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Clásicos griegos. Gredos

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Page 1: Sexto Empirico. Esbozos pirronicos.pdf

BIBLIOTECA CLASICA GREDOS, 179 SEXTO EMPIRICO

E S B O Z O S

INTRODUCCION, TRADUCCI~N Y NOTAS DE

ANTONIO GALLEGO CAO Y TERESA MUNOZ DIEGO

EDITORIAL GREDOS

Page 2: Sexto Empirico. Esbozos pirronicos.pdf

Asesor para la seccion griega: CARLOS GARC~A CUAL.

Segun las normas de la B. C. C., la traduccion de este volumen ha sido revisada por JOROE BERGUA CAVERO.

O EDITORIAL CREDOS, S. A.

Sanchez Pacheco, 81, Madrid. 1993.

Deposito Legal: M. 8877-1 993.

ISBN 84-249-161 3-1.

Impreso en EspaAa. Printed in Spain. CrPiicas Condor, S. A.. Szinchez Pacheco, 81, Madrid. 1993. - 6558.

INFLUENCIA DE LOS ((ESBOZOS PIRRONICOS)) EN LA

FILOSOFIA MODERNA

A lo largo de toda la historia de la Filosofia Griega encontramos pensadores que mas o menos expresamente se cuestionaron la nocion de •áverdades objetivas•â. El ulti- mo y mas radical de esos planteamientos nos lo ofrecen estos Esbozos Pirronicos, mas conocidos por la transcrip- cidn literal del titulo griego: Hipotiposis Pirrdnicas.

Escritos muy probablemente en la primera mitad del siglo 11 d. C., los Esbozos Pirronicos son la formulacion -en un estilo marcadamente escolastico- de las ideas de una escuela filosofica surgida en el siglo I a. C., heredera del antidogmatismo de Pirrbn y la Academia y cuyos se- guidores se dieron a si mismos el calificativo de escepticos: d o s que se dedican a observar)); algo asi como •álos que estan abiertos a cualquier forma de pensamiento, sin afe- rrarse a ninguna)).

Antes de entrar en la exposicion detallada de lo que fue esa Escuela EscCptica, dedicaremos unos parrafos a re- cordar el papel protagonista que esta obra de Sexto Empi- rico desempeiio en los comienzos de la Filosofia Moderna;

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8 ESBOZOS PGRRONICOS

y en particular, en la obra de Descartes. El tema, bastante descuidado hasta hace poco, ha sido tratado con detalle por R. H. Popkin en su reciente estudio The History of Scepticism from Erasmus to Spinoza, Berkeley, 1979 (con traduccion al espafiol en el Fondo de Cultura Economica, Mexico, 1983). Por su novedad e interes ofrecemos un bre- ve resumen de ese trabajo, paira que el lector compruebe hasta que punto es exacta la apreciacion de Pierre Bayle

.-fundador de la moderna Hiatoriografia y uno de los ini- ciadores de la Ilustracion Francesa- que consideraba a Sexto Empirico como el padre del pensamiento moderno.

El interes por la obra de Sexto se debio en gran medida al prestigio de los Ensayos de Montaigne. El mas ilustre de los pensadores renacentistas franceses tenia cuarenta y dos ailos cuando leyo los Esbo:zos Pirrdnicos, editados por primera vez (en traduccion latina) trece aiios antes, en 1562. Tan viva fue la impresion que esa lectura le produjo que se hizo acuiiar una medalla representando una balanza con los dos platillos equilibrados y la leyenda •áQue sais-je?•â, simbolos del tema central de las Esbozos Pirrdnicos: com- prender el identico valor de los distintos puntos de vista de unos y otros (E. P. 1 8 sis.).

Para entender ese fervor hay que recordar que Francia sufria en aquellos momentos la. guerra civil entre catolicos y calvinistas. Montaigne, aunque ligado a los intereses ca- tolicos por tradicion familiar, centraba toda su preocupa- cion en mantenerse al margen (de aquella sangrienta situa- cion. En el escepticismo de los Esbozos encontro las pau- tas para compaginar sus convic:ciones y hacer una defensa del Catolicismo que sirviera al mismo tiempo de replica al fanatismo. Asi surgio el mas extenso y significativo de sus ensayos: el titulado Apolt~gie de Raimond Sebond.

La Apologia comienza con una defensa de la tradicion catolica muy similar a la ya empleada por Erasmo contra Lutero en 1524: la religion con sus exigencias de una Ver- dad Absoluta va mas alla de la inteligencia humana, que -como los escepticos supieron ver- no esta hecha para tal tipo de verdades; por consiguiente carecen de sentido las pretensiones protestantes de basar el Cristianismo en el libre arbitrio de cada cual, saliendose de la secular tradi- cion de la Iglesia.

Ahora bien, a medida que el ensayo avanza, ese tema inicial va pasando a un segundo plano y la Apologia se convierte en una apasionada exposicion de los puntos de vista de los Esbozos Pirrdnicos, muchos de cuyos pasajes aparecen reproducidos casi,literalmente en el ensayo. (Ve- remos dos ejemplos en 1 69 n. 23, y 111 229 n. 209.) Esa defensa de la doctrina de Sexto representaba el ultimo y mas radical golpe del Renacimiento a la Filosofia Escolits- tica. Con su ataque frontal a los fundamentos de la Meta- fisica, el pirronismo abria definitivamente el que iba a ser el problema fundamental de la Filosofia Moderna; proble- ma que alcanzaria sus formulaciones mas brillantes con Hume y Kant.

La Apologia hallo eco en los mas diversos ambientes intelectuales franceses de la epoca, haciendo de los Esbo- zos Pirrdnicos el centro de la vida cultural de Francia en la primera mitad del siglo XWI; algo que pocos escritos filosoficos han conseguido en alguna otra ocasion.

Los sectores tradicionalistas catolicos encontraron en los razonamientos de Sexto Empirico sus mejores armas contra las pretensiones calvinistas de hacer valer la propia inteligencia frente a la autoridad de Roma. Tal fue el caso de contrarreformistas tan seiialados como S. Francisco de

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Sales, el cardenal Belarmino o el jesuita Padre Veron, auten- tica ((bestia negra•â de los calvinistas.

Por otra parte, el radical enfoque antimetafisico de los Esbozos Pirronicos encontro partidarios entusiastas en una amplia gama de pensadores que, por uno u otro motivo, rechazaban la Filosofia Escoliistica.

En ese caso se encontraban, por ejemplo, algunos sec- tores catolicos -como los janslenistas- que se sentian mu- cho mas proximos a la mistica agustiniana que a la esco- lastica tomista.

Asimismo, los intelectuales mas ligados al humanismo renacentista sentian por la Metafisica el mismo desprecio que habia sentido Montaigne. Ejemplos de esto los tene- mos en Charron y en el influyente grupo de los Libertinos Eruditos, uno de cuyos dirigentes -La Mothe Le Vayer- hizo clasica la expresion •áel divino Sexto)) para hablar del autor de los Esbozos.

Igualmente se sintieron atraidos por el enfoque antime- tafisico de los Esbozos Pirrdnicos los partidarios del nuevo tipo de ciencia, que en esa primera mitad del siglo xvn estaban construyendo personalidades tales como Galileo y Kepler. En este grupo se hallaban por ejemplo los dos pen- sadores mas destacados del momento, si dejamos de lado a Descartes: el Padre Gassendli (el dirigente mas cualifica- do de los Libertinos Eruditos) y el Padre Mersenne.

Desde luego, en una situacion tan compleja, no son de extrafiar las contradiccioneis en que se movio ese comun entusiasmo por la obra de Sexto. Por ejemplo, los mismos catolicos que invocaban contra los calvinistas los argumen- tos de los Esbozos Pirrdnico,~, vieron pronto con horror como las doctrinas escdpticas propiciaban los primeros bro- tes de ateismo en la sociedad europea; por ello la Iglesia acabo poniendose decididamente en contra de los •ánuevos

pirronicos•â e incluyo los Ensayos de Montaigne en el Indi- ce de Libros Prohibidos en 1674.

Mas interesantes, desde un punto de vista puramente filosofico, eran las contradicciones en que se movieron quie- nes -como Gassendi o Mersenne- compartian los puntos de vista de los Esbozos Pirronicos contra la Metafisica, pero no podian dudar de la validez universal del tipo de conocimiento que las nuevas Ciencias proponian. Ese pro- blema se convertiria en uno de los grandes temas de la Filosofia Moderna, en torno al cual girarian toda la obra de Kant y buena parte de la Filosofia de los siglos XIX

y xx.

En ese ambiente intelectual, dominado por la obra de Sexto Empirico, se desarrolla la actividad filosofica de Des- cartes (1 596-1650).

Su primera experiencia del renacer del pirronismo de- bio de producirse ya en su epoca de estudiante en el cole- gio jesuita de La Fleche, donde tuvo como profesor al ci- tado Padre Veron y como condiscipulo al Padre Mersen- ne. De hecho, parece cierto que la idea central del metodo con el que pretendia superar definitivamente las tesis es- cCpticas se le ocurrio a Descartes en sus anos jovenes; exac- tamente en 1619.

Pero fue a partir de 162'8 cuando Descartes centro toda su actividad en lograr una formulacion precisa para su ata- que al escepticismo. La ocasion se la brindo una reunion con la elite de los ((nuevos pirronicosn, en casa del carde- nal Bagni. En ella expreso por primera vez en publico sus ideas sobre el escepticismo, ganandose el aprecio de perso- nas tan influyentes como el cardenal Berulle y el Padre Mersenne. Animado por ellos, publica en 1637 el Discurso del Metodo. Cuatro afios despues aparece la formulacion

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12 ESBOZOS PIRIRONICOS

definitiva de su sistema, con el titulo de Meditaciones Meta fkicas.

La obra de Descartes se convirtio en el simbolo del nue- vo ((culto a la Razon•â que caracterizaria a una buena parte de la Filosofia Moderna; lo que no deja de resultar para- dojico si se leen las Meditacicmes, cuyo objetivo ultimo declarado es dotar de una base solida a la Metafisica me- dieval y garantizar la existencia. de Dios y la inmortalidad del alma. En realidad, el valor de esa obra no reside en sus objetivos, sino en el nuevo tipo de verdades que Des- cartes -sin ser consciente de ello- introducia en la Filo- sofia. En efecto, siguiendo el razonamiento de la Segunda Meditacion, cada cual estaria obligado a admitir que el existe, pero nadie estaria obligiado a admitir que existe el otro; aparece pues una verdad que todos esten obli- gados a admitir? Asi, el ((pienso, luego existo)) representa- ba un nuevo tipo de certeza valido para las nuevas formas de pensar: una certeza puramente subjetiva, imposible de ser compartida, totalmente ajena a las pretensiones de uni- versalidad de la antigua Escolastica y la nueva Ciencia. En el fondo, como ya hicieron ,notar varios de sus contem- poraneos (Gassendi y Mersenne incluidos), Descartes habia logrado -sin proponerselo y niuy a su pesar- dar nueva vida a las viejas tesis escepticiis. Su obra marco el final del protagonismo de los Esbozos Pirronicos, sustituidos en ese papel por el Discurso y las Meditaciones; pero el reto esceptico siguio vivo en esa radical •áduda metbdica)) de la Primera Meditacion y en ese nuevo tipo de certidumbre puramente subjetiva del ((pienso, luego existo•â del Discur- so y de la Segunda Meditacidh.

La escasez de informaciones relativas a la historia de la Escuela Esceptica obliga a acoger con reservas casi to- das las afirmaciones que se hagan al respecto. Dentro de esas reservas, puede considerarse como bastante probable el que la Escuela Esceptica -la organizacion que Sexto Empirico dirige durante la primera mitad del siglo JJ d. C. y para la que escribe los Esbozos Pirronicos- se constitu- ye hacia el aAo 100 a. C.

Ahora bien, como orientacibn filosofica, esa escuela no representaba una novedad en el mundo helenistico. Todos sus integrantes se declararon sin vacilacion herederos de la tradicion filosofica iniciada por Pirron de Elide a finales del siglo rv a. C., llamandose a si mismos indistintamente •áescepticos•â o apirronicos~.

Incluso se plantea el problema de si esa dependencia no habria que entenderla en el sentido estricto de una or- ganizacion estable, mantenida desde Pirron hasta Sexto. Entre los propios griegos habia versiones contradictorias al respecto, como se aprecia en las Vidas de Filosofos de Diogenes Laercio (un erudito de la segunda mitad del siglo 11 d. C., ligado probablemente a los circulos epicureos, cu- ya obra es una de nuestras principales fuentes de informa- cion sobre la Filosofia Griega). Asi da Diogenes la lista de dirigentes de la Escuela Esceptica:

Nadie fue sucesor de este (Timon de Fliunte, principal disci- pulo de Pirron), segun dice Menodoto; sino que la orientacion filosofica de Pirron desaparecio hasta que la reinstauro Ptolo- meo de Cirene, Pero al decir de Hipoboto y Socion, fueron disci- pulos de Timon los siguientes: Dioscorides de Chipre, Nicoloco de Rodas, Eufranor de Seleucia y Praulo de Trbade ... Eufranor

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tuvo por discipulo a Eubulo de Alejandria, de quien fue discipu- lo Ptolomeo; y de este lo fueron Sarpedon y Heraclides. De He- raclides fue discipulo Enesidemo de: Cnosos, que escribio los ocho libros de Argumentaciones Pirrdni,cas. De 19 fue discipulo Zeuxi- po el Polites (?); y de este, Zeuxis el de los pies torcidos; del cual fue discipulo Antioco de Laodicea, la del rio Lico. De este fueron discipulos Menodoto de Nicomedia -mtdico de la co- rriente empirica- y Teodas de Laodicea. Discipulo de Menodoto fue Herddoto, hijo de Arieo de Tarso. Y de Herodoto fue disci- pulo Sexto, el empirico. de quien son los diez libros de Los Es- cepticos y otras obras magnificas. Y de Sexto fue discipulo Satur- nino el Citenada (?), empirico tambitn el. (Diog. Laer., IX 115.)

La hipotesis de una escuela pirronica que cubriera todo el periodo helenistico, desde Piirron hasta Sexto, solo cuen- ta a su favor con esta informacion de Diogenes Laercio; informacion que el mismo pone en cuestion al decirnos que los propios escepticos -como Menodoto- la contra- decian. Todos los demas datos de que disponemos nos in- ducen a pensar que la organizacion donde el antidogmatis- mo de Pirron ha116 continuacion durante los siglos In y 11 a. C. fue la Academia; primero, por obra de Arcesilao; despues, con un enfoque bastante distinto al de Pirron, por obra de Carneades.

Posiblemente la lista de ((dirigentes escepticos)) que da Diogenes Laercio (y que hasta1 Heraclides no es mas que un conjunto de nombres para. los que no tenemos otras referencias) solo represente pensadores independientes de los siglos 111 y 11 a. C., afectos a las corrientes pirronicas, que ni estaban integrados en la Academia ni llegaron a constituir una organizacion paralela. Ciceron, por ejem- plo, no conocia ninguna corriente antidogmatica fuera de la Academia, como bien se aprecia en sus Cuestiones Academicas.

Pirron nacio en Elide (en el Peloponeso) por los afios 365-360 a. C., de familia pobre. Se inicio en la Escuela Megarica, una de las escuelas socraticas no vinculadas a Platon, a la que la Logica debe importantes aportaciones. Despues conocio a Anaxarco, seguidor de las doctrinas de Democrito; con el participo en la expedicion de Alejandro Magno a Oriente. Alli entro en contacto con la vida de renuncia y contemplacion de los sabios hindues (los •ágim- nosofistas))), lo que marcaria profundamente su forma de pensar. En el ano 324/323 a. C. retorna a Elide y da co- mienzo a sus ensenanzas, totalmente orales, que serian re- cogidas por escrito por su discipulo Timon de Fliunte. Pi- rron murio a los noventa anos, en el periodo 275-270 a. C.

Sus ensenanzas fueron fundamentalmente de caracter moral. Por lo que hemos conservado de los escritos de Ti- mon (ver, por ejemplo, Testim. 53 de Decleva Caizzi) po- driamos resumirlas asi:

Ninguna cosa es mas: ni mas cierta ni mas falsa que otras; ni mejor ni peor. Con esa disposicion de animo es como podemos llegar a no pronunciarnos sobre nada y con- seguir la ataraxia o serenidad de espiritu.

Como podra apreciarse, ese esquema sigue constituyen- do el nucleo originario de los Esbozos Pirrdnicos de Sexto Empirico. Y la sentencia •ánada es mas•â sigue apareciendo en los Esbozos como el lema base de la Escuela Esceptica, segun se ve por ejemplo en los disticos que Sexto dedica a Pirron al final de la obra.

Su discipulo Timon fue quien en sus poemas satiricos dio forma escrita a las ensefianzas de Pirron. Timon nacio en Fliunte (al norte del Peloponeso) por los anos 325-320 a. C., dedicandose en su juventud al mundo del teatro en una compania de saltimbanquis. Como en el caso de Pi-

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16 ESBOZOS IPIRR~NICOS

rron, sus primeros contacto!r con la Filosofia tuvieron lu- gar dentro de la Escuela Melgarica. Hacia la edad de trein- ta afios conocib a Pirron, del que no se separo hasta la muerte de este. DespuCs Tiimon se instalo en Calcedonia (a orillas del Bosforo), donde se enriquecio como sofista. Finalmente se instalb en Atenas, donde residio hasta su muerte, salvo un breve perioido de residencia en Tebas. Mu- rio prbximo a los noventa afios, en torno al 235 a. C.

Su obra principal fueron las Satiras (Silloi), una de las obras mas leidas en la epoca helenistica. Parodiando los versos y la estructura de los poemas homericos, las Satiras se componian de diversas escenas alegoricas en las que el heroe central era Pirron, en lucha contra los demas filosofos.

Una de las escenas, imitando las grandes batallas de la Iliada, presentaba una logomaquia atizada por la Dis- cordia y presenciada por numeroso publico, en la que Pi- rron derrotaba a todos los; grandes filosofos.

Otra escena presentaba ;i los estoicos intentando pescar en la Academia y en las demas escuelas socraticas; pero los peces, dirigidos por Piirron, lograban una y otra vez cortar las redes, simbolos de las argucias dialecticas de los estoicos.

La tercera escena, remeid? del Canto XI de la Odisea en el que Ulises visita el ieino de los Muertos, permitia a Timon pasar revista a 101s diversos sistemas filosoficos, resaltando las afinidades de algunos de ellos con el pirro- nismo (un lugar destacado ocupaba a este respecto Jenofa- nes de Colofon) y ridiculizando las pretensiones de los restantes.

Los anos en que Timon desarrolla su actividad en Ate- nas coinciden con los aflos en que Arcesilao ocupa la di-

reccion de la Academia y la convierte en el verdadero cen- tro del antidogmatismo. Timon sintio que el protagonismo de Arcesilao minimizaba el papel de las enseflanzas de Pi- rron y el suyo propio como portavoz del mismo. Por ello lo presento en las Satiras como un personaje populachero, que se apropiaba ideas ajenas y al que s610 podian admirar gentes sin cultura. Sin embargo, a la muerte de Arcesilao, Timon -ya muy viejo- tuvo la grandeza de hacer su elo- gio publico en una obra titulada Banquete funebre en ho- nor de Arcesilao.

Desde luego, el rumbo que Arcesilao impuso en la Aca- demia debio de resultar determinante para que los nume- rosos seguidores de Timon (ver la citada informacion de Diogenes Laercio) no se constituyeran en escuela indepen- diente. No habrian tenido sentido dos escuelas filosoficas de idhtica ideologia. Y desbancar a una institucion de tanto prestigio como la Academia era impensable.

Arcesilao nacio en Pitane (en Asia Menor, frente a Les- bos) hacia el afio 315 a. C.; pero residio desde muy joven en Atenas, cursando sus estudios en la Escuela Peripateti- ca, regida entonces por Teofrasto. Se hizo amante de un influyente acadCmico -Crantor- que le introdujo en los circulos dirigentes de la Academia y le dejo en herencia su fortuna. Arcesilao se convirtio en uno de los discipulos predilectos de Polemon, tercer sucesor de Plat6n y gran amigo de Crantor. Muerto Polemon el ano 275 a. C., ocu- po la direccion de la Academia su favorito Crates, al que unia una sincera amistad con Arcesilao. Muerto Crates, el cargo recayo en Arcesilao. Como director de la Acade- mia, dejo fama de maestro excepcional; confiando exclusi- vamente en su enorme capacidad de persuasion, jamas im- puso sus criterios; y si algun discipulo mostraba deseos de estudiar en otra escuela filosofica, el propio Arcesilao acos-

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tumbraba a facilitarle los medios para ingresar en ella. La observacion de los Esb. Pirr. 1 234, de como sin dejarse llevar de sus propias conviccic~nes se esmeraba en explicar con fidelidad el pensamiento de Platon a quienes se intere- saban por el, mas parece una prueba de su categoria como profesor que un demerito. Murio el ano 241/240 a. C.

Sus ensenanzas -como en los casos de Socrates y Pirr6n- fueron exclusivamente orales; solo conocemos lo que la tradicibn conservo. (Veir basicamente: Ciceron, Aca- dem. 1 45, 11 59, 67 y 77; Sexto Empirico, Esb. Pirr. 1 232 SS. y Adv. Math. VI1 1.54 SS.)

Con Arcesilao el pirronisrrio dejo de ser una propuesta casi exclusivamente moral y entro decididamente en el pro- blema gnoseologico de la validez del conocimiento. En su enfrentamiento con los primeros estoicos, Arcesilao con- centro sus ataques en la celebre distincion de Parmenides de dos tipos de conocimientos -•áopiniones•â y ({conoci- mientos verdaderos>)- que habia servido de base a todos los sistemas dogmaticos. Dirigio sus criticas al criterio es- toico de ((representacion catideptica~ (la que aprehende) como distintivo del conocimicrnto verdadero, unico al que debe asentir el sabio. Su postura al respecto puede resu- mirse asi.

Ante dos represefitaciones contrapuestas, vemos a unos sabios estar plenamente seguros de la verdad de una y ve- mos a otros estarlo igualmente de la verdad de la otra; por consiguiente la forma de una representacion mental parece ser la misma, independientemente de si aprehende o no la realidad (de si es o no cataleptica). Pero si no podemos distinguir entre •áconocimiento verdadero)) y •áopi- niones)), cualquier conocimieinto sera simplemente una opi- nion. Ahora bien, los propios estoicos recomiendan al sa- bio la •ásuspension del juicio)) (la epochei) ante todo lo que

sea opinable. Por consiguiente, la actitud mental del sabio ante todos los conocimientos debera ser esa •ásuspension del juicio•â, sin comprometerse acerca de su veracidad.

A partir de esa generalizacion de Arcesilao, el termino estoico epoche se convirtio en el emblema de la tradicion esceptica; como bien se aprecia en los Esbozos de Sexto Empirico.

Las ensenanzas de Arcesilao determinaron la orienta- cion de la Academia durante toda la segunda mitad del siglo 111 a. C. y gran parte de la primera mitad del siglo 11 a. C., tiempo durante el cual estuvo regida sucesivamen- te por Lacides, Evandro y Hegesino. A la muerte de Hegesino, por los aiios 180-170 a. C., la direccion de la Academia pasa a Carneades. Con el el antidogmatismo aca- demico emprende un nuevo camino.

Carneades nace en los aiios 215-213 a. C. en Cirene (en la costa de Libia). No se conocen detalles concretos de su vida hasta su participacion en la embajada que Ate- nas envia a Roma en el ano 156/155 a. C. para ganarse el apoyo de los romanos (que ya controlaban practicamen- te Grecia, constituida en provincia romana diez anos des- pues) en el pleito que Atenas sostenia con la vecina ciudad de Oropo. Se eligio como embajadores a los escolarcas de las tres escuelas filosoficas mas influyentes: el academico Carneades, el peripatetko Critolao y el estoico Diogenes de Babilonia. En dias consecutivos Carneades pronuncio en el Foro Romano sus dos celebres discursos sobre la Jus- ticia: el primer dia hizo un bello elogio de ella, como base de la vida social. Al dia siguiente, en un discurso no me- nos convincente, argumento como la grandeza de Roma habia surgido precisamente de no respetarla y como seria una necedad que, deseando ser justa, devolviera a cada

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pueblo los territorios conquistados. La actuacion de Car- neades desperto una profunda admiracion en la juventud romana y la indignacion de Caton y gran parte de los se- nadores, que propusieron la inmediata expulsion de los em- bajadores atenienses.

Carneades murio a los ochenta y cinco anos, en el 129/128 a. C. Como antes Pirron y Arcesilao, tambien Car- neades expuso sus ensenanzas unicamente de palabra. Fue su discipulo y sucesor Clitornaco de Cartago (187 a 110 a. C.) quien las puso por escrito.

Ciceron nos dejo una amplia y autorizada exposicion de esas ensenanzas en las Cuestiones Academicas, escritas dos afios antes de ser asesinaclo. Desde luego, el gran escri- tor latino poseia un conocimiento muy directo de la doctri- na de Carneades pues su primer maestro de Filosofia habia sido Filon de Larisa (Tesalia), discipulo y sucesor de Clito- maco. Filon habia abandonatdo la direccion de la Acade- mia y se habia instalado en Roma, en el ano 88 a. C., por no simpatizar ya con el antidogmatismo academico y ser partidario de una postura m8s eclectica; pero las teo- rias de Carneades seguian ocupando un lugar destacado en sus ensefianzas. Por otra parte, en el afio 79 a. C. (un ano despues de morir Filon), Ciceron inicia un viaje de tres anos por Grecia y Asia Menor, y durante su estancia en Atenas se detiene en la Academia, dirigida a la sazon por Antioco de Ascalon (sur de Palestina). Antioco habia sido discipulo de Fildn en la Academia; pero habiendo cam- biado sus convicciones y viendose mas proximo a las tesis estoicas que a la doctrina de Carneades, prefirio separarse de Filon e instalarse en Alejandria; pero cuando Filon aban- dono la Academia, Antioco regreso a Atenas y se hizo car- go de la direccion de la Academia. De esta forma, Ciceron tuvo oportunidad de contralstar su indudable admiracion

por el pensamiento de Carneades con alguien como Antio- co, realmente capacitado para entablar esa discusion. De hecho, las Cuestiones Academicas muy posiblemente sean un remedo de esas discusiones; desde luego, la figura de Antioco desempefia un papel fundamental en esa obra.

Carneades compartia las criticas que Arcesilao habia dirigido a los primeros estoicos. Tambien el, en efecto, es- taba de acuerdo en que la distincion entre representaciones mentales verdaderas y falsas era gratuita, puesto que nadie habia conseguido un criterio que permitiera distinguir unas de otras. Pero una vez rechazada esa pretension dogmati- ca, Carneades consideraba excesivo el principio pirronico del •áNada es mas•â. Por ello propuso dejar de lado la dis- tincion •áverdadero/falso•â y aceptar una clasificacion de los conocimientos basada en su grado de fiabilidad. Dis- tinguio asi •áconocimientos probables•â, •áconocimientos pro- bables y contrastados)) y •áconocimientos probables, con- trastados y no desconcertantes)). (Vease Esb. Pirr. 1 226 SS.)

Ese probabilismo de Carneades seria combatido por los escepticos. Como insinua el propio Sexto (Esb. Pirr. 1 226), admitir que algo es probable supone admitir implicitamen- te la distincion •áverdadero/falso•â que Carneades trataba de soslayar. De hecho, ese paso lo dio Filon al sostener que esa distincion •áverdadero/falso•â se da en la Realidad, aunque al mismo tiempo sea imposible saber si una repre- sentacion mental es verdadera o falsa. Desde luego, esa paradojica tesis de Filon resultaba tan inadmisible para los dogmaticos como para los escepticos. El propio Antioco, aunque alejado ya totalmente de los puntos de vista de Carneades, considero una burla ese intento de Filon de com- paginar las tesis de Carneades con la creencia en la Ver- dad. (Vease Cuest. Acad. 11 11.)

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Con la eleccion de Antiocol como escolarca, poco antes del 80 a. C., la Academia abandonaba definitivamente su orientacion antidogmatica. Se produce entonces un renaci- miento del pirronismo, ahora ya como organizacion independiente.

Asociado a esta tardia escuela filosofica, es cuando apa- rece el termino •áEscepticismo•â. Lo encontramos por pri- mera vez en la literatura griega en los escritos de Sexto, que ya demuestra usarlo con naturalidad. En tiempos de Enesidemo (en los comienzos de la escuela, en el siglo I

a. C.) el termino aun no debia de estar en uso, pues el titulo de una de sus obras es Peri ZtVtfseos y el tkrmino Z e t ~ i s -de la raiz de zdteoi •áinvestigar, observar•â- es claramente un sinonimo de •áescepticismo•â. Asi pues, este Ultimo termino debio de imponerse en la escuela durante el siglo I d. C. Despues de Sexto Empirico, en la segunda mitad del siglo 11 d. C., lo encontramos ya en la Subasta de Vidas (27) de Luciano (120 a 190 d. C. aprox.) y en las citadas Vidas de Fildsofos de Diogenes Laercio.

Una cuestion previa: i En que epoca escribe Sexto Ernpirico?

Las informaciones sobre esta nueva etapa del pirronis- mo son bastante fragmentarias; lo que explica que entre los estudiosos haya notables desavenencias en la forma de interpretarlas. El principal problema, porque condiciona la mayoria de las demas du~das, es establecer la epoca en que Sexto se hace cargo de la escuela y escribe su obra. Abordaremos pues ese problema antes de entrar en la ex- posicion de lo que fue la ]Escuela Esceptica.

La mayoria de los estudiosos fija esa epoca en torno aI 200 d. C. A falta de datos concluyentes, el unico apoyo -aunque serio- con que cuenta esa hipotesis es el hecho de que Sexto Empirico no aparezca en las obras de Galeno (muerto hacia el 200 d. C.) dedicadas a la corriente medica empirica.

Ahora bien, como ya observo W. Vollgraff -en un articulo de 1902 que incluia otras innovaciones mas discu- tibles, como identificar a Sexto Empirico con Sexto de Que- ronea, sobrino de Plutarco- la datacion tradicional para Sexto desvirtua la lista de dirigentes escepticos que da Dio- genes Laercio. Este, en efecto, nos presenta como segura la enumeracion de esos dirigentes, a partir de Ptolomeo; pero si la obra de Sexto fuera posterior a Galeno, esa lista deberia contener saltos; pues es inadmisible que con solo cinco dirigentes se pueda cubrir el periodo de unos dos- cientos treinta anos que separa la muerte de Enesidemo (contemporaneo de Ciceron) de la muerte de Galeno.

Ademas, esa datacion tradicional obliga a rechazar to- da una serie de indicios razonables -que luego veremos- sobre la vida y epoca de otros dirigentes de la Escuela Es- ceptica, como Zeuxis (el segundo sucesor de Enesidemo) y Herodoto (el maestro de Sexto).

En realidad, habida cuenta de que no conocemos la importancia que Sexto pudo tener como medico, no debe considerarse tan decisivo el hecho de que Galeno no haga mencion de el. Parece preferible aceptar la fiabilidad de la informacion de Diogenes Laercio, que a su vez permite hacer uso de esos otros indicios disponibles sobre la histo- ria de la Escuela Esceptica.

Bajo esas hipotesis, debemos suponer que Sexto accede a la direccion de la Escuela Esceptica en los ultimos aiios del imperio de Trajano, dirigiendo la escuela en un perio-

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do que puede acotarse entre los anos 110 y 140 d. C. Eso significa que la vida de Sexto se habria desarrollado en una de las epocas de mayor influencia del estoicismo: des- pues de Seneca (4 a. C.-65 d. C.), antes del reinado de Marco Aurelio (161-180 d. C . ) y coincidiendo con la vida de Epicteto (50-130 d. C. aprox.); lo que se aviene perfec- tamente con el destacado papel que el estoicismo juega en la obra de Sexto.

Desde luego, ninguna de las referencias de Sexto a per- sonajes de la Antiguedad contradice esas fechas. El mas tardio es el estoico Basilides (Adv. Math. VI11 258), que fue uno de los numerosos preceptores a cuyo cargo corrio la esmerada educacion recibida por Marco Aurelio. Habi- da cuenta de que el emperador nacio en el ano 121 d. C. y de que la muerte de Sexto debe fijarse en la decada 130-140 d. C., esa mencion ;a Basilides no plantea ninguna dificultad.

Con esas fechas para Sexto, la cronologia de los diri- gentes escepticos puede fijarse (con amplios margenes de hasta diez anos segun los casos) del siguiente modo:

Ptolomeo de Cirene funda la escuela; finales siglo 11

a. C. Heraclides de Tarento; 'hasta el 70 a. C. Enesidemo de Cnosos; hasta el 35 a. C. Zeuxipo; hasta el 10 a. C. Zeuxis de Laodicea; hasta el 20 d. C. Antioco de Laodicea; hiasta el 40 d. C. Teodas de Laodicea y Menodoto de Nicomedia; hasta

el 80 d. C. Herodoto de Filadelfia; hasta el 110 d. C. Sexto Empirico (de Apolonia, en la Cirenaica); hasta

el 140 d. C.

Los comienzos de la Escuela Esceptica

Sobre Ptolomeo de Cirene, el iniciador de este retorno al pirronismo, no tenemos mas noticias que la mencion de Di6genes Laercio. Juzgando por la epoca en que Enesi- demo dirige la escuela, Ptolomeo debio de fundarla por el ano 100 a. C.; es decir, por la epoca en que en la Acade- mia comenzaban las desavenencias entre Filon y Antioco y la orientacion academica abandonaba su tradicional anti- dogmatismo, volviendose hacia posturas mas eclecticas (con Filon) o marcadamente estoicas (con Antioco).

Su sucesor, Heraclides (el maestro de Enesidemo), muy probablemente debe identificarse con el medico de la co- rriente empirica Heraclides de Tarento, destacado comen- tarista de las obras de Hipocrates.

Esa identificacion se justifica por el hecho de que Dio- genes Laercio en la Vida de Heraclides (el discipulo de Aris- toteles) da una lista de catorce •áHeraclides•â famosos, en la que es natural suponer que incluiria al maestro de Enesi- demo; pero de esa lista, el unico identificable con este es Heraclides de Tarento. Dado que entre los escepticos y los medicos de la corriente empirica hubo una relacion muy estrecha, no parece dificil admitir esa identificacion. Tam- poco parece haber contradiccion entre la epoca en que pu- do desarrollar su actividad Heraclides de Tarento y la que puede esperarse para el maestro de Enesidemo. Este punto es, desde luego, cuestionado; por ejemplo, Brochard (cuyo libro sigue siendo una referencia fundamental en los estu- dios sobre el escepticismo) no lo aceptaba. Ahora bien, el unico dato concreto para localizar la epoca de Heracli- des de Tarento es que escribe •áantes que Asclepiades de Bitinia)) (un medico contemporaneo de Ciceron); dentro de la ambiguedad de ese dato, no aparecen impedimentos

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decisivos para admitir que Heraclides de Tarento muriera por el ano 70 a. C. y que hubiera sido maestro de Eneside- mo.

La gran figura de los comienzos de la Escuela Escepti- ca es sin duda Enesidemo. F'rueba de ello es el resumen que Aristocles (un peripatetico de finales del siglo II d. C.) nos hace del pirronismo, en su obra Sobre la Filosofia; resumen conservado por el historiador cristiano Eusebio en su Preparacion Evangdica. Tras exponer la doctrina de Pirron y sus inmediatos seguidores, aiiade Aristocles:

Aunque ninguno de ellos volvi6 a ser tenido en cuenta, como si jamas hubieran existido, sin embargo recientemente un tal Ene- sidemo -en Alejandria, en Egipito- comenz6 a reavivar esa va- na palabreria.

Enesidemo de Cnosos (Creta) dirige la Escuela Escepti- ca durante un periodo cuyos I.imites no conocemos con pre- cision, pero que podemos centrar en torno al ano 50 a. C. Sabemos en efecto (por un p,asaje de Focio al que despues haremos referencia) que Eriesidemo dedico una de sus obras principales al ,influyente romano L. Tuberon, gran amigo de Ciceron. Este no menciona a Enesidemo; sin em- bargo en las Acadkmicas (lilbro 11, 11) nos habla de que el antidogmatismo de la Academia, despues de haber sido abandonado por Filon y Antioco, estaba renaciendo en los ultimos anos (es decir, por el 45 a. C.); muy probablemen- te sea esa una referencia indirecta y no muy precisa al re- surgimiento del pirronismo; y en particular, a la obra de Enesidemo, de la que CicerCin debio de tener alguna refe- rencia por su amigo Tuberion.

Por lo que conocemos de sus sucesores, Enesidemo tu- vo que morir algunos ailos despues del asesinato de Cice- ron, ocurrido en el 43/42 ,a. C.

De sus obras, la que mejor conocemos es la titulada Argumentaciones Pirronicas (la que dedico a Tuberon). Fue sin duda su principal obra, ya que es la que Diogenes Laer- cio incluye en su lista de dirigentes de la Escuela Esceptica y la unica que Sexto Empirico menciona explicitamente (en Adv. Math. VI11 215). El recopilador bizantino Focio (si- glo IX) nos dejo un amplio resumen de esta obra en su Biblioteca. Constaba de ocho •áargumentaciones•â (o lec- ciones): en la primera se exponia como -en la epoca de Enesidemo- la Academia ya no podia considerarse here- dera del pirronismo, sino como •áun grupo de estoicos, en- frentados a los demas estoicos•â; concluia con un breve com- pendio de la doctrina esckptica. La segunda analizaba las nociones de Causalidad y Cambio. La tercera analizaba los dos instrumentos del conocimiento: sentidos e inteli- gencia. La cuarta estaba dedicada a refutar la teoria estoica de los Signos, entre los que se incluian las Demos- traciones. La quinta exponia los ocho tropos (•áformas de argumentar))) contra los defensores de la Causalidad, que Sexto enumera en Esb. Pirr. 1 180 SS. Las tres ultimas ar- gumentaciones o lecciones se ocupaban de la Etica: critica de las nociones de Bien y Mal; critica de las teorias sobre la Virtud; inutilidad de fijar una finalidad a la vida humana.

Los celebres diez tropos para la suspension del juicio -a los que Sexto dedica la mayor parte del libro 1 de sus Esbozos- los expuso Enesidemo en otra obra titulada Es- bozo del Pirronismo. Aunque se plantea la duda de si esta obra no deberia identificarse con el resumen de la doctrina esceptica que aparecia en la primera de las Argumentacio- nes Pirronicas, lo cierto es que esos diez tropos no apare- cen en el resumen anterior de Focio y que Diogenes Laer- cio (IX 78) tambien los relaciona con el titulo Esbozo del Pirronismo:

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Asi pues, el discurso pirronico es una presentacion de los fe- nomenos y de las teorias resultantes. en virtud de la cual todas las cosas se comparan entre si; y una vez confrontadas, se halla que contienen una gran oposicidln y mucha confusi6n; segun dice Enesidemo en el Esbozo del Pirronismo. Y haciendo resaltar las antitesis que se dan en todas las investigaciones, (los escepticos) descartan la credibilidad de esas investigaciones. en virtud preci- samente de esos mismos tropo.s que la gente emplea para que las cosas resulten convincentes (isigue la enumeraci6n de esos diez tropos).

Diogenes atribuye a Enes'idemo otras dos obras: Sobre el Escepticismo (el termino (de Enesidemo es Zet~sis y no Skepsis, como ya dijimos) y Segun la Sabiduria. Aristocles menciona otra: Estructuras. :Finalmente Sexto (Adv. Math. X 216) habla de una •áPrimera Introduccion•â, sin que que- de claro si se trata de una obra o del inicio de alguna de las otras.

Vamos ahora a ocuparnos de la paradoja que se plan- tea al intentar reconstruir el pensamiento de Enesi- demo.

Diogenes Laercio, Aristocles y Focio nos presentan a Enesidemo como el gran tebrico de la Escuela Esceptica. De hecho, los Esbozos Pirrdnicos de Sexto deben muchas de sus ideas fundamentales a la formulacion que Eneside- mo habia dado al Escepticismo; como bien se aprecia al leer estos Esbozos de Sexto :y compararlos con los resume- nes que los tres autores anteriores nos dan de las obras de Enesidemo.

Ahora bien, en el pasaje 1 120 SS. de estos Esbozos Pirrdnicos, Sexto da a entender claramente que Enesidemo se consideraba a si mismo nnas como un sucesor de Hera- clito que como un esceptico; y que para el, la suspension

esceptica del juicio representaba solo el punto de partida para llegar a entender la doctrina de Heraclito de que •ála Realidad es contradictoria)). Esta postura •ámetafisica•â de Enesidemo, declarandose partidario del heracliteismo, se confirma con las pocas precisiones que Sexto nos ofrece en su otra obra Adversus Mathematicos.

Hay tres pasajes de esa obra encabezados explicitamen- te por la expresion ((Enesidemo, siguiendo a Heraclito)). En uno, Sexto nos dice que Enesidemo, en su •áPrimera Introduccion•â, sostenia que el Tiempo es una cosa corpo- rea (Adv. Math. X 216 y Esb. Pirr. 111 138). En otro, que las partes deben considerarse a la vez iguales y distin- tas al todo (Adv. Math. IX 337). En el tercero, que la mente proviene de fuera del cuerpo (Adv. Math. VI 349). De esta Ultima afirmacion ha quedado constancia tambien en Tertuliano, el celebre apologeta cristiano de los siglos 11 y 111; en su obra De testimonio animae, 25, Tertuliano nos informa de que Enesidemo y los estoicos sostenian que el alma entra en el cuerpo en el momento del parto, cuan- do el cuerpo se pone en contacto con el aire.

Tambien se relaciona a Enesidemo con Heraclito en el pasaje Adv. Math. X 233, donde se apela a la autoridad de Enesidemo para decir que en Heraclito el aire es la sus- tancia original.

Por otra parte, en Adv. Math. X 38 -esta vez sin men- cion a Heraclito- se alude a la disputa •ámetafisica•â de Enesidemo con los aristotelicos, a proposito de las clases de movimiento: Enesidemo las reducia a dos, el cambio de lugar y las transformaciones fisicas, mientras que los aristotelicos distinguian seis clases de movimiento.

Esas breves y dispersas noticias no permiten, desde lue- go, reconstruir el pensamiento •ámetafisico•â de Enesidemo. Pero dejan bien claro que el heracliteismo del mayor pen-

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sador esceptico no podria encajar en un escepticismo radi- cal como el que nos ofrece Sexto en su obra.

Existe una ultima alusion de Sexto al heracliteismo de Enesidemo que parece marcar con mas claridad las dife- rencias entre el escepticismo iradical de Sexto y la postura gnoseologica de Enesidemo. Se trata del pasaje Adv. Math. VI11 8 , donde Sexto explica la distincion que Enesidemo establecia entre los fenomenois: unos son manifiestos para todos y son ((verdaderos)), otros son manifiestos s610 para algunos y son •áfalsos•â; de forma que •áverdadero•â viene a significar que no choca con la opinion comun. Esa teoria de Enesidemo guarda una evidente relacion con la inter- pretacion que Sexto hace del comienzo del libro de Hera- clito en Adv. Math. VI1 126 a 134; leemos por ejemplo en el parrafo 131:

Esa razon comun y divina, por cuya participacion nos hace- mos racionales, es la que Herac:lito considera criterio apropiado de juicio. De ahi que aquello que es manifiesto a todos en co- mun, eso dice que es digno de fe, pues se percibe con esa Razon comun; pero lo que s610 se manifiesta a alguno, eso es indigno de crkdito.

A juzgar por eso, cabria interpretar el heracliteismo de Enesidemo en el sentido d e , b realismo basado en el senti- do comun; su escepticismo h.abria que limitarlo a lo relati- vo a las construcciones formales de las escuelas filosoficas. En ciertos aspectos, algo parecido defendieron a comien- zos de este siglo G. Moore y B. Russell. Formalmente ese realismo choca con un planteamiento radical del escepticis- mo; pero en la practica, algo muy parecido encontramos en el propio Sexto, que frecuentemente remite a la conduc- ta de la •ágente normal•â y ii las costumbres patrias como norma de conducta del esceptico.

La Escuela Esceptica y el Empirismo medico en el siglo 1 d. C.

Ya hemos visto que el predecesor de Enesidemo en la direccion de la Escuela Esceptica parece haber sido Hera- clides de Tarento, uno de los representantes mas destaca- dos de la corriente empirica de la Medicina. Ahora vere- mos que hay razones solidas para creer que a partir de Zeuxis -el segundo sucesor de Enesidemo- todos los di- rigentes de la Escuela Esceptica fueron medicos ligados a las corrientes empiricas de la Medicina (herofilianos, empi- ricos y metodicos); de forma que la historia de la Escuela Esceptica durante todo ese siglo I d. C. se confunde practi- camente con la historia de la Medicina Empirica. De he- cho, nuestros escasos datos sobre los dirigentes escepticos en ese siglo provienen casi exclusivamente de sus activida- des como medicos.

La reivindicacion de una Medicina basada fundamen- talmente en la experiencia surge a principios del siglo III

a. C., como reaccion a las tendencias demasiado teorizan- tes de la tradicion hipocratica. El inspirador parece haber sido el celebre medico Herofilo, que dirigio hacia el aiio 300 a. C. el Santuario de Esculapio en la isla de Cos (el mas famoso de los hospitales de la Antiguedad, dirigido por Hipocrates a finales del siglo v y comienzos del rv a. C.). A la muerte de Herofilo, su discipulo Filjno de Cos fundo la •ásecta de los empiricos)), que agrupo a la mayoria de los medicos partidarios de las ideas renovado- ras de Herofilo.

Nuestra principal fuente de informacion sobre esta co- rriente medica son las obras de Galeno; principalmente, el De sectis y el De subfiguratione empirica (obra esta cuyo

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32 ESBOZOS PIRR~NICOS

texto griego se ha perdidal, pero de la que se conservan varias traducciones latinas del siglo m).

Contra el apriorismo de los hipocraticos, los medicos de la corriente empirica pretendian atenerse estrictamente a la experiencia, distinguiendo tres •ámomentos•â en el ejer- cicio de la Medicina: a) Recogida de datos concretos sobre la dolencia del paciente. A ese momento le dieron el nom- bre de autopsia (•áel ver algo con los propios ojos))); aun- que a partir de Teodas -el! esceptico- ese termino se sus- tituyo por el de thresis (•áobservacion•â). b) Historia de ese tipo de dolencia en otros pacientes, basada en los testimo- nios de otros medicos. c) •áPaso a lo semejante)); es decir, establecer un tratamiento basado en los resultados obser- vados en los tratamientos dados a dolencias similares en otras ocasiones. Con la expresion •ápaso a lo semejante)) los empiricos trataban de resaltar que sus tratamientos no tenian otra base que los buenos resultados obtenidos en casos parecidos; y que no se basaban en ningun tipo de deduccion teorica, universalmente valida. De todos modos, entre ellos mismos hubo notables diferencias sobre como interpretar ese momento sin reducir la Medicina a una sim- ple casuistica. El dirigente esceptico Teodas parece haber sido quien mas hincapie hizo en la necesidad de sistemati- zar este tercer momento de la practica medica, para poder hablar con propiedad de un •áarte de la Medicina)).

Volviendo a las relaciolnes entre escepticos y medicos empiricos, sabemos que en los Ultimos afios del siglo I a. C. un tal Zeuxis fundo una escuela de Medicina Empirica -el Santuario de Men Caru- en las afueras de Laodicea (Asia Menor, cerca de la actual Denizli). Dicha escuela debio de ser muy floreciente, pues existen monedas de Lao- dicea de esa epoca con el blaston de Esculapio y la inscrip-

cion •áZeuxis, amante de la Verdad•â; ademds, el Apocalip- sis III 7 (escrito a finales del siglo 1) nos presenta como una de las fuentes de prosperidad de Laodicea la fabrica- cion de colirios para los ojos.

La relacion de Laodicea con la Escuela Esceptica en el siglo I d. C. resulta innegable, pues los dos sucesores inmediatos de Zeuxis -Antioco y Teodas- salieron de esa ciudad. Teniendo en cuenta esa relacion y la coinciden- cia de fechas para el Zeuxis escCptico y el Zeuxis medico, resulta bastante natural identificarlos. La propia expresion •áamante de la Verdad•â de las citadas monedas de Laodi- cea parece claramente un sinonimo de la palabra •áfiloso- fo•â (amante de la Sabiduria); por lo cual, la simbologia de esas monedas nos hablaria claramente de un Zeuxis me- dico y filosofo a la vez.

Segun eso, a partir de Zeuxis y durante la mayor parte del siglo I d. C., el nucleo dirigente de la Escuela Esceptica estuvo constituido por el grupo de medicos empiricos liga- dos al Santuario de Men Caru. Como luego veremos, la relacion entre Men Caru y la Escuela Esceptica debio de romperse a la muerte de Menodoto, tras haberse produci- do una escision dentro de las corrientes empiricas y surgir la llamada ((corriente metodica)), de la que Sexto se declara partidario en Esb. Pirr. 1 238. Con los tres ulti- mos dirigentes de la lista de Diogenes Laercio (Herodoto, Sexto y Saturnino) la sede de la Escuela Esceptica habria vuelto a Alejandria, donde antes habia ensenado Enesi- demo.

De la actividad filosofica de Zeuxis, lo unico que sabe- mos es que en su juventud habia estudiado con el propio Enesidemo y que escribio una obra titulada De las dobles razones, en clara alusion al metodo basico de los escepti- cos para llegar a la suspension del juicio.

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Sobre Antioco de Laodicea, el sucesor de Zeuxis, no poseemos ninguna otra informacion directa. Por su situa- cion en la lista de dirigentes de la Escuela Esceptica, tuvo que ser contemporiineo del emperador Tiberio.

De esa misma epoca fue el esceptico Apolonides de Ni- cea (Asia Menor; actual Iznik), que escribio unos Comen- tarios a las Satiras de Timtln, dedicados al mencionado emperador.

Tambien contemporaneo de Antioco debio de ser el es- ceptico Agripa. Sobre el escribio un libro un tal Apelas, al que Diogenes Laercio (IX 106) cita inmediatamente de- tras de Zeuxis y Antioco.

De los escepticos posteriores a Enesidemo y anteriores a Sexto, Agripa parece habei; sido el Unico en hacer alguna aportacion al pensamiento de la escuela. De su obra cono- cemos solamente los ((cinco tropos para la suspension del juicio)), cuyo enunciado puede verse en Esb. Pirr. 1 164 SS., donde Sexto se los atribuye a los escepticos posteriores a Enesidemo en general; pero Diogenes Laercio (IX 88) se los atribuye expresamente a Agripa. Si comparamos esos cinco tropos con los diez de Enesidemo, resulta evidente el nuevo enfoque formal que Agripa pretendio dar al es- cepticismo; a diferencia de los de Enesidemo, los de Agri- pa se dirigen unicamente a como atacar las construcciones dogmaticas desde el punto d.e vista exclusivo de la Logica. La obra de Sexto debe gran parte de su estructura a esa linea formal marcada por Agripa; de hecho, el esquema empleado por Sexto una y otra vez (hasta llegar a cansar) para echar por tierra una tlesis dogmatica, parece un fiel calco de los tropos de Agripa:

Los dogmaticos no pueden superar los desacuerdos existentes entre los distintos filosofos sobre tal o cual cuestion (tropo 1 .O) ;

cuando lo intentan, caen o bien en una recurrencia ad infinitum

(2.") o bien en una peticion de principios (4.") o bien en un circu- lo vicioso (S.").

DespuCs de Antioco, se hacen cargo de la Escuela Es- ceptica dos de los representantes mas destacados de las co- rrientes medicas empiricas: Teodas de Laodicea y Menodo- to de Nicomedia (Asia Menor; actual Izmit).

Ya hemos aludido al importante papel desempeiiado por Teodas como principal impulsor de los intentos de siste- matizar los metodos de la Medicina Empirica. Su impor- tancia queda manifiesta en el hecho de que, un siglo des- pues de su muerte, Galeno dedicara una obra entera (hoy perdida) a criticar los escritos medicos de Teodas.

En cuanto a Menodoto, sus obras medicas constituye- ron la principal referencia del De subfiguratione empirica de Galeno. A juzgar por las opiniones de este, Menodoto hizo gala en sus escritos de un talante excesivamente agresivo:

Menodoto, que jamas se privo del insulto y del sarcasmo con- tra los medicos; unas veces ladrando como un perro y otras inju- riandolos soezmente como un barriobajero o riendose sarcastica- mente de ellos; llamando romos, atrevidos y pobretones -y otros muchos apelativos similares- a los medicos y filosofos dogmati- cos anteriores a el (Galeno, De sub. emp. 63).

No poseemos referencias concretas de la actividad de ambos al frente de la Escuela Esceptica. Por su situacion en la lista de dirigentes de la escuela, tuvieron que dirigirla en un periodo proximo al 40-80 d. C.; y es natural suponer que Menodoto sobrevivio a Teodas, puesto que Diogenes Laercio presenta a Menodoto como antecesor directo de Herodoto.

Esas fechas les hacen ser contemporaneos de Temison de Laodicea, el fundador de la corriente •ámetodica•â. Te-

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mison habria sido probablemiente compaiiero de Teodas y Menodoto en el hospital de Men Caru. A tenor de las in- formaciones de Galeno sobr~e el caracter de Menodoto y a tenor del recelo de Sexto hacia el empirismo no metodi- co, es muy posible que el empirismo de Menodoto apare- ciera como demasiado tajante -demasiado dogmatico- a los ojos de Temison y de otros empiricos; lo que explica- ria la ruptura dentro de la Medicina Empirica.

A la vista del declarado •ámetodismo•â de Sexto, parece claro que la Escuela Esceptica acabo por inclinarse hacia el empirismo metodico de Temison, rompiendose la rela- cion entre ella y la escuela medica de Laodicea. De hecho, todos los indicios apuntan a que con Herodoto la Escuela Esceptica vuelve a fijar su sede en Alejandria; en efecto, como veremos, es en Alejandria donde con mayor proba- bilidad podemos situar la actividad de Sexto Empirico; y por lo tanto, tambien la de Herodoto, pues Sexto (Esb. Pirr. 111 120) nos dice que ambos dictaron sus lecciones en el mismo sitio.

Sobre Herodoto poseemos algunas informaciones, aun- que tambien problematicas. !Segun el Lexico de Suidas (en- ciclopedia bizantina del siglo x, a la que volveremos a alu- dir con mas detalle), ~e rod$o seria natural de Filadelfia, ciudad muy proxima a ~aodi'cea. Era hijo del medico Arieo de Tarso (en Cilicia, Asia hdenor), al que puede identifi- carse con el medico Lecanio Arieo de Tarso, un protegido del consul C. Lecanio Basso cuyo consulado tuvo lugar en el ano 64 d. C.

Herodoto seria el mismo Herodoto medico al que Ga- leno menciona en diversos pasajes de sus obras y que du- rante algun tiempo ejercio 1ii Medicina en Roma a finales del siglo I d. C. Segun Galeno, Herodoto habria sido parti-

dario de la ((corriente pneumatica)) (que atribuia la fuerza vital a un fluido sutil que se suponia recorria todo el cuer- po, animandolo). Esa corriente medica estaba mas relacio- nada con la tradicion hipocratica que con el empirismo caracteristico de los otros dirigentes escepticos del siglo pri- mero; lo cual arroja algunas dudas sobre si sera correcta la identificacion del Herodoto medico con el Herodoto maestro de Sexto. De todos modos conviene tener en cuen- ta que Herodoto marca en la Escuela Esceptica la transi- cion del empirismo radical de Menodoto al metodismo de Sexto; es posible que fuera su pneumatismo lo que le hu- biera permitido mantenerse al margen de las discusiones entre empiristas y metodistas y que esa ambiguedad fuera su merito y la causa para ser elegido como director de la escuela en esos momentos de transicion. Por otra parte, la doctrina del •áfluido vital•â no parece muy lejana de las teorias de Enesidemo -antes citadas- sobre la formacion del alma.

Sobre Sexto Empirico trataremos en el siguiente apar- tado.

Su sucesor -Saturnino el Citenada (?)- fue tambien •áempirico•â, segun la expresion de Diogenes Laercio; lo que posiblemente signifique ((empirico metodico•â, como suce- de con Sexto, al que Diogenes Laercio da tambien el apela- tivo de •áempirico•â.

Teniendo en cuenta las fechas fijadas para Sexto, Sa- turnino se habria hecho cargo de la Escuela Esceptica en los ultimos aiios de Adriano (muerto en el 138 d. C.). Con el se cierra la lista de dirigentes esckpticos ofrecida por Diogenes Laercio; en realidad, es el personaje mas tardio de todos los mencionados por dicho autor; los inmediata- mente anteriores a el son Sexto, el sofista Favorino, Plu-

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tarco y Epicteto, muertos todos ellos en la primera mitad de ese siglo n d. C.

La formulacion del Esc~epticismo que termin6 por im- ponerse fue la que compuso Sexto en sus Esbozos Pirroni- cos. En la generacion siguiente a Sexto, Diogenes Laercio se sirvio todavia de la obra de Enesidemo como referencia basica para su exposicion del Escepticismo. Pero ya en el siglo N resulta claro que es la obra de Sexto la que se consideraba como el prototipo de la orientacion esceptica; asi se deduce de las dos mericiones de Gregorio Nacianceno:

Por lo cual, los Sextos y los Pirrones y la forma de hablar a la contra, supusieron la ruina en nuestras asambleas; como una enfermedad terrible y maligna. (Sermones XXI 12)

No me mientes lo de Sexto ni lo de Pirron. Crisipo va a su perdicio;n. Y tonto mas el Estagirita. Y no me gusta la charlataneria de Platdn.

(Poemas 11 1 , 12, 304)

Al margen de la aversitjn que al ilustre obispo le inspi- raran los filosofos paganos (y en particular, los pirroni- cos), sus dos menciones evidencian que -en esa epoca de finales del siglo N- Sexto se habia convertido ya en el clasico por antonomasia del Escepticismo. Lo que explica- ria que fuera su obra (y no la de Enesidemo o la de Agri- pa) la que se conservara durante el periodo bizantino.

Pero si la obra filosofica de Sexto parece haberse con- servado integra, todo lo contrario sucede con su biografia. Lo poco que sobre ella puede aventurarse con algun fun-

damento (casi todo ello sujeto a controversias) se reduce a lo siguiente.

Sexto habria nacido en la segunda mitad del siglo I d. C. en Apolonia, la ciudad portuaria de Cirene, en Libia. Por algunos pasajes de su obra (Adv. Math. 1 246 y VI11 145, y Esb. Pirr. 11 98) puede afirmarse que residio duran- te algun tiempo en Atenas y en Cos, donde estaba la mas famosa escuela medica de la Antiguedad. Como casi todos los dirigentes de la Escuela Esckptica, estuvo ligado a los circulos de la Medicina Empirica; mas concretamente, al

' Empirismo Metodico. Hacia el aRo 110 d. C. se habria hecho cargo de la direccion de la Escuela Esceptica, cuya sede debia de hallarse entonces en Alejandria. Su muerte puede fijarse en la decada 130-140 d. C.

Sobre su lugar de origen

En el Lexico de suidas (ya mencionado) encontramos los dos articulos siguientes bajo el epigrafe •áSexto•â:

Sexto de Queronea. Sobrino de Plutarco; que desarrollo su actividad en tiempos del emperador Marco Aurelio. Filosofo; dis- cipulo de Herodoto de Filadelfia. Pertenecia a la corriente pirro- nica. Tanto predicamento tuvo con el emperador que le acompa- naba para impartir justicia. Escribio una Etica y los diez libros sobre Cuestiones Escepticas.

Sexto. Libio. Filbsofo. Cuestiones Escepticas, en diez libros. Cuestiones Pirrdnicas.

Parece claro que es el segundo articulo el que se refiere propiamente a Sexto Empirico; aunque, por error, en el primero encontremos tambien noticias suyas entremezcla- das con las de Sexto de Queronea. Desde luego resulta in-

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sostenible la identificacion de Sexto Empirico con el sobri- no de Plutarco. En primer lugar, porque consta que este ultimo era de la escuela estoica. Ademas Sexto debio de morir al menos veinte aiios antes de la proclamacion de Marco Aurelio como emperador. En consecuencia, la par- te atribuible a Sexto Empiriico en ese primer articulo, seria la siguiente: •áSexto ... Filosofo; discipulo de Herodoto de Filadelfia. Pertenecia a la corriente pirronica . . . Escribio ... los diez libros sobre Cuestiones Escepticas•â.

El segundo articulo nos; dice explicitamente que Sexto era de origen libio. Realmente no existe ningun argumento que contradiga ese dato; pero suele mirarse con recelo, por si se tratara de una nueva confusion, esta vez con un tal Sexto Julio Africano (un historiador y filosofo cristiano, muerto en el aiio 232) que tambien era de origen libio y tambien aparece citado ein el Suidas bajo el epigrafe •áAfricano•â.

Desde luego la informacion del Suidas tiene a su favor otros dos testimonios -aunque tambien problematicos- de epoca bizantina, recogidos por Mutschmann en el pre- facio a su edicion de las obras de Sexto. Ambos serian copias de una misma fuente:

Compusieron la corriente empirica estos: Acrdn agrigentino, Filino cosense, Serapio alejandrino, Sexto apolonio (Anonymus Lambecii).

iCuantos son los que comipusieron la Medicina Empirica? - Cuatro- iQuiCnes son esos? -Acron el agrigentino, Filino el cosense, Serapio el alejandrino y Serxesto el apolonio (Cramer anecdot.).

Las expresiones ((Sexto apolonio~ y ((Serxesto el apolo- nio•â (esta ultima con unal disculpable mala transcripcion del nombre latino •áSexto•â) parece que deben leerse en el

sentido de ((Sexto el de Apoloniaq es lo que sugiere la estructura de ambas citas, en las que los cuatro nombres van seguidos de su gentilicio. Ello reforzaria y precisaria la informacion del Suidas. Las dos citas tienen el inconve- niente de que -al menos en la literatura clasica- el genti- licio correcto hubiera sido •áel apoloniata~, y no •áel apolonio•â. Eso hace dudar de si no se tratara de una con- fusion con los dos Apolonios de Antioquia, padre e hijo, mencionados en otras listas de medicos empiricos.

Sin menospreciar esas dudas, aun debe recordarse que los Esbozos Pirrdnicos (111 224) mencionan la advocacion ((Afrodita Libia•â. Tal advocacion no vuelve a encontrarse en la literatura griega; lo que induce a pensar que Sexto habla en este caso de un templo que el personalmente co- noce. Lo cual exige suponerle familiarizado con la region de Libia.

La sede de la Escuela Escbptica en tiempos de Sexto

No disponiendo de ningun indicio al respecto, los estu- diosos se oponen -con razon- a dar por sentado que Sexto tuviera que haber ejgrcido su magisterio en Alejan- dria por el solo hecho de,'que en esa ciudad lo hubiera ejercido Enesidemo.

Sin embargo, en Esb. Pirr. 111 18 hallamos un pasaje que no se tuvo en cuenta en la obra de Brochard (de la que en gran medida siguen dependiendo los estudiosos, co- mo se ve en G. Reale, Storia della Filos. Antica IV, pag. 195) y que nos parece un argumento de peso para decir que efectivamente Sexto escribi6 su obra en Alejandria. Puede comprobarse en ese pasaje como para Sexto las are- giones del Sur•â eran las montaiias donde nace el Nilo y

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42 ESBOZOS PIRR~NICOS

las •áregiones del Este•â el desierto de Tebas, entre el valle del Nilo y el Mar Rojo. Dificilmente podria concebirse ese parrafo si los Esbozos no se hubieran compuesto en una ciudad del Norte de Egipto, lo que practicamente equivale a decir en Alejandria.

Esa hipotesis tendria ademas a su favor la familiaridad de Sexto con esa region del Norte de Egipto, claramente apreciable en los siguientes aspectos de su obra: a) El gen- tilicio mas aludido en los Esbozos es, con mucho, el de •áegipcio•â; como se aprecia en el indice de Nombres. b) En Adv. Math. 1 213 se menciona el uso que se hacia en Alejandria de la forma incorrecta elelythan. c) En Esb. Pirr. 111 224 se menciona un templo de Zeus Casio en Pe- lusion, en el Delta del Nilo; al ser casi desconocida esa advocacion de Zeus en el resto de la literatura griega, cabe suponer que Sexto habla (de algo que conoce personal- mente.

En contra de esta hipotesis suele citarse (siguiendo a Brochard) el pasaje de Esb. Pirr. 111 221: •áEn Alejandria sacrifican el gato a Horus y el escarabajo a Tetis; lo que nadie haria entre nosotros•â.

Bien mirado, ese pasaje no resulta en absoluto tan pro- hibitivo como pretendia Brochard. Es cierto que puede in- terpretarse en el sentido de ((Donde nosotros vivimos esta mal visto lo de Alejandria)); pero con igual derecho pode- mos entenderlo asi: •áAqui mismo, en Alejandria, hay gen- tes que hacen cosas que nosotros (Sexto y sus oyentes) no hariamos)).

Asi pues, dentro de nuestros escasos elementos de jui- cio, la ciudad de Alejandrlai aparece como la mas probable para localizar la actividad de Sexto Empirico al frente de la Escuela Esceptica.

La obra de Sexto

De Sexto Empirico nos han llegado los diez •álibros•â a los que alude Diogenes Laercio. (Un •álibro•â puede con- siderarse como lo que podia caber en un rollo; en Sexto, oscila entre 1.800 y 3.600 lineas, es decir, de 50 a 100 pagi- nas de un libro actual.)

Los tres primeros libros (de 2.000, 2.100 y 2.500 lineas respect.) constituyen estos Esbozos Pirronicos.

Los otros siete libros ofrecen un desarrollo pormenori- zado del contenido de los libros 11 y 111 de los Esbozos. El conjunto de esos siete libros suele designarse con el titu- lo Adversus Mathematicos, que podemos traducir por •áCon- tra los grandes Maestros)); pero no hay una terminologia unanimemente aceptada. Algunos autores mantienen los ti- tulos de las diferentes secciones; otros se limitan a nume- rarlas, desde la 1 a la XI. Esta es la correspondencia:

Libro 4 Adv. gramm. Libro 5 Adv. rhet.

Adv. geom. Adv. arithm. Adv. astrol. Adv. music.

Libro 6 Adv. log. 1 Libro 7 Adv. log. 11 Libro 8 Adv. phys. 1 Libro 9 Adv. phys. 11 Libro 10 Adv. ethic.

Adv. Math. 1 >> 11 >> 111 >> IV >> v >> VI 0 VI1 >> VI11 >> I X >) X >> X I

(2.600 lineas) (770) (840) (250) (540) (470) (3.500) (3.600) (3.000) (2.200) (1.800)

Aparte de esas dos obras conservadas, Sexto escribio un tratado de Medicina, titulado Resenas Medicas, al que alude en Adv. Math. VI1 202, que coincidiria con las Rese-

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Aas mencionadas e n Esb. Pirr. 1 222 y con las Reseiias Empiricas mencionadas en Adv. Math. 1 61.

A una obra distinta de las anteriores -que trataria del alma- podria referirse la ailusion que hace Sexto en Adv. Math. VI 55 y X 284:

De esto ya se ha discutido con mayor precision al hablar del criterio y en los tratados sobre el alma.

Cddices con las obras conservadas de Sexto

M (Monacense gr. 439). Finales siglo XN. En papel. Con el texto griego de los Esbozos Pirrdnicos. De el deriva el Ac. (Acad. Ciencias de S. Petersburgo); en pergamino; 1448.

L (Laurentino 81, 11). 1465. En papel. Contiene el texto griego de toda la obra conservada de Sexto. De el derivan varios como el Saviliano 11 y el Vratislaviense, Rhedig. 45.

E, A, B, etc. Alguno de finales del xv; la mayoria de la primera mitad del XVI. Con el texto griego de toda la obra conserva- da. Existen numerosos cod,ices de este tipo; varios en El Esco- rial. Todos ellos derivan de una misma copia -hoy perdida- menos cuidadosa que M y L.

G (Supuesto arquetipo de todos los anteriores). Esa copia perdi- da original debio de llegar a Europa (en concreto, a Venecia) procedente de Bizancio a mediados del m.

T (Parisino, lat. 14700). Hacia 1300. En pergamino. Contiene una version latina de los Esbozos Pirrdnicos. Copia de una traduccion hecha a partir de un codice independiente de G. De la misma fuente existe otra copia en la Bibl. Nac. de Ma- drid (Ms 10112), posterior en un siglo a T.

P (Parisino, suppl. 1156). Dos folios sueltos con el texto griego de la ultima parte de los Esbozos Pirrdnicos. Siglo x . En pergamino.

Ediciones de la obra de Sexto

1562 Primera edicion de los Esbozos Pirronicos, en una traduc- cion latina, a cargo de H. Estienne; Paris. Volvio a editarse en 1569, incluyendo una traduccion del Adversus Mathe- maticos, a cargo de G. Hervet.

1621 Primera edicion del texto griego de toda la obra conservada de Sexto; publicada simultaneamente en Ginebra y Paris por 10s hermanos P. y J. Chouet.

17 18 Edicion completa del texto griego; J. A. Fabricio; Leipzig.

1842 Edicion completa del texto griego; 1. Bekker; Berlin.

1912 Edicion completa del texto griego; H. Mutschmann; Bibl. Teubneriana; Leipzig. Revisada y reeditada por J. Mau; Ber- lin; 1958. Sobre esa edicion de Mutschmann-Mau esta he- cha nuestra traduccion.

Traducciones consultadas

En espaiiol hubo ya una traduccion de los Esbozos Pirroni- cos, hecha por L. Gil Fagoaga y publicada por la Edit. Reus en 1926, bajo el titulo Los tres libros de Hipotiposis Pirronicas.

Esa traduccion -como el propio Gil Fagoaga advierte- va dirigida fundamentalmente a quienes disponen del texto griego, cuya literalidad respeta rigurosamente. Desvirtua sin embargo el aspecto conceptual de la obra de Sexto, debido a la terminologia que emplea. Considerese como muestra el ultimo punto del pa- rrafo 1 15:

Dice que lo principal en la pronunciacion de estas fonaciones es lo que le aparece, y declara su pasion sin dogmatizar, nada asegurando de los sujetos del exterior.

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En lugar de •ápronunciacioii•â deberia decir •áexposicion•â; en lugar de •áfonaciones•â. •áexpre!riones•â; en lugar de •ásu pasion)), •ásu forma de sentir)). Particularmente desafortunado -por el pa- pel decisivo que tiene en la obra- es el tkrmino •ásujetos•â, que deberia ser •áobjetos•â; o bien, en caso de querer respetar la eti- mologia griega, •álo subyacecite)) (la realidad que soporta al conocimiento).

Dejando de lado ese problema de terminologia, el trabajo de Gil Fagoaga ha sido para nosotros de la mayor utilidad. Quede constancia pues de nuestra deuda para con el y del sincero apre- cio que su obra nos merece.

De las traducciones existentes en otros idiomas, solo hemos podido disponer de dos: la edici6n bilingue Outlines of Pyrrho- nism, de R. G. Bury, Londres, Loeb Clas. Libr., 1933; reimpresa por Harvard Univ. Press, 1967'. La version italiana Schiui pirro- niani, de A. Russo, Roma-Beri, Ed. Laterza, 1988.

En las notas a pie de pagina iremos explicando las diferencias mas significativas entre esas versiones y la nuestra.

Bibliografia

Actas Congreso Roma 1980,, Lo scetticismo antico, ed. por G. Giannantoni, Napolcs, 1982, 2 vols.

V. BROCHARD, Les sceptiques grecs = Los escepticos griegos [tra- duccion de V. QUINTERO:;], Buenos Aires, Ed. Losada, 1945.

W. CARIDDI, Filosofi della scepsi, Lecce, Ed. Milella, 1968. B. MATES, •áStoic Logic and the text of Sextus Empiricus)),

Amer. Jour. of Philol. 70 (1949). pags. 295 SS.

M. DEL PRA, LO scetticismo greco, 2 vols., Bari, 1973. R. H. POPKIN. The History of Scepticism from Erasmus to Spi-

noza = La Historia del' Escepticismo desde Erasmo hasta Spinoza [trad. J . J . UTAJLLA], Mexico, Fondo Cult. Econ., 1983 (or. ingles, 1979).

J. M. RIST, •áThe Heracliteaniism of Aenesidemus)), Phoenix 24 (1970), pags. 309 SS.

L. RoeiN, Pyrrhon et le scepticisme grec, Paris, 1944. C. L. S~ouaH, Greek Scepticism, Berkeley, 1969. W . VOLLGRAFF, La vida de Sexto Empirico, 1902 (incluido como

Apendice en la version de L. Gil Fagoaga).

Obras de caracter general sobre la epoca helenistica:

C. GARC~A GUAL y M. J. IMAZ, La Filosofia helenistica: Eticas y Sistemas, Madrid, Ed. Cincel, 1987.

A. A. LONG, La filosoflCI helenistica, Madrid, Alianza Univ., 1984 (or. ingles 1975).

G. REALE, Storia della Filosofia Antica, vols. 111 y IV, Milan, Vita e Pensiero, 1978.

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ESBOZOS PIRRONICOS

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LIBRO 1

DE LA DIFERENCIA, A GRANDES RASGOS, ENTRE LOS

SISTEMAS FILOSOFICOS

Para los que investigan un asunto es natural acogerse 1

o a una solucion o al rechazo de cualquier solucion y al consiguiente acuerdo sobre su inaprehensibilidad o a una continuacion de la investigacion. Y por eso seguramente, 2

sobre las cosas que se investigan desde el punto de vista de la Filosofia, unos dijeron haber encontrado la verdad, otros declararon que no era posible que eso se hubiera con- seguido y otros aun investigan.

Y creen haberla encontiado los llamados propiamente 3

dogmaticos; como por ejemplo los seguidores de Aristote- les y Epicuro, los estoicos y algunos otros. De la misma manera que se manifestaron por lo inaprehensible los se- guidores de Clitomaco y Carneades y otros academicos. E investigan los escepticos.

De donde, con mucha razon, se considera que los 4

sistemas filos6ficos son -en lineas generales- tres: dog- matico, academico y esceptico.

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52 ESBOZOS IPIRRONICOS LIBRO 1 5 3

Naturalmente, sobre los otros sistemas correspondera hablar a otras personas. Nosotros hablaremos, de forma esquematica por el momento, sobre la orientacion filosofi- ca esceptica; advirtiendo de entrada que sobre nada de lo que se va a decir nos pronunciamos como si fuera forzosa- mente tal como nosotros decimos, sino que tratamos todas las cosas al modo de los historiadores: segun lo que nos resulta evidente en el momento actual.

El especifico es aquel en que arguimos contra cada 6

uno de los apartados de la llamada Filosofia. Naturalmente nos ocupamos en primer lugar del estu-

dio general, comenzando por una guia de los nombres de la orientacion esckptica.

DE LAS DENOMINACIONES DEL ESCEPTICISMO

DE LOS MODOS DE EXPOISICI~N DEL ESCEPTICISMO

s Pues bien, un modo de exposicion de la filosofia es- ceptica recibe el nombre de ((estudio general)) y el otro •áespecifico•â ' .

El general es aquel en que exponemos lo caracteristico del escepticismo explicando cual es su definicion, cuales sus principios y cuales sus razonamientos, asi como cual es su criterio, cual su finalidad, cuaies los tropos de la suspension del juicio 2, en que sentido tomamos las afir- maciones escepticas y la distincion entre el escepticismo y los sistemas filosoficos proximos a el.

' La exposicion general del escepticismo ocupa el Libro 1. El estudio especifico esta dedicado a la critica. de la L6gica (Libro II), la Ontologia y la Cosmologia (primera mitad del Libro 111) y la Etica (segunda mitad del Libro 111).

El termino griego ho. trdpos significa en general •ádireccion, modo, etc.)). Los escepticos lo popularizaron en el sentido especifico que tiene en este libro: mdtodos estandar para buscar contradicciones. Se exponen en los phrrafos 36 SS., de este Libro 1. El termino griego para •ásuspen- sion del juicio)) es el conocido hit epochb.

La orientacion esceptica recibe tambien el nombre de 7

Zetetica por el empefio en investigar y observar, el de Efectica por la actitud menta! que surge en el estudio de lo que se investiga y el de Aporetica bien -como dicen algunos- por investigar y dudar de todo, bien por dudar frente a la afirmacion y la negacion.

Tambien recibe el nombre de Pirronismo por parecer- nos que Pirron se acerco al escepticismo de forma mas tangible y expresa que sus predecesores.

QUE ES EL ESCEPTICISMO

Y el escepticismo es la capacidad de establecer antitesis 8

en los fenomenos y en las consideraciones tebricas, segun

ZetCtica es la raiz de zCt& (buscar, investigar). Efectica es de la raiz de epechd (mantener en suspenso), la misma de he epoche. AporCtica es de la raiz de aporia (falta de camino). Escepticismo es de la raiz de skoped (observar, mirar).

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LIBRO 1 5 5

cualquiera de los tropos; gracias a la cual nos encamina- mos -en virtud de la equivalencia entre las cosas y propo- siciones contrapuestas- primero hacia la suspension del juicio y despues hacia la ataraxia 4.

9 Hablamos de •ácapacidad•â, desde luego no por capri- cho sino sencillamente en el sentido de que uno sea capaz.

Aqui entendemos por •áfenomenos•â lo sensible; por lo que definimos lo •áteorico•â por oposicion a ellos.

Lo de •ásegun cualquiera de los tropas•â puede aplicarse tanto a la capacidad -empleando el termino •ácapacidad•â simplemente en el sentido que hemos dicho- como a lo de ((establecer antitesis en los fenomenos y en las conside- raciones teoricas)), pues decimos lo de •ásegun cualquiera de los t ropos~ porque contraponemos esas cosas de muy diversas maneras, contraponiendo -para abarcar todas las antitesis- fenomenos a fenbmenos, consideraciones teori- cas a consideraciones teoricas o los unos a las otras.

Tambien aiiadimos lo de: ((segun cualquiera de los tro- pos•â a lo de •áen los fenomenos y en las consideraciones teoricas•â para que no entr~emos en como se manifiestan los fenomenos o en como se: forman en la mente las consi- deraciones teoricas, sino que sencillamente los tomemos tal como aparecen.

lo Y en absoluto tomamos •áproposiciones contrapuestas)) como ((afirmacion y negacion)); simplemente como •ápro- posiciones enfrentadas•â. Y llamamos equivalencia a su igualdad respecto a la credlibilidad o no credibilidad, de forma que ninguna de las proposiciones enfrentadas aven- taje a ninguna como si fuera mas fiable.

Aqui hemos mantenido el thnino griego he ataraxia en atencion a que en el parrafo 10 aparece su definicion. En el resto del libro usare- mos la propia expresibn de Sextlo aserenidad de espiritu•â.

La suspension del juicio es ese equilibrio de la mente por el que ni rechazamos ni ponemos nada. Y la ataraxia es bienestar y serenidad de espiritu. Y de como la ataraxia sigue a la suspension del juicio trataremos en el capitulo ((Sobre los fines•â '.

DEL ESC~PTICO

E implicitamente, con la nocion de orientacion filoso- 1 1

fica esctptica tambien ha quedado definido el filosofo pi- rronico. Es en efecto el que participa de la citada capacidad.

SOBRE LOS FUNDAMENTOS DEL ESCEPTICISMO

Con razon decimos que el fundamento del escepticismo 12

es la esperanza de conservar la serenidad de espiritu. En efecto, los hombres mejor nacidos, angustiados por la con- fusion existente en las cosas y dudando de con cual hay que estar mas de acuerdo, dieron en investigar que es la Verdad en las cosas y que la Falsedad; ;como si por la solucion de esas cuestiones se mantuviera la serenidad de espiritu! Por el contrario el fundamento de la construccion escCptica es ante todo que a cada proposicion se le opone otra proposicion de igual validez. A partir de eso, en efec- to, esperamos llegar a no dogmatizar.

Ver 1 25 SS.

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ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 1 57

SI EL ESCEPTICO DOGMATIZA

13 Que el esceptico no dogmatiza no lo decimos en el sentido de dogma en que algunos dicen que •ádogma es aprobar algo en terminos mas o menos generales)), pues el esceptico asiente a las seiisaciones que se imponen a su imaginacion; por ejemplo, al sentir calor o frio, no diria •ácreo que no siento calor•â o •áno siento frio•â. Sino que decimos que no dogmatiza en el sentido en que otros dicen que •ádogma es la aceptacion en ciertas cuestiones, despues de analizadas cientificamente, de cosas no manifiestas)); el pirronico en efecto no asiente a ninguna de las cosas no manifiestas.

14 Y tampoco dogmatiza al enunciar expresiones escepticas sobre las cosas no manifiestas como, por ejemplo, la ex- presion ((ninguna cosa es m,as que otra•â o •áyo no determi- no nada•â o alguna de las otras sobre las que despues hablaremos 6.

En efecto, el que dogmatiza establece como real el asun- to sobre el que se dice que dogmatiza, mientras que el esceptico no establece sus expresiones como si fueran to- talmente reales; pues supone que del mismo modo que la expresion atodo es falso•â dice que, junto con las otras co- sas, tambien ella es falsa e igualmente la expresion •ánada es verdad)): asi tambien la expresion ((ninguna cosa es mas)) dice que, junto con las otras cosas, tampoco ella es mas y por eso se autolimita a si misma junto con las demas

Ver 1 187 SS.

cosas. Y lo mismo decimos de las restantes expresiones es- cepticas.

Por lo demas, si el dogmatismo establece como real- 15

mente existente aquello que da como dogma, mientras que el esceptico presenta sus expresiones de forma que implici- tamente se autolimitan, no se diga que el esceptico dogma- tiza en la exposicion de ellas.

Y lo mas importante: en la exposicion de esas expresio- nes dice lo que a el le resulta evidente y expone sin dogma- tismos su sentir, sin asegurar nada sobre la realidad exte- rior '.

SI EL ESCEPTICO TIENE UN SISTEMA

Tambien en lo de preguntarnos si el esceptico tiene 16

un sistema nos conducimos de forma parecida. Pues si al- guien dice que •áun sistema es la inclinacion a muchos dog- mas que tienen conexion entre si y con los fenomenos)) y llama dogma al asentimiento a una cosa no evidente, entonces diremos que no tiene sistema.

Pero si uno afirma que un sistema es una orientacion 17

que obedece a cierto tipo de razonamiento acorde con lo manifiesto, y en el supuesto de que ese razonamiento nos ensene como es posible imaginar correctamente la vida -tomandose el •ácorrectamente•â no solo en cuanto a la virtud, sino en un sentido mas amplio- y que se oriente a lo de ser capaces de suspender el juicio: entonces si deci- mos que tiene un sistema.

' ((Realidad exterior•â. La expresi6n griega es tu exothen hypokeime- n q literalmente •álo que subyace fuera (a los conocimientos))). En varias ocasiones hemos traducido •álos objetos exteriores)).

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LIBRO 1 59

Seguimos en efecto un tipo de razonamiento acorde con lo manifiesto, que nos ensena a vivir segun las costumbres patrias, las leyes, las ens~efianzas recibidas y los sentimien- tos naturales.

SI EL ESCEPTICO ESTUDIA LA REALIDAD

18 Cosas parecidas decimos tambien al plantear la cues- tion de si por parte del esceptico se ha de estudiar la realidad '.

No nos ocupamos, en efecto, de la realidad para emitir opiniones con firme conviccion sobre alguna de las cosas admitidas como dogma en el estudio de la realidad, sino que nos ocupamos de ese estudio para poder contraponer a cada proposicion una proposicion de igual validez y para conseguir la serenidad de espiritu.

Y en el mismo sentidlo nos acercamos tambien a la ra- ma de la Logica y a la de la Etica en lo que se entiende por Filosofia.

SI LOS ESCEPTICOS INVALIDAN LOS FEN~MENOS

19 Quienes dicen que 110s escepticos invalidan los feno- menos me parece a mi (que son desconocedores de lo que

•áEstudiar la realidad)). 131 verbo es physiologed. El ttrmino phjsis no distingue nuestros dos coinceptos •áNaturaleza•â y •áRealidad•â. Aqui es preferible el segundo, porque en el Libro 111 se aprecia bien que la Flsica engloba tanto la Cosrnologia como la Ontologia. •áEstudio de la Naturaleza•â ina bien s61o para la Cosmologla.

entre nosotros se dice. En efecto, nosotros no echamos aba- jo las cosas que, segun una imagen sensible y sin mediar nuestra voluntad, nos inducen al asentimiento; como ya dijimos. Y eso precisamente son los fenomenos.

Sin embargo, cuando nos dedicamos a indagar si el ob- jeto es tal como se manifiesta, estamos concediendo que se manifiesta y en ese caso investigamos no sobre el feno- meno, sino sobre lo que se piensa del fenomeno. Y eso es distinto a investigar el propio fenomeno.

La miel, por ejemplo, nos parece que tiene sabor dulce. 20

Eso lo aceptamos, porque percibimos el dulzor sensitiva- mente. Tratamos de saber si, ademas, literalmente •áes•â dul- ce. Lo cual no es el fenomeno, sino lo que se piensa del fenomeno.

Y ademas, si en publico planteamos problemas sobre los fenomenos no los ponemos con la intencion de invali- dar los fenomenos, sino para hacer ver la temeridad de los dogmaticos; pues si la Razon es tan engafiosa que casi nos arrebata hasta lo que percibimos por nuestros ojos, jcomo no habra que mirarla con recelo en las cosas no evidentes, para no precipitarnos cuando la seguimos?

XI

DEL CRITERIO DEL ESCEPTICISMO

Que atendemos a los fenomenos es evidente a partir zi

de lo ya dicho por nosotros acerca del criterio de la orien- tacion esceptica.

De criterio se habla en dos sentidos: el que se acepta en relacion con la creencia en la realidad o no realidad -sobre el que trataremos en el estudio de las refutacio-

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60 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 1 6 1

nes 9- y el de actuar, fianidonos del cual hacemos en la vida unas cosas si y otras no; del cual tratamos ahora.

22 Pues bien, decimos que el criterio de la orientacion esceptica es el fendmeno, lllamando implicitamente asi a la representacion mental. C:onsistiendo, en efecto, en una impresion y en una sensacilm involuntaria, es incuestiona- ble; por lo cual, nadie seguramente disputara sobre si el objeto se percibe en tal o cual forma, sino que se discute sobre si es tal cual se percibe.

23 Atendiendo, pues, a los fenomenos, vivimos sin dog- matismos, en la observancia de las exigencias vitales, ya que no podemos estar conipletamente inactivos.

Y parece que esa observancia de las exigencias vitales es de cuatro clases y que una consiste en la guia natural, otra en el apremio de las ~pasiones, otra en el legado de leyes y costumbres, otra en el aprendizaje de las artes.

24 En la guia natural, segun la cual somos por naturaleza capaces de sentir y pensar. En el apremio de las pasiones, segun el cual el hambre nos incita a la comida y la sed a la bebida. En el legado de leyes y costumbres, segun el cual asumimos en la vida como bueno el ser piadosos y como malo el ser impios. Y en el aprendizaje de las artes, segun el cual no somos inutiles en aquellas artes para las que nos instruimos.

Pero todo esto lo decirnos sin dogmatismos.

XII

CUAL ES LA FINALIDAD DEL ESCEPTICISMO

Desde luego, un fin es •áaquello en funcion de lo cual se hacen o consideran todas las cosas y el en funcion de ninguna)) o bien •áel termino de las cosas a las que se aspira•â.

Pues bien, desde ahora decimos que el fin del escepti- cismo es la serenidad de espiritu en las cosas que dependen de la opinion de uno y el control del sufrimiento en las que se padecen por necesidad.

En efecto, cuando el esceptico, para adquirir la sere- 26

nidad de espiritu, comenzo a filosofar sobre lo de enjuiciar las representaciones mentales y lo de captar cuales son ver- daderas y cuales falsas, se vio envuelto en la oposicion de conocimientos de igual validez y, no pudiendo resolverla, suspendio sus juicios y, al suspender sus juicios, le llego como por azar la serenidad de espiritu en las cosas que dependen de la opinion. Pues quien opina que algo es 27

por naturaleza bueno o malo se turba por todo, y cuando le falta lo que parece que es bueno cree estar atormentado por cosas malas por naturaleza y corre tras lo -segun el piensa- bueno y, habiendolo conseguido, cae en mas preo- cupaciones al estar excitado fuera de toda razon y sin me- dida y, temiendo el cambio, hace cualquier cosa para no perder lo que a el le parece bueno. Por el contrario, el 28

que no se define sobre lo bueno o malo por naturaleza no evita ni persigue nada con exasperacion, por lo cual mantiene la serenidad de espiritu.

La verdad es que al esceptico le ocurrio lo que se cuen- ta del pintor Apeles 'O. Dicen, en efecto, que -estando

2s Y lo siguiente seria trattar de la finalidad de la orien- tacion esceptica.

Ver 11 14 SS.

'O Pintor del siglo N a. C., probablemente natural de Colofon (Asia Menor). Trabajb al servicio de Alejandro Magno. No se conserva ningu- na de sus pinturas. La mas famosa fue un cuadro de Afrodita, saliendo

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LIBRO I 63

pintando un caballo y queriendo imitar en la pintura la baba del caballo- tenia tan poco exito en ello que desistio del empeiio y arrojo contra el cuadro la esponja donde mezclaba los colores del piricel, y que cuando esta choco contra el plasmo la forma de la baba del caballo.

29 Tambien los escbpticos, en efecto, esperaban recobrar la serenidad de espiritu a base de enjuiciar la disparidad de los fenomenos y de las consideraciones teoricas; pero no siendo capaces de hacer eso suspendieron sus juicios y, al suspender sus juicios, les acompano como por azar la serenidad de espiritu, lo mismo que la sombra sigue al cuerpo.

Ciertamente no pensarnols que el esceptico este inmune por completo a la turbacion, sino que reconocemos que se turba con las necesidades; pues estamos de acuerdo en que tambien el experimenta a veces frio, igual que sed y

30 otras cosas por el estilo. Pero incluso en esas cosas la gente corriente se atormenta por partida doble: por sus sufrimientos y -no menos- por el hecho de creer que esas situaciones son objetivamente malas; mientras que el esceptico, al evitar pensar que cada una de esas cosas es objetivamente mala, incluso en ellas se maneja con mds mesura.

Por eso, desde luego, decimos que el objetivo del es- ceptico es la serenidad de espiritu en las cosas que depen- den de la opinion de uno y el control del sufrimiento en lo que se padece por necesidad.

Algunos escepticos ilustres anadieron a eso, ademas, la suspension del juicio en la,s investigaciones.

del mar y secandose el cabello, piintada para el santuario de Esculapio en la isla de Cos.

XIII

DE LOS TROPOS GENERALES DE LA SUSPENSI~N

DEL JUICIO

Tras hablar de que la serenidad de espiritu es conse- 31

cuencia de la suspension del juicio en todas las cosas, lo siguiente podria ser explicar como surge en nosotros la sus- pension del juicio.

Pues bien, hablando en terminos generales, surge por la contraposicion de las cosas. Y contraponemos ya sea fenomenos a fenomenos, ya sea consideraciones teoricas a consideraciones teoricas, ya sea los unos a las otras.

Por ejemplo, contraponemos fenomenos a fenomenos 32 cuando decimos: la misma torre aparece circular desde le- jos y cuadrangular desde cerca. Y consideraciones teoricas a consideraciones teoricas, cuando -contra el que supone que existe una Providencia a partir del orden de los cielos- argumentamos que con frecuencia sufren reveses los bue- nos y tienen exito los malos y mediante eso convenimos en que no hay Providencia. Y contraponemos considera- 33

ciones teoricas a fenomen~s, al modo en que Anaxagoras contraponia al hecho de q;e la nieve es blanca el que la nieve es agua solidificada y que el agua es negra y que por consiguiente la nieve es negra.

Y segun uno u otro proposito, unas veces contrapone- mos cosas presentes a cosas presentes -como lo antes citado- y otras veces, cosas presentes a cosas pasadas o futuras. Por ejemplo, si alguien nos propusiera una tesis que no podemos refutar, le argumentaremos:

Del mismo modo que antes de nacer el que introdujo 34

el sistema filosofico que tu sigues, la tesis de ese sistema

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LIBRO 1 65

-a pesar de ser valida- no era conocida, aunque real- mente existia: asi tambien es posible que lo opuesto a la tesis ahora propuesta por ti exista realmente y aun no nos sea conocida. De modo que todavia no debemos dar nues- tro asentimiento a esa tesis que de momento parece segura.

35 Pero por aquello de qule esas contraposiciones se nos ofrezcan con mas precision, me ocupare de los tropos por los que se guia la suspension del juicio; sin ser taxativo sobre su numero y validez, pues es posible tanto que los tropos sean incorrectos como que sean mas de los que se van a enumerar.

XIV

DE LOS DIEZ TROPOS

36 Pues bien, entre los primeros escepticos " los tropos por los que parece regirse la suspension del juicio -a los que por otro nombre denolminan ((argumentos)) o •átipos de argumentacion•â- se transmiten habitualmente en nu- mero de diez. Y son estos;:

El primero, el de •ásegun la diversidad de los animales)). El segundo, el de •ásegdin la diferencia entre los hom-

bres)). El tercero, el de •ásegun las diferentes constituciones

de los sentidos)). El cuarto, el de •ásegun las circunstancias•â. El quinto, el de •ásegun las posiciones, distancias y

lugares)).

" •áLos primeros escepticos•â. Como vimos en la Introducci6n. estos tropos estan tomados de la obra de ENES~EMO, Esbozo del Pirronismo.

El sexto, el de •ásegun las interferenciaw 12.

El septimo, el de •ásegun las cantidades y composiciones 37

de los objetos)). El octavo, el de •áa partir del con relacidn a algo•â 1 3 .

El noveno, el de •ásegun los sucesos frecuentes o los raros•â.

El decimo, el de •ásegun las formas de pensar, costum- bres, leyes, creencias miticas y opiniones dogma- ticas•â.

Siguiendo la costumbre sirvamonos de este orden. 3s

Aunque hay tres tropos que engloban estos diez: el de •áa partir del que juzgan, el de •áa partir de lo que se juzga)) y el de ambas cosas. Al de •áa partir del que juzga•â estan subordinados los cuatros primeros, pues el que juzga es o un animal o un hombre o uno de los sentidos y lo hace en alguna circunstancia. Al de •áa partir de lo que se juz- ga•â el septimo y el decimo. Y al que resulta de ambos, el quinto, sexto, octavo y noveno.

A su vez, estos tres se retrotraen al de con relacion 39

a algo. De modo que el de con relacion a algo es el mas general y los tres son los especificos, de los que derivan los diez.

Eso decimos sobre su numero, siguiendo lo probable. Sobre su contenido, lo siguiente.

'* El termino griego es he epimixia (mezcla). SEXTO, 1 124, usa como sinonimo el termino he epimigb que no vuelve a aparecer en la literatura griega.

" •áCon relacion a algo•â es la traduccion literal de prds ti. En algu- nos pasajes hemos traducido esa repetida expresion por •árelativismo•â o por •árelativo•â, como hacen la version inglesa y la italiana.

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ESBOZOS P~IRR~NICOS LIBRO I 67

Deciamos que el primero es una argu- mentacion segun la cual, en virtud de la

PRIMER TROPO diferencia entre los animales, de cosas identicas no se ofrecen imagenes identi-

cas. Eso lo explicamos a partir de la diversidad de sus es- tructuras corporales.

4 1 Pues bien, en cuanto a los origenes, a vemos que entre los animales unos son

D'ferencias engendrados fuera de la union sexual y en la forma

de otros a partir de una copula. "

Y entre los engendrados asexualmente, unos surgen del fuego, coma1 los bichitos que aparecen en los hornos; otros del agua corrompida, como los mosqui- tos comunes; otros del vino agriado, como los mosquitos del vinagre; otros de la tierra; otros de una charca, como las ranas; otros del lodo, como los gusanos de tierra; otros de los asnos, como los escariabajos; otros de las verduras, como las orugas; otros de 101s 'frutos, como las moscas de los cabrahigos; otros de los animales en descomposicion, por ejemplo las abejas, de los toros, y las avispas, de los caballos 14.

42 Y entre los engendrados a partir de una copula: unos, como la mayoria, de padres de la misma especie; y otros, como los mulos, de distinta especie. Y como se sabe, algu- nos animales, como los hombres, son paridos vivos, otros,

" Pese a esto que dice Sexto !;obre la generacion espontanea, hay que recordar que ya en tiempos de Homero habia gente que se daba cuenta de que los insectos no se originan esponthneamente en las carnes en descomposicibn. Eso al menos es lo que sugiere el canto XIX de la Iliada, donde Aquiles pide a su madre, la diosa Tetis, que aleje las mos- cas del cadaver de Patroclo para que no entren por las heridas y engen- dren gusanos que corrompan su cuerpo.

como los pajaros, en forma de huevo, otros, como los osos, en forma de bola de carne.

Es normal, pues, que esas grandes desigualdades y 43

diferencias en la genesis produzcan modos de sentir opues- tos, trayendo como consecuencia lo incompatible, lo dis- cordante y lo contradictorio.

Tambien la diferencia de las princi- 44

b pales partes del cuerpo y sobre todo la Diferencias el organo en de aquellas que estan encargadas de juz-

de la vkion gar y sentir, puede producir una gran con- tradiccidn en las representaciones menta-

les de los distintos animales. En efecto, los que tienen ictericia dicen que es amarillo

lo que a nosotros nos parece blanco y los que tienen un hematoma dicen que es rojo. Y puesto que de los animales unos tienen los ojos amarillos, otros sanguinolentos. otros albinos y otros de otro color, es natural -pienso yo- que les resulte diferente la respectiva percepcion de los colores.

Y por otra parte, tras mirar fijamente al sol durante 45

mucho tiempo y luego dirigir la vista a un libro, nos pare- ce que las letras son doradas y dan vueltas. Asi tambien -sin duda- puesto que algunos animales tienen en los ojos un brillo natural y les sale de ellos una luz tenue y cambiante, de forma que incluso ven de noche, habremos de pensar que a ellos y a nosotros no se nos ofrecen las cosas externas del mismo modo.

Y asimismo los magos, untando las mechas de las 46

velas con oxido de cobre y tinta de calamar, hacen que los presentes aparezcan ora cobrizos ora negros, !solo por el pequefio afiadido del unguento! Mucho mas explicable es entonces que estando mezclados diversos humores en

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LIBRO I 69

el ojo de los animales se originen en ellos diferentes repre- sentaciones de los objetos.

47 Ademas, cuando presion,amos el ojo, las formas, los perfiles y el tamafio de las cosas que se ven aparecen alar- gados y estrechos. Es pues natural que cuantos animales tienen la pupila oblicua y alargada -como cabras, gatos y similares- imaginen que 110s objetos son de otra forma y no como los animales que tienen la pupila redonda supo- nen que son.

48 Y los espejos, segun su diferente estructura, unas veces muestran los objetos externos muy pequeilos; como los con- cavos. Y otras, alargados y estrechos; como los convexos. Ademas, algunos muestran la parte superior de lo refleja-

49 do en la parte inferior y la inferior en la superior. Y asi, dado que unos globos oculiires estan caidos, totalmente desorbitados por la convexidiad, otros son mas bien conca- vos y otros estan en un pliano: es natural tambien que debido a eso sus imagenes se diferencien entre si y que perros, peces, leones, hombres y saltamontes no vean las mismas cosas ni iguales en dimensiones ni semejantes en forma, sino tal como construya la imagen de cada una el organo de la vista que recilbe el fenomeno.

50 El mismo razonamiento vale tambien c

Diferencias a proposito de los demas sentidos. en 10s organos en efecto, podria decirse que de 10s demas en cuanto al tacto reciben el mismo tipo

sentidos de estimulols los animales de concha, los de carne desnuda, los de espinas, los de plumas y los de escamas?

como decir, cuando hasta nosotros con relacion al sentido del oido recibimos los estimulos de distinta forma cuando nos hemos tapado los oidos y cuando nos valemos

de ellos sin impedimento, que perciben igual por el oido los que tienen muy estrecho el conducto auditivo y los que estan dotados de uno muy ancho? LO los que tienen oidos peludos y los que los tienen sin pelo?

Asimismo, el olfato bien podria diferir segun los 5 1

distintos animales. En efecto, si nosotros mismos al aspi- rar recibimos estimulos de distinto tipo cuando la mucosi- dad es excesiva o cuando las partes de nuestra cabeza reci- ben un exceso de sangre, aborreciendo las cosas que a los demas les parecen ser fragantes, creyendonos incluso que nos vemos perjudicados por ellas; y dado que unos anima- les son por naturaleza humedos y mucosos, otros muy ri- cos en sangre, otros tienen muy fuerte y sobrada la bilis amarilla y otros la negra: por todo eso es razonable tam- bien que los olores aparezcan diferentes a cada uno de ellos.

Y analogamente los sabores, al tener unos la lengua 52

aspera y seca y otros marcadamente humeda; porque in- cluso nosotros al tener durante las fiebres la lengua seca notamos que los alimentos son terrosos y poco jugosos o amargos y porque sentimos asi debido precisamente a la distinta preponderancia de los humores que se dice hay en nosotros; dado, pues, que los animales tienen diferente el organo del gusto y lleno de distintos humores, bien po- drian captar, tambien en lo referente al gusto, imagenes diferentes de los objetos.

Asi como el mismo alimento, una vez 53

d digerido, en unos sitios se hace vena, en Diferencias Otros arteria, en otros hueso, en otros ner-

de consriiucidn vio, etc., mostrando distinta potenciali- dad segun las diferentes partes que lo

reciben; y asi como el agua, una y uniforme, una vez re- partida a los arboles en unos sitios se hace corteza, en otros

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LIBRO 1 7 1

54 rama, en otros fruto, ya se:a higo, granada, etc.; y asi como el soplo del musico, uno y el mismo, una vez insu- flado en la flauta, en unos sitios resulta agudo y en otros grave; y la misma presion de: la mano sobre una lira pro- duce un sonido grave en unos sitios y uno agudo en otros: asi tambien es natural que los objetos exteriores se repre- senten mentalmente de distinta forma, segun la diferente constitucion de los animales que soportan las representa- ciones mentales.

55 Esto es mas claro de coimprender a partir de lo ape- tecible y lo aborrecible para los animales.

Un unguento aparece calmo muy agradable para los hombres, pero insoportable para los escarabajos y las abe- jas. El aceite de oliva aprovecha al hombre, pero destruye a las avispas y a las abejas si se vierte sobre ellas. El agua salada es una bebida desagraidable e insana para los hom- bres; sin embargo para los peces es potable y muy agrada-

56 ble ". Los cerdos se lavan con mas gusto en el fango mas maloliente que en el agua transparente y limpia 16. Entre los animales unos comen hierba, otros arbustos, otros madera, otros grano, otros carne, otros leche; unos se com- placen en la comida descompuesta, otros en la fresca; unos en la cruda y otros en la-preparada en la cocina; y en general lo que para unos e; agradable, para otros es des- agradable, nefasto y mortifiero.

'' Ejemplo tomado de Heraclito. La cita textual, como aparece en SAN HIPOLITO (fr. 61 Diels-Kranz) es. en traduccion de Garcia Calvo: •áLa mar, agua la mas pura y la nnas sucia: para los peces, potable y salubre; para los hombres, imbebilble y mortlfera)).

l6 Nueva referencia al libro de Heraclito. Como aparece en SAN CLE- MENTE (fr. 13 D-K) es: d o s cerdos !ie gozan con el cieno mas que con el agua limpian. Una variante distinta aparece en el escritor hispano-romano del siglo I a. C. COLUMELA. en su cblebre tratado sobre la Agriculrura: d o s cerdos se lavan con cieno y las aves de corral con polvo y cenizas)).

Asi, la cicuta engorda a las codornices y el beleno a s i las cerdas, las cuales gustan tambien de comer salaman- dras, igual que los ciervos animales venenosos y las golon- drinas escarabajos. Y las hormigas y los mosquitos, si se ingieren, producen malestares y vomitos a los hombres, pero la osa se cura comiCndoselos si contrae alguna enfer- medad. Y la vibora se adormece con solo que la toque una 58

rama de encina y el murcielago con una hoja de platano. El elefante huye del carnero, el leon del gallo, los mons- truos marinos del crujido de las habas al reventar y el tigre del ruido del tambor.

Y aun es posible contar mas cosas de esas; sin embargo -para que no parezca que insistimos mas de la cuenta- si las mismas cosas para unos son desagradables y para otros placenteras y si lo placentero o desagradable reside en la imaginacion, entonces en los animales se dan distin- tas representaciones mentales de los objetos. Y si las mis- 59

mas cosas aparecen diferentes segun los distintos animales. podremos decir como nos imaginamos nosotros los objetos exteriores, pero nos abstendremos de decir como son en realidad.

Tampoco, desde luego, podremos establecer valoracio- nes entre nuestras representaciones mentales y las de los demas animales, por ser tambien nosotros parte de la dis- tincion y estar por ello mas necesitados de juez que capaci- tados para juzgar.

Y por.otra parte, ni sin demostracion ni con demostra- 60

cion podemos anteponer nuestras representaciones menta- les a las que se dan en los animales irracionales. En efecto -aparte de que probablemente no existe demostracion, co- mo luego haremos notar 17-, la propia demostracion a

" Ver 11 134 SS.

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LLBRO 1 73

la que se alude seria o bien una cosa manifiesta para noso- tros o bien una no manifiesta. Y si no es manifiesta, tam- poco la expondremos con conviccion; mientras que si nos es manifiesta, entonces -dado que se esta investigando sobre las cosas manifiestas a los animales y que esa demos- tracion es una cosa manifiesta para nosotros que somos animales- tambien ella estara en cuestion de si es verda-

61 dera, habida cuenta de eso de que es manifiesta. Pero seria absurdo intentar probair una cosa que se cuestiona, por medio de lo que se cuestiona, pues la misma cosa seria -lo cual es imposible- incuestionable y cuestionable: in- cuestionable en cuanto que pretende servir de demostra- cion y cuestionable en cuarito que se demuestra.

Por consiguiente, no tendremos ninguna demostracion con la que hacer prevalecer nuestras representaciones men- tales sobre las que se forman en los animales.

Y desde luego, si las repr~esentaciones mentales resultan diferentes segun los distintos animales y entre ellas es im- posible establecer valoraciones, sera necesario suspender el juicio en lo relativo a los objetos exteriores.

62 Con algo de exageracion " compara-

e mos ahora a los animales llamados •áirra- La R&n cionales•â con los hombres, en cuanto a

en los animales inteligenciai; pues tras los argumentos se- rios no resistimos el deseo de reirnos de

los vacuos y jactanciosos dlogmaticos. Los nuestros, desde luego, estan acostumbrados a

comparar sin mayores pret~ensiones a la mayoria de los

" Las otras versiones traducen •áa mayor abundamiento)). La expre- sion griega es ek perioysias •ádesde la sobreesencia)). La duda vuelve a salir en los parrafos 63, 76 y 78.

animales irracionales con el hombre. Pero ya que los 63

dogmaticos usando argumentos capciosos dicen que la com- paracion es ridicula, nosotros -con mucha exageracion, para seguir mejor la burla- situaremos la disputa en un solo animal; por ejemplo, si os parece, en el perro, que se considera que es el mas vulgar.

Incluso asi, en efecto, hallaremos que los animales so- bre los que versa el tema no se quedan detras de nosotros en cuanto a la fiabilidad de sus conocimientos empiricos.

Los dogmaticos admiten, desde luego, que ese animal M

no difiere '' de nosotros en su sensibilidad, pues con el olfato alcanza incluso mas que nosotros ya que descubre con el a las fieras que no estan al alcance de su vista; y tambien con los ojos, pues ve antes que nosotros; y con el oido, pues oye con gran agudeza.

Vayamos pues a la Razon. 6s

De esta, una parte es la razon interior; la otra es la facultad de expresion 20.

Pensemos, pues, primero en la razon interior. Esta -al menos segun los dogmaticos que actualmente

mas nos atacan: los de la Estoa 2'- parece ocuparse de

l9 •áNo difiere)). La negacion no aparece ni en los manuscritos ni en las ediciones. pero parece exigirla el sentido: •áYa se sabe que los anima- les sienten igual que nosotros e incluso mejor; pero los escepticos creen que casi no hay diferencia ni siquiera en cuanto a la Razon•â. De hecho, las versiones inglesa e italiana tienen que forzar el sentido del •ádifiere•â: •áthis animal excels us in point of sensation)), •áqueSto animale ci superi nel senson.

La terminologia griega es ldgos endiathetos (Razon de disposicion u ordenacidn interna) y ldgos prophorikos (Razon para expresarse).

*' Sindnimo de Escuela Estoica, cuyo nombre deriva de la Slod Poik17t (Portico Pintado) donde su fundador Zendn de Citio (Chipre) daba sus lecciones publicas. Estaba situado en el Agora de Atenas y adornado con pinturas de Polignoto (siglo v a. C.), evocando motivos homericos.

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LIBRO 1 75

lo siguiente: de la eleccion dle lo apropiado y del alejamien- to de lo inapropiado, del conocimiento de las artes que contribuyen a eso y del logro de las virtudes acordes con el propio modo de ser y relativas a nuestras pasiones.

as Pues bien, el perro -sobre el que a titulo de ejemplo se convino en fijar el razonamiento- al perseguir la comi- da y apartarse del latigo alzado hace eleccion de lo apro- piado y evita lo dafiino.

Y posee el arte adecuado para lo que le es propio: la caza.

67 Y tampoco es ajeno a la virtud, pues siendo sin duda la Justicia la que provee a cada uno de lo acorde con sus meritos, no iba el perro a estar al margen de la Justicia cuando colea zalamero y custodia a sus conocidos y bene-

68 factores y ahuyenta a los extraiios y malhechores. Y si posee esta, entonces -dadlo que las virtudes son conse- cuencia unas de otras- tambien tendra las demas virtu- des, !las cuales, dicen los sabios, no poseen la mayoria de los hombres!

Y tambien le vemos como es valiente en sus ataques. E inteligente, como testimonio el propio Homero al hacer que Ulises -que resultaba irreconocible para todos sus allegados- fuera reconociclo solo por Argos ", sin enga- narse por el cambio corporal del heroe ni haber olvidado su •áimagen conceptual•â, iclue demostro poseer mejor que los hombres!

22 Alusion al canto XVII de la Odisea, donde Ulises es disfrazado de mendigo por Atenea y solo le rtxonoce su viejo perro Argos. El parra- fo ironiza con la teoria platonico-iiristotelico-estoica de que s61o la •áima- gen conceptual•â (imagen catalbptitx o aprehensiva) puede captar la esen- cia de algo, mientras que las sensaciones solo captan'an accidentes. Segun eso, el perro habria sido el unico en tener la imagen conceptual de Ulises, sin enganarse por el accidente del disfraz.

Y segun Crisipo -el que mds arremete contra 10s 69

animales irracionales-, participa incluso de la tan celebra- da Dialectica. Dice en efecto el antedicho varon que el pe- rro hace uso del quinto indemostrable " -el de •áentre va- rias cosas•â- cuando, al llegar a un cruce de tres sendas y haber rastreado dos por las que no paso la fiera y no haber rastreado la tercera, se lanza acto seguido por ella; pues implicitamente -dice el antiguo estoico- el perro reflexiona asi: la fiera paso o por esta o por esta o por esta; pero ni por esta ni por esta; luego por esta.

Ademas es capaz de curar y calmar sus propios su- 70

frimientos, pues cuando se ha clavado una espina pugna por su extraccion con los dientes y frotando su pie contra la tierra. Y si alguna vez tiene una herida, dado que las heridas sucias son dificiles de curar y las limpias se curan fhcilmente, quita con suavidad el pus producido.

Y respeta muy bien el consejo hipocratico 2 5 , pues 71

siendo el reposo remedio para la pata, si alguna vez tiene una herida en ella la levanta y vigila tanto cuanto es posi- ble. Y cuando esta molesto por humores extranos, come hierba; con la cual, al devolver lo extraiio, sana.

23 Siguiendo a Diels, que argumentaba que el parrafo es incongruen- te, Mutschmann cambia en su edicion el polemojkla (el que arremete) de los manuscritos por sympolemojWa (el que apoya) y las versiones inglesa e italiana aceptan esa variante o similar. Sin embargo es en esa incongruencia de Crisipo donde reside la gracia del argumento. El propio MONTAIONE. Esiais 2, pag. 129, ed. GF-Flamm. asi entendio el parrafo: ((Chrysippus, bien que en toutes autres choses autant dedaigneux juge de la condition des animaux que nul autre philosophe ... N. " Ver los cinco indemostrables en 11 157 SS.

Hipocrates, el mCdico mas influyente de la Antiguedad. nacid ha- cia mediados del siglo v a. C. en la isla de Cos, donde dirigio y dio fama al santuario de Esculapio.

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76 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 1

72 A la vista de ello, si el ;animal en el que a titulo de ejemplo pusimos el razonamiento se mostro eligiendo lo apropiado y evitando lo nocivo, teniendo arte para conse- guir io apropiado, capaz de cuidar y mitigar sus sufrimien- tos y no ajeno a la virtud, en1 todo lo cual consiste la per- feccion de la razdn interior: segun eso, tal vez el perro sea perfecto. ;De ahi -creo yo- que algunos filosofos 26

se honraran a si mismos con el sobrenombre de este animal! 73 Sobre la facultad de expnsion no es preciso ocuparnos

tanto, pues incluso algunos dogmaticos 27 la desecharon como contraproducente para el logro de la virtud y por ello se ejercitaron en el silencio durante el periodo de aprendizaje.

Y por otra parte, si -por un suponer- un hombre fuera mudo nadie diria de ctl que es irracional.

Y hasta dejando de lado eso, vemos que muchisimos de los animales de los que trata este estudio -tales como los loros y otros- profieren sonidos humanos.

74 Y pasando por alto tambien eso, si bien es cierto que no entendemos los sonidos de los animales llamados irra- cionales, no es totalmente imposible que hablen entre ellos y que nosotros no les entendamos; pues tampoco entende- mos cuando oimos el habla de los extranjeros, sino que

75 nos parece que es un ruido uniforme. Y oimos a los perros como lanzan un tipo de ladrido cuando estan ale- jando a alguien, otro cuando aullan, otro cuando se les

Clara referencia a los cinicos; 1.1 ttrrnino significa •ásecta del perro•â y hace relacion tanto al carPcter de la filosofia de esa escuela como al lugar donde su fundador Antistenes impartia sus lecciones: el gimnasio del Cinosarges (el perro Argos) en las afueras de Atenas.

*' Ironica referencia a los pitagibricos. DI~GBNBS LAKRCIO. Vida de Pitlfgorm, dice que sus discipulos deibian permanecer en silencio durante los cinco anos de su aprendizaje.

pega y otro distinto cuando colean; y en general, si uno mirara bien esto, encontraria mucha variacion de voz se- gun las diversas circunstancias en este y en los demas ani- males. De forma que en virtud de eso yo diria que segura- mente tambien los animales llamados irracionales partici- pan de la facultad de expresion.

Pero si estos no se quedan por detras de los hombres 76 ni en la agudeza de sus sensaciones ni en la razdn interior ni tampoco -forzando las cosas- en la facultad de expre- sion, entonces no pueden ser menos fiables que nosotros en cuanto a sus representaciones mentales.

Y eso es posible demostrarlo basando la argumentacion 77

indistintamente en cada uno de los animales irracionales. Por ejemplo, negaria que las aves se distinguen por su sagacidad y que se sirven de la facultad de expresion? De hecho, ellas no solo entienden de lo presente, sino in- cluso de lo futuro, y se lo anuncian a quienes son capaces de entenderlas, vaticinandolo con sus graznidos e indican- dolo de otras formas.

Pero como ya senalamos, la comparacion la hicimos 78 para exagerar, habiendo mostrado antes de forma adecua- da -segun creo- que no podemos anteponer nuestras re- presentaciones mentales a las que se dan en los animales irracionales.

Y por lo demas, si los animales irracionales no son menos fiables que nosotros en cuanto al valor de sus repre- sentaciones mentales y si segun los distintos animales re- sultan representaciones mentales diferentes: entonces yo podre decir como se me manifiesta a mi cada uno de los objetos, pero por lo dicho tendre que abstenerme de decir como es en realidad.

Y tal es el primer tropo de la suspension del juicio. 7 9

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LIBRO 1 79

El segun~do deciamos que era el de •áa partir de la diferencia entre los hombres•â.

S E G U N D ~ TROPO Incluso ein el caso de que uno aceptara a titulo de hipotesis que los hombres son mas fiables que los animales irracionales,

encontraremos que la susperision del juicio viene inducida tambien por la diferencia entre nosotros; porque, como es sabido, se dice que hay dos cosas de las que el hombre se compone -el alma y el cuerpo- y en las dos somos diferentes unos de otros.

Por ejemplo, en tuanto al cuerpo, diferimos en los ras- gos externos y en las carac:teristicas organicas.

so Asi, el cuerpo de un escita 28 difiere en los rasgos externos del de un hindu; y la diversidad la establece, se- gun dicen, la distinta preponderancia de los humores orga- nicos. Segun esa distinta preponderancia de los humores se forman tambien diferentes representaciones mentales, co- mo indicamos en el primer tipo de argumentacion. Por eso mismo se da entre !os hombres mucha diferencia tambien en la eleccion y rechazo de las cosas externas. Los hindues, en efecto, disfrutan con unas cosas y los nuestros con otras. Y el disfrutar con cosas diferentes es seaal de recibir ima- genes diferentes de los objetos.

s i Diferimos en cuanto a caracteristicas organicas en el sentido de que algunos digieren mas facilmente carnes de buey que pececillos de roca y de que algunos son llevados a la diarrea por el suave vino de Lesbos. Habia -dicen- una vieja del Atica que se to~maba sin peligro treinta medi- das 29 de cicuta. Y Lisis tomaba sin molestias cuatro medi-

28 •áEscita•â era el termino generico con que los griegos denominaban a los pueblos de la frontera norte del Imperio Persa.

29 •áMedidas•â. El termino griego es holkt! que no corresponde a nin- guna unidad estandar de pesos. Con ese sentido genkrico de •ápesada de

das de opio. Y Demofonte, el copero de Alejandro, pasaba 82

frio tanto estando al sol como en el bafio; sin embargo, a la sombra tenia calor. Y Atenagoras el argivo era picado por escorpiones y tarantulas sin molestias. Y tampoco su- fren daAo al ser picados por serpientes o aspides los llama- dos psilos 30. Y entre los egipcios, tampoco sufren daiio 83

ante los cocodrilos los habitantes de Tentira. Y entre los etiopes, los que habitan al otro lado del lago Meroe -en las orillas del rio Astapo- comen sin riesgo escorpiones, serpientes y cosas analogas. Y Rufino de Calcis 3' no vo- mitaba ni se purgaba en absoluto al beber eleboro, sino que lo tomaba y digeria como algo normal. Y Crisemo 84

el herofiliano 32 padecia del corazon si tomaba pimienta. Y el cirujano Soterico era presa de la diarrea si percibia el olor a siluros fritos. Y AndrCln el argivo era tan inmune a la sed que incluso caminaba por el desierto de Libia sin necesitar bebida. Y el Cesar Tiberio veia en la oscuridad. Y Aristoteles describe a un tal Tasio al que le parecia que por todas partes le precedia una figura humana.

Habiendo tanta variedad en los hombres en cuanto 8s a los cuerpos -contentandonos con citar unos pocos casos de los muchos que se encuentran entre los dogmaticos- es natural que los hombres difieran unos de otros tambien en lo referente a la propia alma, pues el cuerpo es una

una balanza)) aparece en LUCIANO, Jup. trag. 7. Sin embargo, las versio- nes ing1esa.e italiana dan •ápeso de un dracman (6 grs.).

'O Los psilos eran una tribu del Norte de Africa. Ver HER~DOTO, IV 173.

" Tentira era una aldea del alto Egipto; ver JWENAL, XV 35 SS. El rio Astapo es el hoy llamado Nilo Azul. Calcis estA en la isla de Eubea.

" •áHerofiliano•â, o sea, partidario de la Medicina Empirica de Hero- filo; ver Introduccion, pag. 31. La referencia a Aristoteles, al final del parrafo. puede verse en ARIST~T., Meteor. 111 4.

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LIBRO 1 8 1

especie de representacibn del alma, como prueba la Fisionomia.

Pero la mejor prueba de la mucha e ilimitada diferen- cia entre los hombres, en cuanto a la mente, es la discre- pancia de las cosas que se dicen entre los dogmaticos sobre quC conviene elegir y que desechar y sobre otros asuntos.

86 Los propios poetas, en efecto, hablaron de esto de forma adecuada, pues dice Pindaro 33:

a unos les alegran de /os raudos caballos los honores y coronas; a otros, una vida en lechos recamados en oro; y tambien alguno disfr,uta sobre la ola salina surcando el mar en lig,era nave.

Y dice el poeta 34:

pues cada hombre disfruta con unas ocupaciones.

Por lo demas, tambien la T,ragedia esta llena de tales co- sas; dice por ejemplo 35:

si para todos fuera bei'kr y sensata la misma cosa no habria cuestion disputada por los hombres.

Y de nuevo 36:

mtrarlo en verdad que la misma cosa agrade a unos mortales y sea odiosa a otros.

87 Pues bien, dado que la eleccion y el rechazo estan en el placer y el desagrado, y dado que el placer y el desagra-

" Fr. 221 Snell-Maehler. 34 HOMERO, Odisea XIV 228. 35 EUR~PIDES, Fenicias 499.

Fragm. adesp. 462 Nauck.

do residen en el sentido y en la imaginacion: entonces, es logico que concluyamos, puesto que las mismas cosas unos las eligen y otros las rechazan, que no son afectados de la misma forma por las mismas cosas, pues tambien elegi- rian y evitarian lo mismo.

Pero si las cosas mueven el animo de modo diferente segun los distintos hombres, tambien de eso podria seguir- se logicamente la suspensibn del juicio; siendo nosotros se- guramente capaces de decir que parece cada uno de los objetos segun cada una de esas diferencias, pero no estan- do capacitados para declarar que es objetivamente.

Pues evidentemente, o creeremos a todos los-hombres as

o a algunos. Pero si a todos, pretenderemos lo imposible y aceptaremos cosas contradictorias. Y si a algunos, digan- nos a cuales hay que dar la razon; pues el platonico dira que a Platbn, el epicureo a Epicuro y analogamente los demas; y asi, peleandose sin posible acuerdo, nos llevaran de nuevo a la suspension del juicio.

Y el que dice que se debe estar de acuerdo con la 89

mayoria propone una cosa pueril, al no poder nadie con- sultar a todos los hombres y calcular lo que agrada a la mayoria; pues es posible que en algunas etnias que no co- nocemos sea natural para la mayoria lo que entre nosotros es raro y que sea raro lo que se da entre la mayoria de nosotros; por ejemplo, que los mas no sientan dolor cuan- do son mordidos por tarantulas y que raramente lo sientan algunos; y lo mismo sobre las demas caracteristicas organi- cas antes tratadas.

Asi pues, es forzoso que la suspension del juicio se siga tambien de la diferencia entre los hombres.

Y cuando los dogmaticos -que tan prendados de si 90

mismos estan algunos- dicen que en el enjuiciamiento de las cosas debe darseles mas credito a ellos que a los demas

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82 ESBOZOS PIRR~NICOS

hombres, estamos seguros de que su pretension es absur- da; pues ellos mismos son parte de la disputa y, al enjui- ciar los fenomenos asi, dandose de entrada la razon a si mismos, se apoderan de lo investigado antes de dar co- mienzo a la investigacion, pues se asignan a si mismos la decision.

Sin emba.rgo, con el fin de llegar a la suspension del juicio situando la argu-

TERCER TROPO mentacion i,ncluso en una sola persona -por ejemplo en aquel de entre ellos que se vea en suenos hecho un sabio- vamos

a tratar del tropo tercero segiin esta ordenacibn. Le deno- minabamos el de •áa partir de la diferencia entre los sentidos•â.

Que los sentidos difieren entre si es evidente. 92 Asi, los cuadros apareceni a la vista como si tuvieran

relieve, pero no al tacto. Y ]para algunos la miel aparece dulce al paladar y desagrada.ble a la vista, de modo que es imposible decir si con clari.dad es dulce o desagradable. Y analogamente sobre el unguento, pues alegra el olfato

93 y desagrada al tacto. Y tampoco del euforbio, al ser perjudicial para los ojos e inofensivo para todo el resto del cuerpo, podremos decir si con claridad es inofensivo o perjudicial en si para los organismos. El agua de lluvia es saludable para los ojos, pero irrita la traquea y los pul- mones; igual que el aceite de: oliva, que a su vez suaviza la piel. Y el pez torpedo, aplilcado a las extremidades, pro- duce entumecimiento; pero se aplica sin dano al resto del cuerpo.

En consecuencia, no podremos decir como es en reali- dad cada una de esas cosas;, solo es posible decir como aparece en cada momento.

Aun es posible anadir otras muchas cosas de esas; 94

pero a fin de no alargar el libro en la exposicion de este tropo, conviene decir esto:

Cada una de las cosas sensibles que nos son manifiestas parece ofrecerse bajo diversos aspectos; por ejemplo, la manzana aparece como lisa, fragante, dulce o amarilla. Pues bien, no esta claro si en realidad tiene solo esas cualidades o si existe una unica cualidad que se manifiesta de diversas formas segun la diferente estructura de los sentidos o si tiene incluso mas cualidades de las que aparecen, aunque algunas de ellas no se nos ofrezcan a nosotros.

El que exista una Unica cualidad es posible, en efecto, 95

inferirlo de lo ya dicho por nosotros sobre el alimento dis- tribuido a los cuerpos, sobre el agua distribuida a los arbo- les y sobre el aire que se sopla en la flauta, la siringa o instrumentos analogos. Tambien la manzana, en efecto, pue- de que sea de una unica forma y que se observe distinta segun los diferentes sentidos en los que tiene lugar su percepcion.

El que la manzana puede tener mas cualidades de las 96

que nos apatecen, lo razonamos asi: imaginemos que al- guien tiene de nacimiento los sentidos del tacto, el gusto y el olfato, pero que ni oye ni ve. Ese tal supondra que la substancia original de las cosas no es ni visible ni audi- ble, sino que s610 existen aquellos tres tipos de cualidades que el puede percibir. Asi, tambien es posible que tenien- 97

do nosotros s610 los cinco sentidos, unicamente perciba- mos de las cualidades de la manzana las que somos capa- ces de captar; pero es posible que se den otras cualidades que caigan bajo otros tipos de sentidos de los que nosotros no estamos dotados, razon por la cual tampoco percibi- mos lo perceptible por ellos.

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84 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 1

98 ;Pero la Naturaleza -.dira alguien- acomodo los sentidos a lo sensible! iQut5 Naturaleza, cuando hay tan irresoluble discrepancia entre los dogmaticos sobre su exis- tencia? El que, en efecto, decide eso mismo de si existe la Naturaleza, una de dos: si fuera un profano no seria -segun los dogmaticos- fiable, mientras que si es un fi- losofo sera parte en la discusion y el mismo sera un encau- sado y no juez.

99 Ahora bien, si es posible que existan en la manzana solo aquellas cualidades que nosotros creemos percibir, pe- ro tambien mas que esas 01, al contrario, ni siquiera las que a nosotros se nos ofrecen: entonces no esta claro para nosotros de qut forma es la manzana.

Y el mismo razonamiento, en las demas cosas sensibles. Ahora bien, si los sentidlos no captan lo externo, tam-

poco la inteligencia puede c;iptarlo. Con lo que parece cla- ro que tambien a traves de esta argumentacion se sigue la suspension del juicio en lo relativo a los objetos exteriores.

100 Y para poder ademas concluir en la suspensioni del juicio poniendo la argu-

CUARTO TROPO mentacion en alguno solo de los sentidos o haciendola independiente de los senti- dos, recurrimos tambien a su cuarto tro-

po. Y es el que se ha denominado •ásegun las circunstan- cias)), entendiendo por circiunstancias las disposiciones en que uno puede hallarse. Y decimos que este se observa:

en lo de hallarse en un (estado normal o uno anormal; en lo de estar despierto o dormido; en lo tocante a la edad; en lo tocante a lo de moverse o estar parado;

en lo tocante a lo de odiar o amar; en lo tocante a lo de estar hambriento o harto; en lo tocante a lo de estar ebrio o sobrio; en lo tocante a las disposiciones previas; en lo tocante a lo de tener valor o estar acobardado; en lo tocante a lo de estar triste o contento.

Por ejemplo, las cosas se ofrecen como diferentes ioi

segun que se este en un estado normal o en uno anormal. En efecto, los que deliran y los que entran en extasis creen oir espiritus, mientras que nosotros no. Analogamente, mu- chas veces dicen percibir efluvios de estoraque, incienso -o algo similar- y otras cosas mas, mientras que nos- otros no los notamos. Y la misma agua, derramada sobre zonas inflamadas, parece estar hirviendo; mientras que pa- ra nosotros esta tibia. Y el mismo manto aparece amarillo para quienes tienen un hematoma, pero no para mi. Y la misma miel, a mi me parece dulce y a los ictericos amarga.

Y si alguien dice que una combinacion de ciertos hu- 102

mores organicos produce representaciones extrafias de los objetos a los que se hallan en un estado anormal, debe contestarse que puesto que tambien los que estan sanos tienen humores organicos mezclados, es posible que esos humores consigan hacer que los objetos externos, siendo por naturaleza tal como aparecen a los que se dice que tienen un estado anormal, aparezcan distintos a los que estan sanos. En efecto, atribuir poder de transformar la 103

realidad a unos humores si y a otros no, es una cosa estu- pida; pues asi como los que estan sanos tienen como esta- do normal el de los sanos y como estado anormal el de los enfermos, con la misma razon tambien los que estan enfermos tienen como estado anormal el de los sanos y como estado normal el de los enfermos; de suerte que tam-

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LIBRO 1

bien a ellos debe creerseles, pues -en algun sentido- se hallan en un estado normal.

104 Tambien segun lo de estar dormidos o despiertos se forman distintas representaciones mentales, puesto que no imaginamos despiertos comio imaginamos en sueilos ni imaginamos en sueaos como iimaginamos despiertos. Con lo cual, ni el ser ni el no ser se dan en ellas de forma absoluta, sino en relacion a algo: en relacion a lo de •áen sueilos o en vigilia)); pues, a lo que parece, vemos en sue- Bos cosas que son irreales al despertarse; pero sin que sean totalmente irreales, puesto que existen en sueilos; igual que existe lo de la vigilia sin que exista en sueilos.

105 Segun la edad, el mismo aire les parece que es frio a los viejos y templado a los (que estan en la plenitud. Y el mismo color les parece desvaido a los ancianos y excesi- vo a los maduros. E igualmeinte, el mismo sonido a los

106 unos les parece que es debil y a los otros audible. Tam- poco en cuanto a las preferencias y aversiones estan moti- vados de la misma forma quienes difieren en ailos. Para los niiios, en efecto, son de interes las pelotas y los aros, por ejemplo; mientras que los hombres maduros prefieren otras cosas y los viejos otras. ]De lo que se sigue que tam- bien segun las distintas edades se forman representaciones mentales diferentes a partir de los mismos objetos.

107 Tambien segun lo de moverse o estar parado aparecen distintas las cosas; pues lo que vemos mantenerse inmovil cuando estamos parados, eso mismo nos parece moverse cuando navegamos a lo largo de la costa.

los Y segun lo de amar u odiar, vemos por ejemplo que algunos abominan con exageracion las carnes de cerdo, mientras que otros las comen con muchisimo gusto. Y tam- bien por eso dijo Menandro ":

'' Fr. 790 Korte.

Pero que parece ser ahora por su aspecto? que se volvid asi? ;QuP monstruo!

No cometer maldades nos hace tambien bellos.

Y muchos asimismo, teniendo amadas feas creen que son hermosisimas.

Y segun lo de tener hambre o estar hartos, una mis- los ma comida parece ser muy agradable para los que estan hambrientos y desagradable para los que estan hartos.

Y segun lo de estar ebrio o sobrio, las cosas que cree- mos que son vergonzosas cuando estamos sobrios, esas mis- mas cosas no nos parecen vergonzosas cuando estamos ebrios.

Y segun las disposiciones previas, el mismo vino les iio parece acido a los que antes han comido datiles o higos, mientras que a los que han comido nueces o garbanzos les parece dulce; y el portico de la sala de banos produce sensacion de calor a los que entran de fuera y de frio a los que salen y se detienen en el.

Y segun lo de tener miedo o valor, la misma cosa 1 1 1

al miedoso le parece que es terrible y espantosa, mientras que al mas valeroso no se lo parece en absoluto.

Y segun lo de estar triste o contento, las mismas cosas son pesarosas para los que estan tristes y, para los que estan contentos, agradables.

Asi pues, habiendo tal disparidad tambien en cuanto 112 a las disposiciones y estando los hombres unas veces en una disposicion y otras en otra, seguramente es facil decir como se muestra a cada cual cada uno de los objetos, pero no como es, puesto que esa disparidad es indecidible. En efecto, el que la enjuicia, o esta en alguna de las disposi- ciones seaaladas o no esta en ninguna absolutamente.

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LIBRO I 89

Ahora bien, decir que no esta en ninguna disposicion en absoluto -por ejemplo, ni sano ni enfermo; ni se mue- ve ni esta quieto; ni es de ninguna edad; y escapa a las demas disposiciones- es totalmente absurdo.

Y si enjuicia las representaciones mentales estando en alguna disposicion, sera parte en la discusion.

1 3 Y tampoco en otro aspecto sera buen juez de los objetos exteriores: por estar turbado por las disposiciones en que se halla. En efecto, ni el despierto puede comparar las representaciones mentales de los que estan dormidos con las de los despiertos ni el que esta sano las de los en- fermos con las de los sanos, ya que en el momento asenti- mos mejor a las cosas que estan presentes y nos apremian que a las que no estan presentes.

114 Aun en otro aspecto es iridecidible la disparidad de tales representaciones mentales.

Quien antepone una representacion mental a una repre- sentacion mental, o lo hace acriticamente y sin demostra- cion o enjuiciando y demostriando.

Pero no puede sin eso, pues seria indigno de credito. Y tampoco con eso. En efecto, si enjuicia las represen-

taciones mentales, forzosamente enjuicia con algun criterio. 11s Ahora bien, dira si ese criterio es verdadero o falso. Pero

si es falso no sera digno de credito. Y si dice que es verda- dero, o dira sin demostracion (que el criterio es verdadero o con demostracion.

Y si lo hace sin demostracion, no sera digno de credito. Pero si con demostracion, forzosamente necesitara que

tambien esa demostracion sea verdadera, pues si no, no se- ria digno de credito. Ahora bien, que la demostracion ele- gida para la fiabilidad del criterio es verdadera, dira

116 despues de enjuiciarla o sin haberla enjuiciado? Si es sin haberla enjuiciado no seria digno de credito. Y si despues

de haberla enjuiciado, es claro que dira haberla enjuiciado con algun criterio, del cual criterio exigiremos una demos- tracion y de ella un criterio.

Y es que la demostracion siempre necesitara un criterio para ser solida y el criterio una demostracion para que se vea que es verdadero. Y ni la demostracion puede ser bue- na sin que antes exista un criterio verdadero ni el criterio ser verdadero sin que antes este avalada su demostracion. Y asi, tanto el criterio como la demostracioii caen en el 117

tropo del circulo vicioso 38 en el que ambos son hallados no dignos de credito, pues al esperar cada uno la garantia del otro, sera a la postre tan indigno de credito.

Asi pues, si nadie puede anteponer una representacion mental a una representacion mental -ni sin demostracion y criterio ni con ellos- seran indecidibles las diferentes representaciones mentales surgidas segun las diversas dis- posrciones. De suerte que tambien en virtud de este tropo se sigue la suspension del juicio sobre la naturaleza de los objetos exteriores.

El quinto razonamiento es el de •áse- 118

gun las posiciones, las distancias y los lu- QUTNTO TROPO gares)). Tambien, en efecto, segun cada

una de esas condiciones aparecen diferen- tes las mismas cosas. Por ejemplo, el

mismo portico, visto desde uno de los extremos, parece una cola de raton, pero desde el centro parece simetrico por todas partes. Y el mismo barco desde lejos parece pe- queiio y quieto y desde cerca grande y en movimiento. Y la misma torre desde lejos parece redonda y desde cerca tetragonal.

Eso segun las distancias. 119

'' La expresion griega es ho diall~los tropos (el tropo del reciproco).

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90 ESBOZOS PIIRRONICOS LIBRO 1 91

Segun los lugares, la luz de las lamparas aparece apa- gada al sol y brillante en la oscuridad, el mismo remo apa- rece quebrado dentro del agua del mar y recto fuera, el huevo es blando dentro del ave y duro en el aire, el am- bar 39 es liquido en el lince y solido en el aire, el coral es blando en el mar y duro en el aire y el sonido aparece distinto segun que se forme en una siringa, en una flauta o directamente en el aire.

120 Y segun las posiciones, el mismo cuadro, colocado al reves aparece plano, pero suslpendido adecuadamente (pa- ra poder apreciar su escena) parece tener relieve. Y tam- bien los cuellos de las palomas aparecen distintos en cuan- to a color segun las distintas inclinaciones.

121 Puesto que, desde luego,, todos los fenomenos son , observados en algun lugar, desde alguna distancia y en al-

guna posicion, cada una de las cuales cosas produce gran diversidad en lo referente a lais representaciones mentales, como hicimos notar: entonces tambien por este tropo nos sera preciso concluir en la suspension del juicio.

Pues igualmente intentara cosas imposibles el que quiera 122 anteponer algunas de esas representaciones mentales; pues

si hace esa afirmacion escuetamente y sin demostracion, no sera digno de credito; y si quiere valerse de una demos- tracion, entonces:

Si dice que la demostracion es falsa, se hundira a si mismo. Y si dice que la demostracion es verdadera, se le exigira la demostracion de que la anterior es verdadera y una nueva de esta, puesto que tambien ella debe ser verda-

1 dera, y asi hasta el infinito. Pero es imposible acumular 123 infinitas demostraciones; luego tampoco con demostracion

39 •áAmbar•â. El termino griego es ilyngoirion (orina de lince); el ejemplo alude a la creencia en que se basa esa etimologia.

se podra anteponer una representacion mental a una repre- sentacion mental.

Pero si nadie va a ser capaz -ni sin demostracion ni con demostracion- de valorar las antedichas representa- ciones mentales, se sigue la suspension deligic,io; pudien- --- do sin duda decir nosotros como se muestra cada cosa segun esta posicion, esta distancia y este lugar, pero no pudiendo por lo dicho antes, comprobar como es objetivamente.

El sexto tropo es el de •ásegun las inter- 124 ferenciasn; de acuerdo con el cual razo-

SEXTO TROPO namos que, puesto que ninguno de los objetos se nos ofrece en si mismo sino junto con algo, quiza sea posible decir

como es la mezcla de ese objeto exterior y aquello junto con lo cual es observado, pero no podriamos decir con seguridad como es el objeto exterior.

Es evidente -creo yo- que ninguna de las cosas exter- nas se ofrece en si misma, sino siempre junto con algo y que, segun eso, se ve diferente.

Asi, nuestro color de piel se ve de una forma en un 125 ambiente soleado y de otra en uno frio y no podriamos decir como es en si nuestro color de piel, sino como se ve en cada uno de esos ambientes. Y un mismo sonido se muestra de una forma con un aire enrarecido y de otra con uno denso; y los olores son mas penetrantes -con mucho- en la sala de bailos y al sol que en un ambiente fresco; y un cuerpo sumergido en el agua es ligero y en el aire pesado.

Y dejando aparte las interferencia externas, nuestros 126 ojos tienen en su interior tanto membranas como humo- res; por consiguiente, las cosas que se ven -puesto que no se observan sin eso- no seran percibidas con exactitud,

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pues percibimos la mezcla. Y por eso los ictericos lo ven todo amarillo y los que tienen un1 hematoma, sanguinolento.

Asimismo, puesto que el miismo sonido suena de una forma en lugares abiertos y de otra en estrechos y sinuo- s o ~ , y de una forma en el aire guro y de otra en el conta- minado, es logico que no captemos el sonido en su pureza ya que los oidos son de orificios tortuosos y estrechos y estan enturbiados por las eman,aciones gaseosas que dicen que surgen de los alrededores de la cabeza.

127 Y al haber tejidos tambien en las narices y en los sitios del sentido del gusto, lo que se puede oler o gustar lo percibimos junto con esas cosas y no en su pureza.

De modo que debido a las interferencias los sentidos no perciben los objetos exteriores exactamente tal como son.

128 Pero tampoco la inteligencia. Ante todo, porque sus guias -los sentidos- se engafian. Pero tambien ella ana- de probablemente alguna interferencia especifica a lo que se le transmite por los sentidos, pues en torno a cada uno de los sitios en los que los dogmaticos opinan que esta la mente -en el cerebro, en el corazon o en cualquiera que sea la parte del animal en alue se desee situar- obser- vamos que se dan ciertos humores.

Asi pues, tambien segun este tropo vemos que, al no poder decir nada sobre la naturaleza de los objetos exterio- res, estamos obligados a mantener en suspenso el juicio.

129 Deciamos que el septimo tropo era el de ((segun las cantidades y composiciones

s E p r r ~ o TROPO de los objetos),, llamando en la forma ha- bitual composiciones a las combinaciones.

Es evidente que tambien segun este tropo nos vemos obligados a mantener en suspenso nues- tro juicio sobre la naturaleza de las cosas. Pues, por ejem-

plo, las esquirlas del cuerno de la cabra vistas directamente y por separado parecen blancas, pero integradas en la es- tructura del cuerno se ven negras. Y los trozos -las limaduras- de la plata parecen negras de una en una, pe- ro en el bloque entero se nos ofrecen como blancas. Y los bloques de marmol del Tenaro 40 se ven blancos cuan- 130

do estan pulidos, pero en el conjunto aparecen amarillen- tos. Y los granos de arena separados unos de otros parecen asperos, pero al juntarse en monton excitan suavemente el tacto. Y el eleboro tomado en hebras o batido produce sofoco, pero si esta en grano no. Y el vino bebido con 131

mesura nos vigoriza, pero tomado en demasia paraliza el cuerpo. Del mismo modo, el alimento muestra diferente efecto segun la cantidad, pues muchas veces por tomarse en demasia abate el cuerpo a base de indigestiones y diarreas.

Asi pues, tambien en estas cosas podremos decir como 132

es la hebra del cuerno y como el conjunto de muchas he- bras, y como es la plata en trozos pequefios y como el conjunto de muchos trozos, y como es el marmol del Te- naro en bloques pequenos y como el conjunto de muchos pequenos bloques, y lo del con relacion a algo en los gra- nos de arena, el eleboro, el vino y el alimento. Pero no podremos decir como es ep si misma la naturaleza de las cosas, debido a la disparidad de las representaciones men- tales segun las combinaciones; pues en general, parece 133

que hasta las cosas provechosas se vuelven dafiinas con su utilizacion en cantidad excesiva y que las cosas que al ser tomadas en exceso parecen ser perjudiciales no daiian en dosis pequenas.

Y este argumento lo confirma de modo especial lo que vemos de las propiedades de las medicinas, en las cuales la mezcla exacta de farmacos simples hace provechoso el

40 Tenaro o Cabo Matapan, en la costa sur del Peloponeso.

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compuesto; pero cuando a veces se ha descuidado una pe- quefiisima variacion, no solo rio resulta provechoso sino que con frecuencia resulta incliuso muy perjudicial y des- tructivo.

134 Asi, el argumento relativo al las cantidades y cornposi- ciones vuelve oscuro el objeto exterior; por lo cual, tam- bien este tropo podria sin dudia conducirnos a la suspen- sion del juicio, al no estar capalcitados para pronunciarnos con claridad sobre la naturalez,a de los objetos exteriores.

135 El octavo tropo es el de •áa partir del con relacion c;r algo•â; segun el cual razo-

OCTAVO TROPO namos que, como todas las cosas son con relacion a algo, mantendremos en suspen- so el juicio sobre el qut son absoluta y

objetivamente. Pero es preciso darse cuenta de una cosa: de que aqui, como en otras partes, usamos el •áson•â en lugar del ((aparecen)); como diciendo implicitamente •áto- das las cosas aparecen como con relacion a algo•â.

Y eso se dice en un doble sentido. Por una parte aten- diendo al que juzga, pues el objeto exterior que se juzga aparece segun quien juzga. Y en otro sentido, atendiendo a las cosas correlativas como •ála derecha•â respecto a •ála izquierda)).

136 Que todas las cosas son con relacion a algo ya lo argumentamos antes. Por ejemplo, en lo referente al que juzga, cada cosa se manifiesta segun este animal, este hom- bre, este sentido y segun tal ciricunstancia. Y en lo referen- te a las cosas correlativas, cada una se manifiesta segun esta interferencia, esta forma, esta composicion, cantidad y posicion.

137 Pero tambien se puede razonar de un modo concreto el que todas las cosas son con ,relacion a algo; de esta for-

ma: las cosas diferenciadas 41 jse distinguen o no de las cosas que son con relacion a algo? Si no se distinguen, ya son con relacion a algo. Y si se distinguen, las cosas diferenciadas son con relacidn a algo, porque lo diferen- ciado se da con relacion a algo, pues es pensado en rela- cion con aquello de lo que se distingue.

Ademas, segun los dogmaticos unos seres son generos 138

de orden supremo, otros especies ultimas, otros generos y especies; pero todo eso es con relacion a algo; por consi- guiente todas las cosas son con relacidn a ulgo.

Aun mas, segun dicen ellos unos seres son directamente manifiestos y otros estan ocultos; en el sentido -ademas- de que los manifiestos sirven de signos y los ocultos estan significados por ellos, pues vision de lo oculto es lo mani- fiesto 42, como dicen ellos. Pero lo de •áel significanten y •álo significadon son cosas con relacion a algo. Por consi- guiente todas las cosas son con relacidn a algo.

Ademas de eso, unos seres son semejantes y otros 139

diferentes; unos iguales y otros desiguales. Pero eso es con relacion a algo; por consiguiente todas las cosas son con- relacidn a algo.

E incluso el que dice que no todo es con relacion a algo confirma lo de que todo es con relacion a algo, pues hace ver que eso mismo de que •átodo es con relacion a algo•â es segun nosotros pero no en general, por lo cual 81 nos contradice.

Por lo demas, con esa reserva, al establecer nosotros 140

que todo es con relacion a algo resulta claro lo siguiente:

4 1 •áCosas diferenciadas)). El griego es f a kata diaphoran. El sentido no es muy claro. Bury traduce athings which exist differentially)). Russo traduce •ácib che A assoluto•â.

42 El propio SEXTO. Adv. Math. VI1 140 repite la cita atribuyendosela a Anaxigoras.

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que no podremos decir como es cada cosa segun su propia naturaleza e independientemente de lo demas, sino como aparece en eso de con relacidn a algo. De lo cual se sigue lo de que debemos mantener en suspenso el juicio sobre la naturaleza de las cosas.

141 Sobre el tropo de ((segun los sucesos frecuentes o los raros•â -que deciamos

NOVENO TROPO que era el noveno en la ordenacion- ex- ponemos algunas cosas como estas.

El Sol es sin duda mucho mas ate- rrador que un cometa; pero como el Sol lo vemos constan- temente y el cometa raramente, nos aterrorizamos del co- meta hasta el punto de creer que es una senal de Zeus, mientras que del Sol no (nos asustamos) en absoluto; pero sin duda alguna, si imaginamos que el Sol apareciera o se pusiera muy de vez en cuando y que iluminara todo de golpe o hiciera cubrirse todas las cosas de sombras re- pentinamente, nos daremos cuenta del mucho terror de esa situacion.

142 Tampoco el terremoto espanta lo mismo a los que lo experimentan por primera vez y a los que se han criado en la costumbre de ese tipo de cosas.

Y el mar, visto por primera vez jcuanto temor inspira al hombre!

Y tambien la belleza del cuerpo humano nos turba mas contemplada por primera vez y de repente que si viniera a dar en la rutina de ser contemplada.

143 Asimismo, las cosas raras parecen ser valiosas; mien- tras que las familiares y accesibles, de ningun modo; pues si imaginamos que el agua escaseara !cuanto mas valiosa nos pareceria que todas las cosas que creemos que son va- liosas! O si suponemos que e:l oro estuviera sin mas tirado

por la tierra y en tanta abundancia como las piedras, ja quien pensaremos que habria de serle valioso y atesorable en esas condiciones?

Asi pues, dado que las mismas cosas unas veces parecen 144

ser terrorificas o de valor y otras no, segun sean sus apari- ciones frecuentes o raras, concluimos que seguramente podremos decir como se muestra cada una de ellas con apariciones frecuentes o con raras; pero no estaremos ca- pacitados para afirmar como es, sin mas requisito, cada uno de los objetos exteriores. Por consiguiente, tambien en virtud de este tropo suspenderemos el juicio sobre ellos.

El decimo tropo -justamente el que 145

DECIMO TROPO mas referencia hace a lo etico- es el de •ásegun las formas de pensar, costumbres,

leyes, creencias miticas y opiniones dogmaticas)). Una forma de pensar es, desde luego, un enfoque de

la vida o de determinada cuestion surgido en torno a una o varias personas; por ejemplo, en torno a Diogenes 43 o entre los espartanos.

Una ley es un contrato escrito entre los que forman 146

un estado, quien incumple el cual es castigado. Una cos- tumbre -o una norma social, pues no se diferencian- es la aceptacion comun de alguna cosa por parte de mu- chos hombres, quien incumple la cual no es castigado en absoluto. Por ejemplo, es una ley no cometer adulterio y una costumbre entre nosotros no hacer el amor en publi- co con una mujer.

Una creencia mitica es la aceptacion de cosas no suce- 147

didas e inventadas, como son -entre otras- las que se

43 Se sobreentiende el celebre filosofo chico. En el phrrafo 150 se repite el ejemplo, contraponiendo a Ditigenes con Aristipo, el fundador de la Escuela Cirenaica.

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LIBRO 1 99

cuentan de Crono; estas cosas, en efecto, arrastran a mu- chos a la credulidad.

Y una opinion dogmatica es la aceptacion de un hecho que parece justificarse en virtuid de alguna analogia o algu- na demostracion; por ejemplo, que los elementos de los seres son los atomos o las homeomerias o los elementos minimos 44 u otras cosas.

148 Pero nosotros oponemos ciada una de estas cosas unas veces contra si misma y otras; a cada una de las demas.

Por ejemplo, una costumbre a una costumbre, asi: cier- tos etiopes tatuan a los recien nacidos; nosotros no. Los persas creen que es decoroso usar un vestido estampado en flores y que caiga hasta 10:s pies; nosotros indecoroso. Los hindues hacen el amor en publico con las mujeres; la mayoria de los demas consideran que eso es vergonzoso.

149 Oponemos una ley a una ley asi: entre los romanos el que renuncia a la herencia paterna no paga las deudas del padre; entre los de Rodas 45 siempre las pagan. Entre los tauros 46 -en Escitia- era ley sacrificar a los extranjeros ante Artemis; entre nosotros esta prohibido matar a un hombre ante el altar.

iso Oponemos una forma de pensar a una forma de pensar cuando oponemos la forma de pensar de Diogenes a

" Los atomos de Demdcrito, las homeomerias de Anaxagoras y los elementos minimos de Diodoro Crono.

Rodas formaba parte de la Hexapolis, la zona de colonizacion do- ria en Asia Menor, constituida por Halicarnaso, Cnido, Cos y las tres ciudades de la isla de Rodas: Yaliso, Lindos y Camiro; ver HER~WTO, 1 144.

46 LOS tauros eran los habitantes del Quersoneso (actual peninsula de Crimea). El ejemplo alude al drarna de EUR~PIDES, Ifigenia entre los Tauros. en el que Ifigenia, hija de Agamendn, aparece como sacerdotisa de Artemis, a la que debe sacrificar a todos los griegos que lleguen al pais, lo que ocurre con su hermano1 Orestes.

la de Aristipo o la de los espartanos a la de los italicos. Y una creencia mitica a una creencia mitica cuando ar-

guimos que el mito presenta en un sitio como padre de los hombres y los dioses a Zeus y en otro a Oceano, cuan- do dicen 47:

a Oc&ano, origen de los dioses, y a la madre Tetis.

Oponemos las opiniones dogmaticas unas a otras cuando isi argumentamos que a unos les parece que existe una Unica sustancia elemental y a otros infinitas; a unos que el alma es mortal y a otros que inmortal; a unos que nuestros asun- tos se rigen por la providencia de los dioses y a otros que sin esa providencia.

Oponemos una costumbre a las demas cosas -por ejem- 152

plo, a una ley- cuando argumentamos que entre los per- sas es costumbre la homosexualidad masculina, mientras que entre los romanos esta prohibido por ley hacer eso. Y que entre nosotros esta prohibido cometer adulterio, mientras que entre los masagetas 48 esta admitido por la costumbre como cosa indiferente, segun cuenta Eudoxo de Cnido 49 en el primer libro de su Viaje. Y que entre noso- tros esta prohibido yacer con las madres, mientras que en- tre los persas la costumbre mas frecuente es casarse asi. Y entre los egipcios la gente se casa con las hermanas, cosa que esta prohibida por la

47 Iliada XIV 201. 48 Masagetas, tribu escita, al

ley entre nosotros.

Oeste del Caspio. 49 Eudoxo, uno de los mayores matematicos, nacio a finales del siglo

v a. C. en Cnido (Hexapolis, Asia Menor), de familia humilde. Murio a los cincuenta y tres ailos. Ademas de las Matematicas y la Astronomia, cultivo la Medicina y la Filosofia. Estuvo muy ligado a los circulos pita- goricos; mas distantes fueron sus relaciones con Platon.

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lo0 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 1 101

153 Y se opone una costumbre a una forma de pensar, toda vez que la mayoria de los hombres hace el amor con sus mujeres escondiendose, mientras Crates -con Hipar- quia ''- en publico. Y toda vez que Diogenes andaba sin tunica, mientras que nosotros estarnos acostumbrados a ella.

154 Y a una creencia mitica, toda vez que los mitos dicen que Crono devoraba a sus hijos, siendo costumbre entre nosotros cuidar de los ninos. Ademas, es norma comun entre nosotros venerar a los dioses como buenos e inmunes a lo malo, pero entre los poetas son presentados como ha- citndose dano y envidiandose mutuamente.

155 Y a una opinion dogmatica, toda vez que entre nos- otros es costumbre pedir mercedes a los dioses, mientras que Epicuro sostiene que la Divinidad no se ocupa de nos- otros. Y que Aristipo opina qu.e es indiferente ponerse un vestido de mujer ", mientras que nosotros creemos que eso es vergonzoso.

156 Oponemos una forma de pensar a una ley, toda vez que -siendo ley el que no es licito golpear a un hombre libre y respetable- los pancratiastas 52, por la forma de vida propia de ellos, se golpeain unos a otros. Y toda vez que, estando prohibido cometer asesinato, los gladiadores por el mismo motivo se matan unos a otros.

157 Y oponemos una creencia rnitica a una forma de pen- sar, cuando argumentamos que: los mitos narran que Her- cules en el palacio de &ala 53 carda lana y soporta la

50 Pareja de aristocratas tebanos. de la segunda mitad del siglo IV a. C., que renunciaron a sus riquezas y adoptaron la pobreza y las doctri- nas de la Escuela Chica.

" SEXTO, 111 204, vuelve a recordar esta anecdota de Aristipo. Tam- bitn aparece en DI~OENES LAERCIO, Vida de Aristipo.

'2 Los que practicaban la lucha girecorromana. 53 Hercules se vendi6 como esclavo por tres anos a Onfala, reina de

Lidia (Asia Menor). El dinero de la venta debia servir como precio de

esclavitud 54 y que hizo cosas que nadie habria hecho ni medianamente a gusto; sin embargo, la forma de pensar de Hercules era aristocratica.

Y a una opinion dogmatica, toda vez que los atletas 15s al considerar la fama como algo bueno aceptan por ella un estilo de vida sacrificado, mientras que muchos filoso- fos sostienen que la fama es una cosa vana.

Y oponemos una ley a una creencia mitica, toda vez 159 que los poetas presentan a los dioses cometiendo adulterio y practicando la homosexualidad, cuando entre nosotros la ley prohibe hacer eso.

Y a una opinion dogmatica, toda vez que los seguido- 160 res de Crisipo sostienen que es indiferente hacer el amor con las madres y hermanas, cuando la ley prohibe esas cosas.

Y oponemos una creencia mitica a una opinion dog- 161 matica, toda vez que los poetas dicen que Zeus llego a hacer el amor con mujeres mortales, cuando entre los dog- maticos se considera que eso es imposible. Y toda vez 162 que el poeta dice que Zeus dejo caer al suelo gotas de san- gre a causa de,su afliccion por Sarpedon 55 y sin embargo es dogma entre los filosofos que la Divinidad es impasible. Y toda vez que tiran por tierra el mito de los centauros al ponernos al centauro como ejemplo de irrealidad.

Desde luego seria posible tomar muchos otros ejemplos 163 relativos a cada una de las citadas antitesis; pero bastaran esos en un estudio conciso. Por lo demas, mostrada -tam- bien en virtud de este tropo- tal disparidad de cosas,

sangre impuesto por la Pitonisa para que Htrcules expiara un asesinato. 54 Odisea XXll 423.

Sarped6n era hijo de Zeus y Europa y hermano de Minos y Rada- mante. En el canto XVI de la Iliada se narra su muerte a manos de Patroclo y el dolor de Zeus.

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102 ESBOZOS PIIIR~NICOS

no podremos decir como es la :realidad objetivamente, sino como aparece segun esta forma de pensar, esta ley, esta costumbre y cada uno de los otros criterios. Y por ello, en conclusion, es necesario que mantengamos en suspenso el juicio acerca de la realidad exterior.

De esta forma, pues, llegamos a la suspension del jui- cio a traves de los diez tropas.

xv

SOBRE LOS CINCO TROPOS

164 LOS escepticos mas recientes 56 dan estos cinco tropos de la suspension del juicio:

El primero, el de •áa partir del desacuerdo•â. El segundo, el de •ácaer en una recurrencia ad infini-

tumn. El tercero, el de •áa partir del con relacion a algo•â. El cuarto, el de •ápor hipotesis•â. El quinto, el del circulo vicioso.

16s El de •áa partir del desacuerdo•â es aquel segun el cual nos damos cuenta de la insuperable divergencia de opinio- nes que surge en torno a la cuestion propuesta, tanto entre la gente corriente como entre 110s filosofos; y por ella con- cluimos en la suspension del juicio al no poder elegir ni rechazar ninguna.

IM El de •áa partir de la re~currencia ad infnitum~ es aquel en el que decimos que lo que se presenta como ga- rantia de la cuestion propue~t~a necesita de una nueva ga-

'' •áEscepticos mas recientes•â. Debe entenderse Agripa. Ver Introduc- cidn, pag. 34.

rantia; y esto, de otra; y asi hasta el infinito; de forma que, como no sabemos a partir de donde comenzar la ar- gumentacion, se sigue la suspension del juicio.

El de •áa partir del con relacion a algo•â es -segun 167

hemos dicho- el de que el objeto aparece de tal o cual forma, segun el que juzga y segun lo que acompatla su observacion, y que nosotros mantenemos en suspenso el como es por naturaleza.

El de •ápor hipotesis)) se da cuando, al caer en una 168

recurrencia ad infinitum, los dogmaticos parten de algo que no justifican, sino que directamente y sin demostra- cion creen oportuno tomarlo por convenio.

El tropo del circulo vicioso ocurre cuando lo que debe 169

ser demostrado, dentro del tema que se esta investigando, tiene necesidad de una garantia derivada de lo que se esta estudiando. En ese caso, no pudiendo tomar ninguna de las dos cosas como base de la otra, mantenemos en sus- penso el juicio sobre ambas.

Que todo lo que se investiga admite ser dirigido hacia estos tropos lo haremos ver brevemente asi:

El asunto propuesto es algo relacionado o bien con 170

el conocimiento sensible o bien con el intelectual; pero de cualquier tipo que sea, estara sujeto a discusion. En efec- to, unos afirman que solo 10 relacionado con el conoci- miento sensible es verdadero, otros que solo lo relacionado con el intelectual y otros que algunas cosas relacionadas con el sensible y algunas relacionadas con el intelectual.

Pues bien, jdiran acaso que esa discusion es supera- ble?, jo que es insuperable? Si insuperable, diremos que hay que mantener en suspenso el juicio, pues es imposible pronunciarse sobre lo que se discute sin posible acuerdo. Y si superable, querremos saber a partir de que se resot- vera.

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104 ESBOZOS PIRRONICOS LIBRO 1 105

171 Por ejemplo, lo relacionado con el conocimiento sen- sible -pues en primer lugar situaremos la argumentacion en lo sensible- ice resolverii por algo relacionado con el conocimiento sensible o por algo relacionado con el inte- lectual?

Si por algo relacionado (con el conocimiento sensible, entonces: dado que estamos planteando la cuestion sobre lo sensible, tambien eso exigira algo para su confirmacion; y si tambien eso fuera sensible, de nuevo ello mismo exigi- ra de algo que lo confirme y asi hasta el infinito.

172 Pero si lo relacionado con el conocimiento sensible ha de dilucidarse por algo relacionado con el conocimiento intelectual, entonces: dado qlue tambien lo relacionado con lo intelectual esta puesto en discusion, tambien eso necesi- tara -al ser algo relacionado con el conocimiento intelectual- de examen y ccinfirmacion. i A partir de que se garantizara entonces? Si por algo relacionado con el co- nocimiento intelectual, se caera igualmente en una recu- rrencia ad infinitum. Y si por algo relacionado con el co- nocimiento sensible, se Ilegal al tropo del circulo vicioso, pues lo relacionado con el conocimiento intelectual se to- ma como garantia de lo sensible y lo sensible como garan- tia de lo intelectual.

173 Si para evitar eso, el que nos discute considerara opor- tuno - por convenio y sin dlemostracion- tomar algo co- mo justificacion de lo demais, se seguiria el tropo de •ápor hipotesis)), que es inviable; pues si el que hace la hipotesis es digno de credito, nunca seremos nosotros mas indignos de credito por suponer lo contrario. Y ademas, si se toma como hipotesis algo verdadero, el que lo toma como hipo- tesis lo vuelve sospechoso al1 tomarlo como hipotesis; y si algo falso, estara podrida la base de sus argumentaciones.

174 Pero ademas, si el hecho de poner una hipotesis consigue

algo con garantia, tomese como hipotesis eso mismo que se busca hacer creible y no esa otra cosa en virtud de la cual se justifica el asunto del que trata el razona- miento; pues si absurdo es suponer lo que se intenta justi- ficar, igualmente de absurdo sera suponer el punto de partida.

Ademas, es evidente que todo lo relacionado con el 17s

conocimiento sensible es con relacion a algo, pues es segun los que reciben la sensacion.

Esta claro, pues, que es facil llevar hacia los cinco tro- pos cualquier tema relacionado con el conocimiento sensi- ble que se nos presente.

De forma parecida razonamos sobre lo relacionado con el conocimiento intelectual. En efecto, si se admite que es- ta envuelto en discusiones sin posibilidad de acuerdo, se nos concedera que debe suspenderse el juicio sobre ello. Y si ese desacuerdo se ha de resolver, entonces: si es 176

en virtud de algo relacionado con el conocimiento intelec- tual caeremos en una recurrencia ad infinitum. Y si es en virtud de algo relacionado con el conocimiento sensible, en un circulo vicioso; pues lo sensible -al estar a su vez sujeto a discusion y no poder ser valorado por si mismo debido a la recurrencia ad infinitum- precisara de lo inte- lectual igual que lo intelectual de lo sensible. Y por ello, 177

nuevamente se hallara sin salida quien tome algo por hipotesis.

Por otra parte, tambien lo relacionado con el conoci- miento intelectual es con relacion a algo, pues las cosas relacionadas con el conocimiento intelectual se razonan se- gun quien las piensa; y si objetivamente fueran tal cual se razonan no estarian en discusion.

Asi pues, tambien lo relacionado con el conocimiento intelectual puede llevarse hacia los cinco tropos, por lo que

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1 06 ESBOZOS PIR.R~NICOS LIBRO 1

sera necesario que en todos los casos mantegamos en sus- penso el juicio sobre el tema propuesto.

Y tales son los cinco tropos que se dan entre los escep- ticos mas recientes. Y los establecen no para desechar los diez tropos, sino para mediantle ellos y en union con ellos poner en evidencia con mayor detalle el atrevimiento de los dogmaticos.

XVI

SON LOS DOS TROPOS?

178 Y anaden tambien otros dos tropos de la suspension del juicio. En efecto, puesto que parece que todo lo que es aprehendido se aprehende o bien a partir de ello mismo o bien a partir de alguna otra cjosa, consideran que se llega a la inviabilidad de todo hacienido notar que nada se apre- hende ni a partir de ello mismo ni de ninguna otra cosa.

Y que nada se aprehende a partir de ello mismo, es claro -dicen- por el desacuerdo que creo yo hay entre los estudiosos de la Realidad "' acerca de todo lo relacio- nado con el conocimiento tanto sensible como intelectual, que es insuperable por no poder valernos de ningun crite- rio, ni sensible ni intelectual, debido a que cualquiera que cogieramos seria no fiable al estar en discusion.

179 Y en virtud de eso convienen en que tampoco se apre- hende nada a partir de otra cosa. En efecto, si una y otra vez necesita ser aprehendido a partir de otra cosa aquello a partir de lo cual se aprehende algo, se cae o bien en el tropo del circulo vicioso o bien en el de la recurrencia

" •áEstudiosos de la Realidad)). El thnino griego es physikoi (fisi- cos); ver 1 LO. n. 8.

ad infinitum. Y si acaso alguien pretende admitir como aprehendido a partir de si mismo algo a partir de lo cual se aprehende alguna otra cosa, choca por lo dicho antes con el hecho de que nada se aprehende a partir de si mismo.

Y dudamos de como lo que es objeto de discusion po- dria aprehenderse, ya a partir de si mismo ya a partir de otra cosa, cuando no esta claro el criterio de Verdad o Aprehensibilidad; y cuando se rechazan -aparte de lo de la demostracion- incluso los otros criterios, como vere- mos en posteriores capitulos 58.

Y de momento, pues, bastara con haber indicado todo esto sobre los tropos de la suspension del juicio.

XVII

SON LOS TROPOS PARA LA REFUTACI~N DE LOS

CAUSALISTAS?

Lo mismo que damos los tropos de la suspension del iso juicio, asi tambien algunos exponen ciertos tropos con los cuales, al mostrar los absurdos de las aplicaciones concre- tas de la causalidad, paramos los pies a los dogmaticos por lo mucho que se envalentonan en ellas. Y asi Eneside- mo anade ocho tropos segun los cuales estima que toda la teoria dogmatica de la causalidad se muestra carente de fundamento.

De los cuales, dice que el primero es aquel tropo 181 segun el cual el origen de la causalidad, al residir en cosas no manifiestas, no tiene una confirmacion unanime en los fenomenos. -

" Ver en particular 11 134 ss.

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LIBRO 1

El segundo, aquel segun el cual a pesar de que muchas veces hay abundantes posibilidades para asignar causas de muy diversas maneras a lo que se investiga, algunos asig- nan causas a eso de una unica forma.

182 El tercero, aquel segun el cual de cosas que se forman ordenadamente dan causas qur: no muestran ningun orden.

El cuarto, aquel segun el cual cuando han comprendi- do como suceden las cosas que son manifiestas creen que tambien han comprendido como sucede lo que no es mani- fiesto, cuando lo no manifiesto tal vez tenga lugar de for- ma parecida a lo manifiesto o tal vez no de esa forma sino de otra especial.

183 El quinto, aquel segun el cual todos asignan -por asi decir- causas, segun sus hipotesis personales sobre los elementos y no segun unos metodos generales y acep- tados.

El sexto, aquel segun el cual muchas veces admiten lo que concuerda con sus propias hipotesis y rechazan lo que choca, incluso siendo igual de probable.

184 El septimo, aquel segun el cual muchas veces proponen causas que contradicen no s o b a los fenomenos sino inclu- so a sus propias hipotesis.

El octavo, aquel segUn.el cual, al ser tan absurdas las cosas que se dan por eviderites como las que se investigan, construyen sus teorias a partiir de cosas absurdas y sobre cosas no menos absurdas.

18s Afirma ademas que no es imposible que mediante ciertos tropos compuestos construidos a partir de los cita- dos queden ridiculizados unos cuantos en sus teorias sobre la causalidad.

Pero tal vez los mismos cinco tropos de la suspension del juicio serian suficientes (contra las teorias sobre la causalidad.

En efecto, o uno propone una causa acorde con todos los sistemas filosoficos -incluido el esceptico- y con to- do lo manifiesto, o no. Y acorde, seguramente no es posi- ble porque lo manifiesto lo mismo que lo no manifiesto es todo ello objeto de controversia. Si por el contrario 186

esta en desacuerdo, se exigira tambien la causa de ella; y si uno elige una que sea manifiesta para una manifiesta o una no manifiesta para una no manifiesta, caera en una argumentacion ad infinitum; mientras que si risigna causas de un tipo a las del otro, caera en un circulo vicioso; y si se detiene en algun punto, o bien explicara cuanta mas consistencia tiene esa causa que las demas cosas que se hayan dicho y caera en lo del con relacion a algo anulando lo de •áobjetivamente•â, o bien se dejara el juicio en suspen- so por tomar algo por hipotesis.

Asi pues, tambien con estos es posible sin duda ridicu- lizar el atrevimiento de los dogmaticos en sus teorias sobre la causalidad.

Puesto que al valernos de cada uno de los tropos 187

-de estos y de los de la suspension del juicio- hacemos uso de ciertas expresiones indicadoras del talante esceptico y de nuestra forma de sentir, como cuando decimos •áno es mas•â, •áno debe determinarse nada•â y algunas otras, lo siguiente podria ser detenernos a continuacion tambien en ellas.

Y comencemos por la de •áno es mas•â.

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LIBRO 1 11 1

SOBRE LA EXPRESION •áNO ES MAS•â

18s En realidad, esta la enunciamos unas veces tal como acabo de decir y otras asi: •ánada es mas•â; porque no adop- tamos -como algunos suponen- la de •áno es mas•â en las cuestiones concretas y la de •ánada es mas•â en las gene- rales, sino que indistintamente ponemos la de •áno es mas•â o la de •ánada es mas•â. Y aqui las trataremos como una sola.

Pues bien, esta es una expresion eliptica; de la misma manera, en efecto, que cuando decimos •áun dupiex•â deci- mos implicitamente •áuna vivienda duplex•â y cuando deci- mos •ála ancha•â 59 decimos implicitamente •ála calle ancha•â: asi tambien, cuando decimos ((no es mas•â decimos implici- tamente •áno es mas esto que esto, arriba que abajo•â 60.

189 Por otro lado, algunos escepticos en lugar de la forma interrogativa del •áno•â escogen el mas es esto que

J9 El ttrmino griego es plateia, diel que deriva nuestra palabra •ápla- za•â. Podria haberse traducido: cuanalo decimos •áMayor•â decimos impli- citamente •áCalle Mayor*.

Reminiscencia del pasaje de He:raclito (fr. 60 D-K): •áCamino arri- ba, camino abajo, uno solo y el mismo•â.

•áForma interrogativa del no•â. Nos hemos atenido al texto de los manuscritos parahmbanoysin onti pjsmatos to j •áoy•â td •áti rnullon tdde 8 fddem. Gil Fagoaga y Russo se atienen a la variante de la edicion de Mutschmann: toman el •áno•â en lugar de inferrogacion (en lugar del quP mas). Bury propone: in place of the •áNot•â adopt the form •áFor what this more•â. Debe notarse que en griego, como en nuestras lenguas, existe efectivamente una forma interrogativa con matiz afirmativo y otra con matiz negativo; asi, •á jacaso es mas?•â equivale a •áno es mas•â. El parrafo diria que los escepticos preferian la icxpresion que es mas?•â a la

esto?•â; para que lo que se entienda sea quC es mas esto que esto?•â aunque en ello tomen el •áque•â en lugar del •áporquC•â.

Y tan normal es valerse de las formas interrogativas en lugar de las enunciativas ", por ejemplo:

mortal no conoce al que compartid el lecho con [Zeus? 63,

como valerse de las enunciativas en lugar de las interroga- tivas, por ejemplo •áBusco d6nde vive DiOn•â y:

Pregunto con que debe entusiasmarse un poeta.

Por otro lado tambien el •áque•â se toma en lugar del •áipoi que?•â en Menandro 64:

iQuP fue, pues, que fui abandonado?

El •áno es mas esto que eston deja en claro nuestra 190

forma de sentir segun la cual, en virtud de la equivalencia de los opuestos, concluimos en la neutralidad; entendiendo por equivalencia la igualdad en cuanto a lo de parecernos

expresion •á jacaso es mas?•â (o sea, a la forma interrogativa del •áno•â). •áForma enunciativa•â. El termino es axidma, correlativo de pysma

(forma interrogativa). Sobre el uso especifico que los estoicos daban al termino axidma, ver 11 81, n. 101, donde lo traduciremos por ((aprecia- cion•â ateniendonos estrictamente a su etimologia.

•áCompartio el lecho•â. Se refiere a Anfitrion, cuya figura tomo Zeus para suplantarle en el lecho conyugal y conseguir con ese engaao gozar de su esposa Alcmena, engendrando a Hercules. (EUR~PIDES, Hera- cles, 1). En cuanto al verso citado a continuacion, ARISTOFANES, Ranas 1008, se trata del pasaje en que Esquilo increpa a Euripides para que explique de qut debe ocuparse la Tragedia; Sexto pone pynfhanomai (pre- gunto) en lugar del apdkrinai moi (resphdeme) de los manuscritos con- servados de la obra.

Frag. 791 Korte.

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LIBRO 1 113

probable y entendiendo en general por opuestos las cosas que se impugnan mutuamente y por neutralidad el no asen- timiento a ninguna.

191 Y aunque ciertamente 151 expresion •ánada es mas•â podria denotar un matiz de asentimiento o negacion, noso- tros no la usamos asi sino que la tomamos en un sentido vago e impropio, bien en lugar de la forma interrogativa bien en lugar de decir ((no se a cual de estas cosas asentir y a cual no asentir)). Para nosotros cuenta lo de dejar cla- ro lo que se impone a nuestra percepcion; en cuanto a la expresion por la que dejamos eso en claro no tenemos pre- ferencia.

Tambien es preciso darse cuenta de esto: de que hace- mos uso de la expresion •ánada es mas•â sin estar seguros de que ella sea absolutamente verdadera e indudable, sino refiriendonos tambien a ella segun lo que nos resulta manifiesto.

SOBRE EL •áNO-AFIRMAR-NADA•â

192 Sobre el •áno-afirmar-nada•â 65 decimos esto: Se habla de afirmacion en un doble sentido, uno gene-

rico y otro restringido. En sentido generico es una expre- sion que denota ya sea una afirmacion ya sea una nega- cion; por ejemplo, •áes de dia•â, •áno es de dia•â. En sentido restringido es la que denota solo afirmacion, segun el cual significado no se llaman afirmaciones a los enunciados negativos.

65 •áNo-afirmar-nada•â. El termino es he aph&a.

Pues bien, el •áno-afirmar-nada•â es la ausencia de la que hemos denominado afirmacion en sentido generico, en la que deciamos que se incluyen tanto la afirmacion como la negacion; de modo que el •áno-afirmar-nada•â sea esa forma nuestra de sentir, segun la cual decimos que ni se establece ni se rechaza nada.

De ahi que este claro que tampoco tomamos el •áno- 193

afirmar-nada•â como si las cosas fueran objetivamente ta- les que induzcan forzosamente a lo de •áno-afirmar-nada•â, sino indicando que nosotros ahora -en el momento de expresar eso- opinamos asi de las cosas que estamos in- vestigando.

Tambien debe tenerse presente esto: que decimos que no se establece ni se rechaza nada acerca de las cosas que sobre algo no manifiesto se dicen dogmaticamente; porque a las cosas que nos afectan sensitivamente y nos inducen al asentimiento independientemente de nuestra voluntad,

o;*? d.- ,

SOBRE EL NQUIZASD, EL •áES POSIBLE* Y EL • á P U E ~ E S)%

Lo de •áquizas•â, •áno quizas•â, •áes posible)), •áno es 194

posible)), •ápuede ser•â y •áno puede ser•â, lo tomamos en lugar de •áquizas es y quizas no es•â, •áes posible que sea y es posible que no sea•â y •ápuede ser y puede no ser•â 66.

66 Choca leer que las expresiones sinbnimas oyk exesti y oyk endeche- tai (no es posible) se toman como equivalentes de •áes posible que sea y es posible que no sean. Pese a las explicaciones de Sexto, el uso de todas estas expresiones plantea muchos problemas formales. Decir que

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LIBRO 1

De forma que por concision tomamos lo de •áno ser posi- ble•â en lugar de •áser posible que no sea•â y lo de •áno po- der ser•â en lugar de •ápoder no ser•â y lo de •áno quizas)) en lugar de que ((quizas no sea)).

19s Una vez mas, tampoco aiqui discutimos por la expre- sion ni nos preguntamos si bas expresiones indican objeti- vamente eso que dicen, sino que -como dije- las toma- mos en un sentido no muy pireciso. En realidad, esta claro -supongo- que esas expresiones son indicativas del •áno- afirmar-nada)). De hecho, el, que dice •áquizas es•â, al no afirmarse sobre el •áello es•â sostiene implicitamente tam- bien lo que parece contradecir a eso: lo de que •áquizas no sean. Y lo mismo vale en las restantes.

XXII

SOBRE EL •áSUSPENDO EL JUICIO))

196 LO de •ásuspendo el juicio•â lo tomamos en lugar del •áno puedo decir a cual de las cosas presentes debe darse credito y a cual non, dando a entender que las cosas nos aparecen iguales en cuanto a credibilidad y no credibili- dad. Y ni siquiera aseguramos si son iguales; solo decimos lo que de ellas nos es manifiesto cuando se nos ofrecen.

Y se dice ((suspension del juicio)) por eso de que la mente -en virtud de esa equivalencia de las cosas en estudio- se mantiene en suspenso sin establecer ni rechazar nada.

•áal esceptico no le conviene discutir sobre modos de expresion)) (ver 1 207) desmerece mucho frente al a f h de precision de la Filosofia Griega anterior.

XXIII

SOBRE EL •áNADA DETERMINO))

Sobre el •ánada determino)) decimos esto: 197

Creemos que determinar no es simplemente decir algo, sino expresar en forma de asentimiento una cosa no mani- fiesta. Porque en ese sentido, seguramente, el esceptico apa- recera como que no determina nada, ni siquiera eso mismo del •ánada determino)). Y es que esa expresion no es una opinion dogmatica -esto es, un asentimiento a algo no manifiesto- sino una expresion indicadora de nuestra for- ma de sentir.

Por descontado, cuando el esceptico dice •ánada deter- mino)), afirma esto: •áYo en este momento estoy en una situacion de animo tal que ni establezco dogmaticamente nada de lo que cae bajo este estudio ni lo rechazo)). Y eso lo afirma para dar a entender explicitamente lo que a el le aparece manifiesto en las cosas que se le ofrecen, sin pronunciarse dogmaticamente con seguridad sino rela- tando lo que siente.

XXIV

SOBRE EL •áTODO ESTA INDETERMINADO))

Y la indeterminacion es un estado de la mente por 19s

el que ni rechazamos ni establecemos nada de lo que se estudia dogmaticamente, es decir, de lo que no es mani- fiesto.

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LIBRO 1 117

Pues bien, cuando el esceptico dice que •átodo esta in- determinado•â toma el •áesta•â en lugar del •áa el le aparecen; y no dice todos los seres, sino cuantas cosas examin6 de las no manifiestas que se estudian entre los dogmaticos; y entiende por indeterminadas aquellas de las cosas contra- puestas -o en la forma habitual, •ácosas contrarias•â- que no se aventajan en cuanto a credibilidad o no credibilidad.

199 Y asi como el que dice •ápaseo•â dice implicitamente •áyo paseo)), asi tambien el que dice •átodo esta indeterminado)) sobreentiende -a nuestro modo de ver- el •áen cuanto a mi•â o el •ásegun a mi me aparece)); de modo que lo que se dice sea algo asi: •áCuantas cosas examine de las que se investigan entre los dogmaticos, a mi me aparecen tales que considero que ninguna de ellas aventaja en cuanto a credibilidad o no credibilidatd a lo que se le opone•â.

ahora ninguna de ellas)). Y por eso me parece a mi que lo que se aduce para refutacion de esta expresion es todo ello ajeno a lo que por nosotros se da a entender.

XXVl

SOBRE EL •áNO CAPTO•â Y EL •áNO APREHENDO•â

Y tambien la de •áno capto•â 67 -lo mismo que la de 201

•áno aprehendo•â- es una expresion indicadora de la pecu- liar forma de sentir segun la cual el esceptico evita en cuanto al presente establecer o rechazar ninguna de las cosas no manifiestas que se estudian; como resulta evidente a partir de lo dicho por nosotros acerca de las demas expresiones.

XXV

SOBRE EL •áTODO ES INAPREHENSIBLEn

200 Del mismo modo nos conducimos tambien cuando de- cimos •átodo es inaprehensjblen, pues tambien ese •átodo•â lo interpretamos de forma pjuecida y sobreentendemos el •ápara mi•â, de modo que loaque se dice es algo asi: •áTodas cuantas cosas examine de las no manifiestas que se estu- dian dogmaticamente, a mi me aparecen como inapre- hensiblesn. Y eso no es lo (de alguien que se pronuncia tajantemente sobre que las cosas que se estudian entre los dogmaticos sean de tal naturaleza que resulten inaprehen- sibles, sino lo de alguien que expone su propia forma de sentir •ásegun la cual -dice-- entiendo que por la equiva- lencia de las cosas contrapuestas yo no he aprehendido hasta

SOBRE EL •áA CADA ARGUMENTO SE OPONE UN ARGUMENTO

EQUIVALENTE•â

Tambien cuando decimos •áa cada argumento se opone 202

un argumento equivalente)) nos referimos a cada uno de los analizados por nosotros. Y no hablamos de un argu- mento a secas, sino del que establece algo dogmaticamen- te, es decir, algo no manifiesto; y no del que se construye desde unas premisas y una conclusion, sino arbitrariamen- te. Y decimos equivalente en cuanto a credibilidad o no credibilidad. Y tomamos normalmente el •áse opone•â en

'' Traducimos por •áno capto)) y •áno aprehendo•â los sinonimos akatal@ptb y oy katalambdnd. El primer tCrmino no vuelve a aparecer en los Esbozos ni en el resto de la literatura griega.

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LIBRO 1 119

lugar de •ácontradice•â. AdemiBs sobreentendemos lo de •áen cuanto a mi me aparece•â.

203 Asi pues, cuando digo •áa cada argumento se opone un argumento equivalente)) digo implicitamente esto: •áPa- ra mi es manifiesto que a cada argumento de los analiza- dos por mi que establece algo dogmaticamente, se opone otro argumento que establect: algo dogmaticamente y que es equivalente a el en cuanto a credibilidad o no credibili- dad•â; de forma que el sentido de esa frase no sea dogmati- co, sino manifestacion de un testado de animo humano que para el que lo siente si es una cosa manifiesta.

204 Algunos tambien enuncian esa expresion en la forma •áoponer a cada argumento otro argumento equivalente)), entendiendo eso en forma de recomendacion: •áA cada ar- gumento que establezca dogniaticamente algo, opongamos un argumento que plantee el tema de forma dogmatica, que sea equivalente en cuanto a credibilidad o no credibili- dad y lo contradigan; de forma que para ellos la frase es- taria dirigida al esceptico, siilo que usan el infinitivo en lugar de la forma imperativa: el •áoponer•â en lugar del •áopongamos•â.

205 Y al esceptico le recomiendan esto: que de ningun modo abandone su busqueda. enganado por el dogmatico y que no pierda por precipitarse la para ellos manifiesta serenidad de espiritu que piensan que acompafia a la total suspension del juicio, segun hicimos notar antes.

NOTAS ADICIONALES SOBRE LAS EXPRESIONES ESCEPTICAS

206 Sera suficiente haber tratado de tales expresiones en esta forma sucinta, tanto miis cuanto que a partir de lo

dicho aqui por nosotros es tambien posible razonar sobre las que faltan.

De todas las expresiones escepticas, en efecto, hay que presuponer eso de que en absoluto nos obcecamos en que sean verdaderas, puesto que ya decimos que pueden refu- tarse por si mismas al estar incluidas entre aquellas sobre las que se enuncian; igual que, entre los medicamentos, los purgativos no solo expulsan del cuerpo los humores organicos, sino que se expulsan a si mismos junto con esos humores.

Y tambien confesamos que no las establecemos para 207

aclarar definitivamente las cosas a proposito de las cuales se adoptan. sino a modo de aproximacion y -si se quiere- de forma impropia; porque tampoco le conviene al escepti- co discutir sobre modos de expresarse.

Por lo demas, nos favorece que se diga que ni siquiera esas expresiones tienen sentido de forma absoluta, sino con relacidn a algo y por lo que respecta a los escepticos.

Aparte de esas cosas debe recordarse esto: que no las 208

decimos de todas las cosas en general, sino de las cosas no manifiestas que se estudian de forma dogmatica; que afirmamos lo que a nosotros nos resulta manifiesto y que no nos estamos pronunciando taxativamente sobre la natu- raleza de los objetos exteriores.

A partir de esas cosas, en efecto, creo que puede refu- tarse cualquier sofisma dirigido contra una expresibn esceptica.

Y una vez que hemos aclarado el caracter del escepti- 209

cismo, habiendo revisado su concepto, sus partes, su crite- rio, su finalidad y los tropos de la suspension del juicio y hablado de las expresiones escepticas, consideramos que lo siguiente podria ser ocuparnos concisamente de la dis-

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LIBRO 1 121

tincion entre el y los sistemais filosoficos proximos a el, para que entendamos con mayor claridad la orientacion esceptica.

Y comenzaremos por la filosofia de Heraclito.

QUE LA ORIENTACION ESCEPTICA DIFIERE DE LA

FILOSOF~A DE HERACLITO

210 Pues bien, es evidente que ella difiere de nuestra orien- tacion. Heraclito, en efecto, se pronuncia dogmaticamente sobre muchas cosas no manifiestas y nosotros no, como se ha dicho.

Pero ya que los de en torno a Enesidemo decian que la orientacion esceptica es un camino hacia la filosofia de Heraclito -porque el hecho de que la contradiccidn en una misma cosa se de como fenomeno prepara lo de que la contradiccion en una mismrr cosa se da en la Realidad; y claro que los escepticos dicen que la contradiccion en una misma cosa se da como fenomeno; pero los seguidores de Heraclito pasan desde eso a que tambien se da en la Realidad- decimos contra ellos lo siguiente:

El que la contradiccion en una misma cosa se de como fenomeno, eso no es un dogima de los escepticos; antes bien, es una cuestion que se ofrece no solo a los escepticos sino tambih a los demas filosofos y a todos los hombres.

211 Asi, nadie se atreveria a deciir o que la miel no endulza a los sanos o que no amarga a los ictericos. De forma que los seguidores de Heraclito, lo mismo que nosotros y seguramente lo mismo que los demas sistemas filosofi- cos, parten de una opinion generalizada entre los hombres.

Pues bien, si el que la contradiccidn en una misma cosa se da objetivamente lo tomaran de alguno de los enuncia- dos escepticos -por ejemplo, del •átodo es inaprehensible)) o del •ánada determino)) o de alguno de los analogos- se- guramente (los de en torno a Enesidemo) tendrian razon en lo que dicen. Pero ya que (los seguidores de Heraclito) parten de principios que se ofrecen no solo a nosotros sino tambien a los otros filosofos e incluso a la gente normal,

que habria de decir alguien que nuestra orientacion es un camino hacia la filosofia de Heraclito, mas de lo que lo es cada uno de los otros sistemas filosoficos o el propio vulgo, cuando todos hemos utilizado materiales comunes?

Pero la orientacion esceptica no solo no ayuda en 212 absoluto al conocimiento de la filosofia de Heraclito, sino que incluso la obstaculiza; al menos en cuanto que el es- ceptico rechaza como enunciados temerarios todo lo dog- matizado por Heraclito, y se opone a la consuncion por el fuego y a que la contradiccion en una misma cosa se dC en la Realidad, criticando en cada dogma de Heracli- to su dogmatico atrevimiento e invocando -como antes dije- el •áno aprehendo)) y el •ánada determino)); i10 que no se aviene con los seguidores de Heraclito!

•áConsuncion por el fuego)). La expresion griega es he ekpjrcjsis, desconocida en la literatura griega del siglo v a. C. y que se popularizo con las interpretaciones cosmologicas que los estoicos hicieron del libro de Heraclito. El propio Sexto se muestra bastante inseguro sobre si esas interpretaciones eran correctas; por ejemplo, en la exhaustiva relacion de cosmologos, 111 30 SS., no menciona a HerAclito y atribuye la doctrina del Fuego a HLpaso exclusivamente; mientras que en el pasaje homologo de Adv. Math. IX 360 afiade •áy segun algunos, tambien Heraclito)); lo que prueba sus dudas, ya que el conocia bien el libro de Heraclito, como se ve en Adv. Math. VI1 126 ss.

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122 ESBOZOS PIRRONICOS LIBRO 1 123

Ahora bien, es absurdo decir que la orientacion opues- ta sea el camino hacia el sistema al que se opone. En con- secuencia, es absurdo decir que la orientacion esceptica es el camino hacia la filosofia de Heraclito.

EN QUE SE DISTINGUE LA ORIENTACION ESCEPTICA DE LA

FILOSOF~A DE DEMOCRITO

213 Tambien la filosofia de Democrito dicen que tiene relacion con el escepticismo, porque parece haberse servi- do del mismo material que nosotros; pues del hecho de que la miel a unos les parece dulce y a otros amarga, dicen que Democrito concluye que no es ni dulce ni amarga; y por eso proclama el •áno es mas)), que es una expresion esceptica.

Sin embargo, los esckptic~os y los seguidores de Demo- crito usan la expresion •áno es mas•â de distinta forma, pues ellos aplican esa expresion a lo de no ser ninguna de las dos cosas y nosotros a lo de no saber si es esas dos cosas

214 que aparenta o ninguna de ,ambas. De modo que en eso si nos distinguimos.

Y la disparidad se hace dle lo mas evidente cuando De- mocrito dice 69: y en verdad, atomos y vacio ... '' Super-

'' Fr. B 9 Diels. Sexto anade la siguiente aclaracion terminologica, que resulta in-

traducible: pues desde luego dice •át?tet!i•â en lugar de •áalPthebi•â. La ex- presion etedi, sinonima de aletheiai (en verdad), no vuelve a aparecer en la literatura griega, lo que justifica la aclaracion de Sexto. Deriva

fluo seria -creo yo- explicar que Democrito se ha aleja- do de nosotros al decir que los atomos y el vacio tienen existencia real, aunque parta de la contradiccion entre los fenomenos.

EN QUE SE DIFERENCIA EL ESCEPTICISMO DE LA ESCUELA CIRENAICA

Dicen algunos que la escuela cirenaica es identica al 21s

escepticismo porque aambien ella afirma que solo los esta- dos de animo son aprehensibles.

Pero difiere de el, porque ella dice que el objetivo es el placer y la suave agitacion de la carne " y nosotros la serenidad de espiritu, a la que se opone su objetivo; por- que tanto si el placer esta presente como si no esta presen- te, el que sostiene que su objetivo es el placer vive entre preocupaciones, como ya comentamos en •áSobre la finali- dad•â.

Ademas nosotros mantenemos en suspenso el juicio en el estudio de los objetos exteriores, mientras que los cire- naicos proclaman que tienen una naturaleza inaprehen- sible.

del adjetivo eteds (auttntico), de la misma raiz seguramente que su sino- nimo 6tyrnos del que deriva •áetimologia•â.

" Diogenes Laercio atribuye esa expresion a Aristipo, el fundador de la Escuela Cirenaica.

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EN QUE SE DISTINGUE EL ESCEPTICISMO DE LA

DOCTRINA DE PROTAGORAS

216 Tambien Protagoras 72 acepta que el hombre es la me- dida de todas las cosas; de las que son, en cuanto que son; y de las que no son, en cuanto que no son.. . 73 Y por

217 eso el establece solo lo que a cada cual aparece. Y asi introduce el relativismo. Por lo cual, tambien el parece te- ner afinidad con los pirronicos.

Pero se diferencia de ellos. Y nos daremos cuenta de la diferencia cuando hayamois explicado concisamente lo que Protagoras opina.

Dice en efecto el tal varon que la Materia es fluyente y que segun va fluyendo surgen continuamente aportacio- nes en sustitucion de las perdidas.

Y que las sensaciones se transforman y alteran con la edad y con las demas caracteristicas corporales.

21s Y dice tambien que en la Materia subyacen las razones de todos los fenomenos, de modo que la Materia tiene en si misma potencia suficiente para ser todo cuanto a todos

72 Fr. A 14 Diels. 73 Sexto anade una aclaracion que entendemos que es puramente ter-

minoldgica y que incluirla en la traduccibn obligaria a forzarla: llamando medida al criterio y cosas (chrbmata) a las cosas (pragmata); para virtual- mente decir que el hombre es el criterio de todas las cosas; de las que son, en cuanto que son; y de las que no son. en cuanto que no son. Protiigoras da el termino chrkmata, cuyo sentido fundamental en la Cpo- ca helenistica era el de ((dinero, riquezas•â; Sexto s80 pretenderia aclarar, que en la frase de Prothgoras debe tomarse como sinbnimo de pragmata, •ácosas•â.

aparece. Y que los hombres se percatan unas veces de unos aspectos y otras de otros, segun sus diferentes disposicio- nes; pues el que esta en un estado normal capta de lo que hay en la Materia aquellas cosas que estan adaptadas para mostrarse a quienes estan en un estado normal; y el que esta en un estado anormal, las del estado anormal; y el 219

mismo razonamiento tambien segun la edad, segun el estar dormido o despierto y segun cada tipo de disposicion.

Segun el, pues, el hombre se convierte en la norma de lo existente, pues todo lo que aparece a los hombres tam- bitn existe y lo que no aparece a ninguno de los hombres tampoco existe.

Vemos por consiguiente que dogmatiza tanto en lo de que la Materia es fluyente como en lo de que en ella sub- yacen las razones de todos los fenomenos, siendo cosas no manifiestas y, segun nosotros, mantenibles en suspenso.

XXXIII

EN QUE SE DISTINGUE EL ESCEPTICISMO DE LA

FILOSOF~A ACADEMICA

Algunos, por otra parte, dicen que la Filosofia Acade- 220

mica es identica al escepticismo. Por lo cual, lo siguiente podria ser tratar tambien de eso.

Ha habido, como dice la mayoria, tres Academias: la Primera y mas antigua, la de los platonicos; la Segunda o Media, la de Arcesilao, el discipulo de Polemon; la Ter- cera o Nueva, la de Carneades y Clitomaco. Pero unos cuantos tambien aiiaden como Cuarta la de Filon y Carmi- das. E incluso algunos califican de Quinta la de Antioco.

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126 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 1 127

221 Veamos pues la diferencia entre las citadas filosofias y nosotros, comenzando por la Antigua.

Pues bien, unos dijeron que Platon era

a dogmatico, otros que esceptico y otros LO Academia que dogmatico en unas cosas y esceptico

de P h h en otras; porque en los dialogos dedica- dos a ejercitar el ingenio 74, en los que

Socrates es presentado riendose de unos o enfrentandose a los sofistas, tiene -dicen- un talante ludico y escepti- co; pero dogmatico cuando ya sea por medio de Socrates o de Timeo o de alguno de los parecidos se pronuncia po- niendose tajante.

222 Desde luego seria superfluo tratar aqui de los que dicen que es dogmatico o que es dogmdtico en unas cosas y esceptico en otras; esos de hecho reconocen la diferencia con nosotros.

Sobre si es claramente escelptico, ya discutimos con mas detalle en las Reseiias 75; no obstante, contra los seguido- res de Menodoto y Enesidemo -pues esos defendieron mas esta postura- argumentaremos ahora esquematicamente que cuando Platon se pronuricia sobre las ideas o sobre eso de que existe la Providencia o sobre que la vida virtuo- sa es preferible a la de los vicios, en ese caso: o bien, en

74 •áDedicados a ejercitar el ingenio•â. El griego es gymnastikoi. El termino formaba parte de la clasificacion tradicional de los Dialogos de Platon, que puede verse completa en DI~GENES LAERCIO, 111 49 SS. Segun esa clasificacion los dialogos dedicados a ejercitar el ingenio, agrupados a su vez en dos tipos. eran los siguientes: a) Mayeuticos: Alcibtodes. TTea- ges, Lisis y Laques; b) Ensayisticos: Eutifrdn, Menon, Ion. Carmides y Teeteto.

El titulo griego es Hypomnemcrta. obra que no se ha conservado; ver Introduccion, phgs. 43-44.

cuanto que asiente a esas cosas como si fueran reales, esta dogmatizando, o bien, en cuanto que antepone las mas probables, se habria apartado de lo caracteristico de los escepticos al anteponer una cosa en cuanto a credibilidad o no credibilidad; pues a partir de lo dicho antes, es evi- dente como tambien eso es ajeno a nosotros.

E incluso si -cuando se dedica como dicen a ejerci- 223

cios de ingenio- expone algunas cosas de forma esceptica, no por eso sera esceptico; pues quien dogmatiza sobre una unica cosa o antepone de forma absoluta una representa- cion a una representacion en cuanto a credibilidad o no credibilidad o se pronuncia sobre algo no manifiesto, se vuelve de talante dogmatico; como hace ver Timon con lo dicho por el sobre Jenofanes; pues despues de alabarle 224

-a Jenofanes- en muchas cosas hasta el punto de dedi- carle sus Satiras, le represento lamentandose y diciendo 76:

que ojala yo hubiera estado dotado tambien de una inte- [ligencia firme,

capaz de ver el doble aspecto de cada cosa. Pero fui confundido por un camino enganoso ;encima cuando ya estaba viejo y muy desbravado 77 de

[cualquier especulacion!; pues a cualquier parte que llevara mi mente todo se resolvia en una sola y misma cosa; y siempre todo

[lo existente, arrastrandose por todas partes, se alzaba en una sola similar

[Naturaleza.

76 Fr. 21 A 35 Diels. 77 •áDesbravado•â. El termino griego es el inusual apenthhtos, tra-

ducido de acuerdo con su etimologia: rher •áfiera•â. Gil Fagoaga traduce •áaspero•â. Mutschmann, aceptando la variante de Diels en su edicion de los Presocraticos, lo sustituye por amenth&stos que las versiones inglesa e italiana traducen por •áunversed•â, ~irnmemore)).

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LIBRO 1 129

Por eso sin duda le llam,a •ámodesto a medias)) y no •ámodesto del todo)) en aquello que dice 78:

Jenofanes, modesto a medias j v censor del engaiio homdrico, hizo al Dios no antropomorfo, igual por todas partes, inmutable, integro y mas inteligente que la Inteligencia.

Llama en efecto •ámodesto a medias)) al que es en parte modesto; y •ácensor del engaiiio homerico)) porque critico el engano de Homero.

22s Pero Jenofanes, en contra de las opiniones de los demas hombres, dogmatizabri que el Todo es Uno y que Dios se confunde con todas las cosas y que tiene forma esferica y es impasible, inmutable y racional.

A partir de ahi es tambien facil demostrar la diferencia entre Jenofanes y nosotros.

Pero dejando eso, de lo dicho resulta claro tambien que tal vez Platon mantuviera la duda sobre algunas cosas; pero no seria esceptico, porque entre otras cosas apa- rece sosteniendo la Realidad de cosas no manifiestas y anteponiendo en cuanto a credibilidad cosas no mani- fiestas.

226 Los de la Academia Nueva, aun cuan- do tambien dicen que todo es inaprehen-

b sible, posibkmente difieran de los escep- Academia Nueva

ticos en eso mismo de decir que todo es inaprehensible. Ellos, en efecto, hacen

de eso una afirmacion tajame, mientras que el esceptico mantiene sus dudas de que pudiera ser tambien que algo fuera aprehensible.

Fr. 21 A 35.

Y difieren claramente de nosotros en la forma de enjui- ciar lo bueno y lo malo. En efecto, los de la Academia dicen que algo es bueno o malo no en el mismo sentido que nosotros, sino estando convencidos de que es mas pro- bable que sea objetivamente bueno lo que ellos dicen que es bueno que lo contrario; y lo mismo sobre lo malo. Cuan- do nosotros decimos que algo es bueno o malo, nada tiene que ver con que creamos que lo que decimos sea probable, sino que lo decimos siguiendo sin dogmatismos los im- perativos de la vida a fin de no ser unos negados para actuar.

Ademas nosotros decimos que las representaciones men- 227

tales son equivalentes en credibilidad o no credibilidad a la hora de argumentar, mientras que ellos afirman que unas son probables y otras improbables. Y entre las probables hablan de diferencias, pues aducen que unas en realidad son sblo eso: probables; y otras, probables y contrastadas; y otras, probables, contrastadas y no desconcertantes. Por ejemplo, cuando en una habitacion suficientemente oscura hay tirada una cuerda enroscada, en el que entra de repen- te se produce una representacion meramente probable de ella en forma de serpiente; sin embargo, para el que examina 228

y contrasta la situacion -por ejemplo que no se mueve, que el color es tal y cada uno de los demas detalles- apa- rece como una cuerda segun una representacion probable y contrastada. Y una representacion no desconcertante ade- mas, seria algo asi: se dice que habiendo muerto Alces- tis 79, Hercules la saco nuevamente del Hades y se la mostro a Admeto, el cual captaba una imagen probable

79 El ejemplo esta tomado del drama Alcestis, de EUR~PIDES. Alcestis era la esposa de Admeto; por amor a el, se ofrecio a morir en su lugar; pero Hercules la raptb del Hades devolviendola al mundo de los vivos.

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LIBRO 1 131

y contrastada de Alcestis; pero sabiendo que ella habia muerto, su mente se retraia desconcertada de dar el asenti- miento y se inclinaba a la desconfianza.

229 LOS de la Academia Nu~eva anteponen, desde luego, la representacion probable y contrastada a la simplemente probable; y a ambas, la probable, contrastada y no des- concertante.

Y si se dice que tanto los de la Academia como los escepticos creen en algunas cosas, incluso en eso es eviden- te la diferencia de sus filosofias.

230 En efecto, lo de creer se dice en sentidos distintos. Por un lado, al hecho de no ponerse en contra y aceptar algo llanamente, sin una propension ni un interes exagera- dos, como dicen que el niAo cree a su maestro. Por otro, al hecho de convencerse de algo de una vez por todas, por cuestion de eleccion y con la conviccion caracteristica del querer vehementemente, como el pervertido se deja persuadir por quien aprueba lo que sea vivir licenciosa- mente.

Por lo cual, tambien en eso nos diferenciariamos de ellos, puesto que los seguidores de Carneades y Clitomaco dicen que algunas cosas son probables y que las creen con acusada conviccion; mientras que nosotros creemos sim- plemente en el sentido de asentir, sin vehemencia.

231 Pero tambien nos diferenciamos de la Academia Nueva en lo referente al fin. En efecto, los hombres que dicen regirse por ella se sirven en la vida principalmente de lo probable, mientras que nosotros vivimos haciendo caso sin dogmatismos de las leyes, las costumbres y los instintos naturales.

Y mas podriamos decir sobre esta diferencia si no aten- dieramos a la concision.

Por el contrario, me parece a mi que 232

Arcesilao -que deciamos que fue el fun- c dador y presidente de la Academia Me-

Academia Media dia- tiene mucho en comun con los ra- zonamientos pirronicos; de forma que

su orientacion y la nuestra son casi una misma cosa. Ni aparece, en efecto, pronunciandose sobre la realidad

o no realidad de cosa alguna ni antepone una cosa a otra en cuanto a credibilidad o no credibilidad, sino que man- tiene el juicio en suspenso en todas las cosas. Y dice que su objetivo es la suspension del juicio, a la que deciamos que acompaiia la serenidad de espiritu. Y dice tambien 233

que son cosas buenas las suspensiones parciales del juicio, y cosas malas, los pronunciamientos parciales. !Como no se alegue que nosotros decimos esas cosas segun lo que nos resulta manifiesto, mientras que el es tambien en el sentido de •áobjetivamente•â como dice que la suspension del juicio es lo bueno y el pronunciamiento lo malo!

Mas si ha de creerse tambien lo que de el se dice, 234

afirman que a primera vista parecia ser pirronico, pero que en el fondo era dogmatico y que, cuando a traves del es- cepticismo se enteraba de como eran sus discipulos, si los habia predispuestos a la comprension de los dogmas plato- nicos el seguia aparentando ser esceptico pero a esos disci- pulos predispuestos les insinuaba lo de Platon. De ahi tam- bien que Ariston dijera de el, por aquello de valerse de la Dialectica de Diodoro y ser abiertamente platonico: por delante Platon, por detras Pirron, por en medio Diodoro.

d Los seguidores de Filon afirman que 235

Cuarta y las cosas son inaprehensibles en cuanto Quinta Academia al criterio estoico -o sea, la •áimagen con-

ceptual•â- pero aprehensibles en cuanto a la naturaleza de las propias cosas.

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132 ESBOZOS PIIRR~NICOS LIBRO 1 133

Y por lo demas, Antioco introdujo en la Academia el estoicismo; hasta el punto de (decirse de el que •álo estoico lo cultiva en la Academia•â, pues se dedicaba a demostrar que los dogmas estoicos estaban en Platon.

De modo que es evidente la diferencia entre el escepti- cismo y la llamada Cuarta Academia y la Quinta.

XXXIV

SI LA CORRIENTE EMP~RICA EN MEDICINA ES IDENTICA

AL ESCEPTICISMO

236 Y puesto que algunos dicen que la filosofia esceptica es identica tambien a la corriente empirica -una de las corrientes de la Medicina- ha de saberse que, si bien esa corriente empirica se pronuncia afirmativamente en lo de la inaprehensibilidad de las cosas no manifiestas, ni es iden- tica al escepticismo ni le iria bien al esceptico abrazar esa doctrina.

Segun me parece a mi, mej'or le podria ir abrazar la Ila- 237 mada ((corriente metodica)). En efecto, entre las corrientes

de la Medicina, solo ella parece no engailarse sobre las cosas no manifiestas aventura~idose a decir si son aprehen- sibles o inaprehensibles; antes bien, haciendo caso de las cosas manifiestas segun la norma de conducta de los escep- ticos, torna de ellas lo que parece ser conveniente.

De hecho, deciamos en parrafos anteriores que la vi- da ordinaria -de la que se vale el esceptico- esta hecha de cuatro tipos de exigencias: uno que consiste en la guia

'O Ver 1 23 SS.

natural, otro en el apremio de las pasiones, otro en el lega- do de leyes y costumbres, otro en el aprendizaje de las artes practicas. Pues bien, asi como en cuanto al apremio 238

de las pasiones el esceptico es encaminado al agua por la sed, al alimento por el hambre y anaiogamente a cualquie- ra de las demas cosas, asi tambien el medico metodista es encaminado por cada una de las dolencias al correspon- diente contrario: - Por un agarrotamiento, a su distension. Igual que

uno escapa del aterimiento causado por un intenso frio hacia el calor del sol. - Por un derrame, a su contencion. Como los que es-

tan en la sala de banos chorreando copioso sudor y recu- rren para librarse de ello a la contencion del sudor y por eso se refugian en el aire fresco.

Y es evidente que lo extrano a la Naturaleza constrine a ir a su supresion; como, de hecho, el perro que se ha clavado una astilla recurre a su extraccion.

Y para no salirme de la forma esquematica del libro 239

enumerando una a una todas esas cosas, creo que todo lo que en ese sentido se dice por los metodicos puede su- bordinarse al apremio de las dolencias, sean naturales o no.

Ademas de eso, creo tambien que es comun a ambas orientaciones la falta de dogmatismo y lo flexible del uso de las palabras.

En efecto, lo mismo que el esceptico -segun hemos 240

dicho- se vale sin dogmatismo de la expresion •áno deter- mino nada•â y de la de •áno aprehendo nada•â, del mismo modo el metodico habla en forma no tajante de •áestados globales•â, de ((difundirse)) y de cosas analogas. Y asi tam- bien acepta sin dogmatismo el termino •áindicacion•â en el sentido de norma de pasar de las dolencias manifiestas -naturales o no- a lo que parecen ser sus correspondien-

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tes contrarios, como hacia notar en lo de la sed, el hambre y demas.

241 De ahi que, a juzgar por estas cosas y otras analogas a ellas, deba' decirse que la corriente metddica de la Medi- cina tiene ciertas afinidades con el escepticismo; mas que las otras corrientes de la Medicina, si hablamos por com- paracion con ellas y no en general.

Y una vez expuesto todo esto sobre los sistemas que parecen hallarse proximos a l,a orientacion esceptica, con- cluimos aqui la exposicion general del escepticismo y el primer libro de los Esbozos.

LIBRO 11

SI EL ESCEPTICO PUEDE EXAMINAR LO QUE SE EXPONE

ENTRE LOS DOGMATICOS

Y puesto que nos vimos abocados al estudio contra 1

los dogmaticos, revisemos concisa y esquematicamente ca- da una de las partes de la asi llamada Filosofia, respon- diendo antes a los que continuamente murmuran que el escdptico no esta capacitado ni para examinar ni para en- tender a fondo lo que entre ellos se dogmatiza.

Dicen, en efecto, que o el esceptico aprehende lo dicho 2

por los dogmaticos o no lo aprehende. Y si lo aprehende, jcomo dudaria de lo que dice apre-

hender? Mientras que si no lo aprehende, tampoco sabra enton-

ces hablar de lo que no ha aprehendido. Pues del mismo 3

modo que si uno no sabe, por ejemplo, que es lo de que •átodo triangulo tiene tres angulos equivalentes a dos rec- tos•â O el teorema de •áentre los dos tropicos•â, entonces

S' En estos dos ejemplos, es dificil interpretar el texto de los codices. En el ejemplo del triangulo hemos seguido la versi6n latina T; el texto

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136 ESBOZOS PIB.R~NICOS LIBRO 11

no puede decir nada sobre ello: del mismo modo tampoco quien no conoce cada una de! las cosas que se exponen entre los dogmaticos puede cuestionarlos en aquello que no conoce.

Por lo tanto, el esceptico no puede en ningun caso cri- ticar lo que se expone entre los dogmaticos.

4 Ahora bien, quienes eso dicen respondannos en que sentido dicen aqui lo de ({aprehiender)): si en el de entender sin mas, sin comprometerse encima acerca de la realidad de aquello sobre lo que discutimos, o si en el sentido de entender, asumiendo ademas Iia realidad de aquello sobre lo que discutimos.

Pues si dicen que aprehender es asentir con el pensa- miento a una representacion mental que capta la realidad, entonces: habida cuenta de que esa representacion apre- hensiva es la de algo que se da en la realidad, impresa y estampada segun el propio objeto real y tal que no surgi- ria de lo que no existe, tampoco ellos pretenderan - jseguro que no! '*- poder examinar aquello que no han aprehen- dido.

de los codices griegos esta corrompido (y ademas es dificil relacionarlo con el texto latino): quien no sabe quP es lo de •ásegun lo cual de lo despojado)). En el segundo ejemplo es dificil interpretar el ttrmino •átro- picos)); Sexto vuelve a utilizarlo en 11 202 con el sentido claro de •ápremi- sas de un silogismo•â, pero CI mismo Ilo utiliza en Adv. Math. V 6 para Astronomia con el sentido de •ásolsticios•â; aqui podria ser preferible este ultimo significado, porque Sexto habla de •áteorema•â, termino que solo vuelve a usar en 11 70 y 111 260 relacionhdolo con conocimientos cienti- ficos y practicos y no de logica. Una versidn alternativa seria la de Gil' Fagoaga: el que ignora, por ejemplo, que es el principio por el cual se refuta sucesivamente o el de las dos conexas.

La expresion griega es tacha m&. Las otras traducciones, separando ambas particulas, dan una version diferente: no consentiran quiza en no poder indagar (Gil Fagoaga).

Por ejemplo -y a proposito- cuando el estoico cues- 5

tiona al epicureo por decir que •ála esencia de las cosas es (infinitamente) divisible)) 83 O que •ála Divinidad no se cuida de lo del Mundo)) o que •áel placer es bueno•â, iba aprehendido o no ha aprehendido? Porque si ha aprehen- dido, hace saltar por los aires el Pdrtico 84 al decir que esas cosas son reales. Y si no ha aprehendido, nada puede decir contra ellas.

Y cosas parecidas deben argumentarse en contra de los 6

que se guian por otros sistemas filosoficos, cada vez que desean examinar algo de lo que creen los de distinta opi- nion que ellos. De forma que nada pueden cuestionarse unos a otros.

Y es mas, si se quiere no caer en incongruencias, una vez admitido eso de que no puede analizarse aquello que no se haya aprehendido de esa forma, su filosofia dogma- tica se desmoronara -por asi decir- toda entera; mien- tras que la esceptica quedara firmemente establecida.'

En efecto, el que se pronuncia y dogmatiza sobre una 7

cosa no manifiesta, habra de decir si se pronuncia sobre ella habiendola aprehendido o sin haberla aprehendido. Pero si lo hace sin haberla aprehendido sera indigno de credito. Y si habiendola aprehendido, o bien dira que la ha apre- hendido porque se le ofrec,io directamente, por si misma y con claridad, o bien que por medio de alguna averigua- cion o investigacion.

Pero si dijera que esa cosa no manifiesta se le ofrecio s y fue aprehendida por si misma, sin buscarla y con clari-

Alusion a la disputa entre los atomistas (Democrito, Epicuro) y los demds filosofos, sobre si la Materia es continua o discreta; es decir, infinitamente divisible o no.

" Sinonimo de Estoicismo; ver 1 65 n. 21.

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LIBRO 11 139

dad, en ese caso ya no seria una cosa no manifiesta sino manifiesta para todos por igual y admitida y no controver- tida. Pero de cada una de las cosas no manifiestas ha habi- do una controversia interminable entre ellos. Por consi- guiente, no seria el dogmatico quien -cuando porfia y se pronuncia sobre la realidad objetiva de ella- habria aprehendido lo no manifiesto como si se le hubiera ofreci- do por si mismo y con claridad.

9 Y si dijera que por medio de alguna irivestigacion, jcomo es que estaba capacitado para investigar esa cosa antes de -segun la hipotesis ]previa- haberla aprehendi- do? Pues si la investigacion exige que previamente se haya aprehendido con exactitud lo que ha de investigarse y que solo asi se investigue, entonces: dado que a su vez la apre- hension de la cosa investigada1 precisa ella misma de que esa cosa sea previamente investigada a fondo, resulta im- posible para ellos -segun el tropo sin salida del circulo vicioso- lo mismo investigar sobre lo no manifiesto que dogmatizar; y eso, tanto si pretenden partir de la aprehen- sion, porque entonces los llevamos a que hay que investi- gar el tema antes de aprehenderlo, como si pretenden par- tir de la investigacion, porque entonces los llevamos a que antes de investigar hay que haber aprehendido lo que se va a investigar.

De modo que, en virtud de eso, ni pueden aprehender nada de lo no manifiesto ni pronunciarse con seguridad sobre ello. A partir de lo cual se convendra -creo yo- en que la' charlataneria dogmatica se desmorona sin mas y en que entra en escena la filosofia esceptica.

io Ahora bien, si afirman que ellos no dicen que se requiera que a la investigacion la preceda tal tipo de apre- hension sino solo el ((entender)), entonces lo de investigar no es algo imposible para los que mantienen en suspenso

el juicio acerca de la realidad de las cosas no manifiestas; pues el esceptico no esta excluido -jsup~ngo!- del en- tender, que es algo que surge de las cosas que pasivamente se ofrecen a su razon y se le muestran con claridad y que de ningun modo es consecuencia de la realidad objetiva de las consideraciones teoricas. De hecho, no solo entende- mos aquello que -como ellos dicen- tiene existencia real, sino iincluso lo que no la tiene!

De ahi que el esceptico se mantenga dentro del canon del escepticismo tanto al investigar como al entender, pues ha quedado claro que asiente a lo que se le ofrece segun una representacion pasiva, de acuerdo con lo que a el le aparece.

j Y ahora, mira incluso que no queden excluidos de la I I

investigacion los dogmaticos! Pues no es para los que con- fiesan desconocer las cosas tal como son objetivamente pa- ra los que seria incongruente investigar mas y mas sobre ellas, sino para los que dan por supuesto que las conocen con exactitud.

En efecto, para estos la investigacion ya ha llegado a su objetivo, segun piensan ellos; mientras que para los otros alcanza su culmen aquello por lo que se sostiene cual- quier investigacion: saber que no han encontrado lo que buscan.

Asi pues, debe examinarse por nosotros cada parte de 12

la asi llamada Filosofia, de forma concisa por ahora. Y puesto que acerca de las partes de la Filosofia ha

habido entre los dogmaticos mucha divergencia -pues unos dicen que hay una sola, otros que dos y otros que tres- sobre la que no seria provechoso extendernos demasiado por ahora, nosotros, exponiendo con imparcialidad la opi- nion de los que mas a fondo parecen haberse ocupado del tema, acomodaremos a ella nuestra argumentacion.

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LIBRO 11 141

DESDE D ~ N D E HA DE INICIARSE LA INVESTIGACI~N

CONTRA LOS DOGMATICOS

1 3 Pues bien, los estoicos y algunos otros dicen que hay tres partes en la Filosofia: la de la Logica, la del Estudio de la Realidad s5 y la de la Etica.

Y desde luego, comienzan su enseiianza por la de la Logica, habiendo habido no obstante mucha division in- cluso en eso de a partir de donde debe comenzarse.

Siguiendoles sin dogmatisrno -porque lo que se expo- ne en las tres partes necesita de critica y de criterio y por- que el estudio del criterio parece estar incluido en la parte de la Logica- comencemos por el estudio del criterio y la parte de la Logica.

SOBRE EL CRITERIO . 14 Advirtamos antes esto:

Que se da el nombre de o:criterio•â tanto a aquello por lo que -dicen ellos- se juzg,a de la realidad o no realidad

de algo, como a aquello guiandonos de lo cual vivimos. Y que ahora nos toca detenernos en el que se dice ser

Criterio de Verdad, pues del relativo al segundo significa- do ya tratamos en el estudio del escepticismo s'.

Pues bien, el criterio sobre el que trata este estudio 15 se entiende de tres formas: general, particular y muy particular.

En sentido general, es todo instrumento de valoracion de una aprehension; significado segun el cual se llaman asi -criterios- incluso las cosas naturales, como la vista.

En sentido particular, es todo instrumento tecnico de valoracion de una aprehension, como una regla o un compas.

En un sentido muy particular, es todo instrumento de valoracion de una aprehensibn de algo no manifiesto; se- gun el cual no se llaman criterios las cosas de la vida, sino solo las de la Logica y aquellas que los dogmaticos propo- nen para el discernimiento de la Verdad.

Aclaramos, desde luego, que nosotros tratamos basica- 16

mente del criterio logico. Pero tambien el criterio logico se entenderia de tres for-

mas: el •ápor quien)), el •ácon que•â y el •áde acuerdo a que•â

Asi, el •ápor quien)) es el hombre, el •ácon que•â es o un sentido o la inteligencia, y el •áde acuerdo a que•â es la confrontacion 89 de la representacion mental con lo en-

'' El ttrmino griego es physikd,n (de la Fisica). Ver 1 18 n. 8. En realidad, el texto da •áadvirtiendo•â como continuacion de la

frase final del capitulo anterior; lo que sugiere que la division en capitu- los no seria original de Sexto. De hecho, en los codices aparecen los encabezamientos como anotaciones ;al margen; ademas hay un caso (111 188) donde el haber colocado capitulo revela un gran desconocimiento del texto; tambien rompe el razonamiento, aunque de forma menos ab- surda, el encabezamiento puesto en 111 252. Asi pues, Sexto habria dicta-

do todo el texto seguido y los encabezamientos habrian sido aaadidos por los discipulos, para facilitar la lectura.

Ver 1 21 SS.

'' El griego da los relativos: •ápor el cual, con el cual, de acuerdo a lo cual•â; pero la expresion castellana se facilita mucho en varios de estos pasajes con el uso de los interrogativos.

89 La expresidn griega es he prosbolh t& phantasim. Las otras versio- nes dan: ihe application of the impression, la uplicacidn de la fantasia

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142 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO II 143

juiciado, de acuerdo a la cual representacion el hombre da en juzgar con alguna de las citadas facultades.

1 7 Pues bien, seguramente era oportuno dejar dicho esto para que comprendamos de que va nuestra argumentacion.

Y lo que ahora falta es pasar a la replica contra los que temerariamente dicen haber aprehendido el criterio de Verdad; comenzando por la discusion que hay al respecto.

IV

SI EXISTE REALMENTE ALGIUN CRITERIO DE VERDAD

18 Pues bien, entre los que trataron del criterio hay quienes afirmaron que existe; como los estoicos y algunos otros. Tambien hay quienes afirmaron que no existe; como, ade- mas de otros, Jeniades de Corinto y Jenofanes de Colo- fon, que dice: Y la opinion se ha impuesto en todo 91.

Y nosotros dudamos de si existe o no.

y I'impressione d e / h roppresentozione. En la Carta o Herodolo de EPICU- RO se aprecia que el termino usado para indicar •áproyeccion o aplicacion de una imagen)) era epibole' y no prosbol6 (ver GARC~A GUAL, Epicuro, pags. 81 SS.). El sentido del parrafo seria que el hombre enjuicia las cosas confrontandolas, mediante los sentidos y la inteligencia, con la imagen que previamente tenga de ellas. Ver 11 70 SS.

Sobre el se tienen solo las referencias que el propio SEXTO da en 11 76 y Adv. Math. VI1 53: •áJenlades de Corinto, recordado tambien por Democrito, se relaciona con Jeno~fanes por el sentido de su doctrina; pues dijo que todas las cosas son falsas y las apariencias y las opiniones, enganosas; y que todo cuanto surge, surge del no ser; y que en el no ser se anula cuanto se destruye)).

91 SEXTO, Adv. Math. VI1 49, da el fragmento de cuatro hexametros del poema de Jenbfanes donde esta incluida esta cita (fr. 34 D-K).

Por fuerza, o bien diran que esta disputa es dilucidable 1 9

o bien que es indilucidable. Pero si es indilucidable, conce- deran a partir de ahi que es posible que haya que mantener en suspenso el juicio. Y si es dilucidable, digan por medio de que sera dilucidada !cuando ni tenemos un criterio ad- mitido ni sabemos seguro -antes bien, es lo que estamos investigando- si existe!

Y por otra parte, para que la disputa surgida en torno 20 al criterio quede dilucidada, es preciso que tengamos un criterio que ya este admitido, por medio del cual podamos dilucidarla. Pero para que tengamos un criterio admitido, antes es preciso que la disputa en torno al criterio este di- lucidada. Y asi, al incurrir su argumentacion en el tropo del circulo vicioso, el hallazgo del criterio se vuelve proble- matico. Sin que nosotros les permitamos tampoco -por hipotesis- coger un criterio. Y haciendoles caer en una recurrencia ad infinitum si desean dilucidar un criterio con otro criterio. Y ademas, como la demostracion esta necesi- tada de un criterio ya demostrado y el criterio lo esta de una demostracion ya dilucidada, caen en el tropo del cir- culo vicioso.

Aunque consideramos, desde luego, que eso es suficiente 21 para mostrar el atrevimiento de los dogmaticos en su argu- mentacion sobre el criterio, sin embargo con el fin de que podamos refutarlos de diversas formas no estara de mas insistir en este punto.

No pretendemos impugnar con detalle cada una de las opiniones acerca del criterio, pues la disputa se ha vuelto imposible de relatar y asi seria necesario que tambien nos- otros cayeramos en una argumentacion inconexa.

Mas, dado que el criterio sobre el que estamos investi- gando parece ser triple -el •ápor quien)), el •ácon que•â y el ((de acuerdo a que•â-, haremos ver su inaprehensibili-

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LIBRO 11 145

dad recorriendo por turno cada uno de esos casos. Asi, en efecto, la argumentacion nos resultara a la vez metodi- ca y completa.

Y comenzaremos por el •ápor quien•â, pues parece que en cierta forma los demas quedan cuestionados tambien junto con ese.

SOBRE EL •áPOR QUIEN))

22 Pues bien, me parece a mi que •áel

4 hombre•â --al menos segun lo expuesto

NO se sabe por los dolgmaticos- no solo es inapre- que es el hombre hensible siino ademas ininteligible.

Asi, al Socrates de Platon 92 le escu- chamos admitir expresamente no saber si el es un hombre u otra cosa.

Y cuando pretenden esta;blecer el concepto de hombre, primero se enredan en discuisiones y despues dicen incluso cosas ininteligibles.

23 Democrito, en efecto, dice que •áel hombre es lo que todos sabemos)). Pero segun eso no conocemos al hombre, porque tambien sabemos de perros y entonces tambien el perro seria un hombre, y porque no conocemos a algunos hombres, por lo cual no serian hombres. Y aun mds, segun ese concepto nadie seria un hombre; pues si el dice que el hombre debe ser conocido por todos y a ningun hombre

92 Sexto aprovecha ironicamentie el pasaje de Fedro 229 e. en el que Socrates dice no saber si es una fiera hinchada de orgullo o un animal mas sencillo y pacifico.

lo conocen todos los hombres, nadie segun el seria un hombre.

Y que esto no lo decimos para hacer sofismas, se ve 24

claro a partir de la conclusion de su obra. Dice, en efecto, ese varon, que s610 los atomos y el vacio son reales de verdad; los cuales -dice- no s610 son una realidad en los animales, sino en todos los compuestos. De modo que, segun eso, no podremos conocer la realidad especifica del hombre, dado que los atomos son comunes a todo y que ninguna otra cosa es real fuera de ellos; en virtud de lo cual, no podremos consecuentemente distinguir al hombre de los demas animales ni seremos capaces de conocerlo de una forma diferenciada.

Y Epicuro dice que el hombre es •ála figura animada 25

tal•â 93. Y sin embargo, segun eso, ya que el hombre es reconocido por una indicacion concreta, el que no quede senalado directamente no sera un hombre. Y si uno senala a una mujer, el varon no sera un ser humano. Y si senala a un varon, no sera un ser humano la mujer. Y lo mismo concluiremos tambien a partir de la diversidad de circuns- tancias que conocemos por el cuarto tropo de la suspen- sion del juicio.

Otros " solian decir que •áel hombre es un animal 26

racional, mortal, receptivo a la inteligencia y al saber)). Desde luego, dado que en el primer tropo de la suspension del juicio se indica que ningun animal es irracional y que, por el contrario, todos son receptivos a la inteligencia y al saber, no sabriamos que entienden en definitiva con lo

93 Para Epicuro las definiciones deben basarse en imagenes concretas y no en abstracciones. Ver GARC~A GUAL, Epicuro, pags. 77 SS.

" Esta descripcion de lo que es el hombre esta tomada seguramente de ARISTOTELES, Topicos V 1, 4; el propio Aristoteles no la considera una definicion (Top. V 4, 6 ) y dice que es redundante (Top. VI 3. 2) .

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27 dicho por ellos. Ademas, los accidentes puestos en esa definicion: o bien los citan en acto o bien en potencia. Ahora bien, si los citan en acto, no es hombre ni el que no ha conseguido un saber ac,abado ni el que no es perfec- to en su capacidad racional ni el que no cumple eso mismo de estar ya muerto; pues esa es •ámuerto en acto)). Y si los citan en potencia, no seria1 hombre ni el que posee una Razon perfecta ni el que ha conseguido inteligencia y sa- ber; iy eso es aun mas absurdo que lo anterior! En conse- cuencia, tambien con esta definicion se ha demostrado in- consistente la nocion de hombre.

2s Y Platon, cuando declara que •áel hombre es un animal sin plumas, bipedo, de uilas planas, receptivo al saber po- litico)) 95, ni el mismo espera que eso se exponga como algo seguro. Pues si tambien el hombre es una cosa de las que segun el ((estan en devenir, pero realmente nunca son•â, y si segun el es imposiblle manifestarse con seguridad sobre lo que nunca es: entonces Platon tampoco esperaria que parezca que esta definicion se expone asegurandola, sino -como el, solia- habliando segun lo probable.

29 Pero incluso si concedieramos por condescendencia que es posible entender lo que: es el hombre, se encontraria inaprehensible.

En efecto, el hombre esta compuesto de alma y cuerpo. Pero seguramente no se aprehende ni el alma ni el cuerpo. Por consiguiente, tampoco eil hombre.

30 Y que el cuerpo no se aprehende es evidente a partir de esto:

95 Esa definicion aparece en la ccilebre coleccion de Definiciones Pla- tdnicas 41 a, CUYO origen es confu!;~. Debe considerarse como una de esas descripciones ingeniosas. buena!; para ejercicios de Logica en las Es- cuelas. Sobre la teoria platonica de4 devenir de las cosas corpdreas, a la que se alude a continuacion, vease Teetero 152 e.

Los accidentes de una cosa son distintos de aquello de lo que son accidentes. Asi pues, cuando se nos ofrece un color o algo analogo, solo se nos ofrece lo que es acciden- tal al cuerpo, pero no el propio cuerpo.

Ademas, sabido es que dicen que el cuerpo esta dis- puesto en tres dimensiones. Asi pues, para aprehender el cuerpo deberiamos aprehender lo largo, lo ancho y lo hon- do. !Claro que si eso se nos ofreciera, hasta sabriamos reconocer los objetos de oro adulterados con plata! 96. Por consiguiente, tampoco se aprehende el cuerpo.

Y para dejar ya la discusion sobre el cuerpo, una 3 1

vez mas se encuentra inaprehensible al hombre por e l he- cho de ser inaprehensible el alma. Y que ella es inaprehen- sible es evidente a partir de esto:

De los que trataron del alma -para saltarnos la mucha e inacabable polemica al respecto- unos dijeron que el alma no existe, como los seguidores de Dicearco de Mesi- na 97; otros que existe; otros se abstuvieron.

Ahora bien, si los dogmaticos dicen que esa disputa 32

es indilucidable, concederan por ello la inaprehensibilidad del alma.

96 Alusion al engano de los orfebres, que vendian como si fueran de oro macizo objetos de plata recubiertos de oro. En cierto modo, el argumento se vuelve contra Sexto; pues mas de tres siglos antes, Arqui- medes ya habia sido capaz de ((aprehender el interior de las cosas)) e idear un sencillo mttodo para descubrir el engano, a base de determinar la densidad de la pieza, sumergiendola en agua.

97 Dicearco de Mesina fue historiador. ge6grafo y filosofo de la Es- cuela Peripatetica, de los siglos Ir1 y Ir a. C. Su opinion de que el hombre y los animales no son nada al margen de su cuerpo aparece en CICERON, Tusc. 1 10. La ciudad de Mesina (Sicilia) fue colonizada en el siglo vi1 a. C. por los mesenios que huyeron del Peloponeso cuando Esparta los sometio.

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Y si dilucidable, digan con que la dilucidan. Pues no podran con los sentidos, porque ellos mismos dicen que el alma es inteligible; mientras que si dicen con la inteli- gencia, nosotros diremos que al ser la inteligencia lo me- nos manifiesto del alma -segiun sefialan los que convienen en la existencia del alma, discrepando sin embargo sobre

33 la inteligencia- entonces, si pretenden aprehender el alma y dilucidar su disputa sobre ella mediante la inteligencia, pretenderan dilucidar y asegurar lo menos cuestionado con lo mas cuestionado; lo cual es absurdo. Y asi, en conse- cuencia, tampoco mediante la1 inteligencia se dilucidara la disputa sobre el alma. Por consiguiente, con nada.

Pero si es asi, es inaprehiensible. De donde tampoco el hombre podria ser aprehendido.

34 Pero incluso en el caso de que con- b

No esta claro cedamos que se aprehende lo que es el que el hombre sea hombre, nunca seria posible hacer ver que

quien debe las cosas deben ser enjuiciadas por el. juzgar En efecto, el que dice que las cosas

deben ser enjuiciadas por el hombre, o bien lo dice sin demostracion o bien con deimostracion.

Pero con demostracion, rio. Pues la demostracion ha de ser verdadera y contrastada y, por ello, contrastada igual- mente por alguien. Ahora bien, puesto que no podemos decir sin discusion por quien :podra ser contrastada la pro- pia demostracion -pues estamos investigando el criterio •ápor quien•â- no podremos contrastar la propia demos- tracion. Y por ello, tampoco demostrar el criterio del que trata este estudio.

3s Y si se dice sin demostracion que las cosas han de ser enjuiciadas por el hombre., tal afirmacion no sera digna de credito.

De modo que no podremos asegurar que el hombre sea el criterio •ápor quien)).

Y ademas, quien se enjuicia que el hombre es el criterio •ápor quien))?, pues ciertamente no seran creidos si dicen eso sin justificacion.

Pero si dicen que por el hombre, se presumira lo que se esta investigando.

Y si dicen que por otro animal, jcomo es que ese 36

animal se acepta para la valoracion de que el hombre es el criterio? Pues si lo aceptan sin previa justificacion, no seran creidos. Y si con una justificacion, de nuevo esta debe ser justificada por algo. Pero si por si misma, se man- tiene el mismo absurdo, pues se enjuiciara lo que se inves- tiga con lo que se investiga. Y si por el hombre, surge el tropo del circulo vicioso. Y si por alguna otra cosa apar- te de esas, una vez mas demandaremos el criterio •ápor quien)) de ella y asi hasta el infinito.

En consecuencia, no podremos decir -tampoco por esto- que las cosas deben ser enjuiciadas por el hombre.

Pero sea y crease que las cosas deben 37 c ser enjuiciadas por el hombre.

Ni el criterio de uno solo Pues bien, dado que entre los hombres

ni el de hay mucha disparidad, ponganse antes de la mayorio acuerdo los dogmaticos en que debe se- son seguros

guirse a tal o cual hombre y solo des- pues ordenennos estar de acuerdo con el. Pero si mientras el agua fluya y los altos arboles reverdezcan -eso es exactamente lo del dicho- van a discutir sobre ello, jco- mo nos apremian a que precipitadamente demos nuestro asentimiento a alguien?

98 Era uno de los versos del epitafio de la tumba del rey Midas. Ese epitafio se ha conservado en PLAT~N, Fedro 264 d.

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150 ESBOZOS F~IRRONICOS LIBRO II 15 1

3s Pues incluso en el caso de que digan que ha de creerse al sabio les preguntaremos que a qut sabio: jacaso al epi- cureo?, al estoico?, jo al cirenaico?, jo al cinico? No podran, en efecto, pronunciarse de forma unanime.

39 Y si alguien espera que desistiendo de la busqueda del sabio prestemos fe sencillamente al mas inteligente de cuan- tos existen, en primer lugar tambien habra discusiones so- bre quien es mas inteligente que los otros; ademas, aunque se conceda sin discusion que pueda haberse determinado quien es mas inteligente que los que son y han sido, ni aun asi ese sera digno de fe.

40 En efecto, dado que la progresion en cuanto a inteli- gencia -y lo mismo el retroceso- es grande y practica- mente infinita, afirmamos qlue es posible que surja otro mas inteligente que el hombre que decimos ser mas inteli- gente que los que han sido o son. Ahora bien, lo mismo que somos urgidos a prestarle fe al que en este momento se considera que por su inteligencia es mas sensato que los que son o han sido, asi tambiCn habra que prestar fe mejor que a ese al que despuCs de el sera mas inteligente que 61. Y surgido este, de nuevo habra que esperar a que surja otro mas inteligente que el; y Cste, otro; y asi hasta

41 el infinito. Y no esta claro si estos estaran de acuerdo unos con otros o si diran cosas diferentes.

Por lo cual, aunque se convenga en que alguien es mas inteligente que los que han sido y son, dado que no pode- mos decir con seguridad -pues no es claro- que nadie sera en un futuro mas listo que el, siempre habra que espe- rar el juicio del que en el futuro sera mas inteligente. Y nunca dar nuestro asentimiento ni siquiera al mejor.

42 E incluso en el caso de que concedamos por condescen- dencia que nadie es ni fue ni sera mas inteligente que ese supuesto genio, ni aun asi conviene prestarle fe.

En efecto, dado que las personas inteligentes son muy dadas, cuando en la elaboracion de sus trabajos llegan a cosas perjudiciales, a hacer ver que esas cosas son prove- chosas y verdaderas, entonces: cuando esa persona tan agu- da diga algo, no sabremos si acaso lo dice tal como el asunto es realmente o si siendo realmente falso lo esta pre- sentando como verdadero e induciendonos a pensar en ello como en algo verdadero, gracias precisamente a ser el mas inteligente que todos los hombres y no poder por ello ser puesto en evidencia por nosotros.

Tampoco, pues, a el le daremos nuestro asentimiento como si enjuiciara las cosas con verdad. Porque por un lado nos parece que dice cosas verdaderas, pero por otro nos parece que debido a la exuberancia de su ingenio dice lo que dice porque quiere presentar como verdaderas cosas falsas.

Por todo ello, pues, tampoco hay que conceder fe en el enjuiciamiento de las cosas a ese que parece ser realmen- te el mas agudo de todos.

Y si alguien dice que hay que adherirse al acuerdo 43

de la mayoria, nosotros diremos que eso es ilusorio. En primer lugar, en efecto, la Verdad es seguramente

una cosa poco frecuente y por ello es posible que uno solo sea m& sabio que la mayoria.

Y en segundo lugar, a cualquier criterio se le opondra mis gente de la que con el conviene. En efecto, se opon- dran a el los que vean pospuesto cualquier otro criterio diferente de ese que parece ser admitido por algunos. Y esos son, con mucho, mas que los que convienen con el.

Y aparte de eso, los que estan de acuerdo: o bien se 44

hallan en distintas disposiciones de animo o bien en una misma. Ahora bien, en cuanto a lo citado, de ningun mo- do en distintas; como dirian lo mismo de lo mismo?

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LIBRO 11

Y si estan en una misma, entonces, puesto que una unica disposicion tiene ese uno solo que expone una cosa dife- rente y una unica todos esos que estan de acuerdo, tampo- co se ve ninguna distincion en cuanto a las disposiciones a las que nos referimos en 10 del numero de gente.

45 Por consiguiente, no hay que fiarse mas de la mayoria que de. uno solo.

Ademas de que, segun recordamos en el cuarto 99 tro- po del escepticismo, la divisioin de los juicios por la canti- dad de gente es tambien una c~osa inaprehensible, pues hay infinitos hombres concretos y no podemos rastrear los jui- cios de todos ellos y decir que dice la mayoria de 'todos los hombres y que la minoriai. Y por ello, efectivamente es absurdo el prejuicio de los que enjuician de acuerdo con la cantidad de gente.

46 Pero si tampoco nos fiamos del numero de gente, no encontraremos a nadie por quien sean enjuiciadas las co- sas, jno obstante haber admitido por condescendencia tanto!

Por lo cual, a partir de todo eso se encuentra inapre- hensible el criterio •ápor quien se enjuiciaran las cosas)).

47 Y descritos junto con este: tambien los otros criterios -pues cada uno de ellos es lo una parte o un estado de animo o una actividad del hombre- tal vez lo siguiente deberia ser avanzar en la exposicion con un nuevo tema, dado que de este ya hemos dicho lo suficiente. Sin embar- go, para no dar la impresion de evitar la refutacibn con- creta de cada uno de esos criterios, tambien sobre ellos diremos a mayor abundamieinto unas pocas cosas.

Y primero discutiremos solbre el criterio llamado •ácon que•â.

99 Como observa Bury, deberia decir •áel segundo)). Ver 1 89.

SOBRE EL •áCON QUEH

Grande, desde luego, y practicamente infinita ha sido 48

la disputa sobre el entre los dogmaticos. Nosotros, razonando una vez mas de forma metodica,

decimos que -puesto que, segun ellos, el hombre es el •ápor quien se enjuician las cosas•â y puesto que este nada tendria con que poder juzgar sino con la sensibilidad y la inteligencia, como ellos mismos reconocen- si mostra- mos que no puede juzgar ni solo con la sensibilidad ni solo con la inteligencia ni con ambas cosas juntas, habre- mos contradicho de forma concisa todas y cada una de las opiniones particulares. Todas, en efecto, parecen redu- cirse a esos tres casos.

Y comencemos por los sentidos. 49

Pues bien, dado que unos dicen ' O 0 que a

EI criterio los sentidos tienen impresiones vacias por- de 10s sentidos que nada de lo que parecen aprehender

tiene existencia real; y dado que otros dicen que tiene existencia real todo aquello por lo que se considera que son afectados; y otros, que una parte si tie- ne existencia real y otra parte no: de todo ello resulta que no podemos estar de acuerdo con ninguno.

En efecto, esa disputa no la enjuiciaremos con la sensi- bilidad, pues sobre ella estamos investigando si tiene im- presiones vacias o si aprehende de forma verdadera. Y tam-

'O0 El propio SEXTO, Adv. Math. VI1 126, 204 y 369, atribuye la pri- mera opinion a Heraclito, Parmenides y Democrito; la segunda a Epicu- ro y Anaxagoras; la tercera a los aritottlicos, estoicos y academicos.

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LIBRO II 155

poco con ninguna otra cosa, porque por la hipotesis que nos ocupa no hay ningun otro criterio con el que deba juzgarse.

so En consecuencia, sera iridecidible e inaprehensible lo de si la sensibilidad tiene impresiones vacias o si aprehende algo. De lo que se sigue que en el enjuiciamiento de las cosas no debemos atender stSlo a la sensibilidad, sobre la que no podemos decir ni siquiera si aprehende algo.

si Pero ;sea, por condescendencia, que los sentidos son capaces de percibir algo! Ni aun asi, en efecto, seran halla- dos menos indignos de credi1.0 en cuanto a1 enjuiciamiento de los objetos exteriores.

De hecho, los sentidos soni afectados contradictoriamente por las cosas del exterior. De una misma miel, por ejem- plo, unas veces el gusto recibe una sensacion amarga y otras la recibe dulce. Y el mismo color, unas veces le parece

52 a la vista que es sanguinolento y otras blanco. Y ni si- quiera el olfato es coherente consigo mismo; al menos, una persona que esta con dolor de cabeza dice que el perfume es desagradable, mientras que la que no esta asi dice que es agradable. Y los poseidos; por un dios o los que se ha- llan en estado de frenesi creen oir que les habla gente a la que nosotros no oimos. Y la misma agua, a los que tienen una inflamacion les p,pece que es molesta por exce- so de temperatura y a loi demas que esta templada.

53 Asi pues, ya se diga que todas las percepciones son verdaderas o que unas verdaderas y otras falsas o incluso que todas falsas, es imposible sentenciarlo porque no tene- mos un criterio aceptado con el que enjuiciar aquello a lo que intentamos dar preferencia, ni disponemos de una demostracion verdadera y contrastada, al estarse investi- gando aqui el criterio de Verdad con el que conviene enjui- ciar si una demostracion es verdadera.

Por eso, tambitn sera un iluso quien pretenda dar 54

crtdito en esto a quienes estan en condiciones normales y no a los que estan en condiciones anomalas.

En efecto, ni sera creido si afirma eso sin demostracion ni, segun lo dicho antes, dispondra de una demostracion verdadera y contrastada.

Incluso si, a pesar de todo, se conviniera en que las ss percepciones de quienes estan en condiciones normales son fidedignas y las de quienes estan en condiciones anomalas son cuestionables, incluso asi se hallaria imposible el enjui- ciamiento de los objetos exteriores mediante solo los senti- dos. Pues en todo caso, incluso la vision normal dice que una misma torre es unas veces circular y otras cuadrangu- lar. Y el gusto dice que los mismos alimentos, para los hartos son desagradabIes y para los hambrientos apeteci- bles. Y analogamente, un mismo sonido el oido lo percibe como muy alto de noche y como insignificante de dia. Y el olfato considera que unas mismas cosas son malo- 56

lientes para la mayoria, pero no para los curtidores. Y un mismo tacto recibe una sensacion de calor del vestibulo cuando entramos en la sala de bailos y una de frio cuando salimos.

Por lo cual, dado que los sentidos se contradicen inclu- so estando en condiciones normales y que su contradiccion es ademas irresoluble al no tener nosotros un criterio acep- tado con el que puedan ser enjuiciados, es de necesidad que sobrevengan las mismas dudas.

Y aun cabe traer a colacion aqui para el establecimien- to de esto varias cosas mas de las antes indicadas por nosotros acerca de los tropos de la suspension del juicio.

Por lo cual, probablemente no sea verdad que la sensi- bilidad sola pueda juzgar los objetos exteriores.

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156 ESBOZOS P I I ~ R ~ N I C O S LIBRO 11 157

57 Asi pues, pasemos en nuestra argumen- b tacion a la hteligencia.

EI criterio Pues bien, quienes en el enjuiciamien- de la

to de las cosas pretenden hacer caso solo de la inteligencia, por lo pronto no po-

dran demostrar que sea aprehensible eso de que existe la inteligencia.

En efecto, ya que Gorgias al decir que nada existe dice tambien que no existe la intel.igencia, mientras que otros declaran que realmente existe, jcomo dilucidaran ellos esa divergencia? Pues ni lo haran con la inteligencia, ya que darian por asumido lo que esta, bajo examen, ni con ningu- na otra cosa, pues en virtud de la hipotesis aqui subyacen- te ellos afirman que no existe nada mas con lo que enjui- ciar las cosas.

En consecuencia, lo de si existe o no la inteligencia sera una cuestion indecidible e inapirehensible; de donde resulta que en el juicio de las cosas no debe seguirse solo a la inteligencia, al no aprehenderse en absoluto.

5s Pero dese por aprehendida la inteligencia y dese por admitido el que, por hipotesis, existe. Digo que aun asi ella no puede juzgar las cosas.

En efecto, si ni a si misma se ve ella con claridad, sino que discrepa sobre su esencia y sobre la forma de su origen y sobre el sitio en el que esta., jcomo podria aprehender con claridad algo de las 0tra.s cosas?

59 Pero ni siquiera aunque se conceda que la inteligencia es capaz de juzgar las cosas (encontraremos c6mo juzgar de acuerdo con ella.

En efecto, habiendo mucha^ diferencia en eso de la inte- ligencia -pues una es la inteligencia de Gorgias, segun la cual el afirma que nada existe, y otra la de Heraclito, se- gun la cual el dice que todo existe, y otra la de quienes

dicen que unas cosas existen y otras no-, no podremos enjuiciar esa diferencia de inteligencia ni podremos decir que a tal tipo de inteligencia si conviene hacerle caso y a tal otro no. Pues si dando la razon a una parte de 60 la disputa nos atrevemos a juzgar con alguna de esas inteli- gencias, daremos por asumido lo que se esta investigando. Y si lo hacemos con algo distinto, negaremos que las cosas deban juzgarse solo con la inteligencia.

Por lo demas, a partir de lo dicho acerca del criterio 61

denominado •ápor quien•â, podremos demostrar que tam- poco podemos hallar una inteligencia mas aguda que las otras; y que aun si hallaramos una inteligencia mas 'aguda que las inteligencias que han sido y son, no debe asentirse a ella, pues no es claro si a su vez habra en un futuro otra mas aguda que ella; y que aun si supusieramos una 62

inteligencia mas aguda que la cual nunca surgira ninguna, aun asi no asentiremos al que con ella juzga, pues teme- mos que al presentarnos una argumentacion falsa pueda, al estar dotado de tal agudeza de ingenio, convencernos de que es verdadera.

Asi pues, tampoco hay que juzgar las cosas solo con la inteligencia.

C Queda estudiar si con ambas facultades. 63 El criterio

de la Lo cual a su vez es imposible, pues los inteligencia sentidos no solo no guian a la inteligen-

y los cia hacia la aprehension sino que mas bien junios

la estorban. Sin duda, por ejemplo, fue por lo de que la miel a

unos les parece amarga y a otros dulce por lo que Demo- crito dijo que no es ni dulce ni amarga y Heraclito que es ambas cosas. Y el mismo argumento vale para los de- mas sentidos y cosas sensibles.

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De esa forma, siempre que! la inteligencia parte de los sentidos se ve forzada a declarar cosas diferentes y contra- puestas. Y eso es impropio de un criterio de aprehension.

Y ademas hay que decir esto: 64 O juzgan las cosas con todos los sentidos y las inte-

ligencias de todos o con algunos. Pero si uno dice que con todos, pretendera lo imposi-

ble al aparecer tal oposicion eintre los sentidos y las inteli- gencias. Y por otra parte, su ;argumento se hundira desde el momento en que es afirmacion de la inteligencia de Gor- gias que no hay que hacer caso ni de la sensibilidad ni de la inteligencia.

Y si con algunos, jcomo se dilucidara, no teniendo un criterio admitido con el que enjuiciar los distintos sentidos e inteligencias, que a tales sentidos e inteligencias si hay que hacerles caso y a tales otros no?

6s Y si dijeran que los senticlos e inteligencias los enjui- cian con los sentidos y la inteligencia para asi juzgar con algunos de ellos si y con otros no, entonces estarian dando por asumido lo que se esta investigando, pues estamos in- vestigando lo de si uno puede enjuiciar con ellos.

66 Despues debe decirse tambien esto: O bien los sentidos y las inteligencias los enjuician ellos

con los sentidos, o bien los sentidos y las inteligencias con la inteligencia, o bien los sentidos con los sentidos y las inteligencias con la inteligenciia, o bien los sentidos con la inteligencia y las inteligencias; con los sentidos.

Pues bien, si pretenden en-iuiciar ambas cosas con solo los sentidos o con solo la inteligencia, evidentemente no juzgaran con los sentidos y la inteligencia, sino con una sola de esas cosas; con la que hayan elegido. Y entonces les acompanaran las dificultatdes antes citadas.

67 Y si enjuician los sentidos con los sentidos y las inte-

ligencias con la inteligencia, entonces, dado que los senti- dos contradicen a los sentidos y las inteligencias a las inte- ligencias, daran por asumido lo que se esta investigando cualquiera que sea el sentido en discordia que elijan para la valoracion de los demas sentidos; pues tomaran una parte de la disputa como valida de entrada para el enjuiciamien- to de lo que en igualdad con ella se esta investigando. Y el mismo razonamiento para las inteligencias. 68

Y si enjuician las inteligencias con los sentidos y los sentidos con la inteligencia, aparecera el tropo del circulo vicioso, segun el cual, para que los sentidos sean enjuicia- dos deben haberse enjuiciado previamente las inteligencias y para que las inteligencias sean contrastadas deben haber- se examinado previamente los sentidos.

Asi pues, dado que nuestros instrumentos de juicio no 69

pueden enjuiciarse ni los de la misma especie por los de la misma especie ni ambas especies por una sola especie ni unos por los de la especie contraria, no podremos prefe- rir ni una inteligencia a una inteligencia ni un sentido a un sentido.

Y por ello, no dispondremos de nada con lo que juz- gar; pues si no podemos juzgar con todos los sentidos y todas las inteligencias ni sabemos con cuales hay que juz- gar y con cuales no, entonces no tendremos con que enjui- ciar las cosas.

De forma que, tambien por esto, el criterio •ácon que•â seria una cosa inexistente.

Fijemonos, pues, a continuacion en el criterio de acuer- 70

do al cual afirman que se juzgan las cosas.

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160 ESBOZOS PILRRONICOS LIBRO n 161

Sin duda, lo primero a decir a proposito de el es esto: Que lo de la ((representacion mental•â no solo es una

cosa inaprehensible, sino ademas ininteligible. Dicen, en efecto, que una representacion mental es una

marca en la inteligencia. Pues bien, ya que el alma -y por anadidura la inteligencia- es segun ellos un soplo o una cosa mas tenue que un soplo, entonces nadie podra concebir en ella una marca; ini en forma de relieve como vemos en los cunos ni en forma de la misteriosamente deno- minada ((alteracion)); pues al ser borradas las previas por las alteraciones sucesivas, el alma no mostraria el recuerdo de tantos teoremas como constituyen una ciencia aplicada.

71 Pero aun si se pudiera entender lo que es una represen- tacion mental, aun asi seria una cosa inaprehensible. En efecto, puesto que es un estado de la inteligencia y la inte- ligencia -como ya mostrarno's- no se aprehende, tampo- co aprehenderemos su estado.

72 En segundo lugar, ni aun concediendo que la represen- tacion mental se aprehenda, se pueden juzgar las cosas de acuerdo con ella.

En efecto, la inteligencia -segun afirman ellos- no incide por si misma en las cosias externas ni se las represen- ta por si misma, sino por medio de los sentidos; pero los sentidos no aprehenden los objetos exteriores; solo si aca- so sus propias sensaciones; asil pues, tambien la representa- cion mental sera representacion de las sensaciones de los sentidos; lo cual no coincide con el objeto exterior, pues no es lo mismo la miel que el hecho de saberme dulce; ni el ajenjo, que el hecho de amargar; por el contrario, son cosas distintas.

73 Pero si la sensacion en cuestion difiere del objeto exterior, la representacion mental no sera representacion del objeto exterior, sino de otra cosa distinta de el.

Asi pues, si la inteligencia juzga de acuerdo a esa repre- sentacion, juzga erroneamente y no de acuerdo a la Reali- dad. Por lo cual es absurdo decir que la Realidad exterior se juzga de acuerdo a la representacion mental.

Y tampoao es posible arguir eso de que el alma si 74 aprehende a travds de los sentidos los objetos exteriores, debido a que las sensaciones de los sentidos son semejantes a los objetos exteriores.

En efecto, jcomo sabra la inteligencia si las sensacio- nes de los sentidos son semejantes a las cosas sensibles, cuando ni ella se relaciona con lo exterior ni los sentidos le muestran -como razone en los tropos de la suspension del juicio- la naturaleza de esas cosas, sino sus propias sensaciones?

Pues lo mismo que uno que no conoce a Socrates y 75 ve una imagen suya no sabe si esa imagen es semejante a Socrates, de la misma forma la inteligencia, al contem- plar las sensaciones de los sentidos sin observar lo exterior, tampoco sabra si las sensaciones de los sentidos son seme- jantes a los objetos exteriores.

En consecuencia, no podra enjuiciar esas cosas de acuer- do a su representacion mental, ni siquiera en lo del pareci- do con las sensaciones.

Pero por condescendencia, admitamos incluso -ademas 76

de que se entiende y se aprehende- que la representacion mental es adecuada para que las cosas se juzguen de acuer- do con ella; !aunque el razonamiento haya hecho ver mas bien todo lo contrario!

Pues bien, o creeremos en cualquier representacion men- tal y enjuiciaremos de acuerdo a ella o solo en algunas.

Pero si creemos en cualquiera, es claro que tambien creeremos en la representacion mental de Jeniades, de acuer- do a la cual el decia que todas las representaciones menta-

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LIBRO 11 163

les son indignas de credito; y el argumento quedara con- vertido en que ninguna representacion mental es tal que puedan juzgarse las cosas de acuerdo a ella.

77 Y si solo en algunas, jcomo decidiremos que en tales representaciones conviene creer y en tales otras no creer? Pues si se decide sin una representacion mental, concede- ran que la representacion huelga para juzgar, ya que esta- ran diciendo que algunas cosas pueden juzgarse sin ella; y si con una representacion, jcomo aceptaran esa repre- sentacion que cogen para el enjuiciamiento de las demas representaciones?

78 Ciertamente, les hara falta de nuevo una representacion para el enjuiciamiento de la otra representacion y otra pa- ra el enjuiciamiento de esa y asi hasta el infinito. Pero enjuiciar infinitas cosas es irniposible. Por consiguiente, es imposible hallar de que representaciones hay que servirse como criterio y de cuales no.

Asi pues, ya que, incluso concediendo que hay que juz- gar las cosas de acuerdo con las representaciones mentales, el razonamiento naufraga en cualquiera de ambos casos -tanto en el de darles credito a todas como en el de darles credito a unas en cuanto criterios y no darselo a otras-: se deduce que no hay que tornar las representaciones men- tales como criterios para el enjuiciamiento de las cosas.

79 Y contra el criterio de acuerdo al cual se decia que se juzgan las cosas, basta por ahora mencionar eso a modo de resumen.

Es preciso, sin embargo, darse cuenta de que no es nues- tro proposito -pues eso seria dogmatico- dar a entender que el criterio de Verdad sear inexistente. Solo que, como los dogmaticos creen que han establecido de forma convin- cente que existe algun criterio de Verdad, nosotros les he- mos contrapuesto otras razones que tambien parecen con-

vincentes; sin asegurar que sean ni verdaderas ni mas pro- bables que las contrarias, sino concluyendo en la suspen- sion del juicio por la aparente equivalencia de esas razones y las que se dan entre los dogmziticos.

SOBRE LO VERDADERO Y LA VERDAD

De todos modos, incluso si como hipotesis concedemos que haya algun criterio de Verdad, aparecera como una cosa inutil y superflua si observamos que -en la medida de lo que se dice entre los dogmaticos- la Verdad es una cosa inexistente y lo verdadero una sin fundamento. Y lo observamos asi:

Se dice que lo verdadero difiere de la Verdad en tres aspectos: en esencia, estructura y potencia.

En esencia, porque lo verdadero es inmaterial, pues es una apreciacion y el sentido 'O1 (de una proposicion). Y la Verdad es una cosa material, pues es un conocimiento

'O ' La terminologia griega es oxioma •áapreciacion•â (ver 1 189 n. 62) y 16 lekton •ásentido•â (literalm. •álo decible))). Los estoicos insistieron en diferenciar Lenguaje y Pensamiento; en 11 107 hay una alusion a la dis- puta que al respecto sostuvieron con los epicureos; por ello recurrieron al ttrmino axirima para diferenciar el fdgos apophantikos (proposicion enunciativa) de Aristoteles de lo que se piensa o quiere decir con esa proposicion. Para lo que Aristdteles en su Metafisica entendia (y hoy entendemos nosotros) por •áaxioma•â, los estoicos introdujeron el termino •áindemostrable•â (ver 11 156 SS.). Sindnimo de axioma era para los estoi- cos la expresibn td lektdn, que se ha traducido por asentido (de una proposicion)•â siguiendo la terminologla francesa actual; ver DELEUZE, Logica del Sentido, pags. 13 SS.

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1 64 ESBOZOS PI~RRONICOS LIBRO II 165

sistematico, revelador de todo lo verdadero, y el conoci- miento sistematico es un cierto estado de la mente, lo mis- mo que un puiio es un cierto estado de la mano; y la men- te es una cosa material, pues -segun ellos- es aire.

82 En estructura, porque lo verdadero es una cosa aislada; como por ejemplo, •áYo estoy dictando)) 'O2. Mientras que la Verdad se compone del coniocimiento sistematico de mu- chas cosas verdaderas.

83 Y en potencia, porque la 'Verdad se tiene con un cono- cimiento sistematico y lo verdadero no. Por lo cual dicen que la Verdad solo se da en el sabio, mientras que lo ver- dadero puede darse tambien en el necio al ser posible que el necio diga alguna cosa verdadera.

84 ESO dicen los dogmaticos. Nosotros, ateniendonos una vez mas al plan previo de

esta obra, de momento argumientaremos solo contra lo ver- dadero, pues la Verdad -que se dice ser el conjunto del conocimiento de las cosas verdaderas- queda tratada tam- bien junto con eso.

Y a su vez, dado que unais argumentos -aquellos por medio de los cuales hacemos tambalearse el fundamen- to mismo de lo verdadero- son mas generales y otros -aquellos por medio de los cuales mostramos que lo ver- dadero no existe ni en la expresion ni en su sentido ni en el movimiento de la inteligenicia- son particulares: dado

'O2 La expresion griega es egb dialdgomai, que en otros parrafos se usa en los sentidos mas convencional~es de •ádialogar•â, •ádiscutir•â (de don- de deriva •áDialectica•â). En este caso concreto hay que notar que Sexto intenta dar un ejemplo de algo que: evidentemente sea cierto y que en 11 110 repite el ejemplo diciendo que seria falso si 61 se callara. Debemos entender, pues, que este libro sena l;i transcripcion literal de algun curso sobre el escepticismo, dictado por Sexto. En 111 120 vuelve a salir este verbo dial&omai con ese mismo sentido de dictar lecciones)).

esto, consideramos que de momento basta exponer solo los mas generales. En efecto, del mismo modo que socava- da la cimentacion del muro tambien se desmorona toda la superestructura, del mismo modo removida la base de lo verdadero quedan tambien refutadas las sutilezas dog- maticas particulares.

SI HAY ALGO VERDADERO POR NATURALEZA

Pues bien, al haber discusion entre los dogmaticos 8s acerca de lo verdadero, pues unos afirman que hay algo verdadero y otros que no hay nada verdadero, no es posi- ble enjuiciar esa discusion; porque a causa de esa discu- sion, el que diga que hay algo verdadero no sera creido si dice eso sin demostracion; y si pretende aportar una de- mostracion, entonces:

Si conviniera en que es falsa seria indigno de credito. Y si dijera que la demostracion es verdadera caera en

un circulo vicioso. dem mas, se necesitara una demostra- cion de que ella es verdadera y otra de esta y asi hasta el infinito; pero es imposible.demostrar infinitas cosas; por consiguiente, tambien es imposible saber si existe algo verdadero.

Y claramente, el •áalgo•â -eso que dicen que es lo mas 86 generico de todo- o es verdadero o falso, o ni verdadero ni falso, o a la vez falso y verdadero.

Ahora bien, si dicen que es falso, estaran de acuerdo en que todo es falso. Pues de la misma forma que por sei el animal un ser animado tambien son seres animados todos los animales en particular: de la misma forma, si

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166 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 11 167

lo mas generico de todo -el •áalgo•â- es falso, tambien seran falsas todas las cosas en particular y nada sera ver- dadero. De lo que se sigue que nada es falso; pues tambien sera falso eso mismo de que ((todo es falso•â o de que •áal- go es falso•â, que estan incluidos en lo de •átodo•â.

Y si el •áalgo)) es verdadero, todo sera verdadero. De lo cual se sigue a su vez que nada es verdadero, si realmen- te tambien ese algo real -y hablo de lo de •ánada es verda- dero•â- es verdadero.

87 Y si el •áalgo•â es a la vez falso y verdadero, cada una de las cosas en particular sera a la vez falsa y verdade- ra. De lo que se sigue que nada es verdadero por naturale- za; pues lo que tiene como naturaleza esa de ser verdade- ro, de ningun modo podria ser falso.

Y si el •áalgo•â no es ni falso ni verdadero, resulta que todas las cosas en particular --que se dicen no ser ni falsas ni verdaderas- no seran tampoco verdaderas.

Y por ello sera, pues, oscuro para nosotros lo de si existe lo verdadero.

8s Ademas de eso, o las cosas verdaderas son solo cosas manifiestas, o solo cosas no manifiestas, o unas cosas ver- daderas son no manifiestas y otras son manifiestas. Pero nada de eso es verdadero, como vamos a probar. Luego nada es verdadero.

Desde luego, si las cosas verdaderas son solo cosas ma- nifiestas, una de dos: o bien diran que todas las cosas ma- nifiestas son verdaderas o bien que algunas.

Pero si dicen que todas se les hunde el argumento, pues para algunos es manifiesto que nada es verdadero.

Y si algunas, nadie puede decir sin un criterio que tales cosas son verdaderas y tales otras falsas; y al precisar de un criterio, una de dos: o dice que ese criterio es una cosa manifiesta o que es una no manifiesta. Pero de ningun

modo dira que es una cosa no manifiesta, pues ahora solo se suponen verdaderas las manifiestas. Y si dice que es 89 una manifiesta, entonces: puesto que se investiga que co- sas manifiestas son verdaderas y cuales falsas, tambien esa cosa manifiesta que se toma para el enjuiciamiento de las cosas manifiestas necesitara a su vez de otro criterio mani- fiesto y este de otro y asi hasta el infinito. Pero es imposi- ble enjuiciar infinitas cosas; en consecuencia, es imposible captar si las cosas verdaderas son todas cosas manifiestas.

Analogamente, tampoco el que dice que solo las cosas 90 no manifiestas son verdaderas dira que todas ellas son ver- daderas. !Pues no va a decir que tambien es verdad lo de que las estrellas son en numero par ni que en realidad son en numero impar!

Y si dice que algunas, jcon que juzgaremos que tales cosas no manifiestas son verdaderas y tales otras falsas? En efecto, no sera con una manifiesta. Y si es con una ,no manifiesta, entonces: dado que estamos investigando que cosas no manifiestas son verdaderas y cuales falsas, esa cosa no manifiesta exigira otra cosa no manifiesta que la enjuicie y esta otra y asi hasta el infinito.

Por lo cual, las cosas verdaderas tampoco son solo cosas no manifiestas.

Queda analizar si unas cosas verdaderas son manifies- 91

tas y otras son no manifiestas. Pero tambien eso es im- posible. En efecto, o son verdaderas todas las cosas mani- fiestas y todas las no manifiestas o (solo lo son) algunas manifiestas y algunas no manifiestas.

Ahora bien, si lo son todas, una vez mas se les hundira el argumento al concederse que es verdadero tambien eso de que •ánada es verdad•â. Ademas, se estara llamando ver- dadero tanto a lo de que las estrellas son en numero par como a lo de que en realidad son en numero impar.

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LIBRO 11 169

92 Y si solo algunas cosas manifiestas y algunas no mani- fiestas son verdaderas, jcomo enjuiciaremos que tales co- sas manifiestas son verdaderas y tales otras falsas? En efec- to, si con una cosa manifiesta, el razonamiento se pierde en una recurrencia ad infinitum. Y si con una no manifies- ta, entonces, puesto que tambien lo no manifiesto precisa de valoracion, jcon que se juzgara, (preguntaremos) una vez mas, esa cosa no manifiesta?; pues si con una mani- fiesta, aparecerh el tropo del c:irculo vicioso, y si con una no manifiesta, el perderse en u:na recurrencia ad infinitum.

93 Y de forma parecida se h(a de razonar con las cosas no manifiestas. En efecto, el que pretende enjuiciarlas con algo no manifiesto cae en una recurrencia ad infinitum. Y el que lo hace con una manifiesta, una de dos: o lo hace recurriendo una y otra 'vez hasta el infinito a una manifiesta *o cambiando a lo no manifiesto, incurriendo en un circulo vicioso.

En consecuencia, es falso decir que unas cosas verdade- ras son manifiestas y otras no manifiestas.

94 Pues bien, si no son verdaderas ni las cosas manifiestas solas ni las no manifiestas solas ni tampoco algunas mani- fiestas y algunas no manifiestas, entonces nada es verdadero.

Pero si nada es verdadero y se supone que el criterio se usa para el enjuiciamiento de lo verdadero, ese criterio es inutil y superfluo. Incluso sil por condescendencia acep- tamos que posee algun fundamento.

Y si realmente hay que maintener en suspenso el juicio sobre si hay alguna cosa verdardera, lo que se concluye es que se precipitan quienes dicen que •ála Dialectica es la cien- cia de lo falso, lo verdadero y lo que no es ni lo uno ni lo otro•â 'O3.

'O' DI~GENES LAERCIO, VI1 62, atribuye esa definicibn a Posidonio de Apamea, un estoico eclCctico maestro de Cicerdn.

Y una vez que el criterio de Verdad se ha demostrado 95

incierto, tampoco por afiadidura sera posible pronunciarse tajantemente sobre las cosas que, en la medida de lo que se dice entre los dogmaticos, parecen ser manifiestas. Ni tampoco sobre las no manifiestas; pues -dado que los dog- maticos consideran que estas las aprehenden a partir de las manifiestas- si sobre las llamadas manifiestas nos es preciso mantener en suspenso el juicio, jcomo nos atreve- riamos a pronunciarnos sobre las no manifiestas?

Pero a mayor abundamiento nos enfrentaremos ademas 96

con las cosas no manifiestas de una forma especifica. Y como parece que esas cosas se aprehenden y confirman por medio de un signo o por medio de una demostracion, haremos ver brevemente que tambien sobre el signo y so- bre la demostracion conviene mantener en suspenso el juicio.

Y comenzaremos por el signo, pues la demostracion pa- rece ser -por su genero- un signo.

X

SOBRE EL SIGNO

Pues bien, segun los dogmaticos, unas cosas son mani- 97

fiestas y otras no manifiestas; y de las no manifiestas, unas son ((irremisiblemente no manifiestas•â, otras ((ocasional- mente no manifiestas)) y otras ((naturalmente no manifies- tas)).

Y dicen que son manifiestas las cosas que nos vienen al conocimiento por si mismas, como es por ejemplo lo de •áes de dia•â.

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170 ESBOZOS PIRRONICOS LIBRO 11 171

E irremisiblemente no manifiestas las que no estan he- chas para ofrecerse a nuestra comprension, como eso de si las estrellas son en numero par.

98 Y ocasionalmente no manifiestas las que, pese a tener una naturaleza manifiesta, ocasionalmeiite no resultan ma- nifiestas por ciertas circunstancias externas; como lo es aho- ra para mi la ciudad de los atenienses:

Y naturalmente no manifiiestas las que no tienen como naturaleza caer bajo nuestra percepcion directa; como los poros, perceptibles solo con la inteligencia. Estos, en efec- to, no se hacen manifiestos ]por si mismos; y si de hecho se perciben, se admitira que se perciben a partir de otras cosas, como por ejemplo el sudor u otra cosa analoga.

99 Ellos, desde luego. afirman que las cosas manifiestas no precisan de ningun signo, pues se captan por si mismas. Y tampoco las irremisiblemeinte no manifiestas, en cuanto que son cosas que por principio no se captan nunca. Mien- tras que las ocasionalmente no manifiestas y las natural- mente no manifiestas si se c,aptan a traves de signos; no, desde luego, por los mismos, sino las ocasionalmente no manifiestas a traves de los e:vocativos y las naturalmente no manifiestas a traves de los indicativos.

ioo Asi pues, unos signos soln -segun ellos- evocativos y otros indicativos.

Y llaman signo evocativo al que, por haber sido obser- vado con claridad junto con lo significado, nos lleva -al ofrecersenos cuando eso no esta presente -al recuerdo de lo que con 61 fue observado y ahora no se nos ofrece expli- citamente. Como ocurre con el caso del humo y el fuego.

ioi Signo indicativo -como ellos dicen- es el que, pese a no haber sido observado explicitamente junto con lo sig- nificado, sin embargo, por su peculiar naturaleza y consti- tucion denota aquello de lo que el es signo. Tal y como

son signos del alma los movimientos corporales. De ahi que este tipo de signo lo definan asi: •áSigno indicativo es toda apreciacidn que, en una implicacion valida, forma el antecedente y es reveladora del consecuente)).

Pues bien, siendo doble -como acabamos de decir- 102

la division de los signos, nosotros no argumentaremos con- tra cualquier signo; sino solo contra el indicativo tal y co- mo aparece definido por los dogmaticos. El evocativo, en efecto, esta avalado por la vida, puesto que al ver alguien humo se acuerda del fuego y al contemplar una cicatriz dice haber habido una herida.

Asi, no solo no nos enfrentamos a la vida, sino que incluso luchamos a su favor al asentir sin dogmatismos a lo que por ella esta avalado y oponernos a lo inventado por su cuenta y riesgo por los dogmaticos.

Sin duda era conveniente, en efecto, dejar dicho esto 103

para clarificacion de lo que estamos investigando. Pasemos acto seguido a su refutacion; sin pretender en

absoluto demostrar que el signo indicativo es una cosa ine- xistente, sino haciendo ver la aparente equivalencia de los argumentos que se aducen a favor de su existencia y de su no existencia.

SI EXISTE ALGUN SIGNO INDICATIVO

Pues bien, el signo -en la medida de 104

a lo Que sobre el se dice entre los dogma- Definiciones ticos- es una cosa ininteligible.

relativas al tema De entrada, por ejemplo, al querer es-

tablecer el concepto de signo, aquellos que con mas detalle parecen haberse detenido en ello -los estoicos- dicen que: •áSigno es toda apreciacion que, en

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una implicacion valida, forma el antecedente y es revela- dora del consecuente•â.

Y dicen que •á'la apreciacidn es el sentido (de una pro- posicion), completo y expresable por si mismo•â.

Y que una implicacion valida es la que no concluye en una cosa falsa, partiendo de una verdadera.

los La implicacion, en efecto, o parte de una cosa ver- dadera y concluye en una verdadera; por ejemplo, •áSi es de dia, hay luz•â. O parte de una falsa y concluye en una falsa; por ejemplo, •áSi la Tierra vuela, la Tierra es alada•â. O parte de una verdadera y concluye en una falsa; por ejemplo, •áSi la Tierra existe, la Tierra vuelan. O parte de una falsa y concluye en una verdadera; por ejemplo, •áSi la Tierra vuela, la Tierra existe•â.

De ellas, solo la que parte de una cosa verdadera y concluye en una falsa dicen que es no valida; y las demas, validas.

106 Y llaman antecedente a 10 que, en una implicacion que parte de una cosa verdadera y concluye en una verdadera, la encabeza.

Y es reveladora del consecuente porque, por ejemplo en la implicacion •áSi ella tiene leche, ha parido•â, lo de •áella tiene leche•â parece que: es lo que revela que ella ha parido.

I 07 Eso dicen ellos. b Y nosotros decimos que en primer lu-

L>Udas gar no esta claro si existe algun sentido sobre la realidad

de esas cosas (en una proposicion). En efecto, puesto que entre los dog-

maticos los epicureos dicen '" que no existe ningun senti- do y los estoicos que existe, entonces: cuando los estoicos

LIBRO 11 173

dicen que existe algun sentido, o bien se valen de su afir- macion escueta o ademas de una demostracion.

Pero si se valen s61o de su afirmacion, los epicureos les opondran la afirmacion que dice que no existe ningun sentido.

Y si adoptan una demostracion, al componerse esta de sentidos -puesto que la demostracion esta hecha de apre- ciaciones o sentidos- no podra tomarse como aval de que existe el sentido (en una proposicion); pues jcomo va a conceder que existe un conjunto de sentidos el que no ad- mite que exista el sentido? Evidentemente, pretendera que 10s se justifique lo investigado con lo investigado quien intente establecer que existe algun sentido a partir de la existencia de un conjunto de sentidos.

Ahora bien, si no es posible establecer ni sin mas ni con una demostracion que existe algun sentido (en las pro- posiciones), no estara claro si existe algun sentido.

Y analogamente, tampoco lo estara el que exista la apre- ciacion, pues la apreciacion es el sentido (de una proposi- cion).

Pero ni siquiera concediendo como hipotesis que existe 109

el sentido aparece la apreciacion como algo real, al estar constituida por sentidos que no coexisten los unos con los otros. Asi por ejemplo, en lo de •áSi es de dia, hay luz•â, cuando digo lo de •áes de dia•â no existe lo de •áhay luz•â y cuando digo lo de •áhay luz•â ya no existe lo de •áes de dia•â.

Ahora bien, si es imposible que exista lo que se compo- ne de varias cosas, cuando las propias partes no coexisten entre si, y si las partes de que se compone la apreciacion no coexisten entre si: entonces no existe la apreciacion.

Pero incluso en el caso de que pasaramos por alto i io

eso, la implicacion valida apareceria como algo inaprehen- sible.

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174 ESBOZOS PIRRONICOS LIBRO 11 175

En efecto, Filon dice que una implicacion valida es •ála que no concluye en una cosa falsa, partiendo de una ver- dadera)). Por ejemplo -dado que es de dia y que estoy dictando- la de •áSi es de dia, yo estoy dictando)).

Pero Diodoro dice •ála que ni podria ni puede concluir en una cosa falsa, partiendo de una verdadera)). Segun lo cual, la implicacion antes citada parece ser falsa; pues -dado que es de dia- si yo me callara 'O5, esa implica- cion concluiria en una cosa falsa partiendo de una verda-

1 1 1 dera. En cambio, seria verdiadera esta: •áSi los elementos de los seres no son indivisibles, los elementos de los seres son indivisibles~. En efecto, aunque parte de una cosa fal- sa -•álos elementos de los seres no son indivisibles•â- ter- mina en todo caso en una, segun el, verdadera: •álos ele- mentos de los seres son indivisiblesn.

Y los que introducen la coherencia, dicen que una im- plicacion es valida cuando d a negacion de lo que en ella esta como consecuente, se (contrapone tambien a lo que en ella esta como antecedente)). Y segun estos, las implica- ciones citadas no son validas 'O6, mientras que es verdade- ra esta: •áSi es de dia, es tie dia)).

112 Y los que juzgan por el sentido implicito, dicen que es verdadera una implicacion cuyo consecuente este inclui- do implicitamente en el antecedente. Segun ellos, sera falsa la de •áSi es de dia, es de di;i•â; e igualmente cualquier im- plicacion que duplique una apreciacion; pues es imposible que algo este ello mismo iimplicito en si mismo 'O7.

' O 5 Ver 11 82 n. 102. 'O6 que no son validas segiun ellos? La definicion que Sexto aca-

ba de mencionar es que •áA implica B•â es valida cuando lo es •áNO B implica NO A•â; lo cual se cumple desde luego en los ejemplos con los que el ilustra los enunciados de Fi16n y Diodoro.

'O7 Varias veces (ver ademas 111 86 y 101) da por supuesto Sexto que

Pues bien, seguramente ese desacuerdo parecera impo- i 1 3

sible de ser resuelto; pues si damos preferencia a una de las citadas posturas, no seremos dignos de credito ni sin demostracion ni con demostracion.

Pues ademas, parece que la demostracion es valida cuan- do su conclusion se sigue de la interseccion 'O8 de sus pre- misas, como el consecuente del antecedente; por ejemplo, asi: la demostracion •áSi es de dia, hay luz; pero efectiva- mente es de dia; luego hay luz•â equivale a la implicacion •áSi siempre-que-es-de-dia-hay-luz---y---es-de-dia entonces hay luz•â. Pero, puesto que se esta investigando sobre co- 114

mo enjuiciamos la dependencia del consecuente respecto del antecedente, aparece el tropo del circulo vicioso; pues para que el juicio sobre la implicacion tenga demostracion es preciso que la conclusion sea consecuencia de las premi- sas de la demostracion, como hemos dicho; y a su vez, para que eso se admita debe haberse enjuiciado ya la im- plicacion y la dependencia. Lo cual es absurdo.

Por lo tanto, lo de la implicacion valida es inaprehen- 11s sible.

es absurdo decir que una cosa este implicita o sea parte de si misma. Pero eso no solo no es absurdo sino que simplifica muchas formulas logicas y matematicas. Y bien se ve que el no admitirlo si que lleva a problemas como no poder dar por valida una implicacion tan trivial co- mo que •ási es de dia, es de dia•â.

'O8 Las operaciones logicas sobre las que los estoicos construyeron lo que hoy llamamos Calculo de Proposiones eran estas cuatro: N E ~ A -

crda •áNO A•â, INTERSECCION •áA Y B•â, DISYUNCION •áA O B•â (en el sentido del •áaut•â latino: una y solo una) e IMPLICACI~N •áA implica BD. Hoy se sustituye la disyuncion por la union •áA o B•â en el sentido del •ável•â latino: al menos una. A los axiomas para regular el uso de estas opera- ciones los denominaron los Cinco lndemostrables, que aparecen en 11 156 SS. El sentido de este parrafo del libro es que cualquier razonamiento •áA; B; luego C•â es equivalente a la implicacion •á(A y B) implica C•â.

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LIBRO 11 177

Pero tambien es dudoso lo del antecedente. En efecto, el antecedente les -segun dicen- lo que en-

cabeza una implicacibn que parte de una cosa verdadera 116 y concluye en una verdadera. Pero si es el signo revelador

del consecuente, una de dos: o el consecuente es manifies- to o no manifiesto.

Ahora bien, si es manifiesto no precisara ya del revela- dor, sino que sera captado junto con el y no sera •ásu signi- ficado)); por lo cual, tampoco aquel sera signo de este.

Y si es no manifiesto, entonces, puesto que sobre las cosas no manifiestas se ha discutido sin posible acuerdo cuales de ellas son verdaderas y cuales falsas y en general si hay alguna de ellas verdadlera, no estara claro si la im- plicacion concluye en algo v~erdadero. De lo que se sigue que tampoco estara claro si 110 que la encabeza es un ante- cedente.

117 Pero incluso en el caso tie que dejemos de lado eso, no puede ser revelador del consecuente; al menos, si es que lo significado se da en relacion con el signo y por ello se capta a la vez que til.

En efecto, las cosas correlativas se captan conjuntamente la una con la otra. Y asi como •ála derecha)), en cuanto •áderecha de la izquierda)), no puede captarse antes que •ála izquierda•â ni viceversa y analogamente en las demas cosas correlativas: asi tampolco sera posible que el signo, en cuanto correlativo de lo significado, se aprehenda antes que lo significado.

11s Pero si el signo no se ca.pta antes que lo significado, tampoco puede ser realmente el revelador de eso que se capta a la vez que el y no despues que el.

Asi pues, el signo es una cosa ininteligible, incluso segun lo que se dice entre la imayoria de los que no opinan asi.

Dicen, en efecto, que es correlativo y revelador de lo significado, con respecto a lo cual es signo. De ahi que si 119

realmente es correlativo -y correlativo de lo significado- deba captarse forzosamente junto con lo significado; de la misma forma que •ála izquierda•â se capta junto con •ála derecha)) y lo de •áarriba•â junto con lo de •áabajo•â y lo mismo las demas cosas correlativas. Ahora bien, si es reve- lador de lo significado, debe ser captado forzosamente an- tes que ello para que conocido previamente nos lleve al concepto de la cosa que se conoce a partir de el. Pero 120

es imposible entender una cosa que no puede conocerse antes que aquello previamente a lo cual tiene necesidad de ser captada. Por consiguiente, es imposible entender una cosa si es correlativa y reveladora de aquello en relacion a lo cual se entiende.

Pero afirman que el signo es correlativo y revelador de lo significado; por consiguiente, es imposible entender lo de signo.

Ademas de esas cosas, tambien debe 121 C

Argumentaciones decirse esto: penericas Entre nuestros predecesores hubo des- -

contra acuerdo, diciendo unos que existe algun el signo signo indicativo y afirmando otros que

no existe ningun signo indicativo. Asi pues, el que dice que existe algun signo indicativo,

o habla porque si y sin demostracion valiendose de una afirmacion pelada ' O 9 o lo hace con demostracion.

Pero si se vale solo de la afirmacion, sera indigno de credito.

Y si pretendiera hacer una demostracion, daria por asu- mido lo que se investiga.

' O 9 Traducci6n literal de psilzi phasei.

179. - 12

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LIBRO 11 179

122 En efecto, puesto que l,a demostracion es -por su genero- un signo, entonces: al dudarse de si existe o no existe algun signo, habra tambien duda de si existe o no la demostracion; lo mismo que al plantearse -por un suponer- si existe algun animal se plantea tambien lo de si existe algun hombre, pues el hombre es un animal. Pero es absurdo demostrar lo qule se cuestiona por medio de lo que igualmente esta en cu~estion o por medio de si mis- mo; por consiguiente, tampoco podra nadie asegurar con demostracion que el signo cxiste.

123 Y si uno no esta capacitado ni sin mas ni con demos- tracion para pronunciarse con certeza sobre el signo, resulta imposible establecer una afirmacidn aprehensiva so- bre el.

Pero si el signo no se aprehende con precision. tampo- co se dira que es significativo de algo !cuando ni el mismo esta libre de discusion! Y por ello, ni siquiera sera signo. De ahi que, tambien segun este razonamiento, el signo sera una cosa inexistente e ininteligible.

124 NO obstante, aun debe decirse esto otro. O los signos son solo cosas manifiestas, o solo cosas

no manifiestas, o unos signos son cosas manifiestas y otros cosas no manifiestas. Pero nada de eso es valido. Por con- siguiente, no existe el signa

Pues bien, que no todos los signos son cosas no mani- fiestas se hace patente a partir de esto: como dicen los dogmaticos, lo no manifiesto no se manifiesta por si mis- mo, sino que se ofrece a traves de alguna otra cosa; asi pues, tambien el signo, si fuera una cosa no manifiesta necesitaria de algun otro signo, que tambien seria una cosa no manifiesta, puesto que segun la hipotesis elegida nin- gun signo es una cosa manifiesta y necesitaria de otro y asi hasta el infinito; pero es imposible abarcar infinitos

signos; luego es imposible aprehender el signo en el caso de ser algo no manifiesto.

Y por ello, tambien sera una cosa inexistente, al no poder significar nada ni ser un signo por eso mismo de que no se aprehende.

Y si todos los signos son cosas manifiestas, entonces: 125

Dado que el signo es tambien una cosa correlativa, y correlativa de lo significado, y dado que las cosas correla- tivas se aprehenden conjuntamente la una con la otra: las que se dicen ser las cosas significadas seran cosas manifies- tas ya que se aprehenden junto con cosas manifiestas. En efecto, del mismo modo que por ofrecerse conjuntamente la derecha y la izquierda no se dice con preferencia que la derecha se hace patente gracias a la izquierda ni la iz- quierda gracias a la derecha: del mismo modo, al aprehen- derse conjuntamente el signo y lo significado no debe tam- poco decirse con preferencia que se manifiesta el signo o que se manifiesta lo significado.

Pero si lo significado es una cosa manifiesta, ni siquie- 126

ra sera lo significado al no estar necesitado de su signifi- cante ni de lo revelador. Entonces, lo mismo que no existe la izquierda suprimida la derecha, de la misma forma tam- poco puede haber signo suprimido lo significado. De for- ma que, si efectivamente dke alguien que todos los signos son cosas manifiestas, el s i h o aparecera como algo inexis- tente.

Queda estudiar si unos signos son cosas manifiestas 127

y otros son cosas no manifiestas. Pero tambien en este caso se mantienen las dificul-

tades. En efecto, segun hemos dicho, las cosas que se digan

ser significados de signos manifiestos seran manifiestas; y al no estar necesitadas de significante, tampoco seran en

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LIBRO II 181

un sentido pleno cosas significadas; por lo que tampoco aquellos seran ni signos ni significantes.

128 Y en cuanto a los signos no manifiestos, que precisan de cosas que los revelen a ellos mismos:

Si se dice que estan significados por cosas no manifies- tas, resultaran inaprehensibles por caer el razonamiento en una recurrencia ad infinitum, y por ello resultaran inexis- tentes, como hemos dicho.

Y si estan significados po:r cosas manifiestas, tambien ellos, al aprehenderse conjuntamente con las cosas mani- fiestas signos de ellos, seran cosas manifiestas y por lo tan- to tambien inexistentes, pues es imposible que haya una cosa que sea a la vez no manifiesta por naturaleza y mani- fiesta, y los signos sobre los que versa el argumento, ha- biendose supuesto no manifiestos, con el giro dado al ra- zonamiento aparecieron com~o manifiestos.

129 Asi pues, si ni todos los signos son cosas manifiestas ni todos cosas no manifiestas, ni unos signos son cosas manifiestas y otros son cosa,s no manifiestas, y si fuera de eso no hay nada, como ellos mismos afirman, entonces los llamados signos son cosais 'inexistentes.

130 Bastara, desde luego, con que se citen d de momento estas pocas cosas, entre otras

Argumentos muchas, corno muestra de que no existe de que existe ,, ,,,, el signo indicativo.

Y a continuacion, con el fin de resal- tar la identica validez de los razonamientos contrarios, ex- pondremos tambien unas muestras de que si existe algun signo.

Pues bien, o las expresiones que se aducen en contra del signo significan algo o nio significan nada. Y si son carentes de significado, jcomo harian tambalearse la exis-

tencia del signo? Mientras que si significan algo, jexiste un signo!

Aun mas, las argumentaciones contrarias al signo son 131

o demostrativas o no demostrativas. Pero si no son demos- trativas, no demuestran que el signo no existe. Y si son demostrativas, entonces: dado que la demostracion, al ser reveladora de la conclusion es -por su genero- un signo, existira un signo.

De ahi que tambitn se considere un razonamiento de este tipo: si existe algun signo, existe signo. Y si no existe signo, existe signo; pues el que no exista signo se hace ver con una demostracion que ciertamente es un signo. Pero o existe signo o no existe signo. Luego existe signo.

Claro que a ese razonamiento se opone un razona- 132

miento de este tipo: si no existe ningun signo, no existe signo. Y si existe algun signo -lo que los dogmaticos di- cen ser un signo- no existe signo; pues el signo sobre el que trata el razonamiento, que segun su definicion se dice que es correlativo y revelador de lo significado, aparece, segun establecimos, como inexistente. Pero o existe signo 133

o no existe signo. Luego no existe signo. Y en cuanto a (nuestras) expresiones referentes al sig-

no, decidan los propios dogmaticos si significan algo o si no significan nada. Pues si no significan nada, no resulta creible que exista el signo. Y si significan algo, lo significa- do -y ello era lo de que no existe el signo- sera conse- cuencia de ellas; de lo que se sigue, como hicimos notar, que no existe el signo; jcon un giro total del razonamiento!

Pero por lo demas, al aducirse de esa forma argumen- tos plausibles tanto a favor de que existe el signo como de que no existe, no debera decirse con preferencia ni que el signo exista ni que no exista.

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LIBRO 11

XII

SOBRE LA DEMOSTRACI~N

134 A la vista de eso, esta claro desde luego que tampoco la demostracion es un asunto incuestionable. Pues, si so- bre el signo mantenemos el juicio en suspenso, tambien la demostracion es un tipo de signo; y sera forzoso mante- ner el juicio en suspenso tambien sobre la demostracion.

Y en efecto, encontraremos que los argumentos pro- puestos en el caso del signo sirven tambien para ser aplica- dos contra la demostracion, puesto que tambih ella pare- ce ser correlativa y reveladora de la conclusion; de lo que se derivaba casi todo lo dicho por nosotros en contra del signo.

135 Sin embargo, si hay que tratar tambien de forma es- pecifica de la demostracion, expondre concisamente nues- tra argumentacion acerca de ella, despues de intentar con brevedad dejar en claro previamente que dicen que es la demostracion.

Pues bien, segun dicen, •ála demostracion es un razona- miento que, mediante unas premisas admitidas, revela por encadenamiento "O (de unas proposiciones con otras) una inferencia no evidente)).

Y lo que dicen resultara mas claro con esto: Un razonamiento es un sistema de premisas con una

inferencia.

"O •áPor encadenamiento)). La expresi6n griega es kafa synag6gen. En este Libro 11 son frecuentes los tiirminos derivados de synago (reunir) con el sentido de •áenlazar proposiciones de forma logica•â.

Y dicen que sus premisas son las apreciaciones que se 136

toman por convenio para el establecimiento de la inferencia. Y que la inferencia o conclusion es la apreciacion que

se establece a partir de las premisas. Por ejemplo, en el razonamiento •áSi es de dia, hay luz;

pero es de dia; luego hay luz•â, la conclusion es •áluego hay luz•â y lo restante son las premisas.

Y de los razonamientos, unos estan bien encadenados 137

y otros mal encadenados. Estan bien encadenados, cuando es correcta la implica-

cion que parte de la interseccion de las premisas del razo- namiento y termina en la conclusion del mismo.

Esta bien encadenado, por ejemplo, el razonamiento citado; pues lo de •áhay luz•â se sigue de la interseccion de sus premisas -•áes-de-dia---y---hay-luz-si-es-de-dia•â en esta implicacion: •áSi es-de-dia---y---hay-luz-si-es-de-dia, hay luz•â.

Y estan mal encadenados los que no son asi. Y de los bien encadenados, unos son verdaderos y otros 138

no verdaderos. Verdaderos, cuando no solo es correcta -como hemos

dicho- la implicacion construida a partir de lo que se in- fiere y de la interseccion de las premisas, sino que ademas sean realmente verdaderas la conclusion y la apreciacidn dada por la interseccion de sus premisas, que constituye el antecedente de la implicacion. Y una apreciacion dada por una interseccion es verdadera cuando tiene verdaderas todas las apreciaciones de que se compone; como la de •áes-de-dia---y---hay-luz-si-es-de-dia•â.

Y no verdaderos, los que no son asi. En efecto, un 139

razonamiento del tipo •áSi es de noche, hay oscuridad; pe- ro ahora es de noche; luego hay oscuridad)) si esta bien encadenado, puesto que es correcta la implicacion •áSi

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LIBRO II 185

es-de-noche---y---hay-oscuridad.-si-es-de-noche, hay oscuri- dad•â. Sin embargo, no es verdadero; pues la apreciacion dada por la interseccion que hiace de antecedente -lo de •áes-de-noche---y---hay-oscurida.d-si-es-de-noche- es una falsedad, al tener en si la falsedad •áes-de-noche)); es en efecto una falsedad toda apreciacion dada por una inter- seccion que contenga en si alguna falsedad.

De ahi que digan tambien qlue verdadero es un razona- miento que encadena bien una conclusion verdadera a par- tir de unas premisas verdaderas.

140 Y a su vez, de los razoniamientos verdaderos, unos son demostrativos y otros no demostrativos.

Y son demostrativos los que conducen por medio de cosas evidentes a algo no evidente. Y no son demostrativos los que no son asi.

Por ejemplo, el razonamiento del tipo •áSi es de dia, hay luz; pero es de dia; luego h'ay luz)) no es demostrativo; pues el que haya luz -que es su conclusion- es una cosa evidente. Sin embargo, el del tipo •áSi a traves de la piel fluyen gotas de sudor, hay en ella poros imperceptibles; pero a traves de la piel fluyen gotas de sudor; luego hay poros imperceptibles)) si es derriostrativo al tener una con- clusion -lo de •áluego hay poros imperceptibles•â- no evi- dente.

141 Y de los razonamientos que conducen a algo no eviden- te, unos nos llevan por las premisas a la conclusion, unica- mente en el sentido de encaminiarnos; otros, en ese sentido y ademas en el de revelarla.

Por ejemplo, lo hacen solo en el sentido de encaminar- nos a ella los que se considera que dependen de la fe o la memoria; como en el siguien.te razonamiento: •áSi algu- no de los dioses te dice que fulano sera rico, fulano sera rico; pero el dios -sellalo, por ejemplo, a Zeus- te dice

que fulano sera rico; luego fulano sera rico)). Aqui, en efecto, asentimos a la conclusion no tanto por la necesidad de las premisas como por dar fe al anuncio del dios.

Pero otros nos conducen a la conclusion no solo en 142

el sentido de encaminarnos a ella, sino tambien en el de revelarla; como en el siguiente: •áSi a traves de la piel flu- yen gotas de sudor, en ella hay poros imperceptibles; pero lo primero; luego lo segundo)). En efecto, el que fluyan las gotas de sudor es revelador de que existen los poros, al estar admitido de antemano que una cosa liquida no puede pasar a traves de un cuerpo compacto.

Asi pues, la demostracion debe ser un razonamiento 143

bien encadenado, verdadero y que tenga una conclusion no evidente que quede revelada por la fuerza de las premi- sas. Y por eso se dice que •ála demostracion es un razona- miento que, mediante unas premisas admitidas, revela por encadenamiento (de unas proposiciones con otras) una in- ferencia no evidente)).

En esos terminos, pues, suelen exponer el concepto de demostracion.

Pero a partir de eso mismo que dicen es posible darse 144

cuenta de que la demostracion es inexistente, refutando ca- da uno de los detalles de esa definicion.

De hecho, por ejemplo, el razonamiento se compone de apreciaciones. Pero los compuestos no pueden existir si las cosas de que estan hechos no coexisten unas con otras; como es evidente en el caso de una cama y de cosas simila-

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186 ESBOZOS PLRR~NICOS LIBRO 11 187

res. Y las partes del razonamiento no coexisten unas con otras, pues cuando decimos la primera premisa todavia no existen ni la otra premisa ni ba conclusion, y cuando afir- mamos la segunda ya no existe la primera y aun no existe la conclusion, y cuando enunciamos la conclusion ya no subsisten sus premisas.

En consecuencia, las parties del razonamiento no co- existen unas con otras. De ahi que se piense que el razona- miento ni siquiera existe.

14s Y aparte de eso, es incomprensible lo O del razonamiento bien encadenado.

Sobre la nOcidn En efecto, si este se distingue por la de •árazonamiento bien encadenado,, interdependencia de las distintas partes de

la implicacidm y si por lo que hace a la implicacion esa interdependencia esta sujeta a una discu- sion irresoluble y es ademas iincomprensible, como vimos en el tema del signo: entonces, tambien sera incomprensi- ble lo del razonamiento bien encadenado.

146 LOS propios dogmaticos afirman que el razonamiento resulta mal encadenado o por incoherencia o por omision o por haberse planteado seguin uno de los esquemas inco- rrectos o por redundancia.

Por incoherencia, por ejemplo, cuando las premisas no tengan dependencia ni entre si ni con la conclusion; como uno de este estilo: •áSi es de dia, hay luz; pero en la plaza se vende trigo; luego Dion pasean.

147 Y por redundancia, cuanido alguna premisa aparece como sobrante para el buen encadenamiento del razona- miento; por ejemplo, •áSi es de dia, hay luz; pero es de dia y Dion pasea; luego hay luz•â.

Y por haberse planteado en uno de los esquemas inco- rrectos, cuando el esquema del razonamiento no esta bien

encadenado. Por ejemplo -mientras que, segun dicen ellos, si son logicamente correctos estos: •áSi es de dia, hay luz; pero es de dia; luego hay luz•â; •áSi es de dia, hay luz; pero no hay luz; luego no es de dia•â- esta mal encadena- do este razonamiento: •áSi es de dia, hay luz; pero hay luz; luego es de dia•â.

En efecto, puesto que la implicacion indica que, al 148 darse su antecedente, se da tambien el consecuente, entonces:

Una vez admitido el antecedente tambien se infiere de modo natural el consecuente. Y negado el consecuente tam- biCn se niega el antecedente, pues si se diera el antecedente tambien se daria el consecuente.

Pero aceptado de antemano el consecuente, no nece- sariamente se pone siempre el antecedente; pues la im- plicacion no aseguraba que el antecedente siguiera al consecuente, sino solo que el consecuente seguia al ante- cedente.

Por eso, pues, se dice que es logicamente correcto el 149 razonamiento que concluye en el consecuente a partir de la implicacion y del antecedente y el que conduce a lo con- trario del antecedente a partir de la implicacion y de lo contrario del consecuente.

Pero esta mal encadenado el que, como el citado, con- duce al antecedente a partir de la implicacion y del conse- cuente; por aquello de que aun siendo verdaderas sus pre- misas conduce a una falsedad siempre que uno hable de noche a la luz de una lampara; pues entonces es verdadera la implicacion •ási es de dia, hay luz•â y tambien la premisa menor •ápero hay luz•â; sin embargo, es falsa la conclusion •áluego es de dia•â.

Y es incorrecto por omision un razonamiento en el 150 que se omite algo de lo requerido para el buen encadena-

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LIBRO 11 189

miento de la conclusion. Por ejemplo -mientras que, a su parecer, es correcto este razonamiento: •áLa riqueza es o buena o mala o indiferente; pero no es ni mala ni indife- rente; luego es buena•â- es erigafloso por omision este ra- zonamiento: •áLa riqueza es o buena o mala; pero no es mala; luego es buena•â.

i s i Asi pues, si hiciera ver que de acuerdo con ellos no puede apreciarse ninguna diferencia entre razonamientos bien encadenados y mal encadenados, habre hecho ver que lo del razonamiento bien encadenado es incomprensible. De forma que las sutilezas aportadas por ellos con la Dia- lectica serian superfluas.

Y lo hago ver asi. 152 Se decia que el razonamiento mal encadenado por

incoherencia se caracteriza porque sus premisas no tienen dependencia ni entre si ni con la conclusion.

Pues bien, dado que el coinocimiento de esa dependen- cia debe estar precedido por el juicio sobre la implicacion y que, como antes argumenta.mos, la implicacion es inen- juiciable: entonces, tambien lo sera el razonamiento mal encadenado por incoherencia.

153 En efecto, el que dice que cierto razonamiento esta mal encadenado por incoherencia, una de dos:

Si solo aduce su afirmacih, tendra para contradecirle la afirmacion contraria a la citada.

Y si la demuestra con un razonamiento, oira que con vistas a despues demostrar qu~e son incoherentes las premi- sas del razonamiento que se diice ser incoherente, es preci- so que previamente ese razonamiento este bien encadena- do. Y no sabremos si es demalstrativo, al no disponer para la implicacion de un juicio indiscutido con el que discernir si la conclusion es consecuencia de la interseccion de las premisas del razonamiento.

Y segun eso, pues, no podremos distinguir entre razo- namientos bien encadenados y el que se dice ser incorrecto por incoherencia.

Y lo mismo argumentaremos contra el que dice que 154

determinado razonamiento es incorrecto por haberse plan- teado dentro de un esquema enganoso.

En efecto, el que establece que cierto esquema es inco- rrecto, no dispondra de ningun razonamiento admitido mediante el cual pueda concluir en eso que afirma.

Y con eso, implicitamente habremos contradicho tarn- 155

bien a los que pretenden hacer ver que existen razonamien- tos mal encadenados por omision.

En efecto, si es indiscernible el razonamiento perfecto y completo, tampoco estara claro el que omite algo.

Y aun mas, quien por medio de un razonamiento pre- tende hacer ver que determinado razonamiento esta falto de algo no podra decir contrastada y rectamente que esta falto de algo, porque no dispone para la implicacion de un criterio aceptado con el que poder enjuiciar la depen- dencia entre las distintas partes del razonamiento por el aludido.

Pero tambikn el que se dice .ser incorrecto por redun- 156

dancia es indiscernible de los demostrativos. En cuanto a redundancia "', en efecto, incluso los ce-

lebrados indemostrables de los estoicos apareceran como mal encadenados; suprimidos los cuales, se viene abajo to- da la Dialectica, pues ellos son los que se dice que no nece- sitan demostracion para su consistencia y que son en reali-

"' Las argumentaciones de SEXTO en 11 159 SS. para probar la redun- dancia de los Indemostrables son banales. Ademas conviene recordar que la redundancia no quita validez logica a un razonamiento; simplemente lo hace menos elegante; por ejemplo, el razonamiento de 11 147 es redun- dante, pero si prueba que hay luz. Ver 11 113, n. 108.

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190 ESBOZOS PIIIR~NICOS LIBRO 11

dad los demostrativos de si Iios demas razonamientos se encadenan bien.

Y resultara claro que son redundantes, una vez que ex- pongamos esos indemostrables y justifiquemos entonces lo que decimos.

157 Sueiian con muchos indemostrables; pero basicamente exponen estos cinco, a los que parecen reducirse todos los demas:

El primero, el que a partir (de la implicacion y del ante- cedente, concluye en el consecuente. Por ejemplo, •áSi es de dia, hay luz; pero es de dia; luego hay luz•â.

El segundo, el que a partir de la implicacion y de lo opuesto al consecuente, concluye en lo opuesto al antece- dente. Por ejemplo, •áSi es de dia, hay luz; pero no hay luz; luego no es de dia•â.

iss El tercero, el que a partir de la negacibn de la inter- seccion y a partir de una de las apreciaciones de la inter- seccion, concluye en lo opuesto a la otra. Por ejemplo, •áNo es verdad que sea de dia y sea de noche; pero es de dia; luego no es de noche•â.

El cuarto, el que a partir de la disyuncibn y de una de las (apreciaciones) en disyuintiva, concluye en lo opues- to a la otra. Por ejemplo, •áo es de dia o es de noche; pero es de dia; luego no (de noche•â.

El quinto, el que a de la disyuncion y de lo opues- to a una de las (apreciaciones) en disyuntiva, concluye en la otra. Por ejemplo, •áo es de dia o es de noche; pero no es de noche; luego es de dia•â.

159 Esos son, pues, los celebrados indemostrables. Y a mi me parece que todos ellos estiin mal encadenados por re- dundancia.

De hecho, por lo pronto, para comenzar por el prime- ro: o se esta de acuerdo en qye en la implicacion •ási es

de dia, hay luz•â lo de •áhay luz•â es consecuencia de su antecedente •áes de dia•â o no esta claro.

Pero si no esta claro, no concederemos la implicacion como algo incuestionable.

Y si esta claro que al darse lo de •áes de dia•â se da tambien lo de •áhay luz•â, entonces al decir nosotros que es de dia se concluye que tambien hay luz. Con lo que basta el razonamiento del estilo •áEs de dia; luego hay luz•â. Y sobra la implicacibn •ási es de dia, hay luz)).

Y analogamente procederemos tambien en el segundo 160

indemostrable; pues el antecedente o puede darse sin que se de el consecuente o no puede.

Pero si puede, no sera correcta la implicacion. Y si no puede, entonces a la vez que se pone lo de

•áno se da el consecuente)) tambien se pone lo de •áno se da el antecedente)). Y de nuevo sobra la implicacion, pro- duciendose una formulacion de este estilo: •áNo hay luz; luego no es de dia•â.

Y el mismo razonamiento tambien en el tercer inde- 161

mostrable. En efecto, o esta claro que las apreciaciones de la inter-

seccion no pueden coexistir una con otra o no esta claro. Pero si no esta claro, no concederemos la negacion de

la interseccibn. Y si esta claro, a la vez que se pone una de las dos

se niega la otra. Y sobra la negacion de la interseccion; argumentando nosotros asi: •áEs de dia; luego no es de noche•â.

Y cosas parecidas decimos tambien en el caso del 162

cuarto y quinto indemostrables; pues o esta claro que en la disyuncion una apreciacion es verdadera y la otra falsa con total enfrentamiento como proclama la disyuncion o no esta claro.

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192 ESBOZOS PIRRONICOS LIBRO 11 193

Pero si no esta claro no concederemos la disyuncion. Y si esta claro, puesta una de ellas es evidente que no

se da la otra y negada una es evidente que se da la otra. De suerte que basta argumentar asi: •áEs de dia; luego no es de noche)); •áNo es de dia, luego es de noche•â. Y sobra la disyuncion.

163 Y tambien sobre los denominados Silogismos (del Cal- culo) de Predicados "* -de: los que se valen mas los peripateticos- es posible decir cosas parecidas.

De hecho, en -por ejemplo- este razonamiento: •áLo justo es bello; lo bello es bueno; luego lo justo es bueno)), una de dos: o se acepta y estii claro que lo bello es bueno o se discute y no esta claro.

Pero si no esta claro, no se admitira la formulacion de ese razonamiento y por ello el silogismo no estara bien encadenado.

Y si esta claro que todo lo que sea bello eso mismo sera tambien bueno en cualquier caso, entonces: a la vez que se dice que esa cierta cosa es bella se deduce simulta- neamente que tambien es buena. De forma que basta una formulacion como esta: •áLo justo es bello; luego lo justo es bueno)). Y sobra la otra premisa, en la que se decia que lo bello es bueno.

164 Y analogamente tambien, en el razonamiento del estilo •áSocrates es hombre; todo hombre es animal; luego Socra- tes es animal•â.

Si no esta claro de entrada que tambien es animal todo ser que sea justamente hombre, no se admitira la premisa mayor; y tampoco la admitiremos en la formulacion de ese silogismo.

112 Lo que hoy llamamos Calculo de Predicados es la parte de la Logica que regula el uso de los Cuaritificadores: el para todo y el existe. Es la parte en que se centro Aristoteles en sus Analiticos.

Y si de que uno sea hombre se sigue que tambien es 1 6 s

por esencia animal -y por ello, la premisa •átodo hombre es animal)) es verdadera sin discusidn- entonces, a la vez que se dice que Socrates es hombre se deduce tambien que es animal. De forma que basta una formulacion asi: •áSo- crates es hombre; luego Sbcrates es animal)). Y sobra la premisa •átodo hombre es animal)).

Y para no extendernos de momento, tambien en las 166

demas formas de razonamientos del Calculo de Predicados es posible servirse de metodos parecidos.

Por lo demas, puesto que esos razonamientos en los que los dialecticos ponen la base de los silogismos son re- dundante~, toda la Dialectica se viene abajo en cuanto a redundancia al no poder nosotros distinguir los razona- mientos redundantes y, por ello, mal encadenados de los pretendidos silogismos bien encadenados.

Y si a algunos no les satisface que haya razonamientos 167

con una sola premisa, jno van a ser ellos mas dignos de credito que Antipatro, que no rechazaba tampoco los ra- zonamientos de ese estilo!

Por todo eso, pues, el denominado entre los dialecticos ((razonamiento bien encadenado)) es indiscernible.

b Pero tambien el razonamiento verda- Sobre

dem, dero es irreconocible; ademas de por lo requisitos ya dicho, porque forzosamente debe con- de Una cluir en algo verdadero.

demostracion En efecto, la conclusion de la que se

dice que es verdadera, una de dos: o es una cosa manifies- ta o una no manifiesta.

Y una manifiesta, imposible; pues al ofrecerse por 168

si misma y ser no menos manifiesta que sus premisas, no necesitaria ser revelada por las premisas.

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LIBRO 11 195

Y si es no manifiesta, entonces: puesto que sobre las cosas no manifiestas se discute -como ya hicimos notar- sin acuerdo y resultan por ello inaprehensibles, la conclu- sion de ese razonamiento que se dice ser verdadero sera tambien inaprehensible. Y si (esta es inaprehensible, no sa- bremos si el encadenamiento es verdadero o falso.

Desconoceremos, pues, si el razonamiento es verdadero o falso. Y el razonamiento verdadero sera irreconocible.

169 Y aun en el caso de que pasemos por alto eso, es irreconocible el que encadenai una cosa no manifiesta con cosas manifiestas.

En efecto, si la conclusi6n sigue a la interseccion de sus premisas y lo que sigue y les consecuencia es correlativo -correlativo justamente del antecedente-, y si las cosas correlativas se aprehenden la una con la otra segun proba- mos: entonces, si la conclusion es no manifiesta tambien seran no manifiestas las premisas, y si las premisas son manifiestas tambien sera manifiesta la conclusion, en cuanto que se aprehende junto con ellas que son ma- nifiestas.

De forma que una cosa rio manifiesta no se encadena con cosas manifiestas.

170 Y por lo mismo, tampoco la conclusion se hace patente por las premisas; ni cuando e s no manifiesta y no se apre- hende ni cuando es manifiesta y no esta necesitada de nada que la revele.

Pues bien, si se dice que •ála demostracion es un razo- namiento que de forma bien encadenada -o sea, un razo- namiento bien encadenado- revela mediante unas premi- sas admitidas una conclusit5n no evidente)) y nosotros hemos hecho notar que ni existe razonamiento alguno, ni esta bien encadenado, ni es verdadero, ni encadena una cosa no manifiesta con cosa,s manifiestas, ni es revelador

de la conclusion: entonces es claro que la demostracion es inexistente.

Tambien con este otro planteamien- 171

c to '13, hallaremos inexistente e incluso Otros argumentos

contra la ininteligible la demostracion. demostracidn El que, en efecto, dice que existe de-

mostracion, una de dos: o establece la demostracion en general o una concreta. Pero como hare- mos notar, no es posible establecer ni la demostracion en general ni una concreta, y fuera de ellas no es posible ima- ginar ninguna otra cosa. Luego nadie puede establecer la demostracion como existente.

Pues bien, la demostracion en general es inexistente 172

por esto: Una de dos, o tiene unas determinadas premisas y una

determinada conclusion o no las tiene. Pero si no las tiene, tampoco es una demostracion. Y si tiene unas determina- das premisas y una determinada conclusion, entonces: da- do que todo -tanto lo demostrado como lo que lo de- muestra- existe en concreto, sera una demostracion concreta.

Por consiguiente, no existe ninguna demostracion en general.

Pero tampoco una concreta; pues o llaman demostra- 173

cion al conjunto de las premisas y la conclusion o solo al conjunto de las premisas. Y como hare notar, ninguna de ambas cosas es una demostracion. Por lo tanto, no existe ninguna demostracion concreta. .

' 1 3 •áPlanteamiento•â. El termino es epibole (accion de echar algo en- cima de algo). Solo vuelve a salir en 111 68. Las otras versiones dan • á h e of attackn y •ácriticism•â, •áintento•â y •ám&odo•â y ~considerazione~.

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LIBRO 11 197

174 Desde luego, el conjunto de las premisas y la conclusion no es una demostracion.

En primer lugar, porque al tener una parte no mani- fiesta -que es la conclusion-- seria una cosa no manifies- ta. Lo cual es absurdo; pues si la demostracion es no ma- nifiesta, mas bien que ser ella demostrativa de otras cosas necesitara de algo que la de:muestre.

17s Y en segundo lugar, dado que afirman que la demos- tracion es una cosa correlativa -correlativa justamente de la conclusion- y que las coisas correlativas se entienden, segun dicen ellos mismos, en relacion a •álo otro•â: enton- ces lo demostrado debe ser otra cosa que la demostracion. Asi pues, si lo demostrado es la conclusion, no se entende- ra la demostracibn como un todo con la conclusion.

Pues ademas, o la conclusion interviene en algo en su propia demostracion o no. Pero si interviene, sera revela- dora de si misma. Y si no interviene, sino que sobra, tam- poco sera parte de la demostracion, porque diriamos que esta es incorrecta por redundancia.

176 Pero la demostracion tampoco podria ser solo el con- junto de las premisas. En efecto, mantendria que el enunciado de la forma •ási es de dia, hay luz; pero es de dia•â es un razonamiento o que satisface plenamente a la inteligencia? Por consiguilpte, tampoco es una demos- tracion el conjunto de las'premisas solo.

Y en consecuencia, tampoco la demostracion concreta tiene existencia real.

Pero si en realidad no existen ni la demostracion con- creta ni la de en general y fuera de ellas no es posible imaginar ninguna demostracion: entonces la demostracion es inexistente.

177 Aun es posible hacer notar lo irreal de la demostra- cion a partir de esto:

Si efectivamente existe una demostracion, entonces: o es una cosa manifiesta reveladora de una manifiesta, o una no manifiesta de una no manifiesta, o una no manifiesta de una manifiesta, o una manifiesta de una no manifiesta. Pero en ninguno de esos casos puede entenderse como re- veladora. Luego es ininteligible.

En efecto, si es una cosa manifiesta reveladora de una 178

manifiesta, lo revelado sera a la vez manifiesto y no mani- fiesto. Manifiesto porque tal se supuso que era. Y no ma- nifiesto, porque necesita de eso que lo revela y no se nos ofrece por si mismo con claridad.

Y si es una no manifiesta reveladora de una no mani- fiesta, entonces ella misma necesitara de lo que pueda re- velarla y no sera reveladora de otras cosas; lo cual se apar- ta de la idea de demostracion.

Y por lo mismo, tampoco puede ser una demostracion 179

no manifiesta de algo manifiesto. Pero tampoco una manifiesta de algo no manifiesto.

En efecto, puesto que es relativa a algo y las cosas correla- tivas se aprehenden conjuntamente la una con la otra, entoilces lo que se aprehende junto con esa demostracion manifiesta -lo que se dice que se demuestra- sera mani- fiesto. De forma que el razonamiento se vuelve del reves y deja de aparecer como manifiesta la propia argumenta- cion demostrativa de lo no manifiesto.

Asi pues, si la demostracion no es ni una demostracion manifiesta de algo manifiesto, ni una no manifiesta de al- go no manifiesto, ni una no manifiesta de algo manifiesto, ni una manifiesta de algo no manifiesto, y si fuera de eso ellos mismos dicen que no hay nada: entonces hay que de- cir que la demostracion no es nada.

Ademas de eso, hay que decir esto otro: 180

Sobre la demostracion ha habido desacuerdo.

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LIBRO 11 199

En efecto, unos dicen que ni siquiera existe; como los que afirman que no existe nada en absoluto. Otros que si existe; como la mayoria de los dogmdticos. Y nosotros decimos que lo mismo existe! que no existe.

181 Y por otra parte, la demostracion forzosamente tiene que ver con una opinion dogmatica. Pero sobre cualquier opinion dogmatica ha habidal desacuerdo. De forma que es necesario que sobre cualquier demostracion haya des- acuerdo; pues es claro que --si cuando se admite por un razonamiento la demostracion de que el vacio existe, se admite tambien lo de que el vacio existe- quienes dispu- tan sobre si existe el vacio, disputan tambien sobre la de- mostracion de eso. Y la misma argumentacion valdria para los demas dogmas de los que hay demostraciones.

Asi pues, cualquier demostracion es objeto de discu- sion y esta en disputa.

182 Pues bien, dado que en virtud del desacuerdo sobre ella la demostracion es una cosa no manifiesta, pues las cosas en discusion son no manifiestas por cuanto que se discuten: entonces no es evidlente por si misma, sino que debe ser establecida por nosotros a partir de otra demos- tracion. Ahora bien, tampoco la demostracion con la que se establece la demostracion sera ni admitida ni evidente, pues ahora estamos cuestionando de forma total si existe la demostracion; y al discutirse y no ser manifiesta, necesi- tara de otra demostracion y esta de otra y asi hasta el infi- nito. Pero es imposible demostrar infinitas cosas. Luego es imposible establecer si existe la demostracion.

183 Pero tampoco puede ser puesta de manifiesto por me- dio de un signo.

En efecto, estando en cuestion lo de si existe el signo y necesitando la demostracioin -en lo de su existencia- de un signo, aparece el tropo del circulo vicioso, porque

la demostracion precisa de un signo y a su vez el signo de una demostracion; lo cual es absurdo.

Y por eso tampoco es posible enjuiciar el desacuerdo que hay en torno a la demostracion, puesto que su enjui- ciamiento requiere un criterio. Pero habiendo discusion - como hicimos ver- sobre lo de si existe el criterio y nece- sitando por ello el criterio de una demostracion que mues- tre que existe algun criterio, una vez mas aparece el tropo sin salida del circulo vicioso.

Asi pues, si ni con una demostracion ni con un signo 184

ni con un criterio es posible hacer ver que existe la demos- tracion y ella no es manifiesta por si misma, como estable- cimos: entonces sera inaprehensible lo de si existe la demostracion.

Y por ello, la demostracion sera ademas una cosa ficti- cia; pues se concibe en cuanto que demuestra, pero si no se aprehende no podra demostrar nada, por lo que tampo- co sera una demostracion.

Bastara ciertamente con que se hayan 1 8 s d

Sobre expuesto esquematicamente esas cosas en

la paradoja contra tambih de la demostracion. arguida por Pero los dogmaticos, con el fin de esta-

los dogmaticos blecer lo contrario, alegan que una de dos: o los argumentos que se proponen contra la demostracion son demostrativos, o no demostrativos. Y si no son de- mostrativos no pueden demostrar que no existe la demos- tracion; mientras que si son demostrativos, ellos mismos volviendo del reves el argumento implican la realidad de la demostracion.

De ahi que planteen semejante razonamiento: •áSi existe 186

la demostracion, existe la demostracion; si no existe la de- mostracion, existe la demostracion; pero o existe la de-

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LIBRO 11 20 1

mostracion o no existe la demostracion; luego existe la demostracion)).

Y desde el mismo supuesto, platean tambien este razo- namiento: •áLo que se sigue de los opuestos es no s61o ver- dadero sino incluso necesario; pero esas cosas -existe la demostracion / no existe la demostracion- se oponen la una a la otra y de cada una de ellas se sigue lo de que existe la demostracion; luego existe la demostracion)).

187 ES posible, desde luego, argumentar contra eso. De hecho, por ejemplo, dadlo que nosotros no creemos

que exista ningun razonamiento demostrativo, tampoco afir- mamos de ningun modo que los razonamientos contra la demostracion sean demostrativos; sino que nos parecen pro- bables. Y los probables no son necesariamente demostrati- vos.

Pero si, como consecuencia, resultan ademas demostra- tivos -lo que nosotros no aseguramos- tambien seran forzosamente verdaderos. Pero razonamientos verdaderos son los que encadenan bien unta cosa verdadera con cosas verdaderas. Asi pues, su conclusion sera verdadera. Pero ella seria precisamente •áluego no existe la demostracion•â. En consecuencia, por inversion de su mismo argumento, se da lo de que no existe la ~demostracion.

188 Y ademas, los razonamieintos -lo mismo que los medicamentos para las purgaciones se expulsan a si mis- mos junto con las sustancias qiue se hallan en el cuerpo- pueden tambien ellos aplicarse a si mismos a la vez que a los demas razonamientos qiue se dicen ser demostra- tivos.

Eso, en efecto, no es extrailo; puesto que incluso la propia expresion •ánada es verdadero)) no solo refuta cada una de las otras, sino que se vuelve tambien contra si mis- ma a la vez que contra ellas.

Ademas, puede mostrarse que esta mal encadenado ese razonamiento de •áSi existe la demostracion, existe la de- mostracion; si no existe la demostracion, existe la demos- tracion; pero o existe o no existe; luego existe•â. Y podria hacerse con muchas mas impugnaciones; pero de momento puede hacerse de forma cumplida con Csta:

Si es correcta esa implicacion de •ási existe la demostra- 189

cion, existe la demostracion)), entonces lo opuesto a lo que en ella se concluye -esto es, •áno existe la demostracion•â- debe contradecir a lo de •áexiste la demostracion•â que es el antecedente de la implicacion.

Pero segun ellos, es imposible que sea correcta una im- plicacion compuesta por apreciaciones que se contradi- cen l 1 4 ; pues la implicacion expresa que, dado su antece- dente, se da tambien el consecuente; mientras que las cosas que se contradicen indican lo contrario: que dada una cual- quiera de ellas es imposible que se de la otra. Por consi- guiente, si es correcta la implicacion •ási existe demostra- cion, no existe demostracion)), no puede ser correcta esa otra implicacion de •ási no existe demostracion, existe demostracion•â.

Y al reves, al convenir por hipotesis en que es correcta 1x1 la implicacion •ási no existe la demostracion, existe la de- mostracion)), lo de •áexiste iiAdemostracion•â puede coexis- tir con lo de •áno existe la*demostracion•â. Pero si puede coexistir con ello, no lo contradice. Por consiguiente, en la implicacion •ási existe demostracion, existe demostracion•â,

'14 En los aspectos puramente logicos, las criticas de Sexto a los estoi- cos resultan insostenibles. Si ahora se atuviera a la definicion que 151 mis- mo menciona en 11 104. veria que si puede ser valida una implicacion en la que se contradigan el antecedente y el consecuente. Concretamente, siempre que A sea valida. tambien lo serh las implicaciones •áA implica A•â y •áNO A implica A•â. Mucho mas interesantes son sus criticas en el capitulo siguiente.

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LIBRO II 203

lo contrario de lo que en ella hace de consecuente no con- tradice a lo que en ella hace (de antecedente; de forma que nuevamente no sera correcta esta implicacion, una vez pues- ta aquella como correcta por convenio.

191 Y al no contradecir lo de! •áno existe la demostracion)) a lo de •áexiste la demostracion)), tampoco sera correcta la disyuncion •áo existe la demostracion o no existe la de- mostracion)); pues la disyuncion correcta expresa que solo es verdadera una de sus apreciaciones y la restante o restantes, falsa o falsas en contradiccion con ella. O si la disyuncion es correcta, la iniplicacion •ási no existe la de- mostracion, existe la demostracion)) aparece una vez mas como falsa al estar compuesta de cosas que se contradicen.

Asi pues, las premisas del1 citado razonamiento son dis- 192 cordante~ y destructivas las unas de las otras. Por lo cual,

ese razonamiento no es correcto. Pero tampoco pueden hacer ver que de los opuestos

se siga nada, al no disponer -como ya discutimos- de ningun criterio de dependencia.

Sin embargo, eso lo decimos para mayor abundamien- to; pues si los razonamientos a favor de la demostracion son probables -jseanlo, en efecto!- y tambien son pro- bables las impugnaciones expuestas contra la demostracion: entonces tambien sobre la demostracion sera necesario man- tener en suspenso el juicio, diciendo que la demostracion lo mismo existe que no existe.

SOBRE LOS SILOGISMOS

193 Por eso es seguramente superfluo tratar tambien de los celebrados silogismos, cuanido:

Por un lado, han sido ya refutados junto con la exis- tencia de la demostracion, pues es claro que no existiendo ella tampoco tiene cabida ningun razonamiento demostra- tivo.

Y por otro, ya nos hemos pronunciado implicitamente contra ellos en virtud de lo dicho antes por nosotros cuan- do al discutir sobre la redundancia exponiamos un metodo con el que es posible hacer ver que todos los razonamien- tos demostrativos de los estoicos y los peripateticos estan mal encadenados.

Pero a mayor abundamiento, quiza no fuera malo tra- 194

tar de forma especifica de ellos, ya que tanto se vanaglo- rian de los mismos.

Es posible, desde luego, argumentar muchas cosas para hacer notar lo irreal de esos silogismos; sin embargo, para un esbozo basta emplear con ellos el siguiente metodo. No obstante, tambien en esta ocasion afiadire algo de los inde- mostrable~; pues refutados estos, se derrumban tambien todos los demas razonamientos, que tienen en ellos la de- mostracion de que encadenan bien.

Pues bien, la premisa mayor -esa mis- 19s

a ma de •átodo hombre es animal•â- se Contra garantiza por induccion a partir de los los

si,ogismos casos particulares; pues a partir de que Socrates y lo mismo Platon, Dion y cada

uno en particular es tambien animal al ser hombre, parece posible asegurar ademas que todo hombre es animal. De forma que si en uno solo de los casos particulares apare- ciera lo contrario a los demas, no seria correcta la premisa universal.

Asi por ejemplo, aunque la mayoria de los animales mueve la mandibula inferior y solo el cocodrilo mueve la

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superior, no es correcta la premisa •átodo animal mueve la mandibula inferior•â.

196 Asi pues, cuando argumenta.n que •átodo hombre es ani- mal; Socrates es hombre; luego Socrates es animal•â que- riendo concluir a partir de la premisa universal •átodo hom- bre es animal)) en la premisa particular •áluego Socrates es animal•â, !que es precisamente la que segun el principio de induccion garantiza la premiisa universal, como hicimos notar!, incurren en un razonamiento de circulo vicioso; pues justifican la premisa universal por induccion sobre cada una de las particulares a la vez que justifican estas a partir de la universal.

197 Y de forma parecida, incurren tambih en el absurdo del circulo vicioso en un razonamiento como el de ~Socra- tes es hombre; pero ningun hambre es cuadrupedo; luego Socrates no es cuadrupedo)); pretenden, en efecto, garanti- zar la premisa universal •áningun hombre es cuadrupedo•â por induccion sobre los casos particulares y quieren dedu- cir cada una de las particulares de la premisa universal min- gun hombre es cuadrupedo•â.

198 Y de forma parecida deben enfocarse tambien los otros silogismos que se tienen por indemostrables entre los peri- pateticos.

Pero tambi~en los del tipo •ási es de dia, b

Contra Im hay luz•â. indemostr~bles En efecto, segun dicen, es lo de •ási es

del Calculo de dia, hay luz•â lo que concluye en lo de Proposiciones de •áhay luz•â. Pero a su vez, es lo de •áhay

luz•â junto con lo de •áes de <lia•â lo que asegura que •ási es de dia, hay luz•â; pues no se consideraria que la citada implicacion es correcta si previamente no se hubiera obser- vado que lo de •áhay luz•â coeixiste siempre con lo de •áes de dia)).

LIBRO 11 205

Asi pues, si para componer la implicacion •ási es de dia, 199

hay luz•â hay que haber captado antes que, siendo de dia, hay tambien luz de seguro; y si se concluye que siendo de dia hay luz, gracias a esa implicacion: entonces, al ser la implicacion •ási es de dia, hay luz•â la que en el citado indemostrable concluye en la coexistencia del ser de dia y del haber luz, y al ser la coexistencia de las cosas citadas la que asegura la implicacion, tambien en este caso el tro- po sin salida del circulo vicioso destruye el fondo del razonamiento.

Y de forma analoga debe argumentarse tambien en un 200

razonamiento de este estilo: •áSi es de dia, hay luz; pero no hay luz; luego no es de dia•â.

En efecto, habria que considerar que es correcta la im- plicacion •ási es de dia, hay luz•â a partir de que no se ob- serve ningun dia sin luz; lo mismo que se diria que esa implicacion es falsa si de verdad alguna vez -por un suponer- apareciera el dia y no la luz. Sin embargo, por lo que hace al citado indemostrable, uno concluye que al no haber luz no hay dia gracias a la implicacion •ási es de dia, hay luz•â. De forma que cada una de esas cosas necesitaria para su confirmacion que se haya admitido fir- memente la otra a fin de hacerse creible por ella; en la linea del tropo del circulo vicioso.

E igualmente, a partir de que ciertas cosas -por ejem- 201

plo, si tal es el caso, el dia y la noche- no pueden coexis- tir unas con otras, se consideraria que son correctas la ne- gacion de la interseccion •áno es verdad que sea de dia y sea de noche•â y la disyuncion •áo es de dia o es de noche•â. Pero ellos consideran que -cuando razonan •áno es ver- dad que sea de dia y sea de noche; pero es de noche; luego no es de dia•â •áo es de dia o es de noche; pero es de noche; luego no es de dia•â- el que esas cosas no coexistan se

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206 ESBOZOS P U ~ R ~ N I C O S

garantiza por medio de la negacion de la interseccion y por medio de la disyuncion.

202 A partir de eso nosotros argumentamos una vez mas que si para la confirmacion de la disyuncion y la negacion de la interseccion necesitamos haber captado previamente que las apreciaciones involucradas en ellas son incompati- bles, y si esas cosas parecen ser incompatibles gracias a la disyuncion y a la negacion de la interseccion: entonces aparece el tropo del circulo vicioso; no pudiendo nosotros ni dar credito a las citadas premisas sin haber captado lo incompatible de las apreciaciones involucradas en ellas ni tampoco asegurar su incompatibilidad antes del estableci- miento de los silogismos mediante esas premisas.

203 Por lo cual, no teniendo por donde cpmenzar a causa de esa recurrencja circular, diremos que ni el tercero ni el cuarto ni el quinto indemostrables tienen en este aspecto consistencia.

Y por ahora bastar4 con h,aber dicho todas estas cosas sobre los silogismos.

SOBRE LA IPJDUCCI~N

204 Y creo que tambien es facil de descalificar el principio de induccion.

En efecto, cuando con ella pretenden garantizar la uni- versal a partir de las particulaires, o lo haran recorriendo todos los casos particulares o solo algunos.

Pero si solo algunos, la induccion no sera segura al ser posible que algunos de los casos particulares descuida- dos en la induccion contradigan la universal.

LIBRO 11 207

Y si todos, se afanaran en una cosa imposible al ser infinitos e indeterminados los casos particulares.

De modo que asi, en cualquiera de ambos casos resulta -creo yo- que la induccion se tambalea.

XVI

SOBRE LAS DEFINICIONES

Pero sin duda, los dogmaticos se envalentonan tambien 205

con la tecnica de las definiciones, que ellos introducen en la parte de Logica de la denominada Filosofia. !Ea, pues, y digamos unas cosas -pocas, de momento- sobre las definiciones!

Pues bien, aunque los dogmaticos opinan que las defi- niciones sirven para muchas cosas, quizas halles que a gran- des rasgos son dos los capitulas que abarcan toda su -dicen ellos- imprescindible utilidad. En efecto, en todos 206

los casos presentan esas •áimprescindibles•â definiciones o para la aprehension o para la ensenanza. Asi pues, si hace- mos notar que para ninguna de ambas cosas sirven, echa- remos abajo -creo yo- todo el inutil esfuerzo que en torno a ellas se ha realizado entre los dogmaticos.

Desde luego -y sin rodeos- si el que desconoce lo 207

que hay que definir no esta capacitado para definir lo que no le es conocido; y si el que lo conoce y despues lo define no es a partir de la definicion como ha aprehendido lo que hay que definir, sino que ha compuesto la definicion sobre eso que previamente habia aprehendido: entonces la definicion no es necesaria para la aprehension de las cosas.

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LIBRO 11 209

Pues ademas, dado que por la recurrencia ad infinitum no definiremos absolutamente nada si queremos definir to- do; y dado, que si admitimos que algunas cosas se aprehen- den sin definiciones, estamos manifestando que las defini- ciones no son necesarias para la aprehension, en cuyo caso se aprehenderian las cosas no definidas y podriamos apre-

208 hender todo sin las definiciones, entonces: o, por la recu- rrencia ad infinitum, no defiinimos absolutamente nada o estamos manifestando que lais definiciones no son necesa- rias.

Y por eso, tampoco podriamos encontrarlas imprescin- dibles para la enseiianza. Pues asi como el primero que conocio el asunto lo conocid independientemente de cual- quier definicion, de forma p,arecida tambih el que se ins- truye puede ser instruido Mependientemente de cualquier definicion.

209 Aun mas, las definiciones las enjuician a partir de las cosas definidas y dicen que son incorrectas aquellas defini- ciones que contienen algo que no corresponde a esas cosas definidas; a ninguna o a alguna. Por ello precisamente, cuando alguien dice que •áel lhombre es un animal racional, inmortal)) o •áun animal racional, mortal, experto en Gra- matica)), ellos dicen que esa definicion es incorrecta. En un caso porque ningun hombre es inmortal; en el otro por- que hay algunos hombres que no son expertos en Grama- tica.

210 Pero por lo pronto, debido a la infinidad de objetos particulares con los que hay que enjuiciarlas, las definicio- nes son de fijo inenjuiciablles.

En segundo lugar, no serian ellas las que aprehendieran y ensenaran aquello con lo que se enjuician, que, si de verdad es tal, es ya conocido y esta ya aprehendido con claridad.

Y jcomo podria no ser ridiculo decir que las definicio- nes ayudan a la aprehension, ensenanza y total aclaracion, cuando nos acarrean tal confusion?

Asi por ejemplo -y para bromear un poco- si uno, 211

queriendo informarse por alguien de si se le ha cruzado un hombre montando a caballo y llevando tras de si un perro, hiciera la pregunta asi: •áOh animal logico, mortal, dotado para la inteligencia y el saber, jse te cruzo un ani- mal capaz de reirse. de uiias planas, dotado para el saber politico, que asentaba sus gluteos sobre un animal mortal y relinchador, que llevaba tras de si un animal cuadrupedo y ladrador?)), podria no resultar ridiculo, cuando con sus definiciones arroja asi al estupor a un hombre en un asunto tan simple?

Asi pues, hay que decir que en esos aspectos la defini- 212

cion es inutil. Ya se diga, por ejemplo, que es •áun enunciado que,

con un breve recordatorio, nos conduce al concepto de las cosas que se esconden tras las palabras)); como seguramen- te resulta claro -jo no?- de lo dicho poco antes por nosotros.

Ya, que es •áun enunciado que aclara que es el ser (de una cosa))).

Ya, lo que se quiera. !Pues encima, cuando quieren exponer que es la definicion, caen en una discusion inter- minable!; discusion que yo omito ahora por el plan previo de la obra, en cuenta de que parece que ya echa abajo las definiciones cuanto hemos dicho sobre que la defini- cion es inutil '15, y a mi me basta por ahora con que se haya expuesto eso en torno a las definiciones.

'15 La frase •ácuanto hemos dicho sobre que la definicion es inutil)) aparece sblo en la versibn latina T.

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213 Y puesto que algunos de los dogmaticos dicen que la DialCctica es •áuna ciencia sillogistica, inductiva, definito- ria y clasificatoria)) y puesto que tras los apartados sobre el criterio, el signo y la demostracion hemos tratado ya de los silogismos, la inducciori y las definiciones: conclui- mos que no estara fuera de lugar tratar tambien con breve- dad de la clasificacion.

Pues bien, dicen que la clasificacion se produce de cua- tro formas; pues o se clasifican los nombres en significa- dos o el todo en partes o el geinero en especies o la especie en individuos.

Y seguramente es facil llegar a que de ninguna de esas cosas existe una ciencia clasificatoria.

SOBRE LA CLASIFICACI~N DEIL NOMBRE EN SIGNIFICADOS

214 Directamente, pues: Ellos mismos dicen que hay conocimientos cientificos

de •álo que es por naturaleza•â, pero de ningun modo de •álo que es por convencion)). Y con toda razon; pues la

'M Bury y Russo atribuyen esa definicion a Alcinoo, un eclkctico del siglo 11 a. C.; Russo remite a FRAGSTEIN, Die Diairesis bei Aristoteles, Amsterdam, 1967, para el estudio de ella.

ciencia pretende ser una cosa segura e inmutable, mientras que lo convencional esta sujeto a cambios faciles y fre- cuentes al alterarse con los vaivenes de las convenciones, que dependen de nosotros.

Asi pues, dado que por convencion y no por naturaleza los nombres tienen un significado -pues en caso contrario todos, lo mismo helenos que barbaros, entenderian todo lo significado por las palabras; aparte de que, ademas, en nosotros esta el denotar y seiialar las cosas significadas con cualesquiera otros nombres que deseemos-, seria posible que existiera una ciencia clasificatoria del nombre en significados?, como podria la DialCctica ser realmen- te, como creen algunos 11', la ciencia de los significantes y los significados?

XIX

SOBRE EL TODO Y LA PARTE

Sobre el todo y la parte trataremos en lo que se conoce 215

como Estudio de la Realidad. Pero de momento, debe de- cirse lo siguiente acerca de la citada division del todo en sus partes.

Cuando alguien dice que una decena se descompone en unidades o en partes de dos, tres .o cuatro, no es la decena la que se descompone en ellas.

En efecto, en el instante en que se forme la primera parte de ella -por ejemplo, la unidad; en el caso de que, por condescendencia, admitamos ahora eso- ya no sub- siste la decena, sino un conjunto de nueve totalmente dis- tinto ya de la decena.

"' D I O G E ~ LAERCIO, Vida de Zenon, atribuye esa definicidn a Crisipo.

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LIBRO 11 213

216 Asi pues, la extraccion y division de las otras partes no se hacen a partir de la de:cena, sino a partir de otros conjuntos que cambian con cada una de las extracciones.

Seguramente, pues, no es posible dividir el todo en las denominadas partes suyas.

Ademas, en efecto, si el todo se divide en partes, esas partes deben estar incluidas en el todo antes de la divisibn; pero probablemente no estan incluidas.

De hecho, por ejemplo -para situar otra vez el razo- namiento sobre la decena- dicen que el nueve es de segu- ro una parte de la decena, pues esta se descompone en el uno y en el nueve; pero analogamente tambien el ocho, pues se descompone en el dos y en el ocho y lo mismo el siete y el seis y el cinco y el cuatro y el tres y el dos y el uno.

217 Asi pues, si todos ellos estan contenidos en la decena y unidos / sumados con ella resulta el cincuenta y cin- co, entonces el cincuenta y cinco esta contenido en el diez; lo cual es absurdo.

Por consiguiente, ni estan contenidas en la decena las denominadas partes suyas ni la decena puede descompo- nerse en ellas como un todo en sus partes; partes que ni siquiera se observan en el!a plenamente.

21s Y lo mismo se encuentiq tambien en las magnitudes (continuas), cuando -si fueira el caso- alguien quisiera descomponer una magnitud de diez codos 'l9.

I l 8 Hemos mantenido la doble traiduccion de syntithemena: unidos/su- mados, porque en ello recae el equivoco de Sexto. Ciertamente, ningun matematico concederta que unir partes equivalga a sumar sus numeros de elementos, ja menos que esas pa.rtes sean disjuntas! Por ejemplo, si de diez amigos ocho beben y siete fuman, lo unico que se concluye es que hay al menos cinco que beben y fuman, pues 10 = 8 + 7 - S.

'19 Un codo equivalia a 444 cms.

Asi pues, seguramente tampoco es posible descompo- ner el todo en sus partes.

SOBRE LOS GENEROS Y LAS ESPEClES

Queda, pues, la cuestion de los generos y las especies, 219

sobre la que discutiremos mas ampliamente en otros luga- res 120; pero ahora la trataremos de forma concisa.

Si dicen que los generos y las especies son (simplemen- te) •áconceptos•â, los rebatiran las impugnaciones contra la inteligencia y contra la representacion mental.

Y si les conceden una realidad concreta, contesta- ran a esto?: si los generos existen, o son tantos como espe- 220

cies o existe un unico genero comun a todas las que se dicen ser sus especies.

Ahora bien, si los generos son tantos como sus especies ya no habria un genero comun que se descompusiera en ellas.

Y si se dijeraque el genero es uno solo para todas sus especies, entonces cada una de sus especies participa de todo el o de una parte del mismo.

Pero de todo el, de ningun modo; pues es imposible que un unico ser este contenido en un mismo sentido en varias cosas, como para que todo el se observara en cada una de las especies en que se dice que esta.

Y si de una parte: En primer lugar, no acompailara a la especie el genero

entero, como suponen. Y el hombre no sera •áanimal•â, si- no una parte de •áanimal•â; por ejemplo, sera sustancia pe- ro no animada ni sensitiva.

'" Esa discusion no aparece en las obras conservadas.

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214 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 11 215

221 Y en segundo lugar, indudablemente se dirfa o que to- das las especies son participes de una misma parte de su genero o cada una de una ]parte.

Pero de una misma, no es posible por lo ya dicho. Y si cada una de una parte, las especies no seran seme-

jantes entre si en cuanto al ghero; cosa que no se acepta- ra. Ademas, cada genero seria infinito al estar dividido en un numero infinito no sddo de especies, sino tambien de individuos; en los cuales, tambien se da el genero a la vez que sus especies, pues no se dice solo que Dion es •áhom- bre•â, sino tambien •áanimal•â. Pero si eso es absurdo, las especies tampoco son participes de forma parcial de su ge- nero, que es unico.

222 Y si ninguna de las especies es participe ni del genero entero ni de parte de el, jcomo podria decirse que en todas las especies es unico el genero, de forma que ademas se descomponga en ellas? Nadie, desde luego, podria decirlo ya; a menos que invente algunas ficciones que, siguiendo los metodos escepticos, se vendran abajo con las intermi- nables discusiones entre ellos mismos.

223 Y ademas de eso, debe (decirse tambien esto otro. Las especies son tales y tales cosas. Los generos seran

o tales y tales cosas, o tales si y tales no, o ni tales ni tales.

Por ejemplo, puesto que unos •áalgas•â son corporeos y otros incorporeos, unos verdaderos y otros falsos, algu- nos -si fuera el caso- blancos y algunos negros, algunos muy grandes y algunos muy pequeilos y analogamente lo demds: entonces, verbigracia,, el •áalgo•â que algunos dicen que es lo mds generico sera o todas esas cosas o algunas o ninguna.

224 Pero si el •áalgo•â no es ninguna cosa, ni siquiera lo de genero, se acaba la cuestion.

Y si se dijera que es todas, entonces, ademas de ser imposible eso que se dice, cada una de las especies y cada uno de los individuos en los que esta deberan ser todas las cosas.

En efecto, del mismo modo que, por ser el genero •áani- mal•â segun dicen una ((esencia animada y sensitiva)), se dice que tambien cada una de sus especies es una ((esencia animada y sensitiva)): asi tambien si el genero es corporeo e incorporeo, falso y verdadero, negro -si fuera el caso- y blanco, muy pequefio y muy grande y todas las otras cosas, entonces cada una de las especies e individuos sera todas esas cosas; lo cual no se observa.

Tambien, pues, es falso esto. Y si es solo algunas, el genero de esas no sera el genero 225

de las demas. Por ejemplo, no sera el de las incorporeas si ese •áalgo•â es un cuerpo o el de las irracionales si es un animal racional; de forma que ni lo incorpdreo ni lo irracional sera •áalgo•â; y lo mismo en las demas cosas; lo cual es absurdo.

Asi pues, el genero no puede ser ni tal y tal cosa, ni tal si y tal no, ni tal no y tal tampoco. Y si eso es asi, el genero no existe en absoluto.

Y si alguien dijera que el genero es todo en potencia, diremos que lo que es algo en potencia debe serlo tambien en acto; por ejemplo, uno no puede ser experto en Grama- tica si no lo es tambien en acto.

Ademas, si efectivamente el genero es todo en poten- cia, preguntemosles que es en acto; y asi se mantendran las mismas aporias.

En efecto, no puede ser todos los contrarios en acto. Pero tampoco, unos tambien en acto y otros s61o en 226

potencia. Por ejemplo, no puede ser un cuerpo en acto e incorporeo en potencia, pues se es en potencia aquello

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216 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 11 217

que tambien se es capaz de ser realmente en acto y lo que en acto es un cuerpo es imposible que llegue a ser incorpo- reo en acto; de forma que si en acto es -verbigracia- un cuerpo, no puede ser incorporeo en potencia; y vicever- sa. Asi pues, no es posible que el genero sea unas cosas en acto y otras s610 en potencia.

Y si en acto no es absolut,amente nada, tampoco existe en realidad.

Asi pues, lo del genero que dicen que se clasifica en especies no es nada.

227 Y aun es digno de .considerarse esto: Del mismo modo que al ser la misma persona Alejan-

dro y Paris no es posible que sea verdadero lo de •áAlejan- dro pasea•â y falso lo de •áPairis pasea)): del mismo modo, si lo de •áser hombre•â es la misma cosa en Teon y Dion, cuando el atributo •áhombre•â se lleva a la formulacion de una apreciacion hara esa apreciacion o verdadera en am- bos casos o falsa en ambos. Pero eso no es lo que se obser- va; pues si Dion esta sentado y Teon paseando, lo de •áel hombre pasea•â es un enunciado verdadero en el uno y fal- so en el otro.

Por consiguiente, el atributo •áhombre•â no es comun a ambos ni el mismo para los dos, sino, si acaso, especifi- co de cada uno.

XXI

SOBRE LOS ACCIDIENTES COMUNES

228 Y cosas parecidas se argumentan sobre los accidentes comunes (a varios seres).

En efecto, si una unica e identica vista se da como acci- dente en Dion y Teon, entorices si por un suponer Dion

pereciera y Teon sobrevive y sigue viendo: o diran que la vista del desaparecido Dion sigue viva, i10 cual desconcier- ta!, o diran que una misma vista ha perecido y no ha pere- cido al mismo tiempo, i10 cual es absurdo!

Por consiguiente, la vista de Teon no es la misma que la de Dibn, sino si acaso especifica de cada uno.

Y si lo de respirar se da como accidente en Dion y Teon, tampoco es posible que la respiracion exista en Teon y no exista en Dibn; pero eso es posible si el uno esta muerto y el otro sigue vivo; por consiguiente no es la misma.

Pues bien, por el momento bastara con que sobre esas cosas se haya dicho concisamente todo esto.

XXII

SOBRE LOS SOFISMAS

Y seguramente, tampoco estara fuera de lugar detener- 229

se brevemente en el estudio de los sofismas, ya que quienes la ensalzan dicen que la Dialectica es necesaria tambien para la solucion de los mismos; pues si ella -dicen- es lasque diagnostica las argumentaciones verdaderas y las fal- sas y si los sofismas son argumentaciones engafiosas, en- tonces deberia ser tambien-la que los critique, puesto que desvirtuan la verdad con razones en apariencia convincentes.

De ahi que los dialecticos -como para a socorrer a la pobre gente !que estaria

del planteamiento ' dogmo,ico lo a ensenarnos la nocion, las variedades

y hasta las soluciones de los sofismas; di- ciendo que •áun sofisma es un razonamiento verosimil y

12' Hemos forzado la traduccion para resaltar la ironia; seria simple- mente •áque esta preocupada)): salejonti.

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LIBRO II 219

hecho con engaiio para que admita una conclusion o falsa o que se asemeja a una falsa o no manifiesta o inadmisible en cualquier otra forma)).

230 Una falsa, por ejemplo, como sucede en este sofisma: •áNadie da a beber un predicado; pero 'beber ajenjo' es un predicado; luego nadie (da a beber ajenjo)).

Y una semejante a una ,falsa, como en este: •áLo que podia y puede ser Iz2, eso 110 es absurdo; pero lo de 'el medico, en cuanto que es ~nedico, mata' podia y puede ser; luego lo de 'el medico, ien cuanto que es medico, ma- ta' no resulta absurdo)).

231 Y una no manifiesta, as:i: •áNo es verdad que te haya planteado algo antes y que los astros no sean en numero par; pero ya te he planteado algo; luego los astros son en numero par•â.

Y una inadmisible en alguna otra forma, como los ra- zonamientos llamados solecistas Iz3; por ejemplo, •áLo que miras, existe; pero miras a uno que delira; luego existe 'a uno que delira'•â. •áAquello en lo que te fijas, existe; pero te fijas en un flemon; luego existe 'en un flemon')).

12' En las dos premisas, el texto de los manuscritos dice •álo que ni podia ni puede ser•â; ademiis falta la conclusion, aunque eso se subsana con la explicacion de 11 233. En cuanto a las premisas, es evidente que no tiene sentido decir •álo que ni podia ni puede ser, eso no es absurdo)). Con nuestra correccibn. el sofisma residiria en el doble sentido de la palabra •áabsurdo•â: en la primera premisa significaria •áimposible•â y en la conclusion •áchocante•â. La explicacion de Sexto en 11 233 no va por ese lado; pero resulta demasiado trivial y arroja dudas sobre si Sexto entenderia el sofisma original; lo (que explicaria que el texto se hubiera corrompido despues.

Segun ARIST~TELES, Refut. Sof. 3, 3, un razonamiento solecista es el que obliga al que responde ri hablar como un verdadero biirbaro. El termino deriva de Solos, ciudad de Cilicia (Asia Menor), cuyos habi- tantes tenian fama de hablar mal1 el griego.

Y a continuacion, intentan incluso hacer ver sus solu- 232

ciones; diciendo, en el primer sofisma, que se ha acordado una cosa en las premisas y se ha inferido otra. En efecto, se ha acordado lo de •áno beber un predicado)) y que •ábe- ber ajenjo)) es un predicado; no, el propio ajenjo; por ello, debiendo concluirse •áluego nadie bebe el 'beber ajenjo'•â que es verdadero, se infiere ((luego nadie bebe ajenjo)) que es falso al no deducirse de las premisas acordadas.

Y en el segundo, que parece incurrir en algo falso de 233

forma que a los inexpertos les hace dudar de si asentir a el; y sin embargo concluye en algo verdadero: en eso de •áluego lo de 'el medico, en cuanto que es medico, ma- ta' no es absurdo)). Ninguna apreciacion, en efecto, es absurda; y lo de •áel medico, en cuanto que es medico, mata)) es una apreciacion; por lo tanto, tampoco eso es absurdo.

Y dicen que la deduccion del enunciado no manifiesto 234

es del tipo de las que se vuelven del reves 124.

En efecto, como por hipotesis no se ha planteado antes nada, entonces, al ser falsa la interseccion por estar conte- nida en ella la falsedad •áte he planteado algo antes)), resul- ta verdadera la negacion de esa interseccion. Pero despues de que se ha planteado la negacion de la interseccion, volviendose verdadera la premisa menor apero ya te he planteado algo antes)) por plantearse la negacion de la in- terseccion antes que esa premisa, entonces, al haberse vuelto verdadera la falsedad contenida en la interseccion, se vuel- ve falsa la premisa de la negacion de la interseccion. De forma que de ningun modo puede deducirse la conclusion, al no coexistir la negacion de la interseccion con la premisa menor.

'U El tkrmino griego es metapiptontdn: •áque caen del otro lado•â.

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LIBRO 11 22 1

23s Y en cuanto a los del Ultinio tipo, se alega que las argu- mentaciones solecistas se introducen de forma absurda y al margen de los usos (lingiiisticos).

Pues bien, tal es lo que dicen de los b sofismas algunos dialecticos; pues otros

Inutilidad dicen tambien otras cosas. de la Dialtktica

en este tema Y quiza eso pueda hacer cosquillas en los oidos de los mas simples, pero son

cosas superfluas y trabajadas por ellos en vano. Y eso seguramente es posible verlo a partir incluso de

lo ya dicho por nosotros, pues hicimos notar que lo verda- dero y lo falso no pueden aprehenderse siguiendo a los dialecticos; entre otros varios motivos por lo de que las garantias de su capacidad sillogistica se vienen abajo an- te las dificultades que plantean la demostracion y los indemostrables.

236 Sin embargo, para el punto anterior en concreto, es po- sible argumentar otras much.as cosas; aunque por conci- sion solo habra que decir de momento esto:

De todos cuantos sofismas en particular parece poder estudiar la Dialectica, es inutil la solucion. Y ninguno de cuantos es util la solucion pcodria resolverlo el dialectico, sino quienes en cada campo del saber tienen familiaridad con aquello que se esta haciendo.

237 De hecho -para recordar sin mas uno o dos ejemplos- cuando a un medico se le plantea un sofisma tal como

12' Hemos adaptado la traduccih a la construccion de diatrepesthai con acusativo en el sentido de aveniirse abajo ante algo•â. Las otras ver- siones dan: •ápor destruirse los testimonios de su fuerza silogistica, la demostracibn y los argumentos indemostrables•â; •áby the refutation of their evidences for the validity of th,e syllogism, namely proof and axio- matic argumentsn; •áper aver noi rovesciate le testimonianze della loro potenza sillogistica, c id , la dimostrmione e i ragionarnenti indimostrabih

•áEn las enfermedades hay que aprobar en los momentos de remision la dieta variada y el vino; pero en cualquier tipo de enfermedad tiene lugar indefectiblemente una remi- sion antes de los tres primeros dias; luego por lo comun, antes de los tres primeros dias es neccsario adoptar una dieta variada y vino•â, en ese caso, el dialectico nada ten- dria que decir para la solucion de ese argumento, no obs- tante ser util.

Sin embargo, el medico si resolvera ese sofisma, sa- 238

biendo que se habla de remision (de la enfermedad) en un doble sentido: uno, la de la enfermedad en su conjunto, y otro, la tendencia a la mejoria en cada uno de los estan- camientos parciales tras cada agudizacion; y sabiendo que de ordinario antes de los tres primeros dias se produce una remision, en el sentido de un estancamiento parcial, y que la dieta variada no la aprobamos en esa remision parcial sino en la remision de la enfermedad en su conjunto.

A partir de lo cual, dira ademas que las premisas de esa argumentacion son incoherentes, al tomarse una clase de remision -a saber, la de la enfermedad en su conjunto- para la primera premisa y otra -a saber, la parcial- para la segunda.

Y otro ejemplo mas. Cuando, en el caso de alguien que tiene fiebre a causa

de un intenso resfriado ' 26 , se propone un argumento co- mo el de d o s contrarios son el remedio de los contrarios; pero el frio es lo contrario de la fiebre, cuando la hay; luego el frio es el remedio correspondiente para la fiebre, cuando la hay•â: ante eso el dialectico quedara mudo.

126 Traducimos por •áresfriado•â el termino pjknosin; propiamente sig- nifica •ácongestion•â (de pyknos •áespeso•â); hemos supuesto que se refiere a las vias respiratorias. Las otras versiones dan •ácondensacion•â, •ácon- traction or obstruction•â y •áostruzione•â.

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LIBRO 11 223

240 Pero el medico, sabiendo cuales son las dolencias que basicamente se estan tratando 12' y cuales sus sintomas, dira que esa argumentacion va bien no para los sintomas -de hecho, lo que sucede de seguro con la aplicacibn de frio es que la friebre va a m,hs- sino para las dolencias que se estan tratando. Y que lo que se esta tratando es el resfriado, que no requiere como forma de tratamiento el frio, sino lo que ayuda a su cura. Y que lo de la consi- guiente calentura no es lo que basicamente se esta tratan- do. A partir de lo cual dira que no es el frio lo que parece ser su correspondiente contrario.

241 Y de esa forma, el dialdctico no tendra nada que decir en los sofismas utiles que exigen una solucibn. Aunque, eso si, nos plantee razonamientos de este estilo:

•áSi no es verdad que tenigas unos hermosos cuernos y que a la vez tengas cuernos, entonces tienes cuernos; pe- ro no es verdad que tengas unos hermosos cuernos y que a la vez tengas cuernos, luego tienes cuernos)) '28.

12' •áQue se estan tratando•â. El termino es prosechh (lo vecino, lo proximo). Las otras versiones dan •áconstante•â, •ápersistent•â y •ápersistente•â.

12' Tal como esta, el sofisma piarece una simpleza. De nuevo (ver 11 230 n. 122) tendriamos que a Sexto se le escapa un juego de palabras. En griego, al contrario que en latin, existia el vulgarismo •átener cuernos)) cuando a uno le habia sido infiel su mujer; como se ve en ARTEMIDORO, 2, 11. Pero esta claro que Sexto no lo entendia, pues al explicar el sofis- ma en 11 244 dice que •áes evidente q,ue los hombres no tienen cuernos)). Es, pues, probable que alterara la formulacion original del sofisma, de- jandolo sin sentido; podrIa haber sitio algo asi: •áNo es posible que, te- niendo cuernos, los tengas hermosos (pues es una deshonra); pero jtu tienes unos hermosos cuernos!; luego no tienes cuernos•â. Desde luego, el sofisma del •ácornudo•â era famoso, entre los griegos; Dibgenes Laercio se lo atribuye a Diodoro Crono, aunque sin dar el enunciado; ademls, atribuye una variante a Crisipo: •áSi no perdiste algo, lo tienes; es asi que no perdiste los cuernos; luego los tienes)).

•áSi algo se mueve: o se mueve en el sitio en el que 242 esta o en el que no esta. Pero ni en el que esta, pues per- manece; ni en el que no esta, pues jcomo actuaria algo en donde de entrada no esta? Luego nada se mueven l t 9 .

•áO cambia lo que es o lo que no es. Ahora bien, lo 243 que es no cambia, pues es. Pero tampoco cambia lo que no es, pues lo que cambia esta afectado por algo y lo que no es no esta afectado. Luego nada cambian 130.

•áLa nieve es agua congelada; pero el agua es negra; 244 luego la nieve es negra•â 13'.

Y reuniendo algunas bobadas por el estilo, frunce la frente, acude a la Dialectica y con demostraciones logicas pretende muy solemnemente establecer para nosotros que algo cambia, que algo se mueve, que la nieve es blanca y que no tenemos cuernos. Cuando lo cierto es que segura- mente seria suficiente oponerles la evidencia, para quebran- tar la •áfirme•â tesis de esos sofismas con la replica de lo que experimentalmente se observa; replica tan firme como ellos mismos.

Por eso justamente, preguntado cierto filosofo 132 por el argumento en contra del movimiento comenzo a dar vuel- tas sin decir nada.

Asimismo, los hombres corrientes emprenden viajes a pie y por mar y construyen naves y casas y crian niBos despreocupandose de los argumentos en contra del movi- miento y de la genesis.

Y tambien se aduce una graciosa replica de Herofilo 133, 24s el medico.

-

Iz9 SEXTO, Adv. Math. 1 311, se lo atribuye a Diodoro Crono. "O SEXTO, Adv. Math. VI1 71, se lo atribuye a Gorgias. "' Ver 1 33. donde se atribuye a Anaxagoras.

Diogenes Laercio da la anecdota en la vida de Diogenes el Cinico. 13' Sobre Herofilo, ver Introduccion, pAg. 31. La anecdota se refiere

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LIBRO 11

Era este, en efecto, contemporaneo de Diodoro, que, muy ducho en la Dialectica, exponia argumentos sofisticos en contra del movimiento asi como en contra de otras mu- chas cosas.

Pues bien, como Diodoro, habiendose dislocado en una ocasion un hombro, acudiera a Herofilo para ser curado, este se chanceo de el diciendo: •áEl hombro se ha dislocado o estando en el sitio en el que estaba o en el que no estaba; pero ni en el que estaba ni ein el que no estaba; luego no se ha dislocado)); para que el sofista le rogase que dejara de lado los tales argumentos :y le aplicara el oportuno tra- tamiento medico.

246 Y es que basta -creo yo-- con que uno viva de acuer- do con su experiencia y sin dogmatizar, conforme a las observaciones e intuiciones '34 corrientes, manteniendose en suspenso sobre lo que se argumenta desde la sutileza dog- matica y muy lejos de toda utilidad practica.

Supuesto, pues, que la Diailectica no resolveria ninguno de cuantos sofismas podrian resolverse con provecho y que es inutil la solucion de cuantos podria uno conceder que quiza se resolvieran con ella, entonces la Dialectica es inu- til para la resolucion de los sofismas.

a Diodoro Crono, uno de los grandes logicos de la Escuela Megarica, muerto en el 307 a. C.

•áIntuiciones•â. El termino es proi6peu. C I C E R ~ N , TOP. VII 3 1, lo define asi: aquasi naturalem atque insitam in animis nostris notio- nemn. Desempeao un importante papel en la teoria del conocimiento epi- curea ( G m c h CUAL, Epic. 78 SS). ]Las otras versiones dan: ~prenocio- nes•â. •ábeliefs•â y ((prenozioni che sono in no!•â.

Pero incluso partiendo de lo mismo que c se dice entre los dialecticos, incluso asi

Comprobacion Hdialectica), podria uno hacer ver de forma concisa

de que en esto que sus francamente artificiosos razona- huelga mientos sobre los sofismas son inutiles.

lo Dialectica Los dialecticos dicen sentirse inclinados al arte de la DialCctica no simplemente por lo de saber que se sigue de que, sino ante todo por lo de ser capaces de juzgar lo verdadero y lo falso mediante argumentos de- mostrativos. De hecho, dicen que •ála Dialectica es la cien- cia de lo verdadero, lo falso y lo que no es ni una cosa ni otra)) '35.

Pues bien, dado que ellos afirman que un razonamien- 248

to verdadero es el que encadena correctamente una conclu- sion verdadera con unas premisas verdaderas, en el mo- mento en que se proponga un razonamiento que tenga la conclusion falsa sabremos que es falso y no asentiremos a el; sera forzoso, en efecto, que el propio razonamiento o no este bien encadenado o no tenga verdaderas las premisas.

Y eso es claro a partir de esto: 249

O en ese razonamiento la conclusion falsa es consecuen- cia de la interseccion de las premisas o no lo es.

Pero si no es una consecilencia, el razonamiento no es- tara bien encadenado; pesadicen que el razonamiento esta bien encadenado cuando su conclusion se sigue de la inter- seccion de las premisas.

Y si es una consecuencia, sera forzoso que segun las reglas de ellos mismos tambien sea falsa la interseccion de las premisas; pues dicen que lo falso es consecuencia de lo falso y de ningun modo de lo verdadero.

13' Ver 11 94 n. 103.

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226 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO II 227

250 Y por lo dicho antes, es claro que un razonamiento que o esta mal encadenado o no es verdadero, tampoco es segun ellos demostrativo.

Pues bien, si sabemos que, cuando se plantea un razo- namiento en el que la conclusion es falsa, ese razonamien- to, al tener una conclusion falsa, o no es verdadero o esta mal encadenado; entonces no le daremos nuestro asenti- miento ni aunque ignoremos en donde esta el engano.

En efecto, del mismo modo que no estamos de acuerdo en que las cosas hechas por los prestidigitadores sean ver- daderas, sino que sabemos que hacen trampa, aunque no sepamos como la hacen: del mismo modo, tampoco nos dejaremos persuadir por los r;azonamientos que siendo fal- sos parecen ser veridicos; incluso si ignoramos en que sen- tido se salen de la Logica.

251 O mas en general -ya que dicen que el sofisma no siempre lleva a una falsedlad, sino tambien a otros absurdos- debe razonarse arsi.

El razonamiento propuesto, o nos lleva a una cosa inad- misible o a una tal que sea preciso admitirla.

Pero si lo segundo, estaremos de acuerdo con ella sin mayores problemas.

Y si a algo inadmisible, no hara falta que nosotros asin- tamos de forma precipitada a un absurdo, solo por su apa- riencia de verdad; mas bien hara falta que ellos, si real- mente se proponen, como juran, no desvariar puerilmente sino buscar la verdad, se aparten de esa argumentacion que obliga a admitir absurdos.

252 Del mismo modo, en efecto, que si hubiera un camino que llevara a un precipicio, nosotros no nos tirariamos al precipicio por el hecho de haber un camino que conduce a el, sino que nos apartariamos del camino a causa del precipicio: del mismo modo, aunque hubiera una argumen-

tacion que nos llevara a algo reconocidamente absurdo, no asentiriamos al absurdo a causa de la argumentacion, sino que nos apartariamos de la argumentacion a causa del absurdo.

Asi pues, cuando se nos proponga una argumentacion 253

de ese estilo, suspenderemos el juicio ante cada una de las prernisas; despues, una vez planteado el argumento com- pleto, concluiremos lo que nos parezca.

Y si hasta los dogmaticos del circulo de Crisipo dicen que en el planteamiento del argumento progresivo del sori- tes hay que pararse y suspender el juicio para no caer en el absurdo, ;mucho mas propio sin duda seria de noso- tros -que somos escepticos- no precipitarnos durante el planteamiento de las premisas cuando sospechamos un ab- surdo, sino suspender el juicio ante cada una de ellas hasta ver el planteamiento completo del argumento!

Y de esa forma, partiendo sin dogmatismos de la ob- 254

servacion de la vida corriente, salvamos nosotros las argu- mentaciones capciosas; mientras que los dogmaticos esta- ran incapacitados para distinguir entre el sofisma y el razonamiento que se considera que esta bien planteado, si de verdad hace falta que ellos distingan dogmaticamente si el esquema del razonamiento esta bien encadenado y si las premisas son verdaderas o si no es asi; pues hicimos 255

notar antes que al no disponer de forma incuestionable ni de criterio ni de demostracion, como hicimos ver a par- tir de lo dicho por ellos mismos, entonces ni pueden apre-

"' El nombre de este tipo de argumentacion deriva de soros (mon- ton). ARISTOTELES, Fis. H 5 , 250 e, se lo atribuye al presocratico Zenon de Elea; segun esa cita, la argumentacion original era asi: •áSi un grano no hace ruido al caer, tampoco lo ha r i un montbn de granos, !por grande que sea!•â. Luego se aplico a cualquier razonamiento progre- sivo.

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LIBRO II 229

hender los razonamientos bie:n encadenados ni son capaces de juzgar si algo es verdadero.

Asi pues, a la vista de eiso sobra la tan celebrada - entre los dialecticos- tecnica de los sofismas.

256 Y algo parecido decimos tambien de la

d aclaracion de las anfibologias. Sobre las En efecto, si la anfibologia es una ex-

anfibologias presion con dos o mas sentidos y si las expresiones itienen sentido por convencion,

entonces cuantas anfibologias es util resolver -o sea, las de cosas practicas- las resolveran quienes estan familiari- zados con cada una de las artes; pues estos son los que tienen la experiencia del uso convencional de las palabras

257 -puesto por ellos- en cuanto a sus significados; mientras que el dialectico de ningun modo podra hacerlo, por ejem- plo, en esta anfibologia: •áEn las remisiones (de las enfer- medades) hay que aprobar la dieta variada y el vino•â.

Y ademas, dentro ya de las cosas de la vida ordinaria, vemos como hasta los niilos s~e aclaran con las anfibologias cuya aclaracion les parece util.

De hecho, si alguien que tiene mas de un criado del mismo nombre mandara por ejemplo al nifio llamar a Ma- nes -sea este en efecto el nombre comun a los criados- el niiio preguntara a cual.

Y si alguien que tiene muchos y variados vinos le dijera al niilo •áiEchame vino para beber!)), el niilo preguntara igualmente que de cual.

258 Asi, la experiencia en cada uno de los oficios conduce a la aclaracion de 10 util.

Por el contrario, sobre to~das aquellas anfibologias que no son de ninguna de las experiencias de la vida ordinaria, sino que se basan en opiniones dogmaticas y son segura-

mente inutiles para vivir sin dogmatismos, cuando el dia- lectico se ocupe de esas en particular "', se verti forzado a la vista de los ataques esctpticos a suspender el juicio sobre ellas en cuanto que estan unidas a cosas no manifies- tas e inaprehensibles o incluso inexistentes.

Pero sobre eso, ya discutiremos en otro lugar 1

Y si algun dogmatico intentara contradecir alguna de estas cosas, reforzaria el pensamiento esceptico; porque el mismo afianzaria la suspension del juicio en esto que se esta investigando, en virtud de ese ataque desde cada ban- do y de lo irresoluble de ese desacuerdo.

Y tras decir todo esto en torno a las anfibologias, aqui mismo damos por terminado tambien este segundo libro de los Esbozos.

13' El texto griego es peri tautas idids Pchdn, cuya traduccion depende del determinante que se tome para Pchdn. Nosotros hemos tomado echon peri (ocupandose). Las otras versiones toman idios echdn, quedando asi: ((cuando este peculiarmente el dialectico en vista de ellas)), ((concerning these the Dialectician, in his own peculiar position)), •áil Dialettico, per quanto abbia a proposito di esse un'opinione sua particolare)).

13' Esa discusion no aparece en las obras conservadas.

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LIBRO 111

Lo anterior es lo que podria decirse sobre la parte de 1

la Logica, en la llamada Filosofia, sin necesidad de mas para un esbozo.

SOBRE LA PARTE QUE TRATA DE LA REALIDAD

Y de acuerdo con ese mismo estilo del libro, al abordar la parte que trata de la Realidad '39 no replicaremos a ca- da una de las cosas dichas por ellos al respecto, sino que intentaremos hacer tambalearse las mas generales, junto con las cuales quedan tratadas tambien las restantes.

Y comencemos por la doctrina de los Principios.

11

SOBRE LOS PRINCIPIOS AGENTES

Y como entre la mayoria se esta de acuerdo en que hay Principios Materiales y Principios Agentes, daremos

'" La expresion griega es physikdn m&os (la parte fisica). Ver 1 18 n. 8.

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comienzo a nuestro estudio a partir de los Agentes; pues dicen que esos son mas imposrtantes que los Materiales.

111

SOBRE DIOS

2 Pues bien, ya que la mayoria dice que Dios es la princi- pal Causa Agente, indaguemos en primer lugar sobre Dios. Dejando sentado de entrada lo siguiente: que nosotros, si- guiendo a la gente normal, decimos sin dogmatismos que hay dioses, y reverenciamos a. esos dioses, y afirmamos que son providentes. Pero contra la arrogancia de los dog- maticos, argumentamos esto.

Para que las cosas sean concebidas por nosotros, debe- mos conocer sus esencias; por ejemplo, si son corporeas o incorporeas. Y tambien sus formas; pues nadie podria concebir un caballo si antes no se instruyo sobre la forma del caballo. Ademas, la cosa concebida debe concebirse (situada) en algun lugar.

3 Ahora bien, puesto que entre los dogmaticos unos di- cen que Dios es corporeo y otros que incorporeo, unos que es antropomorfo y otros que no, unos que esta en algun lugar y otros que no, y de los que dicen que esta en algun lugar unos dicen que esta en el Mundo y otros que fuera, jcomo podremos asumir la idea de Dios no te- niendo acordada su esencia ni su forma ni el lugar donde podria estar?

Ponganse pues de acuerdo y digan de forma unanime que Dios es tal o cual; pretendian despues, cuando asi nos lo hayan esbozado, que nosotroti asumamos la idea de Dios.

Pero en tanto discuten sin acuerdo posible, no tenemos en que ponernos de acuerdo con ellos 140.

•áPero -dicen ellos- juna vez que concibas algo inco- 4

rruptible y bienaventurado, considera que eso es Dios!)). Sin embargo, eso es estupido. Pues del mismo modo

que quien no conoce a Dion no puede saber las cualidades que en el como tal Dion se dan: del mismo modo noso- tros, al no conocer la esencia de Dios, tampoco podremos aprender y entender las cualidades que en el se dan.

Y aparte de eso, digannos que ser es el bienaventurado: s si el que actua segun su capacidad y cuida de lo ordenado por el o si el que permanece inactivo y ni el tiene ninguna ocupacion ni se la proporciona a otro. Y en efecto, al estar ellos en desacuerdo tambien sobre esto de forma irresolu- ble, nos habran hecho inconcebible lo de bienaventurado y por lo tanto tambien lo de Dios.

Y aun en el caso de que se concibiera a Dios, seria 6

preciso desde el propio punto de vista de los dogmaticos mantenerse en suspenso sobre lo de si existe o no existe; pues lo de si Dios existe no es una cosa manifiesta.

En efecto, si se ofreciera por si mismo, los dogmaticos estarian de acuerdo en quien y como es y donde esta. Pero su irresoluble desacuerdo ha hecho que Dios nos resulte ser una cosa no manifiesta y necesitada de demostracion.

Ahora bien, el que demuestra que Dios existe: o lo de- 7

mostrara mediante una cosa manifiesta o mediante una no manifiesta.

Desde luego, no mediante una cosa manifiesta. Si, en efecto, fuera manifiesto lo que demuestra que Dios existe, entonces: puesto que, como ya establecimos 141, lo demos-

Mls literal seria •áno tenemos que entender concordemente con ellos•â (Gil Fagoaga).

14' Ver por ejemplo 11 179.

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LIBRO 111 235

trado se entiende en relacitjn con lo que lo demuestra -por lo cual, tambien se aprehende junto con ello- igual- mente seria manifiesto lo de que Dios existe al aprehender- se junto con aquello que lo demuestra, que es una cosa manifiesta. Pero no es manifiesto, como recordamos an- tes. Por lo tanto, no se demuestra mediante una cosa manifiesta.

8 Pero tampoco mediante una no manifiesta. En efecto, si se dijera que esa cosa no manifiesta, de-

mostrativa de que Dios existe y necesitada de demostra- cion, se demuestra mediante una cosa manifiesta: entonces lo de que Dios existe tampoco ahora seria no manifiesto, sino manifiesto. Por consiguiente, lo no manifiesto demos- trativo de ello no puede demostrarse con algo manifiesto. Pero tampoco con algo no manifiesto, pues el que eso di- jera caeria en una recurrencia ad infinitum al exigir noso- tros una y otra vez una demostracion de la cosa no mani- fiesta aducida para la demostracion de la precedente.

Por consiguiente, no puede demostrarse de ninguna de ambas formas lo de que Dios existe.

9 Pero si ni es evidente por si mismo ni se demuestra a partir de ninguna otra cosa, entonces lo de si Dios existe sera inaprehensible.

Y aun debe decirse esto. El que dice que hay Dios: o dice que cuida de las cosas

del Mundo o que no cuida. Y si cuida, dira si de todas o de algunas.

Pero si cuidara de todas Iiis cosas, no habria en el Mun- do nada malo ni maldad. Sin embargo, dicen que todo esta lleno de maldad. No se dira, pues, que Dios cuida de todas las cosas.

io Y si cuida de algunas, que cuida de unas si y de otras no? En efecto, o quiere y puede cuidar de todo, o

quiere pero no puede, o puede pero no quiere, o ni quiere ni puede. Pero si quisiera y pudiera, cuidaria de todo; mas por lo dicho no cuida de todo; luego no escierto que quie- ra y pueda cuidar de todo. Y si quiere pero no puede, es menos poderoso que la causa por la que no puede cui- dar de lo que no cuida; ;pero es contrario al concepto de i i

Dios el que sea menos poderoso que algo! Y si puede cui- dar de todo pero no quiere, se entenderia que es perverso. Y si ni quiere ni puede, es a la vez perverso y debil; idecir lo cual de Dios, es de impios!

Por consiguiente, Dios no cuida de las cosas del Mundo. Pero si no ejerce el cuidado de nada ni hay obra ni

efecto suyos, nadie podra decir de donde aprehende que Dios existe, si realmente ni se hace patente por si mismo ni puede aprehenderse por ninguno de sus efectos.

En consecuencia, tambien por eso es inaprehensible lo de si Dios existe.

Y de ello concluimos que hasta es probable que quie- 12

nes dicen de forma tajante que Dios existe se vean forza- dos a incurrir en impiedad. En efecto, si dicen que cuida de todo estaran afirmando que es la causa de los males; y si dicen que cuida de algunas cosas o de ninguna se ve- ran forzados a decir que Dios es o perverso o debil; y eso es claramente de impios.

SOBRE LA CAUSA

Y para que los dogmaticos, (resentidos) por su incapaci- dad para refutarnos de una forma efectiva, no intenten incluso acusarnos de impiedad, discutiremos de la causa

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eficiente de un modo mAs generico, procurando antes ente- rarnos bien de la nocion de causa.

Desde luego, a tenor de lo dicho por los dogmaticos, uno no podria ni siquiera hacerse una idea de causa; por- que 14', aparte de ofrecer definiciones discordantes e inso- litas de causa, con su desacuerdo han hecho indescifrable

14 SU misma esencia, pues unos dicen que la causa es una cosa corporea y otros que incorporea.

Sin embargo, podria considlerarse bastante corriente en- tre ellos decir que la causa es aquello por lo cual el efecto llega a ser una cosa en acto.

Asi, por ejemplo, el Sol -o el calor del Sol- es causa de que la cera se derrita o del derretimiento de la cera, ;pues hasta en eso estan en desacuerdo!, ya que unos dicen que la causa es causa de sustantivos como el aderretimien- ton y otros que de verbos como el •áderretirse•â.

Por eso, como digo, lo mas corriente seria que •ála cau- sa es aquello por lo cual el (efecto llega a ser una cosa en acto•â.

is Y la mayoria considera que de esas causas, unas son •ásuficientes•â, otras •áconcausas•â y otras •ácoadyuvantes•â.

Y consideran que son •ásuficientes•â aquellas que, si es- tAn presentes, esta presente el efecto; y si se suprimen, se suprime; y si disminuyen, disminuye. En ese sentido, en efecto, dicen que la presion dlel dogal en torno al cuello es la causa del estrangulamiento.

Y •áconcausa•â, la que aporta una influencia igual a la de otra concausa con vistas a que se de el efecto. En ese sentido dicen que cada uno cle los bueyes que arrastran el arado es la causa del arrastre del arado.

La particula es eige (si de verdad), pero todas las versiones dan el matiz causal: •áya que•â. •ásince•â y ((da1 momento chen.

Y •ácoadyuvante•â, la que aporta una influencia modes- ta, basicamente para que el efecto tenga lugar con mayor facilidad. Como cuando, teniendo dos hombres levantada una carga con dificultad, un tercero que acudiera aliviara esa carga.

Por otro lado, algunos afirmaron tambien que las co- 16

sas presentes -en cuanto fundamentos previos -son cau- sas de cosas futuras; tal como una exposicion al Sol soste- nida es causa de una insolacion. Pero otros rechazaron eso, puesto que la causa en cuanto causa, al ser correlativa de algo y ser correlativa (en concreto) del efecto, no puede precederlo.

Y en la incertidumbre de eso, decimos cosas del siguiente tenor.

SI ALGO ES CAUSA DE ALGO

Es probable que exista la causa. 17

En efecto, jcomo llegaria a haber crecimiento, reduc- cion, generacion, corrupcion, movimiento en general, cada cosa de las resultantes en el Mundo Natural y en el Mundo del espiritu, el gobierno del Universo entero, etc., si no fuera de acuerdo con alguna causa? Pues incluso si nada de eso existiera en realidad, seguro que diriamos que es por alguna causa por lo que esas cosas nos aparecen tal como no son.

Pero ademAs, si no hubiera causa, todo saldria de todo 1s

y se daria porque si. Por ejemplo, los caballos se engen- drarian tal vez de los ratones y los elefantes de las hormi- gas. Y si no hubiera ninguna causa por la que las regiones

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238 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 111 239

del Sur fueran lluviosas y las del Este desdrticas, tal vez se producirian lluvias abundantes y nevadas en la Tebas egipcia, mientras que las regiones del Sur no dispondrian de lluvias.

19 Y ademas, el que dice que no existe ninguna causa se vuelve contra si mismo. En efecto, si afirma que dice eso porque si y sin ninguna causa, no sera digno de credito; mientras que si lo dice por ;alguna causa, queriendo des- truir la causa establece que ,se admita 143 la causa por la que no existe la causa.

Por eso, pues, es probable que exista la causa. 20 Pero resultara claro que tambien es admisible decir que

nada es causa de nada, unai vez que como recordatorio de ello expongamos ahora unos pocos argumentos de entre otros muchos.

De hecho, por ejemplo, es imposible concebir la causa antes de aprehender su efecto como efecto de ella, pues reconocemos que es causa del efecto s610 cuando a este

21 lo aprehendemos como efecto. Pero tampoco podemos apre- hender el efecto de esa causa como efecto suyo si antes no aprehendemos la causa de: ese efecto como causa suya, pues parece que conocemos que es su efecto justo en el momento en que aprehendemos su causa como causa suya.

22 Ahora bien, si para que cioncibamos la causa es preciso que antes conozcamos el efecto y para que conozcamos el efecto es preciso, como dij~e, enterarse antes de la causa: entonces el tropo sin salida del circuio vicioso hace ver que ambas cosas son inconcebibles al no poderse concebir

14' ((Establece que se admita•â: como si el texto fuera tithesin apodi- dosthai en lugar del ininteligible imiperativo apodidostho del texto. Esa variante la hemos tomado del Gil Fagoaga. Otra variante seria la que dan Bury y Russo, tomando el par.ticipio apodidojs: •ávolendo togliere di mezzo la causa. I'amrnette daccht adduce una causa•â.

la causa como causa ni el efecto como efecto; pues al estar cada una necesitada de la garantia de la otra, no sabremos por cual de ellas dar comienzo al concepto (de ambas).

Por lo cual, tampoco podremos declarar que algo sea causa de algo.

Pero incluso en el caso de que uno estuviera de acuerdo 23

en que la causa puede concebirse, se consideraria que es inaprehensible debido al desacuerdo existente; pues unos dicen que algo es causa de algo, otros que no y otros se abstuvieron (de pronunciarse).

En efecto, el que dice que algo es causa de algo: o afirma que dice eso porque si y sin partir de ninguna causa fundada o argumentara que llega a esa conclusion por al- guna causa.

Y si dice que porque si, no sera mas digno de credito que el que -porque si- dice que nada es causa de nada.

Pero si citara causas por las que cree que algo es causa de algo, intentara establecer lo cuestionado con lo cuestio- nado; pues estando nosotros cuestionando si algo es causa de algo, el dice que existe la causa porque hay una causa para que exista la causa.

Y por otro lado, puesto que estamos cuestionando la u existencia de la causa, sera absolutamente imprescindible que proporcione tambien una causa de la causa por la que hay alguna causa y otra de esa y asi hasta el infinito; pero es imposible proporcionar infinitas causas; luego es impo- sible decir de forma tajante que algo es causa de algo.

Aparte de eso, o la causa produce el efecto cuando ya 2s es causa y se ha constituido o cuando no es causa.

Y sin serlo, seguro que no. Y si cuando es, primero debe haberse constituido ella

misma y llegado a ser causa, para despues inducir el efec- to; pues se esta diciendo que se da como efecto cuando

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240 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO III 24 1

esta ya es causa. Pero dado que la causa es correlativa de algo y correlativa del efecto, es claro que no puede cons- tituirse como causa antes de darse aquel. Por consiguiente, tampoco cuando es causa puede la causa producir aquello de lo que es causa.

26 Pero si no produce ningiin efecto ni cuando no es cau- sa ni cuando lo es, no produce ningun efecto. Por lo cual, tampoco sera causa, pues sin producir ningun efecto, la causa no puede entenderse como causa.

De ahi que algunos argumenten tambien asi: La causa debe constituirse o a la vez que el efecto o

antes que el o despues de que el ocurra. Ahora bien, decir que la causa llega a su constitucion

despues de la ocurrencia de su efecto ;gracias que no sea incluso ridiculo!

27 Pero tampoco puede constituirse antes que el; pues di- cen que se entiende en relacion con el y afirman que las cosas correlativas, por eso niismo de que son correlativas, existen y se entienden la una junto con la otra.

Y tampoco puede constituirse a la vez; pues si ella es la que lo produce y lo producido necesita ser producido por lo que ya es, primero debe la causa hacerse causa para despues producir el efecto.

Ahora bien, si la causa no se constituye ni antes que su efecto ni a la vez que el y tampoco el efecto se produce antes que ella, entonces nunca participa de la realidad en sentido pleno.

28 Y tambien por ello, es claro seguramente que la idea de causa queda excluida una vez mas. Pues si la causa en cuanto correlativa no puede concebirse antes que el efecto, y si para que se entienda como causa de su efecto debe concebirse antes que su efec:to, y si es imposible concebir algo antes que aquello previamente a lo cual no puede ser

concebido: entonces es imposible que la causa se conciba. Pues bien, de todo eso concluimos lo siguiente: 29

Que si son probables las razones por las que vimos que hay que decir que existe la causa, y si tambien son proba- bles las que muestran que no es adecuado decir que existe causa alguna, y si no es posible dar preferencia a ninguna de esas razones porque no disponemos con acuerdo ni de signo ni de criterio ni de demostracion, como hicimos ver: entonces es preciso suspender el juicio tambien sobre la existencia objetiva de la causa, considerando que la causa, a la vista de lo dicho por los dogmaticos, lo mismo existe que no existe.

SOBRE LOS PRINCIPLOS MATERIALES

Pues bien. sobre el Principio Agente bastara por ahora 30 con haber dicho eso.

Pero tambien habra que hablar concisamente de los Ila- mados Principios Materiales.

Desde luego, es facil ver que Cstos son inaprehensibles a partir del desacuerdo que sobre ellos hay entre los dog- maticos 144. Ferecides de Siros, en efecto, dijo que el prin- cipio de todo era la Tierra; Tales de Mileto, el Agua; su discipulo Anaximandro, lo Indefinido; Anaximenes y Dio- genes de Apolonia, el Aire; Hipaso de Metaponto, el Fue-

Lo mis llamativo de esta relacidn es que la teoria del Fuego se atribuye solo a Hipaso, sin mencionar a Hericlito. Ver 1 212 n. 68. Hipa- so fue un pitagdrico contemporaneo de Hesaclito y Jenofanes. Ferecides y Onomicrito de Atenas fueron poetas teosofos del siglo VI a. C. Hipon fue un pitagdrico de finales del v a. C. De esa epoca fueron tambikn Enopides, astronomo y filosofo, y Diogenes, el ultimo gran cosmologo de ese siglo.

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LIBRO III 243

go; Jenofanes de Colofon, lia Tierra y el Agua; Enopides de Quios, el Fuego y el Aire; Hipon de Regio, el Fuego y el Agua; Onomiicrito en los Himnos Orficos, el Fuego,

31 el Agua y la Tierra; los del circulo de EmpCdocles y los estoicos, el Fuego, el Aire, el Agua y la Tierra, pues ipor que habria que citar tambikn esa misteriosa •ámateria inde- terminadan de algunos, que ni ellos mismos se muestran seguros de comprender?; los del circulo del peripatetico Aristoteles, el Fuego, el Aire, el Agua, la Tierra y la Sus-

32 tancia Corporea Giratoria ""; Democrito y Epicuro, los atomos; Anaxagoras de Claziimenas, las homeomerias. Dio; doro el apodado Crono, las particulas minimas e indivisi- bles; Heraclides Pontico y Asclepiades de Bitinia, las mo- leculas no armonizadas; los seguidores de Pitagoras, los numeros; los matematicos, las fronteras de los cuerpos; Estraton el Naturalista, las cualidades.

33 Pues bien, habiendose dado tal y aun mayor desacuer- do entre ellos sobre los principios materiales: o conveni- mos con todas las posturas expuestas y otras o con algunas.

Pero con todas, no es posible; pues indudablemente no podremos ponernos de acuerdo con los de en torno a As- clepiades, que dicen que los elementos ultimos son fraccio- nables y de distintos tipos, con los de en torno a Democri- to, que afirman que son indivisibles e indiferenciados, y con los de en torno a Anaxdgoras, que suprimen cualquier cualidad sensible en las homeomerias.

14' Este quinto elemento (quinta esencia) recibia el nombre de Cter. Segun ARISTOTELES, De Cuelo 1 3, era la que componia los cuerpos celes- tes. Al estar animada de un movimiento circular en torno al centro de la Tierra y no estar sometida a los movimientos opuestos del arriba y del abajo, era incorruptible. Heraclides fue discipulo de Platbn; abando- nb la Academia para crear su propia escuela. Asclepiades fue un mtdico del siglo r a. C. Estrabbn fue el segundo sucesor de Aristbteles en el Liceo.

Y si damos preferencia a alguna postura sobre las de- 34

mas: o la preferimos porque si y sin demostracion o con demostracion.

Desde luego, no estaremos de acuerdo en hacerlo sin demostracion.

Y si con demostracion, esa demostracion debe ser ver- dadera. Pero no pareceria verdadera sin haber sido enjui- ciada con un criterio verdadero. Y se hace ver que el crite- rio es verdadero mediante una demostracion ya enjuiciada. Ahora bien, si para hacer ver que es verdadera la demostra- 3s ci6n que da preferencia a una de esas posturas debe haber- se demostrado su criterio, y si para demostrar el criterio debe haberse enjuiciado antes su demostracion: entonces, al necesitar una y otra vez la demostracion un criterio de- mostrado y el criterio una demostracion contrastada, apa- rece el tropo del circulo vicioso que no permitira proseguir el razonamiento. Y si alguien quisiera enjuiciar siempre el 36

criterio con un criterio y demostrar la demostracion con otra demostracion, caeria en una recurrencia ad infinitum.

Pues bien, si no podemos convenir con todas las postu- ras sobre los elementos ultimos ni tampoco con algunas de ellas, entonces conviene suspender el juicio sobre ellos.

Desde luego, incluso con solo esas cosas es posible ha- 37

cer notar la inaprehensibilidad de los elementos ultimos y los principios materiales. Sin embargo, para que poda- mos refutar aun mas energicamente a los dogmaticos nos entretendremos con mesura en este punto.

Y puesto que, como hicimos notar, las opiniones sobre los elementos Ultimos son muchas y casi infinitas, excusa- remos por ahora argumentar contra cada una en particu- lar, en atencion al caracter de este escrito.

Pero implicitamente daremos replica a todas. En efec- to, puesto que cualquier postura que uno formule sobre

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244 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO U1 245

los elementos ultimos se remitira a lo corporeo o a lo in- corporeo, concluimos que basta hacer notar que por un lado son inaprehensibles las cosas corporeas y por otro son inaprehensibles las incorporeiis. En virtud de ello, en efec- to, tambien sera claro que son inaprehensibles los elemen- tos ultimos.

38 Pues bieni, algunos '46 dicen que •ácuer- P po es lo que es capaz de producir o sufrir

Primera (efectos))). IPero a tenor de esa definicion, defnicidn de

•ácuer~o•â este resulta inaprehensible. - r -

En efecto, como hicimos notar, la cau- sa es inaprehensible. Y al no poder decir si existe alguna causa, tampoco podemos decir si existe algo que sufra sus efectos, pues lo que sufre un efecto lo sufre indudablemen- te por una causa; pero al ser inaprehensibles tanto la causa como lo que sufre el efecto, tambien sera por ello inapre- hensible lo corporeo.

39 Otros dicen que •ácuerpo es lo que se b extiende con solidez en las tres dimensio-

Segunda nes•â. defnicidn de

•ámemo•â Dicen, en efecto, que un punto es ((aquello de lo que no hay ninguna par-

te•â, y una linea ((10 largo sin ancho•â, y una superficie •álo

146 SEXTO, Adv. Marh. IX 366, menciona a Pitagoras como principal exponente de esta definicion. La del parrafo 39 se la atribuye a los matematicos.

largo y a la vez ancho)), y cuando tsta adquiere ademas el grosor y la solidez, resulta el cuerpo -sobre el que aho- ra esta centrada nuestra argumentacion- que esta consti- tuido por lo largo, lo ancho, el grosor y la solidez.

Tambien contra estos resulta ciertamente facil la argu- 40

mentacion. En efecto, ya digan 14' que el cuerpo no es nada fuera

de eso o que es algo mas aparte del conjunto de las citadas cosas, desde luego el cuerpo no seria nada sin lo largo, lo ancho, el grosor y la solidez. Pero si el cuerpo es esas cosas, siempre que uno haga ver que ellas son inexistentes habra suprimido tambien el cuerpo, pues el total queda suprimido junto con cada una de sus partes.

Pues bien, contra esas cosas es posible argumentar de diversas formas. Pero ahora bastara argumentar que las fronteras de los cuerpos, si existen, son lineas o superficies o cuerpos.

Si uno, pues, dijera que existe alguna superficie o li- 41

nea, tambien diria o que cada una de las mencionadas co- sas puede subsistir por si misma o que solo se observa en relacion con los cuerpos en cuestion.

Pero fantasear con que una linea o superficie subsiste por si misma seria probablemente una tonteria.

Y si se dijera que cada una de ellas solo se observa en relacion con los cuerpos y que no subsiste por si misma, entonces:

En primer lugar, resultaria de ello que los cuerpos no se engendrarian a partir de ellas, pues seria preciso -supongo- que antes esas cosas tuvieran subsistencia por si mismas para asi, al combinarse, haber formado los cuer- pos.

14' Hemos supuesto el aoristo Iekasin (digan) en lugar del futuro Ie- xoysin (diran) del texto.

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246 ESBOZOS IPIRR~NICOS LIBRO UI 247

42 Ademas, tampoco subsisten en los mencionados cuer- pos. Y eso es posible hacerlo notar de mas formas, pero bastara mencionar ahora los absurdos del contacto.

Pues bien, si los cuerpos yuxtapuestos entran en con- tacto uno con otro, entonces se tocan uno a otro con sus fronteras; por ejemplo, con sus superficies. Ahora bien, en ese contacto las superficie:^ no se unificaran la totalidad de la una con la totalidad de la otra, porque el contacto seria una soldadura y la sep(araci6n un desgarro de las co-

43 sas en contacto; lo cual no se observa. Pero si la superficie toca con unas partes la superficie del cuerpo yuxtapuesto a ella y con otras se mantiene unida al cuerpo del que es frontera, entonces no sera una cosa sin grosor; pues se entiende que las partes son diferentes en la direccion del grosor en la que esa superficie toca a la superficie yux- tapuesta y en la direccion en la que esa superficie se une al cuerpo del que es frontera. Por consiguiente, sin grosor no puede uno observar en un cuerpo lo largo y lo ancho. Y entonces, tampoco la superficie.

Y analogamente, cuando por un suponer dos superfi- cies se yuxtaponen una con otra por los bordes en que terminan -por ejemplo, el que se dice ser su largo- o, vale decir, por lineas: entorices esas lineas por las que se dice que se unen entre si las superficies no se unificaran una con otra, pues quedarian soldadas. Pero si cada una de ellas se une con unas partes en la direccion del ancho con la linea a ella yuxtapuesta y con otras partes esta uni- da a la superficie de la que es borde, entonces no estara falta del ancho; y entonces, tampoco sera una linea.

Pero si en un cuerpo no (existen ni la linea ni la superfi- cie, tampoco habra en ese cuerpo ni largo ni ancho ni grueso.

Y si alguien dijera que las fronteras son cuerpos, la 44

respuesta contra el seria concisa; pues si lo largo es cuer- po, necesitara dividirse en sus tres dimensiones, cada una de las cuales, al ser cuerpo, se dividira a su vez en otras tres dimensiones que seran cuerpos y que analogamente se dividiran en otras y asi hasta el infinito; de forma que el cuerpo, al descomponerse en infinitas dimensiones, se vuelve infinitamente grande; lo cual es absurdo.

Por consiguiente, las citadas dimensiones tampoco son cuerpos.

Pero si no son cuerpos ni lineas o superficies, no se considerara que existen.

Y tambien la solidez es inaprehensible. 45

En efecto, si de verdad se aprehendiera se aprehenderia en el contacto; asi pues, si mostraramos que el contacto es una cosa inaprehensible, seria claro que no es posible aprehender la solidez. Y que el contacto es una cosa ina- prehensible lo razonamos asi:

Las cosas que se tocan una a otra: o se tocan una a otra parcialmente o la totalidad a la totalidad.

Desde luego, la totalidad a la totalidad seguro que no, pues entonces se harian una sola cosa y no se tocarian una a otra.

Pero tampoco, partes contra partes. En efecto, sus par- tes son partes respecto a la totalidad, pero son la totalidad respecto a sus propias partes. Asi pues, por lo dicho antes, 46

esas totalidades, que son partes en las otras, no se tocariin la totalidad a la totalidad; y tampoco partes contra partes, pues sus partes en cuanto que son la totalidad respecto a sus propias partes tampoco se tocaran ni la totalidad a la totalidad ni partes contra partes.

Pero si el contacto no lo aprehendemos ni teniendo lu- gar en la totalidad ni en las partes, entonces el contacto

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248 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 111 249

es una cosa inaprehensible. Y por esa razon, tambien la solidez.

Y entonces, tambien el cuerpo. En efecto, este no es nada sin las tres dimensiones y la solidez; pero hicimos ver que cada una de esas cosas es inaprehensible; luego tambien sera inaprehensible el cuerpo.

De esta forma, pues, a la vista del concepto de cuerpo resulta inaprehensible lo de si el cuerpo es algo.

47 Pero a lo anterior debe afiadirse tambien esto: Entre los seres, se dice que unos son sensibles y otros

inteligibles. Y que estos se aprehenden con la inteligencia y los otros con los sentidos. Y que los sentidos son capaces cada uno de un unico tipo de sensacion. Y que la inteligen- cia va de la aprehension de lo sensible a la aprehension de lo inteligible.

Pues bien, si lo corporeo es algo, sera o sensible o inteligible.

Y sensible no lo es, pues parece aprehenderse por com- binacion de lo largo, el grosor, lo ancho, la solidez, el co- lor y algunas otras cosas junto con las cuales se percibe; sin embargo, entre los propiios dogmaticos se dice que los sentidos son capaces cada uno de un unico tipo de sensacion.

48 Y si se dice que lo corptSreo es inteligible, entonces es totalmente obligado que en lia naturaleza de las cosas haya algo sensible a partir de lo cual se de la inteleccion de lo corporeo, ya que es inteligi,ble. Pero no hay nada fuera de lo corporeo y lo incorporeo; de las cuales cosas, lo in- corporeo es -por su mism,a naturaleza- inteligible y lo corporeo no es sensible, como hicimos notar. Asi pues, no habiendo en la naturaleza de las cosas nada sensible a partir de lo cual se de la inteleccion de lo corporeo, lo corporeo no sera tampoco inteligible.

Pero si no es ni sensible ni inteligible y si fuera de eso no hay nada, entonces habra que decir que a la vista de esa argumentacion lo corp6reo no es nada.

Por eso, pues, tras oponer los argumentos contra lo 49

corporeo al hecho de que lo corporeo aparece como real- mente existente, concluimos en la suspension del juicio so- bre lo corporeo.

Y de la inaprehensibilidad de lo corpo- c reo se sigue que tambien es inaprehensi-

De si es ble lo incorporeo. aprehensible

incorpdreo En efecto, las privaciones se entienden como privaciones de propiedades; por

ejemplo, la ceguera como privacion de la vista, la sordera del oido y analogamente en las demas cosas. Por lo cual, para aprehender una privacion hay que haber aprehendido antes la propiedad de la que la privacion se dice ser priva- cion, pues uno que fuera desconocedor de la vision no po- dria decir •áfulano no tiene vision•â, que es lo que significa ser ciego.

Asi pues, si lo de incorporeo es la privacion de lo cor- 50

poreo y si es imposible que sin haberse aprehendido las propiedades se aprehendan sus privaciones y si se ha mos- trado que lo corporeo es inaprehensible, entonces tambien sera inaprehensible lo incorpbreo.

Pues ademas, o es sensible o inteligible. Pero si es sensible, es inaprehensible debido a la diver-

sidad de animales, hombres, sentidos y circunstancias y por las interferencias y demas cosas citadas en lo de los tropos.

Y si es inteligible, al no estar dada por si misma la aprehensibilidad de lo sensible partiendo de lo cual parece que llegamos a lo inteligible, tampoco se darA por si mis- ma la aprehensibilidad de lo inteligible.

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LIBRO 111 25 1

Por lo cual, tampoco la de lo incorporeo. 5 1 Y el que afirma aprehender lo incorporeo: o sostendra

que lo aprehende por medio de una sensacion o por medio del pensamiento.

Y por medio de una sensacion seguro que no, porque las sensaciones parece que se: perciben en los sentidos por presion e impacto. Por ejemplo, la vision tiene lugar qui- zas por la pulsion del cono de luz 14', quizas por emision y recepcion de minusculas copias (de los objetos), quizas por difusion de los rayos de luz y de los colores. Y tam- bitn la audicion: tal vez el aire batido o tal vez particulas de sonido lleguen en circulos a los oidos y exciten la poten- cia auditiva del alma para que se produzca la percepcion del sonido. Mas tambien los olores chocan contra la nariz y los sabores contra la lengua; y analogamente lo que

52 afecta al tacto, contra el tact~o. Sin embargo, lo incorporeo no es capaz de ser fundamento de tal presion. De forma que no podria ser aprehendido mediante una sensacion.

Pero tampoco, mediante el pensamiento. En efecto, si como dicen los estoicos el pensamiento es

el sentido (de las proposiciones) y una cosa incorporea, quien diga que lo incorporeo ise aprehende con el pensamien- to da por concedido lo que. !re cuestiona; pues estando no- sotros cuestionando si se piede aprehender algo incorpo- reo, el, aceptando sin mas una cosa incorporea, pretende que con ella se produzca la aprehension de lo incorporeo. Asi pues, si de verdad es incorporeo, el propio pensamiento

53 es parte de lo que se cuestiona. iComo, pues, demostrara uno que primero se aprehende esa cosa incorporea; y ha-

14' En DI~GENES LAERCIO, Vida de Zendn 107, se atribuye a los estoi- cos Cnsipo y Apolodoro esta interpretacidn de la visidn, como tambikn la del sonido por ondas de aire. La teoria de las copias minusculas y de las particulas auditivas era de los atomistas y epicureos; vease D I ~ E - NES LAERCIO, Vida de Epicuro 27 SS.

blo del pensamiento? Pues si con otra cosa incorporea, tambien de esta pediremos la demostracion de su aprehen- sibilidad y asi hasta el infinito. Y si con una corporea, tambien sobre la aprehensibilidad de lo corporeo se plan- tea la cuestion. que, pues, probaremos que se apre- hende esa cosa corporea que se toma para la demostracion de la aprehensibilidad del incorporeo pensamiento? Si con una corporea, caemos en una recurrencia ad inflnitum. Y si con algo incorporeo, incurrimos en el tropo del circulo vicioso.

Segun eso, pues, dado que el pensamiento si de verdad es incorporeo resulta inaprehensible, nadie podria decir que lo incorporeo se aprehende por medio de el.

Y si el pensamiento es una cosa corporea: puesto que 54

tambien sobre lo corporeo existe la disputa sobre si se apre- hende o no debido al llamado •áfluir continuo)) de esas co- sas -de forma que ni siquiera la indicacion •áesto•â se ad- mite ni se considera que exista, segun lo que el propio Pla- ton 14' dice de que los cuerpos devienen pero de ningun modo son-, no se como se va a enjuiciar la disputa sobre lo corporeo, debido a los absurdos poco antes menciona- dos; ni con lo corporeo ni con lo incorporeo.

Asi pues, es imposible aprehender lo incorporeo me- diante el pensamiento.

Pero si no se ofrece a la sensacion ni se aprehende me- 5s diante el pensamiento, no se aprehenderia en absoluto.

Pues bien, si no es posible pronunciarse tajantemente sobre la existencia ni de lo corporeo ni de lo incorporeo, tambien habra que suspender el juicio sobre los elementos ultimos. Y tambien seguramente sobre los compuestos, si de verdad entre ellos unos son corporeos y otros incorpo- reos y si sobre ambas cosas han surgido dificultades.

149 Ver PLAT~N, Timeo 27 y Teefeto 152.

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252 ESBOZOS P'IRRONICOS LIBRO i i I 253

SOBRE LA C:OMPOSICION

sa Pero incluso en el caso de que uno pase por alto eso, incluso entonces jcomo afirman que de los elementos ulti- mos se forman los compuestos, cuando no existen en abso- luto ni el choque y el contactlo ni la composicion o mezcla?

En efecto, hice notar poco antes -cuando discutiamos de la existencia de lo corpbreo- que el contacto no es nada. E insistire brevemente en que a tenor de lo dicho por ellos tampoco es posible la modalidad de la composi- cion.

Muchas cosas se dicen, en efecto, sobre la composicion y casi innumerables son las posturas de los dogmaticos acer- ca del citado problema; de lo que facilmente podria dedu- cirse a la vista de ese irresoluble desacuerdo lo inaprehensi- ble del problema. Pero nosotros, ahorrandonos ahora por el plan previo del libro la replica a cada una de esas cosas, consideraremos suficiente de momento decir esto:

57 Afirman que las cosas qut: se componen constan de esen- cia y cualidades. Asi pues, o dira uno que se mezclan sus esencias pero de ningun modo sus cualidades, o que se mez- clan las cualidades pero ya no las esencias, o que ninguna de ambas cosas se mezcla con su correspondiente, o que ambas se unifican cada cual con su correspondiente.

Pero si no se mezclan entre si ni las cualidades ni las esencias, la composicion seria inconcebible, pues jcomo po-

Por lo demas, debiendose mantener en suspenso a cau- dria acontecer que tuviera lugar una percepcion unitaria sa de eso los principios agentes y los materiales, resulta de las componentes si en realidad esas componentes no se inviable el Tratado de los Principios. mezclan entre si de ninguna de las formas citadas?

Y si se dijera que las cualidades simplemente se yuxta- 5s

ponen unas a las otras y que se mezclan las esencias, tam- bien en ese caso seria absurdo lo que se dice; pues en las composiciones no percibimos las cualidades como cosas se- paradas, sino que experimentamos el compuesto como una unidad hecha a partir de sus componentes.

Y si uno dijera que se mezclan las cualidades pero de ningun modo las esencias diria cosas imposibles, pues el soporte de las cualidades esta en las esencias; por lo cual seria ridiculo decir que las cualidades separadas de las esen- cias se mezclan por si mismas las unas con las otras y que las esencias sin cualidades subsisten por su lado.

Queda estudiar si tanto las cualidades de las compo- 59

nentes como las esencias se funden unas con otras y mez- clandose producen la composicion. Lo cual es mas absur- do que lo ya citado, pues tal composicion es imposible.

De hecho, por ejemplo, si se mezclara una copa de ju- go de cicuta con diez copas de agua se podria decir que la cicuta se ha disuelto por toda el agua; y de hecho, si uno tomase la minima parte de la mezcla la encontraria dotada del poder de la cicuta. Pero si la cicuta se disuelve 60

en cada parte del agua y se difunde por completo en toda ella por la mutua compenetracion de sus esencias y cualida- des para que asi se produzca la composicion, y si las cosas que se difunden una en la otra en cada una de sus partes ocupan el mismo espacio y son por ello iguales las dos: entonces la copa de cicuta sera igual que las diez copas de agua. De forma que la mezcla tiene que ser o de veinte copas o de solo dos, al menos en este supuesto de la moda- lidad de la composicion. Pero vertida de nuevo una copa de

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254 ESBOZOS IPIRRONICOS LIBRO 111 255

agua en las veinte copas segiin la cuenta de este supuesto, el volumen debe ser o de cuarenta copas o una vez mas de solo dos; porque lo misirno puede equivaler esa copa a las veinte en que se disuelve: que las veinte a esa unica con

61 la que se unifican. Y asi, vertiendo copas de una en una y razonando de forma similar, es posible concluir que las veinte copas encontradas en la mezcla deben ser en cierto modo dos mil o mas copas, al menos en este supuesto de la modalidad de la composicion; y a la vez, esas mismas copas deben ser solo dos; lo cual no dejaria de causar el colmo del estupor.

Asi pues, tambien este supuesto de la composicion es absurdo.

62 Pero si la composicion no puede producirse ni mez- clandose entre si solo las esencias, ni sdlo las cualidades, ni ambas, ni ninguna de las; dos, y si fuera de eso no es posible imaginar nada, entonces la modalidad de la com- posicion -y en general, de la mezcla- resulta inconcebi- ble.

Por lo cual, si los deno~ninados elementos no pueden ser constituyentes de los co~mpuestos ni yuxtaponiendose unos con otros por contacto ni componiendose o mezclan- dose, entonces el estudio de la Realidad de los dogmaticos es inconcebible tambien en cuanto a esta cuestibn.

1X

SOBRE EmL CAMBIO

63 Pero ademas de lo anterior, era oportuno insistir en la cuestion de los cambios I5O.

''O El termino griego kinesis significa unas veces ((cambio en general)) (como sucede aqui) y otras •ámovimiento•â. En el encabezamiento del

Tambien con eso podria apreciarse que el estudio de la Realidad de los dogmaticos es imposible. En efecto, los compuestos deben necesariamente formarse por algun cam- bio en sus elementos y en el principio agente; asi pues, si hacemos notar que no se esta de acuerdo sobre ninguna de las formas del cambio, estara claro -aun concediendo a titulo de hipotesis todo lo anterior- que en vano se ha desarrollado por los dogmaticos lo que se conoce como Estudio de la Realidad.

X

SOBRE EL MOVIMlENTO

Pues bien, quienes parecen haberse ocupado mas a fon- 64

do del cambio afirman que de el existen seis formas: el cambio de lugar, el cambio fisico, el crecimiento, la dismi- nucion, la generacion y la corrupcibn.

Asi pues, nos detendremos en cada una de las citadas formas de cambio en particular, comenzando por el cam- bio de lugar.

Pues bien, esta forma de cambio es segun los dogmati- cos aquella por la cual lo que se mueve pasa de un lugar a otro, ya en cuanto un todo ya respecto a sus partes. En cuanto un todo, como en el caso de los que pasean. Respecto a sus partes, como en el caso de la esfera que se mueve en torno a un eje; pues permaneciendo el total de ella en el mismo lugar sus partes cambian de sitio.

Capitulo X aparece metabatik.? kinesis ((movimiento traslativon que he- mos traducido simplemente por ((movimiento)). En 111 64 salen las expre- siones topikh metabasin y physikek mefabolen, que hemos traducido por ((cambio de lugar•â y •ácambio fisicon.

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LIBRO IU 257

6s A grandes rasgos, tres han sido -creo yo- las postu- ras acerca del movimiento. La gente normal, en efecto, y algunos filosofos suponen que el movimiento existe. Par- menides y Meliso y algurios otros, que no existe. Y los escepticos dijeron que el movimiento lo mismo existe que no existe, pues en cuanto a los fenomenos parece que el movimiento existe, pero en cuanto al razonamiento filoso- fico, que no existe.

Asi pues, si nosotros, al exponer el enfrentamiento en- tre los que suponen que el movimiento existe y los que demuestran que el movimiento no es nada, hallamos la dis- puta equilibrada, entonces a la vista de lo que se dice so- bre el nos veremos forzados a decir que el movimiento lo mismo existe que no existe.

66 Pero c~omencemos por los que dicen que a existe.

ES evidente Sin duda, estos se apoyan sobre todo que existe el movimiento en la eviidencia, pues si el movimiento -

dicen- no existe, jcomo va el Sol desde Oriente a Occidente y como causa las estaciones del alio que se originan por sus aproximaciones a nosotros y por sus alejamientos de nosotiros? como las naves despues de salir de los puertos arriban a otros puertos totalmente alejados de los primeros? en que forma sale de casa y retorna de nuevo el que niega el movimiento?

Ciertamente, esas cosas son totalmente irrefutables. Y por eso, preguntado cierto cinico 15' por el movi-

miento, no respondio ninguna palabra; sino que se puso de pie y comenz6 a andar estableciendo de facto y con claridad que el movimierito es real.

Estos, pues, intentan de esa forma avergonzar a los que son de la postura contraria a la suya.

Pero los que niegan la existencia del 67

b movimiento ensayan argumentos del tipo ES imposible siguiente.

que haya movimiento Si algo se mueve: o se mueve por si

mismo o por medio de otra cosa. Pero si por medio de otra cosa 15*, tambien esta necesi-

tara de otra que la mueva, porque lo que mueve actua y lo que actua se mueve, y esa segunda de una tercera y asi hasta el infinito; de forma que el movimiento se con- vierte en una cosa sin comienzo, lo cual es absurdo. Por consiguiente, no todo lo que se mueve se mueve por medio de otra cosa.

Pero tampoco por si mismo. En efecto, lo que se dice que se mueve por si mismo: 68

o se movera sin ninguna causa o por alguna causa. Pero dicen que nada ocurre sin una causa. Y si se mueve por alguna causa, esa causa por la que se mueve vendra a ser la que lo mueve y entonces se cae en una recurrencia ad infinitum, de acuerdo con el planteamiento lS3 expuesto po- co antes.

Y por otra parte, si todo b que produce un movimien- to lo produce empujando de atras adelante o tirando o empujando de abajo arriba o presionando hacia abajo, en-

Is2 Aqui vendrian las seis lineas del texto griego que hemos puesto al principio del parrafo 68: •áEn efecto ... Y por otra parte•â. La variante la propuso Heintz en 1932 y Mau la incorporo a su reedicion del Muts- chmann. El texto de los manuscritos exige introducir lagunas; lo siguen Bury, Gil Fagoaga y Russo, aunque este ultimo recoge la variante de

"' Ver 11 244 n. 132.

Heintz en nota a pie de p8gina. Is3 Ver 11 171 n. 113.

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LIBRO 111 259

tonces lo que se mueve a si mismo debera hacerlo segun 69 alguna de las formas mencionadas. Pero si se mueve a

si mismo empujando de atiras adelante estan'a detras de si mismo; si tirando, delante; si empujando de abajo arriba, debajo, y si presionando, encima. Pero es imposible que algo este encima de si misnno o delante o debajo o detras. Luego es imposible que algo se mueva por si mismo.

Pero si nada se mueve ni por si mismo ni por medio de otra cosa, nada se mu.eve.

70 Y si alguien recurriera al impulso interno y a la libre eleccion, habria que recordarle la disputa sobre ((10 que esta en nuestro poder•â Is4 y que esta sigue indilucidable al no haber encontrado no,sotros hasta ahora ningun crite- rio de Verdad.

71 Y aun hay que afiadir esto. c

El movimiento Si algo se mueve: o se mueve en el si- no ~ u e d e darse tio en el que esta O en el que no esta.

en ningun Pero no en el que esta, pues en el perma- sitio nece si de verdad esta en el. Y tampoco

en el que no esta, pues unia cosa no puede actuar ni sufrir efectos alli donde no esta. ]Por consiguiente, nada se mueve.

Ese es el argumento de Diodoro Crono. Y ha encontra- do muchas replicas, de las que por la forma de este libro expondremos las mas conflictivas junto con el juicio que nos sugieren.

72 Pues bien, algunos dicen que si puede moverse una co- sa en el sitio en el que esta; por ejemplo, que las esferas

"4 •áSobre lo que esta en nusstro poder)). La expresibn griega es peri toy eph'hemin. Hemos seguido la traduccibn de Bury, que aclara que se trata de una expresibn aristoitelica para denotar el libre albedrio. Gil Fagoaga traduce •áde lo que tratamos)) y Russo ~intorno al libero arbitrio)).

que giran en torno a sus ejes se mueven permaneciendo en el mismo sitio.

Contra los cuales es preciso trasladar el argumento a cada una de las partes de la esfera y, haciendoles notar que de acuerdo con ese argumento tampoco hay movimiento en cuanto a las partes, concluir que nada se mueve en el sitio en el que esta.

Y lo mismo haremos tambien contra los que dicen que 73

lo que se mueve esta en dos sitios: en aquel en el que esta y en aquel hacia el que se dirige.

Les preguntaremos, en efecto, cuando lo que se mueve se dirige desde el sitio en el que esta hacia el otro sitio: jacaso cuando esta en el primer sitio o cuando esta en el segundo?; pero cuando esta en el primer sitio no pasa al segundo, pues aun esta en el primero; y tampoco cuan- do no esta en ese sitio pasa desde el al otro, pues no puede hacer nada alli donde no esta. Ademas de que dan por 74

asumido lo que se esta cuestionando "', pues indudable- mente nadie aceptara que se dirija hacia algun sitio aquello que e1 sencillamente no concede que se mueva.

Por otro lado, algunos dicen tambien esto. 75

Se habla de sitio en un doble sentido: uno amplio, tal como •ámi domicilio•â, y otro preciso, como por ejemplo el aire que esta en contacto con la piel alrededor de mi cuerpo.

15' Hemos permutado dos lineas en el texto griego. Aunque no hay mencion de esta variante ni en la edicibn seguida ni en las otras versiones consultadas, la permuta nos parece aqui mas clara que en 111 67. Compa- rese el orden del texto original, en el que hemos subrayado las dos lineas en cuestibn: •áy tampoco cuando no esta .en ese sitio pasa desde el al otro. Ademas de que don por asumido lo que se esta cuestionando, pues no puede hacer nado ollidonde no estd, pues indudablemente nadie acep- tara ... D. De hecho, Kayser (como recuerda Mutschmann) propuso supri- mir la linea •ápues no puede hacer nada alli donde no esta)).

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LIBRO III 26 1

Pues bien, dicen que lo que se mueve no se mueve en un sitio en sentido preciso, sino en uno en sentido amplio.

Contra los cuales es posible argumentar, subdividiendo ese sitio en sentido amplio, que el cuerpo que se dice que se mueve esta fundamentalmente en una parte de ese sitio, a saber, en el lugar ocupado por el de forma precisa y que no esta en lo otro, a saber, en las restantes partes de ese sitio en sentido amplio; y enlazando despues con lo de que nada puede moverse ni en el sitio en el que esta ni en el que no esta, argumentar que nada puede moverse en el abusivamente denominado sitio en sentido amplio. En efecto, las componentes son aquella en la que el cuerpo esta en sentido estricto y aquella en la que en sentido es- tricto no esta; en cualquiera de las cuales se ha probado

' que nada puede moverse.

76 Y aun se debe plantear este otro argu- d

No hay mento. movimiento; Si una cosa se mueve, o se mueve segun ni gradual lo de •áantes lo anterior)), en progresion ni a saltos gradual, o •áa intervalos divisibles ente-

ros•â. Pero una cosa ino puede moverse -como mostraremos- ni •áantes lo anterior•â ni •áa intervalos divi- sible~ enteros•â. Luego nada se mueve.

Pues bien, es claro de entrada que no es posible que una cosa se mueva segun lo de •áantes lo anterior•â.

En efecto, si los cuerpos son divisibles hasta el infinito y si tambien lo son los lu,gares y los tiempos en los que se dice que se mueven los cuerpos: entonces no se produci- ra ese movimiento al ser imposible encontrar entre los infi- nitos un •áprimero•â, a partir del cual se mueva lo que se dice que se mueve.

Y si las citadas cosas terminan en partes indivisibles 77

y cada uno de los objetos que se mueven pasa, de forma similar en todos, al primer indivisible del espacio, con su primera parte indivisible, en el primer tiempo indivisible: entonces todo lo que se mueve es igual de veloz; por ejem- plo, el rapidisimo caballo y la tortuga. Lo cual es mas ab- surdo que lo anterior.

Por consiguiente, el movimiento no se produce segun lo de •áantes lo anterior•â.

Pero tampoco •áa intervalos divisibles enteros•â. En efecto, si -segun se dice- lo no manifiesto debe 78

testimoniarse a partir de lo manifiesto y ya que, para que alguien recorra la distancia de un estadio lS6, debe recorrer antes la primera parte de ese estadio y luego la segunda y asi las demas: entonces es natural tambien que todo lo que se mueve se mueva segun lo de •áantes lo ante- rior)).

Porque ademas, si se dijera que lo que se mueve atra- viesa de golpe todas las partes del espacio en el que se dice que se mueve, de seguro estaria a la vez en todas ellas con todas sus partes. Y si una parte del espacio por el que se mueve estuviera fria y otra caliente o si, por ejem- plo, una fuera negra y otra blanca y tales que pudieran colorear lo que roce con ellas: entonces lo que se mueve seria a la vez caliente y frio y blanco y negro. Lo cual es absurdo.

Y ademas, digan cuanto espacio recorreria de golpe lo 79

que se mueve. Si, en efecto, dicen que ese espacio es ilimitado, admi-

tiran que una cosa se mueva de golpe a traves de toda la Tierra.

lS6 Un estadio era 400 codos, lo que equivale a 177,6 m.

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262 ESBOZOS I?IRR~NICOS LIBRO 111

Y si rehuyen eso, fijennos la extension de ese espacio; pues intentar fijar con precision el espacio, mayor distan- cia que el cual no podria -ni siquiera en una pizca- re- correr de golpe lo que se mueve: eso, aparte de ser azaroso y temerario e incluso seguramente ridiculo, caeria en el ab- surdo del principio; pues si de verdad cada una de esas cosas efectua los pasos de sus movimientos de forma simi- lar, a espacios fijos, todas las cosas serian igual de veloces.

so Y si dijeran que lo que se mueve se mueve de golpe en un espacio •ápequeno, pero no determinado con preci- sion•â, nos seria posible segun la paradoja del sorites lS7

afiadir una y otra vez una pequefia extension de espacio a la extension propuesta; pues si se detuvieran en algun punto mientras nosotros efectuamos esa tal argumentacion, incurririan de nuevo en lo del •áespacio definido con preci- sion•â y en la quimera de antes. Y si admitieran el sucesivo incremento, les forzariamos, a convenir en que una cosa puede moverse de golpe por toda la extension de la Tierra.

De forma que lo que se dice que se mueve, tampoco se mueve •áa intervalos divisibles enteros•â.

si Pero si nada se mueve ni •áa intervalos divisibles ente- ros•â ni segun lo de •áantes lo anterior)), nada se mueve.

Pues bien, eso y aun mas que eso di- cen quienes niegan el movimiento.

e Y nosotros, no pudiendo tirar abajo ni Conclusidn

esos argurnentos ni lo manifiesto, quie- nes se atienen a lo cual concluyen en la

realidad del movimiento, a la vista de esa contradiccion entre fenomenos y razonamientos suspendemos el juicio so- bre si el movimiento existe o no existe.

15' Ver 11 253 n. 136.

Y sirviendonos de la misma argumeqtacion nos man- sz tendremos en suspenso tambih sobre el crecimiento y la disminucion.

En efecto, la evidencia parece inclinarnos hacia la exis- tencia de esas cosas, pero los razonamientos parecen rebatirla.

Considera de hecho si no: Es logico que lo que crece aumente en magnitud per-

maneciendo en su esencia lS8; de forma que si de verdad alguien dijera que el aumento se produce en una cosa y que ha aumentado otra, se enganaria. Ahora bien, ya que la esencia nunca esta fija sino que fluye continuamente y una se transforma en otra, la cosa que se dice que ha creci- do no tendra la esencia del principio y junto con ella la otra que se ha anadido, sino una totalmente distinta.

Asi pues, de la misma forma que habiendo por ejemplo 83

un tronco de tres codos 159, uno que llevara otro de diez co- dos se engafiaria si dijera que habia crecido el tronco de diez codos, por ser totalmente distinto del otro: asi tambien, dado que la materia original se pierde y que, si se anade lo que se dice que se afiade, viene a anadirsele otra diferente, entonces nadie podria decir, en nada de lo que se dice que crece, que eso sea un crecimiento, sino una total alteracion.

lS8 Literalmente seria ((siendo y permaneciendo)). Nuestra traduccion se ajusta a la de Bury. Algo distinta es la de Russo: •áL'ente e il sussisten- te che viene accresciuto•â.

IJP Un codo equivale a 44.4 cms.

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LIBRO 111 265

a4 Y el mismo razonamiento tambien para la disminucion, pues jcomo podria decirse que disminuye aquello que no mantiene del todo su sustaricia?

Aparte de eso, si la disminucion tiene lugar por sus- traccion y el crecimiento por adicion y si ni la sustraccion ni la adicion son nada, entonces tampoco son nada la dis- minucion y el crecimiento.

XII

SOBRE LA SUSTRACCI~N Y LA A D I C I ~ N

as Y que la sustraccion no es nada, lo argumentan a partir de esto.

Si se sustrae algo de algo: o se sustrae lo igual de lo igual o lo mayor de lo menor o lo menor de lo mayor. Pero -como expondremos-- de ninguna de esas formas se produce la sustraccion. Luego la sustraccion es imposible.

Y que de ninguna de las citadas formas se produce la sustraccion resulta claro de esto:

Lo que se sustrae de algo es preciso que antes de la sustraccion este contenido en aquello de lo que se sustrae.

a6 Pero lo igual no esta coritenido en lo igual 16'; e1 seis, por ejemplo, en el seis; en efecto, el continente debe ser mayor que el contenido, y aquello de lo que se sustrae algo, mayor que lo sustraido; para que despues de la sus- traccion quede algo, pues la1 sustraccion parece diferir de la supresion total en eso. Ni tampoco lo mayor en lo me- nor; el seis, por ejemplo, en el cinco; eso, en efecto, resul-

'"O Ver 11 112 n. 107.

ta desconcertante. Pero por lo mismo, tampoco lo menor 87

en lo mayor; en efecto, si el cinco esta contenido en el seis en el sentido de ((10 menor en lo mayor)), tambien es- tara contenido el cuatro en el cinco y en el cuatro el tres y en el tres el dos y en este el uno; asi pues, el seis conten- dra al cinco, al cuatro, al tres, al dos y al uno, un idosh- mados los cuales resulta el numero quince, que admiti- do que lo menor esta contenido en lo mayor se concluye que estaria contenido en el seis; y analogamente en ese quin- ce, contenido en el seis, estaria contenido el numero trein- ta y cinco y, por recurrencia, infinitos numeros; pero es absurdo decir que en el numero seis estan contenidos infinitos numeros; luego es absurdo tambien decir que lo menor se contiene en lo mayor.

Asi pues, si es preciso que lo que se sustrae de algo 8a

este contenido en aquello de lo que debe sustraerse, pero ni lo igual esta contenido en lo igual ni lo mayor en lo menor ni lo menor en lo mayor, entonces tampoco se sus- trae nada de nada.

Y si se sustrae algo de algo: o se sustrae el todo del todo o una parte de una parte o el todo de una parte o una parte del todo.

. Ahora bien, decir que se sustrae el todo del todo o de 89

una parte resulta claramente desconcertante. Queda entonces analizar si una parte se sustrae del to-

do o de una parte; lo cual es absurdo. Asi por ejemplo -con objeto de mantener el razonamiento en los nume- ros, para mayor claridad- sea una decena y piensese que

16' Ver 11 217 n. 118. I6%se treinta y cinco no concuerda con el •áanalogamente•â. Como

ha dicho que la suma del 1 al 5 (o sea, 15) esta en el 6. ahora podria decir que la suma del 1 al 14 (o sea, 105) esta en el 15.

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de ella se resta una unidad. Pues bien, esa unidad -como expondre- no puede restarse ni de la decena entera ni de la parte que sobra de esa decena, o sea, del nueve. Asi pues, no se resta.

90 En efecto, si la unidad se resta de la decena entera, entonces: dado que la decena no es nada al margen de las diez unidades y que no les ninguna de las unidades sino la concurrencia de las diez, la unidad debe restarse de cada una de esas unidades para que se reste de toda la decena. Pues bien, seguro que de una unidad no se puede restar nada, pues las unidades son indivisibles. Y por ello la uni- dad no se restara de esa forma de la decena.

91 Y ademas, si uno concediera que la unidad se resta de . cada una de esas unidade!;, la unidad deberia tener diez partes y al tener diez partes seria una decena. Pero encima, dado que quedan otras diez partes -aquellas de las que se restan las diez partes de la citada unidad- el diez seria veinte. Pero es absurdo decir que el uno es diez y que el diez veinte y que lo indivisible se divide en esas partes. Por consiguiente, es absur~do decir que la unidad se resta del total de la decena.

92 Pero tampoco se resta la unidad del conjunto de nueve restante. En efecto, aquello de lo que se resta algo no per- manece entero; pero el conjunto de nueve permanece ente- ro con la resta de aquellai unidad. Y por otra parte, ya que el conjunto de nueve no es nada fuera de las nueve unidades, si se dijera que la unidad se resta del total de el seria una resta de nueve unidades; y si de una parte del conjunto de nueve -mismamente, del ocho- entonces se seguirian los mismos absurdos; y si de la unidad sobran- te, se alegaria que la unidad seria divisible; lo cual es ab-

93 surdo. Asi pues, tampoco se resta la unidad del conjunto de nueve.

Pero si no se resta ni del total de la decena ni de una parte suya, entonces no puede sustraerse una parte ni del todo ni de una parte.

Asi pues, si no se sustrae ni el todo del todo, ni una parte del todo, ni el todo de una parte, ni una parte de una parte, entonces tampoco se sustrae nada de nada.

Pero entre ellos se ha sostenido que tambih la adicion 94

es una de las cosas posibles. Ahora bien, lo que se aiiade -dicen- se anade o a

si mismo o a lo que ya hay o al compuesto de ambas co- sas. Pero nada de eso es correcto. Asi pues, nada se afiade a nada.

De hecho, sea por ejemplo una cantidad de cuatro co- pas y afiadase una copa. Pregunto, ja que se aiiade?

Pues a si misma no puede, ya que lo afiadido es distin- to de aquello a lo que se aiiade y nada es distinto de si mismo.

Pero tampoco al compuesto de ambas cosas -las cua- 95

tro copas mas la copa- pues jcomo podria anadirse algo a lo que aun no existe? Y por otra parte, si esa copa que se afiade se mezcla con las cuatro copas mas la copa, resul- taria una cantidad de seis copas, por las cuatro copas y la copa mds la copa que se afiade.

Y si la copa se aiiade s616.a las cuatro copas, entonces: 96

dado que lo que se disuelve en algo es igual a aquello en lo que se disuelve, al disolverse la copa en la medida de cuatro copas se duplicaran las cuatro copas, de forma que la medida total vendria a ser de ocho copas; lo cual no es lo que se observa.

Asi pues, si lo que se dice que se aAade no se anade ni a si mismo ni a lo que ya hay ni al compuesto de ambas cosas y si fuera de eso no es posible nada, entonces nada se afiade a nada.

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ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO III 269

XIII

97 Y junto con la realidad de la adicion, la sustraccion y el movimiento, queda excluida tambien la trasmutacion, pues esta es sustraccion de algo y adicion a algo por intercambio.

XIV

SOBRE EL TODO Y LA PARTE

98 Lo mismo que el todo y la parte. El todo, en efecto, parece formarse por concurrencia

y adicion de las partes y deja de ser •áel todo•â por sustrac- cion de alguna o de algunas.

Pero ademas, en otro sentido, si existe algun todo: o es alguna cosa distinta al margen de sus partes o sus pro- pias partes son el todo.

99 Desde luego, no parece que el todo sea ninguna otra cosa que sus partes; de hecho, una vez suprimidas las par- tes, ciertamente no queda nada para que consideremos que el todo es algo mas al margen de ellas. Pero si las propias partes son el todo, el todo sera solo un nombre y un atri- buto vacio y no tendra ninguna realidad propia, de la mis- ma forma que una desarticulacion tampoco es nada al mar- gen de las cosas desarticuladas ni una articulacion al mar- gen de lo que se articula. Por consiguiente, el todo no es nada.

Pero tampoco las partes. Pues si las partes existen, ioo

ellas seran: o partes del todo o unas de las otras o cada una de si misma.

Pero ni son partes del todo, porque nada hay fuera de las partes -y por otro lado, las partes serian en ese caso partes de si mismas, ya que cada una de las partes se dice que es una cosa que forma un todo con el todo- ni tampoco unas de las otras, porque parece que la parte esta contenida en aquello de lo que es parte y seria absur- do decir que por ejemplo la mano esta contenida en el pie.

Pero tampoco sera cada una parte de si misma, pues ioi

en virtud de la inclusion seria una cosa mayor y menor que ella misma.

Si, pues, las que se dicen ser partes no son partes ni del total ni de si mismas ni de las otras partes, entonces no son partes de nada. Y si no son partes de nada, tampo- co son partes; pues las cosas correlativas quedan negadas la una junto con la otra.

Dicho sea, pues, esto de esta otra forma como digre- sion, puesto que ya en otra ocasion '63 tratamos del todo y la parte.

SOBRE EL CAMBIO F~SICO

Pero tambien el llamado cambio fisico dicen algunos 102

que es irreal, sirviendose de argumentos de este estilo: Si algo cambia: o lo que cambia es una cosa corporea

o una incorporea. Pero cada una de esas dos cosas ha re-

''' Ver 11 215 ss.

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sultado inviable. Luego tambien la teoria del cambio sera inviable.

103 Si algo cambia, cambia segun determinadas influencias de una causa y sufriendo sus efectos. Ahora bien '64, la existencia de la causa es re!batida y junto con ella se des- carta lo que sufre sus efectlos, al no tener de que sufrirlos. Luego no cambia nada.

104 Si algo cambia: o cambia aquello que es o aquello que no es.

Lo que no es, es desde! luego irreal y no puede sufrir efectos ni producirlos; de forma que tampoco admite el cambio.

Y si cambia aquello que es: o cambia en cuanto que es algo que es o en cuanto que es algo que no es.

10s Desde luego, no cambia en cuanto que es algo que no es; pues algo que no es, no es. Y si cambia en cuanto que es algo que es, sera una cosa distinta del ser que es; es decir, sera una cosa inexistente; pero es absurdo decir que lo existente se vuelve no existente; por consiguiente, tam- poco cambia aquello que es.

Pero si no cambia aquello que es ni aquello que no es y si fuera de eso no hay nada, entonces solo queda decir que no cambia nada.

106 Y aun dicen esto algunos: Lo que cambia, debe cambiar en algun instante. Pero

segun mostraremos no caimbia ni en el tiempo pasado ni en el futuro ni tampoco en el presente. Luego nada cambia.

Desde luego, una cosa no cambia en el tiempo pasado o en el futuro, pues ninguno de ellos es presente y es impo-

La particula del texto es •áporque•â, que no se entiende. Parece suficiente ese cambio de particula. Mutschmann, Bury y Russo introdu- cen una laguna, intercalando la frase: •áMa secondo certe attivita di una causa non muta, perche.. .B.

sible hacer o sufrir nada en un instante que no existe y no es presente.

Pero tampoco en el presente. En efecto, seguramente 107 el momento presente es incluso inexistente. Pero aun en el caso de que pasemos por alto eso, si es indivisible. Y es imposible pensar que en un tiempo indivisible el hierro, por ejemplo, cambia de la dureza a la blandura o que se produce cualquiera de los demas cambios, pues parece que estos necesitan de duracion.

Asi pues, si ninguna cosa cambia ni en el tiempo pasa- do ni en el futuro ni en el presente, entonces debe decirse que nada cambia.

Ademas de eso, si existe algun cambio: o es sensible 10s o inteligible.

Pero no puede ser sensible; pues los sentidos son sensi- bles a un Unico tipo de sensacion cada uno, mientras que el cambio parece entranar un recuerdo simultaneo de aquello a partir de lo que cambia y de aquello a lo que se dice que cambia.

Y si es inteligible, entonces: puesto que sobre la exis- tencia de lo inteligible ha habido, como ya recordamos mu- chas veces, un irresoluble desacuerdo entre los antiguos, no podremos decir nada sobre la existencia del cambio.

XVI

SOBRE LA GENERACI~N Y LA CORRUPCION

Tambien la generacion y la corrupcion quedan exclui- 109 das, desde luego, junto con la adicion, la sustraccion y el cambio fisico. Sin eso, en efecto, nada se engendraria ni se descompondria.

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LIBRO 111 273

De hecho, por ejemplo, el nueve surge segun dicen de la decena cuando esta desalparece por sustraccion de la uni- dad. Y la decena surge del nueve cuando Cste desaparece por adicion de la unidad. Y el cardenillo surge del cobre cuando este se corrompe por un cambio fisico.

De suerte que, desechados los citados cambios, es nece- sario tambien desechar la generacion y la corrupcion.

i i o Tambikn -y no menos importante- dicen esto algu- nos:

Si Socrates fue engendrado: o Socrates se formo cuan- do no era Socrates o cuando ya era Socrates. Pero si se dijera que fue engendrado cuando ya era, habria sido en- gendrado dos veces. Y si cuando no era, entonces al mis- mo tiempo era y no era Socrates: lo era por haber sido engendrado y no lo era por hipotesis.

1 1 1 Y si Socrates murio: o murio cuando vivia o des- pues de morir. Y no murio mientras vivia, puesto que la misma persona estaria viva y habria muerto. Pero tampo- co despuCs de morir, puesto que habria muerto dos veces. Luego Socrates no muriii.

Y aplicando ese razonamiento a cada cosa de las que se dice que se engendran o corrompen es posible negar la

' _ generacion y la corrupcion.

112 Pero algunos argumentan tambien de esta forma: Si algo es engendrado: o es engendrado aquello que

es o aquello que no es. Pero lo que no es, tampoco es engendrado; pues a lo

que no es, nada puede (ocurrirle; tampoco, entonces, lo de ser engendrado.

Pero tampoco lo que es. En efecto, si es engendrado lo que es: o se engendra en cuanto que es una cosa existen- te o en cuanto que es una cosa inexistente.

Desde luego, no se engendra en cuanto que es una cosa inexistente.

Y si se engendra en cuanto que es una cosa existente, entonces: puesto que lo engendrado dicen que se engendra como •ádiferente a partir de lo diferente•â, lo engendrado s e d diferente de lo existente; lo cual justamente significa no existente. Luego lo engendrado sera inexistente. Lo cual resulta desconcertante.

Asi pues, si no es engendrado ni lo que no es ni lo 113

que es, nada se engendra. Y por lo mismo, tampoco se corrompe. En efecto, si algo se corrompe: o se corrompe lo que

es o lo que no es. Ahora bien, no se corrompe lo que no es, pues lo que

se corrompe debe sufrir algun influjo. Pero tampoco lo que es. En efecto, o se corrompe man-

tenitndose en lo de ser una cosa existente o no mantenien- dose.

Y si manteniendose en lo de ser una cosa existente, la misma cosa sera a la vez existente e inexistente. En efecto, 114

puesto que no se corrompe en cuanto que es una cosa ine- xistente sino en cuanto que es una cosa existente, entonces: por lo mismo que se dice .que se corrompe sera diferente de lo que es y, por lo tanto; ,inexistente; mas en tanto que se dice que se corrompe mantenitndose en el ser, sera exis- tente. Pero es absurdo decir que la misma cosa es a la vez existente e inexistente. Luego lo que es no se corrompe permaneciendo en el ser.

Y si lo que es no se corrompe permaneciendo en el ser, sino que primero pasa a no ser y solo despues se corrom- pe, entonces no se corrompe lo que es sino lo que no es; lo cual hicimos notar que era imposible.

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LIBRO III 275

Asi pues, si no se corroimpe ni lo que es ni lo que no es y si fuera de eso no ha~y nada, nada se corrompe.

Tambien, desde luego, siobre los cambios fisicos basta- ra para un esbozo con haber dicho esto. De lo que se sigue que la Teoria de la Realidad de los dogmaticos es ficticia e ininteligible.

SOBRE EL REPOSO

l i s Y dando un paso mas, algunos dudaron tambien del reposo en cuanto cosa real, alegando que lo que se mueve no esta en reposo y que cualquier cuerpo se mueve cons- tantemente segun las suposiciones de los dogmaticos, que dicen que la esencia de las cosas es fluyente, formando continuamente dispersiones y composiciones; de forma que Platon no llama seres a'los cuerpos, sino que los llama con preferencia •ácosas en devenir)), y de forma que Hera- clito compara la gran movilidad de nuestra materia con la veloz corriente de un rio.

116 Por consiguiente, ningun cuerpo esta en reposo. Y parece, desde luego, que lo que se dice que esta en

reposo esta aprisionado por lo de su entorno y lo que esta aprisionado sufre (algun influjo). Pero no hay nada que sufra influjos, porque tampoco existe ninguna causa, se- gun hicimos notar. Luego nada esta en reposo.

Sobre lo de Platon, ver 111 54 n. 149. Sobre la mencion a Heracli- to, recuerdese PLAT~N, Cratiio ~402 a: •áDice en alguna parte Heraclito que todas las cosas siguen su curso y que nada permanece y. comparando a los seres con la corriente de un rio, dice que no podrlas entrar dos veces en el mismo rio•â.

Y algunos tambien proponen asi el argumento: Lo que esta en reposo sufre influencias y lo que sufre

influencias cambia; luego lo que se dice que esta en reposo cambia; pero si cambia, no esta en reposo.

Y de eso resulta claro que tampoco es posible que este 117

en reposo lo incorporeo. En efecto, si lo que esta en repo- so sufre influencias y si lo de sufrir influencias es propio si acaso de los cuerpos, pero no de las cosas incorporeas: entonces lo incorporeo no puede sufrir influencias ni tarn- poco estar en reposo.

Por consiguiente, nada esta en reposo. Quede dicho esto, tambien sobre el reposo. 118

Y puesto que cada una de las citadas cosas no se conci- be sin el espacio o sin el tiempo, conviene pasar al analisis de esas cosas; pues si uno mostrara que esas cosas son irreales, tambien seria irreal en virtud de ello cualquiera de aquellas.

Y comencemos por el espacio.

SOBRE EL ESPACIO

Pues bien, se habla de espacio en dos sentidos: propia- i 19

mente y abusivamente. Abusivamente, el espacio en senti- do lato; como •ámi ciudad•â. Y propiamente, el que da una localizacion con exactitud; como aquel por el que estoy circundado en sentido estricto '66.

LOS comentaristas introducen diversas variantes en el texto de esta frase, como puede verse en Bury y Russo: ((propiamente, quello che mi contiene esattamente; come I'aria dalla quale sono esattamente contenuto)).

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276 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO iii 277

Nosotros estamos investigando, desde luego, el espacio en sentido estricto. Y este, unos lo establecieron, otros lo suprimieron, otros suspendieron el juicio acerca de 61.

120 De los cuales, los que aifirman que existe se acogen a la evidencia. Pues podria decir --afirman- que no existe el espacio cuando ve las partes de ese espacio, como •áderecha•â, •áizquierda•â, •áarriba•â, •áabajo•â, •ádelante•â, •áde- tras))? cuando unas veces se encuentra en un sitio y otras en otro? cuando observa que alli donde mi maes- tro 16' dictaba lecciones, alli mismo las dicto yo ahora?

cuando se percata de que el sitio de lo liviano por natu- raleza y el de lo denso por naturaleza son diferentes?

121 cuando hasta escucha decir a los antiguos pues, en ver- dad, primero fue el Caos "'* a la vez que suele decirse que el Caos es el espacio, al ser este capaz de contener lo que en aquel se engendra?

Verdaderamente -anaden- si existe alguna cosa cor- porea tambien existe el espacio, pues sin este no existiria lo corporeo. Y si existe lo de •ápor lo cual•â y lo de •áa partir de lo cual•â, tambien existe lo de •áen donde•â. Ahora bien, en cada una de esas dos implicaciones se da lo prime- ro (lo de que hay cosas corporeas y lo de que hay causa eficiente y causa material); luego tambien se da en ambas lo segundo.

122 Pero quienes descartan el espacio, tampoco conceden que existan las partes del espacio; pues dicen que el espa- cio no es nada al margen de sus partes y que quien intenta concluir que existe el espacio a base de tomar como exis- tentes sus partes pretende establecer lo cuestionado por me- dio de ello mismo.

16' El maestro de Sexto fue Herbdoto de Filadelfia. El sitio donde ensenaron podria haber sido Allejandria. Ver Introduccibn, p8g. 39.

HES~OW, Teogonia 118.

Y analogamente, alegan que desatinan tambien quienes dicen que algo se forma o se ha formado en algun sitio, al no estar totalmente admitido el espacio. Y que ademas dan por asumida la existencia de lo corporeo, sin estar da- da de modo inmediato. Y que lo de •áa partir de lo cual•â y lo de •ápor lo cual•â aparecen tan inexistentes como el espacio. Y que Hesiodo no es un juez competente en las 123 cosas de Filosofia.

Y rebatiendo de esa forma lo aducido para confirma- cion de que existe el espacio, despues establecen aun con mayor detalle que es inexistente, valiendose de los argu- mentos sobre el espacio que entre los dogmaticos se consi- deran que son los mas fuertes; por un lado los de los estoi- cos y por otro los de los peripateticos. Asi:

Los estoicos dicen que •áel vacio es lo capaz de ser ocu- 124 pado por el ser, pero sin estar ocupado•â, o bien •áel volumen desprovisto de cuerpo•â, o bien •áel volumen no ocupado por ningun cuerpo•â.

Y que •áel espacio es el volumen ocupado por un ser e identificado con eso que lo ocupa)); llamando aqui •áser•â al cuerpo.

Y que •áun lugar es un volumen, en parte ocupado por un cuerpo y en parte no ocupado)). Aunque algunos dicen que un lugar es el espacio de un cuerpo grande, de forma que la diferencia entre •álugar•â y •áespacio•â esta en el tamailo.

Pues bien, a eso se arguye que, puesto que dicen que 125 el espacio es el volumen ocupado por un cuerpo, jcomo entienden exactamente que es el volumen?: lo largo o lo ancho o lo alto del cuerpo?, jo las tres dimen- siones?

Pues si solo una dimensih, el espacio no se identifica- ra con aquello de lo cual es espacio. Y ademas de eso,

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278 ESBOZOS PLRR~NICOS LIBRO ilI 279

lo envolvente seria una parte de aquello a lo que envuelve. Lo cual desconcierta a cuadquiera.

126 Y si las tres dimensiones: puesto que en el citado espa- cio no subyace ni el vacio ni ningun otro cuerpo dotado de dimension, sino solo el cuerpo que se dice que esta en ese espacio -el cual cuerpo esta compuesto de las tres di- mensiones, pues es lo largo, lo ancho, lo alto y la solidez, que a su vez se considera seir una propiedad de las citadas dimensiones- entonces lo mismo sera el cuerpo que su espacio y lo mismo lo envolvente que lo envuelto. Lo cual es absurdo.

Por consiguiente, en el espacio subyacente no existe nin- guna dimension.

Y por lo tanto, el espacio no es nada. 127 Y tambien se propone este argumento.

Dado que las dimensiones no se ven como dobles para ninguna de las cosas que se dicen estar en el espacio, sino que solo se ven un largo, un ancho y un alto: entonces esas dimensiones jestan aciiso solo en el cuerpo?, jo solo en el espacio?, jo en ambos?

Pero si solo en el espacio, el cuerpo no tendra ningun largo propio ni ningun ancho ni ningun alto, de suerte que el cuerpo tampoco sera un cuerpo. Lo cual es absurdo.

128 Y si en ambos: dado que el vacio no tiene ninguna rea- lidad fuera de las dimensiones, entonces, si las dimensio- nes del vacio subyacen en el cuerpo siendo constituyentes del propio cuerpo, los constituyentes del vacio seran tam- bien los constituyentes del cuerpo; pues sobre la existencia de la solidez no es posible pronunciarse tajantemente, segun hicimos notar. Pero al manifestarse para el citado cuerpo solo las dimensiones que estan en el vacio y las mismas que en el vacio, el cuerpo sera el vacio. Lo cual es absurdo.

Y si las dimensiones estan solo en el cuerpo, no existira ninguna dimension en el espacio; por lo que tampoco, el espacio.

Asi pues, si en ninguno de los citados casos se encuen- tra en el espacio ninguna dimension, el espacio no existe.

Ademas de eso, se arguye que cuando el cuerpo entra 12s

en el vacio y se forma el espacio: o subsiste el vacio o se retira o se destruye.

Pero si subsiste, la misma cosa estara a la vez llena y vacia.

Y si se retira cambiando de lugar o si se destruye cam- biando de forma, entonces el vacio sera el cuerpo; pues esas perturbaciones son propias de un cuerpo. Pero es ab- surdo decir que una misma cosa esta llena y vacia o que el vacio es un cuerpo. Luego es absurdo decir que el vacio es capaz de ser ocupado por un cuerpo y convertirse en espacio.

Y en virtud de eso, se encuentra que el vacio es irreal, 130

si de verdad no es posible que sea ocupado por un cuerpo y que se convierta en espacio. Se afirmaba, en efecto, que el vacio es aquello que es capaz de ser ocupado por un cuerpo.

Y junto con eso, tambien queda descartado el lugar. En efecto, si el lugar es un espacio grande, queda elimina- do con lo del espacio. Y si en parte es un volumen ocupa- do por un cuerpo y en parte una extension vacia, queda descartado junto con esas cosas.

Eso y aun mas se argumenta, pues, contra la postura 131

estoica acerca del espacio. Los peripateticos, por su parte, dicen que el espacio

es la frontera de lo envolvente, en cuanto que envolvente. Por ejemplo, mi espacio es la capa de aire adherida alrede- dor de mi cuerpo.

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LIBRO IJ.I 28 1

Pero si de verdad el espacio es eso, la misma cosa exis- tiria y no existiria; pues cuando el cuerpo esta a punto

, de surgir en cierto espacio, tendriamos: En cuanto que nada puede surgir en lo que no existe,

ese espacio tiene que existir previamente para que surja en el el cuerpo. Y en virtud de eso, el espacio existira antes de que en el surja el cuerpo situado en ese espacio.

Pero en tanto que la superficie de lo envolvente se for- ma al adherirse alrededor de aquello a lo que envuelve, el espacio no puede existir antes de que en el surja el cuer- po. Y por ello, no existira en ese momento.

Pero es absurdo decir que una misma cosa existe y no existe. Luego el espacio no es la frontera de lo envolvente, en cuanto que envolvente.

132 Ademas de eso, si el espacio es algo: o es una cosa con origen o una sin origen.

Ahora bien, no es una cosa sin origen, pues se forma -dicen- al adherirse alrededor del cuerpo situado en el.

Pero tampoco con origen. En efecto, si es una cosa con origen: o s61o una vez que el cuerpo esta en el espacio es cuando se origina el espacio en el que se dice que esta ya lo situado en ese espacio o cuando no esta en el.

1 3 Pero no una vez que (esta en el, pues entonces ya es el espacio del cuerpo s i tqdo en el.

Ni tampoco cuando no esta en el, si de verdad -como dicen- lo envolvente se adhiere alrededor de lo envuelto, y si es asi como se origina el espacio, y si ninguna cosa puede estar adherida alrededor de lo que no este dentro de ella.

Pero si el espacio no se origina ni cuando el cuerpo esta en ese espacio ni cuando no esta en el y si fuera de eso no es posible concebir nada, entonces el espacio no es una cosa con origen.

Y si no es ni una cosa con origen ni una sin origen, tampoco existe.

Y de forma mas general, tambien puede argumentarse 134

lo siguiente:

- Si el espacio es algo: o es una cosa corporea o una incorporea. Pero cualquiera de ambas cosas es invia- ble, segun hicimos notar. Luego tambien el espacio es inviable.

- El espacio se entiende con relacion al cuerpo del que es espacio. Pero el estudio de la existencia de lo corpo- reo es inviable. Luego tambien el relativo a la del espacio.

- No es eterno el espacio de ninguna cosa. Pero al decir- se que tiene origen encontramos que es una cosa irreal, pues no hay generacion '69.

Y aun es posible argumentar otras muchas cosas. Pero 1 3 s

a fin de no alargar la exposicion debe concluirse esto: Que esos razonamientos hacen dudar a los escepticos.

Pero tambien los confunde la evidencia. Por lo cual, no nos inclinamos por ninguna de ambas cosas a la vista de lo argumentado por los dogmaticos, sino que nos mante- nemos en suspenso sobre el espacio.

XIX

SOBRE EL TIEMPO

Y lo mismo nos ocurre tambien en el examen del tiem- 136

po; pues a la vista de los fenomenos si parece que el tiem-

' 6 9 A la vista de las dos primeras argumentaciones, los comentaristas suponen una laguna; aunque la conclusibn se sobreentiende bien.

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LIBRO 111 283

po sea algo, pero a la vista de lo argumentado sobre el aparece como inexistente.

Unos, en efecto, dicen que •áel tiempo es la duracion "O

del movimiento del Universo•â. Y llamo Universo al Mundo. Otros, que el propio movimiento del Mundo. Aristoteles -o, segun algunos, Platon- que •ála nume-

racion del antes y del despues, en el movimiento)). 137 Estraton -o, segun algunos, Aristoteles- que •ála me-

dida del movimiento y del reposo•â. Y Epicuro, segun afirma Demetrio el lacedemonio, que

•ála concurrencia de las concurrencias, acompasada a los dias, las noches y las horas y a las perturbaciones, las quie- tudes, los movimientos y los reposos•â.

13s Y en cuanto a su esencia, unos como los de en torno a Enesidemo dijeron que es una cosa corporea, pues en nada se diferencia del ser ni de la originaria sustancia de los cuerpos, y otros incorporea.

Pues bien, o todas esas posturas son verdaderas, o to- das falsas, o unas verdaderas y otras falsas.

Pero todas no pueden ser verdaderas, pues la mayoria estan encontradas.

Y por parte de los doginiaticos tampoco se admitira que 139 todas sean falsas. Y por otra parte, si se admitiera que es

falso que el tiempo sea corporeo y tambien que es falso que sea incorporeo, entonces se admitiria la no existencia del tiem- po, pues fuera de eso no puede haber ninguna otra cosa.

Ni es posible aprehendler cuales son verdaderas y cuales falsas, debido a esa equilibrada disputa y a la inviabilidad del criterio y de la demlostracion.

"O •áduracion•â. El termino es diostema, que en 111 76 SS. claramente significa •áintervalo•â; las otras versiones dan •áintervalo•â tambien aqui. Sobre Aristoteles y Platon, vease ARIST~TEL~S, Fisica IV 10 SS. y PLATON, Timeo 37 SS.

De forma que, en virtud de eso, no podremos afirmar la nada tajantemente acerca del tiempo.

Por otro lado, puesto que no parece que el tiempo sub- sista sin el movimiento o sin el reposo, entonces, una vez descartado el movimiento y tarnbikn el reposo. queda des- cartado el tiempo.

Ademas -y no menos importante- algunos dicen esto sobre el tiempo.

Si el tiempo existe: o esta acotado o es infinito. Pero si esta acotado, tuvo principio a partir de cierto 141

momento y acabara en cierto momento. Y en virtud de eso, el tiempo existia cuando no existia; antes de haber comenzado. Y el tiempo existira cuando ya no exista; des- pues de haber acabado. Lo cual es absurdo. Asi pues, el tiempo no esta acotado.

Y si es infinito, y dado que una parte de 61 se dice pasa- 142 do, otra presente y otra futuro, (razonaremos asi):

El futuro y el pasado, o existen o no existen. Pero si no existen, al quedar solo el presente, que es

breve, el tiempo estara acotado. Y se seguiran las dificulta- des de antes.

Y si existe el pasado y existe el futuro, cada uno de ellos sera presente. Pero es absurdo decir que el tiempo pasado y el futuro son presente.

Asi pues, el tiempo tampoco es infinito. Y si no es ni infinito ni acotado, el tiempo no existe

de ningun modo. Ademas de eso, si el tiempo existe: o es divisible o indi- 143

visible. Desde luego no es indivisible, pues como ellos mismos

dicen se descompone en presente, pasado y futuro. Pero tampoco es divisible. En efecto, cualquier cosa

divisible se mide con alguna de sus partes, resultando estar

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LIBRO 111 285

en consonancia lo que mide con cada una de las partes de lo medido; como cuando medimos un codo con una pulgada "l. Pero el tiempo no puede medirse con ninguna de sus partes; pues si el presente por ejemplo se mide con el pasado, estara en consonancia con el pasado y, por lo tanto, sera pasado; y de forma analoga, futuro en el caso del futuro. Y si se mide el futuro con los otros, sera pre- sente y pasado. Y anaiogamente, el pasado sera futuro y presente. Todo lo cual resulta desconcertante. Asi pues, tampoco es divisible.

Y si no es indivisible ni divisible, no es nada. 144 Se argumenta tambien que el tiempo es tripartito y que

una parte es pasado, otra presente y otra futuro. De las cuales, el pasado y el futuro no existen, pues

si el tiempo pasado y el futuro existen ahora, cada uno de ellos sera presente.

Pero tampoco el presente, pues si existe el tiempo pre- sente: o es indivisible o es divisible.

Ahora bien, no es indivisible, pues se dice que aquello que cambia cambia en el tiempo presente. Pero nada cam- bia -por ejemplo el hierro a la blandura o cualquiera de las demas cosas- en un tiempo indivisible. De forma que el tiempo presente no es indivisible.

145 Pero tampoco divisible. En efecto, no podria dividirse en presentes, puesto que debido al rapido flujo de las co- sas del Mundo se dice que el presente cambia a pasado de forma imperceptible. Ni tampoco en pasados y futuros, pues en ese caso, al tener una parte de C1 que ya no es y otra que aun no es, seria inexistente.

146 De ahi que el presente no pueda ser ni fin del pasado ni principio del futuro, puesto que existiria y no existiria:

"' Un codo eran 25 pulgadas y una pulgada equivalia a 18.5 mm.

existiria desde luego en cuanto presente; no existiria por- que no existirian sus partes.

Asi pues, tampoco es divisible. Pero si el presente no es indivisible ni divisible, no existe. Y al no existir ni el presente ni el pasado ni el futuro,

el tiempo no es nada; pues lo que esta compuesto de cosas inexistentes es inexistente.

Contra el tiempo se cita tambikn este argumento. 147

Si el tiempo existe: o es una cosa con origen y fin o una sin origen ni fin.

Ahora bien, no es una cosa sin origen ni fin, al menos si se piensa que una parte de el ha pasado y ya no existe y que otra esta por venir y aun no es.

Pero tampoco una con origen y fin. En efecto, lo que 148

surge debe surgir de algo que exista y lo que termina ter- minar en algo que exista, de acuerdo con las hipotesis de los propios dogmaticos. Ahora bien, si termina en el pasa- do, termina en lo que no existe; y si surge del futuro, surge de lo que no existe, pues ninguna de ambas cosas existe. Pero es absurdo decir que algo surge de lo que no existe o que termina en lo que no existe. Luego el tiempo tampo- co es una cosa con origen y fin.

Pero si ni es una cosa sin origen ni fin ni una con ori- gen y fin, no es de ningun modo.

Ademas de eso, puesto que todo lo que se forma pare- 149

ce que se forma dentro del tiempo, entonces el tiempo, si tiene origen, se forma dentro del tiempo.

En ese caso: o un mismo tiempo se forma en si mismo o uno en otro distinto.

Pero si un mismo tiempo se forma en si mismo, la mis- ma cosa sera y no sera. En efecto, dado que una cosa en la que algo se forma debe existir antes que aquello que se forma en ella, el tiempo -al formarse en si mismo-

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LIBRO III 287

no existe aun en tanto que se forma; pero si existe ya en irio tanto que se forma en si mismo. De modo que no se forma

en si mismo. Pero tampoco, uno en otro distinto; pues si el presente

se forma en el futuro, el piresente sera futuro; y si en el pasado, pasado; y lo mismo debe decirse tambien de los demas tiempos. De modo que tampoco se forma un tiem- po en otro tiempo distinto.

Y si no se forma ni unal mismo en si mismo ni uno en otro distinto, entonces el tiempo no es una cosa con origen.

Pero se mostro que tampoco es una sin origen. Asi pues, al no ser ni una cosa con origen ni una sin

origen, no es de ningun modo; pues cada una de las cosas existentes debe ser o una cosa con origen o una sin origen.

i s i Y puesto que parece qjue el tiempo no se concibe sin el numero, no estaria fuera de lugar tratar ademas breve- mente del numero.

Pues bien, en la vida ordinaria reconocemos sin dog- matismos que numeramos cosas y hacemos cuenta de que el numero es algo. Sin embargo, la exageracion de los dog- maticos ha provocado tambien la argumentacion en contra.

152 De hecho, por ejemplo, los pitagoricos a llegan a decir que los numeros son los

Teoria elementos del Mundo. Dicen en efecto lo pitagdrico

de los numeros siguiente'. Lo manifiesto debe estar compuesto

de algo y los elementos del Mundo deben ser simples; por consiguiente, esos elemenitos son cosas no manifiestas.

Ademas, algunas cosas no manifiestas, como los vapo- res y las particulas de polvo, son corporeas; y otras, como las figuras, las ideas y los numeros, son incorporeas; de tales cosas, las corporeas son compuestas, pues se com- ponen de lo largo, lo ancho, lo alto, la solidez y el peso. Por consiguiente, los elementos no solo son no manifiestos sino tambien incorporeos.

Pero ademas, cualquiera de las cosas incorporeas con- 1 5 3

tiene implicito al numero, pues o es una sola o dos o mas. De lo que se concluye que los elementos de los seres

son los numeros jno manifiestos, incorporeos e implicitos en todo!; y no directamente ellos; sino la Unidad y, engen- drandose por sintesis de una Unidad en otras, la Paridad en abstracto, por participacion en la cual se hacen pares los numeros pares particulares. A partir de estas, en efec- 154 to, dicen que se forman los demas numeros -los implici- tos en las cosas numerables- y se constituye el Mundo.

En efecto, el punto mantiene la proporcion de la Uni- dad. La linea, la del par; pues aparece entre dos puntos. La superficie, la de la terna; pues dicen que es el desliza- miento a lo ancho de una linea hacia otro punto situado fuera de ella. Y el cuerpo, la de la cuaterna; pues se forma como levantamiento de la superficie hacia un punto situa- do encima.

Y asi se imaginan ellos los cuerpos y el Universo Mun- 1 5 s

do; el cual dicen tambien que se gobierna segun las pro- porciones armdnicas ' 72:

"' El intervalo de una escala o diapasbn (ton dia pasan: •áintervalo entre todas las notas•â) estaba dividido en las cinco notas de las cinco cuerdas de una lira normal. En nuestra escala esta dividido en siete y los intervalos entre notas no coinciden con los de la escala griega, salvo precisamente los de la primera y la cuarta (Do a Fa), la primera y la quinta (Do a Sol) y naturalmente el salto de una escala (Do a Do-agudo). Traducida a nuestra escala, esas proporciones significan: la longitud de

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LIBRO III 289

La del salto de cuarta, que es una proporcion de una vez y un tercio; como esth el ocho respecto al seis.

La del salto de quinta, que es de una vez y media; co- mo esta el nueve respecto al seis.

Y la del salto de una escala, que es del doble; como esta el doce respecto al S&.

156 Esas cosas, pues, labran en sus suenos. Y establecen que el numero es una cosa distinta de las

cosas numerables, argumentando: Que si, por ejemplo, ell animal es uno en cuanto a su

numero, el vegetal -al no ser animal- no sera uno. Pero tambikn el vegetal es uno. Por consiguiente, el animal no es uno en cuanto animal, sino en virtud de algo distinto que se supone externo a el, de lo cual participa cada una de las cosas y gracias a Ilo cual se hace una.

Ademas, si las cosas numerables fueran el numero, en- tonces: dado que por ejemplo hombres, bueyes y caballos son numerables, el numero seria hombres, bueyes y caba- llos y blanco y negro y barbudo, si resultara que tales son

157 quienes se estan contando. Pero eso es absurdo. Por consi- guiente, el numero no es las cosas numerables, sino que tiene una realidad al margen de esas cosas gracias a la cual aparece implicito en las cosas numerables y en su compo- nente Ultimo.

Pues bien, precisamente por concluir b

Refutacion ellos quie el numero no es las cosas nu- de la merable~ se introdujo la duda sobre el teorio numero.

pitagdrica En efecto, se alega que si el numero existe: o es lo mismo que las cosas numerables o es otra

la cuerda del Do tiene que ser una vez y un tercio la del Fa, una vez y media la del Sol y el doble de la del Do-agudo (si todas son del mismo material y grosor).

cosa aparte, al margen de ellas. Pero el numero no es lo mismo que las cosas numerables, como demostraron los pitagoricos. Y tampoco una cosa aparte, al margen de ellas, como haremos notar. Luego el numero no es nada.

Que el numero no es una cosa aparte, al margen de iss las cosas numerables, lo estableceremos para que la explica- cion sea clara situando la argumentacion en la Unidad.

Pues bien, si en si misma es algo esa Unidad de la que participa cada una de las cosas que por participacion de ella se hacen una, entonces: o la propia Unidad sera una o tantas cuantas son las cosas que de ella participan.

Pero si es una, de toda ella cada una de las cosas que se dice que participan de ella?, jo de alguna parte suya?

Pues si, por ejemplo, un hombre posee toda la Unidad no habra ya ninguna Unidad de la que participen un caba- llo, un perro o cualquier otro ser del que digamos que es uno. Igual exactamente que, supuestos muchos hombres 159

desnudos y habiendo un unico vestido y poniendoselo uno, los otros se quedaran desnudos y sin vestido.

Y si cada cosa participa de alguna parte de ella: En primer lugar, la Unidad tendra alguna parte -y

de hecho, tendra infinitas partes- en que dividirse. Lo cual es absurdo.

En segundo lugar, de igual forma que la parte de la decena -por ejemplo, el dos- no es una decena, asi tam- poco sera una Unidad la parte de la Unidad. Y en virtud de eso, nada participar4 de la Unidad.

De modo que la Unidad, de la que se dice que partici- pan las cosas concretas, no sera una.

Pero si las Unidades, por participacion de las cuales iao se dice que es una cada una de las cosas concretas, son iguales en numero a las cosas numerables de las que se

179. - 19

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290 ESBOZOS PIRR~NICOS

predica el uno, entonces esas Unidades participadas serian infinitas. Y ellas mismas o bien participan -y gracias a eso son Unidades- de alguna Unidad de orden anterior o de Unidades tan numerosas como ellas o bien no partici- pan, sino que son Unidades sin ninguna participacion.

161 Pues bien, si ellas pueden ser Unidades sin participa- cion, tambien cada una de las cosas sensibles podra ser una sin participacion de la Unidad. Y en ese caso, resulta superflua esa Unidad que se dice percibirse en si misma.

Y si tambien ellas son Unidades en virtud de la partici- pacion: o todas participan de una unica o cada una ella sola de una particular.

Y si todas de una unica, se argumentara que cada una participa o de una parte o de la totalidad y se mantienen las dificultades del primer caso.

162 Y si cada una de una particular, de nuevo debe consi- derarse una Unidad en cada una de esas Unidades y otras en las ya consideradas y asi hasta el infinito. Ahora bien, si, para aprehender que existen en si mismas las Unidades por participacion en las cuales es uno cada uno de los se- res, hay que haber aprehendido infinitas veces infinitas Uni- dades teoricas; y si es imposible aprehender infinitas veces infinitas Unidades teoricas: entonces es imposible declarar que existen esas Unidades teoricas y que cada uno de los seres es uno al hacerse uno en virtud de su participacion en una Unidad particular.

163 En consecuencia, es absurdo decir que las Unidades sean tantas cuantas son las cosas que participan de ellas.

Pero si esa Unidad que se dice existir en si misma no es una y tampoco es tantas cuantas son las cosas que de ella participan, entonces la Unidad no existe en si misma en absoluto.

Y analogamente, tampoco existira en si mismo ninguno de los otros numeros, pues con los demas numeros es posi- ble servirse del razonamiento propuesto aqui para la Uni- dad a titulo de muestra.

Pero si, como acabo de hacer notar, el numero no exis- te en si mismo y, como establecieron los pitagoricos, el numero tampoco es lo mismo que las cosas que se nume- ran y si fuera de eso no hay nada, entonces hay que decir que el numero no existe.

Y ademas, jcomo dicen que el par se engendra de la 164

Unidad, ellos que consideran que el numero es una cosa aparte al margen de las cosas numerables?

En efecto, cuando componemos una unidad con otra unidad: o se anade algo aparte de las unidades o se quita algo de ellas o ni se quita ni se anade nada.

Pero si no se anade ni se quita nada no habra par, pues segun su propio razonamiento las unidades -al exis- tir separadas la una de la otra- no contenian en ellas el par considerado y ahora, por hipbtesis, no se les ha anadi- do nada como tampoco se les ha quitado; de forma que 165

la composicion de la unidad con la unidad no sera un par si no se produce ni la supresion ni el afiadido de nada mas.

Y si se produce la supresion, no solo no habra par sino que incluso las unidades se haran menores.

Y si, para que resulte un par de las unidades se les anade aparte el par: entonces lo que parece ser dos sera cuatro, pues subsisten una unidad y la otra unidad, ana- diendo a las cuales un par aparte resultara el numero cuatro.

Y el mismo razonamiento tambien para los demas nu- 166

meros, que se dice que resultan por composicion. Asi pues, si esos numeros que se dice que estan com-

puestos por otros de un orden anterior no se forman ni con la supresion ni con el aiiadido ni sin la supresion ni

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LIBRO III 293

sin el anadido: entonces es insostenible la generacion del numero cuando se dice que existe en abstracto y al margen de las cosas numerables. P'ero ellos mismos opinan que los numeros compuestos no pueden carecer de generacion al decir que se componen y forman a partir de los de un orden anterior, tales como 1;a Unidad y el Par en abstracto. Por consiguiente, el numero no existe en abstracto.

167 Pero si el numero no apiarece en abstracto ni tiene exis- tencia en las cosas numerables, el numero no es nada. Al menos a la vista de las exaigeradas sutilezas aducidas por los dogmaticos.

Y quede esto dicho sobre la que en Filosofia se llama •ála parte que trata de la Realidad)) 173; 10 que para un esbozo es suficiente.

XXI

SOBRE LA PARTE EITICA DE LA FILOSOF~A

168 Y queda la parte de la Etica; que parece ocuparse de la distincion entre lo bueno, lo malo y lo indiferente.

Asi pues, para detenernos sumariamente tambien en es- to, investigaremos sobre la1 realidad de lo bueno, lo malo y lo indiferente, exponiendo antes el concepto de cada cosa.

XXII

SOBRE LO BUENO, LO1 MALO Y LO INDIFERENTE

169 Dicen, pues, los estoicos que el Bien es la utilidad o una cosa no distinta de la utilidad, entendiendo por utili-

'" Literalmente, •ála parte fisica•â. Ver 1 18 n. 8.

dad la virtud y la conducta honrada y por •áuna cosa no distinta de la utilidad)) al hombre honrado y al amigo.

En efecto, la virtud, que en cierto sentido consiste en tener inteligencia, y la conducta honrada, que es una acti- vidad conforme con la virtud, son la utilidad por excelencia.

Y el hombre honrado y el amigo son •áuna cosa no dis- tinta de la utilidad•â. En efecto, por consistir en su inteligen- 170

cia, la utilidad es una parte del hombre honrado. Pero dicen que el todo no es ni lo mismo que sus partes, pues un hombre no es una mano, ni otra cosa al margen de sus partes, pues no subsiste sin las partes, y por eso usan la expresion de que •áel todo es una cosa no distinta de las partes•â. Por lo cual, como el hombre honrado es el todo respecto a su inteligencia, a la que ellos llamaron uti- lidad, dicen que es •áuna cosa no distinta de la utilidad)).

Despues de eso, dicen tambitn que se habla de Bien en tres sentidos.

En efecto, en el primer sentido dicen que •áel Bien es 171

aquello por lo que es posible ser beneficiado)), que cierta- mente es el Bien mas importante y que es la virtud.

Y en otro sentido, ((aquello conforme a lo cual ocurre lo de ser beneficiado)) como es la virtud y las conductas virtuosas.

Y en un tercer sentido, ((aquello que es capaz de bene- ficiar)). Y dicen que eso es la virtud, la conducta virtuosa, el honrado, el amigo, los dioses y los genios beneficos.

De forma que el segundo significado del Bien dicen que es comprehensivo del primer significado, y el tercero del segundo y del primero.

Y algunos dicen que •áel Bien es lo que se elige por si 172

mismo)) y otros •álo que contribuye a la felicidad o la col- ma•â; y la felicidad, segun los estoicos, es el buen discurrir de la vida.

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294 ESBOZOS IPIRR~NICOS LIBRO III 295

Cosas como esas se dicein para el concepto del Bien. 173 Pero tanto si uno dice que •áel Bien es lo util•â como

•álo que se elige por si misr-rio•â o u10 que contribuye a la felicidad•â, en ningun caso expone que es el Bien, sino que cita algo de lo que en el se! da como accidente. Lo cual es una cosa vana; pues las citadas propiedades o solamente se dan como accidentes en el Bien o tambien en otras cosas.

Pero si tambiCn en otras cosas, no son lo caracteristico del Bien, al ser compartidas.

Y si solo en el Bien, no les posible que a partir de ellas 174 nos hagamos idea del Bien. En efecto, del mismo modo

que quien no tiene la idea del caballo, tampoco sabe que es relinchar ni puede llegar a traves de ello al concepto de caballo, si primero no encuentra un caballo que relin- che: del mismo modo, quieri por no conocer el Bien inves- tiga que es el Bien, no podra tampoco conocer lo que en el y solo en el se da de forma especifica, para, mediante eso, poder hacerse una ideai del propio Bien. Primero, en efecto, es preciso haber conocido la naturaleza del propio Bien y despues convenir en si es util y en si es elegible por si mismo y capaz de producir la felicidad.

175 Y que los citados accidentes no son suficientes para re- velar el concepto y la naturaleza del Bien, lo hacen ver los dogmaticos en la practica.

En efecto, en que el Bien es util y en que es elegible por si mismo -segun lo cual, ademas, •áBien•â se dice casi lo mismo que •áenvidiable•â 174- y en que es capaz de ha- cer la felicidad, en eso convienen seguramente todos. Pero

cuando se preguntan que es aquello en lo que esas cosas se dan como accidentes, caen en una polemica sin tregua, diciendo unos que la virtud, otros que el placer, otros que la ausencia de penas, otros que otras cosas. Sin embargo, si con las mencionadas definiciones se mostrara quC es el propio Bien, no se pelearian como si la naturaleza de este fuera desconocida.

Asi pues, sobre la nocion del Bien, estan en desacuerdo 176

los que se considera que son los mas reputados de los dog- maticos.

Y de forma parecida tambih estuvieron en desacuerdo sobre el Mal, diciendo que •áel Mal es lo perjudicial o una cosa no distinta de lo perjudicial)), y otros ((10 evitable por si mismo•â, y otros •álo que produce la desdicha)). Con lo cual, al no decir la esencia del Mal sino cosas que segura- mente se dan como accidentes en el, caen en la antes cita- da falta de salida.

Tambien de lo indiferente se habla -dicen- en tres 177

sentidos: En un primer sentido, es ((aquello hacia lo cual no hay

ni inclinacion ni aversion)), como es lo de que las estrellas o los pelos de la cabeza sean en numero par.

En otro sentido, es •áaquello hacia lo cual surge inclina- cion o aversion, pero sin por una u otra cosan; por ejemplo, cuando entre dos monedas identicas de cua- tro dracmas 17' debe elegirse una de ellas; pues se produce una inclinacion a elegir una de ellas, pero sin preferencia por una u otra.

174 Se refiere a la terminologiai griega: agathdn (lo bueno) y agaston (envidiable). La comparacion aparece en PLAT~N, Crafilo 412 c, obra centrada en las etimologias.

"' El drama (dividido en 6 Obolos y 48 monedas de cobre) era la unidad monetaria del mundo griego. Era una moneda de plata de casi cuatro gramos y medio (unas cien pesetas actuales). Muy usada era el tetradracma, moneda de cuatro dracmas.

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Y en un tercer sentido, dicen que lo indiferente es aaque- 110 que no conduce ni a la ifelicidad ni a la desdicha)), co- mo la salud o la riqueza; pues dicen que es indiferente aquello de lo que es posible servirse unas veces bien y otras mal. De ello ante todo, dicen que se ocupan en la Etica.

178 Ahora bien, a la vista de lo dicho por nosotros sobre lo bueno y lo malo, es evidente que debe pensarse tambien de este concepto.

Asi pues, es claro que no nos hicieron unos expertos en el concepto de las cosas antedichas.

Y nada extraflo les ha acurrido a quienes se ven perdi- dos en cosas que seguramente no existen, pues algunos a partir de eso argumentan que nada es bueno, malo o indi- ferente por naturaleza.

XXlII y XXIV '76

SI EXISTE ALGO BUENO, MALO O INDIFERENTE POR NATURALEZA

179 El fuego, que por naturaleza calienta,

a a todos les parece una cosa que calienta. Comidermiones Y la nieve, que por naturaleza produce

generales frio, a toldos les parece una cosa que pro- duce frio. Y analogamente, todo lo que

por naturaleza produce un;a sensacion la produce de forma parecida en todos los que, como dicen, •áestan en un esta- do normal•â.

'76 Unimos en uno solo esos dos capitulos. El XXIV comienza en los manuscritos en.el parrafo 1111 188. Ver notas 86 (en 11 14) y 178 (en 111 188).

Pero, como haremos notar, nada de lo que se llama bueno produce a todos la sensacion de bueno.

Luego no es bueno por naturaleza. Y que nada de lo que se llama bueno produce a todos

una sensacion parecida, es -dicen- evidente. En efecto, entre los propios filosofos -para dejar a un iao

lado a la gente normal, entre la que unos creen que lo bueno es el bienestar del cuerpo, otros lo de fornicar, otros lo de darse a comilonas, otros una borrachera, otros lo de jugar a los dados, otros la codicia, y otros cosas aun peores que esas-, algunos, como los peripateticos, dicen que hay tres tipos de cosas buenas. Algunas de ellas, en efecto, son relativas al alma, como las virtudes; otras al cuerpo, como la salud y cosas similares; y otras son exter- 181 nas, como los amigos, la riqueza y cosas analogas.

Y los estoicos dicen, tambiCn ellos, que hay un triple genero de cosas buenas. Algunas de ellas, en efecto, son relativas al alma, como las virtudes; otras externas, como el hombre honesto y el amigo; y otras ni relativas al alma ni externas, como el honesto consigo mismo. Sin embargo, las cosas relativas al cuerpo y las cosas externas que los peripateticos dicen que son buenas, ellos no dicen que sean buenas.

Y algunos aceptaron el placer como cosa buena, mien- tras que otros dicen que es claramente malo; hasta el pun- to de que cierto filosofo '77 lleg6 a exclamar: •áiEnloquez- ca yo antes de sentir placer!)).

Pues bien, si lo que por naturaleza produce una sensa- 182 cibn la produce de forma parecida en todos, y si en las cosas que se dicen buenas no todos sentimos de forma pa- recida, entonces nada es bueno por naturaleza.

17' Diogenes Laercio atribuye la frase a Antistenes. el fundador de la secta cinica.

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Pues ademas, no es posible dar credito ni a todas las posturas antes citadas, debido a su oposicion, ni a alguna.

En efecto, quien diga que hay que dar credito a tal postura si y a tal otra no, se: convierte en parte de la discu- sion al tener en contra los argumentos de los que opinan diferente y, por ello, el mismo necesitara, junto con los demas, de alguien que le enjuicie y no juzgar a los otros.

Asi pues, al no haber criterio acordado ni demostra- cion: debido a la discrepancia irresoluble existente tambidn en esto, se concluira en la siuspension del juicio; y por ello, no se podra asegurar que es lo bueno por naturaleza.

183 Y aun argumentan algiunos esto: Que o lo bueno es el propio hecho de elegir o es aque-

llo que elegimos. Ahora bien, por su propia razon de ser, lo bueno no

es el hecho de elegir, pues no nos apresurariamos a conse- guir aquello que elegimos,, a fin de no quedar privados de elegirlo mas veces. Por ejemplo, si lo bueno fuera estar reclamando la bebida, no inos apresurariamos a conseguir esa bebida, pues tras disfrutar de ella abandonariamos la exigencia de ella. Y lo mismo en ei comer, el amar, etc. Por consiguiente, lo elegible por si mismo no es el hecho de elegir. iY gracias si no es incluso molesto!, pues el que tiene hambre se apresura a disponer de comida, como me- dio de librarse de la molestia del hambre, y de forma pare- cida el enamorado y el sediento.

184 Pero tampoco la cosa elegible es lo bueno, pues esa cosa o esta al margen de niosotros o en relacion con noso- tros.

Pero si esta al margen (de nosotros: o produce en noso- tros una dulce alteracion, un estado agradable y una sensa- cion envidiable o no nos dispone de ninguna forma.

Y si para nosotros no fuera una cosa envidiable, tampo- co seria buena ni nos induciria a elegirla ni de ningun mo- do seria una cosa elegible.

Mientras que si de lo extrafio surgiera en nosotros al- gun estado agradable y una sensacion muy grata, lo extra- no no seria elegible por si mismo sino por la disposicion que hacia ello surge en nosotros.

De forma que lo extrano no puede ser lo elegible por 18s si mismo.

Pero tampoco lo relacionado con nosotros, pues o se entiende que esta en relacion solo con el cuerpo o con el alma o con ambos.

Pero si solo con el cuerpo, escapara a nuestro conoci- miento, pues se dice que los conocimientos son cosa del alma y afirman que el cuerpo por si mismo es incapaz de pensar.

Y si se dijera que tambien produce tension en el alma, pareceria que es elegible gracias a esa exigencia del alma y a su sentimiento de atraccion; pues lo que se juzga como elegible, se juzga segun ellos con la mente y no con el cuer- po, incapaz de pensar.

Queda por razonar si lo bueno esta en relacion solo con 186 el alma. Pero tambien eso es imposible por lo que dicen los dogmaticos. En efecto, seguramente el alma es incluso inexistente; pero a tenor de lo que dicen, aun si existe no se aprehende, como expusimos en el estudio del Criterio. Y jcomo osaria alguien decir que sucede algo en aquello que el no aprehende?

Pero aun en el caso de pasar por alto eso, aun entonces 187 jc6mo dicen que lo bueno tiene su origen en el alma?

De hecho, si Epicuro pone el fin en el placer y afirma que el alma -puesto que tambien todo- esta compuesta de atomos, resulta inconcebible decir como es posible que

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en un monton de Atomos surja el placer y el acuerdo o juicio de que tal cosa es elegible y buena y tal otra es vi- tanda y mala.

iaa A su vez 17*, los estoicos afirman que los bienes relati- vos al alma son ciertas artes: las virtudes. Y dicen que un arte es un sistema de aprehensiones que se ejercitan con- juntamente y que esas aprehensiones se producen en la men- te. Ahora bien, el cbmo se produce en la mente -que, segun ellos, en realidad es aire- una acumulacion de apre- hensiones y su asociacion para que se forme un arte, eso no es posible entenderlo cuando continuamente la impre- sion que sobreviene borra la anterior a ella, ya que el aire es un fluido y se dice que se remueve del todo con cada impresion.

189 Y desde luego, decir que puede ser receptora de lo bue- no la quimerica construccion de Platon -y me refiero a la mezcla de •áesencia indivisible y divisible•â y de •áotra y la misma naturaleza)) ""- O que pueden serlo los nume- ros: jeso es totalmente ridiculo!

Por lo tanto, lo bueno no puede estar tampoco en rela- cion con el alma.

IFJO Pero si lo bueno no es el propio hecho de elegir y si lo elegible por si mismo nia es una cosa externa y no tiene

Aqui ponen los manuscritos el encabezamiento de un nuevo capi- tulo: XXIV •áQut es el llamado arte de vivir•â. Ese tema se trata a partir de 111 239. Aqui la referencia al arte de vivir se reduce a este solo parra- fo, que constituye simplemente una parte de una parte de uno de los argumentos con que Sexto cuestiona lo del Bien; concretamente, los pa- rrafos 186 a 189 forman la demostracidn de que lo bueno no puede refe- rirse solo al alma y, por lo tanto, forman parte del argumento iniciado en el 183 y que concluye en el 190. Ver notas 86 y 178 en 11 14 y 111 188 respectivamente.

17' Ver PLAT~N, Timeo 34 bi y cs. Lo que sigue de los numeros alude claramente a concepciones pitaigoricas.

tampoco relacion ni con el cuerpo ni con el alma, como acabo de argumentar: entonces nada en absoluto es bueno por naturaleza.

Y por lo ya dicho, tampoco existe nada malo por natu- raleza.

En efecto, lo que a unos les parece ser malo, eso mis- mo se considera por otros como bueno; por ejemplo, la insolencia, la injusticia, la avaricia, la intemperancia y co- sas semejantes. Por lo tanto, si todo lo que es por natura- leza esta hecho para producir una sensacion parecida en todos y lo que se dice ser malo no produce una sensacion parecida en todos: entonces no existe lo malo por naturaleza.

Y analogamente, tampoco existe nada indiferente por 191 naturaleza, en virtud de la disputa sobre lo indiferente.

Asi por ejemplo, los estoicos dicen que, entre las cosas indiferentes, unas son apreciadas, otras despreciadas y otras ni apreciadas ni despreciadas. Apreciadas, las que gozan de suficiente estima, como la salud y la riqueza; desprecia- das, las que no gozan de suficiente estima, como la pobre- za y la enfermedad; y ni apreciadas ni despreciadas, cosas como extender o contraer el dedo.

Pero algunos argumentan que nada de lo indiferente 192 es apreciado o despreciado por naturaleza, pues segun las distintas circunstancias cada una de las cosas indiferentes aparece unas veces como apreciada y otras como despre- ciada. De hecho -dicen- si los ricos estuvieran persegui- dos por un tirano y los pobres en paz, cualquiera elegiria ser pobre antes que ser rico; de modo que la riqueza se convertiria en una cosa despreciada. Asi, puesto que cada una de las cosas llamadas indife- 193

rentes unos dicen que es buena y otros que mala, mientras que si de verdad fuera indiferente por naturaleza todos es-

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timarian del mismo modo (que ella es indiferente: entonces nada es indiferente por naturaleza.

Y asimismo, si alguien dijera que la ac- b titud viril1 es una cosa elegible por natu-

Sobre ,,I,,tia raleza, puesto que tanto los leones como Y el por ejemplo los toros, algunos hombres

placer y los gallos parecen ser naturalmente audaces y comportarse virilmente, argumentaremos que en ese aspecto tambien la cobardia es una de las cosas elegi- bles por naturaleza. puesto que los ciervos, las liebres y otros muchos animales se mueven espontaneamente por ella. Y cobardes se muestran tambien la mayoria de los hom- bres; pues por estar acobardados '*O, raramente se entrego alguno a la muerte por siu patria o considero oportuno, hinchado de orgullo, llevar a cabo en alguna otra forma algo ardoroso, mientras que la gran mayoria de los hom- bres evitan todas esas cosas.

194 Desde ese mismo punto de vista, los epicureos creen que prueban que el placer es lo elegible por naturaleza, pues afirman que los animales en el momento de nacer, cuando aun no estan perve:rtidos, se dirigen al placer y evi- tan los dolores.

19s Pero contra ellos es piosible argumentar tambien que lo que produce un mal no puede ser bueno por naturaleza. Y ciertamente el placer es algo que produce males, pues a todo placer va unido uri dolor, que segun ellos es malo

Hemos tomado como geriitivo absoluto blaskeysarnendn (estando acobardados) el nominativo singular de los manuscritos, pues es claro que lo de estar acobardado no se refiere al que se ofrece a morir sino a los demas. Desde luego, resulta excesivo considerar corrompido todo el phrrafo, como hace Mau. Russo y Bury se limitan a saltarse ese termino.

por naturaleza. Asi por ejemplo, el borracho goza ingi- riendo vino y el gloton comida y el lascivo usando sin me- dida de los placeres venereos; sin embargo, esas cosas son productoras de pobreza y enfermedades, que segun dicen son cosas dolorosas y malas. Por consiguiente, el placer no es bueno por naturaleza.

Y analogamente, seguro que no es malo por naturaleza 196

lo que produce un bien; y los sufrimientos determinan pla- ceres, pues hasta los conocimientos los conseguimos esfor- zandonos y de esa misma forma se accede a la posesion de las riquezas y de la amada y los dolores salvaguardan la salud; por consiguiente, el esfuerzo no es malo por naturaleza.

Pues, ademas, si el placer fuera bueno por naturaleza y el esfuerzo malo, todos, como deciamos, se hallarian en una misma disposicion respecto a esas cosas. Pero vemos a muchos filosofos que eligen el esfuerzo y la perseveran- cia y desprecian el placer.

Y de forma parecida, a partir del hecho de que algunos 197

sabios eligen una vida de placer, quedarian rebatidos tam- bien quienes dicen que la vida virtuosa es una cosa buena por naturaleza.

De suerte que, a la vista del desacuerdo entre ellos mis- mos, queda rebatido el que algo sea por naturaleza de tal o cual forma.

Y tras eso, no estaria seguramente fue- 198 Sobn lo ra de lugar detenerse mas en concreto vergonzoso -aunque brevemente- en las suposicio-

Y 10 nes relativas a lo vergonzoso, lo no ver- ilicito gonzoso, lo ilicito, lo no tal, las leyes,

las costumbres, la devocion a los dioses, el culto a los muer- tos y cosas semejantes. Tambien asi, en efecto, encontrare-

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mos una gran division de opiniones sobre lo que se debe y no se debe hacer.

199 Asi por ejemplo, entre :nosotros se considera vergonzo- so y, mas aun, ilegal lo de la homosexualidad; pero, segun se dice, entre los germanos no se considera vergonzoso, sino como una cosa norm,al; y tambien se dice que entre los tebanos antiguamente no se consideraba que eso fuera vergonzante; y dicen que Ivierion el Cretense era apodado asi l g l por alusion a esa costumbre cretense; y algunos ale- gan a este respecto el ardiente amor de Aquiles por Patro-

200 clo. que habria de chocante, cuando ciertamente tanto los de la escuela cinica como los seguidores de Z e n h de Citio, lo mismo Cleantes que Crisipo, dicen que eso es una cosa indiferente?

Y hacer el amor en publico con una mujer, que entre nosotros realmente parece ser vergonzoso, se considera en- tre algunos hindues que no es vergonzoso; de hecho, hacen el amor en publico despreiocupadamente, como lo hemos leido tambien del filosofo Crates.

201 Pero ademas, entre nosotros es vergonzoso y censura- ble que las mujeres practiquen la prostitucion; sin embar- go, entre muchos de los egipcios es honorable. De hecho, dicen que las que se van con mas hombres llevan incluso como adorno una ajorca en el tobillo, signo de orgullo para ellas.

Y entre algunos de ellos, las jovenes se casan aportan- do su dote antes de la bloda gracias a la prostitucion.

No se sabe si lo del apodo se refiere a •áel cretense•â o al propio nombre ((Meridnn, que deriva de merds (muslo) y podria significar algo asi como el •ámuslazos•â. Sobre la homosexualidad de los germanos, la edicion de Fabricio sugeria que el original debia de ser •álos carrnanosn, pueblo de Persia, por la similitud •ágermano/carmano•â.

Y vemos tambien a los estoicos decir que no es impro- pio convivir con una prostituta ni ganarse la vida con el oficio de ramera.

Y tambitn lo de tatuarse parece entre nosotros que es 202

una cosa vergonzosa y despreciable, pero muchos de los egipcios y los sarmatas Ig2 tatuan a su prole.

S Y el que los varones lleven pendientes es vergonzoso 203

entre nosotros, pero entre algunos barbaros como los pro- pios sirios es signo de nobleza. E incluso algunos, para reforzar ese signo de nobleza, perforando las narices de sus hijos cuelgan de ellas anillos de plata u oro; lo cual no haria nadie entre nosotros.

Lo mismo que tampoco se pondria aqui ningun varon 204

un vestido estampado y hasta los pies, siendo en verdad decoroso entre los persas eso que entre nosotros resulta vergonzoso.

Y habiendoseles ofrecido un vestido asi a los filosofos Platon y Aristipo lg3 en la corte de Dionisio, el tirano de Sicilia, Platon lo rechazo diciendo lg4:

no podria ponerme un vestido de mujer habiendo nacido vardn,

mientras que Aristipo lo acepto diciendo lg5:

pues ni siquiera en las Bacanales la que de verdad es prudente se pervertira.

<&irmatas•â. Tribu escita, entre el Mar Negro y el Caspio. 18' La anecdota aparece tambitn en DI~GENES LAERCIO, Vida de Aris-

tipo. No queda claro si el hecho ocurrio en la corte de Dionisio el Viejo o en la de su hijo Dionisio el Joven. Plat6n estuvo en la corte de ambos, las dos veces con mala fortuna.

EUR~PIDES, Bacanres 836. EUR~PIDES, Bacantes 317.

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Asi, incluso entre esos sabios, al uno le parecia que eso no era vergonzoso y al otro que era vergonzoso.

205 Y entre nosotros esta p~rohibido casarse con la propia madre o hermana; pero los persas -y sobre todo, los que de ellos se considera que profesan la sabiduna: los magos- se casan con sus madres; y los egipcios llevan al matrimo- nio a sus hermanas; como tambien dice el poeta '86:

Zeus habld a Hera,, hermana y esposa.

Y Zenon de Citio dice: incluso que no esta fuera de lugar acariciar la vulva '" de la madre con el propio miem- bro, del mismo modo que nadie diria que es malo acariciar con la mano cualquier otra parte de su cuerpo.

Y Crisipo, en su Politica, establece que el padre engen- dre nifios de su hija, y la madre del hijo, y el hermano de la hermana.

Y Platon 18', mas en general, declaro que las mujeres deben ser comunes.

206 Y estando vedado entre nosotros lo de masturbarse 189,

Zenon no lo reprueba. Y ademas, sabemos que otros hacen uso de ese acto

malo como de una cosa buena. 207 Y por otro lado, entre nosotros es ilicito probar la car-

ne humana, pero entre tribus enteras de barbaros es indife- rente.

la6 HOMERO, 11. XVl l I 356. El ttrmino griego es to mdrion. que designaba indistintamente el

organo sexual femenino o el masculino. la8 Ver PLAT~N, Republica IV 423 e. '" El termino es oischroyrgein, que tiene el sentido de •áhacer obsce-

nidadeso. Nosotros nos hemos atenido a la version de Gil Fagoaga y Bury.

por que hay que hablar de los barbaros, cuando se cuenta que el propio Tideo ''O se comio el cerebro de su enemigo y cuando los estoicos afirman que no es inade- cuado que uno coma las carnes de otros hombres e incluso las suyas propias?

Y entre la mayoria de nosotros es sacrilego manchar 208

el altar de un dios con sangre humana, pero los espartanos sc azotan cruelmente encima del altar de Artemis Orto- sia ''' para que se forme en el altar de la diosa un gran charco de sangre.

Y por otra parte, algunos sacrifican el hombre a Cro- nos, lo mismo exactamente que los escitas sacrifican los extranjeros a Artemis; sin embargo, nosotros pensamos que los lugares sagrados se profanan con la muerte de un hombre.

Entre nosotros, la ley castiga ciertamente a los adulte- 209

ros; pero entre algunos es indiferente hacer el amor con las mujeres de los demas; e incluso algunos filosofos afir- man eso de que es indiferente hacer el amor con la mujer ajena '".

En Ilioda XIV 114 aparece como padre de Diomedes. Tideo com- batio con los tebanos en las luchai por la sucesion entre Eteocles y Poli- nices (ver ESQUILO, LOS siete contri Tebos); en la batalla fue herido de muerte por Melanipo, pero antes de morir se vengo partitndole la cabeza y comiendose sus sesos.

191 La advocacion Artemis Ortosia es de origen confuso; aparece en

HER~DOTO, IV 87 y en P~NDARO, Olimp. 111 30, donde se alude a la cierva con los cuernos recubiertos de oro que Taigeta consagro a la diosa por haberla librado del acoso de Zeus. El rito al que alude Sexto era el rito de iniciacidn de los jovenes espartanos, al que alude tambitn PLU- TARCO, Morales 239 d.

192 Esta ultima frase •áe incluso algunos filosofos ... •â solo aparece en

los manuscritos M y L.

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210 Y entre nosotros, la ley ordena que los padres sean hon- - rados con la solicitud de los; hijos; sin embargo. los escitas los deguellan al llegar a los sesenta anos.

que habria de chocainte en ello si el propio Crono arnputo con la hoz las partes pudendas de su padre y si Zeus arrojo al Tartaro a Cirono y si Atenea junto con He- ra y Poseidon intentaron encadenar a su padre?

211 Y por otra parte, Cronoi decidio aniquilar a sus propios hijos y Solon lg3 PUSO a los atenienses la ley de cosas im- punes con la que permitio a cualquiera matar a su propio hijo; sin embargo, entre nosotros las leyes prohiben matar a los hijos.

Y los legisladores romanos ordenan que los hijos sean subordinados y esclavos de los padres y que de los bienes de los hijos no dispongan los hijos sino los padres hasta que los hijos obtengan su libertad, al estilo de los esclavos que se compran; sin embargo, en otros pueblos eso se re- chaza por tiranico.

212 Y es ley que se castigue a los homicidas, pero los gla- diadores alcanzan incluso honra a base de matar muchas veces.

Y por otra parte, las leyes vetan que se golpee a los hombres libres, pero los a.tletas golpeando y con frecuen- cia matando a hombres libres son dignos de honras y coronas.

213 Y entre nosotros, la ley ordena que cada uno viva con una sola mujer, pero entre los tracios y los getulos '"

19' Solon fue arconte eponimo de Atenas el ano 594-593 a. C. y uno de los Siete Sabios de Grecia. ]Fue el gran reformador de la economia ateniense.

19' Tracia era la region entre Macedonia y el Ponto Euxino. Sobre los getulos, ver la relacion de llos primitivos pueblos de Africa que da

-tribu esta de los libios- cada uno vive con muchas. Y entre nosotros es ilegal e injusto practicar la pirate- 214

ria; pero entre muchos pueblos barbaros no es una cosa inconveniente. Y dicen que los cilicios 19' consideraban in- cluso que eso era honroso, hasta el punto de parecerles que los muertos en el ejercicio de la pirateria eran dignos de un homenaje.

Y Nestor, despues de acoger amistosamente a Telema- co y los suyos, les dice segun el poeta

... verdad habkis navegado sin rumbo, igual que piratas?

Y si realmente fuera una cosa inconveniente practicar la pirateria no les habria tratado de esa forma amable, al tener la sospecha de si acaso no serian tales.

Por otra parte, tambien lo de robar es injusto e ilegal 21s

entre nosotros; pero los que dicen que el dios Hermes es el mayor ladron hacen que eso no se considere injusto, pues podria ser malo un dios? Y algunos dicen que los espartanos castigaban a los ladrones no por haber ro- bado, sino por haber sido descubiertos.

Pero tambih el varon cobarde y que abandona su es- 216

cudo en la lucha es castigado por la ley en muchos pue- blos; y por eso la espartana, cuando da el escudo a su hijo al partir para la guerra, dice: •áTu, hijo, jo con este o encima de este!)) 19'.

SALUSTIO, Guerra de Yugurta XVlll y XIX; en Salustio, getulos y libios, aparecen como pueblos distintos.

19' Cilicia esta en el sur de Asia Menor, frente a Chipre. La pirateria cilicia fue aniquilada por Pompeyo en el ano 67 a. C.

'% HoM., Od. 111 72. Ig7 •áCon este)). Lo traducimos asi para hacer legible el castellano;

el griego da solo el acusativo •áeste•â, sobreentenditndose •ávuelve trayen-

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Sin embargo, Arquiloco -como ecomiandonos lo de huir tirando el escudo -dice de si mismo en sus poemas '98:

Seguro que algun sayo alardea del escudo que en una [mata

-;armadura sin balddn!- abandone contra mi voluntad; pero, a la postre, yo me libre de la muerte 199.

217 Y las amazonas, incluso dejaban cojos a los varones nacidos de ellas, para que estos no pudieran hacer nada viril, mientras ellas se ocupaban de la guerra; consideran- dose entre nosotros que esta bien lo contrario.

Y ademas, la madre de los dioses admite a los afemina- dos; no pensando asi la diosa, si de verdad fuera malo por naturaleza lo de no ser varonil.

218 Y asi, lo de lo justo y lo injusto y lo de la bondad del valor, admiten mucha controversia.

do este escudo•â. Lo de •áencima de este•â alude a la costumbre espartana de transportar sobre el propio escudo a los caidos en combate.

19' Fr. 6 Diehl. 199 En el ultimo verso, en exdphygon thanatoy tdlos hemos tomado

tdlos como adverbio (•áal fin, a Iia postre))) y thanatoy (de la muerte) como genitivo regido por exephygam (escapt); Russo toma thanatoy telos como acusativo regido por el verbo: d o , pero, sfugii il fine della morten; Bury introduce la variante •áI fled and scaped from death which endeth allb). Discutible es la version de Gil Fagoaga: •áSe lisonjea en efecto cierto sayense con el escudo, no querien~do sin violencia dejar la armadura en la maleza; mas la dejo por la muerte)). Arquiloco de Paros (una de las Cicladas) es el gran poeta satirico de mitad del siglo vu a. C., creador del trimetro yambico; llevo una vi,da aventurera de soldado de fortuna. Los sayos eran un pueblo de Triacia.

Y tambien lo de la religiosidad y los d dioses esta lleno de mucho desacuerdo.

Sobre La mayorfa, en efecto, afirma que hay la devocidn a

dioses dioses. Pero algunos afirman que no los hay; como los seguidores de Diagoras de

Melos, los de Teodoro y los de Critias el ateniense 200.

Y de los que declaran que hay dioses, unos creen en los dioses patrios y otros en los forjados en las escuelas dogmaticas. Asi, Aristoteles dijo que Dios es •áun ser in- corporeo y confin del cielo)); los estoicos, •áun soplo que penetra incluso en las cosas aborrecibles)); Epicuro? •áun ser antropomorfo)), y Jenofanes, •áesfera impasible)).

Y unos dicen que cuida de nuestros asuntos y otros 219

que no cuida, pues Epicuro dice que el ser bienaventurado e incorruptible ni tiene preocupaciones ni se las da a otros.

De ahi que tambien entre la gente normal, unos afir- men que hay un solo Dios y otros que muchos y diferentes por sus formas; de modo que incluso incurren en suposi- ciones como las de los egipcios, que imaginan los dioses con cara de perro, forma de halcon, bueyes, cocodrilos y -en fin- cosa no?

De ahi que tambien lo relativo a los sacrificios y en 220

general al culto de los dioses tenga una gran controversia. En efecto, lo que en unos templos es santo, eso mismo

es no santo en otros. Y en verdad no se pensaria asi si lo santo y lo no santo lo fueran por naturaleza.

Asi por ejemplo, nadie sacrificaria un cerdo a Serapis, pero se lo sacrifican a Hercules y a Esculapio. A Isis es sacrilego inmolarle una oveja; sin embargo, se le ofrece

'Oo Diagoras: poeta y fil6sofo de finales del siglo v a. C. Teodoro de Cirene: filosofo de la escuela cirenica, de finales del iv a. C. Critias: tio de Platon y uno de los Treinta Tiranos.

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a la llamada Madre de los Dioses 'O1 y a otras divinidades. 221 Algunos sacrifican el hombre a Crono, lo que entre la ma-

yoria se considera que es impio. En Alejandria sacrifican el gato a Horus y el escaraba,jo a Tetis, lo que nadie haria entre nosotros. A Poseidon le ofrendan el caballo; sin em- bargo, ese animal es abominiable para Apolo, sobre todo para el de Didima 'O2. Es piadoso sacrificarle cabras a Ar-

222 temis, pero no a Esculapio. Y por lo demas, me excuso, atendiendo a la concision, d~e citar una multitud de cosas analogas a esas pudiendo hacerlo.

Desde luego, si algun sacrificio fuera santo o no santo por naturaleza, apareceria de la misma forma para todos.

Y parecido a eso resulta tambien lo de la normativa religiosa referente al tipo de comida permitido a los hombres.

223 Un judio, en efecto, o uin sacerdote egipcio moririan antes que comer carne de cerdo. Un libio cree que una de las cosas mas abominablles es comer carne de oveja; algunos sirios, la de paloma; y otros pueblos, la de las victimas. En algunas religiones es licito comer pescado, en otras impio. Y entre los egipcios que pasan por ser sabios, unos creen que es sacrilego comer el cerebro del animal,

224 otros la paletilla, otros el pie, otros otra parte. Y ninguno de los individuos consagradc$.a Zeus Casio, en Pelusion 'O3,

comeria cebolla; lo mismo que ningun sacerdote de Afro- dita Libia probaria el ajo. Y en algunas religiones se abs- tienen de la menta, en otras de la hierbabuena y en otras

201 Sobrenombre de Cibeles. 202 El santuario de Didima establa en las proximidades de Mileto. Sus

sacerdotes se decian descendientes die Branquia, uno de los jbvenes ama- dos por Apolo.

203 En el Delta del Nilo.

del apio. Algunos dicen que antes que habas 'O4, comerian la cabeza de sus padres; sin embargo, para otros eso es indiferente. Probar carne de perro a nosotros nos parece 22s

que es abominable, pero se dice que algunos tracios se ali- mentan de perro y seguramente eso era normal tambien entre los helenos, razon por la cual Diocles 'O5 mismo, par- tiendo de las ensefianzas de los medicos antiguos 'O6, man- do dar carne de cachorros a ciertos enfermos. Y como de- cia antes, algunos comen sin preocupacibn carnes huma- nas, lo cual se considera abominable entre nosotros.

Ahora bien, si los preceptos y las prohibiciones fueran 226

tales por naturaleza, aparecerian de la misma forma para todos.

Y tambien sobre el culto a los muertos e es posible decir cosas parecidas.

Sobre Unos, en efecto, ocultan a los muer- el culto

,os muertos tos en la tierra despues de amortajarlos, estimando que es impio exponerlos al sol;

pero los egipcios los embalsaman despues de haberles ex- traido las extrafias y los tienen con ellos fuera de la tierra. Y los pescadores etiopes los arrojan a los lagos para que 227

sean devorados por los peces; y los hircanos los exponen para pasto de los perros; y algunos hindues, de los buitres.

La antcdota se refiere seguramente a la prohibicidn que regia en- tre los pitagbricos. Ver DI~GENES LAERCIO, VI11 34.

Diocles fue uno de los medicos mas famosos de la Antiguedad, el primero en diagnosticar la pleuresia. Era natural de Caristo (en la isla de Eubea), pero residid en Atenas, durante la primera mitad del siglo N a. C.

•áLos mkdicos antiguos•â. El tCrrnino griego es d o s asclepiadas•â, los descendientes de Esculapio.

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Y dicen que los habitantes de las cuevas 'O7 llevan al muer- to a una colina y despues, habiendole atado la cabeza a los pies, le arrojan piedras entre risotadas; luego, cuan do^ ya le han cubierto con las piedras que le han arrojado,

228 se marchan. Y algunos pueblos barbaros se comen despues de inmolarlos a quienes han llegado a los sesenta aiios, mientras que a los muertos jovenes los entierran. Y algu- nos queman a quienes han Illegado a su fin; de los cuales, unos honran sus huesos recogiendolos y otros los dejan abandonados sin consideracibn. Y dicen que los persas em- palan a los muertos, los embalsaman con natron y los amor- tajan luego en ese estado. 'Y vemos cuanto llanto vierten otros sobre quienes han llegado a su fin.

229 E incluso la propia mue:rte unos consideran que es te- rrible y vitanda y otros que no es tal; de hecho, Euripides dice 'O8:

quien sabe si el viv,ir es estar muerto y el estar muerto se considera despues vivir? 'O9.

Y tambien Epicuro dice •ánada es la muerte para noso- tros, pues el ser que se ha deshecho no siente y lo que no se siente no es nada para nosotros•â. Y dice tambien

'O' LOS hircanos eran una tribu del Caspio; ver HER~DOTO, 111, 117 y JENOFONTE, Anabasis VI1 8, 15. Los ((habitantes de las cuevas)) (el termino griego es •átrogloditas•â) eran un pueblo a orillas del Mar Rojo; ver HERODOTO, IV 183.

20' Fr. 638 Nauck. 209 Montaigne incluye estos versos en su Apologia de Raimond Se-

bond, pero el texto griego que da esta tomado de ESTOBEO, Antologia CXIX (61 no disponia del texto g!riego de la obra de Sexto) y altera bas- tante la literalidad de estos dos triimetros. Este pasaje suelto de Euripides aparece tambien, con una ligera ,variante respecto a Sexto. en D I ~ ~ E N E S LAERCIO, IX 73.

que si realmente estamos compuestos de alma y cuerpo y la muerte es la separacion del alma y el cuerpo, entonces cuando nosotros existimos no existe la muerte, puesto que no estamos descompuestos, y cuando existe la muerte nos- otros ya no existimos, pues al no haber ya la composicion de alma y cuerpo no existimos.

Y Heraclito dice 'lo que tanto lo de estar vivos como 230 lo de estar muertos lo mismo se dan cuando nosotros esta- mos vivos que cuando estamos muertos, pues cuando esta- mos vivos nuestras almas esthn muertas y sepultadas en nosotros y cuando morirnos las almas resucitan y viven.

Y algunos suponen incluso que mejor nos es morir que vivir; asi, Euripides dice '":

pues convenia que nosotros, comportandonos sensatamente, lloraramos al recien nacido; ja tantos males viene! Y que, por el contrario, al que muere y descansa de los

[males lo despidieramos de casa alegrandonos y bendiciendo.

Y desde ese mismo convencimiento, se ha dicho tam- 231 bien esto '":

No nacer nunca: j10 mejor para los terrestres! Ni ver los rayos del penetrante sol. Y en caso de nacer, cruzar cuanto antes las puertas del y yacer cubiertos de mucha tierra. [Hades

"O De los fragmentos conservados, el que guardaria mas relacion con esto seria el que da SAN HIP~LITO (fr. 67 D-K): •áLOS inmortales, morta- les; los mortales, inmortales; s610 que estos viven la muerte de aquellos y estan muertos a la vida de aquellos•â.

'" Fr. 449 Nauck. 212 TEOONIS, 425.

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LIBRO 111 3 17

Y sabemos lo que Her~odoto cuenta de Cleobis y Bi- t6n '13 en el relato sobre la sacerdotisa argiva.

232 Y dicen tambih que algunos tracios '14 lloran sentados alrededor del reciCn nacid'o.

No habria que consider,ar, pues, que la muerte sea una de las cosas terribles por naturaleza, como tampoco que la vida sea una de las bu.enas por naturaleza.

Y nada de lo citado es; tampoco de tal o cual forma por naturaleza, sino que todo es opinable y relativo.

233 Y el mismo tipo de tratamiento es po- sible trasladarlo tambien a cada una de

f las otras cosas que por la concision de Conclusidn

este ensayo no expusimos ahora. Y adennas, si en un momento dado no

somos capaces de exponer la desavenencia en torno a algo, debe argumentarse que es posible que tambien sobre esa cosa exista desacuerdo en algunos pueblos desconocidos pa- ra nosotros.

234 En efecto, lo mismo que si, de ser el caso, no conocie- ramos la costumbre de los; egipcios de desposar a las her- manas no seria correcto que aseguraramos que es algo acor- dado por todos eso de que no hay que casarse con las hermanas: asi, en aquellas cosas en que no se nos ofrecen discrepancias, tampoco en1 ellas conviene asegurar que no existe desacuerdo, siendo posible -como decia- que en

La madre de ambos jovenes era sacerdotisa de Hera. En una oca- sidn suplico a la diosa que premiara la piedad de sus hijos con la mayor merced que una diosa pudiera conceder a un mortal; Hera para compla- cerla hizo que los dos murieran aquella misma noche mientras dormian placidamente. Ver HER~DOTO, 1 31 y SS.

'14 Ver HER~DOTO, V 4.

algunos pueblos no conocidos por nosotros se dC desacuer- do sobre ellas.

Pues bien, el esceptico, al ver tal disparidad de com- 235

portamientos, suspende el juicio sobre lo de si algo es por naturaleza bueno o malo o, en general. obligatorio, apar- tdndose tambiCn en eso de la petulancia dogmatica. Y si- gue sin dogmatismos las ensefianzas de la vida corriente.

Y por ello, permanece impasible ante las cosas opina- bles. Y ante lo inevitable sufre con mesura; pues en cuanto 236

persona capaz de sentir, sufre; pero al no dar por sentado que sea malo por naturaleza aquello que el sufre, lo sufre con mesura.

En efecto, el dar por sentada tal cosa es peor incluso que el propio hecho de sentir dolor; hasta el punto de que a veces quienes se automutilan o sufren algo semejante lo llevan bien, mientras que los que se afirman en su forma de ver lo sucedido como algo malo se hunden moralmente.

En verdad, quien supone que algo es por naturaleza 237

bueno o malo o, en general, obligatorio o prohibido, ese se angustia de muy diversas maneras.

En efecto, cuando se le presenta lo que el considera que es malo por naturaleza, se imagina incluso que es cas- tigado por las Furias. Y cuando se hace poseedor de lo que le parece bueno, por su. petulancia y por el miedo a la perdida de eso y por estar con la preocupacion de no venir a dar de nuevo en lo que el tiene por cosas malas por naturaleza, cae en angustias que no son normales. Pues a los que dicen que el Bien es algo que no puede 238

perderse los detendremos ante la dificultad de la discusion (que ese tema concita).

A partir de eso, argumentamos tambien que si lo que produce un mal es malo y vitando, y si el convencimiento de que por naturaleza unas cosas son buenas y otras malas

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LIBRO III 319

produce angustias: entonceis tambiCn es malo y vitando e! suponer y estar convencido de que algo es objetivamente malo o bueno.

Asi pues, por ahora basta con haber dicho estas cosas sobre lo bueno, lo malo y lo indiferente.

xxv

SI EXISTE UN ARTE DE VIVIR

239 Y a partir de lo anterioir, es evidente que tampoco po- dria haber un arte de vivir, pues si tal arte existe esta en relacion con la teoria de lo bueno, lo malo y lo indiferen- te; por lo cual, al ser irreales esas cosas, tarnbidn sera irreal lo del arte de vivir.

Y por otra parte, dado que los dogmaticos no ofrecen todos unanimemente un unico arte de vivir, sino que unos proponen uno y otros otro, entonces caen en la discrepan- cia y en la problematica derivada de la discrepancia, como plantee al ocuparme del Biien.

240 Pero incluso si, por un !suponer, todos dijeran que hay un unico arte de vivir -por ejemplo, la celebrada cordura, esa que se suefia entre los e&oicos y que parece ser mucho mas potente que las otras- ni aun asi surgirian menos dificultades; pues dado que la cordura es una virtud y que solo el sabio posee la virtud, los estoicos que no sean sa- bios no dispondran de ese arte de vivir.

241 Y en general, puesto que ningun arte puede ser real (si se concibe) al estilo de ellos, entonces: a tenor de lo que ellos dicen, no habra ningun arte de vivir.

De hecho, ellos afirman por ejemplo que un arte es un sistema de aprehensioni:~ y que una aprehension es el

asentimiento a una representacidn mental aprehensiva (de la Realidad).

Pero la representacion mental aprehensiva es imposible de encontrar. No cualquier representacion, en efecto, es aprehensiva; y no puede tampoco saberse cual de las repre- sentaciones es una representacion aprehensiva, porque no podemos, sin mas, enjuiciar con cualquier representacion cual es aprehensiva y cual no es tal y porque, necesitando de una representacion aprehensiva para el reconocimiento de cual es una representancion aprehensiva, caemos en una recurrencia ad infinitum, al exigir una nueva represen- tacion aprehensiva para el reconocimiento de la representa- cibn que se toma como aprehensiva.

Y desde luego, los estoicos no proceden correctamente 242

en la formulacion del concepto de representacion aprehen- siva; pues, al llamar por un lado representacion aprehensi- va a la que se forma a partir de una cosa real y al mismo tiempo decir que es real lo que es capaz de suscitar una representacion aprehensiva, caen en el tropo sin salida del circulo vicioso.

Pues bien, si para que haya un arte de vivir, antes debe haber algun arte; y para que se dC un arte debe darse pre- viamente una aprehension; y para que se dC realmente una aprehension debe haberse aprehendido la validez del asen- timiento a una representacion aprehensiva; y si la repre- sentacion aprehensiva es imposible de encontrar: entonces es imposible de encontrar el arte de vivir.

Y aun se argumenta esto. 243

Parece que cualquier arte se aprehende a partir de las conductas proporcionadas especificamente por el. Pero no hay ninguna conducta especifica del arte de vivir; pues cual- quier conducta que uno pueda decir que es especifica de ese arte aparece tambiCn como comun entre la gente nor-

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320 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO III 32 1

mal; por ejemplo, honrar a los padres, devolver los presta- mos, etc. Por consiguiente, no existe ningun arte de vivir.

Pues ni siquiera por el hecho de que parezca que algo se origina o se hace, como algunos dicen, desde una postu- ra sensata y por alguien sensato, ni siquiera asi sabre-

244 mos si eso es resultado de la cordura. La tal cordura, en efecto, es una disposicion inaprehensible, que no se mues- tra ni directa e inmediatamente por si misma ni a partir de sus obras, pues estas son comunes tambiin a la gente normal.

Y decir que al que posee el arte de vivir lo reconocemos por la firmeza de su conducta, es propio de quienes so- breestiman la naturaleza humana y, mas que decir verda- des, presumen de decirlas;

pues tal es la mente de 101s terrestres humanos, como cada dia disponga el padre de los hombres y de los

[dioses 215.

245 Falta estudiar si el arte de vivir se aprehende a partir de aquelras conductas que ellos exponen en los libros; sien- do las cuales muchas y parecidas entre si, expondre unas pocas a titulo de muestra.

Asi por ejemplo, sobre la educacion de los nifios, Ze- non, fundador (de la Estoa.), dice en sus Pfaticas 2'6, ade- mas de otras cosas analogas, esto: •áHacer el amor ni mas ni menos a los preferidos que a los no preferidos, a hem- bras que a machos; pues lo conveniente no es distinto en

*15 La cita es de la Odisea XVIII 136. El titulo griego es Diatribd Las otras versiones dan •áDiatribas•â,

•áTreatises•â y •áDispute•â.

los preferidos o en los no preferidos, en hembras que en machos; sino que les convienen las mismas cosas)) 217.

Y sobre el respeto a los padres, el mismo varon -a proposito de lo de Yocasta y Edipo- dice que no es ho- rrendo acariciar lascivamente a la madre: •áY si estando enferma la cuida acariciando con las manos alguna parte de su cuerpo, nada hay de vergonzoso en ello; habria de ser vergonzoso si, acariciando ciertas partes, le diera placer para consolarla y concibiera de su madre hijos nobles? D.

Y tambien Crisipo esta de acuerdo en esas cosas. De hecho, en su Republica 218 dice: •áY a mi me parece

bien que eso se establezca asi; como incluso ahora se acos- tumbra no sin razon en muchos pueblos: que la madre en- gendre hijos de su hijo, y el padre de su hija, y el hermano de su hermana)).

Y acto seguido, en esos mismos textos, nos induce tam- 247

bien a practicar la antropofagia. Dice de hecho: •áY si de los vivos se amputa alguna parte que sirva como alimento, no se entierre ni desperdicie en alguna otra forma, sino consumase para que se convierta en una nueva parte de nosotros)).

Y en los libros Sobre el Deber dice literalmente a propo- 248

sito del enterramiento de los padres: • áY cuando mueren los padres, debe uno servirse de los

enterramientos mas simples en cuanto que el cuerpo -lo

'17 La ultima parte de la cita exige alterar ligeramente el texto de los manuscritos. Tal como estos lo dan seria: •ápues no difiere en los preferidos o en los no preferidos ni en hembras o machos, sino que lo mismo conviene y es conveniente)). Hemos traducido diamerizein por •áhacer el amor•â; Gil Fagoaga traduce mas literal •áabrir de piernas•â; Bury y Russo dan •áto have carnal knowledge)), ainforcare)).

2'B El titulo griego es Politeia. Las otras versiones dan •áRepublica•â, •áStaten, •áCostituzione dello Stato)).

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LIBRO III 323

mismo que las unas, los dientes y los pelos- no es nada para nosotros y no le debemos ninguna atencion ni honra parecida. Por lo cual, ademais, en caso de ser utiles sus carnes uno se servira de ellas como alimento, lo mismo tambien que en caso de serlo las propias partes de uno -por ejemplo, un pie amputado- convenia servirse de el y de partes semejantes. Y ein caso de ser inutiles, como una una o los pelos, se abanclonaran despues de enterrar- las o se tiraran sus cenizas despues de quemarlas o no se hara ningun caso de ellas tras arrojarlas suficientemente lejos)).

249 Tales son la mayoria de las cosas que dicen los filoso- fos; cosas que no osarian poner en practica a menos que vivieran entre ciclopes y lestrigones 219.

Pero si son totalmente incapaces de hacer eso y lo que hacen es lo comun entre la gente normal, entonces no exis- te ninguna conducta especifica de quienes se supone que poseen el arte de vivir.

Asi pues, si las artes deben aprehenderse forzosamente a partir de sus conductas especificas y no se observa ningu- na conducta especifica del lliamado arte de vivir, este no se aprehende. Por lo cual, tampoco puede nadie asegurar de el que sea realmente existente.

SI EN LOS HOMBRES SE DA EL ARTE DE VIVIR

250 Ademas, si en los hombres se da el arte de vivir, o se da en ellos de forma natural o gracias al aprendizaje y a la enseiianza.

Salvajes de la antigua Sicili,a. Ver Odiseo IX 105 y X 80.

Pero si de forma natural: o el arte de vivir se daria en eilos en cuanto que son hombres o en cuanto que no son hombres.

Ahora bien, en cuanto que no son hombres, seguro que no; pues no es cierto que no sean hombres.

Y si en cuanto que son hombres, la cordura se daria en todos los hombres; de forma que todos serian sensatos, virtuosos y sabios. Pero dicen que la mayoria son perver- 2si

sos. En consecuencia, el arte de vivir tampoco se da en ellos en cuanto que son hombres.

Por consiguiente, no se da en ellos de forma natural. Y ademas, ellos mismos, al pretender que el arte es un

sistema de aprehensiones que se ejercitan conjuntamente, dan a entender que mas bien es a traves de cierto esfuerzo y del aprendizaje como se adquieren tanto las otras artes como esta de la que trata nuestro estudio.

SI EL ARTE DE VIVIR ES ENSENABLE

Pero tampoco se adquiere con la ensenanza y el apren- 252

dizaje. En efecto, para que esto se de, antes deben acordarse

tres cosas: el asunto que se ensena, el maestro y el discipu- lo, y la forma de aprendizaje. Pero ninguna de esas cosas es real. Por consiguiente, tampoco la ensefianza.

SI EXISTE ALGO QUE SE ENSERE

De hecho, por ejemplo, lo que se ensena es o verdadero 253

o falso.

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LIBRO 111 325

Y si es falso no se ensenaria, pues dicen que lo falso es inexistente y no podria haber ensenanza de cosas irreales.

Pero tampoco si se dijera que es verdadero, pues ya hicimos notar en lo del Criterio que eso de lo verdadero es inexistente.

Asi pues, si no se enseilai ni lo verdadero ni lo falso y fuera de eso no es posible ensenar nada -pues, desde luego, nadie dira que al ser esas cosas imposibles de ense- nar se ensefian solo las dudosas- entonces no se ensena nada.

254 Ademas, o el asunto que se ensena es una cosa mani- fiesta o una no manifiesta.

Pero si es una cosa manifiesta no estara necesitada de ensenanza, pues lo manifiesto se manifiesta a todos por igual.

Y si es una no manifiesta,, entonces: puesto que, como muchas veces hicimos notar, lo no manifiesto es inapre- hensible por lo irresoluble de la controversia en torno a ello, no sera ensefiable; pues lo que nadie aprehende, jco- mo podria eso ensenarse o aprenderse?

Pero si no se enseiia ni lo que es manifiesto ni lo no manifiesto, no se enseiia nada.

255 Ademas, lo que se ensena es o una cosa corporea o una incorporea. Y como cada una de esas cosas es o mani- fiesta o no manifiesta, no bodra ensenarse, segun la argu- mentacion expuesta inmediatamente antes por nosotros. Por consiguiente, no puede enseinarse nada.

256 Al margen de eso, o se ensena lo que existe o lo que no existe.

Desde luego, lo que no existe no se ensena. En efecto, si se ensena lo que no existe, (entonces: puesto que conside- ran que las ensenanzas lo so11 de cosas verdaderas, lo que no existe seria verdadero y al ser verdadero tambien existi-

ria; pues dicen que verdadero es lo que se da en la Reali- dad y yace fuera de uno 220. Pero seria absurdo decir que lo que no existe se da en la Realidad. Luego lo que no existe no se ensena.

Pero tampoco lo que existe. En efecto, si se ensena lo 257

que existe, o se ensena en cuanto existente o en algun otro sentido.

Pero si se ensena en cuanto existente, entonces serl ob- jeto de ensenanza cualquiera de las cosas existentes y por ello ninguna sera objeto de ensenanza, pues es logico que las ensefianzas den comienzo a partir de cosas conve- nidas y que no sean objeto de ensefianza. Por consiguien- te, lo que existe no es objeto de ensenanza en cuanto exis- tente.

Y desde luego, tampoco en ningun otro sentido. En 25s

efecto, lo que existe no tiene en si cualidad alguna que no sea existente; de modo que si lo que existe no se ensena en cuanto existente, tampoco se ensenara en ningun otro sentido, pues cualquier cosa que en el pueda darse es existente.

Y por otra parte, tanto si eso que existe y que puede decirse que es objeto de ensenanza fuera una cosa mani- fiesta, como si fuera una no manifiesta, en ningun caso seria objeto de ensenanza, al caer en las dificultades mencionadas.

Pero si no se ensena ni lo que existe ni lo que no existe, lo que se ensena no es nada.

El termino griego es antikeitai (yacer frente a), que se corresponde exactamente con la etimologfa de la palabra ((objeto)).

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LIBRO iii 327

XXIX

259 Junto con eso quedan excluidos, desde luego, el maes- tro y el discipulo. Pero tambien y no en menor medida

lsmos. quedan en entredicho considierados en si m: En efecto, o ensena el experto al experto, o el inexperto

al inexperto, o el inexperto al experto, o el experto al inexperto.

Ahora bien, el experto no ensefia al experto, pues nin- guno de ellos, en tanto que experto, necesita el aprendizaje.

Pero tampoco el inexperto al inexperto, del mismo mo- do que un ciego no puede ,guiar a un ciego.

Y tampoco el inexperto ail experto, pues seria ridiculo. 260 Resta estudiar si el experto enseiia al inexperto. Lo cual,

tambien ello, es una de las cosas imposibles. Se arguye, en efecto, que es totalmente imposible que exista un exper- to, porque ni se observa a nadie que sea experto por natu- raleza y desde que viene al ser, ni a nadie que se convierta de inexperto en experto, pues o un solo teorema y una sola aprehension pueden hacer experto a un inexperto, o no.

261 Pero si al inexperto lo convierte en experto una unica aprehension, entonces:

En primer lugar, seria posible decir que el arte no es un sistema de aprehensiones, pues quien no supiera abso- lutamente nada, si se aprendliera un unico teorema de un arte, diria que ya es un exlperto.

Y en segundo lugar, si allguien dijera que quien ya ha adquirido algunos teoremas de un arte y necesita de uno mas, siendo por ello inexperto, al adquirir ese unico teore-

ma se convierte de inexperto en experto por esa Unica apre- hension, diria una cosa aventurada. En efecto, entre los indi- 262

viduos particulares no podria indicarse ninguno que siendo aun inexperto viniera a ser experto si captara un unico teo- rema, pues nadie desde luego conoce la ordenacion de los teoremas de cada arte como para poder decir, despues de numerar los teoremas conocidos, cuantos faltan para el computo total de los teoremas de un arte.

Asi pues, el conocimiento de un solo teorema no hace experto al inexperto.

Pero si eso es cierto, entonces: puesto que nadie ad- 263

quiere de golpe todos los teoremas de las artes, sino si aca- so -en el supuesto de que incluso se conceda como hipo- tesis eso- de uno en uno, ese que se dice que adquiere los teoremas del arte de uno en uno nunca se volveria un experto, pues haciamos notar que el conocimiento de un solo teorema no puede hacer experto al inexperto.

Nadie, pues, se convierte de inexperto en experto. De modo que resulta claro, tambien en virtud de eso,

que el experto es inexistente y, por lo mismo, tambien el maestro.

Por otra parte, el que siendo inexperto se dice que apren- 264

de, no puede aprender ni aprehender los teoremas del arte en el que es inexperto, pues asi como el ciego de nacimien- to no podria, por cuanto que es ciego, adquirir una idea de los colores ni analogamente el sordo de nacimiento del sonido, asi tampoco podria el inexperto aprehender los teo- remas del arte en el que es inexperto. Pues ademas, en ese caso, un mismo individuo seria a la vez experto e inex- perto en ellos; inexperto, puesto que tal se supone, y ex- perto, puesto que posee la aprehension de los teoremas del arte.

De modo que tampoco ensena el experto al inexperto.

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328 ESBOZOS PIRR~NICOS LIBRO 111 329

26s Pero si el experto no enseina al experto, ni el inexperto al inexperto, ni el inexperto al experto, ni el experto al inexperto, y si nada hay fuera de eso, entonces no existen ni el maestro ni el discipulo.

SI EXISTE ALGUNA FOIRMA DE APRENDIZAJE

Y no habiendo ni discipulo ni maestro, tambien queda 266 excluida la forma de ensenanza. Pero no resulta menos in-

viable en virtud tambien de esto: Sin duda, la forma de ensenanza se desarrolla o en ba-

se a la evidencia o en base ,al razonamiento. Pero no se desarrolla ni en base a la eviidencia ni en base al razona- miento, como estableceremos. Luego ninguna forma de aprendizaje es viable.

Desde luego, la enseiianza no se desarrolla en base a la evidencia, porque la evidencia es propia de las cosas que se muestran por si mismas, y lo que a todos se mues- tra es manifiesto, y lo manifiiesto, en cuanto que se mani- fiesta, es perceptible para taidos, y lo que para todos si- multaneamente es perceptible no es objeto de ensenanza. Por consiguiente, nada es ensefiable mediante la evidencia.

267 Y desde luego, tampoco se ensena nada mediante el razonamiento.

En efecto, o este significa algo o no significa nada. Pe- ro si no significa nada tampoco sera capaz de enseiiar na- da. Y si significa algo, o lo significa por naturaleza o por convenio.

Y no lo significa por naturaleza, porque, cuando escu- chan, no todos comprenden ;i todos; por ejemplo, los hele- nos a los barbaros y los bilrbaros a los helenos.

Y si lo significa por convenio, es evidente que quienes 268

por adelantado comprenden aquello segun lo cual estan hilvanadas las palabras no se apercibirdn de ello por apren- der gracias a esas palabras lo que ignoraban, sino por per- catarse y recordar lo que ya sabian; y quienes necesitan del aprendizaje de lo no sabido y no conocen aquello se- gun lo cual estan hilvanadas las palabras, no tendran per- cepcion de nada.

Por lo cual, no podria darse ninguna forma de apren- 269

dizaje. Pues ademas, el que ensena debe producir en el que

aprende la aprehension de los teoremas del arte que esta aprendiendo, para que asi este, al aprehender el conjunto de ellos, se convierta en experto. Pero como hicimos notar en capitulos anteriores, no existe ninguna aprehension. Por consiguiente, tampoco puede darse realmente ninguna for- ma de ensefianza.

Pero si no existe ni lo que se ensena, ni el maestro y el discipulo, ni la forma de aprendizaje, tampoco existen ni el aprendizaje ni la ensefianza.

Esto, pues, es lo que mas comunmente se argumenta so- 270

bre el aprendizaje y la enseiianza.

Y de esa misma forma es posible tam-

A plicacidn bien plantear dudas sobre el que se dice o 10 del ser el arte de vivir.

m * e de vivir•â Asi por ejemplo, en lo anterior hemos hecho ver que es irreal el asunto que se

enseiia, es decir, la cordura. E inexistentes son tambien el que ensena y el que apren-

de, pues el arte de vivir se lo ensefiara o el sensato al sen- sato, o el necio al necio, o el necio al sensato, o el sensato

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LIBRO ii1

al necio; pero ninguno de ellos enselia a ninguno; luego el que se dice ser el arte de vivir no se enseiia.

271 Y seguramente seria incluso superfluo hablar de los otros casos; pero respecto a .si el senisato enseiia cordura al necio -y la cordura es la ciencia de lo bueno, lo malo y lo que no es lo uno ni lo otro- (iirgumentaremos asi):

El necio, al no poseer la cordura, tiene desconocimien- to de lo bueno, lo malo y lo que no es ni lo uno ni lo otro; y al tener un desconocinniento absoluto de eso, cuan- do el sensato le enseAe lo bueno, lo malo y lo que no es ni lo uno ni lo otro, el simpllemente oira lo que le dicen, pero no se enterara. En efecto, si lo percibiera asentado en su insensatez, tambien la i.nsensatez seria capaz de per- cibir lo bueno, lo malo y lo que no es ni lo uno ni lo otro.

272 Pero ciertamente la insensatez no esta capacitada segun ellos para percibir eso, puesto que el necio seria sensato. Por consiguiente, el necio no comprende lo dicho o hecho por el sensato de acuerdo con el dictado de la sensatez. Y al no comprenderlo, no podria ser instruido por el; ade- mas de por otras cosas, porque no puede ser instruido ni en base a la evidencia ni en base al razonamiento, segun hemos explicado.

Por lo demas, si el llamado arte de vivir no surge de nadie ni por aprendizaje y ensenanza ni de forma natural, entonces el tan celebrado entre los filosofos arte de vivir es imposible de encontrar.

273 Y en realidad, incluso si. uno a mayor abundamiento concediera que ese imaginiario arte de vivir se da en alguien, apareceria mas como perjudicial y como motivo de preocupacion para aque!llos que lo poseen que como beneficioso.

XXXI

SI EL ARTE DE VIVIR BENEFICIA A QUIEN LO POSEE

De hecho -para citar como muestra 'unas pocas cosas de entre muchas- podria parecer a primera vista que el arte de vivir beneficia al sabio al proporcionarle el domi- nio de sus impulsos hacia lo malo y de sus aversiones por lo bueno "l.

Ahora bien, ese sabio que desde el punto de vista de 274

ellos es considerado como capaz de dominarse, una de dos: o es considerado como capaz de dominarse en el sentido de que no viene a dar en ningun impulso hacia lo malo ni en ninguna aversion por lo bueno, o en el sentido de que tenia impulsos y aversiones insensatas y los controlaba.

Pero en el sentido de no venir a dar en deseos insensa- 275

tos no podria ser capaz de dominarse, pues jno va a cgn- trolar lo que no tiene! Y del mismo modo que nadie diria que el eunuco es capaz de dominarse frente a lo venereo ni el que padece del estomago frente a los placeres de la comida, pues en estos individuos no hay absolutamente nin- guna inclinacion a tales cosas para que ademas se resistan a esa inclinacion controlandose: del mismo modo no debe

En los manuscritos existe una confusion comprensible entre kalon (bello, bueno) y kokdn (malo). El codice P. al que siguen Mutschmann, Bury y Gil Fagoaga dice •áde sus impulsos hacia lo bueno y de sus aver- siones por lo malo•â. Los otros manuscritos dan las dos veces •álo malo•â. Por el sentido de la frase y a la vista del pirrafo siguiente (donde no se da la confusibn pues Sexto utiliza ya agathon: bueno), hemos seguido la variante de Tescari, cuya version sirvi6 de base a la de Russo.

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LIBRO 111 333

decirse que el sabio es capaz de dominarse por el hecho de que en el no surge ninguna pasion que haya de ser ca- paz de dominar.

276 Y si estimaran que el es realmente capaz de dominarse en el sentido de que llega a verse en tentaciones insensatas y las vence con la Razon, concederan en primer lugar que la cordura no le beneficia, porque en esa situacion esta envuelto en zozobras y necesita alivio y, en segundo lugar, que aparece como mas desclichado que aquellos que se di- cen necios. En efecto, si sitmte apetencia por algo, seguro que esta inquieto; y si la rcprime con la Razon, mantiene el mal en el y, por ello, se turba mas que ese otro necio

277 que ya no lo sufre; pues si uno siente una apetencia, se turba; y si consigue sus deseos, descansa de esa turbacion.

Asi pues, por lo que hiace a la cordura, el sabio no llega a ser capaz de ~ontrol~arse. O si realmente llega a ser- lo, es el mas desdichado de todos los hombres. Por lo cual, el arte de vivir no le procura beneficio sino la mayor turbacion.

E hicimos notar en anteriores capitulos que quien cree poseer el arte de vivir y a traves de el haber llegado a saber que es objetivamente bueno y que malo, se turba exagera- damente, tanto por lo bueno que se le presenta como por lo malo.

278 Asi pues, hay que decir que si no esta acordada la exis- tencia objetiva de lo bueno,, lo malo y lo indiferente y tam- poco seguramente es real te1 arte de vivir y, ademas -si se concede como hipotesis que es real-, no reporta nin- gun beneficio a quienes 101 poseen, antes al contrario les produce mayores turbaciories: entonces bien podria pare- cer que los dogmaticos fruncen en vano la frente, tambien en la que se dice la parte de la Etica de la asi llamada Filosofia.

Y tras desarrollar en la forma propia de un esbozo to- 279

das esas cosas sobre el asunto de la Etica, concluimos aqui este tercer libro y el tratado completo de los Esbozos Pi- rrdnicos, afiadiendo lo siguiente.

XXXII

POR QUE A VECES EL ESCEPTICO SE ACOMODA A PLANTEAR

ARGUMENTOS POCO BRILLANTES, COMO MEDIO DE

PERSUASI~N

El esceptico, por ser un amante de la Humanidad, quiere 280

curar en lo posible la arrogancia y el atrevimiento de los dogmaticos, sirviendose de la Razon.

Asi pues, del mismo modo que los que curan las enfer- medades corporales poseen remedios de distinta intensidad y aplican los mas energicos de ellos a los pacientes graves y otros mas suaves a los menos graves: asi tambien el es- ceptico plantea argumentos de distinta fuerza y se vale de 281 los fuertes y capaces de destruir con contundencia la enfer- medad de la arrogancia dogmatica en aquellos que estan gravemente atacados de arrogancia, y de otros mas suaves en los individuos que esa enfermedad de la arrogancia la tienen leve y facilmente curable y que puede ser destruida con formas de persuasion mas suaves.

Por lo cual, el que parte del escepticismo, unas veces se vale de formas de persuasion energicas y otras no vacila en plantear adrede argumentos que parecen poco brillan- tes, porque muchas veces le bastan para alcanzar su proposito.

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(DEDICATORIA) '''

Oh Pirrdn, gran maravilla que ha hecho ver que •ánada una riqueza admirable, distinta de las otras. [es mas•â; Si por soberbia osaste ir n la contra de todos los sabios, jay, tman insolente fuiste! Pero si fue por haber sometido a examen el conocimiento

[humano, te llevas la palma entre aqiuellos cuya sabidurla sometiste

[a examen. - -

'" Esta dedicatoria final aparece en todos los cddices menos en el M. No esta claro si era original del propio Sexto; podria estar sacada de Timdn de Fliunte. Ni Bury ni Gil Fagoaga dan traduccion de ella. La traduccion de Russo nos parece discutible en varios puntos, en parti- cular porque en ella se pierde el enunciado del lema esceptico nada es mas; esta es su traduccidn: ((0 Piirone, che sei apparso come una grande meraviglia. che piu grande nessunii, come un tssere straordinario, diverso dagli aitri, per avere osato muovere vigorosamente contro tutti i filosofi, oh, cuanto fosti ardito! Ma per aver I'umana scienza disprezzato. tu iI primo onore riporti fra coloro la cui sapienza hai disprezzatow

CONCEPTOS GRIEGOS *

idda, cosas no manifiestas: 1 185; 11 124. 254. Cf. apha- nes, mh phainomenon.

akatal@psia (akatal@ptb) inapre- hensibilidad: 1 1 SS., 201. Cf. kataI@pt ikd.

albtheia, verdad: 1 179. anapodeiktoi (hoi pente -), los

cinco indemostrables, los cin- co axiomas del Calculo de Proposiciones: 1 69; 11 156 SS., 235.

antikeimenon, lo opuesto, lo contrapuesto: 1 8, 10 SS.; 11 157 SS., 189 SS.; cf. apdpha- sis.

anyparxia, no realidad: 1 21. Cf. phy'ss.

aperispastos, (representacion mental) no desconcertante: 1 227 SS.

aphanes, cosas no manifiestas: 1 181. Cf. ad@la.

aphasia, el no-afirmar-nada: 1 192 SS.

apophasis, apophatikon (td), negacion: 1 10. Cf. antikei- menon.

aporetike', escepticismo: 1 7. Cf. skeptike.

asynaktos (ldgos), razonamien- to mal encadenado: 11 137 SS.

asynart@ta lemmata. premisas incoherentes, sin relacion con la conclusi6n: 11 153.

atarox~a, bienestar, serenidad de espiritu: 1 10, 12. 18 SS.

d m a , a) proposicion enuncia- tiva: 1 189; b) apreciacion, lo que uno piensa, sentido de una proposicion, 11 passim.

dialektiki, dialectica: 11 94 SS.; sin. de logica: 11 13, 111 1; def. de Posidonio: 11 94, 247;

Los numeros romanos hacen referencia a los Libros, y los arabigos, a los parrafos.

Page 167: Sexto Empirico. Esbozos pirronicos.pdf

CONCEPTOS ORIEOOS 337

def. de Crisipo: 11 214; def. de Alcinoo: 11 213.

diallelos (tropos), tropo del cir- culo vicioso: 1 169; 11 36 SS.

dianoia, mente, inteligencia: 1 128; 11 72 SS. Cf. hegemoni- kon.

diartesis, incoherencia: 11 146. Cf. asynartetos.

diexbdeumenC (representacion mental) contrastada: 1 227 SS.

diezeugmenon (to), disyuncion: 11 158, 162 SS.

enargdn, cosa manifiesta: 11 95. Cf. phaindmenon.

endiathetos (Iogos), facultad de autogobierno: 1 65 SS.

epagbg6, induccion, principio de induccion: 11 195 SS., 204.

epechb / epoche, suspender / suspension del juicio: 1 10 SS., 128 SS.

ephektike, escepticismo: 1 7. Cf. skeptike.

epibolh. planteamiento: 11 171; 111 68. Cf. 11 16, n. 89.

epiphora, inferencia o conclu- sion de un silogismo: 11 135

.SS. Cf. Ikmma.

hegemonikon, elemento rector: 1 128; 11 70, 71. Cf. dianoia.

hegoumenon (td), antecedente

de la implicacion: 11 1 1 1. Cf. prokathegoymenon, synem- menon.

hyparchd, existir realmente: 111 49. Cf. phjsis.

hjparxis, realidad, existencia: 1 21 ; 111 128. Cf. phjsis, hypo- keimenon.

hyphistemi, constituirse, venir a ser real: 111 26. Cf. phj- sis.

hypokeimena, los objetos; la realidad subyacente a los fe- nomenos: 1 22. 99, 117 SS.

Cf. phjsis. hypokeimenon, realidad, exis-

tencia: 1 21; 111 128. Cf. phjsis, hjparxis.

hypokei3thai. darse o existir ob- jetivamente: 1 211. Cf. physis.

hypop$tO, ofrecerse (a nues- tro conocimiento): 1 35, 40 SS. . .

hypostasis, constitucion, forma- cion: 111 26. Cf. phjsis.

katalamband, aprehender. cap- tar la realidad: 1 201 SS.

katalepsis, aprehensibilidad: 1 179.

katal@ptikh (phantasia), repre- sentacion mental aprehensi- va: 1 235 SS.

kataphusis, afirmacion: 1 192 SS.

kategorik6s (syllogismos), silo- gismo~ de predicados: 11 163 SS., 195 SS.

kathdlou protasis, premisa ma- yor o universal: 11 164 ss. Cf. Ie'mma.

Egon (td), consecuente de la implicacion: 11 148. Cf. hegoumenon, synemmenon.

lekton, sentido (de una propo- sicidn), ver axioma.

I6mma, premisa (de un silogis- mo): 1 113 ss.; 11 135 SS. Cf. epifora, protasis. katholou prdtasis, katd meros prdtasis, prdslepsis.

nooumena, elucubraciones teo- ricas: 1 8 SS.; 111 152. Cf. phainomena.

periddeument?, ver pithane. phainomena, a) los fenomenos

(lo sensible): 1 8 SS.; 111 152. Cf. nooumena. b) cosas ma- nifiestas: 1 185; 11 124, 254. Cf. adela, aphanes m8 phai- nomenon.

phainomenon (m8 -), cosas no manifiestas: 1 182. Cf. apha- nes, prodelon, enargbn.

phisis, a) naturaleza: 1 23, 98 SS.; katd / para phjsin, en un estado normal / anormal: 1 100 SS. b) la realidad: 1 28,

78; 11 13; 111 1, 115 ss. Cf. anyparxia, physiologia, hy- pokeikthai, hyparchci, hy- phistemi, hypokeimenon. h-Yparxis, hypostasis.

physiologia, estudio de la rea- lidad: 1 8. Cf. phjsis.

pithanC (phantasia). representa- cion mental probable: 1 227 SS.

prodelon, cosa manifiesta: 1 138; 11 97. 179. Cf. phaino- menon.

prokath@goumenon (td), antece- dente de la implicacion: 11 101. Cf. diezeugmenon, he- goumenon (td).

prolepsis, intuiciones: 11 246, n. 134.

prophorikds, ver endiathetos. prosbol8 (tEs phantasias), con-

frontacion de la representa- cion mental (con la cosa en- juiciada): 11 16, n. 89.

prosegoria, atributo, 11 227. prdslepsis, premisa menor: 11

149, 234 SS. Cf. Ikmma. protasis, premisa mayor: 11 165,

195. 234 SS. kata meros prd- tasis, premisa menor o par- ticular: 11 1% SS. Cf. Iemma.

pjsma, frase interrogativa: 1 189.

skepsis / skeptike' (he), escepti- cismo, el: 1 5 SS.. 8 SS.

Page 168: Sexto Empirico. Esbozos pirronicos.pdf

symbebt?kota, accidentes, cua- lidades (esp. no esenciales) que se dan en un ser: 11 27; 111 4 SS.

symperasma, inferencia o con- ~lusidn de un silogismo: ii 136 SS. Cf. Iemrna, epiphora.

symplok4, interseccion: 11 158 SS. Cf. diezeugmenon.

synagd, enlazar de forma 16gi- ca: 11 passim; synaktikds Id- gos, razonamiento bien enca- denado: 11 137 SS.; kata synagogh. de forma bien en- cadenada: 11 135, 170 SS.; pros t h synagogh, para el buen encadenamiento: 11 147, 150 SS.; to synagdmenon, la conclusi6n: 11 168.

synagdge, ver as+naktos. synagd.

synartPsis, en una implicacion, coherencia entre el antece- dente y el consecuente, 11 1 1 1. Cf. asynartttos.

synPmmenon (to). implicacidn: 11 104 SS. Cf. hegoumenon, Iggon.

trdpos, tropo; modo, manera, forma de argumentar: 1 8, 36 SS., 99, 137, 164 SS., 180 SS.; 11 196, 204; 111 1, 56, 66 SS.

zetetik4 escepticismo: 1 7. Cf. skeptike.

CORRESPONDENCIA DE TERMINOS ESPANOLES Y GRIEGOS *

Accidentes (propiedades no esenciales). tu symbebekota: 11 27.

Antecedente (en una implica- cion), to h@goumenon: 11 11 1 ; td prokath@goumenon: 11 101.

Apreciacion (o sentido de una proposicion), axiOma: 11 81.

Aprehender (captar la Reali- dad): katalambano: 1 201.

Atributo (predicado), prose- goria: 11 227.

Confrontacidn (de una repre- sentacion mental con la cosa enjuiciada), prosbole' tes phantasias: 11 16. I

Consecuente (de una implica- cion), td Iegon: 11 148.

Constitucion (o formacion de una cosa), hypostasis: 111 26.

Dialectica (sinonimo de •áLogi- ca•â), he dialektike 11 94.

Disyuncion (•áA•â o •áB•â), to diezeugmenon: 11 158.

Circulo vicioso (en un razona- miento), diall@los tropos: 1 Encadenamiento (de proposicio- 169. nes), synagoge: 11 135.

Coherencia (entre antecedente y Escepticismo, he skeptikk 1 8; consecuente), synarttsis: 11 skepsis: 1 5; zetetikk: 1 7; 1 1 1 . ephektikk 1 7 ; aporaikt!: 1 7.

Conclusion (de un razonamien- Existencia (o realidad de una to): symperasma: 11 136. cosa), hjparxis: IIi 128.

Los numeros romanos hacen referencia a los Libros, y los arabigos, a los parrafos.

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Facultad de autogobierno, IO-

gos endiathetos: 1 65. Facultad de expresion hablada,

Iogos prophorikos: 1 65. Fenomenos (lo sensible, lo

opuesto a elucubraciones teo- ricas), ta phainomena: 1 8.

Implicacion (•áA implica Bn): t6 synemmenon: 11 104.

Inaprehensibilidad, akatalepsia: 1 1. Cf. Aprehender.

Incoherencia (entre proposicio- nes), diartesis: 11 146.

Indemostrable (o axiomas del Calculo de Proposiciones), anapodeiktoi: 11 156.

Induccion, epagog&: 11 195. Inferencia (conclusion de un si-

logismo), epiphord: 11 135. Inteligencia, dianoia: 1 128;

hegemonikdn: 1 128. Interseccion (•áA y B•â),

symplok~!: 11 158.

Manifiesto, phainomenon: 1 185; prodelon: 1 138; enar- g6n: 11 95. Lo no -, addon: 1 185; aphanes: 1 181.

Mente, hegemonikon: 1 128; dianoia: 1 128.

Naturaleza, phisis: 1 98. Negacidn, apdphasis: 1 10; td

antikeimenon: 1 157; td apo- phatikon: 11 161.

•áNo afirmar nada•â (El -), a- phmia: 1 192.

Objetos (lo que subyace a los fenomenos), tb hypokehena: 1 22.

Ofrecerse (al conocimiento), hypopiptd: 1 35.

Planteamiento, epibolt? 11 17 1. Predicativo (del Calculo de Pre-

dicados), kategorikos: 11 163. Premisas (de un silogismo),

I&mmata: 11 135. Premisa mayor o universal. protasis: 11 165; katholou protasis: 11 196. Premisa menor o parti- cular. prdslPpsis: 11 149; ka- td mdros protmk: 11 196.

Prernisas incoherentes, asynar- teta Ibmmata: 11 153. Cf. Incoherencia.

Razonamiento bien encadena- do, synaktikds Idgos: 11 137. Cf. Encadenamiento.

Razonamiento mal encadenado, asynaktos Iogos: 11 137. Cf. Encadenamiento.

Realidad (La -), physis: 1 18. Representacion mental: - apre-

hensiva, katalt?ptike phanta- sia: 1 235. - probable, pithand phantasia: 1 227. - constrastada, diexddeurnene / periddeumeng phuntasro: 1 227. - no desconcertante, aperkpastos phantasia: 1 227.

Sentido (de una proposicion), 1 10. - Suspender el juicio, tb lekton: 1 81. epecho: 1 128.

Serenidad de espiritu, ataraxia: 1 10, 12, 18. Tropos (mbtodos de argumen-

Suspension del juicio, epochk tar), tropoi: i 36.

Page 170: Sexto Empirico. Esbozos pirronicos.pdf

~NDICE DE NOMBRES *

Admeto: 1 228. Aristipo: 1 150. 155, 215 n.; 111 Afrodita Libia: 111 224. 204. Agripa: 1 164 n. Aristofanes: 1 189 n. Alcestis: 1 228. Aristdn: 1 234. Alcinoo: 11 213 n. Aristoteles: 1 3, 84; 11 26 n., Alejandna: (Egipto), 111 120 n., 49 n.. 163 n., 193, 198, 231

221. n., 253 n.; 111 30 n., 31, 123, Alejandro: 1 82. 135, 137, 180, 181, 218. Amazonas: 111 217. Arquiloco: 111 216. Anaxagoras: 1 33, 138 n., 147 Artemis, Artemis Ortosia: 1

n.; 11 244 n.; 111 32, 33. 149; 111 208, 221. Anaximandro: 111 30. Astapo: 1 83. Anaximenes: 111 30. Atenagoras: 1 82. Andrbn: 1 84. Atenas, atenienses: 11 98; 111 Antioco: 1 220, 235. 210, 218. Antipatro: 11 167. Atenea: 111 210. Antistenes: 1 72 n.; 111 181 n. Atica: 1 81. Apeles: 1 28. Apolo: 111 221. Bitinia: 111 32. Aquiles: 111 199. Bitdn: 111 231. Arcesilao: 1 220, 232 ss. argivos, Argos: 1 68, 82, 84; 111 Calcis: 1 83.

23 1. Caos: 111 121.

* Los numeros romanos hacen referencia a los Libros, y los arAbigos, a los phrrafos.

Page 171: Sexto Empirico. Esbozos pirronicos.pdf

~NDXCE DE NOMBRES 345

Carmidas: 1 220. Carnkades: 1 3, 220 ss. cilicios: 111 214. Cinicos: 1 72 n., 11 38; 111 200. Cirenaica (Escuela): 1 215 SS.;

11 38. Citio: 111 200, 205. Clazomenas: 111 32. Cleantes: 111 200. Clitomaco: 1 3, 220 SS.

Cnido: 1 152. Colofon: 11 18; 111 30. Corinto: 11 18. Crates: 1 153; 111 200. Cretenses: 111 199. Crisemo: 1 84. Crisipo: 1 69, 160; 11 214 n..

241 n., 253; 111 51 n., 200, 205, 246.

Critias: 111 218. Cronos: 1 147, 154; 111 208,

210, 211, 221.

Demetrio de Laconia: 111 137. Democrito: 1 147 n., 213 SS.;

11 5 n., 23, 49 n., 63; 111 32, 33.

Demofonte: 1 82. Diagoras de Melos: 111 218. Dicearco: 11 31. Didima: 111 221. Diocles: 111 225. Diodoro Crono: 1 147 n.. 234;

Diogenes: 1 145, 150, 153; 11 244 n.; 111 66 n.

Diogenes: 111 30. Dionisio el Joven; vid. Dioni-

sio el Viejo. Dionisio el Viejo: 111 204.

Edipo: 111 246. egipcios: 1 83, 152; 111 201, 202,

205, 219, 223, 226, 234. Emptdocles: 111 31, 54 n. Enesidemo: 1 36 n., 180 SS.,

210, 222; 111 138. Enopides: 111 30. Epicuro: 1 3, 25, 88, 155; 11 5

n., 25, 38, 49 n., 107; 111 32, 51 n., 137, 187. 194, 218, 219, 229.

escitas, Escitia: 1 80, 149; 111 202 n., 208, 210.

Esculapio: 111 220. 221, 225 n. espartanos: 1 145, 150; 111 137,

208, 215, 216. Esquilo: 1 189 n. Estraton: 111 32, 137. etiopes: 1 83, 148; 111 227. Eudoxo: 1 152. Euripides: 1 86, 149 n., 189, 228

n.; 111 204, 229, 230.

Ferecides: 111 30. Filon: 1 220, 235; 11 110. Furias: III 237.

11 110, 241 n., 242 n., 245;, 111 32, 71. gerrnanos: 111 199.

gttulos: 111 213. Lesbos: 1 81. Gorgias: 11 57, 59, 64, 243 n. Libia, libios: 1 84; 111 213. 223.

224. Hades: 1 228; 111 231. Lisis: 1 81.

helenos: 111 225. 267. Hera: 111 205, 210, 231 n. masagetas: 1 152. Heraclides: 111 32. Meliso: 111 65. Heraclito: 1 55 n.. 56 n., 188 mesenios: 11 31.

n.. 209 SS.; 11 49 n., 59, 63; Menandro: 1 108, 189. 111 54 n., 115, 230. Menodoto: 1 222.

Htrcules: 1 157, 228; 111 220. Merion: 111 199. Hermes: 111 215. Meroe (lago): 1 83. Herodoto: 1 82 n.; 111 208 n.,

227 n., 231, 232 n. Nestor: 111 214. Herodoto de Filadelfia: 111 120

n. Octano: 1 150. Herofilo: 1 84; 11 245. Onfala: 1 157. Hesiodo: 111 121 n., 123. Onomacrito: 111 30. hindues: 1 80, 148; 111 200, 227. Hiparquia: 1 153. Paris: 11 227. Hipaso de Metaponto: 111 30. ParmCnides: 11 49 n.; 111 65. Hipocrates: 1 76. Patroclo: 111 199. Hipon de Regio: 111 30. Pelusion: 111 224. hircanos: 111 227. peripattticos, vid. Aristoteles. Hornero: 1 41 n., 68, 86, 162 persas: 1 148, 152; 111 204, 205,

n.,224;111205,207n.,214, 228. 244, 249 n. Pindaro: 1 86; 111 208 n.

Horus: 111 221. Pirron: 1 7, 234. pitagdricos: 1 73 n.; 111 32, 38

Isis: 111 220. n., 152 SS., 155 n., 189 n.. itAlicos: 1 150. 224 n.

Platon: 1 88. 220 SS., 234, 235; Jeniades de Corinto: 11 18, 76. 11 22, 28, 37 n., 195; 111 54, Jen6fanes: 1223 SS.; 11 18; 111 115. 136, 175 n., 189, 204,

30, 218. 205. 218 n. judios: 111 223. Polemon: 1 220.

Page 172: Sexto Empirico. Esbozos pirronicos.pdf

346 ESBOZOS PIIRRONICOS

Poseidon: 111 210, 221. Posidonio: 11 94 n., 247 n. Protagoras: 1 216 SS.; 111 54 n. Psil6s: 1 82.

Rodas: 1 149. romanos: 1 149, 152; 111 210. Rufino de Calcis: 1 83.

Sarmatas: 111 202. Sarpedon: 1 162. sayos: 111 216. Serapis: 111 220. sirios: 111 203, 223. Socrates: 1 221; 11 22, 75, 164.

195; 111 110, 218 n. Solon: 111 21 1. Soterico: 1 84.

Tenaro: 1 130. Tales de Mileto: 111 30. Tartaro: 111 210.

Tasio: 1 84. tauros: 1 149. tebanos: 111 199. Tebas (Egipto): 111 18. TelCmaco: 111 214. TCntira: 1 83. Teodoro el Ateo: 111 218. Teognis: 111 231. Tetis: 1 150; 111 231. Tiberio: 1 84. Tideo: 111 207. Timon de Fliunte: 1 223. Tracia, tracios: 111 213. 216 n.,

225. 232. trogloditas: 111 227 n.

Yocasta: 111 246.

Zenon: 1 65 n.; 111 200, 205, 206, 245.

Zeus: 1 141, 150, 161, 162, 189; 11 141; 111 205, 210, 224.

INDICE GENERAL

Pags.

INTRODUCCI~N . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Influencia de los •áEsbozos Pirrdnicosn en la

filosofia moderna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Precedentes de la Escuela Esceptica . . . . . . . . La Escuela Esceptica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Una cuestion previa: jen que epoca escribe Sexto Empirico? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Los comienzos de la Escuela Esceptica . . La Escuela Esceptica y el Empirismo me-

dico en el siglo I d. C. . . . . . . . . . . . . . Sexto Empirico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Sobre su lugar de origen . . . . . . . . . . . . . . . La sede de la Escuela Esceptica en tiempos

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . de Sexto La obra de Sexto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . Informaciones bibliograficas Codices con las obras conservadas de Sexto. Ediciones de la obra de Sexto . . . . . . . . . . Traducciones consultadas . . . . . . . . . . . . . . . Bibliografia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Page 173: Sexto Empirico. Esbozos pirronicos.pdf

348 SEXTO EMP~RICO

ESBOZOS PIRR~NICOS Pdgs . -

LIBRO 1 ..................................... 51