien como el propio. Así pueden ser

143

Page 162: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

otra carta dirigida al Gobernador de Panamá, no partió

del puerto de la Posesión hasta el 23 de enero.92

La expedición a las islas y tierra firme del Mar del Surpartió por fin del puerto de la Posesión, con rumboaparente a los mares desconocidos de la China. En sus

cartas al Emperador, el Adelantado trata de justificar el

inexplicable cambio de ruta que, apartándolo

Expedición radicalmente de su destino del lejano Oriente,al Perú lo condujo al sur del Continente americano.

Asegura que cuando se hizo a la vela dio a los

pilotos la derrota que habían de seguir de acuerdo con la

ciertos que para su bien público mis naos tratarán en sus puertos, yque do yo me hallare y cualquier de vosotros Señores, y dellos

me requirieren, conocerán de mis obras que es no fingido este

proferimiento. Y pues yo forzoso y voluntario quedo obligado una

cosa solamente os suplico, que en esa provincia haya toda concordia

y amor y buen zelo al servicio de S. M. y bien público, como hasta

aquí vuestras mercedes lo han hecho; y que a Jorge de Alvarado mi

hermano y lugar teniente se le tenga el respecto y voluntad que

es razón, y -se conformen con él, por manera que la tierra se

conserve, y la justicia sea favorecida y S. M. servido, y todos hon-

rados y aprovechados, que él terna cuidado de hacer lo mismocon todos. Y yo así se lo encomiendo y escribo, y lo confío del yde vosotros, Sres.; y que así mismo, si algún enojo o agravio general

o especialmente de mí se ha recebido, me perdonen V. mercedes,

certificándoles siempre fué mi deseo de serviros. Yo me hago a la

vela mañana, placiendo a Nro. Sr.; con él quedéis, y su divina Majes-

tad me guíe para que acierte en ensalzamiento de su fe ' cristiana,

y servicio real de Castilla, y bien de sus naturales. Muy grand

merced me harán las vuestras, Señores, se lo supliquéis por vuestra

parte, que mi buen suceso será para vuestro servicio. De la tierra

do Dios me encaminare escribiré a V. mercedes larga relación de

todo, con muestras y fructo della: la misma quiero me deis del estado

en que siempre os halláredes, y de la salud de vuestras muy nobles

personas, las cuales con mayor estado acresciente Ntro. Sr., como V.

mercedes desean. Deste puerto de la Posesión 20 de enero de 15 34.

A lo que V. mercedes mandaren.—El Adelantado.92 Carta del Adelantado don Pedro de Alvarado al Goberna-

dor de Panamá don Francisco de Barrionuevo, 10 de marzo de

1534. Libro viejo de la fundación de Guatemala, pág. 290.

144

Page 163: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

comisión de S. M. y la capitulación ajustada para ir enbusca de las islas de la Especiería, y que en esa formasiguieron navegando hacia el poniente y anduvieron casi

cuatrocientas leguas; pero "las corrientes fueron tan

grandes y los tiempos tan contrarios," que lo obligaron

a "ir a reconocer la tierra del Perú." "Salí con diez

naves, 600 hombres de mar y tierra y 223 caballos—dice

Alvarado en su carta del 15 de enero de 1535— y al

cabo de treinta y tres días que anduve por la mar medieron tiempos tan contrarios que me hicieron decaer

en esta gobernación de Pizarro."

Luego refiere que para aligerar las naves tuvo nece-

sidad de arrojar al mar noventa caballos y quebró an-

tenas y aparejos. El 25 de febrero desembarcó en la

playa de Caraque, de donde despachó los buques vacíos

rumbo al sur para que recorrieran el litoral, con la in-

tención de hacerse nuevamente a la vela después de atra-

vesar la gobernación de Pizarro.93 De los términos de

la carta al Gobernador de Panamá se deduce que Alva-

rado envió algunas naves a aquella ciudad a traer a "mu-chos fijos-dalgos, personas de bien, detenidos por falta

de naos," para agregarlos a su ejército.

Una vez en tierra Alvarado organizó su ejército yemprendió la marcha al interior en busca de la ciudad

de Quito donde le habían asegurado que encontraría el

tesoro del Inca, libre hasta entonces de las garras de los

93 Carta de Pedro de Alvarado al Emperador Carlos V fecha

en el puerto de San Miguel a 15 de enero de 1 53 S. Col. Muñoz,T. LXXX. Libro viejo de la fundación de Guatemala, págs. 294-296.

En la "Información hecha en Santiago de Guatemala en 15 36 sobre el

concierto celebrado entre el Adelantado D. Pedro de Alvarado yel Mariscal D. Diego de Almagro para el descubrimiento y con-

quista de tierras," varios testigos (entre ellos Juan de Alvarado)

declararon que Alvarado había dado orden a los pilotos de la arma-

da para que tomaran el rumbo del S.O., de manera que no pudieran

llegar a tierras del Perú; pero que habiéndoseles acabado el agua

hasta el extremo de tener que echar al mar más de sesenta caballos,

"le fué forzado arribar e arribó a la costa del Perú." Medina,

Col. de docs. inéditos para la hist. de Chile, T. VI, pág. 64.

145

Page 164: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

europeos. Para lograr este objeto el ejército tuvo queinternarse por tierras desconocidas y ascender desde la

costa hasta las montañas del interior a través de un pais

desierto y lleno de peligros. Caminando por las selvas

tropicales de la costa, a través de pantanos y ríos,

y escalando después las altas sierras, dice Alvarado queencontró "pueblos no sabidos" de gente montaraz, yque tuvieron que abrirse paso "a espada y a manos"por espacio de más de ciento sesenta leguas. "Tardé en

atravesar la montaña —dice— siete meses, y al cabo

di en una tierra alta y sin arboleda, tan fría que no se

podía sufrir."

La gente sufrió durante este viaje incontables pena-

lidades, falta de alimento y expuesta a los rigores del

calor y del frío. Muchos hombres enfermaron de una

dolencia tan grave "que a otro día que les daba la prime-

ra calentura, morían, y algunos que escapaban perdían

el juicio." Alvarado refiere que murieron de esta suerte

ochenta hombres, que otros muchos se salvaron, y que

él mismo fué atacado de la epidemia y estuvo a punto de

morir. "A mí me dio tan recia enfermedad —dice

literalmente— que al segundo día estuve desahuciado ymás de diez días que me duró corrí mucho peligro de la

vida."

A las calamidades sufridas por los expedicionarios se

agregó una lluvia de ceniza, o "de tierra muy menuda ycal que se averiguó salía de un alto volcán que hay enci-

ma de Quito."94 Humboldt opinaba que este volcán

debía haber sido el Cotopaxi. La lluvia de ceniza no podíacausarles mayor daño material, pero sí ha de haber-

les causado temor y no pequeña aprensión. El ejército

continuó su marcha por tierra más llana y encontróalgunos pueblos pequeños cuyos habitantes, aunque de

aspecto salvaje, mostraban cierta riqueza, pues los hom-bres y mujeres principales traían joyas de oro y plata y

94 Agustín de Zarate, Historia del descubrimiento y conquista

de la Provincia del Perú.

146

Page 165: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

algunas piedras. Los españoles se apoderaron de las joyas

y el oro que no tardaron en perder más adelante, algunoscon la vida. Los indios de aquellas comarcas vivían enpueblos apartados, sin noticia unos de otros ni comuni-cación entre ellos; no podían entenderse entre las tribus

porque hablaban lenguas diferentes, y sus ritos y costum-bres eran asimismo diferentes. En su ignorancia y aisla-

miento no podían dar a los españoles información alguna

que los orientara respecto a su viaje y les hiciera saber

donde se hallaban. Lo único que Alvarado pudo averi-

guar fué que aquellas gentes no habían visto cristianos

hasta entonces, ni habían oído hablar de ellos. La tierra

era evidentemente nueva e inexplorada.

En la Información que a pedimento de Almagro se

hizo en San Miguel en octubre de 1534, varios testigos,

incluyendo al Bachiller Pero Bravo, "provisor en las pro-

vincias de Nicaragua," y a otros miembros de la ex-

pedición de Alvarado, declararon que este jefe y sus

capitanes, en su marcha de Puerto Viejo a la provincia

de Quito, habían saqueado las casas de los indios y se

habían apoderado en ellas de hombres y mujeres lleván-

dolos hacia el interior atados y con cargas a la espalda,

dejando la costa despoblada. Declararon también quetodos los indios perecieron en el camino, que los españo-les mataron a muchos de ellos y que Alvarado ahorcó al

cacique de Manta sin razón ninguna y aperreó y que-mó a otros indios principales.

95Descontando cualquier

exageración que pudiera haber en la pintura de este

cuadro trazado en los dominios de Almagro, la conductaanterior de Pedro de Alvarado en México y Guatemalada fundamento bastante para prestar crédito a la som-bría narración de su paso por los pueblos del norte del

Perú.

Escalando las montañas que forman hoy el territorio

95 Información hecha a pedimento de Almagro contra Al-

varado. Col. de docs. inéditos del Archivo de Indias, T. X, págs.

152-237. Medina, Col. de docs. para la hist. de Chile, T. IV,

págs. 244-306. Jijón y Caamaño, págs. 113-164.

147

Page 166: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

de la República del Ecuador, llegó la expedición a unaalta serranía cubierta de nieve. El capitán Diego de Al-

varado, por orden de su jefe, se aventuró con parte

de la gente por un desfiladero, y al cabo de seis leguas de

penosísima marcha llegó a un pueblo, no sin perder

entre el frío y la nieve algunos de sus compañeros.

Desafiando por su parte la inclemencia del tiempo, el

Adelantado tomó el mismo camino con el resto del ejér-

cito. La nieve caía en grandes copos que cegaban a los

hombres; a los indios y a los españoles que iban a pie

se les helaban los miembros y unos y otros iban cayendoa lo largo de la ruta. "En la pasada de un puerto [o paso

de montaña] —dice Alvarado— fué tanta la nieve que

cayó sobre nosotros que estuve en tiempo de perder-

me . . . perdí seiscientas ánimas de cristianos y gente de

servicio, aunque los españoles no fueron muchos." Enotro lugar dice que dieron en un puerto "adonde hizo

tanta ventisca de nieve y granizo y tan grandes hielos

e fríos que se me helaron e murieron más de nueve

hombres e mujeres españolas e casi todos los negros yotra gente de servicio y algunos caballos." El cronista

Herrera hace subir el número de los muertos a quince

castellanos, seis mujeres españolas, muchos negros y dos

mil indios. A estos infelices no los menciona Alvarado

en sus cartas porque sigue ocultando el hecho de que,

a pesar de habérselo prohibido la Audiencia de México,

llevó en su expedición a los naturales de Guatemala, yque todos se perdieron en lejanas tierras.

En una página clásica, Herrera describe el paso de la

expedición por las montañas del Ecuador, de la manera

siguiente:

Pedro de Alvarado se metió por aquellos puertos donde

ventaba y nevaba con mayor rigor que cuando Diego de

Alvarado los pasó, y como los indios de Guatemala y los

de la tierra que llevaban son de flaca complexión, con aque-

llos grandes hielos perecían quemándoles la nieve los ojos,

perdiendo dedos y pies y algunos enteramente quedaban he-

148

Page 167: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

lados. Los castellanos, gente robusta, pasaban bien. Llegada

la noche fué doblado el tormento y la angustia sin fuego ni

abrigo salvo algunas tiendas, sin ningún consuelo, heláronse

algunos negros, indios e indias. El Adelantado, hombre am-biciosísimo, se vio muy apretado y bien arrepentido de ha-

ber emprendido la jornada a la cual le llevó su ambición. .

.

Quando salieron de las nieves iban todos como difuntos.96

En aquellos desfiladeros perdió la gente todo lo quellevaba. "No hubo hombre —dice Alvarado— que esca-

pase bastimento, ni ropa, ni oro ni plata, e así lo que se

había recogido lo dejé en el puerto a quien lo quisiese

tomar, que harto teníamos con salvarse cada uno."

Cansados, ateridos, muertos de hambre, hallaron por fin

aquellos hombres, después de la tormenta, algunos

pueblos de indios donde se rehicieron y repusieron sus

fuerzas al cabo de algún tiempo.

Reanudando la marcha poco después, el capitán que

iba de descubierta dio con un camino muy ancho y muyllano, parte del afamado sistema de calzadas de los incas,

y siguiendo por él se sorprendió de ver huellas frescas de

caballos. Dando espuela a los suyos alcanzó a corta

distancia a ocho jinetes que formaban parte de un pe-

lotón destacado por Diego de Almagro. "Siguiendo mijornada adelante —dice Alvarado— hallé rastros de

caballos y los pueblos quemados y despoblados, en lo cual

conocí que había españoles en la tierra." Las señas eran

infalibles, y la intención no ha de haberse ocultado al

experto conquistador. Evidentemente, los españoles del

Perú se habían anticipado a las intenciones de los invaso-

res y les salían al paso, no sin asolar antes el territorio

para obligarlos a entenderse con ellos.

En efecto, Pizarro, que se hallaba en el Cuzco enten-

diendo en la pacificación de aquel lugar, tuvo noticia dela llegada de Alvarado por Gabriel de Rojas, a quien

éste había despojado de sus navios en Nicaragua, y or-

96 Antonio de Herrera, Historia general de los hechos de los

castellanos. Década V, Libro VI.

149

Page 168: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ganizó la defensa dirigiéndose personalmente a ocuparla costa marítima para evitar un desembarco de la fuerza

enemiga, y mandando a Almagro que se encaminara "a

toda furia" a la provincia de Quito cuyo rumbo sabia

que había tomado Alvarado. Sebastián de Benalcá-

zar, que se hallaba en San Miguel y tuvo noticias pare-

cidas, se anticipó con su gente de guerra y al llegar

Almagro a las alturas de Quito se unieron ambos capi-

tanes para presentar al invasor un cuerpo de ejército

respetable e impedirle que realizara sus propósitos.97

El

tesoro de Atahualpa puso en movimiento a todos aquellos

hombres ambiciosos, y por un momento la conquista

de América entró en receso mientras los valientes capi-

tanes resolvían sus diferencias.

Los dos ejércitos se avistaron en las llanuras que ro-

deaban a la ciudad indígena de Riobamba, y estuvieron

a punto de atacarse. Almagro tenía la ventaja en aquel

momento de contar con gente descansada y conocedora

del país. La gente de Alvarado, aunque provista de

superior armamento, no se hallaba en condiciones

de desenvainar la espada contra sus compatriotas. Alma-gro, además, poseía de momento un arma secreta de

grandísimo valor. La gente de Alvarado iba —comodice el conquistador— tan fatigaba y perdida de los

trabajos pasados, que a Almagro le fué fácil ganar la

voluntad de la mayor parte y atraerlos mañosamentea su causa mediante dádivas y ofertas halagadoras.

Muchos de los hombres desertaron directamente del

ejército de Alvarado y los demás mostraban en su

decaimiento y desgano los efectos de las maniobras de Al-

magro.

El Adelantado estaba al tanto de todo, y compren-diendo que no podría pasar adelante hacia la realización

de sus planes, optó por entrar en pláticas de paz y sacar

el mejor partido posible de la situación. Entabladas las

97 Cieza de León, La conquista del Perú, pág. 395.

150

Page 169: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

pláticas convino con Almagro en venderle sus navios

con la artillería y otras armas y cuanto en ellos llevaba,

sus esclavos, caballos y aderezos de ya persona y casa

"por precio e quantía de cien mil pesos de buen oro de a

quatrocientos cincuenta maravedís cada peso/' El con-

venio fué firmado el 26 de agosto de 1 534 en Riobamba,

donde Almagro acababa de fundar una ciudad que llamó

Santiago de Quito. Objeto de la venta fueron el galeón

San Cristóbal, las naves Santa Clara, La Buenaventura

y La Concepción y otros dos navios llamados San Pedro ySantiago.

En el mismo lugar e idéntica fecha el Adelantado

declaró traspasar y ceder al Gobernador don Francisco

Pizarro y al Mariscal don Diego de Almagro "todas e

cualesquiera mercedes contenidas en la capitulación

hecha con S. M. para descubrir y gobernar los territo-

rios descubiertos en las islas e costas de la Mar del Sur."9Í

Antonio de Herrera, bien enterado de la situación de

aquellos tiempos en los dominios del Rey de España,

dice, en el lugar anteriormente citado, a propósito del

desenlace de la aventura del Adelantado en las tierras

de los Incas:

Alvarado había salido de Guatemala contra la voluntad

de la Audiencia Real y del Obispo don Sebastián Ramírez.

Temía se le hiciera cargo de cualquier escándalo, especialmen-

te de los muchos indios que contra las leyes y órdenes par-

98 Comparecieron como testigos en estos actos el Licenciado

Hernando Caldera, el Capitán Sebastián de Benalcázar, el Capitán

Ruy Díaz y Juan de Espinosa. El contrato de venta de la flota

puede verse en el Libro viejo de la fundación de Guatemala,

pág. 293. Los dos convenios firmados por AlvaraJo y el poder otor-

gado por él el 27 de agosto de 1534 en Santiago de Quito a favor

de Pizarro y Almagro facultándolos para recibir la flota se con-

servan originales en la Biblioteca del Congreso de Washington yhan sido publicados en castellano y en inglés en The Harkness

Collection in the JJbrary of Congress. Documents from early Perú

1531-1178, págs. 11-18.

151

Page 170: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ticulares de la Audiencia había sacado de Guatemala. Por

esto y porque reconocía hallarse dentro de jurisdicción ajena,

prefirió entrar en arreglos con Almagro. Este le pedía que

dejase la gente y los navios en el Perú y se volviese a su gober-

nación pagándole 120,000 castellanos por los gastos que había

hecho y en precio y paga de la armada. . . Con muy suaves

palabras [Alvarado] dijo a su gente que había aceptado aquel

medio por no deservir al Rey. . . y por el bien general de aquel

ejército y que se debían contentar y alegrarse. Algunos se

alegraron de quedarse, otros no quisieran hacerlo, pero siguie-

ron a los demás. Almagro y sus agentes les habían hecho gran-

des ponderaciones de las riquezas del Perú que no había más

que coger con las manos."

Garcilaso de la Vega hace subir también a 120,000

castellanos lo que Alvarado recibió a cambio de la flota

y de su retirada del Perú; pero como se ve por el con-

trato firmado en Santiago de Quito el 26 de agosto de

1534, el precio fijado fué de 100,000 pesos que Almagrose comprometía a pagarle dentro de tres meses en la

provincia de Jauja o en la villa de San Miguel.

A los agravios que Alvarado dice que le hicieron en

el Perú añade en carta a S. M. fechada en Guatemala el

20 de noviembre de 1535, que Almagro le ganó al juego

13,500 pesos de oro que él le pagó dándole ciertos ne-

gros, caballos, yeguas, vestidos y aderezos de caza que

valían mucho más, y que esto no obstante, Almagro se

los descontó de la suma que había quedado de darle

por los navios, "por manera que él se pagó dos veces."

Del mismo modo Pizarro se quedó con una ropa dé mar-

tas que valía dos mil ducados sin pagarle cosa ninguna

por ella.100

,

En su carta del 12 de mayo de 1535 Alvarado in-

formaba al Rey que cuando él salió del Perú dejando

su flota y ejército en poder de Pizarro, Almagro que-

daba de partida sin licencia de S. M. para ir a conquistar

99 Herrera, lugar citado.100 Libro viejo de la fundación de Guatemala, págs. 312-317.

152

Page 171: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

la tierra que a él (Alvarado) le tocaba poblar; pero queno sabía como podría salir con la empresa dada su pocaexperiencia en tales cosas. Por lo visto, Alvarado noestaba conforme con la cesión que en instrumento pú-

blico hizo a los conquistadores del Perú de la capitula-

ción celebrada para el descubrimiento y población de las

tierras del Mar del Sur. Probablemente pensaba no estar

obligado a respetarla por haberle sido arrancada por la

fuerza de las circunstancias. Además, estaba seguro de

que ni Almagro ni Pizarro eran hombres bastantes para

emprender tan arriesgada expedición. En todo caso, ypara ponerse a salvo de las pretensiones de Almagro,

Alvarado pedía al Rey en la carta mencionada que no le

concediera al Mariscal la gobernación que solicitaba de

las partes que el Adelantado iba a conquistar, ni permi-

tiera que le quitara a él lo que por la capitulación le

pertenecía y le costaba gastos y disgustos.101

Saliendo de la ciudad de Quito, Alvarado y Almagrose dirigieron a la ciudad de Jauja donde los esperaba Pi-

zarro. Los dos grandes conquistadores se entrevistaron

cordialmente y han de haber tenido mucho que contarse

respecto a sus campañas y aventuras. Viniendo a lo prin-

cipal, Pizarro aprobó el convenio celebrado en Quito yel pago de la suma estipulada, pero, después de exigir la

entrega hasta de la última pieza del equipo de Alvarado,

lo obligó a regresar solo a su gobernación en uno de sus

propios navios y sin licencia de tocar en Panamá, te-

miendo que de allí fuese a dar cuenta al monarca del tra-

tamiento que había recibido. El capitán del barco re-

cibió secretamente la orden de no detenerse hasta dejar

al viajero en la Provincia de León de Nicaragua. Alva-

rado viajó solo porque no permitieron que le acompañara

ninguno de los españoles que había llevado al Perú yque deseaban regresar con él a Guatemala.

El orgulloso conquistador que con tanta pompa yentusiasmo se hizo a la vela un año antes con destino

101 Libro viejo de la fundación de Guatemala, págs. 298-308.

^ 153

Page 172: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

a las fabulosas tierras e islas de la Mar del Sur, sufrió en

el Perú toda suerte de humillaciones, perdió su flota y su

ejército y volvió tristemente y sin gloria a su capital

de Santiago de Guatemala el 20 de abril de 153 5. "Suexpedición al Perú — -dice Prescott— fué eminentemen-

te característica de aquel hombre. Fundada en la in-

justicia, fué dirigida temerariamente y terminó en

desastre."

En efecto, el Gobernador de Guatemala no tuvo en

su vida aventurera mayor fracaso que el de la expedi-

ción al Perú. Desobedeciendo las prevenciones de la

Audiencia de México, interpretando a su antojo la ca-

pitulación con el Emperador, desoyendo las instancias

de los Oficiales Reales de Guatemala, se lanzó a una em-presa notoriamente injusta que, en el mejor de los casos,

no habría servido más que para provocar la desaproba-

ción de la Corona y hacerle caer definitivamente en

desgracia. El audaz capitán ha de haber pesado el pro yel contra de su atrevida empresa, pero dominado por

completo por la codicia del oro, determinó arrebatar a

Pizarro las riquezas de los incas y no vaciló en abando-

nar y despoblar la gobernación de su cargo gastando una

fortuna en buques, armas y pertrechos. Se apoderó de

naves ajenas que no pudo pagar en todos los días de su

vida, sacrificó a millares de hombres, principalmente

a infelices indios que perecieron en los trabajos de cons-

trucción de la armada o dejaron los huesos entre las

nieves de los Andes, y a cambio de todo esto tuvo que

ceder su ejército y sus naves a los conquistadores del Perú

por una suma de dinero que no alcanzaba a cubrir sus

pérdidas ni mucho menos a satisfacer su ambición ni

su orgullo de conquistador de mar y tierra.

Alvarado volvió a su gobernación sin entusiasmo.

Encontró a los indios de la provincia "algo altera-

dos" después de haber dado muerte días antes a ciertos

españoles, por lo cual recibieron el correspondiente

154

Page 173: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

castigo. El Cabildo y los Oficiales Reales lo acogieron

con muestras de respeto, pero le intimaron que Nuevosno debía pensar en ausentarse nuevamente de proyectos

su gobernación, y que si tal hacía, acudirían en & descubrí-

queja a Su Majestad.102 miento

El Cabildo acababa de escribir al soberano ponde-rando las prendas personales de Jorge de Alvarado ysuplicando que le hiciese merced, en propiedad, de la

gobernación de la provincia. El Rey contestó un añodespués diciendo que ya había dado orden al Adelantadopara que volviese a su puesto.

103Efectivamente, desde

el 8 de marzo de 1533 la Reina había prohibido al audazconquistador que entrase en las tierras concedidas a

Francisco Pizarro. Y en otra cédula fechada en Valla-

dolid el 19 de julio de 1534, el Rey le ordenaba salir de

toda la costa desde Panamá hasta el Estrecho de Maga-llanes, y que se fuese al descubrimiento de las islas ytierras del poniente, o bien se volviese a la gobernación

de la provincia de Guatemala. Al mismo tiempo el so-

berano comisionaba al Gobernador de Tierra Firme

(Panamá) , Francisco de Barrionuevo, para que se tras-

ladase con vara de justicia a la provincia del Perú ynotificara a Alvarado la orden de salir de aquellos te-

rritorios. En caso que Alvarado no cumpliese, y viere

que andaba poniendo algunas dilaciones, Barrionuevo

debía hacerle "prender el cuerpo" y proceder contra él

y sus tenientes.10*

102 Carta de Pedro de Alvarado a S.M. de 12 de mayo de 153 5.

103 Real Cédula de V de mayo de 1556. En Recopilación detodas las provisiones, cédulas y cartas de S.M. enviadas a los Gobier-nos desta Provincia de Guatemala y a la Real Audiencia desde su

fundación. Archivo General del Gobierno de Guatemala.104 Colección de documentos inéditos para la historia del Perú.

I. Cedulario del Perú. Tomo I (1529-1534). Lima, 1944, págs. 114,212-214. También en Monseñor Federico Lunardi, La fundaciónde la Ciudad de Gracias a Dios y de las primeras villas y ciudades deHonduras. Tegucigalpa, 1946.

155

Page 174: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Como se ha visto, no fué necesaria la intervención

del Gobernador de Tierra Firme, y es probable que los

reales despachos en que se le daba tan molesto encargo

no hayan llegado a sus manos hasta después de haberse

embarcado el Adelantado de regreso para Guatemala.

Conformóse por el momento el inquieto capitán con

el descanso a que le obligaban las circunstancias, pero

su imaginación siguió trabajando y dándole vueltas a su

tema favorito del descubrimiento y conquista de las

lejanas tierras de la Especiería. Esta obsesión no había

de abandonarlo hasta la hora de su muerte. En su carta

al Emperador, de 12 de mayo de 153 5, expone otro

plan de mayor envergadura para la expedición a la Chi-

na. Convencido de que en América no era posible cons-

truir embarcaciones de mayor calado y fortaleza capaces

de dominar las tormentas del Mar del Sur y desafiar los

peligros de aquel mundo desconocido, proponía a S. M.que se fabricaran en España "seis o siete naos gruesas

bien artilladas y enjarciadas y marinadas, y con muchobastimento y para muchos días," en las cuales se embar-

caran hasta 700 hombres, y que, atravesando el Estrecho

de Magallanes, siguieran navegando hasta encontrar "al-

guna isla o tierra firme de la otra costa de la Especiería."

Estableciendo en ese punto su base de operaciones, se

enviarían algunas de las naves a las costas de la NuevaEspaña y las provincias vecinas para informar en dónde

se hallaban poblados y para recoger cantidad de caba-

llos, dos mil hombres más que estarían listos para em-barcarse, y los bastimentos de refresco, y otros navios

que irían a reunirse con la armada en el lugar donde se

hallara. Reunidos todos allá se concertarían para enviar

a descubrir "por diversos rumbos y vientos las Islas de la

Especiería y Maluco, [y] a buscar todo lo demás que

en esa mar está por descubrir."

Alvarado ofrecía ir en persona a la expedición y se

obligaba a poner a sus expensas 700 arcabuceros en la

costa de la Especiería. Para ello no necesitaba otra cosa

156

Page 175: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

que el consentimiento del Soberano y su licencia para

ir a España a entender en el despacho de la armada.

Ofrecía, además, llevar a la Corte 70,000 ducados que

le quedaban, en oro y plata, y gastarlos en lo más nece-

sario para la ejecución de la empresa.

Mientras el Adelantado soñaba con esta expedición

que lo llevaría otra vez muy lejos de su ínsula, la Au-diencia de México, enterada de su regreso del Perú, de-

cidía enviar a uno de sus miembros a tomarle cuenta de

sus actos. Fué escogido para tal fin el Licenciado donAlonso de Maldonado, natural de Salamanca, Oidor

de aquella Audiencia, el mismo que andando los años

había de desempeñar el cargo de Gobernador de Guate-

mala y Presidente de la Audiencia que se llamó de los

Confines. El Licenciado Maldonado se trasladó a la ca-

pital del reino en los últimos meses de este año de 1535

y abrió el juicio de residencia invitando a presentarse

ante él a todos los que tuvieren demanda civil o criminal

o queja de cualquier naturaleza contra el Gobernador

don Pedro de Alvarado.

En su carta al Consejo de Indias, fechada en Gua-temala el 20 de noviembre de 1535, revela el astuto

Gobernador que al saberse en la ciudad la próxima lle-

gada del juez de residencia, sus acreedores se pusieron

en movimiento reclamando sus dineros, y que él les pagóa todos para evitar tener que hacerlo con costas "y para

que el Oidor tuviese menos que hacer." La residencia

duró cincuenta días, durante los cuales, como era de ley,

el Adelantado estuvo suspenso en sus funciones de 'Go-

bernador y permaneció en la ciudad de Santiago a la

orden del juez. Al final de ese tiempo, el Oidor se volvió

a la ciudad de México "sin hacer cosa alguna."10 *

105 Colección de documentos inéditos del Archivo de Indias.

T. XXIV, pág. 236. Libro viejo de la fundación de Guatepiala,

págs. 312-317. La fecha de esta carta está equivocada en estas dos

publicaciones y se da como del año 1536, pero en el documentooriginal del Archivo de Indias aparece claramente como del año153 5. En noviembre de 1536 Alvarado navegaba rumbo a España.

157

Page 176: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

En su citada carta trataba asimismo el Adelantado

del difícil problema de las comunicaciones de la pro-

vincia y la necesidad de proveerla de un puerto en el

Mar del Norte que la pusiera en condiciones de recibir

las naves de la metrópoli. Por una real provisión se le

había mandado que fuese en persona a buscar un puerto

en dicho mar y poblase en él una villa, a donde pudieran

arribar las naves. Advertía, sin embargo, en dicha carta,

que entre la gobernación de Honduras y la de Cozumel,

o sea Yucatán, se encerraba toda la costa del Mar del

Norte que confinaba con la gobernación de Guatemala,

de manera que no podía cumplir la real orden sin en-

trar en los límites ajenos. En vista de esta situación

pedía que se le enviasen las órdenes necesarias, y mani-

festaba que, al tenerlas, buscaría el puerto, y que ha-

llándolo con las disposiciones convenientes, poblaría una

villa, que sería cosa de mucho provecho por la breve

navegación desde la Isla Española y la Isla de Cuba a

aquella costa del norte. La real provisión, extendida en

los términos que pedía el Gobernador de Guatemala, fué

despachada el 16 de febrero de 1536, pero cuando se

recibió en Santiago, Alvarado se había marchado para

España, y el problema de la conquista del Mar del Norte

y fundación del puerto permaneció sin solución hasta

después de la muerte del Adelantado.

Las reiteradas instancias del Ayuntamiento de la Ciu-

dad de Guatemala para que se proveyera a la provincia

de una salida adecuada al Mar del Norte tuvieron al fin

resultado favorable. El soberano expidió el 20 de julio

de 1 532 una cédula en que facultaba a Pedro de

Conquista Alvarado para que pudiera ir a conquistar yde Honduras pacificar el Puerto de Caballos y Valle de Naco

de la vecina provincia de Honduras, por dondehabría de hacerse fácilmente el comercio con España.

Alvarado no hizo uso de esa licencia porque toda su

atención estaba concentrada por entonces en el proyecto

158

Page 177: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

de descubrimiento y conquista de las tierras e islas del

Mar del Sur y la expedición al Perú.

En ausencia del Adelantado, su hermano y Teniente

de Gobernador, Jorge de Alvarado, despachó a aquella

conquista al capitán Cristóbal de la Cueva. Este capitán

llegó al Valle de Naco el 19 de febrero de 1535 y en-

contró en él a un grupo de españoles al mando del Con-tador Andrés de Cereceda, que estaba encargado de la

gobernación de Honduras por muerte de Diego de Albí-

tez. De la Cueva declaró el objeto de su llegada de

acuerdo con la cédula de 1532, pero Cereceda se opuso

a sus pretensiones sosteniendo ser él el Gobernador de

la provincia y no Alvarado, y presentó una provisión

del Emperador fechada en Madrid el 28 de enero de

1533, por la cual se mandaba a Diego de Albítez que

conquistara el Puerto de Caballos y Valle de Naco "aun-

que lo haya cometido a don Pedro de Alvarado, Gober-

nador de Guatemala." Y yendo más lejos, Cereceda

pretendió obligar al de la Cueva a poblar con su gente

en el lugar donde se hallaba, sometiéndose a su autori-

dad. Negóse a esto Cristóbal de la Cueva diciendo que

él no reconocía como su juez y señor más que a Jorge

de Alvarado; que éste lo había mandado a poblar una

villa donde más conviniera al servicio de S. M. y que

así lo iba a ejecutar.106

El historiador Antonio de Herrera dice que Cere-

ceda y de la Cueva convinieron en unir sus fuerzas para

pacificar la zona de Puerto de Caballos y explorar la

región del Golfo Dulce, y que su primera campaña iba

a ser contra Zozumba, un poderoso cacique que diez

109 Testimonio de requerimientos y autos dictados con motivode ellos en virtud de lo ocurrido entre don Cristóbal de la Cueva, Ca-pitán del Gobernador de Guatemala, y don Andrés de Cereceda,Gobernador de Honduras. Archivo General de Indias. Patronato.Leg. 180. Publicado en Arbitraje de límites entre Guatemala y Hon-duras. Anexos al Alegato de Guatemala , Washington, 1932. AnexoN9

2. 2» ed. Guatemala, 1932.

159

Page 178: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

años antes había capturado a una española natural de

Sevilla y la tenía desde entonces por mujer.107

Lo cierto es que el convenio entre los dos jefes no se

llevó adelante, y Cristóbal de la Cueva abandonó el Valle

de Naco y se dirigió con su gente a la costa del Mar del

Sur donde fundó una villa de españoles.108

107 Herrera, Década V, Lib. IX, cap. IX.108 Se ha aceptado hasta hoy el dicho de Juan López de Ve-

lasco, quien, en su Geografía y descripción universal de las Indias,

consigna que Cristóbal de la Cueva fundó la villa de Jerez de la

Frontera de la Choluteca. Sin embargo, en la Probanza de Gonzalo

de Armenia, de 1564, que se conserva en el Archivo General del

Gobierno de Guatemala, se dice que Armenia fué con don Cristó-

bal de la Cueva a conquistar la provincia de Cabo de Honduras,

y que luego marcharon a conquistar la villa de San Miguel (hoy

perteneciente a la República de El Salvador) que estaba despoblada

y la había despoblado el Adelantado don Pedro de Alvarado, ydichos Cristóbal de la Cueva y Armenta y los demás que con él

iban la poblaron, edificaron y conquistaron y pacificaron, reducien-

do, además, a los pueblos de la comarca.

El Tesorero de la ciudad de Guatemala, Francisco de Castella-

nos, declaró en la Información de sus méritos y servicios, del año

1560, que el año de 1542 el Licenciado don Francisco de la Cueva,

que a la sazón gobernaba la provincia, envió desde dicha ciudad a

un español que se llamaba Juan de Mendoza a poblar la provin-

cia de la Choluteca, en la cual pobló una villa que se llama Jerez

de la Frontera. Archivo General del Gobierno de Guatemala.

En la "Información sobre el entronque de los cuatro hijos de

don Manuel Alvarado y Guzmán, descendiente del Adelan-

tado don Pedro de Alvarado," se dice también "que dicho don Fran-

cisco de la Cueva, siendo Teniente de Gobernador y Capitán General

de Guatemala, en virtud de comisiones que dio, hizo poblar la

Villa de la Choluteca y San Jorge del Valle de Olancho." Boletín

del Archivo General del Gobierno de Guatemala. Año I, N92..

Enero, 1936, pág. 84. De acuerdo con estos testimonios, resulta

ser el Licenciado don Francisco de la Cueva y no su homónimoCristóbal de la Cueva, el fundador de la Villa de Jerez de la Cho-

luteca. Es posible que esta confusión haya nacido del hecho que

Cristóbal de la Cueva era en 15 53 vecino de la ciudad de Xerez

de la Frontera y sostenía pleito con el Adelantado Francisco de

Montejo sobre los tributos del pueblo de indios de Tecurucelo. Ar-

chivo General de Indias de Sevilla. Indiferente General. Leg. 1033,

160

Page 179: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Cereceda continuó en posesión del Valle de Naco,aunque en circunstancias precarias por la destrucción de

la tierra y la extinción de sus habitantes indígenas.

Mientas tanto el Adelantado Francisco de Montejo,

Gobernador de Yucatán, había sido nombrado Gober-nador de Honduras, pero seguramente informado de la

situación en que se encontraba esta provincia, propuso

cederla a Alvarado a cambio de la gobernación de Gua-pas. Alvarado, que se hallaba en Guatemala, no le dio

respuesta alguna, aunque luego le escribió pidiéndole

cierta artillería que tenía en Tabasco y que probable-

mente necesitaba para armar una de las naves con quepensaba ir por fin a la Especiería.

La situación de los españoles en el Valle de Nacoempeoraba cada día, y como último recurso, antes de

abandonar el lugar, Cereceda dispuso pedir auxilio a Al-

varado. El Tesorero Diego García de Celis se dirigió

con ese objeto a Guatemala a fines de 1535; pero el

Adelantado, que estaba muy ocupado con la armadadel Mar del Sur, no se mostró muy deseoso de auxiliar

a los españoles de Honduras, no teniendo ningún dere-

cL al gobierno de aquella provincia. Recordando, sin

embargo, la propuesta de Montejo, le escribió a Méxicoaceptando el partido, pero Montejo había recibido entre

tanto orden del Rey para trasladarse a Honduras, y con

ese motivo había realizado cuanto tenía en la capital de

la Nueva España y estaba alistándose para el viaje. Así lo

informó al Virrey y ambos escribieron a Alvarado par-

ticipándole que no había lugar al concierto proyec-

tado.109

Núm. 2, ramo 1. £1 pueblo indígena de Choluteca Malalaca fi-

gura desde 1526 en las narraciones de la Conquista por haberse

encontrado en él los soldados de Cortés, Alvarado y Pedrarias

después de la jornada del primero a Honduras.109 Primera Carta de Francisco de Montejo a S. M., de 1* de

junio de 1539. En Colección de documentos inéditos del Archivode Indias. T. XXIV, pág. 250.

161

Page 180: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Recibió aviso por entonces Alvarado de que el Li-

cenciado Maldonado regresaba a Guatemala como juez

de residencia, enviado especialmente y con amplias ins-

trucciones en virtud de cédula de la Reina fechada el

27 de octubre de 1535. El Adelantado no quiso esperar

a su juez, y aprovechando la coyuntura que le ofrecía la

petición de Cereceda, depositó la gobernación en su her-

mano Gonzalo de Alvarado y salió al frente de un desta-

camento de españoles y de indios auxiliares con dirección

a Honduras. Fuese "a cencerros tapados", como dice el

historiador Ximénez, haciendo algunas conquistas en

el camino.

£1 Licenciado Maldonado llegó a Guatemala el 10 de

mayo de 1536, asumió el mando de la provincia y pro-

cedió a embargar los bienes y las valiosas encomiendas

de indios de Alvarado.110

Figuraba en el juicio de residencia como cargo prin-

cipal contra el Adelantado que no había cumplido conhacer la armada a que estaba obligado por su capitula-

ción con el Rey para ir al descubrimiento de las tierras

del poniente. Un servidor leal de Alvarado, su mayor-domo Alvaro de Paz, emprendió entonces la construc-

ción de los navios en el puerto de Iztapa, y cuando esos

trabajos estaban bien adelantados, envió a su jefe y ami-

go un testimonio en debida forma que le fué muy útil

para defenderse en la Corte.

Alvarado se internó en Honduras por el pueblo de

Ocotepeque y atravesó la sierra de Gracias. Llegó al

Valle de Naco, donde encontró a Cereceda y a sus espa-

110 "Durante el año, el día 11 Noh [16 de mayo de 1536]

—dice el Memorial de Solóla— llegó el Señor Presidente Maldonado,

quien vino a aliviar los sufrimientos del pueblo. Pronto cesó el

layado de oro, se suspendió el tributo de muchachas y muchachos.

Pronto también cesaron las muertes por el fuego y en la horca,

y cesaron los despojos en los caminos por parte de los castellanos,

Pronto volvieron a verse transitados los caminos por la gente comolo eran antes de que comenzara el tributo, cuando llegó el Señor

Maldonado ¡oh hijos míos!" N* 170, pág. 13 í.

162

Page 181: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ñoles que, cansados de esperar a Diego García de Celis,

ausente desde hacía varios meses, comenzaban a aban-

donar la tierra, dejando en ella a su jefe solo y enfermo

y sin recursos de vida.

Grande fué la alegría de Cereceda al ver llegar al

Gobernador de Guatemala, bien provisto y apertrecha-

do, y reconociendo la superioridad de la fuerza que le

acompañaba, dispuso cederle voluntariamente la gober-

nación de Honduras. Alvarado aceptó de buena gana;

se hizo cargo de la gobernación el 21 de mayo y dictó

las disposiciones pertinentes para la organización de la

provincia.

Luego se dirigió al valle de Choloma, y después de

vencer a los naturales de esa región, fundó en él, el 27

de junio, la villa de San Pedro de Puerto Caballos (hoy

San Pedro Sula) . Marchó en seguida al Río de Ulúa ysometió a los habitantes del pueblo indígena de Zozum-pa, que el Manuscrito Cakchiquel llama Tzutzumpan.

Volviendo los ojos al sur y queriendo fundar una villa

en el espacio intemedio entre Guatemala y Honduras,

despachó a Juan de Chávez con un destacamento, en-

cargándole buscar un sitio donde poblar en la frontera

de las dos provincias. Juan de Chávez recorrió las mon-tañas al sur de San Pedro, y los historiadores refieren

que, llegando a una planicie regada por hermoso río, él

y su gente exclamaron: ¡"Gracias a Dios que hemos ha-

llado tierra llana."! Y de esta expresión provino el nom-bre de Gracias a Dios con que aquel primer estableci-

miento fué conocido desde entonces. En documentos de

la época consta, sin embargo, que Juan de Chávez estuvo

poco tiempo en el lugar y se fué a Guatemala dejando

desamparada la tierra.111

Siguiendo la costumbre de aquel tiempo, el Adelan-

tado repartió entre sus soldados las tierras y pueblos del

Valle de San Pedro y los de Gracias a Dios en los días

111 Caita de Francisco de Montejo de 1* de Junio de 1539.

163

Page 182: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

15 y 20 de julio. Todo esto fué hecho rápidamente ysin previo conocimiento del país, que en su mayor parte

estaba sin conquistar. Pero Alvarado necesitaba acredi-

tar en la Corte que había prestado estos servicios al Reyy socorrido a los españoles en Honduras, y para este fin

recogió testimonio de estas fundaciones y repartimien-

tos. Informó asimismo en España que había dominadoa un gran señor de aquella tierra, a quien llamaban So-

zumba y que había hecho mucho daño a los cristianos.

Este cacique es el mismo que se había apoderado diez

años atrás de una mujer española. Alvarado aseguraba

haberlo cercado y prendido con todos los indios princi-

pales de su compañía, y decía que "se tornaron cristia-

nos por su voluntad y quedaban en paz."112

Concluidos los preparativos para el viaje a España,

Alvarado dirigió una carta de despedida al Ayuntamien-to de la ciudad de Guatemala, fechada en Puerto Ca-ballos el 27 de julio, en la cual le informaba que, con

permiso del Virrey de México, iba a besar las manos de

S. M. y a darle cuenta de las cosas de Guatemala y Hon-duras y de cuanto convenía al servicio del soberano.

En Honduras dejó como su teniente a un joven oficial

pariente suyo, el capitán Gonzalo de Alvarado, y ha-

ciendo llegar a Puerto Caballos una carabela que se

hallaba en Trujillo, se embarcó a mediados de agosto condestino a La Habana. Con él se embarcaron también

el Tesorero García de Celis, Francisco Cava y Nicolás

de Irazaga. Los españoles de la villa de San Pedro dieron

poder a los dos últimos con fecha 12 de agosto, para que

los representaran como procuradores en la Corte.113

112 Los documentos de la época dan el nombre de Zozumbatanto al poderoso señor del Río de Ulúa como al pueblo que

gobernaba. Todavía en 1582 aparece el Pueblo de Zuzumba en la

Relación hecha a S. M. por el Gobernador de Honduras Alonso Con-treras Guevara.

113Milla, Historia de la América Central, cap. XIV. Rómulo

Durón, Bosquejo histórico de Honduras, pág. 11. Lunardi, obra

164

Page 183: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

En la vida del conquistador de Guatemala brilla unaluz pura y apacible: el amor a su hija Leonor. Nacidaen un campamento frente a la ciudad mártir de Uta-tlán, pasó sus más tiernos años en otros campamentosde los castellanos al cuidado de su madre, la

princesa de Tlaxcala, doña Luisa, y de las due- Daña j^,^ñas españolas de que su padre procuró rodear- de

la. Creció con la Colonia y vio desarrollarse la Alvarado

ciudad de Santiago bajo la sombra de los

volcanes.

Aún no había llegado a los diez años cuando su

padre emprendió la expedición al Perú. El Adelantadocreyó, sin duda, que aquél sería un paseo militar y dis-

puso llevar consigo a sus hijos don Diego y doña Leonor.

En una probanza hecha en 1563 en la ciudad de San-

tiago de Guatemala, dijeron los testigos haber visto quecuando el Adelantado fué al Perú llevó a doña Luisa ya doña Leonor, "a las dos muy honradamente con guar-

da de mujeres y de españoles que las servían," y quecuando volvió las traía también consigo.

11* Aquella niña

de diez años atravesó las selvas, los montes y las nieves

del Perú y conoció a los hombres que en aquellas tie-

rras del Sur del Continente luchaban a la sazón, comosu padre en el norte, para someter al dominio español

a sus pobladores indígenas.

Al cumplir doce años, en 1536, doña Leonor era unadoncella llena de atractivos. Alonso de Luarca, testigo

114 Provanza del Adelantado don Pedro de Alvarado y doñaLeonor de Alvarado su hija. Año 1563. Archivo General de Indias.

Publicada en Anales de la Sociedad de Geografía e Historia deGuatemala, vol. XIII, N9

4, Junio de 1937, págs. 475-87. Entrelos testigos presentados por parte de doña Leonor figuran algunos

de los conquistadores de México y Guatemala que vivían todavia en1563, como Gonzalo Ortiz, Alonso de Luarca, Pedro GonzálezNájera, Pedro de Ovide, Cristóbal de Salvatierra y Diego López deVillanueva. Bcrnal Díaz del Castillo dio también su testimonio,

aunque no tomó parte en la conquista de Guatemala, pero sí cono-ció y trató al Adelantado Alvarado y a su hija.

165

Page 184: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

en la Probanza de 1563, dice que vio al Adelantado

criar a su hija y que ésta "se parecía mucho a su padre

en condiciones, bondad y rostro." Bernal Díaz del Cas-

tillo la pinta en términos parecidos. Debe haber poseído

la gracia y aquel mirar amoroso y alegres facciones de

Alvarado que, según el historiador de la Conquista, le va-

lieron el renombre de Tonatio, o sea el sol, que le dieron

los indios mexicanos.

A poco de haber regresado del Perú, doña Leonorperdió a su madre, la hija de Xicoténcatl, señor de Tlax-

cala, que amó y acompañó a Alvarado en sus campañas

y peligros y le dio la única hija por cuyo medio se pro-

longó su descendencia en la tierra que conquistó. El

Adelantado hizo rendir a doña Luisa los honores que le

correspondían y mandó que sus restos fueran sepultados

en la Catedral de Guatemala conforme a la calidad de su

persona.115

En la primavera de aquel año decidió Alvarado em-prender su segundo viaje a España. Los riesgos de tan

larga navegación eran demasiado grandes para exponer

a ellos a su hija. Dejarla sola, cuando había perdido la

protección de su madre, también era peligroso. Quedabael recurso de casarla, aun siendo de tan poca edad, y "su

nobilísimo padre la dio en casamiento a don Pedro de

Portocarrero," como dice el historiador Fuentes y Guz-mán.116 La boda de doña Leonor y el viejo capitán,

compañero y amigo leal de Alvarado, ha de haber tenido

lugar antes de que el conquistador saliera para Hondu-ras y Castilla, probablemente en los primeros meses de

1536.

De este primer matrimonio de doña Leonor no hubodescendencia. Don Pedro Portocarrero murió poco des-

115 provanza del Adelantado D. Pedro de Alvarado y doña

Leonor, etc.116 Fuentes y Guzmán, Primera parte, Lib. III, cap. VI, pág.

57, ed. de Guatemala.

166

Page 185: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

pues. El autor de la Recordación florida nos informa, en

efecto, que cuando el Adelantado volvió de España

en 1539, encontró a su hija viuda de don Pedro, y que

este ilustre capitán "murió de viejo en Goathemala.» 117

111 Fuentes y Guzmán, Primera parte, Lib. III, cap. VI; Lib.

iv, cap. vm.

167

Page 186: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ULTIMAS EMPRESAS

Después de larga navegación llegó el Adelantado a la

isla Tercera, del grupo de las Azores, en febrero de 1537.

Obligado a permanecer en ella por la presencia de cor-

sarios franceses en aquellas aguas, así como por el maltiempo reinante, tuvo que esperar mejor opor-

Segunda vez tunidad para proseguir su viaje. Finalmente se

en embarcó en una de las naves de la armada del

la Corte Rey de Portugal que lo condujo a Lisboa. Des-

de esta ciudad informaba de su arribo a los

Oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla, en carta

fechada el 10 de agosto de 1537, y les anunciaba que se

ponía en camino para la Corte.118

Un año después de su salida de Honduras hizo Al-

varado su aparición en la Corte del Rey de España ypresentó sus descargos. Su defensa descansaba en dos

puntos principales: el descubrimiento de la Especiería yla pacificación de Honduras.

Respecto al primer punto, aseguraba tener algunas

naves listas y otras en construcción en la costa del Mar

118 Altolaguirre y Duvale, 1927.

168

Page 187: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

del Sur, así como los tripulantes y hombres necesarios

para emprender la jornada hacia el poniente al recibir

las órdenes del Emperador.

En cuanto al segundo punto, Alvarado presentaba

los testimonios de la pacificación, y fundación de villas,

adjudicación de tierras y apertura de puertos, trabajos

encaminados a poblar o fortalecer la provincia de Hon-duras y a explotar las minas de oro y otras riquezas que

había descubierto en las sierras de Gracias y Valle de

Naco. Los procuradores de Honduras y el Tesorero

García de Celis ponderaban por su parte los servicios que

el Adelantado había prestado a los españoles de la pro-

vincia en los días de su mayor necesidad, y pedían que

le fuera confirmada la gobernación de que provisional-

mente había sido investido.

El obispo Marroquín escribía al propio tiempo co-

municando la partida de Alvarado y sus conquistas en

Honduras y la apertura del Puerto de Caballos, cuyas

condiciones recomendaba por su capacidad y cercanía.

Observaba, en efecto, el Obispo que este puerto se ha-

llaba solamente a ochenta leguas de Guatemala, por buen

camino, mientras que al de la Vera Cruz de que hasta

entonces se servía la ciudad, había trescientas leguas de

camino fragoso y lleno de peligros por los muchos ríos

en donde perecía la gente, es decir los indios, a cuyas

espaldas viajaba el cargamento.

Dolíase el Obispo de que Alvarado hubiera salido ya

de Guatemala cuando se recibieron cartas de Pizarro en

que le participaba la sublevación de los indios del Perú

y la pérdida de muchos españoles, y agregaba que no se

sabía nada de Almagro, a quien tenían por muerto, yque el hermano de Pizarro estaba sitiado en el Cuzco.

El conquistador del Perú rogaba a Alvarado en aquellas

cartas que le prestara ayuda en tan críticas circunstan-

cias, y el Obispo comentaba por su parte: "Pluguiera

a Dios que se hubiera dilatado la residencia [de Alvara-

do], que Naco y la sierra, que es muy buena tierra, que-

169

Page 188: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

dará más asentado, y el Perú, que es lo de más impor-

tancia, tuviera capitán que lo socorriera."119

En cuanto al regreso del Adelantado a su goberna-

ción, el Obispo decía que no deseaba dar parecer, pero

que si S. M. así lo disponía, pensaba que debía ser "conaditamento que venga casado, que no pueda tomar másde lo que tiene . . . porque siendo casado tendría respeto

a que tenía de vivir y morir en ella, y ansí procuraría

aumentarla."

Con todas estas recomendaciones, el apoyo de sus

protectores de España y su elocuente verba, Alvarado

logró el perdón de sus faltas y recuperó el favor del Em-perador y del Consejo de Indias. España necesitaba de

hombres del temple del conquistador de México y Gua-temala para extender sus dominios a todas partes del

mundo, y necesitaba igualmente la riqueza de América

y del lejano Oriente para costear las guerras contra el

turco y contra sus enemigos del Continente de Europa.

Hacia el mes de agosto de 1538 el Emperador se

mostraba satisfecho de las promesas de Alvarado de em-

prender nuevamente el descubrimiento y conquista de

las tierras al poniente de la Nueva España, y ofrecía en

cédula firmada el 9 de dicho mes proveerle de la gober-

nación de Guatemala por el término de siete años, siem-

pre que de la residencia que le tomaba el Licenciado

Maldonado no aparecieran culpas por las cuales se le

debiera privar de ella.

El texto de esta real cédula demuestra que por el

tiempo en que fué emitida, Alvarado no había alcan-

zado la absolución completa de sus faltas, y que su suerte

se hallaba en la balanza, pendiente todavía del resultado

de la residencia. El Adelantado había comenzado a pre-

parar su viaje a Guatemala, había contratado las naves

119 Carta del Obispo de Guatemala, Francisco Marroquín, al

Emperador Don Carlos. De México a 10 de mayo de 1537. EnCartas de Indias, pág. 413. También en Libro viejo de la fundación

de Guatemala, págs. 318-326.

170

Page 189: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

que debían conducirlo a él y a su gente. En el mes deseptiembre se habían inscrito ya los primeros hombres ymujeres que debían partir con su armada. Y sin em-bargo, no contaba hasta entonces sino con una promesacondicional de la gobernación. Como hombre precavido

era natural que tratara de obtener más segura prenda,

y así lo hizo moviéndose activamente para conseguir la

extensión y aclaración de los poderes con que había de

volver a su puesto.

Apelando de nuevo a la influencia de sus protec-

tores, Alvarado logró que intercedieran ante el soberano

y que éste ampliara los términos de la cédula del 9 de

agosto y emitiera otra que firmó en Valladolid el 22

de octubre de H38. En esta nueva cédula, el Emperadorhacía saber al Licenciado Maldonado y a todos los Con-sejos, Justicias y Regidores de la provincia, que debían

recibir a Alvarado como a tal gobernador y dejarle usar

y ejercer libremente sus funciones, no obstante cuales-

quiera cláusulas de la primera provisión.

Vázquez escribe que en una capitulación firmada

el 17 de abril de 1538, el Emperador concedió a Alva-

rado, entre otras cosas, hacerle merced de una de las

veinte y cinco partes de las islas y tierras que descubrie-

re, con título de Conde, señorío y jurisdicción; hacerle

Gobernador y Capitán General por toda su vida de todo

lo que descubriere y hacerle merced, además, del oficio

de Alguacil mayor perpetuo en ellas. Le concedía, igual-

mente, salvoconducto e inhibición de cualesquiera jus-

ticias para todo lo concerniente a la expedición de la

armada que el Adelantado se comprometía a hacer para

el mencionado descubrimiento.120

Noticia parecida figura en la "Información de los

cuatro hijos de don Manuel Alvarado y Guzmán," en la

cual se lee "que en la segunda ocasión que [Pedro de

Alvarado] pasó a los Reinos de Castilla, por ciertas capi-

Vázquez, T. I, cap. 31, pág. 15 5, ed. de Guatemala.

171

Page 190: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

tulaciones que tuvo con S. M. sobre el descubrimiento

del Poniente y la China, se le dio esperanza de título de

Marqués del Sur."121

Por su parte, Fuentes y Guzmán escribe que en este

viaje de Alvarado Su Majestad añadió a los honores quele había conferido, el de Almirante de la Mar del Sur.

122

Sin embargo, la concesión de este título honorífico noconsta en ningún documento conocido.

El Ayuntamiento de Guatemala, por razones idén-

ticas a las que invocaba el Obispo Marroquín, había so-

licitado también, en memorial de 20 de febrero de 1538,

que se procurara que el Gobernador que había de residir

en la provincia "fuese casado y permaneciese que se

dolería más de la tierra y perpetuación della."123

Alvarado coincidía con ellos en el deseo de tomaresposa, y en sus horas de meditación soñaba tal vez en

formar un hogar y llevar una vida descansada; pero

antes tenía que cumplir las obligaciones contraídas con

el soberano y debía coronar su obra de español del siglo

xvi con la conquista de las ricas tierras del poniente.

Frecuentando la casa de doña María Manrique, ma-dre de su primera esposa doña Francisca de la Cueva,

prendóse Alvarado de su cuñada doña Beatriz en quien

121 Boletín del Archivo del Gobierno de Guatemala, Año I,

N92, Enero de 1936, pág. 89.122 Fuentes y Guzmán, Primera parte, Lib. IV, cap. V, pág.

89, ed. de Guatemala. La fecha exacta de las mercedes concedidas

al Adelantado, a que aluden sus descendientes y los historiadores co-

loniales es la del 9 de agosto de 1538. En efecto, en varias Reales

Cédulas expedidas ese mismo día el soberano le otorga el título de

Gobernador y Capitán General de las islas y tierras que descubriere

en la Mar del Sur hacia el poniente; le nombra igualmente Alguacil

Mayor de todas ellas, y promete darle una parte de las tierras que

descubra, con el título de conde, y otras mercedes. Archivo de

Indias: 139-1-3, Tomo único, folios 31-42. Por otra Real Cédula

de la misma fecha se concedió al Adelantado facultad y licencia

para llevar en la armada 150 esclavos negros.123 Colección de documentos antiguos del Archivo del Ayun-

tamiento de la ciudad de Guatemala. Guatemala, 1857, pág. 15.

172

Page 191: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

brillaba de nuevo la hermosura de su hermana, y siendo

por ella correspondido su afecto, decidieron contraer

matrimonio. Para realizar esta unión era necesaria, sin

embargo, la dispensa del Papa, tratándose de tan próxi-

mos parientes. Esta licencia se daba rara vez en aquellos

tiempos, pero poniendo en juego una vez más la in-

fluencia de sus amigos, especialmente la del Secretario

del Consejo de Indias, Francisco de los Cobos, tío dedoña Beatriz, Alvarado logró allanar todos los obstácu-

los, y por la intercesión del propio Emperador obtuvo la

dispensa y pudo celebrarse el matrimonio. "Y entonces

pareció mayor la liberalidad del Sumo Pontífice —dice

Remesal— por haber sido el primer matrimonio consu-

mado." El soberano hizo merced, además, a doña Bea-

triz, de mil quinientos pesos de oro para ayuda de su• • 124

matrimonio.

En la carta de dote extendida por el Adelantado a

favor de su segunda esposa en Santiago de Guatemala,el 31 de mayo de 1540, reconoce haber recibido ésta yotras cantidades que suman en total diez mil quinientos

pesos de oro. Estaban incluidas en esta suma las cantida-

des que Alvarado declara haber recibido anteriormente

en concepto de dote de su primera esposa, doña Fran-cisca de la Cueva. En garantía de su adeudo, hipotecaba

en dicho documento, a favor de doña Beatriz, "las casas

que tiene en la plaza de la ciudad de Santiago de Gua-temala, que lindan con las del Tesorero Francisco de

Castellanos y con otras de Alonso de Velasco y hacen

frente a la plaza pública." Hipotecaba, además, un hato

de ganado vacuno que tenía hacia el pueblo de Iztapa

124 "En aquella sazón se casó con otra señora hermana de la

primera mujer —dice Bernal Díaz del Castillo,— la cual se decía

doña Beatriz de la Cueva, y como le favorecía el duque de Albur-querque y el Comendador Mayor de Alcántara, don Pedro de la

Cueva, y don Alonso de la Cueva, parientes de su mujer, Su majes-tad le hizo merced que fuese gobernador, como lo era antes, porciertos años." Cap. CCXIV.

173

Page 192: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

a diez leguas de la ciudad, con 700 cabezas; un hato de

ovejas en términos de los pueblos de Quezaltenango yTotonicapán, en que había 4,000 cabezas; y una milpaen el valle de la ciudad, con todos los esclavos que en ella

estaban, herrados con el hierro de S. M. y el suyo propio,

milpa que colindaba con las de Marco Ruiz y Juan de

Celada.125

El matrimonio del Adelantado y doña Beatriz debehaberse efectuado antes del 17 de octubre de 1538, pues

en esa fecha aparece extendida la licencia para que pu-dieran pasar a América las damas y gente de casa de

Alvarado y "doña Beatriz de la Cueva, su mujer/*

Celebradas sus bodas y despachados favorablemente

sus asuntos en la Corte, se ocupó el Adelantado de ul-

timar los aprestos de su viaje. No siendo suficientes sus

recursos pecuniarios, tuvo que acudir a varias perso-

nas que le proporcionaron los fondos necesarios

Regreso Para Ia compra y aprovisionamiento de las na-

a las Indias ves, armas, pólvora, municiones, algunas piezas

de artillería, clavazón, provisiones, etc., que

se obligó a pagar en Guatemala o a su desembarco en

Puerto Caballos.

Componían la armada la nave Santa Catalina de que

era capitán y maestre Domingo de Alvarado y los ga-

leones Santa María de Guadalupe y Trinidad.

El reclutamiento de la gente de guerra para la expe-

dición estaba terminado a fines de 1538. La última li-

cencia para embarcarse "en las naos del Adelantado don

Pedro de Alvarado" aparece en el registro de pasajeros

con fecha 24 dé diciembre.

El 5 de octubre obtuvo licencia para embarcarse en

la armada, con título de Escribano de Indias, Baltasar

de Montoya, vecino de Burgos, hijo del Doctor de Cas-

tillo Montoya y de Mencía Parda. El escribano Monto-

125 Expediente del Colegio de Santo Tomás de Aquino, N*

13353. Archivo General del Gobierno de Guatemala.

174

Page 193: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ya, sin sospecharlo siquiera, era el hombre que iba a

decidir la suerte del conquistador de México y Gua-temala.

También obtuvo licencia para embarcarse el Bachi-ller Juan Alonso, clérigo presbítero de la Orden de San-tiago de la Espada, que iba de capellán y confesor del

Adelantado "para administrar los sacramentos."

Doña Beatriz se hizo acompañar de un lucido grupode damas jóvenes, de nobles familias, y de la gente deservicio que creyó necesaria. El Catálogo de pasajeros

a Indias enumera entre las damas de doña Beatriz a doñaMaría de Horozco, doña Isabel de Anaya, doña Fran-cisca de San Martín, doña Ana, doña Luisa, doña AnaFadrique, doña María de Caba, doña Juana (¿de Artea-

ga?) y doña Ana Mejía.126

Las naves del Adelantado se hicieron a la vela en el

puerto de Sanlúcar de Barrameda a principios de 1539.Navegando con viento favorable llegaron a poco a las

Islas Azores, escala acostumbrada en los viajes al NuevoMundo.127

126 Como gente de servicio figuran Petronila, Catalina y Ma-ría, mozas de cámara; Figueroica, Alemánico, Herrerica, Matica,

Cabita, Saavedra, Meléndez, Méndez, Hurtadico, Pedro Flores, Juande Liaño y Rodrigo Martínez. "Pasan todos con el dicho Adelan-tado y con doña Beatriz de la Cueva, su mujer." Catálogo de Pa-sajeros a Indias durante los siglos XVI, XVII y XVIII. 1535-1538.

Vol. II. Archivo General de Indias, Sevilla, 1942.127 El doctor Blas Cota, natural de los reinos de Portugal,

Corregidor de las Azores, hizo un concierto con el Adelantado a

su paso por las islas, y aseguraba que éste le instó a que se trasladara

a Guatemala con su casa y familia, ofreciendo darle allá el cargode la gobernación en su lugar y en nombre de S. M. En la probanzahecha en Guatemala el año de 1 549 se dice que después de la muertede Alvarado, el Dr. Cota fué Teniente de Gobernador por el Li-

cenciado Alonso Maldonado. Más tarde la Audiencia Real lo envióa tomar residencia al Adelantado don Francisco de Montejo y se

hizo cargo del gobierno de Yucatán y Campeche. El Obispo Ma-troquín declaró haber oído decir al Adelantado Alvarado que enefecto existió un concierto firmado entre él y el Dr. Cota, en el

175

Page 194: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

A principios de marzo surgió la armada en el puerto

de Santo Domingo, de la Isla Española, a donde llegótcen salvamento" según se expresa Alvarado en su infor-

me al Rey.128 Da también noticia de su llegada a la isla el

historiador Gonzalo Fernández de Oviedo, con quien

el Adelantado tuvo varias conversaciones mientras des-

cansaba la gente y se renovaban las provisiones de las129

naves.

Terminado el descanso en la Isla Española, el Ade-lantado salió el 20 de marzo con destino a la provincia

de Honduras. Dos semanas más tarde, el Viernes San-

to de 1539, 4 de abril, fondearon las naves en Puerto

Caballos. El lugar estaba desierto. Los tripulantes des-

embarcaron y procedieron a construir abrigos de fortuna

para las personas y para el cargamento. Alvarado refie-

re en su carta a Carlos V que, después de haber desem-

barcado, encontró un hombre perdido quien le informó

que hacía días andaba extraviado por los montes bus-

cando camino para ir a la villa de San Pedro y sin poder

dar con él. Este episodio da idea del estado de abandono

cual constaba la promesa de darle participación en el gobierno,

promesa que nunca se cumplió. Probanza del Doctor Blas Cota,

1549. Archivo General del Gobierno de Guatemala.128 Carta a S. M. del Adelantado don Pedro de Alvarado. De

Gracias a Dios, agosto 4 de 1539. En Colección de documentos

né'ditos del Archivo de Indias, T. XXIV, pp. 311-319. Libro viejo

de la fundación de Guatemala, págs. 338-341.129 «|-d # Pedro de Alvarado] con su mujer segunda, doña

Beatriz de la Cueva, pasó por esta cibdad de Santo Domingo dela Isla Española el año de mil e quinientos e treynta y nueve años,

muy bien acompañado con tres naos de armada, muy bien en or-

den, e con hasta quatrocientos hombres. E después que aquí se

rehizo de algún refresco e cosas que le convinieron, se partió a los

doce días del mes de marzo de aquel año . . . Supe de él que tenía

hechos siete u ocho navios en su gobernación, en la costa e mardel Sur, para ir a la China e por aquellas partes hacia la Especiería

e islas de los Malucos.*' Fernández de Oviedo, Lib. XXXI, cap. VILOviedo señala como fecha de la partida de Alvarado del puerto de

Santo Domingo el 12 de marzo, pero éste afirma en su carta al Em-perador haber salido el 20 de dicho mes.

176

Page 195: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

y despoblación en que se hallaba la provincia de Hon-duras en 1539.

El primer cuidado de Alvarado, una vez en tierra,

fué enviar aviso de su llegada al Cabildo de Guatemala

y pedirle que reunieran a sus indios y se los enviaran

para conducir su cargamento. Con este fin el propio día

de su arribo escribió al Cabildo la carta que dice:

Magníficos Señores: Ya creo que por cartas mías, que yoescribí a esa Ciudad, de Valladolid, sabréis mi venida, y el

suceso de mi buen despacho. Agora no habrá de nuevo quedecir, sino que, gracias a Ntro. Sr., yo soy llegado a salva-

mento a este Puerto de Caballos, con tres naos gruesas y tres-

cientos arcabuceros y otra mucha gente, donde pienso dete-

nerme algunos días, hasta que desa Ciudad me venga despacho

y ayuda para mi pasage. Pídoos, Señores, por merced, que entodo se favorezca a esos españoles que envío para que máscumplidamente yo sea proveído de lo necesario para mi par-

tida. Porque yo envío a mandar a Paz,130 que luego se junten

todos los más indios que fuere posible de los míos; y así reci-

biré merced con los demás que fuera destos se me enviaren;

porque demás de recibir yo merced en ello, S. M. lo manda.Y porque más particularmente vuestras mercedes sabréis del

portador desta todo lo de mi jornada, por no ser largo lo dejo

de decir, y porque placiendo a Ntro. Sr. nos veremos presto.

Solamente me queda de decir como vengo casado, y DoñaBeatriz está muy buena: trae veinte doncellas muy gentiles

mujeres, hijas de Caballeros, y de muy buenos linages; bien

creo que es mercadería, que no me quedará en la tienda nada,

pagándomela bien, que de otra manera excusado es hablar enello. Ntro. Sr. guarde sus magníficas personas como V. mer-

cedes deseáis. De Puerto Caballos a 4 de abril de 1539.—

A

servicio de Vuesas mercedes.

El Adelantado Alvarado.

Al día siguiente de su desembarco, Alvarado comen-zó a abrir camino para el interior con doscientos "hom-

130 Alvaro de Paz, mayordomo de Alvarado. £sta carta ha

sido publicada en la Colección de documentos antiguos del Archi-

vo del Ayuntamiento de la Ciudad de Guatemala, pág. 179. Tam-bién en Libro viejo de la fundación de Guatemala, pág. 328.

177

Page 196: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

bres cristianos" provistos de azadones, machetes y hachaspara derribar los altos árboles de la costa. Trabajandoactivamente, en diez días abrió un camino bien anchohasta la villa de San Pedro, por el cual podían pasar dos

recuas de muías en opuestas direcciones. Desde San Pe-

dro notificó su llegada a las autoridades de Honduras,establecidas en la ciudad de Gracias, y volviéndose al

Puerto de Caballos empleó veinticinco días en descargar

sus naves con ayuda de su gente, sin perder un solo

hombre, si bien muchos enfermaron por el rigor del

clima, pero fueron atendidos y curados.

La tregua de que habían disfrutado los naturales deGuatemala bajo el gobierno de Maldonado había cesado

desde el regreso del cruel conquistador, que volvía másseguro que nunca de sus poderes y facultades sobre los

habitantes indefensos. El historiador Remesal no exage-

ra cuando dice que "con esta venida del Adelantado se

inquietó y alteró toda la tierra y los miserables naturales

pedían a los montes que cayesen sobre ellos y los cu-

briesen, y a la tierra que los recogiese en sus entrañas

para escaparse de la furia del Adelantado que los ame-nazaba."

181

Razón tenían los indios desventurados para temer

los vejámenes de Alvarado a su regreso de España. El

camino de Puerto Caballos a Guatemala volvió a ser la

vía dolorosa de los infelices naturales en cuyos lomos

hizo transportar el Adelantado no sólo sus equipajes yobjetos de casa, sino las anclas, jarcias, la clavazón, el ve-

lamen y la artillería que destinaba a la flota que estaba

construyendo en Iztapa para emprender la expedición

a las Indias Orientales.

El autor del Memorial de Solóla fué testigo de algu-

nas de las violencias de Alvarado a su regreso a la pro-

vincia de Honduras. El pueblo de Solóla, también

llamado de Tecpán-Atitlán, era de la encomienda del

Adelantado, y sus hombres aptos, obedeciendo sus órde-

131 Remesal, 1932. T. I, Lib. ID, cap. XX, pág. 222.

178

Page 197: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

nes, marcharon a servirle a Puerto Caballos. Entre ellos

se encontraba Francisco Hernández Arana, autor del

Memorial, quien dice acerca de este viaje: "Antes queterminara el segundo año del tercer ciclo, fueron a reci-

bir al Señor Tunatiuh a Porto Cavayo, cuando desem-barcó Tunatiuh después de haber ido a Castilla. Uno delos Señores fué a recibirlo. Nosotros también fuimosallá ¡oh hijos míos! Entonces hirieron al Ahtzib Caokpor cosas de su parcialidad [el 30 de abril de 1539]."1M

El adelantado Francisco de Montejo, Gobernador deHonduras, vivía en penosas circunstancias en la ciudad

de Gracias a Dios. La tierra era pobre, la gente poca, las

minas de oro que desde Guatemala se mandaban trabajar

antes de su llegada, se hallaban abandonadas.

Varias veces se había dolido el poco afortu- Controversié

nado gobernador, en cartas dirigidas a la Co- Afaumioroña, de su difícil situación y la de los hombres

y Montejoque había traído consigo de México y quedurante tres años habían estado luchando con los natu-

rales del país y tratando de ganarse el sustento. Estas

quejas en nada aliviaron su situación ni la de los colonos.

Todos vivían encerrados en las montañas de Gracias yde Comayagua, y hasta la salida a los puertos y costas del

Mar del Norte se hallaba encubierta, aislándolos del resto

del mundo. En tal estado se encontraba Montejo cuandollegó la noticia del regreso de Alvarado con sus naves,

sus hombres y los poderes que el soberano le había nue-

vamente conferido.

Alvarado supo en España que Montejo le había qui-

tado los pueblos que él se había adjudicado en enco-

mienda, y había dispuesto asimismo de los demás queentraron en el repartimiento de tierras hecho en favor

de sus amigos. De este despojo se quejó al Rey, y éste,

otorgándole una gracia más, le extendió una provisión

dirigida al Obispo Pedraza, que se hallaba en Honduras,

132 Memorial de Solóla, N* 171, pág. 136.

179

Page 198: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

para que, al ser con ella requerido, hiciese justicia. El

Obispo medió hábilmente en la competencia entre los

dos Adelantados, salió al encuentro de Alvarado cuandoéste venía de San Pedro, y lo condujo en son de paz,

con toda su gente y su mujer y casa, a la ciudad de

Gracias a Dios. Hizo también que Montejo saliera a

recibirlo a una legua de distancia con todos los vecinos

del lugar, y consiguió que los dos jefes rivales se abra-

zaran y se trasladaran juntos a la ciudad, donde comieron

en buen amor y compaña y se entretuvieron en juegos% ~ • * 133de canas y otros esparcimientos.

Pasados estos regocijos, los dos Adelantados formula-

ron sus mutuos reclamos, y durante algún tiempo pa-

reció que no podrían llegar a un avenimiento. Montejo

se negaba a devolver a Alvarado los pueblos que le había

quitado, y éste reclamaba no sólo la devolución sino la

renta de los tres años y los daños y pérdidas sufridas.

El Obispo hizo todas las informaciones pertinentes y por

último mandó entregar a Alvarado algunos de los pueblos

y condenó a Montejo a pagarle diez y siete mil caste-

llanos.

Refiere Pedraza que, pocos días después, llegó a verle

Montejo y le dijo que se había dado cuenta de la granpotencia de Alvarado y sus muchas posibilidades comohombre de dineros y dueño de buenos pueblos que le

daban renta suficiente para mantener la gobernación

de Honduras, que él no podía sustentar; y que en vista de

ello y para ajustar sus diferencias, le rogaba proponerle

que le diera la Ciudad de Chiapa, que era de la gober-

nación de Guatemala, para que él la pudiera gobernar

junto con Yucatán, de donde Montejo era Gobernadorperpetuo, más el pueblo de Suchimilco junto a la ciudad

de México, y que en cambio, él le dejaría la gobernación

de Honduras libre y desembargada.

133 Relación de la Provincia de Honduras e Higueras por el

Obispo Cristóbal de Pedraza, 1544. En Relaciones de Yucatán, I,

págs. 385-434.

180

Page 199: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

El Obispo trasmitió esta propuesta a Alvarado, quien

la aceptó a condición que Montejo le pagara por todo lo

que se había aprovechado en su ausencia. Sin embargo,

y a instancias del mediador, convino en rebajar a la

mitad los diez y siete mil castellanos de la condenación.

Cerca de dos meses estuvieron juntos los dos Ade-lantados, ocupados en sus asuntos y el transporte de los

efectos de Alvarado. Doña Beatriz de la Cueva entabló

amistad con doña Beatriz de Herrera, esposa de Montejo,

y el grupo de las damas llegadas de España contribuía a

mantener la alegría en la ciudad de Gracias, que nuncahabía presenciado parecida animación.

Contemplando este feliz estado de cosas, y viendopor un lado la opulencia de Alvarado y por otro la po-breza de Montejo, y que éste tenía una hija doncella

en edad de casarse, el Obispo Pedraza procuró tener unaentrevista privada con doña Beatriz de la Cueva, en la

cual le expuso la situación, e invocando sus sentimientos

filantrópicos, le rogó que le ayudara con su marido para

que perdonara a Montejo el resto que le debía. DoñaBeatriz aceptó de buena gana el encargo.

Y entonces —dice el Obispo— tomé al Adelantado de-

lante la mujer y púsele a Dios delante y la gran pobreza

del dicho Montejo y cómo no tenía para casar aquella hija,

que si él le pagaba todo lo que le debía había de quedar en

el hospital, especialmente no teniéndolo, y que la hija se per-

dería, de manera que fueron tales las palabras que le dije quele hice mover a piedad y le soltó todo el resto que le quedabadebiendo, y así el uno se fué con su mujer y casa, el Adelan-tado Alvarado, hacia Guatimala, y desde a pocos días se fué

el Montejo para ella, para irse de allí a su gobernación.184

Esta hija casadera y sin dote en 1539 era doña Ca-talina, que andando el tiempo y hallándose su padre enmejor situación en la gobernación de Tabasco y Yuca-

*** Pedraza, obra citada.

181

Page 200: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

tan, contrajo matrimonio con el Licenciado AlonsoMaldonado, sucesor de Alvarado en la gobernación de

Guatemala y Presidente de la primera Audiencia que,

para el gobierno del reino, se estableció precisamente

en la ciudad de Gracias, en 1544.

En su carta del 4 de agosto de 1539 confirma Alva-rado los términos del arreglo celebrado con Montejo,

diciendo:

El Adelantado Montejo y yo nos concertamos desta ma-nera: que yo le deje la Ciudad Real de Chiapa que es en la

gobernación de Guatimala, y en la de México el pueblo

de Suchimilco con toda su tierra; y más, le doy dos mil

castellanos, y él me deja el derecho que tiene a esta goberna-

ción de Higueras y Honduras para que Vuestra Majestad

me haga merced della junto con la de Guatimala.

Alvarado encarece en este documento la importancia

de mantener unidas ambas gobernaciones por su vecin-

dad y "por el Puerto de Caballos que es el más cercano

que ella tiene."

Así terminó la controversia entre los dos Adelanta-

dos sobre la gobernación de Honduras. A Alvarado nodebía halagarle la riqueza de aquella provincia, pero

le interesaba no tener competidor por ese lado y poder

disponer libremente de los puertos naturales y del ex-

tenso litoral del Mar del Norte, para la comunicación

con España. Montejo no renunció definitivamente a sus

derechos a la gobernación de Honduras; protestó mástarde ante la Corona contra el arreglo hecho con Al-

varado asegurando que éste y Pedraza le habían hecho

fuerza para aceptarlo, y mantuvo por muchos años

después de la muerte de Alvarado sus pretensiones a

gobernar todo el territorio comprendido entre la comar-

ca del Río Grijalva en Tabasco y los pueblos del Río de

Ulúa en Honduras.

Cinco meses permaneció el Adelantado Alvarado en

Honduras después de su regreso de España. Las negocia-

182

Page 201: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ciones con Montejo y el difícil problema del transporte

de su cargamento a través de las montañas demoraronsu llegada a Guatemala. Si duro era para los

nativos recorrer bajo pesada carga los estrechos**"***&

senderos que con el nombre de camino unían todUa las dos provincias, la jornada no era menosfatigosa para los españoles recién llegados y para la luci-

da comitiva de damas y caballeros que acompañaban a

don Pedro y doña Beatriz.

Después de muchos días de viaje descubrieron los

altos volcanes del interior de Guatemala y en un últimoesfuerzo llegaron a la ciudad de Santiago el 1 5 de sep-

tiembre de 1539.

Al día siguiente el Adelantado se presentó ante el

Ayuntamiento de la ciudad y exhibió las reales provisio-

nes que le confirmaban en la gobernación. A su lado se

veía al Licenciado don Francisco de la Cueva, primode doña Beatriz, que había llegado de España con el

Adelantado y que estaba destinado a ser su lugarteniente.

El Licenciado don Alonso Maldonado, Gobernador hasta

ese momento, presidía la sesión, a la cual asistían los

Alcaldes y Regidores, los Oficiales Reales y demás per-

sonas notables. Alvarado presentó la real cédula de 9 deagosto de 1538 que el escribano del Cabildo leyó convoz clara y reposada. El Rey decía en ella dirigiéndose

al Adelantado: "Por la presente vos prometo que vosmandaré proveer e dar provisión de la dicha gobernaciónde Goathemala para que seáis nuestro Gobernador deella por término de siete años, y más, cuanto nuestra

voluntad fuere, no paresciendo en la residencia queagora vos toma por mi mandado el Licenciado Maldona-do, nuestro oidor de la nuestra Audiencia e Chancillería

real de la Nueva España, culpas por que merezcáis ser

privado de ella."

No todos los miembros del Cabildo eran amigos del

Adelantado. Gonzalo de Ovalle y otros . concejales a

quienes había favorecido menos de lo que ellos creían

183

Page 202: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

merecer objetaron al punto que la provisión real no era

absoluta y sujetaba la suerte de Alvarado al resultado de

la residencia que, por haberse ausentado de la goberna-

ción, estaba sin sentenciar. El astuto capitán tuvo de

esta manera ocasión de conocer a sus émulos, y después

de oir sus pareceres, puso en manos del escribano la se-

gunda cédula, en la cual, previendo la duda que había

de surgir, el soberano le concedía la gobernación por unperíodo de siete años sin sujetarlo a condición alguna.

El historiador Fuentes y Guzmán, que relata este

episodio, nos ha conservado el texto de la segunda cédula,

que es como sigue:

El Rey.

Licenciado Maldonado, nuestro juez de residencia de la

provincia de Goathemala, e a todos los consejos, justicias, regi-

dores, caballeros, escuderos, oficiales e ornes buenos de la dicha

provincia, e a cada uno de vos a quien esta mi cédula fuere

mostrada: Sabed que nos hemos proveído de la gobernación

de esa dicha provincia al Adelantado D. Pedro de Alvarado,

por término de siete años, e más, cuanto fuere nuestra vo-

luntad, según más largo se contiene en la provisión que de ello

le hemos mandado dar. E agora por parte de dicho Adelan-

tado me ha sido hecha relación que a causa de decirse en la

que le hace la dicha merced, "no paresciendo en la residencia

que vos el dicho Licenciado le tomáis y habéis tomado, culpas

por do merezca ser privado de ella," se teme y recela que nole querréis recibir al dicho oficio, ni darle posesión de él, po-

niéndole en ello algún impedimento, a fin de le hacer daño,

en lo cual él recibiría mucho agravio e daño, a causa de la

mucha gente que lleva para la conquista de las islas e provin-

cias del Poniente, cuya conquista e gobernación asimismo le

habernos encomendado; e me fué suplicado vos mandase que

libremente le recibiésedes a la dicha gobernación, conforme

a su provisión, sin le poner en ello impedimento alguno, e

como la merced fuese; e yo húbelo por bien. Por ende yo vos

mando que luego que con esta mi cédula fuéredes requeridos,

sin embargo de cualesquiera cláusulas que vayan en la dicha

provisión que así mandamos dar a dicho Adelantado, de la go-

bernación de esa provincia, le recibáis al dicho oficio e al uso

Page 203: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

y ejercicio de él, e se le dejéis y consintáis usar y ejercer

libremente, por sí o por su lugarteniente, por el tiempo en

la dicha nuestra provisión contenido, hasta tanto que por nos

otra cosa se les envíe a mandar; sin que en ello se le ponga,

ni consintáis poner, embargo ni impedimento alguno, e los

unos e los otros no fagades ni fagan ende al por ninguna

manera, pena de la nuestra merced e de cien mil maravedís

para la nuestra cámara. Fecha en la villa de Valladolid a 22

días del mes de octubre de 1538 años.

Yo el Rey.— Por

mandado de S. M., Juan de Samano.

Desvanecida toda duda con la lectura de esta cédula,

el Licenciado Maldonado y el Cabildo dieron posesión al

Adelantado del cargo de Gobernador y lo felicitaron

por haber recibido una vez más la confianza del Empe-rador. En seguida comenzaron los festejos en que toma-

ron parte los españoles residentes y los nuevamente

llegados. Los hombres compitieron en torneos, carreras,

juegos de cañas y otros regocijos durante varios días.

Por las noches se organizaron saraos y encamisadas en

honor a doña Beatriz y sus veinte doncellas, y para desen-

gañarlas también—como dice el cronista— en caso que

hubieran esperado encontrar en estas tierras solamente

indios cimarrones y gentes bárbaras.

Garcilaso de la Vega recogió en sus Comentarios

reales una graciosa anécdota acerca de las fiestas con

que se celebró el regreso del Adelantado de su segundo

viaje a España.

Desta jornada—dice el historiador hispano-incáico— vol-

vió casado a la Nueva España, llevó muchas mujeres nobles

para casarlas con los conquistadores que habían ayudado a

ganar aquel Imperio, que estaban prósperos con grandes re-

partimientos. Llegado a Quahuatimallan, D. Pedro de Alva-

rado fué bien recebido; hiciéronle por el pueblo muchasfiestas y regocijos y en su casa muchas danzas y bailes que

duraron muchos días y noches. En una de ellas acaesció

que, estando todos los conquistadores sentados en una gran

sala mirando un sarao que había, las damas miraban la fiesta

185

Page 204: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

desde una puerta que tomaba la sala a la larga. Estaban

detrás de una antepuerta, por la honestidad y por estar encu-

biertas. Una de ellas dijo a las otras: "Dicen que, nos hemosde casar con estos conquistadores." Dijo otra: "¿Con estos

viejos nos habiamos de casar? Cásese quien quisiere, que yopor cierto, no pienso casar con ninguno de ellos. Doylos al

diablo ¡parece que escaparan del infierno según están de estro-

peados: unos cojos y otros mancos, otros sin orejas, otros con

un ojo, otros con media cara, y el mejor librado la tiene

cruzada una y dos y más veces!" Dijo la primera: "No hemosde casar con ellos por su gentileza, sino por heredar los indios

que tienen, que según están viejos y cansados, se han de morir

pronto, y entonces podremos escoger el mozo que quisiéremos

en lugar del viejo, como suelen trocar una caldera vieja yrota por otra sana y nueva".

Agrega Garcilaso que un caballero de aquellos viejos,

que andaba por allí cerca, oyó toda esta plática, y, nopudiendo sufrir escuchar más, la atajó, vituperando a

las señoras sus buenos deseos. Y en seguida contó a los

demás lo que había oído, aconsejándoles casarse conaquellas damas si querían, pero anunciándoles que por su

parte corría a casarse con la hija de un cacique de los

indios.135

El de septiembre es mes de fuertes lluvias en Guate-mala. El Licenciado Maldonado no pudo emprender su

viaje de regreso a México inmediatamente después de la

llegada de Alvarado, y todavía se hallaba en Guatemalael 16 de octubre de 1539, fecha de la carta

repara wos^ue escr

'

l\y¡¿ ^ Emperador anunciándole que

via:e

por lo riguroso de la estación aún no había

salido para el norte.

Para Alvarado no era importuna la presencia del

Oidor de México porque la misión de éste en Guatemalaestaba terminada; y no le impedía ocuparse en despa-

char los asuntos del gobierno, en atender a las obras de

embellecimiento de la ciudad, y en hacer frecuentes

135 Garcilaso de la Vega. Libro segundo, cap. I.

186

Page 205: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

viajes al puerto de Iztapa, donde se trabajaba activamen-te en la fábrica de la armada.

Entre las obras que se construían en la ciudad men-ciona el cronista Fuentes y Guzmán la casa capitular,

un edificio de varios pisos cuyo diseño y planta dicehaber visto en el archivo del Cabildo, varios molinos a

lo largo del Río de la Magdalena, que hoy se llama Gua-calate y corre al pie de los volcanes, y la introduccióndel agua del Chorrillo para la cual contribuyó el Ade-lantado con los materiales y el estipendio de los peones,

asignando para tal fin los servicios de los indios deTecpán Guatemala que poseía en encomienda."*

El Obispo don Francisco Marroquín había construí-

do, en la plaza mayor, la iglesia catedral, con sacrificio

de sus propias rentas y de la hacienda particular de los

vecinos, gastando en ello más de cinco mil castellanos.

El Adelantado, por su parte, había levantado su propia

casa y palacio de gobierno, y los vecinos, siguiendo su

ejemplo, edificaban activamente sus residencias, contri-

buyendo de este modo a mejorar el aspecto material de

la capital de la colonia.

En carta dirigida al Emperador el 18 de noviembrede 1539, le informaba Alvarado que tenía presta para

salir a descubrir, una armada compuesta de doce galeras

y naos gruesas, una galeota de veinte bancos y un ber-

gantín de trece que había construido rápidamente con el

propósito de embarcarse en el próximo mes de enero.

Fundaba la prisa puesta en la fábrica de las naves, en el

alto costo de mantenimiento de la mucha gente quehabía traído de España, la cual, unida a la que en Gua-temala estaba esperando su llegada, hacía un grupo de

setecientos hombres de pie y de caballo. A estos setecien-

tos había que agregar ciento y tantos que acababan de

desembarcar en Puerto Caballos y que llegaban en busca

suya, y muchos más que acudían diariamente, así de la

provincia de León de Nicaragua como del reino del Perú.

136 Fuentes y Guzmán, Primera parte, Lib. IV, cap. V.

187

Page 206: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Esta afluencia de hombres sedientos de aventura le alen-

taba a emprender pronto la expedición, en la cual decía

que llevaba muy grandes hombres de la mar.137

En la probanza de Juan Rodríguez Cabrillo, hecha enGuatemala en 1J60,

138se dice que a este capitán le confió

el Adelantado la fábrica de la armada y navios que hizo

en el puerto de Iztapa, y que luego lo nombró Almi-rante de la misma. Le invistió, además, de autoridad

para mantener en paz a la gente reunida en Iztapa conmotivo de la construcción de las naves y lo autorizo para

entender en el despacho de la armada hasta que ésta es-

tuvo lista para navegar. De Iztapa llevaron los navios

a dar la carena al astillero de Jeravaltique, situado en la

costa de San Miguel, y finalmente al puerto de Acajutla.

La armada no estaba presta para hacerse a la vela en

enero de 1540 como anunciaba el Adelantado, quien

se encontraba todavía con su gente en Guatemala en la

primavera de aquel año. En efecto, el acta del Cabildo

de 19 de mayo consigna que ese día se presentó el Go-bernador y Capitán General y anunció estar de partida

con su armada en demanda de las islas de la Especiería,

y que dejaba encargado del gobierno, como su lugarte-

niente, al Licenciado don Francisco de la Cueva.

Los historiadores coloniales han conservado la con-

sulta que en esta ocasión hizo el Cabildo al Adelantado

acerca del destino del rey cakchiquel y del rey quiche,

presos en la cárcel de Guatemala. La consulta constaba

en el acta de la sesión del Cabildo de 19 de mayo de 1 540

y dice así:

Este día los dichos señores dijeron que su Señoría tiene

137 Carta a S. M. del Adelantado don Pedro de Alvarado. DeSantiago de Guatimala a 18 de noviembre de 1539. En Colección

de documentos inéditos del Archivo de Indias. T. XXIV, pág. 339.

Libro viejo de la fundación de Guatemala, pág. 350.138 Méritos y servicios de Juan Rodríguez Cabrillo. Archivo

General del Gobierno de Guatemala. Publicada en Anales de la

Sociedad de Geografía e Historia, T. XI, N94, Junio de 1935.

Page 207: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

presos a Sinacam y a Sequecbul, señores de Goathemala, e que

su Señoría se va agora en su armada e porque, estos indios

siempre han sido rebeldes, e de su estada en la tierra se teme

que se levantarán e harán algún alzamiento con que la tierra

se pierda; e por ende, que piden a su Señoría, que o los

lleve en su armada, o si han hecho por qué, haga justicia de

ellos: porque de quedar ellos en la tierra, especialmente

si se huyen de la cárcel, que lo pueden bien hacer, se podría

recrecer algún alzamiento, de que se recrecería grande deser-

vicio a Dios nuestro Señor e a su Majestad, e gran fatiga de

guerra a los españoles e muertes de ellos. E su Señoría dijo,

que lo verá, e hará lo que más convenga al servicio de Dios e

de su Majestad, e bien de la tierra e pacificación de ella.139

Las últimas palabras de Alvarado sellaban de antema-

no la suerte de los desventurados príncipes indígenas.

En las crónicas del tiempo de la Colonia se expresa la

creencia de que los llevó en la armada y perecieron

en lejanas tierras. Ximénez dice que Alvarado "salió de

Guatemala llevando consigo a los dos caciques Zina-

cán y Zequechul inicuamente despojados de sus seño-

ríos." Vázquez escribe que estuvieron presos muchos

años "conservándoles las vidas el piadoso don Pedro de

Alvarado hasta el año de 1540." Y agrega que "es

de creer los llevaría consigo en su armada." Fuentes

y Guzmán dice en un lugar de su historia que el Ade-lantado tomó partido de llevarlos en su armada, proban-

do así "la misericordia y compasión con que trataba a

los indios;" y en otro, "haber llevado consigo a los dos

reyes de Utatlán y Goathemala con otros caciques de

cuya infidelidad se recelaba."140

Los cronistas Vázquez y Fuentes y Guzmán se carac-

terizan en la literatura histórica guatemalteca como los

apologistas incondicionales del conquistador español.

189 Fuentes y Guzmán, Primera parte, Lib. IV, cap. V. Váz-

quez, Lib. I, cap. VI.140 Ximénez, T. I, pág. 223. Vázquez, Lib. I, cap. VI. Fuen-

tes y Guzmán, Primera parte, Lib. IV, caps. V y VI.

189

Page 208: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

En contra de sus aseveraciones y eufemismos acerca de

este asunto, el Memorial de Solcdá, escrito por los indios

cakchiqueles, asienta en lacónica frase que "Trece meses

después de la llegada de Tunatiuh [Alvarado] fué ahor-

cado el rey Ahpozotzil Cahí Ymox. El día 13 Ganel

[26 de mayo de 1540] fué ahorcado por Tunatiuh en

unión de Quiyavit Caok."141

El manuscrito indigena

solamente menciona la muerte en la horca del rey de los

cakchiqueles Cahí Ymox, a quien los castellanos llama-

ban Sinacán. Se supone, sin embargo, que Sequechul, o

sea el rey quiche Tepepul, corrió la misma suerte.

Los gobernadores españoles acudían corrientemente

al recurso de ahorcar a los jefes indígenas a fin de man-tener aterrorizados y sumisos a los naturales de la tierra.

No había transcurrido un año desde la muerte del Ahpo-zotzil cuando el Licenciado don Francisco de la Cueva,

lugarteniente de Alvarado, mandó ejecutar en formasemejante a otros señores cakchiqueles que habían pro-

vocado su enojo. Demostrando su imparcialidad y el

propósito de dar a cada cual lo suyo, el Memorial anota

que estas últimas muertes las causó don Francisco y noAlvarado, "quien entonces ya se había marchado para

Xllchipi^lan.,,

Terminadas todas las diligencias necesarias a su parti-

da, y dejando en la ciudad de Santiago a su esposa doñaBeatriz y a sus hijos, el Adelantado se dirigió al puerto

de Acajutla, a donde había hecho llevar su armada y de

donde salió a su última y desgraciada expe-

*j* dición.

i armadaAlgunos historiadores colocan la fecha de su

salida de Acajutla en los primeros días del mes

de junio de 1540; Oviedo la fija en agosto de aquel

año por referencia de Bernaldo de Molina, criado del

Adelantado. Sin embargo, Alonso de Torres, que se

embarcó en una de las naves y fué uno de los pocos

mi Memorial de SoMa, N* 172, pág. 136.

Page 209: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

expedicionarios que llegaron hasta la Especiería en 1542,dice que la armada salió del puerto de Acajutla por el

mes de septiembre. Esta fecha parece más probableporque acorta el tiempo transcurrido entre la salida deAcajutla y la reunión del Adelantado y el Virrey

de Nueva España en la provincia de Michoacán, quetuvo lugar en los últimos días de noviembre.

142Confir-

ma, además, esta noticia el Tesorero Francisco de Cas-

tellanos en carta dirigida al Rey el 14 de octubre de

1541, diciendo que Alvarado salió de Acajutla el l9

de septiembre de 1540.143

Componían la armada la nave capitana, que recibió

el nombre de Santiago, la San Francisco, el navio AntónHernández, el Alvar Núñez, el Figueroa, el San Miguelque fabricó a su costa Rodríguez Cabrillo, una galera,

una fusta y una fragata. No se sabe con exactitud el

número de hombres que llevó Alvarado en esta, expedi-

ción. En su carta del 18 de noviembre de 1539 decía

tener 700 hombres de pie y de caballo, sin otros muchos

i«2 "Probanza de Alonso de Torres sobre los servicios que ha

hecho a Su Majestad." Guatemala, 1553. Archivo General del Go-bierno. En este interesante documento refiere Alonso de Torres

haberse embarcado en el puerto de San Lúcar en 1539 en la armada

del Adelantado Alvarado; ". . . que por el año de quarenta el dicho

Adelantado, en cumplimiento de lo capitulado con Su Majestad,

hizo una armada en el puerto de Ystapa ... y de allí [la] mandóllevar al puerto y playa de Acaxutla. . . . Yo me embarqué y fui

en ella ... la qual armada salió por el mes de setiembre del dicho

año. . . . Que yendo la dicha armada a la tierra firme de la NuevaEspaña . . . llegó al puerto de Sanctiago de Colima que son quatro-

cientas leguas de Acaxutla." Torres tomó parte en 1542 en la

expedición que el Virrey Mendoza despachó a las islas de la Espe-

ciería bajo el mando de Ruy López de Villalobos.

Alvarado se hallaba todavia en la ciudad de Santiago de Gua-temala el 30 de agosto de 1540, según consta del reconocimiento

de deuda que hizo en esa fecha a favor del Obispo Marroquí n, quien

actuaba en nombre de la Capilla de Nuestra Señora de los Remedioscomo heredera del Deán Godinez. Expediente del Colegio de Santo

Tomás de Aquino. Archivo General del Gobierno de Guatemala.148 Archivo General de Indias de Sevilla.

191

Page 210: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

que llegaban a buscarle diariamente y que pudieron ele-

var el número a más de 1,000. Esta última es la cifra

que calcula Oviedo. Bernal Díaz del Castillo dice que

eran 650 soldados, además de los oficiales, y muchos ca-

ballos, pero él no los vio y escribía treinta años después

de estos acontecimientos. Herrera tal vez está en lo

justo cuando dice que eran más de 800 hombres y 50

caballos. A esta cifra hay que agregar un número inde-

finido de indios guatemaltecos de servicio, que los au-

tores no consideraban dignos de mención.

Alvarado gastó en la fábrica y aderezo de esta armada

muchos miles de pesos oro, doscientos mil a juicio del

cronista Vázquez. Bernal Díaz del Castillo observa que

con la suma invertida en esta empresa se pudieran labrar

en Sevilla más de ochenta navios, y agrega que para

costearla no le bastó al Adelantado la riqueza que trajo

del Perú, ni el oro que sacaba de sus minas de Guatemala,

ni los tributos de sus pueblos, ni los préstamos de sus

deudos y amigos, y que todavía tuvo que tomar fiado de

los mercaderes.144

Llegado el momento de la partida entró el Adelan-

tado a la nave capitana, acompañado de su sobrino Juande Alvarado, de Francisco Girón y otros caballeros de su

confianza. Rodríguez Cabrillo subió a bordo de su navio

San Miguel que ostentaba la bandera del Almirante. Alimpulso de la brisa marina zarpó la armada rumbo al

norte, y fué costeando la provincia de Guatemala, prime-

ro, y luego la Nueva España, sin perder de vista la

tierra.145

La armada llegó sin contratiempo al puerto de la

Navidad, situado a los 19° 13' de latitud norte y a unos

30 kilómetros al noroeste del actual puerto de Manza-nillo. Los jefes de la expedición no tenían otro objeto

al hacer escala en ese lugar que proveerse de agua fresca

Díaz del Castillo, cap. CCm*.Probanza de Juan Rodríguez Cabrillo.

192

Page 211: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

y alimentos, pero el destino había dispuesto las cosas de

manera totalmente diferente.

El capitán Juan Fernández de Híjar, Gobernador de

la vecina villa de la Purificación, tuvo noticia de la lle-

gada del Adelantado y se trasladó inmediatamente al

puerto de la Navidad para informarle del angustioso

estado en que se hallaba todo el reino de la

Nueva Galicia a consecuencia de la subleva- Í4IC^^"ción general de los naturales de la región. El

Tzilolacapitán veía como obra de la providencia divi-

na la presencia en aquel territorio de la poderosa fuerzaque conducía un jefe y conquistador de tanta fama, yle rogó que ayudara a los españoles que en tan duroaprieto se encontraban y que contribuyera a pacificar

los pueblos alzados. Alvarado aceptó sin vacilar la pe-tición del gobernador y dio orden de que desembarcarasu gente, dispuesto a marchar con ella a la ciudad deGuadalajara, que era el punto más amenazado por estar

rodeado de los pueblos enemigos.

Ocurrió, sin embargo, que el Virrey de la NuevaEspaña, don Antonio de Mendoza, tuvo noticia tambiénde haber llegado el Adelantado al frente de la armadamás poderosa que hasta entonces había desplegado sus

velas en la Mar del Sur. Por diverso motivo el Virreycreyó ver igualmente la mano de la providencia en el

arribo del Gobernador de Guatemala, y despachó men-sajeros al puerto de la Navidad para invitarlo a que se

reuniera con él en un lugar intermedio entre la ciudad

de México y la costa para tratar de asuntos que a ambosinteresaban.

Mendoza estaba empeñado a la sazón en una em-presa de la que esperaba obtener pingües provechos. Unfraile visionario de la orden de San Francisco, conocido

con el nombre de Fray Marcos de Niza, había conven-

cido al Virrey de que al norte del territorio de la NuevaEspaña, donde hoy existe el Estado de Nuevo México,

193

Page 212: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

existía un grupo de pueblos indígenas de incalculable

riqueza, a los cuales daban el nombre de Tzíbola. Deorden del Virrey el fraile franciscano había hecho unviaje a aquella región, y aunque no vio más que de lejos

las casas de adobe edificadas por los indios zuñís sobre las

mesas naturales, volvió a México con la sensacional noti-

cia de que en dichos lugares era tan abundante el oro

que hasta las vasijas y menesteres de cocina estaban

hechos del precioso metal.

Halagado por tan fantásticas nuevas, el Virrey había

organizado una expedición por tierra que confió al Go-bernador de Jalisco, Francisco Vázquez de Coronado, ydespachó por mar al Capitán Hernando de Alarcón para

que explorara las aguas de California y buscara desde la

costa el acceso al Eldorado del norte.

En el cuadro de esta campaña encajaba la figura dePedro de Alvarado, conocido por su espíritu aventurero

y ambicioso, y en posesión de una fuerza marítima res-

petable. Enterado de los deseos del Virrey el Adelantadodio orden de que su gente se embarcara de nuevo y quela armada se trasladara algo más al norte, al puerto de

Santiago de Buena Esperanza, en la desembocadura

del Río Grande de Santiago, donde hoy existe el puerto

de San Blas, en el Estado de Nayarít. En seguida se

puso en camino para reunirse con Mendoza.

La reunión entre ambos personajes tuvo lugar en el

pueblo de Tiripitío, de la provincia de Michoacán, que

era encomienda de Juan de Alvarado, deudo del Adelan-

tado. El Virrey se presentó en compañía del Oidor de la

Audiencia de Nueva España, Licenciado Alonso Maldo-

nado, que había sido juez de residencia y Gobernador

de Guatemala, y del Veedor de México Peralmíndez

Ghirino. El Obispo de Guatemala, Licenciado don Fran-

cisco Marroquín, que por negocios de su diócesis acertó

a encontrarse en México en aquella ocasión, acompa-

ñaba a Alvarado y le ayudó durante estas negociaciones.

Page 213: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Mendoza recordó al Gobernador de Guatemala quepor una cláusula de la capitulación de éste con Su Ma-jestad para el descubrimiento y conquista de las islas del

poniente, el soberano le concedía a aquél la tercera parte

de los provechos que se obtuvieran, y en consecuencia le

propuso que unieran sus fuerzas para dicho descubri-

miento y que formaran al mismo tiempo una compañíapara explotar las riquezas de las ciudades de Tzíbola,

cuya fama había despertado la ambición, no sólo de

Mendoza, sino también de Cortés, quien por ese tiempo

gestionaba directamente en la Corte el privilegio de des-

cubrir ese territorio. Hacía notar el Virrey que estando

ya asociados por voluntad del soberano en los descubri-

mientos de la Mar del Sur, les convenía a los dos ampliar

el campo de sus actividades atendiendo a ambas em-presas.

La intromisión del Virrey contrariaba los proyectos

de Alvarado porque limitaba su libertad de acción; pero,

por otro lado, la idea de participar en la distribución

de las riquezas de Tzíbola ha de haber halagado fuerte-

mente su ambición. Mendoza reconoce que entre él yel Adelantado hubo "alguna discordia" sobre el con-

cierto de que se trataba, pero que, por fin, teniendo

presente lo sucedido en el Perú, donde se encontraron

frente a frente las ambiciones de los conquistadores,

consiguieron ponerse de acuerdo y convinieron en des-

pachar dos armadas, una para descubrir la costa de la

Nueva España por el rumbo del norte, y otra para que

fuese al poniente "en demanda de los Lequios y Ca-

tayo."146

146 "Carta del Visorrey don Antonio de Mendoza al muynoble señor Gonzalo Hernández de Oviedo, alcaide de la fortaleza

de Santo Domingo en la Isla Española y cronista de S. M." EnOviedo, Lib. XXXHI, cap. LH. Una Real Cédula, expedida en Ta-

lavera el 26 de julio de 1541, facultaba expresamente al virrey

Mendoza para recibir la mitad de los provechos de la armada de Al-

varado. Col. de docs. inéditos del A. de Indias, serie 2, T. II, pág. 7.

195

Page 214: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

En efecto, después de tratar largamente del asunto,

el Virrey y el Adelantado suscribieron el 29 de noviem-

bre de 1540 un "asiento y capitulación para la prose-

cución del descubrimiento de tierra nueva hecho por

Fray Marcos de Niza."147

Faltando una vez más al cumplimiento de sus com-promisos con la Corona, y "sin el respeto debido a Cor-tés," como anota el Padre Tello, atraído por el falso

brillo de la pretendida riqueza del país de Tzíbola, Al-varado se obligaba a cooperar al descubrimiento de esos

lugares yendo en su busca por el lado del mar, y cedía

al Virrey Mendoza la mitad de las mercedes que el Reyle había concedido para el descubrimiento de la Espe-

ciería. Cedíale también la mitad de la armada que tenia

en puertos de la Nueva España, con todos sus pertre-

chos, armas, velas, aparejos y bastimentos. A cambio de

todos estos bienes y servicios, el Adelantado recibiría unquinto de los aprovechamientos que hasta aquella fecha

hubieren obtenido Vázquez de Coronado y Alarcón, yla mitad de las ganancias de lo que en lo sucesivo se des-

cubriere.

El puerto de Acapulco, del Virreinato de la NuevaEspaña, quedó designado para la carga y descarga de los

efectos de la compañía; y el puerto de Xirabaltique,

en la costa de San Miguel, provincia de Guatemala, ser-

viría para astillero donde se habían de fabricar otros

navios, debidamente aparejados por cuenta de Alvarado.

Examinando los términos de este arreglo es fácil ad-

vertir que Alvarado iba a soportar todas las cargas del

negocio; ponía en él sus barcos y cuanto tenía y aun se

obligaba a fabricar y aparejar más naves por su exclusiva

cuenta, mientras que Mendoza no arriesgaba nada ni

contribuía con cosa alguna para los gastos de las dos em-

147 Colección de documentos inéditos del Archivo de Indias.

T. III, págs. 351-362. Libro viejo de la fundación de Guatemala,págs. 351-357.

196

Page 215: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

presas. En cambio las ganancias debían distribuirse entre

los socios por iguales partes.

El convenio obligaba al Adelantado a nuevos gastos

para la preparación de la jornada, y por esta razón tuvo

que permanecer en México durante los siguientes seis

meses.

En los primeros días de junio de 1541 salió Alvarado

de la ciudad de México que veinte años atrás había ayu-

dado a conquistar, y tomando el camino de Michoacánse dirigió al puerto de Santiago de Buena Esperanza

donde se encontraban sus navios.

Al llegar al pueblo de Zapotlán dispuso Nocbistlán

permanecer en él unos días descansando de su

largo viaje. Mientras tanto la rebelión de los indios de

Nueva Galicia continuaba en proporciones alarmantes,

amenazando con destruir a los castellanos que en corto

número vivían dispersos en la región. El Gobernador

Cristóbal de Oñate y los Alcaldes y Regidores de la veci-

na ciudad de Guadalajara, informados del regreso del

Adelantado, le enviaron un mensajero comunicándole

la apremiante situación en que se hallaban y pidiéndole

que acudiera a socorrerlos con la fuerza de que disponía.

Prestóse Alvarado de buena gana a ayudar en aquel

trance a sus compatriotas, y con ese fin despachó las

órdenes del caso para que la gente de la armada ocupara

los lugares estratégicos desde donde pudiera socorrer a las

poblaciones amenazadas. Cincuenta hombres quedaron

custodiando la armada; un capitán con 50 soldados fué

al pueblo de Autlán para proteger a la villa de la Puri-

ficación; otros 50 hombres quedaron en Zapotlán. El

Capitán Diego López de Zúñiga recibió orden de situar-

se con 25 soldados en el pueblo de Ezatlán. Otro capi-

tán con otros 25 soldados se dirigió a ocupar un lugar

a orillas del lago de Chápala.

Dejando guarnecidos de esta manera los lugares men-cionados, Alvarado tomó cien hombres escogidos y se

197

Page 216: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

dirigió a Guadalajara, a donde ingresó el 12 de junio.

Fué alojado en casa de Juan del Camino, marido de

Magdalena de Alvarado, parienta del Adelantado, y pasó

varios días en la ciudad, muy agasajado por el Goberna-

dor y por los vecinos principales.

Los indios sublevados se habían fortificado en la

sierra de Juchipilla y del Mixtón y en el pueblo y peñol

de Nochistlán, lugares situados al norte y a corta dis-

tancia de Guadalajara. Alvarado creía empresa fácil

desalojarlos de sus posiciones y pacificar el país. Oñate

era más cauto, y aconsejado por la experiencia que tenía

de la región y de las tácticas de los indios, proponía que

se demorara la campaña ya que las defensas de la ciudad

habían sido reforzadas. Hacía notar también que las

fuertes lluvias de la estación no eran favorables para

los castellanos ni para los caballos, que eran elemento

valioso de combate y maniobraban difícilmente en el

suelo húmedo y fangoso.

Al Adelantado no le agradaba esperar la suspensión

de las lluvias y manifestó su decisión de marchar sin

demora al castigo de los rebeldes. "Vergüenza es —ex-

clamó— que cuatro gatillos encaramados hayan dado

tanto tronido que alborotan al reino." Oñate procuró

todavía explicarle la táctica indígena de hacerse fuertes

en lo alto de un monte y pasarse a otro si los desaloja-

ban del primero, y aconsejaba esperar los refuerzos que

el Virrey había prometido enviar desde México para po-

der, con este auxilio, atacar a los indios con fuerzas másnumerosas.

Alvarado no atendía ninguna razón y anunció su

propósito de marchar inmediatamente a atacar a los re-

beldes, haciendo uso únicamente de su gente, y agregó

que "en cuatro días quería allanar la tierra por conve-nirle embarcarse para su viaje." "Temo suceda algún

desastre, señor Adelantado, por no aguardar Vuestra Se-

ñoría mejor tiempo y el socorro de México," díjole el

198

Page 217: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

de Oñate. Y Alvarado contestó: "Ya está echada la suer-

te, yo me encomiendo a Dios."

Convencido Oñate de que toda oposición era in-

fructuosa, se conformó con lo dispuesto por Alvarado,

pero se dirigió a su gente diciéndole: "Dispongámonospara el socorro que discurro necesario para los que nos

le han venido a dar."

Alvarado se encaminó al pueblo de Nochistlán, yllegando cerca de él convidó a los indios con la paz,

pero estos no quisieron escuchar sus proposiciones y se

prepararon a la defensa. Una fuerza mixta de españoles

e indios de Michoacán avanzó para atacarlos. Diez mil

indios de los rebeldes, protegidos por siete albarradas

muy fuertes, los recibieron con una lluvia cerrada de

varas tostadas, flechas, dardos y piedras, mataron a vein-

te españoles y obligaron a Alvarado a retroceder. Los

atacantes volvieron a la carga sin lograr mejor resultado

y perdiendo otros diez hombres, entre ellos el Capitán

Falcón y otros guerreros españoles y mexicanos.

La caballería se atascaba en el terreno cenagoso ylleno de cardones y magueyales; la infantería no corrió

mejor suerte, metidos los hombres hasta la cintura entre

el lodazal. Un español, que se llamaba Juan de Cár-denas, pereció en un atolledero del campo de batalla.

Proseguir la lucha era exponerse inútilmente a la

muerte. Comprendiéndolo así el Adelantado ordenó

la retirada. Los indios salieron de sus trincheras y por

espacio de tres leguas fueron persiguiendo a los españoles

dando y recibiendo golpes, hasta que el suelo firme re-

emplazó a las ciénagas y lodazales y la caballería pudoenfrentarse al enemigo. Alvarado, a pie y al lado de la

infantería, combatía con su espada y rodela conteniendo

a los indios.

Llegaron por fin los españoles, libres ya de sus per-

seguidores, a una quebrada por donde corría el río, entre

el pueblo de Ayahualica y Acacico. Para salir de este

lugar era preciso subir una áspera pendiente llevando del

199

Page 218: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

diestro a los caballos. El Adelantado y su gente iban

subiendo la cuesta poco a poco; no así el escribano Bal-

tasar de Montoya, que, poseído de pánico, no obstante

que los indios habían suspendido la persecución, cami-

naba adelante espoleando sin misericordia a su caballo.

Observándolo, Alvarado, que caminaba a retaguardia,

gritóle: "Sosegaos, Montoya, que los indios nos handejado." Pero "como el miedo es gigante," Montoya no

atendía las razones de su jefe y seguía acosando al caba-

llo, hasta que al animal se le fueron los pies y cayó ro-

dando llevándose de encuentro al Adelantado, "siendo

tal el golpe que le dio en los pechos, que se los hizo pe-

dazos y le llevó rodando por la cuesta abajo hasta unarroyuelo, a donde estando caído, acudió toda la gente

al reparo y le hallaron sin sentido."

Montoya salió ileso de la caída del caballo, y habién-

dose avecindado en Guadalajara, vivió hasta la edad de

ciento cinco años.

Vuelto en sí con los auxilios que sus capitanes pudie-

ron prestarle de momento, les dijo Alvarado que no con-

venía que los indios conocieran su peligro, y mandó que

le quitaran la armadura y que se revistiera con ella unode los oficiales para que le viesen los enemigos. Reco-

mendó a los demás que se mantuvieran prontos a resistir

a los indios si insistían en atacarlos, y agregó filosófica-

mente que lo sucedido no tenía remedio. "Esto se merece

—exclamó— quien trae consigo tales hombres comoMontoya." "Era tan grande el dolor que le afligía que

apenas podía hablar, y preguntándole D. Luis de Cas-

tilla qué le dolía, respondió: el alma, llévenme a dó con-

fiese y la cure con la resina de la penitencia y la lave

con la sangre preciosa de nuestro Redentor."148

148 Los datos anteriores acerca del descalabro de Nochistlán,

y los que siguen, relativos a la muerte de Alvarado, están tomados

de la Crónica miscelánea del Padre Fr. Antonio Tello, que contiene

la relación más antigua de estos hechos. Reprodujeron los datos

de la obra del P. Tello, inédita hasta 1891, agregando otros porme-

200

Page 219: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

En una parihuela improvisada condujeron sus oficiales

al Adelantado al pueblo de Atenguillo, distante cuatro

leguas del lugar del accidente. El Gobernador Oñate,que al frente de un pelotón de veinticinco hombres se

había dirigido en pos de Alvarado y su gente

a través de las montañas, presenció desde una Muerte

altura el ataque de los españoles y su desastro- *e Alvarado

sa retirada, y encaminándose rápidamente a

Atenguillo encontró al conquistador gravemente herido

y sufriendo intensos dolores. Sin embargo, podía ha-

blar, y entre ambos jefes se entabló breve conversación.

"Señor Adelantado —dijo el Gobernador— al almame llega que Vuestra Señoría se haya puesto en tanto

riesgo y en tal extremo de perder la vida, pues comohombre tan experimentado en la guerra, dije a V. S.

no fuese a este castigo, por ser el tiempo contrario y fa-

vorable a los enemigos; y es muy diferente gente ésta

de la que V. S. ha conquistado." A lo cual, con voz

doliente, respondió el Adelantado: "Ya es hecho. ¿Quéremedio hay? Curar el alma es lo que conviene." Yagregó, reconociendo su falta: "Quien no crea a buenamadre, crea a mala madrastra; yo tuve la culpa en notomar consejo de quien conocía la gente y tierra, y midesventura fué traer a un soldado tan cobarde y vil comoMontoya, con quien me he visto en muchos peligros por

salvarle, hasta que con su caballo y poco ánimo me hamuerto. ¡Sea Dios loado! Yo me siento muy fatigado

y mortal; conviene que con la brevedad posible me lle-

ven a la ciudad para ordenar mi alma."1*9

Al día siguiente la columna reanudó la marcha lle-

vando a su jefe con dirección a Guadalajara, distante

ñores acerca del particular, el P. Fray Pablo de la Purísima Con-cepción Beaumont en su Crónica de la Provincia de los Santos

Apóstoles S. Pedro y S. Pablo de Michoacdn, y el Licenciado D.

Matías de la Mota Padilla en la Historia de la Conquista de la

Provincia de la Nueva Galicia,149 P. Tello, Crónica miscelánea, pág. 372.

201

Page 220: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

otras cuatro leguas de tierra llana. Oñate tomó la de-

lantera y despachó desde la ciudad a un sacerdote quesalió al encuentro de Alvarado y oyó su confesión bajo

los pinos en un descanso del camino. Los moradores de

la ciudad lo recibieron con demostraciones generales

de sentimiento, y en casa de sus deudos fué alojado yasistido. Allí le administraron los sacramentos de la Igle-

sia, y el 4 de julio dictó sus últimas disposiciones ante los

escribanos Diego Hurtado de Mendoza y Baltasar de

Montoya, causante involuntario de su desgracia. Mandóque sus herederos cumpliesen el convenio hecho entre él

y el Virrey Mendoza, y nombró por su universal here-

dera del remanente de sus bienes a su mujer doña Bea-

triz de la Cueva. Dispuso que las fuerzas situadas en los

pueblos de Nueva Galicia no los desamparasen hasta

que el Virrey dictara las providencias necesarias para la

seguridad de la tierra. Ordenó que su cuerpo fuera en-

terrado en la iglesia parroquial de Guadalajara y que de

ahí lo trasladaran al convento de Tiripitío, de religiosos

agustinos, y luego al convento de Santo Domingo de

México. Mandó, por último, que, para cubrir los gastos

de sus funerales y decirle misas y novenarios, se vendiera

la parte que fuera necesaria de los bienes que tenía en

Guadalajara o en México; que a su entierro se allegaran

todas las clerecías que en la ciudad hubiere y que se le

dijese misa cantada con sus vigilias muy solemnes:

Y por cuanto estoy fatigado de mi enfermedad —decía

por último— y el dicho Obispo de Guatemala sabe las perso-

nas a quienes yo puedo ser en cargo poco más o menos lo queconviene al descargo de mi conciencia, porque yo con él

muchas veces lo he comunicado, doy todo mi poder cumplidopara que él y Juan de Alvarado, vecino de la ciudad de Mé-xico, ambos a dos juntamente e no el uno sin el otro, si nofuere con poder el uno del otro, y el otro del otro por la

distancia de tierra que hay a Guatemala donde el dicho Obispoestá, hagan y ordenen mi testamento según e como a ellos

202

Page 221: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

les pareciere, e vieren que conviene al descargo de mi con-

ciencia.150

Aquel mismo día, 4 de julio de 1541, en la ciudad

de Guadalajara, diciendo: "en tus manos, Señor, enco-

miendo mi espíritu," murió el conquistador de México

y Guatemala, el Adelantado Pedro de Alvarado. Con-forme a su deseó "fué enterrado honrosamente en unacapilla de Nuestra Señora, en la iglesia de la ciudad, a

mano izquierda como entraban en ella, debajo del

pulpito."151

Años más tarde sus restos fueron trasladados al con-

vento de Tiripitío. Allí se encontraban en 1563 según

se dice en el testamento que el 5 de abril de aquel añode su muerte otorgó el Obispo Marroquín, en el cual

figura la siguiente cláusula: "Declaro que al Adelan-

tado yo lo quise mucho y él asimismo mostró quererme

en obras y en palabras, y yo dexé mandados doscientos

ducados al monasterio donde está enterrado que es en

Tirepati; yo mando se le den de mis bienes y se los en-

víen al dicho monasterio."182

Don Francisco de la Cueva y su esposa doña Leonorde Alvarado, hija del Adelantado, pedían Ucencia en

1568 para construir dos bóvedas en la iglesia catedral

de Guatemala, a fin de trasladar y enterrar en ellas los

huesos de don Pedro de Alvarado y doña Beatriz de la

Cueva, su mujer, y los de don Pedro de Puerto Carrero,

su muy cercano deudo. Pedían asimismo, que, para

que se conservara aún más la memoria de la persona que

ganó esta tierra, se diera facultad para que en un lienzo

180 Remesal, Lib. IV, cap. II, T. I, pág. 235, ed. de Guatemala.151 p fello, Crónica miscelánea. La ciudad de Guadalajara

donde Alvarado terminó sus días se hallaba a la sazón en el sitio de

Tlacotlán, y se mudó al año siguiente, 1542, al valle de Tonalan,

según noticia del P. Tello.152 Expediente del Colegio de Santo Tomás de Aquino. Archi-

vo General del Gobierno de Guatemala. N9 13353. Remesal, Lib.

VI, cap. X.

203

Page 222: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

de la capilla mayor de la iglesia se pudiera hacer un me-dio arco para colocar en él el bulto del Adelantado consu correspondiente epitafio.

153

El historiador Fuentes y Guzmán refiere haber co-

nocido los dos sepulcros en la iglesia catedral que fué

demolida en su tiempo para fabricar la nueva, pero

advierte que en la época en que redactaba su crónica

(más o menos en 1690) ya no se descubrían. Los restos

del Adelantado se perdieron desde entonces.

En un libro manuscrito de Copias de documentos in-

Ebitafiossert° d°n Juan Gavarrete a mediados del siglo

pasado el siguiente epitafio destinado a la tum-ba del conquistador de Guatemala.

El que Augusto le tuvo merecido

En este angosto monumento yace

Y Fénix de sus glorias hoy renace

Burlando su memoria del olvido.

México intime en eco repetido

Alabanzas qe. el tiempo las enlace

Qe. si tanto valor se satisface

Lo qe. a Rómulo Roma le ha debido

Conquista, fundación y poblaciones

Y haber la idolatría disipado

Deshaciendo las nieblas de opiniones

Obrando bien con ser Adelantado.

Si hay sujeto capaz de estos blasones

Todo cabe en D. Pedro de Alvarado.

Requiescat in pace.™4.

isa "Relación del enterramiento pedido por parte de don Fran-

cisco de la Cueva, de don Pedro de Alvarado, su suegro, Capitán

General y descubridor y conquistador de las Provincias de Guate-

mala, en la capilla mayor de la Catedral de dicha Guatemala. Año1568." En Colección de documentos inéditos del Archivo de In-

dias, T. XI, pág. 91.154 Reproducido en Bancroft, Central América, tomo II,

pág. 211.

204

Page 223: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

El maestro Gil González Dávila, en su obra Teatro

eclesiástico (T. I, pág. 140), dice que Juan Díaz de la

Calle, Oficial Mayor de la Secretaría de Nueva España,

dedicó a Alvarado el siguiente epitafio:

Yaze en este angosto monumento el que merecía

más Augusto, que fué para la Nobilissima Ciudad

de Guatimala, lo que para Roma Rómulo; El famoso

por la virtud de su valor y Vitorias

Don Pedro de Alvarado, del Abito de Santiago,

Adelantado, Gobernador, Fundador y Poblador

desta Ilustrissima Ciudad de Guatimala.

Que la dio Templos, Leyes, Costumbres y Ritos.

Después de haber deshecho en muchas batallas el

engaño de la Idolatría, poniendo para siempre

cessacion en su Altares y Aras. Paso a la

inmortalidad de que ya goza en el

Año 1541.

El juicio de la posteridad no ha sido favorable a la

persona y carácter de Pedro de Alvarado. Reconociendoen él brillantes cualidades de mando en la guerra y mo-dales atrayentes en su trato, los historiadores condenansu crueldad y dureza, su rigor y falta de con-

miseración con los indios, a quienes sometió a Carácter

la más dolorosa servidumbre, y su insaciable ' Alvarado

codicia que lo impulsaba a cometer las mayoresinjusticias y violencias. Conquistador afortunado y va-

liente, su ilimitada ambición lo hizo descuidar sus de-

beres de gobernante, lanzándole cada vez tras nuevas

aventuras que, si bien calmaban su fiebre de actividad

y ansia de gloria, jamás rindieron el fruto que de ellas

esperaba.

No hizo sino enhilar y trazar en su mente e arbitrio cosas

de mayor importancia que sus fuerzas e de más posibilidad

205

Page 224: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

que él tenía —dice Oviedo— e con su desasosegado espíritu

no se quiso contentar con lo adquirido.155

Sus contemporáneos lo acusaron durante el Proceso

de 1529 de numerosos actos de crueldad cometidos nosólo contra los indios, sino también contra los españoles.

La matanza de la nobleza azteca en el templo de Te-nochtitlán durante la fiesta en honor a Tezcatlipoca nofué únicamente un acto de crueldad y una sangrienta

felonía, sino gravísimo error táctico que motivó la

muerte de centenares de españoles y estuvo a punto de

costarle a Cortés la pérdida de toda su labor de la con-

quista de México.

En Guatemala Alvarado hizo la guerra a las tribus

indígenas con arrojo y sin misericordia. Incendió y des-

truyó pueblos enteros, unas veces sin intimarles la rendi-

ción, como disponían las órdenes del soberano, y otras

para castigar los intentos de destruirlo a él y a sus gue-

rreros. Fueron actos de guerra que se practicaban en

aquellos tiempos y que en los actuales se ejecutan tam-

bién en mayor escala como episodios dolorosos de la

lucha entre las naciones.

Pero donde su crueldad se muestra más evidente ymenos disculpable es en el trato que daba a los nativos

después de terminada la guerra de conquista y cuando

la raza vencida se había conformado ya con la pérdida

de su libertad. Los indios eran para Alvarado una raza

inferior y despreciable que podía emplearse sin piedad

en los trabajos más rudos, bajo la amenaza del látigo yla horca. El Padre Bartolomé de las Casas pintó desde

aquel tiempo el cuadro del sufrimiento humano en esta

región del Continente.

Mató infinitas gentes con hacer navios —dice Fray Bar-

tolomé— ; llevaba de la mar del norte a la del sur, ciento y

155 Fernández de Oviedo, Natural y general historia de las

Indias, T. IV. Última parte, Lib. III, cap. III.

206

Page 225: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

treinta leguas, los indios cargados con anclas de tres y cuatro

quintales que se les metían las unas dellas por las espaldas ylomos; y llevó de esta manera mucha artillería en los hombrosde los tristes desnudos; y yo vi muchos cargados de artillería

por los caminos, angustiados. Descasaba y robaba los casados

tomándoles las mujeres y las hijas, dábalas a los marineros ysoldados por tenerlos contentos para llevarlos en sus armadas.

Henchía los navios de indios donde todos perecían de sed yde hambre. . . Cuántos huérfanos hizo —agrega—, cuantos

robó de sus hijos, cuántos privó de sus mujeres, cuántas mu-jeres dejó sin maridos, de cuántos adulterios y estupros yviolencias fué causa, cuántos privó de su libertad, cuántas

angustias y calamidades padecieron muchas gentes por él,

cuántas lágrimas hizo derramar, cuántos suspiros, cuántos

gemidos, cuántas soledades en esta vida y de cuánta conde-

nación eterna en la otra causó . . . Plegué a Dios que de él

haya habido misericordia y se contente con tan mal fin comoad cabo le dio.

156

El historiador moderno Bancroft no niega a Alva-

rado sus brillantes cualidades de jefe militar, y dice de

«1 que sólo Cortés le aventajaba; pero afirma que en ca-

rácter y en conducta era el revés de la medalla.

Cortés poseía cierta grandeza y nobleza de alma —dice

Bancroft—. Alvarado era mendaz, traidor y falto de honra-

dez; su porte franco ocultaba el engaño, y los favores que se

le prodigaban los pagaba con ingratitud. No sentía'^afecto ni

por las mujeres, y su elección de esposa o amante era inspi-

rada por la ambición o la concupiscencia. Gozaba en gobernar

por el miedo. Cortés era precavido, Alvarado impetuoso,

esperando siempre resultados favorables.

A cambio de estos defectos tan severamente señala-

dos, el historiador norteamericano observa que Alvarado

demostró capacidad como militar y que "su percepción

rápida, sangre fría y presencia de ánimo, no perturba-

156 pr Bartolomé de Las Casas. Destrucción de las Indias.

Puebla, 1821.

207

Page 226: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

da ni por la magnitud del peligro, le permitieron obrar

siempre con prontitud y acierto en las más críticas cir-

cunstancias. Su aptitud para gobernar era inferior a su

competencia en el campo de batalla."157

El cronista español López de Gomara coincide en

esta parte del juicio de Bancroft cuando dice que Al-

varado fué mejor soldado que gobernador.

Por su parte, otro historiador sajón, William H.Prescott, pinta con estas palabras el carácter del con-quistador de Guatemala:

Pedro de Alvarado era un oficial de familia distinguida,

valiente, caballeroso . . . tenía talento para obrar, firmeza e

intrepidez, al paso que sus maneras francas y deslumbradoras

hacían de Tonatiuh un especial favorito de los mexicanos;

pero bajo este brillo exterior ocultaba el futuro conquistador

de Guatemala un corazón temerario, rapaz y cruel: faltábale

aquella moderación que, en el puesto que ocupaba, era cuali-

dad más apreciable que todas las demás.158

El cronista Remesal señala con justicia el carácter

duro y violento de Alvarado diciendo de él que "másquiso ser temido que amado de todos cuantos le estuvie-

ron sujetos, así indios como españoles."159

Para juzgar con imparcialidad el carácter de Alva-

rado y de los demás aventureros europeos del siglo xvi

hay que tomar en cuenta el carácter general de la con-

quista de América. Sin pretender disculpar las enormesfaltas de los conquistadores españoles, su crueldad, su

codicia, su absoluta carencia de sentimientos humanita-

rios, es preciso recordar que la época en que vivieron era

de lucha y de violencia, y que, además, la empresa de la

conquista fué realizada por fuerzas numéricamente in-

feriores, que tuvieron que imponerse a los ejércitos nu-

157 Bancroft, Central America, T. II, págs. 209-21 í.

168 Prescott, Conquest of México, L. IV, cap. VIH.1W Remesal, Lib. HE, Cap. VI, T. I, pág. 168 ed. de Gua-

temala.

208

Page 227: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

merosos de los nativos mediante la superioridad de las

armas y táctica europeas y por el terror y la intimi-

dación. El propio Cortés no está limpio de culpa. Lamatanza de Cholula, ordenada por él, fué tal vez unatragedia inevitable, pero no ha recibido la sanción de

la historia. Pedro de Alvarado quemó a los reyes del

Quiche, y en su tiempo dijo que lo había hecho para cas-

tigarlos por haber intentado una estratagema de guerra

destinada a acabar con él y su gente. Cortés ahorcó al

último emperador de México en las selvas de Yucatánalegando haber descubierto una conspiración dirigida

por el príncipe destronado. Atahualpa fué ejecutado porPizarro después de entregar todo el oro de los Incas.

El gran escritor español don Manuel José Quinta-na ha pronunciado tal vez el juicio más acertado sobre

los hombres de la conquista diciendo en un dístico fa-

moso que

su atroz codicia, su inclemente saña,

culpa fueron del tiempo y no de España.

La obra de Alvarado como administrador y coloni-

zador fué casi completamente nula. Su espíritu inquieto

no le permitía concebir, ni mucho menos emprender las

obras que florecen en un pueblo al amparo de la paz.

Era un hombre nacido para la guerra y la aventura que a

su juicio eran el único camino de la riqueza y de la fe-

licidad. En ninguna de las cartas que escribió siendo

ya gobernador expone planes de progreso para su gober-

nación; el meollo de sus informes al rey es el eterno temade los descubrimientos, de la conquista, de la guerra.

Cierto es que Alvarado vivió en la época de los descu-

brimientos, pero otro hombre dotado de virtudes civiles,

de que él careció en absoluto, habría hecho alto en su

carrera y demostrado que podía dar forma a la tierra

con tanto esfuerzo conquistada y hacer de ella una joya

para la corona de España.

209

Page 228: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

De Alvarado no quedó obra material de importan-cia, ni en México ni en Guatemala, a excepción de sus

casas de México y del palacio que construyó para suvivienda en la ciudad de Santiago de Guatemala y quelos elementos destruyeron en la aciaga noche del 10 deseptiembre de 1541.

El historiador guatemalteco don José Milla, a quiensiempre habrá que citar por la serenidad e imparcialidad

de sus juicios, resume en las siguientes palabras el ca-

rácter ambicioso y caballeresco del hombre que ayudóa conquistar a México y Guatemala y aspiró a la gloria deconquistar otras muchas tierras en distintas partes del

orbe:

Los abusos y las crueldades inmotivadas son y serán siem-

pre dignos de censura, y no fueron pocos los que cometieron

Alvarado y sus compañeros. Dotado aquel caudillo de uncarácter apasionado y violento, excedió en el particular a

otros de los jefes expedicionarios de América, a quienes, por

otra parte, puede compararse en el denuedo, en la constancia,

en la actividad, en la astucia militar, y a quienes supera en la

grandeza de los planes y en la importancia de las empresas que

acometió. Estas cualidades, unidas a un exterior brillante, a

sus modales distinguidos y caballerescos y aun a sus mismosvicios (el juego, las mujeres, la prodigalidad) hacen aparecer

al conquistador de Guatemala más bien como un héroe de

novela que como un personaje histórico.

Llena la imaginación con ideas de engrandecimiento per-

sonal y de nuevas conquistas con que ensanchar aún más los

inmensos dominios de su patria, él que había salvado de tan-

tos peligros, vino a morir donde ya no debía, por un acci-

dente casual, ocasionado de la pusilanimidad de un hombre.

Acabó su vida y se desvanecieron los sueños de ambición ygloría que agitaban aquella alma que nada tenia de vulgar.

A su muerte siguió de cerca la desaparición de toda su fami-

lia y la ruina de aquellos bienes de fortuna por los cuales se

había afanado tanto y por cuya consecución cometiera tantas

injusticias. Sus mismos restos mortales se perdieron bajo los

escombros de la iglesia matriz de la ciudad de la cual fué el

fundador y primer vecino, y hoy no queda de él más que

210

Page 229: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

el recuerdo que conserva la historia y que va pasando de una

en otra generación, con la alabanza que no puede negarse a

sus hechos heroicos y con el vituperio que debe acompañar

a aquellas de sus acciones que se desviaron de las reglas del

honor, de la moral y de la justicia.160

Hallándose en camino para su diócesis, recibió el

Obispo Marroquín en Ciudad Real de Chiapas la infaus-

ta nueva de la muerte del Adelantado que desde Méxicole comunicó el Virrey Mendoza. Comentando el fatal

suceso escribía el prelado al Emperador desde

aquella ciudad con fecha 10 de agosto, dicién- L*

dolé que había perdido el más bueno y leal ser- s** Ventura

vidor que el soberano tenía en estas partes, yexpresando el temor de que esta pérdida fuese causa dealguna alteración en la provincia de Guatemala.161

Agregaba el Obispo que Alvarado dejaba más decincuenta mil pesos de deuda, gastados en el real servi-

cio, y seis hijos e hijas desnudos y sin abrigo, amén demuchos sobrinos y otros deudos que habían servido tam-bién y quedaban igualmente sin amparo. Con el fin de

remediar estas necesidades proponía que la gobernación

no saliera de los parientes del Adelantado y que se nom-brara Gobernador a su sobrino Juan de Alvarado, hom-bre de bien que anduvo con él en el Perú y en otras

conquistas por espacio de catorce años e iba de general

en su armada.

En defecto de Juan de Alvarado proponía el buenObispo para el cargo de Gobernador a Juan de Chávez,"hijodalgo y caballero y el más hombre de bien que hayen toda la provincia.*' Ambos eran favorablemente co-

nocidos de los naturales y entre ellos podría repartirse

el gobierno de las dos provincias, Guatemala y Honduras.De don Francisco de la Cueva no decía mucho bue-

no. El primo de doña Beatriz había llegado de España

160 Milla, Historia de la América Central, T. I, pág. 322.161 Cartas de Indias, pág. 429. Libro viejo de la fundación

de Guatemala, pág. 3 86.

211

Page 230: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

con ella y su marido hacía solamente dos años, y nohabía tenido tiempo de conocer a fondo las necesidades

de la Colonia. "Yo le conversé poco tiempo —decía

el Obispo en su carta—, que no hubo lugar para más; lo

que conocí de él, ansí como es mozo en edad, lo es en sus

obras, e no tiene experiencia de lo que conviene hacer,

ningún celo a los naturales, etc."

En caso que el Emperador eligiera a Juan de Al-varado para gobernar a Guatemala, el Obispo aconsejaba

que se casara, por mandato de S. M., con su prima doñaLeonor, la hija del Adelantado, que quedaba en la or-

fandad, lo cual "sería mucha merced a los muertos ya los vivos."

Hechas estas recomendaciones sobre lo más apre-

miante de la nueva situación, el señor Marroquín se

puso en camino para la ciudad de Santiago de Guate-mala, donde pensaba, con razón, que hacía falta su pre-

sencia para el sosiego de la tierra.

Las malas nuevas corren velozmente. A oídos de los

habitantes de Santiago llegaron rumores del desgraciado

fin del Adelantado, pero no fué hasta el 29 de agosto

cuando el correo enviado por el Virrey Mendoza se pre-

sentó en la ciudad llevando las cartas dirigidas al Ayun-tamiento y al Licenciado don Francisco de la Cueva, Te-niente de Gobernador, que contenían la confirmación

del infausto suceso.

El Ayuntamiento se congregó al instante para ente-

rarse de la comunicación del Virrey. El lacónico y ex-

presivo documento decía así:

Magníficos y nobles Señores: Por cartas que escribo así

al Señor Obispo dessa provincia como a don Francisco de la

Cueva, Teniente de Gobernador della, sabréis como Dios

Nuestro Señor fué servido de llevar a su gloria al señor Ade-lantado Alvarado, y el suceso della de que no poca pena he

sentido como era razón y tanto como si fuera propio hermano,

y pues él le dexó por su Teniente de Gobernador por la con-

fianza que del tenía y no menos tengo yo de su persona [y]

212

Page 231: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

hasta que Su Majestad otra cosa sea servido de proveer, le

terneis y obedeceréis, Señores, por tal Gobernador, y así os

lo encargo y mando de parte de Su Majestad e que os confor-

méis con él para que essa provincia esté bien gobernada y en

toda paz e sosiego, sin aver novedad alguna e mostréis en esto

el desseo que tenéis de servir a Su Majestad como sus leales

vasallos y de mirar el bien y perpetuación dessa goberna-

ción como tengo por cierto que lo haréis, y de lo que viére-

des que conviene proveerse y escribirse a Su Majestad meharéis relación porque así se hará. Y a la señora doña Beatriz

la tened y acatad como es justo porque en esto serviréis a

Su Majestad y a mí me echareys cargo para favorescer a essa

ciudad en lo que pudiere. Nuestro Señor vuestras magníficas

personas guarde. De México XV de julio. 541.

A lo que Señores mandáredes.

Don Antonio de Mendoza. 1M

La noticia de la muerte del Adelantado causó en la

ciudad general sentimiento. Los viejos conquistadores

que habían peleado al lado suyo en México y Guatemaladolíanse del triste fin del famoso capitán, al par que se

preocupaban por los cambios que forzosamente habrían

de ocurrir en la vida de la colonia. Los indios no te-

nían motivos para participar del sentimiento de los cas-

tellanos, y, lejos de eso, es natural suponer que la des-

aparición del férreo gobernador haya hecho brillar para

ellos un rayo de esperanza.

Los hidalgos españoles vistieron de luto. Los hijos

del Adelantado debían llorar la pérdida de su padre y su

orfandad y desamparo. A todos excedió, sin embargo,

en sus demostraciones de dolor la viuda de Alvarado,

doña Beatriz de la Cueva. Hizo pintar de negro toda

su casa por dentro y por fuera y se retiró a su aposento,

en obscuridad y soledad absolutas, sin comer, sin dormir

y dando grandes voces lastimeras. Doña Juana la Loca

161 Hay fotografía de la carta original en Libro viejo de la

fundación de Guatemala, pág. 385.

213

Page 232: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

no derramó más lágrimas que doña Beatriz a la muerte

del esposo amado. Fray Pedro de Ángulo trató de llevar

a su ánimo los consuelos de la religión, pero la atormen-

tada dama lo rechazó exclamando: "Quitaos de ahí, Pa-

dre, no me vengáis acá con tales sermones. ¿Por ventura

tiene Dios más mal que hacerme después de haberme

quitado al Adelantado, mi Señor?"

De estos extremos de dolor y desesperación dio cuen-

ta desde a pocos años Fray Toribio de Motolinia, y de él

los tomaron más tarde otros autores para consignarlos

en sus crónicas.

La misma naturaleza pareció tomar parte en el llan-

to de la inconsolable viuda. Apenas terminados los fu-

nerales del Adelantado se desató un temporal de lluvias

que había de hacer época en la historia del país. El 9

de septiembre, bajo la lluvia que caía sin descanso, se

reunió el Ayuntamiento para deliberar acerca del go-

bierno del reino. Hallábanse presentes a este acto el

Obispo Marroquín y el Teniente de Gobernador don

Francisco de la Cueva.

En el corazón de doña Beatriz, repuesta sin duda de

sus primeras impresiones dolorosas, se había despertado

la ambición de mando. Acostumbrada a la categoría de

esposa del jefe de la provincia, ardía en ella el orgullo

de una reina. La muerte de su consorte la privaba de los

privilegios de que hasta entonces gozaba. Surgió enton-

ces en su mente la idea de asumir ella los poderes del

difunto Gobernador, y para lograrlo trabajó hábilmente

en el ánimo de los miembros del Cabildo, en su mayorparte amigos del Adelantado e interesados en la conti-

nuación del régimen existente. La orgullosa viuda ha de

haber pensado también que mediante las influencias

de su familia en la Corte le sería fácil alcanzar la con-

firmación del cargo que pretendía y asegurar para sí ypara los suyos los beneficios del poder.

Los planes de la viuda de Alvarado se desarrollaron

favorablemente en la sesión del Ayuntamiento. Los

214

Page 233: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

cabildantes, casi por uninimidad y movidos por razones

que la historia calla pero que no es difícil adivinar, ysin más oposición que la del Alcalde Gonzalo Ortiz,

tomaron la inusitada resolución de encomendar el go-

bierno a doña Beatriz de la Cueva, mientras Su Majestad

disponía otra cosa.

Gonzalo Ortiz ofreció razonar su oposición por es-

crito, pero aunque el escribano reservó el espacio nece-

sario, esa parte del acta quedó en blanco. Esta página

blanca es elocuente, y el investigador puede llenarla

considerando la situación, la aptitud que una dama de

la Corte de España podía tener para gobernar una colo-

nia conquistada después de sangrientas guerras y los in-

tereses que tras ella se movían para perpetuar el sistema

implantado en el país y que tendía a favorecer a de-

terminadas familias en detrimento de los demás pobla-

dores. Pero Gonzalo Ortiz, aunque patriota, era buencortesano y ante el concurso unánime que entonaba las

alabanzas de doña Beatriz prefirió no insistir y dobló

la hoja.

El cronista Remesal observa que la ambición de

doña Beatriz era más grande que sus lágrimas, y que por

eso, al terminar las exequias de su marido, se hizo nom-brar Gobernadora: "desvarío y presunción de mujer—comenta Gomara— y cosa nueva entre los españoles

de Indias." Lo cierto es que, de esta manera, la sobri-

na del Duque de Alburquerque vino a ser la primera

gobernadora que hubo en las tierras conquistadas por

los españoles en el Nuevo Mundo.

Tomada la resolución que queda dicha, el Consejo

Municipal pasó en pleno a la residencia de doña Beatriz

y le hizo saber su nombramiento, el cual ella aceptó de

buena gana. Acto continuo prestó juramento sobre la

cruz que remataba la vara de la gobernación. En el mis-

mo acto nombró Teniente de Gobernador a su primo el

Licenciado don Francisco de la Cueva, facultándolo

para conocer de todos los asuntos concernientes a la go-

2U

Page 234: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

bernación, menos la provisión de los indios que en lo

sucesivo vacaren, importante ramo que se reservó por

razones que dijo tener y que es fácil adivinar recor-

dando que todo el peso de la incipiente economía de la

Colonia pesaba sobre los hombros de los desventurados

naturales.

Extendida el acta de aquella memorable sesión, acer-

cóse doña Beatriz a la mesa del escribano para firmarla

con los dignatarios presentes. Tras breve meditación,

sin embargo, escribió en dos renglones al pie del do-

cumento:La Sin VenturaDoña Beatriz.

Pero, según observa Remesal, que vio más tarde el

Libro de Cabildo, el nombre de la Gobernadora estaba

"atravesado por una raya que ella debió de echar en aca-

bando de escribir para que no se leyera más que La Sin

Ventura, como quien no quería ser conocida por otro

nombre y apellido después de la muerte del Adelantado,

su Señor."16S

Fuentes y Guzmán niega que la tachadura del nom-bre de doña Beatriz haya sido un acto deliberado de su

parte, y dice que, como puede verse en el folio 207 vuel-

to del Libro II de Cabildo, solamente hay en la firma unrasgo que corre de la letra ene hasta el fin y luego se

tuerce y corre entre los dos renglones. El cronista, apa-

sionado de todo lo que al conquistador de Guatemala se

refiere, asegura que doña Beatriz no tuvo el propósito

de tachar su nombre y que sólo manifestó en aquel acto

su desesperación y dolor cuando entintó la firma con unborrón; que todo fué obra del acaso, o que la mesa se

ha de haber meneado, y acusa a Remesal de no haber

visto el Libro de Cabildo o de haber estado "ciego de pa-

sión contra el crédito de esta ilustre matrona." 164

1M Remesal, Lib. IV, cap. m, T. I, pág. 24 J, ed de Gua-temala.m Fuentes y Guimán, 1» parte, Libro IV, cap. VII.

216

Page 235: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Ximénez sale a la defensa de Remesal, pregunta

quién le contó a Fuentes y Guzmán haber visto menear-

se la mesa, y dice que no existió tal borrón sino una raya,

hecha muy de propósito, como se veía en el libro, de lo

cual había sacado testimonio.168

La historia ha prescindido de estas triquiñuelas de

los cronistas coloniales y ha aceptado, para designar a la

infortunada esposa de Alvarado, el nombre que ella qui-

so darse y el destino le confirmó de La Sin Ventura.

Durante todo el día siguiente a estos sucesos, el sábado

10 de septiembre, la lluvia continuó cayendo en abun-

dancia sobre la ciudad. Temerosos, los vecinos se en-

cerraron en sus casas esperando que Dios pusiera fin a

aquel diluvio. Sin embargo, la tormenta arre-

ciaba, y dos horas después de anochecido, un Destrucciónfuerte temblor sacudió la tierra. A continua- ¿e \a

'

ción descendió del volcán una gran corriente ciudad

de agua que, abriéndose paso por las faldas del de

monte, se entró por la ciudad derribando pa- G*atemala

redes y casas enteras y llenando patios, calles

y plazas de lodo, piedras y arena gruesa, cual caudaloso

río que sé hubiese salido de madre.166

Por su posición al sur y en la parte más próxima al

volcán, la casa del Adelantado fué la primera que reci-

bió el choque y empuje de la corriente; su techumbre

y las paredes que la sustentaban rodaron por el suelo.

Hombres, caballos y ganados perecieron ahogados por

la inundación o heridos por los escombros.

Al oir el estruendo del agua doña Beatriz se levantó

de su lecho, y habiéndole informado sus criadas que el

agua subía ya al nivel de su recámara, subió con ellas ysus damas de compañía a un oratorio, recientemente

construido, donde pensó tener más seguridad. Allí se

acercó al altar y estrechando entre sus brazos la imagen

165 Ximénez, Lib. II, caps. XVIII y XIX.1M Torquemada, Lib. III, cap. XXXV, pág. 324.

217

Page 236: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

de Cristo que en él había y el cuerpo de doña Anica,

niña de cinco años, natural del Adelantado, esperó su

salvación de la voluntad divina. Desgraciadamente, el

refugio había sido mal escogido, y, como dice Motolinia

y repite Ximénez, la atribulada dama buscando la vida

halló la muerte. En efecto, la capilla era de ligera cons-

trucción, y estando más expuesta al golpe del agua y de

las piedras, no resistió la embestida de los elementos y se

desplomó sobre doña Beatriz y sus damas sepultándolas

entre sus ruinas.

De toda la casa del Adelantado escaparon únicamen-te su hija doña Leonor, Juana de Alvarado, Francisca de

Molina y otras dos doncellas.167

Todas estas personas

se hallaban fuera del aposento de doña Beatriz, y aun-

que trataron de reunirse con ella, la fuerza de las aguas

las arrojó junto con las paredes del huerto y los naranjos

arrancados de cuajo. Doña Leonor fué arrastrada porla corriente hasta fuera de la ciudad, y ya en el campopudo hacer pie en unas matas y salvar su vida. Un in-

dizuelo que por ahí andaba la reconoció y la sacó del

agua llevándola a cuestas hasta dejarla en seguridad en

una casa vecina.

El resto de la casa de Alvarado, sus indios e indias,

perecieron a consecuencia del terremoto e inundación.

Con doña Beatriz murieron once o doce señoras. Más de

cincuenta españoles entre hombres, mujeres y niños, yseiscientos indios, fueron el saldo trágico de la espan-

tosa noche del 10 de septiembre.

El Obispo Marroquín, el Licenciado de la Cueva yotros muchos españoles trataron de acudir al palacio del

167 El Historiador Fuentes y Guzmán dice que, además de

doña Leonor, lograron salvarse en aquella noche triste otras dos

señoras de la casa de Alvarado, Melchora Suárez y Juana de Cés-

pedes, madre o abuela que fué de María del Castillo, una mujerque sirvió en casa de Bernal Díaz del Castillo, rebisabuelo de Fuen-

tes y Guzmán, y que refería episodios de la ruina y de la maneracomo se salvó su abuela entre las ramas de un árbol. Recordación

florida, 1* parte, Lib. IV, cap. VIII.

11%

Page 237: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Adelantado para salvar a doña Beatriz, pero el agua yel lodo que cubrían por completo la ciudad les impi-

dieron todo movimiento.La leyenda añade al cuadro lastimoso algunos rasgos

propios de la época. El ingenuo autor de una de las cró-

nicas de la catástrofe, a quien vamos siguiendo en este re-

lato,168

refiere que Francisco Cava logró llegar con gran

trabajo y a media noche al aposento de doña Beatriz yhalló la cama caliente, que si se estuviera en ella con sus

damas se salvaran, porque aquella parte de la casa que-

dó sana. "Y a la entrada, que entraba, halló en la mesmacasa una vaca, y dice que tenía medio cuerno y en el

otro una soga, y arremetió con él y lo tuvo debajo del

cieno por dos veces, que pensó morir." Agrega el narra-

dor que se creía que aquella vaca era el diablo, y queponiéndose en la plaza no dejaba que hombre alguno pa-

sara a socorrer a nadie.

El regidor Francisco López juraba y afirmaba que,

teniendo una viga encima de él y su mujer, llegó unnegro muy alto a quien rogó que les quitase la viga, yque éste accedió levantándola muy fácilmente, pero lue-

go la dejó caer sobre la mujer, que allí perdió la vida; yañadía que en seguida se alejó el negro por la calle ade-

lante por donde lo vio caminar como si marchara en

seco y no sobre dos estados de cieno. Fuentes y Guzmáncontradice el hecho y dice que no hubo tal cosa, ni Ló-pez podía ver al negro en noche tan obscura.

Gomara hace el siguiente sabroso comentario:

Tuvieron creído muchos que aquel negro era el diablo, yla vaca, una Augustina, mujer del Capitán Francisco Cava,

hija de una que por alcahueta y hechicera azotaron en Córdo-

168 "Relación de lo que fué Dios servido y acaeció sábado a

dos horas después de anochecido, a diez días del mes de setiembre

de 1541 años en la Ciudad de Santiago de Guatemala." Colección

Muñoz, T. LXXXII. Colección de documentos inéditos del Archi-

vo de Indias, T. III, págs. 378-386, Libro viejo de la fundación de

Guatemala, pág. 387.

219

Page 238: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

ba, la cual había hechizado y muerto allí en Cuauhtemallan

a don Pedro Portocarrero porque la dejaba, siendo su amiga;

y el don Pedro traía siempre a cuestas o en ancas, cuando iba

cabalgando, una mujer, y decía que no se podía valer de aque-

lla carga y fantasma; y estando malo para morir porfiaba quesanaría si Augustina lo viese; mas nunca ella lo quiso hacer,

por enojo que del tenía o por deshacer aquella ruin fama. 169

Fácil es suponer el aspecto que presentaba la ciudad

destruida al amanecer del día siguiente, 11 de septiem-

bre. En aquel cuadro de muerte, dolor y desolación

reuniéronse los sobrevivientes y se ocuparon de atender

a las necesidades más perentorias de los heridos y gol-

peados. Recogieron el cadáver de doña Beatriz y lo

sepultaron junto al altar mayor de la iglesia principal.

Enterraron juntas en la misma iglesia a las señoras quemurieron con ella, a excepción de una que nunca pare-

ció. Posteriormente los restos de doña Beatriz fueron

trasladados a la nueva ciudad y los de las demás señoras

al Convento de San Francisco de Almolonga (en la

Ciudad Vieja) , según se leía en el epitafio que había

al lado del Evangelio en la Capilla Mayor de su iglesia,

el cual decía:

Aquí yace la señora doña Juana de Artiaga, natural de

Baeza en los Reinos de Castilla, y doce señoras sus compañe-ras; las cuales todas juntas perecieron en compañía de la muyilustre señora doña Beatriz de la Cueva en el terremoto del

Volcán que arruinó la ciudad vieja de Guatemala año 15 41.

Fueron trasladados sus huesos a esta santa Iglesia año del Señor

de 15 80.17°

La ruina de la ciudad de Santiago fué completa. Enuna sola noche desaparecieron para siempre el poder yla influencia de la familia del Adelantado Alvarado.

Los habitantes españoles que en su mayoría se salvaron

169 Gomara, Historia general de las Indias, cap. CCX.170 Remesal, L. IV, cap. VII, pág. 261 ed. de Guatemala.

220

Page 239: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

de la catástrofe, perdieron en ella toda su hacienda. El

Obispo Marroquín, haciendo valer su autoridad, dirigió

el trabajo de salvamento, hizo recoger a los muertos ydarles sepultura y asilar a los heridos y golpeados. Almismo tiempo dispuso los auxilios espirituales, y para

levantar los ánimos decaídos, proclamó al pueblo queno era tiempo de llorar por los difuntos sino de pedir a

Dios por los vivos; mandó quitar los lutos de que habían

cubierto la iglesia para las honras fúnebres del Adelan-

tado, y dando personalmente el ejemplo empuñó el hacha

y la azada para limpiar las casas de los escombros. Se

propuso con estas medidas no sólo devolver el valor a

los españoles, sino prevenir cualquier levantamiento

de los naturales que pudieran creerlos descuidados y aba-

tidos; pero, como anota el narrador testigo de la ruina,

los Señores de la tierra, con nobleza ejemplar, no pro-

vocaron ningún trastorno, y, al contrario, llegaron a la

ciudad "pesándoles de lo sucedido."1T1

El asiento de la ciudad al pie del monte que desde

entonces recibió el nombre de Volcán de Agua, fué

abandonado después de la inundación, y los españoles

trasladaron la capital de la provincia al vecino valle de

Panchoy. Allí se edificó de nuevo, creció y prosperó,

llegando a ser con el tiempo la tercera ciudad del NuevoMundo, después de México y Lima. Arruinada a su vez

en 1773 por los terremotos llamados de Santa Marta, ysucesivamente abandonada, la ciudad colonial no desapa-

reció y existe todavía conservando el sello de su pretérita

grandeza, en la paz y singular encanto del histórico sitio

que lleva hoy el nombre de Antigua Guatemala.

No tuvo tiempo el Adelantado don Pedro de Alvarado,en su inquieta carrera de conquistador, para estable-

cer un hogar y formar una familia. Doña Luisa Xico-téncatl fué para él una compañera fiel y le dio un hijo

'Relación de lo que fué Dios servido", etc.

221

Page 240: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

y una hija en cuya sangre se mezclaron la raza hidalga

de Castilla y la noble estirpe de Tlaxcala. Pero ni Al-

varado ni sus contemporáneos considerabanLa familia legítimas estas uniones de españoles e indias que

,, , no recibían la bendición de la Iglesia. DuranteAlvarado . . . t? i

su primer viaje a España, estando aun viva

doña Luisa, casó Alvarado con doña Francisca de la

Cueva, a quien perdió poco después cuando con ella lle-

gaba a Veracruz. Los Oidores de la Audiencia de México

se encargaron de hacerle perder también el magnífico

ajuar de casa que traía su mujer.

En su siguiente viaje a la Corte, el bizarro capitán

contrajo segundas nupcias con su cuñada doña Beatriz,

previa dispensa del Papa, y en septiembre de 1539 volvió

con ella a Guatemala para dejarla antes de un año cuando

se embarcó en busca de su última aventura. De nin-

guna de sus dos esposas castellanas tuvo sucesión.

De otras uniones fortuitas y pasajeras Alvarado tuvo

varios hijos naturales de quienes quedó memoria en docu-

mentos de la época.

Cumpliendo la última voluntad del Adelantado, el

Obispo Marroquín, con autorización de su pariente

de México Juan de Alvarado, a quien don Pedro había

dado igual encargo, procedió a otorgar el 30 de junio de

1542 el testamento del difunto Gobernador de Gua-temala.

En dicho documento declara el Obispo que el Ade-lantado dejó muchos hijos naturales, algunos de corta

edad, que vivían en la mayor pobreza, y enumera entre

ellos a don Pedro, don Diego, don Gómez y doña Inés,

niña que vivía en la ciudad de Guatemala.

Don Pedro debe haber sido el hijo de doña Luisa

Xicoténcatl, nacido en Tututepeque, hermano de doñaLeonor. En la edición que el Padre Remón hizo en 1632de la Historia de Bernal Díaz del Castillo (pág. 237) se

dice que don Pedro se puso en camino para España encompañía de Juan de Alvarado, su tío, y que "nunca

222

Page 241: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

se supo de ellos, por lo cual se supone que se perdieron

en la mar o los cautivaron moros." El Obispo Marroquín

y los Oficiales Reales de Guatemala, en carta fechada el

25 de noviembre de 1541, solicitaban para Juan de Al-

varado el mozo, sobrino del Adelantado, la gracia de la

gobernación, y anunciaban que aquél iba a la Corte

a besar los pies del Emperador.172El historiador Fer-

nández de Oviedo refiere que "Juan de Alvarado, sobri-

no del Adelantado don Pedro, aportó al puerto de la

Habana", llevando las nuevas de la muerte de su tío

y de doña Beatriz y de la ruina de la ciudad de Guate-

mala. Desde allí comunicó al cronista estas tristes nuevas

su amigo el capitán Juan de Lobera, veterano de las

guerras de Nueva España, en carta del 4 de enero de

1542.1TS

Si don Pedro de Alvarado Xicoténcatl viajaba

entonces en compañía de su primo Juan de Alvarado,

ésta es la última noticia que de ellos se tuvo. Sin embar-

go, seis meses más tarde, al ordenar el testamento del

Adelantado, el Obispo Marroquín manda que se den a

don Pedro y a su hermano don Diego quinientos pesos de

oro "para con qué se vistan, atenta la pobreza que

tienen." Estas palabras hacen creer que el 30 de junio

de 1542 ambos hermanos estaban vivos todavía.

Don Diego pasó después al Perú. Garcilaso de la

Vega el Inca dice en sus Comentarios reales haber cono-

cido a un hijo del Adelantado, mestizo, que se decía

172 Cartas de Indias, pág. 433. Libro viejo de la fundación de

Guatemala, pág. 393.178 Natural y general historia de las Indias. Última parte,

Lib. III, cap. III. Oviedo profesaba amistad al Adelantado Al-

varado, y en carta que el 1* de mayo de 1542 escribió desde Santo

Domingo respondiendo a otra del Virrey Mendoza relativa a la

muerte de don Pedro y doña Beatriz, se expresaba en estos términos:

"Plega a Dios de le perdonar a él e a su mujer, que me paresce fué

más desdichada que él. Y en verdad yo les e ávido unta lástima,

que no me parece que ay en toda mi vida cosa de más dolor que

el fin de aquella señora e sus criadas e de otras personas que con

ella padescieron." Lib. XXXHI, cap. LIH.

223

Page 242: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

don Diego de Alvarado, a quien los indios dieron muerteen los caminos de aquel reino.

"A la doncella madre de don Gómez, hijo del Ade-lantado, que está en la Isla de la Tercera," mandaba el

Obispo en otra cláusula del testamento que se le dieran

trescientos pesos para ayuda de su casamiento y sustenta-

ción. Don Gómez debía recibir por su cuenta la parte

que alcanzare del oro de las minas que los esclavos de su

padre habían de sacar y que debía repartirse entre los

cuatro hermanos.

El testamento no menciona a doña Anica, la pequeñahija del Adelantado que pereció con doña Beatriz en

la ruina de la ciudad, ni a doña Leonor de Alvarado,

que no era de los hijos que no tenían que comer. Enefecto, doña Leonor disfrutaba de la renta que le produ-

cían los pueblos de Sacatepéquez y Ostuncalco que había

heredado de su primer marido don Pedro de Porto-

carrero.174 Muertos su padre y su madrastra la hija del

Adelantado contrajo matrimonio nuevamente, esta vez

con el Licenciado don Francisco de la Cueva, quien con-

tinuó por algún tiempo sirviendo el cargo de Gobernador

de la provincia. Don Francisco escribía al Emperadorcon fecha 20 de septiembre de 1541 diciéndole:

Por la relación que envío sabrá V. M. las muertes del Ade-lantado Alvarado y de doña Beatriz su mujer. . . De la

tempestad que sobre esta ciudad vino escapó por gran milagro

doña Leonor, hija del Adelantado, y viéndola huérfana mecasé con ella pensando servir a V. M. que debe premiar en los

hijos los servicios del padre. Ellos quedan muy pobres.175

174 "A don Pedro [Portocarrero] como persona principal le

dieron un repartimiento de los buenos y mejores que hay en la pro-

vincia de Guatemala, porque de presente renta más de cien mil pesos,

que es Sacatepéquez, que sujetó y que al presente tiene doña Leonor

de Alvarado, mujer que fué de don Francisco de la Cueva." Tes-

timonio de Luis de Torres Medinilla en la Probanza de Diego Her-nández Puerto Carrero sobre su calidad y méritos. Archivo General

del Gobierno de Guatemala. Al. 29. 1577-40186.175 Altolaguirre y Duvale, Don Pedro de Alvarado.

224

Page 243: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

De don Francisco de la Cueva y doña Leonor pro-

cedió la única descendencia que quedó del Adelantado yque, a través de documentos de los archivos, es posible

seguir hasta el fin del período colonial.

De los hermanos del Adelantado y de la parte que

les tocó desempeñar en la conquista y colonización

de estas tierras se ha dado noticia en varios lugares de

este libro.

Fuentes y Guzmán menciona entre los parientes del

Adelantado que pasaron a la conquista de la Nueva Es-

paña a cinco primos suyos que se llamaban Alonso,

Diego, Francisco, Hernando y Luis Alvarado, "todos los

cuales prestaron importantes servicios, y en especial

Alonso de Alvarado que sirvió de Maestre de Campo en

lo del Perú, y Diego de Alvarado que murió en la guerra

civil de aquel reino."176 No fué, sin embargo, Diego

de Alvarado, primo del Adelantado, quien murió en el

Perú, sino su homónimo e hijo de éste, como ya se ha

dicho. El mismo historiador enmienda este error másadelante diciendo que "Diego de Alvarado, primo del

Adelantado don Pedro y uno de los capitanes de las con-

quistas, Regidor de esta ciudad de Goathemala por el

año de 1 53 1, pasó al Perú al socorro de los conquistadores

de aquel imperio ... y murió en la corte de Vallado-

lid."1TT Diego de Alvarado prestó importantes servicios

en las guerras de Guatemala y en la conquista de Cuzca-

tlán, como en su lugar queda referido, y acompañó al

Adelantado en la expedición al Perú. En otra carta del

Obispo Marroquin se dice que Diego de Alvarado con-

quistó y pacificó la provincia de Tezulutlán (hoy Vera-

paz) y se confirma que fué a morir a la Corte de

España.178

176 Fuentes y Guzmán, V parte, Lib. III, cap. VI, T. I, pág.

58, edición de Guatemala.177 Fuentes y Guzmán, 1» parte, Lib. III, cap. VI, T. I, pág.

62, ed. de Guatemala.178 "Carta de D. Francisco Marroquin, primer Obispo de

225

Page 244: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Años más tarde don Francisco de la Cueva y su espo-

sa doña Leonor solicitaron un lugar en la Catedral de la

ciudad de Guatemala para hacer a su costa dos bóvedas

en la Capilla Mayor, a fin de trasladar los huesos del

Adelantado y de doña Beatriz y los de don Pedro Puer-

tocarrero "su más cercano deudo." Las autoridades ecle-

siásticas concedieron la licencia y les dieron posesión del

lugar el 10 de enero de 1568. Allí labró dos sepulcros

doña Leonor —según dice Fuentes y Guzmán—, unoal lado del Evangelio para depósito de las cenizas de su

padre y madrastra, y otro al lado de la Epístola paraella y para don Francisco de la Cueva. El cronista añadeque él conoció los dos mausoleos en la iglesia que se de-

molió para fabricar la nueva, pero que en la época en

que redactaba su crónica (fines del siglo xvn) ya no se

descubrían.179

Los restos del Adelantado se hallaban todavía en

Tiripitío en 1563, según se infiere del testamento que dObispo Marroquín otorgó en aquel año de su muerte.

180

No hay noticia exacta de la fecha en que finalmente

vinieron dichos restos a descansar en Guatemala. SegúnRemesal 181

fueron trasladados a la ciudad en 1580, ha-

biéndolos traído su hija y dádoles sepultura con gran

solemnidad en la Iglesia Mayor de Santiago. En todo

caso allí se hallaban ya en 1583 a juzgar por una cláusula

del testamento que el 13 de septiembre de aquel año

otorgó doña Leonor de Alvarado, en la cual disponía

que la enterraran donde lo estaban sus padres y su mari-

Guatémala, al Emperador Carlos V." De Guatemala, 17 de agosto

de 1545 años. Publicada en The Americas, T. V. N* 3. Wash-ington, enero de 1949.

179 Fuentes y Guzmán, V parte, Lib. IV, cap. VDI, T. I,

pág. 110, ed. de Guatemala.180 Remesal, Lib. VI, cap. X, T. I, pág. 274, ed. de Guatema-

la. El testamento completo en Expediente del Colegio de Santo

Tomás, Archivo General del Gobierno de Guatemala.181 Remesal, Lib. IV, caps. VIH y X, T. I, págs. 261 y 274,

ed. de Guatemala.

226*

Page 245: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

do, que era en la Capilla Mayor de la Santa Iglesia Ca-

tedral.182

El tiempo y las ruinas sucesivas de la ciudad de

Guatemala han borrado todas las huellas materiales

de aquellos hombres y de sus familiares que vivieron en la

época azarosa y turbulenta de la conquista. Hasta

las tumbas que guardaban sus restos han desaparecido.

Sólo la historia ha acogido sus nombres y sus hechos comofiel protectora del pasado para ejemplo y enseñanza del

presente.

El mejor amigo que el Adelantado don Pedro de Alva-rado tuvo en vida no le falló después de muerto. El

Obispo de Guatemala, Licenciado don Francisco Marro-quín, ejecutando la voluntad de Alvarado, trató de

satisfacer sus obligaciones en este mundo yde alcanzar para su alma en el otro la compa- Testamento

sión y misericordia divinas. El testamento que ¿,e

,

en su nombre otorgó en la ciudad de Guate-mala el 30 de junio de 1542 ante el escribano Diegode Robledo, y que afortunadamente nos ha conservado

Remesal, es un documento de gran importancia para el

estudio de la historia de la colonización española en Gua-temala.

183

No ignoraba el Obispo que Alvarado había cometido

grandes injusticias, las que han de haber pesado grave-

mente en su conciencia, especialmente durante su larga

espera de la muerte en la ciudad de Guada lajara. Por

este motivo la primera disposición del testador se refiere

a los esclavos que el Adelantado tenía en una labranza en

términos de la ciudad de Guatemala, los cuales no habían

sido hechos "con recta conciencia,"* sino arrancados a

sus hogares con sus familias y herrados los más de ellos

1M Testamento de doña Leonor de Alvarado ante el escribano

Blas Hidalgo.1M Remesal, Lib. IV, caps. VII, VIII y IX.

227

Page 246: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

en señal de servidumbre. El Obispo mandaba, en des-

cargo de la conciencia de Alvarado y conforme a lo

que con él había hablado sobre el particular, que todos

los siervos indios quedasen en libertad con sus mujeres

y sus hijos, y que las tierras en que estaban las siguiesen

poseyendo sin que pudieran por ello ser molestados. Sola-

mente tendrían que hacer ciertas siembras de trigo yde maíz para pagar las misas que debían decirse por

las ánimas del Adelantado y doña Beatriz.

Mandaba igualmente el Obispo dar libertad a los

muchos esclavos, hombres, mujeres y niños que el Ade-lantado dejó sacando oro de las minas, sin otra condición

que la de que siguieran extrayendo el precioso metal

hasta que con su producto se pagaran las deudas y se

proveyera a la sustentación de los hijos menores del Ade-lantado. Los indios esclavos deberían ser muy bien

tratados durante ese tiempo, y cumplida su faena debían

establecerse en las tierras de la labranza del Adelantadoen compañía de los demás indios residentes en el lugar.

El Obispo les señalaría más tarde lo que debían sembrar

para el pago de las misas por el descanso del alma de sus

señores.

Sabía también el prelado que en las varias conquistas

en que anduvo Alvarado muchos años ofendió a los

naturales y les causó grandes e irreparables daños. En la

imposibilidad de compensarles esos daños y en descargo

de la conciencia del guerrero inmisericorde, mandaba el

Obispo que de lo mejor parado de sus bienes se tomaran

quinientos pesos de oro que debían enviarse a Castilla

en nombre del Adelantado para la obra de redención de

cautivos.

A la Iglesia Mayor de la ciudad donde estaba ente-

rrada doña Beatriz mandaba dar la tapicería vieja grande

del Adelantado, más un terno de terciopelo o de damascopara cumplir la penitencia que le había impuesto hacía

muchos años Fray Domingo de Betanzos y que nocumplió en todos los días de su vida. Otras mandas

228

Page 247: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

a la iglesia completan el cuidado del Obispo por la salva-

ción del hombre que tanto había pecado en este mundo.Entraba luego el testador a fijar las sumas con que se

debía acudir a los hijos de Alvarado. Quinientos pesos

de oro de las minas debían darse a don Pedro y otros

tantos a don Diego. A la doncella madre de don Gómez,que residía en la isla de la Tercera, se le debían enviar

trescientos pesos para ayuda de su casamiento. Otrotanto debía darse a Juan de Alvarado, el sobrino quehabía servido fielmente al Adelantado y a su mujer.

El mayordomo y los criados del difunto recibirían asi-

mismo ciertas sumas en proporción a sus servicios.

A los herederos de Antonio Diosdado, a Juan Rodrí-guez y a Santos de Figueroa debía pagárseles la parte que

les pertenecía en los navios que les había tomado el Ade-lantado para sus viajes y descubrimientos en el Mar del

Sur. Asimismo se reconocían otros créditos y se man-daban pagar las deudas que no pasaran de veinte pesos

sobre la sola palabra y juramento en juicio de toda

aquella gente a quien el difunto debía pequeñas canti-

dades.

Por otra cláusula del testamento declara el ObispoMarroquín que don Pedro de Portocarrero se constituyó

por depositario de cierta cantidad de pesos de oro en queel Licenciado Maldonado, siendo juez de residencia en

1536, condenó al Adelantado en virtud de demandaque le puso Sancho de Barahona por haberle quitado el

pueblo de Atitlán. El Obispo dice que esa no era obliga-

ción de Portocarrero, y que si Barahona cobra los pesos

de oro a sus herederos, se paguen de los bienes del Ade-lantado.

Para cumplir con las obligaciones que se desprendende este testamento, sus mandas y legados, el señor Ma-rroquín designaba como bienes del Adelantado todos

los navios, sus pertrechos, artillería y municiones queéste tenía en compañía con el Virrey don Antonio de

Mendoza, más todos los negros que dejó, las milpas, casas,

229

Page 248: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

heredades, ganados y cualesquier derechos o acciones

que le pertenecieran, más las gracias y mercedes que

Su Majestad fuere servido de hacerle o le hubiere hecho

para descargo de su ánima, ya que todas las deudas que

dejaba el Adelantado provenían de cosas tocantes a su

real servicio.

El amor que el Obispo Marroquín profesaba al Ade-lantado don Pedro de Alvarado le acompañó hasta la

muerte. Todavía en vísperas de dejar este mundo, en

su testamento hecho el 5 de abril de 1563, incluía estas

palabras:

Declaro que al Adelantado don Pedro de Alvarado yo le

quise mucho y él asimismo me mostró quererme en obras yen palabras, y yo dejé mandados doscientos ducados al mo-nasterio donde está enterrado, que es en Tirepati: yo mandoque se le den de mis bienes y se le envíen al dicho monasterio.

Y demás desto mando que de mis bienes se saquen mil pesos

de oro de minas y de ellos se funde una Capellanía y se diga

misa por su ánima en esta Santa Iglesia de Guatemala y sea

Patronero de ella el Deán y el Cabildo de la dicha Santa Igle-

sia, al cual encargo la conciencia tenga el cuidado de echar los

dichos mil pesos en buena renta y sobre buenas posesiones

y de cobrar y pagar los clérigos por el dicho Cabildo nom-brados, que han de decir las misas de la dicha Capellanía.

Lo cual hago porque por ventura de ello soy a cargo y se lo

debo.184

Cuantiosas sumas de oro tuvo en sus manos el Adelan-

tado don Pedro de Alvarado durante sus conquistas ygobierno, las cuales invirtió sucesivamente en la cons-

trucción de sus armadas y en equipar y mantener a sus

hombres. No siendo para ello suficientes susLa fortuna

propios fondos se vio obligado a tomar en prés-

ConauhtadoTtamo l°s ajenos, confiando en que los descu-

brimientos del Mar del Sur le darían la riqueza

necesaria para pagar sus deudas y vivir libre de cuidados.

184 Remesal, Lib. IV; cap. X, pág. 273, ed. de Guatemala.

230

Page 249: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Desgraciadamente, en las sierras de Nochistlán se

eclipsó su estrella; además de la vida perdió en ellas su

fortuna.

El conquistador español del siglo xvi iba a la guerrapor su propia cuenta. Arriesgaba la vida y exponía su

propiedad en una empresa aleatoria que lo mismo podía

enriquecerlo que destruirlo, o por lo menos arruinarlo.

En las probanzas que aquellos hombres y sus descendien-

tes hicieron después de terminada la conquista para

acreditar sus servicios, decían que habían pasado a estas

campañas con sus armas, sus caballos y sus criados, a su

costa y minción. Las armas eran escasas, los caballos

valían una fortuna. Cuando comenzó la conquista de

México Pedro de Alvarado no poseía más que el derecho

a la mitad de una yegua alazana, muy buena, de juego yde carrera, de que era dueño también Hernán López de

Ávila.186 Terminada la guerra algunos conservaban el

oro que les había tocado en suerte, otros quedaban

en completa pobreza y acusaban a sus jefes de haber

tomado para sí el tesoro de los indios olvidándose de los

que los ayudaron a vencerlos.

Los mejor parados eran los capitanes y oficiales quese habían distinguido en la campaña. Esto era natural,

pero en nada consolaba a los simples soldados que noguardaban de la conquista más recuerdo que sus heridas.

El mismo Bernal Díaz del Castillo, a quien en México

y en Guatemala concedieron buenas encomiendas de

indios, se duele en varios lugares de su crónica del injusto

reparto de la gloria y del botín.

El rey de España aumentaba cada día sus dominios

del Nuevo Mundo sin riesgo ni quebranto de su hacien-

da. Pero eso sí, requería de los que en su nombre con-

185 Bernal Díaz del Castillo (cap. XXIII) dice que llegando

a la Nueva España Alvarado le compró la mitad o se la tomó por

fuerza. Dorantes de Carranza excluye la idea de la compra y afirma

que Alvarado se apoderó por fuerza del animal.

231

Page 250: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

quistaban nuevas tierras que le cedieran la quinta parte

de las ganancias obtenidas.

Pedro de Alvarado empeñó en la conquista de Méxicola hacienda que poseía en la isla de Cuba. Sus brillantes

servicios en la guerra le proporcionaron sustanciosas ga-

nancias. En México recibía lo que le daban, y lo que nole daban lo tomaba. Cortés le reprochó el haberse apo-

derado de 600 cargas de cacao propiedad de Moctezuma,según dice Andrés de Tapia y repitió Herrera.

186 Loacusaron también de haber ordenado la matanza del

templo durante las fiestas de Tezcatlipoca para apode-

rarse de las joyas de los nobles mexicanos. Pero cuales-

quiera que hayan sido las riquezas por él adquiridas en

ese tiempo, todas se perdieron durante la retirada de la

Noche Triste.

El oro que en el resto de la campaña y en otras em-presas como la de Tututepeque haya podido, adquirir

fué empleado en armar la expedición a Guatemala,

aunque es sabido que Cortés lo equipó y despachó por

su cuenta con el fin de ganar nuevos territorios y porque,

según observan maliciosamente los cronistas, Alvarado

le había prometido casarse con su prima Cecilia Vázquez.

Las ganancias de Alvarado en la conquista de Gua-temala no han de haber sido muy considerables. Los

mismos testigos llamados a declarar en el Proceso instruí

-

do contra él en 1529 certificaron que el oro que había

recibido de los reyes cakchiqueles era de poco valor.

Sin embargo, el metal que para él sacaban de las minas

los indios sus esclavos y la cuantiosa renta que produ-

cían los pueblos que se adjudicó en encomienda fueron

la fuente de los caudales que invirtió en sus viajes a

España y en las armadas que construyó para los descu-

brimientos del Mar del Sur.

Sumáronse a estos caudales los cien mil pesos queAlmagro y Pizarro le pagaron por la flota que llevó al

186 Herrera, Lib. IX, Década II, cap. III.

232

Page 251: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Perú, la dote de su primera mujer doña Francisca de

la Cueva, los préstamos y contribuciones forcivolunta-

rias en dinero, barcos y otras especies de muchos vecinos

de Guatemala, de España y de otros lugares, todo lo cual

ingresó al fondo común para invertirse en los gastos de

las expediciones y en las liberalidades del Adelantado.

Alvarado se había adjudicado en Guatemala los

pueblos más ricos y productivos: Quezaltenango, Toto-nicapán, Tecpán Atitlán (Solóla), Atitlán, Escuinte-

peque, Guazacapán y Tecocistlán, o sea Rabinal. EnMéxico le tributaban los pueblos numerosos de Sochi-

milco y Ozúcar, y en Honduras tenía otros pueblos

menos ricos. De lo pingüe y sustancial de estas rentas

da idea la petición que los indios principales de Atitlán

dirigieron al Rey de España en 1571, en la cual decían

que sus padres pagaban a sus primeros amos, que fueron

el Adelantado Alvarado y Pedro de Cueto, un tributo de

1400 jiquipiles de cacao que equivalían a 10,000 tosto-

nes, amén de un gran número de mantas, gallinas, maíz,

miel, etc.187

Desde el año de 1530 el procurador de la ciudad de

Guatemala, Gonzalo Ortiz, decía al Cabildo que había

muchos conquistadores que no tenían qué comer ni

indios que se lo dieran, y pedía que Alvarado mandarapracticar una inspección de toda la tierra e hiciera unrepartimiento general de todas las provincias y pueblos

"dando a cada uno según su persona y calidad." Alvara-

do prometió hacerlo, pero jamás obró en justicia en tan

delicado asunto. Los Oficiales Reales "que nunca tuvie-

ron paz con él," como dice Remesal, se quejaban al Em-perador y al Consejo de Indias de que el Adelantado

no los tomaba en cuenta para hacer los repartimientos;

que quitaba a los indios a quien los tenía y se los daba

a quien él quería; que se aplicaba a sí mismo la mayorparte de ellos; que traía gran multitud de esclavos en

187 Archivo de Simancas. En Ternaux-Compans, Voyages,

T. X. Kecneil de piéces relatives a la conquéte du Mexique.

233

Page 252: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

las minas contra la prohibición de obligarlos a esos tra-

bajos, y que en ningún caso guardaba las reales orde-188

nanzas.

La distribución mal aconsejada de los indios, ademásde fomentar el ocio de los españoles favorecidos, tuvo

otros malos efectos económicos. Habiéndose dado repar-

timientos a los oficiales mecánicos, estos prefirieron

abandonar sus profesiones y vivir holgadamente de los

tributos y servicios de los indios. Semejante disposición

causó un trastorno en la vida de la comunidad, la que se

vio privada de las obras corrientes de los menestrales.

El herrero apagó la fragua —dice Remesal—, el sastre

cerró la tienda, el carpintero huía de la azuela, el zapate-

ro no conocía las hormas. Fué preciso que una orden

enérgica del Ayuntamiento los obligara a reanudar sus

labores so pena de perder los indios que los enriquecían.

El Adelantado no podía compartir su autoridad con

los Oficiales Reales porque su sistema de gobierno era

la dictadura absoluta. El necesitaba el tributo de los

pueblos para sí y para sus amigos. No de otra manerapudo emprender las obras costosas de las dos armadas

construidas en espacio de cinco años en los astilleros

naturales de la costa del Mar del Sur.

Algunos españoles hicieron viaje a México a quere-

llarse ante la Real Audiencia de la Nueva España porqueAlvarado les quitaba los indios que tenían y los ponía

bajo su nombre diciendo que necesitaba hacerlo así a

causa de los gastos de la armada.189

Como se ha dicho antes, Sancho de Barahona deman-dó en 1536 la devolución del pueblo de Atitlán que le

había quitado el Adelantado, y el juez le hizo justicia.

Al día siguiente de la ruina de la ciudad de Guate-

mala el Obispo Marroqüín procedió a recoger todas las

188 Remesal, Lib. IV, cap. IV.189 Carta de la Real Audiencia a la Emperatriz. De México

a 11 de mayo de 1533. En Epistolario de la Nueva España, T. III,

pág. 97.

234

Page 253: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

alhajas de la familia de Alvarado. Hizo de ellas un mi-nucioso inventario, por mano de justicia, de la recámara

y toda la hacienda digna de un antiguo grande de Es-

paña, aunque parte de ella pudo haber sido de las señoras

que acompañaban a doña Beatriz o de los caballeros quehabían ido en la Armada con el Adelantado.

Algunas de las obligaciones de Alvarado pudieronsatisfacerse con sus bienes muebles. Su recámara se re-

partió entre sus acreedores, agrega Remesal. Las joyas

apenas alcanzaron a cubrir los primeros gastos. Los Ofi-ciales Reales exigían ser preferidos en el pago del quinto

y otros derechos de la Corona sobre la sucesión.

Fuera denlas numerosas deudas pequeñas, menoresde veinte pesos de oro, que se mandaban pagar bajo jura-

mento, refiere Remesal haber visto más de cuarenta

informaciones de personas que probaban deberles el Ade-lantado hacienda y dinero, la mayor parte por fuertes

cantidades y las menos por sumas que no bajaban de cua-

trocientos tostones. Los esclavos que trabajaban en las

minas no sacaron más oro, como en el testamento se

disponía, porque el Obispo dolióse de su suerte y se apre-

suró a libertarlos de sus capataces.

Lo más valioso de la hacienda de Alvarado, que eran

las naves de su armada, se perdió para sus herederos yacreedores porque su socio el Virrey Mendoza tomóposesión de ella y la empleó en su exclusivo provechopara descubrir toda la costa, occidental de la Nueva Es-

paña y en abrir por fin la ruta hasta las Islas de la

Especiería. El Virrey confesaba con la mayor naturali-

dad que se había apoderado de la flota. "Como me que-daron sus navios —decía en un informe de 1543

determiné continuar la empresa."190

Para hacer la situación más angustiosa, la Audiencia

190 Informe de don Antonio de Mendoza, Virrey de NuevaEspaña, a Juan de Aguilar para ser trasmitido a S. M. y a los Se-

ñores del Consejo. Archivo de Simancas. En Ternaux-Compans,obra citada.

235

Page 254: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

de México ordenó que el producto de los pueblos de en-

comienda del Adelantado se recogiese e invirtiese en obras

públicas de la ciudad y de la iglesia, en abrir caminos,

hacer puentes y ayudar a los particulares a reedificar

sus casas destruidas por el terremoto.

Por su parte el Emperador, en provisión fechada el

10 de octubre de 1542, dispuso que todos los indios ypueblos del Adelantado se incorporaran a la Corona. Laorden privaba de estos recursos a los acreedores y se eje-

cutó a pesar de las protestas de los perjudicados.191

En carta de 20 de febrero de 1 542, escrita en el nuevo

establecimiento de la ciudad en el valle de Panchoy,

informaba al Rey el Obispo Marroquín que las deudas

de Alvarado subían a cincuenta mil pesos.192

Por el

mismo tiempo escribía el Virrey Mendoza diciendo:

'Tasa de cincuenta mil pesos de mina lo que debía, sin

lo que yo tengo gastado por él, que son más de otros

quince."193

Por mucho que parecía tener el Adelantado —dice Re-mesal—, -era más lo que debía, y ajustadas las cuentas con

sus acreedores no bastaban a satisfacerlos todo el oro, plata,

perlas y riquezas que hubo en las conquistas, las alhajas de su

casa, los esclavos de que se servía ni toda la flota de diez naos

que llevó consigo, que fué la mayor y mejor que hasta enton-

ces y muchos años después navegó el Mar del Sur.194

Seguíase entre tanto una ejecución contra la sucesión

de Alvarado ante el Gobernador interino, Licenciado

don Alonso de Maldonado, quien la sentenció en defi-

nitiva en Santiago de Guatemala el 19 de febrero de

191 Remesal, Libro IV, cap. X.192 Colección de documentos inéditos del Archivo de Indias,

T. XIII, págs. 268-80.193 Carta de don Antonio de Mendoza, Virrey de la Nueva

España, al Comendador Mayor de León. De México, 10 de marzo

de 1542. En Cartas de Indias, T. I, pág. 253. Libro viejo de la

fundación de Guatemala, pág. 394.194 Remesal, Lib. IV, cap. IX, pág. 272, ed. de Guatemala.

236

Page 255: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

1544. El juez declaró que de los bienes del Adelantadodebía ser preferido y primeramente pagado don Alon-

so de la Cueva, cesionario de doña María Manrique,madre y heredera de doña Francisca y doña Beatriz de la

Cueva, por los 4,000 ducados de arras que el Adelantadomandó por escritura pública a doña Francisca.

Luego debía ser preferido y pagado Juan Álvarez,

vecino de la ciudad de Nombre de Dios, como cesionario

del Adelantado don Pascual de Andagoya, en la suma de

503 pesos de oro de minas.

A Francisco de Burgos, vecino de la ciudad de

Burgos, en España, se le mandaban pagar 750 ducados.

A Nicolás de Aramburu, cesionario de María de So-

raluze y Pedro de Eguzquiza, 1,358 pesos, 4 tomines y2 granos de oro de minas.

A Martín Pérez de Achotegui y Juan Sánchez deAramburo, 3,872 pesos, 1 tomín y 10 granos de oro.

A Francisco de Burgos, dos obligaciones de 450 y570 ducados de oro de Castilla.

A Alonso de la Cueva, cesionario de doña MaríaManrique, 10,500 pesos de la dote de doña Beatriz, to-

mando y recibiendo en cuenta los 4,000 ducados de las

arras de doña Francisca que se mandaban pagar prime-ramente.

A su mayordomo y tesorero 500 ducados de oro deCastilla que el Adelantado había tomado prestados de sucaja y real hacienda.

A don Francisco Marroquín, en nombre de la Capi-lla de Nuestra Señora de los Remedios instituida por el

Deán Juan Godínez, 1,350 pesos de oro de minas.

A los albaceas de Juan de Salamanca, 175 pesos.

A Cristóbal Rodríguez Picón como albacea de PedroHernández Picón, su hermano, 202 pesos.

A Cristóbal Galán, cordonero, 354 pesos de oro.195

Realizados los bienes del Adelantado, sus casas, sus

heredades y labranzas, no parece haber disminuido sen-

1M Expediente del Colegio de Santo Tomás de Aquino.

237

Page 256: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

siblemente la deuda. Todavía en junio de 1545 el ObispoMarroquín escribía al Emperador diciéndole que Alva-

rado había dejado 40,000 pesos de deuda, todos gastados

en hacer armada para el servicio de S. M., y "por amorde un solo Dios," le pedía que se compadeciera de los

acreedores, muchos de los cuales se habían declarado

en quiebra y se hallaban en las cárceles. "Con dar V. M.lo que el Adelantado dejó, por cuatro años no más—decía el Obispo— se pagarían todas sus deudas, yV. M. descargaría su real conciencia." Sin duda se refe-

ría el señor Marroquín a las encomiendas que dejó Alva-

rado, las cuales evidentemente podían dar en cuatro años

suficiente renta para cubrir las obligaciones del difunto

Gobernador. El Obispo añadía en esa carta un dato

interesante diciendo que con lo que quedó de los bienes

de Alvarado no hubo para pagar la dote de la primera* 196

mujer.

El buen Obispo no mencionaba, y quizás tenía olvi-

dados, los 2,500 pesos de oro que en agosto de 1536

remitió a Alvarado al puerto de Honduras para su viaje

a España y que el Adelantado reconoció deber el 1 2 de

julio de 1540 hallándose en la ciudad de Guatemala en

vísperas de salir para su última expedición.197

Tal fué el final de la vida y la grandeza del másaudaz de los conquistadores españoles del siglo xvi.

Sus actos de valor y de energía decidieron muchas veces

la suerte de las empresas arriesgadas en que tuvo par-

te principal. Sus faltas no le han sido perdonadas por

la historia. Pero en México y en Guatemala no puede

olvidarse que, con su rudeza de soldado, fué uno de los

hombres que más ayudaron a labrar en esta parte del

mundo el terreno en que florecieron las ideas del cris-

tianismo y la civilización occidental.

196 Cartas de Indias, pág. 434. Libro viejo de la fundación

de Guatemala, pág. 395.197 Expediente del Colegio de Santo Tomás de Aquino, folio

45 vuelto.

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Page 267: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

índice alfabéticoAcacico, 199.

Acajutla, batalla de, 89, 90, 97.

Acajutla, puerto de, 137, 188,

190, 191.

Acala, 124, 125.

Acapulco, 196.

Aculman, 45.

Achuiat, río, 136.

Adelantado, 124.

Aguilar, Marcos de, 121, 124.

Auitzolt, 62.

Ahxepah, 66,

Ahuachapán, 89.

Alaminos, Antón de, piloto, 19.

Alarcón, Hernando de, 194, 196.

Albítez, Diego de, 159.

Albornoz, Rodrigo, 129.

Alburquerque, Duque de, 122,

215.

Alderete, Julián de, Tesorero

Real, 53.

Almagro, Diego de, 12, 145,

147-153, 232.

Almolonga, 101.

Alonso, Pbro. Juan, 175.

Altolaguirre y Duvale, Ángel, 9.

Alvarado, Alonso de, 142, 225.

Alvarado, Anica, 218, 224.

Alvarado Diego de, 14, 64, 107,

148, 225.

Alvarado, Diego de, hijo del

Adelantado, 142, 223, 224,

225, 229.

Alvarado, Diego, sobrino del

Adelantado, 142.

Alvarado, Domingo, 174.

Alvarado, Francisco de, 225.

Alvarado, Gómez de, 9, 10, 21,

64, 91, 142, 224, 229.

Alvarado, Gonzalo de, 10, 21,

63, 64, 91, 100, 109, 110,

111, 112, 113, 116, 119, 162,

164.

Alvarado, Hernando de, 64, 225.

Alvarado, Inés, 222.

Alvarado, Jorge, 10, 21, 45, 64,

91, 112, 121, 124, 130.

Alvarado, Juan de, 10, 11, 21,

145, 194, 202, 222.

Alvarado, Juan de, el Mozo, 9,

10, 11.

Alvarado, Juan de, sobrino del

Adelantado, 192, 211, 223,

229.

Alvarado, Juana, 218.

Alvarado, Leonor de, 27, 28,

165-167, 203, 212, 218, 222,

224, 225, 226.

Alvarado, Luis de, 225.

Alvarado, Magdalena de, 198.

Alvarado, Pedro de, oriundo de

Badajoz, 9; años juveniles, 10;

su gentileza, 12, 13; en la

Isla Española, 14, 15; en San-

tiago de Cuba, 18; en la ex-

pedición de Grijaiva, 18-20;

con Cortés, 21; en Cozumely Tabasco, 23; recibe a doñaLuisa, 27; llaman le Tonatiuh,

28; prende a Moctezuma, 33;

ayuda a Cortés en el juego,

33; queda en México en au-

sencia de Cortés, 35; la ma-tanza del templo, 36-39; pasa

el puente en la retirada de

México, 41; el salto, 41-43,

44, 45; jefe de destacamentoen el sitio de México, 45, 48,

50, 51; va a la conquista de

Tututepeque, 52; descubre

249

Page 268: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

una conspiración contra su

persona, 53; envía dos espa-

ñoles a Cuautemallan, 55;

marcha contra Garay, 57, 58;

sale para la conquista de Gua-temala, 60; llega a Tehuante-

pec, 61; a Soconusco, 63; se

dirige al reino quiche, 64;

vence a los naturales de Za-

potitlán, 65; libra primera

batalla contra los quichés,

67; batalla del Pinar, 69;

acepta invitación para tras-

ladarse a la capital quiche,

73, 74; desconfiando de los

quichés sale de la ciudad, 75;prende y quema a los reyes

del Quiche, 75; pide refuer-

zos a los cakchiqueles, 77;nace su hija doña Leonor, 78;informa a Cortés, 79; sale

para Iximché, 79; es bien re-

cibido en la corte cakchiquel,

80, 81; campaña de Atitlán,

82-84; parte para Cuzcatlán,

85; destruye a Izcuintepeque,

86; recorre la costa del Mardel Sur, 87; es herido en la

batalla de Acajutla, 89; bata-

lla de Tacuzcalco, 91; llega a

Cuzcatlán, 92; procesa a los

Caciques fugitivos, 93; em-prende regreso a Guatemala,

93; atraviesa los pueblos alza-

dos, 94; llega a Iximché, 97;

funda la ciudad de Santiago

de Guatemala, 98; impone

fuerte tributo a los cakchi-

queles, 103; se sublevan y lu-

cha con ellos, 104; organiza

varias campañas en 1525, 107;

asalta y toma la fortaleza de

Mixco, 108; dispone la con-

quista de los mames, 109; va

al Lacandón en busca de Cor-

tés, 113; proyecta viaje a

México, 114; recibe guarda

para su persona, 115; Gonza-lo de Salazar lo amenaza desde

México, 115; Cortés lo llama

a Honduras, 115; deserción

de españoles, 116; ahorcado enefigie, 116; se reúne en Cho-luteca con Luis Marín ycompañeros, 117; retorna a

Olintepeque, 118; sale para

México, 120; se embarca para

España, 121; lo acusan en la

Corte, 122; se casa con doñaFrancisca de la Cueva, 123,

125; nombrado Gobernadorde Guatemala, 124; toma el

título de Adelantado, 124;se embarca para América,126; muere doña Francisca,

127; procesado en Méxi-co, 128; despojado por los

Oidores de la Audiencia, 129,

130; desafía a Gonzalo deSalazar y cae preso, 131; rer

gresa a Guatemala, 132; em-prende obras en la capital,

134; prepara la expedición a

las tierras e islas del Mar del

Sur, 134; construye la flota

en Iztapa, 136; concentra las

naves en el puerto de Fonseca,

139; recibe la aprobación real

para la empresa, 140; se des-

pide del Ayuntamiento de

Guatemala, 143; se embarca

en el puerto de la Posesión,

144; llega al Perú y se dirige

a Quito; 146; sufre penalida-

des, 146, 147, 148; cede su

flota a Almagro y Pizarro,

151; se entrevista con Piza-

rro, 153; regresa a su go-

bernación, 154; le toma

residencia el Lie. Maldonado,

250

Page 269: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

157; pide órdenes para fundarun puerto en el Mar del Nor-te, 158; lo llaman a Hondu-ras, 161 ¡sale de Guatemala yse dirige a Honduras, 162;

funda la villa de S. Pedro yreparte las tierras, 163; se em-barca para España, 164; casa

a su hija doña Leonor, 166;

llega a la Isla Tercera y luego

a la Corte, 16S; confirmadoen la gobernación de Guate-mala, 170, 171; se casa condoña Beatriz de la Cueva,

172-174; prepara su viaje de

regreso, 174; salida de la ar-

mada , 175; llega a Santo Do-mingo y a Puerto Caballos,

176; anuncia su llegada al

Cabildo, 177; entra en arre-

glos con Montejo, 180-182;

llega a Santiago de Guatema-la, 183; es recibido por el

Ayuntamiento, 183; festejos

en Santiago, 185; alista nueva

armada para Oriente, 187; se

embarca en Acajulta, 190;

191, 192; desembarca en el

puerto de la Navidad, 192;

Va a reunirse con el Virrey

Mendoza, 194; suscribe capi-

tulación para ir a la conquista

de Tzíbola, 196; sale de Méxi-

co, 197; llega a Guadalajara,

198; ataca a los indios de No-chistlán, 199; lo atropelía el

caballo de Montoya, 200; lo

conducen herido a Guadalaja-

ra, 202; hace testamento, 202;

su muerte, 203; su entierro,

203; epitafios, 204, 205; jui-

cios sobre su carácter, 205;

sus deudas, 211, 236, 238;

Mendoza comunica su muerte,

212; su familia, 222; trasla-

dan sus restos a la catedral deGuatemala, 226; disposiciones

testamentarias, 227; su fortu-

na, 230.

Alvarado, Pedro de, hijo, 222,

223, 229.

Alvarado, Río de, 19.

Alvarado, Sara de, 10.

Alvarado y Guzmán, Manuel,

160, 171.

Álvarez, Juan, 237.

Amadis, Libro de, 31.

Amayuca, 136.

Anáhuac, 26, 51.

Andagoya, Pascual, 237.

Ángulo, Pedro de, 214.

Aramburu, Nicolás, 237.

Arévalo, Francisco de, 109.

Argueta, Hernando de, 113.

Arias de Ávila, Gaspar, 117.

Armenia, Gonzalo de, 142, 160.

Artiaga, Juana de, 175, 220.

Atacat, ver Panatacat.

Atlacat, 94-97.

Atenúan, 92.

Atenguillo, 197.

Ateos, 92,

Atiepac, 87.

Atitlán, 79, 82, 83, 106, 233.

Audiencia de los Confines, 157,

182.

Audiencia de México, 128, 131,

132, 135, 151, 154, 157, 183,

222, 234, 235.

Autlán, 197.

Ávila, Alonso de, 34.

Ayahualica, 199.

Azores, 168, 175.

Badajoz, 9, 10, 15.

Badajoz, Gutierre de, 50.

Bancroft, Hübert Howe, 96,

196, 206, 208.

Barahona, Sancho de, 229, 234.

Barón Castro, Rodolfo, 10,

251

Page 270: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Barrionuevo, Francisco de, 144,

155.

Belehé-Qat, rey cakchiquel, 80,

104.

Beleheb-Tzii, rey quiche, 68,

109.

Benalcázar, Sebastián de, 139,

150, 151.

Benavides, Jorge de, 142.

Berástegui, Juan de, 116.

Betanzos, Fr. Domingo de, 15,

121, 228.

Biblioteca del Congreso de Was-hington, 151.

Bobadilla, Francisco, 14.

Bracamonte, Leonor de, 9.

Brasseur de Bourbourg, 94, 95,

96, 97> 103.

Bravo, Pedro, 142, 143, 147.

Brinton, 103.

Briones, Pedro de, 111, 112, 113.

Burgos, Cristóbal de, 142.

Burgos, Francisco de, 237.

Cabrera, Gabriel de, 140.

Cacama, rey de Tezcuco, 41.

Cahi-Imox, rey cakchiquel, 80,

104, 190.

Caibil Balam, rey mam, 109-

111.

Cakchiqueles, dispuestos a reci-

bir a los españoles, 54-56;

ayudan a Alvarado contra los

quichés, 77; marchan contra

los zutujiles, 82; combaten

a los españoles, 105, 113, 118,

132, 232.

Caldera, Lie. Hernando, 142,

151.

Calderón, Francisco, 142.

California, 194.

Camacho, piloto, 19, 22.

Camino, Juan del, 198.

Campeche, 111.

Canales, sierra de, 118.

Cárdenas, Alonso de, 9.

Cárdenas, Juan de, 199.

Carmen, Isla del, 19.

Carrillo, Hernán, 100, 120.

Castellanos, Francisco de, 127,

160, 173, 191.

Castellanos, P., 116.

Castilla, Luis de, 200.

Castillo, María del, 218.

Cava, Francisco, 164, 219.

Celada, Juan de, 174.

Cempoala, 35, 36.

Cereceda, Andrés de, 159, 161,

162, 163.

Cervantes, Miguel de, 8.

Cervantes de Salazar, Dr. Fran-

cisco, 22, 26, 43.

Céspedes, Juana de, 218.

Cimatlán, 124, 125.

Cinacantán, 124.

Cinacantlán, peñol de los indios,

107.

Ciudad Real de Chiapas, 182,

211.

Coatzacoalco, 19, 51.

Cobos, Francisco de los, 123,

124, 173.

Colima, 191.

Colón, Cristóbal, 14, 134.

Colón, Diego, 8, 15, 16.

Comalapa, 132.

Constan tinopla, 32.

Contreras, Diego de, 10.

Contreras, Leonor de, 10.

Contreras y Carvajal, Gonzalo

de, 10.

Copan, 80.

Copilco-Zacualco, Río, 125.

Corinto, puerto, 139.

Cortés, Hernán, 8, 9, 16, 21-

25; conquista Cholula, 29;

entra en la ciudad de México,

30-32; prende a Moctezuma,

33; sale al encuentro de Nar-

váez, 35; retorna a México,

252

Page 271: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

39; lucha con los mexica-

nos, 39; retirada de los es-

pañoles, 40-42; batalla de

Otumba, 42, 43; somete a los

pueblos ribereños, 44; pone

sitio a México, 45; ataca el

centro de la ciudad, 49; fin

de la guerra, 51; va a la con-

quista de Panuco, 54; recibe

delegación de los Señores de

Guatemala, 54; envía a Olid

a Honduras y a Alvarado a

Guatemala, 60, 100; envía

refuerzos a Alvarado, 102; se

dirige a Honduras, 107, 113;

llama a Alvarado a Honduras,

114; decide volver a Méxi-

co, 115, 117; deplora no haber

visitado Guatemala, 119; re-

cibe en México a Alvarado yMarín y su gente, 120; sus

enemigos, 121, 123, 124, 128;

nombrado Capitán General de

Nueva España, 130; ofrece

compañía a Alvarado en tie-

rra firme, 135, 195,207,208,

232.

Cota, Dr. Blas, 175.

Cotopaxi, volcán, 146.

Coyoacán, 45.

Cozumel, 19, 23, 158.

Cuauhtemallan, 55, 56.

Cuauhtémoc, 44, 46, 48, 50, 61,

102.

Cuba, Isla de, 8, 9, 16, 17, 19,

20, 21, 22, 25, 35, 44, 158,

232.

Cuernavaca, 44.

Cueto, Pedro de, 233.

Cueva, Alonso de la, 173, 237.

Cueva, Beatriz de la, 172, 173,

181, 185, 190, 203, 212, 213.

214, nombrada Gobernadora

de Guatemala, 215; la Sin

Ventura, 216, 217; su muerte,

218; 219, 220, 222, 223, 224,

226, 235, 237.

Cueva, Cristóbal de la, 159, 160.

Cueva, Francisca de la, 123, 125,

126, 127, 172, 222, 233, 237.

Cueva, Lie. Francisco de la, 183,

188, 190, 203,211,212, 214,

215, 224, 225, 226, 228.

Cueva, Pedro de la, 173.

Cuzcatlán, 85, 92-97, 102, 106,

107, 116, 117, 119, 225.

Chalco, 45, 120.

Chápala, lago de, 197.

Chaparrastique, 116.

Chapultepec, 31, 46.

Chavero, Alfredo, 42.

Chávez, Juan de, 163, 211.

Chavez, Rodrigo de, 142.

Chiapas, 56, 109, 112, 124, 137,

161, 180.

Chiapas, Río de, 110.

Chichén Itzá, 101.

Chila, 58.

China, 140, 144, 156, 176.

Chinabjul, 110.

Chinautla, 108.

Chixoy, Río, 110.

Choloma, 163.

Cholula, 29, 30, 64, 77, 209.

Choluteca, 116, 117, 161.

Chorrillo, 187.

Damas de doña Beatriz, 175,

181, 220.

Dávila, Alonso, 18, 21, 125.

Dávila, Pedrarias, 54, 117, 133,

137.

Delgadillo, Oidor de México,

128, 131.

Díaz, Juan, 19, 21, 64.

Díaz, Miguel, 14.

Díaz, Ruy, 151.

Díaz de la Calle, Juan, 205.

Díaz del Castillo, Bernal, 11, 13

253

Page 272: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

18, 19, 20, 21, 22, 23; des-

cribe la grandeza de la ciudad

de México, 30-32; pinta la

vida de Moctezuma en la pri-

sión, 33; sobre la matanzadel templo, 37, 38, 45, 61,

63; condena la destrucción de

Izcuintepeque, 86; va a Ixim-

ché, 118; a Oaxaca, 120;

describe a doña Leonor de Al-

varado, 166, 173, 192, 218,

231.

Diosdado, Antonio, 142, 229.

Dovalle, Gonzalo, 57, 58.

Dulce, Río, 111.

Ecuador, República del, 148.

Egusquiza, Pedro de, 237.

El Pinar, batalla de, 3.

El Salvador, 92.

Enríquez de Guzmán, Alonso,

142.

Escalante, Juan de, 21.

España, 8, 134, 136, 170, 179,

209, 225.

Española, Isla, 8, 14, 15, 16,

121, 158, 176.

Especiería, Islas de la, 138, 140,

145, 190, 235.

Espinosa, Juan de, 151, 156.

Ezatlán, 197.

Falcón, Capitán, 199.

Fernández, Juan, piloto, 139.

Fernández de Híjar, 193.

Figueroa, Santos de, 142, 229.

Flores, Francisco, 76, 105.

Florida, 50.

Fuentes y Guzmán, Francisco

Antonio, 109, 128, 133, 166,

172, 184, 189, 204, 216, 218,

219, 225, 226.

Galán, Cristóbal, 237.

Garay, Francisco de, 57, 58, .59.

García de Celis, Diego, 161, 163,

164.

Garci Lasso de la Vega, 12, 142.

Garcilaso de la Vega, el Inca, 10,

11, 152, 185, 186, 223.

Garci Sánchez, 9.

Gavarrete, Juan, 96, 204.

Girón, Francisco, 192.

Godínez, Juan, 64, 78, 88, 100,

191, 237.

Golfo Dulce, 159.

Gomara, Francisco López de, 13,

20, 23, 24, 27, 56, 61, 124,

134, 208, 215, 219.

Gómez de Loarca, Alonso, 109.

González Dávila, Capitán Gil,

111.

González Dávila, Maestro, 205.

Gracias, 162, 163, 178, 179.

Gran Teocalli, 36, 37, 49.

Grijalva, Juan de, 18, 19, 20,

21.

Grijalva, Río, 23, 110.

Guanajas, Islas, 17.

Guadalajara, 197, 198, 200, 201,

202, 203, 227.

Guatemala, 54, 55, 56, 102, 112,

113, 114, 115, 116, 117, 118,

124, 125, 130, 132, 133, 139,

142, 148, 151, 154, 155, 156,

157, 158, 159, 161, 162, 163,

164, 165, 166, 167, 169, 170,

172, 173, 174, 175, 177, 179,.

180, 181, 183, 184, 185, 186/

187, 188, 189, 192, 193, 194,

195, 196, 202, 206, 208, 210,

211, 212, 213, 216, 217, 219,

222, 223, 225, 226, 227, 230,

231, 232, 233, 234,236, 238.

Guaxolcingo, 44.

Gumarcaah (Utatlán), 66.

Gutiérrez de Trejo y Ulloa, Isa-

bel, 10.

Guzmán, Ñuño de, 128, 130,

131, 132.

254

Page 273: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Habana, La, 21, 35, 223.

Hernández Arana, Francisco,

179.

Hernández de Córdoba, Francis-

co, 17, 18, 19.

Hernández de Moscoso, Alonso,

10.

Hernández de Puertocarrero, 21,

35.

Herrera, Antonio de, 99, 149,

159, 192, 232.

Herrera, doña Beatriz de, 181.

Herrón, juego de, 91.

Hojeda, Alonso de, 12.

Holguín, Diego de, 107, 117.

Holguín, García, 139, 142.

Honduras, 60, 107, 111, 115,

116, 117, 124, 158, 160, 161,

163, 169, 176, 178, 180, 182,

233.

Huasteca, 57, 59.

Huehuetenango, 110.

Huitzilopochtli, 36, 37, 50.

Humboldt, corriente de, 139,

146.

Humboldt, Guillermo de, 146.

Hurtado de Mendoza, Diego,

202.

Irazaga, Nicolás, 163.

Ircio, Pedro de, 45.

Italia, 32, 40.

Iximché, 56, 79, 80, 81, 83, 84,

90, 100, 104, 116, 118.

Ixtlilxóchitl, 61, 70, 77, 86, 89,

90, 94, 102.

Izcuintepeque, 84, 86, 96, 106,

233.

Iztapa, pueblo, 173, 178.

Iztapa, puerto de, 136, 162, 187,

188, 191.

Iztapalapa, 31.

Jalapa, 26.

Jalisco, 194.

Jeravaltique, 188, 196.

Jerez de la Frontera de la Cho-luteca, 160.

Juchipi lia, 198.

Lacandón, 111, 112, 113, 132.

Lahuh Quieh, 66, 71.

Las Casas, Francisco de, 111,

112.

Las Casas, Fr. Bartolomé de, 8,

38, 124, 137, 206.

Lempa, Río, 117.

Lobera, Juan de, 223.

López, Francisco, 219.

López, Martín, carpintero de ri-

bera, 44.

López de Ávila, Hernán, 22,

231.

López de Carvajal Garci, 10.

López de Gomara, V. Gomara.

López de Velasco, Juan, 160.

López de Zúñiga, 197.

Luarca, Alonso de, 165.

Lugo, Francisco de, 34, 45.

Llanos de El Pinar, 69, 72.

Llanos de Urbina, 72.

Magallanes, Estrecho de, 140,

156.

Magdalena, Río de la, 187.

Malacatán, 110.

Maldonado, Alonso de, 157, 162,

170, 171, 175, 178, 182-186,

194, 236.

Mames, 109, 110.

Manrique, María, 123, 126, 172,

237.

Manta, cacique de, 147.

Manzanillo, puerto, 192.

Marín, Luis, 45, 116, 117, 120.

Marina, doña, 24, 27, 41.

Marroquí n, Alonso, 127.

Marroquí n, Francisco, 127, 141,

142, 143, 169, 172, 175, 187,

255

Page 274: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

191, 194, 203, 211, 212, 214,

218, 221, 222, 223-229, 234,

236, 237, 238.

Martín, Alonso de, 116.

Martyr de Anglería, 56.

Masagua, 136.

Matienzo, Oidor de México, 128,

131.

Mayapán, 101.

Mazariegos, Diego de, 136.

Mazatenango, S. Lorenzo, 110.

Mejía, Gonzalo de, 122, 129.

Memorial de Solóla, 76.

Méndez de Sotomayor, Hernán,

50.

Mendoza, Antonio de, 191, 193,

194, 195, 196, 211,212,223,229, 235.

Mendoza, Baltasar de, 100.

Mendoza, Juan de, 160.

Messia, Catalina, 9.

México, 19, 21, 30, 31, 34, 51,

54,70,77,79, 113, 120, 138,

194, 210, 221, 232, 233, 238.

Miahuatlán, 92.

Michatoya, Rio, 136.

Michoacán, 191, 194, 199.

Milla, José, 210.

Millán de Gamboa, Martin, 41.

Mixco, 108.

Mixtón, 198.

Moctezuma, 19, 24, 28, 29, 31;

sale al encuentro de Cortés,

32; su prisión, 33, 34, 36, 39;

su muerte, 40; muerte de sus

hijos, 41; 102, 232.

Molina, Bernaldo de, 190.

Molina, Francisca de, 218.

Monjarraz, Andrés de, 45.

Montejo, Francisco de, 18, 21,

22, 35, 101, 125, 160, 161.

Montejo, Catalina de, 181.

Montoya, Baltasar de, 174, 200,

202.

Mopicalco, 88»

Mora, salvado por Alvarado, 25.

Moría, Francisco de, 23.

Moscoso, Luis de, 142.

Muñoz Camargo, Diego, 14, 99»

Naco, 111, 158, 161, 162.

Narváez, Panfilo de, 8, 35, 43,

45.

Navidad, puerto de la, 192, 193.

Nicaragua, 117, 142, 147, 149,

153.

Niño, Andrés, 55.

Niza, Fr. Marcos de, 143, 193.

Noche Triste, 12, 31, 40, 42, 43,

232.

Noche Triste, árbol de la, 42.

Nochistlán, 198, 199, 200, 231.

Nueva España, 15, 22, 56, 115,

128, 130, 132, 140.

Nueva Galicia, 193, 197, 202.

Nuevo México, 193.

Oaxaca, 51, 52, 53, 54, 120.

Obide, Pedro de, 112.

Ocampo, Diego de, 57, 58.

Ocampo, Gonzalo de, 143.

Ocotepeque, 162.

Olea, Cristóbal, 49.

Olid, Cristóbal de, 21, 40, 41,

44,45, 57, 60, 107, 111.

Olintepeque, 71, 102, 106, 116,

119.

Olmedo, Fr. Bartolomé, 24, 40.

Oñate, Cristóbal de, 197, 198,

199, 201, 202.

Ordaz, Diego de, 30, 33, 40.

Orduña, Francisco de, 130, 133.

Oriza, Juan de, 76.

Orozco, Francisco de, 51.

Ortiz, Gonzalo de, 215, 233.

Ostuncalco, 224.

Otumba, 42, 43.

Ovalle, Gonzalo de, 42, 43.

Ovando, 16.

Oviedo, Gonzalo Fernández de,

256*

Page 275: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

13, 124, 176, 190, 192, 206,223.

pxib Queh, rey quiche, 68.

Ozúcar, 233.

164, 169, 176, 17*, 179, 182,187.

Puerto Viejo, 147.

Puyumatán, 112.

Palahunoh, 66.

Panamá, 139, 142, 144, 153,

155.

Panatacat, 81, 84, 96, 99.

Panchoy, valle de, 118, 221,

235.

Panuco, 21, 54, 57, 58.

Papaloapan, Rio, 19, 20.

Pastrana, Alonso de, 116.

Paz, Alvaro de, 142, 162.

Pazaco, 88.

Pedraza, Cristóbal de, 179, 180,

181, 182.

Peralmíndez Chirino, 194.

Pérez Dardón, Juan, 100.

Pérez de Achotegui, Martin,

237.

Perú, 12, 27, 38, 139, 140, 141,

142, 145, 152, 153, 154, 159,

165, 223, 225, 233.

Petapa, 118.

Peten Itzá, 111, 117.

Pizarro, Francisco, 12, 138, 139,

142, 145, 149, 151, 152, 153,

155, 169, 209, 232.

Pocomames, 108.

Ponce, Hernán de, 142.

Ponce de León, 120, 121.

Popocatépetl, 30.

Popol Vuh, 76.

Popotla, 42.

Portocarrero, Pedro de, 64, 91,

100, 120, 132, 166, 203, 220,

224, 226, 229.

Posesión, puerto de la, 139, 140,

144.

Prescott, William H., 154, 208.

Proceso de Alvarado, 39, 41, 97,

116, 126, 128, 129,206,232.Puerto Caballos, 137, 158, 159,

Quauhtemallan, 56t 90, 99, 102.

Quetzalcoatl, 29, 101.

Quetzaltenango, 66, 67, 70, 71,

72, 106, 174, 233.

Quicab, 65.

Quiche, 63, 64, 67, 68, 76, 78,

105, 109.

Quintana, Manuel José, 208.

Quito, 145, 147, 150, 151, 152,

153.

Quiyavit Caok, 190.

Rabinal, 233.

Ramírez, Sebastián de, Obispo

de México, 151.

Rangel, Rodrigo, 59.

Realejo, puerto, 139.

Recinos, Juan, 112.

Remesal, 14, 15, 63; describe la

fundación de la ciudad de

Santiago de Guatemala, 99,

114, 120, 121, 178,215,216,217, 226, 227, 233, 234, 235.

Remón, P., 222.

Reyes cakchiqueles, reciben a

Alvarado, 80; abandonan su

capital 104; se rinden a Alva-

rado, 133.

Reyes del Quiche, invitan a Al-

varado a su capital, 73, 74; su

prisión y muerte, 75.

Reynosa, Juan, sacristán, 100.

Riobamba, 150.

Robledo, Diego de, 227.

Rodríguez, Juan, 142, 229.

Rodríguez Cabrillo, Juan, 44,

188, 191, 192.

Rodríguez Picón, Cristóbal, 237.

Roma, 32.

Rojas, Gabriel de, 142, 149.

257

Page 276: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Roxas, Diego de, 90, 100.

Ronquillo, Gonzalo, 127.

Saavedra, Juan de, 142.

Sacatepéquez, 132, 224.

Salamanca, Juan, 237.

Salazar, Antonio de, 109, 127.

Salazar, Gonzalo de, 115, 128,

131.

Sámala, Río, 65, 110.

Sánchez de Aldeanueva, Fran-

cisco, 112.

Sánchez de Aramburo, Juan,

237.

Sandoval, Gonzalo de, 21, 33,

40,41,45,48, 51.

San Blas, puerto, 194.

San Cristóbal de los Llanos, 136.

San Jorge del Valle de Olancho,

160.

San Juan de Ulúa, 24, 35.

San Martín Jilotepeque, 108.

San Miguel, 116, 140, 152, 160,

188, 196.

San Pedro de Puerto Caballos

(S. Pedro Sula), 163, 178.

San Salvador, 107.

Santiago de Buena Esperanza,

194, 197.

Santiago de Cuba, 18, 20, 21.

Santiago de Guatemala, 98, 100,

101, 114, 116, 127, 143, 154,

183, 187, 190, 212, 220, 226,

227.

Santispírítu, 21.

Santisteban del Puerto, 54, 57',

58.

Santo Domingo, 8, 15, 16, 176.

Selegua, Río, 110.

Sinacán y Sequechul, 189, 190.

Soconusco, 8, 56, 62, 63, 116,

120.

Solar y Taboada, Antonio del, 9.

Solís, Antonio de, 43.

Solóla, 178, 233.

Soraluze, María de, 237.

Suárez, Melchora, 218.

Suárez de Moscoso, Teresa, 10.

Suchitepéquez, 165.

Tabasco, 19, 24, 51, 110, 111,

117, 161.

Tacuba, 31,41,45, 47. 49.

Tacuilula, 87.

Tacuzcalco, 91, 97.

Tapia, Andrés de, 232.

Tapia, Cristóbal de, 51.

Tecocistlán, 233.

Tecpán Atitlán, 233.

Tecpán Guatemala, 187.

Tecum, rey, 77,

Tecum Umam, 67, 68, 69, 70,

71.

Tehuantepec, 61, 62, 120.

Tello, Fr. Antonio, 200.

Tenochtitlán, 30, 36, 54, 125.

Tepeaquilla, 31.

Tepepul, 68, 77, 109, 119, 190.

Tepeyac, 47.

Tequepampo, 124.

Tercera, Isla, 168, 224, 229.

Términos, Laguna de, 69,

Tezcatlipoca, 36, 232.

Tezcuco, 44, 64, 77, 86, 102.

Tezulutlán, 225.

Tierra Firme, 117.

Tiripitío, 194, 202, 203, 226.

Tlacotlán, 203.

Tlapallan, 101.

Tlatelolco, 48, 50.

Tlaxcala, 26, 64, 70, 71, 222.

Tlaxcaltecas, 37, 61, 108.

Tonatiuh, 28, 76, 80, 96, 103,

104, 105, 166, 179, 190.

Torquemada, Fr. Juan de, 15.

Totonicapán, 174, 233.

Toxcatl, 36, 37.

Treviño, carpintero, 55.

Trinidad, Villa de la, 17, 21.

Trujillo, puerto, 112, 137, 164.

258

Page 277: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Tututepeque, 51, 52, 53, 76,

222, 232.

Tzíbola, 194, 195, 196.

Tzuzumpan, 163.

Uitzitzil, 67.

Ulúa, Río, 125, 163.

Utúa, San Juan de, 24, 35.

Uspantán, 132.

Utatlán, 54, 56, 60, 69, 73;

descripción de la ciudad, 74;

incendio de, 75, 76, 77, 78,

79, 80, 82,93, 109, 119, 165.

Valdivieso, Pedro de, 114.

Vázquez, Cecilia, 123, 232.

Vázquez, Fr. Francisco, 189,

192.

Vázquez de Coronado, Francis-

co, 194, 196.

Vázquez de Tapia, Bernardo, 28.

Velasco, Alonso de, 173.

Velázquez, Diego de, 8, 17, 18,

20, 22, 35, 45, 107.

Velázquez de León, Juan, 33,

34, 41.

Veracruz, 24, 35, 50, 57, 60,

127, 128.

Verapaz, 225.

Villafaña, Antonio de, 45.

Vivar, Luis de, 127.

Volcán de Agua, 118, 133, 217,

220, 221.

Volcán de San Pedro, 82.

Volcán de Santa María, 69.

Xepau, 106.

Xetulul, 65.

Xicoténcatl, señor de Tlaxcala,

26, 27, 166.

Xicoténcatl, doña Luisa, 27, 41,

78, 90, 99, 123, 165, 166,

221, 222.

Ximénez, Fr. Francisco, 63, 127,

137, 217, 218.

Xochimilco, 64, 113, 180, 182.

Xuchipillan (V. Juchipilla).

Yucatán, 17, 22, 125, 138, 158,

180, 209.

Zabarrieta, Domingo, 100.

Zaculeu, 110, 111, 112.

Zapotlán, 197.

Zapotitlán, 65.

Zequechul, 189, 190.

Zinacán, 189, 190.

Zozumba, cacique, 159, 163.

Zumárraga, Fr. Juan de, 128,

129, 131.

Zurrilla, Francisco de, 127.

Zutujiles, 81, 82, 83, 105.

259

Page 278: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado
Page 279: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

índice general

prologo i

Origen y mocedades 7

La familia Alvarado 9

Años juveniles 10

Las primeras empresas 15

Conquista de México 18

Descubrimiento de Yucatán 18

La expedición de Cortés 21

La flota visita Yucatán y Tabasco 22

Fundación de Veracruz . . . 24Rumbo a Tlaxcala 26Cholula . 19

A la ciudad de México 30

Prisión de Moctezuma 33

Panfilo de Narváez contra Cortés . . 34

Alvarado y la matanza del templo 36

Cortés regresa a México y lucha con los mexicanos 39

La Noche Triste 40Reconquista de México 44Expediciones al interior 51

Conquista de Tututepeque . . . . „ 52

Embajada de los señores de Guatemala 54

Conquista de Guatemala 60

Alvarado emprende viaje hacia el sur 60

Tehuantepec y Soconusco 62

Zapotitlán 65

Rumbo al reino quiche 66Preparativos de defensa 67

Batalla de El Pinar , 69

Los reyes quichés se someten a Alvarado 72

Proyectos del Conquistador 78

261

Page 280: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

PÁG.

En la corte cakchiquel 80

Conquista de Atitlán 81

Toma de Escuintla 84

La conquista de Cuzcatlán 87

La leyenda de Atlacatl 94

Fundación de Santiago de Guatemala 97

Insurrección cakchiquel 102

Las campañas de 1 525 107

Expedición al Lacandón 111

Viaje a Honduras 114

Insurrección general 117

Retorno a México 120

En la corte del Rey de España 121

Procesado en México 128

La Armada del Mar del Sur 132

Alvarado regresa a Guatemala 132

Construcción de la flota 133

La tentación de las riquezas del Perú 138

Expedición al Perú 144

Nuevos proyectos de descubrimiento 155

Conquista de Honduras 158

Doña Leonor de Alvarado 165

Ultimas empresas 168

Segunda vez en la Corte 168

Regreso a las Indias 174

Controversia entre Alvarado y Montejo 179

Santiago de fiesta , 183

Preparativos de viaje 186

Salida de la armada 190

Las ciudades de Tzíbola 193

Nochistlán 197

Muerte de Alvarado 201

Epitafios 204

Carácter de Alvarado 205

La Sm Ventura 211

262

Page 281: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

PAC.

Destrucción de la ciudad de Guatemala 217

La familia de Alvarado 222

Testamento de Alvarado 227

La fortuna del Conquistador 230

Bibliografía 239

índice alfabético 248

263

Page 282: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado
Page 283: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

Se terminó de imprimir el día 4 dejulio de 1986, en los talleres del

Centro Nacional de Libros de Texto

y Material Didáctico "José de Pineda¡barra" —CENALTEX— del Minis-

terio de Educación, $5 calle final,

zona 11, finca Las Charcas, Gua-temala, América Central. Lapresente edición consta de 3 000ejemplares en papel bond 80 gramos.

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Page 286: Recinos Adrian - Pedro de Alvarado

I D II ti Cu

Doctor EDUARDO MEYER MALDONADOMinistro de Educación

Licenciada MARÍA DEL CARMEN GALO DE LARAViceministro de Educación

Licenciado FRANCIS POLO SIFONTESViceministro de Educación

Profesor RUBÉN DARÍO MÉNDEZ O.Director de CENALTEX