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novela basada en el juego asasis creed unity
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Assassins Creed Unity
por Oliver Bowden
Traduccin realizada por Rebeca Iruela ([email protected])
Traducido por fans y para fans.
Todo el contenido de este documento pertenece a sus respectivos creadores.
EXTRACTOS DEL DIARIO DE ARNO DORIAN
12 de Septiembre de 1794
Sobre mi escritorio descansa su diario, abierto por la primera pgina. Fue todo lo que pude leer antes de que una marea de emociones me robara el aliento y el brillo de mis
ojos se apartara del texto que haba enfrente de m. Las lgrimas cayeron por mis
mejillas mientras los recuerdos sobre ella regresaban: la traviesa nia jugando al
escondite; la rebelde que llegu a conocer y de la que me enamor en la madurez, los
mechones de su cabello rojizo sobre sus hombros y sus intensos ojos bajo oscuras y
lustrosas pestaas. Tena el equilibrio de una experta bailarina y de un maestro
espadachn. Bajo la mirada de deseo de los hombres, era tan grcil al pasear sobre los
suelos de palacio como lo era en combate.
Pero dentro de aquellos ojos haba secretos. Secretos que estaba a punto de
descubrir. Tomo su diario una vez ms, queriendo posar mi mano y la yema de los
dedos en la pgina, acariciar las palabras, sintiendo que en ellas descansa una parte de
su alma.
Empiezo a leer.
EXTRACTOS DEL DIARO DE LISE DE LA SERRE
9 de abril de 1778
i.
Mi nombre es lise de la Serre. Tengo diez aos. Mi padre Franois, mi madre Julie y yo vivimos en Versalles: radiante y hermosa Versalles, donde cuidados edificios y
grandes castillos residen bajo la sombra del gran palacio, con sus avenidas de limeros,
sus relucientes lagos y fuentes, y su exquisitamente cuidada poda artstica.
Somos nobles. De los ms afortunados. Los privilegiados. Como demostracin,
tenemos que coger la carretera de quince millas para ir a Pars. Es un camino iluminado
por lmparas de aceite colgantes, porque en Versalles usamos esas cosas, pero en Pars
los pobres usan candiles de grasa. El humo de las fbricas de grasa flota sobre la ciudad
como un velo de muerte, ensuciando la piel y ahogando los pulmones. Vestidos con
andrajos, sus espaldas se encorvaban o bien por el peso de sus cargas o por la pena y la
gente pobre de Pars se arrastra a travs de las calles que nunca parecen recibir la luz.
Las calles se inundan por las alcantarillas abiertas, donde el lodo y los vertidos humanos
fluyen libremente, baando las piernas de aquellos que llevan nuestras sillas de mano
mientras pasamos, observando con los ojos muy abiertos tras las ventanas.
Luego llevamos los carruajes baados en oro de vuelta a Versalles y
adelantamos siluetas en los campos, cubiertas con una neblina como si fuesen
fantasmas. Estos campesinos descalzos cuidan la tierra de los nobles y se les priva de
comida si la cosecha es mala, como falsos esclavos de los propietarios. En casa escucho
las historias de mis padres sobre cmo deben permanecer despiertos para clavar palos a
las ranas, cuyos croares no dejan dormir a los dueos, y cmo deben comer hierba para
sobrevivir. Mientras tanto, los nobles prosperan, exentos de pagar tasas, eximidos del
servicio militar y librados de la indignidad de la corve, un da que no se remunera por
la labor trabajada en las carreteras.
Mis padres dicen que la Reina Marie Antoinette deambula por los recibidores,
los salones de baile y los vestbulos del palacio, ideando nuevas formas de lucir su
pensionado vestido, mientras su marido, el Rey Louis XVI, vaguea en su lit de justice,
aprobando leyes que enriquecen la vida de los nobles a costa de encarecer la de los
pobres y hambrientos. Hablan en un tono amenazante sobre cmo estas acciones
podran fomentar una revolucin.
ii.
Hay una expresin que describe el momento en el que de repente comprendes algo. Es
el momento en que cae la moneda.
Como era pequea, nunca se me ha ocurrido preguntarme por qu estudiaba
historia y no convenciones sociales, modales y elegancia; no cuestion por qu Madre
se reuna con Padre y los Cuervos despus de cenar y alzaba su voz en desacuerdo para
discutir como nunca antes haban hecho; nunca me pregunt por qu ella nunca montaba
a mujeriegas, o por qu nunca necesit un mozo de cuadra para afianzar su montura, y
nunca me pregunt por qu tena tan poco tiempo para la moda o los chismorreos. Ni
una vez pens en preguntar por qu mi madre no era como las dems madres.
No hasta que cay la moneda.
iii.
Era hermosa, sin duda, y siempre bien vestida, aunque no tuviese tiempo para llevar las
elegantes ropas que otras mujeres vestan por regla, a las que frunca los labios y les
hablaba inapropiadamente. Segn ella estaban obsesionadas con su apariencia y status,
con sus cosas.
No se daran ni cuenta si les golpeas entre los ojos, lise. Promteme que
nunca acabars como ellas.
Intrigada, queriendo saber ms sobre cmo nunca debera acabar, aprovechaba
mi baja estatura para ocultarme en el dobladillo de la falda de Madre para fisgonear a
estas odiosas mujeres. Lo que vea eran a unas sobre maquilladas cotillas que pretendan
ser devotas a sus maridos, mientras sus ojos deambulaban por la habitacin por encima
del borde de sus abanicos, buscando amantes desprevenidos a los que cazar.
Inadvertida, sola vislumbrar lo que haba detrs de la empolvada mscara de aquellas
mujeres, cuando las desdeosas risotadas se marchitaban en sus labios y las burlonas
miradas se extinguan en sus ojos. Sola ver cmo eran realmente: estaban asustadas.
Asustadas de perder su prestigio. De descender en la jerarqua social.
Madre no era as. A ella no podra importarle menos el cotilleo. Nunca la vi con
un abanico, ella odiaba el maquillaje y no tena tiempo en absoluto para pintarse un
lunar con carboncillo y una alabastrina piel. Su exclusiva concesin de la moda eran los
zapatos. A pesar de esa perspectiva que tena, su buen comportamiento era por una
razn y una sola razn: para mantener el decoro.
Y ella era absolutamente devota a mi padre. Estaba con l, a su lado, pero nunca
detrs. Le apoyaba y le era totalmente leal. Mi padre tiene consejeros, Messieurs
Chretien Lafrenire, Louis-Michel Le Peletier, Charles Gabriel Sivert y Madame
Levesque. Con sus largos abrigos negros, sus oscuros sombreros de fieltro y sus ojos
que nunca sonrean, yo los llam los Cuervos. A veces sola escuchar a Madre
defender a Padre delante de ellos, apoyndole en cualquier caso, a pesar de todo lo que
ella podra haberle dicho a puerta cerrada.
Sin embargo, ha pasado largo tiempo desde la ltima vez que la escuch discutir
con Padre.
Dicen que podra morir esta noche.
10 de abril de 1778
i.
Consigui sobrevivir toda la noche. Me sent a su lado, tom su mano y le habl. Por un momento me haba sentido
desilusionada al ser yo la que le confortaba a ella, hasta el momento en que lade su
cabeza y me mir con una blanquecina pero profunda mirada, y se hizo evidente que lo
contrario era cierto.
Hubo momentos anoche en los que mir a travs de la ventana para ver a Arno
en el patio de al lado, envidiando cmo poda permanecer tan ajeno a la angustia que
haba slo a unos pies de l. l sabe que est enferma, naturalmente, pero la tuberculosis
es muy comn, una causa de muerte muy cotidiana incluso aqu en Versalles. Y l no es
un de la Serre. Es nuestro protegido, y por ello no est al tanto de nuestros ms
profundos y oscuros secretos, o nuestra reservada angustia. Adems, apenas ha
conocido otras circunstancias. Para Arno, Madre es una remota figura que hay que
cuidar en la planta ms alta del palacete; para l, ella est puramente definida por su
enfermedad.
En cambio, mi padre y yo compartimos nuestra agitacin mediante miradas
furtivas. Aparentemente hacemos el esfuerzo de aparentar estar bien y que nuestro duelo
disminuye por los dos aos de tristes diagnsticos. Nuestro dolor es otro secreto que
ocultamos a nuestro protegido.
ii.
Nos estamos acercando al momento en el que cae la moneda. Y pensar en el primer
incidente, la primera vez que empec a preguntarme sobre mis padres y especialmente
en Madre, lo imagino como si hubiese un poste indicador sealando el camino hacia mi
destino.
Ocurri en el convento. Slo tena cinco aos cuando entr por primera vez, y
mis recuerdos de ello estn lejos de ser completamente lcidos. Slo impresiones,
realmente: largas hileras de camas; un ntido pero ligero recuerdo inconexo de mirar por
una ventana coronada con escarcha y de ver la copa de los rboles alzndose sobre una
masa de niebla; y la Madre Superiora.
Encorvada y amargada, la Madre Superiora era conocida por su crueldad.
Vagaba por los pasillos del convento con su bastn entre las manos como si lo
presentara a un banquete. En su oficina, descansaba sobre el escritorio. En aquella poca
solamos hablar de es tu turno y por un tiempo fue el mo, cuando empez a aborrecer
mi tendencia a la felicidad, se irritaba por el hecho de que fuese ligera de risa y siempre
llamaba a mi feliz sonrisa una de suficiencia. El bastn, dijo ella, borrara esa
superioridad de mi cara.
La Madre Superiora tuvo razn en eso. Lo hizo. Por un momento.
Y entonces un da Madre y Padre llegaron para ver a la Madre Superiora, por un
asunto que desconoca, y fui llamada a la oficina por su peticin. All encontr a mis
padres girados sobre sus asientos para recibirme y a la Madre Superiora de pie detrs de
su escritorio con el usual y evidente desprecio en su rostro y una franca evaluacin de
mis muchos defectos apenas se haba desvanecido de sus labios.
Si hubiese sido Madre la nica en venir a verme, no habra sido tan formal.
Habra corrido hasta ella y habra esperado poder deslizarme por los pliegues de su
vestido para ir a otro mundo, alejado de ese horrible lugar. Pero fueron los dos, y mi
padre era como mi rey. l era quien dictaba qu normas de educacin debamos
cumplir; fue quien insisti en que estuviese en ese convento en primer lugar. As que
me acerqu, hice una reverencia y esper a ser llamada.
Mi madre me agarr la mano. Ella pudo ver que efectivamente no tena ni idea
de por qu estaba all, a pesar de que yo era la razn, pero de algn modo pudo
percatarse de las marcas provocadas por el bastn.
Qu es esto? exigi a la Madre Superiora, extendiendo mi mano hacia ella.
Nunca antes haba visto la mirada de la Madre Superiora tan sosegada. Pero ahora dira
que empalideci. En un instante mi madre pas de ser formal y educada, lo que habra
esperado la Madre Superiora de un invitado, a ser un instrumento de potencial ira.
Todos lo sentimos. La Madre Superiora la que ms.
Tartamude un poco.
Como ya dije, lise es una nia terca y desobediente.
Y por eso la castig con el bastn? pregunt mi madre, aumentando su
enfado.
La Madre Superiora reafirm sus hombros.
Cmo espera entonces que mantenga el orden?
Madre agarr el bastn.
Cuento con que sea capaz de mantener orden. Pero cree que esto le hace ms
fuerte? golpe la mesa con el bastn. La Madre Superiora dio un respingo y trag
saliva, y sus ojos se movieron fugazmente hacia mi padre, quien permaneca observando
con una extraa e ilegible expresin, como si estos fuesen unos temas en los que no se
requera de su participacin. Pues est usted rotundamente equivocada agreg
Madre. Esto le hace dbil.
Se puso en pie, mirando a la Madre Superiora, y le hizo saltar otra vez cuando
golpe el bastn contra el escritorio por segunda vez. Entonces cogi mi mano.
Vmonos, lise.
Salimos, y desde entonces he tenido tutores que me dan clases.
Supe una cosa mientras salamos afanosamente del convento y entrbamos en el
carruaje con una silenciosa vuelta a casa. Mientras Madre y Padre se enfurecan por las
cosas que no dijeron, supe que las mujeres no actuaban de la manera en que mi madre
acababa de hacer. No las seoras normales, de todos modos.
Otra pista. Esto ocurri un ao o as despus, en una fiesta de cumpleaos de una
hija mimada en el palacete de al lado. Otras nias de mi edad jugaban con muecas,
sentndolas a tomar t, un t para muecas, donde no haba t de verdad o pasteles, slo
eran unas pequeas nias pretendiendo alimentar con t y pasteles a las muecas, algo
que para m, incluso en aquel entonces, me pareca estpido.
No muy lejos, los nios jugaban con soldados de juguete, as que me levant y
me un a ellos, ajena a un impactante silencio que inund la reunin.
Mi niera Ruth me alej a la fuerza.
Usted juega con muecas, lise me dijo firmemente pero con nerviosismo.
Sus ojos se movan fugazmente mientras se encoga ante la mirada de desaprobacin de
las otras nieras. Hice como se me dijo, sentndome en mis piernas y fingiendo inters
en la simulacin del t y los pasteles, y tras la embarazosa interrupcin, el csped volvi
a su estado normal: los nios jugando con sus soldados de juguete, las nias con sus
muecas, las nieras mirndonos, y no muy lejos, un puado de madres y nobles
seoras que cotilleaban en sillas de hierro forjado sobre el csped.
Mir a las seoras cotillas y las vi con los ojos de Madre. Vi mi propio camino
de nia sobre la hierba a seorita cotilla, y con una oleada de absoluta certeza me di
cuenta de que no quera eso. No quera ser como esas madres. Quera ser como mi
propia madre, quien haba pedido permiso a la manada de cotillas para irse. Pudo verse
en la distancia, sola, en la orilla del agua con su singularidad a la vista de todos.
iii.
He recibido una nota de Mr Weatherall. Escrita en ingls, me dice que desea ver a
Madre y me pide que quede con l en la biblioteca a media noche para escoltarle a su
habitacin. Me ruega que no le diga a Padre.
Otro secreto que debo mantener. A veces me siento como uno de esos pobres
desdichados que vemos en Pars, encorvada bajo el peso de expectativas impuestas en
m.
Slo tengo diez aos.
11 de abril de 1778
i.
A medianoche, me puse una bata, tom un candil y con lentitud baj las escaleras hacia la biblioteca donde me esperaba Mr Weatherall.
Se haba dejado caer en el palacete, movindose como un misterio sin haber
perturbado a los perros, y entr en la biblioteca tan silenciosamente que casi ni escuch
que la puerta se haba abierto y cerrado. Cruz el suelo con unas cuantas zancadas,
quitndose rpidamente la peluca de la cabeza (esa maldita cosa que l odiaba) y sujet
mis hombros.
Dicen que se debilita rpido dijo, pero necesitaba que fuese un rumor.
As es le dije, dejando caer la mirada.
Sus ojos se cerraron, y aunque l no era para nada viejo (en sus cuarenta y
pocos, un poco ms viejo que Madre y Padre) los aos se grabaron en su rostro.
Mr Weatherall y yo una vez fuimos muy cercanos Madre haba dicho antes.
Ella sonri mientras lo deca. Creo que hasta se haba ruborizado.
ii.
Fue un fro da de febrero la primera vez que conoc a Mr Weatherall. Ese invierno fue
el primero de los ms atroces inviernos, pero mientras en Pars el ro Sena se haba
desbordado y congelado y los indigentes moran en las calles, las cosas en Versalles
eran muy distintas. En el momento en que nos despertamos, el personal haba encendido
los fuegos que rugan en las chimeneas y tomamos un humeante desayuno, envueltos en
clidos pelajes. Nuestras manos se mantenan calientes por manguitos mientras
pasbamos la maana y la tarde paseando por los alrededores.
Ese da en particular el sol brillaba, aunque no tena nada para compensar el
penetrante fro. Una corteza de hielo centelle con gracia en una gruesa capa de nieve, y
era muy difcil que Scratch, nuestro perro lobo irlands, fuese capaz de andar sobre sta
sin que sus patas se hundieran en ella. l haba tomado unos cuantos tentativos pasos y
entonces, soltando un ladrido alegre al percatarse de su suerte, sali corriendo por
delante, mientras Madre y yo nos encaminbamos desde los campos hasta los rboles
del permetro sur del csped.
Sosteniendo su mano, mir por encima de mis hombros mientras caminbamos.
Lejos de nuestro palacete, ste brillaba por el reflejo del sol y la nieve, y sus ventanas
parpadeaban. Entonces, mientras salamos del sol para estar entre los rboles, ste se
volvi borroso, como si unos pinceles lo sombrearan. Fuimos ms lejos que de
costumbre y me di cuenta de que ya no estbamos al alcance de su proteccin.
No te asustes si ves a un seor en las sombras dijo Madre, inclinndose
hacia m ligeramente. Su voz era tranquila, agarr su mano un poco ms fuerte por la
idea y ella rio. Nuestra presencia aqu no es ninguna coincidencia.
Tena seis aos en aquel entonces, y no tena ni idea de que una seorita que
quedaba con un hombre en tales circunstancias poda tener consecuencias. En mi
opinin, simplemente era mi madre quedando con un hombre, y que no era tan
significativo como cuando hablaba con Emanuel, nuestro jardinero, o pasaba el da con
Jean, nuestro cochero.
La escarcha otorga calma al mundo. En los rboles sta estaba incluso ms
tranquila que en el pasto recubierto de nieve y fuimos absorbidas por una absoluta
tranquilidad, mientras tombamos un angosto camino hacia lo ms profundo del bosque.
A Mr Weatherall le gusta jugar a un juego dijo mi madre, su voz guardaba
silencio en honor a la paz. Puede que le guste sorprendernos, y uno debera ser
siempre consciente de que ocurren sorpresas. Tomemos en cuenta nuestro entorno y
moldeemos nuestras expectativas acorde a ste. Ves huellas?
La nieve alrededor de nosotras estaba intacta.
No, Mam.
Bien. Entonces podemos estar seguras de nuestro alrededor. Ahora, dnde
podra ocultarse un hombre en tales condiciones?
Detrs de un rbol?
Bien, bien. Pero y ah? seal por encima de nuestras cabezas y estir el
cuello para mirar hacia la fronda de ramas de arriba. La escarcha brillaba como vidrios
rotos por la luz del sol.
Observa tu alrededor, siempre sonri Madre. Usa tus ojos para ver, no
agaches la cabeza en la medida de lo posible. No demuestres a otros dnde tienes la
atencin. En la vida tendrs adversarios, y estos adversarios intentarn leer tanto tu
rastro como tus intenciones. Mantn tu ventaja acosta de hacerles dudar.
Nuestra visita est arriba en el rbol, Mam? pregunt.
Ella rio entre dientes.
No. De hecho, ya le he visto. Le ves t, lise?
Nos habamos detenido. Mir hacia los rboles de enfrente de nosotras.
No, Mam.
Mustrate, Freddie le llam Madre, y efectivamente, a unas cuantas yardas
ms adelante de nosotras un hombre con barba gris dio unos pasos de detrs de un rbol,
se quit el tricornio de su cabeza e hizo una exagerada reverencia.
Los hombres de Versalles eran de una determinada manera. Miraban por encima
del hombro a todos los que no eran como ellos. Tenan lo que yo consideraba la sonrisa
de Versalles, que estaba a mitad de camino entre pasmada y aburrida, como si
constantemente estuviesen al borde de lanzar una ocurrencia ingeniosa por la que, al
parecer, a todos los hombres galantes se les juzgaba.
Este hombre no era un hombre de Versalles; slo su barba hablaba por l. Y
aunque estuviese sonriendo, aqulla no era una sonrisa de Versalles; en cambio era
suave pero seria, el rostro de un hombre que reflexionaba antes de hablar y que haca
valer sus palabras.
Pareces consternado, Freddie sonri Madre mientras caminaba hacia
nosotras, bes la mano que ella le ofreci y despus hizo lo mismo con la ma,
reverenciando otra vez.
Consternado? dijo l con una voz clida y ronca pero sin educacin, como
la voz de un marinero o un soldado. Oh, joder, debo estar perdiendo tacto.
Espero que no, Freddie rio Madre. lise, te presento a Mr Weatherall, un
ingls y uno de mis socios. Freddie, te presento a lise.
Un socio? Como los Cuervos? No, l no era como ellos. En vez de fulminarme
con la mirada me haba tomado la mano, se haba inclinado y la haba besado.
Encantado, mademoiselle dijo con aspereza y con un acento ingls que
deform la palabra mademoiselle de una manera que no pude evitar encontrar dulce.
Madre me compuso con una expresin seria.
Mr Weatherall es nuestro confidente y protector, lise. Un hombre a quien
siempre puedes acudir cuando necesites ayuda.
La mir, sintiendo un poco de sorpresa.
Pero qu pasa con Padre?
Padre nos quiere muchsimo, y dara encantado su vida por nosotras, pero los
hombres tan importantes como tu padre requieren toda su atencin fuera de sus
responsabilidades domsticas. Es por eso que tenemos a Mr Weatherall, lise. No es
necesario que a tu padre se le moleste con estos asuntos que slo conciernen a las
mujeres una mirada ms significante vino a sus ojos. No hay que molestar a tu
padre, lise, entiendes?
S, Mam.
Mr Weatherall estaba asintiendo.
Estoy aqu para servir, mademoiselle me dijo l.
Hice una reverencia.
Gracias, monsieur.
Scratch haba llegado, recibiendo a Mr Weatherall con entusiasmo, los dos eran
evidentemente viejos amigos.
Podemos hablar, Julie? pidi el protector, colocndose el tricornio e
indicando que los dos podan pasear juntos.
Me mantuve unos pasos por detrs, escuchando breves trocitos e inconexos
fragmentos de su silenciosa conversacin.
Escuch Gran Maestre y Rey, pero slo eran palabras, del tipo que sola or
detrs de las puertas del palacete. Slo han sido en los ltimos aos que stas estn
teniendo mucha ms resonancia.
Y entonces pas.
Y mirando hacia atrs, me es imposible recordar la secuencia de eventos.
Recuerdo ver a Madre y a Mr Weatherall preocupados al mismo tiempo en que Scratch
se erizaba y grua. Entonces mi madre se gir. Mi mirada se dirigi a la misma
direccin que sus ojos y lo vi all: a mi izquierda haba un lobo entre la maleza, un lobo
negro y gris que permaneca completamente inmvil en los rboles, contemplndome
con ojos hambrientos.
Algo apareci de entre el manguito de madre, una hoja de plata, y en dos rpidas
zancadas se cruz ante m, me arrastr lejos y me coloc detrs de ella, as que me
aferr a sus faldas mientras se encaraba al lobo con su hoja extendida.
Al otro lado Mr Weatherall mantuvo un forcejeo alrededor de la nuca del perro,
y me di cuenta de que su otra mano se estiraba hacia la empuadura de una espada que
colgaba por su lado.
Espera orden Madre. Una mano alzada detuvo las intenciones de Mr
Weatherall. No creo que este lobo nos ataque.
No estoy seguro, Julie advirti Mr Weatherall. Lo que tienes enfrente es
la viva imagen de un lobo hambriento.
El lobo mir fijamente a mi madre. Ella mir hacia atrs, hablndonos al mismo
tiempo.
No hay nada que pueda comer en las colinas; es la desesperacin lo que le ha
trado hasta nuestras tierras. Pero creo que este lobo sabe que, si nos ataca, nos har su
enemigo. Sera mejor para l que retrocediera y se marchase con esa mirada de
resistencia y hambre a otro lado.
Mr Weatherall solt una corta risa.
Por qu tengo la sensacin de que hay una moraleja aqu?
Porque, Freddie sonri Madre , hay realmente una moraleja aqu.
El lobo nos mir fijamente por unos momentos ms, sin apartar sus ojos de
Madre, hasta que finalmente agach la cabeza, se gir y se march lentamente de all.
Le observamos desaparecer entre los rboles y madre baj la guardia, recolocando la
hoja en su manguito.
Mir a Mr Weatherall. Su chaqueta fue abotonada de nuevo y ya no haba seal
de su espada.
Y di un paso ms cerca hasta el momento en el que caera la moneda.
iii.
Le mostr a Mr Weatherall dnde estaba la habitacin de mi madre y me pidi que
quera verla a solas, afirmndome que podra salir despus solo. Curiosa, mir a travs
de la cerradura y vi que tomaba asiento a su lado, alcanzaba su mano e inclinaba su
cabeza. Momentos despus cre escucharle llorando.
12 de abril de 1778
i.
Contemplo desde mi ventana y recuerdo el ltimo verano, cuando me tomaba un respiro de mis preocupaciones al jugar con Arno y disfrutaba de los maravillosos das
de ser una pequea nia otra vez, corriendo con l por los setos labernticos de las
tierras del palacete, pelendonos por el postre, sin ser consciente de que el descanso
para preocuparme sera tan breve.
Cada maana me clavo las uas en las palmas de las manos y me pregunto,
Estar despierta? y Ruth, sabiendo que realmente quiero decir Estar viva?, me
tranquiliza dicindome que Madre ha sobrevivido toda la noche.
Pero no ser por mucho.
ii.
Entonces. El momento en que cay la moneda. Est ms cerca. Pero primero, otro poste
indicador.
Los Carrolls llegaron en la primavera del ao en que conoc a Mr Weatherall. Y
qu preciosa primavera fue. La nieve se haba derretido para revelar frondosas capas de
recortado csped, dando a Versalles su estado natural de inmaculada perfeccin.
Rodeadas por el impoluto corte de la topiaria de nuestras tierras, apenas podamos
escuchar el bullicio del pueblo, mientras a nuestra derecha las laderas del palacete eran
visibles, amplios peldaos de piedra conduciendo hacia las columnas de su vasta
fachada. Gran esplendoroso lugar para recibir a los Carrolls de Mayfair en Londres,
Inglaterra. Mr Carroll y Padre pasaban horas en el saln, aparentemente sumergidos en
conversaciones y ocasionalmente visitados por los Cuervos, mientras Madre y yo nos
encargbamos de entretener a Mrs Carroll y a su hija May, quien no perda tiempo en
absoluto en decirme que ella tena diez aos y que, por tener yo seis, eso la haca mucho
mejor que yo.
Las invitamos a dar un paseo y nos abrigamos por el leve fro maanero, para
luego ser abrasadas por el sol: Madre y yo, Mrs Carroll y May.
Madre y Mrs Carroll caminaban algunos pasos por delante de nosotras. Me di
cuenta de que Madre llevaba su manguito, y me preguntaba si el cuchillo estaba
escondido ah. Haba preguntado por ello, claro, despus del incidente con el lobo.
Mam, por qu guarda un cuchillo en tu manguito?
Por las posibles amenazas de lobos merodeadores, claro est, lise y con
una irnica sonrisa aadi: De lobos de cuatro patas y de dos patas. Y, de todas
formas, la hoja ayuda a que el manguito mantenga su forma.
Pero entonces, tan rpido como se hizo costumbre, me hizo prometer que lo
guardara como una de nuestras vrits caches. Mr Weatherall era una vrit cache. Lo
que significaba que, cuando Mr Weatherall me daba una sesin de esgrima, eso lo
converta en una vrit cache tambin.
Secretos con otro nombre.
May y yo caminamos con una respetuosa distancia detrs de nuestras madres.
Los dobladillos de nuestras faldas parecan estar deslizndose por los terrenos, cuatro
seoritas en perfecto movimiento.
Cuntos aos tienes, saco apestoso? me susurr May. Como ya he dicho,
ella ya haba sealado nuestras edades. Dos veces.
No me llames saco apestoso dije remilgadamente.
Lo siento, saco apestoso, pero dime otra vez cuntos aos tienes.
Tengo seis le dije.
Lanz una risotada de qu horrible es tener seis aos, como si ella nunca
hubiese tenido seis aos.
Bueno, yo tengo diez dijo con arrogancia. (Y, adems, May Carroll deca
todo con arrogancia. De hecho, a menos que indique lo contrario, asume que lo dijo
con arrogancia.)
Ya s que tienes diez buf, imaginndome con cario ensendole mi pie y
ella despatarrndose en la grava de la entrada.
Slo es para que no lo olvides dijo ella, e imagin pequeos trozos de
gravilla pegados en su rabiosa cara mientras se levantaba del suelo. Qu fue lo que una
vez me dijo Mr Weatherall? Cuanto ms grandes sean, ms fuerte caern.
(Y ahora que tengo diez aos me pregunto soy tan arrogante como ella? Tengo
ese tono burln cuando hablo con aquellos que son ms jvenes o con menor estatus
que yo? Segn Mr Weatherall, soy autosuficiente, lo que supongo que es una bonita
manera de decir arrogante, y quiz es por eso que May y yo nos buscbamos las
cosquillas de la manera en que lo hacamos, porque en el fondo somos muy parecidas en
realidad.)
Mientras nos dbamos la vuelta por las tierras, las palabras pronunciadas por las
seoritas que iban enfrente de nosotras llegaron a nuestros odos.
Mrs Carroll estaba diciendo:
Obviamente sentimos inters respecto a la direccin que parece querer tomar
su Orden.
Tienen inters? dijo Madre.
Por supuesto. Inters por las intenciones de los socios de su marido. Y como
ya sabemos, es nuestro deber asegurarnos de que nuestros maridos hagan lo correcto. Si
no le importa que diga, no estar su marido concediendo a ciertas facciones que dicten
sus normas?
As es, hay unos miembros de alto rango partidarios, digamos, de unas
medidas ms extremas que estn considerando el cambio de la antigua Orden.
Esto nos concierne en Inglaterra.
Mi madre rio alegremente.
Por supuesto que s. En Inglaterra os opusisteis a aceptar cambios de cualquier
tipo.
Mrs Carroll se detuvo.
En absoluto. Su interpretacin de nuestro carcter nacional carece de sutileza.
Pero empiezo a cuestionarme dnde yace su propia lealtad, Madame de la Serre. Usted
misma est solicitando un cambio?
Si el cambio es para mejor
Entonces es necesario que informe de que su lealtad yace con los consejeros
de su marido? Es que mi aviso ha sido en vano?
No del todo, madame. Es agradable saber que disfruto del apoyo de mis
compaeros ingleses de oponerse a drsticas medidas. Pero no puedo decir que
comparto vuestro objetivo final. Pese a que es cierto que hay fuerzas presionando para
un violento derrocamiento, y a pesar de que es cierto de que mi marido cree en un
monarca designado por Dios y, ciertamente, sus ideales por el futuro no abarcan
ningn cambio yo misma opto por un trmino medio. En otras palabras, una tercera
opcin. Quizs no le sorprenda descubrir que considero mi ideologa la ms moderada
de las tres.
Caminaron unos pasos ms, y Mrs Carroll asinti, pensando.
En el silencio, mi madre dijo:
Siento mucho que nuestras metas no coincidan, Mrs Carroll. Mis disculpas si
eso me convierte en una confidente poco fiable.
La otra mujer asinti.
Ya veo. Bueno, si fuese usted, Madame de la Serre, usara mi influencia en
ambos lados para proponer su trmino medio.
En esta cuestin no quisiera decirlo, pero me asegurar de que su viaje no
haya sido en vano. Mis respetos a usted y que su rama de la Orden permanezca tan
firme como espero que lo haga a cambio. Por mi parte puede confiar en dos cosas:
primero, que cumplir con mis propios principios; y, segundo, que no permitir que mi
marido sea persuadido por sus consejeros.
Entonces me ha dado lo que quera.
Muy bien. Espero que le sirva de consuelo.
Por detrs, May inclin su cabeza hacia m.
Tus padres te han hablado de tu destino?
No. Qu quieres decir con destino?
Se llev una mano a la boca, fingiendo haber hablado demasiado.
Lo harn, quiz, cuando tengas diez aos. Igual que hicieron conmigo.
Cuntos aos tienes, por cierto?
Suspir.
Seis.
Bueno, puede que te lo digan cuando tengas diez, como a m.
Al final, naturalmente, mis padres se vieron forzados y tuvieron que contarme
mi destino bastante antes, porque dos aos despus, en el otoo de 1775, cuando
acababa de cumplir los ocho aos, Madre y yo fuimos a comprar zapatos.
iii.
As como el palacete de Versalles, tenamos una considerable villa en la ciudad, y
cuando estbamos all, a Madre le gustaba ir de compras.
Como ya dije, mientras que ella era desdeosa hacia la mayora de las modas,
odiaba los abanicos y las pelucas que se ajustaban a la ms mnima extravagancia que
apareca en sus vestidos, slo haba una cosa que la haca ser refinada.
Los zapatos. Le encantaban los zapatos. Compraba pares de seda en la tienda de
Christian en Pars, donde bamos, puntuales como un reloj, una vez cada dos semanas,
porque era su nico lujo, dijo ella, y el ma tambin, pues siempre volvamos con un par
de zapatos tanto para m como para ella.
La tienda de Christian se encontraba en una de las ms salubres calles de Pars,
lejos de nuestra villa en la le Saint-Louis. An as, todo es relativo y me encontr a m
misma aguantando la respiracin mientras nos ayudaban a salir del confortable y
fragante olor del interior de nuestro carruaje hacia la ruidosa y sobrecargada calle,
donde se escuchaban gritos, los cascos de los caballos y el constante rumor de las
ruedas de los carruajes. El sonido de Pars.
Encima de nosotros, las mujeres se inclinaban por las ventanas con los brazos
cruzados y mirando a la gente pasar.
La calle se alineaba por puestos que vendan frutas y tejidos, puestos ambulantes
bien apilados con buenos tenderos que gritaban a hombres y a mujeres con delantales, y
quienes inmediatamente se dirigieron a nosotras.
Madame! Mademoiselle!
Mis ojos se dirigieron hacia las sombras de los bordes de la calle, donde vi
rostros vacos en la penumbra, y me dio la impresin de ver hambruna y desesperacin
en aquellos ojos mientras me miraban con reproche, con avidez.
Vamos ya, lise dijo Madre. Agarr mis faldas tal y como dijo y pis
delicadamente el lodo y excrementos que haba bajo mis pies, y fuimos escoltados a la
tienda de Christian por el propietario.
La puerta se cerr detrs de nosotras, rehuyendo del mundo exterior. Un
aprendiz se mantuvo ocupado a nuestros pies con una toalla y en un momento fue como
si nunca hubisemos hecho esa peligrosa travesa, aquellos pocos pasos entre el carruaje
y la puerta de una de las ms exclusivas tiendas de zapatos de Pars.
Christian llevaba una peluca blanca atada con un lazo negro, una levita y unos
pantalones bombachos blancos. Era la aproximacin perfecta de un semi noble, semi
criado, que era cmo se vea en la jerarqua social. Fue carioso al decir que estaba en
su poder hacer que las mujeres se sintiesen hermosas, lo cual era el mayor privilegio que
un hombre posea. Sin embargo, Madre permaneci enigmtica ante l, como si fuese la
nica clienta a la que no le funcionaba ese poder. Y no lo haca, y yo saba por qu. Era
porque otras mujeres simplemente vean los zapatos como un tributo a su propia
vanidad, mientras que Madre los adoraba como objetos de belleza.
Christian, aun as, no haba llegado todava a esa conclusin as que en cada
visita se daba cuenta de su error.
Mire, madame dijo, ensendole un par de pantuflas adornadas con una
hebilla . Cada seorita que pasa por esa puerta se arrodilla con slo mirar esta
exquisita y nueva creacin, pero slo Madame de la Serre tiene los tobillos lo
suficientemente bonitos como para hacerles justicia.
Demasiado frvolo, Christian sonri mi madre, y con un apremiante
movimiento de mano pas rpidamente de l hacia otros estantes. Ech un vistazo al
dependiente quien me devolvi la mirada con una ilegible expresin, y continu.
Ella eligi rpidamente. Hizo sus elecciones con tanta certeza que Christian
acab desconcertado. Yo, con su constante compaa, vi el cambio mientras elega sus
zapatos. Una alegra. Una sonrisa de ella brill hacia m al mismo tiempo en que se
pona otro zapato y admiraba sus bellos tobillos en el espejo, acompaada por los gritos
ahogados y balidos de Christian cada zapato era una pieza de arte en proceso, el pie de
mi madre el toque final.
Hicimos nuestras elecciones, madre organiz el pago y el envo, y entonces
salimos, Christian nos ayud a salir a la calle donde
No haba rastro de Jean, nuestro cochero. Ningn rastro de nuestro carruaje en
absoluto.
Madame? dijo Christian, su rostro se endureci por la preocupacin. Sent
la rigidez de mi madre, vi la inclinacin de su mentn mientras sus ojos vagaban por la
calle que nos rodeaba.
No hay nada por lo que deba preocuparse, Christian le asegur
despreocupadamente. Nuestro carruaje llega un poco tarde, nada ms. Podramos
disfrutar de las vistas y los sonidos de Pars mientras esperamos su regreso aqu.
Empezaba a hacerse oscuro y haba un fro en el aire que acab espesndose con
la primera neblina de la noche.
Queda entendido, madame, que no puede esperar en la calle dijo Christian
horrorizado.
Ella le mir con una media sonrisa.
Para proteger mi sensibilidad, Christian?
Es peligroso protest, y se inclin para susurrarle con un gesto ligeramente
torcido que expresaba disgusto y la gente tambin.
S, Christian dijo, como si le contase algo confidencial, slo es gente.
Ahora por favor, vuelva dentro. Su siguiente clienta valora tanto su selecto tiempo con
el ms atento vendedor de zapatos de Pars como lo hago yo, y no habra duda en que se
sentira incmoda por tener que compartir su tiempo con dos descarriadas esperando a
su negligente cochero.
Conociendo a mi madre como una mujer que raramente cambiaba de opinin, y
sabiendo que ella tena razn sobre esa prxima clienta, Christian hizo una reverencia
de asentimiento, nos ofreci un au revoir y regres a la tienda, dejndonos solas en la
calle donde los puestos se retiraban y las siluetas de la gente se difuminaban al moverse
entre la oscura neblina.
Agarr la mano de mi madre.
Mam?
No te preocupes, lise dijo ella, alzando su barbilla. Contrataremos un
carruaje que nos lleve de vuelta a Versalles.
No vamos a la villa de aqu en Pars, Mam?
No dijo, pensando y mordindose el labio un poco. Creo que prefiero que
volvamos a Versalles.
Ella estaba nerviosa y atenta mientras empezaba a guiarnos por la calle,
incompatible con nuestras largas faldas y pamelas. De su billetera tom un neceser de
maquillaje para observar su pintalabios y nos detuvimos para contemplar la ventana de
una tienda.
An as, mientras caminbamos, aprovech la oportunidad para ensearme.
Pon una cara impasible, lise, no muestres tus verdaderos sentimientos,
especialmente si ests nerviosa. No aparentes que tienes prisa. Mantn una calma
exterior. Mantn el control.
La multitud ya se estaba disipando.
En la plaza tienen carruajes que podemos contratar, y estaremos all en unos
momentos. Aunque primero hay algo que tengo que decirte. Cuando te lo diga, no debes
reaccionar, ni girar la cabeza. Lo has entendido?
S, Mam.
Bien. Nos estn siguiendo. Nos ha estado siguiendo desde que salimos de la
tienda de Christian. Un hombre con un sombrero alto de fieltro y con capa.
Por qu? Por qu ese hombre nos est siguiendo?
Eso, lise, es una muy buena pregunta, y es algo que estoy intentando
averiguar. Slo sigue caminando.
Nos detuvimos para mirar el escaparate de otra tienda.
Creo que nuestro perseguidor ha desaparecido dijo Madre atentamente.
Entonces eso es bueno contest, con toda la ingenuidad de mis
despreocupados ocho aos.
Haba preocupacin en su rostro.
No, cario, eso no es bueno. Me gustaba ms cuando poda verle. Ahora tengo
que preguntarme si realmente se ha ido o, lo que es ms probable, se est apresurando
para bloquear nuestro camino antes de que lleguemos a la plaza. l esperar a que
tomemos el camino principal. Le confundiremos, lise, tomando otra ruta.
Tomando mi mano, me condujo por la calle, primero por una carretera ms
angosta, y despus por un largo callejn, oscuro excepto por una linterna que alumbraba
cada punta.
Estbamos a medio camino cuando una figura sali de la niebla frente a
nosotras. Una perturbadora neblina ondeaba a lo largo de las escurridizas paredes al otro
lado del angosto callejn. Y saba que Madre haba cometido un error.
iv.
l tena el rostro fino, rodeado por la cada de un cabello blanco puro, y pareca un
dandi, pero con una pobre, negra y larga capa de doctor, con un alto y desgastado
sombrero y con una gorguera en su camiseta que tapaba su cuello.
Llevaba una maleta de doctor que coloc en el suelo y que abri con una mano,
todo aquello sin apartar la mirada de nosotras, mientras sacaba algo de ella, algo largo y
curvado.
Entonces sonri y desenvain la daga de su funda, que reluci poderosamente en
la oscuridad.
Mantente cerca, lise susurr Madre. Todo va a salir bien.
La cre porque era una nia de ocho aos y por supuesto crea en mi madre. Pero
tambin porque la haba visto con el lobo y tena una buena razn para creer en ella.
Incluso cuando el miedo se apoderaba de m.
A qu se dedica, monsieur? dijo ella sin emocin.
l no respondi.
Muy bien. Entonces regresaremos por donde hemos venido dijo madre
fuertemente, tomando mi mano a punto de irnos.
Por la entrada del callejn una sombra titil y una segunda figura apareci en el
brillo anaranjado del farol. Era un farolero; pudimos suponer por la vara que llevaba.
An as, Madre se detuvo.
Monsieur llam al farolero con cautela. Puedo pedirle que despache a
este caballero que nos est molestando?
El farolero no dijo nada, en vez de marchar hacia donde la lmpara estaba
encendida y alzar su vara. Mam empez a hablar:
Monsieur y me preguntaba por qu ese hombre estara intentando
encender una lmpara que ya estaba iluminada y me di cuenta demasiado tarde de que
esa vara tena un gancho al final el gancho que se usaba para apagar la llama del candil
de dentro.
Monsieur
La entrada se sumergi en la oscuridad. Escuchamos que dej caer su vara con
un estruendo, y mientras nuestros ojos se acostumbraban, pude verle sacando algo del
interior de su abrigo. Otro pual. Ahora l, tambin, se movi con un paso hacia
adelante.
La cabeza de Madre oscil entre el farolero y el doctor.
A qu se dedica, monsieur? pregunt al doctor.
En respuesta, el doctor movi su otra mano para doblarla. Con un sonido de clic,
una segunda hoja apareci de su mueca.
Asesino dijo ella con una sonrisa, mientras l se acercaba.
El farolero estaba tambin cerca lo suficientemente cerca de nosotras como
para ver el cruel conjunto de su boca y sus angostos ojos. Madre sacudi la cabeza en la
otra direccin y mir al doctor, ambas hojas continuaban a su lado. Sonrea an. Estaba
disfrutando aquello o intentando parecer que lo estaba.
En cualquier caso, Madre era tan inmune a su malevolencia como lo era ante los
encantos de Christian, y su prximo movimiento fue tan grcil como un paso de danza.
Sus talones taconearon en la piedra mientras levantaba un pie inclinado y sacaba un
cuchillo de su bota, todo en un abrir y cerrar de ojos.
En un segundo ramos una mujer indefensa y una nia atrapadas en un oscuro
callejn, en el siguiente ya no: ramos una mujer blandiendo un cuchillo para proteger a
su hija. Una mujer que, por cierto, haba desenvainado su arma y, de una manera
elegante, saba exactamente qu hacer con ese cuchillo.
Los ojos del doctor parpadearon. El farolero se detuvo. Ambos se haban dando
una pausa para asimilarlo.
Sostuvo el cuchillo en su mano derecha, y saba que algo iba mal porque ella era
zurda, y mostr su hombro al doctor.
El doctor se movi hacia delante. Al mismo tiempo, mi madre pas su cuchillo
de izquierda a derecha y sus faldas se juntaron mientras se agachaba, y con su mano
derecha extendida para mantener el equilibrio, acuchill por su izquierda para cruzar de
frente al doctor, cuya levita se abri cuidadosamente como el corte de un sastre, el
tejido instantneamente se empap de sangre.
Le haba rajado, pero no estaba gravemente herido. Sus ojos estaban muy
abiertos y se tambale hacia atrs, evidentemente anonadado por la habilidad de ataque
de Madre. Por toda su siniestra forma de actuar, se vio asustado, y en medio de mi
propio miedo, sent algo ms: orgullo y asombro. Nunca antes me haba sentido tan
protegida.
An as, aunque el doctor hubiese flaqueado, se puso de pie, y mientras sus ojos
se movieron rpido hacia nuestras espaldas, Madre se gir demasiado tarde para evitar
que el farolero me agarrara y me rodeara el cuello con un brazo.
Baja el cuchillo, o fue lo que empez a decir el farolero.
Pero nunca acab, porque medio segundo despus estaba muerto.
La velocidad de mi madre le tom por sorpresa no slo la agilidad con la que se
movi, sino la velocidad de su decisin, ya que si hubiese permitido al farolero que me
tomase como rehn entonces todo habra acabado. Y aquello le dio ventaja mientras se
balanceaba hacia l, encontrando el espacio entre mi cuerpo y el suyo, inclinndose con
el codo, el cual con un grito se clav en la garganta del hombre.
Hizo un sonido como de boak y sent su agarre hundirse, entonces vi el destello
de una hoja mientras Madre dejaba clara su ventaja y condujo el cuchillo de su bota a su
estmago para hundirlo, empujndole contra la pared del callejn y con un pequeo
gruido de esfuerzo, desliz la hoja hacia arriba, luego se alej elegantemente mientras
la parte delantera de su camiseta se oscureca con la sangre y se desparramaban sus
entraas al mismo tiempo en que se deslizaba hacia suelo.
Madre se enderez para encarar el segundo ataque del doctor, pero todo lo que
vimos de l fue su capa mientras se giraba y hua, abandonando el callejn y corriendo
por la calle.
Ella me agarr del brazo.
Vamos, lise, antes de que te manches los zapatos de sangre.
v.
Haba sangre en el abrigo de Madre. Aparte de que no haba manera de decir que se
haba peleado recientemente.
No mucho despus de que llegramos a casa, se enviaron mensajes y los
Cuervos entraron ansiosamente con un gran repiqueteo de bastones caminando,
resoplando y jadeando, hablando en voz alta sobre castigar a aquel responsable.
Mientras tanto, el personal se quejaba, ponindose sus manos sobre sus gargantas y
cotilleaban por las esquinas. El rostro de Padre estaba plido y me di cuenta que pareca
obligado a mantener sus abrazos, a abrazarnos un poco ms fuerte y por un poco ms de
tiempo para luego separarse con ojos que brillaban por las lgrimas.
Solo Madre pareca serena. Ella tena el aplomo y la autoridad de uno que se ha
defendido bien. Y con razn. Gracias a ella, sobrevivimos al ataque. Me preguntaba, se
senta tan emocionada en secreto como yo?
Sera interrogada para dar mi descripcin de los hechos, me advirti en el
carruaje que contratamos para volver a nuestro palacete. En ese sentido, deb haber
seguido su advertencia, apoyar todo lo que dijo, y no decir nada que la contradijera.
Y entonces escuch mientras ella contaba la versin de su historia, primero a
Olivier, nuestro mayordomo, despus a mi padre cuando lleg, y por ltimo a los
Cuervos cuando vinieron. Y aunque sus historias rebosaban de gran detalle al contarlas
y ella responda a todas las preguntas que le disparaban, todas carecan de un detalle
muy importante. El doctor.
No vio ninguna hoja oculta? le preguntaron.
No vi nada que identificara a mis atacantes como Asesinos contest, as
que no puedo asumir que fuese obra de los Asesinos.
Los robos comunes en las calles no son tan organizados como este hombre
parece haber hecho. No puede creer que sea una coincidencia que su carruaje hubiese
desaparecido. Puede que Jean regrese borracho o puede que no. Puede que est muerto.
No, madame, esto no tiene pinta de ser un crimen oportunista. Fue un ataque planeado a
su persona, un acto de agresin por parte de nuestros enemigos.
Ojos se movieron rpidamente hacia m. Finalmente me pidieron que saliese de
la habitacin, lo cual hice, encontrando un asiento en el recibidor de fuera, escuchando
las voces de la sala mientras rebotaban en los suelos de mrmol y en mis odos.
Gran Maestre, debe darse cuenta de que fue obra de los Asesinos.
(Aunque para mis odos, fue obra de asesinos y entonces me par a pensar, Por
supuesto que fue obra de asesinos, hombre estpido. O habran sido asesinos al
menos.)
Igual que mi esposa, preferira no sacar falsas conclusiones contest Padre.
Pero lo ha hecho al contratar a ms guardias.
Por supuesto que lo he hecho, hombre. Debo tomar precauciones.
Creo que lo sabe desde el corazn, Gran Maestre.
La voz de mi padre se alz.
Y qu si lo hago? Qu quieren qu yo haga?
Pues actuar de una vez, naturalmente.
Y sera para vengar el honor de mi esposa o para derrocar al rey?
Cualquiera podra enviar un mensaje a nuestros adversarios.
Despus, lleg la noticia de que Jean haba sido descubierto con el cuello rajado.
Me dio un escalofro, como si alguien hubiese abierto una ventana. Llor. No slo por
Jean sino, vergonzosamente, por m tambin. Y observ y escuch como si una
conmocin se volcase en casa y hubiese lgrimas cayendo por las escaleras. Las voces
de los Cuervos se alzaron una vez ms, esta vez en defensa.
Otra vez Padre los call. Cuando mir fuera de la ventana, pude ver a unos
hombres con mosquetes en las tierras. Alrededor de nosotros, todos estaban nerviosos.
Padre vino a abrazarme una y otra vez hasta que acab tan harta que me escabull.
vi.
lise, hay algo que debemos contarte.
Y este es el momento que estabas esperando, querido lector de este diario, seas
quien seas el momento en que cay la moneda; cuando finalmente entend por qu me
haban pedido guardar tantas vrits caches; cuando descubr por qu los socios de mi
padre le llaman Gran Maestre; y cuando me di cuenta de qu significaba Templario y
por qu asesino realmente quiere decir Asesino.
Me haban llamado a la oficina de Padre y haban pedido sillas para reunirnos
alrededor del fuego antes de pedir al personal que se retirase por completo. Padre se
puso de pie mientras Madre se sentaba delante, sus manos sobre las rodillas,
confortndome con sus ojos. Me recordaron cuando una vez me clav una espina y
Madre me abraz y me consol y me limpi las lgrimas mientras Padre me sujetaba el
dedo y me la quitaba.
lise l empez, lo que estamos a punto de decirte deba esperar hasta tu
dcimo cumpleaos. Pero los hechos de hoy seguramente te habrn creado muchas
preguntas, y tu madre cree que ests preparada para saberlo, as que all vamos.
Mir a Madre, quien alcanz a tomar mi mano, bandome con una confortante
sonrisa.
Padre se aclar la garganta.
As era. Cualquier pequea idea que haba formado sobre mi futuro estaba a
punto de cambiar.
lise dijo l, algn da sers la lder francesa de una orden internacional
secreta con siglos de antigedad. T, lise de la Serre, sers una Gran Maestre
Templaria.
Una Gran Maestre Templaria? dije, mirando desde Padre hasta Madre.
S.
De Francia? dije.
S. Actualmente, yo mantengo esa posicin. Tu madre tambin mantiene un
gran rango entre la Orden. Los seores y Madame Levesque que nos visitan, ellos
tambin son caballeros de la Orden y, como nosotros, estn comprometidos a preservar
sus principios.
Escuch, sin entender realmente, pero preguntndome por qu, si todos esos
caballeros estaban comprometidos a la misma cosa, se pasaban cada reunin gritndose
entre ellos.
Qu son los Templarios? pregunt en mi lugar.
Mi padre se seal, luego a Madre, despus extendi su mano y me incluy en el
crculo.
Nosotros. Nosotros somos Templarios. Estamos comprometidos a hacer de
este mundo un lugar mejor.
Me gust cmo sonaba aquello. Me gusta or lo de hacer de este mundo un lugar
mejor.
Cmo lo hacemos, Pap?
l sonri.
Ah, eso es una muy buena pregunta, lise. Como en cualquier gran y antigua
organizacin, hay diferentes opiniones de cmo sera mejor conseguir nuestras metas.
Hay quienes creen que deberamos oponernos violentamente a aquellos que se resisten.
Otros creen en difundir nuestras ideologas de forma pacfica.
Y cules son, Pap?
Se encogi de hombros.
Nuestro lema es Que el Padre del Entendimiento nos gue. Ves, lo que los
Templarios saben es que a pesar de las diferentes exhortaciones, la gente no quiere una
libertad real y una verdadera responsabilidad porque esas cosas son una carga
demasiado grande para asumir, y solo los ms fuertes de mente pueden hacer eso.
Creemos que la gente es buena, pero fcilmente conducida hacia la maldad, la
pereza y la corrupcin, ello requiere buenos lderes que puedan seguir lderes que no se
aprovechen de sus caractersticas negativas, sino que busquen y entreguen las positivas.
Creemos que la paz puede mantenerse as.
Pude sentir literalmente cmo mis horizontes se expandan mientras hablaba.
Espera guiar a la gente de Francia as, Padre? le pregunt.
S, lise, esperamos.
Cmo?
Bueno, djame preguntrtelo cmo lo crees t?
Mi mente se qued en blanco. Cmo crea yo? Sent que era la pregunta ms
difcil que jams me haban hecho. No tena ni idea. Me mir amablemente y saba que
esperaba an una respuesta. Mir a Madre, que me apretaba la mano de modo alentador,
rogndome con los ojos, y encontr mis creencias en palabras que le escuch a Madre
decir a Mr Weatherall y a Mrs Carroll.
Dije:
Monsieur, creo que la corrupcin de nuestro actual monarca est fuera de la
redencin, su ley ha envenenado el bien de Francia y que para restaurar la fe de la gente
en el monarca el Rey Louis, hay que desestimarlo.
Mi respuesta le cogi por sorpresa y se vio perplejo, lanzando una mirada
incrdula a Madre, quien se encogi de hombros como si dijese No tiene nada que ver
conmigo, aunque fueron sus palabras las que estaba repitiendo.
Ya veo dijo. Bueno, tu madre seguramente est complacida de or que
apoyas tales puntos de vista, lise, por los cuales ella y yo no estamos en total acuerdo.
Como t, ella cree en el cambio. Yo, s que el monarca ha sido nombrado por Dios y
creo que un monarca corrupto puede ser persuadido para que vea el error en sus
acciones.
Otra perpleja mirada y un gesto de desdn y continu rpidamente.
Pero hay otros Templarios, Pap?
l asinti.
Por todo el mundo, s. Estn aquellos que sirven a la Orden. Aquellos que
estn de acuerdo con nuestros objetivos. Sin embargo, como t y tu madre habis
podido descubrir hoy, tenemos enemigos tambin. Igual que somos una orden antigua
que espera dar forma al mundo a nuestra imagen, tambin hay una orden opuesta, una
con muchos defensores vulnerables a sus propios objetivos. Mientras nosotros
esperamos aliviar a la gente de buenas ideas del peso de la responsabilidad de elegir y
ser sus protectores, esta orden opuesta invita al caos y apuesta por la anarqua,
insistiendo que el hombre debera pensar por s mismo. Proponen aspectos fuera de las
maneras tradicionales de pensar que tanto se han hecho para guiar a la humanidad por
cientos de aos, a favor de los diferentes tipos de verdad. Son conocidos como los
Asesinos. Creemos que los Asesinos son los que os han atacado hoy.
Pero, monsieur, escuch decir que usted no estaba seguro
Lo dije puramente para templar la sed de guerra de algunos de los miembros
ms bocazas de nuestra Orden. Slo pueden haber sido los Asesinos los que os atacaron,
lise. Slo ellos han sido tan audaces de matar a Jean y enviar a un hombre para matar a
la esposa del Gran Maestre. Seguramente esperan desestabilizarnos. En esta ocasin
fallaron. Debemos asegurarnos de que si vuelven a intentarlo, fallen otra vez.
Asent.
S, Padre.
Mir a Madre.
Supongo que las habilidades defensivas de tu madre te han sorprendido.
No lo hicieron. Con aquel secreto encuentro con el lobo lo haba visto todo.
S, monsieur dije, pillando por sorpresa la mirada de Madre.
Esas son habilidades que todos los Templarios deben tener. Un da t nos
liderars. Pero antes, te iniciars como una Templaria y aprenders las maneras de
nuestra Orden. Empezando por maana, comenzars a aprender combate.
Otra vez pill la mirada de Madre. Ya haba empezado a aprender combate.
Haba empezado a combatir desde haca un ao.
Supongo que debe ser mucho que asimilar, lise continu Padre mientras
mi madre se sonrojaba un poco. Quizs viste tu vida siendo como las otras nias de tu
edad. Slo puedo esperar que, el hecho de que sea muy diferente para ti, no sea una
causa de ansiedad para ti. Slo puedo esperar que acojas el potencial que completar tu
destino.
Siempre pens que no era como las otras nias. Ahora lo saba de verdad.
vii.
La siguiente maana Ruth me visti para dar un paseo por las tierras. Se quejaba y
chasqueaba la lengua y farfullaba entre dientes que no debera estar corriendo riesgos
despus de lo que pas ayer, de cmo pudimos escapar de aquel cruel hombre que nos
atac; y de cmo Madre y yo pudimos haber acabar muertas en aquel callejn de no ser
por un misterioso caballero que nos vio pasar y que despech al ladrn.
Eso fue lo que se le haba dicho al personal. Un montn de mentiras, un montn
de secretos. Me entusiasmaba saber que yo era una de las dos personas bueno, tres,
supongo, si cuentas al doctor que saban toda la verdad de lo que pas ayer, una del
exclusivo nmero que saba que Madre fue la que se enfrent al peligro, no un
misterioso hombre y una de los pocos que saba de toda la extensin del negocio
familiar, sin mencionar la parte que me tocaba ah.
Me haba despertado esa maana con un rayo de sol en mi vida. Al menos todas
esas vrits caches que me haban pedido guardar tenan sentido. Al menos saba por
qu mi familia pareca tan diferente de las dems, por qu yo misma nunca haba
encajado con los dems nios. Era porque mi destino se extenda por un camino
diferente al de ellos, y siempre lo fue.
Y lo mejor de todo:
Tu madre ser tu tutora en todo Padre haba dicho con una clida sonrisa a
Madre, quien a cambio haba reflejado su amor en m. Con una sonrisa se detuvo a s
mismo. Bueno, quizs no en todas las cosas. Puede que en los asuntos de ideologa
sera mejor que prestases atencin a los consejos y palabras de tu padre el Gran Maestre.
Franois Madre le reprendi, la nia crear su propia opinin. Las
conclusiones a las que llegue sern slo suyas.
Amor mo, por qu tengo la ntida impresin de que, para lise, los hechos
de hoy no le han sorprendo como deberan?
De qu crees que hablamos las seoritas en nuestros paseos, Franois?
De zapatos?
Bueno, s admiti, claro que hablamos de zapatos, pero de qu ms?
l entendi, sacudiendo la cabeza, preguntndose cmo pudo estar tan ciego de
no darse cuenta de lo que pasaba enfrente de sus narices.
Ya saba sobre la Orden antes de hoy? le pregunt.
No exactamente dijo ella, aunque me atrevo a decir que ya estaba
preparada para la revelacin.
Y de armas?
Ha tenido un poco de entrenamiento, s.
Padre me indic que me levantara.
Veamos si has aprendido tu en garde, lise dijo, adoptando la posicin, su
brazo derecho extendido y el ndice apuntando como una espada.
Hice lo que me dijo. Padre envi una mirada impresionada a mi madre y estudi
mi postura, caminando a mi alrededor mientras me baaba en el brillo de su aprobacin.
Diestra como su padre rio entre dientes, no zurda como su madre.
Di ligeros saltos sobre mis rodillas, controlando mi equilibrio, y mi padre sonri
una vez ms.
Percibo la mano de cierto ingls en el entrenamiento de nuestra hija, Julie?
Mr Weatherall ha estado ayudndome a completar las horas extracurriculares
de lise, s coincidi alegremente.
Ya veo. Ya deca yo que le estbamos viendo un poco ms de lo habitual por
el palacete. Dime, sigue enamorado de ti?
Franois, me avergenzas reprendi Madre.
(En ese momento no tena ni idea de lo que estaban hablando, naturalmente.
Pero ya s. Ver a Mr Weatherall la otra noche, un hombre destrozado. Oh, claro que lo
entend.)
El rostro de Padre se volvi serio.
Julie, sabes que confo en ti sobre todas las cosas y si has estado instruyendo a
la nia, te apoyo en eso tambin, y si eso ayuda a lise a mantener la cabeza fra durante
el ataque de ayer, entonces est ms que justificado. Pero lise ser la Gran Maestre un
da. Seguir mis pasos. En asuntos de combate y tcticas podr ser tu pupila, Julie, pero
en asuntos de ideologa debe ser ma. Est claro?
S, Franois sonri Madre dulcemente. S, est claro.
Una mirada pas entre Madre y yo. Una silenciada vrit cache.
viii.
Y entonces, habiendo escapado de la innecesaria preocupacin de Ruth, llegu a la sala
de recepcin, preparada para pasear con Madre.
Llvate a Scratch y a los guardias, por favor, Julie le dijo mi Padre en un
tono de voz que no toleraba ninguna discusin.
Por supuesto dijo ella, y llam a uno de los hombres que merodeaba por las
sombras de la sala de recepcin, toda nuestra casa un poco ms amontonada de repente.
l dio un paso al frente. Era Mr Weatherall. Por un segundo l y Padre se
contemplaron cuidadosamente, antes de que Mr Weatherall se inclinara profundamente
y los dos se estrecharon la mano.
Franois y yo le hemos contado a lise lo que le espera dijo mi madre.
Los ojos de Mr Weatherall se deslizaron del rostro de mi padre hacia el mo y
asinti antes de volver a hacer una reverencia, extendiendo su palma para besar el dorso
de mi mano, hacindome sentir como una princesa.
Y cmo te hace sentir, joven lise, saber que un da liderars a los
Templarios?
Muy grande, monsieur dije.
Apuesto que s dijo l.
Franois ha adivinado correctamente que lise ha estado recibiendo un poco
de entrenamiento dijo Madre.
Mr Weatherall regres la atencin a Padre.
Efectivamente dijo l, y confo en que mi tutela no haya ofendido al Gran
Maestre.
Como ya expliqu anoche, confo incondicionalmente en mi esposa sobre
tales asuntos. S que contigo, Freddie, estn en buenas manos.
Entonces Olivier se acerc, manteniendo la distancia hasta que fue acompaado
para acercarse y susurrar al odo de su seor. Padre asinti y se dirigi a Madre.
Debo irme, querida dijo Padre, nuestros amigos estn aqu de visita.
Los Cuervos, por supuesto. Haban regresado para una maana de gritos. Y era
divertido saber que lo que hice arroj una nueva luz sobre mi padre. Ya no era slo mi
padre. No slo el marido de mi madre. Sino un hombre ocupado. Un hombre con
responsabilidades, cuya atencin era constantemente requerida. Un hombre cuyas
decisiones cambiaban vidas. Los Cuervos entraron mientras nosotros salamos,
educadamente saludando a Madre y a Mr Weatherall, y amontonndose en la sala de
recepcin, la cual de repente estaba muy ocupada y viva con ms conversaciones sobre
el ataque de ayer y que aseguraban que Jean no haba muerto en vano.
Finalmente salimos fuera, los tres, y caminamos sin rumbo antes de que Mr
Weatherall hablase.
Entonces, lise, cmo te sientes realmente al saber tu destino? pregunt.
Como le dije a Padre le dije.
No un poco ansiosa entonces, ptalo? Por todas esas responsabilidades que
tendrs?
Mr Weatherall te ve demasiado joven como para que entiendas tu destino
explic Madre.
En absoluto, estoy deseando saber lo que me depara el futuro, monsieur
contest.
l asinti, como si eso fuese suficiente para l.
Y me gusta que pueda hacer ms combates de espada, monsieur aad.
Ahora sin secretos.
Exacto! Trabajaremos en tu riposte y tu envelopment y podrs mostrarle tus
habilidades a tu padre. Creo que se sorprender, lise, al descubrir que eres ya una gran
espadachina. Puede que algn da seas mejor que tu madre o tu padre.
Oh, lo dudo, monsieur.
Freddie, por favor no le metas ideas extraas en la cabeza a la nia Madre
me dio un empujoncito y suspir. Aunque creo que podra estar bien, lise, slo entre
nosotras.
Mr Weatherall se puso serio.
Bueno, vamos a hablar sobre lo que pas ayer?
Hubo un atentado contra nuestras vidas.
Como deseara haber estado all.
No importa si estuviste o no, Freddie. No recibimos ningn rasguo y apenas
un trauma por el incidente. lise se desempe muy bien, y
Fuiste la leona que protega a su cra, eh?
Hice lo que tena que hacer. Me arrepiento de que uno de esos hombres
escapase.
Mr Weatherall se detuvo.
Uno de ellos? Qu? Haba otro ms?
Ella le mir significativamente.
Oh, s. Haba otro hombre, el ms peligroso de los dos. Us una hoja oculta.
La boca del hombre form una O.
Entonces s fue obra de los Asesinos?
Tengo mis dudas.
Oh, s? Por qu?
Huy, Freddie. Has visto alguna vez a un Asesino huir?
Son simplemente humanos y t eres una oponente formidable. Creo que me
habra incitado a m mismo a huir, en su lugar. Eres una digna diablilla con ese cuchillo
en la bota dirigi su mirada hacia m y me gui un ojo.
Madre se ruboriz.
Puedes estar seguro de que tus cumplidos no son poco valorados, Freddie.
Pero ese hombre, haba algo en l que no encajaba. Estaba muy expuesto. Era un
Asesino, su hoja oculta era la prueba de ello. Pero, me pregunto, era un verdadero
Asesino?
Tenemos que encontrarle y preguntarle.
De hecho.
Dime, cmo era?
Madre le dio una descripcin del doctor.
y hay algo ms.
S?
Ella nos llev a los matorrales. Anoche mientras escapbamos del callejn, tom
en brazos el maletn del doctor para llevrnoslo en el carruaje de vuelta a casa. Antes de
llegar al palacete, me hizo correr y esconderlo, y ahora se lo tendi a Mr Weatherall.
Se dej esto, no?
As es. Lo us para llevar un cuchillo, pero no hay nada ms dentro.
Nada que lo identifique?
Hay algo brelo. Ves la etiqueta de dentro?
La maleta fue fabricada en Inglaterra dijo Mr Weatherall, sorprendido.
Un Asesino ingls?
Madre asinti.
Posiblemente. Muy posiblemente. No crees plausible que el ingls pudo
querer verme muerta? Le dej claro a Mrs Carroll que estaba a favor del cambio de la
monarqua.
Pero tambin de que te opones al derramamiento de sangre.
Totalmente. Y Mrs Carroll pareca pensar que fue suficiente para su Orden.
Pero quizs no.
Mr Weatherall sacudi la cabeza.
No consigo verlo. Quiero decir, dejando aparte la propia lealtad a mi nacin,
no consigo ver que sea obra suya. Te ven como a una influencia mediadora en general.
Matarte correra el riesgo de desestabilizar eso.
Quizs sea un riesgo que estn dispuestos a correr. En cualquier caso, el
maletn del doctor fabricado en Inglaterra es la nica pista que tenemos para identificar
al Asesino.
Mr Weatherall asinti.
Le encontraremos, madame le dijo a ella. Puede estar segura de ello.
Eso, ciertamente, ocurri hace tres aos. Y sobre el doctor no se ha visto ni odo
nada desde entonces. El atentado a nuestras vidas ha desaparecido en la historia, como
pobres envueltos en la neblina de Pars.
13 de abril de 1778
i.
Quiero que se ponga mejor. Quiero que sea un da en el que el sol brille y sus criadas entren a abrir las cortinas y que la encuentren sentada en la cama, sintindose
totalmente recuperada, y quiero que el sol fluya por las cortinas, que llene el camino de
los pasillos oscuros de casa y ahuyente las sombras que acechan y traen la tristeza, que
toque a Padre, que le restaure y que regrese conmigo. Quiero or canciones y risas desde
la cocina otra vez. Quiero un final para esta contenida tristeza y quiero que mi sonrisa
sea verdadera, sin ocultar el dolor que me revuelve por dentro.
Y ms que todo eso, quiero que mi madre vuelva. Mi madre, mi profesora, mi
mentora. No slo la quiero, la necesito. Cada momento del da me pregunto cmo sera
la vida sin ella y no tengo ni idea, ninguna.
Quiero que mejore.
ii.
Y entonces, ese mismo ao, conoc a Arno.
EXTRACTO DEL DIARIO DE ARNO DORIAN
12 de septiembre de 1794
Nuestra relacin se forj junto al ardor de la muerte a la de mi padre. Cunto tiempo tardamos en tener una relacin normal y convencional? Media
hora? Fue en el Palacio de Versalles con mi padre, quien tena negocios all. Me pidi
que esperara mientras l atenda sus obligaciones, y mientras me sentaba con mis
piernas colgando, mirando a los miembro de alta cuna de la corte pasar de un lado a
otro, quien deba aparecer no era ms que lise de la Serre.
Su sonrisa de la que me enamorara, su pelo rojizo que no era nada especial por
aquel entonces, y la belleza que se detuvieron a ver mis ojos adultos, era invisible para
los jvenes. Despus de todo, slo tena ocho aos y los nios de ocho aos, bueno, no
tienen mucho tiempo para las nias de ocho aos, a menos que esa nia de ocho aos
sea algo muy especial. Y as fue con lise. Haba algo diferente en ella. Era una nia.
Pero incluso en los primeros segundos de conocerla, saba que no era como otras nias
que haba conocido antes.
Pllame. Su juego favorito. Cuntas veces jugamos tanto de nios como de
adultos. En cierta forma, nunca nos detuvimos.
Por la superficie de mrmol que reflejaba el palacio corrimos entre piernas, a lo
largo de los corredores, dejando atrs columnas y pilares. Incluso ahora el palacio sigue
siendo enorme para m, sus techos increblemente altos, sus pasillos alargados casi hasta
donde alcanza la vista, grandes ventanas abovedadas mirando hacia los peldaos de
piedra y los suelos limpios del exterior.
Pero entonces? Para m era excepcionalmente amplio. Y todava, aunque fuese
un lugar enorme y extrao y aunque cada paso que daba me alejaba ms de las
instrucciones de mi padre, no me poda resistir al encanto de mi nueva amiguita. Las
nias que haba conocido no eran as. Permanecan con sus talones juntos y sus labios
fruncidos con desdn a todas las cosas de chicos; caminaban unos cuantos pasos como
versiones de muecas rusas de sus madres; ellas no corran riendo por los pasillos del
Palacio de Versalles, ignorando las quejas por el camino, slo corriendo por lo divertido
que era correr y por amor a jugar. Me pregunto, me haba enamorado ya?
Y entonces, empec a preocuparme de que nunca encontrara el camino de
vuelta a Padre, mis preocupaciones se volvieron irrelevantes. Un grito se alz. Era el
sonido de unos pies corriendo. Vi soldados con mosquetes y entonces, casualmente, me
top con el sitio donde mi padre se encontr con su asesino y me hinqu de rodillas
mientras l daba su ltimo aliento.
Cuando finalmente levant la cabeza de su cuerpo sin vida, vi a mi salvador, mi
nuevo guardin: Franois de la Serre.
EXTRACTOS DEL DIARIO DE LISE DE LA SERRE
14 de abril de 1778
i.
Vino a verme hoy. lise, su padre est aqu dijo Ruth. Como todos los dems, su
comportamiento cambiaba cuando mi padre estaba cerca, e hizo una reverencia y se
retir, dejndonos solos.
Hola, lise dijo con rigidez desde la puerta. Record aquella noche de haca
unos aos cuando Madre y yo regresamos de Pars, supervivientes de un terrible ataque
en un callejn, y cmo l haba sido incapaz de separarnos de sus brazos. Me abraz
tanto que al final de la noche me haba escabullido de l slo para poder respirar. Ahora,
que permaneca con una mirada ms propia de un mandatario que la de un padre, habra
dado cualquier cosa por uno de esos abrazos.
Se gir y se pase, con las manos juntas detrs de la espalda. Se detuvo, mirando
fijamente por la ventana, pero sin ver realmente el csped que haba tras ella, y vi su
nublado rostro en el reflejo del cristal mientras, sin girarse, me dijo:
Quera ver cmo estabas.
Estoy bien, gracias, Pap.
Hubo una pausa. Mis dedos se aferraron al tejido de mi blusn. Se aclar la
garganta.
Haces un buen trabajo al ocultar tus sentimientos, lise; son cualidades como
sta por la que algn da te llamarn Gran Maestre. Tu fuerza reconforta nuestra casa y
algn da ser el beneficio de la Orden.
S, Padre.
Se volvi a aclarar la garganta.
An as, quiero que sepas que, en privado o cuando t y yo nos encontremos
solos, que que es perfectamente admisible no estar bien.
Entonces admito que estoy sufriendo, Padre.
Dej caer la cabeza. Sus ojos eran crculos negros en el reflejo del cristal. Saba
por qu le resultaba tan difcil mirarme. Era porque le recordaba a ella. Le recordaba a
su agonizante esposa.
Yo tambin estoy sufriendo, lise. Tu madre significa el mundo para ambos.
(Y si hubiese un momento en el que l se girara de la ventana, cruzara la
habitacin, me rodeara entre sus brazos y permitiera compartir nuestro dolor, entonces
ah terminara. Pero no lo hizo.)
(Y si hubiese un momento en el que pudiese preguntarle por qu, si l conoca
mi dolor, pasaba ms tiempo con Arno que conmigo, entonces ah terminara. Pero no lo
hice.)
Poco ms se dijo antes de que se fuera. Poco tiempo despus escuch que haba
salido a cazar con Arno.
El mdico llega pronto. Nunca trae buenas noticias.
ii.
En mi mente, revivo otro encuentro, dos aos antes, cuando fui convocada en el estudio
de Padre para una reunin con l y Madre, quien pocas veces tena un gesto de
preocupacin en ella. Supe que eran asuntos serios que queran discutir cuando a Olivier
se le pidi retirarse, la puerta se cerr y padre me invit a que tomara asiento.
Tu madre me ha contado que tu entrenamiento progresa adecuadamente, lise
dijo.
Asent con entusiasmo, mirando a uno y a otro.
S, Padre. Mr Weatherall dice que voy a ser una espadachina de la hostia.
Padre se qued de piedra.
Ya veo. Una de las expresiones britnicas de Weatherall, sin duda. Bueno, me
alegra or eso. Obviamente te asemejas a tu madre.
T no te quedas corto con la espada, Franois dijo Madre, con un dejo de
irona.
Te recuerdo que ha pasado tiempo desde que nos batimos en duelo.
Me lo tomar como un desafo.
l la mir y por un momento los asuntos serios se olvidaron. Yo me olvid. Por
un segundo slo eran Madre y Padre en la habitacin, bromeando y coqueteando entre
ellos.
Y entonces, tan rpido como vino el momento, tambin acab y su atencin se
volvi a depositar en m.
Ests en el camino de convertirte en Templaria, lise.
Cundo ser iniciada, Pap? le pregunt.
Tus estudios los terminars en la Maison Royale en Saint-Cyr, entonces te
convertirs en un miembro de la Orden en toda regla y te preparars para tomar mi
puesto.
Asent.
Pero primero hay algo que tenemos que contarte mir a Madre, sus rostros
eran serios ahora. Es sobre Arno
iii.
Arno era por aquel entonces mi mejor amigo, y supongo que la persona que ms quera
despus de mis padres. Pobre Ruth. Tuvo que abandonar las ltimas esperanzas de que
sentara la cabeza a la niez de una nia y empezara a sentir inters en las mismas
cosas de nias que tanto adoraban las de mi edad. Con Arno por aqu, no slo tena el
amigo que siempre quise, sino un amigo que era chico. Sus sueos se desmoronaron.
Supongo que, mirando atrs, me aprovech bastante de l. Un hurfano, que
vino a nosotros sin rumbo, con una necesidad de direccin, y yo, por supuesto, siendo
tanto joven Templaria como nia pequea y egosta, le haba hecho mo. ramos
amigos y de la misma edad, pero an as mi rol fue el de hermana mayor, y fue un rol
que tom con mucho gusto. Me encantaba hacerle mejorar fingiendo peleas de espada.
Durante las sesiones de entrenamiento con Mr Weatherall era una novicia cobarde
propensa a los errores y, mientras l los remarcaba a menudo, me guiaba por mi corazn
y no por mi cabeza, pero en los juegos de pelea con Arno, mis habilidades como novicia
me hicieron una deslumbrante maestra. En otros juegos comba, rayuela, bdminton
estbamos muy igualados. Pero yo siempre ganaba en las luchas de espada.
Cuando haca buen tiempo, deambulbamos por las tierras de la zona, espiando a
Laurent y a otros del personal, lanzando piedras al lago. Cuando llova permanecamos
dentro y jugbamos al backgammon, a las canicas o a la matatena. Hacamos girar aros
por la superficie del gran corredor y vagbamos por el suelo, ocultndonos de las
criadas y corriendo entre risitas cuando nos echaban.
Y as era cmo pasaba mis das: por la maana era instruida y preparada para mi
vida adulta y mi liderazgo de los Templarios franceses; por la tarde era cuando dejaba
todas las responsabilidades y en vez de ser una futura adulta, me converta en una nia
otra vez. Incluso entonces, aunque nunca me haba expresado bien de esa manera, saba
que Arno representaba mi va de escape.
Vaya, nunca le haba visto tan feliz dijo Ruth con resignacin.
Desde luego, le tienes mucho cario a tu nuevo amiguito, no es as, lise?
palabras de mi madre.
(Ahora mientras veo a Arno pasando el tiempo con mi padre en el patio y
escucho que se van a cazar juntos me pregunto, mi madre se sinti un poco celosa por
tener una pareja en mi vida? Ahora s cmo pudo haberse sentido.)
An no me ha ocurrido que mi relacin amistosa con Arno pudiese ser una causa
de preocupacin. No hasta que en ese importante momento, cuando permanec ante
ellos en la sala de audiencias, me dijeron que tenan algo que decirme sobre l.
iv.
Arno es descendiente de un Asesino dijo mi padre.
Y una pequea parte de mi mundo interior se agit.
Pero empec diciendo, e intent reconciliar dos imgenes en mi mente.
Una de Arno en sus zapatos de hebilla brillantes, chaleco y chaqueta, corriendo por el
recibidor del palacete y dirigiendo su aro con un palo. La otra del doctor Asesino en el
callejn, con su alto sombrero entre la niebla.
Los Asesinos son nuestro enemigo.
Madre y Padre compartieron una mirada.
Sus objetivos son opuestos a los nuestros, es cierto dijo l.
Mi mente estaba acelerada.
Pero pero eso quiere decir que Arno querr matarme?
Madre se me acerc para consolarme.
No, cario, no, no quiere decir nada de eso. Arno sigue siendo tu amigo.
Aunque su padre, Charles Dorian, era un Asesino, Arno no saba nada de su destino. No
hay duda de que se lo habran dicho, a su tiempo; tal vez a su dcimo cumpleaos como
nosotros planebamos hacer contigo. Pero tal y como est, l entr a esta casa sin ser
consciente del futuro que se esperaba de l.
Entonces no es un Asesino. Simplemente es el hijo de un Asesino.
Otra vez se volvieron a mirar.
Tendr ciertas caractersticas innatas, lise. En muchos sentidos Arno es, era
y siempre ser un Asesino es slo que no lo sabe.
Pero si no lo sabe entonces nunca seremos enemigos.
Exactamente dijo Padre. De hecho, creemos que su naturaleza podra ser
debilitada con educacin.
Franois dijo madre con advertencia.
Qu quiere decir, Padre? pregunt, mientras mis ojos se movan
rpidamente entre l y ella, notando su incomodidad.
Quiero decir que has tenido mucha influencia en l, no es as? pregunt
Padre.
Sent que me ruborizaba. Era tan obvio?
Tal vez, Padre
Quiere ser como t, lise, y por qu no? Es gratificante de ver. Muy
alentador.
Franois dijo Madre de nuevo, pero l la detuvo con una mano estimada.
Por favor, querida, djame esto a m.
Les observ detenidamente.
No hay razn por la que t, como amiga y compaera de juegos de Arno, no
puedas empezar a ensearle nuestros modos.
Adoctrinarle, Franois? dijo mi madre con un destello de ira.
Guiarle, cario.
Guiarle de una manera que va en contra de su naturaleza?
Y cmo lo sabremos? Puede que lise tenga razn y que l no sea un
Asesino hasta que no se convierta en uno. Quizs podamos salvarle de las garras de su
gente.
Los Asesinos no saben que est aqu? pregunt.
Creemos que no.
Entonces no hay razn por la que lo descubran.
Eso es cierto, lise.
Entonces no necesita ser nada.
Una mirada de confusin cruz la cara de mi padre.
Lo siento, querida, no te entiendo.
Lo que quera decir era dejarle fuera de todo esto. Dejar ser a Arno por m, que
no tuviese nada que ver con la manera en que vemos el mundo, con la manera de
amoldar el mundo dejar que una pequea parte de m la comparta con Arno y que sea
libre de todo eso.
Creo dijo Madre, que lo que est intentando decir lise es extendi sus
manos por qu tanta prisa?
l apret los labios, no muy a gusto por la resistencia que oponan sus mujeres.
l est bajo mi tutela. Un nio en esta casa. Se le educar bajo las doctrinas de
esta casa. Dicho de otra manera, tenemos que hacerlo antes de que los Asesinos lo
hagan primero.
No tenemos razones para temer que los Asesinos sepan de su existencia
presion ella.
No podemos estar seguros. Si los Asesinos llegan hasta l, lo adentrarn en su
Orden. No ser capaz de resistirse.
Si no ser capaz de resistirse, entonces cmo vas a guiarle por el camino
contrario? supliqu, aunque mis razones era ms personales que ideolgicas.
Cmo vamos a ir en contra de un destino que ya est impuesto en l?
l me compuso con una dura mirada.
Quieres que Arno sea tu enemigo?
No dije exaltada.
Entonces lo mejor ser asegurarnos de ello, adentrndolo en nuestra manera
de pensar
S, Franois, pero ahora no interrumpi Madre. No todava. No cuando
los nios son tan jvenes.
Se vio de un rostro de protesta a uno ms suave.
Vosotras dos dijo con una sonrisa. Est bien. Se har lo que deseis por
el momento. Pero repasaremos la situacin ms tarde.
Le envi una mirada de agradecimiento a mi madre.
Qu hara sin ella?
v.
Ella cay enferma poco despus de eso, y se me limit el acceso a sus aposentos, que
permanecan oscuros da y noche, aquella parte de la casa estaba prohibida excepto por
su criada, Justine, mi padre y yo, y tres enfermeras que fueron contratadas para cuidar
de ella, todas ellas llamadas Marie.
Para el resto de la casa, ella empez a dejar de existir. Aunque mis rutinarias
maanas permanecan las mismas, primero con mi director y despus en el bosque al
borde de nuestras tierras, aprenda esgrima con Mr Weatherall. Ya no pasaba las tardes
fuera con Arno; las pasaba al lado de la cama de mi madre, agarrando su mano mientras
las Maries se preocupaban por pequeeces alrededor de nosotras.
Vi como Arno empezaba a acercarse a mi padre. Vi como padre encontraba
tranquilidad por el estrs de la enfermedad de Madre, siendo su tutor. Mi padre y yo
intentbamos superar gradualmente la prdida de Madre, ambos encontramos diferentes
maneras de hacerlo. La alegra de mi vida se marchit.
vi.
Sola tener un sueo. Solo que no era un sueo porque estaba despierta. Supongo que
dirs que era una fantasa. En esa fantasa estaba sentada en un trono. S cmo puede
sonar eso, pero despus de todo, si no lo puedes admitir en tu diario cundo vas a
admitirlo? Estoy sentada en un trono ante unos sujetos que en mi ensoacin no tienen
identidad, pero supongo que son los Templarios. Ellos estn reunidos ante m, la Gran
Maestre. Y sabrs que no es particularmente una fantasa seria porque estoy sentada
ante ellos como una nia de diez aos, la forma del trono es demasiado grande para m,
mis piernas cuelgan, mis brazos no son lo suficientemente largos para alcanzar los
brazos de la silla. Soy lo menos que se puede asemejar a un monarca al que puedas
imaginar, pero es una ensoacin y las fantasas son as a veces. Lo ms importante de
este sueo no es que yo me convierta en un rey, tampoco que haya trado mis dominios
de Gran Maestre hacia adelante por dcadas. Lo ms significativo de todo eso, y de lo
que me aferro, es que a cada lado mo estn mi madre y mi padre.
Cada da en que ella se va volviendo ms dbil y se acerca ms a la muerte, y
cada da en que l se acerca ms a Arno, la impresin de ellos a mi lado se vuelve ms y
ms difusa.
15 de abril de 1778
Hay algo que tengo que contarte, lise, antes de que me vaya. Me cogi la mano con un agarre que fue muy dbil. Mis hombros se agitaron
mientras empezaba a sollozar.
No, por favor, Madre, no
Calla, hija, s fuerte. S fuerte por m. Me estoy alejando de ti y debes verlo
como una prueba de tu fuerza. Debes ser fuerte, no slo por ti, tambin por tu padre. Mi
fallecimiento le hace vulnerable ante las voces conflictivas de la Orde