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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN CARRERA DE CIENCIAS DEL LENGUAJE Y LITERATURA ELEMENTOS EXISTENCIALES PRESENTES EN LA OBRA “EL EXTRANJERO” DE ALBERT CAMUS. Proyecto de investigación presentado como requisito para optar por el grado de: LICENCIADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN MENCIÓN CIENCIAS DEL LENGUAJE Y LITERATURA. AUTOR: ALEX OMAR YÁNEZ ARIAS TUTOR: M.Sc. PABLO EDUARDO ROMO MAROTO Quito, Febrero de 2017

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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

CARRERA DE CIENCIAS DEL LENGUAJE Y LITERATURA

ELEMENTOS EXISTENCIALES PRESENTES EN LA OBRA “EL EXTRANJERO”

DE ALBERT CAMUS.

Proyecto de investigación presentado como requisito para optar por el grado de:

LICENCIADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN MENCIÓN CIENCIAS DEL

LENGUAJE Y LITERATURA.

AUTOR: ALEX OMAR YÁNEZ ARIAS

TUTOR: M.Sc. PABLO EDUARDO ROMO MAROTO

Quito, Febrero de 2017

i

DEDICATORIA

Con gran emoción, orgullo, profundo amor y respeto,

dedico este trabajo a toda mi familia:

Miltín

Maoli

Aleja

Dani

por no dudar de mí, por darme aliento a cada momento,

por apoyarme incondicionalmente, por existir…

Los amo.

ii

AGRADECIMIENTO

Agradezco de todo corazón a mi familia por estar siempre presente en mis logros y fracasos, éxitos

y derrotas; en sí, en todo momento ya que a ellos les debo mi logro profesional.

También a mis queridos profesores y profesoras, ya que con su amor, paciencia, consejos, guía,

pasión… han hecho que no solamente adquiera conocimientos; sino que ame lo que estudio y lo

que hago.

A mi tutor del proyecto de investigación por los momentos compartidos y la paciencia en el

desarrollo del mismo.

Y a mi querida Carrera de Ciencias del Lenguaje y Literatura; Facultad de Filosofía, Letras y

Ciencias de la Educación y Universidad Central del Ecuador, por brindarme la oportunidad de

estar en sus aulas, en sus patios y ser un centralino con mucho orgullo.

Alex Yánez

iii

AUTORIZACIÓN DE LA AUTORÍA INTELECTUAL

Yo, Alex Omar Yánez Arias, en calidad de autor del trabajo de investigación realizado sobre:

“Elementos existenciales presentes en la obra: ´El Extranjero` de Albert Camus”, por la

presente autorizo a la UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR, a hacer uso de todos los

contenidos que me pertenecen o de parte de los que contienen esta obra, con fines estrictamente

académicos o de investigación.

Los derechos que como autor me corresponden, con excepción de la presente autorización,

seguirán vigente a mi favor, de conformidad con lo establecido en los artículos 5, 6, 8; 19 y demás

pertinentes de la Ley de la Propiedad Intelectual y su Reglamento.

También, autorizo a la Universidad Central del Ecuador realizar la digitalización y publicación

de este trabajo de investigación en el repositorio virtual, de conformidad a lo dispuesto en el Art.

144 de la Ley Orgánica de Educación Superior.

Quito, 02 de Febrero de 2017

Alex Omar Yánez Arias

C.C. 175000045-5

iv

ACEPTACIÓN DEL TUTOR

Por la presente hago constar que he leído el proyecto de Trabajo de Grado, presentado por Alex

Omar Yánez Arias, para optar por el Grado de Licenciado, cuyo título es: ELEMENTOS

EXISTENCIALES PRESENTES EN LA OBRA: ´EL EXTRANJERO` DE ALBERT CAMUS,

obra perteneciente a la Literatura Universal; y, que acepto asesorar al estudiante, en calidad de

Tutor, durante la etapa del desarrollo del trabajo hasta su presentación y evaluación.

En la ciudad de Quito, a los 02 días del mes de febrero de 2017

C.C. 171151809-0

v

APROBACIÓN DEL TUTOR DEL PROYECTO

En mi calidad de Tutor del Proyecto de tipo Áreas de Formación Profesional presentado por

Alex Omar Yánez Arias, para optar por el grado de Licenciado en Ciencias del Lenguaje y

Literatura; cuyo Título es: “Elementos existenciales presentes en la obra: ´El Extranjero` de

Albert Camus”, considero que dicho trabajo reúne los requisitos y méritos suficientes para ser

sometido a la presentación pública y evaluación por parte del tribunal examinador que se designe.

En la ciudad de Quito a los 02 días del mes de febrero de 2017

C.C. 171151809-0

vi

ÍNDICE DE CONTENIDOS

Carátula 0

Dedicatoria i

Agradecimiento ii

Autorización de la Autoría Intelectual iii

Aceptación del tutor iv

Aprobación del tutor del proyecto v

Índice de contenidos vi

Índice de gráficos ix

Resumen x

Abstract xi

Introducción 1

CAPÍTULO I: EL PROBLEMA 3

Planteamiento del problema 3

Formulación del problema 4

Preguntas directrices 4

Objetivos 5

Justificación 6

CAPÍTULO II: MARCO TEÓRICO 7

Antecedentes del problema 7

Fundamentación teórica 8

El existencialismo 8

Contexto filosófico 8

Introducción al existencialismo 8

Exponentes 11

Kierkegaard 11

Nietzsche 14

Husserl 17

Heidegger 20

Sartre 26

Modelo de análisis 29

A.J. Greimas 29

Albert Camus 35

vii

Contexto histórico - cultural 35

Época Contemporánea 35

Biografía 37

El último hombre 37

Obra 39

La creación sin mañana 39

El pensamiento del mediodía 45

La muerte 45

El absurdo 46

La rebeldía 49

La moral de los límites 52

El amor 53

Valor literario 54

Estética del hombre absurdo 54

CAPÍTULO III: METODOLOGÍA 59

Diseño de investigación 59

Operacionalización de variables 60

CAPÍTULO IV: LOS RESULTADOS 61

Tablas de análisis e interpretación de resultados 62

Tabla de los elementos existenciales presentes en la obra 93

CAPÍTULO V: CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 94

Conclusiones 94

Recomendaciones 95

CAPÍTULO VI: LA PROPUESTA 96

Ensayo académico 96

Camus: el absurdo de la novela 96

Introducción 96

Kierkegaard, fundador de la novela antitética 97

La novela corta, forma de la novela antitética 98

Lecturas de Camus: Dostoievski y Kafka 99

Camus entre la novela antitética y la novela absurda 103

El absurdo y la novela 104

viii

El extranjero, ejemplo de la novela absurda 105

Conclusión 107

Fuentes 108

ix

ÍNDICE DE GRÁFICOS

Gráfico 1. Cuadrado semiótico 30

Gráfico 2. Modelo actancial mítico 34

x

RESUMEN

UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

CARRERA DE CIENCIAS DEL LENGUAJE Y LITERATURA

“ELEMENTOS EXISTENCIALES PRESENTES EN LA OBRA “EL EXTRANJERO”

DE ALBERT CAMUS”

AUTOR: Alex Omar Yánez Arias

TUTOR: M.Sc. Pablo Eduardo Romo Maroto

FECHA: Febrero 02 del 2017

“ELEMENTOS EXISTENCIALES PRESENTES EN LA OBRA 'EL EXTRANJERO' DE

ALBERT CAMUS” es una investigación literaria, que desea establecer las características

narrativas que fundan el pensamiento filosófico del autor. El objetivo de este trabajo es

comprender la relación entre el pensamiento existencialista con la técnica narrativa. Por eso, se

parte de un análisis semiótico empleando la matriz de actantes y opuestos complementarios de A.

J. Greimas que permita integrar, a la hora de interpretarse, la estructura de la novela en cuestión

con las particularidades epistemológicas del existencialismo. En definitiva, la descripción

analítica suministra al investigador los datos y procesos requeridos para un acercamiento literario

a la novela existencialista. Revalorar una obra literaria, tanto por lo que dice como por la forma

en que lo dice. El existencialismo de Camus, en todo caso, no fue un sistema filosófico en sí, sino

una ética humana que se tradujo en una singular manera de escribir, en la que se integró la

intencionalidad estética, el absurdo de la condición humana y la exégesis de la propia novela.

PALABRAS CLAVES: EL EXTRANJERO, EXISTENCIALISMO, ABSURDO,

EXISTENCIA, LITERATURA EXISTENCIALISTA, NOVELA EXISTENCIAL.

xi

ABSTRACT

UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

CARRERA DE CIENCIAS DEL LENGUAJE Y LITERATURA

TOPIC: EXISTENTIAL PRESENT ELEMENTS IN THE PLAY “THE FOREIGNER”

BY ALBERT CAMUS

AUTHOR: Alex Omar Yánez Arias

TUTOR: MSc. Pablo Eduardo Romo Maroto

DATE: February 02nd, 2017

EXISTENTIAL PRESENT ELEMENTS IN THE PLAY "THE FOREIGNER" OF ALBERT

CAMUS is a literary research, which wants to establish the narrative characteristics found on the

philosophical thought of the autor. The aim of this work is to understand the relationship between

existentialist thought and narrative technique. For this reason, it is part of a semiotic analysis

using actant and opposite complementary matrixes from A.J. Greimas who allows to integrate

when interpreting, the structure of the novel in question with the epistemological particularities

of existentialism. To sum up, the analytical description provides the researcher with the data and

processes required for a literary approach to the existentialist novel. Revaluing a literary work,

both for what it says and for the way it says it. Camus' existentialism, in any case was a

philosophical system by itself, but a human ethic that translated into a singular way of writing, in

which the aesthetic intentionality, the absurd of the human condition and the exegesis of the novel

itself.

KEYWORDS: THE FOREIGNER, EXISTENTIALISM, ABSURD, EXISTENCE,

EXISTENTIALIST LITERATURE, EXISTENTIAL NOVEL.

1

INTRODUCCIÓN

Este proyecto de investigación es un estudio literario de la novela El extranjero del

escritor francés Albert Camus. Un análisis descriptivo del texto narrativo basado en el modelo

actancial de A.J. Greimas. Al ser un proyecto previo para la titulación de pregrado de la Carrera

de Ciencias del Lenguaje y Literatura, no se busca hacer una crítica de la obra literaria. El objetivo

de la investigación es partir de la lectura semiótica para el establecimiento de un eje de

interpretación, que explique los fundamentos de la visión existencialista del escritor.

El trabajo se encuentra estructurado de acuerdo a las etapas del proceso de investigación

señaladas por la Carrera. Seis capítulos en los que se disponen los componentes teóricos y

metodológicos sugeridos, y que se vinculan entre sí con la finalidad de construir un todo

coherente, que desentraña el funcionamiento del texto literario, y la carga simbólica y filosófica

que subyace en éste, para facilitar una interpretación adecuada para la novela existencialista.

En el primer capítulo se expone el campo problemático a resolver, más los objetivos de

investigación propuestos, junto a la justificación del trabajo. Orden lógico en que se explica el

procedimiento a seguirse más la correspondiente valoración de la novela de Albert Camus. A

quien se toma de referencia porque constituye un punto crucial en la historia literaria, debido a la

dialéctica de su obra, que permite la comprensión de la condición humana desde las aristas

fenomenológicas y ontológicas propias de la filosofía existencialista.

Interés que se traduce en el capítulo dos, a la hora de elaborar el marco teórico. En este

capítulo se exponen las ideas necesarias para la comprensión del movimiento filosófico. Se

entiende, entonces, al existencialismo como una particularidad de la filosofía de la modernidad,

que critica a la circunstancia histórica en que se consolidó, desacraliza la razón y busca convertir

a la concepción del ser humano en un reconocimiento de su existencia individual, basado en el

absurdo, el sinsentido y la irracionalidad del mundo. Posteriormente, se pasa a situar el

pensamiento de Albert Camus dentro del movimiento en que participó. Y se hace un breve

acercamiento a su novela El extranjero. La historia de un hombre alienado por la intemperancia

de las instituciones sociales, quien contempla el mundo desde un escepticismo melancólico y

atroz para luego tomar distancia de éste, y que, sin causa alguna, asesina a un árabe y es llevado

a un tribunal donde se le castigará con la pena de muerte, es la historia del individuo

contemporáneo que rompe con la estructura social y luego tiene que ajustar cuentas con la misma.

El capítulo tres expone la metodología utilizada en el trabajo. La naturaleza del texto

literario, como las tradiciones de investigaciones literarias fundamentadas en la semiótica y en las

2

ciencias del lenguaje, justifica la elección de un paradigma cualitativo de investigación, que se

sustenta en el diseño bibliográfico. Por otra parte, se explica la implementación de la teoría de

A.J. Greimas en sus dos niveles. La matriz actancial, por un lado, analiza los determinantes que

configuran la interacción de los personajes a lo largo del relato, y permite la deducción de los

tipos de discurso que predominan por medio del eje semántico que media la relación de un rol

actancial con otro. Y la matriz de opuestos, conocida también como cuadrado semiótico, restituye

los valores cualitativos y singulares de la primera matriz; así todo lo que en un primer momento

fueron descripciones se interpretan de acuerdo a un modelo lógico que diseña la estructura de

significación en el discurso narrativo.

Los resultados de este análisis son expuestos en el capítulo cuatro, que se construye a

partir de matrices y su relación operativa con la novela El extranjero de Albert Camus. Y que

permiten la correlación con el sistema filosófico del que surge el texto literario. Por tanto, los

datos cuantitativos obtenidos sirven para explicar la lógica estructural de la novela, en cuanto

estructura de significación narrativa, y también para demostrar cómo la visión del mundo del

autor, del protagonista y del lector que cree en el existencialismo, están manifiestas ahí.

El capítulo cinco, por su parte, está dedicado a las conclusiones y recomendaciones del

trabajo. En este momento se dan respuesta a las interrogantes planteadas en el primer capítulo,

denominadas preguntas directrices. Cada conclusión, entonces, procede a restituir el momento

lógico de la investigación, a través de un enunciado en que se encuentren expuestas las principales

ideas desarrollas y demostradas por la aplicación del modelo semiótico. Mientras que las

recomendaciones abren posibilidades para una investigación futura, que basaba en este trabajo

amplíe las reflexiones iniciales y contribuya a los estudios literarios.

Finalmente, en el capítulo seis, se desarrolla un ensayo académico. Con el título de

Camus: el absurdo en la novela, el ensayo se plantea la tesis que El extranjero constituye una

novela antitética, en la cual la filosofía existencialista ha desarrollado una propia lógica narrativa.

Es decir, una novela existencialista es tal no sólo por la manera en que los personajes perciben el

mundo y su relación inmanente con éste al momento de darse de llenos a la existencia. Más allá

del contenido expresado por el narrador, construido por el diálogo introspectivo, la misma

estructura de la novela cambia a favor de una estructura absurda, en la cual convergen la intención

del autor y la visión fenomenológica del mundo.

3

CAPÍTULO I

EL PROBLEMA

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Han transcurrido varios milenios de existencia humana, en los cuales los seres humanos

y la sociedad han atravesado por diversas etapas, desde el modo de producción: primitivo,

esclavista, feudalista, capitalista, socialista (en diversos países) y otros a la espera del comunismo

moderno.

El hombre, después de atravesar varios siglos y modos de producción y al dejar el dogma

religioso a otro plano, se torna el centro de todo el universo y su interés por descubrir el mundo,

las cosas, el sentido de la vida y su propia existencia, es demasiado fuerte; pero, este termina

siendo víctima de la administración del mundo, de los negocios, amenazado por el átomo y las

crisis económicas, las guerras, arrojado en la maquinaria de un mundo casi totalmente trastocado

y tecnificado, se vuelve cada vez en su interior más sin patria, ese hombre común de hoy, ya no

puede ser un hombre armónico o un héroe ideal; ni siquiera tiene fuerzas para una gran pasión y

llega a sentirse, ser considerado y visto como un monstruo asqueroso, vulgar, esclavo atormentado

y víctima indefensa, negociante arribista, mentiroso y libertino.

Con base en eso, los seres humanos, en algún momento se han preguntado: ¿Quién soy

yo? ¿Para qué estoy aquí? ¿Qué hago en este mundo? ¿Cuál es mi relación con las demás

personas?; se ha tenido “respuesta” de algunas de estas interrogantes o en su totalidad pero como

simples modelos o patrones que la sociedad implanta a seguir

Por lo tanto, en esta investigación, mediante el estudio de los exponentes existencialistas,

lo ontológico y fenomenológico, llegaremos a identificar el rol que tiene el ser humano en esta

sociedad; también, como el ser, reflexiona y maneja el absurdo de la existencia, la búsqueda de

un sentido de la vida y la incomprensión e incomunicación consigo mismo.

Y finalmente, cómo Albert Camus a través de sus obras muestra lo que según su

concepción, el ser, que vive el presente con mucha pasión y no planifica el futuro, no busca

explicación de las cosas, ama la vida, degusta del sol, del tabaco, de un día de verano, de una

mujer, que se refleja en el (otro) de sus personajes; es un ser que es consciente de su existencia,

centrada en el sujeto que cuenta su historia (yo).

4

FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

¿Cuál es el tipo de relación que se establece entre la concepción existencialista de “El

Extranjero” de Albert Camus y la sociedad moderna en función de la visión del protagonista?

En Europa, trasciende la historia, la literatura, la ciencia, la industria, con gran auge pero

también se suman las guerras, la violencia, matanza, la dominación de los pueblos; en sí, es una

época compleja, difícil de definir.

El protagonista va desde la humanidad (el todo social) hacia al hombre absurdo (el

individuo). Convive lo heterogéneo de la totalidad social, pero que el protagonista ve con

indiferencia y lo lleva a un conflicto de identidad, que en el plano narrativo implica la trasgresión

de la ley (el asesinato), y, por ente, la trasgresión del orden racional.

La interacción se convierte en un diálogo inútil, ironizado, que busca desacralizar la

condición humana; es decir, despojarla de todos los discursos ajenos a su existencia (la religión,

la ley, el Estado), y llevar al personaje a su reformulación metafísica como individuo –diferente

del sujeto histórico-: y que podría entenderse como la capacidad de vivir libre, dueño de su propio

destino, a pesar del azar de las circunstancias y de la maquinaria social.

PREGUNTAS DIRECTRICES

¿Cómo fue la consolidación del movimiento existencialista en el marco de su relación

con la historia, filosofía y literatura?

¿Cuál es/son la/s característica/s de la concepción existencialista como sistema

filosófico?

¿Cuál es la postura existencialista del escritor francés Albert Camus?

¿Bajo qué contexto se desarrolló la obra “El Extranjero” de Albert Camus en la historia

de la modernidad?

¿Cuáles son relaciones actanciales que se manifiestan en la novela “El Extranjero” de

Albert Camus?

5

OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL

Identificar los elementos existenciales expuestos por medio de la concepción

existencialista presente en la obra “El Extranjero” de Albert Camus a través de una lectura

interpretativa basada en el análisis actancial propuesto por Greimas.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

Explicar la consolidación del movimiento existencialista en el marco de su relación con

la historia, filosofía y literatura.

Caracterizar la concepción existencialista como sistema filosófico.

Definir la postura existencialista del escritor francés Albert Camus.

Contextualizar la obra “El Extranjero” de Albert Camus en la historia de la literatura

occidental.

Discriminar las relaciones actanciales que se manifiestan en la novela “El Extranjero” de

Albert Camus.

Escribir un ensayo académico donde se visualice la concepción del existencialismo desde

la novela absurda, que busca representar la condición humana tal cual se manifiesta en la

novela “El Extranjero”.

6

JUSTIFICACIÓN

Albert Camus (Mondovi, Argelia, 1913 - Villeblerin, Francia, 1960) vivió en un periodo

mundial sumamente difícil; la primera y segunda guerra mundial. En Europa, trasciende la

historia, la literatura, la ciencia, la industria, con gran auge pero también se suman las guerras, la

violencia, matanza, la dominación de los pueblos; en sí, es una época compleja, difícil de definir.

Perdió a su padre a la temprana edad de 3 años y tuvo que luchar contra la tuberculosis la cual no

le permitió culminar sus estudios en la Universidad de Argel.

Luego la circunstancia que le tocó vivir, la desesperación, el nihilismo, la pesadumbre de

una generación abducida por el terror, hicieron que su escritura volcase en una particularidad del

mundo. El absurdo es, en primer lugar, el síntoma de una época desgarrada por los excesos de la

razón. El ser humano había presenciado por primera vez en la historia su capacidad para

autodestruirse. Y la presencia de la realidad de la muerte, como prueba irreductible de polvo y

sangre, se apoderó de la conciencia de su tiempo.

La novela absurda, que no es más que la novela antitética de posguerra, comprende la

vida como un movimiento que corre tras su forma sin encontrarla nunca (Camus, 1951, p.243).

Niega el principio de explicación de la razón y afirma la imagen de la angustia. A pesar que en la

ficción, como cuenta Camus, la ‘tentación de explicar’ sea más fuerte. Posible fracaso del escritor

que abre la puerta de la ambigüedad del pensamiento existencialista. Y su personaje puede

rebelarse ante el absurdo, porque entiende que no basta con vivir, es necesario un destino y decide

construirlo.

La novela absurda es una corrección del dolor de existir. La sensibilidad rebelde que la

ha creado se configura en la necesidad del ser humano por dar un sentido a su experiencia. Por

eso la vida interna del personaje es intensa: la proyección del desasosiego ante la muerte afirma

la inmediatez del mundo y su sinsentido. Al final de cuentas, como concluye Camus, toda rebelión

es creadora. (p.249)

Las relaciones que Meursault establece con los otros personajes permiten la construcción

de su subjetividad. Visión antitética de la novela contemporánea que en Camus alcanza un nivel

interesante porque desentraña el espacio imaginario, simbólico y autorreferencial de la

subjetividad como una representación melancólica, nihilista y absurda de la materialidad social a

la que pertenece el individuo: la intersubjetividad no resuelta es la condición del hombre absurdo.

7

CAPÍTULO II

MARCO TEÓRICO

ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓN

La investigación sobre el existencialismo supone un ejercicio de dilucidación histórico y

filosófico, que sitúe el pensamiento en una encrucijada de miradas, corrientes en las cuales surcan

conceptos, interpretaciones, dispositivos de análisis con el fin de poner en duda el papel de la

razón. Así, en este trabajo de investigación literaria se plantea partir de ciertos trabajos previos en

los cuales el interés es el mismo: encontrar los puntos de convergencia de la literatura con la

racionalidad filosófica de una época.

A pesar que la bibliografía sobre el existencialismo y la obra de Albert Camus es extensa,

para la realización de esta investigación se tomaron en cuenta dos trabajos de titulación de

pregrado. En estos trabajos los estudiantes investigadores realizan un acercamiento descriptivo

tanto a la obra del autor francés como a la filosofía que lo atraviesa. Por otra parte, en estas dos

tesis se contextualizan las principales obras del autor, enfatizando el hecho de su disidencia del

existencialismo y de toda corriente política de su época.

El deseo en la novela El primer hombre de Albert Camus (2013) es una tesis de pregrado

elaborada por Víctor Orquera para la obtención del título de Psicólogo Clínico por la Pontificia

Universidad Católica del Ecuador. Se trata de una disertación que marca un trayecto bicéfalo, tal

cual lo plantea el autor. Así, trabaja el concepto de deseo relacionándolo con el goce y el amor en

la novela seleccionada. Esta mirada psicoanalítica del autor francés también hace énfasis en la

vida y obra del escritor, a través de la revisión de ciertos conceptos psicoanalíticos de postura

fraudiana-lacaniana, para la comprensión de la estructura del sujeto.

En cambio, Estudio de la influencia del nihilismo en la literatura existencialista de Albert

Camus (2014) es una tesis de pregrado desarrollada por Henry Quingatuña para la obtención del

título de Licenciatura en Ciencias de la Educación, mención Lengua y Literatura, en la

Universidad Central del Ecuador. En este trabajo, se rescata el aporte filosófico de Camus a la

filosofía existencialista de la época. Además, resalta el mérito literario del autor, pues analiza la

relación estética entre la obra de Camus con la de Nietzsche. Por tanto, enfatiza el devenir ético

del ser humano que ha elegido la obra de arte y la vida del artista como forma de existencia

individual para existir en el absurdo de su destino.

8

FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA

EXISTENCIALISMO

CONTEXTO FILOSÓFICO

Introducción al existencialismo

El existencialismo es una corriente filosófica, cuyas fuentes son varias, remontándose

algunas a ciertos momentos de la filosofía clásica, y cuyas doctrinas son históricamente

reconocibles, debido a que marcaron sintomáticamente un periodo concreto de la vida intelectual

de Occidente.

Para el existencialismo, toda investigación filosófica tiene que empezar con una

investigación de la realidad humana. El existir es la expresión de la existencia, mientras que el

análisis concreto de la singularidad supone una pregunta sobre el origen y el destino del ser,

interrogante incompleta e inacabada que plantea abismos y paradojas a la racionalidad. “Esta

concepción implica, evidentemente, la distinción entre la esencia y la existencia, de la cual es

precisamente una propiedad el salvar la realidad absoluta del existir. Si no, la metafísica no tendría

objeto y se agotaría en una intuición pura, inefable e intrasmisible”. (Jolivet, 1950, p.22) Así, la

existencia es comprendida como contingencia radical y finitud irremediable.

Con el existencialismo, la filosofía deja de ser una doctrina y se transforma en una forma

de existencia. Se pasa del sentido restringido de la disciplina a una direccionalidad o expresión

viva del sentido de la vida de las personas, y por tanto constituye una forma de experiencia y no

un sistema que pretenda esbozar los orígenes y límites de la existencia individual y social del ser

humano. “En realidad, el acto de considerar los límites y la estrechez de un sistema filosófico para

alcanzar más allá de él una forma de experiencia o de vida que lo complete y restablezca el sentido

de total de la vida, este acto es, y él sólo, el acto auténtico de filosofar”. (Abbagnano, 1980, p.15)

El restablecimiento de la plena concreción del filosofar en la experiencia humana es el propósito

del existencialismo: reconstruir en la vida cotidiana la significación de la existencia humana. La

filosofía es ya no una doctrina, sino un acto, una manera de existir: la pregunta que se lanza sobre

el papel del ser humano en el mundo –el ser que busca al ser para singularizarse-.

Además, el acto existencial es tomado como un momento de decisión auténtica del ser

humano en tanto individuo. “Es una decisión de la que forma parte integrante la consideración

9

del riesgo y de la responsabilidad que éste implica”. (Abbagnano, 1980, p.20) La responsabilidad

de toda elección que construye al individuo estructura un llamamiento a la decisión, debido a que

la constitución originaria de lo humano, es decir, la dispersión funciona como una apariencia. “En

la decisión constitutiva de la estructura se identifica verdaderamente el hombre a sí mismo con la

posibilidad que se elige”. (Abbagnano, 1980, p.20) Es decir, sólo en la experiencia concreta el ser

humano puede, luego de decidir sobre una serie ilimitada de posibilidades, el destino que le

convenga. La originalidad de su decisión afirma, de este modo, su personalidad y tipo de vida:

En la estructura decide el hombre ser fiel a sí mismo, ser verdaderamente él mismo, autoposeerse.

Mediante ella conquista el hombre un destino. Ha elegido su propio ser y se ha empeñado en ese

sentido; esta elección, que expresa el acto fundamental de fidelidad a sí mismo es el destino. Pero

la elección que constituye el destino no es sólo la elección de una posibilidad; es la elección de sí

mismo, de la unidad propia, realizada en la soldadura del pasado con el porvenir y por eso es la

elección la decisión de decidir. (Abbagnano, 1980, p.21)

La estructura del mundo es una construcción de singularidades por medio de elecciones

distintas en concreciones históricas y culturales distintas. Cada ser humano ha posibilitado la

fundación definitiva de la posibilidad. La última responsabilidad humana es la responsabilidad de

la decisión, cuyo llamamiento a la circunstancia es inexorable a su condición de ser y a su

condición de existir.

Sólo en la decisión dada en una contingencia libre, el individuo se funda con relación al

ser. “En la estructura decido de mí mismo, de mi propio ser. Mi acto constitutivo de mí como

individualidad auténtica, que posee un destino”. (Abbagnano, 1980, p.22) El ser es, en todo caso,

una construcción histórica que afirma la naturaleza finita de su condición.

La medida de lo auténtico de una existencia se da a partir del grado de riesgo que la

elección constituyente de la posibilidad supuso. Si nada es definitivo, la individualidad es una

esfera que se reinventa continuamente y el ser humano está obligado a decidir segundo a segundo

sobre su existencia. “Como fundamento de mi individualidad y finitud, la estructura se revela así

como la constitución de un ser que en la concreción y determinación de sus esferas garantiza el

valor de todo lo que soy y poseo”. (Abbagnano, 1980, p.23)

Por otra parte, los temas del existencialismo fueron desarrollados intuitiva y

creativamente en la obra de Kierkegaard y Nietzsche, razón de más para considerarlas fuentes

indiscutibles del pensamiento existencialista, que por otro lado puede también remontarse a Pascal

y a San Agustín. Sin embargo, el siglo XX fue, en realidad, el siglo del individuo. De ahí que, se

hable de un retorno a la subjetividad, cuya emergencia supone además una crisis histórica de

profundas e irresistibles consecuencias:

El espantoso cataclismo de la guerra mundial, con los horrores sin número que ha traído consigo,

el clima de inseguridad radical en que la Humanidad ha vivido, la sensación de una especie de

desmoronamiento de todos los valores hasta entonces respetados, la angustia que ha oprimido los

10

corazones durante los años más sombríos que el mundo haya conocido, todo esto ha contribuido

poderosamente a separar al hombre de las especulaciones abstractas en que los siglos felices

pueden complacerse y a conducirle a sí mismo, preocupado por descubrir una doctrina dramática

y cotidiana de la existencia. (Jolivet, 1950, p.32)

Los años de posguerra fueron dedicados a la búsqueda de un sentido para la vida. En

cualquiera de sus variantes, ya sea en las filosofías del absurdo o en las filosofías de la

desesperación, el existencialismo comprendió la nada como el vacío de Dios o el terror insensato

de la historia. “Las doctrinas de Camus y de Bataille, el existencialismo de Heidegger y de Sartre

también, en gran parte, acusan esta corriente de absurdismo. En todo caso, todas ellas dedican una

consiedrable parte a la angustia y a la desesperación, que, a la vez, llevan la marca de una época

atormentada y tienen el privilegio de atraer al hombre a la subjetividad.”. (Jolivet, 1950, p.34)

Ante la confusión de la edad contemporánea, la brutal negación del absurdo intensificó el

cataclismo de la razón. De esta forma, “el existencialismo parte del hecho crudo de la existencia

[…] consideraron absurda la situación humana. Sin una verdad atemporal, nada importa. Pero a

pesar de que para ellos el mundo no tenía sentido, creían con firmeza en la responsabilidad del

individuo por sus acciones”. (LeMay, 2006, p.83)

Además, al asumirse la existencia como un problema de la filosofía el ser humano se

convierte en el fundamento auténtico de la existencia en sí. “El problema de la existencia se

presenta como una busca del ser del hombre, de un carácter decisivo, esto es, tal que como busca

pasa a determinar el ser al que se vuelve”. (Abbagnano, 1980, p.67) La subjetividad humana

confiere el carácter auténtico del individuo, pues es el producto temporal de sus decisiones. La

investigación filosófica del ser humano es un acontecimiento singular que tiene que ser planteado

por cada individuo en su temporalidad angustiante. Como problema, el ser humano es una

posibilidad concreta y singular, decisiva y constructiva. Toda existencia auténtica se funda en la

autenticidad de su problema en sí mismo.

En síntesis, la existencia como libertad presupone la existencia como horizonte de

cualquier tipo de libertad de coexistencia del ser. Lo cual involucra al hombre en su relación

histórica con otros hombres y la sociedad: “La identificación del yo con su misión no encierra al

yo en el aislamiento. El yo no puede realizar su misión sólo por sí y sólo para sí. Su misión lo

pone necesariamente en relación con los otros, determinando una solidaridad que puede ser

concordancia o discordia, colaboración o lucha, pero que, en todo caso, está implícita en el

definirse del yo”. (Abbagnano, 1980, p.108)

Esta responsabilidad existencial sobre el otro exige que el individuo salga de su

aislamiento. En la comprensión de los otros, la imposibilidad del ser cesa y proyecta una soledad

que compromete a la persona a encontrarse a sí mismo, para en su interioridad y en su subjetividad

11

afirme su relación social. La libertad sólo puede realizarse en la solidaridad: “Construir y afirmar

la propia individualidad significa reconocer y respetar en los otros la misma capacidad de tener

el valor de una individualidad. La convivencia humana es simplemente choque, dispersión y

distracción para el hombre que no ha llegado a la unidad del yo mediante la opción de la libertad”.

(Abbagnano, 1980, p.109)

EXPONENTES

Kierkegaard

Søren Kierkegaard (1813-1855) fue un filósofo y teólogo danés que fue considerado por

Sartre uno de los fundadores de la filosofía de la existencia. Sometió a reflexión y crítica la

condición humana, por medio de una filosofía del individuo y la subjetividad, en la cual trazó la

inmanencia de la desesperación y la angustia, como aspectos fundadores del vacío existencial del

ser humano.

A pesar que el centro de sus discusiones y polémicas metafísicas gravitó entorno al

cristianismo, la elección existencial del individuo solitario supone, además, una forma de

excepción para distinguirse de la muchedumbre, la forma como el ser humano escapa de la

inhumanidad del mundo: sacar al ser de la generalidad para construirlo en la singularidad.

Realidad que se materializó en la propia vida de Kierkegaard:

La zozobra le empujó en la soledad del existir hasta lo sumo, hasta la cumbre cimera, hasta la

autorrealización incondicional en la existencia religiosa. Desde la radical zozobra se arroja él en

brazos de la fe absoluta. Partiendo de la zozobra se desarrolla la dialéctica interior de la persona

finita en el salto cualitativo hacia la existencia absoluta. (Collins, 1958, p.32)

La interioridad radical concreta de la elección, desde la perspectiva de Kierkegaard,

problematiza la experiencia humana. Ante la paradoja de la abstracción, una metafísica del

individuo desencadenó la antítesis dinámica de la subjetividad concreta. Entre un estado de la

subjetividad a otro, subsiste un movimiento de la existencia denominado ‘salto cualitativo’. Desde

esta visión planteó una crítica a la filosofía idealista de Hegel y con ella a toda la tradición de la

filosofía moderna inaugurada por Descartes:

Frente a Hegel, Kierkegaard acentúa la consistencia de tres antítesis, que no pueden unirse

equilibradamente. La antítesis entre infinito y finito; la de razón objetiva y existencia subjetiva; la

de la universal-abstracto (concepto) y lo personal-concreto (realidad). De este modo, sólo desde la

posición in-mediata destacadamente antitética, manteniendo con firmeza las diferencias, puede

realizarse la infinitud a partir de lo finito, la existencia a partir de la razón, el singular a partir de

lo universal. (Collins, 1958, p.33)

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El acontecer de la existencia remite, entonces, a una estructura problemática de la relación

del ser humano con el mundo. Kierkegaard articula una filosofía para vivirle, al contrario de la

filosofía hegeliana que se planteó como un reflejo teorético del devenir del Espíritu en el mundo.

La fuerza de la negación trasluce una virtud de proyección del hombre como acto justificativo de

la humanidad.

Es decir, la filosofía antes de reducirse a la actividad especulativa, tiene que abrirse a la

existencia misma. Pues sólo en el existir, lo pensado puede regresar a su aspecto concreto; sólo

en la negación de la razón abstracta y universal, puede el ser humano pensarse a sí mismo como

un ser concreto y singular, que existe en la contingencia del tiempo y está sujeto a las posibilidades

inmanentes de su propia naturaleza a-determinada:

Lo que la razón crea en su inmanencia es sólo sueño de realidad trascendente; éste es ciertamente

el sentido de la dinámica extática y de la vitalidad hacia fuera (para) de la razón y del universal

significado (doxa). La realidad es la paradoja, lo impensable inesperado, lo sorprendentemente

imprevisible, lo incalculable, lo que no cae bajo ninguna ley, la existencia que no tiene razón (ratio)

alguna. El existir es inmotivado o gratuito dice Sartre, el existir no puede fundamentarse, concluye

Kierkegaard. Si se demuestra ya es realidad de la razón abstracta, su construcción, su imaginación,

su ensoñación. El existir (en cuanto ex-sistir) es, por lo mismo, necesariamente paradójico, esto

es, fuera de la razón. (Collins, 1958, p.45)

Al no ser posible una síntesis absoluta de la existencia humana, la filosofía de

Kierkegaard, por medio de la crítica al cristianismo, piensa el fenómeno de la vida como una

elección inmanente, e imposible de eludir. La paradoja, entonces, es la forma primordial de esta

existencia en tensión. Esta comprensión íntima de la vida llevó a Roger Verneaux (1952) a

llamarlo un ‘Pascal protestante’.

Su condición de exiliado y esteta, hizo que Kierkegaard realizara su poderosa originalidad

como filósofo, escritor, teólogo y visionario; es decir, es un pensador en toda la compleja

extensión de la palabra. Pero la experiencia de la desesperación acaeció en su vida interior, para

marcarlo fatalmente.

Hecho que se tradujo en la decisión del joven Kierkegaard para romper su compromiso

con Regina Olsen, punto desde el cual escribió: “Se abre entonces un periodo de intensa actividad

que sólo acabará con la muerte. Durante quince años, Kierkegaard lleva una vida en cierta manera

doble. De día frecuenta los salones, donde su verba le conquista éxitos, si no amistades. Por la

noche, se entrega a su inspiración, se recoge y escribe”. (Verneaux, 1952, p.38)

Sin embargo, la obra de Kierkegaard se caracteriza por ser una crítica íntima y

contundente de la ‘razón’. El pensamiento subjetivo desarrolla una reflexión concreta sobre la

vida individual del ser humano. De esta manera, “cada hombre, siendo un individuo, es único,

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pues un individuo es precisamente un ser que es él mismo, que es distinto de todos los demás, de

tal suerte que no hay y no puede haber en el mundo dos individuos absolutamente idénticos,

indiscernibles”. (Verneaux, 1952, p.49)

El individuo está arrojado al devenir. La libertad del instante reconstruye la lógica de un

mundo presente, donde la elección permite el paso a los distintos estadios de existencia. Sobre los

estadios de la existencia, Alain Badiou (2006) examina la experiencia del amor en la modernidad:

Para Kierkegaard, hay tres estadios de la existencia. En el estadio estético, la experiencia del amor

es la de la seducción vana y la de la repetición. El egoísmo del goce y el egoísmo de este egoísmo

animan a los sujetos, cuyo arquetipo es el Don Juan de Mozart. En el estadio ético, el amor es

verdadero, experimenta su propia seriedad. Se trata de un compromiso eterno, dirigido hacia lo

absoluto, del que tuvo experiencia Kierkegaard en su larga corte a una jovencita llamada Regina.

El estadio ético puede hacer de transición hacia el estadio supremo, el estadio religioso, si el valor

absoluto del compromiso está sancionado mediante el matrimonio. El matrimonio es, entonces,

concebido no del todo como una consolidación del vínculo social contra los peligros de la errancia

amorosa, sino como lo que vuelve al amor verdadero hacia su destino esencial. Existe esa

posibilidad de transfiguración final cuando “el yo se sumerge a través de su propia transparencia

en la potencia que lo plantea”, lo que se puede entender como: cuando, gracias a la experiencia del

amor, el yo se enraíza en su proveniencia divina. El amor es entonces, más allá de la seducción y

en la mediación seria del matrimonio, un medio de acceder a lo suprahumano. (Badiou, 2008, p.06)

Por tanto, los estadios de la existencia instituyen la libertad como una característica

profunda del ser humano, específicamente del individuo, quien asume la responsabilidad de su

vida sobre sus hombros ante la angustia del vacío y el abismo con respecto a Dios. “La

individualidad se da, la persona se afirma por y en la libertad”. (Verneaux, 1952, p.51)

La presencia de alternativas permite una dialéctica de autoafirmación de lo humano.

Razón por la cual, el ser humano experimenta un tremendo sentimiento de angustia. La finitud

human aparece en este sentido como consecuencia irrevocable de una decisión de abrumadora

responsabilidad, que puede llevar a una persona a la grandeza o miseria de su vida.

Así, el existencialismo kierkegaardiano contiene una visión optimista sobre la vida y la

existencia, cuyas condiciones se replantean en el riesgo que toda decisión supone, además la

primacía de la subjetividad configura las condiciones para la manifestación de la desesperación y

la angustia. Contra cualquier racionalismo, el ser humano está arrojado a una situación de alta

tensión, en donde tiene que definirse a sí mismo y definir su destino.

La vida individual, los actos y obras individuales construyen el devenir existencial del

individuo: “la filosofía, así entendida, tendrá que ser siempre, para cada uno, ya no un sistema

objetivo, que se mira desde fuera y al que se le da la vuelta; sino una realidad viva, símbolo y

ocasión a la vez de una vida o de una existencia personales, porque no hay verdad más que en la

aprobación y en la subjetividad”. (Jolivet, 1950, p.68)

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Nietzsche

Friedrich Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844. Descendiente de teólogos

protestantes, influido por la lectura de los poetas griegos y la música alemana, estudió en la

Universidad de Bonn teología y filología. Pero luego la abandona, para ir a la Universidad de

Leipzig, donde se dedicó por completo al estudio de la filología y la filosofía. Es en esta época

cuando leyó a Schopenhauer, con quien comprendió que el mundo es voluntad y representación:

la voluntad crea el mundo acorde a sus deseos.

Desde la lectura de Schopenhauer, Nietzsche acometió contra el pensamiento de Hegel,

que ya para esa época empezaba a caer en descrédito, debido a que la naturaleza no se piensa a sí

misma. Es el ser humano quien concibe el universo con los postulados de la razón, pero los

sentidos le impiden su completa comprensión: “vivir es desear, desear es sufrir”. (Boussignac,

1997, p.25) Época que también se había caracterizado por el proyecto de unificación de los

estados alemanes a cargo de Bismark, quien bajo el escudo prusiano se propuso crear una

Alemania moderna que no quede al margen de las otras naciones europeas.

En 1867, Friedrich Nietzsche fue nombrado profesor de filología de la Universidad de

Basilea. Tiempo que fue de vital importancia para la formación del filósofo, pues su amistad y

admiración por Wagner consolidaron su primera sensibilidad, que ante el trasfondo histórico

supuso la necesidad de investigar las raíces míticas del pueblo alemán. El origen de la tragedia

(1872), obra filológica que planteó una solución para el problema filológico sobre el nacimiento

de la tragedia griega, fue un trabajo de juventud que, prácticamente, sintetizó toda su etapa de

formación.

En su opinión, la tragedia, que todavía no se había desprendido del todo de la música,

ilumina una verdad irracional de la condición humana: el ser humano es una apariencia del ser, y

por eso está condenado a sobrevivir entre apariencias. Así, la tragedia es la experiencia que

sostiene dos fuerzas en pugna: lo apolíneo, que representa al orden, la ley y el Estado, y lo

dionisiaco, que representa la embriaguez revolucionaria. Para llegar a tal comprensión, partió de

la obra de Richard Wagner, quien en una época confusa –cuando tanto el peligro apolíneo del

imperialismo prusiano1 como el peligro dionisiaco de la Internacional comunista2 estuvieron en

pugna- articuló un drama que puso en evidencia el terrible desgarramiento de la existencia

humana.

1 El 18 de enero de 1871 fue proclamado el Imperio Germánico en Versalles (Francia). 2 El 23 de marzo de 1871 fue proclamada la Comuna, como rechazo a la invasión alemana y a la ineficacia

de la administración del III Imperio.

15

Luego, con las Consideraciones intempestivas (1873-1874), Nietzsche se autodefinió

como el filósofo del inconsciente. Su filosofía era un canto gozoso y agónico, una metáfora

irascible y desenfrenada sobre los usos y las miradas de la historia, así como sobre la decadencia

de la cultura occidental. Consideraba que el sentido más profundo de la existencia se hallaba en

el sufrimiento y que sólo el arte permitía al ser humano enfrentarlo. Sin embargo, al final de 1784,

Nietzsche revaluó su filiación a Wagner y como consecuencia de este movimiento epistemológico

se produjo la ruptura con el músico alemán, pero también con la filosofía de Schopenhauer. En

estas condiciones, escribió Humano, demasiado humano (1878).

Luego de abandonar su cátedra en Basilea, Nietzsche emprendió un viaje de

autodescubrimiento intelectual. Empezó a escribir en aforismos, con los cuales ponía en duda no

sólo a los sistemas de la razón sino también a las ilusiones del arte. En El viajero y su sombra

(1880), plantea el problema de la relación del ser humano con el universo. Pero, ante todo, se

perfiló ya un breve acercamiento al estudio de la moral. Para Nietzsche, la sociedad moderna es

una sociedad injusta, pues faculta el ejercicio del poder a los débiles. Después en Aurora (1881),

ahonda mucho más en la tradición moralista francesa. Revela la inmoralidad de la civilización

moderna comparándola con las civilizaciones primitivas. Según Nietzsche, “ser moral es respetar

las costumbres de la comunidad. No hacerlo es inmoral”. (Boussignac, 1997, p.97) Por tanto, la

moral supone la subordinación del individuo a la comunidad.

Desde esta perspectiva, el cristianismo es inmoral ya que a pesar de su intención de liberar

al individuo de la servidumbre judaica, la iglesia de Pablo traicionó tal propósito e impuso una

nueva servidumbre simbolizada en la crucifixión de Cristo. En El anticristo (1888) examinó al

detalle las problemáticas de la moral cristiana. Así, el cristianismo canonizó el infierno en la

Tierra por medio de la persecución del intelecto: “Cuando la piedad y el respeto por los demás se

vuelven instintivos, los actos de un sujeto garantizan lo que su mente niega”. (Boussignac, 1997,

p.103)

La Gaya Ciencia (1882), en cambio, desarrolló el problema ontológico del ser humano.

Concibió a la vida como una excepción trivial en el movimiento inconmensurable del cosmos.

Todas las leyes que el ser humano ha creado o descubierto sobre la naturaleza son, en realidad,

interpretaciones humanas sobre un hecho que no compete a la Verdad sino a la Percepción. De

ahí que haya sostenido que “la vida, la naturaleza y la historia son por entero indiferentes al

sentido que el hombre atribuye a sus actos y a sus sufrimientos”. (Boussignac, 1997, p.109)

Desde esta perspectiva: ¡Dios ha muerto! Es decir, el conocimiento del ser humano sobre

su naturaleza y su destino, o mejor dicho sobre su falta de destino, por medio de la ciencia ha

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destruido cualquier atisbo de fe. En consecuencia, los dogmas han caído y con éstos, toda idea

posible sobre el dios cristiano.

Por defecto, sin Dios o moral que instaure un sentido para la vida, cada ser humano debe

ser su propia ley. Para ser el amo de ‘nuestra’ sombra se necesita, entonces, ser nihilista. El deseo

de la nada es, quizá, la única existencia moralmente aceptable, pues toda la realidad es

contingencia y por lo mismo ineludible. Nada puede hacer el ser humano para soterrarla. Por el

contrario, tiene que aceptarla tal cual es, en toda su atroz revelación, y a partir de esta afirmación

volcar la voluntad del individuo a la edificación de su propio destino. Inspirado en los estoicos,

Nietzsche observó que el presente es el único tiempo posible para la auto-realización del ser

humano. Desde el presente se contempla el pasado en el futuro. Este fue el movimiento de la

mirada histórica que configuró la noción del ‘eterno retorno’. A pesar del interés que despertaron

en un inicio estas ideas de Nietzsche, los círculos intelectuales le exigieron pruebas científicas

que demostrasen sus teorías. El filósofo no las consiguió.

Frustrado, enfermo, abatido por el silencio, el descrédito, la angustia, se marchó a Italia.

En este lugar escribió Así habló Zaratustra (1883-1885). El advenimiento del superhombre es

inequívoco, inexorable. Este libro para todos y para ninguno no busca encumbrar a dios alguno:

proyecta la profecía del nihilismo, según la cual cada ser humano debe descubrir por sí mismo su

lugar en la vida. La época moderna es, por antonomasia, la edad del nihilismo, que habrá de

aniquilar toda jerarquía, toda uniformidad, todo materialismo.

Luego en Más allá del bien y del mal (1886), Nietzsche continúa con sus dos tesis

centrales: el eterno retorno y el superhombre. Dios, la Ley y la Verdad han reducido la realidad

humana. La religión, la moral y la ciencia han desdibujado el campo de la experiencia hasta

configurar una masa ambigua incapaz de recocer su crueldad o su belleza. En su postura,

típicamente irracionalista, el nihilismo aparece como un movimiento de relectura de las

tradiciones culturales que subyacen en el desarrollo de la historia.

Desde esta perspectiva no existe la verdad. LeMay (2006) advirtió: “¿Qué es la verdad?

No existe tal cosa. Verdad es sólo un concepto inventado por los griegos para convencer a los

demás de que ellos debían gobernarlos. Toda cultura que ha dominado, explotado y oprimido a

otra lo ha hecho en nombre de alguna verdad, proclamar la verdad es en realidad pretender el

poder”. (p.29)

Nietzsche continúo con las tesis de este libro en La genealogía de la moral (1887), donde

expuso una lectura genealógica de los conceptos fundamentales de toda moralidad, que habían

sido articulados en el proceso de formación del pueblo judío. Luego, la conciencia de culpa obligó

a los señores a derrotarse y nació el cristianismo. Ante esto, al individuo le compete la inversión

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y transmutación de todos los valores: morales singulares capaces de guerrear contra las morales

colectivas, es decir, la materialización de una ‘voluntad de poder’, única y fulgurante.

En El ocaso de los ídolos (1889), Nietzsche filosofó a martillazos. Contra cualquier

apariencia o juego de verdad, los golpes de su metafísica angustiada favorecen la voluntad de

poder de los fuertes, es decir, de aquellos que han creado su propia moral. Si Dios está en la

Tierra, el destino humano, cuando una afirmación como esa se lanza contra el abismo de silencio,

no será otro que el destino de Nietzsche o el destino de cualquiera de su estirpe: la locura.

Finalmente, luego de más de ocho años de convalecencia y reclusión en casa de su madre,

Nietzsche murió el 25 de agosto de 1990. Moría un siglo, iniciaba otro y con esto iniciaba

igualmente la auténtica tragedia de Nietzsche de mano del nazismo.

Husserl

Edmund Husserl (1859-1938) fue un filósofo alemán de origen moravo, fundador de la

filosofía trascendental y del movimiento fenomenológico, uno de los movimientos más

importantes e influyentes de la filosofía del siglo XX. Luego de estudiar matemáticas, se interesó

por la psicología y la filosofía. Desde estas perspectivas teóricas, concibió la fenomenología como

un proyecto para renovar la filosofía, convirtiéndola en una empresa colectiva. De ahí que afirme

que “la tarea fundamental del filósofo –su fin vital en cuanto filósofo- consiste en alcanzar una

ciencia universal del mundo, un saber universal, definitivo, una totalidad de las verdades en sí

sobre el mundo”. (Husserl, 1992, p.129)

La oposición empirismo – racionalismo se deshace en la fenomenología, debido a que

toda experiencia del mundo es una experiencia intencional de la intuición. Así, los conceptos

centrales de esta filosofía son intuición e intencionalidad. De ahí que se entienda a la

fenomenología como el análisis descriptivo de vivencias intencionales. Cada vivencia intencional,

a su vez, se estructura en partes y aspectos, que salen a la luz gracias a la tarea fenomenológica

que los describe al descomponer el objeto.

Luego, pasa de la noción de fenomenología entendida como psicología descriptiva hacia

una nueva idea de la ciencia filosófica como tal. El papel de la crítica de la razón fue expuesta en

dos obras fundamentales de Husserl: Filosofía como ciencia estricta (1911) e Ideas relativas a

una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica (1913). El conocimiento, entonces, se

concibe como una experiencia psicológica:

La teoría del conocimiento entendida por Husserl como crítica de la razón teorética o crítica del

conocimiento natural, tiene que establecer cuál es la correcta relación entre conocimiento, sentido

del conocimiento y objeto del conocimiento. El conocimiento como vivencia es un hecho

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psicológico, individual, concreto; soy yo o eres tú o es él quien piensa tal cosa determinada. La

vivencia, por otro lado, tiene un sentido que no se identifica con el momento psicológico real de

aquella. La comunicación humana supone, vaya por caso, que alguien entiende (o al menos puede

entender) lo mismo que otro le dijo, de tal manera que un mismo sentido se da en dos vivencias

distintas. (Lambert, 2006, p.520)

La teoría del conocimiento fenomenológico se propone determinar el sentido de

objetualidad de un objeto en tanto que este puede ser conocido. La configuración del objeto,

entonces, se corresponde con una esfera del ser. La singularidad del conocer se debe a la

inmanencia del conocimiento, porque el fenómeno psicológico denominado reflexión sobre la

percepción supone una vivencia de percepción inserta en el tiempo objetivo de la realidad.

Edmund Husserl (1982) afirma que:

Si nos limitamos a la mera fenomenología del conocimiento, se trata en ella de la esencia del

conocimiento, mostrable de modo directo e intuitivo; es decir, de una mostración intuitiva y una

separación analítica de las múltiples especies de fenómenos que abarca la amplia rúbrica de

conocimiento; y ambas, la mostración y la separación, en el marco de la reducción fenomenológica

y del darse el objeto mismo. La cuestión es: qué se encuentra en estos fenómenos y qué se basa

esencialmente sobre ellos; de qué factores constan; qué posibilidades de complexión fundan

(siempre por esencia y de modo puramente inmanente); y qué relaciones genéricas toman de aquí

su origen. (p.67)

La percepción no es un acontecimiento solipsista, sino un abandono a la inmanencia. Por

lo cual se considera que la intencionalidad es un rasgo esencial de la vivencia cognoscitiva. Esta

intención es la referencia. Su comprensión necesita, así, la suspensión de lo percibido y el acto

mismo de percibir, suspensión que Husserl denominó epojé, que da paso al flujo de la conciencia.

“Así pues, si tenemos que el objeto solo se da en su correlación con una determinada intención

que lo mienta, y si hay modalidades de intención irreductibles unas a otras, entonces hay que

constatar también tipos específicos de objetualidad irreductibles unos a otros”. (Lambert, 2006,

p.525)

Entendida la percepción como un acto psicológico intencional, la fenomenología describe

la constitución de la objetualidad, es decir, el carácter inmanente e intencional del fenómeno que

crea un objeto para el yo. “El aparécese del fenómeno constituye y crea el objeto para el yo. Hay

que insistir en el hecho de que la conciencia no ha de ser entendida como una caja o recipiente en

que están los objetos o sus imágenes”. (Lambert, 2006, p.526)

Además, la fenomenología es una metafísica de la crítica a la razón que busca sacar a la

luz los modos de constitución de las formas de objetualidad. Esta es la condición epistemológica

para la nueva filosofía:

La filosofía se define, así, por su relación con el conocimiento natural: si ella constituye una nueva

dimensión, el conocimiento natural no es otra cosa que “una dimensión vieja”, es decir, una

dimensión ya conocida, habitual, determinada por la despreocupación. El saber filosófico

abandona esa dimensión vieja por medio del ejercicio de la reducción, que instala al saber en un

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terreno nonatural, no-habitual y determinado por la preocupación respecto de las dificultades del

conocimiento. Por eso habla Husserl de crítica de la razón o también de crítica del conocimiento

natural. Actitud natural y actitud crítica son, pues, los dos polos que entran en juego para definir

la filosofía. (Lambert, 2006, p.526)

En síntesis, toda metafísica precisa de una crítica del conocimiento, es decir, de la razón.

Desde la crítica es posible interpretar la naturaleza del ente –el ser de la cosa-. La razón teorética

junto a la razón estimativa y a la razón práctica constituyen las formas primordiales de la

racionalidad. Y el proyecto de Husserl buscó re-articular esta interpretación: “la búsqueda

husserliana de una nueva idea de ciencia filosófica desemboca en la noción de crítica de la razón,

que, a su vez, está marcada por la actitud específicamente filosófica que es la actitud

fenomenológica”. (Lambert, 2006, p.526) La actitud fenomenológica permite la comprensión del

ser de las cosas y del ser del mundo. Postura que sería luego continuada por Heidegger, y

finalmente por Derrida.

La fenomenología permite comprender a la filosofía como una autorreflexión de la

humanidad. La experiencia real confirma la movilidad y disipación de la conciencia, que funda

un acto de reconocimiento. “En función de tal experiencia, cuando ponemos en común la vida de

conciencia, que por otra parte no puede ser aislada de un individuo a otro, sino participa

íntimamente en una comunidad, la cosa existe para nosotros, es real, vale para nosotros”. (Husserl,

1992, p.130) La experiencia de percepción convierte al mundo en una realidad común para la

humanidad. Edmund Husserl (1992) afirmó que la experiencia comunitaria al igual que la

experiencia personal ejerce correcciones sobre sí misma, a través de la relatividad de sus

percepciones y enunciados:

Y, sin embargo, ella no es una ficción, una invención de la que podríamos prescindir y que

carecería de significado; es una invención que eleva al hombre a un nuevo nivel, o, al menos, que

está llamada a elevarlo a un plano en que la vida humana adquiere una nueva dimensión histórica:

con relación a ésta, la nueva idea de verdad desempeña el papel de entelequia; designa el proceso

filosófico o científico que le está ordenado, el principio metodológico de un pensamiento científico

de nuevo género. (p.131)

Es el lenguaje el que describe y el que inventa al objeto. Lo subjetivo es comprendido

como un nuevo aspecto de lo objetivo. No una apariencia; sino, el discernimiento intuitivo de la

percepción. La fenomenología analiza y describe las condiciones previas de su realización.

Alrededor de este postulado, articula un método. Las transformaciones y el sentido de la

subjetividad son reelaboradas, a partir de una manera concreta y analítica, que descubre su

naturaleza y su singularidad. La intuición es interpretada en cuanto acto o fenómeno, es

problematizada a través de la lectura de la fenomenología trascendental.

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Esta crítica racional, que comprende a la razón como el elemento específico del ser

humano, es “un devenir constante, traspasado por una intencionalidad constante de desarrollo”.

(Husserl, 1992, p.135) En esto radica, la correlación del individuo o el ser aislado con el orden de

la humanidad: la percepción del Yo es por correlato la percepción de la esfera humana que lo

unifica nuevamente a la vida. Por tanto, la vida humana. “La vida personal verdaderamente

humana se despliega a través de diversos grados de toma de conciencia y de responsabilidad

personal, desde los actos de forma reflexiva, pero todavía dispersos, ocasionales, hasta el grado

de toma de conciencia y de responsabilidad universal […] la decisión de imponer al conjunto de

la vida personal la unidad sintética de una vida colocada bajo la regla de responsabilidad universal

de sí mismo”. (Husserl, 1992, p.136)

Heidegger

En cierta medida, Heidegger (1889 – 1976) fue el gran contra-filósofo de la modernidad:

su crítica a la teleología de la historia, al dispositivo de la ciencia y a la metafísica del Ser

circundan un mundo en crisis, profano, racional, nihilista. Desde su mirada, la filosofía moderna

ha convertido al mundo en un objeto, destruyendo su realidad de morada de lo humano. Así, la

totalidad del mundo o el Ser no existe solamente para ser usado por el proyecto del ser humano;

por el contrario, está y es ahí para permitir el surgimiento de la condición ontológica de la persona:

entrega la imagen de su insuficiente y también reflecta el espejismo de su destino.

La filosofía de Heidegger opone la filosofía moderna la necesidad de una relectura de la

tradición filosófica occidental. Las preguntas fundamentales enunciadas por los griegos de la

Antigüedad presocrática construyen el punto de partida de Heidegger. Parménides, Pitágoras,

Heráclito, Sócrates, se convierten así en sus autores fundamentales. Pero esto no significa que

niega a Platón y Aristóteles. Heidegger, en cambio, los lee desde otra perspectiva: no como el

punto de quiebre de una racionalidad sino como el punto de culminación de un proceso del pensar,

cuyos orígenes se pierden en la noche de la humanidad y de su lenguaje.

Influenciado por Kierkegaard, Nietzsche, Husserl; Heidegger concibió un individuo atado

a la temporalidad, al vacío, a las interpretaciones de la verdad. La experiencia humana no

sobrepasa al individuo ni el individuo sobrepasa la experiencia humana, es decir, la experiencia

es necesariamente la experiencia de algo y ese algo experimentado es por consecuencia el

descubrimiento de lo humano.

El pensar, desde la lectura de Heidegger, marcó el fin de una filosofía y el inicio

irreductible de otra, que supuso así la necesidad de una discusión con toda la tradición de la

filosofía occidental, especialmente en su rama idealista representada por Descartes, Rousseau,

21

Kant y Hegel. Como materialización de su trabajo, se cuentan más de cincuenta obras que versan

sobre todos los temas imaginables, que figuraron como imprescindibles para la comprensión e

interpretación de la modernidad.

Sin embargo, su pensamiento no ganó trascendencia sino hasta la publicación de Ser y

tiempo (1927). Luego de su participación en el nazismo (1928 - 1951), época oscura por la cual

fue condenado al ostracismo filosófico y a un aparente olvido obligado por la nueva ideología ya

sea en su versión liberal o comunista, continúo escribiendo desde el aislamiento, prácticamente

hasta su muerte. Hecho que más bien confirmó su importancia para la filosofía –centrada en el

desentrañamiento del misterio de la existencia-: “Para Heidegger había un solo problema: desde

que los filósofos comenzaron con sus preguntas sobre el mundo, todos ellos omitieron el hecho

más importante. A saber: el mundo existe”. (LeMay, 2006, p.42)

La existencia del mundo se encarnó en una filosofía que intentó pensar el significado de

esta condición básica de la existencia: el Ser. Por ‘ser’, Heidegger entendió la existencia misma

de las cosas, el hecho que las cosas sean:

El Ser (siempre con mayúscula) es la condición originaria o “fundamento” que permite que todo

lo demás exista. Todo lo demás –personas, planetas, flores, objetos- son los seres (siempre con “s”

minúscula), las entidades que existen en el mundo. La idea puede entenderse mejor si comparamos

el Ser con la luz. Sin luz, la visión humana resultaría imposible. La luz es condición necesaria para

ver las cosas. De manera análoga, el Ser es la condición necesaria para que existan los seres. Sin

el Ser, sin la existencia fundamental, no existirían los individuos. Y así como uno nunca ve la luz

sino las cosas iluminadas, nunca se tiene experiencia directa del Ser sino de los seres que existen

por él. (LeMay, 2006, p.46)

Y, por correlato, la posibilidad de la no existencia del mundo se manifiesta en la Nada,

que es, en definitiva, la posibilidad de inexistencia de las cosas: la no existencia de todo. Sin la

percepción de una Nada cercana, la apreciación del Ser se hace más difícil. El Ser impide que la

Nada anule la naturaleza humana y toda naturaleza. Además, entre el Ser y la Nada existen los

seres: todas las cosas que devienen seres gracias al Ser. Proceso que implica a su vez una

temporalidad para los seres, pues el tiempo se constituye como un elemento intrínseco de su

propia constitución, debido a que todo ser termina en el estado de la Nada con su muerte. Al

existir, los seres humanos participan del Ser –son en el tiempo-, y al dejar de existir, de la Nada.

Sólo estas dos posibilidades, el Ser y la Nada, son continuas:

Gran parte de la filosofía y las ciencias de Occidente buscan obtener conocimiento de las entidades

particulares, pero esta preocupación por los seres conduce al olvido de la preocupación por el ser.

Para Heidegger, estaba en juego el pensamiento occidental. Él sospechaba del empirismo, el

positivismo y el pensamiento científico. Heidegger pensaba que toda la historia de la filosofía,

siguiendo el modelo original de Platón, olvidó el Ser y se dedicó a los seres. La exposición del Ser

primordial que él mismo proponía, decía, marcaba el fin de la filosofía –la tradición de pensar los

seres- y el comienzo de una nueva tarea, “pensar”, un intento de comprender el Ser. (LeMay, 2006,

p.53)

22

Heidegger consideró, por tanto, al Ser en su naturaleza ‘elusiva’: el Ser elude la palabra

y el nombre, por no ser una individualidad no puede observarse. No obstante, entre todos los

seres, sólo el ser humano tiene la capacidad de preguntarse sobre su existencia y tramar respuestas

para estas interrogantes concernientes a búsquedas fundamentales, es decir, pensar permite al ser

humano acercarse a la comprensión del Ser, que se da a conocer a la humanidad porque mantiene

una relación especial con él. Sólo en la cotidianidad, la investigación fenomenológica de lo

humano revela la experiencia del Ser en la experiencia de ser un ser humano típico.

La interpretación del existente particular implica volver a pensar el significado de lo

humano. El Dasein o ‘ser/estar-ahí’ es la especificidad de lo que el ser humano es en su relación

con la totalidad del Ser, y el único momento en el cual el ser humano afirma su Yo. El Dasein en

su cotidianidad constituye un espacio en blanco, un área por llenar. Al ser la entidad humana

específica, el Dasein no se reduce a un cuerpo biológico ni a una mente ni a un actor social ni a

un factor económico ni a una conciencia ni a un punto de vista; es la entidad arrojada al mundo,

es decir, arronjada al Ser, para enfrentarse o aceptar cosas que no ha elegido y que escapan a su

control. De ahí que, sea la cultura el elemento constitutivo del Dasein, debido a que cada cultura

deviene lo humano arrojado: “Todo lo que uno puede hacer ya está regulado por el entorno social.

Los seres humanos particulares no tienen nada de singular. Nadie es un individuo autónomo, libre

para elegir su propia manera de existir”. (LeMay, 2006, p.62)

En consecuencia, cada sistema de ideas es el correlato de una visión cultural, es decir, de

una singularidad del Dasein. El mundo de la cultura, a su vez, está formado por el conjunto de

prácticas sociales que despliegan las interacciones humanas. Por tanto, no hay esencia de lo

humano. Cada cultura se define a sí misma en su particularidad y “cada uno de estos mundos

puede a su vez dividirse en otros menores que definen de un modo más específico al Dasein”.

(LeMay, 2006, p.64)

El Dasein se define por su grado de participación en los distintos mundos de la cultura en

la que se especifica. Así, el acto de existir del Dasein se denomina ser-en-el-mundo. Lo que

involucra que tanto el ser humano como el mundo son parte correlacional del otro:

Para Heidegger no hay distancia, física o mental, entre nosotros y nuestro mundo. Estar

involucrado con su mundo es intrínseco al Dasein. No hay existencia, o hay “ser/estar-ahí”, sin un

mundo en el cual existir. Una persona sin mundo no tiene sentido. El mundo y el Dasein son uno

y el mismo. El Dasein mismo, en definitiva, aquellos seres que llamamos humanos, son posibles

en su ser únicamente porque hay un mundo… El Dasein se exhibe a sí mismo como un ser que

está en su mundo pero que al mismo tiempo es gracias al mundo del cual es. Aquí encontramos

una peculiar unión de ser en el mundo con el ser del Dasein que a su vez se puede hacer

compresible sólo cuando se hayan aclarado las estructuras básicas de aquello que mantiene la

unión del propio Dasein con su mundo. (LeMay, 2006, p.66)

23

Es decir, el Dasein se explica a sí mismo a partir del mundo en que es arrojado, pues el

ser/estar-en-el-mundo es un sistema de relaciones que definen su singularidad cultural, su

corporización: el Uno, que materializa todas las posibilidades de existir del Dasein, el entorno de

posibilidad donde actúa el individuo. De ahí que, se considere que Uno cumple una función

normativa que moldea el comportamiento del Dasein. Lo que significa que el ser-en-el-mundo es,

por su naturaleza cultural, un ser-con-los-otros. La cotidianidad disuelve las particularidades de

los otros, del Otro, y lleva al Dasein a la conciencia de su condición: haber sido arrojada.

Por otra parte, Heidegger piensa la existencia humana como una triple singularidad del

Dasein en su relación con el Uno. Si una persona se construye en la cultura desde una posibilidad

que lo lleva a permanecer, a no negar, a afirmar las condiciones contingentes que ha heredado, el

filósofo de Edimburgo afirma que se trata de una ‘existencia diferenciada’, pues nunca cuestionó

el sentido de su vida ni su lugar en el mundo y aceptó a ciegas la existencia que el Uno le dio,

vive la existencia de una vida sin la conciencia de haber sido arrojada al mundo. Pero si la

existencia cobra conciencia de sí, reconoce su condición de arrojada, y esto motiva un cambio

para su vida posterior, eligiendo el destino que le sea favorable a su realización, sustituyendo una

vida hecha por el Uno por otra, se pasa a una ‘existencia inauténtica’; se ha cambiado los

contenidos de su mundo, pero su forma de vida permanece inalterable, realidad que lleva a la

existencia a experimentar angustia ante su condición.

De acuerdo a LeMay (2006), la angustia aparece cuando el Dasein toma conciencia de

que todo lo que puede hacer ya ha sido definido por el Uno y de que con el tiempo volverá a la

Nada, tras ser un engranaje más del Uno. “La angustia marca el momento en que el Dasein

enfrenta la posibilidad de la Nada”. (p.78) Así, cuando el Dasein no soporta la angustia ante la

Nada y cae, se sumerge en el mundo del Uno y puntualiza la inautenticidad del ‘ser-hacia-la-

muerte’. Sin embargo, elige no caer en el Uno y responsabilizarse sobre su vida en el vivir para

enfrentar la muerte, afirmándose el Dasein y convirtiéndose en un ‘ser-para-la-muerte’, es decir,

la vida de una ‘existencia auténtica’.

Ser y tiempo (1927), uno de los libros fundamentales y más complejos de la filosofía

contemporánea, es la obra donde Heidegger expuso y desarrolló las ideas de autenticidad e

inautenticidad, como formas de existencia del Dasein:

La ansiedad devuelve al Dasein a aquello por lo cual está ansioso: su auténtica potencialidad-para-

ser-en-el-mundo. La ansiedad individualiza al Dasein en su ser en el mundo, y alguien que

entiende, se proyecta a sí mismo esencialmente sobre sus potencialidades. En la angustia, Uno se

siente inquieto. La peculiar indefinición de aquello en medio de lo cual el Dasein se encuentra a

sí mismo, en la angustia llega originariamente a la expresión: la nada y ninguna parte. Pero aquí

desazón también significa no-sentirse-en-casa. El Dasein se aleja de sí mismo de acuerdo con su

atracción más intrínseca a la caída… El Dasein que en su esencia es entregado al mundo, se enreda

en su propio interés. Puede ceder a esta tendencia a la caída, hasta el punto de privarse de la

posibilidad de retornar a sí mismo. Por proximidad, el Dasein es “ellos”, y para la mayoría

permanece así. Si el Dasein descubre el mundo a su manera, si des-oculta su ser auténtico, este

24

descubrimiento del mundo y este des-ocultamiento del Dasein siempre se logran en el despejo de

ocultamiento y oscuridades, como una ruptura de los disfraces con que el Dasein obstruye su

propio camino. (LeMay, 2006, p.82)

Esta concepción sobre las posibilidades del ser-en-el-mundo, confluyó con la filosofía

existencialista de posguerra. El mundo adquiere un sentido momentáneo a través del lenguaje.

Pero la experiencia no puede reducirse a conceptos. El sinsentido del mundo reconoce la libertad

del individuo, para elegir sobre su destino y sobre la forma del Dasein, como constituyente de la

singularidad humana. Sin embargo, Heidegger, a pesar de las convergencias, rechazó al

movimiento existencialista. Heidegger veía en el existencialismo otra versión de la filosofía de

Descartes. El ‘yo’ existencialista se asemeja a la cosa pensante: los dos conceptos centran el

mundo alrededor del individuo.

El ‘yo cartesiano’ impone el principio de la cosa pensante sobre el mundo de los seres.

Así, la tecnología que ha creado, centra al ser humano en el mundo. Realidad filosófica que

Heidegger critica e identifica en la filosofía existencialista bajo la noción de ‘individuo’.

Convertido el mundo en un recurso de la cosa pensante, el hombre se separa del Ser e inicia su

deshumanización. Advierte LeMay (2006) que:

El mundo existe para ser usado. Existe para las cosas pensantes que tienen el poder de explotarlo.

Debido a la preponderancia de la actitud tecnológica, el origen de muchas atrocidades del mundo

puede remontarse a la creencia filosófica, presuntamente inocente, de que somos individuos que

damos referencia al mundo, de que somos una versión de la cosa pensante. Al vernos de esta

manera, perdemos el respeto por todos los demás seres del mundo, perdemos nuestra capacidad de

reconocer el Ser. (p.101)

Para Heidegger, cualquier manera de ver el mundo centrada exclusivamente en una clase

de ser (lo cual incluye la manera en que la tradición filosófica hegemónica ha mirado las cosas y

las ha pensado), excluye la posibilidad de ver el mundo en una multitud de maneras: apreciativa,

respetuosa, artística. Sólo dándose cuenta de que la humanidad es un ser entre muchos y sólo una

parte de un Ser más abarcador, se puede comenzar a vivir en armonía con el resto del mundo.

La técnica y la tecnología son las dos singularidades históricas que impiden al ser humano

reconocerse en el Ser, algo que la poesía en cambio afirma en su búsqueda y autoreconocimiento

en la penuria de los tiempos. Según Heidegger, se ha olvidado el ser y al ver el mundo a través de

los dispositivos de la tecnología se excluye la posibilidad de reconocer su esplendor, que es el

esplendor del Ser. Desde esta perspectiva, sólo el pensar puede salvar el peligro del Ser, debido a

que hace de la reflexión, es decir del pensar filosófico, la posibilidad irrecusable para volver a la

complejidad del Ser, que no puede reducirse a existir como un recurso de la humanidad.

El arte, además, es una de las formas de apreciar las relaciones entre los seres que la

técnica y la tecnología oculta. De acuerdo a Heidegger, el arte es el opuesto de la tecnología, pues

25

no trata a los seres como ‘cosas’ o ‘recursos’ para saciar el hambre de la humanidad. El arte

involucra a la vez una forma diferente de apreciación: los objetos que el arte recrea aparecen en

su contingencia, en su contexto, son dueños de una historia. De ahí que, Heidegger sostenga que

en la obra de arte opera la verdad del Ser:

Mediante el contraste entre arte y tecnología, Heidegger intenta mostrarnos que hay diferentes

formas de ser-en-el-mundo. Algunas, como el arte, implican un cuidado de las cosas en su contexto

y significado histórico. Esto es parte de la vida auténtica. Pero otras, como las actitudes

tecnológicas que tratan todo como un recurso disponible, niegan que somos un ser entre muchos

seres… y, en consecuencia, niegan el Ser. (LeMay, 2006, p.108)

En el arte, se reconoce el Dasein. Aquello que ha permanecido ocultado, aparece en la

temporalidad del instante. En la poesía, por ejemplo, el Ser, por medio de las palabras

fundamentales, tiende un puente hacia la existencia de las cosas. “Mediante el lenguaje, podemos

experimentar nuestra reacción original con el misterio de la existencia”. (LeMay, 2006, p.110) La

memoria del Ser se ha materializado en el lenguaje, pues registra todos los momentos del ser en

la naturaleza. “Cada aparición histórica del Ser crea una palabra especial que se convierte en

símbolo de su llegada”. (LeMay, 2006, p.110) De ahí que, el pensar siempre busque capturar el

origen de las palabras, en el momento cuando la diferencia entre la palabra y el sentido todavía

no se había atenuado y que por lo mismo contiene la existencia auténtica del Ser. Por tanto,

Heidegger concluye que el lenguaje es la memoria viva de los seres en su relación con el Ser.

Sólo en la experiencia original de la palabra, se encuentran las claves para que el ser

humano encuentre las claves de su existencia, que no son otras que las claves del Ser que habla.

Estas palabras fundamentales –como verdad, conocimiento, ser humano, etc.- responsabilizan al

ser humano de su vida. De esta manera, el griego es una lengua en la cual todo lo que ‘se dice’,

al mismo tiempo ‘es’. Esta relación especial con el Ser se debe a que en este idioma fueron

pronunciadas, por primera vez, las preguntas fundamentales.

En su búsqueda del origen, Heidegger forzó su lengua materna: acuñó términos, fusionó

palabras, desempolvó viejos vocablos en desuso, tamizó etimologías, forjó sentidos.

Procedimientos que fueron el producto de una actividad intensa del pensar, que buscó des-ocultar

al Ser de los razonamientos, el cálculo, la lógica y conceptos inútilmente trazados en la historia

del pensamiento (la Idea de Platón, la Sustancia de Aristóteles, la Cosa Pensante de Descartes, el

Imperativo Categórico de Kant, la Voluntad de Poder de Nietzsche).

Heidegger, a través de la crítica al pensamiento y a la técnica del mundo moderno, articuló

una nueva filosofía y una nueva forma de entender el significado de la existencia y del Ser. El ser

humano no es el sujeto que existe en su relación con el objeto ni el yo en su relación con el

nosotros. Se define en su relación ex–siste con el Ser, por medio de una apertura que ilumina su

condición histórica. La forma de existir, de acuerdo a Heidegger, se denomina ‘morar’ en el

26

mundo, es decir, vivir una vida poética como acompañante del Ser. “Heidegger sentía que vivir a

la luz del misterio fundamental de la existencia era algo que no podía explicarse, sino sólo

experimentarse”. (LeMay, 2009, p.123)

La experiencia de existir, de esta forma, aparece en la obra de Martin Heidegger como

una pregunta incesante, que no deja de proyectar el sentido y la historia de las palabras. Su

planteamiento del pensar, sirvió de punto de partida de la deconstrucción de la filosofía

occidental, que realizó una arqueología del conocimiento, para revisar y evaluar críticamente la

trayectoria de la filosofía moderna. Critica a la ontología que a su vez reelaboró las miradas que

piensan al Ser y sus formas de existencia singulares.

Sartre

Jean-Paul Sartre (1905 – 1980) fue uno de los pensadores más importantes de la escena

intelectual francesa del siglo XX. Su actividad no se redujo a la filosofía, también exploró la

literatura a través de distintos géneros como la novelística, el teatro y la crítica; por otra parte, fue

un activista político de vital trascendencia para los movimientos contraculturales de los años de

posguerra. Su filosofía del individuo y la libertad fue una conjugación dinámica, siempre en

tensión, del existencialismo y el marxismo, aunque en los últimos años de su vida abandonó

ambos movimientos.

En la Sorbona, conoció a Simone de Beauvoir, mujer con quien habría de relacionarse y

quien tendría una influencia muy importante en su vida y obra. Donald Palmer (2007) anota al

respecto que Sartre y Simone de Beauvoir “se enamoraron e iniciaron una camaradería que duró

toda la vida de Sartre, aunque nunca se casaron: preferían no convivir, tuvieron otros amantes y

se trataron siempre de ‘usted’. Filosofaban juntos y se influyeron mucho uno al otro”. (p.09).

En 1933 se trasladó a Berlín a estudiar filosofía con Edmund Husserl, quien por entonces

había convertido a la fenomenología en un pensar dinamizador de la experiencia filosófica o

metafísica3. Luego de esta formación, escribió los libros La psicología de la imaginación (1936),

La trascendencia del ego (1937) y su novela La náusea (1938). Sin embargo, su trabajo intelectual

3 La fenomenología es, en síntesis, el método utilizado por la filosofía existencialista. Este método busca

capturar las características subjetivas de la conciencia, para comprender su estructura objetiva. La primera

etapa consiste en una descripción pre-teórica, por medio de la descripción detallada y minuciosa de las

texturas, sutilizas y exageraciones de la conciencia. En esta etapa, se tiene que prescindir de los supuestos

conceptuales –suspensión fenomenológica o suspensión del juicio y la conciencia del tiempo- para entender

los gestos que subyacen en la actividad de pensar. El segundo momento, en cambio, es la vez el momento

de la abstracción y de la cultura. De ahí que, sea el análisis del espacio histórico. Así, la experiencia del

aquí-ahora es la base fenomenológica de toda conciencia. Gracias a esta suspensión (epoché), la conciencia

se libera de sus limitaciones prácticas.

27

cesó con el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939. Lo que lo obligó a replantearse su papel

como ser humano en la historia y el mundo, razón por la cual se alistó al ejército.

Pero en 1941, luego de escapar de un campo alemán de prisioneros, se unió a la resistencia

francesa, grupo que llamaron “Socialismo y libertad”. Con un contenido anti-nazi, escribió para

distintas revistas y diarios clandestinos, además estrenó su obra de teatro Las moscas (1934). De

este modo, al finalizar la guerra en 1945 sus ideas y sus obras, junto a la de otros autores como

Albert Camus o Maurice Merlau-Ponty, se convirtieron en el centro de la vida intelectual de París.

El existencialismo se puso en boga y Sartre se convirtió en un hombre famoso. Fundó,

además, la revista Tiempos modernos (Tiempos modernos), que pronto se adscribió a la izquierda

ideológica. Hecho que a la vez significo la ruptura y separación de Sartre con los existencialistas,

especialmente su polémica con Albert Camus en torno a la defensa de la URSS y la revelación a

la prensa mundial de la existencia de los campos de concentración comunistas, conocidos con el

nombre de Gulag.

Su adscripción al marxismo se materializó en la obra Crítica a la razón dialéctica (1960),

en la cual rescató la noción del individuo y la libertad marxista. Puntuales teóricos desde los

cuales posicionó su presencia y su ética del compromiso desde los cuales eligió rechazar el Premio

Nobel de Literatura, que le fue concedido en 1964. Sin embargo, tras los sucesos de Mayo del 68,

Sartre se distanció de la URSS y el estalinismo, a raíz de la invasión soviética a Checoslovaquia.

Sin embargo, continúo con su militancia izquierdista.

Su filosofía existencialista se centra en la comprensión del siguiente enunciado: ‘La

existencia precede a la esencia’, es decir, no hay un algo pre-existente, el ser es una existencia

postrera a la experiencia de ser y estar. Lo que significa, necesariamente, que no hay Dios ni idea

alguna sobre una mente maestra y arquetípica que recree su esencia inmutable en lo creado, por

el contrario, es el ser humano histórico, quien de acuerdo a una circunstancia cultural, se recrea a

sí mismo en la imagen indefinible de un Dios ajeno a la naturaleza humana. “Cada ser humano

está solo, abandonado y libre. Cada cual crea y recrea su esencia en todo momento, gracias a sus

elecciones y acciones”. (Palmer, 2007, p.27) La existencia del individuo se plantea, entonces,

como la búsqueda de la libertad auténtica y original.

En El Ser y la Nada (1943), subtitulado Ensayo de ontología fenomenológica, Sartre

planteó la ontología como el estudio del Ser de la Realidad. La libertad es entendida como una

monstruosidad, pues el ser humano está condenado a ella y nada puede hacer para negar esa

condición y cuya conciencia genera terror. “Según Sartre, esta teoría es confirmada por la

fenomenología, que además descubrió que la angustia frente a la libertad es fundamental para la

conciencia. Descartes había creído descubrir ‘el yo’ en el fondo de la conciencia, Sartre sólo

encuentra angustia”. (Palmer, 2007, p.46)

28

Para Sartre, de acuerdo a la interpretación de LeMay (2006), admitir el sinsentido de la

propia existencia y aceptar la responsabilidad por las propias acciones es lo que Sartre llama

autenticidad. Para Sartre, esto quiere decir que uno asume su propia libertad. Sin Dios y sin un

sentido que explique la existencia, todo lo que somos resulta de lo que hacemos, y por esta

acumulación sólo uno es responsable. Las dos experiencias humanas que dominan la existencia,

desde la conciencia o no conciencia de la angustia, es el ser-para-sí y el ser-en-sí. El mundo de

las estructuras creadas por el ser humano, tal cual sucede con el lenguaje, descubre lo existente

ocultándolo, no lo designa:

Según Sartre, nunca o casi nunca enfrentamos la realidad (el ser-en-sí) de modo directo, sino a

través de las instituciones humanas, que en rigor más que revelarla la encubren. El pensamiento

humano versa habitualmente sobre el pensamiento: es un sistema autorreferente infinito, no

preparado para referirse, más allá de sí mismo, a la existencia real. Por eso le hace decir a

Roquentin que la palabra “existencia” no designa nada. (Palmer, 2007, p.50)

Descubierta la superficialidad de las cosas y del Ser, la contingencia de lo existencia

devuelve al ser humano a su estado de angustia. No existen razones ni causas suficientes, sólo

apariencias y des-continuidades. Así, Sartre critica cualquier criterio de racionalidad, pues cada

explicación es apenas un estado del Ser. En esto, precisamente, radica el absurdo de la existencia,

ante la cual, el ser humano manifiesta su coraje a la hora de elegir una vida auténtica.

El ser humano se sitúa en el mundo, en primer lugar, a través de las preguntas que

interrogan su situación. En la situación, en fondo de todo figura se traduce a la Nada, que se define

como el no-ser, lo que en definitiva es lo real porque no hay sustancia o esencia que sostenga las

distintas singularidades del mundo. Pero, el vacío es la contingencia necesaria para la proyección

de la acción libre, que es por definición acción humana. De ahí que, se habla de la inexistencia de

cualquier tipo de determinismo o reflejo.

El tiempo de la existencia es, entonces, el instante… el presente. El ser-en-sí está separado

del pasado por una vida, es decir, por una nada. Lo que significa, que en el eterno presente ninguna

acción que suceda se deriva del pasado. El sentido de las acciones es una elección, pues no existe

un sentido último para la interpretación de la experiencia humana. Pero, sobre todas, la elección

más radical de la experiencia es la elección de morir, y cuya responsabilidad también significó

una responsabilidad sobre sus consecuencias.

Así, desprovisto de pasado y de futuro, el ser humano abraza la angustia como una

experiencia real que materializa la situación del individuo. “La angustia es el reconocimiento de

que dicho sistema no es necesario”. (Palmer, 2007, p.75) Así, la libertad es la condición humana,

en su radical afirmación, que por otra parte se construye en la aparición fenomenológica del Otro.

Momento en que el ser humano se auto-reconoce como proyecto y devenir, donde la persona se

comprende como ser-para-otros. Realidad que lo lleva, ineluctablemente, al compromiso. Gracias

29

a lo cual el Otro aparece ya no como Sujeto u Objeto (estados en que se buscan dominar la libre

subjetividad del Otro), sino como individuo. Esta responsabilidad, ser-para-otros, es lo que Sartre

entendió como una condena a la libertad:

Estamos, dice Sartre, condenados a ser libres. Llevamos sobre nuestros hombros el peso del mundo

entero, porque somos responsables de él y de nosotros mismos en él. A menos que nos mintamos

de mala fe, somos conscientes de ser los indiscutidos creadores de nuestros actos. Y es a través de

nuestros actos que hay un mundo, un sentido totalizador de la experiencia. Es cierto que cada una

de nuestras elecciones produce un peculiar coeficiente de adversidad: una resistencia, una

molestia, una barrera, una dificultad. Pero también somos los autores de esa adversidad. (Palmer,

2007, p.102)

La elección del individuo supone a la vez la elección de toda la humanidad. El proyecto

original del yo pasa a constituirse en proyecto de una época. Lo singular es simultáneamente una

contingencia de la temporalidad y por ende la libertad pasa a constituirse en la condición no

primordial, pero sí constitutiva de la existencia humana. Realidad metafísica e histórica que exige,

necesariamente, una ética existencial:

En filosofía, las discusiones sobre la libertad y la responsabilidad suelen llevar al tema de la ética

(las teorías filosóficas sobre la moral), incluido el discurso sobre los deberes y las obligaciones (lo

que se debe hacer). Sin embargo, la principal obra existencialista de Sartre, El ser y la nada, no

pretende ser una ética sino una ontología (una teoría del ser). En otras palabras, es una descripción

de lo que es y no de lo que debería ser. (Palmer, 2007, p.115)

Así, ontología y ética son irreductibles: el proyecto del individuo se afirma en sus

elecciones, en miras al ser-para-otros. Elegirse ser humano, implica además la libertad de su

condición en la existencia. “La única forma de evitar el inquietante pensamiento de que cualquier

acto que realizamos involucra a toda la humanidad es replegarnos en la mala fe y excusar nuestra

acción insistiendo en que no todos lo hacen”. (Palmer, 2007, p.119) El Otro concreta al Yo, debido

a que lo salva de su soledad.

MODELO DE ANÁLISIS

A.J. Greimas

Dentro de la perspectiva de Saussure y Hjelmslev para el análisis del significado, la

semiótica debe partir de las diferencias para llegar a sus relaciones intrínsecas. El esquema que

estudiaremos a continuación es la expresión lógica de cualquier categoría semántica. El Cuadrado

Semiótico es parte de la Semiótica Narrativa de A. J. Greimas (uno de los más importantes

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semiólogos de la corriente estructuralista). La teoría de este semiólogo aborda el estudio de los

códigos narrativos a través de una matriz que denominó: Recorrido Generativo (es el trayecto que

conforman los diversos componentes que intervienen en la producción de significación). Ese

recorrido, aunque pensado para los textos narrativos, es propicio para abordar cualquier texto

establecido como objeto de análisis semiótico.

Una de sus etapas se denomina Nivel Profundo de las ‘Estructuras Semio-narrativas’. Ahí

encontramos las diferencias que permiten formar la significación, es donde tienen lugar las

primeras articulaciones que le dan sentido a un texto. Tales articulaciones tienen fundamento en

las operaciones más simples de la mente: la negación y la aserción. Por ejemplo:

/bueno/, /malo/

/masculino/, / femenino/

/vida/, /muerte/

Son sencillas oposiciones que formalizan la relación de presuposición recíproca

(copresencia de unos y otros) que los términos de una misma categoría semántica mantienen. El

cuadrado organiza esas conjunciones y disyunciones, y las relaciona a los rasgos claves de

significación de un texto. El Cuadrado y sus partes es el siguiente:

GRÁFICO 1. Cuadrado semiótico

Elaborado por Alex Yánez

S1 y S2 son los pares opuestos que conseguimos en un texto bien sea lingüístico,

audiovisual o gráfico. Ambos pertenecen a una misma categoría semántica o de significación (por

ejemplo, si S1 es masculino y S2 femenino, pertenecen a la categoría semántica de género). Por

lo que uno tiene sentido en relación con el otro necesariamente. – S1 y –S2 son la no-aserción y

la no-negación. Los términos a la izquierda del cuadrado: S1 y –S1son las presencias así como

31

S2 y –S2 las ausencias. Para comprender el funcionamiento del cuadrado sigamos un ejemplo

obtenido en un clásico de la literatura:

En un diálogo de la obra El Ricachón en la Corte del dramaturgo francés Molière se da la

siguiente situación entre los personajes Jourdain y el Maestro de Filosofía:

JOURDAIN. – Os lo ruego. Y ahora es preciso que os haga una confidencia.

Estoy enamorado de una dama de mayor distinción, y desearía que me ayudarais

a redactar una misiva que quiero depositar en sus plantas.

FILÓSOFO. – No hay inconveniente.

JOURDAIN. – Será una galantería, ¿verdad?

FILÓSOFO. – Sin duda alguna. ¿Y son versos los que queréis escribirle?

JOURDAIN. – No, no, nada de versos.

FILÓSOFO. – ¿Preferís la Prosa?

JOURDAIN. – No. No quiero ni verso ni prosa.

FILÓSOFO. – ¡Pues una cosa u otra ha de ser!

JOURDAIN. – ¿Por qué?

FILÓSOFO. – Por la sencilla razón, señor mío, de que no hay más que dos

maneras de expresarse: en prosa o en verso.

JOURDAIN. – ¿Con que no hay más que prosa o verso?

FILÓSOFO. – Nada más. Y todo lo que no está en prosa está en verso; y todo

lo que no está en verso, está en prosa.

JOURDAIN. – Y cuando uno habla, ¿en qué habla?

FILÓSOFO. – En prosa

JOURDAIN. – ¡Cómo! Cuando yo le digo a Nicolasa: “Tráeme las zapatillas”,

o “dame el gorro de dormir”, ¿hablo en prosa?

FILÓSOFO. – Sí, señor.

JOURDAIN. – ¡Por vida de Dios! ¡Más de cuarenta años que hablo en prosa sin

saberlo! No sé cómo pagaros esta lección...

Al decir el Maestro “todo lo que no está en prosa está en verso; y todo lo que no está en

verso, está en prosa”... está construyendo una relación de oposición que le da sentido a la situación

32

planteada. Se puede decir que existe reciprocidad entre las posibles formas que Jourdain tiene

para cortejar (las cuales pertenecen a una misma categoría semántica: la lengua), aunque una se

oponga a la otra. Por lo tanto la solución si es lógica, no puede ser: “No. No quiero ni verso ni

prosa.” Las dos no pueden estar ausentes. El cuadrado quedaría así:

1. Prosa implica no-Verso (ausencia del mismo), es contrario con Verso y contradictorio

con no-Prosa

2. Verso implica no-Prosa (ausencia de la misma), es contrario con Prosa y contradictorio

con no verso

La escogencia correcta de uno de estos paradigmas, le dará al señor Jourdain la clave propicia

para conquistar a la dama en cuestión.

La segunda parte de la teoría de Greimas En Semántica estructural (1966), Greimas desarrolla

una teoría actualizada sobre la teoría de Propp acerca de la ciencia del relato. Su intención de

articular una gramática universal para la comprensión, análisis e interpretación del relato fue

posible en torno a una semántica estructural de la frase y con el concepto operativo de actante,

desde el cual proyectó los distintos ámbitos de acción, a partir del concepto de roles actanciales

(sujeto/objeto – remitente/destinatario – colaborador/oponente), los cuales configuran a su vez los

líneas estructurantes de toda narración (Deseo – comunicación - poder). Raman Selden (2010)

sostiene que:

Como se puede observar, la reelaboración que hace Greimas de Propp se sitúa en la misma

dirección del esquema fonémico de Lévi-Strauss. Aunque en este sentido, el primero es más

auténticamente estructuralista que el formalista ruso ya que piensa en términos de relaciones entre

entidades más que en el carácter de las entidades mismas. Al repasar las diferentes secuencias

narrativas, reduce las treinta y una funciones de Propp a veinte y las reúne en tres estructuras

33

(sintagmas): contractual, ejecutiva y disyuntiva. La primera (y más interesante) se refiere al

establecimiento o ruptura de contratos y reglas. (p.97)

Las distintas relaciones que guardan las instancias del texto narrativo crean el relato. De

esta forma, la propuesta de Greimas funciona como una herramienta analítica: es una estrategia

textual de contención, un modelo formal, o sistema de relaciones que descubren las posibilidades

de expresión del relato. El estructuralismo de Greimas mira en los secretos del texto, procede

como una investigación combinatoria sobre la estructura y el discurso, al igual que la descripción

de la apariencia y la externidad de la materia narrativa.

Greimas estuvo interesado en el análisis del sistema de convenciones del relato, pues

sostenía que es ese sistema el que lo hace posible; “no pretendió producir nuevas interpretaciones,

sino comprender cómo una obra produce los significados y efectos que le son propios”. (Culler,

2004, p.149) Esta preocupación por el proceso y la estructura del significado, inmanente a las

condiciones del relato, fue el propósito de su trabajo teórico.

De esta forma, de cada sintagma, Greimas derivó un universo simbólico, que reflecta el

paradigma. Del eje de deseo se construye un universo teleológico, del eje de comunicación un

universo ideológico y del eje de participación o poder un universo axiológico. Su modelo propone

estos dos niveles de análisis: partir de una descripción funcional para llegar a una descripción

cualitativa. En todos ellos, el lector parte de la identificación de las relaciones, las cuales pueden

ser de dos tipos: disyuntivos y conjuntivos. Los mismos que se corresponden con las relaciones

de los actantes en los universos precisados, universos que a su vez convergen en un último

universo: el universo semántico. De esta forma, a partir de la integración de las tres categorías

actanciales bajo el esquema de los roles narrativos, se llega la articulación del modelo actancial

mítico, comprendido como un sistema de interrelaciones inmanente en el relato que sostiene la

significación del discurso narrativo:

Este modelo, inducido a partir de los inventarios, que permanecen a pesar de todo inseguros, y

construido teniendo en cuenta la estructura sintáctica de las lenguas naturales, parece poseer, en

razón de su simplicidad, y para el análisis de las manifestaciones míticas solamente, un cierto valor

operatorio. Su simplicidad reside en el hecho de que está por entero centrado sobre el objeto del

deseo perseguido por el sujeto, y situado, como objeto de comunicación, entre el destinador y el

destinatario, estando el deseo del sujeto, por su parte, modulado en proyecciones de adyuvante

(ayudante) y oponente. (Cuesta, 2005, p.230)

Es decir, el modelo actancial mítico reconstruye el sistema de oposición o cuadrado

semántico que Greimas elabora para la dilucidación de la significación. Más que la estructura

subyacente, se tiene que comprender como un proceso en permanente variación y articulación.

Así, compone una especie de sistema de variaciones y posibilidades que se manifiestan en el

34

discurso por medio de distintos investimentos temáticos. El modelo actancial mítico es el

siguiente:

GRÁFICO 2. Modelo actancial mítico Elaborado por Alex Yánez

De esta forma, el investimento temático supone a su vez las posibilidades de utilización

de la hipótesis estructural suministrada por el modelo actancial mítico. Esta particularización de

las relaciones actanciales permite el desarrollo de una visibilidad circunstancial, construida por

motivos, intencionalidades, escrituras distintas. Greimas identificó, entonces, como principales

fuerzas temáticas al amor, el fanatismo religioso y político, la codicia, los celos, la curiosidad, las

vocaciones, las necesidades, la exaltación y el vértigo del abismo. Sin embargo, este inventario

de posibilidades y variaciones articulan una profunda historicidad, debido a que son las épocas y

las culturas las que crean las condiciones para que tal o cual tema sea tratado.

35

ALBERT CAMUS

CONTEXTO HISTÓRICO - SOCIAL

Época Contemporánea

La Segunda Guerra Mundial fue el conflicto armado más grande y sangriento de la

historia mundial, en el que se enfrentaron las Potencias Aliadas y las Potencias del Eje, entre 1939

y 1945. Fuerzas armadas de más de setenta países participaron en combates aéreos, navales y

terrestres. Por efecto de la guerra murió alrededor del 2% de la población mundial de la época

(unos 60 millones de personas), en su mayor parte civiles. Como conflicto mundial comenzó el 1

de septiembre de 1939 (si bien algunos historiadores argumentan que en su frente asiático se

declaró el 7 de julio de 1937) para acabar oficialmente el 2 de septiembre de 1945.

Las causas de la Segunda Guerra Mundial más inmediatas al estallido de la misma son,

por una parte, la invasión a Polonia por parte de los alemanes, y los ataques japoneses contra

China, los Estados Unidos de América y las colonias británicas y holandesas en Asia. La Segunda

Guerra Mundial estalló después de que estas acciones agresivas recibieran como respuesta una

declaración de guerra, una resistencia armada o ambas por parte de los países agredidos y aquellos

con los que mantenían tratados. En un primer momento, los países aliados estaban formados tan

sólo por Polonia, Gran Bretaña y Francia, mientras que las fuerzas del Eje consistían únicamente

en Alemania e Italia, unidas en una alianza mediante el Pacto de Acero.

A medida que la guerra progresó, los países que iban entrando en la misma (al ser de

forma voluntaria, o al ser atacados) se alinearon en uno de los dos bandos, dependiendo de su

propia situación. Ese fue el caso de los Estados Unidos y la URSS, atacados respectivamente por

Japón y Alemania. Algunos países, como Hungría, cambiaron su alineamiento en las fases finales

de la guerra.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial se llegó a un clima de confrontación

civilizatoria. Se denomina Guerra Fría al enfrentamiento que tuvo lugar durante el siglo XX,

desde 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el fin de la URSS y la caída del comunismo

que se dio entre 1989 (Caída del Muro de Berlín) y 1991 (golpe de estado en la URSS), entre los

bloques occidental-capitalista, liderado por Estados Unidos, y oriental-comunista, liderado por la

Unión Soviética.

36

Este enfrentamiento tuvo lugar a los niveles político, ideológico, económico, tecnológico,

militar e informativo. Ninguno de los dos bloques tomó nunca acciones directas contra el otro,

razón por la que se denominó al conflicto "guerra fría". Estas dos potencias se limitaron a actuar

como "ejes" influyentes de poder en el contexto internacional, y a la cooperación económica y

militar con los países aliados o satélites de uno de los bloques contra los del otro. Si bien estos

enfrentamientos no llegaron a desencadenar una guerra mundial, la entidad y la gravedad de los

conflictos económicos, políticos e ideológicos comprometidos, marcaron significativamente gran

parte de la historia de la segunda mitad del siglo XX. Las dos superpotencias deseaban implantar

su modelo de gobierno en todo el planeta. Los límites temporales del enfrentamiento se ubican

entre 1945 y 1947 (fin de la Segunda Guerra Mundial y fin de la posguerra respectivamente) hasta

1985 (inicio de la Perestroika) y 1991 (disolución de la Unión Soviética).

Además, en el primer lustro de este decenio el régimen implantado en Cuba por Fidel

Castro y el Che Guevara, entre otros, orientó la política de su país hacia la URSS, de la cual paso

a ser un incondicional aliado en detrimento de los intereses geoestratégicos de EEUU. La

situación tuvo su punto más dramático en la "Crisis de los misiles de 1962" que llevó a la

humanidad a estar más cerca que nunca de una tercera guerra mundial, pero que pudo evitarse

gracias a la voluntad de Nikita Jruschov y John F. Kennedy.

La "carrera espacial", dio como vencedor a los EEUU, que lograron colocar al primer ser

humano sobre la superficie lunar en 1969. Esto se logró en gran medida gracias al impulso dado

por el presidente John F. Kennedy, quien había sido asesinado en 1963 en oscuras circunstancias

que sumieron al pueblo estadounidense en la más profunda crisis de identidad que ha conocido

hasta ahora.

En Europa se consolida la reconciliación franco-alemana, sobre la que en gran medida se

basaría la construcción de la Unión Europea que se había iniciado en la década anterior. Alemania

se consolida como tercera potencia económica mundial detrás de EEUU y Japón. Gran Bretaña,

al igual que Francia, pierde prácticamente la totalidad de sus colonias, en un proceso que se inició

una vez finalizada la segunda guerra mundial y que se vio precipitado en gran medida tras la

independencia de Libia.

En Oriente Medio se había vivido una trascendental transformación, debido a la

instauración del Estado de Israel en 1948, el cual quedo enclavado en el centro neurálgico de esta

región. Además, las ingentes reservas de petróleo descubiertas principalmente en los llamados

países del Golfo, le dieron a esta región un peso sin precedentes en la economía del planeta.

La China de Mao vivió en esta década la llamada "Revolución cultural", que supuso una

transformación de la milenaria sociedad de este país. Mientras tanto, Japón continuó

desarrollando su reputación de potencia tecnológica y los productos provenientes de este país

37

empezaron a alcanzar prestigio en todo el mundo, impulsando la economía del país, mientras la

sociedad era reestructurada radicalmente pero conservando sus raíces culturales.

BIOGRAFÍA

El último hombre

Albert Camus4 -el genio, el profeta del absurdo- fue un incomprendido de su época:

intelectuales, artistas y filósofos, por su adhesión a la ética de la libertad sartreana, vieron en él a

un escritor de moda, una caricatura que apenas empezaría a vislumbrarse en su total valoración

muchos años después de su temprano y absurdo fallecimiento. Atormentado por la exigencia de

un estilo lúcido y devorador, ahondó en el examen de conciencia de una generación de artistas,

escritores e intelectuales que con angustioso deseo buscaron sintetizar la experiencia de lo

innombrable. Sobre el carácter heterogéneo de su obra, María Zárate (1998) afirma que:

Albert Camus cultivó tanto el género del ensayo como la novela, el relato o la pieza teatral. No fue

propiamente un filósofo, pero tampoco sólo un literato. Consciente de su inspiración artística, se

apoya en elementos literarios, utiliza la metáfora, alude a las acciones heroicas y ensalza el mundo

griego: Sísifo, Prometeo, Ulises, Némesis, Helena… pasean sus enseñanzas a fin de otorgarnos

una visión que nos pueda salvar de la amargura. Esta visión es la del Sol que, si Platón se relaciona

con el Bien, en Camus nos asegura nuestra posición relativa en el mundo y nos insta al aprecio por

la certeza de un contrapunto físico, en tanto el absoluto se desvanece indemostrable. Él quiere

reconciliar los contrarios, superar los dualismos, introducir al hombre en lo que es, elemento de la

Naturaleza, uno con las piedras, con el mar, con el sol. Es decir, la vida, lo pleno, la energía. Por

ello, esa mezcla de racionalidad y mito, de filosofía y literatura. (p.65)

Su condición de hombre de frontera, en opinión de Mario Vargas Llosa (1971), supuso

en su sensibilidad una inclinación por el paisaje. Argelia no es sólo el lugar primordial, es la

belleza obligada del desierto, la reflexión del viento que devora las dunas de arena, la áspera y

quemante tierra sobre la que especula una vocación para sí y para el otro en que devendrá. Su

mirada sacraliza el paisaje y profana a la vez el rito del cuerpo del hombre, porque una nostalgia

atroz alisa la juventud de la desesperación: su ateísmo es la certeza de un mundo humano, inútil,

4 Albert Camus, filósofo, periodista, ensayista, novelista y dramaturgo, es un humanista al estilo francés,

comparable con Rousseau o Voltaire, sin embargo, mucho más cercano a nuestros afectos por haber

protagonizado como hombre los conflictos desgarradores de su tiempo, incluyendo su toma de posición, de

incuestionable condena, con respecto a las revelaciones sobre los crímenes del estalinismo y sobre el asunto

de la independencia argelina; pero al mismo tiempo dotado de una gran sensibilidad y un profundo amor a

su país. (Vázquez, 2010, p.2)

38

gozoso, materialista, “una especie de religión pagana en la que el espíritu resulta el estadio

superior, una prolongación de los sentidos”. (p.3)

Su íntima convicción por la intemperie metafísica que desuella la personalidad del ser

humano, es quizá la clave que permite entender la distancia que tomó con los intelectuales de su

generación, que en su mayoría optó por el marxismo o el existencialismo, presentándose como

idólatras de la historia o heresiarcas de la trascendencia. Comprendía la miseria humana como el

síntoma de la separación de la naturaleza con el ser humano. Sabía que el hombre no podía

reducirse al dogma de la historia. “Camus no aceptó nunca este mandamiento moderno. Sin negar

la dimensión histórica del hombre siempre sostuvo que una interpretación puramente económica,

sociológica, ideológica de la condición humana era trunca y, a la larga, peligrosa”. (Vargas Llosa,

1971, p.4)

En calidad de pagano moderno, Camus fue adversario del cristianismo y el marxismo.

Para él, ambos momentos de la civilización europea denigraban al ser humano, pues consuman la

salvación desde la esperanza irrisoria de la miseria. Su fantasmagórico ‘pesimismo’ fue un

calificativo injusto, dado por sus rivales, quienes desde su terrible doctrina no pueden aceptar la

totalidad cuerpo-espíritu del ser humano. La experiencia humana es una realidad ancha, compleja,

fluctuante. Por eso, no cayó bajo el signo de ningún fanatismo ideológico:

Nuestra desgracia —escribiría Camus en 1948 — es que estamos en la época de las ideologías y

de las ideologías totalitarias, es decir, tan seguros de ellas mismas, de sus razones imbéciles o de

sus verdades estrechas, que no admiten otra salvación para el mundo que su propia dominación. Y

querer dominar a alguien o a algo es ambicionar la esterilidad, el silencio o la muerte de ese

alguien. (Vargas Llosa, 1971, p.9)

La certeza que todo dogma degenera, tarde o temprano, en una moral del terror, configuró

su relativismo. “La moral de los límites es aquella en la que desaparece todo antagonismo entre

medios y fines, en la que son aquéllos los que justifican a éstos y no al revés”. (Vargas Llosa,

1971, p.10) La salvación del hombre, desde su ética individual, no se halla en la historia ni en la

fuerza intempestiva de cualquier autoridad. Todo totalitarismo violenta la moral de los límites.

Calígula, El estado de sitio, Los justos, El hombre rebelde, La peste son obras en las cuales

explora el abismo del terrorismo de Estado. El Poder endiosa a los hombres y construye su propia

lógica del mundo, en la cual la deidad política no impone límites para su libertad. Quienes padecen

la libertad padecen también la vileza de la Verdad, pues la tragedia política de la humanidad

empezó cuando se admitió que se puede matar a un hombre en nombre de una idea.

El 4 de enero de 1960, Albert Camus murió absurdamente en un accidente

automovilístico. De esta forma, la vida de un escritor nacido en el extremo del mundo

mediterráneo cesó. Su vocación trágica por el fútbol y la literatura en conjunción con la

sensibilidad enferma de su época configuraron una filosofía de lo voluptuoso y el movimiento

39

desgarrado de una arbitrariedad histórica desconocida. “El mensaje humanista que encierra su

obra, su rebeldía mítica, es en nuestro mundo técnico y complejo una renovación, un cambio de

parámetros necesario si se desea el desarrollo integral del hombre, porque la historia exige el

equilibrio”. (Zárate, 1998, p.76)

OBRA

La creación sin mañana

De acuerdo al propio Camus, su obra se proyectó en cuatro grandes bloques, cada uno de

los cuales refería una visión personal sobre la vida íntima del autor y su interacción con la vida

social de su tiempo. De ahí que Laurece (2001) hable de ciclos temáticos para referirse a las etapas

de producción de la obra del escritor francés.

El primer período se denomina la literatura solar, obras que en su mayoría fueron escritas

en Argel y dan cuenta de esta tentativa vital de relación de la geografía con la subjetividad

humana, no como una lucha sino como una contemplación trágica de la inutilidad humana frente

a la belleza natural. Obras como El revés y el derecho (1937), Bodas (1939) y las recopilaciones

periodísticas de Actualidades I (1950), Actualidades II (1953) y Actualidades III (1958)

pertenecen a este primer momento.

El segundo periodo de denomina ciclo del absurdo y está conformado con las obras con

las cuales Camus no sólo alcanzó el renombre y el prestigio de su tiempo, sino en las cuales ya se

vislumbra una coherencia estética capaz de contener una búsqueda metafísica que lo lleva a

desarrollar obras maestras como El extranjero (1942), El mito de Sísifo (1942), El malentendido

(1944) y Calígula (1945).

El ciclo de la rebeldía es el tercer periodo de producción literaria. Camus en esta etapa

desarrolló estética y filosóficamente sus ideas iniciales y trató de edificar una filosofía política

donde dialogó teóricamente con el anarquismo, el nihilismo de su juventud y la tradición

humanista francesa. Las principales obras de este periodo son La peste (1947), El estado de sitio

(1948), Los justos (1949) y El hombre rebelde (1951).

Por último, un período que no llegó a completar debido al temprano fallecimiento del

autor, está caracterizado por las dudas y la soledad en que vivió Camus después de su polémica

con Sartre tras la publicación de El hombre rebelde (1951), pero que líricamente puede

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denominarse el ciclo del amor. Las principales obras que componen este mosaico de devenir

metafísico y sensibilidad sincera son La caída (1956), El exilio y el reino (1957) y El primer

hombre (1995, publicada póstumamente).

A grandes trazos, sus principales obras se caracterizaron por ser una espectacular y

fulgurante metáfora de la condición humana. Albert Camus, en los distintos géneros que participó,

llevó su originalidad sensible al punto de crear un estilo plástico, realista, lírico, pero contundente

a la hora de plasmar los malestares que atormentan al individuo y a la sociedad. Los paisajes, los

cuerpos y las vidas que creó constituyen gritos sinfónicos proferidos en la noche de la historia,

con el afán de provocar en sus lectores la fascinación, la incertidumbre, el desprecio de cualquier

autoridad y la proclama de la libertad individual como una realidad constituyente de la vida de

las mujeres y de los hombres de la modernidad.

El extranjero (1942) es la novela de la enfermedad, el pesimismo, la desesperanza. La

condición humana de posguerra, imaginada desde una sensibilidad del absurdo, configura una

poética inteligible de la desolación metafísica del hombre contemporáneo. Albert Camus parodia

los ideales de Justicia, de Verdad, de Estado:

No hay duda de que la manera como se lleva a cabo el juicio de Meursault es ética y jurídicamente

escandalosa, una parodia de justicia, pues lo que se condena en él no es el asesinato del árabe sino

la conducta antisocial del acusado, su psicología y su moral excéntricas a lo establecido por la

comunidad. El comportamiento de Meursault nos ilumina las insuficiencias y vicios de la

administración de la justicia y nos deja entrever las suciedades del periodismo. (Vargas Llosa,

2002, p.234)

La libertad de Meursault ha sido mutilada, por eso encarna una ‘oscura solidaridad’: su

temible indiferencia es transparente, fría, elemental, no hay amor, religión, sentimiento que lo

conmueva. El secreto de su humanidad se materializa en los sentidos: ve, gusta, adivina las formas

sensibles como hechos deshumanizados, cifras de una edad histórica que cosifica, enajena,

disecciona. El desconocimiento de las reglas sociales pauta una resignada pero piadosa lucidez:

la tierna indiferencia del mundo no es derrotista, por el contrario, convoca a la rebeldía. Y

Meursault, como Camus, repugna de los fanáticos. Ante la precariedad social, esta ficción

comunica muchos más aspectos de los prefigurados por su autor.

Meursault es un extranjero en su propio mundo, no le concierne nada, “sino la alegría de

sus baños en la playa, la dulzura de sus tardes en Argel y el amor físico”. (Perlado, 2011, p.295)

De ahí que, sea el símbolo de una sensibilidad del cuerpo que no se deja agredir por problemas

metafísicos como la existencia de Dios. José Julio Perlado (2011) dice al respecto que:

Desde su nacimiento en 1913, Camus, temperamento profundamente sensual mediterráneo,

conserva en su vida y sus escritos el sabor de las sensaciones físicas como un tesoro de prodigiosa

sensibilidad. Meursault será su espejo, un modelo en su género. Y los colores, los olores, todo el

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placer intenso de vivir lo cotidiano en sus más imperceptibles facetas, saldrá continuamente por

su temperamento de hombre superficial. Y cuando despierta –cuenta- en aquel autobús de las

sensaciones, rechaza secamente al primer que le interroga. “Dije que sí para no tener que hablar

más”. Será siempre su actitud ante el prójimo; cerrarse en sí mismo con candados. (p.296)

El tiempo del aburrimiento que vive Meursault es el tiempo de las repeticiones incesantes

e interminables, la disolución del sufrimiento humano en la temporalidad, y por tanto la saciedad

del instante. Su posterior condenación moral es la indiferencia: la confesión desnuda, brutal,

desesperada de un sentido social de la muerte, ante el cual no exhibe mayor preocupación. El

estremecimiento de los sentidos seduce, intensifica la radiante desolación de sus sensaciones ante

la aniquilación. La premonición desnuda de su soledad y de su inútil pensamiento vacía la

realidad, agota las convenciones, goza espontáneamente la desgracia, el ‘proceso’ y la

incomprensión.

La moral de Meursault descansa insoportablemente sobre el curso de los aburrimientos

ante las miserias que amenazan su seguridad. Camus exige a su personaje la libre construcción

individual del espejo de su destino. No lo ata ni lo ciega. El latido de su egoísmo se pulveriza y

permite franquear cómodamente a la individualidad representativa: “Centrada la figura en el

egoísmo, intenta por todos los medios no necesitar de la humanidad ni de la religión para consumir

día a día su existencia. Sostiene solamente su criterio basándose en su sentido común o en su

conciencia personal, llena de sensualidades y naturalismos”. (Perlado, 2011, p.307) Meursault es

el pagano indiferente, que vive el riesgo de su cotidianidad como una manifestación voluptuosa

de su conciencia.

Y esta certeza advierte la profunda juventud de su rebeldía. Aunque en apariencia, lo sepa

todo y este conocimiento tedioso de su circunstancia se reduzca a imágenes sin importancia de un

porvenir cuya trayectoria se disuelve en las fantasmagorías de una época, de su certidumbre nace

la necesidad ontológica de carencia total de responsabilidades. La vida no tiene sentido y tal

conclusión arroja a Meursault al abismo de su transparencia: no interesa la existencia o la

inexistencia de Dios, su revelación supone un juego que niega la posibilidad de la culpa:

Meursault no sabe lo que es un pecado, no porque nunca los haya cometido, sino por su

intencionada naturaleza pagana. Prescinde de la concepción pecado. No quiere saber su enorme

interés en el juego de la vida. Camus había dicho hace unos años en su libro “Noces”: Hay palabras

que nunca he comprendido bien, como la de pecado. Ahora lo repite a un capellán en el interior de

una celda, e inmediatamente apoya su argumento con una extraña frase en que explica que es

culpable y paga; por tanto, no se le puede pedir más. En esto se refugia para defenderse de la

acusación. (Perlado, 2011, p.311)

No existe culpa ni redención para la sensualidad de Meursault. Su vieja humanidad cínica

lo obliga a desertar, a abandonar la esperanza, a transformarse en el anhelo de un mundo

consumido por el absurdo. La razón interpela al vacío, le exige una vida auténtica y la única

42

respuesta que recibe es el crimen, la rebeldía de la sangre sobre la arena, el encierro de la muerte,

la incomunicabilidad de las causas. Símbolos como el patíbulo, la horca, la guillotina o la silla

eléctrica cifran la desventura de la edad contemporánea. El personaje se ha privado de un sistema

de valores; y a pesar de su altivez agónica en su intento frustrado por crearse un código a su

medida, la acechanza de su solitaria ternura lo desarraiga.

A pesar que, El extranjero ha sido leído como un libro filosófico sobre el absurdo, Mario

Vargas Llosa (1971) lo interpreta como un alegato contra las convenciones sociales que

deshumanizan al individuo. “Meursault es en cierta forma, un mártir de la verdad”. (p.5) Su

condena es la condena ontológica de la ‘representación’. Meursault no puede mentir y su

transparencia atenta contra el sentido manifiesto de la legalidad de las circunstancias. Su crimen

consiste en no comprender las formas racionales de la existencia social. Para él, toda ideología

conduce a la esclavitud, el terror y el crimen, y la moral que representan es la parodia cínica de la

libertad y la belleza.

Meursault no siente culpa. Su actitud pagana, debido a que no es romántica ni cristiana,

constituye una recusación viviente del mito colectivo: el personaje simboliza el peligro del

sistema de convenciones, fantasías, deseos sublimados que articulan la tragedia de la

individualidad. Su experiencia atroz, desesperada, luminosa, espontánea desintegra el cuerpo

social, muestra el doloroso sentimiento de una vida devorada por la incomunicación, el instinto,

la banalidad de las instituciones.

El estilo de El extranjero, de acuerdo a Roland Barthes (2002), supone una superficie

deslumbrante de sencillez, a la vez que un reflejo del abismo, atravesado por fulguraciones, pero

inmóvil como el cristal de la angustia:

Camus ha logrado un estilo extraño, donde los medios clásicos son usados con una reticencia

perpetua. El resultado de ello es que este libro no tiene estilo y sin embargo está bien escrito; que

su falta de énfasis (entendiendo esta palabra en su sentido más digno, más necesario) es una especie

de victoria nula; que todo el esfuerzo, todas las diligencias del espíritu creador han sido realizadas,

pero voluntariamente no se ha retenido su resultado; el logro admirable de este trabajo es un agua

que corre, nada: no hay literatura, pero tampoco una sola negligencia; no hay frases, sino

proposiciones; no hay ningún engaño de la forma, pero tampoco ningún desprecio de la forma; un

estilo que no busca la imagen, pero no la teme; un estilo extranjero como su personaje. (p.40)

Su escritura está repleta de contradicciones, fugas que no cesan, rupturas

inconmensurables, proyecciones de una sensibilidad ineluctable como la sima de un lenguaje

muerto, cuya presencia implica un tono de indiferencia que muestra al mundo en su total y

compleja ambivalencia, atroz y espléndido, pero no reivindica nada. Lo cotidiano quema el

esplendor de las imágenes: el absurdo imagina la rebeldía, el caos del universo, y lo suspende en

la mirada. De ahí que, se considere al estilo de Camus radiante y profundo como un espejo de

silencios.

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Cuando Roland Barthes (2002) define a El extranjero como una ‘novela solar’, se refiere

al espacio de recepción e influencia de la obra al momento de su publicación en 1942. Su lectura

significó la condensación de una oleada de voces que proyectaron a precursores como

Kierkegaard y Kafka, a la vez que reinterpretó a la literatura norteamericana y francesa. El nuevo

mito de la libertad y la rebeldía obligó al ser humano a mirar de cara su soledad: “Esta mezcla de

sol y de nada sostiene al libro en cada palabra: Meursault no solamente se enfrenta con una idea

del mundo, sino también con una fatalidad –el Sol- extensiva a todo un orden ancestral de signos,

pues en este caso el Sol lo es todo: calor, adormecimiento, fiesta, tristeza, potencia, locura, causa

e iluminación”. (p.78)

Calígula (1945) es una obra de teatro inscrita en el periodo de negación, es decir, cuando

la preocupación de Albert Camus gravitaba alrededor de la problemática del absurdo. “Indaga

sobre el destino del hombre que se encuentra tanto en comunión como en oposición con el mundo

que lo rodea. El hombre es mortal, el mundo es eterno, a partir de la toma de consciencia de esta

situación el hombre comienza a rebelarse contra su destino y desea, desesperadamente,

encontrarle un sentido al mundo”. (Laurence, 2011, p.3) El hecho que la obra haya sido concebida

en medio de la II Guerra Mundial implica que es la expresión de una angustia universal:

Calígula es para Camus símbolo del absurdo en el ser humano y, también, de lo absurdo del mundo.

Dice Camus “era un tirano inteligente cuyos móviles parecían a la vez singulares y profundos”. La

obra tiene cuatro actos. La acción se desarrolla en el palacio del emperador en Roma. […] Calígula

cree que transformando las reglas establecidas y asesinando a los demás logrará reafirmar su

libertad sin límites, a la que aspira para rebelarse contra el carácter absurdo de la condición

humana. Hasta que advierte, después de asesinar a Cesonia, que la falta de límites en el ejercicio

de la libertad conduce a la soledad y al fracaso. (Laurence, 2011, p.5)

En este sentido, la rebelión propuesta por Camus es una mirada metafísica que se

contrapone a la lógica dominante del mundo y la injusticia absurda de éste. Sólo a partir de la

rebelión del individuo, la sociedad existe. La rebeldía del hombre contra el absurdo de su

existencia, se expresa por la posición del protagonista con respecto a Dios y la razón. Realidad

que se materializó en las versiones de escritura de esta obra que se prolongaron por más de 12

años, hasta su publicación final en 1957.

Para Camus, la locura de Calígula sobrepasa el arrebato del sentimiento para dar cuenta

de una sensibilidad en trance donde se expresa una voluntad inquebrantable: la moral colectiva

que se desarrolla con el derecho de matar que realiza el emperador, revela una condición humana

en conflicto, que necesita afirmarse. Ante el terror absoluto, la fluidez de la impersonalidad

fluctúa como una reinvención nihilista de la deriva existencial. Al final de cuentas, “las historias

legendarias contadas sobre este emperador caprichoso y arbitrario que manipulaba a sus

44

cortesanos y jugaba con ellos como el gato con el ratón, son ideales para ilustrar la concepción

camusiana del absurdo”. (Laurence, 2011, p.6)

El hombre rebelde es un ensayo sobre la violencia de la historia, cuya lectura impresionó

sobremanera a Mario Vargas Llosa (1971), quien consideró que “ese análisis de las fuentes

filosóficas del terror que caracteriza a la historia contemporánea me deslumbró por su lucidez y

actualidad”. (p.2) El nacimiento de las filosofías totalitarias es el producto de un proceso teórico

espeluznante en la historia de la filosofía occidental. Mario Vargas Llosa (1971) es enfático al

respecto:

El nazismo, el fascismo, el anarquismo, el socialismo, el comunismo, son los personajes de este

deslumbrante drama, en el que vemos cómo, poco a poco, en una inversión casi mágica, las ideas

de los hombres se emancipan de pronto de quienes las producen para, constituidas como una

realidad autónoma, consistente y belicosa, precipitarse contra su antiguo amo para sojuzgarlo y

destruirlo. La tesis de Camus es muy simple: toda la tragedia política de la humanidad comenzó el

día en que se admitió que era lícito matar en nombre de una idea, es decir el día en que se consintió

en aceptar esa monstruosidad: que ciertos conceptos abstractos podían tener más valor e

importancia que los seres concretos de carne y hueso. (p.11)

El crimen político, practicado desde una perspectiva eminente moral, es decir, ideológica,

encarna la idea de la muerte hasta en la muerte. El propósito de toda ideología es el sometimiento

del otro, porque ha convertido a la moral en un dispositivo de poder. En este punto, vale destacar

la interpretación que Camus realiza a la obra de Nietzsche:

En El hombre rebelde Camus dedica a Nietzsche un epígrafe titulado “Nietzsche y el nihilismo”.

Es curioso ver cómo la lectura que Camus hace del filósofo alemán recuerda la trama de su propia

obra. “Si el destino no está orientado por un valor superior, si el azar es rey, he aquí la marcha en

las tinieblas, la espantosa libertad del ciego. En el término de la mayor liberación, Nietzsche elige

pues la mayor dependencia”. Esas palabras pueden igualmente ejemplificar El mito de Sísifo, pues

Sísifo aceptando el mayor de los condicionamientos se daba a sí mismo su libertad. De idéntico

modo Nietzsche nos advierte que si el hombre no quiere perecer, ha de crear sus propios valores.

Y aquí surge el problema que discute Camus: al afirmar la inocencia del mundo, Nietzsche

reemplaza “todos los juicios de valor por un solo sí, una adhesión entera y exaltada a este mundo”.

Pero eso significa afirmar sin restricciones el sufrimiento. (Zárate, 1998, p.73)

Y aunque la justicia se encuentre por encima de la vida, la dictadura de la Verdad, de

cualquier verdad, supone el aniquilamiento metafísico de la diferencia. La violencia del hambre,

de la ignorancia, de la explotación enseñó a Camus que el ser humano es más que fuerza de trabajo

y mecanismo social: es rebeldía. Es en este punto, donde se ubica el aspecto más controversial de

la lectura metafísica de la rebelión, alrededor de la figura de Marx. Opina Marla Zárate (1998)

que:

Marx es, para él, un profeta burgués y un profeta revolucionario. Pero antes que eso, un heredero

del cristianismo, pues resucita el mensaje judaico elevando al hombre a la categoría de Dios. Lo

que verdaderamente le interesa y aprueba del sueño marxista es su exigencia ética de fondo. Lo

45

que le critica: haber continuado en la línea del cristianismo y de Hegel contra la naturaleza. Porque

“el camino de la unidad pasa entonces por la totalidad”. Y es que “la totalidad no es la unidad. El

estado de sitio, incluso extendido a los límites del mundo, no es la reconciliación”. (p.69)

De ahí, que en El hombre rebelde subyazca una crítica al historicismo. Para Camus, elegir

la historia es optar por el nihilismo, pues con la revolución, la rebelión se ha consumado en la

demasía y ha perdido su frenesí creador. Si bien la revolución pone al ser humano al servicio de

las ideas, la rebeldía es un movimiento metafísico del hombre, la llama que ilumina la noche de

la humanidad: “El rebelde puede mentir y matar pero sabe que no tiene derecho de hacerlo y que

el hacerlo amenaza su causa, no admite que el mañana tenga privilegios sobre el presente, justifica

los fines con los medios y hace que la política sea consecuencia de una causa superior: la moral”.

(Vargas Llosa, 1971, p.14) Contra la voluntad de poder, Camus opone la voluntad del creador,

quien tiene a la libertad como condición primera de su existencia. Su voz es la voz del coraje, la

tolerancia, la belleza y el amor.

EL PENSAMIENTO DE MEDIODÍA

La muerte

La problemática de la muerte es una dilucidación constante en la obra de Albert Camus.

La realidad, la verdad de la muerte supone la tragedia de la existencia humana. “Tragedia porque

es la única fuerza con poder suficiente para poder quebrar la vida de cualquier ser humano en el

momento más inesperado”. (Vázquez, 2007, p.197) Para Camus, como inaugurador de la filosofía

del absurdo, la muerte impone en la experiencia histórica y en la experiencia del individuo el sin

sentido de la vida humana.

En la obra de Camus, la muerte cobra distintas máscaras: el suicidio, el asesinato, el

sacrificio, el terror, la muerte feliz, la enfermedad. Todas ellas facetas, multiplicidades,

experiencias de la última e irrevocable experiencia; y por lo mismo, síntomas de un pensar

absurdo sobre la condición humana. Saber esta realidad inextinguible impone al ser humano el

itinerario de su vida:

Todas las pasiones que hacen vivir al hombre tienen que salir de la muerte, es decir, de la

consciencia humana sobre la certeza de la muerte. Una vez vista esta condición mortal, el hombre

debe obrar en consecuencia los días que la muerte le permita existir. Pero la muerte es trágica y

puede invadir a cualquier hombre en cualquier momento. Esta es la idea que intenta promulgar

Camus: la tragedia de la muerte es que te puede sorprender en cualquier momento y muchas veces,

el ser humano no está preparado para ella ya que sigue viviendo con esa esperanza futura que la

muerte elimina radicalmente. La tragedia de la muerte invade al hombre que no se ha encontrado

con el mundo sin sentido y que no ha buscado una respuesta a esta situación. La tragedia de la

muerte es presentar a la muerte como aquello que es: el absurdo. Para señalar y remarcar la tragedia

46

de la muerte, Camus se centra en las muertes por causas violentas: el asesinato, el suicidio, la

enfermedad... Son casos que irrumpen la vida del hombre de forma radical. La muerte natural

también quiebra la vida del ser humano, pero es más trágico que muera un niño pequeño a causa

de la peste, que un anciano en un asilo. Este es el único caso que aparece en la obra camusiana

como muerte natural. (Vázquez, 2007, p.199)

Es decir, la muerte descubre al ser humano en su soledad y en su inutilidad, pues nada de

lo que haga podrá superar su destino: morirá y cuando lo haga la existencia que ha vivido se

confundirá con las miles de existencias que la rodean. Enfrentar esa realidad sin caer en la

esperanza supone para Camus un enfrentamiento consigo mismo y con las convenciones que lo

atraviesan. Algo tan doloroso como la muerte de un ser querido es un acontecimiento cruel y

necesario para vivir la vida con auténtica intensidad.

La ardiente frialdad de esta certidumbre obliga al ser humano a reconocerse en su porvenir

insignificante. “La intención de Albert Camus es reflejar la tragedia de la muerte en su sentido

más completo. Hacer que el hombre se enfrente al mundo carente de sentido, al mundo absurdo,

y al no inclinarse por el suicidio, vea que su futuro está condicionado y la esperanza no tiene

cabida en él. Con los casos trágicos de muerte, Camus pretende que el hombre despierte de su

sueño inconsciente, se enfrente a la muerte y se haga dueño de su vida en cada momento, optando

por hacer aquello que le otorgue la felicidad momentánea, a falta de la felicidad eterna”. (Vázquez,

2007, p.200)

Al no existir un fin, el hombre absurdo entiende la muerte como la condición necesaria

para el devenir de la historia. Si el caos de la vida puede descifrarse como un orden supuesto es

debido a que la realidad de la muerte se lo posibilita. Hecho que de ningún modo tiene que

malinterpretarse como una apología de la muerte: “Camus busca enfrentar al lector con su

realidad, con su condición humana, esto es, con la muerte y con el absurdo. El suicidio es elegir

el absurdo, porque el absurdo es la muerte. Si uno no elige el suicidio, se queda esperando el

absurdo en un mundo absurdo, carente de sentido y de racionalidad”. (Vázquez, 2007, p.201)

Es el individuo quien, como Sísifo, tiene que convertirse en el único dueño de su destino.

Y buscar la felicidad del instante significa también aceptar que el límite de la vida y su futuro es

la muerte, y por tanto, tarde o temprano, afrontar la complejidad del absurdo sin miedo, con la

certeza que entregarse a la esperanza es humillarse.

El absurdo

La comprensión de la existencia para Albert Camus, de acuerdo a Mijaíl Málishev (2001),

a diferencia de la comprensión de Dostoievski basada en la necesidad de alcanzar un fin superior,

47

descubre el desmoronamiento del sistema moral del individuo. La preocupación por el sentido de

la existencia aparece como un deber ineludible que va de la mano de la certeza de la muerte como

imposición del destino. De esta manera, la condición de posibilidad del absurdo es la angustia

producida por la revelación de la realidad:

La estructura primordial de la existencia humana es tal que el hombre no podrá vivir sin consagrar

su vida a algo. Es su destino o, hablando en términos de Sartre, es su proyecto fundamental,

anterior a la presencia de cualquier indicación de la meta suprema. Y este proyecto se descubre

cuando los valores morales y las normas sociales se derrumban, cuando el hombre busca para sí

un soporte existencial. (p.235)

En este sentido, el absurdo es el vacío, el vértigo que el ser humano siente ante el silencio

del mundo a sus preguntas esenciales. Es decir, el absurdo acrecienta la libertad de acción del

individuo ya que anula la vía de libertad eterna.

Así, el hombre absurdo no cree en términos absolutos: la sabiduría de los límites se

materializa en la aceptación de un tiempo confuso, trágico, desesperado, cuya relatividad plantea

continuas paradojas:

En El mito de Sísifo Camus intenta proporcionarnos la noción del absurdo así como en sus novelas

El extranjero y La peste quiere transmitirnos el sentimiento del absurdo. En su literatura aparecen

también los aspectos gnoseológico y fenomenológico del absurdo. Fenomenológicamente, se

integra la apariencia como verdad. El extranjero unifica apariencia y realidad y no reconoce esta

último a cuento sobrepase lo sensible. Los personajes de La peste están impactados y reconocen

el absurdo cuando se enfrentan a la muerte, no en el terreno de la abstracción inteligible, sino en

el de la praxis, impuesta por el fin físico. En definitiva, lo sensible sirve de apoyo y punto de

partida para negar todo fundamento metafísico en cuanto éste no proporciona una explicación

suficiente para acallar todas las preguntas. Así se nos traslada al plano gnoseológico. El

conocimiento del absurdo se convierte en lucidez. Conocer el mundo significa encarar el absurdo.

Absurdo es, por tanto, lucidez y verdad. La lucidez del hombre y la verdad del mundo. (Zárate,

1998, p.66)

Ante la desolación del absurdo, el sufrimiento o cualquier agitación cotidiana de la

conciencia y el cuerpo se muestran inútiles. “Ante la idea de su propio no-ser, el hombre empieza

a pensar sobre las razones de su ser. Sólo al confrontarse con la inutilidad de su vida vacía, el ser

humano puede reconocer que, a pesar de la tentación del suicidio, la vida merece la pena de ser

vivida”. (Málishev, 2001, p.237) La tragedia del ser humano se forja en el camino de

desesperación fatal que orienta su existencia. Sólo desde la lucidez se puede vivir el caos del

mundo y de la vida. Esta visión del absurdo fue desarrollada por Camus en El mito de Sísifo:

El mito de Sísifo ofrece una descripción de lo absurdo que, sin embargo, pone el veto sobre el

suicidio, y no dice nada en relación con la prohibición de matar a los demás. La rebelión del

hombre de conciencia de lo absurdo está dirigida en contra de su destino inminente, la cual le

impone dos salidas irrelevantes: el salto trascendental o el ajuste de cuentas consigo mismo. Pero

en El mito de Sísifo está ausente la base valorativa para el establecimiento de las relaciones con

los demás. En efecto, imaginemos un experimento, partiendo de las mismas premisas que se

establecen en esta obra, supongamos que el condenado, contrariamente al veredicto de sus jueces

divinos, logra romper sus cadenas y regresa al valle donde habitan sus compatriotas. Antes su vida

48

era monótona y difícil, pero, por lo menos, su contenido era claro y de antemano previsto, ya que

no tenía otra opción que el suicidio. Pero ahora se abren muchos caminos a Sísifo, y sólo él tendrá

que elegir cómo vivir con sus semejantes. (Málishev, 2001, p.240)

El presentimiento atroz de la muerte no abandona al hombre absurdo porque su cuerpo

goza y sufre, así como su sensibilidad se abandona o se abisma. Esta iluminación irracional sobre

el destino humano constituye la forma paradojal del absurdo, ya que no busca reconciliar la

fatalidad del absurdo ni la justifica: la vive en su forzosa necesidad. Si la vida no tiene sentido, si

la insensatez cotidiana provoca un sentimiento de liberación fulgurante, la resistencia metafísica

se contrapone a las ilusiones de lo real y permite la disolución de la esperanza.

La verdad del absurdo representa un exilio silencioso y voluptuoso en la angustia. Los

límites del mundo humano están trazados por la voluntad de la acción social e individual, es decir,

“el equilibrio entre la irracionalidad del mundo y la rebeldía contra la nada es eliminado mediante

un juego especulativo en el que la esperanza quimérica se eleva por encima de la relación entre

el hombre y el mundo”. (Málishev, 2001, p.237) Ninguna mentira o forma de evasión cabe en la

perspectiva del hombre absurdo. El intelecto no se sacrifica ni a la razón ni a la demencia, por el

contrario, proclama a gritos que es un cuerpo y una sensibilidad que no puede explicar, sino

describir la ceguera temerosa de su transparencia imposible. Ser feliz es la única forma de

sobrevivir gozosamente al absurdo:

El principio al cual Camus jura ser fiel es la confrontación entre el ser impenetrable en su oscuridad

y la conciencia que trata de esclarecerlo; aunque de antemano sabe el inminente fracaso de su

intento y, sin embargo, insiste en su aspiración de renovar esta confrontación. Del silencio

indiferente del ser no hay que huir o esconderse: la cualidad del hombre rebelde consiste en su

inconformidad con las circunstancias adversas, en su rechazo a la alianza con la moral de la

renuncia, en su aspiración temeraria de vivir a pesar de todos los infortunios de su destino.

(Málishev, 2001, p.238)

Ante la oscuridad del mundo y el carácter ilusorio de las esperanzas, el fracaso es la única

posibilidad segura para cualquier experiencia humana. Ya que la verdad absurda es irresoluble

debido a que la transparencia del mundo es imposible, la inmanencia de la muerte esconde la

moral de la renuncia o la moral del salto cualitativo, revelándolos finalmente como infortunios

capitulares de la desolación existencial:

Según tal actitud, soportar los golpes de la suerte no significa reconciliarse con ésta. El espíritu

puede ser aniquilado sólo por la desesperación que inevitablemente nos lleva a la peor sumisión,

pero el espíritu tiene materias más positivas que la autonegación o la autohumillación; en breve,

un clavo saca a otro clavo: la ausencia de la esperanza sirve como una especie de medicina contra

la desesperación. (Málishev, 2001, p.238)

El sentimiento del absurdo se construye alrededor de la condenación humana a la libertad.

Sin mañana que salvar, la auténtica dimensión desarrolla el instante de la experiencia ante la

49

angustia. “Esta afirmación presupone, a su vez, que lo esencial en la vida no es su profundidad,

intensidad, pasión o sacrificio a favor de altos ideales, sino su duración”. (Málishev, 2001, p.239)

Sólo la conciencia del absurdo devuelve al ser humano a la espléndida circunstancia de la vida.

El ser humano, nace cada día aun en contra de sus esperanzas, para experimentar la

pulverización de sus ilusiones y esperanzas. Ni el pasado ni el porvenir componen un sentido para

el hombre absurdo, su tiempo es el instante que dure su vida y en ese instante tiene que vivir con

intensidad el presente de su desgracia: sin destino que lo consuma, él consume diariamente las

formas repetitivas de su insensata locura, que no es otra que la locura de su lucidez intempestiva.

La rebelión

El mito de la rebeldía es el mito de Prometeo. Como el absurdo, la rebelión es la lucidez

con la cual el individuo enfrenta el silencio del mundo y proyecta su destino. Ante la inmensidad

desnuda, el anhelo metafísico por la belleza asimila el descenso y el olvido, es decir, exulta la

nostalgia y desarrolla una mirada de ansia, en oposición al deseo de explicación racional. Así, “la

rebeldía no es la lucha contra los límites sino, al contrario, el combate contra lo que nos empuje

a abandonar esa paradoja y nos proporcione una salida fácil”. (Zárate, 1998, p.67) Por tanto, la

rebeldía acontece en el individuo como una aceptación metafísica de los límites: el absurdo del

mundo por un lado y la finitud de la existencia humana por otro. Tratando el concepto de rebelión,

leitmotiv del ensayo que sigue el proyecto iniciado con El Mito de Sísifo, esto es, El hombre

rebelde, Sánchez Meca (2004) opina que su

[…] resorte íntimo estaría en el paso argumental del sentimiento subjetivo del absurdo a una

voluntad solidaria que emergería de un ser o de una naturaleza común. […] De este modo, el valor

que se defiende mediante la rebelión queda convertido en una especie del bien supremo. (p.207)

Desde el concepto de rebelión, Camus propone la relación del ser humano con el ser

humano. Cuando el ser humano se niega a vivir la desesperación, asume la forma de la rebeldía.

“En el desafío se proclama que existe “algo” dentro de él con que se identifica por entero y contra

el cual prohíbe cualquier atentado; por eso, en la rebelión del esclavo se contienen al mismo

tiempo dos actitudes: sí y no”. (Málishev, 2001, p.241) Realidad paradójica que a su vez

intensifica la condición humana frente a la angustia de su conciencia de existir.

El ‘algo’ que el rebelde defiende es su condición humana, de ahí que la rebeldía del

individuo sea una preocupación social. Sin caer en un sentido de lo Absoluto, la rebeldía es la

forma de solidaridad que experimenta el mundo absurdo. “Por lo tanto, la rebelión reivindica el

orden y la justicia o, por lo menos, un sentido que ayudaría a comprender por qué y para qué todo

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lo vivo está organizado de tal manera que, tarde o temprano, está destinado a perecer”. (Málishev,

2001, p.242) La rebelión metafísica, entonces, es una insinuación, un juego de profanación, un

universo que derroca a otro universo lejano:

La sublevación contra el creador es una “revolución metafísica” que proclama “el imperio del

hombre” sin Dios. Pero en esta frontera, según Camus, sucedió una pérdida fatal: la destrucción

del “faro extratemporal e indestructible” que iluminaba el camino de la nave de la humanidad entre

los arrecifes y escollos de la inmoralidad, y le ayudaba a distinguir entre el bien y el mal, no se

acompañó de la elaboración de otro indicador confiable de los valores; ello condujo al

reconocimiento que todo está permitido, al rechazo de aceptar alguna ley, salvo la que el rebelde

pone a su propia voluntad. (Málishev, 2001, p.242)

En este caso, el apocalipsis nacido de la rebeldía pone en movimiento la liberación de la

naturaleza humana. Con Nietzsche como profeta de la rebelión metafísica, inicia según Camus la

historia del terror en las ideas de Occidente. “El mérito del pensador francés en la disputa sobre

la responsabilidad intelectual que tuvo Nietzsche en la seducción de muchas mentes y en la

preparación espiritual para la llegada del fascismo, consiste en el destronamiento de algunas ideas

antihumanistas de su ídolo de juventud”. (Málishev, 2001, p.242) Por tanto, reubica a Nietzsche

en el sitial adecuado, como el incitador de un pensamiento que permita al ser humano verse a sí

mismo en su compleja y contradictoria realidad.

Sin Dios que justifique la existencia del mal, el ser humano tiene que responsabilizarse

de esta amarga necesidad ontológica. La filosofía de Camus, en este punto, se desarrolló como

una crítica implacable y cruel al cristianismo. “Si nada es verdad, si el mundo carece de regla,

nada está prohibido; para prohibir una acción se necesita, en efecto, un valor y una finalidad. Pero,

al mismo tiempo, nada está autorizado; se necesitan también un valor y una finalidad para elegir

otra acción”. (Málishev, 2001, p.243) La rebeldía demuestra que la libertad es un juego

desordenado de la voluntad humana. Además, de cierta forma, la rebeldía es una metáfora

metafísica del arte:

Con el arte el hombre encuentra en el orden de la naturaleza una razón de ser que es la histórica.

La rebeldía mítica afirma un valor, la dignidad común a todos, y reivindica la belleza. Crear es una

buena parte rechazar y fundir, ofrecer lo disperso unificado. Camus se lamenta de cómo, por

desgracia, ese principio ha sido traicionado y puesto el arte al servicio de las ideologías. Pero

dejando de lado las tergiversaciones “en toda rebeldía se descubren la exigencia metafísica de

unidad, la imposibilidad de aprehenderla y la fabricación de un universo que la reemplace. La

rebeldía, desde ese punto de vista, es fabricadora de universos. Esto define también al arte. La

exigencia de la rebeldía, a decir verdad, es en parte una exigencia estética”. (Zárate, 1998, p.71)

En su devenir de autorrealización, el ser humano materializa y encarna la rebeldía en la

posibilidad de todas las posibilidades. Sin Dios, sin ley, sin amo, el ser humano no sólo está

condenado a la libertad sino a darle un sentido, a proyectarse en sí mismo. “Lo que deviene

siempre no podrá ser, pues es necesario un comienzo. El hombre es el único que niega ser lo que

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es; es un ente capaz de crear lo que no ha sido y crearse a sí mismo”. (Málishev, 2001, p.243) La

existencia humana del individuo –de cada individuo- deviene en nuevo origen para el cuerpo

social:

La naturaleza humana es piedra angular del humanismo sin Dios; es una especie de santuario laico

en el cual la incredulidad adquiere su fundamento antropológico. Al mismo tiempo, previene el

peligro de la transformación de la rebelión en un crimen. El esclavo se alza contra su servidumbre,

pero lucha no sólo por su propia libertad y dignidad, sino también por la libertad y dignidad de los

demás; su lucha es “un espacio común en el cual todos los hombres, incluso el que le insulta y le

oprime, tiene una comunidad preparada” (ibid.: 24). Camus no niega que la rebelión pueda ser

movida por causas de resentimiento y envidia, pero en su esencia siempre yace la solidaridad; si

se negara, se perdería la rebelión. “Para ser, el hombre debe sublevarse, pero su rebelión debe

respetar el límite que ella descubre en sí misma, allí donde los hombres, al unirse, comienzan a

ser”. (Málishev, 2001, p.243)

La rebeldía funda un arte realista y efectivo, que completa la realidad humana y

transforma su estilo: la tragedia. Es la forma estética de los límites: la comprensión de la finitud.

El destino es un trazado del repliegue y del enmascaramiento: oculta la juventud del sufrimienot

y lo organiza alrededor de una excepción metafísica:

Esta rebelión nace en el hombre a partir de una exigencia de claridad o de comprensión y no de un

sentimiento negativo como lo absurdo. Esa exigencia es la pieza clave para que el ser humano

sienta desgarradoramente, en tensión, el universo que lo rodea. Lo absurdo nace cuando el universo

hace vana esa exigencia del hombre. Y la hace vana porque no ofrece más que un silencio hostil e

irracional a una voluntad de comprensión. La rebelión por tanto reafirma la primitiva voluntad de

comprensión en el ser humano. Pero hay una infinidad de otros sentimientos, no sólo el absurdo.

Y, en el pensamiento de Albert Camus, precisamente lo desgarrado hace que, modificando una

cita del comienzo, «en este siglo descarnado [en el que] la quemadura de nuestra historia puede

parecer insoportable, el hombre desgarrado acaba soportándola porque quiere comprenderla»27.

O sea, porque no renuncia, sino que acepta. (Herrera, 2012, p.11)

La rebelión establece una moral de los límites: la violencia dirige la naturaleza humana y

justifica la excepción de la soledad. Muerta la solidaridad, la voluntad encuentra una existencia

insustituible que funciona como una premisa para la experimentación sensible de la vida. Pero, si

la vida es una acción sin esperanza de éxito, la rebeldía sanciona la condición humana para

convertir la furia en un auto-exterminio del enemigo anidado en su esperanza. “La protesta contra

la injusticia, explotación y opresión constituye el contenido auténtico del desafío de la conciencia

del hombre rebelde; por otra parte, él nada teme tanto como hallarse, en el examen de sí mismo,

como alguien despreciable y hace todo lo posible para evitar que los bajos motivos ejerzan alguna

influencia en su conducta”. (Málishev, 2001, p.245)

A pesar que en Camus, la palabra rebeldía es un concepto equívoco, a razón de las

distintas realidades que nombra, imagina un enfrentamiento violento, que muchas veces fue

representado a partir de rebeldes míticos, que en el caso de la literatura, impugnaron un sistema

de valores y propusieron una ética individual; afirman la tierra; proponen la mesura de sus propios

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límites. Esta sensibilidad producto de la angustia ante la nada y la conciencia de la finitud del

hombre, encubre una contradicción ontológica que revela lo existente en lo subjetivo. De ahí que,

la rebeldía sea una finitud individual y fáctica. La rebeldía aparece, en última instancia, como la

alternativa concreta a la angustia.

La moral de los límites

La relación de la obra de Albert Camus con el pensamiento nihilista se centra en torno a

lo que Luis González García (2011) definió como ‘la moral de los límites’: es la afirmación de la

vida del hombre frente a la destrucción del acontecer humano. Sólo la rebelión permite al ser

humano enfrentarse al absurdo y al nihilismo de su condición. El auto-reconocimiento de los

límites humanos desarrollado en Mito de Sísifo (1942) y El hombre rebelde (1951) implica una

exigencia ética con la paradoja existencial de su clarividencia:

Camus nos ilustraba que la existencia del hombre es flanqueada por una antinomia, por un

“anverso y reverso” que se evidenciarían cuando tales antagonismos empiezan a brotar de la

contrastación entre el esplendor exterior, y el sosiego personal ante una vida traspasada de miseria

y desgracia que impondrían en el Premio Nobel una reflexiva comprensión de la realidad humana

que yacería bajo la estimación de lo no-significativo: “Así cada vez que me ha parecido sentir el

sentido profundo del mundo, es su sencillez lo que me ha conmovido siempre. Mi madre, aquella

noche, y su extraña indiferencia”. (Gonzáles, 2011, p.2)

Dentro de esta desdicha y pesadumbre, la vida aparece para Camus como una íntima

muerte compasiva: sólo al sentir su miseria el ser humano puede amar profundamente. Sólo la

búsqueda de la felicidad en el instante es necesaria para soportar la certidumbre de la muerte. Este

sentimiento inasible y desolador enternece y angustia, debido a que esta feroz e implacable

revelación consuma la alegría de saber que no existe ninguna esperanza. Se oculta la alta noche

cuando se reconoce la realidad que la muerte sobrepasa a la vida y como última respuesta

desesperada queda el arrojo del antagonismo irresoluble por absurdo.

El peso ambiguo de la existencia exige un enfrentamiento lúcido con el destino, tal cual

sucede con Sísifo. El triunfo del hombre sobre los dioses obedece al fuego de la clarividencia.

“La rebelión ante el absurdo por tanto manifiesta ya la exaltación y preservación de la vida pese

a la supuesta futilidad de nuestras acciones”. (Gonzáles, 2011, p.4) Ante la desesperación total,

el razonamiento absurdo es la única álgebra de la irracionalidad. Opina Zárate (1998) que:

Si asumimos la angustia estamos dando un valor a la certeza de nuestro malestar. Si afirmamos los

límites humanos nos instalamos en la naturaleza, que no es moral y, en este sentido, tampoco el

hombre absurdo y rebelde lo es. Pero naturaleza es también sociedad. Y difícilmente puede el

hombre llegar a la unidad con su entorno por el conflicto, los intereses particulares o la injusticia.

Qué ética planteamos es ya otra cuestión. La de Camus, partícipe de la solidaridad y de la simpatía

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puede ser discutible. Lo importante es señalar que ese planteamiento se mueve en lo micro-

cósmico. (p.75)

La insurrección rebelde, por otra parte, comprendida como la resistencia a la deriva

existencial de lo absurdo, introduce una comprensión esclarecedora de la condición humana. “La

rebelión inserta en la vida social, según se ve en Camus, distará de esa inacción e infecundidad.

Será en efecto, claridad, realidad indesmentible de lucidez y conciencia, pero a la vez acción

efectiva en pos de la proclamación de un límite humano”. (Gonzáles, 2011, p.5)

El hombre rebelde, entonces, es el hombre que ha aprendido a decir ‘No’. Es decir, la

rebelión es el rechazo que hace el ser humano de ser tratado como un instrumento. Encarna el

deseo ontológico del individuo de vivir el absurdo. “El rebelde extiende su grito de indignación,

su búsqueda de respuestas ante su incesante dolor y sosiego al campo metafísico. Todo el furor

de la denuncia se vuelca entonces a Dios”. (Gonzáles, 2011, p.6)

Desde la rebeldía, la moral de los límites aparece como la manifestación crítica contra el

silencio de Dios. “El rebelde metafísico que reivindicaría un orden moral que logre atenuar el

absurdo, creemos apreciarlo y ser representado por Rieux, el doctor Rieux de La Peste (1947).

Actúa, quiere restablecer una unidad humana bajo la solidaridad de sanar a los hombres, pero su

acción va precedida por ese enjuiciamiento a Dios, esa crítica a veces vehemente, aunque llena

de convicción ante ese silencio y complicidad de la voluntad divina”. (Gonzáles, 2011, p.6) La

lucha contra la muerte justifica la desgracia de ser y estar en el mundo, pero desde una infecunda

felicidad.

La realidad del mal como parte fundante de la realidad humana supone necesariamente la

muerte de Dios, como principio ontológico de la época moderna. Aunque se consuma el nihilismo,

la humanidad se reencuentra a sí misma. Esta filosofía de la negación y la destrucción, en el caso

de Camus, impone argumentos irrefutables sobre el movimiento de comprensión del destino y su

irreductibilidad en el abismo de la muerte. “Así, a la luz de los supuestos éticos de Albert Camus

la prerrogativa sería vivir en la tensión constante de una ineludible condición existencial. En la

paradoja siempre viva de la evasión (in) consciente con nuestra existencia o de la afirmación

lúcida como actitud vigilante frente a la omisión y olvido de la condición humana y sus límites”.

(Gonzáles, 2011, p.11) Realidad ontológica que se traduce en una exigencia mayor para la ética

humana: la moral de los límites.

El amor

Para Albert Camus, el amor era el extremo opuesto del absurdo. Quizá la única prueba

fáctica de la victoria de la voluntad humana contra el silencio de los dioses. “Bajo esta

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sensibilidad, el silencio enigmático no es entendido como un contexto hostil, sino como un

silencio con el que fundirse, que hace inútiles los cuestionamientos; en definitiva, un silencio que

engendra amor”. (Herrera, 2012, p.52) Aunque son pocas las obras donde Camus expone estos

sentimientos dichosos, dejan ver la complejidad del hombre que vive la certidumbre del absurdo,

a través de la identificación que opera con su vida.

VALOR LITERARIO

Estética del hombre absurdo

La estética de Albert Camus puede definirse, de acuerdo a Alberto Herrera Pino (2012),

como la imaginería de una sensibilidad desgarradora. Su lirismo evoca una desesperación

silenciosa, una literatura de la contradicción, un enigma vívido y voluptuoso sobre la condición

humana. El sentido último de su prosa es iluminar, llevar al ser humano al desciframiento de su

realidad íntima: la insoportable tragedia cotidiana de vivir para la muerte.

Su evanescente profundidad recrea la filosofía de su política. Camus piensa en imágenes

y la lucidez de su vida le conduce a crear una obra singular, oscilante entre la teoría y el arte. Su

existencialismo ateo, de raigambre pagana pero exultante de nihilismo nietzscheano, no es

gratuito. Hastiado y fascinado por la Ilustración, comprende el silencio del mundo como la prueba

irrevocable del absurdo.

El sentimiento del absurdo realiza una comprensión viva de la realidad. Lo sensible, a

través del fuego de Camus, revela un claroscuro de desmesura, exalta la belleza del cuerpo que

se pudre en la arenisca del tiempo, crea el mito de la disolución. Esta mirada intuitiva compuesta

por sensaciones disímiles, universos sensibles de vastos desiertos poblados por enigmas, secretos,

pautas inexpresables. Su obra traza una ontología de la incertidumbre: la intensidad de las

sensaciones clama un manifiesto edificante de la felicidad posible.

La preminencia de la narrativa en la obra de Camus obedece a una necesidad ontológica

para dar con la forma adecuada para la expresión del absurdo, en su paradójica tempestad. La

deliberada elección da cuenta de una individualidad en trance, sensiblemente intelectualizada,

arrojada al mundo para vivir la angustia de su tiempo:

En el planteamiento de Camus, crítico contra el racionalismo absoluto, el universo, para el hombre,

resulta una tábula rasa, o, en otras palabras, no resulta claro aunque sí concreto, sin un más allá;

en definitiva, un enigma. La voluntad humana de comprensión de ese enigma genera una actitud

que se rebela. Se mantiene así el consentimiento original e íntimo, gracias al cual no se pierde la

intención de agotar toda experiencia, aunque esté en relación con lo enigmático. Este afán trata de

55

buscar una comunión con el universo, pero, para no traicionar la inmediatez con que se vive, evita

colocar un sentido profundo que no se dé en lo concreto, sino que trata de agotar todo el universo

viviéndolo, en cada caso, como lo concreto que es, pero en todos los casos posibles. Siendo así

que cuando se perciba con absurdidad, esto «enseña que todas las experiencias son indiferentes [al

tiempo que] empuja a la mayor cantidad de experiencias». (Herrera, 2012, p.20)

Por tanto, la estética de Camus es por definición una apertura a la experiencia. El mundo

del ser humano se enfrenta al mundo de la subjetividad; en la obra de arte, la inutilidad de tal

confrontación trágica se despliega de una manera natural, sencilla, deslumbrante. El arbitrio del

artista crea una silueta en movimiento del devenir del individuo, de la historia y del cuerpo social:

la obra es, ante todo, una reflexión enmascarada del ser y estar en el mundo, a pesar de su profunda

contradicción. En este sentido, la obra de Camus es un gesto, una alusión esquiva pero concisa,

una escultura de imágenes construida con rigor y vehemencia. Desde su lógica expresiva, invoca

una exigencia de claridad y contraposición:

Camus entiende que en el movimiento de aceptación originaria se confirma un ansia de unidad, y

ese ansia se enfrenta al enigmático universo que rodea al ser humano. Así que la filosofía al tratar

de dirigirse al universo habrá de callar o traicionarlo, dado que la razón explica y trasciende lo

concreto. El arte será la única manera fiel de generar un universo de sustitución, donde lo concreto

sea lo concreto, y donde el universo generado sea unificado o comprendido. Y la novela es, según

Camus, la que condensa mejor las posibilidades de generar un universo de sustitución, no un gesto,

como le es más propio a las artes de la forma y el color, ni tampoco un «universo inhumano»76,

como le es más propio a la música. (Herrera, 2012, p.22)

Para Camus, la novela nace con el espíritu de la rebeldía, pues en el plano estético la

ambición es la misma. Vivir es sentir y sentir es reflexionar; así, la expresión desgarrada del ser

humano adquiere en la novela una imagen devastadora de su propia condición y el universo de

sus sensaciones. La profundidad humana es recreada en la novela como una emocionante

exclamación y un atroz alarido del silencio del mundo: la novela transfigura el mundo por medio

de un prisma de sensibilidad extrema que codifica los límites de una obra verdaderamente

absurda.

En la creación novelesca, la sensibilidad absurda no cede a la ilusión, al suicidio o a la

esperanza. La imagen que predomina es aquella que reflecta el sufrimiento individual como

evidencia de la experiencia del absurdo “y, por otro lado, ha de evidenciar los aspectos que

sostengan irrenunciablemente el clima de una vida absurda, el divorcio del sinsentido profundo”.

(Herrera, 2012, p.26) Así, la forma de la novela no es en modo alguno un arte del sinsentido, pues

se desarrolla más como una descripción de la sensación absurda que representa la existencia

humana: “una nueva imagen, esta vez a la del ser humano que camina, que piensa, cargando

encima de sus hombros ideas de cabezas ajenas”. (Herrera, 2012, p.27) La inutilidad de las ideas

representa la tensión irremplazable e íntima del hombre absurdo:

56

Siendo así que el hombre absurdo no contempla la necesidad ni la efectividad de ideas no sentidas

como propias. De ahí la llamada a liberarse de esas cabezas para poder rumiar sus propias

sensaciones. En este sentido, Camus, al señalar que las grandes novelas implican una verdadera

reflexión, podría estar muy de acuerdo con esta llamada a flotar livianos y bien sin ideas ajenas,

pues, como él mismo asegura, «las ideas son lo contrario del pensamiento»95. La lucidez proviene

del pensamiento propio. (Herrera, 2012, p.27)

Este movimiento de desarraigo o extrañeza del ser humano con el mundo impone un

esfuerzo irrazonable e íntimo, que realiza la soledad humana a través de un juego de paradojas,

contrastes y contradicciones. El absurdo del sufrimiento individual exige, en última instancia, la

rebelión definitiva. Las fronteras del hombre solitario amenaza fugazmente la alegoría de

cualquier esperanza; de esta forma, “Camus tiene en esta novela las imágenes de un universo

donde no se da ni traición, ni resignación, ni esperanza, al tiempo que sí se da una fidelidad a la

medida humana”. (Herrera, 2012, p.28) Sólo en lo concreto, en la espesura inmensa del tiempo

sepultado en la memoria, en la belleza del sol, la posibilidad de la individualidad solitaria grita al

silencio de los dioses.

La imagen absurda descifra un sentido iluminado y perverso, la inútil voluntad de quien

dirige el fuego de su dolor en una lucha infinita y sin tregua, que no puede evadirse y en la cual

se trama el destino de sí mismo. Es “un universo humano de profunda hostilidad, tanto la

individualidad como la fidelidad a lo concreto han sido observadas”. (Herrera, 2012, p.30) Así

que, la representación del ser humano que se enfrenta al hundimiento de su certidumbre está

condenada al fracaso.

Sin arrepentimiento definitivo tras la hora de la muerte del otro, el individuo se rebela a

su condición y se construye, es feliz desde el instante que acepta la muerte y no busca evadirla.

Camus exhorta la necesidad del ardor artístico: la oscuridad estética imprime una sensible

necesidad por lo inmediato. Es así que para Albert Camus el mito del artista desgarrado se

desarrolla en el símbolo de Jonás:

A este respecto, cabe recordar que el ardor imprevisto es la única cuestión que, en principio,

perturba a Jonás, aunque no llega a desgarrarlo. El Jonás camusiano, colocado en el extremo de la

comodidad aburguesada, se reconoce como inevitablemente expresivo, sensitivo. La sensibilidad

que Jonás puede generar en esta fase no producirá una imagen completa. Esto significa, siempre

bajo el planteamiento de Camus, que no producirá una imagen completamente viva. Como ya se

indicara, el gran artista es un gran ser vivo, en tanto que siente y reflexiona. Jonás aún no ha

alcanzado ese nivel. Sin embargo, siente irrefrenablemente. Le falta un elemento que

definitivamente lo conmueva. Éste va a sobrevenir cuando sienta su corazón desgarrado. Ya en la

Introducción se recalcó el uso de este término, ‘desgarramiento’, en la obra de Camus, y así debe

ser leído en esta ocasión. (Herrera, 2012, p.40)

El secreto del mundo ha sido revelado al artista, a través del mito de su padecimiento. La

condena sin victoria que lo desnuda impone sobre su cuerpo un convencimiento deslumbrante y

fecundo colmado por el desarraigo y la desesperación. La lejana privación de sus restricciones ya

57

sea por el amor, la dicha o la desgracia, guía el trabajo del artista del absurdo, quien entre fracaso

y fracaso construirá su obra que sólo quedará sellada con la muerte. El propio Camus lo dice en

El mito de Sísifo (1995):

Este esfuerzo, esta conciencia sobrehumana no son forzosamente visibles para el lector. No hay

misterio en la creación humana. La voluntad hace este milagro. Pero por lo menos, no hay

verdadera creación sin secreto. Sin duda, una serie de obras puede no ser sino una serie de

aproximaciones del mismo pensamiento. Pero se puede concebir otra especie de creadores que

procederían por yuxtaposición. Puede parecer que sus obras no tienen relación entre sí. En cierta

medida, son contradictorias. Pero si se las vuelve a poner en su conjunto, recuperan su

ordenamiento. Por lo tanto, es de la muerte de quien reciben su sentido definitivo. Aceptan lo más

claro de su luz de la vida misma de su autor. En este momento la serie de sus obras no es sino una

colección de fracasos. Pero si todos esos fracasos conservan la misma resonancia, el creador ha

sabido repetir la imagen de su propia condición, hacer que resuene el secreto estéril que detenta.

(p.150)

La obra absurda, por tanto, supone el desgarramiento de una subjetividad a lo largo de

toda una vida. La vida del artista, entonces, compone una tragedia gozosa que no resiste el peso

del trabajo ni la inspiración de su pensamiento absurdo. Entrever el vacío y la soledad humana

supone una vocación por el malestar, que enciende progresivamente la sensibilidad de un cuerpo

condenado a sufrir la enfermedad, la muerte, el siniestro del olvido.

Sin embargo, para Camus la sensibilidad absurda es necesariamente una sensibilidad

dichosa que expresa el divorcio imaginado entre el mundo y la conciencia del individuo. Este

universo enigmático de la existencia desgarrada unifica el sin sentido humano con el silencio

irresoluble del mundo. El fracaso del arte precisa la fragmentación diversa del arte. Sólo la

multiplicidad de la obra en la inmanencia de los conceptos y las imágenes describe el caos, la

desolación, el desamparo que experimenta el ser humano en los momentos de elección cuando

tiene que definirse y convertirse, como Sísifo, en el dueño de su roca, es decir, de su destino. Todo

arte que exponga a la condición humana en su oscura transparencia es la condensación de una

existencia en rebeldía:

Así que, retomando la argumentación, la rebeldía del ser humano, que se origina a partir de una

primigenia voluntad de comunión completa con el universo, se entiende como elemento inherente

a toda sensibilidad desgarradora. Esta voluntad entonces no podrá renunciar a los sentidos, sino

más bien tratará de describir las imágenes de su universo usándolos a todos ellos. Y de estas

imágenes se desprenderán entonces, ya sea en un universo absurdo, ya sea un universo dichoso,

en todos ellos, de raíz, un universo desgarrado. Por tanto, la obra de Camus podría expresar desde

un universo desgarradoramente absurdo hasta un universo desgarradoramente dichoso; ir de un

extremo al otro de la sensibilidad, y que jamás renuncie ni a su voluntad de comprensión ni al

enigma del mundo. La coherencia dentro del pensamiento camusiano se situaría en este tipo de

expresión desgarradora, sobre la que se diera la oscilación constante entre la dicha y el absurdo

que comentaba Jean Daniel. Se trata ahora de saber si se puede mostrar cómo se expresa, si es que

se expresa, esa reflexión profunda en la obra de Albert Camus. Por la preeminencia que Camus

otorga a la novela, este trabajo se centrará en las suyas para este último apartado. (Herrera, 2012,

p.46)

58

En tanto que imprecación a la rebeldía, la estética de Camus desentraña una imagen

desesperada que enfrenta la angustia de su condición a través de la sincera y sencilla entrega del

artista a su destino, que no es otro que la obra en la cual se define como hombre entre los hombres.

La función de la imagen estética es, según la postura de Camus, expresar la sensibilidad que siente

y vive el ser humano ante el absurdo de su existencia.

Por eso, en su creación se exaltan los sentidos, distribuye el paisaje humano en una

geografía voraz, lúbrica, donde el peso del sol excava en la introspección posible; además, crepita

de forma significativa cuando funde la atmósfera con el transcurrir temporal: una epidemia, una

condena a muerte, un auto-exilio son eso pero también son aproximaciones irrevocables a una

realidad ambigua, deliberadamente oculta, contrita y resplandeciente, donde los cuadernos de la

vida se escriben a mano lenta gratuita o morbosamente:

De nuevo sonidos, olor, luz, calor y contacto para no desarrollar una historia, sino destilar un

universo. El universo de los sentidos en las novelas de Camus. La expresión de la lúcida voluntad

humana de comprensión. La adhesión a vivir, sentir y reflexionar. Aún a falta de un análisis más

profundo: un pensamiento movido por una única sensibilidad, en la que se sostienen tanto la

sensación absurda como la sensación dichosa ante el mundo. En este trabajo, a esa sensibilidad,

siguiendo las notas, razonamientos e imágenes del propio Albert Camus, se le ha llamado la

sensibilidad desgarradora. (Herrera, 2012, p.54)

En síntesis, la ambigüedad de la estética de Camus pone en evidencia un transcurrir

existencial trágico y gozoso, en el cual lo verosímil de su desgarradura vital intentó plasmarse en

imágenes, legando para la posteridad una forma expresiva a través de la cual el ser humano pueda

medirse en el ser humano. Todas las emociones y sensaciones que trazan el vértigo de sus

personajes al experimentar el vacío son el sucedáneo lógico de una filosofía vital llevada hasta

sus últimas consecuencias: para un hombre que sintió el absurdo, nada más real y lúcido que una

expresión donde predomine la imagen, el color, el peso de los días cotidianos, la amarga

voluptuosidad de la carne, el cuerpo consumido en escombros de cuerpos que nunca más

renunciarán al destino que se han forjado sobre sus abrazos.

59

CAPÍTULO III

METODOLOGÍA

DISEÑO DE INVESTIGACIÓN

Teniendo en cuenta las características de la presente investigación, así como los objetivos

planteados en la misma; se deduce que la metodología a utilizarse es de carácter cualitativo. El

estudio y análisis de la obra literaria requiere de un trabajo de interpretación que no puede

cuantificarse. En este sentido, el análisis versará sobre elementos presentes en la estructura del

texto, que después de describirse tendrán que someterse a un proceso de integración con el

contenido teórico planteado en el trabajo. Es decir, el nivel cualitativo permite la interacción de

variables de carácter conceptuales que ahondan en el carácter irreductible e inclasificable e los

postulados estéticos.

Por otra parte, en la investigación se acudirá a los planteamientos operacionales de A.J.

Greimas, debido a que este teórico plantea una matriz para el análisis narratológico centrada en

el personaje y su desarrollo. Teniendo en cuenta que el objeto de estudio es una novela, y que este

mismo objeto tendrá que reinterpretarse a partir de un proceso le lectura individual, la utilización

de la matriz de relaciones estanciales en conjunción con el modelo de oposición Greimsiana

parece la forma más pertinente para el acercamiento metodológico del mismo.

Las características especiales del trabajo, por otra parte, demuestran que no existe una

población o muestra a la cual circunscribir el estudio de la obra. La novela compone un universo

narrativo autónomo, la ficción funciona como referente de la ficción, pero las ideas presentes en

la misma se corresponden con el contexto en que fue concebida.

Es así que la primera parte del trabajo metodológico corresponderá a un análisis

netamente estructural, que luego pasara a integrarse a un modelo interpretativo.

60

OPERACIONALIZACIÓN DE VARIABLES

VARIABLE DIMENSIÓN INDICADOR

IND

EP

EN

DIE

NT

E

El

exis

ten

cial

ism

o

Contexto filosófico Introducción al

existencialismo

Exponentes

Kierkegaard

Nietzsche

Husserl

Heidegger

Sartre

Modelo de análisis A.J. Greimas

DE

PE

ND

IEN

TE

“E

l ex

tranje

ro”

de

Alb

ert

Cam

us

Contexto histórico - cultural Época Contemporánea

Biografía El último hombre

Obra La creación sin mañana

El pensamiento de mediodía

La muerte

El absurdo

La rebelión

La moral de los límites

El amor

Valor literario Estética del hombre absurdo

61

CAPÍTULO IV

RESULTADOS

Luego de elaborarse el marco teórico y, realizadas ya, las explicaciones metodológicas

correspondientes, se tiene que aclarar que la utilización de una teoría semiótica para el análisis

descriptivo del texto narrativo implica la utilización de una matriz de análisis que permita el paso

de los conceptos epistemológicos a los conceptos operacionales.

En este sentido, las relaciones actanciales precisan de un acercamiento a la propuesta

teórica de A.J. Greimas (1987) que basa su articulación en las distintas lógicas de interacción que

se inscriben en el cuadrado semiótico, el cual puede considerarse como la base epistemológica de

toda la semiótica greimassiana.

Dicho modelo, producto que recoge los principales aportes del estructuralismo –

especialmente las nociones de Louis Hjelmslev-, se sustenta en un micro-sistema semántico de

oposición que tiene que trabajar, en el caso del texto narrativo, con los ejes semánticos o sémicos

–si nos atenemos a la terminología acuñada por Greimas en La semántica estructural- del relato.

La novela de El extranjero (1942) de Albert Camus es un relato escrito en primera

persona, que cuenta el extravío existencial del hombre contemporáneo, en un ambiente humano

donde la carga de angustia y absurdo del individuo choca con la racionalidad social. El autor

utiliza el monólogo interior para la construcción de una perspectiva filosófica que cuestiona la

propia materialidad del personaje. Esta forma de focalización de la acción pone en evidencia que

se necesita de un análisis exhaustivo del personaje para la mejor comprensión de la obra.

Además, partiendo de la idea que la novela, al contrario del cuento o de cualquiera de las

formas en que se especifica el discurso narrativo, persigue la meta de construir el personaje como

encarnación textual de la intencionalidad del escritor, es de suponer, inmediatamente, que en la

forma cómo el autor consigue construir la identidad de éste se encuentran las claves para la

reflexión estética del valor de la novela.

A.J. Greimas concibió al personaje como una entidad material que existe en el plano del

discurso, mientras que al actante como una entidad abstracta que funciona como la unidad mínima

de significación del relato, pues es la que permite la articulación de la acción narrativa. Así, lo

que sigue es la construcción del personaje de Meursault de El Extranjero de Albert Camus, a

través de la aplicación de dos matrices. Primero se aplicará la matriz de análisis actancial y luego

se completará el análisis por medio de la matriz de opuestos, también conocida como cuadrado

semiótico, que trabaja con los ejes sémicos del relato.

62

A N Á L I S I S A C T A N C I A L

Actantes Rol Actancial Eje semántico Discurso Novela

Relación 1: P1 – C1

Meursault –

Mamá

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No Realizado

R2: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación Realizado

Recibí un telegrama del asilo: “Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias.”

(p.01)

Relación 2: P1 – C1

Meursault –

Patrón

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Ayudante -

Oponente Poder Poder Realizado

Pedí dos días de licencia a mi patrón y no pudo negármelos ante una excusa semejante. Pero

no parecía satisfecho. Llegué a decirle: “No es culpa mía.” No me respondió. (p.01)

63

Relación 3: P1 – C1

Meursault –

Celeste

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación Realizado

Todos se condolieron mucho de mí, y Celeste me dijo: “Madre hay una sola”. (p.01)

Relación 4: P1 – C1

Meursault –

Manuel

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación Realizado

64

Relación 5: P1 – C1

Meursault –

Portero del asilo

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación Realizado

Cuando hubo salido, el portero habló: “Lo voy a dejar solo.” No sé qué ademán hice, pero se

quedó, de pie detrás de mí. Su presencia a mis espaldas me molestaba. Llenaba la habitación

una hermosa luz de media tarde. Dos abejorros zumbaban contra el techo de vidrio. Y sentía

que el sueño se apoderaba de mí. Sin volverme hacia él, dije al portero: “¿Hace mucho tiempo

que está usted aquí?” Inmediatamente respondió: “Cinco años”, como si hubiese estado

esperando mi pregunta. (p.02)

Relación 6: P1 – C1

Meursault –

Director del

asilo

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Ayudante –

Oponente Poder Poder Realizado

Me recibió en su despacho. Era un viejecito condecorado con la Legión de Honor. Me miró

con sus ojos claros. Después me estrechó la mano y la retuvo tanto tiempo que yo no sabía

cómo retirarla. Consultó un legajo y me dijo: “La señora de Meursault entró aquí hace tres

años. Usted era su único sostén.” Creí que me reprochaba alguna cosa y empecé a darle

65

explicaciones. Pero me interrumpió: “No tiene usted por qué justificarse, hijo mío. He leído el

legajo de su madre. Usted no podía subvenir a sus necesidades. Ella necesitaba una enfermera.

Su salario es modesto. Y, al fin de cuentas, era más feliz aquí.” Dije: “Sí, señor director.” El

agregó: “Sabe usted, aquí tenía amigos, personas de su edad. Podía compartir recuerdos de

otros tiempos. Usted es joven y ella debía de aburrirse con usted.” (p.02)

Relación 7: P1 – C1

Meursault –

Enfermera del

asilo

R1: Sujeto -

Objeto Querer Deseo No realizado

R2:

También estaba la enfermera, en el fondo, vuelta de espaldas. Yo no veía lo que hacía. (p.04)

Relación 8: P1 – C1

Meursault –

Amigos de

mamá (12)

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Ayudante -

Oponente Poder Poder Realizado

Se sentaron sin que crujiera una silla. Los veía como no he visto a nadie jamás, y ni un detalle

de los rostros o de los trajes se me escapaba. Sin embargo, no los oía y me costaba creer en su

66

realidad. […] Me llamaba la atención no ver los ojos en los rostros, sino solamente un

resplandor sin brillo en medio de un nido de arrugas. Cuando se hubieron sentado, casi todos

me miraron e inclinaron la cabeza con modestia, los labios sumidos en la boca desdentada, sin

que pudiera saber si me saludaban o si se trataba de un tic. Creo más bien que me saludaban.

Advertí en ese momento que estaban todos cabeceando, sentados enfrente de mí, en torno del

portero. Por un momento tuve la ridícula impresión de que estaban allí para juzgarme. (p.04)

Relación 9: P1 – C1

Meursault –

Tomás Pérez

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2:

[…] el rostro de Pérez cuando se nos reunió cerca del pueblo por última vez. Gruesas lágrimas

de nerviosidad y de pena le chorreaban por las mejillas. Pero las arrugas no las dejaban caer.

Se extendían, se juntaban y formaban un barniz de agua sobre el rostro marchito. (p.07)

Relación 10: P1 – C1

Meursault –

Sacerdote

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Ayudante -

Oponente Poder Poder Realizado

67

Uno de éstos tenía el incensario, y el sacerdote se inclinaba hacia él para regular el largo de la

cadena de plata. Cuando llegamos, el sacerdote se incorporó. Me llamó “hijo mío” y me dijo

algunas palabras. Entró; yo le seguí. (p.06)

Relación 11: P1 – C1

Meursault –

Hombre de la

funeraria

R1:

R2: Ayudante -

Oponente Poder Poder Realizado

El hombre de la funeraria nos indicó nuestros lugares. El sacerdote caminaba delante; luego el

coche; en torno de él, los cuatro hombres. Detrás, el director, yo y, cerrando la marcha, la

enfermera delegada y Pérez. (p.06)

Relación 12: P1 – C2

Meursault –

María Cardona

R1: Sujeto –

Objeto Querer Deseo Realizado

R2: Sujeto -

Objeto Querer Deseo Realizado

68

La ayudé a subir a una balsa y rocé sus senos en ese movimiento. Yo estaba todavía en el agua

cuando ella ya se había colocado boca abajo sobre la balsa. Se volvió hacia mí. Tenía los

cabellos sobre los ojos y reía. Me icé a su lado sobre la balsa. El tiempo estaba espléndido y,

como bromeando, dejé ir la cabeza hacia atrás y la posé sobre su vientre. No dijo nada y quedé

así. Me daba en los ojos todo el cielo, azul y dorado. Bajo la nuca sentía latir suavemente el

vientre de María. Nos quedamos largo rato sobre la balsa, medio dormidos. Cuando el sol

estuvo demasiado fuerte se zambulló y la seguí. La alcancé, pasé la mano alrededor de su

cintura y nadamos juntos. Ella reía siempre. En el muelle mientras nos secábamos me dijo:

“Soy más morena que tú.” Le pregunté si quería ir al cine esa noche. Volvió a reír y me dijo

que quería ver una película de Fernandel. (p.08)

Por la noche María había olvidado todo. La película era graciosa a ratos y, luego, demasiado

tonta, en verdad. Ella apretaba su pierna contra la mía. Yo le acariciaba los senos. Hacia el fin

de la función, la besé, pero mal. Al salir vino a mi casa. (p.08)

La deseé mucho porque tenía un lindo vestido a rayas rojas y blancas, y sandalias de cuero. Se

adivinaban sus senos firmes, y el tostado del sol le daba un rostro de flor. […]Pero al cabo sentí

la boca quemada por la amargura de la sal. María se me acercó entonces y se estrechó contra

mí en el agua. Puso su boca contra la mía. Su lengua refrescaba mis labios y rodamos entre las

olas durante un momento. (p.15)

Cuando nos vestimos nuevamente en la playa, María me miraba con ojos brillantes. La besé.

A partir de ese momento no hablamos más. La estreché contra mí y nos apresuramos a buscar

un autobús, regresar, ir a casa y arrojarnos sobre la cama. Había dejado la ventana abierta y era

agradable sentir derramarse la noche de verano sobre nuestros cuerpos morenos. (p.15)

No habíamos comido porque queríamos bañarnos temprano. Me sentía completamente vacío y

me dolía un poco la cabeza. El cigarrillo tenía gusto amargo. María se burló de mí porque decía

que tenía “cara de entierro”. Se había puesto un traje de tela blanca y se había soltado los

cabellos. Le dije que estaba hermosa y rió de placer. (p.20)

El agua estaba fría y me gustaba nadar. Nos alejamos con María y nos sentimos unidos en

nuestros movimientos y en nuestra satisfacción. (p.21)

María me sacudió y me dijo que Masson había regresado a la casa. Teníamos que almorzar.

Me levanté enseguida porque tenía hambre, pero María me dijo que no la había besado desde

la mañana. Era cierto y sin embargo habría querido hacerlo. “Ven al agua”, me dijo. Corrimos

para lanzarnos sobre las primeras olas. Dimos algunas brazadas y ella se pegó contra mí. Sentí

sus piernas en torno de las mías y la deseé. (p.22)

69

Relación 13: P1 – C3

Meursault –

Salamano

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No Realizado

R2: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación Realizado

Dije: “Buenas tardes”, pero el viejo continuó con los insultos. Entonces le pregunté qué le había

hecho el perro. No me respondió. (p.12)

“Tenía mal carácter”, me dijo Salamano. “De vez en cuando nos tomábamos del pico. Pero a

pesar de todo era un buen perro.” Dije que era de buena raza y Salamano se mostró satisfecho.

[…] Luego se disculpó. Quería dormir. Su vida había cambiado ahora y no sabía exactamente

qué iba a hacer. Por primera vez desde que le conocía, me tendió la mano con gesto furtivo y

sentí las escamas de su piel. (p. 19-20)

Relación 14: P1 – C3

Salamano –

Perro

R1: Ayudante -

Oponente Poder Poder Realizado

R2:

Hace ocho años que ocurre lo mismo. Celeste dice siempre que “es una desgracia”, pero, en el

fondo, no se puede saber. Cuando lo encontré en la escalera, Salamano estaba insultando al

perro. Le decía: “¡Cochino! ¡Carroña!”, y el perro gemía. (p.12)

70

Relación 15: P1 – C3

Meursault –

Raimundo

Sintés

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación Realizado

En general, es poco querido. Pero me habla a menudo y a veces entra un momento en mi

habitación porque yo le escucho. Encuentro interesante lo que dice. Por otra parte, no tengo

razón alguna para no hablarle. (p.12)

Relación 16: P1 – C3

Raimundo –

Amante

R1: Sujeto -

Objeto Querer Deseo Realizado

R2: Sujeto -

Objeto Querer Deseo Realizado

71

Relación 17: P1 – C3

Raimundo –

Gendarme

R1:

R2: Ayudante -

Oponente Poder Poder Realizado

“Quítate el cigarrillo de la boca cuando me hablas”, dijo el agente. Raimundo titubeó, me miró

y se quedó con el cigarrillo. Entonces el agente le cruzó la cara al vuelo con una bofetada espesa

y pesada, en plena mejilla. El cigarrillo cayó algunos metros más lejos. Raimundo se demudó,

pero no dijo nada enseguida. Luego preguntó con voz humilde si podía recoger la colilla. El

agente respondió que sí y agregó: “Pero la próxima vez sabrás que un agente no es un

monigote.” […] Agregó que Raimundo debería de sentirse avergonzado de estar borracho al

punto de temblar como lo hacía. Entonces Raimundo le explicó: “No estoy borracho, señor

agente. Estoy aquí, delante de usted, y tiemblo contra mi voluntad.” (p. 15-16)

Relación 18: P1 – C6

Meursault –

Grupo de árabes

R1:

R2: Ayudante -

Oponente Poder Poder Realizado

Vi un grupo de árabes pegados contra el escaparate de la tabaquería. Nos miraban en silencio,

pero a su modo, ni más ni menos que si fuéramos piedras o árboles secos. […] María no

72

comprendía muy bien y nos preguntó de qué se trataba. Le dije que eran unos árabes que

odiaban a Raimundo. Quiso entonces que partiéramos enseguida. Raimundo se irguió, rió y

dijo que era necesario apresurarse. (p.20)

Los árabes avanzaban lentamente y estaban ya mucho más próximos. Nosotros no habíamos

cambiado nuestro paso, pero Raimundo dijo: “Si hay gresca, tú, Masson, tomas al segundo. Yo

me encargo de mi individuo. Tú, Meursault, si llega otro, es para ti.” Dije: “Sí”, y Masson

metió las manos en los bolsillos. (p.23)

Relación 19: P1 – C6

Raimundo –

María

R1: Sujeto -

Objeto Querer Deseo No realizado

R2: Destinador

– Destinatario Saber Comunicación

Realizado

Raimundo, que parecía completamente aliviado, no cesaba de hacerle bromas a María. Me di

cuenta de que le gustaba, pero ella casi no le respondía. De vez en cuando me miraba riéndose.

(p.21)

73

Relación 20: P1 – C6

Meursault –

Masson

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación Realizado

Nos dijo en seguida que nos pusiésemos cómodos y que había peces fritos, que había pescado

esa misma mañana. Le dije cuánto me gustaba su casa. Me informó que pasaba allí los sábados,

los domingos y todos los días de asueto. “Me llevo muy bien con mi mujer”, agregó.

Precisamente, su mujer se reía con María. Por primera vez, quizá, pensé verdaderamente en

que iba a casarme. (p.21)

Relación 21: P2 – C1

Meursault –

Juez de

instrucción

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Ayudante -

Oponente Poder Poder Realizado

[…] el juez de instrucción me miró con curiosidad. Pero me preguntó, para empezar, solamente

mi nombre y dirección, mi profesión, la fecha y el lugar de nacimiento. Luego quiso saber si

74

había elegido abogado. Reconocí que no, y simplemente por saber, le pregunté si era

absolutamente necesario tener uno. “¿Por qué?” dijo. Le contesté que encontraba el asunto muy

simple. Sonrió y dijo: “Es una opinión. Sin embargo, ahí está la ley. Si no elige usted abogado

nosotros designaremos uno de oficio.” Me pareció muy cómodo que la justicia se encargara de

esos detalles. Se lo dije. Estuvo de acuerdo y llegó a la conclusión de que la ley estaba bien

hecha. (p.26)

Me hizo sentar y con suma cortesía me declaró que por “un contratiempo” mi abogado no había

podido venir. Pero tenía derecho de no contestar a sus preguntas y de esperar a que el abogado

pudiese asistirme. Dije que podía contestárselo. (p.27)

Y al cabo de los once meses que duró la instrucción, puedo decir que estaba casi asombrado de

que mis únicos regocijos hubiesen sido los raros momentos en los que el juez me acompañaba

hasta la puerta del despacho, palmeándome el hombro, y diciéndome con aire cordial: “Basta

por hoy, señor Anticristo.” Entonces me ponían nuevamente en manos de los gendarmes. (p.30)

Relación 22: P2– C1

Meursault –

Abogado de

oficio

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Ayudante -

Oponente Poder Poder Realizado

[…] me dijo que había estudiado el expediente. El asunto era delicado, pero no dudaba del

éxito si le tenía confianza. Le agradecí y me dijo: “Vamos al grano.” (p.27)

El abogado me había asegurado que no duraría más de dos o tres días. “Por otra parte”, había

agregado, “el Tribunal tendrá prisa porque su asunto no es el más importante de la audiencia.

Hay un parricidio que pasará inmediatamente después”. (p.34)

75

Relación 23: P2 – C2

Meursault –

María

R1: Sujeto -

Objeto Querer Deseo No realizado

R2: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación Realizado

Pegada ya a la reja me sonreía con toda el alma. La encontré muy bella, pero no supe decírselo.

[…]

Pero no tuve tiempo de observarlos más porque María me gritó que era necesario tener

esperanzas. Dije: “Sí.” Al mismo tiempo la miraba y tenía deseos de oprimirle el hombro por

encima del vestido. Tenía deseos de tocar la tela fina, pues no sabía qué otra cosa podía esperar.

Pero sin duda era lo que María quería decir porque seguía sonriendo. Yo no veía más que el

brillo de sus dientes y los pequeños pliegues de sus ojos. Gritó de nuevo: “¡Saldrás y nos

casaremos!” Respondí: “¿Lo crees?” pero lo dije sobre todo por decir algo Dijo entonces

rápidamente y siempre muy alto que sí, que saldría libre y que volveríamos a bañarnos. (p.31)

Relación 24: P2– C3

Meursault – 2

gendarmes

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación Realizado

76

Los gendarmes me dijeron que era necesario esperar al Tribunal y uno de ellos me ofreció un

cigarrillo, que rechacé. Me preguntó poco después si estaba nervioso. Respondí que no. Y aun,

en cierto sentido, me interesaba ver un proceso. No había tenido nunca ocasión de hacerlo en

mi vida. “Sí”, dijo el segundo gendarme, “pero concluye por cansar.” (p.34)

Relación 25: P2 – C3

Meursault –

Periodistas

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Sujeto -

Objeto Querer Deseo Realizado

Me costó un esfuerzo comprender que yo era la causa de toda esta agitación. Dije al gendarme:

“¡Cuánta gente!” Me respondió que era por los periódicos y me mostró un grupo que estaba

cerca de una mesa, debajo del estrado de los jurados. Me dijo: “Ahí están.” Pregunté:

“¿Quiénes?”, y repitió: “Los periódicos.”

[…]

el periodista se dirigió a mí, sonriente. Me dijo que esperaba que todo saldría bien para mí. Le

agradecí, y agregó: “Usted sabe, hemos hinchado un poco el asunto. El verano es la estación

vacía para los periódicos. Y lo único que valía algo era su historia y la del parricida.” (p.35)

77

Relación 26: P2 – C3

Meursault –

Presidente del

tribunal

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Ayudante -

Oponente Poder Poder Realizado

El Presidente me preguntó con calma y me pareció que aun con un matiz de cordialidad. Se me

hizo declarar otra vez sobre mi identidad y, a pesar de mi irritación, pensé que en el fondo era

bastante natural porque sería muy grave juzgar a un hombre por otro. Luego el Presidente

volvió a comenzar el relato de lo que yo, había hecho, dirigiéndose a mí cada tres frases para

preguntarme: “¿Es así?” Cada vez respondí: “Sí, señor Presidente”, según las instrucciones del

abogado. (p.36)

Relación 27: P2 – C3

Meursault –

Procurador

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Ayudante -

Oponente Poder Poder

Realizado:

Fundar la ley

78

Luego el Presidente preguntó al Abogado General si quería interrogar al testigo, y el Procurador

gritó: “¡Oh, no, es suficiente!” con tal ostentación y tal mirada triunfante hacia mi lado que por

primera vez desde hacía muchos años tuve un estúpido deseo de llorar porque sentí cuánto me

detestaba toda esa gente. (p.37)

El Procurador se levantó entonces muy gravemente y con voz que me pareció verdaderamente

conmovida, el dedo tendido hacia mí, articuló lentamente: “Señores jurados: al día siguiente

de la muerte de su madre este hombre tomaba baños, comenzaba una unión irregular e iba a

reír con una película cómica. No tengo nada más que decir.” Volvió a sentarse, siempre en

medio del silencio. (p.39)

[…] el Abogado General declaró a los jurados que el testigo ejercía notoriamente el oficio de

proxeneta. Yo era su cómplice y su amigo. Se trataba de un drama crapuloso de la más baja

especie, agravado por el hecho de tener delante a un monstruo moral. […] El Procurador se

volvió hacia el Jurado y declaró: “El mismo hombre que al día siguiente al de la muerte de su

madre se entregaba al desenfreno más vergonzoso mató por razones fútiles y para liquidar un

incalificable asunto de costumbres inmorales.” (p.40)

Aquí el Procurador se enjugó el rostro brillante de sudor. Dijo en fin que su deber era penoso,

pero que lo cumpliría firmemente. Declaró que yo no tenía nada que hacer en una sociedad

cuyas reglas más esenciales desconocía y que no podía invocar al corazón humano cuyas

reacciones elementales ignoraba. “Os pido la cabeza de este hombre”, dijo, “y os la pido con

el corazón tranquilo. Pues si en el curso de mi ya larga carrera me ha tocado reclamar penas

capitales, nunca tanto como hoy he sentido este penoso deber compensado, equilibrado,

iluminado por la conciencia de un imperioso y sagrado mandamiento y por el horror que siento

delante del rostro de un hombre en el que no leo más que monstruosidades”. (p.43)

Relación 28: P2 – C4

Meursault –

Tribunal

R1: Destinador

– Destinatario Saber Comunicación

No realizado:

Imposibilidad

R2: Ayudante –

Oponente

Poder Poder Realizado

79

Todo se desarrollaba sin mi intervención. Mi suerte se decidía sin pedirme la opinión. De vez

en cuando sentía deseos de interrumpir a todos y decir: “Pero, al fin y al caso, ¿quién es el

acusado? Es importante ser el acusado. Y yo tengo algo que decir.” Pero pensándolo bien no

tenía nada que decir. (p.41)

Relación 29: P2 – C4

Meursault –

Abogado de

instrucción

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación

No realizado:

Sin necesidad

R2: Ayudante -

Oponente Poder Poder

Realizado:

Fundar la razón

Recordó mi insensibilidad, mi ignorancia sobre la edad de mamá, el baño del día siguiente con

una mujer, el cine, Fernandel, y, por fin, el retorno con María. Necesité tiempo para

comprenderle en ese momento porque decía “su amante” y para mí ella era María. Después se

refirió a la historia de Raimundo. Me pareció que su manera de ver los hechos no carecía de

claridad. Lo que decía era plausible. De acuerdo con Raimundo yo había escrito la carta que

debía atraer a la amante y entregarla a los malos tratos de un hombre de “dudosa moralidad.”

Yo había provocado en la playa a los adversarios de Raimundo. Este había resultado herido.

Yo le había pedido el revólver. Había vuelto sólo para utilizarlo. Había abatido al árabe, tal

como lo tenía proyectado. Había disparado una vez. Había esperado. Y “para estar seguro de

que el trabajo estaba bien hecho”, había disparado aún cuatro balas, serenamente, con el blanco

asegurado, de una manera, en cierto modo, premeditada. (p.42)

80

Relación 30: P2 – C4

Meursault –

Público

R1: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación No realizado

R2: Destinador -

Destinatario Saber Comunicación Realizado

Me pareció reconocer entonces el sentimiento que leía en todos los rostros. Creo que era

consideración. Los gendarmes se mostraban muy suaves conmigo. El abogado me tomó la

mano. Yo no pensaba más en nada. El Presidente me preguntó si no tenía nada que agregar.

Reflexioné. Dije: “No.” Entonces me llevaron. (p.45)

Relación 31: P2 – C5

Meursault –

Capellán

R1: Ayudante –

Oponente Poder Poder Realizado

R2: Ayudante –

Oponente Poder Poder No realizado

Cuando lo vi, sentí un ligero estremecimiento. Él lo notó y me dijo que no tuviera miedo. Le

dije que su costumbre era venir a otra hora. Me respondió que era una visita amistosa que no

81

tenía nada que ver con la apelación, de la que no sabía nada. Se sentó en el camastro y me

invitó a acercarme más a él. Me negué. A pesar de todo, me parecía muy amable. (p.49)

¿Cómo afrontará usted la terrible prueba?” Repuse que la afrontaría exactamente como la

afrontaba en este momento.

Ante estas palabras se levantó y me miró directamente a los ojos. Es un juego que conozco

bien. Me divertía a menudo haciéndolo con Manuel o Celeste y, generalmente, eran ellos

quienes apartaban la mirada. También el capellán conocía bien el juego; lo comprendí

enseguida. Su mirada no vaciló. Y su voz tampoco vaciló cuando me dijo: “¿No tiene usted,

pues, esperanza alguna y vive pensando que va a morir por entero?” “Sí”, le respondí. (p.50)

Bajó entonces la cabeza y volvió a sentarse. Me dijo que me compadecía. Juzgaba imposible

que un hombre pudiese soportar esto. Yo sentí solamente que él comenzaba a aburrirme. Me

aparté a mi vez y fui hacia la claraboya. Me apoyé con el hombro contra la pared. Sin seguirlo

bien, oí que comenzaba a interrogarme otra vez. Hablaba con voz inquieta y apremiante.

Comprendí que estaba emocionado y le escuché con más atención. (p.50)

Me animé un poco. Dije que hacía meses que miraba estas murallas. No existía en el mundo

nada ni nadie que conociera mejor. Quizá, hace mucho tiempo, había buscado allí un rostro.

Pero ese rostro tenía el color del sol y la llama del deseo: era el de María. Lo había buscado en

vano. Ahora, se acabó. Y, en todo caso, no había visto surgir nada de este sudor de piedra.

(p.50)

Sin embargo, ninguna de sus certezas valía lo que un cabello de mujer. Ni siquiera estaba

seguro de estar vivo, puesto que vivía como un muerto. Me parecía tener las manos vacías.

Pero estaba seguro de mí, seguro de todo, más seguro que él, seguro de mi vida y de esta muerte

que iba a llegar. Sí, no tenía más que esto. […]¡Qué me importaban la muerte de los otros, el

amor de una madre! ¡Qué me importaban su Dios, las vidas que uno elige, los destinos que uno

escoge, desde que un único destino debía de escogerme a mí y conmigo a millares de

privilegiados que, como él, se decían hermanos míos! ¿Comprendía, comprendía pues? Todo

el mundo era privilegiado. No había más que privilegiados. También a los otros los condenarían

un día. También a él lo condenarían. ¿Qué importaba si acusado de una muerte lo ejecutaban

por no haber llorado en el entierro de su madre? (p.51)

Me ahogaba gritando todo esto. Pero ya me quitaban al capellán de entre las manos y los

guardianes me amenazaban. Sin embargo, él los calmó y me miró en silencio. Tenía los ojos

llenos de lágrimas. Se volvió y desapareció. (p.52)

Análisis cuantitativo:

Para el análisis de los resultados obtenidos, se tiene que partir del hecho que las

relaciones actanciales se centran en el personaje principal de la novela (Meursault).

Debido a que al tratarse de un narrador protagonista, el relato se encuentra construido

en función de su interioridad. De suerte que las relaciones que llegue a establecer con

los otros elementos del mundo ficcional son formas de la focalización del relato. Así,

la importancia para la construcción de la identidad del personaje se debe a las distintas

82

articulaciones del mismo con los otros, quienes muchas veces refieren directamente a

la personalidad del lector.

Del total de 31 relaciones actanciales presentes en la novela, 26 corresponden

al personaje principal, mientras que las otras 5 se distribuyen entre otros

personajes.

Más del 60% de relaciones actanciales se establecen en la primera mitad de la

novela, mientras que en la segunda parte de ésta las relaciones se hacen

heterogéneas sólo en los capítulos 3 y 4, cuando el personaje principal es

llevado a comparecer por motivo de su juicio. Lo que significa que en la primera

mitad se construye una necesaria referencia al Otro, mientras que en la segunda

prevalece una perspectiva intimista y vital centrada en el sujeto que cuenta su

historia (yo).

De las 31 relaciones actanciales, las que predominan son las relaciones de

comunicación y poder. Mientras que las relaciones actanciales de deseo se

centralizan especialmente en los personajes femeninos, eminentemente en el

personaje de María.

En cuanto a las relaciones actanciales de comunicación, se ve que en el

personaje principal son las que dominan. Aunque muchas veces estas no se

llegan a realizar en el mundo ficcional, la intención de saber que transmite el

personaje involucra su necesidad de autorreflexión que no llega a materializar

en los demás, haciéndose una subjetividad que sale de sí para quedarse en sí

mismo.

Por otra parte, cuando las relaciones actanciales nacen desde la perspectiva del

otro, éstas se realizan en la novela. Lo que significa que el personaje principal

evalúa cada uno de las expresiones de los otros, no por dar una respuesta a éstas

o participar del proceso comunicativo, sino porque precisa de las mismas para

entender su imposibilidad comunicativa como una forma particular de

existencia.

En el personaje principal, las otras relaciones que dominan, y las únicas que

llegan a realizarse en la novela, son las relaciones de deseo. Cuando este actante

interactúa con María Cardona casi siempre consigue la satisfacción de su deseo.

Lo cual se debe a que las relaciones que nacen desde ella hacia él, son las

mismas. Hecho que cambia sólo en el último encuentro. La insatisfacción se

produce porque María cambia su relación actancial inicial por una de

comunicación.

En cuanto a las relaciones de poder, se ve que éstas no interesan al protagonista,

ni siquiera en el momento que comete asesinado. El único lugar en que éstas

adquieren forma en él es cuando se enfrenta al capellán, durante la conversación

que sostienen en el último capítulo de la novela. Es decir que el protagonista se

encuentra arrojado a una circunstancia racionalizada por las instituciones desde

donde ejercen poder sobre él. Cuando esto sucede, su intención comunicativa

no se cumple; pues la realización del poder equivale a la negación de cualquier

posibilidad del sujeto.

83

Análisis cualitativo:

En este momento se pasa a interpretar las constantes evidenciadas por la matriz de

análisis para acercarse a una comprensión más dinámica del valor de la novela, en

cuanto espacio de transformación de la libertad individual.

Para apoyar las conclusiones se recurre a la presentación de la matriz de opuestos, que

trabaja con los ejes sémicos del relato, en donde cada conclusión se corresponderá con

una lógica discursiva, entendida como la hermenéutica del sentido: llevar a la

significación estructural hacia los referentes donde se convierte en literatura.

84

N°1 CUADRADO SEMIÓTICO

Era verdad y lo reconocí. Entonces me declaró que precisamente quería pedirme

un consejo con motivo de este asunto; que yo era un hombre que conocía la vida;

que podía ayudarlo y que inmediatamente sería mi camarada. No dije nada y me

preguntó otra vez si quería ser su camarada.

Dije que me era indiferente, y pareció quedar contento. (p.12)

A Escritura de la Subjetividad implica no-Escritura de la Objetividad (ausencia del

mismo), es contraria a Escritura de la Objetividad y contradictoria con la no-

Escritura de la Subjetividad.

B Escritura de la Objetividad implica la no-Escritura de la Subjetividad (ausencia

del mismo), es contraria a Escritura de la Subjetividad y contradictoria con la no-

Escritura de la Objetividad.

El tono intimista que predomina en el relato no es una afirmación egocéntrica del

individuo. Algo que sucede con frecuencia en muchas novelas donde la intención del

escritor es dar cuenta de los avatares que sufre en el momento de su relación con el

mundo material. En la novela de Albert Camus, por el contrario, este tono le sirve para

re-crear la realidad, de la que no busca evadirse, por medio de un exhaustivo examen

de la condición humana. Evaluación que consigue gracias al ritmo frío, la descripción

poética y precisa que utiliza, más el agregado de una entrega total al monólogo interior,

que Camus reinventa desde una perspectiva de interacción humana. Es decir, si son

tantas las relaciones actanciales manifiestas es debido a que el monólogo es la forma

de escritura de la subjetividad. Subjetividad que nace no del azar sino del encuentro de

una persona con otra. La construcción del personaje, entonces, usa como

procedimiento creativo el contraste constante e inmanente del mismo con otros

elementos de la misma categoría narratológica. Visión antitética de la novela

contemporánea que en Camus alcanza un nivel interesante porque desentraña el

espacio imaginario, simbólico y autorreferencial de la subjetividad como una

representación melancólica, nihilista y absurda de la materialidad social a la que

pertenece el individuo.

85

N°2 CUADRADO SEMIÓTICO

María vino a buscarme por la tarde y me preguntó si quería casarme con ella. Dije

que me era indiferente y que podríamos hacerlo si lo quería. Entonces quiso saber

si la amaba. Contesté como ya lo había hecho otra vez: que no significaba nada,

pero que sin duda no la amaba. "¿Por qué, entonces, casarte conmigo?", dijo. Le

expliqué que no tenía ninguna importancia y que si lo deseaba podíamos

casarnos. Por otra parte era ella quien lo pedía y yo me contentaba con decir que

sí. Observó entonces que el matrimonio era una cosa grave. Respondí: "No."

Calló un momento y me miró en silencio. Luego volvió a hablar. Quería saber

simplemente si habría aceptado la misma proposición hecha por otra mujer a la

que estuviera ligado de la misma manera. Dije: "Naturalmente." Se preguntó

entonces a sí misma si me quería, y yo, yo no podía saber nada sobre este punto.

Tras otro momento de silencio murmuró que yo era extraño, que sin duda me

amaba por eso mismo, pero que quizá un día le repugnaría por las mismas

razones. Como callara sin tener nada que agregar, me tomó sonriente del brazo y

declaró que quería casarse conmigo. (p.18)

A Novela antitética implica no-Novela Sintética (ausencia del mismo), es contraria

a Novela Sintética y contradictoria con No-Novela Antitética.

B Novela Sintética implica no-Novela Antitética (ausencia del mismo), es contrario

a Novela Antitético y contradictorio a no-Novela sintética.

Albert Camus organiza su novela siguiendo un procedimiento ensayado por Franz

Kafka en las primeras décadas del siglo XX. En El Castillo (1924) Kafka equilibra el

desasosiego espiritual de sus personajes con el barullo arquitectónico de la maquinaria

socio-estatal. Para conseguirlo presenta la siguiente fórmula: divide su novela en dos

apartados. El primero contiene a los personajes articulados en una interacción

heterogénea de acuerdo al estrato social del que proceden; mientras que el segundo, a

los ámbitos psicológicos, generalmente irracionales, que motivan la interacción

anterior, pero que se materializan en un conflicto de reconocimiento que lleva al

protagonista a una búsqueda inútil, desacralizada, transtemporal de su condición

humana. Esta es la fórmula desde la que parte Albert Camus para la estructuración de

El extranjero. En el francés, no obstante, prevalece un sentido antitético del orden

factual, por medio del cual el protagonista va desde la humanidad (el todo social) hacia

el hombre de carne y hueso (el individuo).

86

N°3 CUADRADO SEMIÓTICO

Hubiese esperado el paso de los pájaros y el encuentro de las nubes como

esperaba aquí las curiosas corbatas de mi abogado y como, en otro mundo,

esperaba pacientemente el sábado para estrechar el cuerpo de María. Después de

todo, pensándolo bien, no estaba en un árbol seco. Había otros más desgraciados

que yo. Por otra parte, mamá tenía la idea, y la repetía a menudo, de que uno

acaba por acostumbrarse a todo. (p.32)

A Individuo implica no-Sujeto Histórico (ausencia del mismo), es contrario a Sujeto

Histórico y contradictorio con no-Individuo.

B Sujeto Histórico implica no-Individuo (ausencia del mismo), es contrario a

Individuo y contradictorio con no-Sujeto Histórico.

En la primera parte, el protagonista es un engranaje funcional de la sociedad argelina,

situación que cambia desde el momento en que su percepción de la realidad se

transforma y que los otros perciben desde la muerte de su madre, y que culmina con la

ruptura del orden, de la ley y de la razón: el asesinato. En la segunda, el protagonista,

ya consciente de sí, se enfrenta a los otros que exigen de él el retorno inmediato a la

naturalidad social de la que él desea separarse. La primera constituye la reformulación

metafísica de las relaciones humanas, donde el protagonista existe de manera

inmanente, algo que él denomina sujeto al azar de las circunstancias: las acciones, las

suyas especialmente, no tienen sentido, obedecen al humor, a la variación genética de

la naturaleza representada siempre en la imagen del mar evocado que trasciende al

calor que carcome sus sentidos. La segunda muestra al individuo como tal: una entidad

presente en cualquiera, que no pretende ajustarse a los requerimientos externos y

acepta la exigencia de la muerte como última reformulación de su capacidad para vivir

libre.

87

N°4 CUADRADO SEMIÓTICO

Fui asaltado por los recuerdos de una vida que ya no me pertenecía más, pero en

la que había encontrado las más pobres y las más firmes de mis alegrías: los olores

de verano, el barrio que amaba, un cierto cielo de la tarde, la risa y los vestidos

de María. Me subió entonces a la garganta toda la inutilidad de lo que estaba

haciendo en ese lugar, y no tuve sino una urgencia: que terminaran cuanto antes

para volver a la celda a dormir. (p.44)

A Ironía Intelectual implica no-Seriedad Intelectual (ausencia del mismo), es

contrario a Seriedad Intelectual y contradictorio con No-Seriedad Intelectual.

B Seriedad Intelectual implica no-Ironía Intelectual (ausencia del mismo), es

contrario a Ironía intelectual y contradictorio con no-Seriedad Intelectual.

El protagonista habla de sí mismo y de los otros con el objetivo de desentrañar la

naturaleza humana enfrentada a la artificialidad impuesta por la sociedad. El extranjero

es una novela de carácter intelectual, que sin entrar en aquellas irreales acusaciones

que inteligibilizan las formas de la conciencia, provoca al lector un rechazo a la razón.

La ironía latente, medio para la desacralización, corrompe la lógica funcional y funda

la ficción de la racionalidad. Por eso la vitalidad de la novela, la renovada escritura que

combustiona al individuo desde los márgenes y las periferias del intelecto, se realiza

por medio de la presencia de los tres tipos de relaciones actanciales. La comunicación

es transversal tanto al deseo como al poder. A medida que se avanza con la lectura, se

ve que el poder conjura a los otros y los domina; y al final, el deseo, último reducto de

la vida del Meursault, entra en diálogo con la comunicación. Al menos esa es la

anatomía de significación que usa Camus para llevar a su personaje al enfrentamiento,

o lo que José Emilio Pacheco llamó las batallas en el desierto, del absurdo y de la

existencia.

88

N°5 CUADRADO SEMIÓTICO

Los periódicos hablaban a menudo de una deuda para con la sociedad que, según

ellos, era necesario pagar. Pero esto no habla a la imaginación. Lo que interesa

es la posibilidad de evasión, un salto fuera del rito implacable, una loca carrera

que ofrece todas las posibilidades de esperanza. Naturalmente, la esperanza

consistía en ser abatido de un balazo en la esquina de una calle, en plena carrera.

Pero, bien considerado todo, ese lujo no me estaba permitido, todo me lo

prohibía, el engranaje me enganchaba nuevamente. (p.46)

A Violencia institucional implica no-Indiferencia (ausencia de la misma), es

contrario a Indiferencia y contradictorio con no-Violencia.

B Indiferencia implica no-Violencia Institucional (ausencia de la misma), es

contrario a Violencia Institucional y contradictorio con no-Indiferencia.

Las relaciones actanciales de poder legitiman la práctica de la violencia institucional.

En la novela, Camus enfatiza este hecho presentando distintos personajes de medios

rangos, que a pesar de su insignificancia, comparados a la maquinaria del Estado

Colonialista Francés de su época, son menos que nada en la realidad. Pero que en la

novela, aparecen como los encargados supremos de velar por la circulación tranquila,

ordenada y planificada de cada uno de los miembros de la sociedad. A Meursault no

se le condena a muerte por haber asesinado a un hombre, que dentro del rango social

era considerado nadie, debido a que la Metrópoli veía a la colonia como un anexo de

analfabetos y salvajes, y dentro de esta los blancos franceses veían en los árabes como

lo último. ¿Qué es lo que se persigue? ¿Qué es lo que se castiga? ¿Cuál es el crimen?

89

N°6 CUADRADO SEMIÓTICO

Como si esta tremenda cólera me hubiese purgado del mal, vaciado de esperanza,

delante de esta noche cargada de presagios y de estrellas, me abría por primera

vez a la tierna indiferencia del mundo. […] Para que todo sea consumado, para

que me sienta menos solo, me quedaba esperar que el día de mi ejecución haya

muchos espectadores y que me reciban con gritos de odio. (p.52)

A Crimen implica no-Ley (ausencia de la misma), es contrario a Ley y

contradictorio con no-Crimen.

B Ley implica no-Crimen (ausencia del mismo), es contrario a Crimen y

contradictorio con no-Ley.

Camus hace que su personaje asesine a un árabe porque eso era lo normal. Nada había

en eso de ilegal. La nación francesa lo venía haciendo desde hacía siglos. Pero lo hacía

desde un espacio donde no era la persona X, quien asesinaba. Era el pueblo francés, en

su conjunto, el sujeto histórico ideado por Hegel y Marx, quien acometía tal acto en

nombre de la civilización. Es decir que cuando las motivaciones del asesinato nacen

de la razón, de la ley y de la cultura no hay hecho criminal. Lo que se representa en los

distintos actos de violencia que aparecen en la novela: el gendarme. Raimundo, el

patrón, el director del asilo. Ninguno de ellos hacía algo incorrecto, se limitaban a

cumplir con un rol, y mientras cumplieran con éste, matar a un árabe no tendría

importancia.

90

N°7 CUADRADO SEMIÓTICO

Recordé en esos momentos una historia que mamá me contaba a propósito de mi

padre. Yo no le había conocido. Todo lo que había de concreto sobre este hombre

era quizá lo que me decía mamá. Había ido a ver ejecutar a un asesino. Se sentía

enfermo con la simple perspectiva de ir. Fue, sin embargo, y al regreso había

estado vomitando parte de la mañana. Mi padre me producía un poco de

repugnancia entonces Ahora comprendo que era tan natural. (p.46)

A Soledad implica no-Sociabilidad (ausencia de la misma), es contrario a

Sociabilidad y contradictorio con no-Soledad.

B Sociabilidad implica no-Soledad (ausencia de la misma), es contrario a Soledad

y contradictorio con no-Sociabilidad.

Sin embargo, cuando el asesinato lo comete un hombre que es nadie, por voluntad

propia, en medio de los hombres, la única realidad que existe es el crimen. No importa

que el asesinado sea un paria, no importa que la muerte prevalezca como un símbolo

de triunfo del sol del desasosiego, o que no existan motivos algunos para el mismo.

Esta falta de motivo, este desarraigo intemporal de la conciencia a la inmanente

devastación del sentido común y de la identidad social, y la corrupción del individuo

que niega su pertenencia al grupo del que no siente más que asco y aburrimiento, es lo

antinatural e irracional, el hecho deleznable, el crimen. La razón persigue la

anormalidad porque entiende por esta a la violencia de la razón sobre sí misma. El

único castigo entonces es la muerte; pero esta no aparece como lo que es, sino que se

la sacraliza al punto de convertirla en el acontecimiento por el cual las personas pueden

alcanzar la redención: piedad, sacrificio y justicia componen los valores que suponen

la humanización de la criatura humana. Y esta es la ficción de la que aborta Camus en

El extranjero.

91

N°8 CUADRADO SEMIÓTICO

Por primera vez desde hacía mucho tiempo pensé en mamá. Me pareció que

comprendía por qué, al final de su vida, había tenido un "novio", por qué había

jugado a comenzar otra vez. Allá, allá también, en torno de ese asilo en el que las

vidas se extinguían, la noche era como una tregua melancólica. Tan cerca de la

muerte, mamá debía de sentirse allí liberada y pronta para revivir todo. Nadie,

nadie tenía derecho de llorar por ella. (p.52)

A La inmanencia de la muerte implica no-trascendencia de la muerte (ausencia del

mismo), es contrario con Trascendencia de la Muerte y contradictorio con no-

Inmanencia de la Muerte.

B La trascendencia de la muerte implica no-inmanencia de la muerte (ausencia de

la misma), es contrario a inmanencia de la muerte y contradictorio con la no-

trascendencia de la muerte.

La única relación actancial de poder que nace del protagonista no aparece sino hasta el

final. Cerca ya de la intermitencia de ser o no ser, de estar aquí o simplemente

desaparecer de la conciencia de los otros, algo en que nunca estuvo Meursault en

cuanto personaje porque siempre existió en su autoconciencia y autorreferencialidad,

se manifiesta la lucha. El poder se estructura como el espacio donde el discurso, las

prácticas sociales y la sexualidad cobran sentido. Pero, ¿qué pasa si no hay sentido

alguno, o si el sentido es la intencionalidad de un grupo impuesta por la fuerza de la

cultura, la prohibición del placer y por la coerción del miedo? La figura del Capellán,

entonces, configura el pánico del hombre ante lo desconocido. ¿Qué Dios en medio de

tantos Dioses hace legible la historia de la sangre que se derrama en el patíbulo? No es

que el protagonista de Camus sea el Anticristo de Nietzsche. O que entre uno y otro

efervezca el ateo. Por encima de la celda, el cielo sigue el curso natural, las estaciones

se suceden, el mar aplasta las huellas de todos los caminantes, el olvido no es más que

92

el cambio de página que devora una circunstancia u otra. Cuando Meursault convierte

su castigo en satisfacción, acepta quien es. Entonces ver la muerte de cara lo hace reír.

Así lo había hecho su madre, quién solo en ese instante conoció el amor y por eso no

mereció lágrima alguna.

93

ELEMENTOS EXISTENCIALES PRESENTES EN LA OBRA “EL

EXTRANJERO” DE ALBERT CAMUS

A.J. GREIMAS

1. Relación actancial de

comunicación.

Crítica al discurso de la razón.

2. Relación actancial de deseo.

“Sensación” como vía de conocimiento.

3. Relación actancial de poder.

Conflicto entre el poder del Estado con el

individuo que no acepta su diferencia.

ESTRUCTURAL

1. Novela antitética.

2. Narrador en primera persona.

3. Visión individualista del mundo.

FILOSÓFICO

1. Conflicto entre religión e individuo.

2. Aislamiento del individuo.

3. Vacío existencial de la condición humana.

4. Imposibilidad de comunicación entre el “individuo” y el “otro”.

Total: 10 elementos existenciales.

94

CAPÍTULO V

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

CONCLUSIONES

El movimiento existencialista se consolidó como una filosofía de la historia debido al

influjo y aporte de distintos pensadores, quienes desde una lectura subjetivista de su

experiencia en el mundo precisaron el movimiento de la experiencia en un mundo vaciado

de contenidos trascendentales, para operar desde este punto una crítica la razón

occidental, representado por la filosofía de Hegel y la ciencia positivista.

Las principales características del sistema filosófico existencialista se centran en el

individuo como eje de la reflexión, pues la filosofía debe servir para vivir y no tanto para

construir grandes argumentaciones sobre el mundo y las cosas. La tesis central del

existencialismo buscó un reconocimiento del ser humano en cuanto totalidad histórica,

por lo cual afirmó otras formas de conocimiento tales como las emociones, las

sensaciones, los sentimientos, ya sea desde la fenomenología o la comprensión de la

angustia.

Albert Camus más que un pensador, en el sentido estricto de la palabra, fue un hombre

de su tiempo, que vivió con intensidad y originalidad la circunstancia histórica que lo

atravesó. De esta forma, su pensamiento más que constituir un sistema cerrado de

categorías es un grito diáfano y profundo que reclama a la condición humana la alegría

de su existencia. Su postura, optimista lo lleva a exigir la superación del absurdo. Así, su

relación con el existencialismo, de raigambre ateo por las lecturas de Nietzsche y la

sensibilidad mediterránea de su reflexión, es una relación viva, pues marcó un sendero

calmo, gozoso y capaz de devolverle al ser humano la imagen de su destino como único

demiurgo del sentido de sus días.

El extranjero fue una novela que se publicó en la crisis de la modernidad, es decir, en

plena II Guerra Mundial, por lo cual es una novela icónica de una época polémica, que

exigió de los individuos y del cuerpo social una experiencia humana de los límites.

Las principales relaciones actanciales de la novela El extranjero son las que establece

Meursault con los otros personajes, ya que los otros representan una institución social

específica, de ahí que las relaciones que predominen sean las de poder en oposición con

las relaciones de deseo. Deseo que se ve truncado por la soledad del protagonista pero

también por la incomprensión de su vida.

95

RECOMENDACIONES

Realizar un estudio más profundo sobre la influencia de la filosofía existencialista en la

literatura hispanoamericana.

Elaborar un cuadernillo explicativo para lectores iniciales en torno a la temática

existencialista, para que puedan encontrar los principales conceptos que esta filosofía

desarrolló.

Leer la obra de Albert Camus desde otra perspectiva, que recupere de mejor forma su

aporte a la estética de la literatura francesa del siglo XX.

Realizar un estudio comparativo de la narrativa de Camus con su obra dramática, es decir,

una contrastación entre la novelística integrada por El extranjero, La peste y El último

hombre con el teatro integrado por Los justos, Calígula y Estado de sitio.

Aplicar el modelo de A.J. Greimas para la lectura, análisis e interpretación de otras

novelas del autor, tales como La peste, Los días felices o La caída.

96

CAPÍTULO VI

LA PROPUESTA

ENSAYO ACADÉMICO

Camus: el absurdo de la novela

El arte y nada más que el arte. Tenernos el arte para

no morir de la verdad.

F. NIETZSCHE

Pero es malo detenerse, difícil contentarse con una sola

manera de ver, privarse de la contradicción, la más sutil,

quizá, de todas las formas espirituales. Lo que precede define

solamente una manera de pensar. Ahora se trata de vivir.

A. CAMUS

Introducción

El extranjero de Albert Camus constituye una novela antitética, en la cual la filosofía

existencialista ha desarrollado una propia lógica narrativa. Es decir, una novela existencialista es

tal no sólo por la manera en que los personajes perciben el mundo y su relación inmanente con

éste al momento de darse de llenos a la existencia. Más allá del contenido expresado por el

narrador, construido por el diálogo introspectivo, la misma estructura de la novela cambia a favor

de una estructura absurda, en la cual convergen la intención del autor y la visión fenomenológica

del mundo. Lo que obedece a un proceso de influencia histórico, que en el caso de Camus, puede

interpretarse desde las fuentes filosóficas de su pensamiento y las fuentes estéticas de su práctica

literaria.

97

Kierkegaard, fundador de la novela antitética

La filosofía existencial de Kierkegaard marca una separación con Hegel, al respecto de la

comprensión de la realidad y de la historia. Ante la tesis hegeliana de la ‘síntesis dialéctica’, el

filósofo danés opuso el ‘salto cualitativo’. Elección que supone la negación de lo gnoseológico y

la necesaria afirmación de lo ontológico; es decir, la reinvención simbólica del ‘sujeto histórico’

en el ‘individuo’.

Al abandonar la categoría de ‘totalidad’ de Hegel, Kierkegaard enuncia el enfrentamiento

del ‘yo’ con el ‘mundo’. Desgarramiento de lo humano que buscó explicar y superar desde una

perspectiva dinámica, al momento de interpretar al ‘ser’ como una realidad limitada que persigue

el sentido de su vida en la inmanencia de la existencia. Es decir, las personas siguen un camino –

proceso de vida-, muchas veces sin saber hacia qué destino se dirigen, pero intentan comprender

las causas, los fines y las razones de su búsqueda en los propias condiciones en que están insertos.

Esta aproximación a lo humano hizo que los planteamientos estéticos de Kierkegaard,

expuestos en Estudios estéticos (1969), influyeran notablemente en el siglo XX. Kierkegaard

entendió las formas estéticas como manifestaciones de la complejidad existencial. Por eso afirma

que toda forma es disolución de una disonancia básica de la existencia, un mundo en el cual el

contrasentido queda situado en su oportuno lugar. (Martínez, 2004, p.20)

La forma estética es la manifestación de la intensidad del sufrimiento humano. La

búsqueda del individuo que conduce al vacío, la conciencia de la falsa representación de la

trascendencia del mundo. Y la novela, en este sentido, es la expresión de la resistencia del

individuo a ser negado en la objetividad. Esta es la razón por la cual, el ‘estadio estético’ es el

primer nivel del ciclo de la existencia.

La concepción de la novela en Kierkegaard fue la articulación antitética del fragmento

con la existencia: forma a través de la cual la desesperación alcanza un efímero equilibrio en el

devenir del ‘ser’ del personaje. La subjetividad humana, entonces, es un proceso reinventado en

el texto narrativo. Razón por la cual el protagonista de la novela es ‘uno’ al principio y ‘otro’ al

final.

El salto cualitativo para este cambio ocurre cuando el individuo decide, cuando el

personaje está movido por una melancolía profunda, consecuencia de ver el destino únicamente

para descubrir que al final termina por imponerse la realidad (Martínez, 2004, p.23). Y el sentido

y el significado de la novela es un acontecer, la transformación a descubrirse en la lectura:

Este descubrimiento es el presupuesto metafísico que hace posible la forma, una forma no vacía

porque supone una existencia confrontada, una existencia que nunca es una nada. […] Dialéctica

incesante y frenética que responde a un estado del espíritu: ese que finiquita la epopeya y hace

posible el nacimiento de una nueva forma: la novela. (Martínez, 2004, p.23).

98

Esta es la razón por la cual se puede considerar a Kierkegaard como el precursor teórico

de un tipo de novela: la novela antitética. Diálogo de la subjetividad del autor con la subjetividad

del lector, que se refleja en la conciencia del personaje. Realización que sólo puede darse en una

temporalidad, porque el tiempo es la dimensión metafísica que afirma la existencia humana como

finitud y proceso. Según Leo Gabriel (1974) esta novela, basada en la concepción existencialista

de Kierkegaard, niega la mediación objetiva de la ‘historia’ y:

[…] defiende la dinámica existencial de la subjetividad concreta y de la personalidad que brota de

la estructura de su contraposición y de su contradicción interna. Es el devenir de la existencia en

la decisión con los “saltos cualitativos” de su desenvolvimiento. […] De este modo, sólo desde la

posición in-mediata destacadamente antitética, manteniendo con firmeza las diferencias; puede

realizarse la infinitud a partir de lo finito, la existencia a partir de la razón, el singular a partir de

lo universal. (p.33)

La novela antitética es una forma de escritura narrativa basada en las tesis existencialistas

de Søren Kierkegaard. Texto en el cual lo literario funciona como sustancia de la condición

humana y cuya interpretación construye la subjetividad del individuo en la modernidad.

Autoconciencia desgarrada, en crisis, que crea un personaje dispuesto a enfrentar la inmanencia

de la existencia para dar el ‘salto cualitativo’ que lo salve de su desesperación; aunque sea

provisionalmente, porque la antítesis del individuo con la realidad social no puede resolverse en

la ficción.

La novela corta, forma de la novela antitética

Aunque la novela corta ocupa un lugar impreciso entre la novela y el cuento, su

particularidad puede descubrirse desde un análisis semiótico. La distinción no se puede reducir,

erróneamente, a un problema de extensión. Miguel Vedda (2001) en la introducción a La

antología de la novela corta alemana de Goethe a Kafka dice que:

La novela y la novela corta comprenden, en efecto, dos maneras radicalmente diversas de

representar la realidad; en tanto la primera aspira a ofrecer una visión abarcativa del mundo

objetivo, la segunda busca plasmar un segmento que se destaca respecto del totum por su particular

intensidad. (p.09)

El desarrollo de la novela corta se encuentra siempre en movimiento, es, por tanto, una

producción viva (Aren, 2001, p.06) en constante reinvención. Para expresar la crisis, los

acontecimientos en tensión de la experiencia humana, la forma circular de la novela corta es más

apropiada.

Entre los procedentes más antiguos se encuentran las Novelas ejemplares (1613) de

Miguel de Cervantes. Pero de entre todas las tradiciones literarias europeas, la literatura alemana

99

fue la que más aportó para el desarrollo del género. Incluso, fue la primera en elaborar una

reflexión teórica sobre la novela corta, a la que diferenciaron de la novela convencional con el

término de Novelle.

Teniendo en cuenta que, la novela aspira a la formación de una personalidad humana, en

la novela corta se configura una dialéctica de verosimilitud basada en la antítesis. La intensidad

que motiva la acción narrativa sobresale en un personaje-individuo que no alcanza plenitud, y

representa la antonomasia, la contradicción, el conflicto de la existencia humana, que no alcanza

a resolverse.

Así la configuración sensible de la experiencia no busca la reconciliación de los

contrarios. Supuesto en que se funda la novela y puede denominarse sintético. La novela corta,

por contraste, tiene como soporte una estructura antitética. Esta es la razón por la cual sus

personajes se construyen en el paroxismo. Estructura que presenta una mayor complejidad

subyacente en el texto y hace de la novela corta un territorio apropiado para el sentido ambiguo e

irónico.

Lecturas de Camus: Dostoievski y Kafka

La novela antitética se desarrolló de manera subterránea, ajena a la tradición burguesa.

Deudora del Sturm und Drang alemán, fue calando de a poco en la conciencia del escritor. Y

Albert Camus leería su desarrollo, intuitivamente, en sus dos ensayos fundamentales. Tanto El

mito de Sísifo como El hombre rebelde configuran un imaginario simbólico-existencial, de

carácter metafísico, en que se buscan las fuerzas ocultas, la representación absurda de la

irracionalidad y el desgarramiento de lo humano en la conciencia del hombre de la modernidad.

Camus, entonces, creó a sus antecesores. Más que una influencia literaria de estilo y

técnica, lo que persiguió Camus fue lo sintomático: la manifestación del sentido de la vida y la

lógica inmanente de la realidad al momento de la acción humana. Es decir, trazó una espiral que

comunicaba la zozobra de su época con los estados de angustia existencial revelados a través de

la ficción. Es así que iniciándose en Kierkegaard y Nietzsche, en la dimensión filosófica, encontró

en Dostoievski y Kafka a sus pares literarios. E hizo de literatura una forma de existencia auténtica

para rebelarse al absurdo.

***

100

A pesar que Camus nunca vio en Dostoievski a un novelista absurdo, sino a un novelista

existencial, de él tomó la condición humana de sus personajes, quienes siempre se interrogan por

el sentido de la vida. Una llama incierta, enternecedora y ardiente, compuesta de blasfemias y

exaltaciones, que obran la esperanza entre la humillación, la vergüenza y la angustia.

Kirilov, por ejemplo, personaje de Los endemoniados (1871), es el arquetipo de la

absurdidad de la existencia para quienes han perdido la fe en la inmortalidad. Kirilov en un

momento de la novela llegó a plantearse que si Dios no existe, él es dios, pero para serlo debe

matarse. Lógica absurda que lo lleva al suicidio metafísico. Encarna, de esta forma, la divinidad

terrenal, pues hacerse dios es solamente ser libre en esta tierra, no servir a un ser inmortal. Y al

igual que Nietzsche, el personaje de Dostoievski comprende que matar a Dios es hacerse dios uno

mismo (Camus, 1942, p.54) y tal estado es doloroso, pues se existe en la irracionalidad del mundo,

en su sin sentido y en la conciencia dolorosa de la muerte en toda su atroz magnitud. Para

Dostoievski, la realización del hombre depende de un crimen metafísico:

Kirilov debe matarse por amor a la humanidad. Debe mostrar a sus hermanos una vía real y difícil

que será el primero en recorrer. Es un suicidio pedagógico. Por lo tanto, Kirilov se sacrifica, pero

aunque se le crucifica, no se le engaña. Sigue siendo hombre-dios, convencido de que la suya es

una muerte sin porvenir, empapado en la melancolía evangélica. "Yo soy desdichado —dice—

porque me veo obligado a afirmar mi libertad." […] Por lo tanto, no es la desesperación lo que le

impulsa a la muerte, sino su amor al prójimo. Antes de terminar con sangre una indecible aventura

espiritual, Kirilov pronuncia una frase tan vieja como el sufrimiento de los hombres: "Todo está

bien". (p.54)

El tema del suicidio es un razonamiento absurdo, el único problema filosófico, según

Camus, ‘verdaderamente serio’. De ahí que el influjo de Dostoievski en Camus pueda verse en

aquella ‘creación sin mañana’ a la que está atado gozosamente el escritor. Llevar la existencia

absurda a la novela implica ironizar la razón, arrancar al ser humano –el lector- de la ilusión de

trascendencia y mostrarle que queda un mundo cuyo único amo es el hombre. (Camus, 1942,

p.58)

Por otro lado, el aporte de Fedor Dostoievski a la novela antitética puede verse en

Memorias del subsuelo (1864). En esta novela la interioridad del personaje se construye en la

antítesis. Motivo por el que el monólogo interior, la introspección desasosegada y el desequilibrio

emocional predominan. La complejidad de su personaje, desarrollada en una novela corta dividida

en dos partes, se representa en un monólogo interior, en el cual subyace el apasionamiento de

Dostoievski por los problemas filosóficos y religiosos de su tiempo.

La primera parte, titulada El subsuelo, está destinada a la presentación del personaje por

sí mismo, donde expone su visión del mundo y de la vida, y trata de explicar las razones de su

existencia. El protagonista es un hombre consciente de su sufrimiento. Pensarse le provoca sufrir.

De ahí que el narrador afirme, en opinión de Todorov en Los géneros del discurso (1991), que en

101

el seno del sufrimiento más grande, a condición de estar bien consciente de ellos encontraba una

fuente de placer, “una felicidad que alcanza a veces a la cumbre de la voluptuosidad”. (p.148)

Esta denuncia al determinismo totalitario de la razón, que se hace evidente ya en la

segunda parte de la novela titulada A propósito de la nieve derretida, hace de Dostoievski un

crítico, inconsciente o no, de la modernidad. En este libro sucede la transición entre ‘lo mimético’

y ‘lo discursivo’, algo que hasta entonces no había pasado en la tradición literaria anterior, que

había pretendido hacer un reflejo de la naturaleza y la vida. El drama del personaje se materializa

en el drama del habla. Esta necesidad de expresarse se expresa, en términos de Todorov (1991),

en lo interindividual e intersubjetivo, concepción creativa que convierte al diálogo en un laberinto

de la enunciaciación y la representación. Dicho de otro modo, las ideas pierden su estatus singular,

privilegiado, dejan de ser esencias inmutables para integrarse a un circuito más vasto de la

significación, en un inmenso juego simbólico. (p.155)

El personaje de la novela antitética es una existencia profunda, que solo puede mirarse

con una mirada de subversión, que es el reconocimiento del otro. El personaje es tal, por cuanto

no es ‘ni hombre honesto ni héroe ni insecto’; es la representación discursiva de un diálogo

simultáneo entre el egoísmo racional y el sufrimiento del hombre subterráneo, quien lo único que

conoce es el desprecio y la humillación. Camus hace suya la novela de Dostoievski, en el sentido

que construye un personaje irracional, incompleto, descontento de su verosimilitud posible, y

quien tiene que aventurarse a exclamar “las memorias de este mercader de paradojas no terminan

aquí. No pudo resistirse, y continuó escribiendo”; aunque luego, irónicamente, se retracte.

***

La relectura que Camus hizo de Kafka le obligó a interrogarse sobre la singularidad de la

novela antitética. En Kafka, el absurdo no es sólo metafísico, sino que ya es inmanente a la propia

novela. Por eso sus narraciones exigen, normalmente, una nueva perspectiva de lectura. Caso

contrario, la posibilidad de interpretación es casi nula. Su obra simbólica supera, por lo general,

la realidad que “cree” expresar. Y el último símbolo es la novela en sí, el objeto-novela por sí

mismo. Por eso, Camus (1942) afirmó que el espíritu proyecta en lo concreto su tragedia

espiritual. Y no puede hacerlo sino mediante una paradoja perpetua que da a los colores el poder

de expresar el vacío y a los gestos cotidianos la fuerza para traducir las ambiciones eternas. (p.63)

Camus advierte que Kafka le asombra por su ‘rareza’. Contradicción entre el personaje y

el mundo narrativo, en la cual el personaje no siente asombro alguno ante los acontecimientos

que lo condenan; y que puede reconocerse como un símbolo de la ‘obra absurda’: la ambigüedad

entre lo trágico y lo cotidiano.

102

En El Castillo (1926), que Camus entendió como una ‘teología en acción’, publicada

póstumamente e inacabada, la tragedia del individuo es la aventura individual de un alma en busca

de su gracia, de un hombre que reclama a los objetos de este mundo su secreto real y a las mujeres

los signos del dios que duerme en ellas (Camus, 1942, p.63), aunque pocas veces puedan verse

realizadas las expectativas.

Es una novela antitética en el sentido de su estructura. Está dividida en dos partes –cada

una de ellas supone un plano independiente: por un lado el mundo de las sensaciones y por otro

el mundo de las ideas-, es un relato prácticamente corto, predominan las relaciones secretas entre

los distintos personajes, quienes según el plano en que se manifiesten cobran un sentido distinto.

Con respecto a esta ordenación de la secuencia, Camus (1942) indica que en Kafka esos dos

mundos son el de la vida cotidiana, por una parte, y el de la inquietud sobrenatural, por la otra.

(p.63)

Kafka consigue entonces, de acuerdo a Camus (1942), que el absurdo de la condición

humana se exprese en una tragedia implacable, en que coinciden la alienación irónica del

personaje absurdo y la disposición irracional de la forma, cual un fragmento que reflecta lo

efímero y complejo del instante. Por una parte Kafka expresa la tragedia mediante lo cotidiano,

mientras que expresa lo absurdo mediante lo lógico (p.63). La forma no es casual, es la

materialización de un estado de la conciencia del autor; y en este caso, involucra la estructura

prototípica de la novela absurda.

En la primera parte de la novela domina lo lógico a un grado básico. Todo lo que siente

el personaje se equilibra a un nivel emocional. Cuanto dice, hace y percibe gira alrededor de las

sensaciones que el contacto con los otros le provoca. Inmediatez equiparable a la inmanencia

existencial, según la cual el ser humano no es más que el acontecimiento en sí, en proceso, que se

da y no ha sido dado por nada ni por nadie. Relación con el mundo que Kafka representa con

ironía exagerada, pero donde está latente la tragedia del absurdo. Por eso el agrimensor,

protagonista de El castillo, convive con los otros personajes a partir de una extrañeza

desmesurada, comparable a la indiferencia cotidiana.

En la parte siguiente, el agrimensor entra en sí. Busca respuestas, se interroga, evalúa

cuanto ha hecho con anterioridad. Al abandonar el mundo, el personaje anhela convertirse en dios

de su destino. Y este es el momento en que se consuma la ‘desgracia del protagonista’. El saber

quién es, arroja al agrimensor al absurdo de la existencia: El anuncio de ese destino inusitado

apenas es horrible por sí solo, porque es inverosímil. Pero si se nos demuestra su necesidad en el

marco de la vida cotidiana, la sociedad, el Estado, la emoción familiar, entonces el horror se

consagra. En esta rebelión que sacude al hombre y le hace decir: "Eso no es posible", hay ya la

certidumbre desesperada de que "eso" es posible (Camus, 1942, p.64); y al final, nada ocurre.

103

Esta inversión antitética de la construcción del personaje, en la encrucijada de dos mundos

posibles, permite entender a Kafka como una sensibilidad absurda realizándose en la forma

narrativa. La novela antitética no pretende construir un personaje acabado, sino representar la

crisis de su identidad, la fragmentación de la personalidad humana en su proceso de interacción

con la realidad. Por eso es acertada la opinión de Camus (1942) cuando dice que:

Todo el arte de Kafka está en este matiz. En su obra central, El castillo, son los detalles de la vida

cotidiana los que vuelven a ganar terreno y, no obstante, en esta extraña novela en la que nada

termina y todo recomienza, se simboliza la aventura esencial de un alma en busca de su gracia.

Esta traducción del problema en el acto, esta coincidencia de lo general y lo particular, (p.64)

Camus entre la novela antitética y la novela absurda

¿Cómo el absurdo, que es una condición real de la subjetividad, se hace forma narrativa?

Camus resuelve esta problemática en la marcha. Es decir, escribiendo. Kierkegaard, Nietzsche,

Dostoievski y Kafka le entregan un universo todavía en constitución. Y lo que hace Camus es

decidir. Entre escribir como Balzac o Tolstoi o escribir de acuerdo a la angustia de su realidad,

decide por lo segundo. Si hubiese decidido por los primeros, se volcaría a una escritura sintética,

conciliadora, hegeliana en el sentido de la totalidad de la ficción. Pero su decisión trae consigo

una intensidad de escritura que afirma la condición del individuo. Aquello que de irrepetible,

irracional, extraño tiene la vida.

Luego la circunstancia que le tocó vivir, la desesperación, el nihilismo, la pesadumbre de

una generación abducida por el terror, hicieron que su escritura volcase en una particularidad del

mundo. El absurdo es, en primer lugar, el síntoma de una época desgarrada por los excesos de la

razón. El ser humano había presenciado por primera vez en la historia su capacidad para

autodestruirse. Y la presencia de la realidad de la muerte, como prueba irreductible de polvo y

sangre, se apoderó de la conciencia de su tiempo.

Marx decía que el dueño del capital es el dueño del espíritu; entonces, el ser humano que

sucumbió a la angustia, fue la burguesía. El sinsentido de la vida es el sin sentido de la vida en el

capitalismo. Una temprana rebelión contra el poder y la autoridad del estado capitalista, que

significó la elección de una forma narrativa ya dada –la novela antitética- sobre la cual descargar

el absurdo.

Por eso no es extraño, que entre el período que comprende la ‘Posguerra’ y ‘Mayo del

68’, se escribieran y publicaran novelas antitéticas, a lo largo de todo el mundo, en las cuales, a

manera de un fuego que respiraba en ellas, se entreveía aquella rebelión del ser humano contra la

violencia de la racionalidad moderna. Basta ver la correlación sintomática que mantienen novelas

como El lobo estepario (1920) de Hesse, Vagabundos (1927) de Knut Hamsun, La náusea (1938)

104

de Sartre, El pozo (1939) de Onetti, El extranjero (1942) de Camus, El hombre sin atributos

(1942) de Robert Musil, El viejo y el mar (1952) de Hemingway, El arrancacorazones (1953) de

Boris Vian, Pedro Páramo (1955) de Rulfo, Solaris (1961) de Stanisław Lem, Qué difícil es ser

dios (1964) de los hermanos Strugatski, Sueñan los androides con ovejas eléctricas (1968) de

Philip. K. Dick para confirmarlo.

La novela absurda es la novela existencialista por excelencia. Con una estructura formal

antitética, con una tesis del personaje-individuo, la novela absurda que Camus asume es, en todo

caso, un género a inventarse. Situación que él resolvería, a profundidad, en un trabajo de casi dos

décadas.

El absurdo y la novela

El absurdo es el estado límite de la conciencia cuando el ser humano entiende su finitud

en un mundo vacío de sentido y donde la angustia es la única experiencia que se despliega en la

existencia humana. Ante el fracaso de la racionalidad del mundo el absurdo nace de la

confrontación entre el llamamiento humano y el silencio irrazonable del mundo (Camus, 1942,

p.58). Estado que de acuerdo a Albert Camus sólo puede romperse con la rebeldía. Sólo la

rebeldía permite al ser humano enfrentar la muerte. La rebeldía le permite al hombre absurdo vivir

según sus límites. Alfonso Monje (2001) dice que el hombre absurdo:

Además debe arrojarse a la acción sin desmoronamiento, a pesar de su inutilidad en sí misma.

Ahora bien la falta total de esperanza no debe llevarnos a la desesperación, ya que una vez

reconociendo nuestros límites y no optando por el suicidio, se le otorgará a la vida cierto valor.

Debemos reconocer la grandeza del hombre en la miseria. (p.05)

En estas condiciones, la creación absurda, dice Camus en El mito de Sísifo (1942), es la

única probabilidad de mantener la propia conciencia y de fijar en ella las aventuras. La misma

que se caracteriza por ser una creación continua e inapreciable a la que se entregan durante todos

los días de su vida el comediante, el conquistador y todos los hombres absurdos (p.47). La

creación es en sí misma inútil, pero todo hombre absurdo puede hallar placer en una actividad

inútil porque que le hace ser él mismo y, en consecuencia, feliz. Eso fue lo que afirmó Sísifo en

su tormento:

Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa.

Del mismo modo, el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos los

ídolos. […] No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El hombre absurdo dice “sí”

y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior, o, por lo

menos, no hay más que uno que juzga fatal y despreciable. Por lo demás sabe que es dueño de sus

días. (p.61)

105

La literatura es una forma de rebeldía frente al absurdo, una forma para hacerse con el

‘destino personal’. La literatura de disidencia –como parte de la creación absurda-, de acuerdo a

Albert Camus en El hombre rebelde (1951), se desarrolla plenamente en la novela. Dice además

que la novela nace al mismo tiempo que el espíritu de rebelión y pone de manifiesto, en el plano

estético, la misma ambición. (p.240)

La novela absurda, que no es más que la novela antitética de posguerra, comprende la

vida como un movimiento que corre tras su forma sin encontrarla nunca (Camus, 1951, p.243).

Niega el principio de explicación de la razón y afirma la imagen de la angustia. A pesar que en la

ficción, como cuenta Camus, la ‘tentación de explicar’ sea más fuerte. Posible fracaso del escritor

que abre la puerta de la ambigüedad del pensamiento existencialista. Y su personaje puede

rebelarse ante el absurdo, porque entiende que no basta con vivir, es necesario un destino y decide

construirlo.

En la ficción como en la realidad, el sufrimiento, la locura y el amor son las fuerzas que

configuran el destino humano. El personaje tiene que llevar al extremo su pasión, tal cual lo hacen

Kirilov y Stavroguin, el señor K. y el agrimensor, Julien Sorel y papá Goriot. Ante la posibilidad

de morir en la desesperación, el personaje de la novela antitética, absurda o no, traza la única

historia posible: la historia del individuo.

La novela absurda es una corrección del dolor de existir. La sensibilidad rebelde que la

ha creado se configura en la necesidad del ser humano por dar un sentido a su experiencia. Por

eso la vida interna del personaje es intensa: la proyección del desasosiego ante la muerte afirma

la inmediatez del mundo y su sinsentido. Al final de cuentas, como concluye Camus, toda rebelión

es creadora. (p.249)

El extranjero, ejemplo de la novela absurda

El extranjero (1942) es una novela de Albert Camus en la cual la libertad es imposible.

Sin embargo, puede leerse como el ejemplo prototípico de la novela absurda, en la cual el autor

desarrolla los fundamentos de la novela antitética en un relato corto, donde predomina la visión

de una época compleja, difícil de definir, y donde el personaje principal abandona la racionalidad

de la ley porque no encuentra sentido alguno en ella y prefiere la soledad del hombre absurdo,

condenado ahora a muerte por un crimen, quien al final llega a la conclusión que morir

voluntariamente supone que se ha reconocido, aunque sea instintivamente, el carácter irrisorio de

esa costumbre, la ausencia de toda razón profunda para vivir, el carácter insensato de esa agitación

cotidiana y la inutilidad del sufrimiento. (Camus, 1942, p.06)

106

Lo primero que define a la novela absurda es el monólogo interior. El narrador-

protagonista es quien cuenta la acción del relato. El objetivo del narrador es comunicar al lector

las sensaciones que Meursault, el protagonista, tiene del mundo. Quien ha reducido su existencia

a un estado elemental, donde no le preocupa, en apariencia, dedicar sus reflexiones a un

razonamiento lógico. Por eso las imágenes poéticas que construye a lo largo del relato componen

una red intencionada de mundo sin sustancia. Realidad subjetiva que se descompone a medida

que el protagonista participa del mundo. Procedimiento narrativo por medio del cual Albert

Camus re-crea la realidad desde la perspectiva del personaje. Y que no será sino una forma de

salir de su contingencia egocéntrica para encontrarse en los otros, por medio de la contemplación

y evaluación de la condición humana. Por eso el ritmo es frío y la descripción poética, precisa.

Las relaciones que Meursault establece con los otros personajes permiten la construcción

de su subjetividad. Visión antitética de la novela contemporánea que en Camus alcanza un nivel

interesante porque desentraña el espacio imaginario, simbólico y autorreferencial de la

subjetividad como una representación melancólica, nihilista y absurda de la materialidad social a

la que pertenece el individuo: la intersubjetividad no resuelta es la condición del hombre absurdo.

Por otra parte, al organizar Camus su novela de acuerdo al procedimiento ensayado por

Dostoievski y Kafka, permite que el sentido antitético del orden factual adquiera presencia

discursiva en la novela. Por medio del cual el protagonista va desde la humanidad (el todo social)

hacia al hombre absurdo (el individuo). En la primera parte de El extranjero convive lo

heterogéneo de la totalidad social, pero que el protagonista ve con indiferencia y lo lleva a un

conflicto de identidad, que en el plano narrativo implica la trasgresión de la ley (el asesinato), y,

por ente, la trasgresión del orden racional. En la segunda parte la interacción se convierte en un

diálogo inútil, ironizado, que busca desacralizar la condición humana; es decir, despojarla de

todos los discursos ajenos a su existencia (le religión, la ley, el Estado), y llevar al personaje a su

reformulación metafísica como individuo –diferente del sujeto histórico-: y que podría entenderse

como la capacidad de vivir libre, dueño de su propio destino, a pesar del azar de las circunstancias

y de la maquinaria social.

Camus utiliza el tema del crimen para ahondar en lo absurdo de la vida. De ahí que se

pueda afirmar que El extranjero es una novela de carácter intelectual. Intelectual porque corrompe

la lógica funcional y funda la ficción de la racionalidad. La ironía es la forma predilecta de Camus.

A través de ella, el autor francés consigue llevar al personaje a situaciones límites, no tan risibles,

pero absurdas por lo ilógicas y fuera de tono. Tal cual pasa con las respuestas que Meursault da

continuamente, y sin mal intención, a los miembros del tribunal. Además, el tema le sirve para

hacer una crítica al sistema burocrático del estado capitalista. Razón por la cual enfatiza los rasgos

violentos, cómicos, de las autoridades de las distintas instituciones que coaccionan al

protagonista: la oficina, el asilo, la comisaría, el tribunal y la iglesia.

107

La condición de la novela precisa del absurdo del personaje. Cuando Meursault, personaje

y narrador, carece de toda fe, la irracionalidad del mundo le provoca indiferencia. No sucumbe

en la desesperación, pero tampoco cae en el hastío: una indiferencia que se representa en sus

propios actos ya que le da igual todo y ve pasar la vida y la fugacidad del tiempo sin inmutarse

(Monje, 2001, p.11). Y más adelante, casi al final, tiene la oportunidad de verse tal cual es. Saberse

individuo primero lo hizo sufrir. El castigo por el crimen de atentar contra la razón y la sociedad

fue apartarlo de lo que él más “quería”. La distancia con María es algo que lo tortura inicialmente,

pero a lo que acabará acostumbrándose poco a poco. Habituación que le provoca una reflexión

más atenta sobre sí, que sólo puede darse, en el caso de la novela, dentro de una celda.

Al abandonar toda esperanza, Meursault asiste al momento de su rebelión. Acepta la

muerte, recuerda a su madre y la entiende, porque sólo en ese momento estuvo íntimamente unido

a ella. Rebelarse al absurdo es gozar del sufrimiento, por saberlo inútil. Esta rebelión –dice

Camus- da su precio a la vida. El castigo se convierte en la posibilidad de definirse, de ser dueño

de su destino. Pese a todo, para el individuo no hay espectáculo más bello que el de la inteligencia

en lucha con una realidad que la supera. (Camus, 1942, p.29)

Conclusión

La novela absurda constituye una estética de resistencia ante la irracionalidad e injusticia

del mundo. Albert Camus la utiliza para satisfacer su existencia, para gozar de su condición

humana, ante un mundo que lo niega. Su escritura implica la materialización de la circunstancia

en que se da y la conciencia que la crea. Por eso la novela absurda es una forma de novela

antitética. Lógica narrativa que se estructura en dos partes. En la primera se articula la

intersubjetividad, por medio de la cual el personaje percibe el mundo para comprenderse, aunque

esto no se resuelva por completo. En la segunda, el personaje regresa en sí mismo. La lucha se

construye en un nivel simbólico-imaginario que parte de la ficción para desentrañar

planteamientos de carácter metafísico, que buscan representar, no explicar, la condición humana.

Tal cual se manifiesta en la novela El extranjero.

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112

UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

CARRERA DE CIENCIAS DEL LENGUAJE Y LITERATURA

CERTIFICACIÓN

Por medio de la presente, en calidad de Presidente del Tribunal de la Defensa del Proyecto de

graduación, de tipo: Áreas de Formación profesional, TEMA: “ELEMENTOS

EXISTENCIALES PRESENTES EN LA OBRA ‘EL EXTRANJERO’ DE ALBERT

CAMUS”, INFORMO: que el Sr. Alex Omar Yánez Arias con cédula de ciudadanía número

175000045-5, se graduó sin observaciones en su proyecto.

Particular que comunico para los fines pertinentes.

Quito, 31 de marzo del 2017.