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guerra
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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE GEOGRAFA E HISTORIA
DEPARTAMENTO DE HISTORIA CONTEMPORNEA
TESIS DOCTORAL
Violencia poltica y accin clandestina: la retaguardia de Madrid en
Guerra (1936-1939)
MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR
PRESENTADA POR
Javier Cervera Gil
DIRIGIDA POR
ngel Bahamonde Magro
Madrid, 2002
ISBN: 978-84-8466-022-4 Javier Cervera Gil, 1996
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE GEOGRAFA E HISTORIADEPARTAMENTO DE HISTORIA CONTEMPORNEA.
JAflERCERVELLUJL
TESIS DOCTOR XL:
VIOLENCIA POLTIU4 Y ACCINCLANDESTINA: LA RETAGUARDIA
DE MADRID EN GUERRA
(1936-193S9.
(TOMO 1)
Director: D. ngel Bahamonde Magro
Catedrtico de Historia Contempornea de la UCM
Madrid, diciembre de 1996
AGRADECIfrIIENI25.Las lneas que siguen a continuacin intentan expresar mi sincero agradecimiento a
un conjunto de personas e instituciones por la ayuda, apoyo y asesoramiento que me hanprestado en el transcurso de estos cinco aos de elaboracin de esta tesis doctoral que ahora
se presenta para ser examinada por este tribunal.
En primer lugar, quiero expresar mi enorme gratitud a ngel Bahamonde Magro,
director de este trabajo de investigacin, maestro y, sobre todo, amigo desde mis primerostiempos de contacto con la Facultad en que presento mi investigacin. El profesor Bahamonde
acept, en 1991, dirigir la tesis doctoral que ahora se presenta y por sus consejos, directrices,constante apoyo, la confianza y, sobre todo, su enorme respeto a mis planteamientos y
propuestas de investigacin he de dejar constancia de mi gran agradecimiento.No puedo olvidar en mi gratitud a la colaboracin y apoyo de personas muy cercanas.
Primeramente el principal agradecimiento y dedicatoria es a mis padres y hermanos por su
apoyo moral y material, siempre dispuestos a escuchar los avances en mi investigacin y
mostrando su confianza en mi trabajo. Adems, he de concretar mi gratitud en la ayuda yasesoramiento informtico de mi padre y el granito de arcna aportado por mi hermano ngelque han mejorado el resultado final de esta tesis.
En el terreno de los agradecimientos personales no puedo olvidar la confianza, el
estmulo y la ayuda de un buen grupo de amigos sin cuya presencia y aliento este trabajohubiera resultado mucho ms dificil. Son muchos pero no debo dejar de citar expresamentea quienes gracias a sus profesin o situacin, amistades c antecedentes familiares han estado
siempre pendientes de aquello que me pudiera ser de utilidad en mi trabajo.Chuco Ruiz Franco cuyo compaerismo y sobre Lodo su afecto, unido a sus grandes
conocimientos de historia, especialmente de gnero, y del campo de la documentacin han
sido de enorme importancia para localizar fuentes tiles en mi trabajo, especialmente en el
o fuente de la que tuviera noticia, incluido un pequeo archivo epistolar que me ha facilitado.
En ese terreno de las fuentes, tambin Abel de Miguel me ha dado acceso a algunas
bibliogrficas y hemerogrticas empleadas luego en mi investigacin.
Mi agradecimiento tambin es para CristimL Pidrola Nadal cuyas correcciones
lingsticas han mejorado el resultado final de este trabajo. Gratitud que extiendoa sus padres,Paloma Nadal y Femando Pidrola, quienes, con su amabilidad han sido el medio por el que
he tenido acceso al archivo epistolar personal de Elvira Qmez-Martinho Caldeiro y algn otro
testimonio no publicado.
El nimo y las gestiones, unido al dominio ate las hojas de clculo de Pilar RosIzquierdo han sido tambin una gran ayuda para que a anzara mi trabajo y fuera un estmulopara continuar. Reitero que por su afecto y amistad lc s estoy a todos muy agradecido.
En el mundo universitario he de reflejar mi agradecimiento al profesor Jos CepedaGmez, cuyo estmulo y gestiones para localizar algunE. fuente han contribuido al xito de este
trabajo. En el Departamento de Historia Contempornea tambin he de agradecer sus consejosy su labor de ponente a Luis Enrique Otero. Tampoco puedo olvidar a las eficientes Maria
Jos y Maria Jess, siempre dispuestas en cualquie tipo de papeleo administrativo con
amabilidad y simpata y que me han facilitado la informacin y ayuda en cualquier trmite
burocrtico habitualmente incmodo.
Y son muchos ms los amigos que en estos cinco aos han estado detrs animando y,
sobre todo, confiando en la culminacin de este trabajo.No puedo olvidar tampoco las instituciones de las que he obtenido inestimable ayuda.
En primer lugar, la Comunidad de Madrid, con cuya I~eca de Investigacin se ha financiado
el presente trabajo y ha facilitado su culminacin.
Pero en la mayora de los casos ms que las instituciones, el agradecimiento es hacia
las personas que en ellas trabajan. Comencemos por aquella en el que ms horas hemos
pasado, el Archivo Histrico Nacional. Desde la jefa de la Seccin de Fondos Contempor-neos, con su despacho siempre abierto para cualquier mcesidad que surgiera, pasando por
el personal de la sala, siempre amables y profesionales en su quehacer: Roco, Lourdes,
Paloma, Juan Carlos, Antonia, Manolo, Antonio y todos los que me facilitaban la
documentacin y se mostraban comprensivos con mis errores y necesidades.
En el Servicio Histrico Militar tambin he encontrado siempre, desde los oficiales
a los soldados, amabilidad y ayuda en mi trabajo. En los primeros aos, fue el personal enMadrid encabezados por el Teniente Lebrato, posteriormente, el traslado de los fondos
documentales de la Guerra Civil a vila hizo que all de5arrollara mi trabajo en el verano de1995 con eficacia y aprovechamiento gracias a la profesionalidad del Brigada Quintero y los
soldados Juan Carlos, Eduardo y Javier que all estaban prestando el servicio militar y
siempre estaban prestos a facilitarme la documentacin que en cada momento les requera,
aunque en ocasiones fuera difcil de hallar.
Mencin especial he de hacer tambin de Andre;a Lpez, secretaria del Archivo de
la Asociacin Nueva Andadura, que aparte de sus ayida e indicaciones sobre los fondos
que all se conservaban junto con los contactos que me fEcilit, nunca agradecer bastante suintercesin ante la direccin del archivo, para que pudie a consultar documentacin sobre el
Auxilio Azul Maria Paz que no haba sido examinada hasta ahora. Al referirme a la
consulta de este archivo reitero de nuevo mi agradecimic nto a Chuco Ruiz verdadera artfice
de que yo pudiera acceder al conocimiento de la existe acia de estos fondos documentales.
No quiero pasar por alto mi agradecimiento al responsable de la seccin de cartografia
del rea de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid siii cuya ayuda, paciencia e inters nohubiera sido posible que hallramos algunos planos de Madrid de los aos treinta pero
especialmente uno, no catalogado, de 1934 que constituye un completo callejero de la ciudad,diferenciando los distritos, vlido y de enorme utilidad para la poca de la Guerra.
En la agradable y cmoda Biblioteca del Congreso de Diputados su personal siempre
ha estado dispuesto a ayudar en la localizacin de algunis publicaciones oficiales no fciles
de encontrar, mi gratitud tambin a ellos. El personal de] Archivo General de la Administra-
cin de Alcal de Henares y el de la Hemeroteca Municipal de Madrid merecen tambin el
agradecimiento, sobre todo, porque en ambos casos accedieron a que pudiera consultar
documentacin que por su estado requera mucha precaucin y hacerlo antes de que pasara
a ser restaurada.
Por ltimo, pero de enorme importancia, no pued dejar de expresar mi gratitud a eseconjunto de personas, testigos de los hechos que aqu se ~studan,que muy amablemente noshan prestado el testimonio oral o escrito de sus experiercias vitales. Son los seores Carlos
Espaa Heredia Brioles, Francisco Clavel Ruiz, Cayetano Luca de Tena y Lazo, Jess
Vzquez Senz de Henna, Manuel Gutirrez Mellado, Ramn Serrano Suer, Santiago
Carrillo Solares, Antonio Garrigues y Daz-Caabate, Ricardo Arest Yebes, Santiago
lvarez Gmez, Manuel Valds Larraaga, Juan Ribot Bartolom, Pedro Tiemblo Jara,Eustaquio Villarrubia Rodrguez, Jos Maestre Montoya, Guillermo Blanchart Pascual, Jos
Fernndez-Golfin Montejo (y a su hijo que nos puso en contacto), Presentacin Lenzarn,Salvador Lujn Ruiz, Ezequiel Jaquete Rama, Francisca Bonel Huici, Mara de Leoz OchoaZabalegui, Josefina Aznar (viuda de Pedro Gmez Revuelta) y Paulina Gamir (viuda de
Manuel Rosado). Gracias tambin a la amabilidad de don Guillermo Gmez Benito, hijo deGuillermo Gmez Cams.
Espero que todo este conjunto de personas cuya ayuda ha hecho posible laculminacin de este trabajo no se sientan defraudados al comprobar el resultado de lo que sucolaboracin ha posibilitado.
Este trabajo est dedicado a la memoria de mi abuelo Manuel que lo vio comenzary desde el Cielo confio en que se alegrar del resultad) final.
NDICE
PG
.
*ABREVIATI&RAS UTILIZADAS. 16
*ESTRODUCCIN 18*I.~ Justificacin del tema de investigacin e hiptesis de trabajo. 18*II.~ Las fuentes. 22
11.1..- Las fuentes primarias. 22
11.2.- Las fuentes bibliogrficas. 33
~III.~Metologa. 33
PRIMERA PARTE: EL COMIENZO DE LA GUERRA
Y SU CONTEXTO
*CAPrJJJJ 1.- LA DESTRUCCIN DEL ESTAJJO REPUBLICANO. 381.- La violencia poltica. 38
*ll.~ Los excesos de la justicia clandestina o por consenso. 42*ffi. El marco ilegal de la violencia poltica: Las checas clandestinas
y el paseo . 50
111.1.-Las checas clandestinas. 53
111.2.- Los paseos . Un ensayc de explicacin. 64
[11.2.1.-Anlisis ambienLal y distribucin temporal. 70
111.2.2.- Los espacios de la muerte en Madrid. 78
*IV. El nuevo Estado republicano. 82
*CAPTIJW 2: LA IMPORTANCIA DE LA RETAGUARDIA EN LA GUERRACIVIL ESPANOLA. 86
*I.~ La Repblica tambin perdi la G~ erra en la retaguardia. 89
*H~ La Espaa Nacional s valor la importancia de la retaguardia: La
construccin de un Estado fuerte para mantener el orden. 106
SEGUNDA PARTE: LA REALIDAD DE LA CLANDESTINIDAD
MADRILENA.
.
*CAPflJLO 3: DEFINICIN DEL MADRID CLANDESTINO. 121*I.~ Origen de la clandestinidad. El Madrid poltico anterior al Alzamiento
militar. 121
1.1. - La ciudad poltica pasiva: os votantes en las elecciones de
febrero de 1936. 121
1.2.- La ciudad poltica activa: las milicias y la violencia de la
primavera de 1936. 125
*11.. Los enemigos de la Repblica pasan a la clandestinidad: Fracasa
el Alzamiento militar en Madrid. 141
*flI~ La situacin de los enemigos de la Repblica. 153
*~\1~ Las cuatro facetas del Madrid clandestino: espionaje, desafeccin,
derrotismo y quintacolumnismo. 162
IV. 1.- El espionaje: situacin eribrionaria. 164IV.2.- La desafeccin. Un conccpto nuevo. 167
IV 3.- La Quinta Columna y el derrotismo. 171
IV.4.- Legislacin republicana contra la clandestinidad
desde 1937. 175
*\J,. Descripcin del Madrid clandestino: Sociologa de la desafeccin
a la Repblica.
V. 1.- Distribucin por profesiones.
V.2.- Distribucin por zonas de Madrid.
V.3.- Filiacin poltica.
V.4.- La edad de la clandestinicad madrilea.
V.5.- El estado civil.
V.6.- Distribucin por sexos.
V.7.- Como conclusin: El perfil del desafecto.
- 4: ACTUACION DEL MADRID CL~NDESTINO1
.
*I.~ El Madrid clandestino pasivo: los ;imples desafectos.
*1I.~ El ataque a la moral en la retaguardia: El desarrollo de la
actividad derrotista.
*m.E1 espionaje al margen de la Quinta Columna.
111.1.- Los servicios de informacin nacionales.
[11.1.1.-Las segundas sezciones.
111.1.2.- El SIM (Servicio de Informacin Militar).111.1.3.- Los SIIFNE (Servicios de Informacin de la
Frontera Nordeste de E5paa).
111.1.4.- El SIPM (El Seivicio de Informacin y PolicaMilitar).
111.2.- La actividad de los espa5 en el interior de Madrid.
111.2.1.- Las unidades militares.
111.2.2.- La infiltracin en entidades oficiales y
organizaciones polticas.
*CApi1Jl)
192
194
203
215
220
223
226
227
229
229
261
282
283
283
284
285
287
289
297
300
111.2.3.- 131 espionaje en:re los diplomticos: JacquesBorchgrave. 305
*CAPftLTIJ) 5: ACTUACIN DEL MADRID CLANDESTINO U
:
LA OUINTA COLUMNA. 317
1.- Qu era la Quinta Columna? 317
1.1.- Estructura, organizacin y funcionamiento de las
organizaciones de la Quinta CoLumna. 319
1.2.- Actividades y acciones de. la Quinta Columna. 327*ll.~ Aparicin de la Quinta Columna. 348*ffi La Quinta Columna Autnoma. 357
*1V>. La primera y mayor organizacin clandestina: El Auxilio Azul;
las mujeres de de la Seccin Femenina de FE. 3681V. 1.- Organizacin del AuxilLo Azul. 372
IV.1.l.- El sistema triangular. 374
IV.l.2.- El sistema celuLar. 375
IV.l.3.- Preservar la identidad: las claves. 377
IV.1.4.- Un sistema orginizativo eficaz. 380
IV.2.- La actividad clandestina. 382
IV.2.1.- Las primeras actividades del Auxilio Azul. 382
IV.2.2. La estructuracin de las actividades:
Los servicios. 384
IV.2.3.- Colaboracin con otras organizaciones
clandestinas. 396
IV.3.-. Importancia y eficacia, pero no reconocimiento. 398
*CAPfrT&IJ) 6: ACTUACIN DEL MADRID CLANDESTINO III: LA OUIINTA
COLUMNA DE LA FALANGE CLANDESTINA. 400
1.- Las organizaciones clandestinas de la Quinta Columna
de la Falange clandestina en Madrid. 405
1.1.- La Organizacin Espaa, una (Antonio del Rosal). 408
1.2.- El Grupo de la Iglesia de San Francisco El Grande. 410
1.3.- La Organizacin Golfn-Corujo o Asunto del Meln,y el Grupo de Carlos Viada Lpez-Puigcerver. 412
1.3.1.- Un episodio singular: La falsa implicacin del
POUM con la Organincin Golfn-Corujo. 4181.4.- El Asunto Chiza. 426
1.5.- La organizacin Las Hojas del Calendario. 4331.6.- Dos banderas de FE. 439
1.6.1.- El Asunto de la 16 Bandera. 439
1.6.2.- La Bandera Diego Alonso. 440
1.7.- La Organizacin Rodrguez Aguado. 442
1.8.- El Asunto de la Telefnica~~. 446
1.9.- El Asunto de los 195. 450
1.10.- El Complot de los 163. 456
1.11.- El Grupo de Jess Cid y 63 ms. 461
1.12.- El Socorro Blanco. 463
1.13.- El Grupo de Antonio Bcuthelier-Antonio Ortega. 468
1.14.- La Organizacin Antonio. 471
*CAPTUW 7: AUTOPROTECCIN DE LOS ENEMIGOS DE LA
REPBLICA
.
fl.- La inseguridad de los domicilios.
1.1.- El peligro en el propio hogar: las criadas y los porteros.
.2.- Los establecimientos de hospedaje: un refugio inseguro.*II.~ Bsqueda del lugar ms seguro: Rs embajadas.
11.1.- El marco de actuacin.
11.2.- La actuacin diplomtica.
11.3.- La vida de los refugiados.
11.4.- Las reacciones ante la acl:uacin de las embajadas.11.5.- Las actuaciones ilegales: la ficticia Embajada de Siamy las falsas evacuaciones.
*m>. Edificios bajo proteccin diplomMica y nmero de refugiados.
*CAPr&Ifl
REPRESIN
TERCERA PARTE: LA REPRESI~J DE LOS ENEMIGOSDE LA REPBL [CA.
8: EL MARCO LEGAL DE LA VIOLENCIA POLTICA: LADEL MADRID CLANDESTINO
.
*~~ El Orden Pblico antes del 18 de julio de 1936.*fl>. Desorden y ensayos de control: el Orden Pblico tras el
Alzamiento militar (julio a diciembre d~ 1936).11.1.- Las formas de organizacidn.
11.2.- Las fuerzas gubernativas tras la sublevacin: La
institucionalizacin de las milicias.
475
475
477
482
487
489
493
500
504
519
524
534
534
539
540
548
11.3.- Las medidas legales para ~lcontrol de orden pblico
en 1936. 558
*ffi Normalizacin del Orden Pblicc desde 1937. 575
111.1.- Reorganizacin de las fuerzas de orden pblico: la
creacin y organizacin del Cuerpo de Seguridad. 576
111.2.- Recuperacin del poder ~cr el Estado republicano:
medidas para el control del orc en pblico. 592
111.3.- Los organismos y modos especficos de lucha contra la
desafeccin. 605
*1V>... La actuacin de las comisaras en la persecucin de la desafeccinl5
*CAPrJIJ) 9: LA .mSTICIA EN TIEMPO DE QUIEBRA. 632*~ Los antecedentes: el organigrama judicial de la Segunda Repblica. 632*fl La situacin de la Justicia ordinaria. 643
*111>. La Justicia de excepcin: Tribunales Populares, Jurados
de Urgencia y Jurados de Guardia. 647
*1V>. El proceso de normalizacin de Ja Justicia de excepcin:
La Justicia Popular y su inclusin en la Audiencia. 673
*V>. Nueva reforma del organigrama j idicial: La creacin de losTribunales de Espionaje y Alta Traicion. 705*VI>. 1938: El retomo a la separacin en la Justicia. Las reformas
finales. 719
*CAPTIJIJQ> 10: EL SISTEMA PENITENCIARI(II DE LA REPIJBLICA. 732
*1>. Organizacin y funcionamiento de las crceles antes de Julio de
1936. 733
*11>. Las crceles del Madrid en guerra y la creacin de los campos de
trabajo. 742*ffi~ - La aparicin y actuacin de las Checas Oficiales: La Checa de
Fomento y la Checa de Marqus de Riscal. 751
*~ El asalto a la Crcel Modelo. 762
*y>. Las consecuencias del asalto: el control de las prisiones por
las milicias. 771
*VI>. Las sacas de presos de crcele.; de Madrid: El episodio de
Paracuellos del Jarama. 779
*VU>. La normalizacin de la situacin en las crceles: Los campos de
trabajo. 814
CUARTA PARTE: EL FINAL DE LA GUERRA EN MADRID
.
*CAPTIJJfl) 11: EPLOGO: LA CLANDESTINIFAD MADRILEA EN ELDESENLACE DE LA GUERRA. 825
*1>. El principio del fin de la guerra: El desenlace de la Batalla del
Ebro. 827
*11.~ Las dos opciones: resistir o negocLar. 835
*m>. La conspiracin de Casado: connvencia con Franco. 849
*1V>. El Golpe de Casado. 898
IV. 1.- Relacin entre el Consejo Nacional de Defensa y el
Cuartel General del Generalsimo: Franco colabora en el xito
de Casado. 901
IV.2.- Situacin en el Frente de Madrid y movimientos de
tropas: Los Nacionales no ocupan Madrid en espera de la
resolucin de la lucha en la ciudad. 910
*V>. Los ltimos das: Las negociacion~s (o imposiciones?) de la paz. 925
*VI>. Dos ltimos episodios. 945
VI. 1.- El control de la situacin por la Quinta Columna 945
VI.2>. La salida del Coronel Segismundo Casado de Espaa. 948
*VII Conclusiones sobre la actuacin de los Nacionales al final de
la Guerra Civil en Madrid. 954
*CONCLUSIONES 959
*PLANO DE MADRID CON LOCALIZACIONES DE INTERES DE LO
TRATADO EN LA TESIS. 974
*UJENTES UTILIZADAS. 975
*I.~ Fuentes documentales. Archivos. 975
*11>. Fuentes orales. 977
*111>. Fuentes epistolares. 978
*1V>. Fuentes hemerogrficas. 978
IV. 1.- Hemeroteca Municipal. 978
IV.2.- Hemeroteca Nacional. 978
*V>. Fuente videogrfica. 979
*VI>. Bibliografa consultada. 979
VI.- Contempornea. 979
VI. - Actuales. 982
ARREVIATITR AS 1TTfl]j4fl~3Debido a que en el presente trabajo hacemos referencia a organismos, entidades e
instituciones que se repiten con relativa frecuencia en dc:terminados captulos o, incluso, en
todos ellos, tanto en el texto como en las notas a pie de pigina, a continuacin incluimos una
relacin de siglas indicando su correspondencia al organismo, entidad o institucin al que
hace referencia, por orden alfabtico:
-AC: Accin Catlica.
-AGA: Archivo General de la Administracin.
-AHN: Archivo Histrico Nacional.
-AP: Accin Popular.
-CNT: Confederacin Nacional del Trabajo.
-CEDA: Confederacin Espaola dc Derechas Autnomas.
-CPIP: Comit Provincial de Invest:gacin Pblica (Checa de Fomento).
-CRIM: Centro de Reclutamiento e Instruccin Militar.
-DEDIDE: Departamento Especial
-JJ.LL.: Juventudes Libertarias.
-JONS: Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista.
-JSU: Juventud Socialista Unificada.
-MAOC: Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (comunistas).
-MVR: Milicias de Vigilancia de Retaguardia.
-PCE: Partido Comunista de Espaa.
-PN: Partiddo Nacionalista (Albiani).
-PNV: Partido Nacionalista Vasco.
-POUM: Partido Obrero de Unificac in Marxista.
-PSOE: Partido Socialista Obrero Epaol.
-PSUC: Partido Socialista Unficado de Catalua.
-RE: Renovacin Espaola.
-SEU: Sindicato Espaol Universitario (falangista).
-SHM: Servicio Histrico Militar.
-SIE: Servicio de Informacin Exterior.
-SIFNE: Servicio de Informacin de la Frontera Nordeste de Espaa.
-SIM: Servicio de Informacin Mililar.
-SIPM: Servicio de Informacin y Polica Militar.
-TO: Testimonio oral.
-TYRE: Tradicionalistas y Renovacin Espaola.
-UGT: Unin General de Trabajadores.-UME: Unin Militar Espaola.
-UR: Unin Republicana.
17
INIRQDIJCCICN1.- JUSTIFICACIN DEL TEMA E HIPIESIS DE TRABAJO
.
Este trabajo de investigacin fue concebido Lace ahora cinco aos y nos parecioentonces que, a pesar de la enorme cantidad de estudios sobre nuestra Guerra Civil,
completaba una faceta de la misma poco analizada: la ~idaen la retaguardia de la Repblica.
Posiblemente, la de Espaa, es la primera vez en la historia en que una guerra se gano
tambin en la retaguardia. No obstante, los trabajos sobre la vida de Madrid esos 32 mesesse han centrado sobre todo en el conocimiento de la ciudad combatiente o sobre la ciudad
pasiva que soport las dificultades y penalidades, y, en este segundo caso, desde el punto de
vista de la vida cotidiana de los madrileos.
Obviamente, tambin se ha estudiado profusamente la evolucin de la guerra desde el
punto de vista puramente blico para explicar las razones por las que el conflicto tuvo el
desenlace final que todos conocemos.
No obstante, nosotros nos acercamos a un aspecto de la accin de los que seran los
vencedores que no ha sido estudiado con detenimienLo: la que los Nacionales pusieron en
prctica en la retaguardia enemiga.
Si entender la retaguardia es ineludible para conocer la realidad de la Guerra en
Madrid, ello supone que su importancia era digna de ter tenida en cuenta. Sin embargo, ello
no fue valorado de la misma manera por ambos bandos. No comprendido por los republica-
nos, los sublevados y luego vencedores s entendieron perfectamente que la victoria no slo
se obtena tambin cuidando la buena salud de la retaguardia propia sino adems actuando
sobre la del enemigo. Por ello, el triunfo de la llamada Espaa Nacional no se logr
exclusivamente en los frentes de batalla.
En nuestro trabajo pretendemos poner de manifiesto que la vida clandestina en la
18
Introduce hin.
ciudad de Madrid, en las propias entraas de la Espaa republicana, fue un factor de enorme
importancia que no se debe pasar por alto para compiender el desenlace final de la Guerra
Civil Espaola.
Por ello el anlisis del Madrid de la Guerra ha de ser lo ms completo posible. Hemos
de comenzar explorando la realidad de la capital de Espaa en julio de 1936 cuando seprodujo la sublevacin militar contra el Gobierno del Frente Popular. La divisin presente enla sociedad madrilea y la progresiva radicalizacin dc las posturas nos permitir explicar la
situacin generada tras el fracaso en Madrid del alzamiento militar.
Acometemos un anlisis de cmo se gener el clima de violencia poltica, autntico
terror, que se observ en la capital de la Repblica lo~; primeros meses de la guerra y cmo
la ciudad se trasniorm en su carcter de retaguardia que conserv toda la guerra, aunque no
fue igualmente comprendido por unos y otros. En el ~enode esa ciudad es donde surge esa
vida clandestina que esuna realidad ineludible para coniprender perfectamente la Guerra Civil
en Madrid y, as, nos introduciremos en el conocimiento de ese sector de la poblacin
madrilea hostil a la Repblica pero que haba quedado en la zona de Espaa que no deseaba
y que, por ello, se transformaba en enemigo.
Quienes rechazaban la Repblica en Madrid s~ colocaban en la ilegalidad formando
parte de ese Madrid clandestino, pero no todos adoptron la misma actitud de resistencia al
Estado republicano. Analizaremos la variedad de fcrmas en que sta se manifest y las
distintas respuestas que la Repblica dio a las mismas.
Con el presente trabajo pretendemos mostrar ~uela Repblica debido a la situacincreada, de enorme violencia y desorden pblico, tras los sucesos de julio encamin su laborlos meses siguientes a recuperar el control del poder que haba perdido en beneficio de las
19
Introduccin.
organizaciones ms revolucionarias, cuyo xito en la derrota de los alzados, les haba
otorgado el poder efectivo en la calle.
Pero paralelo a ese clima de violencia se iba conformando esa clandestinidad
antirrepublicana en la capital, por ello veremos como el Estado tratara, por un lado, de
incorporar la nueva situacin revolucionaria creada a la legislacin, y, por otro, deba afrontar
la represin normalizada y legalizada de esos enemigos de la Repblica en la propia
retaguardia. Es decir, recuperar el monopolio de la violencia poltica.
Ello trajo consigo una reforma tanto de los organismos y fuerzas destinadas al controldel orden pblico como de la Administracin de Justicia. En el terreno gubernativo, las
medidas legislativas se encaminaran a recuperar el monopolio de la labor policial y de
seguridad. En el campo de los tribunales, la Repbli:a tratara de incorporar los deseos de
Justicia del pueblo a unas instituciones de las que ste recelaba: las salas de los juzgados. Deese recelo derivaba buena parte de esa violencia del principio que se entenda como yusticia
delpueblo. Y, en tercer lugar, analizaremos la ltima fase de lo que es el control poltico-
social de esta poblacin hostil a la Repblica: los sistemas de privacin de la libertad.
Tampoco toda la violencia que observ la capital de Espaa en estos meses fue del
mismo signo. Comprobaremos cmo no toda la represin, al margen de los cauces legales del
Estado, fUe igual. Estableceremos las diferencias, en cuanto a la motivacin, la ejecucin, elfin perseguido y los responsables de dos tipos de represin, la que supusieron las extracciones
masivas de presos de las crceles de Madrid y la reali~acin de los paseos por quienes eran
calificados de incontrolados.
Pero ni en una ni en otra forma de represin, nos vamos a centrar en el recuento de
las vctimas de esta violencia para lo cual existe bib lografa. Nuestro anlisis pretende, por
20
Introducein.
un lado, ser no cuantitativo sino cualitativo, tanto desde la perspectiva de los perseguidores
como desde los perseguidos. Pretendemos analizar quines fueron los responsables de esa
violencia, cmo se llev a cabo y contra quienes. Y, p~r otro lado, trataremos de acercamos
al conocimiento no del Madrid combatiente, ni de la ciudad que sufri pasivamente las conse-
cuencias de la Guerra sino, sobre todo, de ese sector de los madrileos que, debido a las
nuevas circunstancias, pasaba a situarse en la clandestinidad por su oposicin a la Repblica,
y frente al que, precisamente por ello, la situacin en retaguardia obligaba a modificar la
configuracin de la Administracin de Justicia y de lo; organismos y fuerzas para el control
del orden pblico.
Veremos como el Estado pretenda con ello cs~nseguir recuperar un poder que, ese
ambiente y situacin de violencia poltica que vamos a analizar, pona de manifiesto que haba
perdido. Esa recuperacin seria lenta pero progresiva y eficaz por medio de esas medidas,
tanto es as que a inicios de 1937 se puede decir que ya eran las autoridades republicanas
quienes posean el monopolio del poder, lo que conducira a un notable descenso de la
violencia indiscriiminada a partir de entonces.
Pero si el Estado republicano consigui volver a controlar los resortes del poder, en
cambio, no logr controlar la actividad clandestina de os emboscados en Madrid y analizare-
mos cmo su actividad nunca fue dominada por unas autoridades republicanas cada vez ms
a la defensiva por la evolucin, negativa para sus int~reses, de la Guerra.
Por ltimo, nos ocuparemos de un detenido examen de los ltimos meses de la guerra
en Madrid. En este periodo, bsicamente desde noviembre de 1938, el papel de la QuintaColumna fue de extraordinaria importancia como medio canalizador de los contactos entre el
Coronel, conspirador contra Negrn, Segismundo Casado, que pretenda hacerse con el poder
21
Introduccin.
en la Espaa republicana y que al final lo consigui, y el Jete de Estado de los vencedores,
Francisco Franco. Ello nos permitir comprobar la confluencia de intereses y connivencia
entre ambos.
As, el ltimo episodio de la Guerra en Madrid puso una vez ms de manifiesto la
importancia de la retaguardia madrilea en la Guerra Civil Espaola y, dentro de ella, de la
vida clandestina antirrepublicana.
II.- LAS FUENTES
.
11.1>. Las fuentes primarias
.
La documentacin la hemos extrado especiElmente del AHN de Madrid y, algo
menos, de su Seccin Guerra Civilt en Salamanca, cl AGA de Alcal de Henares, el SHM
en su Seccin Guerra Civil que actualmente se halla en la antigua Academia de Intendencia
en Avila, el archivo de la Asociacin Nueva Andaduta en Madrid, el archivo del Santuario
Nacional de la Gran Promesa en Valladolid y el Archivo de Villa en Madrid.
Adems hemos tenido acceso a algunos a thivo epistolares privados que han
completado los testimonios orales de protagonistas de los acontecimientos de los que nos
ocupamos en el presente trabajo.La prensa de la poca la hemos consultado en las Hemerotecas Municipal de Madrid
y, mucho menos, Nacional, tambin en la capital de Espaa. Tambin hemos acudido a la
seccin de cartografa del rea de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid, en la quelocalizamos planos de la capital de los aos treinta.
En cuanto a bibliotecas hemos de citar la Biblioteca y el Centro de Documentacin del
Congreso de los Diputados, la Biblioteca Nacional y la Biblioteca Regional de Madrid.
22
Introduccin.
En el AHN destaca el enorme volumen de informacin que encontramos en la
conocida Causa General de Madrid. La consulta de estos fondos hay que hacerla con
precaucin ya que fue elaborada por los vencedores inaiediatamente despus de terminado el
conflicto y adems su objetivo, declarado, era la justificacin del Movimiento Liberador.Por otro lado, hay que tener presente las circunstancias bajo las que se prestaban lasdeclaraciones que se contienen en este conjunto de documentacin. Se trata de un densoconjunto mezclado de verdades y mentiras, nianifesta das por personas interrogadas muchasde ellas bajo la presin de una posible condena, perpetua o capital muchas veces.
No obstante, la Causa no puede dejar de ser consultada, porque muchos de los datosaportados s pueden ser tenidos en cuenta. En cuanto ~ las declaraciones que en estos fondos
hallamos, aunque hayan sido realizadas ante los jueces de la Causa, no podemos despreciarla infonnacin que facilitan. En muchas ocasiones, pucde comprobarse la veracidad de lo que
all se manifiesta y la consideramos contrastada: cuando los datos que un testigo aporta son
corroborados por otros testimonios, incluso a veces cLe supuestas vctimas de sus supuestas
acciones; cuando se trata de una informacin que, por su condicin, el ocultarla o falseara
no conduce a nada (por ejemplo, cuando se habla del funcionamiento de una institucin), ocuando se trata de manifestaciones corroboradas por fuentes bibliogrficas u orales
posteriores. En algunas ocasiones, recogemos declaraciones de la Causa que no hemos podido
contrastar, a estas alturas de nuestra investigacin,
Introduccin.
anterior, es ineludible la consulta de la Causa General de Madrid.2
Pero adems es que en estos fondos se incluye mucha documentacin original generada
por las instituciones de la Repblica e incorporada de5pus a la Causa. Por un lado, tenemos
el conjunto de 423 legajos que contienen los expedientes, sumarios y procesos de losTribunales Populares de Madrid que han sido esencial ~spara el conocimiento de toda la vida
clandestina madrilea. Y, por otro, en la Causa tambinhallamos otros documentos originales
producidos por las instituciones republicanas como pueden ser, por ejemplo, las listasmediante las cuales se realizaron las extracciones de presos de las terribles sacas de las
crceles madrileas en otoo de 1936.
En este momento hagamos un parntesis para aclarar que en las notas a pie de pgina
para referirnos a los documentos del AHN; Fondo5 Contemporneos; Causa General de
Madrid, lo resumimos simplemente refirindonos a estos fondos como CAUSA.
Pero tambin en el AHN hay otra parte de sus Fondos Contemporneos cuya consulta
es necesaria si nos interesamos por el Orden Pblico o la Justicia del Madrid de la Guerra
Civil: la documentacin de la Audiencia Territorial de Madrid clasificada como Serie
Criminal. En ella hallaremos un importante volumen de informacin para el anlisis de los
paseos, pero tambin para otros comportamientos relacionados con la desafeccin. No
obstante, para la Audiencia de Madrid hemos de acudir tambin a la Seccin de Justicia en
el AGA, en la cual hemos consultado similar cantidad de sumarios que completan la
informacin hallada en los revisados en el AHN. El mayor problema que hemos encontrado
en Alcal es el deterioro que presentan muchos de los sumarios debido a la humedad.
2 Un anlisis y est.udio critico sobre la Causa General podemos encontrarlo en SNCHEZ, 1.; ORTIZ, M.; RUIZ, D.(coord.), /S~p/nq~is/ vja ~,,er/yct2Yassoc,Ies1e//4&dv,aAlbacete; Ediciones de la Universidad de CastillaLa Mancha; I~3 (Laprimera parte).
24
Introduccin.
Adems de ello, en el archivo de Alcal se debe consultar otra documentacin en esa
misma seccin de Justicia que nos ayudar a valorar la actuacin de los tribunales. Por otra
parte, los fondos de la Seccin de Orden Pblico de esta misma institucin tambin resulta
de inters para temas relacionados con ello. No obstante, su utilidad y aportacin es bastante
menor que los fondos de la Audiencia de Madrid en ~l AHN.
Otro fondo documental de extraordinaria importancia para nuestro trabajo ha sido elque se puede encontrar en el, todava denominado, Archivo de la Guerra de Liberacin, que
en realidad es la Seccin 4$a, la de la Guerra Civil, que hoy se halla en vila, pero quecuando comenzamos nuestra investigacin se hallaba ea la sede del Servicio Histrico Militar
en Madrid. Estos fondos militares se dividen en tres apartados: Cuartel general del
Generalsimo, Zona Nacional y Zona Roja. Las dos primeras nos han sido de mayor utilidadque la ltima porque de este archivo hemos recogido scbre todo documentos que proporciona-
ban informacin sobre el interior de Madrid, especialmente de los servicios de informacin
nacionales. Entre otras cosas, la consulta de este archivo ha sido esencial para la elaboracin
del ltimo capitulo de nuestro trabajo dedicado al final de la Guerra en Madrid.Tambin hemos de aclarar que a la hora de eferinos a los fondos de este archivo
militar hemos empleado siempre un criterio que perm ta resumir lo que de otra forma seran
unas citas excesivamente extensas dado lo prolijas que son las signaturas de cada documento.stos extrados del SHM los localizamos en las notas i pie de pgina de la siguiente manera:AGL (Archivo de la Guerra de Liberacin); despus mio de los tres apartados, CGG (Cuartel
General del Generalsimo), ZN (Zona Nacional) o ZR (Zona Roja); posteriormente, yaprocede la localizacin ms concreta, en Arm. (armario), R. (rollo, no siempre existente),
L. (Legajo), C. (Carpeta) y Doc (Documento).
25
Introducein.
Hasta aqu los que han constituido los archivot que, por su volumen, han sido los de
mayor importancia para nuestra investigacin.
No obstante, tambin merece mencin espe:ial el archivo y la biblioteca de la
Asociacin Nueva Andadura (ANA). Esta entidad es la heredera de la Seccin Femenina
de Falange Espaola. All hallamos algunos libros dificles de encontrar y carpetas de
documentacin como la 1 que incluye una historia de la Seccin Femenina escrita por Pilar
Primo de Rivera, pero nunca publicada. Pero, sobr~ todo, hemos tenido acceso, y es la
primera vez que ocurre gracias a la extraordinaria amabilidad de sus responsables, a una
carpeta, la 12, que incluye documentos de la seccin
Introduccin.
y, de hecho, nos hemos servido ms de informacin extraida de documentos de los aos
inmediatamente posteriores a la Guerra. En el caso del archivo de Valladolid, lo nico que
conserva es una serie de libros, correspondiente cada uno a una provincia espaola, que son
listas de los muertos, exclusivamente de los adscritos al bando Nacional. La ms voluminosa
de esas listas es la que corresponde a la provincia de Madrid en la que se incluyen ms de
11000 nombres. No obstante, su validez es cuestionable porque en nuestra consulta hemos
podido comprobar como faltan algunos nombres y sobian otros (incluso hemos hallado el casode una seora incluida en esa larga nmina que an >ioy vive).
Aunque ms adelante haremos referencia a laE frentes orales, relacionados con ellas
hemos tenido acceso a algunos archivos particulares constituidos fundamentaImente por cartas
de protagonistas de los acontecimientos que nos ocupan. Doa Josefina Aznar (viuda de
Gmez Revuelta) y doa Paulina de Gamir (viuda de Manuel Rosado) nos han proporcionado
cartas y documentos privados de sus esposos, ambcs quintacoluninistas del Madrid de la
Guerra, y que completan la informacin sobre la Quinta Columna que nos han proporcionado
las fuentes orales (TO) y la documentacin que hemos manejado. Adems, hemos tenidoacceso al archivo epistolar de doa Elvira Gmez-Martinho Caldeiro, esposa de don Alberto
Nadal Baquedano, que conserva cartas contemporneas a los hechos que nos ocupan.
Tambin, don Javier Senz del Castillo nos proporcion una coleccin de cartas escritas a lo
largo de 1937, la mayora desde Getafe y algunas desde Navalcarnero, en las que se incluyen
datos sobre el interior de Madrid.
No hemos olvidado la prensa. Fundamentalmente, hemos acudido a la Hemeroteca
Municipal. En ella, con la comodidad de que se hallan microfilmadas, encontramos casi
completas las colecciones de ABC, El Socialista, CNT y Mundo Obrero, principal-
27
Introduccin.
mente, adems de otras publicaciones, del periodo que nos ocupa en el presente trabajo.Tambin hemos acudido a la Hemeroteca Nacional, pero sus fondos son muy escasos para la
prensa anterior a 1939 y se hallan sin microfilmar.
No podemos pasar por alto la magnfica Biblioeca del Congreso de los Diputados. En
ella se halla la coleccin ms completa que hemos hallado de la Gaceta de la Repblica
entre 1931 y 1939 y de la que, en el ao 1936, slo falta el ejemplar del 9 de noviembre.Adems, en esta biblioteca hemos podido accedera abundante bibliografa de sus bien dotados
fondos. Tambin nos ha sido posible en el Congreso consultar en su Centro de Documenta-
cin el Boletn del Ayuntamiento de Madrid difcil mente hallable en otro lugar (aqu lo
poseen por la cesin de un particular) y del, para nototros escasamente til, Boletn de la
Provincia de Madrid que adems se presenta muy incompleto.
La consulta de la Biblioteca Nacional, habitualmente dificultosa y llena de increbles
trabas para el investigador, es til, especialmente para el hallazgo de esos libros difciles de
encontrar.
Otro tipo de fuente que hemos utilizado y, dado el carcter de los temas que nos
ocupan, resulta de enorme importancia, es el testimonio oral de testigos o protagonistas de
los acontecimientos. A continuacin, incluimos una relacin de aquellas personas con las que
hemos conversado cuyos testimonios hemos utilizado jara la elaboracin del presente trabajo:-Don Santiago Alvarez Gmez: Miembro le PCE, fue fundador de las milicias
gallegas en Madrid y despus Comisario Poltico de la Divisin de Enrique Lister. Nos
recibi en la sede del Comit Central del PCE el 2 de febrero de 1994.
-Don Ricardo Arest Yebes: Hijo del alcalie de Paracuellos del Jarama en 1936,testigo de los asesinatos del 7 y 8 de noviembre y alcalde por el PCE de la misma
28
Introduccin.
poblacin entre 1979 y 1983. Nos recibi en su casa el 16 de marzo de 1994.
-Doa Josefina Aznar: Viuda del quintacoLumnista Pedro Gmez Revuelta que
adems nos proporcion algunos documentos referentes a la actividad de su marido. Nos
recibi en su domicilio la tarde del 31 de enero de 1996.
-Don Guillermo Blanchart Pascual: DesarroLl actividades clandestinas en Madrid
durante la guerra. Nos recibi en su domicilio la tirde del 10 de marzo de 1995.
-Don Santiago Carrillo Solares: Consejero de Orden Pblico de la JDM hasta el 24de diciembre de 1936 y luego Secretario de la JSU. Miembro del PCE desde el 6 de
noviembre de 1936, partido del que llegara a ser Secretario General. Conversamos en su
despacho el 14 de diciembre de 1992.
-Don Carlos Espaa Heredia Brioles: Doctor en Derecho y Abogado. Hijo de unasesinado en Torrejn de Ardoz en la saca de presos de la Modelo del 8 de noviembrede 1936. Nos recibi en su casa el 23 de enero de 1993. Pas toda la Guerra en Madrid
y colabor en una organizacin de la Quinta Columna.
-Don Jos Femndez-Golfn Montejo: Hermano de uno de los ms importantesintegrantes de la Quinta Columna madrilea; tambin fue uno de los refugiados detenidos
en el Consulado General de Per en mayo de 1937. Nos recibi en casa de su hijo JoseJavier el 15 de noviembre de 1995.
-Doa Paulina Gamir: Viuda de donManue Rosado Gonzalo, condenado a muerte
por su pertenencia a una organizacin de la Quinta Columna aunque su fallecimiento tuvo
lugar en febrero de 1995. Esta seora nos recibi en su casa la tarde del 7 de noviembre
de 1995 y nos proporcion fotocopias de las carta5~ personales de su esposo y recortes de
prensa referentes a los acontecimientos de los que su marido fue protagonista.
29
Introduccin.
-Don Antonio Garrigues y Daz-Caabate: Fue una importante figura de la Quinta
Columna madrilea que adems, debido a su matrimonio con Elena Walker, integrante del
Auxilio Azul Maria Paz , tambin colabor en esta organizacin. Conversamos con l en
su despacho de abogado la maana del 25 de marzo de 1996.
-Don Manuel Gutirrez Mellado: Militar que se sum a la sublevacin por lo que,
tras ser detenido, ingres en la Crcel de San Antn donde permaneci hasta que en abril
de 1937 sali en libertad y pas a colaborar con la Quinta Columna madrilea. Teniente
General, ex-vicepresidente del Gobierno y desput Consejero de Estado. Nos recibi ensu despacho el 17 de diciembre de 1993.
-Don Ezequiel Jaquete Rama: Jubilado del Banco Hipotecario de Espaa, aparejadorde profesin y poeta de vocacin. En la Guerra estuvo preso y en la crcel se incorpor
a la organizacin de Carlos Viada Lpez-Puigcervcr de la Quinta Columna y trabaj paralos Servicios de Informacin del Frente de Madrid. Nos recibi en su casa el 19 de
noviembre de 1993.
-Doa Presentacin Lenzarn: Militante de la organizacin quintacolumnista
Her,nanda4 Auxilio Azul Maria Paz . Conversamos con ella en la sede de la Asociacin
Nueva Andadura en Madrid el 15 de diciembre de 1995.
-Doa Maria de Leoz Ochoa Zabalegui: Procesada por desafeccin a la Repblica
porque entre otras cosas en su domicilio acogieron a religiosos perseguidos, pas por
varias crceles de mujeres. Conversamos con ella el 1 de noviembre de 1994.-Don Cayetano Luca de Tena y Lazo: Mdico y de la familia de los propietarios
de ABC. Estuvo preso en la Crcel de San Mitn de donde seria sacado el 27 de
noviembre de 1936 en una de las dos expedicioncs que ese da alcanzaron su destino en
30
Introduccin.
la Escuela de Reforma de Alcal de Henares donde seria internado. Hablamos con l en
su domicilio el 25 de enero de 1994.
-Don Salvador Lujn Ruiz: Militante de una organizacin clandestina de la QuintaColumna. Nos recibi en su despacho profesional, en Bilbao, el 16 de noviembre de 1995.
-Don Jos Maestre Montoya: Otro militante quintacolumnista que adems de charlar
con nosotros nos facilit un relato basado en sus vivencias en la guerra titulado A las siete
truena Garabitas. Nos recibi en su casa la tarde le 14 de diciembre de 1994.
-Don Juan Ribot Bartolom: Responsable de una Universidad Popular en Madrid
y despus abogado en uno de los Tribunales militares del Primer Cuerpo de Ejrcito de laRepblica. El 27 de octubre de 1993 conversarnos con l en su casa; ha fallecido
recientemente.
-Don Ramn Serrano Suer: Fue parlamaritario de las Cortes de la Repblica,
amigo personal de Jose Antonio Primo de Rivera, aunque no era falangista. Huy del
Madrid de la Guerra en febrero de 1937 llegando a Salamanca y constituyndose en el
autntico constructor del Estado franquista. Fue mixistro de Franco, del que era su cuado
y su mximo colaborador hasta que en 1942 fue apartado de la poltica. Nos recibi en su
domicilio madrileo la tarde del 24 de junio de 1994.-Don Pedro Tiemblo Jara: Quintacolumnistt que, como integrante de la escolta del
General Miaja, particip en la elaboracin de un plan para secuestrarlo y entregarlo a losNacionales haciendo cruzar su coche por GuackLlajara. Fue descubierto y procesado.Conversamos con l en su casa el 14 de noviembre de 1994.
-Don Manuel Valds Larraaga: FalangisLa y amigo personal de Jose Antonio,
motivos por los cuales se hallaba preso en la Crcel Modelo en el momento de iiciarse
31
Introduccin.
la Guerra. Tras pasar por varias crceles, la primavera de 1937, consigui ser trasladado
al Hospital Penitenciario de Nio Jess desde el que organiz la Quinta Columna en
Madrid de la Falange clandestina a cuyo frente se coloc. Nos recibi en su casa el 7 de
febrero de 1994.
-Don Jess Vzquez Senz de Herma: Miembro de la organizacin de la Quinta
Columna que diriga Antonio Bouthelier Espasa y mcargado de transmitir mediante una
emisora de radio clandestina en la calle de Vallehermoso de Madrid. Mantuvimos con l
la entrevista en nuestro domicilio el 30 de noviembre de 1993.
-Don Eustaquio Villarrubia Rodrguez: Inlegrante de uno de los grupos de la
organizacin quintacolumnista madrilea que dirga Jernimo Lpez Batanero. Conversa-
mos con l en una cafetera de Las Rozas (Madril), pueblo en el que reside, el 20 de
diciembre de 1994.
En el presente trabajo, por peticin expresa dc ellos, no incluiremos referencias a lainformacin que nos han facilitado los seores Gutirrez Mellado, Lujn y Vzquez, cuandoello tenga lugar.
Adems, hemos de aadir los testimonios de otros dos protagonistas de los
acontecimientos pero que debido a su avanzada edad To accedieron a una entrevista personal
y prefirieron facilitamos su informacin por escrito a. travs de carta.
-Don Francisco Bonel Huid: Fue el Jefe de os Servicios Especiales del Frente de
Madrid cuyo puesto se hallaba en el pueblo toledaro de La Torre de Esteban Hambrn.
Debido a su avanzada edad (ha fallecido recientemerie) prefiri facilitarnos la informacin
mediante una carta que nos dirigi el 29 de noviembre de 1993.
-Don Francisco Clavel Ruiz: Militante de la J
Introduce in.
uno de los procesados en el juicio que aniquil esta oq;anizacin poltica y creemos que hoyes el nico que queda con vida. Hoy reside en Sant Andreu de la Barca (Barcelona) y nos
remiti su informacin el 4 de noviembre de 1994.
Los testimonios orales y, estas dos ltimas por va epistolar, que hemos utilizado han
servido sobre todo para corroborar otra documentacin escrita o aportar datos que la misma
no puede proporcionar.
11.2>. Las fuentes bibliogrficas
.
Al final del trabajo incluimos una extensa relac n de la bibliografa consultada. Partede la misma aparece citada a lo largo del mismo en notas a pie de pgina cuando se hace
referencia a ella.
III.- METODOLOGIA
.
Por mtodo de trabajo entendemos un conjunto de operaciones intelectuales, deordenacin, evaluacin y tratamiento de las fuentes, para aplicar unas tcnicas que nos
permitan conocer los procesos y situaciones histricas que nos hemos propuesto conforme
a unas hiptesis, tras haber formulado claramente nuesro objetivo y seleccionado las variablesrelevantes.
Por tanto, atendiendo a lo que seala el profesor Arstegui,3 el mtodo cientfico en
la investigacin histrica es un procedimiento, que p ~etendealcanzar un conocimiento pero
asegurando que lo que se quiere conocer es explicado y ello significa que debe darse cuenta
de la realidad proponiendo afirmaciones demostrables.
3RSTRCU, hile. Lkq /n,es=ac~kS/ota2onys/cda Barcelona; Critica (Gilialbo Uondadori); 1995(p. 273).
33
Introduccin.
Esto significa que debemos definir los problemas, formular las hiptesis, analizar de
forma sistemtica la realidad a la que stas se releren, proponer explicaciones de los
fenmenos y soluciones a los problemas observados.
Siguiendo las condiciones del mtodo que seala el profesor Arstegui4 podemos,
centrndolo en nuestro trabajo, resumir nuestras intenciones sealando que nos proponemosestudiar la accin en y de la retaguardia antirrepublic ma madrilea durante la Guerra Civil
Espaola. Para ello, atenderemos a la concepcin qu~ de su importancia tenan uno y otro
bando, pero despus nos detendremos en el anlisis de la actuacin en ese marco de unos,
para minar su resistencia y colaborar a la victoria de los Nacionales, y los otros intentando
contrarrestar esa accin con medidas, actitudes, comportamientos condicionados por las
circunstancias polticas que atravesaba la Segunda Repblica. Definida esa realidad, este
anlisis nos permitir explicar y valorar la enorme importancia que la retaguardia de Madrid
tuvo en la Guerra de Espaa y alcanzar un completo conocimiento de la misma.
Para desarrollar este trabajo hemos estructurado la tesis en cuatro partes. Cada una deellas tiene una cronologa interna. Preferimos la divisin temtica en unidades lgicas y el
anlisis de cadauna de ellas siguiendo un orden cronol5gico. De ah ,que salvo la ltima parte,
en las tres anteriores siempre se comienza el desan ollo de la explicacin de los distintos
apartados en 1936, y en algn caso,incluso antes. No obstante, consideramos que ello es lo
lgico: primero, conozcamos las circunstancias quc van a facilitar, rodear y explicar la
existencia de la realidad que estudiamos, la vida clandestina en el Madrid de la Guerra;
despus ,exaniinmosla comenzando por conceptua la primero para despus analizar su
plasmacin en la realidad, y, en tercer lugar, detengmonos en el estudio de las formas y las
AROSTEGIII, Julio. Op. eit. (pp, 277 y 278).
34
Introduccin.
medidas que puso en prctica la Repblica para intentar erradicar ese fenmeno. Por ltimo,
en estricta cronologa, conoceremos el protagonismo de esa vida clandestina republicana en
el desenlace de la Guerra en Madrid.
La primera parte, pues, nos coloca en un plantamiento general al situar el contexto
de la vida en la ciudad de Madrid los primeros meses
Introduccin.
centra en el examen de todo lo referente a las crceles que acogan a esos enemigos de la
Repblica y en ello destacamos dos episodios que tulderon lugar en ese primer periodo de
la guerra de enorme violencia: el Asalto a la Crcel Modelo y las sacas de presos de otoo
de 1936.
Con estos tres grandes apanados queda completida una visinde la ciudad clandestina
en el Madrid de la Guerra Civil. Pero dejamos para la ltima parte de la tesis el fmal de laGuerra en la capital de Espaa en la que precisamente la actividad de ese sector de la
poblacin emboscado antirrepublicano jugo un importinte papel y sin cuyo conocimiento noes comprensible la forma como termin la Guerra Ci~ il Espaola no slo en Madrid sino en
Espaa entera.
36
EL COMIENZO DE LA GUERRA Y SU CONTEXTO
.
CAPTULO 1: LA DESTRUCCIN DEL ESTADO REPUBLICANO
.
1.- LA VIOLENCIA POLTICA
.
Es conocido que los primeros meses de la Guerra se caracterizaron en Madrid por el
caos y la prdida del poder por el Estado en favor de la calle. Ello se deba a la situacin
creada tras el fracaso de la sublevacin militar y dio cobertura a la ejecucin de acciones deenorme violencia y crueldad. Una violencia poltica porque de este carcter solan ser las
razones que se argfan para llevarla a cabo, aunque cLetrs se escondiesen otros argumentos
normalmente bastante ms inconfesables.
Bien es cierto que esta violencia no se desat repentinamente el 18 de julio de 1936,como si en esa fecha se hubiera dado un pistoletazo de salida. Era ya una situacin de
desorden pblico que se inici tras las elecciones ile febrero; < > < >2 Pero esto no fue algo homogneo
en toda Espaa, sobre todo alcanz cotas muy graves en Andaluca y Madrid, y, especialmen-
te, en los meses de mayo y junio.- La culminacin de esa violencia puede consicterarse quiz el asesinato del Teniente
Castillo y, como su respuesta, el de Calvo Sotelo. Lau palabras de Goicoechea en el entierro
del lder de la derecha constituyeron un reflejo del anbiente:<
Capitulo 1: La destruccin del Estado republicano.
empeamos solemne juramento de consagrar nuestra vida a esta triple labor; imitar tu ejemplo, vengar tu
muerte, salvar a Espaa. Que todo es uno y lo mismo, porque salvar a Espaa ser vengar tu muerte, e imitar
tu ejemplo ser el camino ms seguro para salvar a Espaa.>
Se anunciaba lo que iba dar comienzo das despus y se invitaba a desatar la violencia
como respuesta vengativa. Y, como escribi Charles Tilly3 < >
Pero la violencia es un fenmeno de por s muy complejo y dentro de l hay quepreguntarse por el papel que juega en las relaciones polticas porque aunque se conceptacomo un hecho social afecta casi siempre a estas. Por tanto, hemos de delimitar lo que
entendemos por violencia poltica.4
En principio, hay que entender la violencia en el seno de un conflicto. En toda
sociedad existe una acomodacin para resolver de >orma consensual los conflictos que,
inevitablemente, surgen de ella (aunque no siempre exigen la presencia de violencia). Cuando
esos mecanismos no funcionan aparece lo que Arsuegui denomina < >: la violencia.
Si sta es poltica se relaciona con conflictos de desigualdad porque surge entre panes
no equiparables, con puntos de partida desiguales (gobernantes y gobernados, dominadores
y dominados, entre clases), y en este caso hacemos referencia a la aparicin de situaciones
violentas en el curso de la resolucin de conflictos polticos.
3 TILLY, Ch. Collective violence in europeas, perspective en 1. K. FEIERABEND y otros, Anger violence ant! polities: Theories ant! research.Englewood Cliffs; Nl.; 1972 (p.372).
4 Las consideraciones que siguen son producto de la lectura, sobre todo de ARSTEC U!, Julio: Violencia, sociedad y poltica: la definicin de laviolencia en ARSTEGUI. Julio (eda.). Violencia y poltica en Espaa (0013 de Ayer). Madrid; Marcial Pons; marzo 1994.
39
Capitulo 1: La destruccin del Islario republicano.
Arstegui5 apunta una definicin provisional
Captulo 1: La destruccin del Estado republicano.
de los objetivos limitados a los globales. S se debe hablar de especificidad de la violencia enEspaa, pero en ningn caso de excepcionalidad. Tampoco la violencia que estalla en Espaa
responde a caractersticas tnicas del espaol; y particulannente las guerras civiles implican
una considerable carga de violencia.8
Hay que entender la violencia poltica desatada en 1936 en el contexto de un proceso
de radicalizacin que se deba en el caso del proletariado al fracaso de 1934 y en el caso de
la derecha a la derrota electoral de febrero de 1936.
El fracaso de la sublevacin en Madrid desenciden que esa violencia se introdujeraen una dialctica del terror. A medida que las tropas africanas iban avanzando por
Extremadura y se iban acercando de forma imparable a la capital el desasosiego creca y la
respuesta era un incremento de la violencia en forma de represalias: la matanza de los presos
del tren de Jan, el asalto a la Crcel Modelo, los paseos, las sacas de presos del mes
de noviembre.
En el presente trabajo analizaremos cmo la Repblica debido a la situacin creada,de enorme violencia y desorden pblico, tras los sucesos de julio encamin su labor los mesessiguientes a recuperar el control del poder que haba perdido en beneficio de las organizacio-
nes ms revolucionarias, cuyo xito en la derrota de los alzados, les haba otorgado el poder
efectivo en la calle. Veremos como el Estado tratara de incorporar la nueva situacin
revolucionaria creada a la legislacin.
No obstante, no toda la violencia que observ la capital de Espaa en estos meses fue
del mismo signo. Vamos a comprobar cmo no toda la represin, al margen de los cauces
legales del Estado, fue igual. Estableceremos las diferencias, en cuanto a la motivacin, la
8 RPIG TAPIA, Alberto. Violencia y terror. Estudios sobre la Guerra Civil Espaola. S4adrid; Altai Universitaria; 1990 (pg. 07).
41
Captulo 1: La destruccin del Estado republicano.
ejecucin, el fin perseguido y los responsables de doE. tipos de represin, la que supusieronlas extracciones masivas de presos de las crceles de Madrid y la realizacin de los paseos
por quienes eran calificados de incontrolados
No vamos a centramos en el recuento de las vctimas de esta violencia para lo cual
existe bibliografa. En el presente captulo y en otros en los que haremos referencia al tema
de la represin, nuestro anlisis pretende, por un lado, ser no cuantitativo sino cualitativo,
tanto desde la perspectiva de los perseguidores como desde los perseguidos. Pretendemos
analizar quines fueron los responsables de esa violencia, cmo se llev a cabo y contra
quienes. Y, por otro lado, en la tercera parte de este trabajo, trataremos de acercamos alconocimiento no del Madrid combatiente, ni de la ciudad que sufri pasivamente las conse-
cuencias de la Guerra sino, sobre todo, de ese sector de los madrileos que, debido a las
nuevas circunstancias, pasaba a situarse en la clandestinidad por su oposicin a la Repblica.
Frente a ese sector y, precisamente por ello, la situaciin en retaguardia obligaba a modificar
la configuracin de la Administracin de Justicia y de los organismos y fuerzas para el control
del orden pblico y de ello nos ocupamos en la tercera parte de de nuestra investigacin.
II.- LOS EXCESOS DE LA JUSTICIA CL4LNDESTINA O POR CONSENSO
.
Desde los primeros das de guerra y durante los primeros meses de la misma se
implant lo que el profesor Vctor Alba9 denomira la :ejecuciones en el lugar del combate, en el caso de bs frentes, y paseos , incautaciones,saqueos, requisas y registros, en el caso de la retaguarc la. Se prescinda de los procedimientos
9ALBA, Vctor. De los Tribunales Populares al tribunal Especial; en Justicia en guerrc (Jornadas sobre laAdhninistracin de Justicia durante la Cuera
Civil Espaola: instituciones yjientes documentales>. Madrid, Ministerio de Cultura, 1991. P.224 y 225.
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Capitulo 1: La destruccin del Estado repuhlicano.
judiciales que analizamos en el captulo nueve, en niign caso haba juicios, aunque se lediera ese nombre a actuaciones (entindase tambin en el sentido teatral de la palabra) de
quienes se autotitulaban tribunales. Era una justicia que no se vesta con togas ni seadministraba en las Audiencias.
Por tanto, slo cabe calificarlo de justicia clandestina que no participaba en nada delprimer concepto y s mucho del segundo. Se ejerc:a en las checas10, tambin llamadascomits. Se detena por mltiples motivos pero todos relacionados con la idea de que lo que
se haca era una labor higinica de limpieza de la retaguardia. Poda ser una denuncia
contra quien se deca era derechista, haba colaborado en el pasado con algn partido de este
signo, se aseguraba que les haba votado o haba manifestado de algn modo una actitud
antirrepublicana o poco revolucionaria (se opuso a esta o aquella huelga o manifest
aprobacin a la represin de octubre de 1934).
Claramente, era una actividad al margen de h Justicia institucional en la que no se
confiaba. Ante ese tribunal de la checa el detenido era interrogado en un clima enrarecido
y hostil. Las preguntas que se hacan al detenido estaban en relacin con el motivo de la
detencin. Normalmente, no estaba presente el que haba realizado la denuncia y el acusado
no tena opcin de defensa. La ley que se aplicaba era arreglar las cuentas que unas veces
eran ideolgicas, otras laborales, otras personales o a veces simplemente relacionadas con la
imagen o la actitud habitual de la vctima.
Durante las primeras semanas de la guerra est justicia clandestina actu con totallibertad y era aceptada por la mayora de la gente. Una masa que vea en los paseos, los
registros, las detenciones, las requisas una serie de actos de justicia que la gente se tomaba
10 Organismos analizados ms adelante.
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Captulo 1: La destruccin del Eslado republicano.
por su mano, por esa desconfianza en la Justicia como institucin. Esa es la razn por la que
el profesor Alba afirma que se realizaba < >. Pero, al fin y al cabo, se
entenda que era una forma de justicia.Los que la aplicaban la calificaban de la autntica justicia del pueblo y en ocasiones
as lo expresaban: < > 12 Estas notas aparecan sobre los cadveres de los paseados como
una especie de sentencia. Eran frases como < >13 Otras veces se hacan constar los cargos que haban motivado
el asesinato: < 14 Otras notas eran ms lacnicas:
< >~
No se olvide que las organizaciones polticas> sindicales haban pasado a ser, de un
da para otro, decisivas en Madrid, como en el resto cte lugares bajo control de la Repblica,ya que haban hecho fracasar el golpe militar con su presencia en la calle. Ello haba
11 ALBA, Victor. Opeir.
12 AGA. Seccin Justicia; Caja 6091; Sumario 405/937: Asesinato de Genaro Juanea nbascal el 12 de enero de 1937.
3 AHN; Fondos Contemporneos; Audiencia Territorial de Madrid, Serie Criminal: Legajo 97/2; Sumario 380/936: esta nota estaba sobre el cadver deFrancisco de Paula Urefia, asesinado la madrugada del 27 de septiembre de 1936.
14 AHN; Fondos Contemporneos; Audiencia Territorial de Madrid, Serie Criminal: Lcgajo 40/1; Sumario 250/936: esta nola estaba sobre el cadver dePablo Ferreiro Marcos, polica de la Comisara de Hospicio, asesinado el 15 de dicem,re de 1936.
15 AHN; Fondos Contemporneos; Audiencia Territorial de Madrid. Serie Criminal: Lcgajo 145/2; sumario 380/936: Muerte de un desconocido halladocl 30 de septiembre de 1936.
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Capitulo 1: La destruccin del Est ido republicano.
provocado que los militantes y simpatizantes de estas organizaciones tuvieran gran capacidad
de arrastre con la fuerza de persuasin que daba el ,oder del que gozaban de pronto o la
simple victoria momentnea. Si consideraban justo, aunque no se ajustara a derecho, elpaseo de un sacerdote o religioso en esa atmsfera anticlerical que en tantos ambientes se
respiraba, o de ese patrn que haba tomado represalias por secundar una huelga en el pasado,
o de ese militar como Lpez Ochoa al que se ases in y decapit por haber tolerado la
represin de octubre de 1934, las masas no lo discutia:i y aplicaban esa justicia del pueblo,porque en el fondo consideraban que la Justicia institucional era patrimonio de los poderosos.
As, se produca la paradoja de que quienes por planteamientos ideolgicos deban oponersea la pena de muerte se aplicaban en la realizacin de paseos
No obstante, en la prensa moderada, pronto comenz la censura de esta manera de
tomarse la justicia por la mano. As, ABC, en su primer nmero tras la sublevacin
clamaba contra las actuaciones arbitrarias: 16 Aunque eso si, en el contenido
de esta noticia se defenda que las organizaciones polticas deban actuar contra los enemigos
del Rgimen, pero como tales, y deban evitar < > Y Das despus en ABC
aparecieron varias referencias a notas de las autoridades rechazando la realizacin de registros
y detenciones por incontrolados . Sin embargo, la primera posicin, expresada en un
editorial, contra esta situacin apareci en El Socialista cuando el 23 de agosto de 1936
16 ABC (25.07.36).
17 Las organizaciones a las que se refera eran CNT, PSOE. PCE. Partido Sindicalista y JSU.
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Capitulo 1: La destruccin del Estado republicano.
bajo el titulo < > ,~ justo debajo de la noticia delincendio en la Crcel Modelo (episodio que analizamos en el dcimo captulo), se censuraba
esa prctica de la justicia clandestina y se defenda: < >. Dos das despus, ABC reproduca lo que consideraba
ms importante de este editorial, que calificaba de < > 19 y
especialmente escoga aquellas frases que abogabanpc r el respeto a la Ley y dejaban trasluciruna condena de esa supuesta justicia popular que ;e llegaba a calificar de < >.
Pero la prensa ms extremista mostraba uni actitud bien diferente. < >20 era un titular de CNT que encabezaba un comentario, en un tono de
gran violencia, en el que se aprobaba que el pueblo se tomara la justicia por su mano, sin
humanitarismo y con . En das sucesivos se indicara a los
< > confederales que no se dejaran desarmarpor nadie, intencin de la queacusaban a socialistas y comunistas.2 Tampoco faltaron comentarios de opinin en los que
se peda dureza extrema contra < > 22
Aun as, ese consenso fue desapareciendo tambin entre la opinin pblica. Muchos
18EL SOCIALISTA
Captulo 1: La destruccin del Est ido republicano.
de aquellos que en un principio no desaprobaron estas brutales acciones y esta supuesta e
innoble justicia empezaron a reprobaras y la forna de hacerlo era echando culpas~Normalmente, se cargaban las responsabilidades sobre los anarquistas, y en menor medida,
sobre los comunistas, posiblemente porque eran las idtologas ms extremas de entre las que
defendan la Repblica (lo mismo que en el otro bando se sola culpar a falangistas) y porque
ya hemos comprobado el tono de sus comentarios, sobre todo de los confederales.
Pero, hubo otro aspecto que ayud a restar apoyo a la aplicacin de esta justicia devistas orales en checas, sentencias en cuartillas mal cortadas y ejecuciones en descampa-dos en los arrabales de la ciudad. Pronto empez a co:istatarse que lo que se calificaba como
no eran, en muchas o asiones, ms que casos de venganzapersonal.
Un ejemplo de esto es el episodio, muy conocido, narrado por Zugazagoitia23 y quetambin recoge Abella:24
< .
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23
24
Captulo 1: La destruccin del Estado republicano.
-Estn equivocados... Yo no soy el que ustedes suponen.
El acusado repite estas palabras hasta el cansancio. Nadie les presta odo. No hay error en la detencin: es
la persona denunciada. Todo lo que queda por hacer es... eje:utarla. El mismo piquete que ha hecho la
detencin se lo lleva a uno de los extremos de Madrid. La escena promete ser corta y vulgar. La vctima
renuncia a todo esfuerzo, y con el presentimiento de la muerte, recobra una calma extraordinaria. Cuando el
coche se para y descienden los milicianos, se apea tras de ellos y con otro tono de voz, repite lo que ya les
ha dicho:
-Estn equivocados. Van a cometer una injusticia que no les aprovechar.
Tampoco le oyen. Si algo les interesa es terminar pronto para volverse al cuartel, donde les aguarda la cama.
Su nuevo oficio tiene fatigas que ellos no suponan. El jefe del piquete despus de disponer las cosas para la
ejecucin, pregunta al reo si tiene algn encargo que hacerle, ea la seguridad de que ser cumplido.
-S, y si lo hace, le perdonar la injusticia que va a cometer. (Buscando entre los papeles de su cartera, extrae
uno que ofrece al miliciano>: Es el recibo de un prstamo. Le a;lradecer que lo haga llegar a mi familia, ya
que en lo sucesivo no tendr otra cosa de la qu vivir. Gracias, porque confio que me har esta comisin.
El miliciano tuvo curiosidad por leer lo que deca aquel papel. ncendi su mechero y lo deletre. Se qued
un rato perplejo, como quien hace un esfuerzo de memoria, y ;uardndose el recibo en el bolsillo, dio una
orden a sus hombres:
-Vengan, todos al coche. Rpido!
-Qu pasa? -pregunt un miliciano, alarmado.
-Que volvemos al cuartel.
Un nuevo y ms minucioso interrogatorio del detenido, mientas el recibo de la deuda pasaba de mano en
mano. El crdito del detenido sobre la persona que lo haba dt nunciado era de diez mil pesetas. El jefe deaquella milicia se volvi hacia aquel hombre, que haba perdidcs de nuevo su calma, y le dijo:
-Est usted en libertad, y, si lo desea, uno de nuestros coches le puede llevar a su casa, a menos que prefiera
pasar la noche entre nosotros e irse maana por la maana. A su eleccin.
Decidi, los ojos llenos de lgrimas, volver a su casa. A sus espaldas, los milicianos cuchichearon. Nuevas
rdenes. El mismo coche que transport a su domicilio al acusalo sac del suyo al acusador. Se entendi que
no haca falta interrogatorio. En el mismo extremo de Madric que haban elegido en el viaje anterior, los
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Captulo 1: La destruccin del Estado republicano.
fusiles del piquete libraron del pago de su deuda al denunciante. Por el camino de la muerte haba conseguido
lo que se propona: no pagar.> >
Episodios similares a este se repitieron con emasiada asiduidad. En este caso, lajusticia? del miliciano que diriga el grupo evit que se consumase el resentimiento personaly se aplic al denunciante falso pero la proliferacin de estos hechos y que las victimas ya
no fueran siempre aquellas cuya muerte se consideraba justa o merecida por ser conocidasu personalidad empezaron a resquebrajar el consenso favorable a estas actuaciones. Adems,bajo el pretexto de esta supuesta justicia clandeE tina empezaron a llevarse ante esostribunales de las checas personas acusadas por cualqiier motivo tras el que se esconda el
inters de una organizacin en contra de otra a la qu~ la vctima perteneca.
Fue quiz esta sensacin que en la calle se empez a percibir de que esa justicia yaempezaba a no ser tal lo que llev al convencimiento de que era necesario reformar la
Administracin de Justicia. Pero para que esa reforma sirviese al objetivo de poner fin a losabusos y desmanes como los que pona en prctica la justicia clandestina, deba dotar a laJusticia (con maysculas) de un sentido ms revolucicnario. Esos tribunales de las checas sehaban convertido en una amenaza para todos porqt e se era consciente de que estaba en
manos de incontrolados que eran tales en virtud de 4ue portaban un arma y aplicaban su
ley impunemente y la mayora de las ocasiones se movan por intereses muy lejanos decualquier nobleza. Por otro lado, la Justicia deba ser ms popular que nunca, pero deba ser
Justicia. Por ello, haba que incorporar a esas organizaciones que aplicaban su interpretacin
de la ley, de lo que era justo o no, a la Admiistractn de Justicia y ello se tradujo en lostribunales creados por los decretos de agosto y octube de 1936. Todo ello lo analizamos en
el captulo nueve.
Pero ello no significa que estas medidas legishtivas de los primeros meses de guerra
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Captulo .1: La destruccin del Estado republicano.
terminaran con esa justicia clandestina de checas y paseos, aunque s responden a unintento de controlarlo. Los tribunales no institucionales y las ejecuciones arbitrariassiguieron teniendo lugar y no en pequeo volumen, por lo menos hasta enero de 1937, pero
los Decretos de agosto son una muestra, entre otras cosas, del intento de hacer desaparecer
esto que hemos llamado justicia clandestina.
III.- EL MARCO ILEGAL DE LA VIOLENCIA POLTICA: LAS CHECAS
CLANDESTINAS Y EL PASEO
.
La sublevacin militar trajo consigo una dispersin del poder en la zona que quedbajo dominio de la Repblica. Consecuencia de ello, aparecieron esos mtodos represivosaludidos en las anteriores pginas y que llegaron a alcnnzar extrema dureza en algunos casos.
No obstante, en nuestro trabajo distinguimos en los organismos que ejercan la represin entreaquellos que se encuadran en una poltica de orden pblico y por tanto, de carcter oficial
(en el captulo octavo), y los que no eran ms que representacin de una poltica de terror,
es decir, la represin arbitraria e incontrolada en la que no haba ningn respeto por los
derechos humanos o principios morales. En el estudio de estos segundos mtodos nos vamos
a detener ahora.
Uno de los caracteres ms presentes en nuestra Guerra Civil fue la proliferacin de
episodios de enorme violencia y crueldad Posiblemente, eso sea caracterstico de cualquier
conflicto de estas caractersticas. Tales circunstancias no se produjeron slo en los frentes decombate, la retaguardia observ este tipo de episodios con similar frecuencia. Siendo as,
durante los ms de mil das de lucha, el periodo en e::. que ms tuvieron lugar fue, sin duda,
el que transcurri entre julio y diciembre de 1936 en el que la violencia predominante era
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Captulo 1: La destruccin del Estzdo republicano.
incontrolada.
En la retaguardia madrilea la represin se manifest en dos mbitos muy concretos.
Por un lado, las crceles y la evolucin de la situaci5n en las mismas durante estos meses
dentro de la Ley, y, por otro, las detenciones, registro:;, saqueos y asesinatos perpetrados por
incontrolados . Es lo que se resume en la activilad de las checas clandestinas y los
tristemente clebres paseos , de todo lo cual nos ocupamos en las siguientes pginas.
Estos primeros meses de la guerra observaron en uno y otro bando de los contendien-
tes matanzas masivas, sin hacer distinciones o perfectamente diferenciadas, represin
incontrolada o controlada (en cuanto dirigida desde el poder), paseos, torturas,persecuciones, venganzas, etc. En palabras de Indalecio Prieto,25 < > Se trataba en suma de una xiolencia poltica aunque, bien es cierto
que muchas veces latan en el fondo odios, personales o de clase, deseo de venganza por
hechos pasados o, incluso, el simple placer de matar.
En estos momentos, como ya se ha aludido con anterioridad en este trabajo, en la callelos militantes o simpatizantes de las organizaciones ;e vean investidos de un poder y una
legitimidad que les llevaba a actuar aplicando su justicia porque haban sido quienes habanhecho fracasar la sublevacin. Se trataba de una violencia inorgnica26 porque no se conectaba
con proyecto revolucionario alguno sino ms bien era un fenmeno derivado precisamente de
la falta de tal proyecto y, sobre todo, porque faltaba una real conexin con la preparacin de
un movimiento insurreccional de signo opuesto al que haban derrotado, el de quienes se
25PRIETO TUERO Indalecio. Canas a un escultor. Pequelos detalles de grandes srcesos. (Introduccin). Buenos Aires, Ed. Losada, 1961 (p. 17>.
26 Segn definicin que hace Julio ARSTEGUI en Conflicto social e ideolgla de la violencia. 1917-1936 en op. ch.
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Captulo 1: La destruccin del Este ido republicano.
haban alzado contra la Repblica. En consecuencia, en la Guerra, derivada del fracaso de
la va insurreccional en ambos bandos, la salida era una violencia poltica de carcter
inorgnico.
En las siguientes lneas, vamos a analizar cmo se estructur esa represin
incontrolada, es decir, esa violencia, que hemos caracterizado de inorgnica, desatada por
grupos o personas, que, por decirlo vulgarmente, se tomaban la justicia por su mano, al
margen de la actividad represora del poder. La razn de la importancia de esta violencia nos
la expone el profesor Arstegui: 27
Adems, la represin, o sea, el control poltico-social de la poblacin, se constitua
en un captulo fundamental de esa violencia. La represin supone uno de los componentes
esenciales de toda guerra civil, y aun de toda guerra. Se trata de los mecanismos empleados
o las acciones llevadas a cabo para la persecucin de Los partidarios del bando enemigo que
actan, o incluso los que estn pasivos, en zona del propio bando (quintacolumnistas, espas
o simplemente desafectos, o que se sospecha que estn incluidos en cualquiera de estos tres
casos). Y, adems, se encuadr en un contexto de prctica desaparicin del Estado en la
Espaa republicana.
En el tema que nos ocupa, especialmente en el periodo entrejulio y diciembre de 1936y de manera importante en Madrid, hay que tener presente que esa violencia incontrolada, en
su irracionalidad, en ocasiones haca blanco de su accin represora a individuos que, de haber
tenido la suerte de caer en manos de los organismos 3ficiales y haber sido sometidos a una
27 ARSTEGUL. Julio. Op. cit.
52
Captulo 1: La destruccin del Est ido republicano.
rigurosa investigacin, hubierantenido la oportunidad. si era el caso, de demostrar lo errneo
de su persecucin.
III.1- Las checas clandestinas
.
Cuando hablamos de esta arbitraria represin, hay que considerar que la detencin
tena lugar en checas incontroladas que normalmente ~ransimples locales de organizaciones
polticas o sindicales. La muerte, producto de esta viobncia, se produca de manera totalmen-
te gratuita, sin control y de manera clandestina.
As, en palabras de Peter Wyden, la palabra checa < >28 Proliferaron en Madrid, adems de
Barcelona y Valencia, sobre todo.
La actuacin de estas checas y los asesinatc s cometidos por sujetos indeseables29generaron un clima de terror e inseguridad en Madrid. sobre todo para aquellos sobre los que
se sospechaba poco afecto por la Repblica o eran conocidos simpatizantes de partidos
contrarios al Frente Popular. Muchos de ellos se dedicaron en seguida a la bsqueda de un
escondite seguro o, pronto, conseguir el refugio en alguna embajada o inmueble protegido porun pabelln extranjero.
28 WYDEN, Peter. La guerra apasionada. historia narrativa de la Guerra Civil Espatala, 1936-1939. Barcelona; Martinez Roca; 1983; (p. 102).
29 Este era el adjetivo que habitualmente les aplicaba la prensa cuando denunciaba y 1 ataba de llamar la atencin sobre estas acciones.
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Capitulo 1: La destruccin del Estado republicano.
Las detenciones que realizaban los miembros de las checas solan responder a
denuncias annimas y, como particularidad de Madrid utilizando los archivos del Ministerio
de Gobernacin que se hallaban en el fichero de Matices Polticos o Control de Nminas en
la DGS, organismo que conoceremos en su momento.
Los registros acompaaban a las detenciones y ambos se realizaban al anochecer,
nonnalmente por individuos que con la apariencia de nilicianos no se identificaban ms que
verbalmente, dicindose agentes de vigilancia, siendo esto la mayora de las veces falso. Si
se llevaban un detenido, sus familiares se entregaban a una frentica y desesperada bsqueda
y cuando no apareca acababan por tener que consultar el macabro fichero, que para el
mantenimiento de todas las fonnalidades jurdicas, se hallaba en la DOS con las fotografasnumeradas, de frente y de perfil, de todos los cadveres aparecidos con signos de violencia30.
Si haba sido paseado, su fotografa, normalmente espeluznante, estara all. As, puede
servir de ejemplo el caso de un madrileo: Eliseo Gonzlez Mndez.3Segn el sumario que se abri, la madre de Eliseo denunci el secuestro de su hijo
cuando tras ser detenido en la tarde del 3 de noviembre de 1936 por dos milicianos (uno cojoy otro manco) en el Circo Price, tuvo la seguridad de que lo haban llevado a un Ateneo en
la calle del Pez nmero 5, donde, a la madre, le dijeron que le iban a llevar al CPIP de lacalle Fomento (conocida Checa). No obstante, desde iquel momento se ignor su paradero.En el mismo sumario, un oficio de la DOS del 8 de diciembre dice que se haba averiguado
que el 7 de noviembre en el ltimo Gabinete de ~staDireccin fue identificado en el
Depsito, un cadver que corresponda a Eliseo Gonzlez Mndez, coincidiendo los dems
30 ABELLA BERMEJO, Rafael. Op. cit. (p. 30).
31 AHN. Fondos Contemporneos. Audiencia Territorial de Madrid. Serie Criminal. Lgajo 137/2; Sumario num. 391/936.
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Captulo 1: La destruccin del Est2do republicano.
datos de filiacin, quien fue detenido por milicianos d~l Ateneo de la calle del Pez, 5, que ya
no exista pues se incendi en un bombardeo. Otro oficio del 23 de diciembre, seguimos en
el mismo sumario, del Depsito Judicial de Cadveres, dice que se haba identificado el
cadver 57-20 como Eliseo Gonzlez Mndez, muerto la tarde del 5 de noviembre de 1936,
procedente de la calle Isaac Peral (se supone que seri el lugar del asesinato), y todos estos
datos (incluido el nombre) proceden de un papel que sc hall en el cadver que como en otroscasos se le da carcter de verdad porque as result s empre que familiares se presentaron a
reconocer cadveres que se encontraron con un papeL similar.
Evidentemente, el asesinato de Eliseo Gonz]ez responda claramente a una accin
incontrolada, sin responsabilidad directa de los organismos oficiales dependientes del
Gobierno. Se trataba ms bien de la obra de unos milicianos, muy probablemente pertenecien-
tes a ese Ateneo citado en el sumario, que actuaron por su cuenta y obedeciendo a motivos
estrictamente paniculares. En este Ateneo tenemos un ejemplo de un local de una organiza-cin, en este caso sindical, que cumpla adems otras funciones: concretamente, este se
trataba del Ateneo Libertario de Centro de CNT que adems actuaba como checa, como se
ha observado con el caso de Eliseo, y como cuartel de milicias confederales, situado en un
convento de monjas benedictinas y que se incendi a mediados de noviembre debido a quefue alcanzado en un bombardeo de los que hubo sobre Madrid, motivo por el cual dej defuncionar.
Lo normal es que los que eran llevados detenidos a las checas fueran, una vez en
estas, interrogados en un ambiente que les era marcadamente hostil y la decisin sobre su
muerte o su libertad la tomaban con rapidez los diri~entes del centro. Si la decisin era la
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Captulo 1: La destruccin del Estado republicano.
muerte la ejecucin era inmediata.32Queda claro que las dos opciones eran la liberad o la muerte, en la inmensa mayora
de los casos, ya que el detenido nunca permaneca en el local mucho tiempo, normalmente
unos das, a veces unas horas tan solo.
Sirva como muestra de lo anterior el testimonio de Jos Francs Agramont quien fue
detenido en su domicilio el 12 de noviembre de 1936 por dos individuos. Tomaron el metro
frente al Ministerio de Justicia (Noviciado), hicieron transbordo en la Puerta del Sol y se
apearon en una de las estaciones en las proximidades de la calle Goya. Recojamos, ahoratextualmente, lo que declar Jos el 10 de diciembre de 1936 ante el juez en el sumario porsu supuesto secuestro:
Se trasladaron < >~
En esta declaracin hemos ledo la descripcin de los elementos caractersticos de una
checa contados por alguien que los conoci muy de cerca.
32 SOL 1 SABAT, Josep M~ y VILLARROYA. Joan. Las Checas en 9. La RamPa de Madrid. JA GUERRA CV/It (Vol.9). Madrid, Historia 16.1986.
33 Se trata de un local del PSOE que era Cuartel de las Milicias de la Brigada Social en que nos consta que hubo detenidos.34
AHN. Fondos Contemporneos. Audiencia Territorial de Madrid. Serie Criminal. Legajo 6/1; Sumario nuos. 367/936. Declaracin de Jos FrancsAgramont (10.12.36).
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Captulo 1: La destruccin del Estado republicano.
En Madrid el nmero de checas fue superior a doscientas pertenecientes a los distintos
servicios de seguridad, milicias, y a los sindicatos y partidos del Frente Popular. De ellas,
seguidamente destacamos las ms tristemente clebre8 por su actividad represiva:35
-Checa de Fomento: la ms importante por encima de todas las dems. Estuvo en el
Crculo de Bellas Artes (calle de Alcal, 40) hasta el 25 de octubre en que se traslad a la
calle de Fomento, 9. Oficialmente era el Comit Provincial de Investigacin Pblica, creado
por iniciativa de Manuel Muoz Martnez, Director General de Seguridad, a inicios de agosto
(posiblemente el da 4), por tanto, era la checa oficial por antonomasia. Funcion hasta el 7
de noviembre en que Santiago Carrillo orden su disolucin. Nos detenemos en el anlisis
ms detallado de este organismo en el dcimo capitulo.
-Checa de Marqus de Riscal: situada en el Palacio de los Condes de Casa Valencia
en lo que era una antigua sede de RE, en el nmero 1 de esta calle. Oficialmente era la
Primera Compaa de Enlace del Ministerio de Gobc macin y la diriga Alberto Vzquez
Snchez. Tambin lo analizamos con detenimiento en el capitulo diez.
-Checa de Narvez: en los nmeros 18 y 20 de esta calle, donde estaba el colegio del
Sagrado Corazn, era el Ateneo Libertario de Retiro dt la CNT. A su frente destac la figura
de Mariano Garca Cascales. En octubre se traslad al Restaurante Cndor de la calle de
Jorge Juan, 68. Tambin era Cuartel de Milicias Corfederales.
-Checa de San Bernardo: en la iglesia situada en los nmeros 72 y 74 de esta calle,
comenz a funcionar el 22 de julio oficialmente como Radio 8 del PCE dirigida por AgapitoEscanilla de Simn. Tambin era cuartel de dos batallo aes del Quinto Regimiento y en febrero
35La siguiente relacin responde a las conclusiones sacadas del anAlisis de la Pieza 4 (Checas) de la Causa General de Madrid en los Fondos
Contemporneos del AHN. La situacin de cada uno de
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