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Assassins Creed Unity Novela Por Oliver Bowden - Traducción Rebeca Iruela

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novela basada en el juego asasis creed unity

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  • Assassins Creed Unity

    por Oliver Bowden

    Traduccin realizada por Rebeca Iruela ([email protected])

    Traducido por fans y para fans.

    Todo el contenido de este documento pertenece a sus respectivos creadores.

  • EXTRACTOS DEL DIARIO DE ARNO DORIAN

  • 12 de Septiembre de 1794

    Sobre mi escritorio descansa su diario, abierto por la primera pgina. Fue todo lo que pude leer antes de que una marea de emociones me robara el aliento y el brillo de mis

    ojos se apartara del texto que haba enfrente de m. Las lgrimas cayeron por mis

    mejillas mientras los recuerdos sobre ella regresaban: la traviesa nia jugando al

    escondite; la rebelde que llegu a conocer y de la que me enamor en la madurez, los

    mechones de su cabello rojizo sobre sus hombros y sus intensos ojos bajo oscuras y

    lustrosas pestaas. Tena el equilibrio de una experta bailarina y de un maestro

    espadachn. Bajo la mirada de deseo de los hombres, era tan grcil al pasear sobre los

    suelos de palacio como lo era en combate.

    Pero dentro de aquellos ojos haba secretos. Secretos que estaba a punto de

    descubrir. Tomo su diario una vez ms, queriendo posar mi mano y la yema de los

    dedos en la pgina, acariciar las palabras, sintiendo que en ellas descansa una parte de

    su alma.

    Empiezo a leer.

  • EXTRACTOS DEL DIARO DE LISE DE LA SERRE

  • 9 de abril de 1778

    i.

    Mi nombre es lise de la Serre. Tengo diez aos. Mi padre Franois, mi madre Julie y yo vivimos en Versalles: radiante y hermosa Versalles, donde cuidados edificios y

    grandes castillos residen bajo la sombra del gran palacio, con sus avenidas de limeros,

    sus relucientes lagos y fuentes, y su exquisitamente cuidada poda artstica.

    Somos nobles. De los ms afortunados. Los privilegiados. Como demostracin,

    tenemos que coger la carretera de quince millas para ir a Pars. Es un camino iluminado

    por lmparas de aceite colgantes, porque en Versalles usamos esas cosas, pero en Pars

    los pobres usan candiles de grasa. El humo de las fbricas de grasa flota sobre la ciudad

    como un velo de muerte, ensuciando la piel y ahogando los pulmones. Vestidos con

    andrajos, sus espaldas se encorvaban o bien por el peso de sus cargas o por la pena y la

    gente pobre de Pars se arrastra a travs de las calles que nunca parecen recibir la luz.

    Las calles se inundan por las alcantarillas abiertas, donde el lodo y los vertidos humanos

    fluyen libremente, baando las piernas de aquellos que llevan nuestras sillas de mano

    mientras pasamos, observando con los ojos muy abiertos tras las ventanas.

    Luego llevamos los carruajes baados en oro de vuelta a Versalles y

    adelantamos siluetas en los campos, cubiertas con una neblina como si fuesen

    fantasmas. Estos campesinos descalzos cuidan la tierra de los nobles y se les priva de

    comida si la cosecha es mala, como falsos esclavos de los propietarios. En casa escucho

    las historias de mis padres sobre cmo deben permanecer despiertos para clavar palos a

    las ranas, cuyos croares no dejan dormir a los dueos, y cmo deben comer hierba para

    sobrevivir. Mientras tanto, los nobles prosperan, exentos de pagar tasas, eximidos del

    servicio militar y librados de la indignidad de la corve, un da que no se remunera por

    la labor trabajada en las carreteras.

    Mis padres dicen que la Reina Marie Antoinette deambula por los recibidores,

    los salones de baile y los vestbulos del palacio, ideando nuevas formas de lucir su

    pensionado vestido, mientras su marido, el Rey Louis XVI, vaguea en su lit de justice,

    aprobando leyes que enriquecen la vida de los nobles a costa de encarecer la de los

    pobres y hambrientos. Hablan en un tono amenazante sobre cmo estas acciones

    podran fomentar una revolucin.

    ii.

    Hay una expresin que describe el momento en el que de repente comprendes algo. Es

    el momento en que cae la moneda.

    Como era pequea, nunca se me ha ocurrido preguntarme por qu estudiaba

    historia y no convenciones sociales, modales y elegancia; no cuestion por qu Madre

  • se reuna con Padre y los Cuervos despus de cenar y alzaba su voz en desacuerdo para

    discutir como nunca antes haban hecho; nunca me pregunt por qu ella nunca montaba

    a mujeriegas, o por qu nunca necesit un mozo de cuadra para afianzar su montura, y

    nunca me pregunt por qu tena tan poco tiempo para la moda o los chismorreos. Ni

    una vez pens en preguntar por qu mi madre no era como las dems madres.

    No hasta que cay la moneda.

    iii.

    Era hermosa, sin duda, y siempre bien vestida, aunque no tuviese tiempo para llevar las

    elegantes ropas que otras mujeres vestan por regla, a las que frunca los labios y les

    hablaba inapropiadamente. Segn ella estaban obsesionadas con su apariencia y status,

    con sus cosas.

    No se daran ni cuenta si les golpeas entre los ojos, lise. Promteme que

    nunca acabars como ellas.

    Intrigada, queriendo saber ms sobre cmo nunca debera acabar, aprovechaba

    mi baja estatura para ocultarme en el dobladillo de la falda de Madre para fisgonear a

    estas odiosas mujeres. Lo que vea eran a unas sobre maquilladas cotillas que pretendan

    ser devotas a sus maridos, mientras sus ojos deambulaban por la habitacin por encima

    del borde de sus abanicos, buscando amantes desprevenidos a los que cazar.

    Inadvertida, sola vislumbrar lo que haba detrs de la empolvada mscara de aquellas

    mujeres, cuando las desdeosas risotadas se marchitaban en sus labios y las burlonas

    miradas se extinguan en sus ojos. Sola ver cmo eran realmente: estaban asustadas.

    Asustadas de perder su prestigio. De descender en la jerarqua social.

    Madre no era as. A ella no podra importarle menos el cotilleo. Nunca la vi con

    un abanico, ella odiaba el maquillaje y no tena tiempo en absoluto para pintarse un

    lunar con carboncillo y una alabastrina piel. Su exclusiva concesin de la moda eran los

    zapatos. A pesar de esa perspectiva que tena, su buen comportamiento era por una

    razn y una sola razn: para mantener el decoro.

    Y ella era absolutamente devota a mi padre. Estaba con l, a su lado, pero nunca

    detrs. Le apoyaba y le era totalmente leal. Mi padre tiene consejeros, Messieurs

    Chretien Lafrenire, Louis-Michel Le Peletier, Charles Gabriel Sivert y Madame

    Levesque. Con sus largos abrigos negros, sus oscuros sombreros de fieltro y sus ojos

    que nunca sonrean, yo los llam los Cuervos. A veces sola escuchar a Madre

    defender a Padre delante de ellos, apoyndole en cualquier caso, a pesar de todo lo que

    ella podra haberle dicho a puerta cerrada.

    Sin embargo, ha pasado largo tiempo desde la ltima vez que la escuch discutir

    con Padre.

    Dicen que podra morir esta noche.

  • 10 de abril de 1778

    i.

    Consigui sobrevivir toda la noche. Me sent a su lado, tom su mano y le habl. Por un momento me haba sentido

    desilusionada al ser yo la que le confortaba a ella, hasta el momento en que lade su

    cabeza y me mir con una blanquecina pero profunda mirada, y se hizo evidente que lo

    contrario era cierto.

    Hubo momentos anoche en los que mir a travs de la ventana para ver a Arno

    en el patio de al lado, envidiando cmo poda permanecer tan ajeno a la angustia que

    haba slo a unos pies de l. l sabe que est enferma, naturalmente, pero la tuberculosis

    es muy comn, una causa de muerte muy cotidiana incluso aqu en Versalles. Y l no es

    un de la Serre. Es nuestro protegido, y por ello no est al tanto de nuestros ms

    profundos y oscuros secretos, o nuestra reservada angustia. Adems, apenas ha

    conocido otras circunstancias. Para Arno, Madre es una remota figura que hay que

    cuidar en la planta ms alta del palacete; para l, ella est puramente definida por su

    enfermedad.

    En cambio, mi padre y yo compartimos nuestra agitacin mediante miradas

    furtivas. Aparentemente hacemos el esfuerzo de aparentar estar bien y que nuestro duelo

    disminuye por los dos aos de tristes diagnsticos. Nuestro dolor es otro secreto que

    ocultamos a nuestro protegido.

    ii.

    Nos estamos acercando al momento en el que cae la moneda. Y pensar en el primer

    incidente, la primera vez que empec a preguntarme sobre mis padres y especialmente

    en Madre, lo imagino como si hubiese un poste indicador sealando el camino hacia mi

    destino.

    Ocurri en el convento. Slo tena cinco aos cuando entr por primera vez, y

    mis recuerdos de ello estn lejos de ser completamente lcidos. Slo impresiones,

    realmente: largas hileras de camas; un ntido pero ligero recuerdo inconexo de mirar por

    una ventana coronada con escarcha y de ver la copa de los rboles alzndose sobre una

    masa de niebla; y la Madre Superiora.

    Encorvada y amargada, la Madre Superiora era conocida por su crueldad.

    Vagaba por los pasillos del convento con su bastn entre las manos como si lo

    presentara a un banquete. En su oficina, descansaba sobre el escritorio. En aquella poca

    solamos hablar de es tu turno y por un tiempo fue el mo, cuando empez a aborrecer

    mi tendencia a la felicidad, se irritaba por el hecho de que fuese ligera de risa y siempre

  • llamaba a mi feliz sonrisa una de suficiencia. El bastn, dijo ella, borrara esa

    superioridad de mi cara.

    La Madre Superiora tuvo razn en eso. Lo hizo. Por un momento.

    Y entonces un da Madre y Padre llegaron para ver a la Madre Superiora, por un

    asunto que desconoca, y fui llamada a la oficina por su peticin. All encontr a mis

    padres girados sobre sus asientos para recibirme y a la Madre Superiora de pie detrs de

    su escritorio con el usual y evidente desprecio en su rostro y una franca evaluacin de

    mis muchos defectos apenas se haba desvanecido de sus labios.

    Si hubiese sido Madre la nica en venir a verme, no habra sido tan formal.

    Habra corrido hasta ella y habra esperado poder deslizarme por los pliegues de su

    vestido para ir a otro mundo, alejado de ese horrible lugar. Pero fueron los dos, y mi

    padre era como mi rey. l era quien dictaba qu normas de educacin debamos

    cumplir; fue quien insisti en que estuviese en ese convento en primer lugar. As que

    me acerqu, hice una reverencia y esper a ser llamada.

    Mi madre me agarr la mano. Ella pudo ver que efectivamente no tena ni idea

    de por qu estaba all, a pesar de que yo era la razn, pero de algn modo pudo

    percatarse de las marcas provocadas por el bastn.

    Qu es esto? exigi a la Madre Superiora, extendiendo mi mano hacia ella.

    Nunca antes haba visto la mirada de la Madre Superiora tan sosegada. Pero ahora dira

    que empalideci. En un instante mi madre pas de ser formal y educada, lo que habra

    esperado la Madre Superiora de un invitado, a ser un instrumento de potencial ira.

    Todos lo sentimos. La Madre Superiora la que ms.

    Tartamude un poco.

    Como ya dije, lise es una nia terca y desobediente.

    Y por eso la castig con el bastn? pregunt mi madre, aumentando su

    enfado.

    La Madre Superiora reafirm sus hombros.

    Cmo espera entonces que mantenga el orden?

    Madre agarr el bastn.

    Cuento con que sea capaz de mantener orden. Pero cree que esto le hace ms

    fuerte? golpe la mesa con el bastn. La Madre Superiora dio un respingo y trag

    saliva, y sus ojos se movieron fugazmente hacia mi padre, quien permaneca observando

    con una extraa e ilegible expresin, como si estos fuesen unos temas en los que no se

    requera de su participacin. Pues est usted rotundamente equivocada agreg

    Madre. Esto le hace dbil.

    Se puso en pie, mirando a la Madre Superiora, y le hizo saltar otra vez cuando

    golpe el bastn contra el escritorio por segunda vez. Entonces cogi mi mano.

    Vmonos, lise.

    Salimos, y desde entonces he tenido tutores que me dan clases.

    Supe una cosa mientras salamos afanosamente del convento y entrbamos en el

    carruaje con una silenciosa vuelta a casa. Mientras Madre y Padre se enfurecan por las

    cosas que no dijeron, supe que las mujeres no actuaban de la manera en que mi madre

    acababa de hacer. No las seoras normales, de todos modos.

    Otra pista. Esto ocurri un ao o as despus, en una fiesta de cumpleaos de una

    hija mimada en el palacete de al lado. Otras nias de mi edad jugaban con muecas,

    sentndolas a tomar t, un t para muecas, donde no haba t de verdad o pasteles, slo

    eran unas pequeas nias pretendiendo alimentar con t y pasteles a las muecas, algo

    que para m, incluso en aquel entonces, me pareca estpido.

    No muy lejos, los nios jugaban con soldados de juguete, as que me levant y

    me un a ellos, ajena a un impactante silencio que inund la reunin.

  • Mi niera Ruth me alej a la fuerza.

    Usted juega con muecas, lise me dijo firmemente pero con nerviosismo.

    Sus ojos se movan fugazmente mientras se encoga ante la mirada de desaprobacin de

    las otras nieras. Hice como se me dijo, sentndome en mis piernas y fingiendo inters

    en la simulacin del t y los pasteles, y tras la embarazosa interrupcin, el csped volvi

    a su estado normal: los nios jugando con sus soldados de juguete, las nias con sus

    muecas, las nieras mirndonos, y no muy lejos, un puado de madres y nobles

    seoras que cotilleaban en sillas de hierro forjado sobre el csped.

    Mir a las seoras cotillas y las vi con los ojos de Madre. Vi mi propio camino

    de nia sobre la hierba a seorita cotilla, y con una oleada de absoluta certeza me di

    cuenta de que no quera eso. No quera ser como esas madres. Quera ser como mi

    propia madre, quien haba pedido permiso a la manada de cotillas para irse. Pudo verse

    en la distancia, sola, en la orilla del agua con su singularidad a la vista de todos.

    iii.

    He recibido una nota de Mr Weatherall. Escrita en ingls, me dice que desea ver a

    Madre y me pide que quede con l en la biblioteca a media noche para escoltarle a su

    habitacin. Me ruega que no le diga a Padre.

    Otro secreto que debo mantener. A veces me siento como uno de esos pobres

    desdichados que vemos en Pars, encorvada bajo el peso de expectativas impuestas en

    m.

    Slo tengo diez aos.

  • 11 de abril de 1778

    i.

    A medianoche, me puse una bata, tom un candil y con lentitud baj las escaleras hacia la biblioteca donde me esperaba Mr Weatherall.

    Se haba dejado caer en el palacete, movindose como un misterio sin haber

    perturbado a los perros, y entr en la biblioteca tan silenciosamente que casi ni escuch

    que la puerta se haba abierto y cerrado. Cruz el suelo con unas cuantas zancadas,

    quitndose rpidamente la peluca de la cabeza (esa maldita cosa que l odiaba) y sujet

    mis hombros.

    Dicen que se debilita rpido dijo, pero necesitaba que fuese un rumor.

    As es le dije, dejando caer la mirada.

    Sus ojos se cerraron, y aunque l no era para nada viejo (en sus cuarenta y

    pocos, un poco ms viejo que Madre y Padre) los aos se grabaron en su rostro.

    Mr Weatherall y yo una vez fuimos muy cercanos Madre haba dicho antes.

    Ella sonri mientras lo deca. Creo que hasta se haba ruborizado.

    ii.

    Fue un fro da de febrero la primera vez que conoc a Mr Weatherall. Ese invierno fue

    el primero de los ms atroces inviernos, pero mientras en Pars el ro Sena se haba

    desbordado y congelado y los indigentes moran en las calles, las cosas en Versalles

    eran muy distintas. En el momento en que nos despertamos, el personal haba encendido

    los fuegos que rugan en las chimeneas y tomamos un humeante desayuno, envueltos en

    clidos pelajes. Nuestras manos se mantenan calientes por manguitos mientras

    pasbamos la maana y la tarde paseando por los alrededores.

    Ese da en particular el sol brillaba, aunque no tena nada para compensar el

    penetrante fro. Una corteza de hielo centelle con gracia en una gruesa capa de nieve, y

    era muy difcil que Scratch, nuestro perro lobo irlands, fuese capaz de andar sobre sta

    sin que sus patas se hundieran en ella. l haba tomado unos cuantos tentativos pasos y

    entonces, soltando un ladrido alegre al percatarse de su suerte, sali corriendo por

    delante, mientras Madre y yo nos encaminbamos desde los campos hasta los rboles

    del permetro sur del csped.

    Sosteniendo su mano, mir por encima de mis hombros mientras caminbamos.

    Lejos de nuestro palacete, ste brillaba por el reflejo del sol y la nieve, y sus ventanas

    parpadeaban. Entonces, mientras salamos del sol para estar entre los rboles, ste se

    volvi borroso, como si unos pinceles lo sombrearan. Fuimos ms lejos que de

    costumbre y me di cuenta de que ya no estbamos al alcance de su proteccin.

  • No te asustes si ves a un seor en las sombras dijo Madre, inclinndose

    hacia m ligeramente. Su voz era tranquila, agarr su mano un poco ms fuerte por la

    idea y ella rio. Nuestra presencia aqu no es ninguna coincidencia.

    Tena seis aos en aquel entonces, y no tena ni idea de que una seorita que

    quedaba con un hombre en tales circunstancias poda tener consecuencias. En mi

    opinin, simplemente era mi madre quedando con un hombre, y que no era tan

    significativo como cuando hablaba con Emanuel, nuestro jardinero, o pasaba el da con

    Jean, nuestro cochero.

    La escarcha otorga calma al mundo. En los rboles sta estaba incluso ms

    tranquila que en el pasto recubierto de nieve y fuimos absorbidas por una absoluta

    tranquilidad, mientras tombamos un angosto camino hacia lo ms profundo del bosque.

    A Mr Weatherall le gusta jugar a un juego dijo mi madre, su voz guardaba

    silencio en honor a la paz. Puede que le guste sorprendernos, y uno debera ser

    siempre consciente de que ocurren sorpresas. Tomemos en cuenta nuestro entorno y

    moldeemos nuestras expectativas acorde a ste. Ves huellas?

    La nieve alrededor de nosotras estaba intacta.

    No, Mam.

    Bien. Entonces podemos estar seguras de nuestro alrededor. Ahora, dnde

    podra ocultarse un hombre en tales condiciones?

    Detrs de un rbol?

    Bien, bien. Pero y ah? seal por encima de nuestras cabezas y estir el

    cuello para mirar hacia la fronda de ramas de arriba. La escarcha brillaba como vidrios

    rotos por la luz del sol.

    Observa tu alrededor, siempre sonri Madre. Usa tus ojos para ver, no

    agaches la cabeza en la medida de lo posible. No demuestres a otros dnde tienes la

    atencin. En la vida tendrs adversarios, y estos adversarios intentarn leer tanto tu

    rastro como tus intenciones. Mantn tu ventaja acosta de hacerles dudar.

    Nuestra visita est arriba en el rbol, Mam? pregunt.

    Ella rio entre dientes.

    No. De hecho, ya le he visto. Le ves t, lise?

    Nos habamos detenido. Mir hacia los rboles de enfrente de nosotras.

    No, Mam.

    Mustrate, Freddie le llam Madre, y efectivamente, a unas cuantas yardas

    ms adelante de nosotras un hombre con barba gris dio unos pasos de detrs de un rbol,

    se quit el tricornio de su cabeza e hizo una exagerada reverencia.

    Los hombres de Versalles eran de una determinada manera. Miraban por encima

    del hombro a todos los que no eran como ellos. Tenan lo que yo consideraba la sonrisa

    de Versalles, que estaba a mitad de camino entre pasmada y aburrida, como si

    constantemente estuviesen al borde de lanzar una ocurrencia ingeniosa por la que, al

    parecer, a todos los hombres galantes se les juzgaba.

    Este hombre no era un hombre de Versalles; slo su barba hablaba por l. Y

    aunque estuviese sonriendo, aqulla no era una sonrisa de Versalles; en cambio era

    suave pero seria, el rostro de un hombre que reflexionaba antes de hablar y que haca

    valer sus palabras.

    Pareces consternado, Freddie sonri Madre mientras caminaba hacia

    nosotras, bes la mano que ella le ofreci y despus hizo lo mismo con la ma,

    reverenciando otra vez.

    Consternado? dijo l con una voz clida y ronca pero sin educacin, como

    la voz de un marinero o un soldado. Oh, joder, debo estar perdiendo tacto.

  • Espero que no, Freddie rio Madre. lise, te presento a Mr Weatherall, un

    ingls y uno de mis socios. Freddie, te presento a lise.

    Un socio? Como los Cuervos? No, l no era como ellos. En vez de fulminarme

    con la mirada me haba tomado la mano, se haba inclinado y la haba besado.

    Encantado, mademoiselle dijo con aspereza y con un acento ingls que

    deform la palabra mademoiselle de una manera que no pude evitar encontrar dulce.

    Madre me compuso con una expresin seria.

    Mr Weatherall es nuestro confidente y protector, lise. Un hombre a quien

    siempre puedes acudir cuando necesites ayuda.

    La mir, sintiendo un poco de sorpresa.

    Pero qu pasa con Padre?

    Padre nos quiere muchsimo, y dara encantado su vida por nosotras, pero los

    hombres tan importantes como tu padre requieren toda su atencin fuera de sus

    responsabilidades domsticas. Es por eso que tenemos a Mr Weatherall, lise. No es

    necesario que a tu padre se le moleste con estos asuntos que slo conciernen a las

    mujeres una mirada ms significante vino a sus ojos. No hay que molestar a tu

    padre, lise, entiendes?

    S, Mam.

    Mr Weatherall estaba asintiendo.

    Estoy aqu para servir, mademoiselle me dijo l.

    Hice una reverencia.

    Gracias, monsieur.

    Scratch haba llegado, recibiendo a Mr Weatherall con entusiasmo, los dos eran

    evidentemente viejos amigos.

    Podemos hablar, Julie? pidi el protector, colocndose el tricornio e

    indicando que los dos podan pasear juntos.

    Me mantuve unos pasos por detrs, escuchando breves trocitos e inconexos

    fragmentos de su silenciosa conversacin.

    Escuch Gran Maestre y Rey, pero slo eran palabras, del tipo que sola or

    detrs de las puertas del palacete. Slo han sido en los ltimos aos que stas estn

    teniendo mucha ms resonancia.

    Y entonces pas.

    Y mirando hacia atrs, me es imposible recordar la secuencia de eventos.

    Recuerdo ver a Madre y a Mr Weatherall preocupados al mismo tiempo en que Scratch

    se erizaba y grua. Entonces mi madre se gir. Mi mirada se dirigi a la misma

    direccin que sus ojos y lo vi all: a mi izquierda haba un lobo entre la maleza, un lobo

    negro y gris que permaneca completamente inmvil en los rboles, contemplndome

    con ojos hambrientos.

    Algo apareci de entre el manguito de madre, una hoja de plata, y en dos rpidas

    zancadas se cruz ante m, me arrastr lejos y me coloc detrs de ella, as que me

    aferr a sus faldas mientras se encaraba al lobo con su hoja extendida.

    Al otro lado Mr Weatherall mantuvo un forcejeo alrededor de la nuca del perro,

    y me di cuenta de que su otra mano se estiraba hacia la empuadura de una espada que

    colgaba por su lado.

    Espera orden Madre. Una mano alzada detuvo las intenciones de Mr

    Weatherall. No creo que este lobo nos ataque.

    No estoy seguro, Julie advirti Mr Weatherall. Lo que tienes enfrente es

    la viva imagen de un lobo hambriento.

    El lobo mir fijamente a mi madre. Ella mir hacia atrs, hablndonos al mismo

    tiempo.

  • No hay nada que pueda comer en las colinas; es la desesperacin lo que le ha

    trado hasta nuestras tierras. Pero creo que este lobo sabe que, si nos ataca, nos har su

    enemigo. Sera mejor para l que retrocediera y se marchase con esa mirada de

    resistencia y hambre a otro lado.

    Mr Weatherall solt una corta risa.

    Por qu tengo la sensacin de que hay una moraleja aqu?

    Porque, Freddie sonri Madre , hay realmente una moraleja aqu.

    El lobo nos mir fijamente por unos momentos ms, sin apartar sus ojos de

    Madre, hasta que finalmente agach la cabeza, se gir y se march lentamente de all.

    Le observamos desaparecer entre los rboles y madre baj la guardia, recolocando la

    hoja en su manguito.

    Mir a Mr Weatherall. Su chaqueta fue abotonada de nuevo y ya no haba seal

    de su espada.

    Y di un paso ms cerca hasta el momento en el que caera la moneda.

    iii.

    Le mostr a Mr Weatherall dnde estaba la habitacin de mi madre y me pidi que

    quera verla a solas, afirmndome que podra salir despus solo. Curiosa, mir a travs

    de la cerradura y vi que tomaba asiento a su lado, alcanzaba su mano e inclinaba su

    cabeza. Momentos despus cre escucharle llorando.

  • 12 de abril de 1778

    i.

    Contemplo desde mi ventana y recuerdo el ltimo verano, cuando me tomaba un respiro de mis preocupaciones al jugar con Arno y disfrutaba de los maravillosos das

    de ser una pequea nia otra vez, corriendo con l por los setos labernticos de las

    tierras del palacete, pelendonos por el postre, sin ser consciente de que el descanso

    para preocuparme sera tan breve.

    Cada maana me clavo las uas en las palmas de las manos y me pregunto,

    Estar despierta? y Ruth, sabiendo que realmente quiero decir Estar viva?, me

    tranquiliza dicindome que Madre ha sobrevivido toda la noche.

    Pero no ser por mucho.

    ii.

    Entonces. El momento en que cay la moneda. Est ms cerca. Pero primero, otro poste

    indicador.

    Los Carrolls llegaron en la primavera del ao en que conoc a Mr Weatherall. Y

    qu preciosa primavera fue. La nieve se haba derretido para revelar frondosas capas de

    recortado csped, dando a Versalles su estado natural de inmaculada perfeccin.

    Rodeadas por el impoluto corte de la topiaria de nuestras tierras, apenas podamos

    escuchar el bullicio del pueblo, mientras a nuestra derecha las laderas del palacete eran

    visibles, amplios peldaos de piedra conduciendo hacia las columnas de su vasta

    fachada. Gran esplendoroso lugar para recibir a los Carrolls de Mayfair en Londres,

    Inglaterra. Mr Carroll y Padre pasaban horas en el saln, aparentemente sumergidos en

    conversaciones y ocasionalmente visitados por los Cuervos, mientras Madre y yo nos

    encargbamos de entretener a Mrs Carroll y a su hija May, quien no perda tiempo en

    absoluto en decirme que ella tena diez aos y que, por tener yo seis, eso la haca mucho

    mejor que yo.

    Las invitamos a dar un paseo y nos abrigamos por el leve fro maanero, para

    luego ser abrasadas por el sol: Madre y yo, Mrs Carroll y May.

    Madre y Mrs Carroll caminaban algunos pasos por delante de nosotras. Me di

    cuenta de que Madre llevaba su manguito, y me preguntaba si el cuchillo estaba

    escondido ah. Haba preguntado por ello, claro, despus del incidente con el lobo.

    Mam, por qu guarda un cuchillo en tu manguito?

    Por las posibles amenazas de lobos merodeadores, claro est, lise y con

    una irnica sonrisa aadi: De lobos de cuatro patas y de dos patas. Y, de todas

    formas, la hoja ayuda a que el manguito mantenga su forma.

    Pero entonces, tan rpido como se hizo costumbre, me hizo prometer que lo

    guardara como una de nuestras vrits caches. Mr Weatherall era una vrit cache. Lo

  • que significaba que, cuando Mr Weatherall me daba una sesin de esgrima, eso lo

    converta en una vrit cache tambin.

    Secretos con otro nombre.

    May y yo caminamos con una respetuosa distancia detrs de nuestras madres.

    Los dobladillos de nuestras faldas parecan estar deslizndose por los terrenos, cuatro

    seoritas en perfecto movimiento.

    Cuntos aos tienes, saco apestoso? me susurr May. Como ya he dicho,

    ella ya haba sealado nuestras edades. Dos veces.

    No me llames saco apestoso dije remilgadamente.

    Lo siento, saco apestoso, pero dime otra vez cuntos aos tienes.

    Tengo seis le dije.

    Lanz una risotada de qu horrible es tener seis aos, como si ella nunca

    hubiese tenido seis aos.

    Bueno, yo tengo diez dijo con arrogancia. (Y, adems, May Carroll deca

    todo con arrogancia. De hecho, a menos que indique lo contrario, asume que lo dijo

    con arrogancia.)

    Ya s que tienes diez buf, imaginndome con cario ensendole mi pie y

    ella despatarrndose en la grava de la entrada.

    Slo es para que no lo olvides dijo ella, e imagin pequeos trozos de

    gravilla pegados en su rabiosa cara mientras se levantaba del suelo. Qu fue lo que una

    vez me dijo Mr Weatherall? Cuanto ms grandes sean, ms fuerte caern.

    (Y ahora que tengo diez aos me pregunto soy tan arrogante como ella? Tengo

    ese tono burln cuando hablo con aquellos que son ms jvenes o con menor estatus

    que yo? Segn Mr Weatherall, soy autosuficiente, lo que supongo que es una bonita

    manera de decir arrogante, y quiz es por eso que May y yo nos buscbamos las

    cosquillas de la manera en que lo hacamos, porque en el fondo somos muy parecidas en

    realidad.)

    Mientras nos dbamos la vuelta por las tierras, las palabras pronunciadas por las

    seoritas que iban enfrente de nosotras llegaron a nuestros odos.

    Mrs Carroll estaba diciendo:

    Obviamente sentimos inters respecto a la direccin que parece querer tomar

    su Orden.

    Tienen inters? dijo Madre.

    Por supuesto. Inters por las intenciones de los socios de su marido. Y como

    ya sabemos, es nuestro deber asegurarnos de que nuestros maridos hagan lo correcto. Si

    no le importa que diga, no estar su marido concediendo a ciertas facciones que dicten

    sus normas?

    As es, hay unos miembros de alto rango partidarios, digamos, de unas

    medidas ms extremas que estn considerando el cambio de la antigua Orden.

    Esto nos concierne en Inglaterra.

    Mi madre rio alegremente.

    Por supuesto que s. En Inglaterra os opusisteis a aceptar cambios de cualquier

    tipo.

    Mrs Carroll se detuvo.

    En absoluto. Su interpretacin de nuestro carcter nacional carece de sutileza.

    Pero empiezo a cuestionarme dnde yace su propia lealtad, Madame de la Serre. Usted

    misma est solicitando un cambio?

    Si el cambio es para mejor

    Entonces es necesario que informe de que su lealtad yace con los consejeros

    de su marido? Es que mi aviso ha sido en vano?

  • No del todo, madame. Es agradable saber que disfruto del apoyo de mis

    compaeros ingleses de oponerse a drsticas medidas. Pero no puedo decir que

    comparto vuestro objetivo final. Pese a que es cierto que hay fuerzas presionando para

    un violento derrocamiento, y a pesar de que es cierto de que mi marido cree en un

    monarca designado por Dios y, ciertamente, sus ideales por el futuro no abarcan

    ningn cambio yo misma opto por un trmino medio. En otras palabras, una tercera

    opcin. Quizs no le sorprenda descubrir que considero mi ideologa la ms moderada

    de las tres.

    Caminaron unos pasos ms, y Mrs Carroll asinti, pensando.

    En el silencio, mi madre dijo:

    Siento mucho que nuestras metas no coincidan, Mrs Carroll. Mis disculpas si

    eso me convierte en una confidente poco fiable.

    La otra mujer asinti.

    Ya veo. Bueno, si fuese usted, Madame de la Serre, usara mi influencia en

    ambos lados para proponer su trmino medio.

    En esta cuestin no quisiera decirlo, pero me asegurar de que su viaje no

    haya sido en vano. Mis respetos a usted y que su rama de la Orden permanezca tan

    firme como espero que lo haga a cambio. Por mi parte puede confiar en dos cosas:

    primero, que cumplir con mis propios principios; y, segundo, que no permitir que mi

    marido sea persuadido por sus consejeros.

    Entonces me ha dado lo que quera.

    Muy bien. Espero que le sirva de consuelo.

    Por detrs, May inclin su cabeza hacia m.

    Tus padres te han hablado de tu destino?

    No. Qu quieres decir con destino?

    Se llev una mano a la boca, fingiendo haber hablado demasiado.

    Lo harn, quiz, cuando tengas diez aos. Igual que hicieron conmigo.

    Cuntos aos tienes, por cierto?

    Suspir.

    Seis.

    Bueno, puede que te lo digan cuando tengas diez, como a m.

    Al final, naturalmente, mis padres se vieron forzados y tuvieron que contarme

    mi destino bastante antes, porque dos aos despus, en el otoo de 1775, cuando

    acababa de cumplir los ocho aos, Madre y yo fuimos a comprar zapatos.

    iii.

    As como el palacete de Versalles, tenamos una considerable villa en la ciudad, y

    cuando estbamos all, a Madre le gustaba ir de compras.

    Como ya dije, mientras que ella era desdeosa hacia la mayora de las modas,

    odiaba los abanicos y las pelucas que se ajustaban a la ms mnima extravagancia que

    apareca en sus vestidos, slo haba una cosa que la haca ser refinada.

    Los zapatos. Le encantaban los zapatos. Compraba pares de seda en la tienda de

    Christian en Pars, donde bamos, puntuales como un reloj, una vez cada dos semanas,

    porque era su nico lujo, dijo ella, y el ma tambin, pues siempre volvamos con un par

    de zapatos tanto para m como para ella.

    La tienda de Christian se encontraba en una de las ms salubres calles de Pars,

    lejos de nuestra villa en la le Saint-Louis. An as, todo es relativo y me encontr a m

    misma aguantando la respiracin mientras nos ayudaban a salir del confortable y

    fragante olor del interior de nuestro carruaje hacia la ruidosa y sobrecargada calle,

  • donde se escuchaban gritos, los cascos de los caballos y el constante rumor de las

    ruedas de los carruajes. El sonido de Pars.

    Encima de nosotros, las mujeres se inclinaban por las ventanas con los brazos

    cruzados y mirando a la gente pasar.

    La calle se alineaba por puestos que vendan frutas y tejidos, puestos ambulantes

    bien apilados con buenos tenderos que gritaban a hombres y a mujeres con delantales, y

    quienes inmediatamente se dirigieron a nosotras.

    Madame! Mademoiselle!

    Mis ojos se dirigieron hacia las sombras de los bordes de la calle, donde vi

    rostros vacos en la penumbra, y me dio la impresin de ver hambruna y desesperacin

    en aquellos ojos mientras me miraban con reproche, con avidez.

    Vamos ya, lise dijo Madre. Agarr mis faldas tal y como dijo y pis

    delicadamente el lodo y excrementos que haba bajo mis pies, y fuimos escoltados a la

    tienda de Christian por el propietario.

    La puerta se cerr detrs de nosotras, rehuyendo del mundo exterior. Un

    aprendiz se mantuvo ocupado a nuestros pies con una toalla y en un momento fue como

    si nunca hubisemos hecho esa peligrosa travesa, aquellos pocos pasos entre el carruaje

    y la puerta de una de las ms exclusivas tiendas de zapatos de Pars.

    Christian llevaba una peluca blanca atada con un lazo negro, una levita y unos

    pantalones bombachos blancos. Era la aproximacin perfecta de un semi noble, semi

    criado, que era cmo se vea en la jerarqua social. Fue carioso al decir que estaba en

    su poder hacer que las mujeres se sintiesen hermosas, lo cual era el mayor privilegio que

    un hombre posea. Sin embargo, Madre permaneci enigmtica ante l, como si fuese la

    nica clienta a la que no le funcionaba ese poder. Y no lo haca, y yo saba por qu. Era

    porque otras mujeres simplemente vean los zapatos como un tributo a su propia

    vanidad, mientras que Madre los adoraba como objetos de belleza.

    Christian, aun as, no haba llegado todava a esa conclusin as que en cada

    visita se daba cuenta de su error.

    Mire, madame dijo, ensendole un par de pantuflas adornadas con una

    hebilla . Cada seorita que pasa por esa puerta se arrodilla con slo mirar esta

    exquisita y nueva creacin, pero slo Madame de la Serre tiene los tobillos lo

    suficientemente bonitos como para hacerles justicia.

    Demasiado frvolo, Christian sonri mi madre, y con un apremiante

    movimiento de mano pas rpidamente de l hacia otros estantes. Ech un vistazo al

    dependiente quien me devolvi la mirada con una ilegible expresin, y continu.

    Ella eligi rpidamente. Hizo sus elecciones con tanta certeza que Christian

    acab desconcertado. Yo, con su constante compaa, vi el cambio mientras elega sus

    zapatos. Una alegra. Una sonrisa de ella brill hacia m al mismo tiempo en que se

    pona otro zapato y admiraba sus bellos tobillos en el espejo, acompaada por los gritos

    ahogados y balidos de Christian cada zapato era una pieza de arte en proceso, el pie de

    mi madre el toque final.

    Hicimos nuestras elecciones, madre organiz el pago y el envo, y entonces

    salimos, Christian nos ayud a salir a la calle donde

    No haba rastro de Jean, nuestro cochero. Ningn rastro de nuestro carruaje en

    absoluto.

    Madame? dijo Christian, su rostro se endureci por la preocupacin. Sent

    la rigidez de mi madre, vi la inclinacin de su mentn mientras sus ojos vagaban por la

    calle que nos rodeaba.

  • No hay nada por lo que deba preocuparse, Christian le asegur

    despreocupadamente. Nuestro carruaje llega un poco tarde, nada ms. Podramos

    disfrutar de las vistas y los sonidos de Pars mientras esperamos su regreso aqu.

    Empezaba a hacerse oscuro y haba un fro en el aire que acab espesndose con

    la primera neblina de la noche.

    Queda entendido, madame, que no puede esperar en la calle dijo Christian

    horrorizado.

    Ella le mir con una media sonrisa.

    Para proteger mi sensibilidad, Christian?

    Es peligroso protest, y se inclin para susurrarle con un gesto ligeramente

    torcido que expresaba disgusto y la gente tambin.

    S, Christian dijo, como si le contase algo confidencial, slo es gente.

    Ahora por favor, vuelva dentro. Su siguiente clienta valora tanto su selecto tiempo con

    el ms atento vendedor de zapatos de Pars como lo hago yo, y no habra duda en que se

    sentira incmoda por tener que compartir su tiempo con dos descarriadas esperando a

    su negligente cochero.

    Conociendo a mi madre como una mujer que raramente cambiaba de opinin, y

    sabiendo que ella tena razn sobre esa prxima clienta, Christian hizo una reverencia

    de asentimiento, nos ofreci un au revoir y regres a la tienda, dejndonos solas en la

    calle donde los puestos se retiraban y las siluetas de la gente se difuminaban al moverse

    entre la oscura neblina.

    Agarr la mano de mi madre.

    Mam?

    No te preocupes, lise dijo ella, alzando su barbilla. Contrataremos un

    carruaje que nos lleve de vuelta a Versalles.

    No vamos a la villa de aqu en Pars, Mam?

    No dijo, pensando y mordindose el labio un poco. Creo que prefiero que

    volvamos a Versalles.

    Ella estaba nerviosa y atenta mientras empezaba a guiarnos por la calle,

    incompatible con nuestras largas faldas y pamelas. De su billetera tom un neceser de

    maquillaje para observar su pintalabios y nos detuvimos para contemplar la ventana de

    una tienda.

    An as, mientras caminbamos, aprovech la oportunidad para ensearme.

    Pon una cara impasible, lise, no muestres tus verdaderos sentimientos,

    especialmente si ests nerviosa. No aparentes que tienes prisa. Mantn una calma

    exterior. Mantn el control.

    La multitud ya se estaba disipando.

    En la plaza tienen carruajes que podemos contratar, y estaremos all en unos

    momentos. Aunque primero hay algo que tengo que decirte. Cuando te lo diga, no debes

    reaccionar, ni girar la cabeza. Lo has entendido?

    S, Mam.

    Bien. Nos estn siguiendo. Nos ha estado siguiendo desde que salimos de la

    tienda de Christian. Un hombre con un sombrero alto de fieltro y con capa.

    Por qu? Por qu ese hombre nos est siguiendo?

    Eso, lise, es una muy buena pregunta, y es algo que estoy intentando

    averiguar. Slo sigue caminando.

    Nos detuvimos para mirar el escaparate de otra tienda.

    Creo que nuestro perseguidor ha desaparecido dijo Madre atentamente.

    Entonces eso es bueno contest, con toda la ingenuidad de mis

    despreocupados ocho aos.

  • Haba preocupacin en su rostro.

    No, cario, eso no es bueno. Me gustaba ms cuando poda verle. Ahora tengo

    que preguntarme si realmente se ha ido o, lo que es ms probable, se est apresurando

    para bloquear nuestro camino antes de que lleguemos a la plaza. l esperar a que

    tomemos el camino principal. Le confundiremos, lise, tomando otra ruta.

    Tomando mi mano, me condujo por la calle, primero por una carretera ms

    angosta, y despus por un largo callejn, oscuro excepto por una linterna que alumbraba

    cada punta.

    Estbamos a medio camino cuando una figura sali de la niebla frente a

    nosotras. Una perturbadora neblina ondeaba a lo largo de las escurridizas paredes al otro

    lado del angosto callejn. Y saba que Madre haba cometido un error.

    iv.

    l tena el rostro fino, rodeado por la cada de un cabello blanco puro, y pareca un

    dandi, pero con una pobre, negra y larga capa de doctor, con un alto y desgastado

    sombrero y con una gorguera en su camiseta que tapaba su cuello.

    Llevaba una maleta de doctor que coloc en el suelo y que abri con una mano,

    todo aquello sin apartar la mirada de nosotras, mientras sacaba algo de ella, algo largo y

    curvado.

    Entonces sonri y desenvain la daga de su funda, que reluci poderosamente en

    la oscuridad.

    Mantente cerca, lise susurr Madre. Todo va a salir bien.

    La cre porque era una nia de ocho aos y por supuesto crea en mi madre. Pero

    tambin porque la haba visto con el lobo y tena una buena razn para creer en ella.

    Incluso cuando el miedo se apoderaba de m.

    A qu se dedica, monsieur? dijo ella sin emocin.

    l no respondi.

    Muy bien. Entonces regresaremos por donde hemos venido dijo madre

    fuertemente, tomando mi mano a punto de irnos.

    Por la entrada del callejn una sombra titil y una segunda figura apareci en el

    brillo anaranjado del farol. Era un farolero; pudimos suponer por la vara que llevaba.

    An as, Madre se detuvo.

    Monsieur llam al farolero con cautela. Puedo pedirle que despache a

    este caballero que nos est molestando?

    El farolero no dijo nada, en vez de marchar hacia donde la lmpara estaba

    encendida y alzar su vara. Mam empez a hablar:

    Monsieur y me preguntaba por qu ese hombre estara intentando

    encender una lmpara que ya estaba iluminada y me di cuenta demasiado tarde de que

    esa vara tena un gancho al final el gancho que se usaba para apagar la llama del candil

    de dentro.

    Monsieur

    La entrada se sumergi en la oscuridad. Escuchamos que dej caer su vara con

    un estruendo, y mientras nuestros ojos se acostumbraban, pude verle sacando algo del

    interior de su abrigo. Otro pual. Ahora l, tambin, se movi con un paso hacia

    adelante.

    La cabeza de Madre oscil entre el farolero y el doctor.

    A qu se dedica, monsieur? pregunt al doctor.

    En respuesta, el doctor movi su otra mano para doblarla. Con un sonido de clic,

    una segunda hoja apareci de su mueca.

    Asesino dijo ella con una sonrisa, mientras l se acercaba.

  • El farolero estaba tambin cerca lo suficientemente cerca de nosotras como

    para ver el cruel conjunto de su boca y sus angostos ojos. Madre sacudi la cabeza en la

    otra direccin y mir al doctor, ambas hojas continuaban a su lado. Sonrea an. Estaba

    disfrutando aquello o intentando parecer que lo estaba.

    En cualquier caso, Madre era tan inmune a su malevolencia como lo era ante los

    encantos de Christian, y su prximo movimiento fue tan grcil como un paso de danza.

    Sus talones taconearon en la piedra mientras levantaba un pie inclinado y sacaba un

    cuchillo de su bota, todo en un abrir y cerrar de ojos.

    En un segundo ramos una mujer indefensa y una nia atrapadas en un oscuro

    callejn, en el siguiente ya no: ramos una mujer blandiendo un cuchillo para proteger a

    su hija. Una mujer que, por cierto, haba desenvainado su arma y, de una manera

    elegante, saba exactamente qu hacer con ese cuchillo.

    Los ojos del doctor parpadearon. El farolero se detuvo. Ambos se haban dando

    una pausa para asimilarlo.

    Sostuvo el cuchillo en su mano derecha, y saba que algo iba mal porque ella era

    zurda, y mostr su hombro al doctor.

    El doctor se movi hacia delante. Al mismo tiempo, mi madre pas su cuchillo

    de izquierda a derecha y sus faldas se juntaron mientras se agachaba, y con su mano

    derecha extendida para mantener el equilibrio, acuchill por su izquierda para cruzar de

    frente al doctor, cuya levita se abri cuidadosamente como el corte de un sastre, el

    tejido instantneamente se empap de sangre.

    Le haba rajado, pero no estaba gravemente herido. Sus ojos estaban muy

    abiertos y se tambale hacia atrs, evidentemente anonadado por la habilidad de ataque

    de Madre. Por toda su siniestra forma de actuar, se vio asustado, y en medio de mi

    propio miedo, sent algo ms: orgullo y asombro. Nunca antes me haba sentido tan

    protegida.

    An as, aunque el doctor hubiese flaqueado, se puso de pie, y mientras sus ojos

    se movieron rpido hacia nuestras espaldas, Madre se gir demasiado tarde para evitar

    que el farolero me agarrara y me rodeara el cuello con un brazo.

    Baja el cuchillo, o fue lo que empez a decir el farolero.

    Pero nunca acab, porque medio segundo despus estaba muerto.

    La velocidad de mi madre le tom por sorpresa no slo la agilidad con la que se

    movi, sino la velocidad de su decisin, ya que si hubiese permitido al farolero que me

    tomase como rehn entonces todo habra acabado. Y aquello le dio ventaja mientras se

    balanceaba hacia l, encontrando el espacio entre mi cuerpo y el suyo, inclinndose con

    el codo, el cual con un grito se clav en la garganta del hombre.

    Hizo un sonido como de boak y sent su agarre hundirse, entonces vi el destello

    de una hoja mientras Madre dejaba clara su ventaja y condujo el cuchillo de su bota a su

    estmago para hundirlo, empujndole contra la pared del callejn y con un pequeo

    gruido de esfuerzo, desliz la hoja hacia arriba, luego se alej elegantemente mientras

    la parte delantera de su camiseta se oscureca con la sangre y se desparramaban sus

    entraas al mismo tiempo en que se deslizaba hacia suelo.

    Madre se enderez para encarar el segundo ataque del doctor, pero todo lo que

    vimos de l fue su capa mientras se giraba y hua, abandonando el callejn y corriendo

    por la calle.

    Ella me agarr del brazo.

    Vamos, lise, antes de que te manches los zapatos de sangre.

  • v.

    Haba sangre en el abrigo de Madre. Aparte de que no haba manera de decir que se

    haba peleado recientemente.

    No mucho despus de que llegramos a casa, se enviaron mensajes y los

    Cuervos entraron ansiosamente con un gran repiqueteo de bastones caminando,

    resoplando y jadeando, hablando en voz alta sobre castigar a aquel responsable.

    Mientras tanto, el personal se quejaba, ponindose sus manos sobre sus gargantas y

    cotilleaban por las esquinas. El rostro de Padre estaba plido y me di cuenta que pareca

    obligado a mantener sus abrazos, a abrazarnos un poco ms fuerte y por un poco ms de

    tiempo para luego separarse con ojos que brillaban por las lgrimas.

    Solo Madre pareca serena. Ella tena el aplomo y la autoridad de uno que se ha

    defendido bien. Y con razn. Gracias a ella, sobrevivimos al ataque. Me preguntaba, se

    senta tan emocionada en secreto como yo?

    Sera interrogada para dar mi descripcin de los hechos, me advirti en el

    carruaje que contratamos para volver a nuestro palacete. En ese sentido, deb haber

    seguido su advertencia, apoyar todo lo que dijo, y no decir nada que la contradijera.

    Y entonces escuch mientras ella contaba la versin de su historia, primero a

    Olivier, nuestro mayordomo, despus a mi padre cuando lleg, y por ltimo a los

    Cuervos cuando vinieron. Y aunque sus historias rebosaban de gran detalle al contarlas

    y ella responda a todas las preguntas que le disparaban, todas carecan de un detalle

    muy importante. El doctor.

    No vio ninguna hoja oculta? le preguntaron.

    No vi nada que identificara a mis atacantes como Asesinos contest, as

    que no puedo asumir que fuese obra de los Asesinos.

    Los robos comunes en las calles no son tan organizados como este hombre

    parece haber hecho. No puede creer que sea una coincidencia que su carruaje hubiese

    desaparecido. Puede que Jean regrese borracho o puede que no. Puede que est muerto.

    No, madame, esto no tiene pinta de ser un crimen oportunista. Fue un ataque planeado a

    su persona, un acto de agresin por parte de nuestros enemigos.

    Ojos se movieron rpidamente hacia m. Finalmente me pidieron que saliese de

    la habitacin, lo cual hice, encontrando un asiento en el recibidor de fuera, escuchando

    las voces de la sala mientras rebotaban en los suelos de mrmol y en mis odos.

    Gran Maestre, debe darse cuenta de que fue obra de los Asesinos.

    (Aunque para mis odos, fue obra de asesinos y entonces me par a pensar, Por

    supuesto que fue obra de asesinos, hombre estpido. O habran sido asesinos al

    menos.)

    Igual que mi esposa, preferira no sacar falsas conclusiones contest Padre.

    Pero lo ha hecho al contratar a ms guardias.

    Por supuesto que lo he hecho, hombre. Debo tomar precauciones.

    Creo que lo sabe desde el corazn, Gran Maestre.

    La voz de mi padre se alz.

    Y qu si lo hago? Qu quieren qu yo haga?

    Pues actuar de una vez, naturalmente.

    Y sera para vengar el honor de mi esposa o para derrocar al rey?

    Cualquiera podra enviar un mensaje a nuestros adversarios.

    Despus, lleg la noticia de que Jean haba sido descubierto con el cuello rajado.

    Me dio un escalofro, como si alguien hubiese abierto una ventana. Llor. No slo por

    Jean sino, vergonzosamente, por m tambin. Y observ y escuch como si una

    conmocin se volcase en casa y hubiese lgrimas cayendo por las escaleras. Las voces

    de los Cuervos se alzaron una vez ms, esta vez en defensa.

  • Otra vez Padre los call. Cuando mir fuera de la ventana, pude ver a unos

    hombres con mosquetes en las tierras. Alrededor de nosotros, todos estaban nerviosos.

    Padre vino a abrazarme una y otra vez hasta que acab tan harta que me escabull.

    vi.

    lise, hay algo que debemos contarte.

    Y este es el momento que estabas esperando, querido lector de este diario, seas

    quien seas el momento en que cay la moneda; cuando finalmente entend por qu me

    haban pedido guardar tantas vrits caches; cuando descubr por qu los socios de mi

    padre le llaman Gran Maestre; y cuando me di cuenta de qu significaba Templario y

    por qu asesino realmente quiere decir Asesino.

    Me haban llamado a la oficina de Padre y haban pedido sillas para reunirnos

    alrededor del fuego antes de pedir al personal que se retirase por completo. Padre se

    puso de pie mientras Madre se sentaba delante, sus manos sobre las rodillas,

    confortndome con sus ojos. Me recordaron cuando una vez me clav una espina y

    Madre me abraz y me consol y me limpi las lgrimas mientras Padre me sujetaba el

    dedo y me la quitaba.

    lise l empez, lo que estamos a punto de decirte deba esperar hasta tu

    dcimo cumpleaos. Pero los hechos de hoy seguramente te habrn creado muchas

    preguntas, y tu madre cree que ests preparada para saberlo, as que all vamos.

    Mir a Madre, quien alcanz a tomar mi mano, bandome con una confortante

    sonrisa.

    Padre se aclar la garganta.

    As era. Cualquier pequea idea que haba formado sobre mi futuro estaba a

    punto de cambiar.

    lise dijo l, algn da sers la lder francesa de una orden internacional

    secreta con siglos de antigedad. T, lise de la Serre, sers una Gran Maestre

    Templaria.

    Una Gran Maestre Templaria? dije, mirando desde Padre hasta Madre.

    S.

    De Francia? dije.

    S. Actualmente, yo mantengo esa posicin. Tu madre tambin mantiene un

    gran rango entre la Orden. Los seores y Madame Levesque que nos visitan, ellos

    tambin son caballeros de la Orden y, como nosotros, estn comprometidos a preservar

    sus principios.

    Escuch, sin entender realmente, pero preguntndome por qu, si todos esos

    caballeros estaban comprometidos a la misma cosa, se pasaban cada reunin gritndose

    entre ellos.

    Qu son los Templarios? pregunt en mi lugar.

    Mi padre se seal, luego a Madre, despus extendi su mano y me incluy en el

    crculo.

    Nosotros. Nosotros somos Templarios. Estamos comprometidos a hacer de

    este mundo un lugar mejor.

    Me gust cmo sonaba aquello. Me gusta or lo de hacer de este mundo un lugar

    mejor.

    Cmo lo hacemos, Pap?

    l sonri.

    Ah, eso es una muy buena pregunta, lise. Como en cualquier gran y antigua

    organizacin, hay diferentes opiniones de cmo sera mejor conseguir nuestras metas.

  • Hay quienes creen que deberamos oponernos violentamente a aquellos que se resisten.

    Otros creen en difundir nuestras ideologas de forma pacfica.

    Y cules son, Pap?

    Se encogi de hombros.

    Nuestro lema es Que el Padre del Entendimiento nos gue. Ves, lo que los

    Templarios saben es que a pesar de las diferentes exhortaciones, la gente no quiere una

    libertad real y una verdadera responsabilidad porque esas cosas son una carga

    demasiado grande para asumir, y solo los ms fuertes de mente pueden hacer eso.

    Creemos que la gente es buena, pero fcilmente conducida hacia la maldad, la

    pereza y la corrupcin, ello requiere buenos lderes que puedan seguir lderes que no se

    aprovechen de sus caractersticas negativas, sino que busquen y entreguen las positivas.

    Creemos que la paz puede mantenerse as.

    Pude sentir literalmente cmo mis horizontes se expandan mientras hablaba.

    Espera guiar a la gente de Francia as, Padre? le pregunt.

    S, lise, esperamos.

    Cmo?

    Bueno, djame preguntrtelo cmo lo crees t?

    Mi mente se qued en blanco. Cmo crea yo? Sent que era la pregunta ms

    difcil que jams me haban hecho. No tena ni idea. Me mir amablemente y saba que

    esperaba an una respuesta. Mir a Madre, que me apretaba la mano de modo alentador,

    rogndome con los ojos, y encontr mis creencias en palabras que le escuch a Madre

    decir a Mr Weatherall y a Mrs Carroll.

    Dije:

    Monsieur, creo que la corrupcin de nuestro actual monarca est fuera de la

    redencin, su ley ha envenenado el bien de Francia y que para restaurar la fe de la gente

    en el monarca el Rey Louis, hay que desestimarlo.

    Mi respuesta le cogi por sorpresa y se vio perplejo, lanzando una mirada

    incrdula a Madre, quien se encogi de hombros como si dijese No tiene nada que ver

    conmigo, aunque fueron sus palabras las que estaba repitiendo.

    Ya veo dijo. Bueno, tu madre seguramente est complacida de or que

    apoyas tales puntos de vista, lise, por los cuales ella y yo no estamos en total acuerdo.

    Como t, ella cree en el cambio. Yo, s que el monarca ha sido nombrado por Dios y

    creo que un monarca corrupto puede ser persuadido para que vea el error en sus

    acciones.

    Otra perpleja mirada y un gesto de desdn y continu rpidamente.

    Pero hay otros Templarios, Pap?

    l asinti.

    Por todo el mundo, s. Estn aquellos que sirven a la Orden. Aquellos que

    estn de acuerdo con nuestros objetivos. Sin embargo, como t y tu madre habis

    podido descubrir hoy, tenemos enemigos tambin. Igual que somos una orden antigua

    que espera dar forma al mundo a nuestra imagen, tambin hay una orden opuesta, una

    con muchos defensores vulnerables a sus propios objetivos. Mientras nosotros

    esperamos aliviar a la gente de buenas ideas del peso de la responsabilidad de elegir y

    ser sus protectores, esta orden opuesta invita al caos y apuesta por la anarqua,

    insistiendo que el hombre debera pensar por s mismo. Proponen aspectos fuera de las

    maneras tradicionales de pensar que tanto se han hecho para guiar a la humanidad por

    cientos de aos, a favor de los diferentes tipos de verdad. Son conocidos como los

    Asesinos. Creemos que los Asesinos son los que os han atacado hoy.

    Pero, monsieur, escuch decir que usted no estaba seguro

  • Lo dije puramente para templar la sed de guerra de algunos de los miembros

    ms bocazas de nuestra Orden. Slo pueden haber sido los Asesinos los que os atacaron,

    lise. Slo ellos han sido tan audaces de matar a Jean y enviar a un hombre para matar a

    la esposa del Gran Maestre. Seguramente esperan desestabilizarnos. En esta ocasin

    fallaron. Debemos asegurarnos de que si vuelven a intentarlo, fallen otra vez.

    Asent.

    S, Padre.

    Mir a Madre.

    Supongo que las habilidades defensivas de tu madre te han sorprendido.

    No lo hicieron. Con aquel secreto encuentro con el lobo lo haba visto todo.

    S, monsieur dije, pillando por sorpresa la mirada de Madre.

    Esas son habilidades que todos los Templarios deben tener. Un da t nos

    liderars. Pero antes, te iniciars como una Templaria y aprenders las maneras de

    nuestra Orden. Empezando por maana, comenzars a aprender combate.

    Otra vez pill la mirada de Madre. Ya haba empezado a aprender combate.

    Haba empezado a combatir desde haca un ao.

    Supongo que debe ser mucho que asimilar, lise continu Padre mientras

    mi madre se sonrojaba un poco. Quizs viste tu vida siendo como las otras nias de tu

    edad. Slo puedo esperar que, el hecho de que sea muy diferente para ti, no sea una

    causa de ansiedad para ti. Slo puedo esperar que acojas el potencial que completar tu

    destino.

    Siempre pens que no era como las otras nias. Ahora lo saba de verdad.

    vii.

    La siguiente maana Ruth me visti para dar un paseo por las tierras. Se quejaba y

    chasqueaba la lengua y farfullaba entre dientes que no debera estar corriendo riesgos

    despus de lo que pas ayer, de cmo pudimos escapar de aquel cruel hombre que nos

    atac; y de cmo Madre y yo pudimos haber acabar muertas en aquel callejn de no ser

    por un misterioso caballero que nos vio pasar y que despech al ladrn.

    Eso fue lo que se le haba dicho al personal. Un montn de mentiras, un montn

    de secretos. Me entusiasmaba saber que yo era una de las dos personas bueno, tres,

    supongo, si cuentas al doctor que saban toda la verdad de lo que pas ayer, una del

    exclusivo nmero que saba que Madre fue la que se enfrent al peligro, no un

    misterioso hombre y una de los pocos que saba de toda la extensin del negocio

    familiar, sin mencionar la parte que me tocaba ah.

    Me haba despertado esa maana con un rayo de sol en mi vida. Al menos todas

    esas vrits caches que me haban pedido guardar tenan sentido. Al menos saba por

    qu mi familia pareca tan diferente de las dems, por qu yo misma nunca haba

    encajado con los dems nios. Era porque mi destino se extenda por un camino

    diferente al de ellos, y siempre lo fue.

    Y lo mejor de todo:

    Tu madre ser tu tutora en todo Padre haba dicho con una clida sonrisa a

    Madre, quien a cambio haba reflejado su amor en m. Con una sonrisa se detuvo a s

    mismo. Bueno, quizs no en todas las cosas. Puede que en los asuntos de ideologa

    sera mejor que prestases atencin a los consejos y palabras de tu padre el Gran Maestre.

    Franois Madre le reprendi, la nia crear su propia opinin. Las

    conclusiones a las que llegue sern slo suyas.

    Amor mo, por qu tengo la ntida impresin de que, para lise, los hechos

    de hoy no le han sorprendo como deberan?

    De qu crees que hablamos las seoritas en nuestros paseos, Franois?

  • De zapatos?

    Bueno, s admiti, claro que hablamos de zapatos, pero de qu ms?

    l entendi, sacudiendo la cabeza, preguntndose cmo pudo estar tan ciego de

    no darse cuenta de lo que pasaba enfrente de sus narices.

    Ya saba sobre la Orden antes de hoy? le pregunt.

    No exactamente dijo ella, aunque me atrevo a decir que ya estaba

    preparada para la revelacin.

    Y de armas?

    Ha tenido un poco de entrenamiento, s.

    Padre me indic que me levantara.

    Veamos si has aprendido tu en garde, lise dijo, adoptando la posicin, su

    brazo derecho extendido y el ndice apuntando como una espada.

    Hice lo que me dijo. Padre envi una mirada impresionada a mi madre y estudi

    mi postura, caminando a mi alrededor mientras me baaba en el brillo de su aprobacin.

    Diestra como su padre rio entre dientes, no zurda como su madre.

    Di ligeros saltos sobre mis rodillas, controlando mi equilibrio, y mi padre sonri

    una vez ms.

    Percibo la mano de cierto ingls en el entrenamiento de nuestra hija, Julie?

    Mr Weatherall ha estado ayudndome a completar las horas extracurriculares

    de lise, s coincidi alegremente.

    Ya veo. Ya deca yo que le estbamos viendo un poco ms de lo habitual por

    el palacete. Dime, sigue enamorado de ti?

    Franois, me avergenzas reprendi Madre.

    (En ese momento no tena ni idea de lo que estaban hablando, naturalmente.

    Pero ya s. Ver a Mr Weatherall la otra noche, un hombre destrozado. Oh, claro que lo

    entend.)

    El rostro de Padre se volvi serio.

    Julie, sabes que confo en ti sobre todas las cosas y si has estado instruyendo a

    la nia, te apoyo en eso tambin, y si eso ayuda a lise a mantener la cabeza fra durante

    el ataque de ayer, entonces est ms que justificado. Pero lise ser la Gran Maestre un

    da. Seguir mis pasos. En asuntos de combate y tcticas podr ser tu pupila, Julie, pero

    en asuntos de ideologa debe ser ma. Est claro?

    S, Franois sonri Madre dulcemente. S, est claro.

    Una mirada pas entre Madre y yo. Una silenciada vrit cache.

    viii.

    Y entonces, habiendo escapado de la innecesaria preocupacin de Ruth, llegu a la sala

    de recepcin, preparada para pasear con Madre.

    Llvate a Scratch y a los guardias, por favor, Julie le dijo mi Padre en un

    tono de voz que no toleraba ninguna discusin.

    Por supuesto dijo ella, y llam a uno de los hombres que merodeaba por las

    sombras de la sala de recepcin, toda nuestra casa un poco ms amontonada de repente.

    l dio un paso al frente. Era Mr Weatherall. Por un segundo l y Padre se

    contemplaron cuidadosamente, antes de que Mr Weatherall se inclinara profundamente

    y los dos se estrecharon la mano.

    Franois y yo le hemos contado a lise lo que le espera dijo mi madre.

    Los ojos de Mr Weatherall se deslizaron del rostro de mi padre hacia el mo y

    asinti antes de volver a hacer una reverencia, extendiendo su palma para besar el dorso

    de mi mano, hacindome sentir como una princesa.

  • Y cmo te hace sentir, joven lise, saber que un da liderars a los

    Templarios?

    Muy grande, monsieur dije.

    Apuesto que s dijo l.

    Franois ha adivinado correctamente que lise ha estado recibiendo un poco

    de entrenamiento dijo Madre.

    Mr Weatherall regres la atencin a Padre.

    Efectivamente dijo l, y confo en que mi tutela no haya ofendido al Gran

    Maestre.

    Como ya expliqu anoche, confo incondicionalmente en mi esposa sobre

    tales asuntos. S que contigo, Freddie, estn en buenas manos.

    Entonces Olivier se acerc, manteniendo la distancia hasta que fue acompaado

    para acercarse y susurrar al odo de su seor. Padre asinti y se dirigi a Madre.

    Debo irme, querida dijo Padre, nuestros amigos estn aqu de visita.

    Los Cuervos, por supuesto. Haban regresado para una maana de gritos. Y era

    divertido saber que lo que hice arroj una nueva luz sobre mi padre. Ya no era slo mi

    padre. No slo el marido de mi madre. Sino un hombre ocupado. Un hombre con

    responsabilidades, cuya atencin era constantemente requerida. Un hombre cuyas

    decisiones cambiaban vidas. Los Cuervos entraron mientras nosotros salamos,

    educadamente saludando a Madre y a Mr Weatherall, y amontonndose en la sala de

    recepcin, la cual de repente estaba muy ocupada y viva con ms conversaciones sobre

    el ataque de ayer y que aseguraban que Jean no haba muerto en vano.

    Finalmente salimos fuera, los tres, y caminamos sin rumbo antes de que Mr

    Weatherall hablase.

    Entonces, lise, cmo te sientes realmente al saber tu destino? pregunt.

    Como le dije a Padre le dije.

    No un poco ansiosa entonces, ptalo? Por todas esas responsabilidades que

    tendrs?

    Mr Weatherall te ve demasiado joven como para que entiendas tu destino

    explic Madre.

    En absoluto, estoy deseando saber lo que me depara el futuro, monsieur

    contest.

    l asinti, como si eso fuese suficiente para l.

    Y me gusta que pueda hacer ms combates de espada, monsieur aad.

    Ahora sin secretos.

    Exacto! Trabajaremos en tu riposte y tu envelopment y podrs mostrarle tus

    habilidades a tu padre. Creo que se sorprender, lise, al descubrir que eres ya una gran

    espadachina. Puede que algn da seas mejor que tu madre o tu padre.

    Oh, lo dudo, monsieur.

    Freddie, por favor no le metas ideas extraas en la cabeza a la nia Madre

    me dio un empujoncito y suspir. Aunque creo que podra estar bien, lise, slo entre

    nosotras.

    Mr Weatherall se puso serio.

    Bueno, vamos a hablar sobre lo que pas ayer?

    Hubo un atentado contra nuestras vidas.

    Como deseara haber estado all.

    No importa si estuviste o no, Freddie. No recibimos ningn rasguo y apenas

    un trauma por el incidente. lise se desempe muy bien, y

    Fuiste la leona que protega a su cra, eh?

  • Hice lo que tena que hacer. Me arrepiento de que uno de esos hombres

    escapase.

    Mr Weatherall se detuvo.

    Uno de ellos? Qu? Haba otro ms?

    Ella le mir significativamente.

    Oh, s. Haba otro hombre, el ms peligroso de los dos. Us una hoja oculta.

    La boca del hombre form una O.

    Entonces s fue obra de los Asesinos?

    Tengo mis dudas.

    Oh, s? Por qu?

    Huy, Freddie. Has visto alguna vez a un Asesino huir?

    Son simplemente humanos y t eres una oponente formidable. Creo que me

    habra incitado a m mismo a huir, en su lugar. Eres una digna diablilla con ese cuchillo

    en la bota dirigi su mirada hacia m y me gui un ojo.

    Madre se ruboriz.

    Puedes estar seguro de que tus cumplidos no son poco valorados, Freddie.

    Pero ese hombre, haba algo en l que no encajaba. Estaba muy expuesto. Era un

    Asesino, su hoja oculta era la prueba de ello. Pero, me pregunto, era un verdadero

    Asesino?

    Tenemos que encontrarle y preguntarle.

    De hecho.

    Dime, cmo era?

    Madre le dio una descripcin del doctor.

    y hay algo ms.

    S?

    Ella nos llev a los matorrales. Anoche mientras escapbamos del callejn, tom

    en brazos el maletn del doctor para llevrnoslo en el carruaje de vuelta a casa. Antes de

    llegar al palacete, me hizo correr y esconderlo, y ahora se lo tendi a Mr Weatherall.

    Se dej esto, no?

    As es. Lo us para llevar un cuchillo, pero no hay nada ms dentro.

    Nada que lo identifique?

    Hay algo brelo. Ves la etiqueta de dentro?

    La maleta fue fabricada en Inglaterra dijo Mr Weatherall, sorprendido.

    Un Asesino ingls?

    Madre asinti.

    Posiblemente. Muy posiblemente. No crees plausible que el ingls pudo

    querer verme muerta? Le dej claro a Mrs Carroll que estaba a favor del cambio de la

    monarqua.

    Pero tambin de que te opones al derramamiento de sangre.

    Totalmente. Y Mrs Carroll pareca pensar que fue suficiente para su Orden.

    Pero quizs no.

    Mr Weatherall sacudi la cabeza.

    No consigo verlo. Quiero decir, dejando aparte la propia lealtad a mi nacin,

    no consigo ver que sea obra suya. Te ven como a una influencia mediadora en general.

    Matarte correra el riesgo de desestabilizar eso.

    Quizs sea un riesgo que estn dispuestos a correr. En cualquier caso, el

    maletn del doctor fabricado en Inglaterra es la nica pista que tenemos para identificar

    al Asesino.

    Mr Weatherall asinti.

    Le encontraremos, madame le dijo a ella. Puede estar segura de ello.

  • Eso, ciertamente, ocurri hace tres aos. Y sobre el doctor no se ha visto ni odo

    nada desde entonces. El atentado a nuestras vidas ha desaparecido en la historia, como

    pobres envueltos en la neblina de Pars.

  • 13 de abril de 1778

    i.

    Quiero que se ponga mejor. Quiero que sea un da en el que el sol brille y sus criadas entren a abrir las cortinas y que la encuentren sentada en la cama, sintindose

    totalmente recuperada, y quiero que el sol fluya por las cortinas, que llene el camino de

    los pasillos oscuros de casa y ahuyente las sombras que acechan y traen la tristeza, que

    toque a Padre, que le restaure y que regrese conmigo. Quiero or canciones y risas desde

    la cocina otra vez. Quiero un final para esta contenida tristeza y quiero que mi sonrisa

    sea verdadera, sin ocultar el dolor que me revuelve por dentro.

    Y ms que todo eso, quiero que mi madre vuelva. Mi madre, mi profesora, mi

    mentora. No slo la quiero, la necesito. Cada momento del da me pregunto cmo sera

    la vida sin ella y no tengo ni idea, ninguna.

    Quiero que mejore.

    ii.

    Y entonces, ese mismo ao, conoc a Arno.

  • EXTRACTO DEL DIARIO DE ARNO DORIAN

  • 12 de septiembre de 1794

    Nuestra relacin se forj junto al ardor de la muerte a la de mi padre. Cunto tiempo tardamos en tener una relacin normal y convencional? Media

    hora? Fue en el Palacio de Versalles con mi padre, quien tena negocios all. Me pidi

    que esperara mientras l atenda sus obligaciones, y mientras me sentaba con mis

    piernas colgando, mirando a los miembro de alta cuna de la corte pasar de un lado a

    otro, quien deba aparecer no era ms que lise de la Serre.

    Su sonrisa de la que me enamorara, su pelo rojizo que no era nada especial por

    aquel entonces, y la belleza que se detuvieron a ver mis ojos adultos, era invisible para

    los jvenes. Despus de todo, slo tena ocho aos y los nios de ocho aos, bueno, no

    tienen mucho tiempo para las nias de ocho aos, a menos que esa nia de ocho aos

    sea algo muy especial. Y as fue con lise. Haba algo diferente en ella. Era una nia.

    Pero incluso en los primeros segundos de conocerla, saba que no era como otras nias

    que haba conocido antes.

    Pllame. Su juego favorito. Cuntas veces jugamos tanto de nios como de

    adultos. En cierta forma, nunca nos detuvimos.

    Por la superficie de mrmol que reflejaba el palacio corrimos entre piernas, a lo

    largo de los corredores, dejando atrs columnas y pilares. Incluso ahora el palacio sigue

    siendo enorme para m, sus techos increblemente altos, sus pasillos alargados casi hasta

    donde alcanza la vista, grandes ventanas abovedadas mirando hacia los peldaos de

    piedra y los suelos limpios del exterior.

    Pero entonces? Para m era excepcionalmente amplio. Y todava, aunque fuese

    un lugar enorme y extrao y aunque cada paso que daba me alejaba ms de las

    instrucciones de mi padre, no me poda resistir al encanto de mi nueva amiguita. Las

    nias que haba conocido no eran as. Permanecan con sus talones juntos y sus labios

    fruncidos con desdn a todas las cosas de chicos; caminaban unos cuantos pasos como

    versiones de muecas rusas de sus madres; ellas no corran riendo por los pasillos del

    Palacio de Versalles, ignorando las quejas por el camino, slo corriendo por lo divertido

    que era correr y por amor a jugar. Me pregunto, me haba enamorado ya?

    Y entonces, empec a preocuparme de que nunca encontrara el camino de

    vuelta a Padre, mis preocupaciones se volvieron irrelevantes. Un grito se alz. Era el

    sonido de unos pies corriendo. Vi soldados con mosquetes y entonces, casualmente, me

    top con el sitio donde mi padre se encontr con su asesino y me hinqu de rodillas

    mientras l daba su ltimo aliento.

    Cuando finalmente levant la cabeza de su cuerpo sin vida, vi a mi salvador, mi

    nuevo guardin: Franois de la Serre.

  • EXTRACTOS DEL DIARIO DE LISE DE LA SERRE

  • 14 de abril de 1778

    i.

    Vino a verme hoy. lise, su padre est aqu dijo Ruth. Como todos los dems, su

    comportamiento cambiaba cuando mi padre estaba cerca, e hizo una reverencia y se

    retir, dejndonos solos.

    Hola, lise dijo con rigidez desde la puerta. Record aquella noche de haca

    unos aos cuando Madre y yo regresamos de Pars, supervivientes de un terrible ataque

    en un callejn, y cmo l haba sido incapaz de separarnos de sus brazos. Me abraz

    tanto que al final de la noche me haba escabullido de l slo para poder respirar. Ahora,

    que permaneca con una mirada ms propia de un mandatario que la de un padre, habra

    dado cualquier cosa por uno de esos abrazos.

    Se gir y se pase, con las manos juntas detrs de la espalda. Se detuvo, mirando

    fijamente por la ventana, pero sin ver realmente el csped que haba tras ella, y vi su

    nublado rostro en el reflejo del cristal mientras, sin girarse, me dijo:

    Quera ver cmo estabas.

    Estoy bien, gracias, Pap.

    Hubo una pausa. Mis dedos se aferraron al tejido de mi blusn. Se aclar la

    garganta.

    Haces un buen trabajo al ocultar tus sentimientos, lise; son cualidades como

    sta por la que algn da te llamarn Gran Maestre. Tu fuerza reconforta nuestra casa y

    algn da ser el beneficio de la Orden.

    S, Padre.

    Se volvi a aclarar la garganta.

    An as, quiero que sepas que, en privado o cuando t y yo nos encontremos

    solos, que que es perfectamente admisible no estar bien.

    Entonces admito que estoy sufriendo, Padre.

    Dej caer la cabeza. Sus ojos eran crculos negros en el reflejo del cristal. Saba

    por qu le resultaba tan difcil mirarme. Era porque le recordaba a ella. Le recordaba a

    su agonizante esposa.

    Yo tambin estoy sufriendo, lise. Tu madre significa el mundo para ambos.

    (Y si hubiese un momento en el que l se girara de la ventana, cruzara la

    habitacin, me rodeara entre sus brazos y permitiera compartir nuestro dolor, entonces

    ah terminara. Pero no lo hizo.)

    (Y si hubiese un momento en el que pudiese preguntarle por qu, si l conoca

    mi dolor, pasaba ms tiempo con Arno que conmigo, entonces ah terminara. Pero no lo

    hice.)

  • Poco ms se dijo antes de que se fuera. Poco tiempo despus escuch que haba

    salido a cazar con Arno.

    El mdico llega pronto. Nunca trae buenas noticias.

    ii.

    En mi mente, revivo otro encuentro, dos aos antes, cuando fui convocada en el estudio

    de Padre para una reunin con l y Madre, quien pocas veces tena un gesto de

    preocupacin en ella. Supe que eran asuntos serios que queran discutir cuando a Olivier

    se le pidi retirarse, la puerta se cerr y padre me invit a que tomara asiento.

    Tu madre me ha contado que tu entrenamiento progresa adecuadamente, lise

    dijo.

    Asent con entusiasmo, mirando a uno y a otro.

    S, Padre. Mr Weatherall dice que voy a ser una espadachina de la hostia.

    Padre se qued de piedra.

    Ya veo. Una de las expresiones britnicas de Weatherall, sin duda. Bueno, me

    alegra or eso. Obviamente te asemejas a tu madre.

    T no te quedas corto con la espada, Franois dijo Madre, con un dejo de

    irona.

    Te recuerdo que ha pasado tiempo desde que nos batimos en duelo.

    Me lo tomar como un desafo.

    l la mir y por un momento los asuntos serios se olvidaron. Yo me olvid. Por

    un segundo slo eran Madre y Padre en la habitacin, bromeando y coqueteando entre

    ellos.

    Y entonces, tan rpido como vino el momento, tambin acab y su atencin se

    volvi a depositar en m.

    Ests en el camino de convertirte en Templaria, lise.

    Cundo ser iniciada, Pap? le pregunt.

    Tus estudios los terminars en la Maison Royale en Saint-Cyr, entonces te

    convertirs en un miembro de la Orden en toda regla y te preparars para tomar mi

    puesto.

    Asent.

    Pero primero hay algo que tenemos que contarte mir a Madre, sus rostros

    eran serios ahora. Es sobre Arno

    iii.

    Arno era por aquel entonces mi mejor amigo, y supongo que la persona que ms quera

    despus de mis padres. Pobre Ruth. Tuvo que abandonar las ltimas esperanzas de que

    sentara la cabeza a la niez de una nia y empezara a sentir inters en las mismas

    cosas de nias que tanto adoraban las de mi edad. Con Arno por aqu, no slo tena el

    amigo que siempre quise, sino un amigo que era chico. Sus sueos se desmoronaron.

    Supongo que, mirando atrs, me aprovech bastante de l. Un hurfano, que

    vino a nosotros sin rumbo, con una necesidad de direccin, y yo, por supuesto, siendo

    tanto joven Templaria como nia pequea y egosta, le haba hecho mo. ramos

    amigos y de la misma edad, pero an as mi rol fue el de hermana mayor, y fue un rol

    que tom con mucho gusto. Me encantaba hacerle mejorar fingiendo peleas de espada.

    Durante las sesiones de entrenamiento con Mr Weatherall era una novicia cobarde

    propensa a los errores y, mientras l los remarcaba a menudo, me guiaba por mi corazn

    y no por mi cabeza, pero en los juegos de pelea con Arno, mis habilidades como novicia

    me hicieron una deslumbrante maestra. En otros juegos comba, rayuela, bdminton

    estbamos muy igualados. Pero yo siempre ganaba en las luchas de espada.

  • Cuando haca buen tiempo, deambulbamos por las tierras de la zona, espiando a

    Laurent y a otros del personal, lanzando piedras al lago. Cuando llova permanecamos

    dentro y jugbamos al backgammon, a las canicas o a la matatena. Hacamos girar aros

    por la superficie del gran corredor y vagbamos por el suelo, ocultndonos de las

    criadas y corriendo entre risitas cuando nos echaban.

    Y as era cmo pasaba mis das: por la maana era instruida y preparada para mi

    vida adulta y mi liderazgo de los Templarios franceses; por la tarde era cuando dejaba

    todas las responsabilidades y en vez de ser una futura adulta, me converta en una nia

    otra vez. Incluso entonces, aunque nunca me haba expresado bien de esa manera, saba

    que Arno representaba mi va de escape.

    Vaya, nunca le haba visto tan feliz dijo Ruth con resignacin.

    Desde luego, le tienes mucho cario a tu nuevo amiguito, no es as, lise?

    palabras de mi madre.

    (Ahora mientras veo a Arno pasando el tiempo con mi padre en el patio y

    escucho que se van a cazar juntos me pregunto, mi madre se sinti un poco celosa por

    tener una pareja en mi vida? Ahora s cmo pudo haberse sentido.)

    An no me ha ocurrido que mi relacin amistosa con Arno pudiese ser una causa

    de preocupacin. No hasta que en ese importante momento, cuando permanec ante

    ellos en la sala de audiencias, me dijeron que tenan algo que decirme sobre l.

    iv.

    Arno es descendiente de un Asesino dijo mi padre.

    Y una pequea parte de mi mundo interior se agit.

    Pero empec diciendo, e intent reconciliar dos imgenes en mi mente.

    Una de Arno en sus zapatos de hebilla brillantes, chaleco y chaqueta, corriendo por el

    recibidor del palacete y dirigiendo su aro con un palo. La otra del doctor Asesino en el

    callejn, con su alto sombrero entre la niebla.

    Los Asesinos son nuestro enemigo.

    Madre y Padre compartieron una mirada.

    Sus objetivos son opuestos a los nuestros, es cierto dijo l.

    Mi mente estaba acelerada.

    Pero pero eso quiere decir que Arno querr matarme?

    Madre se me acerc para consolarme.

    No, cario, no, no quiere decir nada de eso. Arno sigue siendo tu amigo.

    Aunque su padre, Charles Dorian, era un Asesino, Arno no saba nada de su destino. No

    hay duda de que se lo habran dicho, a su tiempo; tal vez a su dcimo cumpleaos como

    nosotros planebamos hacer contigo. Pero tal y como est, l entr a esta casa sin ser

    consciente del futuro que se esperaba de l.

    Entonces no es un Asesino. Simplemente es el hijo de un Asesino.

    Otra vez se volvieron a mirar.

    Tendr ciertas caractersticas innatas, lise. En muchos sentidos Arno es, era

    y siempre ser un Asesino es slo que no lo sabe.

    Pero si no lo sabe entonces nunca seremos enemigos.

    Exactamente dijo Padre. De hecho, creemos que su naturaleza podra ser

    debilitada con educacin.

    Franois dijo madre con advertencia.

    Qu quiere decir, Padre? pregunt, mientras mis ojos se movan

    rpidamente entre l y ella, notando su incomodidad.

    Quiero decir que has tenido mucha influencia en l, no es as? pregunt

    Padre.

  • Sent que me ruborizaba. Era tan obvio?

    Tal vez, Padre

    Quiere ser como t, lise, y por qu no? Es gratificante de ver. Muy

    alentador.

    Franois dijo Madre de nuevo, pero l la detuvo con una mano estimada.

    Por favor, querida, djame esto a m.

    Les observ detenidamente.

    No hay razn por la que t, como amiga y compaera de juegos de Arno, no

    puedas empezar a ensearle nuestros modos.

    Adoctrinarle, Franois? dijo mi madre con un destello de ira.

    Guiarle, cario.

    Guiarle de una manera que va en contra de su naturaleza?

    Y cmo lo sabremos? Puede que lise tenga razn y que l no sea un

    Asesino hasta que no se convierta en uno. Quizs podamos salvarle de las garras de su

    gente.

    Los Asesinos no saben que est aqu? pregunt.

    Creemos que no.

    Entonces no hay razn por la que lo descubran.

    Eso es cierto, lise.

    Entonces no necesita ser nada.

    Una mirada de confusin cruz la cara de mi padre.

    Lo siento, querida, no te entiendo.

    Lo que quera decir era dejarle fuera de todo esto. Dejar ser a Arno por m, que

    no tuviese nada que ver con la manera en que vemos el mundo, con la manera de

    amoldar el mundo dejar que una pequea parte de m la comparta con Arno y que sea

    libre de todo eso.

    Creo dijo Madre, que lo que est intentando decir lise es extendi sus

    manos por qu tanta prisa?

    l apret los labios, no muy a gusto por la resistencia que oponan sus mujeres.

    l est bajo mi tutela. Un nio en esta casa. Se le educar bajo las doctrinas de

    esta casa. Dicho de otra manera, tenemos que hacerlo antes de que los Asesinos lo

    hagan primero.

    No tenemos razones para temer que los Asesinos sepan de su existencia

    presion ella.

    No podemos estar seguros. Si los Asesinos llegan hasta l, lo adentrarn en su

    Orden. No ser capaz de resistirse.

    Si no ser capaz de resistirse, entonces cmo vas a guiarle por el camino

    contrario? supliqu, aunque mis razones era ms personales que ideolgicas.

    Cmo vamos a ir en contra de un destino que ya est impuesto en l?

    l me compuso con una dura mirada.

    Quieres que Arno sea tu enemigo?

    No dije exaltada.

    Entonces lo mejor ser asegurarnos de ello, adentrndolo en nuestra manera

    de pensar

    S, Franois, pero ahora no interrumpi Madre. No todava. No cuando

    los nios son tan jvenes.

    Se vio de un rostro de protesta a uno ms suave.

    Vosotras dos dijo con una sonrisa. Est bien. Se har lo que deseis por

    el momento. Pero repasaremos la situacin ms tarde.

    Le envi una mirada de agradecimiento a mi madre.

  • Qu hara sin ella?

    v.

    Ella cay enferma poco despus de eso, y se me limit el acceso a sus aposentos, que

    permanecan oscuros da y noche, aquella parte de la casa estaba prohibida excepto por

    su criada, Justine, mi padre y yo, y tres enfermeras que fueron contratadas para cuidar

    de ella, todas ellas llamadas Marie.

    Para el resto de la casa, ella empez a dejar de existir. Aunque mis rutinarias

    maanas permanecan las mismas, primero con mi director y despus en el bosque al

    borde de nuestras tierras, aprenda esgrima con Mr Weatherall. Ya no pasaba las tardes

    fuera con Arno; las pasaba al lado de la cama de mi madre, agarrando su mano mientras

    las Maries se preocupaban por pequeeces alrededor de nosotras.

    Vi como Arno empezaba a acercarse a mi padre. Vi como padre encontraba

    tranquilidad por el estrs de la enfermedad de Madre, siendo su tutor. Mi padre y yo

    intentbamos superar gradualmente la prdida de Madre, ambos encontramos diferentes

    maneras de hacerlo. La alegra de mi vida se marchit.

    vi.

    Sola tener un sueo. Solo que no era un sueo porque estaba despierta. Supongo que

    dirs que era una fantasa. En esa fantasa estaba sentada en un trono. S cmo puede

    sonar eso, pero despus de todo, si no lo puedes admitir en tu diario cundo vas a

    admitirlo? Estoy sentada en un trono ante unos sujetos que en mi ensoacin no tienen

    identidad, pero supongo que son los Templarios. Ellos estn reunidos ante m, la Gran

    Maestre. Y sabrs que no es particularmente una fantasa seria porque estoy sentada

    ante ellos como una nia de diez aos, la forma del trono es demasiado grande para m,

    mis piernas cuelgan, mis brazos no son lo suficientemente largos para alcanzar los

    brazos de la silla. Soy lo menos que se puede asemejar a un monarca al que puedas

    imaginar, pero es una ensoacin y las fantasas son as a veces. Lo ms importante de

    este sueo no es que yo me convierta en un rey, tampoco que haya trado mis dominios

    de Gran Maestre hacia adelante por dcadas. Lo ms significativo de todo eso, y de lo

    que me aferro, es que a cada lado mo estn mi madre y mi padre.

    Cada da en que ella se va volviendo ms dbil y se acerca ms a la muerte, y

    cada da en que l se acerca ms a Arno, la impresin de ellos a mi lado se vuelve ms y

    ms difusa.

  • 15 de abril de 1778

    Hay algo que tengo que contarte, lise, antes de que me vaya. Me cogi la mano con un agarre que fue muy dbil. Mis hombros se agitaron

    mientras empezaba a sollozar.

    No, por favor, Madre, no

    Calla, hija, s fuerte. S fuerte por m. Me estoy alejando de ti y debes verlo

    como una prueba de tu fuerza. Debes ser fuerte, no slo por ti, tambin por tu padre. Mi

    fallecimiento le hace vulnerable ante las voces conflictivas de la Orde