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Revista Nota al Pie Sexto Núm

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"Estado y Sistema Político Mexicano".

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-Rector General: Dr. Salvador Vega y León

-Secretario: Mtro. Norberto Manjarrez Alvarez

-Rector UAM-I: Dr. Octavio Nateras Domínguez

-Secretario: Dr. Miguel Ángel Gó-

mez Fonseca -Directora de la división de Ciencias Sociales

y Humanidades: Dra. Juana Juarez Romero

-Jefe del Departamento de Sociología Dr. Enrique Cuna Pérez

-Coordinador de la Licenciatura en Ciencia Política

Mtro. Agner Adolfo Guerrero Sandoval

“A la Certeza se llega caminando” -Jefe editorial

Emmanuel Herrera Aguilar-Editores adjuntos

Priscila Ugalde NovoaAntonio Peralta Mendoza

-Diseño y fotografía Stephania Loeza Desales-Diagramación de

textoJuan Carlos Castillo García-Diseño

-Comunicación Diego Miranda Bodet

-Corrección de estiloPerla Muñoz Cruz

Daniela Nonatzin Martinez Salinas

Consejo editorial

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•El contenido de los artículos es responsabilidad de sus autores.•Registro en trámite. Para consultar la bibliografía completa que utilizaron nuestros autores, favor de buscar la edición en documento PDF ubicada en: www.revistanotaalpie.com Av. San Rafael Atlixco No. 186, Col. Vicentina, Delegación Iztapalapa, C. P. 09340 México, D.F. Edificio H. “Revista Nota al Pie” es una publicación trimestral de estudiantes de la licenciatura en Ciencia Política de la Universidad Autónoma Metropolitana plantel Iztapalapa.•E-mail: [email protected]•Pagina web: www.revistanotaalpie.com

•Impresión a cargo de “LITHO OFFSET ARESA, S. A. DE C.V.” Javier Martínez V. #218 col. Escuadrón 201 C.P. 09060 México DF. Tel-fax 56 70 40 23. E mail: [email protected] Encargado: Luis Sánchez Arellano.

2013-2014

•Agradecemos al Departamento de Recursos Audiovisuales, Liderado por la Dra. Ana Lilia, porque sin la atención de ella se hubiese dificultado llegar a dar con el Archivo Fotográfico de la UAM-Iztapalapa-expuesto en éste número-, por cierto, el cual valoramos y hacemos un llamado a su seguro resguardo, preservación y difusión.

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CARTA EDITORIAL

EL USO DE LA HISTORIA COMO MEDIO DE LEGITIMACIÓN POLÍTICA

EN LOS PROCESOS DE FORMACIÓN DEL ESTADO MEXICANO

“MÁS ALLÁ DEL SUEÑO”

¿POR QUÉ SE ANTEPONE EL CONCEPTO DE SISTEMA POLÍTICO SOBRE

EL DE ESTADO?

SOBRE EL CONCEPTO DEL ESTADO EN LA GLOBALIZACIÓN

¿CÓMO APROXIMARNOS AL ESTADO DESDE AMÉRICA LATINA?

POEMA “LA VERDADERA MADUREZ ES LA NIÑEZ ETERNA”

“CRISIS ELECTORAL DE 1988 ¿AVANCES O RETROCESOS?”

“MULTIPLICIDADES”

-ENTREVISTA: LAS FUERZAS DEL MERCADO, EL “MUNDO” CINEMA-

TOGRÁFICO Y EL CONSUMO.

LA DEBILIDAD DEL ESTADO MEXICANO FRENTE A LA ECONOMÍA DE

LIBRE MERCADO

IMPERIALISMO Y RECURSOS ENERGÉTICOS EN EL CONTEXTO DE LA

GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO

EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO QUE PROVOCA EL ESTADO

FOTOGALERÍA

“EL OTRO PODER: CRIMEN ORGANIZADO”

“KANT: UNA TEORÍA DE LA RAZÓN PRÁCTICA” -LA RELACIÓN PERVERSA ENTRE EL ESTADO Y LA TELEVISIÓN

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En la vida social de cualquier nación, así como en la academia –especialmente en las cien-cias sociales- el Estado ha sido y sigue siendo un concepto clave. En la Ciencia Política es columna vertebral del estudio de las relaciones sociales de poder; por ello, el Estado y nuestro sistema político acontecen como ejes temáticos de este sexto número impreso.Ambos conceptos asocian diversas aristas para entender su naturaleza, sin embargo despren-den una serie de mecanismos que generan una relación directa con la sociedad; los cuales abor-

damos en nuestras páginas. Dentro de las renovadas letras del presente número, el lector podrá encontrar la importancia de ambos conceptos en la Ciencia Política. Encontraremos un análisis histórico de cómo se consolida el Estado y el sistema político mexicano y cuál ha sido su relación con los poderes fácticos. Asimismo, conocerán la opinión de Víctor Ugalde -guionista y director de cine- sobre el papel de la cinematografía en el Estado. La relación del Estado con la economía, debate abierto desde hace siglos es otro punto abordado en nuestras páginas, así como, el papel del Estado y el sistema político mexicano en la actual situación nacional, en la que el narcotráfico, desgraciadamente ha permeado en lo más profundo de la socie-dad. Finalmente hallaremos parte de la filosofía política en nuestras páginas.La presente entrega hace especial énfasis en dos aspectos: por un lado, como parte de la celebración de nuestro decimocuarto aniversario, se presenta una recapitulación del archivo histórico fotográfico de nuestra alma mater, recordando, así, cómo se fundó, cuál ha sido su crecimiento durante estas cuatro décadas y, el compromiso del UAMero con la sociedad. Por otro lado, Nota al Pie reafirma su compromiso estudiantil, tanto en Ciencia Política de UAM-Iztapalapa y más allá de ella; invitando a las nuevas generaciones a que se sumen a este proyecto. Así pues, informamos con alegría que Nota al Pie comienza su segundo proceso de renovación Editorial; de igual manera, afianza su proyección en el área digital. Una vez más reafirmamos el compromiso estudiantil y plural que detenta la revista de todos, contribuyendo al debate y al desarrollo de nuestra disciplina y, mante-niendo la responsabilidad de no arroparnos a postura política-ideológica alguna. La pluralidad de ideas plasmadas en nuestras páginas es y seguirá siendo nuestro sello.El agradecimiento es, como cada número, para nuestros lectores y colaborado-res, los cuales a través de sus ensayos, críticas, opiniones y comentarios nos han permitido modificar y agregar áreas que resultan de vital importancia para Nota al Pie y con ello seguir creciendo. Asimismo, agradecemos el compromiso de la coordinación de Ciencia Política la cual ha creído y respaldado este proyecto. Con ustedes, todo; sin su crítica, nada.

Consejo Editorial 2013-14

Estimado Lector:

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Conoce la entrevista que realizamos a Victor Ugalde -Cineasta- pp 28-33

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El uso de la historia como medio de legitimación políti-ca en los procesos de formación del Estado Mexicano

(¿Qué hacer frente a este fenómeno?)

Lic. Hist. Omar Fabián González Salinas Candidato a Maestro en Historia

Instituto de Investigaciones Históricas – Universi-dad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Las siguientes líneas componen un ensayo acerca del uso de la historia como fuente de legitimidad política en los distintos procesos de construcción del Estado mexicano desde el siglo XIX hasta el México posrevolucionario. Un

ensayo que no sólo se centra en el análisis de una serie de sucesos históricos; se busca utilizar la experiencia histórica para desarrollar una postura crítica ante nuestro presente y el futuro de la vida po-lítica del país. Para este estudio partimos de dos cuestiones funda-mentales: a) el uso de la historia para justificar el poder político es una estrategia tan antigua que se remonta a los primeros sistemas políticos desarrollados en las civilizaciones originarias donde la historia escrita, oral o difundida de forma visual se convirtieron en los medios por los cuales los gobernantes generalizaron una visión del pasado que mantenía al poder político en un estatus incuestio-nable, que no permitía someter a juicio la autoridad para gobernar, esto a la vez que se facilitaba la cohesión del grupo mediante la idea de compartir un mismo origen.1 Por otra parte, hablar de Es-tado es hacer uso de un concepto generalizador, pues no permite concentrarnos en el análisis de procesos y coyunturas vistas desde los actores y sus intereses en concreto. Es por ello, que preferimos hacer referencia a “procesos de formación del Estado”; una pro-puesta de análisis que nos aleja de cosificar al Estado al no refe-rirnos a éste como si se tratara de un sujeto autónomo ajeno a las acciones de los sujetos históricos, por el contrario, nos enfocamos en diversos grupos heterogéneos que se encuentran en distintas pugnas por el poder político y control de los recursos econó-micos. Grupos que se mueven en un cambiante campo político que permite la constante suplantación de un grupo de poder por otro.2 Con la consumación de la independencia de 1821 se acabó la Nueva España y surgió México como país que, aunque en prin-cipio se vio estancado en problemas de distinta índole y con unas

1 Sobre los usos de la historia véase Enrique, Florescano, La función social de la historia (México: FCE, 2012); ¿Historia para qué?, (México: Siglo XXI, 1980)2 Abrams Philip, “Notes on the difficulty of studying the State”, Journal of historical sociology ( I, 1988) 58-89.

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fronteras confusas y cambiantes, con el tiempo desarrolló un sistema político dirigido a gobernar a sus pobladores que también tuvieron que ser formados como “mexicanos” según lo marcaban los valo-res cívicos y nacionalistas que surgieron de forma paralela con la creación del nuevo país. Esta doble tarea de crear un sistema político para gobernar a México y formar ciudadanos lea-les al grupo gobernante y a la nación, se convirtió en un complejo e inacabado proceso en el cual, la visión sobre el pasado fue de vital importancia desde el primer gobierno del México indepen-diente. Agustín de Iturbide, el primero en gobernar al recién creado país, recurrió a la manipu-lación del discurso histórico para sustentar su poder. Hubo una negación y olvido hacia Miguel Hidalgo y los primeros insurgentes, quienes fueron considerados como bandidos y responsa-bles de desgracias para la patria, siendo las acciones del Ejército Trigarante las únicas que debían ser reconocidas y celebradas en las fiestas patrióticas creadas para la nación en construcción.1 Jaime Rodríguez apunta que Iturbide “estaba convencido de que él había liberado a la nación con su ejército y de que, por ende, él encarnaba la voluntad nacional”.2 Quizá esto explique porqué se negó a reconocer los logros de los primeros insurgentes, pues ello hubiese signifi-cado restarle méritos a su propia empresa de consumación y se hubiera visto disminuido el poder político que reclamaba para sí. Los intereses políticos del emperador determinaron la visión del pasado que debía ser difundida. Tras el efímero Imperio de Iturbide, sobrevino un periodo en el que aparecieron variados gobiernos con distinta perspectiva político-ideológica.Así mismo, cada uno de ellos amoldó la historia que más convenía para sus intere-ses o, incluso, hubo ocasiones en que el gobernante se incluyó a la historia oficial. Ci-temos el caso de Antonio López de Santa Anna, el caudillo más sobresaliente de di-cha época, quien no titubeó en buscar figurar como héroe dentro de la historia nacional mexicana. Para ello estableció festividades dedicadas a celebrar hechos históricos en los que había participado. También fue contemplado para ser representado dentro de algu-nos de los proyectos que hubo para erigir un monumento dedicado a la independencia.3

1 Al respecto véase: GARRIDO ASPERÓ, María José, Fiestas cívicas históricas en la ciudad de México, 1765-1823, Méxi-co, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2006, pp. 139-156.2 RODRÍGUEZ O., Jaime E., “Nosotros somos ahora los verdaderos españoles. El proceso de la independencia de Méxi-co”, Histórica (XXXIV: 1, 2010) 13-37.3 Sobre el caso de Santa Anna véase: ZÁRATE, Verónica, “Héroes y fiestas en el México decimonónico: la insistencia de Santa Anna”, Manuel Chust y Víctor Mínguez (eds.), La construcción del héroe en España y México (1789-1847), Valencia, Universitat de Valencia, 2003, pp. 133-153; RODRÍGUEZ MOYA, Inmaculada, “Los proyectos para la columna conmemorativa de la independencia en la ciudad de México (1843-1854), Secuencia: 70 (2008) 45-65.

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En 1849, después del desastre que representó para México la guerra con Estados Unidos, la política mexicana se dividió en dos distintos proyectos de Estado-nación, los cuales común-mente identificamos con los grupos liberales y con los conservadores. El conflicto fue una disputa entre dos proyectos políticos, de organización social y de reparto de recursos. Pero también fue un conflicto sobre la identidad y el tipo de nación que se debía imponer. Cada bando puso en escena un tipo de historia que respaldaba a su proyecto político. Los liberales, que pugnaban por construir una república bajo los ideales del li-beralismo, fueron partidarios de defender un relato histórico que apoyaba la idea de una cruel conquista española que fue ven-gada por la guerra de indepen-dencia, la cual se convirtió en un renacer de la nación mexicana y que gracias a los héroes de 1810 se había dejado atrás un tiempo de oscuridad y opresión, a la vez que se había abierto el camino para fundar un país encaminado al progreso siguiendo los pasos de naciones como EUA, Fran-cia o Inglaterra. Por su parte, los conservadores concibieron un proyecto político apegado a la tradición monárquica heredada del virreinato. Trazaron una his-toria nacional en la que México era deudor de la España que la había engrandecido. Para ellos la independencia había sido un efecto natural de una nación que creció y debía emanciparse, pero conservando la herencia de su madre patria.1 Para ninguno de ellos importó la “verdad” histórica, la visión de pasado estaba determinada exclusivamente por el proyecto político del presente y su continuidad a futuro. Después sobrevino el Imperio de Maximiliano, el cual tuvo su origen en el proyecto conservador; por ello no debe ser visto como una imposición de Francia, sino como una salida que un grupo de mexicanos buscó para los males que aquejaban al país desde su independencia. Maximiliano se mostró muy inteligente al recurrir al pasado mexicano como forma de legitimar su gobierno. Se instituyó una política de conservación de los restos arqueológicos del pasado prehispánico, al cual se le rindió culto a través de la pintura oficial. El emperador celebró las fies-tas patrióticas mexicanas como el día de la independencia y se mantuvo la bandera tricolor y el escudo nacional mexicanos con el único agregado que fue la corona imperial. Maximiliano bus-caba que su imperio fuera heredero de un pasado remoto y mítico que hundía las raíces en los tiempos de los emperadores aztecas, incluso el mismo se hacía llamar el “nuevo huei tlatoani”.2

1 Al respecto véase: Tomás Pérez, España en el debate público mexicano, 1836-1867. Aportaciones para una historia de la nación (México: COLMEX / ENAH / INAH, 2008)2 Véase: Erika Pani, “Cultura nacional, cannon español”, Clara E. Lida (comp.), España y el Imperio de Maximiliano, (México: El Colegio de México, 1999) 218; Erika Pani, “El proyecto de Estado de Maximiliano a través de la vida corte-sana y del ceremonial público”, Historia Mexicana, XLV:2, 1995, p. 442; PANI, Erika, ““¿Verdaderas figuras de Cooper” o “Pobres inditos infelices?” la política indigenista de Maximiliano”, en Historia mexicana, XLVII: 3, 1998, pp. 571-604.

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Pero finalmente la caída del Segundo Imperio y el triunfo del liberalismo determinaron la imposición de un proyecto político, y la imposición de una sola historia nacional. Ya en el Porfiriato los intelectuales y promotores del gobierno amoldaron el relato histórico heredado de los liberales para que fungiera como sustento de la dictadura. La historia oficial porfiris-

ta presentaba un México con un pasado remoto y glorioso que, según la visión positivista de la época, llegaba al peldaño más alto del progreso nacional gracias a la dirección que le había dado Porfirio Díaz. Inclusive, el mismo presidente fue incluido a la historia como un héroe nacional. De esta forma, el pasado sintetizado en personajes “heroicos” mostraba a un Cuauhtémoc represen-tante del México prehispánico, a Hidalgo como libertador en la guerra de independencia, Benito Juárez era el héroe de la Reforma y de la “segunda independencia” conseguida ante los franceses y, finalmente Díaz, se mostraba como el héroe del progreso, el único que había concluido la obra de todos ellos: hacer de México un país fuerte y en vías al progreso, o al menos eso era lo que conta-ba la historia que sustentó al régimen porfirista.

Después de la revolución de 1910, los militares y políticos que dominaron el país, crearon un rela-to histórico que justificara la guerra y legitimara el poder que habían obtenido tras desplazar a la élite porfiriana. Se conservó el relato histórico de los liberales, pero Porfirio Díaz ya no figuró como un héroe nacional, por el contrario, se con-virtió en el dictador que la Revolución, en su la-bor “regeneradora” se había encargado de derro-

car. El añadido más importante que tuvo la historia oficial fue la mitificación de la Revolución Mexicana, un mito que negó las diferencias entre facciones revolucionarias e impuso la idea de la gran lucha redentora del pueblo mexicano. Apareció el mito de la “familia revolucionaria” y la misma Revolución se convirtió en un argumento político que legitimó a buena parte de los gobiernos del siglo XX, incluso a aquellos que fueron conservadores y contrarrevoluciona-rios, pero que en su discurso hacían ver como herederos y continuadores de la Revolución.1

Este breve repaso histórico ha tratado de demostrar que no existe homogeneidad en los pro-yectos políticos, ni en el campo de las ideologías. Hablar del “Estado” nos confunde con una visión lineal y unívoca. En cambio, los distintos procesos de su formación nos conducen al estu-dio de los cambiantes grupos de poder, los diversos proyectos políticos y las diferentes políticas

1 Sobre el mito de la Revolución mexicana como elemento legitimador de los regímenes políticos del siglo XX véase: BENJAMIN, Thomas, La Revolución Mexicana. Memoria, mito e historia, México, Taurus, 2003; KNIGHT, Alan, “El gen vivo de un cuerpo muerto”, Nexos, 1 de noviembre del 2009, versión digital: http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=29020.

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económicas que dirigen el rumbo de un país en la compleja y nunca confiable eco-nomía capitalista. Este cambiante panorama ha originado que en cada uno de los distintos procesos de formación del Estado se ponga en marcha un relato histórico determinado por las necesida-des e intereses del grupo de poder que busca la hegemo-nía que le permita perpetuar su poder político.

Es necesario saber que la historia producida y di-fundida desde las esferas del poder lleva un marcado sesgo que la alejan de ser un relato histórico objetivo y la convier-ten en un alegato político que responde a las pugnas por un control social y nada tiene que ver con las necesidades de una sociedad y sus problemas. Ante esta situación me pa-rece que la obligación –moral y académica– de todo cientí-fico social (sea historiador, politólogo, sociólogo, etc.) está en situarse en la esfera de la resistencia y no ser absorbido como un intelectual orgánico. El científico social es educa-do en un conocimiento que devela las estrategias de poder y por ello debe ser capaz de mantenerse como crítico de éste. Respecto a la historia oficial, es necesario desmontar mitos nacionalistas, pero no con la intención de criticar con un sentido malsano, sino con el firme objetivo de mostrar que la historia no la hacen los “héroes” y tampoco es un recorrido “épico” que culmina en la consolidación de de-terminado régimen político, pues este tipo de historias del poder sólo desmoviliza a las masas y obstaculiza el camino para exigir una nueva realidad. La población debe darse cuenta que la historia la hacen las masas y para hacer girar la rueda de la historia es necesario acabar con relatos his-tóricos retorcidos y pugnar por una historia que realmente tenga una función social dentro de nuestro presente. Que dicha función sea el conocimiento crítico de nuestro pasa-do y presente, de nuestra sociedad, nuestra política, nuestro sistema económico y, sobre todo, mostrar que todo orden de cosas está susceptible al cambio y que dicho cambio es legítimo cuando se trata de buscar una mayor justicia social.

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Juan José Enríquez Rivera Licenciatura en Psicología

Social UAM-I

MÁS ALLÁ DEL SUEÑO

Está claro, sí podemos…

¡Háblame de lealtad!...

Libérame de la sombra…

Píntame de luz

cuando el corazón titubea

sin asolar el vuelo…

Al final del arcoíris

la fuerza de mi cuerpo

se desvanece con el universo…

El destino toma su lugar…

Y el momento anhelado…

Al fin

llega…

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La Cien-cia Política m e x i c a n a

sigue careciendo de un lenguaje teórico que defina sus características particu-lares en el ámbito político. Esto se puede observar en la concentración de adoptar ter-minologías que poco respon-den a desentrañar la sustancia que compone la realidad política. El ejemplo lo podemos encontrar en la preponderancia que recibe la utilización de un término como el de Sistema Político por encima del término de Estado. Y habría que aclarar que no es sólo un problema de “preferencia teórica”, cuando de por medio está la generación de sentido dentro de la sociedad con la exclusión o uso de alguno de los dos conceptos. El problema es entonces, que cuan-do se adopta o se repite cada término elegido en un estudio, en la vida co-tidiana, o en un medio de comunica-ción, poco o nada se conoce sobre el mismo, sin percatarse incluso que se legitima un discurso que permite la reproducción de un orden acorde a

intereses específicos, y que no solamen-te se está realizando “investigación”, “análisis de coyuntura”, etc., como muchos lo piensan. Así, el que un politólogo como Norberto Bobbio reconozca la primacía de una parte de los estudios po-líticos para utilizar un concepto sobre otro (Sistema político sobre Estado), aduciendo: “Los estudiosos de los fenómenos políticos han abandonado el término «Estado» para sustituir-lo por uno más com-p r e n s i v o,

« s i s t e m a político». Entre otras

ventajas que ofrece esta expre-sión se encuentra la de tener un significa-

do axiológicamente más neutral que el término «Estado»,el cual resiente por un lado la divinización, y por otro la satanización, que le ha sido hecha por los conservadores y por los revolucionarios.”1 Klaus Von Beyme afirma que la noción de Estado se marginó a consecuencia de que la teoría política en la modernidad no había logrado penetrar en los estudios de los sub-ámbitos que presentaba ya dicha sociedad .2 ¿Es posible borronear de un soplido un concepto que, a “según” el criterio de algunos pensadores, dada su limitada amplitud ya no codifica las actividades parti-culares de la política en una fase especifica de la vida?1 Norberto Bobbio, Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política (México: FCE. 2006), 1022 Klaus Von Beyme, Teoría política del siglo XX. De la modernidad a la post-modernidad (Madrid: Alianza Editorial, 1994), 88-89.

¿POR QUÉ SE ANTEPONE EL CONCEPTO DE SISTEMA POLÍ-

TICO SOBRE EL DE ESTADO?

Omar Martínez Cedillo Egresado en Ciencia Política

UAM-I Actualmente cursando el posgrado en la Maes-

tría en Estudios Latinoameri-canos UNAM

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Por otro lado, ¿Será verdad que el concepto de Es-tado no alcanza para explicar situaciones específicas en el campo de lo político como lo afirma la ante-rior declaración, o son otros aspectos los que conducen a la m a r - g i n a -

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ción?, ¿Aca-so no es una afirmación

vulgar y silvestre este tipo de ase-veraciones que nos llevan a recordar inmedia-

tamente cuando en algún momento también se firmó que el concepto de Totalidad derivaba ne-cesariamente en un pensamiento Totalitario? Diré como aquella frase, Cujusvis hominis erra-re; nullius, aisiinsipientis, in errore perseverare.1 Derivado de lo anterior, la pregunta rectora es la siguiente: ¿A qué tipo de pensamiento responde el concepto sistema político que se prepondera en los estudios y el discurso de la Ciencia Política domi-nante? Para responder habría que situar un elemen-to histórico que habla sobre los aspectos que deter-minan dicha propuesta que hoy es preponderante, por ejemplo, el desplazamiento de la predominan-cia de la escuela norteamericana de Ciencia Polí-tica a mediados del siglo pasado en las décadas de la posguerra, de donde emergieron principalmente las corrientes del Estructural- Funcionalismo, las Teorías Cibernéticas y se dio un gran auge a los es-tudios Conductistas (Behaviorismo) en lo político.1 Cualquier Hombre puede errar, pero solamente los necios perseveran en el error

Todas ellas, con financiamiento de grandes corporaciones imperialistas como el caso de la fundación Ford.1No resulta gratis que en medio de la guerra fría, este tipo de posturas ofertara un impulso desmedido e intencio-nado de neologismos que convalidaran la hegemonía discursiva de las escuelas de pensamiento respecto al proyecto capita-lista. En estas posturas que heredan la noción

de «sistema político», existen tres elemen-tos generales que determinan su accionar cognitivo: a) el pensamiento sistémico, b) la psicologización de la política y, c) el consenso-equilibrio versus anomalía-disrupción de las relaciones.2

1 ¡Y para muestra un botón! David Easton en su ya célebre obra, agradece dentro del prefacio el financiamiento que recibió de la fundación Ford. Por su puesto no es el primero, ni el único que ha recibido aportación de una transnacional imperial, la lista es demasiado larga de los que han caído en las redes de los famosos Think-Tanks. Ver: David Easton, Esquema para el análisis político (Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1999), 15. 2 Esta síntesis de elementos se consultaron en la descripción que se ofrece sobre el “sistema político” en libros como: Ma-ría Eugenia Valdés. “Sistema político, régimen y gobierno”. En Tratado de Ciencia Política, coordinado por Gustavo Ernesto Emmerich y Víctor Alarcón Olguín. México. Anthropos Editorial/UAM Iztapalapa, 2007. Luis Medina Peña. Invención del sistema político mexicano: forma de go-bierno y gobernabilidad en México en el siglo XIX (México, FCE, 2004).

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Resulta obvio que una postura como tal, a pesar de las diversas particularida-des que a cada una de ellas corresponde, sea derivación del resultado del pensa-miento burgués conformado desde el siglo XVI, pasando por el eruptivo siglo XVIII hasta los albores de la época ca-tastrófica de la posguerra del siglo XX.1 En donde el patrón de acumulación predominante se identificó con la en-voltura jurídico-política del Estado Benefactor (WelfareState): forma es-tatal de transición producto de las con-tradicciones dentro del seno del modo de producción capitalista de la primera mitad del siglo XX. Y la cual, las clases dominantes aceptaron para salvaguardar la reproducción del metabolismo social del capital en el periodo agudo de crisis.2

1 Se sabe que el pensamiento burgués reflejado para la economía en la “mano invisible” de Smith, lo que para Hegel en la filosofía de la historia es la “sociedad civil”, para el pensamiento político de mediados del siglo XX el orden sistemático representa la fase natural de la historia. Hoy el posmodernismo ya alimenta un pensamiento que difiere en lo formal pero no en lo sustancial sobre este tema.2 He dicho que aceptaron, no entendiéndolo como un simple voluntarismo de clase, sino como un condicionamiento necesario para su sobrevivencia política a la dinámica que presentaban las contradic-ciones (crisis de1929, 1ª y 2ª Guerra mundial, crisis de los regímenes políticos “democráticos”, aparición del fascismo y el nazismo, la presencia de la URSS, agudización de la lucha de clases., etc.).

No hay que per-der de vista que la Ciencia Política que se con-figura en y durante este proceso (y que porta los espectros del pasado), intenta explicarse el fenó-meno llamado lo político en ese periodo de tran-sición como una forma de «sistema». Lo que menos le interesaba a esta perspectiva, es analizar la parte del Estado como un factor de cohesión de los antagonismos que presenta la lucha de clases. ¿Por qué? Obvio, en esa noción de Estado se encierra la potencialidad de transformación del régimen social, vista ésta, desde la perspec-tiva marxista, y no en la perspectiva normativa (Kelsen, Heller, Bobbio) las cuales también ayu-daron a convalidar la perpetuación del régimen dominante por su agudo conservadurismo. Y si habría que enlistara ¿Qué presupuestos prag-máticos son los que responden este tipo de pensa-miento en la ciencia política dominante?, se dirá:

a) Como pensamiento sistémico: Existi-ría la interdependencia de instituciones, gru-pos y procesos políticos. De donde se deriva la creencia de que las instituciones se crearon a partir de la voluntad y necesidad que los auto-regula. Los grupos sociales actúan con deci-sión a fines racionales y de entre ellos se desta-can unos sobre los otros por sus aptitudes para imponer valores al conjunto de la sociedad.

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Los procesos políticos, por lo mismo, son bajo este esquema, subordinados a la deman-da de conjunto de los individuos que retroa-limentan al propio sistema (input-output).

b) La sobre psicologización de la política: Una de las más fuertes características es que la con-ducta de los individuos se señalaría a partir de procesos políticos, la aceptación o no de las ins-tituciones que componen al sistema político. c) El consenso-equilibrio versus anomalía-disrupción de las relaciones: Bajo esta perspec-tiva, el sistema político se ve en la necesidad de auto-regularse a partir del cumplimiento de la retroalimentación que los individuos deman-dan al propio sistema. O en su caso, regenerar los “factores perturbadores” (sic) por la vía necesa-ria cuando estos se tornan desafiantes al sistema. Las consecuencias de presupuestos como tales, son:La observación de un nimis empírico en la deducción del análisis. Si los fines son ex-clusivamente racionales en todos los seres, entonces, toda acción social sería legítima, in-cluyendo la explotación, la guerra o el ecocidio.1

1 La opinión común se atreve a decir a boca de jarro: “es lo que tenemos”, “que podemos hacer” y de igual manera se escucha en la gente de a pie: “qué le hacemos” “ya ni modo, esto es así”. La cien-cia política y la sociología dominante por ese motivo se conforman sólo con comprender (Weber y su herencia sociológica) y no por transformar la realidad. Para no embarrarse de participación

El sis-t e m a

sería un símil a una tabla de ajedrez donde sólo tenemos reyes, damas, torres, alfiles, ca-ballos y peones que se mueven dentro de un espacio por sus “generalidades” que plasman en su conducta y, entonces, podremos si-tuarlos en “papeles” y “roles” que como «ac-tores sociales» (simples sketchistas) siguen un guión sin historicidad propia, mas que las dictadas por su propia subjetividad (ca-risma, deseo, pasiones, perversidades, etc.).

El pensamiento sistémico de la política se vuelve por tanto una simple narrativa des-criptiva de instituciones a las que posterior-mente sólo se le dedica a compararlas por su arquitectura procedimental (por ejem-plo, los sistemas electorales). Y lo peor aún, el pensamiento sistémico de la política, tal como lo afirma Marcos Roitman, genera, un efecto de social-conformismo tanto de los que lo estudian como de los que lo asimilan.1

Por otra parte, el concepto de Estado guarda dentro de sí una potencial gama de relacio-nes sociales históricas que lo hace inherentes a la posibilidad de la transformación social.

1 Marcos RoitmanRosenmann, El pensamiento sistémico. Los orígenes del social conformismo (México, Siglo XXI Editores, 2003).

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Porque dentro de él coexisten relaciones contradictorias que lo hacen ser un ente vivo que reproduce prácticas de clase (la dominante), adquirien-do su forma específica, a partir de la dinámica reproductiva del patrón de acumulación que responde al modo de producción vigente.

La ciencia política dominante, por tanto, no es neutral a las relaciones de dominación social que presenta el capital. Por el contrario, al conocer sus orígenes discursivos, podemos afirmar que la terminología y el edificio que construye también hechiza a gran parte de los que la miran a los ojos como una Medusa. Finalizaré con un mensaje a los estudiantes de Ciencia Política, tomando la expresión de una larga cita de Roitman:“A ellos está dedicada está reflexión […]No podía ser de otra manera, pues son la nueva generación de científico-sociales que deben mantener y defender el futuro con una crítica e imaginación afincada en los valores éticos del quehacer social. Para aquellos que han renunciado a la imaginación y a la crítica para conformarse con una vida complaciente llena de bienes materiales y repleta de éxito personal simplemente les deseo: descansen en paz”.1

1 Roitman, “El pensamiento sistémico,” 8.

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SOBRE EL CONCEPTO DEL ESTADO EN LA GLOBALIZA-CIÓN

¿CÓMO APROXIMARNOS AL ESTADO DESDE AMÉRICA LATINA?

Víctor Hugo López LlanosLicenciado en Ciencias Políticas y Administración

Urbana Y candidato a maestro en Ciencias Sociales UACM

El Estado ha sido un concepto clave en la Ciencia Política y objeto de estudio de varias disciplinas de las ciencias so-ciales. El término por lo regular asocia diversos vocablos

para entender su naturaleza, pero sobre todo desprende una serie de mecanismos y fenómenos que genera en relación con la sociedad.Junto con el Estado, las concepciones de soberanía y legitimidad han conformado los ejes principales del análisis político, en especial al ser abordado el problema del ejercicio del poder en diversas vertien-tes de diseños jurídico-institucionales modernos, por ejemplo: mo-nopolio de la violencia, monopolio de la recaudación fiscal, promo-ción del bienestar, facilitador de la libre empresa, entre muchos otros. La idea y concepción de Estado se ha convertido en una entidad que ha generado diversos debates y reflexiones acerca de su naturaleza, así como el papel que debe jugar en el terreno de la lógica del mercado, de la rela-ción con las instituciones internacionales que genera la globalización, pero sobre todo por las problemáticas que enfrenta en sí mismo, no sólo en las sociedades internacionales, sino desde las sociedades regionales-latinoamericanas. Pues uno de los principales cuestionamientos que se le acecha hoy en día al Estado, es la pérdida creciente de autoridad.Diversas corrientes teóricas como la liberal y la desarrollista, le siguen adjudicando funciones de garante del bien común y responsable de la aplicación de la ley. Bajo esta lógica nos preguntamos: ¿En qué sentido debemos plantearnos la nueva discusión sobre el Estado? O, ¿Cómo debemos ahora aproximarnos al Estado desde América Latina? Diversos estudiosos sobre la idea del Estado en la globalización consi-deran que éste se encuentra en retirada, debido a que ya no es garante de seguridad, ni protección social. Su autoridad se ve diluida ante la fir-ma de tratados del libre mercado, dejando en entredicho su soberanía cualidad que fue característica en algún momento, y su legitimidad con la sociedad se ve afectada, inhibiendo la libertad de los individuos y la búsqueda de la igualdad a través de la impartición de la ley y justicia.

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En contraparte, hay quienes afirman que el Estado no se encuentra ni en retira-da y menos ha sido adelgazado, sino que ahora el Estado se ha transformado, el Le-viatán ha sido redefinido bajo nuevas lógicas y ha adquirido nuevas razones de ser. Su soberanía, (aunque no es la misma que la modernidad generó), sigue en marcha.

Si bien es cierto que ya no cuida, protege ni controla a su pueblo, ahora vela por los intere-ses del mercado, es decir, se encuentra subordinado a las determinaciones del orden global.Justo como Víctor Ma-nuel Moncayo afirma:

“Asistimos a una transformación, denominada globalización, que aún no tiene completa toda su

arquitectura, que se ha convertido en un proceso endógeno al Estado

nacional. En la globalidad no existe un grado de formalidad suficiente, pero lo que sí es indudable es que

los Estados están jugando un papel central en ese proceso mediante

la desnacionalización de muchos elementos que lo caracterizaban al

Estado nacional”. 1

Cuando se refiere al rol que juega el Estado dentro de la globalización, podemos encontrar que la tarea principal asignado por la ideología neoliberal consiste en que aquél debe mantener las condiciones de estabilidad macroeconómica y disciplina fiscal de todos los con-tribuyentes, esto con la finalidad de generar buena expectativa en el mercado extranjero, pero que sobre todo permita un buen ambiente para las inversiones de empresas y grupos transnacionales. Esto ha originado que el capitalismo genere transformaciones radicales en los modos de produc-ción y de la división del trabajo, es decir, el nuevo capitalismo global genera en la sociedad y en la política una especie de subordinación constante, pero sobre todo eleva el conflicto a un nuevo nivel. La transformación del capitalismo genera, un nuevo control de lo que Foucault llamó, bio-poder. Gracias a este nuevo control, el poder que manifestaba el Estado, ahora es cedido por el capitalismo, convirtiendo el poder en biopoder capital, ya que ahora el capital ejerce el control sobre el trabajo y la vida después de este. En este sentido es cuando el conflic-to se eleva de nivel, pues pasa del conflicto laboral a todos los rasgos de la vida personal.

1 Moncayo, Víctor Manuel. “Repensar la legitimidad democrática. La opinión pública a debate”. En: ¿Qué democracia en América Latina? Isidoro Cheresky (coord.) Prometeo/CLACSO, Buenos Aires, p.21

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“Esas características biopolíticas de la producción determinan que el poder se ve cada vez más sobre la vida misma; ya no solo importa el control disciplinario de la fuerza del trabajo, sino un control pleno sobre toda la población. Se ha llegado a un estadio más acabado de la subsunción

real para lo cual es preciso un biopoder, que ante la pérdida del factor de medida en el uso de la fuerza laboral que permitía la sujeción salarial, ahora llegue a todos los espacio de la vida

individual y social.” 1

El poder ha trascendido, y junto con ello el análisis y la reflexión en torno a este, ya que no solamente se trata de observar quien debe ejercer el poder, sino ahora el de-bate gira en torno a cómo se está ejer-ciendo el poder y con qué propósito.En este sentido, el Estado adquiere una nueva significación, ya no es el mismo que el pensamiento político occidental moderno estableció. Ahora el nuevo Leviatán, gira en torno a la lógica de mercado y trabajo. El Esta-do ha girado el volante teniendo una nueva dirección, una nueva misión. Bajo este argumento, el Estado no ha desaparecido, sino que ahora se ha convertido en un nuevo interme-diario. Interviniendo de una manera diferente para la organización de la glo-balidad, en otras palabras, el Estado se ha convertido en un elemento más del gran engranaje que está generando la globalización y el nuevo orden mundial.Esta nueva forma de ser del Esta-do genera al interior de los sistemas de gobierno grandes dificultades en su implementación, en especial de la democracia, y en el desarrollo ac-tivo de los ciudadanos quienes inte-gran los endebles Estados-nacionales.

Una de las principales problemáticas que enfrenta el Leviatán, se encuentra en el rasgo institu-cional-normativo, ya que el Estado encuentra una precariedad para establecer sistemas demo-cráticos afines a la impartición de la justicia y aplicación de la ley. Sobre todo en América Latina, pues la gran ola de democratizaciones que se han originado en los últimos años en la región carece de representación notable y de una institucionalización creciente de la vida democrática. En este sentido, la crisis del Estado, esta sedimentada por diversos aspectos, que según Guillermo O’Donell son fundamentales para su entendimiento, principalmente podemos ubicar: a) el Estado y las diversas crisis económicas nacionales y globales, b) la desintegración del aparato estatal y la ineficacia del aparato burocrático, c) y la atomización creciente de la sociedad, debido a la endeble consolidación democrática, produciendo ciudadanos de baja intensidad sobre los asuntos públicos.

1 Ibídem p.25

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La crisis del Estado se materializa en la incapacidad de promulgar leyes y regulaciones a la vida social, que sean eficaces a lo largo de las jurisdicciones y de sus sistemas de estratificación.

“En muchas democracias emergentes la eficacia de un orden representado por la ley y la autoridad del Estado se desvanece (…) El aumento de la criminalidad, las intervenciones ilícitas de la policía en los

vecindarios pobres, la práctica habitual de la tortura e incluso ejecuciones sumarias de sospechosos de crímenes que provie-nen de sectores pobres o estigmatizados, la negación de los derechos de la mujer y de diversas minorías, la impunidad del tráfico de drogas y el gran número

de niños abandonados en las calles (…) También expresan la ineptitud creciente

del Estado para poner en vigor sus propias regulaciones”.1

Estos son algunas de las problemáticas que desprende la insolvencia del Estado para solucionar los problemas internos de ciertos países a nivel latinoamerica-no y resto del mundo. Es aquí cuando afirmamos que el Estado es demasiado grande para solucionar sus problemas locales, y demasiado pequeño para so-lucionar los problemas globales. Por lo tanto, el capitalismo de la globaliza-ción demanda integración financiera subordinando al Estado, y por el otro lado genera segregación en la sociedad, banalizando el doble discurso de los ga-nadores y perdedores de la globalidad.El Estado de la globalización adquiere una nueva dimensión, la contradicción de los aparatos administrativos, institucionales, normativos y territoriales se han converti-do en una especie de simbiosis poco orto-doxa, ya que la estructura del Estado aho-ra es garante de una nueva relación y de un nuevo paradigma que se desprende de la relación contradictoria y conflictiva de la sociedad y el capitalismo. “Si el Estado en una forma de una relación social contra-dictoria, sus acciones y morfología misma dan cuenta de esa contrariedad” (Thwaites y Ouviña, 2012:59). Por lo tanto, en las sociedades actuales, el Estado, el poder y la sociedad se están convirtien-do en categorías inescindibles, en el sentido de que ahora el poder juega desde los escena-rios globales convirtiéndose en un nuevo poder transnacional, la sociedad está adoptan-do nuevos rasgos de relación (por ejemplo: la individualidad) y, el Estado como lo hemos mencionado, se está ocupando de otros asuntos primordiales, presa de la ideología neoliberal.

1 O’Donell, Guillermo. “Estado, democratización y ciudadanía”, en: Nueva Sociedad No. 128, noviembre-diciembre de 1993, p.73

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No obstante, el Estado sigue siendo punto de análisis, de debate y reflexión desde cualquier arista del conocimiento práctico y teórico. “El punto que queremos destacar aquí es que, pese a todas las advertencias y admoniciones sobre su pérdida de relevancia, el Estado na-cional «realmente existente» aún sigue siendo nudo insoslayable en la articulación política” 1

Este nuevo escenario obliga a repensar el concepto de Esta-do, pero sobre todo a entenderlo desde una nueva gramática, jus-to como Guillermo O’Donell lo afirma. No es pretensión de este texto dar una nueva definición al respecto, sino poner diferentes acentos en las diferentes caracte-rísticas que ahora lo componen, para después sustraer un debate de un nuevo referente acerca de lo que se ha convertido el Estado.En este sentido, en la actualidad abordamos el concepto del Es-tado y analizamos la razón de ser del mismo en la era global, obligaría a pensarlo desde un ar-quetipo no ideal, desprendiendo así diversas interrogantes, por ejemplo: ¿Cómo debemos anali-zar al Estado desde el contexto internacional?, ¿Cómo un actor proactivo o como un espectador de la nueva economía política mundial?, ¿Sigue siendo el Es-tado el contenedor de la violen-cia legítima como lo apuntaba la reflexión weberiana o es cada vez más tangible y observable la desaparición de dicho ejercicio para mantener el orden social?, ¿Qué papel juega la academia latinoamericana sobre los es-tudios del Estado para aportar nuevos referentes que expliquen nuestras nuevas realidades? En suma, la situación la-

tinoamericana en este contexto, debe mostrar nuevas aristas para pensar la potenciali-dad de su conocimiento, pero sobre todo deberá generar diversas salidas e interrogan-tes como punto de partida al momento de reflexionar sobre la idea del Estado en los procesos globalizatorios y, de la misma manera ubicar la contradicción del capitalis-mo para generar diversas soluciones que acechan a la región en cuestión económica, es-tatal, cultural y social. Latinoamericana manifiesta y tiene enfrente un nuevo desafío. 1 Thaites Rey, Mabel y Ouviña Hernán. “La estatalidad latinoamericana revisitada. Reflexiones e hipótesis alrededor dell problema político y las transiciones”, en: El estado en América Latina: continuidades y rupturas. (Mabel Tahwaites Rey, ed.) Arcis/CLACSO, Santiago de Chile, 2012, p.54

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“La verdadera madurez es la niñez eterna”. Zully Arlette Mar-tell, estudiante de Licenciatura de Creación Literaria UACM

La soga que ata tus tobillosy te ancla a una realidadque te han hecho creer,poco a poco va atando todo tu cuerpohasta que consigue atrapar tus pensamientos. Entonces sucede que dejas de mirar al cielo,que las estrellas te han dejado de interesar,que ya no pides más deseos,que has dejado de escucharlas voces que te guían para despertar. De pronto dejaste de interiorizar,olvidaste el nombre de aquel amigo que solías imaginar,que te acompañó mientras dormías,soñabas, reías, llorabas, creabas,ese amigo, que si lo buscas, lo encontrarás. Has crecido, y te han hecho creerque madurez es olvidarse de aquel niño,que es mejor dejar de creer,que la magia no existe y que imaginarno es sino sólo una pérdida de tiempo. Existe una voz que quiere ser escu-chada,nuevas lenguas que quieren ser des- cubiertas.Tal vez sea el momento de dejar de ir en sentido correcto,es momento de experimentar los modos del alma,volar como el viento, mirarse con calma. Existe una voz que te susurra antes de ir a dormirque no te duermas, que no olvides,que sueñes con los ojos abiertosy dejes de buscar fuera de ti

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“Crisis electoral de 1988 ¿avances o retrocesos?”

Maribel Uraga Hernández Egresada de Ciencia Política UAM-I

Las elecciones de 1988 definitivamente mar-caron un antes y un después en la política mexicana. Hablar de ella es recordar la fa-

mosa “Caída del sistema”, expresión mal emplea-da que, aunque ya se ha esclarecido su origen sigue siendo utilizada con reminiscencia. El día de la elección a las 5:15 se les informó a los comisiona-dos que el sistema de cómputo del Registro Na-cional de Electores se calló (de verbo silenciar) ya que los datos no estaban fluyendo, debido a la incapacidad de los órganos electorales para conta-bilizar una elección verdaderamente competida.En cuanto a la decisión de no dar a conocer los resultados rápidamente como se había pro-metido, el ex presidente De la Madrid, de-claró en una entrevista con Martha Anaya, que esa fue una decisión de Estado, ya que en el área metropolitana y en el centro del país, Cárdenas llevaba una ventaja notable:

Si cuando yo supe que la votación venía muy contraía al PRI, pero que representaba ciertos estados de la república, muy principalmente el DF, Michoacán y Morelos, y que faltaban por conocerse los resultados del resto de la República yo autoricé que no se dieran a conocer esos resultados parciales, sino que nos esperáramos a conocer resultados más

amplios.1

A pesar de que la votación se emparejó alrededor de las 2:00 am, Jorge de la Vega ya se había encargado de proclamar, en cadena nacional, el triunfo priísta; con-tra su voluntad, Carlos Salinas de Gortari, adoptó una medida de seguridad para evi-tar las sospechas de los partidos de oposición y no obstante, trajo el efecto contrario.Otro mito divulgado es la completa responsabilidad de Manuel Bartlett como ejecutor del fraude. En el imaginario popular se vislumbraba a éste como una especie de mago que apa-gaba el sistema de cómputo y lo volvía a encender para manipular los resultados a voluntad; sin embargo sería substancial realizar una reinterpretación en la que se incluya un reparto de culpabilidades.

1 Martha Anaya, 1988: El año en el que calló el sistema (México, editorial Debolsillo, 2009) 133.

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A la fecha y desde una nueva posición política, Bartlett ha declarado que de haberse maquinado un fraude, éste se realizó en el Colegio Electoral donde se calificaron las elecciones y se redactó el dictamen final y no en la Comisión Federal Electoral, que estaba a su cargo, ya que Bartlett se negó a declarar vencedor a Salinas inmediatamente como el candidato de la Madrid le había solicitado.

Es un poco difícil decir cosas internas. Lo que puedo decir es que de lo se trataba esa noche era que dijera que había ganado Carlos Salinas

de Gortari y yo me negué a hacerlo porque no había información para eso, y siempre les dije a todos los que me llamaban que si el presidente

de la comisión salía a decir eso perdía toda la autoridad electoral.1

El cambio en la estructura política mexicana es innegable, pues el sistema de partidos se vio modificado pasando a ser un parti-do dominante. También se apreció a una ciudadanía más crítica y participativa: se derrumbaron instituciones como el exacerbado presidencialismo y sus mecanismos de elección en la sucesión pre-sidencial; con el arribo de la alternancia se comenzó a tomar más en cuenta a la opinión pública a través de las encuestas electorales, ya que el movimiento urbano popular (surgido en la década de los 70´s) fue en los 80´s un actor político significativo. Sin embar-go este cambio estructural conllevó a modificar los mecanismos de conservación del poder de la clase dominante, en la que los me-dios de comunicación siguen jugando un papel importantísimo.Dentro de los cambios democráticos evidentes se encuentra la nue-va competencia política pues anteriormente éste se daba casi exclu-sivamente en el interior del propio partido. Significó además, una amplia toma de conciencia entre la población: después de 1988 la lucha por el sufragio efectivo y la exigencia por el respeto al voto se convirtió en un elemento fundamental en la vida política mexi-cana. Como resultado de estas elecciones hay, además, una apertu-ra política como consecuencia de las negociaciones entre el PRI y el PAN para la legitimación del gobierno salinista y para muestra, Ernesto Ruffo se convirtió en el primer gobernador del blanquiazul.

1 Anaya, 1988: el año en que calló el sistema, 178.

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Todos estos cambios provocados en gran medida por la organización de la izquierda mexicana, terminaron por abrirle paso a la derecha, proceso que se afianzó durante el sexenio salinista, pues una de las estrategias de su partido y de su posterior gobierno fue la suma de oposiciones mediante la negociación. Gente de su confianza busco acuerdos con Porfirio Muñoz Ledo y Heberto Castillo en tiempos de campaña electoral y subsiguiente-mente con Cárdenas y Luis H. Álvarez como una estrategia de consolida-ción. Se puede concluir que hubo un fraude electoral, no en la manera en que tradicionalmente se ha difundido, pero sí mediante prácticas antidemocrá-ticas, como en la compra de votos, la presión sindical, la falta de autonomía de los órganos electorales, el control de los medios de comunicación y la desinformación. En palabras de la diputada Lombardo durante la toma de posesión de Salinas.

Todo el poder público que no emane del pueblo es ilegitimo, ofende a la moral cívica y lesiona gravemente al país. No hay democracia con partido

oficial y con sindicatos verticales que niegan a sus miembros la libertad de afiliación política. No hay democracia con monopolio de los medios

masivos de información, con prensa subordinada y con el empleo ilegal de recursos públicos, en beneficio del partido en el gobierno. No hay demo-

cracia sin autonomía municipal, federalismo efectivo, autentica separación de poderes, control y vigilancia sobre los actos del ejecutivo y sin restitu-

ción de la capacidad del congreso de la Unión.1

En numerosas ocasiones se le ha recriminado al PRD su falta de capacidad para la negociación y se olvida de la gran hostilidad a la que se enfrentó durante el sexenio de Salinas quien “Ni los oía, ni los veía”. Se ve como un fracaso histórico la tendencia política hacia la derecha y se dejan de lado los múltiples asesinatos en contra de los militantes del Partido de la Revolución Democrática. A pesar de todo, los avances en materia política están expues-tos y en la actualidad los partidos políticos han cooperado en el llamado “Pacto por México”, lo que le restó credibilidad al PRD, quien actualmente, está sufriendo convulsiones internas, divisiones dentro del partido con la llamada Nueva Izquierda, el Grupo Acción Política y la Izquierda Socialista.

1 Carlos Acosta, “Presidente electo a la de a fuerzas”, Salinas en Proceso, (México, editorial Gri-jalbo, 2012): 83. Carlos Acosta, “Presidente electo a la de a fuerzas”, Salinas en Proceso, (México, editorial Grijalbo, 2012): 83.

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Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Es-pañola define multiplicidad como: “Multitud, abundan-

cia excesiva de algunos hechos, es-pecies o individuos”.1 En los últimos años el Estado constitucional mexi-cano se ha visto inmerso en un cam-bio estructural que se ha acentuado desde la entrada de los gobiernos tecnócratas hasta la actualidad. El propósito de este es mencionar algu-nos fenómenos que se han presenta-do cambiando el paradigma jurídico y, por ende las relaciones político-sociales en nuestro país. El objetivo es incentivar el debate en la comu-nidad para analizar este fenómeno. En los últimos años el Estado constitucional mexicano se ha visto inmerso en un cambio estructural que se ha acentuado desde la en-trada de los gobiernos tecnócratas hasta la actualidad. El propósito de este es mencionar algunos fe-nómenos que se han presentado cambiando el paradigma jurídico y, por ende las relaciones político-sociales en nuestro país. El objetivo es incentivar el debate en la comu-nidad para analizar este fenómeno.

1 Consultado el 23 de Septiembre del 2014, http://www.lema.rae.es/drae/?val=multiplicidad

“MULTIPLICIDADES” Carlos Eduardo Avila Roque

Estudiante de Licenciatura Ciencia Política UAM- I

Este proceso de cambio se presenta con el ce-nit de la época de oro del Estado de bienestar, 1973-1975 fue un período en el que algunos analistas visualizaron como una etapa de cla-ros períodos recesivos1 los cuales han persis-tido hasta la actualidad con las constantes cri-sis cíclicas del sistema capitalista, además de la persistencia de un crecimiento económico paupérrimo, así sobre este contexto mundial se desarrollan algunas naciones reformulando sus marcos jurídicos, entre ellas la nuestra.

El proceso que se vive en México no es dife-rente a los procesos internacionales , el Estado mexicano se ha incorporado a la desregulación de su marco jurídico desincorporado empre-sas paraestatales, además “a incorporando la mayoría de los recursos naturales en el proceso de revalorización del capital, tanto la litosfera como la biosfera, la privatización y sectores económicos estratégicos, la sobre explota-ción del trabajo directo, generación de una

1 Berzoza, Carlos (1996), “Crisis económicas y retroceso del Estado de bienestar”, en Ramón Casilda Béjar y José María Tortosa, Pros y contras del Estado del bienestar, Tecnos, Madrid, pp.253-254.

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sobre explotación e incremen-to de la migración forzada ”.1 Estos cambios mencionados en el marco ju-rídico se han hecho para armonizarlo con las exigencias del sistema vigente. Así cambiar el paradigma social se ha visto inmerso ani-madversiones por parte de la sociedad ante los desaciertos de las decisiones de las elites políticas, cuyas decisiones han sido bastante cuestionadas, y estas modificaciones han lapi-dando la constitución de 1917, para cambiar a una constitución pro mercado inmersa en la lógica competitiva-empresarial, donde el pragmatismo parlamentario y la emisión de leyes vía fast track han imperado. Durante los últimos 30 años no ha mejorado la situación política-económica del país, ya que dicho comportamiento se ha traducido en la caída del crecimiento de la productividad, la acu-mulación del capital humano y la inversión del capital fijo ha sido de lento crecimien-to.2 Esta liberalización política-económica propugnada por “ideólogos” pro mercado y utilizando la liberalización comercial vía TLCAN, como una estrategia regional para elevar la competitividad de América del Norte ante el exponencial crecimiento de China, así que conforme las necesidades de los capitales es como se modifica el marco

1 Márquez, Covarrubias, Humberto (2010), “Crisis del sistema capitalista mundial: paradojas y respuestas”, en Polis (Revista de la Universidad Bolivariana), vol. 9, núm. 27, Chile, pp. 435-461.2 Moreno-Brid, Juan, Carlos y Ros, Bosch, Jaime, “Desarrollo y crecimiento en la eco-nomía mexicana”, FCE, 2010, pp. 292-319.

jurídico, claro está en las siguientes reformas 1: Reforma Educativa, Reforma Energética, Reforma Política, Reforma en Telecomunica-ciones, Reforma Hacendaria, Reforma Finan-ciera; sólo por mencionar algunas que pre-tenden cambiar el paradigma mencionado. Al igual que nuestro marco jurídico los ac-tores políticos en el congreso han actuado de una manera peculiar, la aprobación de las reformas vía fast track tal es el ejemplo de la Reforma Energética2 , la madre de todas las reformas desde la perspectiva de los analis-tas, y la prioridad que tiene el Revolucionario Institucional de aprobar esta, es interesante como este partido ha tenido la habilidad de mitigar con el fenómeno de la oposición me-diante la ayuda de lo que visualizo como par-tidos satélites3 a fines al PRI, y ha conformado acuerdos entre los principales partidos como el PAN y el PRD dichas reformas, cabe men-cionar que algunas de ellas tuvieron resisten-cia en el parlamento para concretar las leyes

1 Consultado el 4 de Julio del 2014, http://www.adnpolitico.com/congreso/2013/12/19/las-6-reformas-aprobadas-por-el-congreso-que-presume-pena.2 Consultado el 4 de Julio del 2014, http://www.eluniversal.com.mx/nacion-mexi-co/2013/dan--39fast-track-39-a-la-reforma-energetica-972485.html.3 Los llamo así porque están subsumidos al discurso a raja tabla del partido en el poder el PRI, dichos partidos son el Partido Verde Ecologista de México y Nueva Alianza.

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secundarias así que tuvieron que gene-rar acuerdos para que estas se aprobaran.

Es evidente que la ideología reformista esta inclinada al “pro mercado”, donde la poca dis-cusión evidencia una realidad tan cruenta, la cual tantas modificaciones ha impedido la reacción social ante estos hechos, sin embargo estimado lector queda en usted cuestionarse lo siguiente, sí como esta realidad está ocu-rriendo en la que el mercado, y las cuestiones de la racionalidad económica influyen en las decisiones trascendentales, donde los partidos que creíamos en las catacumbas vuelven a re-surgir, adquiriendo nuevas formas de subsistir y reciclando discursos de los cuales creemos nuevos, sin embargo la tan anhelada “ mo-dernidad” lo detectamos desde los discurso del general Calles, e incluso mucho más atrás, cuál será el verdadero génesis de un discurso tan reticente, que inmiscuye a toda una socie-dad, la cual ha nace, crece e incluso muere con dicha perorata que no se podido concretar.

Será que nuestra idiosincrasia ha crea-do espejismos de dicha modernidad, que ha creado que solo una búsqueda de quimeras en este gran oasis de pre-guntas de lo que debería ser nuestro país.

Podría ser que dicha visión trata de subsu-mir a todas a q u e l l a s luchas que l o g r a r o n n u e s t r o s a n t e c e s o -res en sólo a l g u n o s c u a n t o s c a m b i o s macroeco-n ó m i c o s maniqueos, de los cua-les los be-neficios son e v i d e n t e s a los gran-des capi-tales esto es abismal. Marca un hito histó-rico donde el domino será total ya que nues-tros marco jurídico será insuficiente ante la voracidad de entidades transnacionales que resuelven di-chos conflictos ante tribunales supranacionales. Un nuevo hito histórico se presenta a nuestras generaciones contemporáneas, la cual se enfren-ta a la incapacidad del Estado de pelear contra los verdaderos monstruos devoradores: Los po-deres facticos, es evidente que nuevos análisis se tienen que discutir y debatir, nos encontramos en una época donde los eventos históricos son fugaces, no cabe duda que las reformas aproba-das contrastan con nuestra sociedad multicultu-ral, en la cual muchas de estas particularidades buscan la manera de proteger sus derechos ante un reformismo excluyente en el cual ha tirado a la basura todas los acontecimientos históri-cos que han conformado nuestra Carta Magna.

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Queda claro que este documento no determina las cuestiones de lo que es México y los sucesos que ha construido a esta nación, pero al igual que nues-tros grandes héroes predilectos que lucharon ante los eventos que los subyu-gaban, la lucha se torna en todas partes, y así como las instituciones se han tornado a la globalización imperante, la sociedad a encontrado lazos comu-nicativos en cada continente, en la cual las voces de los subyugados se pueden escuchar en conjunto, ahora las luchas se hacen globales, y queda claro que la innovación revolucionaria se encuentra en la comunicación en conjunto.Este esbozo en el que nos encontramos es el punto de partida en el cual la sociedad civil comienza la lucha, la cual se encontrará desde múltiples lu-gares. No cabe duda que 2015 será una fecha fundamental, ya que diver-sos actores tanto políticos como sociales se juega mucho, sólo falta encontrar la frecuencia y la resonancia correcta para que estas hondas se propaguen.

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LAS FUERZAS DEL MERCADO, EL

“MUNDO” CINE-MATOGRÁFICO Y

EL CONSUMO.

Víctor Ugalde es guionista, director e investigador cinematográfico. Fue electo como presidente de la Socie-

dad Mexicana de Directores-Realiza-dores de Obras Audiovisuales. Hombre de visiones peculiares, sabe de pasiones y arte. Para él, existe

un cosmos que mueve sensaciones, es decir, el mo-tor que impulsa sus placeres personales: produc-

ción y desarrollo visual. Su trabajo busca inclusión y transparencia: con sensibilidad, ve a la sociedad inmersa en un mar donde la mayoría naufraga en medio del salvajismo de las fuerzas del mercado, nada ajeno a la perspectiva política, social y económica. Convencido de la necesidad de transcendencia ante temas no siempre tan concretos,

nos abrió las puertas de su oficina y comentó:

¿La producción cinematográfica mexicana cómo se ha visto beneficiada e impulsada por este sistema económico y/o político?

La comunicación cinematográfica ha sido beneficiada con los avances de la tecnología. Es cierto que vivimos en un país con gran dependencia tecnológica, sin embargo, el incremento en cuanto a expresión visual se refiere, ha arrojado resultados positivos a través del desarrollo de los medios y no por medio de políticas públicas.

Afortunadamente, la Convención de Derechos Humanos, el Tratado de Expresiones Diversas del Mundo de la Diversidad Cultural y el gobierno mexicano han tenido una serie de estímu-los que han permitido garantizar a la población el resguardo de la diversidad cultural, la cual, crea un mundo rico y variado que acrecienta la gama de posibilidades y nutre las capacidades y los valores humanos.

Estamos en un siglo en el que muchos podemos expresarnos, cosa que no sucedía del todo en el siglo XX. Unos cuantos lo conseguían, pero la expresión audiovisual era muy cara por lo que el precio marginaba a la mayoría de la sociedad.

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¿Cómo ha sido el proceso de adaptación de recursos y herramientas en cuanto a com-petencia cinematográfica se trata?

Ha sido un proceso de posicionamiento en estos últimos 120 años, lento pero eficaz, silencioso, pero seguro por parte de las grandes empresas que se conocen como los grandes estudios, por ejemplo, motion picture o las grandes transnacio-nales de comunicación. Los productores estadounidenses saben que el truco im-portante, no es el medio sino el contenido(s). Es cierto que han hecho un control del mercado y un posicionamiento a través de sus productos, dado que el mercado del audiovisual es fácil de controlar y muy limitado. Entonces se ha producido a través de prácticas en contra de la libre competencia y no por las leyes, como debería ser. Así, la competencia no existe del todo cuando se tiene monopolizado el campo productivo de la cinematografía.

¿El cine qué tipo de inversión, consumo y/o necesidad sería?

Es una necesidad primaria, aunque no se crea, porque coadyuva a la formación del pensamiento, de la identidad y lleva a la reflexión filosófica y al mismo tiempo entretiene.Cabe mencionar que el pensamiento se penetra de alguna manera y esto lo tiene bien estudiado la industria norteamericana al introducir en su discurso, la ape-lación por el divertimento y la sala de inversión. Piden que no haya barreras, en cuanto expresión cinematográfica se trata, pero en realidad buscan la libre circula-ción de su imaginario. Viene incluido la adquisición de un estilo de vida conocido como el American way of life. Desgraciadamente se volvió la aspiración de la sociedad. Fue un gran impulsor de su forma de vida hacia el resto del occidente.

A través de las políticas públicas y su posicionamiento económico, poco a poco se satisficieron las necesidades de la clase media con poder adquisitivo y como sucede en el neoliberalismo,

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¿El consumidor debe de gastar en una entrada al cine? ¿Tiene una oferta variada y liber-tad de elección?

El consumidor, de alguna manera, invierte en un aspecto de índole cultural.Ahora bien, el consumidor acepta lo que la oferta le ofrece. Desgraciadamente la oferta está dominada con prácticas contrarias a la libertad de elección. Por ejemplo: un fin de semana tú quieres ver una película mexicana, vas al cine y descubres que 5 películas extranjeras contro-lan en realidad el 86 o 90% de las pantallas. Quizás te encuentres empeñado en querer ver una película mexicana, investigues y la que te interesa, la puedes ver solamente hasta Chimalhua-cán, ah pero está a dos horas de donde vives. Esto te lleva tiempo de ida más la proyección de la película, más tiempo de regreso. El punto es que muchas veces uno no es capaz de hacer este sacrificio.

El consumidor es rehén de la carta del restaurante, es decir, está sometido a elegir solamente lo que en la carta se le presenta. No hay más.

¿La producción cinematográfica de México es una zona rentable?

Rentable no, pero sí como una zona altamente redituable por sus valores intrínsecos. Digo que rentable no, porque no tiene la oportunidad de salir a competir. No hay buenas condiciones para que una cadena productiva salga, hablando de una rentabilidad económica.

Si hablamos de una rentabilidad social y cultural es altísima, ya que la reproducción de una película de 90 minutos genera una gran inversión a la hora que se hace; dos, genera una gran inversión a la hora que circula; tres, sirve para que los mexicanos tengan la posibilidad de verse reflejados en la pantalla y puedan pensar en sus

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¿Cuál sería una de sus propuestas para revertir esta marginación en la que vive la pobla-ción mexicana?

Incluir a la gente en el consumo a desarrollar el mercado interno. Esa es la salida de las grandes crisis, además de darle poder adquisitivo a la nación para que se gaste en productos creados aquí, en México. Por ejemplo: en una entrada al cine, por lo que, circularía dinero para adquirir otros bienes después.

¿Las políticas públicas, qué rol juegan en el campo del arte, en este caso, el cine?

Los brasileños están locos y por ello me caen bien. De repente tuvieron el mismo problema que aquí en México, la gente no tenía dinero para consumir en bienes culturales porque pri-mero está la panza, la casa, la salud y al último la diversión.La gente no tenía dinero para ir a consumir cuanto quisiera. Entonces, el gobierno brasileño inventó un bono para adquirir productos culturales brasileños, un 30% o 40% adicional al salario mínimo para que compraras un disco de música brasileña, fueras a ver una película, obras de teatro o adquisición de libros. ¡Realmente magnifico!La economía de las industrias culturales aporta entre el 5% y 10 % del PIB del país que lo produce, algunos más, algunos menos, entonces se reactiva la economía.

Así que las políticas públicas podrían impulsar el consumo nacional, formar un círculo vir-tuoso donde se aprenda a querer y valorar lo que aquí se produce.

Cada vez que veo a un mexi-cano en una película gringa, éste desempeña un papel de drogadicto, jardinero, cria-do, etc., por lo

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Como el campo y la semilla, tú puedes tomar decisiones y sabes que te va a costar más o me-nos. Tienes que ver si el terreno es fértil o seco. A veces las decisiones que parecen ser tomadas individualmente, en realidad están condicionadas por otras fuerzas que te llevan a conseguir un lento rápido campo fructífero.

¿El cine (las películas) influye en la educación de los ciudadanos que quieren formar?

El cine no creo que pretenda formar ninguno, más bien es como una visión espejo, donde todos nosotros que formamos parte de esta vasta sociedad (120millones aproximadamente) pueda hablar del cine mexicano. El año pasado se hizo una propuesta en donde todos los artistas toman su realidad, expresan lo que ellos creen que debe ser expresado y lo presentan al público para que lo seleccione. Si tiene la suerte lo seleccionan y posteriormente hay una retroalimentación.

Entonces todos los artistas, los autores somos moralistas, pero no necesariamente reflejamos la moral imperante, hacemos también nuestra propuesta moral. Por lo regular no creemos en el establishment y nos gusta mostrar la realidad cruda, no las vidas con finales felices. Creemos que eso es escaso en la vida real, pero también hay gente que está de acuerdo en pintar finales felices.

Creo que el cine mexicano trata de mostrar lo que está pasando y en algunos casos lo hace con una propuesta crítica, cómica (suele ser subversiva), terrorífica. Todas las expresiones son va-lidas y entonces sí podemos hablar de un cine plural que refleje todos los contextos y estatus, todo esto para tener un tejido social.

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¿México vive dentro de un espejismo, una falsa realidad sobre la formación misma?

No, la sociedad mexicana toma del mundo lo que ve, lo que está a su disponibilidad, lo mejor para sobrevivir. Las sociedades van transformándose por el contacto con otras culturas, es la riqueza de la diversidad.El problema es que las sociedades se empobrecen cuando no circula su imaginario cultural al resto del mundo, justamente por el control de las pantallas. En el 2005 se tuvo que firmar el Tratado sobre la Diversidad Cultural, donde los gobiernos se comprometían a garantizar a sus sociedades el acceso para la expresión audiovisual. Gracias al desarrollo tecnológico, los países que pensaron nunca tener acceso a la producción visual, lo tienen ahora, como Ecuador que está produciendo 18 películas, Costa Rica entre 15 y 18 películas. Hay un florecimiento a nivel de producción hasta cierto punto.

¿Por qué no en vez de educar para la guerra (la mayoría de las películas gringas son violentas) se educa para la paz? El esfuerzo como la inversión al final es lo mismo.

Finalmente: ¿El estado ha perdido fuerza respecto al mercado?

Si recordemos que con el neoliberalismo, los gobiernos son supranacionales, ya no son como nosotros lo conocimos, como un “estado nación”, las corporaciones hacen su trabajo de convencerlos para reducir tamaño y tener un mínimo de intervención, entonces los únicos beneficiados han sido los conglomerados. ¿Quien perdió? la sociedad, sobre todo México ya que nunca fuimos educados como sociedad exigente. No somos capaces de reclamar para cumplir nuestros derechos. Aceptamos cualquier basura de servicio.Sistema neoliberal donde el perdedor es el consumidor. Hay malas prácticas comerciales y abuso de precios.México es nuestro país y en nuestro país nosotros tenemos que emprender, exigir y hacer valer nuestros derechos. Las leyes y las políticas públicas que permitan equilibrio, circulación del imaginario, respeto y desarrollo cultural.

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LA DEBILIDAD DEL ESTADO MEXICANO FRENTE A LA

ECONOMÍA DE LIBRE MERCADO

Karen Mayumi López SantillánEgresada de la Licenciatura en Ciencia Política por UAM-I

¿Sí el Estado mexicano no salvaguar-da el bienestar social y el desarrollo

económico, entonces cuál es su función?

Refiero a esta pregunta por los aconteci-mientos que, desde la década de los ochen-ta experimentó nuestro país. Una ola de pobreza y marginación inundó e inunda las calles y los rincones de cada estado, de cada pueblo, de cada comunidad; imagino que esa no es la transición a la democra-cia que nuestra población quería observar. Las instituciones que hacen fuerte al Es-tado mexicano han ido desvaneciéndose en la mediocridad de políticas públicas y procesos políticos poco trascendentes que no hacen nada por la participación social. Incluso vivimos en una democracia vacua, que como símbolo tiene papeletas elec-torales, y olvida así su función principal. El aparato legislativo está cooptado por la corrupción, los intereses personales y un sinnúmero de fallas que aumentan el debilitamiento del Estado. Las dispu-tas por el poder son cada vez más des-caradas y la iniciativa privada posa sus intereses en los curules del congreso.

Esta debilidad no solo radica en la (in) acción de los servidores públicos, sino también en cómo la sociedad se aleja de la toma de decisiones, las cuales, son fundamenta-les para el desarrollo eco-nómico y político del país.

¿Soberanía? Eso es un viejo discurso que usa-ba Lázaro Cárdenas o que está planteado en algún artículo de eso llamado constitución:

Artículo 39. La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se institu-ye para beneficio de este. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar

o modificar la forma de su gobierno.1

Ahora lo importante es pensar en la mo-dernidad y el progreso, y si para ello es ne-cesaria la venta de bienes nacionales a ex-tranjeros se venderá todo cuanto se pueda.

1 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, consulta http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/htm/1.htm

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Desde que Adam Smith 1 postuló la tesis de que al mercado lo regulaba una mano invisible, diver-sos economistas y financieros estuvieron a favor de que el mercado se regulara solo, sin interven-

ción del Estado, ya que éste corrompía el equi-librio económico de las naciones. En especial, los economistas de la nueva era y los tecnócratas de fin de siglo pasado, incluyeron a las refor-mas de la economía mundial este aspecto funda-mental, la desregulación del sistema financiero.

Con la reforma política, económica y social que, Miguel de la Madrid Hurtado y Carlos Salinas de Gortari emprendieron, el Estado mexicano se de-claró indefenso ante los avatares que enfrentaría ante el libre mercado. Estos dos sexenios son funda-mentales para comprender la política económica de México, ya que propuso liberalizar las tasas de inte-rés, reducir al mínimo el financiamiento del Estado y eliminar los controles de expansión de créditos.

1 Teórico británico que en 1776 expone en su obra más impor-tante Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, la condición y papel del Estado en la economía, entre muchos temas más aunados al sistema capitalista.

Esto hace que la economía y todos los esque-

mas financieros estén desregulados. Así la especulación reafirma su posición dentro del

mercado y las posibilidades de tener una crisis económica siempre son crecientes. Se espera que, al permitirse a los intermediarios finan-

cieros fijar libremente sus tasas de interés

estas tenderán a subir, incremen-

tando la captación bancaria. La

desregulación del crédito y la reducción del déficit público

permitirían que el mayor volumen

de recursos disponibles se

destine a financiar proyectos de alta rentabilidad del sector privado.1

Los capitales ex-tranjeros comen-zaron a permear toda la economía

nacional, fomen-tando una burbuja

especulativa que permitía extender líneas de crédito y no fijar tasas de interés sobre las mismas. Las reformas económicas propor-cionaban confianza a los inversionistas, pero sin adquirir ningún compromiso final con los capitales nacionales. Esto fomentó una lar-ga acumulación de deudas y capitales voláti-les que para 1994 se vieron expresados en la peor crisis económica que México ha vivido.

La regulación de la economía esta direc-tamente vinculada con el crecimiento y el desarrollo económico, mientras más paí-ses en vías de desarrollo sigan las reglas del consenso de Washington, lo único que oca-sionará es el hundimiento económico y el endudamiento financiero de las naciones.

1 Guadalupe de Angulano Mantey,“Liberalización finan-ciera con oligopolio bancario: penalización al ahorro y a la inversión productiva”, Revista Problemas del Desarrollo, Vol.27, num.107 (Octubre-diciembre, 1996): 117.

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Las deudas adquirirdas con organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial cons-tituyen una seria restricción para el de-sarrollo económico de un país. México sigue fuertemente endeudado y, consecuen-temente, no cuenta con la independencia financiera para desarrollar su economía.

Expresemos que el desarrollo económico no sólo tiene que ver con gráficas y cuestiones cuantitativas, se expresa en el avance, estanca-miento o retroceso de una sociedad, en secto-res como educación, empleo, salud y pobreza; hablamos entonces de seres humanos. Para muestra del rezago en nuestro país están las ci-fras del Banco Mundial1 las cuales señalan que la población pobre en México ha incrementa-do en los últimos años, para 2010 el número de personas en linea de pobreza era de poco mas de 50 millones. Claramente la economía a partir de las reformas de la década de los ochenta, no ha sido la mejor para nuestro país.

Asimismo, ¿qué resultados obtendre-mos con las nuevas reformas estructu-rales que se han ido aprobando a lo lar-go del sexenio de Enrique Peña Nieto?

1 La cifras obtenidas son de la página web oficial del Banco Mundial http://datos.bancomundial.org/, por otra parte la información se complementa con un artículo llamado Líneas de Pobreza, el cual poder ser consultado en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/clacso/crop/glosario/b.pdf

Este cuestionamiento está abierto a futuro; pero durante los dos años que van de su admi-nitración se han elevado los números de po-breza, inseguridad y represión para los grupos que expresan descontento hacia su gobierno. Seguimos planteando la debilidad del Estado mexicano, y agregaremos el entreguismo /la entrega que hacemos a los servidores públicos y a los lideres políticos/, porque aunque nos duela aceptarlo, no tenemos partidos políticos que trabajen para la sociedad y la soberanía de México. Porque cuando se trata de votar para aprobar reformas, la democracia en el aparato legislativo, sólo sirve para beneficiar intereses privados y personales, lo cual enfer-ma profundamente la autonomía del Estado.

La relación directa entre Estado y economía incide en la población de manera fundamen-tal y cuando el Estado no puede garantizar su bienestar, quiere decir que su trabajo no esta completo. La pregunta que planteé al principio tiene como fin demostrar que el Estado mexicano esta dotando de autori-dad al sistema financiero mundial para que tomen las riendas económicas de nuestro país; en tanto que la función principal del nuestro Estado versa en aceptar, sin condi-ciones, las peticiones de inversionistas ex-tranjeros, sin tener en cuenta la soberanía y las necesidades básicas de la población.

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El sexenio de Felipe Calderón Hinojosa se ha convertido en uno de los lapsos históri-cos, políticos, sociales y económicos más estudiados de la historia reciente de Méxi-co. Se ha escrito de todo dada la permanente crisis social que azotó y heredó al país.

Nuestro objetivo en este giro de enfoque al estudiar la guerra contra el narcotráfico es ela-borar una reflexión en torno a la reconfiguración del significado práctico de seguridad na-cional en México, así como la estrecha relación que se teje con la agenda de política exterior estadounidense, ya que es fundamental referir el aseguramiento de recursos estratégicos energéticos por parte de la potencia hegemónica mundial. Tal aseguramiento sin duda ha motivado el ajuste y reajuste continuo del concepto de seguridad nacional en nuestro país.

Felipe Calderón heredó la generalización de la guerra contra el terrorismo, adquiri-da por Vicente Fox, la cual fue impulsada por los Estados Unidos luego del 11 de sep-tiembre de 2001, cuando George W. Bush propagó por el mundo entero las consecuen-cias de una guerra dirigida a un país específico: Estados Unidos, polarizando así de nuevo al mundo entero al grito de ¡Dios no es neutral! En México, el fenómeno social del sexenio 2006-2012 se basó en la combinación de tal situación global con el recrudecimien-to de la guerra contra el narcotráfico. Incluso discursivamente México tomaba su distan-cia entre la lucha contra el terrorismo para enfrascarse de lleno contra el narcotráfico.

Las Fuerzas Armadas mexicanas, por lo tanto fueron desencuarteladas para cum-plir funciones policiacas (proceso que no detonó del todo con Felipe Calderón) Ade-más de cambiar su funcionalidad técnica, también giraron hacia otro aspecto, el pa-pel que la lucha contra el narcotráfico oficial desempeñó con relación a los recursos energéticos de nuestro país en el contexto de la actual guerra contra el narcotráfico y el cri-men organizado, es nuestro objeto de estudio; de esta manera nos apartamos un poco -sin abandonarla- de la concepción ya clásica del estudio de la seguridad del Estado mexica-no basado en la guerra policiaco-militar contra el narcotráfico, dentro del calderonismo.

Imperialismo y recursos energé-ticos en el contexto de la gue-rra contra el narcotráficoJesus Alavez

Estudiante de la licenciatura en Ciencia Política UAM-I

“Con excepción de algunos dinosaurios intelectuales, muchos escritores, periodistas y académicos han reintroducido el concepto de imperialismo

en su análisis de la estructura del poder mundial.”James Petra

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Así, nos situamos en el proceso histórico-social de impulsar la desnacionalización de recursos natu-rales estratégicos como el agua, el gas y, por supuesto el petróleo. Tal como lo aborda Delia Montero:

La dinámica del capitalismo ha hecho que se incorporen al mundo de las mercancías un sinnúmero de bienes y servicios que antes eran de exclusividad del Estado. La frase con que

inicia Marx el análisis del régimen de producción capitalista definiéndolo como “un inmenso arsenal de mercancías” (Marx, 1973:3), hoy más que nunca refleja la voracidad del mercado, toda vez que aspectos inimaginables como el agua se convierten hoy en día una mercancía de

alto valor.1

En gran medida, las reformas constitucionales y sus complementos reglamenta-dos, las llamadas leyes secundarias, propuestas y aprobadas por los poderes Ejecuti-vo y Legislativo federales actuales (2012-2018) justifican y legitiman política y jurídica-mente el despojo en gran parte del territorio nacional. Sin embargo, esto no es nuevo, dicho proceso se ha venido intentando desde la alternancia en el Ejecutivo federal en el año 2000 y, especialmente, en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. La llamada refor-ma del Estado estaba buscando el momento indicado para, ahora sí, “transformar a México”.

La guerra contra el narcotráfico y la intervención oficial y no oficial de las agen-cias de inteligencia y fuerzas federales de Estados Unidos en México -que tomaron ma-yor relevancia a partir del 11 de septiembre de 2001- aprovecharon para que, me-diante el combate contra el narco y posteriormente el crimen organizado, se pudiera proteger la producción y reproducción de los recursos energéticos naturales, que son suma-mente estratégicos para Estados Unidos. Además, entre 2007-2008 detonó la crisis financie-ra mundial, más severa que la de 1929, es aquí donde la seguridad nacional el proyecto de desarrollo y crecimiento económico mexicano, el orden económico mundial actual y, sobre todo, los recursos naturales estratégicos nacionales se conectan, especialmente en nuestro país.2

1 Montero Delia, “Capitalismo, transnacionales y agua. La gran encrucijada en el siglo XXI”, en Guillen Romo, Arturo (Coord.) Economía y Sociedad en América Latina: Entre la globalización, la regionalización y el cambio estructural. Miguel Ángel Porrúa, Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa, México, 2007, p. 291.2 Para más información ver: Garabito Elías, Rosa Albina. “Seguridad nacional: la soberanía, la política de desarrollo económico y las finanzas públicas”, en: Piñeyro, José Luis (Coord.) La seguridad nacional en México. Debate Actual, Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco, México, 2005.

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Podemos observar –basados en el análisis de Jonh Saxe-Fernández- que en México se ha implementado la segunda vertiente del capital monopolista. Es decir, mediante su economía permanente de guerra, la cual “subsana el deterioro de las reservas nacionales de abastecimien-to de materia prima estratégica, por la vía de lanzarse sobre las líneas de menor resistencia.”1

México se encuentra en un grupo de países del continente americano focalizados, en los cua-les se ha demostrado que se encuentran grandes fuentes de abastecimiento petrolero, mayor fuente de riqueza energética que le hacen brillar los ojos al poder político, económico y mi-litar estadounidense. Finalmente, la guerra contra el narcotráfico sirve de contención social, mientras se apuntalaba el modo de producción extractivista y se incitaba el proceso para le-galizarlo jurídicamente, es lo que vivimos actualmente con las reformas constitucionales.

Demostramos así, que la aplicación del discurso de seguridad nacional mexica-no, dentro de la guerra contra el narcotráfico ha tenido diversos frentes y usos, en-frascada en un pragmatismo que obedece, casi siempre, intereses externos. La protección y resguardo de los recurso naturales energéticos en México des-graciadamente no son para que beneficie al grueso de la sociedad local. Asimis-mo, la seguridad nacional gira sobre la “gestión de amenazas no tradicionales ,2a través de soluciones militares y de respuestas estratégicas” 3 Siempre a merced de las necesi-dades y posición política, económica, e incluso militar de los Estados Unidos. La Alianza para la Seguridad y Prosperidad para América del Norte (ASPAN) y la Iniciativa Mérida (IM) son cla-ros ejemplos de la nueva funcionalidad formalmente atribuida a la Fuerzas Armadas mexicanas.

La Alianza Para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) Darle la espalda a América Latina

En la recta final de su mandato, Vicente Fox no podía irse sin dejar otra muestra clara de su sumisión ante los intereses, gubernamentales –y no tanto- estadounidenses. Es el caso de lo sucedido el 23 de marzo del año 2005. Cuando los mandatarios políticos de Canadá, Estados Unidos y México. Paul Martin, George W. Bush y Vicente Fox respectiva-mente, firmaron la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte/ Trilateral Security and Prosperity Partnership of North America (ASPAN/TSPPNA)

1 Saxe-Fernández, John. “Los ojos sobre los recurso latinoamericanos. El caso de México”, en Saxe-Fernández, Jonh. Terror e Imperio. La hegemonía política y económica de Estados Unidos, Editorial Debate, México, 2006. p. 1772 Nos dice Daniela Casandra Castorena Sánchez que “Las amenazas tradicionales suelen ser de orden militar y prove-nientes de un Estado-nación foráneo, el objetivo principal es perturbar la integridad territorial d otro Estado.”3 Castorena Sánchez Daniela Casandra. Petróleo: “el Talón de Aquiles” de la seguridad nacional estadounidense”, en: Orozco, José Luis (Coord.) Democracia Fallida, seguridad fallida. Editorial Fontarama, UNAM, México, 2011. p. 133

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La ASPAN iba más allá que acuerdos de seguridad que confrontaban al terrorismo. Su objetivo era reforzar el comercio entre los tres países americanos septentrionales, impulsar la compe-titividad, enfrentar a las potencias emergentes, especialmente las asiáticas y, promover la co-laboración en energía, todo mediante el apuntalamiento de la seguridad regional y nacional.

He aquí el punto neural de tan distinguida alianza. Se suponía que el TLCAN iba a traer la competitividad y la capacidad comercial que la región necesitaba y la trajo pero en otro sentido. Sin embargo, los recursos naturales energéticos, también llamados estraté-gicos, no entraron del todo en el Tratado, se debía buscar una manera para que la Iniciati-va Privada más poderosa del mundo tuviera acceso para satisfacer las necesidades de pros-peridad de su país: Estados Unidos de América. Como lo aborda Sandoval Palacios:

En este ámbito, la energía es punto central. En el documento de la alianza se menciona la ne-cesidad de fortalecer los mercados energéticos en la región y, subraya, “colaborando con apego

a nuestros respectivos marcos jurídicos, en el incremento confiable de energía”, facilitando, “las inversiones en infraestructura energética, mejoras tecnológicas, producción y el suminis-tro confiable” de aquella. Incluye el compromiso de actualizar y hacer más eficientes las regu-laciones, promover la eficiencia y la conservación de energía y el uso de tecnologías alternas. En otras palabras, Estados Unidos busca asegurar, mediante esta alianza, su control sobre las

reservas de petróleo y gas de México y Canadá que están entre las principales del mundo.1

La ASPAN es presentada como un paso “transformador” y un complemento al TL-CAN, impulsado especialmente por la élites de los tres países, ya que al no ser un Tratado, sino una alianza entre los ejecutivos federales, la ASPAN se ha mostra-do como un proyecto piloto visionario para la integración de Norteamérica. Sin em-bargo, la integración y la idea de borrar fronteras se convierte en un eufemismo. La ASPAN representa el brazo del TLC en torno a seguridad y debido a que es una alianza que no pasó por los Congresos de los tres países sino sólo por los Ejecutivos Federales. La AS-PAN se convierte en un proceso básico para identificar otras iniciativas que han sido adoptadas con el enfoque de seguridad y aseguramiento de zonas estratégicas en recursos naturales (Plan Colombia, Plan Puebla Panamá, Corredor Biológico Mesoamericano, y la Iniciativa Mérida). Se trataba pues, de darle la espalda a América Latina con el afán de integrarse a toda cos-ta con América del Norte. Una muestra contundente de ello fue la negociación de apli-car la persecución y repatriación de los migrantes centroamericanos y sudamerica-nos que usaran a México de paso, rumbo al sueño americano, a cambio de negociar una reforma migratoria que privilegiara a los mexicanos del resto de los migrantes en el marco de la ASPAN. Era evidente que si se quería impulsar una cabal integración nor-teamericana, el flujo de la mano de obra barata mexicana no debía tener muchas trabas.

4 Sandoval Palacios, Juan Manuel (Compilador) La Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte: Nue-vo desafío a la nación mexicana. Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio (RMALC), Universidad Autónoma de Chapingo (UACh), México, 2008, p. 7.

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Iniciativa Mérida: “El que paga manda”

Al igual que Vicente Fox firmó e impulsó la ASPAN, Felipe Calderón no podía quedarse atrás en lo que respecta a acuerdos bilaterales sobre seguridad. Así que poco antes de llegar a mitad de su sexenio (2007-2008), firmó y, por supuesto, impulsó la Iniciativa Mérida (IM). Plan similar al llamado Plan Colombia. Busca combatir al narcotráfico y a la delincuencia organizada, especialmente desde el Sur de México y Centroamérica. La IM, nombre que se le da por haberse acordado en Mérida, Yucatán -tam bién para no ser sinónimo del Plan Colombia- es un acuerdo exclusivo de políticas estatales de seguridad. En el caso de México “refuerza” la relación entre México y Estados Unidos. No obstante, la IM contempla, como mencionamos, la coopera-ción regional, particularmente con los países de Centroamérica (Guatemala, Hon-duras, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Belice y Panamá) y el Caribe (República Dominicana y Haití).

Lo distinto de la IM es que no corresponde a lo común en un acuerdo multilate-ral. Los mecanismos que ordinariamente impone Estados Unidos se generalizaron en todos los países participantes, sin embargo, los convenios son individualiza-dos entre Estados Unidos y cada uno de los países que forman parte del acuerdo de seguridad regional. En el caso de México “[a] diferencia del Plan Colombia, instrumentado por el gobierno estadounidense a fines de la década de los noventa, la Iniciativa Mérida se centró en el fortalecimiento de las capacidades de inteligen-cia del gobierno mexicano y en la modernización organizativa de las agencias de seguridad mexicanas” 1

Al igual que la ASPAN, cuyo principal impulsor fue -por sorprendente que parez-ca- el ex presidente Vicente Fox, la IM surgió también por ánimo del ex presidente Felipe Calderón. La situación de la guerra contra el narcotráfico rebasaba el accio-nar del Estado mexicano (siendo así problema de seguridad nacional) y sugería pedir ayuda al gobierno estadounidense. La ASPAN proporcionaba el convenio, y, aunque estaba enfocado en mayor medida hacia los recursos estratégicos naturales, no podían olvidar de ninguna manera, la seguridad regional. La IM fue el mecanismo perfecto para intensificar la política de seguridad basada en la confrontación por parte de los Estados Unidos en Centroamérica. Si la ASPAN pudo darle atribuciones de defensa a los Estados Unidos hasta la frontera Sur de México -ofreciendo la captura y persecución de los migrantes de Centro y Sudamérica a cambio de negociar la reforma migratoria, -hoy llamado Plan Frontera Sur- la IM extendió el “escudo protector gringo” hasta Panamá. Además, recordemos que ya existía el Plan Colombia, es decir, el brazo represor, interventor y discursivamente protector estadounidense llegaba hasta el norte de América del Sur, mediante los recursos provenientes de Estados Unidos.

1 Chabat, Jorge. “La respuesta del gobierno de Felipe Calderón al desafío del narcotráfico: Entre lo malo y lo peor”, en: Serrano Mónica y Alvarado Arturo (coords.) Los Grandes problemas de México, vol. XV Seguridad nacional y seguridad interior .El Colegio de México, México 2010. p. 27

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Consideraciones finales

Podemos concluir que el cambio de funcionalidad de las Fuerzas Armadas mexi-canas fue implementado para que el propio Estado mexicano mostrara su fuerza e intervención sin que pocos o nadie lo notara, sin olvidar la fuerte injerencia estadounidense en dicho proceso. La desestabilidad política y social que México ha vivido en los últimos cinco sexenios desembocó en una crisis de inseguridad que comenzó a devastar el tejido social siendo ya muy marcada en el sexenio de Felipe Calderón. Asimismo marcó el camino para acotar reformas de Estado tan voraces que la sociedad mexicana -tan lacerada por la guerra contra el narcotráfico, el desem-pleo, la pobreza, etc.- prefiere la estabilidad social y se aleja de una resistencia or-ganizada ante el despojo de los recursos naturales de nuestro país, bajo el discurso de la seguridad nacional y el crecimiento económico, disfrazado de reformas para “mover a México”. El miedo, funge como el mecanismo eficiente de disuación, que logra lo que llaman “gobernabilidad”. Esto se dio al llevar al grueso de la sociedad mexicana a arropar una especie de amalgama de Pax Americana1 y Estado de guerra Keynesiano, sólo que esta ocasión es una Pax a la mexicana. El narcotráfico fue, es y seguirá siendo una de las empresas más rentables y ya que se acogen también a la capacidad cíclica del capitalismo, El Estado mexicano y sus gobiernos circulan como uno de sus socios más estables, a lo largo de la evolución de éste.

Según el Informe País sobre la calidad de la ciudadanía en México, publicado en 2014, por el Colegio de México y el Instituto Federal electoral (Ahora INE).

La inseguridad se ha convertido en una de las más importantes preocupaciones para la ciudadanía. En los últimos años los índices de delitos y victimización

se han incrementado de forma sustantiva. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó los datos de su Encuesta Nacional de Seguridad

Pública Urbana (ENSU, 2013) y el primer dato es que 68% de la población mayor de edad considera que vivir en su ciudad es inseguro.”2

Siete de cada 10 habitantes perciben claramente la crisis de inseguri-dad en que se encuentra hundido el país. No estamos inventando nada dis-tinto de lo que se percibe en la realidad de la sociedad mexicana, las es-tadísticas hablan por sí mismas. . Dicho en propias palabras del mismo Informe País nos muestra que, “Si la primera obligación del Estado es dar seguridad a los ciudadanos, algo falla de forma grave con la autoridad”.3

1 Ver: Saxe-Fernández John. “Imperio: el nuevo orden mundial y la pax americana” y La crisis de la pax americana y la economía de guerra” en: Saxe-Fernández John. Terror e imperio. La hegemonía política y económica de Estados Unidos, Editorial Debate, México, 20062 “Seguridad y Estado de Derecho”, en: Informe País sobre la calidad de la ciudadanía en México. IFE, El Colegio de México, México, 2014. p.39.3 Ibíd.

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Estamos pues, ante una crisis de seguridad nacional ya que la capacidad del Estado se encuentra rebasada, actualmente “A pesar de los cambios de discurso que hablan de una modificación en la estrategia de seguridad la percepción no varía: casi 40% considera que la situación en los próximos 12 meses seguirá igual de ml y 24% piensa que empeorará.” 1

Sin embargo, lo preocupante es que la aceptación de la política de enfren-tamiento se encuentra en constante crecimiento, es decir, “Cuando pasamos hacia el territorio de los […] narco-traficantes nos vemos en un espacio normativo diferente donde el abuso tiene otra legitimidad al conectarse con una visión punitiva de la justica que es altamente compartida”2

Vemos que el cambio de funcionali-dad de las Fuerzas Armadas mexicanas tiene diversas aplicaciones, otra de ellas es el triunfo cultural de aceptación de la guerra contra el narcotráfico, pese a la carnicería en que se tradujo el sexenio calderonista3 y lo que va del sexenio actual. En todo caso, el proceso de desnacionalización de los recursos na-turales mexicanos se encuentra suma-mente velado y disfrazado por tal crisis social. Mientras lo sigan disfrazando con discursos oficiales de crecimiento económico, desarrollismo, moderni-dad y mil adjetivos triunfalistas más y, mientras sigamos creyendo que el sistema político mexicano sólo debe enfocarse a fiscalización de partidos, votos y urnas; se seguirá aplicando a cabalidad en México la idea de Noam Chomsky, respecto a la reproducción de la hegemonía estadounidense que busca distintos medios para mantenerla en un mundo en constante dinámi-ca: “Lo que decimos se hace”.

10 Ibíd12 Ibíd. p. 4013 “Para las familias de los más de 70 mil muertos relacionados con la guerra contra el narcotrá-fico que emprendió Felipe Calderón durante su sexenio, las cuentas de exmandatario siguen pen-dientes. Están escritas con sangre. Por eso, el sábado 13 de septiembre, la Federación Internacio-nal de Derechos Humanos (FIDH) solicitó a la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, abrir una investigación preliminar por crímenes contra la humanidad, cometidos durante su mandato.” En: Hernández Carolina. “Calderón, al banquillo”, disponible en línea en: http://www.reporteindi-go.com/reporte/mexico/calderon-al-banquillo Consultado 18 de septiembre de 2014.

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El Síndrome de Estocolmo que provoca el Estado

Carlos Alberto Ramos ZúñigaEstudiante de la Licenciatura Ciencia Política UAM-I

En la fase neoliberal del capi-talismo, se profundizan pro-blemas de la clase obrera, tales como la sobre explota-ción, precarización y flexi-

bilización laboral, lo que conlleva, en buena me-dida, a su desorganización. Esta situación acarrea otro problema, la clase trabajadora defiende a sus explotadores y el Estado, haciendo un símil con la noción psicológica del síndrome de Estocolmo. Si hacemos un ejercicio mental y suponemos al Estado como el secuestrador y a la clase trabaja-dora como los secuestrados, comprobaremos que esta hipótesis tiene fundamento real en las cifras. De igual manera, apreciaremos los mecanismos que permiten este secuestro que, en otras palabras es el trabajo enajenado y el fetichismo del Estado. En el año de 1973, en Suecia, tras un asal-to bancario, los asaltantes tomaron a algunas personas como rehenes que reaccionaron de manera inusual. Mostraban “un conjunto de mecanismos psicológicos que determinan la formación de un vínculo afectivo de dependen-cia entre las víctimas de un secuestro y sus cap-tores y, sobre todo, la asunción por parte de los rehenes de las ideas, creencias, motivos o razones que esgrimen sus secuestradores para privarles de libertad”; más tarde se conocería con el nombre de Síndrome de Estocolmo que saltará a la fama con el secuestro de una mujer

que presentó el mismo cuadro. Se trata de un completo lavado de cerebro, en donde la víctima pien-sa que se le salva la vida cuando el secuestrador no se la quita, aun teniendo la opción de hacerlo.1

Ahora bien, este síndrome que es propiamente psicológico, podemos aplicarlo en una di-mensión sociológica, para ello nos valemos de la teoría del fetichismo. En este caso parti-cular, tomar al Estado como si éste fuera un ente con vida propia, natural y eterno, por ello,

lo que aquí reviste, a los ojos de los hombres, la forma fantasmagórica de una relación entre objetos materiales no es más que una relación social concreta establecida entre los mismos hombres. Por eso, si queremos encontrar una analogía a este fenómeno, tenemos que remon-

tarnos a las regiones nebulosas del mundo de la religión, donde los productos de la mente humana semejan seres dotados de vida propia, de existencia independiente, y las relacionados entre sí con los

hombres. 2

1 http://www.losangelespress.org/sindrome-de-estocolmo-40-anos-del-secuestro-que-le-dio-origen/2 Carlos Marx, El Capital. Crítica de la economía política (México, FCE, 2011) 38

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Esta relación fetichizada del Estado es equiparable al síndrome de Estocolmo. Si revisamos algunas cifras, encontramos números que deberían ser alarmantes para la clase trabajadora. Los Indicadores de ocupación y empleo al primer trimestre de 2014 del INEGI, arrojan una población total de 119 224 847, de la cual 2 484 798 están desocupados.1 La parte restante activa se presenta como ocupada, sin embargo el 60% del total de la población activa se encuentra en el sector informal, en donde las condiciones laborales son flexibles, es decir, no cuentan con prestaciones, seguridad social, seguridad laboral, la jornada laboral y el ingre-so son variables. Con ello, Se verificó una significativa heterogenización del trabajo, expresada también a través de la cre-ciente incorporación del contingente femeninos al mundo obrero; se percibe, igualmente, una subproletarización intensificada, presente en la expansión del trabajo parcial, temporario, pre-cario, subcontratado, “terciarizado”, que marca la sociedad dual en el capitalismo avanzado.2

Esto conduce al desempleo estructural, es decir, a la necesidad del capital de un gran ejér-cito de reserva, que cada vez va en aumento y en condiciones cada vez más precarias. Deja así a miles de desempleados, pues más de 60 millones de personas viven en la pobreza, que se mide desde la pobreza hasta la pobreza extrema y ésta variación es de unos cuantos pesos. En la educación pública básica, nuestro país ocupa los últimos lugares a nivel mundial: No se lee, no se reflexiona, no se es crítico, el sistema educativo es obsoleto. En cuestión edu-cativa a nivel de universidad pública, la oferta es de 36 mil 736 lugares disponibles, pero el número de rechazados es de 100mil esto para 20133 y en muchos casos el nivel educati-vo es cuestionable. Con estos datos el sistema de educación pública y sus alumnos tienen pocas oportunidades de competir en el escaso mercado laboral nacional e internacional.

Por otra parte, el transporte público está colapsado: trayectos que en teoría son de 20 min duran hasta 2 hrs, el precio no está en proporción al salario, por ejemplo, el via-je en metro aumentó de 3 a 5 pesos, pero ni las instalaciones ni el servicio y las uni-dades han mejorado, algo similar ocurre con el resto del transporte público. En refe-rencia al metro, la línea 12 costó más de 24 mil millones de pesos y la mitad de dicha línea colapsó en menos de dos años y nadie ha sido procesado penalmente hasta la fecha. Y así podríamos continuar con la vivienda, el sector salud, las telecomunicaciones, el pre-cio de la gasolina, el hoy no circula, la entrada de las transnacionales a “competir” con PE-MEX, y en términos generales, el costo de la vida, la precariedad física e intelectual. Esto es suficiente para ilustrar el punto. La clase trabajadora es la más afectada y la que paga los costos, de ella el sector de los jóvenes es el que más reciente las embestiduras.

3 Información toma de INEGI, http://www.inegi.org.mx/4 Ricardo Antunes, ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre las metamorfosis y el rol central del mundo del trabajo. (Argentina, Herramienta, 2003) 43.5 http://aristeguinoticias.com/1807/mexico/hay-100-mil-estudiantes-rechazados-en-mexico-sep-ofrece-alternativas/

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El Estado es responsable de estos datos y de la situación, ya que tiene como características ordenar, cohesionar, además de las funciones económicas, ideológicas y propiamente políticas. De ahí que sea el lugar en donde se concentren las contradicciones de clase y en donde se les dé solución. Es de suma importancia saber quién controla no sólo el aparato del Estado, sino el poder del mismo. En el capitalismo imperante, la burguesía es quien detenta este poder. No se cansa de hablar de pluralidad, democracia, elecciones, partidos, inclusión, desobediencia civil, etc., como formas de mantener ese poder, al mismo tiempo que amortigua la lucha de clases, demostrando que se trata de un Estado de clase. Sabemos que

el Estado antiguo era, ante todo, el Estado de los esclavistas para tener sometidos a los escla-vos: el Estado feudal era el órgano de que se valía la nobleza para tener sujetos a los campe-sinos siervos, y el moderno Estado representativo es el instrumento de que se sirve el capital

para explotar el trabajo asalariado1

y si este Estado ayuda a mantener al capital, a la explotación, no cumple con la función de dar beneficio social a la población. Preguntemos ¿por qué vivimos con el síndrome de Estocolmo, por qué la rabia de la clase trabajadora se infringe sobre ella misma y no sobre los responsa-bles? ¿Por qué lo seguimos manteniendo, por qué lo seguimos defendiendo? El Estado no es débil ni inactivo, pero en esta etapa neoliberal adquiere otras funciones en donde se aparecía, “un aparato estatal cuya misión fundamental era facilitar las condi-ciones para una provechosa acumulación de capital tanto por parte del capital extranjero como el domestico”, 2reflejado en una política que favorece el imperio de la ley, la propie-dad privada individual, las instituciones de libre mercado y libre comercio, fetichizando la ley, el Estado y el mercado. Teóricamente al Estado se le saca, pero está presente, asume riesgos, aplica leyes, firma Tratados económicos y sobre todo genera hegemonía para que este proceso se vea como natural. Por ejemplo, a economistas defensores de la teoría neoclásica se les otorga el Premio Nobel de Economía, basta con revisar la lista de los galardonados. También en las universidades se ve reflejado en el pensamiento que permea a los estudian-tes, muchos que quedan asombrados con el primer (y único) acercamiento que tiene con la política y la economía (que por cierto se encuentran separadas), que muestra un claro sesgo hacia la derecha, creando estudiantes funcionales que critican y repelen teorías de izquierda, sin conocerlas. Así

en México, a principios de la década de los años ochenta, se acelera de manera notable –y muy apoyado por el gobierno- el crecimiento de las entidades de educación superior privadas, que se concentran en las disciplinas que, más allá de su valor intrínseco, son requeridas para los

negocios de los ricos, tales como la economía, derecho, administración, contaduría y algunas ingenierías. 3

6 Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estados (México, Pensamiento Crítico, 2010) 245.7 David Harvey, Breve historia del neoliberalismo (España, Akal, 2007) 14.8 Carlos Tello, La revolución de los ricos (México, UNAM, 2013)59.

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Se puede ver cómo van modificando los planes de estudio de las universidades públicas. Si esto ocurre en la academia, otro tanto ocurre en lo político,

en muchas partes del mundo se logró convencer al público de que: a) el gobierno lo había hecho muy mal al intervenir en la economía y, b) los mercados actuando solos podían hacer mejor aquellas cosas en las que las personas pensaban se requería la coordinación del gobier-no[…] los programas de bienestar social van en contra de la disposición al esfuerzo, crean-

do individuos dependientes del Estado.1

Como se ve, la solución de la burguesía y de la clase trabajadora enajenada se encuentra en el libre mercado, en la no “intervención del Estado”, en el individualismo y en la de-mocracia liberal. Y dentro de estas libertades y el marco del orden burgués, se ofrece para todos, teóricamente la libertad y la igualdad, por ejemplo, todos tienen la posibilidad de comer, pero en la práctica no se dice nada de la existencia real de alimentos, del bienestar. Y todo esto afecta a la clase trabajadora, pues el trabajador está esclavizado, cuando lo tiene en trabajos rutinarios y precarizados. Cuando no, es esclavizado al desempleo, a la informa-lidad, a vivir al día. Su situación no va a cam-biar, pues el trabajo flexible del que hablamos,

Exige un esfuerzo mental y físico agotado-res y que un sólo trabajo no es suficiente: si usted insiste en vivir bajo techo en lugar de un su coche o en la calle, necesitará por lo

menos dos. Si viene de otra ciudad y no tiene una familia a la que recurrir, nunca ahorrará

suficiente dinero para pagar tres meses de alquiler por adelantado por una habitación o un apartamento y tendrá que vivir en moteles.2

Con ello poco tiempo y recursos le quedan a las personas para ser críticos, para pensar por sí mismos, quedando encapsulados ideológicamente por el Estado. Y a pesar de lo que hemos dicho, se sigue defendiendo a este Estado capitalista, a la bur-guesía y la violencia económica y social que día a día aplica contra el trabajador. Mientras el odio que siente la clase trabajadora, propia de la reproducción metabólica del capital, se aplica contra sí misma, dejando exculpada a los verdaderos responsables. Incluso se sigue perpetuando el sistema político, en específico, el sistema electoral, pensando genuinamente que con el voto, realmente la situación cambiará, que llegará “el político correcto”, olvidan-do o ignorando que el problema es estructural, ya que, puede haber una “representación” electoral, pero no sociológica, pues se trata de un Estado y un aparato de Estado de clase9 Tello, 6810 Susan George, El pensamiento secuestrado (México, Pensamiento Crítico, 2009) 273.

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Podemos apreciar la hegemonía, a pesar de la bestialidad e irracionalidad del Estado capitalista, cuando la clase trabajadora lo siente como propio y se enorgullece de sus instituciones, de sus símbolos y grita ¡viva!, pero no sabe que grita ¡viva la explotación, la enajenación y el capital! Y aun más, cuando alguien se atreve a atacar al capital, pues ésta clase trabajadora que se encuentra enajenada, sale a la defensa de la bur-

guesía, sintiendo valores ajenos como propios, siente miedo, enojo, pero que no es el suyo y grita nuevamente enajenado, ¡bestias!¡flojos!¡enemigos! a todo aquel que quiera cambiar el régimen. Y como sabemos, “la hege-monía también presupone violencia y coerción sobre los <<enemigos>>”1 esta clase trabajadora da la espalda a la represión con-tra su propia clase y en el peor de los casos aplaude los arrestos, el uso de la policía, la militarización de las calles, el espionaje, más toda la violencia económi-ca y social que nos ata.

En suma este síndrome es producto del constante bombardeo del mal pan y del pésimo circo mediático de la desinformación. En las universidades el control de planes de estudio, de

plazas docentes, de revistas, etc. En el trabajo es la esclavización del trabajador a sus centros de trabajo, la sobre explotación y las relaciones sociales de producción con las que se enfrenta. En la vida cotidiana con el miedo a perder lo poco que se tiene y con el estar más pendiente en sobrevivir que en vivir, contentarse y pedir ser explotado para poder llevarse algo a la boca, condición que provoca el capitalismo. Mientras el modo de producción capitalista no sea destruido junto con el Estado que lo mantiene, la situación de la clase trabajadora seguirá siendo la del secuestro y el fetiche, para ello no queda otra solución más que la organización de los trabaja-dores como clase, para que pueda hacerle frente al capital.

11 Véase, Néstor Kohan. Con sangre en las venas. (México, Ocean Sur, 2007) 50.

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Sebastian Delgado Estudiante de Ciencia Política FCPyS UNAM.Actual-mente está de intercambio en Beijing, China.

Hector Camacho Sanchez, Estudiante de Ciencia Política UAM-I Actual-mente de intercambio en Madrid, España

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“EL OTRO PODER: CRIMEN ORGANIZADO”

Said Ascencio Salazar Estudiante de la licenciatura en

Ciencia Política por UAM-I

Los poderes fácticos han estado presentes en el Estado mexica-no desde la conformación del

mismo, poderes eclesiásticos y militares han estado detrás del origen de un débil Estado independentista. Colaboraron y se incorpo-raron organizaciones empresariales, obreras y campesinas que se convirtieron en piezas clave en la conformación y fortalecimiento del Estado mexicano posrevolucionario. Pero en las últimas décadas se ha insertado un nuevo poder fáctico con capacidades y recursos únicos que los diferencian de otros poderes, incluso, han llegado a introducirse en el seno mismo de nuestras instituciones a nivel local, estatal y hasta federal. Este po-der es el crimen organizado, en sus distintas vertientes: narcotráfico, trata de personas, secuestros, extorsiones y hasta robo y tráfico de energéticos como el petróleo y gas natu-ral en las instalaciones mismas de Pemex.1

1 El hurto y tráfico de hidrocarburos se ha conver-tido en una práctica lucrativa para algunos cárteles mexicanos que buscan diversificar su mercado dentro y fuera de sus fronteras. VICE News realizó un video reportaje muy interesante sobre éste tema, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=mPEfArQU7tc (consultado: 10 de agosto de 2014)

Para entender el papel que ha jugado el cri-men organizado como poder fáctico habría que entender primero su definición. José Cavero, periodista español, entiende a los poderes fácticos como “aquellos grupos de presión con fuerza o potencia bastante como para alterar el curso normal de los aconte-cimientos, contrariando incluso decisiones de instancias o instituciones debidamen-te acreditadas o con solidez democrática”1

A nivel académico se ha introducido recien-temente el estudio de los poderes fácticos y se ha discutido ampliamente la exactitud para incluir al crimen organizado como un po-der fáctico, ya que a diferencia de los otros, se funda en lo informal e ilegal, es decir, en los hechos. Otros poderes fácticos pueden actuar legalmente y hasta se considera legíti-ma su influencia sobre el Estado y hacer pesar sus opiniones sobre el resto de la sociedad.

2 srael Lay Arellano, “Medios electrónicos de comuni-cación, poderes facticos y su impacto en la democracia en México”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 217 (Enero-Abril 2013): 255

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Sin bien es cierto que el crimen organizado no tiene ninguna intención en adueñarse del aparato estatal, la realidad es que existe un interés en corrom-per las instituciones y sus funcionarios para poder operar libremente, a conse-cuencia de ello la disputa por mantener la paz y el orden en un marco legal por parte del Estado y la del crimen organizado por continuar sus negocios ilícitos sin oposición, los ha confrontado disparando la violencia en los últimos años. Días después de la toma presidencial de Enrique Peña Nieto, en 2012, se acordó y se firmó el pacto por México, avalado por los prin-cipales partidos políticos nacionales, en el que se acordó una nue-va estrategia de seguridad dados los ínfimos frutos que Felipe Cal-derón cosechó para reducir el crimen y la violencia en su sexenio. Cabe recalcar que el Gobierno mexicano buscó recobrar cierto control en al-gunos sectores importantes dominados por poderes sindicales y empresaria-les, y es por medio de este pacto y las reformas perseguidas por él mismo como ha buscado recuperarlo. Una de ellas es la reforma educativa, ya consumada, que intenta recuperar la rectoría del Estado en la educación, misma que esta-ba controlada por el SNTE y su líder Elba Esther Gordillo, ahora encarcelada.

Por otro lado, hay quien sostiene, que un poder fáctico, como el cri-men organizado, sin ser parte del marco institucional, puede amena-zar, neutralizar y hasta influenciar las decisiones estatales como to-dos los demás. Para dejar más claro esto, Fátima Fernández señala que:

Fáctico viene de factum, hecho. Si lo unimos a la palabra poder, su significado apunta hacia la supremacía fundada en actos, en fuerza, en

dominio y, como dice la Real Academia en su segunda acepción, fáctico significa “basado en hechos o limitado a ellos, en oposición a teórico o

imaginario.1

Puesto así, la pregunta que se plantea en este ensayo es ¿De qué manera el crimen organizado amenaza al Estado constitucional dada la vital im-portancia que ha tomado este poder fáctico en los últimos años? Reto-mando las concepciones clásicas de Estado de Hobbes y de Weber, éste tiene el fin de conservar la paz en la sociedad por medio del monopolio legítimo de la fuerza, esta última investida de un aparato legal y consen-so de la sociedad, lo contrario a todo esto, sería la vuelta al estado de naturaleza hobbesiano y la consiguiente guerra de todos contra todos.2

3 Lay Arellano, 2564 Bobbio, Norberto, Estudios de historia de la filosofía, (Madrid: Debate, 1985), 262.

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La otra reforma, la de telecomunicaciones, busca arrebatar el monopolio de la radio, la televisión y la telefonía a los principa-les agentes de estos medios, como Televisa, Televisión Azteca y Telmex-Telcel, consoli-dando así la competencia y democratización de los medios de comunicación que México necesita. En ese mismo pacto se plantea im-plantar un nuevo esquema de coordinación policiaca y la creación de una Gendarme-ría Nacional, a la cual le competería la lu-cha directa contra el crimen organizado.1

Lo cierto es que, hasta Agosto de 2014, la Gendarmería no ha sido creada y las ac-ciones realizadas han sido insuficientes e incluso la violencia se ha recrudecido en al-gunos Estados del país como Tamaulipas y Michoacán. Además, aunque parezca que la violencia ha disminuido, esto tiene que ver con la información que circula. Muchos medios y periodistas han sido amenazados o asesinados, y por tanto, obligados a reti-rarse de su labor periodística, sumándole la poca información y las escasas cifras que ha presentado al respecto el gobierno de EPN.

5 Redacción Aristegui Noticias, ¿A qué poderes facticos se refiere el Pacto por México?, en Aristegui Noticias, (Diciembre, 2012) disponible en: http://aristeguinoticias.com/0212/mexico/a-que-poderes-facticos-se-refiere-el-pacto-por-mexico/ (consultado el 9 de Agosto de 2014)

Según informes de medios internaciona-les, como Newsweek, las cifras de homici-dios del primer año de gobierno de Enrique Peña, ascendió a 22 mil 732 contra 8 mil 867 del primer año de Felipe Calderón. In-cluso, según los datos del Instituto Nacio-nal de Estadística y Geografía (INEGI) en los 19 primeros meses de gobierno, Felipe Calderón Hinojosa llevaba 41 mil 396 ho-micidios; medios internacionales calculan que Peña lleva 55 mil 325. En el mismo pe-riodo, Calderón reportaba 873 secuestros y 5 mil 345 extorsiones; Peña Nieto acumula 2 mil 634 secuestros y 12,194 extorsiones.1

Esto ha dado como resultado que el miedo circule en numerosas localidades del país. Según datos de la encuesta ENVIPE 2013 del INEGI a nivel nacional en 2012, las activida-des cotidianas que la población (de 18 años y más) dejó de practicar para no ser víctimas de un delito fueron: usar joyas (65%), per-mitir que sus hijos menores de edad salieran (62%), salir de noche (55.1%), llevar dinero en efectivo (44.5%), llevar tarjeta de crédito o debito (37.9%) y salir a caminar (29.4%).2

6 Redacción Sin Embargo, La inseguridad en México se instala en la prensa extranjera, otra vez; los 19 meses de EPN no convencen, Julio, 2014, disponible en: http://www.sinembargo.mx/24-07-2014/1067574 (consultado el 9 de Agosto del 2014)7 Rubén Guzmán Sánchez, “Cuando el miedo nos alcance: ¿Ficción o futura realidad?”, Animal Político, (Julio,2014) disponible en:http://www.animalpolitico.com/blogueros-seguridad-180/2014/07/14/cuando-el-miedo-nos-alcance-ficcion-o-futura-realidad/#axzz37Ta2VTjz (consultado el 9 de Agosto del 2014)

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Pero a pesar de las precauciones, se ha visto como personas inocentes pierden la vida en el fuego cruzado entre los cárte-les, incluso, de gente que es sacada de su casa y asesinada sin ninguna razón por una venganza sin sentido como en Allende, Coahuila, quedando en completa impuni-dad y silencio el hecho, involucrando a las propias autoridades, cómplices e igualmen-te aterrorizadas por los zetas en la región.1

Es importante resaltar esto porque el mie-do y la sensación de inseguridad cambia la manera en como las personas conforman sus vínculos sociales, altera su relación con la comunidad y el área en que se desenvuel-ven. De acuerdo con un estudio del INE (2014) sobre “La calidad de la ciudadanía en México” un 72% de los entrevistados ma-nifestó NO confiar en las demás personas.”2

Esta misma desconfianza se ve reflejada en la poca credibilidad que tiene algunas institu-ciones y autoridades en algunas localidades de nuestro país. Sólo el 8% del total de los delitos son denunciados, el 92% restante queda sin ave-riguación previa y en la completa impunidad.3

8 Martinez Ahrens , Jan, Silencio, aquí se mata, en el portal de EL PAÍS, Julio 2014, disponible en: http://internacional.elpais.com/internacional/2014/07/05/ac-tualidad/1404594964_269006.html (consultado el 10 de agosto del 2014)9 Guzmán Sánchez Rubén.10 Ricardo Sepúlveda, “¿En realidad estamos mejor en seguridad?”, ADN Político, (Agosto, 2012) disponible en: http://www.adnpolitico.com/opinion/2012/08/15/opinion-estamos-mejor-en-seguridad-por-ricardo-sepulveda (consultado: 10 de Agosto del 2014)

A todo esto habría que agregar el encubri-miento y la corrupción constante en algu-nos Estados, incluso se ha evidenciado a autoridades locales tratando con el crimen organizado, el caso más sonado hasta ahora, el de los templarios con funcionarios de Mi-choacán. Lo cierto es que la vigencia de un Estado de Derecho y el desarrollo del país en un ambiente democrático se han opacado, poniendo en tela de juicio la capacidad del Estado para garantizar estas condiciones. El problema del crimen organizado se puede ver desde distintos enfoques, uno de ellos, estructural. La pobreza, las tremendas desigualdades, el poco y mal pagado em-pleo, lleva a los más pobres a formar parte de la larga fila del crimen. Otro factor, Es-tados Unidos, como principal importador de drogas y exportador de armas a México. El gobierno norteamericano ha tratado de hacerse corresponsable, por medio de la Ini-ciativa Mérida, de la situación en nuestro país en el tema del narcotráfico, pero ni el apoyo ha sido suficiente, ni la estrategia ade-cuada. Queda en manos de la sociedad civil organizada, primero, romper con la cultura del silencio, complicidad y corrupción que permite funcionar al crimen y permea tam-bién en nuestras instituciones. Reformar el Poder Judicial y transparentarlo para regre-sar la confianza perdida en las autoridades que tienen el mandato constitucional de pro-tegernos, así como mejorar la distribución del ingreso y crear más y mejores empleos.

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La labor no es fácil, tal vez lleve mu-cho tiempo, pero mientras el negocio ilí-cito siga siendo altamente rentable y la estrategia siga siendo la misma, el futu-ro de nuestro país es realmente incierto.

Concluyo citando una frase de Alberto Olvera:

“La construcción de la democracia en México pasa por el control de los poderes fácticos,

que dominan la vida pública.” 1

El Estado debe garantizar una vida pacífica y democrática a los ciudadanos, mismos que

otorgan legitimidad a las acciones del aparato estatal.

11 Alberto Olvera, Ciudadanía y legitimidad democrática en América Latina, (Buenos Aires: Prometeo, 2011), 335.

La otra reforma, la de telecomunicaciones, busca arrebatar el monopolio de la radio, la televisión y la telefonía a los principales agen-tes de estos medios, como Televisa, Televisión Azteca y Telmex-Telcel, consolidando así la competencia y democratización de los me-dios de comunicación que México necesita. En ese mismo pacto se plantea implantar un nuevo esquema de coordinación policiaca y la creación de una Gendarmería Nacional, a la cual le competería la lucha directa con-

tra el crimen organizado.1

Lo cierto es que, hasta Agosto de 2014, la Gendar-mería no ha sido creada y las acciones realizadas han sido insuficientes e incluso la violencia se ha recrude-cido en algunos Estados del país como Tamaulipas y Mi-choacán. Además, aunque parezca que la violencia ha disminuido, esto tiene que ver con la información que circula. Muchos medios y periodistas han sido ame-nazados o asesinados, y por tanto, obligados a retirarse de su labor periodística, sumándole la poca infor-mación y las escasas cifras que ha presentado al res-pecto el gobierno de EPN.

5 Redacción Aristegui Noticias, ¿A qué poderes facticos se refiere el Pacto por México?, en Aristegui Noticias, (Diciembre, 2012) disponible en: http://aristeguinoticias.com/0212/mexico/a-que-poderes-facticos-se-refiere-el-pacto-por-mexico/ (consultado el 9 de Agosto de 2014)

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“Kant: Una teoría de la razón prácti-

ca”

Pérez Alcántara Erik Oswaldo

Estudiante de la licenciatura en Filosofía UAM-I

La teoría política, ubicada en el marco de la moderni-dad, ha traído consigo una serie de afirmaciones que desfavorecen a la reflexión filosófica. Por un lado se piensa que la actividad política se ubica bajo el domi-

nio de una disciplina con un carácter descriptivo, es decir, con una función explicati-va con mira a lo que empíricamente es, la cual se ejerce a través de la ciencia política.

En segundo lugar, y como consecuencia de la primera, la Filosofía, enton-ces, queda circunscrita bajo un marco normativo o mejor dicho lo que debería ser.

El asumir cualquiera de estas dos interpretaciones da como resultado una diferen-ciación verdaderamente simplista: un empirismo político y un racionalismo filosó-fico. A decir verdad, la filosofía no deambula entre lo normativo y lo descriptivo sino que la misma reflexión filosófica articula ambas concepciones. En este sentido, la labor filosófica ofrece no sólo planteamientos de cómo debería ser tal o cual forma de go-bierno o accionar político, sino que de acuerdo a las circunstancias reales políticas, entonces se pregunta, cuáles son los medios reales y necesarios para su realización. Por extraño que parezca, la Filosofía Política se da a la tarea de efectuar la unidad entre la con-cepción racional o utopía y la realidad política. Kant representa, pues, a la figura del filósofo que contribuye con la labor de posibilitar la unidad de la que antes hablábamos. Este vínculo logrado desde la Crítica de la Razón Pura, entre lo empírico y lo racional, no sólo se desen-vuelve en términos epistémicos, sino también políticos, es decir, entre la utopía y el realismo.1

¿Al margen de qué condiciones tenemos que entender la teoría políti-ca de Kant como una práctica contemporánea? “Aunque Kant nunca escri-bió un tratado sobre política, en el conjunto de sus escritos sobre el uso prácti-co de la razón […] se encuentra implícita una teoría de esta actividad humana”2 Y esto a razón de que las condiciones históricas bajo las cuales vivió Kant (XVIII) obligan a detenerse, con extremo cuidado, en un concepto fundamental que edi-fica su teoría política: Ilustración. Kant lo define como “la liberación del hom-

1 Véase: Serrano Gómez Enrique, Filosofía Política: sus clásicos y sus problemas actuales Biblioteca Signos UAM, p.562 Serrano Gómez, Enrique, La Insociable Sociabilidad: El lugar y la función del derecho y la política en la filosofía práctica de Kant, Anthropos, 2004, p. 11

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De acuerdo con ello, la Ilustración se manifiesta como el valor de servirse por su propia ra-zón: la decisión racional-individual del abandono de su minoría de edad y al ser esto un acto autónomo de emancipación racional, lo definimos como un proceso ético político.

Como lo fue para Kant, y como lo es para nosotros, en el mundo práctico se observa una constante limitación de la libertad ética-política, es decir, una influencia sobre la toma racio-nal-individual de decisiones, motivo por el cual es necesario impulsar a los hombres hacia esa superación de la minoría de edad. Sin embargo, es cierto que ese proceso de ilustración no se puede anular, la auto legislación tarde o temprano termina por afirmarse en el individuo, sin embargo cabe la pregunta, ¿Cuáles son los mecanismos que tienen que realizarse para la auto emancipación?

La respuesta que Kant ofrece a éste cuestionamiento es el antagonismo. Esto signifi-ca que el desarrollo de la razón es una disposición del hombre a individualizarse, pues “si vienen sociedad se siente más cómodo, tiene una tendencia a aislarse, pues al que-rer disponer de todo, sabe que entrará en conflicto con sus semejantes”1 generando así una insociable sociabilidad. Este antagonismo se manifiesta como una resistencia del in-dividuo a permanecer en un estado paternalista, estado donde su razón no es autóno-ma, por lo que esta actitud no tiene que ser referida como un mal, pues, de acuerdo con lo que se ha dicho, el acceso al bien no es dictaminado, sino conquistado.

Su razón manifiesta ahora sus propios fines, los cuales al mismo tiempo difieren en cuanto a otra conciencia emancipada y así continuamente. Similar a las teorías contractualistas, si se ha-bla de un estado de naturaleza en Kant, este tiene que ser entendido como aquella situación en donde sólo existe el derecho privado, es decir, sin ningún apoyo del orden civil. Así entonces, es el hombre quien de un modo arbitrario, comienza a apoderarse de las cosas, pero cierto es que ese arbitrio no es suficiente para obligar a los demás a respetar la propiedad. Esto da fundamen-to al hecho de que en ese estado antagónico, los hombres necesiten de un amo, esto para lograr la conformación de un gobierno civil, el cual limite la libertad de los individuos.

Que el hombre necesite de un amo o señor, es causa de que el individuo abusa de su liber-tad con sus iguales, es decir, la concepción que tiene Kant, no dista mucho de la que tuvieron Maquiavelo y Hobbes, pues Kant considera al individuo como un ser egoísta. La implemen-tación del amo, a la que Kant refiere, se da a razón de “que éste le obligue [al individuo] a obedecer una voluntad valedera para todos, para que cada uno pueda ser libre”2

4 Ibid., p.465 Ibid. p. 51

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El conflicto ahora es: si hay que obedecer a las leyes que ese amo imple-menta, entonces ¿Cómo hacer compatible a la política con la libertad? Lo cierto aquí es que para Kant la razón se materializa o se hace real a través de las leyes, las cuales se apoyan tanto en la razón como en el deber, de ahí que todo poder legítimo tiene que ser resultado de un acuerdo que com-promete a todos, pues se manifiesta a la luz de la razón. En otros términos, si la política es la búsqueda de la paz, entonces se tienen que aceptar de-beres hacia con los demás. Sin embargo, el conflicto de la obediencia a un amo es que, este es un ser humano y por tanto una bestia, el cual a su vez necesitaría de otro amo y así hasta lo inacabable, por ello Kant argumen-ta que la obediencia, más que a un amo, se tiene que realizar a un poder legítimo que no tiene que entrar en conflicto con los imperativos éticos.

Según lo dicho, para Kant, en la dinámica social, entendida como dinámica antagónica, y por ello de conflicto, es indispensable que se geste un acuerdo generalizado (un pacto) que permita armoni-zar cada uno de los fines racionales sin tener por ello que recurrir a una abolición o coacción de carácter violento. La lógica kantiana, para el establecimiento del pacto es una asociación que constituye un poder que da garantía al derecho y por tanto a la libertad. Lo más cercano a este ideal, es la concepción de un Estado Republicano.

La aplicación de ese pacto o contrato original es de carácter regulativo, es decir, se trata de la idea de que el amo debe gobernar “como si” su ley debiera ser aplicable para todos, haciendo de su función la búsqueda de la propia felicidad. El soberano debe respetar la autonomía moral, es decir, su ley no debe entrar en conflicto con los derechos de los demás. En todo caso, si para Locke el poder era de características descendentes (emanado por Dios para los hombres) Kant, y su liberalismo, postula más bien un poder de carácter ascendente, pues son los individuoslos que crean al Estado.

Ahora bien, la constitución de ese Estado Civil, requiere no sólo el he-cho de superar al estado de naturaleza en el interior de cada nación, sino hacerlo de entre las naciones. Esto quiere decir que no se trata únicamente de la regulación o establecimiento del pacto dentro de una nación, pues nada prohíbe a ésta pretender ser soberano de todas las naciones vecinas. Es por eso que a juicio de Kant, es necesaria la for-mación de una Federación, la cual obligue a los Estados a garantizar la libertad de los ciudadanos, pues sólo aboliendo la guerra como me-dio para afirmar el poder, es posible una paz perpetua. El poder polí-tico, por tanto, tiene que ser sometido a normas racionales pues sólo el derecho es la condición para que la moral pueda funcionar. Quizá el inconveniente kantiano sea que la Federación carece de un poder coercitivo para aquellos que rompen el pacto, sin embargo, esto es a ra-zón de que sólo la posibilidad de la paz perpetua permite que el hom-bre actúe por el deber mismo. El objetivo de Kant, es que el hombre llegue a ser racional a través de la superación de la minoría de edad.

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Cuando exponemos ésta teoría de Kant, nos encontramos con la convergencia de otra filosofía de la historia como la de Rousseau, que de acuerdo a las condiciones de los indi-viduos en el estado de naturaleza, lo importante no es la formación del Estado civil, sino el fundamento racional, el cual se basa en la legitimación del poder político conforme a la expresión de una autodeterminación, es decir, ambos dan fundamento legítimo de la obediencia al derecho, así como a la ley. El contrato social es para Rousseau y Kant el medio legítimo capaz de reconocer la autodeterminación para la instauración del poder político.

Sin embargo, para Rousseau las desigualdades no tienen mayor relevancia: el estado natural no necesita de la implementación de ninguna ley, pues esto no conduciría sino a su degeneración. Rousseau es un crítico de la sociedad. La historia no resulta, a su juicio progresiva, pues el vicio siempre triunfa sobre la virtud. Pero, una vez dado el tránsito de lo natural a lo civil el Estado tiene que dar garantía de la primacía de los asuntos públicos sobre las voluntades particulares.

Por su parte, la apreciación que tiene Kant de la historia, es el hecho de que ésta sí tiene un carácter progresivo, donde dicho progreso se da a partir de la insociable sociabilidad.

Es pues necesario señalar que el antagonismo histórico, es el motor del desarro-llo racional, pues obliga al hombre a desarrollar todas sus capacidades intelectuales. Tal vez Kant habría preguntado a Rousseau que si las cosas no son propensas a una mejora, es decir, si el individuo no está orientado hacia su perfeccionamiento ¿Para qué cumplir con el deber? Una visión pesimista, según Kant, no podría sino hacer decaer a la moral.

Kant orienta el contractualismo hacia un orden de mayor profundidad, pues si bien reconoce que la teoría contractual se mueve en un marco normativo, no por ello pierde la posibilidad de una realidad social. El individuo ya no sólo con-forma un ideal colectivo (Voluntad General) sino que tiene la capacidad de ac-tuar y expresarse libremente. La cultura no es antinatural, como lo decía Rous-seau, sino incluso es parte de la naturaleza del sujeto, por lo que lejos de ser el Estado una homogenización de los arbitrios individuales, el contrato de Kant siempre hace del individuo una realidad particular, plural y por tanto conflictiva.

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GERARDO AMBRIZ ARÉVALOLA RELACIÓN PERVERSA ENTRE EL ESTADO Y LA TELEVISIÓN Hasta antes de las elecciones presidenciales de 2012 en México, pocos le daban importancia a la relación estrecha y perversa existente entre el poder del Estado y el poder de la Televisión. A raíz de dichas elecciones, se llegó incluso a decir que el consorcio televisivo más poderoso de México (Televisa) impuso a Enrique Peña Nieto. Debido a esto, creo importante revisar con detenimiento algunas teorías que se han referido al poder de la televisión, para entender me-jor el fenómeno y encontrar posibles salidas. Son cuatro las teorías que más se pueden acercar al problema o consecuencias que trae la televisión para la vida política de una sociedad: la del psicólogo social John Condry, la de los filósofos y teóricos sociales Theodor Adorno y Max Horkheimer, la de Jürgen Habermas, y, por último, la teoría marxista en general. El primer modelo de análisis es el desarrollado por John Condry, analiza el conte-nido de los programas consumidos y la forma en la que repercute en los televidentes, en par-ticular; y en la sociedad norteamericana, en general. Señala, entre otras cosas, la mala calidad de éstos, el alto contenido de violencia y sexo, la estereotipación de los personajes masculinos y femeninos en las producciones, las historias que denigran a las personas de condición económica baja, o que promueven el racismo, el machismo y la xenofobia. Y por si fuera poco, programas que inducen a todo tipo de vicios y manías antisociales. Todo esto trae como con-secuencia, dice Condry, problemas de salud como la obesidad y las adicciones. De obesidad, que viene tanto de la inactividad de los niños al observar la televisión, como a la incitación de los comerciales a comer comida chatarra; y las adicciones, que son producto del constante bombardeo de imágenes que impulsa a los televidentes a consumir algún tipo de droga1 . La segunda teoría que ponemos a consideración es la que realizaron Adorno y Horkheimer en la obra Dialéctica del iluminismo. El análisis de estos autores se centró en encontrar todos aquellos factores que participan en el proceso de racionalización que, desde que se echó a andar en la Ilustración, ha servido más para la opresión humana que para su emancipación. Adorno y Horkheimer, a diferencia de Condry, consideran a los medios masi-vos de comunicación como una empresa capitalista más, como una “industria cultural”. La función esta industria es mantener al margen de cualquier crítica a los consumidores del “arte” y el entretenimiento, pues a través de esto, son manipulados y apaciguados por diversas vías: al consumir ideas que los tratan de convencer de que todo está bien, o les ofrecen diversión “para que se fuguen del último pensamiento de resistencia que la realidad puede haber dejado aún”2 . Señalan que los medios sirven para atomizar y desmovilizar a los individuos, pues la única fraternidad que promueven y aceptan es la del deporte, y tienen el cuidado de “no dar al consumidor jamás la sensación de que es posible oponer resistencia”3 , y sí la consigna de in-fundir la cobardía desde la infancia ya que “el Pato Donald en los dibujos animados como los desdichados en la realidad reciben sus puntapiés a fin de que los espectadores se habitúen a los suyos”4 . La tercera forma categorial de acercarse al problema de los medios es la que propone Habermas, en su obra Historia y crítica de la opinión pública, donde analiza las circunstancias que permitieron la formación, en el siglo XVIII. Habermas valora positivamente las bondades que para la sociedad de ese tiempo conllevó una esfera pública que incluía a los medios im-presos, que además de haber servido como factos de politización de los participantes en ella, daba las condiciones necesarias para la formación de una opinión pública surgida de debates basados en argumentos racionales.

1 Condry denuncia que en Estados Unidos por cada anuncio que advierte del peligro de caer en las drogas, la televisión transmite seis que induce a consumirlas. Ibid., p. 74. 2 Ibid., p. 174 3 Ibid., p. 171. 4 Ibid., p. 167.

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Y, por otro lado, no dejó de señalar la degradación que sufrió la opinión pública cuando fue invadida por el mercado mediático que se reflejó en cuatro problemas: 1) la substitu-ción de una opinión pública por un “consensus fabricado” unilateralmente y sin discu-sión racional1 ; 2) una comunicación disfuncional que pone de un lado de la pantalla a “expertos” (tecnócratas), y del otro a “consumidores receptivos”2 ; 3) el sometimiento del Estado al poder televisivo que pone a sus servicios un marketing político para vender la imagen de los políticos a los consumidores o votantes3 ; 4) la depravación de las asambleas parlamentarias al convertirse en “reuniones propagandísticas, en las cuales los presentes, si llega el caso, pueden aparecer ante las cámaras de televisión como estadistas sin paga” 4. El cuarto modelo de análisis que proponemos para entender el problema de la televisión es el marxista. Para el marxismo, la televisión es el aparato ideológico por excelencia, que capta la atención de la mayoría de la población (no siempre con informa-ción fidedigna, casi nunca con análisis objetivos, e invariablemente buscando el escándalo y la espectacularidad) y tiene una capacidad de influir sobre la “opinión pública” en mayor medida que todos los medios restantes juntos. Y gracias a ese poder de influir y manipu-lar, tiene un lugar importante dentro de la reproducción del capitalismo, al lado, claro, de otros aparatos ideológicos (la familia y las escuelas) y represores (policías, ejercito, cárceles) del Estado, y con todo un método dentro de los lugares de trabajo que hace dependientes a los trabajadores del capital. Sin embargo, los estudios que se han hecho desde el enfoque marxista5 han mostrado que la televisión tiene un poder que va más allá de los aspectos ideológicos, pues tiene un poder económico que otros aparatos ideológicos no tienen. Reconocen que la televisión sí contribuye al ocultamiento y legitimación de la explotación (o a la producción y reproducción del sistema capitalista) lo mismo que los demás aparatos ideológicos; pero también señalan que la televisión desde su nacimiento ha ido acumulando de forma acelerada grandes cantidades de dinero que la han convertido en un dominante poder económico y, por ende, político (piénsese en la telebancada y en la imposición de Peña Nieto), pues desde su tribuna dicta leyes que refuerzan el statu quo. Ahora bien, con el análisis marxista se puede entender que el poder económico de la tele-visión se debe a que, convencidos de su penetración e influencia, las empresas y políticos destinan grandes recursos económicos para su promoción, haciéndola cada vez más pode-rosa. Y si a eso le agregamos que la industria televisiva, muchas veces monopólica, tiene la posibilidad de postular (¿imponer?) candidatos para cargos de elección popular, más aún, tiene la capacidad de promover, o desbarrancar, la candidatura de un aspirante a la presi-dencia de un país, lo que nos queda es una institución cuasi omnipotente que impondrá sus intereses particulares y de clase por encima de las del resto de la formación social. En vista de esto, del análisis marxista no se puede sacar otra conclusión que la siguiente: dado que la televisión está fuertemente ligada al sistema capitalista, el problema de la televisión (y de la explotación) no será resuelto si la sociedad no se une y organiza para luchar políti-camente contra los intereses de las televisoras y, en general, de las clases dominantes.Quizás las conclusiones a las que se llegan, al adoptar este cuarto marco teórico, nos pinten un camino muy escabroso para alcanzar una sociedad verdaderamente democrática y libre de explotación, pues para el marxismo no sólo se tiene el obstáculo de la televisión sino también todo un sistema de producción en el que “una vez que la explotación del obrero por el fabricante ha1 Ibid., p. 222.2 Ibid., p. 203. 3 Ibid., p. 203. 4 Ibid., p. 243 5 Por mencionar alguno tenemos: Taufic, Camilo: Periodismo y lucha de clases. La información como forma del poder político, Nueva Imagen, México, 1989.

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concluido… caen sobre él las partes restantes de la burguesía: el casero, el tendero, el prestamista” . Sin embargo, con esa postura no hay razón para las lamentaciones (como las de Condry que sólo dice los efectos del problema sin señalar las causas), ni para el pesimismo (como en Adorno y Horkheimer, que ven el problema y sus causas, pero no creen en las soluciones), ni mucho menos para el optimismo desbordado (como el de Habermas, que sueña con una democracia con tele y capitalismo). Y sí tenemos muchas razones para la lucha política (lucha por la transformación de leyes y conquista del poder político), pues Marx y Engels nunca se cansaron de decir que el sistema capitalista no es algo natural e impuesto por alguna divinidad trascendente, sino un sistema construido por el hombre y, por lo mismo, transformable por el hombre mismo.

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