Bosquejos del estudio de cristalización · 2021. 7. 14. · BOSQUEJOS DEL ESTUDIO DE CRISTALIZACIÓN 4 El significado escondido e intrínseco de Josué, Jueces y Rut 1. Al estudiar

Bosquejos delestudio de cristalización

JosuéJueces

Rut

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Primera edición: julio del 2021.

ISBN 978-1-5360-1409-9

Traducido del inglésTítulo original: Crystallization-study Outlines

Joshua, Judges, Ruth(Spanish Translation)

Impreso en los Estados Unidos de América

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BOSQUEJOS DEL ESTUDIO DE CRISTALIZACIÓNJOSUÉ, JUECES, RUT

AFIRMACIONES CLAVES

Necesitamos saber que en tipología el significadode la tierra de Canaán tiene dos aspectos:

por el lado positivo, Canaán tipifica al Cristo todo-inclusivocon Sus riquezas inescrutables,

y por el lado negativo, Canaán representa la sección celestialdel reino tenebroso de Satanás con sus huestes satánicas.

Para ganar y poseer plenamente a Cristo,quien es la tierra todo-inclusiva para el edificio de Dios,

debemos aprender a ser guardados, regidos, gobernados y guiadospor la presencia directa y de primera mano del Señor;

si tenemos la presencia del Señor,tendremos sabiduría, perspicacia,

previsión y el conocimiento intrínseco de las cosas;la presencia del Señor lo es todo para nosotros.

Necesitamos ser rescatados de la iniquidady de ser hacedores de iniquidad,

hacer lo que es recto ante los ojos de Diosal obedecer el principio rector de servir a Dios,

y conquistar el caos satánico en la vieja creacióny llevar a cabo la economía divina para la nueva creación.

Para ser cristianos normales, para ser los vencedores de hoy,así como para responder al llamado actual del Señor

y atender a Su necesidad actual en Su recobro,tenemos que ser las “Rut” de hoy para volvernos

a la economía de Dios, entrar en la tierra de Emanuely casarnos con Cristo a fin de producir a Cristo,para satisfacer la necesidad actual tanto de Dios

como de los hombres.

BOSQUEJOS DEL ESTUDIO DE CRISTALIZACIÓN

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El significado escondido e intrínsecode Josué, Jueces y Rut

1. Al estudiar las historias y profecías del Antiguo Testamento debemos tomar en cuenta el panorama completo, la perspectiva completa, de todas las Escrituras con respecto a la economía eterna de Dios en torno a Cristo y la iglesia, cuya consumación es la Nueva Jerusalén. Esto no sólo nos proveerá una perspec-tiva más amplia, sino también el significado intrínseco más profundo del propósito de Dios al presentarnos las historias y darnos las profecías del Antiguo Testamento. El panorama, el centro y el significado intrínseco de todas las historias y profe-cías del Antiguo Testamento tienen que ser Cristo y Su Cuerpo, que finalmente alcanzarán su consumación en la Nueva Jeru-salén con miras a la economía eterna de Dios.

2. A fin de que Dios cumpliese Su economía eterna, era necesario que Él creara los cielos para la tierra, y la tierra para el hom-bre (Zac. 12:1). Dios creó al hombre a Su imagen y conforme a Su semejanza con un espíritu a fin de que el hombre pudiese contactar a Dios, recibirlo, guardarlo y tomarlo a Él como su vida y contenido. Fue muy triste que este hombre cayera, con lo cual se apartó de Dios y del propósito de Dios en cuanto a Su economía. Posteriormente, de entre la humanidad caída, Dios escogió a un hombre llamado Abraham y a sus descendientes, e hizo de ellos un pueblo particular, Sus amados elegidos entre todas las naciones (los gentiles). Dios tardó más de cuatrocientos años en producir, constituir y con formar tal grupo de elegidos que reemplazara al linaje adámico con miras al cumplimiento de Su economía eterna. Dios hizo pasar a estos elegidos Suyos por pruebas y sufrimientos, tanto en Egipto como en el desierto, para adiestrarlos, disciplinarlos y hacerlos aptos a fin de que coordinaran con Él en tomar la tierra prometida por Dios para

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JOSUÉ, JUECES Y RUT

Cristo aquí en la tierra y en proveer las personas apropiadas para introducir a Cristo en el linaje humano. Tomar posesión de la tierra prometida por Dios para Cristo y proveer las perso-nas apropiadas a fin de introducir a Cristo en el linaje humano son los dos puntos principales de la sección de la historia anti-guotestamentaria abordada en los tres libros de Josué, Jueces y Rut. Estos dos puntos principales —tomar posesión de la tie-rra para Cristo y proveer antepasados legítimos para Cristo— constituyen el espíritu mismo de la historia narrada desde Josué hasta Rut; ellos constituyen el significado escon dido e intrín-seco de esta sección de historia antiguotestamen taria. Es nece-sario que tengamos una clara visión al respecto. De lo contrario, nuestro estudio de cristalización de estos tres libros será en vano, tal como lo han sido los estudios de numerosos historia-dores, estudiantes de la Biblia y maestros de las Escrituras, tanto judíos como cristianos.

3. Si, por la misericordia del Señor, vemos tal visión, esta sección de la historia en el Antiguo Testamento nos beneficiará tanto como el Nuevo Testamento. Tal visión nos ayudará a ver que la historia del pueblo de Dios aquí en la tierra es, en realidad, la historia del Dios que obra entre Sus elegidos en el Antiguo Testamento vigorizándolos, así como la historia del Dios que opera dentro de Sus redimidos vigorizándolos y haciendo que se vigoricen juntamente con Él para el cumplimiento de Su econo-mía eterna con respecto a Cristo y Su aumento, cuya consuma-ción será la Nueva Jerusalén. Es mi esperanza que mediante el presente entrenamiento todos podamos ver y comprender que nuestro vivir, nuestro andar diario, nuestros estudios, nuestro empleo y nuestro negocio tienen que formar parte de la histo-ria de Dios en Su mover maravilloso y excelente sobre la tierra hoy. Para ser cristianos normales, para ser los vencedores de


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hoy, así como para responder al llamado actual del Señor y atender a la necesidad actual del Señor en Su recobro, de nin-guna manera basta con simplemente ser un supuesto buen her-mano o una buena hermana que asiste con regularidad a las reuniones de la iglesia, que se comporta apropiadamente y que lleva una vida relativamente perfecta a los ojos de los hombres. ¡Es menester que seamos uno con Dios en Su historia —donde se mueve en Sus vencedores amorosos y los vigoriza— en vida, en vivir y en todo cuanto hagamos hoy en la tierra! ¡Tenemos que ser aquellos que hoy en día escriben la historia de Dios! ¡Tene-mos que marchar avanzando en unidad con el Dios vigorizante! ¡En Él! ¡Con Él! ¡Por Él! ¡Y para Él! ¡Tenemos que ser perso-nas vitales, vivientes y activas! ¡Tenemos que ser los “Josué” y “Caleb” de hoy a fin de tomar posesión, para Cristo, de la tie-rra prometida por Dios con miras a que nosotros mismos lle-guemos a ser la posesión de Dios! Tenemos que ser las “Rut” de hoy para volvernos a la economía de Dios, entrar en la tierra de Emanuel y casarnos con Cristo a fin de producir a Cristo, con miras a satisfacer las necesidades del hombre hoy. En ello debe consistir el significado intrínseco de estos tres libros: Josué, Jueces y Rut. El resultado de este entrenamiento debe ser ganar plenamente, para Cristo, la tierra prometida por Dios, y pro-ducir al Cristo excelente para satisfacer la necesidad actual tanto de Dios como de los hombres.

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JOSUÉ

Mensaje uno

El encargo, la promesay las palabras de aliento dadas por Dios a Josué

Lectura bíblica: Jos. 1:1-9

I. Josué es un tipo de Cristo en los siguientes as pectos:

A. Jesús es el equivalente en el griego del nombre hebreo Josué (He. 4:8; Hch. 7:45), el cual significa “Jehová el Salvador” o “la salvación de Jehová” (Mt. 1:21; Nm. 13:16):1. Cristo —nuestro Líder— es nuestro verdadero Josué —el

Capitán de nuestra salvación (He. 2:10; 4:8)— que nos lleva a la gloria y al reposo de la tierra prometida por Dios con Cristo como nuestra perfecta paz y plena satisfacción (2:10; 4:11; Dt. 12:9; Mt. 11:28-30).

2. Josué tipifica a Cristo, quien es la gracia que reem plaza la ley, la cual es representada por Moisés (Jos. 1:2a; Jn. 1:17); fue después que murió Moi sés, el legislador, que surgió Josué para introducir al pueblo en la buena tierra (Jos. 1:1-4); él tipifica al Señor Jesús, quien es nuestro Líder que nos lleva al disfrute de Sí mismo como nues tro reposo, la realidad de la buena tierra (Dt. 8:7-10; 12:9; Fil. 1:19; Ef. 3:8; Col. 1:12; 2:6-7; He. 4:8-9; Mt. 11:28-29).

B. En la guerra contra Amalec (Éx. 17:8-16), Amalec tipifica la carne, que es la totalidad del viejo hombre caído; Josué tipifica al Cristo presente y práctico, quien es el Espíritu que mora en nosotros y que com bate, Aquel que combate contra la carne y la hace morir (Ro. 8:9-13; Gá. 5:16-17, 24):1. El propósito de la carne consiste en impedir que entremos

en el pleno disfrute del Cristo todo- inclusivo como nuestra buena tierra.

2. La economía de Dios nos libera, trasladándonos de la carne al Espíritu, para que participemos de la bendición de las ri-quezas del Dios Triuno—Ro. 7:17—8:2; Gá. 3:14; Ef. 1:3-14.

C. A la edad de cuarenta, Josué se unió a Caleb para ser dos de los doce espías, aquellos que tenían sus corazo nes llenos de fe al haber tomado la palabra de Dios como su fe, a fin de atender los intereses de Dios con respecto a que el pueblo de Dios poseyera la buena tierra; entre los redimidos de Dios en el desierto, sólo dos vencedores, Josué y Caleb, recibieron el premio de la buena tierra—Nm. 13:30; 14:6-9, 27-30; Ro. 10:17; Gá. 3:3, 5; He. 11:5-6; Fil. 3:13-14; cfr. Hch. 6:5:


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Mensaje uno (continuación)

1. Según el relato en Números 13 y 14, el pueblo de Israel tenía un corazón malo de incredulidad; Josué y Caleb exhortaron y advirtieron al pueblo diciendo: “No os rebeléis contra Jehová” (v. 9); estas palabras indican que no creer en el Señor es rebe-larse contra Él—Nm. 13:31-33; 14:1-3, 6-11; Dt. 1:26, 32.

2. Si hemos de poseer plenamente a Cristo como buena tierra, debemos pedirle al Señor que nos salve de tener un corazón malo de incredulidad; tener tal corazón endurecido es apar-tarse, alejarse, del Dios vivo—vs. 25-26, 28, 35-39; 9:23; Hch. 6:5a; He. 3:7-13.

3. Nuestro andar cristiano es por fe, no por vista (2 Co. 5:7); por tanto, debemos continuamente poner los ojos en Jesús, el Autor y Perfeccionador de nuestra fe (He. 12:1-2); nuestra fe no proviene de nosotros mismos, sino de Aquel que se im-parte en nosotros como el elemento que cree, a fin de que Él crea por nosotros (Gá. 2:20; 2 P. 1:1).

4. Necesitamos comprender que para un cristiano, la increduli-dad es el mayor pecado; si nos asimos a la Palabra de Dios y creemos Su Palabra, todo estará bien; siempre que vivimos por nuestros sen timientos y no ejercitamos nuestro espíritu de fe ni volvemos nuestro corazón al Señor para creer en los hechos divinos en la Palabra de Dios, la cual es Su pacto, Su voluntad testada, para nosotros, nos rebelamos contra la Pala-bra de Dios, insulta mos a Dios y le hacemos mentiroso—Dt. 1:25-26; He. 3:12, 16-19; 4:2, 6; 11:1; Ro. 3:4.

5. No deberíamos sentirnos amenazados ni atemo rizados por las nubes de nuestras convicciones, sentimientos y entornos; debe-mos vivir bajo el nuevo pacto y no creer en ningún fracaso, debili dad, oscuridad o cosa negativa; somos las personas con quienes fue hecho el pacto y tenemos un versículo de promesa que satisface cada situación—Gn. 9:8-17; Ap. 4:2-3; Lm. 3:22-23; Ro. 8:1; 2 Co. 12:9; 2 Ti. 1:10; 2:1; Jud. 24; 1 Jn. 1:9; 1 Co. 1:9.

6. Nuestro espíritu es la “cuenta bancaria” del Cristo resucitado y pneumático como realidad de todos los legados del nuevo pacto; por medio de la ley del Espíritu de vida, todos estos lega-dos son im partidos a nosotros y son hechos reales para noso-tros; debido a que los miembros de la iglesia son un pueblo bajo el pacto, en realidad podemos ser llamados la iglesia del pacto—Is. 42:6; 49:8; Ro. 8:2, 10, 6, 11, 16; He. 8:10; Jn. 16:13.

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JOSUÉ


II. “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida. Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. Sé fuerte y cobra ánimo; porque tú harás que este pueblo herede la tierra que a sus padres juré darles. Sola-mente esfuérzate y sé muy valiente, cuidándote de hacer conforme a toda la ley que Mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que ten-gas éxito adondequiera que vayas”—Jos. 1:5-7:A. El hecho de que Jehová le dijera a Josué que, así como estuvo

con Moisés, estaría con Josué fue un gran asunto; en cierto mo-mento el Señor le dijo a Moisés: “Mi presencia irá contigo, y Yo te daré reposo” (Éx. 33:14); debido a que Moisés era una persona muy cercana al corazón de Dios e, incluso, una persona según el cora-zón de Dios, él disfrutaba plenamente de la presencia de Dios.

B. En el Nuevo Testamento la presencia de Jesús es Emanuel, que significa “Dios con nosotros” (Mt. 1:23; 18:20; 28:20); Cristo como Espíritu de realidad, el Espíritu vivificante, es Emanuel, la pre-sencia de la Trinidad Divina en nuestro espíritu (2 Ti. 4:22).

C. Deberíamos ejercitar continuamente nuestro espíritu de fe para esforzarnos y ser muy valientes a fin de disfrutar al Cristo todo- inclusivo, representado por la buena tierra, las arras de nuestra herencia actual, la cual es una muestra de nuestra herencia com-pleta y eterna del Cristo maravilloso en la próxima era y por la eternidad—2 Co. 4:13; Ef. 1:14, 18; 2 Co. 1:22; 5:5-6a.

D. Deberíamos tomar al Señor como nuestra fuerza y nuestro ánimo para magnificar a Cristo bajo cualquier circunstancia, lo cual con siste en experimentarlo con el máximo disfrute (Fil. 1:20; 4:11-13); siempre podemos declarar: “Jehová es mi luz y mi sal-vación, ⁄ ¿a quién he de temer? ⁄ Jehová es la for taleza de mi vida, ⁄ ¿ante quién he de temblar?”—Sal. 27:1.

E. La muerte reinaba antes sobre nosotros (Ro. 5:14), y nosotros estábamos bajo su esclavitud, en constante temor de la muerte; puesto que el Señor destruyó al diablo y anuló la muerte (He. 2:14-15; 2 Ti. 1:10), ya no tenemos temor de la muerte y somos libres de su esclavitud.

F. “Jehová no abandonará a Su pueblo, ⁄ ni desamparará a Su here-dad” (Sal. 94:14); “El Señor es mi Ayu dador; no temeré. ¿Qué me podrá hacer el hombre?” (He. 13:6); “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Ro. 8:31).


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G. Necesitamos ser aquellos que avivamos el fuego del espíritu que Dios nos ha dado, el cual no es un espí ritu de cobardía, sino de poder, de amor y de cordura (2 Ti. 1:6-7); nuestros sentimientos son totalmente una mentira; siempre deberíamos creer y decla-rar que somos fuertes, que estamos llenos de amor y que estamos muy claros; entonces podremos ser fuertes y cobrar ánimo (Jos. 1:6) para entrar en el Cristo todo-inclusivo y disfrutarlo como realidad de la buena tierra.

H. No debiéramos apartarnos “ni a la derecha ni a la izquierda” (v. 7) de la santa Palabra en lo que respecta a la visión celestial de la economía eterna de Dios, para que podamos tener éxito adon-dequiera que vaya mos al andar como es digno del Señor, “agra-dándole en todo” (Col. 1:10); de ese modo, antes de ser trasla dados, podremos obtener el testimonio de haber “agra dado a Dios” al creer continuamente que Dios es y que nosotros no somos (He. 11:5-6; Gn. 5:21-24).

III. “No se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que cuides de hacer con-forme a todo lo que en él está escrito, porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito. ¿No te he mandado? Sé fuerte y cobra ánimo; no temas ni desmayes, por que Jehová tu Dios está contigo adondequiera que vayas”—Jos. 1:8-9:

A. Josué debía ocuparse en la palabra de Dios y debía dejar que la palabra ocupase todo su ser (cfr. Col. 3:16); al ocuparse en la palabra de Dios y ser lleno de ella, Josué sería prosperado y ten-dría éxito en tomar posesión de la tierra prometida por Dios.

B. La clave mediante la cual Josué llevó a cabo todo lo que está escrito en la Palabra de Dios y la clave de su prosperidad, éxito, fuerza y ánimo en tomar pose sión de la tierra prometida por Dios consistían en que él no permitía que la palabra de Dios se apar-tara de su boca al reflexionar sobre ella día y noche; las palabras tu boca muestran que reflexionar se practicaba principalmente al hablar en voz alta:1. La palabra hebrea que se tradujo “reflexionaré” es rica en

significado; implica adorar, conversar con uno mismo y hablar en voz alta; reflexionar sobre la palabra es saborearla y dis-frutarla por medio de cuidadosa consideración—Sal. 119:15, 23, 48, 78, 97-100, 148, cfr. vs. 9-11.

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JOSUÉ


2. Orar, conversar con uno mismo y alabar al Señor también forma parte de reflexionar sobre la pala bra; reflexionar sobre la palabra de Dios es dis frutar de ella como Su aliento (2 Ti. 3:16) y, así, ser infundidos de Dios, inhalar a Dios y recibir nutrimento espiritual.

3. Reflexionar sobre la Palabra equivale a “rumiar”, de manera similar a una vaca que come hierba (Lv. 11:3); cuando refle-xionamos sobre la palabra de Dios, la recibimos con mucha consideración y reconsideración; así como una vaca rumia, nosotros podemos hacer esto mientras oramos- leemos la pala-bra temprano en la mañana a fin de que podamos recibir nutri mento al reconside rar lo que recibimos de la palabra de Dios.

C. El salmista dijo: “Reflexionaré sobre Tus preceptos ⁄ y consideraré Tus caminos. ⁄ Me deleitaré en Tus estatutos; ⁄ no me olvidaré de Tu palabra”—Sal. 119:15-16:1. Cuando el salmista reflexionó sobre la palabra de Dios, ésta

llegó a ser su deleite, su alegría y su gozo (Jer. 15:16), y dijo que no olvidaría la palabra de Dios; por tanto, ésta llegó a ser un nutrimento constante y eterno para él (Sal. 119:105, 130).

2. Al reflexionar sobre la palabra de Dios, recordamos Su pala-bra y somos vivificados por ella: “Acuérdate de la palabra dada a Tu siervo, ⁄ en la cual me has hecho esperar. ⁄ Éste es mi consuelo en mi aflicción, ⁄ pues Tu palabra me ha vivifi-cado”—vs. 49-50.

D. Reflexionar sobre la palabra es incluso más rico, amplio e inclu-sivo que orar-leer, ya que incluye orar, adorar, disfrutar, conver-sar, postrarse e incluso alzar nuestras manos para recibir la pala bra de Dios (v. 48); alzar nuestras manos a la palabra de Dios es indicar que la recibimos afectuosamente y con alegría y que decimos Amén a ella (Neh. 8:5-6).

E. Cuando tocamos la palabra del Señor con nuestro espíritu de esta manera y permanecemos en continua comunión con Él, debe-ríamos tener la sensación de ser bañados, calentados, refresca-dos, humectados y abastecidos por la palabra contenida en la Biblia; lo único, lo mejor, que deberíamos hacer es tocarlo a Él, adorarlo, creer en Él, absorberlo, disfrutarlo, ir en pos de Él y ganarlo—Sal. 27:4; Fil. 3:8, 14.


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F. Cuando verdaderamente le dedicamos tiempo a re flexionar sobre la palabra de Dios, somos infundidos de Dios para resplandecer con Dios e irradiar a Dios (2 Co. 3:15-18); ésta es la razón por la cual cantamos: “Ora en comunión con Cristo, ⁄ Y contem pla así Su faz; ⁄ Saturado en Su belleza, ⁄ Brille en ti Su dignidad” (Himnos, #336, estrofa 6).

G. Debido a que nuestro Señor y nuestro Dios nos ha mandado entrar en Él y disfrutarlo como realidad de la buena tierra todo- inclusiva, deberíamos decir Amén a lo dicho por Él en cuanto a ser fuertes, cobrar ánimo y no temer ni desmayar, porque Jehová nues tro Dios está con nosotros adondequiera que vayamos, a medida que hacemos discípulos a todas las naciones para hacer de ellas el pueblo del reino hasta el fin de este siglo, el tiempo de Su venida—Jos. 1:9; Mt. 28:20.

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JOSUÉ

Mensaje dos

Tomar posesión de la tierra de Canaánal derrotar las huestes satánicas

Lectura bíblica: Jos. 1:2, 6, 11; 5:13-15; 6:1

I. En el Antiguo Testamento se encuentra una tipo logía, una serie de tipos, y en el Nuevo Testamento se encuentra el cum-plimiento completo de esa tipo logía con respecto a la econo-mía de Dios—1 Co. 10:3-4, 1, 11.

II. El libro de Josué es un libro que contiene tipos profundos— 1:13; 2:18; 3:3, 10-11; 5:12; 6:6.

III. El significado intrínseco del libro de Josué consiste en tomar posesión de la tierra—1:2, 6; 5:12.

IV. Para entender el significado de la entrada de los Israelitas en Canaán y de la guerra en Canaán, necesitamos saber que en tipología el significado de Canaán tiene dos aspectos—Col. 1:12; Ef. 1:3; 2:2; 6:12:

A. Por el lado positivo, Canaán, una tierra llena de rique zas, tipi-fica al Cristo todo-inclusivo con Sus riquezas inescrutables—Dt. 8:7-10; Col. 1:12; Ef. 3:8:1. La buena tierra es el máximo tipo de Cristo hallado en las

Escrituras—Dt. 8:7.2. La buena tierra, la tierra de Canaán, es un tipo del Cristo que

es el todo y en todos y que lo es todo para nosotros—Ef. 3:8.3. En la Biblia la tierra es una figura, un símbolo, de Cristo—

Gn. 1:9; 2 P. 3:5:a. La tierra que emergió de las aguas de la muerte al tercer

día en Génesis 1:9-10 y 13 es un tipo del Cristo resucitado que emergió de la muerte al tercer día.

b. En Génesis 1:11-12 y 24-25, muchas diferen tes clases de vida surgieron de esta tierra; esto significa que Cristo es la fuente de toda clase de vida.

c. La intención de Dios revelada en las Escrituras es que Cristo debería ser nuestra tierra—Dt. 8:7-10.

4. Cristo como buena tierra, la tierra que emergió de las aguas de la muerte, está representado por la tierra de Canaán—Gn. 1:9; Jos. 1:13.

B. Por el lado negativo, Canaán representa la sección aérea o celes-tial del reino tenebroso de Satanás, los lugares celestiales que están llenos de las huestes satánicas—Ef. 2:2; 6:12:


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Mensaje dos (continuación)

1. Satanás tiene su propia autoridad y sus propios ángeles, quie-nes, como subordinados suyos, son los principados, las potesta-des y los gobernadores del mundo de estas tinieblas; por tanto, él tiene su reino, la autoridad de las tinieblas—Hch. 26:18; Mt. 12:26; 25:41; Ef. 6:12; Col. 1:13.

2. Satanás, el enemigo de Dios, ha estado haciendo todo lo posi-ble por impedir que el pueblo de Dios disfrute al Cristo todo- inclusivo como la buena tierra; hasta el día de hoy, huestes malignas ponen un velo que impide que el pueblo de Dios vea lo todo-inclusivo que es Cristo—2:8, 18; 2 Co. 4:3-4.

3. El libro de Efesios indica que en los lugares celes tiales existen diferentes estratos—1:3; 2:2; 6:12:a. Cristo está en el estrato más elevado, el ter cer cielo, a fin

de ser nuestro todo como nues tra buena tierra—Dt. 8:7-10.b. En los lugares celestiales existe también un estrato infe-

rior: los aires, donde Satanás como príncipe de la autori-dad del aire impide que las personas en la tierra tengan contacto con Dios y reciban a Cristo; esto es tipificado por los cananeos, quienes impedían que Israel entrara en la buena tierra—Ef. 2:2.

4. Los cananeos tipifican a los ángeles caídos, los ángeles rebel-des seguidores de Satanás, quienes han llegado a convertirse en las potestades, los gobernadores y las autoridades del reino de Sata nás, las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes—Ap. 12:4, 7; Ef. 6:12.

C. En Efesios se habla de los dos aspectos del significado que Canaán tiene en tipología; en este sentido, el libro de Josué en el Antiguo Testamento es compa rable a Efesios porque ambos libros son un relato acerca de “Canaán”:1. Tan pronto como los hijos de Israel entraron en Canaán, dis-

frutaron las riquezas de Cristo y par ticiparon en una guerra— Jos. 5:12; 6:1-21.

2. Efesios 3:8 habla de las riquezas de Cristo, y 1:3, 2:6 y 6:12 hablan de los lugares celestiales; esto indica que en la iglesia deberíamos disfrutar las riquezas de Cristo y participar en la gue rra espiritual.

3. Sin el libro de Josué, no podemos entender cabal mente la gue-rra espiritual en Efesios 6:10-20.

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JOSUÉ


V. Si hemos de tomar posesión de la buena tierra para el cumpli-miento del propósito de Dios, debe mos participar en la guerra espiritual a fin de derrotar las huestes satánicas—Jos. 6:21:

A. Necesitamos darnos cuenta de la necesidad de librar la guerra espiritual: una guerra entre el reino de Satanás y el reino de Dios—Mt. 6:10; 7:21; 12:26, 28; Is. 14:12-14.

B. Cuando Israel estuvo listo para tomar posesión de la tierra de Canaán, encontró que esta tierra estaba llena de endemoniados, idólatras y los nefilim—Nm. 13:33.

C. Debido a que los nefilim, una mixtura de los ángeles caídos con el hombre caído, moraban en la tie rra de Canaán, Dios ordenó a los hijos de Israel que conquistasen esta tierra y destruyesen todo ser vi viente allí a fin de que el linaje humano fuese depu rado—Dt. 7:1-2:1. Según el pensamiento divino, las naciones que ocupaban la tie-

rra de Canaán debían ser exterminadas debido a que eran dia-bólicas y se ha bían mezclado con demonios—v. 2; Jos. 11:21-22; 14:6-14.

2. Los cananeos representan no sólo a los ángeles caídos, sino también a los seres humanos que se han unido a los espíritus malignos, a la autoridad satánica de las tinieblas en los aires—Nm. 14:45.

D. El combate que Israel libró contra los pobladores de aquella tie-rra retrata la guerra espiritual invisible que ocurre detrás de la escena visible en la tierra—Dn. 10:10-21; Ef. 6:10-20:1. Es crucial que veamos que detrás de la escena se está librando

una lucha espiritual, una lucha que no se ve con ojos humanos.2. Además de la guerra en la tierra, se libra una guerra entre

Dios y las huestes satánicas en los aires—2:2; 6:12.E. El combate que los hijos de Israel libraron contra los cananeos

a fin de tomar posesión de la buena tie rra y disfrutar de ella tipi-fica la guerra espiritual que la iglesia como colectividad, con todos sus miem bros, libra contra las “huestes espirituales de mal dad en las regiones celestes” (v. 12) para conseguir que los santos dis-fruten a Cristo como la tierra todo- inclusiva.

F. Cristo es nuestra buena tierra, y Dios desea que ganemos a Cristo, pero entre nosotros y la buena tierra se interpone una capa de huestes diabólicas y demoniacas; si hemos de tomar posesión de


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la buena tierra para disfrutarla, debemos derrotar estas hues tes satánicas—Col. 1:12-13; 2:15; Ef. 3:18; 6:11-12:1. Hay una guerra espiritual extremadamente real en la cual

debemos participar; debemos combatir la batalla para ganar al Cristo todo-inclusivo con miras a la edificación de la igle-sia como Cuerpo de Cristo, nuevo hombre y reino de Dios— vs. 10-12; 1 Ti. 6:12a; 2 Ti. 2:3-4; Col. 1:13, 18; 2:19; 3:10-11.

2. Si hemos de tomar posesión de Cristo para nues tro disfrute, debemos ser un guerrero corporativo, la iglesia como Cuerpo de Cristo, que combate contra las huestes satánicas y las derrota en procura de que ganemos más de Cristo con miras a la edificación del Cuerpo de Cristo, con lo cual logramos el establecimiento y la propagación del reino de Dios a fin de que Cristo pueda regresar a heredar la tierra—Ef. 3:8; 4:16; Mt. 24:14; Ap. 11:15.

VI. Para participar en la guerra espiritual, necesitamos recibir la visión que revela a Cristo como Capitán del ejército de Jehová—Jos. 5:13-14:

A. Mientras que Josué era el capitán visible del ejército de Jehová, Cristo era el Capitán invisible para combatir contra las siete tri-bus de Canaán en bene ficio de Israel—v. 14.

B. Debido a la visión de Cristo como Capitán del ejército de Jehová, era necesario que Josué se mantuviera firme en la posición de santificación (santidad) todo el tiempo—v. 15:1. La santidad es la naturaleza y característica de ser santo—

Ro. 1:2.2. La santificación (ser apartado para Dios) es el efecto práctico

que se produce, el carácter en acti vidad y el estado final que resulta de ser santificado—6:19, 22.

VII. Necesitamos conocer los factores vitales que le permitieron al pueblo de Israel ser victorioso en su primera guerra—Jos. 6:1-20:

A. Que Jericó hubiese sido cerrada, sin tráfico alguno, de modo que nadie entraba ni salía, significa que las potestades de las tinie-blas, las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes, habían sido atadas—Mt. 12:29; Ef. 6:12.

B. El pueblo de Dios no tenía que hacer nada para des truir a Jericó.

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JOSUÉ


C. Ellos únicamente debían creer en Dios y confiar en Él, escuchar las instrucciones del Capitán del ejército de Israel y exaltar a Cristo al portar el Arca—Jos. 6:3-11.

D. Que aquí los sacerdotes portasen el Arca muestra que en la gue-rra espiritual lo primero que debemos hacer es exaltar a Cristo, dándole el primer lugar, la preeminencia, en todas las cosas—vs. 4, 7-11; Col. 1:18:1. Cuando el pueblo de Israel atacó a Jericó, lo hizo bajo las órde-

nes de Cristo, tipificado por el Arca—Jos. 5:14; 6:3-11.2. El Arca, un tipo de Cristo, quien era el Comandante en jefe de

ellos, tomó la delantera para atacar a los enemigos—v. 4.E. Permanecer callados hasta recibir la orden de dar gritos significa

llevar el asunto a cabo de la manera dispuesta por el Señor, sin expresar pensamiento, opinión o sentir alguno—v. 10.

F. La victoria sobre Jericó en la primera batalla que Israel libró des-pués de cruzar el Jordán no fue obte nida en virtud de que Israel combatiera, sino en virtud de que tocaron las trompetas y dieron gritos, lo cual representa dar testimonio de Dios y proclamarlo juntamente con Cristo (el Arca) por fe en las palabras de instruc-ción dadas por Dios—vs. 2-5.

VIII. Un principio rector único es que la victoria espiritual no de-pende de la guerra; depende de la ala banza—2 Cr. 20:20-22:A. Necesitamos aprender a vencer a Satanás por medio de nuestras

alabanzas.B. Una persona que alaba a Dios lo trasciende todo y vence conti-

nuamente por medio de sus alabanzas; esto es un principio y tam-bién es un hecho—He. 11:30, 33-34; 13:15.


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Mensaje tres

Cruzar el río Jordány estar preparados para la batalla

Lectura bíblica: Jos. 3:1—4:24; 5:1-10

I. Josué 3:1—4:24 es un relato del cruce del río Jor dán por parte del pueblo de Israel:

A. Cuando el pueblo de Israel vio el Arca del Pacto de su Dios y a los sacerdotes levitas que llevaban, o portaban, el Arca, ellos par-tieron de su lugar y la siguieron—3:3, 6:1. El Arca tipifica a Cristo, quien es la corporificación del Dios

Triuno—Éx. 25:10-22.2. Cuando el Arca de Dios salió con los hijos de Israel, el Dios

Triuno iba con ellos, tomando la delantera, por lo cual fue quien primero pisó las aguas—Jos. 3:8, 11.

3. Que el Arca fuese llevada sobre los hombros de los sacerdotes indica que, según la tipología, los sacerdotes portadores del Arca formaban una sola entidad con el Dios Triuno—v. 3:a. Ellos y Dios eran una sola persona corporativa: un Dios-

hombre corporativo.b. Dios caminaba en el andar de ellos, y ellos caminaban en

el andar de Dios.B. El río Jordán tipifica la muerte y resurrección de Cristo—Hch.

2:23-24; 3:15:1. El Arca del Pacto del Señor cruzó delante del pue blo en medio

del Jordán—Jos. 3:11.2. El hecho de que el Arca entrara y saliera del Jor dán indica la

muerte y resurrección de Cristo— v. 15; 4:11.C. El cruce del río Jordán por parte de Israel no tipifica la muerte

física de los creyentes, sino la experiencia que los creyentes tie-nen de la muerte de Cristo, en la cual el viejo hombre es aniqui-lado y sepultado—Ro. 6:3-6; Gá. 2:20:1. Según la tipología, el río Jordán denota la muerte de Cristo

en la cual los creyentes han sido bautizados—Ro. 6:3-4.2. Los hijos de Israel pasaron por la muerte de Cristo a fin de

sepultar su viejo hombre y llegar a ser un nuevo hombre en Cristo—2 Co. 5:17:a. Ellos estaban listos para entrar en la buena tierra, tomar

la tierra como su posesión y par ticipar en la guerra con-tra los cananeos; sin embargo, en su viejo hombre ellos no podían obtener la victoria.

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JOSUÉ

Mensaje tres (continuación)

b. En tipología, ellos fueron sepultados en la muerte de Cristo y luego resucitados en la resu rrección de Cristo para lle-gar a ser un nuevo hombre en Cristo a fin de combatir en la gue rra espiritual—Ef. 6:10-20.

c. Necesitamos comprender que nuestro viejo hombre, nues-tro hombre natural, no está capa citado para combatir en la guerra espiritual a fin de ganar a Cristo; en Cristo ya no somos el viejo hombre, sino un nuevo hombre—4:22-24.

3. El bautismo de los creyentes en la muerte de Cristo, así como el cruce del río Jordán, introduce a los creyentes en la resu-rrección de Cristo—Ro. 6:3-6; Col. 2:12:a. En cuanto al aspecto de ser sepultados, el bau tismo con-

siste en poner fin a nuestro viejo hombre.b. En cuanto al aspecto de la resurrección, el bautismo con-

siste en hacer germinar nuestro espíritu a fin de ser vivi-ficados en Cristo por la vida divina—Jn. 3:6, 15; Ro. 8:10.

c. En la esfera de la resurrección disfrutamos a Cristo como la buena tierra todo-inclusiva en la cual andamos e incluso somos arraiga dos y sobreedificados para la realización de la economía de Dios—6:4; Col. 2:7.

D. El cruce del Jordán y la entrada en la buena tierra por parte de Israel se relaciona con que Israel to mara posesión de la buena tie-rra y disfrutara de la misma, lo cual tipifica la experiencia prác-tica que tienen los creyentes de las riquezas de las bendicio nes en Cristo reveladas en Efesios—Jos. 4:1.

E. La entrada de Israel en la buena tierra después de haber cruzado el Jordán tipifica la experiencia que los creyentes tienen de con-quistar los lugares celes tiales, donde están Satanás y su poder de las tinieblas—Ef. 2:2; 6:12.

II. Doce piedras fueron extraídas del Jordán y otras doce piedras fueron erigidas en el Jordán—Jos. 4:3-9:

A. Las doce piedras extraídas del Jordán representan a las doce tri-bus del Israel nuevo—vs. 3-7.

B. Que estas piedras hubieran sido levantadas de las aguas del Jor-dán significa resucitar de la muerte—v. 7:1. Estas doce piedras son una señal, la cual muestra que el Israel

nuevo y “resucitado” sería un tes timonio de haber cruzado las aguas de la muerte—vs. 6-7, 21-24.


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2. Esto tipifica la experiencia que los creyentes tie nen, junta-mente con Cristo, de resucitar de la muerte—Ro. 6:3-4.

C. Las otras doce piedras erigidas en medio del Jordán representan las doce tribus de Israel en su vieja vida y su vieja naturaleza—Jos. 4:9:1. Josué erigió estas doce piedras en medio del Jor dán, donde es-

taba el Arca, lo cual significa que el Señor deseaba que Israel en su vieja naturaleza permaneciera bajo las aguas de muerte del Jordán.

2. Esto tipifica que el viejo hombre de los creyentes debe perma-necer en la muerte de Cristo—Ro. 6:6; Gá. 2:20; Fil. 3:10.

D. Estos dos grupos de doce piedras significan que nues tro viejo hom-bre ha sido sepultado y que nuestro nuevo hombre resucitado vive y obra en unidad con el Dios Triuno; esto corresponde a la reve-lación pre sentada en Efesios 2:1, 4-6, 15 y 10.

III. Los sacerdotes que llevaban el Arca del Testimonio perma-necieron firmes sobre suelo seco en el fondo del río Jordán hasta que toda la nación hubo acabado de cruzar el Jordán—Jos. 3:8, 13-15, 17; 4:10-11, 15-18:

A. Los sacerdotes que portaban el Arca fueron los pri meros en en-trar al agua y los últimos en subir de ella; ellos esperaron en el fondo del río a que todo el pue blo de Dios cruzara—3:17; 4:15-16.

B. Dios puso a los sacerdotes en el lugar de la muerte para que los israelitas tuvieran un camino hacia la tierra de la vida—v. 10:1. El fondo del río es la posición de muerte; no es cómodo ni

atractivo.2. Portar el Arca del Testimonio en el fondo del río es un gran

sufrimiento.3. El Señor busca un grupo de personas que, al igual que los

sacerdotes mencionados en Josué 3 y 4, entren en el agua, es decir, que entren primero en la muerte—3:8, 17:a. Ellos están dispuestos a ser tratados primero por la cruz,

es decir, a estar firmes en el lugar de la muerte para que la iglesia encuentre el camino de la vida—2 Co. 4:10-12.

b. Dios debe primero ponernos en el lugar de la muerte antes de que otros puedan recibir la vida—Jn. 2:19; 12:24; 1 Co. 15:36.

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JOSUÉ


C. Debido a que el apóstol Pablo ministraba vida al morir, pudo dar testimonio, diciendo: “De manera que la muerte actúa en noso-tros, mas en vosotros la vida”—2 Co. 4:12:1. La obra de los apóstoles es la obra en la cual la muerte opera

en ellos para que la vida pueda ope rar en los creyentes— vs. 10-12.

2. El fruto, el resultado, de la operación de la muerte en noso-tros es maravilloso, a saber, es la vida en los demás—v. 12.

3. La verdadera obra del ministerio del nuevo pacto no es cues-tión de trabajar, sino de morir—v. 1; 3:8-9; 5:18.

4. En el recobro del Señor necesitamos morir a fin de que la vida pueda operar en los demás; por tanto, nuestro morir es la obra que realizamos—4:12.

5. “El Señor no necesita que usted lleve a cabo una obra para Él; lo que Él necesita es que usted muera. Si usted muere, la vida operará en los de más. Al morir usted, ministrará la vida a los demás. Por tanto, laborar es morir”—Estudio-vida de 2 Corintios, pág. 300.

IV. Aunque los israelitas habían sido disciplinados, adiestrados y capacitados, después de cruzar el Jordán todavía tenían nece-sidad de más preparación antes del ataque—Jos. 5:1-10:

A. Cruzar el río Jordán tenía como fin hacer guerra contra las siete tribus en Canaán—4:12-13.

B. Mientras Josué participaba del milagro de cruzar el Jordán, era fortalecido para tomar la delantera en la guerra contra los cana-neos demoniacos—3:6-7, 10; 4:14.

C. Jehová le ordenó a Josué que volviera “a circuncidar, por se-gunda vez, a los hijos de Israel”—5:2:1. El propósito de la circuncisión era hacer del pue blo escogido

de Dios un pueblo nuevo que heredase la tierra prometida por Dios—cfr. Gn. 17:7-12.

2. La circuncisión del Israel nuevo tipifica la circun cisión de Cristo, efectuada mediante Su muerte, aplicada a los creyen-tes al ser despojados ellos del cuerpo carnal para heredar a Cristo en resu rrección como la porción que Dios les asignó—Col. 2:11-12; 1:12.

3. La circuncisión espiritual da continuación a la sepultura en la muerte de Cristo—Ro. 6:3-4:


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a. Al cruzar el río Jordán, el Israel viejo fue se pultado y un Israel nuevo fue producido; esta obra realizada por Dios era objetiva.

b. La circuncisión que los hijos de Israel efectuaron fue la aplicación práctica de lo hecho por Dios al hacerles cruzar el río Jordán—Jos. 5:2-9.

4. En el Nuevo Testamento, la circuncisión espiritual es la apli-cación constante de la muerte de Cristo a nuestra carne—Fil. 3:3; Col. 2:11:a. Aunque es un hecho que fuimos bautizados en la muerte de

Cristo y fuimos sepultados y levantados juntamente con Él, en la práctica todavía tenemos que aplicar, por el Espí ritu, la circuncisión de la cruz a nuestra carne día tras día— Ro. 8:13; Gá. 5:24.

b. Ésta es la realidad y el aspecto práctico de permanecer en la muerte y sepultura de Cristo.

D. Los hijos de Israel acamparon en Gilgal y celebraron la Pascua en las llanuras de Jericó—Jos. 5:10:1. La Fiesta de la Pascua era celebrada para re cordar que Jehová

redimió a Israel del juicio de muerte sobre sus primogénitos y también que Jehová salvó a Israel de Egipto y de la tiranía de Faraón—Éx. 12:3-7, 11-14; 14:13-30.

2. La celebración de la Pascua indicaba que así como Jehová había salvado a Israel de Faraón y Egipto, Él también destrui-ría a las tribus de Canaán y libraría a Israel de ellas—Jos. 5:10.

3. Que Israel celebrase la Pascua tipifica la celebración de la mesa del Señor, en la que los creyentes recuerdan al Señor como su Redentor y Salvador—Mt. 26:26-28.

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JOSUÉ

Mensaje cuatro

La necesidad de que el pueblo de Diosbusque la dirección del Señory tenga la presencia del Señor

a fin de exhibirSu victoria para la edificación de Su Cuerpo

y la propagación de Su reino

Lectura bíblica: Mt. 1:5; Jos. 6:22-26; 7:1-6, 10-15, 20-21; 9:14

I. Cuando los dos espías llegaron a Jericó, Rahab (quien era ramera así como cananea) los contactó y estuvo dispuesta a recibirlos, esconderlos y li brarlos mediante todo lo que hizo a causa de su fe (Jos. 2:1b-7, 15-16, 22; Jac. 2:25); ella creía en el Dios de Israel y declaró: “Jehová vuestro Dios, Él es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Jos. 2:11b):

A. Jehová le proveyó Rahab, la ramera, a Josué para que la tierra fuese ganada; debido a su fe en Dios, ella “no pereció juntamente con los desobedientes” (He. 11:31); ella se volvió a Israel y al Dios de Israel, y puso su confianza en Él y en Su pueblo (Jos. 2:12-13).

B. La señal en virtud de la cual Rahab y su casa fue ron salvos con-sistió en que ella colgara una cuerda de hilo escarlata a la ven-tana de su casa (vs. 18, 21); la cuerda de hilo escarlata atada a la ventana tipifica hacer confesión pública de la sangre redentora de Cristo (1 P. 1:18-19); Rahab creyó que por esta señal ella y su familia serían libradas.

C. Aunque Rahab era una cananea, quien estaba bajo condenación, y era una prostituta de Jericó (Jos. 2:1), un lugar que Dios había maldecido a perpetuidad (6:26), después que ella se volvió a Dios y al pueblo de Dios (vs. 22-25; He. 11:30-31), se casó con Salmón (Mt. 1:5), quien era hijo de uno de los líderes de Judá —una tribu principal de Israel (1 Cr. 2:10-11)— y probablemente uno de los dos espías; después ella dio a luz a Booz, un varón piadoso, del cual procedió Cristo, y ella llegó a estar asociada con Cristo en Su encarnación para el cumplimiento de la economía eterna de Dios (Mt. 1:5).

D. Esto muestra que no importa cuál sea nuestro tras fondo, si nos volvemos a Dios y a Su pueblo y nos unimos a la persona apro-piada en el pueblo de Dios (no en un sentido físico, sino en un sen-tido espiritual), llevaremos el fruto apropiado y participaremos en el disfrute de la primogenitura de Cristo—Éx. 24:13; 33:11; Nm. 27:18; Dt. 34:9; Jos. 1:1; 2 R. 2:2-15; Fil. 2:19-23; 1 Co. 4:17.


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Mensaje cuatro (continuación)

II. Después de la destrucción de Jericó, Israel fue derrotado en Hai; en Jericó, conforme a la econo mía de Dios, Josué había enviado espías, no para que combatieran, sino para que gana-sen a Rahab; pero ante Hai, a causa de que Israel había per-dido la presencia del Señor (Jos. 7:12c), Josué envió espías con miras a combatir (vs. 2-3):

A. El informe de los espías a Josué acerca de Hai in dica que Israel se había apartado de Dios; en lugar de preguntar a Dios cómo deberían atacar a Hai, se olvidaron de Él y se preocuparon úni-camente de sí mismos; en aquel momento, ellos no eran uno con Dios, sino que actuaron por cuenta propia, sin buscar la direc-ción del Señor y sin tener Su presencia; Israel se apartó de Dios a causa de su pecado—vs. 1-5, 12c:1. La clave que explica la derrota que Israel sufrió en Hai fue que

ellos habían perdido la presencia de Dios y ya no eran uno con Él; después de esta derrota, Josué aprendió la lección de permanecer con el Señor delante del Arca (v. 6); a la pos tre, el Señor vino a hablarle a Josué e indicarle lo que debía hacer (vs. 10-15).

2. La lección espiritual que se desprende de este relato es que nosotros, el pueblo de Dios, siempre debemos ser uno con nues-tro Dios, quien no sólo está entre nosotros, sino también en nuestro ser, lo cual nos hace hombres que tienen a Dios: Dios- hombres.

3. Por ser Dios-hombres, debemos poner en práctica ser uno con el Señor, andar con Él, vivir con Él y hacer que todo nuestro ser esté con Él; ésta es la manera de andar como cristianos, combatir como hijos de Dios y edificar el Cuerpo de Cristo.

4. Si tenemos la presencia del Señor, tendremos sabiduría, pers-picacia, previsión y el conocimiento intrínseco de las cosas; la presencia del Señor lo es todo para nosotros—2 Co. 2:10; 4:6-7; Gá. 5:25; Gn. 5:22-24; He. 11:5-6.

B. Si hemos de entrar en el Cristo todo-inclusivo, tomar posesión de Él y disfrutarlo como la realidad de la buena tierra, debemos hacerlo por la presencia del Señor; el Señor le prometió a Moisés: “Mi presencia irá contigo, y Yo te daré reposo” (Éx. 33:14); la pre-sencia de Dios equivale a Su camino, al “mapa” que muestra a Su pueblo el camino que debe tomar:

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JOSUÉ


1. Para ganar y poseer plenamente a Cristo, quien es la tierra todo-inclusiva para el edificio de Dios, debemos ceñirnos a este principio: la presencia de Dios es el criterio para todo asunto; indepen dientemente de lo que hagamos, debemos pres tar aten-ción a si tenemos o no la presencia de Dios; si tenemos la pre-sencia de Dios, lo tenemos todo, pero si perdemos la presencia de Dios, lo perdemos todo—Mt. 1:23; 2 Ti. 4:22; Gá. 6:18; Sal. 27:4, 8; 51:11; 2 Co. 2:10; Ez. 48:35.

2. La presencia del Señor, la sonrisa del Señor, es el principio gobernante; debemos aprender a ser guardados, regidos, go-bernados y guiados no por Su presencia de segunda mano, sino por la presencia directa y de primera mano del Señor; Su preciosa presencia es el poder por el cual nosotros podemos tomar posesión del Cristo todo-inclusivo que es la realidad de la buena tierra que fluye leche y miel—Éx. 3:8; 25:30; Dt. 26:9; Ez. 20:6.

3. “Cuando yo era joven, se me enseñaron diversas maneras de vencer, ser victorioso, ser santo y ser espiritual. Sin embargo, ninguno de estos méto dos funcionó. Finalmente, después de más de se senta y ocho años de experiencia, he descubierto que lo único que da resultado es la presencia del Señor. El que Él esté con nosotros lo es todo”—Estudio-vida de Josué, pág. 50.

C. Cuando los israelitas entraron en la tierra de Ca naán y obtu-vieron la victoria sobre Jericó, la primera persona que cometió pecado fue Acán; el significado intrínseco y espiritual y la pers-pectiva divina del grave pecado de Acán fue que él codició una her mosa vestimenta babilónica (Sinar es la región que después sería llamada Babilonia) al procurar mejorarse a sí mismo, es decir, al hacerse ver mejor por causa de la apariencia—Jos. 7:21:1. Ananías y Safira, quienes le mintieron al Espíritu Santo, peca-

ron en el mismo principio: éste es el principio de Babilonia, el cual es la hipocre sía—Hch. 5:1-11; Ap. 17:4, 6; Mt. 23:13-36:a. Ellos no amaban mucho al Señor, pero querían que otros

los vieran como unos que amaban en gran manera al Señor; ellos sólo fingían; los hijos de Dios necesitan ser libra dos de fingir ante los hombres.

b. Ellos no estaban dispuestos a ofrendarlo todo alegremente a Dios, pero delante del hom bre actuaron como si lo


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hubieran ofrendado todo; cada vez que nos ponemos una vestimenta que no concuerda con nuestra verdadera con-dición, estamos en el principio de Babilonia—6:1-6; 15:7-8.

2. Todo lo que se hace en falsedad para recibir la gloria del hom-bre se hace en el principio de la ramera, no en el principio de la novia; la consagración y espiritualidad falsas son pecados, pero la verdadera adoración es en espíritu y con veracidad; que Dios nos haga hombres veraces—Ap. 17:4-5; 19:7-9; Lc. 12:1; 1 Co. 2:9-10; 2 Co. 2:10; 5:14-15; Jn. 4:23-24.

3. “No se ha de tener en cuenta cómo mira el hom bre, pues el hom bre sólo ve las apariencias, mas Jehová ve el corazón” (1 S. 16:7); si atesoramos la palabra de Dios en nuestro cora-zón (Sal. 119:11) y permitimos que Cristo haga Su hogar en nues tro corazón (Ef. 3:16-17), Él llegará a ser el buen tesoro de nuestro corazón, y de la abundancia de nuestro corazón podremos impartirlo en otros como este maravilloso y buen tesoro (Lc. 6:44-45).

III. Después de que Israel tomó medidas con respecto a su pecado, al pecado de Acán (Jos. 7:11-12, 20-21), obtuvieron la victoria sobre Hai (8:1-35), pero luego hay un relato sobre cómo los hijos de Israel fueron engañados por los gabaonitas (9:1-27):

A. Los gabaonitas eran heveos (vs. 3, 7; 11:18-19), esto es, una de las naciones que ocupaban la tierra de Canaán, las cuales debían ser exterminadas por Israel debido a que eran diabólicas y se habían mez clado con demonios (Dt. 7:2; 9:4-5; 18:9-14); los habi tantes de Gabaón engañaron a Israel con su astucia (Jos. 9:3-14).

B. Debido a que habían oído que Israel había derrotado tanto a Jericó como a Hai, querían hacer la paz y un pacto con Israel para que les dejaran vivir; ellos salieron y fingieron ser embajadores que venían de muy lejos; llegaron a Josué al campamento en Gil-gal, y le dijeron a él y a los de Israel: “Nosotros veni mos de tierra lejana […] Nosotros seremos vuestros siervos; haced ahora pacto con nosotros” (vs. 6, 11).

C. Josué 9:14 es un pasaje muy poderoso de las Escrituras que nos muestra la razón por la cual los hijos de Israel fueron engaña-dos por los gabaonitas, a saber, actuaron “sin pedir el consejo de Jehová”; así pues, Josué hizo paz con ellos, e hizo con ellos pacto dejándoles vivir (v. 15):

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JOSUÉ


1. Los hijos de Israel fueron engañados debido a que actuaron como una esposa que olvida a su marido; la Biblia entera es un romance divino, donde se nos relata cómo Dios corteja a Su pue blo escogido y finalmente se casa con ellos (Gn. 2:21-24; Cnt. 1:2-4; Is. 54:5; 62:5; Jer. 2:2; 3:1, 14; 31:32; Ez. 16:8; 23:5; Os. 2:7, 19; Mt. 9:15; Jn. 3:29; 2 Co. 11:2; Ef. 5:25-32; Ap. 19:7; 21:2, 9-10; 22:17a).

2. La Biblia nos muestra que nosotros, los elegidos de Dios, somos la esposa de Dios y que entre Él y nosotros tiene que darse una unión matrimonial de amor mutuo; por tanto, el universo es el lugar donde esta boda se realiza, el lugar donde el Esposo, el Dios Triuno procesado y consumado, se une en matrimonio al hombre tripartito, quien ha sido redimido, regenerado, santi-ficado, reno vado, transformado y glorificado; al final, la Biblia concluye con la Nueva Jerusalén, la máxima con sumación de los elegidos de Dios en el cielo nuevo y la tierra nueva, quien es la esposa universal por la eternidad—21:9-10; 22:17a.

3. Una esposa jamás debe dejar a su esposo; más bien, ella siem-pre debe poner su confianza en él y ser uno con él; cuando los gabaonitas acudieron a Israel, la esposa, Israel debía haber ido a su Marido y consultado con Él qué hacer—Jos. 9:14.

4. Por ser creyentes que amamos al Señor y aspiramos ser los constituyentes de Su novia vencedora, deberíamos consultar con Dios en cuanto a todos los problemas que enfrentemos; necesitamos traer todo asunto al Señor y considerar, examinar y determinar las cosas delante Él y en comunión con Él:a. En este sentido, todo creyente necesita ser débil hasta el

grado de no tener sus propias ideas, no tomar sus propias decisiones ni tomar ninguna acción con relación a lo que se enfrenta sin contactar al Señor y consultar con Él, de modo que le permita a Él tomar las decisiones; éste es el vivir más dulce de un cristiano—2 Co. 12:9-10.

b. No tenemos otra alternativa, sino tener co munión con Dios en todas las cosas, consultar con Él todos los asuntos y per-mitirle a Él manejar todas las cosas, hablar en todas las cosas y tomar todas las decisiones; es glorioso que un cris-tiano dependa de otra persona —Dios— en todo momento y en todo asunto—Fil. 4:6-7; Pr. 3:5-6; Jer. 17:7-8; 2 Co. 1:8-9; Sal. 62:8; Sal. 102, título y v. 7.


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5. Si Dios lo conduce a tomar un camino que usted no conoce, “esto lo obligará a tener cientos y miles de conversaciones con Él, lo cual resultará en una travesía que es un memorial per-petuo entre usted y Él”—The Collected Works of Watchman Nee [Las obras recopiladas de Watchman Nee], t. 7, pág. 1144.

6. El resultado de que Israel no buscara el consejo de su Marido fue que esta esposa independiente e individualista fue enga-ñada, y que ella no tuvo ninguna protección, ninguna salva-guardia; de este relato de las Escrituras, necesitamos apren der que, por ser la esposa del Señor, deberíamos vivir juntamente con Él, poniendo siempre nues tra confianza en Él y siendo uno con Él todo el tiempo; éste es el significado intrínseco del capí tulo 9 de Josué

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JOSUÉ

Mensaje cinco

El producto de la tierra de Canaány el significado intrínseco de la asignación

de la buena tierra

Lectura bíblica: Jos. 5:12; 13:1—22:34; Col. 1:12; Hch. 26:18

I. Después que los hijos de Israel entraron en la tie rra de Canaán, el maná cesó; nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán—Jos. 5:12:

A. El hecho de que cesara el maná en cuanto la gente empezó a comer del producto de la tierra indica que tal producto era la continua-ción del maná.

B. El maná consumido por Israel mientras vagaba por el desierto (Éx. 16) tipifica a Cristo como alimento celes tial provisto directa-mente por Dios a Su pueblo esco gido, que no requiere de la labor de quienes lo comen.

C. El rico producto de la tierra prometida, dado por Dios a Israel mientras éste combatía en Canaán, tipifica a Cristo como sumi-nistro de vida consumado dado a los creyentes, el cual requiere que ellos laboren cultivando a Cristo—Dt. 8:7-10:1. Según lo describe la tipología aquí, después de tomar posesión

de Cristo, la tierra, debemos labo rar cultivando a Cristo para producir algo de Él que se convierta en nuestro alimento, nues-tro suministro de vida.

2. A medida que comemos a Cristo y le disfrutamos como el pro-ducto de la buena tierra, Él llega a ser nuestro elemento cons-titutivo y así somos hechos iguales a Cristo en vida, naturaleza y ex presión—Jn. 6:57; Fil. 1:19-21a.

3. Por último, al disfrutar a Cristo como nuestra herencia, nues-tra posesión, Él se convertirá en nuestra constitución intrín-seca, y así llegamos a ser la herencia de Dios, Su tesoro y posesión—Ef. 1:11-14, 18b; cfr. Éx. 19:5.

D. En Egipto, en el desierto y en la buena tierra el pueblo de Israel experimentó tres etapas en cuanto a su alimentación:1. En Egipto el pueblo de Israel comió del cordero pascual—

12:3, 8-9:a. Así como la carne asada del cordero pascual era ingerida

para ser el suministro de vida, también nosotros necesi-tamos comer a Cristo para que sea nuestro suministro de vida—vs. 8-10; Jn. 6:53, 55-57:


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Mensaje cinco (continuación)

1) A fin de resolver el problema de la caída del hombre y realizar la intención original de Dios, se necesitan tanto la vida como la redención.

2) La redención jurídica efectuada por Dios mediante la sangre de Cristo es el proce dimiento para alcanzar la meta que Dios tiene de impartir Cristo a nosotros como vida para nuestra salvación orgánica—Ro. 5:10.

b. Los hijos de Israel debían comer el cordero pascual con su cabeza, sus piernas y sus par tes internas—Éx. 12:9:1) La cabeza representa la sabiduría, las pier nas repre-

sentan las actividades y el mover, y las partes internas representan las partes internas del ser de Cristo, que incluyen Su mente, parte emotiva, voluntad y corazón con todas las funciones respectivas.

2) Comer del cordero pascual incluyendo su cabeza, pier-nas y partes internas significa ingerir a Cristo en Su totalidad, con Su sabiduría, Sus actividades, Su mover y Sus partes internas—Jn. 6:57; 1 Co. 1:24; Ap. 14:4b; Fil. 1:8.

2. En el desierto el pueblo de Israel comió del maná—Éx. 16:14-16, 31; Nm. 11:7:a. Al darle a Su pueblo maná para comer, Dios indicaba que

Su intención era cambiar la cons titución intrínseca de ellos cambiándoles su dieta—Éx. 16:14-15:1) Los hijos de Israel no eran egipcios en cuanto a su nom-

bre, pero en naturaleza y constitución intrínseca no se diferenciaban de los egipcios en lo más mínimo—v. 3.

2) La dieta egipcia denota todas las cosas de las cuales deseamos alimentarnos para hallar satisfacción—Nm. 11:4-6.

b. Dios quería que Su pueblo redimido olvidara la dieta egip-cia y participara del alimento celestial—Dt. 8:3:1) Cuanto más comemos del maná, más le correspondemos

a Dios, más nos identifi camos con Él y más vi vimos y andamos conforme a lo que Él es.

2) Lo que más nos ayuda en nuestro diario vivir con el Señor es comer a Cristo como alimento celestial; al comer a Cristo, lle gamos a ser Cristo; es decir, Cristo llega a ser nuestro elemento constitutivo—Jn. 6:56-58.

31

JOSUÉ


3. En Canaán el pueblo de Israel comió del producto de la buena tierra—Jos. 5:11-12: a. En la tercera etapa en cuanto a su alimenta ción, ellos

comieron del rico suministro de la buena tierra, lo cual los constituyó aún más para llegar a ser un pueblo vencedor.

b. La buena tierra era una tierra de trigo, de ce bada, de vides, de higueras, de granados, de olivos con aceite y de miel, todo lo cual tipi fica las inescrutables riquezas de Cristo—Dt. 8:8; Ef. 3:8.

c. Al disfrutar de las riquezas de la buena tie rra, el pueblo de Israel conquistó a las tribus de aquella tierra, estableció el reino de Dios y edificó el templo como morada de Dios en la tierra—Jos. 5:11-12.

4. Estas tres etapas tipifican las tres etapas del dis frute de Cristo que los creyentes tienen al co merle—Jn. 6:51-57; 1 Co. 5:7-8; 10:3-4; Fil. 1:19:a. En virtud de haber comido a Cristo como corresponde a las

primeras dos etapas, los creyentes son vigorizados para dejar el mundo y son constituidos con Cristo, el elemento celestial—Jn. 6:51-57; 1 Co. 5:7-8; 10:3-4.

b. Para alcanzar la meta de la economía de Dios, debemos progresar hasta entrar en la etapa más elevada en la que se come del Cristo que es el rico producto de la buena tie-rra de modo que podamos vencer a los enemigos espiritua-les, ser edificados para ser la morada de Dios y establecer el reino de Dios en la tierra.

c. A medida que comemos a Cristo como el pro ducto de la buena tierra, Él llega a ser nuestro elemento constitutivo y somos hechos iguales a Cristo en vida, naturaleza y ex-presión para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo—Ef. 4:16.

II. El significado intrínseco de la asignación de la buena tierra es que nosotros, quienes tomamos posesión de la tierra, ex-perimentamos al único Cristo de diferentes maneras—Jos. 13:1—22:34:

A. En la economía de Dios encontramos algo llamado la asignación de la tierra—Col. 1:12.


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B. Después que Josué tomó posesión de la tierra, Dios le ordenó asignar la tierra que habían poseído e incluso la tierra que toda-vía no habían poseído, por que a los ojos de Dios toda la tierra estaba destinada para Israel—Jos. 13:6:1. En Su sabiduría, Dios no asignó la buena tierra en su totali-

dad a todos los hijos de Israel; más bien, Él asignó la tierra, esto es, Cristo, a las dife rentes tribus—v. 7.

2. Debido a que las tribus eran diferentes, Dios no podía darles a todas las tribus la misma tierra de la misma manera.

3. Todas las tribus tomaron posesión de la tierra, pero las tribus poseían porciones particulares de la tierra conforme a lo que ellas eran—14:6-15; 18:1—19:27.

4. El cumplimiento de este tipo de la asignación de la tierra se encuentra entre nosotros hoy—Col. 1:12:a. Todos tenemos el mismo Cristo, pero experi mentamos a

Cristo de diferentes maneras—1 Co. 1:2.b. La tierra (Cristo) que poseemos corresponde a lo que

somos—Ro. 12:3; Ef. 4:7.C. En Colosenses 1:12 Pablo se vale del concepto de la tierra todo-

inclusiva al hablar de “la porción de los santos”:1. La palabra griega traducida “porción” también puede tradu-

cirse “parcela”, refiriéndose a una parcela asignada.2. Cuando Pablo escribió la Epístola a los Colosen ses, tenía en

mente el cuadro de la repartición de la buena tierra a los hijos de Israel; él usó la palabra porción teniendo el relato del Anti-guo Testamento acerca de la tierra como trasfondo—Jos. 14:2:a. En Colosenses Cristo es revelado como nues tra porción,

nuestra parcela asignada—1:15-19; 2:6-15.b. Tal como la tierra de Canaán lo era todo para los hijos de

Israel, así también Cristo, la rea lidad del tipo de la buena tierra, lo es todo para nosotros—1:12.

3. Cristo, Aquel que es preeminente y todo-inclusivo, es la por-ción asignada a los santos—v. 12.

4. La porción asignada a los creyentes neotesta men tarios no es una tierra física; es el Cristo todo- inclusivo como Espíritu vivi-ficante—2:6-7; Gá. 3:14:a. Las riquezas de la buena tierra tipifican las riquezas ines-

crutables de Cristo en Sus dife rentes aspectos como la

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JOSUÉ


abundante suministración provista a Sus creyentes en Su Espíritu—Dt. 8:7-10; Ef. 3:8; Fil. 1:19.

b. Al disfrutar de las riquezas de la tierra, los creyentes en Cristo son edificados para ser Su Cuerpo como casa de Dios y reino de Dios—Ef. 1:22-23; 2:21-22; 1 Ti. 3:15; Mt. 16:18-19; Ro. 14:17.

D. En Hechos 26:18 Pablo se refiere al Cristo todo- inclusivo como nuestra herencia:1. Como resultado de que nuestros ojos fueran abier tos y de ser

trasladados de la autoridad de Sata nás a Dios, no solamente tenemos el perdón de pecados, sino que también recibimos una heren cia divina.

2. Esta herencia es el propio Dios Triuno con todo lo que Él tiene, todo lo que ha hecho y todo lo que hará a favor de Su pueblo redimido; este Dios Triuno está corporificado en el Cristo todo- inclusivo, quien es la porción asignada como he rencia a los santos—Col. 2:9.

3. La buena tierra verdaderamente es un tipo del Cristo todo- inclusivo, la corporificación del Dios Triuno procesado y con-sumado, que nos ha sido dado como nuestra herencia—1:12.


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Mensaje seis

El significado intrínseco del libro de Juecesy

la apostasía de Israel en la adoración a Dios

Lectura bíblica: Jue. 1:1; 2:1; 17:1-5; 18:1, 30-31;2 Ts. 2:2-3; 2 P. 1:3-21; 2:1, 15

I. Necesitamos conocer el significado intrínseco del libro de Jueces:

A. El hecho de que Israel consultara a Jehová en Jue ces 1:1-20 pre-senta una hermosa escena en la que Israel pone su confianza en Dios; este maravilloso cuadro que retrata la unidad con el Señor, lo cual pre figura la unión orgánica de Dios con Su pueblo, da con- tinuación a la unidad descrita en el libro de Josué cuando el pue-blo de Israel entró por primera vez a la buena tierra tal como se describe en Josué 6—Nm. 27:21; 1 S. 22:10; 23:9-10; 2 S. 2:1.

B. Según todo lo presentado en el Antiguo Testamento, Dios se casó con Israel en el monte Sinaí—Éx. 20:6, nota 2:1. Dios, en conformidad con Su concepto y deseo, quería ser un

Marido para Israel y quería que Israel fuese Su esposa, quien viviría en el más íntimo contacto con Él en esta maravillosa unión matrimonial.

2. Al redactar los libros de historia, Samuel puso Jueces después de Josué para mostrarnos la vida que llevó Israel con respecto a su Marido.

3. Según lo revela el libro de Jueces, Israel —en su corazón— no deseaba ser la esposa de Jehová; al contrario, ella abandonó a Dios, su Marido, y se prostituyó tras otros dioses y los adoró— 2:11-13, 17; 3:7; 8:33; 10:6; cfr. Jer. 11:13; Ez. 16:25-26; Os. 1:2; 2:2.

C. Después del relato sobre Judá y Caleb en Jueces 1:1-20, en la historia de Israel aquí relatada se mani fiestan abundantemente la podredumbre y corrupción propias de una ramera:1. Mientras que Josué es el libro de la historia de Israel donde

abundan los relatos de las maravillosas victorias obtenidas por Israel sobre los pobladores de Canaán en presencia de Jehová, Jueces es el libro de la historia de Israel donde abundan los relatos de las vergonzosas derrotas sufridas por Israel a manos de sus enemigos por haber abandonado a Jehová.

2. Éste es el significado intrínseco del libro de Jue ces.

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JUECES

Mensaje seis (continuación)

D. El contenido de Jueces consiste en que los hijos de Israel ponen su confianza en Dios, abandonan a Dios, son derrotados por sus ene-migos, se arrepienten ante Dios al hallarse en un estado deplo-rable, son libera dos mediante los jueces y después, nuevamente, caen en corrupción; éste llegó a ser un ciclo que en Jue ces se repi-tió siete veces—1:1-2; 2:11—3:11.

II. Jueces 2:1 habla del Ángel de Jehová—5:23; Nm. 22:22:A. El Ángel de Jehová es Dios mismo quien, en Su Trinidad Divina,

sirve a Sus elegidos en calidad de Siervo—cfr. He. 1:14.B. La corporificación del Dios Triuno es Cristo, y Cristo es el Ángel

de Jehová, Jehová mismo en acción, que en el Antiguo Testamento cuidó de Israel—Éx. 3:2, nota 1.

C. El hecho de que Cristo sea el Ángel de Jehová significa que Dios se ha designado y comisionado a Sí mismo en Su Trinidad Divina para efectuar el cuidado de Su pueblo.

D. Debido a que Israel no actuó como corresponde a una esposa apro-piada, el propio Jehová, quien era el Ma rido, la Cabeza y el Rey de Israel, se convirtió en un Siervo para Su esposa:1. Jehová vino a ella no como Marido, Cabeza o Rey, sino como

Ángel de Jehová, que fue enviado por Jehová—Zac. 2:9-11.2. Puesto que Israel no consideró a Jehová como Cabeza, Él se

hizo un Siervo para servirle; por ello, en Jueces 2:1-3, Él no reprende a Israel ni le da órdenes, sino que le amonesta como lo haría un siervo.

III. Jueces 17 y 18 revelan la apostasía de Israel en la adoración a Dios:A. La apostasía significa dejar el camino de Dios y tomar otro ca-

mino, siguiendo cosas que no son Dios mismo, y consiste en hacer cosas para el yo usando el nombre de Jesucristo y con el pretexto de adorar a Dios—Hch. 9:2; 18:26; 2 P. 2:2, 15, 21; Jud. 11; Jue. 18:30-31.

B. “El hombre Micaía tenía casa de dioses. Hizo un efod y unos tera-fines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote”— 17:5:1. La casa de Micaía, una casa de dioses, con sus ídolos (susti-

tutos de Cristo), su efod (representativo de la autoridad de Dios) y su sacerdote asalariado (representativo del sistema de clérigos y laicos, vs. 7-13), retrata la situación apóstata que


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impera entre los cristianos hoy en relación con la adoración a Dios.

2. La madre de Micaía ofreció algo a Dios, pero su ofrenda estaba mezclada con la levadura de la idolatría (vs. 1-4); la misma mixtura y situación apóstata existe en el cristianismo.

3. Podemos aplicar el cuadro de la “casa de dioses” de Micaía (v. 5) a la situación del cristianismo.

4. El cristianismo actual tiene muchas “casas de Micaía”; la Igle-sia Católica Romana, las iglesias estatales, las denominaciones y muchos de los grupos independientes son “casas de Micaía”, llenas de ídolos que reemplazan a Cristo.

C. “Los hijos de Dan levantaron para sí el ídolo de talla” y ellos “le-vantaron para sí el ídolo de talla que Micaía había hecho, y allí quedó todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo”—18:30-31:1. La apostasía de Dan consistió en establecer un centro divisivo

de adoración—17:9-10; 18:27-31; 1 R. 12:26-31.2. Dan combatió como un cachorro de león para ganar más tie-

rra (la cual representa a Cristo), pero después de tener éxito y salir victorioso, se volvió orgulloso, individualista e indepen-diente—Dt. 33:22; Jos. 19:47; Jue. 18:27-31.

3. Lo que los danitas ganaron los hizo orgullosos e independien-tes, sin estar dispuestos a someterse a lo que el Señor había ordenado—vs. 1-31; Dt. 12:5, 8:a. Debido a que Dan tuvo éxito, se volvió o r gulloso e individua-

lista; él sólo se preocupó por sí mismo, no por los demás—33:22; Jue. 18:27-31.

b. La fuente de la apostasía de Dan fue el hecho de que no se preocupó por las otras tribus; no preocuparse por las otras partes del Cuerpo es la fuente de la apostasía.

4. Nada a lo largo de la historia de Israel fue más pecaminoso ni más perjudicial para el pueblo de Dios que la apostasía de Dan en el establecimiento de un centro divisivo de adoración—Gn. 49:16-18; Dt. 33:22; Jue. 18:1, 30-31.

5. Todo centro divisivo se establece por causa de algún interés personal; tal práctica no sólo causa división, sino también com-petencia—vs. 1, 13-31; Gn. 49:16-18; Dt. 33:22:a. El tabernáculo estaba en Silo, y la imagen tallada estaba

en Dan—Jos. 18:1.

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JUECES


b. “Levantaron para sí el ídolo de talla […] y allí quedó todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo”—Jue. 18:31; 1 S. 1:3.

6. En la historia del cristianismo ha habido muchos “Dan”, que no estuvieron dispuestos a someterse a los demás, sino que es-tablecieron otro centro de adoración—Jue. 18:1, 13-31.

7. La mejor manera de ser salvaguardados de caer en la aposta-sía consiste en preocuparse por todo el Cuerpo y por el testi-monio único del Señor en la única obra del Señor—1 Co. 10:17; 12:12, 27.

D. Hay una profecía en la Biblia que contundentemente afirma que antes del regreso del Señor habrá una gran apostasía entre Su pueblo—2 Ts. 2:3:1. El día de la venida del Señor no vendrá sin que antes venga

la apostasía—vs. 2-3.2. Esta apostasía consistirá en apartarse del camino recto de la

economía de Dios revelado en las Es crituras—1 Ti. 1:4; Ef. 1:10; 3:9.

3. Incluso en la actualidad existe entre algunos cris tianos la ten-dencia a dejar el camino recto del Nuevo Testamento—2 P. 2:15.

E. El contexto y la carga de 2 Pedro es la apostasía, esto es, una desviación del camino correcto de la verdad de Dios—2:1:1. La apostasía distrajo a los creyentes de la economía de Dios

lle vándolos a la lógica humana de filosofías confusas—Col. 2:8.

2. Las enseñanzas de los apóstatas no condujeron a los creyentes a participar del árbol de la vida, el cual da vida, sino a parti-cipar del árbol del conocimiento, el cual produce muerte—Gn. 2:9, 16-17; 2 Co. 11:2-3, 12-15.

3. Los antídotos que Pedro usa al hacer frente a la apostasía son la provisión de vida y la revelación de la verdad—2 P. 1:3-21:a. En los versículos del 3 al 11 la provisión de la vida divina

para la vida cristiana adecuada es usada por Pedro para vacunar a los creyentes contra la apostasía.

b. En los versículos del 12 al 21 él usa la revelación de la ver-dad divina para vacunarlos contra la herejía de la aposta-sía—2:1, nota 3.


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4. Debido a que el cristianismo actual está lleno de apostasía, el Señor necesita un recobro: el reco bro de la vida y la verdad—Jn. 1:4; 8:12; 10:10b; 14:6; Ap. 2:4, 15.

F. Actualmente, en un periodo de apostasía, necesitamos dar testi-monio de la plena revelación de la Palabra pura de Dios y comba-tir a favor de las ver dades más profundas reveladas en la Palabra de Dios, incluyendo:1. La revelación en cuanto a la economía eterna de Dios—Ef.

1:10; 3:9.2. La revelación en cuanto a la Trinidad Divina—2 Co. 13:14;

Ap. 1:4-5.3. La revelación en cuanto a la persona y obra del Cristo todo-

inclusivo—Col. 2:9, 16-17; 3:11.4. La revelación en cuanto al Espíritu consumado y vivificante—

Jn. 7:39; 1 Co. 15:45; Ap. 22:17.5. La revelación en cuanto a la vida eterna de Dios—Jn. 3:15-16.6. La revelación en cuanto al Cuerpo de Cristo, el cual es la igle-

sia de Dios—Ef. 1:22-23; 1 Co. 12:12-13, 27; 10:32.

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JUECES

Mensaje siete

Dios levanta a Déborapara ser juez de Israel y madre en Israel

que practicaba la sumisión de la mujer al varóna fin de guardar lo ordenado por Dios

y llevar a todo Israel a un orden apropiadobajo el reinado de Dios y Su autoridad como Cabeza

Lectura bíblica: Jue. 4—5

I. El libro de Jueces muestra que Israel había ofendido a Dios al rechazarlo como su Rey; es una gran maldad, un gran mal, a los ojos de Dios si lo rechazamos como nuestro Rey, nuestro Señor, nuestra Cabeza y nuestro Marido—1 S. 8:7; 12:17, 19; Jue. 21:25; 17:6; Lc. 19:11-14; Jer. 11:13; Ez. 16:24:

A. Deberíamos tomar, experimentar y disfrutar a Cristo continua-mente como nuestro Rey, nuestro Señor, nuestra Cabeza y nues-tro Marido de modo que Él pueda ser nuestra bendición para hacer de nosotros un canal de bendición para los santos y todas las igle-sias—Mt. 2:2; Jn. 1:49; He. 7:2; Is. 32:1-2; 33:22; Fil. 2:9-11; Ro. 14:6-9; 2 Co. 4:5; Col. 2:19; Ef. 1:22-23; 2 Co. 11:2-3; Os. 2:19-20; Nm. 6:23-27; Sal. 128:5; 48:2.

B. Mateo 1:1 habla de Cristo como “hijo de David, hijo de Abraham”:1. Puesto que somos rebeldes, necesitamos arrepentirnos y reci-

bir a Cristo como el hijo de David, o sea, como nuestra autori-dad, como nuestro Soberano y Rey, para que Él rija en nuestro ser y sobre nosotros en el reino de Dios.

2. Si tenemos a Cristo como hijo de David, Aquel que es más que Salomón, también lo tendremos como hijo de Abraham, el ver-dadero Isaac; esto significa que cuanto más tomamos a Cristo como nuestro Rey (el hijo de David), más estamos bajo Su go-bierno, y cuanto más estamos bajo Su gobierno, más lo disfru-tamos a Él como nuestra bendición (el hijo de Abraham); ésta es la bendición del Dios Triuno procesado y consumado como Espíritu todo-inclusivo—v. 1; Gá. 3:14, 16, 29.

3. Esto hará que lleguemos a ser canales de bendición para el pro greso de los santos (su crecimiento en vida) y su gozo de la fe (su disfrute de Cristo); hemos sido llamados a bendecir a otros, así que nosotros, un pueblo bendecido, siempre debería-mos bendecir a otros para poder heredar bendición—Fil. 1:25; 1 P. 3:9.


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Mensaje siete (continuación)

II. Dios levantó a Débora para ser juez de Israel que practicaba la sumisión de la mujer al varón a fin de guardar lo orde nado por Dios y llevar a todo Israel a un orden apropiado bajo el reinado de Dios y Su autoridad como Cabeza—Jue. 4—5:

A. Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová después de la muerte de Aod (4:1), por eso Jehová vendió a Israel en manos de Jabín, rey de Canaán, cuyo ejército tenía por capi-tán a Sísara; Jabín tenía novecientos carros de hierro y oprimió duramente a Israel por veinte años—vs. 2, 3b.

B. En los tiempos de Jueces 4, los hombres de Israel habían fallado en cuanto a su función de liderazgo ordenado por Dios; esto ob ligó a Dios a hacer algo extraordinario e inusual al levantar a una mujer, Débora, para ser juez de Israel; que se levantara a tal mujer hizo que toda la condición de Israel cambiara—vs. 4-5.

C. Los hijos de Israel clamaron a Jehová (v. 3a), y Débora, una pro-fetisa, fue levantada para ser juez de Israel; ella acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, y los hijos de Israel subían a ella a pedir juicio (vs. 4-5).

D. En la Biblia, una mujer apropiada indica alguien que se somete a Dios, alguien que guarda lo ordenado por Él; ésta es la posi-ción que Israel debió haber tomado ante Dios, quien era su Rey, su Señor, su Cabeza y su Marido, pero Israel fue en contra de lo ordenado por Dios dejando la posición que le correspondía como esposa de Dios y abandonándolo para ir en pos de cientos de ído-los; esto condujo a Israel a una situación y condición deplorables:1. Sansón fue nazareo desde el vientre de su madre y a lo largo

de todo el transcurso de su vida; el nazareo debía dejarse cre-cer el cabello, lo cual significa que debía permanecer en suje-ción a la autoridad del Señor como Cabeza, en lo cual estriba el poder—Nm. 6:5; Jue. 16:17; 1 Co. 11:3-6, 10, 15.

2. Pero Dalila lo presionaba todos los días con sus palabras y lo apremiaba que le contara el secreto de su poder al punto que “su alma se fatigó hasta que deseaba morir” (Jue. 16:16); de-bido a las tácticas desgastadoras de Satanás, Sansón cayó en la trampa de Satanás, su cabello le fue rapado por Dalila y él fue capturado por los filisteos, con lo cual perdió su consagra-ción de nazareo, su poder, su testimonio de santificación y la presencia de Dios (Dn. 7:25).

41

JUECES


3. Aquellos que aceptan la enseñanza diferente y errónea de que los creyentes no deberían someterse a las autoridades dele-gadas que Dios designó serán dañados por esa enseñanza; entre nosotros (especialmente con las hermanas casadas, Ef. 5:22-24), debería haber un espíritu, una postura, una atmós-fera y una intención sumisas; si ustedes son tales personas, habrá una gran bendición para ustedes y su futuro.

E. Al leer la canción de Débora en Jueces 5, podemos ver que ella tenía gran habilidad, capacidad, perspicacia y previsión, pero tal persona excelente y capaz era muy sumisa; Dios la hizo líder, mas ella supo mantener el orden apropiado y tomó a Barac como su cobertura—4:6-9; cfr. 1 Co. 11:3-6, 10.

F. Débora comprendió que tenía necesidad de que un hombre fuese su cobertura; como dice Pablo en 1 Corintios 11:3: “Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo”.

G. Cuando esta mujer excelente y extraordinaria tomó la delantera en cuanto a practicar la sumisión de la mujer al varón, la nación entera vino a estar en un orden excelente y apropiado; todos los líderes tomaron la delantera, todo el pueblo los siguió y el ejér-cito fue formado; todos regresaron a la posición apropiada que les correspondía ante Jehová.

H. Por tanto, Débora pudo decir en su canción: “Por haberse puesto al frente los líderes en Israel, ⁄ por haberse ofrecido voluntaria-mente el pueblo, ⁄ bendecid a Jehová […] ⁄ Entonces un remanente de los nobles descendió; ⁄ el pueblo de Jehová descendió conmigo contra los fuertes”—Jue. 5:2, 13.

I. La primera y más grande función de las hermanas en la iglesia es ser sumisas; si las hermanas pueden aprender esta lección, la iglesia será fuerte, enriquecida y renovada:1. Ser sumisos requiere el suministro de la vida, el disfrute de

la gracia, la obra de la cruz y el negar el yo.2. Los que están llenos de Cristo están llenos de sumisión; el

Señor, quien fue sumiso durante toda Su vida, nos ha dado Su vida de sumisión y obediencia—Fil. 2:5-11; He. 5:7-9.

3. El hecho de que una hermana se case con un hermano sig-nifica que está dispuesta a presentarse a sí misma y decir: “Estoy dispuesta a someterme”; si una hermana nunca ha tenido en su corazón la intención de someterse a aquel con


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quien piensa casarse, ella no debería ser su esposa y no debe-ría casarse con él—Ef. 5:22-23; 1 P. 3:1-6.

III. Débora se levantó no sólo para ser juez de Israel, sino también para ser madre en Israel—Jue. 5:7:A. Cuando la vida de iglesia alcanza una cumbre en el aspecto prác-

tico, debería haber algunas madres verdaderas en cada iglesia; en Romanos 16:13 Pablo dice: “Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre y mía”:1. El apóstol Pablo tenía necesidad de una madre; todos los que

llevan la carga del servicio al Señor estarían tristes sin una hermana como madre que cuidara de ellos; todos necesitamos el cuidado de madres espirituales, cuyo cuidado es nuestro ver-dadero nutrimento y nuestra verdadera protección.

2. El hecho de que Pablo tuviera una madre espiritual indica que los santos en la vida de iglesia en Roma habían tenido un traslado en vida por medio de la crucifixión y resurrección de Cristo; la mejor manera de experimentar un traslado en vida es seguir el modelo de Pablo, quien se propuso no saber cosa alguna, sino al Cristo todo-inclusivo, y a éste crucificado— 1 Co. 2:2.

B. El Evangelio de Juan es un libro en cuanto a la vida, no la vida natural, sino la vida que ha sido trasladada y transformada; ori-ginalmente, Juan no era el hijo de María, y María no era la madre de Juan, pero por medio de la muerte de Cristo que libera la vida, por medio de Su resurrección que imparte vida y por medio de Su unión en vida con ellos, Su discípulo amado pudo ser uno con Él y llegar a ser el hijo de Su madre, y ella pudo llegar a ser la madre de Su discípulo amado—19:26-27.

C. Nuestra primera relación es en la carne, pero la segunda es en el espíritu, es decir, en la vida trasladada; puesto que tenemos el segundo nacimiento (3:6), sin duda tenemos la segunda relación, la segunda relación familiar con verdaderas hermanas y verda-deras madres.

D. Si las hermanas ejercitan su espíritu de oración y de fe para ser verdaderas madres (2 Co. 4:13), se darán cuenta de cuán egoís-tas son y de lo mucho que están en sí mismas; tener buenos hijos en el espíritu las pondrá al descubierto a lo sumo; además, las hermanas crecerán y madurarán en vida al cuidar de algunos hijos espirituales.

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JUECES


E. Si las hermanas aman al Señor y se dan en serio a la vida de igle-sia en el recobro del Señor, necesitan considerarse a sí mismas como enfermeras que rinden un servicio, enfermeras de la iglesia, que dan cuidado de enfermería en la iglesia, el verdadero hos-pital; todas las hermanas necesitan ser hermanas que sirven por medio de la oración y ser madres amorosas por medio del camino más excelente del amor a fin de ayudar a los necesitados y a los más jóvenes en su vida espiritual y en la vida de iglesia; ésta es la mejor manera de recibir la bendición, el crecimiento, la espi-ritualidad y el verdadero disfrute del Señor—Ro. 16:1-2, 13; Is. 66:12-13; 1 Co. 12:31b; 13:4-7.

IV. La Biblia dice que en aquel tiempo entre el pueblo de Dios hubo “grandes resoluciones de corazón” y “gran escudriña-miento de corazón”—Jue. 5:15-16:

A. Tener una gran resolución es tomar una decisión firme, y tener un gran escudriñamiento es elaborar un plan para vivir atentos al Señor y expresarlo en nuestro vivir con miras a Su recobro ac-tual en la edificación de Su Cuerpo, la preparación de Su novia y la introducción de Su reino en su manifestación—2 Co. 5:14-15; Ro. 14:7-9; Ap. 19:7-9.

B. Cuando el hermano Lee estaba siendo oprimido por la policía militar japonesa en 1943, el Señor le dio un sueño en el cual veía el día amanecer, como el amanecer de la mañana, con una auto-pista amplia, muy brillante, muy recta y que se extendía sin lími-tes; ésta es la autopista amplia, el sol naciente y el futuro sin límites del recobro del Señor—cfr. Pr. 4:18.

C. Necesitamos aspirar y orar por ser como aquellos que Débora des-cribe al final de su canción, la cual concluye de manera gloriosa: “Los que aman a Jehová sean como el sol ⁄ cuando se levanta en toda su fuerza”—Jue. 5:31:1. Que el sol se levante en toda su fuerza significa que resplan-

dece deslumbrante, brillante y gloriosamente; si todas las igle-sias experimentan tales resoluciones, tal escudriñamiento y se levantan para resplandecer como el sol, ciertamente disfru-tarán al Señor como su victoria.

2. Los vencedores que han sido reconstituidos con el Cristo sa-nador, el Sol de justicia, resplandecerán como el sol en el reino de su Padre—Mal. 4:2; Lc. 1:78-79; Mt. 13:43.


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Mensaje ocho

El significado intrínseco de Gedeóncomo valiente guerrero de Dios

Lectura bíblica: Jue. 6—9

I. Gedeón fue levantado por Dios como Su valiente guerrero y fue enviado por Dios para salvar a Israel (Jue. 6:12-14; cfr. Jn. 8:29) de la opresión de los madianitas (Jue. 6:1—8:32); debe-mos ver el significado intrínseco del éxito que tuvo Gedeón:

A. Gedeón escuchó cuidadosamente la palabra de Dios, lo cual era raro entre los hijos de Israel en aquel tiempo:1. El Señor siempre quiere abrir nuestros oídos para que escu-

chemos Su voz, de modo que veamos las cosas conforme a Su economía—Ap. 1:10, 12; Job 33:14-16; Is. 50:4-5; Éx. 21:6.

2. Cuando el Espíritu habla a las iglesias (Ap. 2:7a), es necesario que todos tengamos oídos abiertos, circuncidados (Jer. 6:10; Hch. 7:51), purificados (Éx. 29:20; Lv. 8:23-24; 14:14) y ungi-dos (vs. 14, 17, 28) para escuchar lo que el Espíritu dice.

B. Gedeón obedeció la palabra de Dios y actuó en conformidad con ella—cfr. He. 11:32-33a:1. En el Nuevo Testamento tenemos la vida de Cristo, una vida

de obediencia y sumisión, y si nosotros andamos conforme al espíritu, cumpliremos espontáneamente el justo requisito de la ley—Fil. 2:5-11; Ro. 8:4.

2. Si nuestra actitud al venir a la ley es ocuparnos únicamente de la letra de los mandamientos, recibiremos la ley como letra que mata; pero si tomamos todos los componentes de la ley como la palabra dada por el aliento del Dios que amamos, recibire-mos la ley como Espíritu vivificante; entonces la ley cumplirá la función de impartir a Dios mismo como vida en nosotros, Sus buscadores que lo aman—Sal. 119:25, 116, 130; 2 Co. 3:6; 2 Ti. 3:16-17.

3. Ser vital es ser vivientes y activos al estar llenos del Espíritu interior y exteriormente, y al predicar el evangelio y las ver-dades en cualquier momento y en cualquier lugar profundi-zando en la Palabra con miras al aumento y propagación del Señor—Dn. 11:32b; Hch. 13:52; 4:8, 31; 13:9; 2:38; 5:32b; 2 Ti. 4:1-2.

C. Gedeón derribó el altar de Baal (el principal dios masculino de los cananeos) y taló la Asera (la principal diosa femenina); esto conmovió el corazón de Dios porque Dios aborrecía a los ídolos, los

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JUECES

Mensaje ocho (continuación)

cuales consideraba hombres con quienes Su esposa, Israel, se había prostituido; intrínsecamente, un ídolo es todo aquello en nosotros que amamos más que al Señor y que reemplaza al Señor en nuestra vida—Jue. 6:25-28; Ez. 14:1-3.

D. Al derribar el altar de Baal y talar la Asera que pertenecían a su padre, Gedeón sacrificó su relación con su padre así como su disfrute de la sociedad a fin de ir en pos de Jehová; para poder realizar tal cosa, Gedeón tuvo que sacrificar sus propios intere-ses, y tal sacrificio fue un factor determinante para su éxito—Jue. 6:28-32.

E. A causa de estos cuatro factores, Gedeón recibió una recompensa: el Espíritu económico vino sobre él (v. 34); por tanto, se volvió pode-roso y con apenas trescientos hombres derrotó a dos príncipes y dos reyes, que tenían un pueblo “en grande multitud como un enjambre de langostas” y “camellos … innumerables” (v. 5; 7:25; 8:10-12); en Gedeón vemos el cuadro de un hombre que vivió en unión con Dios, un Dios-hombre, a fin de cumplir la palabra de Dios y llevar a cabo Su economía.

II. La selección de los vencedores se ve en la selección que Dios hizo de Gedeón y los trescientos hombres que combatieron junto con él para derrotar a los madianitas—6:1-6, 11-35; 7:1-8, 19-25; 8:1-4:

A. El relato acerca de Gedeón nos muestra cómo ser un vencedor:1. Debemos conocer el yo, comprendiendo que somos el menor—

6:15; Ef. 3:8; Mt. 20:27-28; Gá. 6:3.2. Debemos ver la visión celestial en cuanto a Cristo como cen-

tralidad y universalidad de la economía eterna de Dios—Jue. 6:12; Hch. 26:16-22; Col. 1:17b, 18b; 1 Ti. 1:3-4; Fil. 3:8, 10.

3. Debemos ofrecernos a Dios como sacrificio vivo conforme a Su buena, agradable y perfecta voluntad, a fin de tener la reali-dad y el vivir del Cuerpo de Cristo (Ro. 12:1-5; cfr. Jue. 6:21-24); debemos ser aquellos que escuchan y responden al llamado que el Señor hace en Apocalipsis 2 y 3 a los vencedores—2:7, 11, 17, 26-28; 3:5, 12, 20-21; Himnos, #403.

4. Debemos derribar los ídolos en nuestro corazón, en nuestra vida y en nuestra obra por causa del testimonio del Señor dán-donos cuenta de que, por un lado, Dios nos introduce en el disfrute de Cristo como vida, luz y poder y que, por otro lado,


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Dios es fiel para permitir que tengamos dificultades finan-cie ras, sufrimientos emocionales, padecimientos físicos y la pérdida de nuestra bondad natural a fin de que tomemos a Cristo como nuestra satisfacción, seamos llenos de Cristo y le permitamos tener el primer lugar en todo—Jue. 6:25-28; Jn. 10:10; 8:12; 2 Ti. 2:1; Col. 1:17b, 18b; 1 Jn. 5:21; Job 22:24-26; Mt. 10:35-39; 2 Co. 12:7-9; Job 1:1, 22; 2:9-10; 3:1, 11; 2 Co. 4:5; 1 Co. 2:2.

B. La manera en que los vencedores son seleccionados se ve en la selección de los trescientos; al decirle a Gedeón que tenía dema-siados hombres, Dios le indicaba que Él combatiría por Israel; la primera selección resultó en que se fueran veintidós mil hombres:1. Los que se fueron querían glorificarse a sí mismos—Jue. 7:1-2;

Jn. 5:41, 44.2. Los que se fueron tenían temor y miedo—Jue. 7:3; Mt. 25:25;

cfr. Dt. 20:5-8.C. La segunda selección fue decidida por la manera en que las per-

sonas bebían; los que bebieron directamente con la boca fueron eliminados por Dios; los que bebieron llevando a sus bocas el agua recogida en sus manos fueron seleccionados por Dios porque eran personas que se negaban a sí mismas; al beber de esta manera podían vigilar diligentemente por cualquier ataque del enemigo—Jue. 7:4-6:1. Aquellos que tienen la oportunidad de dar rienda suelta a sus

apetitos pero no lo hacen son personas que se niegan a sí mis-mas y han recibido el trato de la cruz, sacrificando su des-canso y comodidad personales por causa del propósito de Dios en el día de Su guerra—v. 7; Sal. 110:3.

2. Los vencedores están absolutamente entregados a la gloria de Dios y no temen nada, excepto ofender al Señor y perder Su presencia (Éx. 33:14-16); ellos le permiten a la cruz aplicar su trato al yo (1 Jn. 3:8; He. 2:14; Ro. 6:23; Gá. 2:20).

D. Dios le dio a Gedeón trescientos hombres y los formó en un solo cuerpo, representado por un “pan redondo de cebada” que ro-daba por el campamento de los madianitas para la derrota de ellos y la victoria de Dios—Jue. 7:9-25:1. Gedeón y sus hombres se movieron y actuaron juntos en una-

nimidad como un solo hombre, lo cual representa la unidad

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JUECES


en el Espíritu y el vivir en el Cuerpo; ellos fueron compene-trados en resurrección —representada por la cebada, que es el grano que madura primero (Jue. 6:16; 2 S. 21:9; Lv. 23:10; 1 Co. 15:20)— para ser un solo pan, que representa a la igle-sia (10:17).

2. El pensamiento de Pablo en cuanto a que la iglesia es un solo pan fue tomado del Antiguo Testamento con la ofrenda de ha-rina (Lv. 2:4-5); nosotros somos los muchos granos (Jn. 12:24) con el fin de que seamos molidos en f lor de harina mezclada con aceite para formar la torta, el pan, de la iglesia (1 Co. 12:24-25).

3. Todos los colaboradores y los ancianos deberían pastorearse unos a otros y amarse unos a otros para ser un modelo de la vida del Cuerpo, un modelo de aquellos que están aprendiendo a ser atemperados, compenetrados y eliminados por la cruz a fin de hacerlo todo por el Espíritu para impartir a Cristo los unos a los otros con miras a la vida práctica del Cuerpo—Ro. 12:1-5; cfr. 2 Cr. 1:10.

E. Gedeón y sus trescientos hombres libraron la batalla y laboraron, pero toda la congregación persiguió al enemigo y segó la cosecha, lo cual significa que cuando nosotros vencemos, todo el Cuerpo es avivado hasta que Jehová como paz, Jehová-salom (Jue. 6:24), reine en la tierra—7:22-25; 8:1-4; Col. 1:24; Sal. 128:5; Is. 32:17; 66:12.

F. Mientras Gedeón y sus hombres perseguían a los reyes de Madián, estaban “cansados, mas todavía persiguiendo” (Jue. 8:4b); debido a que hemos recibido la misericordia de Dios para ministrar y vivir en la realidad de la economía eterna de Dios, no nos desa-nimamos (2 Co. 4:1, 16-18); quizás laboremos hasta el punto de estar agotados, pero nuestra labor es según la operación de Dios, la cual actúa en nosotros con poder (Col. 1:28-29; 1 Co. 15:58).

III. Debemos ver el significado intrínseco de la clave del fracaso de Gedeón:

A. Primero, Gedeón no fue bondadoso; él mató a los compatriotas que no lo apoyaron (Jue. 8:16-17), con lo cual quebrantó el sexto mandamiento de Dios (Éx. 20:13); Cristo como benignidad de Dios nos guía al arrepentimiento (Ro. 2:4; Tit. 3:4; Ef. 2:7).

B. Segundo, él dio rienda suelta a los deseos de la carne (cfr. Gá.


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5:16; Ro. 8:4) al no restringir su concupiscencia carnal; esto lo indica Jueces 8:30, el cual nos dice que Gedeón tuvo setenta hijos, “pues tuvo muchas mujeres”; además, su concubina que estaba en Siquem también le dio a luz un hijo (v. 31); con esto Gedeón quebrantó el séptimo mandamiento (Éx. 20:14).

C. Tercero, aunque Gedeón actuó debidamente al rehusarse a gober-nar al pueblo (Jue. 8:22-23), codició el botín de ellos (sus zarcillos de oro) —con lo cual quebrantó el décimo mandamiento—, y ellos se lo entregaron; Gedeón confeccionó un efod con el oro que había tomado del pueblo, y este efod se convirtió en un ídolo para los hijos de Israel (vs. 24-27, Éx. 32:1-4 y la nota 1 del v. 2): como resultado de ello, tanto la familia de Gedeón como toda la socie-dad israelita se corrompió.

D. Jueces es un libro que trata sobre el disfrute de la buena tierra, la cual tipifica a Cristo; el éxito de Gedeón indica que él obtuvo una excelente oportunidad para disfrutar a Cristo, pero su fra-caso indica que él perdió dicha oportunidad.

IV. Gedeón, al dar rienda suelta a sus apetitos sexuales y a causa de su avaricia por el oro, fue llevado a la idolatría; la avari-cia es idolatría (Col. 3:5), y tanto la fornicación como la ava-ricia están vinculadas a la idolatría (Ef. 5:5); su fracaso nos muestra que necesitamos ejercer estricto control sobre los asuntos relacionados con el sexo y las riquezas:

A. Incluso el rey Salomón, quien fue glorificado en el reino de Israel con el esplendor de ese reino en su cumbre más elevada (1 R. 4:34; 8:10-11) y quien, en sus inicios, fue una persona que temía a Dios y lo amaba, al final se convirtió en un idólatra a causa de sus muchas esposas extranjeras (11:1-3; véase la nota 1 del v. 43).

B. Después de la muerte de Gedeón, la degradación en la que cayó Israel comenzó cuando ellos abandonaron a Jehová su Dios y adoraron a los ídolos de los cananeos, lo cual trajo como resultado que ellos dieran rienda suelta a la concupiscencia carnal; además, el hijo de la concubina de Gedeón, Abimelec, mató a setenta de los otros hijos de Gedeón, mientras que Jotam, otro hijo, escapó—Jue. 8:33—9:57.

C. Jotam declaró con denuedo una parábola acerca del reinado de Abimelec, el reinado de una zarza, en contraste con los que son como olivos, higueras y vides, los cuales rechazan la ambición

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JUECES


y llegan a ser un canal de suministro para el pueblo de Dios (vs. 8-13); Dios recompensó a Abimelec (vs. 14-55) el mal que éste había hecho contra su padre al matar a sus setenta herma-nos; y todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios volver sobre sus cabezas, y la maldición de Jotam, hijo de Jerobaal (Gedeón, 6:32) vino sobre ellos (9:56-57).

D. Cuando Gedeón tuvo éxito, él estaba unido a Dios, pero cuando fracasó estaba unido a Satanás; abandonar a Dios y unirse a Satanás equivale a entrar en la ambición intrínseca propia de este maligno—Is. 14:13-14.

E. No tenemos derecho a divorciarnos del Señor y no tenemos razón alguna para abandonarlo; debemos tomarlo, amarlo, honrarlo, respetarlo, tenerlo en consideración, exaltarlo y asirnos de Él, rechazando completamente a Satanás; entonces seremos bendeci-dos; bienaventurado todo aquel —nación, sociedad, grupo e indi-viduo— cuyo Señor, Cabeza, Rey y Marido es Jehová—Sal. 33:12.


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Mensaje nueve

Los hijos de Israel no tenían reyy cada cual hacía lo que le parecía recto

ante sus propios ojos

Lectura bíblica: Jue. 2:10-18; 3:7-15; 8:33-35; 10:6-7; 13:1;17:5-6; 18:1, 30-31; 19:1; 21:25

I. En su degradación, Israel se volvió caótico en cuanto a go-bierno, adoración y moralidad—Jue. 3:7-15; 8:33-35; 13:1; 17:5-6; 18:30-31:

A. Después que los hijos de Israel tomaron posesión de la tierra como su herencia, no obedecieron el mandato de Dios de echar fuera y destruir por completo a las siete tribus que habitaban en Canaán—1:27-36.

B. Como resultado, los hijos de Israel sirvieron a sus dioses, ha-ciendo así lo malo ante los ojos del Señor—2:10-18.

C. Los hijos de Israel abandonaron al Señor Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y siguieron los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores; se inclinaron ante éstos, provo-cando a ira a Jehová—10:6-7.

D. Dios los entregó en manos de los saqueadores y Él los vendió en manos de sus enemigos para que no pudieran hacerles frente; cada vez que salían, la mano del Señor estaba contra ellos para mal—2:11-15.

E. La era de los jueces puede considerarse el periodo más oscuro en la historia de Israel; también fue un periodo de tragedia.

F. En aquel entonces, entre los hijos de Israel había rebeliones con-tra Dios, idolatría (caps. 17-18), luchas internas (cap. 9), hostilidad y controversia entre las tribus (caps. 20-21), fornicación (cap. 19), inmundicia, matanzas brutales y toda clase de maldad.

II. “En aquellos días no había rey en Israel; cada cual hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos”—21:25:

A. Cuando el pueblo de Israel dijo que no había rey entre ellos, esto significaba que no tenía en cuenta a Dios ni Su estatus, y que no reconocían el reinado de Dios—17:6; 18:1; 19:1.

B. Aunque el tabernáculo de Dios estaba en Silo y el sumo sacerdote tenía el Urim y el Tumim, en Israel no había gobierno, no había administración, pues Israel no tenía en cuenta a Dios ni Su esta-tus como Rey de ellos y, por eso, no había expresión de Dios en Jueces—18:31; Éx. 28:30, nota 1.

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JUECES

Mensaje nueve (continuación)

C. Debido a que no había rey en Israel durante el periodo de los jueces, los hijos de Israel hicieron lo que les parecía recto ante sus propios ojos y, como resultado, cayeron en podredumbre y corrupción—Jue. 17:6; 18:1; 19:1; 21:25:1. Moisés le dijo al pueblo de Israel que cuando entraran en la

buena tierra no debían hacer lo que era recto ante sus propios ojos pero no era recto ante los ojos de Dios—Dt. 12:8-14.

2. Satanás causó que el pueblo de Israel hiciera lo que le parecía recto ante sus propios ojos, que fueran inicuos e impíos y que desecharan las limitaciones dadas por Dios; esto se revela en Jueces 17—18; 19:1; y 21:25.

3. Hoy en día, los cristianos a menudo dicen que para ellos cierto asunto es correcto o incorrecto; vivir de esa manera es hacer lo que nos parece recto ante nuestros propios ojos.

4. Es terrible que hagamos lo que es recto ante nuestros propios ojos; debemos hacer lo que es recto ante los ojos de Dios—Dt. 12:8.

D. Cuando no había rey en Israel, no había autoridad, y el pueblo sim plemente hacía lo que quería; éste es exactamente el estado de las cosas en el presente siglo maligno, tanto en el mundo como en el sistema religioso del cristianismo—Ef. 2:2, 12.

E. En el recobro del Señor necesitamos ser librados de la iniquidad, es decir, la carencia de ley, descrita en Jueces y vivir bajo el go-bierno de Dios en el reino de Dios y hacer la voluntad de Dios—Tit. 2:14; Gá. 1:4; Mt. 6:10.

III. Dios es el Rey de los siglos, Aquel que posee autoridad abso-luta por la eternidad, quien jamás cambia—1 Ti. 1:17:A. El Dios en quien creemos y a quien servimos, y que se imparte en

nuestro ser es el Rey de los siglos, el Rey de la eternidad—v. 17; 2 Co. 13:14.

B. Cristo nació para ser el Rey, un Gobernante que apacentará al pueblo de Dios, y ahora Él es el Rey de reyes y el Señor de seño-res—Mt. 2:2, 6; Ap. 19:16; 17:14:1. En calidad de Rey, Cristo es Jehová Dios y también es un hom-

bre—Sal. 24:8, 10.2. Necesitamos darnos cuenta de que Cristo es nuestro Rey que

reina en nuestros corazones y reconocer el reinado de Cristo en las iglesias locales, donde vivimos bajo Su reinado—Ef. 3:17; 1 Ti. 3:15; 6:15.


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3. Cristo vendrá como Rey de gloria, a saber, Jehová de los ejérci-tos, el Dios Triuno consumado quien está corporificado en el Cristo victorioso que viene, quien reinará en el reino eterno de Dios—Sal. 24:7-10.

4. El gobierno de Cristo en el trono de David sobre Su reino será primero en el milenio y luego en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad—Is. 9:7; Lc. 1:33, nota 1.

5. “Entonces será establecido en benevolencia amorosa un trono, ⁄ sobre el cual, en la tienda de David, ⁄ Él se sentará en ver-dad”—Is. 16:5:a. El reinado de Cristo en la tienda de David significa con-

suelo, aliento y restauración.b. El trono de Cristo será establecido en benevolencia amo-

rosa, en afecto tierno, y Él se sentará en Su trono en ver-dad, es decir, en veracidad y fidelidad—v. 5.

c. Si permitimos que Cristo reine en nosotros, introduciendo el reino con benevolencia amorosa, veracidad, fidelidad, equidad y justicia, llegaremos a ser lo mismo que Él en estas virtudes—v. 5.

IV. Necesitamos ser rescatados de la iniquidad y de ser hacedo-res de iniquidad, y hacer lo que es recto ante los ojos de Dios al obedecer el principio rector de servir a Dios—Tit. 2:14; Mt. 7:21-23:

A. Hacer lo que nos parece recto ante nuestros propios ojos es ini-quidad, es decir, carencia de ley o infracción de la ley—Jue. 21:25:1. “El pecado es infracción de la ley”; por lo tanto, la infracción de

la ley es pecado, y recíprocamente, el pecado es infracción de la ley—1 Jn. 3:4:a. En 1 Juan 3:4 “infracción de la ley”, o carencia de ley, signi-

fica estar carente del principio según el cual Dios rige al hombre y no someterse a dicho principio.

b. Pecar equivale a estar carente de ley, a transgredir contra la ley.

c. A los ojos de Dios, una persona peca cuando actúa según su propia naturaleza e intención, andando según su propia voluntad y rebelándose contra la autoridad de Dios.

d. La iniquidad consiste en no reconocer ni someterse a la autoridad de Dios.

53

JUECES


e. Practicar la iniquidad equivale a vivir ajenos al principio según el cual Dios rige al hombre y no someterse a dicho principio; la era actual está llena de iniquidad y rebelión.

f. En la iniquidad una persona no sólo se rebela contra la autoridad, sino que actúa como si no hubiera ley.

2. Cristo se dio a Sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad a fin de purificar para Sí un pueblo especial como Su posesión particular—Tit. 2:14.

B. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cie-los”—Mt. 7:21:1. Invocar al Señor basta para ser salvos, pero para entrar en el

reino de los cielos también necesitamos hacer la voluntad del Padre celestial—Ro. 10:13; 12:2; Mt. 12:50; Ef. 5:17; Col. 1:9.

2. Puesto que entrar en el reino de los cielos requiere que haga-mos la voluntad del Padre celestial, esto claramente difiere de entrar en el reino de Dios por medio de la regeneración—Jn. 3:3, 5:a. La entrada al reino de Dios se obtiene al nacer de la vida

divina—1:12-13; 3:5-6.b. La entrada al reino de los cielos se obtiene al vivir la vida

divina—Mt. 7:21; 12:50.C. El Señor Jesús reprendió a los que profetizaban, echaban fuera

demonios y hacían obras poderosas en Su nombre, debido a que, por ser “hacedores de iniquidad”, hacían esas cosas por sí mismos, no por obediencia a la voluntad de Dios—7:23:1. Hay dos principios rectores en el universo: el principio de la

autoridad de Dios y el principio de la rebelión de Satanás—Hch. 1:7; Is. 14:13-14:a. No podemos servir a Dios por un lado y tomar el camino de

la rebelión por el otro; debemos apartarnos del principio rector de iniquidad y rechazar el camino de la rebelión—Mt. 28:18; Jud. 11.

b. Servir a Dios está directamente relacionado con Su autori-dad; si no resolvemos al asunto de la autoridad, tendremos problemas en todas las áreas de nuestro servicio.

2. Que el Señor resguarde nuestro servicio en el principio de sumi sión a la autoridad de Dios y a la voluntad del Padre—Hch. 1:7; Mt. 7:21; 12:50.


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V. El caos en el gobierno, en la adoración y en la moralidad que se relata en el libro de Jueces describe el caos satánico en la vieja creación—Gn. 3:1-5; Ap. 20:10—21:4:A. El universo se encuentra en un estado de caos; este caos es la

fuente del sufrimiento en el mundo actual, y mientras haya caos en la creación, habrá sufrimientos en el mundo—Ro. 8:18-22.

B. La historia del universo es una historia de la economía de Dios y el caos de Satanás—Gn. 1:1-2, 26; Ap. 20:10—21:4:1. Satanás, el diablo, es la fuente y el elemento del caos maligno—

Mt. 16:23; Ap. 2:9-10; 2 Co. 2:11; 1 P. 5:8.2. Dios mismo es la economía divina, y Él ha entrado en nosotros

como una administración, un arreglo y un plan que pone todo en orden—Ef. 1:10; 3:10.

3. En la Biblia y en nuestra experiencia, el caos satánico siempre va a la par de la economía divina y, de hecho, ayuda a la eco-nomía de Dios—v. 9.

C. Nosotros, quienes vivimos en medio del caos, la rebelión y la ini-quidad, necesitamos tener una visión clara de la economía de Dios—Sal. 2:1-6; Pr. 29:18a; Ef. 3: 9:1. Necesitamos ser gobernados, controlados y dirigidos por esta

visión—Hch. 26:19.2. Debemos ser fuertes e inconmovibles en la visión de la eco-

nomía de Dios, la voluntad eterna de Dios—Ef. 1:10; 3:9; Ap. 4:11; 1 Co. 15:58; He. 12:28.

D. Los vencedores conquistan el caos satánico de la vieja creación y llevan a cabo la economía divina con miras a la nueva creación— 1 Ti. 1:4; Ef. 1:10; 3:9-10; 2 Co. 5:17; Gá. 6:15:1. Los vencedores no son librados del caos satánico; más bien,

conquistan el caos satánico destructivo y triunfan en la econo-mía divina constructiva—1 Ti. 1:3-4, 19-20; 4:1-2; Tit. 3:10; 2 Ti. 1:15; 4:8.

2. A medida que los vencedores sufren el caos, son fortalecidos “en la gracia que es en Cristo Jesús” (2:1) y son capaces de estar firmes en pro de la economía divina y expresarla en su vivir—1:10-15; 3:14-17; 4:2, 5, 7, 18.

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RUT

Mensaje diez

Rut escogió su meta, ejerció su derecho, buscó su reposoy recibió una recompensa en pro de la economía de Dios

Lectura bíblica: Rt. 1—4

I. Jueces es un libro que nos relata la deplorable historia de Israel, la cual es oscura y repugnante; Rut, que sirve de apén-dice al libro de Jueces, narra el excelente relato de una pa-reja, el cual es luminoso y fragante; el personaje principal de este relato, Rut, es como un lirio que crece entre los espinos y como una estrella luminosa en la noche oscura—Rt. 1—4.

II. El capítulo 1 del libro de Rut habla sobre Elimelec, quien se desvió apartándose del reposo hallado en la economía de Dios (vs. 1-2), sobre Noemí, quien regresó al reposo hallado en la economía de Dios (vs. 3-7, 19-22) y sobre Rut, quien escogió su meta (vs. 8-18):

A. Rut es un libro de reposo; el reposo sabático es Cristo como nues-tro reposo, tipificado por la buena tierra de Canaán—Dt. 12:9; He. 4:8-9:1. Dios reposó al séptimo día debido a que había logrado lo que

deseaba; el deseo del corazón de Dios es que el hombre en la tierra lo exprese en Su imagen y lo represente con Su domi-nio—Gn. 1:26-28; Ro. 8:28-29; 2 Co. 3:18; Ro. 5:17, 21; Ap. 5:9-10; 22:5.

2. En el Antiguo Testamento la buena tierra era un lugar de re-poso debido a que el templo podía ser edificado allí; el templo era la máxima consumación de la entrada en la buena tierra por parte de los hijos de Israel; con el templo Dios pudo obte-ner Su expresión y Su representación con miras a Su reino, gobierno y administración—1 R. 8:1-11.

3. Cristo es el reposo para los santos en tres etapas:a. En la era de la iglesia el Cristo celestial, Aquel que ha ex-

presado, representado y satisfecho a Dios y que reposa de Su obra y está sentado a la diestra de Dios en los cielos, es el reposo para nosotros en nuestro espíritu; por ser nues-tro reposo, Él es nuestra perfecta paz y plena satisfacción—Mt. 11:28-29.

b. En el reino milenario, después que Satanás haya sido qui-tado de esta tierra (Ap. 20:1-3), Dios será expresado, repre-sentado y satisfecho por Cristo y los santos vencedores;


56

Mensaje diez (continuación)

entonces Cristo con el reino será el reposo de una manera más plena para los santos vencedores, quienes serán Sus correyes (vs. 4, 6) y participarán y disfrutarán de Su reposo.

c. En el cielo nuevo y la tierra nueva, después que todos los enemigos, incluyendo la muerte, el último enemigo, hayan sido sujetos a Él (1 Co. 15:24-27), Cristo, como Aquel que ha conquistado todas las cosas, será el reposo de la ma-nera más plena para todos los redimidos de Dios por la eternidad.

B. El hecho de que Elimelec dejase la buena tierra significaba que él se desviaba apartándose del reposo en la economía de Dios, des-vinculándose así de la economía de Dios; él se desvió apartándose de Belén, el lugar de nacimiento del Cristo venidero (Mi. 5:2; Lc. 2:4-7), en Judá, lo mejor de la buena tierra (Gn. 49:8-10; Éx. 3:8b; Dt. 8:7-10), y se fue a Moab, un país idólatra (Jue. 10:6).

C. El regreso de Noemí a la Tierra Santa fue su regreso al reposo hallado en la economía de Dios desde Moab, el país idólatra, hasta Judá, la tierra de Emanuel (Is. 8:8), para llegar a Belén, el lugar de nacimiento de Cristo (Rt. 1:19a, 22b); ella regresó acompañada de Rut, su nuera, la cual le había sido dada por Dios para el cum-plimiento de Su economía con respecto a Cristo (v. 22a).

D. Rut escogió como meta participar —juntamente con los elegidos de Dios— en el disfrute de Cristo, y llegó a ser un antepasado im-por tante de Cristo que, como tal, contribuyó a introducir a Cristo en el linaje humano; ella escogió a Dios y Su reino con miras a lle-var a cabo la economía de Dios con respecto a Cristo—Mt. 1:5-6.

III. El capítulo 2 del libro de Rut menciona que Rut, como alguien que había vuelto a Dios dejando atrás su pasado pagano, ejer-ció su derecho a participar del rico producto de la herencia de los elegidos de Dios:

A. Según su estatus triple como peregrina, pobre y viuda, Rut ejer-ció su derecho a espigar la mies; al espigar, ella no mendigaba, sino que hacía uso de su derecho.

B. La ordenanza dada por Dios con respecto a la siega de la mies indicaba que Jehová bendeciría a los hijos de Israel si ellos re-servaban los rincones de sus campos y la rebusca para que fuese cosechada por los pobres, los peregrinos, los huérfanos y las viu-das—Lv. 23:22; 19:9-10; Dt. 24:19.

57

RUT


C. Booz obedeció esta ordenanza, con lo que dio testimonio de su gran fe en Jehová; bajo la soberanía de Dios, esta ordenanza parecía haber sido escrita teniendo en mente a una persona: Rut.

D. Así como Rut tenía el derecho a disfrutar del producto de la buena tierra después de entrar en ella, nosotros también tenemos de-recho a disfrutar de Cristo como nuestra buena tierra después de haber creído en Él; que Rut ejerciera su derecho a obtener y poseer el producto de la buena tierra significa que, después de creer en Cristo y ser unidos orgánicamente a Él en nuestro espí-ritu “unido” (Ro. 8:16; 1 Co. 6:17), tenemos que comenzar a ir en pos de Cristo a fin de ganarlo, poseerlo, experimentarlo y disfru-tarlo (Fil. 3:7-16).

E. Este libro de Rut nos muestra el camino, la posición, los requisi-tos y el derecho que les corresponde a los pecadores de partici-par en Cristo y disfrutar a Cristo; según lo dispuesto por Dios, quienes creímos en Cristo hemos sido hechos aptos y estamos en la posición adecuada para reclamar nuestro derecho a disfrutar a Cristo (Col. 1:12; Ap. 2:7; 22:14).

F. El libro de Rut es una narración preciosa, conmovedora, persua-siva y subyugadora; en el relato fragante del capítulo 2 se hallan implícitos cuatro tipos:1. Booz, quien poseía abundantes riquezas (v. 1), tipifica a Cristo,

quien es rico en la gracia divina (2 Co. 12:7-9).2. El campo de la buena tierra prometida por Dios (Rt. 2:2-3) tipi-

fica al Cristo todo-inclusivo, la fuente de todo fruto espiritual y divino que sirve de suministro de vida a los elegidos de Dios (Fil. 1:19-21a).

3. La cebada y el trigo (Rt. 2:23) tipifican a Cristo como el mate-rial con el cual se hace el alimento de Dios y de Su pueblo (Lv. 2; Jn. 6:9, 33, 35).

4. Rut, una moabita, una pecadora pagana ajena a las promesas de Dios (Dt. 23:3; cfr. Ef. 2:12), a quien se le otorgó el derecho a participar de la rebusca de la mies de los elegidos de Dios tipi fica a los “perrillos” gentiles que tienen el privilegio de par-ticipar de Cristo como las migajas bajo la mesa de la porción de los hijos elegidos de Dios (Mt. 15:21-28 y la nota 1 del v. 27).

IV. El capítulo 3 del libro de Rut habla sobre el hecho de que Rut buscó su reposo:


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A. Noemí, la suegra de Rut, le dijo: “Hija mía, tengo que buscarte un lugar de reposo, para que te vaya bien”—v. 1:1. Noemí comprendió que la persona apropiada para ser el ma-

rido de Rut era Booz; por tanto, Noemí actuó como “interme-diaria” para apremiar a Rut a casarse.

2. Los ministros genuinos del Nuevo Testamento son como Noemí en el sentido de que instan a los creyentes en Cristo a amarle como su Novio a fin de que lo tomen como su Marido—2 Co. 11:2; Ap. 19:7; 21:9-10.

3. La única manera en que obtenemos reposo es al tomar a Cristo como nuestro Marido; debemos conocerlo como nuestro Marido y tomarlo como nuestro Marido, al vivir en el contacto más estrecho e íntimo con Él—1 Co. 2:9; cfr. 16:22.

4. Si nos casamos con Cristo, tomándolo a Él como nuestro Ma-rido, nuestra vida cambiará; comprenderemos que debemos tener la fidelidad propia de una esposa y aprenderemos a dis-frutar a Cristo como nuestra vida y nuestra persona, andando y comportándonos en unidad con Él—2 Co. 2:10.

B. Después de venir a la buena tierra y ejercer el derecho a disfru-tar de su rico producto, Rut todavía requería de un hogar para obtener reposo; esta clase de reposo sólo sería posible mediante el matrimonio:1. Aunque seamos salvos y amemos al Señor, a fin de tener un

hogar donde obtengamos reposo, tenemos que casarnos con el Señor Jesús, tomándolo como nuestro Marido, y vivir junta-mente con Él en la iglesia, nuestro hogar—Ro. 7:4; 2 Co. 11:2; Ef. 5:25-27.

2. Cristo, nuestro Marido, y la iglesia, nuestro hogar, forman una unidad completa donde obtenemos el reposo apropiado y ade-cuado (v. 32).

C. A la luz de Mateo 1:5-6 y 16, el hecho de que Rut buscase su reposo tenía como fin, en realidad, dar continuidad a la genealogía que traería a Cristo.

D. Booz le dijo a Rut: “Soy pariente cercano, con todo eso hay un pariente más cercano que yo”—Rt. 3:12:1. En este versículo, el primer pariente en línea del esposo de Rut,

el pariente más cercano, tipifica a nuestro hombre natural,

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RUT


que no puede redimirnos de las deudas (el pecado) contraídas por nuestro viejo hombre y tampoco lo hará (4:1-6).

2. Booz, el segundo pariente en línea del esposo de Rut, tipifica a Cristo, quien participó de sangre y carne (He. 2:14) para ser nuestro Pariente cercano que puede redimirnos de nuestro pecado, recobrar los derechos perdidos que le correspondían a nuestro hombre natural según la creación de Dios, ser nues-tro nuevo Marido en Su unión divina y orgánica con nosotros y tomarnos como Su complemento con miras a obtener Su aumento (Rt. 4:7-13).

V. El capítulo 4 del libro de Rut habla sobre el hecho de que Rut recibió una recompensa en pro de la economía de Dios:

A. Como parte de su recompensa en pro de la economía de Dios, Rut obtuvo un marido redentor, el cual tipifica a Cristo como Marido redentor de los creyentes; ahora, por ser creyentes en Cristo, po-seemos un Marido que es nuestro Redentor eterno, diario y pre-sente, el cual nos rescata, nos salva y nos libra de todos nuestros problemas.

B. Además de obtener un marido redentor, Rut fue redimida de la deuda contraída por su difunto esposo (vs. 1-9); esto tipifica el hecho de que los creyentes son redimidos del pecado de su viejo hombre:1. Según Romanos 6:6 y 7:2-4, el difunto esposo, nuestro viejo es-

poso, es nuestro viejo hombre; Dios nos creó para que seamos Su esposa, pero nosotros nos rebelamos contra Él; nosotros lo abandonamos, y nosotros mismos asumimos la posición de esposo.

2. Nuestro esposo pecaminoso nos agobiaba con muchas deudas, pero el día que nos casamos con Cristo, obtuvimos un Marido que es nuestro Redentor todopoderoso y omnipotente; todos necesitamos que Cristo sea tal Marido para nosotros, y debe-ríamos acudir a Él de manera habitual y simplemente decirle: “Señor Jesús, te necesito”.

C. Otro aspecto de la recompensa de Rut es que ella llegó a ser un antepasado crucial en la genealogía que engendró la casa real de David a fin de que Cristo fuese producido (Rt. 4:13b-22; Mt. 1:5-16); esto indica que Rut obtuvo un beneficio todo-inclusivo y todo-extenso, el cual incluía la posición y la capacidad requeridas


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para introducir a Cristo en el linaje humano; así pues, ella fue un eslabón importante en la cadena que está llevando a Cristo a todos los confines de la tierra.

D. Rut no sólo llegó a ser un antepasado crucial en la genealogía que produjo a Cristo, sino que también dio continuidad a la línea de la humanidad creada por Dios con miras a la encarnación de Cristo; la encarnación de Cristo fue un asunto de que Él saliese de la eternidad y entrase en el tiempo, y así fuese introducido con Su divinidad en la humanidad:1. Cada día de nuestra vida cristiana debería ser una continua-

ción de la encarnación de Cristo, de tal modo que Cristo sea producido para nacer en otros por medio de que nosotros les ministremos Cristo como Espíritu a ellos—2 Co. 3:6.

2. A fin de que esto suceda, todos debemos hablar por Cristo, proclamar a Cristo y hablar impartiendo Cristo en otros; mi-nistrar Cristo de esta manera ciertamente nos cambiará meta-bólicamente a nosotros y a los que cuidamos, con miras a que seamos transformados en Su misma imagen—v. 18; 4:1.

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RUT

Mensaje once

Booz y Rut tipifican a Cristo y la iglesia

Lectura bíblica: Rt. 1:16-17; 2:1-3, 13-16; 3:9, 12, 15; 4:1-17, 21-22

I. Tanto al inicio como al final del periodo de la historia de Israel relatada en estos libros —desde Josué hasta Rut— encontra-mos dos personas prominentes que tipifican a Cristo; estas per sonas son Josué y Booz, los cuales representan dos aspec-tos de una misma persona—Jos. 1:1; Rt. 4:21-22:

A. Al comienzo está Josué, quien tipifica al Cristo que introduce al pueblo escogido de Dios en las bendiciones ordenadas por Dios; según lo tipificado por Josué, Cristo nos introdujo en la buena tie-rra, tomó posesión de dicha tierra para nosotros y nos asignó la tierra como nuestra herencia para que la disfrutásemos; Cristo obtuvo la buena tierra para nosotros y, finalmente, Él mismo es la buena tierra para nuestro disfrute.

B. Al final está Booz, quien tipifica a Cristo como nuestro Marido que nos trae satisfacción.

II. En el libro de Rut, Booz tipifica a Cristo en los siguientes aspectos:

A. Booz, un hombre de abundantes riquezas y generoso al dar (2:1, 14-16; 3:15), tipifica a Cristo como Aquel cuyas riquezas divinas son inescrutables y que atiende a los necesitados del pueblo de Dios con Su abundante suministro (Ef. 3:8; Lc. 10:33-35; Fil. 1:19).

B. Booz, un pariente cercano (Rt. 2:3; 3:9, 12) que redimió los dere-chos perdidos sobre las propiedades de Mahlón y que tomó a la viuda de Mahlón, Rut, por esposa a fin de producir los herede-ros necesarios (4:9-10, 13), tipifica a Cristo como Aquel que redi-mió a la iglesia e hizo de ella Su complemento para producir Su aumento (Ef. 5:23-32; Jn. 3:29-30).

C. Según el libro de Rut, Booz redimió a Rut y también redimió la primogenitura de ella; por tanto, él llegó a ser un notable ante-pasado de Cristo—4:1-17, 21-22:1. Por ser un hermano y un Booz, usted debería interesarse por

la primogenitura de Cristo que corresponde a los demás, y no sólo por su propia primogenitura; en otras palabras, no sólo debiera ocuparse de su propio disfrute de Cristo, sino tam-bién del disfrute que los demás tienen de Cristo—Ef. 3:2; 1 P. 4:10-11; Mt. 24:45-47.


62

Mensaje once (continuación)

2. Supongamos que algunos queridos santos en la vida de iglesia llegan a ser como Rut y pierden el disfrute de su primogeni-tura, su disfrute de Cristo; en la vida de iglesia necesitamos tener varios Booz que introduzcan a estos queridos santos nuevamente en el disfrute de Cristo.

3. El libro de Rut nos dice que había otro pariente más cercano a Rut que Booz; pero aquel hombre era egoísta; sólo se intere-saba por su propia primogenitura:a. Algunos hermanos deberían cuidar a los que son como po-

bres “Rut” en la vida de iglesia, pero ellos son egoístas en el disfrute espiritual que tienen de Cristo—Ez. 34:2-23.

b. Alguien que es un verdadero Booz y es rico en el disfrute de Cristo pagará el precio para introducir a tales santos en el pleno disfrute de Cristo; al pastorear a otros de esta ma-nera, él tendrá aún más disfrute de Cristo, el mayor dis-frute de Cristo; día a día deberíamos ocuparnos del disfrute que otros tienen de Cristo—Pr. 11:25; Hch. 20:35; 1 P. 5:1-4.

D. Los que llegan a ser como Booz son columnas en la vida de iglesia (una de las columnas del templo se llamaba “Booz”, 1 R. 7:21); en las Escrituras, la columna es una señal, un testimonio, de la edifi-cación que Dios efectúa por medio de la transformación en la prác-tica de la vida del Cuerpo—Gn. 28:22a; 1 R. 7:15-22; Gá. 2:9; 1 Ti. 3:15; Ap. 3:12; Ro. 12:2; Ef. 4:11-12:1. Los que son columnas en la vida de iglesia están constante-

mente bajo el juicio de Dios (el bronce), por lo que comprenden que son hombres en la carne dignos de nada más que morir y ser sepultados—Sal. 51:5; Éx. 4:1-9; Ro. 7:18; Mt. 3:16-17:a. Debemos juzgarnos a nosotros mismos considerando que

no somos nada y que sólo estamos calificados para ser cru-cificados; todo lo que seamos, lo somos por la gracia de Dios, y no somos nosotros los que trabajamos, sino la gracia de Dios—1 Co. 15:10; Gá. 2:20; 1 P. 5:5-7.

b. La razón por la cual hay división y falta de fruto entre los creyentes es que no hay bronce, no hay nada del juicio de Dios; más bien, hay orgullo, jactancia propia, vindicación propia, autojustificación, aprobación propia, excusas pro-pias, justicia propia, condenación de los demás y regula-ción de los demás en vez de pastorearlos y buscarlos—Mt. 16:24; Lc. 9:54-55.

63

RUT


c. Cuando amemos al Señor y lo experimentemos como el varón de bronce (Ez. 40:3), Él llegará a ser nuestro amor extraordinario, nuestra capacidad ilimitada de ser com-prensivos, nuestra fidelidad incomparable, nuestra humil-dad absoluta, nuestra máxima pureza, nuestra santidad y justicia supremas y nuestra brillantez y rectitud—Fil. 4:5-8.

2. Sobre los capiteles de las columnas del templo había “redes de obra de malla [semejante a un enrejado] con guirnaldas de obra de cadenillas”; esto representa la situación complicada y entrelazada en la que viven y llevan responsabilidad aque-llos que son columnas en el edificio de Dios—1 R. 7:17; 2 Co. 1:12; 4:7-8.

3. En la parte superior de los capiteles había lirios y granadas— 1 R. 7:18-20:a. Los lirios representan una vida de fe en Dios, una vida en

la que vivimos por lo que Dios es para nosotros, y no por lo que nosotros somos; el bronce significa “no yo”, y el lirio sig nifica “mas Cristo”—Cnt. 2:1-2; Mt. 6:28, 30; 2 Co. 5:4; Gá. 2:20.

b. Las granadas en las guirnaldas de los capiteles represen-tan la plenitud, la abundancia, la belleza y la expresión de las riquezas de Cristo como vida—Fil. 1:19-21a; Ef. 1:22-23; 3:19.

c. Por medio de la crucifixión representada por la red y por la restricción representada por la obra de cadenillas, pode-mos tener un vivir puro y sencillo propio de la persona que confía en Dios a fin de expresar las riquezas de la vida di-vina de Cristo con miras a la edificación que Dios efectúa en vida.

III. En este relato luminoso y fragante, Rut tipifica a la iglesia en los siguientes aspectos:

A. Rut era una mujer en Adán en la creación de Dios y una moabita (una pecadora) según la caída del hombre, con lo cual vino a ser un viejo hombre con estos dos aspectos; como tal, ella tipifica a la iglesia antes de su salvación, como hombres en la creación de Dios y pecadores según la caída del hombre, que conforman “nuestro viejo hombre”—Ro. 6:6.


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B. Rut —la viuda del difunto esposo— fue redimida por Booz, quien saldó las deudas contraídas por su difunto esposo a fin de reco-brar los derechos que éste tenía sobre sus propiedades (Rt. 4:9-10); como tal, ella tipifica a la iglesia —cuyo viejo hombre es su esposo crucificado (Ro. 7:4a; 6:6)—, la cual fue redimida por Cristo, quien quitó el pecado de su viejo hombre (Jn. 1:29) a fin de recobrar los derechos que había perdido su hombre natural caído creado por Dios (Gn. 1:26; Is. 54:5).

C. Rut, después de ser redimida por Booz, se convirtió en su nueva esposa (Rt. 4:13); como tal, ella tipifica a la iglesia, la cual, des-pués de ser salva mediante la regeneración del hombre natural de la iglesia (Jn. 3:6b), llega a ser el complemento de Cristo (v. 29a; Ro. 7:4).

D. Rut escogió seguir a Noemí a la tierra de Israel (Rt. 1:16-17) y se unió a Booz; como tal, ella tipifica a los pecadores gentiles que han sido unidos a Cristo (2 Co. 1:21) para poder tener parte en la herencia de la promesa de Dios (Ef. 3:6).

IV. El cuadro de Booz (que tipifica a Cristo como nuestro nuevo Marido) y Rut (que tipifica a la iglesia con su viejo hombre como su marido crucificado) es mencionado por Pablo en Romanos 7:1-6:A. En la creación que Dios efectuó, la posición original del hombre

era la de una esposa; Isaías 54:5 dice que Dios nuestro Hacedor es nuestro Marido; como una esposa para Dios, debemos depen-der de Él y tomarlo como nuestra Cabeza.

B. Cuando el hombre cayó, él tomó otra posición, la posición presun-tuosa del viejo hombre (nuestro propio ser, que fue creado por Dios pero que cayó a causa del pecado); el hombre que Dios creó era una esposa, pero el hombre caído se independizó de Dios y se hizo a sí mismo la cabeza en calidad de marido.

C. Puesto que nuestro viejo hombre, quien era el antiguo marido, ha sido crucificado juntamente con Cristo (Ro. 6:6), nosotros somos liberados de su ley (7:2-4) y unidos al nuevo Marido, Cristo, Aquel que vive para siempre.

D. Como creyentes, tenemos dos estatus:1. Tenemos nuestro estatus anterior, el del viejo hombre caído,

quien dejó la posición original de esposa que dependía de Dios y presuntuosamente tomó la posición de marido y cabeza que es independiente de Dios.

65

RUT


2. Tenemos nuestro nuevo estatus, el del nuevo hombre regene-rado, habiendo sido restituidos a nuestra posición original y apropiada como la verdadera esposa de Dios (Is. 54:5; 2 Co. 11:2-3), la cual depende de Él y lo toma como su Cabeza.

E. Ya no tenemos el estatus anterior de marido porque fuimos cru-cificados (Gá. 2:20; Ro. 6:6); ahora sólo tenemos el nuevo estatus de esposa apropiada, en el que tomamos a Cristo como nuestro Marido, y en el que ya no debemos vivir conforme al viejo hombre (pues ya no tomamos al viejo hombre como nuestro esposo).

F. En Romanos 7:4 Pablo yuxtapone un funeral y una boda; por un lado, fuimos sepultados; por otro, nos casamos; morimos con res-pecto a nuestro estatus anterior para poder casarnos con otro con-forme a nuestro nuevo estatus; conforme a nuestro nuevo estatus, nos casamos con Aquel que fue levantado de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

G. Nuestro viejo hombre, nuestro viejo marido, fue crucificado jun-tamente con Cristo, para que seamos “unidos a otro, a Aquel que fue levantado de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios” (v. 4); esta unión indica que en nuestro nuevo estatus de esposa, tenemos una unión orgánica en persona, en nombre, en vida y en existencia con Cristo en Su resurrección.

H. Como el nuevo hombre regenerado y la esposa para Cristo, todo lo que somos y hacemos está ahora relacionado con Dios y Dios nace de nosotros como el fruto, lo que rebosa, de nuestra vida; esto está en contraste con el fruto que se lleva para muerte (v. 5), el cual anteriormente produjimos como el viejo hombre, el viejo marido.

I. Ahora estamos unidos al Cristo resucitado, el Espíritu vivificante en nuestro espíritu; ésta es la unión del “Espíritu […] juntamente con nuestro espíritu” (8:16) como “un solo espíritu” (1 Co. 6:17):1. Deberíamos tener todo nuestro ser vuelto hacia este espíritu

unido y puesto en él—Ro. 8:6b.2. Deberíamos también vivir y andar conforme a este espíritu

unido—v. 4.3. Cuando vivamos de esta manera en este espíritu unido, podre-

mos expresar en nuestro vivir el Cuerpo de Cristo a fin de lle-gar a ser la expresión corporativa de Cristo para la gloria del Dios Triuno—Ef. 1:23; 3:21; 1 Co. 10:31; 1 P. 4:11; Ap. 21:10-11.


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Mensaje doce

Tomar el camino de la vida en el recobro del Señor

Lectura bíblica: Rt. 1:16-17, 20-21; 2:10-16;3:1, 7-13; 4:9-15; Mt. 7:13-14

I. Los tres libros de Josué, Jueces y Rut presentan un cuadro claro de los dos aspectos del mover de Dios: el mover que Dios realiza en Su Espíritu económico, el Espíritu de poder, y el mover que Dios realiza en Su Espíritu esencial, el Espíritu de vida—Jue. 13:25; 14:6; Jn. 20:22; Hch. 1:8; Ro. 8:2:

A. Con Josué, Caleb y todos los jueces vemos el mover que Dios rea-liza en poder, ilustrado por Sansón, uno que actuaba en el Espí-ritu de poder, pero no en el Espíritu de vida—Jue. 14:6.

B. En contraste, el libro de Rut es un libro que trata sobre la vida; el propósito de este libro no es hablarnos nada en cuanto al poder, sino revelar al máximo los asuntos relacionados con la vida, utili-zando a Noemí, Rut y Booz como ejemplos—1:16-17, 20-21; 2:10-16; 3:1, 7-13; 4:9-15.

C. En el recobro del Señor no deberíamos tomar el camino de los jueces para ser poderosos y realizar una gran obra; si tomamos el camino del poder en lugar del camino de la vida, todo cuanto logre-mos carecerá de valor.

D. Es crucial que veamos que sólo la vida puede producir a Cristo—Lc. 1:35:1. Sólo la vida puede introducir a Dios en la humanidad, pro-

ducir a Cristo, ministrar Cristo y abastecer todo el linaje hu-mano con Cristo—Mt. 1:18, 20-21.

2. Esto fue logrado por Rut y Booz, personas de vida, quienes tomaron el camino de la vida.

II. Según la naturaleza divina y eterna de la vida de Dios, la vida de Dios es la vida única; sólo la vida de Dios puede conside-rarse como vida—Jn. 1:4; 10:10b; 11:25; 14:6:

A. La vida es misteriosa, porque la vida es Dios mismo—1:1, 14; 5:26; Ef. 4:18:1. La vida divina puede ser considerada el primer y fundamen-

tal atributo de Dios—v. 18; Jn. 5:26; 1 Jn. 5:11-12; Ro. 8:2.2. La vida es el contenido de Dios y es el f luir rebosante de Dios;

el contenido de Dios es el ser de Dios, y el f luir rebosante de Dios es la impartición de Él mismo como vida a nosotros—Ef. 4:18; Ap. 22:1.

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RUT

Mensaje doce (continuación)

3. La vida es Cristo, y la vida es Cristo que vive en nosotros y se expresa en nuestro vivir—Jn. 14:6; Col. 3:4; Gá. 2:20; Fil. 1:21a.

4. La vida es el Espíritu Santo—Jn. 14:16-17; 1 Co. 15:45; Ro. 8:2; 2 Co. 3:6.

5. La vida es el Dios Triuno procesado y consumado que se im-parte en nosotros y vive en nosotros—Jn. 1:14; 7:37-39; 20:22; Ro. 8:10, 6, 11.

B. El propósito por el cual Dios creó al hombre a Su imagen y con-forme a Su semejanza era que el hombre lo recibiera como vida para que llegara a ser un hombre de vida, un Dios-hombre, que expresara a Dios en Sus atributos—Gn. 1:26; 2:9.

III. Necesitamos conocer el significado del árbol del conocimiento del bien y del mal y volvernos de manera absoluta de ese árbol al árbol de la vida—vs. 9, 16-17:

A. El árbol de la vida representa al Dios Triuno que está en Cristo para impartirse como vida en forma de alimento a Su pueblo escogido—v. 9.

B. El Nuevo Testamento revela que Cristo es el cumplimiento de la figura del árbol de la vida—Jn. 1:1, 4, 14; 11:25; 14:6; 15:1, 5:1. Refiriéndose a Cristo, Juan 1:4 dice: “En Él estaba la vida”;

esto se refiere a la vida representada por el árbol de la vida.2. La vida descrita en Génesis 2 es la vida encarnada en Cristo—

1 Jn. 5:11-12; Jn. 1:1, 4, 14.3. Si juntamos Juan 1:4 y 15:5, comprenderemos que Cristo,

quien Él mismo es vida y también una vid, es el árbol de la vida.

C. El árbol del conocimiento del bien y del mal representa a Sata-nás, quien es la fuente de muerte para el hombre—He. 2:14:1. El árbol del conocimiento del bien y del mal también repre-

senta todo aquello que no es Dios.2. Todo lo que no sea Dios mismo —las cosas buenas, e incluso

las bíblicas y religiosas— puede ser usado por Satanás, el insidioso, para traer muerte a la iglesia—Mt. 16:18; Pr. 16:25; 18:21.

D. En Juan 4, 8, 9 y 11 hay cuatro casos que sirven para ilustrar el principio de la vida en contraste con el bien y el mal:1. No deberíamos interesarnos por el bien y el mal, sino por la

vida—4:10-14, 20-21, 23-24; 8:3-9; 9:1-3; 11:20-27.


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2. La mejor manera de discernir un asunto es hacerlo según la vida o la muerte, y no según lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal—Ro. 8:6; 2 Co. 11:3.

IV. Cristo es nuestra vida—Col. 3:4:A. La vida de Dios es la vida de Cristo, y la vida de Cristo ha llegado

a ser nuestra vida—v. 4; Jn. 5:26:1. Que Cristo sea nuestra vida significa que, para nosotros, Él

es subjetivo al máximo—1:4; 14:6a; 10:10b; 1 Co. 15:45; Ro. 8:10, 6, 11.

2. Es imposible separar a una persona de la vida de esa per-sona, ya que la vida de una persona es la persona misma; por tanto, decir que Cristo es nuestra vida significa que Cristo ha llegado a ser nosotros y que tenemos una sola vida y un solo vivir con Él—Jn. 14:6a; Fil. 1:21a.

B. La verdad de que Cristo es nuestra vida indica firmemente que debemos tomarlo como vida y vivirlo a Él en nuestra vida dia-ria—Col. 3:4; Jn. 6:57:1. Cristo debe ser nuestra vida de manera práctica y experien-

cial; día tras día necesitamos ser salvos en Su vida—Col. 3:4; 1 Co. 15:45; Ro. 5:10.

2. El nuevo hombre es el resultado espontáneo que se produce cuando tomamos a Cristo como nuestra vida y lo vivimos a Él—Col. 3:3-4, 10-11.

V. Hay dos posibles caminos con respecto a nuestra vida y obra delante de Dios: el camino que lleva a la vida y el camino que lleva a la destrucción—Mt. 7:13-14:A. Para tomar el camino que lleva a la vida, necesitamos entrar

por la puerta estrecha y luego andar por el camino angosto—vs. 13-14:1. La puerta estrecha no sólo trata con la conducta exterior,

sino también con el motivo interior.2. El viejo hombre, el yo, la carne, los conceptos humanos y el

mundo con su gloria están completamente excluidos; sola-mente lo que corresponde a la voluntad de Dios puede en-trar—v. 21; 12:50.

3. Primero tenemos que entrar por la puerta estrecha y luego andar por el camino angosto, un camino que abarca toda la vida y lleva a la vida—7:14.

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4. La palabra vida en Mateo 7:14 se refiere a la condición per-petuamente bienaventurada del reino, el cual está lleno de la vida eterna de Dios; esta vida está hoy en la realidad del reino y se encontrará en su manifestación en la era venidera—19:29; Lc. 18:30.

B. El camino espacioso es conforme a los sistemas mundanos, de modo que satisface los gustos naturales, para atraer multitudes, preservar la carrera profesional del hombre y cumplir lo empren-dido por el hombre; la destrucción a la que lleva el camino espa-cioso no se refiere a la perdición de la persona misma, sino a la destrucción de sus hechos y de su obra—1 Co. 3:15; Mt. 13:31-33; Ap. 2:13, 20; 17:4-5.

C. El camino del recobro del Señor es el camino de la vida, el cual lleva a una recompensa viviente en vida en la manifestación del reino de los cielos, la cual ocurrirá en la era venidera—Sal. 16:11; Jer. 21:8; Mt. 19:29; Lc. 18:30; 1 Co. 3:13-15; 15:58.

VI. Necesitamos vivir por el sentir de vida, el cual es la sensa-ción, la conciencia que tenemos, de la vida divina en nuestro interior—Ro. 8:6; Ef. 4:18-19:

A. La fuente del sentir de vida es la vida divina, la ley de vida, el Espíritu Santo, Cristo que permanece en nosotros y Dios que opera en nosotros—Ro. 8:2, 10-11; Fil. 2:13.

B. La vida divina es la vida más elevada, y tiene la sensación más rica, fuerte y aguda; esta sensación es el sentir de vida—Ef. 4:18.

C. El sentir de vida nos guía, nos gobierna, nos controla y nos dirige, con lo cual nos hace saber si vivimos en la vida divina o en la vida natural, y si vivimos en la carne o en el espíritu—Ro. 8:6.

VII. Necesitamos ser victoriosos sobre el ataque de muerte contra la iglesia y edificar el Cuerpo de Cristo en la vida de resurrec-ción de Cristo—Mt. 16:18; Jn. 11:25; Ef. 1:22-23; 4:16:

A. Por la vida de resurrección de Cristo en nuestro espíritu, pode-mos ser victoriosos sobre el ataque de muerte contra la iglesia—Mt. 16:18; Hch. 2:24; 2 Ti. 1:10:1. Comenzando desde el Edén, la controversia que Dios tiene

con Satanás se ha centrado en el asunto de la muerte y la vida—Ro. 8:6, 10-11; He. 2:15.


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2. Mateo 16:18 nos muestra de qué fuente vendrá el ataque a la iglesia: “las puertas del Hades”, es decir, la muerte; el objetivo especial de Satanás es esparcir muerte dentro de la iglesia, y su mayor temor con respecto a la iglesia es que ella resista su poder de muerte—Ap. 2:8, 10-11.

B. Deberíamos ejercitarnos en el espíritu para edificar el Cuerpo de Cristo en la vida de resurrección de Cristo—Ef. 2:6, 21-22; 4:16; Ap. 1:18; 2:8; Fil. 3:10:1. La naturaleza de la iglesia como Cuerpo de Cristo es la resu-

rrección, y la realidad de la resurrección es Cristo como Espí-ritu vivificante—Jn. 11:25; Hch. 2:24; Ef. 1:19-23; 1 Co. 15:45.

2. Cuando vivimos por la vida divina que está en nosotros, lleva-mos una vida en resurrección para la edificación del Cuerpo de Cristo—Fil. 3:10-11; Ef. 4:15-16; Col. 2:19; 3:15.

VIII. “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos”—1 Jn. 3:14a:

A. La muerte es del diablo, el enemigo de Dios, Satanás, y está representada por el árbol del conocimiento del bien y del mal, el cual produce muerte—Gn. 2:9, 17.

B. La vida es de Dios, quien es la fuente de la vida, y está represen-tada por el árbol de la vida, el cual produce vida—vs. 9, 16-17.

C. La muerte y la vida no solamente proceden de dos fuentes, a saber, Satanás y Dios; también son dos esencias, dos elementos y dos esferas—Jn. 5:24.

D. Pasar de muerte a vida es pasar de la fuente, la esencia, el ele-mento y la esfera de la muerte a la fuente, la esencia, el elemento y la esfera de la vida; esto sucedió en nosotros cuando fuimos re-generados—1 Jn. 3:14a; Jn. 3:3, 5, 15.

E. Nosotros sabemos —estamos conscientes interiormente— que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos; el amor (el amor de Dios) para con los hermanos es una firme evidencia de esto—1 Jn. 3:14a:1. La fe en el Señor es el camino por el cual pasamos de muerte

a vida; el amor para con los hermanos constituye la evidencia de que hemos pasado de muerte a vida—Jn. 5:24; 1 Jn. 3:14a.

2. Tener fe es recibir la vida eterna; amar es vivir por la vida eterna y expresarla—Jn. 3:15, 36; 1 Jn. 3:11, 14-18; 4:7-12, 16, 19-21.

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