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    ............... ISSN: 1794-9998 / Vol. I / No. 2 / 2005 / pp. 148 - 160 ................

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    Psiconeuroinmunología:

    breve panorámica

    Sandra M. Camelo Roa*

    Universidad Santo Tomás

    Recibido: Abril 14 de 2005Revisado: Abril 28 de 2005

    Aceptado: Mayo 13 de 2005

    Resumen

    Desde los terrenos de la psicoinmunología, la presen-te revisión se propone una mirada panorámica a susprincipales postulados, líneas de investigación, resultadosy perspectivas. Para ello, inicialmente se abordaronalgunos aspectos históricos de la relación entre la vidapsíquica y la salud; posteriormente, se revisaron aspectos

    como la fisiología del sistema inmune especificando lostipos de inmunidad adquirida e inmunidad natural.Temas como las interacciones entre el sistema inmu-ne y cerebro fueron revisados desde la evidencia ex-perimental y resumidos en cuatro grupos:condicionamiento de la respuesta inmune, lesionescerebrales, estrés e inmunidad y emociones e inmu-nidad. Finalmente, se contemplaron algunos méto-dos para el estudio del sistema inmune como los en-sayos in vitro, citometría de flujo y ensayos in vivo.Como observaciones finales, toda la literatura sugie-re que existe relación entre el sistema inmune y di-

    versos estados psíquicos. Pero aún surgen preguntasde esta indiscutible relación sin tener una respuestasatisfactoria.

    Palabras clave: psiconeuroinmunología, sistema inmune,inmunidad, cerebro.

    * Correspondencia: [email protected]; [email protected]

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    Abstract

    From the lands of the Psycoimmunology, the present revision intendsa panoramic look to its main postulations, investigation lines andperspectives. Therefore, some historical aspects about the relationship

    between psychic life and health were approached initially; later onaspects like the physiology of the immune system were revisedspecifying kinds of both, acquired and natural immunity. Subjects asinteractions among immune system and brain were revised from theexperimental evidence, and summarized in four groups: immune-response conditioning, brain injures, stress and immunity, and atlast emotions and immunity. Finally were contemplated some methodsfor the study of the immune system as the rehearsals In vitro,effusion citometry and rehearsals alive. As final observations, thewhole literature suggests relationship among immune system anddiverse psychic states. Nevertheless, some questions from thisunquestionable relationship even arise without having a satisfactoryanswer.

    Key words:  psychoneuroimmunology, immune system, immunity, brain.

    Introducción

    Las relaciones entre la vida psíquica y la salud ola enfermedad física han sido intuidas desdesiempre. La sabiduría popular ha consagrado surelación biunívoca, aunque no pueda (ni preten-da) darle soporte explicativo: para el hombre de

    la calle, el dolor psíquico (preocupaciones, des-engaños amorosos, angustia, miedo) conduce aestados de enfermedad. Y viceversa, las enfer-medades (especialmente el dolor físico persis-tente) conducen a la depresión, la angustia y elsufrimiento.

    El mundo científico ha tratado de develar losmecanismos de esta relación. Desde comienzos delsiglo XX, surgió el concepto de enfermedadpsicosomática, que englobaba una serie depatologías claramente orgánicas en las cuales, sin

    embargo, la causa primera parecían ser ciertasactitudes y rasgos de la personalidad (Lipowski,1986). En ese grupo se incluyeron enfermedades,como la hipertensión arterial, el infarto delmiocardio, la migraña, la úlcera péptica, el colonirritable y el asma bronquial. La explicación seencontró rápidamente gracias a la obvia rela-ción anatómica del Sistema Nervioso Central

    (sede de la actividad psíquica) y el Sistema Ner-vioso Autónomo (porción independiente de la vo-luntad, que se encarga de gobernar el funciona-miento visceral). Las primeras hipótesis, surgi-das principalmente de las toldas psicoanalíticas,sugirieron que ciertas “fijaciones” y “regresio-nes” en etapas específicas del desarrollo

    psicosexual provocaban un mal funcionamientocrónico de ciertos órganos, el cual desemboca-ba finalmente en la patología precisa.

    La investigación posterior nunca confirmó ple-namente la suposición que, ya desde el comien-zo, parecía un tanto ingenua. Sin embargo, síconfirmó la existencia de cierta tendencia, máso menos estable a lo largo de la vida de cada serhumano, a responder ante el estrés crónico con elmal funcionamiento de un determinado sistema queparece estar genéticamente predispuesto. Freud

    había llamado a esa fragilidad heredada la“complacencia somática”. Hoy quizá lo llamaríamosun sistema corporal más vulnerable.

    Otras observaciones espontáneas de entonces ymuchas anotaciones científicas posteriores hansugerido una estrecha relación entre los esta-dos psíquicos y la incidencia aumentada de cier-

     

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    tas enfermedades no psicosomáticas; por ejem-plo, con algunas formas de cáncer (Lewis,O‘sullivan y Barraclough, 1994; Spiegel, 1993;Solomon y Moos, 1964; Bahnson, 1969), con al-gunas infecciones (Strauss, Komaroff y Wedner,

    1994) y con el desenlace rápidamente fatal deenfermedades como la tuberculosis (Day,1951)y el VIH/Sida.

    En este caso, no resultó fácil imaginar un meca-nismo de conexión entre la psique y el soma.Sobre todo porque el sistema encargado de ladefensa contra la infección (el mismo que media elreconocimiento y destrucción temprana de lascélulas neoplásicas), el sistema defensivo osistema inmune, se concebía desde sudescubrimiento como un sistema independiente,

    sin conexión precisa con el sistema nervioso.

    El descubrimiento de las conexiones anatómicasneurales ha sido el resultado de investigacionesrelativamente recientes (Wick, 1993; Ader, Coheny Felten, 1995). Pero son tan sutiles esas co-nexiones que siguen aún –con todo el avance delas técnicas neuroanatómicas y neurofisiológicas-sin ser clara e inequívocamente disecadas (Ader,Felten y Cohen 1991; Solomon y Moos, 1965).Muchos textos de inmunología hablan aún de lainmunidad como una respuesta adquirida porcontacto con los antígenos “sin relación con elsistema nervioso” y dedican poca o ningunaatención a los fenómenos ambientales que,procesados por el sistema nervioso, puedan in-fluir sobre la respuesta inmune, aunque seandifíciles de interpretar psiconeurológicamente(Fox y Newberry, 1984; Cooper y Watson, 1991).

    Pero los avances en otras áreas, especialmentela endocrinología y la bioquímica cerebral, hansugerido otras formas de conexión entre los dossistemas: hormonas y neurotransmisores (Nelson,1996; Kandel, Jessell y Schwart, 1996; Greenspany Strewler, 1997; Alcaraz y Gumá, 2001). Además,han contribuido a visualizar una red de relacionesentre Sistema Nervioso Central, Sistema Ner-vioso Autónomo, Sistema Endocrino y SistemaInmune, de tal inextricabilidad que queda poco

    lugar para la duda acerca de la existencia demecanismos que puedan explicar las popularesrelaciones entre psicología y enfermedad (Black,1995; Dunn, 1995; Blalock, 1984; Belloch, Sandíny Ramos, 1995).

    Sobre la base de estas explicaciones, y a partirde numerosas observaciones experimentalesrazonablemente controladas, se erigió en losúltimos treinta años un edificio teórico que aún setambalea sobre sus bases, pero que resultainsoslayable para el mundo científico y, enparticular, para el psicólogo: la psico-neuro-inmunología.

    Ella ha sido definida como el campo que estudialas relaciones bidireccionales entre la conducta, el

    cerebro, el sistema inmune (Ader, Felten y Cohen,1990) y sus consecuencias clínicas (Solomon, 1998);también es conocida con los términos deneuropsicoinmunología (Solomon, 2001). Pese a surelativa juventud, el campo es ya extenso einabarcable en pocas páginas. La presente revi-sión se propone una breve mirada panorámica asus principales postulados, líneas de investiga-ción, resultados y perspectivas.

    El sistema inmune

    Llamamos sistema inmune al conjunto de célu-las, tejidos y órganos encargados de la protec-ción del cuerpo contra la invasión de patógenoscomo bacterias, virus, hongos y parásitos. Yase señaló que el sistema puede, además, detec-tar y destruir las células que se han tornadoneoplásicas. Estas funciones se realizan graciasa la existencia, en las células inmunes, de re-ceptores altamente específicos para ciertasmoléculas de los invasores, y también por unarica red de comunicación intercelular que inclu-ye interacciones directas célula a célula y seña-lización usando sustancias solubles. El sistemapatrulla todos los tejidos del cuerpo y se movili-za hacia los sitios específicos donde se produceuna invasión. De modo que tiene una gran mo-vilidad.

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    Sus células, conocidas genéricamente como gló-bulos blancos, se originan en la médula ósea,junto a todas las otras células sanguíneas (gló-bulos rojos y plaquetas). Allí, las células origina-les tienen dos vías de diferenciación: una de

    ellas, la vía linfoide, da origen a los linfocitosmaduros en sus tres variedades principales(linfocitos B, linfocitos T y células asesinas na-turales -NK-); la otra línea, la vía mieloide, daorigen a otras células sanguíneas que tambiénparticipan del sistema inmune, como losgranulocitos (neutrófilos, basófilos y eosinófilos,según su tinción) y los granulocitos (principal-mente monocitos). Todos ellos actúanenglobando a las bacterias y destruyéndolas den-tro de sí. Por eso se conocen como macrófagos(Sadock y Sadock, 2000).

    Los linfocitos B maduran en la médula ósea; loslinfocitos T en el timo. Después de su maduraciónsalen de estos órganos primarios y circulan por elcuerpo gracias a dos sistemas: al torrente cir-culatorio y al sistema linfático, y se estacionanen todos los órganos, principalmente en el bazoy en los ganglios o nodos linfáticos.

    El sistema responde a la infección con dos tiposdistintos de reacción conocidos como inmuni-dad natural o innata e inmunidad adquirida. Loscomponentes de la primera actúan de manerarelativamente inespecífica y pueden ser,evolutivamente, más primitivos que los linfocitosT y B que median la segunda. La primera res-puesta es conocida genéricamente como infla-mación.

    Inmunidad natural

    Sus células no requieren activación previa paraser funcionales (Janeway, 1995; Ezekowitz yHoffmann, 1996). Los monocitos y losgranulocitos destruyen las bacterias y otros pa-rásitos extracelulares engulléndolos y degradán-dolos. Por eso, se conocen respectivamente comomacrófagos y micrófagos. Para que eso ocurra,el microbio tiene que adherirse a la superficie

    del fago; esta adherencia ocurre gracias a mo-léculas de carbohidrato que se encuentran loca-lizadas en su superficie. Al adherirse, la partí-cula provoca la activación de un sistema depseudópodos de la célula. A medida que los re-

    ceptores adyacentes se van adhiriendosecuencialmente a la superficie del microbio, lamembrana celular es traccionada alrededor dela partícula como si fuera un cierre de cremalle-ra, hasta que la bacteria queda encerrada enuna vacuola (fagosoma). Alrededor de un minu-to después, algunos gránulos citoplasmáticos quecontienen enzimas líticas se adhieren alfagosoma y liberan su contenido alrededor delmicroorganismo aprisionado.

    La respuesta de inmunidad natural se completacon la producción de una serie de proteínas so-lubles en el plasma. Ellas realizan varias funcio-nes: favorecen la permeabilidad de las paredesvasculares para facilitar la llegada masiva de losfagos, atraen activamente a estas células haciael sitio de infección (quimiotaxis), aumentan laadherencia de los microorganismos a losgranulocitos recién llegados (opsonización) ypromueven su destrucción (lisis) (Alt, 1996). Esamasificación de la respuesta inmunitaria se co-noce como inflamación (Gallín, 1987).

    Las proteínas inflamatorias más conocidas sonel interferón, el complemento y las citocinas. Elinterferón es una proteína liberada por losmacrófagos, que tiene claras propiedadesantivirales (inhibe su reproducción). Lascitocinas son seis proteínas que se conocen comointerleucinas (numeradas secuencialmente yconocidas por sus acrónimos IL-1 hasta IL-6). Elcomplemento es un conjunto de unas veintefracciones protéicas que se encuentran en el plasmay que se activan en cascada. Se designan con la

    letra C y un número que refleja el orden históricode su descubrimiento. La fracción C3 se adhiere alos receptores del microorganismo. Otras fraccionesdel complemento (C5, C6, C7) se adhieren a él y,juntas, provocan la apertura de canalestransmembranales permeables al agua, llevan-do a la lisis celular (Peña, 1996).

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    Inmunidad adquirida

    Es filogenéticamente más reciente y, por ello,especializada. La respuesta es dirigida por loslinfocitos T y B, que actúan de manera distinta.

    Las células B secretan anticuerpos; las células Tson fagocíticas. Por eso, se distinguen dos formasespecíficas de respuesta: la inmunidad humoral(mediada por anticuerpos -Ac-) y la inmunidadcelular.

    Una respuesta inmune tiene tres fasesconceptualmente distintas: la inducción, durantela cual se detecta la presencia de un agenteinfeccioso; la activación, que incluye la proliferacióny la movilización de las células inmunes; y una faseefectora, en la cual el agente infeccioso esneutralizado y eliminado.

    Los Ac son moléculas proteínicas especializadas quesirven de adaptador específico entre el linfocito,el complemento y los fagos. Por eso, cada Ac poseetres sitios activos. Las moléculas de losmicroorganismos que evocan la producción yreaccionan con los Ac se llaman Antígenos (Ag);son moléculas localizadas en la superficie de lospatógenos; pueden ser subunidades virales,enzimas o glucoproteínas de la pared bacteriana.Hoy sabemos que los Ac se forman antes de quehaya contacto alguno con el Ag y que es éste quienlos selecciona.

    El proceso ocurre así: cada linfocito B está pro-gramado para elaborar un solo Ac y lo coloca so-bre su superficie para que actúe como receptorde Ag. Todos los receptores de Ag de una únicacélula T o B son idénticos. Cada linfocito tiene sobresu superficie un número de receptores del ordende 100.000. Una familia de linfocitos con idénticoreceptor de Ag se llama una línea clonal. La

    capacidad para el reconocimiento de innumerablesAg depende del vasto número de líneas clonalespresentes en cada individuo. Esta es una condicióngenética. Una persona tiene más de 100 millonesde tipos de receptores.

    Cuando un Ag penetra el cuerpo se ve confron-tado con una enorme colección de linfocitos, cada

    uno de los cuales presenta su propio sitio de re-conocimiento individual. El Ag sólo se une aaquellos receptores en los que encaja bien. Loslinfocitos cuyo Ac recibe un Ag se convierten encélulas plasmáticas (plasmocitos) formadoras de

    Ac de la línea clonal al cual pertenece el linfocitoactivado. La formación de esa línea clonal demoravarios días. Los anticuerpos neoformados sonla consecuencia de la exposición al Ag. Por eso,hablamos de una respuesta inmunitaria adquirida.

    Cuando se elabora una respuesta de Ac contra unagente infeccioso es porque éste se encuentra enel ambiente y es posible encontrarse de nuevo conél. Tiene sentido entonces contar con algún sistemade memoria que permita responder más rápido yen mayor intensidad ante cualquier contacto

    ulterior. De ese modo, se produce la conocidaresistencia ante enfermedades ya sufridas antes,que está en la base de la fabricación de vacunas.

    Dado que los Ac diferencian los Ag sobre la base dela complementariedad química, la memoriainducida por un Ag no se extiende a otro Ag norelacionado. El sistema conserva además unamemoria de lo propio, puesto que los linfocitosinmaduros se tornan insensibles a través de sucontacto previo con las moléculas del huésped. Loslinfocitos que reaccionan con los Ag extraños noson afectados, pues sólo establecen contactodespués de haber alcanzado la madurez.

    Los linfocitos T actúan de otra manera. Ellos seocupan, sobre todo, de controlar las infeccionesintracelulares. También ellos poseen receptoresantigénicos individuales (que difierenestructuralmente de los Ac). Estos receptoresreconocen el Ag y sufren idéntica explosión clonalpara formar células efectoras y células con memoriaque proporcionan la inmunidad adquirida específica.

    Hay varios tipos de linfocitos T. Los llamadoscooperadores liberan citocinas que pueden ayudara los linfocitos B a elaborar Ac y también activana los macrófagos. Otros linfocitos T, loscitotóxicos, detectan a las células que ya estáninfectadas por virus y las destruyen antes de queel virus pueda replicarse (Hofer, Duchler y

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    Houchins, 1992). También liberan interferón que,ya se mencionó, impide la multiplicación viral.Un tercer grupo, los linfocitos asesinos natura-les (células NK) tienen receptores inespecíficosque identifican las células infectadas y también

    pueden destruirlas (Peña, 1996).

    Interacciones entre el sistema

    inmune y el cerebro

    La evidencia experimental de las relaciones en-tre el cerebro y el sistema inmune puederesumirse en cuatro grupos, así:  la respuestainmune puede ser condicionada. La estimulacióneléctrica o las lesiones en sitios específicos delcerebro pueden alterar la función inmune. Elestrés altera la respuesta inmune y afecta el cre-cimiento de tumores y el desarrollo de infeccio-nes en animales experimentales. Las experien-cias con humanos sugieren que ciertos estadospsicológicos y enfermedades mentales secorrelacionan con modificaciones de la respues-ta inmune.

    • Condicionamiento de la respuestainmune

    Buena parte de la evidencia acerca de la influen-cia del sistema nervioso sobre la respuesta in-mune surgió de experiencias que indicaban laposibilidad de su condicionamiento instrumen-tal. El experimento original fue realizado porAder y Cohen y publicado en 1975. Ellos encon-traron que después de administrar la drogainmunosupresora ciclofosfamida, pareada con elsabor dulce de la sacarina, la sola ingestión desacarina impedía la producción normal deanticuerpos ante un Ag (ellos usaron glóbulos

    rojos de cordero).Los hallazgos fueron recibidos primero con es-cepticismo, pero éste fue cediendo a medida quelos propios autores y otros grupos de investiga-dores replicaron el experimento. Desde enton-ces, la técnica de condicionamiento ha sido usadapara lograr múltiples cambios en la respuesta

    inmune e incluso para prolongar la vida de rato-nes con enfermedades como Lupus EritematosoSistémico. Sin embargo, la especificidad de larespuesta inmune no es clara y la explicacióndel mecanismo de condicionamiento no parece

    fácil. El desarrollo de Ac es el resultado de unalarga cadena de eventos que pueden ser influi-dos por cambios neuroendocrinos, a su vez pro-vocados por el proceso de condicionamiento.Ader mismo lo reconoce así y ha diseñado y rea-lizado experimentos alternativos que tienden aeliminar progresivamente los factoresintercurrentes, entre ellos el estrés y la influen-cia de los corticoides que se secretan duranteéste (Ader, 1981).

    • Lesiones cerebrales

    Aunque muchos estudios han indicado que cier-tas lesiones cerebrales pueden tener efecto so-bre la inmunidad, la literatura al respecto es frag-mentaria y compleja. Las lesiones experimen-tales más efectivas han sido realizadas en elhipotálamo y son generalmente inhibitorias. Pa-recen ser también efectivas ciertas lesiones enotras áreas límbicas, principalmente el séptum,el hipocampo y la amígdala. También han tenidoefecto algunas lesiones corticales, pero parecendepender de la lateralidad. Por ejemplo, Renoux,Renoux, Biziere, Guillaumin, Degenne y Bardos(1985) han encontrado déficit en el número decélulas esplénicas en la proliferación linfocitariay en la actividad natural de las células NK, pro-vocando lesiones de la corteza izquierda, perono de la derecha. Esto podría contribuir a expli-car el dato curioso que sugiere que un mayornúmero de zurdos tienen enfermedades del sis-tema inmune. Las lesiones en los sistemasnoradrenérgicos centrales también parecen al-terar varios aspectos de la respuesta inmune.

    • Estrés e inmunidad 

    Pueden hacerse glosas a los métodos y a la defi-nición de los términos utilizada en las investi-gaciones, pero casi nadie discute hoy la afirma-ción de que el estrés afecta la respuesta inmune(Black, 1994; Gómez, 2000). Ciertamente, el

     

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    estrés crónico parece poco saludable (las perso-nas sometidas a él se enferman más), pero losmecanismos que subyacen a esta observaciónpueden ser muy complejos. Es un hecho bienestablecido que el estrés activa la corteza supra-

    renal y que ésta secreta cortisol. La relaciónentre estrés e inmunidad ha sido explicada tra-dicionalmente arguyendo el bien establecido efec-to inmunosupresor de los corticoides (Guillemin,Cohn y Melnechuk, 1985). La principal objeciónsurge de la observación de que las dosis decorticoides utilizadas en la mayor parte de losexperimentos son suprafisiológicas. A dosis na-turales, los corticoides no sólo no soninmunosupresores, sino que parecen aumentar larespuesta inmune. De hecho, los corticoides puedenno ser el principal mecanismo de inmunosupresión.En condiciones de estrés agudo (por ejemplo, en elcaso de estudiantes antes de sus exámenes) unainfección puede quedar detenida varios días y laresistencia del sujeto colapsar precisamentecuando la presión termina.

    La adrenalectomía (resección quirúrgica de lacorteza supra-renal) previa parece evitar losefectos inmunosupresivos del estrés crónico enlos animales experimentales. Pero en muchos es-tudios los efectos persisten a pesar de ella. Laadrenalectomía parece ser efectiva en los estu-dios que examinan la respuesta aguda ante elestrés breve, pero mucho menos importante anteel estrés crónico. Un inconveniente adicional deestos estudios lo constituye el hecho de que laadrenalectomía impide diferenciar los posiblesefectos de varias sustancias (esteroides,catecolaminas y otros neuropéptidos) secretadaspor la corteza adrenal. Estudios recientes hansugerido un importante papel para lascatecolaminas circulantes, las cuales –como se sabe-son producidas por el SNA y la corteza supra-renal

    (Lewis et al., 1994; Buckingham, Gillies y Cowell,1997).

    ¿Cuál es el papel de las catecolaminas? Los linfocitostambién tienen receptores alfa y betaadrenérgicos. Y reciben la influencia de lascatecolaminas mientras están madurando en el

    timo. Los estudios anatómicos han demostradouna inequívoca inervación (es decir, controlneural por medio de axones) de muchos órganosinmunes como la médula ósea, el timo, el bazo ylos ganglios linfáticos (Fabris, Marcovie, Spector

    y Jankovie, 1994).

    Los primeros estudios in vitro sugerían que losreceptores alfa adrenérgicos son estimulantes delsistema, en tanto que los beta adrenérgicos soninhibitorios. Más tarde, ha resultado evidenteque los efectos pueden ser más complejos: porejemplo, el efecto sobre la producción de Ac invitro puede ser separado del efecto sobre lascélulas NK in vivo. De hecho, los estudios re-cientes han sugerido que la actividad de las cé-lulas NK es regulada in vivo por las catecolaminas

    provenientes del SNA.

    Por otro lado, el SNA secreta, además, otrospéptidos, entre ellos endorfinas. También se hadescrito la presencia de sustancia P y del PéptidoIntestinal Vasoactivo (VIP) en el bazo, el timo y losganglios linfáticos. Y se ha demostrado que loslinfocitos pueden sintetizar varios péptidos. La listaes larga e incluye la mayor parte de las hormonaspeptídicas: ACTH, CRF, somatostatina,tirotropina, prolactina, gonadotropina coriónica,endorfinas, encefalinas, sustancia P y VIP. Laimportancia psicofisiológica de esta producciónno es nada clara. Ellos pueden funcionar comomensajeros dentro del sistema inmune.

    Las emociones y el sistema inmune

    Se han realizado cientos de experimentos quecorrelacionan la respuesta inmune con ciertosestados psicológicos en humanos (Biondi y Picardi,1999). Por ejemplo, la muerte de un parientecercano, que ha sido relacionada con la apariciónde síndromes depresivos y con aumento en lamorbilidad general (Solomon, 1981). Lasexperiencias han demostrado que los viudos yviudas tienen una respuesta linfoproliferativamenor y una menor actividad de las células NK.

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    Otras experiencias han mostrado efectos pare-cidos en situaciones como separación conyugalo relaciones conflictivas de pareja, así como enla aparición de enfermedades dermatológicas(Paciante, Carpihiello, Rudas, Pilodu y Del Giacco,

    1997; Gil, Keefe, Sampson, McCaskill y Rodin,1987; Djuric y Overstreet, 1995).

    Otros estudios han relacionado los altos nivelesde estrés (en humanos y ya no en animales delaboratorio) con la respuesta inmune (Valdez y DeFlórez, 1985). Los investigadores han sido muycreativos en cuanto a modelos de investigación:han diseñado experiencias muy diversas. La másfrecuente, quizá por comodidad de los investi-gadores, ha sido el estudio del estrés provocadopor los exámenes finales en los estudiantes. En

    decenas de estudios se ha demostrado una dis-minución de la responsividad inmune (produc-ción de Ac) ante un Ag, un decremento en el por-centaje de linfocitos T y un incremento en losauto-reportes sobre la aparición de enfermeda-des infecciosas intercurrentes (Vera y Buela,1999; Díaz y Franceschi, 1996; Herbert y Cohen,1993; Kiecolt-Glaser y Glaser,1992;O’Leary,1990).

    En todos estos trabajos es posible discutir la

    calidad estresante de los experimentos. Algu-nos autores discuten la definición de estrés quesubyace a toda esta experiencia (Gómez, 2000).Pero otros trabajos que intentan corregir lasdeficiencias (incluir un cuestionario deautorreporte de estrés percibido por el sujeto,por ejemplo) tienen resultados igualmenteconfirmadores de la relación inmunidad-estadoo psico (pato) lógico (Ben-Eliyahu, Yirmiya,Liebeskind, Taylor y Gale, 1991).

    Los trabajos han incluido experiencias cotidia-

    nas, pero también situaciones simuladas en la-boratorio. En ellas se crean situaciones brevesde pánico y se obtienen incrementos en la acti-vidad de células NK durante períodos tambiénbreves (hasta de 15 minutos). Otros experimen-tos han analizado la influencia de la variablecontrol sobre la situación ansiógena. Así, los

    sujetos que tenían (o creían tener) control so-bre la causa de la ansiedad breve (y los sujetosdel grupo control) no presentaban disminuciónen la actividad de los NK, pero sí aquellos que nolo tenían.

    Estudios aún más significativos muestran la uti-lidad de una intervención psicológica; en uno deéstos, por ejemplo, un grupo de estudiantes re-cibió entrenamiento en técnicas de enfrenta-miento del estrés (esto incluía adquisición dehabilidades de estudio, desensibilización siste-mática y técnicas cognoscitivas) y el otro no. Laexperiencia demostró que la intervención psi-cológica modificaba la ansiedad percibida y laproliferación linfocitaria, pero no afectó otrasmedidas inmunes (hipersensibilidad retardada).

    Se ha realizado un enorme número de experien-cias que asocian la presencia y evolución delcáncer en humanos (Biondi y Picardi, 1999). Sontantos que para la sola apreciación del impactode estos trabajos se requiere la realización deestudios metaanalíticos. En general, los estu-dios han sugerido una disminución de varias res-puestas, especialmente la respuesta linfo-proliferativa ante mitógenos y la actividad bajade las células NK.

    También se ha investigado la respuesta inmuneen pacientes con cuadros depresivos. Los resul-tados coinciden en encontrar una respuesta dis-minuida. La intensidad de esa respuesta ha sidocorrelacionada incluso con diagnósticos especí-ficos como depresión monopolar y también conla edad del paciente. Los datos diferencialesparecen reflejar más la intensidad de los sínto-mas depresivos que una real diferencia etiológicaentre los varios cuadros clínicos estudiados.

    Vale la pena destacar la complejidadmetodológica que tienen estos estudios. En elambiente clínico muchas de las variables sonimposibles de controlar: hospitalización, consu-mo de psicofármacos, disminución del ejerciciofísico, disminución de la ingesta de alimentos,alteraciones en el ciclo de sueño, etc. Algunosde ellos (las alteraciones en el sueño, por ejem-

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    plo) podrían ser, por sí solos, la causa de la va-riación inmune que se atribuye a todo el cuadro.

    Métodos para el estudiodel sistema inmune

    • Ensayos in vitro

    Buena parte de la investigación se ha hecho invitro (Miller, Pearce y Pariante, 2000). Estos es-tudios pueden ser especialmente útiles para se-parar los mecanismos directos e indirectos a tra-vés de los cuales los factores neuralmente con-trolados pueden influir sobre la función inmune.Dos de las medidas más ampliamente usadas

    son: evaluar la capacidad proliferativa de loslinfocitos y determinar la capacidad citolíticade los linfocitos T y las células NK.

    Para los ensayos de proliferación se extraen cé-lulas mononucleares del sujeto experimental yse someten in vitro a estímulos mitógenos. Nor-malmente se usan glicoproteínas como laconcanavalin A, la fitohemagutinina y unlipopolisacárido, como mitógenos. Lalinfoproliferación es monitoreada por medio de laincorporación de 3H-timidina en el DNA de las célulasen división. La principal limitación de este métodoes la notoria variabilidad entre ensayos y la limitadacomprensión que tenemos de la relación entre larespuesta proliferativa policlonal a un mitógeno yla respuesta proliferativa clonal selectiva a unantígeno o patógeno específico.

    Los estudios con células NK también se han usa-do ampliamente. En ellos, se incuban las célulasaisladas de un sujeto in vitro  junto con célulasblanco marcadas con cromo 51. La lisis posteriorde las células blanco libera el cromo 51 en el mediode incubación y éste puede ser, más tarde, recogidoy medido.

    • Citometría de flujo

    El desarrollo de Ac monoclonales contra marca-dores específicos de superficie ha sido útil para

    monitorizar subclases de células inmunes. LosAc monoclonales fluorescentes y las células quese ligan a ellos pueden ser detectados porcitometría de flujo controlada por métodos lá-ser.

    Clínicamente, el método tiene aplicación impor-tante en el monitoreo de la proporción de sub-tipos de células inmunes en la sangre periféricade los pacientes. Por ejemplo, un rasgo diag-nóstico del comienzo del SIDA es el declinar pre-cipitado en la proporción de células CD4+. Expe-rimentalmente, el método puede ser usado paraestudiar los efectos de distintos tratamientos yfactores ambientales sobre la proporción o nú-mero de sub-poblaciones de células inmunes pre-sentes en los varios compartimentos inmunes.

    • Ensayos in vivo

    Los resultados de los ensayos in vitro  puedenser difíciles de interpretar porque la relación entrelos cambios en estos ensayos y la capacidad delsistema inmune para ejecutar respuestas efec-tivas in vivo es poco clara. Los estudios que ex-ploran el sistema inmune humano han usadocuando menos tres tipos de ensayos para el exa-men in vivo: la respuesta Ac a un Ag modificado,como en el caso de las vacunas, la producción

    de Ac contra virus latentes y la hipersensibilidadcutánea de tipo retardado.

    El examen de la respuesta de Ac ante las vacu-nas permite una evaluación de todas las fasesde la respuesta inmune, incluso la de presenta-ción del Ag, la cooperación entre células T y B yla inmunidad humoral. Las alteraciones de losAc contra virus latentes (herpes virus, en parti-cular) han sido consideradas un marcador de lareactivación viral secundaria al deterioro en lainmunidad celular. Finalmente, la hipersensibi-lidad cutánea retardada está basada en la apli-cación intradérmica de uno o más Ag. Esto indu-ce una rápida acumulación de neutrófilos, se-guida por una más persistente infiltración decélulas T y de monocitos. La reacción se inter-preta midiendo la induración del tejido al cabode 48 horas.

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