GUERRA A LOS DJINNS - laprensadelazonaoeste.comlaprensadelazonaoeste.com/LIBROS/Letra.L/L/Leinster, Murray... · I Esta es la historia de lo que le ocurrió a Tony Gregg una vez hubo

Embed Size (px)

Citation preview

  • GUERRA A LOS DJINNS(UN YANQUI EN LAS MIL Y UNA NOCHES)

    Murray Leinster

  • En ingls: GATEWAY TO ELSEWHERE, 1954

    (Entrada a otro lugar, nota de diaspar)(Originalmente fue JOURNEY TO BARKUT, nota de urijenny)

    Traduccin: Manuel Bosch Barrett

    Editorial E.D.H.A.S.A. 1956

    Coleccin Nebulae n 29

    Escaneado por diaspar en 1998.Revisado y editado por: [email protected] en 2002.

    mailto:[email protected]

  • I

    Esta es la historia de lo que le ocurri a Tony Gregg una vez hubo aprendido la

    cuarta dimensin - o quiz era la quinta o la sexta - en un restaurante shishkebab del

    barrio sirio del bajo East Broadway, Nueva York.

    No fue originalmente al restaurante con el fin de enterarse de lo de la cuarta

    dimensin. Su primera visita fue simplemente en busca de un shishkebab, que es un

    maravilloso plato de trozos de cordero clavados en unos pinchos y asados, con una

    inverosmil salsa que contiene hojas de parra. Fue de una manera puramente

    accidental que se le ocurri preguntarle al dueo del restaurante por una moneda

    que llevaba - l, Tony - como talismn.

    Tony la haba comprado como amuleto en una de aquellas diminutas tiendecillas de

    las calles apartadas de Nueva York en cuyos escaparates se exhiben mezcladas

    joyas antiguas y piezas de ajedrez de marfil. La compr porque le pareci extraa.

    Su conciencia - haba sido criado con una conciencia bastante estricta - consinti

    con cierta reluctancia la compra porque la moneda era muy pesada por su tamao y

    poda ser de oro. (Con toda certeza no era una medalla, y por lo tanto tena que ser

    una moneda.) Llevaba una inscripcin en un rabe convencional en una cara y en la

    otra algo que pareca un complicado trono sin nadie sentado en l. Pero cuando

    Tony trat de identificarla, no encontr en ningn catlogo de numismtica ninguna

    moneda que se pareciese a aquella.

    Una noche - aquella fue su primera visita, no la ltima, en que se enter de la cuarta

    dimensin - fue al East Broadway en busca de un shishkebab y se le ocurri

    preguntarle al dueo sirio del restaurante qu poda decir aquella inscripcin. El sirio

    la mir, frunci sombramente el ceo y le dijo que la moneda era una pieza de diez

    dirhim, que la inscripcin deca que era de Barkut y que no haba jams odo hablar

    de un lugar que se llamase Barkut. Tony tampoco. As, pues, Tony sinti cierta

    curiosidad, y al da siguiente pas media hora en una biblioteca de la Quinta Avenida

    tratando de encontrar algo referente a la moneda o al pas de donde proceda. Pero

  • en cuanto a la biblioteca haca referencia, no haba ningn lugar llamado Barkut. Ni

    lo haba habido nunca.

    La moneda era de oro macizo, sin embargo. Un joyero lo comprob. A la vista poda

    tener un valor de unos seis dlares. Y como Tony no haba pagado por ella ms que

    un dlar cincuenta, estaba verdaderamente satisfecho. Incluso su conciencia

    aprobaba su conducta. Diga lo que diga la gente, no ocurre muy a menudo comprar

    en una tienda de antigedades un objeto que despus se pueda vender por un

    precio superior. As, pues, Tony la conservaba como talismn de la buena suerte, y

    cada tarde al dirigirse a su casa, de regreso de la oficina, se detena delante del

    Bar & Grill de Paddy Scalon y echaba a suertes con la moneda para saber si tena

    que tomar una copa o no. Lo cual era una excelente manera de no ser ni demasiado

    abstemio ni demasiado regular en estas cosas. Su conciencia aprobaba esta

    conducta tambin.

    No era que creyese, en realidad, que la moneda tena que traerle buena suerte, pero

    el pequeo misterio que la rodeaba lo intrigaba. Tony era un hombre de tipo

    completamente ordinario. Se haba alistado para la II Guerra Mundial, pero pese a

    que reclam entrar en accin, no pas nunca de una base territorial. No sali de la

    retaguardia y se pas tres largos aos reflexionando delante de una mquina de

    escribir. Cuando fue licenciado volvi a su antiguo empleo - al mismo sueldo de

    antes - y a su viejo alojamiento - a un precio mucho ms elevado por semana -. Una

    especie de amargura flotaba por todas partes. De manera que ahora estaba

    contento de tener la moneda, porque le gustaba soar. Su conciencia segua

    constante e inflexiblemente recordndole que tena que ser educado, atento a su

    deber y no estar pendiente del reloj para marcharse; y la radio, todas las maanas,

    mientras se estaba vistiendo, le aconsejaba usar tal o cual dentfrico, fijador para el

    cabello, un desodorizador para el aliento y una marca de trajes a precios populares.

    Era agradable, por lo tanto, llevar encima algo vago y misterioso, como aquella

    moneda.

    No poda haber sido hecha como novedad ni nada semejante; especialmente siendo

    de oro. Pero proceda de un pas del que nadie haba odo hablar. Le placa pensar

  • que en el hecho de que hubiese llegado a sus manos haba algn misterio; que l

    hubiese llegado a poseerla y nadie ms que l, deba tener algn significado. A fin

    de aumentar la importancia de este significado, haba cogido la costumbre de echar

    a cara o cruz la mayora de sus decisiones, aun las menos importantes. Si asistir a

    un partido de pelota o no; si comer o no en su restaurante acostumbrado. Sobre este

    punto, su conciencia se reservaba severamente sus decisiones.

    Haca ya dos meses que era dueo de la moneda, y la costumbre de echar a cara o

    cruz sus decisiones se haba ya arraigado cuando esa noche ech si tena o no que

    ir a cenar a su restaurante habitual. Sali cruz. No. Le hizo cierta gracia. A otro

    restaurante de la ciudad alta? Otra vez cruz. Ech la suerte una y otra vez. Su

    sentido comn le dijo que estaba simplemente ante una racha de cruces. Pero le

    gustaba imaginar que las decisiones de la moneda eran misteriosas y significativas.

    Aquella noche le caus cierta emocin ver que la idea de ir a un sitio despus de

    otro, sala negativa. Pas por todos los restaurantes donde recordaba haber comido.

    De manera que tir la moneda con la decisin mental de que si sala cara, ira a otro

    restaurante donde no hubiese comido nunca. Pero la moneda segua saliendo

    negativa. Cruz. Entonces registr lo ms recndito de su cerebro y record aquel

    pequeo restaurante sirio del bajo East Broadway. Tir la moneda. Sali cara.

    Tom el metro y se dirigi a la ciudad baja, mientras su conciencia haca

    desdeosos comentarios sobre la supersticin. Entr en el establecimiento con una

    cierta emocin anticipada. Su gnero de vida era tan poco interesante como pudiese

    ser el de cualquiera. La educacin que haba recibido le haba dado un carcter

    apacible que haba creado una conciencia con una mentalidad suya propia y en

    general opiniones desalentadoras. Su mente le haca ahora acerbos reproches y

    tuvo que asegurarle que en realidad no crea que la moneda tuviese valor alguno,

    sino que nicamente le diverta fingir que lo crea as.

    Se sent a la mesa e instintivamente tir la moneda para ver si tena que encargar

    shishkebab o no. El atezado propietario de engominado cabello le dirigi una

    sonrisa. En una mesa del fondo haba un hombre calvo, impecablemente vestido,

    con lentes de oro y la marcada y sombra dignidad del levantino.

  • -Oiga - dijo el propietario, que hablaba un ingls relativamente normal -. La ltima

    vez que vino usted aqu me ense una moneda muy extraa, verdad? Mr.

    Emurian, que est all en el fondo, entiende mucho de estas cosas. Es un hombre

    muy educado! Quiere que le pregunte qu es?

    Aquello le pareci a Tony una misteriosa coincidencia. Asinti entusiasmado. El

    dueo del restaurante le llev la moneda y se la enseo. Estuvieron hablando largo

    rato, pero no en ingls. El dueo del restaurante volvi.

    -Dice que no haba visto nunca ninguna igual - dijo -. Y que no haba odo hablar

    nunca de Barkut, de donde parece que viene. Pero dice que hay una serie de

    historias referentes a las monedas y objetos que proceden de sitios de los que nadie

    ha odo hablar. Dice que si quiere se lo contar.

    -Por favor! - dijo Tony. Not que su corazn lata con fuerza -. Si quiere venir aqu...

    -Oh!, quiz aceptar una taza de caf - dijo el dueo del restaurante -. Es un

    hombre muy educado Mister Emurian.

    Volvi a marcharse. El calvo se levant y se acerc con noble dignidad a la mesa de

    Tony. Sus ojos centelleaban. Tony estaba un poco impresionado de ver que aquel

    Mister Emurian, que pareca tan extranjero, hablaba un ingls tan perfecto y se

    encontraba tan enteramente a sus anchas.

    -Hay una leyenda - le dijo a Tony con humorismo - que acaso pueda a usted

    divertirlo... puedo dejar aqu mi taza de caf? Gracias. - Se sent. - Es un cuento

    de porteras y, no obstante, se amolda perfectamente a las teoras de Einstein y otros

    sabios. Pero conozco a un hombre de Ispahan que le hubiera dado una fuerte suma

    por esta moneda a causa de su leyenda. Querra usted venderla?

    Tony movi negativamente la cabeza.

  • -Qu le parecen... quinientos dlares? -pregunt Mister Emurian, sonriendo a

    travs de sus lentes -. No? Ni mil? Le dar la direccin del hombre que quizs se

    la comprara por si algn da quiere usted venderla.

    Tony estaba demasiado estupefacto para mover siquiera la cabeza.

    -Este hombre - prosigui Emurian echndose a rer - le dir que esta moneda

    procede de un pas que no figura en nuestros mapas porque es inalcanzable por los

    medios ordinarios. Y no obstante es completamente real y tiene un cierto comercio

    con nosotros. Es decir... ha odo usted alguna vez hablar de mundos que se

    suponen son como el nuestro pero con otras... cmo decir?... dimensiones, o en

    tiempos paralelos, pero no idnticos?

    -He ledo La mquina del tiempo, de Wells - dijo Tony sombramente.

    -No es lo mismo - le asegur el hombre de tez morena -. Y la idea de lanzar nuevas

    maquinas para viajar entre una serie de nuevas dimensiones, o a travs del tiempo

    es completamente absurda. Los descubrimientos de este gnero no son nunca

    imperativos. Cuando fue descubierta la electricidad, fue el propio Franklin quien

    observ que no se trataba de una nueva fuerza, sino de una cosa sumamente

    vulgar. Toda tormenta, desde los albores del tiempo, lo ha demostrado.

    Anlogamente, s el viaje a otros mundos o a otros tiempos tiene que ser algn da

    posible, es seguro que su descubrimiento no ser un hecho dramtico. Se ver

    claramente que el hombre lleva siglos y siglos realizndolo como la cosa ms natural

    del mundo, sin darse siquiera cuenta de ello.

    -Quiere usted decir... - intervino Tony.

    -La leyenda - dijo Mister Emurian - sugiere que su moneda viene de un mundo

    diferente del nuestro. De un mundo en el cual la historia niega con razn la mayor

    parte de la historia que sinceramente enseamos a nuestros hijos. - Mir

    sagazmente a Tony y prosigui:

  • -Ordinariamente, dos cosas que son iguales a una tercera, son iguales entre s. Pero

    dos lugares que son exactamente iguales entre si, son idnticos, son el mismo lugar.

    Ahora fjese bien! Supongamos que en alguna parte exista un mundo en el cual la

    lmpara de Aladino exista realmente y funcionaba perfectamente. Supongamos que

    en este mundo existiese un lugar absolutamente idntico a un lugar de este mundo.

    Hubiera tenido que ser un lugar en el cual el funcionamiento o no funcionamiento de

    la lmpara de Aladino no implicase la menor diferencia. Ahora bien, segn la

    leyenda, estos dos lugares, en dos mundos, se convertan en un solo lugar situado

    en dos mundos, que servira de puerta perfectamente prctica entre ellos. Los

    viajeros lo cruzaran de una parte a otra sin tan siquiera darse cuenta. Acaso usted y

    yo pasemos cotidianamente por uno de estos portales sin tan slo saberlo lo ms

    mnimo.

    El hombre moreno pareca encontrar una cierta complacencia en la mirada de

    asombrado entusiasmo del rostro de Tony. Levant una mano perfectamente

    manicurada,

    -Mire usted este restaurante; aqu, esta noche - dijo, radiante -. Hoy, por ejemplo,

    Calcuta puede estar totalmente destruida por un maremoto, hundida para siempre

    bajo las aguas. O puede no estarlo. Aqu, ahora, no sabiendo nada de lo ocurrido,

    para nosotros no representara la menor diferencia. As, esta noche, desde este

    restaurante podemos hallarnos en dos mundos diferentes: usted, en aqul donde

    este acontecimiento ha tenido lugar, yo en el mundo donde no ha ocurrido. Y yo

    puedo seguir viviendo pacficamente y morir a avanzada edad en Calcuta, que para

    usted est completamente destruida.

    -Pero estamos en el mismo mundo! - protest Tony - Seguiremos en el mismo

    mundo!

    - Probablemente, pero est usted seguro? - pregunt Mister Emurian, guiando un

    ojo a travs de los lentes -. No nos habamos visto nunca. Cmo sabe usted que he

    vivido siempre en este preciso mundo? Cmo sabe usted que la historia del mundo

    en que nac es la misma? Seguramente no me ensearon la misma historia. Y si

  • esta noche nos separamos y no volvemos a vernos jams ni vuelve usted a or

    hablar de m, cmo sabe usted que sigo viviendo en el mundo que usted habita?

    Tony contest en un tono doloroso, pero latindole el corazn con violencia:

    -No, supongo que no. Pero no hay prueba tampoco de que...

    -De acuerdo - asinti Mister Emurian -. No puede haber ninguna prueba. Le he

    explicado a usted una leyenda. Dice que hay otros mundos. Para nosotros no son

    completamente reales porque no podemos alcanzarlos a voluntad. Pero segn la

    leyenda se tocan en muchos sitios y es posible pasar de uno a otro, y en realidad

    visitamos constantemente ciudades fronterizas de otros mundos sin tan slo saber

    No lo sabemos, porque formamos parte de nuestro mundo y hay en l una atraccin;

    un magnetismo, una gravitacin, quiz, que nos retiene antes de que franqueemos

    este portal que nos llevara a un mundo que no es el nuestro propio.

    Mir a Tony con benevolencia a travs de sus lentes.

    -En cuanto a su moneda... algunas veces esta gravitacin o atraccin no es

    suficiente. Penetramos profundamente en otros mundos y sin duda alguna somos

    muy desgraciados. O un objeto de otro mundo penetra en el nuestro. Pero siempre

    la gravitacin o el magnetismo subsisten hasta un cierto grado. Esto es lo que mi

    amigo de Ispahan cree... tan firmemente que quiz est dispuesto a pagar dos mil

    dlares por la moneda que tiene usted en la mano.

    Tony mir la moneda con profundo respeto. En toda su vida no haba posedo nada

    que valiese ni la nfima fraccin de dos mil dlares. Su conciencia se expresaba en

    frases inconfundibles. Lentamente, dijo

    -En este caso creo mi deber venderla. No puedo realmente permitirme llevar en el

    bolsillo un talismn de este valor. Podra... perderlo. - Despus de una breve pausa,

    dijo con inters -: Supongo que su amigo debe hacer coleccin de monedas?

    -Nada de esto - dijo Mister Emurian

  • Es hombre de negocios. Usar esta moneda, estoy seguro de ello, para penetrar en

    este otro mundo y fundar una rama de su negocio en l. Importar dtiles de Barkut

    o higos secos o alfombras, o posiblemente oro, incienso y mirra. Puede comerciar

    con monos, marfil y pavos reales a cambio de cuchillos de Birminghan, estampados

    de algodn o lmparas de petrleo. Y si la atmsfera es similar puede establecer

    una residencia surtida de lindas muchachas esclavas y guardias mamelucos, y

    consagrarse a una vida de confortable lujo sin temor a las bombas atmicas y al

    comunismo.

    -Y cmo lo guiara la moneda a este otro mundo? - pregunt Tony interesado.

    Mister Emurian agit lentamente un dedo en el aire con gesto admonitorio:

    -Acepta usted mi leyenda como un hecho, mi querido amigo. Es usted un romntico!

    Despus aadi, pausadamente -. No s cmo usar la moneda como gua. No s si

    no considerar que no era completamente real en este mundo y por consiguiente

    tena que estar exenta de algunas leyes fsicas. Esperar que manifieste cierta

    tendencia a volverse ms real, lo cual puede conseguir nicamente regresando a su

    propio mundo y tiempo. En qu forma esta tendencia aparecer, me es imposible

    conjeturarlo. Pero le dar el nombre y direccin de mi amigo. Le prometo que le

    pagar un alto precio por su talismn.

    Tony Gregg mir casi con voracidad la moneda. Una idea brill en su cerebro. Su

    conciencia, los ojos fijos en aquellos dos mil dlares, protest enrgicamente.

    -Voy a dejar que la moneda decida - dijo acongojado -. Cara, la vendo; cruz, la

    guardo.

    La lanz. La moneda rebot sobre la mesa. Cruz. Trag saliva aliviado y ech su

    silla atrs.

  • -Ya est decidido - dijo, sonrojndose un poco en su excitacin -. Y... y no quiero el

    nombre y direccin de su amigo porque no quiero poder cambiar de idea.

    Mister Emurian estaba radiante.

    -Es usted un romntico - dijo aprobando -. Es admirable! Le deseo toda suerte de

    felicidades, seor!

    Tony le dio las gracias un poco emocionado, pag su cuenta y sali.

    Ya fuera, en aquella calle alumbrada, se sinti ms o menos aturdido; su conciencia

    le hostigaba, dirigindole amargos reproches, instndolo a que volviese a entrar y

    pidiese la direccin que haba rehusado. Estaba en el barrio sirio, en el bajo East

    Broadway y en los escaparates todava iluminados brillaban letreros con caracteres

    rabes. La mayora de los edificios estaban obscuros y silenciosos y slo circulaba

    algn que otro camin retrasado. La atmsfera era un compuesto extico y vulgar

    que no inspiraba ideas claras. Los hechos se tambaleaban tambin. Que la moneda

    que Tony llevaba en el bolsillo valiese dos mil dlares era suficiente para aturdirlo.

    No haba llevado nunca en el bolsillo ms all de su salario semanal y jams durante

    mucho tiempo.

    Se encamin por lo tanto hacia el metro que vena de Atlantic Avenue, Brooklyn; lo

    llevara hacia la ciudad alta, slo hasta Times Square. En Times Square cambi de

    tren como un sonmbulo y sigui ciudad arriba. Estaba perdido en un mar de

    especulaciones que no le permita casi darse cuenta de cuanto le rodeaba. Acababa

    de salir del subterrneo y se diriga a su alojamiento cuando se dio cuenta que la

    agitacin le haba impedido comerse el shishkebab que haba pagado. Haba ido a

    cenar y tena todava hambre. Automticamente tir la moneda. Sali cara. Fue a

    cenar. El hombre que estaba sentado en el taburete contiguo se levant y sali,

    dejando un peridico sobre el que se haba sentado una vez lo hubo terminado.

    Tony lo cogi rpidamente mientras esperaba su hamburger y caf. Entonces

    sinti un escalofro que recorri su espinazo y casi se atragant. El peridico era la

    Gaceta de Carreras.

  • Mientras iba subiendo por la ciudad Tony tuvo una amarga discusin con su

    enfurecida conciencia. Insisti defensivamente en que si un importador de dtiles e

    higos secos y alfombras de Ispahan poda sacar provecho de un viaje a Barkut, por

    qu no poda obtener incluso mejores beneficios un americano despierto y activo?

    Tony no era un hombre de negocios, pero le haban enseado a creer que todo el

    que no sintiese por encima de todo el deseo de ser un muchacho emprendedor y

    activo era que tena algn defecto congnito. De manera que habiendo insistido

    siempre febrilmente en que la venta de refrigeradores elctricos, medias de nylon,

    fertilizadores, lpices de labios y chewing-gum era la ambicin de su vida, aqulla

    era su oportunidad. Pero ahora su mente se alejaba hacia visiones de ciudades de

    blancas murallas bajo un sol deslumbrante, muchachas esclavas de ojos lujuriosos,

    mamelucos armados de cimitarras y caravanas de camellos avanzando ondulantes

    por las desnudas extensiones del desierto.

    Con una tumultuosa confusin de estas imgenes termin su cena y se meti en su

    habitacin con el peridico bien sujeto bajo el brazo. All permaneci sentado basta

    pasada medianoche, lanzando la moneda y buscando la prueba crucial de sus

    virtudes. So caticamente toda la noche y cuando vino la maana se despert con

    pleno sentido comn; a saber, su conciencia, censurndole amargamente todos sus

    planes.

    Pero l no se senta avergonzado de ellos. Su conciencia lleg a un enfurecimiento

    casi histrico, pero sali de su casa con aire ceudo, como para evitar sus propias

    miradas, y se fue al hipdromo de Belmont con el sombrero inclinado sobre su

    frente. Cuando puso los primeros dos dlares en la ventanilla de apuestas su

    conciencia haba quedado reducida a una simple mofa acusadora tratndole de

    idiota y romntico, por haber rehusado dos mil dlares por una vulgar moneda de la

    suerte a fin de poder usarla como gua al hacer apuestas de dos dlares. Un

    caballo llamado Rainy Sunday? - le deca su conciencia con irrisin. Maana sera

    Black Friday, cuando l estuviese ya despedido por haberse tomado un da de

    vacaciones sin permiso.

  • Pero Rainy Sunday gan, pagando seis a dos. Despus Occiput gan tambin.

    Despus, por orden, Slipstream y Miss Inflation, y Quiz Kid, y Armageddon... y as

    sucesivamente.

    Tony regres a la ciudad como aturdido. Haba ganado una tontera... llevaba ms

    de once mil dlares en el bolsillo. Su conciencia le deca con helada reprobacin que

    haba sido todo mera coincidencia y que ahora lo indicado en su caso era invertir

    aquellos once mil dlares en buenos valores de todo reposo y no volverse a acercar

    nunca ms a un campo de carreras.

    As Tony volvi a su habitacin, hizo su equipaje febrilmente mientras su conciencia

    lo censuraba con creciente agitacin, pag la nota de su alojamiento, sali y tom un

    taxi mientras el ansia de resolucin - y fuga - se apoderaba de l. En el taxi lanz la

    moneda para ver adonde deba dirigirse para llevarla cerca de Barkut. Si exista

    alguna misteriosa atraccin que trataba de atraer la moneda a su propio mundo,

    tena forzosamente que obrar sobre probabilidades, creando las coincidencias que la

    llevaran su pas. Y si alguien se dejaba guiar por ellas echndolo a cara o cruz...

    Bien, en todo caso haba once mil dlares que parecan confirmar la teora.

    Un par de semanas despus, Tony consider la teora probada. En aquel tiempo

    haba llegado - estaba completamente seguro de ello - a un lugar situado muy

    alejado de cualquier punto de todo mapa imaginable del mundo en que haba nacido.

    Se encontraba en una playa de arena, con el mar azul a su izquierda y el desierto

    por todos los dems lados. Un remolino de tamao mediano, como un demonio de

    arena, giraba meditativamente a un cuarto de milla de l, al parecer observndolo.

    Tony vio un rabe del desierto, muy sucio, resbalar sobre su pie derecho y otros dos

    granujas igualmente sucios, lanzarse furiosamente hacia l armados de lanzas, por

    la derecha y la izquierda. En aquel momento pens inoportunamente, pero sin

    arrepentimiento, en los lanzamientos de la moneda que haban empezado su

    maana.

  • No tuvo tiempo de filosofar, sin embargo. Agarr, pues, la larga y curvada cimitarra

    con la mano, apart su gabn con cinturn a la espalda del camino con la mano

    izquierda e hizo frente a sus presuntos asesinos.

  • II

    Hubiera podido ser un da muy feliz - hasta la aparicin de los granujas sucios, por lo

    menos -, pero la conciencia de Tony haba tratado de estropearlo todo. Hablaba con

    una inflexin de voz muy parecida a la de la ta solterona que lo haba criado. Tony

    se metera en complicaciones, deca melanclicamente su conciencia, por

    marcharse sin pasaporte, y sobornando incluso a alguien para que lo ayudase a

    conseguirlo. Hubiera debido pagar los impuestos sobre los once mil dlares, e

    invertir el resto en valores de todo reposo. No hubiera debido cruzar el Atlntico Sur

    en un avin tan anticuado hasta un campo de aviacin de Tnez, en lugar de ir a un

    aerdromo corriente donde hubiera sido detenido por falta de papeles. No hubiera

    debido agredir al oficial de la Aduana de Tnez cuando a pesar de todo estaba a

    punto de detenerlo por indocumentado, pese a que la moneda sali cara cuando la

    lanz en demanda de decisin. Y con toda seguridad, habindolo hecho, no hubiera

    debido poner un billete de cien dlares entre los dedos oficiales, para que el hombre

    los encontrase al volver en s. Desde luego, el oficial cerr el pico y se embols los

    cien dlares, pero cincuenta hubieran sido suficientes. Despus de todo, de dnde

    vendra ms dinero cuando ste se hubiese terminado y qu ganaba Tony, a

    cambio, derrochndolo de aquella manera?

    As deca la conciencia de Tony, que era una aguafiestas nata. La ignor cuanto

    pudo. Era realmente cmico mofarse ahora de los reglamentos y el funcionarismo

    despus de haberse pasado la vida sujeto a ellos. Su conciencia, ultrajada, le deca

    ahora que era un feln y que no tardara en ser encerrado en una crcel con los

    servicios sanitarios ms primitivos. La anciana ta de Tony, que haba formado su

    conciencia, fue siempre sumamente estricta en cuestin sanitaria.

    Pero Tony no haca caso. Gast dinero con prodigalidad y consigui a cambio cosas

    que apreciaba altamente. Una puesta de sol en el desierto. Una vez, la rpida visin

    del rostro moreno de una muchacha rabe, descubierto en un momento en que el

    viento sopl por debajo de su velo. El olor de los caballos y camellos y del Oriente en

    general - concentrado era horrible, pero suficientemente diluido era delicioso -, y

    aquel maravilloso momento que pas hacia el final de su viaje, cuando un granuja

  • ladrn trat de robarle en el bazar de Suakim, en el Mar Rojo, y Tony lo salv

    magnnimamente de los furiosos golpes de los indignados mercaderes que

    intentaban robar a Tony de otra forma. Ms tarde contrat a aquel ladrn para que le

    hiciese de gua e intrprete. La moneda sali cara cuando la ech en busca de la

    decisin a tomar.

    Todas estas cosas le producan una satisfaccin que era imposible obtener por

    medio de las acciones aprobadas por el sentido comn y el cdigo de conducta a

    que un muchacho recto y prometedor debera someterse. Tony prosper con ellas.

    Adquiri peso. Se tost con el sol. Encaminndose alegremente hacia donde la

    moneda le indicaba, ignorando lo que el prximo futuro le reservaba, salvo que era

    inesperado, se irgui sobre lo que haba sido la incipiente joroba de un tenedor de

    libros. Caminaba mucho ms libremente y pareca - esto era lo curioso del caso -

    avanzar hacia una situacin de prosperidad muy superior a la que haba soado

    nunca.

    Su conciencia lo reconoca as refunfuando, pero lo censuraba todava con mayor

    severidad a medida que derrochaba sus fondos avanzando en cualquier direccin

    que la moneda le sugiriese en su supuesto viaje de regreso. Cosa curiosa: la

    moneda lleg a un nivel perfecto de caras y cruces en el espacio de un lapso de

    tiempo determinado. Las leyes del azar no fueron quebrantadas por un nmeroexcesivo de caras o cruces, ni series excesivamente largas de las mismas. No haba

    ni la ms remota garanta de que los viajes de Tony fuesen guiados por otra ley que

    la ms arbitraria fantasa. Pero una vez marcados en el mapa, sus viajes eran

    convincentemente directos. Haba llegado tan directo como los medios de

    comunicacin se lo haban permitido a Suakim en el Mar Rojo.

    Suakim es y siempre ser una calurosa, aletargada y olorosa ciudad llena de rabes,

    tamus, somales y otras razas que consideran a los no musulmanes incluyendo a

    sus gobernantes oficiales - como la presa legtima de los Creyentes. El recin

    contratado intrprete consideraba a Tony como su presa particular y legal. Durante

    algn tiempo, trat de recoger beneficios induciendo a Tony a efectuar adquisiciones

    en las cuales l - el intrprete - cobraba comisiones de un cincuenta a un setenta y

  • cinco por ciento. Durante toda una larga noche estuvo esperando que Tony roncase

    a fin de poderle robar su equipaje, pero Tony dorma profunda y silenciosamente,

    como un chiquillo.

    Pero un da lleg la oportunidad para el intrprete.

    El tercer da de la estancia de Tony en Suakim - la moneda sala invariablemente

    cruz a la menor sugestin de marcha -. Tony hizo algunas compras insignificantes en

    el bazar. Dio una libra egipcia para pagar. En el cambio haba una pequea moneda

    de plata con una inscripcin en rabe en una cara y un trono vaco en la otra. Tony

    la contempl con calma aparente y la mostr a su asalariado ladrn.

    -Esta es una moneda de Barkut - le dijo al hombre que trataba de robarle -. Es mi

    deseo ir a Barkut, arregla lo necesario.

    Regres a su hotel infestado de moscas, donde pagaba nueve veces el precio que

    hubiera debido pagar por su alojamiento. Pas algn tiempo lanzando la moneda.

    Desde que supo cmo entendrselas severamente con su conciencia, Tony haba

    cambiado mucho, tanto externa como internamente. La moneda cay algunas veces

    de cara y otras de cruz. Si tena realmente un instinto de regresar a su mundo,

    aquello no le daba ninguna informacin esencial. Si hasta ahora todo haba sido una

    mera cuestin de suerte, y la serie de coincidencias entre el hecho y la cara o cruz

    se aproximaban a su fin, aquello lo llevaba simplemente a preparar un ceremonioso

    suicidio.

    Al cabo de una hora su intrprete regres al hotel con todas las posibles garantas

    de que haba alquilado un bakhil que llevara a Tony a Barkut En aquellos momento

    estaba acabando de embarcar su cargamento. Estara en el puerto a la puesta de

    sol, y Tony tena que embarcar secretamente durante la noche a causa de los

    reglamentos portuarios.

    Tony hizo su equipaje. Estaba razonablemente bien equipado ahora. Se visti para

    el viaje de la manera ms inapropiada posible. Llevaba un sombrero de fieltro

  • blanco, zapatos de color sumamente relucientes y un gabn de pelo de camello con

    un cinturn en la espalda. Se meti un revlver en el bolsillo.

    Cerr la noche. Tony cen lo mejor que le permitieron los recursos de Suakim, y se

    sinti optimista, expansivo y esperanzado. Dos horas despus de haber oscurecido,

    el intrprete regres con la noticia de que el bakhil estaba fuera del puerto y

    esperaba su llegada. Tony fue solo al muelle de Suakim, acto poco cauteloso de por

    s, solo y de noche, baj una escalera, se meti en un bote y dej que lo llevasen

    remando a travs de la oscuridad. La noche era negra, salvo las estrellas que

    brillaban extraordinariamente sobre un cielo de terciopelo. Los murmullos

    soolientos y misteriosos de la ciudad eran sumamente romnticos. Se oa el lamer

    de las olas y en algunas partes los ecos de una msica de cuerda donde reinaba la

    alegra entre los trasnochadores; lejos ladraba indignado un perro, en la obscuridad.

    Esto era todo, aparte del rumor de los remos

    De repente, una forma oscura apareci delante de l. El bakhil apareca como una

    masa informe de unos setenta a ochenta pies de eslora, con un grueso mstil

    macizo y un bauprs colosal bajo su vela latina. El intrprete de Tony grit. Una voz

    gutural le respondi. La pequea embarcacin atrac al bakhil y el intrprete la

    detuvo para permitir a Tony subir a bordo. Trep a cubierta. El bakhil apestaba

    majestuosamente a pescado, ostras perlferas, pieles de cabra, petrleo y alquitrn,

    agua estancada y humanidad. Su cubierta era un impenetrable amasijo de sombras

    bajo la luz de las estrellas. Tony exhal un profundo suspiro de la ms completa

    satisfaccin. Se apart a un lado para no estorbar el paso.

    Se oy un grito enfurecido, ms tarde el ruido de los remos manejados con la ms

    entusiasta velocidad. El gua-intrprete de Tony haba obsequiosamente sostenido el

    bote para permitir a Tony embarcar en el bakhil. Los sucios facinerosos de la

    tripulacin estaban preparados para recibir su equipaje, pero en su lugar vieron el

    pequeo bote alejarse con toda la fuerza de sus remos a la mxima velocidad de

    que el intrprete era capaz.

  • La tripulacin del bakhil estall en aullidos de rabia que no eran fruto de la justa

    indignacin al ser testigos de un robo, sino la rabia mucho mayor de verse privados

    del privilegio de robar ellos a Tony sus propiedades. Los hombres corran arriba y

    abajo de cubierta lanzando maldiciones con toda la fuerza de sus voces. Entonces, a

    proa, una voz ahog las dems. Un pequeo bote del bakhil cay al agua y sali a

    todo remo en persecucin del primero, cargado con el equipaje de Tony.

    Tony se dirigi lentamente hacia la popa y se acod sobre la borda. Sacando un

    encendedor de su bolsillo, encendi un cigarrillo y empez a fumar beatficamente

    siempre con el mechero en la mano. Este acto era el resultado de una serie de

    jugadas a cara o cruz de la moneda de oro de Barkut cuando la lanz para saber en

    qu forma deba preparar su viaje por mar. Todo aquel alboroto era una consoladora

    confirmacin de la tendencia de aquella moneda de diez dirhim a regresar a su

    mundo. Fumaba beatficamente, mientras por las obscuras aguas del puerto el

    segundo bote, armado por sombros malhechores, persegua furiosamente al

    viperino ladrn, y el resto de la tripulacin del bakhil escuchaba entre maldiciones los

    ruidos del agua.

    Muy lejos se oy un aullido de furia. Ms lejos todava, un triunfal grito de irrisin. Se

    oyeron muchos murmullos. El bote del bakhil regres a bordo en medio de una

    espesa nube de sulfuroso lenguaje; el ex intrprete de Tony haba sin duda

    conseguido ganar la orilla y huir con su botn.

    Los hombres de la tripulacin treparon a bordo. El bote fue tambin rpidamente

    izado. Las murmuraciones seguan a buen tren. Entonces los hombres se acercaron

    a popa, donde Tony estaba fumando en una bienaventurada contemplacin. Lo

    rodearon amenazadores. Tony encendi su mechero y la llama le revel los villanos

    rostros barbudos de la tripulacin del bakhil. Pechos velludos y ropas en harapos,

    cuchillos brillando y a punto.

    Pero la llama del encendedor les revel a Tony fumando apaciblemente un cigarrillo,

    en una mano el mechero, con su llama temblorosa, y en la otra un revlver a punto

    de disparar.

  • Hubo una pausa sin palabras.

    En aquel momento lleg a ellos desde lejos el ruido de un motor de embarcacin.

    Comenz a zumbar con una especie de rugido que delat que se trataba de una

    lancha del puerto. Una lancha de la polica, probablemente, dispuesta a investigar la

    causa de aquel gritero y aquella furia, en las obscuras aguas del puerto. Si Tony era

    asesinado all, en aquel momento, su cuerpo poda ser arrojado por encima de la

    borda sin haber sido siquiera robado, e incluso aquello sera peligroso. Ms an:

    poda matar a alguien primero.

    El sonido de la lancha de la polica resonaba por todo el puerto. Una voz dio un grito

    de alarma en la cubierta del bakhil, y el grupo que rodeaba a Tony se disolvi en el

    acto. Los hombres se precipitaron a las drizas y las berlingas.

    La gran vela latina se iz crujiendo contra el cielo, y algunos hombres se precipitaron

    a un rudimentario cabrestante para izar el ancla del bakhil. Entonces, lentamente,

    bajo algunos soplos insignificantes del viento de tierra, el bakhil se alej.

    La embarcacin avanz suavemente sobre el agua. Cuando la lancha de la polica

    estuvo cerca, Tony arroj su cigarrillo al agua y lo contempl alejarse. Senta una

    satisfecha confianza de que todo iba bien.

    Pero su conciencia sollozaba mientras la lancha polica iba alejndose. Ahora sera

    asesinado y no habra alma viviente capaz de tener la menor idea de su sino. Su

    rastro sera encontrado quiz hasta Suakim..., y an esto era muy improbable; pero

    de Suakim en adelante parecera haberse evaporado. Al alba, el bakhil estara muy

    lejos de todo testimonio de lo que hubiese podido ocurrir en su cubierta. Tony sera

    asesinado y robado, y el remanente de sus posesiones, repartido entre aquellos

    forajidos que no tenan la menor intencin de llevarlo adonde haba sido convenido.

    Y qu habra hecho de bueno o tan slo intentado hacer? Incluso si contra toda

    probabilidad se salvaba del asesinato, no haba ni tan slo fingido hacer

    averiguaciones en Suakim sobre los probables productos de Barkut, sobre el

    mercado que poda ofrecer a la importacin, e incluso sobre los posibles beneficios

  • de un comercio de importacin-exportacin. Haba desperdiciado su vida y, ms an

    aqu - la conciencia de Tony le haca reproches con acrimonia -, no haba hecho ni

    uno solo de los actos que un muchacho activo y de porvenir hubiera hecho antes

    que todo.

  • III

    El bakhil sali del puerto. El viento haba refrescado, y se inclinaba bajo la brisa

    cortando las olas con la proa. Tony fumaba satisfecho. Reflexionaba que para un

    viaje a Barkut y otros lugares no sealados en los mapas, era necesario algo como

    la imposibilidad de hallar su rastro. Si el rea que rodeaba una puerta era alguna vez

    explorada por una persona que hubiese pasado por ella, esta misma exploracin la

    cambiara, de manera que dejara ya de ser idntica en los dos mundos, y por lo

    tanto, de ser una puerta. En tiempos remotos, cuando las noticias viajaban despacio

    y nadie pensaba en buscar a las personas desaparecidas, debieron existir

    seguramente varias puertas. Esto explicara las numerosas fbulas en las que nadie

    crea ahora, pero que eran probablemente historia en algn inundo ignorado. Haba

    probablemente un activo comercio entre lugares en que las lmparas maravillosas

    eran adminculos funcionales, y lugares prosaicos como el mundo de la juventud de

    Tony. Ahora las puertas eran probablemente raras y el comercio casi inexistente.

    Pero no del todo. De esto tena la prueba!

    As pues Tony sonrea, satisfecho, bajo la luz de las estrellas en la popa del bakhil.

    Dejaba que su imaginacin galopase por imgenes de ciudades de blancas murallas

    bajo un cielo abrasador, y caravanas de camellos avanzando lentamente por las

    arenas de fbula, y para ser franco en este asunto - meditaba con cierto inters

    sobre la posibilidad de unas muchachas esclavas de ojos lascivos cuyo sentido de

    abnegacin para con sus dueos poda hacer de ellas unas interesantes

    compaeras, a condicin, desde luego, de ser sus dueos.

    Cuando sali el sol, segua pensando en la clase de residencia que un muchacho

    ansioso de progreso tena que establecer en Barkut, si esta tierra estaba habitada,

    como el calvo haba sugerido en el restaurante del shishkebab. Pero a su alrededor

    no haba el menor sntoma de civilizacin. El bakhil se deslizaba suavemente sobre

    unas olas que no eran altas ni despreciables. El mar era de un color absurdo, pero

    fascinador. El cielo era de un color lapislzuli, y el bakhil, de un arcasmo

    destartalado. El pesado bauprs que arrastraba la mayor, pareca estar a punto de

    quebrarse bajo el peso de la remendada vela y el viento que la azotaba. La

  • tripulacin estaba formada por la banda ms facinerosa de asesinos que un director

    hubiera podido buscar en vano para rodar una pelcula de aventuras. No haba un

    solo hombre que no llevase un cuchillo a la vista y pocos que no llevasen alguna

    cicatriz fruto del cuchillo de los otros. El rostro del capitn recordaba de una manera

    irresistible la plantilla de un crucigrama sin llenar.

    Nadie diriga la palabra a Tony. Los ojos de todos relucan cuando cruzaba su

    mirada con ellos. El bakhil navegaba en una direccin que Tony no poda

    determinar, hacia un destino que le era imposible conjeturar, salvo que seguramente

    no era Barkut - y no haba al parecer alma viviente a bordo, aparte de l, que

    hablase ingls, ni otro sentimiento que el de una asesina antipata hacia l.

    Lanz al aire la moneda de diez dirhim y sinti una extraordinaria paz invadirlo. Los

    miembros de la tripulacin vieron el brillo del oro bajo la luz del sol. Si Tony se

    apartaba de la borda y uno de ellos poda colocarse detrs de l, su suerte estaba

    echada. Si se dorma, se despertaba en otro mundo, pero no en Barkut. Su vida

    dependa del hecho de que tena un revlver y de que poda costar algunas vidas

    matarlo a l. Esper satisfecho durante todo el da bajo el ardiente sol a que cayese

    la noche, dndose perfecta cuenta de que con la obscuridad se llevaran a efecto los

    planes de desembarazarse de su enojosa presencia.

    Vino el crepsculo. Gloriosos rojos y oros. La superficie del mar pareca de un ureo

    metal fundido. Los barbudos villanos del bakhil se postraron de rodillas en piadosa

    plegaria a Al, y empezaron quedas discusiones sobre la manera ms prctica de

    insertar seis o siete pulgadas de acero en el hgado de Tony.

    El estaba radiante. Viva. Aquello era vida, y emocin, y aventura como jams la

    haba soado. Su conciencia guardaba un silencio desesperante. Tony no hubiera

    cambiado su sitio por nadie de este mundo.

    El sol se ocult bajo el horizonte. La penumbra pareci caer sobre el mundo por

    todos los mbitos del horizonte. La obscuridad apareca por el borde del mundo, las

  • sombras se hacan ms opacas sobre la cubierta del bakhil, y Suhail, la gran estrella,

    reluca brillante sobre el cielo oscurecido. Despus, fue de noche.

    Los hombres se reunieron a proa. Y Tony arroj por la borda su vigsimo cigarrillo

    del da y lo ov silbar levemente al tocar el agua. Avanz rpido, silenciosamente.

    El timonel cerr los ojos y cay sobre cubierta. La oscuridad ocult su dolor. Haba

    sido vctima de un golpe cientfico aprendido por Tony en el vecino palacio

    cinematogrfico de Amsterdam Avenue, cuando vio a Randolf Scott en un papel de

    polica de fronteras. Tony volvi a meterse el revlver en el bolsillo, arrastr la

    embarcacin bajo la popa del bakhil, y tir con fuerza del guardn. El pesado bakhil

    vir pesadamente, puso proa al viento y se detuvo. Su vela latina azot furiosamente

    el mstil. El barco dio de banda, su grueso bauprs se hundi en las aguas y el

    bakhil pareci estremecerse indeciso, muerto sobre las olas, perdido todo rumbo.

    Tony se desliz por la borda hasta la pequea embarcacin. Agarr los remos en el

    momento en que un desagradable grito resonaba en cubierta. Bog hacia la

    oscuridad. No tena la menor idea de dnde poda estar, salvo que llevaba unas

    veinte horas de lenta navegacin desde Suakim. Poda encontrarse en algn punto

    de la costa oriental de frica o a lo largo de las costas de Arabia. Lo esencial era

    alejarse del bakhil, donde su asesinato ofreca en aquellos momentos prometedoras

    probabilidades.

    Se alej. Una vez crey que se haba restablecido una cierta calma a bordo del

    barco, dej de remar y envolvi los remos. Despus volvi al trabajo avanzando

    lentamente a barlovento. El bakhil tena un poco menos de las condiciones

    marineras de una baera corriente. Apostndose a barlovento, l poda ganar ms

    rpidamente a sotavento por la fuerza humana que el bakhil a la vela. Con toda

    certeza, una vez se hubiese perdido en la obscuridad no volvera a encontrarlo

    nunca ms.

    Y no lo encontr. Media hora despus, Tony Gregg, ataviado con un sombrero

    blando de fieltro, zapatos de color muy relucientes y un gabn de pelo de camello

  • con cinturn en la espalda, se acomod en el fondo de la embarcacin y se dispuso,

    contento, a dormir. Su ltimo pensamiento fue el vago asombro de que incluso aquel

    bote tuviese un persistente olor a pescado, ostras perlferas, pieles de cabra, agua

    estancada, petrleo y a sucia humanidad que recientemente lo haba ocupado.

    Unos golpes lo despertaron. La quilla del bote golpeaba una playa de arena. Abri

    los ojos y vio un colosal rostro con una expresin amistosamente estpida que lo

    miraba con la boca abierta. Supo inmediatamente que era una ilusin, porque tena

    cinco pies de oreja a oreja y era sin duda una aparicin formada por el vapor. Cerr

    resueltamente los ojos y se dijo que tena que despertarse. Cuando volvi a abrirlos,

    no haba naturalmente nada a la vista, ms que un cielo muy claro y muy azul por

    encima de la regla. Pero el bote volvi a golpear. Tony se incorpor y vio una orilla

    arenosa y una playa arenosa, y una extensin desierta y arenosa que se extenda a

    lo lejos. No haba rompientes. Leves olas sacudan la frgil embarcacin y la hacan

    golpear contra la orilla, arrastrndola suavemente hacia un lugar donde el leve oleaje

    formaba una tenue espuma.

    No haba ms que un detalle verdaderamente curioso en aquel mundo que estaba

    viendo. Lo extrao era un pequeo remolino de color oscuro como un demonio de

    arena - que avanzaba por la playa a unas cien yardas de l. Pareca - la idea era una

    fantasa - la imagen de un djinn saliendo de una botella, que haba visto en un

    ejemplar de Las Mil y Una Noches que Tony haba tenido siendo chiquillo. Observ

    el parecido, pero, desde luego, nada ms. En primer lugar, no haba botella.

    Despus, aquel pequeo remolino avanzaba de una forma completamente natural.

    Avanz un par de centenares de metros ms y se detuvo, girando de una forma

    cautelosa.

    Tony permaneci sentado inmvil hasta que, finalmente, el bote encall. Esper el

    momento en que una ola retroceda y salt a la playa sin mojarse ms all de las

    suelas de los zapatos. Ya estaba con seguridad, en tierra y casi infinitamente solo. A

    un lado tena mar y en otro, arena. Nada ms. No haba siquiera un ave marina

    azotando el agua con las alas. Slo el demonio de arena giratorio para romper la

    soledad. Era curioso que fuese tan obscuro, girando sobre aquella arena tan blanca.

    Pareca ms bien como de humo.

  • Lanz la moneda de diez dirhim y avanz valientemente por la arena obedeciendo

    su decisin. Cubri media milla. El remolino persista. Avanzaba tierra adentro.

    Aumentaba de tamao, como para no perderlo de vista. Era extrao...

    Entonces aparecieron tres hombres montados en camellos en la cresta de una duna

    de arena, y se detuvieron, mirndolo. Les hizo una seal. Avanzaron hacia l,

    hacindose sombra delante de los ojos, en busca de posibles compaeros suyos por

    los alrededores. Pero estaba evidentemente solo. Hablaron unos con otros en voz

    baja.

    Se acercaron ms y desmontaron, mirndolo sonriendo, como un gato mira a un

    canario dentro de la jaula. Eran barbudos, iban sucios y seguramente estaban llenos

    de parsitos. Uno de ellos, bajo y grueso, toc sugestivamente su cimitarra; los otros

    dos llevaban lanzas. El pequeo remolino segua agitndose nerviosamente a media

    milla de all. Los tres hombres ni lo miraron,

    Tony lanz su moneda, que brill reluciente bajo el sol. La expresin del tro cambi

    de meramente amenazadora a resuelta. El hombre pequeo de la cimitarra avanz

    decididamente hacia Tony. Los otros dos miraban con ojos brillantes. El hombre

    pequeo dijo algo que probablemente significaba: Dmela! Tony volvi a agitar la

    moneda. El hombre de la cimitarra hizo el gesto de cogerla. Tony le arre fuerte en

    la barbilla. Sinti un cierto orgullo ingenuo cuando el hombre rod de espaldas,

    gimiendo sorprendido. Tony cogi rpidamente la cimitarra y se dirigi a los otros.

    -Me dirijo a Barkut. Pero estoy dispuesto a pagaros...

    Los dos hombres arremetieron contra l. Llevaban unas lanzas de una forma

    especial que usaban de una manera inusitada. Arremetieron contra l por los dos

    lados, uno por la derecha y otro por la izquierda. Una cimitarra no es un arma para

    luchar contra una lanza. Es ms: Tony tena que mantener su pie apoyado sobre el

    hombre gordo que se retorca en el suelo, a fin de mantenerlo inmvil. Eran rabes

    del desierto, beduinos, para los cuales los bienes son signo de buena suerte, pero

  • en modo alguno de una propiedad inviolable. Si alguien posea algo que ellos

    codiciaban y podan con relativa seguridad conseguirlo, procedan a ello encantados.

    Tony se enter de este detalle ms tarde. De momento slo se dio cuenta de que

    tenan la firme intencin de matarlo para apoderarse de la moneda de oro de diez

    dirhim cuyo brillo bajo el sol haba despertado su codicia. Eran completamente

    ajenos a toda ley, o tenan motivos de abstenerse. Los lanceros se arrojaron sobre l

    con el brillo en los ojos. Tony pens, en una obra maestra de irrelevante reflexin, en

    el momento en que haba empezado este viaje lanzando la moneda al aire. Pero

    todava no se hubiera cambiado por nadie de este mundo.

    Entr en accin por puro instinto. La cimitarra en la mano tena gran analoga con

    una pesada raqueta de tenis. Tena incluso el balance de una raqueta. El lancero de

    la izquierda era el ms prximo.

    Tony balance su cimitarra como para dar un buen revs de volea a la pelota. La

    cabeza del lancero cay. Se volvi rpidamente, y con la cimitarra sirvi una rpida

    pero imaginaria pelota rozando la pared. El segundo lancero intervino. Tony sigui

    accionando. Vio a su vctima con una inolvidable claridad; una pura y barbuda

    villana con un ojo y una nariz hendida en la mitad. Entonces la cimitarra cay. El

    resultado fue lleno de color - principalmente rojo - e indudablemente mortfero. Tony

    se senta desfallecer, y para evitarlo se volvi hacia sus dos restantes enemigos. El

    hombrecillo gordo estaba ya de pie, sin dejar de gemir. El lancero pareca

    sorprendido. Huyeron. Tony les persigui con su cimitarra enrojecida. Primero se

    dirigieron directamente hacia el remolino, pero despus giraron a su alrededor, casi

    cautelosamente, como apartndose respetuosamente de su camino. Se

    desvanecieron detrs de las colinas de arena.

    Tony se detuvo, jadeante. Volvi a la escena del conflicto. Tuvo mucho cuidado en

    no mirar al hombre que haba alcanzado con la cimitarra. Haba tres camellos

    todava de rodillas. Tony quera marcharse de all. At dos camellos al tercero y

    mont en ste. No ocurri nada. Lo empuj con los talones.

  • El camello, rumiando repulsivamente un resto de comida, levant su grupa primero y

    Tony a poco se cae de bruces. Despus ech a andar resignadamente en una

    direccin indeterminada. Los otros dos camellos siguieron dcilmente. El remolino de

    arena los sigui hacindoles compaa, nunca muy cerca, pero nunca fuera del

    alcance de la vista. Algunas veces estaba a una milla de distancia y era de un

    tamao respetable. Otras veces no estaba a ms de un par de centenares de metros

    y no tena ms de veinte o treinta pies de altura. Pero lo segua insistentemente,

    como un perro extraviado siguiendo un hombre cuyo olor lo fascina.

    Horas despus, muchas horas despus, apareci a distancia una ciudad de blancas

    murallas. Un bosque de palmeras de dtiles la rodeaba. En el interior de las murallas

    se vean alminares y una construccin de encaje comparable por su belleza al Taj

    Mahal; con la nica diferencia de que el Taj Mahal es una tumba. Una caravana de

    camellos sala lentamente por sus puertas dirigindose a algn lugar misterioso de la

    lejana.

    El torbellino qued atrs, como atemorizado. Fue alargndose hacia arriba y hacia

    arriba, como si no quisiera perder de vista a Tony, hasta que fue la ms tenue

    columna de neblina. Esto ocurri cuando Tony estaba ya casi en el borde del oasis.

    Entonces desapareci sbitamente, como si se hubiese desvanecido.

    Tony Gregg encamin su camello hacia una de las puertas y se desliz al suelo por

    su pata anterior derecha, que heda. Soldados con turbantes y babuchas armados

    de mosquetes de pedernal, lo miraban con viva suspicacia. Trat de hablarles. Ellos

    trataron de hablarle a l. Entonces se quedaron todos mirndose. Finalmente dos de

    ellos lo agarraron por los brazos y se lo llevaron a travs de las calles de la ciudad

    Los olores y las visiones que encontraba eran los de una ciudad de sueo, si bien

    los olores no eran enteramente los de un bello sueo. Haba casas de tejado plano y

    mujeres veladas, orgullosos camellos y hombres con barba. Haba estrechas

    ventanas con rejas y puertas claveteadas de metal, y tribunas con los pisos

    superiores salientes que se asomaban a las angostas casas y casi tapaban el cielo.

  • Los dos soldados hicieron entrar a Tony, emocionado y satisfecho, por una puerta

    obscura. All lo soltaron. Retrocedieron. Se oy un clang definitivo. Y Tony vio que la

    puerta estaba formada por una reja de slidos barrotes de hierro a travs de los

    cuales l y los soldados se miraban. Estaba en una prisin. Estaba en un torren

    parcialmente abierto al aire libre. Estaba, por decirlo as, en chirlata.

    Esta fue la manera como lleg a Barkut.

  • IV

    Tres semanas despus, a media maana, Tony estaba sentado confortablemente en

    la parte sombreada del patio, contemplando ms o menos soadoramente las

    piernas de la esclava Ghail. Tena unas bonitas piernas y una buena parte de ellas

    era visible. Eran delgadas, como tienen que ser las piernas de una muchacha, y

    partiendo de las rodillas bajaban hasta el tobillo y los pequeos pies descalzos, uno

    de los cuales - muy polvoriento en aquel momento - estaba golpeando con expresin

    amenazadora el suelo. Tony segua encerrado detrs de las rejas, tcnicamente

    encarcelado, y su conciencia haba tenido amplio tiempo de hacerle ver cun

    insensatas, absurdas e irreflexivas haban sido todas sus acciones. No tena, sin

    embargo, la menor preocupacin, salvo lo que el golpear de aquel pie poda

    presagiar.

    Al principio, desde luego, haba sido totalmente incapaz de decir una palabra en

    rabe, y en Barkut no pareca haber nadie capaz de hablar ingls. Desde la celda

    original de su prisin, haba tratado de comunicar con alguien, con la ayuda de un

    gua-diccionario de segunda mano que haba comprado en Suez. El vocabulario que

    le ofreca, sin embargo, era limitado. Daba, eso si, las frases necesarias para decir

    que los precios eran demasiado altos, que la comida estaba ms que sazonada o

    que quera volver al hotel; pero en Barkut no haba comprado nada, la comida era

    buena, aunque montona - si bien los dtiles frescos haban sido para l una

    revelacin - y no estaba en un hotel, sino en la crcel. Al cabo de dos das de

    insatisfactoria conversacin, haba sido llevado a otra celda situada en el patio del

    palacio. Fue inspeccionado por varios hombres bigotudos a quienes juzg

    funcionarios, y despus haba aparecido la esclava Ghail, que se consagr

    decididamente a la tarea de ensearle a hablar.

    Esta era indiscutiblemente la manera como la muchacha vea la cosa. Tony era sin

    duda alguna un adulto viril, pero slo balbuceaba algunas palabras de rabe, y stas

    con un acento horrible. La esclava se haba consagrado a su tarea frunciendo un

    poco el ceo. Tena un porte majestuoso que Tony atribuy al hecho de haber

    llevado bultos sobre la cabeza de pequea. Tena las piernas largas y estaba bien

  • formada, y Tony saba que era esclava porque las mujeres casadas o las hijas

    casaderas slo circulaban por las calles - cuando circulaban - envueltas en

    voluminosas ropas y velos que respetaban las ms estrictas tradiciones

    musulmanas. Pero Ghail no iba envuelta en ropas ni velada, y era positivamente

    bonita y muy lejos de ser deforme.. Y miraba a Tony con un visible menosprecio que

    lo induca a trabajar con mayor ahnco a fin de poder sostener cuanto antes una

    conversacin.

    Las cosas haban progresado considerablemente durante aquellas tres semanas, y

    Tony se revel poseedor de talento para las lenguas. Pero ahora Ghail golpeaba

    nerviosamente con el pie el suelo de su confortable prisin y con una calma

    ponderada, dijo

    -Y qu quieres decir exactamente con esto?

    Tony contest como excusndose. Pero estaba satisfecho de la facilidad con que se

    expresaba en el rabe que ella le haba enseado.

    -Quera saberlo.

    - Y por qu queras saber el nombre de mi dueo y la cantidad que pag por m? -

    pregunt la muchacha.

    -Tarde o temprano - le explic Tony, haciendo un esfuerzo por aparecer convincente

    - ser interrogado. Me parece que es por esto que te han designado para

    ensearme la lengua. Una vez sea interrogado y pueda explicarme, ser rico y

    ganar el favor de todos. Se me ocurri pensar que entonces - y Al lo permita -

    podr comprarte a tu dueo.

    El pie de la esclava golpe ms furiosamente el suelo.

    -Y con qu propsito - pregunt en tono glacial - quieres comprarme?

  • Tony le dirigi una mirada de dolorido asombro. Su conciencia le hizo ver

    cidamente que aquella conversacin no era solamente inadecuada, sino indiscreta.

    Un muchacho joven y emprendedor no debera nunca... A lo cual Tony respondi

    que en este caso no se divertira mucho. Cuando su conciencia inici una acalorada

    repuesta, la cort en seco.

    -Con justicia - dijo Tony en tono de falsa piedad - alguien dijo que los deseos del

    corazn de un hombre son grandes, pero que si no hay una mujer ms deseable que

    todo lo dems, no es humano.

    Su rabe era todava rudimentario, pero consigui salir del paso. Los ojos de la

    muchacha, sin embargo, en lugar de dulcificarse: ardieron rencorosos.

    -T eres humano? - pregunt.

    -Demasiado humano - confes Tony -. Por qu?

    La muchacha se levant presa de una majestuosa indignacin. Sonri

    dolorosamente y con desprecio, como alguien que habla con un medio imbcil o algo

    peor.

    -Viniste del mar cruzando el desierto - dijo con tolerancia -, montado en un camello y

    arrastrando dos ms. Pero una hora antes de tu llegada, uno de los centinelas de las

    murallas de la ciudad dijo que haba visto un djinn en el desierto. Cuando llegaste,

    tan estpido que eras incapaz incluso de hablar el lenguaje de los humanos, crees

    acaso que no comprendimos lo que eras...: un djinn?

    -Un djinn... - dijo Tony sin entonacin. La palabra era una de las pocas (alcohol era

    otra) que eran iguales en rabe y en ingls -. Te refieres a uno de estos seres de

    Las Mil y Una Noches?

    -De la historia, s. - El tono de Ghail era mordaz y despreciativo -. Y si lo hubisemos

    dudado, en el espacio de una hora lleg un beduino a la puerta de la ciudad, un

  • hombre con un solo ojo y la nariz partida por un sablazo, que nos dijo que habas

    tomado la forma de una bala de rica seda que se abri en la orilla del mar. Cuando l

    y sus compaeros se apearon de sus camellos para recoger la riqueza, adoptaste

    instantneamente la apariencia de un joven extraamente ataviado que, corriendo

    rpidamente a sus camellos, huy a una velocidad superior a la que los hombres

    pueden seguir. El hombre pidi sus camellos, que eran los que t trajiste hasta las

    puertas de la ciudad. De manera que le fueron devueltos. Niegas todava que

    procedes de un djinn?

    Tony trag saliva con dificultad. Un hombre con la nariz partida por un sablazo?

    Era el hombre que haba matado en la playa! Haba tratado con todas sus fuerzas

    de olvidar el encuentro, si bien s hubiera debido elegir alguna vez un hombre a

    quien ajustar las cuentas con una cimitarra, hubiera elegido aqul. Pero no poda

    haber venido a reclamar los camellos! Era imposible! Tony lo haba abandonado en

    la arena como una masa informe, y persigui a sus dos compaeros con la cimitarra,

    tanto bajo el horror de su primer homicidio como para liberarse de toda clase de

    temor. Trag de nuevo saliva, muy plido.

    -No podas hablar nuestro lenguaje humano - dijo Ghail medio desdeosa, medio

    tolerante -. Y entonces te lo ense. Esperbamos llegar a un convenio contigo,

    porque algunos de vosotros, los djinn, estis dispuestos a ser traidores a vuestra

    raza. Quiz ests dispuesto a llegar a este trato. Pero es una insolencia por parte de

    un djinn pensar en comprar un esclavo humano.

    Ahora incluso la conciencia de Tony divagaba.

    -... pero! - dijo, tartamudeando -. En mi mundo los djinn son slo fbulas! Qu

    aspecto tienen?

    -Cuando el centinela de la muralla te vio en el desierto, tenas el aspecto de un

    torbellino. Por qu no? Es bajo esta forma que solis desplazaros.

    Tony trag nuevamente saliva. Su conciencia se haba restablecido rpidamente.

    Ahora empezaba a hacerle ver compasivamente el lo en que se haba metido,

  • dedicando, sin embargo, romnticos pensamientos a una muchacha idiota que crea

    en imaginarios seres como los djinns y los efreets. Pero Tony la hizo callar. Vio

    consecuencias de la teora de la multiplicidad de mundos de las que no se haba

    dado cuenta antes... Lo que es verdad en un mundo, no es necesariamente verdad

    en otro. Lo que es falso en un mundo, no es inevitablemente falso en otro. Por lo

    tanto, si realmente haba mundos suficientes, todo tena que ser verdad en alguna

    parte. Todo!

    Y record - y se estremeci al recordarlo - la impresin de un rostro enorme,

    vaporoso, con la boca abierta, que se inclinaba sobre l cuando se despert en el

    fondo del bote, en la playa. Record el diablo de arena, el torbellino, que le haba

    parecido de humo negro a pesar de estar girando sobre la arena blanca. Haba

    amoldado su paso al suyo mientras se dirigi al encuentro de los beduinos, en su

    tentativa de asesinarlo. Haba permanecido interesado y cerca, durante el encuentro.

    Y haba corrido esperanzado detrs de l durante todo el camino, del desierto a las

    puertas de la ciudad.

    Esta vez trag saliva produciendo ruido. La consecuencia era una locura, pero se

    encontraba en un mundo en el cual los djinns eran seres reales; la locura era sentido

    comn. Y entonces se le ocurri algo ms.

    -Cunto tiempo despus de mi llegada vino el hombre de un solo ojo a reclamar los

    camellos? - pregunt.

    -Una hora. No ms - respondi la esclava, encogindose de hombros -. Por esto

    estuvimos seguros.

    -Y los camellos fueron robados cerca de la orilla...

    -T los robaste! Fueron robados cerca del mar.

    -Recorr algunas horas en camello - dijo Tony, con una mueca -. Debi seguir sus

    pisadas y as supo dnde reclamarlos. Entonces recorri a pie la misma distancia

  • que yo a camello, si dice la verdad! Pero yo necesit cinco horas para alcanzar la

    ciudad en camello... Y, no obstante, l recorri la misma distancia a pie en slo una

    hora ms. A qu velocidad viaja un hombre con un solo ojo? A la misma velocidad

    que un camello, incluso siguindolo?

    Ghail se qued mirndolo. Se haba puesto plida. Del mar a la ciudad haba cinco

    horas de camino. Lo saba tan bien como Tony. Cinco horas en camello. A pie se

    necesitaran diez horas o ms. Si el hombre del ojo nico haba seguido los

    camellos, no haba podido llegar tan pronto. Imposible...

    -Durante todo el camino me ha seguido un torbellino - dijo Tony, ahogndose -. Y yo

    mat a un hombre con un solo ojo con la nariz partida, l y sus dos compaeros

    trataron de robarme. No s por qu, el hombre de un solo ojo que llevaba los tres

    camellos algunas veces giraba como un torbellino.

    Su conciencia guardaba un silencio impresionante. Pero la esclava frunci el ceo,

    golpe con furia el suelo con el pie y solt una serie de palabras rabes que no le

    haba enseado nunca a Tony. Eran duras. Sonoras. Parecan despedir llamaradas

    azules alrededor de los bordes.

    -El muy renegado! - grit, furibunda -.

    -El maldito de Al! De su propia boca sali la prueba de que menta! Y no supimos

    verlo! El era el djinn! Ha hecho mofa de la sabidura de los hombres! Cmo se va a

    rer, l y sus compaeros!

    Se volvi hacia Tony.

    -Y t, t ... eres tan estpido como los djinns! Por qu no has preguntado nunca

    por tus camellos? - Hizo una pausa, recelosa -. Pero... eran camellos? Quiz

    tambin eran djinns! Quiz todo es truco! T puedes ser tambin otro djinn! Esto

    puede ser...

  • Tony levant las manos en alto.

    -En mi mundo - dijo, desesperado -, los djinns son leyendas.

    -Tu mundo? - salt la muchacha

    -Cuntos mundos hizo Al? Y si los djinns son fbulas, por qu est el trono de

    Barkut vaco?

    -En las monedas? - pregunt Tony, desfalleciendo de nuevo.

    -En las monedas y en el palacio! - grit la muchacha golpeando de nuevo el suelo

    con el pie -. Qu clase de idiota eres? Dices que eres humano? Quieres beber

    lasf?

    Lo mir fijamente con profundo desprecio; desprecio y vejamen, y por lo menos un

    comienzo de asombro. Tony trat de calmarla.

    -Si el lasf no es algo que me haga caer en un letargo con un aditamento de

    vitaminas, y otros seres humanos lo beben, no tengo ningn inconveniente.

    Ghail se puso en pie de un salto y corri hacia la puerta de barrotes de hierro del

    patio que daba a su celda. Habl imperativamente por entre las barras. Incluso una

    muchacha esclava puede mostrarse imperativa con las dems esclavas, en ciertas

    ocasiones. Y siempre haba alguien que pasaba por aquella puerta enrejada, libre de

    asomarse al interior. Tony se haba quejado de ello - habiendo recibido los reproches

    de su conciencia por su queja - cuando Ghail empez sus cotidianas lecciones de

    rabe. Ms tarde se haba resignado. Pero segua deseando obstinadamente que

    las cosas fuesen de otra forma.

    Ghail regres con un vaso de cobre conteniendo un liquido. Lo prob

    cuidadosamente, como si su contenido pudiese ser dudoso, y lo ofreci a Tony.

  • -Esto es lasf - dijo secamente -. Es venenoso para los djinns. Si lo bebes, ser por tu

    libre voluntad.

    Tony lo bebi. A juzgar por la expresin del rostro de Ghail, deba ser un acto de

    extraordinaria importancia. No era del todo malo. Tena una tenue y vaga

    reminiscencia de algo que haba bebido ya. Saba un poco a las infusiones de

    hierbas con que su ta solterona lo haba mimado siendo chiquillo. Saba por

    experiencia que el aroma perdurara. Seguramente conservara el sabor todo el da,

    y deba ser bueno para algo, pero le era imposible decir para qu.

    Devolvi el cubilete.

    -No dir - hizo observar - que lo implante Como bebida popular no alcohlica una

    vez regrese a mi mundo, pero he bebido va otras cosas casi tan malas como esta.

  • V

    Ghail se qued mirndolo visiblemente sorprendida. Entonces, al devolverle l la

    mirada, se sonroj sbitamente. El rojo acudi a sus mejillas, se esparci por sus

    sienes y baj hasta su garganta. Tony sigui su extensin con visible inters. Una

    vez el rubor hubo ganado sus piernas, la muchacha corri sbitamente hacia la

    puerta golpendola con furor. En el acto aparecieron bigotudos soldados con

    mosquetes de pedernal, como si hubiesen estado apostados all para un caso de

    peligro que slo poda ser suscitado por Tony Gregg. Dejaron salir a la muchacha,

    mirando a Tony con desdn.

    Tony se sent, respirando profundamente y contemplando el muro de piedra del

    patio del calabozo. Conque Ghail lo crea un djinn, verdad? Los djinns eran unos

    seres de la mitologa rabe. Podan adoptar la forma que les conviniese, y algunas

    veces estaban obligados a obedecer a alguien que poseyese un talismn como un

    anillo mgico o una lmpara. Otras veces, eran susceptibles de causar un miedo

    cerval al ms aguerrido de los Creyentes. Raptaban princesas, que los hroes de las

    Mil y Una Noches infaliblemente rescataban, y sostenan guerras entre ellos, y no

    eran exactamente lo mismo que los efreets, que eran siempre repulsivos, mientras

    los djinns podan adoptar la forma de muy agraciados humanos. No eran tampoco

    tan temibles como los ghuls de los cuales se deriva la palabra gula -, que se

    alimentaban de carne humana.

    Apoyado contra la pared, haba un banco de madera que Tony contemplaba ahora

    abstrado. Se dio cuenta de que oscilaba ligeramente, inclinndose hacia un lado y

    hacia otro, y en el preciso momento en que lo extrao del hecho llamaba su

    atencin, el banco se desplom. Cay de costado, con un fuerte golpe sobre el duro

    suelo de arcilla cocida.

    Tony mir sorprendido. Despus se levant y se acerc al banco. En un momento en

    que los djinns empezaban a parecer plausibles, la extraa conducta de algunos

    muebles sugiriendo la presencia de fantasmas, pareca prosaica. Examin el objeto

    volcado. Al tocar la madera, not un ligero estremecimiento. Pareca casi vivo.

  • Lo levant, tan completamente ajeno a lo que ocurra, que obr de una manera

    perfectamente normal. Estaba realmente demasiado sorprendido para hacer otra

    cosa. El temblor del banco ces. Vio un insecto sobre la losa de arcilla, un

    escarabajo boca arriba, agitando frenticamente sus patas. Estaba slidamente

    incrustado en el suelo, como si el peso del banco lo hubiese hundido en l sin

    aplastarlo. Era un detalle trivial. Un detalle absurdo. Era una tontera preocuparse

    por un escarabajo en el suelo...

    Pero mientras contemplaba el agitado bicho negro, sus perfiles se borraron.

    Partiendo del suelo, se elev una tenue columna de polvo. Entonces el cabello de

    Tony Gregg se eriz tan abruptamente que pareca que cada uno de ellos produca

    un chasquido como un ltigo. Se ech atrs, mirando.

    Y entonces apareci un tenue remolino de polvo que fue elevndose hasta alcanzar

    su altura o quiz un poco ms, y un rostro femenino, amable pero ininteligible,

    asom en todo lo alto de l. El rostro tena dos pies de ancho de oreja a oreja. Era

    un rostro bovino, moruno, sin la menor pretensin de belleza. Le sonri y dijo:

    -Sh.h.h.h!

    -Qu? - dijo Tony.

    -Estoy en peligro, aqu - dijo el rostro femenino, sonriendo -. Llevo cuatro das

    escondida. Era - se ri - el escarabajo de debajo del banco. Antes fui una mosca en

    la pared. Me llamo Nasim. Por favor, no digas a nadie que estoy aqu!

    Tony se ahogaba. Junt las manos y se fij en el remolino de polvo del suelo del

    patio. Parta prcticamente del punto donde haba visto el escarabajo hundido en la

    arcilla, pero a la altura de su hombro tena casi una yarda de anchura, con un

    extremo alargado e insubstancial, que se balanceaba delante y atrs sobre su punto

    de apoyo.

  • -Eres... - pregunt Tony, ahogndose -un djinn?

    -Soy una djinnee - dijo cariosamente el rostro sonriente.

    Tony trag de nuevo saliva.

    -Oh...!

    El rostro lo mir sentimentalmente. Tony suspir.

    -Te asusto bajo esta forma? - pregunt ms cariosamente todava -. Quisieras

    verme en forma humana?

    Tony produjo un sonido inarticulado. El rostro de lo alto del torbellino se ri. La

    neblina se hizo ms espesa. La substancia pareca infiltrarse en el torbellino

    partiendo del suelo. Una forma humana apareci, materializndose progresivamente

    en la neblina. El rostro redondo desapareci y volvi a aparecer en un tamao y

    proporciones ms normales en la figura que se iba materializando. Tony se qued

    con la boca abierta. Sbitamente, ces de negar la existencia de djinns. Estaba

    incluso dispuesto a reconocer la existencia de efreets, ghuls, leprechauns, ha'nts,

    Big Chiej Bowlegs, el espritu-control, y prcticamente todo lo que quisiesen

    mencionarle. Porque del diminuto torbellino se haba condensado en una forma

    humana femenina convincente...

    Aquella figura de rosada piel, regordeta, completamente desnuda, dirigi a Tony una

    mirada de picaresco recato.

    -Me prefieres como mujer humana? - pregunt la figura rindose -. Me gustara

    gustarte...

    Tony respiraba con dificultad.

    -Pues..., eh..., s, ya, desde luego. Pero, en el caso en que alguien... se asomase a

    la puerta. No sera mejor que te pusieses algunas ropas?...

  • La djinnee que haba dicho llamarse Nasim dirigi una mirada a su cuerpo humano

    y, tranquilamente, dijo:

    -Ah, lo haba olvidado!

    Las ropas empezaron a materializarse. Y entonces se oy un fuerte golpe metlico

    en puerta, y un aullido de furia y el disparo de un mosquete de pedernal reson en el

    limitado espacio del patio. La sonrosada y rolliza forma femenina pareci correr de

    un lado para otro. Se oy rugir el viento. Un torbellino sombro, rindose

    excitadamente, se elev en el aire y desapareci. Incluso volando, y bajo la forma de

    un torbellino, tena una forma vagamente redonda y un aspecto en cierto modo

    sentimental.

    Entonces Tony se sinti casi pisoteado por media docena de soldados de anchos

    pantalones, babuchas y mosquetes de pedernal que golpeaban y disparaban

    intilmente contra el torbellino de humo que iba desvanecindose en el cielo. Y all

    haba un hombre gordo con una barba teida de color prpura, y Ghail, la esclava,

    con muchas ms ropas que antes. Mir a Tony con una expresin francamente

    desagradable.

    -Y ahora - dijo Ghail amenazadoramente -, quieres decirme el significado de la

    pcara djinnee esa, ligerita de ropas, en el palacio mismo de Barkut?

    La conciencia de Tony recuper el aliento y comenz a expresar su altamente

    desfavorable opinin sobre todo lo que ocurra en general y sobre Tony en particular.

  • VI

    La conciencia de Tony Gregg, corno hemos hecho observar ya, era creacin de la

    rica ta solterona que lo haba criado. No pudiendo dar salida a sus instintos

    naturales creativos, haba hecho presa sobre la conciencia de Tony. Y siguiendo

    anteriores precedentes lo haba creado a su imagen y semejanza. Como

    consecuencia, Tony pasaba muy malos ratos.

    Aquella noche su conciencia, que pareca estar andando arriba y abajo al lado de su

    lecho, le caus un verdadero tormento. Horrible! Horrible!. - Pareca decir su

    conciencia. Haba pasado la mayor parte de su vida tratando de hacer de l una

    persona que, en treinta o cuarenta aos de devocin, escrupulosa atencin a sus

    deberes y una vida limpia y virtuosa, alcanzara el estado de un muchacho activo y

    prometedor. La conciencia de Tony omita cuidadosamente darse cuenta de que con

    treinta o cuarenta aos ms de vida virtuosa y de escrupulosidad no sera ya ni joven

    ni prometedor.

    Y qu haba hecho Tony?, preguntaba su conciencia amargamente. Haba ganadoms de once mil dlares en la baja y reprobable prctica de apostar en las carreras

    de caballos. Pero haba invertido aquel torbellino de ganancias en valores slidos?

    No! Haba cruzado en pos de su fantasa la mitad del mundo para poder llegar a

    este lugar de Barkut completamente inmoral y enteramente despreciable. Haba

    pasado tres semanas en la crcel! Su conciencia se retorca metafricamente las

    manos. Y ahora... ahora una muchacha esclava que enseaba las piernasdespertaba su amorosa fantasa. Peor an, una hembra djinn sin el menor recato...

    Tony bostez. Senta cierta aprensin de aquella djinnee que dijo llamarse Nasim,

    pero, en todo caso, no estaba fascinado. Se senta casi agradecido porque la

    esclava Ghail haba cogido aquella rabieta que una muchacha no siente por los

    extravos de un hombre que le tiene sin cuidado. Y Tony aprobaba enteramente la

    conducta de Ghail. No slo porque tena unas bonitas piernas. Oh, no,

    definitivamente, no! Aprobaba en ella muchas otras cosas. Aparte de todo, era una

    muchacha muy simptica. Lo trataba como un simple ser humano cualquiera, y

  • durante toda su vida anterior haba sido siempre considerado como un posible

    partido o un eventual marido si no mejor, pero raramente como un simple ser

    humano.

    Daba vueltas en la cama. No estaba ya en su celda, sino en una especie de suite

    nupcial o real del palacio. Era tan grande que se senta un poco solo. El techo de su

    dormitorio tena por lo menos treinta pes de altura y estaba formado por aquella

    especie de estalactitas que haba visto en las fotografas de la Alhambra de

    Granada. El suelo era de losas de mrmol con alfombras por todas partes. La cama

    en s era poco ms que un somier sobre una tarima de madera negra ornamentada

    con algo que sin la menor duda pareca oro. Las sbanas eran de seda. A su lado

    haba un jarro con una bebida refrescante, y si tiraba de un cordn de seda, un

    esclavo - masculino - vena a escanciarle la bebida.

    Su situacin en Barkut haba cambiado considerablemente durante el da. En el

    momento de su excitacin por Nasim, Ghail haba trado un chambeln con la barba

    teida de prpura a explicarle que su encarcelamiento haba sido un error. Haba

    sido tomado por un djinn vestido con ropas humanas a fin de ejercer una actividad

    poltica subversiva en la ciudad. Puesto que no era un djinn, y el hecho de haber

    bebido lasf lo probaba sin gnero de duda, y en vista de que le haba dicho a Ghail

    que cuando hablase con los gobernantes sera altamente considerado y rico, los

    gobernantes tenan afn de saber qu poda ofrecerles a cambio de su

    consideracin y riquezas. Adems - y esto Ghail lo hizo observar con cierta tristeza -,

    si el rey de los djinns de estas regiones haba mandado una djinnee, con gran

    riesgo, a Barkut para seducir a Tony, era evidente que los djinn le daban tambin

    una gran importancia. De manera que los gobernantes de Barkut queran saber

    tambin qu importancia tena.

    Tony haba sido llevado a un gran hall en el que haba figuras del zodaco de bronce

    incrustadas en el suelo de mrmol negro. El trono de Barkut se levantaba bajo su

    dosel junto a la pared del fondo. Estaba vaco. Delante de l, sentados en alfombras

    y fumando narguiles, haba seis ancianos. Fumaban y tosan - jadeaban y parecan

    unnimemente malhumorados e intiles. Pero sus ojos de bordes colorados se

  • fijaron en la esclava antes de volverse hacia Tony, de manera que ste pens que

    les deba quedar todava un poco de vida en alguna parte.

    Lo recibieron con solcita cortesa, lo hicieron sentar y le preguntaron jadeantes

    quin era y de dnde vena; y en general qu diablos representaba toda aquella

    algaraba.

    La esclava Ghail intervino antes de que Tony pudiese contestar. Explic que vena

    de un pas muy remoto y que haba cruzado todo aquel lejano mar en una gran ave

    voladora. Tony se lo haba explicado as, por faltarle la palabra rabe exacta para

    designar un avin trasatlntico o incluso un cuatrimotor bombardero transformado.

    Haba viajado mucho, aadi Ghail, en una nave de acero con fuego a bordo. Esta

    era la descripcin que Tony le haba hecho del relativamente decrpito vapor que lo

    llev de Suez a Suakim. Todas estas cosas, aadi Ghail con firmeza, ella las haba

    credo mentiras inventadas por un djinn ms estpido que de costumbre. Pero en

    vista de que Tony no era un djinn, sino un ser humano, inexplicadamente buscado

    por el rey djinn de la regin, le daba entero crdito.

    Los seis consejeros fumaron, tosieron y produjeron otros ruidos propios de la

    ancianidad. Tony abri la boca para hablar, pero de nuevo la esclava se le adelant.

    En su tierra natal, aadi Ghail con truculencia, Tony perteneca a un rango tan alto

    como el que ms. Esta era la interpretacin dada a la tentativa de Tony de explicarle

    que en Amrica, como ciudadano, nadie perteneca a un rango superior al suyo. Era

    un prncipe, invent Ghail, viajando en busca de aventuras y para visitar los pueblos

    de la tierra, actividad que era considerada altamente apropiada para los prncipes.

    Su pueblo haba sojuzgado hasta tal punto a los djinn, que, a pesar de ser solamente

    humanos, navegaban por el aire con seguridad y fcilmente, y hablaban unos con

    otros desde distancias de miles de millas, y viajaban en vehculos particulares con la

    fuerza de cuarenta, cincuenta e incluso cien caballos, y eran ms poderosos en la

    guerra que ningn otro pueblo bajo el sol.

  • Todas estas declaraciones haban sido hechas por Tony en el curso de sus

    lecciones de rabe. Le pareci que Ghail haba quedado impresionada, y no era una

    persona fcil de atemorizar; y ahora lo repeta todo como un loro, con un aire

    beligerante, como retando a todo el mundo a que lo pusiese en duda. En una

    palabra, dijo, Tony era una persona muy peligrosa. Desde el punto de vista de

    Barkut, era peligroso para los djinn. Por parte de los djinn - y el rey de los djinn haba

    tratado ya de seducirlo con los encantos de una djinnee - seria peligroso para

    Barkut. Por consiguiente, o tena que ser retenido como un aliado de Barkut o

    ejecutado inmediatamente antes de que pudiese empezar a ayudar a los djinn.

    -Pero... - interpuso Tony dbilmente.

    -No me dijiste que habas estado en la mayor de las guerras? - pregunt Ghail -.

    En la que sucumbieron millones de seres humanos? No me dijiste que tu nacin

    termin esta guerra destruyendo instantneamente ciudades, con llamas ms

    ardientes que el ms ardiente fuego?

    Tony haba naturalmente mencionado la bomba atmica. Haba dicho que tom

    parte en la guerra. Pero no le haba dicho que la pas como mecangrafo porque,

    desde luego, Ghail no hubiera sabido lo qu era la mecanografa.

    -De manera que - dijo la esclava con firmeza - jurars por las barbas del Profeta

    llevar los ejrcitos de Barkut a la victoria en la guerra con los djinn, o de lo

    contrario...

    Finalmente Tony tuvo que jurar sobre un libro maravillosamente encuadernado. Era

    el Corn, que no haba ledo nunca y en cuyo contenido no crea. Por otra parte,

    ignoraba totalmente qu clase de barba usaba el Profeta, de manera que no poda

    decirse que fuese una deslealtad, y probablemente el juramento no era vlido. Lo

    consideraba una cierta obligacin sin embargo.

    Aquella noche, ya tarde, no pudiendo dormir, volvi a sentir remordimientos. Los

    ancianos que constituan el Consejo de Regencia de Barkut haban depositado su

  • confianza en l a falta de algo mejor. La muchacha esclava haba contado con l

    porque no tena a nadie ms con quien contar. El peligro que representaban los djinn

    para Barkut era extremo. La planta lasf era una proteccin parcial contra los djinn,

    pero los proyectiles slo los atontaban y la planta era cada da ms difcil de cultivar,

    y los djinns, iban hacindose paulatinamente ms osados a medida que los

    humanos de Barkut iban tropezando con las dificultades tcnicas inherentes a la

    escasez de lasf. Haca cuatro aos, el rey de los djinn regionales haba raptado, en

    persona, a la autntica reina de Barkut y ahora la mantena prisionera. sta era la

    causa de que el trono de Barkut estuviese vaco, y de la existencia del Consejo de

    Regencia. Por una razn que Tony no acababa de ver clara, el gobernante de Barkut

    no poda ser daado por un djinn, si bien sus sbditos no eran tan afortunados. Por

    consiguiente los nicos sufrimientos de la reina eran la prisin y la ardiente corte que

    le haca el rey de los djinn. Sin embargo...

    Yaciendo despierto en la cama de la suite royal del palacio, Tony revisaba con recelo

    el estado de cosas de la situacin. Le pareca inocente y extraa, como algo que

    perteneciese a Las Mil y Una Noches. Lo era. Como todos los acontecimientos fruto

    de la compra de una moneda de diez dirhim en una tienda de antigedades de West

    45 Street, Nueva York, era tan extraordinario que se pellizcaba para asegurarse de

    que cuanto le rodeaba era real.

    Lo era. El pellizco le hizo ver las estrellas. Se frot la carne, frunciendo el ceo.

    Entonces oy un golpe en el marco de la ventana de su habitacin. Se levant de la

    cama, suspicaz. Se acerc a la ventana. Nada. Daba a un jardn que serva de

    ornamento para los habitantes de aquella suite. Haba hierba y arbustos, y un

    surtidor que reluca bajo la luz de las estrellas y unos rboles diminutos. Ola

    agradablemente. Ms all se alzaba el palacio, ms all la ciudad y ms all el oasis

    y el desierto. Y en algn lugar. En algn lugar imposible de imaginar se extendan los

    dominios - la fortaleza de los djinns, ms all del desierto.

    Su conciencia se retorci las manos. En valiente lo se encontraba pensando en

    djinns y en reinas cautivas y ms locuras! Qu haba de sus bellos proyectos de

    instalar un comercio de exportacin-importacin entre Barkut y Nueva York? Qu

  • informaciones haba tenido sobre los productos comerciales de Barkut? Cul era el

    posible mercado para las mercancas americanas? Si ahora se diriga sin ms

    informes que los que tena, a una firma establecida en Nueva York para ofrecerles

    estudiar el asunto, qu informaciones podra darles que pudiesen justificar la

    concesin de un cargo como agente activo y emprendedor? Ah, si hubiese limitado

    su atencin a temas indicados, como la exportacin-importacin, en lugar de tratar

    de despertar el romntico inters de una esclava de piernas largas, nadie hubiera

    pensado en confiarle el mando de los ejrcitos...

    Frotndose la pierna donde le dola el pellizco se asom al jardn y apart

    bruscamente a su conciencia a un lado. El jardn apareca romntico bajo la luz de

    las estrellas. Con gusto se hubiera paseado por all con Ghail...

    Algo se movi en el marco de la ventana, casi a su lado. Tuvo un sobresalto y al

    tenerlo apart uno de los almohadones de seda que haba por todas partes, que

    cay al suelo. Vio una diminuta forma negra sobre el antepecho de la ventana, como

    una rana. Agarr un zapato para aplastarla y la cosa salt a la habitacin. Era una

    rana. Poda verlo por la forma como saltaba, pero cay sobre el almohadn con un

    golpe tan fuerte, que ninguna rana lo hubiera producido. Dio la impresin de ser un

    par de centenares de libras de acero aplastando el almohadn y golpeando el suelo

    que tena debajo. El almohadn, en efecto, se revent bajo el impacto. Las

    diseminadas partculas de su interior se esparcieron por todas partes. La rana

    desapareci en medio de ellas. Del interior del reventado almohadn salieron

    explosivas maldiciones en una voz baja y profunda. Entonces la seda reventada del

    almohadn se hinch y volvi a estallar, y una niebla luminosa y giratoria se congel

    adquiriendo una forma slida, mientras Tony se encontraba contemplando fijamente

    una forma esencialmente humana. Tena los brazos y los hombros ms musculados

    que Tony haba visto en su vida, un pecho como un barril de vino y unas piernas

    robustas y nudosas. La cabeza y el rostro eran de tamao normal, pero no se

    necesitaba hacer esfuerzo alguno para comprender que las facciones eran las de un

    djinn. Los ojos, oblicuos y feroces, los blancos colmillos salan por las comisuras de

    los labios, las orejas en punta... Era un djinn, sin duda alguna, y un djinn

    terriblemente enfurecido.

  • -Mortal! - Rugi. Eres este extrao prncipe que ha venido a travs del desierto?

    Tony trag saliva.

    El extrao ser revel fracciones adicionales de sus colmillos.

    -Eres esta criatura, meramente humana, que ha despreciado el amor de Nasim, la

    joya entre las djinnees. - Se golpe el pecho, que reson como un tm