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ACERCA DE “MUNDO” Y “REALIDAD” EN EL TRACTATUS DE WITTGENSTEIN Por Álvaro Revolledo Novoa “Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas” Julio Cortázar, Instrucciones para subir una escalera “...philosophers are not nearer to the meaning of ‘Reality’ than Plato got…” L. Wittgenstein, Big Typescript , p.424 Si el quehacer filosófico es visto como el resultado del retorno de ideas y problemas desde nuestros interlocutores en la formación de una tradición filosófica, entonces creo que no he tenido mejor iniciativa al confeccionar este ensayo que apelar a las investigaciones realizadas por nuestros maestros. Como nadie empieza desde la nada, ni filosofa retirado en su Torre de Marfil (o Torre de Babel, según sea el caso, ambas igualmente improductivas), me pareció apropiado revisar algunas de las publicaciones de profesores sanmarquinos sobre el asunto en cuestión. En cierta forma, aunque puedo exagerar, este breve recuento es un homenaje filosófico. Pero ciertamente, como no podía ser de otra forma, dicho “homenaje” no se convertirá aquí en una retahíla de simples lisonjas en que se suscriban sin más sus puntos de vista. Al contrario, y pese a mi respeto

Acerca de Mundo y Realidad en El Tractatus de Wittgenstein. Álvaro Revolledo Novoa

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ACERCA DE “MUNDO” Y “REALIDAD” EN EL TRACTATUS DE WITTGENSTEIN

Por Álvaro Revolledo Novoa

“Las escaleras se suben de frente, pues hacia atráso de costado resultan particularmente incómodas”

Julio Cortázar, Instrucciones para subir una escalera

“...philosophers are not nearer to themeaning of ‘Reality’ than Plato got…”

L. Wittgenstein, Big Typescript , p.424

Si el quehacer filosófico es visto como el resultado del retorno de ideas y problemas desde nuestros interlocutores en la formación de una tradición filosófica, entonces creo que no he tenido mejor iniciativa al confeccionar este ensayo que apelar a las investigaciones realizadas por nuestros maestros. Como nadie empieza desde la nada, ni filosofa retirado en su Torre de Marfil (o Torre de Babel, según sea el caso, ambas igualmente improductivas), me pareció apropiado revisar algunas de las publicaciones de profesores sanmarquinos sobre el asunto en cuestión. En cierta forma, aunque puedo exagerar, este breve recuento es un homenaje filosófico. Pero ciertamente, como no podía ser de otra forma, dicho “homenaje” no se convertirá aquí en una retahíla de simples lisonjas en que se suscriban sin más sus puntos de vista. Al contrario, y pese a mi respeto y admiración por igual a los profesores que mencionaré, no vi mejor manera de tomarlos en cuenta que someter sus interpretaciones a crítica señalando mis discrepancias con ellos. Si esto no es hacer filosofía, ¿qué cosa lo es?

Este breve ensayo tiene dos partes:

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La primera parte es un intento por hacer una reconstrucción crítica de la asimilación del pensamiento de Wittgenstein en San Marcos, a través de la lectura de algunas publicaciones de profesores de nuestra casa de estudios. Sin embargo, me he concentrado en aquellos trabajos publicados relacionados con la problemática ontológica en discusión, ya sea directa o indirectamente.

Para tal fin he preferido optar por una lectura en espiral en vez de una más lineal, de modo que pueda recoger algunas implicancias que se interconectan entre las diversas lecturas de Wittgenstein y mis observaciones críticas.

La segunda parte es más propositiva, pues intenta sostener una línea de interpretación wittgensteiniana en general, y en particular una lectura del Tractatus que eluda la perspectiva positivista clásica del decir en términos cientificistas sin recaer en el plano místico del mostrar y el repliegue silencioso.

1. Wittgenstein entre nosotros

Entre los artículos publicados por profesores sanmarquinos, una referencia breve y curiosamente del todo incorrecta a Wittgenstein es la que hace el Dr. Fernando Bobbio Rosas en “El concepto de realidad”, artículo publicado en la revista Letras del año 1976. En dicho artículo cita el primer aforismo del Tractatus en el idioma original alemán, y traduce la palabra Welt no por “mundo” sino como “realidad”; allí dice Bobbio: “Otros filósofos sostienen que la realidad está compuesta por hechos –y los hechos son la realidad–. El ya mencionado aforismo inicial del Tractatus así lo establece” .

El error que comete Bobbio al respecto es doble, pues unos párrafos más abajo cita el aforismo 1.1 del Tractatus, agregando antes: “Y, por si la idea no estuviese ya claramente expresada, es ampliada de inmediato, rechazando, además, que la integran cosas; al menos, como los elementos básicos” .

Alguien podría indicar que en general la exposición de la ontología del Tractatus no es aclarada por Wittgenstein, y en cierta parte tendría razón, como ocurre con una serie de conceptos no muy bien definidos en esta obra, pero cuando menos podemos atenernos a los aforismos tractarianos remitiéndonos a los propios términos usados por Wittgenstein y el significado que logran éstos a lo largo de la obra. Si la exposición de Wittgenstein no es clara, tampoco lo es el comentario de

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Bobbio. En primer lugar, de acuerdo a estos dos aforismos, Bobbio infiere incorrectamente que “la realidad está compuesta por hechos (Tatsachen)”y que “los hechos son la realidad”, cuando en sentido estricto la realidad (Wirklichkeit –término no empleado en los dos primeros aforismos) está compuesta por los estados de cosas (Sachverhalten) efectivos y no efectivos, los que se dan y los que no, y no solo por los hechos o estados de cosas efectivos (que componen el mundo).

Sin la intención de detenerme en una cuestión de orden filológico, quiero señalar que la traducción que hace Bobbio del término Welt en los dos primeros aforismos es incorrecta por dos razones: primero, porque contraviene el sentido común más elemental que asocia la palabra alemana welt con nuestra palabra “mundo” en construcciones ampliamente conocidas en el plano filosófico como weltanschauung, traducida sin mayor reparo como “concepción del mundo”; y segundo, y ésta es la más importante, porque confunde al lector no iniciado en el Tractatus dándole la idea de que “mundo” y “realidad” son la misma cosa.

En este ensayo pretendo dejar en claro que esta interpretación no es correcta, y que solo en un sentido débil o laxo, por cierto no el sentido principal en la obra, “mundo” y “realidad” pueden parecer referidas a lo mismo, como cuando el mundo real o efectivo equivale a la realidad empírica (Realität).

Otra alusión más directa a la obra de Wittgenstein la encontramos en la ponencia del Dr. Arsenio Guzmán Jorquera titulada “Wittgenstein. Notas sobre su pensamiento” como parte del ciclo de conferencias La Filosofía Alemana. Desde Nicolás de Cusa hasta nuestros días, publicadas en conjunto en 1978. Para nuestros fines, consideraré algunos pasajes ligados al tema central de nuestra exposición a fin de señalar algunas consideraciones críticas.

Según el Dr. Guzmán Jorquera, los miembros del “Circulo de Viena” hicieron una interpretación empirista del Tractatus, y por eso, encontraron en esta obra los fundamentos para su intento de eliminar radicalmente toda metafísica . El Dr. Guzmán Jorquera no deja clara su posición al respecto, pero a partir de algunos pasajes del citado artículo se puede inferir que implícitamente está de acuerdo con dicha interpretación empirista. Esto es, Guzmán Jorquera inicialmente señala la interpretación empirista de los positivistas lógicos como quien se aparta, pero su propia interpretación termina siendo empirista, cuando menos, en este artículo.

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Dicha interpretación empirista puede quedar nítida cuando Guzmán Jorquera indica que el propósito del Tractatus es el estudio de los límites del discurso fáctico, entendidos como los límites del sentido, y que dichos límites descansan en el descenso hasta las proposiciones elementales; en ese marco, Guzmán Jorquera interpreta que “Toda proposición fáctica tiene un sentido preciso, y lo tiene porque representa algún posible hecho (...), y que, hay proposiciones elementales verdaderas, por tanto, hay hechos atómicos que las hacen verdaderas”.

En principio, Guzmán Jorquera sigue a Russell al interpretar los Sachverhalten (sachlagen) como hechos atómicos. Según ello, y aquí cita algunos aforismos del Tractatus, la verdad o falsedad de las proposiciones elementales dependerá de la concordancia o no concordancia de su sentido con la realidad (2.222, 2.223). Esto último, a mi juicio, es algo innecesario de discutir, pues queda ratificado por otros textos posteriores, como las Philosophische Bemerkungen ; pero no es correcta la primera asociación que hace Guzmán Jorquera, al señalar que los límites del sentido corresponden a límites de un discurso fáctico, pues Wittgenstein establece una diferencia entre el sentido de una proposición y el hecho de que ésta sea verdadera o no (2.22, 2.221, 4.06). Es, más bien, en clave positivista, que el sentido de una proposición dependerá de si es acorde o no con la experiencia, lo que comúnmente es llamado el criterio verificacionista del significado .

La consecuencia de esta interpretación empirista es que las proposiciones elementales, verificadas empíricamente, son el fundamento de todo el conocimiento subsiguiente hasta llegar a formular leyes generales sobre el mundo basadas en un procedimiento inductivo de transferencia de verdad de lo singular a lo general . Mi planteamiento es que Wittgenstein nunca suscribió tal afirmación, y que esto solo ocurre en el imaginario del positivismo lógico. Por el contrario, en el Tractatus Wittgenstein ataca la misma noción de inducción como una ilusión psicológica, pues no hay un nexo causal en términos empíricos; solo hay causalidad lógica (5.136, 5.1361, 6.31, 6.32, 6.363, 6.3631, 6.36311, 6.37).

Lo que quiero explicar aquí es que, siguiendo al propio Tractatus, toda proposición es, en buena cuenta, una figura (Bild ), es decir, un modelo de la realidad, y que el entramado de proposiciones pertenece a un modelo científico del mundo que parte de una expectativa sobre él. Así, las proposiciones, o los modelos (hay diversos modelos existentes y posibles) en tanto sistemas de proposiciones son como

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instrumentos para medir el mundo y no representaciones exactas del mundo tal y como éste es en sí mismo.

Una última referencia a una investigación de un profesor sanmarquino que quiero mencionar aquí es la tesis de licenciatura del Prof. José Carlos Ballón Vargas titulada Wittgenstein y la teoría del conocimiento del año 1983. Hay una serie de afirmaciones por demás interesantes en el trabajo de Ballón, pero igual que en los casos anteriores rescataré aquello que sea relevante para la temática del presente ensayo. Podríamos resumir la afirmación general de su tesis del siguiente modo:

En el T. L. P. el mundo no es el mundo sensible, sino un mundo lógico. No se trata en él de las cosas, sino de hechos en un espacio lógico.

Hasta este punto la interpretación que hace Ballón del Tractatus es correcta, y no cae en la acostumbrada interpretación empirista positivista y sus implicancias, según lo explicado anteriormente. Sin embargo, a Ballón le parece que el Tractatus es una obra filosófica de cuño idealista influida por las anteojeras kantianas. Ballón señala que Wittgenstein ha pasado por alto, siguiendo a Kant, las bases gnoseológicas del empirismo clásico, sobre todo a Locke. Según esto, Wittgenstein ya no habla de un mundo externo como una representación sensible como ocurre en los empiristas, o de una realidad extra-lingüística. Todo indica que de lo que se trata es de reconsiderar las cosas y el mundo en términos empiristas.

Pero eso no es todo. El objetivo es, según Ballón, “virar hacia una filosofía materialista, científica y socialmente revolucionaria, tres aspectos interconectados del mundo actual” (p. 41). Y esto no es algo a discutir, sino que es un imperativo (“debe ser abordada hoy” –expresa Ballón). Esto me permite indicar que el análisis del Tractatus que hace Ballón no es desde una interpretación positivista, en el sentido de estar de acuerdo con los postulados generales del Positivismo Lógico, pero sí desde un marcado cientificismo producto de una concepción materialista del mundo en el que la ciencia resulta ser el modo correcto y privilegiado de representarlo más exactamente. A Ballón le desagrada los supuestos “límites” impuestos, según él en el Tractatus, a la ciencia y la técnica (“las más avanzadas que haya conocido la humanidad” hasta hoy), y el cuestionamiento de “la objetividad de su verdad empírica y practica” (p. 43).

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En conclusión, Ballón reclama, en contra del idealismo representado por Wittgenstein, una “filosofía científica”, “una concepción científica del mundo” desde la dialéctica materialista (pp. 50 y 53). Precisamente, a contrapelo de las pretensiones cientificistas de Ballón en esta obra, intentaré dejar en claro que la posición general del Tractatus no es cientificista en sentido estricto .

Hay una última cuestión sobre el Tractatus señalada por Ballón, pero esta vez, en su tesis de Magíster publicada como Un cambio en nuestro paradigma de ciencia en 1999. Entre otras cosas, curiosamente, aquí Wittgenstein es incluido en la lista de los cientificistas, o como Ballón la llama, la “tradición cientificista analítica”, junto a Frege, Russell y Carnap . En vista de que no es la intención aquí detenerse en detalles, resumiré nuevamente la posición de Ballón:

La perspectiva del Tractatus se ajusta a la visión del mundo proveniente de la física atomista (fetichismo objetualista) según la cual existen objetos por sí mismos, separados, aislados.

Para apoyar dicha conclusión Ballón cita los aforismos del Tractatus en que Wittgenstein indica que “el objeto es simple” (2.02) y que “los objetos forman la sustancia del mundo” (2.021) . Sin embargo, Ballón pasa por alto otros aforismos tractarianos en que se deja en claro que los objetos están interconectados, entrelazados como en un entramado, como eslabones de una cadena (2.01, 2.0121, 2.0122, 2.0141, 2.03, 2.151). Y esto último es lo más importante a rescatar pues es lo que permite hablar de la legaliformidad de la construcción científica del mundo (6.3, 6.361).

2. Instrucciones para medir el mundo

Una lectura regularmente establecida del Tractatus es la de tomarlo como un texto que advierte los límites del discurso, indicando aquello que puede decirse y lo que no. La consecuencia inmediata es que uno se ve impelido a abrazar un misticismo elemental en que es mejor callar sobre lo que no puede decirse, enfatizando el papel del silencio y de lo no escrito.

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Creo que esta lectura es válida, y nos la encontramos no pocas veces. Sin embargo, me veo interesado aquí por seguir otra ruta, la que nos indica aquello que sí podemos decir . Ciertamente esto tampoco constituye una novedad, pues las lecturas fuertes de corte positivista se fijaron precisamente en el decir más que en el mostrar. Pero, como he tratado de advertir hasta aquí, dicha interpretación positivista llevaba puestas las gafas del empirismo y una indiscutible pretensión cientificista, supuestos teóricos integrantes de una perspectiva que no comparto.

Una forma de dejar en claro dicha discrepancia es reconstruyendo el argumento cientificista. La concepción científica del mundo en términos radicales es llamada generalmente “cientificismo”, y presupone dos premisas, a saber:

1) La ciencia es el único discurso con sentido (discurso verdadero) sobre el mundo

2) El discurso científico proporciona una imagen del mundo tal y como es en sí mismo

Según entiendo, Wittgenstein no es cientificista en un sentido fuerte, pues no abraza las dos premisas señaladas. En todo caso, suscribiría solo la primera premisa y no la segunda. Por esa razón, no sería correcto asumir que una consecuencia del Tractatus es el cientificismo sin más. Creo que la posición de Wittgenstein respecto a la ciencia se ajusta mejor a la del convencionalismo, y aquí se aleja de la segunda premisa, al señalar que existen diversas posibilidades de dar cuenta del mundo, es decir, múltiples descripciones, y que ninguna se arroga el derecho de ser la descripción más exacta. Son como redes, traducidas en diversos sistemas de descripción, en la que los criterios se manejan según una perspectiva pragmática, es decir, en los términos de la arbitrariedad, el éxito y la simplicidad (5.634, 6.341, 6.342).

Para una mejor comprensión de las afirmaciones que aquí estoy defendiendo, he señalado un conjunto de proposiciones generales a modo de esquema:

i) El T. L. P. es un modelo lógico representacional para la descripción científico natural del mundo a través de una construcción lógica (armazón-aparato lógico)

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ii) La descripción científico natural del mundo se expresa en un lenguaje con sentido (conjunto de todas las proposiciones verdaderas)

iii) La descripción científico natural del mundo se produce mediante leyes (legaliformidad, causalidad) que conforman un modelo (construcción) del mundo

iv) Las leyes que conforman el modelo científico del mundo son lógicas y no explicaciones empíricas de los fenómenos

v) Cualquier modelo científico del mundo está sujeto a criterios de orden pragmático desde una perspectiva convencionalista

vi) La descripción científico natural del mundo a través de diversos modelos no aspira a dar cuenta de un mundo tal y como éste es en sí mismo

A continuación pasaré a señalar la justificación textual de estos enunciados en un orden semejante al del esquema proposicional con el propósito de establecer las nociones de “mundo” y “realidad” en el Tractatus.

2.1 Modelos e instrumentos de medición

En primer lugar, la idea de una construcción del mundo según un modelo, podemos inferirla apoyándonos en los siguientes aforismos tractarianos:

“La figura es un modelo (Modell) de la realidad” (2.12).

“La proposición es una figura (Bild) de la realidad. La proposición es un modelo de la realidad tal como nos la pensamos” (4.01, 4.021)

“Es como un patrón de medida (Ma stab –instrumento de medición) aplicado a laβ realidad” (2.1512)

“Solo los puntos extremos de las marcas tocan el objeto a medir” (2.15121)

Según estos aforismos, debe quedar claro que la figura o proposición modela la realidad a la manera de una herramienta para medirla. Una proposición es como una vara con la que se toca la realidad. No es una viga que se hunde en el barro,

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sino una varilla para dibujar en la arena. Literalmente, la palabra Ma stab significaβ “vara para medir”, y éste es el sentido de la proposición en tanto modelo.

Pero este punto de vista sobre la proposición como Ma stab es retomado yβ ampliado en un texto posterior al Tractatus; me refiero a las Observaciones Filosóficas, en el cual se agrega un elemento importantísimo que clarifica el uso de proposiciones modélicas: la expectativa (Erwartung).

En la medida que hay varios puntos de coincidencia entre las Observaciones Filosóficas y el Tractatus sobre este punto, creo que no haré mal si incluyo estos nuevos elementos para una mejor interpretación de lo que quiere significar en el Tractatus una proposición como modelo de la realidad.

En las Observaciones, Wittgenstein indica que “Si se comprenden las proposiciones como instrucciones (Vorschriften) para hacer modelos (Modelle) su naturaleza pictórica se vuelve aún más clara” (II, 10). Una proposición, igual que en el Tractatus, consiste esencialmente en figurar o representar los hechos, pero aquí se insiste en que, al figurar el mundo, la proposición está realizando un modelo de él. Este modelo proposicional operaría como una forma de medir la realidad, pero no de modo aislado, sino en un tejido de proposiciones:

“Las proposiciones resultan ser como instrumentos de medición (...) No es una proposición lo que contrapongo a la realidad como un instrumento de medición, es el sistema de proposiciones” (VIII, 82)

“No se puede comparar un retrato (Bild –figura) con la realidad a menos de que se le pueda contraponer como un instrumento de medición” (IV, 43)

La proposición que mide la realidad es un “instrumento”, es decir, no es algo que está ahí en la naturaleza; una vara cualquiera no deja de ser una simple vara. Es la aplicación de la vara, el uso que le otorgamos para un determinado propósito lo que la convierte en un instrumento para medir; es en el plano humano, en la cultura, donde la simple vara se convierte en una proposición que modela nuestro mundo. Como decía Heráclito: “El sol tiene la anchura del pie humano” (frag. 3 DK).

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Pero además de esto, el aspecto novedoso en las Observaciones con respecto a las proposiciones modélicas es el hecho de la expectativa previa que condiciona el uso de dichas proposiciones. Prácticamente, vemos el mundo según lo que esperamos ver en él.

“De seguro que buscar algo es una expresión de la expectativa (Erwartung). En otras palabras: cómo se busque expresa de uno otro modo lo que se espera. (...) La expectativa prepara, por así decirlo, un instrumento de medición (Ma stab)β mediante el cual se mide el evento cuando éste llega (...) Si espero ver rojo, entonces me preparo para el rojo” (III, 33)

“Nuestra expectativa anticipa el evento. En este sentido, conforma un modelo del evento. Pero solo podemos hacer un modelo (Modell) de un hecho (Tatsache) en el mundo en que vivimos, es decir, el modelo debe estar esencialmente relacionado con el mundo en que vivimos” (III, 34)

2.2 Cosas y estados de cosas

El mundo no está compuesto de cosas. La realidad no está compuesta de cosas. En este punto la posición ontológica del Tractatus contraviene el sentido común que reconoce “cosas” u “objetos” sensibles a simple vista. Tampoco queda claro qué se entiende por cosa u objeto, ni se da ejemplos de ellos, como hace hincapié Anthony Kenny, al señalar que las primeras páginas del Tractatus son “extremadamente oscuras” . Todo esto suscita una serie de interpretaciones a veces antagónicas sobre la naturaleza de los objetos tractarianos . El caso es que tal y como aquí son vistos, los objetos solo son tales en su interrelación, en los estados de cosas que conforman la realidad y el mundo.

No obstante, podemos considerar los conocidos aforismos que develan el atomismo lógico en el Tractatus: “El objeto es simple” (2.02), “Los objetos forman la sustancia del mundo” (2.021), “El objeto es lo fijo, persistente” (2.0271).

Otra forma de aproximarnos al término “objeto” es cuando Wittgenstein indica que se trata de un pseudo-concepto (4.1272). Lo que quiere decir con esto Wittgenstein es que “objeto” es un concepto formal, expresado en una variable

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proposicional y que es como una forma constante, una forma fija del mundo. (4.126, 4.1271, 2.026) que cuando es usada incorrectamente, como concepto genuino, produce pseudo proposiciones absurdas (4.1272).

Sin embargo, en lo que se insiste en el Tractatus es en la interconexión de cosas en un entramado que conformaría el mundo cognoscible, y dicho entramado son estados de cosas (Sachverhalten):

“El estado de cosas es una conexión de objetos (Gegenständen) (cosas) (Sachen, Dingen)” (2.01)

“Cualquier cosa está, por así decirlo, en un espacio de posibles estados de cosas” (2.013)

“La estructura del estado de cosas es el modo y manera como los objetos se interrelacionan en él” (2.032)

La relación de los objetos en ese tejido (como nodos en una red) es la única posibilidad de los mismos objetos; no son vistos independientemente uno de otro, y por lo mismo no son cognoscibles (en una representación, una figura) sino solo en su relación dependiente a un entramado.

“Al igual que no podemos en absoluto representarnos objetos espaciales fuera del espacio, ni temporales fuera del tiempo, tampoco podemos representarnos objeto alguno fuera de la posibilidad de su conexión con otros. Si puedo representarme el objeto en la trama del estado de cosas, no puedo representármelo fuera de la posibilidad de esa trama” (2.0121)

“La cosa es independiente en la medida en que puede ocurrir en todos los posibles estados de cosas, pero esta forma de independencia es una forma de interrelación con el estado de cosas, una forma de dependencia” (2.0122)

“En el estado de cosas los objetos están unidos entre sí como eslabones de una cadena” (2.03)

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Un eslabón por separado no es la cadena, por ello, no es conocido sino solo como punto de una red; se conoce la cadena, esto es, la regularidad descrita en leyes (legaliformidad)

2.3 Mundo efectivo y realidad posible

Desde las primeras líneas de este ensayo se ha venido utilizando las acepciones “mundo” y “realidad”. El propósito hasta aquí ha sido preparar el contexto para señalar las diferencias que encontramos entre ellas en el Tractatus. Esquemáticamente, podríamos ponerlo así:

Si el mundo está compuesto por hechos, y los hechos son estados de cosas efectivos, al ser la realidad la suma de estados de cosas efectivos y no efectivos, el mundo está incluido en la realidad.

“El mundo es la totalidad de los hechos (Tatsachen), no de las cosas (Dinge)” (1.1)

“El mundo se descompone en hechos (Tatsachen)” (1.2)

“Lo que es el caso, el hecho (Tatsache), es el darse efectivo de estados de cosas (Sachverhalten)” (2)

“La totalidad de los estados de cosas que se dan efectivamente es el mundo (Welt)” (2.04)

“El darse y no darse efectivos de estados de cosas es la realidad (Wirklichkeit)” (2.06)

Si tuviéramos que compararlas en una relación, el mundo estaría comprendido en la realidad, pero la realidad quedaría fijada a través de la figuración del mundo. Esto es, el mundo vendría a ser como una subclase de la realidad, pero es solo cuando el mundo queda determinado por los hechos que lo componen, que tenemos acceso a un mapa completo de la realidad. Solo si sabemos qué estados de cosas se dan efectivamente, sabemos también los que no se dan.

“La figura representa un posible estado de cosas en el espacio lógico” (2.202)

“Los hechos (Tatsachen) en el espacio lógico son el mundo” (1.13)

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“La figura representa el estado de cosas en el espacio lógico, el darse y no darse efectivos de estados de cosas” (2.11)

“La figura figura la realidad en la medida en que representa una posibilidad del darse y no darse efectivos de estados de cosas” (2.201)

“La proposición representa el darse y no darse efectivos de los estados de cosas” (4.1)

“La proposición puede representar la realidad entera” (4.12)

“La realidad tiene que quedar fijada por la proposición en orden al sí o al no” (4.023)

La realidad es algo que conocemos a través de modelos construidos por un sistema de proposiciones. Pero la realidad está constituida por todos los estados de cosas posibles. Así que las proposiciones con sentido de la ciencia natural determinan un conjunto de estados de cosas efectivos , es decir, los hechos que conforman el mundo, y de este modo, indican qué estados de cosas no se dan efectivamente. Solo así puede figurar la realidad. En última instancia, las proposiciones verdaderas de la ciencia natural dan cuenta de estados de cosas efectivos, esto es, de los hechos, del mundo.

“La totalidad de las proposiciones verdaderas es la ciencia natural entera (o la totalidad de las ciencias naturales)” (4.11)

“La totalidad de los pensamientos verdaderos es una figura del mundo” (3.01)

“La proposición más sencilla, la proposición elemental, afirma el darse efectivo de un estado de cosas” (4.21)

“Si la proposición elemental es verdadera, el estado de cosas se da efectivamente” (4.25).

“La especificación de todas las proposiciones elementales verdaderas describe el mundo completamente” (4.26).

“La proposición determina un lugar en el espacio lógico. La existencia de este espacio lógico viene garantizada únicamente por la existencia de la partes integrantes, por la existencia de la proposición con sentido” (3.4)

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“Aunque a la proposición solo le es dado determinar un lugar del espacio lógico, el espacio lógico total tiene, sin embargo, que venir dado ya por ella (...) (El armazón lógico en torno a la figura determina el espacio lógico. La proposición atraviesa el espacio lógico entero)” (3.42)

Las proposiciones con sentido, que corresponden a la ciencia natural, señalan el mundo efectivo, un lugar determinado entre las posibilidades del espacio lógico, entre diversos mundos posibles (el espacio lógico total). Solo podemos dar cuenta del mundo que conocemos por la ciencia, el mundo construido por la ciencia. El lenguaje proposicional encajona Un mundo.

Como indicamos desde el comienzo, y hemos venido explicando en esta parte, hay una diferencia entre “mundo” y “realidad” tal y como aparecen en el Tractatus, en que se ven unidos a través de la determinación de la figuración. Este sería el sentido fuerte, con mayor abundancia textual. Pero un sentido más débil de la noción de “realidad” (no como Wirklichkeit) sería equiparable a la de mundo, en un único pasaje. Aquí Wittgenstein utiliza otro vocablo para referirse a la realidad en términos empíricos (Realität):

“La realidad (Realität) empírica viene limitada por la totalidad de los objetos” (5.5561)

Si entendemos que el mundo efectivo se mueve en el terreno de la experiencia, figurado por las proposiciones elementales de la ciencia natural, asumiríamos que solo en este contexto, mundo y realidad son lo mismo. Pero esto no cambia el esquema de la exposición principal, pues como vengo indicando, hay un cúmulo de referencias que establecen las diferencias entre el plano de la efectividad del mundo y el plano de la posibilidad de la realidad, y este último pasaje sería solo un caso aislado y no la regla. Con el ánimo de vislumbrar una lectura consistente del Tractatus, haré referencia a un último aforismo que podría generar cierta ambigüedad en nuestro esquema principal.

“La realidad total es el mundo” (2.063)

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Según entiendo, podríamos deslizar dos lecturas de este pasaje:

1) La realidad sería sinónimo de mundo, en tanto “mundo real”

2) La realidad estaría conformada por todos los mundos posibles

Me inclino a suscribir la segunda forma, pues guarda coherencia con el sentido de realidad como suma de lo efectivo y lo no efectivo, como el espacio de todas las posibilidades. Sin embargo, podemos argüir una tercera lectura también consistente con nuestro esquema de exposición:

3) El mundo efectivo cognoscible determina toda la realidad

El conocimiento a través de la ciencia natural sobre los hechos que forman el mundo figura la realidad. Como dijimos más arriba, conocer lo efectivo permite reconocer lo no efectivo. Solo si conocemos el mundo, podemos dar cuenta de la realidad.

2.4 Leyes naturales y redes arbitrarias

Hay un aforismo tractariano que me parece clave para la comprensión de por qué las leyes de la ciencia no serían sino de tipo lógico y nunca leyes que expliquen los propios fenómenos naturales en términos empíricos. Esto contribuiría a la interpretación que hemos venido sosteniendo, de que los sistemas de proposiciones en tanto leyes conforman un modelo desde el cual se construye el mundo.

“A toda la visión moderna del mundo subyace el espejismo de que las llamadas leyes de la naturaleza son la explicaciones de los fenómenos de la naturaleza” (6.371)

En efecto, las leyes naturales de la ciencia son enunciados generales que describen la regularidad del mundo. Pero la regularidad por medio de leyes, o la legaliformidad es un asunto que pertenece a la lógica. Lo que no es lógico, está fuera del entramado que rige al mundo. Y si el mundo está organizado según un armazón lógico , en él no hay ningún evento casual.

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“La investigación de la lógica significa la investigación de toda legaliformidad. Y fuera de la lógica todo es casualidad (6.3)

“La ley de causalidad no es una ley, sino la forma de una ley” (6.32)

“En la lógica nada es casual” (2.012)

Que el mundo que conocemos sea resultado de una construcción lógica no solo garantizaría la posibilidad de describirlo por medio de leyes, sino el hecho de poder aventurarnos a imaginar otras situaciones posibles inferidas desde lo que ya conocemos. Como dice Wittgenstein:

“Solo podemos predecir lo que nosotros mismos construimos” (5.556)

Un último asunto sugerido en el esquema general de nuestra exposición fue el aspecto convencional de las construcciones científicas del mundo. En principio, las afirmaciones de Wittgenstein al respecto tienen implicancias incluso sobre el modo en que veríamos a la filosofía, que en este ensayo sobrepasan a nuestro análisis . Por ello, me concentraré en señalar únicamente lo que se desprende de estos aforismos para el plano de la construcción del mundo a través de modelos científicos.

He defendido la idea según la cual Wittgenstein no es cientificista. Como expuse más arriba, en todo caso Wittgenstein estaría de acuerdo en que es la ciencia la que describe el mundo con sentido, pero eso no implica que el discurso científico desenmascare la naturaleza intrínseca del mundo a través de un método privilegiado, o que represente al mundo tal y como éste es en sí mismo. Como espero haber dejado en claro hasta esta parte, la ciencia, a través de un sistema de proposiciones como instrumentos de medición, construye un mundo posible. Pero hay varias maneras en que podría ser descrito dicho mundo, varios modelos, o varias redes desde las cuales miraríamos (y mediríamos) el mundo.

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“Todo lo que vemos podría ser también de otra manera. En general todo lo que podemos describir podría ser también de otra manera” (5.634)

Si el mundo es una construcción (humana), es lógico pensar que nuestros modos de verlo surgen por convención, y que ninguna red está más cerca de la verdadera naturaleza a desentrañar, sino que dichas redes son evaluadas en virtud de criterios pragmáticos, como la arbitrariedad, el éxito y la simplicidad.

“La mecánica newtoniana, por ejemplo lleva la descripción del mundo a una forma unitaria. Imaginémonos una superficie blanca con manchas negras irregulares. Diríamos entonces: cualquiera que sea la figura que toma cuerpo así, siempre puedo aproximarme arbitrariamente a su descripción, cubriendo la superficie con una red cuadriculada suficientemente fina y diciendo, acto seguido, de cada cuadrado que es blanco o que es negro. Habré llevado de este modo la descripción de la superficie a una forma unitaria. Esta forma es arbitraria, puesto que con igual éxito hubiera podido utilizar una red con aberturas triangulares o exagonales. Puede que la descripción con ayuda de una red triangulada hubiera resultado más sencilla (...) A las diferentes redes corresponden diferentes sistemas de descripción del mundo” (6.341)

El caso de la mecánica de Newton es solo caso histórico ejemplar de una malla exitosa en su intento por encuadrar el mundo a una forma general verdadera según un plan previo. Pero podría existir la forma de una red más sencilla, el marco de un modelo diferente al que usamos. El hecho de que la red newtoniana describa el mundo de modo aceptable, no implica que sea la red que describe el mundo en sí mismo.

“La mecánica es un intento de construir de acuerdo con un plan todas las proposiciones verdaderas que necesitamos para la descripción del mundo” (6.343)

“Así pues, tampoco enuncia nada sobre el mundo el hecho de que pueda ser descrito mediante la mecánica newtoniana; pero sí, ciertamente, el hecho de que se deje describir así mediante ella, como, en efecto, es el caso. También dice algo sobre el mundo el hecho de que pueda describirse más sencillamente mediante una mecánica que con otra” (6.342).

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En conclusión, Wittgenstein no sería cientificista, como creo haberlo demostrado con éstos y otros aforismos de su obra y la reconstrucción del argumento cientificista.

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Cuentan los editores de la obra de Wittgenstein, que solía hacer subrayados dobles en algunas palabras para darles énfasis, y que otras palabras o frases, en cambio, con las que Wittgenstein guardada ciertas dudas, quedaban con un subrayado entrecortado u ondulante. Este breve ensayo, a la manera de Wittgenstein, podría quedar finalmente como el ejercicio tenaz de hacer trazos sinuosos.

Epílogo

Cajón de sastre: con la cinta métrica se mide el mundo, pero antes ya está en los ojos de quien lo ha visto.

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* Ponencia presentada en el Ciclo de Conferencias sobre Ludwig Wittgenstein organizado en el Seminario de los Viernes Filosóficos, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Auditorio de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, 13 de Junio de 2008.

[1] No estoy tomando en cuenta para la presente discusión la tesis del Dr. Juan Abugattas del año 1972, titulada El concepto de análisis en la Segunda Filosofía de L. Wittgenstein, en principio porque el tratamiento aquí desarrollado gira en torno al Tractatus. Tampoco el artículo de Augusto Salazar Bondy, “Metafísica y antimetafísica en Wittgenstein”, en Diálogos. Puerto Rico, No. VI/15, abril-junio de 1969; pp. 75-99, más bien por no haber tenido acceso al mismo antes de redactar este ensayo.

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[2] El primer aforismo en mención afirma: “Die Welt ist alles, was der Fall ist”. De este se deriva el aforisimo 1.1, citado también por Bobbio en alemán, y en el que nuevamente Wittgenstein alude al mundo (Welt) y no a la realidad (Wirklichkeit). El aforismo 1.1 en alemán dice: “Die Welt is die Gesamtheit der Tatsachen, nich der Dinge”. Vide Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, traducción de Jacobo Muñoz e Isidoro Reguera, Alianza Editorial, Madrid, segunda reimpresión, 2001.

[3] Fernando Bobbio Rosas, “El concepto de realidad”, Letras, Lima, 48 (84-85): 1976, p. 51. Para tal fecha, ya se contaba con la traducción del Tractatus realizada por Enrique Tierno Galván, quien traduce la palabra alemana welt por mundo. Vide, Tractatus Logico-Philosophicus. Introducción de Bertrand Russell. Madrid: Revista de Occidente, 1957. Lo mismo en la traducción del Tractatus de Jacobo Muñoz e Isidoro Reguera.

[4] Ibidem.

[5] Según Joseph Margolis, Wittgenstein no explica ni defiende su “ontología”, mucho menos el significado de “hechos” (Tatsache). Vide, Joseph Margolis, Desarmando el cientificismo, La filosofía norteamericana a finales del siglo XX, Trad. de Inés Gutiérrez González y Amalia Vijande Martínez, Ediciones Nobel, Oviedo, 2003, pp. 133-134.

[6] Cf. Arsenio Guzmán Jorquera, “Wittgenstein. Notas sobre su pensamiento”, en La Filosofía Alemana. Desde Nicolás de Cusa hasta nuestros días, Fondo editorial de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, David Sobrevilla Editor, Lima, 1978, p. 357.

[7] Ibidem, p. 358. La interpretación de Guzmán Jorquera sigue muy de cerca el libro de David Pears, sobre todo en el uso de afirmaciones como “discurso fáctico” y “proposiciones fácticas con sentido preciso”. Vide David Pears, Wittgenstein, Trad. de Jose Planells, Ediciones Grijalbo, Barcelona, 1973, sobre todo el Capítulo 2 “Los límites del lenguaje”.

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[8] “El que una proposición sea verdadera o falsa se decide a través de la experiencia, mas no su sentido”. Vide, Ludwig Wittgenstein, Observaciones Filosóficas, Trad. de Alejandro Tomasini Bassols, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1997, III, 23. En otros parágrafos de esta misma obra, dice Wittgenstein que “el sentido de una proposición es su propósito” (II, 15,) y que “el sentido de una proposición únicamente presupone la aplicación gramaticalmente correcta de ciertas palabras” (III, 28). En el propio Tractatus encontramos, “La figura representa lo que representa, independientemente de su verdad o falsedad, por la forma de figuración” (2.22) y “Lo que la figura representa es su sentido” (2.221).

[9] “De acuerdo con este principio (de verificación) se entiende el significado de una proposición si se conoce lo que la hace verdadera, es decir, si se sabe cómo verificarla (...) De acuerdo con esta tesis del positivismo lógico si se conocen las condiciones (o el método) de verificación de una proposición, se conoce también su significado”. Vide, Justus Harnack, Wittgenstein y la filosofía contemporánea, Trad. de Jacobo Muñoz, Ediciones Ariel, Barcelona, 1972, p. 81.

[10] En efecto, el Tractatus sostiene el procedimiento deductivo de la generalización desde proposiciones elementales verdaderas a otras más generales inferidas desde estas primeras. Pero tal inferencia no es inductiva, pues todo inferir sucede a priori. (4.52, 5.13, 5.132, 5.133, 6.3631). No obstante, queda oscura la posición de Wittgenstein al respecto cuando no ambigua, pues en un aforismo señala que “De una proposición elemental no puede inferirse ninguna otra” (5.134) y más adelante afirma: “Si una proposición elemental es verdadera, con ello, en cualquier caso, es verdadera una proposición elemental mas” (5.5262)

[11] A juicio de Alejandro Tomasini Bassols, el término tractariano Bild debe ser traducido como “retrato” en vez de como “figura”. Así lo hace en su traducción de las Philosophische Bemerkungen. Tomasini comenta que la traducción hecha por Tierno Galván de Bild por figura en el Tractatus “tiene la desventaja de hacerle perder su rasgo positivo, esto es, el énfasis que a través de dichas palabras se pone en el carácter pictórico o declaradamente representacional de la proposición. Por ello, opté por traducir Bild como creo que se debió haber traducido desde siempre, esto es, como “retrato””. Vide, Ludwig Wittgenstein, Observaciones Filosóficas, loc. cit., Nota del traductor al español, viii.

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[12] ‛La palabra alemana Bild significa no solamente “figura” o “cuadro”, sino también “modelo”’. Vide, David Pears, op. cit., p. 110. De aquí en adelante utilizo el concepto de modelo tal y como lo define Mario Bunge. En principio Bunge señala la distinción entre objeto modelo y modelo teorético. “un modelo teorético es un sistema hipotético-deductivo concerniente a un objeto modelo que es, a su vez, una representación conceptual esquemática de una cosa o de una situación real o supuesta real”. Vide Mario Bunge, Teoría y realidad, Ediciones Ariel, Barcelona, 1972, pp. 15-16. Ambos tipos de modelos son construcciones, y eso habla a favor de su carácter convencional. Para nuestra interpretación tractariana, el Tractatus vendría a ser el objeto modelo sobre el que se construirían los modelos teoréticos de la ciencia natural.

[13] “Para Wittgenstein (Ballón abrevia usando la inicial W.) el mundo de los hechos no se refiere a los hechos del espacio físico sensible (...) no son las cosas (los objetos, “la sustancia del mundo”) las que conforman el mundo sino los hechos conformados por la lógica”. Vide, José Carlos Ballón Vargas, Wittgenstein y la teoría del conocimiento, Tesis para optar el grado de licenciado en filosofía, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1983, p. 14.

[14] Dice Ballón: “La determinación del sentido o existencia de los elementos simples estará establecida apriorísticamente, independientemente de la experiencia; por ello su significado lo alcanzan, no en su correspondencia con la realidad extra-lingüística, sino en el contexto puramente lingüístico de la proposición”. Y más adelante agrega: ‛Queda claro, pues, que la “representación”, “la figura” (picture) que la proposición hace de la realidad, no es en W. la representación sensible, sino la representación “lógicamente posible”’. Vide, José Carlos Ballón Vargas, op. cit., p. 16.

[15] En una critica a Quine por separar la lógica de la teoría del conocimiento, Ballón señala. “Quine no hace sino (...) eludir de la manera más increíble los problemas fundamentales que plantea el desarrollo de la ciencia actual a la teoría del conocimiento: el desarrollo de una lógica y una ontología que nos permita una comprensión lo más exacta posible del real desarrollo del conocimiento científico y de sus profundas diferencias con formas no científicas del pensamiento humano”. Vide, José Carlos Ballón Vargas, op. cit., p. 48.

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[16] Considero pertinentes las características de una posición cientificista en términos generales, como la que explica Joseph Margolis: “El cientificismo (...) significa, más bien, la afirmación de la existencia de un acceso más profundo y más fiable para descubrir la realidad (...) “Cientificismo” significa la posesión de una metodología privilegiada o de un modo de percepción privilegiado, o incluso la validez asegurada de una metafísica considerada ineludible o mayoritariamente favorecida por los autodenominados paladines de la “Ciencia””. Vide, Joseph Margolis, op. cit., pp. 32-33.

[17] Cf. José Carlos Ballón Vargas, Un cambio en nuestro paradigma de ciencia, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Lima, 1999, p. 220.

[18] Cf. Ibidem, p. 264.

[19] En resumen, la interpretación del Tractatus que aquí realizo, parte de la siguiente premisa general:

Una cosa es hablar del sentido del mundo (ya se encuentre fuera de éste o no) y otra muy distinta hablar de un lenguaje con sentido sobre el mundo.

[20] Dice Wittgenstein: “(...) Es la aplicación (Anwendung) lo que hace a la varilla con marcas en ella un instrumento de medición: sobreponer el lenguaje a la realidad” (V, 54), y también, “El sentido de una proposición es su propósito (Zweck)” (II, 15,). Si las proposiciones son flechas (T.L.P, 3.144), su sentido depende de hacia donde nos lleven, o mejor, hacia donde vamos con ellas.

[21] Anthony Kenny, Wittgenstein, Trad. de Alfredo Deaño, Revista de Occidente, Madrid, 1973, pp. 73-74. Kenny agrega en el Capitulo 5 “La metafísica del atomismo lógico”, que “El criterio para la identidad de estados de cosas queda fatalmente indeterminado y –lo cual no es lo mas frustrante– no se dan ejemplos de objetos (...) La falta de ejemplos no es accidental. Wittgenstein creía en la existencia de objetos simples y estados de cosas atómicos no porque pensara que podía dar ejemplos de ellos, sino porque pensaba que debían existir como correlatos en el mundo de los nombres y proposiciones elementales de un lenguaje completamente analizado”.

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[22] La profesora Margarita M. Valdés del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM ha escrito un ensayo al respecto titulado “Acerca de los nombres y los objetos en el Tractatus” en el que señala alguna de estas interpretaciones. Su propia lectura es que los nombres refieren a objetos susceptibles de ser conocidos de alguna manera en la experiencia, pues de lo contrario no podría darse razón del sentido de una proposición. Vide, Margarita M. Valdés, “Acerca de los nombres y los objetos en el Tractatus”, en Del espejo a las herramientas. Ensayos sobre el pensamiento de Wittgenstein, Siglo del Hombre Editores, Bogotá, 2003, pp. 37-49. Personalmente, creo que el conocimiento de objetos, si es factible, ocurre en el entramado de estados de cosas y no fuera de éste. Es decir, no hay un conocimiento de objetos por sí mismos. Otra vez, la lectura que ofrece la Dr. Margarita M. Valdés parte del supuesto de que una proposición (elemental) tiene sentido en su contraste con la experiencia. Creo que ya he dejado en claro que hay una diferencia entre el sentido de una proposición y el hecho de que ésta sea verdadera o falsa en términos empíricos.

[23] “La proposición es la descripción de un estado de cosas” (4.023). “Una proposición nos comunica un estado de cosas” (4.03). “En la proposición, por así decirlo, se confecciona a modo de prueba un estado de cosas” (4.031).

[24] “La proposición construye un mundo con ayuda de un armazón lógico” (4.023)

[25] Actualmente estoy realizando una investigación sobre este punto. La hipótesis básica que sostengo es que es factible identificar una noción de filosofía alternativa a las lecturas dominantes de la filosofía como mera elucidación o como terapia. Mi planteamiento gira en torno a la idea de filosofía como la visión sinóptica que debería acompañar a la gramática, según se sugiere en las Investigaciones Filosóficas. El método que realizo es establecer un vínculo entre esta obra y las Observaciones sobre la Filosofía de la Psicología, en que se presentan las diferencias entre “ver” y “ver como”, o más propiamente, entre ver, interpretar y describir. A partir de este marco, sugiero que la filosofía puede ser interpretada como un “ver como” al modo de la visión sinóptica de la gramática. El énfasis de esta propuesta está en indicar que el “ver como” de la filosofía, desde el plano de la interpretación, representa el plano intersubjetivo, en que por medio de signos

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tomamos decisiones sobre nuestras diversas percepciones (ver “esto” como un A...ver “esto” como un B, etc.).