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Colección La Torre delVirreyDirector: Antonio Lastra

Serie de Estudios Culturales

ESTUDIOSCULTURALESTEORÍA, POLÍTICA Y PRÁCTICA

Lawrence Grossberg

Edición: Chantal Cornut-Gentille D' ArcyTraducción: Elena Oliete Aldea

e&Letra Capital

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Estudios Culturales. Teoría, política y práctica

,S; De los textos: Lawrence Grossberg© De la edición: Chantal Comut-Gentille O' Arcyq; De la traducción: Elena Oliete Aldea

(;, Reservados todos los derechos de la presente edición a favor de:Letra Capital, Valencia, 2010.

Cubierta y diseño gráfico de la colección: Patricio Murrieta.

Primera edición: Abril de 2010.ISBN: 978-84-937163-4-9Depósito Legal: M-15.825-2010

cultura LibreLETRA CAPITALGrupo Publiberia

Apartado de Correos 38046080, ValenciaEspaña

Página web y librería online: PUBLlBERIA LIBROSwww.publiberia.com/libros/editoriales/letracapital

e-mail: [email protected]

Telf.: +34 96 1820815 ! Fax: +34 96 1820816

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio,salvo autorización por escrito de la editorial.

Impreso en España por:Publiberia: Libros bajo demanda.

Printed in Spain by:Publibería: Books on Demand.

,Indice

Agradecimientos 9

PrefacioDavid Walton II

Introducción: Entrevista con Lawrence Grossberg.Reflexiones personales sobre la política y la prácticade los Estudios CulturalesChantal Cornut-Gentillc O' Arcy 17

Pecados de los Estudios Culturales 55

Los contextos de los Estudios Culturales 75

Otro día aburrido en el paraíso: rack and rol!y el poder otorgado a la vida diaria 106

Hipótesis 1. El rock and roIJ en el contextode posguerra J11

Hipótesis 2. El poder del rock and roIJ:la diferencia afectiva 119

Hipótesis 3. El trabajo del rock and roIJ:alianzas afectivas 123

Hipótesis 4. La diversidad del rock and rol!... 129

Hipótesis 5. La historia del rock and roIJ:cooptación 147

Conclusión: "El Rack and RolJ está muertoy nos da igual" (The Rubinoos) 152

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Estudios culturales en/y nuevos mundos 158

Lo moderno, tiempo y espacio 166

Los Estudios Culturales y la diferencia 171

Los Estudios Culturales y el espacio del poder 177

Identidad y diferencia 180

Identidad y espacio 190

Conclusión 203

Los Estudios Culturales, la guerra contra los/as chicos/asy la reconversión de la modernidad estadounidense

La guerra contra los/as chicos/as 212

Hegemonía y Modernidad 231

Hegemonía y Modernidad en Estados Unidos 239

Poniendo a los/as chicos/as en su sitio 251

¿Tienen futuro los estudios culturales?(o ¿qué pasa con Nueva York?)

Estudios culturales, contextos y coyunturas 257

La lucha sobre la modernidad 277

La reconstrucción de los Estudios Culturales 289

Conclusión 297

Agradecimientos

Este libro busca contribuir al creciente interés en el campode los Estudios Culturales. El volumen se orienta a la pre­sentación en castellano de una serie de escritos clave del Dr.Lawrence Grossberg, conocido ampliamente como uno de loslíderes profesionales y la voz más comprometida e inconfun­dible de los Estudios Culturales.

El libro es innovador en el sentido de que es el primer intentoerudito, en un volumen, de dirigirse tanto a la especificidad delos Estudios Culturales, situándolos en una gama de perspec­tivas y actividades criticas, como a su aliento, cartografiandola amplitud de su diversidad.

Igualmente debemos decir que es el resultado de un esfuerzocolectivo y damos por tanto las gracias a aquellas personase instituciones que han proporcionado ayuda y estimulo. Enparticular, queremos agradecer a nuestros colegas de IBACS(Iberian Association of Cultural Studies) por su interés, em­puje y ayuda financiera, y también a Antonio Lastra por abrir­nos las puertas de La Torre del Virrey (L'Eliana Valencia) ha­ciendo asi posible la edición de este volumen.

Debemos un agradecimiento especial a Alfonso López-Bais­són por su ayuda en la labor de traducción y a Alberto Oliete

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y María del Carmen Aldea por la meticulosa revisión del ma­nuscrito.

Por último, querríamos dar las gracias a Lawrence Grossbergpor donar su tiempo y sus pensamientos al proyecto, ya que,sin su dedicación intelectual y política, este líbro no existiría.

Chantal Comut-Gentílle D 'AreyElena Olíete Aldea

Prefacio

Como Presidente de la Asociación Ibérica de Estudios Cultu­rales (IBACS) es un gran placer ver este libro publicado enEspaña. No es el primer líbro de estudios culturales que setraduce al español (en España). Por ejemplo, Cultural Theoryand Popular Culture: An Introduction (publícado por vez pri­mera en 1993) de John Storey fue traducido por Mata y publí­cado como Teoria Cultural y Cultura Popular en 2002. Ahorabien, en España se han traducido pocos libros sobre este tema(la mayoría lo han sido en Sudamérica) lo que significa que latraducción del libro de Storey fue un acontecimiento excep­cional. Puede también parecer sorprendente a aquellos que noviven en la península Ibérica que una traducción de la obra deLawrence Grossberg haya permanecido sin traducir en Espa­ña. La pregunta es: ¿Por qué es tan rara la traducción y publi­cación de estas obras? La respuesta ayudará a profundizar enla comprensión de los estudios culturales en España y es porello creo que es tan importante la publicación de este libro.

Para contestar a esta pregunta sería apropiado comenzar conuna imagen hipotética, al estilo de René Magritte, que descri­biera los estudios culturales en España con el título 'No hayestudios culturales en España'. Esto no quiere decir que no

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existan, y se ha escrito mucho sobre lo que son los estudiosculturales en España, lo que deberian ser y lo que podrianllegar a ser (Hand y Cornut-Gentille 1995; Cornut-Gentille1999", 1999b; 2005; lardan, 2000; Martín, 2001; Walton,2002), pero nos forzaria a tomar en consideración su estatusontológico. Porque mientras que el libro que estás leyendoes una manifestación de dichos estudios, no existen (y nun­ca han existido) Departamentos de Estudios Culturales enEspaña. No pueden por tanto adjudicarse a una determinadainstitución (como el antiguo Centro de Estudios CulturalesContemporáneos de Birmingham, Inglaterra), sino que estándispersos a lo ancho de muchas universidades y se manifies­tan mediante la enseñanza de cursos de grado y de máster, decongresos, asociaciones y publicaciones.

Esta carencia explica una cierta falta de interés por parte dela academia española para traducir al español las obras em­blemáticas más importantes de los estudios culturales. Es portanto un verdadero acontecimiento contar con una traducciónal español (en España) de una serie de ensayos y articulasimportantes de Lawrence Grossberg (incluida una valiosísimaentrevista no publicada previamente), una voz internacionalde primera fila en este campo. El placer de ver aparecer estatraducción tiene que ver con estas circunstancia; pero tambiénen parte porque es el primer libro financiado por IBACS.

Para dar una idea de la importancia de este libro para la aso­ciación haré un breve resumen de los estudios culturales enEspaña y de cómo encaja IBACS en su desarrollo. Acabo dereferirme a los "estudios culturales" en España, sin embar­go, antes de 1995 los estudios culturales en las universidadesespañolas eran, para utilizar las palabras de Hand y Cornut­Gentille, 'una especie de no-área' (Hand & Cornut-Gentille,1995: página de agradecimientos). Antes de 1995 esta 'no­área' estaba limitada a un pequeño grupo de profesores quetrataban de levantar este campo. La realización de reunionesen la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distan­cia) de Madrid y la organización y la contribución a los Se-

minarios anuales de Cultura y Poder (y el panel de EstudiosCulturales para el congreso anual organizado por AEDEAN,la Asociación Española de Estudios Anglo-Norteamericanos),han ayudado todos ellos a crear la identidad de un grupo deestudios culturales entre aquellos que trabajan en los Depar­tamentos de Inglés de las Universidades Españolas (que hansido el sustrato principal de los estudios culturales en España).Estos no han sido los únicos contextos de análisis y debate (yno debemos dejar de mencionar otras asociaciones como laSociedad Española de Estudios Literarios de Cultura Popular(SELICUP) (Estévez-Saá & Arriaga Flórez, 2005: 18» perohay buenas razones para citarlos como especialmente impor­tantes.

Los estudios culturales (se entiende que han emergido de losDepartamentos de Filologia Inglesa en España) se han desa­rrollado a partir de esta imprecisa miscelánea de reuniones ycongresos y de los doce volúmenes de Cultura y Poder publi­cados desde 1995. A partir de esta continuidad nació IBACSen 1999 para promocionar los estudios culturales mediantecongresos sistemáticos y las publicaciones consiguientes. Alos quince años de la primera publicación de Cultura y Poder,IBACS ha llegado finalmente al punto de financiar el presentevolumen. Es un importante simbolo del desarrollo de los es­tudios culturales en España y marca el momento en donde laasociación puede ser capaz de jugar un papel más activo en lapromoción y desarrollo del área de conocimiento.

Este momento marca también un punto en el que el grupooriginal de Cultura y Poder, tras años de lucha por ser reco­nocidos como una legitima área académica, ha comenzado aforjar conexiones con otra vibrante e importante asociaciónde estudios culturales en España, con sede en Valencia, lide­rada por Antonio Lastra. Este último grupo ha sido absoluta­mente fundamental para la publicación de estas traduccionesde los ensayos y artículos de Lawrence Grossberg en español,y en España, En el contexto de explicar cómo se ha llevado acabo el presente volumen hay que resaltar que la traducción

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ha sido promovida por Chantal Comut-Gentille, una de lasgrandes promotoras e instigadoras de los estudios culturalesen España. Esta colección, por tanto, es un símbolo de cómodos redes emergentes en España (unidas en gran medida porlos esfuerzos de nuestra colega Sara Martín) han forjado unaconexión que ha producido esta importante obra.

De este modo, las dos asociaciones, símbolos rizomáticos dela conectividad Deleuziana (en lugar de ser jerarquías obsesi­vas producto de la 'arbolización' (Deleuze & Guatarí, 1987)),han conseguido, por fin, publicar en España esta coleccióntan importante, lo que espero que sea una especie híbrida de'IBACS to the future ... '.

David WaltonPresidente de IBACS,

Universidad de Murcia

REFERENCIAS

Cornut-Gentille D'Arcy, Chantal (ed) (l999a) Culture andPower IV: Cultural Confrontatlons, Zaragoza: Universidad deZaragoza.

Cornut-Gentille D'Arcy, Chantal (ed) (1999b) 'Cultural Studiesor the Study of British Culture(s): The personal, the Politícaland the Academic', Journal for the Study of Britlsh Cultures,6(1):61-84.

Cornut-Gentille D' Arcy, Chantal (2005) "'The rain in Spainstays mainly in the plain": Insights and lmperatives on the prac­tice of cultural studies in the Spanish University'. Cultural Stu­dies, vo1.19, pp 318-337.

Deleuze. Gilles & Guattarri, Felix (1987) A Thousand Plateaus:Capitalism and Schizophrenia. Minneapolis: University ofMin-

nesota Press. (Mil mesestas: Capitalismo y Esquizofrenia, Pre­Textos, Valencia, 2008).

Estévez-Saá, José Manuel & Arriaga Flórez, Mercedes (eds)(2005) Literatura y cultura popular. Sevilla: Arcibel Editores.

Hand, Felicity & Cornut-Gentille, Chantal (eds) (1995) Cultureand Power, Barcelona: UniversitatAutónoma de Barcelona.

Jordan, Glenn (2000) 'Where is Cultural Studies Today?', Ae­dean (noviembre), Madrid: Universidad Nacional de Educacióna Distancia.

Martín, Sara (2001) 'Cultural Studies and English dcparrnents inSpain: margins and centres'. Links & Letters, n° 8.

Storcy, John (1993) An Introductory Guide to Cultural Theoryand Papular Culture. London: Harvester Wheatsheaf.

Storey, John (2002) Teoria Cultural y Cultura Papular (Barce­lona: Octaedro).

Walton, David (2002) Culture and Power: Ac(unofficial)knowledglng Cultural Studies in Spaln. Bern: Peter Lang).

Grupo de Valencia: <www.latorredelvirrey.es>.

IBACS y grupo de Cultura y Poder: <http://www.cultureand­power.orglindex.phpvoptiorr-com_frontpage&Itemid>1.>.

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INTRODUCCIÓN

Entrevista con LawrenceGrossberg. Reflexionespersonales sobre la políticay la práctica de los EstudiosCulturales

Lawrence Grossberg, uno de los mayores exponentes delproyecto de los Estudios Culturales en la actualidad, es cate­drático de estudios de la comunicación y catedrático adjuntodistinguido con la mención Morris Davis de estudios norte­americanos, antropología y geografia de la Universidad deCarolina del Norte, en Chapel Hill.

Además de contar con más de cien articulas y ensayos pub­licados, es también autor y editor de numerosos libros, entrelos que destacan It's a Sin: Essays on Postmodernism, Poli­tics and Culture (1988), We Gotta Get Out 01 This Place:Popular Conservatism and Postmodern Culture (1992),Dancing in Spite 01 Myself: Essays in Popular Culture(1997); Caught in the Crossfire: Kids, Politics and Amer­ica s Future (2005), así como, We all want to change theworld: The intellectuallabor 01cultural studies, de próximapublicación (20 I O).

El Dr. Grossberg también es ca-editor (junto con Della Pol­lock) de la revista Cultural Studies, una de las publicacionesacadémicas más antiguas y respetadas de su campo, asi comouno de los fundadores de la próspera e influyente Asociaciónde Estudios Culturales (AES), de alcance internacional.

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Profesor, como ya sabrá, esta entrevista se va a publicar enun libro que compendia algunos de sus articulas mássignificativos traducidos al español. Dado que se tratarádel primer libro publicado en España sobre usted, sobresu trabajo como académico e investigador, y sobre el pa­pel que ha tenido en promover y fomentar los EstudiosCulturales como un tipo de análisis característico y dis­tinto por todo el mundo, me preguntaba si le importaríaempezar nuestro "diálogo" con unas cuantas cuestionesun tanto "mundanas" y, a partir de ahí, continuar contemas y aspectos más complejos de su trabajo.

LG: Por supuesto ...

1) A modo de introducción y de presentación, me he permitidoescoger un aspecto de su vida que pienso puede resultarun tanto incomprensible para aquellos que se acercanpor primera vez a ustedy a su trabajo y tratan de situar­lo dentro del campo de los Estudios Culturales. ¿Cómoes que un universitario norteamericano de Historia yFilosofia acaba eligiendo, de entre todas, la universidadde Birmingham para seguir con sus estudios afinales delos sesenta?

LG: Una pregunta muy interesante. Quizás no resulte tan ex­traño como parece a primera vista. Después de todo, mitrabajo sobre la historia se centraba principalmente enla historia intelectual y cultural. Tuve la oportunidad detrabajar con personalidades como Hayden White, Nor­man O. Brown y Loren Baritz. Recuerdo una clase (conBaritz) sobre Marilyn Monroe ¡como icono cultural!Aunque entonces yo no era consciente de ello, habíaasistido a mi primera clase de Estudios Culturales antesde que nadie en Estados Unidos hubiera oído hablar deello. Todas estas personas (y algunas otras) me anima­ron a seguir esforzándome en compendiar lo que hoydenominariamos teoria (aunque yo entonces lo consi-

deraba simplemente como filosofia junto con teoría so­cial) con mis propios intereses sobre lo que entoncesestaba ocurriendo en Estados Unidos, y con mi propiaparticipación en la contracultura. Gracias a ello pudeescribir una tesis cum laude ¡sobre música, politica ycultura juvenil!

Pero lo que realmente responderia a su pregunta tieneque ver con la manera con que nuestras vidas a menu­do están determinadas por la contingencia: Resulta queRichard Hoggart, el fundador del Centro de EstudiosCulturales Contemporáneos (Centre for ContemporaryCultural Studies, CCCS) en Birmingham, había pasadoun año en calidad de profesor visitante en mi univer­sidad, antes de que yo estuviese allí, y en ese tiempoentabló amistad con algunos de mis profesores, por esoellos estaban entre los pocos académicos que conocianel CCCS. Ahora acuérdese del año de mi graduación:1968. Eran tiempos revueltos y, dadas mis actividadespolíticas y la realidad de la llamada a alistamiento mí­litar, parecía razonable que abandonara el país duranteuna temporada. Afortunadamente, había conseguidouna beca Wilson para pagar la carrera. Mis profesoresme invitaron a utilizar la beca para ir al Centro, dondeme aseguraron que podría profundizar sobre mis inte­reses académicos y encontraría apoyo en cuestionespoliticas y, mientras tanto, conseguiria pasar desaper­cibido.

2) En las antologías intelectuales y culturales de este campode estudio, los orígenes de su considerable contribuciónal proyecto de los Estudios Culturales se suele remon­tar a la educación politica, metodológica y teórica querecibió en la facultad de Birmingham, sin embargo, susdías como estudiante universitario en el Centro de Es­tudios Culturales Contemporáneos fueron bastante cor­tos, ¿no es así? ¿Qué es lo que pasó?

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LG: No logré pasar desapercibido. Me impliqué en una huel­ga estudiantil en Birmingham, lo que llamó la atenciónde las autoridades -se me describió como un agitadorextranjero. Además, en esa época entré en contacto conun grupo de teatro politizado y contracultural que meinvitó a ir con ellos al continente. Recuerdo pasar unatarde estupenda bebiendo whiskey con Richard Hoggart,quien me ayudó a enfrentarme a mis miedos y decidirmea acompañar al grupo. Así que, en ese momento me pare­ció que lo más sensato sería dejar el país cuanto antes.

Dicho esto, permitame aclarar algo sobre mi carrera pro­fesional, que he llegado a comprender no hace mucho.No creo que sea justo (para Richard Hoggart, Stuart Hally otros profesores que contribuyeron a mi educación en elCentro) decir que mis posiciones "políticas, metodológi­cas y teórícas" se formaron fundamentalmente allí. Misideas políticas, bueno, ya me venian de familia y de miparticipación en la nueva izquierda y en la contraculturade Estados Unidos. No creo que nunca llegásemos a unconsenso sobre las prácticas metodológicas mientrasestuve allí, con excepción de la importancia y aparenteimposibilidad de un trabajo radicalmente intertextual. Y,respecto a la teoría, bien, fue como mínimo ecléctica, eincluso caótica, durante mi breve estancia alli, aunquesi que me abrió los ojos a conjuntos enteros de obras (lafenomenología, el marxismo contínental, etc.), con lasque entonces sólo estaba ligeramente familiarizado. Sinembargo, mi propia trayectoria teórica difirió bastantede la que imperaba en el Centro, en parte, precisamente,porque me marché; por ejemplo, Althusser no me llegó ainfluir tanto, y prácticamente dejé de lado el movimientopost-estructuralista (de Derrida, etc.) para acercarme ensu lugar a Heidegger y, más adelante, pasar directamentea Foucault y a Deleuze.

Lo que sí que saqué de mi época en el Centro, y por loque le estoy enteramente agradecido, es ese sentido de

proyecto de los Estudios Culturales, como otra manerade dedicarse al trabajo intelectual, como otro modo deser un intelectual político. Quizás sea por eso por lo queescribo tanto sobre la especificidad del proyecto de losEstudios Culturales y estoy tan extremadamente com­prometido con ello.

3) Aun asi, me parece que si que se quedó en Europa, cornomiembro de una compañia teatral francesa (¿de hablafrancesa también?) que obtuvo bastante fama en variospaises. Cuando estuvieron de gira, ¿vinieron alguna veza España para actuar? De ser asi, ¿cuáles fueron susimpresiones y experiencias de la Españafranquista?

LG: En realidad era un grupo de teatro suizo de habla fran­cesa, Les Tréteaux Libres, pero llegó a incluir con losaños a gente de distintos países y lenguas. Era una "co­muna teatral anarquísta ítinerante". Como compañia,actuábamos siguiendo el modelo del grupo Americano­en-el-exilio, el Living Theatre, y algunos de los miem­bros de Tréteaux trabajaron con Julian Beck y JudithMolina, y mantuvieron su amistad. Las actuaciones sebasaban esencialmente en la improvisación (alrededorde un esqueleto estructural) y eran muy corpóreas (conescasez de palabras); intentábamos que la gente tomaseconciencia política, no sólo socialmente sino tambíén ensentido cotidiano, referente a sus hábitos y relaciones delcada día, y esto -como si de una revolución se tratase­se suponía que debia comenzar de manera sencílla, en elteatro, ya que animábamos a la gente a que participasetambién en el escenario.

Aunque había dos "líderes", casi todo lo llevábamos acabo de manera colaborativa y democrática, incluyendolas decisiones sobre aquello contra 10 que ibamos a hacercampaña, el trabajo de investigación y de escritura de lasobras, la puesta en escena y los asuntos concernientes

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a nuestras necesidades cotidianas. Juntos viajamos portoda Europa, actuando en lugares muy baratos (centrosjuveniles, hoteles, iglesias, etc.) para distintos tipos depúblico y con éxito variable. Aprendi a hablar francés,aunque una versión muy "callejera" del idioma (nuncafui consciente que habia una gran diferencia entre elfrancés formal y el informal, lo cual me resultó bastanteembarazoso cuando trabajé con Paul Ricoeur). Con­seguí chapurrear unas cuantas frases en muchos idiomasmientras actuábamos y viajábamos. Aprendí a vivir almargen de las normas de consumo y confort de la clasemedia, aunque en muy contadas ocasiones vivimos en lapobreza y, por supuesto, siempre supe que aquello ibaa ser temporal (quizás eso fuera uno de los limites demi experiencia). Como ya he dicho, se trataba de unacomunidad, una comuna, al menos en principio, así quecompartíamos el trabajo y las responsabilidades. Todo eltiempo que permanecí en el grupo, hice todo cuanto es­tuvo en mi mano por ayudar con la investigación de unade las obras, Romeo y Julieta, leyendo textos de WilhemReich, el Yoga tántrico, y quizás también contribuí unpoco a la redacción, puesta en escena y representaciónde varias de nuestras producciones, así como a trans­portar y montar el equipo, como conductor, cocinero,etc. Todos hacíamos ese tipo de tareas todo el tiempo.El grupo finalmente se separó, al menos por una tempo­rada, después de que ganásemos el festival de teatro deAvignon un año, y nos tuvimos que enfrentar a ese tipode toma de decisiones que a menudo dividen los proyec­tos motivados políticamente (el éxito económico versusla pureza politica). Creo que el grupo se rehizo más tardey, de vez en cuando, oigo hablar de alguno de sus miem­bros, incluso de aquellos que se unieron a la compañíadespués de que yo la abandonara.

Como he dicho, viajé por toda Europa con Tréteaux en1969 y 1970, Y sí que intentamos ir a España. Incluso

creo recordar que teníamos apalabradas algunas repre­sentaciones, pero cuando llegamos a la frontera no hubomanera de que la policía de la frontera dejase entrar dosfurgonetas cargadas de hippies comunistas anarquis­tas... así que no, nunca llegué a estar en España.

4) Después de dos años, volvió a Estados Unidos y decidió es­cribir una tesis doctoral sobre la comunicación del dis­curso en la Universidad de Illinois -un tremendo saltointelectual, ¿no? Echando la vista atrás, ¿cuál diriaque fue la experiencia más importante como universi­tario que le ayudó a tomar esta decisión y. por tanto,su trayectoria intelectual y profesional: sus estudios enla Facultad de Historia y Filoso/la, sus estudios en elCentro de Estudios Culturales Contemporáneos de Bir­mingham, o su aventura teatral?

LG: Mi tesis no se sitúa exactamente en el campo de la Co­municación del Discurso, sino en lo que en la Universi­dad de Illinois se denominaba "Investigación sobre lasComunicaciones". Esta línea de investigación no perte­necía al departamento de la Comunicación del Discurso(que más adelante me contrató) sino al Instituto de In­vestigación sobre las Comunicaciones, que fue pioneroen institucionalízar de manera interdisciplinar el concep­to de comunicación en Estados Unidos tras la SegundaGuerra Mundial. Esto puede seguir pareciendo un gransalto en mi carrera, como usted ha dicho, pero en rea­lidad no fui a Illinois con la intención de escribir unatesis doctoral sobre comunicación, sino para trabajar conJames Carey, quien resultó ser el director del Institutoen aquella época (algo de lo que me enteré después dellegar a esta universidad). Fui a trabajar con él porque asíme lo recomendó Stuart Hall. Recuerdo que cuando de­cidí retomar mis estudios universitarios, llamé a Stuartpara preguntarle quién estaba relacionado con los Estu­dios Culturales en Estados Unidos, y me contestó que la

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única persona cuyo trabajo parecía ir en esa direcciónera lim. Así que allí me presenté. Realicé la solicitud unpoco tarde, pero lim era una persona estupenda y amabi­lísima, además de estar entusiasmado con la idea de queyo hubiese estado un tiempo en Birmingham y hubieratenido acceso a todo tipo de publicaciones de las que allíse estaban escribiendo.

Me pregunta cuáles fueron los factores determinantesque dieron forma a mi trayectoria intelectual y carreraprofesional. La respuesta adecuada seria que todos. Creofervientemente en la complejidad y en la determinaciónpor varias causas. En la carrera desarrollé mi amor por lafilosofia y mi interés por la relación de ésta con la culturay la política fue tomando forma -en parte también pormi participación en la contracultura. La época que paséen Birmingham definió, como ya he comentado antes, elproyecto que ha motivado enteramente mi vida profe­sional -es decir, un modo especial de ser un intelectualque se dedica al trabajo político intelectual. Finalmente,mi experiencia en la compañia teatral me enseñó cómoactuar. He tenido mucha suerte en poder contar con mo­delos de persona extraordinarias, no sólo intelectuales,sino también profesores y comunicadores públicos -aquimencionaría especialmente a Stuart y a Jim, Ambos son(Jim falleció hace unos años) oradores natos, capaces dearticular sus ideas y argumentos con pasión, incluso enaquellas ocasiones en las que el público puede ser reacioa escuchar lo que están dicíendo. El Tréteaux Libres meayudó a desarrollar mi propio estilo, así como mi prime­ra exposición real ante el mundo -ante una multiplicidadde gentes y de culturas que nunca habria conocido enEstados Unidos.

Asi pues, todas estas experiencias fueron importantes enmi vida, y cada una sin excepción me ayudó a ser quiensoy ahora. En cierto sentido, fueron el resultado de laserendipia. Hasta mi decisión de ir a Rochester se basaba

en el supuesto de que iba a especializarme en genéticabioquimica, lo cual hice por un tiempo -hasta que me dicuenta de que no me gustaban los profesores, y que losque realmente me apasionaban eran los de historia y filo­sofia. El azar y su profundo impacto. (Ésta es, por cierto,una de las lecciones que creo que Foucault nos intentaenseñar, volviendo a mi amor por la teoría).

5) Una vez "establecido" como Catedrático de Estudios deComunicación en Chapel Hill, Carolina del Norte, ¿fueo ha sido alguna vez su "vena" de Estudios Cultura­les un problema controvertido o ha supuesto un desafiopara su vida profesional?

LG: Mi primer trabajo como docente, que sólo duró un año,fue en la Universidad de Purdue, en Indiana. La expe­riencia no me resultó para nada gratificante, y allí a nadiele interesaba mi trabajo. Así que volvi a Illinois dondeme contrataron en el departamento de Comunicacióndel Discurso. Quizás, antes de continuar, deberia volveratrás por un momento. Cuando fui a Birmingham, unade las cosas que tuve que hacer fue escribir un proyectode investigación personal, y decidí que contínuaría conel trabajo que habia empezado como estudiante universi­tario sobre música popular. Quiero aclarar que no estabainteresado en la música popular en sí, sino en la contra­cultura yen la política; estaba convencido de que, de unmodo u otro, la música resultaba clave para desentrañary entender la política de la contracultura. Por eso, en Illi­nois, seguí trabajando en aquello que me interesaba. Medefiní y me presenté como investigador en tres campos:la filosofia (fui una de las personas que crearon lo quese vino a llamar filosofia de la comunicación); los Estu­dios Culturales (aunque casi nadie fuera de Illinois habíaoido hablar de ello); y la música popular (concretamenteel rock and roll), y creo que también fui de los pocosque contribuyeron a que más adelante se estableciera la

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idea de los estudios de música popular como campo deinvestigación legítimo; aunque, como ya he dicho antes,nunca estuve interesado en estudiar la música popularen sí. La verdad es que todos mis profesores -con la ex­cepción de Jim Carey- pensaban que yo estaba loco eintentaron disuadinne. Me decian que nunca encontraríatrabajo. En aquella época ninguno de estos campos tenialegitimidad ni estaba reconocido oficialmente. Lo queme encontré en gran medida en la universidad en gene­ral y en la disciplina de los estudios de la comunicaciónen particular, fue mucha hostilidad -hostilidad contra elproyecto político e interdisciplinar de los Estudios Cul­turales, contra la teoría per se y, sobre todo, contra laidea de tomar en serio la cultura popular, especialmenteel rock and roll.

Sin embargo, tuve la suerte de contar con unos pocosaliados -no tenían por qué ser personas que estaban ha­ciendo o querían hacer algo similar, pero reconocian quela propia fuerza de los estudios sobre la comunicaciónconsistía en abrirse a múltiples planteamientos y pers­pectivas. Creo que mis tres focos de atención ahora síque se han convertido en líneas académicas poderosasy legítimas. Dicho esto, siempre ha habido y, sin dudasiempre habrá, cierta hostilidad contra cada una de ellas-aunque pienso que tanto la teoría como la cultura po­pular sí que se han establecido, si bien no siempre megusta la manera con la que se han llevado a cabo. LosEstudios Culturales representan otra cosa totalmentedistinta. Gozan de un gran éxito en algunos sitios y dis­ciplinas pero, al mismo tiempo, existen fuerzas que sealzan contra éstos; a veces me pregunto cuál ha sido elprecio de su éxito, puesto que realmente no reconozcoque sean Estudios Culturales mucho de 10 que se hacepasar por ello en Estados Unidos. Con frecuencia no séexactamente qué es lo que la gente quiere decir cuandose refiere a los Estudios Culturales, bien sean seguido-

res o enemigos. Además, hoy en día es cierto que existeuna reacción contra el proyecto interdisciplínar de losEstudios Culturales, asi como un esfuerzo por parte de laadministración "neo-liberal" para reconstituir la univer­sidad de manera que se deje muy poco o ningún espacioa esta clase de proyectos.

Puede que ya sepa lo que le voy a contar, pero cuandome contrataron en Carolina del Norte, fue en parte paraayudar a crear un programa formal de Estudios Cultura­les, que ha tenido mucho éxito durante casi quince años,y ha gozado de muy buena reputación internacional. Sinembargo, ahora se ha cancelado por un gerente que seopone, no sólo a la interdisciplinaridad en general, sinotambién a los Estudios Culturales en particular. Es más,como vivimos malos tiempos para la economía, esto seusa como excusa, de modo que no hay cabida para re­clamaciones.

6) Siempre se ha considerado que los Estudios Culturales sonun campo de debate intelectual especialmente diverso (ya menudo objeto de virulentos ataques). Dado lo funda­mental que ha resultado su trabajo para establecer losEstudios Culturales en Estados Unidos, ¿podría hablar­nos un poco de sus opiniones y/o su posición acerca deesos comentarios, a veces despectivos sobre la "ameri­canizacion" de los Estudios Culturales?

LG: Querria empezar por decir algo, que ya he comentadoen muchas ocasiones, sobre la naturaleza diversa de losEstudios Culturales. Siempre he creído en la distinciónque hace Raymond Williams entre el proyecto y suscreaciones. Pienso que existe un proyecto común den­tro de los Estudios Culturales -eso es lo que aprendí enBinningham. No obstante, precisamente porque partede dicho proyecto implica un compromiso con la con­textualización, los Estudios Culturales pueden tomar

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diversas formas -teóricas, metodológicas y políticas­conforme traten de dar sentido y responder a contextosy cuestiones diferentes. Incluso dentro de cualquier con­texto, probablemente hay muchas formaciones posiblesque se pueden construir para dar respuesta a distintosplanteamientos, maneras diferentes dentro de cada con­texto. Así que hay que tener especial cuidado al tratarde definir el contenido de los Estudios Culturales, quea menudo acaba re-escribiendo lo que mi amigo JohnClarke denomina "la diversidad triunfadora".

Por otro lado, pienso que es importante todo aquello quelos Estudios Culturales representan en cada contexto,que no puede ser cualquier cosa. Actualmente se puedenhacer tres distinciones en lo que ha sucedido en EstadosUnidos. La primera es que los Estudios Culturales se hanconvertido en un término genérico para cualquier inves­tigación política o económica sobre la cultura o, inclu­so, de modo más amplio, para cualquiera que estudie lacultura (por eso algunos también 10 usan para referirse aalgún aspecto de los estudios departamentales o para losestudios interculturales). En segundo lugar, los EstudiosCulturales se han quedado atrapados en la política de lasdisciplinas del mundo universitario estadounidense. Nohay más que recordar lo amplio que resulta ser el siste­ma de la educación superior (y todo el dinero inverti­do, incluyendo los libros de texto). Algunas disciplinas,como la "literatura" y la antropología, son muy grandesy poderosas; otras, como la comunicación, son relativa­mente pequeñas y débiles. De ahí que muchos profeso­res académicos de literatura aleguen con frecuencia serellos los que han descubierto o ínventado los EstudíosCulturales; sin embargo muchos, incluso aquellos quedicen practicarlos, están muy poco familiarizados conmi trabajo o con el material de Estados Unidos que yo ci­taría. A menudo, en estos sitios, los Estudios Culturalessimplemente significan "alta teoría", o quizás métodos

etnográficos (sobre todo cuando se refieren a preguntassobre la audiencia), o, a veces, el estudio de la culturapopular en sí -como si por el mero hecho de estudiar unaspecto de la cultura popular o de la vida cotidiana comosi se tratase de un texto con su propia política inscritafuese suficiente para hacer Estudios Culturales. No voya negar que no haya personas en el campo de los estudiosliterarios estadounidense que utilicen el proyecto de losEstudios Culturales como yo lo hago, pero, con frecuen­cia, la política que siguen es enteramente textual -biensea discursiva o ideológica.

La tercera situación relacionada con la "americaniza­ción" de los Estudios Culturales contempla la emergen­cia de un tipo de populismo cultural asociado directa­mente con el trabajo de John Fiske, un académico britá­nico que pasó una larga temporada en Australia antes devenir a Estados Unidos (y recientemente, Henry Jenkins,etc.). La noción de populismo se usa aquí normalmentepara describir a los analistas que tienden a celebrar elconsumo y/o la cultura popular como formas de resisten­cia, y que menosprecian el elitismo de cierto tipo de crí­tica y modos culturales concretos. A menudo, dichos ar­gumentos se esgrimían contra aquellos que forman partede la izquierda más conservadora, quienes no lograbanreconocer las consecuencias de los cambios en las re­laciones sociales y culturales para las tácticas políticas.El trabajo de Fiske, y mucho de lo que él inspiró, llevóesta posición al extremo, aunque en este trabajo se puedeapreciar en su totalidad el argumento apropiado sobre loque las personas hacen con los recursos que se le ofrecenpara vivir 10 mejor posible, que no son simples títeres omarionetas de las clases dirigentes o bienes de consumocapitalistas, como si la política siempre se pudiese cono­cer antes de cualquier investigación. Pero, al final, Fiskecayó en la misma trampa, al asumír que las bases deloptimismo estaban presentes y activas siempre.

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Ahora resulta fácil criticar ese trabajo porque fueron de­masiado lejos y además acabaron desautorizando su pro­pia aserción de ser contextualmente relevantes. Querríaañadir que, en determinados momentos y contextos, elargumento del populismo resulta absolutamente necesa­rio, no como conclusión sino como la base de un posibletrabajo político futuro, pero repito, sólo en ciertos con­textos y condiciones.

Sin embargo, también creo que representa una medidade oposición a los Estudios Culturales (así como hastadónde ha caido la intelectualidad de izquierdas, de modoque el trabajo cada vez más se hace sólo para destruircualquier tipo de colaborador o aliado potencial), quesus críticas -contra la amerícanización de los EstudiosCulturales- toman estos ejemplos, en cierto modo, comoalgo representativo. No dejará de sorprenderme el nú­mero de personas que atacan textos un tanto marginalesde Estudios Culturales -por supuesto, no me refiero apersonas como Stuart Hall, o John Clarke, o a veces La­rry Grossberg, etc., cuyo trabajo permanece en la lineapolítica, quieres se toman en serio la economia, y no su­cumben ante la seducción de la alta teoría, etc. Creo quesi alguien pretende atacar una posición, tiene que elegira los mejores ejemplares, no a los peores. Pienso que,probablemente, la mayor parte de todo lo que se produceen cualquíer campo, dísciplina, o paradígma, puede serfácilmente criticable. El verdadero desafio consiste enelegir lo mejor de ese trabajo y entrar en conversacióncon ello.

Por eso opino que los Estudíos Culturales en EstadosUnidos son decepcíonantes, ¿o tienen problemas? Bue­no, lo que creo es que gran parte de lo que se escribebajo esa etiqueta tiene muy poco que ver con el proyectode los Estudios Culturales, y que existe una gran cantí­dad de trabajo relevante que debería estar reconocido,aunque no siempre sea vísible, ni se lleve a cabo por es-

trellas académícas, ni tampoco se practique en aquellasdisciplinas que sí son vísibles, por la razón que sea.

7) Como ya se imagina. para cualquiera que empiece a descu­brir ahora en qué consiste esta controvertida expresiónde "los Estudios Culturales ", el hecho de encontrarsecon un remolino de distintas tendencias, versiones, mo­vimientos y revisiones puede resultar un poco desalen­tador, [por no decir directamente desmoralizante! Enbase a esto, me preguntaba si podría prescribir un modoatractivo de entrar en contacto con los Estudios Cultu­rales, en forma de unos cuantos puntos fundamentalessobre lo que supone ser un practicante de este proyec­to, así como los prerrequisuos necesarios para llevar acabo este tipo de empresa.

LG: Seguramente esta va a ser la pregunta más dificil detodas, precisamente porque ya la he contestado muchasveces, en un volumen bastante considerable de mi tra­bajo. He escrito probablemente cientos de páginas so­bre esta cuestión, ¿y ahora me pide que lo haga en tansolo unos párrafos? Aun así, lo intentaré. Cuando fuial Centro de Estudios Culturales Contemporáneos en1968, me encontré con algo que no estaba buscando.Me encontré con gente -y con un proyecto- que, biende manera consciente o inconsciente, trataban de darcon una manera diferente de ser académíco, de unir lapolítica, la teoría y la investigación empírica con el ob­jetivo de producir un conocimiento útil y que resultasedistinto de la práctica intelectual. Me encontré con unacolección de gentes un tanto extraña, cuyos variadosintereses aún eran más extravagantes, quienes sabíanque de algún modo no pertenecían al ámbito universi­tario y que, no obstante, también sabían que la univer­sidad era el lugar donde tenían que estar. Su intenciónno era crear un nuevo modelo universal, sino simple­mente un modo de dar respuesta a determinados tipos

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de cuestiones que les conducia, en primer lugar, al ám­bito académico, ya que eran preguntas que anclabansu existencia en la universidad, dentro de sus vidas yluchas cotidianas.

La universidad organiza el conocimiento -sus objetos ylas cuestiones que se pueden plantear- en disciplinas,construidas a partir de murallas que, como todos los aca­démicos sabemos, hacen muy dificil, si no imposible,combinar objetos con cuestiones. Los Estudios Cultu­rales están comprometidos con la interdisciplinaridad _referida no sólo a reunir disciplinas, sino a operar en elespacio existente entre las mismas. Después de todo, laspreguntas deberían estar determinadas por el mundo enel que vivimos, y no por las disciplinas.

Además, la gente del Centro también entendía que lascuestiones que el mundo nos plantea no se refieren a ob­jetos especificas sino a cómo estos existen y su funcióndentro de contextos más amplios de la vida cotidianay de la historia. Esto implica algo de gran relevancia:mientras las disciplinas construyen objetos artificiales apartir de la segregación de elementos del mundo socialque aíslan de cualquíer tipo de relación, el "objeto" queconcierne a los Estudios Culturales es el contexto de lavida social en sí, un contexto que sólo se puede enten­der como conjunto de relaciones entrelazadas. ¡Tenemosque encontrar teorías de relacionalidadi

En segundo lugar, la universidad (especialmente enaquella época) devaluaba la cultura, colocándola en unpedestal si se consideraba arte, o relegándola como algototalmente utilitario, como destreza del lenguaje, y, portanto, alejándola de las humanidades. El proyecto de losEstudios Culturales reconocia, aunque sin llegar a teo­rizar sobre ello, la ubiquidad y el poder de la cultura através de la totalidad del campo social. Asímismo, en elmundo contemporáneo, la cultura parecia haber adqui-

rido el papel de agente principal de la transformaciónsocial. ¡Esto es lo que teníamos que entender!

En tercer lugar, las normas académicas de la universidaddefinen la producción de conocimiento como una activi­dad de simplificación; de ahí la necesidad de las discipli­nas. En este sentido, los modos típicos de conocimientorepresentan una especie de reduccionismo a través delcual la complejidad de lo real se reduce al servicio delas reglas disciplinares de explicación. Los Estudios Cul­turales eligen abrazar la complejidad y arguyen que esimposible comprender la humanidad si no es a través deltrazado de mapas de la multiplicidad de relaciones queconstituyen cualquier contexto y evento dentro del mis­mo. En consecuencia, en lugar de buscar ill respuesta o depensar de manera disyuntiva (es a o b), los Estudios Cul­turales reflexionan de manera conjuntiva (es ay by... ).

En cuarto lugar, la universidad requiere que el conoci­miento se divorcie de cuestiones de poder y de política.Los intelectuales jóvenes del Centro entendían, incusoantes de haber leído a Foucault, que esto no sólo no eraposible sino tampoco deseable. Si las ideas importan, elsaber es parte vital de cualquier esfuerzo por cambiarel mundo, por ello, la tarea del intelectual, como dijoGramsci, consiste en saber más que la otra parte, y asirelatar historias más completas sobre el presente paraque la gente pueda visionar otros futuros, así como for­mular estrategias más efectivas para hacerlos realidad.Aún más problemático resulta que las normas académi­cas demanden una separación radical de la pasión y delconocimiento, pero ¿cómo puede alguien a quien le im­porta 10 que pase en el mundo y el papel que desempeñael conocimiento para dar forma a ese mundo, dejar delado su pasión"

En quinto lugar, la universidad parece abanderar una vi­sión destructiva y competitiva de la producción del co-

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nacimiento, de modo que, la verdad y el valor de lasideas de cada cual sólo se pueden establecer con la de­molición, a través de la una crítica continua e insaciable,del trabajo de los demás. En vez de percibir el trabajointelectual como conversación y colaboración, como unproyecto compartido, la universidad lo convierte en unacarrera donde todos compiten contra todos. El resultadoes que cada uno tenemos que pensar en nuestro propiotrabajo en términos de objetivos imposibles, porque hayque protegerse de todos aquellos que van a atacarte -porconsiguiente, hay que producir un trabajo que no se pue­da criticar, que sea perfecto y completo. Los EstudiosCulturales en el Centro trataban de leer todo tipo de tra­bajo entablando conversación con el1o, y asi reconocerque manteniendo un diálogo continuo y construyendoel conocimiento a partir de éste, es como el trabajo delos Estudios Culturales resulta inherentemente colabo­rativo. De ahi que el trabajo intelectual se deba ver conhumildad, algo que parece no tener cabida en la univer­sidad.

Finalmente, la universidad opera con una sencilla epis­temología a partir de la cual algo es o bien verdadero-resultando en una verdad universal- o falso. Sin em­bargo, en el Centro todos parecian darse ya cuenta deque en esto residía el problema más serio de las normasdel saber, que representaba la raíz de la modernidad eu­ropea, que lo habia permitido para pervertir los idealesdel humanismo y convertirlos en las realidades del colo­nialismo, de los desastres ecológicos, etc. Es a esta rei­vindicación de la universalidad a lo que se enfrentan losEstudios Culturales, pero lo hacen sin caer en lo que lasnormas dominantes distinguen como una contradicción-el relativismo o particularismo.

En lugar de eso, los Estudios Culturales defienden el con­textualismo radical. Hay tipos de conocimientos mejo­res y peores, pero siempre dependerán del contexto. Los

Estudios Culturales argumentan que la elección entre louniversal y lo particular se basa en el apoyo de la perezaacadémica: uno puede descansar tranquilo, teniendo laseguridad de que su teoría y/o su politica puede propor­cionar las respuestas, sin la labor auténtica de entablarun diálogo entre la teoría, la politica y el mundo. Es porello que los Estudios Culturales rechazan asociarse a unateoría. Buscan las teorias que ofrezcan respuestas másadecuadas a las cuestiones planteadas por el mundo; nopodemos dar por hecho que Marx, o Gramsci, o Foucault,u otros, resulten útiles de manera universal; ellos definenlas herramientas que pueden funcionar o no en espaciosproblemáticos especificas, en palabras de David Scott.Igualmente, los Estudios Culturales aseveran que no sepuede saber con antelación lo que va a ocurrir con lasfuerzas, los desafios o la participación política. No pode­mos conocer la "verdad" de lo que estamos estudiandoantes de l1evar a cabo el trabajo. Cualquiera que sea elcontexto o conjunto de relaciones, siempre se va a tra­tar de capitalismo, de raza, o... incluso de identidad. Dehecho, ningún contexto contempla un único elemento,ningún desafio se puede definir siempre a partir de unasola línea básica que pueda adivinarse antes del trabajode investigación. Se opone a cualquier postulado de quealguien pueda conocer las respuestas antes de l1evar acabo cualquier labor académica. Sin embargo, esto eslo que ha causado la pereza de las normas académicas.

Éste es el proyecto que encontré durante mi estancia enel Centro; éste es el proyecto sobre el que he estado ha­ciendo proselitismo durante décadas y, quizás ahora, en­tendamos por qué los Estudios Culturales siempre van aencontrarse con cierta oposición dentro del mundo aca­démico.

Aún añadiré otra cosa -porque pienso que es relevantehacer una distinción- como sugirió Raymond Williams,entre el proyecto y sus creaciones. Existen, en realidad,

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muchas maneras de hacer Estudios Culturales y sí quetiene mucha importancia saber lo que éstos representanen cada contexto. Los Estudios Culturales, en su esfuer­zo por dar respuesta del mejor modo posible a las cues­tiones y demandas de cualquier contexto -y está claroque hay muchas formas y escalas de contextos- síempretienden a reinventarse y reconstruirse para poder haceruso de las herramientas teóricas y metodológicas másapropiadas. No se puede dar por hecho que un modeloparticular de Estudios Culturales -por ejemplo, los es­tudios subculturales, la codificación-descodificación, elanálisis del Thatcherismo como lucha hegemónica, o lasteorías de raza y etnicidad desarrolladas por personali­dades como Stuart Hall y Paul Gilroy- proporcione unaplantilla que se pueda mover con facilidad de un contex­to a otro. Dichos modelos -ciertamente los ejemplos másconocidos de los Estudios Culturales británicos- eran ensí mismos articulaciones contextuales que respondían asu propia problemática contextua!.

8) Pero yo percibo una tensión en todo esto: ¿cómo. o en quémanera(s) ser pueden abrir camino, o reconciliar los in­tereses, métodos y la politica intelectual de los EstudiosCulturales con las organizaciones disciplinares del co­nocimiento en las universidades?

LG: Creo que ésta es una de las cuestiones más ímportantesa las que se enfrentan no sólo los Estudíos Culturalessino la universidad en genera!. El sístema actual de dis­ciplinas se inventó a finales del siglo XIX, al menos enEstados Unidos. Está claro que ya no funciona, que laspreguntas importantes e interesantes demandan un tra­bajo interdisciplinar (o, como mínimo, multidisciplinar).¿Pero cómo se "lleva a cabo" la interdisciplinaridad? Nocreo que simplemente nos podamos deshacer de las dis­ciplinas, pero tampoco opino que se pueda sacar nada deéstas sin someterlas a duras críticas que surgen del reco-

nocimiento de la contextualización y la relacionalidadpor un lado, y la discursividad, por otro.

No obstante, tenemos que tomar en serio el conocimien­to disciplinar. Creo que uno de los mayores fallos de granparte del trabajo intelectual de la izquierda académica esconsecuencia del hecho de que hablamos sin parar deasuntos relacionados con la economía y, sin embargo,poco sabemos en realidad sobre éstos, ya que sólo lee­mos aquello con lo que sabemos vamos a estar de acuer­do y en realidad no estamos al corriente de cuáles se­rian las alternativas posibles que no estamos teniendo encuenta. Así que no conozco la respuesta. Sé que tenemosque encontrar un camino hacia la interdisciplinaridad,y por el momento sólo puedo conceptualizar el diálo­go dentro de las disciplinas y entre ellas o, aún mejor,las posibles conversaciones en los espacios existentesentre las disciplinas. Yo mismo existo porque tengo unpie en una disciplina (los estudios de la comunicación,en mi caso) y el otro en el proyecto interdisciplinar delos Estudios Culturales. Esto funcionaba a la perfeccióncuando escribía sobre música popular y cultura juvenil,sin embargo, resulta menos satisfactorio ahora que mitrabajo ha tomado un giro explícito hacia la economía.Pero éste es otro tema.

9) En sus escritos usted habla de "conversaciones interdis­ciplinares". ¿Pero cómo se "traduce" esta convicción/responsabilidad en los términos prácticos del aula? Enotras palabras, ¿cómo consigue que sus alumnos desa­rrollen estilos de pensamiento sensibles a la cultura (yformas de compromiso) que trasciendan los principiosestablecidos y métodos de investigación de disciplinasconcretas?

LG: Supongo que debería empezar siendo sincero a la vez quepesimista -es decir, que no creo que tenga tanto éxito

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como el que cabría esperar. No sé si ésa es la realidad dela docencía en general o de la mia propia, aunque piensoque con demasiada frecuencia asumimos que nuestrasintenciones (ya sean pedagógicas o políticas) garantizande algún modo los resultados, y puedo asegurarle que,después de treinta y cinco años de dedicación a la ense­ñanza, la cosa no funciona así. Odiaría tener que intentarmedir el abismo existente entre lo que trato de enseñary lo que mis estudiantes reciben de mis clases. Por su­puesto, cada clase tiene sus propios fallos y éxitos, biense consideren en términos de estudiantes concretos o deargumentos especificos.

Dicho esto, es importante separar las dos formas de do­cencia con las que estoy involucrado: en términos de launiversidad estadounidense, la educación de grado y deposgrado. Pienso que debo hacer una diferencia entrelas dos, aunque las dos tengan algo en común. Mi es­trategia pedagógica en ambas consiste en conseguir quelos alumnos entiendan lo que significa pensar de modocontextual -sobre los contextos, en respuesta a los con­textos y con los contextos. Ésa es, para mí, la clave pe­dagógica, ya que si la gente está luchando por trabajarcon los contextos, tienen que ver la complejidad de losmismos: tienen que unirse a una conversación interdis­ciplinar (que no sea simplemente aditiva), donde cadadisciplina dé su pequeña aportación porque todo estémezclado en el contexto. Si comprenden que hay diver­sas vias por las que caminar a través del contexto -y quea distintas personas se les permite o no seguir ciertoscaminos (aunque nunca estén completamente determi­nados)- entonces tienen que existir una conversaciónque cruce las fronteras que regulan el sentido común yles fuerce a participar en lo que he descrito como unaconversación de múltiples culturas y disciplínas. En­tonces, ellos tienen que ver que esos caminos han sidoformados por fuerzas que no empiezan y acaban en los

límites que pueda tener cualquier contexto ... y, P?r tan­to, tienen que entablar una conversación global. Esta esla estrategia pedagógica abstracta que encuentro másefectiva por el momento.

Quizás deberia añadir unas palabras acerca de mis elec­ciones pedagógicas generales, que a menudo suelen re­sultar "políticamente incorrectas" en Estados Unidos.Bien porque me guste hablar (más que escribir) o bienporque pienso que la educación y la producción del co­nocimientono son "democráticas", creo queexistencier­tas herramientas (teorías, conceptos, elecciones) que unodebe comprender antes de lanzarse de lleno al trabajocreativo. Opino que no todo lo que se puede llegar a de­cir sea igualmente brillante, por tanto doy muchas clasesmagistrales, incluso en los cursos de posgrado, aunqueconforme los alumnos se van sintiendo más cómodos yganan experiencia con estas herramientas, aprovecho almáximo las conversaciones que pueden surgir.

Doy clases de Estudios Culturales de posgrado en dosfases. La primera clase la dedico a introducir el trabajocontextual con lecturas detalladas de la tradición britá­nica -aquella que en gran medida dio forma a mi carreray que es la que mejor conozco. Sin embargo, también esun conjunto de obras que responden a contextos lo sufi­cientemente cercanos a lo que muchos de los estudian­tes conocen, por lo que no cuesta demasiado hacerlesver lo contextual que resulta. Trato de dedicar el tiemposuficiente para presentar la naturaleza cambiante de loscontextos históricos y para explicar las intervenciones-de codificación/descodiñcación, teoría subcultural, teo­ría hegemónica, de raza y etnicidad- no como teoríasgeneralizables que se puedan aplicar en cualquier épocay lugar escogido, sino como intervenciones empíricas yteóricas de espacios problemáticos políticos particula­res, como un esfuerzo no para describir algo que sucedeal margen de cualquier descripción, sino para reconstruir

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el propio contexto, abrirlo a posibles transformaciones,en el proceso de redescribirlo.

El segundo semestre de estas clases va cambiando con eltiempo, dependiendo de mis propios intereses así cornolos de los estudiantes que siguen el programa. A vecesme centro en trabajos que acaban de salir. Por ejemplo,en la primavera de 2010 voy a impartir un seminarioque contempla el giro que en algunos Estudios Cultu­rales se está manifestando en cuestiones que afectan ala ontología, y cómo éstas se pueden entender corno re­acciones a las cada vez más relevantes cuestiones sobrela globalización y el postcolonialismo -al tiempo quepueden contribuir a un mejor estudio de dichos ternas.También he dedicado este semestre a la enseñanza deproblemáticas políticas específicas, corno por ejemplo lacuestión de las modernidades múltiples, que me fascina.Normalmente, al menos en los últimos años, especial­mente cuando comparto la asignatura con mis colegasArturo Escobar (un antropólogo colombiano) y JohnPickes (experto en economía y geografía cultural), estasclases se centran en cuestiones sobre la economía, con­cretamente en cómo incorporar ternas económicos en eltrabajo coyuntural de los Estudios Culturales.

Pero quizás las herramientas pedagógicas más interesan­tes son las de mis clases de grado. O, mejor dicho, loeran, aunque ya hablaré de esto más adelante. En ciertosentido, se puede decir que nunca enseño Estudios Cul­turales, al menos no de manera explícita, a los estudian­tes de grado, aunque en alguna ocasión he impartido al­gunas clases teóricas. La primera vez que empecé a darclases de grado, aprendí una lección muy importante:Stuart Hall solía decir que si querías movilizar o cambiara la gente, tenías que partir del lugar donde ya estaban.Así que empecé -y continué durante veinte años- a im­partir clases de "historia" de la cultura juvenil y la mú­sica popular, porque creía que eso era lo que realmente

les importaba, que era, en cierto sentido, el lugar donderesidía su alma, en la música asi corno en las culturasque la rodeaban, y aquello era lo que les inducía a suselecciones y a trazar sus "mapas de importancia". Mihistoria se referia, por supuesto, a los Estudios Cultu­rales. Trataba de hilar la música, el cine, los estilos detelevisión -de baile, de moda, del lenguaje- en un entre­tejido más amplio de cambios culturales, socíales, polí­ticos y económicos, para entender cómo la música y loscambios culturales se podían percibir corno reacciones alos contextos cambiantes de la juventud en Estados Uni­dos, y también corno formas de actuación constituidasen relaciones complejas, modos de vivir y de navegar através de dichos contextos. Es decir, que intentaba ense­ñarles a pensar de modo contextual, reflexionando acer­ca de las culturas cambiantes dentro de las cuales ellosmismos estaban involucrados e implicados. En suma, unpensamiento contextual que surgía de sus propias y másprofundas inversiones emocionales.

Sin embargo, cuando me trasladé a Carolina del Norte,dejé de impartir esas clases. Las razones fueron un tantocomplejas. Me estaba haciendo mayor y entonces habíatenido un hijo. Pero lo más importante es que cada vezresultaba más difícil ganar la confianza de los estudian­tes. Siempre que daba esa asignatura, tenía que probara los alumnos que mi objetivo no consistía en "acade­mizar" simplemente los asuntos que les importaban,que la música y la cultura me importaba a mí también,y que mi intención era que reflexionaran sobre sus pro­pias elecciones y gustos, que entendiesen dónde y cómoencajaban ellos mismos en el mundo circundante. Peroel salto generacional cada vez era mayor y, corno com­prendí más adelante, el contexto de nuestras vidas habíacambiado tanto que habría tenido que empezar de nuevo.Los chicos y chicas empezaron a decirme que era inca­paz de comprender su cultura ya que yo daba por hecho

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que ser joven era algo positivo cuando ellos pensabantodo lo contrario. Eso es precisamente el principio de miúltimo libro.

Ahora voy a volver a enseñar a los estudiantes de gra­do, en parte porque echo mucho de menos esas clases ytambién porque echo en falta el bagaje de conocimien­to que estos alumnos y alumnas me proporcionan y quenecesito para poder comprender lo que ocurre hoy endía en el mundo. Así que en la primavera de 2010 voy aimpartir una asignatura sobre las contraculturas. Es unexperimento. Dedicaré la primera parte del semestre aofrecer una perspectiva de los Estudios Culturales sobrela contracultura de los años sesenta, y después quieroorganizar la segunda parte del curso alrededor del plan­teamiento de sí existe una contracultura contemporánea-una articulación de movimientos culturales y tecno­culturales, políticos, espirituales y de estilos de vida. Lesmandaré, con mucho apoyo, a que investiguen, a que ha­gan Estudios Culturales sobre lo que está sucediendo enel mundo que les rodea. Mi hípótesís -ya que conciboeste proyecto literalmente como una clase de investiga­ción en proceso- es que sí que podemos encontrar algode contracultura en el mundo de hoy en día pero la ma­yoría de los estudiantes no son conscientes de ello. ¿Porqué? Porque no tiene la misma visibilidad de la que go­zaba la contracultura de los años sesenta. Y de nuevo nospreguntaremos, ¿por qué? Una parte de la respuesta serefiere al rol cambiante de los medios de comunícación,pero aún más ímportante es porque pienso que las mis­mísimas formas de la contra-cultura efectiva hoy no sonaparentemente capaces de producir los tipos de articu­laciones -de unidad y visibilidad- que representaban elarte crucial de los años sesenta. En pocas palabras -quepueden convertirse en el título de mi próximo libro- "ca­rece de canción". Estoy muy emocionado con volver alas clases, donde los estudiantes forman parte, como si

dijéramos, de mi "investigación", al tiempo que ellos/asme educan a mí.

Finalmente querría añadir algo sobre la politica de la cla­se, ya que opíno que esto se ha convertido en un graveproblema entre aquellos que piensan que hacen EstudiosCulturales. No creo que sea mi función como profesorhacer de los estudiantes mejores personas, infundirles mimoralidad o mis valores políticos. Mi trabajo consiste enayudarles a adquirir las herramientas que les permitiráncomprender lo que sucede en el mundo, a su alrededor, aentender que el mundo -o parte de él- se construyó delmodo en el que ahora es y que se puede cambiar. Es decirque la úníca lección ética que les voy a enseñar trata dela actuación -que la gente sí que influye en el modo enel que el mundo se convierte, y que ellos/as también sonresponsables de aquello en lo que el mundo se convierta.

10) Entiendo que usted ha tenido también un papel crucial enlafundación de la ACS (Asociación de Estudios Cultu­rales). ¿Cuáles son sus objetivos y esperanzas para laACS?

LG: Tenía dos objetivos. Primero, quería crear lo que se po­dría denominar como una comunidad de trabajadores deEstudios Culturales que ofreciese el apoyo -Institucionaly en ocasiones personal- que todos necesitamos a veces,cuando intentamos hacer algo que no sólo se sitúa fuerade las posibilidades normativas de la universidad, sinoque también desafia muchas de las prácticas y hábitosreguladores de las concepciones dominantes del traba­jo intelectual. En este sentido, creo que siempre resultaagradable saber que no estamos solos -ni en el esfuerzoni en el ataque, y también pienso que es bueno tener unaínstitución académica "legítima", capaz de dar respues­ta a las necesidades de dicho trabajo interdisciplinar. Elsegundo es que pretendía que funcionase como un comi-

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té estratégico, sin que fuese simplemente una cuestiónde saber quién está trabajando en qué, sino mucho más.Pienso que las lineas de fuerza y lucha que conformanel mundo contemporáneo (y, de otro modo, también enconjunción con otras fuerzas locales, que dan forma acoyunturas superpuestas específicas) no empiezan y aca­ban en las fronteras nacionales, por tanto, debemos em­pezar a reflexionar sobre las coyunturas en términos másallá de los nacionales. Es muy fácil decir que tenemosque pensar globalmente, porque eso ya nos lanza en laoposición entre global y local, y esto es de lo que preci­samente quiero huir.

Un comité estratégico lleva implicitas labores de con­versación, colaboración y cooperación, asi como elaprendizaje de que coyunturas distintas no sólo planteanrespuestas diversas sino también preguntas diferentes.Asimismo implica percatarse de que vivimos en realida­des, epistemologías e, incluso, ontologias distintas, y portanto hemos de aprender a pensar, hablar y organizarnosteniendo en mente y acogiendo dichas multiplicidades.

Supongo que todo esto puede parecer un tanto abstrac­to e idealista, así que diré también que considero quela ACS ofrece la posibilidad de crear un foro gracias alcual yo ya no me vería en la necesidad de definir una yotra vez qué son los Estudios Culturales y defender micompromiso con ellos y con sus variados postulados yprácticas, incluyendo la complejidad, contextualización,etc.

11) Dado su amplio conocimiento sobre la implementacióny el funcionamiento de los Estudios Culturales en dis­tintos países por todo el mundo, ¿qué opinión le mere­ce la situación de los Estudios Culturales en España encomparación con otros países? Se lo pregunto porqueconsiderando el auge evidente de dicho proyecto en mu-

chos otros lugares del mundo, en España, esta forma deinvestigación intelectual, análisis y crítica sigue siendouna empresa bastante minoritaria, y a menudo expuestaal mobbing institucional.

LG: Los Estudios Culturales han sido acogidos de formas muyvariadas en distintas disciplinas y espacios nacionales.Gozan de una auténtica y vital presencia en América La­tina y están consiguiendo una mayor visibilidad en Asia.En Europa existen grandes diferencias entre países. GranBretaña, Italia y algunos paises nórdicos pueden presu­mir de una tradición de trabajo intelectual serio llevado acabo ya durante bastante tiempo. En Alemania y Austrialos Estudios Culturales todavía representan una fuerzapequeña pero en auge. Se pueden encontrar trabajos deinvestigación en Bélgica y Holanda, pero desconozco elalcance del mismo. También están surgiendo en algunospaíses ex-soviéticos de Europa del Este.

Resulta interesante observar que los tres paises europeosdonde existe una mayor oposición son Francia, Portugaly España. No obstante, a pesar de esa resistencia culturale institucional, sí que se está llevando a cabo un trabajovisible y vital, al tiempo que podemos encontrar valien­tes e innovadores defensores de los Estudios Culturalesejerciendo dentro de varias universidades.

Yo tengo una regla por la que siempre me rijo: comocreo en la contextualización, intento no opinar sobrecontextos que desconozco ... así que no puedo hablarcon mucha autoridad sobre lo que ocurre en estos lu­gares, ya que no conozco bien el sistema universitarioespañol y tampoco sé exactamente cómo operan los Es­tudios Culturales dentro de estas universidades, apartedel hecho de que están bastante marginados; sí que pue­do decir que estoy familiarizado con el trabajo llevadoa cabo en España porque he visto algunas publicacionesde "Cultura y Poder" y tuve el verdadero placer de asis-

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tir a uno de los congresos que organizan (estoy desean­do asistir al de 2010). Me impresionó mucho el enormealcance del trabajo que aqui se cubre, asi como la sofis­ticación teórica y metodológica del mismo. Me llama­ron la atención un número concreto de puntos fuertes: eltrabajo que relaciona los Estudios Culturales con cues­tiones de cultura literaria y textual y, de modo especialy único, algunas de las preocupaciones reales que seplanteaban con la educación, así como los vínculos quese establecen entre la cultura y la economía (al menosen uno de los volúmenes de artículos publicados) quepersonalmente admiro mucho. Una de las publicacionesrecientes que he visto sobre "cultura y sociedad en laera de la globalización" es una maravilla; ciertamenteeste libro no tiene nada que envidiar a ningún otro delos escritos en otros lugares.

Lo quc me resulta imposible comentar -aunque estoymuy interesado en ello- es sobre la manera por la queeste trabajo es el resultado de una articulación única dela historia especifica de la península ibérica, concreta­mente de los últimos cuarenta años más o menos. Megustaría saber más sobre el tema, pero esto es un fallomío, no suyo (en plural, me refiero). Sí que estoy al co­rriente, gracias a uno de mis estudiantes que trabajan enEspaña, que existe un conjunto de trabajo cultural teóri­camente sofisticado producido por una gran variedad demovímientos sociales y grupos activistas "autónomos"como Precarias a la Deriva.

Intuyo que, como en gran parte del mundo Anglo-Eu­ropeo, hay una marcada división entre la izquierda aca­démica (de los Estudios Culturales) y los movimientossociales, ¿me equivoco? Por último, me sorprende ­aunque quizás se deba a mi falta de conocimiento sobreel tema- la falta de diálogo entre los Estudios Culturalesespañoles y las tradiciones imperantes que han surgidoen el antiguo imperio colonial español, me pregunto si

habría algún modo con el que yo podría a ayudar a quese desarrollase. Pero ese es otro tema.

Supongo que todo esto que estoy diciendo sc basa en loque he visto, todo lo que han conseguido los EstudiosCulturales españoles (o ibéricos) con muy poco apoyoinstitucional. Se merecen tener mayor visibilidad en lacomunidad internacional, y decididamente tienen queluchar por conseguir su sitio dentro de los campos in­telectuales e institucionales de las universidades espa­ñolas. Volviendo a la pregunta anterior, esto es lo queespero que la ACS pueda conseguir y, lo que espero queesté ya llevando a término la revista que edito, CulturalStudies.

12) La cantidad de libros que ha escrito es impresionante (17,¿no? Sin contar las traducciones en diferentes idiomas).Este enorme conjunto de obras testifica el alcance e im­pacto de su influencia en el campo de los Estudios Cul­turales. Ciertamente, durante los últimos treinta añosusted ha tocado temas de la más variada naturaleza quevan de la teoria "pura y dura" y debates teóricos al es­tudio de la comunicación, historia, política, economia,globalizacion, música, cultura juvenil ... la lista podrlaseguir. Permitame entonces hacerle una pregunta sen­cilla y directa ¿Cuál diria que ha sido su libro preferidoa la hora de escribir?

LG: Ojalá fuese tan simple y directa. Lo primero que le tengoque confesar es que odio escribir. Lo encuentro algo do­loroso y problemático. No es lo que realmente me gustahacer -lo que me gusta es hablar, enseñar, tener conver­saciones- la mayoría de las cosas sobre las que escribosalen de esos contextos -doy conferencias, enseño, etc.y las anotaciones que se originan y que nunca dejo deanalizar y reformar, se convierten en la base de mis es­critos. Solía soñar cómo podría seguir trabajando sin es-

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cribir -por ejemplo, que mis estudiantes publicaran losapuntes de mis clases (como el gran sociólogo estadoun­idense George Herbert Mead), pero en fin ...

Asi que déjeme que reformule su pregunta: ¿cuál es milibro preferido a la hora de leer? Aunque eso es algo quetambién me resulta muy difícil de contestar, ya que cadalibro significa una cosa distinta para mí y comprendeesfuerzos, deseos y fracasos diferentes. Bueno, las doscolecciones de ensayos marcan las trayectorias de micarrera y el desarrollo de mis ideas. Podria decir queWe gotta get out of this place: Popular Conservatismand Postmodern Culture (1992) es el que más papele­tas tendría para convertirse en mi libro favorito, ya que,mientras lo redactaba, me di cuenta de que 10 que habíaestado argumentando de manera abstracta tenía su apli­cación en asuntos concretos -que la teoria sígue a las de­mandas-los problemas de los espacios -de la coyuntura.El análisis coyuntural no sólo implica la labor del análi­sis sino la necesidad de seguir teorizando, de encontrarlas herramientas que producen una historia mejor, si nola mejor. Mi trabajo en, We Gotta Get Out ofThis Place,pues, me ayudó a definir también la trayectoria teóricade mi proyecto -reuniendo mis propias lecturas (idiosin­crásicas y sin duda discutibles) de Gramsci, Foucault,así como de Deleuze y Guattari. En cierto sentido, creoque dicho análisis era correcto, aunque también he deconfesar que pienso que no conseguí integrar adecuada­mente la teoria y el análisis.

Por otro lado, Caught in the Crossfire: Kids, politics andAmerica s future (2005), aunque suponia una continua­ción del mismo proyecto - contar una historia mejora­da de los Estados Unidos contemporáneos, fue mi pri­mer intento (y quizás el único) de hacer algo diferente,algo en lo que creo con pasión, como académico de losEstudios Culturales e intelectual de izquierdas -que esnecesario que exista un diálogo entre los intelectuales

profesionales y un público más amplio o, como diríaGramsci, que los intelectuales tienen la obligación decompartir su conocimiento con las personas que podríanllevarlo a la práctica (aunque desconfío de la constanteimagen vanguardista que en esto se presenta). Caughtin the Crossfire se escribió para un público más amplioque, desafortunadamente, nunca encontré, pero creo queconsiguió que la historia que puedo relatar esté mejoran­do, y pienso que tuvo un relativo éxito al encontrar unamanera diferente de hablar sobre esos discursos teóricosexplicitos en los que me baso que suelen permanecerbastante sumergidos.

Finalmente, puede que mi último libro sea el más signifi­cativo de los que he escrito, aunque también en el que memuestro de peor humor. También hay otros libros que meresultan especialmente relevantes. Obviamente creo quelos dos volúmenes que co-edité por primera vez tuvieronun profundo impacto a la hora de expandir los EstudiosCulturales a una gran variedad de público. Without gua­rantees: In honor ofStuart Hall (2000) me resulta muyimportante dado mi respeto y cariño por Stuart Hall, asícomo por Paul y Angela, mis co-editores. También dirialo propio de New Keywords. Trabajar con dos de los me­jores amigos e intelectuales que más admiro, MeaghanMorris y Tony Bennett fue un verdadero placer, auncuando el proceso de editar un libro jamás resulta pla­centero. Podria seguir, pero creo que ya me entiendes.

13) También querria preguntarle sobre su libro más reciente.We all want to change the world: The intellectual laborof cultural studies se publicará en 2010, ¿ le importaríadescribir sus puntos principales? El manuscrito que heleído sugiere que existen muchos paralelismos entre ellibro y los asuntos concernientes a la teoría de la com­plejidad, así como las intersecciones con sus propiaspreocupaciones que durante tanto tiempo ha mostrado

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sobre la historia lafilosofia, la política, la economía, losEstudios Culturales ...

LG: Acabo dc describirlo como mi "libro malhumorado",puesto que trata de considerar por qué tantos aspectosde los Estudios Culturales (y también de gran parte deltrabajo intelectual) se han vuelto tan j •••••••••• abu­rridos e inútiles, por qué el hecho de tener tan pocas co­sas que contar nos hace reducir el movimiento en casitodo el mundo (y ciertamente en mi propio país) dentrode direcciones que se basaban en valores y visiones a lasque nos oponemos. También es mi libro más optimistaporque todavía creo que las ideas tienen una gran rele­vancia a la hora de esforzarse por cambiar el mundo ylos Estudios Culturales pueden contribuir enormementea ello.

Pensé en escribir una introducción a los Estudios Cultu­rales, pero me di cuenta de que la propia naturaleza delproyecto hacía de la noción tradicional de una introduc­ción algo erróneo. Este libro se puede considerar comouna "anti-introducción", ya que no presenta 10 que losEstudios Culturales han sido sino en 10que se tienen queconvertir. Es una introducción a "la futura evolución delos Estudios Culturales".

En el libro se argumenta que la razón por la que las his­torias que los intelectuales progresistas han estado con­tando durante décadas no parecen haber funcionado seremonta a los hábitos de trabajo y de pensamiento ~n­marcadas dentro de postulados teóricos, políticos o me­todológicos- que con frecuencia predeterminan nuestracompresión de lo que sucede, por tanto lo que hacemos,básicamente, es contar lo mismo una y otra vez o sim­plemente afirmamos que todo es nuevo. ¿Cómo pode­mos cambiar las actividades y las instituciones de pro­ducción del saber? ¿Qué tipos de conocimientos hay queproducir, qué clase de tareas tenemos que llevar a cabo

si queremos mejorar nuestro trabajo y abrimos a nuevasposibilidades para cambiar el mundo actual? Estas sonlas cuestiones que intento plantear, si no responder.

Querría intentar, al menos, empezar a darles respuesta.Sostengo que la coyuntura actual -que para mi se re­duce a Estados Unidos, aunque no se pueda limitar porsus fronteras, se puede re-construir como una serie deluchas contra cierto tipo de reducción de lo que significaser moderno, y por encima de las posibilídades de otrosmodos de experimentar la modernidad. Sin embargo,precisamente, muchos de los conceptos que forman labase de la empírica del análisis coyuntural y representanel fundamento de los Estudios Culturales -incluyendo lamodernidad, la economía, la cultura y la política- estánfuertemente ligados a la noción particular de moderni­dad que se ha convertido en el lugar mismo de la dis­puta, en el ámbito nacional así como en el global. Miintención en este libro es interrogar, de modo contextualy interdisciplinar, estas categorías, y crear lo que deno­mino una "una ontología coyuntural" que me permitaexplorar la especificidad y generalidad de dichos con­ceptos. Analizo el trabajo interdisciplinar necesario paraintegrar aspectos económicos en historias coyunturales,el trabajo teórico que hace falta para entender la especi­ficidad histórica de la cultura, y el trabajo cartográficoque nos permitiría reflexionar sobre la política en todasu complejidad.

Pretendo ofrecer una visión de los Estudios Culturalescontemporáneos como una posibilidad de produccióncolaborativa de conocimiento al servicio de la transfor­mación social, construido a partir de la complejidad yrelacionalidad de las realidades sociales. Esto parece unanuncio publicitario de mi libro -supongo que no puedoevitar hablar asi de él en este momento, 10 siento. ¡Ellibro no resulta tan satisfactorio como mi descripciónsugiere'

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Ahora querría añadir algo más. Cuando di mis primerospasos en el mundo de los Estudios Culturales, nadie ha­blaba aún de la complejidad, pero ahora ¡existe al menosun pequeño "boom" sobre este tema! El concepto ha he­cho su aparición en una amplia gama de discursos (comola teoría de la red de actores), en una gran variedad dedisciplinas de las ciencias sociales, así como en un vastonúmero de paradigmas "científicos" -en la ciencia cog­nitiva, la biología, etc>- con el nombre de teoria de lacomplejidad. Una de las personas con las que trabajoen estrecha colaboración es el antropólogo colombianoArturo Escobar, quien está enteramente dedicado a estetema. Aunque en verdad puedo decir que doy acogida atodo esto, creo que es importante cuestionar los diversosmodos con que la complejidad se explica y se utiliza.Personalmente -y admito que con un tono totalmenteidiosincrásico- debo confesar que soy bastante escép­tico respecto a la manera con la que los profesionalesde las ciencias humanas se han aferrado al paradigmacientífico de la complejidad, ya que parte de la raíz delos Estudios Culturales, así como parte de mi educación,se ha definido siempre por una objeción contra el poderde la "ciencia" y contra la aseveración de que sólo éstaproporciona la única forma válida de conocimiento. LosEstudios Culturales surgen, en parte, para afirmar la va­lidez de otros tipos de conocimiento, como ocurrió porejemplo con el trabajo de Raymond Williams, RichardHoggart y James Carey. Esta batalla lidiada no contra laciencia sino contra el positivismo, el cual afirma categó­ricamente que sólo existe un modo auténtico de cono­cimiento, se ha llevado a cabo durante más de un sigloy pienso que continúa con los Estudios Culturales, asícomo en otros lugares. Es por esto que me pregunto porqué, dado que se ha estado hablando de la complejidadmucho antes de que la ciencia "inventase" la teoría de lacomplejidad, necesito basarme en esta última. Me temoque siempre y únicamente se considerará como signo de

que necesitamos la legitimidad que sólo la ciencia ofre­ce. Por eso, cuando los científicos empiecen a reconocerque ellos no descubrieron la complejidad, que ésta ha es­tado presente hace ya mucho tiempo en otros discursos,cuando se nos dé el mismo crédito que el que siempre sele ha otorgado a la ciencia en exclusiva, y cuando empe­cemos a compartir algo de la financiación que se les con­cede, entonces consideraré suscribirme a sus discursos.

14) Muchas gracias por compartir sus ideas. Aunque soyconsciente de que ya le he robado mucho tiempo, ¿mepermitiría concluir esta entrevista con una preguntapersonal? ¿Podría describirnos un día cualquiera de suvida como hombre de familia, académico y exponentelíder de los Estudios Culturales?

LG: Qué pregunta más interesante. Por alguna razón, en cuan­to la leí, me vino a la cabeza la canción de los Beatles("A day in the life"), Bueno ... práctícamente cada díaempieza con mi hijo de 15 años, Zachariah. Le despier­to, le preparo el desayuno a él y a mi mujer y le metoprisa para que se vaya al instituto (los fines de semana,obviamente, no hay clase, así que nuestras mañanas re­sultan más pausadas y el desayuno es más elaborado).

De media, voy a la universidad entre dos y tres días ala semana, y allí bien doy clases (imparto dos asigna­turas, cada una de tres horas a la semana), o bien mereúno principalmente con estudiantes de posgrado, misdoctorandos, estudiantes de mi departamento y de otrostambién. Por supuesto, nunca faltan las reuniones típica­mente administrativas que son la pesadilla de los profe­sores universitarios.

Nunca consigo acabar ningún trabajo en la facultad, o encasa si tengo que pasar parte del día en la universidad.Bueno, esto no es completamente cierto, ya que granparte del trabajo que llevo a cabo, digamos que el se-

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gundo gran bloque de mi tiempo, transcurre con "tareas"tipo contestar e-mails, escribir cartas, responder peticio­nes, leer lo que la gente me ha enviado, trabajar con larevista que edito, rellenar formularios, etc. Por supuesto,también paso mucho tiempo preparando las clases.

Cuando estoy en casa, si no me sobrepasan todas estaspequeñas tareas, y si no tengo que prepararme las clases,entonces puedo tener un dia, o el lujo de dos dias a lasemana para dedicarme a leer o a preparar una conferen­cia, artículo 0, a veces, un libro.

Asi, de 9 a 5, cuando me quedo en casa, estoy en midespacho situado en el sótano trabajando -con la músicaa todo volumen, a veces con la televisión encendida defondo, trabajando, deambulando, perdiendo tiempo- ytrabajando. A las cinco, más o menos, paro para hacer unpoco de ejercicio (muy poco), y luego subo para hacerla cena. Después de cenar tenemos un rato en familia(vemos la tele, una película, escuchamos música juntoso hablamos) hasta que Zachariah se acuesta, entoncesleo los periódicos y me voy a la cama.

Así paso los días. ¿Probablemente no es como ustedimaginaba? Resulta interesante que pensase que escribomucho pero, en realidad, no tanto. Le recuerdo que haceya 35 años que trabajo en la universidad. La mayor partede lo que escribo lo hago en mi tiempo libre -vacacio­nes a lo largo del curso y en verano. Necesito largos pe­ríodos de tiempo sin interrupciones para poder trabajarporque, como ya he dicho, no me gusta mucho escribir.Por eso me cuesta como mínimo cinco años escribir unlibro -uno de los míos.

Muchas gracias Dr. Grossberg ...

Chantal Cornut-Gentille O'Arcy

Pecados de los EstudiosCulturales

Hace treinta años que di con los Estudios Culturales.' Mien­tras que nunca me habría podido imaginar que los EstudiosCulturales llegarían a tener tanto "éxito", los riesgos, enton­ces, eran, en comparación, insignificantes. En la actualidad,la elección de entrar en el ámbito de los Estudios Culturalesse caracteriza por ser un tanto peligrosa, si no maldita. Pareceser que los Estudios Culturales (y las políticas que los acom­pañan) se han convertido en una amenaza. Resulta peligrososer objeto de oposición y ataque siempre que se presente laocasión: acusado de ser demasiado teórico o no lo suficiente,demasiado político o no lo suficiente, demasíado abstracto odemasiado concreto, demasiado crítico o insuficientementecrítico, demasiado elitista o demasiado populista, demasiado

1 En este artículo usaré el término "hablar" como si representase una únicavoz de los Estudios Culturales. No voy a negar que los Estudios Culturalescontienen un discurso múltiple y fracturado. También personificaré a losEstudios Culturales, haciendo de ellos el sujeto parlante y activo de miargumentación. Sé que soy culpable de complicar las cosas, pero es unaelección retórica. Si el lector se siente incómodo con este uso retórico, éste/apuedemodificar cadafrasesustituyendo el sujeto por"losprofesionales delos EstudiosCulturales".

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preocupado por el rigor académico o, todo lo contrario, deminar el rigor de las disciplinas, de contribuir al declive de lacivilización occidental o de estar al servicio de los interesesimperialistas de occidente. Sinceramente, me cuesta enten­der todas estas acusaciones. De todos modos, si surgen tantasfuerzas que arremeten contra el discurso de los Estudios Cul­turales, algo debe haber ahi, aunque no sea de la manera conque los criticos han hecho sus acusaciones.

Querria, antes que nada, aclarar que creo firmemente que losEstudios Culturales son una práctica intelectual rigurosa. Tie­nen como objetivo principal producir el mejor conocimientoposible usando las herramientas más sofisticadas que permi­tan resolver cuestiones especificas sobre la organización delpoder en la vida social. El rigor de los Estudios Culturalesviene precisamente dado por su compromiso con la argumen­tación y el análisis intelectual, la investigación empírica y lanecesidad de un método educativo que introduzca a la gentea organismos de trabajo y de tradiciones tanto dentro comofuera de los Estudios Culturales. No niegan la existencia detradiciones que se tienen que estudiar y tener en cuenta (in­cluso aunque no acepte su construcción como un canon fijo yestable). Es en este contexto en el que se entiende la referen­cia que con frecuencia se hace a la máxima de Gramsci sobreel hecho de que debemos saber más que "los de la otra par­te". No obstante, este compromiso se tiene que equilibrar conotro igualmente potente con el que mantener la pasión y par­ticipación política, el reconocimiento de que el conocimientosiempre se produce y se utilíza al servicio de cualquier asuntopolítico, por mucho que resulte invisible o se dé por hecho.

Hay quienes han sugerido que los Estudios Culturales no sonuna práctica académica, que su verdadero "espíritu" y, en al­gunas tradiciones, su historia auténtica se sitúa fuera del ám­bito universitario. Sin embargo, la verdad sobre los "EstudiosCulturales" no se hal1a en la idealización de algún lugar másal1áde los muros académicos. Los Estudios Culturales no ver­san sobre la restauración de una unidad perdida (de la reali-

dad, la existencia humana o el saber) sino del entendimientode los modos en los que la realidad misma, y las formas conlas que nos relacionamos con ella, son construcciones contin­gentes que están intrincadamente ligadas con la organizacióny articulación de la cultura y del poder.

Por supuesto que, precisamente porque los Estudios Cultura­les existen dentro del ámbito académico, tenemos que obser­var los modos con los que los Estudios Culturales ponen entela de juicio las propias condiciones y estructuras que domi­nan la universidad moderna. El modelo que domina la cons­trucción del conocimiento, y su construcción implícita delmundo según su propia imagen, define la objetividad como lacondición mínima indispensable. Es más, define la objetivi­dad como la ausencia de política, pasión o emoción, perspec­tiva e inversión personal, todo ello etiquetado con el rótulo de"subjetividad". Los Estudios Culturales, sin embargo (juntocon otras formaciones recientes de trabajo crítico académicocomo el feminismo), argumentan que dicha definición no esuna característica intrínseca o necesaria de conocimiento hu­mano alguno en el mundo. No es el único modo para constituirla categoría de conocimiento, o para definir la objetividad. Esdecir, es sólo uno entre muchos discursos posibles. Pero, estáclaro que tampoco es exactamente como cualquier otro ya quesu preponderancia representa la victoria de un conjunto parti­cular de prácticas culturales e institucionales.

El discurso predominante de la objetividad, comúnmenteasociado a la noción de "ciencia", conlleva una organizacióninstitucional particular: es decir, el conocimiento y la produc­ción del mismo están organizados en y por dísciplinas que,normalmente, aunque no siempre, se corresponden con losdistintos departamentos universitarios. Esta división y orga­nización específicas del conocimiento y de la investigación enel ámbito académico fue una invención basada en los cambiossociales del siglo diecisiete y, más tarde, del diecinueve enEuropa y en las Américas. Cada disciplína viene definida porun conjunto delimitado de objetos, cuestiones y "saberes",

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por métodos específicos y procedimientos de medidas, etc.Cada disciplina controla su propia área de competencias y lasformas aceptables de conocimientos, investigación y estudio.Cada disciplina define 10 que resulta razonable y aceptable, yqué cuestiones deben excluirse por ilegitimas. Cada disciplinadefine también qué tipo de respuestas son aceptables y cuálesno (ya que son místicas, basadas en la superstición, no verifi­cables, inconsistentes, etc.). Dicho con sus propias palabras,los economistas estudian economia, los biólogos, biología,y los especialistas en literatura se dedican al estudio de lostextos literarios. Esto es todo 10 que hay. Cuando a alguiense le ocurre transgredir estos límites, se le llama diletante, suinvestigación tiende a rechazarse por considerarse inadecua­da, hecha de cualquier manera y carente de rigor; en pocaspalabras, "no sabe de 10 que está hablando".

Los Estudios Culturales cuestionan dicha organización y ha­cen un llamamiento a la investigación interdisciplinar, lo cualresulta ser otro reto más. Sin embargo, los Estudios Culturalesno promulgan el abandono absoluto de disciplinas y depar­tamentos. A menudo, los especialistas en Estudios Cultura­les no tienen otra elección ya que sus trabajos e institucionesacadémicas están organizados de esta manera. Tampoco di­cen que la interdisciplinaridad simplemente consista en leery citar trabajos teóricos o empíricos pertenecientes a otrasdisciplinas. La interdisciplinaridad no significa adoptar sínningún tipo de criterio una sola fuente, teoría o descripciónde otra disciplina para rellenar parte de la propia investiga­ción. Por ejemplo, si necesito decir algo sobre los cambiosen la economía o prácticas directivas en una empresa, citaríaa alguien cuyo trabajo ya ha sido citado favorablemente porautores que he leido, o cuyo trabajo concuerde en algún puntocon mis propias suposiciones teóricas. La interdisciplinaridadno es algo tan fácil; cuesta mucho trabajo puesto que la divi­sión en disciplinas ha tenido unos efectos reales y duraderosque no se pueden anular porque sí. Otra cosa que tampoco seafirma en absoluto es que la interdisciplinaridad proporcione

una especie de respuesta imaginaria totalizadora. Los Estu­dios Culturales no son una panacea mágica o salvación parala investigación académica; no pueden trascender totalmentela fragmentación moderna de la realidad y del conocimiento.

No obstante, los Estudios Culturales sí que se niegan a que seles encaje en cualquiera de las divisiones existentes del saber.En la práctica, esto significa tres cosas. La primera es que unono puede ignorar cuestiones que puedan resultar relevantespara su investigación sólo porque dicho cuestionamiento leconduzca al campo de otras disciplinas. De hecho, las pregun­tas importantes no suelen respetar estas lineas disciplinareshistóricamente construidas. ¿Con qué frecuencía los profeso­res responden a la pregunta de un alumno diciendo, por ejem­plo -esto es muy interesante, pero esto es una clase de litera­tura, no de economía? Sin embargo, por ejemplo, cuestionessobre relaciones entre raza y cultura nos involucra en el estu­dio de los textos mediáticos, pero también nos puede llevar acuestionamos ciertos aspectos de las instituciones y economíade los medios de comunicación, de la etnografia de la recep­ción, de la historia y la economía de las relaciones raciales, delas políticas llevadas a cabo por el gobierno respecto a los me­dios y las relaciones raciales, de la historia del significado dela raza y de la validez de las teorías biológicas de la raza, delpoder de11enguaje de la ciencia, de varias luchas ideológicassobre la raza y las libertades civiles o derechos constitucio­nales, de cuestiones de nación y de imperio, de colonialismoy de la economía del trabajo y del comercio, de la migraciónartística y legitimidad, etc. Dicho de otro modo, los EstudiosCulturales tratan de explorar y explicar las relaciones entre lacultura (o prácticas culturales) y todo lo que no es obviamentecultural -donde se incluyen las prácticas económicas, las re­laciones sociales con sus diferencias, asuntos sobre la nacio­nalidad, instituciones sociales, etc. Esto entraña delinear lasconexiones y ver cómo éstas se producen y dónde se puedenreproducir. En consecuencia, su investigación siempre debecruzar fronteras disciplinares.

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Mientras que la interdisciplinaridad implica un auténtico tra­bajo, tampoco se trata de dominar una y otra disciplina. Porejemplo, alguien perteneciente a los Estudios Culturales cuyaintención sea manejar asuntos económicos no pretende con­vertirse en un economista; pero sí que se puede familiarizar losuficiente con los discursos y prácticas de la economía comopara que, si elige utilizar una teoría económica concreta, ouna descripción particular de algún fenómeno, pueda conocerla relevancia de su elección. Sabe lo que no escoge así como10 que escoge, y la elección se debe basar en un entendimien­to de cuáles son los intereses de dicha elección. Está claroque la interpretación de estos intereses no reproducirá simple­mente la del economista profesional. Los límites disciplinaresinevitablemente definen el punto de partida y de direcciónque toma una investigación cuando trata de dar respuesta aun planteamiento. Existe, sin embargo, una diferencia: el ex­perto en Estudios Culturales hace un estudio de la economía,no como un economista, sino precisamente como un eruditode los Estudios Culturales, reconociendo, por ejemplo, que,a cierto nivel, la economía es también una construcción cul­tural, un discurso (de igual modo que los Estudios Culturalesestán implicados en todo tipo de realidades económicas). Nose trata, pues, de convertirse en un economista, sino en traba­jar dentro de los parámetros del discurso y de su campo tantocomo haga falta, con el objetivo de dar respuesta al plantea­miento inicial de una manera distinta y novedosa -del modoen que lo haría un especialista interdisciplinar en EstudiosCulturales.

En consecuencia, los Estudios Culturales desafían la impene­trabilídad asumida de las fronteras existentes entre discipli­nas; es más, se atreven a retar su modo de trabajo. Rechazan lasuposición implícita aunque necesaria de que cada disciplinadebería de tener el poder para definir el criterio adecuado paraestudiar el objeto de investigación. Los Estudios Culturalesafirman que hay muchos procedimíentos para estudiar los ob­jetos disciplínares, para trabajar cruzando campos disciplina-

res, dependiendo del punto de partida, de la pregunta que seplantea y del tipo de respuesta que se busca. Por consiguiente,los Estudios Culturales amenazan con emborronar las lím­pidas divisiones de elecciones -tanto metodológicas comoteóricas- que las disciplinas constantemente se empeñan enestablecer. Dicho de modo más sencillo, como las cuestionesinteresantes no coinciden cómodamente con nuestras com­petencias disciplinares, los Estudios Culturales reivindicanuna predisposición favorable a hablar fuera de aquel marcode conocimiento que uno afirma dominar con seguridad. Estosignifica que el investigador se tiene que arriesgar a cometererrores y ser 10 suficientemente humilde como para correr elriesgo de parecer insensato o, incluso, un poco tonto.

Indudablemente, cómo se debe llevar a cabo la interdiscipli­naridad sigue siendo una pregunta abierta. La discusión ante­rior está escrita como si la carga que supone el reto interdisci­plinar recayera sobre los hombros del investigador individualy, a menudo, así es como se enfoca por parte de los investiga­dores actuales. Sin embargo, se podría argumentar que todoesto no hace más que reproducir otro aspecto de la estructuradominante de la práctica académica en la universidad mo­derna, sobre todo en las humanidades (y, en menor medida,también en las ciencias sociales). Damos por hecho que dichainvestigación implica al intelectual individual, aislado y ab­sorbido por cualquiera que sea el objeto de su investigación. Apesar de esto, por todo el mundo existen esfuerzos dedicadosa un trabajo colectivo sobre Estudios Culturales, a veces de­finido intelectualmente, y otras política o institucionalmente.Quizás siempre haya algo colaborativo dentro de los EstudiosCulturales. Después de todo, no es mera coincidencia que unbuen número de tradiciones distintas de Estudios Culturales,como el Grupo de Estudios Subalternos en la India o el Centrode Estudios Culturales Contemporáneos en el Reino Unido,hayan asumido que sólo es posible abrazar la interdisciplína­ridad a través de estrategias colectivas y colaborativas parala investigación. Por citar un ejemplo, el modelo de Estudios

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Culturales de Hoggart proponía que se involucraran represen­tantes de distintas disciplinas en un proyecto de investigacióncomún. Cada uno pondría sobre la mesa sus propias destrezas.

Desgraciadamente, Hoggart falló al no tener en cuenta quecada experto hablaría con una jerga diferente y operaría tam­bién con distintos conjuntos de suposiciones, producto de susrespectivas disciplinas y de sus compromisos teóricos y polí­ticos. Por otro lado, en distintas ocasiones, el Centro trató dedistribuir tareas investigadoras entre varios participantes (lapersona A se centraria en asuntos institucionales, la persona Bsobre cuestiones económicas, etc.). Mientras que el prímerofracasó en la creación de un marco común de Estudios Cul­turales compartído por todos los investígadores, el segundofalló al no darse cuenta de la dificultad de internarse en unamatriz disciplinar de suposiciones, lenguajes y prácticas. Aunasí, ambos modelos, a pesar de sus defectos, se han utilizadoen varios momentos y lugares, habiendo producido, en algunaocasión, un trabajo en verdad impactante, convírtíéndose enlos mejores ejemplos del potencial de los Estudios Culturales.

No es intención de los Estudios Culturales, ni mucho menos,reconstituir una totalidad imaginaria del saber; más bien alcontrario, lo que tratan es de desarrollar una comprensíón másmodesta y limitada del conocimiento, y de su propia autoridadcomo práctica productora del mismo. Éste es el tercer desafíoque los Estudios Culturales les ponen a las prácticas que sedan por hecho en el ámbito académico. El trabajo de los Es­tudios Culturales reconoce su parcialidad y sus limitaciones,pero se níega a aceptar la acusación de que esto desautoricesu investigación o que por ello se la considere imprecisa, queotras que no serían -o no se reconocería que fuesen- igual­mente parciales y limitadas. De ahí que los Estudios Cultura­les rechacen la acusación que se les hace de quedar atrapadosen el relativismo ya que consideran que la misma categoríade relativismo asume cierta inadecuación frente a otra clasede conocimiento no- e im-parcial. No obstante, el hecho deque todo conocimíento esté condicionado y constreñido, y sea

interesado y parcial, no significa que no haya una diferenciacualitativa entre éstos.

Quizás, siendo más precisos, los Estudios Culturales busquennuevas formas y articulaciones de autoridad, construidas enlas posibilidades originadas por conocimientos concretos másque por el estatus de aquello que las produce. Aunque no tie­nen pretensión alguna de llegar a la totalidad o universali­dad, los Estudios Culturales sí que buscan un conocimien­to mejor o más completo. Los Estudios Culturales intentansostener su derecho a ser autoritativos frente al relativismo.Con demasiada frecuencia el campo académico contemporá­neo renuncia a todo tipo de autoridad intelectual. Reconocerque el trabajo intelectual es un modo de producción culturalno quiere decir que se puede poner exactamente a la mismaaltura que cualquier otra práctica cultural. El trabajo intelec­tual debe reivindicar su autoridad pero teniendo en cuenta queautoridad no significa dogma. Es decir, no tiene que derivaren la presunción de poseer acceso privilegiado a la respues­ta "correcta". No existen respuestas correctas en la historia,pero eso no implica que no haya análisis mejores, más útilesy que ayuden a progresar. La autoridad se obtiene de posibi­lidades: posibilidades de dar respuesta a un cuestionamiento,posibilidades de cambio, posibilidades de expansión. Dichaautoridad intelectual no puede depender de medidas objetivaso trascendentales, o de garantías. Puede que debamos tenerloen cuenta en nuestro proceder, pero no hace falta que desacre­ditemos su autoridad -especifica, contextual y modesta- peroautoridad al fin y al cabo.

Los Estudíos Culturales reivindican su autoridad procurandoreflejar sus propias limitaciones y parcialidad, emplazándo­se en un conjunto de relaciones (del mismo modo que sitúasu objeto en una amalgama de conexiones) para entender losprocesos por los que el conocimiento que origina en respuestaa un grupo particular de condiciones está condicionado poresas mismas condiciones, al igual que cualquier otra prácticacultural. Como mínimo, esta práctica autorreflexiva de los Es-

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tudios Culturales reconoce que el intelectual académico tam­bién es un participante de las mismas prácticas, formaciones ycontextos que analiza. En otras palabras, nosotros somos pro­ducto de nuestros propios estudios, incluso si los producimosa partir de las mismas prácticas de nuestro estudio. Nuestrotrabajo también está modelado por nuestra localización den­tro de variadas instituciones y relaciones sociales. Dicha auto­reflexividad no es un problema de autorrevelación. Lo queaqui se trata no es un asunto de ética personal, de psicologíao de una mera lista de identidades, sino de un tipo de rigurosapráctica discursiva, así como de un análisis de condicionesinstitucionales.

La habilidad de llevar acabo dicho análisis auto-reflexivo de­pende, en parte, de la importancia que los Estudios Culturalesle otorgan a la teoría. Defienden que el trabajo teórico -unaabstracción conceptual e invención explícita y sofisticada- esde vital importancia en cualquier intento de entender el mun­do, o de dar respuesta a cualquier pregunta especifica que sehaga sobre el mundo. Podríamos decir que el camino que vade la pregunta a la respuesta se desvía necesariamente por lateoria para que no equiparemos el objeto que encontramos enel punto de partida de nuestra investigación (el objeto tal ycomo aparece en nuestras vidas, como se nos es "dado empí­ricamente") con el fin de la misma. Lo que se alza entre estosdos puntos es el trabajo teórico (y la investigación empírica).La teoría es necesaria porque el objeto en si ya ha sido cons­truido parcialmente por otros discursos (teóricos, culturales,etc.). En todo caso, esto no sígnífica que el lenguaje de la re­flexíón teórica deba mantenerse distante y con una perspectí­va crítica de los díscursos comunes y no tan comunes a travésde los cuales la realidad se modela y construye parcialmenteen las varíadas instituciones culturales y cotidianas de la so­cíedad.

Sin duda, este hincapié que se hace en la teoría irritará a al­gunos, es más, la especíal relación con la teoría que se esta­blece en los Estudíos Culturales se toma como un desafio de

lo que ha sido el uso predominante de la "teoría intelectual"en la práctica académica. Incluso el nombre, "teoría elevada",término utilizado en los años setenta y ochenta para describirel ínflujo de la teoría francesa y alemana en las humanidadesy ciencias sociales como alternativa al ciencismo y al empi­rismo que habían predominado hasta entonces, tiene tintes deobjeto sagrado. Pero esto es precisamente lo que rechazan losEstudios Culturales. Abraza apasionadamente a la teoría perorechaza hacer de ella un objeto sagrado o el objetívo único desu trabajo. Los Estudios Culturales se oponen a escoger unateoría y aferrarse a ella. Lo que persiguen es considerar lasteorías como hipótesis y recursos que puedan encajar, a la vezque ponerse a prueba, en su proyecto especifico.

Además, si la teoría se utiliza como recurso o herramienta,más que como un talismán sagrado, se puede abrir la puerta aun eclecticísmo responsable. Los Estudíos Culturales se opo­nen rotundamente a comprometerse con la teoría pura por elhecho de ser teoría en sí. Es decír, que no hay por qué aceptaruna teoría en su totalidad. Se pueden usar partes de una posi­ción teórica junto con partes de otra. En mí opinión, cuandoesto se realiza con responsabilidad significa que uno conocelo que está haciendo (que comprende la teoría lo suficientecomo para saber exactamente lo que se puede sacar de con­texto) y que reflexiona sobre las posibilidades de contradic­ción y tensiones que pueden surgir como resultado de estapráctica. ¿Por qué o quién, entonces, los Estudios Culturalestoman estas decísiones y apropiaciones? Los Estudios Cultu­rales usan la teoría para "seguir teorizando", cuestionado conrigor y transformando sus compromisos teóricos conformeavanza la ínvestigacíón, construyendo estratégicamente for­maciones teóricas en respuesta a sus proyectos particulares.Los Estudios Culturales reconocen que la teoría queda siem­pre abierta, que el juego de ajedrez teórico (movimiento, crí­tica, contra-movimiento) resulta interminable, pero eligen, encualquier caso, detener el juego teórico y ofrecer un análisiscon base teórica, ofrecer la mejor respuesta posible. Esto es,

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sabiendo que a tu posición le hace falta aún más elaboración,desarrollo e incluso crítica, todavía tendrás que realizar uncompromiso pragmático, por el momento, apostar y asumirel riesgo, con este análisis teórico en vez de con otro. Es más,uno debe tener una predisposición a admitir que puede perderla apuesta, que esta posición teórica no vale la pena, que unoha alcanzado un punto sin salida. ¿Pero qué parámetros uti­lizan los Estudios Culturales para medir el valor de la teoríamás útil y del mejor conocimiento?

Esto nos conduce al último reto que los Estudios Culturales leimponen al campo académico, ya que la respuesta es que losEstudios Culturales miden la utilidad de la verdad y la validezdel conocimiento por su habilidad para abrir nuevas posibili­dades para cambiar la realidad, aunque sean imaginarias, almenos en el contexto limitado de la propia investigación. LosEstudios Culturales no sólo importan el desordenado mundode la vida de la gente al ámbito universitario, sino que pidenque este último se ponga al servicio del primero. Rechazanla imagen de la universidad acorazada y, de algún modo, di­vorciada de las fuerzas sociales existentes fuera de ella. Si launiversidad actual separase la cultura de la sociedad y la eco­nomía, también pensaria que podría proteger al menos ciertotipo de cultura -concretamente la cultura "de élite" o las artesclásicas y la literatura- de cualquier reivindicación que la so­ciedad y la economía pueda hacer de ella. Los Estudios Cul­turales niegan dicha separación e invierte el privilegio. Dichode otro modo, el saber por el saber resulta tan problemáticocomo el arte por el arte. Esto no significa que saber y artecarezcan de valor (incluso si aún no se pueda especificar nin­guna relación), porque el hecho es que no se puede predeter­minar dónde y cuándo ciertos conocimientos pueden tener susimplicaciones o cuándo su valor potencial se hará efectivo.

Dicha inversión de papeles resulta más obvia cuando uno sepregunta cómo se organiza la investigación de los EstudiosCulturales. ¿De dónde salen las preguntas? La respuesta típi­ca en la universidad es que las cuestiones de la propia inves-

tigación surgen de las operaciones internas de la disciplina.Se responde a una pregunta que está sin contestar. A menudo,se empieza con una teoria y se pregunta qué objeto empíricotodavía no ha sido incorporado en su maquinaria explicativa,Los Estudios Culturales empiezan pennitiendo al mundo quepermanece fuera del campo académico que nos pregunte co­sas a nosotros, como intelectuales. Sus cuestiones, por tanto,se derivan del sentido del mundo del investigador (hay quereconocer que quizás de su sentido común) y de las cuestio­nes politicas y posibilidades del momento. No es mi intenciónafirmar, con un empirismo inocente, que el mundo real hablepor sí mismo, sino que los Estudios Culturales empiezan porreconocer que el mundo está ya estructurado, no sólo por lasrelaciones de fuerza y de poder, sino también por las voces dela esperanza y aspiración políticas y cotidianas. Los EstudiosCulturales empiezan donde está la gente, con articulacionesya constituidas sobre la esperanza popular y la decepción dela vida diaria. Como consecuencia, el conocimiento que bus­can los Estudios Culturales implica comprender dónde se si­túa la gente y cuáles son las fuerzas que estiran y empujan alos individuos en distintas direcciones, con el fin de que noso­tros/as y/o ellos/as captemos/en dichas fuerzas en modos quelos lleven (y quizás también a todos nosotros) a algún lugarque esperemos sea mejor.

No obstante, incluso el modo con el que los Estudios Cultu­rales encaran la politica y permiten que ésta dé fonna a suspropios discursos, los enfrenta a las prácticas dominantes deintervención política dentro y fuera del campo académico. Espor ello que los Estudios Culturales argumentan que la poli­tica debe de ser entendida teórica y contextualmente. Los Es­tudios Culturales demandan cierto distanciamiento de las sec­ciones politicas y cierta autonomía de trabajo intelectual. Poreso no creo que se pueda afirman que producen intelectualesholistas. Los Estudios Culturales proponen que tomemos unenfoque flexible, en cierta medida pragmático o estratégico,y a ser posible modesto, de los programas y posibilidades

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políticas. Dicho enfoque niega la posibilidad de una políticatotalizadora (de ahi que se destaquen las criticas políticas ba­sadas en el mero hecho de la ausencia de cualquier asunto ocircunscripción política).

Por consiguiente, se niegan a asumir que exista un único aná­lisis político, estructura o estrategia que pudiese transformaradecuadamente la realidad por completo, que pudiera o debie­ra usarse en todo momento o situación. También rechazan quese dé por hecho el mundo de la lucha política existente y co­mún. No hay nada que sea inevitable o necesario en la estruc­tura y distribución de circunscripciones políticas existentes,ni hay razón para asumir que sean necesariamente adecua­das. Igualmente, mientras que tienen que dar comienzo dondela gente está, se niega a dar por hecho que las definicionescomunes de antagonismo político son por si mismas inevita­bles o incluso adecuadas. Por ejemplo, si bien puede resultarbastante razonable empezar Con cuestiones de identidad en lapolítica contemporánea norteamericana, esto no implica quedebamos concluir con una especie de política de la identidad.Es más, rechaza medir la eficacia política de su trabajo conotras formas de activismo más directas (que están al alcancede nosotros como individuos, en cualquier caso).

Además, los Estudios Culturales creen que el cambio siemprees posible, aunque pueda resultar fácil o difícil en comparacióndesafiar y transformar cualquier relación específica. Siemprese puede encontrar posibilidades, estrategias, para dar respues­ta a las demandas de la organización del poder en el mundo.En este sentido, los Estudios Culturales están motivados porun deseo de dejar espacio al optimismo frente al pesimismoabrumador y del todo razonable al que se enfrenta cualquieraque contemple el mundo contemporáneo. Los que se dedicana los Estudios Culturales les encanta citar a Gramsci: "pesi­mismo del intelecto, optimismo de la voluntad". ¿Qué sentidotiene ser tan pesimista si no se puede encontrar la voluntadpara comenzar a luchar? Por otro lado, ¿qué sentido tiene sertan optimista que no se encuentra la necesidad de luchar con-

tra las estructuras existentes de poder? Por eso, mientras losEstudios Culturales a menudo buscan y encuentran elementosy dimensiones de fuerza, esperanza, supervivencia e, incluso,resistencia, todo frente a una hostilidad todopoderosa, mien­tras se muestran preocupados por la vida cotidiana de la gente,no eliminan dicha hostilidad o los sistemas de dominación quela producen. Su suposición -que donde hay poder existe almenos la posibilidad de resistencia y, a menudo, la lucha parasacar lo mejor de una pésima situación- es corolario de su teo­ría de poder como relación entre fuerzas desiguales.

Mientras que los Estudios Culturales no tienen intención deconsiderar a los individuos como alelados culturales, que noentienden su entorno cultural y están siendo siempre mani­pulados por los que producen la cultura, tampoco consideranque la gente esté siempre en control, siempre resistiéndose,siempre alerta, siempre operando con una compresión bieninformada del contexto. Esto, pienso, es un malentendido cru­cial. Si se da por hecho que la gente es tan estúpida, aleladosculturales, que no se dan cuenta de lo que se les está haciendo,¿qué sentido tiene entonces la educación o el trabajo critico?Además, no creo que sea la mejor manera de intentar orga­nizar el cambio político -tomando como punto de partida eldecir a la gente que son demasiado estúpidos como para com­prender lo que les está sucediendo, que no entienden lo que esmejor para ellos. Esto no significa que los Estudios Culturalesno crean que la gente a menudo esté embaucada por la cultu­ra contemporánea, que se les esté mintiendo y, a veces, porvarias razones, no 10 saben o se niegan a admitirlo. Pero estono significa que los Estudios Culturales se opongan al van­guardismo de gran parte del discurso político contemporáneo,donde el vanguardismo representa la suposición de que sóloun pequeño cuadro de líderes de élite realmente comprendela situación lo suficiente como para ser capaz de definir losproblemas y las soluciones para el resto de los mortales.

Los Estudios Culturales están comprometidos con la lucha, aveces de facto, pero siempre como una posibilidad existente

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que se tiene que perseguir. Esto también puede servir comodescripción de la práctica estratégica propia de los EstudiosCulturales. Para los Estudios Culturales, el mundo es un lugarde batalla, un equilibrio de fuerzas, por ello, el trabajo inte­lectual debe comprender este equilibrio para poder encontrarmodos de desafiarlo y cambiarlo. Está claro que los EstudiosCulturales reconocen que la supervivencia, el cambio, la lu­cha, la resistencia y la oposición no son la misma cosa, quelas relaciones entre estos conceptos no son predecibles, y queexisten diversos modos y lugares donde se desarrollan y sehan desarrollado (desde la vida cotidiana y las relaciones so­ciales hasta las instituciones políticas y económicas. En otraspalabras, los Estudios Culturales no asumen que toda politicasea cultural pero si que la cultura es inseparable de cualquierlucha política. Esto es, quizás, el mayor reto político que losEstudios Culturales plantean, ya que admiten que la cultura,el trabajo intelectual incluido, importa. La manera por la cuallos Estudios Culturales argumentan que la cultura se tiene quetener en cuenta y tiene que dar cuenta lleva a cabo dos cosas.Primeramente, los Estudios Culturales intentan arrebatar lacultura de las manos de los intelectuales de élite y devolverlaal lugar donde pertenece: el centro de la vida humana y dela lucha política. Los Estudios Culturales batallan contra loscríticos culturales que definen su tarea como la identificacióny protección de la cultura "auténtica", lo que ellos estiman va­lioso y correcto. Asimismo luchan contra los criticas políticosquienes afirman que la cultura es una preocupación secunda­ria que sólo sirve para enturbiar las aguas claras de sus juiciospolíticos vanguardistas. Los Estudios Culturales no se atribu­yen el papel de hablar en nombre del pueblo, sino en defensade la importancia y del poder de la cultura en la organizaciónde la realidad y del poder.

En segundo lugar, los Estudios Culturales tratan de tomar enserio aquellos aspectos y dimensiones de la vida humana y larealidad que los intelectuales, al contrario que la amplia ma­yoría de la gente que vive su vida, han ignorado. Los Estudios

Culturales siempre se han negado a tomar el camino fácil deconsiderar aquellos temas legítimos de los Estudios Cultura­les sobre los que ya hay consenso. Están comprometidos conla revisión y expansión de la organización de la teoría críticay la política progresista, con el cuestionamiento de los objetosy asuntos del trabajo critico que se dan por hecho, y con tomaren serio a aquellos cuyo trabajo crítico ha sido excluido. Porcitar un ejemplo, los Estudios Culturales nunca han reivindi­cado que toda política se podría tratar en términos de ideolo­gía, pero sí que han reclamado que la izquierda ha ignorado oentendido de modo inadecuado el poder de las prácticas ideo­lógicas. Nunca han pensado que la cultura popular definiesesu proyecto, pero, en diversos momentos y lugares, han creí­do que la cultura popular era lo suficientemente importantecomo para incluirla en su agenda critica. Debido a sus co­mienzos heterogéneos, han argumentado que la izquierda haignorado cuestiones de racismo e imperialismo, por ello granparte del trabajo más relevante de los últimos quince años seha dedicado a estos temas.

Quizás 10que subyace tras estos retos es uno de los compromi­sos más simples y básicos de los Estudios Culturales: abarcar lacomplejidad y negarse a simplificarla. Los Estudios Culturalesadmiten que todo es siempre más complicado de lo que una oincluso varias perspectivas pueden "ternatizar". Y, sin embar­go, esta reducción es 10 que impera en los modos actuales deproducción del conocimiento. Es el paso de la complejidad a lasimplificación, de lo concreto a lo ejemplar, de lo singular a 10típico, lo que define el poder normativo del conocimiento mo­derno. En oposición a estas prácticas, la retórica apropiada delos Estudios Culturales es "sí (eso es cierto), pero también 10es esto (y aquello ... y aquello ... ) o, si se prefiere, la lógicadel "si, y y... y..." (donde cada "y" adicional transforma lasimplicaciones de las frases precedentes). Éste es el reto últimode la inmerecida autoridad de la experiencia.

Precisamente esto me conduce a uno de los ataques más co­munes que se les hace a los Estudios Culturales: la acusación

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de que el lenguaje de los Estudios Culturales es impenetrable,con un gran uso de jerga. En cierto sentido, esta acusaciónes irrebatible. El trabajo de los Estudios Culturales resulta amenudo difícil, incluso impenetrable, para alguien que no hasido educado en su vocabulario y matices. Los eruditos de losEstudios Culturales se sitúan en la práctica de la producciónde conocimiento, y el conocimiento es, ante todo, un productomás bien esotérico. En la producción del saber uno pone aprueba su trabajo con los juicios de otros colegas académicosy, por tanto, habla el lenguaje acorde con esta comunidad es­trechamente definida. De hecho, en muchos dominios, de laingeniería a la física, de la psicología cognitiva a la economía,esperamos que los que producen ese tipo de conocimientoshablen con un lenguaje que no está al alcance de la mayoríade nosotros.

¿Por qué a los físicos y a los economistas (o incluso a losmecánicos de coches) se les permite, y se espera que usenuna jerga incomprensible, mientras que aquellos que explo­ran al realidad social se tienen que expresar de tal modo quetodo el mundo les entienda? ¿Es la realidad humana menoscompleja, menos estratificada, menos contradictoria, menossorprendente, que las relaciones de las partículas subatómi­cas, los mercados saneados o del motor automotriz? El mun­do social no es sólo más complejo; sino también reflexivo orecurrente. Uno se ve obligado a usar el lenguaje para poderestudiar un mundo marcado por el uso del mismo. Es más,sabemos que el lenguaje (a pesar de lo que el sentido comúnse afana en hacernos creer) nunca es un transeúnte inocenteque nos proporciona un informe de la realidad imparcial ytrascendente, o que nos permite un acceso libre e inmediato aaquello que está detrás o junto a él. El lenguaje no sólo formaparte de la realidad; es parte activa de la realidad. Los dosno se pueden separar, por eso, cómo se va a usar el lenguajepara producir conocimiento sin, al menos, cuestionar aque­llos lenguajes comunes y cotidianos. A veces, la obviedad delsentido común no funciona; a veces necesitamos más de una

explicación compleja y nada obvia de lo que está ocurriendo.¿Por qué recae el peso de la responsabilidad en aquellos in­vestigadores que utilizan este tipo de lenguajes en lugar de enlas normas sociales que definen lo que se espera que sepan laspersonas que han recibido una "educación", qué tipo de len­guaje se espera que usen? (A nuestros estudiantes se les exigeexpresarse con el lenguaje de la genética, de la informática,de la iniciativa empresarial cada vez más neoliberal, pero nocon el del marxismo o el de la deconstrucción). Al mismotiempo, los intelectuales son algo más que meros productoresdel saber. Son casi siempre profesores o escritores públicoscon responsabilidades pedagógicas, sociales y politicas. Ray­mond Williams afirmó que los Estudios Culturales tienen queser siempre algo más que una erudición, que también son unproyecto pedagógico que ofrecemos a aquellos para quieneslas cuestiones que plantean los Estudios Culturales represen­tan preocupaciones reales, personales e inmediatas. AntonioGramsci decia que el político intelectual tenía dos funciones:la primera es saber más que la otra parte; y la segunda es com­partir ese conocimiento con la gente que quiere realizar algocon ello. Éste, en mi opinión, es el problema al que se enfren­tan los Estudios Culturales -así como otras formas de discur­so intelectual. Hay que admitir que los Estudios Culturales nohan tenido mucho éxito, aunque no se debería descartar tanrápidamente el enorme éxito pedagógico del que los EstudiosCulturales han gozado en escuelas y universidades. No obs­tante, dicho éxito pedagógico se deberia expandir más allá delas puertas de la educación superior, en colegios, institutos y,en suma, en las conversaciones públicas de la sociedad. Estosin duda requerirá reconstituir la pedagogia frente a dichastareas críticas.

Sin embargo, también tendría que estar claro que no hay razónnecesaria por la que a una sola persona se le deba encomendarla tarea de comunicar el conocimiento a diversos públicos.¿Por qué todos aquellos que producen el saber tienen que res­ponsabilizarse de comunicar el conocimiento que producen a

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toda audiencia posible? ¿Por qué se espera que todos aquellosque enseñan a estudiantes universitarios también eduquen alos que están fuera de la universidad? Quizás debamos pensaren educar a una generación de estudiantes que se encuentrenmás cómodos expresándose con los múltiples discursos y len­guajes que dicha comunicación multi-receptora demandaría.Quizás debamos pensar también en educar y formar a estu­diantes que se consideran traductores del conocimiento parael ámbito público, como trabajadores culturales en una varie­dad de lugares institucionales. ¿No resulta extraño que cadavez haya más periodistas y educadores altamente cualificadosen los campos del conocimiento y la investigación científicaque en el ámbito de la erudición social y cultural?

Para concluir, me gustaría retomar un argumento que he plan­teado con anterioridad: concretamente que los Estudios Cul­turales se hayan "retirado" a la universidad. ¿De qué se hanretirado? -de las aulas. ¿Adónde se han retirado? -al aula.Los Estudios Culturales tratan en gran medida de la educa­ción y la pedagogía. Después de todo, la cultura es pedagó­gica. Nos enseña en qué consiste el mundo, cómo está or­ganizado y cómo vivir en él, pero no quiero decir que estoimplique que dicha enseñanza se sitúa de algún modo detrásdel proceso por el cual se construye, se organiza y se vive elmundo. La enseñanza no es una actividad secundaria; es laformacíón mísma de la realidad, y esto es en lo que consístenlos Estudios Culturales. De ahí que los Estudios Culturalessean un modo de enseñanza, no sólo en el aula, sino tambiénen su investigación, ya que con ambas ayuda a la formacióndel mundo y a definir cuáles son las posibilidades de vivir eneste mundo y de transformarlo. Todo aquello que tiene lugaren el aula y en la práctica de la investigación no es una meraparte subsidiaria de lo que hacen los Estudios Culturales paraque planteen, convenientemente, en el momento apropiado.Residen en el corazón mismo de lo que los Estudios Cultura­les significan, así como en su análisis final, esto puede ser elmayor desafio que los Estudios Culturales plantean.

Los contextosde los Estudios Culturales

Definir qué son los Estudios Culturales es una tarea un tantoarriesgada. Mucha gente afirma que sí lo hace, mientras queotros parecen estar lo suficientemente seguros de saber en quéconsisten como para atacarlos. Sin embargo, lo cierto es quemuy pocas personas que trabajan bien con los Estudios Cul­turales o bien contra ellos coinciden en una sola definición.Ninguna de ellas consigue incluir a todas las personas quequerrían situarse dentro de los Estudios Culturales. A menudoesto se toma como prueba de que hay que evitar ofrecer cual­quier tipo de definición. Con frecuencia se da por hecho que,inevitablemente, cualquier definición acabaría controlando supropia delimitación, lo cual entraría en contradicción con lapolítica de los Estudios Culturales. Aunque personalmente yono estoy de acuerdo, las razones por las cuales resulta dificildar una definición de los Estudios Culturales proporcionan unbuen punto de partida para tratar de comprender exactamenteen qué consiste definirlos.'

I Quiero poner de relieve que el término "Estudios Culturales" se aplicaal trabajo en si, no al autor que los elabora. No todo lo que una persona aquien se identifica con los Estudios Culturales escribe tiene que por qué ser

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¿Por qué resulta tan difícil dar una definición de los EstudiosCulturales? La respuesta depende, supongo, de lo que cadacual crea que hace de los Estudios Culturales algo único. Hayquien arguye que es el estar íntimamente comprometidos conla politica, en el sentido de que intentan usar las mejores fuen­tes intelectuales que estén a su alcance para obtener un ma­yor entendimiento de las relaciones de poder en un contextoconcreto (como el constante estado de adaptación o equilibrioen un campo de fuerzas), con el convencimiento de que estacomprensión ayudará a que la gente pueda cambiar el contex­to y, por ende, las relaciones de poder. Es decir, lo que buscanes un mayor conocimiento no sólo de las relaciones de poder,sino de las posibilidades de supervivencia, lucha, resistenciay cambio. Los que apoyan esta definición conciben la lucha,no como una realidad presente en cada momento, sino comoun supuesto necesario para la existencia del trabajo crítico yla oposición política. Otros han argumentado que los EstudiosCulturales son únicos por su interdisciplinaridad, o por serelevadamente teóricos, o por estar comprometidos con unaserie de teorias concretas, como el postestructuralismo o elmarxismo. Sin embargo, los Estudios Culturales no son elúnico marco de trabajo político-intelectual, ni el único enfo­que que trata la interdisciplinaridad, la intervención, etc. Noes la única práctica que trate de unir la teoría con la política,y, del mismo modo, muchas de las caracteristicas y procedi­mientos que definen la práctica de los Estudios Culturales, loscomparten con otros modos de trabajo crítico. No obstante,creo que los Estudios Culturales motivan el compromiso con

necesariamente Estudios Culturales. Esta confusión entre las personas y sutrabajo es muy común,y el resultado es que lasexperienciasse sustituyenporprácticas, y la ética por la política. Esto se sitúa peligrosamente cerca de la"correcciónpolítica".Laspreguntas realesque se planteanson, sin embargo,(1) si se puede generalizar de la experiencia de individuos implicados en lascondiciones estructurales de la institución y cómo hacerlo, y (2) qué tienenque ver dichas experiencias con el modo a través del cual se constituye uncampo de práctica intelectual.

un estilo particular de trabajo intelectual y con su relevanciatanto dentro como fuera del ámbito universitario. Se basanen un modo de experimentar la posición del investigador, delprofesor y del intelectual, asi como en una manera de politizarla teoria y de teorizar la politica.

Lo que intento sugerir es que lo que hace único a los EstudiosCulturales es su compromiso con el contextualismo? Los Es­tudios Culturales consisten en un intento riguroso de contex­tualizar la politica y el trabajo intelectual. Esto significa quelos Estudios Culturales tienen que evolucionar con su propiocontexto, un contexto que es tanto histórico como politico porun lado, e institucional y teórico por otro. En consecuencia,toda definición se lleva a cabo en un espacio totalmente abier­to e impredecible. Cualquier versión o formación concreta delos Estudios Culturales aparecerá siempre como respuesta aun proyecto politico determinado y contextualmente defini­do, basada en las mejores fuentes empíricas y teóricas queestén contextualmente al alcance. Por consiguiente, en cadamomento determinado, los Estudios Culturales se tienen queir confeccionando sobre la marcha. Esta definición no nospermitiria saber en qué se convertirá o se debería convertiruna formación concreta con el tiempo. Ni siquiera tengo claroque la función primordial de dicha definición consista en ha­cer una distinción de los Estudios Culturales. Más bien, unadefinición de los Estudios Culturales expone un proyecto con­tinuo y colectivo con el que se intenta encontrar la posibilidadde reclamar la autoridad de un modo modesto y limitado, queno se basa en el fracaso del rigor o de la destreza, sino en elhecho de que el saber y la politica, asi como sus mecanismosde producción, están inevitablemente ligados al contexto.

Es posible que el lector piense que tiene que haber una mane­ra más sencilla de explicar lo que son los Estudios Culturales.

2 En el original se crean derivados del término "contexto" que se mantienenen la traducción a lo largo de todos los capítulos de este libro (N. de la T.).

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Podernos comenzar por considerar que hay tres modos de de­finir cualquier disciplina o campo de investigación.' El prime­ro se realiza a partir del objeto de estudio, el segundo por lassuposiciones que llevan a la investigación, y el tercero por elmodo de influir o transformar a dicho objeto. Podríamos des­cribirlas corno definiciones por contenido, teoría y prácticarespectivamente. La mayoría de los campos de investigacióny disciplinas pueden definirse corno mínimo por su contenido.Con frecuencia asumirnos la obviedad de estas definicíones(la biología estudia la vida, la sociología estudia la sociedad).Evidentemente, en cierto sentido resultan obvias porque sontautologías. El campo de la sociología fue establecido paraestudiar la sociedad, la biología para estudíar la vida. Por su­puesto, el problema aparece cuando nos darnos cuenta de queno podernos saber qué es la sociedad, o qué es la vida, sinrecurrir a la díscíplina en momentos determinados. Dicho deotro modo, una disciplina no puede dar una definición de suobjeto de estudío (corno la vida o la sociedad) aparte de lasinterpretaciones concretas y, con frecuencia discrepantes, quese han ido desarrollando dentro de la propia disciplina. Dehecho, podríamos preguntamos si los objetos de estos cam­pos de estudio existían potencialmente corno tales antes deque se crearan sus respectivas disciplinas. O si, por el con­trario, ¿podria ser la sociedad un producto de la disciplina dela sociología tanto corno lo es de la historia? ¿Es la categoría"vida" una construcción histórica al igual que lo es la disci­plina de la biología? Éstas son, ciertamente, cuestiones que sepodrian plantear en el campo de los Estudios Culturales. Noes de extrañar, pues, que muy pocos dentro de los Estudios

3 Usaré campode estudioy disciplinacomo sinónimosen este artículo. Soyconsciente de que es un tema controvertido y que hay muchas personasque negarían rotundamente que los Estudios Culturales sean unadisciplina.Creoque el asunto a tratar aquíno es que los EstudiosCulturales sean o nouna disciplina, sino estudiar cuáles son las consecuencias institucionalesque necesariamente conlleva el hecho de describirlos corno unadisciplina.

Culturales estén predispuestos a apelar a la simple noción dela definición por contenido: los Estudios Culturales consistenen el estudio de la cultura. Resulta más normal encontrar aquienes limitan el objeto de los Estudios Culturales a uno omás subconjuntos dentro de la cultura. Por ejemplo, los Estu­dios Culturales pueden centrarse en la cultura de masas, o enla cultura popular, o en las culturas marginales, o en las cultu­ras subalternas, etc. Sin embargo, estas definiciones, bien he­chas a modo individual o colectivo, convierten a los EstudiosCulturales en un cajón de sastre donde cabe todo aquello queno sea cultura de élite o canónica. El problema presenta unadoble vertiente: en primer lugar, la exclusión de la cultura deélite resulta empiricamente falso, ya que hay ejemplos de Es­tudios Culturales sobre cultura canónica. En segundo lugar, lalinea que separa la cultura de élite y su variada elaboración dealternativas (lo que en los Estudios Culturales se denominariasus "otros") podria ser objeto de análisis del mismo modo quelo seria cualquier elemento situado al otro lado. De hecho, losEstudios Culturales argumentarian que no es posible estudiaruna parte de esta división de la cultura sin tener en cuenta lasrelaciones establecidas entre ambas.

Si bien resulta obvio que los Estudios Culturales tratan de lacultura, no hay, sin embargo, nada particular sobre su relacióncon su objeto. La mayoria de las disciplinas sí que intentandefinir sus respectivos objetos de estudio y, por consiguiente,se ven atrapadas en debates que surgen entre teorías rivales ylas definiciones que cada una ofrece. Por su parte, los EstudiosCulturales, al contrario que otras disciplinas que se dedican alanálísis de la cultura, surgen al abrazar conjuntamente dis­tintos significados o definiciones de la cultura. Los EstudiosCulturales se centran en la tensión inherente al concepto mis­mo de cultura, presuponiendo que la inevitabilidad de dichatensión tiene algo que decir sobre la naturaleza de su objeto.Es precisamente en esta tensión dentro del concepto de cultu­ra donde reside la fuente de la productividad de los EstudiosCulturales. Así pues, el significado dual de la cultura -corno

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conjunto de actividades privilegiadas (como las "artes de éli­te", "lo mejor que se ha pensado y dicho", o como toda activi­dad simbólica) y la cultura como un modo de vida- describeel terreno constitutivo de los Estudios Culturales. Ya que, enúltima instancia, de lo que tratan los Estudios Culturales es delas relaciones dentro del campo de la cultura, entre lo que po­dria denominarse como discursos antropológicos y estéticosde la misma. Estos últimos a menudo ligan la cultura con losprocesos y prácticas que dan sentido, producen significado yjuicios de valor, mientras que los primeros se refieren la cul­tura como vida social -incluyendo, no sólo significados, sinotambién conductas, relaciones e instituciones- como unidad.

Con frecuencia nos encontramos con la enunciación siguien­te: los Estudios Culturales investigan la relación entre cul­tura y sociedad. Pero esto no hace más que multiplicar losproblemas: no sólo hay que elaborar una concepción de lacultura (¿como algo simbólico, estético, productor de signi­ficados o ideológico?, ¿como práctica, estructura, proceso oinstitución?), sino también de la sociedad (¿como hechos, re­laciones, estructuras, prácticas o instituciones?). Además, losEstudios Culturales están interesados, en mayor medida, enuna única dimensión -aunque complicada- de esta relación:la que tiene lugar entre cultura y poder. Esto no significa quelos Estudios Culturales nieguen que haya otras dimensionesque puedan ser exploradas; pero sí que implica que la cuestióndel poder, y sus distintos tipos de relaciones con la cultura, esel punto de partida de los Estudios Culturales y el lugar dondeprimordialmente se vuelca la pasión de su investigación. LosEstudios Culturales no reducen la cultura al poder, ni afirmaque determinadas relaciones de poder son inherentes o intrin­secas a prácticas, relaciones o textos culturales especificas;más bien se dedican a hacer de esta relación su centro de aten­ción, por muy históricamente cambiante que pueda resultar.Por tanto, consideran que la cultura es algo más que un textoo un bien consumible. Ésta se contempla como el lugar dondetiene lugar la producción y la lucha del poder, donde el poder

no se entiende necesariamente como forma de dominación,sino como relación de fuerzas siempre desiguales puestas alservicio de los intereses de determinadas fracciones de la po­blación. Si lo que pretendemos es llegar a comprender el ob­jeto de las exploraciones de los Estudios Culturales primeroexiste la necesidad de definir otro término: el poder.

Llegados a este punto, parece razonable concluir que cual­quier intento de definir los Estudios Culturales por su obje­to no resulta un camino muy prometedor, ya que cuanto másavancemos por él, más parece proliferarse y expandirse latarea. Sin embargo, no podemos acabar así, sin mencionarninguna indicación de los limites de los Estudios Culturales.Así pues, permitidme expresarlo de esta manera: los EstudiosCulturales tratan de describir e intervenir en los modos conque "textos" y discursos (o prácticas culturales) se producen,se insertan y operan en la vida diaria de los seres humanos yde las formaciones sociales, para reproducir, combatir y, qui­zás, transformar, las estructuras existentes de poder. Es decir,si (parafraseando a Marx) la gente hace historia pero sin queésta sea producción propia, entonces los Estudios Culturalesse dedican a explorar los modos con que este proceso se re­presenta dentro y a través de las prácticas culturales, asi comoel lugar que tienen dichas prácticas dentro de formacioneshistóricas específicas.

Una segunda aproximacíón al problema de la definícíón im­plica encontrar suposiciones comunes que puedan guiar aque­llos métodos a través de los cuales los Estudios Culturalesenfocan sus objetos de análisis, cualesquiera que éstos sean.En este caso se suelen ofrecer tres compromisos relaciona­dos: el anti-esencialismo, el construccionismo y el materia­lismo. Estos principios nos ayudan a delimitar el campo delos Estudios Culturales, aunque hay que tener en cuenta queno se pueden considerar como teoremas simples o absolutos.Además, muchos otros sistemas de trabajo comparten algunosde estos postulados, o incluso todos; no obstante, pienso quetambién sería justo reconocer que los Estudios Culturales los

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retoman de una manera muy particular. En este sentido, elmodo con que los Estudios Culturales interpretan, modulan yse apropian de cada una de estas teorías se puede contemplarcomo corolario de la práctica de contextualización radical delos Estudios Culturales.

En términos generales, estaríamos en lo correcto si señaláse­mos que los Estudios Culturales son anti-esencíalistas, aunquesólo si tomásemos este término en un sentido amplio que per­mitiese la inclusión incluso de aquellas posiciones que mu­chos critican como esencialistas, pero que también es posibleconsiderarlas anti-esencialistas. El esencialismo consiste en laaserción de que todas las relaciones que conforman la realidadtal y como la vivimos y la conocemos tenían y tienen que sercomo son, ya que las relaciones son siempre intrínsecas a lostérminos con los que se forman. En las posiciones esencialis­tas, las respuestas están garantizadas, puesto que todo vienehilado por adelantado. Las identidades son fijas. Los efectosestán predeterminados antes de que se produzcan, porque to­das las relaciones importantes de la historia son necesarias, otienen que ser como son. Es decir, las relaciones en la historia,las relaciones que constituyen la historia, están garantizadaspor los elementos relacionados, y son inevitables e intrínsecasa los mismos. En este nivel, el esencialismo es, en el fondo,una clase de fatalismo y determinismo absoluto que es anate­ma contra los Estudios Culturales. Así, por ejemplo, los Estu­dios Culturales, al menos en algunos contextos, conllevan unaruptura con ciertas versiones del marxismo que ven el movi­miento de la historia como algo inevitable; por tanto, nieganque la forma y la estructura de la realidad sean inevitables.

No obstante, la cuestión del esencialismo se puede plantear aniveles más concretos y específicos. Ser mujer implica -ne­cesariarnente~ tener ciertas experiencias (el miedo a la vio­lencia, la posibilidad de dar a luz), ciertos genes, o modos devivir (lo femenino como carente de violencia y maternal). Sernegro ~necesariamente~ significa tener raíces en África, mos­trar ciertos rasgos físicos, tener ciertos genes o experiencias

(como la de la esclavitud aunque sólo sea como memoria ra­cial, o de discriminación). Un libro tiene significado propio ycorrecto, inscrito en las palabras de cada página y es accesiblea cualquiera que tenga las habilidades requeridas necesariaspara descifrar el significado. Los intereses reales -Intrinsecosy esenciales- de la clase trabajadora se definen por una rela­ción inevitable con el socialismo y los partidos laboristas odemócratas. La producción u origen de cualquier elementoo situación define, desde el primer momento, sus posibilida­des -así, por ejemplo, todo lo que se forma dentro del modode producción capitalista inevitablemente se convierte en unbien de consumo y, por tanto, en algo inevitablemente aliena­do y tomado en fetiche. Igualmente, la ideología de un textoproducido por capitalistas resulta necesariamente capitalista.Sin embargo, en este nivel concreto, es más difícil afirmar quelos Estudios Culturales son o deben ser anti-esencialistas. Dehecho, algunos de los autores más importantes e influyentes,así como ciertas posturas dentro de los Estudios Culturaleshan sido acusados de "caer en el esencialismo". En lugar depercibir esto como un "error", sugiero que entendamos estasaserciones más limitadas del esencialismo como resultado delos compromisos teóricos y de los análisis estratégicos, influi­dos tanto por la perspectiva filosófica de cada cual, como porsu posición política.

Al mismo tiempo, ciertas interpretaciones del anti-esencia­lismo se extienden más allá de los límites de los EstudiosCulturales. Esto explica que, en algunas ocasiones, el anti­esencialismo no se considere sencillamente como la aserciónde la contingencia y la posibilidad, sino como otra afirma­ción universal (otro esencialismo, de hecho), al aseverar quelas relaciones que aparentemente constituyen la historia y larealidad no son más que apariencias y, por tanto, carentes deexistencia. En este sentido, el anti-esencialismo indica quenecesariamente no hay relaciones.

Dichas relaciones son una ilusión; su propia apariencia no esmás que producto del poder y, por consiguiente, la única res-

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puesta que puede darse a cualquier relación es su negación yreconstrucción. Los textos carecen de significado, ya que nohay nada que limite las posibilidades de su enunciación. Qui­zás signifiquen lo que cualquier lector quiera que signifique.Ser mujer no tiene ninguna significación compartida; no im­plica ninguna experiencia común. De ahí, por ejemplo, la di­ficultad de saber cómo organizar un "movimiento feminista".No hay relaciones en la historia. No sólo los origenes (cornolos modos de producción capitalista) no son determinantes, dehecho, no son ni reales. La clase trabajadora carece de inte­reses comunes y no tiene ninguna relación con el socialismo(o con la Izquierda). Esta perspectiva, que niega la eficacia delas relaciones en sí, resulta obviamente también otro anatemacontra los Estudios Culturales.

El anti-esencíalismo actúa de modo diferente en los EstudiosCulturales, de hecho se describe mejor corno anti-anti-esen­cialismo. Se señala que existen ciertas relaciones entre rea­lidad e historia, éstas son reales pero no son necesarias. Notienen por qué ser de esa manera pero, dado que lo son, en­tonces sí que son reales y tienen efectos reales. Así es cornose articula una relación fuera de una no-relación, o quizás, sere-articula una nueva relación a partir de otra más antigua.Es un acto de poder. El poder se produce corno contexto,al tiempo que produce contextos. En este sentido, para losEstudios Culturales, el poder ha existido desde el principio.Aunque sería agradable soñar con la erradicación de todotipo de poder (por ejemplo, en la forma de ideología) parapoder regresar a una experiencia "verdadera" existente antesde que se reconstruyera y se malentendiera el poder, no es asícorno funciona el poder ni la cultura. Si pudiésemos retar ycambiar nuestras estructuras más básicas de percepción y deexperiencia, no retomaríamos a una especie de verdad origi­nal e impoluta; tal cosa no existe. No hay ninguna experien­cia a la que podamos apelar corno justificación original delas visiones políticas que tenernos. Sólo podernos combatircon las distintas articulaciones de la realidad para encontrar

alguna que resulte más humana para la mayoría (o para todoel mundo).

Un texto no tiene por qué significar lo que parece al 90% desus lectores. No obstante, sí que tiene ese significado para el90% de la gente que lo lee porque se ha producido una rela­ción entre esas palabras y ese significado. Dichas palabras,dicho texto, se han articulado dentro de ese significado. Laclase trabajadora no tiene intereses intrínsecos ni esenciales,que lleven siempre consigo a través de todo tipo de contextos,pero, en algún momento, sí que aparecen intereses comunes.Ciertos intereses se articulan y se aceptan por la clase trabaja­dora. No hay nada de esencial en la relación entre los trabaja­dores y los partidos socialistas; evidentemente no tienen quevotar al partido Laborista o Demócrata. No hay nada intrín­seco en el hecho de ser un trabajador y pensar que el partidoLaborista o Demócrata representa sus intereses -pero duranteaproximadamente los últimos cincuenta años, esta relación hasido real y efectiva. Del mismo modo, los Estudios Culturalesno creen que se pueda entender la naturaleza de la cultura ydel poder simplemente encontrando sus orígenes, buscandoalgún momento que garantice los efectos de la cultura. Re­chazan la noción de que porque un texto haya sido producidocorno bien de consumo por el capitalismo, se sepa de sobrascuál es su politica. Rechazan la noción de que por el mero he­cho de que un texto se haya producido dentro de una sociedadracista, se conozcan cuáles van a ser sus efectos. Rechazan lanoción de que las personas puedan tener una experiencia au­téntica y original que defina la verdad contra la cual el poderes una fuerza externa mística divina.

El segundo supuesto de los Estudios Culturales es el cons­truccionismo. Los Estudios Culturales tratan de entender lasfuerzas y las relaciones de poder planteando cuestiones sobrelas prácticas culturales (opuestas a las prácticas económicaso políticas, por citar dos ejemplos). La cultura es el punto departida, representa lo que da entrada a un complejo equilibriode fuerzas construido al margen de las relaciones, aún más

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complicadas, de la cultura, la sociedad, la politica, la econo­mía, y la vida cotidiana. No obstante, los Estudios Culturalesno asumen que la cultura sea un espejo de la realidad, queprevea una perspectiva transparente o un reflejo detalladode una realidad que existe más allá del espacio de su propiaactividad y sus efectos. Esto sería una visión esencialista, aldar por hecho la existencia de una relación esencial entre lasprácticas o textos culturales específicos y aspectos concretosde la realidad.

Resulta indiscutible que ésta sea una suposición lo suficiente­mente común doquiera que encontremos un texto que parecerepresentar un segmento de la realidad o hablar de ello, aun­que sea indirectamente. Por supuesto, toda cultura se refierea una realidad. Incluso si es una pieza imaginaria, podemostomarla como un cuadro inspirado en algo real (siendo StarTrek un claro ejemplo). Evidentemente, cuanto más distantees la realidad de nuestro propio sentido de realidad inmediata,más fácil es asumir una identificación entre ésta y la cultura. Sinunca he estado en una ciudad, o en el sur rural, o en África,o en América, resulta mucho más fácil asumir que mi conoci­miento cultural de estos lugares se corresponde con el cono­cimiento de la realidad misma. Si sólo tengo una noción limi­tada de árabes, musuhnanes, judios, o lesbianas, no es dificiltomar como realidad la información y las imágenes culturales.Sin embargo, si estoy familiarizado!a con la realidad de la quees sujeto un texto cultural, estoy entonces más predispuesto!aa deslizarme en la segunda mitad de nuestra visión del sentidocomún de la relación entre cultura y realidad: es decir, que lacultura es un espejo que distorsiona, o una ventana translúci­da, que se nos presenta con una visión de la realidad parcial,engañosa e inexacta de una realidad que existe independien­temente al margen de esos textos culturales. La cultura estállena de estereotipos, o de imágenes falsas y parciales que hande corregirse midiéndolas con la verdad de la realidad misma.

Hay otro aspecto referente a nuestro sentido común de lascreencias sobre la cultura: que los mensajes culturales causan

ciertos comportamientos. Esta aproximación con frecuenciaha dado la bienvenida a nuevos medios de comunicación yformas de cultura -tanto a los tebeos y a la radio a princípiosdel siglo XX, como a la televisión y la música pop a media­dos del siglo XX, o a los ordenadores e Internet a finales delmismo siglo. Los teóricos de la comunicación lo denominanbala o modo de comunicación hipodérmico, como si la meraexposición al mensaje fuera suficiente para cambiar las creen­cias de las personas, sus acciones y su comportamiento. Enocasiones asumimos que la cultura ofrece modelos de com­portamiento; se supone que distintos tipos de público tienendiferentes mecanismos de defensa para enfrentarse a dichosmodelos. Por ejemplo, aparentemente los niños no hacenotra cosa más que imitar estos modelos de modo irreflexivoe inmediato. Hay unos cuantos asuntos a los que vale la penareferirse, concernientes al enfoque sobre el sentido comúnen la cultura. En primer lugar, esta perspectiva apela a unarealidad que existe enteramente de modo independiente y almargen de la cultura. En segundo lugar, dicho enfoque trataa la gente -normalmente a otras personas, y a quien ofrecedicha perspectiva se suele excluir a sí mismo!a y a su "grupode identidad"- de ignorantes culturales, o lo que es lo mismo,incapaces de reconocer la intencionalidad de estos mensajes yde resistirse a sus efectos.

Los Estudios Culturales creen que las prácticas culturales síque importan (tanto como las económicas o las politicas) por­que representan una dimensión o ingrediente vital e inclusonecesario de la vida humana. Son, quizás en mayor medidaque otros aspectos de la existencia humana, lo que define di­cha existencia como perentoriamente humana. Esta aserciónestá íntimamente ligada al reconocimiento de que es la habili­dad humana para usar signos y símbolos -verbales, acústicos,plásticos y visuales para describir, dotar de significado, re­presentar y comunicar la realidad- lo que constituye el únicomodo de existencia humana en el mundo. Es decir, los Estu­dios Culturales no conciben la cultura como un mero objeto-

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dominio entre muchos otros en el espacio de la vida humana;defienden que la cultura resulta crucial para la constitución dela vida y de la realidad en la que habita. Los seres humanosviven en un mundo que es, al menos en parte, de producciónpropia, y ese mundo está construido, no sólo a través de prác­ticas que directamente constituyen y transforman el mundomaterial, sino también a través de las prácticas culturales. Seasume que estas transformaciones del mundo material y cul­tural están íntimamente interconectadas. Todo lo que hacenlos seres humaoos contiene una dimensión cultural, un ladodiscursivo, y la conexión entre ambos lados es, en si misma,determinante. No sólo forma la cultura parte integrante, sinotambién determinante, de toda práctica o acontecimiento. Elmundo es, pues, a la vez material y discursivo, de modo quecada aspecto modela y limita al otro. Dicho de modo más sen­cillo, la cultura en la que vivimos, las prácticas culturales delas que hacemos uso, las formas culturales que emplazamose insertamos en nuestra realidad, tienen consecuencias en elmodo en el que la realidad se organiza y se vive. Las prácti­cas culturales contribuyen a la producción del contexto comoorganización del poder, y a construirlo como una experienciade poder vivida cotidianamente. La cultura es una dimensiónproductiva o constitutiva del contexto de la realidad vivida.

Es por esto que la cultura es de suma importancia, ya que esuna dímensión clave de la continua transformación o cons­trucción de la realidad. Es así como los Estudios Culturales seven comprometidos con el construccionismo. Esta corrienteafirma que la realidad está construida. Dicho de otro modo,la realidad siempre es una organización compleja que se tie­ne que ensamblar. Veamos entonces una verdad muy simple:el hecho de que algo esté construido no lo hace menos real,independientemente de cuáles sean las piezas que se han utili­zado en su construcción. El hecho de que los Estudios Cultu­rales aseveren que algunas de estas piezas son, por necesidad,discursivas, incluso con significado, no los hace menos rea­les. Los Estudios Culturales no niegan que exista una realidad

material, pero argumentan, contrariamente a lo que afirmanalgunos, que resulta imposible separar 10 que se podrían de­nominar como "hechos en bruto" de los "hechos sociales".Que algunos hechos sean considerados en bruto, como si nofuesen construidos, dice más de la organización particular dela realidad en la cual dicha distinción resulta necesaria, que delos hechos mismos.

Ciertamente, podemos distinguir entre un objeto del mundo yla idea de dicho objeto. Resulta dificil imaginar, en el mundomoderno, a mucha gente afirmando que las ídcas no son, almenos potencialmente, construidas a partir de la acción hu­mana. Quizás se podría describir a los Estudios Culturalesenunciando que exploran la relación entre los objetos munda­nos y nuestras ideas sobre los mismos, partiendo, claro está,de la premisa anti-esencialista de que no existe una relaciónnecesaria entre ellos. Sin embargo, con demasiada frecuen­cia, esta afirmación se interpreta como que los objetos en simismos no están construidos, sólo lo están las ideas (y quizástambién las relaciones). Evidentemente, tenemos que haceruna distinción. Algunos objetos, como si fueran hechos socia­les -se han denominado "ontológicamente subjetivos"- sóloexisten por las acciones de los seres humanos y de sus insti­tuciones. La infancia, el alquiler, el béisbol, el arte, todo estoexiste sólo porque existen los seres humanos. No obstante,hay constancia de esta clase de objetos porque podemos tenerun conocimiento objetivo de los mismos; son "epistemológi­camente objetivos". Podemos saber, casi con certeza absolu­ta, que la renta es dinero que se debe y a cuánto asciende lasuma; sabemos lo que es el béisbol cuando vemos un partido.Dichas entidades se tienen que distinguir de otras dos: por unlado, de las ideas que carecen de objetividad epistemológica,y, por otro, de los hechos en bruto de las ciencias naturales,que no son ontológicamente subjetivos.

Los hechos sociales se constituyen por la interacción entrelas ideas que tenemos de ellos y las realidades en las que es­tán anclados. Hacking (1999) usa el ejemplo de "espectadores

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infantiles de televisión". Obviamente, al pensar en los niñosde este modo, desarrollando semejante sistema de categorías,podemos cambiar la manera con la que vemos y tratamos a losniños, el modo en el que los niños se perciben a sí mismos,cómo actúan en el mundo, y cómo otras instituciones respon­den ante ellos. Sin embargo, parece que Hacking asume quela categoría "niños" está fuera del proceso en sí, como si exis­tiese un hecho en bruto denominado infancia. Evidentemente,no es éste el caso, por eso nos retrotraemos un paso y quizáshablemos de cronologías, medidas en años. Pero estas me­diciones también están construidas, así que tenemos que darotro paso hacia atrás, siempre buscando un hecho en bruto.Para Hacking, dichas relaciones interactivas son una subclasede los hechos sociales, que depende de la consciencia de losseres humanos a la cual apelan.

¿Pero qué ocurre si un hecho social no resulta interactivo demodo obvio? Una mesa es real aunque también está cons­truida y es socialmente construida (es decir, fue fabricada eneste caso por seres humanos y se hizo con una idea deter­minada en mente). ¿Qué hace a esto diferente de cualquierhecho en bruto de las ciencias naturales? Obviamente, queesto está concebido conforme a una idea, a algún significado.Por tanto, en última instancia, lo que se pone de manifiesto esla consciencia. Bien, se presentan al menos dos salidas a esteasunto -primero, en la medida en que la conciencia formeparte del universo natural, no queda todavía claro por qué elsistema de construcción formado en la consciencia debería serontológicamente diferente de la realidad construida de acuer­do a los principio de la organización de la realidad. Segundo,no existe ninguna aserción de la esencia en bruto de un hechodeterminado que forme ya parte de la construcción humana dela realidad. Con esto no quiero decir que toda descripción seaepistemológicamente subjetiva; al contrario, lo que pretendoexplicar es que, potencialmente, cada evento está construidoontológicamente y que la cuestión de dichas acciones -huma­nas o no- no tiene por qué ser especialmente crucial.

Con otras palabras, dichos intentos de limitar las enunciacio­nes del construccionismo a menudo se predican en algún tipode distinción cualitativa entre dos tipos de modos del ser: elreal y el discursivo (siendo el ser la concepción más comúnde la naturaleza del discurso). Se presume que estos dos ám­bitos de la realidad (similares en cierta medida al dualismoCartesiano entre la sustancia pensante y la materia) son on­tológicamente distintos y, excepto en circunstancias especi­ficas y limitadas, existen en planos diferenciados que se co­nectan a través de actos de consciencia humana distintivos.Sin embargo, me da la impresión de que el construccionismorechaza esta dicotomia radical, al aseverar que el mundo estáconstituido por organizaciones complejas de varios tipos deeventos, algunos de los cuales resultan siempre expresivos(en el sentido amplio del término), y que el discurso es el úni­co modo de expresión al nivel de la consciencia humana. Estoes, al igual que una mesa está hecha con madera y clavos (yquizás también con cola y barniz), la realidad, cualquier rea­lidad, siempre se basa una articulación compleja de muchostipos de eventos. La cultura o el discurso pueden no enten­derse adecuadamente como un simple reflejo de la realidadque, en ciertas circunstancias, en verdad le afecta. Quizás hade verse como parte integrante de la realidad, o como ya hedicho antes, como una especie de pegamento, de barniz, declavo, etc., que ayuda a mantenerlo unido y darle un sentidode pertenencia conjunta.

Los Estudios Culturales, por tanto, no transforman todo encultura, ni niegan la existencia de una realidad material o nodiscursiva. No postulan que la realidad sea meramente cultu­ra o que ésta, de por si, construya la realidad. Esto seria unapremisa materialista. El materialismo es una afirmación untanto dificil y controvertida. Lo cual no implica que la culturano sea material, o que no se puedan hacer distinciones entreprácticas materiales y prácticas culturales. Al contrario, lasprácticas culturales también son materiales. Dichas prácticasson reales y, como tales, tienen consecuencias materiales. La

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cuestión radica en si existen tipos de efectos específicos a lasprácticas culturales que las distingan de las que no lo son, esdecir, las discursivas de las no discursivas. Los Estudios Cul­turales no perciben el mundo como un todo formado exclu­sivamente por construcciones culturales; así como tampoconiegan la existencia material del mundo aislada de los modoscon que los seres humanos le dotan sentido y establecen unacomunicación sobre el mismo. Los Estudios Culturales noson, en absoluto, un tipo de idealismo radical a través del cualel mundo real desaparece entre los significados con que loconstruimos (bien como mentes pensantes o como parlantes).Afirmar que la cultura es constitutiva, que produce el mun­do junto con otros tipos de praxís, no quiere decir que lasauténticas prácticas materiales no se sigan representando, oque las condiciones materiales reales no permitan y, a la vez,constriñan los modos a través de los cuales la realidad fun­ciona y puede ser interpretada. Los Estudios Culturales están,ante todo, comprometidos con las prácticas culturales, con suentrada en el contexto material de las relaciones desiguales defuerza y de poder. Sin embargo, el contexto en si no se puededesligar de dichas prácticas culturales ni de las relaciones depoder, ya que éstas articulan la unidad y la especificidad delcontexto así como el entorno experimentado.

La versión más común del construccionismo dentro de los Es­tudios Culturales (así como de gran parte del trabajo críticoactual) se puede describir como "construccionismo social".Dicha versión presupone que la cultura, como dominio exclu­sivo de la práctica humana, consiste en la producción de sig­nificados. Por consiguiente, aunque pueda existir una realidadcon presencia material propia al margen de la cultural, ésta re­sulta del todo inaccesible, ya que sólo está a nuestro alcance através de nuestra experiencia, la cual es precisamente produc­to de nuestra cultura, de los significados que asignamos tantoa los elementos variados de la realidad como a sus relaciones.El construccionismo postula que lo que distingue a los sereshumanos de otras formas de vida es que los primeros repre-

sentan el mundo a partir de significados y reaccionan ante éstea través de dichas representaciones, a las que se ha dotado designificación. Los seres humanos viven siempre y únicamenteen el mundo de la experiencia, un mundo que se produce apartir de las mediaciones de la cultura, a través de procesos designificación, interpretación, representación y comunicación.Es como si la cultura, como ámbito del significado, se situaseentre la realidad y los seres humanos. Usando un lenguaje me­tafórico, me atreveria a decir que los seres humanos no pue­den acceder a la realidad que está al otro lado de la cultura. Elconstruccionismo social transforma la ontología de una reali­dad vivida en una epistemología de la materia. El concepto deconstruccionismo social nos fuerza a examinar la extravagan­cia de nuestro propio universo interpretativo. ¿Puede resul­tar menos exótico un universo habitado por fotones, quarks,neutrinos y antimateria? ¿Puede considerarse más real, por nodecir humano y funcional, un universo donde residen bombasatómicas, terrorismo, clonación genética y poder corporativo?

La creencia de que lo es depende de un modo de entender laciencia comúnmente asumido (así como de la moralidad). El"fundacionalismo" se refiere a la fe en la existencia de unabrújula singular o de un cálculo matemático para cada deci­sión ética o epistemológica. Predica que el conocimiento Ver­dadero (con V mayúscula) es posible, y que se basa en unaespecie de observación empírica directa o manipulación delmundo. (Siglos atrás, se pensaba que dichos fundamentos sepodian demostrar por la lógica, o por una correspondencia deltodo garantizada entre realidad e ideas). Además, se da porhecho que dicho acceso -y, por tanto, los resultados derívadosdel mismo- se puede desligar de cualquier elemento contami­nante introducido por el portador de dicho conocimiento, biencomo individuo o como miembro de la sociedad. El funda­cionalismo afirma que la objetividad del observador-indepen­diente no es sólo posible, sino que es la ley del conocimiento.

Si bien el construccionismo social representa la versión máscomún del construccionismo, también proporciona la base de

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la versión más común del anti-fundacionalismo, Dicha ver­sión postula que, sea como sea la realidad, los seres humanosnunca podremos obtener conocimiento alguno de la misma,ya que estamos condenados a entender únicamente el mundoa partir de nuestra propia experiencia. En lugar de percibir larealidad, los seres humanos captamos solamente el reflejo denuestras propias significaciones. Aunque el construccionismosocial parece abocamos al relativismo, donde el conocimientodepende enteramente de las estructuras del significado, éstesin embargo no sigue la premisa de que todos los construccio­nismos (y todos los anti-fundacionalismos) sean relativistas.Incluso el construccionismo social es capaz de argumentarque existen razones por las cuales se pueden escoger cons­trucciones de la realidad que sean mejores o peores. Dicho deotro modo, es posible tomar una dirección sin proclamar queel terreno por el que uno camina vaya a ser siempre firme. Sepueden tomar decisiones éticas y politicas sin proclamar quelos resultados están garantizados de antemano en base a unaserie de criterios o normas estables y universales.

No obstante, ni el anti-esencialismo, ni el construccionismo, niel materialismo consiguen delimitar adecuadamente el espaciode los Estudios Culturales; no proporcionan una definición quesea del todo completa ya que siempre se le pueden subscribirotras prácticas. Esto nos conduce a la última modalidad con laque definir a los Estudios Culturales: a través de la práctica.Como ya he dicho, la base de los Estudios Culturales radicaen un modo concreto de trabajar y combinar el análisis inte­lectual y politico. Describiré esta práctica como contextualis­mo radica!' Es decir, los Estudios Culturales se contextualizanincluso a si mismos de modo que, en última instancia, éstostratan sobre la contextualización. Los Estudios Culturales, ensu práctica, promulgan una relación específica entre contexto,conocimiento y poder. Por ello, querria dar paso a describiresta práctica de contextualismo, sus implicaciones y sus trescorolarios - el anti-reduccionismo, los "objetos" culturalescomo alianzas discursivas y el método como articulación.

La puesta en práctica de los Estudios Culturales es radical­mente contextualista, por eso, se les puede describir como ladisciplina de la contextualización. Cualquier práctica (textosincluidos) no existe al margen de las fuerzas y de las relacio­nes del contexto que la constituye tal cual es. Resulta obvioque el contexto no consiste en un simple "paisaje de fondo",sino en las condiciones idóneas que posibilitan la existenciade algo. Esto es precisamente lo que se intenta analizar y tam­bién es lo que más dificilmente resulta construir. Es el princi­pio y también el fin de los Estudios Culturales, aunque ambascosas no vienen a ser lo mismo. El contexto de un proyectode investigación concreto no viene dado empíricamente deantemano; tiene que ser definido por el proyecto, por la cues­tión politica puesta en juego. El contexto puede resultar, enun momento dado, tan reducido como un vecindario, comouna región urbana, o quizás como un instituto concreto deeducación secundaria que presenta problemas de racismo, opuede ser tan amplio como el capitalismo global tras la guerrafría. Dicho de manera sucinta, para los Estudios Culturales elcontexto lo es todo y todo es contextua!.

El contextualismo afecta a todas y cada una de las dimen­siones de los Estudios Culturales. Influye en los conceptosmás fundamentales que definen el discurso de los EstudiosCulturales, que no se pueden definir al margen del contextoespecífico: conceptos como cultura, textos y prácticas cultu­rales; nociones de poder y de las distintas dimensiones conlas que éste se estructura -raza, género, sexo, clase social,etnicidad, generación, etc. e, incluso, los variados modos derelaciones existentes entre la cultura y el poder. En conse­cuencia, la creencia comúnmente generalizada de que los Es­tudios Culturales se definen primordialmente con una teoríade la ideología, de la representación, de la identidad, de lasubjetividad, o de la comunicación (producción-texto-consu­mo) es falsa. No hay garantía alguna de que, en un contextodeterminado, la cultura funcione ideológicamente y, por tan­to, la tarea de los Estudios Culturales no se puede asumir de

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antemano, independientemente del contexto. Dicho de otromodo, las cuestiones que lanzan los Estudios Culturales -suproblemática- cambian potencialmente en cada estudio rea­lizado.

Este contextualismo radical conlleva una serie de consecuen­cias o corolarios. En primer lugar, los Estudios Culturales sonenérgicamente anti-reduccionistas a todos los niveles. Con­templan las prácticas culturales como lugar donde se entre­cruzan innumerables efectos factibles. No empiezan por defi­nir la cultura o sus efectos, o por preconcebir las dimensionesrelevantes con las que describir prácticas determinadas. Ensu lugar, se parte de la base que las prácticas culturales sonlugares donde distintas cosas pueden pasar y pasan, el ámbi­to en el que se produce la intersección de una gran variedadde posibilidades variadas. Además, los Estudios Culturales seniegan a reducir la realidad a una única dimensión o dominiode existencia: la biología, la economía, la política del estado,las relaciones socíales y sexuales, la cultura, todo ello formaparte de la realidad humana. Mientras los Estudios Culturalesse perciban como una versión más de "la construcción socialde la realidad",' se creerá que existen realidades materialessobre las que se cierne una lucha llevada a cabo de distin­tas formas, las cuales se articulan y tienen efectos reales ymensurables. Además, no se puede reducir un aspecto de larealidad a otro. De ahí que los Estudios Culturales no defien­dan que la cultura se pueda explicar en términos puramenteculturales; lo que más bien creen es que la cultura únicamentese puede comprender a través de su relación con todo aquelloque no pertenece al ámbito cultural.

4 De hecho,me atrevería a decirquela suposiciónsobre laconstrucción socialde la realidaddefine la base continuada modernista de los Estudios Cultu­rales. En consecuencia, si lo que queremos es encontrar un modo apropiadode hacerestudios culturales adaptados a la situaciónglobal contemporánea,entoncesdebemosrenunciar a estasuposiciónpara poderarticular unaformade materialismo espacialmente distinta.

Del mismo modo, el poder se percibe como algo complejo ycontradictorio, que se organiza de una forma complicada, jun­to con múltiples ejes y dimensiones que no se pueden solapar.Resulta imposible explicar las relaciones de género o sexualesúnicamente a partir de las relaciones económicas y de clasesocial, como tampoco se pueden describir estas últimas sóloa partir de las primeras. Si las relaciones de género y sexualescambian, este hecho no va a garantizar que también las rela­ciones de clase vayan a sufrir una alteración (similar o com­parable), y si las relaciones de clase cambian, no exíste garan­tía de que las relaciones de género o sexuales también varíen(de un modo comparable o similar). Desafortunadamente, elpoder resulta algo más complejo. Por otro lado, visto con op­timismo, el poder nunca se puede totalizar en sí mismo. Siem­pre va a haber fisuras y fallos con el potencial de convertirseen emplazamientos idóneos para la lucha y la transformación.El poder nunca logra llevar a cabo cada uno de sus objetivosen todas partes, y siempre queda la posibilidad de modificarlas estructuras y la organización del poder. Es más, mientrasel poder opera en las instituciones y en el estado, tambiénse hace patente alli donde vive la gente, aquello que toma elnombre de "vida cotidiana", y en los espacios donde amboscampos se encuentran. Lo que realmente interesa a los Estu­dios Culturales es cómo el poder se infiltra, contamina, limitay confiere autoridad a las opciones que la gente tiene paravivir su propia vida de un modo digno y seguro. Puesto que,si alguien pretende realizar algún cambio en las relaciones depoder, si lo que se pretende es movilizar a la gente, aunque seasólo un poco, habrá que partir del lugar donde la gente reside,del "donde" y del "cómo" viven su vida.

Un segundo corolario del contextualismo radical entraña ladefinición de su objeto. Los Estudios Culturales están impli­cados en el papel de las prácticas culturales en la construcciónde los contextos de la vida humana como entornos de poder.En otras palabras, les concierne el modo a través del cual seorganizan las relaciones de fuerza (efectividad) para conver-

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tirse en relaciones de poder a partir de las prácticas discursi­vas que constituyen el mundo experimentado como humano.Se parte del supuesto que determinadas prácticas culturalescarecen de efectividad si se sitúan al margen de las relacionesde las que ellas mimas son contextuales. Así pues, más quecomo prácticas, los Estudios Culturales constituyen a su obje­to como alianza, como conjunto de relaciones entre prácticas(no todo tiene por qué ser textual, simbólico, significante oincluso discursivo). Dichas alianzas no se pueden identificarcon textos y, en ningún modo, con un género particular detextos. Afinando un poco más, se podría decir que los Estu­dios Culturales toman como objeto las relaciones que se es­tablecen entre alianzas culturales y contextos más amplios derelaciones, o unos contextos dentro de otros, articulados pory para las relaciones de poder. Es por ello que los EstudiosCulturales constituyen su objeto a partir de la elaboración demapas relacionales, o de lo que describiré escuetamente comolineas de articulación. En cierto sentido, esto define la conti­nua circularidad de la práctica de los Estudios Culturales, yaque ésta sólo puede producir 10que es analizable a través de lamisma práctica analitica. La alianza como contexto es a la vezun principio y un fin, si se le puede denominar así -aunque noun fin absoluto puesto que el análisis puede y debe continuar,trazando mapas relacionales de los contextos y dentro de losmismos.

El contextualismo radical también define la práctica metodo­lógica de los Estudios Culturales como una articulación. Éstaconstituye el rostro metodológico de 10 que he descrito comoel anti-anti-esencialismo de los Estudios Culturales. Para és­tos, la articulación es un modelo, no sólo de producción decontextos y de poder, sino también de su propia práctica o mé­todo.' Lo que se describe es una práctica de trazado de líneas

s Los métodos de los Estudios Culturalesvaríanenormemente. A veces la ar­ticulación es laúnicamanera de describir lo queel críticohace.Sinembargo,

para establecer mapas de conexiones. Está claro que distintasconexiones contarán con fuerzas diferentes en contextos de­terminados y que éstas deben medirse, ya que no todos lostipos de conexiones son iguales o tienen la misma relevancia.Los Estudios Culturales tratan de comprender las posibilida­des que existen a la hora de rehacer los contextos a través delas relaciones y alianzas culturales, las mismas estructuras (ysus relaciones) a partir de las cuales se producen asociacionesy luchas de poder. Los Estudios Culturales pretenden formarteorías politicas y contextuales de las relaciones existentes en­tre alianzas culturales y los contextos;" 10 cual consíste en unateoría que explica cómo los contextos se constituyen, desapa­recen y se vuelven a formar. Esto es precisamente en lo quelos Estudios Culturales aspiran a intervenir. Se trata de lasposibilidades de rehacer un contexto donde éste se entiendecomo estructura de poder. Sin embargo, la estructura mismadel contexto es justamente el lugar adonde uno se debe dirigirpara localizar el poder que en ese momento opera, ya que loscontextos no existen de manera independiente del poder.

La articulación comprende las prácticas de hacer, deshacery rehacer los vínculos o conexiones, estableciendo nuevasrelaciones a partir de otras anteríores; igualmente se podríaafirmar que hay tantas prácticas de articulación como formasde relacionarse. Éstas se pueden entender como modos derepresentar las articulaciones y se pueden definir a partir delos términos que entran en la relación, o por la naturaleza dedicha relación. De acuerdo con la primera premisa, tenemos

lo normales que el método esté derivadode otrametodología disciplinar-laetnografía, el análisis textual, la investigación por encuestas- pero el modocon el que se lleva a cabo y se interpreta cambia significativamente comoresultadode su compromiso con la articulación.

6 Paralos Estudios Culturales el contexto se puede imaginarcomo pequeñosfragmentos de la vida cotidiana, posicionados entre la cultura (comoorganismo específico de prácticas) y las fuerzaslinstitucioncs/aparatossociales.

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que hacer una distinción, por ejemplo, entre articulacionesque conectan determinados signos con determinados signifi­cados, de aquellas que conectan significados a eventos realesque alegan representar, así como de aquellas que conectansignificados y representaciones de sectores políticos e iden­tidades, o que conectan posiciones de sujeto con identidadesculturales específicas. De acuerdo con la segunda premisa,debemos hacer una distinción, por ejemplo, entre las articu­laciones dominantes de las subordinadas, las visibles de lasinvisibles, las silenciosas de las silenciadas, las ideológicasde las afectivas, etc. Si un contexto se puede describir comolas relaciones establecidas a través del poder, en el interés deciertas posiciones de poder, entonces la lucha para cambiar elcontexto implica un esfuerzo por comprender dichas relacio­nes, para localizarlas de modo que puedan ser desarticuladas,para luego afanarse a re-articularlas. Los Estudios Culturalestienen que ser múltiples y cambiantes porque los contextos-y las posiciones políticas asi como las batallas potenciales oreales dentro de los mismos- siempre resultan fluidos, múlti­ples y contradictorios. Los Estudios Culturales llevan a cabosu contienda dentro del espacio situado entre la contenciónabsoluta, la clausura, la comprensión final y completa, y ladominación total por un lado, y la libertad y posibilidad abso­luta, la total transparencia y los finales abiertos por otro.

La articulación requiere al mismo tiempo la deconstruccióny la reconstrucción; primero hay que darse cuenta de queaquello que semeja un todo o unidad en armonía y carente defisuras, en realídad se ha forjado a partir de piezas diversasy divergentes que tienen la apariencia de la totalídad. Estoes, el acto mismo de la articulación se ha borrado y ahora sedebe redescubrir para poder permitir la desarticulación. Laarticulación comienza por descubrir la heterogeneidad, las di­ferencias, las fracturas presentes en el todo. No obstante, notiene que quedarse ahí, en la negatividad de la critica, ya quela heterogeneidad nunca permanece simple y llanamente asícomo heterogeneidad. Siempre se rearticula en otros tipos de

totalidad; ésa es la auténtica función del poder social. Y si noentra a formar parte de esta lucha, de este intento de pensar através de las posibilidades de la rearticulación, entonces losEstudios Culturales abandonan el sentido mismo de la posi­bilidad política que es lo que precisamente actúa como motorde los mismos.

Los Estudios Culturales, pues, ofrecen una práctica de baseintelectual a la hora de intervenir en el devenir de los con­textos y del poder. Tratan de emplazar la teoría en el términomedio, de una manera temporal y local, para facilitar así unaactuación más estratégica de la gente, con tácticas que permi­tan mejorar el contexto. Por supuesto, hasta qué punto se de­finen local y temporalmente por el proyecto. En la medida enque cualquier escenario es susceptible de ser emplazado den­tro de contextos más amplios, incluso globales, los EstudiosCulturales sólo pueden avanzar a través del creciente polílogoque actualmente está teniendo lugar junto a las trayectoriasde su diseminación global e intervención local de los Estu­dios Culturales. Dicho polílogo se basa en el reconocimientodel cambio de fachada de las relaciones globales: vivimos enmundo poli-céntrico. Las teorías y los problemas pueden via­jar, sin embargo lo hacen como recursos, más que como res­puestas y, en última instancia, la trayectoria es sí puede llegara resultar una fuerza más poderosa que el punto de partida oque el de llegada; puesto que cualquier tipo de viaje, bien seade cuerpos materiales o de prácticas, nunca consigue marcharen una única dirección, ya que aquello que se desplaza está encontinua transformación al verse expuesto a las complejida­des del viaje.

El contextualismo radical de los Estudios Culturales afecta asu relación con la teoria y con la política. Los Estudios Cul­turales están enteramente comprometidos con la necesidad deun trabajo teórico, pero su teoría siempre depende del contex­to de dos formas distintas. Primeramente, la teoria siempresupone una respuesta a cuestiones y contextos específicos; suverdad y valídez se mide y se juzga a través de su capacidad

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de ofrecer un mejor entendimiento del contexto y poder asídar pie a nuevas posibilidades, aunque sean imaginarias, decambiar ese contexto. Los Estudios Culturales contemplanlas teorías como hipótesis y recursos que en ese momentoencajen y se puedan articular en el proyecto específico queestén tratando. Esto significa, como mínimo, que la teoria escontingente y, por tanto, que uno no puede involucrarse de­masiado en paradigmas teóricos concretos. Un ejemplo bas­tante tipico es cuando se da por hecho que un estudiante yalicenciado ha llegado a un nivel de madurez suficiente parapoder identificar su "posición teórica" y por eso, en sus en­trevistas de trabajo se le hará la siguiente pregunta de mododirecto, sin rodeos: "¿cómo describirias tu posición teórica?"Para los Estudios Culturales, la respuesta correcta a semejan­te pregunta seria "dígame cuál es la cuestión y le diré cuáles la teoría que podría ser útil como punto de partida". Esdecir, la teoría siempre es como una apuesta que se hace enrespuesta a una pregunta y condiciones específicas, y en uncontexto específico. En cierto sentido, los Estudios Cultu­rales argumentan que al igual que la sobrevaloración de lainvestigación científica se puede usar para evitar el riesgo deun trabajo teórico, a veces la teoría se usa para evitar los ries­gos -en términos de posibles cuestiones, métodos y respues­tas- de la investigación. En ocasiones se puede usar la teoríapara definir las respuestas por adelantado, ya que muchosacadémicos actúan como sí una teoría pudiese víajar a travésde cualquier tipo de contexto. En este caso existen pocas po­sibilidades de obtener un resultado sorprendente o de dar conun descubrimiento. Para los Estudios Culturales, la teoria yel contexto se constituyen y se determinan mutuamente. Espor esto que no se puede considerar una única teoria en losEstudios Culturales -por ejemplo, la teoría de la subculturadesarrollada en los años setenta en Gran Bretaña, o la teoriade Hall sobre el Thatcherismo como formacíón hegemónicapostulada en los ochenta, o los estudios subalternos en lndia­y aplicarla en diferentes contextos como si pudiese funcionaren cada situacíón.

La segunda manera por la cual se puede decir que la teoríaresulta contextual es que los Estudios Culturales nunca sedejan llevar por la mísma, es decir, que su orden del día noviene dictaminado por una posición teórica. Las decisionesno se toman a partir de la teoria, ni de determinadas discipli­nas académicas. El punto de partida de los Estudios Cultura­les consiste en permitir al mundo extra-académico plantearcuestiones sobre nosotros, los intelectuales. Sus preguntasse derivan del sentido del contexto del propio investigador(hay que reconocer que, quizás, de su sentido común) y delas cuestiones políticas y de las posibilidades que se plan­tean. Soy plenamente consciente de que existe una aparentecontradicción en todo este asunto: el contexto "real" no sóloestá construido en el análisis sino que también plantea pre­guntas antes de realizar dicho análisis.' Para nada pretendoreivindicar, con una especie de empirismo ingenuo, que elcontexto hable por sí mismo. No es cuestión de dejar ha­blar al fenómeno, síno más bien que los Estudios Cultura­les creen firmemente que una contestación se puede dar através de contextos materiales y discursivos (aunque sólo seentienda como posibilidad política). Los Estudios Cultura­les empiezan por reconocer que el contexto siempre vieneestructurado, no sólo por relaciones de fuerza y de poder,sino también por voces de ira política, desesperación y espe­ranza. Si, como ya he mencionado, los Estudios Culturalessiempre deben partir de alli donde resíde la gente, entoncestambién tienen que iniciarse a partir de las articulaciones yaconstituidas de esperanza popular, así como decepción enla vida cotidiana. Por supuesto, esto no quiere decir que elanálisis acabará o debería acabar en el mismo sitio, o en losmismos términos. Es más, en la medida en que los EstudiosCulturales sean materialistas, creerán que hay líneas reales

7 También soy consciente de que no contemplo el tema de quién, si es quelo hay, puede añrmar que "se erige como portavoz del contexto".

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que conectan la política diaria (O su ausencia) con las rela­ciones auténticas de fuerzas (y contradicciones) en contextosespecíficos y sociales.

Los Estudios Culturales tienden a ser políticos, es decir, estáncomprometidos con la producción del saber que ayude a lagente a comprender que el mundo es cambiante y, al mismotiempo, ofrecen aquellos conocimientos que puedan permi­tirles cambiarlo. Sin embargo, incluso así, los Estudios Cul­turales creen que la política es contextualmente específica.La política puede sacarte del atolladero si los compromisospolíticos que se han definido previamente se sustituyen porel trabajo intelectual necesario que conduzca a un análisis yuna estrategia políticos contextualmente apropiados. Los lu­gares, objetivos y formas de la lucha se tienen que entender demanera contextual, sólo después de que se haya realizado eltrabajo de entender las relaciones de poder en su contexto. Nose puede dar por hecho que simplemente porque un cierto tipode lucha política tuviese sentido en los años ochenta, tambiénlo tendrá en los noventa. No se puede dar por hecho que sim­plemente porque cierto tipo de lucha política tuviera sentidoen Inglaterra, también funcionará en América.

El vínculo con la contextualización radical, define a los Es­tudios Culturales, aunque también, paradójicamente haceimposible que éstos se puedan definir: si los Estudios Cul­turales son contextuales, entonces lo que representan, cómose muestran, las cuestiones que plantean, y la manera con laque dan respuestas, también tienen que ser contextuales. Estosignifica que no se pueden definir al margen de su propiocontexto. Los Estudios Culturales son un ejemplo de su pro­pio contextualismo y construccionismo. No obstante, éstostambién se definen por su apreciación del papel constituti­vo de las prácticas culturales. La cultura divide y a la vezarticula la realidad, distingue y une aquello que es privado,individual y psicológico, por un lado, de lo que es público ysocial, por otro. La cultura es el horizonte inescapable de supropia contextualización.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Hacking, Ian (1999). The social construction of reality. Cam­bridge: Harvard University Press.

Hall, Stuart, Chas Critcher, Tony Jefferson, JohnClarke y BrianRoberts (1978). Policing the crisis: Mugging, the state, and lawand arder. (New York: Holmes andMeier).

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Otro día aburrido en el paraíso:rock and roll y el poder otorgadoa la vida diaria'

Hace unos cinco años, empecé a impartir unos cursos sobrela historia cultural del rock and roll. Mi enfoque era muy sen­cillo: intentaba describir los textos interpretando la significa­ción producida por la síntesis única entre la textura musical yel contenido de las letras de las canciones. Después proponíacorrespondencias que pudiesen surgir con la situación del pú­blico de entonces mediadas por las prácticas institucionalesde producción y consumo. La música, por un lado, represen­taba de una manera oblicua la estructura experimental de almenos alguna parte de su joven público y, por otro, reaccio­naba a ella. Conforme iba buscando lecturas más adecuadas,dichas correspondencias resultaban cada vez más refractadas;

I Partes de este ensayo se han revisado y publicado en Grossberg, 1984A.Para la consulta de una elaboración más completa de lo que aquí se expone,ver también Grossberg, 1983B. Me gustaría mostrar mi agradecimiento alas siguientes personas por su ayuda: Van Cagle, lain Chambers, Jan Crane,Simon Frith, Jan Ginoli, Rally Green, Dick Hebdige, Charles Laufersweiler,Dave Marsh, Cary Nelson y Larry Shore, Querría especificar que cuando merefiero al término "rack and roll", incluyo toda la música juvenil tecnológica­mente dependiente de posguerra. La distinción entre "rack and roll'' y "rock'n' roll" solo serviría para complicar el argumento que intento demostrar.

la música se tenía que situar en un contexto determinado pormúltiples factores: tanto la clase social, la raza, las subcultu­ras, el género como la edad ejercían presiones desíguales queel rock and roll representaba. Sin embargo, los estudiantes -yel fan del rack and roll que hay en mi- no estábamos satisfe­chos en absoluto. Aunque ellos casi siempre estaban de acuer­do con mis interpretaciones, quedaba claro que mis lecturasde las canciones no lograban capturar algo trascendental, algoque estaba intimamente ligado al poder del rock and roll asicomo a su politica cultural.

Mientras trataba de dar respuesta a su inquietud, me encon­tré confrontando dos características del rock and roll: su he­terogeneidad y su poder de afectividad. El rock and roll nosólo se caracteriza por su heterogeneidad musical yestilistica;aunque escuchen la misma música, sus fans son radicalmentediferentes. Al parecer, distintos fans usan la música con pro­pósitos diversos y de maneras muy variadas; tienen limitesdiferentes que definen no sólo lo que escuchan síno lo que ín­cluyen dentro de la categoria de rock and roll. Es por ello quepusieron objeciones a mi intento de definir una sola experien­cia o un uso único del rock and roll. Por ejemplo, en algunasocasiones, el significado de la letra de ciertas canciones erarelevante; otras veces -la mayoría- la experiencia resultabaser puramente emocional.

De este modo, si queria llegar a entender el significado culturaldel rack and roll (asumiendo que goza de cierta unidad a pesarde su heterogeneidad), esto es, si quería examinar los efectossociales específicos de la música juvenil de posguerra, teníaque partir de la base de que el poder afectivo del rock and rollva más allá del puro entretenimíento. Ni que decir tiene que laobservación de que la música tiene poderosos efectos emocio­nales no es nada controvertida. Lo que sí resulta problemáticoes la suposición de que los textos musicales, íncluso las letrasde los mismos, funcionen a través de la representación -designificados, ideas o experiencias culturales. Esta suposiciónno es que sea falsa cuando se aplica al rock and roll, sim-

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plemente resulta incompleta: ejemplos concretos de rock androll pueden representar asuntos diferentes para una audienciadiferente en contextos diferentes. Gran parte de lo que se haescrito recientemente sobre el rock and roll resulta igualmenteincompleto. Por ejemplo, Frith (1981) afirma que el rock androll es un pasatiempo que representa fantasias variadas sobrela posibilidad de una forma de vida constituida enteramenteen el ocio. El eje central de estas fantasias es la dialéctica dela cultura de clase obrera urbana de la calle y la de la clasemedia residencial creativa. Hebdige (1979), siguiendo la tra­dición de los estudios subculturales británicos, sitúa el rockand roll dentro de la categoria más amplia de estilos subcul­turales, que representa y confiere una solución imaginaria alas contradicciones experimentadas por la clase trabajadorabritánica. Tanto Frith como Hebdige consideran que el rockand roll es una representación situada dentro del contexto delas relaciones entre clases sociales. Así pues, mientras cadauno capta aspectos relevantes del lugar que ocupa el rock androll en nuestra cultura y su influencia en la misma, ningunoconsigue dar cuenta de la realidad y de la generalidad del po­der afectivo de la música: "lo más inquietante es... la escasaatención que el orden establecido presta a lo que consiste enuna especie de continuo estado de guerrilla ... El rack ... es elúnico medio que consigue darle un poco de sentido a la vida-de un modo tanto estético como politico" (Frith citado enMarcus 1981B, p. 124).

Cada uno de estos escritores plantea una estrategia alternativaadyacente a su interpretación del rock and roll. Mientras Frithpropone que estudiemos los distintos usos que la audienciaconfiere a la música, Hebdige, por su parte, sugiere que losefectos del rock and roll dependen de su existencia como unaamplia gama de prácticas dotadas de significado. Sin embar­go, ninguno de estos enfoques da respuesta a dos cuestionessignificativas que deseo plantear: ¿Cómo se pueden describirlos efectos especificas (y la popularidad) de formas concretasde rock and rol!? ¿Cómo se puede describir la consistencia

que constituye al rack and roll como un modo cultural deter­minado? No obstante, mi enfoque se basa en algunos aspectosde las teorías de estos dos criticas. Al igual que Frith, yo tam­bién propongo examinar el rock and roll de modo funcional;aunque, en lugar de dar por hecho el tipo de público por ade­lantado, y de preguntar cómo los individuos, bien de maneraconsciente o inconsciente, dotan a la música de utilidad, mecentraré en los modos con los que el rack and roll produce elcontexto material donde sus fans se encuentran consigo mis­mos, un contexto definido por su inversión afectiva más quepor sus representaciones semánticas. Así pues, el fan del rockand roll forma parte de los efectos del funcionamiento de estetipo de música. Lo que en verdad me concierne sobre estetema son las posibilidades que se abren no sólo entre músicay público, sino también por y para ellos en la vida diaria de laNorteamérica de posguerra.

Como Hebdige, mi propuesta consiste también en considerarel rock and roll como un conjunto de prácticas, pero de unasprácticas dotadas de poder estratégico más que de significadoen sí. El rock and roll estructura el espacio donde queda con­ferido el deseo y se producen los placeres. Es asi como surgesu inmediata implicación con las relaciones de poder y la po­litica del placer. Mi interés yace en los modos con que el rockand roll dota a sus fans de estrategias de placer y superviven­cia, y en la manera con la que adquiere poder y se lo otorga aun público concreto en contextos especificas. El rock and rollse toma visible sólo cuando se le sitúa en el contexto de pro­ducción de una red de poderes conferidos. Dicha red se podriadescribir como una "alianza afectiva": una organización deprácticas materiales y eventos concretos, modos culturales yexperiencias sociales que abre, al tiempo que estructura, elespacio de nuestra dedicación afectiva en el mundo. Mi obje­tivo consiste pues en describir los parámetros de los efectoscausados por el poder que el rock and roll otorga en términosde la producción de alianzas afectivas. (Para conocer la basede esta perspectiva, ver Grossberg, 1982).

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Propondré cinco hipótesis generales para describir el rock androll, enmarcadas dentro de la problemática del poder cornoorganización del deseo. La primera sugiere que el contextoafectivo dominante del rock and roll es más temporal quesociológico. Mientras que la clase social, la raza, el género,la nacionalidad, la subcultura, incluso la edad pueden deter­minar parcialmente efectos concretos, la emergencia del rockand roll se hace dentro del contexto de maduración despuésde la Segunda Guerra Mundial (en Estados Unidos, en lo queaquí concierne). Este contexto define la práctica del la conti­nua (auto)producción del rock and rollo La segunda hipótesisarguye que el poder del rock and roll no se puede describirexclusivamente en términos ideológicos: corno constituciónde una identidad o corno producción de una utopía crítica,sino que más bien, traza y catectiza un límite dentro de larealidad social marcado sólo por su otredad, su existencia almargen de las posibilidades afectivas de la cultura reinan­te (la hegemonía).' Dicho en términos más tradicionales, elrock and roll graba la marca concreta de la enajenación dela posguerra en la superficie de otras estructuras sociales dediferenciación. La tercera hipótesis expone su funcionamien­to estratégico: el rock and roll une fragmentos dispares delcontexto material de la vida diaria de su público en distintosaparatos o sistemas. Es dicho aparato el que traza las líneasespecificas de inversión afectiva y de organización. Este, portanto, localiza y produce al mismo tiempo los lugares dondeel placer se posibilíta y adquiere importancia para la audien­cia; proporciona estrategias a través de las cuales confierepoder al público y éste, a su vez, se lo otorga al aparato mu­sical. La cuarta hipótesis describe las diversas posibilidades

2 "Catexis" es un término psicológico, basado en una metáfora económica,que refiere al "hecho de que cierta cantidad de energía psíquica se adhierea una idea o grupo de ideas, a una parte del cuerpo, a un objeto, etc." (J.Laplanche y 1. B. Pontalis, The Language o/ Psycho-Analysis, transo o.Nicholson Smith (New York, n.d.) p. 62).

que adquiere el rock and roll con el uso de conceptos corno"encapsulación" y "alianzas afectivas" presentadas en lasdos secciones anteriores. La hipótesis final discute la nociónde "cooptación" corno estrategia significativa por la cual elrock and roll produce su propia historia y reproduce su poderafectivo. Mi conclusión expondrá que el rock and roll es unevento históricamente localízable y que, a causa de los cam­bios en el contexto contemporáneo de la vida cotidiana, seplantea su inminente "desaparición".

HIPÓTESIS 1. EL ROCK A~D RüLL EN EL CO)JTEXTO DE POSGUERRA

Cualquier lectura del rock and roll debe empezar por identifi­car el contexto donde se emplaza y la relaciones con las quese identifica. A pesar de la cada vez más prevalente tendenciahacia una multiplicidad de factores determinantes, los rasgosdominantes se identifican casi siempre corno variables socio­lógicas, por ejemplo, las características de los productoresmusicales, así corno de los consumidores. Dichas variables,aunque sean con frecuencia significativas a nivel local, de­ben confrontar de modo constante sus propias excepciones.La respuesta de que eso ya no es rock and roll o que éste haperdido su significado cultural real (y su política) parece unamera evasión del asunto. Además, dichas descripciones so­ciológicas no proporcionan explicaciones convincentes sobrela emergencia y poder constante del rock and rollo ¿Se puededecir, entonces, que hay un rasgo común a todos los contextosdel rock and roll? Si comenzarnos con la simple suposición deque este fenómeno musical está relacionado de algún modocon las experiencias de alienación, impotencia y aburrimien­to de la juventud, ¿podernos entonces localizar el contextodentro del cual estas experiencias emergen y funcionan cornoreacciones específicas de una "cultura juvenil"?

La adolescencia de la audiencia del rock and roll, de modoespecial en los años cincuenta pero presente todavía hoy,

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es obviamente un factor determinante y significativo de lamúsica en sí y también de su politica cultural. Los deseos,frustraciones, miedos y resentimientos de la pubertad propor­cionan gran parte de la energia del rock and roll y muchasde sus inquietudes. Sin embargo, incluso esta determinaciónaparentemente simple está mediatizada por otras emociones,experiencias y acontecimientos. Mientras que el primer públi­co del rock and roll estaba constituido por adolescentes, estaafirmación ya no se puede mantener. Igualmente, aunque laexperiencia de clase social que se representa en el rock androll pueda funcionar significativamente en un contexto, puedeque no funcione del mismo modo en contextos diferentes, ypuede que incluso en alguno, esté, en gran medida, ausen­te. Los intentos de generalizar la lectura del punk realizadapor Hebdige como un tipo de música perteneciente a la claseobrera, deben confrontarse no sólo con el argumento de Frithde que el punk se originó en un contexto "bohemio" de laescuela de arte, sino también con esas situaciones en las queel punk funciona en gran medida en el contexto de la clasemedia sin ningún tipo de idealización de la clase trabajadora.El hecho de que típos concretos de rock and roll, o quizás elrock and roll en general, tengan particulares raices de clasesocial no implica necesariamente nada respecto a su recep­ción y a sus efectos sociales en contextos específicos. Esto,por supuesto, no niega el hecho de que su origen (de clase)pueda tener efectos específicos mediatizados, particularmentea través de iconografias locales.

Consideremos, por el contrarío, la obviedad de que el rockand roll se originó en un contexto temporal específico, deno­minado de varias formas, como capitalismo tardío, posmoder­nidad, etc. Los movimientos predominantes de dícho contextode posguerra han sido ampliamente descritos: los efectos de laguerra y del holocausto en las generaciones de los progenito­res; prosperidad económica y optimismo; la amenaza de unaaniquilación total e instantánea (la bomba atómica); la guerrafria y el McCarthysmo con la consiguiente apatía y represión

política; el crecimiento de los barrios residenciales con su in­herente valoración de la repetición; el desarrollo del capita­lismo tardio (la sociedad de consumo) con su tecnología cadavez más sofisticada y dirigida no sólo a la racionalización sinotambién al control de la vida cotidiana; la proliferación delos medios audiovisuales y técnicas de publicidad, así comola emergencia de una estética de la imagen; el intento y, cnsuma, la incapacidad de lidiar con el tema del baby boom; lacontinuidad de la ideología de la individualidad, progreso ycomunicación (el Sueño Americano); y, hacíendo eco de Son­tag, un umbral cada vez más alejado de aquello que se puedeconsiderar escandaloso. El resultado fue una generación deniños y niñas que no sólo tenían miedo y estaban aburridos(el Sueño Americano resultó ser aburrido), sino que se sen­tían solos y aislados de otros/as niños/as y también del mundoadulto. Cuanto más énfasis ponía este mundo de los adultosen la singularidad de los/as niños/as y les prometía el paraíso,más rabia, frustración e inseguridad adquirían éstos.

Dichos efectos culturales se emplazaban en un aparato aúnmás amplio cuya importancia se empieza a reconocer ahora:operaban en un mundo caracterizado por un índice de cambioque se mantenía al alza. No obstante, lo que resulta único esque el cambio cada vez se parece más a lo que ya existe (pues­to que este proceso hace un tíempo que está en marcha); ya nopermite ningún tipo de llamamiento a una teleología establey predecible. De hecho, no existe ningún sentido del progre­so que pueda proporcíonar signíficado o profundidad juntocon un sentido de sucesión o legado histórico. Tanto el futurocomo el pasado resultan cada vez más irrelevantes; la historiase ha colapsado en el presente. Las ramificaciones de esta si­tuación se están haciendo visibles ahora que nos enfrentamosa una generacíón qua ya no cree que sus vidas serán mejoresque las de sus padres, a pesar de que la "retórica del progre­so" todavia siga vigente. De pronto, "se nos obliga a rehacerde cero el fundamento de nuestro gusto, así como de nuestrapolitica y de nuestra vida misma. Viejos modos de valoración

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persisten [solamente como] hábitos sin revisar, confortantesdefensas contra el reconocimiento de nuestra pérdida común"(Schjeldjahl 1981, p.67). Conforme la historia va perdiendosentido, ésta deja de ser la fuente de valores que uno elige ypor los cuales justifica sus acciones. Como afirma John Berger,

Hoy en dia, el entorno del individuo puede experimen­tar un cambio más rápido que la breve secuencia de lavida misma. Lo eterno ha sido abolido y la historia seha convertido en algo efimero. La historia ya no respetaa los muertos: éstos simplemente representan lo que haestado de paso ... Todo ello significa que la experienciacomún de momentos que desafian al tiempo es aparen­temente negada por todo aquello que los rodea. Dichosmomentos han dejado de ser ventanas que miran a tra­vés de la historia hacia lo atemporal. La experienciaque instiga la frase para siempre ahora se tiene que asu­mir en la privacidad de la soledad. Asimismo su rol hacambiado: en lugar de trascender, lo que hace es aislar(Berger, 1980, p.89).

Conforme la historia se convierte en un mero cambio -discon­tinuo, sin rumbo y carente de significado- ésta se reemplazapor un sentido de fragmentación y de ruptura, de materialidadopresiva, de impotencia y de relativismo.

Este nuevo contexto socio-histórico ha reforzado aún más laconvicción por parte de los jóvenes de su propia singularidad;ciertamente ha determinado las necesidades generacionalesdominantes y su percepción de los años cincuenta en adelan­te. Si la adolescencia es la época en la que uno se halla en labúsqueda no sólo del placer sino también de una identidadadulta viable, el colapso de la profunda estructura de la his­toria desautorizaba los modelos tradicionales. La importanciade Holden Caulfield, James Dean, Marlon Brando y la ge­neración Beat como héroes culturales reside en su lucha porconseguir una identidad consistente a través de este conjun­to nuevo de experiencias, y la vuelta de los Beats al uso del

hipster negro señalaba el camino del rock and roll y la culturajuvenil.'

El rock and roll se origina y funciona en las vidas de esasgeneraciones que han crecido en el mencionado contextoposmoderno de posguerra. No responde ni representa sim­plemente las experiencias de los adolescentes, ni aquellas deuna clase social especifica. Tampoco es la mera música de labrecha generacional. El rock and roll traza una linea a travésde ese contexto marcando una apariencia histórica específicade la brecha generacional de modo permanente. Igualmente,las divisiones de clase se reinscriben y realinean conformeles atraviesa la linea de la posmodernidad, de los deseos deesas generaciones que no han conocido ningún otro momentohistórico. La posmodernidad no es, en mi opinión, una meraexperiencia ni una representación de la experiencia; es, porencima de todo, un tipo de práctica por la cual se producenalianzas afectivas, y se invierte afecto a otras prácticas y su­cesos.

Aunque muchos comentaristas hayan descrito el rock and rollcomo un rhythm and blues descafeinado (o dicho de modo máspreciso, la sintesis del blues con la música country blanca), yome atreveria a afirmar que el hecho de que fuera producida yconsumida por la juventud blanca implicó una transformaciónreal de sus raices musicales. Los situó dentro de una forma­ción histórica diferente y emergente, cuyo marco he descritoen términos claramente referidos a reflejar la práctica estéticaposmoderna: una negación de la totalidad con un consiguien­te énfasis en la discontinuidad, fragmentación y ruptura; unanegación de la profundidad con un consiguiente énfasis en lasuperficialidad material; una negación de cualquier teleologiacon un consiguiente énfasis en el cambio y en la suerte, de

3 Los hipsters son pantalones de tiro corto asociados a cierto estilo de vidaconcreto de músicos de jazz de los años cuarenta (N. de la T.)

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modo que la historia se convierte en algo irrelevante y a la vezen la sustancia misma de nuestra existencia; una negación dela libertad y de la ilusa conciencia de la propia identidad conun consiguiente énfasis en el contexto, la determinación y laintertextualidad de los códigos discursivos.

La cuestión que se plantea es si el rechazo posmoderno a cual­quier tipo de significación a favor de la producción de frag­mentos representa la simple conclusión lógica del fetichismocapitalista sobre los bienes de consumo. ¿En qué sentido esel fragmento posmodernista, incluso cuando éste acepta lainevitabilidad de su existencia como producto de consumo,algo más que una mercancia en sí? El artículo de consumoexiste en el capitalismo tardio como el lugar donde residenla contradicción entre las prácticas culturales modernistas yposmodernistas. El bien de consumo como tal todavia vienedeterminado por la representación de la totalidad; representala fragmentación sólo en el contexto de un impulso totaliza­dor que da significado, no sólo al objeto en particular (comoestatus, moda o valor de cambio) sino también al proceso ge­neral de mercantilismo. La práctica posmodema niega cual­quier impulso totalizador de este tipo. Podríamos aseverarque el objeto en el capitalismo tardío funciona en el contextode una estética ideológica por un lado, y en el de una estéticaestructural por otro. La primera describe el modo con el quese representa el objeto; los fragmentos posmodernos se apro­pian en el contexto del artículo de consumo, definiéndolos entérminos puramente económicos o estéticos (de vanguardia),La propensa inclinación del posmodernismo a utilizar bienesde consumo capitalistas en su discurso facilita este proce­so. Una estética estructural describe la práctica posmodernacomo la desmitificación del bien de consumo, su reducciónestética a un fragmento carente de contexto o de referente, unsignificante sin significado. El posmodemismo es la prácticaestética de la deconstrucción.

El objeto dentro del capitalismo tardío existe, pues, en el es­pacio contradictorio entre estas dos prácticas: una mitifica-

ción ideológica que lo convierte en bien de consumo y unadesmitificación estructural que lo devuelve a su contexto ma­terial. Dada su propia naturaleza, los objetos posmodernos nose pueden consumir sin más, a menos que se hayan recupe­rado al re-presentarse como bienes de consumo. Es por estoque la estética posmodema del rock and roll no determinala existencia de la música como producto de consumo sinocomo una lucha constante entre mercantilismo y fragmenta­ción.

Ahora puedo tratar de especificar el modo concreto de prác­tica posmoderna que caracteriza el rock and roll como apro­piación de las prácticas hegemónicas en sus propios discur­sos. Si la respuesta que da la hegemonía a la resistencia semanifiesta a través de la incorporación (ver Williams 1981),entonces el poder del rock and roll reside en su práctica de"excorporación" que opera y se reproduce en la frontera entrela cultura juvenil y la dominante. El rack and roll invierte lasprácticas hegemónicas de incorporación -por las cuales, lasprácticas que reclaman una cierta externalización se vuelvena situar en el contexto de las relaciones hegemónicas. El rockand roll extrae los signos, objetos, sonidos estilos, etc. de suexistencia aparentemente llena de significado, y los vuelvea colocar en una alianza afectiva de diferenciación y resis­tencia. El impacto resultante --<le reconocimiento y, a la vez,de pérdida de significado- crea una frontera temporalmenteintransitable dentro de la cultura dominante, un compendio delas posibilidades afectivas de la cultura del rock and rollo Elrock and roll es una forma particular de bricolage, una prác­tica única del capitalismo y del posmodernismo. Funcionacomo un juego constante de incorporación y excorporación(ambas prácticas ocurriendo siempre de forma simultánea),una práctica cultural contradictoria. El resultado más obviode todo esto es un modo particular de ironía (que lo conec­ta con la tradición del simbolismo-dada-surrealismo). ComoPiccarella ha advertido, "10 que ha separado siempre el rockand roll de sus raíces en el blues y en la música country, la

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esencia de su carácter juvenil, es la distancia irónica de unaexpresión personal directa. Su estilo estrafalario y manieris­mos exagerados, el sentido rockero de la teatralidad tiendehacia una auto-alienación defensiva de la adolescencia" (Pi­carella 1982, p.S3). La práctica del rock and roll es una formade resistencia empleada a través de diversas generaciones quecarecen de fe en la revolución. La resistencia del rock androll -su política- no consiste ni en un rechazo directo de lacultura dominante ni una negación utópica (una fantasia) delas estructuras de poder. Juega con la misma práctica utilizadapor la cultura dominante para, valga la redundancia, resistir suresistencia: la incorporación y la excorporación en continuadialéctica reproducen el límite mismo de la resistencia. Noobstante, como esta oposición permanece dentro del espacioeconómico y político de la cultura dominante, su revoluciónes tan sólo un "simulacro". Su política emerge solamentecuando la conciencia política ya no es posible. Su prácticaconsiste en el surrealismo sin el sueño/pesadilla, el dadaismosin la representación de una opción política.

Incapaz de rechazar, controlar, ni siquiera de conceptuali­zar esta realidad posmodema, el rock and roll se convierteen fuente de opresión y en objeto/contexto de celebración ydiversión. Asqueada y enfadada a causa del aburrimiento (larepetición constante), de la carencia de significado, de la des­humanización del mundo contemporáneo, la juventud celebraestas mismas condiciones en su tiempo de ocio (tecnologia,ruido, fetiches consumibles, repetición, fragmentación y su­perficialidad). Abatimiento y placer se constituyen mutua­mente. El rock and roll busca su lugar dentro de la posrno­demidad y contra ella, la cual representa la condición de suposible realización. Hay momentos, está claro, en los que elrock and roll ha buscado asimismo huir de esa negación im­posible de la representación. Por poner un ejemplo, al mismotiempo que la subcultura del acid-rock jugaba con signos yobjetos como si fueran meras piezas de un juego de bricolaje,esta cultura también negaba su práctica posmodema apelando

al mito de una realidad natural. A pesar de que sus textos noeran transparentes, éstos se emplazaban dentro de un contextomás amplío cuya resistencia se sometía a los intereses de unretiro utópico a la vida "natural".

HIPÓTESIS 2. EL PODER DEL ROCK Al\D ROLL:

LA DIFERENCIA AFECTIVA

Podemos decir que empezamos a entender cómo funcionael rock and roll cuando afirmamos que es, ante todo, diver­sión -producción de placer (en la pura energía de la música,el ritmo bailable, etc.). De hecho, el rechazo más devastadorque se le puede hacer a un texto de rock and roll especifico esdecir que es "aburrido". Es por esto que el rock and roll nuncase puede tomar en serio. Para ser efectivo, debe negar cons­tantemente su propio significado; debe centrar la atención desu público en su superficialidad. Su poder no se basa en loque dice o significa sino en lo que hace dentro de las texturasy contextos que utiliza. Ya que, de hecho, distintos tipos deaudiencia interpreta los mismos textos de modo diferente, yademás parece haber más bien poca correlación entre lectu­ras semánticas y usos o placeres. No es mi intención sugerirque exista una disyunción entre letra y sonido (que puedenoperar a través de una variada serie de relaciones entre ellos)sino más bien que el rock and roll no se puede interpretar porun análisis textual del mensaje. El rock and roll, bien sea endirecto o en diferido, es una actuación cuyo "significado" nose puede leer fuera del "texto". No es que el rock and roll noproduzca ni manipule el significado, sino que éste funcionade manera afectiva, esto es, para producir y organizar deseosy placeres. Cuando David Susskind le preguntó al productorPhi1 Spector cuál era el significado de la canción "Do DooRon Ron", Spector le respondió "No es lo que digo 10 quetiene significado, ¡es lo que te hace sentir! ¿No oyes el sonidode este disco, no lo oyes?" (Marcus 1969, pp. 11-12). Lo que

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Spector y sus fans sabían era que la respuesta a su preguntaera que no.

Pero, por su puesto, por otro lado, el rock and roll no se tomaa si mismo en serio. No sólo es extremadamente auto-cons­ciente, sino que se reconstituye y re-encapsula a si mismo(por ejemplo, en su intertextualidad, sus referencias a si mis­mo, la recreación de su historia a través de la incorporaciónde "portadas", etc.). De hecho, todo ello es prueba esencial dela popularidad del rock and roll que marca constantemente ladiferencia de otras culturas musicales, sean populares o no.El rock and roll, en si mismo, no es una simple subcategoríadel "pop", y siempre habrá música que no sea rock and rol\.Estas "otras" músicas son "cooptadas", "vendidas", "entrete­nimiento familiar", etc.

Asi pues, el poder del rock and roll no depende del signifi­cado sino de sus inversiones afectivas, y está relacionado notanto con lo que uno siente como con el limite trazado porla existencia misma de distintas organizaciones de deseo yplacer. Su poder antagónico no resulta de ofrecer un tipo dedeseo inaceptable por la cultura dominante, ni una estructurade placer concreta, ni tampoco de incitar a una realizaciónilimitada del deseo. Al rock and roll no le hace falta ofrecersiempre una crítica ideológica de la cultura dominante, aun­que en algunos momentos, ciertamente 10 haya hecho, que sedirija tanto a represiones específicas como a la mera presenciade la represión en sí. Sin embargo, el rock and roll no proyec­ta una antinomia entre libertad y coacción, ya que el rock androll siempre produce sus propias restricciones consigo mismoy con sus fans. Su historia consiste más bien en la decons­trucción de esa antinomia; juega con la relación del deseo ysu disciplina, circunscribiendo siempre sus propias posibili­dades en la reproducción del placer. La relación del rock androll con deseo y placer sirve para marcar la diferencia, parainscribir en la superficie de la realidad social una barrera entre"ellos" y "nosotros"; constantemente recapitula y recatectiza

una ruptura permanente en el punto de intersección de la pos­modernidad, juventud y placer. Convierte un momento histó­rico concreto -con las generaciones que con él emergen- enuna ruptura aparentemente permanente. Esta ruptura se llevaa cabo a través de la producción de "alianzas afectivas" queperturban el control hegemónico del deseo y del placer; en elregistro ideológico, dichos efectos se hacen más visibles en lallamada "vida emocional" de los/as fans.

No obstante, esta marca diferencial no limita simplemente elinterior del exterior, la hegemonía de la revolución. El rockand roll sitúa a sus fans en el espacio de la diferenciación,aunque existan dentro de la hegemonía, Dicha barrera se ins­cribe dentro de la cultura domínante. El rock and roll es unarte de la socíedad que funciona al posicionar a sus fans almargen de ésta. Tal "encapsulación" se puede producir, enocasiones, a través de representaciones ídeológícas que pue­den atacar la hegemonía o bien definir una identidad alter­nativa para aquellos que viven dentro de sus alianzas afecti­vas. Sin embargo, estas consideraciones locales nublan, condemasiada frecuencia, la estratíficacíón general del espaciosocial que el rock and roll produce: define una exterioridadpara sí mismo dentro de la cultura dominante a través de prác­tícas especificas que constituyen alianzas afectivas. Usandouna metáfora psicoanalitíca, el rock and roll "se ín-corpora""en el interior de la bestía". Está "interiorizado pero no inte­grado", incluído dentro de la cultura domínante pero "ajenoa ella, ínaccesible; ... encerrado, enterrado, enquistado en suinterior" (Nelson 1978, pp. 57-8).

Finalmente nos hemos de preguntar en qué sentido esta fron­tera constituye una relación politíca entre la cultura del rockand roll y la hegemonía, Las descripciones más comunes delpoder de afirmación del rock and rolllo sitúan en el intento dereconstruir una comunidad frente a la sociedad industrial demasas. Por consiguiente, si bien el rock and roll da comienzo,aparentemente, con deseos privados, crea, no obstante, expe-

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riencias comunes ajenas a éstos. Por citar un ejemplo, el rackand roll de los años cincuenta engendró una comunidad basa­da en las experiencias compartidas por los adolescentes. Sinembargo, también es debatible el hecho de que la producciónde dicha identidad -la cual siempre se reafirma y se rebelacontra fans de generaciones previas de rack and roll- consisteen el desmantelamiento, más que en el origen, de la funciónpolítica del rock and roll. La política del rack and roll no tra­ta de la producción de una identidad sino la lucha constantecontra dichas identidades (las cuales podrian ser incorporadasen la cultura dominante), incluso conforme las va creando ydotando de significado político. El origen de esta tensión sepuede encontrar en la confrontación con la posmodemidad.El rock and roll transforma la desesperación de su contextoen la adopción de sus posibilidades de placer. El rack and rolles inevitablemente conducido hacia un intento de encontrarsu significado y valor dentro de su momento histórico y de supropia existencia. Dicho intento es, por supuesto, el rechazo ala posmodemidad, de su propio contexto de posguerra. Y aúnasi, el rock and roll busca nuevas formas de identidad, nuevosvalores y significados; pero siempre debe emplazarlos a todosellos en el contexto de un mundo que destruye todo tipo designificado y de valores. Por ejemplo, no se trata simplementedel encuentro de que el sentimiento de soledad de los jóvenesy los mitos del amor romántico obviamente sean destinadosal fracaso; se trata más bien de que el rock and roll busque di­chos caminos al margen de la posmodemidad. En ese caso, larealidad de su fracaso inminente, la frustración que conllevael saber que fracasarán a pesar de nuestros deseos, resulta enparte responsable del auténtico sentido de desesperación quesubyace tras la preocupación sobre el amor en el pop (comosucede con los Beatles, las canciones de muerte adolescente)yen el rock and roll adolescente (como Meatloaf).

La política del rock and roll se tiene que entender dentro deesta tensión, atrapada en el deseo de celebrar todo lo nuevo yel deseo de escapar de ello, entre desesperación y placer. La

política del rack and roll surge de su articulación de alianzasafectivas como modos de supervivencia dentro del mundoposmodemo. No lamenta la desaparición de estructuras másantiguas pero se afana en buscar organizaciones del deseo queno contradigan la realidad donde se encuentra. Lo mejor delrock and roll es que transforma viejos sueños en nuevas rea­lidades. Rechaza lo que está fuera de su auto-encapsulación,no en términos políticos sino porque sus organizaciones deafecto ya no resultan apropiadas en el mundo posmodemo.Celebra la vida del refugiado, del inmigrante desarraigado,cuyas únicas raíces son las que se pueden construir en esemomento, construcciones que están inevitablemente al bordedel colapso. El rock and roll celebra el juego -incluso eljuegodesesperanzado-- como la única posibilidad de supervivencia(como, por ejemplo, el Cadillac rosa de Elvis, las payasadasde los Beatles, las tácticas provocativas del punk y las salidasde tono del post-punk). No opone sus propias representacio­nes ideológicas a aquellas de la cultura dominante: se sitúa asi mismo en los huecos y fisuras de la hegemonia, los luga­res donde el significado se colapsa dando lugar al deseo y alafecto.

HIPÓTESIS 3. EL TRABAJO DEL RaCK AND ROLL:

ALIANZAS AFECTIVAS

Sin embargo, la cuestión de por qué los fans del rock and rollasumieron con tanto aplomo que Susskind no podia "oír" lamúsica, todavía queda sin resolver. Tampoco hemos tenido encuenta la existencia de fronteras y de diferencias dentro delrock and roll y de sus culturas: lo que un tipo de público con­sidera que es rock and roll, otro 10 puede rechazar como co­optado. Lo que sugiero es que un tipo de música existe como"rock and roll" para una audiencia sólo cuando se sitúa dentrode una recopilación más amplia que llamaré "el aparato delrock and roll". Dentro de este contexto, la música se modula

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a través de modos diversos que dotan de poder su funciona­miento específico. El aparato del rock and roll no sólo incluyetextos y prácticas musicales sino también determinacioneseconómicas, posibilidades tecnológicas, imágenes (tanto deartistas como de fans), relaciones sociales, convenciones es­téticas, estilos del lenguaje, movimiento, apariencia y danza,prácticas mediáticas, compromisos ideológicos y representa­ciones mediáticas del propio aparato. Dicho aparato describe"cartografías del gusto" que son a la vez sincrónicas y dia­crónicas y que comprenden registros tanto musicales comono musicales de la vida cotidiana. Por ejemplo, no sólo hayaparatos concretos que definen limites diferenciales de "músi­ca aceptable", sino que éstos mismos sitúan distintos tipos derock and roll en posicíones afectivas diferentes; les dotan depoder de diversos modos. En cualquier momento, el rock androll se constituye por un número variado de formas y mientrasque algunas de ellas, u otras convencíones, puedan permane­cer comunes, sus efectos cambian según sus relaciones sin­crónicas y diacrónicas tal y como se definen dentro del apara­to. Además, estas posiciones están siempre sujetas a cambioconforme van apareciendo nuevas formas que irrumpen en laeconomía musical.

Identificar el rock and roll como un conjunto de textos musi­cales, cuyos efectos se pueden leer superficialmente o empla­zar dentro de una relación aislada entre música y fan, signifi­ca asumir, desde un principio, una interpretación de su lugardentro de un aparato de rack and roll específico. En cambio,los efectos de la música y de la identidad sólo pueden ser des­critos dentro del aparato que conecta fragmentos particularesde dominios heterogéneos de prácticas sociales, culturales ymateriales. El rock and roll es pues un aparato que se encap­sula a si mismo, que inscribe la diferencia entre "nosotros" y"ellos". Es, entonces, un aparato el que existe como bricolagea través de la "excorporación" de signos y eventos hegemó­nicos. Tratándolos entonces como fragmentos, los re-inviertedentro de una "topografía del deseo" distinta.

Seria un error, sin embargo, contemplar el aparato como unacolección pasiva de sucesos materiales diferenciados; es elmismo aparato el que constantemente origina estructurassiempre cambiantes de deseo, reproduciéndose, de este modo,a si mismo. El aparato del rock and roll organiza una colecciónaparentemente aleatoria de acontecimientos y códigos catecti­zados que van entretejiendo la cultura del rock and roll. Es undespliegue de estrategias con las que la juventud organiza suexistencia afectiva. Dichas "topografías del deseo" se podríandescribir entonces como "formaciones afectivas" para referir­se tanto a su relación con formaciones ideológicas, politicas yeconómicas como a su incapacidad de reducirse a ellas.

Por consiguiente, el poder del aparato del rock and roll noreside principalmente en su "hurto" de objetos parciales devariados dominios de la vida social, ni siquiera en el merohecho de que trace líneas que los conecten. Su poder más biense encuentra en produeir organizaciones particulares dentro yentre estos fragmentos y darles prioridad. El aparato es unamáquina que, en su reproducción continua, vuelve a dar formaa nuestra vida afectiva al trazar sobre nuestra vida material losvectores de su propia economia del deseo. Mi tesis consiste enque la continuidad del rack and roll se constituye por la conti­nua inscripción de una topografía tridimensional que describesu "formación afectiva". Al operar a este nivel de abstracción,estoy ignorando cuestiones relativas a los fragmentos especí­ficos con los que trabaja el aparato en un momento dado, asicomo las inflexiones particulares que se dan en estos ejes delaparato en momentos determinados. En lugar de analizar apa­ratos y formacíones concretas, lo que quiero es comenzar adescribir los límites del aparato del rock and roll: el momentode su nacimiento, la posibilidad de su cese, el alcance de suvariabilidad, etc.

El aparato del rock and roll organiza afectivamente la vidacotidiana a partir de la intersección de tres ejes: (1) la juven­tud como difereneia: la diferencia social de las generacionesse inscribe en el campo fenomenológico de las relaciones

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sociales; (2) el placer del cuerpo: la celebración del placerse inscribe en el terreno corporal; y (3) la posmodemidad:la estructura de la incertidumbre (el fragmento) se inscribeen el circuito de la historia y del significado. A continuacióncomentaré brevemente cada uno de ellos.

Resulta más que obvio que el rack and roll esté construidoen tomo a la categoría de la juventud; y mientras es del todocierto que la "juventud" muestra un número variado de in­flexiones ideológicas, ésta es también un cuerpo material quese puede situar de un modo social e histórico -un cuerpo quese cruza e inscribe afectiva e ideológicamente. Bien es ciertoque el aparato del rock and roll ha producido una "política ge­neracional" que se puede describir estructuralmente como unapolitica de la diferencia y exclusión y sustancialmente comouna politica del aburrimiento. Como ya he dicho con anterio­ridad, más que definir una identidad necesaria para los fans,el aparato del rock and roll funciona como una frontera queencapsula a sus fans y excluye a los demás. Es esta diferenciala que invierte afectivamente la categoría de juventud dentrodel aparato mismo y define el lugar de la cultura juvenil. El"otro" que es excluido del aparato no se define, sin embargo,cronológicamente sino más bien por una fenomenología delaburrimiento. El aparato del rock and roll institucionaliza unapolitica definida sólo por su oposición al aburrimiento comola experiencia de la realidad hegemónica. La politica de lajuventud consiste en celebrar el cambio: el trabajo del aparatotransforma las estructuras mismas del aburrimiento en placer.

El segundo eje de afectividad del aparato del rock and rollimplica la celebración del cuerpo como lugar de placer -en sutransformación de la identidad en estilo, en la centralidad delritmo y del baile, en su exposición a la sexualidad y a prácti­cas sexuales. La propia práctica musical se inserta dentro delaparato en el lugar del cuerpo: es una música de deseo corpo­ral. Hay una relación material inmediata con la música y consus movimientos. Esta relación, que se puede aplicar a todala música en general, se enfatiza sobre todo en el rock and

roll. A su nivel más simple, el cuerpo vibra con los sonidos yritmos, y esta vibración se puede articular con otras prácticasy eventos para producir efectos complejos. La materialidadde la música le confiere su poder afectivo para traducir encuerpos a los individuos (una construcción ideológica). Estarelación material está aquí, en el aparato, al alcance de losfans. El cuerpo se convierte en el lugar donde se reestructuranel placer y el deseo potencialmente redirigidos. Se podrianexaminar, por ejemplo, las relaciones complejas y a menudocontradictorias entre el rock and roll y la música negra de Es­tados Unidos (el hecho de que ambas sean tan compatibles odistanciadas, según el momento) en términos de las inversio­nes cambiantes de este eje. Además, aquí es donde se podríatratar de articular las posibilidades de una politica sexual encontinua oposición dentro del aparato del rock and roll.

Estas sugerencias, por supuesto, no tienen porqué ocluir lasrelaciones entre la formación afectiva del aparato del rockand roll, y su posición dentro de las estructuras producidasideológicamente (así como económica y politicamente) de ra­cismo y sexismo dentro de la sociedad estadounidense. Estáclaro que muchas de las prácticas institucionales de produc­ción, marketing y distribución, asi como modelos de consumoraciales y sexuales, refuerzan y reproducen estructuras hege­mónicas de diferencia y opresión. Por ejemplo, muchas de lascríticas feministas al rack and roll son bastante legitimas. Lostextos y culturas musicales resultan con frecuencia un tantorepresivos. A menudo, dichas inflexiones producen su propio"placer de las emociones" que, generalmente, conlleva expe­riencias de romance y autocompasión. En este caso el cuerpose inscribe como el lugar del propio ser. Por otro lado, dichascriticas no deberian justificar las condenas globales de las po­sibilidades politicas afectivas del aparato del rock and roll.La concreta "política del placer" sólo se puede identificar yvalorar de modo contextual. Es más, a nivel de la formaciónafectiva, el deseo es al menos conceptualmente independientede la ideología (en este caso, de género); resulta dificil soste-

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ner que los deseos y ritmos del rock and roll están codificadosintrínsicamente en base al género.

El tercer eje del aparato del rock and roll resalta el contextoposmodemo en el que se originó. Si se puede entender comola ausencia, bien de un futuro con el que organizar nuestrasvidas ("El futuro es un engaño creado por orientadores de ins­tituto y vendedores de seguros"; "La vida es dura y al final temueres") o bien de significado ("Aunque la vida tuviese algúnsentido, seguramente no estaría de acuerdo con ello", comoha dicho uno de mis alumnos), el aparato del rock and roll estámaterialmente estructurado por esta ausencia de estructura. Elaparato del rock and roll funciona proporcionando estrategiaspara escapar, negar, celebrar, encontrar placer -en otras pala­bras, para sobrevivir- en el mundo posmodemo.

Este tercer eje posiciona el aparato del rock and roll de modoreflexivo dentro de su contexto posmodemo y constituye laambigüedad del rock and roll en su propia relevancia y poder.A diferencia de otras formas de cultura popular, la "políti­ca posmodema" del rock and roll debilita su reivindicaciónde producir una formación afectiva estable. Más bien, lo quehace es participar en la creación de "alianzas afectivas" tem­porales que celebran su propia inestabilidad y superficialidad.Aunque dichas alianzas puedan reivindicar aparentementesu totalidad dentro de su propio momento de poderío, estánmarcadas, no obstante, por su fluidez y su propia reprobaciónde modo contundente ("Nada importa, ¿y qué si importara?":John Cougar), y también por la facilidad con la que el aparatodel rock and roll se desliza de alianza en alianza. En otras pa­labras, el aparato del rock and roll incorpora e incluso celebrala "disposibilidad" de cualquier alianza afectiva sin sacrificarpor eso la propia reivindicación de su existencia.

La existencia del rock and roll, entonces, está precisamente ensu propia creación como alianza afectiva que sitúa los lugaresde adquisición de poder entre la música y sus fans. Esto es,el aparato del rock and roll organiza de modo afectivo la vida

cotidiana de sus fans a partir de catectizar diferencialmentelos variados fragmentos que "excorpora" junto con esto~ tresejes. El resultado consiste en situar, para sus fans, las posibili­dades de intervención y placer. Supone la mversion del deseoen el mundo material según los vectores que se eliminan de laformación hegemónica afectiva.' No qui~re decir que los d~­seos o los mismos placeres sean de por SI objetores sino masbien que las inversiones afectivas del aparato del rack androll dota a su público de poder con estrategias que, ton:adastopográficamente, definen un nivel de oposicion potencial y,con frecuencia, de supervivencia.

HIPÓTESIS 4, LA DIVERSIDAD DEL RaCK AND ROLL

La división más comúnmente observada dentro del rock androll (y de sus fans) se encuentra entre el punk :-violento, sexualy emocional- y el poeta -crítico, sensual e intelectual. Estoscorresponden a groso modo con imágenes de la VIda de laclase trabajadora y de la clase media, En la prensa rockera po­pular, se pueden encontrar descripciones y categorizacionesde estilos musicales distintos dentro del rock and roll (comoel pop, rhythm and blues, art, folk, country, heavy metal, etc.).El asunto a tratar está con frecuencia relacionado con las m­fluencias musicales, Sin embargo, resulta un tanto difícil vercómo el rock and roll se circunscribe a alguna caracteristi­ca musicaL Además, la fragmentación de la música se tieneque complementar con una apreciación de la heterogeneidadde las prácticas oyentes: estilos, contextos y funciones. Porejemplo, el mismo tipo de música lo pueden usar distintosgrupos (como la nueva ola); estilos diferentes se pueden usarcon mismos fines (como la música dance; la drug music); y

4 Por"vector" me refiero aunacantidad queconsisteen magnitud y dirección.

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distintos grupos con un estilo común pueden tener públicosdiferenciados (por ejemplo, los Beatles, los Ramones, REOSpeed-wagon y dB's, todos ellos usan convenciones del pop;Herat, Styx y AC/DC son todos grupos de "heavy metal"). Nohay pues "un úníco modo de rock",

También podemos, si no, descríbir la diversidad y la diferen­cia dentro del rock and roll en base a la consideración delpoder y del trabajo del mismo, delineado con anterioridad: enprimer lugar, especificando los modos en los que el rock androll ha catectizado una frontera entre "Ellos" y "Nosotros"a lo largo de su historia; y, en segundo lugar, identificandolos vectores que se destacan en alianzas afectivas específicas.En ambos casos me veo obligado a realizar abstracciones dela historía concreta sobre la producción de alianzas afectivaslocales. No es mi deseo aseverar, para ninguna de estas tipolo­gías, que éstas pertenezcan exclusivamente al rock and roll oque sus posibilídades en el futuro se vean limitadas de manerapredecible.

La inscripción de la diferencia

Lo que propongo es construir un esquema bidimensional: eleje horizontal especificaría las variadas estructuras por lascuales el rock and roll diferencia su propia cultura de otras; eleje vertical describiría los diferentes estados afectivos que elrock and roll ha asignado o invertido en su propia existencia.

El rock and roll ha producido tres tipos de límites: el objetor,el alternativo y el independiente. Un límite objetor inscríbe elmero hecho de la diferencia de maneta explícita; tanto noso­tros como ellos estamos cargados afectivamente. Su efectivi­dad depende de la presencia del otro como enemigo. Por esto,el rock and roll objetor se presenta como un desafio directo ouna amenaza a la cultura dominante, quizás incluso confron­tando el poder de la cultura dominante con el suyo propio, loque se podría expresar con la frase: "queremos el mundo y lo

queremos ahora". Un límite alternativo se inscribe cuando elotro está presente sólo de modo implícito. El enemigo estácargado negativamente sólo en cuanto a 10 que la cultura delrock and roll se diferencia. El rock and roll alternativo preparaun ataque implícito contra la cultura dominante; el hecho desu existencia implica una sustitución potencial de la organi­zación hegemónica del deseo: "queremos el mundo pero ennuestros propios términos". Un límite independiente se ins­cribe cuando el otro se hace efectivo sólo por su ausencia. Elrock and roll independiente no se presenta a sí mismo comoun desafio contra la cultura dominante, ni explícita ni implí­citamente, aunque pueda funcionar como tal. Éste existe apa­rentemente al margen de su relación con la cultura dominante;no quiere el mundo. Trata de escapar, de definir un espacioque no vulnera la hegemonía ni es vulnerado por ella: "quere­mos nuestro mundo". Podemos representar estas tres estruc­turas de la diferencia, en términos de "Nosotros" y "Ellos" (Ny E), como sigue: N/E, N/(E), N/( ). Sin tener en cuenta estastres estructuras diferenciales, cualquier afirmación que el rockand roll pueda incitar, probablemente será descrita indepen­dientemente del contexto histórico específico. Aunque bien esposible que haya música que de manera consistente produzcael mismo tipo de afectos positivos en contextos diferentes, losefectos de las afirmaciones están destinados a cambiar con­forme se catectiza diferencialmente su relación con la culturadominante.

¿Cuál es pues la naturaleza del afecto afirmativo del rock androll? Mis argumentos han ido siempre en contra de conside­rarlo como una simple representación de identidades; las po­siciones del sujeto que se articulan en el rock and roll a me­nudo son complejas y contradictorias. Lo que más bien defineson estados afectivos particulares para su propia cultura. Aldescribirse a sí mismo como una estructuración concreta deafecto, el rock and roll emplaza a los sujetos sociales en unespacio no-representacional. Se pueden identíficar tres auto­catexis: visionarias, experienciales y críticas. Las tres son, en

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esencia, atribuciones a uno mismo; describen diversos modosde alianzas afectivas, modos de relacionarse afectivamente yde sobrevivir al mundo. Por ello, repito, no es el contenido deuna afirmación particular lo que resulta efectivo (aunque larepresentación ideológica puede jugar un papel importante)sino el estado que asigna a la existencia de sus propios deseos.

El rack and roll visionario se proyecta como una práctica utó­pica. Su poder deriva de la afirmación contundente sobre suestabilidad como estructura de deseo. La cultura particular delrock and roll vive -en su música- la posibilidad de un mo­mento de estabilidad frente al cambio y a la disciplina. Queel público real consiga llevar a cabo esa posibilidad utópica oel contenido de esa visión es sólo algo secundario. El poderafectivo y politico de la música depende de que se constituyacomo algo más que un simple modelo de supervivencia, unavisión de una alianza afectiva potencialmente permanente. Elrock and roll experimental resulta más modesto; no se proyec­ta a si mismo como un modelo de supervivencia indispensa­ble sino como una posibilidad viable en el contexto presente.Valora su propia afirmación de cambio y de movimiento. Lasalianzas que organiza representan, como mucho, una treguatemporal. Celebra los diversos comportamientos e imáge­nes de sus propias culturas juveniles (como la conducción,el baile, la sexualidad, el ritmo) que niegan la disciplina yla posibilidad de estabilidad. Su afirmación se encuentra úni­camente en el mero placer musical, en el acto de sumergirseen el contexto musical, en participar de las prácticas de lacultura juvenil. Dicha afirmación no tiende a ser, ni tan op­timista y pretenciosa como la visionaria, ni tan pesimista yautodestructiva como la critica. A su vez, la afirmación criticarechaza cualquier reivindicación que pueda producir espaciostemporales en los que el público consiga controlar y dotar desentido a su vida. Al rechazar cualquier tipo de estabilidad yvalor -aquél que se implica por la valoración del cambio in­cluido- mina su propio estatus como modo viable de supervi­vencia. Lo único que afirma y valora es su propia negatividad.

Su estatus como elemento placentero depende de su propioestatus como sola respuesta a la realidad posmodema. Lo úni­co que se puede afirmar es la práctica de la crítica misma,la deconstrucción de todas las alianzas afectivas, incluyendolas que se producen por su propia inscripción de la diferenciaentre nosotros y ellos. La afirmación del rock and roll criticoes una autorreflexión sobre la diferencia, una descatexis decualquier afirmación.

La matriz de "posiciones" que generan estas dos dimensiones(ver Fig. 1) describe las posibilidades de una política afectivaque ofrece el rock and rollo No es una descripción de estilosmusicales ni la intencionalidad de un grupo.

Además, ningún grupo y ningún estilo se pueden situar demanera estable en ninguna categoría; los grupos pueden to­car con un número de posiciones variadas simultáneamente(como los Clash). La postura afectiva de un tipo de músicaconcreto es, como ya he resaltado antes, producida localmen­te. Puede depender de un amplio espectro de determinantesen los que se incluyen la imagen de la banda y los distintosgrados de conocimiento de las letras (los fans muchas veces"van flotando" dentro y fuera de las letras). Fans de diferentesestilos musicales (como el punk y el heavy metal) muchas ve­ces colocan un gran peso en lo que en apariencia resultan di­ferencias musicales mínimas para un público inexperto. Tantoel modo como el típo de música que una persona escucha esconsecuencia de alianzas afectivas diferenciadas y con fre­cuencia antagonistas. Por tanto, mientras que la aparición delfolk-rock (por ejemplo, Rubber Soul de los Beatles) redefiniólos hábitos musicales de fracciones concretas de la audiencia(había que prestar atención a las letras de una forma nueva),se puede poner en duda que chicos más jóvenes que escu­chasen música en la radio AM la encontrasen aunque se lespidiese lo mismo.

Es importante prestar atención a las consecuencias de esteenfoque sobre el rock and rollo La primera de ellas señala la

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Figura 1

existencia de una ambigüedad real dentro de muchas evalua­ciones críticas entre juicios de calidad musical y politica afec­tiva. Esto ha sido siempre el dilema de la cultura misma delrock and roll, ya que ambas están casi siempre en conflicto.La música de los Beach Boys, las recientes series de revivals(por ejemplo, ska, rockabilly, glitter, pop y rock psicodélico)es música potencialmente buena con efectos políticos cuestio­nables. Por otro lado, el punk consistia sobre la posibilidad, ola necesidad, de rock and roll políticamente "bueno" cuya ca­lidad musical resultaba dudosa según el estándar tradicional.Finalmente, las tendencias neo-fascistas de algunas cancionesde la nueva ola (por ejemplo, oi) cuestionan la naturaleza librede contenido de estas posturas afectivas y de la posibilidad deque el rock and roll consiga inscribir un límite afectivo pode­roso al representar una disciplina del deseo más opresiva aúnque la de la hegemonía.

En segundo lugar, este enfoque abre la posibilidad de usaruna lectura del rock and roll como vía de entendimiento einterpretación del contexto social más general en un momen­to especifico. Lo que esta matriz pone de manifiesto es que,en distintas épocas, están al alcance posturas diferentes comorecursos y que algunas de ellas pueden domínar o definir lasluchas tanto dentro de la música como entre la cultura juvenily la hegemonía. Sin embargo, el poder de esta perspectiva ob­viamente se tiene que juzgar en base a lo que a uno le permitedecir sobre ejemplos concretos. En la Figura I he incluido encada categoría ejemplos de grupos cuya música se puede aso­cíar generalmente con una función afectiva concreta. Ademáshe especificado un marco temporal y, de ser aún más preciso,habría incluido alguna definición de fracciones particularesde la cultura juvenil.

Las estructuras de las alianzas afectivas

Hay, sin embargo, al menos dos problemas con este esquema.Primero, se dejan de lado las diferencias que pueden existir

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entre tipos de música emplazados dentro de la misma posi­ción. Por ejemplo, mientras los Sex Pistols y el Gang ofFourse pueden situar en la categoría de "critico-alternativo", nadase dice en cambio de las diferencias entre los aparatos delrock and roll en los que se efectúan. Segundo, los fans delrock and roll, así como los críticos actúan como si la mismamúsica tuviese la misma función para la totalidad de su pú­blico. Olvidamos que no hay una audiencia de rock and rollestable y homogénea excepto la que se construye a través delmarketing de las ínstituciones económicas dominantes. Nues­tro análisis deberia permitir que el mismo tipo de música sepudiera situar dentro de aparatos diferentes, y que distintosaparatos convivan dentro de la misma posición diferencial(como en la Fig.I). La "política del placer" concreta y lasestructuras capaces de conferir poder afectadas por una tipode música concreto, dependerán, por tanto, del alcance de losaparatos dentro de los cuales existe dicha música.

Por consiguiente, no se puede asignar un poder social a la mú­sica como tal aparte de las distintas alianzas afectivas dondese involucra. Pero dichos aparatos y alianzas sólo se describenparcialmente a través de su posición estructural en relación ala hegemonia. Ya hemos hecho alusión a los términos con losque aparatos específicos se pueden identíficar, pero querríaproponer una estrategia que nos permitiera esquematizar lasdiferencias positivas entre formas principales. Si el aparatodel rock and roll se define por la disposición determinada ylas inflexiones de los tres ejes (juventud, el cuerpo y la pos­modernidad), distintos aparatos se pueden describir como loscausantes de realzar a otros concretos. Es decir, lo que pro­pongo es situar una diferencia positiva significativa entre lasalianzas afectivas según la inversión relativa que se hace encada uno de los tres ejes. Es tentador, y quizás históricamentepreciso, identificar los tres ejes con tres posiciones afectivasafirmativas (la juventud, el cuerpo y la posmodernidad conla utópico, la experimental y la crítico respectivamente). Noobstante, no es una ecuación necesaria y resultaría en la oclu-

sión de nuevas posibilidades (como, por ejemplo, una utopíaposmodema). Parece mejor, por tanto, tratar los dos esquemascomo conceptualmente independientes y concretamente mte­ractivos.

La catexis más común dentro del aparato del rock and rollpone de relieve el eje de la juventud (diferencia) y el del cuer­po (placer): Chuck Berry, Elvis Presley, etc. Otra posibilidades que uno de estos dos se vuelva relativamente menos impor­tante, a varios niveles. Aunque la música soul enfatiza el ejedel cuerpo y el placer, está claro que no le hace falta dirigira su público para que invierta su deseo o sitúe su placer ensu "juventud". Por otro lado, como muchos críticos ya hanadvertido, hay una decatexis relativa del cuerpo en gran partede la música dirigida y efectiva en un público general "ado­lescente". Yo también sugeriría que mucha de la contraculturadel "acid-rock" y de la tradición de cantautor que le siguióse definió en parte por una continua decatexis del placer delcuerpo (desviándola a un concepto del "amor" y las "relacio­nes amorosas" ideológicamente definidos). No es de extrañar,pues, que tanto el glitter rack como el heavy metal, que sur­gieron como rechazo a las alianzas afectivas de la contracul­tura, recatectizan el eje del cuerpo (y, de hecho, definen el ejede la juventud y de la diferencia al hacer referencia a ello).

Finalmente, los aparatos formados en tomo a la música punky post-punk parecen poner de relieve el eje de la posmoder­nidad. Me gustaría desarrollar este ejemplo, comenzando porel punk. Hebdige ha afirmado (1979, pp. 62-70) que el punkafloró de las experiencias de la clase trabajadora sobre lasrelaciones raciales históricamente cambiantes y sobre el pe­simismo económico (carencia de trabajo, de futuro y de sig­nificado) que asolaba Inglaterra. Frith ha refutado esta teoriasobre los orígenes: "los rockeros-punk pioneros eran genteautoconsciente, ingeniosa, con una buena base de la tradicióndel rock y conocimiento del cliché populista; su música noreflejaba las condiciones de la cola del paro, sólo el mero he­cho de que surgiera espontáneamente de ellas" (Fírth, 1981, p.

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158). También podría haber nombrado la aparición de bandasde punk estadounidenses a mediados de los setenta (Televi­sion, Patti Smith, Ramones, Residents, etc.) como otra pruebaque apoyase su perspectiva de los origenes. Frith propone leerel punk en el contexto de su representación como "una nuevaclase de cultura callejera... la importancia cultural del punkno se derivaba de la articulación del desempleo sino de unaexploración de la estética del juego proletario" (ibid. P. 267).Sin embargo, Frith va más allá y sitúa el punk dentro de lahistoria de las convenciones del rock and roll:

Los textos originales del punk tienen un efecto cho­cante. Han desafiado las convenciones del pop y rockde romance, belleza y relax. Los punks centraban lasletras de sus canciones en temas sociales y políticos, seburlaban de las declaraciones convencionales del rockand roll sobre virilidad juvenil y poder, interrumpian elfluir de sus propias palabras con sus imágenes y soni­dos. Sin embargo, pronto se hizo patente que, conformeeste shock se diluía, el punk se coartaba a causa de suspropias reivindicaciones realistas, del uso de estructu­ras melódicas y una base rítmica que se tomaba paradecirlo-tal-y-como-era precisamente porque seguia lasreglas del rock and roll-el compás 4:4, los gritos de losvocalistas y la alineación ronca de guitarralbajolbatería(Ibid. p. 160).

Greil Marcus también coíncide en que los Sex Pistols "usabanel rock and roll como una arma contra él mismo" (Marcus,1980A, p. 452; ver también Marcus 1980B, 198IA). El punkrecatectizaba la frontera entre el rock and roll y el mundo ex­terior precisamente al rechazar no sólo aquello en lo que elrock and roll se había convertído económica y estéticamen­te sino también afectivamente. Rechazaba las posibilidadesafectivas que habían definído y constreñído al rock and roll,estructuras que he definido como "utópicas" y "experiencia­les". Afirmaba solamente su propía negatividad, constituyen­do un conjunto de aparatos "críticos" al tiempo que dejaba

una puerta abierta a las posibilidades de su relación estructu­ral con la hegemonía. Esto lo hizo, en parte, prácticamente dela misma manera que operaba la música disco, a través de unaexplosión de su propia práctica de "excorporación"; cualquiercosa se podía incorporar a la cultura punk (o disco). Pero, alcontrario que la música disco, el punk hizo de la práctica ex­corporativa del rock and rollla úníca respuesta posible al con­texto de la vida cotidíana. Como Hebdige ha argumentado, elpunk "deconstruía" todo signo, todo valor e importancia. Elpunk representaba su deconstrucción negativa del mundo ydel mísmo rock and roll. Al poner de relíeve la artíficíalidadde cualquier gusto, el ríesgo de todas las inversiones afecti­vas, intentaba decatectizar cualquier cosa que hubiese bajo supropia superficie, incluyendo el rock and roll. Da la impresiónque, después del punk, ya no se puede creer de modo racionalque la "magia que te puede hacer libre".

Sín tener en cuenta su orígen (bien en la realidad de la ex­periencia de la clase trabajadora, bien en la imagen del jue­go proletario), el aparato del punk estaba constituido por suénfasis en el eje de la posmodemidad: hizo del rock and rollsu propia práctica posmodema. Es más, el punk (al contraríoque la música disco), con frecuencia decatectizaba el eje delcuerpo como lugar de placer, rechazando no sólo el amor sinotambién la sexualidad -el crescendo musical (¿orgasmo?) seve reemplazado por la cadencia, los zumbidos y el ruido con­tínuo. Por otro lado, el aparato del punk muchas veces conti­nuaba invirtiendo su poder en el eje de la juventud y convertíaal cuerpo en lugar de inscripción de la diferencia (a partir delmodo de vestir, el estilo, etc.). Pero la catexis de la diferencialo retrotraía al contexto de una fe implícita en la juventudy, por consiguiente, en el rock and rollo Como ha observadoMarcus, "Quizás la auténtica ironía de todo esto es que, al fi­nal, todo vuelve al rock and roll-nada menos, pero nada más"(Marcus, 1980A, p. 455).

Sin embargo el punk formaba parte de un conjunto más am­plio de posibilidades que surgieron de la cultura del rock and

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roll y que funcionaba reiteradamente dentro de ellas.' De estemodo, pudo tener su impacto en Estados Unidos a pesar deque no era especíalmente visible ni popular.

El punk ponía en tela de juicio el poder afectivo del rock androll; pretendía incorporar su propia posibilidad de incorpo­ración, y su única estrategia de supervivencia consistía enproliferar constantemente su propia práctica excorporativa.Intentaba celebrar el rock and roll al mismo tiempo que re­conocía su presunción. El efecto del aparato del punk den­tro de la cultura del rock and roll ha posibilitado que aflorenun número variado de alianzas. En primer lugar, los aparatosconstruidos en torno al "oi" y al "hardcore" continúan con las"técnicas de shock" del punk y con frecuencia recatectizan losejes de la juventud y el cuerpo, mientras decatectizan, aparen­temente, el de la posmodemidad. En segundo lugar, lo quedenominaré "nueva ola" parece aceptar la inevitabilidad de laincorporación y trata de reclamar el poder afectivo del rockand roll reviviendo aparatos de rock and roll más antiguos(por ejemplo, el rockabílly, el acid, el garage-bands, el popy el soul). En tercer lugar, el "post-punk" usa la técnica delpunk de deconstruir el rock and roll para ahondar y extenderlos limites del mismo. Su deconstrucción siempre conllevauna reconstrucción, parcial al menos, de las convenciones delrock and roll. Finalmente, la "nueva música" rechaza total­mente las limitaciones de las convenciones del rock y buscaintencionadamente alienarse no sólo de aquellos ajenos a lacultura del rock and roll sino también de esa misma cultura."

5 Huboun momento, a mediados de los setenta,en el que este énfasis de laestructura posmodema de la experienciajuvenil fue ampliamente visible.Podemos tomar en consideración, por ejemplo, el gran éxito de The Wall,de Pink Floyd, y tambiéncanciones como "Lave Stinks" de 1. Geils Band.6 Quizás serviríade ayuda que dieraal menos ejemplos musicales de estoscuatro aparatos: harcore (Dead Kennedys, Cirele Jerks, Black Flag), Di(Exploited, Cockney Rejects); new wave (Human League, Echo and the

Existe un variado número de relaciones entre los distintosaparatos. Tanto los estilos derivados del punk como de la nue­va ola a menudo recatectizaron el eje de la juventud. La nuevaola y el post-punk con frecuencia recatectizan el cuerpo comolugar de placer (aun teniendo en cuenta las diversas inflexio­nes que presenta este eje), y tanto el post-punk como la nuevamúsica resaltan, sobre todo, el eje de la posmodemidad. Porotro lado, la nueva ola muchas veces equilibra esta inversiónrecatectizando al menos uno de los otros, mientras que el har­dcore/oi parece invertirse a si mismo al descatectizar el eje dela posmodemidad.

John Piccarella ha descrito la posmodemidad con estas pala­bras: "Una visión subraya la elegancia y extravagancia -losartistas se horrorizan con la seducción de la carne converti­da en imagen e identidad determinada por el fetiche inclusocuando la celebran" (Piccarella, 1980, p. 70). Lo que une lanueva ola y el post-punk es que ambos siguen retomando suspropias tradiciones como el rock and roll. Sin embargo, di­chas tradiciones se han tomado fragmentos vacíos cuya re­petición las reproduce haciéndolas similares y diferentes ala vez. Dichos aparatos se construyen sobre la comprensiónposmodema de que el contexto es determinante y, por tanto,que la reproducción en un contexto nuevo produce efectostambién nuevos. En la nueva ola, el resultado ha consistido enuna proliferación de revivals, ejercicios genéricos e intentosde revitalizar las convenciones estilísticas del rock and roll.Pero es su marcada reflexividad lo que le hace admitir su pro­pia superficialidad y mercantilización. Como ya ha sugeridoTom Carson,

Cuando cualquier tipo de hibridez se convierte en unaforma instantánea, todas las categorías devienen sos-

Bunnymen, Stray Cats, Elvis Costello, Joe Jackson}; post-punk (Gang ofFour, Talking Heads, Joy Division, Public Irnage Ltd.); new music (GlenBranca, Brian Eno, Laurie Anderson, Lounge Lizards).

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pechosas, en lugar de entrar en un estado de pánico acausa de la transición musical, los músicos consideranesta transición como su punto de partida para cons­truir monumentos a la ambivalencia desechables. Porsupuesto que esto no está ocurriendo solamente en elámbito musical: está en la vida de la gente. A pesar detodo el anti-emocionalismo militante del DüR' de con­tenido más profundo, ahora de moda (como B-52's), enel fondo yace un desconcierto que resulta obvio, ya queincluso emociones ocasionales que en verdad se sien­ten se traducen en una pose. Ya es malo vivir en la su­perficialidad, pero es aún peor cuando te das cuenta deque esas malditas cosas son tan resbaladizas, ambiguase intratables como las profundidades. Todo -rnodos,arte, identidad- está al alcance; no tienes que compro­meterte con nada, y si lo haces, todavia te preguntas porqué (Carson, 1980, p. 59).

Mientras que esta afirmación también es aplicable al post­punk (y quizás también a la nueva música), los últimos dosaparatos tratan de explotar la historia del rock and ro11 de­construyendo sus límites y convenciones. El post-punk desco­difica y perturba explícitamente la superficie del rock and ro11,sin embargo también lo recodifica, al contrario que la nuevamúsica. El resultado es la relegación auto-consciente de lamúsica a la periferia. Esta música posmodema niega todo loque no forme parte de la realidad concreta de cada día y supropia superficialidad, y reconoce que incluso el placer es unalucha y una posibilidad adquirida. Su énfasis en la materiali­dad de la superficie, en la fragmentación y en la reflexividadha producido un tipo de música que constantemente divulgasus inversiones: una música formalmente minimalista cuyocontenido aparente es prácticamente una colección al azar derasgos diferenciados. Más que criptica e intelectual, es expli-

7 Rack orientado al baile (dance-oriented rock);N. de la T.

citamente surrealista y materialista. Más que comunicar unareacción emocional a un fenómeno exterior, describe dichofenómeno y lo deja abierto a la libre interpretación, ya que nose puede confiar con certeza en la interpretación en si. Todoesto resulta en un tipo de música desligada de una maneraun tanto extraña que, sin embargo, se muestra furiosamenteenergética y afectiva. Mientras que el post-punk y la nuevamúsica niegan las emociones o desconfian de ellas, su propiointento de producir un aparato que no dependa de dichos có­digos afectivos tiene consecuencias poderosamente afectivas(por ejemplo, se puede citar a Talking Heads, Joy Division,Glenn Branca, etc.). No obstante, existen diferencias signi­ficativas entre estos dos tipos de música posmodema y susaparatos: mientras el post-punk a menudo se caracteriza poruna inflexión particular del eje de la posmodemidad que re­alza su propia desesperación, futilidad, ira y paranoia frentea la realidad, la nueva música aparentemente usa su catexisdel eje posmodemo para obliterar la realidad a favor de supropia superficialidad. En segundo lugar, la nueva música seconforma con reconstruir el rock and roll, aislándolo de susconvenciones y clichés asi como negándolos y produciéndo­se asi misma como polémica, con frecuencia inaccesible (es­pecialmente para la audiencia del rock and roll) y alienante.Incluye dos estrategias principales: (1) apropiarse de las con­venciones que no pertenecen al rock and ro11 (como las prác­ticas de la música clásica de vanguardia y del jazz, músicaelectrónica y performance); y (2) producir sonidos disonantesy arritmicos de modo intencionado (por ejemplo, DNA, PereUbu). Por otro lado, el post-punk reconstruye su lugar dentrodel rock and ro11 reintegrando varios códigos convencionales(y recatectizando los ejes de juventud y del cuerpo), creandoun estilo musical alienado pero más en consonancia, acce­sible y menos contencioso (por ejemplo Talking Heads, JoyDivision, Gangs ofTour, XTC). Podriamos resumir todo estodiciendo que el punk responde a la posmodemidad con ira, elpost-punk con paranoia y, junto con la nueva ola, con una ce­lebración de la superficialidad, mientras que la nueva música

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se retrotrae a la posmodernidad. Podemos, además, emplazartodos estos aparatos en las distintas relaciones posibles con lahegemonia a partir de una postura "crítica". Aunque resulte enuna símplificación excesíva, podríamos afirmar que el punk oiy hardcore nadan entre una posición objetora e independiente;la nueva ola funciona como un aparato independiente (y a ve­ces alternativo, como Elvis Costello); el post-punk existe enmayor medida como una posibilídad alternativa; y la nuevamúsica se posiciona como un aparato radicalmente indepen­diente.

Está claro que estas descripciones tratan dichos distintos apa­ratos musicales como si fueran diferentes cuando, en la prác­tica, interactúan entre ellos de formas variadas produciendouna amplia gama de alianzas afectivas concretas. Además,quiero poner de relieve que, aunque existe una relación entrelos tipos de música que comúnmente se denominan con lostérminos y aparatos que he descrito, esta relación en ningúnmodo resulta imprescindible. La inflexiones específicas de untexto musical dependerán precisamente del ámbito de los apa­ratos donde se sitúan.

Ofreceré un ejemplo adicional, aunque de lo más breve, deposibilidades para análisis disponible a partir de mis descrip­cíones sobre las dimensiones de la diversidad dentro del rockand roll: la importancia de Bruce Springsteen en la culturaamericana del rock and roll. Mi argumento consiste, simple­mente, en que la músíca de Springsteen ha evolucionado detal modo que deja en paralelo los dos registros de la diversidaddel rock and roll (su diferencia negativa de la hegemonía y sucatexis positiva de ejes específicos dentro del aparato). Paraun público en particular, esto ha hecho de su música un po­deroso centro afectivo del aparato del rock and roll. Springs­teen ha gozado de un creciente y contínuo número de fansfanáticos desde principios de los setenta. Aparentemente, estepúblico consistía principalmente de jóvenes universitarios declase media después de la contracultura. En sus primeros dis­cos (Greetingsfrom Asbury Park (1973) y The Wild, The In-

nocent, and the E Street ShufJIe (1974)), Springsteen no sólositúa a la juventud en el lugar dominante para la inversión delplacer, sino que también detalla una existencia casi utópica entomo a una imagen específica de la cultura juvenil. La músicaera, por entonces, ampliamente utópica y en oposición. Es,sin embargo, a partir de mediados de los setenta, con ellanza­miento de Born to Run y Darkness on the Edge ofTown, cuan­do el poder de esta posición se hace explicitamente visible.En concordancia, creo que la música se sitúa en un aparatodiferente, quizás uno más accesible o presente de un modomás potente. Más que juventud y diferencia, es en el eje delcuerpo, de la sexualidad y del movimiento en lo que inviertecada vez más. Él ya no realiza pinturas de culturas utópicassino que valora más el sentido del movimiento y de la energíaexpresado no sólo en sus imágenes (sobre todo las relaciona­das con la conducción) sino también en el sonido que, produ­cido a menudo por el saxofón, nos lleva hacia delante como sise tratase de un vuelo. De este modo, la catexis de Spingsteendel eje del cuerpo se combina con un movimiento hacia unaposición experimental-y todavia objetora.

Sin embargo, el momento más interesante de la carrera deSpringsteen llegó con el lanzamiento de The River. Con esteálbum su público creció rápidamente; se convirtió en una su­perestrella: su álbum encabezó las listas de éxitos, obtuvo suprimer hit con un single, etc. Hubo, al mismo tiempo, ciertoantagonismo en distintas fracciones de su audiencia. Tanto larepentina popularidad como la relación entre su público sepuede entender si uno se da cuenta de que, en ese momen­to, su música funcionaba dentro de dos aparatos radicalmen­te diferentes que producían alianzas afectivas radicalmentediferentes también. El álbum se puede escuchar, de hecho,de un modo u otro, como en transición. Muchos críticos hanobservado que el álbum resulta bastante esquizofrénico. Porun lado, estaba incorporado en un aparato experimental e in­dependiente. La música se interpretaba, primeramente por losnuevos y jóvenes fans como una afirmación de la diversión

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y el exceso, como escapismo. La música proporcionaba unespacio dentro del cual ellos están aparentemente en controlde sus vidas. Por otro lado, el álbum, para otros, seguia siendoobjetor, pero en cierto modo más crítico y pesimista. Pareciacelebrar sólo el propio conocimiento de nuestra desesperanzacomún.

Cuando salió a la venta Nebraska, Springsteen no sólo habiareafirmado su posición dentro del aparato crítico-objetor, sinoque tambíén habia puesto énfasis en el eje de la posmodemi­dad como único modo de subsistencia. El álbum lo produjo élmismo en casa, con tecnología, en comparación, bastante bá­síca. Es un álbum acústico, en solitario, casi "folk", un intentoautoconsciente de apartarse precisamente de las convencionesdel rock and roll que le hicieron ganar su estatus de "super­estrella". De hecho, la calidad de la producción y el sonidoexpresaban una especie de retiro en una textura novelistica,casi confesional (más parecida a sus primeros álbumes). Ne­braska, sobre todo, parece que cuestiona el lugar que ocupaThe River dentro de la carrera de Springsteen y su ambigüe­dad. Las imágenes de amor y esperanza que aparecían en TheRiver en contextos contradictorios de diversión/inocencia ytristeza/ira han desaparecido. Los extremos dominan la ico­nografia: imágenes de delincuentes y policías, ni los actos dedesesperación y ni los de rígídas normas sociales nos ofre­cen alternativa alguna, salida o luz al final del túnel. Lo quemuestra más bien son imágenes religiosas inquietantes queno ofrecen salvación, sino la imposibilidad de la esperanza,de limpiar alguna vez la sangre de nuestras manos. Bien seael héroe de "Atlantic City", haciendo caso omiso de la pro­babilidad de que haya elegido su propia muerte al entonar,"quizá todo lo que muere un día vuelve", o bien el narradorque cierra la canción, invocando escenarios que se dirigen auna única realidad, "al final de cada dura jornada, la genteencuentra una razón para vivir", finalmente nos quedamoscon la realidad ineludible de "Nebraska": "Creo que sólo haymezquindad en este mundo". No hay salida alguna excepto el

grito solitario: "Hey, hay alguien ahí, escucha mi última ora­ción/ hi ha platead-o, líbrame de la nada". No obstante, des­pués de dos canciones, se retoma la oración; ya no se imploraa un otro anónimo, Nebraska se convierte en "Mr DJ" y "rockand roll". Así pues el álbum trata de reconciliar los momentoscontradictorios de The River alienándose de la valoración delúltimo de la juventud y del cuerpo, y enfatizando en su lugarsu propia percepción posmodema.

El resultado es que Springsteen ha reflejado en su música laevolución del aparato del rock and roll para al menos una par­te de todo el público del mismo. Él se ha quedado en el centrodel aparato, y en el mismísimo centro del rock and roll parasu público, simplemente trazando la historia afectiva de estaaudiencia.

HIPÓTESIS 5. LA HISTORIA DEL ROCK AKD ROLL: COOPTACIÓN

Las discusiones en tomo a la "cooptación" normalmente secentran en las técnicas por las cuales el rock and roll, la cul­tura juvenil y el contexto más general de la experiencia de laposguerra han sido explotados y transformados por el sistemaeconómico y los diversos "aparatos estatales ideológicos",en especial los medios de comunicación. Hacia finales de loscincuenta, se comprendió que el mercado juveníl representa­ba una fuente enorme de gasto consumista y fácilmente mani­pulable. Además, el número de la generación del baby boomlos convirtió en un potencial económico y amenaza políticaque debía ser incorporada a la cultura domínante. Claramente,esta explotación e incorporacíón ha sido a menudo bastanteexitosa a través de una amplia variedad de estrategias que engran parte permanecen sin haber sido examinadas. Según lamayoría de los libros que tratan sobre la historia del rock androll, este proceso ha continuado de los cincuenta en adelantey, en cada etapa, el rock and roll pierde su poder y se convierteen un bien de consumo que se puede producir, vender y con-

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sumir - pero también resulta aparentemente cierto que cadavez que esto ocurre, el rock and ro11 rompe esta postura co­optada y reafirma su poder afectivo, creando nuevos sonidosy nuevas posiciones politicas. El resultado es que la historiadel rock and ro11 se lee como un ciclo de cooptación y rena­cimiento en el que el rock and ro11 protesta constantementecontra su propia cooptación.

Esta lectura se ve reforzada por la perspectiva de que la coop­tación de nuevos sonidos, estilos y posiciones se lleva a caboa un ritmo cada vez más rápido. Hoy parece que nos encon­tremos en una situación en la que la gran mayoría del públicodel rock and ro11 es incapaz ya de distinguir entre cooptado yno cooptado:

Una noche con mis amigos, recuerdo haber comenta­do que en lugar de representar el triunfo en nuestrasvidas, el rock and ro11 podría ser la gran tragedia. Noshabía dado un sentido de la posibilidad tan grande yradical que nada nunca se podría ya sentir de un modotan intenso -y entonces el mundo volvió a sus nego­cios, como siempre, dejándonos tirados ... Al igual quela cultura folk de los medios de masas, el rock and ro11fue siempre una anomalia. Como la cultura de masasse dirige a un mayor control y menos espontaneidad, laindustria discográfica no ha cejado en su empeño de so­bornar al rock para entrar en el estatus quo del entrete­nimiento, y lo ha logrado. Casi cada grupo musical quetodavía cree que el propósito del rock and ro11 consisteen cambiar tu vida ahora trabaja bajo la contradicciónde crear una cultura popular que ya no es tan popular.Aun así ellos no pueden abandonar su sueño de llegara marcar la diferencia como lo hicieron Elvis o losBeatles, ya que su música carecería si no de sentido. Siestas grandes ambiciones ya no tienen sentido para elpúblico de masas, dicha intención es trágica para ellos;y, mientras le demos credibilidad a sus ambiciones, estrágico para nosotros (Carson, 1981, p. 49).

Peor aún, uno se debe enfrentar al argumento de que este pro­ceso es inevitable ya que la cooptación es simultánea al éxitocomercial.

Esta lectura un tanto pesimista de la historia del rock and ro11da por hecho que es una forma de arte de masas. Otros ar­guyen que el rock and ro11 puede ser arte folk o producto decreatividad individual, pero ninguna forma escapa al ciclo dela cooptación y la lectura pesimista final de su historia. Paradesafiar estas perspectivas, tenemos que damos cuenta de queexisten dos significados del rock and ro11 como producto (oartículo de consumo): la música y los discos. Aunque el buenrock and ro11 se produce con frecuencia de manera local, in­cluso fuera de su comunidad con una serie de experienciascompartidas, y también es a menudo producto del talentoindividual," su público siempre resulta más inclusivo: algúnsubgrupo juvenil que ha crecido en una sociedad electrónica­tecnológica, cada vez más urbanizada -y la música hace usode los sonidos, ritmos y texturas de este ambiente común. Lanoción de comunidad (de ahí el "arte folk") resulta problemá­tica cuando se aplica a la cultura juvenil, ya que la denomi­nada cultura del rock and ro11 no se puede definir geográfica­mente. Sin embargo la noción de comunidad es espacial: cadadía se tiene que asumir una interacción cara a cara para ser eldeterminante dominante de una experiencia compartida y elcriterio de una comunidad. Pero si la temporalidad ha susti­tuido al terreno espacial en la definición del público del rockand ro11, entonces la música requiere una gran difusión paraque pueda ser compartido por los miembros de un públicoapropiado. El producto musical se debe reproducir como unobjeto (por ejemplo, un disco) precisamente si tiene que estardisponible para aquellos a los que va dirigido, aquellos queestán dentro de sus fronteras. La música tiene que entrar de

8 Para una críticade las perspectivassobre"cultura folk" y "arte" del rackand roll, ver Frith 1981.

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manera voluntaria en varios sistemas de prácticas económicasy aceptar así su existencia aparentemente como arte de masas.

Todo esto implica una concepción muy diferente de la coopta­ción y una lectura también diferente de la historia del rock androll. El problema con ambas perspectivas de la cooptación del"folk" y el "arte" de masas (y esto también se puede aplicaral enfoque de Firth) es que lo definen en términos puramenteeconómicos, como si fuesen simplemente el resultado de es­trategias impuestas en el rock and roll desde fuera. Asumenque el rack and roll es cooptado cuando a las demandas de lossistemas económicos de producción y distribución se les per­mite definir la producción tanto de la música como del objeto.De este modo, de lo que se trata es de hacer del rack and rollun bien de consumo, susceptible de venta a un público que noreconozca las diferencias dentro de la cultura juvenil. Aunqueestas perspectivas sean parcialmente correctas, ignoran ciertonúmero de características de "cooptación en el rock and roll".Primero, ignoran la tensión dentro del rock and roll -ya quela distribución de masas forma parte de su funcionamiento. Elpúblico que se considera apropiado para un tipo de música enconcreto no siempre se puede definir por adelantado (consi­deremos la nueva alianza de oyentes formada por "chavalesde instituto, amas de casa y diversos tipos de adultos contem­poráneos": Considine, 1981, p. 51). Segundo, ignoran que lacuestión sobre la cooptación se plantea y se le da respuesta enmomentos especificas dentro de la cultura del rock and roll.

De hecho, la noción de la cooptación nos permite ver de for­ma clara la existencia del rock and roll en la intersección dela cultura juvenil y de la hegemonía. Mejor que asumir unahomogeneidad de estrategias externas o de formaciones inter­nas, el estudio de la cooptación deberia empezar con un aná­lisis de las formas concretas que ha ido tomando en diversospuntos de la historia del rock and roll.?

9 Por ejemplo, tan pronto como nos encontremos con una escisión de edad

La cooptación ya no se manifiesta como una acción externaperpetrada sobre el rock and roll -una estrategia hegemónicaque se refleja como mucho en los juicios de los fans del rockand roll. Considerarla en estos términos implicaría colocar elrock and roll enfrentado al modo de producción, distribucióny consumo capitalista. Sin embargo, como asevera Firth, elrock and roll siempre es un tipo de bien de consumo capita­lista. Describir ciertas clases de rock and roll como cooptadasconlleva reconocer su normalización y contribuir a ella.

La cooptación es una decatexís de la frontera, una especiede "dcscondensación" de la música y de su cultura y una in­corporación de su alianza afectiva en la organización hege­mónica del deseo. La cooptación indica una re-alianza de lamúsica más que una alteración de la constitución estética oideológica del texto. La cooptación se convierte en el resulta­do de una recontextualización del afecto, una restructuraciónde las alianzas afectivas que penetran a la música y la rodean.Lo que puede servir en un contexto como poderosa catexisde la diferencia puede perder o se le puede privar, bajo otrascircunstancias, de esa función afectiva.

La cooptación es un modo con la que el rock and roll producesu propia historia. El rack and roll marca diferencias de formaconstante tanto en sí mismo como con su público. La músicacooptada del rack and roll ya no inscribe de manera poten­te su diferencia y la de sus fans. Es más, todo esto se midedesde dentro de la cultura del rock and roll. La cooptaciónes el modo por el cual el rock and roll se renueva, rechazan­do momentos de su pasado y de su presente para inscribir de

dentro de la audienciadel rack and roll, los fans más viejos con frecuenciadescribirán el "rackadolescente"como cooptado,a pesarde que ellos hayancrecido con unas alianzas afectivas similares. En los setenta, partes signifi­cativas del público del rock and roll rechazaron el heavy metal y la músicadisco al considerarlos "cooptados", a pesarde que muchos de aquellos quedespreciaban ese tipo de música habíanescuchadoun estilo musical similarcon anterioridad, o estaban escuchando algo queeraprácticamente lo mismo.

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forma aún más potente su propia frontera. La "cooptación"es una carga afectiva específica que se hace desde una pos­tura dentro del rock and roll hacia elementos ajenos; producenuevas alianzas afectivas dentro del corpus y de las culturasdel rock and roll. Esto conlleva una lectura muy diferente desu historia. En lugar de un ciclo de música auténtica y coop­tada, encontramos que el rock and roll existe como una uni­dad fracturada dentro de la cual, diferencias de autenticidady cooptación se definen en la formación de alianzas afectivasy redes de afiliación. Estas alianzas son siempre múltiples ycontradictorias. Por tanto, "la esencia de la cooptación" deuna forma concreta de rock and roll se convierte en un juiciohistóricamente inestable, ya que éste puede cambiar en res­puesta a los desarrollos existentes dentro de las posibilidadesmusicales y politicas cambiantes del rock and roll. Lo ciertoes que cambia conforme uno se va moviendo entre fraccionesparticulares de la audiencia rockera.

CONCLUSIÓN. "EL ROCK ANO ROLL ESTÁ MUERTO

Y NOS DA IGUAL" (THE RUBIKOOS)

La revista New York Times Magazine publicó, hace unos años,un artículo de portada en el que se afirmaba que el rock androll era todo lo que queda de la brecha generacional y estápoco a poco perdiendo su atractivo para los jóvenes de Améri­ca (Zion, 1981). Ira Robbins, editora de Trousser Press, lloróla muerte del crítico de rock Lester Bangs: "No habrá nadiecomo tú, pero posiblemente tu tiempo muriera antes que tú"(Robbins, 1982, p. 46). Bangs, quizás más que ningún otrocritico, había celebrado la política afectiva del rock and roll, ysu muerte acaeció en un momento en el que la mera posibili­dad del rock and roll se estaba cuestionando. En el mismo nú­mero de Trousser Press, Mick Farren escribió que "la músicarock se enfrenta a su amenaza más temible ... estamos siendotestigos de la llegada de una generación que no desea ni re-

quiere música rock. La cuestión que ahora se plantea es ¿quéva a ser del rock?" (Farren, 1982, p. 52). La retórica de la po­sible muerte del rock and roll se está haciendo cada vez máscomún, invadiendo páginas y páginas de prestigiosas revistasde rock como New York Rocker y New Musical Express; ytambién se ha convertido en tema cotidiano de conversaciónentre fans de rock and roll.

No es la primera vez que ha aflorado esta retórica. Ya era algocomún a principios de los sesenta, pero se dejó de lado con lallegada de los Beatles, y a mediados de los setenta, abando­nándose de nuevo con la aparición del punk. No obstante, hayalgo peculiar del momento presente y del desafío que se leplantea al poder afectivo del rock and roll. No se trata simple­mente de una crisis económica que refleja las consecuenciasde la recesión en los gastos de ocio. El rechazo potencial alrock and roll surge de dos vectores interrelacionados: la llega­da de una nueva generación de jóvenes, que tradicionalmentesignificaba la revitalización del rock and roll, y los dilemasque el punk trajo a la superficie sobre la cultura del rock androll.

Ya he argumentado que la politica afectiva del rock and rolldepende de su contexto temporal particular. El rock and rolldescribe "cómounavida vivida en continuomovimientopue­de sonar como algo ideal a alguien medio enamorado y mediooprimido por esta situación" (Hunter 1981, p. 71). Parece queel contexto en el que el rock and roll trabaja para las nuevasgeneraciones está cambiando: la promesa de una economíaemergente ha sido reemplazada por la continua amenaza deuna recesión; el predominio de imágenes en el baby boom'?sobre juventud y cambio ha sido sustituido por un intento por

10 "Explosión de natalidad", expresión con la que se describe la situacióndemográfica en los años posterioresa la SegundaGuerra Mundialhastame­diadosde los años sesenta en EstadosUnidos y con la que se hacereferenciaa la generación perteneciente a esa época (N de la T).

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parte del baby boom de tratar con la responsabilidad y "laedad madura"; el rock and roll como símbolo de rebelión seha convertido en un estado de nostalgia. La juventud de hoyen día se enfrenta a la generación de unos padres que se cria­ron con el rock and roll; ya no es un estigma, un punto antagó­nico. "Niños buenos" pueden hacer rock and roll y sus padresirán a verlos, incluso les apoyarán. Además, la centralidad dela música en la vida afectiva de la juventud parece dar lugara unos medios de comunicación nuevos y también a nuevossonidos: tecnologías video-informáticas. Aunque ellos siguenescuchando rock and roll, éste ha sido relegado a un segundoplano en su vida emocíonal y de ocio.

Dos explicacíones se le pueden dar a este proceso. La primeraes que el rock and roll ya no es capaz de constituir una fronte­ra afectiva poderosa entre sus fans y aquellos que permanecenajenos a su cultura. Aunque todavía sigue siendo objeto deataque en algunos sectores, el rock and roll se ha convertidoen una característica del mundo moderno aceptada, inclusovalorada. Resulta ínteresante darse cuenta de la vehemenciacon la que, por ejemplo, se está arremetiendo contra los vi­deo-juegos con una retórica muy similar a la que topó el rockand roll. La segunda explicación es que la juventud ya no de­sea una frontera fuertemente catectizada, quedando satisfechacon el retomo a una experiencia más temporal y fluida de labrecha generacíonal. Quizás la historia les ha enseñado queuno no puede vivir celebrando la posmodemidad; en lugar deeso, lo que buscan es celebrar momentos de posíble estabi­lidad. Para esta nueva generación, la supervivencia consisteen pedir adaptarse a la hegemonía y al mismo tiempo huir deella, más que en dar una respuesta al contexto históríco en elque se encuentran.

La cuestión, sin embargo, debe permanecer sin respuesta yaque plantea un tema mucho más problemático: el estado de lajuventud en la vida cotídiana posmodema. Esto es, la propiamanífestacíón y transformación históríca de la juventud for­ma parte de un aparato más amplio de poder que se apropia

del cuerpo de la población como objeto de control. Sí bien escierto que en cierto sentido la categoría de "juventud" surgedespués de la guerra, también lo es que el rock and roll existaen un vértice concreto que aúna la ascensión de la juventud ysu problematizaciónldesaparición (ver Hebdige 1982).

También hay un vector de la crisis contemporánea que es in­terno al rock and roll, un vector que se retrotrae a la aparicióndel punk y que ya he comentado con anterioridad. El rockand roll de los ochenta no está simplemente fragmentado; estáconstituido por tres vectores en conflicto. Primero, la músicacomercial (MOR) se limita a reproducir las estructuras super­ficiales de estilos existentes a pesar de que éstos hayan perdi­do ya su poder afectivo. Segundo, el rock de la nueva ola bus­ca reafirmar el placer como resistencia pero no puede escaparde su propio deseo de éxito popular y comercial, y de ahí sucomplicidad con la cultura dominante. Tercero, el post-punky la nueva música tratan de articular un tipo de placer y decatectizar una frontera que ya no coincide con la cultura delrock and roll. Mientras que MOR busca la estabilidad tras lasuperficie y la nueva ola busca la estabilidad del rock and roll,el post-punk y la nueva música parecen que rechazan cadavez más todo lo que no resulta consistente con su prácticaposmodema. Estas tres direcciones del rock and roll han crea­do una situación en la que las alianzas afectivas que lo rodean,y por tanto sus respectivos públicos, tienen muy pocas cosasen común. No existe ningún centro alrededor del cual se pue­dan situar como elementos marginales o en el que se puedancruzar. Se encuentran en trayectorias opuestas, moviéndosea velocidades cada vez más rápidas, a pesar de los intentoscomerciales de incorporación y el hecho de que cierto tipo demúsica se comparta dentro de los tres contextos.

El resultado de estos procesos tanto dentro como fuera de lamúsica es que, aparentemente, el rock and roll, en general, yano está al servicio de las funciones afectivas que he descri­to. Para las generaciones más jóvenes, así como para muchosmiembros de la generación del baby boom, se ha convertido

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en música de fondo que, incluso como elemento de ocio, noes capaz ya de desafiar la organización dominante del deseo.Para aquellos que tratan de afirmar su poder afectivo, la fron­tera se ha movido. En consecuencia, se han formado nuevasalianzas y las ramificaciones políticas y culturales de este mo­mento de la historia del rock and roll pueden llegar a ser tanpoderosas e interesantes como las que surgieron con el "na­cimiento" del rock and roll en los cincuenta. La "muerte" delrock and roll todavia está por ver.

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Estudios culturalesen/y nuevos mundos

Comenzaré con una observación bastante obvia: los EstudiosCulturales están cambiando. Pero quiero también hacer hin­capié en que no se trata de una "crisis", dado que los EstudiosCulturales síempre han estado cambiando. En parte, esto eslo que les hace tan atractivos: los Estudios Culturales estáncontinuamente reconstruyéndose al tener que dar respuestasa un mundo que se está rehaciendo constantemente. Esto esposible, incluso necesario, precisamente porque es ímportantepara los propios Estudios Culturales que siempre permanezcaabierto este campo, un campo en el que se integren cuestio­nes, proyectos y posiciones. Los Estudios Culturales síemprerepresentan más de una sola cosa, sin embargo, su aperturamental no debe ser interpretada como pluralismo. Dicha aper­tura mental debería considerarse más bien como la condíciónnecesaria para cumplir sus propios compromisos de "conti­nuar teorizando" ante las cambiantes necesidades históricas.'

I Los Estudios Culturales no son nunca puristas en el sentido de que puedanser identificados con una única figura o posición teórica. Éstos tienden ausar teorizadores, para juntarlos teórica y pragmáticamente, con objeto de

Está claro que el momento actual de los Estudios Culturalesno es exactamente como el de tiempos pasados; y no existerazón para pensar que debería serlo. Una razón por la que noson los mismos sería que los Estudios Culturales tienen queocuparse de su propio "éxito", una transformación no tantode su estatus como de su situación. Antes de este "éxito" sepodría considerar a los Estudios Culturales como una activi­dad crítica minoritaria que existía en una serie de lugares ytradiciones diferentes, tanto intelectual como nacionalmente.Las líneas que conectaban estos lugares, los grados de fami­liarídad e influencia, eran sumamente variadas y a menudorelativamente invisibles.'

¿Qué es, por tanto, lo que ha transformado dicho éxito? Qui­zás sea lo que se puede describir como grado de dispersión delos Estudios Culturales: esto es, la proliferación de sus pers-

ofrecer sus propias opiniones. Por tanto los Estudios Culturales han sidoinfluenciados por una amplia gama de textos, aunque no todos ellos precisenauto interpretarse como Estudios Culturales.

2 Una cuestión interesante sin resolver involucra a las condiciones de po­sibilidad de hacer Estudios Culturales en diferentes lugares: ¿Por qué, porejemplo, están en gran medida ausentes en Francia? Podríamos hablar aquíacerca de la fuerza de un cierto elitismo cultural, de la organización de lasformaciones intelectuales (que sitúan el estudio de la cultura en la filosofia,la semiótica y la historia), el modelo dominante de intelectual polí~ico (exis­tencialismo), las fuentes principales de marginalidad (Norte de Africa), elcoste económico de la publicación (haciendo que la traducción del inglés nosea necesariamente rentable), y así sucesivamente.

En Jo concerniente a Estados Unidos, podríamos distinguir las condicionesde su éxito (y la forma particular de dicho éxito) de las condiciones de suveloz proliferación, ya que obviamente pienso que no son equivalentes. Conrespecto a la primera, destacaría los así llamados debates de cultura de masas(y el hecho de que fueran eventualmente desplazados de los departamentos deInglés a los de Comunicación y Educación, siendo estos últimos los lugaresoriginales en los que se reanudaron los Estudios Culturales en los EstadosUnidos), el "compromiso" con la educación democrática, la importancia delos temas de culturay comunicación (en términos de comunidad y tecnología,

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pectivas orales (definiendo dónde y a quién se habla), a travésde sus identidades étnicas y nacionales, a través de las tradi­ciones y de las disciplinas. Pero, más aún, sugeriria que la ma­lla de lineas que conectan estas perspectivas está cambiandola densidad, la intensidad y la visibilidad de las mismas.

y esto introduce una importante cuestión: ¿Cómo deberíanviajar los Estudios Culturales? ¿Cómo se deberían situar den­tro de las relaciones entre sus posiciones orales locales y laslineas cada vez más densas e intensas que conectan dichasposiciones? Ciertamente los Estudios Culturales han llegadoa ser una especie de artículo intelectual global. Puede que estono nos guste, al menos en principio, pero no niega necesa­riamente su "valor de uso", utilizando una imagen un tantosimple. Quizá de un modo un tanto peligroso, los EstudiosCulturales han llegado a ser una especie de fantasía global,de forma que cuanto más hablamos de ellos, menos claro re­sulta aquello de lo que estamos hablando. Existe el peligro deque los Estudios Culturales se conviertan, en tal caso, en unavisión idealizada aunque vacía de una actividad intelectual

multiculturalismo, movilidad, y una identidad nacionalque nunca erafija).Con respecto a las condiciones de su proliferación señalaría la economía dela academia (su tamaño como mercado determina no sólo la competenciapor los estudiantes sino la organización de las ediciones académicas y elhecho de que aquí los Estudios Culturales se conducen en gran medida deformaeditorial), el ascenso de unageneraciónedificadasobre los medios decomunicacióny la política, la faltade figuras intelectualescarismáticas, y laexistencia de múltiples formaciones intelectuales que se solapan (estudiosafroamericanos, estudios de mujeres, y así sucesivamente). Sería tambiéninteresante ubicarlos EstudiosCulturales en el contextode la historia de losdiscursos de la cultura en la sociedad y la política americanas, incluyendo(1) un discurso de la tecnología prodigiosa; (2) Un discurso del paisaje yel territorio (el pionero en oposición a la familia; la represión de la historiacomo lugar del acta fundacional genocida; la codificación de género de latierra); (3) los discursosdel estado y la política estatal(y su relacióncon laidentidad "vacía" de la nación salvo en relación consigo misma como un"otro" o con enemigos externos temporales). VerBcrland 1992.

politica y/o teóricamente informada. Permanece vacia porquesu posición en forma de fantasia nos libera de la obligaciónde reconocer que también tiene importancia para la propia es­pecialidad que no todo sean Estudios Culturales, que la espe­cialidad no esté totalmente abierta. En otras palabras, lo queimporta es lo que son los Estudios Culturales en cualquiercontexto específico. El hecho es que los Estudios Culturalesconllevan trabajo, un trabajo que en parte debe estar dirigidoa rehacer los Estudios Culturales, en respuesta a su contexto,incluso aunque estén dando respuestas a tal contexto (ver Hall1992a).

Puede ser útil en este momento ofrecer al menos alguna des­cripción preliminar del terreno, si tan solo en términos de lalucha, sobre como se está desarrollando el significado de losEstudios Culturales. Los Estudios Culturales británicos noson el único espacío de los Estudios Culturales, pero reciente­mente ha proporcíonado un vocabulario y una iconografia co­munes que permiten reunir diversas tradiciones. Desde luego,incluso si reconocemos la diversidad de posiciones que se re­únen en los "Estudios Culturales británicos", todavía estamos,en palabras de John Clarke (conversación personal), recono­ciendo únicamente "la variedad que ganó". "Soy conscientede que administrar las fronteras de los Estudios Culturales esuna peligrosa misión: es más, al vacíarse progresivamente decontenido los "Estudios Culturales" como descripción de unadeterminada entidad de estudio, necesitaremos preguntamoscada vez más, ¿qué es lo que se está perdiendo? ¿Qué entida­des de estudio específicas carecen de nombre?

Si tiene importancia cómo se definen los Estudíos Culturalescontextualmente, entonces argumentaría que es menos unacuestión de posturas teóricas que de prácticas criticas. LosEstudios Culturales son obviamente un conjunto de enfoquesque tratan de entender e intervenir en las relaciones de la cul­tura y el poder, pero la relación particular entre la teoría y elcontexto es igualmente importante. Los Estudios Culturalesno utilizan la teoria como si las respuestas pudieran conocerse

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con antelación, ni tampoco consisten en un empirismo carentede teoría. Los Estudios Culturales se comprometen hasta eldetalle a través de la teoria aun cuando no sean conducídospor ésta: son guiados por su propio sentido de la historia yde la política. Es más, los Estudios Culturales están compro­metidos con la impugnación, tanto como un acto de realismo(aunque no necesariamente en cada momento) como de unapráctica estratégica para sí mismos.

Por último, y no por ello menos importante, los Estudios Cul­turales son radicalmente contextuales. La propia cultura no sepuede definir autónomamente aparte del contexto más de loque la teoria permite. Se puede describir esta contextualiza­ción a tres niveles. Primero, el concepto de "cultura" en losEstudios Culturales está aprisionado entre la comunidad (for­maciones sociales), la totalidad (el modo de vida al completo),y la estética (actividad representacíonal), utilizando las nocio­nes más actuales. He argumentado en otra parte (Grossberg1992) que, como resultado, los Estudios Culturales siempreactúan dentro del espacio ambiguo de la "cultura", rechazandoconcederle una definición singular y rechazando también re­ducir la realidad a sus representaciones culturales. En segundolugar, el propio significado no sólo de la cultura sino de la re­lación entre ésta y el poder depende del espacio específico enel que los Estudios Culturales se imaginan estar interviniendo.En tercer lugar, el "texto" cultural no es una representaciónmicrocósmica, ni la personificación de un significado relacío­nado con algún otro social (sea una totalidad o un conjuntoespecifico de relaciones). Es un lugar en el que se articulan unamultiplicidad de fuerzas (resoluciones y efectos). Como razo­na Morris (1988'), "se deben observar tales actividades comolugares donde diversas cosas pueden suceder y de hecho suce­den, donde se cruzan diferentes efectos y posibilidades de uti­lización. En otras palabras, una actividad cultural es en sí mis­ma un lugar complejo y conflictivo que no se puede disgregardel contexto de su articulación. Puede carecer de existencia ode identidad fuera de tal contexto. Por este motivo, los Estu-

dios Culturales no se pueden reducir a una simple actividad deinterpretación textual y/o de etnografia de la audiencia.'

Al mismo tiempo, quiero desligarme de otra estrategia queaísla el terreno de los Estudios Culturales al identificar­los con una particular posicíón verbal. Tony Bennet (1993)lo denomina "cerrojo carismático", Tal movimiento asumeque la posición verbal de los Estudios Culturales es idénticaa la biográfica del orador (pidiendo por tanto "pruebas" delcompromiso político real del orador). Al mismo tiempo, uncierre carismático implica un compromiso político particularal igualar la postura verbal de los Estudios Culturales con laposición abstracta del subordinado. En consecuencia, la iden­tidad biográfica del orador se convierte en una medida de laaceptación de su versión de los Estudios Culturales (esto ob­viamente se hace eco los "debates políticamente correctos")'

Demasiadas de las discusiones contemporáneas acerca de losEstudios Culturales se encuentran atrapadas en la infructuo­sa oposición entre lo global y lo local. El primero tiende aver los Estudios Culturales como una "teoría itinerante" y,en consecuencia, a menudo cosifica la teoría convirtiéndola

3 Para unamejordescripciónde la especificidadde los EstudiosCulturales,ver la introducción a Frowy Morris (1993). Vertambién la introducción deGrossberg (1992) para unadiscusiónde laarticulación especificadisciplinariae históricade la especificidadde los Estudios Culturales.4 Debemos ser aquí especialmente cuidadosos dado que cada proyecto deconocimiento establece sus propias circunstancias para "estar dentro dela verdad". Cada uno de estos proyectos establece sus propias exigenciasretóricas, constitutivas, políticas y teóricas que definen la legitimidad (lapropia posibilidad de verdad) de una declaración. Necesitamos ser críticoscon estas condiciones, especialmente fijando la atención en como autorizansólo a personajes específicos (tanto personajes orales como personajes deldiscurso) y excluyen a otros. Al mismo tiempo, necesitamos reconocer quela sola existencia de tales condiciones y exclusiones no es, en sí misma,una crítica suficiente, dado que es un hecho en todas las producciones deconocimiento.

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en una especie de fetiche. El último tiende a enfatizar las exi­gencias locales así como las demandas políticas y a menudotermina sustituyendo la "necesidad política" por el trabajoteórico. Menosprecia el valor de las líneas que conectan losdiversos lugares de Estudios Culturales. Ambas posiciones nologran tomar seriamente la amonestación de Stuart Hall deque "la teoría es siempre un desvio (necesario) en el caminode algo más importante" (Hall 1991a, 42). Si la relación entrelo global y lo local es en si misma una relación articulada,con cada uno existiendo dentro del otro y constituyéndolo,los Estudios Culturales necesitan cartografiar las lineas queles conectan. Sólo entonces pueden comenzar a cuestionar al­guna de estas relaciones y ofrecer nuevas posibilidades. Estetrabajo ha dado ya comienzo, pero quiero decir que no ha idolo suficientemente lejos. Para aquellos que, como yo, estánsituados en algún lugar dentro del espacio abierto por losEstudios Culturales británicos o para los que es un referen­te mediocre, esta rearticulación de los Estudios Culturales haimplicado cuestionar la complicidad de sus propios esquemasintelectuales (cultura/sociedad, autonomía relativa, ideología)y sus actividades (una hermenéutica de comprensión) con "lomoderno",' con las instituciones y tecnologías de poder mo­dernas. Este es el momento del "post" en los Estudios Cul­turales (preferiría no referirme a ello como "posmoderno'")un momento en el que se problematíza su lugar dentro de es­pacios discursivos más amplios, un momento que reconoceque sus propios escenarios de posibilidades articulan tambiéntanto sus límites como sus silencios cómplices. Es demasiado

5 No pretendo sugerir que "10 moderno" sea una estructura singular u ho­mogénea.

6 Soy reacio a utilizar "postmodemo" aquí no sólo porque construye unhomogéneo "antes", sino porque demasiado a menudo asume una relaciónnecesaria entre las formas culturales y sus efectos. Es más tiende a reducirlos múltiples niveles de la efectividad cultural a cuestiones de estética yeconomía/historia.

fácil reducir estas complicidades a algunos criticismos singu­lares como el eurocentrismo como si los conceptos estuvieransituados intrínseca y espacialmente, o funcionaran todos dela misma manera (por ejemplo, la universalización) para re­vindicar poder. Pero también es demasiado fácil explicar elmomento del "post" como si fuera simplemente "el retorno"de las voces reprimidas por los discursos eurocéntricos. En sumayor parte, el intento de desarticular los Estudios Culturalesde "lo moderno" se ha centrado en el concepto de cultura yla práctica de la interpretación cultural (Hunter 1988, Ben­nett 1990, Miller 1993, y Viswanathan 1991). Estos autoreshan identificado una paradoja sobre el modo en que se uti­liza "cultura" en los Estudios Culturales: la cultura es inde­pendiente de los procesos sociales e históricos, a la vez queprofundamente implicada en ellos. Esta división debe ser a lavez mantenida y reconciliada. Es necesario mantener la au­tonomía de la cultura como dominio del valor estético o eldesarrollo social si va a cumplir una función normativa comouna tecnología de poder. Sólo de esta forma la cultura pue­de permanecer aparentemente descontaminada por su papelconstitutivo, por ejemplo, en el imperialismo. Estos autoresproponen que cambiemos nuestro concepto de cultura comocampo donde el poder está simbolizado por un conjunto deprácticas que lo aplican. En sus palabras, la cultura "civiliza"a la población al alterar su comportamiento.

Simultáneamente, aunque desde una trayectoria diferente(una que implica el esfuerzo de reconsiderar cuestiones deraza y etnia) los Estudios Culturales se han desplazado de unapráctica de interpretación critica a una de articulación, con laintención de descubrir una relación que existe necesariamente(por ejemplo, entre un texto, un significado y una posiciónpolítica) para el proyecto de observar la producción continuade relaciones que nunca están garantizadas previamente. Estoconduce a los Estudios Culturales a reinterpretar su inter­vencionismo y contextualismo de forma que contemplen lahistoria y su propia práctica como la lucha para producir un

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contexto fuera de otro, un conjunto de relaciones al margende otro. La articulación transforma los Estudios Culturales deun modelo de comunicación (producción consumo de textos;codificación, decodificación) en una teoria de contextos.'

Ambos movimientos dentro de los Estudios Culturales estánbasados en el reconocimiento de uno de los rasgos constitu­tivos de "lo moderno": que fragmenta la formación social enun número de reinos aislados (sea la "sociedad sui generisde" Rousseau o la invención de la sociedad civil y la cultura,siempre separados de la economía y de la política) cada unocon su propia historia y su propia temporalidad. Pero quierovolver la atención a otro rasgo constitutivo de "lo moderno",uno que señala a una posible trayectoria diferente para la rear­ticulación de los Estudios Culturales.

Lo MODERNO, TIEMPO Y ESPACIO

"Lo moderno" se define y ubica siempre en relación con otro.Se puede concebir cada uno sólo en términos de la rupturaaparentemente indefinible que les separa. En sus propios tér­minos, "lo moderno" implica una alienación de algún pasa­do o futuro imaginario (por ejemplo, lo tradicional), que dehecho resulta la proyección de una posición y una medida apartir de la cual "lo moderno" puede describirse y juzgarse así mismo. Este desplazamiento temporal, como sugiere Ray­mond Williams, es precisamente lo que constituye la nociónde cultura como reino autónomo.

Varios autores, como Wolf (1982) y Amin (1989), han ofreci­do una interpretación diferente de este desplazamiento." Amin,

7 Para una discusión de la articulación, ver Grossberg 1992 y Centro Con­temporáneo de Estudios Culturales 1982.

8 En la discusión que sigue, sólo me ocuparé de los argumentos de Amin.

por ejemplo, rechaza identificar eurocentrismo con provincia­lismo o etnocentrismo o incluso la reivindicación del eurocen­trismo de contar con el derecho de representar a otros. En sulugar localiza la especificidad del eurocentrismo como ciertoprejuicio o mitología necesarios para que Europa reconciliesu supuesta superioridad con sus ambiciones universalistas.Europa no construyó su excepcionalidad sobre la base de que"lo moderno" (o el capitalismo, aunque los dos no sean muyidénticos) nació allí, sino más bien que no podría haber nacidoen ningún otro lugar. Esta mitología está basada, según Amin,en dos postulados conflictivos: el primero es que los factoresinternos característicos de cada sociedad son decisivos para suevolucíón. Por tanto Europa situaba su reivindicación de origi­nalidad en su fe cristiana y su supuesta ascendencia griega. Esimportante notar que este postulado identifica la hístoria conla noción de una cultura aparte, autónoma, enclaustrada frentea su exterior, a sus otros. El segundo postulado que subyace aleurocentrismo es que el modelo occidental de "lo moderno"(o capitalismo) puede ser generalizado. De hecho, la imagi­nación europea asumía que el único futuro ímaginable era laeuropeización progresiva del mundo. Esta universalización sepersonificaba en una retórica de homogenización (serían comonosotros) legitimando un proyecto de conquista mundial y deviolencia colonial. Desde luego, esta universalidad nunca lle­gó a ser descriptiva; más bien fue distributiva y normativa o,en términos de Amín, polarizante. De acuerdo con lo descritopor Stuart Hall (l992b), el mundo se organizó entre "el oestey el resto". La conjunción de estos dos postulados conflicti­vos, uno definiendo las condiciones locales de posibilidad de10 moderno, y el otro proponiendo universalizar lo moderno eignorar las condiciones locales, instituyó y legitimó la distri­bución desigual del poder así como del valor a través del espa­cio. Y esta desigualdad se produjo tanto dentro como fuera decada espacio-nación colonizado por el capitalismo.

Siguiendo esta lectura, podríamos argumentar que el eurocen­trismo (y las tecnologías de poder de lo moderno) temporaliza

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el espacio y rearticula al otro dentro de aquello que es diferen­te. Esto da pie a una problemática que sólo se podria resolvermediante la búsqueda o la construcción de una identidad auto­enclaustrada y aislada. Y precisamente por este motivo, Aminrechaza cualquier política en la que la modernización sea con­siderada como occidentalización y opuesta a la búsqueda deuna identidad cultural alternativa. Pero me estoy adelantandoa mí mismo. Me veo obligado a decir primero algo acerca deltiempo y del espacio en "10 moderno". Mi argumento es queal temporalizar la realidad y la existencia humana, "10moder­no"borró efectivamente espacio."

De hecho, el modernismo ha sido descrito a menudo encar­nando una lógica "temporalizadora" y una temporalidad es­pecifica. El tiempo moderno es lineal, irreversible e irrepeti­ble: el cambio, lo transitorio, lo inmanente reemplazó el idealtranscendental Kantiano (dando lugar a la paradoja de un re­lativismo al que nos debemos oponer). Incluso la vanguardiamodernista, que se presenta a si misma como el adversario de"10 moderno", se vio aprehendida en este sentido especificodel tiempo. Dado que estos artistas asumían que el presenteno estaba por definición preparado para su arte, sus obras sólopodrían ser reconocidas en el futuro y la única prueba con­temporánea de validez sería su efecto de choque (dando pie ala paradoja de una estética que reivindica experimentación yobliga a la repetición). En términos más filosóficos, de acuer­do con Young (1990),10 Hegel es la figura filosófica. Hegel

9 Quieroprivilegiaral espacio no simplementeporquese le ha dejado fuerade la"agencia" o capacidad de acción, sino porquese le ha dejado"intencio­nalmente" fuera de dicha"agencia". Perotampocoquierodecirquecierrelaposibilidad, e incluso la necesidad, de reintroducir unadimensión temporalo histórica (aunque una radicalmente rearticulada). Existe una diferenciaimportante entrecriticar un argumento por no habersedirigido a un asuntoespecífico (cadaargumento ignoraalgunosasuntosimportantes) y reivindicarque no tiene el espacio teórico y político para tenerlo en cuenta.

10 Gran partedel argumento que sigue está tomadode Young (1990).

simultáneamente (1) vio el espacio como un producto y un re­siduo del tiempo histórico; (2) convirtió en fetiche un espacioparticular, el estado-nación; e (3) idealizó el tiempo históricocomo la Historia. Los grandes filósofos que siguieron a Hegel(Marx, Bergson, Husserl), buscaron todos ellos restaurar lainmanencia del tiempo en respuesta a la idealización del tiem­po de Hegel. Sin embargo, en consecuencia, todos fracasaronal cuestionar la identificación del espacio con la cosificación,el falso conocimiento, y la distorsión del tiempo. (Según haseñalado Meaghan Morris [1992b], este privilegio del tiem­po continúa en obras tan destacadas como The Condition 01Post modernity de David Harvey [1989].) Si Hegel definía laHistoria como continuidad y la coherencia del tiempo comototalidad histórica, Sartre se preguntaba como puede existirtal totalización sin un totalizador. 0, en otras palabras, ¿cuáles la relación entre la práctica individual y dicha totalidad?

Pero la cuestión real no se planteó hasta Levi-Strauss yFoucault: ¿Es la Historia, el historicismo, el conocimientohistórico, esencial para la existencia humana? ¿O es una cons­trucción impuesta sobre historias diferenciales a través del es­pacio? Si la respuesta a la última es afirmativa, ello sugiere loque Foucault denomina "una transformación de la historia enuna forma totalmente diferente" (citado en Young 1990, 61).Y esto tiene implicaciones radicales sobre como razonamosacerca del poder. Por ejemplo, tendrían que ser replanteadasmetáforas como "supervivencia" o "reproducción" del capi­talismo con el tiempo definiendo imágenes de poder; aunque,por supuesto, esto es exactamente lo que Foucault ha inten­tado hacer.

Esto requeriría también evidentemente una rearticulación delconcepto de espacio en "10 moderno", una reconsideraciónno sólo de dónde fue excluido, sino también dónde y cómofue incluido. Para mí no es una cuestión de las estructurascambiantes de la historia, como lo es para John Berger: "Laprofecia implica ahora una proyección más geográfica quehistórica. Es el espacio y no el tiempo el que nos oculta las

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consecuencias" (citado en Soja, 1989,22). Incluso Foucaultha tratado en ocasiones al espacio a modo de asunto histórico,como en su descripción de la era presente como "una época deespacio. Estamos en una época de simultaneidad, estamos enuna época de yuxtaposición, la época del cerca y el lejos, dellado a lado, de lo disperso ... El tiempo se presenta ante noso­tros sólo como una de las variadas operaciones distributivasque son posibles para los elementos que se despliegan por elespacio" (1986, 22-23).

Tales estrategias privilegian simplemente una vez más altiempo y reproducen la estructura de "lo moderno" con argu­mentos acerca de 10 "posmoderno", No es una cuestión quepueda plantearse completamente a nivel de la teoría socialcrítica o la antropología filosófica. Tales teorías se reafirmanen la mutabilidad de la historia, de su producción social, con­tra la reivindicación de una Historia necesaria y universal. Sepueden imaginar teorías que afirmen la mutabilidad o la pro­ducción social de geografías del espacio en contra del postu­lado de una necesaria y universal, ¿cómo la denominaríamos?Geografía (sea con el modelo de sistema mundial, o centro­periferia o cualquier otro). Esto es, tales teorías afirman quelos seres humanos hacen espacio pero no en condiciones de supropio hacer, aludiendo a Marx. Verian el espacio, siguiendo aLefebvre (1991), tanto como la presuposición o medio comoel resultado o encamación de la vida humana. No quiero ne­gar la necesidad de este trabajo, como los nuevos geógrafoscríticos," pero no llega 10 bastante lejos. A menudo mantienenla temporalidad como la precondición de la especialidad, deforma que, por ejemplo, Soja (1989) puede identificar todavíala secuencia con el tiempo y la simultaneidad con el espacio.Frecuentemente reducen la relación del espacio y el podera algo instrumental, como si el poder simplemente manipu-

II El mejorejemplo de geografia crítica es Soja (1989). Un sendero más pro­metedor se puede encontrar en los mapas distributivos de Bourdieu (1984).

lara el espacio. Y a menudo interpretan figuras o imágenesespaciales como si fueran metafóricas más que reales (porejemplo, el análisis, por lo demás brillante, de Rosi Braidotti(1991) sobre feminismo y filosofía).

Los ESTUDIOS CULTURALES y LA DIFEREl\CIA

Comienzo la discusión de la temporalidad sugiriendo que 10moderno se constituye siempre a sí mismo en aquello que esdiferente. Por tanto la diferencia es en sí misma una de suslógicas constitutivas. La lógica de la diferencia ofrece una in­terpretación particular de la relación entre identidad y moder­nidad, una interpretación que, por su misma lógica, niega laposibilidad de cualquier alternativa que pudiera escapar a sulógica (la de lo moderno). Puesto que 10 moderno constituyesu propia identidad al diferenciarse del otro (normalmente latradición como un otro temporal o como unos otros espacialestransformados en otros temporales), la identidad se constitu­ye siempre sobre la diferencia. Lo moderno forma las iden­tidades dentro de construcciones sociales. Y así una políticacontra-moderna tiene que contestar las relaciones particularesde identidad y diferencia que se han construido, propuesto, yaceptado por lo moderno. Aquí no tenemos más opción quecomenzar con cuestiones de diferencia y explorar la naturale­za de la diferencia y su relación con la identidad. Esta es cier­tamente la respuesta dominante en los Estudios Culturales.Pero la cuestión real es ¿con qué fin? Si la diferencia es irre­vocable, entonces la modernidad es ineludible. Puede parecerun tanto irónico que justo cuando hemos descubierto que nosólo las identidades particulares sino la identidad misma seconstruyen socialmente, organicemos la lucha política dentrode la categoria de identidad, alrededor de identidades particu­lares socialmente construidas.

No obstante existe, por supuesto, una comprensión alternativade la relación de lo moderno con la identidad que sugiere que

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lo moderno transforma todas las relaciones de identidad enrelaciones de diferencia. De este modo, lo moderno no con­figura identidad por la diferencia sino la diferencia por iden­tidad. Lo moderno nunca se configura a sí mismo como unaidentidad (diferente de otros) sino como una diferencia (siem­pre distinta de si misma a través del tiempo y del espacio).En este sentido, las estructuras fundamentales de la moderni­dad son siempre producto de la diferencia. El problema queaqui se plantea consiste en evitar comenzar con cuestionesde diferencia; una política contra-moderna tiene que eludirla lógica de la diferencia y (re)capturar la posibilídad de unapolítica de los otros. Si la primera interpretación se condenaa sí misma (y a cada contra-estrategia posible) para pennane­cer dentro de lo moderno, la segunda pretende escapar de loslímites establecidos de lo moderno contemplando la primerainterpretación como un producto histórico del poder modernoen sí mismo.

Déjenme intentar clarificar la relación entre las teorías de ladiferencia y lo que denominaré teoría de la alteridad. La pri­mera es ciertamente dominante en las teorías contemporáneasy está edificada sobre una noción de la diferencia de muchopeso que deriva en gran medida de la teoría estructuralista ypost-estructuralista: que la identidad o significado de un tér­mino depende enteramente (excepto quizás por un excedentenecesario pero indeterminado) de su relación, su diferencia deotros términos, De hecho, las teorías de la diferencia toman aésta en sí misma como dada, como la economía de la que seproducen las identidades. Las teorias de la alteridad, por otraparte, asumen que la díferencia es en sí misma una economíaproducida históricamente, impuesta sobre aquello que resultareal en las modernas estructuras de poder. Tanto la diferenciacomo la identidad son un efecto del poder. Por más que talesteorías acepten obviamente una débil noción de diferencia (ano es b ni e ni d), no contemplan dichas diferencias comofundamentalmente constitutivas. Comienzan más bien conun potente sentido de alteridad que reconoce la existencia del

otro, en su propio lugar, como lo que es, independientementede cualquier relación específica. Pero lo que es no necesita serdefinido en términos trascendentales o esencíales; lo que espuede definirse por su poder particular (contextual) de influiro ser influido. Es decir, estas visiones de la alteridad otorgana cada término una cualidad positiva no especificada, pero"especificablc''. Después de todo, el pensamiento modernono es solamente binario sino un tipo especial de máquina deproducción binaria, en la los cálculos binarios se conviertenen diferencias constitutivas donde el otro se define por su ne­gatividad. Como disponen Deleuze y Guattari, "cómo pensaracerca de fragmentos cuya única relación es su pura diferen­cia (fragmentos que se relacionan uno con otro sólo porquecada uno de ellos es diferente) sin tener el recurso a cualquiertipo de totalidad original (no sólo una que se ha perdido), o auna totalidad posterior que puede no haber llegado todavía"(1987,42).

En términos más filosóficos, estas alternativas pueden loca­lizarse dentro de los argumentos entre Derrida y Foucault:por ejemplo, alrededor de sus diferentes lecturas de Descar­tes (Derrida 1978, Foucault 1979). Derrida argumenta que laexclusión de la locura de la razón propiamente dicha esta­bleció la posibilidad y la identidad de la razón. La relaciónentre razón y locura es, entonces, una estructura originariade diferencia, en el sentido que, una vez más, la diferenciaexiste siempre en el núcleo de la identidad. Y en este sentido,para Derrida, Descartes está todavía vivo dado que cualquierconcepto de la razón debe producir y negar la locura. ParaFoucault, por otra parte, la exclusión de la locura de Descar­tes fue una representación filosófica de un suceso históricoreal; la exclusión fue material y espacial así como discursiva.Por más que está exclusión era necesaria para establecer lacondición de la razón y dar naturaleza a la identificación dela razón y la subjetividad, no es en sí misma constitutiva seade la razón o de la locura. Cada uno de estos términos cuentacon su propia cualidad positiva o apariencia que puede afectar

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y de hecho afecta al otro. En ese sentido, para Foucault, Des­cartes resulta irrelevante a día de hoy. No es coincidencia, porsupuesto, que Derrida argumente que la filosofía nunca puedaescapar del egocentrismo que, yo diria, es constitutivo de lamodernidad. Foucault, por otra parte, con frecuencia escribecomo si ya lo hubiera conseguido.

Gran parte del trabajo contemporáneo sobre la identidad sepuede percibir como una lucha que tiene lugar en el espacioentre Derrida y Foucault. Asi, por ejemplo, el influyente tra­bajo de Laclau y Mouffe (1985), que ha contribuido de formasignificativa a los andamiajes teóricos con los que los EstudiosCulturales han abordado cuestiones de identidad, pueden sercontemplados como un intento de reunir a Foucault y Derrida(con mucho de Gramsci). No obstante, lo que realmente hasucedido es que Laclau y Mouffe han releído a Foucault comosi fuera Derrida. La noción de Foucault de la regularidad de ladispersión se convierte en un conjunto de opiniones diferen­ciales; la rareza del discurso se vuelve apariencia, como unaexuberancia encontrada en el excedente del significado. Y elinterés de Foucault con la subjetivización se convierte en laposición central de la producción de sujetos como base de lacadena discursiva que produce tanto una estabilidad temporalcomo la exuberancia que la desestabiliza.

De manera similar, Edward Said reclama haber basado enFoucault gran parte de su trabajo en Orientalism (1978). Sinembargo, como han señalado numerosos comentaristas la no­ción de "orientalismo" es intencionalmente ambigua, de unamanera que hace muy difícil precisar de hecho la postura teó­rica de Said. En ocasiones, Said parece sugerir que el orienta­lismo es una forma de representación con la que nos distingui­mos a nosotros mismos de los otros; pero nuevamente, comohan señalado numerosos críticos, esto resulta insuficiente,porque podría parecer que condena cualquier intento de repre­sentar al otro. En otro momento, Said describe el orientalis­mo como "un estilo de pensamiento basado en una distinción

ontológica y epistemológica pero que no consigue tener encuenta la historia política de la relación entre epistemología yontología". ¿Es que cualquier distinción ontológica es U? actoen potencia, o es que cuando tales diferencias ontológicasse definen y se sitúan al servicio del conocnmento (esto ~s,

cuando la epistemologia se iguala o sobrepasa a la ontología)emerge el orientalismo? Desde luego, Said comienza a sonarrealmente como Foucault cuando conecta discursos especifi­cas y su distribución a las instituciones del colonialismo ensí. De hecho podemos observar aquí la ambigüedad declslv~

de las tesis de Said, una ambigüedad que ha defimdo por SI

misma el campo de las teorías de la identidad. Para expon~rlo

de forma un tanto simplista, la pregunta es ¿exIste lo onen­tal aparte del orientalismo? Mientras muchos intérpretes hanrespondido de forma negativa, no han conseguido dlfe:~nclar

un número de explicaciones posibles. Una mterpretacion po­sible de la existencia del Oriente es tautológica: dado que elOriente y lo oriental son construcciones de los discursos co­loniales, no pueden existir fuera de esos discursos. El Orientecomo objeto de conocimiento es el producto de las relacionescoloniales de poder. Pero ¿es así de simple? Porque, comonumerosos críticos han señalado, si éste es el caso, entoncestodo el conocimiento (y la construcción de cualquier objetode conocimiento) debe ser en si mismo condenado como aca­parador y opresivo. ¿No es la articulación del conocimientoen relaciones geo-económicas y políticas específicas la quereconfigura a la curiosidad en poder?

Existen al menos tres posturas diferentes sobre la existen­cia de lo oriental que pueden trazarse de forma consecutivacontinua: la primera lo contempla como puro exceso o suple­mento, como la negatividad en el corazón del propio autoco­nocimiento de Occidente. En este panorama, SI no fueran elOriente que Occidente ha creado, tendría que haber hecho quehubiera existido en cualquier otro lugar (y obviamente, tam­bién era otros lugares). La segunda postura sitúa a Oriente yOccidente en una relación desigual de diferencia constitutiva;

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ambos son necesarios para la autodefinición del otro. Cadauno se define a si mismo destacándose como diferente delotro. Pero como cualquier teoría de la constitución, existe enel centro una incertidumbre necesaría, porque el hecho es quecada uno debe existir independientemente de la relación paraque ésta sea adecuada, y cada uno debe, por tanto, en algúnsentido, tener su propia "positividad" 12 Sin embargo, dichapositividad nunca se especifica propiamente, porque siemprese pospone, siempre resulta irrelevante para la relación cons­titutiva misma. La tercera postura podría haber sido realmentela de Said: que el oríentalismo implica procesos materialesreales de colonización, desplazamiento, explotación y domi­nación. Esto es, la gente se desplaza a lugares y culturas queya existían. Lo oríental, tal y como era, existía independiente­mente del orientalista. El acto de poder no viene de crear algode la nada, sino en reducir algo en nada (en términos semánti­cos y diferenciales puros) -al negar la posítívídad del mundoarábico con toda su diversidad, por ejemplo, lo reduce a nadamás que un otro constitutivo singular, a algo totalmente di­ferente. Es precisamente la articulación de la diferencia porencima de la alteridad lo que se convierte en el sitio materialdel poder discursivo y ésta es, me atrevería a decir, una lógicafundamental de la formación del poder moderno.

Ya he indicado que lo moderno en sí se constituye por la ló­gica de la diferencía a través de la cual se construye como un"espacio adverso" que vive bajo "una ansiedad acerca de lacontaminación por sus otros" (Hayssen 1986, vii). Esta lógicade la diferencia, en la que el otro se define por su negatividad,sólo tiene, como señaló Nietzsche, la posibilidad de una po­litica de "resentimiento". Pero cada vez más tales teorías hancomenzado a ser rebatidas: "No existe nada tan remotamentegenial acerca de la diferencia y la diversidad como los pro-

12 Del inglés posuivuy, términousado en oposición a "negatividad" (N. dela T.).

blemas politicos ... La gestión de la diversidad y la diferenciamediante el mantra burocrático de la raza, la clase y el géneroalentó la retórica divisiva de ser más marginal, más oprimi­do" (Mercer 1992b, 33). Pese a las intenciones de los críticosantimodernos, las ovaciones a la diferencia no hacen ceder ala voz totalizadora de lo moderno; en cambio "se convierteen el amo del discrepar, ofreciendo una teoría unificada dela diferencia" (Wark 1992, 436). La alternativa consiste encomenzar a construir una teoría de la alteridad que no seaesencialista, una teoría de la positividad basada en nocionesde efectividad, pertenencia y, como Paul Gilroy (1993) lo des­cribe "elmismo cambiante".

Los ESTUDIOS CULTURALES y EL ESPACIO DEL PODER

Al moverse a distintos lugares los Estudios Culturales -"nue­vos" mundos, hablando de forma irónica, mundos que hansido reconstruidos de forma irreversible por la violencia delas variadas formas de poder moderno, incluyendo aquellasdel colonialismo, imperialismo, racismo, sexismo, imposi­ción dísciplinar, y normalización- ellos mismos tendrán queser irreversiblemente reconstruidos en algunas direccionesfundamentales. Deberán repensar sus articulaciones entre cul­tura y poder. Quiero proponer dos trayectorias relacionadasde dicha rearticulación. Primero, los Estudios Culturales de­ben moverse de una lógica de poder temporal a otra espacial,y segundo, se deben mover de una teoría del poder estructurala otra maquínica."

Comenzar a intentar pensar en el poder dc modo espacial noimplica que borremos la historia sino que la contemplemos

13 En el inglés original aparece machtntc, términoque el autor traduce delfrancés de la obrade Deleuze L 'inconscíent machinique, (Editions Rcchcr­ches, Paris, 1979) y que aquíse ha traducido por"maquinice" (N. de la T.).

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corno eventos singulares o "conversiones" (en términos deDeleuze y Guattari [1987]) más que corno una continuidado reproducción. También requiere que reconozcamos que enciertos mapas, donde un mapa es una geografía de conversio­nes, los lugares marcados corno historia, tiempo y reproduc­ción pueden ser revestidos con mucha intensidad o inclusopoder. De esta manera la historia se hace inseparable de lamemoria, no corno una "memoria popular" desubicada, sinoprecisamente corno "tiempo ubicado", o corno geografía detemporalidades (Hay, 1993).

No obstante, el proyecto de cartografiar los espacios de poderlevantará inevitablemente cuestiones diferentes y otras nue­vas: cuestiones acerca de las movilidades más que del cambio,acerca de líneas de intensidad más que de identidad. El poderespacial es un asunto de orientaciones y direcciones, de entra­das y salidas, más que de comienzos y finales. Permítasemeresaltar aqui que al describir esto corno una lógica espacial,no quiero decir sólo que necesitemos mirar a la organizacióndel espacio en términos líterales o materiales corno el empla­zamiento del poder, o que debamos mirar a las entidades notextuales de la cultura." Más bien la cultura misma debe serentendida espacialmente antes de ser vista de manera herme­néutica. Afirmar que el espacio es material no significa quesea reducible a un espacio material. Contemplar las variadasorganizaciones espaciales y las tecnologias diferentes que lasproducen es tornar en consideración los vectores, las intensi­dades, y los mapas del espacio corno sistemas de poder másque simples estructuras de relacionalidad. Pero tales sistemasse definen a menudo también corno estructuras de 10 que po­driamos denominar "el imaginario espacial" (Wark 1994).

14 Como dice Foucault, "Está por escribir una historia entera de los espacios-que podríaseral mismo tiempo la historia de los poderes(ambos términosen plural}-de las grandes estrategias de lageopolíticaa laspequeñastácticasdel hábitat" (citado en Soja 1989,21).

De forma similar, pensar en el poder de forma maquinica re­quiere un cambio significativo en las preguntas que nos hace­rnos: corno Deleuze y Guattari exponen, "la cuestión ... no essi la condición de las mujeres, o de aquellos en lo más bajo, esmejor o peor, sino el tipo de organización del que resulta dichacondición" (1987, 210). Esto indica que debernos dejar a unlado una visión del proyecto critico que simplemente redescu­bre constantemente 10 que ya conocernos: que las estructurasde dominación y subordinación se reproducen, que las repre­sentaciones de la diferencia y la desigualdad se reasientan.Pero también debernos dejar de lado nuestra buena intenciónde estar satisfechos al encontrar las grietas en los procesos dereproducción y reasiento, al descubrir que la gente es de ver­dad activa y capaz de lucha e incluso de resistencia. En estesentido, querria proponer que los Estudios Culturales nece­sitan moverse más allá de los modelos de opresión, tanto del"modelo colonial" de opresor y oprimido corno del "modelode transgresión" de opresión y resistencia, hacia un otro dearticulación o "práctica transformativa" (Cameron McCarthy,conversación personal). Ambos modelos de opresión parecenno sólo inapropiado s para las relaciones contemporáneas depoder sino también incapaces de crear alianzas porque no nospueden informar de cómo requerir a fracciones de los empo­derados a la lucha por el cambio en algo más que un caminomasoquista (sentimiento de culpa).

Lo que sugiero es que los Estudios Culturales exploren lasvías concretas a través de las cuales distintas máquinas (o,en términos de Foucault, aparatos) producen los espacios,configuraciones y circulaciones especificas del poder." Estosespacios, configuraciones y circulaciones constituyen no sólola coyuntura especifica o formación social sino también lasrelaciones entre lo local y lo global. En esta consideración,

15 Dejo aquíabierta la relaciónentrearticulación y rizomática.

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argumentaría que necesitamos replantear no sólo la historiadel capitalismo sino la propia naturaleza del capitalismo entérminos espaciales (y el proyecto se está llevando a cabo porotros más capaces). Si puedo ofrecer una pieza muy pequeñay simple de este puzzle como ejemplo, podríamos comenzarpor entender el Taylorismo como un aspecto crucial de la ar­ticulación fordista del capitalismo como un aparato que, deforma muy precisa e intencional, temporalizó el espacio de laproducción del valor añadido. Y,por otra parte, muchas de lasestrategias que han sido discutidas como "postfordistas" (porejemplo, las subcontratas, la construcción de lo que Castells[1989] denomina "informacionales" o "ciudades duales", laredistribución espacial del trabajo y de la riqueza) son todasellas parte de un conjunto de aparatos que están reorganizan­do la distribución espacial del capital y re-espacializando eltiempo de producción. De hecho, cualquier análisis del ca­pitalismo contemporáneo debería reconocer que existe unalucha por la distribución espacial de las diferentes articula­ciones del propio capitalismo. El objetivo parece ser un flujocada vez más rápido pero controlado del capital, de la gentey de las mercancias con el fin de re-monetizar el capitalismomediante la creación de un débito global circulante.

IDENTIDAD y DIFERENCIA l6

Más que continuar con esta pauta, sin embargo, quiero volvera centrar mi atención en algunos temas que pueden tener unarelevancia más inmediata y obvia (aunque no sean más im­portantes por ese hecho) respecto a las cuestiones orientadas alos Estudios Culturales internacionales. Quiero tratar de con­templar, quizás incluso demostrar, la importancia de salir delos modelos de diferencia y del modelo espacial y maquinistadel poder tomando en consideración uno de los asuntos cen-

16 He incorporado secciones de Grossberg (1996) en este ensayo.

trales de los Estudios Culturales: el problema de la identidad.Dentro de los Estudios Culturales las investigaciones sobre laconstitución y las politicas de identidad son a menudo pronos­ticadas sobre una distinción, amablemente articulada por Hall(1990), entre dos formas en disputa (dos modelos de produc­ción) sobre las identidades. Es importante reconocer que Hallno lo ofrece como una distinción teórica, aunque ciertamentepuede ser cartografiado sobre la disputa entre esencialistas yantiesencialistas, sino como una distinción histórica y estra­tégica. El primer modelo asume que existe algún contenidointrinseco y esencial en cualquier identidad que se define, seapor un origen común, por una estructura de experiencia co­mún o por ambas. Luchar contra construcciones existentes deuna identidad especifica toma la forma de refutar imágenesnegativas con imágenes positivas, y de tratar de descubrir elcontenido "auténtico" y "original" de la identidad. Básica­mente, la disputa sobre las representaciones de la identidadtoma aqui la forma de ofrecer una identidad completamenteconstituida, separada y distinta en el lugar de otra.

El segundo modelo recalca la imposibilidad de tales identida­des completamente constituidas, separadas y distintas. Niegala existencia de identidades auténticas y originarias basadasen un origen o experiencia universalmente compartidos. Lasidentidades son siempre relacionales e incompletas, en pro­ceso. Cualquier identidad depende de su diferencia, de su ne­gación de algún otro término, aun cuando la identidad de esteúltimo depende de su diferencia, de su negación del primero.Como explica Hall: "La identidad es una representación es­tructurada que sólo consigue su positivo a través de la miradaestrecha de lo negativo. Tiene que atravesar el ojo de la agujadel otro antes de poder construirse a si misma" (l991a, 21).La identidad es siempre un efecto temporal e inestable de lasrelaciones que definen las identidades marcando las diferen­cias. Por tanto, aquí el énfasis se pone en la multiplicidad deidentidades y diferencias más que en una identidad singulary en las conexiones o articulaciones entre los fragmentos o

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diferencias. El mero hecho de las múltiples identidades pro­mueve la necesidad de lo que Kobena Mercer ha denominado"el mantra de la raza, la clase y el género" (1992b, 34): "Eldesafio consiste en ser capaz de teorizar más de una diferen­cia a la vez" (1992a, 425). Esto sugiere una política muchomás dificil, porque los aspectos no vienen dados de antemano,ni en divisiones netas. Como expone Michele Wallace, ha­ciendo eco de June Jordan, "Lo que necesita ser dicho ~no sedebe confiar en las mujeres simplemente porque son mujeres,ni tampoco hay que confiar en los negros porque son negros,o en los gays porque son gays y asi sucesivamente" (1994,185). Las disputas sobre la identidad no implícan aquí pormás tiempo cuestiones de adecuación o distorsión, sino de lapolítica de representación misma. Esto es, dicha política im­plica cuestionar cómo se producen y aceptan las identidadesmediante prácticas de representación. Tal postura, obviamenteinfluida por Derrida, percibe la identidad como una construc­ción completamente cultural, incluso enteramente língüística.Mientras este modelo sugiere ciertamente que la identidad deun término no se pude explorar o cuestionar sin una investiga­ción simultánea del segundo término, en la práctica, rara vezresulta ser éste el caso. La mayor parte del trabajo de los Es­tudios Culturales se preocupa de investigar y discutir sobre laconstrucción de identidades subalternas, marginadas o domi­nadas, aunque algún trabajo reciente ha comenzado a explo­rar las identidades dominantes como construcciones sociales.Rara vez, sin embargo, son las dos estudiadas juntas, comoparecería dictar la teoría, como mutuamente constitutivas.

Es claramente este segundo modelo el que define el trabajosobre la ídentidad en los Estudíos Culturales, pero no quierodecir que sugiera que este modelo defina una posición o voca­bulario teórico singular. Por el contrarío, existe un número defiguras diferentes, solapadas, que se cruzan e incluso compi­ten, y que, tomadas juntas, definen el espacio dentro del cuallos Estudios Culturales han teorizado el problema de la iden­tidad. A menudo actúan juntas para definir teorías especificas.

Resulta interesante, que estas figuras construyan un continuode imágenes de espacialidad, aunque, como indicaré, sean ensu mayor parte estructuras de temporalídad. Todas estas fi­guras pueden contemplarse como modelos de articulación o,en términos más espaciales, como figuras de los límites. Ytodas ellas se pronostican sobre un principio de diferencia onegatividad. Todas ellas operan en un espacio Derrideano detextualídad en el que la diferencia entre un lugar y una posi­ción se elímina. Es más, como todas ellas dan fundamento a laidentidad, de un modo u otro, en el lenguaje y la significación,todas pueden leerse como fundamento de la identidad en latemporalidad de la conciencia o lo que Homi Bhabha deno­mina la "desincronización temporal del significado" (1991,58). Describiré estas figuras como différance. fragmentación,hibridismo, límite y diáspora.

La figura de la différance describe una relación constitutivaparticular de negatividad en la que el término subordinado(el otro marginalizado o subalterno) es una fuerza necesariae interna de desestabilización que existe dentro de la identi­dad del término dominante. Aquí el subalterno es en sí mis­mo constitutivo de, y necesario para, el término dominante.La inestabilidad de cualquier ídentidad dominante (dado quesiempre debe incorporar ya su negación) es el resultado dela naturaleza misma del lenguaje y del significado. El subal­terno representa una ambigüedad o inestabilidad inherente alnúcleo de cualquier formación del lenguaje (o identidad) quedesgasta constantemente el poder del mismo para definir unaidentidad unificada estable. Podemos identificar dos variantesde esta figura: las nociones de "suplemento" localizan al otrofuera del campo de la subjetividad, como si fuera puro exce­dente; las nociones de "negatividad" localizan al otro dentrodel campo de la subjetividad como otro constitutivo exótico.En el primero, el subalterno constituye los límites de la pro­pia posibilidad de subjetividad; en el último, al subalterno sele puede conceder una subjetívidad incomprensíble. Existennumerosos ejemplos de estas dos variantes de la figura de la

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différance en las teorías contemporáneas de la identidad. Porejemplo, Lyotard (1990) ve a "los judíos" como aquello que lacultura europea no puede identificar a causa de su exclusión,su condición de innominables, son en sí mismos constitutivosde la identidad Europea. De forma similar, la noción de Bha­bha (1994) sobre mimetismo como usurpación intencional deldiscurso dominante localiza el poder del subalterno en un tipode insurrección textual en la que el subalterno se define sólopor su negación interna del colonizador. El intento llevado acabo por de Certeau (1984) de definir las poblaciones subor­dinadas sólo por su carencia de un lugar que pudiera darlesderecho a sus propias prácticas o estrategias acaba igualmentedefiniendo al subalterno como pura diferencia. Finalmente,existe una lectura corriente del Orientalismo de Said (1978)en la que el poder dominante construye necesariamente suotro como una diferencia deseada y reprimida.

La figura de la fragmentación recalca la multiplicidad deidentidades y de posiciones dentro de cualquier identidad apa­rente. De este modo, ve una identidad particular concreta ovivida como "un tipo de unidad desensamblada y reensambla­da". Por tanto, las identidades resultan siempre contradicto­rias, construidas a partir de fragmentos parciales. Las teoríasde la fragmentación pueden centrar su atención en la frag­mentación sea de las identidades individuales o de las catego­rías sociales (de diferencia) dentro de las cuales se sitúan losindividuos, o alguna combinación de las dos. Más allá, talesfragmentaciones se pueden ver como históricas o como cons­titutivas. Esta es quizás la imagen más poderosa, ciertamen­te en los Estudios Culturales británicos, que se hace eco dela noción de Hebdige de "cortar y mezclar" (cut'n'mix) y dela noción de Gilroy del sincretismo. Donna Haraway parecetambién ofrecer dicha figura en la imagen de un eyborg como"una potente subjetividad sintetizada a partir de la fusión deidentidades extranjeras" (1991, 174). O, de David Bailey yStuart Hall: "las identidades pueden, por tanto, ser contradic­torias y son siempre situacionales ... En pocas palabras, todos

estamos implicados en una serie de juegos politicos alrededorde identidades fracturadas o descentradas ... dado que negrosignifica una gama de experiencias, el acto de la representa­ción es apropiado no sólo para descentrar al sujeto sino enrealidad para explorar la condición caleidoscópica de la ne­gritud" (1992b, 21).

La figura del hibridismo es más dificil de caracterizar, porquese utiliza a menudo como sinónimo de un número de otrasfiguras. Sin embargo la utilizaré para describir tres imágenesdiferentes de existencias en el borde, o identidades subalter­nas que existen entre dos identidades competitivas. Las imá­genes de un tercer espacio (como en Bhabha) ven las identi­dades subalternas como terceros términos únicos definiendoliteralmente un lugar "en-entre" habitado por el subalterno.Las imágenes de liminalidad colapsan la geografia del tercerespacio en el borde; el subalterno vive, como si estuviera, enel borde. En ambas de estas variantes de hibridismo, el subal­terno no es ni uno ni otro sino que se define por su ubicaciónen una condición espacial única que le constituye como dife­rente de cualquier alternativa. Ni colonizador ni sujeto pre­colonial, el sujeto poscolonial existe como un híbrido únicoque puede, por definición constituir a los otros dos también.Íntimamente relacionada con estas dos figuras de hibridismoestá la de cruzando el borde, marcando una imagen de "inte­rrelación" que no construye un lugar o condición de su pro­piedad sino de movilidad, incertidumbre y multiplicidad porel hecho del continuo cruce del límite. A menudo, estas tresversiones del hibridismo se consolidan de diferentes formas,como en la descripción del Atzlan de Gloria Anzaldúa: "Unazona en el limite es un lugar vago e indeterminado creadopor el residuo emocional de un límite que no es natura!... Lagente que habita ambas realidades ... está forzada a vivir en lainterfase entre las dos" (1987, 37).

Finalmente, la figura de diáspora está íntimamente relacio­nada con la de cruzando el límite, pero se le da a menudouna inflexión más diacrónica. Esta figura se ha hecho cada

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vez más visible gracias a los trabajos de antropólogos cornoJames Clifford y Smadar Lavie, de críticos culturales cornoPaul Gilroy, y varios teóricos poscoloniales. Según lo des­cribe James Clifford, "El término diáspora es un significanteno sólo de transnacionalidad y movimiento, sino de los retospolíticos para definir lo local (preferiría denominarlo empla­zamiento) corno una comunidad distintiva, en los contextoshistóricos de desplazamiento" (1994, 308). Es decir, la diás­pora recalca la fluidez espacial histórica y la intencionalidadde la identidad, su articulación con estructuras de movimien­tos históricos (sean forzados o elegidos, necesarios o desea­dos). La diáspora une la identidad a la localízación espacial ylas identificaciones, a "las historías de cosmopolitismos alter­nativos y las redes diaspóricas" (327). Por más que esta figuraofrezca de forma significativa nuevas posibilidades para unapolítica cultural que evite muchas de las lógicas de identidadenraizadas en lo moderno en estructuras de afilíación y víasde pertenencia, muy a menudo se ha retirado dentro de lo mo­derno. La identidad en última instancia retoma a la historia, yel lugar del subalterno se subsume dentro de una historia demovimientos y una experiencia de opresión que privilegia adeterminados ejemplares corno las figuras "correctas" de laidentidad.

Estas teorías (construidas sobre una gama de figuras diversasdescritas más arriba) han sido atacadas recientemente (Parry1987, O'Hanlon 1988): por ignorar la naturaleza fragmenta­ria y conflictiva de los discursos de poder (diferentes en di­versos lugares y espacios, por supuesto); por ignorar la hete­rogeneidad del poder y reducirlo aparentemente a discursosde representación e ignorando sus realídades materiales; porignorar la positividad del subalterno corno poseedor de otrosconocimientos y tradiciones así corno de su propia historía enla que existen relaciones de poder definidas dentro de los ran­gos del subordinado. Asimismo se podría añadir todavía otroproblema relativo a la posición del marginal o subordinadoen estas figuras. ¿En base a qué asumirnos que una estructura

de subjetividad privilegiada o incluso diferente pertenece alsubalterno? Y si, corno sugiere Hall, el marginal se ha vuel­to central, ¿no es ésta una descripción del sujeto contempo­ráneo? El otro lado de la pregunta es, ¿puede una forma desubordinación convertirse en el modelo de toda estructura dedominación" Hasta donde hemos creado ahora una figura delsubalterno, ¿no hemos desarrollado otra teoría universaliza­dora, que proporcione respuestas a cualquier reto local antesde que comience incluso, dado que sabernos que siempre en­contraremos la producción del otro corno diferente?"

Pero estos varios rodeos a la diferencia están predichos enun conjunto de cuestiones más centrales incluso y particular­mente difíciles que han surgido de la herencia filosófica de "lomoderno". Mucha gente data el comienzo de la filosofía mo­derna con la problemática Cartesiana de las relaciones entreel individuo y la realidad, conocido corno el problema epis­temológico de la verdad. Descartes lo solucionó por supuestopostulando una conciencia autorreflexiva. Kant identificó estaconciencia con la posición mediadora de la experiencia (dan­do nacimiento por un lado a la fenomenología y por otro alestructuralismo).18

Este privilegio de la conciencia (o romantizando, de la imagi­nación) corno el espacio de mediación de la oposición cuentacon una identificación de la subjetividad con la temporalidad.Sólo de esta forma fue capaz la conciencia de totalizar y tras-

17 Soy consciente de exponerme a la carga crítica que, como hombre blancode clase media, estoy tratando de socavar un concepto que ha demostrado serútil en otorgar poder a diversas poblaciones subalternas. En mi defensa, sólopuedo argumentar que no estoy tratando de quebrantar la ganancia de podery la lucha política, sino de encontrar herramientas teóricas más poderosasque puedan abrir formas y sitios de lucha más efectivos.

18 Esto apunta a otra lógica "moderna" que no discutiré aquí: la que podríadenominarse "semantización" de la realidad o, en otras palabras, la reduc­ción de lo real al significado. Es sólo sobre esta base que 10moderno pue­de afirmar su proposición principal: la realidad se construye socialmente.

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cender el caos: la unidad del sujeto cuenta con la unidad detiempo, un postulado que continúa al menos hasta Heidegger(SI no Dernda). En términos políticos, este conjunto tradicio­nal de postulados da lugar a lo que O'Hanlon (1988) deno­mína vla figura viril del sujeto agente". En otras palabras, elindividuo "humanista" moderno está anunciado en la articu­lación o la identificación asumida de tres eventos distintos:(1) el sujeto como una fuente unificada de conocimiento yexpenencI~; (2) el agente COmo una posición de actividad; y(3) la conciencia como portadora de la identidad social.

Si "los mapas de identificación y pertenencia" definen cómoy dónde se l~calizan en el mundo los individuos y los grupos,la articulación de estos tres aspectos diferentes de nuestrosmapas de identificación y pertenencia a una figura singulary presumiblemente coherente da lugar inevitablemente a unaparadoja. Esta paradoja, sin embargo, sólo se hizo terrible­mente vi~ible cuando se organizaron con éxito argumentosantiesencialistas contra cualquier reivindicación de la unidaddel sujeto y de la conciencia y se organizaron con éxito ra­zonamientos para demostrar la construcción social del sujetoy l~ conciencia. La paradoja es simple: ¿Cómo puede lo in­dividual ser a la vez causa y efecto, sujeto y sometido? Enotras palabras, ¿cómo se localiza la agencia?" El problema haestimulado la gran cantidad de trabajo político y teórico con­temporáneo sobre la producción de identidades subordinadasy las posibilidades de resistencia, sea en nombre del subalter­no, del feminismo, del antirracismo, del poscolonialísmo o delas etnias nuevas. No pretendo volver a repetir las posicionesy los. debates que han hecho tan excitante e importante esetrabajo tanto en términos teóricos como políticos. En su lugarquiero identificar tres estrategias dominantes que actúan eneste campo. No obstante, quiero recalcar que estoy aislándo-

19 El términoagency en el inglés original que aquí se traduce por "agencia"se refierea la capacidadde un sujeto agente de actuar en un mundo.

las a partir de sus contextos discursivos para construir algoparecido a "tipos ideales". A menudo algún autor utilizarámás de una y esto no precisa dar como resultado una posicióncontradictoria o paradójica.

Permítaseme describir ahora brevemente las tres estrategiasdominantes: la primera asume que la interpelación nunca tie­ne un éxito completo, sino que siempre existe un excedente oresiduo que no es interpelado por ningún texto ideológico es­pecifico. Tales posturas tienden a poner énfasis en la multipli­cidad de interpelaciones y las relaciones complejas e inclusocontradictorias que pueden existir entre los diferentes sujetosy posiciones. Si lo individual como sujeto está sobredetermi­nado, entonces él o ella trascienden cualquier ideologia indi­vidual. Este argumento está intimamente ligado a un númerode teorias de identidad que ven al sujeto fundamentalmentefragmentado. No veo sin embargo cómo asumir múltiples in­terpelaciones resuelve la paradoja de la agencia, porque debeadmitir que, de alguna manera, la agencia es el producto dela contradicción o de los espacios entre los diferentes sujetosy posiciones.

La segunda estrategia intenta localizar la agencia en otro(usualmente ontológico y a menudo reprimido) reino de laexistencia humana, El dominio de la agencia es pues inde­pendiente del reino de la subjetividad y lo trasciende. Biensea que la agencia esté localizada en el inconsciente o biensea alguna otra manifestación de una "voluntad" privilegiada,como el "Yo creativo" de Mead, tales teorias terminan cosifi­cando una noción esencialista de la agencia que niega la posi­bilidad de que ésta o al menos sus formas sean producidas porsí mismas. Más aún, tales teorías asumen a menudo que sólose requiere la agencia para explicar o permitir la posibilidadde resistencia; hay pocos intentos de describir la agencia dela dominación.

La estrategia final desconecta interpelación e identidad, razo­nando normalmente que la identidad implica la articulación

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del sujeto -de posiciones- interpelado con sistemas de sig­nificado producidos ideológicamente. Estas articulaciones sedeterminan a sí mismas por un número de variadas fuerzas so­ciales que actúan diferencialmente dentro de distintos domi­nios sociales. De este modo, las identidades culturales deter­minan el significado y la experiencia de varias posiciones desujeto. Al igual que la primera estrategia, ésta da también porhecho que la agencia ha de estar ubicada en el espacio entrevarias identidades, pero comienza como una grieta entre lasposiciones de sujeto y la identidad. Es más, fractura la nociónde identidad a través de varios dominios sociales, por lo quela agencia depende de la articulación de los varios momentosde identidad a través de los dominios. Por ejemplo, puede serel resultado de la articulación de un sujeto económico subor­dinado con una identidad política opositora. Sin embargo, alfinal, esto simplemente demora y desplaza la cuestión dentrode la práctica de la articulación misma.

IDEKTIDAD y ESPACIO

No deseo subestimar la importancia del trabajo teórico y po­lítico representado por estos discursos; y todavía quiero si­tuarlos en el contexto de mis propias frustraciones. No quierodecir que rechace el concepto de identidad o su importanciaen ciertas luchas políticas; pero rechazo la ínclusión de laidentidad dentro de una lógica de la diferencia, y la suposi­ción de que tales estructuras de identidad pertenecen a gruposespecificos de sujetos. Además, creo que es importante pre­guntar si cada lucha por el poder puede o podría ser organiza­da alrededor de ternas de identidad. Cuanto menos, puede sernecesario rearticular la categoría de identidad y su lugar enlos Estudios Culturales y la política. Los debates sobre mul­ticulturalismo, por ejemplo, aceptan demasiado rápido unarelación necesaria entre identidad (etnícidad) y cultura. En sulugar yo argumentaría que la cuestión de la conveniencia de

una sociedad multicultural es normativa (hasta cuándo pue­de una sociedad continuar existiendo sin una cultura común-aunque constantemente rearticulada y negociada), mientrasno puede ser ignorado el hecho de que los Estados Unidos son(y han sido) una sociedad multiétnica con un amplio rango deprácticas culturales.

Después de todo, si, como creo, los Estudios Culturales vana ser juzgados por si abren nuevas posibilidades y permitennuevas estrategias políticas o por cómo lo hacen, entoncesalgo está equivocado. Pudiera ser que tal trabajo haya restrin­gido nuestras posibilidades tanto como las ha hecho avanzar.Esto parece especialmente cierto en el contexto de los eventosy tendencias contemporáneos en Estados Unidos. Permítan­me apuntar a dos ejemplos. Al nivel más amplio, cualquierperspectiva critica tiene que comenzar reconociendo nuestraaparente incapacidad de comprender, por no decir nada acercade desafiar, el poder del nuevo conservadurismo y del tonocada vez más conservador de la vida norteamericana. Al ni­vel más especifico, y en direcciones cada vez más alarmantes,señalaría la violencia de 1992 en Los Ángeles (rechazo de­nominarlo tanto motín como alzamiento). En Los Ángeles,parece que las lecciones de antiesencialismo desaparecieron,asumiendo que creamos que alguna vez llegaran a prender. Elcentro de la cuestión es que cuando la gente tomó realmentelas calles, toda su ira, decepción, y antagonismo se expresa­ron en el más esencíal de los términos. Y por toda la luchay sufrimiento a los que este suceso dio testimonio, sabemosque es probable que poco o nada cambie para las poblacionesurbanas de Estados Unidos."

20 Obviamente una discusión más completa tendría que reconocer deter­minaciones históricas y económicas. Necesitaría explorar como actúan lasdistinciones de clase (después de todo, no estuvo implicada toda la pobla­ción negra), y la actuación del contexto económico cambiante (en el que lacontradicción entre las fuerzas y relaciones de producción está siendo ella

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Me parece a mí que, en parte, nos fascina tanto la teoría quehemos olvídado una lección fundamental: que no se puedecambiar o movilizar politicamente a la gente con éxito siuno comienza diciendo que sus creencias e inversiones másprofundas están equivocadas. Dicho de otro modo, debemosempezar donde la gente ya está si queremos dirigirlos haciaalgún otro lugar. Esto no significa que aceptemos las bases delsentido común de las formas a menudo inefectivas de la luchacontemporánea. Significa que tenemos que encontrar un pro­yecto teórico que nos capacite para hacer dos cosas: primero,trazar las líneas que hagan siempre inseparables lo local y loglobal; y segundo, rearticular las formas y lugares de los an­tagonismos y esperanzas de la gente.

Es este proyecto el que me ha conducido a buscar una vía di­ferente de contemplar la identidad, la alteridad y la agencia ­espacial y maquínicamente. Permitaseme comenzar entoncescontemplando las tres producciones maquínicas implicadas.Primero está la producción de subjetividad o, en otras pala­bras, de un campo fenomenológico. Pienso que en el gradoque cada uno experimenta el mundo, la subjetividad es unvalor universal, aunque desigualmente distribuido. Pero cada

misma rearticulada: ¿No será que las fuerzas se están socializando mientrasque las relaciones se están privatizando"). También necesitaría considerarlas circunstancias específicas que definieron la condición de emergencia deeste suceso particular (quiero agradecer a Mark Reíd por recordarme esto).

Sin embargo, la cuestión sigue: ¿Fue la violencia dirigida contra genteespecífica entendida en términos de sujeto-identidad? Si esto fuera cierto,entonces la educación ayudaría a superar el relativismo cultural implícitoque yace bajo tales malentendidos. Pero si la violencia se define por y sedirige al papel que varias gentes jugaron en sus vidas de personas negras,necesitamos preguntar cómo se va a definir ese papel. Mi respuesta es,obviamente, espacialmente. Y si éste es el caso, entonces la educación seconvertiría rápidamente en irrelevante, porque se encontrarían rápidamentenuevos rasgos superficiales para justificar el antagonismo. En este sentido,los racismos locales son cada vez más una cuestión de lugar más que de razao incluso etnicidad como se emplea habitualmente.

uno posee subjetividad en el sentido de que cada uno existeen el centro de su propio campo fenomenológico; en conse­cuencia, tiene acceso a alguna experiencia, a algún conoci­miento sobre él/ella mismo/a y sobre el mundo. Y,hasta ciertopunto, como razona Althusser, la subjetividad "autoriza" laexperiencia. Tal noción de experiencia, sin embargo, no esontológica. La subjetividad es un valor producido maquínica­mente más que una realidad pre-discursiva o pro-territorial."

Pero por supuesto, la subjetividad en este sentido es abstracta,y debe ser articulada con y dentro de una segunda "máquinade diferenciación", una máquina que discursivamente (o ideo­lógicamente) produce posiciones de sujeto valoradas diferen­cialmente (mediante una interpelación discursiva) que, cuan­do se articulan con mapas de conocimiento, producen lo quede forma más corriente denominamos identidades. Por ello,aunque cada una exista dentro de lo que podríamos llamar"estratos" de subjetividad, también están localizadas en po­siciones específicas dentro del estrato, cada una de las cualespermite o restringe las posibilidades de experiencia, es más,de representar y legitimar aquellas representaciones. En estesentido, podemos estar de acuerdo con los diversos postula­dos descritos más arriba que el sujeto existe sólo después dela inscripción de la diferencia histórica. Como dice Lefebvre,el sujeto "nunca puede ser cogido con las manos en la masa,porque se inventa después de cada suceso" (1984, 92).

Sin embargo, dado que la gente acepta sus diferentes identi­dades de distintas formas, y no siempre interioriza o vive lainterpelación discursiva, aún necesitamos otra máquina don­de construir la individualidad como vector a través de unainterpelación afectiva. Esta tercera producción maquínica esmás dificil de describir. Implica una territorialidad espacial

2l En términos de Deleuze, la subjetividad es el contenido del cuerpo comoexpresión, producido como doblez del exterior sobre sí mismo para crearun estrato del interior.

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explícita -una organización de lugares y espacios- y requiereuna noción de inversión afectiva. Para explicarlo, permitase­me comenzar con algunas citas, las dos primeras de StuartHall:

Por identidad étnica nos referirnos al asombroso retor­no a la agencia política de todos aquellos puntos de an­claje que dan al individuo algún sentido de lugar y po­sición en el mundo, sea en relación con comunidades,localidades, territorialidades, lenguajes, religiones, oculturas específicas (1989, 33).

... la recreación, la reconstrucción de lugares cognosci­bles por la imaginación frente a lo global posmodernoque ha destruido las ídentidades corno eran de lugaresespecíficos ... Así se comprende el momento en que lagente intenta alcanzar estos conocimientos previos ... yel intentar alcanzar estos conocimientos previos es loque denomino identidad étnica (l99la, 35-36).

Rudolfo Anaya y Francisco Lomeli describen Aztlan corno ellugar simultáneamente histórico e imaginario dentro del cuallos Chicanos y Chicanas vienen a situar su identidad étnica:

El elemento de identidad no es sino un fragmento de latotalidad que permite experimentar los orígenes cornouna zona de confort que estimula nuestro desarrollo.Aztlan localiza este proceso en un entorno particular enrelación con una compleja red de eventos y sucesos his­tóricos. En otras palabras, a través de Aztlan llegarnosa entender mejor el tiempo psicológico (identidad), lafisonomía regional (lugar) y la evolución (tiempo his­tórico). Sin ninguno de estos ingredientes, seríamosnómadas contemporáneos desplazados, sufriendo ladíáspora en nuestra propia tierra, y a la merced de otrasfuerzas sociales. Aztlan nos permite cerrar el círculocon nuestros orígenes regionales así corno mantener­nos a nosotros mismos corno individuos completamen­te integrados (1989).

Aquí volvemos a centrar nuestra atención en las relaciones delos espacios, los lugares, las cosas, y la gente. Pero esto no im­plica un retomo al dualismo cartesiano en el que la psicologíase disgrega del mundo material. Más bien debernos elevar lacuestión de la psicología a nuevos carninas que quizás, en al­guna ocasión, resulten desconcertantes. Pretendo descríbir unamáquina de territorialidad que distribuya la subjetividad y lasposiciones de sujeto en el espacio. Una máquina de territoriali­dad traza líneas en un diagrama de movilidad y emplazamien­to; define o cartografia las posibilidades de dónde y cómo laspersonas pueden parar y situarse por sí mismas. Estos luga­res son puntos temporales de pertenencia e identificación, deorientación e instalación, de inversión y empoderamiento. Ta­les lugares crean domicilios u hogares temporales. Pero cornoseñala Meaghan Morris (1992a), estos lugares u hogares noexisten antes de las líneas de movilidad, del espacio. No hayorígenes. Son el producto de un esfuerzo por organizar un es­pacio limitado, corno Deleuze o Guattari lo describen (1987,311). Definen formas de empoderamiento o de agencia, víasde entrada o de salida. Alrededor de estos lugares pueden serarticulados los mapas de significado, de deseo y de placer.

Una máquina de territorialidad intenta cartografiar los tiposde lugares que la gente puede ocupar y cómo pueden ocupar­los. Cartografian cuánto espacio tiene que mover la gente ydónde y cómo lo pueden mover. Una máquina de territoria­lidad produce líneas de vectores, intensidades y densidadesespecificas que capacitan y representan diferencialmente for­mas concretas de movilidad y de estabilidad, líneas especifi­cas de inversión (o anclaje) y trayectorias. Cartografia las víasen las que la gente vive la siempre limitada libertad para parardentro de un campo de fuerzas y moverse a través del mismo.

Dentro de la movilidad estructurada de estas operacionesmaquínicas, corno ha observado ü'Hanlon, "el subalternono es una categoría social sino una manifestación de poder"(1988,207). Así pues, el poder y la resistencia se definen porlas relaciones espaciales de lugares y espacios, así corno por

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la distribución de personas y actividades dentro de ellos. Eneste sentido, la marginalización no es una identidad ni unaposición espacial sino un vector o distribución que define elacceso, la movilidad y las posibilidades de inversión y agen­cia. Volviendo de nuevo a O'Hanlon: "El subalterno se hacemarginal de una forma completamente diferente, en parte através de su incapacidad, su pobreza, su falta de tiempo librey de poder de expresión, para participar en grado significa­tivo en las instituciones públicas de la sociedad civil, contodos los tipos específicos de poder que confieren, pero sobretodo, al menos visiblemente, a través de su consecuente ydébil capacidad de articular el mito autoalimentado de la so­ciedad civil" (221).

Es dentro de las operaciones maquínicas de territorialidadque la agencia se construye y se distribuyen sus posibilida­des. Lugares específicos definen formas de agencia tambiénespecíficas y empoderan a poblaciones especificas. En estesentido, podemos indagar sobre las condiciones de posibi­lidad de la agencia, dado que dicha agencia -la capacidadde hacer historia tal y como era- no es intrínseca ni a lasubjetividad ni a los sujetos. No es un principio ontológicoque diferencie a los humanos de otras clases de seres vivos.La agencia se define por la articulación de las posiciones desujeto dentro de lugares (sitios de inversión) y espacios (si­tios de actividad) especificas en territorialidades socialmen­te construidas. La agencia es empoderamiento posibilitadoen sitios especificas y a 10 largo de vectores específicos. Asícuando hablamos del agente de articulación, necesitamosdistinguir entre el hecho de que la gente hace cosas que tie­nen efectos, a menudo mientras están luchando para cambiarsus circunstancias o incluso la historia, y la existencia deagentes, lugares y vectores, que hacen la historia. La agen­cia apunta a la existencia de organizaciones particulares deactividades como lugares en los mapas sociales, donde ta­les lugares están al menos potencialmente implicados en laconstrucción de la historia. La agencia como emplazamiento

sólo se realiza, desde luego, si se posibilitan y se articulaninversiones específicas."

De esto se desprenden una serie de consecuencias: Primero,la resistencia no se puede explicar por un principio metafisico(o antropológico filosófico) abstracto, o por una apelación alretorno de lo reprimido, o por el hecho de interpelaciones yposiciones de sujeto contradictorias. Sólo se puede explicarcomo la articulación sobredeterminada concreta de fraccionesde población con lugares particulares de agencia. En segundolugar, es necesario replantear radicalmente nuestros postula­dos acerca de la naturaleza, la posibilidad y la efectividad delas alianzas. Con demasiada frecuencia nos vernos acorrala­dos por la equivalencia asumida de sujetos y agentes, con elresultado de debates tan ridículos como el lugar de "los hom­bres en el feminismo". Podría ser un enfoque más fructífero,especialmente en el contexto del resurgimiento del racismo,el sexismo, y la homofobia en Estados Unidos, reconsiderarel movimiento de los derechos civiles como un modelo en elque el acuerdo y la agencia fueron articulados con éxito conla moralidad y la política.

La cuestión de la agencia es, entonces, cómo se distribuyenel acceso y la inversión dentro de una movilidad estructuradaparticular. Y esto sugiere que la identidad política no es lamisma que las identidades de las posiciones de sujeto o cultu-

22 Es aquí donde podemos entender la distinción que hace Foucault entremáquinas diferentes de poder -sociedades soberanas y sociedades discipli­narias- como formas distintas en que la propia agencia se constituye. Enla primera, la agencia se construye sobre la materialidad del cuerpo; en lasegunda, a través de la visión (vigilancia) y la estructura (normalización). Enlas sociedades disciplinarias, el individuo está situado dentro de un espaciode masas y monitorizado. La vida se organiza en ambientes cerrados (y elcapitalismo se define por procesos de concentración y producción). Podríaañadir aquí una tercera categoría -sociedades de movilización disciplinada­en las que la agencia se organiza mediante el control de la movilidad (y elcapitalismo se define por dispersión y futuros/servicios).

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rales. Necesitamos un concepto diferente de la identidad polí­tica y de la política: una política de compromiso, de acuerdos,de identificación y de pertenencia. Aqui podríamos, una vezmás, retomar a Stuart Hall: "La identidad política a menu­do requiere la necesidad de hacer compromisos conscientes.Por ello puede ser necesario abandonar momentáneamente lamultiplicidad de identidades culturales por otras más simplesalrededor de las cuales se han trazado las líneas políticas. Senecesita a todos los amigos juntos, bajo un sombrero, llevan­do una bandera, diciendo que somos esto, que para el propó­sito de esta lucha, todos somos lo mismo, igualmente negrosy exactamente aqui (citado en Grossberg 1992, 380).

La propuesta de Hall, aunque demasiado voluntarista e in­dividualista para mi gusto, sin embargo me parece que tomala diáspora literalmente, para ver al subalterno en términosespaciales, afectivos y maquínicos. Y contempla la agenciay la etnicidad como un reto para la articulación de lugares einversiones. Es un asunto de lo que yo (siguiendo a RebeccaGoldstein) he denominado mapas de importancia, que definendónde y cómo puede uno invertir e invierte, y dónde y cómose empodera, y se convierte en un agente. Aquí, como dicenDeleuze y Guattari (1987, 316) el nombre correcto no es lamarca de un sujeto, sino la marca constitutiva de una morada.

Hacia una política concreta del espacio

Concluyendo, tengo dos vectores posibles ante mí. Uno meconduce a la cuestión teórica abstracta de cómo cartografia­mos el espacio del poder, recordando que estamos interesa­dos en cómo se produce este espacio. He ofrecido algo simi­lar a un modelo de triangulación que sugiere que cualquierespacio se produce por la actuación simultánea de tres tiposde máquinas, tres organizaciones activas del poder: una má­quina abstracta o con capacidad de estratificar el valor; unamáquina codificadora-decodificadora de diferenciación; yuna máquina "territorializadora-desterrítorialízadora" de dis-

tribución." Estas tres máquinas y la estructuración del poderno sólo están complejamente articuladas, sino que cada unaestá en si misma múltiple e internamente articulada. Las tresmáquinas actúan unas sobre otras pero en ninguna secuenciatemporal. Es más, la actuación completa, así como la actua­ción de cada máquina, es un lugar de impugnación. Por lotanto las relaciones entre ellas no están garantizadas, ni nin­guna es equivalente a, por ejemplo, el capitalísmo, el patriar­cado, el racismo o el colonialismo. Cada una se articula porrelaciones especificas, aunque un ensamblaje (por ejemplo,el capitalísmo) pude hacer uso de los otros (por ejemplo, elracismo, el patriarcado). Esto significa que un análisis de laproducción maquínica de poder debe ser siempre coyuntural.Un mapa de la actuación coyuntural de este complejo maquí­nico es lo que Foucault denomina un "diagrama" (Deleuze1988).

Puede servir de ayuda hablar un poco más acerca de cada unade estas máquinas en abstracto. La primera máquina -abs­tracta- produce valor (axiomas) mediante lo que Deleuze yGuattari (1987) describen como una doble articulacíón o "ac­tos de captura" (síntesis conectiva). Producen estratos al jun­tar dos planos: el plano de contenido y el plano de expresión.Es, por tanto, una máquina de producción o positiva. La se­gunda máquina -de codificación- establece (inscribe a travésde una síntesis disyuntiva) relaciones dentro de los estratos (ocada plano) o entre "los entornos". Es una máquina diferen­ciadora de subjetivización y normalización que, a través denegatividad e intercambio, produce espacio estriado y mar­cado por la dimensionalidad (líneas de extensión). La terceramáquina -territorializadora- establece relaciones entre estra­tos, expresiones y contenido (anclajes a través de la sintesisconjuntiva). Es una máquina distributiva de alteridad que pro-

23 De la versión del autor en inglés "territorializing", acción relativa alterritorio (N. de la T.).

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duce un espacio suave marcado por la tensión interna (vecto­res o líneas de intensidad) y la posibilidad de relaciones no­extensionales (travesias en el sitio). La alteridad se convierteentonces en una distribución de lugares y espacios donde cadalugar no es sólo el sitio de expresividad sino también de múl­tiples vectores (hibridismo) y de agencia. El problema con lateoria de Deleuze y Gualtari sobre la política del diagrama esque igualan la política de la conversión en los tres momentosdel diagrama: convertirse en un cuerpo-sin-órganos, conver­tirse en algo diferente (por ejemplo, mujer; y por cierto, essólo a este nivel que las mujeres reales no son eliminadas); yconvertirse en algo de menor importancia (otro).

El segundo vector me devuelve al nuevo conservadurismo deEstados Unidos (ver Grossberg 1992) y a Los Ángeles, acercade lo cual quiero decir unas pocas palabras en conclusión. Alpensar en Los Ángeles, me acuerdo de la critica de Mike Da­vies (1985) de la "lectura" de Frad Jameson del Hotel Bona­ventura de Portman como un texto posmoderno -una interpre­tación clásica y una parte clásica del análísis de Jameson delo posmoderno. Davis, en lugar de leer el hotel como un textocon su propia estética, señaló la "ferocidad de su inserción enla ciudad circundante" (112) y la identifica como parte de unproyecto más amplio para "polarizar (la ciudad) en espaciosradicalmente antagonistas" (113). Es un puesto de avanzada,parte de las fortificaciones, de la recientemente emergente"Fortaleza América" que se está elevando en el centro de lasciudades duales o múltiples del capitalismo global.

La cuestión es cómo podemos rearticular los antagonismosque estallaron entre afroamericanos, latinos y coreanos; anta­gonismos que parecen estar basados en la aceptación de iden­tidades esenciales. La respuesta tradicional-que debemos uti­lizar la educación para superar el relativismo cultural- no sóloasume que es un problema de comprensión y comunicación(un supuesto probablemente equivocado), sino que parecetambién impedir la posibilidad de alianzas efectivas al igualque hace el propio antagonismo.

Ofrezco la siguiente sugestión únicamente como una posibi­lidad y sólo en los términos más breves dado que, como deboreconocer, no he hecho todavia la investigación necesaria pararealizar mi análisis concreto a nivel local, ni he llegado muylejos en mis esfuerzos para hacer las conexiones entre LosÁngeles y los desarrollos politicos y económicos regionales,nacionales, y globales. Quiero sugerir que los antagonismosse pueden desplazar de las cuestiones de identidad a la cues­tión más comprensiva de las relaciones entre los diversos ma­pas de margina1idad territorializada que han llegado a definirel espacio urbano en los Estados Unidos de posguerra. Esteespacio ni siquiera puede ser descrito como una ciudad dualen la que coexisten dos mapas diferentes (dos poblaciones,dos economías y dos movilidades estructuradas diferentes), esun sistema complejo y solapado de empoderamiento y "des­empoderamiento" espacial, de movilidad y emplazamiento,de apertura y cerrazón mental. Es una ciudad poli-espacial.

En particular, creo que se pueden identificar cuatro modos dife­rentes de existencia espacial, cuatro mapas territorializadoreso movilidades estructurales diferentes que existen dentro delespacio común de la ciudad: (1) una población que cada vezestá más desmovilizada, sin acceso a ninguno de los lugares deagencia (y que, por supuesto, es en su mayor parte de raza ne­gra); (2) una población diaspórica muy móvil pero sin apenasacceso a los lugares de agencia (latinos en su mayor parte);"(3) una población con una linea de movilidad muy restringi­da pero sin embargo extensiva. La población coreana, comolos judíos antes que ellos, descubrieron que debian trabajar enel centro-sur de Los Ángeles pero que eran libres de trabajaren otras partes (aunque ciertamente no en cualquier parte: su

24 También habría que teneren cuentalos efectos del elevado númerode in­migrantes ilegales que,dehecho, amenudotienenunmayoracceso atrabajoslimitados que la población negra. También sería necesario tomaren consi­deraciónla identificación que otorgael poder con otra cultura y otro lugar.

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movilidad está también restringida por el racismo). Es más, aligual que los judíos, los coreanos víenen con su propio capitaleconómico y cultural, lo que les permite establecer lugares al­ternativos e instituciones de agencia y empoderarniento (talescorno bancos comunales e interfamiliares)."

Si fuéramos capaces de entender los antagonismos que exís­ten entre estos grupos no corno resultado de las identidadessino de los conflictos construidos entre estas distíntas confi­guraciones espaciales, ¿podríamos comenzar a rearticularlosdentro de una oposición común al cuarto mapa espacial? Estecuarto mapa describe la organización cada vez más "a modode fortaleza" de fracciones significativas de las poblacionesdominantes blancas (aunque no enteramente) y ricas (¿hastaqué punto se extiende este mapa dentro de la clase media?).No obstante, es una fortaleza que, mediante una serie de tec­nologías y de flujos de capital, permite un extraordinario gra­do de movilidad. Creo, más que nada, que es esta aparenteparadoja la que define la existencia de dominación en los cen­tros urbanos corno Los Ángeles.

Con respecto a las estrategias políticas, pienso que, para em­pezar, no deberíamos eliminar ninguna posibilidad. Despuésde todo, las estrategias políticas deben por si mísmas estar co­yunturalmente determinadas. En términos espaciales, se pue­de entender un movimiento social corno un mapa territoriali­zador que trata de reorganizar el espacio y crear nuevos luga­res. Un movimiento social se debe percibir corno una alianzaafectiva que no sólo aúna simplemente múltiples interesessino que encuentra inversiones afectivas que los unen "bajouna sola bandera". Sin embargo, esto únicamente se puederealizar si considerarnos estratégicamente el nivel correcto deabstracción en el que debe actuar la lucha política.

25 Habría que contemplar aquí las condiciones y diagramas diferentes de otraspoblaciones de Asia -japoneses, vietnamitas y chinos- que han llegado aCalifornia en varios movimientos, en diversos momentos.

CONCLUSIÓ"

Recientemente, una serie de autores han puesto en tela de jui­cio la confluencia particular de lógicas quc han definido lasteorias modernas de la identídad. Ahmad (1992), por ejemplo,argumenta que a menudo existe cierto deslizamiento un tantofácil de una "ausencia de pertenencia" a un "exceso de perte­nencia" manifestado por el postulado de la migración cornouna condición ontológica y epistemológica. De forma similar,Dhareshwar nos previene contra el deseo de "una identidadque sea totalmente coherente con la fuerza narrativa de la teo­fía", la cual toma las figuras de un sistema teórico como "ar­gumento" para la identidad narrativa: "por ejemplo, 'subjeti­vidad descentrada' corno realidad posmodema, diseminacióncorno inmigritud (palabra mía para referirme a la narrativacompleta del desplazamiento que se ha vuelto una experiencianormativa en las políticas metropolitanas de la descripcióncultural)" (1989,142-43). Así pues, en la medida en que lasdiversas teorias de la identidad permanecen basadas en laslógicas modernas de la diferencia, individualidad y tempora­lidad, las implicaciones radicales del lenguaje, cada vez másespacial de dichas teorías, permanecen irrealizadas e irreali­zables. Junto con Dhareshwar me pregunto si sería necesarioplantear "la posibilidad y la necesidad de una práctica teóricatotalmente diferente" (146).

Lo que me interesa son las implicaciones de las lógicas al­ternativas de la alteridad, producción y especialidad para unateoría de la agencia humana y del cambio histórico. Concreta­mente estoy ínteresado, por el momento, en las posibilidadesde las identidades y alianzas políticas. Mi discusión concer­niente a la agencia -y su diferencia bien con la subjetividado con la "identidad" (el yo)- sugeriria la necesidad de un re­planteamiento radical de la identidad política (y las posibili­dades de una agencia colectiva). Parece apuntar al conceptode una pertenencia sin identidad, una noción de lo que podríadenominarse singularidad corno base de una política alterna­tiva, basada en lo que Giorgio Agamben (1993) ha denomina-

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do "la comunidad que viene". Este proyecto es politico en sunúcleo, porque como dice Young, esta búsqueda de lo singu­lar puede "estar relacionada con el proyecto de construir unaforma de conocimiento que respete al otro sin asimilarlo enla uniformidad" (1990, 11), o, añadiría, lo diferente. Comoseñala Dhareshwar, "el fetichismo y la celebración incesantede la "diferencia" y la "alteridad" [utilizados aquí para des­cribir la apropiación post-estructuralista de la tesis de Said]han desplazado cualquier discusión concerniente a la identi­dad política" (1990, 235). Agamben describe la singularidadcomo un modo de existencia que no es universal (esto es,conceptual) ni particular (o individual). Toma como ejemplode dicho modo la existencia de un ejemplo como ejemploen sí, porque éste existe tanto dentro como fuera de la claseque ejemplifica. El ejemplo existe "por la indiferencia de locorriente y lo apropiado, del género y de las especies, de loesencial y de lo accidental. Es lo que, aun con todas sus pro­piedades, ninguna, sin embargo, constituye la diferencia. Laindiferencia con respecto a las propiedades es lo que indivi­dualiza y disemina las singularidades" (1993, 19). Asimismo,la condición del ejemplo no se consigue de una vez por todas;es una linea de conversión, "un servicio de enlace entre lo co­rriente y lo singular" (20). En otras palabras, el ejemplo no sedefine a partir de un llamamiento a una propiedad universalcomún -una identidad- sino por su apropiación de la propiapertenencia (a la clase, en este caso). El ejemplo pertenece aun conjunto que existe a su lado, y por tanto se define por suposibilidad de ser reemplazado, dado que siempre perteneceal lugar del otro. Éste es modo de reemplazamiento incon­dicionado, sin representación ni distinción posible" (24-25),una comunidad absolutamente irrepresentable. Dicha comu­nidad, aquella que el ejemplo limita, es una totalidad vacia eindeterminada, un espacio externo de posibilidades. Es porello que una singularidad se puede definir como "un ser cuyacomunidad está mediatizada no por cualquier condición depertenencia... ni por la simple ausencia de condiciones... sinopor la pertenencia misma" (85). Dicho de modo más sencillo,

Agamben arguye que el ejemplo funciona como tal no en vir­tud de alguna propiedad común que comparte con todos losotros posibles miembros del conjunto, sino más bien en vir­tud de su relación metonímica (entendida tanto literal comoespacialmente) con el conjunto mismo. Cualquier término sepuede convertir en un ejemplo del conjunto porque lo queestá en juego es la propia reivindicación de pertenencia alconjunto.

Agamben asimila esto al tema de la política, tomando en con­sideración los sucesos -la alianza- de la Plaza de Tiananmen:"Porque si en vez de seguir buscando una identidad correctaen la forma de individualidad incorrecta y carente de sentido,los humanos fueran a tener éxito en pertenecer a una incorrec­ción como tal, en la confección de un ser correcto -por tantono una identidad ni una propiedad individual sino una singu­laridad sin identidad, una singularidad común y absolutamen­te expuesta, ... entonces, por primera vez, podrían entrar enuna comunidad sin presuposiciones y sin sujetos" (1993, 65).Consideremos cómo se podría describir la identidad comúnde todos aquellos que se reunieron en la Plaza de Tiananmeny, si intencionalmente o no, vinieron a definir, así como en­camar, una comunidad de oposición no sólo contra el estadoChino, sino contra la maquinaria del estado en sí. De hecho,no hay identidad común ni propiedad que los defina apartedel acto de estar alli, reunidos en aquel lugar. Fue el hecho depertenecer lo que constituyó su pertenencia juntos. Tal sin­gularídad actúa como una "máquina de transporte" siguien­do la lógica de la implicación, una lógica de aquello lindante(más que de lo que resulta correcto). Rechaza tomar cualquierejemplo como sinécdoque del todo. Es sólo en la intersecciónde diversas lineas en un lugar concreto de pertenencia dondepodemos identificar los diferentes procesos de "individualiza­ción llevados a cabo mediante grupos y gente", nuevos modosde individualización e incluso de subjetivización sin identi­dad. Tal comunidad estaría basada sólo en la exteriorización,o la exposición, de la singularidad de pertenecer.

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En este sentido, podríamos también reconsiderar el movi­miento de los derechos cíviles como una máquina de movi­lización cuyo producto fue una pertenencia síngular más queuna estructura de míembros en alianza. Una politica de singu­laridad necesitaría definir los lugares a los que la gente pue­da pertenecer o, básicamente, aquellos sitios donde la gentepudiera encontrar su camino. Hall y Held describen todo ellocomo el problema de la ciudadanía: las diversas comunidadesa las que pertenecemos, la compleja interacción de identidade identificación y los distintos modos con que la gente par­ticipa en la vida social (citado en Giroux 1994, 31). De for­ma similar, Mercer describe "lo que era importante" respectoa las politicas de raza en los años ochenta como resultadodel hecho "de que nosotros construiamos una comunidad depertenencia de forma activa a través de una gran variedad deactividades" (l992b, 33). Quizás Hall y Mercer estarian con­formes con el argumento referido a que, en contextos especifi­cos, la identidad puede convertirse en un marcador perdurablede la gente en una comunidad singular, donde dicha comuni­dad define un domicilio que marque las formas de pertenenciade las personas dentro de las movilidades estructuradas de lavida contemporánea. Esta seria una identidad que mereceríaluchar para poder crearla.

No sé si un modelo así podría favorecer la apertura a nuevasposibilidades. Sin embargo opino que ésta sería la única justi­ficación para la posición privilegiada de intelectuales politicosasi como para la labor de los Estudios Culturales. Lo que sí sées que finalmente la respuesta sólo estará disponible cuandodemos salida a las lineas que están dirigiendo a los EstudiosCulturales en su empeño global así como local. Por este mo­tivo, quizás las respuestas a las cuestiones que planteo sobreEstados Unidos puedan venir sólo de aquellos que están atra­pados en sus lineas de poder, quienes, no obstante, definen suexterior, bien desde dentro o bien desde fuera de sus espacios.

Este artículo y el trabajo en desarrollo que representa, que nohubiera sido posible sin la ayuda de Meaghan Morris, trata

de extender el argumento de mi libro (We Gaita Get Out afThis Place [1992]). Este artículo se presentó por primera vezen el congreso Taward an lnternatianalist Cultural Studies,en Taipei, Taiwan, julio, 1992. Doy las gracias a Kuan HsingChen por haberme invitado. Quiero también agradecer a MayJoseph, Cameron McCarthy, James Hay, y a los estudiantesde mi seminario para graduados (primavera de 1992) por todasu ayuda. Finalmente, me gustaría reconocer el hecho de queeste artículo revisado refleja muchas de las discusiones y co­mentarios de varios participantes en el congreso de Trayecto­rias. Es, por tanto, en un sentido muy real, parte de un proyec­to colectivo y en desarrollo.

REFERENCIAS BrBLIOGRÁFTCAS

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Los Estudios Culturales,la guerra contra los/as chicos/asy la reconversiónde la modernidad estadounidense

LA GUERRA CO>JTRA LOS/AS CHICOS/AS

El presente ensayo da comienzo con las condiciones de los/as niños/as y de la infancia, los/las adolescentes y la juventuddentro del contexto estadounidense contemporáneo. Esto re­presenta, por un lado, el esfuerzo por mi parte de continuar midedicación con un grupo social y cultural sobre el que llevoescribiendo casi treinta años y, por otro lado, la consolidaciónde una carrera desarrollada sobre este tema, a pesar de quecada vez encuentre más difícil escribir sobre la cultura juve­nil.

Lo que intento decir es que en los Estados Unidos de hoy endía hay una guerra en tomo a la juventud, una guerra contra lajuventud.' He usado siempre que me ha sido posible el térmi­no "chicos/as" para referirme a niños/as y a adolescentes, esto

1 Quiero agradecer a Henry Giroux por, parafraseando a Kant, despertarmede mi sueño dogmático y forzarme a comprometerme con este asunto. Enlo concerniente a los escritos de mayor relevancia sobre el tema en cuestiónhastala fecha, ver sunuevo libroStealingInnocenceYouth, Corporate Powerand the Polítícs ofCulture (New York: Sto Martín 's Press, 2000).

es, a los menores de dieciocho años (aceptando así la defini­ción más bien arbitraria de nuestras cultura), porque piensoque ésta es la palabra que los menores tienden a usar parareferirse a si mismos y además carece de las complejas con­notaciones de los términos niños/as, adolescentes, juventud,etc. Mi argumento consiste en denunciar que la situación delos/las chicos/as en Estados Unidos es intolerable e imperdo­nable económica, política y culturalmente, en particular dadoel supuestamente "avanzado" estatus de la nación y su rique­za económica. Pero no es simplemente la realidad de los/aschicos/as lo que ha de ponerse en tela de juicio, sino el merohecho de que esta situación intolerable se acabe tolerando,no sólo por los políticos, sino también por toda la población.Precisamente esto nos obliga a considerar los discursos cam­biantes a través de los cuales la juventud se constituye y sitúaen los mapas de la vida cotidiana de nuestra sociedad. Lo quequiero poner de manifiesto es que los chicos están cada vezmás deslegitimados, esto es, se les deniega un lugar impor­tante en la geografía de la vida colectiva en Estados Unidos.(Este hecho nos puede ayudar a entender mejor por qué los/aschicos/as están construyendo su propia geografía discursivade la vida diaria y cómo lo están haciendo). Cuando hablo deinfancia y juventud, no pretendo dotar de un privilegio mayora este eje diferencial sobre otros -raciales, étnicos, de géne­ro o sexuales. Aunque, pensándolo mejor, por el bien de esteasunto, lo vaya hacer. Mientras que en cada uno de los ejesmencionados estamos siendo testigos de continuos ataquesrearticulados y renovados con ímpetu, en verdad creo que hasurgido algo nuevo sobre las ofensivas que se dan contra losmenores, sobre todo por la poca atención que se les presta tan­to en la vida pública como en la intelectual. Reconozco, porsupuesto, que dentro de la categoría que denomino "chicos/as" hay una población altamente diversificada, fracturada pormuchas líneas diferenciales y que estas fracciones variadasson propensas a experimentar dichas condiciones de modosignificativo, sin embargo, quiero centrar mi atención en cier­tos rasgos comunes que presenta su condición.

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Consideremos el estado de la infancia y la juventud en los Es­tados Unidos de los años noventa, cuando se suponía que ésteiba a ser el momento del gran "milagro económico america­no", y teniendo en cuenta que, por el contrario, las condicio­nes se han mantenido relativamente estables o incluso peor enla década actual. También es importante tener presente que,en gran medida, el discurso público en Estados Unidos estádominado por un fuerte llamamiento a lo que son los valo­res familiares. Comencemos con la situación económica. Ob­servemos las estadísticas concernientes a los/as chicos/as enEstados Unidos:' el 33% será pobre en algún momento de suinfancia; el 25% de los/as niños/as nacen ya pobres; aproxi­madamente un 20% está actualmente viviendo en la pobreza.Esto último podemos compararlo, por ejemplo, con el 13.5%de Canadá, y el 2.7% de Suecia. Estas cifras se basan en ladefinición de pobreza con unos ingresos anuales de 16.600dólares por unidad familiar constituida por cuatro miembros.Ahora, cualquiera que tenga un mínimo de experiencia eco­nómica sobre Estados Unidos se da cuenta de que esto es ab­surdo. Incluso la oficina del censo ha tenido que incrementarrecientemente el límite a 19.500 dólares. Asimismo, varioseconomistas y sociólogos que trabajan en la definición delsalario minimo, han situado el límite entre los 22.000 dóla­res y los 28.000. Según estos últimos niveles, obviamente losdistintos índices de pobreza en la infancia se incrementaríande manera significativa, quizás más de un 33%. Es difícil decreer que la nación más rica del mundo permita que más de untercio de la población infantil viva en la pobreza. A lo largo dela década de los noventa, el índice de pobreza infantil fue demanera consistente un 50% más alto que el índice de pobreza

2 Me he documentado en una gran variedad de fuentes para elaborar estasestadísticas y otras que aparecen en otros puntos de este ensayo. Cuando mehasidopossibJe, he intentado verificar los datosy, cuando ha sidonecesario,he elegido los datosmenosradicales. Estáclaroqueestos datoscambian conbastante rapidez, pero creo que las tendencias se mantienen.

de toda la población. Por el momento, incluso con el límiteactual, un 10% de los/as niños/as de Estados Unidos vive enextrema pobreza, definida como menos de la mitad del ni­vel de pobreza. Por si alguien piensa que vamos a mejor, en1998 este número aumentó con 400.000 casos más. Casi un15% de los chicos estadounidenses no tienen ningún tipo deseguro médico, y gracias al Presidente Clinton y su reformade la Seguridad Social, esta cifra se ha incrementado con dosmillones más de niños/as desde 19923 El 40% de los pobresen Estados Unidos son niños/as.

De hecho, niños/as y adolescentes representan el sector másamplio y creciente de las personas "sin techo" en EstadosUnidos, con una media de edad de 9 años. Si se echa un vis­tazo a los/as chicos/as que viven en la pobreza, simplementepara poner en tela de juicio cualquier tipo de prejuicio quese pueda tener, un 60% son de raza blanca, un 33% vive enlas zonas residenciales, un 33% vive con sus dos padres y un66% tiene al menos a uno de sus padres trabajando a tiempocompleto. Resumiendo, en términos económicos y estadis­ticos, Estados Unidos está al final de la lista de los paísesdel mundo industrial desarrollado si se tiene en cuenta la si­tuación económica y sanitaria de la infancia. Con esto, repi­to, no voy a negar que la guerra en tomo a los/as chicos/asno esté ligada de modo complejo con la restructuración delas relaciones étnicas y raciales en EE. UU., argumento queya han esgrimido de modo convincente autores como Jona­than Kozol y Henry Giroux, pero, a veces, esta proposiciónse hace asumiendo que el resto de los niños y adolescentesreciben un buen trato, y no es así (al menos, quizás, de unamanera tan atrozmente visiblel·

3 Investigaciones recientes parecen indicar que muchos estados no recla­man dinero federal disponible para proveer servicios sanitarios a familias_y niños- a quienes se les eliminado de las listas de beneficiarios de losservicios sociales.

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En segundo lugar, los chicos de EE.UU., están padeciendo loque sólo puede denominarse como una epidemia de violencia.La tasa de mortalidad infantil es más alta que la de cualquierpaís industrializado del mundo. Es más, el 75% de las muertesviolentas de niños/as (incluidas las muertes por homícidio,suicidio y por armas de fuego) en el mundo industrializadotienen lugar en Estados Unidos. La tasa de suicido de los me­nores de 14 años es el doble que la del resto de los paísesindustrializados. Más preocupante aún sobre esta epidemiaes el reciente pánico moral sobre violencia juvenil y críme­nes cometidos por menores. A menudo oimos hablar sobre laviolencia existente en los delitos perpetrados por jóvenes yhay un claro incremento de las noticias sobre "violencia ju­venil" en las últimas décadas, aunque bien hay que decir quela tasa como tal ha experimentado un claro descenso durantecasi una década. En contadas ocasiones se nos informa de queel incremento de los delitos con violencia entre los jóvenesdurante los ochenta (un 65% desde 1980) es menor que elincremento del índice del mismo tipo de delitos entre adultoscon edades comprendidas entre los 30 y 35 años. Sin embargoparece ser que nadie se lleva las manos a la cabeza cuando loscrímenes se comenten por treintañeros.

De hecho, según un reciente estudio llevado a cabo por elCentro de Control y Prevención de Enfermedades, el númerode casos de asaltos con víolencia, posesión de armas e inclu­so simples peleas entre adolescentes en institutos de EstadosUnidos ha decrecido de modo radical. Con estos datos, unociertamente se puede preguntar: cuando los medios de comu­nicación y los políticos en seguida echaron la culpa al rap yal heavy metal por contribuir a la violencía, ¿no deberiamosesperar ahora que ellos mismos felicitaran y agradecieran aese tipo de música por el declive de los actos violentos?

Aunque no sea fácil obtener datos estadísticos de estos he­chos, parece ser que por cada ataque violento o sexual come­tido por niños o adolescentes hay tres delitos de dicha índolecometidos por adultos contra ellos. Esto es lo que quiero po-

ner de relieve. Las noticias que nos llegan tratan de violenciajuvenil cometida por los mismos jóvenes (un claro ejemploes el caso del instituto Columbine), sin embargo, en EstadosUnidos, por cada caso en el que un/a chico/a mata a otro/a,hay aproximadamente tres muertes o ataques contra niños/asen manos de adultos. El 75% de los infanticidios en Nortea­mérica los comenten adultos.

Cualquiera que preste atención a la retórica de la lucha con­tra la droga puede llegar a pensar que la mayor parte de losdrogadictos son menores. Sin embargo, no hay pruebas queapoyen dicha conclusión -excepto los índices de arrestos ycondenas. Consideremos el pánico generado sobre las ma­dres solteras adolescentes, ¿por qué a nadie en el mundo de lapolítica o de los medios de comunícación le interesa indagarcómo se quedaron embarazadas? Aproximadamente, hay en­tre 400.000 y 500.000 casos confirmados de niños/as víctimasde abusos sexuales cometidos por adultos en Estados Unidos.El 62% de víctimas de violaciones en este país son menores.Hay indicios que apuntan que un escalofriante alto porcentajede embarazos de adolescentes resultan de relaciones sexua­les -bien voluntarias o involuntarias- con adultos (aunqueestos datos pueden ser irregulares porque aparentemente nose recopilan). También resulta interesante la escasa coberturamediática que se le da a la violencia de adultos cometida con­tra niños. Mike Males, en La generación "chivo expiatorio"(The Scapegoat Generation), ha documentado una remarca­ble tendencia a falsificar datos sobre infancia y adolescenciaa lo largo de la década de los noventa' Males explica que elíndice de suicidio adolescente se exageró para legitimar así lareclusión masiva de adolescentes en hospitales psiquiátricoscon diagnósticos imprecisos como la "enajenación", basadosen sus hábitos musicales o modo de vestir. El índice anual deembarazos en adolescentes, argumenta, se exageró para legi-

4 Mike Males, The Scapegoat Generation.

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timar un ataque contra los servicios sociales a nivel estatal.Del mismo modo también se exageró el número de muertespor sobredosis en adolescentes para exacerbar la lucha contrala droga.

Lo más preocupante del caso es la falta de indignación queestos datos, hechos y tendencias provocan. Todo esto nos in­vita a ,?star de acuerdo con la afirmación de Henry Giroux quereza. la sociedad amencana exuda una afianzada hostilidadasi como una fria indiferencia hacia la juventud".' ¿Cómo po­demos entonces enfrentamos o incluso entender la acusaciónde que vivimos en un mundo-que-odia-a-Ios-niños? Quierollamar la atención aquí sobre el hecho de que ni siquiera exis­te una palabra para designar tal relación.

Muchas de estas tendencias se iniciaron en los años ochenta:por ejemplo, recortes en el presupuesto del gobierno federalpara educación; violentos ataques populares contra los im­puestos locales y emisión de bonos para financiar la educa­ción (con el objetivo de que, ajustado por la inflación, el gastopor estudiante sea significativamente menor que en décadasanteriores): la retórica de pánico social por el fracaso de laeducación pública; el incremento del encarcelamiento de ni­ños/as ,en prisiones e instituciones psiquiátricas; la retiradasistemattca de hbertades CIVIles a la juventud, gran parte delas cuales se habían ganado en los años sesenta. Muchas uni­versidades están volviendo, en la práctica, al in loco parentis,Invocando así su obligación de informar a los padres sobre elcomportamiento de los estudiantes, y las facultades se estánInvolucrando en regular a todos niveles la vida diaria de losestudiantes. La educación superior se está quedando cada vezmás restringida a las clases medias y altas. A pesar de nuestrareacción escandalizada a la creciente sexualidad de los jóve­nes, hemos permanecido pasivos mientras contemplábamos

5 Henry Giroux, "Beating Up On Kids," Z Magazine (Julio/Agosto 1996),p.15.

la sexualización de la juventud en los medios y la culturacorporativista. Hemos sido testigos, corno muchos criticos yahan apuntado, de una extraordinaria y, en mi opinión, imper­donable comercialización de la juventud, así como su utiliza­ción corno bien de consumo. De hecho, sorprendentemente,nosotros, los estadounidenses, estarnos vendiendo a nuestrosniños, o quizás ya los hemos vendido, a publicistas, a la em­presa privada, al capitalismo corporativo.

Si bien estas tendencias comenzaron en los años ochenta,pienso que han tomado un giro definitivo, aún más oscuroy absurdo, en los noventa. Conforme las becas y la educa­ción pública se han ido sustituyendo por préstamos jóvenesy talones de cupones, estamos dando lugar a una generacióncondenada a endeudarse. En la mayoría de estados de los Es­tados Unidos, no puedes hacerte agujeros en las orejas con16 años sin el permiso de tus padres. No puedes hacerte untatuaje, no puedes comprar cigarrillos. De hecho, los menoresde 16 años no pueden ir al Centro Comercial de América enMinnesota (el centro comercial más grande del país) despuésde las seis de la tarde un viernes o sábado sin un progenitor.Sin embargo, pueden ser juzgados y encarcelados igual queun adulto, y cada vez más chicos/as lo están síendo. Inclusoen un creciente número de estados, pueden ser sentenciados amuerte. Detengámonos un momento a reflexionar sobre estoúltimo: no puedes hacerte agujeros en las orejas pero pue­des ser condenado a la pena capital. Podríamos hablar sobrelos menores encarcelados, o sobre los que están involunta­riamente encerrados en instituciones psiquiátricas. Podríamoscomentar también el modo en el que la tolerancia cero se usaen el intento de crear una generación de chicos/as dóciles yaburridos/as -y podriamos discutir sobre el hecho de que siesto no funciona, muchos/as de estos/as chicos/as acaban me­dicados/as con fármacos psico-activos que no han sido proba­dos ni aprobados para su uso.

Las vidas de niños/as y adolescentes están siendo cada vezmás monitorizadas y sometidas a una férrea disciplina. Una

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vigilancia completa e ininterrumpida se está convirtiendoen la directriz aceptable para la juventud. Las escuelas cadavez imponen más reglas sobre todos los aspectos de la vidacotidiana de los/as alumnos/as, sus elecciones culturales yconsumistas, sus modos de identificarse y sus amistades.Los colegios también imponen normas sobre el color delpelo así como códigos de vestimenta. Un distrito escolarha prohibido los brazaletes negros. La Asociación MédicaAmericana y la Asociación Americana de Pediatría han he­cho un llamamiento a padres y médicos para que observenla exposición de los/as chicos/as ante los medios audiovi­suales y sus gustos sobre los mismos, como si éstos resul­taran ser los síntomas íntimamente relacionados de modototalmente fiable con la psicología y su comportamiento.'Sin embargo, a pesar de que dichas correlaciones no son enabsoluto fidedignas, incluso los tribunales parecen cada vezmás inclinados a aceptar dichos datos como pruebas, sobretodo en procesos judiciales. Si los gustos musicales de unapersona corresponden al tipo que se considera erróneo, estopuede servir como prueba para encarcelarle. Cada vez másescuelas han impuesto controles de droga aleatorios e in­voluntarios. Incluso algunos colegios, para evitar las pocasrestricciones judiciales que quedan sobre dichos controles,analizan los foliculos pilosos, a pesar de que expertos endrogadicción están prácticamente todos de acuerdo en queestas pruebas no son fiables. En 1999, una niña de 14 añosde Pensilvania fue expulsada cuando, después del suceso deColumbine, dijo en clase que comprendía que alguien some­tido a burlas sin piedad, podía llegar a explotar; y un chicoen Wilmington, Carolina de Norte, fue encarcelado durantetres días por escribir en los salvapantallas de los ordenado-

6 Sorprendentemente, en la página web de los pediatras hay mucho más es­crito sobreel consumo mediático de los jóvenes que sobreel uso extendidode fárrnacos paraadultos (como Ritalin)paratratar problemasen niños/asdiagnosticados sin precisión médica.

res del colegio "el fin se acerca". Del mismo modo resultainteresante observar la legitimación de demostraciones pú­blicas de impaciencia e incluso hostilidad con los/as niños/as, no solo de carácter individual sino también por parte delos servicios públicos. Una de mis anécdotas favoritas tieneque ver con el hecho de que hace unos años, unos cuantosdistritos escolares prohibieron los cromos de Pokemon enlos colegios; lo que realmente me interesa de este sucesoson los argumentos usados para defender tal prohibición.'La justificación no consistía en que Pokemon indujera a laviolencia (aunque el intercambio de cromos parece ser quesi ha causado algunas peleas). Más bien, los dos argumen­tos principales consistían aparentemente en que Pokemones algo divertido y también comercial. Es por ello, que undirector de Wisconsin comentó, "Quien dio con esta estra­tegia de marketing es un genio; la emoción, la intensidadde la misma. Ojalá los niños se concentraran de tal modoen las matemáticas". Pokemon se prohíbió porque era causade distracción; o, en otras palabras, porque era divertido,porque era un juego. Los/as niños/as siempre han tenido susmodas, sus juegos, sus colecciones, que han llevado al cole­gio para enseñarlos y para jugar -bien sean gorras de DavyCrocket, hoola hoops, o cromos de béisbol. Sin embargo,parece ser que ahora dichas distracciones deben someter­se a ciertas normas y a una disciplina. La justificación delinspector de un distrito escolar de Massachusetts era aúnmás preocupante e hipócrita: "La dimensión financiera es loque diferencia la obsesión de los/as niños/as con Pokemonde otras modas infantiles de canicas, yo-yos, o incluso losBeanie Babies." La hipocresía se hace patente cuando estemismo inspector había aprobado un contrato que otorgaba aCoca-Cola el control exclusivo del mercado de refrescos ypermitía que hubíese máquinas expendedoras de las mismas

7 Los ejemplosy citas se hanextraído de uninformepublicado en L.A. Times,reeditado en The News and Observer, 17de Octubre, 1999.

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en los colegios. ¿Quién ha comercializado entonces la cultu­ra infantil? ¿Y quién ha comercializado la vida cotidiana delos/as niños/as, incluso en el espacio escolar?

La cuestión es qué es 10 que ha cambiado de los años ochentaa los noventa. La respuesta nos lleva al campo de las genera­ciones y de la cultura. En la década de los ochenta, el debatesobre niños/as y adolescentes, cuando centraba la atención dela opinión pública, se reducia a una discusión sobre la Gene­ración X. Esta generación es, en comparación, bastante re­ducida, con una población total de 55 millones de personas.Cuando se convirtió en objeto de escrutinio por los medios decomunicación, dicha generación se componía de veintiañeros.En general, la Generación X se caracterizaba por individuospasivos, aburridos y desmotivados que se sentian con derechoa todo, muy quejicas, que preferian el entretenimiento a laeducación, y que eran cada vez más conservadores -esta des­cripción se definía claramente en oposición a la "buena" ge­neración del "baby boom", quienes se consideraban a si mis­mos bastante radicales en su juventud para convertirse másadelante en adultos razonables (aunque Mike Males, en sutrabajo de la Guerra contra los/as chicos/as, ha argumentadoque la generación del baby boom son los verdaderos chicosmalos de la sociedad estadounidense).

El otro discurso principal sobre infancia y adolescencia for­maba parte de una cultura pública activa (y a veces popular)que construia y celebraba la inocencia de la juventud: desdelas peliculas de Steven Spielberg hasta del Centro de RecursosMusicales de Padres. Según este discurso, la infancia estabasiempre en peligro de corrupción, quizás incluso de extinción,como resultado de la cultura popular o del declive de la fami­lia (pero nunca por culpa de los adultos o del capitalismo).Este discurso ha continuado durante los años noventa y a par­tir del dos mil, si bien está llegando al extremo de infantilizara la juventud, quitándoles cualquier intento de iniciativa pro­pia y de posibilidades. Por ejemplo, según un titular de USAToday de 1998, "La lucha de criar niños/as sanos/as en tiem-

pos tóxicos",' 9 de cada 10 norteamericanos decía que es másdificil educar a los hijos para que sean buenas personas ahoraque hace 20 años; y 2 de cada 3 americanos afirmaban que lospadres no están haciendo un buen trabajo. Echan la culpa a loque USA Today denomina como "una cultura que se ha enve­nenado", afirmación que parece hacer referencia a la crecientepresencia de ordenadores, publicidad, comercialización, etc.en la vida de los niños, sin reconocer el origen de todo ello.Del mismo modo, el informe del Comité Judicial de la In­fancia, la Violencia y los Medios de Comunicación de 1999(presidido por Orrin Batch)' señala que "sólo la televisión esresponsable del 10% de la violencia juvenil." Sinceramente,no tengo la menor idea de cómo se puede calcular eso, perosupongo que, de ser cierto, podemos considerar la hipótesisde que la Biblia sea responsable del 90% restante. Según elinforme, "la investigación existente muestra que, sin lugar adudas, la violencia en los medios audiovisuales está intima­mente relacionada con la violencia juvenil". El informe cita aun experto anónimo -siempre hay que tomar nota de este tipode expertos- quien asevera que "dar argumentos contra estarelación, es como argumentar en contra de la ley de la grave­dad." Por consiguiente, todos los que somos "expertos" enviolencia mediática, que diriamos que no hay prueba de ello,obviamente somos unos locos porque estamos argumentandocontra la ley de la gravedad. Además, por supuesto, el infor­me reitera la afirmación requerida que la preferencia por lamúsica heavy metal es "un indicador significativo de enajena­ción, abuso de sustancias, desórdenes psiquiátricos, suicídio,creación de estereotipos sexuales y comportamiento de riesgodurante la adolescencia."

Quiero hacer dos alegaciones contra los discursos de losochenta sobre niños/as y jóvenes. En primer lugar, las dos

g Deirdre Donahue, 1 de Octubre, 1998, p. 1.

9 <http://www.senate.gov/-judiciary/mediavio.htm>.

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líneas de argumentación (la Generación X y la infancia enpeligro) eran argumentos culturales sobre la construcción ycomportamiento "adecuados" de cómo ser joven. De ahi quela distancia entre estas dos tendencias se mida en términosculturales, como discusión sobre la cultura, y regulación delconsumo cultural. Por otro lado, lo que estaba en juego era unproyecto, en gran parte urdido por los nuevos conservadores ylos neo-conservadores, que consistía en rescatar la base moralde la nación. Era un intento de reducir, en nombre de la infan­cia inocente, los cambios surgidos cn la sociedad americanadesde los años sesenta, cambios que estaban ligados al mo­vimiento de los derechos civiles, al feminismo, la liberacióngay, el uso de las drogas, la cultura popular, etc. Por otro lado,era también un intento de celebrar la rebelión juvenil de lossesenta al tiempo que se legitimaba el abandono generacionalde esos mismos ideales durante los años ochenta.

En segundo lugar, como se puede leer en un líbro que escribícon anterioridad sobre Estados Unidos:

La juventud se ha convertido en el campo de batalladonde los intereses de la generación actual de adoles­centes, del baby boom, de padres y de medios corpora­tivos luchan por el control de sus propios significados,inversiones y poder, para articular y, por tanto, cons­truir sus experiencias, identidades, prácticas, discur­sos y diferencias sociales. "La juventud" engloba unconjunto fraccionado y, con frecuencia, contradictorio,de formaciones sociales, definido no sólo por la pro­liferación de generacíones de posguerra sino tambiénpor una relación más atenuada entre edad y juventud(... ) a favor de la segunda como identidad afectiva uni­da a una historia generacíonal. La juventud de hoy endía está atrapada en la contradicción de aquellos queexperimentan la falta de poder de su edad (... ) y la ge­neración del baby boom que han atríbuido la categoríade juventud a la trayectoría de su vida, definiéndolaen parte como una actitud (eres sólo tan viejo como te

sientes). Para los que conforman la generación del babyboom, la juventud es algo a lo que aferrarse a través deun esfuerzo físico y cultural.10

Es decir, en los años ochenta, la generación del baby boom,que creció definiéndose por su juventud, luchaba por mante­nerse "joven". A pesar de que el propio significado del térmi­no juventud se define por el hecho de que no hay que hacernada en concreto para ser joven, toda una generación se volcóen un trabajo físico, psicológico y cultural designado a conse­guir dicho propósito. Esto provocó que el conflicto generacio­nal fuera casi inevitable, ya que los individuos pertenecientesal baby boom intentaron establecer la cultura de su propia ju­ventud como la definición de juventud en general. Así pues sejuzgaba de modo constante a la Generación X no sólo comoimpropia sino, lo que es más importante, inadecuadamente jo­ven. Se hicieron declaraciones continuas contra la GeneraciónX que sugerían que sus miembros eran viejos antes de hora,aburridos y carentes de estilo o de pasión por la lucha.

Pero la lucha por la juventud acabó en algún momento impre­císo de la década de los noventa y, significativamente, la ge­neración del baby boom perdió. Sus miembros ahora lideranel cargo del "envejecimiento de América". Por ello, no sólo laseguridad social y sociedades como Medicare han tomado unimportante cariz público y político sin precedentes, sino quemuchas de las prácticas comunes de estos programas (inclu­yendo su financiación y su relación con otras necesidades pre­supuestarias) se están cuestionando según los intereses de lageneración del baby boom. Se podría decir que, aunque per­dieron la guerra de la juventud, los miembros del baby boomparecen haber ganado la batalla que les perpetúa su dominiosocial. Sin embargo, pienso que dicha generación no se hatomado bien su derrota. Como poco, han participado (si no se

10LawrenceGrossberg, WeGotta Gel Out ofThis Place: Popular Conserva­tísm and Postmodern Culture (New YorkandLondon: Routledge, ]992).

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han vuelto activos antagonistas) en lo que he descrito como laguerra contra los/as chicos/as.

Dicho esto, no es mi intención reducir esta guerra a la afir­mación trivial de que estamos siendo testigos de un "pánico"natural ante la juventud como resultado del envejecimientode la generación del baby boom. En esas escasas ocasiones enlas que uno se encuentra con comentarios sobre el estado delos/as chicos/as, resulta bastante descorazonador darse cuentade lo fácil que es afirmar que "lo que es frustrante sobre lacruzada actual para reinar sobre los adolescentes es que esprecisamente eso, adolescente. La desmesurada preocupaciónsobre la juventud caprichosa está cargada de una protesta a ladefensiva y de una enrevesada ambivalencia con una sorpren­dente falta de realismo.": Yo diria que no les parecerá algotildado de adolescente a los chicos que tienen que sufrir susconsecuencias. Quiero rechazar con rotundidad esa apelacióna la naturalización psicológica del envejecimiento, no sóloporque trivializa esta guerra sino porque soy un poco reacioa culpar directamente a la generación del baby boom, o asu­mir que ellos son los agentes primordiales y responsables dedicha guerra. Aseverar que con frecuencia la han secundado oque incluso algunas fracciones han ayudado a darle forma y allevarla a cabo, no nos legitima a asignarles intencionalidad oculpa. No creo que la guerra contra la juventud sea el proyec­to de la generación del baby boom o pertenezca a ella. Másbien pienso que es una cuestión de cómo ciertas tendencias,compromisos y preocupaciones generacionales se articulandentro de proyectos y direcciones sociales más amplias.

Creo que no hace falta preguntar por qué esta guerra en tomoa los/as chicos/as está teniendo lugar, ya que el mero hecho deque no podamos ofrecer una explicación significa que no tienesentido, y opino que ésta es precisamente la causa por la cual

1I Ann Hulbert, "So's Your Old Man." Slate Magazine (4 de Noviembre,1996). <www.slate.com>.

esta situación se ignora o niega tan fácilmente. Dicho de otromodo, todavía tenemos que seguimos preguntando, ¿de quiénes este proyecto y cuál es su propósito? Pero, al final, no creoque encontremos una respuesta sencilla y tampoco creo queésta aparezca bajo un rótulo con el culpable -Ios medios, la ge­neración del baby boom, la derecha cristiana, o el capitalismo.

No obstante, antes de considerar esas cuestiones, querria lla­mar la atención sobre dos cambios importantes. El objeto deataque ha cambiado y, en este sentido al menos, la cita an­tes mencionada es correcta al señalar que el objetivo ahorason los hijos e hijas de la generación baby boom. Ya no sonlos/as veinteañeros/as de la Generación X los/as que atraenla atención de los medios. Es la denominada generación delmilenio, la que vive en un estado donde el gobierno dedicauna cantidad significativamente mayor de los presupuestos asus progenitores que a ella. Como se puede leer en la revistaMacleans, "por primera vez desde los años sesenta, la culturajuvenil ha vuelto, vivimos en el reinado de la cultura juve­nil."" En 1992, la población adolescente de Estados Unidosaumentó en 70,000, finalizando con un declive que se habíaprolongado durante quince años. Se espera que esta nuevaexplosión de natalidad exceda a la de la posguerra tanto encantidad (77 millones) como en duración. Entre 2006-2010,se estima que habrá 35 millones de adolescentes en EstadosUnidos, que son más de los que jamás hubo durante la épocade explosión de natalidad de sus padres.

Al igual que el objeto del ataque ha cambiado, también lo hahecho la retórica del mismo, y es el modo con que ha cam­biado la descripción de los/as chicos/as lo que se revela de unmodo especialmente inquietante. Consideremos una vez másel informe del Comité Judicial citado con anterioridad: "De­trás de la fachada de nuestro confort material, encontramos

12 Andrew Clark, "How Teens Got The Power," Macleans (22 de marzo,1999), p. 42.

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una tragedia nacional. Los/as niños/as de América se estánmatando y dañando entre ellos/as. Corno ya lamentó el gober­nador de Colorado, Bill Owens, tras la masacre del InstitutoColumbine, hay un 'virus' suelto en nuestra cultura; y estevirus está matando nuestra cultura." De hecho, aunque ni elGobernador Owens ni el Senador Hatch, cuyo comité redactóel informe, lo lleguen a admitir, el virus al que se refieren sonlos/as mismos/as niños/as.

Henry Giroux ha observado que:

La infancia es ahora la menor de las prioridades de lanación. La crisis de la juventud no refleja simplementela pérdida de visión social, la comercialización del es­pacio público y la erosión de la vida democrática, sinoque también sugiere el grado al que niños y niñas hansido convertidos en "el otro" a través de un gran aba­nico de posiciones ideológicas, que no son dignos deun análisis serio corno grupo oprimido o postulado yano grupo en peligro sino el peligro de la vida públicademocrática."

Mike Males secunda el comentario de Giroux sobre los/asniños/as considerados/as cada vez más corno otredad; y argu­menta que los medios y la opinión pública "emplea los mis­mos estereotipos que alguna vez se aplicaron abiertamente agrupos raciales o étnicos condenados al ostracismo". La ju­ventud es violenta, temeraria, hípersexual, una sangria paralas prestaciones sociales, detestable e ignorante"." De otromodo, en palabras de Giroux, "a los/as chicos/as se les retratabien corno al límite de convertirse en violentos sociópatas obien corno vulgares buscadores de placer sin ccrebro.?"

IJ Henry Giroux, "Public Pedagogy and the Responsibility of Intellectuals:Youth, Littleton and the Loss ofInnocence," JAC 20-1 (2000). p. l I.14 Mike Males, "Bashing youth: Media Myths About Teenagers," Extra.'(Marzol abril, 1994).15 Henry Giroux, "Beating Up 00 Kids," p. 14.

Vamos de un extremo a otro: de la preocupación concernientea que "no estarnos haciendo un buen trabajo con la educaciónde nuestros/as hijos/as [... ] que a los/as chicos/as no se les en­seña lo que necesitan saber para crecer corno seres humanosdecentes?" a que "la gente está confusa por el mundo en elque los/as niños/as viven,"!' para culpar finalmente a los mis­mos infantes. En 1967, Time nombró "Hombre del Año" a "lajuventud". ¿Seria posible imaginar algo así ahora? En lugarde eso, lo normal es que se considere a la juventud corno ame­naza social y que a los/as chicos/as se les culpe de sus propiosproblemas (al igual que a las otras "minorías").

Este tipo de retórica ha ido expandiendo su alcance y poderdurante las pasadas dos décadas. El lOde Mayo de 1998, larevista Newsweek declaraba que "la juventud blanca de losbarrios residenciales posee un lado oscuro", y seguía, "la cul­turajuvenil, en general, representa al 'Señor de las Moscas' auna amplia escala nacional". Igualmente, en un artículo de larevísta George (Junio 1996) titulado "Los chicos están arrui­nando América," Brett Easton Ellis, icono de la GeneraciónX de los ochenta, escribía: "Los adolescentes protagonizanun atropello sin piedad de este país -con asesinatos, violacio­nes, jugándose el futuro de la nación- y tenernos facturas deterapias psicológicas que lo demuestran y la prisión para pro­barlo. Seguramente no todos/as los/as chicos/as sean malos/as - pero de manera colectiva, van de mal en peor. ¿Por quétenernos que echamos la culpa nosotros?" Del mismo modo,Education Week (5 de Junio, 1996) mostraba un titular quedecia, "la cultura adolescente impide la reforma escolar."

Para llevar a cabo todo esto, cada vez más se representa a los/as chicos/as corno si fueran, de un modo u otro, diferentes

16 David Blackenhom of the "nonpartisan" Institute for American Values,citado en The News and Observer (1 de Septiembre, 1996).

17 J. Walker Smith ofYankelovich Partners, citado en The News and Observer(1 de septiembre, 1996).

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en esencia, esto es, anomalías misteriosas de la naturaleza.El titular del periódico L. A. Times (9 de diciembre, 1993)rezaba: "¿Quiénes son nuestros/as hijos/as? Un día son ino­centes. Al día siguiente pueden intentar volarte los sesos".A los/as niños/as se les ha convertido en el personaje horri­ble de Freddie. Ya resultaba bastante terrible tener a Freddiecomo nuestro vecino de enfrente, pero es que ahora mora enla habitación de nuestro hijo. El pelígro ya no es la canguro.Ahora es el niño el que va a matar a la canguro y luego vaa bajar las escaleras para matarte a ti. Lizzy Borden se haconvertido en el nuevo ejemplo a seguir de los niños y niñasde América. Esto puede explicar la creciente frecuencia conque aparecen apelaciones, preocupaciones y argumentos quese resumen en el articulo en portada de US News and WorldReporl de agosto de 1999, "Dentro del cerebro de los adoles­centes. La razón por la cual el comportamiento extraño de tuhijo reside en su cabeza". Es comprensible que su conductano se ajuste a nuestras expectativas de lo que es un compor­tamiento civil y civilizado y también lo es que básicamentelos estemos atornillando de mala manera ya que, claro está,pertenecen a una especie diferente. De algún modo, sus cere­bros se diferencian cualitativamente del cerebro humano, deahí su extraña conducta, mientras que, por esa misma razón,se nos alivia de parte de la carga concerniente a nuestra res­ponsabilídad con ellos. A diferencia de lo que había sido lavisión dominante sobre la infancia en los Estados Unidos delsiglo XX, los/as chicos/as ya no son seres inocentes que ne­cesiten protección. Tampoco son pequeños adultos a los quese pueda considerar responsables (pero a los que también seles otorgue beneficios). Más bien, resultan pertenecer a otraespecie, un tipo de animal que no hay manera de civilizar, odomesticar.

HEGEMO"ÍA y MODERNIDAD

Existe una incógnita en todo este asunto: ¿cómo se puede in­terpretar esta situación? ¿Y cómo se entiende que haya tanpoco debate (o vergüenza) sobre este asunto en los medios decomunicación o entre los académicos? Cuando el problemase reconoce, se le atribuye al capitalismo (la vieja excusa),al racismo (a causa del cambiante perfil racial y étnico dela población estadounidense), al deseo de la generación delbaby boom de posguerra de esconder sus propias faltas tras laGeneración Y, o a la disposición antifeminista de la derechacristiana.

¿Hay una conspiración contra los chicos? Admitiré desde elprincipio que no veo contradicción alguna entre la creencia enconspiraciones y los Estudios Culturales, aunque lo que salvaa éstos de caer en la teoria de la conspiración es el hecho dereconocer la inagotable existencia de que no hay una sino mu­chas tramas. Dichas conspiraciones pueden trabajar conjunta­mente, en su contra o, incluso, puede dar la impresión de que,durante un tiempo, operen de modo independiente. En todocaso, el resultado es que el producto final no se puede concep­tualizar como fruto de una sola conspiración. Que el puebloconstruya la historia, no quiere decir que tenga el control de lamisma. La única garantía de la complejidad de las relacioneshumanas es la contingencia, es decir, la falta de garantías.

¿Cómo proceder entonces? ¿Cómo entender la posibilidad eimportancia de "la guerra en torno a los/as chicos/as"? No esde extrañar que mi enfoque del problema venga dado por elámbito de los Estudios Culturales. En particular, quiero reto­mar un conjunto de trabajos que incluye Policing the Crisis,There Ain t No Blaek in the Union Jack, The Empire StrikesBack, The Hard Road lo Renewal, The Politics of Thalehe­rism, New Times Old Enemies, y New Times, los cuales fueronpioneros en relacionar el racismo no sólo con la problemáticade la identidad y la diferencia (antiesencialismo), sino t;¡.m­bién al auge de la derecha política y económica ("Thatche-

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rismo"). Este excelente corpus es, en mi opinión, el mejorejemplo del proyecto de los Estudios Culturales británicos,ya que refleja la marca más significativa de los mismos: sucompromiso con los procesos de relación (de ahí su prácticaanalítica de contextualidad y articulación); su fundamenta­ción en la discursividad y construccionismo; su esfuerzo porforjar una política antirreduccionista afirmando contingenciay complejidad (en lugar de dejarlo concluso en una mera ad­vertencia), su fe en que un conocimiento más profundo delo que ocurre marca una diferencia; y su deseo de poner esteconocimiento al servicio del proyecto de hacer del mundo unlugar mejor, dejando abiertas nuevas posibilidades para la lu­cha y el cambio.

Pollcing the Crisis y los artículos que circularon sobre estetrabajo y siguieron su estela normalmente se leen (particular­mente por todos aquellos relacionados con el proyecto, mu­chos de los cuales, debo añadir, son mis profesores y amigos)como expresión de un cierto momento teórico en la historiadel Centro de Estudios Culturales Contemporáneos, el mo­mento de una lectura Gramsciana de Althusser, pero de unGramsci que ya había sido reinterpretado a través de Althus­ser.

Este trabajo ofrecía una única y productiva lectura de lasnociones Gramscianas de hegemonía y guerra de posiciona­mientos -como una lucha social que se moviliza y se dispersaa lo largo de distintos emplazamientos, donde cada lucha sedefine estratégicamente, se construye en una articulación tem­poral de discursos y alianzas, y no busca acuerdos ni consensosino el consentimiento del liderazgo- opuesto a la guerra demaniobras (un modelo descrito más tarde por Gilroy como"campamento" -dos grandes ejércitos enfrentándose en elcampo de batalla, en el intento de cada uno por absorber alotro, y convertirlo así en una especie de copia de sí mismo).El Thatcherismo resultó en la victoria hegemónica de unaalianza específica, la realización de un cierto asentamientotemporal o balance en un conjunto de fuerzas, que transfor-

maron el campo social (y el sentido común) donde futuroscombates tendrían lugar. El sistema de compromisos forzadospor el gobierno de un bloque hegemónico es una construcciónestratégica momentánea de un conjunto de luchas cambian­tes conducido, al menos en su presencia pública e intencio­nal, por un grupo de compromisos en proceso continuo derenegociación entre deseos, fracciones y visiones de lo quevagamente se denomina neo-liberalismo y neo-conservadu­rismo por un lado, y de capitalistas laboristas así como deciertos social-demócratas por otro. El Thatcherismo, pues, seidentificó como una serie de luchas, todas ellas articuladas demodo complejo como discursivas, ideológicas, económicas,institucionales, gubernamentales, etc. En cada una de ellas,el bloque hegemónico intentaba conseguir para sí mismo unaposición de liderazgo.

Aunque parezca extraño, este trabajo no ha sído tan influyenteo ha gozado de tanto alcance como cabría esperar, sobre todoen Estados Unidos, de modo que gran parte de su contribu­ción única y significativa se ha pasado por alto. El conceptocentral de hegemonía sí que se ha tomado en consideración,pero con frecuencia se ignora el aspecto teórico de la hege­monía relativo a un tipo específico de contienda politica y nocomo concepto general, de modo que la presencia de luchahegemónica no queda garantizada. Lo que se ha escrito so­bre el Thatcherismo también ha demostrado que los EstudiosCulturales no se tienen que dedicarse exclusivamente a la cul­tura popular. Por el contrario, el análisis del Thatcherismo de­mostró que el poder (y, por ende, el trabajo crítico) tenía queentrar de lleno y negociar con "lo popular", entendido comoel modo de enfrentarse a la vida diaria, la lógica del cálculo,y las estructuras de la experiencia emocional y afectiva a tra­vés de las cuales la gente construye y reconoce la autoridadmoral, la legitimidad de los valores reivindicados y la maqui­naria que hay tras las elecciones personales y colectivas. A suvez, este corpus anunciaba el (re)tomo de la atención a una"economía-política" significativamente transformada. Los

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"Estudios Culturales", al menos los comprendidos por estetrabajo, no parece que tratasen, en primera instancia, sobre lacultura en absoluto, en el sentido estricto de la cultura expre­siva, aunque si que se centraban en los efectos del discurso yla discursividad de la realidad social. Lo que se produjo fueun giro a lo que me atreveria a denominar cultura politica yeconómica, asi como de la discursividad de las luchas políti­cas y económicas.

Este trabajo se retomó de modo nuevo y sorprendente paraacatar uno de los dilemas teóricos fundamentales de los Es­tudios Culturales: el problema de la totalidad y la determina­ción. Raymond Williams habia delineado una tarea imposiblepara los Estudios Culturales, repetida comúnmente como "ladescripción de todas las relaciones entre todos los elementosen un entero modo de vida". El análisis del "Thatcherismo"requeria que estos escritores encontrasen la manera de hablarsobre la complejidad de una formación social en proceso.¿Cómo se puede construir una totalidad donde todavia resi­den luchas, fuerzas, transformaciones implícitas y explíci­tas, intencionadas o no, y, más aún, determinaciones, inclusocuando se reconoce la necesidad de hablar siempre partiendode un (conjunto de) posición(es) dentro de esa formación, enlas luchas y transformaciones? Este compendio de obras sedesarrolló a través de la descripción Althusseriana de "la ar­monía de los dientes apretados" de la formación social como"estructura de dominio", definida por una jerarquía de nive­les relativamente separados (cada uno con su propio tipo depráctica), y colocados en sus espacios relativamente autóno­mos (lo que conlleva, entre otras cosas, una búsqueda por laespecificidad de cada nivel que inevitablemente nos conducede un contextualismo radical a una especie de trascendenta­lismo). No es mi intención sugerir siquiera que la solución aestos problemas radique en algún lugar oculto de estos libros,ni mucho menos que yo mismo tenga la solución. Sin embar­go, pienso que dicho trabajo sirvió de estímulo para que losEstudios Culturales retomaran, por un lado, la posibilidad de

una nueva economía política, y la problemática de la totalidadpor otro. Lo que pone en conexión estas dos ideas es, hastacierto punto, el problema de la determinación (¿y quizás arti­culación?) misma.

Finalmente, creo que, por encima de todo lo que se ha men­cionado, este trabajo contribuyó a un progreso analítico signi­ficativo. Hizo avanzar a los Estudios Culturales de un simplecontextualismo a la noción del análisis coyuntural. Una co­yuntura no es simplemente una porción espacial y temporalo un período; es un momento definido por la acumulacióno condensación de cierto número de contradicciones. Es elresultado de una articulación de diferentes corrientes o cir­cunstancias. Es por esto que Hall la describe como "el terrenocomplejo e históricamente específico de una crisis que afecta-aunque sea de modo irregular- a una formación nacional ysocial específica en su conjunto." El análisis coyuntural, se­gún Gramsci, coloca una carga más pesada en el propio ana­lista para que éste pueda llegar a un equilibrio entre lo viejo ylo nuevo, lo orgánico y lo coyuntural, ¡exacto! Pero tambiénrequiere, de un modo un tanto circular y retrospectivo, queuno mismo decida los límites de la coyuntura. Esto me lla­ma la atención como problema analitico que sólo se puederesolver con la interrogación política, sonsacando la contra­dicción e identificando las fuerzas, trabajando, con los pies enla tierra, para alterar un asentamiento de la formación socialy empujarlo a tomar un número indeterminado de direccionesopuestas.

Pretendo considerar la guerra contra los/as chicos/as comoun problema coyuntural, pero no creo que el análisis puedasuponer que sea una lucha hegemónica -seguramente los queanalizaron el tema del Thatcherismo nunca habrían tenido encuenta algo así. De hecho, pienso que nos enfrentamos a algoparecido a un enfrentamiento entre aquellos que piensan queestán batallando en una contienda hegemónica (liberales y,hasta cierto sentido, de izquierdas), y aquellos que intentaninventar no sólo una nueva formación social sino también una

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nueva cultura política, fundamentada no en el compromisosino en el fanatismo (fracciones importantes de la nueva de­recha).

Al mismo tiempo, también creo que el análísis coyunturaldebe reconocer que, con frecuencia, el asentamiento se llevaa cabo a espaldas de aquellos que batallan en tomo al campode la formación social. En este caso, la hegemonía se vuelveinadecuada para analízar o dar respuesta al complejo equili­brio cambiante en el área de las fuerzas, o dicho de un modomás convencional, los vectores y reestructuraciones que estánpotencialmente cambiando el mismo entramado del poder yde la experiencia.

Desconcertados ante las continuidades y discontinuidades delos pasados 25 años, podemos tomar nota del llamamientoconstante de Tony Blair para "modernizar" Gran Bretaña y, almismo tiempo, de la oposición, a veces explícita, de la nue­va derecha estadounidense a las suposiciones basadas en elsentido común y que, por tanto, se dan por sentado, sobre "lamodernidad Atlántica". Así pues, más que empezar con el su­puesto de que lo que está en juego en las luchas actuales seael consenso de la posguerra (como ellíberalismo, el Fordis­mo, o el compromiso corporativo), quiero ver qué ocurriríasi asumimos que lo que está en juego es la cristalización dela modernidad de los siglos XIX y XX, tal y como fue vividatanto en Estados Unidos corno en otros lugares. Propongo quese observe la transformación radical de la sociedad estado­unidense que ha definido el último cuarto del siglo XX, unatransformación, o incluso una revolución, que aparentementeha permitido a los neo-liberales y neo-conservadores trabajarjuntos en una especie de causa anónima común, como unarevolución a gran escala en potencia, una segunda reformasecular, como la describe el sociólogo Zygmunt Bauman."

18 Zygmunt Bauman, In Search 01 Polities (Stanford: Stanford UniversityPress, 1999). p. 157.

Paul Krugman, ganador del Premio Nobel de economía, loexplícaba de este modo:

Desde la elección a la presidencia de Ronald Reagan,los radicales de derechas han reiterado que empezaronuna revolución en Norteamérica. Se les puede dar la ra­zón a medias. Si, por revolución, se entiende un cambioen la política, la economía y la sociedad de tal magnitudque puede llegar a transformar el carácter de la nación,se puede afirmar que una revolución se está, ciertamen­te, llevando a cabo. La extrema derecha no ha sido elartifice de esta revolución, aunque ha hecho todo lo queha estado en su mano para contribuir a ella. De deciralgo, se podría alegar que la revolución creó la nuevaderecha. En todo caso, cualquiera que sea la causa, loque ahora urge es que seamos conscientes del alcancey la importancia de esta nueva revolución americana eintentar detenerla antes de que sea irreversible."

El argumento de Krugman es el que he intentado ofrecerdurante años: no puedes luchar contra lo que no entiendes.Ésta es la razón por la que el trabajo intelectual, la teoría, deverdad importa. Incluso si no quieres participar en la lucha,sugiero que nunca está de más detenerse y reflexionar sobrelo que está ocurriendo, ya que la historia siempre encuentraun modo de poner freno a la libertad de nuestras intenciones;y, por ende, los efectos de nuestras acciones, nuestras luchas,incluso nuestras conspiraciones normalmente poco tienen quever con nuestros objetivos primarios. La revolución actual esel producto de la articulación de muchas luchas diferenciadasy heterogéneas dentro de una variedad de dominios a travésde la vida social, y el resultado de todo esto es, o al menoseso creo, el desmantelamiento del sujeto liberal y la decons­trucción de la sociedad moderna tal y como se definió en el

19 Paul Krugman, "The Spiral of Inequality," Mother iones, NovemberlDecember 1994, p. 44.

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ámbito Nord-Atlántico a través de la articulación de formasde capitalismo, democracia y sociedad civil, el estado-nación,colonialismo, e historia. ¿Es todo esto producto del propósitode alguien en concreto? No lo sé. ¿Hay acaso una visión co­mún y clara de lo que subyace tras la revolución? Lo dudo.Sin embargo creo que a lo largo de un amplio espectro dedominios, los neo-liberales y neo-conservadores operan so­bre el supuesto de que los problemas actuales a los que seenfrenta nuestra sociedad son el resultado inevitable de lascontradicciones sin resolver que trajo la articulación moder­na, la articulación de lo moderno. Y creo firmemente que lascambiantes alianzas y los proyectos de la nueva derecha estánocupando, en su mayoría, la posición de gobierno y lideraz­go en esta lucha hegemónica. Se me permite, de este modo,describir la lucha contemporánea por la hegemonía como el"deshacer" (transcribiendo el término de Eric Michaels) y elre-hacer de la modernidad," o dicho de modo más mundano,como una intensificación radical de la incesante y continuarearticulación de la modernidad dentro de espacios determi­nados.

Al margen de esto, es importante reconocer que la re-conver­sión de lo moderno inaugura y también demanda, profundosdesafíos teóricos y políticos así como productívidad: sobrecuestiones de la efectividad y materialidad de la cultura; so­bre cuestiones de las formas y mecanismos del proceso dela individuación, subjetivización, identificación y sentido depertenencia (colectividad); sobre cuestiones de iniciativa, y laorganización de la productividad del poder; y sobre cuestio­nes temporales y espaciales (así como la naturaleza misma delos contextos).

20 En el original, el término que usa Eric Michaels es "unbecoming", a loque el autor añade "re-becoming". Para mantener el mismo verbo con dis­tintos prefijos sin que varie el significado del texto en inglés, se ha optadopor traducir "unbecoming" y "re-becoming" por "deshacer" y "rehacer"respectivamente (N. de la T.).

HEGEMOC'JiA y MODER"'DAD EN ESTADOS UNIDOS

El misterio de la guerra en tomo a los/as chicos/as se puederetornar en términos dcllugar que ésta ocupa dentro de la granbatalla sobre la modernidad: ¿por qué la lucha para cambiar lasociedad estadounidense podría extenderse o incluso implícaruna guerra contra los/as chicos/as? Para explicar esta corre­lación, me veo obligado a exponer antes algunas de las otraspiezas del puzzle, otros lugares donde tiene lugar la lucha yotras guerras especificas que se están llevando a cabo.

El primer terreno que quiero explorar es el del estado comoaparato institucional y la fabricación, con frecuencia intencio­nada, de una crisis política. Por parte de algunos hay un deseoexplícito no sólo de reducir el aparato estatal a su mera exis­tencia de laissez faire, sino de erradicar el estado por comple­to (ésta parece ser la estrategia que subyace tras la tremendabajada de impuestos que caracterízó las administraciones deReagan y de Bush Jr.). La otra cara de esta lucha se puedeentender como un ataque a la ciudadania como estructura dela subjetividad e identificación modernas. Al parecer, esto selleva a cabo a través de una doble estrategia: por un lado,creando un vacio total de inversión por parte de la políticaestatal y, por otro lado, construyendo la ímagen de una pobla­ción apática y cinica. Concerniente a la primera, la política es­tatal se está alejando de su papel como emplazamiento viabley activo por el cual el individuo invierte y se inserta dentro dela vida pública. Gran parte del origen se puede localizar en lacreciente capitalización de la política, en el cambiante rol delos medios de comunicación en la política, y en la disparidadentre los compromisos públicos y las acciones políticas. Nohace falta preguntar si todo esto ha sido provocado intencio­nalmente o de modo accidental para damos cuenta de que, dealgún modo, el resultante abandono de la ciudadanía tiene unefecto deseable y deseado (para algunos). Haciendo uso deuna analogía, si alguien dirigiese una campaña publicitariasobre un producto particular durante veinticinco años que re­sultara no sólo en un declive en sus ventas sino también del

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bien de consumo genérico, esto, racionalmente, conllevaríarealizar un cambio el modo publicítario. Puesto que el únicoefecto demostrable de los discursos políticos de los últimosveinticinco años ha sido la falta de inversión de la políticaestatal, y no hay indicio alguno de que los agentes institu­cionales quieran cambiar dicho discurso, los efectos debende ser, de algún modo, compatibles con algunos resultados oproyectos deseados.

Existen muchas explicaciones para este fenómeno. Algunosargumentan que es una estrategia intencionada de los partidospolíticos para transferir el control del gobierno del pueblo alas empresas a través de una manipulación financiera de laselecciones. Otros afirman que es la expresión de un cinismoposmoderno generalizado. Unos dicen resulta de la carenciade una comunidad pública (y a menudo culpan a los años se­senta de esa ausencia). Otros replican que la causa es nuestromiedo e inseguridad a implicamos directamente en política; yalgunos otros arguyen que todo esto es asi porque pensamosque la economia y la tecnología han reemplazado a la politica.Un reciente anuncio en la revista Forbes muestra un grupomultirracial y multiétnico de personas que sostienen pancar­tas rojas con iconos de su moneda nacional; y en el titular sepuede leer: "Capitalistas del mundo, unios". El capital ha sus­tituido la lucha política contra el capital. Así, algunos aseve­ran que la falta de determinación política es la consecuenciadel colapso de la sociedad y la destrucción de la esfera civil.

La segunda caracteristica de esta lucha sobre el estado supo­ne la aserción, ampliamente diseminada y asumida, de que lagente se ha vuelto apática y cínica en cuanto a la posibilidadde activismo político, a la implicación y al cambio. El balancefinal al que la mayoria se adheriría es a la pérdida general dela fe en la acción política. En palabras de un periodista (19 deOctubre, 1997):

¿Por qué nadie se manifiesta hoy en Washington? ¿Dón­de están las pancartas y las barricadas? El presidente

posa en fotos con cualquier extranjero que le dé dinerofácíl. La distancia entre ricos y pobres es mayor quenunca desde los días de los inescrupulosos capitalistasde finales del XIX. Los niños están sufriendo abandonopor parte de sus padres y el gobierno tampoco les hacejusticia. Sin embargo, a nadie parece importarle. ¿Dón­de queda la indignación en América?"

El eminente historiador Lawrence Goodwyn de la Duke Uni­versity se refiere a "la profunda resignación [que él distinguede la apatia, siendo la primera dependiente de un sentimientode impotencia] que invade amplios sectores de la clase mediay clase humilde trabajadora norteamericana. Es una desilu­sión que, en algunos casos, raya el límite de la desesperación,de modo que, para estas personas, tiende a ser paralizante.""Aun asi pienso que se puede demostrar que existe hoy al me­nos tanto activismo como el que ha habido en cualquier épocadesde los sesenta, y quizás incluso más que durante aquellatumultuosa década, puesto que dicho activismo ya no se en­cuentra dentro de los límites de una audiencia sociológica­mente identificable, o de un conjunto determinado de asuntos(especialmente si incluimos el activismo de derechas).

Me gustaría sugerir que la lucha que ahora está teniendo lugarconsiste precisamente en un intento de convertir a la pobla­ción general en sujetos cínicos, en hacer "desaparecer" la po­lítica, dicho de otro modo. Hay una cierta conspiración, quese puede utilizar y articular en todos los argumentos antes ci­tados, ya que su propósito es hacer desaparecer la política enparte extendiendo el sentimiento cínico en la población. Lospolíticos ya no esconden su andamiaje financiero ni disimulanel hecho de que gestionan campañas publicitarias. Los eslóga-

21 John Powers, "Beyond prosperity, outrage simmers." The Ne1VS and Ob­server, 19 de octubre, 1997, p. 25A.

22 "Takes More Than Anger to Fue! Mass Movement." The News and Ob­server, 19 de octubre, 1997, p. 25A.

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nes de las campañas no se derivan de unos principios compro­metidos sino de la percepción de los analistas, quienes midenla respuesta a los estímulos del sistema nervioso autónomo,sin considerar en absoluto el significado del eslogan puestoque, como un investigador ha admitido, cuando lo que real­mente se está buscando es una respuesta puramente emocio­nal, 10 único que el significado hace es estorbar. Por otro lado,los políticos pueden ignorar la voluntad pública (afirmandoque por una vez están en lo correcto) cuando resulta obvio queestán al servicio de otro orden, definido por potenciales elec­tores a los que no pueden permitirse dejar de lado. Pero meatreveria a afirmar que lo más importante es que ya no hacefalta ocultar todo esto puesto que los políticos están menos in­teresados en construir una identidad política o electorado, queen conseguir la desaparición, la evacuación de la política. Enpalabras del sociólogo Zygmunt Bauman: "si la libertad se haganado, cómo es que la habilidad humana de imaginarse unmundo mejor y de hacer algo para mejorarlo no se encuentraentre los trofeos de la victoria. Y qué clase de libertad es éstaque desalienta la imaginación y tolera la impotencia de laspersonas libres en asuntos que a todos conciernen.':"

Por supuesto, uno entonces tiene que preguntar, ¿por qué?,¿por qué un gobierno querría que su población se volviese CÍ­

nica? La respuesta más obvia es que así pueda mantenerse enel poder sin tener que enfrentarse a confrontaciones constan­tes. A pesar de que creo en la certeza de esta afirmación, tam­bién estoy convencido de que hay mucho más en juego. Larespuesta, en mi opinión, está relacionada con un intento dedesafio a lo que podemos denominar, basándonos en Michael1. Sande1, la economía politica moderna de la ciudadanía."El hecho de que existamos como ciudadanos, que la ciudada-

23 Bauman, p.

24 Michael1. Sandel,"America's Searchfor a New Public Philosophy," TheAtlantic Monthly (Marzo 1996), p. 59.

nía represente uno de los pilares absolutamente cruciales denuestra individualidad, es una de las piedras angulares de lasociedad moderna tal y como se edificó en el Atlántico nortedurante los siglos XVIII y XIX. Esto es, uno de los elemen­tos cruciales y esenciales de nuestra individualidad es nues­tra relación con el estado y con la existencia de una esferacivil definida fuera del alcance del mismo (aunque el estadotenga la obligación de apoyar su existencia) y, hasta ciertopunto, de la economia. Se nos define por nuestra existenciacomo ciudadanos. Como ciudadanos, disponemos de dere­chos. Como ciudadanos tenemos identidad (nacional). Comociudadanos hacemos historia. Como ciudadanos se nos definepor nuestras obligaciones con el estado. Y como ciudadanosreclamamos protección sobre algunos aspectos de la vida (deal menos algunos sectores de la población) de la operatividadde ciertos tipos de poder.

Thomas Mann escribió una vez que "en nuestro tiempo, lacuestión del destino del hombre ya no se presenta en términosreligiosos sino pclíticos.?" La cuestión del destino, del futu­ro, es central para la construcción de la ciudadania moderna.Resulta crucial para el estado moderno y para el ciudadanomoderno que el presente se defina por su trayectoria hacia unfuturo. La historia y el ciudadano, ambos resultan necesaria­mente incompletos, puesto que se realizan solamente en unfuturo siempre postergado. Es por ello que el concepto deltiempo como progreso es central en la construcción de la so­ciedad y del individuo. La fe en el progreso, claro está, se en­cuentra enmarcada dentro de la noción del Sueño Americanoy, en última instancia, en la celebración de la infancia en losEstados Unidos del siglo XX. Sin embargo, apoyándonos enla primera y más básica suposición de lo que llamaria moder­nidad liberal, se podría decir que hay una relación predecible,si no controlable, entre el presente y el futuro. Es la creencia

25 Citado en Baurnan, p. 92.

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en la conexión entre lo que hacemos en el presente y lo quepasará en el futuro, incluso si lo que ocurre no es lo que espe­rábamos o queríamos, lo que pienso que define la formaciónde la modernidad, la cual actualmente sufre diversos ataquesy está en pleno proceso de transformación.

La segunda posición de la batalla a la que quiero referirmeimplica a la economía en toda su complejidad. Antes permi­tidme dejar de lado dos asuntos. En primer lugar, las reivindi­caciones de un "milagro económico", o incluso de "la nuevaeconomía", son discursos que es necesario cuestionar con lamisma capacidad critica que con cualquier otra reivindica­ción política. De hecho, es obvio que este milagro, esta nuevaeconomía, al igual que la antigua, se asemeje para muchos aun desastre. Hace falta, por ejemplo, considerar la crecientedistribución desigual de la riqueza, y la cuestión de por quéla gente está dispuesta a creer que hay un boom cuando larealídad de la vida económica de la mayoría de la poblaciónpone en evidencia algo completamente diferente. Entre 1947Y 1979, los ingresos familiares se incrementaron con bastanteregularidad a todos los niveles en Estados Unidos; de 1977 a1998, entre un 66% y un 75% de las familias contempló undescenso real de sus ingresos a pesar del gran incremento defamilias con dos fuentes de ingresos y un incremento tam­bién del número de horas laborables. Es decir, que muchasfamilias, incluso aquellas con dos sueldos y con una mayordedicación a la jornada laboral, ganan ahora menos dineroque una familia equivalente veinte años antes. El 90% del in­cremento de la riqueza que se ha generado a lo largo de losúltimos veinte años ha ido a parar al 1% de los hogares ame­ricanos más ricos. Ese 1% fue testigo de una subida de susingresos anuales de un 120% al año y tiene tantos ingresosbrutos como los lOO millones de la población americana debase. El valor neto de la familia media en Estados Unidosha decaído. Para el 40% de los que se sitúan en la base pi­ramidal del país, ha descendido un 80% durante los últimosveinte años. El valor neto de todos los ingresos del 50% de la

base de la población americana es igual al valor neto de losingresos de Bill Gates. Un informe sugiere que si se cobrasenimpuestos a las 225 personas más ricas, el 4% de su riquezaproporcionaría dinero suficiente para alimentar, vestir, alojar,escolarizar y proporcionar asistencia médica a toda la pobla­ción mundial. 26 Durante los últimos veinte años nos hemosido distanciando de la sociedad de la clase media, la sociedaddel sueño americano.

En segundo lugar, aunque el discurso de la "economía" ha al­canzado una visibilidad y autoridad populares como no habíatenido en mucho tiempo, no es tampoco una descripción dela realidad o ni siquiera de una politica, en realidad. No tene­mos una economía neo-liberal ni un gobierno comprometidocon el neo-liberalismo. Hay, ciertamente, elementos del neo­líberalismo en nuestra economía y en políticas gubernamen­tales (especialmente cuando se trata de explicar cómo otrosestados-nación menos ricos se supone que deben actuar). ¿Porqué es esto tan importante? Porque la gente parece que estádispuesta a creer que vivimos en una sociedad donde los va­lores se han visto reducidos a un simple y único cálculo devalores económicos. No dudo que haya economistas y tam­bién hombres y mujeres de negocios para quienes es posibleque una sociedad así fuese deseable, y que haya políticas que,si no se pusiesen en tela de juicio, pudieran conducir a dichoresultado. Particularmente no encuentro prueba alguna de quela sociedad estadounidense (al menos a juzgar por la maneracomo mucha gente la vive) haya abandonado todos los valo­res excepto el económico.

Obviamente habría mucho más que decir sobre la transfor­mación del capitalismo a lo largo de las últimas décadas.Podríamos empezar por damos cuenta de los cambios en lasrelaciones y conflictos entre las variadas estructuras y modosdel capitalismo (y también de mercados y formas de explota-

26 Citado en Baurnan, p. 176.

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ción no capitalistas), que incluyen el nuevo capital financiero,el viejo capital especulador, el capital mercantil y el capitalindustrial pre-Fordista y Fordista. Se podría hablar del aban­dono progresivo de la producción y consumo en masa queda paso a los llamado sistemas de producción y acumulación"post-Fordistas" o flexibles; sobre el incremento de las tec­nologías de la información y economías de servicio, sobre laglobalización del sistema de mercado y el crecimiento de lascorporaciones transnacionales. En verdad, una de las caracte­rísticas más interesantes de la economía actual es que muchoseconomistas, entre ellos Alan Greenspan, uno de los econo­mistas más poderosos del mundo, admiten que, simplemente,no lo entienden. De lo que yo quiero hablar es sobre un aspec­to diferente del milagro económico de los últimos veínte años-esto es, de la creciente ímportancia y poder del capital finan­ciero. No pretendo insinuar que eso sea todo lo que está ocu­rriendo o que pueda simbolizar, como si de una sinécdoque setratara, todo lo referente al capitalismo. No obstante, vale lapena mencionar que más de la riqueza producida durante losúltimos veinte años se ha construido sobre capital financieroy no sobre trabajo o producción de bienes de consumo. Es eldinero el que produce más dinero. Se basa en el consumo y elcrédito y no en el trabajo y la producción."

Es necesario establecer un vínculo entre las transformacionesde la producción y la productividad del capital con la retóricadel libre mercado (opuesta a la realidad de la economía, queestá claramente operando para eliminar la competitividad). Esmás, parece que vivamos en una economía que promueva se-

27 Valelapenateneren cuentaque el movimientoestudiantil actualcontraelcapitalismo estábasado en laexperiencia ypolitización del consumo. Aunquemuchosutilicen este nuevo movimiento anti-capitalista contra los EstudiosCulturales, que de repente ponen al mismo nivel que la política de identifi­cación, es relevantereivindicar que, en parte, dichomovimiento dependedemanera esencialde la necesidad,defendida dentro de los EstudiosCulturales,de reconocer la importancia del consumo, así como su resonancia política.

riamente altos niveles de desempleo (consideremos la pobla­ción penitenciaria o los desempleados crónicos) y la prolifera­ción de trabajos mal pagados. Al igual que ambas tendenciasse pueden entender como la continuación de largas tradicionesde explotación laboral, también pueden indicar que hay algomás, ya que también contradicen la dirección del capitalismodel siglo pasado y la noción misma de economía de consumo,sobre todo cuando se ve ligada a la naturaleza variable delmercado laboral y de la distribución y modos de trabajo, in­cluyendo los cambios laborales en el sector de servicios conpuestos inseguros y mal pagados. Prueba de ello se puede en­contrar en discursos y prácticas emergentes que tratan menosde la explotación laboral o del terror que provoca la amenazadel desempleo, que de la disminución real del trabajo necesa­rio a un punto hasta entonces inimaginable de bajos nivelesde empleo. De hecho, en la revista alemana Der Spiegel, dosdestacados economistas europeos especulaban si sería posi­ble abastecer todo el trabajo económicamente necesario consólo un 20% de mano de obra." Eso significaria un 80% deíndice de desempleo en el mundo. Una cosa es aumentar losbeneficios recortando costes laborales (bien a través de la ex­plotación relativa o absoluta y de la producción de valor ex­cedente). Pero otra cosa bien distinta es eliminar el trabajo ensí, como si simplemente por recortar el coste laboral absoluto,con frecuencia dejando simplemente de invertir o con recortesen la producción, fuera suficiente para aumentar los benefi­cios. Sin embargo, parece haber un sentir generalizado de queesto sea suficiente, al menos en esta economía de crédito cadavez más monetarizada, aunque también signifique abandonarla relación con la producción de bienes.

Los milagros económicos de empresas de alta tecnología,desde Amazon.com (que todavía tiene pendiente hacer bene­ficios a pesar de las crecientes ventas) hasta Red Hat, revelan

28 Citadoen Bauman, p. 20.

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la naturaleza paradójica de este boom económico. A pesar delo que aleguen los inversores, las pruebas indican que hayuna correlación inversa entre el crecimiento de la bolsa enlas últimas décadas y el incremento de deudas corporativas(causadas por la absorción empresarial, autocarteras, el incre­mento de pagos a accionistas, etc.) por un lado, y el nivelactual de inversión en la productividad por otro." Esto es, noha habido prácticamente crecimiento significativo alguno enla infraestructura productiva. Muchos de los beneficios bur­sátiles de los últimos veinte años resultan de la compra-ventade las empresas de sus propias acciones para poder comprarotras compañías, Sin embargo, la infraestructura, la base eco­nómica sobre la cual los jóvenes de hoy tendrán que edificaruna economía para la sociedad dentro de treinta años, no hacontemplado ninguna inversión relevante. Existe una especiede falta de inversión en el futuro; como si al capitalismo ya nole importase crear beneficios que se puedan volver a invertirpara el futuro mismo del capitalismo, sino que más bien sólose preocupa por generar beneficio a corto plazo para un por­centaje muy pequeño de la población, retomado así, obvia­mente, de algún modo, a modelos más antiguos -anteriores alsiglo XX. No obstante, creo que hay aún más en juego.

¿Cómo es posible que el capitalismo desafíe la misma basey categoría del trabajo, su lugar sagrado como agente deproducción del valor? Algunos economistas lo explican ar­gumentando que mientras la producción del valor del capitalindustrial dependía de la reducir la mano de obra a un meroobjeto, la producción de valor en los nuevos mercados finan­cieros es posible gracias a reducir también a un objeto el ries­go en sí. No obstante, yo iría aún más lejos para afirmar que lafigura clave para entender cómo se están usando los mercadosfinancieros en la guerra contra la modernidad es Hayek, quienhace subjetiva la producción del valor del capitalismo. Según

29 Doug Henwood, conferencia, Duke University, Fe19 de febrero, 1999.

Hayek, la producción del valor no se materializa por reducirel riesgo a mero objeto, sino por convertirlo en algo subjetivoen la figura del empresario. De ahi que sea posible imaginarel circuito de expansión del capital sin la mediación del poderlaboral.

Creo que al otorgar un lugar central al capital financiero, estemodelo económico intenta, por más que pensemos que seaimposible, negar -{) al menos modificar y retirar parcialmen­te-la noción del trabajo como fuente de valor. Es decir, esta­mos siendo testigos de una devaluación radical del trabajo. Enresumen, si el trabajo es el limite primario de la rentabilidad(y de la acumulación de riquezas), como coste capital variabley también como la mayor fuente de demanda en la economiamoderna, el neoliberalismo parece proponer una respuestamuy sencilla: eliminar el trabajo de la ecuación, convirtién­dolo en un coste fijo de capital (como si lo fuera) y sujetandola demanda al crédito en lugar de a los salarios. Lo que aquise está poniendo en juego es la creación de un espacio dentrodel cual el valor (y quizás incluso la necesidad) del trabajose pueda desafiar drásticamente. Esto se puede conseguir -yno tengo la menor duda de que esto es intencional- a travésde una reconfiguración radical de la producción capitalistade la riqueza. De este modo, creo que la revalorización tantodel dinero como de la economía monetaria y el consecuenteprivilegio otorgado a la misma (aunque de modo distinto alde formaciones previas) se está articulando (a pesar de queno está claro que sea éste el caso) por una desvalorización ydevaluación del trabajo y de la mano de obra como fuente devalor y, por tanto, de riqueza.

No es mera coincidencia que el trabajo, como la ciudadanía,fuera uno de los pilares sobre los que se construyeron la indi­vidualidad y la subjetividad en la modernidad del AtlánticoNorte de los siglos XIX y XX. De hecho, se podría afirmar quefue precisamente debido a la necesidad de dar forma al sujetolaboral, como aquél que podría vender su mano de obra en elmercado, que el capitalismo moderno se vio obligado a ligarse

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al proyecto de la nación moderna y la producción de la ciuda­dania. Estos dos modos de individualización -trabajo y ciuda­danía- definen dos de los pilares del individuo moderno.

Hay otros ámbitos de la batalla, todos intimamente relaciona­dos con la modernidad atlántica, que se pueden señalar comolugares de lucha activa a lo largo del último cuarto de siglo,en los que se incluye la familia, las fronteras entre lo públicoy lo privado, y otras estructuras de identidad social y cultural.Ni que decir tiene que la misma cultura se ha convertido en unimportante lugar de batalla, y, como resultado, la misma natu­raleza y terreno de la cultura (la mediática incluida), tambiénse han transformado. Una gran parte de estas luchas entrañanconflictos sobre la educación (en los cuales cada vez se iden­tifica más a los estudiantes como consumidores y se les tratacomo bienes de consumo) y también, de modo aún más in­quietante, sobre la misma naturaleza de la producción y auto­ridad del conocimiento en sí. En esta batalla están implicadasno sólo instituciones y prácticas especificas, sino también lalegitimidad del mismo conocimiento (secular), especialmentesu habilidad para hablar con autoridad moral, así como endebates sobre la politica a seguir.30

Es ahora, finalmente, cuando quiero volver al tema de la gue­rra contra los chicos/as, y también preguntar cómo se la po­dría articular o relacionar con estas otras dos batallas. ¿De quémodo seria posíble imaginar la guerra contra los/as chicos/asligada a los ataques contra las dos estructuras en las que sefundamentan la individualidad y la subjetividad modernas?Esta cuestión me lleva otra vez a la imagen que cité al prin­cipio -<jue estamos siendo testigos de una segunda reforma.La reforma de Europa implicó la constitución de lo que co-

30 Esto se hace patente en recientes decisiones judiciales y administrativasrelativas a los usos médicos de la marihuana, o el tratamiento medico conarsénico, o la realidad del calentamiento global, así como la noción mismade "la fe basada en el sistemade bienestar",

múnmente se denomina modernidad, la construcción del ciu­dadano trabajador, la formación del estado-nación modernola organización del espacio según principios del colonialismoy del urbanismo, la racionalización de la producción (y final­mente del consumo), así como la reorganización de la culturasegún los principios del secularismo y, en menor medida, dela ciencia. Aquí se plantea mi teoría de la conspiración: creoque hay distintas fuerzas en marcha -económicas, políticas,culturales y religiosas, igualmente importantes-, que intentanreinventar la modernidad, imponer un tipo diferente de orga­nización económica, asi como política y, en el proceso, tratande redefinir nuestra individualidad y la relación del individuocon las fuerzas que producen su vida y realidad. Está claroque no hay garantía alguna de que ninguna conspiración, ovisión de la modernidad futura, llegue a tener éxito, ya quelos sucesos ocurren en su devenir constante, otros proyectosaparecen, se organizan otras conspiraciones. Se forjan ciertasalianzas que luego se rompen, dando lugar a otras nuevas, asícomo a nuevos compromisos. Aun así, puede resultamos deayuda imaginar que ciertas fracciones y fuerzas que operandentro del capitalismo, el conservadurismo político y el an­tisecularismo religioso estén intentando buscar salida a unaserie de compromisos que forjaron siglos atrás: ¿y si el capita­lismo no se hubiera ligado a la democracia, a la valoración deltrabajo y a la subordinación de la fe religiosa y la moralidad?

PONIEKDO A LOS/AS CHICOS/AS EN SU SITIO

¿Qué significa la implicación que los/as chicos/as se hayanconvertido en el enemigo de estas luchas más amplias quetratan de transformar drásticamente la modernidad? Niños/asy adolescentes están siendo objeto de formas de ataque eco­nómico, político, legal, penal, médico y retórico. También seles está sometiendo a nuevas formas de biopolítica, disciplinay gubernamentalidad. Es más, también se les está sometiendo

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a sistemas de reclusión, regulación y maltrato que evidencianun distanciamiento de esas formas de poder -biopolítica, dis­ciplina y gubernamentalidad-Ios cuales, según Foucault, ca­racterizan precisamente la modernidad.

¿Dónde encajan los chicos y chicas dentro de esta historia dela reconversión o "re-hacer" de la modernidad? Después detodo, puede parecer un tanto extraño incluirlos en esta narra­tiva. Sin embargo, hay algo preocupante en la politización dela juventud. El discurso tradicional (moderno) en torno a lajuventud la emplaza, inevitable y necesariamente, fuera delámbito de la política y la distingue de ella, como si la juventudestuviese en un estado natural fuera del social. Es como si setuviera que proteger a niños/as y adolescentes de la degra­dación que la política conlleva, puesto que los/as chicos/asestán siempre en "proceso de socialización". Como comentaLee Edelman, en lo concerniente a las discusiones sobre losniños, es como si sobre el tema de la infancia sólo hubiese unaspecto a tratar. Después de todo, quién podría posicionarsecontra los/as niños/as (y qué es lo que eso significaria exacta­mente). En nuestra sociedad, "la infancia es algo indiscutibleporque es un valor cultural nada controvertido.':" A ningúnpolítico se le ocurriría decir "estoy en contra de los/as niños/as". Sin embargo, se hace uso contante de ellos para justificarlas acciones que los politicos (la sociedad e, incluso, los in­dividuos) llevan a cabo: lo hacemos por los/as chicos/as. Noobstante opino que las acciones y la retórica de nuestra socie­dad y de nuestros políticos demuestran precisamente eso, queestamos en contra de los/as chicos/as. Aun así parece que noseamos capaces o no estemos por la labor de politizar el asun­to más allá de los límites aceptables, que mantienen la políticaalejada de los menores. Incluso los defensores a ultranza de lainfancia como Jonathan Kozol and Marian Wright Edelman

31 Lee Edelrnan, "The Future is Kid Stuff: QueerTheory, Disidentificationand the Death Orive," Narrative 6-1 (January 1998).

no parecen capaces de afirmar que podría existir una luchapolítica sobre los/as mismos/as chicos/as. Kozol, por ejemplo,lo ve más bien como un tema racial (dejando a un lado lo quepienso que es la ilusión de que el resto de los adolescentesse encuentran perfectamente). Incluso entonces, él atribuye eldeclive de la inversión en educación a un sentimiento popularcontra los impuestos, pero no lleva el argumento más allá paraseñalar que dicha resistencia popular a los impuestos ha sidoorganizada políticamente y está relacionada con otras luchaspolíticas de una envergadura superior y con otros programaspolíticos específicos. Como no encuentra relación alguna, dala impresión de que la mayoría de la gente que se opone a losimpuestos cambiaría de parecer simplemente si se diese cuen­ta de que el dinero fuese a parar a la infancia, excepto por lapolítica problemática del racismo.

La clave para entender 10 que está en juego en esta guerra entorno a los/as chicos/as y, por tanto, para comprender su lugaren la lucha sobre la modernidad, yace, creo, en reconocer quelos chicos --englobando las categorías de infancia y juventud(del modo en que se les dio forma y se transformaron prácti­camente a finales del siglo XX) están íntimamente ligados aotra piedra angular de la construcción de la modernidad libe­ral y del individuo liberal moderno. Ya he indicado que estoimplica una concepción particular del tiempo así como unainversión específica del mismo, especialmente en su relacióncon el presente y el futuro. Esto implica también una consti­tución concreta de la historia de un cíerto sentido de perte­nencia basado en una fe en la capacidad de imaginar el futuroe invertir en el mismo. Asimismo implica el supuesto de queexiste una trayectoría que nos conduce del pasado al futuro.

Mientra muchos académicos se han dado cuenta de la impor­tancia de un sentido del tiempo concreto en la modernidad,se le ha prestado mucha menos atención al rol que la infanciay la juventud (y una cierta noción de la familia) tiene en estaeconomía específica del tiempo, de modo especial en EstadosUnidos. En la sociedad estadounidense del siglo XX, más que

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en otra cultura del mundo, los/as chicos/as se han converti­do en el símbolo del futuro. La juventud se convirtió en eltropo de la fe universal en lafuturización. Por supuesto, másque nadie, fueron los miembros de la generación baby boomlos que simbolizaban todo esto. Ésta fue la generación que,en cierto sentido, nos condujo al fin de la historia, ya que enella se realizó en Sueño Americano. Así pues, la infancia seconvirtió en una especie de garantía simbólíca de que Nortea­mérica todavía tenía futuro, todavía creía en el futuro, y queera esencial para Estados Unídos invertir su fe en el futuro.De hecho, díeron un paso más, puesto que su conexión conel futuro parecia garantizar la verdad de la esporádica fe en elprogreso de la modernidad liberal.

Lo que intento decir es que esta fe en el futuro, representadaen su propia construcción moderna de la infancia y juventuddel siglo pasado, esta inversión puesta en los/as chicos/as y ensu capacidad de representar ese compromíso con el futuro, eslo que está siendo impugnado en la guerra que se está alzandocontra ellos. La guerra contra los chicos es una batalla contra lacapacidad de la juventud de representar la mera necesidad deun compromiso con el futuro, y de garantizar la conexión entreel presente y el futuro. Esto difiere de los esfuerzos conservado­res de Gil! para dar cuenta de la crisis de la familia a causa delcolapso de la fe en el progreso, o en un futuro tangible en tantoque esto conlleva ciertas perspectivas politicas y económicasdel Sueño Americano." La guerra en tomo a la juventud tratade borrar el tiempo venidero como carga del presente. Mejordicho, trata de cambiar el modo por el cual funciona el futuro,ya que éste es necesario para que exista la posibilidad de unaidentidad individualizadora basada en el trabajo y la ciudada­nía. El rechazo a considerar a los/as chicos/as como la partefundamental de nuestra identidad social y nacional común es,al mismo tiempo, un rechazo al porvenir como inversión efec-

32 Richard T. Gill, Posterity Lost: Progress, Ideology, and the decline oftheAmerican Family. (Lanham: Rowman & Littlefied, 1997).

tiva. El futuro se define, cada vez más, bien como indistinto delpresente" (y, por tanto, como siervo del presente, en lugar de locontrario), o de modo apocaliptico (drásticamente distinto delpresente, sin ningún tipo de continuidad). En otras palabras, lareivindicación de que ya no somos responsables de nuestros/as hijos/as (puesto que ya no se lo merecen), "supone", si sequiere creer así, que el presente ya no se responsabiliza de loque ocurra en el futuro. Al contrario, en la modernidad re-ima­ginada, es al futuro al que se le hace responsable del presente.

Quizás estemos siendo testigos de un intento por reinventaral individuo y la relación de la individualidad con las fuerzasque producen la realidad y que están produciendo nuestrosfuturos colectivos, y también del surgimíento de un modo deindividualización y de (a)sociación nuevo y diferente. Esta"revolución" lleva asociados unos vectores económicos, polí­ticos, ideológicos, sociales, teóricos, culturales y mediáticos,así como sus múltiples articulaciones. Esto es lo que aúna aconservadores, neo-conservadores y neo-liberales, así como,en ocasiones, otros grupos aunque sea de modo temporal. Loque está en juego es la producción de una nueva modernídady de la imposibilidad de esos conceptos de acción que noshan sostenido durante siglos. Esta nueva modernidad nega­ría la realidad misma, incluso la posibilidad de 10 social o,concretamente, de la acción social. De lo que estamos siendotestigos pues, lo que he intentado describir e imaginar, es laproducción de un nuevo contexto, de una nueva modernidad,desligada de la antigua. Esta producción parece requerir ybuscar la negación de muchas formas de acción individual ycolectiva, íncluyendo la posibilidad de ímaginar futuros alter­nativos, de imaginar el futuro como algo siempre abierto a laposibilidad de la existencia de otras alternativas.

33 una joven pareja hablando.La mujerpregunta"¿Estáspreocupadopor elfuturo? Y él le contesta"Sí. Creoquedeberíamos pensarnos bien quécochecomprar. Tenernos que asegurarnos de que nuestro coche pueda cambiarcon el futuro".

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En resumen, el ataque dirigido hacia los/as chicos/as trata,ni más ni menos, que de la relación entre la individualidad yel tiempo. Es una batalla cuyo objetivo consiste en cambiarnuestra inversión en el futuro y la posibilidad de imaginárnos­lo. En palabras de Bauman, es una lucha para escapar del pre­sente." Puesto que, mientras exista la creencia en un futuro,siempre habrá una salida, un camino que nos lleve de un lugara otro. Y mientras haya una salida, existirá siempre la posi­bilidad de una comunidad definida en oposición al presente.Esta lucha contra la modernidad (en nombre de una nuevamodernidad) debe negar la posibilidad de la imaginación, delpoder imaginativo del futuro. De hecho, la nueva modernidadparece pedimos que neguemos la importancia del futuro. Noobstante, si queremos retomar el control de nuestro presente,si queremos retomar la posibilidad de imaginamos un futuro,debemos, de un modo u otro, devolver a los/as chicos/as -alo largo de todo el mundo- la posibilidad de reencarnar laesperanza en ellos/as mismos/as (pero sin imponerles nueva­mente la carga que implica el encamar la esperanza tambiénpara nosotros). Asimismo también hay que reivindicar la es­peranza para nosotros/as como intelectuales. Reconozco quemi argumento puede obligar a forzar la credulidad de algunos,pero permitidme defenderme citando la afirmación de mi bue­na amiga Meaghan Morris, con quien estoy plenamente deacuerdo, "la situación es ahora demasiado apremiante comopara permitimos abandonar nuestra imaginación.?" Por esopropongo que no hay otra manera de dar sentido a lo que ocu­rre más que con la imaginación y que, al final, es precisamen­te nuestra capacidad imaginativa lo que está en juego en lalucha política actual.

34 Baurnan, p. 11.

35 Meaghan Morris, ThePiraresFiancée: Femínism ReadingPostmodernism(London: Verso, 1988), p. 186.

¿Tienen futurolos estudios culturales?(o ¿qué pasa con Nueva York?)

ESTUDIOS CULTURALES, COl"TEXTOS y COYU1\TURAS

Este ensayo se presenta en un determinado momento de lahistoria de los Estudios Culturales (y por supuesto de unahistoria geopolítica más amplia), un momento en el que pien­so que es necesario responder a las preguntas planteadas enel título de este texto. Se presenta a sí mismo desde una ubi­cación especial en los Estudios Culturales así como en sucontexto geopolítico más amplio y en una particular institu­cíón de producción de conocimiento (i.e. el altamente profe­sionalízado, capitalizado y formalista sistema universitarioestadounidense). Por tanto, mis comentarios en este artículoguardarán sin duda una relación plena con ciertos grupos in­telectuales de Estudios Culturales dentro de Estados Unidos,pero espero que interesen, en diferentes grados y formas, apersonas de otros contextos institucionales y geopolíticos.Mis observaciones son necesariamente incompletas, no sóloporque no hablo sobre otras instituciones y lugares de pro­ducción de conocimiento, o acerca de otros lugares y otrashistorias, sino también porque no dedico la suficíente aten­ción a cuestiones cruciales acerca de las interrelaciones exis­tentes entre la multiplicidad de instituciones, sitios, lugares

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e historias, problemas de alianzas, transnacionalismos y glo­balidades.

Ahora bien, quiero hablar acerca del (los) "estado/s) yfuturo(s)" de los Estudios Culturales. Este ensayo se articulaa partir de mi firme creencia en que el trabajo intelectual esimportante, de que es un componente vital en la lucha paracambiar el mundo y hacerlo más humano, y que los EstudiosCulturales, como proyecto especial, una forma particular deexperiencia intelectual, pueden prestar una valiosa contribu­ción. ¡Los Estudios Culturales también son importantes!

Resulta relevante diferenciar los Estudios Culturales de unamplio conjunto de fragmentos disciplinarios que, hastacierto punto, se han desgajado de los Estudios Culturales nosiempre habiéndolo reconocido.' Como Raymond Williams(1989, p. 151) nos recuerda, "la relación entre un proyecto ysu elaboración es siempre decisiva", y está claro que Williamspiensa que los Estudios Culturales deben permanecer fuera delas técnicas de aislamiento y clausura de las disciplinas quenos alejan del "proyecto auténtico".

Si nos distanciamos de estas disciplinas y decimos, "Bien,los Estudios Culturales son un monstruo esponjoso y ambi­guo, pero los podemos definir de forma más precisa: comoestudios de los medios de comunicación, la sociología co­munitaria, la ficción popular o la música popular", estare­mos creando disciplinas justificables, y existen personas enotros departamentos que pueden ver que éstas son discipli­nas razonables, que existe un trabajo referencíado y presen­tado correctamente. Pero la cuestión de lo que ahora estásucediendo con el proyecto permanece (Willíams 1989, p.158).

J Me vienen aquía la mente tales cosas como los estudiosde audiencias, losestudiosde consumo,los estudiosde subculturas, etc., perotambién, diversascosificaciones de las políticas de identidad.

Los Estudios Culturales son un proyecto ideado no sólo paraconstruir una historia política del presente,' sino para hacerlode una manera especial, radicalmente contextualista, con elobjetivo de evitar reproducir los mismos tipos de universalis­mas (y esencialismos') que, demasiado a menudo, caracteri­zan a las prácticas dominantes de producción de conocimien­to, y que han contribuido (quizá de forma no intencionada) aproducir las mismísimas relaciones de dominación, desigual­dad y resentimiento que los Estudios Culturales desean cam­biar. Los Estudios Culturales pretenden adoptar la compleji­dad y la contingencia, y evitar las muchas caras y formas delreduccionismo."

Se entiende que cualquier producto de los Estudios Culturalestiene que repercutir constantemente en su propia contextuali­zación, en las cuestiones que se plantea a sí mismo, y en lasherramientas que hace suyas en respuesta a estos retos. Como

2 Utilizo esta frasetantoparaseñalarunaconexión como un distanciamientocon el proyecto de Foucault. Aunque pienso que Foucault es un contextua­lista radical, su teoría del contexto, y el nivel de abstracción sobre el queactúa, difiere significativamente del que presento aquí como la práctica delos Estudios Culturales. Para simplificar, Foucault no opera al nivel de lacoyuntura sino más bien a nivel de lo que podríamos denominar, con unareverenciaa Heidegger, la época, aunque las épocas de Foucault no seanexactamente las de Heidegger.; Ver Laclau (1996).

4 Aunqueme esté deteniendoantetodo en el trabajo y las palabras de StuartHall, creo que este compromisose hace visible generalmente en el trabajodel Centro Contemporáneo de EstudiosCulturales, así como en otras figurasde los EstudiosCulturales como Raymond Williams. Quiero ser claro aquí.No revindico que Williams, o las personas precozmente implicadas en elCentro fueran conscientemente contextualistas radicales, pienso que haciaello estabaapuntando su praxis, aunque el vocabulario parasu descripciónno estabatodavíaa punto. Y por supuesto,el compromisopuedehaber sidomáso menos intenso (y más o menos consciente) en prácticas y practicantesdiferentes. Perocomo me comentó recientemente Stuart Hall (conversaciónpersonal ellO de Abril de 2005), "No confies nunca en el narrador, confiaen el relato".

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presenta Hall (1992, p. 292), en la parte con menor frecuenciacitada de su discusión en la conferencia de Illinois en 1990,hablando sobre el contexto estadounidense de los EstudiosCulturales:

Se necesita una jerarquía completa de trabajo para de­cír lo que exíste en el contexto. Lo que existe en rela­cíón con esta cultura que genuinamente 10 separa detrabajos previos o de trabajos realizados en cualquierotra parte. No estoy seguro de que los Estudios Cul­turales en Estados Unidos hayan atravesado realmenteeste momento de auto-clarificacíón.

. .. Creo que es importante lo que existe en las situacío­nes partículares ... es la precisa inserción de una cíertaforma de actividad critica en un momento institucionaly éste es precisamente el momento de la vida institucio­nal académica en este país.

Esta vida institucional es solamente el contexto másínmediato de nuestro trabajo como intelectuales, y nose puede separar de sus relaciones con otros contex­tos próximos y concéntricos de la vida social, política,económica y cultural, es decir, de la totalídad de la or­ganización social.'

Esta auto-reflexión contextualizadora, y por tanto concreta,es necesaria si los Estudios Culturales quieren responder a

5 No encuentro muchos indicios de que gran parte de 10 que pretenden serEstudios Culturales, no sólo en los EEUU sino también en otras partes delmundo del Atlántico Norte (Eurornodemas), hayan pasado a través de estemomentode auto-reflexión. Ensu lugar, con demasiada frecuencia, el trabajocritico haforjado otrotipode insularidad convirtiendo laauto-reflexión en unaforma de auto-relación, favoreciendo unamirada demasiado interiorizada ypersonal. Doreen Masey opina (conversación personal, 18 de Abril de 2005)que se ha vuelto demasiado fácil para los intelectuales críticos centrarse encuestiones de identidad y memoria personales (internos), sobre Occidente ylas ciudades donde los autores viven.

las demandas (las cuestiones planteadas), las límitaciones ylas posibilidades del contexto. Los Estudios Culturales tienenque reflexionar siempre sobre sus postulados acerca del con­texto que analícen y su lugar dentro del mismo o su relacióncon él. Tienen que cuestionar sus propias preguntas, así comolas categorías y conceptos dentro de los que tales cuestionesson concebíbles, y ésa es la razón por la cual la parte más difi­cil de cualquier proyecto de Estudios Culturales suele ser en­tender cuál es la pregunta. El contexto es el principio y el finde nuestras investigacíones. La trayectoria entre el princípio yel final proporciona la medida de nuestro éxito en cartografiar,en llegar a una mejor descrípción/comprensión del contexto.Los Estudios Culturales requieren una "aplicación rigurosade ... la premisa de la especificidad histórica" (Hall 1980, p.336) (en la que su objetivo es la organización, con energía,de la formación socíal como una configuracíón de posturas yrelaciones desiguales).

Esta es la razón por la que, por ejemplo, escribíendo sobrePolícíng the Crisis, Hall (1998, p 92), dice:

Si consideramos la raza sólo como un asunto odíoso, sepuede apreciar el impacto de las políticas de ley y or­den sobre las comunidades locales, pero nunca se apre­ciará el grado en el que las cuestiones de raza y crimenfueran el prisma de una crísis social mucho mayor. Nose habrá observado desde una panorámíca más amplía.Se habrá escríto un texto sobre la raza negra pero nose puede decir que se haya escrito un texto de Estu­dios Culturales, porque no se habrá tenido en cuentaque esta articulacíón no alcanza a los polítícos, ni entraen la institución judicial, ni desciende hasta el modopopular de ser de la gente, ni se adentra en las políticas,así tanto dentro de la comunidad, como de la indignapobreza y de la discriminacíón.

Hall siempre localiza, contextualiza, su trabajo en la raza,como cuando afirma (Hall, 1995, pp. 53-4):

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Nunca he estudiado la raza ni la identidad étnica comoun tipo de subcategoría. Siempre he trabajado sobrela organización social como un todo que está "ra­cializado". Como resultado, por supuesto, cualquierdiscusión sobre asuntos de raza e identidad étnica nopuede separarse de la organización social especificaen la que se localiza la exposición de Hall y hacia laque está dirigida. Hall es rigurosamente consecuentecon esto.

No reivindico en todo momento mi versión particular de unanoción no esencialista de corrección en cuanto a la raza. Sólopuedo reivindicar para ello una cierta verdad coyuntural (leer"contextual" por el momento) (l197a, p. 157).

Quiero intentar clarificar el modo especifico mediante el quelos Estudios Culturales entienden que los contextos son re­lacionales. Lo primero que se debe reconocer es que losEstudios Culturales abordan el contextualismo "de formapráctica".' No se debe permitir la utilización de la noción decontexto para allanar todas las realidades, para singularizarcada territorio, como si referirse a los contextos hiciera a cadasistema de racionalidad necesariamente equivalente, o pusie­ra cada territorio en el mismo plano o escala. Segundo, sucontextualismo intenta comprender cada evento racionalmen­te, como una condensación de múltiples determinaciones yefectos (Frow y Morris, 1993) y comprende una obligaciónde transparencia y la contingencia de la realidad social en laque el cambio es lo dado o la norma. Su sentido del contex­to es siempre una unidad compleja, determinada por variosfactores y contingente. El contextualismo en los EstudiosCulturales se define a menudo por y como una teoría de laarticulación que entiende la historia como un esfuerzo (o pro­ceso) en curso para hacer, deshacer y rehacer las relaciones,

6 Conversación personal con Stuart Hall, 10 de Abril de 2005.

las estructuras y la unidad (por encima de las diferencias)? Sila realidad es relacional y articulada, tales relaciones son tan­to contingentes (i.e. no necesarias) como reales y, por tanto,nunca finalizan ni se cierran en el futuro.

Pero la práctica concreta del contextualismo en los EstudiosCulturales implica a menudo localizarse dentro una coyuntu­ra y un esfuerzo para diagnosticarla," ya que es un foco parala formación social entendida como una unidad o totalidadcomplejamente articuladas (lo que no es sin embargo una to­talidad orgánica). De hecho, Hall, en una reciente serie de en­trevistas, se muestra totalmente explícito acerca de la "pers­pectiva intelectual" de los Estudios Culturales: "Tienen unavocación intelectual para producir una comprensión crítica deuna coyuntura, una coyuntura histórico cultural". Y de nuevo,hablando del proyecto colectivo del Centro: "La necesidadde comprender una coyuntura es lo que desde su principiopensamos que eran los Estudios Culturales".' Una coyuntu­ra es la descripción de una organización social fracturada yconflictiva, a lo largo de múltiples ejes, planos y escalas, en

7 Estopuedediferir ligeramente de lanoción de Foucault sobrelasrelacionesde una no-relación.

8 Elmodelo coyuntural de EstudiosCulturales alquealudose asocia corrien­tementeal trabajo realizado en Gran Bretaña, alrededor de los polos gemelosde la raza y el Thatcherismo, por Hall (1988), Gilroy (1987), Clarke (1991)Y otros, en obras tan importantes y ejemplares como Policing the Crisis(Hall el al. 1978) y The Empire Strikes Back (Centre 1982). Desde luego,hay más de lo inventado por Gramsci en esta lectura, queun simple modelocoyuntural del contextualismo de los Estudios Culturales, ya que las nocionesde hegemonía, sentido común, intelectuales orgánicos, etc.,juegan tambiénun importante papel en la transformación de los Estudios Culturales y suenfoque de las luchas políticas contemporáneas. Se lee a Foucault sin tenerel concepto clave de la articulación (y como corolario la unidad [o totali­dad] diferenciada). Ver Gillcs Deleuze, Foucault (Minneapolis: Universityof Minnesota Press, 1988); y Michel Foucault, Society Must be Defended(New York: Picador. 2003).

9 Stuart Hall and Bill Schwarz, entrevistas no publicadas, 2004.

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búsqueda constante de equilibrios temporales o estabilidadesestructurales a través de actividades y procesos variados delucha y negociación. Según Hall (1988, p. 127), el conceptode coyuntura describe "el complejo terreno históricamente de­limitado de una crisis que afecta, aunque de manera irregular,a una formación nacional-social específica como un todo".No es una porción de tiempo o un período sino un momentodefinido como una acumulación/condensación de contradic­ciones, una fusión de corrientes o círcunstancias diferentes.

Una coyuntura es siempre una creación social pero entendi­da, más que como un simple contexto, como una articulación,acumulación o condensación de contradicciones. El coyun­turalismo diríge su mirada a la configuración cambiante defuerzas que ocasionalmente buscan y alguna vez llegan a unequilibrio o acuerdo temporal. Enfatiza la constante reconfi­guración excesivamente definida de un campo para producirsólo estabilidades temporales. Algunas coyunturas se puedencaracterizar por una crisis profunda, orgánica, mientras otrasse caracterizan por incertidumbres, desequilibrios y luchasmás pequeñas e incluso otras pueden parecer resueltas o almenos caracterizadas por "revoluciones más pasivas", Deforma similar, las coyunturas tiene escalas temporales dife­rentes: algunas son prolongadas y otras son de duración rela­tivamente corta. 10

10 Las teorías, corno el coyunturalismo, que asumen una sociabilidad fractu­rada, tienen que enfrentarse, según me parece a mí, a la cuestión, explícita enMarx, Weber, Durkheim, etc., de cómo es posible la sociedad sin la unidadasumida garantizada a través de nociones como la solidaridad mecánica o laasunción por el pueblo llano de imágenes de comunidad. Cómo es posiblela sociedad si uno asume la diferencia, el desacuerdo e incluso un ciertorelativismo limitado. Probablemente uno querría evitar tanto el violentorevolucionario utópico de ciertas lecturas de Marx y las narrativas de auto­legitimación de la solidaridad orgánica (la base contractual de las relacionessociales) o burocracia. ¿Cómo es posible una sociedad construida sobre eldesacuerdo sin una violencia perpetua?

Sin embargo, tales análisis coyunturales no pueden entendersecomo proyectos totalizadores (en los que cualquier parte estáconectada a cualquier otra). El coyunturalismo, como compro­miso analítico, al igual que el contextualismo, se debe asumirde forma práctica. Por ejemplo, Hall aclara que él "no quieredar a entender una propuesta filosófica general de que las co­yunturas sean todo lo que podemos estudiar. .. Existen muchasotras formas de trabajar, no todas las historias ... tienen que serhistorias coyunturales".'! Sin embargo, es a nivel coyunturaldonde Hall cree que se puede articular el conocimiento de ma­nera más útil y concreta a los desafios y posibilidades politicas.

El coyunturalismo (de nuevo, como el radicalismo contex­tual) no niega la importancia de las categorías abstractas,como la cosificación. Simplemente éste no es el nivel de aná­lisis en el que se deba realizar el trabajo critico. Por más queuna abstracción como la cosificación nos pueda decir algoacerca de lo que diferencia el capitalismo del feudalismo, estono nos ayuda necesariamente a distinguir el capitalismo deotras formas de economia de mercado, y nos ayuda aún me­nos a entender las diferencias históricas y geográficas entreconfiguraciones específicas del capitalismo, precisamente loque necesitamos entender si tenemos la esperanza de imagi­nar nuevos futuros, y nuevas estrategias para alcanzarlos. Lomismo se puede decir de cualquier categoría abstracta comoel racismo y la colonización.

El análisis coyuntural (como actividad analitica) plantea almenos dos problemas interrelacionados fundamentales: Elprimero es una tarea de "juzgar cuándo y dónde estamos/noestamos pasando de una coyuntura a otra". Esto es por lo quela cuestión príncipal para los Estudios Culturales siempre es"¿cuál es la coyuntura que debemos encarar?"" El segundo,

11 Stuart Hall and Bill Schwarz, entrevista no publicada, 2004.

12 Stuart Hall and Bill Schwarz, entrevista no publicada, 2004.

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relacionado muy de cerca, exige que cada análisis debe inten­tar conseguir eljusto equilibrio entre lo viejo y lo nuevo (o entérminos de Raymond Williams, lo emergente, lo dominantey lo residual), entre lo que es semejante y lo que es diferente,entre lo orgánico y lo coyuntural (y lo accidental)."

Por tanto, la apelación a determinadas lógicas o procesos queparecen en alguna medida escapar de la coyuntura no es nece­sariamente un abandono del contextualismo radical sino unaexigencia de un mayor análisis de la complejidad de la co­yuntura en términos tanto a escala espacial como de duracióntemporal, expandiendo las posibilidades para que un análisisde la coyuntura se abra dentro de una multiplicidad de con­textos que se superponen, y que operan a diferentes escalas, ode lo que podriamos denominar contextos incrustados. Comomínimo, esto nos capacita para reconocer que mientras las co­yunturas se encuentran en gran medida constituidas como or­ganizaciones nacionales, éstas se articulan cada vez más y demanera más profunda con prácticas internacionales, transna­cionales y globales, con relaciones, procesos e instituciones."Adícionalmente, no debemos olvidar nunca que las abstrac­ciones y conceptos son siempre contextuales en sí mismos, ytienen sus propias condiciones de posibilidad.

Comienzo con este sentido del contextualismo radical y el co­yuntura1ismo de los Estudios Culturales porque pienso quetienen cuatro implicaciones absolutamente cruciales: se su­pone que los Estudios Culturales son arduos, que también sonsorprendentes, que han de evitar permitir cualquier sucedáneoteórico o político para el análisis; y se supone que los Estu­dios Culturales son modestos. Tal contextualización radical

13 Ello ofrece la posibilidad de replantearse coyunturalmente la dicotomíaparticular/universal.

14 Es preciso investigar la forma emergente que Carl Schmitt denominó'nomos' del mundo. Ver Paul Gilroy, Postcolonial Melancholia (New York:Columbia University Press, 2004).

interrumpe cualquier anhelo de hablar antes de terminar eltrabajo, porque así es probable abandonar el compromiso conla complejidad, la contíngencia, la controversia y la multipli­cidad, lo que es un distintivo de los Estudios Culturales. Condemasiada frecuencia, frente a las necesidades aparentementeurgentes de la política, incluso los eruditos de los EstudiosCulturales pueden adoptar con demasiada facilidad el mismotipo de simplificaciones, reduccionismos y esencialismos alos que se supone que los Estudios Culturales deben oponer­se. El trabajo intelectual no siempre actúa con la misma tem­poralidad que la acción política y un mal trabajo intelectual(malos argumentos) hace malas políticas."

Demasiado a menudo, como intelectuales, somos reacios acomenzar aceptando que no entendemos lo que está pasan­do, que quizás lo que funcionaba ayer allí no funcionará hoyaquí. En vez de ello, cargamos con tanto equipaje teórico ypolítico que rara vez nos sorprendemos, porque casi siempreencontramos 10que estábamos buscando, y la explicación queya conocíamos prueba, una vez más, ser cierta. Creo que losEstudios Culturales están obligados a decimos cosas que to­davía no conocemos; buscan sorprender a sus productores,sus interlocutores, sus audiencias y sus integrantes y de estamanera, al ofrecer mejores descripciones y explicaciones (denuevo explicaciones que no rehuyen la complejidad, la con­tingencia y la contestación), abrirse a nuevas posibilidades.

Los Estudios Culturales tienen que evitar dos discursos cadavez más seductores que en cierto sentido sacan al analista delatolladero. El primero toma sus propias suposiciones polítícas(por muy llenas de sentido común que estén) como si fueranla conclusión de algún análisis, que siempre se asume que hasido completado en algún otro lugar (pero que siempre está

15 No sugiero aquí ninguna relación necesaria entre el conocimiento y la po­lítica, sino que más bien quiero apuntar a las posibilidades de su articulación.Agradezco a Eduardo Restrepo que me lo haya señalado.

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ausente). El deseo político falsea las posibilídades de la com­plejidad y la exigencia de concreción. Llevado al extremo, elperiodismo político partidista (que a menudo ha degenerado enagresión verbal) sustituye al trabajo intelectual. Los EstudiosCulturales tienen que combatir la propia seguridad de la cer­tidumbre política, reconociendo que cualesquiera que sean lasmotivaciones, esperanzas o suposiciones que conducen a undeterminado estudio, la política llega a la conclusión del análi­sis. El segundo, parafraseando a Derek Gregory (2005), asumeque el mundo existe para proporcionar argumentos a nuestrosconceptos. En lugar de una digresión a través de la teoria, éstase sustituye por el análísis social, como si las categorias teó­ricas fueran, en si mismas, adecuadas para la descripción deuna coyuntura. Para utilizar a Heidegger por un instante, secombina la ontología fundamental, la ontología regional y elanálísis coyuntural. Los Estudios Culturales precisan juntar 10conceptual y 10 empírico (aunque obviamente la separaciónentre ambos términos no está nunca claramente delímitada ynecesitan ser replanteados a la luz de un materialísmo radical­mente contextual), con la posibilídad de que el último (lo em­pírico) podría de hecho distorsionar al primero (lo conceptual)incluso cuando el primero conduce a una nueva descripcióndel último. Es esta posibilídad la que parece a menudo desva­necerse en algunas versiones del análísis critico contemporá­neo. Es más, los Estudios Culturales tienen que negar cualquiercategoría que resulte sagrada para la teoria; es una herramientacuya utilídad sólo se puede medir contextualmente.

Esta es la importancia de la manera con que Hall (l997a, p.152), de forma elocuente, rechaza vestirse con el manto delteórico:

Mantengo una relación estratégica con la teoría. No meconsidero un teórico en el sentido de que éste sea mitrabajo. Siempre estoy interesado en seguir teorizandoacerca del mundo, acerca de lo concreto, pero no meinteresa la producción de teorias como un objetivo ensi mismo. Y por tanto utilizo la teoría de manera estra-

tégica ... es así porque creo que mi objetivo consiste enrazonar la definición del objeto en sus muy diferentesrelaciones.

Para Hall, lo anterior define una aplicación diferente de la teo­ria: "Éste puede ser un trabajo teórico siguiendo una pautaaparentemente flexíble, porosa, pero sin falta de rigor. Siempreestá conectado a la particularidad de un momento determina­do"." Y esta relación especial con la teoría está de alguna for­ma en el centro de los Estudios Culturales: "los Estudios Cul­turales ... sólo pueden funcionar auténticamente moviéndosede una coyuntura histórica en otra, utilízando y desarrollandoun armazón teórico que no está conceptualmente depurado".

Esta contextualízación radical trunca también cualquier supo­sición de que las preguntas que hacemos, los retos a los quenos enfrentamos sean de alguna manera universales, comosi el mundo entero estuviera dirigido siempre a contestar lasmismas (nuestras) cuestiones. Demasiado a menudo actua­mos como si no existieran límites con respecto a la oportuni­dad de los debates en los que nos implicamos, de las teoríasque consideramos útiles y de las condiciones o circunstanciasque los han determinado. Tales formas de "provincialismo",incluyendo sus formas cosmopolitas contemporáneas, puedenhacernos difícil, si no imposible, como críticos sociales y ana­listas culturales, ponernos de acuerdo con la complejidad delos retos contemporáneos y en consecuencia debilitar nuestrapropia capacidad para entrar en discusiones más amplias asícomo para ayudar a imaginar futuros alternativos.

¿Cómo llegan a ser los Estudios Culturales tan j**********aburridos?"

16 Stuart Hally Bill Schwarz, entrevista no publicada, 2004.

17Comprendo quegran parte de lo queestoydescribiendo de forma mezquinacorno aburrido no lo es para muchas otras personas. Lo que quiero decircon aburrido es: políticamente irrelevante, excesivamente simple, cons-

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Quiero sugerir ahora que, en muchos casos (y con mayor fre­cuencia en los Estados Unidos), los Estudios Culturales hanfracasado en hacer honor a este proyecto contextualista, asícomo en trasladar este proyecto a los apremiantes desafíoscoyunturalistas. Esto requeriria no sólo hacer los EstudiosCulturales de forma coyuntural sino también reinventarlos(sus teorias y cuestiones) en respuesta a las circunstancias yexigencias coyunturales. Creo que es por este motivo que losEstudios Culturales (junto con otras muchas praxis y para­digmas criticas) han tenido, sorprendentemente, una escasacontribución al análisis de las luchas y cambios de suma im­portancia dentro de muchas formaciones nacionales asi comoa una escala transnaciona1. Sin comprender lo que está su­cediendo, los Estudios Culturales no pueden contribuir a laprevisión de otros escenarios y resultados, ni a las estrategiasque nos podrian conducir por caminos alternativos. Compren­do que esto es, en algunos sentidos, una opinión imposible,dada la gran dispersión y diversidad de los Estudios Cultura­les (especialmente, aunque no solamente, en Estados Unidos).Ahora bien, por dispersos y diversos que sean, todavía creoque se puede hablar del propio "centro" si uno lo decide, loque quiere decir que ciertos tipos de cuestiones, postulados yteorías son dominantes, y atraen a todo tipo de investigadoresa su órbita, al menos dentro de los ejes de influencia Anglo­Americanos, Europeos y, en menor medida, en otros lugares.La cuestión es si ese centro se ajusta al contexto (coyuntura)actual, y si, como práctica política e intelectual, resulta efec­tivo. No quiero decir que niegue que se estén realizando a loancho del mundo, y también en Estados Unidos, Gran Bretañay Europa, gran cantidad de trabajos coyunturales interesantese importantes. Tampoco quiero insinuar que todo trabajo rea-

truido sobre certidumbres intelectuales y políticas, a falta de la excepcionalarticulación del trabajo teórico y empírico que caracteriza lo mejor de losEstudiosCulturales, y por lo tanto,untrabajo que fracasa en diseccionarlascomplejidades concretas de la coyuntura.

lizado bajo el signo de los Estudios Culturales deba ajustarsea estas premisas. Quiero sugerir, aunque me repita, que la per­sistencia de un centro particular atrae dentro de su órbita grancantidad de trabajo, planteando preguntas, ofreciendo teoríasy validando métodos que pueden no reforzar nuestro compro­miso con la coyuntura actual, o nuestra capacidad de encararcuestiones sobre la misma.

Este centro, que está costeado cada vez más por el poder insti­tucional de la academia y por la tendencia creciente a confinarlos Estudios Culturales dentro de disciplinas, está edificadosobre una cierta ambigüedad limitada del concepto de cul­tura, dado que los Estudios Culturales se salen de la famosadicotomia de Williams: (1) cultura como un conjunto de ac­tividades representativas y textuales, a la que en ocasiones sealude como cultura estética o expresiva; y (2) cultura comoforma total de vida, como una organización material de ac­tividades. Sin embargo, este segundo significado de culturatiene su propia ambigüedad porque puede referirse tambiéntanto a la experiencia de esa organización como a la formaen que dicha organización (y su experiencia) se expresa, estoes, a los significados, valores e ideas plasmados en la formade vida completa (o lo que Hall denomina regularmente los"mapas de significado")."

Una serie de asuntos sucedieron al ir tomando forma este cen­tro: Primeramente, la cultura en su primer (y más estrecho)sentido no sólo figura en su agenda, sino que se convierte enel objeto de los Estudios Culturales. Los Estudios Culturalesse organizaron para centrar su atención en "textos", especial­mente, a menudo, populares (en oposición a elitista) y de losmedios de comunicación. Por ello Hall (1971) tuvo que reco­nocer, en uno de los primeros informes del CCCS que en los

18 No está claroqué fue lo que sucedió a los "sentimientos", en la noción dela estructura del sentimiento de WilIiams.

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Uses ofLiteracy de Hoggart se leía, "tales eran los imperativosdel momento, esencíalmente como un texto sobre los mediosde comunicación de masas ... la noción de que el centro, aldirigir su atención al estudio crítico de la "cultura contempo­ránea", iba a ser, fundamentalmente, un centro para el estudiode la televisión, los medios de comunicación de masas y lasartes populares ... aunque nunca diera satisfacción a nuestrosentido de la situación... sin embargo vino dado por defecto,para definimos a nosotros mismos y a nuestro trabajo. Aunqueparezca mentira, Hall nunca describe ningún otro "sentido dela situación" o "imperativos del momento". En consecuencia,los Estudios Culturales fueron considerados como un proyec­to hermenéutico y como resultado, tuvo que "cargar con" lasdisciplinas obviamente culturales o textuales y transformarlasconsiderablemente junto con diversos aliados.

En segundo lugar, el argumento de Williams de que cualquiertexto cultural específico podria ser entendido únicamente enrelación con la totalidad social, una totalidad que es simul­táneamente material, experiencial y significativa, fue aban­donado en gran medida a favor de un modelo muy diferentebasado en: (1) Una epistemíología que descarga todo su pesoen la construcción cultural de la realidad, con el resultado deque a menudo la cultura parece ser, en cierto sentido, másimportante y real que las dimensiones materiales o expcricn­ciales de la totalidad. (2) Cultura como proceso comunicativouniversal de conceptualización y personalización, lo que sig­nifica que las relaciones culturales han estado siempre estruc­turadas en tomo a una oposición determinada "comunicativa­mente" entre la los textos y la audiencia (etnografía). Por unlado, los Estudios Culturales podrian leer todas y cada una delas entidades como un texto, conduciendo a sus profesionalesa que todo tipo de entidades nuevas sean interpretadas, ideo­lógica o discursivamente, como si sus políticas fueran subsu­mibles dentro de la propia cultura. Por otro lado, los EstudiosCulturales tuvieron su inicio dentro de una búsqueda cons­tante de la realidad etnográfica, lo que la audiencia hace con

los textos, lo que fijaría los efectos de los textos fuera de suspropias lecturas. Esta realidad etnográfica ha sido entendidacasi siempre en términos de la relación entre la subjetividad yla identidad (retrotrayéndola por tanto bajo el signo del textoy de la ideología), Este movimiento comunicativo actúa encontra del argumento de Hoggart (1969, p. 18) de que los Es­tudios Culturales preguntan "no lo que la gente hace con esteobjetivo sino qué relación guarda esta ... compleja entidad,con la vida imaginativa de los individuos que constituyen susaudiencias".

Finalmente, el Centro de Estudios Culturales quedaba en­marcado por una asumida percepción del otro en aquello queresulta diferente (es decir, la diferencia establecida al nivelde la subjetividad), por lo que demasiado a menudo arrastradetrás de él el legado colonial de la antropología y la lógica dela colonización, imaginando que podría ser superado dandosimplemente voz a los otros (o incluso sencillamente dandocuenta de la diferencia o del sentido de diferencia del otro)(Morris 1990).1'

Estos tres movimientos responden, me parece, a tres pro­blemáticas políticas diferentes" dentro de la coyuntura; unaproblemática epistemológica de comprender el cambio; unaproblemática política de teorízar la resistencia; y una proble­mática fenomenológica de teorizar la dominación. La pri­mera plantea el problema de la cultura como un intento deresponder a la incapacidad de los paradigmas existentes deproducción de conocimiento para comprender la naturalezay las fuerzas del cambio social contemporáneo. La segunda

19 Recientemente esto se ha abierto a un centro emergente (e interesante)alternativo de Estudios Culturales, más comprometido políticamente, edifi­cado en la intersección de los movimientos sociales y el activismo político,aunque al final, en su mayorparte, no creo que está formulación se libere delos problemas que estoy describiendo aquí.

20 En un sentidoAlthusseriano más que Foucaulteano.

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plantea el problema de la cultura como una denegación polí­tica de teorías que asumen una oposición simple entre la do­minación y la subordinación, teniendo la primera el potencial(si no realmente el resultado) de "colonizar" completamente yconvertir la segunda en pasiva. La problemática final planteael problema de la cultura como un esfuerzo para reconsiderarlos procesos de dominación en términos de la producción deexperiencia, conocimiento y subjetividad.

Quiero sugerir, con Norbert Elias, que "la cultura se convier­te en un asunto de interés general sólo en ciertos momentoshistóricos cuando alguien en el estado presente de la sociedadencuentra expresión para la cristalización del pasado personi­ficado en 'las palabras?' (citado en Kuper 1999, p. 23). Aun­que, junto con Elias, me gustaría rebelarme "contra la nocióndemasiado estrecha e inequívoca de la cultura", y aunque megustaria poner énfasis en la cultura politica más que en lapropia cultura, creo que la emergencia de los Estudios Cultu­rales (en Gran Bretaña y Estados Unidos al menos, tras la Se­gunda Guerra Mundial) y su auto-organización alrededor delespacio del centro que acabo de describir, está basada en unasuposición acerca de la coyuntura, que pienso correcta: esacultura, tanto específicamente como textos estéticos o expre­sivos y en general como lenguaje y comunicación, ha surgidohistóricamente como un dominio crucial en el que la historiase estaba creando, y la resistencia se estaba organizando almenos en la medida de lo posible. Nuevamente, Stuart Hall(1981 p. 239) fue totalmente categórico en una declaracióndemasiado a menudo olvidada: La cultura popular es uno deesos lugares en los que se entabla esta lucha por y contrauna cultura de los poderosos ... No es una esfera en la quese podría "expresar" sencillamente el socialismo, una culturasocialista, ya completamente desarrollada. Por eso importa la"cultura popular". Si no, sinceramente, todo ello me impor­taría un bledo.

O quizá de forma más precisa, era la cultura como texto o dis­curso, como una estructura de mediación cognitiva o semán-

tica, donde se estaba constituyendo la experiencia vital delcambio histórico. Era el lugar donde la gente vivia y daba sig­nificado, y por tanto establecían, los cambios y retos politicosde sus vidas. En términos de Williams, la cultura textual eraellocus constitutivo y constituido de la estructura emergentede la opinión. En palabras de Althusser el nivel de cultura seestaba haciendo dominante.

Esto puede explicar en parte por qué las humanidades mismasestaban en crisis, una crisis que las hacía "implacablementehostiles" y aún vulnerables a la aparición de una práctica críti­ca, los Estudios Culturales, que consideraban la cultura comoalgo realmente serio. Según lo describe Hall (1990, p. 12),mostraban "una profunda desconfianza y estaban ansiosos porestrangular, como asi fue, el cuco que se había introducido ensu nido". Aunque esta crisis también "convocó e hizo posiblela emergencia de los Estudios Culturales en los años 1960 y70". Fue por este motivo que los Estudios Culturales tuvie­ron que afrontar la tarea de desenmascarar lo que considera­ban ser las presunciones no expresadas de la propia tradiciónhumanista. Hubo que esforzarse para clarificar los supuestosideológicos que daban base a la práctica de los Estudios Cul­turales, exponer el programa educativo (que era la parte noidentificada de su proyecto), y tratar de realizar una críticaideológica de la forma en que las humanidades y las artes sepresentaban a si mismas como parte de un conocimiento des­interesado. Tuvieron que emprender un trabajo de refutaciónpara airear la naturaleza regulativa y el papel que tenian lashumanidades en relación con la cultura nacional. Dentro delcontexto de tal proyecto, queda claro por qué recibimos cartasgroseras de alguna gente (Hall 1990, p. 15).

La importancia emergente de la cultura se hizo evidente enla preocupación creciente en la academia (yen otras partes)por el lenguaje y la cultura en la forma que Foucault y otrosdenominarían "control a distancia", y en la progresiva pre­ocupación pública por cuestiones de propaganda, mensajessubliminales, movilización de las ideas, dispersión de la edu-

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cación, etc." Éste fue el momento en que la comunicación yla cultura (como procesos humanos y ámbitos de discusión)se desplazaron al centro de la vida pública (vinculados en unprimer momento a conceptos en gran medida teóricos, impli­cados en la critica de la ontología porun lado, y el positivismopor otro), el momento de la así llamada revolución lingüisticacomo nuevo paradigma dominante (expresado en su interéspor la cultura de masas, la ideología, etc.). Desde luego, decirque la cultura se estaba haciendo domínante no es lo mismoque afirmar que era determinante, y la nueva visibilidad de lacultura y su papel eran sin duda el resultado, de forma com­pleja, de las particularidades de los acuerdos posbélicos entérminos políticos y económicos (por ejemplo el compromisocolectivo del "liberalismo", la guerra fría, etc.), pero tambiénde los antagonismos (incluyendo tanto la subida del neo-con­servadurismo como de la contracultura, el movimiento de losderechos civiles, el feminismo y, de modo más amplio, laspolíticas de identidad, los pánicos morales en tomo a la cul­tura juvenil). La propia guerra fria se desarrolló, desde luego,como una guerra ideológica, en los espacios político y cultu­ral (como en las formas totalmente visibles del McCarthysmoy el anticomunismo popular) a diferencia de la guerra contrael fascismo".

Al hacer de la cultura un elemento tanto central como omni­presente, y al identificarla como el principal locus de la expe­riencia del cambio y los desafíos históricos, este contexto, yel Centro que ayudó al nacimiento de los Estudios Culturales,ha tenido consecuencias profundas y positivas para nuestra

21 Quiero mostrar mi agradecimiento aCharles Aclantporcompartir conmigoalgunas de sus investigaciones en curso que parecen prestar credibilidad aesta hipótesis.

22 ¿Podría esto ayudar a explicar por qué los EEUU continúan siendo tanfuerte y profundamente anticomunistas, mientras permiten aparentementeque existan articulaciones del fascismo dentro de sus espacios políticos ygeográficos?

comprensión de la política y del poder. Destacó la naturalezadelegatoria y los aspectos representativos del poder. "Descu­brió" la construcción cultural de la política económica (estataly de la ciencia económica). Desafortunadamente, aunque sinllegar a negar nunca la importancia de estas recapitulacionesmateriales y discursivas, con demasiada rapidez y por dema­siado tiempo las puso entre paréntesis, sólo para que retoma­ran reprimiendo la propia cultura. Con la descentralizacióndel estado, no sólo se diversificaron los lugares de poder (deforma que el poder al igual que la cultura estaba en todas par­tes) sino que, demasiado a menudo, consideraron el podercomo algo despersonalizado y desconectado de las relacionesmateriales de desigualdad y de dominación con su influenciaen el día a dia. Diversificó las dimensiones y los dominios dela política abriendo al poder (con numerosos aliados en estecaso) a nuevas diferencias y nuevas prácticas. No sólo hizovisibles la politización y las políticas culturales (por ejemplola ideologia, las guerras culturales) como cuestiones funda­mentales, como la necesaria localización de la cuestión básicade por qué la gente parece actuar en contra de sus propiosintereses aparentes, también advirtió de la creciente culturi­zación de la política.

LA LUCHA SOBRE LA MODER:-;lDAD

Lo que denomino Centro de Estudios Culturales tuvo ciertosproblemas, aunque sin perder su posición dominante en losaños 1980, como resultado de al menos dos acontecimientos.En primer lugar, nuevas actividades, organizaciones, relacio­nes y geografías de la política y la economía cuestionarongran parte del armazón en el cual los Estudios Culturales ha­bían formulado sus argumentos. La globalización, regionali­zación, financiación, el ascenso de nuevas alianzas políticasconservadoras de varios tipos a lo ancho del mundo, el fin dela guerra fría, las intervenciones políticas de las grandes cor-

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poraciones multinacionales, el creciente poder de las forma­ciones religiosas, hicieron todas ellas obvia la crisis orgánicay definieron una coyuntura cambiante a la que el Centro deEstudios Culturales pareció incapaz de responder. En segundolugar, estaba cada vez más claro que los Estudios Culturalescomo proyecto habían nacido en un amplio rango de localiza­ciones geográficas diferentes tras la Segunda Guerra Mundial,recurriendo cada uno a sus propias tradiciones y formulandocada uno de ellos cuestiones aisladas para una política de lacultura. Mientras esta diversidad de Estudios Culturales refor­zó la noción de dominio de lo cultural, también cuestionó laorganización particular que había llegado a dominar la tradi­ción Anglo-Americana como su centro.

La impugnación de este centro fue presagiado en Polícingthe Crisis, que en muchos aspectos, fue en contra de los fun­damentos de ese centro. Su noción clave, la hegemonía, noes una categoría cultural, sino un concepto en el límíte de locultural. Las polítícas hegemónícas no son única, ni princi­palmente, un asunto de la cultura aunque ímpliquen necesa­riamente un trabajo cultural. Policing the Crisis rechaza, enlos términos más absolutos, reducír la hegemonía tanto a unacontíenda cultural como a una organización formalista de laestructura social.23 La hegemonía trata de las relacíones entrecultura, política y economía. Señala, en un sentido muy real,una revolución en los Estudios Culturales, de lo cultural a lopolítico (y lo económico, aunque no completamente a la po­lítica económica). Propone un giro en las príncipales cuestío­nes que guían los Estudios Culturales volvíendo, aunque deun modo nuevo, a las cuestiones puestas entre paréntesís en

23 Como en la noción de una frontera de Lac1au y Mouffe, o en términos deuna lógica de la diferencia(o incorporación) y laamenazade la transgresión.Tales soluciones formalistas constituyen simplemente ejemplos de una mayortendenciaa aceptar que se puede reemplazar el análisis social porcategoríasfilosóficas y/o estéticas, como si el mundo social ejemplificara simplementenuestras soluciones teóricas.

trabajos previos. La hegemonía señala a la lucha por capturarel estado mediante una cierta alíanza de intereses económicosque conlleva una guerra de posiciones (o alianzas temporalesen múltiples territorios en disputa) a través de las cuales elbloque hegemónico trata continuamente de ganar consensopara su liderazgo y sus esfuerzos para reorganizar las posi­ciones políticas, las alianzas y el poder de varias fraccíonesde población, todo en respuesta a una crisis nacional orgánica(que por supuesto es construida discursívamente).

De hecho, si en sus primeros pasos, los Estudios Culturalesbritánicos se preocupaban en gran parte de asumir la temáticade la socíología (con un proyecto, por lo demás no íntencio­nado, de reconstruir tanto las humanidades como las cienciassociales), tratando de hacer sociología mejor que los sociólo­gos, parecia ahora como si hubieran escuchado la alegacíónde Gramscí de que "todas las cuestiones esenciales de la so­ciología no son más que las cuestiones de la ciencia política".Por lo menos, Policing the Crísis aclaró que los retos que te­nían lugar dentro de la cultura, e íncluso aquellos que tratabanacerca de la cultura, tenían que ser ubicados en un contextomás amplio y más complejo de desafio hegemóníco. Dichosdesafíos culturales sólo se pueden comprender cuando se haceevídente su articulación con la lucha por la hegemonía. Deuna forma nueva, Policing the Crisis redescubrió lo que siem­pre había sido un postulado implícito de los Estudios Cultura­les: no se puede hablar de cultura si se separa de la totalídadde sus relaciones sociales y materíales.

Polícíng the Crisis insinuaba una crisis orgánica que ha mo­delado Gran Bretaña al menos desde los años sesenta. Comohe mencionado, una coyuntura es una articulación especificade la organizacíón social como un contexto. En el caso deltrabajo del Centro sobre el Thatcherísmo, la raza, y sus arti­culaciones, se definía la especificidad de la coyuntura por laexistencia de lo que el centro, síguiendo a Gramsci, denominóuna crisis orgánica. Me permito citar a Gramsci aquí (Grams­ci, n.d.): "Una crisis sucede, algunas veces dura décadas. Esta

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duración excepcional significa que se han revelado contradic­ciones estructurales incurables (alcanzando la madurez)".

Roger Simon (n.d.) hace suyo el argumento:

Si la crisis es profunda, una de tipo orgánico, los es­fuerzos no pueden ser meramente defensivos. Deberánconsistir en la lucha por crear un nuevo equilibrio defuerzas políticas, que requiere una remodelación de lasinstituciones del estado así como la formación de nue­vas ideologías; y si las fuerzas progresistas no son lobastante fuertes para desplazar el equilibrio de fuerzasde forma decisiva en su dirección, las fuerzas conser­vadoras tendrán éxito en construir un nuevo sistema dealianzas que reestablecerán su hegemonía. Por debajode la superficie de los acontecimientos del día a día,habrá tenido lugar un cambio estructural orgánico y re­lativamente permanente.

Sin duda surgen varios problemas cuando se emplea el vo­cabulario de la crisis, lo que parece indicar un momento deestabilidad normativo e implícitamente, una unidad orgánica.Aun así hay momentos en los que aparecen inestabilidades ycontradicciones en casi cada punto de la organización social,y en los que las luchas se hacen visibles y auto-conscientes.En Policing the Crisis se razona que Gran Bretaña se hallabaen medio de una crisis orgánica; El análisis de "los atracos"que es el punto de partida empírico, apuntaba a esa crisis, ysólo en este contexto se podrían identificar incluso los atracoscomo un problema. Los autores ven la crisis orgánica comoparte de una historia más prolongada de la organización socialposbélica, y razonan que "no existe todavía un análisis coyun­tural adecuado de la crisis de la posguerra al que se puedanañadir nuestras preocupaciones más apremiantes" (Hall et al.1978, p. 218). Hay buenas razones para asumir que los Esta­dos Unidos, así como otras sociedades, han padecido crisisorgánicas en cierto modo similares, aunque sus condicionesy su periodicidad sean sin duda alguna geográficamente dife-

rentes. Creo que tampoco nosotros disponemos de un análisiscoyuntural adecuado sobre el que edificar un diagnóstico yuna estrategia críticos en Estados Unidos (ni ella mayor partedel mundo). Las crisis orgánicas no se establecen fácilmentede una vez por todas, ni existe un solo acuerdo que les hagarecuperarse. Se pueden ofrecer o intentar más bien un conjun­to de acuerdos temporales e inestables, hasta que finalmentela crisis se resuelve, a menudo mediante reconfiguraciones ra­dicales de la propia organización social. Pero incluso si el re­sultado es un período de estabilidad estructural relativa, siem­pre será inestable y temporal. Por más que el Thatcherismo("neoliberalismo") proporcionara una suerte de resolución ala crisis orgánica de la coyuntura, muchas de las caracterís­ticas y elementos de ésta han continuado dando forma a lassiguientes, lo que se debe tener en cuenta sin embargo paradefinir una coyuntura radicalmente diferente.

Esta crisis (o dicho de manera más precisa, un conjunto decrisis continuamente rearticuladas) ha sido continua y, sor­prendentemente, ha permitido únicamente acuerdos de lomás inestables y de corta duración, incluso mientras el pro­pio terreno en el que la crisis se está desarrollando se ha idotransformando continua y significativamente en determinadasdirecciones. Es una crisis con la que continuamos viviendonosotros (en Estados Unidos) y muchos otros (en numerosaspartes del mundo). Es una crisis, en parte, de la economía, de­finida por una sucesión de luchas y transformaciones dentrodel capitalismo (datadas con frecuencia desde alrededor de1973). La crisis es en parte una lucha hegemónica por contro­lar el estado mediante la reconstrucción de posibles alianzas ylealtades (una guerra de posiciones).

Aunque creo que cuando tengamos en cuenta la amplitud delos lugares de batalla en Estados Unidos (sólo hemos indica­do más arriba algunos de ellos), así como la especificidad dedichos lugares, cuan profundamente rompen nuestros modoshabituales de vida y nuestros postulados de sentido comúnmás básicos, podríamos concluir que algo "más" está pasan-

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do, que el concepto de hegemonía es necesario pero no sufi­ciente para dar sentido a esta "sensación" de casi una épocade desmembraciones contemporáneas. En Estados Unidos(el único lugar del que puedo hablar con cierta desenvoltu­ra, incluso con autoridad) podria describir las contiendas quehan estado desarrollándose durante medio siglo corno partede una lucha más amplia contra la configuración especifi­ca de la modernidad (lo que denomino modernidad liberal)que ha prosperado y llegó a ser dominante dentro de EstadosUnidos entre la Reconstrucción" y los años cincuenta. Lainstauración de esta "modernidad liberal" no ha sido lineal nipaulatina, y quizás tampoco ha sido completa o indiscutible,pero ha llegado a definir en gran medida a los Estados Uni­dos del siglo veinte. La lucha contra esta modernidad liberales al menos tan complicada y extraordinaria corno lo fue lalucha para levantarla; está siendo sacudida desde la izquier­da y la derecha contra el centro liberal: involucra a faccio­nes y organízaciones culturales, políticas y económicas enalianzas desiguales e inestables. No creo que se haya alcan­zado ningún acuerdo, ningún equilibrio de fuerzas, durantelos últimos treinta años, aunque está claro que determinadasfacciones han ido ganando poder de forma pausada y obte­niendo a veces un poder desproporcionado para dar forma alos posibles futuros entre los que la sociedad debe elegir. Sinembargo no creo que se pueda decir cuales van a ser los re­sultados; cualquiera que vaya a ser la modernidad que viene,la reconfiguración emergente de la modernidad, no va a serla simple realización de cualquier proyecto, aunque nueva­mente, está claro que durante las tres últimas décadas, la asídenominada Nueva Derecha (en la que se incluyen diversasfac~iones neo-conservadoras, variadas facciones religiosas,y diferentes facciones capitalistas corporativas) parece estarejerciendo las presiones decisivas más poderosas y empujan-

24 Ver Dubois, Black Reconstruction in America 1860-1880, New York:Free Press, 1992.

do al país (si no a grandes partes del mundo) en direccionesdeterminadas.

Pcrmítaseme ofrecer algunas de las conclusíones precoces yprovísionales de mís propías investígacíones sobre esta co­yuntura: en términos económicos, el acuerdo emergente (o almenos la trayectoría hacia una modernidad reconfigurada) noparece, en oposición a las reivindicaciones harto habitualesde la izquierda, conllevar la reducción de todo valor a su va­lor económico, sino una transformación de la economía ba­sada en la devaluación del trabajo y la apoteosis de variasdefiniciones finalistas del empresariado y el capital financiero(de forma que la inversión es más importante que el trabajocorno fuente de riqueza). Es más, corno muchos comentaristashan señalado, esto se acompaña de variados esfuerzos paradesplazar la carga del (todo tipo de) riesgo de las entidadessociales y corporativas sobre los individuos y las familias.Las organizaciones económicas discursivas han concedidoun nuevo lugar privilegiado a los discursos económicos queelogian al mercado y la cotización corno la nueva lógica de laelección racional, eliminando, al menos corno objetivo, cual­quier referencia a los valores comunes y los bienes públicos.Esto también reemplaza a una serie de objetivos definidos poruna visión de la movilidad económica que apunta a 10 que sereconocería corno una sociedad imaginaria sin clases (esto es,de clases medias). En este contexto, es la derecha la que hareconocido que los mercados son más que unas simples rela­ciones económicas; conllevan también tanto relaciones socia­les corno culturales (aunque las diversas facciones capitalistasde la derecha rechazan el trabajo necesarío para crearlas ymantenerlas competitivas). Estarnos presenciando una nuevay poderosa rearticulación de la economía y la religión, en laforma de una celebración patríótica de una forma especial decomprender los mercados (corno un intercambio individualdesligado de las fuerzas sociales) y del comercio/mercado li­bre no corno competitivo sino corno desregulado. El resultadode estas varíadas luchas y transformaciones se descríbe sólo

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engañosamente como neo-liberalismo, lo que, creo, se entien­de mejor como la ideologia de una alianza especial entre lasfacciones capitalistas.

En términos políticos, se está desarrollando una clara lucha desoberanía, una relación compleja y múltiple, y podemos verclaramente la multiplicación de las formas de gobierno y degobernabilidad (por ejemplo, la utilización en aumento de lalitigación y la regulación, la importancia creciente de las cul­turas corporatívas) con el resultado de que el "estado" se estávolviendo menos educativo (aunque bajo el régimen actual,se está implicando de forma creciente en la regulación moral).Pero están sucediendo más cosas. Existe, por un lado, un des­interés complejo y contradictorio con la política electoral esta­tal (yen muchos casos, por la política en sentido amplio) quese comprende de forma creciente como puramente ideológicoo puramente gestor, como si existiera un deseo de no saber,de no implicarse, como si se hubiera finalmente consumado"el miedo a la libertad" de Fromm. Si estos cambios estánteniendo lugar "en el centro" existe también una transforma­cíón cada vez más influyente y poderosa por parte de ciertosgrupos (tanto de la izquierda como de la derecha) sobre ciertostemas y organizaciones de poder. Aquí la ideología es más unacuestión de mantenimiento de alianzas, y la opinión públícase convierte en un sofisticado y cada vez más influyente me­dio por derecho propio, para ser manipulada y utilizada de lasmás variadas formas, pero rara vez como medio de evaluaro movilizar sencillamente el respaldo público. Al polarizarse(y comprometerse de forma afectiva) cada vez más los dosfrentes de la batalla, el compromiso e incluso el diálogo sevuelve menos posible e incluso menos deseable como nece­sidad política, por no decir nada de su valor como estrategiademocrática. Por tanto, el partidismo y la disciplina políticase hacen más importantes. Está cambiando el equilibrio entreel discurso político y los discursos de la moralidad/religión,como son las relaciones entre consentimiento y fuerza, y lasrelaciones entre el centro y los extremos de la vida política.

En el campo de la cultura, la modernidad emergente se estáedificando sobre un grave y efectivo ataque contra el secula­rismo y la educación, y la reconstrucción de las organizacio­nes discursívas de autoridad y conocimiento. Una de las con­secuencias de un fanatismo político en aumento seria el casicompleto colapso de instituciones y prácticas de adjudicaciónen las demandas por competencias del conocimiento, no sólointerpretativas sino incluso "objetivas", si se me permite unasimplíficación excesiva, burda pero pragmática. Nuevos con­ceptos del espacio y de las identidades espaciales, a cualquiernivel (global, regional, nacional, estatal y local) alimentantodo tipo de acciones afectivas y militares. Nuevos modos deindividualización (en términos de identidad de comunidades,y corporaciones, por no mencionar las implicaciones de losdescubrimientos biotecnológicos), nuevas estructuras de per­tenencia social (nuevas relaciones del demos y el etnos), ytransformaciones muy reales de las mismísimas nociones yexperiencias de la historia y la temporalidad (¡éstas son abso­lutamente cruciales para el esfuerzo de imaginar alternativasy organizar el cambio!), están modificando las propias estruc­turas de la vida social y de la realidad.

Finalmente, creo que las relaciones entre el estado (y de for­ma más amplia la política), la economia y la cultura estánellas mismas reconfigurándose (Clarke 2004). Por un lado,podríamos decir que la cultura se ha colapsado en la políti­ca y la economía y, por tanto, hay quienes argumentan quela cultura tiene menor importancia. No obstante, al mismotiempo, podemos decir con la misma credibilidad que tan­to la política como la economía se están culturizando, y portanto, también se argumenta que la cultura importa aún más.¿Qué está pasando? En breve, sugeriré el hecho de que am­bas posturas realmente apoyan la necesidad de reconsiderar lanoción Althusseriana modernista de la totalidad social comouna relación entre un número de niveles relativamente autó­nomos. Pero primero quiero indicar que no está tan claro, yciertamente no se puede asumir, que la cultura continúe sien-

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do dominante en la coyuntura actual o en el acuerdo emer­gente. Dicho de manera más precisa, la cultura textual (tantoelitista corno popular) no está jugando el mismo papel centralque creo que desempeñó en las décadas que siguieron a laSegunda Guerra Mundial (las décadas que contemplaron laemergencia de los Estudios Culturales globalmente). No esen la cultura donde se está organizando y experimentando elcambio, y no es donde se está organizando de forma viable laoposición. Existe una discrepancia creciente entre los vecto­res y efectos aparentes de la cultura textual y la vanguardia dela transformación política y económica. Esto no quiere decirforzosamente que la cultura no importe pero las vías por lasque es relevante, y por tanto sus efectos, han cambíado demaneras que todavía no hemos comenzado a contextualizaro teorizar. Creo que esto es cíerto en cuanto a los medíos decomunicación, incluyendo el cine, la televisión y la música y,podria sugerir, los espectáculos en general. 25

Podria dar un paso adelante en este razonamiento e indicarque todavia se comprende más ampliamente el predominiode la cultura al estar siendo desplazado el significado, la me­diación, la representación, lo ideológico, lo semiótico (o cual­quier término que se prefiera). No quiere decir que la realidadhumana haya de alguna manera renunciado a su construccióndiscursiva sino que ciertas dimensiones de la discursividadno están definiendo por más tiempo el lugar de la experienciahistórica y el cambio. Es decir que las formas en que la cultura

25 Porejemplo,mi investigaciónacercade la juventud indicaque los niños dehoy organizan su relación con la música de formadiferente. Si en momen­tos previos desde la Segunda Guerra Mundial los niños tendían a definirsea sí mismos por la necesidad de definiciones exclusivas sobre sus gustosmusicales, los niños de hoy parecen tener gustos más flexibles, fluidos yeclécticos. Y así, serun aficionadodedicado y definidototalmente por unaúnica forma o un género musical se está convirtiendo cada vez más en un"estar fuera de onda", No reivindico saberqué significa esto, pero parecedesafiar granparte de lo que dábamos por sentadoacercade la importanciade la música y cómo ésta actúa.

es importante están cambiando en si mismas, y nuestro tra­bajo no ha seguido su ritmo. Por ejemplo, durante un tiemposostuve que la política está definida crecientemente, y en pri­mera instancia, de forma afectiva más que ideológicamente.(Querría aclarar de nuevo que estoy hablando principalmenteacerca del contexto de mi propia investigación, los EstadosUnidos, y sus territorios relacionados de pertenencia).

Siento la tentación de decir que la localización principal de laconfiguración y la experiencia del cambio se está adentrandoen el reino de la política y la economía (siendo ellas mismasdesde luego definibles corno formaciones discursivas o apa­ratos), aunque no tengo intención de crear una oposición tanabsoluta porque no pienso que nos enfrentemos a una frac­tura que podría sencillamente relegar la cultura a un papelsecundario. Es más, corno argumentaré, no quiero reproduciresta división de la organización social corno si estuviera com­puesta de niveles o dominios separados, Más bien, prefieroafirmar que estarnos en medio de una crisis coyuntural en laque la propia cultura se está rearticulando y recolocando. Enotras palabras, mientras la estructura emergente de las sensa­ciones se constituye dentro de los dominios de la política yla economía así como los constituye "directamente", dichosdominios son absolutamente inseparables de la cultura (en­tendida en gran medida tanto en términos discursivos cornotecnológicos), asuntos que saltan cada vez más a primer planode lo que tenernos que denominar cultura política y económi­ca (pero no según han sido conceptualízados éstos dentro desus respectivas disciplinas). Al mismo tiempo, déjenme aña­dir que esta estructura emergente de sentimientos implica unareconstrucción significativa de los afectos más poderosos ydeterminantes, asi corno de todo aquello que nos resulta im­portante, organizados alrededor de al menos tres pilares demiedo, humillación y sentimentalismo.

Aunque crea que estas luchas y cambios coyunturales sean"señales", e incluso partes, de una rearticulación más ampliade la modernidad por la que estarnos atravesando, no es un

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cambio de época, ni una fractura en la que todos los cambiosy luchas se correspondan de algún modo unos con otros, deforma que todo ello pueda ser descrito o adjudicado a unalógica única. Es una guerra de posiciones; los cambios hande ser articulados de manera conjunta. Diferentes cambios yluchas comienzan en momentos diferentes, tienen velocida­des diferentes, emergen de proyectos diferentes, encuentranresistencias diferentes, y actúan en localizaciones socialesdiferentes. Aunque, tomados juntos, constituyen un desafio,tanto desde la izquierda como desde la derecha, para la propiaorganización de la modernidad en si misma que hemos lle­gado a dar por sentado a lo largo del pasado siglo (e inclusomás lejos para algunos elementos). Es con este espiritu conel Hall (1995, p. 67) reivindica que estamos viviendo en "unmomento marcadamente transicional, una coyuntura propia­mente Gramsciana... entre el antiguo estado que no podemosocupar totalmente ni dejar completamente, y un nuevo estadoal que podemos estar viajando, pero que ignoramos. Lo queparece atractivo de este estado transicional es que sea "post",vivir en el momento del post". Esta imagen tan atractiva, y encierto modo Hegeliana, sugiere que estamos en medio de unacrisis orgánica un tanto prolongada, la que he descrito comouna guerra de posiciones entre concepciones y configuracio­nes competitivas de la modernidad, con toda la complejidadque conlleva. Y esto plantea un reto muy serio para los Estu­dios Culturales, como anuncia Hall (1998, pp. 193,194).

Los Estudios Culturales han tenido que realizar gran cantidadde trabajo analítico ... en términos de tratar de descifrar cómoestá cambiando la sociedad de maneras que no se adaptanal lenguaje político inmediato ... Los estudios requieren unaenorme acción de huida hacia delante para superar su agendaprevia... de forma que puedan hacer frente a estas relacionessociales mucho más largas, mucho más anchas, mucho másamplias. Estoy sacudido por la cantidad de trabajo potencialque existe, y siento que los Estudios Culturales no son cons­cientes de su nueva vocación. Podrian ser llamados a actuar

como la vanguardia que evaluara nuevas formas tanto de en­tender como de realizar el cambio social e histórico. Este esel reto, despertar a los Estudios Culturales de su, tomandoprestada una frase de Kant, "sueño dogmático".

LA RECOO<STRUCCIÓN DE LOS ESTUDIOS CULTURALES

Parte del reto al que nos enfrentamos al intentar aceptar estedesafio sobre la modernidad (en sus diversas manifestacionesescalares) consiste en hallar formas de interrogar cómo se arti­culan en su especificidad coyuntural la política, la economia yla cultura con sus diferencias al tiempo que como una unidad.No creo que esto se pueda lograr siguiendo el camino de laeconomía política, aun cuando intente tomarse en serio el girocultural, lo que es bastante raro." Al final, considera la culturacomo un medío al que se traslada la economía y que se muevea su través, pero sin efectos reales propios. En consecuencia,la economía política asume siempre un privilegio universal(una singularidad descontextualizada) de la economía por en­cima de la política y la cultura. Tampoco creo que este proyec­to se pueda llevar a cabo mediante nociones de gobernabilidaddonde, sean cuales fueren las fuerzas económicas, no tendríanun poder determinante sino que serían simplemente el origende las mutaciones gubernamentales, y donde la cultura seríasencillamente asimilada por lo gubernamental. 27

Creo que es necesaria esta tarea político/teórica en el contextode una lucha por la modernidad, que se puede describir par­cialmente, pero sólo en primera instancia, como un complejoconjunto de proyectos que aspiran a la universalización, pero

26 El trabajo de Bob Jessop sobre 'la economía política cultural' es un buenejemplo de sus límites.

27 Como mucho, en el trabajo de Tony Bennett, JamesHay, George Yudice,Toby Miller, etc.

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de maneras significativamente diferentes: prácticas, relacio­nes y discursos económicos por un lado y conceptos religioso/políticos moralizantes por el otro. Una forma práctica de abor­dar esta tarea implicaria desviar nuestra atención a las dos dis­ciplinas que con mayor éxito han evitado el giro cultural, y almismo tiempo, se han convertido en las más influyentes, bajoel signo de la ciencia, para moldear la politica pública y laimaginación social. Los Estudios Culturales, aunque no por simismos, necesitan interrogar a estas disciplinas como ya ayu­daron a transformar otras disciplinas de las humanidades y delas ciencias sociales interpretativas, y ello no puede consis­tir en rechazar sencillamente las pretensiones o los métodoscuantitativos que utilizan. Deben entender su poder como unefecto de su posición dentro de las organizaciones discursivasmás amplias que definen, e incluso que son, las realidades dela multiplicidad de economias y políticas. Reconociendo losesfuerzos, tanto dentro como fuera de las disciplinas, de aque­llos ya comprometidos en tal proyecto, los Estudios Cultura­les deberían ayudar a hacer suyos y reconstruir las entidadesde estas disciplinas, el estado, la gobernación, las economías,los mercados, etc., que están excesivamente formalizados. Ci­tando a du Gay y Pryke (2002, p. 1):

Los conjuntos de procesos y relaciones que hemos llegado aconocer como "la economia" no parece que se deban dar porhecho por más tiempo como quizá una vez se hacia. Muchas delas antiguas certidumbres, tanto prácticas como académicas,acerca de lo que hace que las empresas sean sólidas o que losmercados funcionen, parezcan menos definidas, y sintamosque nuestro conocimiento acerca de ellas sea menos seguro.Pero entre estas incertidumbres en desarrollo ha surgido, omejor, re-surgido, una creencia de que algo denominado "cul­tura" es de algún modo critico para comprender lo que estásucediendo, y está influyendo en la economia contemporáneay en la vida de las organizaciones. Esta "revolución cultural"presenta muchas formas diferentes dependiendo del contextoy de los proyectos elegidos. Esto es en parte una invitación a

la interdisciplinaridad, pero, con objeto de realizarla, los alum­nos de Estudios Culturales tendrán que luchar contra tres ten­dencias cada vez más evidentes. Primero, existe una tendenciaa creer que se puede crear una "nueva economía", sin adentrar­se en la disciplina, extrayéndola como por arte de magia de lasteorias de los escritores favoritos. Se puede leer un economis­ta en concreto, siempre que su posición esté teóricamente y/opoliticamente en resonancia con las de uno mismo. De algunamanera la enorme diversidad de economías académicas (que amenudo se mencionan dentro de la disciplina como economíasheterodoxas), por no mencionar otras formas (extra-disciplina­rias e incluso extra-universitarias) y lugares de producción deconocimiento económico, sencillamente desaparecerian. Másaterradora resulta incluso la tendencia que tiene la teoria desilenciar y relegar cualquier esfuerzo de analizar las compleji­dades especificas de la vida económica, relaciones y discursosque podrian desafiar a la teoría. La interdisciplinaridad tieneque enfrentarse a la tendencia de asumir que la teoría es, auto­máticamente, una descripción adecuada (esto es, la más útil)de los contextos. Según menciona Hall (1990, p. 16):

Deducimos que un trabajo interdisciplinar serio noquiere decir que uno coloca la bandera interdisciplinary como consecuencia reúne una especie de coalición decolegas de diferentes departamentos, cada uno de loscuales trae su propia especialización a una especie de"buffet libre" académico del que los estudiantes puedenextraer a su vez una muestra de cada una de estas rique­zas. Un trabajo interdisciplinar serio implica el riesgointelectual de informar a los sociólogos profesionalesque lo que dicen que es la sociologia, no es lo que es.Debemos enseñar que pensamos que el tipo de sociolo­gía que rendiría un servicio a las personas que estudiancultura sería algo que no podemos obtener de los auto­designados sociólogos. Nunca ha sido una cuestión dequé disciplinas podrían contribuir al desarrollo de estecampo, sino de cómo se podrian descentrar o desesta-

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bilizar una serie de campos interdisciplinarios. Tene­mos que respetar y emparejamos con los paradigmas ytradiciones del conocimiento y del trabajo empírico yespecífico de cada una de estas áreas disciplinarias paraconstruir lo que denominamos Estudios Culturales.

Con objeto de hacer economía mejor que los economistas, unodebe acoplarse tanto a los múltiples discursos, conocimientosy autoridades de la disciplina, como a lo que por convenienciadenominaré "realidades" empíricas, con toda su complejidady sofisticación."

La segunda tendencia es la inclinación, bajo condiciones deretroceso económico y de un creciente ambiente conserva­dor en la academia, a buscar refugio en la propia disciplinacomo si uno pudiera ser interdisciplinar dentro de la disci­plina. Los resultados son, siento decirlo, normalmente muypobres y aunque a menudo imaginativos, no muy útiles. Ensu lugar, necesitamos reanimar y repensar las posibilidadesde una investigación colaboradora e interdisciplinar, inclusorepensar la organización y el significado de la experiencia.La tercera tendencia, igualmente problemática, sería la deprívilegiar de forma irreflexiva las formas de conocimientoacadémico y de producción de conocimiento. Necesitamosreflexionar más acerca de nuestra relación como creadores deconocimiento con aquellos que están produciendo otros tiposde conocimiento fuera de la academia. Necesitamos ayudar acrear prácticas de traducción que nos podrían capacitar paradesarrollar nuevas formas de diálogo, análisis y crítica, y ne­cesitamos hacerlo internacional y globalmente."

28 Pennítaseme asegurar que no estoy asumiendo una postura empíricaopuestaa la discursiva. Quierodecir que 10 empírico no se puedereducir alo discursivo, sino que sobrepasa lo discursivo.

29 Existe unagran cantidad de análisis interesantes y sofisticadosquetienenlugarfuera de la academia, en tomo a las actividades del ForoSocial, de lasactividades de la Justicia Global, el movimiento"precariat", etc.

Hacer un tipo diferente de economía (coyuntural) implicareconocer que la economía no está sólo definida en exceso,sino que también es múltiple, relacional y discursiva. Porejemplo, si queremos desmitificar tanto las economías comola Economía, probablemente necesitemos reconocer al menoscuatro problemáticas diferentes: (1) el economismo, o el con­vencimiento de que la economía (entendida como medio deproducción, conflictos de clases, corporativismo, tecnología,finanzas o mercados) es la fuerza motriz de la historia, ha deser criticado con el concepto del exceso de determinación, (2)el capitalocentrismo, o el convencimiento de que el capita­lismo es una organización singular y singularmente ubicua,ha de ser reemplazado por el reconocimiento de la multipli­cidad, no sólo del capitalismo sino también de las prácticasy organizaciones económicas (Gibson-Graham 1996), (3) elproductivismo, o convencimiento de que la producción es laesencia de las economías, la fuente de valor fundamental o in­cluso la única real, ha de ser reemplazado por la dispersión ycontingencia del valor; y finalmente, (4) el esencialismo eco­nómico, o convencimiento de que existe una distinción esta­ble y universal entre las prácticas o relaciones económicas yno económicas, ha de ser reemplazado por el reconocimiento,no simplemente de que las relaciones económicas son par­cialmente discursivas en sí mismas, sino que la economía essiempre una categoria que se desarrolla de forma relacional.

Por lo tanto, la economía, y las categorías económicas comoel capitalismo o el trabajo, no son nunca meramente econó­micas, sino que siempre serán también sociales, politicas yculturales. El capitalismo como categoría abstracta no descri­be una forma de economía, sino un conjunto de posibilidadespara la organización de las formaciones sociales (vistas desdeuna perspectiva particular que sólo se puede entender coyun­turalmente). Hay que dirigir la mirada no sólo a las articula­ciones, sino a las formas de articulación entre los diversos dis­cursos y prácticas y a las relaciones entre ellos: negociación,distanciamiento, pactos, marginalización, etc. Hay que obser-

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var a las relaciones y prácticas económicas, de forma precisa,localizadas a lo largo de trayectorias particulares, y en lugaresgeográficos e institucionales específicos. Como consecuencia,hay que estudiar la formación social en sus aparatos concretos(formaciones discursivas) y su totalidad coyuntural. 30 Ademáshay que estar abierto a la posibilidad de multiplicar las econo­mías con los espacios y lugares donde vive la gente." En tan­to se necesita replantear las economías y la Economía, creoque es tambíén necesario aceptar las cuestiones de la cienciapolitica dentro de los Estudios Culturales. Esto implica nosólo re-teorizar el poder sino los conceptos más limitados depolítica, estado y gobernación." Demasiado a menudo, nos

30 Recientemente,la UE anuncióque se deberíapermitir a las compañíaspre­sentarsus informesfinancierosde acuerdocon los requerimientos contablesde los Estados Unidos en vez de los de la DE bajo determinadas circuns­tancias. Por extraño que parezca, nadie de los que pregunté comprendía loque significaba esto, o cuáles iban a ser sus consecuencias, o cómo hablarde ello en términos de Estudios Culturales. Parte de este trabajo ya está enproceso, en la economía la heterodoxiaflorece, sea en las diversas escuelasMarxistas, incluyendo la escuela normativa y el grupo del replanteamientodel Marxismo, o diversas economías institucionales y sociales (incluyendolos seguidores de Veblen, Polanyi y Braudel), los economistas feministas,los economistas geográficos, las redeseconomistas post-autistas, las econo­mías postmodernas y de la complejidad,diversashistoriasde la economía, yvariosgruposde corrientes autónomas,etc. No sorprende que mucho de estetrabajo esté marginado dentro de las disciplinas. Perodeberíamosreconocerque siemprey en la actualidad la unidadaparente de las disciplinas escondenormalmente unarica diversidad.

Tampoco resulta extraño que mucha de la heterodoxia económica no seade ayuda para los Estudios Culturales. Dentro de los Estudios Culturales ydisciplinas afines (antropología, geografía, etc.) hay también mucha genteque ha comenzado ya a realizarpartede este trabajo. Existen tambiénpro­yectos interesantes en las escuelas de negocios (por ejemplo, trabajo sobrela historia de la contabilidad como formaciones discursivas).

31 Verel importante trabajo de Gibson-Graham aquí.

32 Parte de este trabajo ya está en proceso, dentro de las disciplinas de laciencia política por autores tan diversos corno: Jodi Dean, Mike Shapiro,Wendy Brown, WilJiam Connolly, Etienne Balibar, etc.

basamos en modelos cuestionables de aparatos y gobernaciónestatal, de sociedad civil y jurisprudencia, para nuestra com­prensión de temas cruciales como son los derechos, las colec­tividades y las organizaciones políticas. Muchas de las mis­mas advertencias y complejidades a las que he aludido acercade la economía se pueden aplicar igualmente al esfuerzo dereplantear aquellos "objetos", relaciones y aparatos sobre losque la disciplina o ciencia politica ha reclamado su soberanía,otro concepto que, por cierto, precisa fomentar la reflexióncultural y contextual. De nuevo, no quiero decir que niegueque se esté haciendo un importante trabajo sobre estos temas.Quiero adoptarlo. Estoy argumentando que se deben mover alcentro de los Estudios Culturales, que debemos tanto limitarcomo expandir nuestro sentido de lo que se debe incluir en lascreaciones futuras de los Estudios Culturales.

No estoy sugiriendo que abandonemos nuestras investigacio­nes sobre los medios de comunicación popular y otras formasde cultura textual. En muchos lugares, estas formas de culturatienen todavía una profunda importancia y, a menudo, en mu­chas de las mismas direcciones que los Estudios Culturalesprecisamente analizan. No obstante, en algunos lugares, nocreo que interesen en esos mismos caminos por más tiempo.Lo que pretendo sugerir es que las formas con las que interro­gamos a las actividades y textos culturales, las cuestiones queles proponemos, las categorias (conceptos) que posibilitan oimposibilitan preguntas particulares, y las herramientas teó­ricas y críticas que van a influir sobre ellas (siempre formasde gestionar la complej idad y la contingencia) pueden no serrespuestas particularmente útiles para la cultura en la coyun­tura contemporánea. Podemos precisar preguntar otras clasesde cuestiones, reconociendo que las guerras culturales no sonen última instancia acerca de la ideología, y que la ideologíase ha convertido en gran parte en un asunto de gestión internade las alianzas políticas; reconociendo que la cultura no es pormás tiempo el lugar único y únicamente importante de per­sonalización e identificación; reconociendo que, en términos

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políticos y económicos simples, los medios de comunicaciónmienten (aunque sus mentiras se descubren), que la gente pa­rece estar elígiendo en algún sentido actuar como ingenuosculturales (actúan como si creyeran las mentiras aun sabiendoque los medios de comunicación mienten); reconociendo quelos medios de comunicación están totalmente integrados en elcapitalismo corporativo incluso cuando se está redefiniendola relación de la política y la cultura; que la naturaleza de lasinversiones en identidad cultural están cambiando, incluso sisu articulación con las identidades políticas y económicas (ylas condiciones de posibilidad de actuación) están ellas mis­mas reconstituyéndose a fondo. Dada la contextualizaciónradical de los Estudios Culturales, resulta extraño cuán a me­nudo se ven reducidos a un conjunto de postulados acerca dela efectividad de la cultura popular y los medios de comuni­cación, y su lugar en la organización social de la vida de cadadia. ¿Es siempre necesario que la gente relacione la cultura através de sus textos y que su efectividad sea siempre a travésde procesos de significación y subjetividad? ¿Son siempre losmedios de comunicación pantallas sobre las que se proyectanimágenes de una realidad externa, como una representaciónteatral? No estoy negando que así haya sido, en contextos es­pecificas, un modo dominante de su actuación pero no piensoque siempre ha sido así, o que sea asi por más tiempo.

Amplías sectores de la cultura se han hecho tan corrientes,han sido tan absorbidos por la vida de cada día, que se hanhecho residuales, insignificantes en el sentido de Lefebvre.Esto no es una cooptación dentro de la política o la econo­mia sino una recolocación que deshace las identidades dela cultura, las fuerzas importantes y la efectividad. No digoque la cultura esté siendo integrada en un complejo militarindustrial (aunque esto pueda ser la pura la verdad) sino que,como resultado de un nuevo lugar de relacionalídad, comoparte de una estructura emergente de sentimientos, su propiaexistencia como un (conjunto de) formaciones discursivas seestá reconstruyendo, incluso está implicada en la reorganiza-

ción de la vida de cada dia. Me parece que los medios decomunicación y la cultura popular se están haciendo ambosmenos importantes, en términos de asuntos de ideología, oidentidad (ethnos), o como lugares importantes de adminis­tración, y más importante en otras, todavia en gran medida,inexploradas direcciones."

¡¡¡Ahora bien, debemos hacer todo esto sin abandonar losavances que hemos realizado!!! No debemos estar nunca deacuerdo con aquellos que puedan argumentar que las cuestio­nes de cultura e identidad fueran, y continúen siendo, distrac­ciones de alguna manera innecesarias para el trabajo real decomprender y transformar el contexto contemporáneo.

CONCLUSIÓl'

Está claro, no obstante, que esta llamada no va lo suficien­temente lejos, al igual que mis propias descripciones de losdesafios contemporáneos sobre la modernidad (arriba) hanfracasado en cuestionar algunas de las mismísimas (moder­nas) categorias que forman mi propio sentido común, tantocomo erudito en Estudios Culturales, y como tipo peculiarde personaje moderno. He estado tratando de insinuar que latarea real de los Estudios Culturales no es el análisis de losacontecimientos económicos, políticos o incluso culturales,sino de una coyuntura, y en particular de la guerra de posicio­nes en la que ya estamos implicados, y los complejos desa­fios para transformar y rearticular una modernidad diferente.Pero el mero hecho de reconocer que los Estudios Culturalesimplican análisis coyuntural nos exige replantear las mismísi-

33 Podría ofrecerel trivialejemplo de cómo los cambios en la distribución (ypublicación)de los libroshantransformado el territorio de las posibilidadespolíticas.

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mas categorías que desplegamos, categorías tan fundamenta­les para nuestro trabajo como "lo económíco" y "lo político".¿Cómo se pueden hacer Estudios Culturales sin cosificar talescategorías, tratándolas como cosas que están ahí fuera o comoniveles reales y segregados, como se ha hecho desafortunadapero claramente? Esto es desde luego tan cierto para el con­cepto de "cultura" como lo es para la economia. Como expusoel antropólogo colombiano Eduardo Restrepo "la cultura es laroca más profunda y más sólida de nuestro sentido común"."Este es el comienzo de mi esfuerzo por comprender los retosteóricos a los que se enfrentan los Estudios Culturales en lacoyuntura contemporánea. Esto podría implicar, no sólo unosEstudios Culturales post-antropológicos (como ha sugeridoPaul Gilroy) sino unos Estudios Culturales post-culturales (opor lo menos, pos-culturalistas),

Pero igualmente importante, los Estudios Culturales debenvolver a visitar la cuestión de cómo se teoriza la totalidadsocial (y las diferencias que están articuladas en ella) den­tro de la práctica de los Estudios Culturales, comenzando porasumir la contextualización o relacionalidad (dando por su­puesto no sólo que cualquier "término" se define únicamentecomo el efecto de las relaciones que desarrolla pero tambiénque las relaciones preceden y son más reales que los propiostérminos). Es decir, la cuestión de la totalidad, de una unidadarticulada o de una unidad diferenciada, es una cuestión delpropio contexto.

Podemos estar de acuerdo en que el contextualismo estableceque un acontecimiento no es nada por sí mismo. Es lo quees, por ejemplo, una actividad económica, y una actividadeconómica de un tipo determinado, exclusivamente dentro deun conjunto de relaciones. En ese sentido, todos los aconteci-

34 Eduardo Restrepo, conversación personal, Mayo2005. Para los comienzosde este proyecto, ver mi artículo "The Victory of Culture", primera parte(Against the Logic ofMediation), Angelaki , vol. 3, n'' 3 (1998), pp. 3-30.

mientos, todas las actividades son condensaciones, unidadesarticuladas, realidades determinadas por varios factores. Hayque comenzar con la contingencia que es la consecuencia deuna contextualización radical. Pero hay que comenzar tam­bién con el reconocimiento de la discursividad necesaria delcontexto, de la totalidad social, y de cada elemento (contexto,elaboración o aparato) dentro de ella. Todos los acontecimien­tos y elaboraciones son contextos heterogéneos, hasta lo másalto de la elaboración social misma como unidad articulada.

Podría ser que el concepto mismo de contexto no haya sidotodavía adecuadamente conceptualizado de manera contex­tualizada." No hemos conciliado dos suposiciones estruc­turales acerca de la naturaleza del contexto: por un lado, elcontexto es espacial, definiendo un territorio; por otro lado,el contexto es relacional, formado siempre por conjuntos ytrayectorias de relaciones sociales así como de otras "rela­cionalídades". Si los contextos son siempre tanto relacionalescomo espaciales," no hay forma de definir una diferenciaciónestable entre dentro y fuera, sin embargo, al mismo tiempo,debemos ser conscientes de los espacios diferenciados depertinencia, de los círculos de relevancia, aun cuando talesespacios están siempre relacionados. Es decir, no podemosidentificar los contextos sencillamente con aquello que es máscercano y local como si éstos estuvieran definidos por una

35 Todavía no hemos hablado de cómo estamos utilizando el contexto, y nohemos debatido los méritosrelativosa las diversas elaboraciones filosóficasdel contexto(y nominalismo): la especificidadhistórica de Marx (y los me­dios de producción, o la planificación cognitivade Jameson), la elaboracióndiscursiva (y el diagrama) de Foucault, el entorno de Deleuze y Guattari (ylarecopilación maquinista), laposición delpragmatismo (y la acciónsimbó­lica), etc. Sigue siendo unacuestión abierta si cadauno de estos conceptosson igualmente útilespara los EstudiosCulturales y cuáles serían las conse­cuenciaso implicacionesde adoptar cadauno para los EstudiosCulturales.

36 Consecuentemente, uncompromiso con larelacionalidad es unacondiciónnecesaria pero no suficiente para un compromiso con la contextualizaciónradical.

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inmediatez e interioridad. Los contextos no son islas de ordeny significación en mitad de un espacio vacío. Como planteaDoreen Massey (2004, p. 11):

"Si las identidades de los lugares son realmente el productode relaciones que exttenden sus formas por debajo de ellas (sipensamos en ~lespacio/emplazamiento en términos de flujosy [desjconectividades más que en meros términos de territo­rios), entonces ¿cuál sería la relación política para aquellasgeografias de construcción más amplías?" Esta visión "De­leuziana" del espacio y el emplazamiento, enfatizando su re­lacionalidad, conectividad y, sobre todo, multiplicidad, tienesm lugar a dudas consecuencias importantes si se reflexionasobre el contexto como una categoría analítica así como po­lítica.

Pensar contextualmente el contexto significa que, al engar­zarse, teóricamente en parte, los Estudios Culturales con lascomplejidades de la coyuntura actual, podría ser necesariorepensar las posibilidades de hablar de la formación socialcomo una totalidad, con objeto de ir más allá de los límites dela lectura habitual de la teoría Althusseriana acerca de la or­ga?h:ación social en la medida en que la última reproduce, enmúltiples formas trascendentales, los mismísimos postuladoso construcciones de las formas antiguas de la modernidad."El esfuerzo de Althusser para reunir los conceptos de "hiper­determinación" y totalidad dio como resultado la recaída desu modelo de la estructura en la dominación y la autonomíarelativa, que se encuentra constantemente amenazado de re­caer en un modelo de niveles fundamentalistas y aislados,llevando a algunos de aquéllos que le siguieron a una búsque­da sin fin de la especificidad universal. La amenaza de caose incertidumbre radical que conlleva el concepto de sobre­determinación ha de ser compensada con la noción de una

37 Consultar el importante trabajo de Warren Montag en su relectura deSpinoza.

estructura compuesta de partes ya identificadas. Se podría ar­gumentar por supuesto que las diferencias entre los diversosniveles son sólo analíticas, pero me parece que esto reproduceprecisamente la aplicación del propio Euro-modernismo queestá siendo rebatido desde todas partes. En su lugar estas di­ferencias, y las especificidades que implícitamente conllevanasí como la totalidad en la que se articulan, han dc ser com­prendidas coyunturalmente. No sólo es coyuntural el estable­cimiento de una distinción entre la economía y la cultura, sinoque para que una aplicación signifique ser económica (y portanto, donde cualquier aplicación podría localizarse en la tota­lidad social) ella misma ha de estar también coyunturalmentedefinida. O quizá el mismo deseo de "nombrar" y ubicar cadaaplicación, para a.signarle su auténtica efectividad, es en símismo una expresión de la propia modernidad que está síendopuesta en tela de juicio por las luchas coyunturales contem­poráneas.

Lo que he propuesto de forma implícita en este artículo esque el concepto, no de la modernidad sino de las modernida­des alternativas, puede ser una vía fructífera para intentar re­pensar la unidad compleja y fracturada del todo, una vía pararepensar las articulaciones de lo discursivo (por ejemplo, laestructura de las sensaciones de Wílliams) y lo no discursivo.Las modernidades alternativas son, según planteo, una teoríacoyuntural de la totalidad social. Y asi, retomo al principio,contexto y coyuntura." También ha llegado el momento deco.menzar a contribuir de forma colectiva en los debates pú­blicos basados en nuestro trabajo como intelectuales y erudi­tos en Estudios Culturales, acerca de lo que está pasando, ylas posibilidades de un futuro mejor. Destaco "nuestra posi-

38 Aquí, .se podría co.ntemplar el trabajo ejemplar recogido en el proyectoInter ASIa, o el trabajo de varias redes que operan en los Estudios Cultura­les latinoamericanos, incluido el grupo del Colonialismo! Modernidad. Unfuturo volumen de Estudios Culturales presentará algunos de los trabajosde este último grupo.

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ción corno intelectuales y eruditos" porque creo que es nues­tra responsabilidad llegar a una mejor comprensión de lo queestá pasando, y ello significa estar dispuestos a dejar de ladonuestras propias interpretaciones y conclusiones politicas quedarnos por hecho para abrirnos a la posibilidad de recono­cer que estarnos equivocados, intelectual y/o politicamente,para ayudar a encontrar una vía diferente para un futuro me­jor. Intencíonalmente he evitado exhortar a los "intelectua­les públicos" porque no quiero prejuzgar las formas diversasy efectivas que tales intervenciones podrían tener. No estoyadmitiendo que deberíamos comenzar a escribir libros parael público en general, o convertirnos en comentaristas de losmedíos de comunicación. Puede ser más efectivo establecernuevas formas de alianza con otros yacimíentos de produc­ción de conocimiento y activismo político. Sólo estoy pro­pugnando que tenga lugar esta discusión.

En conclusión, permítaseme explicar el subtítulo de mí artí­culo, ¿Qué pasa con Nueva York? Estoy apuntando al libro deThomas Frank (2004), ¿Qué pasa con Kansas?, que desafor­tunadamente sustituyó a un análisis crítico progresista tantoantes como después de las elecciones de EEUU de 2004. Enmi razonamiento, la respuesta a la pregunta de Frank, ¿quésucede con la gente que vive en los así llamados estados "ro­jos"?," es "nada". El hecho de que estuvieran en desacuerdocon los progresistas no significa que algo no fuera bien conellos. Por otra parte, puede ir algo mal con la gente de losestados "azules" si piensan que algo no va bien con los con-

39 "Estadosrojos"se refierea aquellos en los que la mayoría electoral apoyóa Bush por encima de Kerryen las elecciones. Un examen más detalladodelos patronesdel voto contradice completamente la hipótesis de que existenestados rojos y estados azules (siendo estos últimos los que votaron porKerry). No sólo la hipótesis ignora la multiplicidad y complejidad de losresultados electorales (los ciudadanosvotan algo más que a un simple pre­sidente, a menudo con actitudes complejas), también demuestraque dentrode cada estado existen áreas azules y rojas.

servadores (en Kansas) sencillamente porque votan o piensande manera diferente. Las luchas politicas no pueden reducirsea una simple elección entre el bien y el mal, por más que, ennuestro sentido común político y moral de cada día, 10 crea­rnos. Corno intelectuales políticos, tenernos que encontrarformas de progresar, tanto en nuestro trabajo corno en el rei­nado de lo público.

Termino con el elocuente resumen de David Scott (1999, p.223) sobre desafio para nuestra posición actual corno inte­lectuales políticos y su llamada a adoptar otras posibilidades:

El sueño ha terminado. Por tanto debemos preguntar­nos... si querernos seguir persiguiendo esta linea depreocupación ... Tenernos que preguntarnos cuál seráel beneficio de continuar profundizando nuestro cono­cimiento de un espacio conceptual con cuyos contor­nos tanto nos hemos familiarizado en la actualidad ycuyas formas de comprender están en camino de con­vertirse rápidamente en una nueva ortodoxia. Tenernosque preguntarnos si no sería más útil intentar expandirlos límites conceptuales mismos cambiando el blancode nuestra crítica. Éste, me parece, es el reto de nuestropresente ... un nuevo dominio en el que se vuelva visi­ble un nuevo conjunto de preocupaciones, definido notanto por la política de la epistemología sino por unanueva cuestión teórica de la política.

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