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Cine Local en los Andes Peruanos: una Conversación de Identidad Cultural entre Directores y Público en Puno Lisa Couderé Existe la idea de que la identidad es una fuente para la movilización (Cerulo, 1997: 400) y que
identidad en la historia ha guiado a la supervivencia (Hoare, 1991: 50). Según Nygren la movilización
y la resistencia pueden cambiar la estructura de dominación, así como la continuidad cultural se
manifiesta en la reconstrucción de narrativas, metáforas y sentidos (Nygren, 1998: 33). Nygren sigue
que el colocar a la población en un sistema global de subordinación invalida su capacidad de tratar
dificultades y crear selectivas formas de percepción y alternativas fuentes de resistencia. También
desde el sector académico en Puno, Luis Enrique Rivera Vela expone en su artículo “Ser o no ser. El
dilema de la identidad cultural en el Altiplano peruano” que identificarse con la localidad, la región o
el país implica proyectarse en el futuro (Rivera, 2008: 27).
En el presente artículo, investigo un llamativo fenómeno de cine local en los Andes peruanos de
Cajamarca a Huancayo, Ayacucho y Puno donde, dos décadas después del inicio del conflicto armado
entre Sendero Luminoso y el Estado peruano en 1980, en los Andes se estableció un nuevo inicio. El
poeta y periodista puneño José Paniagua Núñez pone lo siguiente: “En este panorama del altiplano
(peruano-‐boliviano) pareciera que el arte en sus diversas manifestaciones, es la respuesta de la
supervivencia del hombre, que soporta los cerca de cuatro mil metros de altura sobre el nivel del
mar, su permanente enfrentamiento a la naturaleza y el abandono sempiterno de los gobiernos,
junto a la incuria centralista, que siempre ha soportado la colectividad peruana, son factores que han
hecho del hombre de este escenario, un artista, que si no es poeta, es un pintor, un músico o un
danzarín.” (Núñez: 2006) O en este caso un director de cine. Si en Puno existe el concepto de que el
arte es la respuesta de la supervivencia del hombre y si la identidad ha guiado a la supervivencia
propongo que el cine puneño de la última década ofrece una plataforma para poder investigar la
identidad cultural en Puno. En el contexto socio-‐histórico de Puno y los Andes, la supervivencia no se
trata de lo que Abercrombie critica en ciertos estudios, “a cultural-‐resistance success story” donde
las formaciones andinas culturales han sobrevivido los proyectos de las civilizaciones coloniales y
republicanas. La resistencia de la población de Puno y el florecimiento de la cinematografía en esta
región está relacionado con la supervivencia a la guerra civil, el racismo, la pobreza y el olvido de los
gobiernos. Además, aunque la identidad cultural investigada sí trata una identidad andina que está
basada en cierta memoria colectiva, es un pasado andino (re)creado y adaptado. Como escribe
Abercrombie: “[...] Andean cultural forms in all there multiplicity are the products of an active
2
intellectual engagement with encompassing political economies, cultural hegemonies and globalized
sociocultural fields.” (Abercrombie, 1998: 25).
Históricamente el cine local en los Andes peruanos tiene lugar en la sociedad peruana de la
postguerra y el procesamiento de esta época de violencia y muerte. El conflicto peruano armado
comienza oficialmente el 17 de mayo de 1980 y, a pesar de que hubo un importante cambio militar
con la detención de Abimael Guzmán en septiembre de 1992, el conflicto no tiene un final bien
definido. Dieciséis años después del inicio del conflicto armado que sigue sin cierre, Ayacucho ofrece
no obstante un nuevo inicio de cine local con la película Lágrimas de Fuego (1996) de José Gabriel
Huertas y Mélinton Eusebio. La película narra la realidad de las pandillas durante los años noventa
después del auge del conflicto armado en Huamanga (Ayacucho). Otras películas hechas en Ayacucho
como Dios Tarda pero no Olvida (Palito Ortega, 1997, Perú) también ofrecen un recuerdo colectivo y
reconciliación con el fin de buscar la identidad y la ciudadanía antes de que la Comisión de la Verdad
y Reconciliación comience este proceso. Con el gobierno de Alejandro Toledo finalmente viene el
necesario cambio emocional oficial con la ratificación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. El
informe de la Comisión sacó a la luz que durante el conflicto sesenta y nueve mil personas habían
muerto y que entre ellas tres cuartas partes eran campesinos que tenían el quechua como lengua
materna (2004: 10). La Comisión reconoció que las dos décadas de muerte y violencia no habían sido
posible sin un profundo menosprecio hacia esta parte de la población más pobre del Perú que
formaba la mayor parte de las víctimas.
El mismo año en el que el cierre emocional del conflicto armado se puso en marcha y la
discriminación y el racismo en Perú se reconoce, sale la primera película producida en Puno: El
Abigeo (2001) de Flaviano Quispe. En Puno también han hecho películas sobre el conflicto armado
peruano, sin embargo el proceso de filmación ha comenzado más tarde que en Ayacucho, el
epicentro del conflicto, y trata sobre todo temas sociales, historias de terror, melodramas y comedias
románticas. El inicio de la cinematografía puneña se ubica en un momento donde recordar y
recuperar ya no es tan necesario. Los directores en Puno ya están caminando otra vez hacia el futuro
y negocian, paralelamente con la sociedad puneña y con ayuda de la continuidad cultural andina, una
nueva y orgullosa identidad cultural.
Después del derrumbe, comienza la reconstrucción y aquí se abre paso la identidad y el inicIo del
boom cinematográfico en Puno. Kimberly Theidon describe los años del conflicto armado como una
ruptura en diversos planos de la vida (Theidon, 2004: 166). Además en periodos moralmente
confusos la identidad es vaga (Theidon, 2004: 237). El sociólogo David Riesman propuso que los
modelos de identidad se manifiestan en una cultura como respuesta a grandes cambios sociales
(Eakin, 2008: 98). Los cambios sociales en el sur de los Andes Peruanos de los últimos veinte años no
solamente se limitan al procesamiento de la guerra civil. La globalización ha cambiado mucho en
3
poco tiempo; además, la región va tomando cada vez una posición más importante en el circuito
turístico del país.1 Hay una gran cantidad de literatura que argumenta que la globalización en vez de
destruir identidades es un proceso que intensifica y hasta crea identidades. (Robertson, 1993;
Tomilson, 2003; Navarrete, 2007).
Dentro del marco de los cambios sociales en los Andes peruanos de la postguerra, propongo
investigar las películas hechas y ampliamente vistas en Puno como una reconstrucción de narrativas
de identidad cultural. Una identidad cultural, que después de la guerra civil y en pleno proceso de
éxodo y apertura, pregunta qué significa hoy en día ser puneño, andino y, finalmente, también
peruano. Hay una teoría que últimamente propone que la identidad está construida a través de las
narraciones en forma de diálogos (Ochs & Capps, 1996; Holstein & Gubrium, 2000; Eakin, 2008).
Según Elinor Ochs y Lisa Capps, nos conocemos a nosotros mismos mientras que utilizamos
narrativas para recordar experiencias y para contraer relaciones con otros (Ochs & Capps, 1996: 21).
En base a esto planteo que la población andina, como directores y público, aprenden a conocerse de
nuevo creando narraciones con imágenes en movimiento, mirándolas y juzgándolas según sus
experiencias y relaciones. En la creación narrativa de la identidad, los modelos culturales disponibles
(Eakin, 2008: 127), las instituciones (Holstein & Gubrium, 2000: 161), la creatividad (Eakin, 2008: 106)
y la biografía desempeñan un papel importante (Holstein & Gubrium, 2000: 169). La creatividad de
los directores andinos se encuentra en la exposición y negociación de la validez de los medios
culturales andinos de antes de la guerra civil, los medios culturales de los antepasados. Mi meta en
este artículo es demostrar que desde las negociaciones culturales entre los directores con su público
surgen nuevas narrativas de identidad cultural, y eso paralelamente a lo que está pasando en la
sociedad puneña. Quiero aclarar que la identidad cultural en esta investigación es una conversación
identitaria entre los habitantes de Puno, o sea el público y los directores de las películas, y finalmente
también el investigador. Como ya decía Eco sobre el lector, es innegable que yo también proponga
mi propio punto de vista en la interpretación de las narrativas de identidad presente en la sociedad y
en las películas puneñas (Franzosi, 1998: 546).
La información que utilizo en presente artículo está basada en un trabajo de campo que tuvo
lugar en la región de Puno de mayo a agosto de 2010 y la resultante tesis Cinema Local en el sur de
los Andes Peruanos: Montaje de narrativas de identidad para el Máster del Centro de Estudios y
Documentación Latinoamericanos en Ámsterdam. La investigación se ha realizado desde la capital
departemental Puno con mayor ejecución en las dos ciudades más grandes del departamento, Juliaca
y Puno. Aparte de las entrevistas que realicé con 4 directores de cine (Flaviano Quispe, Henry Vallejo, 1 Puno, Cusco y Arequipa hacen parte de los destinos túriscticos más importantes del Circuito Sur del Perú que recibe más turistas internationales (Bielza de Ory & Bohl, 2008: 2). El final del conflicto armado peruano ha aumentado por el triple la cantidad de turistas extranjeras en las últimas décadas (Bielza de Ory & Bohl, 2008: 11).
4
Joseph Lora y Elmer Estofanero) y con la población puneña como público, realicé presentaciones de
las películas El Huerfanito (2003) de Flaviano Quispe y El Misterio del Kharisiri (2004) de Henry
Vallejo. Eso para poder investigar la propia conversación identitaria (presentación de cine interactiva
con reacciones) entre directores y público. El periódico Los Andes juega un papel importante en
informar entre otras cosas sobre las actividades culturales planificadas por organizaciones formales e
instituciones y esboza de esta manera el papel institucional en la reconstrucción identitaria. Durante
el análisis de los datos obtenidos el artículo “Ser o no ser. El dilema de la identidad cultural en el
Altiplano peruano” de Enrique Rivera ha resultado muy interesante para complementar mis
resultados. El artículo es parte de la conferencia “Seminario de Etnicidad e Identidad” organizado en
2008 en la Universidad Nacional del Altiplano en Puno. Algunos de los resultados de Rivera se basan
en la investigación “Puno en los albores del siglo XXI. Elementos para educar en la interculturalidad”
elaborado con el equipo de investigación del CIED y en el que Rivera participó como responsable del
tema de la cultura.
La división de tareas entre Puno como centro administrativo de instituciones públicos y Juliaca
como ciudad productiva y comercial se remonta a la segunda mitad del siglo XX (Morisset, 1976:
105). La migración del campo a la ciudad debido a las dificultades en el campo no suponía un
refuerzo de las ciudades ya establecidas, sino el resurgimiento de centros alternativos. Los migrantes
buscaban sustento de vida en la combinación de agricultura con pequeñas actividades mercantiles
(Morisset, 1976: 107). Juliaca, como mercado de lana, atraía a más migrantes porque la población
rural tenía que adaptarse menos que en Puno donde las plazas coloniales, iglesias y grandes casas
creaban una división socio-‐espacial entre los habitantes y los nuevos imigrantes (Morisset, 1976:
109). La “ruralización” en Puno y la urbanización en Juliaca de las cuales Morisset habla en los años
setenta sigue teniendo cierto valor hoy en día. La división socio-‐espacial en Puno, por su parte, ya no
parece ser una barrera de integración sino que aparenta ser, más bien, un principio ordenador que
hace que Puno no sea tan desordenada como Juliaca. En las dos ciudades más grandes del
departamento Puno, residen habitantes de todo el departamento que vienen de diferentes zonas
ecológicas y económicas, que además hablan diferentes idiomas. Juliaca a diferencia de otras
ciudades contemporáneas mundialmente y en Latinoamérica no parece ser una ciudad
fragmentada2, sino una aglomeración caótica.
2 Las últimas décadas en ciudades mundialmente se ha surgido un nuevo fenómeno de barrios amuralladas (Caldeire, 1991: 303). Estos barrios privados y vigilados son para vivir, trabajar y relajarse. La justificación más importante es el miedo a la violencia. Sin embargo, de esta manera se pierde la apertura y circulación libre de la ciudad. Eso tiene como consecuencia de que el carácter del espacio público y la participación ciudadana en la vida pública cambien.
5
Encudramiento: paisaje “rurbano”
“Es una película andina [Camino a la Verdad], bien andina, pero tengo otro proyecto que va a ser más urbano, va a ser acá, en la ciudad de Juliaca. [...] También los mismos actores van a tener rasgos andinos, como si alguien haya venido a la ciudad y en la ciudad se haya ubicado… Como un personaje del campo que tiene deseos de superarse y va a la ciudad para superarse.” (Elmer Estofanero)
Una división fija entre campo y ciudad no existe realmente en la imagen que los habitantes de Puno
tienen de su departamento. En las entrevistas volvía a menudo la historia del migrante que quiere
avanzar, vencer algo y que se traslada a la ciudad.3 Paerregaard describe a los migrantes urbanos en
el Perú como constructores de puentes entre los mundos peruanos divididos y como factores
importantes en un país con una economía y política rápidamente cambiante (Paerregaard, 1998:
379). También en el departamento de Puno los migrantes construyen puentes y las esferas rurales e
urbanas se entracruzan ampliamente; espacial, organizador y no en lo menos culturalmente. Sin
embargo, Elmer Estofanero, estudiante de cinematografía en Arequipa y director de cine de Juliaca,
alega una diferencia importante entre los dos. En el campo la gente “se ven y se conocen”. Este ya no
es el caso en ciudades dónde se juntan personas de todo el departamento. Las películas andinas
representan la interacción del encuentro de toda esa gente, así como El Huerfanito de Flaviano
Quispe. Esta interación entre habitantes de la región representada en las películas ya está presente
en el proceso de filmación. Una experiencia de comunicación urbano – rural ya que muchos
directores utilizan como actores, aparte de los habitantes de la ciudad de dónde vienen
(mayormente Juliaca y Puno), habitantes de los alrededores donde filman. Elmer Estofanero cuenta
que él y su equipo ayudaban a los personajes de su película Camino a la Verdad provenientes del
campo con sus tareas cotidianas para después poder empezar con la filmación. Estofanero: “Hemos
tenido que familiarizarnos mucho, tener confianza con ellos. Hemos vivido como una familia.
Entendernos bien, bromear, conversar,... Así nacieron los personajes.” La película se ha realizado
desde una interacción entre un equipo de cine, habitantes de la ciudad y habitantes de un pubelo
rural. Estofanero habla muy positivamente sobre el personaje de la abuelita que siempre ayudaba al
equipo de cine y que era muy solidaria. Estofanero concluye que ha aprendido mucho de la abuelita.
3 La migración en Puno se funda en diferente elementos. Por un lado la violencia del conflicto armado peruano causó durante los años ochenta una migración de la población rural hacia las ciudades (Bielza de Ory & Bohl, 2008: 14). Además en los mismos años ochenta la crisis económica ha contribuido a la ampliación de estrategias de producción que abarcan el campo y la ciudad (Degregori, 1993: 1). En el comienzo del siglo XXI la agricultura y ganadería en Puno por su lado se encuentran en una situación problemática debido a una baja rentabilidad, baja posibilidad de concurrencia y la impotencia del Estado para proveer las necesarias condiciones para poder acceptar estos desafíos. (Roji, 2006: 44)
6
De esta manera Estofanero ya negocia durante el proceso de filmación los medios culturales que
también llegarán en la película. Los acontecimientos recientes de protesta social en contra de las
concesiones mineras en la región de Puno muestran, sin embargo, que la interacción entre la gente
de diferentes ámbitos de la región no puede ser idealizada y que no es una comunicación siempre
fácil. Los intereses de los aymaras protestando en mayo y junio del año 2011 en contra de las
concesiones mineras y causando de esta manera el paro total en la ciudad de Puno no concuerdan
con los intereses entre otros de la parte de la población puneña que vive del turismo: sector que ha
sufrido gran daño. Se podría decir que se trata de un complicado conjunto de intereses, demandas,
conocimientos, inseguridad, comprensión y prejuicios en una movilización por derechos y
reconocimiento.
Los directores tratan en sus películas la cultura andina presente en el departamento Puno del
siglo XXI con sus entrelazadas esferas rurales e urbanas lo que llamaré “rurbana”. En las
conversaciones que mantuve, la cultura andina “rurbana” de hoy está espontáneamente unida con
un pasado lejano y con el campo. La gente expresa la cultura andina en las costumbres, como el
respeto a la tierra (o el ritual de agradecimiento a la Pachamama), bailes tradicionales y valores
cotidianos como el respeto al otro, trabajar bien y la (recíproca) solidaridad (o ayni). La cultura
andina del pasado y el campo en la ciudad de Puno de hoy no solamente está presente en la cultura
“rurbana”, sino también visual naturalmente en la forma del lago Titicaca y visual arquitectónico en
la forma de una estatua. En la investigación “Puno en los albores del siglo XXI”, el lago Titicaca era
uno de los cinco referentes identitarios del departamento Puno (Rivera, 2008: 23). Según la leyenda,
el primer Inca Manco Cápac salió de este lago (Vega, 2004: 118). Manco Cápac tiene vista al lago y a
la ciudad desde una de las colinas alrededor de la ciudad de Puno con la forma de una estatua. El
idioma visual de la estatua intensifica una identidad “rurbana” de la ciudad unida con la naturaleza y
basada en un pasado mítico. El Titicaca como cuna del primer Inca ofrece identidad a todo el
departamento. También Flaviano Quispe durante una entrevista en Juliaca refiere a este personaje
mítico y el reino Incaíco que fundió en Cusco y se tendía sobre todo América del Sur. Flaviano
compara esta distancia recorrida con el camino que los puneños están recorriendo: “Nuevamente,
como Manco Cápac, estamos saliendo para todas partes del Perú y estamos surgiendo y empezando
a hacer grandes cosas.” Quispe lo dice sonriendo pero la identidad del puneño es de nuevo unido con
un pasado que forma un presente. Observaciones como el de Flaviano Quispe y de otras personas
entrevistadas guie a denominar Puno como una “rurbana” sociedad andina de migración, esperanza
y continuación.
Para acentuar el paisaje “rurbano” en las imágenes de las películas puneñas invoco a Erving
Goffman y la importancia que concede a la mediación material en la construcción de identidad
(Holstein & Gubrium, 2000: 190). Se trata de los materiales que representan símbolos culturales
7
reconocibles, el encuadramiento de la escena en el que la identidad se forma (Holstein & Gubrium,
2000: 189) y la importancia del cuerpo como superficie reveladora para transmitir la identidad
(Holstein & Gubrium, 2000: 179). La identidad tiene además referentes identitarios: “[...] elementos
comunes que son compartidos por un mismo grupo humano, estos referentes constituyen en
muchos casos las bases sobre las que se construyen las identidades [...]” (Rivera, 2009: 43). En la
investigación “Puno en los albores del siglo XXI” son la riqueza cultural, el clima y el paisaje los
referentes identitarios más importantes (Rivera, 2008: 22). Los siguientes cinco referentes
identitarios son representativos para la población puneña: la Festividad de la Virgen de la Candelaria,
el lago Titicaca, el pago a la Pachamama, la feria de las Alasitas y las zampoñas (Rivera, 2008: 23). El
encuadramiento del paisaje “rurbano” del departamento de Puno toma un lugar importante en la
discusión y reconstrucción identitaria en las películas. La película El Misterio del Kharisiri de Henry
Vallejo donde un operador de cámara quiere buscar y salvar a su colega y amiga desaparecida y
investiga el mito del kharisiri, refleja, por ejemplo, gran parte de las dinámicas dentro del
departamento. Diferentes escenas pasan en los caminos y el paisaje de Puno: contrabandistas en un
coche, periodistas en un combi de camino a la festividad de Pomata y amigos en el paisaje buscando
un curandero.
Tampoco parece coincidencia de que tanto la primera película de Flaviano Quispe, El Abigeo,
como la primera película de Elmer Estofanero, Camino a la Verdad (2010), se desarrollan en el
campo. Es como si quisieran empezar en el ámbito rural andino para poder investigar en su próxima
película la compleja cultura andina “rurbana”. El primer trabajo de Quispe, El Abigeo, tiene algunas
escenas en la ciudad, pero en la mayor parte de la película trata una sociedad del campo, sus valores,
costumbres y trato con un ladrón. Su próxima película El Huerfanito muestra la interacción de un
niño del campo con la “rurbana” cultura andina de la ciudad. El principio de la película junta
visualmente algunas veces el campo y la ciudad. El público ve la vida de Juanito en el campo y la de
Luchito en la ciudad como dos esferas diferentes, pero con un paralelismo de contenido. Niños
jugando en el campo, niños jugando en la ciudad... Además, la transición entre el campo y la ciudad
es sutil, ya que el lugar dónde vive Luchito tiene espacialmente pinta “rurbana” (vegetación, piso de
tierra,...). El sutil paso de campo a ciudad es mostrado claramente a través de un primer plano de
una estatua religiosa y una panorámica de la ciudad. Así el público sabe que ya no mira al campo sino
a la ciudad. El primer plano de la composición de piedra que parece representar a Jesús ofrece un
contraste material con respecto a la naturaleza y la religión andina relacionada con ella. Quispe
indica que la simbología cultural más importante que ha representado en El Huerfanito es el santo
respeto a la tierra. Aunque la estatua católica ofrece en la película un paso a la ciudad hay que tener
en cuenta la observación de Rivera de que tanto las creencias católicas como las sincréticas en la
zona andina forman elementos importantes en el fortalecimiento de la identidad cultural de los
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pueblos y comunidades de todo el Perú (Rivera, 2009: 48-‐49). O elementos importantes de la
identidad “rurbana” cultural puneña, andina y peruana.
Después de algunas alternancias entre el campo y la ciudad la película presenta un mercado
como espacio intermedio. El reloj de la iglesia da a entender al público que se encuentra en otro
ámbito, un ámbito en el que la naturaleza ya no guía el ritmo de la vida. Sin embargo, el cambio de
las imágenes de los referentes identitarios de la tierra y las papas que se cosechan a las imágenes del
mercado donde estos productos son vendidos y comprados otra vez no es repentino. Orlove describe
Puno y Juliaca como ciudades donde la campaña se encuentra en la próximidad y donde los
habitantes pueden ver en todas partes las colinas y montañas (Orlove, 1998: 219). Orlove indica que
la presencia de la tierra está hasta más cercana por la importancia de la agricultura en la economía
regional y por cultivos como las papas en la alimentación diaria. El mercado parece ofrecer un
intervalo entre el campo y la ciudad. Sobre todo en una ciudad como Juliaca que surgió por
migrantes que buscaban un sustento alternativo en la combinación de la agricultura con pequeñas
actividades de mercado (Morisset, 1976: 108). Linda Seligmann escribió en 1993 que las vendedoras
del mercado en Cusco vivían en un ámbito que era diferente al de los campesinos quechua y de los
mestizos, pero que habían adquirido la habilidad de comunicar con ambas sociedades (Seligmann,
1993: 1994). Muchas de estas vendedoras dominaban tanto el quechua como el español. Esta
descripción de las vendedoras del mercado como individuos “rurbanos” se puede extender al actual
departamento de Puno y a gran parte de su población en medio de los movimientos, la interacción y
la comunicación rurbana.4
Después de la escena del mercado, la película ofrece algunas veces más un paralelismo de
contenido entre el campo y la ciudad. El encuadramiento del campo representa el paisaje del
Altiplano y el lago Titicaca. El transcurso del tiempo es representado a través del ritmo de la
naturaleza mediante imágenes del anochecer e incluso de vacas que son llevadas y personas que
regresan a casa. Parte del encuadramiento identitario en el campo es la casa en adobe de la familia
de Juanito. Una construcción que Omar, estudiante de arte en Puno y artesano de Chimu, calificaría
efectivamente como andino. Omar: “Nosotros los que hemos vivido en una parte andina, siempre
hemos tenido una vida ecológica. Por la construcción de las casas, unas casas techadas con fibra
vegetal de la totora, o los muros de adobe, la agricultura natural...” Cuando Juanito tiene que ir a la
ciudad de Juliaca para vender cosas y comprar medicinas para su papá enfermo se pasa del
4 De esta manera el término mestizo que sencillamente significa ser racial y culturalmente mezclado y que implica una oposición entre indígena y mestizo se vuelve superfluo. Para más información sobre la significación de este término en los Andes refiero al artículo “Are Mestizos Hybrids? The Conceptual Politics of Andean Identities” de Marisol de la Cadena. En presente artículo no uso el término mestizo, salvo cuando es utilizado en artículos académicos, porque no lo he escuchado en el lenguaje en Puno. Además no cuadra con la manera en la que presento la sociedad del departamento de Puno.
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encuadramiento del campo al de la ciudad. Las imágenes de las calles del centro de Juliaca
representan un espectáculo de gente, mercancías y medios de transporte. Gustavo Riofrío describe al
espacio público de las ciudades peruanas y la heterogenidad de las actividades en ellas como el
medio ambiente en el que las personas se desarrollan; y lo compara con la naturaleza que es el
medio ambiente en el campo (Riofrío, 2004: 98). De esta manera Riofrío propone que los
acontecimientos urbanos tienen tanta influencia para el productor de la ciudad como los fenómenos
climatológicos en el campo. Quispe llama en su película la atención tanto al paisaje natural del
campo como al paisaje “rurbano” de la ciudad. En medio de la película, Juanito conoce a Luchito en
una plaza de este medio ambiente “rurbano” en el que el primero, viniendo del campo, se pierde.
Después de haber investigado los ámbitos rurales, urbanos y “rurbanos” en el departamento de Puno
empieza la escena central. En esta escena, a través de la interacción y comunicación entre un niño
del campo y un niño de la ciudad, la “rurbana” cultura andina en Juliaca es representada mediante
una conversación de identidad cultural entre Juanito y Luchito.
Después de haber investigado el paisaje “rurbano” de las películas puneñas como una de los
referentes identitarios más importantes de la población puneña, paso al otro referente identitario de
mayor importancia en Puno: la riqueza cultural. La cultura andina en Puno se basa en el referente
identitario de la historia. En lo que sigue, analizo las narrativas que expresan este referente
identitario de la historia en la sociedad puneña. Asimismo represento las implicaciones para la
reconstrucción identitaria y su expresión en símbolos culturales en las películas andinas.
Biografía colectiva: cultura andina
“Los pueblos viven con sus esperanzas utópicas. A la luz de los grandes mitos, florece su presencia actual, su porvenir y su proyección histórica.” (Núñez, 1996: 5)
En la construcción de la identidad narrativa utilizamos partes de la historia personal para proclamar
cosas sobre nosotros mismos en el presente (Holstein & Gubrium, 2000: 169). Es lo que Holstein y
Gubrium llaman “biographical work”. Ya que el artículo investiga la reconstrucción de la identidad
cultural narrativa de la población de Puno no importa tanto la historia personal, sino la historia
(cultural) colectiva de los puneños. Como escribe Kimberly Theidon, cada comunidad construye un
pasado por sí mismo, tanto para construir un sentido de colectividad como para presentar una
identidad coherente para personas ajenas (Theidon, 2003: 76). Theidon propone que una consciente
producción de memoria histórica empieza cuando una definición de identidad colectiva es necesaria.
En el caso de Puno, el cine andino comienza con El Abigeo sobre las costumbres andinas de una
sociedad rural en el mismo año en el que el racismo en Perú es reconocido por la Comisión de la
Verdad y Reconciliación y se hace necesaria una orgullosa identidad andina para seguir adelante
10
después de la ruptura del conflicto armado. Además en “Racionalidad occidental, Racionalidad
andina” Antonio Peña explica que para el occidental el futuro es abierto y ofrece posibilidades,
mientras que el pasado es cerrado (Peña, 1993: 17). Para el andino en cambio el pasado se encuentra
adelante con toda la riqueza de las experiencias concretas. La cultura andina de los antepasados está
presente hoy en las experiencias concretas de la población andina en el departamento “rurbano” de
Puno. Se trata de un pasado del que los puneños hablan con orgullo. Es la historia de antes de la
conquista española cuando diferentes grupos étnicos vivían en la región del Collao con dos dominios
en rivalidad: Hatun Colla y Chuquito (Vega, 2004: 107). Después los Collas fueron conquistados por
los Incas. El Alferado5 describe el Altiplano o la Meseta del Collao como una extensa meseta en
Sudamérica a 3600 metros de altura que abarca Bolivia, el norte de Chile, el sur de Perú y el noroeste
de Argentina. Este Altiplano está en la misma revista históricamente unido al origen de diferentes
civilizaciones como Pucará y Tihuanaco. Los pueblos atribuidos a esta región son los aymaras y los
quechuas.6 De esta manera la identidad cultural en Puno basada en la cultura de los antepasados
llega a ser una identidad que traspasa las fronteras peruanas.
Al referirse al pasado lejano, en la mayoría de las veces, los puneños no lo indican de un
modo específicamente histórico, sino que suelen expresar una fuerte unión con este pasado a través
del uso de términos que expresan parentesco. De esta manera, y de acuerdo con la teoría de
identidad narrativa, advierto que el concepto de memoria colectiva se vuelve en este caso específico
una biografía colectiva. La unión más íntima es una referencia a los padres y a los abuelos que
transmiten costumbres y valores. Pueden ser literalmente los padres y abuelos de una persona.
Como Elmer que explica que sus abuelos le han enseñado a ser solidario y a interpretar los sueños.
Posteriormente en la entrevista, Elmer habla de los abuelos en general que cuentan historias y de
esta manera pasan las leyendas y los mitos a los nietos. De los abuelos, Elmer pasa sin respirar a los
antepasados. Así, con el paso intermediario de los abuelos, la unión con los antepasados y el pasado
que hoy ofrece la cultura está hecha. Elmer: “Hay muchos antiguos valores culturales andinos de
nuestros antepasados que siempre van a estar presentes.” Malco Choque es agricultor y ganadero –
no vende sus productos sino que son para él y su familia-‐ y aparte guarda del parque comunal de la
Reserva Nacional de Titicaca que vive en Millojachi a 10 minutos fuera de Puno ciudad. Casado hace
muchos años y ya con nietos Malco explica que “nuestros padres, nuestros abuelos siempre han sido
andinos.” La palabra “siempre” insinúa que aquí los padres y abuelos son los antepasados de todos
5 El Alferado, junio 2010 6 Tanto en Los Andes como en El Alferado para referirse a los aymaras y los quechuas se hace uso de la denominación “poblaciones originarias”. Según Rivera se trata de un eufemismo que hoy en día es utilizado para evitar términos que con el proceso de la colonización se hicieron categorías peorativas como “indígenas, “oriundas” o “autóctonas” (Rivera, 2009: 52) El adjetivo “originario” refiere además otra vez a la relación con los antepasados.
11
los andinos. En la película El Huerfanito hay una escena en la que el papá de Juanito cumple su tarea
como padre y enseña a sus hijos a trabajar la tierra. Las palabras “aprende hijo” pueden ser
asociadas a la continuidad cultural a través de los padres. También Malco cuenta cómo enseña a sus
hijas y nietos a sembrar papas y otros cultivos; como sus padres y abuelos le han enseñado a él; o a
mirar las estrellas para saber si la cosecha va a ser buena, también eso es según Malco “lo que
tenemos de nuestros abuelos ancestros, [...].” La combinación “abuelos ancestros” indica una
continuidad cultural y una fuerte unión con los antepasados. A pesar del hecho de que sus hijas se
han ido a vivir en Puno ciudad por razones de trabajo, Malco enseña a sus hijas y nietos a trabajar la
tierra de la manera que siempre lo han hecho. Continuidad cultural rural hasta el ámbito “rurbano”
de la ciudad de Puno. En la escena agraria de El Huerfanito, la tierra y las papas pasan
frecuentemente al primer plano. Se trata entonces de los símbolos culturales de la santa tierra y de
la alimentación que ofrecen identidad cultural.
La cultura andina de hoy está relacionada a través de los abuelos con los antepasados. Eso
indica un sentimiento de pertenencia y ofrece a los puneños la posibilidad de colocar partes de la
historia lejana en la historia personal y utilizarlas para hacer reclamaciones sobre ellos mismos en el
presente. Como Flaviano Quispe, que une el surgimiento del primer Inca Manco Cápac del lago
Titicaca con el deseo de avance de los puneños; también Abercrombie observa en su investigación
histórica y etnográfica que en el norte de Bolivia buscan “to ground present individual and collective
concerns in temporally distant origin moments tied to them through duration, generation, and
transitive relations to ancestral figures and places of shared significance (Abercrombie, 1998: 11). La
demanda de estar unidos en parentesco con antepasados y un pasado con una rica cultura andina
constituye hoy para los puneños una identidad narrativa cultural andina. Cuando se refieren a los
Incas o Collas, suele ser en un contexto más oficial como Marcos Ascencio, Director del Colegio San
Carlos en Puno, que me contó ordenadamente esta historia. Los referentes identitarios alegados por
Rivera (historia, idioma, lugar de nacimiento, música, vestimenta, costumbres y tradiciones,
religiosidad, artesanías, comida, determinados símbolos, monumentos arquitectónicos, paisajes
naturales,...) (Rivera, 2009: 43-‐49) pueden por lo tanto también ser relacionados con la cultura
andina de los antepasados. La historia de la población puneña forma como biografía colectiva la base
de la reclamación de ser parte de la cultura andina a través de los antepasados. El quechua y aymara
son idiomas que hoy se hablan en Puno, sin embargo a menudo los padres y los abuelos los dominan
mejor. De esta manera el quechua y el aymara están unidos a través de generaciones anteriores con
los antepasados. También en El Huerfanito, el referente identitario del idioma está presente en la
forma del quechua y el español. Cuando Juanito pregunta a su padre por su mamá en español y su
papá le responde en quechua eso expresa una diferencia generacional y una continuidad cultural
12
adaptada. El lugar de nacimiento de los puneños como referente identitario es la cuna de los
antepasados y su rica cultura: mítico con el primer Inca Manco Cápac o etnográfico.
Costumbres y tradiciones forman a menudo parte del vocabulario de los puneños que hablan
con orgullo sobre la cultura andina e implican una relación con el pasado. Rivera explica que las
costumbres reciben una aceptación general por el grupo social y son transmitidas a nuevas
generaciones que aceptan su existencia desde siempre (Rivera, 2009: 47). De esta manera, las
costumbres se vuelven tradiciones con el pasar de las generaciones. Las costumbres y las tradiciones
tienen su origen en el pasado, lo que no quiere decir que se queden inalterables en el tiempo. Las
costumbres culturales andinas que están relacionadas con los antepasados se convierten hoy en día
en el Puno “rurbano” en tradiciones, como el agradecimiento a la tierra. Marcos explica que el ritual
del agradecimiento a la tierra antes era patrimonio del campo pero que ahora también es parte de la
vida diaria en la ciudad. El ritual del pago a la Pachamama es el tercer referente identitario de la
identidad cultural en Puno y se practica en todas sus provincias (Rivera, 2008: 23). Se puede apreciar
el gesto de tirar unas gotas al suelo antes de tomar en diferentes contextos en Puno: tanto en
rituales andinos oficiales como en fiestas cristianas y en la discoteca. Diversos lugares que expresan
diferentes niveles de sentimiento y compromiso en relación con esta costumbre. Richard Schechner
llama memoria en acción al ritual (A’ness, 2004: 410). El ampliamente disperso ritual de agradecer a
la Pachamama acerca a los puneños a la biografía colectiva de los antepasados a través de la
memoria en acción. Omar nos ofrece un ejemplo de la relación de las artesanías con el pasado;
Omar: “La gran mayoría de los pobladores de Chimu, por tradición, se han dedicado a la artesanía de
totora.”. La palabra “tradición” une la profesión de Omar como artesano con un pasado de
generaciones anteriores.
También el referente identitario de la comida está unida con el pasado. De vez en cuando la
gente en Puno explica, por ejemplo, orgullosamente que en los Andes existen más que 200 tipos de
diferentes papas. En El Alferado la papa es referida como la contribución más importante de la
antigua cultura andina a la humanidad.7 La alimentación ofrece hoy además un referente identitario
inclusive que encaja la cultura andina en la peruana. El peruano siente orgullo de su cocina y en la
revista Poder el crecimiento de la cocina peruana se ve como un elemento de coherencia social
dentro de un tímido proceso de aceptación del otro en Perú.8 Aceptación del otro, pero también
aceptación de sÍ mismo y confianza y orgullo de ser desde Puno una colectividad dentro de la
propuesta coherencia social del Perú.
Aunque la cultura andina de los antepasados es el proceso que se destaca más en la activa
reconstrucción identitaria de Puno, no es el único proceso cultural que influye en la historia andina.
7 El Alferado, junio 2010 8 Poder, 19/10/2009
13
Hubo otros como el proceso colonial en la Edad Media, la modernización y la globalización. La
globalización tiene como consecuencia lo que Rivera llama identidades híbridas que se expresan en el
ensamblaje de diferentes tradiciones culturales (Rivera, 2009: 42). El pasado cercano de la biografía
colectiva de los participantes a la conversación identitaria está marcado por el conflicto armado
peruano. A diferencia del pasado lejano con una rica cultura que hoy ofrece identidad cultural, el
pasado cercano ha sido culturalmente destructivo y no es muy alegado por los habitantes de Puno.
La película Paloma de Papel hecha por un actor de Lima no forma parte de la corriente
cinematográfica andina, pero narra, a través de los recuerdos de un adolescente, el proceso que la
población andina ha recorrido de digerir el conflicto. Paloma de Papel representa el momento en la
historia peruana de recuerdo y reconciliación. La última escena muestra un ritual de reconciliación en
el que Juan vuelve a ver a sus amigos después de su (injusto) encarcelamiento. Donde termina la
película empieza la reconstrucción.
Francine A’nness uiliza en Resisting Amnesia: Yuyachkani, Performance and the Postwar
Reconstruction of Peru, la metáfora teatral, social drama de Richard Turner para describir la reciente
historia de Perú (A’ness, 2004: 410). El drama social de Turner representa distintos periodos de crisis
en una sociedad. Esta crisis puede estar divididas en cuatro diferentes fases cronológicas: breach,
crisis, redressive action y reintegration o schism.
En la primera fase el orden social corre peligro. En la segunda fase, la crisis, ocurre el
conflicto. La tercera fase representa al periodo de transición después del conflicto. La cuarta fase es
el periodo en el que el antiguo orden es restablecido o uno nuevo comienza. A’ness considera el
período de reconciliación y verdad en el que Perú se encuentra durante el funcionamiento de la
Comisión de la Verdad y Reconciliación como la tercera fase de transición. Paloma de Papel se
desarrolla en la misma atmósfera. De esta manera alego que las películas puneñas son la
continuación a Paloma de Papel ya que se encuentran en la atmósfera de la cuarta fase. Si Paloma de
Papel cuenta la historia del procesamiento de la perturbación de la niñez idílica de Juan y el Perú por
el conflicto armado, El Huerfanito cuenta la historia de la población puneña que se dirige hacia el
futuro. La coincidencia de los nombres en las dos películas fortalece la idea de que Juanito el
protagonista en El Huerfanito, como diminutivo de Juan el protagonista de Paloma de Papel, es parte
de la nueva generación de niños que tienen que buscar un futuro. Juanito cuenta su nuevo amigo
Luchito9 en la escena central de El Huerfanito: “Mi profesor en mi escuela me decía ‘ustedes son el
futuro del Perú’, pero si nos tratan así de mal, ¿qué futuro tendremos tú y yo”. Luchito responde: “Es
cierto, cómo quisiera que vivamos felices, que la vida sea diferente, que yo esté con mi padre, con mi 9 También el nombre de Lucho indica la fase histórica y el general estado de ánimo en el que se encuentran las películas puneñas. La principal referente de la identidad personal de una persona son el nombre y el apellido que un recién nacido recibe de sus padres (Rivera, 2009: 35). La identidad de Lucho es uno de luchar, combatir. Quispe une la identidad de Lucho a la población puneña que describe en la entrevista como gente que avanza.
14
madre, con mi hermanita, muy felices, que me lleven a jugar [...]. En el nuevo orden después de la
guerra, ya no vemos un combate de revolucionarios y un ejército del estado y del pueblo como en
muchas películas hechas sobre el conflicto armado peruano. La cuarta fase del social drama es una
que Flaviano Quispe denomina con el mismo nombre de “drama social”. Después de la crisis de la
guerra civil y la siguiente batalla con la memoria y la reconciliación en Paloma de Papel vemos en El
Huerfanito la batalla del drama social de los juliaqueños. Los hombres y mujeres con armas son
sustituidos por padres ausentes, débiles o en vana lucha y por niños trabajadores en el drama social
sabiendo que soportan el futuro sobre sus hombros. La población de Puno ha sobrevivido a la guerra
civil y, conforme al título de la última película de Quispe Sobrevivir en los Andes, se abre paso al
futuro y contrae el drama social de la pobreza y el abandono de los gobiernos. En El Huerfanito eso
pasa con la ayuda de valores que están relacionados con la cultura andina. El público puneño ve y
discute la solidadridad (recíproca) (ayni) entre Juanito y Lucho que les ha ayudado a seguir adelante.
Si los padres no pueden asimilar su tarea de protección, las familias alternativas pueden formarse
como Juanito con su hermana y su cuñado como padres sustitutos. Como el título de la película
Buscando a Papá de Flaviano Quispe, que además puede referirse al padre en forma del Estado. Si
este padre no asimila su tarea de protección, la gente puede reaccionar y protestar como las
frecuentes acciones en el departamento de Puno, por ejemplo las actuales protestas de índole
medioambiental, y los artículos críticos de opinión que salen en el periódico Los Andes.10 También en
El Misterio del Kharisiri la, a veces, discutible presencia estatal es tratada y presentada al público a
través de la incapacidad y corrupción de la policía.
La historia de los habitantes de Puno que, como público de las películas andinas, negocian
con los directores una reconstrucción de identidad cultural comienza después de la última escena de
Paloma de Papel. Esta historia tiene lugar en un paisaje “rurbano” con la riqueza cultural de los
antepasados en el primer plano. Ahora paso a la tarea de esta activa reconstrucción identitaria tanto
en diferentes ámbitos de la sociedad puneña como en las salas de cine.
Conversación sobre identidad cultural
Si bien el final del conflicto armado peruano no puede tener un fin severo e inflexible ni en un
aspecto emocional ni violento, después del cierre emocional de la Comisión de la Verdad y
10 El discurso del Presidente Alan García al pueblo peruano con la celebración de la Independencia el 28 de julio 2010 fue mencionado en Los Andes como un mensaje de deslealtad y menosprecio para la región del Altiplano. Eso porque evadía temas importantes para esta región. Como la implementación de la Zona Económica Especial de Puno, la polémica alrededor de la construcción de la central hydro-‐eléctrica en Inambari y el Proyecto Curricular Regional propuesto por la dirección regional de educación. La insatisfacción concerniente al mensaje presidencial se hizo notar en una acción de protesta de unos habitantes de Juliaca que lavaban la bandera peruana para simbolizar la recuperación de los derechos del pueblo y rechazar la política de exclusión del gobierno nacional. [Los Andes, 30/07/2010]
15
Reconciliación, los puneños se encuentran en el camino hacia un futuro en la cuarta fase del social
drama: reintegration o schism. La fase de recuperación del orden anterior o del nacer de uno nuevo.
Por un lado se trata de un orden nuevo con Puno “rurbano” entretejido en el proceso de
globalización y una duplicación de los turistas en la región. Por otro lado los puneños se sirven
hábilmente de las piezas del pasado para sostener frases sobre ellos mismos. Theidon describe
reconciliación como un proceso que sustituye recuerdos hóstiles con recuerdos de relaciones
sociales anteriores (Theidon, 2004: 176). La continuidad cultural con los antepasados es importante
en la sociedad andina de postguerra y en el nuevo orden del siglo XXI donde puede ayudar a aceptar
los desafíos de este nuevo orden. Como Marcos, que propone con la ayuda de los valores andinos
formular una alternativa forma de vivir en cuanto al medio ambiente y la desigual división de la
riqueza. La continuidad cultural andina ofrece asidero en este nuevo orden pero también tiene que
ajustarse y adaptarse a ello, es decir ser negociada. Las películas andinas ofrecen una plataforma
para esta negociación cultural que también Rivera advierte de gran importancia: “Si sólo nos
preocupamos por proteger, cultivar y difundir los referentes antes descritos [referentes identitarios],
estaremos contribuyendo a preservar nuestra identidad cultural pero no a convertirla en el eje
articulador de nuestro bienestar como colectividad que debería buscar surgir y desarrollarse de
acuerdo a nuestra propia cultura sin descuidarse de las exigencias de un mundo globalizado.” (Rivera,
2009: 49)
Rivera explica que el sentimiento de pertenencia a un grupo cultural es más profundo cuando
el individuo toma consciencia de esta pertenencia (Rivera, 2009: 38). El cada vez volver a relacionarse
con los antepasados sugiere una fuerte consciencia de la población puneña concerniente a su
identidad cultural. Puno es un departamento donde conviven quechuas, aymaras, uros y grupos de
individuos que no están relacionados con uno de estos fondos étnicos. La población “rurbana” es el
producto de una mezcla de estos diferentes grupos. Aunque manejan diferentes idiomas, están
unidos por el español. Al mismo tiempo, el quechua y el aymara tienen su efecto en el trato en las
ciudades en Puno.11 Las películas andinas representan esta población heterogénea y es esta misma
población que va a ver a ellos mismos en las películas. Las películas andinas otorgan un lugar
lingüístico para los diferentes grupos. Algunas películas como El Misterio del Kharisiri contienen
escenas en aymara o están como el cortometraje Pisaca Pankaritampi Tayca Tiwulampi (Joseph Lora,
2007) enteramente en este idioma. Otras películas como El Huerfanito contienen escenas en
quechua o están como Una Tragedia del Alcohol (Joseph Lora, 2008) enteramente en quechua. Los
diferentes grupos étnicos no solamente están lingüísticamente presentes en las películas andinas, 11 Uno de los ejemplos más característicos que se puede apreciar en el habla diaria en la ciudad de Puno es la palabra quechua alalau para expresar frío. Alalau es además el título de un poema en español de Luis de Rodrigo que nació en 1904 en Puno y es presentado por José Paniagua como “un García Lorca andino” (Paniagua, 2006: 49-‐50).
16
sino también están unidos por la traducción al español en subtítulos de las escenas en quechua o
aymara.
Los mismos grupos étnicos están además unidos por una cultura similar, la cultura andina.
Omar: “Me siento andino aymara, porque “andino” tiende a ser un nombre general que abarca
aymaras, quechuas,...” Theidon describe que en Ayacucho los rituales eran importantes porque
establecían un puente entre el presente y el pasado que no solamente era tristeza y violencia política
(Theidon, 2004: 15). De esta manera se hizo posible la recreación de una identidad colectiva que no
solamente estaba relacionada con guerra. La Plaza de Armas en Puno es un espacio que da lugar a
una serie de rituales, desfiles y acciones de protesta donde juega un papel importante la pertenencia
y la formación de identidad. Cada domingo hay desfiles militares y escolares. La bandera peruana es
izada y el himno nacional cantado. El puneño tiene la nacionalidad e identidad peruana. Cuando un
colegio cumple años, los desfiles no solamente expresan pertenencia al Perú con la bandera peruana,
sino también expresan la pertenencia a la cultura andina; no en lo más mínimo representada por los
bailes tradicionales. Otro ejemplo ilustrativo es el año nuevo andino, el veintiuno de junio, que
fortalece la construcción identitaria cultural y la unión con los antepasados. También Inge Bolin
escribe que hoy en día los rituales promueven en la población andina un sentimiento de continuidad
(Bolin, 2002: 12). Bolin lo describe como un sentimiento circunscrito no sólo al espacio que ocupan
en el presente, sino también en el pasado y en el futuro. En una entrevista en Los Andes Marcelino
Espinoza Ramos, un sabio andino, cuenta que en la ciudad de Puno la gente ha empezado a celebrar
el año nuevo andino desde el año 2000.12 Ramos dice que los habitantes de los Andes siempre han
practicado este ritual: continuidad cultural con los antepasados por medio de un ritual que es
reafirmado.
La cantidad de artículos en Los Andes sobre la cultura andina en combinación con los
abundantes artículos donde discriminación y exclusión política hacia la región es criticada es
significativo. Implica la importancia de esta unidad cultural en Puno en relación con el racismo en el
Perú. Y así también la importancIa del papel unificador de las películas andinas. Jesús Martín-‐Barbero
escribe que la nueva cultura audiovisual genera nuevas comunidades que corresponden a nuevas
maneras de estar juntos, de contemplar la identidad narrativa (Martín-‐Barbero, 2000: 34). La
reconstrucción identitaria en las películas puneñas tiene éxito con habitantes de la región que se
sienten quechua, aymara, andino, puneño, peruano o una combinación de ellas. Las películas juntan
culturalmente a una región heterogénea como Puno a través de una colectiva identidad cultural
andina. También fuera de Puno, las películas andinas crean nuevas comunidades: la población
andina, a través del cine andino, encuentra conexión en las salas de cine y en el circuito ilegal de
12 Los Andes, 22/06/2010
17
DVD. En los Andes (Cajamarca – Huancayo – Huancavelica – Ayacucho – Puno – La Paz) y hasta
ciudades de inmigrantes en la costa como Lima. Pasando la geografía complicada del Perú y los
procesos de migración, las comunidades encuentran de esta manera una nueva forma de
comunicación.
Si bien existe un resurgimiento y una revalorización de la cultura andina como continuidad
cultural en el nuevo orden después de la guerra civil, esto no conlleva que la continuidad cultural no
sea tratada de una manera crítica. Marcos explica que los intelectuales de Puno tratan la cuestión
cultural. Desde el ámbito académico la cultura andina es examinada críticamente como en la Escuela
Profesional de Antropología de la Universidad Nacional del Altiplano. El artículo “Ser o no ser. El
dilema de la identidad cultural en el Altiplano peruano” de Rivera es ilustrativo. En todo el texto se
nota la importancia que Rivera concede al tema de la identidad cultural. Un ejemplo es la lectura
crítica que Rivera hace de la danza como la actividad cultural más difundida en la región Puno
(Rivera, 2008: 26). Rivera advierte por el peligro de sobre explotación de este referente identitario y
de que la falta de conocimiento de las danzas tradicionales encamina a improvisaciones, objetivando
y folklorizando esta expresión cultural (Rivera, 2008: 26-‐27). El manejo crítico de la cultura andina
también tiene lugar en la educación. Eso es importante, ya que en Puno después de la familia, las
instituciones educativas procuran una intervención externa de la construcción de identidades
(Rivera, 2008: 24). Marcos explica que en el Colegio San Carlos procuran entresacar lo mejor de los
valores occidentales y de los valores de los antepasados. El Proyecto Educativo Regional parece ser
un proceso lento que después de varios años de demoración en cuanto a la elaboración en 2009
todavía no se había puesto en práctica (Rivera, 2009: 52). Sin embargo, sí hay ideas: Marcos habla,
por ejemplo, de la intención de organizar talleres donde los estudiantes puedan practicar quechua y
aymara. El periódico Los Andes ofrece a pesar de su clara ideología andina artículos críticos sobre
Puno y la cultura andina. Y también la población se ocupa consciente o inconscientemente del trato
de la cultura andina. Omar, por ejemplo, no está de acuerdo con la idolatría que a veces tiene lugar
en la cultura andina. Elmer cuenta que saca de su trato diario con los adultos lo bueno y lo malo.
Joseph por su parte dice que con la llegada de Internet los mayores ya no son la única fuente
correcta de conocimiento. La continuidad cultural andina con los antepasados a través de los padres
y los abuelos no ofrece una respuesta unívoca.
A la negociación de la cultura en el sector académico, la educación, la prensa y entre la
población de Puno también hay que añadir el sector artístico mediante las películas andinas. Aparte
de los medios contemporáneos utilizados por los directores de cine, la manera de tratar
acontecimientos no es nueva en los Andes. Los curanderos como “especialistas de la memoria”
(Theidon, 2004: 98), las cantantes de qarawi como formas narrativas que tratan de una manera
crítica los acontecimientos en la historia mientras que se actualizan (Theidon, 2004: 133-‐134) y las
18
mujeres en los Andes que tejiendo una compleja simbología en la vestimenta son consideradas como
“the historians of their society” (Bolin, 2002: 119) convergen en los directores de cine. Ángela Quispe
es estudiante de pedagogía originaria de San Juan del Oro que vino a vivir con sus hermanas en la
ciudad de Puno para recibir una mejor educación. Ángela explica que las películas muestran el
paisaje, los bailes y los habitantes de Puno y que es una transmisión de su cultura. Ángela indica
además, que lo que muestran las películas no es ficción. Las películas son un medio para la
negociación cultural a la que contribuye el carácter realista de las películas. Este proviene entre otras
cosas de la colaboración entre la gente de toda la región en el proceso de filmación. Estofanero
explica que durante la filmación de Camino a la Verdad tenía que enseñarle al personaje de la
abuelita a actuar y que, después, ella lo realizaba según su propia manera: movimientos físicos
brúscos que Estofanero atribuye a la gente del campo y una manera de hablar en la que mezcla el
español y el quechua. Además, la abuela actuaba en su propia casa. Las películas andinas pueden ser
consideradas como documentales ficticios de la vida en Puno. También Richard Umiña, un joven de la
ciudad de Puno con un diploma de informática que trabaja en el sector turístico, se conmocionó con
El Misterio del Kharisiri porque la película se encontraba muy cerca de la realidad de Puno. Ángela
concluye: “es recomendable ver lo que se produce en nuestro lugar”. La palabra clave es “ver”: los
puneños observan su vida en el nuevo orden global “rurbano” del siglo XXI en el que “se ven y se
conocen” del campo, al que se refería Estofanero, que ya no es. Por ende, las películas andinas
ofrecen una mirada bienvenida a su entorno, a sus conciudadanos y a su cultura. Una mirada propia
a su entorno expuesta a discusión y no una mirada fija de los medios de comunicación nacionales.13
Las discusiones culturales alrededor de El Misterio del Kharisiri comienzan en la misma
película donde hay personajes que creen en la existencia del kharisiri14, personajes que no creen en
el kharisiri y personajes que dudan. El propio Henry Vallejo como director de la película ha empezado
la negociación cultural dentro de la película. Presenta El Misterio del Kharisiri como “un pequeño
mundo o universo” en el que los protagonistas “están experimentando el mito.” Los personajes están
viviendo el mito del kharisiri y representan de esta manera el test del mito a través de imágenes en
movimiento al público. Andrew Canessa describe el kharisiri como un fenómeno ampliamente
documentado en los Andes rurales y que parece tener su orígen en el tiempo colonial (Canessa,
2000: 706). Se basa en Stern para unir el origen del kharisiri con la práctica de los soldados españoles
de utilizar la grasa de los cuerpos de los indígenas para curar sus heridas después de las batallas.
13 Aparte de una propia mirada que ofrecen las películas andina y los diferentes estaciones locales de televisión, los otros medios de comunicación en Puno también ofrecen una voz característica con Radio Pachamam que suena “Radio Pachamama la voz del sur andino” y la palabra escrita con entre otros Los Andes y El Alferado. 14 El término kharisiri es originario de la zona aymara de Bolivia y el sur de Perú (Kato, 2005: 99). El mismo personaje vuelve bajo el nombre de pishtaco en la zona quechua del norte y el centro de Perú y recibe el nombre quechua Nakaq en el sur de Perú.
19
Canessa prosigue que, posteriormente, el kharisiri se une a los curas mientras que hoy la unión es
con mestizos y blancos en general, aunque muchas veces sigue teniendo una asociación religiosa
explícita. El carácter realista que Richard apreciaba mucho en El Misterio del Kharisiri contribuye a la
identificación y por consiguiente la conversación identitaria sigue dentro y alrededor de la sala de
cine. En la filmoteca improvisada en Millojachi donde hice una presentación de El Misterio del
Kharisiri, los habitantes de la comunidad mantenían durante toda la película una conversación en
quechua con la historia. Después de la función algunas de las personas del público me explicaron que
el operador de cámera les hizo reÍr porque gasta tanto dinero para su novia a un adivino de hojas de
coca que no consigue nada. Cuando la periodista se encuentra enferma en el hospital la discusión
volvió alrededor del curandero. La gente en la sala comentaba que cuando se trata de un kharisiri las
inyecciones del hospital no curan. Vallejo también participa como director e interlocutor en la
conversación identitaria durante una entrevista y cuenta que, según él, la medicina tradicional puede
ser muy útil mientras vaya pareja con la ciencia y mientras no sea simplemente superstición.
La misma negociación cultural tiene lugar en El Huerfanito cuando el padre preocupado por
su esposa cuenta a la partera que la ciudad y el hospital quedan lejos. La partera le responde que no
tiene que preocuparse, su esposa está en sus manos. Una negociación cultural que también tiene
lugar a nivel nacional con la aprobacion de la Ley de Medicina Tradicional por el Congreso en junio
2010.15 Las hojas de coca son el símbolo cultural más destacado en esta escena. La partera lee las
hojas y la madre las mastica. Catherine Allen refiere en su artículo en 1981 “To be Quechua: The
Symbolism of Coca Chewing in Highland Peru” a los efectos físicos de las hojas para aleviar hambre,
sed, cansacio y dolor, como para la madre de Juanito (Allen, 1981: 158). Allen escribe que el uso de
coca forma parte íntegra de la cultura andina y que masticar hojas de coca es identificarse como
quechua (Allen, 1981: 157). Casi todos los aspectos del uso de coca en los Andes son ritualizados
(Allen, 1981: 159). En los Andes contemporáneos de la postguerra, el uso ritualizado de coca puede
ser otra vez un símbolo cultural importante para la unión con los antepasados y la reafirmación de la
construcción identitaria. También hoy las hojas forman parte de la cultura andina (rituales, hojas de
coca en los sienes contra el dolor de cabeza, maté de coca tanto para los puneños como los
turistas,...), pero en la variada y global sociedad “rurbana” en Puno ya no se trata exclusivamente de
identificarse como quechua. Las hojas de coca ofrecen por diferentes personas de diferentes
maneras la participación en la cultura andina sea por sentimiento, compromiso o escenificación.
Para responder a la pregunta de si los entrevistados habían visto El misterio del Kharisiri y
qué les había parecido, Richard y Omar empezaban inmediatamente a hablar de problemas
culturales. Según Richard la película provoca la pregunta “¿será cierto?”. Richard nació y creció en la
15 Los Andes, 24/06/2010
20
ciudad de Puno y me cuenta que lo que pasa en la película ocurre en la vida real. De esta manera
indica la validez de investigar el mito del kharisiri, que muchas veces es relacionado con comunidades
rurales, en el orden contemporáneo “rurbano” de Puno.16 El mito del kharisiri forma parte de la
cultura andina de hoy y El Misterio del Kharisiri investiga, igual que artículos científicos como “Fear
and Loathing on the Kharisiri Trail: Alterity and Identity in the Andes” de Andrew Canessa en el
pequeño pueblo Pocobaya en los Andes bolivianos, el mito del kharisiri en el departamento
“rurbano” de Puno. La conversación cultural sigue además por Internet donde el público proveniente
de diferentes países, aparte de un juicio de valor sobre la misma película, ofrece su opinión sobre la
existencia del mito del kharisiri. Omar no se pregunta si las prácticas del kharisiri pasan realmente,
sino que indica espontáneamente los puntos positivos y negativos que ofrece la película. Omar
considera las ciencias ocultas y la magia negra, por la cual en la película hay gente que muere, como
algo negativo que a veces se practica en los Andes. Lo positivo es la unidad que ha observado en las
últimas escenas de la película. Omar insiste además otra vez en la mirada. También se trata de lo
siguiente: “Poder vernos cómo somos.” Contemplar la vida en Puno para hablar de la cultura y ver en
el nuevo orden quiénes son los habitantes de este departamento. Eso es reconstruir una identidad
cultural y ofrecer pertenencia a un grupo cultural y unidad como la observada por Omar en El
Misterio del Kharisiri.
Conclusión
Una investigación del corriente cinematográfico en Puno puede ayudar a captar las dinámicas
sociales presentes en esta región del sur peruano. Comencé el artículo con Nygren, quien escribe que
el colocar a la población en un sistema global de subordinación invalida su capacidad de tratar
dificultades y seleccionar formas concretas de percepción y fuentes alternativas de resistencia. Ha
sido central en la discusión de las películas andinas en Puno que gracias al carácter realista de las
películas el público puede mirar hacia su entorno. Parece apropiado concluir que las películas
puneñas son fuentes alternativas de resistencia ya que dando una propia visión de la sociedad
puneña ofrecen una selectiva forma de percepción. Los directores en Puno contestaron al final
emocional de la Comisión de la Verdad y Reconciliación con un nuevo inicio. Después de haber
sobrevivido al conflicto armado, los puneños tratan de erradicar desde su departamento el racismo y
la discriminación a través de formas selectivas de percepción de su entorno (el paisaje “rurbano”) y
su cultura (cultura andina contemporánea de los antepasados). Los directores con su público
negocian, paralelamente a la sociedad puneña, en el nuevo órden “rurbano” del siglo XXI y con la 16 Durante un concierto en la ciudad de Puno del grupo Cumbia 3000 que toca cumbia funk uno de los cantores hace una broma sobre uno de los miembros del grupo que es rollizo y menciona el kharisiri. También cuando el mito del kharisiri ocurre a través de humor hace parte de la cultura. El hecho de que alguien refiere al kharisiri tiene más significación que la pregunta de si alguien cree en el kharisiri o no.
21
ayuda de una supuesta continuidad cultural andina, una nueva identidad cultural y de esta manera
van juntos rumbo al futuro. Los directores Flaviano Quispe y Henry Vallejo abrieron el camino
rellenando el vacío cultural: tanto a la ausencia de una alguna vez floreciente cultura de cine como
en cuanto a la presencia de representaciones culturales externas vacías. Un cambio bienvenido
después de las representaciones de su departamento en la media nacional y la mirada turística. Es
además significativo que, a pesar de que las películas ofrecen una representación realista del Puno
de hoy, los muchos turistas que visitan y habitan la región no aparecen en los documentales ficticios
que parecen ser las películas puneñas.
En las oscuras salas de cine en el departamento puneño la mirada de los puneños se dirige
automáticamente hacia la pantalla por lo que se arroja una luz sobre la cultura y así es servida la
identidad cultural. Si bien antes la identidad andina y puneña ya había sido tratado por poetas y
autores locales, no había sido (re)presentada en imágenes con sonido. La negociación cultural, que
pasa en Puno en diversos sectores, es facilitada y estimulada por la representación realista de la
sociedad “rurbana” de Puno en movimiento y sonido. Las imágenes cinematográficas anotan a los
medios culturales dentro de la “rurbana” sociedad puneña con sentimiento (por ejemplo en los
miedos, los sueños y la esperanza de los protagonistas en El Huerfanito) por lo que los puneños son
estimulados a reflexionar sobre la sociedad en la que viven y su identidad cultural. Las narrativas de
identidad que resultan de esta conversación identitaria construyen una identidad híbrida en la que
caben los diferentes grupos étnicos-‐linguísticos del departamento y la globalización es un proceso
presente. Las narrativas de identidad se forman en una escenificación “rurbana” y toman forma en
símbulos culturales e referentes identitarios. En líneas generales esta cultura andina también trata de
una manera de vivir en la que valores como el respeto y la solidaridad son importantes para esta
diversa sociedad “rurbana” que quiere avanzar. Sería una continuación interesante juntar una serie
de películas y un grupo destinatario para poder buscar, a través de una conversación identitaria,
semejanzas en los símbolos culturales e referentes identitarios y seguir investigando más la híbrida
“rurbana” identidad andina.
La presencia e importancia de la discusión cultural fue esclarecedora tanto en la investigación
del público durante las funciones de cine como durante las entrevistas y por Internet donde los
medios culturales fueron espontáneamente discutidos. Como escribe Rivera: el pertenencer a un
grupo cultural es más fuerte cuando un indivíduo toma concienca de ello. La identificación y el
orgullo que expresan los puneños en relación con las películas hechas en este departamento es una
expresión de conciencia y un fuerte sentimiento de pertenencia a la cultura andina. De esta manera,
aparte de su valor creativo, las películas fortalecen el sentimiento de pertenencia a la cultura andina
y estimulan la reconstrucción identitaria desde adentro. Una colectiva identidad cultural que puede
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atacar sentimientos de interioridad desde adentro y racismo tanto desde adentro como desde
afuera. Sirviendo la identidad cultural las películas andinas en Puno también abren paso al futuro.
Las películas puneñas muestran símbolos andinos y situaciones locales, sin embargo los
melodramas y las historias de horror y de amor tienen la fuerza de llegar a un público fuera del
departamento. Tanto El Huerfanito como El Misterio del Kharisiri fueron representados en varios
festivales de cine extranjeros. A pesar de que ir a parar en el circuito comercial no es un camino fácil,
sí es un camino que con el levantar la voz en la producción cinematográfica nacional, que asimismo
conoce un florecimiento, pueda dar a las narrativas andinas y a la reconstruida identidad cultural un
lugar dentro de las narrativas nacionales de identidad. De esta manera las narrativas de identidad
cultural también pueden ofrecer desde Puno en el discurso nacional una nueva narración de la
nación del Perú como país culturalmente diverso. Tal vez una floreciente industría cinematográfica
peruana en la que cine en los Andes y cine en Lima sí son pronunciados sin respirar pueda ofrecer la
misma unión que la cocina peruana actualmente ocasiona. La esperanza y la profesionalización del
benjamín entre los directores puneños Elmer Estofanero y además el deseo de avance que vive en
Puno, me obliga a hablar esperanzadoramente del futuro cinematográfico en Puno. Asimismo de
estimular la cooperación para encontrar soluciones presupuestarias para que esta industría cultural
pueda, como los migrantes peruanos, abrirse paso fuera del departamento.
Espero haber demostrado que la conversación identitaria en Puno no solamente trata y
ofrece una orgullosa identidad andina, sino también un puente hacia una inclusive y variada
identidad peruana. La película Buscando a Papá de Flaviano Quispe y la industría cinematográfica
puneña en general también parece ser una búsqueda de ser desde Puno parte del Estado peruano.
Cuando hablo de las películas como fuentes alternativas de resistencia parece apropiado abordar
esta resistencia no como una resistencia extremista o separatista en contra del poder central, sino
como una resistencia en contra de la exclusión y en busca de reconocimiento y pertenencia. Los
pueneños andan en la tierra del Altiplano dónde nacieron sus ancestros. Aparte de procedencia
histórica, también representan frecuéntemente su procedencia geográfica con “mi tierra”. La misma
Pachamama sacral que es tan importante para su identidad cultural; la misma tierra que es parte del
Perú; la misma tierra en la que quieren abordar el tema minero en diálogo y no excluidos del poder
de decisión capitalino. Con la madre tierra y el sentirse peruano también se busca un padre Estado
que defiende los intereses de la población del sur de los Andes peruanos como plenos ciudadanos.
Sigue sin responder la pregunta y esperanza de si el nuevo Presidente Ollanta Humala podrá juntar
los intereses económicos y sociales del país. Los habitantes de Puno por su parte se encuentran en
un camino de reconstrucción identitaria cultural desde Puno y los Andes como ciudadanos peruanos;
y lo que escribe Abercrombie también vale para el Perú y los conflictos socio-‐ambientales e
interculturales que Puno está viviendo en la acutualidad del escribir estas palabras: no importa si es
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“Asanaqi to Inca, indian to Spaniard, or rural community or individual to the Bolivian government all
have found themselves engaged not only in political struggle but also in a struggle to mark out
relatively autonomous spheres in which to gain control over the meanings of their lives.”
(Abercrombie, 1998: 10)
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