LLUIS ÁLVAREZ - dadun.unav.edudadun.unav.edu/bitstream/10171/565/4/11. ARTE COMO SUPERMECA… · Lecciones y conversaciones sobre estética, psicología y creencia 1 L. Wittgenstein,

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  • ARTE COMO SUPERMECANISMO UNA APORTACIN DESDE LA ESTTICA DE

    WITTGENSTEIN

    LLUIS LVAREZ

    The aim of this paper is to provide a brief reading of Tractatus 6.421 and its consequences in 6.432 and following, adding to it an sketch of so-lution, which takes hold on the idea, present in his lessons and conver-sations, o "super-mechanism".

    Como es sabido, el ms amplio lugar dedicado por Witt-genstein a las cuestiones expresamente estticas no est en sus dos escritos mayores, ni siquiera en sus obras de enlace entre uno y otro. Ciertamente no faltan las referencias a temas artsticos y estticos e incluso a la teora esttica misma tanto en el Tractatus1

    como en las Investigaciones. Pero es tal vez aleccionador, dentro de la biografa intelectual del genio de Wittgenstein, el hecho de que accediera en el verano de 1938 a dar unas charlas a varios estudiantes de Cambridge -in prvate rooms, dice el editor Cyril Barret- sobre el tema directo y concreto de la esttica.

    Parece que las autoexigencias e incluso manas de Wittgenstein no contemplaban la posibilidad de que sus comentarios tomaran la forma de libro, a la que se mostr siempre tan reacio. Por consiguiente los afortunados oyentes de aquel preblico verano -Yorick Smythies, Rush Rhees y James Taylor, entre otros-guardaron sus apuntes. La publicacin que hoy conocemos, Lecciones y conversaciones sobre esttica, psicologa y creencia

    1 L. Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, Routledge and Kegan Paul, London, 1971, introduccin de B. Russell. Sobre la esttica de Wittgenstein vase: K. Johannessen / T. Nordenstam (eds.), Wittgenstein, Aesthetics and Transcendental Philosophy - Asthetik und Transzendentale Philosophie, (Symposium at Bergen, Norway, 1980), Verlag Hlder-Pichler-Tempsky, Wien, 1981; S. Shanker (ed.), Ludwig Wittgenstein, Critical Assessments, v. 4: From Theology to Sociology: Wittgenstein's Impact on Contemporary Thought, Croom Helm, London, 1986; J.V. Canfield (ed.), The Philosophy of Wittgenstein, v. 14: Aesthetics, Ethics, and Religin, Garland, New York, 1986; G. Vattimo, Oltre l'interpretazione, il significato dell'ermeneutica per la filosofa, Editori Laterza, Roma-Bari, 1994.

    Anuario Filosfico, 1995 (28), 443-454 443

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    Religiosa2 por Ludwig Wittgenstein, tendra como fuente con-trastada esos apuntes ms las charlas habidas con Rush Rhees tiempo despus, entre 1942 y 1946, sobre el psicoanlisis.

    En fin, esa asociacin de la esttica con las ideas de Freud y con la dimensin religiosa forma parte de una vivencia terica y personal de Wittgenstein a la que dedic deliberadamente poco espacio pblico pero casi seguro mucha meditacin. Ese comple-jo de preocupaciones era al fin y al cabo el que corresponda al joven Wittgenstein, ciudadano de un mundo convulso -decadente, dicen- en su Viena familiar y de unos modos de entender la cul-tura de los que l precisamente siempre quiso alejar y poner a salvo a la filosofa. No nos resulta tambin una tentativa arries-gada, desde su instalacin vital, aquella del 2 de enero de 1930 en la que Wittgenstein accede a hablar nada menos que de "tica", as en directo, a los contertulios de la sociedad cambridgense de "Los Herticos", en la que es -si es que lleg a ser leda- la nica conferencia pblica, escrita y pronunciada por el filsofo?3

    Ahora bien, la opcin de Wittgenstein de centrar la tcnica filosfica en las relaciones entre el lenguaje -en toda su exten-sin- y la lgica de las posibilidades (tal como aparece aludida en diversos nmeros de las Investigaciones) no debe de hacernos olvidar su fortsima propuesta, presente ya en los Diarios e in-corporada al Tractatus, de que la esttica y la tica son lo mismo. Son uno. Como se ha repetido miles de veces, Wittgenstein con-dena al silencio a lo mstico justamente porque lo mstico es lo importante. Pero siendo as que la conexin tica-esttica nuclea en torno suyo el hecho religioso y el dinamismo imaginativo (como los "sueos" freudianos); y resultando que ese ncleo es el topos mismo de lo mstico, parece claro, a pesar del ascetismo logicista del Tractatus, que hay ah algo as como una tesis filo-sfica en torno a la unidad tico-esttica.

    Me propongo aqu hacer una breve lectura del Tractatus 6.421 y de sus consecuencias en 6.432 y nmeros siguientes, adjuntando

    2 L. Wittgenstein, Lectures and Conversations on Aesthetics, Psychology and Religious Belief, C. Barret (ed.), University of California Press, Library of Congress, 1938; Culture and Valu, G.H. von Wright (ed.), Basil Blackwell, Oxford, 1980. 3 L. Wittgenstein, Conferencia sobre tica, con los comentarios sobre la teora del valor, Paids/I.CE.-UAB, Barcelona, 1989, introd. de M. Cruz.

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    de paso un apunte de solucin, a partir de la idea, presente en las Lecciones y Conversaciones, de "super-mecanismo".

    A juzgar por 6.44 lo que es mstico no es cmo existen las co-sas en el mundo, sino que existan (las cosas y el mundo). El Tractatus tiene la pretensin de responder a la cuestin primera y de imponer silencio sobre la segunda. Otra descripcin, en 6.522, identifica lo mstico con la imposicin (Es gibt) de cosas que no pueden ser puestas en palabras sino que "se hacen a s mismas manifiestas". Una de esas cosas es la tica y por tanto la esttica tambin (6.421). Finalmente, y ste es un punto particu-larmente claro en las valoraciones de Wittgenstein, 6.432 ensea que el cmo de las cosas "es una cuestin completamente indife-rente para lo que es ms alto". Siguiendo una rancia tradicin Wittgenstein llama a eso que es ms alto "Dios". Pero "Dios" no se revela en el mundo. Con esto Wittgenstein ha encerrado en el Tractatus la gua para lo que puede ser dicho en el mundo, nos instruye para que consideremos sus proposiciones como escalo-nes carentes de sentido una vez comprendidos (6.54) y para que quitando la escalera nos aprestemos luego a ver el mundo "co-rrectamente", richtig.

    Recapitulemos. Ya que se puede hablar de cmo est el mundo se puede hablar de todo: un ejemplo paradigmtico (6.53) es que se pueden decir proposiciones de la ciencia natural, pero tambin se puede hablar de cualquier cosa siempre que no tenga nada que ver con la filosofa, esto es, siempre que eso que se dice no tenga pretensiones metafsicas y constituya por lo tanto no un decir propiamente sino un mostrarse-a-s-mismo.

    Lo que no se revela en el mundo (del Tractatus) sino que se muestra es "Dios", o sea, el complejo tico-esttico que cubre en realidad todo el campo cultural y el trfico de los sentimientos asociados al lenguaje como accin.

    A m me parece bastante evidente -a falta de mayor filologa sobre el asunto- que Wittgenstein va a encontrar desde aqu una de las vas de salida hacia el planteamiento de las Investigaciones. Por qu escribe en 6.43 que la buena o la mala voluntad (Wollen) no altera los hechos del mundo (6.43) sino slo sus lmites? Por qu reconoce de esa manera que el mundo, como un todo, crece y disminuye? Notamos ah la resonancia de Schopenhauer, tal vez. Pero se producen tambin consecuencias

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    para su propio planteamiento lgico-lingstico. Si el mundo de la voluntad es elstico y si no puede contener como hechos los que se derivan de proposiciones tico-estticas, que son pseudo-filosficas, y si la voluntad misma (Wille) no es el soporte (Trager) de la tica, entonces cul es la salida del soritesl

    Hay al menos dos salidas en el Tractatus y ambas echan mano de una terminologa genuina, aunque no exclusiva, del neokan-tismo y de las preocupaciones existenciales de la filosofa conti-nental. Una de esas salidas establece que la tica (y por tanto la esttica) es trascendental. La otra salida consiste en encararse con la cuestin escatolgica concentrada en la oposicin vida-eterni-dad. En ambas cuestiones presenta Wittgenstein, como es habitual en l, posiciones originales, pero creo que las dos soluciones son a fin de cuentas inestables: en cualquier caso ambas fueron tras-tocadas en su pensamiento posterior.

    En primer lugar, la afirmacin de que la tica es trascendental suena a prstamo de la filosofa de Kant. Una transformacin a partir del supuesto wittgensteniano de que la vida moral se muestra a s misma y as prolifera como no-filosofa (aceptable, por tanto, en el cuadro del Tractatus), pero que si pretende ser propiamente dicha entonces no aparece como hecho, en el sentido del Tractatus, sino slo como marco trascendental, ms o menos a priori de la moralidad son deducibles por el juicio determi-nante y sostenidas por el imperativo categrico que vincula al sujeto, ya hemos visto que en el Tractatus ni el sujeto como vo-luntad ni la proposicin misma son capaces de donar el sentido (2.221) de una posible "figura" (picture o Bild) de la vida tico-esttica.

    Por otra parte parece razonable pensar que esa eleccin de la categora de "trascendental" para referirse a lo mstico procede tambin de una fuerte impostacin antipsicologista de tipo feno-menolgico o incluso fisicalista, tal como era corriente en el cr-culo de cientficos y filsofos ms cercano a Wittgenstein. El Tractatus se preocupa de sealar que la voluntad en cuanto fe-nmeno slo es de inters para la psicologa, (6.423). Ergo el contenido trascendental (o noumnico) de la voluntad slo tiene acomodo en el marco filosfico al que el Tractatus apunta: el de la mostracin y el silencio.

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    Sin embargo tal vez la colocacin ms apropiada de lo ms-tico-trascendental sea, en el sistema del Tractatus, la que resulta de hacer un paralelismo simtrico con la "lgica trascendental". En la medida en que la lgica de ese tipo regula, sin poder mos-trarse, las proposiciones de hechos, la tica-esttica se mostrara en la vida, sin poder construirse tericamente.

    En cuanto a los prrafos dedicados al par vida-eternidad resal-tan dos aspectos. Uno que las propuestas de nuestro filsofo se avecinan ms que cualquiera otras a las de la filosofa existencial, particularmente en 6.4311, donde llega a resonar, casi, el "eterno retorno" de Nietzsche: "Si tomamos eternidad no como tempora-lidad infinita sino como atemporalidad, entonces la vida eterna pertenece a quienes viven en el presente". Merece la pena desta-car que uno de los accesos a esta idea es, en general, la reflexin sobre la vivencia esttica, la cual lleva -tanto en Wittgenstein como en Nietzsche- no a una versin asubjetiva de la "vida eterna" sino a una cierta afirmacin de un cierto tipo de sujeto por referencia al cual adquiere sentido la expresin "vida eterna". Ahora bien, cul sea ese tipo de sujeto es otro cantar.

    Cmo interpretar por ejemplo la extraa comparacin de 6.4311?: "Nuestra vida carece de final justo de la misma manera que nuestro campo visual carece de lmites". El smil es una es-pecie de "boutade" si pretendiera no tener en cuenta el suceso de la muerte fsica individual, pero si "nuestro" se refiere a "los que viven en el presente" la idea se puede coordinar muy bien con la gran propuesta architeraputica, el prrafo 6.521 del Tractatus: "La solucin al problema de la vida se trasluce en la desaparicin del problema". O en otro lugar (6.45): "El enigma no existe".

    Esto enlaza con la otra cuestin acerca del uso de "vida" en el Tractatus. Pues aunque no haya problema de la vida como "enigma", lo cierto es que los problemas planteados por lo ms-tico-que-se-muestra continan como si nada, y eso a pesar de la promesa del prefacio del Tractatus de solucionar todos los pro-blemas filosficos importantes. Es probable que Wittgenstein madurara, a partir de ese problema filosfico, el recambio del trmino "vida" por el de "formas de vida", que pulula abundan-temente en las Investigaciones filosficas.

    Tomemos para concluir con el Tractatus el prrafo 6.45, que a m me resulta especialmente chocante. "Ver el mundo sub spe-

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    ci aeterni es verlo como un todo -un todo limitado-. Sentir el mundo como un todo limitado -eso es lo que es mstico-".

    No s que conexiones se daran en la cabeza de Wittgenstein para oponerse audazmente a la tradicin cultural dominante de la mstica -algo derivado de sus lecturas de San Agustn?- que sostiene la dimensin infinita de la realidad tomada sub specie aeternitatis. No veo otra manera de interpretarlo que como un alegato indirecto a favor del pluralismo y en contra, tal vez, del holismo.

    Lo-que-se-muestra pero carece de nivel lgico-filosfico no puede por menos de constreir todas sus imgenes -incluso la de infinito- bajo la figura de un todo puesto que puede haber lle-gado a comprender la equivocidad de los lenguajes pero no to-dava su radical heterogeneidad, incompatible con la idea misma de "todo". Desde la heterogeneidad del lenguaje -un paso ms y diremos, de los "juegos del lenguaje"- "todo" y "finito" van co-nexos. "Infinito", en cambio, conecta con "partes plurales" del lenguaje y sus "formas de vida": he aqu una manera positiva y no mstica de recuperar -ms all del Tractatus- la potencialidad de lo infinito.

    No sera de extraar, pues, que otra de las dimensiones de "lo mstico" -de lo que ms vale callarse- fuera en definitiva fran-camente negativa: no se refiere ah Wittgenstein tambin a los lenguajes clausurados de la falsa conciencia, las concepciones del mundo, las ideologas y tpicos de ese gnero?

    Pero, adems, como sabemos a la luz de 6.4312 que la nica manera correcta de abordar lo infinito es en cuanto vida atempo-ral (referida a sujetos), se da la consecuencia de que la nica ma-nera filosfica de tomar lo infinito es bajo la forma de vida atemporal dada en la heterogeneidad del lenguaje. Y aunque sta es una posicin bien deseable desde el punto de vista de un rela-tivismo reforzado, alguien escrupuloso podra preguntarse ahora que cmo se salva la historia, por ejemplo.

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    Pasemos ahora a la idea de "super-mecanismo". Lo que creo intuir, a falta de ms conversacin, es que la idea de "superme-canismo" est relacionada al igual que otras paralelas que apare-cen aqu y all en las Investigaciones -como la de super-con-cepto, super-expresin, super-figuracin, super-orden- con el

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    camino seguido por Wittgenstein para abandonar el supuesto de una tica-esttica trascendental y tal vez conjuntamente el su-puesto de una lgica trascendental, las cuales se muestran pero no se dicen.

    Esas prohibiciones que son las que dan al Tractatus, en gran parte, su aspecto de mtodo severo del filosofar quedan sin duda relajadas en el marco de los juegos del lenguaje y las formas de vida asociadas a ellos.

    Que la reflexin esttica, con su peculiar riqueza de niveles de texto, ha colaborado desde varios ngulos y terminologas a es-tablecer un terreno comn y plural de base lingstica es indu-dable. Que la reflexin esttica de Wittgenstein, tan vinculado en su biografa a varias actividades artsticas, colaborara en el paso a su segunda o su ms tarda filosofa puede conjeturarse sin riesgo. Pero lo que s puede afirmarse es que nuestro filsofo di-se la idea de "super-mecanismo" en el curso de sus Lecciones de esttica y que esa idea supone el debilitamiento de la dimen-sin trascendental y su incorporacin en forma ms emprica a la filosofa de los juegos del lenguaje.

    Acaso ahora "cmo sea el mundo" es expresado en un lenguaje que convive en una mayor continuidad con los lenguajes que muestran el mundo, puesto que todos ellos se corresponden con formas de vida como ser maestro, construir una casa, viajar a Noruega con un amigo, ver pelculas, construir teoremas, o to-mando el ejemplo de las Lecciones de esttica, enterarse de si el traje para la coronacin de Eduardo II fue diseado por un ar-tista italiano, o tambin exclamar el da de la Coronacin: "Qu bonito traje lleva el Rey!".

    No obstante, la esttica de Wittgenstein no abona para nada la tendencia moderna hacia el subjetivismo -tanto en el sentido cl-sico de Hume como en el ms moderno sentido denun-ciado/criticado por Heidegger, y eso es lo interesante. Desde luego, por tomar otro ejemplo de las Lecciones, de Wittgenstein que comentamos, la esttica no ensea si una taza de caf sabe bien o no. Desde el primer nmero de las Lecciones Wittgenstein niega que el adjetivo "bello" (y, por cierto, "bueno", aadido por Rhees) lo sean de cualidades de algo.

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    S aprueba en cambio que se correspondan con usos lingsti-cos determinados y por tanto con acciones o experiencias a ellos vinculadas.

    Pero su esfuerzo se ve orientado mucho ms a exhibir la pe-culiaridad del "reino del arte" (expresin suya) segn la cual las obras de arte juegan un juego distinto que las experiencias, pla-centeras o no, a ellas asociadas. De ah su insistencia en sustituir los trminos tradicionales de la evaluacin y del sentimiento es-tticos -"bello", "excelente", "agradable", "encantador"- por otro trmino, cmo decirlo, ms objetivo: lo "correcto".

    Ahora bien, lo correcto es un trmino relacional, que exige por lo tanto un correlato que sea paradigma de lo perfecto en su gnero. Wittgenstein discurre en sus Lecciones por numerosos y precisos ejemplos, y a la vez cotidianos, de nuestra experiencia esttica, particularmente de las artes que exigen una ejecucin, una "performance".

    Sabemos cundo, en un determinado momento y de una de-terminada manera, una ejecucin -pongamos, musical- se co-rresponde con lo que debe ser. Ya no es ni demasiado lenta, ni demasiado fuerte, pone los acentos en "su" sitio, la expresividad se desenvuelve con la dinmica justa. Ahora esa msica (pero es fcil extender el ejemplo a toda "performance" esttica) es per-fecta. Se corresponde con un "super-mecanismo".

    Ahora que hablamos dentro del juego del lenguaje de la m-sica la esttica trascendental (y la tica, por tanto) ya no es ms-tica e inefable. Se ha debilitado hasta el grado de convertirse en un mbito de muestras paradigmticas -culturalmente, la serie de las obras de arte y de las narraciones ejemplares- que funcionan como "super-mecanismos" respecto a la "mecnica" (y es met-fora) de la experiencia vinculada al juego de lenguaje respectivo.

    Veamos cmo describe Wittgenstein el "super-mecanismo" en sus Lecciones, tema que acabar trasladando, en parte, a las Investigaciones: "La idea de algo super-estricto, algo ms estricto de lo que pueda ser cualquier Juez, super-rigidez. Siendo la cuestin, ests inclinado a preguntar: "Tenemos un modelo (picture) de algo ms severo?" Difcilmente. Nos sentimos incli-nados a expresarnos bajo la forma de un superlativo. 27. (Diagrama de una palanca). Cf. una palanca-fulcro. La idea de una super-dureza. "La palanca geomtrica es ms fuerte de lo

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    que pueda serlo cualquier palanca. No se dobla". Ah tienes un caso de necesidad lgica. "La lgica es un mecanismo hecho de un material infinitamente duro. La lgica no dobla". (Bien, no lo hace ya). Ese es el modo de llegar a un super-algo. Ese es el modo como sobrevienen ciertos superlativos, cmo son usados, p.e. el infinito"4.

    Por algo compara Wittgenstein alguna vez, en algn respecto, la proposicin con una frase musical. Por medio de la obra de arte como "super-mecanismo" Wittgenstein reserva la tradicin del panten ejemplar hacia el que el gusto y el juicio, en sus di-versas experiencias, se orientan objetivamente. Las formas de vida tienen as sus referentes de perfeccin.

    Me pregunto cul es el equivalente de esa perfeccin, mos-trada en el "super-mecanismo", en un plano lgico que ya no es trascendental sino que se desenvuelve en la pluralidad de los jue-gos del lenguaje. Algo que ver con la verdad de la proposicin en cuanto acto de habla?

    En cualquier caso espero, con Rorty5, que la teora y que la esttica de Wittgenstein sigan colaborando a salvaguardar a la filosofa en su pureza. Pero no demasiado.

    Comentario: La presente comunicacin fue presentada en el marco de las

    jornadas Aspectos del pensamiento de Wittgenstein celebradas en mi Universidad en abril de 1992. Recib entonces de los otros participantes varias crticas (Gorka Arregui, Vicente Sanfelix, Jos Luis Prades) y alguna sugerencia (Alfonso G. Surez).

    La crtica ms directa se refiri a una posible mala lectura por mi parte del alcance de la idea de "super-mecanismo". Segn los crticos tal idea posee un sentido negativo que la inhabilita para ser usada, segn pretendo, como un acierto de nuestro filsofo. El "super-mecanismo" sera una dureza anti-emprica del pen-samiento -si no entiendo mal la crtica- que Wittgenstein denun-ciara en cuanto ejemplo de una falsa salida hacia la cmoda aceptacin de un inaceptable "valor absoluto". Yo no lo veo as.

    4 F. Wittgenstein, Lecciones, 15-16. 5 R. Rorty, Consequences of Pragmatism, Essays: 1972-1980, The Harvester Press, 1982.

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    Los textos estticos que he aducido destacan la idea de "super-mecanismo" como la nica que nos posibilita comprender en imagen la experiencia efectiva de algo que es-como-tiene-que-ser, (como cuando decimos, en msica: ahora, ahora est bien to-cada la pieza, ni demasiado forte ni demasiado piano, ni dema-siado veloz ni demasiado lento, etc.). Lo que aado es que ese procedimiento permite a nuestro filsofo abandonar, o debilitar, su primera solucin "trascendental" para avanzar hacia un nuevo empirismo, el de los juegos del lenguaje. Estos podrn ser hete-rogneos entre s; pero, al menos, dentro de cada uno, podemos determinar el grado de perfeccin requerido y salvar con ello nuestras experiencias de lo absoluto.

    Pero tal vez deba, para apoyar algo ms mi lectura, acudir a la sugerencia del Dr. Alfonso G. Surez: mi aportacin tendra que haber atendido a la Conferencia sobre tica, que abunda en temas similares y coordinables con los de los textos a los que me haba remitido. A ello voy. Por un lado el estilo de la Conferencia nos alecciona en una cuestin heurstica que considero de singular inters. Con independencia del mayor o menor cierto de sus tesis ese discurso certifica algo que Wittgenstein expres en privado ms de una vez: por ms que le costara mucho explicarse y ha-cerse entender, por ms que tuviera la impresin personal de "girar en crculos" sin entrar al ncleo sustantivo de las cosas que le importaban, ocurrira que cualquiera que fuera buen en-tendedor podra sacar de su filosofa balbuciente y estreida ("tartamuda", ha dicho no sin razn Aranguren) una imagen de lo que son la realidad y la vida. Estoy seguro de eso porque, en lnea wittgensteniana, poseo la imagen de un determinado "super-mecanismo" al efecto: el "sistema" de una filosofa. Al igual que otros supermecanismos, -"la palanca", "el juez estrictsimo"- el "sistema" no existe propiamente pero tiene un sentido inobviable. Esa manera de pensar es la que se aplica agudamente en la Conferencia de tica.

    Para lo que ms toca a esta comunicacin, la Conferencia mo-dula y estrecha un poco ms la relacin de tica y esttica. Segn Wittgenstein, la palabra "tica" es usada por l "en un sentido un poco ms amplio /que el "investigacin general sobre lo bueno"/, que incluye, de hecho, la parte ms genuina, a mi entender, de lo que generalmente se denomina "esttica". Ese sentido ampliado

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    se declara un poco ms abajo: "en lugar de decir que la tica es la investigacin sobre lo bueno, podra haber dicho que la tica es la investigacin sobre lo valioso o lo que realmente importa, o podra haber dicho que la tica es la investigacin acerca del significado de la vida, o de aquello que hace que la vida merezca la pena vivirse, o de la manera correcta de vivir". Es as como la esttica se convierte, en realidad, en la parte epistemolgica de una filosofa post-tractatus, puesto que la tica propiamente dicha es inefable por el hecho de que es, en realidad, accin que ampla los lmites del mundo. De ah el smil bastante chistoso del libro de tica que explosiona: si hubiera un verdadero libro de tica hara explotar todos los dems libros. Es decir, una cosa es la ti-ca como discurso (esttica, ms bien) y otra cosa es el juego del lenguaje de la tica, que se resuelve en actitudes y acciones. La imagen de un supermecanismo, por lo tanto, habita en la frontera entre discurso y accin asegurando el sentido tico de la vida.

    Con ello Wittgenstein ha donado a la filosofa del siglo XX un campo de juego ms amplio del que l mismo haba diseado en su reaccin "fundamentalista" del Tractatus, pero mucho ms so-brio, abarcable y empirista del que proponan las hermenuticas decimonnicas (tipo Dilthey) o los diversos historicismos (desde Marx a Spengler). Todo est ms a la mano desde que la exis-tencia lingstica de los referentes existenciales absolutos es la del "super-mecanismo". Si a eso se le quiere llamar, como algunos hacen, "conservadurismo" de Wittgenstein, bienvenido sea. Por ah va su clebre solucin, en la Conferencia de tica, al pro-blema del milagro. El sujeto como filsofo ve crecerle a otro, de repente, una cabeza de len -u observa cmo le crece una pierna amputada, podramos aadir- y no se apresura por eso a sacar consecuencias ms o menos teolgicas sino que se apresta a au-mentar la competencia limitada y provisional de la ciencia. El nico milagro, como saben bien las madres sensibles e inteligen-tes, es que el mundo sea. El asombro ante ese hecho o, mejor, el hecho (experimental) de ese asombro ya es por s mismo tico, sobrenatural. Es lo mismo que ocurre con nuestro sentimiento de culpa. Sera ridculo atribuirlo a motivos naturales" (porque eso no dara cuenta de la dimensin moderna del sujeto, que slo se deja contrastar en su accin responsable, por mnima que sea, con el sujeto absoluto?). Asumimos nuestra culpa, dice Wittgens-tein, porque "Dios condena nuestra conducta". Dios, ese "juez

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    estrictsimo", un supermecanismo que -al igual que la palanca ideal o que la lgica- no se dobla. De ah la desconfianza de Wittgenstein ante lo que l consideraba actitudes impas (por ejemplo, la de B. Russell). Su convencimiento primero fue el de que la accin tica (y esttica) va ms all del mundo. Tal vez apunta en la Conferencia un convencimiento segundo: que el sin-sentido de lo mstico -lo tico y esttico- puede ser reconducido al sentido del supermecanismo, correlato epistmico y ejemplar de nuestra accin y de nuestra experiencia de lo absoluto.

    El "super-mecanismo" es de la misma estirpe que el "smbolo" de Peirce. Ambos pretenden neutralizar la metafsica de la exis-tencia convirtindola en una ontologa del sentido. Sin embargo la posicin de Wittgenstein sigue siendo original en la medida en que no se reduce ni al actual neopragmatismo (se acerca ms al antiguo, al de W. James) ni a la hermenutica estricta (le falta para ello una teora explcita de la modernidad). Lo cierto es que, bien ledo, y a pesar de sus esfuerzos por hacer de la filoso-fa una terapia bsica que deje abiertos todos los caminos ticos, Wittgenstein permanece siendo para nuestra reflexin lo ms cercano a un pensador trgico.

    En cuanto a otra objecin muy filolgica acerca de 6.53 del Tractatus, a la que tuve que hacer frente en el momento de pre-sentar este trabajo, dir slo lo siguiente: es posible que lleve ra-zn la lectura habitual y que la lista de las cosas "que pueden ser dichas" se reduzca a "las proposiciones de la ciencia natural" por el hecho de que "no tienen nada que ver con la filosofa". Yo propongo que "also etwas" no tiene por qu ser un porque, en cuyo caso la lista se ampla: se puede hablar cientficamente y se puede hablar en general, esto es, se puede hablar el lenguaje or-dinario sin intenciones metafsicas, sin pretender probar nada en orden a una imposible y metafsica teora general. Ahora bien, si esa propuesta choca demasiado con la tradicin filolgica positi-vista sobre el Tractatus, entonces me abstengo. Slo digo que en cualquier caso esa posibilidad se desprende de la interpretacin de todo el prrafo y de la posterior evolucin del pensamiento de su autor.

    Lluis lvarez Universidad de Oviedo Oviedo Espaa

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