Leslie Bethell - Historia de América Latina Tomo 6.pdf

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HISTORIA DE AMRICA LATINA

SERIE MAYORDirectores:

JOSEP FONTANA y GONZALO PONTN

PorLESLIE BETHELL,

catedrtico de historia de Amrica Latina, Universidad de Londres

J A N B A Z A N T , catedrtico de historia, El Colegio de Mxico H E R A C L I O B O N I L L A , Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Quito SiMON C O L L I E R , profesor de historia de Amrica Latina, Universidad de Essex M A L C O L M D E A S , fellow del St Antony's College, Oxford R I C H A R D G R A H A M , catedrtico de historia, Universidad de Texas en Austin T U L I O H A L P E R N D O N G H I , catedrtico de historia, Universidad de California

en Berkeley catedrtico emrito de historia de Amrica Latina, Universidad de Londres JOS M U R I L O D E C A R V A L H O , profesor asociado de ciencias polticas, Instituto Universitario de Pesquisas do Rio de Janeiro F R A N K SAFFORD, catedrtico de historia, Northwestern University, Evanston, Illinois R . L . W O O D W A R D , Jr., catedrtico de historia, Universidad deTulane, Hueva OrleansJOHN LYNCH,

LESLIE BETHELL, ed.

HISTORIA DE AMRICA LATINA6. AMRICA LATINA INDEPENDIENTE, 1820-1870

EDITORIAL CRITICABARCELONA

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos. Ttulo original: THE CAMBRIDGE HISTORY OF LATN AMERICA III. From Independence to c. 1870 Traduccin castellana de NGELS SOLA Diseo de la coleccin y cubierta: Enre Satu 1985: Cambridge University Press, Cambridge 1991 de la traduccin castellana para Espaa y Amrica: Editorial Crtica, S.A., Arag, 385, 08013 Barcelona ISBN: 84-7423-435-2 obra completa , ISBN: 84-7423-507-3 tomo 6 / Depsito legal: B. 20.028-1991 Impreso en Espaa 1991. HUROPE, S.A., Recaredo, 2, 08005 Barcelona

PREFACIOLos primeros cuatro volmenes de la Historia de Amrica Latina de Cambridge se ocupan principalmente de los aspectos econmicos, sociales, polticos, intelectuales y culturales de los tres siglos de gobierno colonial espaol y (en el caso de Brasil) portugus, comprendidos entre el descubrimiento, la invasin, la conquista y la colonizacin del Nuevo Mundo por los europeos, a finales del siglo xv y comienzos del xvi, y la vspera de la independencia latinoamericana en las postrimeras del xvm y principios del xix. Los volmenes quinto y sexto examinan el fracaso y el derrocamiento del rgimen colonial que tuvieron lugar en toda Amrica Latina (a excepcin de Cuba y Puerto Rico) durante el primer cuarto del siglo xix, y la historia econmica, social y poltica durante el medio siglo posterior a la independencia (entre aproximadamente 1820 y 1870). En el quinto volumen, titulado La independencia, se exploran, en el primer captulo, los orgenes de la independencia hispanoamericana. Le siguen dos captulos (uno sobre Mxico y Amrica Central, y otro sobre Amrica del Sur) que hablan de las revoluciones y las guerras por medio de las cuales Hispanoamrica se independiz de Espaa al mismo tiempo que se fragmentaba en ms de una docena de repblicas y tambin prestan atencin a las estructuras polticas, econmicas y sociales de los nuevos estados hispanoamericanos. Los dos captulos siguientes tratan del Caribe: el primero sobre Hait, la antigua colonia francesa de Saint-Domingue, que en 1804 se convirti en la primera repblica latinoamericana independiente, y de Santo Domingo, que obtuvo su independencia de Espaa slo para que Hait la ocupase durante casi un cuarto de siglo antes de pasar a ser tambin una repblica independiente (la Repblica Dominicana); el segundo captulo est dedicado a Cuba, la cual, con Puerto Rico, sigui siendo una colonia espaola. Sobre Brasil, que se separ de Portugal deforma relativamente pacfica y mantuvo su unidad como imperio independiente, se habla en un captulo aparte. Finalmente, dos captulos ms estudian el

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papel de la Iglesia catlica en la independencia de Amrica Latina y las relaciones internacionales de sta. El medio siglo que sigui a la independencia fue un perodo de crecimiento relativamente modesto para las economas latinoamericanas, que estaban orientadas a la exportacin. Muchas de ellas se recuperaron de la destruccin y los trastornos causados por las guerras de independencia, y la mayora de ellas tardaron en incorporarse al nuevo orden econmico internacional dominado por Gran Bretaa. En parte como consecuencia de ello, fue un perodo en que slo hubo cambios sociales limitados, a excepcin quiz de la abolicin de la esclavitud en muchos pases (aunque no en Cuba y Brasil, lo cual es significativo). Y fue un perodo de violentos conflictos polticos, inestabilidad y caudillismo, al menos en las repblicas hispanoamericanas (con la notable excepcin de Chile). La frgil estabilidad poltica as como la unidad de Brasil se vio seriamente amenazada en el decenio de 1830, pero super la crisis y se consolid durante los decenios de mediados de siglo. Fue durante el perodo posterior a la independencia cuando Mxico perdi la mitad de su territorio a resultas de la secesin de Texas (1836) y la guerra con los Estados Unidos (1846-1848). Adems de varios conflictos de relativamente poca importancia, al finalizar el perodo hubo dos grandes guerras entre estados latinoamericanos: la guerra de Paraguay (1865-1870) entre Brasil, Argentina y Uruguay (la Triple Alianza) por un lado y, por el otro, Paraguay, que fue aplastado; y la guerra del Pacfico (1879-1883) entre Chile y una alianza de Per y Bolivia, guerra que permiti a Chile ampliar su territorio nacional en un tercio. El sexto volumen, Amrica Latina independiente, 1820-1870, se divide en dos partes: Hispanoamrica y Brasil. La primera contiene captulos generales que se ocupan de la economa y la sociedad, as como de la poltica hispanoamericana despus de la independencia, a los que siguen seis captulos que examinan individualmente pases o grupos de pases hispanoamericanos: Mxico; Amrica Central (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica); Venezuela, Colombia y Ecuador; Per y Bolivia; Chile; y las repblicas del Ro de la Plata (Argentina, Uruguay y Paraguay). La segunda parte est formada por dos captulos relativos al imperio brasileo de 1822 a 1870. La mayora de los historiadores que colaboran en estos dos volmenes seis britnicos, cuatro norteamericanos (tres de los Estados Unidos y uno de Canad) y cinco latinoamericanos (concretamente de Repblica Dominicana, Mxico, Argentina, Per y Brasil) tambin leyeron y comentaron los captulos de sus colegas. En este sentido, sin embargo, estoy agradecido de forma especial a David Bushnell, Jos Murilo de Carvalho, Simn Collier, Malcolm Deas, Richard Graham, Tulio Halpern Donghi y Frank Safford. Asimismo, Emilia Viotti da Costa efectu una valoracin crtica de los captulos referentes a Brasil. Como en el caso de los cuatro volmenes ya publicados, los que tratan de Amrica

PREFACIO

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Latina en el periodo colonial, estoy en deuda, sobre todo, con mi colega John Lynch por los consejos que tan generosamente me ofreci. Tambin he recibido mucho aliento de R. A. Humphreys, que fue el primero en introducirme en los problemas y las satisfacciones de la historia latinoamericana, hace ya casi treinta aos. Elizabeth Wetton, de la Cambridge University Press, se encarg de preparar la edicin original de estos volmenes. De nuevo debo reconocer mi deuda con Josep Fontana y Gonzalo Pontn, y agradecerles su dedicacin y empeo en la buena marcha de la presente edicin castellana.LESLIE BETHELL

Primera parte HISPANOAMRICA

Captulo 1 ECONOMA Y SOCIEDADEn los aos que transcurrieron de 1808 a 1825 se estableci una nueva relacin entre la economa hispanoamericana y la economa mundial. Si bien los cambios que siguieron a la consecucin de la independencia pueden parecer superficiales y limitados en comparacin con la incorporacin mucho ms completa en la economa mundial en expansin que empez a producirse a mediados de siglo y que se acentu a partir de la dcada de 1870, sin embargo fueron decisivos en las relaciones entre Hispanoamrica y el resto del mundo. El viejo sistema comercial colonial se estaba desintegrando desde finales del siglo XVIH, pero slo despus de 1808 Espaa qued eliminada en su papel de intermediaria entre Hispanoamrica y Europa (sobre todo Gran Bretaa). Las circunstancias que, como un todo, imperaban tanto en Europa como en la economa atlntica tuvieron graves consecuencias para las futuras relaciones comerciales de Hispanoamrica. El avance del ejrcito francs en la pennsula ibrica, que provoc la separacin de las colonias americanas de Espaa y Portugal, se emprendi para completar el cierre de la Europa continental al comercio britnico. Inglaterra, estando cada vez ms aislada de sus mercados europeos, busc reemplazarlos con una urgencia que empezaba a parecerse a la desesperacin. Por esta razn la ocasin que represent la transferencia de la corte portuguesa a Ro de Janeiro para comerciar directamente con Brasil por primera vez se acept calurosamente. Y como, tras el derrocamiento de la monarqua espaola en Madrid, se produjeron los primeros levantamientos polticos en la Amrica espaola, Ro de Janeiro se convirti en el centro de la agresiva actividad comercial britnica no slo en Brasil, sino tambin en la Amrica espaola, especialmente la zona del Ro de la Plata y la costa del Pacfico de Amrica del Sur. En 1809 el ltimo virrey espaol del Ro de la Plata abri el territorio que gobernaba al comercio ingls. La expansin posterior de ste en la Amrica del Sur espaola seguira sobre todo la suerte de las armas revolucionarias; aunque quienes administraban las zonas realistas terminaran por manifestarse dispuestos a abrirlas a ttulo excepcional al comercio directo con Gran Bretaa, la actividad de los corsarios patriotas lo haca poco atractivo. Chile slo se abri

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definitivamente al exterior en 1818, y Lima en 1821, si bien el resto de Per no lo hizo hasta ms tarde. En las tierras baadas por el mar de las Antillas las transformaciones fueron ms lentas y parciales. En Venezuela la guerra de la independencia dur veinte aos, al igual que en Nueva Granada. Mxico, que contena ms de la mitad de la poblacin y de la riqueza de las Indias espaolas, logr independizarse tarde, en 1821. Incluso entonces pasaron unos cuantos aos antes de que se liquidara a los realistas de San Juan de Ula y esto afect a Veracruz, el principal puerto mexicano en el Caribe. Las islas de Cuba y de Puerto Rico continuaron en manos de los espaoles, pero desde 1817 quedaron abiertas al comercio directo con el extranjero, si bien este comercio sufri restricciones al reservarse este ltimo mercado colonial para los productos espaoles, empezando por los tejidos y terminando por la harina. Santo Domingo estuvo ocupada por los haitianos hasta 1844. La franja martima del Atlntico suramericano fue la zona que primero se incorpor al nuevo sistema comercial y donde la peculiar coyuntura que empuj a Gran Bretaa a expansionar rpidamente sus mercados ultramarinos alcanz su primer y mximo impacto. En 1808-1812 los comerciantes-aventureros britnicos llegaron a Ro de Janeiro, a Buenos Aires y a Montevideo en gran cantidad. Pocos aos despus Valparaso se convirti en el principal puerto del Pacfico suramericano; fue el centro desde donde los productos ingleses eran trasladados a otros puertos desde La Serena a Guayaquil. Estos comerciantesaventureros que emprendieron la exploracin y la explotacin del mercado latinoamericano actuaban de modo distinto a los comerciantes y los industriales que vivan en Gran Bretaa: su objetivo era encontrar lo antes posible un mercado para el excedente que amenazaba el crecimiento de la economa inglesa. Desde el comienzo se preocuparon menos de los precios que de la venta rpida y de la obtencin de retornos igualmente rpidos (entre los cuales se preferan con gran diferencia los metales preciosos). Para poder efectuar esta penetracin comercial, los productos ingleses a menudo se ofrecan a precios ms bajos de lo que en principio se haba pensado. Por ejemplo, en 1810, ante las noticias de la liberacin mercantil y del estallido de la revolucin en Buenos Aires, muchos comerciantes-aventureros salieron de Londres esperando vender productos ingleses en Suramrica; cuando llegaron a Buenos Aires no slo se encontraron con que eran demasiados, sino que tuvieron que sufrir la inesperada competencia de los envos de los comerciantes britnicos instalados en Ro de Janeiro. El resultado fue que terminaron vendiendo a prdida y con ello aceleraron la victoria de los productos ultramarinos sobre los que tradicionalmente haban surtido el mercado de Buenos Aires desde zonas tan alejadas como los contrafuertes andinos o el Alto y el Bajo Per. Otra consecuencia fue la expansin del mercado de consumo existente al incorporarse a l niveles sociales que antes slo de forma muy limitada haban sido consumidores. La apertura del comercio latinoamericano al mundo exterior y la llegada de gran nmero de ingleses tambin constituyeron un severo golpe a las viejas prcticas comerciales que al menos en la Amrica espaola se haban basado en una rgida jerarqua. El comerciante-exportador espaol estaba relacionado con el comerciante espaol de los puertos y de los centros distribuidores de la Amrica espaola, ste con los comerciantes menores de las poblaciones ms peque-

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as y stos a su vez con los vendedores ambulantes. El sistema se mantena cohesionado sobre todo por el avo (Mxico) o por la habilitacin (Suramrica espaola) es decir, por la provisin de capital por parte de quienes ocupaban los niveles ms altos de la jerarqua a los que pertenecan al nivel inferior y queran desarrollar una actividad productiva y por el crdito. En cada uno de estos grupos se aseguraban mrgenes de ganancia muy altos, si bien los beneficios derivados de la provisin de crdito no siempre se diferenciaban fcilmente de la actividad comercial en el estricto sentido de la palabra. La aparicin de los ingleses que a medida que los empujaba la desesperacin hacan sentir su presencia, aunque de modo espordico, en los niveles ms bajos de la estructura comercial tuvo consecuencias devastadoras. Su preferencia por las operaciones rpidas a precios ms bajos y el uso del pago en efectivo en vez del crdito empez a constituir, a todos los niveles, una alternativa al sistema que concentraba los mayores beneficios en manos de los que estaban ms arriba. La pacfica invasin britnica de Hispanoamrica se vio facilitada por el largo periodo de inestabilidad poltica, social y militar de las guerras de independencia en las que sus rivales locales quedaron debilitados. Los mercaderes-aventureros pronto se dieron cuenta de las oportunidades que haba de obtener unos beneficios excelentes dada la inestabilidad existente. Esto les llev a acentuar la agilidad de su estilo mercantil en detrimento de cualquier tentativa de establecer estructuras regulares de trfico. Por ejemplo, en el Paran, los hermanos Robertson corrieron a Santa Fe para vender la yerba mate del aislado Paraguay que debido a su escasez all era mucho ms cara.' Encontramos otro ejemplo en 1821 cuando San Martn estaba en Chile preparando su campaa para ocupar Lima: Basil Hall fue secretamente comisionado por los comerciantes londinenses para llevar all un cargamento antes de que lo hicieran otros comerciantes; as pudo espumar la crema de este mercado capital del virreinato del Per que durante tantos aos haba estado aislado.2 Aunque este comercio result fatal para los comerciantes locales, ello no quiere decir que los comerciantes ingleses no se arriesgaran. Se vieron obligados a desarrollar una audacia creciente y muy pocos de ellos lograron sobrevivir hasta el final de esta fase de exploracin y conquista. Esto, dadas las circunstancias mismas de esta etapa, quiz fue inevitable. Las necesidades de la economa britnica forzaban a los comerciantes a que expandieran el mercado, cuyos lmites slo se hacan evidentes cuando no haba demanda local; este mtodo de tantear y errar haca que cada intento de expansin terminara en un fracaso, ya que este fracaso le pona fin; lgicamente, los informes amargos de las vctimas se fueron acumulando. Sin embargo, ninguna de las vctimas anulaba los avances que ella misma haba ayudado a obtener. Incluso los que valoran los resultados desde un punto de vista britnico, ms que latinoamericano, encuentran difcil sostener que los logros de este periodo no dejaran un legado significativo para el futuro. Si bien las exportaciones britnicas a Hispanoamrica ya no rondaban el 35 por 100 del total de las exportaciones britnicas, tal como haba sucedido en 1809 y 1811, sin embargo, con un promedio anual de cerca de cinco1. J. P. y W. P. Robertson, Letters on Paraguay, Londres, 1838, I , pp. 358-359. 2. Samuel Haigh, Sketches of Buenos Aires, Chile and Per, Londres, 1831, p. vn.

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millones de libras esterlinas en 1820-1850 (casi la mitad de las cuales iba a Hispanoamrica y la otra mitad a Brasil), aqullas haban duplicado en valor, y multiplicado varias veces en volumen, los promedios de la segunda mitad del siglo xvin. 3 En el segundo cuarto del siglo xix Gran Bretaa fue perdiendo el casi monopolio comercial que haba ejercido durante las guerras de independencia. Este predominio estuvo amenazado durante algn tiempo por la competencia de los Estados Unidos. Apoyndose en una excelente flota mercantil, los comerciantes norteamericanos iniciaron un sistema comercial y de navegacin ms gil que el de los ingleses. Puesto que no estaban al servicio de las necesidades de una economa industrial como sus rivales britnicos, no slo vendan productos de los Estados Unidos sino tambin de Europa, de frica y de Asia al mercado latinoamericano (y sobre todo a los puntos peor suministrados por los ingleses, que como sus antecesores espaoles y portugueses tendieron a preferir las zonas ms ricas y ms densamente pobladas). Sin embargo, un componente esencial de las exportaciones norteamericanas era de produccin propia; ofrecan un tejido ms .b_asto y barato que los de Manchester. Pero el descenso a largo plazo de los precios, a consecuencia de la Revolucin industrial, anul la ventaja del precio y elimin este producto irremplazable en el desafo del predominio britnico. Sin embargo, aunque el comercio norteamericano pudo disfrutar de algunas ventajas en algunos sitios (por ejemplo, en Venezuela a mediados de siglo rivalizaba con el comercio britnico), no produjo ninguna alarma ni en Londres ni en Liverpool. Adems del comercio norteamericano, se notaba con intensidad creciente el comercio de Francia, el de los estados alemanes, el de Cerdea y el de las viejas metrpolis polticas. Sin embargo, parece que todos ellos complementaban, ms que compartan, con el comercio britnico. Francia venda productos de lujo y Alemania de semilujo, lo cual no afectaba el predominio britnico sobre la mucho ms vasta gama de productos industriales de consumo popular. De nuevo Francia, Cerdea, Espaa, Portugal y tambin los Estados Unidos de Norteamrica eran los puntos de origen de las crecientes exportaciones agrcolas hacia Latinoamrica (vino, aceite y harina). No era posible esperar que a travs de Gibraltar Gran Bretaa conservara la preeminencia que haba alcanzado incluso en estos productos debido a una coyuntura poltico-militar tan excepcional como fue la de las guerras de la independencia. Por lo tanto, Gran Bretaa conserv una posicin predominante como exportadora a Latinoamrica. Adems, a la vez, constitua el principal mercado de las exportaciones latinoamericanas, si bien en este aspecto su predominio tuvo algunas excepciones importantes (como el caf brasileo) y la posicin de Gran3. Para las cifras de las exportaciones inglesas a Amrica Latina en 1820-1850, vase D. C. Platt, Latn America and British trade, 1806-1914, Londres, 1973, p. 31. Si estas conclusiones a las que se llega tras examinar las cifras propuestas por el profesor Platt permiten o no concluir con l que las cifras de las tres dcadas posteriores a la independencia no estn totalmente en desacuerdo con las estimaciones hechas del comercio colonial depende en ltimo trmino de si se considera que un comercio que se ha doblado constituye un cambio significativo. Desde luego, este cambio puede parecer insignificante si se lo compara con el que sobrevendr a partir de la segunda mitad del siglo xix.

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Bretaa al respecto declin ms rpidamente que en el caso de las exportaciones a Latinoamrica. Esta vinculacin mercantil se completaba con el predominio del bil on London en las transacciones financieras entre Latinoamrica y el resto del mundo. El aumento de las exportaciones britnicas a Amrica Latina despus de 1808 tuvo un gran impacto en la balanza comercial de la regin. En el periodo colonial (y a pesar de los efectos del llamado comercio libre establecido en 1778-1782) el valor de las exportaciones hispanoamericanas haba sido considerablemente superior al valor de las importaciones. La situacin ahora se haba invertido. La mayor parte del desequilibrio comercial desde luego se cubra con la exportacin de metales preciosos que en el periodo colonial siempre haba sido el principal producto exportado de la Amrica espaola y tambin predomin en las exportaciones brasileas durante los dos primeros tercios del siglo xvm. Sin embargo, el boom del oro brasileo ahora perteneca a un pasado irrecuperable y, si bien en Hispanoamrica con la excepcin significativa del Alto Per la minera del oro y de la plata no sufri descensos importantes en la produccin hasta la vigilia de la crisis de la independencia, en cambio cay rpidamente durante el periodo de guerra. La importante salida de metal que tuvo lugar en Hispanoamrica durante la segunda y tercera dcadas del siglo xix se consideraba como una prdida, incluso como una fuga de capital, ms que como la constitucin o la reiniciacin de una exportacin tradicional. No hay duda de que hubo varias causas de esta huida de capital. La inestabilidad poltica, que produjo la salida de muchos espaoles, fue una de ellas. Por otro lado, los hbitos comerciales de los conquistadores britnicos del mercado latinoamericano causaron ciertamente una salida de metales preciosos. Sin embargo, ya en 1813-1817 disminuy el golpe que caracteriza la primera ofensiva comercial britnica. Adems, desde los primeros aos de la dcada de 1820, a lo largo de Amrica Latina se fue estableciendo un sistema ms regular respaldado por una serie de tratados comerciales (que fueron impuestos sin posibilidad de negociacin como una precondicin para conseguir el reconocimiento britnico de la independencia) firmados con los nuevos estados que garantizaban la libertad de comercio. Los comerciantes britnicos empezaron a adoptar prcticas comerciales similares a las que haban mantenido los espaoles, incluyendo el crdito. Sin embargo, la balanza comercial continu desequilibrada a pesar de que las exportaciones britnicas a Amrica Latina descendieron. Por lo tanto, la razn principal del desequilibrio parece que fue el estancamiento de las exportaciones de Amrica Latina. En algunos sectores de particular importancia del comercio internacional especialmente en la minera, las exportaciones fueron considerablemente ms bajas que en las ltimas dcadas del periodo colonial. A l mismo tiempo, las caractersticas del nuevo sistema comercial no favorecan la acumulacin local de capital. A l contrario, gran cantidad de metales preciosos acumulados durante varias dcadas se perdi justo en el momento en que un mayor acceso a la economa mundial ofreci la oportunidad de invertirlos. En cambio se malgastaron importando productos de consumo a un nivel que Amrica Latina no poda afrontar sobre las bases de su corriente normal de exportaciones. Incluso el reducido nivel del comercio internacional existente en la dcada de 1820 no se pudo sostener sin aumentar la produccin para la exportacin

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que exiga una inversin importante, mucho mayor que el capital local disponible. Entonces (al igual que ocurri un siglo despus) a algunos les pareci que si Gran Bretaa quera retener e incluso expansionar sus vnculos con los estados latinoamericanos recin independizados, la relacin comercial deba ir acompaada de una relacin financiera que proporcionara prstamos al gobierno e inversiones a los particulares. Esto fue lo que en 1827 propuso para Mxico sir H . G. Ward, el ministro britnico en este pas un observador perceptivo pero no por ello desinteresado; segn l, lo primero y lo ms importante que deban hacer los inversores britnicos era habilitar la industria minera que a la larga procurara el capital necesario para poder cultivar las descuidadas y poco pobladas tierras bajas tropicales, dando as un nuevo impulso a las exportaciones mexicanas. Sin embargo, la rehabilitacin de la industria minera a corto plazo slo permiti a Mxico pagar sus crecientes importaciones. No es extrao que Ward rechazara vehementemente otra solucin posible: equilibrar la balanza de pagos restringiendo las importaciones y estimulando la produccin local, por ejemplo, de tejidos.4 La inversin de capital en Amrica Latina no era el principal objetivo de los comerciantes britnicos deseosos como estaban de mantener un flujo comercial recproco. Aqulla, en cambio, atrajo a los inversores que buscaban beneficios altos y rpidos. Sin embargo, sufrieron una desilusin ya que, a pesar de que los bonos de los nuevos estados y las participaciones de las compaas que se organizaron en Londres para explotar la riqueza minera de diferentes pases latinoamericanos al principio remontaron fcilmente la cresta del boom de la bolsa londinense de 1823-1825, en 1827 todos los pases, excepto Brasil, dejaron de pagar los intereses y la amortizacin de sus obligaciones y slo algunas compaas mineras mexicanas pudieron salvarse de la bancarrota. Durante el cuarto de siglo siguiente (1825-1850), la relacin econmica existente entre Amrica Latina y el mundo exterior fue bsicamente comercial; de las relaciones financieras establecidas slo sobrevivieron algunas compaas mineras organizadas en sociedades annimas (que al no prosperar no tuvieron imitadores) y algunos comits de detentares de los ttulos de la deuda, desilusionados y descontentos, que ansiosamente esperaban un signo de mejora en la situacin econmica de Amrica Latina para poder acentuar sus reclamaciones. Incluso Brasil, que consigui levantar la suspensin de pagos, durante muchos aos no pudo recurrir de nuevo al crdito exterior. Como que el desequilibrio comercial no desapareci inmediatamente, debe pensarse que durante este periodo a pesar de todo existi cierto grado de crdito y de inversin externa suficiente al menos (ante la ausencia de otros mecanismos institucionalizados ms efectivos) para mantener algn tipo de equilibrio. Para empezar, desde 1820 se necesit invertir para establecer el sistema mercantil ms regular que entonces se impuso (almacenes, medios de transporte, etc.), y adems haba las inversiones en parte suntuarias: incluso en los centros comerciales menores, los comerciantes extranjeros generalmente posean las mejores casas. Estos comerciantes tambin invirtieron en otros sectores, ya que emprendieron actividades industriales o, an ms a menudo, adquirieron propiedades agrco4. H. G. Ward, Mxico in 1827, Londres, 1828, I , p. 328.

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las. Sin embargo, estas inversiones slo pudieron compensar el desequilibrio comercial existente entre la economa latinoamericana y la del mundo exterior si, durante el periodo de consolidacin y de regularizacin, los residentes extranjeros continuaron actuando como agentes o socios de los comerciantes o capitalistas de los pases metropolitanos. No es fcil poderlo afirmar, pero se pueden encontrar ejemplos de este tipo de relaciones desde Mxico hasta el Ro de la Plata. En Amrica Latina, la independencia redefini la relacin con la metrpoli sobre unas bases ms favorables que en el pasado. No se trat slo de que los vnculos comerciales ya no iban acompaados de la dominacin poltica directa. (Ello signific eliminar el aspecto fiscal que haba sido uno de los ms onerosos de la antigua relacin colonial.) Se trataba tambin de que la nueva metrpoli comercial tena una industria ms dinmica que los antiguos poderes coloniales y, al menos a corto plazo, sus agentes estaban preparados para sacrificar cierto margen de beneficios para obtener un volumen superior de ventas en los nuevos mercados. Incluso cuando, desde la dcada de 1820, el comercio de Amrica Latina con Gran Bretaa lleg a parecerse bastante al de finales del periodo colonial, el firme avance de la Revolucin industrial garantizaba que Amrica Latina se beneficiara a largo plazo, a pesar de las fluctuaciones provocadas por circunstancias pasajeras, de la cada de los precios de las exportaciones britnicas. As, hacia 1850 el precio del tejido de algodn de calidad ms popular (que an constitua el principal artculo exportado a Amrica Latina) haba descendido tres cuartos del que haba tenido en la dcada de 1810. Los precios de otros productos cayeron menos (las telas de lana que slo hacia 1850 vieron transformada completamente su tcnica productiva descendieron alrededor de un tercio). La comparacin es menos fcil en el caso de otros productos loza, porcelana y vidrio, por ejemplo debido a los cambios acaecidos en las clasificaciones aduaneras britnicas, pero parece que sufrieron un descenso comparable y, en cualquier caso, representaron una proporcin ms pequea del total de las exportaciones que los tejidos. En conjunto, el precio de las exportaciones britnicas de mediados de siglo (cuya comparacin es notablemente cercana a las de los primeros aos de la liberalizacin comercial) parece haber descendido alrededor de la mitad del de las de 1810-1820. En estas dcadas, los precios de los productos del sector primario tambin tendieron a bajar, pero menos marcadamente. La plata sufri una cada del 6 por 100 respecto al oro, el cuero rioplatense descendi aproximadamente un 30 por 100, el caf y el azcar se colocaron a niveles comparables. Slo el tabaco cay alrededor de un 50 por 100.5 Hasta mediados del siglo xix no se notaron los primeros signos de un cambio ms favorable para el comercio de Amrica Latina. 5. Los precios de las exportaciones inglesas, en los aflos referidos, se basan en los valores reales declarados en las exportaciones a Buenos Aires, en Public Record Office, Londres, Aduanas, serie 6. Para los precios de los cueros rioplatenses, vase T. Halpern-Donghi, La expansin ganadera en la campaa de Buenos Aires, Desarrollo econmico, Buenos Aires, 1963, p. 65. Para los precios del caf venezolano, vase Miguel Izard, Series estadsticas para la historia de Venezuela, Mrida, 1970, pp. 161-163. Para los del azcar y el tabaco, vase M. G. Mulhall, Dictionary ojstatistics, Londres, 1892, pp. 471-474.

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Paradjicamente, como consecuencia de esta situacin favorable, la apertura de Amrica Latina al comercio mundial tuvo consecuencias menores de lo que se haba pensado antes de 1810. Como el nivel de los precios de los productos exportables no pareca amenazado inmediatamente, el efecto de la apertura consisti ms en estimular un aumento del volumen de las exportaciones que en impulsar la adopcin de cualquier avance tecnolgico en la produccin a fin de reducir los costes. En cualquier caso, los intentos de desarrollar el sector exportador se vieron severamente reducidos por la falta de capital local (acentuada por la guerra) y, tal como se ha visto, por el desequilibrio de la balanza comercial existente en el periodo de la independencia. No obstante, las limitaciones del impacto transformador del nuevo lazo exterior se debieron bsicamente al carcter casi exclusivamente mercantil de esta relacin: como ya se ha visto, slo de forma excepcional (durante el breve periodo de optimismo que acompa el boom de 1823-1825) se asignaron inversiones metropolitanas para extender y modernizar tcnicamente la produccin latinoamericana de bienes exportables; se ha visto tambin cmo la evolucin posterior de esas empresas hizo que conservaran su carcter excepcional durante varias dcadas. La escasez de capital local y la poca inclinacin de los extranjeros a invertir en la zona no fueron consideradas por los coetneos como la causa principal del lento crecimiento de la economa de exportacin de Amrica Latina en el periodo que sigui a la independencia. Los observadores en primer lugar generalmente se referan a la destruccin provocada por la guerra. Para apreciar la validez de este punto de vista es preciso recordar que no slo se destruyeron los recursos (desde el ganado consumido por los ejrcitos combatientes, hasta la inundacin de las minas o la sustraccin de bienes pblicos o privados) sino tambin un sistema completo de relaciones econmicas, jurdicas y sociales. Ello incluye, pues, la deteriorizacin del control ejercido por los plantadores y los mineros sobre sus esclavos en Venezuela, en el Alto Cauca colombiano o en la costa peruana, el fin de la mita (que proporcionaba trabajadores forzados de la sierra de Per a las minas del Alto Per) y la imposibilidad de restablecerla debido a la subsecuente separacin poltica de las dos regiones, la fluctuacin de las exportaciones de trigo chileno a lo que sera el mercado peruano, y la desarticulacin del complicado trfico andino de alimentos, bebidas alcohlicas y manufacturas textiles efectuado sobre muas. Se pueden incluir tambin las consecuencias indirectas de la guerra, como la cada de la produccin minera junto con la destruccin de minas en las zonas de combate all donde sus propietarios, a causa de la guerra, dejaron de hacer durante aos las inversiones necesarias. Entendida as, la herencia de la guerra puede parecer abrumadora, aunque es difcil evaluarla con precisin. Las prdidas reales tampoco se han podido valorar adecuadamente. Por otro lado, hay que tener en cuenta que, al igual que el impacto de la apertura de Amrica Latina al comercio mundial, los efectos de la guerra fueron muy distintos segn las regiones y segn los sectores de produccin. Tanto en Hispanoamrica como en Europa se pens que los metales seran el primer producto en beneficiarse de las oportunidades que ofreca la apertura del comercio, pero el optimismo fue decayendo gradualmente. Slo en Chile la produccin minera logr superar, ya antes de mediados de siglo, el volumen

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alcanzado en el periodo colonial (que haba sido modesto). En el resto de Hispanoamrica las reas mineras que conocieron mayores xitos fueron aquellas cuya produccin, tras atravesar un descenso, recuper el nivel que haba alcanzado antes del periodo revolucionario; en muchos sitios, como fue el caso de Nueva Granada y Colombia, esta recuperacin no se alcanz hasta ms tarde y en otros, nunca. Las razones que explican que estos esfuerzos resultaran decepcionantes son complejas. Para entenderlas mejor es preciso recordar ante todo que la decepcin debe achacarse en parte a la esperanza quizs excesiva suscitada en Europa con medios en parte artificiales y en Amrica Latina como reflejo de las expectativas europeas que existieron durante el breve boom inversionista que concluy abruptamente en la crisis de 1825. Las realizaciones de los aos 1810-1850, colocadas en el contexto de la historia de la minera hispanoamericana desde sus orgenes coloniales, no nos parecen como en cambio pareci a los observadores coetneos consecuencia del nuevo marco socioeconmico en que se encontraba la minera. Fuesen las que fueran las circunstancias anteriores, la minera atraves los ciclos de descubrimiento, explotacin y agotamiento de los filones. As, no es sorprendente que Mxico o incluso Per, que alcanz su mxima produccin en las ltimas dcadas del periodo colonial tardara un cuarto de siglo, una vez restablecida la paz, en recuperarse. Igualmente, tambin es ms fcil comprender por qu Chile disfrut de la prosperidad posrevolucionaria antes que otras zonas, si se recuerda que su centro minero, la mina Chaarcillo, no se descubri hasta despus de la independencia. La recuperacin de la minera mexicana, al igual que sucedi en Bolivia incluso ms tarde, no se debi tanto a que los viejos centros mineros retornaran a los antiguos niveles de produccin como a la aparicin de otros centros en Zacatecas o en otros estados. Sin embargo, la decepcin por la produccin y la explotacin minera del periodo de la postindependencia se puede justificar. Era razonable esperar que la revolucin comercial, al hacer ascender el volumen y el valor de las importaciones, aadiera un nuevo factor de apremio a la necesidad de que se ampliaran las exportaciones, especialmente de metales preciosos. La respuesta lenta y modesta de la minera requiere, por lo tanto, una explicacin que vaya ms all del ciclo de bonanzas y crisis dictado por el descubrimiento o el agotamiento de los filones ms ricos. fc La mayora de explicaciones culturales e institucionales las dieron los extranjeros que haban llegado a Amrica atrados por las aparentemente brillantes expectativas que haba antes de 1825, lo cual no debe sorprender; se referan a la inmoralidad y a la frivolidad de la clase gobernante, a la dificultad de encontrar trabajadores para las minas dotados de las cualidades necesarias, a la inesperada indulgencia de aqulla frente a stos en casos de indisciplina laboral que slo perjudicaba a los empresarios extranjeros, a la rigidez de las leyes que regan la explotacin minera, y a otras causas parecidas. No se entrar aqu a examinar este enmaraado captulo de cargos que sobre todo refleja las profundas diferencias existentes entre los hispanoamericanos y los que intentaban insertarse en su economa. Estas diferencias se ensanchaban cuando los extranjeros ya no se limitaban al comercio y queran introducirse en las actividades productivas.

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Otros obstculos que tambin se interponan en el progreso del sector minero eran ms estrictamente econmicos, como por ejemplo la escasez de mano de obra y de capital. Ambos factores existan con intensidad variable en las distintas zonas mineras hispanoamericanas. Sin embargo, parece posible concluir que en todas partes se exageraba sobre la dificultad de reclutar mano de obra. Sin duda los efectos de la guerra en Mxico la zona minera ms rica de finales del periodo colonial estorbaron gravemente la reconstruccin posblica; sin embargo, no hay pruebas de que se hubiera producido tal falta de brazos. Despus de la independencia, los peones de las minas cobraban sueldos ms altos que los de las haciendas agrcolas, pero esto no era nada nuevo y en cualquier caso no necesariamente significaba un desnivel equivalente en sus salarios reales. Por otro lado, a pesar de que el fin de la mita, como ya se ha comentado anteriormente, sustrajo en la Bolivia independiente una fuente importante de fuerza de trabajo en las minas, no deja de ser significativo que durante las primeras dcadas que siguieron a la independencia los salarios de los trabajadores libres fueran ms parecidos a los que reciban los mitayos que a los de los trabajadores libres del periodo colonial.6 Todo esto no indica ninguna falta de mano de obra. Adems, las nuevas zonas mineras, o aquellas en ms rpida expansin, no parece que tuvieran ms dificultades que las viejas y estancadas para reclutar la fuerza de trabajo necesaria; por ejemplo, no parece que hubiera escasez de ella en la expansin minera chilena. El problema causado por la falta de capital parece ms serio. En este aspecto, el dao ocasionado por la guerra pareca menos fcil de reparar. La destruccin de las minas y de los centros de procesamiento debida a las operaciones realmente militares fue muy limitada incluso all donde la zona minera fue teatro de la guerra. La suspensin de las inversiones en la expansin y en el mantenimiento de las minas tuvo unas consecuencias ms duraderas y por ello antes de que la minera latinoamericana pudiera recuperarse fue necesario efectuar una inversin de capital importante. Pero, vista desde esta perspectiva, la evolucin de la minera hasta 1850 no fue tan negativa, ya que gracias a capitales britnicos y locales en Mxico y en Bolivia, o casi exclusivamente locales en Chile y Per, se produjo un modesto renacimiento. An as, cabe preguntarse por qu no se dio una inversin ms intensa, con resultados ms considerables. Las razones que tenan para no hacerlo quienes deban tomar la decisin de invertir son muy comprensibles. Salvo en Chile, el rendimiento de las inversiones mineras result nulo o fue muy bajo. Por ejemplo, en Mxico la compaa inglesa de Real del Monte, la ms importante de las creadas durante el boom que se termin en 1825, no obtuvo beneficios de las inversiones. Fue as no por falta de iniciativas para sacar a la mina de su estancamiento; por el contrario, la empresa multiplic los costosos intentos de mejoras, continu con an menos suerte los esfuerzos de los anteriores propietarios por librar del agua los niveles inferiores de la veta, y construy una carretera que permiti el acceso de vehculos a un rea antes servida slo por muas. Sin duda, la compaa Real del Monte tena derecho a quejarse de su mala suerte: cuando tras un cuarto de siglo de invertir a prdida transfiri los derechos de explotacin a empresarios locales, stos6. Luis Peftaloza, Historia econmica de Bolivia, La Paz, 1953-1954,1, p. 208; II, p. 101.

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comenzaron a obtener rpidas ganancias en parte como consecuencia de esas inversiones.7 Pero los observadores coetneos parecan dispuestos a extraer de esa experiencia una moraleja ms precisa: H . G. Ward, apologista no del todo desinteresado de las compaas britnicas establecidas en Mxico, admiti de buen grado que la decisin de invertir sumas ingentes en mejorar la produccin, laboreo y transporte haba sido imprudente. En el otro extremo de Hispanoamrica, John Miers sac una conclusin anloga de su experiencia como frustrado productor de cobre en Chile: tambin a su juicio era preciso examinar cuidadosamente el efecto econmico de cualquiera de las mejoras tcnicas que se proyectara emprender; e incluso las inversiones destinadas a aumentar el volumen de la produccin sin introducir mejoras tecnolgicas corran el riesgo de resultar contraproducentes.8 As pues, este conservadurismo que refleja la situacin dominante en una etapa en que no se producan progresos tcnicos comparables a los que conocera la minera en la segunda mitad del siglo provoc una creciente cautela en el momento de hacer nuevas inversiones mineras, excepto all en donde la presencia de yacimientos excepcionalmente ricos es el caso de los chilenos garantizaba rpidos y altos beneficios. La reconstruccin posblica no conllev la introduccin de innovaciones decisivas en la organizacin de las explotaciones mineras. En cuanto a la fuerza de trabajo no hay duda de que el asalariado predomin incluso all donde no lo haba en el periodo colonial. Este fue el caso de Bolivia; la situacin fue algo distinta en la zona aurfera de Nueva Granada, aunque tambin all es indudable que la mano de obra esclava perdi importancia. Sin embargo, la figura del asalariado predominaba en las reas mineras donde ya haba tenido un desarrollo ms rpido en los ltimos aos del periodo colonial. Esto desde luego comportaba incluso entonces realidades muy distintas segn las diferentes cuencas mineras de Amrica Latina, desde la opulenta Mxico (en donde Humboldt hall niveles de salarios superiores a los de Sajonia) hasta el estancado Norte Chico de Chile, en donde se dice, ms convincentemente que en otros casos, que no exista un verdadero asalariado. Esas variaciones continuaron existiendo despus del trnsito a la independencia, aunque sin duda el paso del estancamiento a la rpida expansin no puede haber dejado de afectar la situacin de los mineros chilenos. En el periodo colonial haba existido la misma variedad en la organizacin de la minera. En Mxico predominaban las grandes unidades productivas que financiaban su expansin con sus propios beneficios; a veces, incluso podan invertir en la adquisicin de haciendas que integraban econmicamente a las minas. En Per, Bolivia y Chile las unidades productivas eran ms pequeas y carecan de independencia real frente a los aviadores o habilitadores que adelantaban el capital necesario para continuar las actividades.9 (En el caso del Alto Per la situacin de los empresarios mineros an era peor, ya que frecuentemente tenan que alquilar los derechos de explotacin a unos precios muy altos7. Texas, 8. 9. Robert W. Randall, Real del Monte, a Briish mining venture in Mxico, Austin, 1972, pp. 81, 100-108 y 54-56. John Miers, Travels in Chite and La Plata, Londres, 1826, I I , pp. 382-385. John Fisher, Minas y mineros en el Per colonial, 1776-1824, Lima, 1977, p. 101.

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a sus titulares absentistas.) Despus de la independencia los contrastes entre Mxico y Per al respecto continuaron existiendo. En una fecha tan tarda como 1879, Maurice du Chatenet seal que la mayora de los empresarios mineros de Cerro de Pasco no eran personas ricas, que pueden disponer de capitales ... tienen que recurrir a la plata ajena; a la vez deban vender sus productos a sus acreedores, que se los pagaban a un precio inferior al normal.10 En la dcada de 1820 Miers describi una situacin similar para la zona chilena del cobre. Pero la prosperidad de la minera argentfera a partir de 1831 permiti que en Chile surgiera una clase de empresarios mineros no slo independientes, sino lo bastante prsperos como para que a partir de mediados de siglo pudiera invertir grandes cantidades de capital; los mineros ms ricos emergieron como fuertes propietarios urbanos y rsticos en el Chile central. En el mismo periodo, en Bolivia hubo cambios radicales en el contexto legal en que operaba la actividad minera. La nacin independiente elimin los derechos de los titulares absentistas y, al otorgar nuevas concesiones, favoreci la aparicin de unidades mineras ms amplias que las existentes en la etapa colonial. Pero el marasmo de la minera boliviana impidi que estos cambios alcanzaran todas sus posibles consecuencias antes del ltimo tercio del siglo xix. Por lo tanto, la expansin minera en casi todas partes se vio limitada por la necesidad de capital que nunca lleg a cubrirse del todo satisfactoriamente. Sin embargo, el nivel de la demanda otro factor limitador de la expansin de la economa de exportacin de Amrica Latina no afect al sector minero. Es verdad que en la dcada de 1820 se produjo el boom y la cada de la produccin cuprfera chilena a consecuencia del aumento y la posterior disminucin catastrfica de la demanda de cobre de la India britnica." Sin embargo, en toda Amrica Latina la plata era, con gran diferencia, ms importante que cualquier otro mineral y la demanda de plata latinoamericana para acuarla era tan grande que era imposible imaginar que pudiera existir algn tipo de lmite que pudiera frenar la expansin de su produccin. En cambio, el sector agropecuario no poda depender de una demanda tan firme, pero por otro lado, respecto al aspecto mencionado, este sector poda contar con una ventaja: no era necesario hacer una gran inversin antes de comenzar a percibir ganancias, a diferencia de la industria minera descalabrada durante las luchas por la independencia. La ganadera era el sector productivo que requera la inversin ms pequea. Sin embargo, quizs estaba ms afectado que cualquier otro por la disponibilidad de mercados externos. Desde el comienzo de la colonizacin de la Amrica espaola, la ganadera vacuna fue el modo de explotar los recursos naturales cuando no haba otros ms provechosos. Las reas sobre las cuales se expandi, an sin contar entonces con mercados externos satisfactorios, terminaron por ser amplsimas: desde el norte de Mxico hasta el noreste brasileo (y en el mismo Brasil, Minas Gerais, una vez agotada su prosperidad minera), las tierras10. Maurice du Chatenet, Estado actual de la industria minera en el Cerro de Pasco, Anales de la Escuela de Construcciones Civiles y de Minas, 1.a serie, I (Lima, 1880), p. 119. 11. Informe del cnsul britnico en Valparaso, Charles R. Nugent, 17 de marzo de 1825, en R. A. Humphreys, ed., British consular reports on the trade and politics of Latn America, Londres, 1940, pp. 96 y ss.

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neogranadinas y los llanos venezolanos, vastas extensiones de Amrica Central, buena parte del valle central de Chile y todo el Ro de la Plata y el sur de Brasil. En la primera mitad del siglo xix este sistema de explotacin que an estaba tecnolgicamente muy atrasado no significaba necesariamente (como signific ms tarde) limitar la explotacin ganadera a las zonas ms aptas dentro de esas vastas tierras. Lo que haca que slo algunas de entre ellas se incorporaran slidamente a la nueva economa exportadora tena entonces menos que ver con la esfera de la produccin que con la mercantil: la capacidad de volcar esa produccin en circuitos comerciales preexistentes tanto antes como despus de la independencia es lo que explica el xito de la ganadera rioplatense, venezolana o sur-brasilea. Dada la extrema falta de capital y ante el hecho de que eran unas reas muy poco pobladas donde la disciplina social en muchos casos se vea seriamente afectada por los tiempos revueltos, la expansin de la produccin vacuna se basaba en la extensin de tierra disponible. Sin embargo, la diferencia entre la i creciente prosperidad de los ganaderos de Buenos Aires y el empobrecimiento de los de la vertiente del Pacfico en Centroamrica como observaba John L . Stephens a mediados de siglo resida en el hecho de que los hacendados de Centroamrica cuyas propiedades eran tan grandes como algunos principados europeos no podan vender su intil riqueza, mientras que los hacendados del Ro de la Plata tuvieron libre acceso al mercado europeo.12 Ello se deba a que la expansin de las importaciones de ultramar consecuencia de la liberalizacin del mercado haba tenido lugar antes y con mayor intensidad en el Ro de la Plata que en ningn otro sitio y esto cre la necesidad de una corriente de exportacin que hiciera posible la perduracin de las importaciones. En Chile, a pesar de la ausencia de unas circunstancias parecidas a las del Ro de la Plata, tambin hubo un incremento de la ganadera para la exportacin, aunque su volumen fue mucho menor. Los importadores de Buenos Aires, Montevideo y / Valparaso necesitaban productos para enviar a Europa y sus barcos necesitaban carga para el viaje de regreso. Algunas veces tomaron a su cargo la responsabilidad de exportar productos ganaderos. La falta de importaciones era lo que impeda la expansin de las exportaciones a otras reas menos afectadas por la apertura mercantil y esto fue lo que ciertamente ocurri, hasta mediados del siglo xix, en la costa del Pacfico desde Guayaquil a California. La apertura del comercio permiti que los ganaderos latinoamericanos pudieran acceder al mercado europeo que desde haca mucho tiempo estaba dominado por los rusos. Esto limitaba las posibilidades de la expansin latinoamericana, pero a pesar de todo pudo extenderse dada la abundancia y la baratura de la tierra. El descenso secular del precio de los cueros en el mercado europeo recort peligrosamente el margen de ganancia de los hacendados. La cra se mantuvo y se expandi gracias a la diversificacin de las exportaciones de origen pecuario; el cuero mantuvo desde luego su posicin dominante y la carne salada (charque y tasajo), cuya exportacin haba comenzado antes de la crisis de la independencia, ya hacia 1820 recuper los niveles de preguerra y estos continua12. John L . Stephens, Incidents of travel in Central America, Chiapas and Yucatn, New Brunswick, N..I., 1949, I , pp. 300-301.

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ron aumentando hasta mediados de siglo. La carne salada hall su mercado en las zonas esclavistas tropicales (Cuba y Brasil, sobre todo). A partir de 1830, el sebo comenz a pesar cada vez ms en las exportaciones a Europa y, a diferencia de los cueros, goz de una subida casi constante de precios. Buena parte del sebo exportado no era ya en rama, sino grasa concentrada al vapor; propietarios y comerciantes de la zona rioplatense instalaron vapores para producir sebo y grasa. Por lo tanto, su produccin inclua un aspecto manufacturero, si bien era de carcter muy modesto tanto en lo referente a la demanda como en el nmero y en la especializacin de la mano de obra, como tambin en la inversin de capitales. La produccin de tasajo exiga una dimensin manufacturera mucho ms importante. El saladero, establecido en un puerto o cerca de l, agrupaba un nmero de trabajadores que casi nunca bajaba de cincuenta y en los ms grandes llegaba a varios centenares que se especializaban en tareas bien diferenciadas cubriendo las distintas etapas de elaboracin, desde el sacrificio del animal hasta el salado y secado de las mantas de carne. A l revs de lo que ocurra en el sur brasileo, donde estas empresas manufactureras marcadas por tantos rasgos capitalistas utilizaban predominantemente mano de obra esclava, en el Ro de la Plata y Chile la que trabajaba en el saladero era asalariada y se beneficiaba de los altos niveles de remuneracin que por entonces reciban los trabajadores especializados en las ciudades hispanoamericanas.13 La fuerza de trabajo necesaria para la cra del vacuno tambin era asalariada: el trabajador perciba salarios en dinero y no se vea forzado por presin extraeconmica o por el aislamiento a gastarlos exclusivamente en lo que adquira de su patrn, o del comerciante que deba a este patrn la posibilidad de traficar en la estancia. Este era el caso de los trabajadores temporales y especializados (domadores, herradores, arrieros), cuyo nivel de remuneracin era mucho ms alto que el de los permanentes. Pero, a pesar de que estos ltimos podan no tener acceso directo al mercado de consumidores (lo que est lejos de ser evidente en todos los casos) y eran objeto de medidas legislativas que los obligaban a estar siempre empleados so pena de sufrir encarcelamientos, trabajos forzados o enrolamiento en el ejrcito, todo este aparato de control social y poltico los testimonios de todas las zonas de ganadera vacuna lo confirman slo serva para asegurar la presencia de la fuerza de trabajo en la hacienda vacuna; su disciplina era relativa en parte porque la cra del vacuno requiere muy poca y en parte debido a la escasez de mano de obra. De los diferentes tipos existentes de produccin ganadera (sobre las reas medio vacas de Amrica Latina) la vacuna fue de lejos la ms afectada por las consecuencias de la liberalizacin comercial de principios del siglo xix La lanar y cabra y la de especies aborgenes se hallaban bien implantadas en las zonas ms antiguas que estaban ms densamente pobladas y donde esta herencia tena un peso muy grande, pero su transformacin slo se hizo sentir en la segunda mitad de siglo, cuando nuevas corrientes comerciales se volvieron ms intensas y13. Sobre el sur de Brasil, vase Fernando H . Cardoso, Capitalismo e escravido no Brasil meridional: o negro na sociedade escravocrata do Rio Grande do Sul, Sao Paulo, 1962. Sobre la regin del Ro de la Plata, vase Alfredo J. Montoya, Historia de los saladeros argentinos, Buenos Aires, 1956.

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alcanzaron de modo ms parejo a toda Hispanoamrica. Mientras tanto, slo en Per se asisti a un crecimiento importante de las exportaciones de lana, tanto de oveja como de los auqunidos andinos, pero no es evidente que ello se debiera al crecimiento del nmero de cabezas de ganado lanar sino ms bien a la reorientacin hacia la exportacin a ultramar de fibras que antes eran utilizadas por la tejedura andina.14 Algunas ramas de la agricultura lograron utilizar ms ampliamente que la ganadera ovina las oportunidades abiertas por la liberalizacin comercial, aunque ninguna de ellas se adapt tan bien como la ganadera vacuna a las condiciones de la economa. Los cultivos de clima templado (cereales, vid, olivo) desde luego estaban limitados por la falta de demanda adicional en el mercado europeo y por los altos costos del transporte. La exportacin de tabaco (que se puede producir tambin en clima templado) no aument significativamente hasta mediados de siglo y slo en Colombia ese proceso se empez ya a insinuar en los ltimos aos de la dcada de 1840. El cacao segua teniendo su mercado ms importante en la antigua metrpoli; los cambios en la estructura del comercio exterior no podran entonces afectarlo tan favorablemente como a otras exportaciones; pese a ello, sigui creciendo la produccin en la costa ecuatoriana y tambin en Venezuela, que fue el gran centro productor en los ltimos aos de la etapa colonial, y si bien el peso relativo de la exportacin cacaotera baj, su valor absoluto ascendi un poco. En Venezuela, y en menor medida en Ecuador, el cacao se haba cultivado con mano de obra esclava. A l parecer en Ecuador, desde el comienzo de la reconstruccin econmica posterior a la independencia, los claros aqu menos significativos dejados en la poblacin esclava por las manumisiones y los enrolamientos forzosos que trajo la guerra se cubrieron con indgenas de la costa y de la sierra. No se les encuadr en la unidad que haba sido la hacienda tradicional, sino que se les instal en terrenos del hacendado a quien entregaban parte de los frutos y por lo que parece a menudo tambin pagaban renta en trabajo.15 La trayectoria venezolana es ms compleja, dado el previo predominio del trabajo esclavo; si bien aqu la guerra desorganiz ms el control sobre la mano de obra que en Ecuador, en la posguerra se intent, de forma sostenida y no totalmente infructuosa, volver a algunos de esos esclavos a la obediencia de sus amos, y poner a los negros emancipados en una situacin en muchos aspectos comparable a la de los que no lo eran. Aun as, el peso tanto de los esclavos como de los ex esclavos en la fuerza de trabajo fue bajando constantemente. Parece que en Venezuela fueron reemplazados ms frecuentemente por asalariados que por campesinos que cultivaban tierras propiedad de los hacendados a cambio de la entrega por parte del terrateniente de lotes para sus propios cultivos. La prdida de peso relativo que sufri el cacao dentro de la agricultura 14. Jean Piel, The place of the peasantry in the national life of Per in the nineteenth century, Past and Present, 46 (1970), pp. 108-136. 15. Sobre Venezuela, vase John V. Lombardi, The decline and abolition of negro slavery in Venezuela, 1820-1854, Westport, Conn., 1971, passim. Sobre Ecuador, vase Michael T. Hamerly, Historia social y econmica de la antigua provincia de Guayaquil, 1763-1842, Guayaquil, 1973, pp. 106 y ss.

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venezolana se debi sobre todo a la expansin del cultivo de caf. sta comenz ya en la poca colonial y alcanz su ritmo ms intenso en la dcada de 1830. El cultivo de caf, que en su mayor parte utilizaba mano de obra asalariada, al expandirse en nuevo territorio requera una espera de tres aos entre la plantacin de los arbustos y la primera cosecha. Esta expansin estuvo a cargo de terratenientes que no disponan del capital necesario y que por lo tanto debieron recurrir al prstamo. La ley del 10 de abril de 1834, que eliminaba las limitaciones a la libertad contractual impuestas por la legislacin antiusuraria heredada de la etapa colonial, persegua precisamente el propsito de crear un mercado de capital ms amplio y quiz lo logr demasiado bien, ya que la prosperidad cafetalera impuls a los terratenientes a tomar dinero a prstamo a un precio muy alto y cuando esa prosperidad ces, a partir de 1842, tuvieron sobradas ocasiones para lamentarlo. Las tensiones existentes entre una clase terrateniente crnicamente endeudada y un sector mercantil y financiero que quera cobrar esas deudas seran el trasfondo de la atormentada historia poltica de Venezuela durante varias dcadas. Sin embargo, al acabarse la prosperidad cafetalera, debido a la depresin de los precios, el caf no perdi su posicin central en la economa exportadora venezolana. El volumen de las exportaciones subi alrededor del 40 por 100 en el quinquenio siguiente a la crisis de 1842 comparado con el de los cinco aos anteriores, y este nuevo nivel se mantuvo hasta que en 1870 comenz una nueva y gran expansin. A mediados de siglo el caf constitua ms del 40 por 100 de las exportaciones venezolanas y en la dcada de 1870 ms del 60 por 100.'6 A diferencia de lo que ocurra en Brasil, donde la expansin del cultivo de la caa en estos aos dependa casi totalmente de la mano de obra esclava, los productores de caf venezolanos generalmente empleaban mano de obra libre. Sin embargo, la creciente penuria financiera de los propietarios hizo que cada vez se emplearan menos asalariados: ahora se hicieron ms frecuentes los contratos con cuneros que a cambio de la tierra recibida trabajaban los cafetales del terrateniente; este tipo de contratos pasaron a constituir el sistema de relacin dominante entre los propietarios y los trabajadores rurales en las zonas cafetaleras venezolanas. As pues, pese a la necesidad de capital y de mano de obra, en Venezuela la agricultura cafetalera encontr el modo de sobrevivir y de expansionarse en una etapa en que la plantacin con mano de obra esclava ya no era una solucin viable a largo plazo. Por otro lado, el cultivo de la caa de azcar en toda Hispanoamrica se basaba en el sistema de la plantacin que empleaba mano de obra esclava (las reducidas zonas productoras de Mxico eran una solucin slo parcial) y le result difcil salirse de l. En la costa peruana, la agricultura azucarera utilizaba mano de obra esclava al igual que durante el periodo colonial. Los plantadores azucareros siempre mencionaban la imposibilidad de obtener ms esclavos como una de las causas principales del estancamiento de la produccin (hasta la dcada de 1860). Sin embargo, parece que la falta de mercado es una explicacin ms satisfactoria. En Cuba que con Puerto Rico fueron colonias espaolas a lo largo del periodo la agricultura tropical, concretamente el cultivo de la caa de azcar,16. Izard, Seres estadsticas, pp. 191-193.

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alcanz paradjicamente un desarrollo espectacular. La breve ocupacin britnica de La Habana, en 1762, se considera el punto de partida de una etapa expansiva que en medio de altibajos continuara por ms de un siglo. Desde finales del siglo xvm la economa cubana que hasta entonces haba sido diversificada pero poco desarrollada se fue orientando hacia el predominio del azcar, si bien el tabaco y el caf tambin avanzaron, mientras la ganadera vacuna, primero predominante, retrocedi aunque no acab de desaparecer. La monarqua ilustrada facilit en parte el proceso de abolir las leyes que regan la adquisicin y la utilizacin de la tierra. Pero otros cambios influyeron an ms directamente, sobre todo el fin del dominio francs en Saint-Domingue [Hait] que elimin al mayor productor de azcar del mundo y motiv la emigracin a Cuba de algunos de sus hacendados con su capital y sus esclavos. A comienzos del siglo xix el centro de gravedad de la produccin azucarera pas de la provincia de oriente a la de La Habana. La unidad productiva, el ingenio, continu siendo relativamente pequea durante varias dcadas debido al alto costo del transporte y a la necesidad de disponer de combustible. Haba grandes productores dueos de mltiples ingenios, pero la mayor parte dependan de los comerciantes (que les anticipaban el capital inicial y que les siguieron proveyendo de mercancas y sobre todo de esclavos). La provisin continua de esclavos, en su mayor parte provinientes de frica, es lo que hizo posible la expansin azucarera cubana. Desde la primera dcada del siglo xix, Gran Bretaa y Estados Unidos prohibieron la trata de esclavos en sus territorios y prohibieron a sus subditos que se relacionaran con el trfico internacional de esclavos. A pesar de la presin internacional, sobre todo britnica, Espaa logr escaparse de un primer compromiso y de otros posteriores de abolir la trata. La proteccin que se dio al comercio de esclavos no fue el motivo menos importante para que los seores del azcar aceptaran el dominio de Espaa sobre la isla, dado que una Cuba independiente an hubiera podido oponerse menos que la decadente monarqua espaola a las exigencias britnicas. A lo largo del siglo xix, hasta que no concluy el trfico de esclavos en la dcada de 1860 diez aos despus de que hubiera sido suprimida definitivamente en Brasil, Cuba import centenares de miles de esclavos. El trfico alcanz el punto ms alto entre 1835 y 1840; en estos seis aos entraron 165.000 negros en la isla, la mayor parte de ellos destinados a las plantaciones. La poblacin esclava pas de los escasos 40.000 de 1774 a casi 300.000 en 1827 cuando la poblacin blanca dej de constituir la mayora de la poblacin y ascendi a 450.000 en 1841." En la dcada de 1840, cuando el control britnico sobre la trata se hizo ms eficaz, la importacin de esclavos descendi, pero aun as la expansin de la caa continu durante dos dcadas ms. Sin embargo, ya no se dependa tanto del gran aumento de la fuerza de trabajo esclava. El ferrocarril no slo facilit la comunicacin entre las zonas azucareras y los puertos sino que tambin hizo posible una expansin del cultivo del azcar que anteriormente haba sido imposible dados los altos costes del transporte; tambin liber a la hacienda de su17. Franklin W. Knight, Slave society in Cuba during the nineteenth century, Madison, 1970, pp. 22 (tabla 1) y 86 (tabla 8). Para ms cuestiones sobre la industria azucarera cubana y la esclavitud, vase Thomas, HALC, V, captulo 5.

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dependencia de los recursos energticos cercanos, permitiendo as que la caa de azcar se expansionara en una proporcin mucho mayor que antes en las tierras de la hacienda. Ms tarde, el ferrocarril lleg hasta la misma hacienda, consiguiendo que la comunicacin interna fuera ms barata y eficaz, lo que a su vez permiti superar las limitaciones que antes haban fijado las dimensiones de cada hacienda.18 Paralelamente, la creciente dificultad de suministrar esclavos conllev una ' transformacin paralela en la industria azucarera: una utilizacin mayor de la mquina de vapor. A la vez, esto hizo, por un lado, ms inevitable la transicin de la hacienda de cien esclavos, y que produca 100 toneladas anuales de azcar, a las propiedades de dimensiones mucho mayores y, por otro, ocasion la sustitucin de una parte importante de los hacendados. Lgicamente, los que supieron sacar ms ventajas de estas nuevas circunstancias no eran terratenientes sino comerciantes. No se trat simplemente de una diferencia de mentalidad, sino ante todo de recursos: slo unos cuantos de los viejos seores del azcar podan hacer las inversiones que requera la modernizacin. La historia de la expansin de la produccin cubana de azcar de caa que an se basaba en la esclavitud es la de mayor xito econmico que hubo en Latinoamrica en la primera mitad del siglo xix. Aparte de la pequea aportacin de capital britnico invertida en los ferrocarriles, este triunfo no se debi a que la economa cubana se hubiera incorporado ms plenamente al mercado de capitales que se expanda en Europa. El capital requerido para el incremento de la produccin del azcar provino de la misma isla (cuyo capital mercantil, como hemos visto, goz de una posicin predominante), de Espaa o de los peninsulares que abandonaron el continente americano despus de la independencia. (Cuba parece que fue el principal refugio de los que, por ejemplo, salieron de Mxico en la dcada de 1820.) En Cuba, al igual que en el resto de Hispanoamrica, hubo una ausencia casi total de capital de nueva procedencia externa. Pese a ello, a diferencia de la Hispanoamrica independiente, Cuba alcanz una tasa de crecimiento impresionante durante este periodo. El xito excepcional de la economa exportadora cubana fue el principal impulsor de las transformaciones de gran alcance que conoci la sociedad islea, de las que el cambio en el equilibrio tnico no fue la menos importante. En la Hispanoamrica continental, la economa de exportacin que an en las reas ms favorecidas no se expandi al ritmo de la cubana influy mucho menos en los cambios sociales ocurridos en la etapa que sigui a la independencia. Sin embargo, para la mayora de los observadores coetneos el cambio social creaba obstculos y limitaciones a los que las economas de exportacin se deban adaptar. Esto no quiere decir que no haya ejemplos de comarcas donde los cambios en el tejido social no fueran inducidos por el crecimiento de la produccin de productos para la exportacin. Por ejemplo, en el Norte Chico chileno la socie18. Un excelente anlisis de este proceso se debe a Manuel Moreno Fraginals, El ingenio:el complejo econmico-social cubano del azcar, vol. I : 1760-1860, La Habana, 1964.

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dad estaba estructurada sobre lneas menos rgidas que las del Chile central. Sin embargo hay pocos ejemplos tan claros como ste e incluso en este caso su impacto en el conjunto de la sociedad chilena fue relativamente ligero. Los otros casos de sectores exportadores en expansin, desde el gran xito de los cueros de la regin del Ro de la Plata y del caf venezolano hasta los ms modestos como el de la lana en el sur de Per, tienden a confirmar el punto de vista de que el esfuerzo de incrementar las exportaciones slo poda tener xito si sus protagonistas aprendan a adaptarse a la estructura social que estaba cambiando lentamente pero sobre la cual su propia influencia era marginal. Como que a lo largo de la mayor parte de la Hispanoamrica continental, desde Mxico hasta Centroamrica, desde Nueva Granada (actual Colombia) a la costa peruana y Bolivia, la expansin del sector de exportacin era inesperadamente dbil en este periodo, es necesario observar otros factores que influenciaran en la fijacin del rumbo del cambio social. Sobre todo hay que tener en cuenta la crisis del viejo orden colonial (y no slo de su estructura administrativa, sino tambin del conjunto de normas que regulaban las relaciones entre los grupos sociales y tnicos) y la apertura de Hispanoamrica al comercio mundial con todo lo que significaba (y no slo en su dimensin econmica). Las guerras de independencia desde luego socavaron al Antiguo Rgimen en la Amrica espaola. Se trat de las primeras guerras que desde la conquista afectaron directamente a casi toda la Amrica espaola. No slo contribuyeron a destruir sus riquezas, como se ha visto, sino tambin a cambiar las relaciones existentes entre los diferentes sectores de la sociedad hispanoamericana. La fragmentacin del poder poltico, la militarizacin de la sociedad y la movilizacin, a causa de la guerra, de recursos y, sobre todo, de hombres comportaron que el viejo orden social y en especial el control social ejercido sobre las clases subordinadas no se restableciera completamente nunca ms, por ejemplo, en la llanura y en la regin de oriente de Venezuela, en la sierra peruana, en Bolivia y en los llanos de Uruguay. Durante y despus de las guerras de independencia hispanoamericanas las relaciones sociales tambin se vieron profundamente afectadas por una nueva ideologa liberal e igualitaria que rechazaba la caracterstica sociedad jerarquizada del periodo colonial y que aspiraba a integrar los diferentes grupos sociales y tnicos en una sociedad nacional a fin de reforzar la unidad de los nuevos estados. Sobre todo tres rasgos de la sociedad hispanoamericana se oponan a la corriente liberal e igualitaria de principios del siglo xix: la esclavitud negra, las discriminaciones legales tanto pblicas como privadas existentes sobre los individuos de razas mezcladas, y la divisin de la sociedad, tan vieja como la misma conquista, en una repblica de espaoles y en otra repblica de indios, las barreras entre las cuales si bien eran fciles de cruzar an estaban en pie en 1810. A principios del siglo xvm la esclavitud en ningn punto de la Latinoamrica continental era tan importante como en Cuba y, por supuesto, Brasil. La mayora de los gobiernos revolucionarios abolieron la trata, en algunos casos ya en 1810-1812. Se dictaron leyes que liberaron de la esclavitud a los hijos de esclava por ejemplo en Chile (1811), Argentina (1813), Gran Colombia (1821) y Per (1821), si bien en algunos casos se estableci un periodo de aprendizaje o

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de trabajo asalariado a cambio de su educacin. Las leyes del nacimiento en libertad en pocos casos se aplicaron en realidad y de cualquier modo, excepto a largo plazo, no atacaban a la institucin misma de la esclavitud. Ya se ha visto que las necesidades de la guerra impulsaron el reclutamiento de esclavos, fueran o no manumitidos. Despus de la independencia slo unos cuantos pases que tenan una reducida poblacin esclava abolieron la esclavitud: Chile (1823), Centroamrica (1824) y Mxico (1829). A la vez, en otras zonas se intent revitalizar la institucin, sobre todo por el agotamiento de las fuentes externas de esclavos. El comercio de esclavos africanos era necesario para poder mantener el sistema esclavista y en la Amrica Latina continental despus de las guerras de independencia slo la regin del Ro de la Plata importaba esclavos en cantidad importante, y esto slo ocurri durante las dcadas de 1820 y 1830. Ello inexorablemente condujo a la decadencia, tanto en cantidad como en calidad, del nmero de esclavos existente, y explica por qu su abolicin en Venezuela, Colombia, Per y Argentina en la dcada de 1850 no provoc ningn desequilibrio social o econmico importante. El ataque a las discriminaciones legales a las que haban sido sometidas las castas fue menos vacilante y en suma tuvo mucho ms xito. Su abolicin sin duda fue menos completa e inmediata de lo que las formulaciones de la etapa revolucionaria permitan suponer; para poner un ejemplo, en la regin del Ro de la Plata, donde la retrica y la legislacin igualitaria floreci ms que en ningn otro sitio en la dcada que sigui a la revolucin de 1810, los mestizos y los pardos no fueron admitidos en la universidad hasta la dcada de 1850. Adems, cuando un nuevo Estado hallaba un inters financiero en mantener las normas diferenciales, las desigualdades perduraron ms; por ejemplo en Per, la contribucin que pagaban las castas, que proporcionaba un ingreso considerable, se aboli, pero poco tiempo despus se reimplant y perdur hasta la dcada de 1850. Sin embargo el sistema de castas en todas partes qued herido de muerte cuando a partir de los primeros aos del periodo nacional ya no fue obligatorio registrar el origen racial de los nios. Incluso en Per, los bautizos y los matrimonios de los mestizos y de los indios ya no se anotaron en libros separados. Cuando se recuerda que ya en las ltimas etapas del periodo colonial, desde Caracas a Buenos Aires, la prosperidad al menos en las reas urbanas de algunas personas de razas entremezcladas, incluso aunque fueran una nfima minora, empez a afectar la composicin tnica de las clases propietarias, es ms fcil entender que la abolicin de la diferenciacin legal entre las castas tuviera xito, si bien no signific la desaparicin de las desigualdades en el momento de pagar las contribuciones. La guerra, por otra parte, favoreci el ascenso de la gente de sangre mezclada a posiciones de influencia militar y, menos frecuentemente, poltica. La lite criolla, an orguUosamente consciente de su pureza tnica, sin embargo se convenci de que era imposible intentar defender sus prejuicios por medio de una discriminacin legal o poltica. Las necesidades fiscales de los nuevos estados tambin pesaron en la lentitud con que se modific la posicin legal de los indios en el medio siglo que sigui a la independencia. Espaa haba abolido el tributo indio en 1810. De entre los pases nuevamente independientes que tenan una gran poblacin india, slo Mxico no lo volvi a reimplantar, pero en Per y Bolivia, y en menor medida

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en Nueva Granada y en Ecuador, a pesar de su abolicin legal (en algunos casos reiterada, como por ejemplo en el Congreso de Ccuta en 1821), el tributo continu siendo una fuente de ingresos importante para el gobierno, ya fuera bajo su nombre tradicional o bien encubierto con algn eufemismo transparente." Se sabe relativamente poco del impacto de los cambios que acompaaron el fin del dominio colonial sobre los indios. La investigacin al respecto revela un panorama bsicamente estable pero rico en variedad y contrastes. Esto no debe sorprender dada la gran variedad de situaciones que ya existia antes de la crisis final del sistema colonial. La hispanizacin cultural y la integracin econmica y social desde luego haban avanzado ms en unas zonas que en otras. El contraste existente entre el centro-norte y el sur de Mxico una cuestin que se investiga desde hace muy poco ahora es tan clara como el que ya se saba que exista entre las regiones costeras y las sierras de Per y Ecuador. Estas diferencias determinan el efecto que la crisis de la independencia tuvo sobre los indios. Ms que los cambios jurdicos especficos, fueron los cambios ms generales, acaecidos en el sistema poltico, social y econmico que acompaaron las crisis de la emancipacin, los que tuvieron mayor impacto. Por ejemplo, la dcada de rebeliones indias que hubo en Mxico en el periodo posterior a la independencia fue consecuencia de la relajacin general que sufri la disciplina poltico-social que exista anteriormente en el Mxico rural. Aunque los nuevos regmenes introdujeron en casi todo cambios sustanciales en el status legal de los indios y adoptaron un concepto de la posicin del indio en la sociedad bsicamente diferente del que exista bajo el Antiguo Rgimen, parece que estas innovaciones especficas tuvieron menos repercusin que la que provoc la crisis general del viejo sistema. A l nuevo orden le repugnaba la nocin de que existiera una repblica de indios separada y paralela y se neg a adoptar un mtodo alternativo que reconociera, legal y polticamente, un sistema de vida distinto para los indios. Adems, la institucin bsica de la repblica de indios, la comunidad india dotada de derechos sobre la tierra, ahora se consideraba aberrante en trminos jurdicos, perjudicial en trminos econmicos (dado que impide la incorporacin de la tierra y el trabajo en la economa de mercado) y desastrosa en trminos sociales y polticos porque se le considera como un gran obstculo para la asimilacin de los indios en el nuevo orden poltico. A pesar de todo, la comunidad campesina, que habia sufrido un lento proceso de erosin incluso durante el periodo colonial, sobrevivi notablemente bien en Mxico, en Centroamrica y en las repblicas andinas durante la primera mitad del siglo que sigui a la independencia. Bolvar en Per, por ejemplo, propuso su disolucin legal (que hubiera convertido a sus miembros en propietarios individuales), pero esto slo funcion ocasionalmente y aun entonces no parece que afectara el funcionamiento real de la vida de la comunidad. Tampoco se produjo una agresin importante sobre el patrimonio territorial all donde las comunidades haban logrado preservarlo durante el periodo colonial a pesar de que exista un clima ms favorable para hacerlo. Seguramente que la fragilidad del nuevo orden poltico y la falta en este periodo de presin19. Nicols Snchez-Albornoz, Tributo abolido, tributo impuesto. Invariantes socioeconmicas en la poca republicana, Indios y tributos en el Alto Per, Lima, 1978, pp. 187-218.

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demogrfica retrasaron esta agresin, pero en ello an influy ms la falta de un desarrollo importante de la agricultura comercial. En suma, la principal explicacin de la estabilidad social de las reas habitadas masivamente por indios radica en el lento impacto de los nuevos nexos externos sobre las complejas y desarticuladas estructuras de la economa hispanoamericana (por ejemplo, el aislamiento econmico real de la regin andina). En una zona muy vasta de Hispanoamrica, la falta de estmulos (que hubieran podido aparecer por una expansin del mercado) debilit la tendencia hacia una concentracin mayor de la tierra y el avance de la hacienda a costa de las comunidades campesinas indias. La propiedad de la tierra fuera de las comunidades indias por supuesto continu estando muy concentrada, pero las propiedades cambiaron de manos ms frecuentemente durante los aos de guerra civil y de conflictos polticos que durante el periodo colonial y algunas veces las grandes propiedades se dividieron. El estudio efectuado sobre un rea cercana a la Ciudad de Mxico revela cmo una gran propiedad se convirti en botn, apenas disimulado, de la victoria poltica y militar; Agustn de Iturbide fue el primer gran propietario nuevo y despus pas a manos de Vicente Riva Palacio que perteneca al grupo liberal que emergi por primera vez en la dcada siguiente. Sin embargo, a la larga, este botn se hizo menos atractivo, en parte porque la debilidad del sistema tradicional que proporcionaba mano de obra rural hizo que la explotacin de estas tierras resultara menos rentable que en tiempos anteriores.20 En Jiquetepeque, en la zona costera del norte de Per, en este periodo se acentu la consolidacin de una clase de grandes propietarios criollos formada en parte por individuos que haban sido enfiteutas de tierras anteriormente eclesisticas y en parte por civiles y oficiales militares de la nueva repblica.21 En Venezuela, el general Pez, entre otros, se convirti en propietario, clase con la que se haba identificado polticamente. En la regin de Buenos Aires haba tanta tierra disponible para la cra de ganado que pudo dividirse en grandes propiedades y distribuirla sin grandes conflictos entre los nuevos y los antiguos propietarios. Sin embargo, es peligroso sacar alguna conclusin general sobre la propiedad despus de la independencia dada la dimensin y la diversidad de Hispanoamrica y la escasa investigacin que se ha hecho sobre el tema. En las ciudades, la lite criolla fue la principal beneficiara de la emancipacin poltica; consigui sus objetivos de desplazar a los espaoles de los cargos burocrticos y del comercio, a la vez que la creacin de gobiernos republicanos independientes hizo aumentar las oportunidades de pcupar puestos gubernamentales y polticos. Sin embargo, la lite urbana, comparada con la del periodo prerrevolucionario, ahora era ms dbil por diversos factores: por la eliminacin del patrimonio y del prestigio de los mismos espaoles que haban sido una parte muy importante de ella; por la entrada, si bien no la completa integracin, de los comerciantes extranjeros que tan a menudo sustituyeron a los espaoles; por la movilidad ascendente de los mestizos, y sobre todo por la sustitucin de20. John M . Tutino, Hacienda social relations in Mxico: the Chalco regin in the era of Independence, Hispanic American Histrica! Review, 55/3 (1975), pp. 496-528. 21. Manuel Burga, De la encomienda a la hacienda capitalista. El valle de Jiquetepeque del siglo xvi al xx, Lima, 1976, pp. 148 y ss.

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un sistema de poder basado en una metrpoli que lo ejerca a travs de sus ciudades que eran los centros polticos y administrativos por otro sistema, con bases ms locales, ms rurales, en que el poder lo ejercan los hacendados y los caudillos. Las lites urbanas vieron cmo se les sustraa parte de estas bases materiales de su preeminencia y tambin de buena parte de su justificacin ideolgica. E n u n momento en que la riqueza, comparada con el pasado, se estaba convirtiendo en el criterio principal de la diferenciacin social, monopolizaron menos la riqueza que antes. Esto les llev a considerarse, ms que en el pasado, como una clase instruida, pero cada vez se acept menos que la ilustracin justificara la posicin que uno ocupaba en la sociedad. Su rechazo dio lugar a que se iniciara un entendimiento (seguramente exagerado por la lite urbana) entre los caudillos rurales (o urbanos) de tendencia conservadora y el sector popular urbano, ms nuriieroso, ms prspero e influenciado en mayor o menor medida por las ideas igualitarias difundidas por las revoluciones de independencia. Esto nos lleva a considerar un problema que es crucial para entender qu fue lo que ocurri en esta fase de la evolucin de la sociedad urbana, en particular en las ciudades ms directamente afectadas por la liberalizacin del comercio exterior. Se suele afirmar que esta liberalizacin que posibilit la importacin de productos de las nuevas industrias de Gran Bretaa y de Europa en gran cantidad debi tener efectos nefastos sobre aquellos que producan estos productos localmente con mtodos artesanales; es decir, que la pauperizacin de los sectores populares urbanos fue la consecuencia inevitable del libre comercio. E l argumento contrario sustenta que ya antes de 1810 la importacin de productos de lujo (telas de Castilla, utensilios metalrgicos, vinos) y el comercio intrarregional, tanto de estos productos como de los de consumo popular, ya haban limitado la expansin de las manufacturas urbanas y que, adems, la expansin del comercio exterior condujo a un aumento del mercado interior que cre nuevas oportunidades a los artesanos locales. U n o y otro efecto sin duda se hicieron sentir y su punto de equilibrio no pudo ser el mismo en todos los centros urbanos hispanoamericanos. 28 U n a de las consecuencias ms evidentes de la expansin del comercio y de la creciente complejidad de la sociedad urbana fue la aparicin de un grupo ms numeroso de comerciantes al detalle. E l aumento del volumen de las importaciones no condujo necesariamente a que los grandes importadores extranjeros abandonaran la prctica espaola de vender directamente al pblico, pero se vieron obligados a dirigir una parte creciente de su negocio al detalle hacia un nmero en aumento de pequeos tenderos. L a expansin del consumo de trigo comport la sustitucin de diferentes tipos de pan de maz que se producan domsticamente en casa, por un producto que a menudo se compraba en las tiendas. Por otro lado, el movimiento de personas dio lugar a la apertura de ms fondas. Adems, aunque el incremento del volumen de telas importadas bien pudo afectar negativamente a los productores locales que en efecto eran raros de encontrar en los centros urbanos importan22. Para un sugerente examen de estos cambios en Santiago de Chile, vase Luis Alberto Romero, La Sociedad de la Igualdad. Los artesanos de Santiago de Chile y sus primerasexperiencias polticas, 1820-1851, Buenos Aires, 1978, pp. 11-29.

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tes, cre una demanda de ms modistas y sastres en las ciudades donde se concentraba su consumo. En general, si bien no del todo, se produjo ms bien un aumento que una decadencia de los sectores ms prsperos de las clases bajas en las ciudades hispanoamericanas en el periodo que sigui a la independencia. Ello en parte explica que las lites urbanas a menudo se mostraran preocupadas por el orden social que se crea amenazado, pero que a pesar de ello no afrontaran desafos abiertos. Sin embargo, haba pocas oportunidades de que los sectores no primarios de la economa hispanoamericana se desarrollaran de forma autnoma en el nuevo orden econmico internacional tras la independencia. La dependencia econmica entendida, para este periodo, sobre todo como la aceptacin de un lugar en la divisin internacional del trabajo fijado de antemano por la nueva metrpoli econmica impuso limitaciones rgidas sobre las posibilidades de diversificacin econmica en las reas as incorporadas ms estrechamente en el mercado mundial. Hasta finales del periodo que se est analizando, Mxico fue de hecho el nico pas de Hispanoamrica que pudo crear una industria textil capaz de transformar su proceso productivo y pudo competir con las telas que se importaban. Cuando se examinan las razones de este triunfo de Mxico, parece que los factores ms importantes fueron las dimensiones del mercado y la existencia desde el periodo colonial de un activo comercio interno que hizo econmicamente posible la produccin a la escala que la nueva tecnologa requera. Adems, en esta primera etapa exista una gran cantidad de artesanos concentrados en el centro urbano de Puebla para emplear en la nueva y ms claramente industrial fase de la produccin textil mexicana.23 En los otros pases, el mercado interior o bien era mucho ms limitado menos gente, y a menudo con ingresos inferiores que los de Mxico y estaba suministrado por los comerciantes extranjeros (como era el caso de la regin del Ro de la Plata), o bien continuaba siendo muy pequeo, desintegrado y muy aislado del mundo exterior, como en toda la regin andina. Ah sobrevivi el sistema tradicional de la confeccin de tejidos y tambin de otras muchas cosas. En este repaso necesariamente breve de las continuidades y de los cambios que se dieron en la sociedad hispanoamericana en el periodo que sigui a la independencia no se ha mencionado una variable que poda esperarse que fuera bsica: la evolucin demogrfica. Este silencio se debe en parte a que se sabe muy poco de las caractersticas demogrficas, pero sobre todo porque lo que se sabe de ella permite concluir que no fue un factor decisivo en la evolucin de la sociedad a diferencia de lo ocurrido en el periodo colonial o como lo sera a partir de 1870. En Mxico, despus del aumento de la poblacin que se haba dado en el siglo xvm, las primeras dcadas del siglo xix parecen reflejar una cada de la poblacin en algunas reas y un estancamiento general. En el resto de Hispanoamri