GUERRA A LOS DJINNS(UN YANQUI EN LAS MIL Y UNA NOCHES)
Murray Leinster
En ingls: GATEWAY TO ELSEWHERE, 1954
(Entrada a otro lugar, nota de diaspar)(Originalmente fue JOURNEY TO BARKUT, nota de urijenny)
Traduccin: Manuel Bosch Barrett
Editorial E.D.H.A.S.A. 1956
Coleccin Nebulae n 29
Escaneado por diaspar en 1998.Revisado y editado por: [email protected] en 2002.
mailto:[email protected]
I
Esta es la historia de lo que le ocurri a Tony Gregg una vez hubo aprendido la
cuarta dimensin - o quiz era la quinta o la sexta - en un restaurante shishkebab del
barrio sirio del bajo East Broadway, Nueva York.
No fue originalmente al restaurante con el fin de enterarse de lo de la cuarta
dimensin. Su primera visita fue simplemente en busca de un shishkebab, que es un
maravilloso plato de trozos de cordero clavados en unos pinchos y asados, con una
inverosmil salsa que contiene hojas de parra. Fue de una manera puramente
accidental que se le ocurri preguntarle al dueo del restaurante por una moneda
que llevaba - l, Tony - como talismn.
Tony la haba comprado como amuleto en una de aquellas diminutas tiendecillas de
las calles apartadas de Nueva York en cuyos escaparates se exhiben mezcladas
joyas antiguas y piezas de ajedrez de marfil. La compr porque le pareci extraa.
Su conciencia - haba sido criado con una conciencia bastante estricta - consinti
con cierta reluctancia la compra porque la moneda era muy pesada por su tamao y
poda ser de oro. (Con toda certeza no era una medalla, y por lo tanto tena que ser
una moneda.) Llevaba una inscripcin en un rabe convencional en una cara y en la
otra algo que pareca un complicado trono sin nadie sentado en l. Pero cuando
Tony trat de identificarla, no encontr en ningn catlogo de numismtica ninguna
moneda que se pareciese a aquella.
Una noche - aquella fue su primera visita, no la ltima, en que se enter de la cuarta
dimensin - fue al East Broadway en busca de un shishkebab y se le ocurri
preguntarle al dueo sirio del restaurante qu poda decir aquella inscripcin. El sirio
la mir, frunci sombramente el ceo y le dijo que la moneda era una pieza de diez
dirhim, que la inscripcin deca que era de Barkut y que no haba jams odo hablar
de un lugar que se llamase Barkut. Tony tampoco. As, pues, Tony sinti cierta
curiosidad, y al da siguiente pas media hora en una biblioteca de la Quinta Avenida
tratando de encontrar algo referente a la moneda o al pas de donde proceda. Pero
en cuanto a la biblioteca haca referencia, no haba ningn lugar llamado Barkut. Ni
lo haba habido nunca.
La moneda era de oro macizo, sin embargo. Un joyero lo comprob. A la vista poda
tener un valor de unos seis dlares. Y como Tony no haba pagado por ella ms que
un dlar cincuenta, estaba verdaderamente satisfecho. Incluso su conciencia
aprobaba su conducta. Diga lo que diga la gente, no ocurre muy a menudo comprar
en una tienda de antigedades un objeto que despus se pueda vender por un
precio superior. As, pues, Tony la conservaba como talismn de la buena suerte, y
cada tarde al dirigirse a su casa, de regreso de la oficina, se detena delante del
Bar & Grill de Paddy Scalon y echaba a suertes con la moneda para saber si tena
que tomar una copa o no. Lo cual era una excelente manera de no ser ni demasiado
abstemio ni demasiado regular en estas cosas. Su conciencia aprobaba esta
conducta tambin.
No era que creyese, en realidad, que la moneda tena que traerle buena suerte, pero
el pequeo misterio que la rodeaba lo intrigaba. Tony era un hombre de tipo
completamente ordinario. Se haba alistado para la II Guerra Mundial, pero pese a
que reclam entrar en accin, no pas nunca de una base territorial. No sali de la
retaguardia y se pas tres largos aos reflexionando delante de una mquina de
escribir. Cuando fue licenciado volvi a su antiguo empleo - al mismo sueldo de
antes - y a su viejo alojamiento - a un precio mucho ms elevado por semana -. Una
especie de amargura flotaba por todas partes. De manera que ahora estaba
contento de tener la moneda, porque le gustaba soar. Su conciencia segua
constante e inflexiblemente recordndole que tena que ser educado, atento a su
deber y no estar pendiente del reloj para marcharse; y la radio, todas las maanas,
mientras se estaba vistiendo, le aconsejaba usar tal o cual dentfrico, fijador para el
cabello, un desodorizador para el aliento y una marca de trajes a precios populares.
Era agradable, por lo tanto, llevar encima algo vago y misterioso, como aquella
moneda.
No poda haber sido hecha como novedad ni nada semejante; especialmente siendo
de oro. Pero proceda de un pas del que nadie haba odo hablar. Le placa pensar
que en el hecho de que hubiese llegado a sus manos haba algn misterio; que l
hubiese llegado a poseerla y nadie ms que l, deba tener algn significado. A fin
de aumentar la importancia de este significado, haba cogido la costumbre de echar
a cara o cruz la mayora de sus decisiones, aun las menos importantes. Si asistir a
un partido de pelota o no; si comer o no en su restaurante acostumbrado. Sobre este
punto, su conciencia se reservaba severamente sus decisiones.
Haca ya dos meses que era dueo de la moneda, y la costumbre de echar a cara o
cruz sus decisiones se haba ya arraigado cuando esa noche ech si tena o no que
ir a cenar a su restaurante habitual. Sali cruz. No. Le hizo cierta gracia. A otro
restaurante de la ciudad alta? Otra vez cruz. Ech la suerte una y otra vez. Su
sentido comn le dijo que estaba simplemente ante una racha de cruces. Pero le
gustaba imaginar que las decisiones de la moneda eran misteriosas y significativas.
Aquella noche le caus cierta emocin ver que la idea de ir a un sitio despus de
otro, sala negativa. Pas por todos los restaurantes donde recordaba haber comido.
De manera que tir la moneda con la decisin mental de que si sala cara, ira a otro
restaurante donde no hubiese comido nunca. Pero la moneda segua saliendo
negativa. Cruz. Entonces registr lo ms recndito de su cerebro y record aquel
pequeo restaurante sirio del bajo East Broadway. Tir la moneda. Sali cara.
Tom el metro y se dirigi a la ciudad baja, mientras su conciencia haca
desdeosos comentarios sobre la supersticin. Entr en el establecimiento con una
cierta emocin anticipada. Su gnero de vida era tan poco interesante como pudiese
ser el de cualquiera. La educacin que haba recibido le haba dado un carcter
apacible que haba creado una conciencia con una mentalidad suya propia y en
general opiniones desalentadoras. Su mente le haca ahora acerbos reproches y
tuvo que asegurarle que en realidad no crea que la moneda tuviese valor alguno,
sino que nicamente le diverta fingir que lo crea as.
Se sent a la mesa e instintivamente tir la moneda para ver si tena que encargar
shishkebab o no. El atezado propietario de engominado cabello le dirigi una
sonrisa. En una mesa del fondo haba un hombre calvo, impecablemente vestido,
con lentes de oro y la marcada y sombra dignidad del levantino.
-Oiga - dijo el propietario, que hablaba un ingls relativamente normal -. La ltima
vez que vino usted aqu me ense una moneda muy extraa, verdad? Mr.
Emurian, que est all en el fondo, entiende mucho de estas cosas. Es un hombre
muy educado! Quiere que le pregunte qu es?
Aquello le pareci a Tony una misteriosa coincidencia. Asinti entusiasmado. El
dueo del restaurante le llev la moneda y se la enseo. Estuvieron hablando largo
rato, pero no en ingls. El dueo del restaurante volvi.
-Dice que no haba visto nunca ninguna igual - dijo -. Y que no haba odo hablar
nunca de Barkut, de donde parece que viene. Pero dice que hay una serie de
historias referentes a las monedas y objetos que proceden de sitios de los que nadie
ha odo hablar. Dice que si quiere se lo contar.
-Por favor! - dijo Tony. Not que su corazn lata con fuerza -. Si quiere venir aqu...
-Oh!, quiz aceptar una taza de caf - dijo el dueo del restaurante -. Es un
hombre muy educado Mister Emurian.
Volvi a marcharse. El calvo se levant y se acerc con noble dignidad a la mesa de
Tony. Sus ojos centelleaban. Tony estaba un poco impresionado de ver que aquel
Mister Emurian, que pareca tan extranjero, hablaba un ingls tan perfecto y se
encontraba tan enteramente a sus anchas.
-Hay una leyenda - le dijo a Tony con humorismo - que acaso pueda a usted
divertirlo... puedo dejar aqu mi taza de caf? Gracias. - Se sent. - Es un cuento
de porteras y, no obstante, se amolda perfectamente a las teoras de Einstein y otros
sabios. Pero conozco a un hombre de Ispahan que le hubiera dado una fuerte suma
por esta moneda a causa de su leyenda. Querra usted venderla?
Tony movi negativamente la cabeza.
-Qu le parecen... quinientos dlares? -pregunt Mister Emurian, sonriendo a
travs de sus lentes -. No? Ni mil? Le dar la direccin del hombre que quizs se
la comprara por si algn da quiere usted venderla.
Tony estaba demasiado estupefacto para mover siquiera la cabeza.
-Este hombre - prosigui Emurian echndose a rer - le dir que esta moneda
procede de un pas que no figura en nuestros mapas porque es inalcanzable por los
medios ordinarios. Y no obstante es completamente real y tiene un cierto comercio
con nosotros. Es decir... ha odo usted alguna vez hablar de mundos que se
suponen son como el nuestro pero con otras... cmo decir?... dimensiones, o en
tiempos paralelos, pero no idnticos?
-He ledo La mquina del tiempo, de Wells - dijo Tony sombramente.
-No es lo mismo - le asegur el hombre de tez morena -. Y la idea de lanzar nuevas
maquinas para viajar entre una serie de nuevas dimensiones, o a travs del tiempo
es completamente absurda. Los descubrimientos de este gnero no son nunca
imperativos. Cuando fue descubierta la electricidad, fue el propio Franklin quien
observ que no se trataba de una nueva fuerza, sino de una cosa sumamente
vulgar. Toda tormenta, desde los albores del tiempo, lo ha demostrado.
Anlogamente, s el viaje a otros mundos o a otros tiempos tiene que ser algn da
posible, es seguro que su descubrimiento no ser un hecho dramtico. Se ver
claramente que el hombre lleva siglos y siglos realizndolo como la cosa ms natural
del mundo, sin darse siquiera cuenta de ello.
-Quiere usted decir... - intervino Tony.
-La leyenda - dijo Mister Emurian - sugiere que su moneda viene de un mundo
diferente del nuestro. De un mundo en el cual la historia niega con razn la mayor
parte de la historia que sinceramente enseamos a nuestros hijos. - Mir
sagazmente a Tony y prosigui:
-Ordinariamente, dos cosas que son iguales a una tercera, son iguales entre s. Pero
dos lugares que son exactamente iguales entre si, son idnticos, son el mismo lugar.
Ahora fjese bien! Supongamos que en alguna parte exista un mundo en el cual la
lmpara de Aladino exista realmente y funcionaba perfectamente. Supongamos que
en este mundo existiese un lugar absolutamente idntico a un lugar de este mundo.
Hubiera tenido que ser un lugar en el cual el funcionamiento o no funcionamiento de
la lmpara de Aladino no implicase la menor diferencia. Ahora bien, segn la
leyenda, estos dos lugares, en dos mundos, se convertan en un solo lugar situado
en dos mundos, que servira de puerta perfectamente prctica entre ellos. Los
viajeros lo cruzaran de una parte a otra sin tan siquiera darse cuenta. Acaso usted y
yo pasemos cotidianamente por uno de estos portales sin tan slo saberlo lo ms
mnimo.
El hombre moreno pareca encontrar una cierta complacencia en la mirada de
asombrado entusiasmo del rostro de Tony. Levant una mano perfectamente
manicurada,
-Mire usted este restaurante; aqu, esta noche - dijo, radiante -. Hoy, por ejemplo,
Calcuta puede estar totalmente destruida por un maremoto, hundida para siempre
bajo las aguas. O puede no estarlo. Aqu, ahora, no sabiendo nada de lo ocurrido,
para nosotros no representara la menor diferencia. As, esta noche, desde este
restaurante podemos hallarnos en dos mundos diferentes: usted, en aqul donde
este acontecimiento ha tenido lugar, yo en el mundo donde no ha ocurrido. Y yo
puedo seguir viviendo pacficamente y morir a avanzada edad en Calcuta, que para
usted est completamente destruida.
-Pero estamos en el mismo mundo! - protest Tony - Seguiremos en el mismo
mundo!
- Probablemente, pero est usted seguro? - pregunt Mister Emurian, guiando un
ojo a travs de los lentes -. No nos habamos visto nunca. Cmo sabe usted que he
vivido siempre en este preciso mundo? Cmo sabe usted que la historia del mundo
en que nac es la misma? Seguramente no me ensearon la misma historia. Y si
esta noche nos separamos y no volvemos a vernos jams ni vuelve usted a or
hablar de m, cmo sabe usted que sigo viviendo en el mundo que usted habita?
Tony contest en un tono doloroso, pero latindole el corazn con violencia:
-No, supongo que no. Pero no hay prueba tampoco de que...
-De acuerdo - asinti Mister Emurian -. No puede haber ninguna prueba. Le he
explicado a usted una leyenda. Dice que hay otros mundos. Para nosotros no son
completamente reales porque no podemos alcanzarlos a voluntad. Pero segn la
leyenda se tocan en muchos sitios y es posible pasar de uno a otro, y en realidad
visitamos constantemente ciudades fronterizas de otros mundos sin tan slo saber
No lo sabemos, porque formamos parte de nuestro mundo y hay en l una atraccin;
un magnetismo, una gravitacin, quiz, que nos retiene antes de que franqueemos
este portal que nos llevara a un mundo que no es el nuestro propio.
Mir a Tony con benevolencia a travs de sus lentes.
-En cuanto a su moneda... algunas veces esta gravitacin o atraccin no es
suficiente. Penetramos profundamente en otros mundos y sin duda alguna somos
muy desgraciados. O un objeto de otro mundo penetra en el nuestro. Pero siempre
la gravitacin o el magnetismo subsisten hasta un cierto grado. Esto es lo que mi
amigo de Ispahan cree... tan firmemente que quiz est dispuesto a pagar dos mil
dlares por la moneda que tiene usted en la mano.
Tony mir la moneda con profundo respeto. En toda su vida no haba posedo nada
que valiese ni la nfima fraccin de dos mil dlares. Su conciencia se expresaba en
frases inconfundibles. Lentamente, dijo
-En este caso creo mi deber venderla. No puedo realmente permitirme llevar en el
bolsillo un talismn de este valor. Podra... perderlo. - Despus de una breve pausa,
dijo con inters -: Supongo que su amigo debe hacer coleccin de monedas?
-Nada de esto - dijo Mister Emurian
Es hombre de negocios. Usar esta moneda, estoy seguro de ello, para penetrar en
este otro mundo y fundar una rama de su negocio en l. Importar dtiles de Barkut
o higos secos o alfombras, o posiblemente oro, incienso y mirra. Puede comerciar
con monos, marfil y pavos reales a cambio de cuchillos de Birminghan, estampados
de algodn o lmparas de petrleo. Y si la atmsfera es similar puede establecer
una residencia surtida de lindas muchachas esclavas y guardias mamelucos, y
consagrarse a una vida de confortable lujo sin temor a las bombas atmicas y al
comunismo.
-Y cmo lo guiara la moneda a este otro mundo? - pregunt Tony interesado.
Mister Emurian agit lentamente un dedo en el aire con gesto admonitorio:
-Acepta usted mi leyenda como un hecho, mi querido amigo. Es usted un romntico!
Despus aadi, pausadamente -. No s cmo usar la moneda como gua. No s si
no considerar que no era completamente real en este mundo y por consiguiente
tena que estar exenta de algunas leyes fsicas. Esperar que manifieste cierta
tendencia a volverse ms real, lo cual puede conseguir nicamente regresando a su
propio mundo y tiempo. En qu forma esta tendencia aparecer, me es imposible
conjeturarlo. Pero le dar el nombre y direccin de mi amigo. Le prometo que le
pagar un alto precio por su talismn.
Tony Gregg mir casi con voracidad la moneda. Una idea brill en su cerebro. Su
conciencia, los ojos fijos en aquellos dos mil dlares, protest enrgicamente.
-Voy a dejar que la moneda decida - dijo acongojado -. Cara, la vendo; cruz, la
guardo.
La lanz. La moneda rebot sobre la mesa. Cruz. Trag saliva aliviado y ech su
silla atrs.
-Ya est decidido - dijo, sonrojndose un poco en su excitacin -. Y... y no quiero el
nombre y direccin de su amigo porque no quiero poder cambiar de idea.
Mister Emurian estaba radiante.
-Es usted un romntico - dijo aprobando -. Es admirable! Le deseo toda suerte de
felicidades, seor!
Tony le dio las gracias un poco emocionado, pag su cuenta y sali.
Ya fuera, en aquella calle alumbrada, se sinti ms o menos aturdido; su conciencia
le hostigaba, dirigindole amargos reproches, instndolo a que volviese a entrar y
pidiese la direccin que haba rehusado. Estaba en el barrio sirio, en el bajo East
Broadway y en los escaparates todava iluminados brillaban letreros con caracteres
rabes. La mayora de los edificios estaban obscuros y silenciosos y slo circulaba
algn que otro camin retrasado. La atmsfera era un compuesto extico y vulgar
que no inspiraba ideas claras. Los hechos se tambaleaban tambin. Que la moneda
que Tony llevaba en el bolsillo valiese dos mil dlares era suficiente para aturdirlo.
No haba llevado nunca en el bolsillo ms all de su salario semanal y jams durante
mucho tiempo.
Se encamin por lo tanto hacia el metro que vena de Atlantic Avenue, Brooklyn; lo
llevara hacia la ciudad alta, slo hasta Times Square. En Times Square cambi de
tren como un sonmbulo y sigui ciudad arriba. Estaba perdido en un mar de
especulaciones que no le permita casi darse cuenta de cuanto le rodeaba. Acababa
de salir del subterrneo y se diriga a su alojamiento cuando se dio cuenta que la
agitacin le haba impedido comerse el shishkebab que haba pagado. Haba ido a
cenar y tena todava hambre. Automticamente tir la moneda. Sali cara. Fue a
cenar. El hombre que estaba sentado en el taburete contiguo se levant y sali,
dejando un peridico sobre el que se haba sentado una vez lo hubo terminado.
Tony lo cogi rpidamente mientras esperaba su hamburger y caf. Entonces
sinti un escalofro que recorri su espinazo y casi se atragant. El peridico era la
Gaceta de Carreras.
Mientras iba subiendo por la ciudad Tony tuvo una amarga discusin con su
enfurecida conciencia. Insisti defensivamente en que si un importador de dtiles e
higos secos y alfombras de Ispahan poda sacar provecho de un viaje a Barkut, por
qu no poda obtener incluso mejores beneficios un americano despierto y activo?
Tony no era un hombre de negocios, pero le haban enseado a creer que todo el
que no sintiese por encima de todo el deseo de ser un muchacho emprendedor y
activo era que tena algn defecto congnito. De manera que habiendo insistido
siempre febrilmente en que la venta de refrigeradores elctricos, medias de nylon,
fertilizadores, lpices de labios y chewing-gum era la ambicin de su vida, aqulla
era su oportunidad. Pero ahora su mente se alejaba hacia visiones de ciudades de
blancas murallas bajo un sol deslumbrante, muchachas esclavas de ojos lujuriosos,
mamelucos armados de cimitarras y caravanas de camellos avanzando ondulantes
por las desnudas extensiones del desierto.
Con una tumultuosa confusin de estas imgenes termin su cena y se meti en su
habitacin con el peridico bien sujeto bajo el brazo. All permaneci sentado basta
pasada medianoche, lanzando la moneda y buscando la prueba crucial de sus
virtudes. So caticamente toda la noche y cuando vino la maana se despert con
pleno sentido comn; a saber, su conciencia, censurndole amargamente todos sus
planes.
Pero l no se senta avergonzado de ellos. Su conciencia lleg a un enfurecimiento
casi histrico, pero sali de su casa con aire ceudo, como para evitar sus propias
miradas, y se fue al hipdromo de Belmont con el sombrero inclinado sobre su
frente. Cuando puso los primeros dos dlares en la ventanilla de apuestas su
conciencia haba quedado reducida a una simple mofa acusadora tratndole de
idiota y romntico, por haber rehusado dos mil dlares por una vulgar moneda de la
suerte a fin de poder usarla como gua al hacer apuestas de dos dlares. Un
caballo llamado Rainy Sunday? - le deca su conciencia con irrisin. Maana sera
Black Friday, cuando l estuviese ya despedido por haberse tomado un da de
vacaciones sin permiso.
Pero Rainy Sunday gan, pagando seis a dos. Despus Occiput gan tambin.
Despus, por orden, Slipstream y Miss Inflation, y Quiz Kid, y Armageddon... y as
sucesivamente.
Tony regres a la ciudad como aturdido. Haba ganado una tontera... llevaba ms
de once mil dlares en el bolsillo. Su conciencia le deca con helada reprobacin que
haba sido todo mera coincidencia y que ahora lo indicado en su caso era invertir
aquellos once mil dlares en buenos valores de todo reposo y no volverse a acercar
nunca ms a un campo de carreras.
As Tony volvi a su habitacin, hizo su equipaje febrilmente mientras su conciencia
lo censuraba con creciente agitacin, pag la nota de su alojamiento, sali y tom un
taxi mientras el ansia de resolucin - y fuga - se apoderaba de l. En el taxi lanz la
moneda para ver adonde deba dirigirse para llevarla cerca de Barkut. Si exista
alguna misteriosa atraccin que trataba de atraer la moneda a su propio mundo,
tena forzosamente que obrar sobre probabilidades, creando las coincidencias que la
llevaran su pas. Y si alguien se dejaba guiar por ellas echndolo a cara o cruz...
Bien, en todo caso haba once mil dlares que parecan confirmar la teora.
Un par de semanas despus, Tony consider la teora probada. En aquel tiempo
haba llegado - estaba completamente seguro de ello - a un lugar situado muy
alejado de cualquier punto de todo mapa imaginable del mundo en que haba nacido.
Se encontraba en una playa de arena, con el mar azul a su izquierda y el desierto
por todos los dems lados. Un remolino de tamao mediano, como un demonio de
arena, giraba meditativamente a un cuarto de milla de l, al parecer observndolo.
Tony vio un rabe del desierto, muy sucio, resbalar sobre su pie derecho y otros dos
granujas igualmente sucios, lanzarse furiosamente hacia l armados de lanzas, por
la derecha y la izquierda. En aquel momento pens inoportunamente, pero sin
arrepentimiento, en los lanzamientos de la moneda que haban empezado su
maana.
No tuvo tiempo de filosofar, sin embargo. Agarr, pues, la larga y curvada cimitarra
con la mano, apart su gabn con cinturn a la espalda del camino con la mano
izquierda e hizo frente a sus presuntos asesinos.
II
Hubiera podido ser un da muy feliz - hasta la aparicin de los granujas sucios, por lo
menos -, pero la conciencia de Tony haba tratado de estropearlo todo. Hablaba con
una inflexin de voz muy parecida a la de la ta solterona que lo haba criado. Tony
se metera en complicaciones, deca melanclicamente su conciencia, por
marcharse sin pasaporte, y sobornando incluso a alguien para que lo ayudase a
conseguirlo. Hubiera debido pagar los impuestos sobre los once mil dlares, e
invertir el resto en valores de todo reposo. No hubiera debido cruzar el Atlntico Sur
en un avin tan anticuado hasta un campo de aviacin de Tnez, en lugar de ir a un
aerdromo corriente donde hubiera sido detenido por falta de papeles. No hubiera
debido agredir al oficial de la Aduana de Tnez cuando a pesar de todo estaba a
punto de detenerlo por indocumentado, pese a que la moneda sali cara cuando la
lanz en demanda de decisin. Y con toda seguridad, habindolo hecho, no hubiera
debido poner un billete de cien dlares entre los dedos oficiales, para que el hombre
los encontrase al volver en s. Desde luego, el oficial cerr el pico y se embols los
cien dlares, pero cincuenta hubieran sido suficientes. Despus de todo, de dnde
vendra ms dinero cuando ste se hubiese terminado y qu ganaba Tony, a
cambio, derrochndolo de aquella manera?
As deca la conciencia de Tony, que era una aguafiestas nata. La ignor cuanto
pudo. Era realmente cmico mofarse ahora de los reglamentos y el funcionarismo
despus de haberse pasado la vida sujeto a ellos. Su conciencia, ultrajada, le deca
ahora que era un feln y que no tardara en ser encerrado en una crcel con los
servicios sanitarios ms primitivos. La anciana ta de Tony, que haba formado su
conciencia, fue siempre sumamente estricta en cuestin sanitaria.
Pero Tony no haca caso. Gast dinero con prodigalidad y consigui a cambio cosas
que apreciaba altamente. Una puesta de sol en el desierto. Una vez, la rpida visin
del rostro moreno de una muchacha rabe, descubierto en un momento en que el
viento sopl por debajo de su velo. El olor de los caballos y camellos y del Oriente en
general - concentrado era horrible, pero suficientemente diluido era delicioso -, y
aquel maravilloso momento que pas hacia el final de su viaje, cuando un granuja
ladrn trat de robarle en el bazar de Suakim, en el Mar Rojo, y Tony lo salv
magnnimamente de los furiosos golpes de los indignados mercaderes que
intentaban robar a Tony de otra forma. Ms tarde contrat a aquel ladrn para que le
hiciese de gua e intrprete. La moneda sali cara cuando la ech en busca de la
decisin a tomar.
Todas estas cosas le producan una satisfaccin que era imposible obtener por
medio de las acciones aprobadas por el sentido comn y el cdigo de conducta a
que un muchacho recto y prometedor debera someterse. Tony prosper con ellas.
Adquiri peso. Se tost con el sol. Encaminndose alegremente hacia donde la
moneda le indicaba, ignorando lo que el prximo futuro le reservaba, salvo que era
inesperado, se irgui sobre lo que haba sido la incipiente joroba de un tenedor de
libros. Caminaba mucho ms libremente y pareca - esto era lo curioso del caso -
avanzar hacia una situacin de prosperidad muy superior a la que haba soado
nunca.
Su conciencia lo reconoca as refunfuando, pero lo censuraba todava con mayor
severidad a medida que derrochaba sus fondos avanzando en cualquier direccin
que la moneda le sugiriese en su supuesto viaje de regreso. Cosa curiosa: la
moneda lleg a un nivel perfecto de caras y cruces en el espacio de un lapso de
tiempo determinado. Las leyes del azar no fueron quebrantadas por un nmeroexcesivo de caras o cruces, ni series excesivamente largas de las mismas. No haba
ni la ms remota garanta de que los viajes de Tony fuesen guiados por otra ley que
la ms arbitraria fantasa. Pero una vez marcados en el mapa, sus viajes eran
convincentemente directos. Haba llegado tan directo como los medios de
comunicacin se lo haban permitido a Suakim en el Mar Rojo.
Suakim es y siempre ser una calurosa, aletargada y olorosa ciudad llena de rabes,
tamus, somales y otras razas que consideran a los no musulmanes incluyendo a
sus gobernantes oficiales - como la presa legtima de los Creyentes. El recin
contratado intrprete consideraba a Tony como su presa particular y legal. Durante
algn tiempo, trat de recoger beneficios induciendo a Tony a efectuar adquisiciones
en las cuales l - el intrprete - cobraba comisiones de un cincuenta a un setenta y
cinco por ciento. Durante toda una larga noche estuvo esperando que Tony roncase
a fin de poderle robar su equipaje, pero Tony dorma profunda y silenciosamente,
como un chiquillo.
Pero un da lleg la oportunidad para el intrprete.
El tercer da de la estancia de Tony en Suakim - la moneda sala invariablemente
cruz a la menor sugestin de marcha -. Tony hizo algunas compras insignificantes en
el bazar. Dio una libra egipcia para pagar. En el cambio haba una pequea moneda
de plata con una inscripcin en rabe en una cara y un trono vaco en la otra. Tony
la contempl con calma aparente y la mostr a su asalariado ladrn.
-Esta es una moneda de Barkut - le dijo al hombre que trataba de robarle -. Es mi
deseo ir a Barkut, arregla lo necesario.
Regres a su hotel infestado de moscas, donde pagaba nueve veces el precio que
hubiera debido pagar por su alojamiento. Pas algn tiempo lanzando la moneda.
Desde que supo cmo entendrselas severamente con su conciencia, Tony haba
cambiado mucho, tanto externa como internamente. La moneda cay algunas veces
de cara y otras de cruz. Si tena realmente un instinto de regresar a su mundo,
aquello no le daba ninguna informacin esencial. Si hasta ahora todo haba sido una
mera cuestin de suerte, y la serie de coincidencias entre el hecho y la cara o cruz
se aproximaban a su fin, aquello lo llevaba simplemente a preparar un ceremonioso
suicidio.
Al cabo de una hora su intrprete regres al hotel con todas las posibles garantas
de que haba alquilado un bakhil que llevara a Tony a Barkut En aquellos momento
estaba acabando de embarcar su cargamento. Estara en el puerto a la puesta de
sol, y Tony tena que embarcar secretamente durante la noche a causa de los
reglamentos portuarios.
Tony hizo su equipaje. Estaba razonablemente bien equipado ahora. Se visti para
el viaje de la manera ms inapropiada posible. Llevaba un sombrero de fieltro
blanco, zapatos de color sumamente relucientes y un gabn de pelo de camello con
un cinturn en la espalda. Se meti un revlver en el bolsillo.
Cerr la noche. Tony cen lo mejor que le permitieron los recursos de Suakim, y se
sinti optimista, expansivo y esperanzado. Dos horas despus de haber oscurecido,
el intrprete regres con la noticia de que el bakhil estaba fuera del puerto y
esperaba su llegada. Tony fue solo al muelle de Suakim, acto poco cauteloso de por
s, solo y de noche, baj una escalera, se meti en un bote y dej que lo llevasen
remando a travs de la oscuridad. La noche era negra, salvo las estrellas que
brillaban extraordinariamente sobre un cielo de terciopelo. Los murmullos
soolientos y misteriosos de la ciudad eran sumamente romnticos. Se oa el lamer
de las olas y en algunas partes los ecos de una msica de cuerda donde reinaba la
alegra entre los trasnochadores; lejos ladraba indignado un perro, en la obscuridad.
Esto era todo, aparte del rumor de los remos
De repente, una forma oscura apareci delante de l. El bakhil apareca como una
masa informe de unos setenta a ochenta pies de eslora, con un grueso mstil
macizo y un bauprs colosal bajo su vela latina. El intrprete de Tony grit. Una voz
gutural le respondi. La pequea embarcacin atrac al bakhil y el intrprete la
detuvo para permitir a Tony subir a bordo. Trep a cubierta. El bakhil apestaba
majestuosamente a pescado, ostras perlferas, pieles de cabra, petrleo y alquitrn,
agua estancada y humanidad. Su cubierta era un impenetrable amasijo de sombras
bajo la luz de las estrellas. Tony exhal un profundo suspiro de la ms completa
satisfaccin. Se apart a un lado para no estorbar el paso.
Se oy un grito enfurecido, ms tarde el ruido de los remos manejados con la ms
entusiasta velocidad. El gua-intrprete de Tony haba obsequiosamente sostenido el
bote para permitir a Tony embarcar en el bakhil. Los sucios facinerosos de la
tripulacin estaban preparados para recibir su equipaje, pero en su lugar vieron el
pequeo bote alejarse con toda la fuerza de sus remos a la mxima velocidad de
que el intrprete era capaz.
La tripulacin del bakhil estall en aullidos de rabia que no eran fruto de la justa
indignacin al ser testigos de un robo, sino la rabia mucho mayor de verse privados
del privilegio de robar ellos a Tony sus propiedades. Los hombres corran arriba y
abajo de cubierta lanzando maldiciones con toda la fuerza de sus voces. Entonces, a
proa, una voz ahog las dems. Un pequeo bote del bakhil cay al agua y sali a
todo remo en persecucin del primero, cargado con el equipaje de Tony.
Tony se dirigi lentamente hacia la popa y se acod sobre la borda. Sacando un
encendedor de su bolsillo, encendi un cigarrillo y empez a fumar beatficamente
siempre con el mechero en la mano. Este acto era el resultado de una serie de
jugadas a cara o cruz de la moneda de oro de Barkut cuando la lanz para saber en
qu forma deba preparar su viaje por mar. Todo aquel alboroto era una consoladora
confirmacin de la tendencia de aquella moneda de diez dirhim a regresar a su
mundo. Fumaba beatficamente, mientras por las obscuras aguas del puerto el
segundo bote, armado por sombros malhechores, persegua furiosamente al
viperino ladrn, y el resto de la tripulacin del bakhil escuchaba entre maldiciones los
ruidos del agua.
Muy lejos se oy un aullido de furia. Ms lejos todava, un triunfal grito de irrisin. Se
oyeron muchos murmullos. El bote del bakhil regres a bordo en medio de una
espesa nube de sulfuroso lenguaje; el ex intrprete de Tony haba sin duda
conseguido ganar la orilla y huir con su botn.
Los hombres de la tripulacin treparon a bordo. El bote fue tambin rpidamente
izado. Las murmuraciones seguan a buen tren. Entonces los hombres se acercaron
a popa, donde Tony estaba fumando en una bienaventurada contemplacin. Lo
rodearon amenazadores. Tony encendi su mechero y la llama le revel los villanos
rostros barbudos de la tripulacin del bakhil. Pechos velludos y ropas en harapos,
cuchillos brillando y a punto.
Pero la llama del encendedor les revel a Tony fumando apaciblemente un cigarrillo,
en una mano el mechero, con su llama temblorosa, y en la otra un revlver a punto
de disparar.
Hubo una pausa sin palabras.
En aquel momento lleg a ellos desde lejos el ruido de un motor de embarcacin.
Comenz a zumbar con una especie de rugido que delat que se trataba de una
lancha del puerto. Una lancha de la polica, probablemente, dispuesta a investigar la
causa de aquel gritero y aquella furia, en las obscuras aguas del puerto. Si Tony era
asesinado all, en aquel momento, su cuerpo poda ser arrojado por encima de la
borda sin haber sido siquiera robado, e incluso aquello sera peligroso. Ms an:
poda matar a alguien primero.
El sonido de la lancha de la polica resonaba por todo el puerto. Una voz dio un grito
de alarma en la cubierta del bakhil, y el grupo que rodeaba a Tony se disolvi en el
acto. Los hombres se precipitaron a las drizas y las berlingas.
La gran vela latina se iz crujiendo contra el cielo, y algunos hombres se precipitaron
a un rudimentario cabrestante para izar el ancla del bakhil. Entonces, lentamente,
bajo algunos soplos insignificantes del viento de tierra, el bakhil se alej.
La embarcacin avanz suavemente sobre el agua. Cuando la lancha de la polica
estuvo cerca, Tony arroj su cigarrillo al agua y lo contempl alejarse. Senta una
satisfecha confianza de que todo iba bien.
Pero su conciencia sollozaba mientras la lancha polica iba alejndose. Ahora sera
asesinado y no habra alma viviente capaz de tener la menor idea de su sino. Su
rastro sera encontrado quiz hasta Suakim..., y an esto era muy improbable; pero
de Suakim en adelante parecera haberse evaporado. Al alba, el bakhil estara muy
lejos de todo testimonio de lo que hubiese podido ocurrir en su cubierta. Tony sera
asesinado y robado, y el remanente de sus posesiones, repartido entre aquellos
forajidos que no tenan la menor intencin de llevarlo adonde haba sido convenido.
Y qu habra hecho de bueno o tan slo intentado hacer? Incluso si contra toda
probabilidad se salvaba del asesinato, no haba ni tan slo fingido hacer
averiguaciones en Suakim sobre los probables productos de Barkut, sobre el
mercado que poda ofrecer a la importacin, e incluso sobre los posibles beneficios
de un comercio de importacin-exportacin. Haba desperdiciado su vida y, ms an
aqu - la conciencia de Tony le haca reproches con acrimonia -, no haba hecho ni
uno solo de los actos que un muchacho activo y de porvenir hubiera hecho antes
que todo.
III
El bakhil sali del puerto. El viento haba refrescado, y se inclinaba bajo la brisa
cortando las olas con la proa. Tony fumaba satisfecho. Reflexionaba que para un
viaje a Barkut y otros lugares no sealados en los mapas, era necesario algo como
la imposibilidad de hallar su rastro. Si el rea que rodeaba una puerta era alguna vez
explorada por una persona que hubiese pasado por ella, esta misma exploracin la
cambiara, de manera que dejara ya de ser idntica en los dos mundos, y por lo
tanto, de ser una puerta. En tiempos remotos, cuando las noticias viajaban despacio
y nadie pensaba en buscar a las personas desaparecidas, debieron existir
seguramente varias puertas. Esto explicara las numerosas fbulas en las que nadie
crea ahora, pero que eran probablemente historia en algn inundo ignorado. Haba
probablemente un activo comercio entre lugares en que las lmparas maravillosas
eran adminculos funcionales, y lugares prosaicos como el mundo de la juventud de
Tony. Ahora las puertas eran probablemente raras y el comercio casi inexistente.
Pero no del todo. De esto tena la prueba!
As pues Tony sonrea, satisfecho, bajo la luz de las estrellas en la popa del bakhil.
Dejaba que su imaginacin galopase por imgenes de ciudades de blancas murallas
bajo un cielo abrasador, y caravanas de camellos avanzando lentamente por las
arenas de fbula, y para ser franco en este asunto - meditaba con cierto inters
sobre la posibilidad de unas muchachas esclavas de ojos lascivos cuyo sentido de
abnegacin para con sus dueos poda hacer de ellas unas interesantes
compaeras, a condicin, desde luego, de ser sus dueos.
Cuando sali el sol, segua pensando en la clase de residencia que un muchacho
ansioso de progreso tena que establecer en Barkut, si esta tierra estaba habitada,
como el calvo haba sugerido en el restaurante del shishkebab. Pero a su alrededor
no haba el menor sntoma de civilizacin. El bakhil se deslizaba suavemente sobre
unas olas que no eran altas ni despreciables. El mar era de un color absurdo, pero
fascinador. El cielo era de un color lapislzuli, y el bakhil, de un arcasmo
destartalado. El pesado bauprs que arrastraba la mayor, pareca estar a punto de
quebrarse bajo el peso de la remendada vela y el viento que la azotaba. La
tripulacin estaba formada por la banda ms facinerosa de asesinos que un director
hubiera podido buscar en vano para rodar una pelcula de aventuras. No haba un
solo hombre que no llevase un cuchillo a la vista y pocos que no llevasen alguna
cicatriz fruto del cuchillo de los otros. El rostro del capitn recordaba de una manera
irresistible la plantilla de un crucigrama sin llenar.
Nadie diriga la palabra a Tony. Los ojos de todos relucan cuando cruzaba su
mirada con ellos. El bakhil navegaba en una direccin que Tony no poda
determinar, hacia un destino que le era imposible conjeturar, salvo que seguramente
no era Barkut - y no haba al parecer alma viviente a bordo, aparte de l, que
hablase ingls, ni otro sentimiento que el de una asesina antipata hacia l.
Lanz al aire la moneda de diez dirhim y sinti una extraordinaria paz invadirlo. Los
miembros de la tripulacin vieron el brillo del oro bajo la luz del sol. Si Tony se
apartaba de la borda y uno de ellos poda colocarse detrs de l, su suerte estaba
echada. Si se dorma, se despertaba en otro mundo, pero no en Barkut. Su vida
dependa del hecho de que tena un revlver y de que poda costar algunas vidas
matarlo a l. Esper satisfecho durante todo el da bajo el ardiente sol a que cayese
la noche, dndose perfecta cuenta de que con la obscuridad se llevaran a efecto los
planes de desembarazarse de su enojosa presencia.
Vino el crepsculo. Gloriosos rojos y oros. La superficie del mar pareca de un ureo
metal fundido. Los barbudos villanos del bakhil se postraron de rodillas en piadosa
plegaria a Al, y empezaron quedas discusiones sobre la manera ms prctica de
insertar seis o siete pulgadas de acero en el hgado de Tony.
El estaba radiante. Viva. Aquello era vida, y emocin, y aventura como jams la
haba soado. Su conciencia guardaba un silencio desesperante. Tony no hubiera
cambiado su sitio por nadie de este mundo.
El sol se ocult bajo el horizonte. La penumbra pareci caer sobre el mundo por
todos los mbitos del horizonte. La obscuridad apareca por el borde del mundo, las
sombras se hacan ms opacas sobre la cubierta del bakhil, y Suhail, la gran estrella,
reluca brillante sobre el cielo oscurecido. Despus, fue de noche.
Los hombres se reunieron a proa. Y Tony arroj por la borda su vigsimo cigarrillo
del da y lo ov silbar levemente al tocar el agua. Avanz rpido, silenciosamente.
El timonel cerr los ojos y cay sobre cubierta. La oscuridad ocult su dolor. Haba
sido vctima de un golpe cientfico aprendido por Tony en el vecino palacio
cinematogrfico de Amsterdam Avenue, cuando vio a Randolf Scott en un papel de
polica de fronteras. Tony volvi a meterse el revlver en el bolsillo, arrastr la
embarcacin bajo la popa del bakhil, y tir con fuerza del guardn. El pesado bakhil
vir pesadamente, puso proa al viento y se detuvo. Su vela latina azot furiosamente
el mstil. El barco dio de banda, su grueso bauprs se hundi en las aguas y el
bakhil pareci estremecerse indeciso, muerto sobre las olas, perdido todo rumbo.
Tony se desliz por la borda hasta la pequea embarcacin. Agarr los remos en el
momento en que un desagradable grito resonaba en cubierta. Bog hacia la
oscuridad. No tena la menor idea de dnde poda estar, salvo que llevaba unas
veinte horas de lenta navegacin desde Suakim. Poda encontrarse en algn punto
de la costa oriental de frica o a lo largo de las costas de Arabia. Lo esencial era
alejarse del bakhil, donde su asesinato ofreca en aquellos momentos prometedoras
probabilidades.
Se alej. Una vez crey que se haba restablecido una cierta calma a bordo del
barco, dej de remar y envolvi los remos. Despus volvi al trabajo avanzando
lentamente a barlovento. El bakhil tena un poco menos de las condiciones
marineras de una baera corriente. Apostndose a barlovento, l poda ganar ms
rpidamente a sotavento por la fuerza humana que el bakhil a la vela. Con toda
certeza, una vez se hubiese perdido en la obscuridad no volvera a encontrarlo
nunca ms.
Y no lo encontr. Media hora despus, Tony Gregg, ataviado con un sombrero
blando de fieltro, zapatos de color muy relucientes y un gabn de pelo de camello
con cinturn en la espalda, se acomod en el fondo de la embarcacin y se dispuso,
contento, a dormir. Su ltimo pensamiento fue el vago asombro de que incluso aquel
bote tuviese un persistente olor a pescado, ostras perlferas, pieles de cabra, agua
estancada, petrleo y a sucia humanidad que recientemente lo haba ocupado.
Unos golpes lo despertaron. La quilla del bote golpeaba una playa de arena. Abri
los ojos y vio un colosal rostro con una expresin amistosamente estpida que lo
miraba con la boca abierta. Supo inmediatamente que era una ilusin, porque tena
cinco pies de oreja a oreja y era sin duda una aparicin formada por el vapor. Cerr
resueltamente los ojos y se dijo que tena que despertarse. Cuando volvi a abrirlos,
no haba naturalmente nada a la vista, ms que un cielo muy claro y muy azul por
encima de la regla. Pero el bote volvi a golpear. Tony se incorpor y vio una orilla
arenosa y una playa arenosa, y una extensin desierta y arenosa que se extenda a
lo lejos. No haba rompientes. Leves olas sacudan la frgil embarcacin y la hacan
golpear contra la orilla, arrastrndola suavemente hacia un lugar donde el leve oleaje
formaba una tenue espuma.
No haba ms que un detalle verdaderamente curioso en aquel mundo que estaba
viendo. Lo extrao era un pequeo remolino de color oscuro como un demonio de
arena - que avanzaba por la playa a unas cien yardas de l. Pareca - la idea era una
fantasa - la imagen de un djinn saliendo de una botella, que haba visto en un
ejemplar de Las Mil y Una Noches que Tony haba tenido siendo chiquillo. Observ
el parecido, pero, desde luego, nada ms. En primer lugar, no haba botella.
Despus, aquel pequeo remolino avanzaba de una forma completamente natural.
Avanz un par de centenares de metros ms y se detuvo, girando de una forma
cautelosa.
Tony permaneci sentado inmvil hasta que, finalmente, el bote encall. Esper el
momento en que una ola retroceda y salt a la playa sin mojarse ms all de las
suelas de los zapatos. Ya estaba con seguridad, en tierra y casi infinitamente solo. A
un lado tena mar y en otro, arena. Nada ms. No haba siquiera un ave marina
azotando el agua con las alas. Slo el demonio de arena giratorio para romper la
soledad. Era curioso que fuese tan obscuro, girando sobre aquella arena tan blanca.
Pareca ms bien como de humo.
Lanz la moneda de diez dirhim y avanz valientemente por la arena obedeciendo
su decisin. Cubri media milla. El remolino persista. Avanzaba tierra adentro.
Aumentaba de tamao, como para no perderlo de vista. Era extrao...
Entonces aparecieron tres hombres montados en camellos en la cresta de una duna
de arena, y se detuvieron, mirndolo. Les hizo una seal. Avanzaron hacia l,
hacindose sombra delante de los ojos, en busca de posibles compaeros suyos por
los alrededores. Pero estaba evidentemente solo. Hablaron unos con otros en voz
baja.
Se acercaron ms y desmontaron, mirndolo sonriendo, como un gato mira a un
canario dentro de la jaula. Eran barbudos, iban sucios y seguramente estaban llenos
de parsitos. Uno de ellos, bajo y grueso, toc sugestivamente su cimitarra; los otros
dos llevaban lanzas. El pequeo remolino segua agitndose nerviosamente a media
milla de all. Los tres hombres ni lo miraron,
Tony lanz su moneda, que brill reluciente bajo el sol. La expresin del tro cambi
de meramente amenazadora a resuelta. El hombre pequeo de la cimitarra avanz
decididamente hacia Tony. Los otros dos miraban con ojos brillantes. El hombre
pequeo dijo algo que probablemente significaba: Dmela! Tony volvi a agitar la
moneda. El hombre de la cimitarra hizo el gesto de cogerla. Tony le arre fuerte en
la barbilla. Sinti un cierto orgullo ingenuo cuando el hombre rod de espaldas,
gimiendo sorprendido. Tony cogi rpidamente la cimitarra y se dirigi a los otros.
-Me dirijo a Barkut. Pero estoy dispuesto a pagaros...
Los dos hombres arremetieron contra l. Llevaban unas lanzas de una forma
especial que usaban de una manera inusitada. Arremetieron contra l por los dos
lados, uno por la derecha y otro por la izquierda. Una cimitarra no es un arma para
luchar contra una lanza. Es ms: Tony tena que mantener su pie apoyado sobre el
hombre gordo que se retorca en el suelo, a fin de mantenerlo inmvil. Eran rabes
del desierto, beduinos, para los cuales los bienes son signo de buena suerte, pero
en modo alguno de una propiedad inviolable. Si alguien posea algo que ellos
codiciaban y podan con relativa seguridad conseguirlo, procedan a ello encantados.
Tony se enter de este detalle ms tarde. De momento slo se dio cuenta de que
tenan la firme intencin de matarlo para apoderarse de la moneda de oro de diez
dirhim cuyo brillo bajo el sol haba despertado su codicia. Eran completamente
ajenos a toda ley, o tenan motivos de abstenerse. Los lanceros se arrojaron sobre l
con el brillo en los ojos. Tony pens, en una obra maestra de irrelevante reflexin, en
el momento en que haba empezado este viaje lanzando la moneda al aire. Pero
todava no se hubiera cambiado por nadie de este mundo.
Entr en accin por puro instinto. La cimitarra en la mano tena gran analoga con
una pesada raqueta de tenis. Tena incluso el balance de una raqueta. El lancero de
la izquierda era el ms prximo.
Tony balance su cimitarra como para dar un buen revs de volea a la pelota. La
cabeza del lancero cay. Se volvi rpidamente, y con la cimitarra sirvi una rpida
pero imaginaria pelota rozando la pared. El segundo lancero intervino. Tony sigui
accionando. Vio a su vctima con una inolvidable claridad; una pura y barbuda
villana con un ojo y una nariz hendida en la mitad. Entonces la cimitarra cay. El
resultado fue lleno de color - principalmente rojo - e indudablemente mortfero. Tony
se senta desfallecer, y para evitarlo se volvi hacia sus dos restantes enemigos. El
hombrecillo gordo estaba ya de pie, sin dejar de gemir. El lancero pareca
sorprendido. Huyeron. Tony les persigui con su cimitarra enrojecida. Primero se
dirigieron directamente hacia el remolino, pero despus giraron a su alrededor, casi
cautelosamente, como apartndose respetuosamente de su camino. Se
desvanecieron detrs de las colinas de arena.
Tony se detuvo, jadeante. Volvi a la escena del conflicto. Tuvo mucho cuidado en
no mirar al hombre que haba alcanzado con la cimitarra. Haba tres camellos
todava de rodillas. Tony quera marcharse de all. At dos camellos al tercero y
mont en ste. No ocurri nada. Lo empuj con los talones.
El camello, rumiando repulsivamente un resto de comida, levant su grupa primero y
Tony a poco se cae de bruces. Despus ech a andar resignadamente en una
direccin indeterminada. Los otros dos camellos siguieron dcilmente. El remolino de
arena los sigui hacindoles compaa, nunca muy cerca, pero nunca fuera del
alcance de la vista. Algunas veces estaba a una milla de distancia y era de un
tamao respetable. Otras veces no estaba a ms de un par de centenares de metros
y no tena ms de veinte o treinta pies de altura. Pero lo segua insistentemente,
como un perro extraviado siguiendo un hombre cuyo olor lo fascina.
Horas despus, muchas horas despus, apareci a distancia una ciudad de blancas
murallas. Un bosque de palmeras de dtiles la rodeaba. En el interior de las murallas
se vean alminares y una construccin de encaje comparable por su belleza al Taj
Mahal; con la nica diferencia de que el Taj Mahal es una tumba. Una caravana de
camellos sala lentamente por sus puertas dirigindose a algn lugar misterioso de la
lejana.
El torbellino qued atrs, como atemorizado. Fue alargndose hacia arriba y hacia
arriba, como si no quisiera perder de vista a Tony, hasta que fue la ms tenue
columna de neblina. Esto ocurri cuando Tony estaba ya casi en el borde del oasis.
Entonces desapareci sbitamente, como si se hubiese desvanecido.
Tony Gregg encamin su camello hacia una de las puertas y se desliz al suelo por
su pata anterior derecha, que heda. Soldados con turbantes y babuchas armados
de mosquetes de pedernal, lo miraban con viva suspicacia. Trat de hablarles. Ellos
trataron de hablarle a l. Entonces se quedaron todos mirndose. Finalmente dos de
ellos lo agarraron por los brazos y se lo llevaron a travs de las calles de la ciudad
Los olores y las visiones que encontraba eran los de una ciudad de sueo, si bien
los olores no eran enteramente los de un bello sueo. Haba casas de tejado plano y
mujeres veladas, orgullosos camellos y hombres con barba. Haba estrechas
ventanas con rejas y puertas claveteadas de metal, y tribunas con los pisos
superiores salientes que se asomaban a las angostas casas y casi tapaban el cielo.
Los dos soldados hicieron entrar a Tony, emocionado y satisfecho, por una puerta
obscura. All lo soltaron. Retrocedieron. Se oy un clang definitivo. Y Tony vio que la
puerta estaba formada por una reja de slidos barrotes de hierro a travs de los
cuales l y los soldados se miraban. Estaba en una prisin. Estaba en un torren
parcialmente abierto al aire libre. Estaba, por decirlo as, en chirlata.
Esta fue la manera como lleg a Barkut.
IV
Tres semanas despus, a media maana, Tony estaba sentado confortablemente en
la parte sombreada del patio, contemplando ms o menos soadoramente las
piernas de la esclava Ghail. Tena unas bonitas piernas y una buena parte de ellas
era visible. Eran delgadas, como tienen que ser las piernas de una muchacha, y
partiendo de las rodillas bajaban hasta el tobillo y los pequeos pies descalzos, uno
de los cuales - muy polvoriento en aquel momento - estaba golpeando con expresin
amenazadora el suelo. Tony segua encerrado detrs de las rejas, tcnicamente
encarcelado, y su conciencia haba tenido amplio tiempo de hacerle ver cun
insensatas, absurdas e irreflexivas haban sido todas sus acciones. No tena, sin
embargo, la menor preocupacin, salvo lo que el golpear de aquel pie poda
presagiar.
Al principio, desde luego, haba sido totalmente incapaz de decir una palabra en
rabe, y en Barkut no pareca haber nadie capaz de hablar ingls. Desde la celda
original de su prisin, haba tratado de comunicar con alguien, con la ayuda de un
gua-diccionario de segunda mano que haba comprado en Suez. El vocabulario que
le ofreca, sin embargo, era limitado. Daba, eso si, las frases necesarias para decir
que los precios eran demasiado altos, que la comida estaba ms que sazonada o
que quera volver al hotel; pero en Barkut no haba comprado nada, la comida era
buena, aunque montona - si bien los dtiles frescos haban sido para l una
revelacin - y no estaba en un hotel, sino en la crcel. Al cabo de dos das de
insatisfactoria conversacin, haba sido llevado a otra celda situada en el patio del
palacio. Fue inspeccionado por varios hombres bigotudos a quienes juzg
funcionarios, y despus haba aparecido la esclava Ghail, que se consagr
decididamente a la tarea de ensearle a hablar.
Esta era indiscutiblemente la manera como la muchacha vea la cosa. Tony era sin
duda alguna un adulto viril, pero slo balbuceaba algunas palabras de rabe, y stas
con un acento horrible. La esclava se haba consagrado a su tarea frunciendo un
poco el ceo. Tena un porte majestuoso que Tony atribuy al hecho de haber
llevado bultos sobre la cabeza de pequea. Tena las piernas largas y estaba bien
formada, y Tony saba que era esclava porque las mujeres casadas o las hijas
casaderas slo circulaban por las calles - cuando circulaban - envueltas en
voluminosas ropas y velos que respetaban las ms estrictas tradiciones
musulmanas. Pero Ghail no iba envuelta en ropas ni velada, y era positivamente
bonita y muy lejos de ser deforme.. Y miraba a Tony con un visible menosprecio que
lo induca a trabajar con mayor ahnco a fin de poder sostener cuanto antes una
conversacin.
Las cosas haban progresado considerablemente durante aquellas tres semanas, y
Tony se revel poseedor de talento para las lenguas. Pero ahora Ghail golpeaba
nerviosamente con el pie el suelo de su confortable prisin y con una calma
ponderada, dijo
-Y qu quieres decir exactamente con esto?
Tony contest como excusndose. Pero estaba satisfecho de la facilidad con que se
expresaba en el rabe que ella le haba enseado.
-Quera saberlo.
- Y por qu queras saber el nombre de mi dueo y la cantidad que pag por m? -
pregunt la muchacha.
-Tarde o temprano - le explic Tony, haciendo un esfuerzo por aparecer convincente
- ser interrogado. Me parece que es por esto que te han designado para
ensearme la lengua. Una vez sea interrogado y pueda explicarme, ser rico y
ganar el favor de todos. Se me ocurri pensar que entonces - y Al lo permita -
podr comprarte a tu dueo.
El pie de la esclava golpe ms furiosamente el suelo.
-Y con qu propsito - pregunt en tono glacial - quieres comprarme?
Tony le dirigi una mirada de dolorido asombro. Su conciencia le hizo ver
cidamente que aquella conversacin no era solamente inadecuada, sino indiscreta.
Un muchacho joven y emprendedor no debera nunca... A lo cual Tony respondi
que en este caso no se divertira mucho. Cuando su conciencia inici una acalorada
repuesta, la cort en seco.
-Con justicia - dijo Tony en tono de falsa piedad - alguien dijo que los deseos del
corazn de un hombre son grandes, pero que si no hay una mujer ms deseable que
todo lo dems, no es humano.
Su rabe era todava rudimentario, pero consigui salir del paso. Los ojos de la
muchacha, sin embargo, en lugar de dulcificarse: ardieron rencorosos.
-T eres humano? - pregunt.
-Demasiado humano - confes Tony -. Por qu?
La muchacha se levant presa de una majestuosa indignacin. Sonri
dolorosamente y con desprecio, como alguien que habla con un medio imbcil o algo
peor.
-Viniste del mar cruzando el desierto - dijo con tolerancia -, montado en un camello y
arrastrando dos ms. Pero una hora antes de tu llegada, uno de los centinelas de las
murallas de la ciudad dijo que haba visto un djinn en el desierto. Cuando llegaste,
tan estpido que eras incapaz incluso de hablar el lenguaje de los humanos, crees
acaso que no comprendimos lo que eras...: un djinn?
-Un djinn... - dijo Tony sin entonacin. La palabra era una de las pocas (alcohol era
otra) que eran iguales en rabe y en ingls -. Te refieres a uno de estos seres de
Las Mil y Una Noches?
-De la historia, s. - El tono de Ghail era mordaz y despreciativo -. Y si lo hubisemos
dudado, en el espacio de una hora lleg un beduino a la puerta de la ciudad, un
hombre con un solo ojo y la nariz partida por un sablazo, que nos dijo que habas
tomado la forma de una bala de rica seda que se abri en la orilla del mar. Cuando l
y sus compaeros se apearon de sus camellos para recoger la riqueza, adoptaste
instantneamente la apariencia de un joven extraamente ataviado que, corriendo
rpidamente a sus camellos, huy a una velocidad superior a la que los hombres
pueden seguir. El hombre pidi sus camellos, que eran los que t trajiste hasta las
puertas de la ciudad. De manera que le fueron devueltos. Niegas todava que
procedes de un djinn?
Tony trag saliva con dificultad. Un hombre con la nariz partida por un sablazo?
Era el hombre que haba matado en la playa! Haba tratado con todas sus fuerzas
de olvidar el encuentro, si bien s hubiera debido elegir alguna vez un hombre a
quien ajustar las cuentas con una cimitarra, hubiera elegido aqul. Pero no poda
haber venido a reclamar los camellos! Era imposible! Tony lo haba abandonado en
la arena como una masa informe, y persigui a sus dos compaeros con la cimitarra,
tanto bajo el horror de su primer homicidio como para liberarse de toda clase de
temor. Trag de nuevo saliva, muy plido.
-No podas hablar nuestro lenguaje humano - dijo Ghail medio desdeosa, medio
tolerante -. Y entonces te lo ense. Esperbamos llegar a un convenio contigo,
porque algunos de vosotros, los djinn, estis dispuestos a ser traidores a vuestra
raza. Quiz ests dispuesto a llegar a este trato. Pero es una insolencia por parte de
un djinn pensar en comprar un esclavo humano.
Ahora incluso la conciencia de Tony divagaba.
-... pero! - dijo, tartamudeando -. En mi mundo los djinn son slo fbulas! Qu
aspecto tienen?
-Cuando el centinela de la muralla te vio en el desierto, tenas el aspecto de un
torbellino. Por qu no? Es bajo esta forma que solis desplazaros.
Tony trag nuevamente saliva. Su conciencia se haba restablecido rpidamente.
Ahora empezaba a hacerle ver compasivamente el lo en que se haba metido,
dedicando, sin embargo, romnticos pensamientos a una muchacha idiota que crea
en imaginarios seres como los djinns y los efreets. Pero Tony la hizo callar. Vio
consecuencias de la teora de la multiplicidad de mundos de las que no se haba
dado cuenta antes... Lo que es verdad en un mundo, no es necesariamente verdad
en otro. Lo que es falso en un mundo, no es inevitablemente falso en otro. Por lo
tanto, si realmente haba mundos suficientes, todo tena que ser verdad en alguna
parte. Todo!
Y record - y se estremeci al recordarlo - la impresin de un rostro enorme,
vaporoso, con la boca abierta, que se inclinaba sobre l cuando se despert en el
fondo del bote, en la playa. Record el diablo de arena, el torbellino, que le haba
parecido de humo negro a pesar de estar girando sobre la arena blanca. Haba
amoldado su paso al suyo mientras se dirigi al encuentro de los beduinos, en su
tentativa de asesinarlo. Haba permanecido interesado y cerca, durante el encuentro.
Y haba corrido esperanzado detrs de l durante todo el camino, del desierto a las
puertas de la ciudad.
Esta vez trag saliva produciendo ruido. La consecuencia era una locura, pero se
encontraba en un mundo en el cual los djinns eran seres reales; la locura era sentido
comn. Y entonces se le ocurri algo ms.
-Cunto tiempo despus de mi llegada vino el hombre de un solo ojo a reclamar los
camellos? - pregunt.
-Una hora. No ms - respondi la esclava, encogindose de hombros -. Por esto
estuvimos seguros.
-Y los camellos fueron robados cerca de la orilla...
-T los robaste! Fueron robados cerca del mar.
-Recorr algunas horas en camello - dijo Tony, con una mueca -. Debi seguir sus
pisadas y as supo dnde reclamarlos. Entonces recorri a pie la misma distancia
que yo a camello, si dice la verdad! Pero yo necesit cinco horas para alcanzar la
ciudad en camello... Y, no obstante, l recorri la misma distancia a pie en slo una
hora ms. A qu velocidad viaja un hombre con un solo ojo? A la misma velocidad
que un camello, incluso siguindolo?
Ghail se qued mirndolo. Se haba puesto plida. Del mar a la ciudad haba cinco
horas de camino. Lo saba tan bien como Tony. Cinco horas en camello. A pie se
necesitaran diez horas o ms. Si el hombre del ojo nico haba seguido los
camellos, no haba podido llegar tan pronto. Imposible...
-Durante todo el camino me ha seguido un torbellino - dijo Tony, ahogndose -. Y yo
mat a un hombre con un solo ojo con la nariz partida, l y sus dos compaeros
trataron de robarme. No s por qu, el hombre de un solo ojo que llevaba los tres
camellos algunas veces giraba como un torbellino.
Su conciencia guardaba un silencio impresionante. Pero la esclava frunci el ceo,
golpe con furia el suelo con el pie y solt una serie de palabras rabes que no le
haba enseado nunca a Tony. Eran duras. Sonoras. Parecan despedir llamaradas
azules alrededor de los bordes.
-El muy renegado! - grit, furibunda -.
-El maldito de Al! De su propia boca sali la prueba de que menta! Y no supimos
verlo! El era el djinn! Ha hecho mofa de la sabidura de los hombres! Cmo se va a
rer, l y sus compaeros!
Se volvi hacia Tony.
-Y t, t ... eres tan estpido como los djinns! Por qu no has preguntado nunca
por tus camellos? - Hizo una pausa, recelosa -. Pero... eran camellos? Quiz
tambin eran djinns! Quiz todo es truco! T puedes ser tambin otro djinn! Esto
puede ser...
Tony levant las manos en alto.
-En mi mundo - dijo, desesperado -, los djinns son leyendas.
-Tu mundo? - salt la muchacha
-Cuntos mundos hizo Al? Y si los djinns son fbulas, por qu est el trono de
Barkut vaco?
-En las monedas? - pregunt Tony, desfalleciendo de nuevo.
-En las monedas y en el palacio! - grit la muchacha golpeando de nuevo el suelo
con el pie -. Qu clase de idiota eres? Dices que eres humano? Quieres beber
lasf?
Lo mir fijamente con profundo desprecio; desprecio y vejamen, y por lo menos un
comienzo de asombro. Tony trat de calmarla.
-Si el lasf no es algo que me haga caer en un letargo con un aditamento de
vitaminas, y otros seres humanos lo beben, no tengo ningn inconveniente.
Ghail se puso en pie de un salto y corri hacia la puerta de barrotes de hierro del
patio que daba a su celda. Habl imperativamente por entre las barras. Incluso una
muchacha esclava puede mostrarse imperativa con las dems esclavas, en ciertas
ocasiones. Y siempre haba alguien que pasaba por aquella puerta enrejada, libre de
asomarse al interior. Tony se haba quejado de ello - habiendo recibido los reproches
de su conciencia por su queja - cuando Ghail empez sus cotidianas lecciones de
rabe. Ms tarde se haba resignado. Pero segua deseando obstinadamente que
las cosas fuesen de otra forma.
Ghail regres con un vaso de cobre conteniendo un liquido. Lo prob
cuidadosamente, como si su contenido pudiese ser dudoso, y lo ofreci a Tony.
-Esto es lasf - dijo secamente -. Es venenoso para los djinns. Si lo bebes, ser por tu
libre voluntad.
Tony lo bebi. A juzgar por la expresin del rostro de Ghail, deba ser un acto de
extraordinaria importancia. No era del todo malo. Tena una tenue y vaga
reminiscencia de algo que haba bebido ya. Saba un poco a las infusiones de
hierbas con que su ta solterona lo haba mimado siendo chiquillo. Saba por
experiencia que el aroma perdurara. Seguramente conservara el sabor todo el da,
y deba ser bueno para algo, pero le era imposible decir para qu.
Devolvi el cubilete.
-No dir - hizo observar - que lo implante Como bebida popular no alcohlica una
vez regrese a mi mundo, pero he bebido va otras cosas casi tan malas como esta.
V
Ghail se qued mirndolo visiblemente sorprendida. Entonces, al devolverle l la
mirada, se sonroj sbitamente. El rojo acudi a sus mejillas, se esparci por sus
sienes y baj hasta su garganta. Tony sigui su extensin con visible inters. Una
vez el rubor hubo ganado sus piernas, la muchacha corri sbitamente hacia la
puerta golpendola con furor. En el acto aparecieron bigotudos soldados con
mosquetes de pedernal, como si hubiesen estado apostados all para un caso de
peligro que slo poda ser suscitado por Tony Gregg. Dejaron salir a la muchacha,
mirando a Tony con desdn.
Tony se sent, respirando profundamente y contemplando el muro de piedra del
patio del calabozo. Conque Ghail lo crea un djinn, verdad? Los djinns eran unos
seres de la mitologa rabe. Podan adoptar la forma que les conviniese, y algunas
veces estaban obligados a obedecer a alguien que poseyese un talismn como un
anillo mgico o una lmpara. Otras veces, eran susceptibles de causar un miedo
cerval al ms aguerrido de los Creyentes. Raptaban princesas, que los hroes de las
Mil y Una Noches infaliblemente rescataban, y sostenan guerras entre ellos, y no
eran exactamente lo mismo que los efreets, que eran siempre repulsivos, mientras
los djinns podan adoptar la forma de muy agraciados humanos. No eran tampoco
tan temibles como los ghuls de los cuales se deriva la palabra gula -, que se
alimentaban de carne humana.
Apoyado contra la pared, haba un banco de madera que Tony contemplaba ahora
abstrado. Se dio cuenta de que oscilaba ligeramente, inclinndose hacia un lado y
hacia otro, y en el preciso momento en que lo extrao del hecho llamaba su
atencin, el banco se desplom. Cay de costado, con un fuerte golpe sobre el duro
suelo de arcilla cocida.
Tony mir sorprendido. Despus se levant y se acerc al banco. En un momento en
que los djinns empezaban a parecer plausibles, la extraa conducta de algunos
muebles sugiriendo la presencia de fantasmas, pareca prosaica. Examin el objeto
volcado. Al tocar la madera, not un ligero estremecimiento. Pareca casi vivo.
Lo levant, tan completamente ajeno a lo que ocurra, que obr de una manera
perfectamente normal. Estaba realmente demasiado sorprendido para hacer otra
cosa. El temblor del banco ces. Vio un insecto sobre la losa de arcilla, un
escarabajo boca arriba, agitando frenticamente sus patas. Estaba slidamente
incrustado en el suelo, como si el peso del banco lo hubiese hundido en l sin
aplastarlo. Era un detalle trivial. Un detalle absurdo. Era una tontera preocuparse
por un escarabajo en el suelo...
Pero mientras contemplaba el agitado bicho negro, sus perfiles se borraron.
Partiendo del suelo, se elev una tenue columna de polvo. Entonces el cabello de
Tony Gregg se eriz tan abruptamente que pareca que cada uno de ellos produca
un chasquido como un ltigo. Se ech atrs, mirando.
Y entonces apareci un tenue remolino de polvo que fue elevndose hasta alcanzar
su altura o quiz un poco ms, y un rostro femenino, amable pero ininteligible,
asom en todo lo alto de l. El rostro tena dos pies de ancho de oreja a oreja. Era
un rostro bovino, moruno, sin la menor pretensin de belleza. Le sonri y dijo:
-Sh.h.h.h!
-Qu? - dijo Tony.
-Estoy en peligro, aqu - dijo el rostro femenino, sonriendo -. Llevo cuatro das
escondida. Era - se ri - el escarabajo de debajo del banco. Antes fui una mosca en
la pared. Me llamo Nasim. Por favor, no digas a nadie que estoy aqu!
Tony se ahogaba. Junt las manos y se fij en el remolino de polvo del suelo del
patio. Parta prcticamente del punto donde haba visto el escarabajo hundido en la
arcilla, pero a la altura de su hombro tena casi una yarda de anchura, con un
extremo alargado e insubstancial, que se balanceaba delante y atrs sobre su punto
de apoyo.
-Eres... - pregunt Tony, ahogndose -un djinn?
-Soy una djinnee - dijo cariosamente el rostro sonriente.
Tony trag de nuevo saliva.
-Oh...!
El rostro lo mir sentimentalmente. Tony suspir.
-Te asusto bajo esta forma? - pregunt ms cariosamente todava -. Quisieras
verme en forma humana?
Tony produjo un sonido inarticulado. El rostro de lo alto del torbellino se ri. La
neblina se hizo ms espesa. La substancia pareca infiltrarse en el torbellino
partiendo del suelo. Una forma humana apareci, materializndose progresivamente
en la neblina. El rostro redondo desapareci y volvi a aparecer en un tamao y
proporciones ms normales en la figura que se iba materializando. Tony se qued
con la boca abierta. Sbitamente, ces de negar la existencia de djinns. Estaba
incluso dispuesto a reconocer la existencia de efreets, ghuls, leprechauns, ha'nts,
Big Chiej Bowlegs, el espritu-control, y prcticamente todo lo que quisiesen
mencionarle. Porque del diminuto torbellino se haba condensado en una forma
humana femenina convincente...
Aquella figura de rosada piel, regordeta, completamente desnuda, dirigi a Tony una
mirada de picaresco recato.
-Me prefieres como mujer humana? - pregunt la figura rindose -. Me gustara
gustarte...
Tony respiraba con dificultad.
-Pues..., eh..., s, ya, desde luego. Pero, en el caso en que alguien... se asomase a
la puerta. No sera mejor que te pusieses algunas ropas?...
La djinnee que haba dicho llamarse Nasim dirigi una mirada a su cuerpo humano
y, tranquilamente, dijo:
-Ah, lo haba olvidado!
Las ropas empezaron a materializarse. Y entonces se oy un fuerte golpe metlico
en puerta, y un aullido de furia y el disparo de un mosquete de pedernal reson en el
limitado espacio del patio. La sonrosada y rolliza forma femenina pareci correr de
un lado para otro. Se oy rugir el viento. Un torbellino sombro, rindose
excitadamente, se elev en el aire y desapareci. Incluso volando, y bajo la forma de
un torbellino, tena una forma vagamente redonda y un aspecto en cierto modo
sentimental.
Entonces Tony se sinti casi pisoteado por media docena de soldados de anchos
pantalones, babuchas y mosquetes de pedernal que golpeaban y disparaban
intilmente contra el torbellino de humo que iba desvanecindose en el cielo. Y all
haba un hombre gordo con una barba teida de color prpura, y Ghail, la esclava,
con muchas ms ropas que antes. Mir a Tony con una expresin francamente
desagradable.
-Y ahora - dijo Ghail amenazadoramente -, quieres decirme el significado de la
pcara djinnee esa, ligerita de ropas, en el palacio mismo de Barkut?
La conciencia de Tony recuper el aliento y comenz a expresar su altamente
desfavorable opinin sobre todo lo que ocurra en general y sobre Tony en particular.
VI
La conciencia de Tony Gregg, corno hemos hecho observar ya, era creacin de la
rica ta solterona que lo haba criado. No pudiendo dar salida a sus instintos
naturales creativos, haba hecho presa sobre la conciencia de Tony. Y siguiendo
anteriores precedentes lo haba creado a su imagen y semejanza. Como
consecuencia, Tony pasaba muy malos ratos.
Aquella noche su conciencia, que pareca estar andando arriba y abajo al lado de su
lecho, le caus un verdadero tormento. Horrible! Horrible!. - Pareca decir su
conciencia. Haba pasado la mayor parte de su vida tratando de hacer de l una
persona que, en treinta o cuarenta aos de devocin, escrupulosa atencin a sus
deberes y una vida limpia y virtuosa, alcanzara el estado de un muchacho activo y
prometedor. La conciencia de Tony omita cuidadosamente darse cuenta de que con
treinta o cuarenta aos ms de vida virtuosa y de escrupulosidad no sera ya ni joven
ni prometedor.
Y qu haba hecho Tony?, preguntaba su conciencia amargamente. Haba ganadoms de once mil dlares en la baja y reprobable prctica de apostar en las carreras
de caballos. Pero haba invertido aquel torbellino de ganancias en valores slidos?
No! Haba cruzado en pos de su fantasa la mitad del mundo para poder llegar a
este lugar de Barkut completamente inmoral y enteramente despreciable. Haba
pasado tres semanas en la crcel! Su conciencia se retorca metafricamente las
manos. Y ahora... ahora una muchacha esclava que enseaba las piernasdespertaba su amorosa fantasa. Peor an, una hembra djinn sin el menor recato...
Tony bostez. Senta cierta aprensin de aquella djinnee que dijo llamarse Nasim,
pero, en todo caso, no estaba fascinado. Se senta casi agradecido porque la
esclava Ghail haba cogido aquella rabieta que una muchacha no siente por los
extravos de un hombre que le tiene sin cuidado. Y Tony aprobaba enteramente la
conducta de Ghail. No slo porque tena unas bonitas piernas. Oh, no,
definitivamente, no! Aprobaba en ella muchas otras cosas. Aparte de todo, era una
muchacha muy simptica. Lo trataba como un simple ser humano cualquiera, y
durante toda su vida anterior haba sido siempre considerado como un posible
partido o un eventual marido si no mejor, pero raramente como un simple ser
humano.
Daba vueltas en la cama. No estaba ya en su celda, sino en una especie de suite
nupcial o real del palacio. Era tan grande que se senta un poco solo. El techo de su
dormitorio tena por lo menos treinta pes de altura y estaba formado por aquella
especie de estalactitas que haba visto en las fotografas de la Alhambra de
Granada. El suelo era de losas de mrmol con alfombras por todas partes. La cama
en s era poco ms que un somier sobre una tarima de madera negra ornamentada
con algo que sin la menor duda pareca oro. Las sbanas eran de seda. A su lado
haba un jarro con una bebida refrescante, y si tiraba de un cordn de seda, un
esclavo - masculino - vena a escanciarle la bebida.
Su situacin en Barkut haba cambiado considerablemente durante el da. En el
momento de su excitacin por Nasim, Ghail haba trado un chambeln con la barba
teida de prpura a explicarle que su encarcelamiento haba sido un error. Haba
sido tomado por un djinn vestido con ropas humanas a fin de ejercer una actividad
poltica subversiva en la ciudad. Puesto que no era un djinn, y el hecho de haber
bebido lasf lo probaba sin gnero de duda, y en vista de que le haba dicho a Ghail
que cuando hablase con los gobernantes sera altamente considerado y rico, los
gobernantes tenan afn de saber qu poda ofrecerles a cambio de su
consideracin y riquezas. Adems - y esto Ghail lo hizo observar con cierta tristeza -,
si el rey de los djinns de estas regiones haba mandado una djinnee, con gran
riesgo, a Barkut para seducir a Tony, era evidente que los djinn le daban tambin
una gran importancia. De manera que los gobernantes de Barkut queran saber
tambin qu importancia tena.
Tony haba sido llevado a un gran hall en el que haba figuras del zodaco de bronce
incrustadas en el suelo de mrmol negro. El trono de Barkut se levantaba bajo su
dosel junto a la pared del fondo. Estaba vaco. Delante de l, sentados en alfombras
y fumando narguiles, haba seis ancianos. Fumaban y tosan - jadeaban y parecan
unnimemente malhumorados e intiles. Pero sus ojos de bordes colorados se
fijaron en la esclava antes de volverse hacia Tony, de manera que ste pens que
les deba quedar todava un poco de vida en alguna parte.
Lo recibieron con solcita cortesa, lo hicieron sentar y le preguntaron jadeantes
quin era y de dnde vena; y en general qu diablos representaba toda aquella
algaraba.
La esclava Ghail intervino antes de que Tony pudiese contestar. Explic que vena
de un pas muy remoto y que haba cruzado todo aquel lejano mar en una gran ave
voladora. Tony se lo haba explicado as, por faltarle la palabra rabe exacta para
designar un avin trasatlntico o incluso un cuatrimotor bombardero transformado.
Haba viajado mucho, aadi Ghail, en una nave de acero con fuego a bordo. Esta
era la descripcin que Tony le haba hecho del relativamente decrpito vapor que lo
llev de Suez a Suakim. Todas estas cosas, aadi Ghail con firmeza, ella las haba
credo mentiras inventadas por un djinn ms estpido que de costumbre. Pero en
vista de que Tony no era un djinn, sino un ser humano, inexplicadamente buscado
por el rey djinn de la regin, le daba entero crdito.
Los seis consejeros fumaron, tosieron y produjeron otros ruidos propios de la
ancianidad. Tony abri la boca para hablar, pero de nuevo la esclava se le adelant.
En su tierra natal, aadi Ghail con truculencia, Tony perteneca a un rango tan alto
como el que ms. Esta era la interpretacin dada a la tentativa de Tony de explicarle
que en Amrica, como ciudadano, nadie perteneca a un rango superior al suyo. Era
un prncipe, invent Ghail, viajando en busca de aventuras y para visitar los pueblos
de la tierra, actividad que era considerada altamente apropiada para los prncipes.
Su pueblo haba sojuzgado hasta tal punto a los djinn, que, a pesar de ser solamente
humanos, navegaban por el aire con seguridad y fcilmente, y hablaban unos con
otros desde distancias de miles de millas, y viajaban en vehculos particulares con la
fuerza de cuarenta, cincuenta e incluso cien caballos, y eran ms poderosos en la
guerra que ningn otro pueblo bajo el sol.
Todas estas declaraciones haban sido hechas por Tony en el curso de sus
lecciones de rabe. Le pareci que Ghail haba quedado impresionada, y no era una
persona fcil de atemorizar; y ahora lo repeta todo como un loro, con un aire
beligerante, como retando a todo el mundo a que lo pusiese en duda. En una
palabra, dijo, Tony era una persona muy peligrosa. Desde el punto de vista de
Barkut, era peligroso para los djinn. Por parte de los djinn - y el rey de los djinn haba
tratado ya de seducirlo con los encantos de una djinnee - seria peligroso para
Barkut. Por consiguiente, o tena que ser retenido como un aliado de Barkut o
ejecutado inmediatamente antes de que pudiese empezar a ayudar a los djinn.
-Pero... - interpuso Tony dbilmente.
-No me dijiste que habas estado en la mayor de las guerras? - pregunt Ghail -.
En la que sucumbieron millones de seres humanos? No me dijiste que tu nacin
termin esta guerra destruyendo instantneamente ciudades, con llamas ms
ardientes que el ms ardiente fuego?
Tony haba naturalmente mencionado la bomba atmica. Haba dicho que tom
parte en la guerra. Pero no le haba dicho que la pas como mecangrafo porque,
desde luego, Ghail no hubiera sabido lo qu era la mecanografa.
-De manera que - dijo la esclava con firmeza - jurars por las barbas del Profeta
llevar los ejrcitos de Barkut a la victoria en la guerra con los djinn, o de lo
contrario...
Finalmente Tony tuvo que jurar sobre un libro maravillosamente encuadernado. Era
el Corn, que no haba ledo nunca y en cuyo contenido no crea. Por otra parte,
ignoraba totalmente qu clase de barba usaba el Profeta, de manera que no poda
decirse que fuese una deslealtad, y probablemente el juramento no era vlido. Lo
consideraba una cierta obligacin sin embargo.
Aquella noche, ya tarde, no pudiendo dormir, volvi a sentir remordimientos. Los
ancianos que constituan el Consejo de Regencia de Barkut haban depositado su
confianza en l a falta de algo mejor. La muchacha esclava haba contado con l
porque no tena a nadie ms con quien contar. El peligro que representaban los djinn
para Barkut era extremo. La planta lasf era una proteccin parcial contra los djinn,
pero los proyectiles slo los atontaban y la planta era cada da ms difcil de cultivar,
y los djinns, iban hacindose paulatinamente ms osados a medida que los
humanos de Barkut iban tropezando con las dificultades tcnicas inherentes a la
escasez de lasf. Haca cuatro aos, el rey de los djinn regionales haba raptado, en
persona, a la autntica reina de Barkut y ahora la mantena prisionera. sta era la
causa de que el trono de Barkut estuviese vaco, y de la existencia del Consejo de
Regencia. Por una razn que Tony no acababa de ver clara, el gobernante de Barkut
no poda ser daado por un djinn, si bien sus sbditos no eran tan afortunados. Por
consiguiente los nicos sufrimientos de la reina eran la prisin y la ardiente corte que
le haca el rey de los djinn. Sin embargo...
Yaciendo despierto en la cama de la suite royal del palacio, Tony revisaba con recelo
el estado de cosas de la situacin. Le pareca inocente y extraa, como algo que
perteneciese a Las Mil y Una Noches. Lo era. Como todos los acontecimientos fruto
de la compra de una moneda de diez dirhim en una tienda de antigedades de West
45 Street, Nueva York, era tan extraordinario que se pellizcaba para asegurarse de
que cuanto le rodeaba era real.
Lo era. El pellizco le hizo ver las estrellas. Se frot la carne, frunciendo el ceo.
Entonces oy un golpe en el marco de la ventana de su habitacin. Se levant de la
cama, suspicaz. Se acerc a la ventana. Nada. Daba a un jardn que serva de
ornamento para los habitantes de aquella suite. Haba hierba y arbustos, y un
surtidor que reluca bajo la luz de las estrellas y unos rboles diminutos. Ola
agradablemente. Ms all se alzaba el palacio, ms all la ciudad y ms all el oasis
y el desierto. Y en algn lugar. En algn lugar imposible de imaginar se extendan los
dominios - la fortaleza de los djinns, ms all del desierto.
Su conciencia se retorci las manos. En valiente lo se encontraba pensando en
djinns y en reinas cautivas y ms locuras! Qu haba de sus bellos proyectos de
instalar un comercio de exportacin-importacin entre Barkut y Nueva York? Qu
informaciones haba tenido sobre los productos comerciales de Barkut? Cul era el
posible mercado para las mercancas americanas? Si ahora se diriga sin ms
informes que los que tena, a una firma establecida en Nueva York para ofrecerles
estudiar el asunto, qu informaciones podra darles que pudiesen justificar la
concesin de un cargo como agente activo y emprendedor? Ah, si hubiese limitado
su atencin a temas indicados, como la exportacin-importacin, en lugar de tratar
de despertar el romntico inters de una esclava de piernas largas, nadie hubiera
pensado en confiarle el mando de los ejrcitos...
Frotndose la pierna donde le dola el pellizco se asom al jardn y apart
bruscamente a su conciencia a un lado. El jardn apareca romntico bajo la luz de
las estrellas. Con gusto se hubiera paseado por all con Ghail...
Algo se movi en el marco de la ventana, casi a su lado. Tuvo un sobresalto y al
tenerlo apart uno de los almohadones de seda que haba por todas partes, que
cay al suelo. Vio una diminuta forma negra sobre el antepecho de la ventana, como
una rana. Agarr un zapato para aplastarla y la cosa salt a la habitacin. Era una
rana. Poda verlo por la forma como saltaba, pero cay sobre el almohadn con un
golpe tan fuerte, que ninguna rana lo hubiera producido. Dio la impresin de ser un
par de centenares de libras de acero aplastando el almohadn y golpeando el suelo
que tena debajo. El almohadn, en efecto, se revent bajo el impacto. Las
diseminadas partculas de su interior se esparcieron por todas partes. La rana
desapareci en medio de ellas. Del interior del reventado almohadn salieron
explosivas maldiciones en una voz baja y profunda. Entonces la seda reventada del
almohadn se hinch y volvi a estallar, y una niebla luminosa y giratoria se congel
adquiriendo una forma slida, mientras Tony se encontraba contemplando fijamente
una forma esencialmente humana. Tena los brazos y los hombros ms musculados
que Tony haba visto en su vida, un pecho como un barril de vino y unas piernas
robustas y nudosas. La cabeza y el rostro eran de tamao normal, pero no se
necesitaba hacer esfuerzo alguno para comprender que las facciones eran las de un
djinn. Los ojos, oblicuos y feroces, los blancos colmillos salan por las comisuras de
los labios, las orejas en punta... Era un djinn, sin duda alguna, y un djinn
terriblemente enfurecido.
-Mortal! - Rugi. Eres este extrao prncipe que ha venido a travs del desierto?
Tony trag saliva.
El extrao ser revel fracciones adicionales de sus colmillos.
-Eres esta criatura, meramente humana, que ha despreciado el amor de Nasim, la
joya entre las djinnees. - Se golpe el pecho, que reson como un tm