artículo+complutum diferencias entre magdaleniense y aziliense

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    La cronologa del trnsito

    Magdaleniense / Aziliense en la regin cantbricaThe chronology of the Magdalenian / Azilian transition

    in the Cantabrian region

    David LVAREZ ALONSO

    Departamento de Prehistoria y Arqueologa. [email protected]

    Recibido: 12-06-2007Aceptado: 10-01-2008

    RESUMEN

    El final del Paleoltico coincide con un cambio climtico importante, el final del Pleistoceno y de la eracuaternaria y el comienzo del Holoceno. En la regin cantbrica ese momento est marcado por el trn-sito entre dos culturas que presentan al mismo tiempo continuidad y gran diferencia. El proceso de micro-litizacin que comienza en el Magdaleniense tiene su punto lgido durante los primeros momentos delEpipaleoltico, en concreto durante el Aziliense. Resumiendo la informacin disponible, en este artculo setrata de asignar una cronologa al momento del cambio entre ambos mundos, el Magdaleniense y elAziliense, en el norte de la Pennsula Ibrica Ibrica.

    PALABRAS CLAVE:Magdaleniense. Aziliense. Tardiglaciar. Cronologa. Regin cantbrica.

    ABSTRACT

    The end of the Palaeolithic coincides with an important climatic change: the end of the Pleistocene andthe Quaternary, which give way to the Holocene. This moment is marked in the Cantabrian region of Spainby the transition between two cultures. This transition is not abrupt, but the cultures are very different. Theprocess of increasing abundance of microliths, which starts in the Magdalenian, has its best expressionduring the first phases of the Epipaleolithic, more specifically during the Azilian. In this paper, we presenta chronology for the moment of change from one world to the other, from the Magdalenian to the Azilian,

    in the northern Iberian Peninsula.

    KEY WORDS:Magdalenian. Azilian. Late glacial. Chronology. Cantabrian region.

    SUMARIO 1. Introduccin. 2. Dataciones 14C y AMS del Magdaleniense superior / final y Aziliense can-tbrico. 3. El Magdaleniense superior en el Cantbrico. 4. El Magdaleniense final y el trnsito al Aziliense.5. La caracterizacin industrial. 6. Conclusiones.

    Complutum, 2008, Vol. 19 (1): 67-78 ISSN: 1131-699367

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    1. Introduccin

    El fin del Paleoltico en la regin cantbrica vie-ne marcado por el periodo conocido como Tardigla-ciar, momento en el que termina la glaciacin wr-miense y da comienzo el Holoceno, situando, portanto, el final del Magdaleniense en las ltimas pul-saciones fras del Tardiglaciar, en la etapa conocidacomo Dryas II (Hoyos Gmez 1995). Durante el

    paso a la etapa siguiente, el Allerd, se da el trn-sito del Magdaleniense al Aziliense en lo que sinduda es una circunstancia marcada por el progresi-vo cambio climtico que se produce hacia el finaldel Pleistoceno y el inicio del Holoceno, durante elcual el Aziliense se desarrollar en su fase clsica.

    El progresivo aumento de las masas boscosas, algoevidenciado por el tipo de faunas halladas en losyacimientos, as como la cada vez ms importante

    presencia de recursos marinos y fluviales en el re-gistro fsil, son sin duda marcadores del cambioeconmico y cultural que lentamente se est pro-duciendo en las comunidades humanas de los mo-mentos finales del Paleoltico.

    Esta evolucin es sin duda una adaptacin socio-cultural y ecolgica de estos grupos humanos quehabitan el norte de la Pennsula Ibrica. El iniciodel Aziliense, si bien en las industrias supone un

    cambio notable, aunque este se venga dando de for-ma paulatina y con una cierta evolucin ms evi-dente en lo ltico, supone un fuerte cambio en laconcepcin social existente durante el resto del Pa-leoltico superior, ya que uno de sus elementos cul-turales ms evidentes y notables, considerado unaexpresin grfica y plstica de su mentalidad, cul-tura y organizacin social, como es el arte rupestre,deja de realizarse. Este hecho sin duda supone ungran cambio de una etapa a otra, pero no es el ni-co, ya que las estrategias recolectoras y de caza pa-recen diversificarse con respecto al final del Magda-leniense, seguramente como una adaptacin ms alos cambios que paulatinamente se van sucediendo.

    2. Dataciones 14C y AMS del Magdaleniensesuperior / final y Aziliense cantbrico(Tablas 1-3)

    Antes de entrar a valorar las cronologas en con-junto conviene hacer algunas aclaraciones sobrelas distintas dataciones realizadas sobre muestrasdiferentes y con dos mtodos tambin diferentes, el

    14C convencional y el 14C por AMS (Acelerator MassSpectometry).

    No tenemos los datos completos de las fichas decada muestra, por lo que en algunos casos -los me-nos- slo sabemos el nivel y la datacin, conociendoen los casos ms completos el tipo de muestra anali-zada, el mtodo, el nivel y la caracterizacin indus-trial, as como los datos de conjunto sobre las carac-tersticas sedimentolgicas del yacimiento -esta l-tima casustica tambin es escasa. Por lo tanto en lamayora de casos slo conocemos datos parciales

    para poder estimar la validez o no de la datacin yextremar as las precauciones a la hora de hacer unavaloracin de conjunto como la que pretendemos.

    La datacin delMirn 306, 11.65050 BP (GX-

    24468) (Straus y Gonzlez Morales 2003), con unnivel de trnsito Ms / Az, no ofrece dudas al ser unadatacin AMS sobre hueso y ser concordante conla cronologa general para ese episodio. Lo mismosucede para Mirn 102.1, 11.95070 BP (GX-23417) (Msf / Az) y Mirn 305, 10.27050 BP(GX-24467) (Aziliense) (Straus y Gonzlez Mora-les 2003), pero no paraMirn 308 12.350180 BP(GX-28210) (Straus y Gonzlez Morales 2003), queofrece alguna duda por el tipo de muestra analiza-da, una concha y tratarse de una datacin 14C con-vencional. Por lo que respecta a las dataciones del

    nivel 11.1 (GX-23391) (Msf / Az) y 12 (GX-22132)(Msf) (Straus y Gonzlez Morales 2003) hemosdescartado a priori la primera, 11.720140 BP, a

    pesar de no ser discordante con el contexto generalcantbrico, por ofrecer dudas al estar realizada so-

    bre una concha por el 14C convencional. Por lo querespecta a la segunda, 12.97070 BP, est realizadasobre una muestra de carbn por el mtodo AMS(Straus y Gonzlez Morales 2003) y su datacinconcuerda con el inicio del Msf, por lo que est fe-cha s la consideramos vlida.

    En la cueva deLa Garma A todas las datacionespara el Msf son AMS y realizadas sobre hueso, porlo que a priori no ofrecen dudas, en este caso ni-camente hemos descartado la datacin del nivel 5,11.470150 BP (OxA-8720) (Arias et al. 2000).

    El caso de la cueva de Abauntz, en concreto sunivel 2r con industria del Ms, es ms complejo, yaque existen tres dataciones diferentes para el mis-mo nivel. Las dataciones fueron realizadas con 14Cconvencional, dos de ellas sobre carbn, lo que a

    priori es una buena muestra, aunque hemos descar-tado sin embargo una de estas muestras de carbn

    por haber ofrecido una datacin para el Ms de

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    14.950840 BP (Beta-65726) (Utrilla 1982). La da-tacin 12.34060 BP (CAMS-9918) es ms cohe-rente con el nivel y tambin es una muestra de car-

    bn, aunque tambin ha quedado descartada. Porotra parte de la datacin (OxA-5116) 11.76090BP es una datacin AMS y es aceptada por su auto-ra (Utrilla 1996).

    El Ms de Tito Bustillo tiene un conjunto ampliode fechas, entre las que las dataciones CSIC sondesechables todas por estar envejecidas y ser clara-mente incoherentes con la cronologa general delMagdaleniense superior, as como la datacin AMS

    14.550110 BP (OxA-6260) (Moure 1997), similaren resultados a las del CSIC, lo que puede estar in-dicando alteraciones postdeposicionales del regis-tro de Tito Bustillo, algo razonable al tratarse de unmismo espacio de habitacin recurrente a lo largodel Magdaleniense. Las dos dataciones que quedan,13.520110 BP (OxA-6258) y 12.85090 BP (OxA-6259) (Moure 1997), son diferentes y complejas yaque en este tramo superior del yacimiento de Tito

    Bustillo se da una problemtica muy clara sobre laindefinicin existente en algunos casos con el Mag-

    daleniense medio, por ello a priori no las vamos aconsiderar errneas pero tampoco las tendremos encuenta en nuestro anlisis ya que su contextualiza-cin no es muy clara.

    Del yacimiento de Cualventi no conocemos biensu industria y contexto, y la datacin propuesta pa-ra un hipottico Msf / Az, 11.270150 BP (GrN-13774) (Garca Guinea 2000), parece algo rejuve-necida y no encaja con la dinmica general acepta-da para este episodio.

    Algo similar le sucede al nivel 3a (Ms) de Cue-va Oscura de Ania, 11.670200 BP (Gif-5106) (P-rez 1992) y (Adn et al. 2005), que parece ser algo

    joven para el contexto que tiene, en cambio la data-cin para el Aziliense antiguo de esta cueva, su ni-vel 0b (N2) 11.800200 BP (Gif-5102) (Prez 1992)y (Adn et al. 2005), concuerda con el contexto ge-neral cantbrico.

    La serie de La Riera tiene varias dataciones,pero nicamente parecen coherentes para el Ms,12.620300 BP (UCR-1274D) y 12.360670 BP(Ly-1645) (Straus y Clark 1986), aunque esta ltimacon un margen de error que la hace desaconsejable

    para efectuar cualquier valoracin.Las dataciones que se realizaron sobre el arte

    mueble procedente de las excavaciones antiguas dela cueva deLa Paloma (Barandiarn 1988), aunquerealizadas por el mtodo AMS y no ser demasiadodiscordantes con el estrato al que pertenecen, es po-sible que estn algo rejuvenecidas, ya que en estemomento no nos es posible cuantificar en qu me-dida afecta a esos materiales el lapso de tiempo quehan permanecido almacenados desde su extraccindel contexto arqueolgico. Al yacimiento de Cueto

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    Tabla 1.- Dataciones del Msf/Az del occidente cant-brico.

    Tabla 2.- Dataciones del Msf/Az del centro de la regincantbrica. Tabla 3.- Dataciones del Msf/Az del cantbrico oriental.

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    de la Mina (Barandiarn 1988) le sucede algo si-milar.

    Las cuevas deLas Caldas (Corchn Rodrguez1995),La Lluera I(Rodrguez Asensio 1990),LosAzules I (Fernndez Tresguerres 1989, 1995), LaPila (Bernardo de Quirs y Gutirrez Saez 1992),Pea del Perro (Gonzlez Morales y Daz Casado2000), Rascao (Barandiarn y Gonzlez Echega-ray 1981), Santa Catalina (Berganza 1992),Lami-nak II(Berganza y Arribas 1994),Horno (Fano etal. e.p.),Antn koba (Armendriz 1993, 1997),Be-rroberria D inf(Barandiarn 1990) yZatoya (Ba-randiarn y Cava 1994) no ofrecen dudas y sus da-taciones son aceptadas.

    Otras dataciones existentes para este periodo fi-

    nal del Magdaleniense directamente las hemos de-sechado por incoherentes y no las contemplamos eneste trabajo, as tenemos las dataciones de las cue-vas de Urtiaga, Santimamie,El Valle,La Fragua,El Castillo, o por el contexto claramente alterado,Ermittia.

    3. El Magdaleniense superior en el Cantbrico

    Podemos establecer como fecha segura para elinicio del Magdaleniense superior la propuesta por

    C. Gonzlez Sainz (1994, 1995), que marcara elcomienzo de esta etapa en el 13.000 BP por existiren el momento actual datos suficientes para no te-ner dudas al respecto. No obstante, en el periodocomprendido entre el 13.500 BP y el 13.000 BP sedan manifestaciones de Magdaleniense medio ysuperior, as como niveles de transicin, reflejada

    por yacimientos comoLa Garma, Cueva Oscura oTito Bustillo.

    Como techo para el Magdaleniense e inicio delAziliense, la fecha propuesta por el mismo autor entorno al 11.500 BP1 est sobradamente documenta-da y contrastada, por ello en este trabajo se haruna actualizacin de las fechas existentes y una or-ganizacin interna de las mismas, centrndonos enlos aspectos ms controvertidos2.

    Por lo que se refiere al final de la etapa magda-leniense, el aspecto ms representativo es la evolu-cin tipolgica de los arpones (Figs. 2 y 3), siendoel momento de inflexin el paso de la seccin cir-cular a la aplanada y no siendo coetneas ambasformas en ningn momento ni temporal3 ni espa-cialmente (Gonzlez Sainz 1989a, 1994, 1995). Losinicios de esta fase podemos establecerlos en torno

    a una serie de cronologas que hacen referencia avarios niveles en los que son elementos de referen-

    cia la presencia de arpones, tanto de una como dedos hileras, y de piezas de arte mobiliar. Estos mo-mentos iniciales se pueden situar alrededor del13.500 BP en el paso del Dryas I al Blling, pero segeneralizan indiscutiblemente a partir del 13.000BP (Gonzlez Sainz 1995). Aproximadamente losautnticos cambios que producen la aparicin de losarpones y el inicio del Magdaleniense superior segestan en el Cantbrico V durante el Dryas I, conel antecedente claro en el utillaje de los cazadoresdel Magdaleniense inferior, pero sobre todo conquien guarda ms similitudes es con el Magdale-niense medio, con una gran variedad en lo seo y en

    lo artstico, perdurando alguno de los elementos ca-ractersticos como las azagayas ahorquilladas o lasvarillas planoconvexas (Gonzlez Sainz 1995).

    As tenemos las siguientes fechas para los iniciosdel Magdaleniense superior cantbrico, un momentoen el que la distincin con el Magdaleniense mediono es siempre clara4, sobre todo en yacimientos conexcavaciones antiguas, de donde tal vez vengan enmuchos casos los errores fruto del establecimientode rgidos paradigmas: 13.860100 BP (OxA-7181)y 13.490100 (OxA-7204) paraLa Garma A nivel5 (Arias et al. 2000), 13.870220 BP (I-8331) y

    13.520220 BP (I-8332) para el nivel 1c de TitoBustillo5 (Moure 1997). Esto entronca con otrosejemplos, como el que supone el nivel 3 de CuevaOscura, donde aparece un Magdaleniense medio(Adn et al. 2002) tal vez de transicin, pero conuna datacin de 13.500150 BP (Gif-5407). Estolleva a colocar el inicio del Magdaleniense con ar-

    pones en torno al 13.500 BP, y arroja cada vez msdudas sobre la caracterizacin e interpretacin quedebemos hacer del Magdaleniense medio.

    Tenemos una serie muy coherente entre s de da-taciones realizadas en diversos yacimientos cant-

    bricos para el Magdaleniense superior. Para esta fa-se existen una serie de dataciones que sitan el Mag-daleniense superior bien datado entre el 13.000 BPy el 12.000 BP, y as tenemos: 12.750130 (OxA-915) paraLa Paloma 4 (Barandiarn 1988), 12.282164 BP (BM-1450) y 12.896137 BP (BM-1451)

    para Rascao 2.1 y 2.3 (Barandiarn y GonzlezEchegaray 1981), 12.070100 (OxA-7203) de LaGarma A nivel 3 (Arias et al. 2000), 12.97070(GX-22128) para elMirn 12 (zona cabaa) (Strausy Gonzlez Morales 2003), 12.140180 BP de laPea del Perro 2c (Gonzlez Morales y Daz Casa-

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    do 2000), 12.530190 (GX-27457) y 12.250190(GX-27456) deHorno 1 y 2 respectivamente (Fa-

    no et al. e.p.), y 12.050190 BP (I-9240) deEkainVIb (Altuna 1984), todos ellos con industria biendefinida y presencia de arpones tanto de una comode dos hileras de dientes, as como variadas obrasde arte mobiliar.

    Como vemos todas ellas estn por debajo delhorizonte del 13.000 BP, que es donde se sita elgrueso de las manifestaciones del Magdaleniensesuperior. A este respecto debemos preguntarnos sitodos los niveles magdalenienses que nos encon-tramos antes del 13.000 BP los asignamos al Mag-daleniense medio nicamente por su posicin cro-noestratigrfica, ya que a veces la individualizacin

    de ambos periodos se hace muy difcil. Reconoce-mos entonces que a partir del 13.000 BP ya slocabe hablar de Magdaleniense superior, pero debe-mos establecer otro momento dudoso o crtico, sise le puede llamar as, en el periodo comprendidoentre el 13.500 BP y el 13.000 BP ya que es en estemomento donde se da el comienzo del Magdalenien-se superior y el fin del Magdaleniense medio, siendoevidente la dificultad que entraa discernir sobre laidentidad de muchos de los niveles de este periodode transicin.

    Debemos indicar que el elemento ms caracters-

    tico de atribucin e identificacin de un nivel deeste periodo es sin duda el arpn, aunque indistin-tamente aparecen desde los primeros momentos delMagdaleniense superior ejemplares de dos y de unahileras de dientes, sin ser esta caracterstica un ele-mento de diferenciacin cronolgica, como ya apun-tara el Conde de la Vega del Sella (1917).

    4. El Magdaleniense final yel trnsito al Aziliense

    En la zona costera existen varias cuevas con cro-nologas para los ltimos momentos del Magdale-niense superior, al igual que una serie de niveles

    bien documentados para fijar la transicin al Azi-liense, algo que por otra parte no es un rasgo exclu-sivo de las zonas costeras, ya que en medio pirenai-co, como ocurre con la cueva de Zatoya, existe unejemplo bien claro de esta transicin (Barandiarny Cava 1994). Por lo que respecta al inicio del Azi-liense, slo en tres yacimientos asturianos se tieneconstancia de niveles con industria postmagdale-niense y anterior al Aziliense clsico, Cueva Oscu-

    ra de Ania,La Lluera I yLos Azules (Adn, Garcay Quesada 2001, 2003; Fernndez Tresguerres 1995;

    Quesada Lpez 2006), aunque slo en el primeroexiste una cronologa para este periodo, 11.800200BP (Gif-5102). Del mismo modo slo contamoscon unas pocas dataciones para el Aziliense (Adn,Garca y Quesada 2005).

    As, los yacimientos de Cueva Oscura de Ania(Prez Prez 1992), Los Azules (Fernndez-Tres-guerres 1981, 1989),La Lluera I(Rodrguez Asen-sio 1990), Cueto de la Mina (Barandiarn 1988),La Paloma (Barandiarn 1988),La Pila (Bernaldode Quirs et al. 1992), El Castillo (Barandiarn1988), Pea del Perro (Gonzlez Morales y DazCasado 2000),Mirn (Straus y Gonzlez Morales

    2003), La Garma (Arias et al. 2000), Cualventi(Garca Guinea 2000), Santa Catalina (Berganza1992),Langatxo (Soto Barreiro 2003),Laminak II(Berganza y Arribas 1994),Antn Koba (Armen-driz 1997),Ekain (Altuna 1984),Erralla (Altuna1985),Zatoya (Barandiarn y Cava 1994) yBerro-berria6 (Barandiarn 1988), poseen dataciones delMagdaleniense final o de transicin, y Aziliense an-tiguo y clsico, existiendo en algunos casos conti-nuidad en la sucesin estratigrfica.

    Esta fase de transicin la podemos ver a travsde los siguientes niveles, con industrias del Magda-

    leniense final o Aziliense sin que existan demasia-das diferencias para identificarlos en un momentocultural definido. Son por ello niveles claros detransicin que presentan las siguientes dataciones:11.63050 BP (GX-24468) enMirn 306(trinche-ra) y 11.95070 BP (GX-23417) en Mirn 102.1(corral) (Straus y Gonzlez Morales 2003); 11.270150 BP (GrN-13774) en Cualventi 1a.4 (GarcaGuinea 2000); 11.900125 BP (Ua-3327) enLan-gatxo 1(Soto Barreiro 2003); 11.700140 BP (Ua-2362) en Laminak II (Berganza y Arribas 1994);11.900130 BP (OxA-949), 11.750300 BP (BM-2370), 11.600130 BP (OxA-978) del nivel D infe-rior deBerroberria (Barandiarn 1988), o las data-ciones de la cueva deZatoya que reflejan muy bienel trnsito del Magdaleniense final al Aziliense:11.620360 BP (Ly-1599), 11.480270 BP (Ly-1399) y 11.840240 BP (Ly-1400) (Barandiarn yCava 1994).

    La datacin que existe para Urtiaga D, 10.280190 BP (CSIC-64), est rejuvenecida y no es vli-da, ya que no encaja con la serie bien constatada ycoherente que existe para el Magdaleniense finalen transicin al Aziliense, algo similar a lo que le

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    sucede a la datacin del nivel III deErralla (Altunaet al. 1985). Queda bien reflejado en este aspecto

    que el punto de inflexin, la fechagrosso modo don-de se puede fijar el trnsito entre el Magdaleniensey el Aziliense, queda establecido en torno al 11.500BP, siguiendo tambin otros trabajos realizados so-

    bre el tema (Arribas 1990; Gonzlez Sainz 1989a,1989b, 1994), ya que tambin las primeras manifes-taciones del Aziliense aparecen datadas en ese mis-mo periodo. Del mismo modo podemos observarque las fechas existentes para el Magdaleniense fi-nal y la transicin comienzan a producirse en tornoal horizonte del 12.000 BP aproximadamente, y te-niendo como techo las ltimas dataciones Magdale-nienses, la fecha indicada de 11.500 BP, se puede

    afirmar que dataciones como las de Urtiaga (Muji-ka 1986) y Cualventi (Garca Guinea 2000), stacon ms interrogantes, son claramente incoherentescon el marco cronolgico del Magdaleniense final.

    Otro dato llamativo se produce en la identifica-cin de yacimientos costeros, o en reas interiores

    accesibles a la franja litoral mediante valles fluvia-les, en los que parece predominar una tempranatransicin al Aziliense con fechas aproximadas entorno al 12.000 BP. Esto se produce en La Pila(Bernaldo de Quirs et al. 1992), Pea del Perro(Gonzlez Morales y Daz Casado 2000) o SantaCatalina (Berganza 1992), aspecto que contrastacon la zona ms oriental del Cantbrico, donde pa-rece que en reas montaosas el proceso de transi-cin es ms tardo, producindose en torno a la fe-cha lmite propuesta de 11.500 BP, a este respecto

    podemos hablar de las fechas de Antn koba,11.800330 BP (I-16236) y 11.700180 BP (I-

    17479) (Armendriz 1990, 1993, 1997), dnde exis-te un Aziliense temprano, Cueva Oscura de Ania,11.800200 BP (GIF-5102) (Prez Prez 1992) oLa Pila 11.70070 BP (GIF-8184) (Bernaldo de

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    Figura 1.- Ejemplo de microlitizacin durante el Magdaleniense final / Aziliense. 1-15Zatoya 2e (Msf) Hojitas dedorso; 16-39 Cueva Oscura de Ania 0b (nivel 2) (Az): 16. escotadura; 17-24, 33-36, 39. laminitas de dorso; 25. lmi-na de borde rebajado; 26-27. puntas azilienses; 31. punta atpica; 37-38. punta de dorso doble.

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    Quirs et al. 1992); Mirn Cabaa 11.1 tambinpodra incluirse en este grupo con una datacin de

    11.720140 BP (GX-23391) (Straus y GonzlezMorales 2003). Incidimos en que la fecha de11.500 BP es el lmite superior del Magdaleniense,

    pero el inicio del proceso aziloide lo podemos esta-blecer en el periodo 12.000 11.500 BP, siendo yafechas para el Aziliense clsico a partir de 11.000BP, Los Azules 3e3, 10.320360 BP (BM-1877R)(Fernndez-Tresguerres 1989),La Lluera Inivel I,10.280230 BP (Rodrguez Asensio 1990) o laPe-a del Perro 10.160110 BP (GrN-18115) (Gonz-lez Morales y Daz Casado 2000).

    Por lo que respecta a la transicin entre una eta-pa y otra, se dan necesariamente como una evolu-

    cin, existiendo continuidad entre ambas y no ha-biendo en ningn caso coexistencia, al menos en el

    mismo mbito territorial. Los elementos industria-les preconizadores del Aziliense son ms caracters-

    ticos en la zona occidental en poca Magdalenien-se, aunque en general las tendencias industriales enambas etapas, Magdaleniense final y Aziliense, sonmuy similares (Gonzlez Sainz 1995).

    5. La caracterizacin industrial

    En las industrias lticas del final del Magdale-niense e inicio del Aziliense se observan correlacio-nes y continuidades (raspadores, hojitas de dorso,muescas, raederas), as como la evolucin de tiposconcretos (arpones) y la aparicin de nuevos ele-

    mentos (puntas azilienses, microgravettes y hojitasde doble dorso) adaptadas a las nuevas necesidades.

    La cronologa del trnsito Magdaleniense / Aziliense en la regin cantbrica David lvarez Alonso

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    Figura 2.- Arpones del Magdaleniense superior / final (Gonzlez Sainz 1989a).

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    Un aspecto a tener en cuenta es el descenso del uti-llaje seo y de la frecuencia de algunas piezas lti-

    cas directamente relacionadas con su trabajo, comoson los buriles (Gonzlez Sainz 1989a; QuesadaLpez 2006).

    Estas industrias tienden a una progresiva micro-litizacin durante las etapas finales del Magdale-niense, tendencia que contina y se acrecienta du-rante el Aziliense (Fig. 1), ya que no slo se fabri-can hojitas, sino que son utilizadas como soporte

    para realizar otros muchos tiles. En esta tendenciahacia la microlitizacin y la diversificacin del uti-llaje sobre estos soportes se entrev un progresivouso de mangos y tiles compuestos.

    En la cueva deLos Azules (Cangas de Ons, As-

    turias) se identific en algunas zonas de la cueva unnivel intermedio entre un Magdaleniense con arpo-nes (nivel 6) y un Aziliense clsico (nivel 3), deno-minado nivel 5, con matices en la industria simila-res al Aziliense, pero que en otros aspectos se dis-tanciaba de ellos (Fernndez-Tresguerres 1995).

    En estos niveles queda reflejada la diferenciaexistente entre Magdaleniense y Aziliense, pero ala vez su carcter evolutivo y de continuidad. No

    obstante, y dejando a un lado la industria ltica, dn-de mejor se observa la evolucin hacia el Aziliense

    es en los arpones (Fig. 3), con el mejor ejemplo yadems el nico con estas caractersticas conocido,en la cueva deLos Azules.

    Quizs el elemento ms destacado sea la decora-cin, ya que nicamente aparecen decorados loselementos del Aziliense antiguo deLos Azules yLaLluerapara luego dejar de presentar representacio-nes artsticas en el resto de etapas clsicas y evolu-cionadas. Hay que recordar que la decoracin es unelemento ampliamente presente en los arpones delMsf (Fig. 2). La caracterizacin de los arpones azi-lienses en el Cantbrico aparece muy bien explica-da y analizada por Fernndez-Tresguerres y Junce-

    da, constituyendo el nico elemento de anlisis pa-ra esta problemtica (Fernndez-Tresguerres y Jun-ceda Avello 1994).

    6. Conclusiones

    La fecha que se propone para la transicin vienems dada por los datos conocidos para el Magdale-

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    Figura 3.- Arpones azilienses. Aziliense antiguo: 1-2 (nivel 5); Aziliense clsico: 3-4 (nivel 3f); 6-7 (nivel 3e); 8-9 (ni-vel 3g) de la cueva deLos Azules (Cangas de Ons) / 5 Arpn del Aziliense antiguo de la cueva deLa Lluera I(Oviedo).

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    niense final que por lo que sabemos del Aziliense,y es por tanto una fecha propuesta ante la ausencia

    de niveles magdalenienses ms all de la cronolo-ga planteada. As hemos concluido con que el mo-mento final del Magdaleniense e inicio del Azilien-se se producira hacia el 11.500 BP -13.000/13.500BPcal-, como ya hemos apuntado en otros trabajosanteriores (lvarez Alonso e.p.).

    Asimismo, la fecha de 13.500/13.000 BP comoinicio del Magdaleniense superior es vlida tambin

    para las ltimas manifestaciones del Magdalenien-se medio. Si bien sabemos que el Magdalenienseinferior y el superior no se solapan, sino que en al-gunos casos casi se suceden cronolgicamente, es-tando muy cercanas las ltimas dataciones existen-

    tes para el Magdaleniense inferior (Tipo Juyo tar-do) y las primeras del Magdaleniense superior.

    Con el inicio del Magdaleniense con arpones sedesarrolla una misma evolucin que partiendo delMagdaleniense superior va evolucionando paulati-namente durante el Cantbrico VI y sobre todo enel Cantbrico VII para finalmente dar paso al Azi-liense (Gonzlez Sainz 1989, 1994, 1995), algo muy

    bien reflejado en la progresiva evolucin de los ar-pones que van aplanndose poco a poco y reducien-do su tamao y nmero de dientes, aunque no se

    puedan aplicar estrictamente estas caractersticas a

    un criterio cronolgico (Fernndez-Tresguerres yJunceda 1994). Vemos claramente que los nivelesexistentes para el final del Magdaleniense y los que

    presentan una clara evolucin hacia el Aziliense noestn situados ms all del 11.500 BP, por lo queesta fecha puede ser establecida claramente para elfinal del Magdaleniense, inicindose pues el Azi-liense durante el Allerd, coincidiendo con una cla-

    ra disminucin del rigor climtico, aunque esto talvez no pueda ser asociado claramente a las razones

    del cambio cultural que se produce.Por lo que respecta al proceso de transicin, seobserva un paulatino cambio que tiene sus prime-ros testimonios en la zona costera del occidentecantbrico, y que parece seguir un esquema transi-cional de Oeste a Este, aunque una vez ms este

    planteamiento pueda ser debido ms a la ausenciade niveles estudiados y datados que a una realidad,ya que la continuidad cultural de la regin franco-cantbrica ms all del Magdaleniense hace mscoherente la existencia de un nexo y no la presen-cia de un vaco en el oriente cantbrico.

    Por otra parte, tal vez en las causas de carcter

    econmico radiquen los aspectos ms importantesdel fin del Magdaleniense y la aparicin del Azi-liense, y de este modo la cada vez mayor importan-cia que los recursos marinos aportan al hombre pa-leoltico se acusan en la presencia ms intensiva deasentamientos en la lnea de costa cantbrica.

    As vemos cmo el esquema territorial presenteen las ltimas fases del Paleoltico superior de la re-gin cantbrica, sin llegar a abandonarse, comien-za a modificarse notablemente. Sin duda el patrneconmico y de asentamiento comienza una lentay natural evolucin, algo que no sucedi con uno

    de los aspectos ms representativos del hombre dePaleoltico superior, el arte, que deja de representar-se, por lo menos en las maneras que han perduradohasta nosotros. Esta tendencia, iniciada en el finaldel Tardiglaciar, se har an ms acusada duranteel Asturiense, ya plenamente condicionado por laclimatologa y el medio Holoceno.

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    NOTAS

    1. Nos decantamos por establecer el fin del Magdaleniense en torno a esta fecha, y no por alargarlo hasta el 11.000 BP, como

    plantea C. Gonzlez, que sita el trnsito en el 11.500/11.000 BP (Gonzlez 1994), al considerar suficientemente documen-tado la existencia de un nutrido grupo de fechas para el Magdaleniense terminal no posteriores al 11.500 BP.

    2. Fundamentalmente el trnsito hacia el Magdaleniense superior desde las distintas propuestas expuestas con anterioridad,el Magdaleniense inferior tipo Juyo y el Magdaleniense medio.

    3. Puede que temporalmente coincidieran algunas manifestaciones azilienses con las ltimas magdalenienses, pero nunca enel mismo mbito geogrfico, como demuestra la sucesin estratigrfica de los distintos yacimientos con niveles de transicin.

    4. En este punto debemos resaltar el constante solapamiento de fechas del magdaleniense medio con otras del inferior y supe-rior, haciendo que en algunos casos parezca existir una continuidad cronolgica entre el Magdaleniense inferior y el superior,quedando el medio en una situacin que podemos describir en algunos casos como de indefinicin.

    5. De las abundantes dataciones existentes para el Magdaleniense superior de este yacimiento, tal vez estas sean las ms vli-das para poder fijar un momento de inicio para este periodo en Tito Bustillo, siendo como hemos visto, el tramo inferior del

    nivel 1c tal vez la representacin de los momentos finales de la facies Juyo.

    6. Como vemos, esta fase del Magdaleniense es la mejor documentada y la que ofrece menos dudas, tanto sobre su estructu-racin interna como para fijar el momento de transicin al Aziliense que en la mayora de las cuevas donde aparece super-puesto al Magdaleniense, lo hace sin romper en ningn momento la continuidad estratigrfica.

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