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Santanderismo y bolivarismo: Dos matices en pugna Author(s): David Bushnell Source: Desarrollo Económico, Vol. 8, No. 30/31, América Latina 4 (Jul. - Dec., 1968), pp. 243- 261 Published by: Instituto de Desarrollo Económico y Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3466010 . Accessed: 26/01/2011 22:26 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of JSTOR's Terms and Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp. JSTOR's Terms and Conditions of Use provides, in part, that unless you have obtained prior permission, you may not download an entire issue of a journal or multiple copies of articles, and you may use content in the JSTOR archive only for your personal, non-commercial use. Please contact the publisher regarding any further use of this work. Publisher contact information may be obtained at . http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=ides. . Each copy of any part of a JSTOR transmission must contain the same copyright notice that appears on the screen or printed page of such transmission. JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Instituto de Desarrollo Económico y Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Desarrollo Económico. http://www.jstor.org

Santanderismo y Bolivarismo Dos Matices en Pugna

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Santanderismo y bolivarismo: Dos matices en pugnaAuthor(s): David BushnellSource: Desarrollo Económico, Vol. 8, No. 30/31, América Latina 4 (Jul. - Dec., 1968), pp. 243-261Published by: Instituto de Desarrollo Económico y SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/3466010 .Accessed: 26/01/2011 22:26

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SANTANDERISMO Y BOLIVARISMO: DOS MATICES EN PUGNA

DAVID BUSHNELL

En toda la literatura bolivariana ha sido y es todavia un lu- gar comin el asentar que los prop6sitos del Libertador se vieron frustrados por la incomprensi6n de sus contemporaneos. La frus- tracion no fue total, claro esta, porque al fin y al cabo los pue- blos hispanoamericanos (menos las Antillas espafiolas) se inde- pendizaron de la antigua madre patria. Pero los anhelos del Li- bertador de estrechar unos vinculos permanentes de colabora- ci6n entre los pueblos ya independientes, de dotarlos de un regi- men politico a la vez solido y liberal, y de promover hasta donde fuera posible la felicidad de los habitantes mismos, no se realiza- ron o se realizaron solo en una pequefia parte. Y entre los ad- miradores del Libertador, que con toda razon constituyen una gran mayoria de los que se han ocupado de su obra, se ha acos- tumbrado atribuir esta falta de realizaciones a intereses mezqui- nos de sus adversarios o al hecho mas fundamental de que su pensamiento genial se hubiera adelantado demasiado con rela- cion a la epoca en que le toc6 vivir -o quiza a intereses mezqui- nos y exceso de genio conjuntamente-. Ninguna de las dos expli- caciones bastaria por si sola para deslindar responsabilidades, aunque cada una encierra, sin duda, alguna porci6n de la verdad historica. En todo caso, entre los presuntos responsables del pro- ceso de frustracion ha ocupado casi siempre un lugar destacado el pr6cer neogranadino Francisco de Paula Santander; y por con- siguiente, al ponderar los logros y las decepciones de Bolivar, siempre habra que tomar en cuenta las ideas y la actuaci6n de aquel.

No se trata a este respecto sino de una sola etapa de la vida publica de Santander, o sea la propiamente grancolombiana. Con

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anterioridad, el habia jugado un papel secundario en el ambito de la "Patria Boba", como se ha dado en llamar al primer periodo del movimiento emancipador de la Nueva Granada, y adquiri6 al- gun relieve s61o a partir de la reconquista espafiola de 1816, cuan- do asumi6 la jefatura de los patriotas neogranadinos que se ha- bian refugiado en los llanos de Casanare, al pie de la cordillera oriental de los Andes. En Casanare se hizo ademas colaborador del venezolano Bolivar, a quien acompai6o en la campania de Bo- yaca, y despues de aquella decisiva victoria Bolivar le encomendo la administracion de las provincias liberadas de la Nueva Gra- nada. A consecuencia principalmente del prestigio que se gran- jeo en ejercicio de tal cargo, resulto electo primer vicepresidente constitucional de la Gran Colombia en setiembre de 1821, y al desplazarse de nuevo el Libertador Presidente hacia los campos de batalla, Santander se qued6 en Bogota como encargado inme- diato del poder ejecutivo no solo ya dentro de la misma Nueva Granada sino en todo el territorio de la union grancolombiana, desde Cumana a Guayaquil.1 Administrador minucioso e incan- sable, patrono oficial de todo un circulo de intelectuales y profe- sionales liberales y abanderado consciente de las "luces del siglo", Santander como vicepresidente logr6 cimentar aun mas su pres- tigio; y a pesar de algunos malentendidos ocasiohales con su jefe titular ausente se portaba ostensiblemente como un socio leal y fervoroso del Libertador. Mas el cuadro cambio de repente de 1826 a 1827, al volver Bolivar desde el Peru, reasumir el mando ejecutivo de la Gran Colombia y anular alguna parte de la obra cumplida antes por su vicepresidente, quien se lanzo resueltamen- te a la oposicion y al fin saborec el exilio. Regreso despues de la disolucion de la Gran Colombia y muerte de Bolivar para ocupar la presidencia de la flamante Repuiblica de la Nueva Granada, pero esa ya es otra historia...

A pesar del ulterior distanciamiento entre Bolivar y Santan- der, este tambien ha tenido sus admiradores. Sobre todo en Co-

1 Aunque la constituci6n de la Gran Colombia fue rigurosamente unitaria, en la practica tanto Venezuela como el Ecuador quedaban sujetos en cierta medida a regimenes de emergencia o excepcion que atenuaban (sin anular) su subordinaci6n al poder ejecutivo nacional encabezado por Santander. La actuaci6n del vicepresi- dente mientras ejercia el mando de la Gran Colombia es el tema de mi obra El regimen de Santander en la Gran Colombia (Bogota, 1965), donde se ofrece un analisis mas detallado de varios puntos tratados tambien en este articulo.

Por otra parte, ningfin estudio biografico medianamente definitivo se ha es- crito sobre Santander. Uno. que no es mis que un esbozo pero bien serviria como punto de partida, es el de PEDRO G6MEZ PARRA, Santander (ensayo biogrdfico), Buca- ramanga, 1940; vease tambien, del docto santanderista LAUREANO GARCIA ORTIZ, Algu- nos estudios sobre el general Santander, Bogota, 1944.

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lombia, a nivel tanto escolar como academico, ha gozado de una reputacion de gran estadista republicano y civilista: es el "Fun- dador Civil de la Republica" y tambien "Hombre de las Leyes", titulo este que le otorgara el mismo Bolivar. Esto no ha obstado para que los colombianos rindieran homenaje auin mas fervoroso al Libertador, pero el hecho de que los dos proceres comparten la misma calidad de heroe nacional ha tenido por resultado que en Colombia, tipicamente, no se da la razon entera a ninguno de los dos al tratar de sus desavenencias. Por regla general, es ver- dad, los colombianos adheridos al Partido Conservador han valo- rado mas a Bolivar y perceptiblemente menos a Santander que los adheridos al Partido Liberal, que desciende en linea directa del nuicleo de colaboradores inmediatos de Santander. (Del mis- mo nucleo desciende el Partido Conservador, pero de una manera menos limpia, pues medio una amalgama alla por el afio 1840 con los restos de la faccion neogranadina que fuera adicta a Bolivar).2 Hasta ha habido siempre una corriente conservadora que ha ne- gado totalmente los meritos de Santander. El ultimo vocero ma- ximo de semejante punto de vista fue el caudillo conservador Laureano Gomez, en cuyo concepto Santander habia sido un men- tecato, desmedidamente ambicioso de poder y de lucro, enemigo de la fe cristiana, y cuanta cosa mas le sugeria su fertilisimo in- genio de polemista.3 Sin embargo, el extremado antisantanderis- mo conservador del estilo de Laureano Gomez ya habia pasado de moda, aun antes de la muerte de este ocurrida en 1965. Es sin duda ilustrativo el hecho de que sea un historiador conserva- dor, Roberto Cortazar, quien se ha propuesto desde hace mas de 15 afnos la tarea de publicar todos los papeles de Santander en una edicion mas o menos definitiva.4 Y tal vez no sea incorrecto aseverar que la benevolencia con que se trata hoy dia desde el campo conservador a la figura de Santander signifique una faz historiografica del Frente Nacional bipartidista que actualmente gobierna el pais.

Mas resulta que Santander, a medida que han ido desapare- ciendo sus enemigos mas acerrimos del lado conservador, viene perdiendo adeptos dentro de su propia colectividad liberal. Asi

2 HORACIO RODRIGUEZ PLATA, "Pr6logo" a la obra de MIGUEL AGUILERA, Visi6n politica del arzobispo Mosquera, Bogota, 1954, pags. 11-29.

8 LAUREANO G6MEZ, El mito de Santander, 2 tomos, Bogota, 1966. Bajo este titulo se han reunido unos articulos que aparecieron por primera vez en 1940.

4 ROBERTO CORTAZAR, ed., Cartas y mensajes del general Francisco de Paula Santander, 10 tomos, Bogota, 1953-1956, y Correspondencia dirigida al general Fran- cisco de Paula Santander, Bogota, 1964.

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es que en estos dias el maximo detractor de Santander es un po- litico e historiador liberal, Indalecio Lievano Aguirre. Este no ha sido un antisantanderista furibundo como el doctor G6mez, y en otra epoca, en su notable biografia de Rafael Nniez, habia ver- tido unos conceptos bastante favorables acerca de la obra de San- tander. En ella presentaba a un Santander que a diferencia de otros liberales de la epoca, que no eran mas que ciegos teorizan- tes, habia desplegado en su gobierno un gran sentido practico y realista.5 Mas al escribir su estudio sobre Nuniez el autor se refe- ria primordialmente a la administraci6n de Santander como pre- sidente de la Nueva Granada, y no a su actuaci6n durante la de- cada de la Gran Colombia. Fue solo posteriormente que el ofre- ci6 una interpretaci6n detallada de la vicepresidencia de Santan- der y de sus relaciones con Bolivar, desarrollando la tesis de que el enfrentamiento entre los dos pr6ceres manifestaba en iultima instancia la resistencia de una oligarquia egoista adherida a San- tander para secundar (y en especial para costear) los grandes de- signios de Bolivar, fueran a favor de la causa americana o del pueblo grancolombiano.6 Esta revision de la interpretacion tra- dicional liberal favorable a Santander, de parte de un autor li- beral, podria denominarse faz historiografica de la escisi6n ocu- rrida dentro del Partido Liberal desde principios del Frente Na- cional y que no fue superada sino en 1967, habiendo sido Lievano Aguirre uno de los protagonistas del grupo disidente de izquierda Movimiento Revolucionario Liberal. Sea de ello lo que fuere, al hacer su planteo Lievano rindi6 un servicio historiografico muy importante, enfocando cuestiones socioeconomicas que no habian recibido la debida atenci6n y discurriendo (con intenci6n inno- vadora) sobre las bases sociales de las facciones en pugna. Tam- poco puede disputarse su apreciaci6n sobre la naturaleza esen- cialmente oligarquica de la faccion de Santander, que provenia el mismo de la clase de terratenientes acomodados de provincia y agrup6 alrededor suyo a otros del mismo estrato social, a co- merciantes ambiciosos como los antioqueinos Juan Manuel y Manuel Antonio Arrubla, y a profesionales de los sectores altos y medios

5 INDALECIO LIaVANO AGUIRRE, Rafael Ntiuez, 2; ed., Bogota, 1960 (?), pAgs. 52, 58, 74, 315.

8 INDALECIO LIEVANO AGUIRRE, "Razones socioecon6micas de la conspiraci6n de septiembre contra el Libertador". Revista de la Universidad de los Andes, afio II, n9 2, pags. 42-89. Hay que reconocer, sin embargo, que el autor arremete algo mas duramente contra el partido de Santander que contra Santander mismo, a quien no incluye entre los mas exaltados defensores de los intereses oligirquicos y enemi- gos de Bolivar.

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urbanos cuyos vinculos familiares, sin decir nada de su ideologia, les inhibian identificarse cabalmente con las masas populares.

Pero aqui cabe observar que bastante parecidos a primera vista eran los cuadros activos del bolivarismo, a lo menos en su sector civil, ya que su reducto mas poderoso (a diferencia del santanderismo) se situaba entre los militares. Sin tomar en cuen- ta el alineamiento de fuerzas sino en la Nueva Granada propia- mente dicha, resulta que tambien habia terratenientes, mercade- res y profesionales bolivarianos, aunque con algunas diferencias relativas. Los profesionales en general, segun parece, se inclina- ban algo mas al bando de Santander, con la excepci6n bien im- portante de los miembros del clero.7 En cuanto a comerciantes, tambien es probable (aunque seria dificil documentarlo en forma concluyente) que se inclinaran preferentemente al santaderis- mo. No obstante se dieron importantes excepciones, como el car- tagenero Juan de Francisco Martin, otro "especulador" y "oligar- ca" pero furioso antisantandereano y en fin de cuentas albacea del Libertador.8 En cuanto a grandes terratenientes -latifundis- tas si se quiere-, es probable que entre sus filas militara un nuimero mayor de bolivarianos. Es de notar ademas, aunque no sea sino en forma tentativa, cierta identificaci6n entre el santan- derismo y el sentimiento provinciano, principalmente de las pro- vincias menos aristocraticas, como las del oriente de la Nueva Granada, de donde era el mismo.9 Los notables de Bogota y tam-

7 El clero tenia tantos motivos para desconfiar del Libertador como del vice- presidente Santander, en lo que a ideas y actitudes religiosas intimas se refiriera; hasta sugiere Li6van'o Aguirre ("Razones socioecon6micas...", pfg. 66) que lo mas natural habrfa sido que el clero se hiciera santanderista. Sin embargo, durante al- gunos afios habfa constituido el r6gimen de Santander el mal inmediato, desde el punto de vista de la ortodoxia tradicionalista, lo que facilit6 la captaci6n de las simpatfas de la mayoria del clero por parte del bolivarismo; vease a este respecto mi Rdgimen de Santander, capitulos 13-15, y las fuentes que allf se citan. Debe apuntarse finalmente que en la Gran Colombia como en toda la America Latina habia tambien un clero liberal que a la luz de su epoca (aunque no a la luz del Concilio Vaticano II) era de tendencias mas o menbs heterodoxas. Este clero li- beral era por lo general santanderista; pero en sus cuadros no militaban ni el cura raso ni los jerarcas mas caracterizados.

8 De Francisco se contaba entre 'os criticos mAs acerbos del emprestito ex- tranjero de 1824, cuyo manejo por parte del gobierno colombiano dist6 mucho de ser brillante, sin que se justificara tampoco el escndalo que lleg6 a m'ontarse. Sin embargo, l1 mismo propuso en seguida aue se contratara un nuevo emprestito ex- tranjero para que con sus fondos se liquidaran los creditos domesticos, lo que habia sido precisamente la practica mas censurable y que mas se prestaba a abusos en la utilizaci6n del emprestito anterior (El regimen de Santander, pfigs. 141, 144-145).

9 Con cierta exageraci6n. es verdad, hace LuIS EDUARDO Nro ARTETA un ni- tido contraste entre la economia "del Oriente, anticolonial y comercial, manufactu- rera y agrfcola, y la de las regiones centrales, colonial y latifundista". Economfa y cultura en la historia de Colombia, 24 ed., Bogota, 1962, pAg. 13. Del Oriente en todo caso, y mas concretamente de las provincias de Pamplona o de Socorro, eran no s6lo Santander sino sus socios intelectuales mAs inmediatos del perfodo de la Gran Colombia. Francisco Soto y Vicente Azuero, y otros muchos colaboradores mas.

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bien los de la distinguida Popayan (cuna de los Valencia, Mos- quera y Arboleda) se plegaban en general al partido bolivariano o trataban de mantenerse hasta donde pudieran en una posici6n de altiva equidistancia.

Sin duda la adhesion de muchos oficiales militares de extrac- ci6n media o humilde le daba al bolivarismo cierto colorido po- pular, sobre todo al tenerse en cuenta que estos mismos militares eran blanco del desden poco disimulado de la alta sociedad civil.10 Pero los pocos militares granadinos de origen popular que logra- ron alguna relevancia mas alla de la carrera militar en si -como caudillos politicos o sociales con rasgos que podrian denominarse "populistas"- eran mas frecuentemente santandereanos que bo- livarianos. Un caso bien obvio es el de Jose Maria Obando, cau- dillo del sudoeste e hijo de Popayan, pero de ascendencia un tan- to discutida y que no comulgaba precisamente con los Mosquera.11 Podria citarse igualmente al almirante Jose Padilla, jefe nato de la que Bolivar hubiera llamado la pardocracia de Cartagena (cuya aristocracia blanca si era mayormente bolivariana). Fue Padilla uno de los que se lanzaron a la resistencia activa contra el regi- men de Bolivar despues que Santander cay6 en desgracia; y su- frio la pena de muerte en la ola de represion que siguio al atenta- do del 25 de setiembre de 1828.12

Esto de que los caudillos "populistas" en la Nueva Granada se hayan inclinado mas bien al santanderismo no es -hay que confesarlo- sino otra impresion preliminar o tentativa. Toda- via no se ha llevado a cabo un analisis lo suficientemente com- prensivo y sistematico de los integrantes de los dos bandos para precisar en que proporciones procedian de tal o cual elemento social. Ni hay por que suponer, aunque aquella impresi6n se confirmara, que se invalidaria la interpretacion de la facci6n y el regimen de Santander como esencialmente oligarquicos. Re- gimenes de oligarquia constituian la modalidad tipica, normal, de la epoca, y no solo en America Latina. Lo que cabe preguntar entonces es si la obra de cualquier gobernante oligarquico fue retr6grada o progresista, y en que sentido. Ademas, en lo que concierne a Santander, hay que hacer constar desde luego que ni el personalmente ni el gobierno que el dirigio constituyeron fe-

10 ANTHONY P. MAINGOT, "Colombia: Civil-Military Relations in a Political Cul- ture of Conflict", tesis doctoral inedita, Universidad de Florida, 1967, pags. 38-49.

11 A. J. LaEOS GUZMAN, Obando, 2a ed., Popayan, 1959, pags. 8-119. 12 CARLOS DELGADO NIETO, Jose Padilla, estampa de un almirante, Bogota, 1957.

Es una biografia breve y un poco n'ovelada, pero contiene los datos indispensables.

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n6menos aislados dentro de la America antes espaiiola. ]1 per- tenecia a una corriente liberal de proyecciones continentales que tenia sus protagonistas desde los llamados yorkinos mejicanos hasta los pipiolos chilenos e incluia naturalmente al partido de Bernardino Rivadavia en Buenos Aires (que fuera tal vez su ma- ximo representante). Algo doctrinaria, sobre la base de doctrinas importadas de fuentes comunes, esta corriente se mostraba bas- tante homogenea de un pais a otro. Asi es que en el libro re- ciente de Sergio Bagui, El plan economico del grupo rivadaviano,13 hay parrafos enteros que podrian reeditarse bajo el titulo El plan economico del grupo santandereano, con solo el cambio de nombres personales y geograficos.

En un plano teorico, lo que buscaban estos liberales latino- americanos no era sino ensanchar la esfera de la libertad indi- vidual, sea en el campo economico-social, politico o religioso. Abogaban por la eliminaci6n hasta donde fuera posible de cual- quier traba a la circulacion de bienes y servicios, asi interior como exteriormente. Por lo tanto rechazaban, en general, el proteccio- nismo aduanero, aunque sin llegar nunca en sentido estricto al libre cambio, que es un termino poco exacto tal como se acostum- bra emplearlo en la historiagrafia latinoamericana. Con la mis- ma logica de individualismo econ6mico y social rechazaban la esclavitud (aunque aceptaban por lo general su abolicion pau- latina), asi como los mayorazgos y mucho mas por el estilo. En lo religioso, abogaban por la libertad de cultos, aunque en la ma- yoria de los paises no se atrevian a decretarla abiertamente, y por una disminucion de los privilegios e influencia de las corpo- raciones eclesiasticas. Y en lo politico abogaban por un sistema de gobierno constitucional con separacion formal de poderes y garantias individuales. El regimen polltico tendria que ser re- presentativo sin llegar a ser democratico, porque las conquis- tas liberales -seguin se creia- mal podrian consolidarse si el sufragio se concediera aun a los que carecian de cierta indepen- dencia econ6mica e ilustracion. En Buenos Aires el sufragio de todo hombre libre se introdujo por una extrafia inconsecuencia bajo los auspicios del mismo Rivadavia, pero la mayoria de sus partidarios pronto se arrepintieron de este rasgo democratico y trataron, sin exito, de derogarlo.4 A los santandereanos, que a este respecto opinaban lo mismo que la generalidad de los libe-

13 Universidad Nacional del Litoral, Facultad de Filosofia y Letras, Colecci6n de Textos y Documentos, serie B/N? 2, Rosario, 1966.

'1 EXEQUIEL ORTEGA, i"Quiera el pueblo votar"?, Bahia Blanca, 1963, pags. 104-122.

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rales latinoamericanos de primera hora. no se les ocurrio nunca imitar el ejemplo electoral de Rivadavia.15

Pues bien; si tal fue, en sintesis breve y superficial, con ex- clusi6n por el momento de los aspectos especificamente intera- cionales, el programa que comparti6 el partido de Santander con la mayoria de los liberales latinoamericanos, Zen que se diferen- ciaba del programa bolivariano? En cuanto a objetivos de largo alcance, no es facil hallar discrepancias. La unica que salta a la vista es la tendencia proteccionista que por lo general evidencia- ban las disposiciones del Libertador en materia de derechos de aduana. 16 Fue esta. tal vez, una anticipaci6n del desarrollismo mo- dero; mas verosimilmente, resabio de mercantilismo. El protec- cionismo aduanero constituia ademas, en cuanto no era propia- mente un objetivo de la politica del Libertador, un mero recurso fiscal, o sea una tactica bien o mal entendida de reunir fondos para los gastos politicos y militares. Y hasta en la mayoria de los casos, las diferencias aparentemente programaticas entre Bo- livar y Santander y sus respectivos partidarios solian ser no sus- tanciales sino de detalles, y de tactica. Muy frecuentes son los pasajes de la correspondencia de aquel en que censura alguna me- dida concreta del regimen de Santander no por considerarla equi- vocada en si sino porque le parecia inoportuna a la luz de las circunstancias del momento. El hondo realismo del Libertador lo hacia desconfiar de la posibilidad practica de llevar a cabo suibitas transformaciones, excepcion hecha de la independencia misma, y en esto precisamente consistia el llamado conservatismo de Bo- livar, que era otro lugar comuin de la historiograffa colombiana de la epoca anterior a las reinterpretaciones izquierdistas de su obra y pensamiento por parte de sus admiradores modernos.l7

La naturaleza esencial de la disparidad entre santanderismo y bolivarismo se deja ver bastante claramente en materia de po- litica fiscal. Santander y los suyos -como el secretario de Ha- cienda grancolombiano Jose Maria Castillo y Rada, que solo

1" Huelga decir que durante la primera mitad del siglo pasado los miembros de corrientes politicas no liberales tampoco eran partidarios, por lo general, del sufragio universal.

1s Aunque Bolivar en sus decretos y correspondencia se expres6 repetidamen- te a favor de altos derechbs de importaci6n, son pocas las ocasiones en que for- mul6 su politica aduanera en terminos explicitamente proteccionistas. Una de estas es su carta a JosL Antonio Paez, citada por J. L. SALCED-BASTArmo, Visi6n y re- visi6n de Bolivar, 7; ed., Buenos Aires, 1966, pig. 140 (nota).

17 Un ejemplo llamativo del flamante bolivarismo de izquierda es el mismo titulo de la obra de MILTON PENTES, Bolivar, padre de las izquierdas liberales, BogotA, 1965.

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despues de 1826 se distanci6 del vicepresidente- buscaban la re- novacion general del sistema fiscal heredado de la colonia, que les parecia mas bien un cumulo de trabas artificiales al comercio e industria que una fuente eficiente de recursos estatales.l8 Asi es que pensaban disminuir poco a poco las tarifas de importaci6n y exportacion, con lo cual no querian de ninguna manera empo- brecer -o sea debilitar- la maquinaria del estado. Razonaban que un arancel moderado, a medida que diera impulso al comer- cio exterior, rendiria mas que un arancel proteccionista, y en este razonamiento, que por otra parte era totalmente ajeno al criterio fiscal un poco simplista del Libertador, no andaban equivocados. Donde si se equivocaron fue en su creencia de que la alcabala colonial podria sustituirse sin merma de rendimiento tributario por una nueva "contribucion directa" sobre las rentas y propie- dades. Esta reforma fue decretada por el congreso constituyente de la Gran Colombia, en 1821, y el grupo santandereano seguia sosteniendola aun cuando en la practica su recaudaci6n desperta- ba resistencias al parecer insuperables. Este apoyo tan entusiasta se fundamentaba hasta cierto punto en la convicci6n de que a la larga la contribucion directa seria un impuesto menos "traboso" que la alcabala, lo que era quiza un argumento de corte oligar- quico, pero se fundamentaba tambien en la convicci6n de que una parte mayor de la carga tributaria debia pesar sobre quie- nes mejor podian soportarla y que derivaban mas beneficios de las actividades estatales.19

Vale la pena anotar que una reforma casi identica se llev6 a cabo en Buenos Aires bajo el gobierno de Rivadavia, por los mismos motivos y con resultados tambien parecidos, aunque en Buenos Aires el nuevo impuesto tuvo un exito un poco mayor que en la Gran Colombia.20 Tambien duro mas en Buenos Aires, don- de lo utiliz6 el mismo Rosas. Bolivar. al contrario, se hizo eco de las quejas lastimosas de terratenientes y comerciantes que aborrecian el principio de la contribucion directa aunque no la pagaran religiosamente en la practica, y a consecuencia de sus criticas Santander a fines de 1826 decret6 la contrarreforma: al- cabala otra vez, en lugar de contribuci6n directa.21 No es que Bo-

M NIETO ARTETA, Economia y cultura, pigs. 62-74. 19 Mem'oria de Hacienda de 1823, reproducida en EDUAIDO RoDRiGUEZ PiSEREs, ed.,

La vida de Castilto y Rada, Bogota, 1949, pags. 121, 133-134. N0 MRON BURGIN, The Economic Aspects of Argentine Federalism, 1820-1852,

Cambridge, Mass., 1946, pags. 46-48. 188-192, 194, 196. 2 Colombia, Codificaci6n Nacional, II, pAgs. 433-435.

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livar ignorara los fundamentos teoricos de esta, ni que le interesa- ra en especial ofrecerles alguin alivio a las clases acomodadas. Es

que le interesaba primordialmente el bienestar del fisco, y por esto preferia siempre un sistema hacendistico a base de alcaba- las, estancos y hasta tributo de indigenas y demas recursos neta- mente coloniales y regresivos. "Los impuestos antiguos", decia, "tenian la ventaja de ser habituales y por eso se consideraban suaves".22 No queria decir esto que eran intrinsecamente supe- riores sino que resultaban de mas facil recaudacion y rendian mas, y rendimiento era lo uinico importante, segun el concepto de Bolivar, mientras todavia no se hubiera establecido el gobier- rio mismo sobre cimientos verdaderamente solidos. Tampoco ex-

cluia, por supuesto, la necesidad de reformar a fondo el sistema tributario alguin dia, y aun quiza, de decretar una vez mas la con- tribucion directa en reemplazo de la alcabala.

En otros campos de la politica economica y social no surgian discrepancias tan bien definidas. Tanto Bolivar como Santander detestaban la esclavitud, y durante sus respectivos periodos de gobierno se esforzaron por hacer cumplir la ley de manumision

gradual promulgada por el Congreso Constituyente de 1821, a pesar de las solicitudes del gremio de esclavistas para que se sus- pendiera en alguna parte.23 Y aunque a Bolivar se le ha atribuido el intento de llevar a cabo una reforma agraria, principalmente sobre la base de la distribucion de bienes nacionales entre los sol- dados de la independencia, tal interpretaci6n parece algo dudo- sa.24 A Santander, por supuesto, ni se le ha atribuido el intento. Por otra parte, Lievano Aguirre ha subrayado el contraste entre el apoyo de Santander a la distribucion de las tierras comunales de indigenas, decretado por el mismo Congreso Constituyente pa- ra que estos se convirtiesen en pequefios propietarios, y la deci- sion de Bolivar en 1828 de derogar la medida despues de recibir

pruebas incontrovertibles de que se habia prestado a manejos perjudiciales a los mismos naturales.25 Aparece asi el Libertador como defensor de los indigenas y Santander como aliado de los

23 La Gaceta de Colombia, Bogota, 17 de diciembre de 1826. 23 HAROLD A. BIERCK, "The Movement for Abolition in Gran Colombia", Hispanic

American Historical Review, XXXIII, pags. 373-386, agosto 1953. 24 El sostenedor principal de la tesis de un reformismo agrario bolivariano ha

sido el escritor venezolano J. L. SALCEDO-BASTARDO, Visi6n y revisi6n de Bolivar, pA- ginas 147-157. Expone una opini6n contraria, entre otros, el profesor CHARLES C. GRIFFIN, Los temas sociales y econ6micos en la epoca de la independencia, Caracas, 1962, pags. 48-40.

25 LIEVANO AGUIRRE, "Razones socioeconomicas", pags. 57-58; Codificaci6n Nacio-

nal, III, pags. 424, 426.

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terratenientes criollos que pensaban quitarles a aquellos sus te- rrenos en nombre del individualismo econ6mico. Mas resulta que Bolivar en el Perui habia decretado la liquidaci6n de las tierras comunales en terminos muy parecidos a los de la ley grancolom- biana.26 Lo que sucedi6 sin duda fue que Bolivar, por su mayor flexibilidad doctrinaria, no tuvo empacho en reconocer que la division de tierras comunales no surtia en la practica los efectos esperados; pero habiendo el mismo auspiciado tal medida en el Perui, no se trata de una diferencia fundamental de criterio.

Sucedia algo parecido en cuanto a politica religiosa. Las re- formas eclesiasticas del congreso constituyente, que hizo suyas la administracion Santander, disponian la abolicion de la Inquisi- cion, la supresion de conventos menores y aplicacion de sus bie- nes al sosten de la educacion puiblica, y una que otra medida de poca importancia. El vicepresidente Santander, sin ser anticleri- cal furibundo, no solo hizo lo posible para cumplir fielmente estas disposiciones sino que auspici6 algunas mas de tendencia similar. Propugno sobre todo la secularizacion de la educacion mediante la introduccion de textos y profesores de dudosa ortodoxia reli- giosa; como se sabe, fue uno de los admiradores mas fanaticos del utiliarista ingles Jeremias Bentham.27 Bolivar, por su parte, tampoco fue anticlerical furibundo, pero afio tras afio salpic6 su correspondencia de chistes e irreverencias a expensas del clero y tambi6n fue admirador y corresponsal de Bentham.28 Sin embar- go, aconsejo la suspension de la ley de conventos menores casi tan pronto como promulgada, y en la epoca de su dictadura la suspendi6 1e mismo.29 Tambien llego a prohibir la ensefianza de las obras de Bentham.30 A la luz de tal actuacion, algunos histo- riadores han sostenido que en cierto momento Bolivar abandon6 los arrebatos volterianos de su juventud para convertirse en pala- din convencido del orden religioso tradicional, pero este no es el punto de vista de sus admiradores de izquierda, y mas convincente al fin es la interpretacion que atribuye las discrepancias de Boli- var para con el liberalismo anticlerical a razones esencialmente

26 Sociedad Bolivariana de Venezuela, Decretos del Libertador, 3 tomos, Cara- cas, 1961, I, pags. 295-296, 410-411.

27 JAIME JARAMILLO UEIBE, El pensamiento colombiano en el siglo XIX, Bogota, 1964, pags. 148-152, 378-379 y passim; El regimen dc Santander, pags. 220-222.

28 VTease, verbigracia, Bolivar a Bentham, 15 de enero de 1827, en Banco de Venezuela, Cartas del Libertador, 2a ed., Caracas, 1964, V, pags. 343-344.

29 El regimen de Santander, pag. 247; Codificaci6n Nacional, III, pags. 384-386.

30 Codificaci6n Nacional, 11I, pags. 354, 426-428.

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politicas.31 No aconsej6 la supervivencia de conventos menores por que el quisiera a los frailes, a quienes seguia ridiculizando en pri- vado, sino porque la opinion puiblica los queria. Ni rechaz6 a Ben- tham porque sus doctrinas hiriesen su sensibilidad religiosa sino porque el estudiantado bullicioso se habia identificado con el ben- thaimismo, y despues del atentado malogrado a su propia vida en setiembre de 1828 cualquier bullicio le parecia inoportuno. O sea que reforma religiosa y educacional lo mismo que reforma fiscal, y otras, debian postergarse hasta una epoca mas propicia.

iHasta que punto podria sostenerse que las discrepancias re- feridas en distintos campos de la accion gubernamental hayan contribuido al distanciamiento final entre Bolivar y Santander? Es probable que muy poco, en si mismas, y menos podria alegarse que en estos asuntos Santander obstaculiz6 la obra del Liberta- dor, pues fue Bolivar quien al volver desde el Perui derog6 una parte significativa de la obra reformista de Santander. Sin em- bargo, no cabe duda de que Santander se haya predispuesto a rechazar la panacea politica del Libertador -su Constituci6n Bo- liviana -a causa del tono aparentemente no liberal de los comen- tarios bolivarianos a su propia obra administrativa. Fue su di- vergencia en cuanto al codigo boliviano -a lo menos en el terre- no de lo programatico, pues no se puede negar una latente riva- lidad personal de Santander hacia su jefe titular- la causa prin- cipal del conflicto.32 Mas hay poca probabilidad de que Santan- der hubiera abrazado la Constituci6n Boliviana en ningiun caso. Chocaba esta, por su presidencia vitalicia y tambien por lo exo- tico de muchas disposiciones, con el criterio de liberalismo poli- tico mas bien convencional que siempre caracterizo a Santander.

Bolivar, por supuesto, se consideraba liberal 1e mismo en ma- teria politica, pero no fue el suyo un liberalismo doctrinario co- mo el de Santander. Buscaba siempre una f6rmula que conci- liara una dosis razonable de libertad civil, algo de representacion

S En uno de los dos extremos se situ6 monsefior NICOLAS E. NAVARRO, autor de La cristiana muerte del Libertador, Caracas, 1955, quien se resistia a creer que el Libertador jamas haya sido verdaderamente un heterodoxo. Cfr. LI*VANO AGUInmE, "Razones socioecon6micas", pags. 66-67.

E2 El mismo Santander sostuvo enfAticamente que la Constituci6n Boliviana fue la verdadera "manzana de la discordia"; vease MANUEL JosA FORaRO, comp., Santan- der en sus escritos, Bogota, 1944, pag. 83. En un piano mas bien anecd6tico y perso- nal es probable que lo que mas enfureci6 a Santander fue el hecho de que Bolivar se haya hecho eco de los alegatos de malversaci6n del emprestito de 1824 (LIJVANO AGUIRRE, "Razones socioecon6micas", pags. 33-34). Por lo demas, dificilmente podria comprobarse documentalmente la existencia dentro del caracter de Santander de una ambici6n personal incompatible con la posici6n superior de Bolivar; pero dadas las circunstancias en que le toc6 actuar, dificilmente habria podido sustraerse a seme- jante ambici6n.

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ciudadana y las vestiduras externas del republicanismo con la existencia de un gobierno vigoroso y esencialmente autoprorro- gable. No podria decirse que semejante formula era algo irreali- zable: se ha realizado brillantemente en el Mexico contempora- neo del Partido Revolucionario Institucional. Pero no encontro una forma viable en vida del Libertador, cuyos proyectos de se- nado hereditario, "poder moral" y en fin presidencia vitalicia evi- dentemente no prosperaron. Y se ha aseverado repetidamente que estos y otros intentos bolivarianos para superar el caos poli- tico de America Latina se estrellaron contra una alianza nefasta de caudillos personalistas y de liberales ciegamente doctrinarios, siendo Santander, en el concepto de algunos, un cabal represen- tante de cualquiera de estas dos modalidades de resistencia.

Es cierto que a Santander le agradaban bastante poco las so- luciones politicas de tipo bolivariano, mas no era precisamente un partidario del "gobierno debil", por mas que el anhelo del Li- bertador se haya centrado en el concepto de "gobierno fuerte" (sin dejar por eso de ser "liberal"). Como gobernante de la Gran Colombia y posteriormente de la Repdblica de Nueva Granada se parecia mas bien a los mandatarios chilenos que siguieron a Por- tales, que respetaban (por lo general) las libertades civiles pero tenian un santo horror al desorden. Santander respetaba las pre- rrogativas legislativas pero no dejaba de insistir en que se respe- taran las suyas, y no temi6 cometer de vez en cuando alguna arbi- trariedad menor para que las cosas anduvieran. Tampoco existe la mas minima evidencia de que el origen de los males de la Gran Colombia haya sido la debilidad constitucional del poder ejecuti- vo. Mientras Santander encabezaba el gobierno, fueron muy pocos los intentos gubernamentales que fallaron por falta de una refren- daci6n legislativa: el "Hombre de las Leyes", a diferencia de Boli- var, no desdefiaba las pequefias artimafias del manejo legislativo, y las mas de las veces obtenia del Congreso lo que se proponia. En cuanto a ciertos aspectos del reformismo liberal, lo que le echa- ban en cara sus censores, inclusive el Libertador, fue un exceso de acci6n gubernamental; en cambio, en la receta bolivariana de 1827 se combinaba "gobierno fuerte" hasta con cierto quietismo en lo que a iniciativas gubernamentales se refiriera.33

83 Las relaciones de Santander, como mandatario de la Gran Colombia, con el poder legislativo se examinan mas detalladamente en El r6gimen de Santander, pa- ginas 68-76 y passim. En los decretos, circulares, etc., de la dictadura bolivariana -que se encuentran en la Codificaci6n Nacional, tomos 3 y 4- no escasean enmien- das y derogaciones de medidas anteriores; por lo tanto, el "quietismo" de Bolivar se diferencia del de Juan Manuel de Rosas en que en la mayorfa de los casos este desdeft6 tomarse el trabajo siquiera de derogar explicitamente las reformas riva- davianas.

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Mas aun; sin mucha exageracion podria sentarse que la Gran Colombia se desplom6 porque tenia un gobierno demasiado fuer- te, no con relaci6n a los poderes legislativo y judicial sino con relacion a la ex capitania general de Venezuela y ex presidencia de Quito. El pecado original de la constitucion de la Gran Co- lombia fue su extremado centralismo, exactamente como en la Argentina, donde fallaron todos los intentos de organizaci6n na- cional del partido rivadaviano por su tendencia unitaria. En efec- to, Caracas y Quito quedaron en teoria tan estrechamente sub- ordinados a Bogota como cualquier villorrio del valle del Magda- lena, a diferencia de la autonomia real que disfrutaban sus auto- ridades coloniales (sobre todo las de Caracas) para con la corte virreinal de Santa Fe. La subordinacion republicana de Venezue- la se moderaba en la practica por las facultades especiales -le- gales o extralegales- que lleg6 a ejercer el general Jose Antonio Paez, pero a pesar de eso constituia algo que a la larga los vene- zolanos no podrian aceptar. Ni tenian por que aceptarla, ya que la existencia en Bogota de un fuerte poder central no les repor- taba ninguna ventaja concreta una vez terminada la guerra con Espaia. No significaba sino humillacion, dilacion de tramites y otros inconvenientes, sea practicos o meramente psicologicos.34

El grupo santandereano, que tenia fundadas esperanzas de ver colocado a su propio jefe en el apice del poder ejecutivo, tendria alguna parte de la culpa de la adopci6n en 1821 de una constitucion ciento por ciento centralista. Pero la sostuvieron otros como Pedro Gual y Fernando Pefialver, que no eran santan- dereanos en sentido estricto sino venezolanos amigos de Bolivar, y que mas bien creerian interpretar asi la voluntad del Liberta- dor35 No es un hecho comprobado que Bolivar hubiera preferido esta estructura a la que habia promulgado provisionalmente en 1817 el Congreso de Angostura, que consistia en una centraliza- ci6n politica con descentralizaci6n administrativa mediante vice- presidencias regionales para Venezuela y Nueva Granada; pero es de notar que sus criticas a la constitucion de 1821 tenian que ver principalmente con su presunto exceso de liberalismo y no con su exagerado unitarismo. En los postreros afnos de la Gran Colombia, Bolivar vacilaba entre el proyecto de una confedera- ci6n de Venezuela, Nueva Granada y Quito (con gobiernos uni-

84 La desafecci6n continua de Venezuela se analiza en E! regimen de Santan- der, pigs. 317-339.

5 Veanse a este respecto los debates del Congreso Constituyente, en ROBERTO CORTAZAR y LUIS AUGUSTO CUERVO, eds., Congreso de Ciicuta: libro de actas, Bogota, 1923, pags. 41-124 y passim.

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tarios, eso si, dentro de sus propios limites) y el mantenimiento de un regimen ostensiblemente unitario, aunque moderado en la practica por la delegacion de poderes especiales, en el marco ve- nezolano, a Paez. Mas al fin se inclino al unitarismo. Santander, por su parte, despues de dejar el gobierno en 1827, se paso al fe- deralismo, y mas concretamente a la forma mas "debil" del fe- deralismo, basado en un sinnumero de provincias chicas. Asi pen- saba obstaculizar mejor la temida dictadura de Bolivar, ya que no supo o no quiso abrazar la confederacion de tres grandes es- tados, que era la unica f6rmula con alguna posibilidad (aunque no mucha) de perdurar. Lo incuestionable es que ninguno de los dos prohombres enfoco adecuadamente el problema organiza- tivo de la Gran Colombia: a este respecto, su controversia con- sistia principalmente en sostener errores diferentes.36

De las divergencias referidas entre el bolivarismo y el san- tanderismo quizas no se deduciria que hubiera tambien alguna diferencia de enfoque en cuanto a la integracion hispanoameri- cana. Pero la hubo, como podria esperarse del "modelo" rivada- viano. El relativo enfriamiento que existiera entre el partido de Rivadavia por un lado y los dos Libertadores, Jose de San Mar- tin y Simon Bolivar, por el otro, fue consecuencia, hasta cierto pun- to, de fricciones personales y de factores especificamente platen- ses; pero tambien entraban en juego las respectivas escalas de prioridades. A San Martin como a Bolivar le interesaban mas la conclusion definitiva de la lucha de emancipacion y el ordena- nliento politico del nuevo continente que el fomento de la inmi- gracion europea o la renovacion del sistema tributario. Con los rivadavianos ocurria algo opuesto; con no disimulada impaciencia esperaban deshacerse de obligaciones militares o de otra indole provenientes de la lucha emancipadora, para poder dedicarse ple- namente a las reformas domesticas, y por lo mismo miraron los proyectos continentales de los Libertadores con cierta indiferen- cia.37 En la Gran Colombia, el partido santandereano era mas americanista que el de Rivadavia, entre otros motivos porque en

36 VfCTOR ANDRES BELAJNDE, Bolivar y el pensamiento politico de la revolucidn hispanoamericana, Madrid, 1959, phgs. 210-211, 298-301, 338, 349-357.

37 RICABDO PICCIRELLI, en su excelente estudio San Martin y la politica de los pueblos, Buenos Aires, 1957, pags. 341-391, atribuye el distanciamiento entre Rivada- via y San Martin principalmente al conflicto entre los sentimientos monarquicos de este y el neorrepublicanismo de aquel; pero de su analisis se desprende tambien cla- ramente la diferencia en cuanto a prioridades de que se ha hecho menci6n. La acti- tud de los rivadavianos (y de otros partidos argentinos) hacia los planes de Bolivar ha sido tratada por JULIO CESAR GONZALEZ, "Las Provincias Unidas del Rio de la Plata y el Congreso de Panama", Universidad Nacional de La Plata, Trabajos y Co- municaciones, t. 12, 1964, pAgs. 29-91 (en especial pags. 56-71).

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el mar del Caribe la amenaza militar realista no podia darse por finiquitada tan pronto ni tan definitivamente como en el Plata. Sin embargo, su escala intima de prioridades se aproximaba a la del partido rivadaviano. En esto influyo indudablemente la di- vision de trabajo acordada en un principio entre Bolivar y San- tander; mientras aquel tomaba a su cargo la conducta inmediata de la emancipaci6n hispanoamericana, a este se le confiaban los asuntos internos y, ademas (aunque no en forma exclusiva), las relaciones diplomaticas extracontinentales. Pero se trataba tam- bien de algo mas. Conocida es la sentencia santandereana: "Las armas os han dado la independencia; las leyes os daran la liber- tad". Las leyes a que se referia el procer neogranadino, en cuanto no se trataba de una condici6n general de institucionalidad juri- dica, eran las que cercenarian el poder eclesiastico, allanarian obstaculos a la empresa privada, etcetera. Eran las que debia ex- pedir el congreso mismo de la Gran Colombia, no una asamblea anfictionica ideada por Bolivar.

Dicho esto, cabe preguntar: Zen que se hizo presente de ma- nera concreta la falta de fe americanista de Santander? Se le ha achacado cierta resistencia a apoyar la gran empresa de libera- cion hispanoamericana despues de lograda la expulsion de las fuerzas realistas del territorio colombiano, ya que demoro mas de la cuenta -a juicio de Bolivar- el envio de refuerzos al Peru. Pero al fin los envi6, y si valor6 demasiado la necesidad de ob- tener una previa autorizacion legislativa, dificilmente podria de- mostrarse que su motivo fuera otro que un malentendido lega- lismo. Es cierto que tambien habia resistencias politicas en la Gran Colombia a una plena colaboracion en la empresa del Peru, y es de presumir que estas influian en la actitud de Santander; pero provenian principalmente de Venezuela, y no de su propia facci6n.3 Posteriormente, el vicepresidente se opuso sin lugar a dudas a la tentacion que sintio Bolivar de lanzarse a la guerra contra el Brasil en defensa no solo del titulo argentino sobre la Banda Oriental sino del principio del republicanismo, y evidenci6 al respecto un innegable aislacionismo grancolombiano.39 Pero su pacifismo (y hasta benevolencia) para con la monarquia brasi- lenia no era una actitud cerradamente antiamericanista, aunque

88 El problema de los refuerzos al Perfi se enfoca desde un punto de vista poco afecto a Santander en VICENTE LECUNA, Cr6nica razonada de las guerras de Bolivar, 3 tomos, Nueva York, 1950, III, pags. 257-259; una interpretaci6n mas favorable a Santander se desprende de El regimen de Santander, pags. 89-91.

89 ARMANDO VIEIRA DE MELLO, Bolivar, o Brasil e os nossos vizinhos do Prata (da questdo de Chiquitos d guerra de Cisplatina), Rio de Janeiro, 1963, pAgs. 121-147.

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contrariaba el americanismo de Bolivar referido casi exclusiva- mente a la America antes espafiola. Tampoco fue Santander el unico responsable del abandono de la empresa antibrasilefia, que era por otros muchos motivos inaconsejable. (Hubiera sido, sin embargo, una manera de postergar algo mas la vuelta del Liber- tador a Bogota y el consiguiente desplazamiento de Santander de la jefatura del poder ejecutivo; asi es que la oposicion de San- tander fue al parecer desinteresada).

Mas sutil fue la resistencia de Santander, si de veras merece tal denominacion, al proyecto bolivariano del Congreso de Pa- nama. No lo rechazo, pero de acuerdo con el secretario de Rela- ciones Exteriores grancolombiano, Pedro Gual, lo diluy6, invitan- do a concurrir a los Estados Unidos y al Brasil, cuya presencia no cuadraba en los planes primitivos del Libertador. Se infiere, por lo tanto, que no compartiera el anhelo bolivariano de que las na- ciones de habla espafiola construyeran a partir de la reunion de Panama alguna organizacion permanente de colaboraci6n de ca- racter superestatal. Mas en la practica el Congreso resulto ser una reunion de espafioles americanos exclusivamente, ya que el representante norteamericano llego tarde y tampoco participo un brasilenio. En todo caso, para entonces parece que el mismo Li- bertador ya no tenia mucha confianza en los proyectos anfictio- nicos. Por el momento se inclinaba mas al grandioso concepto de una Confederaci6n de los Andes que reuniera a la Gran Co- lombia, Peru y Bolivia dentro de una sola entidad politica. A este proyecto se opuso ferreamente Santander, como tambien se opo- nia casi todo el mundo, por creerlo perfectamente irrealizable; y pronto lo abandon6 Bolivar, para dedicar sus filtimos esfuerzos a la tarea mas modesta de conservar la Gran Colombia.40

La falta de entusiasmo de Santander en lo que se referia a planes continentales de Bolivar podria atribuirse a una peque- nez de miras o a un profundo sentido practico, segiun se juzgue la factibilidad de los planes bolivarianos. Sin embargo, de ningun modo puede echarsele la culpa de la disolucion final de la Gran Colombia misma. El artifice de la disoluci6n fue Paez, arrastrado a su vez por el sentimiento separatista de los venezolanos, que

"B BELANDE, Bolivar y el pensamiento politico, pfgs. 271-274, 276-280, 285-288, 298-301. Si el proyecto de Confederaci6n de los Andes se hubiera Ilevado a cabo, la Gran Colombia unitaria se habria disuelto antes, para que se confederaran sus tres regiones basicas en pie de igualdad con Bolivia y el Peril (o mas bien con Bolivia y los dos estados en que Bolivar pensaba dividir la naci6n peruana). Quizas de esta manera se habria resuelto satisfactoriamente el problema de convivencia entre Ve- nezuela, Nueva Granada y Quito, mas a costa de ligarlos a una entidad mayor de muy dudosa viabilidad.

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no habian sabido reprimir ni Santander ni Bolivar. Puede ser que el apego del vicepresidente a reformas "inoportunas" haya fo- mentado las divisiones internas y minado asi la estabilidad poli- tica de la gran repuiblica, pero la moratoria impuesta por la dic- tadura de Bolivar en materia de reformas tampoco aquiet6 las disensiones. Por lo demas, la obra de Santander como mandata- rio de la Gran Colombia, sin ser genial ni exenta de errores, no era nada deleznable. Preserv6 un clima de libertad civil y fund6 escuelas. De la obra reformista del Congreso Constituyente de- fendi6 no solo la contribuci6n directa, que en su epoca fue sin duda un error, sino la ley de manumisi6n. Coadyuvo a la pro- mulgaci6n de otras medidas mas de tendencia progresista, por ejemplo la abolici6n en 1824 de los mayorazgos, que fue una de las reformas que no objet6 Bolivar y que, por consiguiente, so- brevivi6 a la caida del vicepresidente. Santander no predic6 ni reforma agraria ni construcci6n de acerias estatales, ni intuyo de- bidamente el peligro norteamericano, pero no por tozudez sino

porque no tuvo la dicha de nacer en el siglo veinte.

RESUMEN

El autor analiza en este trabajo la actuacion del procer neogranadino Francisco de Paula Santander, vinculandola con el plan politico de Bolivar y con su fracaso. En general, los colombianos adeptos al partido conser- vador valoraron en mayor medida a Bolivar y los del partido liberal a Santander. Empero, los cambios politicos recientes ocurridos en Colombia, fundamentalmente el surgimiento del Frente Nacional bipartidista y la escisi6n del movimiento liberal, dieron por resultado variaciones impor- tantes en la clasica interpretaci6n historiogrAfica de ambas tendencias. El estudio sobre el origen clasista de estos sectores aun no ha arrojado resultados definitivos, mas puede afirmarse que en general ambas faccio- nes eran de origen oligarquico. En Nueva Granada, probablemente los comerciantes y profesionales se inclinaban mas hacia Santander y la mayor parte de los latifundistas hacia Bolivar. Y si bien algunos sectores mili- tares de origen popular apoyaban a Bolivar, eran mal vistos por la oligarquia del propio partido. Por otra parte, algunos de los partida- rios de Santander se reclutaron tambien entre los sectores "populis- tas". Satander perteneci6 a una corriente latinoamericana que intenta- ba ampliar las libertades individuales aunque a traves de un lento pro- ceso. Segin el autor puede afirmarse que no existian grandes dife- rencias en los planes a largo plazo de ambos sectores, y que sus dis- crepancias se daban fundamentalmente en el plano tactico. Casi to- das las medidas politicas de Santander fueron puestas en practica tam- bien por Bolivar en las distintas etapas de su actuacion. Quizas los mo- tivos de disputa mas importantes residieran en la concepcion que ambos politicos tenian del poder y de la union latinoamericana. Bolivar propicio

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un sistema unitario para algunas regiones. Por el contrario, el planteo politico de Santander era mas convencionalmente liberal y apoyaba un federalismo sobre la base de pequefios estados. La unidad latinoamericana propiciada por San Martin y Bolivar se oponia tambien al reformismo nacional de los sectores rivadavianos y santandereanos. La oposici6n de Santander se vio mas claramente en el caso del Congreso de Panama. Empero, segun el autor, la disoluci6n de la Gran Colombia no puede considerarse imputable a la acci6n de este ultimo, sino mas bien a la de Paez.

SUMMARY

The author looks up into this paper the actuation of the neogranadine heroe Francisco de Paula Santander, vinculated withi the politic planifi- cation made by Bolivar and with his unsuccess. In general, the Colom- bians followers of the Conservatist Party recovered to Bolivar, and ihese from the Liberal Party, to Santander. But the politic changes that recen- tly took place in Colombia, specially the appearing of the National Bipar- tidist Front and the division of the liberal movement gave as a result important modifications in the clasic historiographical interpretation raised from both sides. There have been no definitive results from the studies made about class origin of both groups, but we can say that in general people came from oligarchics families. In Nueva Granada, merchants and professional men were more likely followers of Santander, and landow- ners were more likely followers of Bolivar. Santander belonged to a Latin American tendency that theoretically intented inlarge personal freedom, although through a slowly process.

According to the author, we can say that big differences didn't exist about the long-run plans of both sides. Their discrepances were funda- mentally given in the short-run plans. Taking out the few differences, every political measures given by Santander were also carry up by Bolivar. Perhaps the argueing fundaments would came from the differents points of view about the power and the Latin American union. Bolivar improved an unitarian system for some regions. On the contrary, the policy of Santander was more conventionally liberal and supported a federalism on the basis of small states. On the other hand it was also discussed the notion of Latin American integration, developed by Bolivar and San Martin and the national modernism from the rivadavian and santanderean followers. But Santander's opposition to the americanist project was more clearly seen in the Congress of Panama. The author shows that the disolution of the Great Colombia cannot be considered umputable to Santander'action, but to Paez'one.

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