Proust en Las Cartas de Julio Cortazar

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Proust en Las Cartas de Julio Cortazar

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  • DOI 10.14277/2037-6588/46p

    Rassegna iberistica ISSN 2037-6588Vol. 38 Num. 103 Giugno 2015

    Proust en las cartas de Julio Cortzar (1937-1954)Lectura plural y viaje temporal hacia la escritura

    Jrme Dulou (Universit Paris Sorbonne, France)

    Abstract Analyzing the mentions of Proust in Julio Cortzars correspondance (between 1937 and 1954, epoch of his formation) allow to mitigate the relation of opposition which can be read in his critical work (Teora del tnel). This will allow us to begin a textual and temporary journey between both authors but also in Cortzars own life. The mentions will allow to reconstruct the readings that Cortzar did of Prousts work between Bolivar (Argentina) where he was teaching in 1937 and Venice in 1954, passing by Chivilcoy in 1940 and by Paris where he established him-self definitively in 1951. This work could provide some reflections on the plurality of Cortzars writing. Also we will propose an analytical journey of convergences between two writings on the subjective sense of the reality and his relation with art and writing.

    Sumario 1. Introduccin. 2. Lectura y relectura de Proust entre 1937 y 1952. 2.1. Primera lectura plural. 2.2. Relectura de 1952. 3. Viaje analtico hacia la escritura. 3.1. ciertos sa-crificios. 3.2. La placa del microscopio y las experiencias de memoria involuntaria. 4. 1954: Ruskin, Proust, Mann y Cortzar en Venecia. 5. Conclusin.

    La vraie vie, la vie enfin dcouverte et claircie, la seule vie, par cons-quent, rellement vcue, cest la littrature. Cette vie qui, en un sens, ha-bite chaque instant chez tous les hommes aussi bien que chez lartiste. Mais ils ne la voient pas, parce quils ne cherchent pas lclaircir. Et ainsi leur pass est encombr dinnombrables clichs qui restent inutiles parce que lintelligence ne les a pas dvelopps. Ressaisir notre vie; et aussi la vie des autres; car le style, pour lcrivain aussi bien que pour le peintre, est une question non de technique, mais de vision. Il est la rvlation, qui serait impossible par des moyens directs et conscients, de la diffrence qualitative quil y a dans la faon dont nous apparat le monde, diffrence qui, sil ny avait pas lart, resterait le secret ternel de chacun. Par lart seulement, nous pouvons sortir de nous, savoir ce que voit un autre de cet univers qui nest pas le mme que le ntre et dont les paysages nous seraient rests aussi inconnus que ceux quil peut y avoir dans la lune. Grce lart, au lieu de voir un seul monde, le ntre, nous le voyons se multiplier, et autant quil y a dartistes originaux, autant nous avons de mondes notre disposition, plus diffrents les uns des autres que ceux qui roulent dans linfini, et qui bien des sicles aprs quest teint le foyer dont ils manaient, quil sappelt Rembrandt ou Ver Meer, nous envoient leur rayon spcial. (Proust 1989b, p. 474)

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    1 Introduccin

    En su Obra Crtica, y principalmente en Teora del tnel, Cortzar llama a una superacin de la literatura esttica, racional y gnoseolgica repre-sentada por Proust, entre otros. Por eso, puede escribir Basta ya Marcel Proust,1 para abogar por una literatura ms afn con el surrealismo y el existencialismo. De hecho, no se puede decir que Cortzar fue proustiano. Sin embargo cuando leemos sus cartas, es de notar que su relacin con Proust es mucho ms compleja que un deseo de superacin y un rechazo rotundo. Adems, entre los grandes escritores de la literatura universal, Proust es uno de los que ms menciona en su correspondencia. En los 5 volmenes de cartas,2 se pueden contar 14 menciones.3 Y todas son posi-tivas para con Proust.

    Este trabajo se propone entonces analizar las menciones a Proust en la correspondencia de Cortzar (entre 1937 y 1954, poca de su formacin) para matizar la relacin de oposicin que se lee en la obra crtica. Esto nos permitir empezar un viaje textual y temporal entre los dos autores pero tambin en la propia vida de Cortzar. En efecto, las menciones nos permiten reconstruir las lecturas que Cortzar hizo de la obra de Proust entre Bolvar (Argentina) donde enseaba en 1937 y Venecia donde se ins-tal para traducir a Poe en 1954, pasando por Chivilcoy en 1940 y por Pars donde se instal definitivamente en 1951. Quiz este trabajo pueda aportar algunas pistas de reflexin sobre la pluralidad de la escritura de Cortzar. Para ello, tambin propondremos un viaje analtico de convergencias entre dos escrituras sobre el sentido subjetivo de la realidad, su relacin con el arte y la escritura.

    1 Con todas las dudas, con todas las incertidumbres, el Yo me est dado, es en el soy, vale como base e instrumento. Desde l, lo extranjero y lo hostil all comienza. Por eso, basta ya de hacer el buzo, desde que mi auto-conocimiento parece satisfactorio y facultativo. Basta ya, Marcel Proust. Es el momento de superar el hiato y completar la dimensin humana en y con lo no-humano; es la hora de lanzarse a la conquista de la realidad con armas eficaces. Porque as, en suma, se alcanza el ms legtimo autoconocimiento. Tal ha sido siempre el secreto del hroe (Cortzar 1994a, pp. 122-123. El subrayado es nuestro).

    2 En este trabajo, se tomar en cuenta la segunda edicin de las Cartas aumentada en 2012. El estudio se centrar en las citas que aparecen en el primer volumen (indicado vol. 1), en-tre 1937 y 1954.

    3 Cfr. Cartas vol. 1: pp. 35, 374, 378, 382, 402, 508, 548; Cartas vol. 2: pp. 67, 168, 33; Cartas vol. 3: p. 539; Cartas vol. 4, p. 482; Cartas vol. 5, pp. 378-379.

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    2 Lectura y relectura de Proust entre 1937 y 1952

    2.1 Primera lectura plural

    La primera mencin de Proust en la obra de Cortzar conocida hasta hoy, y leda cronolgicamente en funcin de la fecha de redaccin, se encuen-tra en una carta dirigida a Eduardo A. Castagnino, con fecha del 27 de mayo de 1937 (o sea diez aos antes que la primera mencin en Teora del tnel). Las cartas a su amigo y compaero de trabajo, que vive en Buenos Aires mientras l vive en la sencillez de Bolvar, son un intercambio de opiniones sobre literatura redactado con un tono irnico y polmico por parte de Cortzar. La carta que nos interesa tiene precisamente como tema de polmica el estilo irnico de Anatole France. Cortzar reacciona a la crtica de Castagnino, en estos trminos:

    Conque la irona franciana te produjo contracciones en el peritoneo? Como dira Greta Garbo: I am sorry. No hubo ninguna mala inten-cin, pero me alegro en el alma de haberlo puesto, porque ello punta de fuego me ha dado la satisfaccin de leer tus opiniones sobre el maes-tro. En serio, te cre ms encariado con Anatole. Lo de bonito quiz le quede un poco chico, aunque, naturalmente, no es posible hipertrofiar los adjetivos recordando a hombres como Andr Gide y Marcel Proust. Estos dos nombres han sido puestos por m en base a una simpata personal, y no porque tenga un criterio dogmtico con respecto a los puntales de la literatura francesa moderna. Queda pues campo abierto para sustituir o relegar. (Cortzar 2012, vol. 1, p. 35)

    Ya podemos apuntar varios elementos de anlisis: Cortzar le da a Proust la misma importancia que a Gide y sabemos la influencia que la obra de este ltimo tuvo en Cortzar. Ya desde 1937, Cortzar sita a estos dos autores en un lugar aparte en la historia de la literatura.4 Esta visin de Proust sufre cierto clich sobre el estilo proustiano: la precisin en la eleccin de los adjetivos, lo cual sera una de las caractersticas que se le atribuye al estilo psicologista de Proust. Es de notar, quiz con ms provecho para este trabajo, como Cortzar en la ltima frase insiste en la subjetividad de su eleccin en el momento de citar a dos puntales de la literatura francesa moderna. Veremos a continuacin como este punto de vista ambivalente (por una parte, Proust visto como una autoridad

    4 En Teora del tnel, diez aos despus, la primera mencin de Proust lo situar de igual modo al lado de Gide pero en un contexto ms crtico: Los depositarios de la antorcha del siglo XIX, los Proust, Gide, Shaw, Mann, Wells, Valle Incln, Claudel, DAnnunzio, continan dentro de un ordenamiento esttico personal los rdenes literarios tradicionales, la filiacin novecentista (Cortzar 1994a, p. 47).

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    clsica, por otra, una visin ms personal, ms ntima) se ir modificando y volvindose ms compleja a lo largo de sus diversas lecturas de la obra proustiana.

    Otra mencin en una carta a su amigo Eduardo Jonquires fechada el 16 de mayo de 1952 informa que Cortzar ley a Proust en Chivilcoy a princi-pios de los 40 ense all entre 1939 y 1944 y que est leyndolo otra vez en el 52. Cortzar describe en esta carta (la novena desde que lleg a Pars) los encantos de la primavera parisina, los numerosos paseos que da, evoca el congreso al cual asisti, enumera los cuadros de una exposicin que le extenu de tanta belleza y, despus de contar otro paseo, escribe con humor:

    Te debo dar la sensacin de que, como becario, soy el atorrante ms perfecto, salido del regazo de tu Embajada. Pero tambin trabajo, sabes. Leo aplicadamente a Proust, del que mi ya lejano recuerdo de 1940 no me daba ms que una sombra. Una cosa es leer a Proust en Chilvilcoy, envuelto en cafard e inocencia, y otra leerlo en Pars, cuando se es a sadder and a wiser man.5 (Cortzar 2012, vol. 1, p. 374)

    Esta lectura personal en 1940, en su propia opinin, solo le dej un lejano recuerdo. Lo que permite matizar el rigor de las numerosas menciones contra Proust en los dos ensayos Teora del tnel de 1947 y Situacin de la novela de 1950.6 Una lectura precisa de estas menciones en estos ensayos permitira ver que los comentarios que hace y las opiniones que da sobre Proust retoman, ms bien, las crticas literarias que se le haca a la obra de Proust en aquella poca, desde Borges hasta Sartre que le criticaban su presupuesto psicologismo y su esteticismo;7 no son comentarios sacados de una lectura precisa y personal del texto proustiano.

    As es como se puede resumir la lectura plural que Cortzar hizo de la obra de Proust: en 1937, en Bolvar, Cortzar siente una simpata per-sonal para con Proust a partir de una lectura quizs parcial de su obra; en 1940, en Chivilcoy, la lee quizs esta vez entera pero solo le deja un lejano recuerdo; en los aos 40, su conocimiento de la obra se vio in-fluenciada por la lectura de diversos artculos publicados en Argentina, en la revista Sur sobre todo, lo que reflejan sus menciones a Proust en los dos

    5 A sadder and a wiser man | He rose the morrow morn (Ms triste y ms sabio, se le-vant por la maana del da siguiente) son versos de Samuel Taylor Coleridge (uno de los fundadores del Movimiento Romntico en Inglaterra), sacados de The rime of the ancient mariner, poema muy popular.

    6 Cortzar menciona 13 veces a Proust en Teora del tnel y 3 veces en Situacin de la novela.

    7 Para un anlisis de la recepcin de la obra de Proust en Argentina, cfr. Craig 2002, cap. 1, Reception and critical appreciation of A la recherche du temps perdu in Spanish America, pp. 32-39.

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    ensayos mencionados anteriormente; en 1952, en Pars, la vuelve a leer entera y esta experiencia de relectura le va a permitir volver a descubrir a Proust; en 1954, lo veremos en la tercera parte, Proust parece seguir siendo una referencia.

    2.2 Relectura de 1952

    Es necesario ahora precisar el tiempo de esta relectura parisina de 1952.Gracias a las fechas proporcionadas por las cartas escritas a Jonquires

    en el ao 52, se puede estimar que el tiempo de esta segunda lectura fue de 4 a 6 meses, de la primavera 1952 (el 16 de mayo, escribe: Leo aplicada-mente a Proust [2012, vol. 1, p. 374]) al final del verano del mismo ao (en una carta del 24 de agosto de 1952, escribe: Termino Proust [2012, vol. 1, p. 402]). La lectura fue, por consiguiente, intensiva, pero nada extraordi-naria cuando se tiene la formacin y la capacidad de lectura de Cortzar.

    Es importante notar que, al contrario de las otras lecturas menciona-das en aquel lapso de tiempo, esta es asociada a un trabajo que realiza aplicadamente. Para poder ir a Pars obtuvo una beca para hacer inves-tigaciones sobre las hipotticas conexiones entre literatura inglesa y la francesa (Herrez 2011, p. 144). Quiz empez con la lectura de Proust como representante de los puntales de la literatura francesa. As es como hay que entender: Leo aplicadamente a Proust, como un verdadero trabajo de investigacin y de anlisis de la obra. Extrapolando un poco, se puede considerar que no solo ley A la recherche du temps perdu, sino que pudo haber ledo tambin parte de las obras crticas ya publicadas en aquella poca (biografas, revistas, recuerdos y testimonios, en francs, en espaol, en ingls); no pudo leer, en 1952, el Contre Sainte-Beuve, que solo se publicara en 1954, pero pudo leer, o conocer, los Pastiches et mlanges, Les Plaisirs et les jours, algo de la correspondencia, de las traducciones de la Bible dAmiens et de Ssame et les lys de Ruskin que Proust public en 1904 y 1906 respectivamente. Los encuentros que hizo durante las reuniones literarias o el congreso pudieron ser ocasiones para tratar de la obra de Proust con grandes crticos. Esta relectura, lo confirmaremos ms adelante y es uno de los propsitos de este trabajo, le permiti tener un conocimiento bastante profundo de la obra y de la biografa de Proust.

    Un elemento, puesto de relieve por el propio Cortzar, permite precisar su concepcin de La Recherche. En la primera mencin a Proust, esta relectura va asociada con los romnticos, con la melancola y la sabidura romnticas, y se conoce la relacin fuerte que une a Cortzar con este movimiento. La cita de uno de los ltimos versos del poema de Coleridge, ms all del private jock a uno de sus amigos, le permite decir que gracias a su evolucin como hombre desde los aos en Chivilcoy, gracias a su expe-riencia ms slida de la vida, que lo hizo ms triste pero ms sabio, esta

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    nueva lectura de Proust es posible. En Chivilcoy, Cortzar tena entre 25 y 30 aos y estaba en los albores de su vida de escritor, viva ensimismado y se pasaba el da leyendo y estudiando; en Pars, tena ya 37 aos, haba redactado varios artculos, novelas y cuentos, y su idea de la literatura era ms precisa, su vida menos superficial. Cortzar era por fin el lector ideal de Proust, el que tard tiempo para leerlo bien tal como se lo deca a Jon-quires en una carta del 30 de mayo: Ya era tiempo de leerlo bien (2012, vol. 1, p. 378). Cortzar era por fin el lector activo de Proust; este mismo lector ideal que Proust anhela cuando escribe: le lecteur a besoin de lire dune certaine faon pour bien lire (Proust 1989b, p. 490); por fin era el lector que Proust espera para revelarle lo que tiene en soi-mme (p. 490).

    En plena ruptura con Argentina (una ruptura de la cual espera mucho), volver a leer a Proust de modo tan intenso le hace concienciarse de su pro-pio trayecto, viaje, como hombre y escritor, del salto cualitativo que se ha producido en l durante los ltimos aos y que se ve prometedor, ya desde los primeros meses de su estada en Pars, para su escritura.

    3 Viaje analtico hacia la escritura

    3.1 ciertos sacrificios

    En las cartas del 16 y 30 de mayo de 1952, dirigidas a Jonquires, Cort-zar escribe que hace, en Proust, unos descubrimientos importantes. Lo estudia, lo lee de otro modo, lo lee mejor. Pero es necesario detenerse en la frase de la carta del 30 de mayo de 1952, en la que escribe: Leo a Proust. Ya era tiempo de leerlo bien; al final te dir algunas cosas sobre l que espero no te alarmen sobre mi salud mental (Cortzar 2012, vol. 1, p. 378). Esta revelacin permanecer un enigma ya que el 24 de agosto de 1952, abrumado por el trabajo, solo se contenta con escribir lacnica-mente: Termino Proust (2012, vol. 1, p. 402). Consultar los apuntes que pudo tomar durante su lectura sera de lo ms valioso. Mientras tanto, la resolucin de este enigma no puede basarse ms que en suposiciones. Estas cosas deben de tener, sin embargo, cierta originalidad y cierta importancia para que Cortzar ponga en escena cierto suspense, para que sienta la necesidad de llegar al final de su lectura antes de revelarlas y, adems, para temer irnicamente que esta revelacin pueda provocar en su amigo temores en cuanto a su salud mental.

    Lo irnico en Cortzar es de lo ms serio. Proponemos, pues, volver a la obra de Proust para llevar a la luz unos elementos de orden esttico y moral, cercanos a las preocupaciones de Cortzar, y que, al analizarlas de ms cerca, podran parecer preocupantes para la salud mental del lector y ms precisamente de un lector-escritor que, como lo hemos visto en Cor-tzar, lee a Proust como se lee un libro de sabidura.

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    La filosofa proustiana, tal como lo dice el mismsimo Proust, es de una gran austeridad (cette leon austre, dice en Le Temps retrouv [1989b, p. 487]) y de una gran complejidad. Quin puede aceptar como verdad absoluta esta frase terrible, pero una de las ms significativas de toda la obra: La vraie vie, la vie enfin dcouverte et claircie, la seule vie par consquent pleinement vcue, cest la littrature (1989b, p. 474)? Esta frase no puede ms que tener cierto eco en Cortzar como escritor baado de romanticismo. Veremos ms adelante que adhera en aquella poca totalmente a la idea del Genio artstico que hace del artista un ser aparte, sometido a un destino, a un enigma que le es superior. Adems, sinti ya la tentacin de tal extremismo literario durante sus aos de en-seanza en Chivilcoy, encerrado y leyendo, con contactos complejos con los dems (Herrez 2011, pp. 87-106), y otra vez lo vive en la Maison de lArgentine, rodeado de argentinos de los cuales denigra abiertamente la mediocridad:

    Si consigo la pieza que busco como loco, tendr quien me cocine (t sabes que aqu en el pabelln el rgimen de androceo y gineceo es rigu-roso. Ah, s, la moral primero). Yo podra cocinarme cosas, pero bastante me harta lavar y planchar y fabricarme el desayuno. Aqu en el pabelln hay tipos con alma de cocinera, que se pasan el da subiendo y bajando las escaleras con platitos, cacerolitas y sambayones. Es positivamente inmundo. Para haber llegado al tomo VII de Proust se requieren ciertos sacrificios, y uno de ellos es no perder tiempo cocinando. (Cortzar 2012, vol. 1, p. 382)

    Se puede que Cortzar haya encontrado ciertas resonancias con su propia experiencia de vida y una solucin a sus interrogantes cuando Proust dice: ce nest pas aux tres que nous devons nous attacher, [] ce ne sont pas les tres qui existent rellement et sont par consquent susceptibles dexpression, mais les ides (1989b, p. 487) y cuando precisa:

    Le signe de lirralit des autres ne se montre-t-il pas assez, soit dans leur impossibilit nous satisfaire, comme par exemple les plaisirs mon-dains qui causent tout au plus le malaise provoqu par lindigestion dune nourriture abjecte, lamiti qui est une simulation puisque, pour quelques raisons morales quil le fasse, lartiste qui renonce une heure de travail pour une heure de causerie avec un ami sait quil sacrifie une ralit pour quelque chose qui nexiste pas (les amis ntant des amis que dans cette douce folie que nous avons au cours de la vie, laquelle nous nous prtons, mais du fond de notre intelligence nous savons lerreur dun fou qui croirait que les meubles vivent et causerait avec eux), soit dans la tristesse qui suit leur satisfaction, comme celle que javais eue, le jour o javais t prsent Albertine, de mtre

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    donn un mal pourtant bien petit afin dobtenir une chose connatre cette jeune fille qui ne me semblait petite que parce que je lavais obtenue? (1989b, p. 454).

    La retrica es precisa (ntese la inversin de la idea de locura) y el impacto implacable sobre el lector-escritor enfrentado con este dilema todos los das. Pero cmo aceptar este rechazo categrico de la vida en sociedad, de la amistad y del amor sin padecer ciertos disturbios psquicos? Cmo revelarle a la gente que lo quiere y a la que quiere, de amor o amistad, como el propio Jonquires a quien escribe o a su abuela, que solo son modelos, ideas tiles para su obra, sin pasar por loco? La vida de Cort-zar prueba que no sigui este diktat Proust tampoco. Si dej Argentina, luego la Maison de lArgentine de Pars, fue porque quera huir de la me-diocridad, es cierto, pero tambin para huir de esta tentacin de poner la literatura por encima de la realidad de las relaciones humanas. Pero la tentacin, eso s, fue fuerte y este dilema del individualismo y de la soledad del hombre o artista frente a los que lo rodean se vuelve a encontrar en numerosos escritos suyos: as es como cierta influencia de Proust podra explicar la pregnancia de la problemtica de la otredad en El persegui-dor y Rayuela, por ejemplo.

    El prrafo que precede la mencin a Proust en esta carta del 30 de mayo de 1952 es imprescindible para la comprensin de la evolucin de la obra de Cortzar. Es necesario citarlo completo:

    No comentar lo que me dices sobre tu libertad interior que va ms all de toda otra libertad, llmese Venecia o la Luna Lo comparto de-masiado para no estar de acuerdo; creo tan slo que la resolucin de ese gran enigma consistente en saber para qu cuernos est uno aqu, y por qu le ha sido dada una facultad expresiva peculiar, slo puede quiz entreverse al cabo de una extenuante cacera espiritual. Es aqu donde el viaje, el amor, la felicidad y la infelicidad se insertan como llaves en la medida en que uno los provoque. Para mi vecino de al lado (un plcido bilogo) Pars es SIC una ciudad incmoda donde no hay buenos cafs. Para m, en el pice de experiencias a veces extenuantes, esto es el punto donde la placa del microscopio se vuelve de pronto ntida, despus de tanta vida pasada en el ajuste minucioso del lente. No dura ms que un segundo, pero en ese segundo veo. Veo lo que yo tendra por hacer si no fuera tan incapaz. Veo lo que espera del otro lado de esto que llamamos realidad. Cuando recaigo en el poema, s que lo que escribo tiene menos de creacin que de mostracin. En B.A. inventaba; aqu siento (tan raramente, pero con tanta fuerza!) que nada verdadero es inventado, y que el mot de Picasso sobre encontrar y no buscar es la clave de toda creacin con un sentido. (2012, vol. 1, p. 378)

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    Cortzar da en este fragmento una definicin muy compleja del escri-tor que es necesario analizar ya que esta definicin va a ser retomada y precisada, va a ser puesta en prctica en las obras que van a marcar su creacin a partir de los aos 50 (El perseguidor, Rayuela, 62/Modelo para armar, etc.). El hecho de estar leyendo con tanta intensidad La Recherche en el momento mismo de redactar este prrafo, y hablar justo despus de Proust, para decir lo que hemos visto sobre su salud mental, es de considerar.

    Cortzar, cuando redacta esta carta, est metido en un cuestionamiento sobre la libertad del escritor. Responde a Jonquires que hablaba en su carta anterior de la libertad interior que deba sentir en el momento de la creacin. Cortzar la experimenta, como su amigo, como algo interior y superior a la libertad de movimiento y adhiere, pues influenciado por los romnticos y Rimbaud sobre todo a la idea del privilegio del Genio creador, a esta concepcin del artista que sabe gozar de un don peculiar reservado a algunos. Pero la precisin, analizndola con detenimiento, acaba contradiciendo esta idea de libertad y sobre todo de privilegio. Se puede pensar que Jonquires se felicitaba de ello, en un acceso de orgullo de artista. Pero Cortzar siente la necesidad de dar al enigma del Genio artstico un sentido mucho ms profundo, ms humilde, ms sacrificial. Para l, se es artista casi a pesar suyo, el artista es de nacimiento presa de un destino que no escogi y la resolucin de ese gran enigma [] slo pue-de quiz entreverse al cabo de una extenuante cacera espiritual (2012, vol. 1, p. 378). Recuerda, pues, la humildad del artista frente a este enigma. Adems, no es l quien decide del momento en que la placa del micros-copio se vuelve de pronto ntida (p. 378). Cuando escribe un poema, no crea, sino que no hace ms que mostrar lo que la placa del microscopio le permite ver. Esta libertad interior est, pues, condicionada, incluso, se podra decir que es nula ya que cada artista digno de este nombre no puede inventar sino solamente imitar lo que el microscopio le da a ver, lo que Pars le hace experimentar. Vuelve a dar todo su sentido a la frase de Picasso, muchas veces malinterpretada como un chiste vanidoso y pretencioso, je ne cherche pas, je trouve.8

    Estos interrogantes pertenecen a la historia de las ideas literarias (opo-sicin entre la inspiracin divina de Platn y el Arte potico de Aristteles, las querellas de los Romanos y del Medioevo europeo entre imitacin e invencin, la idea de Genio artstico de los siglos XVIII y XIX), y Proust les daba una resolucin muy personal que es una renovacin del idealismo platnico y occidental: nous ne sommes nullement libres devant luvre dart (1989b, p. 459) ya que ce livre essentiel, le seul livre vrai, un grand

    8 Escrita en una nota que Picasso mand a la revista moscovita Ogoniok, 20, en 1926, y retomada en varias ocasiones por Lacan.

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    crivain na pas, dans le sens courant, linventer puisquil existe dj en chacun de nous, mais le traduire. Le devoir et la tche dun crivain sont ceux dun traducteur (1989b, p. 469). Aunque no tenga nada que inventar, ya que la obra ha sido impresa en su fuero interno por las vicisitudes de la vida, el artista no permanece pasivo ya que tiene que descifrarla y traducir-la. Picasso, Proust y Cortzar se inscriben en el mismo combate artstico.

    Para Cortzar, la solucin a este dilema existencial se encuentra en el re-conocimiento de esta humildad del artista frente a la vida y a la aceptacin de todas sus vicisitudes. Le extraa que su vecino, un plcido bilogo (2012, vol. 1, p. 378), no sepa aprovechar la experiencia que se le ofrece de vivir en Pars y no sepa sacar provecho de las mortificaciones que esto le impone (no poder tomar cafs tan buenos como en Buenos Aires, para tomar un ejemplo de lo ms materialista) para elevarse encima de ello y aprovechar plenamente todos los aspectos, positivos y negativos, de la vida: el viaje, el amor, la felicidad y la infelicidad (p. 378), tal como se lo escribe a Jonquires.

    Se puede ver lo que esta idea de extenuante cacera espiritual (p. 378), de aceptacin de las vicisitudes de la vida, de aceptacin de su condicin de escritor, tiene que ver con la idea de sacrificio y de mortificacin, en relacin con cierto estoicismo y cierto misticismo. El artista tiene incluso que provocarlas, para poder algn da ver la realidad del mundo. Aqu es-t su mayor libertad, al fin y al cabo. Y se puede considerar que Cortzar cristaliz esta idea leyendo a Proust; descubri en l esta superacin de las querellas antiguas. Esta misma idea Proust la pone en escena en toda su obra y la desarrolla al inicio de la parte terica de Le Temps retrouv.9

    En efecto, el narrador acaba de pasarse la mayor parte de su vida, duran-te seis tomos y medio, entre pequeas felicidades y sufrimientos (fsicos y morales), entre amores, celos y olvidos, entre esperanzas en su vocacin y desesperanzas frente a su falta de talento, antes de encontrar el conoci-miento espiritual y la alegra y antes de encontrar y aceptar su vocacin de escritor, tal como lo expresa en una primera conclusin:

    acceptons le mal physique quil [le chagrin] nous donne pour la connais-sance spirituelle quil nous apporte []. Les ides sont les succdans des chagrins; au moment o ceux-ci se changent en ides, ils perdent une partie de leur action nocive sur notre cur, et mme, au premier instant, la transformation elle-mme dgage subitement de la joie. (1989b, p. 485)

    9 No es nuestra intencin sobrevalorar la influencia de Proust en este prrafo. De hecho, la influencia de John Keats en l es tambin fundamental; un cotejo de Imagen de John Keats, que Cortzar estaba redactando en la misma poca, basta para confirmarlo. Un ejemplo: en su ensayo, Cortzar recurre muchas veces a la cursiva cuando emplea el verbo ver y lo hace tambin en este prrafo.

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    Es necesario leer la carta del 14 de junio, en la que les hace el mismo reproche a los argentinos de la Residencia que tienen un alma de co-cinera (2012, vol. 1, p. 382) y que se pasan el tiempo cocinando como en Argentina, incapaces de alcanzar esta especie de ascetismo que les permitira aprovechar plenamente de sus vidas, sacrificando su nostalgia de Argentina. En ella, se encuentra justo despus esta idea de sacrificio que aplica a la lectura de Proust: Para haber llegado al tomo VII de Proust se requieren ciertos sacrificios, y uno de ellos es no perder tiempo cocinando (p. 382). No se trata solo de una frase hecha. La lectura de Proust es elevada al nivel de un acto sacrificial necesario a su iniciacin como escritor, de igual modo que su salida para Pars y el abandono de su familia y sus amigos en Argentina. Estos sacrificios son necesarios a su creacin y al descubrimiento de la verdad de la vida y de la literatura.10

    3.2 La placa del microscopio y las experiencias de memoria involuntaria

    Esta visin del artista/escritor y de la literatura nacen en el caso del narrador de Proust despus de una sucesin de experiencias sensoriales y espirituales muy fuertes: las famosas experiencias de memoria invo-luntaria. La experiencia que Cortzar describe a travs de la metfora del punto donde la placa del microscopio se vuelve de pronto ntida (2012, vol. 1, p. 378) es una adaptacin perfecta de estas experiencias proustianas.

    Primero son experiencias sensoriales: siento, en ese segundo veo insiste Cortzar en su carta (p. 378). El narrador experimenta la misma sensacin, esta misma visin. En el momento en que se dirige a una ma-tine de la princesa de Guermantes, mientras est cruzando el patio de la mansin, tropieza contra dos piedras. Esta nueva experiencia es una experiencia de memoria involuntaria ya que le vuelve el recuerdo de su viaje a Venecia, de igual modo que el del sabor de la magdalena mojada en un poco de t, al principio de Du ct de chez Swann, le haba hecho recordar toda su infancia en Combray, y ahora provoca en l una sensacin extraordinaria al mismo tiempo que le revela la existencia de un tiempo extra-temporal, el tiempo en estado puro. En un primer momento, esta visin es blouissante et indistincte (1989b, p. 446), pero despus de un esfuerzo por concentrarse y despus de que esta sensacin haya vuelto a ocurrir cuatro veces, este instante se har pur et dsincarn (1989b, p. 447). Cortzar dice ntida, para continuar la metfora del microscopio. Esta visin, para Cortzar, no dura ms que un segundo (2012, vol. 1,

    10 Esta misma idea la expresar en varias ocasiones cuando analice su exilio voluntario de Argentina.

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    p. 378), es tambin fugitive (1989b, p. 454), para Proust. Ce trompe-lil ne durait pas (p. 452) dice.

    En cambio, estas experiencias son un doble revelador.Primero, revelan al escritor su misin y la dificultad de la tarea que le

    otorg su sino. Lo que Cortzar expresa en la frase: Veo lo que yo ten-dra por hacer si no fuera tan incapaz (p. 378), Proust lo evoca al califi-car esta empresa de penosa, (Ce livre, le plus pnible dchiffrer [1989b, p. 458]), incluso al juzgarla casi imposible: Cest elle [lessence des choses] que lart digne de ce nom doit exprimer, et, sil y choue, on peut encore tirer de son impuissance un enseignement [], savoir que cette essence est en partie subjective et incomunicable (p. 464). La so-lucin propuesta por Proust en su leccin de escritura es el recurso a la metfora. Por eso, en seguida, Cortzar hace referencia a la escritura de sus poemas. Es, de momento, en la poesa donde encuentra, l tambin, el mejor medio para mostrar lo que ve.

    Segundo, son un revelador de la falsedad de esto que llamamos reali-dad (2012, vol. 1, p. 378). Proust, en muchas ocasiones, escribe exacta-mente lo mismo:

    Mais cette dcouverte que lart pouvait nous faire faire, ntait-elle pas, au fond, celle de ce qui devrait nous tre le plus prcieux, et qui nous reste dhabitude jamais inconnu, notre vraie vie, la ralit telle que nous lavons sentie et qui diffre tellement de ce que nous croyons, que nous sommes emplis dun tel bonheur quand un hasard nous apporte le souvenir vritable? (1989b, p. 459)

    Esta trascendencia espiritual provocada de este modo lleva al escritor a otra dimensin y lo sita delante de un sentimiento de vrtigo que a la vez infunde entusiasmo y escalofro: il [le temps] me supportait, moi, juch son sommet vertigineux []. Javais le vertige de voir au dessous de moi, en moi pourtant, comme si javais des lieues de hauteur, tant dannes (1989b, p. 624). Volvemos a encontrar aqu la idea de Cortzar de que fueron los aos vividos, tanta vida pasada (2012, vol. 1, p. 378), los que han llevado al escritor hasta esta cima de experiencias, el pice de experiencias a veces extenuantes (p. 378).11

    11 Cabe sealar que la ambigedad de la imagen del microscopio utilizada por Cortzar, que permite ver lo infinitamente pequeo, en s mismo como en los dems, pero que lleva al artista al punto ms alto, est, en parte, resuelta en el caso de Proust. En efecto, Proust rechaza sencillamente la imagen del microscopio a favor de la del telescopio, que le permite percevoir des choses, trs petites en effet, mais parce quelles taient situes une grande distance, et qui taient chacune un monde (1989b, p. 618). Se puede admitir que, aunque Cortzar no vaya tan lejos en la precisin de la metfora, en una carta a un amigo, la intencin es la misma. Si hubiera utilizado la metfora del telescopio, su demostracin, continuada por la idea de pice, tendra el mismo significado. Aqu se trata ms bien de otro clich sobre

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    La lectura de Proust habr desempeado el papel del microscopio sobre estas verdades humanas y literarias. Es a partir de este viaje por la obra de Proust desde 1937, apoyado por su viaje a Pars en los primeros aos de los 50, como Cortzar va a hacer ms compleja su visin de la literatura y de su misin como escritor: nada verdadero es inventado (2012, vol. 1, p. 378), o sea Arte y vida van siempre unidos.

    4 1954: Ruskin, Proust, Mann y Cortzar en Venecia

    Dos aos despus de su llegada a Pars y de su relectura de Proust, en mayo de 1954, Cortzar se fue de viaje a Venecia. En una carta del 24 de mayo a Jonquires, otra vez, expresa su entusiasmo. Una de sus primeras emociones fue la que experiment al pasearse por entre los venecianos y los turistas, en la plaza San Marco, gentes que para l representan la esencia de Europa, esta esencia que descubri en las obras de Ruskin, Proust y Mann:

    Esta tarde, por ejemplo, la banda municipal dio un alegre concierto en medio de la plaza, y miles de turistas y venecianos estaban como locos de contento nosotros incluidos . Los cafs han sacado todas sus mesas a la plaza, y el espectculo es asombroso. Andando entre esta gente, mi-rando sus caras, se tiene aqu la sensacin europea total. Qu mundo! Acabado, quiz, murindose delicadamente, pero sin que nada lo d a entender por fuera. Es la misma gente entre la cual andaba John Ruskin mirando las piedras de Venecia, y Marcel Proust, y donde Thomas Mann trajo a su hroe para hacerlo morir en el Lido. Esta tarde subimos al museo Correr a ver Las cortesanas de Carpaccio, y los Bellini, y de tanto en tanto nos asombamos a los balcones para ver a la gente en la plaza y or a la banda que produca grandes selecciones de Nabuco; despus mirbamos otros cuadros venecianos, pero haba como una sensacin de profunda continuidad entre el arte y esa vida de fuera. Slo las ropas eran otras, y las costumbres; lo importante segua invariable; Europa,

    Proust, cuyo iniciador en las letras hispnicas es Ortega y Gasset. Craig resea, en Marcel Proust and Spanish America (p. 26) y en un artculo de 1986 (Ideas de Ortega y Gasset sobre la novela proustiana), un ensayo que el gran pensador espaol redact en 1923 (Tiempo, distancia y forma en el arte de Proust), antes de que los tomos completos fuesen publicados. El investigador americano recuerda que Ortega y Gasset concluye que la estructura de las cosas para Proust es de condicin microscpica (1986, p. 447). Ortega y Gasset retomaba una idea preconcebida que los primeros crticos escribieron sobre Proust. Si Proust insiste tanto en la imagen del telescopio en las ltimas pginas de la Recherche, es en parte en reac-cin contra este clich y en contra de la crtica que se le hizo sobre su mana por los detalles. Incluso cuando Cortzar retoma la imagen del microscopio, no se equivoca para nada sobre el sentido de la potica proustiana.

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    patria de la mejor hora del hombre. No creo que nada de lo que venga y que no ver sea ms hermoso. (2012, vol. 1, pp. 508-509)

    Aunque mencione rpidamente a Proust, entre dos comas, este fragmen-to es importante para nuestro trabajo ya que nos proporciona un ltimo elemento para probar el conocimiento profundo que Cortzar tena de la obra de Proust, despus de 1952. Este fragmento nos permite de igual modo confirmar nuestro anlisis sobre las similitudes de puntos de vista sobre el arte entre los dos escritores.

    Cortzar evoca primero a Ruskin, haciendo referencia a su obra The stones of Venice, y aade y Marcel Proust. Este inciso muestra el profun-do conocimiento que tena de la biografa de Proust, y de los autores que contaron en su formacin. Como lo dice Tadi, en su biografa de Marcel Proust: cest sous son influence [celle de Ruskin] que Proust sest rendu en Italie (1994, p. 623). Los dos autores, pues, van unidos como una evi-dencia. Evocar a Ruskin implica mencionar a Proust, para cualquier lite-rato que haya trabajado su obra y haya ledo biografas. Tanto ms cuanto que en los aos 50 (tal como hoy), el recuerdo de Ruskin, de sus obras y de su pensamiento, pasan por lo que dijo Proust de l, por sus prefacios a las traducciones que hizo de Bible of Amiens (1885) en 1904 y Sesame and Lilies (1865) en 1906 y lo que dijo tambin a travs del personaje del pintor Elstir, personaje de La Recherche cuyas teoras estticas y ticas vienen en parte de las de Ruskin.

    Pero la asociacin de estos dos autores va ms all de una asociacin venida de un estudio profundo de Proust. Cortzar cita a tres autores que tienen la misma concepcin del escritor que l. Tadi dice de Ruskin que era un predicador:

    Son art relve plus de lmotion que de la raison, du subjectivisme que du discours scientifique. Ce qui devrait pourtant le sauver, cest que ctait dabord un pote; mais aussi un essayiste qui aimait parler de lui-mme, et un prodigieux vocateur duvres dart : lui-mme pensait que la fonction de lartiste consiste tre une crature qui voit et qui sent (1996, pp. 609-610. El subrayado es nuestro)

    Proust y Cortzar tienen la misma visin del artista, lo hemos visto, visin que tambin es la de Mann.

    Es interesante notar que el conocimiento profundo de la obra de Proust lo lleve a asociar Der Tod in Venedig (La muerte en Venecia) de Mann (pu-blicado en 1912, un ao antes que Du ct de chez Swann), para describir mejor a los venecianos. Es cierto que Mann y Proust son dos faros que han influido influido en toda la generacin del Boom latinoamericano (cfr. Craig 2002, p. 18). Por lo tanto, no es extrao ni sorprendente encontrarlos bajo la pluma de Cortzar. Pero, por otra parte, no deja de ser fascinante

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    encontrar esta asociacin, hoy de una gran evidencia para el gran pblico, gracias a Morte a Venezia, la adaptacin cinematogrfica profundamente proustiana de Visconti de 1971 (cfr. Colombani 2006), en un texto de Cor-tzar de 1954.

    As la descripcin que hace de la gente en la plaza San Marco, un mundo murindose delicadamente (2012, vol. 1, p. 508), viene influenciada por la descripcin que hace de ella Thomas Mann en su cuento, pero tambin por la que hace el narrador de Proust de la sociedad mundana que fre-cuenta.12 Es a travs de los escritos de estos tres autores como Cortzar ve Venecia, ya que le dan las claves para comprender lo que ve. Se podra sin problema aplicarle la expresin de Picon a propsito de Proust: los libros de los grandes autores son sus guides bleus de la vie (1995, p. 110).13 Su entusiasmo por Venecia no habra sido tan fuerte de no volver a encontrar esta esencia europea, moribunda pero magnfica, que han descrito Ruskin, Proust y Mann.

    As se explica por qu hemos transcrito su visita al museo Correr. Esta sensacin, una sensacin de profunda continuidad entre el arte y esa vida de fuera (2012, vol. 1, pp. 508-509) que experimenta mirando por inter-mitencias los cuadros venecianos y la muchedumbre que ha venido a escu-char la banda de msica, es la resultante de una actitud tica tpicamente proustiana. Y cabe preguntarse si Cortzar, que tena en sus maletas las obras de Poe que estaba traduciendo, no tena tambin Albertine disparue. La descripcin de esta visita parece ser influenciada por dos evocaciones de Carpaccio durante el viaje a Venecia del Narrador de Proust que le revelan esta misma sensacin. En el caso de Proust, est relacionada con dos personas que le son queridas, su madre que lo haba acompaado al baptisterio de San Marco y Albertine que acaba de dejarlo trgicamente:

    Une heure est venue pour moi o quand je me rappelle ce baptistre, [] il ne mest pas indiffrent que dans cette frache pnombre, ct de moi il y et une femme drape dans son deuil avec la ferveur res-pectueuse et enthousiaste de la femme ge quon voit Venise dans la Sainte Ursule de Carpaccio, et que cette femme [] ce soit ma mre. Carpaccio que je viens de nommer et qui tait le peintre auquel, quand je ne travaillais pas Saint-Marc, nous rendions le plus volontiers visite, faillit un jour ranimer mon amour pour Albertine. Je voyais pour la pre-

    12 Por otra parte, en Venecia, el Narrador se encuentra por casualidad con la marquise de Villeparisis que goza todava de cierto prestigio pese a lair de tristesse et de fatigue que donne lappesantissement des annes et malgr une sorte deczma, de lpre rouge qui cou-vrait sa figure (1989a, pp. 209-210). Ella est en Venecia con su viejo amante M. de Norpois, un viejo ambicioso.

    13 Cfr. Les livres quil lit (le Narrateur jeune), ce sont les guides bleus de la vie, une pr-paration la ralit (Picon 1995, p. 110).

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    mire fois Le Patriarche di Grado exorcisant un possd. [] Sur le dos dun des compagnons de la Calza, reconnaissable aux broderies dor et de perles qui inscrivent sur leur manche ou leur collet lemblme de la joyeuse confrrie laquelle ils taient affilis, je venais de reconnatre le manteau quAlbertine avait pour venir avec moi en voiture dcouverte Versailles, le soir o jtais loin de me douter quune quinzaine dheures me sparaient peine du moment o elle partirait de chez moi (1989a, pp. 225-226).

    Donde Proust ve una continuidad espiritual entre los cuadros y la gente que aprecia, Cortzar ve la continuidad del espritu europeo, pero el pro-cedimiento es el mismo: el artista tiene que enfrentar siempre la realidad de los seres y de las cosas con el arte mismo, ya que solo el arte permite revelar la esencia de esta realidad, prueba nica de su existencia real dans le Temps (1989b, p. 625). Aqu se vuelve a encontrar la leccin proustiana, que Cortzar no parece haber olvidado, salvo para adaptarla a su propia experiencia de argentino que est descubriendo Europa en los aos 50.

    5 Conclusin

    Este ensayo ha permitido dar a ver el viaje inicitico emprendido por Cortzar por la lectura de Proust, una lectura plural y evolutiva que fue en un momento dado (el de su llegada a Pars) un momento de sacrificio pero tambin una enseanza, una revelacin sobre la subjetividad de la realidad y sobre la misin compleja del escritor.

    Las cartas de Cortzar, al dar una imagen distinta de la que se vislumbra en la obra de ficcin del autor, son un testimonio biogrfico imprescindible de la relacin ntima que mantienen arte y vida para cualquier lector con-temporneo. Y permiten proponer una definicin compleja pero concreta, pragmtica (ms all de los discursos tericos del propio autor) de la idea de influencia artstica.

    No se puede considerar, a pesar de todo lo dicho, que Cortzar fue un proustiano absoluto. Sera un error dejarlo pensar, su Basta ya, Marcel Proust en Teora del tnel no pierde de su importancia. Sin embargo, estas cartas muestran como Proust no dejaba de ser para l un faro que le mandaba su rayon spcial (Proust 1989b, p. 474) artstico y vital, a veces involuntario e inefable, del que habla Proust en la cita que hemos transcrito al inicio de este artculo, y cmo, quiz a pesar suyo, este rayo hizo que su escritura pudo tomar caminos paralelos a los que propuso Proust.

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