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Politica y partidos. Ejercicio de analisis comparado: Argentina, Chile, Brasil y Uruguay Author(s): Liliana de Riz Source: Desarrollo Económico, Vol. 25, No. 100, 25th Aniversario de "Desarrollo Económico" (Jan. - Mar., 1986), pp. 659-682 Published by: Instituto de Desarrollo Económico y Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3466849 Accessed: 21/05/2009 16:45 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of JSTOR's Terms and Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp. JSTOR's Terms and Conditions of Use provides, in part, that unless you have obtained prior permission, you may not download an entire issue of a journal or multiple copies of articles, and you may use content in the JSTOR archive only for your personal, non-commercial use. Please contact the publisher regarding any further use of this work. Publisher contact information may be obtained at http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=ides. Each copy of any part of a JSTOR transmission must contain the same copyright notice that appears on the screen or printed page of such transmission. JSTOR is a not-for-profit organization founded in 1995 to build trusted digital archives for scholarship. We work with the scholarly community to preserve their work and the materials they rely upon, and to build a common research platform that promotes the discovery and use of these resources. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Instituto de Desarrollo Económico y Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Desarrollo Económico. http://www.jstor.org

De RIZ, LILIANA. Politica y Partidos. Ejercicio de Analisis Comparado. Argentina, Chile, Brasil y Uruguay

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Politica y partidos. Ejercicio de analisis comparado: Argentina, Chile, Brasil y UruguayAuthor(s): Liliana de RizSource: Desarrollo Económico, Vol. 25, No. 100, 25th Aniversario de "Desarrollo Económico"(Jan. - Mar., 1986), pp. 659-682Published by: Instituto de Desarrollo Económico y SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/3466849Accessed: 21/05/2009 16:45

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Desarrollo Econ6mico, v. 25, N? 100 (enero-marzo 1986)

POLITICA Y PARTIDOS. EJERCICIO DE ANATJ.SIS COMPARADO: ARGENTINA, CHILE, BRASIL Y URUGUAY

LILIANA DE RIZ*

I. Introduccion

El fracaso de los regimenes autoritarios de "nuevo cuino" que, a partir del golpe militar de 1964 en Brasil, se instalaron en las sociedades del cono sur, anudo el debate del posautoritarismo al de las formas institucionales de la politica; el tema de la lucha social por un orden justo, al de la democra- cia politica.

La reflexion sobre la democracia aparece hoy explicita o implicita- mente atravesada por los temas de los limites al ejercicio del poder, la autonomia de los grupos y clases sociales, la participacion politica, la auto- nomfa del sistema de representacion con respecto al estado, el sistema plural de partidos y los problemas de la seguridad, la estabilidad y la efica- cia. Se quebraron viejas certezas, como aquella que suponia que luego de la justicia se alcanzarfa la libertad, y se fue abriendo paso la idea de que al sostenerlas se permanece ajeno, cuando no hostil a la democracia tout court.

La cuestion de la participacion politica y del tipo de regimen redefi- nio el espacio politico de la competencia partidaria en estas sociedades: los partidos politicos sobrevivieron al autoritarismo militar con la concien- cia de no ser ya lo que fueron en el pasado y en la busqueda de la respuesta al como ser diferentes.

Si todavia es demasiado pronto para hacer afirmaciones concluyentes sobre las transformaciones ocurridas en la sociedad y en la politica bajo los regimenes autoritarios, y sobre los efectos de esas modificaciones en la conformacion del nuevo regimen, sin embargo, se perfila un cambio en la perspectiva intelectual, tanto academica como politica: una perspectiva que reconoce la necesidad de poner en discusion las viejas premisas del anilisis politico, repensar los modos de relacion estado-sociedad, y redefinir, en terminos nuevos y mas completos que en el pasado, la cuestion de la demo- cracia.

En la decada del sesenta, el tema de los debates era la revolucion, la ruptura radical del viejo orden. Los anilisis se centraron sobre las fuerzas

* Consejo Nacional de Investigaciones Cientificas y Tecnicas (CONICET) y Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES).

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sociales, sus formas de organizacion y de lucha, enfocados desde una pers- pectiva intelectual que separo las luchas sociales de las instituciones poli- ticas. En la decada del setenta, el estudio de los nuevos regimenes autorita- rios privilegio un enfoque estatalista en el que la sociedad, los actores socia- les y sus luchas desaparecian de la escena y no habia lugar para colocar el tema de la representatividad 1.

En cierto sentido, puede afirmarse hoy que el fracaso politico de los regimenes autoritarios tomo por sorpresa a los analistas mal preparados para pensar a esos regimenes en t6rminos politicos, o, lo que es lo mismo, para pensar la politica bajo el autoritarismo. En el nuevo contexto politico reaparece el tema de la representacion, pero se coloca de un modo diferente: las instituciones de la democracia son concebidas como recursos de las fuer- zas populares. Ello lleva a cuestionar las modalidades tradicionales de vinculo entre clase y partido. Por una parte, la multiplicidad estructural y organi- zativa de centros de agregacion y de demandas conflictuales en el seno de la sociedad civil desemboca, tambien en este continente, en el reconoci- miento de formas politicas diferenciadas. Por otra, el fin del autoritarismo se asocia a un orden politico, legitimo y plural, en el que la libre eleccion de los "decididores" supone pluralidad de opciones politicas2 y es condi- cion para producir normas negociadas,cambiantes y flexibles, de tratamiento de los conflictos.

Esta preocupacion por los mecanismos de autolimitacion del poder, por los principios de su organizacion -el institution building-, aparece en los planteos acerca de la renovacion de los sistemas de partidos (del sistema politico in toto), a la luz de las transformaciones sociopoliticas ocurridas en la economia y en la sociedad. En cada caso nacional, el debate gira en

rnmo de la ousqueda de alternativas al pasado politico; sea ese pasado el de sistemas politicos que funcionaron como sistemas de partidos, en la variante chilena o en la uruguaya; sea el de un sistema politico centrado en el caissma del jefe del movimiento politico mayoritario (el peronismo en ia Argentina), o el de la variante brasileia de un sistema dominado por la fuerza central del estado.

En este debate surge la idea de que pensar las formas institucionales en relacoin con la dinamica social sitfia el concepto de conflicto en el centro de la problematica de la democracia. Las instituciones politicas de la demo- cracia no solo neutralizan, sino que hacen posible la emergencia y la expre-

1 Asl, la perspectiva que domino el anilisis del autoritarismo militar fue ajena a toda conside- racion acerca de los intentos institucionales que esos regimenes llevaron a cabo por redefinir la relacion entre sociedad y estado; sean ellos los mas "revolucionarios" por crear una articulacion de indole corporativa; las variantes perversas de apelacion a la voluntad popular (como lo fueron las convoca- torias a plesbicitos constitucionales en Chile y Uruguay); la fracasada f6rmula de crear un partido heredero del regimen, en la Argentina, o la empresa transformista de recreacion del sistema de par- tidos y continuos cambios en las reglas del juego politico, en Brasil. Centrada en la etiologia socio- economica del autoritarismo, esta perspectiva concibio a esos regimenes como puramente represivos, como "puros" estados que los militares venian a crear "de un golpe".

2 La idea de "libertad de identificacion colectiva" aparece en Pizzorno como la sustancia misma de un sistema democratico (Alessandro PIZZORNO: "Sulla Racionalita della scelta democratica", en Stato e Mercato, N0 7, 1983, pp. 38-43).

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sion de los conflictos; fuera del horizonte institucional, el conflicto se trans- forma en violencia. La pregunta acerca de que instituciones es hoy, a dife- rencia del pasado, parte de la reflexion sobre la democracia.

Ante un futuro incierto -los rasgos que definen a los regimenes posau- toritarios todavia son oscuros--, situarse en el pasado que precedio al auto- ritarismo militar puede arrojar luz sobre el presente. Hoy sabemos que los autoritarismos militares no arrasaron completamente con esos pasados poli- ticos, pero es necesario buscar los elementos de continuidad y de ruptura que animan el presente para pensar los posibles escenarios futuros.

Es con este proposito que las reflexiones que siguen abordan las confi- guraciones politico-partidarias que precedieron a la instalacion del autorita- rismo militar en la Argentina, Chile, Uruguay y Brasil.

II. El enfoque

Un esfuerzo comparativo de descripcion de las formas de la politica en estas sociedades conlleva el riesgo de la excesiva simplificacion. Como todo intento comparativo, el que aquf se elige presenta la dificultad de construir, por aproximaciones, un esquema conceptual general a partir del cual detectar las semejanzas y diferencias. Ese esquema necesariamente descuida aspectos problematicos de cada caso, dejando disconformes a muchos, y en particular a los historiadores. Sin embargo, es un riesgo inhe- rente a cualquier enfoque comparado que no sea la mera yuxtaposicion de casos particulares.

El enfoque adoptado intenta retener la idea de que el significado de los partidos, en contextos nacionales diversos, es inseparable de las modali- dades de relacion sociedad-partidos-estado, y por ende, de una cierta morfo- logia de la politica que se expresa en las formas diferenciales a traves de las cuales lo social es instituido y el conflicto social deviene conflicto politico.

Se trata, pues, de describir semejanzas y diferencias entre configura- ciones nacionales de partidos por el "lugar" que estos ocupan en la ecua- cion estado-sociedad; lugar que se expresa en modos de la accion politica. Para ello, es preciso retener en el analisis lo que define la naturaleza esen- cialmente politica de los partidos. Esa naturaleza politica, de Ostrogorski a Weber, de Michels a Duverger, es ser organizaciones en lucha por el poder. El exito en esa lucha depende del arraigo en la sociedad y de la fuerza en el estado; de una doble funcion, como agentes de constitucion de solidarida- des colectivas que definen (y redefinen) en tErminos especificamente poli- ticos el conflicto social, y como mecanismos de transformacion de la de- manda en accion politica. Si la primera funcion se refiere a la representacion como operacion de pasaje del conflicto social al conflicto politico, la segun- da apunta al pasaje de la confrontacion de identidades politicas a la pro- duccion de decisiones; proceso en el cual pueden debilitarse, o reforzarse, las oposiciones entre esas identidades.

Que los partidos tengan una posicion privilegiada con respecto a otras

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formas asociativas en la sociedad (vg. organizaciones de interes) o al estado, en el desempefno de estas funciones dependera de la organizacion politica de un regimen. En aquellos regimenes politicos en que algunas de las premi- sas centrales de la organizacion liberal democratica se cumplieron (como Chile y Uruguay), los partidos funcionaron como agentes centrales del sistema politico al punto de que todo el sistema funciono como sistema de partidos. Esto indica que es la trama institucional de un regimen poli- tico la que define el espacio de constitucion y de movimiento de los parti- dos. Esa trama institucional queda acotada por la nocion de "sistema poli- tico" como sistema de representacion-mediacion regulado (sometido a un conjunto de procedimientos reconocidos como legitimos para producir decisiones politicas)3.

Por cierto que la trama institucional (el sistema politico) descansa en una multiplicidad de factores estructurales, la accion de las elites sociales y politicas, el peso de las ideologias. Lo que interesa destacar a los efectos de este enfoque son precisamente las peculiaridades de los sistemas politicos que precedieron a los autoritarismos militares en las cuatro sociedades sefia- ladas antes que explicar las causas de su configuracion. La cuestion del por que de esos sistemas politicos supone el conocimiento del como, o sea, de la variabilidad objeto de explicacion.

Coherente con este punto de vista, el anilisis se centra en el campo institucional: las configuraciones de partidos nacionales como variantes de relacion entre la sociedad y la politica. La ventaja de esta perspectiva es rescatar un tipo de variaciones politicas: aquellas que se refieren a la forma del conflicto politico en cada sociedad, conflicto que ni en el plano del dis- curso ni en el de la accion partidaria se reduce a ser un reflejo de intereses preexistentes.

Que la representacion politica sea monopolio del estado, al punto en que estado y voluntad colectiva se confunden (al precio de aplastar a la sociedad civil y a sus movimientos populares, y hacer de los partidos "ador- nos" del regimen), situacion que caracteriza mejor la morfologia politica en Brasil; o que la voluntad colectiva se confunda con una figura carisma- tica a la manera de la Argentina peronista (1946-1983?)4, al precio de con- vertir a esa figura en el alfa y omega del sistema polltico, ejemplifica dos variantes en las que la nocion misma de "sistema de partidos" no se aplica. 0 los partidos son parte del estado sin arraigo en la sociedad civil, un meca- nismo administrativo dentro del estado antes que de distribucion de poder politico en la sociedad, o expresan subculturas politicas en el plano simb6- lico, con escasa o nula capacidad de gestion politica. Entre la maxima esta- talidad de la politica (Brasil) y la mayor politizacion de la sociedad, el estado

3 Esta nocion de "sistema politico" retiene lo central de la argumentacion de Paolo Farnetti y de Alain Touraine (P. FARNETTI: Sistema Politico e Societd Civil, Giappichelli, Turin, 1971; A. TOURAINE: Las sociedades dependientes: ensayos sobre Amdrica Latina, Mexico, Siglo XXI, 1978).

4 Me refiero a la Argentina peronista como ciclo politico, acentuando con esta idea la presencia de elementos de continuidad, la persistencia de caracteristicas ideologicas, de modos de accion, de temas y de interpretaciones en toda la fase politica.

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POLITICA Y PARTIDOS. UN ANALISIS COMPARADO

operando como coordinador y garante de los intereses nacionales, personifi- cados en la figura presidencial (Argentina), se sitfian los sistemas de par- tidos en las dos variantes, la chilena y la uruguaya.

La estrategia adoptada no comporta negar la validez de otros enfoques de las configuraciones partidarias centrados en la composicion de clase de los partidos, las ideologias, los liderazgos o las formas de organizacion, como tampoco implica asumir que el analisis politico se reduzca al de la morfologia institucionals. La idea que anima esta perspectiva de anilisis es que ilumina aspectos de la dinamica politica sistematicamente descuida- dos en esos enfoques. Estos aspectos institucionales son 'utiles no solo para una mejor comprension de los determinantes politicos del autoritarismo militar, sino, y sobre todo, para identificar variaciones entre regimenes autoritarios6. Hasta el presente, los estudios sobre el autoritarismo han ten- dido a privilegiar la bfisqueda de las semejanzas, dato que no es indepen- diente del sesgo economicista que permeo la mayoria de los trabajos, sea en la version societalista o en la estatalista del autoritarismo.

El estudio comparado de la morfologia politica que precedio a los autoritarismos apunta, pues, a precisar que regimen autoritario surgio en cada sociedad. Captar la naturaleza politica especifica de esos regimenes es, a su vez, un paso necesario para comenzar a estudiar los regimenes posautoritarios en gestacion. En efecto, estos no son independientes de las modalidades en que el autoritarismo politizo la sociedad, atomizo la protesta colectiva y moldeo a los partidos politicos bajo su reino.

Mirar hacia el pasado puede, pues, contribuir a pensar los desafios y posibilidades que los partidos encuentran en cada contexto politico nacio- nal para convertirse en piezas claves de funcionamiento de un regimen democratico. ,Acaso la democracia no es un modo de expresion y trata- miento del conflicto, del que los partidos son uno de sus signos?

III. Bases conceptualps del oanalisis

La originalidad de las formas de relacion sociedad-partidos-estado en cada una de las sociedades no oculta la presencia de rasgos estructurales e hist6ricos comunes en todas ellas y de ciertas similitudes en sus sistemas politicos. Estas semejanqzas sirven de punto de partida a un razonamiento comparativo que busque en las diferencias una de las claves de interpretacion de las respectivas dinamicas politicas.

Lo que salta a la vista en un primer acercamiento al problema es la

5 Comparto las observaciones de Fabio Wanderley Reis acerca de los peligros de un enfoque que reduzca lo politico al piano institucional, convirtiendo a las instituciones en la variable indepen- diente de todo analisis (vease F. W. REIS: "Politica e Racionalidade", Estudos Sociais e Politicos, 37, Edivoes da Revista Brasileira de Estudos Politicos, 1984).

6 Un ejercicio realizado con esta orientacion puede verse en L. DE RIZ: "Uruguay: la transi- cion desde una perspectiva comparada", en Uruguay y [a democracia, Gillespie, Goodman, Rial y Winn (comp.), Ed. La Banda Oriental, Montevideo, 1985, tomo III, pp. 121-139.

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debilidad relativa de los partidos con respecto al estado. En la tradicion politica de estas cuatro sociedades, estado y sociedad se confunden. En todas ellas, el estado desempeno, desde sus respectivos procesos de eman- cipacion nacional, un "papel social" fundamental, penetrando profunda- mente la sociedad, a punto tal que no parece exagerado afirmar que todo paso por el estado. Mas alla de las modalidades diferenciales de cada socie- dad, el estado fue en todas el terreno privilegiado de constitucion de las fuerzas sociales; el principio de definicion de los protagonistas sociales. Este pali6n comun, el peso de la accion social estatal, definio el espacio de formaci6n y de movimiento de los partidos 7.

En todos los casos nacionales, los partidos no presentan el rasgo consti- tutivo de fundacion de las reglas de juego institucional entre las diversas "partes" politicas. De manera generica, puede afirmarse que la lucha parti- daria fue una lucha en la que estaban en juego los limites y los mecanismos de la accion politica, los margenes de autonomia del sistema representativo con respecto al estado.

Esta morfologia politica hace dificil pensar la nocion de sistema poli- tico a la manera europea, como trait d'union entre movimientos sociales y mundo institucional estatal. Dado que el terreno estatal fue la arena en que las fuerzas sociales se constituyeron con mayor o menor capacidad de expiesar intereses de clase, la relacion sociedad-partidos-instituciones esta- tales adopt6 una matriz diversa de la europea. Mientras que los partidos europeos --comunistas, socialdemocratas y laboristas-- se organizaron a partir del binomio partido-sindicato, y sus luchas politicas se desplegaron como prolongacion del combate nacido en las luchas sociales, la accion partidaria en estas sociedades fue mas la expresi6n de coaliciones policla- sistas que actuaron en nombre del pueblo y de la Nacion. Esta primacia de lo politico-estatal en la constitucion de las identidades colectivas marco la forma de la relacion entre fuerzas sociales y partidos, una relacion que Touraine define como de primacia de la autoidentificaci6n politica de los sujetos sociales por sobre su identificacion social8. Esta primacia de lo poli- tico -aunque en menor grado en la sociedad chilena o la uruguaya que en la Argentina de Peron o el Brasil de Vargas- es un dato clave para compren- der la dinamica de las luchas partidarias.

Que el sindicalismo se desarrollara bajo la proteccion estatal y en estre- cha union con el estado es uno de los datos significativos de esta morfolo- gia politica. Aun en los casos de sindicalismo fuerte, como el argentino o el chileno, se constata esta dependencia del estado. En la Argentina, el pro- tagonismo social y politico del movimiento obrero organizado es inseparable de su identidad politica peronista que, en la practica, significo que pasara a ser uno de los pilares del aparato estatal. En Chile, un sindicalismo de fuerte

7 Una interpretacion estructural del papel del estado como agente fundamental de integracion en estas sociedades se encuentra en Touraine. Para el autor, el peso del estado es la contrapartida de la "desarticulacion de las relaciones sociales" en sociedades de desarrollo capitalista tardlo y depen- diente (vease TOURAINE, op. cit.).

8 TOURAINE, op. cit.

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composicion minera, en el que los enfrentamientos de clase fueron privile- giados frente a los de participacion, tambien estuvo signado por esta rela- cion vis a vis el estado. En efecto, su lucha se libro en estrecha dependencia de la de sus partidos y la accion partidaria fue mas defensiva e integradora (como lo muestran, por ejemplo, las alianzas entre fuerzas sociales opuestas, como lo fue el Frente Popular), que una lucha por la ruptura del sistema. Esta "integracion negativa"9 de los partidos de la izquierda chilena, y la debilidad del movimiento sindical con respecto a esos partidos, permite comprender que, tanto a traves de la identidad ideologica clasista como de la "popular nacional", la relacion sociedad-politica (partidos) fue funcional para la vida del estado. 0 si se prefiere, en ambos casos, las luchas se mol- dearon en nombre de la integracion nacional antes que en el de las fuerzas sociales opuestas en el terreno de la produccion.

La presencia de rasgos comunes al conjunto de sistemas nacionales de partidos, aunque lejos de dar lugar a una teoria, ofrece los primeros elemen- tos para una reflexion en esa direccion y, sobre todo, arroja luz sobre la originalidad de cada caso nacional 0.

La debilidad relativa de los partidos frente al estado; el carfacter poli- clasista aun a despecho de las ideologias afirmadas en los programas, la debil estructuracion, las tendencias al fraccionamiento y al multipartidismo, sea bajo la forma de un bipartidismo aparente (Uruguay), un multiparti- dismo competitivo que no excluyo la formacion de frentes interpartidarios (Chile), o movimientos politicos que hicieron coincidir partido y estado- nacion, como el peronismo y su antecesor, el yrigoyenismo (Argentina), o el varguismo (Brasil); la homologia entre los partidos a la derecha y a la izquierda del espectro politico: la derecha no llega a fundar el gran partido del orden y los partidos de la izquierda se disputan el territorio de caza sin que en la lucha emerja un frente unido por la revolucion social -la historia de la Unidad Popular chilena en el gobiemo (1970-1973) ofrece un ejemplo de una coalicion que fue mas que un frente, y menos que un partido, de cuyo estallido dependio, en gran parte, la suerte de la experiencia chilena hacia el socialismo--, son rasgos de una morfologia politica que pone de manifiesto, mas alla de las diferencias nacionales, la dificil conquista de la democracia politica y las marchas y contramarchas hacia la no menos dificil integracion nacional.

La existencia de partidos no es indicativa per se del lugar y la importan- cia real de ellos como arenas de articulacion-gestion del conflicto. Un siste- ma de partidos supone un minimo no siempre alcanzado, como veremos, de respeto por las reglas de juego politico; el reconocimiento, no siempre

9 En el sentido descripto por Roth de divorcio entre el discurso ideologico antisistema y la practica partidaria que reafirmo las bases del sistema. (G. ROTH: The Social Democrats in Imperial Germany, The Badminster Press, Totowa, 1963).

10 No hay un dispositivo teorico sobre la formacion de sistema de partidos en America Latina comparable al de Rokkan para Europa, ni sobre las precondiciones estructurales y culturales de la movilizacion politica como el de Bendix para occidente. (S. LIPSET and S. ROKKAN, eds.: Party System and Voter Alignments, The Fill Press, New York, 1967; R. BENDIX: Estado nacional y ciuda- danta, Buenos Aires, Amorrurtu, 1974).

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logrado, de la funcion de oposicion, y la despolitizacion de las fuerzas tradi- cionales prepartidarias o de las extrapartidarias.

Centrar el razonamiento comparado en la pregunta acerca del grado de monopolio ejercido por los partidos como arenas de intercambio y mediacion entre el mundo del trabajo y el del poder coactivo (admitiendo que nunca la dinamica politica se agota en la vida partidaria) ofrece un punto de partida (util para resaltar una primera diferencia: aquella que separa a los sistemas politicos que funcionaron como sistemas de partidos de los que no siguieron esa matriz.

La importancia de esta diferencia es que la palabra "partido" recubre, mas alla de los cambios sufridos en la evolucion politica de los partidos, una realidad diferente en cada caso. Si en la sociedad chilena y en la uruguaya, los partidos contemporaneos se asocian a la imagen europea o norteameri- cana de la representacion, la existencia de "partes" politicas diferenciadas estA lejos de esa imagen en la Argentina o en Brasil. En la Argentina, porque los partidos actuaron y fueron percibidos como facciones sensu stricto antes que como partidos; alli, la existencia misma de la oposicion fue cues- tionada en la lucha partidaria y ese exclusivismo politico no fue indepen- diente de la politizacion de fuerzas extrapartidarias que operaron como tutoras del partido. Cada fuerza politica tendio a definirse como represen- tante del todo. El yrigoyenismo se definio como la union de todos los ciuda- danos y su causa se confundio con la de la Nacion; el peronismo, mas tarde, hizo coincidir pueblo, Nacion y estado. Sus adversarios politicos, al avalar la proscripcion le otorgaron legitimidad de hecho a la definicion que el propio peronismo se dio. Esta situacion de incompatibilidad de identidades colecti- vas diversas se caracteriza mejor como de hostilidad social. En una situacion tal, el conflicto de intereses dificilmente se amolde a los mecanismos de la mediacion politica partidaria. El sistema cultural que se fue forjando como producto de la lucha partidaria fue un sistema en el que los partidos no encontraron "su lugar" como pieza clave de funcionamiento de la vida politica.

En Brasil, el sistema de partidos nacido entre 1946 y 1964 (el cuadro institucional que precedio a la ruptura del sistema politico) no alcanzo a definir un espacio propio vis a vis el estado que lo forjo, ni a construirse como un sistema de identidad nacional. La construccion misma de un sis- tema cultural en el que los partidos encontraran un lugar quedo pendiente. Alli, los partidos fueron un affaire de elites, circulos de notables con debil anclaje en la sociedad civil. El doble patron de ciudadania regulada por el estado" y creacion estatal de partidos hace que la nocion de "partido" en ese contexto recubra una realidad muy diferente de la de las otras socie- dades: los partidos como instrumentos de la integracion nacional antes que como mecanismos de la democracia politica; mecanismos del estado antes que de la sociedad. Una realidad que evoca mas la de Mexico que la del cono sur.

11 Vease la noci6n de ciudadania regulada en Wanderley Guilherme DOS SANTOS: Ciudadania e Justida, Ed. Campus, Rio de Janeiro, 1979.

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POLITICA Y PARTIDOS. UN ANALISIS COMPARADO

Por razones de simetria inversa, ni en la Argentina ni en Brasil los partidos lograron crearse un espacio propio, forjar un sistema politico en el doble sentido de producir un sistema de identificacion cultural en el cual encontrar su lugar y aceptar los jugadores y los juegos que la sociedad les proponia para fundar un modo de hacer politica, como ocurrio en Chile y Uruguay.

Estos significados diferenciales de la palabra "partido" encierran un sistema de diferencias que, para caracterizar inicialmente en forma sintetica, denominaremos con las siguientes f6rmulas: la Argentina o la "ausencia de un sistema de partidos"; Brasil o "los partidos del estado"; Chile o "con- tinuidad institucional y discontinuidad social"; Uruguay o "el estado del poder compartido".

Examinar cada una de estas formulas, en el entendido de que son per- tinentes para interpretar la evolucion politica y los escenarios futuros de estas sociedades, es el cometido de las paginas que siguen.

IV. Los casos nacionales

Uruguay o "el estado del poder compartido"

En Uruguay, los dos partidos que dominaron la escena politica contem- poranea se remontan a la primera mitad del siglo pasado. La Guerra Grande, entre 1839 y 1851, contribuyo a cristalizar la division del pais entre blancos y colorados. Nacidos de las luchas entre caudillos que siguieron a la indepen- dencia, los dos partidos conservaron rasgos originarios en la persistencia del regionalismo y del personalismo. Asi, el interior siguio siendo mayoritaria- mente blanco; Montevideo, colorado. El batllismo, que designa las ideas del gran hombre del Partido Colorado, Jose Batlle y Ordoiiez, tambien -y sobre todo- designa un modo de hacer politica que caracterizo el largo ciclo del Uruguay batllista: una sociedad organizada con las premisas inte- lectuales y culturales de la conciliacion nacional.

La sociedad uruguaya accedio, a comienzos de este siglo, a un regimen de democracia representativa con participacion plena. La incorporacion politica de los sectores populares a traves de la matriz partidaria fue el preludio antes que el resultado de la industrializacion. Este rasgo que precisa la forma y el tiempo de la conquista de la ciudadania por los sectores popu- lares es siempre un aspecto esencial de cualquier sistema partidario12. Gran parte de la originalidad del desarrollo de los partidos uruguayos descansa en ese proceso.

En efecto, los partidos funcionaron segun un sistema unico en America Latina, que permite (y estimula) la libre expresion de tendencias heteroge-

12 Para un analisis de patrones de incorporacion politica del movimiento obrero en estas socie- dades y sus consecuencias diferenciales sobre el sistema de partidos emergente, veanse las sugerencias del trabajo de COLLIER y COLLIER: Labor, Party and Regime in Latin America.

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neas en el seno de un partido sin comprometer la unidad partidaria. Bajo un mismo lema o partido (Colorado-Nacional) se reagrupan fracciones (su- blemas) oficialmente reconocidos que poseen su propia organizacion y pre- sentan, de manera independiente, listas de candidatos a los cargos electivos. La institucion del lema (la ley de Lemas) aseguro la sobrevivencia de los dos grandes partidos al impulsar el fraccionalismo como medio para ampliar el territorio de caza del partido y bloquear la emergencia de un sistema multipartidario. Los beneficiarios plenos de ese sistema fueron los partidos tradicionales ya que el regimen electoral preve que los votos obtenidos por las fracciones de un mismo lema (sublemas) sean computados a favor del lema. Los partidos menores, partidos ideologicos, quedaron condenados a la marginalidad politica. La continuidad en el tiempo de los partidos peque- nios dependio de su identificacion ideologica.

La continuidad de los partidos tradicionales, ideologicamente confusos (mezcla de conservadurismo y socialdemocracia) y con soportes sociales heterogeneos, descanso, por una parte, en las restricciones formales a la competencia partidaria y, por otra, en la institucionalizacion progresiva del compromiso interpartidario que asocio a la minorla al ejercicio del poder sobre la base de un amplio consenso acerca de la naturaleza de la lucha partidaria y del rol del estado.

Las premisas de ese amplio consenso que los mecanismos institucionales soldaron fueron, a su vez, el fruto de la excepcional homogeneidad social del Uruguay (un "pais de cercanias", en la expresion de Real de Azfua). De este modo, partidos con una organizacion amorfa, mas proxima a coali- ciones de grupos heterogeneos con objetivos contradictorios, sin disciplina intema y tendencias centrifugas fruto del fraccionalismo, se aseguraron mutuamente su larga sobrevivencia a traves de elecciones regulares. Colora- dos y blancos abarcaron siempre mas del 80 por ciento del electorado.

La institucionalizacion del compromiso aseguro la estabilidad politica. Elecciones regulares y sistema de coparticipacion y cooperacion constantes entre los dos grandes partidos en la direccion de los asuntos nacionales --como lo define Pivel Devoto- fueron las claves que impidieron que las rivalidades partidarias se convirtieran en amenaza para la continuidad del sistema. Los partidos tradicionales ocuparon el doble lugar de artifices y de conservadores de ese compromiso que alcanzo el caracter de doctrina nacio- nal y convirtio al estado en el feudo de esos partidos.

En su origen, anterior al proceso de industrializacion y en su funciona- miento, el sistema partidario uruguayo se aproxima mas al norteamericano que al europeo. La lucha entre los dos partidos, ambos con extrema varie- dad de soportes sociales y objetivos, a veces, contradictorios, fue una lucha por el reparto de los recursos del estado sin distinciones ideologicas mayores; lo que en ella estaba en juego eran los terminos del compromiso, pero no el compromiso como modo de hacer politica. Ese compromiso definia y rede- finia cada vez el spoil system, dividiendo cargos y ventajas entre ganadores y perdedores. Asi, la contingencia de la victoria o la derrota electoral repre- sento en Uruguay menos, en terminos de participacion y provecho del siste-

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ma, que lo que representa en cualquier otra sociedad politica conocida, como lo subrayara Real de Azua.

Este caracter funcional de los contenidos de la lucha partidaria, lucha en que las alianzas son pasajeras porque dependen mas de personas que de programas, supuso una identificacion de la identidad partidaria con el estado mismo. La maquinaria estatal es una creacion de los partidos al servicio del gobiemo de los partidos antes que del gobierno del estado.

A fines de la decada del cincuenta, tras el triunfo de los blancos (1958), la crisis economica impone restricciones politicas a la politica del compro- miso. El malestar creciente se volco hacia el cuestionamiento del sistema colegiado y el retorno al sistema presidencialista fue percibido por muchos como el modo de salir adelante. Que la lucha partidaria se centrara en la forma del ejecutivo es un indicador mas de la resistencia de los partidos a redefinir su estructura y sus modos de accion. Sin embargo, era esa estruc- tura amorfa y la accion orientada al reparto de las prebendas estatales la que mal coexistia con la crisis del estado asistencialista que, claramente despues de la crisis del treinta habia sido concebido como el encargado de distribuir los beneficios de la riqueza material sobre la sociedad.

Bipartidismo aparente o fragmentado, esquema de poder compartido (minoria asociada al ejercicio del poder) y estado asistencialista, se apoya- ron mutuamente. Sin esa trilogia, el gobierno de los partidos -el estado del poder compartido- dificilmente podria coincidir con el gobierno del estado por los partidos. Cuando el estado mismo aparecio amenazado como poder de coercion (la guerrilla tupamara), los partidos tradicionales asistie- ron, desde la impotencia o la claudicacion, al vaciamiento del regimen de coparticipacion que habian forjado y en el que habian encontrado su "lugar".

La realidad no dejaba margenes para la politica de las componendas, la politica politiquera, que enfrentara sublemas dentro de un partido y ali- mentara alianzas aleatorias y oportunistas contra el sublema dominante por parte de otras fracciones del mismo partido. El Uruguay pachequista puso fin al largo ciclo politico batllista" . La sociedad uruguaya ingreso a la dictadura, a diferencia de las otras sociedades que nos ocupan, de manera gradual. Los partidos politicos, al votar en el Parlamento el "estado de guerra intema" y la suspension de las garantias como instrumentos para hacer frente a la guerrilla y a la activacion de las luchas politico-sindicales, firmaron su acta de defuncion y, con ella, el vaciamiento del estado.

En la crisis de esa morfologia politica, del modo en que en ella se defi- nia como hacer politica, se instalo gradualmente la dictadura. Una dicta- dura en la que, como suele ocurrir, los militares interiorizaron e hicieron propios los dilemas de los politicos, al extremo de la paradoja de crear una "democracia de generales" en un pais convertido en gigantesca comisaria.

13 Ciclo politico que no coincide con un ciclo economico o social. Pese a que la nocion de "ciclo" no es la mas adecuada para el analisis de "actores" politicos, da cuenta de la persistencia de una modalidad dominante de hacer politica.

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Chile: continuidad institucional y discontinuidad social

La historia politica chilena, como ninguna otra en las sociedades del cono sur, transcurrio con y a traves de los partidos: el sistema partidario fue la "columna vertebral" de la sociedad chilena, segin la expresion de Garreton14.

La particular combinacion de un sistema politico gradualmente abierto a las fuerzas sociales organizadas y la dependencia de estas de la lucha par- tidaria es una de las claves para comprender el amplio margen de institucio- nalizacion de la lucha social que conocio la sociedad chilena.

Desde los aiios de la Repfublica Parlamentaria, la apertura progresiva a la participacion politica de nuevos sectores sociales -los sectores medios en los aiios veinte y la presencia, delegada primero e independiente despues, del movimiento obrero organizado- hizo del sistema politico el go-between entre sociedad y estado. El terreno de los enfrentamientos se desplazo hacia el campo de la competencia partidaria.

La fuerza de las organizaciones en la sociedad derivo de su insercion en un sistema institucional de negociacion. A esa insercion subordinaron la lo6gica de su accion y de ella extrajeron capacidad de presion sobre el estado, sea para obtener reivindicaciones (ampliar la ciudadania politica y econo- mica), sea para conquistar el estado y como proponia la izquierda, cambiar la sociedad.

Los clivajes de clase proveyeron el mapa cognitivo a traves del cual se organizaron las identidades partidarias en la sociedad urbana que habia emergido de las rentas del enclave minero. El campo siguio siendo el terri- torio inexpugnable del patrimonialismo terrateniente.

La base inicial de la Republica Parlamentaria, conservadores, liberales y radicales, se fue ampliando. El Partido Radical chileno, fundado en 1881, alrededor de los sectores medios urbanos y burocraticos y con fuertes sopor- tes entre los terratenientes del sur y en la mineria nacional, formo parte del juego politico institucional, decadas antes de que el radicalismo argentino accediera al gobierno y, sobre todo, a diferencia del partido de Yrigoyen, sus origenes no fueron conspirativos ni estimularon la creacion de un partido "antisistema". En Chile, la liberalizacion del orden oligarquico resistio los impactos de la crisis mundial del treinta. Esa liberalizacion se llevo a cabo no sin "tormentas" (el ibafiismo y la "Republica Socialista") pero el sistema politico no se quebro.

En los aiios veinte comenzo a gestarse la fisonomia del espacio politico de la competencia que habria de cristalizar a mediados de los aiios treinta. A comienzos de siglo, la izquierda se expreso a traves del Partido Democra- tico, por entonces el mas cercano al movimiento sindical y a traves del cual fue electo diputado Luis Emilio Recabarren, dirigente obrero que habria de fundar en la decada del veinte el Partido Comunista Chileno. En la decada siguiente, tras el fracaso de la Rep(ublica Socialista, se creo el Partido Socialista.

14 Manuel A. GARRETON: El proceso poli'tico chileno, Flacso, 1981.

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Los partidos organizados con referencia a las clases como pilares de la representacion dejaban fuera del sistema institucional a aquellos sectores que no formaban parte de la categoria homogenea del trabajador incorpo- rado a la empresa capitalista y, sobre todo, al campesinado. Eran partidos organizados a la europea en una sociedad cuyo sistema politico estaba lejos de dar cuenta de toda la sociedad.

La nueva problemaitica politica, centrada en la cuestion social (la ciuda- dania economica) redefinio los clivajes en el sistema partidario: el Partido Radical, tradicional aliado de los liberales, paso a ser el centro de gravedad del sistema politico como partido dominante en la coalicion con el, Partido Comunista y el Socialista (el Frente Popular) primero, y como heredero de la sucesion abierta por la crisis del Frente Popular, despues.

La experiencia del Frente Popular (1938-1947) hizo converger un sistema politico abierto a la representacion obrera con un modelo de des- arrollo industrial dirigido desde el estado: la orientacion inicial al socialis- mo de los partidos obreros se convirtio en un compromiso en torno de la industrializacion del pais.

Los conflictos que derivaron de ese compromiso y que se expresaron en la quiebra del Frente Popular, el "terremoto" ibainista y la formacion de un frente autonomo de la izquierda (el FRAP, en 1956) configuraron una escena politica organizada en tres bloques en competencia por el control del gobierno: los partidos obreros, coaligados en el FRAP; los partidos de la burguesia, en la Alianza Conservadora-liberal, y el Partido Democrata Cristiano.

Los no representados hasta entonces -y en particular, el campesina- do- haran su irrupcion a traves de la democracia cristiana. Este partido, surgido en la tercera generacion de partidos chilenos, combin6 el encuentro de una elite tecnocrattica con fuerzas de inspiracion catolica que anclaron sus raices en el cristianismo social, en un nuevo contexto signado por el ejemplo lejano de la revolucion china y el mas cercano de la revolucion cubana; ambas revelando la fuerza politica en latencia del campesinado.

Si en las casi tres decadas que van desde el acceso del Frente Popular al gobierno hasta el triunfo electoral de la democracia cristiana, en 1964, habia funcionado un sistema partidario cuya singularidad consistio en que ninguna fuerza politica pudo imponerse sobre las otras, dado el papel neutra- lizador del centro (el Partido Radical), ni perdio de manera absoluta su cuota de poder politico, con la democracia cristiana en el gobierno desapa- rece el centro politico. La DC, ni en su ideologia ni en su accion, se com- porto como el centro del espectro politico. La radicalizacion del proyecto de la DC tras el fracaso alessandrista abri6 la brecha para la llegada de la Unidad Popular al gobiemo.

La historia de la UP en el gobierno puede ser leida como la del cruce entre la crisis del sistema politico bajo el gobiemo de la DC y la del proyecto de crear las condiciones para transitar en democracia hacia el socialismo.

El creciente desfasaje entre presiones sociales y capacidad del sistema

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politico para absorberlas reforzo las identidades ideologicas que llamaban a una accion de ruptura con las instituciones politicas, como observa Touraine.

La oposicion de identidades ideologicas fuertes habia sido funcional para la estabilidad del sistema politico, porque coexistio con la practica integradora y defensiva de los partidos de la izquierda en el Parlamento. La radicalizacion ideologica, entre 1964 y 1973, en el contexto de la ruptura de los limites que habia definido el campo del sistema politico y de un intenso proceso de participacion social y politica bajo el gobiemo de la UP, recreo una sociedad politica dificilmente encapsulable en los moldes tradi- cionales de la lucha politico-partidaria.

La Argentina o "la ausencia de un sistema de partidos"

El rasgo distintivo de la historia de la Argentina contemporanea es la crisis politica recurrente: una sociedad que se enfrento a alternativas politi- cas que no pudo resolver ni eludir.

Una sociedad en la que los conflictos interregionales se resolvieron tempranamente (piensese en Brasil) con la federalizacion de Buenos Aires, en 1880. Una sociedad en la que surge un partido politico con dimension nacional como expresion de la protesta contra la exclusion politica de los estratos medios nacidos de las profundas transformaciones en la economia y en la sociedad de fines de siglo (la Union Civica Radical, en 1891). Un proceso de democratizacion politica en el seno del regimen oligarquico que habia imperado gracias al fraude y la cooptacion politica: la reforma electoral de 1912 abrio las puertas del poder al partido de Yrigoyen15.

Una sociedad burguesa antes de ser una nacion industrial, en la que la oligarquia (la generacion del ochenta) fue una clase dirigente nacional. Una sociedad en la que el proyecto de la elite gobernante, de una democra- cia modema en una sociedad moderna, fracaso: el orden politico instalado en 1916 con el triunfo radical, no resistio los embates de la crisis mundial. En 1930, la oligarquia practic6 la usurpacion politica y, al hacerlo, erosiono las bases de todo el sistema politico. La politizacion de los militares, a par- tir de entonces, y su progresivo rol de fuerzas tutelares de los partidos, es un primer dato de la logica que bloqueo la construccion de un sistema politico como sistema de partidos. La dinamica de la lucha entre conserva- dores y radicales ilumina las otras dos dificultades mayores: el reconoci- miento de las reglas de juego politico y el de la funcion de la oposicion.

Una mirada muy rapida a los protagonistas principales del periodo, conservadores y radicales, ilustra la dinamica politica que impidio la cons-

15 Los conservadores de entonces no se dejan apresar en la antinomia orden-transformacion que caracterizo al conservadorismo europeo. Se aproximan mas a lo que fueron los partidos liberales en Inglaterra. Esta ambiguedad del conservadorismo es analizada por Botana (vease Natalio BOTANA: El orden conservador: la politica argentina entre 1880 y 1916, Sudamericana, Buenos Aires, 1977).

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truccion de un sistema partidario estable, capaz de resistir, como el chileno (aunque no sin crisis) la ruptura politica en los anios treinta.

Los conservadores no eran, a diferencia de los radicales, un partido con organizacion a nivel nacional. A pesar de cierta unidad en la organizacion y el reclutamiento, eran un gran nufmero de partidos locales basados en la politica de caudillos. Su primer intento de unificacion -la Union Nacional, en 1912- fue solo en razon de las elecciones y fracaso, como los que se probaron mas tarde, en 1922, 1931 y 1958. Los conservadores no logra- ron resolver sus propias rivalidades internas y estas pesaron mas que las solidaridades partidarias.

La UCR, desde su creacion, habia evitado una definicion explicita sobre cualquier cuestion mas alla de las libertades politicas y nunca formulo un programa: "el radicalismo es un sentimiento y no es un programa". Con un origen social similar al de la elite tradicional en su dirigencia y el tono popu- lar en la maquinaria partidaria, sin cuestionar el modelo de desarrollo de la oligarquia, este partido constitucionalista rehuso definirse como un partido mas y se adscribio la representacion de la Nacion. Habiendo crecido fuera del sistema olig'arquico como un partido "antisistema", no se acomodo a las reglas de juego politico; por el contrario, no vacilo en recurrir a los mis- mos procedimientos que habia impugnado en sus adversarios. Al hacerlo, el radicalismo erosiono las bases de legitimidad de su poder en nombre de las cuales habia librado y ganado su batalla politica16. Sin alternativas para el vaciamiento de su identidad, el fraccionamiento interno (en 1924, como el que ocurrio a mediados de los cuarenta) expreso la interiorizacion del conflicto politico en el radicalismo alrededor de los principios mismos de organizacion del regimen politico.

A la experiencia de los gobiernos radicales popularmente elegidos, siguieron los afnos del sistema parlamentario basado en el fraude y la pros- cripcion de candidatos radicales. La imposicion de la legalidad definida por los militares, en nombre de los intereses de la restauracion conservadora, escindio el pais legal del pais real: el sistema partidario "legitimo" no era canal de expresion de las fuerzas sociales mas dinamicas.

Durante la decada que siguio a 1935, la Argentina se transformo en una nacion industrial sin que se gestara un partido de la industria. La clase obre- ra, de sector marginal, paso a ser el eje de toda politica que desafiara la regla oligarquica y se propusiera la expansion del mercado interno.

Es en este contexto socioeconomico modificado profundamente que Peron emerge y revoluciona los terminos del conflicto politico: la oposicion "democracia-totalitarismo" es sustituida por la oposicion "justicia social-

16 Para un examen de la relacion entre radicales y conservadores entre 1916-1930 que apunta a los factores politicos que obstaculizaron la creacion de un sistema de partidos, vease Anne L. POTTER: "The failure of democracy in Argentina: 1916-1930 (an Institutional Perspective)", en Journal of Latin American Studies, 13, I, 1981,.pp. 83-109; y Ana Maria MUSTAPIC: "Conflictos institucionales durante el primer gobierno radical: 1916-1922", en Desarrollo Economico, vol. 24, N? 93, abril-junio 1984, pp. 85-108.

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injusticia social"17. La Argentina entra en otra etapa, en la que lo esencial de la lucha entre partidos se desplaza hacia el problema de la protesta social contra las desigualdades y el nacionalismo pasa a ser una bandera popular. Los alineamientos se redefinen: sectores radicales y conservadores entran al peronismo.

El ingreso de la Argentina a la etapa politica moderna se hace a traves de una f6rmula singular: el peronismo. Antes que un partido de masas, el peronismo se define como un movimiento politico, nacional y popular, que viene a soldar las lealtades populares. El movimiento peronista es el pueblo, es la Nacion, es el estado. El sistema politico que se inaugura con el triunfo peronista en 1946 funciona alrededor del formidable carisma perso- nal de su jefe: el es el arbitro y el mediador por excelencia entre las fuerzas sociales porque es tambien el estado. En la figura de Peron se produce el lugar de encuentro entre estado y sociedad.

Identidad peronista y protagonismo del movimiento obrero organi- zado son dos caras de un mismo proceso: actor clave en la reconstruccion estatal, el sindicalismo argentino no llego a convertirse (como el sindicalismo brasileiio) en una criatura absoluta del estado; su sobrevivencia despues de 1955 y el poder creciente que retuvo lo testimonian. La estatizacion del campo peronista del sistema partidario vacio al sistema politico de partidos: en esa arquitectura del poder no habia lugar para un sistema de partidos. La oposicion crecio fuera de los mecanismos institucionales, como oposicion al peronismo, y las consecuencias de esa dinamica politica se expresaron en la forma de la hostilidad social: la condicion de existencia de las "partes" era la negacion del peronismo; simetria inversa a la que proponia el pero- nismo.

El golpe de 1955 que derroco a Peron heredo una situacion politica en la que los cambios introducidos por el peronismo, se sabia, estaban des- tinados a perdurar. El dilema de los vencedores fue el de como hacer compa- tible esos cambios con la eliminacion del peronismo de la escena politica argentina.

La proscripcion del peronismo fue el recurso que avalaron los parti- dos: al hacerlo, paradojicamente confirmaron la centralidad que ese movi- miento politico habia adquirido a lo largo de una decada. El fantasma del peronismo hizo que todos los partidos se definieran en funcion de el. A par- tir de 1955, la vida politica argentina se "peroniza" y comienza el trabajoso peregrinaje de las fuerzas politicas para captar el territorio de caza del pero- nismo: "el pueblo". Los intentos de un peronismo sin Peron fracasan tanto en el plano de los partidos como en el terreno sindical (recuerdese el pacto Peron-Frondizi o la trayectoria del vandorismo en el sindicalismo).

En la sociedad argentina se conformo una suerte de "parlamentarismo

17 Peron afirmaba: "Soy, pues, mucho mas democratico que mis adversarios, porque busco una democracia real, mientras que ellos defienden una apariencia de democracia, la forma externa de la democracia..." (Juan D. Peron, discurso del 12 de febrero de 1946; reproducido en M. PENA: El peronismo, Seleccion de Documentos para la Historia, Buenos Aires, 1972).

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negro": el peronismo proscripto podia vetar cualquier f6rmula de salida para la crisis politica que abrio su sucesion.

Los experimentos militares y civiles que se sucedieron a partir de en- tonces terminaron en el fracaso. Durante casi dos decadas la vida politica argentina recreo la impotencia de las fuerzas politicas para modificar su morfologia: la ausencia de un sistema de partidos y un modo de hacer poli- tica, en esas condiciones, definido por la dependencia de los partidos con respecto a las fuerzas extrapartidarias.

El retorno del peronismo, en 1973, es, si se quiere, la reafirmacion de la peronizacion de la sociedad. Con una derecha y una izquierda sin peso electoral propio significativo, radicales y peronistas volvieron a ser los prin- cipales protagonistas politicos como en el pasado, los (unicos con capacidad, aunque desigual, de recrear un sistema politico 18

La convergencia entre ambos, simbolicamente expresada en el abrazo de sus respectivos lideres, Peron y Balbin, y la aceptacion por parte de Balbin de su papel subordinado frente a Peron, exacerbo, antes que neutrali- zar, los conflictos que atravesaba la sociedad. ,Por que esta interpretacion, podria objetarse, si, por el contrario, el reencuentro de las fuerzas rivales parece ser la condicion para afianzar en comfun las reglas del juego politico?

Al volver a convertir a Peron en el alfa y omega del sistema politico, toda disidencia no contenida por este, solo podia manifestarse como agre- sion al sistema. Pese al renovado discurso peronista que buscaba forjar un sistema en el que los partidos tuvieran su lugar, no hubo otro lugar para ellos que no fuera el de la convergencia y el vaciamiento de toda identidad politica: en 1973, ser "argentino" era ser peronista, dar la prioridad a la reconstruccion nacional y estatal por sobre toda disidencia partidaria, pese a que, por primera vez, la disidencia era reconocida y los partidos tenian lugar en la "democracia organizada". Ese lugar lo acepto el radicalismo. Muerto Peron, en julio de 1974, la violencia (la guerrilla y el terrorismo estatal y paraestatal) alcanzaron una escala in6dita en la vida politica argen- tina: el sistema politico quedo descentrado, sin timon. El Partido Justicia- lista, ya sin su jefe, fue incapaz de subordinar la logica corporativa del sindicalismo peronista a la logica politica y mediar los conflictos entre el movimiento obrero organizado y el gobiemo de Isabel Peron.

La ruptura del sistema politico, el golpe militar de 1976, puso de mani- fiesto, una vez mas, la debilidad de los partidos como agentes de la media- cion politica. La fuerza de las organizaciones corporativas no es sino la con- trapartida de esta debilidad de los partidos para conformar un mercado politico y transformar el conflicto de intereses en oposicion de identidades politicas. Que en la sociedad chilena esa haya sido la funcion de los partidos y que la oposicion de identidades politicas irreconciliables en el plano ideo- logico haya convivido con la practica cotidiana de la negociacion, es un buen contrapunto para marcar esta ausencia en la sociedad argentina. Una socie-

18 Un analisis de este periodo puede verse en L. DE RIZ: Retorno y derrumbe: el ultimo go- bierno peronista, Folios Ed., Mexico, 1981.

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dad en la que los clivajes ideologicos son ambiguos y el conflicto de intere- ses resiste la mediacion partidaria. Sin embargo, antes que oponer el poder corporativo fuerte a la debilidad de los partidos politicos, es necesario ver esas caracteristicas como parte de una misma morfologia politica. Una morfologia en la que la resistencia de los partidos a definirse como "partes", y su dependencia de fuerzas extrapartidarias para poner en practica su con- cepcion organicista de la politica, es una de las causas de su debilidad. Asi, antes que poderes corporativos fuertes, se trata de un "corporativismo anar- quico" (O'Donnell) o "molecular" que poco tiene que ver con la imagen europea de las corporaciones fuertes. Pluralidad de organizaciones de inte- res en el campo empresario en las que los clivajes internos, de clase y otros, tienen mas peso que la identidad de cuerpo, y un sindicalismo que es debil como "cuerpo" si se lo mira hacia dentro. Las 'unicas dos corporaciones que tienen un status diferente son la Iglesia y las FF.AA. Sin embargo, el poder de la Iglesia permanece intocado y el de las FF.AA. no ha sido sufi- ciente para gobemar por la fuerza.

Brasil o "los partidos del estado"

Ultimo pais sudamericano en conquistar la independencia -una inde- pendencia de compromiso con la corona portuguesa que hizo de un prin- cipe el primer emperador del Brasil independiente-, fultimo en abolir la esclavitud y ultimo tambien en darse la forma politica republicana (inde- pendencia y Repufblica no se juntaron alli), esta evolucion "retrasada" fue la clave politica de un Brasil unido pese a la formidable regionalizacion y descentralizacion del poder.

Como en ningun otro pais sudamericano, el estado fue en Brasil el polo aglutinador de la sociedad. La idea de que era el estado el encargado de fijar las metas por las cuales debia luchar la sociedad porque la sociedad no seria capaz de hacerlo maximizando el progreso nacional, fue, como observa Wanderley Guilherme dos Santos, la base del credo e incluso de la accion politica de la elite brasilenia en el siglo XIX, incluidos los liberales19.

Esta estatalidad de la politica, la idea de que la construccion del estado nacional es la meta que discrimina lo legitimo y lo ilegitimo, moldeo los contenidos de las estrategias exitosas: las semiliberales primero, las semi- democraticas, despues.

La tendencia a la centralizacion, a la expansion del poder regulador y de la capacidad extractiva y eventualmente distributiva del estado que sir- vio para impedir la fragmentacion en un pais de dimensiones continentales, marco la especificidad de la relacion politica en Brasil: la debilidad de los partidos en la historia politica nacional.

19 Wanderley Guilherme DOS SANTOS: Ordem Burguesa e liberalismo politico, Duas Cidades, San Pablo, 1978.

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Los partidos politicos surgieron con posterioridad a una estructura estatal centralizada, matriz a traves de la cual lo social era instituido. La politica partidaria con alcance nacional fue en Brasil un fenomeno tardio (se inicia en 1945) y de corta vida (el golpe de 1964 aborto ese primer intento de nacionalizacion de la politica).

El patron de participacion limitada y "ciudadania regulada"20, defi- nio una sociedad politica fragil frente a la sociedad y frente al estado: la nacionalizacion del estado se construyo al precio de la fragmentacion y heteronomia de la politica partidaria.

A diferencia de la Argentina y Uruguay, la transicion de la Republica Vieja (1889-1930), basada en el fraude, la corrupcion y el voto de cabresto, a la democracia de sufragio universal, no fue una operacion llevada a cabo desde dentro del viejo regimen. Los estratos medios brasilefios no pudieron crear un partido politico con alcance nacional, como el de Yrigoyen en Argentina, o el de Batlle en Uruguay. Tampoco pudieron imponerse en la lucha contra las maquinarias de las oligarquias locales, como lo testimonia el fracaso de Rui Barbosa.

Como sefiala Faoro21, la clase media no tenia condiciones objetivas para aspirar a la direccion politica del pais. En la decada del veinte, no reivindica una posicion autonoma, se vuelve hacia el gobierno, no reclama un papel propio, pide proteccion contra la carestia, pide el abandono de un estado no intervencionista.

La revolucion liberal del treinta, en la que jugaron un papel central los tenentes, puso fin al predominio de "la politica del cafe con leche", cana- lizando descontentos de origen muy heterogeneo, sin que esos desconten- tos cristalizaran en un principio definido de organizacion politica alterna- tiva. Cuando parecia abrirse el camino, una ampliacion de la base politica semejante a la ya lograda en la Argentina quince afios antes, las condiciones sociales e institucionales lo bloquearon. La poblacion rural, abrumadora- mente mayoritaria, era la base de clientelas politicas tradicionales, el sufragio universal estaba y seguiria estando restringido a los alfabetos. Vargas opto por el camino centralizador y autoritario (los tenentes no tenian una ideo- logia clara y si querian poner fin a la corrupcion parecia claro que el Con- greso podia ser un obstaculo). Su liderazgo condens6 el dificil equilibrio entre el Brasil tradicional y el moderno. Si el Estado Novo y su constitu- cion corporativa le aseguraron el control politico de fuerzas muy hetero- geneas, aun entonces (1937-1945) Vargas no dejo de ser la "bisagra" entre fuerzas con intereses contrapuestos, y ese papel suponia un juego complejo de alianzas precarias que signaron el destino de Vargas en 1945 y en 1954, y el de Goulart despues. La fragmentacion politica de las bases de sustenta- cion se reflejo en los dos partidos creados por su iniciativa: el Partido Social Democratico (PSD) y el Partido Laborista Brasilefio (PTB). El PDS nucleo

20 W. G. DOS SANTOS: Cidadania e Justifa, op. cit. 21 Raymundo FAORO: Os Donos do Poder: formaFao do patronato politico brasileiro, Editora

Globo, Porto Alegre, 1979, 2 vols., 5? ed., vol. 1, p. 676.

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a las fuerzas conservadoras y el PTB a las masas urbanas en expansion. Esta doble cara de Vargas expreso su posicion oscilante, el mismo condenado a una politica pendular entre el conservadorismo y el populismo. Sin llegar a ser el lider de un movimiento unificado, como Peron, ni a fundar un par- tido a la manera de PRI mexicano, la formula politica varguista que se resu- mi6 en el control del proceso politico por la coalicion PSD/PTB, transformo al principal partido de la oposicion, la Union Democritica Nacional (UDN), un partido liberal, en el partido mas subversivo del sistema politico brasi- lefno. Como subraya W. G. dos Santos, no habia otra opcion que la corrup- cion para una politica exitosa dentro de los marcos de la sociedad var- guista22.

Con Goulart en el poder, el equilibrio entre los "dos Brasiles" se rompe sin que una f6rmula politica altemativa llegue a concretarse. Los partidos politicos como el PSD, el PTB o la UDN, que habian sido el instrumento de ese delicado equilibrio politico, se veian obligados a cambiar y esa trans- formacion fue abruptamente interrumpida por el golpe militar de 1964. La polarizacion y la radicalizacion politica que precedio al golpe (la forma- cion de dos frentes en el Parlamento federal que atravesaban las lineas parti- darias) pueden ser leidas no solo como desencadenantes de la ruptura del sistema politico, sino tambien como sintomas de una redefinicion en curso que el golpe vino a impedir. El golpe de 1964 podria ser interpretado como el intento de afirmar la preponderancia del Estado sobre la sociedad, reite- rando el viejo nuevo dilema que hizo de la representacion politica una ame- naza de descomposicion de la unidad estatal y alimento las diversas variantes del autoritarismo y el elitismo en la cultura politica brasilefia. En 1964 era el Estado el que tendria que tomar a su cargo la domesticacion de la socie- dad politica, redefinir los canales autorizados y patrocinados de la repre- sentacion y, para ello, volver a servirse de los partidos.

Mientras que en la Argentina, la fragilidad de la sociedad politica cobro la forma de la politizacion directa de los grupos de interes, en Brasil, los movimientos defensivos no llegaron a consolidar organizaciones e identi- dades capaces de desafiar la omnipotencia estatal y convertir al estado en la arena del conflicto politico, como ocurrio en la Argentina. Como observa Luciano Martins, en Brasil no existia la palabra para designar al campesino hasta que surgieron las Ligas Camponesas23. En una sociedad con tan fuerte desarticulacion de las relaciones sociales, la construccion de organizaciones e identidades colectivas capaces de transformar demandas en accion poli- tica quedo subordinada a la logica de la centralidad estatal.

22 W. G. DOS SANTOS: Ordem burguesa..., op. cit. 23 Luciano MARTINS: Politique et ddveloppment iconomique: estructura de pouvoir et

systeme de dicisions au Brisil, 1930-1964, Paris (tesis doctoral).

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V. Conclusiones

Este ejercicio comparado es resultado de una opci6n analitica que pri- vilegia el estudio de los partidos desde el punto de vista de la transformacion y crisis de los sistemas politicos. Partiendo de la idea clasica de los partidos como organizaciones en lucha por el poder, centra la atencion en las estra- tegias adoptadas, sea en la sociedad, sea en el estado, sea dentro de los par- tidos, y en las consecuencias de estas sobre el sistema politico in toto.

De este planteo emerge un sistema de diferencias en los modos de accion partidaria que expresan respuestas especificas a los problemas de la participacion polltica y la construccion estatal de la unificacion nacional en las cuatro sociedades.

En la variante chilena y en la uruguaya, los partidos fueron los agentes centrales de la transformacion-mantenimiento del statu quo. En esas socie- dades, la vida politica transcurrio con y a traves de los partidos y no al margen o contra ellos. Si en Brasil puede afirmarse que fue el estado el principio por excelencia de orden y transformacion de la sociedad, en la Argentina, a falta de una expresion mas adecuada, se puede sostener que predomino un patron organicista de accion politica: las fuerzas politicas tendieron a confundirse con el todo, a devenir sinonimo de estado y de Nacion, tanto a la derecha como a la izquierda del espectro partidario y no aceptaron las reglas del juego politico ni los "jugadores" que la sociedad les proponia.

Por razones de simetria inversa, tanto en la Argentina como en Brasil, no hubo un sistema de partidos en el sentido definido en estas reflexiones. En Brasil quedo pendiente la construccion de un sistema partidario con alcance nacional, capaz de transformar demandas en accion politica, de representar a los ciudadanos: alh, las reglas de juego y los jugadores fueron sistematicamente definidos por el estado.

En la sociedad chilena el eje de la politica que se modelo a mediados de los afios treinta fue la relacion monopolica partidos-sociedad. Esa rela- cion de monopolio de los partidos sobre las organizaciones sociales hizo del sistema politico el medio indirecto, pero fundamental, de la lucha contra el adversario. Un sistema multipartidario, organizado sobre bases clasistas, a la europea, desarrollo mas profundamente las identidades de clase que las oposiciones (la experiencia de los frentes interpartidarios ejemplifica esta peculiaridad chilena).

Una situacion de simetria inversa a la chilena surgio en la sociedad argentina: alli, el eje de la polltica fue la relacion monopolica partido-estado, sea a traves de la definicion movimientista, sea por medio de la proscrip- ci6n, durante casi dos decadas, de la fuerza politica mayoritaria, el pero- nismo. Esa politica coloco al estado como terreno decisivo de la lucha por la satisfaccion de las demandas en el corto plazo, confundiendo, en un mis- mo movimiento, estado y sociedad. Allf, las oposiciones se desarrollaron mas profundamente que las identidades, al punto de que, pese al arraigo de las subculturas politicas en la sociedad, estas no siempre pudieron recortar

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clivajes nitidos entre partidos respecto de las cuestiones centrales para la organizacion social y politica de la sociedad.

Uruguay se situa en una condicion intermedia entre Chile y la Argen- tina. Alii, el pluralismo institucional se expreso, en los hechos, en el pacto entre los dos partidos tradicionales de bases policlasistas que abarcaron juntos a la gran mayoria de la poblacion. Esta relacion de monopolio entre los partidos tradicionales y el estado, o "el estado del poder compartido", hizo, a diferencia de la Argentina, que el estado guardara cierta distancia de la sociedad. La sociedad politica, los partidos, funcionaron como agentes de la mediacion y las restricciones formales a la competencia partidaria impidieron la fragmentacion del sistema de representacion de intereses. A diferencia de la sociedad chilena, y aun contando con fuerte arraigo en la sociedad, en la relacion entre las organizaciones sociales y los partidos, la dependencia de estas de la accion partidaria (particularmente la del sindicalismo) fue menor y sus estrategias estuvieron menos condicionadas a la insercion en el sistema institucional de negociacion que las de las fuerzas sociales chilenas. Esa insercion, mas facil en Uruguay que en Chile, fue el rasgo fundante del sistema politico uruguayo desde comienzos de siglo, un sistema en el que la brecha entre continuidad institucional y discontinuidad social fue siempre menor que en el chileno. En este ultimo, la capacidad de integracion coexistio con un mayor elitismo y mas fuertes discontinuidades sociales.

En esta clave de lectura emergen aspectos centrales de las diferencias entre la Argentina, por una parte, y Chile y Uruguay, por otra.

En la Argentina, la oposicion de identidades politicas que definieron el ideal de sociedad estuvo atravesada por el conflicto acerca del regimen (los principios mismos de distribucion del poder politico). Podria decirse que el modo en que se constituyeron las identidades colectivas bloqueo la funcion de mediacion partidaria.

En Chile, por el contrario, la funcion de mediacion termino por debi- litar la representatividad partidaria. Sea en el ibaiiismo que sucedio al Frente Popular, sea en la radicalizacion ideologica que se fue operando en el pasaje del gobierno de la alianza liberal-conservadora al de la democracia cristiana, y de este, al de la Unidad Popular, la crisis de representatividad de los parti- dos divorcio la lucha por el poder de la arena institucional.

En Uruguay el consenso sobre el regimen, a diferencia de Chile, fue tambien un amplio consenso sobre la naturaleza de la lucha partidaria y sobre el rol del estado. Rotas las premisas de ese consenso que alcanzara el status de doctrina nacional, los modos de la representacion se volvieron incompatibles con la gestion institucional de los conflictos: gobierno de los partidos y gobierno del estado (y de su crisis) se escindieron. La incapa- cidad de producir decisiones, el inmovilismo, paralizo al sistema politico, progresivamente anulado. Los autoritarismos militares se instalaron en la crisis de esas "f6rmulas" politicas que resumen las configuraciones de los sistemas politicos y los modos dominantes de la accion partidaria. Antes que de la crisis de las instituciones politicas de la democracia tout court,

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como lo quiere cierta interpretacion de la irrupcion de los regimenes auto- ritarios en estas sociedades, estos emergieron de la crisis de un modo de hacer politica -con, o al margen de, o contra los partidos- que hizo estallar las instituciones politicas.

Los desafios del presente, en el contexto de las transformaciones ocurri- das en la sociedad, en la economia y en la politica, tras los afios de regime- nes autoritarios y en el marco global de los impactos de la crisis economica mundial sobre estas sociedades, pasan por la recreacion de los modelos partidarios en el doble sentido de renovacion de las estructuras y de las formas de la accion partidaria.

Ese proceso supone una nueva morfologia politica. Cuanto de la trans- formacion de las viejas formas ya esta en status nascendi es un interrogante para el que este texto no tiene respuesta. Sin embargo, lo que importa sefia- lar es que el ejercicio comparativo identifica dilemas especificos para los partidos en cada una de estas sociedades, de cuya resolucion dependera el como habran de ser diferentes al pasado.

En la sociedad chilena, el desafio mayor pasa por la tambien mayor autonomia de las organizaciones sociales vis a vis los partidos (los partidos mas agentes politicos y menos agentes sociales). En Brasil, se trata de crear un sistema de partidos de alcance nacional que cristalice identidades en la sociedad. Alli, nacionalizar la politica implica "socializar" los partidos, anclarlos en la sociedad (los que tienen anclaje social propio, como el Par- tido de los Trabajadores, no tienen implantacion nacional; los que tienen implantacion nacional, como el MDB, tienen un perfil borroso fruto de las caracteristicas de la transicion brasilefia). En la Argentina, el dilema pasa por la recreacion de identidades politicas que tengan una vida autono- ma vis a vis el jefe de un partido: o un sistema de partidos o nuevamente el fracaso del pluralismo institucional; o el predominio de una concepcion organicista que hace del carisma personal de un lider politico (hoy Alfonsin) el uinico punto de convergencia para contener las explosiones corporativas, en condiciones de gran fragmentacion del principal partido de la oposicion, o la reconstitucion de partidos capaces de articular y representar la diversi- dad social y, por lo tanto, de resituar el conflicto dentro del horizonte poli- tico institucional.

En Uruguay, el nuevo perfil tripartito del sistema partidario y el predo- minio de las posiciones de centro, dentro y entre partidos, que indican las reciente elecciones, muestra que el dilema central pasa por la creacion de las premisas de un consenso capaz de dar contenidos a las instituciones de la democracia, hoy recuperadas.

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RESUMEN

Este articulo se ocupa de los partidos politicos como uno de los elementos cen- trales de la conformacion y crisis de los sistemas politicos que precedieron a los autoritarismos militares en las sociedades del cono sur y Brasil. La opcion analitica privilegia el estudio de los partidos como variantes de la relacion institucional entre sociedad y estado en cada caso nacional. Las f6rmulas siguientes resumen la singu- laridad de los casQs: Argentina o "la ausencia de un sistema de partidos"; Brasil o "los partidos del estado"; Chile o "continuidad institucional y disconti- nuidad social"; Uruguay o "el estado del poder compartido".

Los regimenes autoritarios, en los sesenta y los setenta, se instalaron en la crisis de esas "formulas" que expresan modos dominantes de la acci6n partida-

ria en la sociedad, en el estado y dentro de los partidos. A travis del analisis de los casos nacionales se intenta mostrar, por un lado, que la crisis de una manera de hacer politica, con o al margen de o contra los partidos, estd en la raiz de los determi- nantes politicos del autoritarismo; larga- mente descuidados en una literatura que privilegi6 las razones econ6micas y sociales. Por otro, que las diferencias en las respec- tivas morfologias de la politica -pie- dra angular del razonamiento compa- rativo- son premisas para comprender la naturaleza especifica del autoritaris- mo militar, asi como de todo esfuerzo por identificar los dilemas a los cuales deben hacer frente los partidos si han de convertirse en piezas clave del funcio- namiento de regimenes democraticos en esas sociedades.

SUMMARY

This article focuses on political parties. They are considered a key element in the explanation of the structure and crisis of the political systems that preceeded the military authoritarian regimes in Brazil and the Southern Cone. This analytical approach assumes that the study of poli- tical parties allow us to understand the different institutional relationships esta- blished between society and state in each national case. The following "political formulae" summarize the peculiarity of each one: Argentina or "the absence of a party system", Brazil or "the parties of the state", Chile or "institutional conti- nuity and social discontinuity', and Uruguay or "sharing state power'". These formulae expressed the predominant pat- terns of party action not only in these

societies and states but also within the parties. The 1960's and 1970's military regimes appeared as a result of the crisis of these formulae. The analysis of the national cases attemps to show, on the one hand, that the crisis of the pattern of party action is one of the determinants of military regimes. This factor has been traditionally understimated in the litera- ture which has mainly considered econo- mic and social determinants. On the other hand, the analysis of the national cases will show that differences in their political morphologies can explain the specific nature of the military regimes. In addition, they will allow us to identify the political dilemmas to be confronted by the parties in case they became strate- gical pieces in a democratic regime.

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