3-JohnRule-Clase Obrera e Industrializacion Historia de La Revoluion Industrial Britanica 1750-1850

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    Critica

    U conocimiento adecuadode la historia de la indus-trializacion no puede Iimitarse aconsiderar los cambios en la tee-nologia , e l capit al 0 los merca-dos. Desde su rnisrno nacimiento,l a revolucion industr ia l bri tan icadesperto una gr an controversiasocial y el debate acerca del ni-vel de vida - acerca de si susconsecuencias inrnediatas fueronpositivas 0 negativas para la po-blacion trabajadora=. sigue hoyvigente, can nuevas aportacionesde los investigadores y sin que sehaya llegado a un acuerdo entreellos . La que resulta inadrnisible,s in embargo, es segui r d iscut ien-do la historia social de la indus-trializacion a partir del nivel delos conoc imientos de hace veint i-cinco afios, como sucede entrenosotros, al no haberse vertido anuestra lengua la mayor parte delas investigaciones posteriores,De ahf que hayamos creido nos610 oportuna , sino urgente, lat raducc ion de este libra, conside-rado como la mejor y mas com-

    Historia de! mundo moderno

    p leta sin tesis del est a do actual delos coriocimientos sobre estosproblemas, que no s610 pone ald ia todo [0 referente a [as condi -ciones materiales -el nivel devida, 1 3 alirnentaci6n y el consu-rna, la vivienda -, a! rrabajo -elsalario y sus forrnas , la discipl ina,la intensidad y la salud - y a lasrespuestas obreras -el s indica li s-mo, la protesta, los motines y losturnultos, el cartisrno, etc. - ,sino que se ocupa de cuestiones alas que no se prestaba anterior-mente la adecuada a tenc i6n,como la comunidad, la familia,las relaciones afect ivas y sexua-Ies, la educacion a el ocio y lafiesta.EI libra de John Rule, m as allade su utili d ad para el estudianteuniver sitario, ofrece al lector in-teresado en la historia, un am-plio y fascinante panorama de lasvidas de los hombr es y mujerescorrientes que pasaron por la ex-periencia de transformacion so-cial que denorninamos revolucionindus trial.

    John Rule (n. 1944) es profesor de historia en la Universidad deSouthampton. Especialista en historia social inglesa, es autor deThe Exper ience of Labour in Eighteenth Century Indus try (CroomHelm, Londres, 1981), asf como de numerosos art lculos en revis tasespecializadas, y editor de Outside the Law (Exeter Univers ity Press ,1983).

    ISBN 84-7423-440-9

    Editorial Critica

    J O H N R U L E

    C L A S E O B R E R A EI N D U S T R I A L I Z A C I O N IH is to r ia s o c i a l d e 1 0 r e v o l u c i o n i n d u s t r i a lb r i t o r i c c , 1 7 5 0 - 1 8 5 0

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    INTRODUCCI6N:PERSPECTIVAS Y PROBLEMASDescribir un periodo de la historia economic a y social como de

    cambio, 0 como una epoca de transicion, se ha convertido enun topico del que muy pocos periodos de la historia moderna esca-pan. La expresion 'epoca de transforrnacion' transmite mayor ur-gencia, y todavia mas 10 hace 'epoca de revolucion', con la terribleasociacion de ideas de cambio estructural fundamental y trastornosocial que comporta. El periodo que va de 1750 a 1850 ha atraidomucho mas que cualquier otro este tipo de calificaciones. Ofreceruna historia social de esos anos significa sugerir, a quien tenga inten-cion de leerlo, que el tern a central de debate y el que llenara la ma-yor parte de sus paginas sera la gran discontinuidad: de los tiem-pos modernos, la revolucion industriaL Si se indica una perspectivamas arnplia, entonces se trataran previamente los cambios produci-dos en la sociedad rural y que par 1 0 cornun reciben el nombre abre-viado de revolucion agricola. (Sin embargo, la mayorfa de los es-pecialistas de epoca reciente niega la validez de este fenornenocomo un acornpanamiento casi conternporaneo de Ia revoluci6n in-dustr ial .) Las imageries de nuevas carreteras de portazgo, de canalesy del ferrocarri l, que emanan de los ult imos veinte aftos del periodo,se reiinen en la denorninacion 'revoluci6n de los transportes'; y 10ma s terrible de todo, el hecho de que hacia el aiio 1740 se iniciaseun aumento sostenido de la poblacion, que la hizo pasar de cerca de5 millones en 1700 (Inglaterra y Gales) a casi 18 millones para1851, justifica el uso del terrnino 'revolucion demografica'. Sin quese diese ningiin cambio fundamental en la estructura par sexo yedad de la poblaci6n, su aumento produjo una ampliaci6n sin pre-cedentes de Ia oferta de mano de obra (que se estima en un 143 por

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    100 entre los afios 1780 y 1850), asi como de bocas que alimentar ycuerpos que vestir y alojar.'De forma extraordinaria, estas revoluciones obraron reciproca-mente para dar lugar, a 10 largo del periodo como un todo, a unaproduccion de bienes y servicios que dej6 atras el aumento de po-blacion, Este crecirniento no fue constante ni uniforme. En e l s ig loxvrn hub a dos momentos de aceleracion distintos: uno que se inicioalrededor de 1740, y el otro, mas dramatico, hacia 1780 asociadocan el despegue: de la economia industrial. El crecimiento tam-bien fue desigual durante la primera rnitad de! siglo XIX y no se diouna mejora significativa en los niveles de consume par cabeza antesde 1820. Si tomamos eLp eriodo como un conjunto, La r enta percapita aumento desde 11 Libras al afio, en 1780, a 28 libras en1860.2 Por supuesto, una abstraccion como esta apenas es una apro-ximacion a la distribucion real, la cual supone una discusion muchomas ardua; pero es innegable que a 10 largo del siglo en cuestion Laproducci6n nacional disponible para la poblaci6n aurnento arnplia-mente y, en contraste con epocas anteriores, el crecimiento no s610fue rapido, sino sostenido. Puesto que 1a produccion agricola au-mente de forma regular mas que abrupta, y puesto que poca pro-ductividad adicional perceptible pudo provenir del abrumador sec-tor de servicio dornestico, debemos presumir que el crecimiento enla industria y la mine ria fue espectacular. Para la mayoria de lagente, la esencia de una revolucion industrial reside en la transfer-rnacion de I a industria a traves de 1a tecnologfa y en su reorganiza-cion en un nuevo modo de produccion fabril caracteristico del capi-talismo industrial; Marx 10 denominaba maquinofactura. Lasfabricas textiles del Lancashire y del West Riding, calificadas desornbrias e infernaless tanto por la tradicion romantics como parla critica socialista, se mantienen en un primer plano claramente de-

    1. Las pr in cipales fuentes de las estadisticas utilizadas en este capitulo son:B. R. Mitchell y P. Deane, Abstract of British Historical Statistics, Cambridge Uni-versiry Press. 1962, y A. E. Musson, The Growth of Bri ti sh Indust ry , Batsford,1978. La oferta de trabajo se trata de forma uti! en N. L. Tranter , The laboursupply 1780-1860, en R. Floud y D. McCloskey, eds., The Economic Histo ry ofBritain since 1700,1981, I , pp, 204-226.

    2. O. N. McCloskey, The Industrial Revolution 1780-1860: a survey, enFloud y MacCloskey, Economic History of Bri ta in , I , p. 106. Par a las tendenciasdel sig lo xvut , vease N. C R. Crafts, The eighteenth century: a survey", ibid, pp.1-16.

    INTRODUCC!ON 13finido; su imagen, como Ladel ferrocarril, es inseparable del humo yel vapor. . .Las fabricas exist ian antes de 1750 pero como ejemplos aislados,que se conocian con asornbro como prese?,cias ins6lita_:; en unmundo de industria dominada por Laproduccion en pequena escalay que u ti li za b a l a e ne rg ia y lasy~cnicas :nanuales. Solo a pa~tir de losult irnos afios del siglo XVIII tiene sentido hablar de un Sistema deproducciort fabriL y reconocer, simplemente, que estamos en .l~s es-tribaciones de un sistema destin ado con el tiempo a adquirir unfuerte predominio en Laproduccion industrial de ta nacion 'I ' en unperiodo de tiempo todavia mas larg?, a ab~orber las energias ?e lamayor porcion de Lamano de obra industrial. Como Lamayona deconceptos dramaticos, el de revolucion industrial, al expresar unarealidad importante, exagera lo repentino y 10 complete de Los.he-chos concretos. Los historiadores califican de manera retrospectrva,y s610 una minorfa perspicaz de Lagente que vivio durante los afiosque ellos describen pudo anticipar par co~pleto ~I r~~ultado q.ueaquellos dan por supuesto. Se dice que viajar con .ll~slon es ~eJorque llegar. Los obreros ingle~es de a~uellos anos v13J,a?an hacia undestine que no habian escogido previamente y muchisimos de elloslo hacian sin demasiada ilusion.En las paginas que siguen se trataran las eternas cuestionesrelativas a la condici6n social de Lapoblacion obrera inglesa de esteperfodo, junto con aLgunas que han sido planteadas por r:ci~ntes in-tereses y hallazgos de la investigacion. Los niii .os d~ las fabncas 9u.esiguen tirando de Lamanga a los lectores de historia desde las pagl-nas del Blue Book ,* con sus grandes ojos suplicantes y sus cuerposencorvados continuaran recibiendo nuestra cornpasion sin imp or-tamos en q~e medida una escuela mas dura de his~o.riadores r r ; t 0 -demos intente just if icar su ernpleo y excuse sus condiciones de VIday de trabajo. Lo mismo decimos para las ~sposas y ma~res obrerasque no pod ian conseguir el tiempo 0 el d.l~ero necesano~ para cu-brir las necesidades dornesticas de sus farnilias. Igual de evidente erael espantoso e insalubre rnedio ambiente de las nu.e,vasciu?ad~s, 0 elesfuerzo de adaptaci6n a los ritmos de produccion fabril dlcta~ospar la maquina , Ninguna investigaci6n reciente ha Uegado muy lejos

    * lnforrncs oficialcs del Parlamcnto y cl Consc jo Pr ivado. que sc publicabancon cubie rt a azul. (N. de la t.)

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    14 CLASE OBRERA E INDUSTR1AUZACr6Nen el intento de negar el abatimiento y la degradacion del braceroagricola del sur, que se vela privado de un salario para vi vir y obli-gada a entrar en Ladependencia servil que suponia la Ley de Pobres.No es menos tragica la destruccion de los tejedores manu ales por elhech~,de supon~r .que fue inevitable. Es una historia de resistencia ytambien de sufrirniento y adaptaci6n: del sindicalismo forjado en unambiente hostil, de la desesperada protesta del Capitan Swine delos braceros agricolas luchando por el derecho a trabajar a cambiode un salario digno,y del cartismo, el primer rnovirniento obrero na-cional del mundo,

    No tiene demasiado sentido, en una introduccion corta, repetirlos argument os y la presentacion de los hechos y las experienciasque van_a ocupar los capitulos siguientes, S610 puede haber espaciopara serialar algunos de los mas irnportantes indicadores del carnbio.Los que sugieren que la idea misma de revolucion industr ial es en-ganosa suponen norrnalrnente que la transformaci6n de la economiase extiende mas hacia arras de 10que indican las fechas de demarca-ci6n habituates. La economia rnoderna ernpezo mucho tiernpoantes, de la s~g~nda mitad del siglo XVIII, especialmente en 10que sepodna describir como desarrollo del capitalismo y su comple-mento, la existencia de una creciente fuerza de trabajo asalariada,La rnayoria de re v ol uc io n es t ie n en causas pr6ximas y causas leja-nas. Sin un amplio proceso temporal en el que se creasen las con-diciones preliminares seria impensable la culminacion final de unarapida industrial izacion. Ya hace setenta afios que los Hammond se-rialaron: Se ha presrado tanta atenci6n al desarrollo del capital ismoantes de Ia Revolucion industrial, que existe quizas una tendencia asubestirnar la importancia de los carnbios que acornpafiaron a la Re-volucionx .

    Al aceptar que la suerte del obrero durante la Revolucion in-dustrial estuvo predeterminada .,. por lo s cambios sociales que laprecedieron, le atribuian ta m bi en l a d es tr uc ci on del mas rninimovestigio. de iniciativa y elecci6n en la vida diaria de 1a poblaci6ntrabajadora.' Las ideas simplistas acerca de una Ed ad de oropreindustr ial han sido acertadarnente descalificadas, en particularpor Dorothy George: Muchos de los males que se han considerado

    3. J. L. y B. Hammond, The Skilled Labourer, editada par J. G. Rule. Long-man, 1979, pp, 1-2. .

    INTRODUCcr6N L 5como resultado directo de fa revolucion industrial fueron tan carac-teristicos del sistema domestico como del sistema de fabrica que lereemplaz6 de forma gradual." Es mas, es equivoco presentar losmodos de p ro d uc ci on d o rn e st ic o s como necesarios antecedentes dela maquinofactura. No s610 el crecimiento de la p ro d uc ci on r ea li -zada por trabajadores manuales, que 10hacian fuera de las fabricas,acornpafio el nacimiento y el desarrollo del sistema fabril, sino queen varies casos este tipo de trabajo se creo 0 aumento en niimerocomo consecuencia de aquel desarrollo. Los mayores grupos deobreros empleados en la industria fueron, hasta la decada de 1840,los tejedores, calceteros, cuchil leros, zapateros y otros oficios pare-cidos. Probablemente, los tejedores manuales del algodon, que tra-bajaban por cuenta propia, eran todavia el mayor de todos losgropes especializados de la decada de 1820. Su numero habiaaurnentado sustancialmente como consecuencia de la primera revo-lucien industrial y durante un corto periodo de tiernpo el oficio sevio sobresaturado de trabajo y degradado en cuanto a posicion so-cial. La causa principal de su aumento, entre los aftos 1780 y 1830,fue el vapor y la fabrica, puesto que la hilatura rnecanica se adelantoen media generacion a la rnecanizacion del tejido; esta situaci6n lesconvirtio en necesarios y les concedio una breve era de prosperidadantes de que el telar mecanico completase su declive y les sumieseen el olvido. Esto significa que, por su elevado ruimero, se debeconsiderar a los tejedores rnanuales obreros tan caracteristicos deuna fase de la revoluci6n industrial como 10fuera el nuevo proleta-riado fabril. Se produjeron otras paradojas. Las nuevas maquinasdebfan ser rnontadas y ajustadas por una nueva .clase de artesanocualificado, el mecanico, pero las factorias que las alojaban, y tam-bien las viviendas de aquellos obreros cuyos ritmos de trabajo dicta-ban, se construian con uno de los procesos de trabajo mas antiguos:ladrillo sobre ladrillo. El paiio, una vez mecanizado el tejido, salia araudales de las fabricas con destine todavia a otra fase del procesode produccion, para que las reventadas muchedumbres qu evivian de la aguja 10 convirt iesen en prendas de vestir . La existenciade tanto trabajo, que a mediados del siglo XIX no estaba aun tecno-16gicamente transformado, ha Ilevado a argumentar que para elgrueso de la poblacion trabajadora los cam bios reales en el proceso

    \I

    4. I'vl. D. George, England in Transition, Penguin , 1953, p. 136.

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    16 CLASE OBRERA E INDUSTRIALIZAcrONde trabajo no se produjeron hasta despues de las diversas fechas fi-nales que se asignan de forma corriente a la revolucion industrial. 5

    Pero aunque no se transformasen desde el punto de vista tecno-Iogico, muchos de los oficios manuales se reestructuraron a nivel or-ganizativo. Tanto Laextensi6n del sistema de reventadero como laaparici6n de l sistema de fabrica formaban parte de la explotaci6ndel trabajo que sustentaba el taller del mundo. Durante todo elperiodo, quizas el tinico grupo de obreros capaz de mantener -0almenos de sostener una lucha par rnantener+ su posicion social y subienestar fue el de los oficios artesanales cualif icados y predorninan-temente masculines, que se desarrollaban en el tallep y contabancon largas tradiciones y Laexclusividad y la dependencia en los co-nocimientos del oficio para proporcionarles algun tipo de pro tec-cion en el mercado de trabajo,

    DIMENSlONES pOLInCAS: LA REVOLucrON FRANCESA

    Otra revolucion forma parte del cuadro, aunque no tuvieseIngar en lnglaterra: los trastomos revolucionarios franceses de losafios 1789 a 1815. Tanto porque el ejemplo frances, con su provo-cativa ideologia jacobina, foment6 y aliment6 el radicalismo popularde lo s artesanos ingleses, como porque las guerras contra la Franciarevolucionaria y napoleonica, que se prolongaron desde 1793 hast aWaterloo, tuvieron un enorme impacto en el pais. A 10 largo de masde veinte afios, en medio de la explosion dernografica y de las trans-formaciones econ6micas y sociales, lnglaterra estuvo implicada enuna larga guerra con unos niveles de participacion extraordinaria-mente elevados. El doctor Emsley ha indicado: Si hubo una expe-riencia cormin que todos los britanicos cornpartieron en la ultimadecada del siglo XVIII Ylos primeros ados del siglo XIX, esta se fundamenos en los carnbios provocados por Larevoluci6n industrial y masen las exigencias de la guerra. Los temores de invasion constituianuna amenaza constante y una sensa cion de inseguridad; y aunquealgunos sectores de la economia, como el de los astilleros reales, se

    5. Una irnportante discusion sobre el tema se encuentra en R. Samuel,"Workshop of the world: steam power and hand technology in mid-Victorian Bri-tain, History Workshoplournal, 3,1977, pp. 6-72.

    INTRODuccrON 17beneficiaron de una creciente actividad, el desbaratamiento que re-sulto del cierre de los mercados de ultramar hundio areas indus-triales como las East Midlands, en el desernpleo, la miseria y elludismo. Los elevados precios de los alimentos, debidos fundamen-talmente a las rnalas cosechas pero seriamente agravados por la si -tuacion de guerra, produjeron crisis de subsistencia de una severi-dad excepcional en los anos 1795-1796 y 1800-1801, que fueronacompafiadas de motines de proporciones alarmantes. La inflaci6nen los precios y los salarios distorsiono los mercados de bienes y de. salarios y al fin provoco una grave dislocacion y la deflaci6n de pos-guerra. Por anadidura se produjo la movilizaci6n de los hombres ap-tos para el servicio. Segiin Ernsley, los planes del gobierno para1794 relatives a soldados, milicianos y marineros indican que seproyectaba reclutar, mas 0 menos, uno de cada diez hombres enedad rnili tar. (,

    La presentacion que ha hecho E. P. Thompson del radiealismoingles y del jacobinisrno de esos afios se ha aceptado pocas veces sincriticas, pero incluso en el easo de que haya subrayado demasiado ysobrevalorado la fuerza de las sociedades revolucionarias populares,no hay duda de que cl mismo evidente recelo del gobierno en esteaspecto reflejaba el hecho de que el nuevo radicalismo profesaba1a ideologia de un enemigo y redutaba a sus seguidores entre unapoblacion mas peligrosar que el radicalisrno de las decadas de1760 y 1780. Si bien algunos historiadores poncn objecioncs al he-cho de describir un gobierno ingles como contrarrevolucionario ,se debe al menos reeonocer que respondia, con una politica de re-presion, a una amenaza de revolucion detectada. Esto le confiereuna configuracion unica al periodo 1793-1815 al unir la explotacioneconomica y la represion politica.? Entre los rneritos de los Ham-mond, y a diferencia de algunos de sus criticos, se encuentra el he-cho de que comprendiese el contexto politico en el que tenian Lugarlas transformaciones econornicas: el trauma de la Revolucion fran-cesa condujo al gobierno a una nueva forma de contemplar a lamayorta de 1anaci6n:

    o . C. Ernsley, Bri ti sh Socie ty and the French War .r f 793- I815, Macmillan.1979, pp. 4,33.

    7. E. P. Thompson, The Making of the English Working Class, Penguin,1968, p. 217. (Hay trad. cast. : La formacion de fa clase obrera en lnglaterra , Cri-t ica, Barcelona, 1989.)

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    18 CLASE OBRERA E INDUSTRIALlZACIONLas clases mas pobres no parecian ya una fuerza pasiva: se las te-

    mia como a un Leviatan que se diese cuenta can rapidez de su pode-rfo. As! como antes se las consideraba satisfechas de forma natural ,ahara se las veia como descontentas por naturaleza. El arte de Ia po-Utica no era ya el arte de mantener la estimacion de un pueblo queapreciaba sus costumbres, su rel igi6n y su forma general de vida,mediante la moderacion, la prevision y la paciencia; era el arte demantener la di sciplina entre una inmensa poblaci6n desprovista delas tradiciones y los frenos de una sociedad establecida y conserva-dora, insatisfecha con la suer te que inevitablemente les habfa tocadoy dispuesta para el desorden y la violencia ciega. Porque se habianproducido dos revoluciones a la vez. La Revolucion francesa habiarransforrnado la forma de pensar de las clases dominantes, y la Re-voluc i6n indust ri al habia convulsionado e l mundo de las clases tra -bajadoras.

    EI rnensaje central de su libro, The Skilled Labourer, es unmensaje politico. Los cambios que conformaron la revolucion in-dustrial no los produjo una fuerza natural objetiva que se puedaneutralizar c6modamente con un termino como industrialismo.Para bien 0 para mal, fueron producto de una ideologia fuerte: elcapitalismo industrial. En la rnedida que los gobiernos aceptaron laspremisas de esa ideologia la convir tieron en oficial y aseguraronsu exito; el laissez-faire se convirtio en una ideologia tanto politicacomo econ6mica. Los Hammond veian la existencia de una luchaentre trabajo y capital en estos terrninos: Las clases elevadas divi-die ron su mundo en capital y trabajo y afirmaron que la lucha se en-tablaba entre tradici6n e iniciativa, entre los prejuicios de los pobresque entorpecian la actividad industrial y el espiritu adquisitivo yaventurero de los ricos que la fornentaba." En The Rise of ModernIndustry (1925) argumentaban que, para que tr iunfase la modernaindustria capital ista, era necesaria la destruccion de los con troles re-guladores que habian impuesto en un primer momento los gremiosy luego un gobierno paternalista. Al revocar en 1813 las clausulasdel Elizabethan Statute oj Artificers relativas a la fijacion de sala-rios, y en 1814 las referentes al aprendizaje, el Parlamento estaba

    IS. J. L. Y B. Hammond, The Town Labourer, en J. Lovel l, ed. , Longman,1978, pp. 64-65; y Skilled Labourer, pp. 211-212; vease t ambien su The Rise ofModern Industry, edici6n de 1972, p. 108 .

    INTRODUcu6N 19dando constancia par fin de la derrota del obrero y el pequeno pa-tron.o. En este contexto situaron explicitarnente el ludismo, comol~ hiZ?,Thompson, en el momento critico de la abrogaci6n de la le-gls.laclOn paternalist~ y la imposicion de la econorma politica dellaisser-faire por encima y en contra de la voluntad y la conciencia~e la poblaci6n obrera. 'I Sin embargo, algunos criticos han suge-rido que Ia transicion a una econornia de laissez-faire sustancial-mente se habia producido mucho antes de la segunda decadadel si-glo XIX, de modo que en aquel momento s610 quedaba el esqueletode la ~egulaci6n proteccionista y este era mal v is to , E I hecho de que,pO,r eJ.em~I?, el Statute oj Artificers s610 tuviese una importanciamas simbolica que real mucho antes de la revocaci6n de los an os1813.y 1814, no s~gnif~caque no hubiese conservado un significadoespecial en la conciencia de los artesanos. En los momentos de crisisde sus oficios, seguian actuando como si se pudiese consesuir unarreglo de caracter regulador para sus demandas. El estatuto teniauna realidad import ante en el sentido de 10que 'aeber{a ser, que sebasaba en la poderosa vision de un pasado en el que el bienestar sehabia mante?"ido gracias a la tradici6n y a la legislaci6n protect ora.En este sentido, las luchas de los artesanos contra las innovacionescapitalis tas que amenazaban su sustento y su posicion social ser ialan~n tipo .de crisis especial: un momento de conflicto entre el capita-l isrno tnunfante del laissez-faire y las antiguas ideas de una econo-mia social 0 moral. La serie de fracasos que encajaron los tejedo-res de punto, los tejedores manuales y los estarnpadores de indianasfueron el resultado final de una epoca en la que los sectores oprimi-dos de las ~~ases a~tesanas esperaban, en primer lugar, conseguiruna reparacion surgida de un Parlamento dispuesto a limitar las ac-tividades del capital. Cada oficio pareee dejar constancia de nuevode su ?esilusi6n, como 1 0 hicieron los obreros del algod6n en 1811despues de fracasar en la consecuci6n de una ley que estableciese unsalario minimo:

    . So lo somas trabajadores manuales y por tanto no estarnos bieninforrnados de la razon par la cual, can frecuencia, en un momentase combaten algunas medidas, con los mismos argumentos que enotros momentos sirven para reivindicarlas y apoyarlas . .. Este cornite

    9. Ibid., pp. 104, 108-109.

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    20 CLASE OBRERA E INDUSTRIALlZACIONest a surnamente perplej o a l intentar exp licarse par que motivo la in-tervenci6n legislat iva se puede considerar indebida bajo circuns tan-cias de tanta necesidad, III

    Pocos historiadores modernos describirian una escena de opre-sian politica en terrninos tan extremos como 10 hicieron los Ham-mond. Acerca del gobierno de postguerra de lord Liverpool escri-bieron: Probablernente ningun gobierno ingles ha estado jamas tancerca, en cuanto a espiritu y libertinaje, de la atmosfera que asocia-mos con el gobierno del zar de Rusia, IINo es quizas una analogiaespecialmente acertada, pero este gobiemo suspendio el habeas cor-pus, actuo a traves de una red de espias e informadores de la policiay censuro la prensa. La poblacion obrera del periodo de la revolu-cion industrial no s610 tuvo que hacer frente a dolorosos cambiossino que 10 hizo en una atmosfera de hostilidad, implacable y soste-nida, por parte del gobierno hacia cualquier organizacion de tipodefensive que aquella intentase format. EI gobierno de torysmo li -beral encabezado par Liverpool no fue mas opresivo que los go-biemos del periodo de guerra que le habian precedido; y se habiaaprobado ya la Reform Act de 1832, cuando un gobierno Whigayud6 a un tiranico magistrado local y a una vengativa judicatura adeportar, en 1834, a seis pobres braceros de Tolpuddle por haberformado una trade union.

    LA FUERZA DE TRABAJO: CAMBIOS EN SU ESTRUCTURA Y ESCALA

    Hacer un recuento detallado de los carnbios que se produjeronen el despliegue y Laorganizaci6n de La fuerza de trabajo y valorarcuantos procesos de trabajo estuvieron sujetos a reformas importan-tes requeriria otro libro entero de la misma extensi6n que el pre-sente; adernas, al respecto existen otros manu ales a1 alcance de losestudiantes. 12 Aqui s610 podemos sugerir l ineas generales e indicartendencias. Si Laidea de revolucion industrial t iene alguna validez es

    10. Hammond, Skilled Labourer, pp. 64-65.1L Ibid., p. 299.12. Una vision de conjunto util la encontrarnos en E. H. Hunt. British La-bour History 1815 -/914, Weidenfeld and Nicolson , 1981, cap s. 1 y 2.

    INTRODUCCION 21como expresion abreviada de un cambio acusado en la rnano deobra, que consiste en un trasvase desde la agricultura hacia la indus-tria. Estc carnbio fue especialmente rapido en las primeras decadasdel siglo XIX, despues de haber sido gradual aunque constante du-rante la mayor parte del siglo XVIII. Hacia 1700, una cifra quiza si-tuada entre un cuarto y la mitad de Lapoblacion activa trabajaba enla industria y la rnineria, y su produccion era aproximadamenteigual en valor a la de la agricultura. Hacia mediados de siglo, el co-mercio y la industria juntos debieron de emplear mas trabajadoresque Laagricultura, aunque el problema de las ocupaciones rnixtashaee que sea imposible una medicion precisa. Para 1801, si anadi-mos el 29,7 por 100 que figura como ocupado en La industria, al11,2 por 100 en el cornercio, se supera daramente el 35,9 por 100que trabajaba principalmente en la agricultura, Entre los afios 1801y 1811 se produjo poco movimiento, pero entre 1811 y 1821, mien-tras que la agricultura disminuy6 en un 4,6 por 100, la manufacturaaument6 en un 8,2 por 100. En 1851, la industria y 1am ineria da-ban trabajo a142,9 por 100 de la fuerza de trabajo. Despues de estemomento se produjo poco trasvase hacia La industria, que en 1881s610 habia aumentado un 0,65 por 100 con respecto a treinta anosantes. E1 declive continuo de la agricultura 10 absorbi6 de formacreciente el sector terciario (cuadro 1). La distribuci6n de Lamanode obra no es una medida de cifras absolutas. Los que trabajaban enla agricultura segufan constituyendo el mayor grupo en 1851, conmas de dos millones de trabajadores (cuadro 2). Antes del ano 1851es imposible hacer una clasificacion sistematica de la fuerza de tra-bajo en la industria y la mineria. La mayo ria de los que trabajabanen la industria en 1851 no 10 hadan todavia en fabricas, ni en cual-quier forma de establecimiento que emplease un gran mimero deobreros bajo un mismo techo 0 en un mismo Lugar.

    Sin embargo, un numero creciente de obreros ernpezaban a tra-bajar en eUas, porque del siglo xvm al XIX se produce un cambioinequivoco por 1 0 que a la escala de este hecho se refiere. Los gran-des establecimientos no eran desconocidos antes de 1800. Los asti-Heros de Portsmouth, que ocupaban a 2.228 obreros cuando se fun-daron en 1772, eran grandes desde cualquier punto de vista. Elastillero de Plymouth no era menor y los otros astilleros reales erantarnbien empresas importantes. Vadas de las minas de cobre deCornualles se acercaban a esos niveles; Wheal Alfred empleaba a

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    22 CLASE ODRERA E INDUSTRIALIZACIONmas d~ 1.000 hombres en ~790. Tarnbien destacaban unas pocasherrenas; Arthur Young crel~, en 1776, que Darby daba ernpleo a1.000 obreros en el Shropshire, y Crawley a varios centenarescerca de Newcastle. Habia, por supuesto, grandes patronos encua-?rad?s en los modos de producci6n domesticos, que daban a traba-Jar hilo 0 clavos de hierro a cientos de hogares. Un empresario declavos del Black Country tenia relacion con mas de un rnillar de ho-gares.!'

    CUADRO 1Porcentajes de distribucion de fa mana de obra bri tdnica est lmados

    para elperiodo 1811-1911Agriculrura Manufactura Cornercio Servicio Sector publicosilvicultura mineria y dornestico y profesionales ypesca industria transporte personal otras

    1 8 1 1 3 3 , 0 3 0 , 2 1 1 , 6 1 1 , 8 1 3 , 31 8 2 1 2 8 , 4 38,4 1 2 , 1 1 2 , 7 8 , 51 8 5 1 2 1 , 7 4 2 , 9 15,8 1 3 , 0 6 , 71 8 8 1 1 2 , 6 4 3 , 5 2 1 , 3 1 5 , 4 7 , 31 9 1 1 8 , 3 4 6 , 4 21,S 13,9 9,9

    CUADRO 2Dis tr lbucion par oficios de fapoblacion trabajadom britdnica, 1851

    (en miles)Hombres Mujcres Total

    Agricultura, horticultura y silvicultura 1 . 7 8 8 22 9 2 . 0 1 7Pesca 3 6 1 3 7Oficios dornesticos y servicio personal 1 9 3 1 . 1 3 5 1 . 3 2 8Textiles 6 6 1 6 3 5 1 . 2 9 6Vestido (incluyendo la fabricaci6n y lareparacion de botas y zapatosj 4 1 8 4 9 1 9 0 9

    13 . Para la activ id ad rnanu factu rera del siglo xvm , vease J. G. Rule, The Ex-perience of Labour in Eighteenth-century Industry, Croom Helm, 1981, cap. L

    INTRODUCcrON 23

    CUADRO 2 (Continuacion)Hombres Mujcres Total

    Industria del metal, maquinas, herrarnientas,vehiculos, etc. 5 3 6 3 6 572Construccion 4 9 6 1 4 9 7

    Transporte (carreteras, tendido ferroviario,canales, puertos, maritime; incluyendococheros dornesticos y mozos de caballos) 4 3 3 13 4 4 6

    Alimentacion, bebidas y tabacos 3 4 8 5 3 4 0 1Minas, canteras y obreros que traba jan losproductos extrafdos de ellas 3 8 3 11 3 9 4Madera, rnobiliario, etc. 1 5 2 8 160

    Ladrillos, cernento, cerarnica y vidrio 75 15 9 0Papel, imprenta, l ibros y objetos de escri tcrio 6 2 1 6 7 8Pieles, cuero, etc. 55 5 60Productos quirnicos , aceites , j abones , etc. 4 2 4 4 6Comercio 91 91Profesiones liberales y servicios secundarios 1 6 2 1 0 3 2 6 5Administracion publica 6 4 3 6 7Fuerzas armadas 6 3 6 3Otros oficios 4 4 5 7 5 5 1 3

    Totales 6 . 5 4 5 2 . 8 3 2 9 . 3 7 7

    La experiencia de trabajar formando parte de una fuerza de tra-bajo extensa en un solo emplazamiento fue creciente a 10 largo delsiglo XIX. En el siglo XVIII se consideraba gue las minas de carb6neran grandes si empleaban a mas de 100 rnineros; la norma era em-plear unos 40. En las tecnicas de extraccion del carbon no se pro-duj o ninguna revoluci6n tecnologica , y el gran aumento de la de-manda que acornpano a la revolucion industrial se tuvo que afrontaren su mayor parte aumentando la cantidad de mana de obra. En elprimer cuarto del siglo XIX, el mirnero de 200 a 300 trabajadoresbajo tierra se convirti6 en algo habitual en la rnayoria de minas decarb6n de gran tamafio, mientras que haria la decada de 1840 lasmayores minas carboniferas del nordeste empleaban de 500 a 1.000obreros. A finales del siglo XVIII el numero de mineros del carbon,en Inglaterra y Gales, dificilmente podia ser inferior a 50.000, peroincluso a partir de este importante mimero su crecimiento fue espec-

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    24 CLASE OBRERA E INDUSTRIALrZACIONtacular pasando por 118.000 en 1841, hasta alcanzar los 219.000hacia 1851. 14

    Las estadisticas de empleo en las minas de estano y cobre deCornualles son excepcionalmente buenas. Un recuento hecho paraBoulton y Watt, en 1787, situo el mimero de empleados en las mi-nas de cobre en 7.196, de los cuales 2.684 eran mujeres y nines.A este calculo se deben afiadir unos 2.000 obreros de las minas deestafio. Una estimacion de 5.000 a 6.000 hombres y 4.000 a 5.000mujeres, en 1799, parece una cifra razonable, y la muy considerableexpansion de fa rninerfa del cobre a 10 largo de [as primeras decadasdel siglo XIX se refleja en Lac ifra de 29.166 (hombres y mujeres)para el ana 1837 y el recuento del censo de 1851 de 36.284 (que in-duye 5.916 rnujeresj. Un cuidadoso estudio de 159 minas en 1837nos perrnite tener un conocimiento preciso de la escala caracterist icade [a empresa; 64 de esas minas, que abarcaban un gran mimero deoperaciones muy pequenas, empleaban a mas de 100 trabajadores;diez de ellas a mas de 500; y cinco ocupaban a mas de 1.000. Dehecho, mas del 60 por 100 de la mano de obra minera estaba ern.pleada en minas de mas de 250 trabajadores, y un poco mas del 30por 100 1 0 estaba en las cinco mayores empresas que superaban los1.000 obreros."

    Hacia rnediados del siglo XIX, el sistema de fabrica solo era elmodo de produccion dominante en la industria de patios de lana yalgodon, A principios de 1a decada de 1830, 7 firmas algodonerasde Manchester ernpleaban, cada una de elias, mas de 1.000 trabaja-dores; otras 30, mas de 500; y 46 mas, entre 200 y 499. La mecani-zacion tardia del tejido supuso que incluso en 1815 las fabricas delos algodoneros solo contasen COn 114.000 empleados, que eran ensu rnayorfa mujeres y nines, pero el advenirniento del telar mecanicoredujo e1 mimero de tejedores manuales desde una cifra alrededorde los 240.000 en 1820, a solo 50.000 hacia 1850, mientras la manode obra fabril del sector del algod6n aumentaba hasta 330.000, el57 por 100 mujeres. La producci6n Ianera cambio su procedimiento

    14 . Las cifras r elativ as a la indu stria hullera se han sacado p rincipalmente deMusson. Growth oj British Industry, pp. 95-96.15. Las Fuentes de informacion para el estaiio y el cobre se citan e n J. G.

    ~ule, The labour ing miner in Cornwal l c. 1740-1870; a study in social history, Te-SIS doctoral, Universidad de Warwick. 1971, pp. 8-14.

    [NTRODUccrON 25de forma mas lenta. La mano de obra de este sector que trabajabaen fabricas estaba confinada en su mayor parte en el West Riding, yen 1850 ascendfa a unas 74.000 personas, pero la persistencia deltejido con telar manual -en 1850 solo habia 9.500 telares mecani-cos en las indus trias lanera y del estambre- significaba que los tra-bajadores masculinos ernpleados a jornada completa tenian todaviaun predorninio marginal, Hacia 1833, 11 hilanderfas del Yorkshireempleaban a mas de 200 obreros, y parece que este era tambien eltarnano tipico del nurnero de fabricas sederas de Derby y Maccles-field, que funcionaban en el seno de una industria dominada todavianumericamente, a principios del siglo XIX, por los trabajadores a do-micilio de Spitalfields (Londres) y de Coventry."

    Los oficios de tejido de medias y encajes de las East Midlands sernantuvieron fuera de las fabricas hasta la segunda rnitad del sigloXIX. En 1727, habia ya 4.650 telares en funcionamiento en el dis-trito, y en la epoca de los disturbios luditas de 1811, unos 20.000 te-lares daban trabajo quizas a 50.000 personas. El censo de 1851 dauna cifra de rnano de obra de 65.000. Aunque en su mayor parte loscalceteros ernpresarios que daban trabajo a domicilio 1 0 hacian enuna escala pequeiia 0mediana, unos pocos de ellos daban hilo a tra-bajar a unos cien 0mas tejedores de punta. De forma parecida, l_osoficios de cuchil ler ia de Sheffield quedaron fuera del alcance del S1Stern a de fabrica; los 6.000 fabricantes de cuchillos s limas de 1800habian aumentado a mas de 14.000 hacia el ano 1851, haciendo deSheffield una de las ciudades mas desarrolladas de la revolucion in-dustriaL En 1801, su poblaci6n de 46.000 habitantes la convertfa enuna gran ciudad segiin los criterios de aquella epoca; sin embargoen 1851 habia alcanzado los 135.000 habitantes. Este crecimientoen el empleo se debia sobre todo a la persistencia de la produccionartesanal en pequena escala, en la que, al igual que en los diversosoficios del metal de Birmingham, predorninaban los pequefios pa-tronos que empleaban unos pocos oficiales y aprendices en ramasespecial izadas de la rnuy heterogenea manufactura de los pequefiosproductos de metal. Muchos de ellos compraban todavia sus propiasmaterias primas, aunque dependian en gran medida de la venta desus productos a los cornerciantes capitalistas y muy pocas veces los

    16. C ifras extraidas d e M us so n, Growth o f Br it ish Industry , pp. R2"R:\, yS. Pollard, The Genesis of Modem Management, Penguin , 1965 , p. 114 .

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    26 CLASE OBRERA E INDUSTRIALIZACIONvendian ellos directamente. Para William Hutton, que viajo por pri-rnera vez a Birmingham en 1741, la ciudad era ya grande y repletade habitantes, y esos habitantes estaban rebosantes de laboriosi-dad. En 1801, la poblacion tenia 73.000 habitantes, cifra nueveveces superior a la del afio 1700; hacia mediados de siglo se acer-caba al cuarto de millen de habitantes, 17

    Si adem as la produccion de davos del Black Country estaba asi-rnismo dominada por la produccion manual, unos 29.000 trabajado-res en 1851, esta claro que la pequefia fundicion fue predorninanteen la industria de productos de metal durante todo el periodo. Sinembargo, incluso antes de finalizar el siglo xv rn , existian en la in-dustria del metal grandes empresas que se dedicaban a la produc-cion del propio hierro y fundidos y vaciados mas pesados como elde las rejas de los arados, calderas y otras piezas de maquinaria.

    En general no supone una gran distorsion sugerir que en Ingla-terra hasta rnediados del siglo XIX la industr ia de bienes de consumoacabados se hacia en su mayor parte a pequeiia escala y sin mecani-zar. Los obreros paneros que trabajaban en fabricas eran superadosde largo par los que trabajaban de forma manual en una u otra ramadel oficio de la paneria, En 1851, en Inglaterra y Gales habia10.991 patronos de sastreria, y s6lo un 4 por 100 de ellos empleabaa mas de 10 trabajadores de la inmensa fuerza de trabajo constituidapor 151.000 sastres. A esta cifra se pueden anadir 72.000 costure-ras, 296.000 modistas, 17.000 sombrereras y 30.000 guanteros,adem as de diversos colectivos menores, para completar el vasto nu-mero de personas que confeccionaban prendas de vestir. La indus-tria del calzado se estructuraba de forma parecida, aunque rnos-trando tendencias crecientes hacia la concentracion, especialmenteen y alrededor de Northampton. Sus 241.000 obreros y 31.000obreras superaban en 1851 eI numero de los empleados en las minasde carbon.En los oficios de la construcci6n predominaban los pequeiiospatronos a pesar de que en algunas ciudades parecia que existiese elsistema de contrata general. Se daban a la vez el trabajo directo,la subcontrataci6n hecha a varios menestrales y eI trabajo porcuenta propia conocido en todas partes; esre ultimo predominabafuera de las ciudades mas grandes. Un maestro artesano trabajaba,

    17. Wil li am Hutton , Life of Wil liam Hutton F.A.S.S., 1817, p. 1 ro .

    lNTRODUCC!ON 27de forma caracter istica, con uno 0 dos empleados fijos, con oficialesy aprendices, y ademas, de vez en cuando, alquilaba trabajo no cua-lificado. De los 26.360 patronos que en 1851 trabajaban en oficiosrelat ives a la construcci6n en Inglaterra y Gales, 70 ernpleaban a100 trabajadores 0 mas, pero las tres quintas partes de ellos soloernpleaban a 1 0 2 del medio mill6n, mas 0menos, que engrosabanlas filas de los diversos oficios de albafii ler ia, ensarnblaje, ernpiza-rrado, mamposteria , etc. Quizas unos 60.000 obreros mas respalda-ban el trabajo de aquellos fabricando Iadrillos, preparando cal 0sa-cando piedra 0 pizarra de las canteras.

    A 1 0 largo del siglo XVIII, 1aindustria alfarera se habia concen-trado con rapidez en las cinco ciudades de alrededor de Burslern.Hacia 1762, las 150 alfarerias de Burslern daban trabajo a 7.000personas y en 1781 John Wesley subrayaba el continuo crecimientode [a ciudad que tenia habitantes procedentes de todas partes. En1851 habia empleados 36.000 alfareros (11.000 de los cuales eranmujeres) . El predorninio que habia mantenido Wedgwood a 10largodel s ig lo x vrn d ec li ne y hacia 1a decada de 1830 varias grandes fir-mas sobrepasaban su Etruria en 10 relativo a puestos de trabajo y aproduccion. Habia 36 empresas que empleaban a mas de 100 obre-ros; 7 de ellas empleaban a 350. Sin embargo, dos terceras partes delas empresas tenianmenos de 10 trabajadores, y de este modo la in-dustria alfarera s610 era una excepci6n parcial a la norma de la pro-duccion manual de los bienes de consumo. Tambien la imprenta de-beria ser considerada como industria de bienes de consumo, sitenemos en cuenta la produccion de libros y periodicos. su expan-si6n fue rapida en la tercera y cuerta decadas del siglo XIX, particu-larrnente en las provincias, pasando de una fuerza de trabajo de9.000 hombres en 1831 a mas del doble de esta cifra en 1851. E1 t a-ller caracterfsticos, situado a las afueras de Londres, seguia siendomuy pequeno.

    Los astilleros, como ya hemos observado, se encontraban entrelas empresas de mayor tarnafio en la economia del siglo XVIII. Por 10que al tarnano se refiere, los asti lleros navales hacian que parecieranpequefios la rnayorfa de talleres privados, que en su mayor parte se-guian siendo pequeiios a mediados del siglo XIX. 5610 13 de las 327firmas que tuvieron ganancias en 1851 empleaban a mas de 100 tra-bajadores, rnientras que a rnediados de siglo Portsmouth daba tra-bajo a 2.000 y Chatham a cerca de 2.500. El grueso de esos obreros

    . Iof

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    28 CLASE OBRERA E lNDUSTRIAUZACIONeran artesanos de la madera: carpinteros de ribera, fabricantes demas tiles y de aparejosy calafateadores, que se complementaban conlos veleros y los cordeleros. En la segunda rnitad del siglo la cons-trucci6n de barcos se transformaria y dada lugar a nuevos tipos deobreros: los planchistas, los remachadores y los constructores decalderas. El abastecirnienro de los barcos fue un elernento significa-tivo para la dernanda de toneles y barriles, sector que ernpleaba a20.000 toneleros en el afio 185 L La cifra oficial de 446.000 obrerosdel sector del trans porte incluia los marinos mercantes, aunque nolos 37.000 pescadores. La irnportancia del ferrocarril estaba empe-zando a repercutir ahora en el personal de explotacion, mas que enlos grupos de peones que habian predominado en Ia fase de cons-truccion. El numero de obreros que trabajaban en el tendido de viaspara las compariias mas irnportantes alcanzaba la cifra de 182.963en 1848 y el ferroviario se convertiria en el mas conocido represen-tante de un nuevo tipo de obrero de la economia victorian a: laclase obrera de uniforrne, que compartia la seguridad y las buenascondiciones en el empleo, junto con las actitudes respetuosas haciaellos, con otros grupos de trabajadores como los de correos... Este mapa del empleo, necesariamente incompleto e impresio-msta, parece confirmar el pun to sobre el que han insistido recienteshistoriadores: que el ernpleo en las fabricas no era el caracterist ico.EI profesor MUsson afirma: Es evidente que el trabajador britanicocaracteristico de mediados del siglo XIX no era un obrero encargadode una rnaquina en una fabrica, sino que era todavia un artesanotradicional, un bracero 0 un criado dornestico." Sin embargo, 'elproblema no reside tanto en aceptar las proporciones relativas (loscalculos de Hopkins sabre el censo de 1851 dan 1,75 millones detrabajadores empleados en Ia industria mecanizada y en la mine-ria frente as,S millones que trabajaban en industrias no mecaniza-das),!" sino en la forma que el terrnino tradicional transmite unaimagen de producci6n artesanal inmutable. No es cierto que el nivelde cualificacion, la posibilidad de participar de la dignidad del ofi-cio, el control sobre el proceso de trabajo ni la intensidad y la rernu-neracion del trabajo permanezcan sin alteraciones simplernente por

    18. Musson, Growth of Bri tish Industry, pp. 130-141.19. E. Hopkins , A Social History of the English Working Classes 18 J 5- J 945,Arnold, 1979, p, 3.

    INTRODUCCION 29

    el hecho de que persistan los modos de producci6n manuales. Esteargumento es central cuando, mas adelante, tratarnos el tema de losprocesos de trabajo, la rernuneracion y el sindicalismo. Aqui sub~a-yaremos solo que el sastre 0 e 1 zapatero reventados: y el carpm-tero 0 ebanista chapuceros> tenfan poco en comun con la formatradicional de su oficio, EI capital ismo mercantil , en especial bajo laforma del almacen de articulos dispuestos para el consume. habiatenido como consecuencia una transformaci6n estructural de susoficios, tan importante y tan seria en sus implicaciones y de un ca-racter tan claramente explotador como 10 fue el sistema defabrica_20 Por anadidura, como ha seiialado Raphael Samuel, la re-volucion industrial no fue s610 una cuestion de atender a las rnaqui-nas, dio lugar a nuevas demandas de trabajo manual penoso:

    La revolucion industr ial, lejos de aligerar el trabajo humane creotodo un nuevo mundo de ocupaciones intensivas en trabajo: un pri-mer e jernplo de ello son los peones del ferrocarril, pero tam bien po-driamos citar a los pudeladores y los laminadores en las fabricas delaminado, que t ransformaban en barras los lingotes de hie rro brute,los obreros de alcali que removian t inajas de sosa causti ca, y un am-pl io espect ro de ocupaciones que la Legislacion fabri l de la decadade 1890 reconocio tardiamente como oficios peligrosos. Z I

    EL TRABAJO DE LAS MUJERES Y LOS NINOS

    A 1 0 largo del periodo que abarca este libro, el empleo de rnuje-res y nifios fue habitual e importante. Aunque a menudo se le dauna importancia especial a la revolucion industrial por haber incor-porado a las mujeres y los nifios a la fuerza de trabajo, es un hechoclaro que el porcentaje de poblaci6n ocupada que ellos representa-ban habia sido bastante constante hasta el rapido declive en el em-plea de mujeres casadas, despues de 1851, y el aumento de la esco-larizacion para los nines en la segunda mitad del siglo XIX. 22

    20. Para un tratarniento de este cambio estructural sobre bases mas amplias,vease J. G. Rule, Artisan attitudes: skilled labour and proletarianisation in Wes-tern Europe before 1848, Bulletin Of Soc ie ty for S tudy of Labour His tory , 1985.

    21. Samuel, Workshop of the world, pp, 8-9.22. Vease E. Richards, Women inthe British economy since about 1700: aninterpretation, History, 59, 197, 1974, pp, 337-357.

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    30 CLASE OBRERA E INDUSTRIALlZACIONEn el siglo XVIlI, las rnujeres y los ninos constituian en su mayor

    parte una mano de obra industrial oculta. Oculta porque su trabajose hacia, por 10 com un, en casa y en muchisirnos casos era confec-cion de ropa que se realizaba como parte de la unidad de produc-cion familiar mas que como trabajo asalariado por separado. Sinembargo, no todo el trabajo fernenino a domicilio se encargabacomo parte de una unidad de trabajo familiar. La doctora Berg haserialado que diversos oficios, que se hacian segun el sistema de put- ; j; , ting-out, tendian a absorber el trabajo femenino disponible en la

    easa y daban lugar a modos de produccion y de organizacion ade-cuados a ese fin. EI eneaje y el trenzado de la paja son solo los ejem-plos mejor conocidos." Ademas, habia algunos oficios especffi-camente ferneninos como los de sombrerera, corsetera 0 modista.A mediados del siglo XVIII estos oficios recibian remuneraciones tanbajas que corminmente se les consideraba como centres de recluta-miento para la prostitucion. Se ha descrito a menudo el proeeso porel cual, en la primera mitad del siglo XIX, el sistema de reventaderoexplotaba el trabajo de las obreras a domicilio dentro del sector deloficio de la aguja. EI Song of the Shirt es a su modo una imagende la explotacion capitalista casi tan poderosa como cualquier ciu-dad fabril al estilo de Gradgnnd.?:'

    A pesar de Ia aparicion de la fabrica con su fuerza de trabajomayoritariarnente femenina, hay poca evidencia fiable que apoye elpunto de vista segun el cualla revolucion industrial aumento la par-t icipacion de las mujeres en el trabajo asalariado. Es imposible obte-ner cifras exactas para el siglo XVIII; s6lo podemos dar por supuestoque, entre la poblaci6n trabajadora, se esperaba que las mujeres, es-posas e hijas trabajasen tanto en la industria como en la agricultura.

    * Organizacion de una red de t raba jo a dornicil io por par te de los cornerc ian-lCS cmpresarios, llarnados putters-out. (N de fa t.)23. M. Berg, Domes tic indust ry, women and communi ty in e ighteenth-cen-tury England, en P. Joyce, ed., Historical Meanings of Work, Cambridge Univer-s ity Press , 1986; y The Age of Manufactures 1700-1820, Fontana, 1985. (Hay t rad.casr.: La era de las rnanu faturas, 1700 - I 820. Una nueva his/aria de la Revolucionindustrial briuinica, Crftica, Barcelona, 1987.)24. R. Campbell, The London Tradesman, 1747, reeditado par David andCharles en 1969, pp. 206-209 y 225-228; y para la continua vinculacion con laprostitucion a rnediados del siglo, v ease el in forme de Mayhew, Prostitutionamon~ needlewomen, en E. P .Thompson y E. Yeo, eds. , The Unknown Mayhew,Penguin , 1973, pp. 175- [77.

    INTRODUCCION 31

    La industrializacion solo aurnento y cambia Ia naturaleza del em-pleo que estaba al alcance de algunas mujeres en algunos distri tos.Los cambios en la agricultura asociados con el declive de las explo-taciones familiares, el incremento de una clase de trabajadores sintierra y un cambio hacia la producci6n de cereales quizas redujo elempleo femenino y 10 hizo mas estacional (vease infra, p. 67).

    Se podian encontrar mujeres en rnuchos sectores de la economiaindustrial, aunque estaban excluidas de los oficios artesanales que sedesarrollaban en los talleres por la frontera del aprendizaje y las or-ganizaciones de los trabajadores masculinos cualif icados. La exclu-sion legal de las mujeres, aparte de la que se ejercia de forma indi-recta a traves del aprendizaje, solo se produjo con la Ley de minasde 1842. Es imposible saber que porcentaje de 1a fuerza de trabajoconsti tuian las mujeres en el siglo XVIII, pero el 30 por 100 de la po-blaci6n obrera oficial de 1811 permaneci6 constante hasta 1851.En aquel ano, el mimero de mujeres ocupadas era un 39 por 100 dela poblacion femenina total. Desde luego, esta es una estimacion pordebajo de la realidad puesto que gran parte del trabajo que realiza-ban las mujeres era a tiempo parcial, no oficial, oculto en la cas ao sumergido en 1a ocupacion del esposo, de modo que escapa alcompute, De las clases de trabajo enumeradas, la preponderanciadel servicio domestico es abrumadora +representaba un 37,3 por100 de las mujeres con empleo-, mientras que la produccion textily la industria del vestido juntas alcanzaban, mas 0menos, el rnismoporcentaje. La agricultura era el sector que venia a continuacion, peromuy por dewis, con un 7,7 por 100. De las 128.418 mujeres quetrabajaban suficientes horas en la agricultura como para ser contabi-Iizadas en aquel sector, 64.000 eran lecheras que, en contraste conla imagen dulce y bella que de elias se daba, realizaban duros traba-jos batiendo y removiendo la rnantequilla y los inmensos quesos. Laincapacidad de la agricultura inglesa para proporcionar trabajo sufi-ciente a las mujeres se refleja de manera directa en el hecho de quelas j6venes que se incorporaban al servicio dornestico en las ciuda-des procedian en su mayoria de los pueblos. 2~

    25. Ademas de la clasica obra de l. Pinchbeck, Women Workers and [he In-dustr ial Revolut ion 1750-1850, Cass, 1969, vease el articulo contemporaneo deHarriet Martineau sabre los resultados del censo de 1851, que se publi co en Edin-burgh Review, 109, 1859, pp, 293-336, y se volvio a publicar en 1. Saville, ed.,Working Condi ti ons in the Vic torian Age , Gregg, 1973.

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    32 CLASE OBRERA E INDUSTRIALlZACIONEn la industria pesada trabajaban proporcionalmente pocas mu-

    jeres, aunque la industria de fabricacion de clavos era una excep-cion, y estaba aumentando su importancia en diversos oficios delsector del metal que se realizaban en los talleres de Birmingham. Eltrabajo de las rnujeres bajo tierra, en las minas de carbon, quedoprohibido por la ley de 1842, pero en algunos distritos este tipo detrabajo no se habia conocido jarnas, ni tampoco se habia dado en lasminas de estaiio y de cobre de Cornualles. Las mujeres eran muchomas importantes como trabajadoras en la superficie, seleccionando,separando y clasificando carbones y minerales. El doctor John haindicado que las estadisticas de ocupaci6n del afio 1841 subestimannotablemente el mimero de rnujeres que trabajaban en las minas,dando la cifra de 2.350; y afirrna que en visperas de la ley de 1842habia quizas alrededor de 5.000 0 6.000 mujeres empleadas en lasuperfide y en las galerias. Las oportunidades de trabajo en la su-perficie no aumentaron a corto plazo despues de la exclusion de lasmujeres de las galerias, y el censo de 1851 s6lo registra 2.649 rnuje-res en las minas de carb6n de Inglaterra y Gales. In En proporcion,las minas metaliferas de Cornualles, en especial las de cobre que te-nian una gran demanda de trabajo femenino en la superficie, las em-pleaban en mucho mayor numero, En 1851, trabajaban 5.922 muje-res en las minas de Cornualles, con el doble de obreras en losminerales decobre que en el estano."

    Los defensores de la industrializacion capitalista britanica seapresuran a sefialar que el trabajo infantil era un ingreso esencial eindispensable para la economia, mucho antes de que apareciera elsistema de fabrica, Es una insistencia innecesaria puesto que nuncanadie ha creido 10 contrario: la discusi6n siempre ha girado en tornoa la forma y la intensidad del trabajo infantil. Al igual que el trabajode las mujeres, a menudo el trabajo de los nines quedaba ocultodentro de la unidad productiva domestica, Aunque tarnbien escierto que Daniel Defoe estuvo encantado de descubrir, durantesus excursiones de principios del siglo XVIII, que en los condadospaneros, los nifios, cuando habian cumplido cuatro 0 cinco afios,podian ganarse el pan por S 1 misrnos. De hecho, con su observa-

    26. A. V. John, By the Sweat of Their Brow: Women worke rs at Victoriancoal mines, Croom Helm, 1980 , pp . 24-25.27. Rule, Labour ing mine r in Cornwa ll, pp . 8-11.

    INTROOUCCI6N 33cion estaba senalando que bendici6n suponia la industria, en su opi-nion, al darles empleo de ese modo. De ahi se deduce que el grad~de desempleo d e l os d is tr it os rurales suponia , en genera l, que los ru -fios solo tenian trabajo de forma fortuita e intermitente. El hecho deescoger este aspecto para hacer un comentario acerca de la industriamuestra verdaderamente que la opinion publica del siglo XVIII apro-baba el trabajo de los ninos; tambien podria confirrnar que se espe-raba que los nines trabajasen, pero asimismo sugiere que se cons i-deraba que la economia en su conjunto no ofred a suficiente empleopara los niiios. Es dificil aceptar el punto de vista del doctor Huntsegiin el cual probablemente el trabajo de los nines estaba menosextendido en 1851 que en la epoca anterior a la revolucion indus-trial: esto es confundir la aceptacion con la disponibilidad, el deseocon la oportunidad. A mediad os de siglo, alrededor de un terciodelos nines menores de quince arms trabajaba, Sin embargo, existenbuenas razones para creer que est a citra, basada en el censo de1851, da una estimaci6n muy por debajo de la realidad. No sepuede pretender que el censo fuese muy eficaz a la hora de registrara los nines que trabajaban en la produccion familiar 0como auxilia-res de los obreros adultos en otros tipos de trabajo. El doctor Huntsugiere que una valoracion mayor de la educacion fue responsabletambien del declive en el empleo infantil. En realidad, como masadelante quedara demostrado, la asistencia a Ia escuela, para aque-llos que iban a ella, consistia por 1 0 cormin en ir durante solo dos 0tres afios. Es engafioso considerar la escolarizaci6n sin sena lar queno estaba asociada laasistencia a la escuela con unos an os de la ni-nez especificos y obligatorios. Si constaba en el registro que un ter-cio de los nines trabajaba, entonees se deben anadir a este mimerotodos aquellos que en aquel momenta no trabajaban, pero que des-pues de unos breves afios de escolarizacion se incorporarian al tra-bajo para el res to de sus afios de infancia. La legislacion de las fabri-cas y las minas tuvo solo un efecto insignificante despues de 1833, alprohibir (aunque se produjese algtin tipo de escamoteo) la admisi6nde los nines menores de ocho afios en las fabricas de los algodone-ros y los Ianeros, y a los menores de diez anos en las galerias de lasminas. Aunque para el futuro fue muy importante, la legislacion so-bre el empleo de los nines se aplic6 de forma selectiva y solo inten-taba protegerles de abusos concretos, no reducir seriamente su ex-tension. En la medida que se ace pta el aumento de la tasa de

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    34 CLASE OBRERA E INDUSTRIALIZACI6Nnatalidad y la d isrn inucion de la morta lidad infantil como causas ex-plicativas de la revoluci6n demografica, parece probable que la pr~-porci6n de nines en la poblaci6n aurnentase , de modo que haem1851 mas de un tercio de esta tuviese quince anos 0menos. No pa-reee probable que el trabajo infantil mostrase tendencia alguna adisminuir. En realidad, 1a industria y la rnineria, areas en las quemas fijaron su atencion los contemporaneos y los historiadores, nocontaban con mas de una cuarta parte de los nines empleados en1840, mientras que la agricultura ocupaba a un 28,4 par 100 de to-dos los muchachos menores de quince anos, y un 17 por 100 de lasrnuchachas regist radas en 1851.~H

    URBANIZACIONNo se produce necesariarnente una conexi6n entre industr ializa-

    cion y urbanizaci6n. Las ciudades de chabolas, habitadas por emi-grantes rurales subempleados, que rodean las urbes de las econo-rnias subdesarrolladas actuales son tes timonio de ello. Sin embargo,para la Europa del siglo XIX esta era una conexion habitual; y paraGran Bretafia, en los aiios que van de 1750 a 1850, una conexi6nexcepcionalmente estrecha . La mano de obra que. trabajaba en la in-dustria, a pesar de la persistencia de poblaciones industriales de mi-neros, tejedores, tejedores de punto, fabricantes de c1avos y otrosoficios parecidos, se concentraba de forma creciente en las ciudades.Las cifras hablan claramente por sfm ismas. En 1750, Londres era 1aunica ciudad inglesa con una poblaci6n superior a los 50.000 habi-tantes; hacia 1801 habia 8; yen 1851,29,9 de las cuales sobrepasa-ban los 100.000 habitantes, En el censo de aquel afio, Gran Bretanase convirtio oficialmente en una nacion en la que la mayor parte dela poblacion era clasificada como urbana y no como rural. Mas de latercera parte de esos habitantes urbanos vivia por aquel entonces enciudades de 50.000 habitantes 0mas. Entre 1770 y 1830, Manches-ter paso de 27.000 habitantes a 180.000, y esto a pesar de que e1surgimiento de la ciudad fabril se habia retrasado debido ala depen-dencia de las primeras fabricas con respecto a la fuerza motriz del

    28. Hunt, British Labour History, pp. 9-13; Rule , Experience of Labour, pp.42-43.

    fNTRODUCCION 35agua. Con la aparicion de las fabricas que utilizaban la fuerza delvapor, las ciudades textiles crecieron con especial rapidez, pero do amayor velocidad que algunos centros con industria metahirgica. Ha-cia la tercera decada del sigio XIX, tanto Manchester como Birmin-gham, Sheff ield y Leeds aumentaron en mas de un 40 por 100. Enaquel momento, can las elevadas tasas de natalidad y las tasas demortalidad marginalrnente mejoradas, las ciudadespudieron au-rnentar tanto por su crecimiento natural como por la inmigracion.?"

    El vinculo entre crecimiento industrial y urbanizacion fue in-cluso evidente en el siglo XVIII, Yfue tan significative como el desa-rrollo de los balnearios, como Bath, a los que se ha concedido endemasia e l protagonismo de la urbanizacion que tuvo lugar duranteel siglo XVIII. El doctor Corfield ha demostrado que entre las ciuda-des que crecieron con mayor rapidez se encontraban las que ternanuna industria especializada. No se trata simplemente de que Defoehablase del Negro Barnsley 0 escribiese acerc~ de las negras yoscuras calles de Sheffield, 0de que Burslem estuviese tan Ilena dehurno en 1750 que la gente tuviese que ir a tientas en pleno dia, Es-tas eran excepciones sobre las que se pueden hacer comentarios,pero 10 cierto es que hubo un crecimiento mas generalizado en el ta-mafio de los centros urbanos industria les. Cinco de las diez mayoresciudades provincia les de 1775 debian principalmente su tamafio a laindustria, y eran: Birmingham, Norwich, Manchester, Sheffield yLeeds. De las otras cinco, solo Bath no tenia una industria impor-tante, mientras que Liverpool, Newcastle, P lymouth y Bristo l 5 1 latenian. No lejos de ellas se encontraban otras ciudades como Not-t ingham, Coventry, Exeter y Portsmouth. La industria 0 la rnineriaera tarnbien la raison d'etre de una multitud de ciudades rnenores,que tenian de 3.000 a 5.000 habitantes, Podemos escoger de unalarga lista, ciudades paneras como Bury, Bradford, Tiverton, Wiganu Oldham; centros mineros como Camborne; 0 centros industrialescomo Wolverhampton. Se puede dudar de que las ciudades de5.000 habitantes 0menos proporcionaran una autentica experienciaurbana, y en 1700 solo alrededor de un 16 por 100 de 1apoblacion

    29. Las cifras sobre el crecimiento de las ciudades en el siglo X.IX se han ex-traido de Mitchell y Deane, British Historical Statistics, pp. 24-26. Para el sigloxvrn , vease P. J. COff ie ld , The Impact Of English Towns 1700-1800, Oxford Uni-versity Press, 1982.

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    36 CLASE OBRERA E INDUSTRIAUZACI6Ninglesa vivia en ciudades que tuviesen siquiera ese tarnafio, mientrasque en 1801 quiza s610 una tereera parte vivfa en asentamientos demas de 1.000 habitantes. En los capitulos que siguen se considerarael impacto de este cambio en la vida laboral y no laboral de 1a p o-blacion obrera inglesa y su adaptaci6n a las formas de vida urbanas,de forma inseparable del de la industrializacion. Los problemas delos nuevos modos de produccion y los de [a vida urbana no se pue-den separar razonablemente, a pesar de que un rnimero considera-ble de personas experimentasen los unos sin los otros."

    Londres es un caso especial. Su poblacion, de 675.000 habitan-tes en 1750, representaba ei 11 por 100 de la poblaei6n de Inglate-rra. En 1800 su poblacion se acereaba al milton y en 1851 era dedos millones y medio. Durante este perlodo sigui6 siendo un grancentro industrial. Durante el siglo XVIII habia sido la localizacionprincipal de los oficios artesanales con sus sastres, irnpresores, relo-jeros, tejedores de seda, sombrereros y Iiteralmente docenas deotros oficios que iban desde los pintores de brocha gorda hast a losfabricantes de instrumentos quiriirgicos. En la primera mitad del si-glo XIX todavia era predominante en la fabricacion de un conjuntode bienes de consumo, que eran progresivamente reventados porel explotado trabajo de los hombres y las mujeres.

    PROLETARIZACION: EL AUMENTO DEL TRABAJO ASALARIADO

    El proletariado nacido en la revolucion industrial que se pro-dujo en Inglaterra en la segunda mitad del siglo [dieciocho], y quedesde entonces se ha repetido en todos los pafses civilizados del~undo, escribio Engels; y el profesor Hobsbawrn, en un libro muybien fundamentado, ha subrayado que el trabajo en una econorniaindustrial es mayori~ariamente el trabajo de proletarios [que] notienen otra fuente de mgresos digna de rnencion, fuera de un salarioen dinero que reciben a cambio de su trabajo. En sentido estrieto,el proletariado industrial es la creacion particular del capital ismo in-dustrial y del sistema de fabrica. Segiin Engels, el trabajador rna-nufacturero del siglo XVI al siglo XVIII, poseia todavia, con algunapero pocas excepciones, un instrumento de produccion: su telar, la

    30. Ibid., pp. 22-23; Rule, Experience of Labour, pp. 18-21.

    [NTRODUCCI6N 37rueda de hilar de la familia, una pequefia parcel a de tierra). Casisiernpre vivia mas inmerso en una relacion mas 0menos patriar-cal con su patron, que en la relacion del proletario respecto delsuyo, que era una relacion puramente monetarias.:'! El doctorStedman Jones ha sefialado dos condiciones de la explotaci6n deltrabajo por parte del capital: la expropiacion del producto, segiin laeual el obrero deja de poseer los rnateriales con los que trabaja 0 elproducto acabado de su trabajo y, en realidad, no vende un pro-ducto sino la fuerza de trabajo; y La expropiaci6n de la naturaleza,proceso de alienaci6n por el cual el obrero pierde todo control sobreel proceso de trabajo, al producir bajo supervision segun los ritmosque dicta la industria moderna. :" Parece claro que el segundo de losdos es basicamente el resultado de la maquinofactura y el sistemade fabrica, pero el primero pudo haberse convertido en la condicionnormal de un amplio sector de la mano de obra mucho antes de larevoluci6n industrial. Es evidente que para Marx y Engels, la proxi-midad urbana del trabajo y la vivienda es una precondicion irnpor-tante para el surgirniento de un proletariado consciente capaz de lle-var a cabo una accion de clase a gran escala, pero si utilizamos elterrnino 'proletariado' de manera mas general para describir aquellaparte de la poblacion trabajadora que depende de la venta de sufuerza de trabajo, entonees la proletarizacion habia recorrido ya unlargo camino en 1750. Para entonces Inglaterra peseta una pobla-cion dependiente de un salado y una consiguiente forma de mer-cado de trabajo que la distinguia de otros pafses europeos. En unaparte sustancial del pais, el trabajo asalariado se habia convertido, 0se estaba convirtiendo, en una norma tanto agraria como industrial,y habia aparecido el bracero agricola tan poco conocido en las es-tructuras sociales de predominio campesino de otros paises. El doc-tor Clarkson ha serialado que si las indicaciones de algunos de losprimeros historiadores modernos son correctas, entonces los dostercios de la poblacion, tanto urbana como rural, que ellos conside-ran dependiente de un salario para los siglos XVI y XVII dejarian

    31. F. Engels, Principles of Communism, 1847, . reedit ado par P luto Press,sin fecha, pp. 7-8; E . .1 . Hobsbawrn, Industry and Empire, Weidenfeld and Nicol-son, 1968, p. 66, (Hay trad. cast.: Industria e Imperio. Una historia economica deGran Bretaiia desde 1750. Ariel , Barcelona, 1977.)

    32. G. Stedman Jones, England's first proletariat, New Left Review, 90,1975, p. 49.

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    poco espacio para cualquier cambia sustaricial en el siglo XVIII,mientras que los calculos de Deane y Cole parecen apuntar haciauna fraccion de dos tercios para 1800. La primera cifra esta hin-chada, tanto por la inclusion de miembros de la familia que no sehabrian registrado oficialrnente en recuentos posteriores, como por-que engloba a los carnpesinos-jomaleros para quienes el trabajoasalariado era suplementario, y tarnbien a obreros paneros como losdel West Riding, que eran en realidad trabajadores por cuenta pro-pia. Sin embargo, esto, junto con la insistencia mas reciente porparte de un historiador del siglo XVII, segiin el cual las revueltas delWest Country se pueden comprender mejor como las protestas deuna clase de artesanos dependientes del trabajo asalariado que solotenian intereses colaterales en la agricultura." nos recuerda 10 ex-tendido y norrnalizado que estaba el trabajo asalariado en Inglate-rra, mucho antes de la revolucion industrial.Los tejedores del West Country 0los calceteros de las East Mid-lands podian trabajar en sus propios cottages 0 incluso en sus pro-pios telares 0 (con menor probabilidad) en sus telares de punto,pero eran comp1etamente dependientes del trabajo que les proper-cionaba un pafiero 0 calcetero capitalista, quien reunia y cornerciali-zaba el producto de su trabajo, pagandoles 10que, aunque se deno-minase precio, era en realidad pago por trabajo .a destajo. Untejedor podia ser maestro en su oficio y, si la institucion se rnante-nia todavia, de su aprendiz, pero tam bien era empleado del patr6npanero, aunque fuese maestro de su epoca> que trabajaba en supropio cottage. EI temprano desarrollo del sindicalismo en los dis-tritos paneros del West Country refleja claramente 1aseparacion deintereses entre trabajo y capital que Adam Smith daba por supuestaen su Riqueza de las Naciones (1773). A finales del siglo XVIII J en elgrupo de los braceros agricolas de los condados del Sur y de EastAnglia, de los obreros rurales del sector pafiero y del metal de mu-chos distritos y en aquellos oficios urbanos como las artes graficas,la sastreria y la sornbrena, en los que una c1ase permanente de ofi-dales proporcionaba el trabajo, existia ya un proletariado en un

    33. L. A. Clarkson, Wage-labour, 1500-1800, en K. D. Brown, ed., TheEnglish Labour Movement 1700-1951, Gil and Macmillan, Dublin, 1982, pp. 1-3.Buchanan Sharp, In Contempt of all Authority: Rura l Artisan s and Riot in the Westof England 1568-] 660, University of California Press, 1980.

    INTRODUCCION 39

    sentido irnportante del termino. Se sobreentiende +escribia un fo-Iletista en apoyo a los sastres de Londres que protestaban en1745-, que un oficial es aquel que, a traves del aprendizaje a cual-quier otro tipo de contrato, ha invertido una parte suficiente de sutiempo ... como para ser capaz de realizar cualquier rama 0 partedel oficio, por 10 cual tiene plena libertad ... para establecerse en elmundo como maestro de su profesion; y s6lo se le llama Oficialmientras sigue trabajando bajo la direccion de otros a cambio de de-terminado salario. Establecerse apenas era posible para la granmayoria que, abundantes como langostas y pobres como ratas,eran de manera permanente los artesanos y a la vez los oficiales deaquel oficio. Los irnpresores, que en 1809 se presentaban a sf rnis-mos como excepcionales entre los oficios de Londres, debido a suspocas esperanzas de conseguir establecerse como maestros indepen-dientes, estaban de hecho muy lejos de serlo.l"

    En un importante sentido aqueUos artesanos no podian ofreceruna conciencia proletaria plena, puesto que latradicion, las creen-cias y las expectat ivas acostumbradas ligaban en parte su concienciaat mundo que estaban perdiendo en una prolongada continuidad devalores , aunque fuesen asa1ariados, y aunque paradojicarnente desus fi las saliese la vanguardia de los primeros movimientos de traba-jadores. Su importancia en los movimientos de protesta de finalesdel siglo XVIII y principios del XIX ha conducido a que algunos histo-r iadores negasen la realidad de la conciencia de c 1 as e. E I abismo en-tre el artesano cualificado y el obrero corriente es, argument an, unaclara manifestacion de las diferencias en cuanto a bienestar material,percepci6n de su posicion social, autoestima y otras consideracionesy sistemas de valores que niegan la existencia de una unica claseobrera, incluso a rnediados del siglo XIX. No habia hornogeneidadde condicion, experiencia 0 respuesta. Las enojosas y complicadascuestiones de formacion de clase y conciencia se trataran al final deeste Iibro, pero aquf es adecuado seiialar que en la forrnacionde una clase obrera intervinieron muchas ramas de conciencia queprocedian de diferentes experiencias de explotacion y niveles de ex-pectativa. El sindicalismo, que es la mas evidente y fundamental delas defensas del trabajo, es claramente anterior a la industrial izacion y

    34. Para estos y otros ejernplos, vease Rule, Exper ience of Labour, pp.33-37.

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    40 CLASE OBRERA E INDUSTRrALlZACrON

    al sistema de fabrica, Es posible que en el siglo XVIII estuviese masatrincherado entre muchos grupos de trabajadores cualificados va-rones que en la primera mitad del siglo XIX. Existe una tendencia alarnentar que los historiadores del trabajo dediquen dernasiado es-pacio y atencion al sindicalismo que fue, como fen6meno de elite,irrelevante para laexperiencia del grueso de la fuerza de trabajomasculina y para casi todas las mujeres trabajadoras. Esta actitudtiene sentido como correctivo, y sin duda el espacio que se dedica alsindicalismo en este libra sera critieado. Y sin embargo, se puededefender, no s6lo porque desde que se hizo el clasico estudio de losWebbs no ha aparecido ninguna sintesis general de cierta extensionsabre la actividad en el primer sindicalisrno, sino tambien porque elsindicalismo fue mucho mas importante de 10 que pueden hacercreer las estadist icas oficiales de afi liacion, porque hizo una laborformativa en el desarrollo de un discurso del trabajo y de la concien-cia del trabajo. EI sindicalisrno no se deberia ya examinar en term i-nos de organizaciones form ales y perrnanentes, como tradicional-mente se ha hecho. Para miles de obreros mas de los que serecuentan en las estadisticas fue fundamental una experiencia y unarespuesta colectiva de trabajo, aunque en muchas ocasiones no sig-nificase mas que una insistencia tacita en que se respetasen las cos-tumbres y las normas del trabajo, y 5610fuese drarnatico de maneraepisodica, Cuando el sindicalisrno se extendio mas alla de las filas delos obreros cualificados, los trabajadores ni 10descubrieron ni 10in-ventaron, 10 absorbieron y con el adoptaron metodos, incluyendolahuelga, que se habfan~piiesfo ya-mucnas-vecesa-prueba. Los Marti-res de Tolpuddle, se recordara, no se hablan formado un conceptode union fuera de los cielos azules de Dorset; 10habian oido men-cionar y, creyendo que ofrecia algo apropiado a las circunstanciasen que se encontraban, se vincularon a ella.

    El irnpacto sobre 1a poblaci6n trabajadora de los cien afios detransformaci6n social y econornica que van de 1750 a 1850, no sepuede analizar s610 en terminos de condiciones de trabajo 0 de bie-nestar materiaL Este irnpacto recae, como ha subrayado E. P.Thompson, sobre la cultura como un todo de la cual surgen tantola aprobaci6n del cambio como la resistencia contra eL35En los ca-

    35. Vease J. G, Rule, The property o f sk ill in the period o f manufactur e ,

    INTRODUCCI6N 41pitulos siguientes se intenta dar una vision amplia; puesto que seexaminan tantas cuestiones, gran parte de su tratarniento se juzgaracomo superficial, algunas omisiones deplorables, algunas inclusionesequivocadas y algunas interpretaciones engafiosas. Espero que e Llector encuentre de utilidad el intento de sfntesis del trabajo de tan-tos historiadores sobre tantos aspectos de la historia de la claseobrera, pero es inevitable algun grade de generalizaci6n puesto quees ineludible para la compresi6n. Se discute apasionadamenteacerca de si en 1830, 0 incluso en 1850, se habia formadox 0 nouna clase obrera inglesa, y tambien se discute hasta que punta parti-eip6 en, y condicion6, su propia formacion. Una cosa parececierta: no se puede suponer que existiese una experiencia uniformey completamente homogenea.

    en P. Joyce, ed., Histor ica l Mean ings o f Work, 1986; E. P. Thompson, Timework-discipline and industrial capitalism", Past and Present, 38, 1977, p. 80. (Hayt rad. cast .: Tiernpo, d is cipl ina de trabajo y capital ismo industrial, en Tradicion,revuelta y consciencia de clase. Estudios sabre fa crisis de la sociedad preindustrial,Critica, Barcelona, 1979, pp 239-293.)