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De grupo de propaganda asindicato revolucionario
Solidarity Federation
Texto original: Fighting for Ourselves: anarchosyndicalism and the classstruggle. Written by the Solidarity Federation
Primera Edición: Solidarity Federatión, octubre 2012.
http://www.solfed.org.uk | http://www.iwaait.org
De grupo de propaganda a sindicato revolucionario (Luchando por nosotrosmismos. Anarcosindicalismo y lucha de clases). Solidarity FederationIWA
Traducido al castellano por: Unión AnarcoSindicalista de Monterrey.
Segunda Edición: Unión AnarcoSindicalista de Monterrey y por el CírculoAnarcosindicalista de Propaganda Tomás González Morago, diciembre de2014.
http://unionanarcosindicalista.wordpress.com
Introducción
Este pequeño folleto corresponde a un capítulo del libro "Luchando pornosotros mismos. Anarcosindicalismo y lucha de clases" publicado porSolidarity Federation, sección inglesa de la Asociación Internacional deTrabajadores (Industrial Worker's Asociation).
Con este fin, el grupo de propaganda Unión AnarcoSindicalista deMonterrey (UAS) y el Círculo Anarcosindicalista de Propaganda TomásGonzález Morago, hemos decido editar este capítulo en forma de folletopara presentar, no solamente un trabajo elaborado por una sección de laAIT, visibilizando las propuestas y actividades del anarcosindicalismo,sino sobre todo para servirnos, en este momento, de sus experiencias yreflexiones. Para nosotros, publicar este fragmento supone unaimportante oportunidad, y sobre todo, constituye una innegablesignificación por la importancia que supone este asunto para regionesdonde la Asociación Internacional de Trabajadores no tiene ningunasección, especialmente en la región mexicana, que es hacia donde vadirigida la presente edición.
Pasar de un grupo de propaganda anarcosindicalista como dicen loscompañeros y compañeras de la Solidarity Federation a un sindicatorevolucionario supone un cambio importante en muchos sentidos; perosobre todo, supone aumentar la capacidad de organización de un grupoanarcosindicalista, impulsando la organización de conflictos sindicalesmediante la acción directa, desde una actividad reducida únicamente a lapropaganda.
El anarcosindicalismo representa una herramienta importante de caraa la organización de los trabajadores y trabajadoras, pero al mismotiempo también supone una herramienta importante para la revoluciónsocial, en tanto que la lucha diaria permita alcanzar objetivos queproporcionen mejorar en la autoorganización de la clase trabajadoradesde el asamblearismo, la solidardad, la autogestión y la acción directateniendo presente siempre la finalidad revolucionaria.
La organización anarcosindicalista se nutre por tanto de los principiosdel anarquismo: el antiestatismo, la autonomía de los grupos y de lasindividualidades, el anticapitalismo, el antisexismo, el apoyo mutuo y lasolidaridad, el federalismo y el internacionalismo.
La táctica del sindicalismo revolucionario está basada en la acción
directa, es decir, la acción sin intermediarios de la clase trabajadoraorganizada en sindicatos revolucionarios, organizados en asambleas,desde donde alcanzar victorias en la lucha de clases.
Uno de los principios del sindicalismo revolucionario es elinternacionalismo, es decir, la organización internacional, que supone lapuerta abierta a la revolución social mundial. Si de algo se caracterizaronlas corrientes marxistas fueron de su persistencia en consolidar Estadossocialistas donde la revolución quedaba reducida a un solo país y en sussatélites.
Sin embargo, el sindicalismo revolucionario internacionalista surgecomo una puerta abierta al hermanamiento de todos y todas lastrabajadoras del mundo, constituyéndose así la Asociación Internacionalde Trabajadores en una herramienta de oposición contra el capitalismointernacional y contra toda guerra entre Estados, así como la mejorgarantía de la paz.
Hoy por hoy, es la Asociación Internacional de Trabajadores laorganización que desarrolla y defiende los principios delanarcosindicalismo frente a las desviaciones colaboracionistas yreformistas de algunos sindicatos que quieren presentarse como tales.
La Asociación Internacional de Trabajadores está actualmenteconstituida por varias secciones miembro: Solidarity Federation, enReino Unido; Confederación Nacional del Trabajo, en España; AITSecçao Portuguesa, en Portugal; Unión Sindicale Italiana, en Italia; FreiArbeter und Arbeiterinen Union, en Alemania; Zwi zek SyndykalistówąPolski, en Polonia; AnarchoSyndicalist Federation, en Australia;Federación Obrera Regional Argentina, en Argetina; ConfederaçãoOperária Brasileira, en Brasil; Confederación de Revolucionarios AnarcoSindicalistas (KRAS), en Rusia; Norsk Sindikalistik Forbund, en Noruega;Priama Akcia, en Eslovaquia; AnarhoSindicalisticka Inicijativa, enSerbia; y por varias secciones Amigas: Germinal, en Chile; ViennaWorkers Union, en Austria; y el Sindicato Autónomo de Sofía, deBulgaria.
El surgimiento de la Asociación Internacional de Trabajadores en laregión mexicana, así como del anarcosindicalismo puede constituir unimportante momento para la AIT así como en la propia clase trabajadoramexicana, sobre todo por las raíces del movimiento anarquista en estepaís.
Sin duda, el anarcosindicalismo puede presentar respuestas a la crisis
del sindicalismo reformista mexicano y expectativas en la defensa y lucharevolucionaria. El objetivo de los anarcosindicalistas en la regiónmexicana será conseguir presentar a los trabajadores y trabajadorasmexicanas un ejemplo de autoorganización obrera y de acción directaorientado a la consecución del Comunismo Libertario.
Unión AnarcoSindicalista de Monterrey
Círculo Anarcosindicalista de Propaganda Tomás González Morago
De grupo de propaganda a sindicato revolucionarioCapítulo del libro “Luchando por nosotrxs mismxs.
Anarcosindicalismo y lucha de clases”.
Solidarity FederationIWA
En muchos aspectos es más fácil empezar con lo que no se debe hacer.La historia nos proporciona abundantes ejemplos de precaución.Ciertamente, los anarcosindicalistas no queremos funcionar como unaorganización política de anarquistas. Una organización política deja eltrabajo de las luchas: o a organizaciones reformistas (como los sindicatostradicionales), o a la acción espontánea de los trabajadores. Si se lodejamos a los sindicatos reformistas u otras organizaciones, los métodosque ellos utilizarán serán representativos, despojándoles de sus derechos.Esto corta la energía de la acción directa para servir no sólo como unmedio para conseguir resultados, sino también como una escuela para elcambio social. Lo principal que hemos aprendido de organizar losconflictos con las líneas reformistas es como marchar a la huelga yregresar de ella, sintiéndonos completamente desmoralizados cuando loslíderes sindicales arrancan la derrota de las mandíbulas de la victoria.Desde luego, no experimentamos la autoorganización, el control denuestra propia lucha, y la confianza y alegría de forzar concesionesdirectamente a través de la acción colectiva.
Por otro lado, rechazamos la idea de que las condiciones creadas por elcapitalismo conducen espontáneamente a la resistencia de lostrabajadores. Las condiciones pueden dar forma a la lucha, no lagarantizan. Para nosotros, la clave determinante en la resistencia obreraes la organización: cuanto mayor es la organización, mayor la resistencia;mayor es la posibilidad de triunfar.
Es destacable que cuando los comunistas consejistas como Pannekoek(para quien “la organización brota espontáneamente, inmediatamente”)defendieron a los trabajadores organizando los comités de huelga“espontáneamente” surgidos en Alemania y otros lugares, lo hicierondesde la base de sindicatos de ramo altamente organizados. Así que,cuando la burocracia sindical no respaldó sus acciones, estuvieron en la
posición ideal para lanzar huelgas espontáneas sin su apoyo, formarcomités, etc. Un diseño similar se ha visto en el Reino Unido los últimosaños, con acciones no oficiales concentradas entre trabajadoresaltamente organizados, como en el servicio de correos, la recogida debasuras y los electricistas. En ausencia de una organización semejante (eincluso en muchos lugares de trabajo sindicalizados, puesto que ello noquiere decir que estén organizades, como vimos en el capítulo primero),las ofensivas capitalistas resultan mucho más a menudo en renuncias,desmoralización y derrota, como ha sido abrumadoramente el caso deGran Bretaña desde la contraofensiva neoliberal de la década de 1980.Cuando esta cultura de derrota se establece, arraiga cada vez más, hastaque se hace imposible de imaginar hacer las cosas de forma diferente conel enraizamiento del mantra neoliberal “no hay alternativa”.
Así que ni podemos dejar la organización de los conflictos en manos delos reformistas, ni tampoco esperar a que emerjan espontáneamente.Necesitamos organizar los conflictos nosotres mismes dentro de la líneade la acción directa. Y si no somos capaces de hacerlo así hoy, tenemosque aspirar a esa capacidad: necesitamos pasar de ser un grupo depropaganda política a un sindicato revolucionario. La SolidarityFederation se describe a sí misma como una iniciativa sindicalrevolucionaria para representar este intento. Hasta el momento, lasluchas que hemos iniciado han tenido una escala pequeña y a menudohan estado centradas en reclamaciones individuales. Pero eso no hacesino reflejar los límites de nuestras capacidades en el presente,capacidades que estamos siempre buscando expandir. Una organizaciónpolítica específica no es suficiente para esta tarea. Nosotros buscamosconvertirnos en una organización a la vez política y económica.
También rechazamos la fantasiosa idea de reformar a los burocráticossindicatos tradicionales, lugar común entre socialistas y no desconocidotampoco entre los anarquistas. La burocratización es un proceso en unasola dirección. O más bien, mientras que en teoría puede revertirse conun movimiento con bases suficientemente fuerte, eso sería dirigir mal lasenergías en persecución de la reforma sindical a expensas de la accióndirecta (un error que ayudó al Estado y a los reformistas a “ocupar” elsindicalismo británico, como vimos en el segundo capítulo). Cualquierenergía y autoorganización que sea necesaria para desalojar a lasatrincheradas burocracias, respaldadas por el Estado, estarán mejorutilizadas en organizar directamente las luchas, y reagrupando a lostrabajadores en organizaciones basadas en los principios que
defendemos: sindicatos revolucionarios. Esto no significa que debamosromper nuestros carnets sindicales, sino más bien abandonar cualquierpretensión de reformar las estructuras sindicales actuales, y conindependencia de la afiliación a un sindicato tradicional, tratar de seguiruna estrategia anarcosindicalista.
Argumento habitual contra el sindicalismo revolucionario es el de losnúmeros. Los sindicatos, se dice, son “organizaciones de masas”, lo quesupera en mucho la escala de lo que es capaz de organizarse conmilitantes. Así, se nos dice, puedes ser un revolucionario, o puedes estaren un sindicato, pero nunca deberían mezclarse los dos. Esto da lugar aun argumento reformista enmascarado como “pragmatismo”, de quedebemos abandonar nuestra oposición “ideológica” a los métodosreformistas comités de trabajadores, delegados a tiempo completo,funciones representativas, fondos estatales, conformidad con las leyes,etc. con el fin de convertirnos en una una “organización de masas”. Esopodría ser la forma de “construir”, pero ¿construir qué? No tenemosinterés en construir nuevas burocracias, lo cual es sin duda el resultadode construir un sindicato con otros principios que no sean los principiosde anticapitalismo y antiestatismo. En el neoliberal mundo “postpolítico”debemos tener cuidado con cualquiera que niegue motivacionesideológicas. La negativa por sí misma ¡es el más claro signo de ideología!La ideología reformista siempre se presenta a sí misma como“pragmatismo postideológico”, como si de alguna forma hiciera suabrazo a la colaboración de clases menos ideológico. Sin duda, lossindicalistas revolucionarios arrancan como una pequeña minoría en laclase obrera. Eso no significa que no podamos organizar batallas, másallá de nuestro limitado número, y ganar trabajadores para elsindicalismo revolucionario a través de las victorias que ganamos en laescuela de lucha.
En cualquier caso, una mirada más atenta a los sindicatos tradicionalesdebería disipar la simplista idea de que son “organizaciones de masas” deuna forma significativa. Es cierto que en este país, los sindicatostradicionales en su conjunto tienen millones de miembros, con varios delos principales sumando más de un millón cada uno. Pero, ¿qué significaeso en la práctica? En el día a día, el sindicato está dirigido por unaburocracia de empleados asalariados y una minoría de representanteselectos. Esos representantes delegados sindicales, de salud, seguridad,etc. son a menudo los trabajadores más militantes en sus trabajos. No esnada extraño que en trabajos con menos militantes ni siquiera tengan un
representante, o reuniones regulares de miembros. Cuando losencuentros de miembros se llevan a cabo, y a veces encontramos laoposición de la burocracia para hacerlo, lo típico es que sólo unapequeña minoría de los afiliados acuda. Eso sólo cambia durante el cursode los grandes conflictos, cuando las reuniones se llenan con todos, o casitodos, los miembros, e incluso acuden miembros nuevos para afiliarse yparticipar. Así que en la práctica, en los lugares de trabajo los sindicatostradicionales son organizaciones de trabajadores activistas los cuales, enel transcurso de los conflictos, organizan reuniones masivas de fuerzaslaborales. La estrategia que nosotros proponemos se limita a reconoceresta realidad como lo que es un sindicato hoy.
Los sindicatos tradicionales son organizaciones jerárquicas,burocráticas y centralizadas, por lo que no vinculan a los trabajadoresactivistas horizontalmente, entre sí. Por el contrario, los lugares detrabajo sólo se relacionan unos con otros a través de la oficina delsindicato de la región, a menudo compuesta por los oficiales sindicales atiempo completo o por los delegados electos, más atentos en convertirseen oficiales a tiempo completo, y no es infrecuente, también por“socialistas revolucionaries” con la vista puesta en hacer carrera en unsindicato.
Consecuentemente, trabajan contra la circulación y coordinación deconflictos autoorganizados. Trabajadores activistas como los delegadosen las fábricas en diferentes áreas o departamentos están limitados acomunicarse entre ellos a través de los “canales apropiados”. Esto da alaparato del sindicato la oportunidad de mediar, difuminar y controlar alas bases en el caso de que tengan alguna idea por encima de su oficina(como llevar a cabo una huelga desautorizada por la oficina centraldespreciando el apoyo de las bases, una incidencia bastante frecuente enlas recientes relaciones industriales británicas). Esto conduce a muchosen la izquierda a apoyar ciertas formas de promoción de las bases, porejemplo creando una red de activistas de base independiente de laestructura sindical.
Nuestro predecesor, el Movimiento Acción Directa (DAM), estuvoinvolucrado en dicha red de base, pero llegó a la conclusión de que lapropia naturaleza de esos grupos, y de la política de aquelles quieneshabían tratado de organizarles, significaba que condenados al fracaso.Desde la Segunda Guerra mundial hemos visto a varios grupos políticosintentar establecer redes entre las bases, desde aquellas puestas enmarcha por el Partido Comunista (CP) en los 50 y 60, como Flashlight y
la Building Workers’ Charter (La carta de les trabajadorxs de laConstrucción), hasta el dominio del SWP (Partido Socialista de lestrabajadorxs) en los 70 y, por supuesto, el Militant Tendency (TendenciaMilitante, ahora Partido Socialista) que dominó al Broad Lefts(Izquierdas Generales). No hace mucha falta decir que tales gruposmarxistas no tardaron en manipular a las bases para sus propios fines,incluso si era en detrimento de dichas bases y de les trabajadorxsinvolucrades. Por ejemplo, el Building Workers’ Charter, que tenía unamplio apoyo en la industria de la construcción, no apareció en la masivay amarga huelga de la construcción de principios de 1970 debido a lasmaniobras del CP. Por tanto, no sólo fracasaron en proporcionarles unliderazgo alternativo a los sindicatos reformistas en una huelga crucial,sino que desmoralizaron tanto a sus seguidorxs que eso llevó al colapsofinal de Bulding Workers’ Charter. De nuevo en 1973, cuando el partidoSocialistas Internacionales (IS, ahora también integrado en el PartidoSocialista) intentó poner en marcha un movimiento nacional de bases yafiliados, las bases denominadas por el Partido Comunista boicotearon laconferencia organizada para lanzar el movimiento, con el periódicoMorning Star denunciando el evento como un complot de IS. Lo hemosvisto de nuevo en 2011 con la implosión de la National Shop StewardsNetworks (NSSN, Red Nacional de Representantes Sindicales), cuando elPartido Socialista hizo su largamente esperada jugada de intentarconvertirlo en un frente antirecortes, y la mayoría de les anarquistas,sindicalistas y activistas independientes lo abandonaron.
Podría ser un error, sin embargo, achacar la falta de políticassimplemente a la “maligna influencia” marxista. En cambio, deberíamosobservar la propia naturaleza de los grupos de base. No están formadospor masas de trabajadores ordinarios, sino por activistas sindicales (amenudo miembros de grupos políticos), reduciendo sus diferenciaspolíticas a un mínimo denominador común: el sindicalismo militante.Quizás una cita del periódico de uno de los grupos de base más exitososde los años 70, el Grupo de Acción NALGO (Asociación de Funcionariosde Gobiernos Locales y Nacionales), lo ilustrará mejor. Una editoralafirmaba: “el futuro desarrollo del Grupo de Acción NALGO se sitúa dondesiempre ha estado, en las manos de sus partidarios para quienes susconvicciones políticas son menos importantes que su común deseo entrabajar por una mayor democracia y militancia dentro de la NALGO y delmás amplio movimiento sindical”. Aquí los problemas son similares aaquellos del sindicalismo “neutral”. El resultado no es la deseada redhorizontal de activistas en los lugares de trabajo, sino el más bajo común
denominador del sindicalismo tradicional. Esto significa que muches bienintencionades y revolucionaries militantes acaban siendo les soldados dea pie en los planes izquierdistas, como la reforma del sindicato o lasaventuras de partidos políticos (esto fue ciertamente lo sucedido con elDAM). Esto no quiere decir que las iniciativas de base no puedan sertambién un vehículo para que los trabajadores empiecen a manejar losconflictos con sus propias manos. Las recientes victorias de los “Sparks”son un claro ejemplo de este potencial, notablemente organizadosalrededor de una queja concreta (un recorte salarial) antes que por unprograma sindical reformista. Pero para les anarcosindicalistas, de base,como para el sindicalismo en su conjunto, no es el sustituto delsindicalismo revolucionario.
Así que mientras que sea siempre necesario organizar con tantostrabajadores como sea posible en base a la clase, los sindicatos quebuscamos construir no pueden permitirse ahogar sus principios con el“mínimo común denominador”. Tampoco deberíamos contentarnos conir a remolque en las luchas organizadas por los sindicatos mayoritariosquienes, bajo el liberalismo, suelen vender la derrota como una victoria.Más bien, deberíamos estar persiguiendo la construcción de unaorganización obrera revolucionaria basada en claros principiosanticapitalistas y antiestatistas con la cual tomar la iniciativa en laorganización de conflictos. Esto es lo que la Solidarity Federation quieredecir cuando se describe a sí misma como una iniciativa sindicalrevolucionaria. Habiendo aceptado que los sindicatos existentes no sonsino organizaciones minoritarias de activistas, y excusados de la falaciade que “las políticas empiezan con millones”, podemos reconocer que losconflictos cotidianos son políticos. La cuestión es cómo llevarlo a lapráctica: ¿cómo organizar por nosotres mismes la acción directacolectiva?
Unimos lo político y lo económico porque refleja la realidad bajo elcapitalismo. La clase trabajadora está, al mismo tiempo, oprimida yexplotada. Si alguna vez vamos a ser libres de verdad, debemos debemosdesafiar tanto a la explotación capitalista como al poder que elcapitalismo y el Estado mantienen sobre nosotros. La unión deexplotación y opresión puede verse claramente en la más pequeña acciónen el lugar de trabajo o en la comunidad. Cuando los trabajadoros seorganizan cuestionan el “derecho” de los gestores a gestionar.
Cuando los inquilinos se organizan, cuestionan el “derecho” de loscaseros a la propiedad privada. Poco importa si toma la forma de una
lucha por el incremento salarial, la reducción del alquiler o una luchapara resistir los intentos de imponer nuevas condiciones de trabajo oresidencia. Luchando en una, luchamos en la otra; la económica y lapolítica no pueden separarse. Si los trabajadores ganan con una huelgaun incremento de salarios, su poder para obtener mejores condicionesaumenta, y viceversa. El sindicato revolucionario une lo político y loeconómico, buscando organizar una acción directa colectiva aquí yahora, sin esperar a seguir el ejemplo de los reformistas o los conflictosque surjan espontáneamente.
Este pequeño folleto corresponde a un capítulo del libro "Luchando pornosotros mismos. Anarcosindicalismo y lucha de clases" publicado porSolidarity Federation, sección inglesa de la Asociación Internacional deTrabajadores (Industrial Worker's Asociation).
Con este fin, el grupo de propaganda Unión AnarcoSindicalista deMonterrey (UAS) y el Círculo Anarcosindicalista de Propaganda TomásGonzález Morago, hemos decido editar este capítulo en forma de folletopara presentar, no solamente un trabajo elaborado por una sección de laAIT, visibilizando las propuestas y actividades del anarcosindicalismo,sino sobre todo para servirnos, en este momento, de sus experiencias yreflexiones. Para nosotros, publicar este fragmento supone unaimportante oportunidad, y sobre todo, constituye una innegablesignificación por la importancia que supone este asunto para regionesdonde la Asociación Internacional de Trabajadores no tiene ningunasección, especialmente en la región mexicana, que es hacia donde vadirigida la presente edición.
Unión AnarcoSindicalista de Monterrey
Círculo Anarcosindicalista de Propaganda Tomás González Morago