15
OCTUBRE 2013 26 ESTADO Y TENDENCIAS DEL MEDIO AMBIENTE: EL RECURSO TIERRA * El texto forma parte del capítulo 1, Estado y tendencias del medio ambiente, del reporte Perspectivas del Medio Ambiente Mundial: medio ambiente para el futuro que queremos (GEO-5), Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), 2012. * INTRODUCCIÓN Los cambiantes patrones climáticos, la globalización económica, el crecimiento demográfico, el creciente uso de recursos naturales y la urbanización acelerada están ejerciendo presión sobre los ecosistemas terrestres como nunca antes, y virtualmente todos ellos están bajo pre- sión. Existen límites biofísicos reales en los recursos disponibles para ser utilizados por el hombre y existen señales inequívocas de que dichos límites están próximos a alcanzarse o de que ya han sido superados. Aún así, el hecho de que algunas áreas muestren recientemente ganancias en áreas forestales o reclamación de tierras sugiere que la disminución no es inevitable, y que la recuperación sí es posible –aunque la función del ecosistema original haya sido modificada o la presión sobre el ecosiste- ma pueda trasladarse a otro lugar. La creciente demanda de alimentos, forraje para el ganado, fibras y ma- terias primas crea presiones locales y remotas para el cambio de uso del suelo. La cascada de consecuencias que resultan de estas demandas se complica más por la urbanización y la globalización, que conllevan enormes separaciones entre los centros de producción de bienes y los de consumo. La pregunta central es cómo pueden ser satisfechas –o gestionadas– estas demandas en formas que reconozcan los imperati- vos conjuntos del bienestar humano y la sostenibilidad ambiental. Para atender estos aspectos se requiere de una cuidadosa evaluación de las relaciones sociales y los procesos biofísicos involucrados en el manejo de los ecosistemas terrestres, estableciendo prioridades para las políti- cas e instrumentos de políticas, y considerando la probable distribución de las implicaciones, tanto positivas como negativas.

O ESTADO Y TENDENCIAS DEL · O CTUBRE 2013 26 ESTADO Y TENDENCIAS DEL MEDIO AMBIENTE: EL RECURSO TIERRA * El texto forma parte del capítulo 1, Estado y tendencias del medio ambiente,

  • Upload
    others

  • View
    6

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Octubre 2

01

3

26

ESTADO Y TENDENCIAS DEL MEDIO AMBIENTE:EL RECURSO TIERRA

* El texto forma parte del capítulo 1, Estado y tendencias del medio ambiente, del reporte Perspectivas del Medio Ambiente Mundial: medio ambiente para el futuro que queremos (GEO-5), Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), 2012.

*

INTRODUCCIÓN

Los cambiantes patrones climáticos, la globalización económica, el crecimiento demográfico, el creciente uso de recursos naturales y la urbanización acelerada están ejerciendo presión sobre los ecosistemas terrestres como nunca antes, y virtualmente todos ellos están bajo pre-sión. Existen límites biofísicos reales en los recursos disponibles para ser utilizados por el hombre y existen señales inequívocas de que dichos límites están próximos a alcanzarse o de que ya han sido superados. Aún así, el hecho de que algunas áreas muestren recientemente ganancias en áreas forestales o reclamación de tierras sugiere que la disminución no es inevitable, y que la recuperación sí es posible –aunque la función del ecosistema original haya sido modificada o la presión sobre el ecosiste-ma pueda trasladarse a otro lugar.

La creciente demanda de alimentos, forraje para el ganado, fibras y ma-terias primas crea presiones locales y remotas para el cambio de uso del suelo. La cascada de consecuencias que resultan de estas demandas se complica más por la urbanización y la globalización, que conllevan enormes separaciones entre los centros de producción de bienes y los de consumo. La pregunta central es cómo pueden ser satisfechas –o gestionadas– estas demandas en formas que reconozcan los imperati-vos conjuntos del bienestar humano y la sostenibilidad ambiental. Para atender estos aspectos se requiere de una cuidadosa evaluación de las relaciones sociales y los procesos biofísicos involucrados en el manejo de los ecosistemas terrestres, estableciendo prioridades para las políti-cas e instrumentos de políticas, y considerando la probable distribución de las implicaciones, tanto positivas como negativas.

Publi

cado

en

Info

Aser

ca

27

La cuarta edición de las Perspectivas del Medio Ambien-te Mundial (GEO-4) [publicado en 2007], subrayó que el aumento en la demanda de agua, disposición de residuos y alimentos ha conducido a patrones insostenibles de uso del suelo y a la degradación de los ecosistemas terrestres. Se identificaron la cubierta forestal y su composición, la expansión de las tierras de cultivo, la intensificación de la agricultura, la desertificación y el desarrollo urbano como temas claves en el cambio de uso del suelo. El informe GEO-4 concluyó que la continua falta de acción para la protección de los ecosistemas terrestres, en combinación con el incremento del cambio climático, reduciría la res-iliencia social, haciendo de la recuperación ante futuras presiones algo difícil o imposible. Este capítulo propor-ciona una actualización del estado y las tendencias globa-les de los sistemas de la tierra, incluyendo los humedales, explora los principales temas emergentes que influyen sobre los cambios de uso del suelo, examina las implica-ciones de los cambios recientes para alcanzar los acuerdos internacionales y sugiere algunas respuestas generales.

ESTADO Y TENDENCIAS

Agricultura

Las demandas de alimento y forraje para el ganado están creciendo rápidamente debido al crecimiento de la pobla-ción, la urbanización y los cambios en la dieta, la cual in-cluye más productos de origen animal. Una de las conse-cuencias de estos cambios es la expansión muy extendida de las tierras dedicadas a la ganadería, tanto directa como indirectamente a través de tierras cultivadas dedicadas a la producción de forraje. En tiempos en los que la escasez de agua y la degradación del suelo siguen amenazando la seguridad alimentaria, el interés acelerado en los biocom-bustibles, los forrajes y la fibra en años recientes genera demandas que compiten por la manera en que se utilizan las tierras agrícolas.

Tierras agrícolas y tendencias de producción

En 2009 se dedicaron aproximadamente 3,300 millones de hectáreas a tierras de pastoreo y 1,500 millones de hec-táreas a tierras agrícolas a nivel mundial, con variaciones Publi

cado

en

Info

Aser

ca

Octubre 2

01

3

28

importantes entre regiones en cuanto a su extensión y proporción del área total (Figura 3.1). En 2009, todas las regiones, con excepción de Europa, registraron una mayor proporción de tierras dedicadas al pastoreo que a la agricultura. Aunque solo ha habido un ligero incremento en la extensión total de las tierras agrícolas en la última década, se ha registrado un considerable cambio en el tipo de cultivos (Figura 3.2) (FAO 2012). El maíz es un cultivo importante en todas las regiones excepto en Asia Occidental, y la superficie cosechada aumentó un 25 por ciento en África y Asia y el Pacífico entre 2001 y 2010.

En total, aproximadamente se cultivaron 160 millones de hectáreas de maíz en 2010. La región de Asia y el Pacífico incluyó las mayores áreas de arroz, pero Europa y África experimentaron el mayor crecimiento porcentual entre 2001 y 2010: alrededor de 30 y 20 por ciento respectivamente. Las principales regio-nes productoras de soja se encuentran en América Latina, el Caribe y Améri-ca del Norte, con Estados Unidos, Brasil y Argentina como los tres mayores productores. Las regiones de Asia y el Pacífico y Europa son los principales productores de trigo.

Los incrementos en la superficie utilizada para estos cultivos han estado acom-pañados por un crecimiento general de los rendimientos. A nivel global, se ha estimado que los rendimientos actuales de trigo, maíz y arroz representan el 64, 50 y 64 por ciento de su rendimiento potencial, respectivamente, pero la magnitud de esta brecha en el rendimiento varía de una región a otra debido a la influencia de diferentes factores. En áreas donde se practica la agricultura de bajos insumos tienden a presentarse brechas mayores entre los rendimientos reales y los potenciales.

Las regiones de África y América La-tina y el Caribe –dos regiones donde el área de superficie dedicada a cul-tivos aumentó desde 2001– muestran aún rendimientos relativamente bajos comparados con América del Norte y Europa; si las limitantes específicas de la región pueden ser evaluadas y superadas, existe todavía el potencial para aumentar la producción de ali-mentos en estas regiones al tiempo que se minimiza la expansión de la frontera agrícola. La productividad agrícola está limitada por factores biofísicos y otros factores. La expan-sión de la agricultura convencional a tierras no cultivadas requiere de la mecanización para modificar la su-perficie y del uso de insumos como fertilizantes, herbicidas, plaguicidas y agua de riego.

Sin embargo, el uso excesivo de ma-quinaria e insumos químicos altera la estructura del suelo, aumenta la erosión, contamina el suelo química-

Figura 3.1 ÁREA UTILIZADA PARA TIERRAS AGRICOLAS Y DE PASTOREO EN 2009, POR REGIÓN Y CAMBIO GLOBAL ENTRE 1960 Y 2010

Superficie en 2009, 2009 miles de millones de hectáreas Cambio en el área %

2.0

1.8

1.6

1.4

1.2

1.0

0.8

0.6

0.4

0.2

0.0

12

10

8

6

4

2

01960 1970 1980 1990 2000 2010África Asia y el

PacificoEuropa América

Latina y el Caribe

América del Norte

Asia Occidental

Tierras agricolasTierras de pastoreo

30.7%

8.5%

36.0%

15.7%8.5%

13.9%

26.9%

8.4%

13.6%

12.1%54.3%

4.6%

Tierras agricolas

Tierras de pastoreo

Fuente: FAO 2012Publi

cado

en

Info

Aser

ca

29

2001 2005 2010 2001 2005 2010 2001 2005 2010 2001 2005 2010

mente, contamina las aguas superficiales y los acuíferos, cambia los flujos de gases de efecto invernadero, destruye el hábitat y fomenta el desarrollo de resistencia genética a los insumos químicos. Con la adopción extendida de prácticas agrícolas intensivas, mecanizadas y de altos insumos, la tasa de erosión del suelo se ha incrementado enormemente. La erosión en los sistemas agrícolas convencionales es actualmente más de tres veces mayor que en los sistemas que practican agricultura de conservación, y más de 75 veces mayor que en sistemas con vegetación natural.

A nivel global, la erosión del suelo contribuye a la disminución de las tierras agrícolas disponibles per cápita, a me-dida que se abandonan las tierras degradadas. De esta manera, el aumento en el rendimiento mediante estos métodos conlleva costos ecológicos. En los sistemas agrícolas de cultivo continuo y bajos insumos la fertilidad del suelo y el rendimiento disminuyen rápidamente, y junto con las variaciones en los precios internacionales de los productos, si-guen afectando el bienestar humano de las comunidades agrícolas. Las técnicas sostenibles de intensificación ofrecen el potencial para mejorar la fertilidad del suelo y los rendimientos en algunas situaciones, al tiempo que evitan algunos de los problemas de la agricultura de altos insumos que ya se mencionaron.

Figura 3.2 SUPERFICIE CULTIVADA EN 201 Y CAMBIO ENTRE 2001 Y 2010, CULTIVOS SELECCIONADOS

Fuente: FAO 2011

140

120

100

80

60

40

20

0

Área cultivada en 2010, millones de hectáreas

MAIZ ARROZ SOYA TRIGO

África Asia y el Pacifico Europa América latina y el Caribe América del Norte Asia Occidental

180

160

140

120

100

80

60

40

20

0

-20

Cambio en el área cultivada %

Publi

cado

en

Info

Aser

ca

Octubre 2

01

3

30

Figura 3.3 SUMINISTRO PROMEDIO DE ALIMENTOS EN 2007 Y CAMBIO ENTRE 1998 Y 2007 POR REGIÓN

2007, Kilocalorias por persona por día Cambio en kilocalorias por persona por día %

4,000

3,500

3,000

2,500

2,000

1,500

1,000

500

0

8

6

4

2

0

-2

1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007África Asia y el Pacifico

Europa América Latina y el

Caribe

América del Norte

Asia Occidental

Fuente: FAO 2011

ÁfricaAsia y el Pacifico

América Latina y el Caribe

Europa

Asia Occidental

América del Norte

Si bien es difícil especificar el im-pacto futuro del cambio climático en la producción mundial de alimentos, existen evidencias importantes que sugieren que un número creciente de personas se verá afectado directa-mente por el impacto del cambio cli-mático en las áreas agrícolas.

Tendencias en el consumo

Si bien la proporción de personas con desnutrición ha disminuido –del 14% de la población mundial en 1995-1997 al 13% en el 2010– el número abso-luto aumentó debido al crecimiento poblacional en el mismo periodo de 788 millones a un estimado de 925 millones (FAO 2010b). Las áreas con inseguridad alimentaria crónica en-frentan muchos obstáculos, incluyen-do conflictos regionales, estructuras de gobierno débiles y el derrumbe de las instituciones locales, todo lo cual

afecta el acceso y la distribución de alimentos (FAO 2010a). Muchas de las personas desnutridas viven en áreas que son también particularmente vulnera-bles a la variabilidad climática. Mientras que las regiones de África y Asia y el Pacífico albergan el mayor número de personas con desnutrición, con 578 millones, en el África subsahariana habita la mayor proporción de personas con desnutrición –alrededor del 30% de su población en 2010.

PRINCIPALES TEMAS RELACIONADOS AL CAMBIO EN EL USO DEL SUELO

Los cambios en el uso del suelo que se presentan en este capítulo son producto de interacciones complejas entre las actividades humanas y los procesos biofí-sicos. Los objetivos internacionales proporcionan un conjunto de lineamientos para el manejo del suelo, pero éstos frecuentemente son opacados por otras presiones y necesidades que también demandan atención. En este apartado se exploran cuatro temas principales que ayudan a explicar el aparente distancia-miento del logro de los objetivos relacionados con el suelo:

• crecimiento económico a expensas del capital natural,

• demandas que compiten por el suelo,

• una mayor separación de la producción y el consumo, y

• desafíos en la gobernanza relacionados con el manejo sostenible del suelo.Publi

cado

en

Info

Aser

ca

31

Crecimiento económico y capital natural

El sistema económico global se basa en la búsqueda de un crecimiento continuo e insostenible. Los incentivos distorsionados han reducido el capital natural, mientras a menudo intentan restringir el uso de recursos o ener-gía políticamente problemáticos. En palabras simples, el crecimiento económico ha llegado a expensas del capital natural.

Hoy en día, muchos ecosistemas terrestres muestran sig-nos de degradación y su capacidad de recuperación es reducida. Este fenómeno puede estar asociado a la falta de registro de las funciones vitales de estos ecosistemas en los análisis económicos de costo-beneficio. Por ejem-plo, las presiones financieras han fomentado la irrigación y subsecuente salinización de extensas áreas de tierras áridas, haciéndolas muy difíciles de rehabilitar. Los hu-medales continúan siendo drenados para su conversión en campos agrícolas y para el desarrollo urbano, destruyendo su capacidad para regular la cantidad y calidad de agua, y amortiguar los efectos de los eventos climáticos extremos. La deforestación y la degradación de los bosques produ-cen beneficios a corto plazo financieramente atractivos, pero estimaciones recientes sugieren que están costando a la economía global entre 2,5 y 4,5 billones de USD al año.

Los ecosistemas incluyen dimensiones espirituales, esté-ticas y culturales inestimables. Ellos constituyen la piedra angular de la economía, pero su valor real no es conside-rado en las cuentas nacionales de ganancias y pérdidas. Autorizar la privatización de los beneficios de la extrac-ción del capital natural a expensas de enfoques de gestión del suelo más innovadores y equitativos es un problema ampliamente extendido para todos los tipos de cobertura terrestre y usos. Los incentivos que son dirigidos especí-ficamente al crecimiento económico a menudo fomentan usos del suelo que degradan los servicios ecosistémicos, mientras que la inclusión y valoración de estos servicios en los sistemas contables puede contribuir a protegerlos y mejorarlos. Las estrategias exitosas dependen de una mejor comprensión de las funciones del ecosistema y de poder transformar esa comprensión en políticas e institu-ciones. De hecho, el reconocimiento de los múltiples usos y valores puede ser utilizado como palanca para atraer re-cursos para su protección.

Durante las dos últimas décadas, el pago por servicios eco-sistémicos (PSE) ha llamado la atención como un meca-nismo con el potencial para tomar en cuenta los servicios proporcionados por los ecosistemas en las transacciones de mercado, construir puentes y equilibrar los intereses entre los usuarios y proveedores de estos servicios, y

Publi

cado

en

Info

Aser

ca

Octubre 2

01

3

32

manejar los desafíos asociados de la disminución de la pobreza y la con-servación. El pago por servicios eco-sistémicos involucra un conjunto de enfoques ligados a una amplia idea central: «la transferencia de recursos entre actores sociales con el objetivo de crear incentivos para alinear las decisiones individuales y/o colec-tivas sobre el uso de la tierra con el interés social de la gestión de los re-cursos naturales».

El concepto de PSE ofrece varias ventajas sobre los enfoques conven-cionales para la conservación: com-plementa los principios de comando y control y de quien contamina paga con enfoques más flexibles, basados en incentivos; es condicional y vo-luntario, con el potencial para promo-ver la equidad, la responsabilidad y una mejor rentabilidad económica; y puede producir beneficios colaterales

para la subsistencia y contribuir a la disminución de la pobreza. Se han lo-grado resultados positivos del uso del suelo a través de iniciativas de PSE en países como Colombia, Costa Rica y Nicaragua, por ejemplo, donde la cobertura forestal se ha incrementado y los pastizales degradados han dis-minuido debido a proyectos de PSE integrados regionalmente.

Sin embargo, los grupos que se opo-nen a la idea de que la naturaleza pueda ser considerada un producto o comercializada han criticado el con-cepto. Además, a pesar de los prome-tedores beneficios iniciales, como la mayor seguridad en la tenencia de la tierra, las evidencias actuales sobre la rentabilidad económica del PSE y las condiciones en las cuales causa impactos ambientales y socioeconó-micos positivos aun no son conclu-yentes, particularmente en los países

en vías de desarrollo con una débil gobernanza.

Los desafíos a futuro para el PSE se centran en su rentabilidad económica, capacidad de monitoreo, aplicación, transparencia y rendición de cuentas, así como en el establecimiento de lí-mites claros para el acceso a la tierra y los derechos de tenencia de ésta. En última instancia, las estrategias de asignación de los beneficios y la implementación exitosa a largo plazo de los PSE serán definidas tomando en cuenta las normas sociales y cul-turales, la construcción de confianza entre los actores involucrados y el manejo de las relaciones de poder.

Necesidades que compiten por el suelo

El desafío de alimentar a una pobla-ción en crecimiento se ha complicado Pu

blica

do e

n In

foAs

erca

33

por los crecientes niveles de bienestar de algunas regiones. Los cambios en los hábitos de alimentación y la demanda creciente de biocombustibles y otros materiales industria-les como la madera han intensificado la competencia por el suelo y la presión sobre los ecosistemas terrestres.

Seguridad alimentaria

Para cumplir con el Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM), que se propone reducir el hambre, tendrá que au-mentar la producción mundial de alimentos y mejorar la distribución de los mismos. Para cumplir con el ODM Nú-mero 7 y otros objetivos ambientales, se requiere dismi-nuir los impactos ambientales en las actividades agrícolas.

Aunque las estimaciones varían, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, por sus si-glas en inglés) proyecta que para reducir la proporción de la población con desnutrición crónica de los países en vías de desarrollo al 4 por ciento para el año 2050, la produc-ción mundial de alimentos tendrá que aumentar en un 70 por ciento con respecto al nivel de 2005. Aunque el consu-mo de alimentos por persona está aumentando en todas las regiones, éste no está distribuido equitativamente y el nú-mero de personas desnutridas sigue aumentando conforme se deriva un mayor volumen de cereales a la producción de carne para quienes pueden pagarla. El ganado vacuno y las aves pueden servir como una importante fuente de proteínas en áreas de inseguridad alimentaria crónica y proporcionar un importante amortiguador en tiempos de malas cosechas, pero en los países desarrollados se dedica una fracción desproporcionada de la tierra agrícola a la producción de carne y lácteos para consumo. Dicho uso de la tierra es menos eficiente para el cumplimiento de las necesidades mundiales de alimentos y conlleva mayores consecuencias ambientales que las tierras de cultivo para consumo humano. Por ejemplo, se estima que la cantidad de granos que se destina a la alimentación del ganado en los Estados Unidos es más de siete veces que la cantidad consumida directamente por la población.

Mientras tanto, aproximadamente una tercera parte de los alimentos producidos para consumo humano se desper-dicia o se pierde –aproximadamente 1 300 millones de

toneladas anualmente. El concepto de seguridad alimen-taria va más allá de la pregunta de si hay disponibilidad de alimentos adecuados y considera si las personas tie-nen acceso físico y económico al alimento. Esto implica enfocar la atención sobre un amplio conjunto de temas sociales y políticos relacionados con la distribución de los alimentos.

Será un desafío satisfacer la demanda mundial de alimen-tos en el futuro a la vez que se evitan, o por lo menos se mitigan, los impactos negativos sobre bosques, humedales y otros ecosistemas –y al mismo tiempo se reduce la po-breza, se apoyan los medios de subsistencia y se garantiza la seguridad alimentaria y el bienestar animal–. Es poco debatido el hecho de que deberán dedicarse más tierras a la agricultura, pero esto no será suficiente sin un incre-mento del rendimiento de la misma y una reducción de las pérdidas en la cadena de suministro de alimentos. Es pro-bable que el cambio climático complique aún más las co-sas al afectar los rendimientos agrícolas en muchas áreas.

Figura 3.11 CAMBIOS PROYECTADOS EN LOS RENDIMIENTOS AGRICOLAS DEL ÁFRICA

SUB-SAHARIANA DEBIDO AL CAMBIO CLIMÁTICO , 2050

Cambio en el rendimiento %

5

0

-5

-10

-15

-20

-25

Trigo

Camote y ñame

Mandioca

Caña de azúcar

Fuente: Ringler et ál 2010

Maíz

Arroz

Mijo Sorgo

Publi

cado

en

Info

Aser

ca

Octubre 2

01

3

34

Es probable que una variedad de enfoques agrícolas proporcione los mejores resultados para la seguridad alimentaria y el bienestar ambiental. Es innegable que los métodos agrí-colas intensivos de altos insumos aumentan los rendimientos agrícolas, pero estas ganan-cias se logran a expensas de la fertilidad del suelo a largo plazo. También son necesarios enfoques específicos para cada situación a fin de alcanzar un uso del suelo sostenible ba-sado en consideraciones tanto biofísicas como socioeconómicas, mientras que la agroeco-logía y la agricultura urbana pueden contribuir al suministro mundial de alimentos. Las prácticas agrícolas que conservan el suelo y los nutrientes, como el manejo de tierras sin labranza, pueden complementar los esfuerzos para restaurar las tierras agrícolas degrada-das y abandonadas.

Cubrir las necesidades globales de alimentos será uno de los desafíos más importantes en este siglo, y se requiere un portafolio de soluciones que incluya la agricultura de con-servación, los cultivos de alto rendimiento y un uso eficiente y cuidadoso de fertilizantes más que la promoción de una sola estrategia. Los defensores de los cultivos genéticamente modificados destacan el potencial de éstos para aumentar el rendimiento al tiempo que re-ducen la utilización de agroinsumos químicos, aunque la oposición sobre su uso persiste, en parte, debido a la incertidumbre sobre los riesgos potenciales para la salud humana y las pérdidas adicionales de la biodiversidad agrícola.

Producción de carne

La producción de carne ha crecido significativamente durante las dos últimas décadas, superando la tasa de crecimiento demográfico en el mismo periodo. Existen grandes dife-rencias en el consumo de carne tanto al interior de cada país como entre países, que van desde un promedio de 83 kg por persona por año en América del Norte y Europa, hasta 11 kg por persona por año en África. Se espera que la demanda de carne siga aumentando debido al crecimiento demográfico, la urbanización y el aumento en los ingresos, particu-larmente en los países en vías de desarrollo.

Los impactos ambientales de la producción de carne dependen del grado de intensifi-cación, su extensión y su manejo. No obstante, la demanda creciente de carne a nivel mundial ha sido una fuerza motriz importante para la deforestación de América del Sur, a medida que los bosques se talan para sembrar soja, la cual se utiliza en la alimentación de ganado.

Conforme la producción de carne ha aumentado, también ha crecido la superficie de cul-tivos de soja, la cual se ha expandido a 98,8 millones de hectáreas en 2009 desde los 74,3 millones de hectáreas que ocupaba en el 2000 y los 50,4 millones de hectáreas de hace 30 años. Una demanda cada vez mayor de carne tiene el potencial de agravar la degradación de los pastizales. La producción pecuaria es responsable del 8% del uso de agua dulce a nivel mundial y está entre las mayores fuentes de contaminación que producen eutrofica-ción, florecimientos de algas, degradación de los arrecifes de coral, problemas de salud humana, resistencia a antibióticos y perturbación de los ciclos de nutrientes.Publi

cado

en

Info

Aser

ca

35

Si se considera la cadena productiva completa, incluyen-do la deforestación para tierras de pastoreo y producción de forraje, la producción de carne produce el 18-25 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto in-vernadero, lo cual supera al transporte mundial. Una re-ducción del consumo de carne en regiones donde éste es relativamente alto podría dar lugar a diversos beneficios ambientales.

Figura 3.12 CAMBIO EN LA POBLACIÓN MUNDIAL Y EN EL SUMINISTRO DE CARNE, PESCADO Y MARISCOS

1992-2007

Cambio %

40

30

20

10

0 1992 1997 2002 2007

Pescados y mariscos +32%

Fuente: UNEP 2011 C

Carne +26%

Población Mundial

+22%

Biocombustibles

Una búsqueda urgente de fuentes renovables de energía ha dado como resultado el establecimiento de políticas que promueven el uso de biocombustibles. El aumento de la producción de cultivos que pueden ser utilizados para múltiples fines, incluyendo alimento, forrajes o com-bustible –como la palma de aceite, la soja, el maíz y la caña de azúcar– es indicativo de esta tendencia. Sin em-bargo, los subsidios que promueven los biocombustibles han sido asociados a distorsiones en el sistema mundial Publi

cado

en

Info

Aser

ca

Octubre 2

01

3

36de alimentos, generando incrementos en los precios de éstos. Los cambios recientes en la producción asociada de alimentos, forraje y combustible tienen impactos de largo alcance para la ecología, las relaciones sociales y la vulnerabilidad. Si bien ninguna fuente de energía puede ser conside-rada libre de problemas, los biocom-bustibles presentan desafíos particu-lares para el uso de la tierra y para los ecosistemas terrestres. Lo anterior, combinado con el rápido incremento en la producción de biocombustibles en tiempos recientes, es la razón para examinarlos aquí. Si bien la motivación principal para promover e invertir en biocombusti-bles ha sido el deseo de reducir las emisiones de gases de efecto inverna-dero, investigaciones recientes mues-tran que su balance de emisiones va-ría ampliamente dependiendo de la

especie cultivada, la zona en la que se cultiva y los métodos de producción utilizados. Los cultivos para biocombustibles han sido asociados a la defores-tación, por ejemplo en Indonesia, y a la invasión de tierras de conservación. Una vez que estos cambios en el uso de la tierra son tomados en cuenta, el ba-lance de carbono del biocombustible puede ser negativo, lo que significa que se libera una mayor cantidad de carbono al producir y utilizar los biocombus-tibles que la cantidad equivalente de energía obtenida a partir de combustibles fósiles.

Se han observado ya cambios en el uso de los cultivos como consecuencia de la demanda de biocombustibles. Por ejemplo, en 2007 los Estados Unidos utilizaron el 24 por ciento de su maíz para producir etanol con el apoyo de sub-sidios gubernamentales. La norma de combustibles renovables de los Estados Unidos de 2007 ordenaba un aumento en la producción de biocombustibles desde alrededor de 6 500 millones de litros (1,700 millones de galones) por año en 2001 a 136 000 millones de litros (36,000 millones de galones) por año para 2022.

También en 2007, los agricultores norteamericanos plantaron la mayor super-ficie de maíz desde 1944: 37.8 millones de hectáreas, un área 20 por ciento mayor que en 2006. Este cambio de cultivo, que fue subsidiado, tuvo como resultado la recuperación de tierras que habían sido reservadas anteriormente como parte del Programa de Reservas de Conservación (CRP, por sus siglas en inglés) y que ayudaban a controlar los excedentes, mantener el nivel de precios

Figura 3.14 SUPERFICIE AGRÍCOLA PARA CULTIVOS SELECCIONADOS EN PAÍSES DEL TRÓPICO HÚMEDO 1960-2010

Millones de hectáreas

120

100

80

60

40

20

0

Soya

Fuente: UNEP 2011 C

Caña de azúcar Palma de aceite

Publi

cado

en

Info

Aser

ca

37

y promover el equilibrio ecológico. Entre fines de 2007 y marzo de 2009, la superficie total de tierras en el pro-grama CRP de los Estados Unidos disminuyó desde 14.9 millones a 13.6 millones de hectáreas. En otras palabras, cerca de 1,3 millones de hectáreas de tierras de conserva-ción se perdieron en poco más de un año.

Puede observarse una tendencia similar en la Unión Eu-ropea (UE), particularmente en Alemania, cuya capacidad de producción de biodiesel aumentó cinco veces entre 2004 y 2008. Aunque la producción alemana de colza al-canzó 1,53 millones de hectáreas en 2007, un poco más de la mitad fue utilizada para combustibles con el fin de alcanzar la meta obligatoria de mezcla de biodiesel, Ale-mania necesita 1,8 millones de hectáreas adicionales de colza, lo cual puede lograrse únicamente mediante un au-mento en la transformación de los pastizales permanentes –similar al programa estadounidense CRP–. Sin embargo, Alemania ha ocupado ya el máximo permitido del 5 % de pastizales de acuerdo con la Política Agrícola Común de la UE. Dichas restricciones a la expansión agrícola en los Estados Unidos y en la Unión Europea ayudan a explicar la presión para buscar fuentes externas para la producción de biocombustibles (y alimentos) en otros países.

Las críticas a los biocombustibles han estado acompaña-das por el surgimiento de alternativas. Por ejemplo, bajo ciertas condiciones puede ser deseable la producción de biocombustible por productores comunitarios para consu-mo local, como en el caso de Brasil, donde algunos agri-cultores de pequeña escala producen combustible para sus propios vehículos y equipo. Para considerarse bene-ficiosa, la producción de biocombustible debe satisfacer múltiples criterios, entre los que se incluyen ganancias energéticas reales, reducciones de los gases de efecto in-vernadero, conservación de la biodiversidad y manteni-miento de la seguridad alimentaria. En realidad, pueden aplicarse los principios de la eco-agricultura para ayudar a guiar la producción de biocombustible hacia la consecu-ción simultánea de objetivos de producción, conservación y modos de subsistencia. Si bien tales sistemas represen-tan solo una pequeñísima porción de la producción global de biocombustible, proporcionan una oportunidad para la distribución equitativa de combustibles alternativos que Publi

cado

en

Info

Aser

ca

Octubre 2

01

3

38

beneficien a los ecosistemas terrestres, por ejemplo al reducir la producción de carbón vegetal.

SEPARACIÓN DEL CONSUMO DE LOS IMPACTOS DE LA PRODUCCIÓN

La urbanización y la globalización contribuyen a la separación espacial de las áreas donde se generan los recursos y bienes de aquellas donde se consumen los productos. Investigaciones recientes sugieren que la distancia espacial en-tre la producción y el consumo es significativa y creciente. Como resultado, muchos de los costos ecológicos del consumo son pagados por personas y lugares cada vez más lejanos de los lugares de consumo. Si bien la urbaniza-ción atrae a las personas hacia espacios densamente poblados y concentra la demanda de alimentos, materiales y productos de consumo; la globalización y el comercio facilitan el movimiento de personas y bienes, haciendo posible las transferencias regionales e internacionales de recursos y productos termi-nados. Las transacciones de suelo a gran escala para suministrar alimentos, forraje y productos forestales, así como otros recursos naturales a mercados en países distantes son tanto un resultado reciente como un factor que contribuye a la separación de la producción y el consumo. Si se planearan y gestionaran cuidadosamente, la urbanización y la globalización podrían ofrecer oportuni-dades para aumentar la eficiencia del uso de los recursos.

Fuerzas motrices de una mayor separación entre consumo y producción

La urbanización afecta el uso del sue-lo y de la cobertura terreste, el uso de los recursos hídricos y la biodiversi-dad a escalas locales y regionales a través de procesos sociales que diri-gen los patrones de consumo y la de-manda de materiales. El mayor poder adquisitivo de muchos trabajadores urbanos contribuye a una mejor cali-dad de vida, pero a expensas de nue-vos retos para los recursos naturales y la gestión ambiental. Por ejemplo, en las áreas urbanas se están adoptan-do de manera creciente dietas de tipo occidental. De manera similar, los estilos de vida urbanos y mejorados se acompañan de un mayor consu-mo de agua y energía y de mayores emisiones de carbono. Estos patrones de consumo urbanos intensifican las presiones sobre los ecosistemas tanto distantes como locales.

Publi

cado

en

Info

Aser

ca

39

La globalización no es nueva, pero su iteración conlle-va algunas características distintivas. Menores barreras comerciales, mejores tecnologías de comunicación y un transporte relativamente barato, han fomentado que los países se estén volviendo cada vez más especializados en las actividades económicas y más dependientes del co-mercio internacional para vincular productos y servicios con mercados distantes. Si bien el comercio internacio-nal puede hacer uso de ventajas estratégicas para producir bienes en una forma eficiente, también es más fácil exter-nalizar tanto los costos ambientales como los sociales. El bienestar de los individuos en un área se basa frecuente-mente en la degradación ambiental en otra zona, por ejem-plo mediante la extracción de recursos no renovables. Al mismo tiempo, tanto los recursos como la contaminación son incorporados al comercio, y los países que dan mayor importancia a las políticas económicas de libre mercado han sido asociados con mayores niveles de degradación ambiental. El reto para la economía global es fomentar lo mejor que puede ofrecer en términos de un uso eficiente de recursos al tiempo que se toman medidas para reducir la frecuencia, concentración y transferencia de los costos ambientales y sociales.

Transacciones de suelo

Los cambios recientes en los patrones de producción pueden estar asociados con la convergencia de las crisis alimentaria, energética, ambiental y financiera, y con un continuo aumento de las industrias minera y maderera. Estas interacciones han llevado a corporaciones y a al-gunos gobiernos nacionales, basados en el Norte y Sur global, a la creación de transacciones de suelo muy exten-didas, que a veces reciben el nombre de acaparamiento de tierras, en países distantes. El Comité de la ONU para la Seguridad Alimentaria sugiere que tal adquisición de sue-lo a gran escala involucra actualmente cerca de 100 mi-llones de hectáreas. Estas ventas de tierras, concentradas en el Sur global, tienen por objetivo producir alimento, forraje, biocombustibles, madera y minerales, usualmente para exportación. Esta actual fiebre de tierras global está alterando los patrones del uso del suelo y las relaciones sociales, e involucra una nueva combinación de personas y presiones. Dadas las tasas aceleradas de los desarrollos

recientes y el crecimiento proyectado de la demanda de alimentos, forraje, biocombustible y materiales, es proba-ble que este fenómeno cause impactos importantes en el futuro uso del suelo.

El pico en el precio de los alimentos en la temporada 2007-2008 inspiró a inversionistas de varios sectores a comprar o arrendar tierras para la producción de alimentos y su exportación. Al mismo tiempo, la necesidad de mezclar biocombustibles en la UE y muchos otros países ha im-pulsado recientemente el comercio de tierras externas y el cambio de uso del suelo. Esto ha inspirado directa o indirectamente la expansión de las plantaciones de palma de aceite en Colombia, Guatemala, Indonesia y Malasia, la producción de caña de azúcar para etanol en Brasil y el sur de África, el cultivo de soja en Argentina y Brasil, y la plantación de Jatropha en Ghana e India, entre otros desarrollos. El patrón emergente de producción en estos sitios recientemente abiertos es un monocultivo industrial a gran escala. Aún en los casos en los que el crecimien-to de los contratos con pequeños propietarios se fomenta como un componente clave de las nuevas empresas, se ha adoptado el método de producción industrial y mono-cultivo, por ejemplo en el sector de la palma de aceite en Indonesia.

Publi

cado

en

Info

Aser

ca

Octubre 2

01

3

40

En teoría, el término tierras marginales, que con frecuencia se aplica a las transacciones de suelos, se refiere a suelos alejados de las redes de caminos, sin riego, y que no son utilizados para la agricultura comercial intensiva. Sin embargo, en la práctica existen indicios de que la compra de tierras ha abarca-do incluso suelos agrícolas de alto valor, lo que sugiere que los inversionistas no desean invertir en suelos con poco acceso a recursos hídricos o a infraes-tructura carretera.

El desplazamiento de las poblaciones locales, incluyendo poblaciones indíge-nas, es un resultado potencial de estas transacciones de suelos. Lo anterior se vuelve un problema si las personas no tienen otro sitio a donde ir para encon-trar empleo o subsistir. Esto ha sucedido en varios lugares donde se realizan transacciones de suelos que obligan a la gente a sumarse a espacios urbanos o a establecerse en ambientes más frágiles como los bosques remanentes, zonas de pendientes o riberas fluviales. Por ejemplo, en la República Democrática del Congo, la inversión agrícola a gran escala ha sido reportada como la causa de que los agricultores locales invadieran el parque nacional. Pero no todas las transacciones de suelos han conducido, o conducirán, a la pérdida de propie-dades. McCarthy (2010) ilustró diferentes resultados para los pueblos pobres rurales en Jambi, Indonesia, donde tres poblaciones mostraron tres trayectorias generales: pérdida de propiedades, incorporación relativamente exitosa en el ámbito de la palma de aceite, e incorporación adversa con condiciones preca-rias de empleo y subsistencia.

Existen puntos de vista divergentes sobre cuál debe ser la respuesta ante esto. Una posición argumenta que las transacciones de suelos ofrecen tan-to oportunidades como amenazas, y que las oportunidades pueden apro-vecharse y las amenazas gestionarse promoviendo un código de conducta voluntario de compra-venta de tie-rras. En contraste, los propulsores de principios mínimos de derechos hu-manos argumentan que los códigos voluntarios pueden ser insuficientes para asegurar que la inversión agríco-la «beneficie a los pobres en el Sur, más que conducir a una transferen-cia de los recursos hacia los ricos del Norte». Una posición intermedia se refleja en las Guías Voluntarias para la Gobernanza Democrática de los Recursos Naturales promovida por FAO, la cual, a diferencia de los códi-gos de conducta liderados por las em-presas, obliga a los estados miembros a presentar informes obligatorios. Habrá que esperar para ver la manera en que se desarrollan estos diversos puntos de vista.

Publi

cado

en

Info

Aser

ca