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Gamboa_Del Natural-Esbozos Contemporaneos

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Escritor mexicano Federico Gamboa

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    U N 1 VER.SITYOr ILLINOIS

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    ! 6^3

    DEL

    NATURALESBOZOS CONTEMPORNEOS

    POK

    FEDERICO GAMBOA

    1889

    GUATEMALA

    IPQQRAFIA "l_A UNION"' Ol'TAYA CALLE POJilKNTIt, ti

    :.-' ' f

  • ES PROPIEDAD

  • ANUNCAME!!

    Estoy arrepentido y la cosa ya notiene remedio!

    Esto de presentarse en casa de cum-plimiento, por primera vez y llevandoim chiquillc, debiera reflexionarse. No todos les agradan estas visitas infan-tiles, y los que las toleran exigen ycon razn, ina multitud de detalles di-fciles de satisfacer. Que el nio tengamodales, y buen decir, y buena ropa;que no hable ni ms ni menos de loque le corresponde; que ra mucho,

    j: que llore pico, que no seale con el de-: do con la palabra; que aguante cr-I ticas, toler^ regaos y agradezca gol-

  • VI

    pes; que se acerque cuando entretieney se retire cuando cansa; que sin queposea un parecido perfecto, tenga mu-chos puntos de contacto con otros ni-os y mayorcitos, especialmente si sonextrangeros; que ensee algo; que per-tenezca alguna escuela reconocida yaceptada; que no exagere, ni mienta,ni invente, ni ... . qu se yo, que seauna criatura perfecta.Y si tales inconvenientes forman el

    lado triste de toda presentacin, semultiplican hasta la tortura, al tratar-se de ser bien recibido por el Pblico,que amn de ellos, tiene gran amistadcon dos seoronas de suposicin, siem-pre su mesa, su lado, huspedaseternas y volubles que se vengan du-ramente cuando un novicio distradono cuenta con ellas para asuntos deeste gnero. Aunque entre s se detes-tan y se despedazan sin piedad, siem-pre se las encuentra de acuerdo paraun auto de f, citndose, ayudndose ydefendiendo iguales principios.

  • Se llaman\o sei' p

    inaiuleii am al olvidoliado ])or t

    vn

    : la Prensa y la Aeademia.lies, difcil (jue mi hijo lo'una inclusa litei'aria y ;1, donde he estado domici-into tiempo sin reir con

    vecinos ni escpiivar caseros. Al dar es-te ])aso, (pie es' casi un paso dos, de-muesti'o (pie el amor de padre es unaceguedad d(|)minadora. Si liiuien bus-

    cia buen iisto en lasvestir de mi chicuelo, nor ])iies carezco de reputa-lastre intelectual. Apenaso cubrir su inofensiva des-

    care elevanprendas dellas encontraci(Mi comosi he logradnudez con tlas burdas v sin color, en-contradas,en el desmacerebro. E\

    (lespuc's de mucho buscar,itelado 'uarda roj)a de mitrage, bueno 6 malo, no

    tiene ms (pie una recomendacin: ha-ber sido hecho la medida del (pie lolleva sin apropiarme ])atr()nes ni robarmodelos. Srvale esta circunstancia deatenuante ])ara cuando sea criticadopor los intel,>entes en acluupies de ti-jeras.

  • VIH

    Pudiern yo decir, siauieiido la cos-tumbre reinante. (|ue el recien nacidofu eniicndi'ado en las mesas de redac-cin \' en las de los cates, con intencio-lies de matar el tiempocrimen im-])erdonal)ley no la ])oca ])aciencia delos lectores (pie su suerte le de])are.I^ero sera mentira y no (piiero una do-ble respoiisal)ili(lad.

    Lo conceb con calma, lo he criadocon todo el esmero de (pie me creo ca-])az, lo doy luz sin dolores, con te-mor y con es])eranzas.En consecuencia no ensear nada,

    (pu'' va ensear! Permita Dios, (pie semejanza del fidelsimo escudero delhumanitario mancheuo. Vea discretohasta no ensear la hilaza de (pie estformach). y basta de enseanzas.

    Si p(M" desiiracia alun curioso, deesos (pie tanto abundan, heiia ])re-il'untarh' cul es su escuela, i^l lo ])ar-te y m me diA'ide: (pie en esto de es-cuelas contieso por lo bajo, nunca ])is6ninguna. La (pie ms me seduce es la

  • IX

    realista, por Kjiiello de (|iie al u y alcabo alii'o se pesca: ])ei'o en cuestin dereales, tanto (^I padre como el hijo he-mos vivido siempre en fantica igno-rancia V rigoroso alejamiento.

    Ahora, el ])rincipal riesgo consisteeiv (pie rechacen mi tarjeta diciendo(pie los seores no estn en casa (Vno,reciben.

    Quiz fuera inejoi;Por si lo admiten, doyle en esta an-

    tesala los filtiinos consejos, le echo elpostre' vista/o v lo dejo entregado sus ])ro])os esfuei'zos. Sabe (pie va anunciarme, ^pie si lo festejan, ])rontolo seguirn otros hermanos, (pie debel)()rtarse bien, v otras menudencias devida ])rivada (pie con ])rudencia omito.Xo (piiero verlo ms, me a])ena no-

    tar lo impresionado (pie se haha: se ha(piitado el so nbrero y desde la escale-ra oi,'o su vocesita temblorosa al ex-clamar:Dan Ucls. su permiso?Me tapo los odos para no escuchar

  • Xla vespursta y nio alejo con tiloslicai'osii'naci'>n.

    La Acadoiiiia v la Prensa lo seanleves!

    Fi'dorico (/(i77i7)ocL.

    Mxieo. ISSS.

  • l*^^^^rf>iidiA
  • 12 FKDKincn (;a:\!1{(>a

    desinteresado, agente prircipal; pero el he-di fu, que durante la efmera Inna de miel,casi se lleg contar con una pareja de mscomo Dios manda.

    Se les vio en los paseos y diversiones, colgndose ella del brazo de su esposo, retardan-do el andar y con toda la hechicera monerade la recin casada, empezar frases con los ojosl)ara concluirlas con los labios, api'ovechandoel paso de un carruaje la mortecina luz delda poniente. El caminaba su lado dando conocer pesar de sus indiscutibles derechos,el agresivo malestar que origina el acomi)aaren pblico una mujer bonita.- En medio tanta ventura, surji para des-gracia de and)os, una escasez de recursos in-insostenible que sin consideraciones, vino interrumpir el dulcsimo do de amor inau-gyfrado al pi de los altares.

    Lleg el primer disgusto con todo su cortejo de palabras malsonantes provocar lgri-mas que .Javier no supo no quiso enjugar enaquella vez. Se dio por sentido.Por la noche se recogi tarde, arrepentido

    y con deseos de reconciliacin. Al ir hablar Elisa, una criada le anun que la seorase senta mal. Hubo de lingir anterior conoci-miento de la indisposicin por el buen pare-cer y en el fondo, casi se alegr dla ocurren-cia que justilicai'a su conducta subsecuente.Al hn V al cabo l era el iiarido y el dueode la casa. Se i>oda relirai' ala hoia quemas

  • J^

    DEL .NATI lAJ. 18

    le conviniera pues no estaba de esclavo, y devez en cuando irse de fonda con amigos, y alacostarse convino consigo mismo en que ha-ba nacido para ser completamente libre.Cargbale la sujecin domstica.Se haban rotp las hostilidades. Mentalmen-

    te recorri Javier los pocos amigos que fre-cuentaban su casa y no encontr ninguno deriesgo. Tema el futuro.

    Elisa de su j arte, no haba tenido jaqueca,sino ganas de llorar solas la primera incon-secuencia: hasta lleg pensar en irse con supadre. Su femenil dignidad, herida en lomassensible, le abn Itaba fants;icamente la ofen-sa recibida y le haca ver en su marido algocomo un monstruo. En vano esper que Javierinsistiera en verla, siquiera para desearla ali-vio. Cuando ste hablaba con la criada, se le-vant temblando de emocin y esperando undiscreto golpe en la puerta que inmediata-mente hubiera cedido, estaba abierta. Por po-co si no la abre ella misma y se da por satis-fecha con su conato de enojo; pero la indife-rencia de Javier mat sus jiacfcas y amoro-sas intenciones.

    Llor por segunda vez en ese da, ahora dedespecho. En nada la tenan, luego vala po-(!0 y slo pasajeras ilusiones haban determi-nado tales y cuales frases cariosas. Todo erauna mentira, \^ mientras buscaba el remediocon la mirada ja en un dibujo de la alfom-i)ra que no miraba, se acord sin querer de lo

  • 14 FKDKKK
  • BEL XATUTAL 15

    taron sn aburrimiento y tom por ltimo unalabor encantada (I*- la que slo se conoci ell)rincipio. Inclinada so1re ella la encontr Ja-vier acercndose de puntillas para darle el })e-so acostumbrado, (jue no pudo impedir gra-cias la sorpresa. Anunciarcm la comida.Por conservar inclumne el principio de au-

    toridad tan necesario parala vida domstica,no tuvieron un altercado delante de la servi-dumbre, limitndose cruzar poqusimas pa-laln-as con embarazosa cortf^sa.

    -Tengo que hablartedijo Elisa al levan-tarse.

    Al momento contest Javier encendien-do un cigarro.Se dirijieron la piecesitaqiie por conven-

    cin llamaban despacho. No era l hombrede letras.Grave debi de ser la explicacin cuando

    las siete de la noche aun no se separaban. Lacuriosidad de la criada se estrell ante el buensentido de los cnyuges que no levantaron lavoz mas all de lo permitido por el buen to-no. Ello es que al salir tenan aire de buenosamigos y parloteando se fueron juntos altea-tro.

    II

    Cambi la escena y concluyeron los disgus-tos aunque se miraban con poqusima fre-cuencia.

    'js

  • 10 FKDKurro (;.\:\r,().v

    Habale cado Javiei', sin solicitai'lo se-i-ii dei'a, un empleo iiia^-nninamente re-imineadoenuii ministerio que iniiclio lo ocupaba.

    El Minisrio lo trataba con predileccin, pa-reci**ndo que se haba propuesto labi'ar susuerte y la de la familia que con el tiemi)opudiera roiinarse.Las distinciones de (pie u objeto, provo-

    caron un cisma oficinesco entre los coniitae-ros. Mltiples conversaciones dieron por re-sultado el abandono de algunas tareas ni'gen-tes que com])]'ometieron la estabilidad del je-fe de la seccin, cmi)lice solapado de la re-vuelta. Las sumas que como extraordinariasperciba aquel intruso deban ruborizarlo siconociera la verailenza. Se idearon annimos,que re})ro]) eiu'M'gicamente el ocial de ])artes gian ti (ador de ai'mas y muy versado enasuntos de lioni-a; haba debutado como ar-bitro en una cuestin enojossima entre elportero, viejo gnin y reumtico, y un escril)iente que haca vida de soltero en un ho-tel mediano y que no i)oda soportar que sele apuntara en un libro la informalidad dessllegadas, por ser ofensivo al buen nombre deun caballero que se estima en algo y pareceser que ste se dispensaba acendrado cario.De comn acuerdo se resolvi tomar una

    determinacin que diera conocer sn posicinde empleados dignos que no toleran vilipen-diosa suje(;in un desconocido, ([ue igno-

  • DKL NA re; A I. 17

    raba las nis insiinifirantes labores del des-pacho.

    Se (;()ii('edi voz y voto dos irieiitorios congratificacin.

    L'i mayora optaba por una ])rotesta escri-ta atentamente y que por correo interior re-cibira t-1 Ministro, pero el i)1an no se llev cabo temiendo los arranques biliosos de suExcelencia, l'n oficial quinto, hombre muyl)rlctico. logr convencerlos de que nada de-ba de llevarse cabo antes de percibir la cpiin-cena prxima.Javier, con admirable instinto. com[)rendiendo que sns bonos no disrcutaban de ,>ran demanda, ])rodi,uaba cigarros y sonrisas que al-go cabnaron los odios enemigos, y alguno queotro da -en (pie no sali de Palacio en el co-che del Ministro -invit cinco de los msrabiosos una .copa gratuita, que si no hizodesa[)arpcer por c()iii()leto los inofensivos ren-cores, fu bastante para conjurarla to! menta.Llegaron encitrar chiste en sus conversa-ciones y elegancia en su vestir.

    Se hizo admitii' como socio de nmero en eli^)ritish (Mub llegando ser asiduo y desvela-do concurrente. Faltaba su ti-abajo en lasnuianas |);ti'a i entregarse al sueo, y por lasnoches al tlamo, paia hacei'lo sus coneias.

    Elisa, no volvi reconvenirle por esosabandonos nocturnos; y en vez de ganarseuna destitucin, lo sorprendieron al mes.siguiente- en el Ministerio, con un sobre

  • 18 i"];i>i:i:i( ( (.am uoa

    sueldo por trabajo? reservidos de la Secre-tara.Crey lleuada una poca bonancible y se

    propuso aprovecharla. An ei'a joven.Obtvolos favores de una li,'uranta de ni-

    cionalidad de circunstancias la que llamabasu artista y con la que gast algn dinero ylos anmicos restos de su i*ei)utacin. La re-tir de la escena yendo ocultar la dicha deu victoria en el entresuelo de uim calle ])ococoncurrida, (jue bien amneblad(\ fu variasnoches testigo paciente de coloquios apasio-nados. Solan concurrir otros socios del Club,llegando organizarse en cierta ocasin unarennioncilla casi bailable amenizada con losacordes destemplados de un oi'ganillo calle-jero.

    El Ministro, quien ya trataba con intimi-dad, lo anima l)a en sus empresas lamentn-dose de no poder acompaarlo por lo elevadode su ]xsicin y alabndole su gusto ])or lapartiqnina; se iba haciendo el hombre indis-pensable para sus confidencias y para disiparlos nublados matrimoniales.Cuando tema seria y fundadamente haber-

    se ganado nna reconvencin de su mujercita,que en obsequio de la verdad se las haca ra-rsima vez, se presentaba de bracero de su dis-tinguido amigo delante del que era imposi-ble tener el menor altercado por ir de por me-dio el diario sustento ganado tan descansa-damente.

  • Ii:i, NAl I KAI. l)

    La primera o

  • 2
  • DEL XATURAL 21

    cias; hubo vez, que en un disgusto rompi unaInna abiselada y con marco de terciopelo. Bo-nita estaba ella para aguantar nada nadieteniendo un porvenir abierto y luminoso. Concontratarse, estaba salvada y podra disfru-tar de completa independencia.Otras ocasiones le daba i)or las hlgrinias y

    era de verse la cara que pona Javier pidin-dole perdn por imaginarias faltas.Al in V al cabo en el Ministerio haba tro-

    pezado con una mina que nunca dej de dar-le lo que le peda y un gasto ms menos po-co le importaba. ;A qu amargar su vida yla de esa chica voluntaiiosaLleg i:asar, pretextando una excursin

    al campo, ocho das sin ver Elisa que no lehizo la menor jobservacin su regreso. Laencontr casi cariosa y con slo una exigen-cia: mudar de casa. ;Cmo negarse si en suinterior compiienda lo injusto de su conduc-ta como esposg;' La dio amplios poderes y notardaron en encontrar una lujossima habi-tacin en el centro de la ciudad. Todos los de-talles del buen gusto podan satisfacerse pa-gando una renta relativamente corta; campa-nilla elctrica,

    |

    alambrado de gas, techos es-tucados, grandjes cristales, chimenea que nun-ca haba que ebcender pero que hermoseabanotablemente ^1 saln, todo lo tenan. Muchamaa tuvo que darse j^ara conciliar la asisten-cia su hogar durante la traslacin y las vi-sitas diarias Amalia su artista, que no vea

  • 22 FKDKKICO
  • DEL NA'IUKAL 23

    si la puesti del sol, se dirigieron sin con-sultarse rumbo la calzada despus de ha-ber comprada lo indispensable. Ambos pen-sativos no se atrevan interrumpirse en sosmutuas meditaciones. Apoybase ella congracioso abaftdono en Javier, que senta re-nacer su extinguido amor conyugal y lo ma-nifestaba oprimiendo muy suavemente el bra-zo de Elisa que como distrada lo dejaba ha-cer, alegrndose en su interior de recobrar aldescarriado con la sola influencia de sus en-cantos materiales.Era la lior^ en que las nieras recojen su

    inquieto y parlanchn ganado, gruendo entodos tonos por la retirada. Algunos rebel-des continuaban aun sus juegos con la cabe-cita d'r'scubierta y las mejillas teidas deprpura por Ja agitacin. la mortecina luzdel da en sus adioses, se divisaban sus ca-belleras acariciadas con desorden jior la bri-sa, formar rizos imposibles y encantadores.Haba un diablillo de njos azules que co-rra sin descanso desci'i)iendo curvas quehubieran ff)rmado la reputacin de un ar-quitecto, hechas nica mentt- para evitar elregreso. Cadp encuentro que evada lo hacarer, oyndose su voz maichai' en peil'eotoacuerdo con los trinos de los pajarillos al en-viarse las bu^nas noches.La voz del nio despert en Elisa los ins-

    tintos materriales, siem[)iv abonados diarioen el corazn de la mujer.

  • 24 Fi:i)Ki;i(
  • DKL NATI lAL 25

    Tin foco, se mortific ella; iban de la manohaca tiempo.Si parecen^os novios,se dijeron.Recorrieron toda la avenida, detenindose

    en cada vidriera y teniendo idnticos gustos.Recordaban su luna de miel y Elisa con ru-borosa coquetera, mencion propsito denada al chiquiljo travieso acabado de ver.Llegaron su casa muy contentos, hacien-

    do moneras cada uno, ella hablando sin esesy sin eres y l tocando el tambor con la bocay la chistera. ;En la servidumbre hubo sualarma por lo ^nusitado del hecho. Hasta elcocinero, recogindose el mandil, se empinpara distinguij algo de esa alegra. Se lescrea orates.

    |

    El camarista que haba entrado la vezque el maestro de cocina al mejorar de fortu-na de los amosse atrevi entrar sin em-bargo, y avis (][ue durante la ausencia de losseores haban llegado algunos bultos y unacarta X)ara Javier. Se le despidi acto conti-nuo, y de rodi; las ante un sof deshicieronlos paquetes de lo que haban comprado, arre-batndose los objetos con caricias.Por besarse, rompieron el busto de nn sa-

    bio extranjero.Al levantarse vieron la carta olvidada so-

    bre un velador adelantndose Javier tomar-la; haba conocido el sobreescrito.Dame esa parta Javier, ya no tienes se-

    cretos para m.

  • 26 i'EDEKico (ia:\ieoa

    Xo puedo. Es un negocio reservado dela Glicina. Voy leerla y vuelvo.Lela aqu; yo mientras, arreglar todo

    esto, dijo Elisa sealando las compras.Javier algo emocionado ley:"Javier, bien mo:"Ocho das sin verte y sin recibir ninguna

    noticia tuya me tienen como loca. Te quierotanto! Si has decidido romper conmigo, nome opongo. Soy demasiado orgullosa, peronecesito decirte algo muy interesante x^aralos dos. No me conoces y debieras temerme.Si no vienes armar un escndalo en tu pro-pia casa.

    Amalia"Tengo que salir inprescindiblemente, Eli

    sadijo al acabar la lecturacome y recje-te pues volver tarde.;C6n!o, te vas sin comer conmigo^ Y tus

    promesas^ Mira, v maana, pero no me de-jes. Me aburro cuando estoy slalEs preciso Elisa, es preciso. Te aseguro

    que es la ltima vez. Sea como quieras, pero aunque vuelvas

    tarde, te esi)erar.Se despidieron cariosamente y sali l co

    mo disparado, tropezando con los muebles dela antesala. Refunfu })Oique no haba luzdejando cier la ca ta al sacar los cerillos i)a-ra tomar el sombiero. Elisa curiosa y descon-fiada no quiso advertiselo. Entr, recogi elpapel y se acerc la lmpara. Al concluii

  • de If^erlo, una ij

    semblante. Mirtimada por estalor y de ira pensabaminacin, cuandoEl seor Ministro

    DEL NATTTKAL 27

    palidez profunda cubra suel techo profundamente lasnueva accin, y cie(>a de do-

    en tomar alguna deter-oy que anunciaban:

    IV.

    Aquella visita casual produjo un desvane-cimiento Elisa. Casi se arrepinti de haberdeseado una venganza. Le espantaba la faltaque aun no cometa y hubiera deseado queno permitieran ai Ministro penetrar al salon-cito. Quera reflexionar antes de obrar, y eldelito de Javier se empequeeca ante variascircunstancias que no acertaba analizar.Iba pretextar cualquiera cosa para no re-cibir la visita, cuando, apnreci el Ministrosonriendo siempre y mirndola ms cario-samente que de costumbre. No tuvo valorpara despedirlo y se sent dptancia.Se habl de generalidades sin mencionar

    Javier. Su Excelencia, fuer de hombre demundo, tena con|versacin chispeante con al-gunos rasgos meridionales. Su temperamen-to lo haca en ocasiones ir ms all de lopermitido por la buena forma. En sus galan-teras Elisa haba la vehemencia del ena-morado que se d^nuncia contra su voluntad.

  • 28 FEPKIUCO riAMROA

    T

  • )KL NATriIAL 29

    La visita se prolon^^aba y Javier no volva,ndudablemente en ese nioniento estaba enirazos de esa coniiqiilla, de esa cualquiera(ue haba venido nublar el cielo de su lio-lar, mientras ella resista heroicamente unitio en toda forma, preparado con anticipa-n y despreciado con ce

  • :>(! KKDKKICO (A.MMoA

    las satricas carcajadas de los transentesque se asomaban al pasar y sealndola conel dedo, decan con desprecio: "la virtuosa."'Y ella suplicaba, juraba que era buena, queno saba cmo haba podido delinquir, y Ja-vier asomndose tambin, del brazo de esaperdida, se rea con una risa horrible, que lehaca mal, que la desesperaba .Se qued dormida, y aun en sueos siguisufriendo.

    Despert, herida por la luz que se colabaalegremente per los balcones; el sol acostadoen la alfombra, alcanzaba los pies de las si-llas y uno de sus oblicuos rayos haca saltarun mundo de polvo nsimo en ebullicin,yendo descansar en el ttulo de una piezade msica colocada en el atril del piano"Fantasas de la Traviata por Leibach."Llam, y la criada al presentarse la mir

    con extraeza. Tena un semblante atroz.Mortificada por la actitud de la muchacha,la reprendi duramente porque no haba en-trado la vspera para acostarla.Como la seiiorita tuvo visita dijo la

    criada sin vacilar.Fu el primer goljie para Elisa que todo

    deseaba menos hacer una confidencia la ca-marista quien por otra parte absolutamentela necesitaba. Acaso era esa la primera casaen que serva? Haba visto mucho por el estilo, para que quisieran engaarla como unchino. Al fin y al cabo de necesitarla tena la

  • DKI. NA'ITKAI. 81

    seorita, pues el otro sefior era todo nn ca-ballero y se le conoca la legua lo decentey lo desprendidlo. La menor propina signifi-caba un duro tan brillante como un sol y na-da ms porque ella se acomeda quitarle elgabn el paraguas ISupo Elisa que Javier haba vuelto eso

    de Ins cinco de la maana; precisamente cuan-do sala el seor Ministro y que por poco seencuentran no haber estado all, ella, Ani-ta, que oportunamente apag el mechero degas del corredor ocultando su Excelenciaen su propio cuarto. 'Basta, dijo Elisa que ansiaba conoc^r los

    detalles, pero quien la verbosidad de lacriada torturaba cruelmente.Tena vergenza. Senta ardrsele la cara

    frente cmplice semejante, y sin embargo,hubiera deseado que la desobedeciera, saberlo ocurrido, sobre todo lo dicho por Javier.No se atreva preguntar por temor de des-cubrirse manifestando tanto inters por unasunto que al parecer no lo mereca. Mandretirarse Anita y entr arreglarse. Nece-sitaba tomar el aire, salir alguna parte pa-ra convencerse de que nadie sospechaba na-da, de que era respetada y considerada comoantes. Le entraron tentaciones de despedir la criada, nicQ testigo de su falta; pero sipor vengarse iba contar otras casas sudeshonra, sta se hara pblica, la comenta-ran de mil modos, y sabe Dios, si hasta sal-

  • 32 FKDKIIK
  • DKL NATUIAL 83

    raejantes procederes ni sera el ltimo. Tra-tara de concluir esas relaciones, pero conmodo, no era humano romper bruscamentecuando Anialin. estaba seguro, loquera nui-chsimo. Hal)a dado ])ruebas. ;No llevabanalgunos das sin versea Y no ella se habaportado con seriedad rechazando proposicio-nes formales, slo por cario leegn loinformaron

    que orgulloso la obligaba pro-vocar una ex[)licacin ^Qu ms poda ape-tecer Vencer criatura tan indmita era mu-cho alcanzar. All estaba la ocasia para ma-nifestarse enrgico, imponiendo condicionesque juzgaba indispensables i)ara su decoro(le hombre y su tranquilidad de marido.La idea de la prxima reconciliacin lo en-

    tusiasmaba, hacindolo tropezar con los tran-sentes que indignados, lo obsequiaban condiversas interjecciones. Pero nada oa ni sehubiera detenido tampoco. Marchaba depri-sa, aguijoneado por el deseo, y para evitarun arre])entimiento naciente que lo molesta-ba estorbndole el paso. Tema encontrarse,al volver la cara, con la de Elisa baada enlgrimas, buscando un apoyo y tropezandocon una infidelidad, sufriendo en silencio,sin proferir una queja, sin amparo, sin con-suelo. Extremecase al j)ensar que pudieraencontrarse con un sucesor que mitigara ca-riosamente correspondido los doloi'es de suesposa. Despus de todo, qu tendra de ex-trao si l provocaba la reciprocidad^ Y sin

  • 34 FEDEICO (i A:\rROA

    eml)arg') no poda prescindir de ver Ama-lia siquiera p.ir ltimo, aunque no volvierani ocuparse de ella. La demostrara los in-convenientes de sus relaciones y terminarancomo buenos ami^'os, evitando as escnda-los y remordimientos. Al pasar por el teatro,pens en que Amalia volvera los bastido-res muy pronto, al trato canallesco de suscomi)arieros. coristas en su mayora, que semuerden mutuamente y se despedazan sinpiedad.Conclua el entreacto y la campanilla de

    aviso llev hasta sus odos un sonido que sele antoj estridente y fatdico y que no erams que el resultado de un tirn dado sinconciencia por el empleado que dormitabaen su banco. La luz del prtico cayendo raudales sobre el empedrado, lo desvaneci.y el eco continuado de la campanilla le simu-laba una carcajada nerviosa y burlona lanza-da exprol'eso para exasperarlo. Tentado sevio de volver hacer una reclamacin; se de-tuvo y se ri de s mismo, pareca nio. Nose decida por la sejia racin completa, con-tinu su camino y vctima de grandes vaci-laciones lleg emocionado al entresuelo quepagaba la figura nta.No quiso llamar para darle el gusto de sor-

    prenderla durmiendo, y no encontraba lallavecita que siempre haba, guardado. L

  • DKI/XATI'RAL 8o

    nizada d una lmpara sin reverbero, vicia-ba la atmsfera, hacindola irrespirable. De-j abierta la puerta para que se marcliara lapeste, y una rfaga de aire extingui brusca-mente la agonizante luz. Sinti miedo. En-contraba siniestro ese accidente tan naturaly por poco se marcha. De nuevo se encontrcon la imagen de Elisa, y ahora, en la oscu-ridad, se destacaba mucho mejor, mirndolapasar con tranquilidad magestuosa, pero llo-rando como antes. Iba salir arrepentido ycontrito, cuando escuch un ronquido ordi-nario, feroz V masculino. Crey estar soan-do y no se atrevi ni respiar. Negras con-sideraciones le atormentaban el cerebro ysenta latir sus sienes con fuerza extraordi-naria. Se olvid de Elisa y de todo lo buenoque conservaba por milagro. No vea m'sque Amalia prodigando sus caricias al-gn vagabundo, y no poda explicarse tantaperdia. ;Para eso lo haban llamado, cuan-do empezaba apenas curarse de ese cariotan mal tratado? Pens en tanto, que lleg imaginar monstruosidades imposibles. Esta-ba calenturiento y opinaba por la destruc-cin. Decididamente armara un escndalo.No crey quererla ese grado y se con ven-ci de que no podra pasrsela sin ella. ;Qule importaba lo dems?Penetr la sala para convencerse de la

    falta y para conocer ese rival que tan biense aprovechaba de sus ausencias. Entr tem-

  • 8f) KKDKKICO
  • DKL XATlII.Vr. 87

    s. Su sucesor era el bajo cmico de la com-paa, un ordinariote incapaz de nada bue-no, enteramente sin pudor, que no reparabaante una indignidad por sucia que fuera.Se sinti degradado frente su heredero yse lanz sobre l. Amalia sorprendida y con-trariada, se interpuso diciendo:Clmate Javier, por Dios, yo te explica-

    r'

    Pero antes de que concluyera su frase re-cibi un golpe: brutal en la cabeza, que la hi-zo caer. Era Antonio que celoso su vez, nopoda permitir tal ofensa su linaje. l noestaba para efeo. Y entonces, en una semi-oscuridad producida por la luz que arda enel piso trabajosamente, se empe una lu-cha vulgar y soez entre los dos amantes quese revolcaban repartindose con igual furiamordiscos y puadas. Una lucha vergonzosa,imposible para un hombre digno. Abraz-banse en ocasiones y con las caras casi jun-tas humedeciclas por el sudor y la sangre, sevomitaban insultos de la peor especie, deesos que se oyen rara vez y que ofenden elodo menos asustadizo. Amalia, mudo testi-go de esta escena, no poda impedi.'-la. Siem-pre que se acercaba reciba una lluvia degolpes que no le estaban dirigidos, pero quele hacan dao. Los combatientes, derrenga-dos, comenzaron al n ceder por cansancio.La respiracin fatigosa de ambos, reclamabapor lo njenoa un descanso, una tregua, que

  • 38 FKDEKICH) GAMBOA

    se otorgaron sin consultarse. Al separarse,no podan ni hablar, tal era su agitacin. Suclera la haban limitado mirarse furiosa-mente. Amalia se dirigi Antonio, y comoquien ordena, con im>erio, le hablaba algo alodo que Javier no poda escuchar. Antoniorespondi que n, hasta que un secreto na-y< r que los anteriores pareci decidirlo. Ja-vier presentaba un aspecto desolador, losojos anloratados, la cabeza maltrecha, la ro-pa desgarrada y un color plido que lo hacaaparecer mucho peor. Su contendiente, aun-que con huellas del combate, tena un aspec-to presentable. Compuso su exterior y sinmirar Javier, se lanz la calle. EntoncesAmalia, con la seguridad que da la mujer elsaber que es querida, se acerc Javier atra-yndolo con dulzura al fondo del saln.El se dejaba hacer como si en la refriega hu-biera perdido la voluntad propia. Pareca in-sensible, inconscientemente cay sobre uncanap. Amalia, sentada su lado, lo acari-ciaba con dulzura, con zalameia, refregn-dose con l que poco poco se le acurrucen la garganta; y mareado por la excitacinnerviosa, el dolor moral y el olor mujerque tan de cerca perciba, sin darse cuentade la semidesnudez de Amalia, se desvane-ci tal punto, que no sinti cuando entresta y la nica criada de que dispona, lotrasladaban la alcoba. Al recuperarse y en-contrarse acostado en esa casa que tanto le

  • BEL NATFKAL 39

    costaba, precis los hechos con esa claridadque viene la percepcin despus de unaconmocin que despedaza hondamente, y seech llorar. Amalia doloma su lado, sen-tada en una silla y reclinada sobre el lecho.La hubiera matado. Se senta pervertido, lle-no de malos instintos, degradado.. Y la que-ra, ya no tena duda, la quera muchsimo.Le hubiera perdonado hasta los golpes reci-bidos solo por ella, reconocer diverso ori-gen. Si se hubieran visto agredidos en la ca-lle por un desconocido, cuando volvan con-tentos y enamorados en los das felices, todohabra cambiado. Pero verse burlado de unamanera tan sangrienta como inmerecida, notena nombre ni haba castigo bastante. De-cididamente, no la vera ms. Se levant ynot que la habitacin se marchaba deprisa,movindose de todos lados. Se apoy en al-go y mejorado un tanto, se dispuso salir,Si la estrangularan Se extremeci de pensar-lo. Pens entonces en darle un beso suave-mente, casi sin tocarla, para que no se des-pertara, un beso ltimo, de verdadero adis,y se dio asco. Lleg por n la puerta y enesta vez s encontr la llave. Se hubiera vuel-to, pero los nufragos y escasos restos de suamor propio, lo hicieron salir. Comenz ca-minar como ebrio, no se senta nuda bien, alcontrario, un zumbido constante en los odosy oscuridad en la vista lo atemorizaron. Po-da darle un ataque, poda morirse as junto

  • 40 FEDERICO GAMBOA

    al arroyo, como perro, sin que lo auxiliaranadie, despreciado de su mujer y engaadopor su (pieridal No poda ms. Se agarr un arbolillo de la acera y llor mucho, conifcuando era nio. El llanto le haca bien. S^hubiera ahogado sin llorar. Fuese calmandopoco poco, enjug su llanto y tomando aires de escptico, tom tambin el rumbo desu morada. Pobrecilla de Elisa, he ah lamujer que realmente lo quera. Esa era incapaz de faltarle ni en pensamiento. Menosahora que ya l poda apreciar todos los iiiconvenientes de las caricias compradas.Bah, bali, no haba qu pensar en otra co

    sa; su Elisa y nada ms.Amaneca.Diose prisa entrar para evitarse el boclior

    no de lucirse en tan triste estado ante sus criados. Le llam la atencin encontrar Anitaapagando con precipitacin el mechero de gasy levantada esa hora, j)ero crey que tal sera la costumbre. Nada pregunt y lleg sucuarto. Estaba irritadsimo y muy cansado.Demonio con el hombrese, p"gaduro!-

    se dijo al desnudarse, y le pareci or que lacamarista hablaba con un hombre.;Quin puede ser tan de maana? A ni

    tagrit entrando en el lecho por pudor. Desea Ud. algo;!

    pregunt Anita asomando. S. /Con quin hablabas?Con nadie seor, esta hora?

  • DEL NATI RAL 4]

    Es verdad, retrate. Pues seor no hayinda de que esltoy nervioso, se dijo medioiormido.En ese momento, alguien sala de la casa

    esguardado por Anita. Comenzaba el sol lorar los ltimos pisos de los edicios.

    \ VI.

    (yuando Elisa regres, aun no despertabaJavier y era ya medio da. No se atreva ver-cara cara, estaba segura de delatarse y

    no hubiera podijio ni estar seria con l, como[onvena su p^ipel de esposa ofendida. Sisospechaba algo^ estaba perdida; pero comoconfesarle lo pagado, como decirle que ella,m un momento de inexplicable debilidad. .

    .

    .? La matara, y con razn.Mempre haban opinado de acuerdo en esepunto cuando sa comunicaban sus opiniones.Se vea tan distante de la cada que no la

    onsideraba disculpable.Nunca se figut poder llegar ese grado,

    ^recordaba el iorror que le inspiraban lasinujeres casada faltando sus deberes. Nia conducta dudosa de Javier poda justiicar-la, no tena culpa ninguna. Si era tan cona-0, esa confianza le haca honor. Se figuraralue estaba unido auna dama incapaz de arro-arle una mancha. Tuvo miedo, considerabanatural que Javier tomara sus informes, so-

  • 42 FKDKKKO
  • DKI. NA rriiAK 4H

    ' en el cuarto, se alegr de que estuviera conlas ventanas cerradas; podra ocultar un poco ms su creciente turbacin.Javier que s esperaba nn chubasco de pa-

    labras descompuestas por su escapada de lavspera, atribuy ese silencio un exceso deindignacin reconcentrada y creyendo queElisa se diriga abrir le dijo: fo abras, no puedo ver la luz. Acrcate

    y sintate aquj, mi lado. Voy explicarte.Se acerc Elisa sin responder porque senta

    un nudo terrible en la garganta y se sentdonde le indicaron. Javier se enderez en ellecho, apoy la espalda en las almohadas ycomenz contarle cmo la noche anterior,despus de baber ido donde deca el papel,que, no creas, era una simpleza de un amigo,sin consecuencias, un negocio cualquiera, sehaba ido al Club segn acostumbraba, y alsalir de all, y muy tarde, slo, fu atacadopor dos individuos que queian robarlo.Jesis! dijo Elisa que no pensaba en lo

    que oa. Y Javier, animado por esa exclama-cin que denotaba inters (cuando se espera-ba otra acogida, le tom una mano y le hizouna narracin fantstica de lo peligroso queson los ataques nocturnos en una ciudad. Ci-taba ejemplos, p.ccionaba, le pintaba los mo-mentos crticos, cuando hay que aprovechar-se del hueco de una puerta, dar un quitecon el bastn, agazaparse preparando lahuida, como de vez en cuando, gritaba los

  • 44 I-'KDKIMCO ,\

    policas pidiendo auxilio (pie lleg hasta (Ui^^61, cnsalo y lijeraniente herido, apenas })oda tenerse de pie.

    Elisa, humana y egosta, se senta ms tran-quila con la narracin de los ])eligTos que ha-ba corrido Javier, eso le indicaba que nadasospechaba y aparentaba inters, mova lacabeza.

    ; Y ests herido^ -4)i'fgiint. S, del)o tener algo en la cabeza y en los

    o'os, poca cosa. Una poca de rni-a me ali-viar.Po])recito dijo ella -y le acariciaba la

    frente y la barba ari'ullndolo como los ni-os. ;Quieres almorzar aqu, sin levantarte^iN'os colocarn una mesita y yo te acompaa-r todo la tal de.Si quiero s, anda y ariglalo.Javier no volva d(^ su asombro. A'i salir

    Elisa y dudaba que fuera la misma de an-tes. Saba, por haberlo odo decir, que mu-chas veces una esposa modelo para atraer aldescarriado marido, le pone l)uena cara to-dos sus actos en vez de aburrirlo con lgrimasy recriminaciones. Pareca que Elisa habaadoptado ese tan prudente sistema y se ricon malicia al recordar lo bien que la habaimpresionado contndole el imaginario asal-to, pens luego en lo que habra hecho Ama-lia, al despertar y no encontrarlo l que tantranquilo estaba en su casa. Era una indecen-te que nada mereca ms que los golpes que

  • DEL NATURAL 45

    Antonio le dipra como nico obsequio. Ya searrei)entir. Deseaba })ara ella el peor tratoposible, que el sin vergenza ese la acabara palos para que pediera apreciar la difei en"ia.^Qu diran en el Club, cuando vieran queAmalia volvia ^ traba jai' Despus de todoque le importaba lo que dijeran, si era un pun-to nal este disgusto? La dejara los muebles,pero avisara af propietario que no pagabams la casa. Tal vez le sirvan para comer! Queconvencido estaba de que el hombre es un bi-cho raro, siempre descontento y dejndoselobueno por lo nijilo.Repentinamehte se compadeci de los ma-

    ridos engaados. Cunto vala su Elisa. Aho-ra s que la quera, tan buena, tan sufrida,tan honrada! Cualesquiera otra quin sbeloque hubiera heolio Tambin hay que conce-(lerles amor propio y el ])eligroso derecho devengarse. Afortunadamente, ya que l habasalido l)ieu, no intentara un segundo golpe,al contrario. Abesar de la paliza de la vspe-ra se senta ta]n bien, contemplado por sumujer. La comprara lo que quisiera; bastan-te se haba gastado con la otra. Y la reirapor juego, como si fuera muy hombre de sucasa. Quera hacer el tirano por un momen-to, algo en n (Jue pudiera autorizarlo aca-riciarla muchsimo, como lo deseaba. Prepa-r su enojo, rindose interiormente de loino-ceate de la maldad. Despus reiran juntosdel altercado, comindosela besos. Le di-

  • 146 FEDEIUC'O (AMlOA

    ra qu le dira; Ali, s, eso es, le re-comendara nmy serio, que no le gustaba eldesperdicio sino la economa, que se apagueel gas temx)iano y no como lioy, la raadrugada para que alumbre la salida del amantede Anita; induda))lemente ha de tener unamante, todas las criadas lo tienen. Lo ave-riguaremos y si le conviene, la casamos. Pa-rece buena muchacha.Le sorprendi verse tan moralista, nunca

    haba estado as y crey reconocer en ese cam-bio la inuencia de Elisa. Sin embargo, allen el fondo se desconfaba, no crea en suspropsitos. Siempre al da siguiente de undisgusto con Amalia le aconteca lo propio.En fin, all veremos, exclam.Entr Elisa algo ms calmada pero n en-

    teramente. Su delito la acompaaba incesan-temente. Fluctuaba entre la confesin elengao, es decir, la muerte tal vez la infa-mia. Y con ese miedo profundo que precede toda gran decisin, dejaba venir los aconteci-mientos, temiendo ser descubierta por su pa-lidez por su intranquilidad.

    Javier tom un aspecto formalsimo y ahuecando la voz le dijo:Tenemos que hablar de algo muy serio.

    Aqu se me engaa, comprende Ud. seora, yno puedo tolerarlo. Olvidndose Ud. de susprincipales deberes ha cometido anoche unacto que tengo que castigar severamente yque castigar.

  • lEL NATURAL 47

    Sinti Elisa una angustia espantosa, cre-yendo que Javier todo lo haba sospechadoy apenas si pudo articular:Te Juro JavierNo me jure Ud. nadarepuso l esfor-

    zndose por mantener su seriedadtodo los; esta maana ha salido de aqu un hombre,y so3^ yo quien paga el gas que ha de alum-brar sus amorosos devaneos, UdPero Elisa ya no escuchaba, la escena de

    la noche anterior se levantaba ante su vista,y consider todo lo infame que era, manchan-do el nombre de su marido en el mismo mo-mento en que ste despus de estar en unadiversin lcita, regresaba su casa soandocon la mujer que amante deba esperarlo, yteniendo en cambio un encuentro desagrada-ble en la calle y el deshonor en el hogar. He-cha un mar de lgrimas, sollozando y supli-cante cay de rodillas al pie del lecho y re-fugiando la cara en las coberturas:Mtamegritpero perdname!Javier crey soar. Un raj^o de luz se abra

    paso trabajosamente en su cerebro y mien-tras ms penetraba mayor dao senta. ;C-mo explicarse las frases que escuchaba, poruna causa que fundadamente haba supues-to insignificante^ Imagin otra cosa, y pasn-dose la mano por la frente, "es imposible" sedijo. Pero qu era, entonces^ Por qu ese llan-to y ese deseo de que la matara? Trat de se-renarse y tocando Elisa en un brazo le or-

  • 48 KKDKKKM (AMIiOA

    den que se explicara, que liablara algo. Te-na derecho de saberlo todo, absolutamentetodo, por horrible que fuera, lo mandaba. YElisa continuaba llorando; slo poda orlela palabra, perdn. Javier salt del lecho, la-tanle las sienes, le faltaba aire; y tal comoestaba, medio vestir, comenz dar paseospor la habitacin hablando y gesticulando solo. ;Con qu tambin su mujer lo engaaba,se burlaba de l y lo haca el objeto del escar-nio pblico Despus dla falta, era admira-ble su frescura, ;Qu la matara:! Pues ya locreo que la matar. Aunque la mate, sumuerte no resucitar mi lionor. Si as erantodas, no haba que darle vueltas. Con antece-dentes sin ellos, acaban lo mismo. /Quin lohubiera sospechado mirndola con ese airede bondad y de distincin^ Infame, infame!le grit en el odo inclinndose sobre ella.La tom- de una mano y arrastrndola unospasos la sacuda, dicindole: Su nombre, ne-cesito su nombre, lo oyes, respndeme, quienes; dmelo te mato antes que l.

    Elisa entonces hizo un esfuerzo por des-asirse de Javier y le ech en la cara como unreproche, estas palabras que lo hicieron re-troceder: El Ministro que tii trajiste micasa!No pudo contestar, no tena voz. Empez

    vestirse febricitante 5^ desesperado. Al conclnir, dijo Elisa: Te prohi})o que salgas an-tes de que yo vuelva

    y se lanz la calle.

  • )EL KATURAL 49

    VII.

    Luego era cierto. No caba ya la menorduda, no haba lugar tenerla. Se vengaray se vengara con razn. La otra, al fin y alcabo estaba en carcter engandolo y noera lgico esperar otra cosa. Sin principios,sin educacin, en lucha con la miseria msnegra y en contacto con la peor clase de gen-te, era forzoso que se condujera como se con-duca. Pero Elisa no tena ni perdn ni dis-culpa; todo la condenaba, hasta el aislamien-to en que confiadamente l mismo la haba co-locado. Aunque refiexionndolo bien, quienpudiera decir si por despecho . . no, ni asera explicable. Y laego el Ministro, buenoestaba el Ministro con su proteccin crimi-nal y solapada. Deba haberlo comprendido.No se hacen favores as, manos llenas, co-mo l los haba recibido, por el simple gustode ganarse un partidario que no se necesitani sirve para nada, que tal vez fastidia. Afor-tunadamente lo saba tiempo y lo desafia-ra sin importarle que estuviera ms alto quelas estrellas Decidido, caminaba buenpaso hacia el Ministerio sin reparar en quela gente hasta se detena para observarlo yobservar su ojo morado y alguno que otro li-gero desperfecto que acusaban una ria demala clase.

    I 3

  • t)0 VVIDVAUCO (AMJiOA

    Como en el Ministerio se le vea poco, larara ocasin que por all se llegaba, causabajirofunda sensacin. Lo suponan enfermo.Los comentarios estaban muy disminuidosen razn de que ya no andaba tan frecuente-mente con su Excelencia. Conformbanse conenvidiar su buena suerte que le permita serempleado nicamente para percibir el suel-do. que no era nada malose decan.En ese da, el primero que llev un sofo-

    cn fu el portero. A poco grita socorro, ci-h-yendo que queran asesinar don Javier. Alnotar su feroz aspecto, no se atrevi ni sa-ludarlo. Inclinle la cabeza y distancia,esperaba sus rdenes.Est el Ministro? pregunt Javier sin fi

    jarse en sus ademanes.Si seor, lleg hace poco. ;Tiene Ud. papel en su mesa, Florentino;Si seor, si havv diligentemente sacu-

    dio la carpeta retirando su silla para que ilu-diera sentarse el seor olicial.

    Sentse Javier y se puso escribir su re-nuncia, una renuncia seca y concisa, i)or susalud y agradeciendo en fin, las frasesms triviales. Tema que algo pudiera tnis-lucirse. Al concluirla, tom una cubierta conel sello de la oficina, la rotul y despus depegarla, la alarg al portero dicindole:Para el seor Mayor.Hizo una reverencia Florentino y se apre-

    sur abrir la mampara que conduca al des

  • DEL ^^ATURAL 51

    pacho del Ministro dejndolo i)asar entera-mente slo. Nunca lo anunciaban.Su Excelencia se encontraba de excelente

    humor ese da, procurando aumentrselo ju-gando un solitario sobre su mesa. Muchosdas haca lo mismo. Le encantaba consultaral naipe sobre sus empresas amorosas y si ca-sualmente lograba sacarlo las tres veces deordenanza, su alegra no reconoca lmites.En una ocasin de esas, aument el sueldo

    de dos empleados.Tan distrado estaba en su ocupacin favo-

    rita pensando en Elisa, su nueva conquista,que no se fj en la llegada de Javier.Este se detuvo en la puerta. Pens en

    arrojarse sobre l, en ahogarlo, pero al con-siderar todo el lodo que un proceso escanda-loso arrojara sobre su nombre, se contuvo yllam en los cristales.El Ministro levant la cara y al reconocer-

    lo, continu su juego exclamando:Acerqese Javier, ahora concluyo.Prefiero esperarrepuso Javier-me trae

    un asunto muy grave.^Muy grave'dijo el Ministro volviendo

    mirar Javier. Pero al verlo bien y notarlo lastimoso de su cara, fu hacia l.Qu le ha pasado Ud. hombre,le pre-

    gunt est Ud. hecho una lstima.Entonces Javier, siempre dominndose, ba-

    j la voz y frunciendo las cejas empez ha-blar con dificultad. Las palabras le salan

  • 52 FEDERICO GAMBOA

    torrentes ininteligibles, distinguindose deentre ellas, las de indecencia, deshonor, felo-na. El Ministro, trataba de calmarlo, no sospechando de lo que se trataba. Era hombreque saba hacer las cosas y ni se imaginabaque un arrepentimiento de Elisa, lo hubieradelatado. Pero Javier, pasada esa crisis, pu-do hablar y frentico le deca que necesita-ba su sangre, que se batiran, a menos deque l, un ^Ministro, preriera morir como unperro. Acaso se imaginaba que un hombredigno poda tolerar esas ofensas, pues ya ledemostrara su error con las armas en la ma-no. Y luego la matara ella, si seor, ella, pero antes necesitaba vengarse de l.El Ministro, dueo medias de la situa-

    cin, supo sobreponerse y con comedido to-no le contest que estaba sus rdenes, pe-ro que no era esa la manera de arreglar asun-to tan grave, ni tampoco una oficina lugarpropicio para explicaciones semejantes. Com-prendi Javier lo falso de su posicin y sindespedirse, sin contestar sali del despacho.Eran las cuatro de la tarde. Al pasar por unrestaurant cualquiera, entr tomar algo.Tena temores de caerse en la calle. Pens endos amigos y haciendo el sacricio de queadivinaran la causa verdadera fu verlos yles rog que le sirvieran de padrinos en esacuestin pendiente y de difcil solucin. Unamala inteligencia en la resolucin de un asun-to, haba determinado el cruzamiento de al-

  • DEL T^TATUKAL oH

    ganas frases duras que haban concluido enuna bofetada. Y les mostraba el ojo que aunconservaba las huellas de la mano del cmi-co. Tena que ser muerte y en la creden-cial declaraba no aceptar satisfaccin de nin-gn gnero. Los esperara en el Club, y so-bre todo, mucha reserva. Era asunto deli-cado.Sus amigos aceptaron en el acto. Nunca

    se haban batido pero conocan al dedillo esatramitacin. Comenzaba caer la tarde so-bre la avenida llena de gente esas horas.Los peridicos vespertinos eran voceados porlos granujas que ligaban los ttulos forman-do retrucanos y metan por la nariz de cual-quiera el papel hmedo todava y con eseolor peculiar de lo recin impreso. Cerrban-se algunos establecimientos arrojando sobreel arroyo un mundo de costureras y depen-dientes que buen paso se retiraban sushogares, aumentando la concurrencia y esemurmullo de toda gran ciudad que despier-ta otra vida al llegar la noche. Los cafsdespedan raudales de luz y Javier ensorde-cido por ese ruido, y por el de los carruajesal regresar del paseo, se sinti desvanecido.Qu desgraciado era! Tanta y tan encontra-da emocin lo haban enfermado. Sentasecon fiebre y como en el aire. Derrepente, al-go que le pareci un relmpago lo oblig cerrar los ojos. Era el alumbrado elctricosaludando la ciudad.

  • 54 FEDKinco (;amb(>a

    Entr en el Club y sin hablar se instal enel saln de lectura, vctima de una impa-ciencia espantosa. Tom un diario y las letras le saltaban delante de su vista. Se aso-m un balcn. Haba llegado un grado enque casi no poda darse cuenta de lo quepensabaAl sentirse tocado en un hombro volvi la

    cara. Al ndijo al reconocer sus amigosy juntndose los tres, apoyndose en el barandal, le dijeron que el Ministro rehusababatirse, por entonces al menos; que su encar-go se lo impeda y no haba de renunciar porcomplacer un subalterno insubordinado,pero que en cuanto saliera del Ministerio, lsera el que buscara Javier. Nosotros losentimos, pero hemos hecho lo posible, tencalma, es muy posible que pronto nadadiremos y le estrecharon la mano dejn-dolo slo.Luegose dijo Javierno hay remedio.

    Me recomiendan que tenga calma, que tengapaciencia, que spere Si no puede ser, comome han de aconsejar esa monstruosidad. Esque no saben de lo que se trata si lo su-pieran Pero qu hago yo entretanto'!! Que-darme en esta situacin, esjDerando indefini-damente que ese desvergonzado Deotro modo, el escndalo, v ser el ludibrio detodos, no poder salir, no poder hablar, des-preciado, asqueroso. el asesinato la degradacin, pero de

  • DEL :VATITRAL 55

    todas maneras la deshonra. ....... A quinacudir A quin pedir consejo. . . .

    Y en el mismo momento, sus espaldas,rodeando el piano del saln, algunos sociosque haban comido fuerte, cantaban en coroel vals de "El Caballero de Gracia" . .

    .

  • 1**^

    LA EXCURSIONISTA,

    El Paradero del Ferrocarril Central Mexi-cano en el Paso, Tejas, estaba concurrid-simo.Corran por el andn los empleados dando

    sus ltimas rdenes; las carretillas de equi-paje y carga rodaban su vez, furiosamenteimpulsadas por manos rau}' poco cuidado-sas; la locomotora no cesaba de arrojar unapecpiea columna de vapor por su vlvula dese

  • 58 FEDERICO GAMBOA

    sostenidas distincia; hablbanse ingls yespaol; nadie se entenda ni procuraba en-tenderse; todo se hallaba listo para partir.Era una de tantas excursiones de viajeros

    americanos que han dado en visitarnos todos los veranos, la cpe ocasionaba esa pre-mura y esa diligencia.Ya el conductor iba ordenar la marcha,

    cuando se i)resent una viajera ms, seguidade un mozo que llevaba dos maletas de ma-no. Sin detenerse en el expendio de billetes,subi resuel taten te al ltimo coche, mostrel que la autorizal)a t ocupar ese tren, tomsus maletas, despidi al que las haba con-ducido con una moneda que le dej caer, ypregunt en correcto ingls por la cama n-mero nueve. Se la designaron y sin saludar ninguno de sus compaeros, se sent en labanqueta de terciopelo que le corresponda,sac un peridico y psose leer sin levan-tar el velo de su sombrero.A nadie llam la atencin esta entrada:

    no son los americanos los que se preocupande que no se les salude, ni mucho menos sies una 1

  • DET. NATI TRAL oO

    hoteles y todo lo indispensable un desem-barque, mediante la retnbu(in que entre to-dos se paga. Apenas si notaron esa seora.En una de las maletas de la recin llegada

    poda leerse grabado en metal el nombre de"Miss Eva Blackliill," y su traje poco na-da ofreca de particular. Un largo cu])re pol-vo segua los i)ronunciados contornos de sncuerpo, que pareca excesivamente desarro-'liado, sobre todo nn cuanto la estatura, sinpoder asegurarse qu cara tendra. El velitocolor de rosa que llevaba, se la ocultaba com-pletamente. Sus pies, que contra la costum-bre reinante, procuraba ensearlo menos co-sible, no eran nada pequeos.Concluidos los ltimos detalles, el convoy

    se i)US') en movimiento las seis de la tarde,hora fijada. Los carros de carga, estaciona-dos en las vas de escape, parecan caminaren sentido inverso; las ocinas de la Estaciniican SUS techos de pizarra y sus chimeneasde ladrillo, en las que se reejaban los amor-tiguados rayos del sol poniente. Pronto llegel tren las mrgenes del ro Bravo cruzandoel puente internacional que no demuestra es-tar muy satisfecho de tan importante cargo, juzgar por los dolorosos crugidos que lan-zan la atmsfera las maderas de que estorinado. Un momento despus, se detena en^aso del Norte, habiendo franqueado la fron-era.

    Los ocialns de la Aduana hicieron una li-

  • f)() FKDKKTCO 4AMBOA

    gera inspeccin y no encontrando nada notable, descendieron con la majestad que acompaa al desempeo de nn cargo cualquieraSe sentan satisfechos con la curiosidad muda de que eran objeto, sobre todo el que lievaba un sombrero al estilo del pas.

    Encendironse las lmparas, y ya de no-che, se intern el tren todo vapor, por lasdesiertas soledades chiliuahuenses.Comenzaron las conversaciones generali-

    zarse entre todas las seoras v slo Miss Evase conservaba aislada en su asiento y comodormitando.En el cuarto para fumar, los hombres se

    traan una pacfica discusin propsito delas ventajas y desventajas que ofrecera esas llanuras, una abundancia de pozos ar-tesianos. Se emitan opiniones muy encontradas; se citaban California, Nebraska yArizona; se fumaba un tabaco inaguantabley se pasaba el tiempo en buena armona.

    El camino sin aliciente alguno, envueltoen la densa oscuridad de la noche. No sevea ms que las chisi)as que arrojaba la locomotiva. simulando en su vuelo fantstico,un mundo de esos insectos luminosos quepueblan los campos. Alcanzbanse y se arre-molinaban, cayendo sobre la yerba con con-vulsiones de agona para extinguirse en se-guida y ser reemplazadas por otras nuevasque sufran la misma suerte. Marchbase buen paso. Agotados los asuntos de la con-

  • BEL NATITRAL 6

    versacin se disolvi el grupo, yendo cadaviajero hundirse en su cama, alistadas ha-ca tiempo.El despertar del da siguiente fu tempra-

    no. Los caballeros cruzaban el coche en di-reccin al lavabo con la ropa sobre el brazoj los tirantes cados. En el tocador de las se-oras haba su alarma. Ocupado por MissEva, cuya tardanza en abrir era inexplicable,se impacientaban las dems de ese pudorexagerado. Era el colmo, ocultarse de ellascomo si fueran varonesl Generalmente, dos tres se asean al mismo tiempo, hablandopoco y sin fijarse en los hbitos de la vecina.Qu ms da que personas del mismo sexose descubran mutuas y ligeras imperfeccio-nes, si los trajes las hacen desaparecer com-pletamente!! Sali Miss Eva al fin vestidasiempre con el enorme guardapolvo, con susombrerito y con su espeso velo. Salud dis-culpndose de su tardanza y luciendo unavoz tan fuerte, como la del mejor contralto.;Sera cantante?Llegados la Estacin donde deban al-

    morzar, todos notaron que Miss Eva, se ha-ca servir bordo, y por poco curiosas quefueran, tanta excentricidad comenz cho-carles. Abrise paso los comentarios y las suposiciones. ; Sera i y una rfagade pudor aviv los hermosos colores de lasseoras. Era preciso averiguarlo y si las sos-pechas resultaban ciertas, poner inmediata-

  • 62 FKDKincO (AMBOA

    mente el remedio. Buena es la repblica ybuena la libertad individual, pero con t^x-d-tivas, sin abusar. Iba alguna gente distingui-da que no se resignaba un contacto cual-quiera. El presidente de una sociedad de se-guros de Kansas; un antiguo pastor evang-li'o. en vacaciones, con su esposa y sus doshijas, que siempre ante])ona su rnia laslaba "Rev.""; un candidato al puesto dealcalde, en un pueblecito de Colorado quese haca llamar honorable, aunque nunca ha-ba salido electo; un profesor. ...de acor-din con academia establecida en Los Ange-les, y comerciantes de Chicago, cerveceros deSaint Louis, en in, gente que tena dere-cho por su conducta y por su solvencia al-gunos niiramientos. Adems iban bastantesmuchachas con novios sin ellos, pero cu-ya castidad era indispensable resguardar has-ta lo ltimo. Llamse al agente, responsa-ble directo del abuso, y se le interpel porvarios miembros de la excursin, con dure-za y con seriedad acerca de los antecedentesde la seorita IMackhill. El agente era un])uen chico, inca{).i/ de enfadarse y mu( liomenos en ese caso en que comprenda queobraban con sobrada i'azn. Tampoco l ha-ba podido sacar gran cosa en limpio; al des-])aclio de la Agencia haban pedido un bille-te pai'a ese viaje incluyendo en tin)res postales el ])i'ecio de pasaje, y diciendo que ei.ipara una joven recomendable poi' todos con

  • ])E1. .NATURAL 63

    ceptos y que deseaba escribir algo respectode Mxico. Pero en Tejas, haba logrado ave-riguar que Miss Eva viajaba por olvidarsede un amante que la haba engaado con cir-cunstancias agravantes. Y relataba stas ma-liciosamente, en voz muy baja, obligando los que lo escuchaban, inclinar la cabeza yacercarse mucho.Se oy en ese momento la voz del conduc

    tor ordenando la partida, y con ansias, em-pujndose, magullndose, se subieron loscarros en completo desorden. Ya la curiosi-dad bien desi^ierta por la pimienta que elagente haba prodigado en su relato, no po-da quedarse sin saber el resto. Reunidos denuevo en el cuarto de fumar, haban tran-quilizado sus familias al pasar, prometin-doles contrselo todo, despus, cuando ellano lo observara y ya vern, tiene gracia, de-can dndose de codo y riendo carcajadas.El auditorio del Agente haba aumentado;todo los asientos estaban ocupados y per-sonas de pie, en la puertecita, empinndosesobre las dems para no perder palabra nidetalle. La ventilacin de las dos ventani-llas era insuficiente, se respiraba con dificul-tad y se sudaba muchsimo. Hubo que vol-ver contarlo todo, con ms libertad, y de-tenindose en los puntos espinosos. No esposible, es broma de Ud. exclamaban inte-resados, y l juraba que s, que lo haba sa-bido por casualidad x^^io de buena tinta; pa-

  • 64 FEDEKirl aA:VlB)A

    ra concluir les coniunic una observacin queacab de exaltarlos, de enrojecerlos. La vs-pera, mientras ]Miss Eva dormitaba desciu-dadaniente, haba ])odido ver por debajo delvestido la extremidad de unos pantalones deliond)re. Si seor, de hombre, les gritaba alver que movan la cabeza en seal de duda.Y se cruzaron apuestas, se formaron dosbandos, de los que ^rean y de los incrdu-los, se daban un plazo corto, hasta que lle-garan, no se haran la guerra unos otros,dejando que la ca>ualidad el talento des-cubriera la verdad, convinindose formal-mente en los trminos, apalabrndose. Ya to-dos tenan inters por Miss Eva, era precisohablarle, distraerla, hacerla entrar por elaro.

    Nadie en la noche extra su ausencia delRestan raut, se explicaba las seoras esacondu'^a procurando que les fuera simpti-ca la desgraciada joven. Qu hara sola yaislada en Mxico? AMvira con los demsDeberan proponrselo as, por humanidad,nada ms que por humanidad. Convnosepues en que al siguiente da, se lo propon-dran, pero quin . . . . ? S, eso es, una encan-tadora rubia, nica que haba logrado poderhablar dos palabras seguidas con ella.

  • ii-;l NA'iriiAi, 'm

    II.

    "Qne lio poda aceptar, aunque s agTa-deca pi'ol'undaniente la muestra de conside-racin; sin que liubiera ])odido sacarle nadams."' Tal fu la respuesta de la eniisariaque contaba lo amable que haba estado conella Miss Eva dejndose llevar de transportescariosos que absolutamente correspondancon su seriedad anterior.Me besaba mucho,deca, Y.ero sin retirar su velo, y ni un ins-tante dej de acariciarme las manos. Pobremuchacha, tal vez muera pronto, se dijerontodos, no volviendo ocuparse de ella. Co-menzaba el pas ofrecer algo digno de in-tei's y no se hablaba ms que de sueos in-dustriales y agrcolas que pudieran llevarse cabo por empresas americanas slaiuente.Las seoras conservaban todava por la nds-teriosa, un ligerillo rencor. Haban tenidoque volver esperarse en esa maana, queella concluyera su dilatada estancia en el to-cador. No atinaban con la causa de esa tar-danza, y aunque alguna de ellas se haba le-vantado muy temprano con objeto de espiar-la cuando saliera de la cama, ya Miss Evaestaba encerrada y no haba visto nada queaclarara el enigma.Passe todo el da sin novedad, exceptun-

    dose los preparativos para la llegada. Los de

  • 66 FEDERICO (;A>I1U)A

    la apuesta, prescindieron de ella, Miss Evano haba vuelto descuidarse. Mandse alagente ver si lograba conversar con ella.Era muy vivo y hasta insinuante, haba es-tado en Gibraltarl Por ms que hizo, ape-nas si vio contestado su cordial saludo poruna muda y fra reverencia de parte de laseorita Blackhill. Decididamente no habaque ocuparse de ella. Al in y al cabo eramuy duea de sus acciones y de sus pala-bras. Si no quera ser molestada, respetarla.Se fastidiara^ pues peor para ella. Deseabahacerse notable, lo conseguira.La ltima noche de viaje se durmi mal y

    poco. Se cuenta tanto de Mxico, que losextranjeros arriban siempre con curiosidadlDesde temprano se levantaron para poderapreciar las bellezas de la mesa central y delvalle, las lejanas montaas y los pintorescospueblecillos de los alrededores. Las damasestaban trinando, no asistan contemplartodos esos atractivos porque Miss Eva aunno sala del tocador. Lo haca de adrede,comprendiendo que las fastidiaba tenindo-las en espera. Tocaban la puerta con disi-mulado mal humor y le rogaban que abriera.Vamos llegar y aun no estamos presen-

    tablesle gritaban.Ella, siempre con su potente voz de con-

    tralto contestaba: ^'^Vn momento'' y ese mo-mento no acababa nunca y el tren continua-ba avanzando con gran velocidad, haban pa-

  • DKL XA'ITKAL f>7

    sado ya de la ltima Estacin. Llamaran alconductor y obligaran esa loca abando-narles el puesto que tena derecho cual-quiera pasajera. Por n sali Miss Eva dan-do mil excusas que no le fueron contesta-das ni devueltas; tomaron por asalto el ga-binetito y ayudndose unas otras, hacin-dose lugar, en poco rato estuvieron listas.Pisaban ya los dinteles de la ciudad. Un

    momento ms y el tren se detena en la granEstacin de la Compaa que se encontrabacolgada de banderas de entrambos pases, fes-tn y ores. l;na banda alquilada saludaba los recin venidos y una turba de curiosos te-nida raya por la reja de madera y los so-brehumanos esfuerzos del guardin, asoma-ba la cabeza por entre los barrotes. Los co-cheros, de pie en los pescantes, llamaban pa-rroquianos con el cabo de los ltigos y losagentes de hoteles y casas de huspedes semultiplicaban repartiendo tarjetas y arreba-tando maletas. Los cargadores mostraban susnmeros y los gendarmes se paseaban grave-mente por entre la multitud. Dos intrpre-tes llamados por telgrafo y asociados delagente, instalaron los excursionistas, en seiscarruajes diferentes. Por cortesa, se invit Miss Eva temindose un desaire; acept, ydespachados los equipajes en los carros de unexpreso se dirigieron al centro de la capital.El hotel preferido fu el de Iturbide. En

    la puerta se separ Miss Eva, pues segn di-

  • (iS FKDKUICO (A.MHOA

    jo, dispona de un alojamiento privado (]iiepensaba ocupar durante su permanencia. Ke-coji su pequeo equipaje, despidindose dt^todos los compaeros, besando nicamente

    su rubia amiguita que le volvi su cariciay

    parti sola, como si conociera las calles y sinel menor temor de extraviarse. Instalronselos dems en las habitaciones que les fue-ron indicadas y sin emplear ms que el tiem-]^o preciso para sacudirse el polvo y mudade traje, declararon estar i)er'ectamente dispuestos dar su primer paseo. Formronsepor parejas, dejando atrs los de mayoiedad v custodiados ])or los serviciales inrpretes, lanzronse decididos por las calles.

    III.

    "Si (piieres iremos verla, no est nni}lejos."Pei'O si dices que no habla espaol..-Qu importa, la conocers y si es la mis

    uui (pie te ha gustado, te abandonar el caiii])0. Ya sabes que las americanas no sonfuerte.'' Y tomndose del lirazo emprendieron la marcha hacia la casita de Miss EvaFernando, el que estaba interesado en la conquista, era un nio lino, muy bien educado.que haba recorrido lo principal de Eurupgastndose una suma moderada de sus r^ntas, en conocer lo que un extranjero timorato

    1

  • BEL XATRAL ()9

    ecle admirar en esas grandes ciudades. Deuelta en Mxico, aparentaba haber olvidadoespaol sin qTie fuera dable asegurar qneoneca otro idioma; vesta de nna maneaiTei)rocliable y cuando i)or la tarde cruzabalor entre las las de carruajes de la calza-a, guiando un caballo medio ingls, al ladoe su groom, siempre de librea, tieso y casinmovil en su barnizado dog cart^ casi pare-a algo digno de tomarse lo serio. Era por3 dems, inocentn incapaz de hacer malnadie. Su mayor defecto, creerse dueo dema figura arrebatadora, no ofreca grandesiesgos. Suponase la vez un tronera distin-iiido, saludando en determinadas ocasioneson una sonrisilla lo escptico que no le ibam mal.

    Sin saber quien era, en su afn de seguir as mujeres, haba seguido Miss Eva hastaa puerta de su habitacin. Lo liaban encan-ado la estatura y dems accidentes que ga-lardamente luca y resolvi hacer todo lo po-ible por conocerla, por visitarla. Me fasti-liodeca sus amigos. Cuando Miss Evalot que la perseguan aviv el paso y luegoe detuvo para aclarar las intenciones de sunamorado. Fernando se dio por satisfecho ye retir aquel da, al observar la actitud enr-;ica de su futura vctima. Casualmente cono-a un muchacho del que poda servirse enu empresa, que hablaba el ingls mediana-nente.

  • 70 FKDEIICO (AMHO.V

    Cuando supo los deseos de ^'ernando leofreci ayudarlo en todo y por todo. Averigu el domicilio, se liizo presentar la joveny aunque no lo autorizaron para visitar lacasa, atribuy esto una distraccin, coraprendiendo que precisaba arriesgar algo pa-ra obtener un poco.

    Llegaron una casa, no muy cntrica, ha-bitacin de la chica, llamando la puerta condecisin. Fernando no estal)a enteramentetranquilo, disimulaba sus temores deseandoen su interior que Gabriel, desistiera del em-peo de entrar.;La seorita }31ackliillVoy avisar. El nombre de Ud. Y am

    bos se apresuraron entregar sus tarjetas alcriado que les haba abierto. Se oan voces,muy adentro, sin poder apreciarse el asuntoque las motivaba aunque parecan venir devarias personas hablando al mismo tiempo.Tendra amante reunin Sin embargo eramuy raro no escuchar ms que voces mascu-linas, pero aunque fuera toda la familia detelo tenan que esperar, que diablo.Que podan pasar, les anunci el criado

    introducindolos en un saloncito escaso enmobiliario y en alumbrado. Una lmpara media luz iluminaba slo la mitad de la pieza; en la otra haba ms sombra por un vela-dor puesto al efecto.

    Instintivamente, Fernando,'se llev la manoal reloj y "es una repeticin"' dijo Gabriel.

  • DKL N.VITRAL 71

    Sali Miss Eva y siempre con su voz depontralto en ejercicio, salud Gabriel, aco-d Fernando con ama])]e sonrisa v los in-dt a sentarse. La situacin era tirante, hu-bo un momento de silencio. Gabriel comen-z contando que, pues nada, que de laseopon su amigo, haba querido entrar salu-liarla y presentrselo, pero que no hablabaingls, ni una palabra, que sera un mudondniirador de su belleza, completamente mu-do. Fernando se hizo traducir alguna queotra galantera que fu aceptada framente,sin desatencin pero sin entusiasmo. ' Ellacontestal)a las ms de las veces monosilbi'ament como si no quisiera hablar le cos-tara grande ti'al)ajo. S, estaba recin venida,lialta llegado con la ltima excursin, laalujada en Iturbide; |)refera vivir sola, es-tar sus anchas. No sal)ia aun cuando regre-sara los Estados Unidos, lo nu'is prontoque pudiera, al concluir un negocio que lainteresaba muchsimo.Se levantaron, tal vez haban abusado, muy

    agradecidos. Y haciendo reverencias salie-ron hasta la calle sin que ella los acompaa-ra ni les indicara qun vera con gusto una se-cunda visita, desairados v colricos. Estasamericanas son tan raras! Prescinde de tuaventura que no augura nada bueno.Pero al contrario, estal)a ms decidido que

    nunca, se entretendra en domar fiera seme-jante: y la donuira. y })asai-an momentos

    . ._

  • 72 FKDElTCO (AM150A

    muy agradables. Siquiera era algo nuevo, sal-dra de lo comn, de lo vulgar, no le arre-draban los gastos ni las dicultades. Ten cui-dado, pueden casarte, le deca Gabriel. Oh.no, en cuanto eso no haba cuidado. Siem-pre tendra ocasin de retirarse tiempo ycon honra. Le traducira sus cartas l, unadiaria, por lo menos, y fuerza de flores, mi-sivas invitaciones, se rendira muy pronto.Desde el da siguiente comenzaron los en-

    vos de enormes J)ouqueU, con su tarjeta losprimeros, sin dedicatoria, sin solicitudes, conla fecha escrita de lpiz sobre la cartera, deprisa y con poco inters. Todos eran acepta-dos, sin relmsarlos, sin repugnancia; pero nocontestaba, nada, ni las gracias. Principiaronlas cartas, frivolas y vacas de sentido, pre-guntndola por su salud, rogndola que acep-tara esos ramos, que no tendran ms va-lor que exhalar su suave perfume, all en elfondo de su gabinetito de su alcoba. Fuerondespus ardientes, apasionadas, con declara-ciones de todos gneros, de todos colores, des-de la splica hasta la irona, desde la ternu-ra hasta la dureza, flablaban elocuentemen-te los tales papeles con su monograma laizquierda, azul y oro; palpitaba el deseo, undeseo brutal, de hombre rico acostumbrado triunfar variando de cifra y que se encuentrasujeto una mujer inteligente. Era abruma-dora la castidad de MissEva, algo inexplicable y misterioso, l'na respuesta anadie coni

  • DKL NATrKAL 73

    promete. Se dice "n" secas y se acaba lainsistencia. Preferira que le dijera hasta uninsulto, pero que hiciera algo. Pasbase todosu tiempo libre, que era mucho, incrustadoen la acera de enfrente, espiando los menoresmovimientos, las salidas de los criados, todos sus rdenes gracias las generosas propinas pesar de las que nunca variaban los infor-mes. La seorita era inabordable, no la com-prendan bien, jams se ocupaba de l. Loshouquets^ s, los reciba, los haca colocar enla sala, en el corredor, en todas partes y cuan-do se secaban, los mandaba tirar con la mis-ma indiferencia que para la colocacin. Conmuchas visitas todos los das v todas horas,liombres nicamente, pero como ya sabe d.que hablan en una lengua que vamos,no entendemos seor. Fernando rabiaba, seiba interesando sin sentirlo. Disminuan susexigencias, imploraba, rogaba humildemen-te la concesin que quisiera otorgarle, verlaun momento, que se dejara ver, prometa, ju-raba que sera respetuoso hasta la exagera-cin.

    "

    Soy un caballero, deca en sus epstolas,pero un caballero enamorado.Luego, lo que lo enardeca era saber que

    reciba liombres en tal cantidad. Hasta pen-s en disfrazarse de criado para estar mo-mentos cortos su lado. Haba cambiado decostumbres, no vea nadie, siempre con laidea fija, como obsesin, como pesadilla. Sus

    4

  • 74 FEUEIMCO (AMBoA

    amigos, adivinando la cansa del trastorno,lo embromaban, le haban x)nesto ''el ameri-cano."

    No vea tami)oco Gabriel, le cargabansus consejos por lo mismo qne comprendalo justos que eran; lo es(piivaba para salvar-se de una disertacin, prefiriendo andar slocon sus esperanzas y sus desencantos. I'nacircunstancia vino acabar con lo poco (pipde paciencia le quedaba, Miss Eva no volvi salir si lo haca era horas que l no \)\ido nunca averiguar. Intil fue que recorrie-ra paseos, templos y diversiones; no la en-contraba. Lo mejor, lo ms cuerdo era avi-sar la j)olica, que se encargara de buscai'lay de encontrarla, })orque la encontrara, eraclaro, no faltara ms sino (pie tambin geburlara de la polica. As i)odra darse elgusto de verla, de hal)larla y tal vez hastade que se cambiaran los papeles implorandoella su vez una ayuda, una lianza, una ma-no amiga que la ayudara salir de dondepor ningn ttulo poda permanecer. Perode qu la denunciaban Nadie conceptuaiaun delito su vida ntinui. Salir no salir yrecibir las visitas que agradan, es un dere-cho del ejue disfruta cualquiera. Haba paravolverse loco para arnjar un escndalo for-midable, gigantesco. Tocara, indudablemen-te abriran la puerta supuesto que nadie sos-pechaba sn plan ni mucho menos. Esa seiala diicultad, x>'i

  • DEL NATTTKAL 75

    rara de viva voz, pintndole elocuentemen-te y con los colores ms vivos, su cario in-menso, la hara comprender que un capri-cho contrariado en su principio origina unapasin de destino desconocido, la narrarasus sufrimientos con tal fidelidad que ellaaccedera todo, aunque fuera poco poco.Suponiendo que se negara recibirlo, l de-rribara cerraduras y consignas, cuanto sese opusiera su paso. Forzoso le era mani-festar firmeza de carcter prescindir de laempresa. Tomara sus medidas fin de ase-gurar el xito; lanzarse as, la buena deDios, no sera prudente. Recordaba cuantode las americanas se cuenta; que usan pisto-la y no de adorno, que le plantan dos bofe-tadas al lucero del alba si las ofende, que seandan sin gritos y sin debilidades salvandosu castidad, cuando les conviene; que no seasustan por nada, ni se desmayan, ni pade-cen ataques, ni crisis nerviosas. El negociono estaba tan sencillo, qu haba de estar;pero tambin seguir as, le pareca ridculo.Una decisin cualquiera, he ah lo que le fal-taba. Porqu no he de consultar GabrielaEs hombre de recursos v si me conserva ren-cor por mi frialdad, yo har que la olvide.Se encontraron casualmente, en la calle, y

    se saludaron. N, no estaba resentido, perosupuesto que no lo consideraba til, debiretirarse.

    i

    Tena noticias, noticias importantes. Fig-

  • frO ! KDKUltU irA.MJoA

    ratt' le dijo

    que la lie visto en una canti-na, anoche, tomando copas con lionibi'es, co-mo si tal cosa. Al principio dud, me paiv-ca ini[)osil)le, pero lial)a entrado y se ha-ba convenci(h), la misma, con su voz gruesay sus ojazos negros.Entonces, no vala la i)ena, una de tan-

    tas aventureras que trataba de pasar por se-ora sin serlo; (lu pues, nga tanto conl. Por explotarte, sabr que no ests tan

    tirado la calle y quiere que lo ests x)or sucausa. Te ha visto encaprichado y se aprove-cha, enardecindote ms cada da, hasta queno repares en el precio, hasta que la cubiascon oro otra especie de moneda. No lia deser escrupulosa para i-ecibii-. Cambia de rae-tica, aljate, que sui)onga que desistes y ellalo llamara. Pastaba convencido y supuesto(jue no la quei'a xxla consolarse, lasmujeres sobran, chicol

    iV.

    Los dems excui'sionistas se divertan, su modo, pero se divertan. Todas las maa-nas, temprano, cuando la ciudad dorma aun,recoiTan las calles princii)ales, l'oi'mados mi-litarmente y escoltados por una tui'ba devendedores ambulantes. Lleuaban hasta el

  • DKI. \ati:kal 77

    Mprcjulo de Flores, en donde las seoras sesurtan abundantemente, colocndoselas enla cintura y en el pecho sobre todo, pare-ciendo distancia, como si trasladaran ties-tos sembrados en el trpico. Detenanse cada paso, frente l;i Catedral, en los ])orta-les. preguntando los precios de indios de ba-rro foreros de cera, por medio del intrpre-te, tomando el objeto en una nnino que le-vantaban y bajaban ante el absorto merca-der. No se daban tregua, caminaban sin ce-sar, los liond^res colgados del brazo de lasIII II eres, v stas, armadas de sombreros col-sales, paraguas, impermeables, alzando des-cuidadamente la i'alda del vestido y mostran-do los ])ies hasta el llnal de la bota, sin pre-ocupacin y sin malicia. Coman juntos enh1 mismo restaurant, reuniendo varias mesi-llas pai'a formar una grande. Otras veces to-maban una media docena de coches y se co-laban bastantes en cada uno, subiendo losvarones al pescante interrogando en ingls los aurigas que no entendan ni palabray (pie silvaban los compaeros recomen-dndoles la bondad de la i^arroquia; llega-ban al bost][ue oti'o i)unto cercano, volvien-do caruaclsimos con ramas de todas clases,guedejas de heno, hojas secas, empolvados,sin aliento y contentos. Vm las diversiones,su llegada simulaba la de una tribu. Alqui-laban en el circo una serie de palcos corri-dos, gozando hasta la beatitud con los chistes

  • 78 FEDElUro GAMBOA

    !del cloion, las contorsiones de los equilibris-tas y la buena educacin de los caballos. Enel teatro no les eran bastantes dos bancascompletas; se acomodaban con toda la co-rreccin anglo sajona, sin ruido, sin moles-tar los vecinos, con muy buen orden, si-guiendo al acomodador y conversando en vozbaja. Los ancianos se encasquetaban una go-rrilla de seda negra al correrse el teln y nose movan ms que al comenzar el entreac-to, sin reirse de las gracias de la pieza pormucho que lijaban su atencin, pero aplau-diendo siempre una nota alta algn baila-ble. Jams Miss Eva los acompaaba. Quse habr hecho se preguntaban al recordar-la y nadie daba razn, en ninguna parte lavean, ni siquiera un encuentro casual. Eraextraordinario, pareca natural que sabien-do su alojamiento los hubiera buscado paracharlar, lo meaos.Uno de los intrpretes, present Fernan-

    do, al concluirse la representacin, con losms prominentes. Fue muy bien acogido pe-ro era lstima no entenderse. Ali, sorpren-dente, muy curioso, muy curioso estaba Mxico, un clima delicioso, muchos tranvas,luz elctrica, prosperaba.El seordecael intrpretedesea tomar informes acercade Miss Eva, se la recomendaban por cartareciente ignoraba donde viviera, deseabaofrecerle sus servicios, ver si en algo le eratil, por cortesa; una seora sola, puede ne-

  • DEL NATURAL 79

    cesitar de algo, sobre todo si no conoce na-die . .

    Nada podan informarle, no haban vuelto; verla. En el camino se mostr muv excn-trica, mucho. Parece que ha tenido nn granpesar, no podemos asegurarlo pero nos dije-ron que en Tejas hubo su historia de amoresdesgraciados que la dejaron con una penainmensa. Sin embargo, jams se quejaba nideca la menor palabra ese respecto. Porotra parte, tena costumbres bastante extra-vagantes. Y contaban, indignadas todava,o que se demoraba por las maanas en eltocador, hacindolas esperar; el cuidado quedemostraba porque no le vieran la cara; lo)oqusimo que hablaba y su predileccin pora soledad y por el aislamiento. Fernando seinteresaba por esos detalles, hubiera querido)rolongar la conversacin, averiguar cuantose relacionara con ella, descifrar un enigmaanto ms notable cuanto que se trataba deuna americana que en lo general son pocoafectas lo misterioso. Qued de visitarlosantes de su partida, se marchaban dentro dequince das, y en las noches antes de salir )aseo se reunan en el saln del hotel to-car el piano y conversar un rato. Separsede ellas y se retir su casa reflexionando.Qu necesidad tena de andar en congojas ysobresaltos por una mujer cada de las nu-iles, que nadie conoca y que era criticadapor sus paisanos mismos? Buena debe de estar

  • )L :^ATLilAL 81

    las quejas en tono inteligente y lastimero,prometa contar su historia completa, sincnlrarle nada, con todas sus miserias y con-trariedades; estaba segura de inspirarle ls-tima; contaba con su apoyo, un ajtoyo quese le figuraba leal y sincero. Y rmaba, Eva,sin apellido, sin Miss, sin nada.;Quien ha traido sto

    grit Fernando. l'n negro, seorcontest su ayuda de

    cmara. Por poco le tira con algo, creyendo([lie se permita una broma. Contivose al mi-rai' la rrs])etuosa seriedad de su amulo. Uniiegi'o! pero qu tena que hicer un negro enesta historia i'omnticnnente escrita en males])afiol. Esa mujer se haba propuesto vol-verles loco fuerza de ridiculeces. Mire Ud.(jue eiuplear un negro, donde liay tan pocos,era mucho cuento. ;Y qu clase de negropregunt de

    rlUe^(). Pues .... un negro .... como todoscon-

    test el 'amarista sin entender muy bien elsignificado de la pregunta.Hibr animalrepuso F'ernando-te pre-

    gunto si es de aqu americano, en que tehablNo me habl, seor; me tendi el papel

    nicamente y no se ha marchado. No se La-bia marchado^ luego esperaba contestacin propina, tal vez and:)as cosas. Ley la cartaoti'a vez y encontr una postdata. *'Lo reci-bira esa noche, entre siete y ocho, suplican-

  • 82 FEDERICO GAMBOA

    dele no dijera nada y esperando la respues-ta."Ya se ve que ira; no faltaba ms, y sobre

    un libro, acostado todava, contest: "Gracias mil y mil, no faltar/" jCmo habraaveriguado su domicilio Por mis tarjetasque lo tienen. Deveras que se pona tonto:lo que es el amor. Quita lareexin y la tran-quilidad, y en ocasiones, ee dijo riendo, has-ta la salud. Estaba contento, se visti despa-cio proponindose comunicar Gabriel loadelantado, a pesar de la prohibicin. Era reservado y le serva de mucho con sus consejos. Almorzaron juntos en la fonda, forman-do proyectos de sobremesa que juzgaban halagieos. gracias las esjoeranzas imposiblesque hace concebir una digestin tranquilaayudada de Chartreusse. Iran al paseo, mandaron enganchar el dog cart tenido en receso durante la amorosa tempestad y se fueron hasta el Bosque, dirigiendo saludos inperceptibles con el ltigo esas seoras^ medio escondidas en los oscuros interiores delos coches de plaza y que x^or la tarde salen oxigenarse para vivir menos mal. Gabrielno cesaba de hablar.Lo he bebido elocuen-te, exclamaba, nac para la tribuna y no para la ocina en que me pudro. Ya ves, decacuantos hay en igualdad de condiciones quese la pasan envidiable; y juntos criticaban todo el mundo dicindoles tonteras de queellos mismos se rean.

  • j)KL xATri:Ai. 88

    Oscnreci y regresaron al centro todo eltrote de] caballo; Gabriel se baj en una es-quina desendole buena fortuna. Nos vere-mos en el teatro, le contest Fernando con-teniendo su medio encabritado caballo, siacabo eso temprano. Parti de nuevo hacien-do un gran rnido, derramando chispas en eladoquinado y poniendo en peligro la seguri-dad de su lacayo, obligado tenerse siempreen su asiento con los brazos cruzados sin re-parar en el movimiento.A las siete en punto, llamaba lijera mente

    emocionado, la i)nerta de Miss Eva encon-trndose de manos boca con un negro ha-cindole reverencias. Mientras le quitaba elsobretodo pens que estara de criado de con-tanza y que por eso lo haban comisionadopara llevar la carta de la maana. Entr alsaloncito que ya conoca, la misma semi-os-onridad, la misma lmpara con su luz amor-tiguada ])or un pa])el encarrujado, los mis-mos muebles, y Miss Eva en el lugar en quela haba visto slo una noche. Lo nico nue-vo u no escuchar aquel ruido de conversa-ciones de la primera visita. Crey oportunodejarse llevar de un transporte y estuvo punto de hincarse, pero fue rechazado sua-vemente por Miss Eva sin que por ello deja-ra de adivinarle una Tuerza de la que no laliul)iera credo cajiaz.;Qa pensai'a de ella^ El paso que daba no

    lo da una seora; originaba toda clase de su

  • 84 KKDKHICO (AMBO A

    posiciones y pareca al decir esto que su voz,su hermossima voz de contralto, se le ahoga-ba en la garganta. El juraba que nada malopensaba, que eran tales su gratitud y su ca-rio que estaba dispuesto ejecutar por ellael sacricio maj^or; exiga que lo pusieran prueba para borrar hasta la ms lijera sombra que de desconanza pudiera existir. No.no era necesario, ella lo crea, necesitaba cre-erlo para hacerse la existencia llevadera.Mi vida estar llena de desengaos, agre-

    g suspirando las palabras en una media len-gua que encantaba Fernando.Acaso no estaba l all, para remediar con

    su ternura y sus posibles, esa serie de malestan infaustos como profundosl Y las prome-sas ms locas salan de sus labios, sntomaindudable del deseo inmenso que lo quema-ba. Fijronse las bases de las relaciones, decomn acuerdo, en la mejor armona, perosiempre sentados distancia.So3^ honrada, deca cada vez que obser-

    vaba un ademn sospechoso de Fernando.Ni quin lo dudara y menos l, pero un

    beso, en la mano siquiera, nada la compro-meta ni poda acarrearle consecuencias. Erademasiado pronto. Siguiendo as, no volvera recibirlo nunca, por ningn motivo. Estaamenaza, dicha en tono formal, calmaba susmpetus. Ya se ablandar, pensaba. Se veran cada tercer da, dos horas, solos, sin tes-tigos, hal)laran de su amor, todo un progra-

  • DKL NATITUAL 86

    ma e abrumador romanticismo. Fernandono opuso objecin alguna, su asentimientofue invariable y constante. Principio quie-ren las cosas; al n y al cabo, habra su des-enlace de una de otra manera, y mientrasllegaba ste, se entretendra con tanta difi-cultad. Prometironse completa observanciade lo pactado separndose con un enrgicoapretn de manos. La frecuencia en las visi-tas era el quid de la dificultad. Tena quedarse sus maas para ser admitido diaria-mente, aunque se conform con lo que habaavanzado. Sali lleno de proyectos y aun depresupuestos. ^Quin le aseguraba que nofuera preciso para acabar de rendir la forta-leza, hacer una exhibicin monetaria? Diganlo que quieran, la elocuencia del dinero enesta clase de empresas tiene una influenciadecisiva. Y una mujer de mediana inteligenca conoce perfectamente el significado de unpaquete de billetes de banco, de monedas deoro de una alhaja de elevado precio.La que en cambio se estima en algo, debe

    de vacilar antes de admitir lo que cubiertocon la mscara de una amabilidad, no es msque una grosera interrogacin.Jams he raciocinado como ahora, se con-

    fes Fernando con envidiable modestia. Creoque empiezo adquirir la experiencia quetanta falta me ha hecho toda mi vida. Si esclaro, no hay nada como correrla, pero co-rrerla ferozmente, hasta cansarse, hasta no

  • ,S() KKDKKICO
  • DEL NATURAL 87

    VI.

    Los compaeros de Miss Eva, no habanperdido el tiempo. Conocan ya el Museo,donde se haban pasado horas enteras co-entando los signos cabalsticos de los mo-

    nolitos aztecas y admirados de la riquezahistrica que aquel encierra y que candoro-samente abultaban su gusto.Nadie les quitaba de la cabeza ni de sus li-

    bros de memorias, que las dos momias quese encuentran en uno de los salones del edi-cio, eran respectivamente de Hernn Cortsy de la Malintze.Obtuvieron el permiso de sacar unas copias

    fotogrfcas que se repartieron amistosamen-te entre todos ellos. Para dar conocer sucarcter respetable de viajeros, llevaban pen-diente del pecho una especie de condecora-cin, formada por un trozo de cinta de sedacon eco de oro y una pequea inscripcinimpresa en ella.Visitaron tambin los templos principales,

    las escuelas del Gobierno, y solo por miedoal tifo no estuvieron en los hospitales y en lacrcel. El da que se pasaron en la Colegiatade Guadalupe, los tuvo encantados. Quiso subuena suerte que coincidiera su paseo conuna de las tradicionales fiestas de indios, tanfrecuentes en ese templo. El alborozo que les

  • \ 88 i^'j-.DKiciec (A.uiJoA

    caus la Ueiada de nnos veinte naturalesformados niilirarmente. llevando trajes ade-mados y pintorescos y acompaados de unamsica de circunstnncias, no es para descri-to. Los rodearon de t;d modo que los ohliua-rtm detenerse. Extasibanse ante sus vesti-dos y sus adornos y su recocimiento. Acab-banlos l itre,untas y en el laudable afnque tienen por instrui'se, todo lo tocaban,examinaban todo y uucho queran compiar.Los iiiti'[)retes, por ms esfuerzos que hicie-ron, -no ])U(lieron i'aducir ni una respueslamonosilbica. ;Qiiin iba com[)render elmexicano anticuo, idioma en que ])rotesta-l)an los perturbados ])]acticantes: A fuerzade sefias y de dinero lograron que una de kisindias accediera desprenderse de un schal,que cuidadosamente envolvieron en mucliosliapeles ccmio venei'anda reliquia. Lo orcullo-sos que volvieron con su compra, lo que sedisputa])an el honor de ser su momentneodepositariol l^e atribuan una siuniticaciiide la que el ])ol)re trapo estaba muy distante.

    Faltl)ales. sin embariiX), i'ealizar su mejorsueo: una ascensin al Poi)Ocatei)etl. Paralos das que haban pasado en la ciudad, de-masiado conocan; pero quedarse sin pisar lacspidedel volcn homicida, los Indera con-trariado hasta lo inverosmil. No iiiioi-abanel respeto y la importancia (]ue adquieren ni\olver los Estados luidos, los que han acmetido empresa tan peli

  • I>i:i, NAIMAI. 80

    pues, el (li (le la partida, y animados de losmejores deseos, huiientaroT de veras (jue laalocada de Miss Kva no hubiera queridoacompaarlos. Supieron

  • 90 FKDElICM) GAMBOA

    vios qrte como en el credo, aparecieron al ter-cer da de entre.... los hielos, nn disgustomatrimonial: el reverendo y su cnyuge ])oi'celos retrospectivos, y por ltimo, para lospoqusimos que llegaron la cima, una neblina espantosa, atmsfera enrarecida, dolorde pecho, calamidad tras calamidad. Si unavez pensaron en la ascensin, ciento se arre-pintieron y maldecan hasta el momento enque se les ocurri abandonar sus nidos, enlos que, cual mas, cual menos, disfrutaban detodas las comodidades que ofrece el bien entendido comfort norte americano! El regresotuvo mucho de trgico. La alegra manifes-tada la ida, en los semblantes y en las con-versaciones, tena por herederos tristeza, malhumor y enfermedades.Los nicos contentos en medio de tanto

    desastre, eran los novios extraviados. La re-gin de las nieves perpetuas, haba determi-nado en ellos una formidable reaccin amo-rosa que se dejaba conocer en las miradasardientemente a])asionadas que se dirigan.Dichosa edadexclamaban los ancianos

    y los espo.sos de antigua fechadesignando la simptica pareja, que hundida en las ban-quetas del carro y en las dulzuras de unamor con elocuencia correspondido, no ha-can caso de los que los rodeaban, ocupadosen felicitarse de la visita al famoso volcn.Medianamente repuestos de la fatiga ocasio-nada por tan cientco viaje, se atrevieron

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  • DEL NATURAL 01

    ostener los mas animosos que no careca denters ni de encantos, lo que haban llevadocabo, aunque en su interior se proponano intentarlo de nuevo as les ofrecieran losesoros de California. Por fortuna faltban-es muy pocos das para volver su casa, u verdadera casa. Lo menos en tres lustros10 se lanzaban mas excursiones. Eso de re-resar, como ellos iban, no tena chiste; sinontar lo que el caprichillo les costara. Bue-10 est gastar el dinero, cuando siquiera seisfruta de algo que valga la jjena, pero porubir una montaa, no tena perdn! Y seeconocan culpables, acriminando losprin-ipales iniciadores, con serios denuestos queolaban entre broma y broma. Es