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EL MOVIMIENTO INTEGRATIVO EN LA ORIENTACIÓN PSICOLÓGICA THE INTEGRATIVE MOVEMENT IN COUNSELING Viviana Demichelis Machorro RESUMEN A pesar de que cada vez más orientadores psicológicos, se consideren a sí mismos eclécticos o integrativos, todavía existe mucha polémica al respecto. El presente trabajo pretende dar un panorama del eclecticismo y la integración de teorías de orientación psicológica, haciendo una revisión bibliográfica en la que se plantean las controversias al respecto y las consideraciones para los programas de entrenamiento y formación de los orientadores. Asimismo, se discuten las implicaciones en el contexto mexicano, algunas aplicaciones prácticas y finalmente, se comentan las posibles limitaciones o riesgos. PALABRAS CLAVE: eclecticismo, modelo integrativo, counseling, orientación psicológica, México. ABSTRACT Despite the fact that each time more counselors consider themselves somehow eclectic or integrative, there still exists polemic to this respect. This paper attempts to present an outlook of eclecticism and the integration of counseling theories, through a bibliographical review in which the controversies to this respect are discussed, as well as the considerations for the training programs and counselors education. Furthermore, the implications in the Mexican context and some of the practical applications are reviewed. Finally, possible limitations or risks are commented. 1

Consejeria y Orientacion Psicologica

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EL MOVIMIENTO INTEGRATIVO EN LA ORIENTACIÓN PSICOLÓGICA

THE INTEGRATIVE MOVEMENT IN COUNSELING

Viviana Demichelis Machorro

RESUMENA pesar de que cada vez más orientadores psicológicos, se consideren a sí mismos eclécticos o integrativos, todavía existe mucha polémica al respecto. El presente trabajo pretende dar un panorama del eclecticismo y la integración de teorías de orientación psicológica, haciendo una revisión bibliográfica en la que se plantean las controversias al respecto y las consideraciones para los programas de entrenamiento y formación de los orientadores. Asimismo, se discuten las implicaciones en el contexto mexicano, algunas aplicaciones prácticas y finalmente, se comentan las posibles limitaciones o riesgos.

PALABRAS CLAVE: eclecticismo, modelo integrativo, counseling, orientación psicológica, México.

ABSTRACTDespite the fact that each time more counselors consider themselves somehow eclectic or integrative, there still exists polemic to this respect. This paper attempts to present an outlook of eclecticism and the integration of counseling theories, through a bibliographical review in which the controversies to this respect are discussed, as well as the considerations for the training programs and counselors education. Furthermore, the implications in the Mexican context and some of the practical applications are reviewed. Finally, possible limitations or risks are commented.

KEY WORDS: eclecticism, integrative approach, counseling, Mexico.

[email protected]

Profesora de asignatura del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana..

Orientadora Psicológica en CRECE, Grupo Integral de Psicología y Aprendizaje.

Emerson 313-2. Col. Polanco. 11560. México D.F. México.

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A pesar de que cada vez más profesionistas que practican la orientación psicológica y la

psicoterapia, se consideren a sí mismos eclécticos o integrativos. Todavía existe mucha

crítica y controversia en este tema, debatiéndose si es mejor mantener un solo marco teórico

con sus respectivas técnicas, llámese Psicoanálisis, Conductismo, Humanismo o

Existencialismo, por mencionar algunas de las más importantes; o bien, integrar en la

práctica los conocimientos de varias escuelas, así como las técnicas que se derivan de las

mismas.

En este artículo, se hace una breve revisión bibliográfica en la que se plantea esta

controversia y se hace un intento por analizarla en el contexto mexicano.

Al buscar definiciones de eclecticismo e integración en distintos diccionarios (Webster’s,

Larousse), encontramos que eclecticismo (del gr. Eklegein, escoger) es un método que

consiste en reunir lo mejor de la doctrina de varios sistemas, adoptando o seleccionando entre

varias opiniones. Es una solución intermedia, formada por elementos tomados de diversos

sistemas.

Por otra parte, integración, se define como el proceso de unificación de varias entidades

antagónicas. Partes que entran en la composición de un todo. Combinación, amalgamación,

asimilación, alianza, mezcla, síntesis o unión.

En la orientación psicológica, el término eclecticismo se ha usado mayormente para hablar

del uso de distintas técnicas y por su parte, el término de integración, para referirse

generalmente a la síntesis o unión de teorías. Sin embargo, para fines prácticos, en este

artículo, ambos términos son utilizados indistintamente al hablar de todos aquellos enfoques,

modelos o estrategias que buscan alejarse de las visiones unilaterales y dogmáticas,

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intentando buscar o generar alternativas más amplias y flexibles con el fin de responder a las

necesidades particulares del cliente.

Antecedentes de la Orientación Psicológica y sus aproximaciones.

Neukrug (1999), comenta que la orientación psicológica es la fusión de varias profesiones de

la salud mental, retomando lo más importante de cada una de ellas. La mayor influencia es de

la psicología, empleando las orientaciones y enfoques terapéuticos y técnicas de evaluación,

pero también del trabajo social, de donde se retoma el trabajo con los desfavorecidos y la

importancia de tomar en cuenta el contexto y la cultura, y por supuesto también de la

psiquiatría, de donde se retoma el trabajo con personas que padecen un trastorno o

enfermedad mental y que en algunos casos, requieren de un trabajo colaborativo con el uso

de medicamento.

Gladding en Hackney (2000), ubica los inicios del counseling en EUA, a principios de 1900,

surgiendo principalmente en el contexto vocacional, educativo y de salud mental, en el

trabajo con los inmigrantes, los pobres, los desempleados y las personas con alguna

enfermedad mental; no obstante, también menciona que los orientadores de hoy en día,

trabajan con poblaciones tan diversas, que van desde la infancia temprana hasta la 3ª edad y

desde personas que buscan un mayor crecimiento personal, hasta quienes sufren por un alto

grado de disfuncionalidad.

Gladding (1988) reporta que en los años 40s y 50s había básicamente dos marcos teóricos de

counseling, el enfoque directivo y centrado en el orientador, de Williamson, y el Enfoque no

directivo y centrado en la persona de Rogers. Aunque el psicoanálisis se veía como un bagaje

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común a todos. Hoy en día, la diversificación de teorías, estrategias y tipos de intervención es

enorme, tanto que ni siquiera el orientador más experto puede conocer profundamente todos.

Muchos son los enfoques de los que se hablan en la actualidad, siendo los más importantes,

que engloban o acunan a otros, el Psicoanálisis, el Conductismo y el Humanismo-

Existencialismo. Sin embargo, se escuchan más recientemente: la Psicología Transpersonal;

las Terapias Cognitivo-Conductuales, las Terapia Sistémica, la Terapia de Realidad, la

Terapia Narrativa, entre muchas otras.

Al mismo tiempo que se observa esta importante diversificación o ultraespecialización, se

pueden encontrar aspectos comunes, puntos de partida similares o puntos de convergencia.

Las similitudes y diferencias entre las diversas corrientes, se pueden observar no sólo en sus

técnicas, sino también en su filosofía y concepto del ser humano, en los objetivos o

propósitos del tratamiento, en los estilos de relacionarse, qué tanto descubre de sí mismo el

terapeuta y qué tan directivo es, entre otras cosas.

Se podría decir que al trabajar con un cliente, dependiendo del enfoque, el orientador se

concentra a) principalmente en las emociones b) principalmente en los comportamientos o c)

principalmente en los pensamientos o ideas. En este sentido, sería difícil imaginar que en

dado punto de un proceso de orientación, alguna de estas opciones pueda dejarse de lado, ya

que como personas, somos seres integrales. Es por esto que Corey (2001), plantea como un

reto el poder encontrar maneras para integrar características de los diferentes marcos

teóricos, para de esta manera ser capaces de abordar la experiencia humana en estas 3

diferentes dimensiones.

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Incluso es interesante mencionar que algunas corrientes contemporáneas, como la Cognitivo-

Conductual, ya se consideran en sí mismas como eclécticas, ya que sus seguidores (Lyddon y

Jones, 2002; Murphy, 1980) sustentan que ponen énfasis tanto en los comportamientos, como

en los afectos y las cogniciones.

De alguna manera, los enfoques surgen de un contexto cultural-histórico y de las demandas y

necesidades de la propia sociedad. Además los nuevos enfoques se basan en los anteriores.

Así se entrelazan y entretejen y por lo mismo a pesar de la increíble diferenciación, al final

convergen en muchos aspectos, de tal suerte que no hay manera de evaluar un nuevo

enfoque, si no es a la luz de los que ya se conocen.

En la literatura se encuentra cierta evidencia de que algunos enfoques han mostrado ser más

eficientes para algunas situaciones o problemáticas (Nelson, 2002). Por ejemplo, las terapias

cognitivo-conductuales, han mostrado su eficacia para el tratamiento de los trastornos de

ansiedad, la depresión, trastornos alimenticios, manejo del estrés; la terapia Existencial,

resulta muy adecuada para individuos que atraviesan por una crisis de desarrollo o

transicional en su vida; la terapia conductual, es excelente para trabajar con problemas

comportamentales en niños, disfunciones sexuales, fobias, etc.

Varios teóricos coinciden en la relevancia de la teoría que guía la práctica (Gladding, 1988;

Hollanders, 1999) El marco teórico es importante en el sentido de que “orienta al orientador”.

Le ayuda para conceptualizar un caso, entender la problemática y su origen y trazar un plan a

seguir con estrategias y objetivos específicos. Sin embargo, es importante tener la

flexibilidad para no encajonar al cliente en un marco y forma de trabajo rígido; sino poder

responder e intervenir de acuerdo a las necesidades del propio cliente (individio, pareja,

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familia, grupo o comunidad) y su problemática específica para así poder decidir cuál es el

tipo de intervención más apropiada o efectiva y más aún, si uno es la persona indicada para

llevarlo acabo o es necesario hacer una referencia.

Hollanders (1999) destaca que la gran diversidad que existe en el campo puede verse como

un problema que genera confusión, o bien, como una fuente de riqueza y de conocimiento a

nuestra disposición. En este sentido, se puede pensar que el campo de la orientación

psicológica y la psicoterapia, se encuentra en crisis, con su respectiva implicación del peligro

de perdernos entre tantas teorías o de la gran oportunidad de enriquecernos y beneficiarnos

de la inclusión.

En las últimas décadas, principalmente a partir de los 80’s, cada vez más terapeutas tienden a

trabajar de manera ecléctica, como concuerdan D’Andrea y Daniels (1994), Gladding (1988),

Guterman & Rudes (2005), Lazarus y Beutler (1993), Murphy (1980) Payne et all (2002),

Petrocelli (2002), Corey (2001), Hackney (2000), Hollanders (1999), ya que difícilmente se

encuentra una teoría o técnica que pueda abarcar lo complejo de una problemática, por lo que

se requiere conjuntar varias aproximaciones, conociendo sus fortalezas y limitaciones, para

entender y abordar las situaciones de una manera más integral y completa, sin dejar fuera

aspectos importantes.

Lazarus y Beutler (1993), mencionan que la tendencia hacia el eclecticismo en el campo de la

salud mental, ha favorecido la propagación del conocimiento y la interdisciplinariedad,

disminuyendo la adherencia rígida hacia una sola escuela de pensamiento, promoviendo a la

vez la flexibilidad. En este sentido es importante recordar que una teoría, no es una verdad

absoluta, sino una manera de entender las cosas, con esto en mente, es relevante conocer y

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estar abiertos a diferentes teorías, para de esta manera, ampliar nuestra visión y nuestro

entendimiento de las personas y de sus situaciones.

Inclusive, Gilliland, James y Bowman (1994) comentan que si un terapeuta no es lo

suficientemente capaz para cambiar de estrategia cuando así se requiere y mantiene una

visión dogmática, probablemente experimente la frustración y el fracaso.

Más aún, cada vez existen mayores limitaciones en cuanto a la prolongación del tiempo y del

número de sesiones que se pueden tener en un tratamiento, en Estados Unidos, las

restricciones en el tiempo, las imponen las aseguradoras y las políticas de las agencias

públicas (Nelson, 2002). Lo anterior, ha promovido que incluso enfoques orientados a la

introspección, tales como el Psicoanalítico, con tendencia a los tratamientos de muy largo

plazo, hayan buscado opciones para utilizar intervenciones breves, necesitando forzosamente

abrirse a otras alternativas.

De alguna manera, si pensamos en la variedad de problemas por las cuales las personas

solicitan ayuda profesional en el área de la salud mental y las diferencias entre dichas

personas en cuanto a etapa de desarrollo, cultura, clase social y características de

personalidad, caeremos en la cuenta de que la flexibilidad y la apertura, son indispensables

para poder brindar nuestros servicios, ya que como menciona Lazarus (1997), es importante

ser versátiles si deseamos ser eficientes trabajando con diversas problemáticas y diferentes

poblaciones, ya que algunos clientes necesitan orientadores formales y directivos, mientras

otros se beneficiarían más del trabajo con alguien cálido y menos estructurado. De la misma

forma, algunas personas pueden estar buscando un apoyo a largo plazo como una forma de

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autoconocimiento y trabajo personal profundo, mientras otras, tal vez deseen una

intervención puntual con un objetivo específico.

Aunado a lo anterior, Lazarus (1997), también hace notar que un mismo cliente puede requerir diferentes técnicas o estilos

interpersonales en distintos momentos de su vida. Así que resulta todo un arte poder decidir, muchas veces prácticamente en

automático, que estilo o que postura se va a utilizar.

Tipos de Integración/Eclecticismo.

Al revisar la literatura existente en cuanto a la integración de corrientes y estrategias, es

posible darse cuenta que también existen opiniones muy distintas en cuanto a las formas de

integrar las teorías y/o las técnicas, lo cual de inicio puede parecer confuso y abrumador, ya

que no solo hay un sinfín de corrientes, sino que también existen múltiples modelos para

conjuntarlas. Se puede decir que básicamente hay tres tipos de modelos. I) En el primer

grupo se encuentran quienes opinan que se deben de unificar criterios, tomando cuenta lo

más importante de las principales teorías, a estos modelos se les suele llamar de integración

teorética. II) en el segundo grupo se ubican quienes critican a los del primero, ya que

sustentan que no se pueden integrar teorías con principios antagónicos, sino que se debe de

hacer una selección sistemática de técnicas y abordajes, lo cual generalmente se denomina

eclecticismo técnico (Lazarus y Beutler, 1993). y finalmente III) el tercer grupo, que

contempla que se deben de integrar tanto las técnicas como las teorías de donde derivan

(Guterman & Rudes, 2005; Hollanders, 1999; Petrocelli, 2002).

I) Modelos de integración teorética

Estos modelos consisten básicamente en la unión de dos o más psicoterapias, con el

propósito de que el resultado de su fusión, sea mejor que cada una de ellas individualmente

(Corey,2001; Feixas y Botella, 2004). Se busca la integración de lo mejor de cada enfoque,

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enfatizando la conjunción de los conceptos teóricos, pero esto no quiere decir, que no se

empleen las técnicas. En este sentido, se considera que si ninguno de los 400 modelos de

psicoterapia ha podido demostrar su utilidad para todos los casos, no tiene sentido tratar de

crear el 401

Feixas y Botella (2004) y Cansen (2002), explican además, como el postmodernismo es

viable como un marco conceptual para la exploración de la integración de psicoterapias, ya

que desde este punto de vista, el conocimiento se construye y es de naturaleza narrativa. De

esta forma, aún cuando las teorías sean antagónicas, se considera que no hay una sola

realidad objetiva, sino la realidad del observador, así, las diferentes teorías se convierten en

narrativas explicatorias de los fenómenos, en lugar de verdades absolutas.

II) Modelos de eclecticismo técnico

Los autores de este grupo, argumentan que la combinación de teorías, puede generar

confusión en los orientadores, ya que muchas veces las visiones del mundo y del ser humano

son opuestas. Sostienen que es más precisa y efectiva la elección sistemática de técnicas,

dependiendo de las problemáticas y de las características del cliente, incluso pudiendo

desligarlas de las teorías que las acunaron. (Lazarus y Beutler, 1993). De la misma manera,

afirman que el eclecticismo técnico sistemático, es la promesa para el futuro tanto de la

práctica como de la investigación.

Lazarus propone la evaluación multimodal para elegir estrategias, la cual se basa en el

B.A.S.I.C.I.D., en donde B se refiere a los comportamientos, A a los afectos, S a las

sensaciones, I a la imaginería, C a las cogniciones, I a lo interpersonal y D a los

medicamentos, sustancias y biología, lo anterior proviniendo de las iniciales en inglés en

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cada uno de los módulos. De esta manera, al valorar todas estas áreas y las problemáticas que

se presentan en cada una de ellas, se eligen las intervenciones más pertinentes, aunque con

los ejemplos que se señalan en el artículo de Lazarus y Beutler (1993), es posible percatarse

de que su tendencia se dirige hacia lo cognitivo-conductual. Estos autores mencionan, que

son las técnicas las que se aplican a los clientes, no las teorías, por lo que la investigación de

la eficacia de la psicoterapia, debe de enfocarse al estudio de las técnicas empleadas y no de

las teorías.

Por su parte, Nelson (2002) retoma el eclecticismo técnico de Lazarus y Beutler (1993),

proponiendo un modelo para seleccionar estrategias, basado en una evaluación exhaustiva de

los problemas del cliente, que toma en cuenta su salud mental, sus metas terapéuticas, la

complejidad del problema y la capacidad y deseo de introspección. De esta forma, concluye

que las intervenciones conductuales son más apropiadas para problemáticas de menor

complejidad o cuando la capacidad o deseo de introspección es bajo y por otra parte, que las

intervenciones basadas en la introspección (psicoanalíticas o humanistas), son más

apropiadas para problemáticas más complejas o cuando la capacidad o deseo de

introspección, son elevadas.

Asimismo, Nelson (2002) también comenta acerca de la inclusión del trabajo colaborativo

con otros profesionistas en caso necesario, como en el caso de los médicos, si se requieren

prescripciones medicinales.

III) Modelos integrativos/eclécticos:

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En estos modelos, la tendencia es hacia la búsqueda de maneras de integrar tanto las técnicas,

como las teorías de donde derivan. Los autores de este grupo afirman que no es posible aislar

a las teorías de sus técnicas ni viceversa.

Como un ejemplo de este tercer grupo, encontramos el Modelo Transteórico de Prochasca y

DiClemente [Transtheoretical Model (TTM)], que representa, según Petrocelli (2002) un

modelo derivado empíricamente, que propone estadíos de cambio, tomando en cuenta varios

aspectos de la Orientación Psicológica, sin aislar la práctica de la teoría. De manera

interesante, dicho modelo también toma en cuenta las fases de cambio y tendencias naturales

por las cuales atraviesa una persona que no asiste a terapia.

Petrocelli (2002) explica como el TTM contempla procesos (maneras en las que un individuo

trata de cambiar, con o sin terapia), fases (Precontemplativa, cuando no hay necesidad ni

intención de cambiar; Contemplativa, cuando existe una percepción de problemática, pero no

hay un compromiso para llevar a cabo acciones; de Preparación, cuando se toma la decisión

de cambiar; de Acción, cuando se llevan a cabo los pasos necesarios para el cambio

mantenido en el tiempo y con compromiso; y de Mantenimiento, cuando se continúan las

acciones por un período prolongado y de manera sostenida) y niveles de cambio (Síntomas o

problemas situacionales, cogniciones desadaptativas, conflictos interpersonales, conflictos

familiares, conflictos interpersonales). Todo lo anterior, se va dando de manera simultánea,

de tal forma que la persona va cambiando siguiendo una especie de espiral hacia arriba. Cabe

notar que se maneja la imagen de espiral, ya que se contempla que el sujeto puede tener

regresiones a etapas anteriores.

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Así, en el TTM, el propósito es ayudar al cliente a pasar de una etapa a la siguiente y de

acuerdo a la etapa en la que se encuentra, se emplean las intervenciones que se consideran

más convenientes. De esta manera, para pasar de una etapa Precontemplativa a la

Contemplativa, los autores sugieren intervenciones no directivas que brinden apoyo y

aumenten la conciencia y el darse cuenta, tales como la terapia Adleriana y en general las

terapias con orientación psicoanalítica.

Asimismo, para favorecer el cambio de la fase Contemplativa a la de Preparación, se

recomiendan intervenciones que permitan la exploración de las metas y de objetivos

personales, así como también el reconocimiento de las acciones necesarias a tomar, por lo

que las terapias cognitivas y las existenciales, se consideran las más apropiadas.

Para pasar de la fase de Preparación a la de Acción, se sugiere la terapia Gestalt; y para

avanzar a la de Mantenimiento, se recomiendan la terapia conductual y la terapia estructural.

Otro ejemplo de este tercer grupo, es el que plantean Guterman y Rudes (2005), al proponer

el enfoque de la Terapia Narrativa desarrollado en el Dulwich Centre de Australia por White

y Epston como un marco o un eje a seguir, integrando distintas aproximaciones y estrategias

de una manera sistemática.

La Terapia Narrativa, proveniente de las ideas posmodernistas, enfatiza el trabajo

colaborativo y entiende la experiencia humana, como una construcción social basada en el

lenguaje y en la forma en la que comunicamos nuestra historia de vida a otros. Guterman y

Rudes (2005) sugieren que otras teorías y técnicas son compatibles para seguir el proceso de

cambio de la Terapia Narrativa, pues esta puede ser vista de una manera amplia. Dicho

proceso de cambio, consta de cuatro fases: a) el mapeo de la influencia del problema, b) la

identificación de los eventos extraordinarios, c) la modificación de la historia predominante

hacia historias alternativas y d) la formulación de tareas e intervenciones. Guterman y Rudes

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muestran como siguiendo estas cuatro fases, el orientador puede incluir otro tipo de

aproximaciones cuando lo evalúa pertinente, ejemplificando el uso de la Terapia Racional

Emotiva de Ellis en un caso de una mujer deprimida que evidentemente presentaba ideas

irracionales, mismas que a su vez, se podían entender como la historia dominante, saturada

del problema, en términos narrativos.

También Gilliland, James y Bowman (1994) apoyan un enfoque sistemático e integracionista

que busca proveer teorías y técnicas apropiadas para tratar clientes. Proponen un modelo

sistemático de seis pasos que contempla la evaluación continua del funcionamiento del

cliente y de sus preocupaciones, tratando de que las acciones del orientador se concentren en

las necesidades del cliente, más que en las técnicas del orientador. Ellos critican los intentos

de algunos autores como Lazarus y Beutler (1993) de promulgar su eclecticismo técnico

como la única forma de eclecticismo, mostrándose así paradójicamente reduccionistas y

dogmáticos.

La formación del orientador integrativo.

Gladding (1988) refiere que la mayoría de los programas de Maestría en Orientación

Psicológica en los Estados Unidos de Norte América, son eclécticos y no tienen un enfoque

definido. A este respecto, Hollanders (1999) sostiene que el creciente número de enfoques en

el campo de la orientación psicológica, así como el aumento en el interés por una práctica

ecléctica e integrativa, plantea un reto para quienes forman a los orientadores, reto que debe

ser plasmado en la currícula de los programas de entrenamiento. Este autor discute las

dificultades que implica el poder hacer accesible para los estudiantes, la integración de

diversas teorías en una práctica coherente; sin embargo, una de sus conclusiones, es que el

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eclecticismo/integracionismo, no es una meta a la que se puede llegar, sino un proceso de

toda la vida en el que tanto los estudiantes, como quienes los forman, se deben de involucrar.

Es importante señalar, no se pretende que los orientadores en formación se resguarden en la

bandera del integracionismo, sino más bien que se favorezca en ellos el pensamiento

integracionista, crítico e incluyente. Asimismo, Hollanders (1999) destaca que no se trata de

que el eclecticismo se promueva como algo en contra o mejor que las “posiciones de una sola

escuela” sino contra las “mentalidades de una sola escuela”, lo que implica que hay que

mantenerse abiertos a otras posibilidades y a otras maneras diferentes de hacer las cosas, sin

importar que se tenga una posición o preferencia.

Aunado a lo anterior, Nawyn (1984) señala la necesidad de que la educación del orientador

psicológico sea amplia e integrativa, de tal forma que los profesionales de la salud mental

estén muy al tanto del impacto que otras disciplinas tienen en su práctica particular. Con esto

se refiere a que aún cuando el orientador ya tenga un campo definido de trabajo (escolar,

vocacional, familiar, etc) y/o un marco referencial determinado (cognitivo, conductual,

psicodinámico, etc), la necesidad de seguir informándose en otras áreas y perspectivas, es

incuestionable si lo que se busca es proveer servicios destinados a satisfacer las necesidades

del cliente.

En Inglaterra, Gallagher (1993), comenta que principalmente se sigue formado a los

estudiantes en una sola de las teorías tradicionales, generando así que muchos de ellos,

inmersos de lleno en un enfoque, ignoren otras alternativas y se cierren prematuramente en lo

que respecta a sus perspectivas. Es posible que esto se esté dando en México, ya que desde la

licenciatura, algunos de los programas de Psicología, tienen una fuerte inclinación hacia

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alguna orientación en particular, incluyendo poca variación en los enfoques de sus

profesores.

Inclusive en la supervisión, se están utilizando modelos integrativos (Hollanders, 1999;)

mismos que no siguen una teoría específica, por lo que pueden seguirse independientemente

del marco teórico del supervisado, enfocándose principalmente en las necesidades de éste y

pudiendo tomar roles diferentes en determinados momentos del proceso de supervisión, por

ejemplo, un rol de maestro, de consultor o “experiencial”, al trabajar aspectos que afecten sus

habilidades como terapeuta. Este tipo de modelos buscan principalmente descubrir fortalezas

y debilidades de los supervisandos (Neukrug, 1999), así como también favorecer el

desarrollo de competencias y habilidades que tienen cabida en cualquier teoría de la ayuda.

Un tema frecuentemente tratado al hablar de modelos terapéuticos y su integración, es el del

multiculturalismo, ya que recientemente se ha hecho mucho énfasis en tomar en cuenta el

contexto social-cultural y todo el bagaje de las personas, para hacer intervenciones más

apropiadas, sensibles y eficaces, respetando los valores de cada cliente. En este sentido,

como lo hace notar Corey (2001), hay corrientes más apropiadas en cuanto a su estilo de

relación y técnicas para ciertas poblaciones que otras, por lo que el modelo integrativo,

favorece el tener criterios y panoramas más amplios para trabajar con distintos grupos de

personas, lo cual es interesante considerar para los programas de formación.

Modelos en México.

Lafarga, Groues y Pérez (1997), encontraron que el Psicoanálisis es el modelo de terapia más

usado en México, ya que en la investigación que realizaron encuestando a psicólogos que

practican la psicoterapia en este país, notaron que el 63% se reportaron de orientación

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psicoanalítica, seguidos por los que se reportaron como humanistas (39%), sistémicos (22%),

conductuales (14.4) y racional-emotivo (1.4%). Estos autores hallaron en aquel momento que

el 12.5% de su muestra, se reportaba como psicoterapeutas eclécticos. En este sentido, hay

que recordar que se habla de psicoterapia, por que el término counseling (orientación

psicológica, consejería), no es un término usado popularmente en México, aunque el

quehacer de los orientadores es llevado a cabo por los psicólogos.

Es curioso observar como en México el Psicoanálisis sigue contando con tan singular fuerza

y gran número de adeptos, cuando en otros países esto no se da de manera tan marcada; sin

embargo, al parecer, en nuestro país, cuando se habla de institutos particulares (no

universitarios), aquellos que forman psicoanalistas, cuentan con mayor respecto debido a que

sus estándares de selección de ingreso y su formación académica, clínica, personal y de

supervisión, suelen ser más estrictos, a diferencia de otros institutos con otras orientaciones,

en los cuales se aceptan alumnos con licenciaturas de áreas ajenas a la salud mental y en

donde la formación y perfil de egreso son más laxos.

Asimismo, en este país, los servicios estatales para la salud mental, son verdaderamente

escasos e inaccesibles para la mayoría de la población y en su mayor parte, son los mismos

clientes, quienes con enormes esfuerzos asumen el gasto del tratamiento, por lo que es

indispensable brindar servicios muy precisos y a la medida de las necesidades.

Parte de lo que se encontró en la presente revisión bibliográfica, es que desgraciadamente

hay poco material escrito acerca de los modelos teóricos y las técnicas que se utilizan en la

psicoterapia y la orientación psicológica que se practica actualmente en México. En esta línea

Lafarga y Schlüter (1996), comentan que lo que caracteriza al ejercicio de la psicoterapia en

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todas sus modalidades en México, es la ausencia de investigación sobre sus resultados, ya

que se asume como válido, lo investigado en el extranjero. ¿Será debido a que las compañías

de seguros y los servicios estatales, no cubren este tipo de asistencia y no tenemos a quién

demostrar que nuestras intervenciones son importantes y hacen diferencia? ¿Será por debido

a un escaso presupuesto para investigar? Lo cierto es que hay mucho quehacer, ya que existe

la necesidad de indagar acerca de lo que se está haciendo, de la efectividad de las

intervenciones con distintas poblaciones y de los niveles de satisfacción que reportan los

clientes con sus particularidades en el contexto mexicano y sus matices de acuerdo al propio

multiculturalismo del país.

Aplicaciones prácticas del modelo integrativo/ecléctico.

En la presente revisión bibliográfica se encontraron no pocos reportes e investigaciones de

trabajo terapéutico utilizando un mosaico de distintos enfoques y técnicas, a continuación se

describirán algunos de ellos.

Lacey y Read (1993) describen un programa con duración promedio de entre tres y cuatro

meses, diseñado para pacientes internadas que presentaban bulimia en comorbilidad con

abuso de alcohol y drogas. Dicho programa utiliza técnicas psicodinámicas, conductuales y

cognitivas, tanto individual como grupalmente, además de terapias artísticas y creativas.

También se trabajaba para favorecer sus habilidades de vida diaria (ir de compras, salir y

cocinar, entre otras) y algunas de las pacientes también llevaban simultáneamente terapia

familiar. Los autores encontraron que este tratamiento redujo considerablemente los

síntomas, principalmente los relacionados con la bulimia en sí. Los comportamientos

adictivos también disminuyeron, pero mostraron mayor resistencia.

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Payne, Wiles, Jarret y Field (2002) realizaron un estudio en el cual buscaban identificar las

estrategias utilizadas por los orientadores en escenarios de atención primaria de dos ciudades

en el sur de Inglaterra, al trabajar con personas que atravesaban por un proceso de duelo y

encontraron que la mayoría de los orientadores consideraban que utilizaban un enfoque

ecléctico, principalmente derivado de la integración de la terapia centrada en la persona, la

psicodinámica y otras terapias no directivas. Utilizaban estrategias variadas para permitir a

las personas hablar acerca de su pérdida, elaborar los asuntos inconclusos y despedirse.

Como ejemplo de las técnicas empleadas, se citan la silla vacía, visualizaciones guiadas,

técnicas de relajación, escribir cartas, rituales de despedida y role play, entre otras.

Por otra parte, D’Andrea y Daniels (1994) utilizan un enfoque ecléctico en su trabajo con un

grupo de adultos en un centro comunitario de salud mental, basándose como guía en la teoría

del desarrollo del ego de Loevinger, misma que postula siete etapas de desarrollo que van

desde una personalidad simple indiferenciada y desintegrada, hasta una personalidad

altamente diferenciada e integrada. En su trabajo grupal, la intención era tener miembros en

distintas etapas de desarrollo del ego, para que en sus interacciones, utilizando distintas

técnicas, se favoreciera el paso de los individuos en etapas menos desarrolladas

psicológicamente a etapas más desarrolladas.

En su trabajo con niños y adolescentes hospitalizados, Fosson y deQuan (1984) reportan el

uso de un modelo teorético ecléctico que ha sido ampliamente aceptado por los profesionales

de la salud, mismo que incluye el establecimiento de rapport, la identificación de los afectos,

la apertura de canales de comunicación y el restablecimiento de seguridad y confianza.

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Por su parte, Richard (1999) reporta el uso exitoso de la Terapia Multimodal de Lazarus, con

su BASIC ID, anteriormente explicado, en el coaching para mejorar el desempeño de

ejecutivos a nivel laboral, ejemplificándolo con un estudio de caso.

Huffman y Myers (1999) han trabajado con mujeres de mediana edad, utilizando un enfoque

integrativo para abordar las situaciones y síntomas relacionadas con la menopausia. Ellas

valoran la perspectiva integrativa, ya que les permite combinar paradigmas tanto del ámbito

biomédico como de las ciencias de la conducta, brindándoles una base amplia y

multidimensional para comprender a las mujeres en este período.

Asimismo, Carter y Rashidi (2004) proponen la integración de las terapias cognitivo-

conductual y la del enfoque centrado en la persona para la orientación psicológica con

mujeres musulmanas, encontrando de esta manera, una aproximación más holística y

respetuosa de la espiritualidad de estas mujeres, basada en el islam.

Posibles limitaciones.

No es posible negar que exista un riesgo en este llamado eclecticismo, ya que una persona sin

bases sólidas de formación, puede denominarse así por no tener una postura clara o no contar

con experiencia clínica. Es por esto que integrar, no quiere decir, “agarrar de chile, de dulce y

de manteca”, como se diría popularmente en México; sino conocer a fondo los enfoques más

importantes, conjuntamente con sus técnicas, así como también, mantenerse actualizado en lo

que reporta la investigación acerca de la efectividad de diversos tratamientos para

determinadas poblaciones y problemáticas, para de esta manera tomar decisiones pertinentes

en cuanto al curso a seguir. Es decir, se necesitan bases académicas y formativas sólidas para

ejercer un modelo integrativo y de esta manera, siguiendo con la analogía gastronómica

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anterior, obtener como resultado un platillo tan harmónico e integrado como el mole, en el

que los ingredientes son muy diversos, pero la combinación resulta exquisita.

Asimismo, como reconoce Corey (2001), si lo que se busca es recargarse en las técnicas

específicas de cierto enfoque, se cae en el riesgo de mecanizar las sesiones, ya que el uso de

las diversas técnicas, debe enraizarse en el proceso y el fluir de la relación terapéutica, no

forzarlas al cliente, por una propia necesidad del orientador de sentirse eficaz o de ser

reconocido.

Varios autores coinciden en que la práctica ecléctica y la toma de decisiones dentro de la

misma, deben estar guiada por la investigación (Guterman y Rudes, 2005; Hollanders, 1999;

Lazarus y Beutler, 1993). Sin embargo, también se señala la importancia de que la

investigación se enfoque a encontrar criterios que guíen a los orientadores en el cómo

seleccionar la aproximación más acertada.

Otros, como Corey (2001) y (Hollanders, 1999), discuten la necesidad de realizar mayor

investigación en este sentido y también hablan de la dificultad que existe para medir la

eficacia de los tratamientos, ya que aún siendo de una misma escuela, los terapeutas emplean

las técnicas de maneras diferentes entre sí y con estilos de interacción y personalidad también

diferentes. Más aún, los clientes perciben un mismo tipo de tratamiento de manera diversa y

lo que funciona para uno, no funciona para otro con el mismo diagnóstico.

Se podría decir que es más fácil seguir una sola manera de pensar y de practicar, que saber

cuando, cómo y por qué aplicar diferentes enfoques y/o técnicas. Coincidiendo, con Corey

(2001) y Hollanders (1999), el formar un estilo propio de trabajo, es un proceso y una tarea

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de toda la vida, ya que al igual que nuestros clientes, los terapeutas no somos estáticos, sino

que en el camino vamos aprendiendo y enriqueciéndonos tanto como personas y como

orientadores.

Comentarios finales.

Es clara la necesidad que existe para quienes practican la Orientación Psicológica de buscar

maneras de alejarse de lo que Hollanders (1999) llama “escuelismo” para poder ser más

flexibles y eficientes en nuestros servicios; sin embargo, es primordial continuar en esta

búsqueda de maneras apropiadas, ordenadas y éticas de llevarlo a cabo, delineando y

matizando nuestra identidad profesional colectiva e individual, que continúa y continuará en

proceso.

El riesgo de que los modelos eclécticos se vuelvan también teorías rígidas y dogmáticas,

contra las que en inicio protestaban, se encuentra presente, por lo que es substancial cuidar la

flexibilidad, la apertura y la disposición a evaluarse científicamente con respecto a su

eficacia.

No hay una sola manera de hacer las cosas, ni tampoco una sola manera correcta de hacerlas,

por lo que dentro de un proceso terapéutico, uno debe de estar dispuesto a tolerar cierto grado

de incertidumbre y de alguna manera saber, que si algo no funciona, hay que buscar otras

alternativas. Esto podría resultar mejor cuando el enfoque es colaborativo y se comparte la

responsabilidad con el cliente, ya que de esta manera, ambos pueden buscar de manera

conjunta, mejores opciones para enfrentar o solucionar problemas.

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Coincidiendo con Okun (2001), lo esperado sería encontrar el modelo o los modelos que son

congruentes con los propios valores, y formas de ver el al ser humano y su comportamiento,

así como el estilo personal, ya que es elemental sentirse cómodo con lo que uno hace y

predica, como se diría popularmente, “de la moda lo que acomoda”.

Se han enfatizado como factores más determinantes de la eficacia de la intervención y el

progreso del tratamiento, independientemente de la escuela del orientador, la relación

terapeuta-cliente y las características particulares del cliente (Nelson 2002; Hollanders, 1999;

Lafarga et all, 1997; Feixas y Botella, 2004). Es decir, todos los enfoques son útiles, así que

aunque deseemos ser eficaces y centrados en la soluciones, no debemos olvidarnos de que lo

más importante, es estar presentes verdaderamente para nuestros clientes.

Asimismo, hay que aceptar con humildad la validez de otras maneras de trabajar, así como

las limitaciones de la propia, para de esta manera poder avanzar como destacan Feixas y

Botella (2004) a estadíos más maduros en el campo, pasando de la competencia absolutista

por quién es el mejor, al trabajo colaborativo, más comprometido con el quehacer terapéutico

y sus respectivos estándares éticos.

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