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John Russell Bartlett La Frontera Entre México y Estados Unidos 1852

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John Russell Bartlett, comisionado por el por el gobierno norteamericano para medir la Frontera Entre México y Estados Unidos, la recorre con un grupo de agrimensores en 1852. Su paso por Monterrey, NL. y sus bocetos del lugar.

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John Russell Bartlett

La frontera entre México y Estados Unidos 1852

5/4/2015

Jorge H. Elías

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La frontera entre México y Estados Unidos 1852

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John Russel Bartlett. La frontera entre

México y Estados Unidos en 1852

Jorge H. Elías

Una travesía de más de 3 mil Kilómetros

John Russell Bartlett fue un historiador y Lingüista norteamericano originario del estado de Rhode Island (1805 -1886).

Entre 1850 y 1853, desempeñó el cargo de comisionado responsable de medir los límites internacionales entre Estados Unidos y México. Para esa tarea emprendió, junto con un grupo de agrimensores, un viaje por los Estados norteños de México y los del sur de Estados Unidos comenzando en las Californias y avanzando hacia el sureste. Recorrió partes de California y Baja California Norte, Arizona, Nuevo México,

Sonora, Chihuahua, Durango, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Texas1.

A lo largo de su recorrido Bartlett fue redactando un diario bastante detallado de sus experiencias durante el trayecto. En él puntualiza los paisajes, especifica las distancias entre pueblos y lugares donde acampa. Narra anécdotas, incidentes, peligros y vicisitudes. Traza, junto con su diario, múltiples bocetos a lápiz a partir del paisaje, los caminos, la vegetación, etc. También dibuja personas, ciudades, casas, montañas, rocas, ruinas, piezas y restos cerámicos y mapas a lo largo de toda la frontera. El resultado de esta travesía es, sin lugar a dudas, un trabajo de inmenso valor artístico, científico e histórico vertido en su obra: “Personal Narrative of Explorations and Incidentes in Texas, New Mexico, California, Sonora and Chihuahua, connected with The United States and Mexican Boundary Commission, during the years 1850, ’51, ’52, and ’53”2

Una recopilación de más de 230 obras de Bartlett se puede consultar on line en la página web de “The John Carter Brown Library at Brown University”3 Allí, los paisajes en color de Nuevo México y Arizona, junto con los bocetos de nativos, creo yo, son los

1 Es difícil contabilizar los kilómetros recorridos por este grupo de exploradores. Con la herramienta de Google-

Maps y siguiendo aproximadamente los lugares que aparecen en la “Personal Narrative…” de Bartlett el resultado

del recorrido a pié es de 3,167 Kms durante 641 horas. 2 BARTLETT John Russell “Personal Narrative of Explorations and Incidents in Texas, New Mexico, California, Sonora

and Chihuahua, connected with The United States and Mexican Boundary Commission, during the years 1850, ’51,

’52, and ’53” by John Russell Bartlett United States Commissioner During that Period. In Two Volumes Whid Map

and Illustrations New York D. Appleton & Company, 346 & 348 Brodway, and 16 Little Britain, London. 1854.

https://books.google.com/books?id=bXoUAAAAYAAJ&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&ca

d=0#v=onepage&q&f=false 3 http://jcb.lunaimaging.com/luna/servlet

3

más atractivos y hermosos. Pero incluso los bocetos de trazos rápidos recogen detalles

de gran interés para la investigación.

La citada colección incluye paisajes realizados en los Estados mexicanos de Chihuahua, Coahuila y Nuevo León. Aunque de entre estos, sólo hay unos cuantos elaborados con detalle y a todo color. La mayoría son bocetos a lápiz, apuntes y

bosquejos realizados in situ.

Figure 1 John Russell Bartlett, Casas Grandes Chihuahua Agosto 9 1852

La tarea de Bartlett era básicamente recorrer y explorar poblaciones relativamente vecinas a la línea fronteriza entre ambos países, y “medir” la frontera. Podemos decir que Bartlett comenzó su recorrido como comisionado en San Diego, California en febrero de 1852 con su pequeño grupo de agrimensores. Durante el recorrido debió afrontar y superar los problemas de toda exploración de aquella época: cruzar o navegar ríos, atravesar desiertos, bosques o lugares montañosos, conseguir alimento para las bestias y los hombres del grupo, contratar guías que dirigiesen al grupo por los mejores caminos, etc. Un tema del que Bartlett hace referencia constante es la incertidumbre al afrontar las bandas de indios de la región. No todas las tribus o naciones eran amistosas y los encuentros con ellas podían llegar a ser fatales.

4

El grupo permaneció unos tres meses California. De San Diego no comenzó inmediatamente a recorrer la frontera. Subió a San Francisco por mar y exploró los Valles de Napa y San José, las misiones de Santa Clara, Monterrey, San Carlos, San

Pedro, Los Ángeles, San Gabriel, San Diego, etc.

Para el 5 de junio, la comisión exploradora se encontraba en Álamo Mucho, actualmente conocido como Mexicali, en Baja California. Continuó su ruta hacia Fort Yuma, explorando los pueblos de indios Pimas y Maricopas en Arizona. El 16 de Julio la comisión llegó a Tucson, Arizona “La ciudad más al norte de México – escribe Bartlett – y un lugar muy antiguo”.

Continuó el grupo hacia el Presidio de Janos, en Chihuahua y después hacia Casas Grandes también en el Estado de Chihuahua llegando a El Paso del Norte (Ciudad

Juárez, Chihuahua) el 18 de agosto.

En el Paso, Bartlett y sus compañeros, permanecieron hasta el 10 de Octubre. Continuaron su recorrido rumbo a la Ciudad de Chihuahua a la que llegaron el 22 de ese mes. De allí partieron hacia Parras de la Fuente Coahuila, ciudad a la que llegaron el 27 de Noviembre. En este tramo de la ruta, Bartlett refiere la escasez de lugares

habitados y la peligrosa presencia de bandas de Apaches.

El 7 de Diciembre el grupo expedicionario se encontraba ya en Saltillo, donde permaneció 3 días. Continuó su ruta hacia el noreste. Del 11 al 15 de Diciembre los exploradores transitaron por Santa Catarina y Monterrey, llegando a Camargo, Tamaulipas, el día 20 del mismo mes. Por fin el 1 de Enero de 1853 la comisión

encargada de medir la frontera llegó a Corpus Christi, Texas, en el Golfo de México.

Figure 2 Trayecto aproximado del Recorrido del Equipo de John R Bartlett desde San Diego, California hasta Corpus Christi,

Texas. 1852.

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Bartlett en Monterrey se aloja en el "Hotel de Coindreau" (Diciembre 1852)

Bartlett y su equipo de exploradores partieron de Saltillo hacia Monterrey el 10 de Diciembre de 1852. El trayecto que hoy día nos demora una hora en automóvil le costó dos días. Esto debido principalmente a problemas con las ruedas de las carretas, que se encontraban en mal estado. El primer detalle que llama la atención en el relato de Bartlett es la preocupación por la seguridad ante el posible ataque de los indios. Para prevenir cualquier incidente, solicita a las autoridades locales una escolta de 10 jinetes la cual le es concedida. Durante el camino no hubo ningún incidente con indios.

Bartlett esperaba llegar a Monterrey al día siguiente. “No pudimos llegar a Monterrey como esperábamos hacerlo – escribe en su diario – y fue mucho tiempo después de que oscureciera cuando alcanzamos la villa de Santa Catarina, en las faldas de la Sierra Madre y a unas veinte millas de Rinconada, donde acampamos”.

Ya el día 12 de Diciembre, cuando la gente de Monterrey se encontraba celebrando la fiesta de la Virgen de Guadalupe con ruidosos cañonazos, el grupo de exploradores llegó a la Ciudad después de haber pasado por el Molino de harina de Jesús María. Entrando en la ciudad encontraron “recintos amurallados, donde junto con variedades de árboles frutales y ornamentales, vimos algunos llenos de naranjas y limones”.

Bartlett señala en su diario que las casas de Monterrey eran “de piedra con altos techos de paja, rodeadas de hermosos jardines con un aire de confort mayor que cualquier otro que hayamos visto, alineadas a la entrada de la ciudad.”

El grupo se alojó en el Hotel de Coindreau. En su diario, Bartlett escribe “we took up our quarters at Coindreau's Hotel” lo que me hace suponer que quizá el Hotel estaría, de alguna manera, organizado para recibir grupos militares o simpatizaba con militares norteamericanos. El hotel probablemente se hallaba en lo que es actualmente la Plaza Hidalgo y debió pertenecer a Don Luis Gustavo Coindrau, originario de Charente, Francia. Coindreau debió llegar a Monterrey procedente de Boston, durante la Batalla de Monterrey o poco tiempo después mientras el ejército norteamericano ocupaba la ciudad4. Fue empresario en aquella época y tuvo una fábrica de velas en la década de 1870s. Bartlett sólo asienta el dato del nombre del Hotel “Cointreau´s” y lo describe brevemente como “un amplio edificio con un gran patio, en el estilo del país”.

4 Datos tomados de la partida matrimonial de Luis G. Coidreau con Doña Francisca de la Garza (Monterrey, 20 de

julio de 1856). El acta señala: “Don Luis Gustavo Coindreau originario de Francia en el Departamento de Charente

Inferior residente que fue en Boston de los Estados Unidos del Norte y vecino de esta ciudad hace 9 años hijo

legítimo del Dr. Don Santiago Coindreau y de Da Ma. Anna Pelagia Jhenard Dumousseau difunta” Microfilm de la

Iglesia LDS No. 605181 im 473.

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Al día siguiente Bartlett se dispuso a explorar la ciudad, no sin antes poner a trabajar a un carpintero local en el mantenimiento de las carretas de su tren de exploración. Durante su recorrido por las calles y plazas de Monterrey se percata de la presencia de compatriotas. “Encontramos varios americanos en el lugar – anota en su diario – aunque el número ha disminuido bastante en el año. Hay muchas grandes tiendas, y se puede encontrar todo tipo de artículos en ellos. En muchos el dependiente habla inglés, aprendido durante la ocupación de la ciudad por los americanos”.

Ese mismo día Bartlett visitó el Obispado y allí elaboró un muy interesante boceto del edificio. En él representa la fachada con el cerro de las Mitras al fondo y en su costado la sierra Madre. La peculiaridad de este boceto es, que a diferencia de otras representaciones de la época en él se muestra su fachada y una especie de barricadas o muros protectores en su costado sur. Anota en su diario: “Este es un hermoso edificio de piedra antiguo y en sus días sería sin duda una estructura elegante, estaba en ruinas, sin embargo, mucho antes que el General Worth lo tomara”.

Figure 3 Fragmento del Boceto de Bartlett mostrando la fachada del Obispado y el cerro de las Mitras.

Otro boceto realizado en Monterrey por Bartlett y fechado el 14 de diciembre, representa la ciudad vista desde la el sur-este. En él se aprecia el cauce del Río Santa Catarina y la ciudad con detalles de la Catedral el Convento y las casas en torno a ellos. En su diario Bartlett anota: “La ciudad se encuentra en una llanura a una milla de distancia, y la rodean hermosos jardines y huertos, sus blancas casas presentan un fuerte contraste con el verde profundo del follaje. Hacia el sur, corre un pequeño arroyo, un ramal del Rio San Juan, a la mitad de un gran arroyo, más allá en el que un chaparral se intercala con campos de maíz, se extiende cerca de siete millas hacia el Cerro de la Silla, una de las montañas del país más singulares en su forma. Al Norte y este de la ciudad, una gran llanura se extiende hasta donde alcanza la mirada, en la que por aquí y allá hay campos de maíz y caña de azúcar entre grandes chaparrales”.

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Anota además en su diario un hecho interesante que le sucedió en el Fuerte de la Ciudadela. Dice que, aunque presentó sus credenciales, se le negó la entrada al fuerte y expresa que ese fue el único incidente de este tipo a lo largo de todo su recorrido.

Continúa su descripción de la ciudad y el estado de los lugares que fueron usados como puestos defensivos durante la Batalla de Monterrey: “El “Black Fort” o ciudadela […] Cubre un área de unas tres hectáreas. Sus paredes son de sólida construcción, con bastiones dominando el acercamiento del lado norte. Al lado este de la ciudad, hay varios reductos, así como a lo largo del margen del arroyo. Fue en la toma de éste durante la cual sufrió más nuestro ejército. Las viejas tenerías, donde hubo un encuentro fuerte, permanecen tal y cual las dejaron nuestras tropas. Un caballero americano familiarizado con la historia de este encuentro, me acompañó en una visita a este cuartel, y señaló varios lugares.

Monterrey es la capital del estado de Nuevo León y tiene una población de entre 15 y 18 mil almas5. Es la única ciudad que visité en México (exceptuando Hermosillo, Sonora) que está creciendo. Aquí progresaban las mejoras. Muchas casas de buena calidad estaban en proceso de construcción, otras estaban en reparación y todo tiene la apariencia de ser un lugar con actividad y desarrollo. Las calles están pavimentadas y se mantienen limpias. Mucho se ha hablado de la suciedad de los pueblos mexicanos, yo puedo testificar que los inspectores de las calles de nuestra Nueva York podrían beneficiarse del ejemplo de Monterrey.

Visitamos la Iglesia en la plaza, que ha sido el hospital de nuestras tropas. Tiene algunas pinturas de mala calidad y una gran cantidad de chapa de plata abundante. Las tropas mexicanas fueron a esta plaza antes de capitular.

Figure 4 Fragmento del boceto de Bartlett mostrando la Catedral a la derecha. Al centro la Iglesia del Convento de San

Andrés y al fondo el cerro de las Mitras.

5 [Nota del Mismo Bartlett]: Mis cálculos sobre la población de ésta y otras ciudades, proceden de las autoridades

mexicanas y no son siempre confiables. La gente está siempre demasiado apta para sobre-estimar a la población

en sus ciudades y se niegan a declarar su declive.

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El equipo de exploradores continúa su camino hacia el norte el día 15 de diciembre. Salen por el camino para Marín. En la Ciudadela, la escolta de 10 dragones provista por las autoridades locales para la seguridad de la misión, se une nuevamente al grupo. Su destino es el Golfo de México. El día 1º de Enero de 1853 Bartlett y sus compañeros tocan la bahía de Corpus Christi en el estado de Texas.

Figure 5 El edificio del obispado como debieron verlo en 1852 el grupo de Exploradores (Jorge H. Elías)

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Traducción del Capítulo XLIII de la “Narrativa Personal” de John Russel Bartlett

DE SALTILLO A RINGGOLD BARRACKS

Figure 6 Saltillo, 8 y 9 de Diciembre, 18526

Diciembre 10 [1852]. Como no nos encontrábamos aún fuera del alcance de los indios, solicité y las autoridades locales me concedieron, una escolta de 10 jinetes que se hallaron puntuales en el lugar dispuesto para comenzar. Estaban hechos todos los preparativos, dejamos Saltillo esta mañana, pero no habíamos avanzado sino tres o cuatro millas, lentamente sobre un suave y parejo camino, cuando la rueda de otro vagón se estropeó sin causa aparente. Al examinarla se halló que la mayoría de los rayos y el aro estaban rotos, por tanto la rueda estaba completamente estropeada. Afortunadamente teníamos cerca la fábrica del Dr. Hewison, a la que cabalgué de inmediato y fue oportunamente construida por el superintendente con una biga que enganchamos al final del eje como un remolque. Después de la demora de una o dos horas, nuevamente seguimos adelante. Pasamos muchas haciendas y ranchos, y después de avanzar doce millas entramos al famoso puesto de “Rinconada”7. El camino ahora comenzó a ser muy irregular con una secuencia de cerros y valles, mientras las montañas ásperas y altas se alzaban a ambos lados. El valle tiene un promedio de dos millas de ancho. Pasamos un monumento levantado por las damas de Saltillo sobre en el lugar donde algunos americanos habían sido acecinados por ladrones. Después de avanzar unas 25 millas, llegamos a un rancho de paso llamado Los Muertos, donde

6 Los bocetos de John Russell Bartlett porceden de John Russell Bartlett Image Collection / The John Centre Brown

Library at Brown University y datan de Diciembre de 1852 http://jcb.lunaimaging.com/luna/servlet 7 Rinconada: un rincón o pasaje macabro.

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justo al atardecer, acampamos. Un pequeño arroyo corre en línea con grandes campos de algodón.

Figure 7 Rinconada Pass mirando hacia el este desde el Rancho (Paso de los Muertos). Diciembre 1852. Las Anotaciones

parecen decir Cotton Woods (campos de algodón), mezquite, cactus, tiendas y campamento, etc.

Figure 8 Rinconada Pass, mirando hacia el Oeste 10 y 11 Dic. 1852

11

Diciembre 11. Hacía mucho frío cuando dejamos el campo esta mañana,

nuestra elevación ahora era 6104 pies sobre el nivel del mar, por tanto todos se habían envuelto en sus colchas o capas. Los de nuestra escolta, con sus

llamativos sarapes, presentaban una escena pintoresca. Pronto, después de

partir, llegamos a una estrecha y empinada pendiente en la que nos vimos

obligados a esperar por un tren que subía, antes de poder nosotros descender.

Aquí el paso no excede quinientas yardas de ancho. Cerca de esto, a la

izquierda está un ramal de la montaña que sobrepasa y domina el cañón, en el

que el General Ampudia levantó un montículo o trinchera con el propósito de

vigilar el avance de la armada americana. Mientras el tren esperaba, salí a

examinar este trabajo, que estaba sólo a unas cuantas varas y realicé un boceto del magnífico Valle. A lo lejos pudimos percibir la pintoresca cumbre de

la Sierra Mitra8 llamada así por la notable semejanza de una de las cumbres

de la serie con la Mitra de un obispo. El lugar elegido para el montículo hubiera sido grandemente embarazoso para nuestro ejército si se hubiese mantenido,

pero después de la caída de Monterrey fue abandonado.

Figure 9 John Russell Bartlett, Rinconada Pass— Cerro de las Mitras a la izquierda. Cerro de la Silla a la distancia.

Diciembre 11, 1852

Pronto después de descender este cerro, llegamos al rancho de Rinconada en un curioso rincón en la montaña semejando una herradura, que da su nombre al lugar. Por el número de árboles frutales y tierras de cultivo fue sin duda alguna vez un lugar próspero. Ahora todo parecía estar arruinándose rápidamente.

Continuamos descendiendo todo el día, sin embargo, debido a la aspereza del camino, y nuestra carreta de tres ruedas, nos vimos obligados a conducir con

8 Sic. Por cerro de las Mitras

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gran precaución para no volver a quedar parados. Nuestra escolta nos mostró, según avanzábamos, otro rancho, que había sido atacado por una banda de indios unos meses antes y todos sus habitantes muertos.

No pudimos llegar a Monterrey como esperábamos hacerlo, y fue mucho tiempo después de que oscureciera cuando alcanzamos la villa de Santa Catarina, en las faldas de la Sierra Madre y a unas veinte millas de Rinconada, donde acampamos.

Diciembre 12. Pronto después de partir, pasamos el Molino de Jesús María, un gran Molino de harina y a poca distancia llegamos a la Loma de Independencia sobre la que se encuentra el palacio del Obispo, tan celebrado en las operaciones de la armada americana durante la Batalla de Monterrey. Alcanzado ahora el valle en que se encuentra la ciudad, pasamos recintos amurallados, donde junto con variedades de árboles frutales y ornamentales, vimos algunos llenos de naranjas y limones. Casas de piedra con altos techos de paja, rodeadas de hermosos jardines con un aire de confort mayor que cualquier otro que hayamos visto, alineadas a la entrada de la ciudad. Al entrar, cabalgamos hacia un corral. Y después de acotejar carros y animales, nos alojamos en el Hotel de Coindreau, un amplio edificio con un gran patio, en el estilo del país. Pudiéramos haber imaginado que había otro bombardeo por el ruido del cañón, al entrar en la ciudad, pero resultó ser nada más formidable que la celebración del día de la “Santa Señora de Guadalupe” una de las más grandes fiestas en el país.

Figure 10 Rinconada desde el Obispado. Diciembre 13, 1952

Diciembre 13. Sin perder tiempo poniendo a trabajar al herrero y al carpintero en tanto salimos a ver que había de sobresaliente en y sobre la ciudad. Encontramos varios americanos en el lugar, aunque el número ha disminuido bastante en el año. Hay muchas grandes tiendas, y se puede encontrar todo tipo de artículos en ellos. En muchos el dependiente habla inglés, aprendido durante la ocupación de la ciudad por los americanos. Un importante comercio ha crecido entre Monterrey y los Estados Unidos, que tiende a americanizar el lugar. Al tiempo de nuestra visita, el singular estado de la frontera ha

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contribuido enormemente a incrementar este comercio. Pronunciamientos, otro nombre para revoluciones, estuvieron en boga en matamoros, Camargo, Monterrey y otras ciudades, bajo varios pretextos políticos, mientras que el verdadero objetivo era destruir las oficinas aduanales, para poder introducir mercancía sin impuestos. Así, grandes cantidades se han ingresado y enviado al interior del país.

Nos dirigimos al Obispado desde el cual, así como desde la Loma de Independencia atrás de él, se obtienen buenas vistas de la ciudad. Este es un hermoso edificio de piedra antiguo y en sus días sería sin duda una estructura elegante, estaba en ruinas, sin embargo, mucho antes que el General Worth lo tomara. El cerro en el que se encuentra es cerca de ciento veinticinco pies de altura, pero la porción donde las fuerzas americanas hicieron su ataque, es unos cincuenta pies más elevada. Al alcanzarla dominaron el lugar en el que los mexicanos se habían parapetado tras una fuerte trinchera, pero que pronto se vieron obligados a evacuar.

Figure 11 Monterrey desde el este mirando hacia Rinconada, Diciembre 14 1852

La ciudad se encuentra en una llanura a una milla de distancia, y la rodean hermosos jardines y huertos, sus blancas casas presentan un fuerte contraste con el verde profundo del follaje. Hacia el sur, corre un pequeño arroyo, un ramal del Rio San Juan, a la mitad de un gran arroyo, más allá en el que un chaparral se intercala con campos de maíz, se extiende cerca de siete millas hacia el Cerro de la Silla, una de las montañas del país más singulares en su forma. Esta montaña está aislada, y forma el último enlace de la gran cadena que tan abruptamente termina aquí. Al Norte y este de la ciudad, una gran llanura se extiende hasta donde alcanza la mirada, en la que por aquí y allá hay campos de maíz y caña de azúcar entre grandes chaparrales. Más o manos a media milla de la ciudad en esta llanura, está el “Black Fort” o ciudadela, una prominente construcción en su fortificación. Fui a esta este fuerte, pero aunque envié mis credenciales al comandante, se me negó la admisión.9 Cubre

9 En mis múltiples jornadas a través de México, esta fue la única instancia de este tipo con la que me tropecé.

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un área de unas tres hectáreas. Sus paredes son de sólida construcción, con bastiones dominando el acercamiento del lado norte. Al lado este de la ciudad, hay varios reductos, así como a lo largo del margen del arroyo. Fue en la toma de éste durante la cual sufrió más nuestro ejército. Las viejas tenerías, donde hubo un encuentro fuerte, permanecen tal y cual las dejaron nuestras tropas. Un caballero americano familiarizado con la historia de este encuentro, me acompañó en una visita a este cuartel, y señaló varios lugares.

Monterrey es la capital del estado de Nuevo León y tiene una población de entre 15 y 18 mil almas10. Es la única ciudad que visité en México (exceptuando Hermosillo, Sonora) que está creciendo. Aquí progresaban las mejoras. Muchas casas de buena calidad estaban en proceso de construcción, otras estaban en reparación y todo tiene la apariencia de ser un lugar con actividad y desarrollo. Las calles están pavimentadas y se mantienen limpias. Mucho se ha hablado de la suciedad de los pueblos mexicanos, yo puedo testificar que los inspectores de las calles de nuestra Nueva York podrían beneficiarse del ejemplo de Monterrey.

Visitamos la Iglesia en la plaza, que ha sido el hospital de nuestras tropas. Tiene algunas pinturas de mala calidad y una gran cantidad de chapa de plata abundante. Las tropas mexicanas fueron a esta plaza antes de capitular.

La ciudad tiene una elevación de 1626 pies sobre el nivel del mar. Por tanto estuvimos descendiendo desde que dejamos la Encantada en una distancia de 76 millas, 4478 pies11. Con este descenso repentino, notamos un cambio brusco de temperatura. Mientras estuvimos en las altas mesetas, las mañanas y tardes eran invariablemente frías, por tanto era necesario abrigarse con las capas. Todos estábamos contentos de reunirnos alrededor del fuego cuando había combustible suficiente para hacerlo y por la noche eran necesarias 3 ó 4 cobijas. Ahora, por el contrario, sentíamos el genial calor de Junio, con rosas floreciendo al aire libre, ropa ligera se sentía cómoda y las noches eran tibias.

Diciembre 15. Continuamos nuestra jornada esta mañana. Pasamos cerca de la ciudadela, donde nuestra escolta de 10 dragones, amablemente concedidos por el gobernador se unieron a nosotros. Nuestro camino ahora era a través de una gran llanura sin montañas ni cerros. Pasamos varios Ranchos, donde la gente se dedicaba a hervir azúcar. Esta región produce buena caña, pero no se cultiva tanto como suponíamos. Pasamos también el pequeño pueblo de Santo Domingo y San Francisco. Tres millas más allá nos detuvimos en Agua Fría, un pueblo extenso construido sobre los dos lados de un arroyo profundo.

Diciembre 16. El camino descendía como lo hacía ayer y estaba delineado a ambos lados por densos chaparrales. Hicimos un alto al mediodía junto a un buen arroyo, el Río Meterus (sic) justo pasando el pueblo de Marín. Pasamos

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Mis estimados de la población de ésta y otras ciudades, proceden de las autoridades mexicanas y no son siempre

confiables. La gente está siempre demasiado apta para sobre-estimar a la población en sus ciudades y se niegan a

declarar su declive. 11

Encantada, según el Dr. Wislizenus, se encuentra a 6104 pies sobre el nivel del mar.

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Agua Negra, donde durante la guerra, el General Canales, con una guerrilla, quemó el tren de carros de los Estados Unidos, y mató a los desarmados cocheros. A las 3 llegamos a Ramos, un pequeño pueblo agrícola, 18 millas de nuestro último campamento, donde nos detuvimos. A nuestra llegada la gente se reunió rápidamente en torno nuestro. Por ellos nos percatamos de que había en el lugar una enfermedad extrema. Muchos de ellos sufrían de fiebre.

Diciembre 17. Nuestro camino hoy fue muy accidentado y pedregoso. Chaparrales y pequeños árboles cercanos cercaban la carretera, haciendo la marcha aburrida y monótona. A las 4 P.M. acampamos en un rancho cerca del pueblo de “Carrizitos” donde nos abastecimos de agua y maíz.

Diciembre 18. Entre Monterrey y el Rio Grande, cruzan por el chaparral varias carreteras, algunas corren hacia Reynosa, otras conectando aldeas y ranchos. Se nos informó de esta dificultad, pero como el mensajero que trajo mis cartas desde Camargo y Encantada, dijo que conocía todos los caminos, me dejé influenciar y lo dejé actuar como guía. Hoy, sin embargo, confundió su camino y nos llevó hacia un bosque casi intransitable. No pudimos regresar y nos vimos obligados a abrir camino durante algún tramo antes de lograr tocar carretera nuevamente. Afortunadamente nos libramos sin accidente, después de una o dos horas de retraso.

Poco después, nos enfrentamos a un accidente que pudo haber probado ser más serio. Este fue la pérdida de una de las cajas de hierro del eje de la rueda. El tren se detuvo y fueron enviados algunos hombres en su búsqueda quienes la hallaron cuatro millas atrás.

Alcanzamos Cerralvo a medio día. Este es un pueblo más bonito que cualquiera que hemos pasado desde que dejamos Monterrey. Muchas de sus casas son de piedra, y construidas con gusto. Seguimos adelante y acampamos en Puntiagudo, a unas 24 millas desde el último campamento. Esta es una pequeña aldea, que aún muestra los efectos de la última guerra en las paredes desnudas de las ruinosas casas. Un pequeño arrollo cruza por aquí uno de los tributarios del Alcantra (Sic)

Diciembre 19. Nuestro camino continuó sobre pequeños cerros con profundos y estrechos arroyos al fondo, uno de los cuales nos costó una rueda y una lengüeta. Algún ocasional barranco con abruptos bancos era suficientemente peligroso. Pero hoy todo el terreno parecía estar plagado de ellos, haciendo precisa mucha precaución para prevenir accidentes. Después de 30 millas de continuos chaparrales y malas carreteras, alcanzamos la ciudad de Mier, junto al Rio Grande. Marcaban las 8 en el reloj, pero sólo hasta la media noche pudimos conseguir maíz para los animales y alcanzar tranquilidad en nuestro campamento.

Mier es un viejo pueblo en los bancos del Alcantra, un pequeño arroyo que desemboca en el Rio Grande 3 o 4 millas más allá, y parece, como la mayoría de los pueblos mexicanos, estar en decadencia. En 1828 su población era de 2821. Hoy es mucho menor. Muchas de sus casas son de piedra, y bien

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construidas. No tiene tierras capaces de irrigación. La gente consecuentemente, se ve obligada a depender de otros oficios diferentes de la agricultura para mantenerse y ésta, sin duda, es la razón de su carácter industrioso. Mier se jacta por sus manufacturas finas de sarapes y cobijas. Y hay muy pocas casas en las que no se vea la una mujer ocupada en tejer. Estos sarapes, que son usados por todas las clases, están hechos de lana, adornada con variedad de figuras y diversidad de colores. Cuestan de seis a cien dólares cada una según su cualidad y ornamentación.

Esta ciudad ocupa un importante lugar en los anales de la revolución de Texas en relación a su captura por los texanos, bajo el mando del Coronel Fisher, su final rendición a favor de los mexicanos y su subsecuente historia12.

Seguimos hacia el Rio Grande sobre Mier. El carácter del paisaje cambia para mejor, los terrenos son cada vez más fértiles. Las costas son, en su mayor parte, una estrecha franja de arena o grava rodada por acantilados de varias alturas. Cerca del río crecen sauces y ocasionalmente cipreses blancos, mientras que más lejos abunda al mezquite, el ébano, etc.

En Octubre de 1846 se realizó un intento exitoso de lanzar en el Rio Grande el buque de Vapor desde los Estados Unidos por parte del Mayor Brown, y por orden del General Patterson, con una revisión para comprobar si fuese posible establecer una comunicación entre Camargo y el Presido del Norte. Este buque se sumerge solo dos pies en el agua. Afronta pocos obstáculos para alcanzar el río Salado, casi un ciento de millas por agua al norte de Mier. Más allá, había una serie de bancos de arena, piedras y corrientes rápidas, en las que el bote encalló en varias ocasiones. Al fin llegó a Laredo, un pueblo con unas 600 millas por agua desde la desembocadura del río. Más allá de este sitio se cree que con el desembolso de de 100 mil dólares, para remover obstáculos, el río

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Este grupo, que consiste de 261 hombres, cruzó el Rio Grande, donde encontraron a las fuerzas mexicanas de

2340 hombre, con quienes enfrentaron una severa batalla, y tomaron posesión de Mier. En esta pelea, de acuerdo

a la narración del General Green, un oficial de ese tiempo, las bajas de los Texanos fueron muertos y 23 heridos –

mientras que las de los Mexicanos, entre setecientos u ochocientos muertos y heridos. Al final los Texanos fueron

inducidos a rendirse ante el General Mejía, bajo ciertas promesas que les fueron dadas por el General Ampudia. Se

les colocó bajo una guardia de 300 hombres y marcharon hacia la Ciudad de México. Después de que pasaron

Saltillo y habían cruzado San Luis Potosí se alzaron contra su guardia Mexicana en un puesto llamado Salado, los

superaron en fuerza y se escaparon. Si se habrían mantenido unidos y seguido los caminos, hubieran encontrado

agua y alimento y hubieran sin duda ganado la frontera de Texas. Sin embargo, se dispersaron y buscaron las

montañas, donde sufrieron en demasía por la falta de agua y alimento. La población total se alzó tras de ellos. Los

pequeños grupos fueron capturados y el principal cuerpo, constreñido a la hambruna, finalmente se rindió.

Marcharon nuevamente de regreso al Salado, donde, por orden del General Santa Ana, fueron diezmados. Un total

de 170 prisioneros, 17 fusilados, y el resto fue enviado a la ciudad de México. De estos, 35 murieron por las

penurias y el hambre. Siete fueron liberados por mediación del Ministro Americano y cuatro por la intercesión del

Ministro británico. Etc. - Green's History of the Texan Mier Expedition.

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podría convertirse en navegable para botes que se sumerjan 4 pies en el agua13.

Diciembre 20. El camino en malas condiciones de ayer nos dio bastante quehacer y nos causó varias horas de retraso. La buena gente del pueblo se aprovecha de este atraso y pronto abarrota el campamento, cada uno trayendo en sus brazos sarapes a la venta. Y yo dudo si, desde la ocupación del país por los americanos, han encontrado un buen mercado para sus productos. Muchos caballeros del grupo estuvieron deseosos de llevar a casa con ellos uno de estos artículos. Y ahora se presentaba la oportunidad de comprarlos frescos del telar y a precios más bajos de los que habíamos visto en las tiendas de Monterrey y Saltillo, indujo a muchos a asegurar sus especímenes.

Caminando alrededor del campamento, me llamaron la atención algunas concas de ostras, que sobresalían por encima del banco de lodo y al seguir analizando a lo largo de 70 yardas hacia el sur, hacia un arroyo profundo, noté una gruesa capa de conchas de un género de Ostrea, en sus lados y base. De acuerdo del Dr. Rilden, estas capas se extienden hasta cerca de Laredo. Y el Dr. Wislizenus las encontró dos millas al sur de Mier en los bancos contiguos al río. Nuestro campamento estaba cerca del pueblo, y la superficie de los bancos de barro donde las encontramos eran al menos 50 pies por encima del río.

Ahora, nos dirigimos a Camargo, distante 25 millas, siguiendo los bancos occidentales del río a través de una jungla de Chaparrales. Después de varias millas de distancia en el banco opuesto, vimos el pueblo de Roma. Y pronto después nos animamos al ver un pequeño barco de vapor, que ocasionalmente navega hasta aquí. Es evidente que la navegación se ejecuta con dificultades, ya que lo vimos más de una vez atorarse en bancos de arena que aquí comienzan a obstruir la navegación.

Dándonos cuenta que el tren no llegaría a Camargo antes de que oscureciera, y comenzando a estar ansiosos por llegar a Ringgold Barracks tan pronto como fuera posible me puse en camino con antelación, acompañado por Mr. Radziminski y nuestro guía. Al alcanzar el rio san Juan, un gran río que entra al Río Grande, tres millas distante de Camargo, y en el que se encuentra esa Ciudad, encontramos un cuerpo de trescientas o cuatrocientos soldados mexicanos, caballería e infantería esperando cruzar. Este río es bastante profundo y lo cruza un transbordador atado a una cuerda que se extiende de un extremo al otro. Y ya que el bote carga solo unos cuantos caballos, era evidente que si esperaba a que cruzara todo el grupo, yo no lo lograría en las durante horas. Envié a mi guía (que parece era un soldado perteneciente al mando de Camargo), con mis felicitaciones para el comandante oficial, Coronel Cruz, para que me permitiese cruzar de una vez. Este caballero muy 13

“Tilden's Notes on the Upper Rio Grande" de una exploración hecha por orden del Mayor General Patterson.

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gentilmente accedió a mi petición y dispuso que el bote nos transportara a mí y a mi grupo inmediatamente. Al llegar al lado opuesto, me dirigí al cuartel del coronel Cruz, para presentarle mis respetos y pedirle permiso de consentir que el tren de la Comisión Fronteriza parara sin ser molestado. Me aseguró que todas las instituciones deberían facilitar el paso del tren a través del Río San Juan y de allí a la línea Americana. Había aquí algún peligro, porque este oficial estaba en rebelión contra el gobierno mexicano y si no fuera por el personaje de mi grupo, no le hubiera permitido pasar tan tranquilamente. Hemos tenido también un estrecho escape del jefe rebelde Carvajal, quien con una banda de algunos doscientos tipos desesperados ha estado devastando la frontera. Hemos oído hablar de ellos en varios lugares después de dejar Monterrey. Y en un pueblo supimos que habían pasado precisamente el día anterior.

La población de Camargo es casi la misma que la de Mier. Sus casas están construidas de piedra o adobe. Hay aquí más tierra de cultivo y se llevan a cabo las mismas industrias que en Mier. Antes las guerras de los indios y las guerras de Texas había numerosos ranchos en ambos lados del Río Grande. Sus ocupantes se empleaban principalmente en la cría de ganado, que en algún tiempo, sobrepaso nada menos que 40 mil cabezas. Estos establecimientos se hallan ahora destruidos o abandonados. Durante la última guerra, el ejército americano tuvo una gran bodega en este lugar. El buque de vapor que navega el Rio Grande, no tiene dificultad en llegar hasta Camargo. En corriente está alta, los botes se sumergen cinco pies lo levantan con seguridad.

Un viaje de 3 millas, después de dejar Camargo, nos trajo hasta Rio Grande, que cruzamos en una Chalana. Su ancho aquí oscila entre ciento veinticinco y ciento cincuenta yardas, con bancos empinados. Del lado americano hay un considerable asentamiento, conocido como rancho Davis y a una media milla abajo está un puesto militar conocido como Ringgold Barracks. Me dirigí por fin allí y me encontré con el Mayo Paul, el Comandante oficial y los miembros de la Comisión, quienes con el mayor Emory, y los peritos de Estados Unidos esperaban mi llegada.

Diciembre 21. Nuestro tren llegó al banco opuesto del rio San Juan anoche, y se ocupó el día entero de hoy en cruzar ambos ríos hasta que el grupo acampó cerca de las barracas.