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Emmanuel Alloa La resistencia de lo sensible Merleau Ponty Critica de la transparencia 1

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Emmanuel Alloa

La resistencia de lo sensible Merleau Ponty

Critica de la transparencia

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COLECCIÓN CLAVES Dirigida por Hugo Vezzetti

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Emmanuel Alloa

LA RESISTENCIA DE LO SENSIBLE

MERLEAU-PONTY

CRÍTICA DE LA TRANSPARENCY.

Prefacio de Renaud Barbaras

Ediciones Nueva Vision Buenos Aires

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Alloa, Emmanuel La resistencia de lo sensible. Merleau-Ponty. Crítica de la transparencia -1® ed. - Buenos Aires: Nueva Vision, 2009 160 p.; 20x13 cm. (Claves. Perfiles)

ISBN 950-602-478-9

Traducción de Viviana Ackerman

1. Filosofía I. Ackerman, Viviana, trad. II. Titulo. CDD 190

Título del original en francés: La Résistence da sensible. Merleau-Pónty. Critique déla transpa-rence. © Éditions Kimé, Paris, 2008.

Cet ouvrage, publié dans le cadre du Programme d'Aide à la Publi-cation Victoria Ocampo, bénéficié du soutien du Ministère français des Affaires Etrangères et du Service de coopération et d'action culturelle de l'Ambassade de France en Argentine. Esta obra se publica en el marco del Programa Ayuda a la Publica-ción Victoria Ocampo, con el apoyo del Ministerio Francés de Asuntos Extranjeros y del Servicio de Cooperación y de Acción Cultural de la Embajada de Francia en la Argentina.

Traducción de Viviana Ackerman

ISBN 978-950-602-478-9

LA Toda reproducción total o parcial de esta MATArafflBRO obra por cualquier sistema -incluyendo el Y ES U^PeLITO fotocopiado- que no haya sido expresamen-

" ' te autorizada por el editor constituye una infracción a los derechos del autor y será reprimida con penas de hasta seis años de prisión (art. 62 delaley 11.723yart. 172 del Código Penal).

© 2009 por Ediciones Nueva Visión SAIC. Tucumán 3748, (1189) Buenos Aires, República Argentina. Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. Impreso en la Argentina / Printed in Argentina

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La paloma ligera, cuando, en su libre vuelo, hiende el aire sintiendo su resistencia, po-dría representarse que lo iría mucho mejor en el espacio vacío de aire. Es así justamen-te como Platón abandonó el mundo sensi-ble, porque éste impone al entendimiento tan estrechos límites, y se aventuró más allá, en las alas de las Ideas, yendo hacia el espacio vacío del entendimiento puro. No advirtió que, pese a todos sus esfuerzos, no avanzaba de ninguna manera, pues no en-contraba n ada que se le opusiera y que fuera capaz de proporcionarle, por así decir, un punto de apoyo, en el cual pudiera hacer pie y aplicar sus fuerzas para cambiar el enten-dimiento de lugar.

IMM.A.NUEL KÍ\NT

Raspo unas cerillas que no se encienden. E s u n a resistencia. Me gana la impaciencia. Y esto se convierte en un poema. Lo malo-grado se vuelve cosa muy sensible.

PAUL VALÉRY

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SIGLAS DE LAS OBRAS CITADAS EN FRANCÉS

PrP Le primat, de la perception se La structure du cornportement PP La phénoménologie de la perception G Causeries EP Éloge de la philosophie et autres essais SG Signes SNS Sens et Non-Sens PPE Psychologie et pédagogie de l'enfant. Cours de Sor

bonne 1949-1952 PM La Prose du Monde RG Résujnés de cours. Collège de France 1952-1960 N La nature. Notes du Cours au Collège de France NC Notes des cours au Collège de France 1958-1959 y

1960-1961 OG Notes de cours sur L'origine de la géométrie de

Husserl OE L'Oeil et l'esprit VI Le visible et l'invisible PI Parcours 1935-1951 P2 Parcoursdeux, 1951-1961

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PREFACIO

Atrás parece haber quedado la época en que la mención de la fenomenología de Merleau-Ponty se estrellaba contra el mu-tismo de la ignorancia o contra el rechazo y, de hecho, ha pasado definitivamente. No alcanza con afirmar que se lo ha "redescubierto" pues, salvo unas pocas excepciones, nadie lo había leído. En verdad, en menos de unos veinte años, Merleau-Ponty pasó del estatuto de autor menor o marginal al de filósofo clásico, al punto de que el riesgo que corren hoy los comentadores, extraordinariamente numerosos, es más bien el de la reverencia o el de la glosa académica. A la exal-tación de los comienzos, marcados por el descubrimiento de las enormes potencialidades descriptivas y críticas de la obra de Merleau-Ponty, sucedió el trabajo erudito y sistemático de la "investigación", nutrida de la asimilación de los múltiples inéditos, atenta a la multiplicidad de las fuentes y a la complejidad del desarrollo de la obra. La dificultad, entonces, radica cada vez más en no ceder a la pendiente de la momifi-cación, absolutamente contraria al sentido mismo de la empresa de Merleau-Ponty, en no dejarse aplastar por la masa de los comentarios, en una palabra, en seguir viendo la obra de Merleau-Ponty con nuevos ojos, aquellos con los cuales, según el propio Merleau-Ponty, el pintor ve el mundo.

Emmanuel Alloa forma parte del conjunto de quienes escapan a este riesgo. Conoce y domina la literatura crítica, así como el contexto teórico en el que se formó el pensamiento de Merleau-Ponty. Y sin embargo, lo lee como si fuera la primera vez y por lo tanto como si nada de lo que se ha dicho y repetido fuera realmente definitivo. La condición de tal mirada es a la vez una distancia muy grande y una gran

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proximidad. Distancia muy grande en el sentido de que Emmanuel Alloa toma las cosas desde lo alto y desde lejos, es decir situando a Merleau-Ponty en una larga historia del pensamiento y refiriendo así su fenomenología a problemas que ya eran los de los filósofos griegos. De ello surge un efecto de relativización a la vez histórico y teórico, capaz de arrojar una nueva luz en la obra de M^erleau-Ponty. Pero esta dis-tancia frente al pensamiento, por neutrahzación de la perte-nencia histórica que determina en general los conceptos establecidos, tiene el envés y la condición de una gran proxi-midad a la letra del texto. Emmanuel Alloa está atento a la recurrencia de algunas palabras, hasta entonces pasadas más o menos por alto, a las que confiere e] estatuto de conceptos, al menos operatorios, haciendo aflorar todas las implicacio-nes semánticas e históricas. Como la cosa percibida en Merleau-Ponty, la palabra debe presentarse con todas sus raíces, con sus relaciones con otros vocablos y con ios usos teóricos que ae sedimentaron en ella; sólo bajo esta condición puede dejar de ir de suyo, puede desprenderse del curso del texto para volverse uno de los prismas en los cuales se refrac-ta el pensamiento.

Tal es el estatuto que Emmanuel Alloa confiere a la trans-parencia, que en una primera instancia no es sino un simple tórniino, a veces una metáfora, pero muy presente en la l)hniia de Merleau-Ponty, a tal punto que tenemos derecho a ver en él una fuente secreta y un motivo central, a partir del cual debe poder restituirse una nueva coherencia de la obra. Desde luego, se t ra ta de un motivo negativo: consciente de la inmensa pregnancia de este presupuesto en la historia del pensamiento, tanto más fuerte cuanto que suele estar oculto, Merleau-Ponty se propone instaurar, de cabo a rabo, "la crí-tica de toda ideologia de la transparencia, ya sea la creencia en una transparencia de sí a sí, del sí mismo y de su saber, del sí mismo y del Otro" (22) Es esta lucha incesante contra la ideología de la transparencia, que es también una lucha de Merleau-Ponty consigo mismo, lo que pone en escena Emma-nuel Alloa en esta obra. La cuestión que se plantea natural-mente es la de la vertiente positiva de esta crítica, es decir de lo que hay que oponer a la transparencia. Atento a la indis-cutible influencia en Merleau-Ponty de la fenomenología bachelardiana, y por alusión a la obra célebre de Starobinski, Emmanuel Alloa le opone el obstáculo. Porque es un pensa-miento que trata de escapar a la ideología de la transparencia,

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la filosofía de Merleau-Ponty es una filosofía de la resistencia, 0 de la adversidad; porque la resistencia es también y ante todo resistencia al lenguaje y al pensamiento, la filosofía de Merleau-Ponty es también una filosofía que recubre una reflexión sobre su propio lenguaje, es decir, finalmente, sobre su posibilidad misma. Empero, Emmanuel Alloa no se detiene en este término, que evoca como al pasar y que aparece más como la formulación del problema que como su solución. En efecto, la cuestión radica en saber qué forma precisa cobra este irreductible coeficiente de resistencia de lo real, en cómo nombrar lo que vuelve el horizonte de la transparencia defi-nitivamente irrealizable. La obra de Emmanuel Alloa aparece como un intento de modelar figuras de la resistencia, de situar y de explicitar los términos o los conceptos donde se funda y se lee a la vez el rechazo de la transparencia.

El primer período de la obra de Merleau-Ponty, que culmi-na con la Pliénoinénologie de la perception, está centrado en la noción de cuerpo: el, descubrimiento de la encarnación constitutiva del sujeto permite superar todas las versiones idealistas e intelectualistas de la percepción y poner así en evidencia la inscripción esencial del sentido en lo sensible. Emmanuel Alloa, por su lado, sitúa en un primer plano la noción de medio, cuya rica historia recuerda, y por lo tanto retoma el cuerpo desde el punto de vista de su relación con un Umwelt ya que, según el propio Merleau-Ponty, tener un cuer-po es "para un viviente, unirse a un medio definido, confundir-se con algunos proyectos y comprometerse continuamente con ellos". Al entender el cuerpo propio como perteneciente esencialmente a un medio y actuando en él, o como "potencia-lidad en un medio" (39), uno se da los medios de preservar su especificidad: el cuerpo no puede ni ser reducido a un sujeto puro, ni sometido íntegramente a las leyes de una naturaleza. Esta aproximación al cuerpo permite a Emmanuel Alloa instaurar una confrontación esclarecedora con Heidegger, objetando con razón que la noción de mundo en Merleau-Ponty pueda derivar de la de Heidegger. La relación del animal con la Umwelt no puede pensarse en términos de cerco {Eingenommensein) o de acaparamiento (Benommen-heit), como lo pretende Heidegger, sino más bien, conforme a la lección de Goldstein, como un "debate" {Auseinanderse-tzung). Para íleidegger, el medio es un lugar de cierre y de cerco; para Merleau-Ponty es sinónimo de apertura. De modo que Emmanuel Alloa tiene razón al concluir que, si el hombre

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y el animal están ambos "fundamentalmente a la vez situados en y abiertos a un medio, el hombre, sin embargo, es el ser que potencializa esa apertura creando su propio mundo" (42). Lo cual equivale a decir que el cuerpo es esencialmente mediación: es el medio del medio, en el doble sentido de su centro y de su medio. No sorprende entonces que, en el último Merleau-Ponty, la mediación llegue a ocupar el lugar de lo mediatizado, que ese medio que es el cuerpo - a la vez corazón del mundo y vector de su aparecer-, y que en lo sucesivo será nombrado Carne, entregue el sentido de ser verdadero de ese primer medio que es el mundo. Emmanuel Alloa muestra con toda claridad que el alcance de la noción de medio excede ampliamente el uso que se hace de ella en la Phénoménologie de la perception: designa lo que debe ser pensado en el lugar de una "epistemología de la transparencia"; por consiguiente, las nociones de "realidad de masa" o de "fenómeno-envoltu-ra", presentadas en el curso sobre La Nature ["La Naturale-za"], no son más que meras reformulaciones de dicha noción.

Luego, Emmanuel Alloa termina por ocuparse de la cues-tión del lenguaje. Sigue así un orden que, ajuicio de todos los comentadores, es el de la obra misma de Merleau-Ponty, pero, en verdad, la reflexión sobre la transparencia justifica mejor aun su necesidad. En efecto, lo propio de la palabra, al menos en su funcionamiento habitual, es olvidarse como hecho, es decir como tributaria de cierta materia sonora, para aparecer en tanto la expresión pura de una idealidad que la precedería y no le debería nada. El lenguaje se disimula o se borra por su operación misma: instituye una transparencia que es, a la vez y necesariamente, transparencia de la materia sonora en el sentido (el sentido se t ransparenta en ella), transparencia del sentido mismo y, por ende, de ese sentido al pensamiento. En efecto, sostener que el sentido es trans-parente es reconocer que se t ransparenta plenamente en la materia, borrándola íntegramente, y, en consecuencia, que se da al pensamiento de manera transparente, es decir de tal modo que no le ofrece ninguna resistencia y que así se torna realizable una perfecta adecuación. Por lo tanto, no debe sorprender que una filosofía que quiere terminar con "la ideo-logía de la transparencia" se confronte largamente con la cuestión del lenguaje, en tanto tiene por efectividad una palabra en cuyo seno la materia sonora realiza su propio borramiento. De allí la necesidad de efectuar una suerte de "reducción" de la palabra, lo cual exige no abordarlaya a partir

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de la esfera transparente del sentido, corno tampoco de una materia opaca -que no es sino la contraparte necesaria de ese sentido- sino a partir del movimiento que conduce de una a otra y es, en verdad, más profundo que ambas. A quien examina el movimiento del significar en lugar de dejarse llevar por él, se le presenta claramente que lo que se debe abandonar son las categorías mismas a partir de las cuales ese movimiento es descripto en general, inclusive en la Phéno-ménologie de la perception.-, la fenomenología de la palabra reclama una objeción de la filosofía de la transparencia, incluso en sus formas menos patentes, y es por ello que esta fenomenología se supera a sí misma hacia una ontologia de un nuevo género. Emmanuel Alloa muestra muy bien que, al centrar su cuestionamiento en el "cuerpo transparente del lenguaje", Merleau-Ponty no se conforma con volver a inves-tir las sentidos establecidos de sus trabajos anteriores sobre el cuerpo, es decir con insertar el sentido en un cuerpo viviente haciendo de la palabra un gesto como los otros. Por el contrario, iluminado por la lingüística saussureana, se ve llevado a renovar su concepción del cuerpo viviente para concebirlo como un sistema diacrítico (77).

No obstante, como lo recuerda Emmanuel Alloa, "toda interrogación sobre la filosofía del lenguaje supone una interrogación sobre el lenguaje de la filosofía" (80). Lo cual equivale a decir que el pasaje por la lingüística y la fenome-nología de la palabra no deja intacto el sentido que Merleau-Ponty le confiere a la filosofía y, en consecuencia, a su "objeto". La ontologia que gustosamente reclamaba Merleau-Ponty coincide con la inauguración de un nuevo estilo filosó-fico, al que Mikel Dufrenne designa muy atinadamente "filosofar sin filosofemas". La orientación del último Merleau-Ponty procede indiscutiblemente de la preocupación por tener repercusión en las nuevos sentidos establecidos por la fenomenología del lenguaje en el plano de la percepción, es decir de ir hacia una fuente común del sentido perceptivo y del sentido lingüístico. La tercera etapa del pensamiento de Merleau-Ponty "se propondría profundizar el sustrato común a la obra de 1945 y a las interrogaciones sobre el lenguaje, reconstituir la t rama de la estofa a partir de la cual a la vez algo puede serme dado como visible y las palabras que per-miten hacer visible" (83). Evidentemente, es desde esta perspectiva como hay que comprender la reflexión de Mer-leau-Ponty sobre la pintura, de la que Emmanuel Alloa va a

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llegar a decir que deja definit ivamente la ganga de la estética clásica "para pasar de una filosofía sobre la p intura a una filosofía de acuerdo con o, más exactamente, a una filosofía según la pintura , filosofi'a de la que L'oeil et l'esprit sería el esbozo" (84). Comoquiera que sea, la inteiTogación sobre el ori-gen o la raíz del sentido, en su neutral idad fi-ente a la distinción entre visible y decible, da lugar a una ontologia de la carne o del ser salvaje. Es ta ontologia puede ser compren-dida como una radicalización de la noción de medio. Si el cuerpo puede ser "un 'medio' en un medio-mundo" (90)es porque es más que un medio; está hecho de la misma estofa que el mundo que mediatiza y entonces el concepto de medio debe entenderse como una noción que remite a un elemento común al cuerpo y al mundo, a su parentesco originario: es "medio formador" del sujeto y del objeto, de la esencia y del hecho, del cuerpo y del mundo. Emmanuel Alloa sigue con felicidad cierto conjunto de motivos de esta ontologia de la carne, especialmente al examinar de cerca el concepto, siem-pre repetido pero rara vez afrontado, de quiasmo. Es ta pa i ie en t raña múltiples aproximaciones a las que no se puede sino susci'ibir, tales como, por ejemplo, la puesta en evidencia del error de Derrida en lo que concierne al quiasmo táctil, comprendido como el último estadio de una filosofía de la presencia cuando, en verdad, es el exordio de un pensamiento de la no-presencia y de la no-transparencia, o incluso la definición de la carne como "diacrítico encarnado" (92).

Emmanuel Alloa, empero, no se queda allí. Cree discernir, en el meollo mismo de la ontologia del último Merleau-Ponty, como una vacilación y, finalmente, una alternativa. Alterna-tiva entre una filosofía de la visión que, al sus tant ivar lo invisible, sigue presa de la perspectiva dicotòmica clásica (puesto que la dicotomía de lo visible y lo invisible refleja en verdad la dualidad mantenida de la visión y de lo visibl e) y, por otro lado, un pensamiento de la visión primordial y anónima, de una "videncia" que precedería la partición en visible e invisible y har ía remontar la génesis de lo visible a una fuente de inspiración tenebrosay enigmática (112). Emmanuel Alloa esboza entonces los contornos de una tercera vía, que abriría la problemática de lo visible y lo invisible a una interrogación fenomenològica más general. Es ta vía, que permitir ía afron-tar la cuestión de la esencia de la visibilidad, cuestión central de la obra postuma, exigiría cobrar plena conciencia de la medida del sentido de toda visión, en tanto descarta la

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adecuación pero implica, por el contrario, una distancia "que no es un impedimento para el saber, que es en cambio su garantía", distancia que por lo tanto no es distancia entre lo vidente y lo visible -hac ia una proximidad- sino, precisamen-te el tejido que las liga. Emmanuel Alloa ve en el texto de L'oeil et l'esprit sobre el fondo de la piscina, que no veo pese al agua y sus reflejos sino a través de ellos - t ex to extraordi-nario y enigmático- un muestrario de lo que podría ser esta tercera vía. Es la de una filosofía de lo diáfano - s e r del "entre", elemento que deja " t ransparentar algo que pertenece a lo visible sin ser visible en acto" (115)- en la cual se cumpliría el pensamiento del medio como medium y que culminaría en una fenomenología de la trans-parición. Estas proposiciones, est imulantes y prometedoras, abren la vía a múltiples profun-dizaciones y justif ican por sí solas la lectura de este libro original e inspirado.

R E N A U D BARBARAS Profesor de filosofía contemporánea

en la universidad de París I -Panthéon Sorbonne

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1. EL FILÒSOFO Y SU AFUERA

1. NOLI FORAS IRE

Cuando Edmund Husserl, en febrero de 1929, dio en París las conferencias que contienen en germen sus futuras Médita-tions Cartésiennes, a la sazón en el auditorio de la Sorbonne se hallaba un joven estudiante, cuya comprensión del alemán era rudimentaria. Sin embargo, la frase latina con la cual el fundador de la fenomenología concluyó sus conferencias no podía escapársele: AToíi/oras ¿re. Por medio de estas palabras tomadas de San Agustín,^ Husserl ubica la fenomenología en la tradición de las filosofías del recogimiento y de la interio-ridad, tradición exhibida de entrada por el título de las conferencias, que se anuncian como cartesianas. Corroído por una preocupación creciente frente a la ciencia positiva -preo-cupación que en los años sucesivos llegará a su punto culmi-nante en laKrisis - Husserl preconiza una epojé que se acerca a las Confesiones de San Agustín: in te redi, in interiore homine habitat veritas.^ Este remate final que hace resonar el retorno a un fuero interno debió de parecer tanto más disonante al estudiante en cuestión cuanto que creyó enten-der en el despliegue del pensamiento husserliano una progre-siva apertura a la alteridad y al mundo vivido.

En las elaboraciones personales sucesivas del estudiante de la École Normale Supérieure que no es otro que Maurice

' Edmund Husserl, Cartesianische Meditationen und Pariser Vorträ-ge, Husserliana [que de ahora en adelante se indicará como Hua], La Haya, Nijhoff, 1950, vol. I., p. 39. .

^ "Noli foras ire, in teipsum redi; in interiori homine habitat veritas" (De vera religione 39, 72).

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Merleau-Ponty, hay una suerte de obsesión recurrente de hacer las cuentas con esta conclusión de Husserl cuyo méto-do, además, reivindica. Mucho más tarde, en el prefacio de la Phénoménologie de la Perception'' Merleau-Ponty explica que para la fenomenología "no hay hombre interior; el hombre está en el mundo, y es en el mundo donde se conoce" (PP V). La fenomenología demostraría que "la verdad 'no habita' solamente al 'hombre interior'" (ibidem) sino que, se podría agregar, se propone probar que hay asimismo una Veritas in exteriora. El texto dedicado a Husserl, Le philoso-phe et son ombre (probablemente la expresión más explícita de la deuda de Merleau-Ponty con esa "filosofía del trabajo" [Arbeitsphilosophie) subyace implícitamente a toda su propia empresa) se convierte en el lugar donde intenta conciliar estas dos afirmaciones contrarias: "uno de sus 'resultados' [de la fenomenología husserliana] es comprender que el movi-miento de retorno a nosotros mismos - d e 'regreso a nosotros mismos', decía San Agust ín- está como desgarrado por un movimiento inverso que suscita (SG 204), dado que la reduc-ción no puede ser, en consecuencia, sino el reverso negativo de una intencionalidad irreductiblemente orientada hacia el afuera de sí. Por lo demás, se t ra ta de evitar recaer en un pensamiento idealista para el cual movimiento de interioriza-ción y movimiento de exteriorización serían idénticos, ya que están desprendidos de cualquier otro que sí; en una palabra, escapar al riesgo de la idealización -riesgo al que el propio Husserl no siempre supo sustraerse-reduciendo el idealismo del Husserl trascendental en las proximidades del idealismo he -geliano: "Husserlredescubre estaidentidad del 'regresar a sí' y del 'salir de sí' que para Hegel definía el absoluto" (SG 204). Ahora bien, para Merleau-Ponty no podría haber saber abso-luto, puesto que la exterioridad provoca un estado de promis-cuidad insistente, de contagio perpetuo. Por ende, no se podría confinar la génesis de la verdad al "hombre interior" ya que la filosofía "en ninguna parte cuenta con un terreno allí donde esté preservada del contagio de la vida" (SG 163).

Por consiguiente, la cuestión que se plantea es la de "la filosofía y su 'afuera'", cuestión que proporciona además el título al primer capítulo del ensayo Partout et nulle part ¿Cuál es el lugar propio de la filosofía? ¿De dónde toma su vuelo? ¿Qué relación puede o debe mantener con su afuera,

" Añadido a la obra a pedido de Léon Brunschvicg, para explicar a los lectores esta "nueva" filosofía que es la fenomenología.

la

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con su otro? Estos interrogantes pueden parecer inadecua-dos, pues si se le cree a Françoise Dastur,^ justamente hay que distinguir a Merleau-Ponty de lo que ella califica de "pensamiento de la exterioridad", ya seauna exterioridad tal como la enfoca Emmanuel Lévinas, ya sea "el pensamiento del afuera" del que Foucault ve en la escritura de Maurice Blanchot la más alta realización. Al cambiar el título del célebre ensayo foucaultiano, Françoise Dastur sugería que, por el contrario, hay que calificar la reflexión de Merleau-Ponty de pensamiento del adentro. En efecto, los últimos manuscritos de la época de Le Visible et de l'Lnvisible con-firman una tendencia que surge mucho antes, es decir un "proceso regresivo"® que intenta, en una genealogía concén-trica, volver hacia un "ser bruto" que es de entrada "Ser de indivisión" (VI271), de proximidad y de "promiscuidad" (VI 307). La "nueva ontologia" que ambiciona Merleau-Ponty hacia el fin de su vida es, según sus propios términos, "ontologia del adentro" (VI 290), "endo-ontología" (VI 279) o incluso "intra-ontología" (VI280).

Sin embargo, conviene recordar con Françoise Dastur que se "adentro" no es sinónimo de interioridad. Por el contrario,

se t ra ta de superar la oposición entre filosofía introspectiva y filosofía materialista, oposición que permanece bajo el impe-rio de una mala - y por consiguiente fa lsa- ambigüedad. Ya en La philosophie et le 'dehorá, Merleau-Ponty sostiene que no hay que elegir entre una filosofía que se pretende 'pura' y una doctrina de la explicación exterior, pues sería basarse una vez más en "una falsa concepción del 'interior', y en una falsa concepción del 'exterior'" (EP 149). Superar estas dicotomías heredadas, estas malas ambigüedades, por medio de un pen-samiento que se instala en la espesura de sus membranas, en la densidad de sus articulaciones, es el ejercicio interminable al que se asiste al leer los apuntes de trabajo de la época de Le Visible et l'Invisible. El concepto central que sostiene esta "endofilosofía" es el de la carne. La carne indica menos la opacidad del cuerpo propio que una condición de mi ser-en-el-mundo. Lo que hace de mí un cuerpo no es sino una protube-

Françoise Dastur, "Merleau-Ponty ot la pensée du dedans" en Richir, Marc/Tassin, Étienne (dir.), Mci-leau-Ponty, Phénoménologie et expérien-cies, Grenoble, Millón, 1992, pp. 42-.'56 [retomado en Chair et langage. Essai sur Merleau-Ponty, Versarme, Encre Marine, 2001],

° Renaud Barbaras, De l'être r/u phénomène. Sur l'ontologie fie Merleau-Ponty, Grenoble, Millón, 1990, pp. 16 y 80.

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rancia en un tejido que está por debajo de mí y me atraviesa a la vez. En tanto ser encarnado, ya soy perpetuamente llevado fuera de mí hacia ese mundo compuesto de la misma estofa de la que estoy hecho. Ni como idealidad ni como objetidad, la carne abre una posibilidad de superación de una ontologia reificante. Por lo tanto, una reflexión "espesa" incipiente "del medio de las cosas" (OE 19) sustituye u n pensamiento de la dominación del idealismo trascendental que "despoja al mundo de su opacidad y de su trascendencia" (PP VI) para restituirle, por el contrario, su resistencia y sus potencialidades. En tanto posibilidad cuya actualización está constantemente actualizada, esta filosofía no está ni someti-da a la causalidad ni al privilegio de una interioridad.

Pero, u n a vez más, ¿qué relación puede mantener la filosofía con su afuera si ya no se la confina al dominio privilegiado de una interioridad agustiniana? ¿Cómo puede establecer u n "contacto experimental con el mundo"® sin por ello tornarse ciencia experimental entre otras, sino ciencia de la experiencia? La fenomenología en modo alguno es reduc-tible a un fenomenismo: Merleau-Ponty insiste en varias ocasiones en esta diferencia categorial; así pues, la feno-menología vuelve a sostener y por ende a "dar cuenta de" lo sensible. Si la tarea de la filosofía consiste, como lo sugieren los últimos escritos, en "hacer ver por medio de palabras" (VI 313), esta restitución por el logos de la aistheton donde germina toda racionalidad se revela tal vez como el sentido más profundo áellogon didonaiá&l que los griegos hicieron el principio de la dialéctica filosófica: más que una empresa que se da u n fundamento proporcionando razones^ porlo tanto, en úl t ima instancia, dándose razón, eLlogon didonai" deberá, en u n a perspectiva merleau-pontiana, ser entendido ante todo como u n dar cuenta de lo que aparece.' Por ende, dar

® Expresión utilizada en entrevistas radiofónicas con G. Charbonier en mayo de 1959 (Archivos del INA).

' La relación de Merleau-Ponty con el logos es equívoca. En varias ocasiones, hace referencia a un "Logos del mundo perceptivo" (PP 490), expresión ya presente en Husserl quien, en la Formale und transzendelí-tale Logik, desarrolla un camino desde el Logos en la idealidad hasta el "Logos del mundo estético" (Hua XVII, p. 257). Más adelante, mientras intenta resolver, en la Phénoménologie de la perception, la cuestión del logos por la asunción de un "cogito tácito", Merleau-Ponty somete a esta última a una crítica severa (VI 227). Sirviéndose de las nociones desarro-lladas en el campo de la lógica estoica, se t r a ta rá de pensar, entonces, cómo se pasa de un logos latente (logos endiathetos) a un logos que se exterioriza (logos prophorikos) (VI 222).

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cuenta de un afuera no puede resumirse a u n a salida de sí o incluso a u n a salida delen sí, pues se recordará que es con los mismos argumentos que Hegel escribe -contra Kant— una Fenomenología del Espíritu que se propone dar cuenta de todos los estadios experimentados por el espíritu. Si se reconoce, insiste Merleau-Ponty, "el esfuerzo para pensar el espíritu y su dependencia" (EP 98), esta salida de sí es idéntica a la vuelta en sí y la Fenomenología del espíritu culmina, precisamente, en el Espíritu absoluto. Se converge así con el más alto punto de un "mito de la filosofía que la presenta como la afirmación autoritaria de una autonomía absoluta del espíritu" (ibidem). Sin embargo, el término "fenomenología", que aun antes de ser hegeliano y a se remonta a Lambert, sólo merecerá verdaderamente su nombre con Edmund Husserl. Al abandonar el "medio cerrado y transparente" (SG 205) de la ciencia del espíritu, Husserl no deja de predicar el estudio de las cosas en su concretud misma: "Lo impensado no puede sino aparecer con el contacto" (OG 15). Con Husserl, la filosofía pierde todo territorio privilegiado, "está por doquier, incluso en los 'hechos', y no hay en ningún lado dominio donde esté a salvo del contagio de la vida" (SG 163). El propio Husserl tuvo que deshacerse del otro "gran mito" que acecha, el del saber científico "que aguarda de la simple notación de los hechos, no sólo la ciencia de las cosas del mundo sino también la ciencia de esta ciencia" (EP 98), ya sea sociología de las ciencias o, en el caso del primer Husserl, filosofía de la aritmética. Pero es precisamente confrontándose con la matemática, y luego con la psicología de su época, como Husserl habrá limado los perfiles del método fenomenològico. En tanto presupone a sus objetos, la ciencia experimental carece de la experiencia del objeto. Si la filosofía está por doquier en el sentido de que no puede haber terreno preferen-cial, debe aceptar que en tanto jamás se aglutina enteramen-te en los hechos, no está, hablando con propiedad, en ninguna parte. En tal sentido, la fenomenología "que no se desinteresa por los hechos" pero que no por ello es "sirvienta del saber inductivo"—previos paralapráct ica de todafilosofía abierta a su afuera (P2 26)- debe desviarla mirada de los contenidos de lo dado para considerar el propio modo de dación.

Así, recuerda Merleau-Ponty en el prefacio de la Phénomé-nologie de la perception, el mayor descubrimiento de la fenomenología no es —y contrariamente a lo que enfatizaba Sar t re- ' la intencionalidad (que Merleau-Ponty utilizarápara

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demostrar sus límites), sino paradójicamente el de la reduc-ción. El procedimiento de reducción, como lo subraya el propio Husserl, no es idéntico a la epojéy no se resume a la puesta entre paréntesis del mundo que, paraMerleau-Ponty, nos llevaría a una' conciencia autónoma: "Durante mucho tiempo, y has ta en textos recientes, la reducción es presenta-da como elretorno a una conciencia trascendental ante la cual el mundo se despliega en una transparencia absoluta, anima-do íntegramente po ruña serie de percepciones que el filósofo estaría encargado de reconstituir a partir de su resultado" (PP V). Es precisamente porque, en la reducción, conserva un contacto permanente con el mundo que la conciencia hace la experiencia de la imposibilidad de gobernarlo íntegramente. Singular conclusión: "La mayor enseñanza de la reducción es la imposibilidad de una reducción completa" (PP VIII). La irreductibilidad del afuera se revelaría así como la lección esencial de la fenomenología: un afuera que no se cansa de reabsorber e n u n a transparencia cualquiera del espíritu pero que no por ello es un afuera desprendido, fuera de alcance. Por el hecho de que todo afuera está dado en tanto afuera, alcanza, daña y fisura con ello toda la interioridad. Este afuera, piedra de toque de toda filosofía, es el lugar mismo de donde surge el cuestionamiento, y en consecuencia "la filoso-fía se siente en su casa en todas partes donde [la relación como problema] tiene lugar, es decir en todas partes, tanto en el testimonio de u n ignorante que ha amado y vivido como pudo, en los 'trucos' que inventa la ciencia, sin vergüenza especu-lativa, para sortear los problemas, en las culturas 'bárbaras', en las regiones de nuestra vida que antes no tenían existencia oficial, como en la li teratura, en la vida sofisticada, o en las discusiones sobre la sustancia y el atributo" (SG 199).

2 . TRAVESÍAS

Por lo tanto, para acercarnos a la obra de IVIerleau-Ponty intentaremos circunscribir esas zonas de contacto donde nace la reflexión, por aproximación y por represión, esas superfi-cies de fricción y de desperdicio donde surge un pensamiento.

» Cf. Jean-Paul Sartre: "Une idée fondamentale de laphénoménologie de Husserl: l'intentionalité", en La Nouvelle revue irançaise, enero do 19.39, pp. 129-i;jl. [reimpreso en Situations I, Paris, Gallimard, 1947, pp.

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La elaboración filosófica de la vivencia no puede significar su depuración de todo elemento no-filosófico pues -Merleau-Ponty lo recuerda de manera explícita en su resumen auto-biográfico- "nuestra inteligencia de nosotros mismos debe mucho más al conocimiento exterior del pasado histórico, a la etnografía, a la patología mental, por ejemplo, que a la elucidación directa de nuestra propia vida" (P2 12). Como intentaremos demostrar, el camino hacia la "intraontología" de la carne no se ha operado por exclusión de ese afuera de la filosofía, sino al contrario, por una confrontación ininterrum-pida y nunca desmentida con las ciencias experimentales, las instituciones, los acontecimientos políticos, las prácticas literarias y artísticas. Sin pretender en ningún momento hacer él mismo sociología, psiquiatría, biología, etnología e incluso literatura (como algunos pudieron reprocharle), Mer-leau-Ponty, en cambio, no dejó de dialogar, de cuestionar y de atravesar estos estratos del saber, no dejó de emprender una verdadera "travesía de las ciencias"® para avanzar siempre más en profundidad en este proyecto que él mismo calificó, mucho antes que su oyente Michel Foucault, de "arqueología" (SG 208/EP 209). Por consiguiente, una travesía, un pasaje ^ través pero también una transversión, u n a experiencia teórica de la modificación que no puede dejar intactos ni al sujeto ni al objeto de esta búsqueda.

Pues la pregunta lancinante es: ¿cómo leer a Merleau-Ponty? Y más aun, ¿cómo escribirlo? Frente a la seducción del [lenguaje merleau-pontiano, muy a menudo los intérpretes estuvieron tentados de moldearse en su movimiento de pensamiento y de adoptar su estilo. De dejarse llevar por el |entusiasmo que inevitablemente provoca esta prosa ágil, fresca y luminosa. A riesgo de borrar aun un poco más sus contornos, empero, al impregnarse así de esta escritura. El riesgo inverso no es menor: la recepción de Merleau-Ponty estuvo muchas veces teñida de unafocalización excesiva en ciertos conceptos atractivos. Extraídos de su contexto, éstos se convirtieron en fetiches que ocultaron a su vez su propia procedencia. Entre lecturas que utilizan abiertamente la conceptualidad merleau-pontiana para despejar en ella algu-|nas piedras entre las más brillantes por un lado y las lecturas

" "Durchgang durch die Wissenschaften", según la i'órmula de Walden-fels, Bernhard: Phänomenologie in Frankreich, Francfort/M, Suhr-kamp, p. 153.

Termino (jue retorna en sus apuntes sobre Claude Simon (P2, 312).

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que creen servir a éstas generando profusas digresiones epigonales por el otro; entre un uso que concibe una obra como una carrera a cielo abierto y una reescritura intimista que piensa prolongar las intenciones de su autor; entre una mirada demasiado alejada y una mirada demasiado próxima, son pocas las lecturas que hayan dejado emerger auténtica-mente la cohesión inmanente de la obra.

El presente t rabajo al ienta la convicción de que la obra de Merleau-Ponty debe ser tomada en serio en tanto obra. Sin pretender entregar una clave definitiva, propone, con todo, una hipótesis para reformular esta cohesión y para mostrar a la vez su unidad y sus diversas articulaciones a lo largo del tiempo. Toda obra - y la obra filosófica no cons-ti tuye cier tamente una excepción- procede por reflujo y recubrimientos, por avances y retoques. Por lo tanto, la tarea del in térprete deberá ser a la vez fiel al desarrollo orgánico de un pensamiento y seguir sus dinámicas natu-rales. Simultáneamente , también deberá aclarar las cesu-ras que permanecen ocultas en una reconstrucción lineal, esas rup turas que habrán borrado las autointerpretaciones retrospectivas. Ubicadas en este doble imperativo, las t res escansiones que sugerimos en este t rabajo {percepción, lenguaje y ontologia de lo visual) deben ser leídas a la vez en una perspectiva sincrónica y diacrònica. En un primer momento, analizaremos la reanudación de la temática de la percepción concebida con y contra la psicología y las cien-cias del comportamiento. A pesar de haber surgido en el seno de la cuestión de la percepción, el problema de la expresión volverá a ser pensado en el marco más vasto de una interrogación sobre la facultad creadora. Mostraremos cómo, una vez más aquí, es la no-filosofía (en este caso la lingüística estructural) lo que marca el comienzo de una segunda fase, situada bajo el signo del lenguaje. Por último, se puede arriesgar que el diálogo con las artes de la imagen, tan decisivo para el último Merleau-Ponty, desvía la ontologia de la tercera fase hacia una ontologia de lo visible.

Sin embargo, hay un elemento que se mantiene a través de toda la obra del que mostraremos que es como la "trama entre lo simultáneo y lo sucesivo" (VI 172): la crítica de toda ideología de la transparencia, ya sea la creencia en una transparencia de sí a sí, del sí y del propio saber, del sí y del Otro. Curiosamente, este término, "transparencia" pasó prác-ticamente inadvertido hasta hoy,^' aunque (y contrariamente

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a algunos conceptos como "carne" o "quiasmo") esté presente en todos los escritos desde el comienzo y vuelva sin cesar a la pluma del autor. Sin adquirir jamás el estatuto de concepto, y consecuentemente teniendo que permanecer siempre más acá de todo ennoblecimiento filosófico, la noción de "transpa-rencia" no podrá situarse en ningún glosario merleau-pontia-no. No obstante, una lectura mínimamente atenta de la obra permitirá medir fácilmente su recurrencia. Muchas veces utilizada de un modo adjetivo, la noción es empleada -salvo excepción- con un alcance crítico y cristaliza el lugar de un impensado filosófico: la ficción de transparencia resume en una palabra el olvido del a priori material, de la constitutiva mediatez corporal de toda relación con el mundo.

La reflexión sobre la mediatez de toda aparición induce, en el seno de las tres etapas, conceptos innovadores, a su vez derivados de las disciplinas no-filosóficas. De las ciencias del comportamiento, Merleau-Ponty retoma el concepto de me-dio al cual otorgará un nuevo sentido. Su lectura de Ferdi-nand de Saussure le dará más adelante la noción àe diacrítica cuyo alcance total aún no ha sido evaluado al día de hoy. Por último, intentaremos demostrar cómo las artes visuales permiten percibir un concepto fenomenològico que Merleau-Ponty no supo ver por sí mismo, pero que constituye sin em-bargo una especie de nudo de su última filosofía: el concepto de diáfano. A partir de lo diáfano, cabe preguntarse si Mer-leau-Ponty, en su último esfuerzo de concreción de la endo-filosofía, sacrificó su principio según el cual la exterioridad está ligada a una opacidad no-integrable y orientada nueva-mente hacia una filosofía de la fusión, a su vez sinónimo de transparencia. A partir de lo diáfano, al que se supondrá como lo "impensado" de Merleau-Ponty, intentaremos entonces a la vez reinterpretar la coherencia general de la obra y además despej ar las pistas de una reflexión que superaría las aporías de las filosofías de la transparencia hacia un pensamiento que da cuenta de una inflexible resistencia de las cosas.

" Con la excepción de Isabel Matos-Dias, quien ya ha señalado su importancia, cf. Merleau-Ponty. Une po'iétique du sensible, t rad. R. Barbaras, Toulouse, Mirail, 20Ó1, pp. 37-39.

2.3

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3 . L A TRANSPARENCIA Y EL OBSTÁCULO

En la fenomenología de la acción que esboza en L'Être et le Néant, Jean-Paul Sartre denunciaba el acento excesivo pues-to por la tradición filosófica en la volición humana en detri-mento de la experiencia de la facticidad.^- El intento de Maine de Biran, ese precursor de la fenomenología en el siglo xix, que había intentado aliar el sensualismo con el pensamiento de la acción a partir de la idea de una "sensación de esfuerzo", no escapa a las críticas sartreanas, pues atiibuiría una vez más al sujeto lo que, por el contrario, le corresponde a la exterioridad. La "famosa 'sensación de esfuerzo'", afirma Sar-tre, es un mito psicológico": "Nunca tenemos la sensación de nuestro esfuerzo, pero tampoco tenemos las sensaciones periféricas, musculares, óseas, nerviosas, cutáneas por me-dio de las cuales se ha intentado reemplazarla: percibimos la resistencia de las cosas. Lo que percibo cuando quiero llevar esl.e vaso a nii boca no es mi esfuerzo, es su pesadez, es decir su resistencia a entrar en un complejo utensilio, que introdu-je en el mundo". ''' Esta observación prolonga y será prolonga-da por Gaston Bachelard, quien ubica la idea de resistencia en el centro de sus meditaciones sobre los elementos materiales. Al. retomar una idea ya formulada en L'eau et les rêves, en La Terre et les rêveries de la volonté le reprocha a la fenome-nología, totahnente interesada en la idea de la intencionali-dad, no haber tenido en cuenta lo suficiente el "coeficiente de adversidad" de los o b j e t o s . L a phénoménologie de la percep-tion de Merleau-Ponty participaría una vez más en una "filosofía de la orientación", de una "fenomenología del hacia" que habría que profundizar y radicalizar para conferirle, en cambio, el carácter de una "fenomenología del contra" que vendría a reunirse con las cosas y a experimentar su inercia propia.'®

Todo parece indicar que Merleau-Ponty, quien con fre-

Jean-Paul Sartre, L'Être et le Néant, Paris, Gallimard, 194.3, p. 372. Ibidem, pp. 372-373. Para ser precisos, habrá que añadir que la noción

de resistencia ya se encuentra en Maine de Biran. Nathalie Frogneux señaló su recepción diametralmente opuesta en Merleau-Ponty j' Michel Heni'v. Cf. Frogneux, Nathalie: "La résistence vive du corps dans F 'Essai' de Maine de Biran", Hevue philosophique de Louvain, vol. 103, 1-2 de febrero de 2005, pp. 61-81.

" Gaston Bachelard, La terre et les rêveries de la volonté. Essai sur l'imaginaiion de la matière, Paris, Corti, 1947, p. 53.

' ' Ibidem, p. 55.

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cuencia hace alusiones al libro de Bachelard,^® se toma en serio los reproches de éste, a tal punto la idea de resistencia acompaña todo su pensamiento, para volverse temático des-pués de la Phénoménologie de la perception. En la conferen-cia de Ginebra de 1951, que justamente lleva el título L'Homme et l'adversité, explica: "Cuando nuestras iniciativas se hun-den en la pasta del cuerpo, en la del lenguaje o en la de este mundo desmesurado que nos es dado para terminar, no es que haya un genio maligno que nos opone sus voluntades: no se t ra ta sino de una suerte de inercia, de una resistencia pasiva, de un desfallecimiento del sentido ,de una adversidad anóni-ma" (SG 390). El pi'oblema de la resistencia toca el corazón mismo de una filosofía que se niega a la vez la constitución trascendental de los objetos y su existencia autónoma en un kosmos preestablecido. La aporía es planteada como el punto de paj'tida del curso sobre el problema de la pasividad de 1954-1955: "¿Cómo concebir que el sujeto nunca encuentre obstá-culos? Si él misino los ha puesto, no son obstáculos. Y si i'ealmente se le resisten, nos vemos llevados a las dificultades de una fílosofi'a que incorpora al sujeto a un orden cósmico y hace del funcionamiento de la mente un caso particular de la finalidad natural" (RC 66). Esta "adversidad" sigue siendo evocada en el coloquio de Royaumont, donde se vuelve el síntoma de una "resistencia de lo irreflexivo a la reflexión"." Por lo tanto, la resistencia no puede ser objeto de una filosofía sin que, inevitablemente se niegue su carácter resistente. Más bien habrá que resolverse a ver en ella la matriz y la fuente secreta del pensamiento. Al refeirirse al Teeteto de Platón, Merleau-Ponty recuerda que el oi'igen de la filosofía es el thaumazein, el asombro.^® Hay que tener cuidado y t ra ta r de no ver en este asombro sino un conector inicial que se elevará luego a las vivisecciones conceptuales. "La filosofía es el thaumazein, es la conciencia de la extrañeza" (P2 365) que no puede desprenderse sino de una proximidad de aquello que asombra. En tal sentido, "la filosofía sólo respira cuando rechaza el pensamiento infinitamente infinito para ver el mundo en su extrañeza" (P2 370).

Sólo cuando se toma en serio esta extrañeza desaparece la

Cf. por ejemplo las Conferencias radiofónicas de 1948 (C 30). ' ' Intervención en el Tercer Coloquio filosófico de Royaumont, "L'oeuvi-e

et la pensée de Husser f (23-30 de abril de 1957), publicado en Husserl. Cahiers de Royaumont, Philosophie n" III, París, Minuit, 1959, pp. 157-159, p. 158.

Théététe 155d3.

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falsa alternativa entre una filosofía "que toma nuestra expe-riencia 'desde adentro'" y una filosofía "que la juzgaría desde afuera" (VI 210). Se podrá apreciar entonces que nuestra experiencia ya nunca más es otra cosa que "cambio que" -per-pe tuamente- "nos ubica lejos de 'nosotros', en el prójimo, en las cosas" (ibidem).

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II. PERCEPCION

1 . (DES)AUTORIZACIÓN DE LA CIENCIA

"¡Volvamos a las cosas mismas!" {Ziirük zu den Sachen selbst): ésta es la célebre requisitoria de Edmund Husserl para el proyecto fenomenològico. Esto supone dejar de lado la posición inatacable del pensamiento puro que la otra gran figura de la renovación filosófica del siglo xx, Ludwig Wit-tgenstein, calificaba también de "hielo resbaladizo" donde "las condiciones son ideales pero donde no se puede caminar".^® El retorno a las cosas, mandato poderoso en su impulso pero vago en su dirección, se vuelve concreto cuando se lo explica, tomando las palabras de Wittgenstein, como un "retorno al suelo rugoso" {Zurück auf den rauhen Boden!)}'^ El suelo rugoso que Merleau-Ponty viene buscando desde el comienzo es la cuestión del ser perceptivo. Aunque todo el arco de la filosofía merleau-pontiana está trabajado por éste, se puede distinguir sin embargo una primera fase -que se escalona desde 1933 hasta el final de la guerra aproximadamente- en que el problema de la naturaleza de la percepción constituye la línea directriz del esfuerzo de pensamiento del filósofo. Al interesarse mucho de entrada por los nuevos resultados de la psicología experimental, Merleau-Ponty está particularmen-te sensibilizado a la cuestión de lo perceptivo por la Gestalt-psychalogie, cuyos escritos estudia de manera sistemática. En 1 9 3 3 / 1 9 3 4 , empieza a trabajar en una tesis que debe tratar "La naturaleza del comportamiento" y cuyas solicitaciones de

Ludwig Wittgenstein, Investigations philosophiques, trad. P. Klos-sowski, introducción de B. Russell, París, Gallimard, 1961, § 107, p. 164.

Ibidem.

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subvención a la Caja nacional de las Ciencias ya revelan las fuerzas motrices de una búsqueda que se prolongará hasta la Phénoménologie de la perception.-^ La originahdad que de entrada se percibe en estos proyectos de investigación es una bibliografía que, en detrimento de la filosofía (en ella no figura ningún nombre de autor clásico), se nutre de obras de psico-logía, de neurología y de psiquiatría. Hay un desdén por la institución universitaria, dominada por el idealismo y el neokantismo francés, pero no por ello hay un adiós a la filo-sofía, pues Merleau-Ponty pronto mostrará su desacuerdo no con el objeto sino con los métodos científicos. En el proyecto de tesis, ya se ve afirmada la irreductibihdad del mundo per-ceptivo a la epistemología científica: "El universo de la percepción no sería asimilable al universo de la ciencia" (PrP 13). Más explícita aún, la Phénoménologie de la perception comenzará con una frase a]3odíctica y desconcei'tante: "La ícnonicnologfa |..,J es primero la desmentida de la ciencia" (Pl^ID.

hacer con esta afirmación? ¿No cae Merleau Ponty en la nú sm a t rampa de las filosofías criticistas eintelectualistas que se denuncian en estas mismas líneas? Es necesario ponerse do acuerdo sobre la significación de esta "desautori-zación". Merleau-Ponty lo pone en claro cuando se refiere al trabajo del propio Husserl: para la fenomenología no se t ra ta de "desinteresarse" por las ciencias empíricas como la psico-logía (PrP 21); por otro lado, hay que evitar hacer un calco de su iTiétodo. "Se t ra ta de renovar la psicología en su propio teri-eno, de vivificar su método propio por medio de análisis que fijen el sentido siempre incierto de las esencias funda-mentales como las de 'representación', 'recuerdo', etc." (PrP 22-23). Cuando Husserl - y con él Merleau Ponty- critica la psicología, no es para cuestionar la legitimidad de un abordaje inductivo, sino para apoyarlo niediante un abordaje eidètico. Indiscutiblemente, es dable observar una continuidad desde la primera obra, que surgirá de estas reflexiones con el contacto con las ciencias, La structure du comportement, hasta La phénoménologie de la perception de 1945. En la

Of los documentos contenidos en Pi'P. No seguimos la hipótesis de ruptura propuesta por Theodore Geraets, que habría sobrevenido entre La structure du comportement y La phénoménologie de la perception. Cf. Geraets, Theodore F, Vers une nouvelle philosophie transcendentale. La genèse de la philosophie de Maurice Merleau-Ponty juscju a la Phénomé-nologie de la perception, prefacio de E. Lévinas, La Haya, Nijhoff, 1971.

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primera obra -publicada en 1942 pero ya concluida en 1938-Merleau-Ponty intenta pensar la percepción con y contra la ciencia; en la segunda, radicaliza este movimiento intentando delimitar lo que la ciencia presupone y lo que, en tanto pre-supuesto, es su costado irreflexivo: la experiencia vivida del mundo sensible. En el prefacio, mantendrá que "si queremos pensar la ciencia misma con rigor, apreciando exactamente su sentido y su alcance, es menester despertar primero esta experiencia del mundo de la que es expresión segunda" (PP III). Antes de llegar a la cuestión de la expresión primordial -que será el tema del próximo capítulo-^una vez más hay que insistir en el objetivo unitario que se mantiene a través de toda esta primera fase, pero asimismo, en sus diferentes implementaciones: La structure du comportement procede de un camino negativo. La phénoménologie de la perception intenta elaborar una teoría coherente de la percepción del cuerpo encarnado; la primera, según la explicación que da Merleau-Ponty en persona, t ra ta de despojar el sentido (o el no-sentido) de un abordaje que considera al hombre "desde el punto de vista del espectador extraño" (P2 12) mientras que la segunda ilumina lo impensado, es decir la experiencia, a partir de la experiencia misma, "ubicándose en el interior del sujeto" (P2 13). Al confrontar estas dos obras, se observa una relación de quiasmo: allí donde La phénoménologie de la perception queda tendenciosamente ligada a un pensamiento del adentro de la expei^encia, situando el saber positivo en una posición de exterioridad, La structure du comportement aún no se sitúa en una perspectiva de experiencia, sino que argumenta en el interior del discurso científico, produciendo una crítica contra las ciencias que, paradójicamente, se nutre de estas mismas ciencias".^'

Si bien esta lectura es quizá demasiado concesiva con una visión reconciliadora que adopta Merleau-Ponty cuando resu-me sus'trabajos anteriores con vistas a su candidatura para el Collège de France en 1951 - y que la Phénoménologie de la perception constituye manifiestamente una evolución con-ceptual en relación con La structure du comportement— lo cierto es que en las intenciones, la primera obra opera ya un desplazamiento radical respecto del medio filosófico en el cual pretende tomar la palabra. En consecuencia, se t ra ta de

-- Cf. en este punto Soraya de Chaderavian, Zwischen den DÍKkursen. Merleau-Ponty und. die Wissensckaflen, Würzburg, Konigshausen 8z Neumann, 1990, en particular pp. 21 sq.

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reactualizar el problema de la relación entre cuerpo y alma - p u e s justamente de ello se t r a t a - sin volver a atravesar las aporías de la tradición, sino instalándose de entrada en el debate científico que evita cuidadosamente estas dicotomías metafísicas. Se t ra ta de volver a plantear la cuestión de la relación entre actividad y pasividad sin llevarlas a la dualidad sujeto-objeto, sino analizando lo que es anterior a esta divi-sión, el comportamiento. En tal sentido, el comportamiento es menos el tema del libro -que ya era y sigue siendo la percepción- que su lanzamiento estratégico. Por ende, optar por el campo científico es distinguirse de una filosofía intelec-tualista que disuelve la percepción en el "pensamiento de percepción"; adoptar el comportamiento como un camino de travesía en el terreno de las ciencias empíricas ya es elegir una vía que permite salir de él para llegar al propio objeto, la experiencia propia.--^ Pero detengámonos por un momento en la organización de la Structure du comportement, donde Merleau-Ponty estudia alternativamente concepciones muy heterogéneas y sigue esforzándose para despejar su propio punto de vista, lo cual ha incitado a muchos comentadores a abandonar este primer libro para abocarse al segundo. Con todo, pensamos que ya a partir de los años 1933-1938, en que t rabaja en la elaboración del primer escrito, se esboza la perspectiva crítica que se mantiene a través de todas las interrogaciones diferentes a las que Merleau-Ponty se entre-gará en el futuro: una fdosofía que denuncia todo pensamien-to de transparencia. Aunque el término transparencia toda-vía no tiene el valor del "concepto operatorio" que adquirirá •más tarde,^"^ el motivo ya está indiscutiblemente presente y el movimiento de opacificación y de reinserción de la percepción

Este rechazo de la posición de "sobresaliencia", que adquirirá toda su importancia en el pensamiento tardío, 3'a se manifiesta en el segundo artículo de Merleau-Ponty sobre Gabriel Marcel, donde la tendencia existencialista -incluso la del "misticismo empirista", como Jean Whal calificaba la reflexión marcel iana- se opone a la intuitus mentis del sujeto cartesiano detrás del vidrio (P1 35 sq.)

Para Merleau-Ponty, la transparencia es ante todo un fenómeno óptico cuya importancia para la cuestión de la profundidad del campo descubre gracias a los trabajos de Tudor-Hart a quien cita desde el pedido de subvención para la investigación (PrP 28) y al que dedicará algunas páginas en la Structure du comportement (SC" 92-93 y 97). Al liberarse de esta significación literal, se observará que el uso figurado -general-mente crítico- a veces tiende a volver a una aserción positiva (SG 181 o 286), tal como la entiende la tradición del racionalismo filosófico que ve, en la transparencia, la ausencia de obstáculos para el pensamiento.

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en la carne, que llevará a la. Phénoménologie de la perception, es sin duda el momento unifîcador que reúne los análisis heterogéneos.

2 . E N T R E MECÁNICO Y FORMAL

Al igual que Husserl, quien preconizaba comenzar por la actitud ingenua y por las "representaciones" que nos hacemos de las cosas, este t ratado sobre el comportamiento desde el punto de vista de la ciencia está obligado a situar la doxa en las "representaciones científicas" (SC 199) del comportamien-to. Por ende, Merleau-Ponty comienza señalando la actitud ingenua del saber clásico que retorna en la apelación "pensa-miento de causalidad". Aunque jamás explicitada en detalle, esta fórmula de hecho estigmatiza toda posición que confíe en la posibilidad de una acción directa, inmediata y lineal en un objeto. La causa es acontecimiento "antecedente constante e incondicionado" (SC 7), condición necesaria y suficiente del efecto, y por lo tanto siempre verificable, a condición de que se lo aisle correctamente. De modo que aquello que se presenta como un realismo coherente equivaldría a ser sólo un atomismo que disecaría los procesos en eslabones inde-pendientes, puesto que el esfuerzo consistiría en eliminar los elementos éxteriores para lograr una pura relación donde la causa dé lugar incondicionalmente al efecto. Este causalismo, sin embargo, no se restringe en modo alguno al mundo físico. La reflexología, a la cual Merleau-Ponty dedica una amplia parte de la obra, pretende incluir el fisiologismo sin deshacer-se, empero, del postulado causalista que perpetúa. Pavlov extiende incluso su dominio, pues ahora hay acción directa de lo físico a lo fisiológico. Su teoría del reflejo engendrará extensiones absurdas: dado que presupone un estado origina-rio de correspondencia directa entre estímulo y reacción, está obligada a inventar "inhibidores" que "enturbian" la transpa-rencia del reflejo inmediato. El problema es insuperable mientras se piense el comportamiento como correlato de un reflejo que se produce en un canal vacío. Incluso, al concebir una interacción entre los diferentes canales, la existencia de un mundo constituido con conexiones preestablecidas (SC 35) nunca es cuestionado y uno se hunde, descomponiendo así este mundo en todas sus conexiones fijas, en interminables aporías zenonianas.

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En la Structure du comportement, Merleau-Ponty tam-bién discute las posiciones que rechazan tal atomismo mate-rialista para demostrar que, en última instancia, siguen operando en el interior de un régimen idéntico. Por un lado, está el vitalismo, que pretende reintroducir la fuerza vital allí donde sólo está lo mecánico. Aunque esta fuerza escapa a la explicación físicalista clásica, sus efectos, sin embargo, tienen que reintegrarse a la mecánica y se resumen a no ser más que un mero factor suplementario (SC 249). En consecuencia, el vitalismo cobra paradójicamente las formas de una "física en lo viviente", sin lograr pensar verdaderamente la "física de lo viviente" (SC 164). Por otra parte, se encuentra el intelectua-lismo que efectivamente supera el esquema de yuxtaposición del atomismo, pero no es sino para inchnar lo sensible hacia la esfera del entendimiento. Por ende, dada la heterogenei-dad esencial entre lo sensible y lo percibido, ya no habría una relación de contigüidad sino una relación de confoi'jnidad. El pensamiento neokantiano - fuer temente anclado en la Fran-cia de la posguerra, objeto de discusión cuando se t ra ta de "criticismo" - n o har ía sino reducir la percepción a un modo de juicio entre otros (SC 217) que impide "poner la conciencia en contacto con una reahdad opaca y ajena" (SC 283). Contra el mecanismo que piensa el comportamiento a partir de un estado inicial de transparencia - y cuyo abordaje no está verdaderamente cuestionado por el vitalismo sino que más bien está confirmado por é l - así como contra el intclectualis-mo que reduce el comportamiento al instrumento de una idealidad, se t ra ta de pensar la organización del campo sensible a partir de la percepción. Contra toda doctrina reduccionista que da lugar, en el caso del intelectuahsmo, a un modelo transparente al pensamiento y, en el caso del mecanicismo, a un "mosaico" de sensaciones (Merleau-Ponty utiliza aquí la expresión de Wertheimer), por el contrario, hay que encarar la "imagen total del organismo" (SC 22). Merleau-Ponty encuentra el principio de este abordaje global, en la Gestaltpsychologie a la cual no dejará de volver has ta en los últimos escritos. Mientras que el atomismo mater ia l is ta pre-tende explicar a través de un fraccionamiento de las cadenas causales, la escuela de gestal t is tas sostiene el credo de que el todo supera siempre la suma de sus partes (SC 49). Si hay distinción de las partes en el interior del todo, éstas pueden desolidarizarse, pues constituyen un conjunto orgánico. La forma (Gestalt) no

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está ni en las cosas ni en la conciencia, sino que organiza su relación, es ante todo estructura.

Mucho más tarde, en un coloquio sobre la palabra "estruc-tura" organizado en París en enero de 1959, Merleau-Ponty definirá la estructura mediante un sintagma que también se aplica a la forma; "principio interior de una distribución obse rvab le" .E l énfasis recae en "observable", pues se trata, contrariamente al uso más común que de él hace aquello que suele situarse bajo la etiqueta de estructuralismo, no de una estructura de lo percibido sino de una estructura en lo per-cibido. Empero, y aunque gracias a los términos de forma y de estructura (empleados muchas veces indistintamente en La structure du comportement) se han barrido muchos reduccio-nismos heredados, subsisten, no obstante, otras dificultades. Para Merleau-Ponty, la escuela de Koffka y Köhler tiende a sustancializar la forma, a abstraería de las interacciones reales de la experiencia. Si veía en las investigaciones de los gestaltistas lo que "exime a los neurólogos de buscar en locahzaciones anatómicas una reproducción calcada de las funciones mentales" (PrP 12), una teoría de la forma que se desprende de los procesos permanentes de reajuste en la percepción corre el riesgo de establecer, a su vez, un nuevo apriorismo. Prueba de ello, por si hace falta, son algunos ejemplos de formas visuales canónicas y recurrentes en las obras de la Gestalttheorie que corren el riesgo de ubicar la forma antes de su percepción y de forzarla vuelta al platonis-mo. Aunque se rechace todo idealismo y aunque se localicen resueltamente las formas en la inmanencia del mundo físico, el abordaje gestáltico sigue desconociendo el hecho de que no se t ra ta de formas preestablecidas que existen en el mundo, sino más bien de formas que son ya emergencia de un mundo. La formulación de la Phénoménologie de la perception es explícita: la Gestalt "es la aparición misma del mundo y no su condición de posibilidad, es el origen de una norma y no se rea-liza según una norma" (PP 74).

En el cuarto capítulo de la Structure du comportement, Merleau-Ponty mostrará así cómo no puede haber alfabeto de las formas simbólicas, ni orden en los elementos preestable-cidos, sino únicamente de las estructuras estructuradas que, al mismo tiempo, ya son estructuras estructurantes. Así

Sens et usages du terme structure dans les sciences humaines et sociales, ed. R. Bastide, La Haya. Mouton & Co., 1962. p. 154 ireimpreso ahora en P2, pp. 317-320].

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pues, la conciencia perceptiva no es ni el receptáculo de esta "vida de las formas" ni un calco de las estructuras del mundo, sino el lugar de su emergencia misma (SC 177). En este sentido, no hay ni exterioridad ni indeferenciación entre mundo sensible y conciencia. La relación entre la conciencia y su cuerpo -Merleau-Ponty recuerda desde el comienzo que es lo que está enjuego en la Structure du comportement- no es una relación instrumental de "medio" Ymoyen], sino una relación de arraigo en un "medio" [milieu]. La conciencia es "medio Ymilieu] de universo" y la fenomenología, en tanto ciencia de lo que se da a la conciencia, su "inventario" (SC 215). Si bien se ha insistido con frecuencia en la fecundidad de estas ideas, que darán lugar especialmente a la teoría del cuei'po como medio y luego a 1 a teoría de la expresividad creadora, en cambio rara vez ha habido interrogación sobre la génesis del vocabulario utilizado.

3 . M E D I O

El término medio, para el cual Merleau-Ponty se inspira principalmente en el etòlogo Jakob von UexkülP® y en el psicopatòlogo Kurt Goldstein,^' conoce una tradición más larga en la que vale la pena detenerse. Paradójicamente, la noción de medio, utilizada por Merleau-Ponty en su crítica del determinismo mecanicistci, deriva a su vez de la mecánica y es así como la Encyclopedic de d'Alembert y de Diderot pre-senta esencialmente el siguiente sentido: "Medio, s.m. (me-cánica) en la Filosofía mecánica, significa un espacio material a través del cual pasa un cuerpo en su movimiento, o en general, un espacio material en el cual está ubicado un cuerpo, se mueva o no". Más exactamente, el término "medio" es una traducción del vocablo inglés medium que usaba Newton para explicar el fenómeno de acción a distancia. Contrariamente a la mecánica cartesiana, de la que Merleau-Ponty demostrará en L'oeil et l'esprit que se elabora con la vara de la acción "por choque" (la visión, sensación a distancia

Johann von Uexküll, Streifziige diirch die Unwelten von Tieren und Menschen ~ Bedeungtslehre, Berlin, 1934 [ed. fr. Mondes animaux et monde humain seguido de Théorie de la signification, trad. P. Muller, París, Gonthier, colección "Mediations". 1965],

Kurt Goldstein, La structure de I'organisme [1934], trad. E. Bürck-hardt & J. Kuntz, Paris, Gallimard, 1951.

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por excelencia, queda explicada a través de la analogía de los bastones del ciego que tantea la superficie del suelo y de los ob-jetos), Newton considera que toda acción se produce en "medios fluidos". Este medio "fluido", sin embargo, está estrictamente determinado por sus propiedades físicas y es así como la "resistencia al medio" de la que se t ra ta en el artículo de XaEncyclopédie es llevada a la "densidad" fi'sica de las partes que componen el medio. El aire, el agua y el vidrio constituyen ejemplos de ello.

No obstante, en este artículo de fines del siglo xviiiya se en-cuentra el comienzo de lo que, en el xix, iba a convertirse en la teoría del comportamiento del medio. "El agua", escribe el autor del artículo, "es un medio en el cual los peces viven & se mueven". Éste es el aspecto que va a l lamar la atención de Lamarck, quien se interesa de cerca en los medios (la expresión aparece siempre en plural) tales como el agua, el aire y la luz para abrevar en ellos su concepción de las "circunstancias influyentes" o el conjunto de los factores que determinan desde afuera al organismo. Léon Brunschvicg (a cuyas clases asistió Merleau-Ponty cuando estudiaba en la Ecole Normale Supérieure entre 1926 y 1930) había divulgado la idea de que la explicación de lo viviente propuesta por Lamarck no es otra cosa que una tran sformación en términos biológicos del sistema físico-matemático de "interacciones externas" de Newton.^« Por ende, en esta teoría del medio viviente, hay acción a distancia en el organismo en el sentido en que, por intermedio de la necesidad, el medio condiciona a éste. Sin embargo, Lamarck insiste en el hecho de que, siempre tendiendo hacia el finafismo de la conformación, el organismo es la fuente de todo movimiento. En consecuencia, lejos de dejarse reducir a los ataques darwinianos, el evolu-cionismo de Lamarck es un intento de pensar una relación dinámica y temporal entre organismo y medio. Mientras que el positivismo filosófico del siglo xix de Comte y Taine insistirá en el aspecto determinante del medio haciendo del hombre un simple "producto del medio'"9 (la biología comportamental de

Léon Brunschvicg, Lea étapes de la philosophie mathématique, París, Alean, 1912, pp. 572 sq.

En la 40" clase de sus Cours de Philosophie positive de 1838, Auguste Comte introduce esta noción, definiéndola como "el conjunto total de las circunstancias exteriores [....] necesarias para la existencia de cada organismo determinado" (Auguste Comte, Philosophie première. Cours de philosoph ie positive. Leçons 1 à 45, presentación y notas de M. Serres, F. Dagognet, A. Sinaceur, Paris, Hermann, 1975, p. 682).

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los siglos XIX y XX recibirá el legado de esta tradición adaptacionista 3' creadora);-^" Meideau-Ponty volverá - a su mane ra - a la intuición dinámica de Lamarck. Así, la perspec-tiva sociológica que pretende que el hombre sea ante todo un ser entre otros, de alguna manera parece llevada a una dimensión más primordial (y que corresponde también al primer sentido de la pal abra), donde entre [parnii j significa no sólo "en un medio" sino por y a través de éste.'"'

Siguiendo esta intuición, Merleau-Ponty se interesará especialmente en los estudios psicobiológicos de von Uexküll y Goldstein, quienes establecen que la biología no puede calcarse sobre la ft'sica, encarando las relaciones del organis-mo con el fiiera según una relación de causalidad inmutable. Si hay relación cuantitativa, entre jnedio y objetos físicos, existe, entre el medio y su organismo, una relación, cualitati-va.'Es esta cualidad lo que deja escapai-el conductismo cuando encaja (que nos sea dada aquí la fói'mula bergsoniana) lo ni(.'caTiico t;n lo vivientcí. En las clases sobre ia Psycliologie et la pédagogie de ren.fant, que no son otra cosa que una refor-mulación de los resultados de las dos primeras obras, Mer-leau-Pojity enunciará, por otra parte, más sucintamente sus reproches. El conductismo cree poder ubicarse en el entorno geográfico y deducir de él datos científicos (PPE 432 sqq). Merleau-Ponty utiliza aquí la distinción que propone el gestaltista Knx'iKoíñíaensnsPrinciplesofGestalpsychology entre "entorno geográfico" (geographical environment) y "entorno de comportamiento" {behavioral environment):'- Si se supone que la noción de entorno de comportamiento opone al cientismo conductista una teoría cualitativa del comporta-miento, deja escapar, sin embargo, lo que se comporta, en este caso un organismo. Por consiguiente, parece que el reproche más importante de Kofíka a la Gestaltpsychologie consistiría en permanecer en un pensamiento del entorno que -no tomando en cuenta el dinamismo de lo orgánico- no

Para más detalles sobre la hi,storia del concepto de medio, cf. "Le \'ivant et son milieu", contenido en La connais.miice de la vie de Georges Cangiiiihem (París, Vrin, 1992 [19561, 2° edición aumentada), pp. 129-151.

Recuérdese que el término fi ancés panni deiiva del latín clásico per medio. V.X. Leo Spitzer: "Milieu and ambiance. An Essay in Historical semantic.s". en Philosophy and phenomenologival research, septiembre de 1942, n" 3, pp. 1-42, p. 36).

Kurt Koffka, Principles of Gestaltpsychology, New York, Harcourt,

1935.

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consigue concebir demasiado bien una teoría del medio. En otras palabras, la psicología de la Gestalt deja escapar la dialéctica entre lo viviente y su medio, dado que le falta un pensamiento de la vida.

De este análisis de las doctrinas de la percepción conside-radas antiintelectualistas se desprenden dos conclusiones: en primer lugar, la interpretación mecanicista implica una acción inmediata de lo percibido en lo que percibe. El paradig-ma es la teoría del reflejo que supone que desde el punto de part ida has t a el punto final hay una transmisión directa. La risa, entonces, podría reducirse a la electrización del nervio facial, como en la experiencia de Georges Dumas (PPE 554). Ahora bien, explica Merleau-Ponty, basándose en particular en Kur t Goldstein, si bien hay una relación entre reflejo y reacción, ésta no es directa: "No hay relación entre un estí-mulo y la respuesta, sino que esta relación pasa necesaria-mente por un medio, por un campo de fuerzas" (PPE 433). En segundo lugar, pensai- la organización del campo y sus líneas de fuerza es lo que la psicología de la forma ha intentado resolver a través del concepto de Gestalt. Si el concepto evita el causalismo, según Merleau-Ponty se extrae de su funda-mento concreto para tender al formalismo. Al mismo tiempo que af irma la coexistencia entre es t ructuras físicas y psíqui-cas, no afronta su relación compleja y se limita a proponer un isomorfismo de principio. Allí donde el mecanismo postula la inmediatez, la Gestaltpsychologie sostiene la coincidencia de las estructuras. En otras palabras: cuando hay transparencia de estructuras, aparece la Gestalt.

Util izando sus resul tados pa ra r e f u t a r las posiciones clásicas de t r ansparenc ia , Merleau-Ponty es t ima que me-canismo y ges ta l t i smo carecen, cada uno por d is t in tas razones específicas, de un pensamiento autént ico de la percepción, dado que les fa l ta el elemento fundamen ta l : el cuerpo viviente, que será ubicado en el centro de la Phénoménologie ele la perception.

4 . D E L MEDIO AL MUNDO

¿Qué es un cuerpo? Todo lo que podamos decir de un cuerpo, de cualquier cuerpo, lo diremos según la vara del primer cuerpo que se nos da en la experiencia: el nuestro. De tal cuerpo, sin embargo, tenemos experiencias muy variadas.

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Con él hacemos la experiencia "desde adentro", en tanto cuerpo sensible, viviente y motor, en tanto cuerpo que actuamos y por medio del cual actuamos. Pero este mismo cuerpo también puede modificarse, y puede volverse "exte-rior" cada vez que sentimos que se posa en él la mirada de algún otro. Por un instante, no estamos completamente "en nosotros", imaginamos nuestro cuerpo percibido por los otros, como un objeto expuesto a una mirada extraña. Nuestro cuerpo se objetiva, en la experiencia del ser-visto, pero también cada vez que sumergimos nuestra mirada en un espejo y cuando aquello que vemos en él "desde afiiera" nunca corresponde enteramente a lo que vivimos "desde adentro".

Esta duplicidad inherente al cuerpo constituye una de las primeras intuiciones de Husserl que distingue -dado que la lengua alemana dispone de dos vocablos allí donde las lenguas latinas sólo cuentan con uno- entre el cuerpo-objeto (Körper) y el ci,ierpo-sujeto (Leib) o cuerpo viviente; Leib presenta la misma raíz que la "vida" (Leben). No obstante, todo parece indicar que esta distinción fundamental para\&Phénoméno-logie de la perception se le ha impuesto a Merleau-Ponty aún antes de sus lecturas husserlianas, a través del contacto con los escritos de Gabriel Marcel, a quien le dedica una de sus primeras pubHcaciones.®^ ¿Cómo dar cuenta del hecho de que soy un cuerpo, pero que ese cuerpo no es un cuerpo cualquiera sino mi cuerpo? La frase "soy un cuerpo" está vacía, en tanto no hayamos advertido que ser un cuerpo equivale a tener un cuerpo. Este tener, sin embargo, no debe confundirse con una posesión. Así, en Être et avoir de 1935 (del que Merleau-Ponty publica una reseña al año siguiente), el cuerpo juega un papel de eje pues se s i túa en la intersec-ción entre el ser y el tener pero, asimismo, por afuera: el cuerpo "no es" en la medida en que nunca está enteramente dado, en que nunca devendrá " o b j e t o " . P e r o sij 'o tengo mi cuerpo, si es el vehículo de mi actuar, j amás puedo disponer completamente de él. La Phénoménologie de la perception puede leerse como una respuesta a una configuración aún

Se t ra ta de la nota de lectura de "Être et avoir", ya mencionada, que fue publicada en la revista católica La Vie intellectuelle, XLV (octubre de 1936), pp. 98-109 (reimpresa en Pl, 35-44).

Cf. el segmento nuclear del libro, es decir el "Esquisse d'une phénoménologie de l'Avoir" para una comunicación de 1933 (Marcel Gabriel, Être et avoir, nueva edición anotada y con prefacio de J. Parain-Vital, París, Éditions Universitaires, 1991, pp. I l l sq.).

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demasiado abstracta, pues no tiene en cuenta suficientemen-te que tener un cuerpo no es actuar en él sino por su intermedio.

En consecuencia, se trata de tomar conciencia de que "tener un cuerpo es, para un viviente, unirse a un medio definido, confundirse con algunos proyectos y comprometerse con ellos continuamente" (PP 169). Puesto que el cuerpo que percibe siempre está proyectado, dirigido, en tensión, ése sería el sentido profundo de la noción husserliana de intencionalidad. Pero, ¿qué proyecta el cuerpo? No sus objetos ni sus "intencio-nes", sino su campo, al igual que un proyector, o incluso -precisa Merleau-Ponty- un medio. "En la medida en que proyecta a su alrededor cierto 'medio"' (PP 269), el cuerpo siempre es más de lo que es actualmente, está del mismo modo en sus virtualida-des.̂ ® En este sentido, el ser encamado no es solamente un ser "en situación": se define como "posibilidad de situaciones" (PP 246). Posibilidades que no son únicamente pensables, sino efectuables concretamente, aquello por lo cual se disting^uen de todo pensamiento transparente. "Al sostener que esta intencio-nalidad no es un pensamiento, queremos decir que no se efectúa en la transparencia de una conciencia y que toma por adquirido todo el saber latente que tiene mi cuerpo de sí mismo" (ibidem). En tantopotencialidad en un medio, el cuerpo maduro no se dej a reducir ni a una autonomía total de un sujeto puro ni a la heteronomía de un entorno. Pensar su mediatez es, en conse-cuencia, dejarle cierto espesor que pierde en esta extraña alianza sellada entre el naturalismo de la ciencia y el esplri-tualismo del objeto: "Mientras que el cuerpo viviente devenía un exterior sin interior, la subjetividad devenía un interior sin exterior, un espectador imparcial" (PP 68). Mientras que la Structure du comportement empezaba voluntariamente "por abajo", la Phénoménologie de la perception se instala de entrada en la experiencia humana del cuerpo propio, despla-zando ya, de este modo, la perspectiva. "La vida humana [...] se comprende a sí misma, porque está arrojada a un mundo natural" (PP 377). La cuestión de lo humano se plantea pues como problema del mundo.^® Aquí, una vez más, Merleau-

Sobre la idea de virtualidad en Merleau-Ponty y su puesta en perspectiva con otras teorías de lo posible y de lo virtual, cf. Marcello Vitali Rosati, Corpo e virtuale. Per un discorso nietaontologico a partire da Merleau-Ponty, Universidad de Pisa, 2006, tesis inèdita.

™ Acerca del planteo antropologico, cf Eric Bimbenet, Nature et humanité: le problème anthropologique dans l'oeuvre de Merleau-Ponty, Paris, Vrin, 2004.

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Ponty utiliza trabajos sobre la noción de medio de Uexküll, dado que su concepto de 'medio' no es otra cosa que la traducción del término alemán Umwelt, que el etòlogo se cuida de distinguir de Umgebung y de Welt.

Jakob von Uexküll define la Umgebung por su localización en un espacio isotrópico, comparable en esto al "entorno geográfico" de Koffka, mientras que el Umwelt sería un espacio cualitativo, correspondiente al "entorno del compor-tamiento". Pensando el Umwelt como especificidad de lo viviente en relación con el Umgebung puramente geográfico, Uexküll le confiere una acepción positiva; su abordaje "desde abajo" lo distingue de la zoología privativa de Heidegger.^'Al partir del Welt humano, Heidegger pensará el Umwelt ani-mal como necesariamente deficitario. Mientras que, para Uexküll, el mundo-medio {Umwelt) ya es - a diferencia del Umgebung- un mundo, para Heidegger el Umwelt no es sino "pobreza de We/¿", jugando así con la proximidad fonética del prefijo um-, que significa e] entorno, y el prefijo un-, que indica la privación o la falta.

Respecto de la cuestión de la animaUdad, es imperativo constatar que se ha querido hacer derivar la noción de mundo en Merleau-Ponty de la de Heidegger de un modo demasiado apresurado: a diferencia de Heidegger, quien consideraba que los intentos recientes en zoología de pensar el organismo en relación con su medio, en úl t ima instancia, son futiles para la filosofía, Merleau-Ponty confirma y prolonga los análisis de Goldstein y de Buyten-dijk. Contrar iamente a la conceptuafización heideggeria-na, no habría demasiado encercamiento {Eingenoummen-sein) y acaparamiento {Benommenheit) del animal por el Umwelt, sino, por el contrario, Auseinandersetzung, un diferendo de fuerzas de coloración práct icamente spinozia-na.''"' Lejos de que "el organismo se encaje cada vez en un

Rc-üiaud Barbaras, "Perception et pulsiion", en Alter n" 9 (2001), pp. 13-26 Ireimpreso en Vie et intentionnalité - Recherches phénoménolo-giques, Paris, Vrin, 20031.

Cf. Martin Heidegger, Die Grundbegriffe der Metaphysik. Welt-Endlichkeit-Einsamkeit, Gesamtausgabe vol. 29/30, Francfort/M, Klos-termann, 1983 [fr. Les conceptes fondamentaux de la métaphysique. Monde - finitude - solitude, trad. D. Panis, Paris, Gallimard, 1992J en particular p. 376. De la vasta l i teratura sobre este tema, remitimos aquí sólo al ensayo de Françoise Dastur, "Pour une zoologie privative", en Alter, Revue de phénoménologie 3 (1995), pp. 281-317.

La structure de l'organisme, ob. cit., p. 95.

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medio determinado'"''' por el contrario, está invariablemen-te comprometido en él. Por ende, no hay demasiada cesm-a fundamental entre el reino animal y el humano, sino más bien una diferencia en cuanto a la modahdad de este compro-miso. En síntesis, Merleau-Ponty no piensa el mundo según el criterio ontologico de la comprensión iVerstehen) del ser en oposición a una Umwe.lt de inhibición por los entes-objetos, sino como una "comprensión de envoltura" de la potencialidad del medio. En vez de ser dependiente de los disparadores que serían como "envoltorio y rieles del comportamiento" (N 283),"' el hombre mantiene con ellos una relación de distancia que siempre representa una distancia creadora. Por consi-guiente, la vida humana "'comprende' no sólo tal medio definido, sino una infinidad de medios posibles" (PP 377).

Por ello, la noción de medio cobra un nuevo valor filosófico en la Phénoménologie de la perception en la medida en que está redelinida respecto del cuerpo: el cuerpo ya no es un "envoltorio transparente del espíritu" (PP 187) sino "medio" para hacer de un medio un mundo (PP 144). Mientras que Heidegger ve en el medio el motivo de cierre y de encerca-miento, Merleau-Ponty, en cambio, abreva en él su concep-ción de apertura. Sin abandonar la posibilidad de distinción entre el reino animal y el reino del hombre, ésta será, empero, una distinción gradual y no categorial. Ambas están fundamentalmente y a la vez siiuada.s 671 y abiertas al medio; el hombre es, sin embargo, el ser que potencializa esta apertura creando su propio mundo. Al mantener una división entre animal y humano, Merleau-Ponty exphca el desarrollo del último a partir del primero; al utilizar la posibilidad ofrecida por la condición de apertura, el hombre se libera de su determinación objetiva.

En el capítulo "La spatialité du corps propre et la motricité" ["La espacialidad del cuerpo propio y la motricidad"], Merleau-Ponty se interesa en el caso patológico "Schn." (el verdadero nombre es Schneider) que no logra representarse actos o situaciones no-actuales, ni siquiera representarse a sí mismo

41 ' Ibídem, p. 384.

,Cómo no escuchar aquí el eco de los célebres envoltorios, cintas y • 6' Otras guardas de las Réflexioiií; sur l'éducation de Kant? En é.ste, empero, la dicotomía se ve rei terada pese a todo entre el comportamiento, determinado por el aparato de estricta educación, y el libre uso de las facultades, orientadas hacia la razón, dicotomía que precisamente Mer-leau-Ponty intenta superar.

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en acto. Marrroquinero, sigue cosiendo y cortando el cuero, pero no está en condiciones de tomar distancia respecto de sí mismo, de objetivar su actividad y menos aún de proyectarse en actividades diferentes. Schneider se confunde con su Umivelt, el medio del marroquinero, cuyas posibilidades están limitadas y son unívocas: "Lo normal cuenta con lo posible, que adquiere así, sin abandonar su lugar de posible, una suerte de actualidad; en el enfermo, en cambio, el campo de lo actual se limita a lo que se encuentra en un contacto efectivo o ligado a estos datos por medio de una deducción explícita" (PP 127). Para que hayamundo, debe producirse un espacio, una desolidarización de los datos inmediatos, una vir-tualización del presente. Para el sujeto no-patológico, un estímulo no es únicamente una palanca de actualización: también puede dar lugar a un "movimiento virtual" que anuncia "cierta potencia de acción en el marco del dispositivo anatómico" (PP 126). Así pues, el cuerpo del sujeto normal posee una facultad de no-actualización, una facultad de "si-tuarse en lo virtual" (ibidem). Singularmente, "desligarse del mundo" (ibidem) constituye entonces, lisa y llanamente, la condición de una proyección de mundo. En el curso sobre La Nature, Merleau-Ponty escribirá más adelante: "Ya no cuer-po fusión con un Umwelt sino cuerpo medio u ocasión de proyección de un Welt" (N 284).

Lo que justamente la Gestaltspsychologie no consigue pensar es este pasaje a un mundo, pues es prisionera de la idea de un mundo objetivo. En tanto sitúa el comportamiento -como forma entre otras-e/i el mundo, no da cuenta del hecho de que el comportamiento indica ante todo la posibilidad de la emergencia de un mundo. La Gestalttheorie, en suma, termi-naría por situar las formas en un mundo físico y se limita a describir la correspondencia estructural con las representa-ciones que nos hacemos de ella. En tal sentido, sería una extraña alianza entre un presupuesto fisicalista y un procedi-miento criticista. Pero el mundo, sostiene Merleau-Ponty, no es, como todavía lo pensaba el kantismo, un sistema de relaciones apriorísticas; no es "como un cubo de cristal" que deja ver "sus facetas ocultas en su transparencia actual" (PP 378). Por el contrario, es un espacio habitado, investido y trabajado, para retomar esa palabra de Hegel que retorna con frecuencia en la pluma de Merleau-Ponty. Al vincular la gé-nesis del mundo con el medio, se impide idealizarlo: a la manera del Umwelt, el mundo "es una realidad intermedia

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entre el mundo tal como existe para un observador absoluto y un dominio puramente subjetivo" (PPE 432).

Si se sigue la noción de medio a través de las reflexiones sobre la percepción, entonces cabe observar cómo el pensa-miento merleau-pontiano se organiza a partir de una incorpo-ración de términos técnicos para atribuirles una nueva signi-ficación. Al instalarse en la no-filosofía, se es espectador de esta reanudación filosófica, de la reelaboración de un término que, lejos de cristalizarse en un concepto, es operatorio y múltiple. Por ende, no se t ra ta de llevar una noción a las esferas depuradas del espíritu, sino de mantenerse en el entre-dos, concluye Merleau-Ponty en el resumen de su recorrido: "Tal vez estas investigaciones convergentes termi-nen por poner en evidencia un medio común a la filosofía y al saber positivo, y por revelarnos, más acá del sujeto y del objeto puro, una suerte de tercera dimensión donde nuestra actividad y nuestra pasividad, nuestra autonomía y nuestra dependencia, cesarían de ser contradictorias" (P2 13).

Así pues, la primera fase de Merleau-Ponty ya participa enteramente del esfuerzo por evitar los reduccionismos y por considerar,-en cambio, a los intermediarios. En consecuen-cia, el 'medio' no es solamente el concepto operatorio que atraviesa este período como un hilo conductor; indica asimis-mo el proyecto mismo de este pensamiento."^ Seguramente no es casual que Merleau-Ponty regrese a él, mucho más tarde, dedicándole múltiples clases en el curso sobre La Nature hacia fines de los airos 1950. Gracias a la noción de Umwelt, "la vista del mundo no se reduce a una suma de acontecimientos exteriores o a un interior que no está tomado en este mundo" (N 232). Si se quiere comprender el papel que desempeña el medio para el animal -prosigue Merleau-Ponty-habría que compararlo con nuestra concien-cia onírica dirigida hacia algo que nunca es visto para sí mismo (N 233). En el sueño se podría ver la prefiguración de una "nueva noción de lo posible" que no se reduce a ser "otro actual eventual" (RC137) sino que sería el lugar donde, en una serie de imágenes oníricas que no duran más que unos pocos

Christian Hermes propuso ver a Merleau-Ponty como el pensador por excelencia de la mediatez y de la medialidad: Christian Bernes (2002): "Medialität - anthropologisches Radikal oder ontologisches Prinzip? Mer-leau-Ponty Ausführung der Phänomenologie", en: Die Stellung des Menschen in der Kultur, bajo la dirección de C. Bermes, J . Jonas y K.-H. Lembeck, Würzbm-g, Königshausen & Neumann, pp. 41-58.

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segundos, se perfila la infinitud de encadenamientos posibles que siempre quedan en suspenso. En el lugar de una visión recta y adecuada, las ensoñaciones -como por lo demás también la percepción en el estado de cansancio que Peter Handke describió en un memorable ensayo- que ganaría si se lo integra entre los clásicos fenomenológicos-" nos ofi-ecen una visión que no permite demasiado la fijación sino que más bien ofi^ecería un transparecer de los fenómenos. Contra toda epistemología de la transparencia, corresponde un retorno al comportamiento en el medio, en "la Alltäglichkeit [que] siempre está en el Entremundo, siempre en filigrana" (N 268). En lugar "de t ra tar de encerrarlos entre las pinzas de los acontecimientos parciales", conviene restituir a las cosas su opacidad pi-opia, "el organismo o la especie como realidad de masa" (N 268 sq.) Se llega entonces a un "fenómeno-envolto-rio |.. .J que no debe buscarse detrás, sino entre los elementos" (N275).'

Este medio envolvente que es menos un continente que la distancia que sostiene los elementos del interior devendrá la idea directriz no sólo de la ontologia de lo visible (como nos esforzaremos por mostrar en la tercera parte) sino ya de la fenomenología del lenguaje que interpretaremos como se-gunda fase en el pensamiento de Merleau-Ponty. La bisagra entre esta primera interrogación sobre la percepción y la reflexión sobre el fenómeno de expresión está constituida, como veremos, por la crítica y la reinterpretación de la noción clásica de trascendencia.

5 . E L PROBLEMA DE LA TRASCENDENCIA

"Habría que definir una vez más la filosofía trascendental". Sobre esta constatación se cierra la Structure du cornporte-ment (SC 241). Esto puede sorprender, a tal punto el abordaje merleau-pontiano parece diferir de una empresa trascenden-tal de impronta kan tiana. El encadenamiento de ejemplos, el retorno incesante a los resultados de las ciencias empíricas, la insistencia en lo prerreflexivo: he aquí todos los criterios que, en una primera instancia, harían de Merleau-Ponty un candidato para una filosofía precrítica en el sentido que le

Peter Handke, Essai sur la fatigue, trad. G.-A. Gold.schmidt, París, Gallimard, 1991.

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confería Kant. Ahora bien, hay que rendirse a la evidencia: Merleau-Ponty ambiciona no sólo ir más allá del criticismo, pretende incluso reformular su principio mismo: lo trascen-dental. Mientras que en la Structure du comportement esta reestructuración del estatuto de lo trascendental no supera demasiado el estado de un esbozo programático, la Phénomé-nologie de la perception la motiva antes aún de pasar al análisis del campo fenoménico.

Es forzoso constatar, como puede leerse en la Introducción-de la obra de 1945, que las filosofías trascendentales clásicas postulan primero la necesidad de la experiencia y luego tratan de establecer sus condiciones de posibilidad, pero que en ningún momento reflejan la donación efectiva (PP 74). En semejante sistema, no puede haber exterioridad real, ni en tanto íacticidad de la percepción ni bajo la forma de la experiencia de un Otro irreductible a mí. La exterioridad está presupuesta, pero nunca tiene lugar; el yo trascendental es anónimo, no está ni en mí ni en los demás. Pese a esta condena que parece inapelable, Merleau-Ponty pretende, con todo, salvar el proyecto kantiano: además lo que le reprocha-rá a Kant es menos el abordaje trascendental que más exactamente el "no haber seguido hasta el final su progra-ma", que consistía en defninir el conocimiento por la condi-ción fáctica del sujeto cognoscente (PP 255). Si Kant vio bien que no puede haber conocimiento por fuera de la intuición sensible, introduce la capa del a priori preliminar que, a falta de ser antecedente desde el punto de vista cronológico, lo es sin embargo desde el punto de vista lógico." En tanto "el a priori conserva en su filosofía el carácter de lo que debe ser, por oposición a lo que existe de hecho como determinación antropológica", Kant introduce una jerarquía entre "lo que debe ser el mundo y lo que es efectivamente" (PP 255), jerarquía que lo rechaza más acá de su propio objetivo. "Si un mundo debe ser posible": en esta fórmula que retorna en varias ocasiones en la pluma de Kant, el sujeto razonante no sólo está situado en una posición de alguna manera antes del mundo, deviene además como su legislador pues se t ra ta de plantear las condiciones de su génesis (PrP 50). La heteroge-

Kant retoma este punto en varias ocasiones, especialmente en los Prolégomènes à toute métaphysique future: "la palabra 'trascendental ' no significa lo que supera toda experiencia, sino lo que, a decir verdad, la precede (apriori), con la ùnica finalidad de hacer posible exclusivamen-te el conocimiento por medio de la experiencia" (Apéndice, 370, n. 1).

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neidad entre la estética trascendental por un lado y la analítica trascendental por el otro no puede resolverse -s iem-pre en la interpretación merleau-pontiana- si no es confirien-do al sujeto el estatuto de un Dios que plantea el mundo y no un hombre que "se interesa en él" (PP 254), lo cual, en úl t ima instancia, equivale a reintroducir el dogmatismo en una filosofi'a crítica que se pretende liberada de él. Sólo aparente-mente esta filosofi'a del sujeto constituyente formaría la antítesis de su punto de vista naturalista donde el mundo estaría poblado de objetos constituidos: ambos no son sino el doble aspecto que puede tomar el "prejuicio de un universo en sí perfectamente explícito" (PP 51). La única diferencia es que, en la versión trascendental, la condición de facto se ve duphcada por una condición de jure, en síntesis, es necesario que la explicación sea posible y, por consiguiente, esta explicación ya debe estar "hecha en alguna parte" (PP74).

Esta argumentación, que tuvo un impacto considerable en la fenomenología francesa,''" es, empero, bastante expeditiva. Para entender todo su alcance, se impone una digresión hacia las fuentes de Merleau-Ponty (Husserl y Sartre, por supues-to, pero también, y muy particularmente, Eugen Fink). Antes de Merleau-Ponty, la idea de una ley inscripta previamente ya le había sido reprochada a Kant por el propio Husserl. La filosofía trascendental se ve llevada a una "interrogación regresiva" que se pregunta bajo qué formas conceptuales y cuáles formas de ley [Begriffs-und Gesetzesformen] debe pre-sentarse un mundo objetivo (una Naturaleza) en general".'"' En su esfuerzo por desmarcar su propia filosofía trascenden-tal de la de Kant, Husserl estima que en este último, la idea de lo trascendental sigue aún encerrada en un marco "cientis-ta" de las meras leyes de la naturaleeza cuando, en cambio, es necesario "ampliarlo", tener en cuenta "las múltiples formas de sociedades humanas y los productos culturales que surgen en su vida comunitaria" en tanto también ellos

El a priori, ¿se deja describir no como posibilidad lógica de la experiencia, sino como algo situable en la experiencia misma? Si, después de Mei-leau-Pont\', Ricoeui', Lévinas o Michel Henry han planteado, cada cual a su manera, esta cuestión, nadie le dedicó más atención e impor-tancia que Mikel Dufrenne, quien, de alguna manera, fue el motor secreto de su pensamiento, desde La notion d'a priori (1959), donde Kant es pensado en un trasfondo fenomenològico, hasta L'inventaire des a priori (1981),'al que consideró como su "testamento" filosófico.

Edmund Husserl, Philosophie première, t. I, Histoire critique des idees, trad. A. L. Kelkel, París, PUF, 1970, p. 359 [Hua VII 280/81].

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configuran las experiencias posibles.''' La fenomenología tras-cendental es, por lo tanto, la descripción de la conciencia intencional que, mucho más que una simple condición aprio-ristica, sería algo mucho más real, dirigido hacia la vida y a su "plenitud concreta".^®

En La transce?idance de l'ego de 1934 que sabemos ha sido leída por Merleau-Ponty con atención, Sartre advertía, no obstante, a todos aquellos que, so pretexto de querer corregir la filosofía crítica de Kant, t rataban de "realizar", es decir de otorgar realidad factual a aquello que no era, en el pensamien-to kantiano, sino una simple forma del entendimiento. Así, Husserl habría reificado, en su "giro trascendental", lo tras-cendental en un ego situado como más acá de toda conciencia: "Así, la conciencia trascendental deviene rigurosamente per-sonal"."^ De este modo, Husserl habría "sobrecargado" la conciencia y -Sar t re juega aquí con las palabras- al haberla "sobrecargado", la ha vuelto igualmente "ponderable".®"

Ahora bien, es necesario, según Sartre, purificar la con-ciencia trascendental de todo egotismo, pues sería seguir instalando en ella un elemento extraño. La conciencia debe pensarse como "clara y lúcida" de cabo a rabo: "el objeto está en frente de ella con su opacidad característica, pero es pura y simplemente conciencia de ser conciencia de ese objeto"."^ No hay lugár entonces para un Yo [Je] que entonces fatalmen-te devendría un "habitante" que excede los límites de la simple conciencia, un objeto para esa conciencia que, por lo mismo, nunca podrá ser sujeto de esa conciencia. En conse-cuencia, el campo trascendental es fatalmente una instancia "prepersonal", que es lo previo a todo Yo empírico. Purificada de toda estructura egológica, la conciencia recubre "su limpi-dez primera": para poder acoger el todo, debe ser pensada como nada}' Con esta interpretación de la fenomenología

« Ibidem, p. 361 [VII 2821. Ibidem, p. 360 [VII 2811. Jean-Paul Sartre, La transcendence de l'ego. Esquisse d'une descrip-

tion phénoménologique [1934], introd. nota.s y apéndices a cargo de S. Le Bon, Paris, Vrin, 1992, p. 20.

"" Ibidem, p. 26. Sobre la extraña ausencia / presencia del peso en Sartre, me permito remitir a mi ensayo "Suspension et gravité. L'imaginaire sartrien face au Tintoret", en ALTER n" 15, Image et oeuvre d'art, Paris, Alter, 2007, pp. 123-141.

Ibidem, p. 24. Cf las conclusiones de La transcendance de l'ego (pp. 74 sq.), que,

como se sabe, encontrarán su desarrollo ulterioi- en L'Etre et le Néant.

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trascendental, entra en conflicto particularmente con la lectura que de ella da PJugen Fink, cuyo artículo "La phéno-ménologie d'E. Husserl face à la critique contemporaine" es citado en dos ocasiones.

En este ensayo, publicado en 1933 en los Kant-Studien y que influyó muy tempranamente en Merleau-Ponty,® el último asistente de Husserl t ra ta de separar la utilización de la palabra "trascendental" en fenomenología del sentido que le da el neokantismo. El error que cometen los hermeneutas criticistas de Husserl consistiría en que aplican a este último sus propios modelos de pensamiento. Si ya en 1906 Husserl utiliza en parte una terminología kantiana, no se cuida menos de distinguir rigurosamente el sentido que le confiere. Según Fink, se t ratar ía de comprender que, contrariamente al pensamiento kantiano, el ego trascendental es pai'a Husserl un ego individual y existente (seiend). Así pues, en lugar de una di.stinción entre un yo empírico y un sujeto trascendental no-empírico, habría que distinguir entre un ego empírico que es el objeto de una percepción mundana y un ego trascenden-tal que está desprovisto de él pero que no por ello es menos un ente.''" A la vez menos y más que el sujeto kantiano (menos, pues en la correlación con el mundo no hay ninguna prioridad de la forma de la subjetividad por sobre los entes del mundo en tanto objetos posibles de un conocimiento; más, pues la conciencia no es sólo lo que contiene en sí la forma de todo conocimiento posible sino el lugar mismo de la constitu-ción del mundo), la cuestión específica del ser de ese "consti-tuyente" no obstante sigue en suspenso. A pesar de presentar-se como el defensor de la filosofía husserliana más próximo de la voluntad de su autor, es innegable que Fink ya ha añadido su propio pensamiento, fuertemente influido por el de Hei-degger. Como Heidegger (y contrariamente a Sartre), Fink estima que el núcleo de lo trascendental debe formularse no a partir de.una conciencia pura sino a partir de la facticidad del ser comprometido en el mundo. Si bien respecto de las leyes epistemológicas kantianas Husserl verdaderamente

En el pi'irae¡' pi'oyeeto de investigación de 1933 se cita el ensayo. Eugen Fink, "Die phänomenologische Philosophie Husserls in der ge-genwärtigen Kritik", en Kant-Studien 1933 [fr.: "La phénoménologie d'E. Husserl face à la critique contemporaine", trad. D. Franck, en De la phénoinénologie, Paris, Minuit, 1974, p. 1241. Cf. además La iiaturc de la perception, PrP 21.

' ' "La phénoménologie d'E. Husserl face à la critique contemporaine", ob. cit., p 115.

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operó una revolución al plantear la cuestión de la constitu-tion, "la cuestión del modo dé ser de lo constituyente mismo" queda en suspenso, como lo insinúa el propio Heidegger en su célebre carta de 1927.55

Estos planteos, de los que se hicieron eco los textos suce-sivos de 1939 de Eugen Fink y de Ludwig Landgrebe y que Merleau-Ponty leyó con gran entusiasmo en su visita a L e u v e n , n o dejaron de suscitar la reflexión de este último. Desde luego, Husserl no podía limitarse a lanzar un rechazo categórico a las críticas heideggei'ianas, puesto que la opera-ción de la reducción trascendental no ponía enjuego, para él, sino el ser del constituyente. En la Phénoménologie de la perception, Merleau-Ponty indica, empero, cómo la fenome-nología así concebida prácticamente no se desmarca del intelectualismo, o peor aún, del psicologismo: "Esta nueva 'reducción' no conocería entonces sino un solo sujeto verda-dero, el Ego meditante. Este pasaje de lo naturado a lo naturante, de lo constituido a lo constituyente, terminai'ía la tematización efectuada por la psicología y ya no dejaría más nada implícito o sobreentendido en mi saber" (PP 73). Y añade: "Tal es la perspectiva ordinaria de una ñlosofía tras-cendental y tal es también, en apariencia al menos, el programa de una fenomenología trascendental" (ibidem). Ahora bien, prosigue Merleau-Ponty, ¿qué queda aún de fenomenològico en semejante filosofía? Si la descripción del mundo vivido (Lebenswelt) no es más que una propedéutica llevada a ser reemplazada por una reflexión trascendental "donde todas las oscuridades del mundo quedarían ilumina-das", "no se ve por qué la reflexión necesitaría pasar por el mundo vivido" (PP 419, n. 1). Pero entonces, ¿qué es un pensamiento auténticamente fenomenològico de lo trascen-dental? ¿Se puede todavía, sin sujeto trascendental y a partir de una descripción de las vi vencias intencionales, desarrollar una filosofía que merezca el nombre de "trascendental"? La tesis sar treana de la conciencia como instancia "prepersonal"

" Carta de Heidegger a Hirs.serl del 22 de octubre de 1927, en Edmund Hu.sserL Notes sur Heidegger, Parí.s, JMinuit. 1993, p. 117.

Merleau-Ponty llegó a tener una entrevista con Eugen Fink en abili de 1939 (Cf. Van Breda, ob. cit., p. 412). Pai'a más detalles sobre estos artículos, pero de manera general sobre la cuestión económica de lo trascendental en la evolución de lo trascendental en la obra merleau-pontiana, consúltese la obra clásica y sólidamente documentada de Theodore Geraets, Vers une nouvelle philosophie transcendantale, ob. cit. (en particular el capítulo IV).

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proporcionaría, en todo caso, una alternativa al subjetivismo husserliano. Pero al desplazar la instancia del Yo para hacer de él un Yo "relativo y prepersonal", estima Merleau-Ponty (PP 320, nota), se finge resolver la aporia mientras que, en realidad, se halla mejor afiemado. En todo su esfuerzo por abandonar la idea de un ego que se situaría frente al mundo, la "nada" de la conciencia de Sartre llega a reducirse a un medio continente del que luego se podrá hacer el inventario.

Con Fink, Merleau-Ponty considera, por el contrario, que hay que pensar al sujeto trascendental como un ente entre los entes, como ser intraóntico. Si bien se puede encarar la re-ducción trascendental, no debe pensarse según el modelo de un suelo último que habría que alcanzar sino, por el contrario, como un ejercicio inacabable que, a través de la modificación del ser-así de los entes, deja aparecer más bien un suelo común que nunca es poseído. En el momento mismo en que conoce a Fink en Lovaina, descubre asimismo los anexos para L'origine de la géoniétrie que dan una nueva consistencia a la siguiente idea: después de la revolución copernicana y galileana con cuya vara se mide el pensamiento kantiano, Husserl afirma proceder a una modificación de estas mismas revoluciones. En el fragmento tardío Umsturz der kopernika-nischen Lehre (La terre ne se meat pas según su traducción francesa [La tierra no se mueve]),Merleau-Ponty cree descubrir el arquetipo de otro "suelo trascendental", en las antípodas del logicismo del primer Husserl: la Tierra -para f rasea- "no está en movimiento como los cuerpos objeti-vos, sino que ya no está en reposo, dado que no se ve a qué estaría'clavada"'(SG 227). "Suelo" o'raíz'[so«c/ie], prefigura-ría una nueva idea del fundamento sensible tanto "de nuestro pensamiento como de nuestra vida" (ibídem). Antes aún de que pueda haber una filosofía trascendental, es necesaria la experiencia empírica: "como el propio Kant dijo profunda-mente", ya se lee en Le primal de la perception "no podemos pensar el mundo sino porque tenemos la experiencia del mundo" (PrP 50). El error de Kant habría sido entonces querer buscar un suelo más sólido que el incierto del mundo de los sentidos, el único, no obstante, que está a nuestra disposición. En consecuencia, repensar lo trascendental, la cuestión planteada al final de la Structure du comportement,

Umsturz der kopeniikanisclien Lehre, publicado en Philosophical Essays in. Memory of E. Husserl, ed. de M. Farber, Cambridge/Mass., Harvard University Press, 1940, pp. 307-325.

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equivale a tomar conciencia de que el mundo, en suma, sería - s i es que esta hipérbole tiene algún sentido- la condición trascendental de lo trascendental mismo.

"Con el mundo natural y el mundo social" concluye "hemos descubierto lo verdadero trascendental, que no es el conjunto de las operaciones constitutivas por medio de las cuales un mundo transparente, sin sombras y sin opacidades, se exten-dería ante un espectador imparcial, sino la vida ambigua donde se hace la Ursprung de las trascendencias que, por una contradicción fundamental, me pone en comunicación con ellas y en este fondo hace posible el conocimiento" (PP 418 sq.). En tanto tal, este trascendental es literalmente condi-ción de posibilidad. Merleau-Ponty insiste justamente en este último punto: en tanto está limitado pero sin embargo no es clausurable, el campo permite la variación; en tanto "princi-pio de indeterminación" (PP 197), abre la posibihdad de otra actitud orientada {\aEinstellung husserliana) con un fondo de un mundo caracterizado como horizontalidad.®®

Por ende, lo que interesa a Merleau-Ponty en la noción de trascendencia no es tanto -como Husserl en la fase del idealismo trascendental- la ocasión de un nuevo pensamien-to de la fundación sino el acento puesto en el acto de trascender. (Obsérvese que, de este modo, Merleau-Ponty vuelve paradójicamente más acá de la distinción rigurosa, al menos a partir de la Crítica de la Razón Pura, entre lo tras-cendente como principio dogmático precrítico y lo trascen-dental como condición epistemológica de la filosofía crítica). Con todo, no se t ra ta de una superación hacia un fuera-del-mundo, sino de un desplazamiento permanente hacia lo que aún no está poseído en el interior del mundo, como lo sugería ese artículo de Eugen Fink de 1933.®® La opacidad del mundo

Esta idea resurge en Le Visible et l'Invisible, donde el campo horizontal aparece como "el modelo de toda trascendencia" (VI 280).

"Así, trascender el mundo [...] no conduce fuera del mundo, lejos del mundo, hacia un origen separado (con el cual el mundo sólo estaría vinculado) como hacia otro mundo; por el contrario, la trascendencia fenomenològica del mundo en tanto abertura de la subjetividad trascen-dental es simultáneamente la retención [Einbehaltung] del mundo en el universo, dado a luz, del ser absoluto" (Eugen Fink: "Die phänomenolo-gische Philosophie Husserls in der gegenwärtigen Kritik", en Kant-Studien 1933 (fr. "La phénoménologie d'E. Husserl face à la critique contemporaine", trad. fr. D. Franck, en De la phénoménologie. Paris, Minuit, 1974, p. 124]). Merleau-Ponty ya cita esta obra en La nature de la perception (PrP 21).

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es correlativa e indisociable de una "trascendencia activa" (PP 431), un "éks-tasis" del sujeto "orientado o polarizado hacia lo que no es" (PP 491), un "acto de trascendencia por medio del cual e] sujeto se abre y se lleva a sí mismo" (PP 180) y que no puede dejar de recordar el "trascender sin trascendencia" de Ernst Bloch.

Por consiguiente, menos que una crítica que apunta real-mente a Kant (Merleau-Ponty injerta en la terminología kantiana sus propias interrogaciones), más bien será necesa-rio ver, en esta reflexión sobre la aprioridad, un indicador de un movimiento general. Pues indiscutiblemente y pese al acento puesto en la inherencia a un medio-mundo, la Phéno-ménologie de la, perception constituye ciertamente un inten-to de pensar la actividad del polo subjetivo. Al reducir al sujeto únicamente a su condición corporal, es imposible explicar su autosuperación, punto al que volverá, como veremos. Le Visible et VInvisible. La noción de superación trascendental todavía está presente en la obra inacabada, aunque Merleau-Ponty precisa que esta superación no puede concebirse como superación "])or sí"*'" sino como una "trascendencia muda" que acompaña a la fenomenalidad misma. El lenguaje es el campo en el cual Merleau-Ponty encuentra primero la marca de una trascendencia activa que t ra ta de describir como "expresión" y luego el medio de una anonimización que disuelve los residuos de una filosofía de la conciencia y que conduce hacia una ontologia de lo sensible.

"" "La ilu.sión solipsista que consi.ste en creer que toda superación es superación por sí" (VI 186).

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III. LENGUAJE

1. EXI'RESIÓN

La jerarquía de la Structure du corn.portement culminaba en el comportamiento simbólico. De éste no se dirá c|ue tiene un sentido sino más exactamente que es ya todo él, enteramen-te, seiítido. En el preciso lugar donde se había detenido el primer libro, la Phénoménologie de la perception retomará y más exactamente con el sexto capítulo "Le corps comme expression et la parole" ["El cuerpo como expresión y la pala-bra" que, para explicitar la aserción implicada por el título, introduce las nociones de 'cuerpo propio' y de 'expresión'. Mientras que la Structure du comportement ya representa de algiina manera el esbozo de una reestructuración filosófica ulterior, la noción de comportamiento,®^ este intento de superación de lo biológico por el comportamiento simbólico encuentra su desarrollo en el poder significante del cuerpo analizado por la PhénoméJiologie: "El uso que el hombre hará de su cuerpo es trascendente respecto de ese cuerpo como ser simplemente biológico", sostiene Merleau-Ponty (PP 220), de suerte que en toda posesión de la existencia en tanto Leib ya hay un "acto de trascendencia", acto que "se encuentra primero en la adquisición de un comportamiento, luego en

Cf. a propósito de Spinoza: "Spinoza no habría pasado tanto tiempo considerando una mosca que se ahoga si ese comportamiento no hubiera ofrecido a la mirada otra cosa que un campo más y la teoría de los animales máquinas es una 'resistencia' al problema del comportamiento. Por lo tanto, este fenómeno debe ser pensado. La es t ructura del comportamien-to ta) como se ofrece a la experiencia perceptiva no es ni cosa ni conciencia y es lo que la vuelve opaca para la inteligencia" (SC 137 sq.).

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] a comunicación muda del gesto" (PP 22 6) y que conduce hasta el lenguaje articulado. Cada vez, en esta reanudación y en esta posesión del mundo (ibídem), el cuerpo es "el lugar o más bien la actualidad misma del fenómeno de expresión" (PP 271), o más exactamente representa el "movimiento mismo de expresión" (PP 171). Mientras que, en la Structure du comportement, había marcado su distancia respecto de todo intelectuahsmo en el abordaje de la relación entre conciencia y naturaleza por la elección de un diálogo con las disciplinas empíricas en lugar de las doctrinas filosóficas, Merleau-Ponty ahora intenta reinsertar el problema de la idealización en el comportamiento mismo para evitar la escisión entre estas dos esferas, lo que no haría más que confirmar el intelectua-hsmo. En la palabra, hay un acto, pero no se puede decir de ella ni "que es una 'operación de la inteligencia' ni que es un 'fenómeno motor': toda ella es motricidad y toda ella es inteligencia" (PP 227).

Volvamos a estos términos a primera vista un poco descon-certantes. Evidentemente, ya no se t ra ta simplemente de criticar un modelo fijista del lenguaje para reemplazarlo por un m odelo dinámico. Si hay acto significante, no por ello hay una "operación intelectual", instrumental, un hacer sometido a una voluntad. Por otro lado, el lenguaje no se resume a la pura pasividad, a un fenómeno motor en el sentido de ser maduro- Estos dos pensamientos -uno intelectualista y el otro na tura l i s ta - revelan no ser sino dos versiones de un solo y mismo operacionalismo.®^ Entre un abordaje que haría del lenguaje la operación de traducción de una idea y un abordaje para el cual toda palabra no es sino una realización de un esquema lingüístico, se t ra ta de ubicarse en la perspectiva de un lenguaje que se hace de una palabra "in statu nascendi" (PP 229). De ello surge que Merleau-Ponty busca en la palabra expresiva - e n particular en la palabra l i teraria- un ejemplo

Merleau-Ponty desarrollará este punto más detalladamente en sus conferencias sobre La Nature. Si ha rechazado toda concepción que ve en el lenguaje la traducción de un pensamiento previo, demuestra las contradicciones internas de las teorías naturalizantes: "Idea muy exten-dida: la cibernética, la teoría de la información = un estímulo es un 'mensaje'" (N 289). Si la cibernética había franqueado una etapa decisiva liberando a lo viviente de sus determinaciones biológicas para conside-rarlo como ser simbólico, tendió, por su origen en la teoría de la información clásica, a reducirlo a una máquina comunicante. Allora bien, pensar la interacción de lo viviente de acuerdo con el modelo del mensaje-receptor es recaer en la antigua teoría del reflejo,

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positivo para superar su esquema ejercitado en la doble negación {ni... ni). Para conseguirlo, instaura una correlación íntima entre palabra y cuerpo, concibiendo la expresión lingüística como una potencialización de la motricidad inhe-rente al cuerpo. No obstante - y aquí se ve una vez más la ambivalencia fundamental que sigue atravesando \aPhéno-ménologie de la perception- si bien la expresión no es la expresión de una idea, irremediablemente es expresión de una conciencia. En su intento por inaugurar el clivaje con-ciencia-cuerpo, Merleau-Ponty llega a establecer una conti-nuidad entre conciencia-cuerpo-expresión a través de la noción de motricidad intencional. Insistiendo en la importan-cia de la percepción en detrimento de una "idea directriz", la motricidad indica aiín —en la Phénoménologie de la percep-tion- una modalidad de captación [prise] en el mundo. A través del cuerpo ("medio" e "instrumento"), la conciencia expresa no un "pienso", sino un "puedo" (PP 160). En síntesis, la posibilidad de significación a la cual alude Merleau-Ponty es ante todo potencia. Mientras que el naturalismo carecía por defecto de la potencia significante de la expresión en tanto ésta queda determinada como reacción a un mundo exterior, la Phénoménologie de la perception- en tanto está radical-mente sujeta al modelo de un polo subjetivo activo- está conducida a carecer de ella esta vez por exceso, atribuyéndola a un rayo (Ichstrahl) de conciencia.®^

Parecería que el propio Merleau-Ponty tomó conciencia de las aporías en las cuales se hunde un abordaje que afirma la continuidad conciencia-cuerpo-expresión e intentaría fundar toda expresión por medio de una base emocional antepredica-tiva. A medida que el fenómeno del lenguaje gana en impor-tancia, Merleau-Ponty percibe las contradicciones de un pensamiento que quiere deducir lo discursivo de lo gestual.®" Pues si el intelectuahsmo fracasa en el acto expresivo redu-ciendo el lenguaje a una amplitud puramente ideal, inversa-mente, un acceso que se acantona voluntariamente en la desci-ipción del acto expresivo como gesto se ve inevitable-

Cf. también Renaud Barbaras, "De la parole à l'être. Le problème de l'expression comme voie d'accès à l'ontologie", en Merleau-Ponty. Le philosophe et son langage, bajo la dirección de F. Heidsieck, Paris, CNRS, 1993, p. 67.

"" Cf. Alessandro Delco, Merleau-Ponty et l'expérience de la création. Du paradigme au scheme, Paris, PUF, 2005, en particular el capitulo "Le problème de l'insertion directe du discursif dans le gestuel", pp. 97-101.

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mente llevado a malograr la idealidad propia al lenguaje. Si por una descripción de la "gesticulación fonética" (PP 211) se puede aprehender el pasaje del comportamiento-reflejo al comportamiento simbólico, éste sólo podrá dar cuenta de las for-mas más rudimenarias, recurrentes y por consiguiente las más previsibles de la comunicación. Pero el aspecto que Merleau-Ponty subraya esencialmente y ante todo del len-guaje y que lo impulsa a concederle cada vez más lugar es su dimensión propiamente creadora, su potencia de ideación.

Mientras se permanezca en una explicación del lengiraje como "potencia motriz" (PP 462), necesariamente se fracasa en la inteligencia propia del lenguaje. Al querer a toda costa ir contra el "punto de vista de Sirius" (PM 24) del intelectua-hsmo por una aproximación "por lo bajo" que considera el lenguaje como una forma superior de motricidad original, sólo se puede dar cuenta de la idealidad inherente a todo lenguaje. Merleau-Ponty habrá multiplicado los ejemplos de gestos antiintelectualistas como la expresión de cólera o la sonrisa que toma como testimonio para marcar la indiferencia entre la idea y su expresión; empero, ya parece advertir que esta teoría "emotivista", donde lo que se exterioriza no es sino una traducción inmediata y aún no contaminada por las mediacio-nes simbólicas y culturales de un estado interior,®' no puede explicar las comunicaciones que se efectúan en sistemas convencionales que, aunque basados en un "teclado de signi-ficaciones adquiiidas" (PP 217), permiten, como el juego musical, una variación infinita de nuevas significaciones, precisamen te por la diferencia entre significante y significado.

La arquitectura de Phénoménologie de la perception no deja lugar a dudas: el problema del lenguaje sigue subordina-do al problema más general de la expresión; más allá de la expresión lingüística, ésta engloba aun la expresión gestual, musical, pictórica, etc., todo considerado aquí solamente desde la perspectiva de una autosuperación de lo somático. Es así como se explica el rechazo inapelable de toda lingüística que venga a proponer el carácter arbitrario o convencional del lenguaje. La sintaxis de una lengua, sus desinencias, sus

Con íVecuencia se han señalado los sin salidas de la explicación "emotivista". Cf. especialmente Bary Bi'ent Madison, La phénoménologie de Merleau-Ponty. Une recherche des limites de la conscience, París, Klincksieck. 1973, pp. 131sq; Renaud Barba ras , Le tournant de l'expérience. Recherches sur la philosophic de Merleau-Ponty, París, Vrin, 1998, pp. 189-191.

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reglas de conjugación y su prosodia son menos la traducción de una "convención arbitraria" que una manera "para el cuerpo humano de celebrar el mundo y, finalmente, de vivirlo" (PP 218). En síntesis, el problema del lenguaje nunca es considerado por fuera de la perspectiva del cuerpo expre-sivo. Desde este punto de vista, "en rigor no hay signos convencionales" (PP 219). El lenguaje no sería el espejo de una cogitación abstracta, "simple notación de un pensamien-to puro y claro para sí mismo" (ibidem), sino una ebullición en la espesura misma del cuerpo viviente. Entre las líneas de este capítulo, "el cuerpo como expresión y la palabra", se discierne un juicio severo sobre toda lingüística puramente formal que pensara poder eliminar de los signos su carácter carnal, esperando poder alcanzar un estado de "transparen-cia" o de "claridad del lenguaje". Si hay un lenguaje primor-dial, éste debería buscarse, por el contrario, "en la gesticula-ción emocional" (ibidem).

Ahora bien, es lícito preguntarse si no se está dejando caer lo esencial de un abordaje convencionalista que desliga significante y significado y si la crítica de la transparencia no se aplica ante todo a su propia concepción. En esta sobreacen-tuación del engarce corporal, la teoría emotivista, en efecto, había malogrado algunas alertas de tipo culturalista.'^''Había hecho converger tendenciosamente sentido 3' expresión del sentido hacia un estado de indistinción. Al criticar un aborda-je externalista, Merleau-Ponty se había negado a encerrar la diferencia en la expresión de la cólera o del amor en una simple diferencia de mímicas exteriores (que luego se podrían explicar por medio de un convencionalismo cultural) para localizarlo, en cambio, en una "diferencia de las emociones de

Merleau-Ponty recuerda que la cultura condiciona la expre.sión de los estados de ánimo tales como el amor o la cólera, tomando el ejemplo del Japón o de los trobriands (PP 220). Hay una tensión permanente y muchas veces señalada en la Phénoménologie de la Perception entre un esfuerzo por evitar toda teoría reduccionista o ingenua y, por otro lado, el acento desplazado a la "palabra primera" y el "sentido primoí'dia!" que antecedería a toda relativización cultural.

Esta idea prácticamente e.structuralista de la expresión anticipa las lecturas de la lingüí.stica saussur iana (cf. infra). En los cursos de Psycho-logie et pédagogie de l'enfant en la Sorbona, basados esencialmene en análisis de casos ya citados en la Phénoménologie de la perception , se puede medir la influencia de la lingüística estructural que permite una nueva mirada en las aporías que surgen en la Phénoménologie: "En rigor, no hay expresiones puramente naturales, ni puramente convencionales o sociales" (PPE 556).

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sí mismas" (PP 220)/" El autor de la Phénoménologie de la perception no cesa de repetir que hay que encontrar, bajo las capas sedimentadas e inst i tuidas del sentido, el acto inaugu-ra] por medio del cual se insti tuye todo sentido: "Nuestra visión del hombre será superficial mient ras no nos remonte-mos a ese origen, mientras no encontremos, bajo el ruido de las palabras, el silencio primordial, mient ras no describamos el gesto que rompe ese silencio" (PP 214). Y añade Merleau-Ponty: "La palabra es un gesto y su significación un mundo" (ibídem). Todo convencionalismo se ve negado en beneficio de una teoría gestualista del lenguaje (PP 218), lo cual implica también que cada gesto produce su propio mundo.

Las consecuencias son más que evidentes. La crítica de la t ransparencia, desplegada aquí para el lenguaje, no se resuel-ve en un rechazo del intelectuahsmo. Al contrario, ese rechazo puede fundar otro tipo de t ransparencia , esta vez entre lo que debe expresarse y su expresión. En efecto, al aiTaigar demasiado profundamente el acontecimiento de la expresión en un cuerpo sensible del que se supone emerge, se podría predeterminar su estatuto, cuando se t ra ta , según Merleau-Ponty, precisamente, de comprender su sentido. El sentido no está en las cosas y tampoco está ins taurado por un gesto simbólico que se parecería al gesto de nominación adámica; no corresponde al sujeto hablante ni deriva del significado: por el contrario, siempre se mant iene a distancia. Así pues, el sentido del lenguaje no puede reducirse al movi-miento ni al pensamiento, sino que obedece a una lógica inmanente y su acaecer es intralingüístico.

Esta convicción, sin duda, explicará por qué Merleau-Ponty desprenderá el problema del lenguaje de sus investigaciones anteriores y le dedicará lo esencial de su t rabajo de los años siguientes, llegando incluso a afirmar que "el problema del lenguaje [...] contiene todos los otros, incluso el de la filosofía" (SG 116). Llegar a describir la emergencia del sentido sin reducirlo a la t ransparencia del significado ni limitarlo a los signos en y por los cuales aparece, sin materializarlo ni espiritualizarlo (PPE 84) sería entonces "el problema de la filosofía". En sus clases en la Sorbona, Merleau-Ponty lo expresará también en los siguientes términos: "Esta media-ción de lo objetivo y de lo subjetivo, de lo interior y de lo exterior que busca la filosofi'a, podríamos encontrarla en el lenguaje, si logi-áramos acercarnos a él máximamente" (PPE 87).

En los años posteriores a la publicación de la Phénoméno-

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logie de la perception, las frecuentes referencias a obras de lingüística -disciplina que, por definición, encara el lenguaje independientemente de sus incorporaciones singulares- ates-tiguan la atención incipiente por el estudio científico del lenguaje. Para medir este interés acrecentado por la lingüís-tica - totalmente ausente aún en la Phénoménologie de la perception o reducida, a la sazón, a su caricatura-, es necesa-rio remitirse al número especial de la Revue internationale de philosophie de 1939 dedicado a Edmund Husserl y que Merleau-Ponty, como se sabe, leyó con mucha atención. Entre otras comunicaciones (de Banfi, Fink, Hering, Land-grebe y Patocka entre otros) que terminaron por convencer a Merleau-Ponty de la utilidad de un estudio sistemático de la fenomenologia, figuraba también el artículo donde el lingüis-ta neerlandés H. J. Pos establece un paralelo entre los intentos husserhanos y los recientes avances en las ciencias del lenguaje.®® En la comunicación Le métaphysique dans Vhom:me que data de 1947,®' la constatación de una "revisión de las relaciones de lo subjetivo y lo objetivo" que atraviesa las ciencias humanas se impondría en particular en los recientes trabajos en Hngüística (SNS 106). Se evocan los nombres de Antoine Meillet, Walther von Wartburg y sobre todo de Gustave Guillaume. En otros manuscritos posteriores se encontrará la presencia de Joseph Vendryès y de Karl Bühler, de Jakobson, Troubetzkoy y del Círculo de Praga en general pero también la psicolingüística a la cual se refieren abundan-temente las clases de 1949 a 1952 sobre la psicología infantil.™

- ® H.J. Pos, "Phénoménologie et linguistique", en Revue internationale de philosophie (1939), n" 1, pp. 354-365. Cuando Merleau-Ponty redacta más tarde una comunicación Sur la phénoménologie du langage, sin duda hay que ver en ella un eco ensordecido del artículo de Pos (SG pp. 105-122).

"La métaphysique dans l'homme", en Revue de Métaphysique et de Morale, julio-octubre de 1947, n'-' 3-4, pp. 290-307 (retomado en SNS, pp. 102-119).

""•Sobre la relación entre Merleau-Ponty y la lingüistica, desde ahora se dispone de una rica bibliografía. Cf. en particular Luce Fontaine-De Visscher, Phénomène ou structure? Essai sur le langage chez Merleau-Ponty, Bruselas, Facultés Universitaires Saint-Louis, 1974. Regula Giu-liani-Tagmann, Sprache und Erfarung in den Schriften von Maurice Merleau-Ponty, Bern-Francfort, Lang, 1983 (en particular pp. 102-111). Yves Thierry, Du corps parlant. Le langage chez Merleau-Ponty, Bruse-las, Ousia, 1987. Stefan Bûcher, Zwischen Phänomenologie und Spra-chwissenschaft. Zu Merleau-Ponty Theorie der Sprache, Münster, No-dus, 1991. Salvatore Costantino, La testimonianza del linguaggio. Saggio su Merleau-Ponty, Milan, Franco Angeh, 1999 (en especial pp. 57-94). Daniel Oskui, "Wider den Metaphernzwang. Merleau-Ponty und die

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Por lo tanto, el juicio de Paul Ricoeur, quien pretende que Merleau-Ponty "quemó la etapa de la ciencia objetiva de los signos" poi-que no habría hecho "el largo desvío por la lingüís-tica",'' i'evela ser, en todo caso, demasiado apresurado.

Por ende, aunque Merleau-Ponty se ineresaba mucho por la lingüística de su época, lo cierto es que hay un lingüista que, más que todos los otros, provocó un profundo "impacto"'- en el pensamiento de Merleau-Ponty: Ferdinand de Saussure. Roland Barthes recordó además, con toda razón, que fue M^erleau-Ponty el primero en introducir al lingüista ginebri-no en la filosofía.''^ Más que de introducción, sería más exacto hablar de utilización pues, como de costumbi'e, Merleau-Ponty no lee a Saussure como filólogo, sino como suelo y fertilizante de sus propias reflexiones, lo cual produce un estado de entrelazamiento recíproco en el que -con las pala-bras de Le philoHophc et son ombre que describen el trabajo de exégesis productiva- aquel "del que se habla y aquel que liabla están presentes jun tos, aunque es imposible, en rigor, separar a cada momento, lo que le corresponde a cada uno" (EP200).' '

sprachlidie l^roclukti\-itat bei Chomsky, Bühler unti Ricoeur", en Mer-leau-Poniy und die Kulturwissenschaftcn, bajo la dirección de R. Giulia-ni, Munich, Fink, 2000, pp. 99-141.

Paul Ricoeur, "La (luestion du sujet: le défi de la sémiologie", en Le confJil des interprétations, Paris, Seuil, 1969, p. 246. Un juicio semejante ha sido pi'onunciado por R. C. Kwant, From phenomenology to metaphy-sics, Pittsburgh, Duquesne University Press, 1966, p. 176 en particular.

Fontaine-De Visscher, Phénomène ou structure?, ob. cit., p. 18. Roland Barthes (1964), Eléments de sémiologie, en Communicatio-

ns 4 (1964) |reimpre.so en L'aventure sémiologique, Paris, Seuil, 1985, p. 281.

Huelga decir que la síntesis de la diferencia entre sincrónico y diacrònico parece precai'ia. Así, habría una "lingüística diacrònica de la lengua", opuesta a la "lingüística diacronica del habla", mientras que en Saussiu-e la distinción enti'e sincronía y diacronia sólo se opera en el seno de la lengua. ¿Se trata entonces simplemente de una lectura falseada? Por otra parte, algunos inté¡-pretes han sugei-ido que también se podría ver en ello una deformación implícita pero no menos coherente, que apunta a colmar algunas lagunas en el sistema de Sassui'e. La proximidad entre las hipótesis merleau-pontianas sobre lo diacrònico y la corrección de las teorías saussur ianas por la dimensión del tiempo en herederos tan diferentes como Troubetzkoy o Gu.stave Guillaume iría, en todo caso, en este sentido,

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2 . E L FANTASMA

DE UN LENGUAJB: PURO

"Lo que hemos aprendido en Saussure", comienza el ensa-yo Le langage indirect et les voix du silence (SG 49) es que los signos son arbitrarios pues - e s t a idea encuentra su desarrollo en La Prose du Monde- los elementos de signi-ficación (signo, palabra, fonema) "por sí mismos, no quie-ren decir nada que se pueda designar" (PM 47). Si se le pres ta atención, se verá que esta úl t ima aserción contiene una tesis doble: por un lado, las unidades significantes no son la simple reverberación de las cosas que existirían antes del lenguaje, y por el otro, ya no contienen en sí un sentido intrínseco. Esta doblo tesis ataca dos mitos que acechan a toda teoría empática del lenguaje acosada por el "fantasma de un lenguaje puro". En el capítulo del mismo título que constituye la prime ra parte de laP/'osedw Monde, Merleau-Ponty vuelve a ese ideal que "todos veneramos secretamente [...] de un lenguaje que, en última instancia, nos liberaría de sí mismo liberando a las cosas" (PM 8). Cratilos modernos, fantasearía-mos sin confesárnoslo con un "lenguaje prehistórico hablado en las cosas" y soñaríamos con nostalgia con una "edad de oro del lenguaje en la que las palabras se corresponderían a las cosas mismas" (PM 12) - u n a edad a la cual, recuérdese, Michel Foucault dedicará el primer capítulo de Las palabras y las cosas, titulado justamente (¿cómo ver alguna coinciden-cia?) La Prose da monc/e ["La Prosa del mundo"J. Lamentable-mene, este "mito de un lenguaje de las cosas" (PM 12) está del lado de las "creencias mágicas que ponen la palabra sol en el sol" (PM 10) y no resiste a los argumentos de los Hermógenes, sean antiguos o modernos.

Ahora bien, hay otro mito que acecha que parece oponér-sele y que no obstante no es sino su "forma sublimada": la quimera de una "lengua universal" (PM 12). Bajo el manto de un abordaje racional, la reflexión filosófica sobre el lenguaje muchas veces tomó las formas de una arqueología del a priori lingüístico. En varios lugares, Merleau-Ponty menciona el proyecto del primer Husserl quien, sobre el modelo de una "lógi ca pura", encara el establecí miento de las reglas de una "gi'a-mática pura" en la que vendría a injertarse todo lenguaje empírico. El filósofo gramático, se lee en las Recherches logiques, "desnuda la armadura ideal que toda lengua existen-te efectivamente [...J llena y reviste con materiales empíri-

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cos"''' y esta "gramática general y razonada" {\en francés en el texto!) permitirá determinar más adelante "cómo el alemán, el latín, el chino, expresan 'la' proposición de existencia, 'la' premisa hipotética, 'el' plural, 'las' modalidades de lo posible, y de lo 'probable', el 'no' Vnepas], etc".'® Sin embargo, comenta Merleau-Ponty, Husserl olvida que "no basta, para alcanzar la gi-amática universal, con sahr de la gramática latina, y que la lista que da de las formas de significación posibles lleva la marca del lenguaje que hablaba" (PM 38). Pero, en lugar de reprochar a Husserl, como Anton Marty había podido hacerlo en la publicación de las Recherches logiques en 1900/1901, una "confusión de lo apriorìstico con lo empírico", Merleau-Ponty apunta más bien a demostrar la incongruencia de una teoría que postula un "lenguaje sin palabras" (PM 24). Por su lado, poco inclinados por lo general a las construcciones intelectualistas, los propios escritores no están a salv^o del mito de un reino del sentido puro. Así, Merleau-Ponty se asombra de un pasaje donde La Bruyère pretende tener que encontrar la palabra exacta, única e irreemplazable, que pueda traducir su pensamiento (PM 11). En consecuencia, la tarea del escritor se reduciría a "reencontrar esa frase ya hecha en los limbos del lenguaje, a captar las palabras sordas que el ser murmura" (ibídem). En una extraña alianza no confesada, tal idea de la li teratura -que deviene muy a menudo una "creencia de estado" (ibídem), converge con las representaciones del intelectuahsmo.

Yendo un poco hacia atrás, parecen desprenderse dos formas principales de una ideología de la transparencia de la lengua: en la primera, el signo corresponde al objeto; en la segunda, coincide con la significación.'' Para contrarrestar estos mitemas, la lingüística saussureana ofrece dos concep-tos más que adecuados: la idea de laarhitrariedad así como la del carácter diferencial del signo.

A través de la idea de la arbitrariedad, Ferdinand de Saussure rompe con la explicación naturalista del lenguaje.

Edmund Husserl, Recherches logic¡ues. Tomo 2 : Recherches pour la phénoménologie et la théorie de la connaissance. Segunda parte, trad. H. Elle, A. Kelkel y R. Schérer, París, PUF, 1969, p. Ì34 [338].

Ibídem, p. 135 [339], Cf. PM 37. " Seguimos aquí la interpretación propuesta por Mauro Carbone: "La

dicibilité du monde. La période intermédiaire de la pensée de Merleau-Ponty à partir de Saussui'e", en Merleau-Ponty. Le philosophe et son langage, ob. cit., pp. 83-99.

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El signo lingüístico no mantiene ningún lazo causal con los objetos naturales, ni siquiera con la sustancia fónica, sino que depende de una institución de significación.^® Por otro lado, el recurso a las nociones escolásticas como sustancia fónica no debe inducir a error: se denomina "sustancia" a la palabra en tanto unión entre uno o varios fonemas y un sentido concreto, pero si bien es el soporte necesario para toda actualización lingüística, sus lazos con la forma virtual (la lengua) es puramente arbitrario. Si esta institución de significaciones es arbitraria, no lo es -Saussure insiste en ello y Merleau-Ponty revisará sin duda a partir de esta observación el juicio que había podido dar sobre la arbitrariedad en la Phénoméno-logie de la perception- no obstante en el sentido en que dependería de la voluntad del ser hablante. "La palabra arbitrariedad", advierte el Cours de linguistique générale, "no debe dar la idea de que el significante depende de la libre elección del sujeto hablante".™ Por arbitrariedad, se lee, "queremos decir que el significante está inmmotivado, es decir es arbitrario en relación con el significado, con el cual no tiene ningún vínculo natural en la realidad".®"

Aunque no mantiene ninguna relación natural, el signo tampoco mantiene, inversamente, relaciones de otro tipo con su afuera. Dado que está marcado por una pobreza esencial, éste no adquiere su sentido sino según su posición en una constelación significativa de la que forma parte. Por consi-guiente, al carácter arbitrario del signo hay que agregar lo que constituye su contrapartida inevitable si debe evitarse el sin sahda de la autarquía del signo: su carácter diferencial.^n lugar de un sentido intrínseco al signo, se esbozará una estructura dinámica y opositiva en la que, en los diferentes tiempos y en las diversas culturas, las relaciones entre sig-nificante y significado se vuelven a jugar y, con ellas, la facultad de sintetizar o de diferenciar del significado. Allí donde algunas lenguas distinguen entre dos significados

Aunque no es el autor quien establece este paralelismo, podemos preguntarnos legítimamente si en los desarrollos tardíos de la noción de "institución" (además de la inspiración evidente de la Stiftung husserlia-na) no hay un retorno subliminal de las lecturas saussurianas.

Ferdinand de Saussure, Cours de linguistique générale, publicado por C. Bally y A. Secheaye, ed. crítica por T. de Mauro, París, Payot, 2005, p. 101 [140], Aquí dejamos de lado los problemas fdológicos relacionados con el Cours para analizar solamente el Saussure de Merleau-Ponty, es decir el que surge de las retranscripciones de Bally y Séchaye.

™ Ibídem.

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cuando se t ra ta de designar un niño de sexo masculino y un niño de sexo femenino (elpuer y la puella en latín y el bam-bino y la bambina en italiano), otras no se perciben sino un solo significado (el teknon griego o la criatura napolitana).®' "Els que hablar", explica el capítulo Science et experience de l'expression, "no es tener a disposición cierta cantidad de signos, sino poseer la lengua como principio de distinción" (PM 46). Y retoma una vez más un ejemplo saussuriano: "Hay lenguas en las que no se puede decir 'sentarse al sol' porque disponen de palabras particulares para designar la radiación de la luz solar, y reservan la palabra 'sol' al astro mismo" (ibidem).

La percepción del mundo se revela así dependiente de los recortes pero también de los cruces y de los remodelamientos que efectúa el lenguaje en el vasto conjunto de los significados y nuestra visión estará, si no sometida, en todo caso fuer-temente influida por estas líneas de división que dibujan su topología. Ahora bien, esta limitación no es un impedimento sino la condición misma de la comunicación. "Esta maravilla de que una cantidad finita de signos, de giros y de palabras pueda dar lugar a una cantidad indefinida de empleos [.. .J es el prodigio mismo del habla, y quien quiera explicarlo por su 'comienzo' o por su 'fin' perdería de vista su 'hacer'" (PM 59). En este sentido, el lenguaje "no está ni en ese porvenir de intelección hacia el cual va, ni en ese pasado mítico de donde provendría" (PM 58), sino totalmente allí donde, en un sentido wittgensteiniano, "el lenguaje trabaja".

En el coloquio de Royaumont dedicado a la filosofía analí-tica, Merleau-Ponty veía además, más allá de la lectura dada por Gilbert Ryle de la fenomenologia, una convergencia real entre la filosofía post-wittgensteiniana de Ryle y su propio proyecto fenomenològico: 'Amén de este contenido concep-tual que se puede t ratar de darles, las palabras, en el lenguaje, hacen unas especie de trabajo. El trabajo de un término como 'si', por ejemplo, no sería dado por un análisis conceptual del término 'si'. Y, con Wittgenstein justamente, Ryle indicó la posibilidad de una suerte de elucidación de estos términos, que no es una descripción de objetos".®^ Si se sigue la idea de

Ejemplo de Tullio de Mauro citado en la "Introduction" al Cours, ob. cit., p. VIII.

® Respues ta s Ì3. intsrvGiición cÍ6 Gilbert Ryle en G1 colof^Liio dís Royaumont. La philosophie analytique, Cahiers de Rovauraont Philoso-phie n'- 4, París, Minuit, 1962, pp. 93 sq.

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una pragmàtica abierta del lenguaje, se t ra tar ía entonces de volver a la sugerencia de Wilhelm von Humboldt según la cual el lenguaje no puede considerarse bajo el aspecto de una obra hecha (ergon), sino que debe ser descripto en tanto actividad que se hace (energeia).

Una vez más, Merleau-Ponty toma de Humboldt la idea de un "todo" o de un "universo" lingüístico que piensa tener que aplicar igualmente a la teoría saussuriana. "En suma, lo que he-mos encontrado es que los signos, los morfemas, las palabras uno por uno no significan nada, y sólo generan significación gracias a sus combinaciones. En suma, la comunicación va del todo de la lengua hablada al todo de la lengua oída" (PM 59). Al forjar esta alianza sorprendente entre Humboldty Saussu-re - q u e seguramente este último habría rechazado- adverti-mos que, en última instancia, Merleau-Ponty aplica un lente que se podría calificar de "gestaltista" a los dos autores, de los que toma ante todo su carácter "global". "La lengua es menos una suma de signos", se puede leer también en La Prose du Monde, "que un medio metódico de discriminación de los signos unos de otros, y de construcción así de un universo de lenguaje" (P M 45).

Los manuscritos de La Prose du Monde traducen clara-mente la voluntad -voluntad jamás abandonada y que carac-teriza sin duda de la mejor manera el pensamiento merleau-pontiano- de mantener los dos extremos de la cadena: la atención prestada al lenguaje, y a fortiori, a la reiteración hecha posible por la finitud de los elementos que componen el código de los signos, nunca debe hacerse en detrimento de la dimensión perceptual y somática. Así, puede leerse en una nota 'al margen, que -contra la idea de Vendryès- no hay estructura pura de la lengua: "Estos límites y estos valores existen; simplemente son del orden de lo perceptivo: hay una Gestalt de lalengua" (PM 53). ¿Es lícito abrir el descubrimien-to operado por la psicología de la Gestalt de la relación entre figura y fondo a una determinación más general de las relaciones del sentido como diferenciación recíproca de los elementos, sin renunciar por ello a su fundamento sensible? En otras palabras, ¿se puede pensar lo sensible mismo como tejido común donde se reconfigura incesantemente la rela-ción entre un sentido que aparece y un fondo inaparente? La noción saussureaana de "diacrítico", puramente estructural en sus comienzos, cobrará en Merleau-Ponty el valor de un intervalo perceptible que ri tma el tejido sensible mismo y que

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ahora permite - a la manera de la "iconología de los interva-los" de Aby Warburg- hablar de una aisthética de los intervalos.

3 . DIACRÍTICO

Si Saussure nos enseñó a comprender que cada signo "expre-sa menos un sentido de lo que marca una distancia de sentido entre sí mismo y los otros" (SG 49), esta distancia es precisa-mente lo que está obliterado en la conciencia cotidiana del lenguaje. Por ende, al describir la palabra que Merleau-Ponty llama "palabra hablante" por oposición a la "palabra hablada", ya sedimentada, se t ra ta de recalcar la función inventiva, creadora e instituyente de la expresión. Esta "no elige sola-mente un signo para una significación ya definida, como se va a buscar un martillo para clavar un clavo o una tenaza para arrancarlo", sino que "tantea alrededor de una intención de significación" (PM 64). Le métaphysique dans l'homme de 1947 ya insistía en el hecho de que el lenguaje no es ni un objeto situado enfrente ni el producto de una subjetividad interior, sino que, por el contrario tendrá que estar "alrede-dor de cada sujeto hablante" (SNS 107), prácticamente "en el aire" (P2 107). Por consiguiente, si bien hay un medio hngüístico en el cual "se baña" el hablante (según la expresión de Henri Delacroix retomada por Merleau-Ponty), Merleau-Ponty no se conforma con transponer el principio que había despejado para lo viviente a la esfera del lenguaje. Por el contrario, veremos que, gracias al contacto con la lingüística, el concepto de medio sufrirá una redefinición en la que, de un espacio del "yo puedo" se transforma en intervalo diacrítico del "no" Vne pas].

En la Phenoménologie de la pereeption, Merleau-Ponty había identificado en la descripción del "fenómeno de la palabra y el acto expreso de la significación" el medio de "superar definitivamente la dicotomía clásica del sujeto y el objeto" (PP 203). En la confrontación con la lingüística saussureana, Merleau-Ponty constata que, dado que sus medios no están a la al tura de sus ambiciones, su tratamiento del lenguaje queda atrapado en las mallas de la ontologia clásica. Saussure, en cambio, al transponer el estudio del lenguaje "a un nuevo medio" (RC 34), verdaderamente conse-guiría pensar la relación entre palabra y significación, consi-

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derando la palabra como articulación entre signo y significa-ción y produciendo un sistema de distancias que es, a la vez, diferenciación y puesta en relación. Por ende, el descubri-miento de Saussure sería ante todo el de la categoría de lo diacrítico, de un signo "que sólo opera por diferencia, por cierta distancia entre él y los otros signos, y no primero evocando una significación positiva" (SG 188). El lenguaje no está en el hablante ni en las cosas; el sentido no está oculto en los signos, no puede surgir, según Saussure, sino del espaciamiento de éstos. No debe buscarsse la significación en las palabras ni sobre ellas ("el sentido no está en la frase como tampoco lo está la manteca sobre el pan",* 201). Más exacta-mente: "Decir que ningún signo aislado significa y que el lenguaje remite siempre al lenguaje, ya que en todo momento sólo se reciben algunos signos, es también decir que el lenguaje expresa tanto por lo que está entre las palabras co-mo por las palabras mismas" (PM 62). En consecuencia, la lengua es esencialmente negativa, resume Merleau-Ponty (PPE 81), en la medida en que se sitúa, agreguemos, sólo entre lo que no es y aquello a través de lo cual aparece.

Para explicitar el rol del intervalo en la significación, Merleau-Ponty pone los descubrimientos del lingüista gine-brino en perspectiva con las teorías sobre la adquisición del lenguaje. Pese a que en el niño se verifica un fenómeno de imitación de sonidos desde los primeros meses, su valor significante queda incomprendido. La comprensión del lazo sonido-significante no se realiza por adición de sonidos singu-lares, sino por la intuición de parte del niño de una coherencia general. Gomo lo señala Jakobson, el sistema fonemàtico esboza la significación "como 'por ausencia"' (PPE 24), y la comprensión de esta potencia de significación antecede a toda comprensión singular. Lo que se sigue, siempre según Jakob-son, es un fenómeno de reducción y de "deflación": cuando el niño comprende el principio de la discreción de los fonemas, restringe sus propias expresiones para poder ajustarías a las necesidades de la comunicación. En otros términos: el niño debe aprender a manejar su poder de espaciamiento.

Este fenómeno puede ser comparado con los aplausos después de un concierto: cuando los músicos llegan a fascinar la sala por medio de una performance percibida como excep-

* En francés, muy a menudo la preposición sur ["sobre"] toma el valor locativo de en. En castellano habría que hablar sólo de la preposición en. IN. de la T.]

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donai, la tensión acumulada a lo largo del concierto recae en los espectadores y se invierte en un deseo irrepresible de comunión extática mediante el aplauso. Después de un rato, que puede ser más o menos largo, se organiza la deflagración sonora, empero, para dar lugar a una vibración común. Resulta interesante observar que el acuerdo entre los oyentes se efectúa no por una configuración de algún aplauso lambda que sonaría más vigorosamente que los otros, sino por medio de una escucha de un ritmo general que se desprende paula-tinamente de debajo de la onda sonora. El mayor relieve expresivo surge pues, singularmente, no de una amplificación sino de una interrupción, pues cada espectador tiene que suspender un golpe de cada tres para estar al compás y poder así acompañar ese movimiento que queda emparentado con un reflujo de la ola emergente del fondo, en una dinámica que no corresponde a nadie pero que, al mismo tiempo, no es exterior a nadie. Por lo tanto, aquí no se trata de una potencia del "ich kann" (Husserl) que encuentra su perennización en el "puedo" de Phénoménologie de la pereeption, sino de lo opues-to a un poder de suspensión, de una potenciahdad de un no?'̂

lín suma, se trataría de dejar de reducir el par lengua/habla al par potencia/acto, sino de volver a pensar las virtualidades que se alojan en toda palabra, aunque, en apariencia, ésta sea plena. Aunque la lingüística le permite a Merleau-Ponty pensar la virtualidad del sentido en el interior de la palabra, parece presuponer que una teoría de la pura diferencia, de la simple distancia que rechazaría voluntariamente toda deter-minación material, está condenada a ser abstracta. "Como puras diferencias [los términos opuestos ) son indiscernibles. En la expresión, se t ra ta de reorganizar las cosas dichas, de imprimirles una nueva inflexión, de plegarlas a cierto relieve del sentido" (SG 26-27). Pues - p a r a Merleau-Ponty (y acaso es

Al respecto, cf. los trabajos de Giorgio Agamben sobre la dunamis aristotélica con.siderada no desde una óptica de actualización sino de posibilidad de no-acción. La mejor ilustración literaria de ello es sin duda el / would prefer not to del Bartleby melvilliano, al que Deleuze y Agam-ben dedicaron análisis memorables. {Cf. primero el prefacio de Deleuze "Bartleby, ou la formule" a Melville, Hermann, Bartleby. Les îles enchan-tées. Le Campanile, trad. Michèle Causse, París, Flammarion, 1989 (texto reimpreso en Critique et Clinique, Paris, Minuit, 1993), y luego el texto de Agamben "La formula della creazione" publicado en el volumen común, Giorgio Agamben y Gilles Deleuze, Bartleby, la formula della creazione. Macerata , Quodlibet, 1993. (Fr. Bartleby ou la création, Sauixures, Circé, 1995J.

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lo que impide su identificación apresurada con el procedi-miento de la deconstrucción)- no hay simplemente una flotación libre de los signos. "Los elementos son arbitrarios uno por uno" -Merleau-Ponty está de acuerdo en una nota inédita- pero su relación no por ello es menos arbitraria."" Hay que abandonar la idea según la cual "la relación del signo con el significado es conexión puramente exterior como número de teléfono o nombre. Pues hay relación interna de los signos tomados como conjunto articulado con el significa-do tomado como campo.®® Aunque la relación entre signo y significación no es más que una relación de esencia, no por eso se convierte, como lo pretendía cierta interpretación de Saussure,®® en puramente arbitraria, sino que más bien se organiza según procesos de aglomeración. La metáfora utili-zada para explicitar esta "inflexión" centrípeta es la de la bóveda (SG 64): compuesta por diferentes piedras, la bóveda tiene una forma que se debe por completo a la mezcla, sin mortero, de sus elementos, mientras que sus elementos cobran un sentido y encuentran su lugar en la forma oi'gani-zada. En consecuencia, el sentido no tiene su origen en los signos sino en sus márgenes, en sus bordes (SG 66).

Antes aun de que la palabra "diacrítico" fuera utilizada, su principio ya había sido enunciado en la conferencia del 13 de marzo de 1945 dictada en el Instituto de estudios cinemato-gráficos avanzados sobre "Le cinema et la nouvelle psycholo-gie" ["El cine y la nueva psicología"].®' Merleau-Ponty retoma el tema sobre la opinión de la psicología psicologizante según

'''' Nota inédita tomada de los manvi.scritos preparatorios al curso Recherches sur l'usage littéraire du langage de 1952-1953 en el Collège de France (Fonds Merleau-Ponty, Bibliothèque Nationale de France, vol, XI, f. 65). Una idea cjue ya estaba esbozada en la Phénoménologie de la perception cuando, contra una teoría de la arbitrariedad del signo, Merleau-Ponty escribe que no es "arbitrario llamar luz a la luz si se llama noche a la noche" (PP 218). Retrospectivamente, ya se podría ver en ello la intuición de que la definición del signo como arbitrario sólo es pertinen-te si se refuerza con el carácter diferencia!, es decir la dependencia recíproca de los signos entre sí.

Inédito contenido en las notas de lectura sobre Paul Valéry (Fonds Merleau-Ponty, Bibliothèque Nationale de France, vol. XI, f. 65).

Por lo demás, se t ra ta de una interpretación harto superficial, pues basta con remitirse al párrafo "L'arbitraire absolut et l 'arbitraire re la t i f del Cours para advertir que se t ra ta de una arbitrariedad parcialmente motivada (Cours de linguistique générale, ob. cit., pp. 180-184 [260-263]).

"Le cinéma et la nouvelle psychologie" en Les temps modernes 3°' año, n'' 26, nov. 47, pp. 930-943. (SNS, pp. 61-75).

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la cual nuestro campo visual no es sino un mosaico de sensaciones cada una de las cuales depende de una excitación retiniana local. Ahora bien, los nuevos resultados empíricos en psicología mostrarían que la retina está lejos de ser una superficie de inscripción homogénea sino que, aunque algu-nas de sus partes son ciegas para algunos colores (el azul o el rojo), nuestra visión no sufi'e de ningún agujero. Es que la percepción siempre excede el simple registro y ya se revela siempre como una reorganización de las sensaciones en bruto. Aunque no hay organización o cohesión natural entre éstas, procedemos siempre, no obstante, a su reconfiguración y les conferimos así algún sentido, aunque sea incipiente. Lo que Walter Benjamin decía del concepto -que nunca es otra cosa que una constelación- sería verdadero a fortiori a propó-sito de la percepción, a la vez constelada y constelante. A la manera de los antiguos, agrupamos los puntos en el firma-mento para formar con ellos conjuntos que suelen ser de una sorpi-endente longevidad (basta con pensar en las constelacio-nes asti'onómicas que a nadie en Occidente se le ocurriría cuestionar) aunque bien se podrían trazar otros recorridos.

Así pues, cuando se nos presenta la serie [ab cdefghi j\ de la manera siguiente:

a b e d e f g h

acoplaremos sistemáticamente los puntos por pares a-b, c-d, e-f, etc., mientras que el acoplamiento en b-c, d-e, f-g a priori también puede encararse. Esto equivaldría, empero, a inver-tir la distribución de los roles entre figura y fondo, lo cual se produce por ejemplo en las alucinaciones patológicas del enfermo que, al contemplarlos tapizados de su habitación, de pronto le salta de manera obsesiva lo que hasta entonces había pasado inadvertido como fondo. "El aspecto del mundo se nos trastornaría si consiguiéramos ver como cosas los in-tervalos entre las cosas -por ejemplo el espacio entre los árboles en el bulevar-y recíprocamente, como fondo las cosas mismas -los árboles del bulevar" (SNS 62).

Tratar este "objeto" que es el intervalo del sentido, sacarlo a la luz en sus operaciones múltiples y restitiúrle su valor de posible: así se podría resumir el gran proyecto, abortado, de la Introduction á la. prose du monde.

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4 . VERLEIBLICHUNG Y BOKKAMIENTO

Se acostumbra referir el título del conjunto de los textos publicado en 1966 a la afirmación de Hegel según la cual el Estado romano sería la "prosa del mundo". En efecto, el propio Merleau-Ponty establecerá esta comparación en su carta a Martial Guéroult de 1951 (P2 45), carta que Claude Lefort citará en la "Advertencia preliminar" de su edición de La Prose du Monde. Lo cierto es que el proyecto no exhibe en el origen una ambición tan vasta - u n a "significación sociológi-ca", dirá Merleau-Ponty (ibidem)-, sino que ante todo está pensado como un esbozo estético®® concebido como respuesta al Qu'est-ce que la littérature? de Sartre. Dicha poética de la escritura comprometida, que este último había publicado en 1947 en los Temps Modernes, fue estudiada minuciosamente por Merleau-Ponty, de lo cual atestiguan los apuntes de lectura que no dejan ninguna duda sobre su apreciación: esta "dialéctica de la literatura" le resulta insoportable, en parti-cular la oposición ingenua entre prosa y poesía. Por lo tanto, Merleau-Ponty se propone escribir, a su vez, "una suerte de Qu'est-ce que la littérature? " que t ra tar ía más específica-mente el problema del signo - l a s huellas de Saussure son evidentes- así como el problema de la prosa - tomado por ahora en su acepción puramente literaria.®®

Recordemos en este punto lo que escribió Merleau-Ponty en el capítulo sobre la palabra en La Phénoménologie de la perception, obra que Sartre había leído antes de redactar su ensayo sobre la li teratura. Pese a los presupuestos problemá-ticos ya señalados, en dicho trabajo Merleau-Ponty rechaza formalmene toda interpretación subjetivista del lenguaje: la palabra no es traducción de una idea, el lenguaje -Merleau-Ponty cita aquí a Kurt Goldstein- "ya no es un medio, es una manifestación" (PP 229). Para Sartre, quien extrapola la cuestión al suelo literario, hay que distinguir nítidamente

Hecho singular, la fórmula exacta de la "prosa del mundo" no es utilizada en la teoría hegeliana de la historia sino en su estética que reproducimos aquí en la traducción [francesa] clásica del padre de Jankelevitch: "Tal es la prosa del mundo, tal que aparece en la conciencia de cada uno y de todos. Es un mundo finito y cambiante, en pugna con los enmarañamientos de lo relativo y la presión de la nece.sidad a los que el individuo es incapaz de sustraerse" (G. W. F. Hegel, Esthétique, trad. S. Jankelevitch, París, Flammarion, 1979, vol. I, p. 205).

Nota de lectura, citada según PM VIL

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entre prosa y poesía, siendo la primera sólo "cierta especie de instrumento", medio para realizar una finalidad y por ende "utifitaria por esencia";-'" la palabra poética en cambio resiste, según Sartre, toda manipulación y nunca puede transformar-se en instrumento. La oposición entre poesía y prosa en suma, dice Sartre, se deja resumir a la existencia de un modo transparente y un modo opaco. Hay prosa cuando, citando la expresión de Valéry, "la palabra deja pasar la mirada como el cristal el rayo del sol";-" en cambio, hay poesía cuando las palabras son "al r e v é s " , c u a n d o el signo se presenta en su objetividad opaca. En consecuencia, la utilización del estilo literario es opuesta: mientras que el poeta debe manifestar la resistencia de los signos, el prosista, inversamente, debe enmascarar su estilo haciéndolo invisible, pues esto desviaría del contenido. "Ya que las palabras son transparentes y que la mirada las atraviesa, sería absurdo deslizar entre ellas cristales sin pulir".®''

Aunque casi nunca nombra explícitamente a Sartre, los apuntes de trabajo indican indiscutiblemente que su Qu'est-ce que la littérature? para Merleau-Ponty cumple de alguna manera una función de horizonte negativo. Cuando, en el marco de su preparación del curso de 1952-1953 dedicado al uso literario del lenguaje, Merleau-Ponty se vuelve a sumer-gir en la poesía de Valéry, Sartre vuelve a ser convocado para desmarcarse mejor de sus teorías. Así, puede leerse en una nota de trabajo no fechada: "La poesía de Valéry no es, como lo dice Sartre de los surrealistas, el lenguaje tomado al revés, las palabras como cosas, no es el lenguaje hacia: las palabras como instrumentos para t ra tar las cosas, pinzas, antenas (Sartre), es el lenguaje tomado al bies en su unidad lateral de organismo de palabras, es el mundo [en su] unidad prelógi-ca".®'' Por consiguiente, no podría haber contradicción entre transparencia de la prosa u opacidad de la poesía, sino que más bien hay que buscar el suelo común del lenguaje prosaico y del lenguaje figurado. Los Aos manifestarían algo que no está en ellos, sin que esta "cosa para decir [...] esté delante de

•>" Jean-Paul Sartre, Qu'est-ce que la líuéra.turei, París, Gallimard, 1948, pp. 17 y 26.

Ibídem, p. 26. Ibídem, p. 25. Ibídem, p. 30. Manuscritos pi'eparatorios para el curso Recherches sur l'usage

littéraire du langage de 1952-1953 (Fonds Merleau-Ponty, Bibliothèque Nationale de France, voi, XI, f. 72).

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nosotros, distinta de toda palabra" (PM 158). Implícitamente, Merleau-Ponty reprocha a Sartre, en efecto, t ra tar el lengua-je como un registro preformado que no dejaría otra opción más que entre operación e inacción. "En el escritor, el pensamiento no dirige el lenguaje del afuera" (P2 45): debe someterse a la inercia de los signos, a los límites de las modulaciones, pero en esta "reanudación" del instrumento significante, toda gran prosa no hace más que recrearlo incesantemente en la distancia (ibídem). En consecuencia, sería absurdo sostener que el poeta - a diferencia del prosista-no "utiliza" el lenguaje y que estos dos modos serían por lo mismo absolutamente "incomunicables".®" Todo lenguaje es para Merleau-Ponty utilización de la panoplia expresiva, todo lenguaje da forma de-formando, si bien esta deformación no es arbitraria sino que está sometida a lo que Malraux llamaba la "deformación coherente" y que Merleau-Ponty también califica de "variación sistemática" (P2 44). La "picosa" que indica Merleau-Ponty no se opondría a la poesía, ni siquiera se limitaría a la hteratura: devendría prosa del y en el mundo, retomando y "reí anzando" incesan temente como un barrilete (Merleau-Ponty toma la imagen de Cassirer) las posibihdades de significación y de horizonte de sentido.

Por lo tanto, para Merleau-Ponty distribuir la transparen-cia y la opacidad del lenguaje entre prosa y poesía sería aberrante. Sin embargo, las reflexiones sartreanas parecen modificar la idea de transparencia en una nueva dirección. En efecto, si ésta servía para estigmatizar las faltas del intelec-tuahsmo y si seguirá nombrando toda aprehensión reduccio-nista, la transparencia, gracias al estudio de la expresión, de alguna manera está complicada, porque aparece señalada como propiedad del lenguaje mismo. En la Phénoménologie de la pereeption, Merleau-Ponty escribía que la palabra "se olvida a sí misma como si fuera contingente, se basa en sí misma, y como hemos visto, es lo que nos da el ideal de un pensamiento sin palabras" (PP 221 sq.). Hemos visto de qué manera los textos que tenían que constituir \SL Introduction à la Prose du Monde proseguían la crítica de un "pensamiento sin palabras". Pero hay más. La idea del "autoolvido" de la lengua, ya temático en esta frase del libro de 1945, ahora devendrá recurrente:La .scie/ice etl'expériencie de l'expression comienza por las siguientes palabras: "Ahora bien, hacerse

Ibidem, pp. 18, 21, 25.

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olvidar es un resultado del lenguaje, en la medida en que consigue expresar" (PM 15). Como el lenguaje se vuelve imperceptible, desapareciendo ante el sentido del que, de ahora en más, es portador (PM 17), sucede en consecuencia que la transparencia es no sólo un ideal de pensamiento sino condición de la expresión. En tanto "se disimula a nuestros ojos por su operación misma; su triunfo es borrarse" (PM 16). Un primer esbozo de esta idea se encuentra en la Phénomé-nologie, cuando compara el lenguaje con la descripción de lo que Proust da de la Berma en Le côté de Guermantes, donde "la actriz se hace invisible y la que aparece es Fedra" (PP 213).

Esta "virtud" del lenguaje de autoborrarse, a la cual Mer-leau-Ponty dedicará numerosas páginas, corre pareja con la insistencia en la incorporación de este último. Es importante observar que es precisamente describiendo el fenómeno lingüístico como Merleau-Ponty consigue deshacer la oposi-ción entre transparencia de la idealidad y plenitud del cuerpo para articularlos en una nueva relación. El médium del sen-tido (ya sea cuerpo, letra o palabra) sólo opera por un relativo autoborramiento que también se podría calificar, tomando la expresión de Marcel Duchamp, como "an-esthesia". Esta anesthesia sólo puede tener lugar porque hay un fundamento sensible del sentido. Por ende, puede apreciarse cómo la teoría husserliana de la incorporación (Verleiblichung) - que suele ser interpretada como embrión de la fenomenología merleau-pontiana de la carne- no puede ser pensada sin su reverso de autoborramiento, de "invisibilización" de los por-tadores de sentido.

Así, esta consideración de la dependencia recíproca supera tanto cierta semiología de raigambre s2ussureana como la teoría de los signos de las Recherches logiques. Hay, efectiva-mente, una sorprendente analogía entre los ejemplos del Cours de linguistique générale y los elegidos por Husserl en su fenomenología de la significación. Para expresar su idea de indiferencia material del signo -concepto fundamental para toda su semiología-, Saussure recurre al ejemplo del juego de ajedrez donde, precisamente, la materia del peón, su tamaño, su color y hasta cierto punto también la forma del peón son indiferentes, con tal de que su sentido en el interior del sistema del juego y su relación con los otros significantes sea inteligible: "Si reemplazo piezas de madera por piezas de marfil, el cambio es indiferente para el sistema, pero si disminuyo o aumento la cantidad de piezas, este cambio

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afecta profundamente la 'gramática' del juego".-'® De lo ante-rior Saussure concluye que todo lo que no influye en la gramática del juego debe ser considerado como "exterior" al signo.®'

Asimismo, Husserl (quien seguramente no conocía el curso compilado por los alumnos del maestro ginebrino) explica: "En este juego, no se consideran las piezas del tablero como tales o cuales objetos de marfil o de madera, etc., que tienen tal forma o tal color. Lo que los constituye desde el punto de vista fenomenal o físico es totalmente indiferente y puede variar ad libitum. Por el contrario, es en virtud de las reglas del juego que le otorgan su determinada s¿¿^ni/"icacíÓ7i de juego que se convierten en piezas de ajedrez, es decir en marcas en el juego en c u e s t i ó n " . P o r consiguiente, la indiferencia histórica de la se.miología y de cierta fenomeno-logía frente a la cuestión no sólo hilética sino propiamente material parecería explicarse por la indiferencia categorial del material para toda teoría de la significación. Aunque Mei'leau-Ponty insiste muchas veces en los aportes fundmen-tales a la vez de la lingüística saussureana y de \asRecherches logiques husserlianas, les reprocha no haber considerado la dimensión corporal del signo. El soporte material (elZeichen-träger) no representa únicamente la cantidad despreciable o el tercio superfluo en toda relación de significante con signi-ficado (Bezeichnendes-Bezeichnetes) sino que hace posible esa relación en tanto médium. Esta indiferencia se revela no ser simplemente el producto de un pensamiento antimaterialista (y la indiferencia, por ende, no puede ser convertida en un materiaUsmo afirmado de la significación), sino que indica una indiíerencía fenomenal, una no-tematización en el aparecer.

Por lo tanto, lo que queda por pensar ya no es simplemente la relación entre visibilidad e in visibilidad que caracteriza a la estructura figura/fondo de la Gestaltpsychologie o de cosa/

Saussure , Cours, ob. cit., p. 43 [91], Ibidem.

'''' E d m u n d Husserl , Recherches logiques. Tomo 2; Recherches pour la phénoménologie et la théorie de la connaissance. Primera parte, t rad . H. Elie, A. Kelkel y R. Scherer, París , PUF, 1969, § 20, p. 79. En el original, "Die Schachfiguren kommen im Spiel nicht als diese so und so geformten und gefärten Dinge aus Elfenbein, Holz u. dgl. in Betracht . Was sie phänomenal und physisch konst i tuier t , ist ganz gleichgütlig und kann nach Wil lkür Wechsel, Zu Schachf iguren , d. i. zu Sp ie lmarken des fraglichen Spiels, werden sie vielmehr durch die Spielregeln, welche ihnen ihre feste Spielbedeutung geben" (Hua XIX / 1, p. 74).

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horizonte de la fenomenología clásica, sino que esta relativa impercepción ya está implicada en toda Verleblichung del sentido de la que habla el último Husserl en la Logique formelle et transcendentale.'^^ El lenguaje nunca puede estar más allá de los signos, de sus reactuahzaciones materiales; no por ello está contenido, dado que el sentido no es ni inmanen-te ni trascendente al lenguaje (SG 68). Pensar el lenguaje en su devenir equivale a ci'iticar todas las posiciones que lo conciben desde un estado ya cumplido. Los intentos de formalización del lenguaje pecan por el hecho de que su teoría generativa sólo está pensada, pese a todo, a partir del acto de lenguaje, ya acabado, del Dicho. La formalización, a la cual está dedicado el capítulo "L'algorithme et le mystère du langage" ["El algoritmo y el sistema del lenguaje"] en laProsc du Monde, puede ñjar "cierta cantidad de relaciones transpa-rentes" porque se apoya en lo que se presenta como la "forma adulta del lenguaje" (PM 9). Asimismo, la teoría de la adqui-sición infantil del lenguaje de Piaget que se presenta, empero, como una teoría generativa también reduce, al final de cuentas, la potencialidad del acto en la medida en que no describe el aprendizaje del lenguaje sino desde el punto de vista adulto (PPE 186).

Sin pensar el Decir a par t i r de lo ya Dicho pero sin por ello relegar el lenguaje a una esfera de potencialidad pura, sin aislar una es t ructura lingüística abstracta o entonces conceder todo a la encarnación acabada en una fórmula significante concreta, hay que insta larse hacia el lenguaje en vías de hacerse, entre lo dado y lo que permite la dación. Describir "en la j un tu ra de los signos", en su "arreglo

"En varias ocasiones, Merleau-Ponty citará este pasaje de la Formale und transzendentale Logik "[...] redend vollziehen wir fortlaufend ein inneres, sicl\ mit den Worten verschmelzendes sich glechsara beseelen-des Meinen. Der Erfolg dieser Besselung ist, dass die Worte und die ganzen Reden in sich eine Meinung gleichsam verleiblichen und verlei-blicht in sich als Sinn tragen'" (Hua XVH 26 sq.). Obsérvese también la expresión "Sprachleib" en el texto inédito que estudió Merleau-Ponty en su estadía en Leuven en 1939 y que es publicado en Edmund Husserl, L'origine de la géoniétrie, Paris, PUF, 1962, p. 181. Sobre el rol del Leib en Husserl, Didier Franck, Chair et corps. Sur la phénoménologie de Husserl, Paris, Minuit, 1981. En cuanto a la cuestión de la carne en Heidegger, de la que Sartre observaba con razón que Sein und Zeit ni siquiera le dedica seis líneas, más bien habrá que remitirse a los semina-rios del último Heidegger en Zollikon. Cf al respecto Jocelyn Benoist, "Chair et corps dans les séminaires de Zollikon. La différence et le reste", en Autour de Husserl. L'ego et la raison, Paris, Vrin, 1994, pp. 107-122.

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carnal" (PM 169) la eclosión de este hacer sentido, inmate-rial pero no por ello ideal.

5 . D E LO LITERAL A LO LATERAL

Por lo tanto, es justamente alrededor de la cuestión del "cuerpo transparente del lenguaje" (PM 67) donde Merleau-Ponty llega a buscar una renovación de su pensamiento que no se limitarla a reinsertar el sentido en un cuerpo viviente, sino a hacer del cuerpo mismo un "sistema diacrítico" (N 285), lleno de latencias subyacentes, esmaltado de agujeros.i"® Si el lenguaje no está en el cuerpo por el cual se da, no está en otro lado. Es ese dia, esos intersticios donde se distinguen los fenómenos, distinción que precede a todo acto del 'sujeto' o de su 'hacer' y que es anterior a todo dualismo. Merleau-Ponty califica esto también por medio de la fórmula de"desvío [...] en relación con la no-diferencia o con la in-diferencia" (P2 272).

De alguna manera, el pensamiento debe correr parejo con el movimiento mismo de esta diferenciación previa a toda diferencia, debe acurrucarse en las dehiscencias signitivas. Ahora bien, "si es la relación lateral del signo a signo lo que vuelve significante a cada uno de ellos" y si "por ende el sen-tido no aparece sino en la intersección y como en el intervalo entre las palabras" (SG 68), ello querrá decir que el propio pensamiento deberá ser lateral, indirecto, sin lo cual podría sustancializar aún el desvío, el intervalo. Tentación a la cual no escapa enteramente Merleau-Ponty cuando preconiza la consideración de "la palabra antes de que sea ponunciada , el fondo de silencio que no cesa de rodearla" o incluso "el des-nudamiento de esos hilos de silencio con los cuales está enredada" (SG 75). ¿Cómo no sentirse atraído por esta pureza de la t rama, donde se sueña con poder dejar detrás de sí la amalgama dudosa de las palabras impropias? "El filósofo habla -escribirá,Merleau-Ponty más adelante- pero en él es una debilidad, y una debilidad inexplicable: debería callarse, coincidir en silencio, y encontrar en el Ser una filosofía que ya está hecha" (VI164). No obstante, no es sino para corregir-se inmediatamente pues, a pesar de todo, esta coincidencia es ilusoria, dado que la filosofía no está más disponible en el

Correlativamente, se podrá observar que la percepción está califi-cada, en una nota de trabajo del 27 de octubre de 1959, como "sistema diacrítico, relativo, opositivo" (VI 262).

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silencio de lo que puede estarlo el sentido, alejándose de una buena vez más de las palabras para ir hacia los blancos de la página. De allí este "esfuerzo absurdo" (ibídem), pero ineluc-table de tener que decir y volver a decir perpetuamente, de recortar y retomar esta intersticialidad que -contrar iamente a lo que afirmaba Husserl respecto del horizonte- nunca podrá ser "poseída".""

De este modo la noción de lateralidad, que Merleau-Ponty descubre al confrontarse con la lingüística, llegará a consti-tuir el modelo director de su última filosofía. Llevar a la expresión pura de su propio sentido la experiencia aún muda, - e sa "pequeña frase" de Husserl que Merleau-Ponty repetía incansablemente-'"-^ tal vez no sea otra cosa que "poner en palabras" ese silencio (VI164), ese "pliegue en el tejido" (SG 68), ese hueco en el parecer. Si, como lo demostró Paulhan, ese hueco "no puede ser considerado de frente, ya no queda sino pensarlo 'al bies', 'mimar' o 'manifestar ' su misterio" (PM 163). Para esta palabra anterior al acto de proferir, para esta fenomenalización que precede al fenómeno, habrá que buscar una palabra lateral, diagonal, una oratio obliqua, como lo expresaba la retórica medieval. Tal es sin duda el sentido que hay que darle al texto Le langage indirect, parte integrante de la Prose du Monde y que Merleau-Ponty recortará y publica-rá, en una versión modificada, en 1952, en Temps Modernes, bajo el título de Le langage indirect et les voix du silence. Optar por una mirada al bies es pensar el sentido a partir del desvío, es concebir la palabra a partir del silencio, "como los sordos miran a quienes hablan" (SG 75).

Esta posición de desvío respecto del lenguaje a part ir de lo que no puede concebirse como un lenguaje sin ser empero totalmente ajeno, Merleau-Ponty la encuentra en lo que, como veremos, representará un interlocutor privilegiado del último período: la pintura.'"® "Arte muda" por excelencia, se

Edmund Hu.sserl, Meditations cartésiennes, trad. G. Pfeiffer y E. Lévinas, París, Vrin, 1969, § 19, p. 38.

Para la historia y las transformaciones de esta "pequeña frase" [Petite phrase, en alusión a Marcel Proust, (T.)] consúltese el sexto capítulo "L'expérience, l'expression et la forme dans l 'itinéraire de Mer-leau-Ponty") de Jacques Taminiaux, Le regard et l'excédent. La Haye, Nijhoff, 1977, pp. 90-115.

Recientemente, varios estudios han puesto en evidencia el papel, a menudo marginalizado por los primeros comentadores, de la música como fuente fecunda del pensamiento del último Merleau-Ponty. Si bien éstas tienen el mérito de hacer un retrato más equilibrado del autor, nadie pone en duda, empero, que el arte pictórico constituye - jun to con la

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t ra ta ciertamente de la voz del silencio, como le gustaba llamarla a Malraux. Ahora bien, en tanto voz, no es precisa-mente silencio puro, sino que da a oír los blancos entre las cosas; no habla de otra cosa, habla más bien de unas cosas, habla de otro modo. Pues nunca el hombre se sentirá en su casa en la pintura como puede sentirse en su casa en el lenguaje (PM 156), ya sea pintor o simple espectador; jamás el procedimiento pictórico podría poseerlo a él mismo como puede hacerlo creer el uso de las palabras. He aquí el sentido de la "duda" que Merleau-Ponty descubre en Cézanne ya en el texto homónimo de 1942, incertidumbre permanente en cuanto al control del mundo y de sus medios de expresión. La tela del pintor se convierte en el sitio de una experiencia del desposeimiento, una exposición a un afuera donde la cobertu-ra protectora del lenguaje cotidiano se desagrega. En conse-cuencia, no es de lo más sorprendente que la filosofía del lenguaje, que da comienzo después de la Phénoménologie de la perception, se transforme progresivamente, a través del contacto con esas "voces del silencio", en una reflexión sobre el lenguaje de la filosofía.

En la discusión de la Sociedad francesa de Filosofía en noviembre de 1946, Émile Bréhier había dirigido una de las más severas críticas a la escritura merleau-pontiana cuyo eco resuena hasta hoy; "Veo sus ideas expresarse por medio de la novela, de la pintura, más que por la filosofía. Su filosofía culmina en la novela" (PrP 78). Merleau-Ponty no respondió directamente. Huelga decir que la cuestión de los medios de la filosofía y de su relación con la no-filosofía se le impone, empero, como uno de los problemas cruciales cuya resolución queda pendiente. Pero la solución no puede consistir en un exilio fuera de la filosofía como tampoco en su disolución, sino más bien en una radicalización interna. En este sentido, quien anticipa el movimiento necesario en la sesión de 1946 es Jean Beaufret, al afirmar que el único reproche que tiene para "hacerle al autor no es haber ido 'demasiado lejos' sino

l i t e ra tu ra - la inspiración primordial de Merleau-Ponty. En noviembre de 1959, Merleau-Ponty asiste a una interpretación de Leonora n'- 2 de Beethoven, la primera versión de la onertura de Fidelio, que lo incita a un acercamiento entre música y pintura. En la medida en que ambas son, a su manera artes, del silencio, convergen hacia la filosofía: "[...J tanto la música como la pintura son al mundo sensible lo que la filosofía al mundo entero" (Nota inédi ta del 15 de noviembre de 1959, Fonds Merleau-Ponty, Bibliothèque Nationale de France, vol. VITI, f 289).

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más bien no haber sido demasiado radical. Las descripciones fenomenológicas que nos propone mantienen, en efecto, el vocabulario del idealismo" (PrP 103).

Después de haber desnudado el lenguaje como objeto de reflexión, Merleau-Ponty toma conciencia de que mucho más que una cuestión regional, la cuestión del lenguaje decide el destino mismo de toda práctica reflexiva. Así pues, toda interrogación sobre la filosofía del lenguaje supone una interro-gación sobre el lenguaje de la filosofía. Por lo tanto, mientras que Merleau-Ponty se resuelve a abandonar el proyecto de la Prose du Monde, perdurará la cuestión de un lenguaje otro, de una alteración de la práctica descriptiva. A la manera del arte pictórico que esclarece un sentido operante, se t ra ta de encontrar un "lenguaje operante, ese lenguaje que no puede saberse sino desde el adentro, por la práctica" (VI166). Más allá también del sueño de una coincidencia en silencio que, por otro lado, de un discurso reificante que plantea sus objetos de pensamiento ante sí como ob-iectum (como otros tantos Gegen-Sta ndlichkeiten), "sería un lenguaje del cual el filósofo no sería el organizador, serían palabras que no reuniría, que se unirían a él por entrelazamiento natural de su sentido, por el tráfico oculto de la metáfora, - lo que cuenta es que ya no se t ra ta del sentido manifiesto de cada palabra y de cada imagen, sino de las relaciones laterales, de los parentescos que están implicados en sus virajes y en sus intercambios" (VI 164). Si, en una palabra, la cuestión del lenguaje hubiera permitido a Merleau-Ponty sustraerse a la sobredetermina-ción por el cuerpo viviente de su primera filosofía, ahora lo que lo conduce a una reconsideración de la cuestión del cuerpo, cuya sobredeterminación anterior se presenta cada vez más como subdeterminación, son los límites del lenguaje considerado en sí mismo.

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IV. ONTOLOGIA DE LO VISIBLE

1 . P E N S A R SEGÚN LA IMAGEN

"Los problemas planteados enPh.P. son insolubles -af i rma Merleau-Ponty en una nota de t rabajo- porque parto de la distinción 'conciencia'-'objeto'" (VI 250). Estas advertencias, ¿no son acaso excesivas aquí? ha Phénoménologie, ¿no había intentado precisamente sortear este atolladero demostrando la inserción de la conciencia en un cuerpo y la de los objetos en un mundo? Evidentemente, esta solución no convence demasiado a su autor, dado que el cuerpo - e n tanto cuerpo propio- sigue estando sometido, en última instancia, a la es fera de la conciencia, mientras que el mundo sigue determi-nado en relación con las cosas que contiene. Aunque Merleau-Ponty no desmienta jamás su inclinación por la prioridad del cuerpo y la primacía del mundo sensible, el análisis de la idealidad del lenguaje lo lleva a repensar la distancia, en las primeras obras, entre el terreno filosófico que circunscriben y el lenguaje a través del cual éste es abordado. Por ende, considerar que el cuerpo y lo sensible están primero no equivale acaso justamente a hacer una filosofía del cuerpo, en la medida en que ésta no superaría nunca el límite de una ontologia regional y, por añadidura, plantearía el cuerpo como objeto, permaneciendo así -como lo señalaba Beaufret-en un lenguaje idealista. Restituir el cuerpo a la filosofía no podrá ser, en consecuencia, sino un ejercicio que abandone las categorías heredadas de un pensamiento intelectuahsta"''' y reemplazará "las nociones de concepto, idea, espíritu por las

"" No podemos dejar de señalar los paralelismos con Lévinas, de quien se sabe que operó una transformation de su lenguaje luego de las críticas

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nociones de dimensiones, articulación, nivel, bisagras, pivo-tes, configuración" (VI 273). Con Mikel Dufrenne se podrá sostener que Merleau-Ponty inaugura con este gesto un nuevo estilo filosófico: el filosofar sin filosofemas.'"® Correla-tivamente, este nuevo lenguaje que rechaza las cristalizacio-nes conceptuales buscando fórmulas transitivas o alusivas permite describir lo que ocurre en los abordajes y entre las cosas, mediante conceptos fluyentes, que remiten a lo que Husserl, en sus últimos escritos, nombraba "significaciones fluyentes" (fliessende Bedeutungen) (PP 61) y que no dejan de recordar los "conceptos fluidos" de Bergson.

Una nota inédita que resume la autocrítica del último Merleau-Ponty indica esta íntima correlación entre práctica y objeto filosófico: "Nuestra corporeidad: no ponerla en el centro como hice en Ph. P. : en un sentido, no es sino la bisagra del mundo".'"® En el transcurso de los análisis sobre el lenguaje, se había visto la emancipación progresiva de la rigidez de una teoría gestual de la expresión. Por ende, habría una autonomía del sentido, una potencia de ideación que nunca pasa enteramente a sus materializaciones - y a se trate de gestos, palabras o de escrituras-, una independencia de las estructuras lingüísticas en relación con sus actualizaciones.

Aunque indiscutiblemente integró a su pensamiento los aportes de Saussure, Jakobson, Lévi-Srauss y de los otros estructuralistas, hay un hiato entre la "estructura" merleau-pontiana y la del movimiento estructuralista.'"' ' Así como el descubrimiento de lo diacrítico le había permitido tomar sus distancias frente a toda interpretación natural is ta de la expresión, del mismo modo la concepción estructuralista de lo diacrítico, al reducir éste a un andamiaje inmaterial, carece ahora de su indefectible pertenencia al mundo sensible que, por su presencia misma, está espaciado. En un movi-miento que traiciona y supera a la vez la herencia de lo

de Derrida en Violence et métaphysique, que le reprochaba la inadecua-ción entre la ambición refundadora y los medios lingüísticos empleados.

Mikel Dufrenne, "Maurice Merleau-Ponty" [1962], en Jalons, La Haya, Nijhoff, 1966, pp. 208-221, p. 215.

Nota de trabajo inédita para Le Visible et l'Invisible (Fonds Merleau-Ponty, Bibliothèque Nationale de France).

"" Es el veredicto de Emmanuel Lévinas en su prefacio a Geraets, Vers une nouvelle philosophie transcendantale, ob. cit., p. IX. El propio Merleau-Ponty va en esa dirección, especialmente en sus declaraciones en el coloquio de 1961 sobre Sens et usages du terme structure dans les sciences humaines et sociales, ob. cit.

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diacrítico, Merleau-Ponty intenta pues decir el cuerpo en su existencia lateral; la corporeidad, ese ser del cuerpo que no se confunde con los cuerpos sino manifestando más bien su junción. Pero si la lingüística saussuriana puede ayudar a evitar las aporías de una conciencia constituyente planteando su objeto, sólo considerando, entonces, sus articulaciones -pu-ras "diferencias sin términos positivos" (PPE 81)-, se le escapa, empero, el hecho de que este intervalo no es una diferencia abstracta (como tampoco un "agujero" tal como lo pensaba el hegelianismo que se prolongaba hasta Sartre)^"® sino una juntura carnal para la cual Merleau-Ponty también elige la expresión de "bisagra". Entre intuicionismo y forma-lismo, entre positivismo y filosofía de la negación, será menester que el nuevo lenguaje - lenguaje que se hace- "ex-prese, al menos lateralmente, una ontogénesis de la que forma parte" (VI137).

Entre un real que en el prefacio de la obra de 1945 aun formaba un "tejido sólido" (PP V) en el que podían apoyarse toda la tarea de una fenomenología de la percepción y por otra parte el reconocimiento de una irreductible idealidad infra-corporal que forma el reservorio de donde emerge la creati-vidad humana, Merleau-Ponty busca un procedimiento que permita formular su presencia común sin reabsorción de uno en el otro. La tercera etapa que pensamos poder desprender de la obra del filósofo se mantendría, en consecuencia, a igual distancia entre una fenomenología de la percepción y una fenomenología de la expresión: apuntaría a preparar el suelo común para la obra de 1945 y para las interrogaciones sobre el lenguaje, a reconstituir la t rama de la estofa a partir de la cual a la vez algo puede serme dado como visible y las palabras que posibilitan la visibilidad. Hay que remontarse incluso a las raíces de lo visible - y como la pintura desde siempre precedió a la filosofía en este trabajo, el pensamiento deberá modularse según sus procedimientos.

Entonces no sería exagerado afirmar desde esta óptica que la reflexión merleau-pontiana sobre la pintura abandona definitivamente el ropaje de la estética clásica para pasar de una filosofía sobre la pintura a una filosofía[d'après] o - m á s exactamente- una filosofía según la pintura, filosofía de la que L'Oeil et l'esprit sería el esbozo. En este texto redacta-

A propósito del agujero en Hegel, cf. ya PP 249. Véase también VI 249: "Lo abierto, en el sentido del agujero, es Sartre, es el negativismo o el ultrapositivismo (Bergson), indiscernibles".

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do en Tholonet - e l último acabado en vida-, Merleau-Ponty despliega la idea de que en la imagen, la relación objetal se encuentra suspendida, dado que un cuadro no se deja mirar "como se mira una cosa" (OE 23), "más que verlo, veo según él o con él" (ibídem). Enre los manuscritos inéditos para lo Visible et l'invisible, se encuentra una nota más explícita aun: "¿Qué es un Bild? Es manifiesto en este punto que elBild no se mira como se mira un objeto. Se mira según el Bild. [... J Y esta segregación abre... ¿Qué? No 'significaciones' (y menos aun cosas, como las cosas visibles), sino s e r e s . . P o r lo tan-to, todo parece indicar que a partir de una interrogación sobre la imagen, Merleau-Ponty llegó a reformular su empresa en términos de "ontologia de lo visible" (VI 182). Lejos de una fenomenología ingenua que se conformaría con la simple enumeración de lo visible, por el contrario, lo que se ve cues-tionado es su ser. "Lo visible en el sentido profano olvida sus premisas", escribe Merleau-Ponty (OE 30), en la medida en que se sigue encarando ese visible como un afuera frontal. Pero la pintura moderna nos enseña - y aquí se cita a Klee-que la "visión del pintor ya no es mirada en un afuera" (OE 69),'"' sino que apunta a "esa génesis secreta y febril de las cosas en nuestro cuerpo" (OE 30). El color consignado en la tela no es ni la repetición de los visibles ni su reducción a una idea de visible sino que procede a una "mirada desde adentro" (OE 24). En lugar de una repraesentatio en el sentido kantia-no, de frente a frente {Vorstellung), hay que descifrar esta "germinación sorda" del aparecer en nosotros, de la que la pintura sería la huella inmediata. "El cuadro esencia alógica" - s e lee en los últimos esbozos- "visible absoluto al que co-pertenecen las cosas, el cuadro e incluso el pintor (el pintor en el cuadro)" (NC 390).

En la historia de la pintura, nadie, según Merleau-Ponty, ha incorporado más profundamente esta indescifrable corre-lación, nadie trató más intimamene de traducir la esencia de lo visible por lo visible mismo como lo hizo Paul Cézanne. En la ontologia tardía de lo visible pensada a partir de Cézanne, lo que se invierte es la asimetría misma entre método y objeto. Al arte cezanniano, el autor de L'oeil et l'esprit concede ciertamente también ser una "filosofía figurada de la visión"

™ Nota inédita para Le Visible et l'invisible (Fonds Merleau-Ponty, Bibliothèque Nationale de France, vol. Vili , f. 346).

"" Cf también "[La] Vission n'est plus regard sur un 'dehors', représen-tation" (NC 170).

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(OE 32), pero más ami mide la línea de su propio pensamiento con los procedimientos pictóricos. En lugar de comparar el "pensamiento en pintura", que reivindicaba el pintor, con la filosofía rigurosa, decide pensar él mismo "en" o "según" la pintura. Pensar como pintor significa someterse a las leyes de la resistencia y experimentar en los límites de lo sensible: "Todo es, en arte sobre todo, teorías desarrolladas y aplicadas al contacto con la naturaleza", repetirá Cézanne.

A partir de 1943 -an tes aún del cierre de la. Phénmnénolo-g-je-"' Merleau-Ponty redactará Le Doute de Cézanne, un ensayo sobre el pintor provenzal que atestigua el fulgor del encuentro y en el cual el montaje apretado de las citas se confunde por momentos con las propias interrogaciones del filósofo. ¿Cómo evitarla al ternat iva-y por ende la jerarquía-entre mundo natural y mundo humano, entre mundo percep-tivo y mundo de la inteligencia? "La naturaleza y el arte, ¿no son acaso diferentes?", se interrogaba el maestro de Aix-en-Proyence. "Me gustaría unirlas" (SNS 18). En estos diálogos con Emile Bernard, "queda manifiesto que Cézanne siempre t ra ta de escapar a las alternativas hechas que le proponen, las de los sentidos o de la inteligencia, del pintor que ve y del pintor que piensa, de la naturaleza y de la composición, del pri-mitivismo y de la tradición" (ibidem). Entre una pintura que pretende no atenerse sino a la restitución de los datos inmediatos de la sensación y una pintura que reconstruye un mundo según una organización aljstracta, Merleau-Ponty ve en el arte de Cézanne la voluntad de m anifestar un mundo "en estado incipiente", un universo que se está haciendo. "En vez de aplicar a su obra dicotomías, que por otro lado correspon-den más a las tradiciones de escuela que a los fundadores -fi-lósofos o pintores- de esas tradiciones", Cézanne pintaba más bien "la materia dándose forma, el orden incipiente por una organización espontánea" (ibidem).

Mientras que este juicio general se mantiene hasta en L'Oeil et l'esprit, otras ideas merleau-pontianas, en cambio, se modifican, e incluso son abandonadas durante la frecuen-tación del arte del pintor. En Le Doute de Cézanne, el ejercicio laborioso de laepojé que da a luz el fondo preobjetivo en el cual se recorta un mundo que emerge encontraría su equivalente, o - e n términos cezannianos- su "realización" en

Cf. las indicaciones de Claude Lefort en el prefacio àe L'oeil et l'esprit (OE VI).

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sus cuadros. "Vivimos en un medio de objetos construidos por los hombres, entre utensilios, en casas, calles, ciudades y la mayor parte del tiempo los vemos sólo a través de las acciones humanas de las que pueden ser los puntos de aplicación" (SNS 22). En la pintura de Cézanne, estos hábitos están "en sus-penso" y los personajes son "como vistos por un ser de otra especie" (ibidem). En el paisaje que representa el lago de Annecy, "el paisaje es sin viento", el agua del lago, "sin movi-miento, los objetos congelados, vacilantes como en el origen de la tierra". El pintor volvería hacia esa t ierra (.Erde) primordial de Husserl, "más acá de la humanidad constitui-da", que nos revela "el fondo de naturaleza inhumana en el que se instala el pintor" (ibidem).

El capítulo "La chose et le monde naturel" ["La cosa y el mundo natural"] de la Phénoménologie de la Perception resumirá con las palabras del historiador del arte Fritz Novotny que estos paisajes son "los de un premundo donde aún no había hombres" (PP 372). Pero aquí, la idea de un premundo -que será retomada en otros lugares- no es nada menos que un sinónimo del "mundo natural" hacia el cual hay que volver, un mundo que se opone al "mundo humano". Algunos años más tarde, ya en las Causeries grabadas para la Radiodifusión Francesa en 1948, Merleau-Ponty explica en la parte dedicada a L'art et le monde perçu que, por el contrario, hay que restituir el arte a su "pureza" (C 53) y que, lejos de imitar el mundo, el arte es, en cambio, "un mundo para sí" (C 56). Esta segunda opción, que algunos han querido inter-pretar como una tesis sobre la autonomía del arte, en suma bastante ajena a la fenomenología merleau-pontiana, deriva seguramente más bien de una reflexión aumentada sobre los signos lingüísticos que no comparten rñngún rasgo perceptivo con su referente aunque no lo traicionan de ninguna mane-ra."^ Pero tanto la idea de un "mundo para sí" del arte como la de un "premundo" inhumano revelado por la pintura resultan problemáticas, pues confirman el sujetamiento del mundo humano al mundo natural o su inversa, mientras que Merleau-Ponty se impone pensar su simultaneidad.

Declara en Le doute de Cézanne: "Así como la palabra no se parece a lo que designa, la p in tu ra no es un trampea-el-ojo [trompe l'oeil] (SNS 23).

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2 . L O S ESTILOS DEL MUNDO

Entonces, ¿cómo pensar lo que es común a la percepción y a la expresión evitando recurrir a un a priori trascendental? A decir verdad, ya se había indicado una vía cuando, en la Phénoménologie de la pereeption, sin duda bajo la influencia husserliana, la unidad del mundo es comparada con la unidad de estilo que reconozco a través de los comportamientos de una persona o los elementos familiares de una ciudad (PP 378). Paradójicamente, Merleau-Ponty parece redescubrir la pertinencia de la idea de estilo en la lectura de las Voix du silence de Malraux, que hace de ellas una clave para la comprensión del arte, ateniéndose empero a una semántica rigurosamente clásica. Para Malraux, el estilo constituye la individualidad del artista, su marca incisiva, su estilete. De acuerdo con un pasaje de la Voix du silence, no es otra cosa que "el medio de recrear el mundo según los valores del hombre que los descubre" (SG 83). En tanto "frágil perspectiva humana del mundo eterno que nos arras t ra a una deriva de astros según su ritmo misterioso" (ibídem), el estilo reitera, según Malraux, el hiato entre mundo natural y mundo humano y no puede sino culminar en una consideración del arte moderno -donde el estilo es a la vez el imperativo y la única creencia indiscutible- como ceremonia a la gloria del individuo. Si el estilo es, según una cita de la Création artistique, "la expresión de una signiñcación prestada al mundo, llamado, y no consecuencia de una visión" (SG 86), cabe hablar, en efecto, de una "anexión del mundo por el individuo" (SG 83).

Pero, según Merleau-Ponty, el estilo no es el producto de una subjetividad sino la propiedad del mundo tal como se da. Lejos de estar confinado al dominio del arte, el estilo es lo que in-forma al mundo, lo que representa la garantía de que un mundo nunca está dado de una vez por todas sino que está constantemente modulado, articulado. "La percepción ya estiliza", afirma un pasaje célebre de la Prose du Monde (PM 83), haciendo caducar de entrada la dicotomía entre recepti-vidad y actividad. Es la correlación misma la que está afectada por cierta inflexión, que no la antecede sino que constituye algo así como su nervadura sensible. Husserl ya habría entrevisto esto en los manuscritos de las Ideen II (PM 79), donde la noción de estilo interviene para describir no sólo la personalidad que presenta cierto estilo unitario permanente

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(einengewissen durchgängigen einheitlichen Stil) a través de sus juicios y de sus actos, sino también la unidad concordante a través de todas las actividades y las pasividades que se podría calificar de habitus o de estilo de conjunto (Gesamts-til).'^'^ En la Krisis, Husserl irá aún más lejos: el estilo ya no califica aquí un ego, sino el mundo mismo: "Es así como nuestro mundo ambiente, el de la intuición empírica, posee un estilo de conjunto empírico {empirischen Gesamtstil]}^^ Para el último Husserl, por ende, habría que buscar por el lado del mundo "lo que da a los cuerpos que están juntos (simultánea o sucesivamente) precisamente esta entre-per-tenencia, en otras palabras [...] lo que liga uno al otro su ser [Sein] y su ser-así [Sosei;!]."® Parecería que Merleau-Ponty, a su vez, superpone la inspiración husserliana con los desa-rrollos sucesivos de Heidegger - a quien lee con atención en los años 50- cuando es cuestión de un "estilo de weiten". Lo que en el alemán heideggeriano todavía podía significar tanto el ser-mundo como el hacer-mundo, aquí está indiscutible-mente desplazado hacia el segundo sentido. Para evitar redu-cir el estilo a una "regulación causal universal" del mundo, independiente de nuestras variaciones,"® éste se vuelve el atributo de una correlación por medio de la cual un mundo se hace visible, pues el estilo pone de relieve su materia de weiten, de "hacer-mundo". En consecuencia, la p in tura no sería otra cosa que un intento de manifes tar esta manifes-tación misma que es anterior al recorte hombre-mundo. "El pintor no sabe nada de la ant í tesis hombre - mundo [...] ya que el hombre y la significación se esbozarán en el fondo del mundo jus tamente por medio de la operación del estilo" (PM83).

En este pensamiento según la imagen, el estilo constituirá una primera etapa hacia las raíces del parecer. Incansable-mente, Merleau-Ponty se esforzará por remontar más acá de la separación entre actividad y donación para delimitar este "enigma de la visibihdad" (OE 26). Pues hay ciertamente un "don de lo visible" que significa a la vez la donación de un visible y la capacidad de restituir una visibilidad. Los pintores

"•> Ibidem II, K 61 (Hua IV, p. 277). Krisis § 9, Hua VI, p. 28 (fr. La crise des sciences européeniies et

la phénoménologie transcendantale, trad. G. Granel, Paris, Gallimard, 1976, p. 36).

Ibidem (fr. p. 35). Ibidem (fr. p. 36).

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serían los beneficiarios privilegiados, pues están dotados de lo visible "como se suele decir que el hombre inspirado tiene el don de las lenguas" (OE 25). Por lo tanto, se podrá sostener que, a través de la pintura, Merleau-Ponty llegará a una ontologia de lo visible que tendrá como punto de partida no el ser visible sino el devenir visible. Todas sus últimas medita-ciones se presentan como el eco de esta frase de Cézanne que figurará como epíteto de L'oeil et l'esprit: "Lo que trato de traducirles es más misterioso, se enmaraña con las raíces mismas del ser, con la fuente impalpable de las sensaciones". Por la voluntad de pensar como pintor, Merleau-Ponty se habrá esforzado a la vez por "restituir a la pintura y al arte en general su verdadero lugar, su verdadera dignidad" (C 53), minando irremediablemente la posibilidad de una autonomía cualquiera del arte. El trabajo del arte no es sino una intensi-ficación y no una alternativa al mundo natural . Por consi-guiente, la estética de Merleau-Ponty es íntegramente sensi-bilización del pensamiento que culmin a en la constatación de una in-acción del a r te : ' " este último ya no debe buscarse en las obras, sino en una amplificación de los lazos sensibles que nos vinculan con el mundo, esos lazos que tomarán a partir de ahora el hombre de "carne".

Para paliar las deficiencias de la Phénoménologie de la pereeption, no basta pues con reemplazar 'conciencia' y 'cosa' por 'cuerpo' y 'mundo', salvo si se perpetúan una vez más las dicotomías ontológicas, pero a la inversa será menester instalarse en el "intermundo", en la "invaginación" (VI197) de un "ser bruto, de nacimiento" que precede toda singulariza-ción sin dejar de ser siempre movimiento de una diferencia-ción originaria. Si, como ya lo anunciaba Le langage indirect et les voix du silence, "el sentido de la filosofía es el sentido de una génesis" (SG 103), ésta debe abandonar la idea según la cual el cuerpo representa la promesa de un acceso hacia el origen. Por el contrario, debe devenir fenomenología genéti-ca, devenir radical en el sentido etimológico de la palabra, debe explorar en el origen que se revela como siempre quebrado para "acompañar este estallido, esa no-coinciden-cia, esa diferenciación" (VI163). La fenomenología entonces

Retomando la expresión de Maurice Blanchot, Eliane Escoubas demostró que en relación con Merleau-Ponty se podía hablar de una estética sin obra o de una estética del "ocio": Eliane Escoubas, "La question de l 'oeuvre d 'art . Merleau-Ponty et Heidegger", en Merleau-Ponty. Phénoménologie et expérienees, ob. cit., pp. 123-138.

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no podrá conformarse con una filosofía de la génesis, tendrá que devenir fenomenología de la génesis de la génesis, es decir, en otros términos, ontogenética.

El intento de repensar integralmente la fenomenología culmina asimismo en una confrontación con un cuestiona-miento ontològico, haciendo coincidir campos tradicional-mente opuestos: fenomenología y ontologia. La "nueva onto-logia""® a la cual aspira Merleau-Ponty es, empero, todo lo contrario de un árbol porfiriano de categorías que culmina en el ser de sustancia. Es, por el contrario, una "rehabilitación ontològica de lo sensible" (SG 210), una fenomenología del "Ser en profundidad", que abre un "abismo" (VI236) insonda-ble por infundado. La necesidad de un retorno a la ontologia que da a luz un Ser "salvaje", "vertical", revela también el parentesco entre "el ser de la t ierra y el de mi cuerpo {Leib)" (RC 169). La problemática del medio que hemos puesto de manifiesto para las primeras obras encuentra entonces su radicalización: el cuerpo ya no es un "medio" en un medio-mundo; cuerpo y mundo proceden de un tejido común, tienen que ver con un "medio formador" (VI 191).

3 . ONTOLOGÌA DE LA CARNE

¿Cómo nombrar lo que está entre los seres, lo que los mantiene y hace lazo entre sí? Merleau-Ponty se rinde ante la evidencia de que dicha cosa "no tiene nombre en ninguna filosofía" (VI181) y por lo tanto queda literalmente anónimo. Mediante el vocablo anonymos, Aristóteles indicaba el hecho de que frente a los datos de lo real, el lenguaje natural se revela desigual en su facultad de dar cuenta de ello. Si, para tomar solamente uno de los múltiples ejemplos, el conjunto de los animales munidos de alas con plumas ha recibido el nombre de pájaro, la lengua (griega en este caso) se queda muda para nombrar el género de los animales con alas de piel o con alas membranosas."® El lenguaje del científico, pero

118 Ej gíj-o ontològico, que se vuelve temático en los últimos textos, puede volver a t razarse en escritos de comienzos de los años 50. En Partout et nulle part, Merleau-Ponty escribe que sería necesario que una filosofía concreta "se mantenga cerca de la experiencia, y que, no obstante, no se limite a lo empírico, que restituya en cada experiencia la cifra ontològica con la que está interiormente marcada" (EP 196). Sobre este giro ontològico, cf. Barbaras, L'être du phénomène, ob. cit.

Aristóteles, Hist an. 490^.3.

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también el del filósofo, consiste en conferir un nombre a estos casilleros vacíos que revela el estudio de lo real. Esta cosa que "no tiene nombre en ninguna filosofía", el anonyrnos mer-leau-pontiano que ya se desprende al final de la Phénoméno-logie de la pereeption, recibirá así sucesivamente (a partir de fines de los años 1940) un nombre -ambiguo- que ocupará el lugar central en los últimos escritos: la carne. Ambigua en el "mal" sentido de la palabra (y no en el que le da Merleau-Ponty),'^" la carne ha dado lugar a múltiples "malentendidos", incluso a reacciones epidérmicas. "La carne [chair] es dema-siado tierna",* ironizaba Deleuze, y pensaba tener que con-t rarres tar lo que sospechaba ser una recristianización subli-me del pensamiento por su concepto de "carne" [viande],** tomada de los cuadros de Francis Bacon. Pero la distinción entre "chair" y "viande", entre cuerpo vivo y cadáver, resulta muy tenue si se considera que la iconografía cristiana culmi-na en la exposición de la carne [chair] muerta. "La carne [chair] es demasiado sabia", pensaba poder afirmar a su vez Lyotard, sin percatarse de que es con el concepto de carne como Merleau-Ponty rompe con toda sospecha de logicismo husserliano. La carne [chair] nombra precisamente lo que no tiene lugar ni logos en una epistemología clásica, ni siquiera en una epistemología del mundo s e n s i b l e . C o n t r a una simple ampliación de lo viviente a lo no-viviente, contra todo hilozoismo de matriz leibniziana donde las características del primero simplemente estarían extrapoladas al segundo (VI 304), hay que pensar a la "chair" como anterior a esta división. Ni sustancia, ni materia, ni espíritu, este anonyrnos se acer-caría más bien al "elemento" en el sentido presocràtico, estofa generadora que no tendría lugar propio y que, no obstante,

* Alusión al verso famoso de Mallarmé, La chair est trop triste, hélas, et j'ai lu tous les livres ["La carne es demasiado triste, av, y he leído todos los libros"]. [N. de la T.]

** En francés hay dos términos para designar la carne: chair ("carne viva", la carne en el sentido de los placeres de la carne) y la viande (carne muerta, la que se come: vacuna, porcina, etc.). [N. de la T.]

Renaud Barbaras indicó por qué la expresión corriente de "filosofía de la carne" es inadecuada y que se t ra ta más exactamente de una filosofía de la encarnación. ("The ambiguity of the flesh", en Chiasmi Internatio-nal, n" 4, Figures et fonds de la chair, París-Milán-Memphis, Vrin-Mimesis, 2002, pp. 19-25).

Sobre el alcance de este "malentendido" cf. recientemente Mauro Carbone, "Carne. Per una storia di un fraintendimento", en Mauro Carbone; David Michael Levin, La carne e la voce. In dialogo tra estetica ed etica, Milán, Mimesis, 2003, pp. 11-66.

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estaría por doquier. Más que un medio pero sin confundirse con el Welt, la chair es lo diacrítico encarnado, a la vez "noción última" y tejido subyacente al Ser, "investidura lateral" (VI 266). Puesto que toda chair es desarrollo [développemen t] y envoltorio [enveloppement] de otra chair, un enrulamiento de lo sensible sobre sí se ha prefigurado en ella, ofreciendo a Merleau-Ponty el modelo de toda reflexividad.

El ejemplo elegido para explicitar esta reflexividad preob-jetiva retoma la problemática husserliana de la mano izquier-da que toca la mano d e r e c h a . S u b r a y a n d o ya desde La voix et le phénomène que la autoafección es de alguna manera la escena primaria de la fenomenología,^^^ Jacques Dei'rida dejó pasar, no obstante, el hecho de que la reciprocidad que se juega entre lo que toca y lo tocado [touchant-touché] no era únicamente el último estadio de una ideología de la presencia, sino, inversamente, el exordio de una filosofía de la no-pre-sencia y de la no-transparencia. Merleau-Ponty, a quien Derrida calla de manera casi sistemática a través de su obra e s c r i t a , y a afirma empero este desfasaje primordial desde la Pliénoinénologie de la perception: "Cuando toco mi mano derecha con mi mano izquierda, el objeto mano derecha tiene esa singular propiedad de sentir, también él", pero añade, precisamente, "nunca ambas manos están al mismo tiempo tocando y siendo tocadas. De suerte que, cuando aprieto mis dos manos una contra la otra, no se t ra ta de dos sensaciones que experimentaría juntas, como se perciben dos objetos yuxtapuestos, sino de una organización ambigua" (PP 109). Y sigue diciendo que el sentido de las 'expresiones dobles', del que hablaba Husserl, es que "en el pasaje de una función a la otra, puedo reconocer la mano tocada como la misma que re-cién era la que tocaba, - en ese paquete de huesos y de músculos que es la mano izquierda, adivino por un instante el envoltorio o la encarnación de esa otra mano derecha, ágil y viva, que lanzo hacia los objetos para explorarlos" (ibidem). En tanto el cuerpo se sorprende a sí mismo desde el exterior en el compromiso en una actividad de conocimiento, "esboza

Topos que a su vez es muy clásico, como se sabe. Husserl no cons-tituye más que una etapa tardía en su historia que se desphega, para nombrar sólo estos dos extremos, desde Teofrasto hasta Condili ac.

Cf. Jacques Derrida, La voix et le phénomène, París, PUF, 1967. Sin embargo, Derrida dedicará uno de sus cursos a lo Visible et

¡'invisible a partir de su publicación (Clase del 15 de mayo de 1964 en la Sorbona, Derrida-Archivo, Irvine).

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una suerte de reflexión" (ibídem). Mientras que, en la supues-ta "filosofía reflexiva", la identidad entre lo que refleja y lo reflejado asegura la perfecta transparencia epistémica, la no-coincidencia entre aquello que toca y lo tocado implica un retorno a sí incesante que no puede resolverse en un estado definitivo. Más allá de toda especularidad reconfortante, la reversibilidad de lo que toca-lo tocado pide otra reflexión que nunca posee enteramente, una reflexión que, más que filoso-fía reflexiva del "retorno a sí" hegeliano (SG 112), es torsión, modificación [retournement], retorno a sí.

Para dar cuenta de esta reversibilida^d siempre inminente y nunca realizada - y tal es el sentido de la afirmación según la cual la reversibilidad es "verdad última" (VI201)-, Merleau-Ponty desarrolla en la parte redactada de lo Visible et l'invisible la idea de una "hiperreflexión" que -contra la filosofía reflexiva que, en su torre de marfil inexpugnable, ya no conoce obstáculos- exhibiría el lazo orgánico de su génesis (VI 60) y permanecería así solidaria de ese "sí mismo, no por transparencia" sino "por confusión" (OE 19). Ya en laPhéno-rnénologie de la pereeption se t rataba de una radicahzación de la reflexión entendida como retorno a las raíces, a los orígenes. "Por lo tanto, la reflexión no alcanza ella misma su sentido pleno salvo si se menciona el fondo irreflexivo que presupone" (PP 280). Pero, ¿qué significa aquí exactamente "mencionar el fondo irreflexivo"? ¿Acaso no se t ra ta de otra formulación de lo que las filosofías trascendentales conocen bajo el nombre de reflexión sobre las "condiciones de posibi-lidad"? Así podrían darlo a entender los pasajes de la Phéno-ménologie de la pereeption -poco límpidos, hay que decirlo-. Habrá que esperar el capítulo "Réflexion et interrogation" de lo Visible et invisible para ver postulado el carácter irreduc-tible de lo irreflexivo a la reflexión. Si se concibe lo irreflexivo como algo que la reflexión aún no pensó, se carece doblemen-te de radicalidad. En primer lugar, porque, considerándolo como futuro pensable, lo irreflexivo se encuentra normaliza-do de entrada, alineado en los otros objetos de reflexión, y, en segundo lugar, porque en su voluntad de superar la experien-cia, toda filosofía trascendental de la reflexión carece no de radicafidad sino de la radicalidad. El punto de partida no es la suspensión, sino la fe en la percepción. En lugar de una filosofía de la reflexión cuya radicalidad "desarraigue" el pensamiento (VI 66), hay que explorar las raíces del ser encarnado, practicar lo que de ahora en más llevará el título

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de hiperreflexión. Pues si reflexiono, es gracias a mi cuerpo, al compartir un mismo horizonte con el prójimo, a un lazo perceptivo que me vincula con el mundo y que no es reducti-Isle a una simple operación discursiva. Reflexionar sobre la reflexión no consiste pues tanto en el añadido de un grado de abstracción; por el contrario, es menester que la hiperre-flexión "se hunda en el mundo en lugar de dominarlo, que descienda hacia él tal como es en lugar de remontar hacia una posibilidad previa de pensarlo" (VI 60). En vez de que yo me reubique "en el origen de un espectáculo que no pude tener sino porque, sin saberlo, lo estaba organizando" (VI 67), es el punto de partida de la reflexión lo que está desplazado en la experiencia de la "adversidad de las cosas" (ibidem). Pues hay ciertamente mundo, y cada vez que algo se nos aparece, en tanto apareciente, algo es. Ontologizar la reflexión, en conse-cuencia, no significa otra cosa que reflexionar sobre el ser del que procede la reflexión, ese ser que a la vez es para mí y del que soy en igual medida. Un "Ser de promiscuidad", un "ser de envoltura" (SG 30), un ser al que soy inherente, pero a la vez y sin jamás renunciar a él también un ser que me aparece, un ser que se fenomenaliza y se da en un afuera que siempre está en retirada.

Pa ra pensar ese carácter doble, Merleau-Ponty hace uso de la f igura retórica del quiasmo. A imagen de la le t ra del alfabeto griego X (ji) de cuyo nombre deriva la f igura, el quiasmo está constituirdo por l igaduras a-paralelas que se unen, pese a todo, en un centro nodal que exhibe la in-terdependencia de lo que figa. En el caso más simple, el quiasmo articula la relación de recruce simultáneo entre cuatro términos que se podría ubicar en los ángulos de un cuadrado:

Pero esto sería olvidar que en su uso poético y retórico, el quiasmo nunca es visible en tanto esquema global sino que se despliega, por el contrario, en el tiempo de la lectura o de la escucha. En el breve pero extraordinario poema A une

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passante de Baudelaire, se encuentra este quiasmo que casi podría pasar inadvertido:

Car /ignore où tu fuis, tu ne sais où je vais ["Pues yo ignoro hacia dónde huyes, tú no sabes dónde voy"].

Primero, estamos ante el quiasmo más común, el quiasmo gramatical: el par de pronombres personales yo - tú de la primera parte está invertido en la segunda en tú - yo. A ello se suma un quiasmo semántico [ignorar / no saber -huir! ir) que subraya, en el corazón mismo de la repetición, aquello que ésta altera. En el verso siguiente, Baudelaire confirma la complicidad nacida en el instante filitivo de este encuentro fortuito:

Ò tai que feusse ainiée, o tai qui le savais! ["¡Oh tú a quien hubiera amado, oh tú que lo sabías!"]

El entrelazamiento de las dos personas en este punto de cruce pasajero permanece, pero se hace cada vez más virtual, a tal punto ambos movimientos {aller-fuir) •[iv-h.uiv] son centrífugos y divergentes. Los verbos utilizados por Baudelai-re en el verso anterior adquieren, por lo mismo, un sentido nuevo en el que la dimensión espacial se convierte en espacio temporal. Carj'ignore où tu fuis, tu ne sais où je vais: de ahora en adelante lo que se despliega es toda una dimensión existencia], si se escucha en este oú tu fuis [donde tú huyes] un efecto paronímico respecto de un où tu fus [donde tú estu-viste], el ser en pasado simple, es decir la historia impenetra-ble de la anónima mujer que pasaba anterior al encuentro, mient ras que où je vais [dónde voy] indica los horizontes futuros e inescrutables del narrador.

El ejemplo baudelairiano manif iesta las características principales del quiasmo retórico que Merleau-Ponty conserva en su idea de quiasmo ontològico. La relación ínt ima entre los términos indica una coimplicación s imultánea ("La idea del quiasmo, es decir toda relación con el ser, es s imultáneamen-te tomar y ser tomado", VI313). Pero, por otra parte, el quias-mo no es reconducible a un esquema es t ructural en el cual los términos podrían ser invertidos entre sí a voluntad. Hay una perspectividad del quiasmo que hace que siempre se pueda ser considerado - e l despliegue temporal así lo a tes t igua- sólo según uno de los términos de su relación. Jun to a una simultaneidad de copertenencia, hay por consiguiente una

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asimetría en toda relación (cuyos planteos éticos despejó Lévinas) de tipo a-^B / B-^a que se encuentra ella misma literalmente com-plicada en la medida en que el quiasmo no permite determinar definitivamente una posición "alta" y una posición "baja". En la relación quiasmática, la asimetría está redoblada en cruz (a-»B/b-^A I A->b/b-^A), garantizando así una divergencia en la inherencia, una no-coincidencia en lo simultáneo.

Así, la elaboración de la idea de quiasmo constituye acaso una de las vías más logradas para escapar al clinamen de la transparencia que entraña inevitablemente todo pensamien-to en su conflagración consigo. Al mantener la idea de una situación originaria de trazo ornamental, la fenomenología que procede según la imagen del quiasmo ofrece más resis-tencia a la tentación, inevitable, del reduccionismo. Desanu-dar definitivamente la relación, llevarla a relaciones cristali-nas, equivale a perderla definitivamente. En vez de cortar el nudo gordiano, la nueva ontologia del quiasmo se hunde más profundamente aun en el anudamiento de la experiencia sensible donde se dibuja una dimensionalidad de copertenen-cia en la no-coincidencia, una cohesión que no es el producto de una reconstrucción conceptual retrospectiva sino una cohesión de adherencia sin concepto. Sin renunciar por ello a la idealidad de la reflexión -previa a todo desvío respecto de lo que ha sido dado-, pues locahzarla en lo suprasensible sería equivocarse acerca de su esencia: "hay una ideahdad rigurosa en experiencias que son experiencias de la carne lchair¡-, los momentos de la sonata, los fragmentos del campo luminoso, se adhieren uno con otro por medio de una adhesión despro-vista de conceptos" (VI196). De este modo, la nueva ontologia -ontologia de la adherencia, ontologia del "ser en el ente"- no analizará solamente lo sensible como objeto privilegiado; encontrará en él el modelo de su propia armadura. De una refundación ontològica de lo sensible, nos encaminamos hacia una descripción estésica de los andamiajes del Ser.

4 . TOCAJR LO VISIBLE

"Lo que toca y tocarse (tocarse = lo que toca-lo tocado) [se toucher = touchant-touché]. No coinciden en el cuerpo", observa Merleau-Ponty en mayo de 1960, agregando sin

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embargo: "Esto no quiere decir que coincidan 'en el espíritu' o en el nivel de la 'conciencia'. Hace falta otra cosa que el cuerpo" (VI 302). Otra cosa que el cuerpo "para que la junción tenga lugar". Merleau-Ponty introduce entonces una noción sorprendente: ese otro del cuerpo donde se opera la junción es "lo intocable" (ibídem). Categoría desconcertante a prime-ra vista, a tal punto está preñada de presupuestos, a la vez metafí-sicos y religiosos. Por lo tanto, Merleau-Ponty se apresura a precisar que no se t ra ta de la negación (normativa o lógica) del tacto: "Lo intocable no es un tocable de hecho inaccesible" (ibidem).'^® Más allá de una simetría entre lo que toca - lo tocado que, por recubrimiento recíproco, garantiza su reversibilidad, hay ciertamente algo que, en lo tangible, resis-te a la inversión total y que Merleau-Ponty designa mediante el término de "intocable". De modo que todo ocurre como si, en el tacto, hubiera una dimensión de impercepción, un punctum caecum irreductible, una "ceguera" que hace signo hacia el otro lado o hacia el Ser sensible (VI 303). Sorprende observar que la cuestión del tacto desborda invariablemente suscitando lo metafórico, incluso en una problemática de la visión, y que, inversamente, esta problemática de lo visible es llevada continuamente a un registro semántico del tacto.'-®

¿Cuál es el sentido de este quiasmo establecido entre lo tangible y lo visible? ¿Y hay verdaderamente equipolencia entre estos dos órdenes? Jacques Derrida señalaba atinada-mente que, en esta misma nota de mayo de 1960, Merleau-Ponty agregaba a la cuestión de lo intocable un paréntesis sobre lo invisible. "Lo intocable (y también lo invisible: pues se puede repetir el mismo análisis para la visión..." -e l paréntesis de lo invisible nunca se cerrará y nunca tendrá lugar el retorno a lo i n t o c a b l e . L a cuestión queda abierta:

Formulación que recuerda la solución husserliana que describe, como lo ha recordado mu3' a menudo Bernhard Waidenfels, lo extraño en términos de una "accesibilidad de lo que originalmente es inaccesible" (Zugänglichkeit des original Unzugänglichen) (Hua I, p. 144).

La fórmula de la "palpación por la mirada" ya se remonta a la Phénoménologie de la pereeption (p. ej. PP 243) y se prolonga a lo Visible et l'invisible (VI 175). La continuidad tacto-visión también está motivada: "el hecho mismo de que la verdadera visión se prepare a lo largo de una fase de transición y por una suerte de tacto con los ojos no se compren-dería si no hubiera un campo táctil casi espacial, donde puedan insertarse las primeras percepciones visuales" (PP 258).

Jacques Derrida, "Tangente III", en Jean-Luc Nancy. Le toucher, París, GaUlée, 2000, pp. 209-244, p. 241.

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¿Por qué entre los mútiples títulos encarados para su segunda gran obra, Merleau-Ponty no se quedó jamás con Le tangible et l'intouchablel ¿Por qué razón lo que se presentaba como un paréntesis en el seno de la cuestión de la tactilidad del cuerpo hará estallar este marco, haciendo imperativa una ontologia de lo Visible et de l'Invisible? ¿Es cierto que toda su obra confluye en la pregunta de "¿Qué es ver?"̂ ^® Reflexiones como ésta: "Ciertamente nuestro mundo es principal y esencial-mente visual: no se podría hacer un mundo con perfumes o con sonidos" (VI llAsq.) parecen en todo caso no dar cabida a ninguna ambigüedad. Derrida estaría en lo cierto entonces cuando -contra la opinión que querría que Merleau-Ponty haya rehabilitado los sentidos tácti les- acusa a éste de seguir siendo un representante último de la "metafísica patológica" que, desde Heráclito'^® o Aristóteles,^^" privilegia la visión sobre los otros sentidos?

Para poder responder a esta pregunta, hay que cuestionar ante todo la relación entre visión y tacto, y su redeñnición implícita en la interpretación de las Ideen II de Husserl en Le philosophe et son ombre. Merleau-Ponty se interesa en esto en particular en los §§ 36 y 37 de los manuscritos (que sólo serán publicados en 1952), donde Husserl muestra cómo, a nivel de la Leibliehkeit, la distinción entre sujeto y objeto se encuentra como "enmarañada" por el hecho de que el cuerpo viviente es doble, a la vez cosa física y fuente de sensaciones. Cuando la mano derecha toca la mano izquierda, ésta cesa de ser un simple objeto físico (fe/oySphysisch.es Ding) para "volver-se cuerpo propio" (es wird Leib).™ Así pues, en la superación del dualismo 'conciencia constituyente' / 'mundo constituido', el último Husserl indudablemente le atribuye al tacto un privilegio que le niega a la visión. En efecto, en la experiencia primoridal (el Urerlebnis) de la mano que toca-la mano tocada

Es lo que sostiene Claude Lefort, "Qu'est-ce que voir?", en Sur une colonne absente. Écrits autour de Merleau-Ponty, Paris, Gallimard, 1978, pp. 140-155, p. 140 en particular.

Para Heráclito, los ojos son los testigos-más agudos (akriésteroi mártures) (Diels-Kranz Fr. 22, B 101). El mismo topos retorna en Platón {Fedro 250d).

Cf. el célebre comienzo de la Metafísica, "De todas las sensaciones, se prefiere la que se ejerce a través de los ojos" {Metafísica A 1, 980- 21).

Edmund Husserl, Idées directrices pour une phénoménologie et une phihKophie phénoménologique pures. Livre second: Recherches phénoménologiques pour la constitution, trad. E. Escoubas, Paris, PUF, 1982, p. 207.

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hay una experiencia de la constitución no tanto dualista corno bifacial del cuerpo propio: experiencia que Husserl extenderá luego a los cuerpos otros {Fremdkörper) y a la naturaleza. Por medio de esta percepción, llegará a escribir en las Meditations cartésiennes "tengo la experiencia de mi propio cuerpo que por una especie de 'reflexión' se refiere a sí m i s m o " . N o solamente todo ocurre como si esta reflexión antepredicativa pudiera "jugarse fuera de la esfera visual", sino que Husserl llega incluso a negar la cahdad reflexiva a la mirada. Si se imaginara, por un instante, la hipótesis de un sujeto pura-mente ocular, éste no podría tener ningún cuerpo fenoméni-co, pues su cuerpo propio se le aparecería como cosa pura-mente m a t e r i a l . D e entrada, entonces, la mirada separa la esfera local del cuerpo propio que siente la esfera objetal de lo sensible percibido y ya no se puede invocar el ejemplo de la percepción en el espejo, en el sentido en que sólo retrospec-tivamente reconstituyo el ojo que ve, indirectamente y por intropatía {Einfühlung). Por consiguiente, la visión jamás podrá alcanzar esta reversibilidad de lo que toca y lo tocado, jamás puedo percibir el ojo que ve en tanto viendo {das sehende Auge ais sehendes).Si bien puedo tocar mi mano que toca, el ojo que se me aparece en el espejo se presenta no como viendo sino como elemento visual entre otros. Para Husserl, hay pues expresamente un privilegio {Vorzug) del tacto respecto de los otros sentidos -incluso respecto del sen-tido que desde Aristóteles se nombra como "el más noble"-'®® y en el § 37, dedicado a las "diferencias entre dominio visual y táctil", se esforzará por rechazar la transposición de cualida-des táctiles a la mirada: "Seguramente, se suele decir a veces que 'el ojo, al echar una mirada en el objeto, lo toca, por así decir'. Pero pronto advertimos la diferencia".

Por ende, si se puede hablar de una "ruina del paralelismo entre visión y tacto", operada por Husserl,'^' ¿cómo explicar

Méditations cartésiennes, ob. cit., p. 81. Idées II, ob. cit., p. 21.3. Ibídem, p. 211 (nota).

' Posición que es mucho menos inhabitual de lo que podría pensarse. Martin Ja j ' recuerda que desde el comentario del De anima de Simplicius, toda una corriente de pensamiento cuj'as huellas se pueden seguir hasta el siglo xvii considera el tacto como el sentido maestro, a expensas de la visión. (Martin Jay, Downcast Eyes. The denigration of Vision in Twen-tieth Century French Tought, Berkeley, University of California Press, 1993, pp. 34-35 en particular),

' " / d e e s / / , ob. cit., p. 210.

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que Merleau-Ponty restaure este paralelismo sin ninguna explicación y motivándolo por añadidura apoyándose en el ejemplo husserliano? Pues, al constatar en una nota que visión y tacto "no pueden superponerse", que "uno de los universos no encaja con el otro" (VI 304), es indiscutible que Merleau-Ponty no sólo restablece este paralelismo -"No se puede tocar o ver sin ser capaz de tocarse o de verse"-, sino que llega a invertir las prioridades, reemplazando el "privile-gio ontològico sorprendente" del tacto de Husserl por un "privilegio exorbitante" de la visión.̂ "̂ ® Aún queda por aclarar lo que se entiende por esta inversión, puesto que el privilegio concedido a la visión no implica aún necesariamente un re-torno a un "oculocentrismo" de una metafísica de la presen-cia. Cuando Merleau-Ponty hace de la carne [chair \ un "\'isible por excelencia" - y aquí se juega la suerte de la fenomenología en los más mínimos matices- intenta pensar a la vez un sensi-ble de inherencia y de distancia. Recuérdese que la experien-cia de lo que toca-lo tocado había permitido a Husserl superar el dualismo entre sensación subjetiva y percepción objetiva, presente en la epistemología de tradición helmholtziana, ha-cia la caracterización de un cuerpo propio (Eigenleib) ya no constituido sino autoconstituyente. Ahora bien, Husserl toma conciencia de que si tal abordaje puede dar cuenta de la "archipresencia" (Urprasenz)inmediata, es incapaz de descri-bir la donación en la "copresencia", ni siquiera la "ausencia". Este abordaje "del adentro" queda pi:isionero, observará Husserl en el § 42, de una posición solipsista. Junto a esta fenomenología de la Urprasenz, Husserl desarrollará, sobre el modelo de la visión, una fenomenología de la "apresenta-ción" {Apprasenz) donde la sensación en cuerpo propio sólo se consigue a posteriori, por intropatía (Einfiihlung).

Esta aporía entre solipsismo y naturalismo, que no se puede creer resuelta por la yuxtaposición de los dos, es lo que ataca el último Merleau-Ponty. La no-coincidencia no debe buscarse en la separación o en la ausencia: se halla en el corazón mismo de la experiencia de lo que siente-lo sentido [sentant-senti]. Contra una filosofía de la archipresencia pura, tal como se la esboza en la descripción husserliana del

Tomamos esta fórmula del luminoso artículo de Françoise Dastur, "Monde, chair, vision" en Chair et langage. Essais sur Merleau-Ponty, Versanne, Encre Marine, 2001, p. 96.

Ibidem, p. 97. Fórmulas en las que insiste también Derrida, Le toucher, ob. cit., p. 226sq.

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cuerpo que toca-lo tocado [touchant-touché], Merleau-Ponty le confiere la característica de la visión, a saber la distancia constitutiva entre lo que ve y lo visible [voyaiit-visible]:"lja vi-sión no es cierto modo del pensamiento o presencia para sí: es el medio que me es dado de estar ausente de mí mismo, de asistir desde adentro a la fisión del ser" (OE 81). Por ende, cuando determina la carne [chair] como visibilidad por exce-lencia, es todo lo contrario de un retorno a un pensamiento heliotrópico de la captación inmediata: más bien se esboza en él una ontologia de la ausencia en la presencia, de inherencia en la distancia.

Esto implica una redefinición del sentido del tacto y de la visión así como de su relación, redefinición que no se queda en declaraciones de intenciones y en los programáticos anun-cios de superación de paradigmas, sino que explora más bien estos paradigmas desde el interior y procede así a una "superación en el lugar" (VI198), movimiento que Merleau-Ponty ve en marcha en el arte. Este retorno a la tradición filosófica occidental (con los análisis de Descartes y de Hegel en particular, a los que están dedicadas las últimas clases en el Collège de France) adquiere entonces los rasgos de una heideggeriana "Erinnerung in die Metaphysik" para esclare-cer los presupuestos impensados.

5 . L A DIPLOPIA DE LA MIRADA

En el plan fechado en enero de 1959 y que aún lleva el título de la obra ya anunciada en 1952, Origine de la vérité,^^^ Merleau-Ponty anuncia una "reflexión sobre las ontologías de Descartes, el 'estrabismo' de la ontologia occidental" (VI 217).'"'̂ '' Reducido a las conjeturas en cuanto al sentido de este guión (de unión o de separación, de identidad o de yuxtaposi-ción), el intérprete no podrá pasar, en cambio, junto al plural que Merleau-Ponty confiere a la ontologia cartesiana. La divergencia de las posiciones ontológicas en Descartes, ¿po-dría esclarecer esta ambivalencia que parece caracterizar la ontologia occidental? Antes de poder responder a esta pregun-

En efecto, este título ya aparece en La métaphysique dans l'homme (SNS 115).

Estas reflexiones son un eco de un conjunto de inéditos no fechados de fines de 1958 titulados "Le complexe de l'ontologie occidentale ou Le complexe ontologique cartésien".

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ta, conviene aclarar que el último Merleau-Ponty no se descubre de pronto historiador de la filosofía. Como él mismo lo subraya en la última clase de 1960-1961, L'ontologie cartésienne et l'ontologie d'aujourd'hui, no se t ra ta de resti-tuir "lo que Descartes dijo en el orden en que lo dijo, en respuesta a sus problemas", como lo entendía Martial Gué-roult,'"" ni siquiera imponerle "nuestros problemas" (NC 223). Que no haya ningún filósofo de la tradición al que Merleau-Ponty no haya vuelto con más persistencia -desde los prime-ros capítulos de la Phénoménologie de la perception hasta la Dioptrique abierta en su escritorio en el instante de su muer te - se explica acaso por esta resistencia que le ofrece el pensamiento cartesiano, debida a la vez a la extrema proximi-dad en las cuestiones y a la suprema distancia en su trata-miento. Hecho sorprendente, cuando se aborda la interpreta-ción merleau-pontiana de Descartes: la cuestión de la visión la atraviesa tal como un hilo conductor. Que sea en un marco epistemológico como en el capítulo sobre el cogito en la Phénoménologie, en el marco de una reflexión sobre las ciencias a la manera àe L'Oeil et l'esprit, o incluso en el con-texto ontològico de los apuntes de las clases y los de Le Visible et l'Invisible, el nombre de Descartes parece asociado, para Merleau-Ponty, a cierta visión de las cosas, visión que se perpetúa mucho más allá del personaje histórico para llegar a ser la base misma de la tradición occidental. Entonces, ¿en qué consiste este "estrabismo", esta visión bifida?

Se ha podido señalar cómo, desde La structure du compor-tement, la escritui'a merleau-pontiana se opone a los dualis-mos a los cuales dará alternativamente los nombres de intelectualismo y de empirismo, de intuicionismo y de natu-ralismo, de criticisimo y de positivismo. Privilegiar un térmi-no y no otro, sería incluso moverse en el terreno, para hablar con Hegel, de una "mala dialéctica" donde, como ninguna

Pese a este alejamiento, es conocida toda la importancia que desem-peñó el estudio de Guéroult, Descartes selon l'ordre de raison en la reactivación de sus lecturas cartesianas. El estudio que Guéroult dedica y envia al nuevo elegido en el Collège de France en junio de 1953 será objeto de un estudio profundo a part ir de 1956, de lo cual atestiguan, según Emmanuel de Saint-Aubert, las numerosas notas al margen. Cf Emma-nuel de Saint-Aubert, Le scénario cartésien. Recherches sur la formation et la. cohérence de l'intention philosophique de Merleau-Ponty, Vrin, 2005. Saludamos la difusión del conjunto de los inéditos, un paso hoy más necesario que nunca para hacer frente a los reduccionismos de toda laya de los que el autor es víctima con harta frecuencia.

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posición puede contener a su contrario, ésta es inestable en el sentido que los químicos dan a la palabra, moviéndose sin cesar, imposibilitando precisamente toda posición. Ni siquie-ra la dialéctica hegeliana de la síntesis escapa a ello, aun presuponiendo un punto de vista único de "sobrevuelo" desde donde podría efectuarse la síntesis. Para escapar a esta posi-ción equívoca, Merleau-Ponty practica pues desde el comien-zo lo que l lamará más adelante una "hiperdialéctica"- y que sería quizá, por diferencia con Hegel, más \inainfra o hipodia.-léctica- calificada ya muy tempranamente por los comentado-res de "filosofía de la ambigüedad"."^ Ahora bien, estos últimos escritos indican que Merleau-Ponty t ra taba de dar otro fundamento - a la vez histórico-filosófico y ontològico- a esta ambigüedad, la cual tomará, luego de un análisis de la visión en Descartes, el nombre de dualismo visual o "diplo-pia". En Descartes, en efecto, Merleau-Ponty observa el exordio de la metafísica dualista, metafísica que, lejos de rechazar en bloque, explorará para esclarecer las causas del dualismo."®

El escándalo que representa para Descartes la visión carnal reside en el hecho de que significa una "acción a distancia" que constituye tanto su dificultad como su virtud (OE 37). Los diferentes textos, desde la Dioptrique hasta las Règles y las Méditations, traducirían entonces la necesidad de fijar este híbrido polarizándolo para mejor exorcizar los espectros que produce (OE 36). El "enigma de la visión", esa cosa que no está aquí ni en ningún otro lado sino que es propiamente "ubicuitaria", será pues desgarrado y localizado dos veces: una en el reino físico y otra en el espíritu. Gracias al surgimiento de la física nueva, Descartes piensa poder terminar con la amalgama físico-mental que descubre en el

La expresión es forjada en 1947 por el cartesiano François Alquié ("Une philosophie de l'ambiguite: l'existencialisme de Maurice Merleau-Ponty" en Fontaine, n'-' 1947) y reimpresa por Alphonse deWaelhens, Une philosophie de l'amhiguité. L'existentialisme de Maurice Merleau-Ponty, Lovaina, Publications universitaires, 1951 [reimpresión 1978],

"Evidentemente, Merleau-Ponty una vez más, se ha inspirado aquí en Valéry al describir, en una nota de 1924 contenida en los Cahiers, el retrato de Descartes realizado por Frans Hals (1649, París, LOUVTB). Está levantada la ceja derecha, detalle inteipretado generalmente como un signo de duda. Valéry ve en ello, por el contrario, un "desequilibrio" que traiciona una "dualidad de la mirada" [Paul Valéry, Cahiers I, París, Gallimard, 1973, p. 598). Cf. Bernhard Waldenfels, Idiome des Denkens. Deutsch-Französische Gedankengänge II, Francfort, Suhrkamp, 2005, p. 14.

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aristotelicismo dominante has ta el siglo xvi. El término ais-theton, central para el De anima y que habrá que traducir por "sensible",""^ está dividido en percepción física y sensación mental. Al referirse a la célebre analogía cartesiana de la visión con el bastón del ciego, Merleau-Ponty afirma en L'Oeil et l'esprit que el "modelo cartesiano de la visión es el tacto" (OE 37) o, más exactamente, como dirá en el curso, el tacto en el sentido de "contacto" (NC 177). La visión se vuelve entonces un puro procedimiento mecánico, constituyéndose el relie-ve perceptivo - s egún el arquetipo del bastón que se desliza sobre los árboles, las piedras, la arena-^"*® por grados de resistencia. Así como la dureza de la pared condiciona la manera como rebota la pelota, '" ' la visión se forma en función de la opacidad de las cosas. Por lo tanto, por fuera de las cantidades tales como "longitud, ancho, profundi-dad", no hay ninguna necesidad de cualidades sensibles en esta explicación fisicalista.'"''' Pa ra defenderse de la sexta objeción de los teólogos que le reprochan reducir al hombre a una máquina . Descartes reintroduce la sensación, locali-zándola esta vez en el espíri tu humano y rechazándole toda existencia "fuera de mi pensamiento".""® En consecuencia, toda cualidad sensible debe ser despegada de una relación cualquiera con el objeto percibida para ser pensada, en cambio, según el modo de la idea que, como se sabe, no exhibe ninguna semejanza con aquello que designa. Ent re el contacto ciego y la intuitus mentis clara y dist inta, la visión de hecho, la percepción "en acto" (OE 54), no t iene cabida.'«

iM El griego antiguo no tenía ningún término especial para nombrar "sensación" en sentido estricto.

René Descartes, Dioptrique, en Oeuvres, publicadas por C. Adam y P. Tannery, París, Vrin, 1973, vol. VI, pp. 83 sq.

Ibidem, p. 89sq. "Reconocí que no había nada que pertenezca a la naturaleza o a la

esencia del cuerpo, si no es una sustancia extensa en longitud, ancho y profundidad, capaz de varías figuras & de diversos movimientos", René Descartes, Réponses aux sixiètnes objetions, 10, en Oeuvres, publicadas por C. Adam y P. Tannery, París, Vrin, 1973, vol. IX,-1, p. 239.

"Los colores, los olores, los sabores & otras cosas semejantes no eran más que sentimientos que no tienen ninguna existencia fuera de mi pensamiento & que no son menos diferentes de los cuerpos de lo que el dolor difiere de la figura o del movimiento de la flecha que la causa" (ibidem).

Cf el capítulo "L'aisthésis comme l'impensé de Descartes" en Jenny Slatman, L'expression au-delà de la representation. Sur l'aisthésis et l'esthétique chez Merleau-Ponty, Lovaina-Paris, Peeters-Vrin, 2001, pp.

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De este modo, se encontraría en Descartes la fuente del dualismo que subyace a la tradición occidental, separando el te-jido fenoménico en dos polos opuestos pero complementarios. Entre un mundo de objetos henchidos en su opacidad plena y los estratos de una idealidad transparente, no hay más que una contradicción aparente. "La filosofía está reducida al plano único de la idealidad o al de la existencia", dejando únicamente la opción entre "adecuación interna de la idea o identidad consigo déla cosa" (VI 166sg.). Una vez más, la soli-daridad de los opuestos -señalada a partir de la Structure du comportement- se manifiesta también en el plano ontològico: "Esa distancia infinita, esa proximidad absoluta expresan de dos maneras, sobrevuelo o fusión, la misma relación con la cosa misma" (VI 166). Una misma relación que sienta una metafísica única que Merleau-Ponty calificará también de metafísica de la coincidencia (VI 167). De modo que para quebrar este pensamiento de la coincidencia, ciego al hecho de que toda "visión es tele-visión" (VI321), habría que volver a la ambigüedad manifesta en lo visible, "volver a esta idea de la proximidad por distancia" - idea ya presente en la reflexión sobre el lenguaje-,'®® "de la intuición como auscultación o pal-pación en espesura" (VI168): en síntesis, superar la ontologia estrábica de los dos planos por una ontologia arraigada en la experiencia sensible.

Pero ¿acaso se puede encarar verdaderamente una onto-logia de la experiencia? Al menos es la pregunta que se hace Merleau-Ponty luego de una reflexión sobre la reducción y la variación fenomenològica: "Para reducir verdaderamente una experiencia a su esencia, necesitaríamos tomar respecto de ella una distancia que la coloque enteramente bajo nuestra mirada con todos los sobreentendidos de sensorialidad o de pensamiento que juegan en ella, hacerla pasar y hacernos pasar enteramente a la transparencia de lo imaginario, pen-sarla sin el apoyo de ningún suelo, en fin, retroceder al fondo

86-91. Para una confrontación de la posición cartesiana con las otras teorías de la visión, consúltese - a pesar de sus deficiencias- la obra de Aurora Plomer, Phenomenology, geometry and vision. Merleau-Ponty's critique of classical theories of vision, Aldershot et al., Avebury, 1991.

En la Prose du Monde, Merleau-Ponty escribe que "en el lenguaje, la verdad es no adecuación, sino anticipación, reanudación, deslizamiento de sentidos, y no se alcanza sino en una suerte de distancia" (PM 180sq). El interés por el lenguaje ya habrá sido motivado antes por el hecho de que éste representa un tipo de "acción a distancia" (SG 144).

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de la nada" (VI lAlsq.). Comprender la esencia implicaría la posibilidad de una "variación total", que a su vez presuponga la extracción de toda pertenencia para ubicarse desde el punto de vista de la nada misma. Por lo tanto, todo ente se des-prendería con un trasfondo de una nada entendida como no-ser y que determinaría todo ente como ser positivo. La cosa así definida como positividad, identidad consigo, plenitud, "no es la cosa de nuestra experiencia, es la imagen que se obtendría proyectándola en un universo donde la experiencia no se anudaría con nada, donde el espectador se desviaría del espectáculo, en fin, confrontándola con la posibilidad de la nada" (VI213). La metafísica de la coincidencia se basaría de hecho en una utilización abusiva del principio de razón suficiente, en otros términos, en la formulación célebre de Leibniz: ¿por qué algo existe más bien [plus tôt] que la nada? Tal cuestionamiento recae bajo el dominio de lo que Bergson calificaba como falsos-problemas, la forma interrogativa que enmascara que, debajo de la alternativa entre existencia y nada, se oculta la tesis de una nada previa, procedente más temprano [plus tôt]}''^ Si también Sartre lleva adelante una destrucción de la ontologia objetivista, en L'Etre et le néant queda prisionero de una concepción positiva del ser, precisa-mente porque se basa una vez más en la posición de una nada previa. Pero - según Merleau-Ponty- esto es volver a invertir el orden, dado que no se puede hacer la experiencia de la nada lógica. Por el contrario: "La experiencia de la cosa y del mundo, ¿no es precisamente el fondo que necesitamos para pensar de alguna manera la nada?" (VI 213). Es forzoso constatar que estamos en presencia de un extraño paralelis-mo entre la ontologia objetivista que se justifica por una tesis de nada previa y por otro lado la ontologia de la nada que, para poder pensar a ésta, deberá totalizar las negaciones determi-nadas que extrae de la positividad de los entes. Entre la autotransparencia de la nada y la plenitud del ente se entre-teje una metafísica de la sobredeterminación que da lugar a una ontologia de la experiencia "que se obliga a decir más de lo que decía" (VI 213). Decir de la nada que no es es llegar a

Henri Bergson, L'évolution créatrice, París, PUF, pp. 277-298. Para una puesta en relación entre la crítica de la nada bergsoniana y la cuestión de la reducción fenomenologica, consúltese Renaud Barbaras, Le désir et la distance. Introduction à une phénoménologie de la perception, Paris, Vrin, 1999, "La réduction phénoménologique comme critique du néant", pp. 61-80.

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decir demasiado; plantear al ser es incluso situarlo entre los entes, faltando con ello a su sentido. En consecuencia - y esta observación en una nota de mayo de 1960 es nodal- toda dialéctica del Ser y de la Nada "desconoce al Ser y prefiere el objeto" (VI296).

Si se ha visto que toda teoria de la percepción no podía alzarse por encima de los dualismos reificantes si no es vol-viéndose una ontologia, en cambio la ontologia no puede ser, al precio de anularse a sí misma, sino una ontologia de lo sensible, pues lo sensible "es precisamente ese médium don-de puede estar el ser sin que haya que plantearlo" (VI 262). Por consiguiente, se t ra ta de pensar una nueva ontologia de lo sensible que Merleau-Ponty nombrará también, con Valé-ry, "estesiologia" (VI 220) y que consistiría en el "develamien-to de un Ser que no está planteado, porque no necesita serlo, porque está silenciosamente detrás de todas nuestras afirma-ciones, negaciones, e incluso detrás de todas nuestras pre-guntas formuladas" (VI169). Ni injertado en la nada ni enca-jado en el mundo de los quale determinados, el ser de lo sensible está sembrado de negatividad. Allí donde Sartre "construye" la unión del Ser con la negatividad, conviene, en cambio, pensar ese Ser sensible como siempre ya "duplicado de nada" (VI 286). En la nota fechada en mayo de 1960 y ti tulada Visible invisible, Merleau-Ponty anuncia: "Lo sensi-ble, lo visible, debe ser para mí la ocasión de decir lo que es la nada" (VI306). Mientras que la tradición intenta superar la dupHcidad constitutiva distribuyendo los dos órdenes en planos diferentes, produciendo el "estrabismo" ontològico, hay que aceptar la usurpación de los dos órdenes en el seno de una misma perspectiva, usurpación que Merleau-Ponty designará con el término tomado a Maurice Blondel de diplopia.^^^ En L'Être et les êtres, Blondel postula que la historia de la ontologia occidental sigue dos ejes: el que se remonta a seres existentes al Ser como esencia - l a anabasis ontològica- e, inversamente, el descendiente - l a katabasis-de la esencia hacia los seres existentes. El título de un capítulo llama seguramente la atención de Merleau-Ponty: "Nuestra diplopia ontològica ¿podrá llevarse a la unidad de una visión binocular? ¿y cómo no basta la fenomenología para fundar la ontologia?"'®^ En un resumen de clases, se encuen-

Maurice Blondel, L'être et les êtres, Paris, Alean, 1935. Ibidem, p. 368.

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t ra un eco inmediato: "¿No habría, como se ha dicho, una suerte de 'diplopia ontoló^ca' (M. Blondel), de la que se puede esperar la reducción racional después de tantos esfuerzos filosóficos, y de la que bastaría tomar posesión entera, como la mirada toma posesión de las imágenes monoculares para hacer de ellas una sola visión?" (RC 127) Reformulado en el horizonte merleau-pontiano, esto significa que la ontologia de lo visible deberá desdoblarse en una reflexión sobre los vacíos, sobre las manchas de latencia con las que está esmaltada, una nada que resulta ser - m á s que una categoría lógica- una nada de este mundo, inserta en lo visible como su envés, no siendo la nada "nada más (ni menos) que lo invisible" (VI306).

No obstante, agrega, no hay que pensar ese invisible como un no-visible añadido a lo visible, como una objetividad simplemente en otro lado: "Lo invisible no es otro visible ('posible' en el sentido lógico), un positivo solamente ausente" (VI 300). Más allá del dualismo irresuelto en Husserl entre Urprasenz original yApprasenz derivada, se t ra ta de descri-bir "cierta relación de lo visible con lo invisible donde lo in-visible no es solamente no-visible (lo que ha sido o será visto y no lo es, o lo que es visto por otro que yo, no por mí), sino donde su ausencia cuente para el mundo (está 'detrás' de lo visible), visibilidad inminente o eminente, es Urprasentíert justa-mente como Niehturprasentierbar, como otra dimensión donde la laguna que marca su lugar es uno de los puntos de pasaje del 'mundo'" (VI 277).

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V. HACIA UNA í^ENOMENOLOGÍA DE LO DLÍFANO

1 . E L QUIASMO IMPOSIBLE

No se le puede reprochar a un pensamiento que ha sido bruscamente interrumpido por la muerte no ser conclusivo. Sin embargo, se ha insistido demasiado en querer ver en esta suspensión de la obra la expresión última de una reflexión cuya fuerza residiría totalmente en el inacabamiento. Veinte años después de la desaparición de su autor, Michel de Certeau resume la fascinación frente a este fragmento fijado de pensamiento que es Le Visible et VInvisible: "Al igual que los cuerpos mineralizados de Pompeya, lleva inscripto el doble sismo que lo sacudió: una pasión 'ontològica' y la muerte que interrumpió su gesto".'®"

Por incoativo que pueda ser el efecto de tal inacabamiento para el pensamiento del intérprete, por galvanizante que sea el trabajo sobre notas dispersas que aún no son una "obra", igual hay que cuidarse de perder de vista que esos apuntes responden a una exigencia muy precisa del autor. Es esta exigencia, pero más aun la coherencia de los medios puestos en marcha para realizarla, lo que habrá que someter a la prueba crítica para determinar - m á s allá del lugar común y de la fórmula aprendida- cuál es realmente el legado mer-leau-pontiano en el momento de su desaparición.

Hemos mostrado cómo el esfuerzo del último Merleau-Ponty consiste en deshacerse de las categorías preformantes que llevan incansablemente hacia la dicotomía, y en acceder

Michel de Certeau, "La folie de la vision", en Esprit n" 66 (1982), pp. 89-99, p. 89.

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a un pensamiento del trazo ornamentado del quiasmo definido como un rechazo de los instrumentos que la reflexión y la intuición se han dado, en una palabra, en "instalarse en un lugar donde éstas aún no se distinguen" (VI170). Según el precepto de acuerdo con el cual hay que "formar nuestros primeros conceptos de manera que se eviten los sin salidas clásicos" (VI 178), Merleau-Ponty introducirá en filosofía expresiones que se refieren de ahora en adelante a su firma: dimensionalidad, verticalidad, andamiaje, bisagra, usurpa-ción, Ser de pregnancia, de porosidad, etc. Empero, los apuntes de trabajo - d e los que solamente la mitad más o menos fue editada gracias al trabajo de Claude Lefort en Le Visible et l'Invisible- traducen las dificultades para restituir un nuevo marco, para dar un nuevo suelo a estas expresiones. Si, para evitar los escollos del intuicionismo y del empirismo, una filosofía de la experiencia debe devenir ontologia, ésta deberá ser rigurosamente pensada como ontologia encarnada en lo sensible, como ontologia de la carne [chair¡. Como no-positividad, la carne ofrece a Merleau-Ponty el modelo de una on tologia de la pasividad.

Pero ahora se t ra ta de preguntarse en qué medida esta ontologia sigue siendo fenomenològica, es decir en qué medi-da puede dar cuenta del aparecer de un hay, de un es gibt que, como lo recordaba Heidegger, no procede ni de una actividad thética ni de una pura pasividad sino que se manifiesta en la apertura de un mundo. Por más que la carne permita dar cuenta de la envoltura recíproca de lo sintiente Isentant] y de lo sentido [sentii, sigue sin explicar cómo se produce un aparecer que no se deja reducir ni a lo que aparece ni a aquel que aparece; un phainesthai cuya forma verbal de la voz 'media' indica en griego precisamente que se sitúa entre lo activo y lo pasivo y cuyo pensamiento deberá correr parejo con el aspecto.'®®

Por lo tanto, debe suponerse que si la ontologia merleau-pontiana de la carne se vuelve ontologia de lo visible, es precisamente para disponer en el interior de 1 a reversibilidad sintiente-sentido una distancia que permita la fenomenaliza-

Dimensión que se encuentra tematizada en una nota preparatoria. Un pensamiento productivo implica que "la voz, en el sentido gi'amatical, de mi pensamiento no es ni lo activo ni, por supuesto, lo pasivo, sino más bien esa categoría que el griego denomina media, esa acción qvie recae sobre sí misma v en la que, por ende, se es indivisiblemente activo y pasivo" (NC 371).

lio

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ción de un mundo y que asegure a la ontologia merleau-pontiana seguir siendo fenomenològica. Si la descripción de la fenomenalización se hace sobre el modelo de la visibilidad, es seguramente porque Merleau-Ponty descubre en la visión a la vez la necesaria pertenencia a un mundo visible y la distinción irremediable "de lo que ve, de lo que se ha separado por el vacío mismo que le permite ser visión" (VI104). Ahora bien, lo que permite la visión es aquello que precisamente recibirá el nombre de i/ivisible.

Pero ¿acaso no se t ra ta una vez más de caer en lo que Merleau-Ponty se había prohibido, a saber el pensamiento opositivo, dicotòmico, que produce los atolladeros clásicos? Por supuesto se podría objetar que el filósofo se esfuerza en muchos lugares por explicar que el prefijo de ese in-visible no debe ser entendido ni como privativo ni como opositivo. Pero ¿por qué entonces llegar a adjuntar a lo visible un invisible del que habrá que explicar -contra toda intuición- que no se lo puede entender como contrario de lo visible? ¿Por qué hacer de ese fenómeno ya señalado en la Phénoménologie de la pereeption, donde Merleu-Ponty insiste en el hecho de que toda percepción implica una no-percepción, que toda visión conoce un punto ciego, un punctum caecunv, ¿por qué hacer de este constituyente fenomenologico un singulare tantum, un valor ontològico, sustantivándolo en un Invisible con "I" mayúscula, aunque ese invisible sea "de este mundo" (VI196)?

No es posible deshacerse de la impresión de que Merleau-Ponty está atrapado en su propia trampa. Queriendo superar e] estrabismo del dualismo occidental con lo que queda emparentado con una corrección de la mirada, no deja de confirmar la pertinencia de la visión doble. Por ende, lo que quedaría cuestionado es menos la duplicidad que la relación entre los dos términos: en lugar de una filosofía de la divergencia, habría que pensar la confluencia de los contra-rios, e/ Ineinander de los aspectos. La relectura de Hegel para el curso del Collège de France ofrecerá el parangón de su puesta en relación: en un esbozo de "lo que puede ser la filosofía hoy" (NC 391), lejos de la oposición sin mediación en Descartes, Merleau-Ponty apunta a una "dialéctica de lo vi-sible y de lo invisible" (NC 392) que ya ve en marcha en la pintura.

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2 . V I S I B L E , VIDENCIA, VISUAL

Sin embargo, este recurso último al mecanismo dialéctico no es la única línea de fuga que ofrecen los últimos manuscritos. En efecto, éstos atest iguan además un esfuerzo para volver - m á s acá de la escisión en visible e invisible-hacia una visión primordial, anónima. En L'Oeil et l'esprit, Merleau-Ponty ya había descartado la idea de un "tercer ojo" (OE 17), más pro-fundo, que vería tanto los cuadros como las imágenes menta-les, pues sería seguir siendo tributario de una teoría del homunculus. Según la enseñanza de la pintura, por el contra-rio, se t ratar ía de circunscribir esta "génesis secreta y afiebra-da de las cosas en nuestro cuerpo", de una visión "que no hacemos, que se hace en nosotros" (OE 30). Invocando una frase de Max Ernst, el rol del pintor que manifiesta lo que se ve en él se acercaría así al médium poético, ese "vidente" inspirado al que Rimbaud había dedicado su Lettre du voyant, donde el poeta predicaba el "desarreglo de todos los sentidos" del escritor, agotando en él todos los venenos para conseguir tal punto del delirio en el que "enloquecido, terminaría por perder la inteligencia de sus visiones, pero las ha visto". De la estética rimbaudiana, Merleau-Ponty subraya la idea de una "videncia" que precede a la partición en visible e invisible, de una inspiración cuyo comienzo hay que encontrar en nosotros.'®® "Buscar en [la] literatura", consigna en una nota que sigue la reflexión sobre la diplopia cartesiana, "la atesta-ción del escritor escribiendo bajo el dictado de lo que se piensa, lo que se articula en él". Y añade: "lo [...] que retiene la esencia misma de lo visible" (NC 187). Así, en las antípodas del desenlace dialéctico, este esbozo de una teoría de la "videncia"'®' haría remontar la génesis de lo visible a una fuente de inspiración tenebrosa, enigmática, sustrayéndose a toda explicitación filosófica.

Frente a estas dos soluciones, la dialéctica o la videncia, nos gustaría proponer ahora algunos hneamientos de una tercera vía que nos parece más coherente con la empresa

láfí Para un análisis más profundo de la videncia, consúltese Mauro Carbone, La visibilité de l'invisible. Merleau-Ponty entre Cézanne et Proust, Hildesheim-Zürich-New York, 2001, pp. 176-180.

En la que Lacan se inspirará en su elaboración del concepto de 'voyure'. Cf Jacques Lacan, Les quatre eoneepts fondamentaux de la psychanalyse. Le Séminaire: Livre xi, texto establecido por J.-A. Miller, París, Seuil, 1973, pp. 94 sq.

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merleau-pontiana, no sin abrir la problemática de lo visible y de lo invisible a una interrogación fenomenològica más gene-ral. Recordemos que la declaración de la obra última no es definir la relación entre lo visible y lo invisible, sino la diferencia entre lo visible y aquello que permite la visión. Una "potencia de lo visible" (VI190, nota) que no está fuera de él sino que no por ello coincide con él: una virtualidad de lo visible "que 'es por él', pero que no es él" (VI161). Hemos mos-trado que por medio de la dimensión de la videncia, Merleau-Ponty localiza esta posibilidad de pasibilidad en una interio-ridad que reitera una oposición que la noción de carne había vuelto caduca. Aquí, el esfuerzo por deshacer los dualismos tiene el efecto de producir nuevos. Haciendo además de una dimensión de invisibilidad en toda percepción lo invisible a secas, se condena a permanecer en un pensamiento polari-zante. Pues aunque intenta reducir la distancia antinómica entre visible e invisible y manifestar su inherencia solidaria en lo no-idéntico, estas grandezas han abandonado su suelo fenomenal para devenir grandezas ideales entre las cuales ya no hay grados posibles. "No hay metáfora entre lo visible y lo invisible [...] metáfora es demasiado o demasiado poco: dema-siado si lo invisible es verdaderamente invisible, demasiado poco si se dispone verdaderamente a la transposición" (VI 271).

Ahora bien, que Merleau-Ponty busque un exutorio por medio de la metáfora revela que de alguna manera sigue sien-do prisionero del lenguaje, que no se ha deshecho por comple-to del "pensamiento de ver" que atribuye todo a lo visible y define lo invisible como pura negatividad. Inversamente, su pensamiento ontològico aún está esculpido según el prototipo de una visión activa: definir una ontologia como ontologia de lo visible es desconocer que la ambigüedad que caracteriza lo sensible -"en el doble sentido de lo que se siente [on sent] y de lo que huele [sent] (VI 307)- no puede ser extrapolada al término "visible". De lo visible no se puede decir que es a la vez lo que es visto y lo que es vidente, sin ir contra toda intuición lingüística, pues si puede ser visto, lo visible no puede ser vidente y por ende, una vez más, hay que suponer un polo activo exterior del que depende lo visible. Esto explica cómo hasta el final - y pese a sus esfuerzos- Merleau-Ponty no conseguirá deshacerse de una concepción del mundo según un recorte sujeto-objeto. La imposibilidad de la reducción última, la certeza de una diferencia que no puede disolverse

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conducen al modelo diplópico que - y esto es revelador- se construye según los parámetros de una visión exterior, cuando se t ra ta , según su propia confesión, de hacer aparecer el pensamiento del ver "en la in f raes t ruc tura de la visión" (VI 188). Al describir la fenomenalización de un visible, se aprecia que lo visible o lo invisible coincidente consigo no t ienen demasiada consistencia, que, inversamente, perpetuamente se está f rente a fenómenos de superposición, de revelación momentánea y de recubrimiento. Y en úl t ima instancia es en lo visible donde toda filosofía de la t ransparencia prueba su inanidad. Merleau-Ponty comprende, como Aristóteles, que la visión no puede ser adecuación inmediata de un objeto que viene a "obturar la mirada" (VI167)'®® y pone el acento en la distancia constitutiva para la aparición de todo visible, en la distancia necesaria "que no es un impedimento para saberlo, que, por el contrario, es su garant ía" (ibídem). Pero esta distancia que permite la visión (VI104) aún es pensada, como en la teoría democriteana,'®® según el modo del "vacío" entre la visión y lo que ésa ve (ibídem).

Para el filósofo del que se ha mostrado que todo el camino estaba situado bajo el signo de un pensamiento del médium, es-ta neutralización del entre es paradójica, y seguramente reveladora de un fracaso para impulsar has t a sus úl t imas consecuencias el proyecto esthesiológico. No obstante, a modo de conclusión y como perspectiva de aper tu ra con y más allá deLe Visible et l'invisible, se podría in ten ta r dar espesu-ra a ese "entre" apoyándose en las observaciones hechas en la ter raza de la casa de Tholonet, en el verano de 1960, consignadas en L'Oeil et l'esprit, y que atest iguan, una vez más, la potencia evocadora del lenguaje merleau-pontiano:

Cuando veo a través de la espesura del agua las baldosas del fondo de la piscina, no las veo a pesar del agua, los reflejos, las veo justamente a través de ellos, por ellos. Si no existieran esas distorsiones, esas rayas del sol, si yo viera sin esta carnadura la geometría de las baldosas, entonces cesaría de verlas como son, donde están, a saber más lejos que todo lugar idéntico. La misma agua, la potencia acuosa, el elemento viscoso y brillante, no puedo decir que está en el espacio; no está en otro lado, sino que está en la piscina. La habita, se materializa en ella, no está contenida en ella y si levanto los

anima, 418 &l2sq. ™ Ibídem, 418 a ISsq.

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ojos hacia la pantalla de los cipreses donde juega la red de los reflejos, no puedo discutir que el agua lo visita también, o al menos envía allí su esencia activa y viviente (OE TOsq.).

De suerte que el agua, el aire, devienen médiums que, siendo no-temáticos en lo visible, t ienen que ver sin embargo con él; elementos diáfanos, dejan t ransparen ta r algo que corresponde a lo visible sin ser visible en acto. El propio Merleau-Ponty indica una palabra en una nota, palabra que toma de Husserl'®" y de la que acaso ignora todo su alcance: "SICHTIGKI";IT", cita y t raduce por "visibilidad" (VI 171, nota). Ahora bien, si bien Sichtigkeit significa visibilidad, Sichtbar-keit es un neologismo que hace signo hacia algo del ver que jus tamente no es visible y al que tal vez se le pueda dar el nombre de visual}'^^ Merleau-Ponty parece concebir algo que se acerca cuando, en su crítica de los "agujeros" sartreanos, in tenta describir un no-visible que no es una nada absoluta. La "desaparición de lo visible en los límites del campo no es una negación como agujero de sombra, es el pliegue que se deshace, el Etwas, figura sobre fondo que deviene fondo sin figura".'®^ Este pliegue que enru lay que desenróllalas figuras visibles no se originó a su vez en una interioridad ciega; siem-pre está en el afuera, en el hueco del pliegue que no es sino una interioridad dispuesta en el seno de lo exterior. Por lo tanto, la "desaparición de lo visible" no nos hace volcarnos hacia la invisibilidad, sino hacia algo que ya constituye el tejido, la t r ama de lo visible. Ent ramados de lo visible, se lo l lamará lo visua/. No "se puede ver en él y todo el esfuerzo para verlo en él lo hace desaparecer, pero está en la línea de lo visible, es su foco virtual, se inscribe en él (en filigrana)" (VI 265). Ese visual en filigrana no está pues solamente en el corazón de lo visible, como lo absoluto hegeliano que aparecía en filigrana en laErscheinung;^^^ más allá, es su condición de

Se la encont ra rá , por ejemplo, en los Analyzen zur passiven Synthesis (Hua xi), p. 4.

Tomamos este término de Georges Didi-Huberman, quien lo definió -po r oposición con lo visible, lo invisible, lo legible y lo v i r tual - en Devant Uiniage. Questions posées aux fins d'une histoire de l'art, París, Minuit, 1990.

Nota no fechada sobre Sar t re , manuscr i tos preparatoi-ios pa ra Le visible et l'invisible (Fonds Merleau-Ponty, Bibliothèque Nationale de France, vol. viii, f 151).

En sus clases sobre Hegel en el Collège de France, Merleau-Ponty explica: "En el movimiento de la experiencia que se comprende, tocamos lo absoluto, que no es algo que esté detrás de ella o debajo de ella, que está en filigrana en ella 3' que no existe sino en filigi'ana" (NC 319). Sobre la

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aparición. En una nota de trabajo, se lee una vez más: "universalidad de lo sensible = Urprásentation de lo que no es Urprasentierbar = lo sensible explorado en el ser sin restric-ción, ese Ser que está entre mi perspectiva y la del prójimo" (VI 268). Cézanne nos hace ver ese visual universal cuando nos pinta ese paseo de árboles que no tiene otro ñn que hacernos ver entre los árboles, ese entre que me permite ver otros árboles. Ni visible ni invisible, ese entre es lo diáfano, médium a través del cual se dispone el aparecer, el dia del phainesthai.

Así pues, a pa r t i r de u n a descripción de la visión, se t r a t a r á de supe ra r los sin sal idas que subsis ten en los apun te s de loVisible et de l'Invisible t r an s fo rmando la fenomenología de la p u r a donación de un phainesthai en u n a fenomenología de la transparición'®"* que t endr ía en cuenta ese hia to insu tu rab le en t re lo que aparece y aquello a t ravés de lo cual aparece.

3 . H A C E R VER POR LATENCIAS

Pese a su carácter elíptico, los apuntes sobre Claude Simon esbozan esta fenomenología (de lo ) diáfano. El autor de La Route des Flandres se presenta así:

Claude Simon: su profunda novedad no hacer lo que es del afuera

el espacio, el tiempo, los hombres, según su figura, como figuras contornos, exteriores y perspectivas, sino como presencias sin contornos en transparencia sino como "cosa que existe totalmente" (entrevista de Madeleine), en la que cada experiencia quetenemos es retenida, la totalidad transparenta siempre como una suerte de englobante y de magma (NC 205).

relación de Merleau-Ponty con Hegel consúltese Mauro Carbone, "Alla ricerca dell'a filosofia. Merleau-Ponty et la Einleitung alla Phänomeno-logie des Geistes", en Negli specchi dell'essere. Saggi sulla filosofia di Merleau-Ponty, bajo la dirección de M. Carbone y C. Fontana, Milán, Hestia, 1993,"pp. 211-235.

El termino ha sido forjado por Natalie Depraz, Lucidité du corps. De l'empirisme transcendantal en phénoménologie, Dordrecht, Kluwer, 2001,

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Cont ra r i amen te a las novelas de Prous t , donde - p e s e a la radical idad de la recomposición de la narrac ión que ya no es tá sometida a la l inealidad - e s una vez m á s siempre un pun to de vista único (el del nar rador ) que organiza el re lato, Merleau-Ponty descubre en las novelas de Claude Simon una escr i tura que se deshace de las art iculaciones subje t ivantes , un rela to que, contrariamente al narrador proustiano, está "hecho por alguien que no ha visto todo" (NC 216) para reahzar "el ser de la usurpación" del mundo. Si no se hubiera interesado más que un poco antes del surgimiento de lo que se l lamaría más adelante el "nouveau roman", Merleau-Ponty parece sorprendido por la proximidad de sus propios esfuerzos con los de Claude Simon. En enero de 1961, asiste a la conferencia de este último sobre Signification, roman et psychologie en la Sorbonna. El escritor declara rechazar las diferentes perspectivas, i tahanas, caballerescas, chinas y af irma preferir a una "óptica física" una "óptica de la memoria", una visión de la simultaneidad donde las manchas del presente penetran las estelas del pasado.'®® En La Route de Flandres, por ejemplo, esta "óptica de la memoria" inter-viene en la granja donde

mientras acomodaba los pertrechos de soldado a lo largo de la pared le parecía seguir viéndola, allí donde se había quedado un momento antes, o más bien sentirla, percibirla como una suerte de huella persistente, irreal, dejada menos en la retina (la había visto tan poco, mal visto) que por así decir en sí mismo'®®

No tenemos magdalena proustiana que proveería el punto de apoyo de una anamnesis de la historia personal, sino más bien huellas y marcas insistentes de un ça a été ["esto fue"] del que no estamos demasiado seguros de ser los verdaderos destinatarios. De esta desarticulación de la constelación de sentidos, de ese "des-astre" con sonoridades blanchotianas no puede haber sino una "descripción fragmentaria".'®' Nada de jerarquización, nada de focalización posible en estos "cuadros sueltos" (Simon ut ihza la expresión de Flaubert) , anónimos, donde la cuestión misma del nar rador sigue en suspenso. ¿Es

Cf. la reseña de la conferencia por Janine Parot, "À la Sorbonne, Claude Simon part en guerre contre la signification", en Les lettres françaises, 859, 1 al 19 de enero de 1961.

Claude Simon, La Route des Flandres, Paris, Minuit, 1960, p. 39. Recuérdese que el primer título de la novela era Deseription

fragmentaire d'un désastre.

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Georges, es el capitán Reixach el que está hablando? ¿Es un relato contado a un tercero o bien es un monólogo? A lo largo de las páginas, la tercera persona viene a injertarse en la primera en un efecto de palimpsesto, dando lugar a modos, a "personajes intermedios" (P2 312) que giran alrededor de un punto inasignable, el tú destinatario. Merleau-Ponty encuen-tra ya esta preocupación en La Modification de Michel Butor, enteramente escrita en vocativo (ibidem). Instancia vacia (puesto que Georges resulta ser literalmente el "je-hors-je" ["yo fuera de mi/yo fuera del juego"], esta "primera/segunda persona" (ibidem) no vale sino por cuanto se dirige a ella, lo que le aparece, un apareciente que él mismo no aparece sino transpareciendo a través de otros sensibles sobre los cuales avanza, usurpándolos. Para ver la lluvia, se lee en La Route des Flandres, "había que mirarla delante de un objeto oscuro, como el borde de un tej ado, porque las gotas raudas se volvían imperceptibles estrías como guiones con un fondo oscuro con grises entrecruzados".'®® No sin evocar la distinción gestaltis-ta de la figura y el fondo, aquí se trata, pese a todo, de un aparecer que se hace esencialmente en el tiempo, una rela-ción donde figura y fondo transparente confluyen en un mismo ritmo. En este fondo de lluvia, el paso monótono de los caballos en la noche se desprende e, inversamente, impone su cadencia al martilleo de las gotas de agua. En el universo de Simon, todo está literalmente "a caballo" y los seres, híbridos, se encabalgan (la mujer-yegua, el hombre-caballo, el asno de oro, etc.).'®" Las palabras se imantan, se aglutinan y se solidarizan, deslizándose en un juego de fondo-encadenadas y evocando las técnicas cinematográficas. Así se pasa de "todo fue negro" a "touffues" ["cargadas"]' así, las "bocanadas" ["bouffées] se convierten en "bufones", las "serpentinas" de pronto suenan como "intestinos" y el cuerpo de Corinne en el coito se funde en el recuerdo del cuerpo inerte de un soldado. Por consiguiente, en la escritura simoniana estaríamos en presencia de una superposición de los fenómenos donde "los cuerpos se sobreimprimen uno en otro [...] donde los lugares encajan unos en otros, donde cada dato sensible (el ruido del tapón contra el frasco) abre latencias en abismo [engigogne]" (NC 209). Por medio de esta estética de la sobreimpresión, Simon espaciahza la l i teratura para acercarse al gesto pictó-

La Route des Flandres, ob. cit., p. 60, Cf, el posfacio de Luden Dállenbach ("Le tissu de mémoire") para

La route de Flandres, ob, cit,, 315 sq.).

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rico cezanniano, preocupado ante todo por la restitución de un visible: "Piensa como un Cézanne 'pensaba la pintura', lo hace ver con cierto gesto, pero ese tipo de develamiento del mundo, sin pGnsarnÍGnto sepa.ra.dOj es precisamente ontolo-gía moderna" (NC 206)."»

En la medida en que parten de estas "latencias en abismo" reveladas en esas "muestras de pensamiento fundamental" que son las novelas simonianas, las últimas notas de trabajo de Merleau-Ponty pueden interpretarse -contrariamente a toda quimera de t ransparencia- como una fenomenahzación en el estado incipiente de un "transparecer". "Se debe resti-tuir - s e lee en un recoveco de una nota inédita- un contacto con el Ser bruto (contacto en el que transparece como una cosa a describir a través de una estofa y donde no está planteado como objeto)"."' Así como Merleau-Ponty había descubierto bajo los presupuestos duahstas de Descartes el esbozo de una "filosofía por hacer" que habrían prolongado los pintores (OE 60), se t ra tará de encarar -siguiendo en esto a las artes de lo indirecto- una filosofía no-thética, que no plantee sino que "haga aparecer" (VI188), que no constituya sino que -como las artes de lo visual-, haga ver lo que se hace. Si, según la célebre frase de Klee, la pintura no hace lo visible sino que hace visible, es que lo visible nunca está totalmente dado; la pintura entera, en cambio, "se presenta pues como un esfuerzo para decir algo que sigue sin decirse" (SG 128). Por consiguiente, hay que acompañar esta fenomenalización que se hace, esta manifestación en el participio presente [en francés] [faisant]- que Merleau-Ponty califica también de "modo intermedio" (P2 312)- por una filosofía que quede "por hacer" [à faireY'""- y de la que hay que comprender que la puesta al día no reduce el pensamiento a una propedéutica cualquie-ra sino que su porvenir indica el aplazamiento perpetuo de su clausura. Más acá de la oposición entre lo descriptivo y lo normativo, entre el hecho y el deber, este inacabamiento

Simon comparará muchas veces su trabajo con el de los pintores (él mismo fue tal) y con Cézanne en particular: "Trabajo como un pintor", carta de J.-M. de Montrémy en 1979, publicada en La Croix l'événement del 18 de octubre de 1985.

Nota de trabajo inédita para Le Visible et l'invisible (Bibhothèque Nationale de France).

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apela a \m faciendum en gerundio que esboza el horizonte de lo que en lo sucesivo queda emparentado con una ética fenomenologica.

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INDICE

Siglas de las obras citadas en francés 6

P R E F A C I O de Renaud Barbaras 7

I . E L FILÓSOFO Y SU AFUERA 1 5

1. Noli foras ire 15 2. Travesías 20 3. La transferencia y el obstáculo 24

I I . P E R C E P C I Ó N 2 7

1. (Des)autorización de la ciencia 27 2. Entre mecánico y formal 31 3. Medio 34 4. Del medio al mundo 37 5. El problema de la trascendencia 44

I I I . L E N G U A J E 5 3

1. Expresión 53 2. El fantasma de un lenguaje puro 61 3. Diacrítico 66 4. Verleiblichiing y borramiento 71 5. De lo literal a lo lateral 77

I V . ONTOLOGÌA DE LO VISIBLE 8 1

1.Pensar según la imagen 81 2. Los estilos del mundo 87 3.Ontologia de la carne 90 4.Tocar lo visible 96 5.La diplopia de la mirada 101

V . H A C I A UNA FENOMENOLOGÍA DE LO DIÁFANO 1 0 9

1. El quiasmo imposible 109 2. Visible, videncia, visual 112 3. Hacer ver por latencias 116

Bibliogi-afía 121

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No se le puede reprochar a un pensamiento cuyo desarrollo ha sido brutalmente interrumpido no ser conclusivo. Pero si este inacabamiento ha incitado a muchos oyentes y lec-tores a prolongar sus líneas de fuga hacia otros horizontes fecundos, la obra misma muchas veces ha sido objeto de un paradójico olvido. Querer evaluar el legado de Maurice Merleau-Ponty (1908-1961) cien años después de su naci-miento significa entonces, ante todo, tomar la obra en serio en tanto obra y señalar la extrema coherencia que la sostie-ne. Al seguir el hilo conductor de una noción, omnipresen-te desde los primeros hasta los últimos escritos, pero que, en tanto concepto operatorio, ha pasado inadvertida hasta hoy, la obra vuelve a trazar la lucha incesante de Merleau-Ponty contra toda ideología de la transparencia (trans-parencia de sí a sí, del sí y de su saber, del sí y del Otro) que también es siempre la lucha de Merleau-Ponty consigo mismo. Al integrar las investigaciones publicadas en estos últimos años así como una cantidad importante de manus-critos hasta hoy inéditos, el libro se deshace de la tentación filológica para restituir, por el contrario, la organicidad de un pensamiento en acto, cuyo enorme alcance recién ahora se empieza a vislumbrar.

I . S . B . N . 9 7 8 - 9 5 0 - 6 0 2 - 4 7 8 - 9

Nueva Visión