32

Bahamonde Magro, Ángel- La Francia de De Gaulle

Embed Size (px)

Citation preview

hi¡toria@INFORIUACION E HISTORIA, S, L,

PRESIDENTE: lsabel de Azcárate.ADI\,4INISTRADOF UNICO: Juan Tomás de Salas.DIRECTOR: David Solar.SUBDIRECTOR : Javier Villalba.REDACCION: lsabel Valcárcel, José María Soé Mariñoy Ana Bustelo.CONFECCION: Gurllermo Llorente.FOTOGRAFIA: Juan Manuel Salabert.GERENCIA: Félix Carpintero,

Es una publicación del Grupo 16.

REDACCION Y ADMINISTRACION: Madrid: Ca le RufinoGonzález,34 bis. 28037 Madrid. Teléfonos 327 11 42 y327 1094.

Barcelona: Paseo de San Gervasio, B, entresueio08022 Barcelona. Teléfono 418 47 79.SUSCRIPCIONES. Hermanos García Noblejas, 41

28037 ¡,/adrid. Teléfonos 368 04 03 - 02.PUBLICIDAD MADRID: Pilar Tori,a

IMPRIME: Rivadeneyra, S. ADISTHIBUYE: INDISA Rufinó González, 34 bisTeléfono: 586 31 00. 28037 Madrid.P,V.P. Canarias: 320 ptas.ISBN: 84-7679-271-9Depósito legali N/-367-1994

- La historia más reciente patrocinada

CUADERI\OS DEL

Coordinación;

Angel Bahamonde Magro, Julio Gil Pecharromán,Elena Hernández Sandoica y Rosario de la Torre del Río

U niversid ad Compl utenseUNED

l. La historia de hoy. o 2. las frágiles fronteras de Europa. o 3. La sociedad española de los años 40. o 4. Las revolu-ciones científicas. .5. 0rígenes de la guena fría. o 6. La España aislada. o 7. México: de Lázarc Cárdenas a

hoy. r 8. La guerra de Corea. o 9. Las ciudades. o 10. La ONU. o 11. La España del exilio. o 12. El Apart-heid. o 13. Keynes y las bases del pensamiento económico contemporánee. o 14, El reparto del Asia otomana. ¡ 15. A-lemania 1949-1989. ¡ 16. USA, la caza de brujas. o 17. Los padres de Europa. o 18. Africa: hibus y Estados, el mitode las naciones af¡icanas. o 19. España: nMr. Marshallr. o 20. Indochina; de Dien Bien Fu a los jmeres ro.jos. o2l. Hollywood: el mundo del cine. o22. La descolonizacién de Asia.o23. ltalia 1944-t992. o24. Nas-ser..25. Bélgica. o 26. Bandung. o 27. Militaresypolítica. o 28, Elperonismo. o 29. Tito. o 30. ElJapóndeMcArthur. o 31. El desorden monetario. o 32. La descolonización de Africa. o 33. De Gaulle. o 34. Canadá. r 35. Mujer y

trabajo. o 36. Las guenas de lsrael. o 37. Hungría 1956. o 38. Ghandi. o 39. El deporte de masas. .40. La Cuba deCastoo. .41. El Ulster. o 42. LaAldea Global. Mass media, las nuevas comunicaciones. o 43. China, de Mao a la Re-

votución cultural. o 44. España: la emigracién a Europa. .45. El acomodo vatica¡s. o 46. Kennedy. o 47. EI feminis-mo. o 48. El tratado de Roma. o 49. Argelia, de ta independencia a la ilusién frustrada. o 50. Bad Godes-berg. o 51. Nehru. o 52. Ikuschev. o 53. España, la revolución del 600. o 54. El año 1968. o 55. USA, el síndromedelVietnam.o56. Grecia,Z.o57. ElfenómenoBeatles.o53. Praga1968.o59. ElfindelmitodelChe..60. W.Brandt. o 61. Hindúesymusulmanes. o 62. Portugal t975.o 63. ElChiledeAllende..64. LaviolenciapolíticaenEu-ropa. o 65. El desanollo del subdesanollo. o 66. Filipinas. o 67. España, la muerte de Franco. o 68. La URSS deBtez-nev..69. La crisis del pehóleo. o 70. La Gran Bretaña de Margaret Thatcher. o 71. El Japón actual. o 72. La tuansi-ción española. o 73. USA en la ópoca Reagan. o 74. Olof Palme, la socialdemocracia sueca. o 75. Alternativos y ver-des. o 76. América, Ia crisis del caudillismo. o 77. Los países de nueva industrialización. o 78. China, el poshnaoís-mo. o 79. La crisis de los países del Este, el desanollo de Solidamosc en Polonia. o 80. Peni, Sendero Lumino-so. o 81. La lglesia de Woytila. o 82. El lrán de Jomeini. o 83. La España del 23 F. o 84. Berlinguer, el eurocomunis-rno. o 85. Afganistán. o 86. España 1982.1993, el PS0E en el poder. o 87. Progresismo e integrismo. o 88. El pelig¡onuclearila mancha de ozono. o 89. Gorbachov, la perestoika y la ruptura de la URSS. o 90. La sociedad postindus-hial. ¡ 91. La guena del Golfo. o 92. Los cambios en la Europa del Este: 1989, o 93. ta 0T/tN hoy. o 94. La unilica-ción alemana. o 95. El SIDA. o 96. Yugoslavia. o 97. Hambre y revolución en el cuemo de Africa. o 98. Las últimas mi-graciones. o 99. Clinton. o 100. La España plural.

INDICE

6De Gaulle, el militar reformista

10De Caulle, el resistente

12El papel de la resistencia en

el ascenso de De Caulle

T4En el París liberado

16Las disensiones con

la Resistencia

20Teoría y realidad de

Ia inestabilidadde la IY República

24La IV República llama

a De Caulle

31Bibliografía

26final de la guerra de Argelia

28De Caulle, cuestionado

De Gaulle, al final de su último mandato presidencial (dibujo, a partir de una fotografía, de E. Ortega)

La Francia de De GaullePor Angel Bahamonde Magro

Catedrático de Historia Contemporánea.Universidad Complutense de Madrid

E, 27 deabril de 7969 DeGaulle per-día su referéndum sobre las reformas delSe-nado y la regionalización. Minutos antes dela medianoche en un lacónico adiós a losfranceses, De Gaulle presentaba su dimi-sión: Ceso de ejercer mis funciones de pre-sidente de la República. Esta decisión ten-drá efecto a partir de hoy al mediodía. Char-les de Gaulle. Así terminaba una biografíapolítica que había empezado un lejano 18de junio de 1940, con su primer appel alosfranceses, a los que recordaba la necesidadde seguir combatiendo y rehusaba el armis-ticio que los políticos de la III República, víaPétain, habían acordado con los alemanes.

Comprender la trayectoria política deCharles de Gaulle exige tomar en conside-ración algunas valoraciones de las últimasaportaciones historiográficas. Para empezar,resulta preciso situar la cosmovisión políticadel general totalmente separada de laconiente autoritaria francesa que toma cuer-po desde mediados del siglo xx. No existi-ría pues una línea de continuidad entre loque supuso el régimen de Napoleón III, Iareacción Boulanger a finales del siglo xlx, elpétainismo de los años cuarenta o elpouja-dismo de la dácada de los cincuenta. DeGaulle se diferenciaba de este conjunto ensu respeto por los valores republicanos, nun-ca cuestionadsls en nrofunciidad dr-lrante los

años de gestión como presidente de la Re-pública.

Y es que De Gaulle tuvo necesariamenteque republicanizarse, porque los orígenes desu práctica política tomaron como contrarioel experimento de Revolución Nacionalpuesto en marcha por el mariscal Pétain yla tradición antirrepublicana francesa, silen-ciada provisionalmente como consecuenciadel affaire Dreyfus, pero que emerge confuerza en Ia crisis política del decenio de lostreinta, para ascender alpoder una vez pro-ducida la denota frente a Alemania. DeGaulle, cultivado en un ambiente conserva-dor y posiblemente cercano a los postuladosde la Revolución Nacional, acabó sin em-bargo por convertirse no sólo en el símbolode la Resistencia francesa, sino en elemble-ma de la propia República. En efecto, la de-cisión tomada el 18 de junio de 1940 era di-vergente de Ia reacción del mariscal Pétainy de su círculo político. En ese momento seprodujo el divorcio entre el joven y desco-nocido general y el célebre mariscal, que ha-bía sido el mentor de De Gaulle en la pri-mera consolidación de su canera militar.

Llamando a la resistencia, De Gaulle,malgré lui, se transformaba en la cabeza vi-sible de la República frente ala RevoluciónNacional del mariscal Pétain. Los años deresistencia entre 1940 y 19M, pues, y los

avatares de la lucha'por el poder en el mar-co de fugel, transformaron a De Gaulle enrepublicano. Lo que sucede es que el gene-ral quiso adecuar los viejos valores republi-canos a una nueva concepción del Estado ydel ejercicio del poder. En este aspecto, síexisten puntos de coincidencia con la se-cuencia aludida anteriormente. En Londres,en Argel, en el desfile del26 de agosto de19M en el París recién liberado, en el dis-curso de Bayeux de 7946, De Gaulle consi-deró que el régimen de partidos y el siste-ma político de la III República eran incom-patibles con la grandeur de Francia, la cuala su vez podría desanollarse en un sistemarepublicano convenientemente depurado desus trabas.

En ello coincidía con la mayoría de losfranceses a la altura de 1945 y, sobre todo,con los círculos resistentes del interior, quehabían tomado mayor cuerpo desde 1943,y, principalmente, desde junio de l9Mcuando se produjo eldesembarco aliado deNormandía y resultaba evidente la debilidaddelenemigo nazi. El sistema de partidos talcomo había funcionado durante la III Repú-blica fue el centro principalde las críticas delgeneral. Críticas extendidas a lo largo de laIV República cuyo sistema político, en tér-minos del general, era una mera proyecciónampliada delde su antecesora. Elfracaso dela política colonialdurante los años cincuen-ta fue para De Gaulle la confirmación de lanecesidad de efectuar un viraje profundo delas instituciones republicanas, que asegura-se un papel preponderante a la Repúblicaen el escenario internacional.

De Gaull e, el militar reformista

En la cosmovisión delgeneralinfluyó no-tablemente su adscripción militar. Su apegoal orden frente a toda forma de inestabili-dad era consecuencia del componente mili-tar de su personalidad. Sin embargo, ello nofue óbice para su respeto escrupuloso al po-der civil. Téngase en cuenta que a la alfurade los años treinta, cuando el futuro generalllega a la madurez de su carrera profesional,resulta un militar hasta cierto punto atípico,al menos en elambiente delAlto Estado Ma-yor francés. De Gaulle es un militar intelec-tual, acostumbrado a la docencia en la Es-cuela de Guerra. Teoriza sobre estrategiamilitar, sobre la reforma del ejército y sobre

sus relaciones con la sociedad civil. A pesarde que su pensamiento sea conservador enlo político, como elde la cúspide delEstadoMayor de su época, sus posiciones reformis'tas delimitan una actitud divergente de la tó-nica dominante.

Había cursado sus estudios militares enSaint-Cyr. Teniente en octubre de 1913. He-rido tres veces en el curso de la PrimeraGuerra Mundial, merece los máximos elo-gios del entonces mariscal Pétain. Hechoprisionero, permanece treinta y dos mesesen cautividad y, a pesar de sus tentativas deevasión, sólo será liberado tras el armisticiode 1918. En mayo de 1919, el comandanteDe Gaulle es enviado a Polonia a lucharcontra el Ejército Rojo. Su relación con Pé-tain le facilita su proyección militar. Pátainle incorpora a su gabinete, donde empiezaa pergeñar su talante reformista en cuestio-nes militares. En este aspecto, existe una fi-sura marcada con la estrategia defensivapropugnada por el Estado Mayor francés enel período de entreguerras. De Gaulle eracontrario a la línea defensiva Maginotfrentea un hipotético peligro alemán, 1o que sig-nificaba cuestionar los fundamentos estraté-gicos del Estado Mayor. Al mismo tiempoque Guderian en Alemania, De Gaulle re-plantea la utilización de los blindados. Suspostulados entran en conhadicción totalconel sistema estratégico defensivo. Quizás DeGaulle no era consciente de que la estrate-gia militar francesa no podría compararse deninguna manera con la alemana. El EstadoMayor alemán era la cúspide militar de unsistema político revindicativo, sobre todo apartir de 1933, cuando se produzca el ro-tundo cuestionamiento del Tratado de Ver-salles. Respondía, por tanto, a una políticaexpansiva, donde e! Lebensraum se entre-mezcla con el inedentismo abierto por lascláusulas de Versalles.

En cambio, la docfuina militar francesacorresponde a un panorama totalmente di-vergente: no hay reivindicaciones tenitoria-les, sino más bien conservación del espacio,sobre todo en lo tocante a Alsacia y Lore-na. Si el Estado Mayor alemán estaba pres-to a escuchar y poner en práctica las teoríasde Guderian sobre la guena de blindados,porque suponían la concreción práctica delas líneas dochinales de la estrategia militaralemana, no sucedía lo mismo en el casofrancás. Las teorías de De Gaulle sobre laprofesional ización del ej árcito o la necesidadde transformar la estrategia militar aluso no

Soldados franceses empujan una pieza de aftillería a comienzos de 1940, poco antes del ataque alemán

fueron tomadas en consideración, pero almenos sirvieron para ver incrementado elrespeto hacia su persona dentro de la cús-pide militar. Su libros Vers l'armée de mé-tier (1934) o La France et son armée (1938)reflejaron unos postulados que provocarondebate entre los militares franceses, peroque se consideraron inapropiados y contra-rios a ia doctrina estratégica imperante.

Aquí radica el origen de una frustracióncon respecto a Pétain y, en general, hacia elEstado Mayor y los políticos de Ia III Repú-blica. De Gaulle siempre destacó que elpri-mer político convencido de sus presupues-tos estratégicos había sido elsocialista LéonBlum, cuando en enero de 1940, tres mesesdespués de iniciada la guena, se lamentabade no haber tenido conocimiento hasta en-tonces de las teorías del coronel: Acabo decomprenderlo. Era preciso organizar a todacosta un ejército mecanizado. Un mes des-pués, los blindados de Guderian, apoyadospor la Luftwaffe, rompían la frontera france-sa, demostrando las múltiples carencias deun sistema defensivo que no había tenidoen cuenta las líneas maestras de la estrate-gia enemiga. De Gaulle, el militar reformis-ta, había tenido razón. Se sentía incompren-dido y, en parte, traicionado. De ahí su do-ble rechazo: a los generales desfasados delEstado Mayor, por una parte, y los políticosde la III República, por otra.

De Gaull e, el nacionalista

Si uno de los pilares sobre los que seasienta la personalidad política de De Gau-lle es su adscripción militar, el otro gran pi-lar es su nacionalismo. Un nacionalismocondensado en el lema la grandeur de laFrance. Elnacionalismo de De Gaulle se ha-bía movido durante los años treinta en unacontradicción, resuelta por la evolución delos acontecimientos de 1940. Si vacilaba en-tre elnacionalismo antinepublicano, que vaa desembocar en el régimen de Vichy, y elnacionalismo populista de raíz conservado-ra, contrario a la gestión del Frente Populary partidario de una República autoritaria, lallamada a la resistencia del 18 de junio de7940 y su enfrentamiento radical con los va-lores emanados de la Revolución Nacionalde Vichy, situaron a De Gaulle, en un prin-cipio, en la segunda de las líneas plantea-das. Su evolución política a lo largo del con-flicto, con la necesaria vinculación a la resis-tencia interior, republicanizó su nacionalis-mo. Resulta algo más que una anécdota quea lo largo de su trayectoria política todos susdiscursos finalizaran con una doble invoca-ción: iVive la France! iVive la République!

Se había producido la síntesis entre na-cionalismo y valores republicanos, apegadosa una tradición laica y democrática en la que

la República encarna a la nación, como po-der soberano último, que en la práctica gau-llista reforzará la vía del ref.eréndum. Un na-cionalismo republicano en el que sigue pri-mando los valores de la ley y elorden, comoelementos de estabilidad interior, garantiza-dos por un Ejército eficiente, respetuoso delpoder civil y la comunicación directa entreel presidente de la República y el conjuntode la nación, única forma de asegurar 1a

grandeur, esto es la proyección exterior deFrancia. Un nacionalismo que llevará a DeGaulle a distanciarse en su práctica políticade las tenazas del orden bipolar de la guerrafría, con la defensa de una tercera vía ajenaa presupuestos de supranacionalidad. Seríauna especie de orden europeo dirigido porFrancia.

De Gaulle, el contrapunto dePétain

La carrera política de De Gaulle empezóde hecho con su appela la resistencia ef.ec-tuado a través de la BBC de Londres el 18de junio de 1940. Pocas semanas antes, Iadróle de guerre había culminado en sucesi-vos derrumbamientos del Ejército francés.En este clima de denota había sido nombra-do subsecretario de la defensa nacional eldía 6 de junio, dentro del nuevo gobiernopresidido por Paul Reynaud. El 16, ante loinsostenible de la situación militar, Pétainformó un nuevo gobierno con elobjetivo desolicitar el armisticio. Ahí nace el De Gaulleresistente.

El 22 de junio se firmaba el armisticio.Días después, el 10 de julio la Asamblea Ná-cional, por 569 votos contra 80, da todoslos poderes al gobierno de la República bajola autoridad y la firma del mariscal Pétain,con el objetivo de promulgar, por una o va-rias actas, una nueva Constitución del Esta-do francés. Esta Constitución deberá garan-tizar los derechos del Trabajo, de la Familiay de la Patria. La cesión de plenos derechosal mariscal concretaba la rebelión del con-servadurismo francés frente al régimen re-publicano en nombre de la Revolución Na-cional, ambigua én sus objetivos precisos,pero definida por una triple oposición visce-rai: frente a la República, frente a la demo-cracia y frenle al parlamentarismo. La Re-pública quedaba abolida.

Hitler había tolerado en 1940 el armisti-

cio con Francia por una doble convenien-cia, que hizo más atrayente este finalpacta-do que la imposición de una derrota militarabsoluta, plenamente factible dado el hun-dimiento del Ejército francés. Por un lado,la denota militar hubiera sido la de la Fran-cia mehopolitana, pero no la de la totalidaddel Imperio ultramarino: era preciso evitar laretirada de las elites políticas francesas ha-cia los espacios imperiales y la continuaciónde la lucha. Por otro, elasentamiento de Pé-tain, con su doctrina de la Revolución Na-cional, permitía plantear Ia incorporacióndel nuevo Estado francés al orden europeopreconizado por Hitler, es decir, a la colabo-ración.

De Gaulle aparecía así a la altura de 1940como la voz más visible de la Francia resis-tente, pero no la única. Al menos, Gran Bre-taña y Estados Unidos, sobre todo este últi-mo país, sondearon otras posibles alternati-vas, que la dinámica política del períodoacabó por enlodar. Téngase en cuenta queel reconocimiento de iure del general DeGaulle por parte de estas dos potencias seprodujo en una fecha tan tardía como me-diados de 79M, La respuesta es preciso bus-carla, en primer lugar, en Ia evolución polí-tica del régimen de Vichy y, en segundo lu-gar, en la trayectoria de De Gaulle, capaz deasegurar una estrategia en las colonias ten-dente a desplazar a otras elites militares fran-cesas, de nafuraleza nacionalista, en mejorposición ante Londres y Washington porqueofrecían una mayor garantía para atempe-rar el desviacionismo colaboracionista deVichy y para reorientar elrumbo político delmariscal Pétain hacia posturas más antiale-manas o neutrales.

En suma, a lo largo del período1940-7942 alemanes y aliados coincidieronen una respuesta similar: neutralizar el Im-perio francés como mal menor y apartar susinmensos recursos del enemigo, para unautilización ulterior en beneficio propio. Porparte alemana esta eshategia se sustentabaen agrupar alrededor de Pétain a los indivi-duos más proclives a un colaboracionismoactivo; por el contrario, la política aliada es-taba dirigida a sostener y arropar al sectormás nacionalista, sobre todo militares, incli-nados por la lógica de su nacionalismo a in-sistir en la autonomía de Vichy respecto delos alemanes y a vislumbrar en un futuro lahipótesis del traslado de las instituciones alos tenitorios franceses del norte de Africa,si la presión alemana se hacía insostenible.

Retrato oficial del mariscal Henri-Ph. Pétain, en su época de jeÍe del Estado del régimen de Vichy, 1940-44

l0

De Gaulle, el resistente

En definitiva, a la altura de 1940-47, DeGaulle está aislado en Londres 1 caÍece de re-cursos sólidos, ha roto completamente susamarras con la Francia oficialmetropolitanay, precisamente, esta ruptura le aleja de losplanteamientos británicos y norteamerica-nos, cuya valoración de la cuestión france-sa pasaba por influir sobre los hombres deVichy para atraerlos a sus posiciones. DeGaulle, el rebelde aislado de Londres, sólointeresaba como posible acicate ante los mi-litares de Pétain o como pieza de una estra-tegia secundaria, en un futuro incierto e in-determinado, caso de que la estrategia prin-cipal fracasara.

De Gaulle supo hacer una perfecta lectu-ra de la situación. Comprendió que su con-solidación dependía de la evolución políticadel régimen del mariscal Pétain y que la va-riable determinante de esta evolución resi-día en la actitud que adoptasen los territo-rios del Imperio. Llegó a la conclusión deque conforme aumentase la disidencia delas colonias respecto de Vichy, el régimendel mariscal se vería abocado a un colabo-racionismo más estrecho, servil y humillan-te con la Alemania nazi. Dado este nuevocontexto, De Gaulle quedaría como el em-blema, el protagonista indiscutible de laFrancia libre y resistente.

Todo este conjunto de consideracionesexige sacar a colación la naturaleza o natu-ralezas del régimen de Vichy entre 1940 y1944. Conviene, en primer lugar, desecharuna línea interpretativa cada vez más objetode crítica: Vichy representa desde sus oríge-nes el colaboracionismo, sin más matizacio-nes. Si así hubiera sido, elpapelde De Gau-lle no habría sido cuestionado por las Ean-des potencias aliadas, ni su reconocimientosin ambages hubiera tenido que esperar has-ta 79M. Un Vichy absolutamente colabora-cionista desde 1940 habría dejado a DeGaulle como el único interlocutor, sin com-petencia posible, de la Francia resistente.

En el verano de 1940 se configuran entorno a Pétain tres familias políticas, todasellas compartiendo los principios básicos dela Revolución Nacionaly la descalificaciónde la clase política de la III República, en ge-neral, y de los componentes del Frente Po-pular en particular. Les separa, en cambio,la postura a tomar por Francia en elcontex-to de la gueffa. Al principio, el grupo más

numeroso e influyente en Vichy es el de losque podrían denominarse nacionalistas con-servadores, representados sobre todo por eielemento militar. Valoran elarmisticio comouna situación temporal y mantienen abiertala hipótesis de la reincorporación de Fran-cia a la guerra desde la plataforma nortea-fricana. En todo caso, son partidarios deconsolidar el máximo de autonomía del ré-gimen frente a Alemania. La embajada es-tadounidense trató de incidir sobre ellospara asegurar, como mal menor, una neu-tralidad efectiva.

Los colaboracionistas pasivos, posiciónencarnada por el propio mariscal Pétain,muy indefinidos provisionalmente en unatoma de posiciones y más atentos a la evo-lución de los acontecimientos, se encontra-ban en una espera prudente para fijar unrumbo definitivo. Esta posición intermedia,antes o después se vería abocada hacia unou otro de los dos ámbitos.

Completa el elenco de Vichy el abigarra-do grupo de los colaboracionistas activos.Multiformes en sus contenidos, defieren enel desarrollo político de los principios de IaRevolución Nacional. Eso sí, son partidariosde una vinculación más estrecha entre Ale-mania y el Estado francés. La embajada ale-mana intentará sacar frutos atizando la riva-lidad entre ellos. Esta coniente se nutre deuna doble dirección. La mayoritaria se im-brica perfectamente en la reconversión queen los años treinta sufre el nacionalismoconservador francés hasta situarse en unosparámetros netamente profascistas. En 1940resultan la reproducción de las ligas fascis-tas del período de entregueffas, cuya máxi-ma actividad había tenido lugar en el climaconflictivo derivado de la crisis económicade 1929, aunque sus efectos fueran menosprofundos que en otros países europeos.

En esta ambientación habían nacidogrupúsculos, cuantitativamente de escasa di-mensión, pero muy activos en la agitacióncallejera, sobre todo en época delFrente Po-pular. Sería el caso de Jacques Doriot, consu Partido Popular Francás, o los partidariosdel coronel La Rocque, a los que habría queunir otros grupos rayanos con la actividadtenorista y con cierta influencia en algunoscírculos militares, como la sociedad secretaIa Cagoule. Pero también en elcolaboracio-nismo activo de Vichy irán adquiriendo unmayor protagonismo algunos políticos, cier-tamente con una secundaria actividad políti-ca anterior, procedentes del mundo del cen-

De GauIIe y su esposa, Yvonne, en la ventana de su casa de Berkhamsted, en los subu¡bios de Londres

ko izquierda y que ilusoriamente se planteanacentuar los contenidos sociales del nuevorégimen al calor del nacionalsocialismo.

Enire 1940 y 7942 se denota un bascula-miento progresivo de Vichy hacia las postu-ras de este colaboracionismo activo que ri-valiza enhe sí: desde Doriot a Deat, pasan-do por Ia inhansigencia de un personaje queadquirirá su máxima influencia en 79M:Darnand. En este basculamiento existe unhecho determinante: el desembarco anglo-norteamericano en el norte de Africa en di-ciembre de 7942, que significará la imrpciónde las tropas alemanas en la Francia no ocu-pada y la consolidación a la cabecera delgo-bierno de Vichy de uno de los políticos másinclinados a la colaboración con Alemania,Pierre Laval. Para la causa de la Resistenciaresulta un momento decisivo, porque los mi-

litares franceses del norte de Africa abandr¡-nan masivamente el contexto de la Revolu-ción Nacional para asentarse en las filas dela Francia libre representada en aquel mo-mento por elbinomio Giraud-De Gaulle.

De Gaulle atrae al Imperio

Como se ha señala<lo, De Gaulle habíacomprendido Ia trascendencia de desgajar elImperio respecto de Vichy. A ello dedicó sumáximo esfuerzo, para conseguir ademásuna plataforma territorial que le permitieraafirmar su autoridad y un reconocimiento,aunque fuera de facto, de Londres y Was-hington. En Londres, De Gaulle ya habíaconstituido, con una acogida tibia por parte 1t

t2

de Churchill, un Comité dela Francia Libre,más simbólico que otra cosa y cuyos esca-sos elementos procedían de los contingentesfranceses llegaáos a Inglatena en la re"tiradade Dunkerque y de los soldados evacuadosde Noruega. Con todo, elprimer intento porunir a tenitorios del Imperio a su causa cul-minó en éxito.

Fue básica la colaboración de un oscurocapitán del ejército, Leclerc, luego converti-do en uno de los mitos de la Fiancia Librepor su participación en la liberación de Pa-rís, en agosto de 79M. Gracias a Leclerc,Camerún y elAfrica Ecuatorial Francesa re-conocieron a De Gaulle como suprema au-toridad francesa el26 de agosto de 1940.En julio de 7941, con apoyotel ejército bri-tánico, Siria y Líbano pasaron a dependerdel Comité de la FranCia Libre de Londres.Enhe noviembre y diciembre de 1942, Ma-dagascar, La Reunión y Djibuti siguieron elmismo camino. Si este conjunto tenitorialconsiguió estrechar las vinculaciones enheDe Gaulle y Churchill, no sucedió lo mismocon el presidente Roosevelt. En efecto, losEstados Unidos seguían jugando la carta deVichy.

El papel de la resistencia en elascenso de De Gaulle

La definitiva consolidación del general DeGaulle como representante de la Francia Li-bre tuvo como escenarios el norte de Africay la resistencia interior en la Francia metro-politana. Significativos son los aconteci-mientos políticos que acompañaron el de-sembarco anglo-norteamericano en las cos-tas del norte de Africa en noviembre de1942. Siguiendo las líneas básicas de su es-trategia, los norteamericanos ignoraroncualquier autoridad de De Gaulle enMamrecos, Túnez y fugelia. Prefirieron pac-tar con dos militares representativos delcírculo nacionalista próximo a Pétain, el al-mirante Darlan y el general Giraud. El ase-sinato del primero, en un atentado de ori-gen desconocido el 24 de diciembre, dejó lacuestión en un mano a mano enke Giraudy De Gaulle. La conferencia de Casablanca,del24 de enero de 1943, no resolvió la si-fuación e incluso se prohibió a De Gaulle fi-jar su residencia en los territorios francesesde Africa delnorte. Sin embargo, De Gaulley su Comité de Londres ya habían obteni-

do un primer reconocimiento oficial, desuma importancia, por parte de Stalin enseptiembre de 7942.

Por otra parte, la resistencia interior fran-cesa alcanzaba una mayor consistencia con-forme elrégimen de Vichy se inclinaba a uncolaboracionisrno más estrecho con Alema-nia. Tengamos en cuenta que este colabo-racionismo vino acompañado, paradójica-mente, por una mayor presión alemana di-rigida al cumplimiento de determinadascláusulas económicas delarmisticio, que im-ponían pesadas transferencias de recursoseconómicos y humanos hacia la Alemanianazi, en un momento en que Vichy habíaperdido elcontrolsobre la plataforma impe-rial. Si en un primer momento el mariscalPétain y Ia fórmula delarmisticio habían en-contrado un considerable apoyo de la socie-dad francesa, las servidumbres del colabo-racionismo fueron restando paulatinamenteese primer sostén, al menos por parte delsector de la población más vinculado a po-siciones de izquierda política. Por el contra-rio, la derecha conservadora siguió prestan-do su apoyo al mariscal hasta prácticamen-te eldesembarco en Normandía, en junio de79M.

La invasión de la Unión Soviética por Ale-mania -junio de 7941- señala un antes yun después en los movimientos de resisten-cia. Antes de esta fecha los grupos resisten-tes además de desarticulados habían sidoescasos en número, no sobrepasando la es-fera de algunas acciones aisladas llevadasadelante por los más decididos militantes delos antiguos partidos del Frente Popular y delos sindicatos. La agresión alemana y la con-siguiente ruptura del pacto germano-sovié-tico lanzaron a las filas de la resistencia a loscontingentes delPartido Comunista, que se-ría la activa columna vertebral del movi-miento partisano desde entonces.

De Gaulle, por encima de diferencias po-líticas, fue considerado por la resistencia in-terior como el símbolo de los valores repu-blicanos frente ala Revolución Nacional dePétain. [-a organización de la resistencia de-pendió en gran medida del Comitá de laFrancia Libre de Londres, a través de una fi-gura paradigmática como la de Jean Mou-lin. A la par, significativos políticos de la épo-ca republicana desembarcaron en Londrespara ponerse a las órdenes de De. Gaulle.Así quedaba constituida una primera estruc-tura a base de hombres como Mendés-Fran-ce, A. Philipe, Queuille, Auriol, que se unían

Aniba, De Gaulle pasa rcvista a las tuopas de la Ftancia Librc, reÍugiadas en Gran Brctaña, iulio de 1940.Abajo, Gi¡aud, Roosevelt, De Gaulle y Churchill en la Confe¡encia de Casablanca, ene¡o de 7943

l3

t4

a los gaullistas de Ia primera hora, Catroux,Pleven o Diethelm. Un momento cumbrepara De Gaulle fue la constitución, en elPa-rís ocupado, del Consejo Nacional de la Re-sistencia (CNR), el27 demayo de 1943, quereconoció la autoridad del Comité de Lon-dres.

El generalya poseía suficientes bazas pararesolver su litigio con Giraud y neuhalizar laoposición norteamericana. A fines de mayode 1943, De Gaulle llegaba a Argel. Su au-toridad política derivada del prestigio de laresistencia interior iba a resolver definitiva-mente su conflicto con los viejos militaresantialemanes, pero partidarios de las doctri-nas de la Revolución Nacionalde Pétain,que constituían el principalapoyo delgene-ral Giraud. El 3 de junio quedaba constitui-do el Comité Francés de Liberación Nacio-nal en la capital argelina, copresidido enprincipio por De Gaulle y Giraud hasta elmes de octubre, en que el primero se erigi§como jefe máximo. En él se integraba uncomplejo arco político que aglutinaba a per-sonajes vinculados a De Gaulle desde elpri-mer momento y significativos representantesde los partidos de izquierda, incluidos los co-munistas. Parecíaun Frente Popular amplia-do con la inclusión de hombres vinculadospersonalmente a De Gaulle.

Este primer entramado republicano que-dó completado con la constitución de unaAsamblea Consultiva Provisional, desdeseptiembre de 7943, y con la conversión delComité en Gobierno Provisional de la Re-pública Francesa, el 3 de junio de l9M. DeGaulle había cerrado elcírculo. En los inme-diatos prolegómenos del desembarco deNormandía no sólo aparecía como jefe in-discutible de la resistencia frente a los ale-manes y a Pátain, sino que había restable-cido en tierras argelinas una estructura re-presentativa de la República. La entera su-bordinación de Vichy a los alemanes hizo elresto.

Fenómenos tales como el servicio de tra-bajo obligatorio en Alemania y Ia radicaliza-ción fascista de Vichy, con la mayor influen-cia de Darnand y la creación de Ia Milice,enteramente al servicio de los alemanes ycon misiones de orden público, es decir depersecución delmaquis, alavivar elclima deguerra civil en Francia, coadyuvaron al in-cremento de la popularidad de De Gaulle.La escucha de sus emisiones radiadas des-de Londres se convirtió en práctica habitualen muchos hogares franceses. Sin embargo,

por debajo de la unidad de la Resistenciasubyacía una latente línea divisoria entregaullistas, católicos progresistas, socialistas ycomunistas. Era la antesala de unas tensio-nes que estallarán inmediatamente despuésde la Liberación.

En el París liberado

El desembarco anglo-norteamericano enNormandía, el 4 de junio de l9M, precipi-tará los acontecimientos. Un momento de-cisivo para De Gaulle es el de la liberaciónde París, por la enorme carga simbólica queacafiea, y demuestra su capacidad para ca-pitalizar en forma de réditos políticos perso-nales [a insurrección popular que había es-tado en los orígenes de la liberación de la ca-pital. A partir del 17 de agosto, la resisten-cia se había lanzado a la insurrección con-tra las tropas alemanas a través de la huel-ga general y de la lucha armada. Insurrec-ción en la que emergen las tensiones exis-tentes entre gaullistas y comunistas.

El24 de agosto por la noche, la II Divi-sión Blindada, al mando del generalLeclerc,llegaba al Hótel de Ville. Al día siguientequedaba completada la liberación dela ciu-dad y por la noche entraba en la misma elgeneral De Gaulle. Más allá de la anécdota,conviene señalar elvalor político de los mo-vimientos delgeneralla noche del25 y a 1o

largo deldía siguiente. Para empezar, elpri-mer lugar visitado por él fue el ministerio dela Guena, tomando posesión de su antiguodespacho de subsecretario de antes de supartida para Londres. Primera espera envano de los miembros del Comité Nacionalde la Resistencia. Con este acto De Gaullequería subrayar tanto su superioridad sobreun movimiento resistente, con cierta procli-vidad a la autonomía, como asegurar una lí-nea de continuidad con el pasado republi-cano, El era el símbolo y la cabeza visiblede la República.

Su visita al Hótel de Ville, donde estabainstalada la dirección delCNR, reprodujo losmismos contenidos: se negó rotundamentea leer en público la declaración que le ha-bían preparado restableciendo la República.Su contestación fue tajante: no había nadaque restablecer, porque la República nuncahabía desaparecido; en Londres y en Argelél había asegurado la continuidad de la le-galidad republicana. Al día siguiente, nueva

El general De Gaulle aclamado en las calles de Bayeux tras la liberación de Ia ciudad, el 14 de iunio de 1944

repetición de actos simbólicos en elbaño demasas por los Campos Elíseos, desde elArcode Triunfo a la catedralde Nótre Dame. Unmasivo cortejo encabezado por el general,seguido a una prudente, pero significativa,distancia por miembros del Gobierno provi-sional, jefes militares y los hombres de la re-sistencia interior, que quedaban relegados aun segundo plano. Inmediatamente despuésde un Tedéum en Nótre Dame, firmaba losprotocolos por los que los gobiernos inglésv norteamericano le reconocían oficialmen-ín coro presidente del Gobierno provisio-nal de la República Francesa.

En semanas posteriores, conforme se ace-lere la retirada alemana y la liberación delconjunto delterritorio francás, el Comité Na-cional de la Resistencia y sus instituciones,a la par que los partisanos armados, queda-rán disueltos. Ello significará el paulatinocontrol de la situación política por parte delGobierno central, en un tenso ambienteconsecuencia del enfrentamiento civil du-

rante la ocupación, sobre todo desde 1943.A pesar de todo, la depuración del colabo-racionismo sóIo afectaría epidérmicamentea los sectores sociales y a las institucionescomprometidas con el nazismo y elrégimende Vichy.

En los meses siguientes, la principalpreo-cupación de De Gaulle consistió en buscarel reconocimiento de Francia como poten-cia aliada, que le permitiera desempeñar unpapel activo ante la proximidad de la derro-ta nazi. El reducido ejércilo francés proce-dente de Gran Bretaña y el norte de Africafue incrementado con resistentes volunta-rios. En total, más de 100.000 hombres fue-ron incorporados alPrimer Ejército, alman-do del general De Lattre de Tassiqnv. Conello, De Gaulle eliminaba el poténóial deinestabilidad interior que suponía una resis-tencia de inclinación comunista, a la vez queesta postrera participación activa en laguerra permitió a De Lathe asistir v firmarla capitulación final de Alemania ál 8 de 15

16

mayo de 1945. Sin embargo, Francia no fueinvitada a las conferencias aliadas de Yaltay Potsdam.

Las disensiones con laResistencia

Francia se despertaba al día siguiente delfinal de la guerra con el agridulcá sabor deuna victoria limitada. La participación de úl-tima hora no podía esconder los términosdel armisticio de 1940, que el resto de laspotencias aliadas entendían como una posi-ción cómoda, cuando no pasiva, ante éles-fuerzo bélico de los comienzos de la guena.También eran difíciles de restañar lás pro-fundas heridas producidas en el seno de lasociedad francesa, sensiblemente desgarra-da por una guerra civil dentro de la guena,desde 1943. Un porcentaje consideráble deIa ciudadanía era objeto de sospecha por sucolaboración más o menos aótiva cón losalemanes, por su adhesión o complacenciacon elrégimen de Vichy o, simplemente, porsu pasividad.

Frente a este sector se levantaba la Fran-cia resistente, producto en gran medida dela última hora, si tenemos en cuenta el ra-quitismo de la resistencia activa antes de1943-79M. Una resistencia en Ia que, pordebajo de las declaraciones de unidád y delas invocaciones a una renovación po[íticadel país, subyacían considerables divergen-cias. El grupo cuantiativa y cualitativamen-te más influyente de esa Resistencia se ha-llaba integrado por los comunistas. Habíanpagado un alto precio en la sangre vertidapor decenas de millares de militantes y de-seaban convertir ese prestigio en capital po-lítico. Además, el partido comunista erá laúnica organización vertebrada social y politicamente en una tupida red que engarzabacon las clases populares y los inteléctualesantifascistas.

Elresto de la resistencia no comunista mi-raba con temor el auge de sus coyunturalesaliados, sin meditar suficienteménte en elhecho de que los acuerdos de Yalta o dePotsdam les impedirían ascender a un po-der que parecía estar al alcance de sus ma-nos. Por otra parte, la vieja derecha tradi-cional. habia quedado desarticulada y sin laposibilidad de una respuesta política a cortoplazo, debido a su compromiso más o me-nos declarado con el régimen del mariscal

Pétain. La cuestión es que a la altura de1945, Ios fundamentos sociales y políticosde la III República se habían hundido.

Quizás el horizonte menos oscuro paraFrancia era el económico, si establecemosuna comparación con otros países comba-tientes. El armisticio de 1940 había evitadoun caudal mayor de deshucción. EI índicede pérdidas materiales per cápita, elabora-do por la ONU, situaba a Francia muy pordetrás de países como la Unión Soviética,Polonia, Yugoslavia o la propia Alemania.Más que destrucción cabe hablar de desar-ticulación económica, fruto de las imposicio-nes de la potencia ocupante entre 1940 yl9M y por el clima de gueffa civil del últi-mo año de la ocupación. Problemas mone-tarios, inflación descontrolada, dificultadesdel aparato productivo, colaboracionismode la elite económica con las consiguientesrepercusiones, los puertos delAtlántico inu-tilizables, el mercado interior alterado por lasfragmentaciones administrativo-territorialesimpuestas por los alemanes...

En suma, el término reconstrucción apli-cable a la Francia de posguena posee uncontenido múltiple. En primer lugar, recons-trucción política sobre la base de la creaciónde un nuevo sistema, dado el irreversiblehundimiento de las instituciones de la III Re-pública. Pero también,la búsqueda de unanueva cohesión social que superase la opo-sición colaboracionismo/resistencia. Por últi-mo, la reconstrucción económica, que nece-sariamente tendría que articularse en uncontexto internacional de cooperación conotros países europeos y con los Estados Uni-dos.

En medio de esta compleja situación se si-túa la persona del general De Gaulle. Aun-que su capitalpolítico era considerable, tam-bién lo era el de la Resistencia y, sobre todo,el de los comunistas. Así, el nacimiento delnuevo sistema político de la paz se encon-traba mediatizado por el contraste de al me-nos dos proyectos políticos divergentes.

El tiempo que transcurre enfte el final dela guerra g el20 de enero de 1946, cuandoDe Gaulle presente su dimisión, se desano-lla en un marco de tensiones entre el gene-ral y los partidos políticos que encarnán elespíritu de la resistencia. Independientemen-te de su recelo hacia los partidos políticos,la cuestión es que De Gaulle hubiera desea-do construir un movimiento político a suimagen y semejanza, que aglutinara a la so-ciedad francesa tras su idealde una Francia

4ryiQu, el general De Gaulle y Leclerq son aclamados por la multitud en los Campos Elíseos de París, el25 de agosto de-1944. lbajo, t¡ibuna de honor en el desfile de la victofia en Pa¡ísfde izquierda a derecha,Ios generales Gerow, Le Trcquer, Kóenig, De Gaulle, Bradley y Hodges, en el mes dé agosto de 1944

t7

18

fuerte, que en los planos económico y socialse sustanciaba en un nacionalisrno econó-mico. Una fórmula basada en la nacionali-zaciín de las grandes empresas implicadasen elcolaboracionismo, y socialmente en laedificación de un sistema de protección so-cial por el que el Estado se responsabilizabade la suerte de los ciudadanos. Paradójica-mente, el nacionalismo conservador de DeGaulle coincidía con el programa de la Re-sistencia en los planos económico y social,aunque Ia perspectiva ideológica fuese dife-rente. Entre diciembre de 79My octubre de1945 el proyecto nacionalizador afectó a lagran indushia y al sistema financiero, a lapar que se creaba el sistema de SeguridadSocial.

La soledad política

Si en la dimensión social y económica elideario gaullista podía coincidir parcialmen-te con elprograma de Ia Resistencia, no su-cedía lo mismo en el plano político: el acu-sado parlamentarismo de ios partidos de laResistencia chocaba frontalmente con las te-sis presidencialistas del general. Las urnasno fueron proclives a De Gaulle. Las elec-ciones de octubre de 7945 mostraron Ia de-bilidad extrema de la antigua derecha y delos radicales y el anollador triunfo de losprotagonistas de la lucha antialemana: co-munistas, 26 por 100; socialistas 24; MRP,23,6. Esta Asamblea Constituyente confir-mó a De Gaulle como presidente del Go-bierno Provisional. Sin embargo, el generalno estaba dispuesto a convivir con unaAsamblea Constituyente que redactaría unaConstitución en radicalconhadicción con suideario de un Estado fuerte.

El problema radicaba en que a la alturade 7946 el ciudadano francés tendía a vincu-lar muchos de los postulados gaullistascon los principios que había impregnado ala Revolución Nacional del mariscal Pétain.Evidentemente no eran tiempos para elgau-llismo, falto por otra parte de una fuerza po-lítica capaz de asumirlos y elaborarlos en for-ma de proyecto político sustancialmente di-f.erente del nacionalismo antiparlamentarioy antinepublicano de Pétain. Consciente desu soledad política, elgeneralDe Gaulle pre-sentó su dimisión el20 de enero de 7946.Aprovechó su desacuerdo sobre el tema dela financiación de la Defensa nacional para

manifestar su profunda discrepancia con elrumbo delsistema político de Ia naciente IVRepública, expresada en sus palabras:éQueremos un gobierno que gobierne o unaAsamblea omnipotente?

El 16 de junio en su célebre discurso deBayeux, De Gaulle insistía en su oposiciónhacia los fundamentos políticos de la IV Re-pública: k únicamente del jefe del ktado,colocado más allá de los partidos, de quiéndebe proceder el poder ejecutivo. Seamosbastante lúcidos y bastante fuertes para dar-nos unas reglas de la vida nacional que tien-dan a unirnos cuando estamos al borde dela división y el enÍrentamiento. Toda nues-tra historia transcurre entre momentos de in-mensos dolores cuando el pueblo se disper-sa y momentos de fecundas grandezas cuan-do la nación libre se agrupa bajo la égida deun Estado fuerte.

Así comenzaba lo que se ha denominadola travesía del desierto, que duraría doceaños para el general, durante los que redac-tó sus Memorias de guerra e intervino oca-sionalmente en algunos debates con el finde crear estados de opinión. A este respectoresulta significativa su posicién conkaria alTratado de la Comunidad Europea de De-fensa, que pretendía crear un Ejército euro-peo integrado. De Gaulle dejaba clara supostura sobre las cuestiones tocantes a la su-pranacionalidad: Espreciso que Francia ten-ga una espada, pero es necesario que sólosea la suya.

Habrá que esperar a 1958, momento enel que De Gaulle será llamado de nuevo alpoder por la elite política de una IV Repú-blica agonizante. Paradójicamente, De Gau-lle había intentado antes jugar un papelpo-lítico dentro del sistema, mediante la crea-ción de un partido: el74 de abril de 7947nacía el Rassemblement du Peuple Frangais(RPF), que, aglutinando los votos de la de-recha conservadora, consiguió un éxito re-lativo en las elecciones municipales de aquelaño y un brillante resultado en las legislati-vas de 1951 con el27,6,por 100 de los vo-tos; no obstante, por debajo del 26,9 por100 del partido comunista. Pero el sistemaelectoralmayoritario limitó su número de es-caños a 717. Ello no supuso, pues, la con-solidación de un proyecto político alternati-vo a la IV República, por lo que el generalterminó por dejar plena libertad a los parla-mentarios del RPF, que actuaron como unaespecie de quinta columna gaullista dentrodel sistema.

Cronología1890. Nace Charles De Gaútte en Lille, el

22 de noviembre.1910. Ingresa en la Academia Militar de

Saint Cyr1913. Destino, como teniente, en un regi-

miento de Arras. Su superior es el coronel Pé-tain.

1914-18. Durante la guena, es herido tresveces. Prisionero durante la batalla de Verdún,es internado en elcampo de Ingolstadt.

l9l9-20. Interviene en la campaña de Po-lonia para contener al Ejército Rojo.

1921. Contrae matrimonio con YvonneVendroux. Es profesor de Historia en la Aca-demia de Saint Cyt

1922. Ingresa.como profesor en la EscuelaSupefior de Guerra.

1924. Comandante en el ejército de ocupa-ción delRhur. Publica La discorde chezl'enne-mi -La discordia entre el enemigo.

1925. Promovido por el mariscalPétain, esnombrado miembro delConsejo Superior de laGuerta. Ya teniente coronel, actúa en una mi-sión en Oriente Medio -Beirut-. A su regre-so, es secretario general de la De{ensa.

1927-29. Comandante de las fuerzas deocupación en el Rhur.

1932. Publica Le filde l'epée -El filo de laespada.

1934. Publica Vers l'armée de métier -Ha-cia el ejército profesional.

1936. Destino en los ejércitos del Rhur.1937. Es promovido a coronel y destinado

al regimiento de carros de combate de Metz.1938. Publica La France et son armée

-Francia y su ejército.1939. El 1 de septiembre comienza la Se-

gunda Guera Mundial. En Francia se inicia ladróle de guerre -1a guerra tonta.

1940. Ante el ataque alemán de mayo, re-cibe el mando de una unidad acorazada y enLaon se enfrenta a las fuerzas de Guderian. As-cendido a general, es nombrado subsecretariode Defensa del Gobierno Reynaud. Tras elhundimiento militar marcha a Londres y lanza

-el 18 de junio- su Appel -Llamada- a losfranceses, base de la organización Francia Li-bre. Fin de la lll República e instauración delEstado Francés encabezado por Pétain. Fran-cia, dividida.

1941. La invasión alemana de la Unión So-viética lanza a los comunistas franceses a la re-sistencia.

1942. Desembarco aliado en Africa delNor-te. Los alemanes invaden la zona no ocupadade Francia.

1943. Traslada al liberado Argel elComitéFrancés de Liberación Nacional, que preside.

En el interior de Francia, formación del Con-sejo Nacional de la Resistencia.

1944. Tras la liberación, regÍesa con su Go-bierno a Francia, el9 de septiembre. Ia Asam-blea Nacional le nombra jeÍe del Gobierno y esreconocido por los Aliados.

1945. Un juicio condena a muerte a Pétain,que fallecerá en su confinamiento en julio de1951.

1946. El20 de enero abandona sorpresiva-mente su cargo: inicio de 1a travesía del desier-to. Nace la IV República Francesa (noviembre).

1947. Crea su propio partido, elRassemble-ment du Peuple Frangais, RPF -Reunión delPueblo Francés.

1951. E/ Rassemblement, presente en laAsamblea Nacionaltras la celebración de elec-ciones generales.

1954. La Conferencia de Ginebra pone final dominio francés en Indochina. Inicio de lagueffa de independencia de Argelia.

1955. Disuelve e/ Rassemblement du Peu-ple Frangais.

1958. Tras elputsch de Argel, es llamado aformar Gobierno el 1 de junio. Triunfo en el re-feréndum de septiembre, ratificado por las elec-ciones de noviembre. El 21 de diciembre espresidente de la República.

1959. El 8 de enero nace la V RepúblicaFrancesa.

1960. Con el volumen titulado Salvation

-Salvación- concluye la redacción de susmemorias: L'Appel -La Llamada- 1940-42'L'Unité -[^a Unidad - 19a2 aa;L. áut -Éisaludo- 1944-46. Proceso descolonizador.

1962. Solución del problema argelino. Co-mienza a sufrir una serie de atentados contrasu vida organizados por 1a OAS.

1964. Independencia en política exterior:reconocimiento diplomático de la China comu-nista.

1965. Es reelegido para la presidencia, fren-te a Frangois Mitterrand, en los comicios de di-ciembre.

1966. Francia abandona la estructura mili-tar de la OTAN. Visita Moscú y critica la polí-tica USA en Vietnam.

1967. En Canadá apoya a los independen-tistas de Quebec.

1968. Primera explosión nuclear francesa.Sucesos de mayo y anollador triun{o electoral.

1969. El 28 de abril fracasa el referéndumsobre ordenación regional y reforma delSena-do. Se retira definitivamente de la vida pública.

1974. Tras efectuar sendos viajes a lrlanday España -donde se entrevista con el generalFranco- muere el 9 de noviembre en su reti-ro de Colombey les-deux-Eglises.

19

Teoría y realidad de lainestabilidad de la lV República

Se ha insistido que una de las razonesprincipales del retorno de De Gaulle en1958 radicó en las deficiencias del sistema(g l-a IV República para asegurar una esta-bilidad política. Todo ello derivado de unexcesivo predominio del legislativo, en unmarco de partidos fragmentádo, en posicio-nes ideológicas conhapuestas, que dificulta-ba la consecución de mayorías estables degobierno y que limitaba la capacidad de ar-bitaje del presidente de,la R-epública, con-vertido en una figura meramente simbólica.Es decir, estaríamos ante un modelo políti-co en clara contraposición al presidencialis-mo gaullista. En este contexto, la permanen-te confrontación política ralentizaría la tomade decisiones en cualquier dimensión de Iavida pública interior o exterior en un mo-mento en que las necesidades económicas,sociales y exteriores exigían una mayor efi-ciencia en la toma de decisiones.

Sin embargo, la inestabilidad resulta másaparente que real. Entre 7947 y 1958 hubouna continuidad de las elites políticas en lasmúltiples combinaciones gubernamentalespracticadas. Este continuismo aseguró laconsecución de brillantes resultados en cues-tiones económicas y sociales, además de in-corporar a Francia, en una posición venta-josa, a la construcción europea. Bajo unaConstitución parlamentaria, la IV Repúblicafuncionó hasta 1947 sobre la base de los trespartidos de la Resistencia.

La cristalización de la guena fría y la con-siguiente expulsión de los comunistas del go-biemo en1947 redujo considerablemente lasposibilidades de constituir Gobiernos esta-bles, si se tiene en cuenta que los comunis-tas eran la primera fuerza política de Franciapor el número de votos y el elevado Eadode su articulación social, a través de un com-plejo y sólido entuamado de organizacionesde todo tipo, desde los sindicatos a los mo-vimientos ciudadanos. Esta exclusión llevaríaa los comunistas a una situación de oposi-ción permanente, alimentada por el alinea-miento delPCF con la Unión Soviética, den-tro de la dinámica de la guena fría.

Otra disidencia de distinto signo fue lagaullista. Aquí no cabe hablar de exclusiónsino de una estrategia calculada de socava-miento de las directrices políticas de la IVRepública. Sería incorrecta cualquier inter-

pretación que sitúe el retorno de De Gaullcen 1958 como fruto de una coyuntura pre-cisa determinada por el avispero argelino.La actitud primero del RPF y luego de losparlamentarios independientes gaullistassiempre estuvo dirigida a obstruir las líneasmaestras de la política exterior de los dife-rentes Gobiernos: se consideraba lesivo parala grandeur de la France el alineamiento es-tricto con Esiados Unidos, la incorporacióna la OTAN, la política de descolonización,las relaciones franco-alemanas y, en gene-ral, la forma de conducir elproceso de inte-gración económica, desde la CECA al Tra-tado de Roma de 1957, debido a sus con-tenidos supranacionales.

Hay que añadir, por último, otro elemen-to de inestabilidad: la estructura de los par-tidos que formaban parte de las distintascombinaciones gubernamentales, desde elMRP al partido socialista (SFIO),'pasandopor los moderados o los radicales. Se tratade partidos poco cohesionados internamen-te, sujetos a permanentes disputas provoca-das por un clientelismo local, regional y per-sonal que hace prevalecer la lógica de lasbaronías en detrimento de Ia cohesión, fa-voreciendo el alejamiento respecto de susbases sociales y electorales. La Francia de laIV República no poseyó nunca un partidoaglutinante, alestilo del de los radicales fran-ceses de la III República o de la DemocraciaCristiana en la ltalia de la posguerra.

Sin embargo, resulta innegable el éxitoeconómico del sistema. La Francia que he-redará De Gaulle en 1958 será un pálido re-flejo deldesbarajuste económico de los años7945-7947. El abandono de los gaullistas ycomunistas delpoder había facilitado las co-sas permitiendo la adopción de un modelode política económica acorde con la estrate-gia americana y con su máximo exponente:el Plan Marshall. Como hemos señalado an-teriormente, el modelo económico del gene-ral De Gaulle, postulado en7945, entremez-claba las reivindicaciones del mundo de laresistencia y la filosofía del nacionalismoeconómico. Un modelo excesivamente in-tervencionista y con marcada tendencia a laautarquía, que posiblemente hubiera dificul-tado la rápida reconstrucción regishada enel período 7947-1952 y, sobre todo, enka-ba en disonancia con las previsiones nortea-mericanas más proclives a la apertura eco-nómica y a la consolidación de un sistemade cooperación a escala internacional.

En tiempos de la IV República, Francia

De Gaulle en la época de su presidencia del Gobiemo Provisional, de la que dimitió en eneÍo de 1946 2l

aceleró la etapa de reconsfuucción, moderni-zó su infraestrucfura productiva, puso enmarcha el Estado delbienestar, siguiendo laspautas en este aspecto del gobierno presidi-do por De Gaulle que había instaurado elprimer régimen global de Seguridad Social.Quizás el aspecto más importante fue queFrancia a partir de7947 se incorporó sin am-bages a la política de inteEación europea, ju-gando la carta de la supranacionalidad, tanlejana del pensamiento gaullista. Por supues-to, esta onda integradora se articulaba en losnuevos aires de cooperación occidental-at-lántica dominantes desde 1945. En la cons-titución de las Naciones Unidas se habían te-nido en cuenta las carencias de la Sociedadde Naciones en maieria económica. La crea-ción del sistema monetario de BrettonWoods y su cobertura institucional del Fon-do Monetario Internacional y del BancoMundial, unido a la constitución delGATT yde la UNCTAD -estas dos instituciones bajola égida de las Naciones Unidas- crearonademás de la infraestructura institucional unestado de opinión propicio para alcanzarmayores cotas de integración.

En estas coordenadas se inscribe la crea-cién en la inmediata posguerra de la UniónEuropea de Pagos y de la Organización Eu-ropea de Cooperación Económica (OECE).No había dudas, los políticos del peíodo1945-7950 habían extraído profundas ense-ñanzas de la débácle económica posterior ala Primera Guerra Mundial, provocada por laintransigencia de un sector de los aliados

-sobre todo, Francia- frente a Alemania.Parecía que las elites políticas habían leído yreflexionado sobre la obra de Keynes lasconsecuencias económicas de la paz. f-asconversaciones franco-alemanas dieron comoresultado la constitución por el tatado de Pa-ís de 1952 de la Comunidad Europea delCarbón y delAcero (CECA). ElBenelux, Ale-mania, Italia y Francia creaban un mercadocomún para la siderurgia y la energía. Lo im-portante era el fuerte contenido supranacio-nal, alproveerse de instihrciones propias, quetenía el nuevo espacio económico.

La Francia que heredará De Gaulle en1958 se inscribía en una de las etapas de es-plendor económico más rotundas de Ia his-toria delsiglo xx. Cualquier ratioque se con-sidere en este sentido conduce a la línea bá-sica de la modernización delpaís. La adop-ción de los parámetros del Estado del bie-nestar keynesiano, que en temas sociales re-presentaba una natural continuidad de los

programas de la Resistencia, transformó deraíz la sociedad francesa. Surgía una nuevaclase media, deseosa de estabilidad a todoslos niveles y, sobre todo, en el político. Seráesta clase media a quien se dirigirá De Gau-lle y será de esta clase media de quien DeGaulle recibirá sus apoyos fundamentales.Paradójicamente, serán los hijos de estasnuevas clases medias quienes le cuestiona-rán decisivamente en las barricadas demayo de 1968. Que elmundo de la Univer-sidad fuera capazde hacer tambalear las ins-tituciones de la República demoshaba a lasclaras la profundidad de la mutación social.La masificación de la Universidad, ya leja-na de una clientela de elites económicas, erauno de los mayores resultados de la conso-lidación del Estado delbienestar en Francia.

El avispero de la cuestióncolonial

El talón de Aquiles de Ia IV República fue.sin duda, eltema de la descolonización. Lospolíticos del sistema hubieran deseado crearuna organización imperial similar a la Com-monwealth británica; sin embargo, los ele-mentos de inteEación existentes entre elmundo colonial francés y la metrópoli dista-ban de hacer posible esta alternativa. Eltemaindochino se resolvió, tras la humillantedenota de Dien Bien Phu, frente alVietminhde Ho Chi Minh, en los acuerdos de Gine-bra de 20 dejulio de 1954, por los que Vietnam quedaba dividido en dos Estados por elparalelo 17; al norte, la República Popular yal sur, un régimen inestable bajo influencianorteamericana. En el Magreb, después deunos vanos intentos de instaurar regímenesde autonomía interna, T(tnez y Mamrecosobtuvieron en 7956 su independencia.

Otro contexto diferente se desprende delatolladero argelino, donde Ia presencia deuna cohesionada sociedad de colonos fran-ceses, los pleds noirs, ,dificultará enorme-mente el proceso descolonizador. Secular-mente, la política hacia Argelia había sido lade la asimilación, controlada por los colo-nos. En estas condiciones las primeras pro-puestas desde ellado argelino planteaban laasimilación total, solicitando la conversiónde ta colonia en provincia francesa. Habráque esperar a febrero de 1943, para queFerhat Abbas publique El manifiesto delpueblo argelino, que, rechazando la política

De Gaulle, rodeado por la multitud tras el mitin del 4 de septiembre de 1958 en la plaza de ta República

de asimilación, exigía, para la inmediataposgueffa, la constitución de un Estado ar-gelino autónomo. Las manifestaciones po-pulares de mayo de 7945 se saldaron conuna represión extrema que, al menos, cau-só 5.000 muertes de musulmanes. El fraca-so del reconocimiento de una limitada au-tonomía para Argelia de 1947 incrementólas tensiones. Finalmente, las diferentes or-ganizaciones independentistas argelinasconstituyeron en 1954 el Frente de Libera-ción Nacional (FLN).

Era el comienzo de una guerra de libera-ción con algunos contenidos de guerra civil,que acabaría por desganar a la sociedadfrancesa metropolitana. Desde 1955, los di-ferentes gobiernos de París, bajo distintasformas que incluían la posibilidad de acep-tar la personalidad argelina, fueron partida-rios del principio de una Argelia francesa, ala par que los pieds noirs cada vez influíanmás decisivamente en las directrices políti-cas de los gobernadores enviados por Ia me-

trópoli. Como contrapartida, el FLN endu-reció sus posiciones, sobre todo a partir desu congreso de agosto de 1956. Un momen-to álgido es la batalla de Argel, entre eneroy septiembre de 1957. En términos genera-les, el tema argelino recrudeció el náciona-lismo de la derecha francesa frente a una iz-quierda afectada por la política represora di-rigida contra la comunidad musulmana.

En suma, unos gobiemos desbordados ysin plantear soluciones operativas, una sociá-dad metropolitana dividida y un ejército co-lonial incapaz de resolver militarmente elcon-flicto. Todo ello desembocó en el qolpe de

ln del 13 de mayo.de 1958: el Ejéicito ylos representantes políticos de los

-colonos

crearon en fugel un Comité de Salud públi-ca bajo la presidencia del general Massu. Enconnivencia con los medios gaullistas meto-politanos, dos días después el general Salamlanzaba desde fugel un appel al general DeGaulle, conteniendo una amenaza velada deguerra civil. El general respondió que estaba 23

24

dispuesto a asumir inmediatamente los pode-res de la República. El 1 de junio de 1958,por 329 votos confua 224, es decir, con laoposición de comunistas y algunas diputadosde las minorías socialista y radical, la Asam-blea invistió a De Gaulle como jefe del Go-biemo, elúltimo de la IV República, obtenien-do por seis meses el derecho de gobemar pordecreto. l-aley de 3 de junio de 1958 le con-cedía el poder de elaborar un proyecto deConsütución para someterlo a referéndum.La IV República había muerto.

La lV República llamaa De Gaulle

De Gaulle llegaba de nuevo alpoder conla aquiescencia de la elite política gobernan-te de la IV República. Los resultados de suinvestidura no podían ser más elocuentes:de hecho había quedado perfilada una ma-yoría gaullista que acabaría configurando unpartido político afín. Además de los inde-pendientes gaullistas, que habían actuado ala manera de francotiradores, antiguos radi-cales, socialistas hasta ayer,la derecha clá-sica y algún miembro de la extrema dere-cha, cerraban filas alrededor del general.Enfrente sólo tenía como grupo sólido deoposición a los comunistas, a los que la ex-pulsión del gobierno de 1947 y la guena fríales había dado cohesión y les había evitadoel coste político de gobernar.

Quien había quedado triturado por su in-definición ideológica, por el coste de gober-nar y por sus disensiones internas era laSFIO. Los socialistas iniciarían ahora su pro-pia travesía del desierto, buscando unas se-ñas de identidad y una personalidad con elsuficiente carácter como para aglutinar yelaborar un nuevo discurso político capazdepresentar a medio plazo una alternativa algaullismo. Esa figura sólo empezaba a vis-Iumbrarse, se llamaba Frangois Mitterrand,que con los socialistas opuestos algaullismoy otros políticos de la izquierda, crearía, através de la Unión de Fuerzas Democráticas,las bases para el resurgimiento del partidosocialista muchos años después. Una mino-ría socialista más recalcitrante a base de in-telectuales maxistas, distantes del modelosoviético, fundarían el Partido SocialistaUnificado. Una de cuyas figuras claves, Mi-chel Rocard, terminaría con el tiempo porconfluir en el círculo de Mittenand.

Por el momento, De Gaulle se sentía in-discutible. Había llegado la hora de echarlas bases del gaullismo, entendiendo comotal la creación de un sistema político que en-samblara principios y valores contrapuestos,pero que los avatares políticos habían idouniendo en la mente delgeneral. En efecto,De Gaulle era autoritario por militar, nacio-nalista por convicción, católico por creencia,republicano por su conversión en tiemposde la resistencia a la ocupación. Cuatro ele-mentos que intentaría combinar con los va-lores republicanos de siempre. Como con-trapunto, el recelo, cuando no rechazo, delos partidos políticos como principales ges-

tores de la cosa pública. Esta era una cons-tante que se había desanollado en el tiem-po sin cambiar un ápice desde la época an-terior a la Segunda Guerra Mundial. Habíadespreciado a los partidos de la III Repúbli-ca. Se había sentido muy lejano de los par-tidos del Frente Popular. No había com-prendido las disputas entre los partidos dela Resistencia. Se había negado a aceptar elpredominio de los partidos en el marco dela Constitución de la IV República. Y el de-sanollo de esta última le había confirmadolo que élentendía como egoísmo de los par-tidos, incapaces de comprender el superiorvalor delpatriotismo.

Y es que a De Gaulle le hubiera gustadoser Pétain, porque en realidad lo que inten-taba era conciliar ciertas máximas dela Re-volución Nacional de los ains 7940-19Mcon el espíritu republicano. Aquí los símbo-los adquieren todo su valor sociológico: elproyecto de la nueva Constitución presiden-cialista fue presentado a la opinión públicaen un gran mitin enlaplaza de la Repúbli-ca, el4 de septiembre de 1958, el aniversa-rio de la proclamación de Ia República porGambetta en 1870, ante sus masas de apo-yo, las clases medias parisinas.

El presidencialismode la V República'

Efectivamente, el proyecto de Constitu-ción poseía un marcado tinte presidencialis-ta, más que por el propio texto por la prác-tica constitucional desanollada posterior-mente. La nueva Constitución partía de va-rios fundamentos: Sólo el sufragio universales fuente de poder; el poder ejecutivo y elpoder legislativo deben estar efectivamente

Para consult¿rrlosmeJor

D¡rsQe hace algunas semanas hemos puesto a la venta en los quioscoslas TAPAS para autoencuadernar los CUADERNOS DEL MUNDO ACTUAL.

El precio de venta al público de cada tapa es de 950 pesetas.Si usted prefiere recibirlas cómodamente en su casa (sin gastos de envío)

basta que rellene el cupón adjunto. El pedido mínimo debe ser de cinco tapas.

a

Recorte este cupón y envíelo a: HISTORIA 16.Calle Rufino González,34 bis. 28037 Madrid.

Deseo recibir cinco tapas de CUADERNOS DEL MUNDO ACTUAL por un importe total de 4.750 pesetas.

La forma de pago que elijo es la siguiente:

E Talón adjunto a nombre de INFORMACION E HISTORIA, S. L.

E G¡ro postal a INFORMACION E HISTORIA, S. L. Calle Rufino González,34 bis. 28037 Madrid.

Don:

D. P.:............. ....... Localidad:

Esta oferta es válida sólo para España.

separados; el Gobierno debe ser responsa-ble ante el Parlamenfo. Este último puntoqueda matizado por los dos anteriores y porlas prerrogativas que se conceden al presi-dente de la República hasta configurar unrégimen parlamentario sin soberanía delParlamento. en palabras de FranEois Go-guel.

Elpresidente, según elartículo 5, asegurapor su arbitraje el funcionamiento regular delos poderes públicos, así como la continui-dad del Estado. Nombra al primer ministro,lo que en la práctica establece una especiede doble responsabilidad delGobierno: anteel Parlamento y ante el'presidente. El jefedel Estado puede someter a referéndumtodo proyecto de ley relativo a la organiza-ción de los poderes públicos y, por el artícu-lo 16, puede ejercer poderes excepciona-les en caso de crisis grave. Por oha parte, elGobierno puede solicitar del Parlamento laautorización para gobernar por decreto. Sia todo ello unimos las dificultades a la horade una moción de censura o el papel delConsejo Constitucional, tendremos comoresuliado que la Constitución gaullista sealejaba enormemente del parlamentarismode Ia tradición republicana. Se inauguraba,pues, un sistema político a la vez presiden-cialista y parlamentario. La Constitución fuesometida a referéndum el28 de septiembrede 1958, con un índice de abstención queapenas superaba el 15 por 100. Los votosafirmativos sobrepasaron el79 por 100, loque parece señalar el consenso social alre-dedor del general. A pesar de Ia propagan-da en favor del No del PCF y de algunaspersonalidades de la izquierda, se ha calcu-lado que aproximadamente un millón y me-dio de votantes comunistas se pronunciarona favor de la Constitución.

El final de la guerra de Argelia

Asentar la V República dependía de algomás que de una Constifución: era preciso re-solver definitivamente la enconada cuestiónargelina. Hasta su resolución en 1962 por

'los acuerdos de Evian, elgeneralcontemplóeltema desde todos los posibles ángulos devista: fugelia francesa, Argelia autónoma,Argelia autodeterminada pero vinculada aFrancia y fugelia independiente.'Secuenciadeterminada por el curso de los aconteci-mientos en la colonia. Elrecrudecimiento de

la guena entre colonos y ejército, de unaparte, y el FLN, de otra, llegó a su máximoen el putsch de Argel del22 al 25 de abrilde 1967, en un momento en el que los co-lonos más activistas, en connivencia conmiembros de las fuerzas armadas, habíanconstituido el grupo clandestino Organisa-tion de l'Armée Secréte (OAS), atravesadode contenidos fascistas y escuchado por losgrupos de extrema derecha metropolitana.

Pocos meses antes, el 8 de enero, un re-feréndum había aprobado con el 75 por 100de los votos la autodeterminación de Arge-Iia. En definitiva, la V República decidió darpor terminada la cuestión argelina en arasde conseguir una estabilidad política inte-rior. La conferencia de Evian con el FLNsentó las bases de la retirada francesa. El 8de abril un nuevo referéndum en la metró-poli ratificaba los acuerdos con el 91 por100 de votos a favor. Finalmente, el 3 de ju-lio Francia reconoció la independencia deArgelia, en un clima de descomposición dela sociedad de los pieds noirs y de máximoterrorismo de la OAS. Más de un millón depersonas tuvo que abandonar precipitada-mente Argelia. Mayores logros se consiguie-ron en Ia independencia de las restantes co-Ionias francesas del Africa negra, mante-niendo lazos económicos y culturales con laantigua metrópoli, bajo la forma de una co-munidad de Estados francófonos.

La elección del Presidente porsufragio universal

Haciendo Ia salvedad de las minorías deextrema derecha, De Gaulle salió reforzadodel fin de la guerra de Argelia. Incrementodel capital político que se tradujo en el for-talecimiento de la institución presidencial. ElGobierno elaboró un proyecto, malrecibidopor el Parlamento, para someter a referén-dum la elección del presidente de la Repú-blica por sufragio universal. El 28 de octu-bre de 7962, el62 por 100 de los votantesaprobó el proyecto gaullista. Los resultadosno escapaban a la tendencia a la baja res-pecto de anteriores consultas. Hecho confir-mado en las inmediatas elecciones parla-mentarias del 18 y 25 de noviembre, dondea pesar del nuevo sistema electoral de do-ble escrutinio uninominal mayoritario a dosvueltas, los gaullistas, bajo las siglas UniónNacional Republicana-Unión Democrática

pe Gau!!-gtuvo que ahormar su concepto de la gr_andeut con otras rcalidades, CEE y OTAN, por más quelas modificata en parte, como en el caso de la OTAN. En la foto, con el presidenie del EirL, De Valera

delTrabajo (UNR-UDT), así como los inde-pendientes afines, no consiguieron sobrepa-sar el42 por 100 de los votos, lo que sin em-bargo se hadujo en una cómoda mayoría de233 escaños.

Empezaba a cuartearse el consenso na-cionalen torno a De Gaulle, a la par que loscomunistas seguían conservando sus bastio-nes históricos y la nueva izquierda agrupa-da por Mittenand empezaba a consolidarse.En la primera vuelta de las elecciones presi-denciales del 5 de diciembre de 7965, DeGaulle quedó en ballottage frente al candi-dato único de la izquierda, FranEois Mit-terrand. En la segunda vuelta, De Gaulle ob-tuvo el 54,5 por 100 de los votos frente al45,5 del candidato de la izquierda.

Se observaba pues una bipolarización po-

lítica cada vezmás acusada en elseno de lasociedad francesa. En parte explicada por elmantenimiento de la influencia comunista ypor la reorganización llévada a cabo por Mit-terrand, pero también porque un sector dela ciudadanía entendía como excesivo elpo-der personal del general y su tendencia a re-forzarlo. Se percibía como algo contrario alos valores republicanos. El propio Mit-terrand se había presentado en la segundavuelta de las elecciones presidenciales de1965 como el candidato republicano y susdiscursos habían insistido en la necesidad deunir el republicanismo frente a la pendientegaullista hacia una dictadura constitucional.Los resultados favorecieron la unificación deIa izquierda no comunista con la constitu-ción de Ia Fédération de la Gauche Démo- 27

28

crate et Socialiste (FGDS), verdadero em-brión del partido socialista posterior.

Una situación política basada en cuatroEandes grupos: el gaullismo, el centro de-mocrático de Jean Lecanuet, el FGDS y elPCF. Los gaullistas precisaban del partidode Lecanuet para aságurar su conkoi parla-mentario, mienkas que la necesidad de unaalternativa al gaullismo favorecía la aproxi-mación entre eIFGDS y el PCF. Bipolariza-ción confirmada en las elecciones

-leqislati-

vas de marzo de 7967, que prácticañienteacabaron en empate entre loi dos grandesbloques de alian)as. Una división dá la so-ciedad francesa, que anticipa algunos de losavatares del Mayo del 68.

La política exterior de laV República

La política exterior de la V República dis-currió, con muchas matizaciones, por loscauces abiertos por su antecesora, afirma-ción que puede parecer demasiado tajantepara quienes insisten en los componentes in-novadores delgaullismo en esta materia. Laconcepción, atravesada de nacionalismo,que De Gaulle tenía sobre la grandeur de laFrance, topaba con realidades ya plenamen-te asentadas. En el tema europeo convienerecordar que el Tratado de Roma se habíafirmado en 1957, un año antes de la subidade De Gaulle al poder, como consecuenciade casi un decenio de estrecha cooperacióneconómica entre Francia y Alemania y de laconsecución de diversos niveles de integra-ción desde Ia creación de la CECA en 1951.Independientemente de cualquier discursocontra la supranacionalidad, la evidenciatangible era que las sucesivas formas de in-tegración logradas ya habían supuesto lapuesta en marcha de una dinámica irrever-sible. La política gaullista matizó más queotra cosa: la idea de confederación frente ala hipótesis de una unión económica o po-lítica, pero se ratificó el Tratado de Roma.

Similares lecturas se hacían respecto a lapolítica de defensa. La IV República habíaincorporado plenamente a Francia al siste-ma político y militar de la OTAN. La ideagaullista era bien distinta. Más que un antia-mericanismo militante, se trataba de de-sanollar el sistema militar francés, la forcede frappe, como sedimento de una futuraorganización europea de defensa, bajo la

égida francesa, que sustituyese el predomi-nio norteamericano. Sin embargo, aquí tam-bién cabe hablar de continuidad respecto dela IV República. Al fin y al cabo la incorpo-ración de Francia al club atómico se habíaproducido en los años cincuenta, a1 igualque la modernización del Ejército, práctica-mente deshecho durante la Segunda GuenaMundial. De Gaulle siguió practicando estapolítica acompañada de la salida del man-do integrado de la OTAN en 1965.

La prosecución de una plena soberaníapolítica en el plano internacional, aunquetuvo en cuenta realidades preexistentes, fuemal digerida por Washington, sobre todocuando esta práctica se vio adobada deotras decisiones más marginales, pero car-gadas de un alto valor simbólico, como elabandono del pool del oro, que dejó al dó-lar norteamericano desprovisto de los diquesde contención previstos en los acuerdos deBretton Woods. La relativa aproximación ala Unión Soviética hay que entenderla en lapolítica de equidistancia que permitiera unpapel más activo a la diplomacia francesa.

De Gaulle, cuestionado

Se ha insistido mucho en la relación queexiste entre las barricadas de mayo de 1968y la definitiva decadencia de De Gaulle. Sinembargo, conviene establecer algunas con-sideraciones. La tendencia a la baja delgau-llismo se venía produciendo desde 1962.momento de la reforma constitucionalsobrela elección del presidente por sufragio uni-versal. El peligro de un excesivo presiden-cialismo ueó el caldo de cultivo para la reor-ganización de la izquierda no comunista ypara la consecución de unas mejores rela-ciones entre ésta y el PCF.

Por otra parte, la mayoría gaullista eramucho más inestable que lo que pueden in-dicar los resultados electorales. Muchos gau-llistas se habían situado detrás del generalpor el capitalpolítico conseguido por éste enla resolución de la cuestión argelina. Perotambién muchos gaullistas se sentían incó-modos por lo que consideraban un abando-no paulatino de la tradición parlamentariade la República. De hecho, la inestable uni-dad en el campo gaullista quedaba puestade manifiesto en eltema de la unidad euro-pea o en la política de defensa preconizadapor el general. Ai menos existían tres gau-

Aniba, De Gaulle en uno de sus anolladores discursos de 1958, el año de su rctoÍno al poder. Abajo, enuno de sus momentos apoteósicos.' su visita a Quebec, 7967, cuando proclamó iViva Quebec libre!

29

30 1968: de nuevo, la soledad del presidente. En el clima del oMayo" pafisino, Charles de Gaulle visita Ia RFA

llismos: uno, más conservador y nacionalis-ta, muy vinculado por razones personales eideológicas al general; otro, más centrista,que se declaraba republicano, europeísta yparlamentario y, por último, un pequeñofragmento de los autoproclamados gaullistasde izquierdas, la UDT, que consideraban in-suficiente la política social del presidente.

Existían dudas razonables de si De Gau-lle iba a acentuar en un futuro sus distanciascon la Asamblea Nacional, es decir si la re-forma de 7962 era la conclusión de un pro-yecto político o el eslabón de una cadenaque abriría nuevos horizontes al reforza-miento delpoder presidencial. Ante esta dis-yuntiva, el conjunto de la elite política, an-tes o después, acabaría por desplazar al ge-neral, aunque continuara reclamando sunombre y proyectándolo hacia el futuro.

En las barricadas de mayo del 68 existenmuchos puntos oscuros todavía por analizar.Se ha definido como una rebelión estudian-til de los hijos de las nuevas clases medias,insatisfechos con el sistema globalmenteconsiderado y con la pretensión de ofreceralternativas, en un contexto similar al deotras respuestas contraculturales, como la deBerkeley. Sería interesante analizar 1968desde otros parámetros políticos. En todocaso, los siguientes ingredientes estaban pre-sentes en aquella primavera: el desasosiegonorteamericano por la política del general;el despertar de la izquierda clásica puesto derelieve en los apretados resultados electora-les de 7967; el desajuste entre política socialy crecimiento económico, con elconsiguien-te malestar de las clases trabajadoras, fuer-temente cohesionadas en elmodelo francés;

eldistanciamiento silencioso de algunos sec-tores gaullistas con respecto al general.

Con este telón de fondo, que apenas rozalos primeros estallidos estudiantiles, la rebel-día del 68 adquirió unas dimensiones noprevisibles. De la rebelión estudiantilse pasóa la movilización sindical y política de la iz-quierda. Un rosario de huelgas paralizóFrancia, en masiva contestación social quese tradujo en el ciene de filas temporal delconservadurismo francés alrededor de DeGaulle. Aplacadas las iras de mayo, las in-mediatas elecciones proporcionaron a DeGaulle su triunfo electoralmás aplastante. Elconjunto de razones apuntadas explican quetambién supusiera su canto de cisne. Pocosmeses después, la presentación a referén-dum de un proyecto de reforma delSenadoy sobre la regionalización fue valoradocomo un nuevo intento de fortalecer el po-der presidencial. Ciertos sectores gaullistaspropugnaron el l{o. Y, efectivamente, DeGaulle perdió el referéndum del 27 de abrll,de 1969, presentando la dimisión pocas ho-ras después.

En7957, De Gaulle había declarado Cadafrancés ha sido, es o será gaullista. Un sectorde Ia elite política que, posiblemente, habíacolaborado activamente en la caída del ge-neral, seguirá reproduciándose en el poderbajo la invocación de un gaullismo sin DeGaulle. La idea gaullista de la grandeur dela France, bajo otras etiquetas y otros conte-nidos, se proyectará también sobre elfuturo.De Gaulle creó un estilo, un discurso sobreFrancia, perfectamente asimilado once añosdespués por su gran adversario político delos años sesenta: Francois Mittenand.

Agulhon, M.: La République. 1932 á nos jours.Hachette, París, 1990.

Azéma, J. P.: De Munich á la Libération,1938-1944. Seuil, París, 1979.

fuéma, J. P. y Bedarida, F. (dir.): Vichy et lesfranEais. Fayard, P aús, 1992.

Berstein, S.: La France de I'expansion. I: La Ré-publique gaullienne. 1958-1969. Seuil, París, 1989.

Droz, B. 9 Lever, E.: Histoire de la guene d'Ngé-rie (1954-1962). Seuil, París, 1962.

Ferro, M.: Pétain. Fayard, París, 1987.Julliard, J.: La quatriéme République. Calmann-

Lévy, París, 1968.Lacouture, J.: Charles de Gaulle.3 vols. Seuil, Pa-

rís, 1984-1986. Es el eshrdio más completo existente.Lequin, Y .: Histoire des Frangais, XIX -XX' siécles.

3 vols. Armand Colin, París, 1983.Paxton, R. O.: La France de Vichy, 1940-1944.

Seuil, París, 1972.Rémond, R.: Les droites en France. Aubier, París.

1982.Rioux, J. P.: La France de la IV République.2

vols. Seuil, París, 1980 y 1983.Viansson-Ponté, P: Histoire de la Républioue

gaullienne.2 vols. Fayard, Paris, 1971-19i2.Winock, M.: La Fiévre hexagonale. Les qrandes

crises politiques ( 1 87 1 - 1 968). Calman n-Lévy, París.1986.

3l

l:i; :..il:.r':il.- ::. ::l.::: l,'l:.i' . :.' .

l": ' ":'

\,:..,:l::.,1.:t: _:., -.

'¡::"::'l: ::'i::

!'li.'::. .. lf.: r'i.: .

E

'i.. :.

Telefonica