Revista ComLib n° 1

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    Comunismo LibertarioDiciembre 2011

    Impreso en Argentina

    Editores de la edicin chilena:Jos Antonio Gutierrez Danton y

    Gabriel I. Rivas Castro

    Editores de la edicin argentina:Centro de Estudios Libertarios Rojo y Negro,

    Lnea Anarco Comunista (LAC)

    Diseo y diagramacin: LAC

    Imagen Portada: CataContacto:

    [email protected]@gmail.com

    [email protected]

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    E D I T O R I A L

    Editorial a la edicin actual.........................................................................6Editorial a la edicin original....................................................................9

    E N S A Y OEl anarquismo y el problema del poder ........................................................12La juventud hegeliana de Mijail Bakunin....................................................30

    E S P E C I A LPresentacin al especial de G. Fontenis.......................................................42Georges FontenisUna figura internacional del comunismo libertario.........................................45Presencia en los sindicatos...........................................................................59Chile:el socialismo sin la revolucin?...........................................................65Chile: Significado de Un Golpe.....................................................................69

    La URSS, Capitalismo de Estado................................................................73Que fue la ICL............................................................................................81Entrevista a Georges Fontenis.....................................................................86

    P O L T I C A Conversacin con Juan Carlos Mechoso....................................................99

    D O C U M E N T O SOposicin bolchevique a Lenin................................................................122La Revolucin Rusa de 1905....................................................................146La Revolucin en Rusia.............................................................................152Basta de Ilusiones!....................................................................................159El Terror en Rusia.....................................................................................167Declaracin de la Revolucin Coreana......................................................174

    Talhwan: Lo que defendemos...................................................................191

    I N D I C E

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    Editorial a la edicin actual

    La revista que hoy presentamos es reedicin de la publicada recien-temente en Chile, pas cuyas caractersticas econmicas, sociales y polticasson diferentes a las nuestras. Somos conscientes de la necesidad de contar, en

    el presente perodo de la situacin en Argentina, con una herramienta de an-lisis y reflexin crtica sobre teora e historia y de interpretacin de las luchassociales y polticas que oriente la accin de los trabajadores hacia la emanci-pacin por una va anarquista. Esto lo compartimos plenamente con nues-tros camaradas chilenos y en el camino de nuestro propio proceso de cons-truccin encontraremos un sinnmero de puntos de coincidencia con ellos.

    La construccin de una perspectiva de accin comunista anr-

    quica se expresa en un programa. Su realizacin que es sntesis entre

    EDITORIALALAEDICINACTUAL

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    la finalidad social y la caracterizacin de las condiciones de la realidad yla que habilita una propuesta estratgica y tctica que permita alcan-zar dichos objetivos slo ser posible si se parte de la comprensin delas relaciones materiales objetivas y subjetivas de nuestra sociedad.

    La militancia revolucionaria no es slo un bello ideal o unaactitud esttica o tica sino una accin constante capaz de sinteti-zar la teora con la prctica. Debemos comprender que a la vez quees fundamental devolver al anarco comunismo a su lugar de origen,el seno de la clase obrera es igualmente crucial que la militancia co-tidiana vaya acompaada de una comprensin de las situaciones queoriente dicha prctica y la aleje del seguidismo ciego a la coyuntura.

    Si nos proponemos sentar las bases de una elabo-racin programtica que nos permita avanzar como co-rriente en el seno de la clase obrera, no ya en base a criteriosidealistas ni autocomplacientes, sino teniendo en cuenta los condiciona-mientos de la realidad debemos generar las herramientas para poder leerla.

    Con este fin un conjunto de compaeros hemos conformado el Cen-

    tro de Estudios Libertarios Rojo y Negro. No con la intencin de reemplazarcon vagabundeos filosficos las necesarias tareas de organizacin de los ex-plotados y la incidencia en la vida material concreta. Tampoco como lugarseguro en el cual retirarnos de la realidad mientras afilamos, supuestamen-te, las armas de la crtica para erigirnos en pretendidos sabios que darnlas indicaciones pertinentes a los sujetos revolucionarios cuando llegue elmomento adecuado. El Centro de Estudios Libertarios se reconoce comoun espacio necesario de anlisis de la realidad en coordinacin con todos

    los agrupamientos del movimiento libertario que levantan el anlisis mate-rialista histrico de la realidad, el clasismo y la necesidad de la organizacin.

    En este sentido, tanto el Centro de Estudios Libertarios Rojo yNegro como la Lnea Anarco Comunista#, consideramos central que losque militamos por el comunismo libertario nos demos un espacio serioy profundo de discusin y difusin de trabajos de investigacin. Por elloes que decidimos aunarnos y sumar nuestras fuerzas a este proyecto im-pulsado por compaeros de la regin chilena. Esta revista, la edicin quepresentamos y que seguiremos desarrollando de forma conjunta con los

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    Editorial a la edicin actual

    compaeros que levantaron desde el comienzo el comit editorial, surgejustamente como una forma de aportar al desarrollo terico y poltico denuestra corriente, no como una aspiracin intelectual y abstracta, sinocomo una exigencia para incidir de forma correcta en la lucha de clases.

    Centro de Estudios Libertarios Rojo y Negro

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    Hace ya un tiempo se ha venido planteando la necesidad de hacerdel anarquismo un instrumento de masas, un prisma a travs del cual sepuedan disear las estrategias que ayuden al empuje del movimiento popu-

    lar por alcanzar su emancipacin.

    Como anarquistas hemos evaluado que hay al menos dos elemen-tos a desarrollar: por un lado, la insercin con propuestas y objetivos con-cretos y claros en el mundo social, hacindonos parte de las experienciasdirectas de lucha; al mismo tiempo que vemos, como necesario y comple-mentario, el desarrollo de un polo libertario capaz de canalizar dicha ex-periencia, desarrollndola reflexivamente en nombre de la construccin de

    un referente que oriente la lucha de los explotados y oprimidos, capaz de

    EDITORIALALAEDICINORIGINAL

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    guiarles bajo los estandartes rojo y negro del anarquismo histrico.

    Si bien la idea de repuntar en la insercin social parece algo bas-tante ms claro, el segundo punto, creemos, no lo es tanto.

    En nuestra opinin, el desarrollo de un polo poltico anarquis-ta, con claras intenciones de transformarse en una organizacin partidariaefectiva, es la forma ms adecuada al contexto. Su importancia no es unadecisin sujeta al capricho, sino al contexto efectivo en que el anarquis-mo chileno re-emerge. Pues, a diferencia de otros pases, Chile carece deuna tradicin anarquista arraigada y ha hecho su aparicin como respuestaespontnea de diversos sectores -en su mayora concentrados en la juven-

    tud- a las formas tradicionales del quehacer poltico revolucionario, hege-monizado por la tradicin marxista-leninista y sus derivados ms o menospragmticos.

    De esta forma, considerando el contexto, vemos en la organizacinpoltica anarquista la mejor forma de canalizar y catalizar la experiencialibertaria, al mismo tiempo que somos capaces de forjar una piqueta queayude a romper la gruesa capa que cubre el petrificado imaginario poltico

    de los militantes ms activos. Porque a pesar de estas pesadillas heredadasque presionan la cabeza de los vivos, los militantes ms activos se quitan loslastres al calor de la experiencia, son crticos a esta herencia y buscan alter-nativas a la tradicin, ven la necesidad de trastocar los nfasis en la cons-truccin poltica y las estrategias revolucionarias, apelando cada vez msal trabajo horizontal, descentralizado, que supere la clsica divisin entredirigentes y dirigidos, buscan que las masas hagan su propia experiencia,forjen y pulan sus espacios naturales y sean ellas, potenciadas por los secto-

    res polticos organizados, las que construyan su propio camino.

    Entendemos que el arduo sendero de la construccin de una orga-nizacin poltica revolucionaria, nutrida de un campo libertario ms am-plio y diverso, est cruzado por muchas expresiones que, medindose lasunas a las otras, conforman la experiencia efectiva. Dentro de esa serie demediaciones es que consideramos a la teora y por tanto, a esta pequea pu-blicacin, como una necesidad. La profundizacin terica de la experiencia,ya sea pasada o presente, es fundamental.

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    En otras palabras, en este campo complejo y vivo que apuesta aforjar la hegemona del anarco-comunismo en el mundo popular, dondeste sea la perspectiva estratgica predominante, apostamos a que Comu-nismo Libertario potencie el debate terico y poltico-programtico de loslibertarios comprometidos con la lucha popular, que les aporte elementospara el desarrollar las estrategias, las directrices orientadoras del da a day atraiga al campo anrquico a los compaeros que, venidos de otras he-rencias polticas, ven la necesidad de apoyarse en el comunismo libertario.

    Esta revista no pretende entramparse en debates acadmicos, sinoque apuesta a desenredar y clarificar ciertos aspectos del debate militante,terico, poltico e histrico.

    Si bien hoy existen algunas revistas que pretenden aportar en di-cho sentido, creemos el aporte de comunismo libertario no es excluyente,sino complementario, al mismo tiempo que hace ms nfasis en los aspec-tos ideolgicos del movimiento. No esperamos ser un medio que hable yplante todos los temas del anarquismo social y organizado, sino que seacote a la teora (como debate estratgico o de los fundamentos del anar-quismo clasista y combativo) as como a la poltica (la actualizacin con-

    creta de dichas directrices histricas caractersticas del movimiento) y lahistoria (como el campo vivo de enseanzas, nacionales o internacionales)

    Esperamos concretar nuestro objetivo y ser una compaa fiel enla dura lucha que nos toca vivir como anarquista comunistas que somos.

    Salud y revolucin social

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    El anarquismo y el problema del poder

    Una organizacin es realmente revolucionaria, si se plantea y resuelve adecuada-mente el problema del poder.

    FAU, 1972

    La revolucin poltica -coetnea y realmente inseparable de la revolucin social, de

    la que ha de ser, por as decir, la expresin o manifestacin negativa- ser, ya no una transfor-macin, sino una grandiosa liquidacin del Estado.

    M. Bakunin, 1870

    En 1917, en plena revolucin rusa y durante su huida a Finlandiaa raz de los intentos del gobierno provisional por arrestarlo, Lenin escribesu conocido libro El Estado y la Revolucin1. Segn G. Walter2, slo hacia1950 este texto cannico contaba con ms de 127 ediciones, en 33 idiomas

    1 Lenin, El Estado y la Revolucin, Ediciones en lenguas extranjeras, Pekn, 1966.2 Walter, Gerad Lenin, Editorial Grijalbo, Mxico, 1959

    ELANARQUISMO

    YELPROBLEMADELPODERBakunin y la federacin

    de las comunas

    Gabriel Rivas I. Castro

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    Comunismo Libertario

    diferentes y con un total de al menos 3.747.000 ejemplares. Ya 60 aos hanpasado desde ese cmputo. Si bien la gran maquinaria sovitica se ha hechoaicos, no dudamos que esa cifra ha aumentado exponencialmente, perpe-tuando lo insoslayable del texto para todos aquellos que se han planteadoalguna vez el tema de las formas del poder proletario al momento de asumirla superacin de la sociedad capitalista.

    Ms all de lo que implica este texto en el contexto en que fueescrito, donde se revitaliza una discusin olvidada por el marxismo orto-doxo practicado por la Socialdemocracia Alemana, la que enterrada en supropio reformismo haba dejado de lado el asunto esencial del poder y laruptura revolucionaria; ms all de eso, decimos, lo esencial del Estado y

    la revolucin es que desarrolla los fundamentos de la frmula general deaquello que debe ser la mxima preocupacin de todo sector revoluciona-rio: el problema del poder. El Estado y la revolucin amalgama en un soloescrito el problema del proletariado, la vanguardia, el partido y el Estado,todo esto ordenado en una estructura ascendente y con efectos retroactivos,de ah que sea un texto fundamental.

    En nuestra opinin, una perspectiva revolucionaria es tal slo por-

    que es capaz de resolver este espinoso problema, de crear una alternativaconcreta de superacin al aparato de dominacin de clase, dejando el ca-mino libre para la imposicin de un modo de produccin diferente, basadoen las decisiones racionales de los productores libremente asociados. De ahque una de las ideas centrales del El estado y la Revolucin sea, ms querestituir la ortodoxia marxista en torno al problema del Estado, constituir alos bolcheviques como los nicos capaces de asumir consecuentemente loque aparece amalgamado en la teora del marxismo, segn Lenin. Es por eso

    que Lenin debe lidiar al menos con tres posiciones. Por un lado con Kauts-ky, representante de la fatigada y adormecida socialdemocracia alemana;Pannekoek, que si bien se gana los halagos de Lenin a propsito de su textode 1912 Acciones de masas y revolucin3, por asumir la destruccin de lamaquinaria estatal, este lo considera an muy poco claro; pero as tambin,y ms importante an, debe intentar superar a la tradicin anti-estatistapor excelencia: el anarquismo.

    3 Sobre los debates entre Kautsky y Pannekoek, ver: Debates sobre la huelga demasas (segunda parte), Cuadernos Pasado y Presente, n63

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    El anarquismo y el problema del poder

    Los anarquistas de Lenin aparecen al menos dos veces de formaclara. Una, en el punto 2 del IV captulo, rememorando la vieja discusinsostenida por Engels contra estos y luego en la primera parte del captuloVI, donde Lenin hace un extrao movimiento: al mismo tiempo que arreglacuentas con su viejo maestro Plejanov, colocndolo en su lugar a prop-sito de un conocido panfleto escrito contra el anarquismo (Anarquismoy socialismo4 de 1895 y que no es ms que un gran conjunto de confu-siones), lo acusa de saltarse lo central del debate: la cuestin del Estado yla revolucin y del Estado en general. Como argumento subordinado -yque es lo que nos interesa resaltar-, pretende limar toda las cualidades delanarquismo revolucionario al colocarlo como una perspectiva que no haaportado nada que se acerque siquiera a la verdad en punto a estas cuestio-

    nes polticas concretas: hay que destruir la vieja mquina del Estado? Y conqu sustituirla?5. Pero qu buscaba tal pregunta? Simplemente suprimiral anarquismo como alternativa revolucionaria, dejarlo de lado como unmovimiento que, si bien, en primera instancia se muestra lleno de buenasintenciones y con cierto grado de verdad respecto del Estado, es incapazde asumir la tarea concreta, siendo impotente en trminos revolucionarios.

    Pero es cierta tal acusacin? Lamentablemente, en la izquierda

    que nos es tradicional, el anarquismo se ha ganado un puesto bastante mar-ginal, al mismo tiempo que se le reconoce como el alma bella de la tradi-cin revolucionaria, si es que no como el extremo del voluntarismo revolu-

    4 Segn el padre del marxismo ruso, Los anarquistas no quieren saber nada elparlamentarismo, porque ste no hace ms que adormecer al proletariado; no quiere sabernada de las reformas, porque las reforma constituyen otros tantos compromisos con las clasesposeedoras; quiere la revolucin, una revolucin simplemente, entera, inmediata, directamenteeconmica. Para llegar a este fin, se provee de una marmita llena de materias explosivas y laarroja contra el pblico de un teatro o de un caf. El anarquista afirma que al hacer esto, realiza

    una parte de la revolucin; a nuestro juicio no se trata ms que de locura directamente furiosa.Obviamnte Plejanov amalgama dos tendencias disimiles del anarquismo, una que va desde susorigenes y tiene una fuerte carga revolucionaria, basada en la accin directa y que tiene comoexpresin la lucha contra el parlamentarismo y el reformismo en general, y otra tendencia quetuvo cierta publicidad a contar del Congreso de Londres en 1881, que da origen a la nuncaactiva Internacional Negra, donde muchos libertarios, obnubilados optan por los atentadosindividuales, dejando de lado los principios ms bsicos de la accin clasista del anarquismo.Esta misma opcin tctica, que muchos han levantado a un plano estratgico, es la misma quealiment el imaginario burgus, del cual gran parte de la tradicin marxista se sujeta paradenostar al anarquismo, dejando en claro que muchas veces estos intelectuales no son sinomediocres conocedores de otras corrientes del socialismo, que hacen nacer al marxismo desdesu ombligo para verlo atardecer en sus propios traseros. Ver, Contra el anarquismo (que es el

    ttulo dado por Ediciones Calden al opsculo), Pg 108.5 Lenin, Op. Cit. Pg. 128.

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    cionario o un mero delirio individualista bien intencionado, por nombraralgunos casos, pero todos coinciden en su incapacidad de hacerse cargo delos problemas de fondo. Constantemente al anarquismo se le niega su po-tencial revolucionario, se lo coloca como una idea ejemplar, capaz de inspi-rar a muchos pero no como un arma real, con grandes potencialidades paraprofundizar las grietas propias de la sociedad de clase. As Bakunin, porejemplo, es un gran hroe romntico, pero sin propuesta revolucionaria6.

    Es por eso que, en esta serie de artculos, nos interesa desmitificaresa idea tan comn a partir de cuatro experiencias revolucionarias concretasy que, en nuestra opinin, recogen lo mejor y ms decidido del anarquismo.Los cuatro ejemplos que trataremos en esta corta serie se destacan por ser

    efectivamente alternativas de poder, empeos reales no slo por declamara favor de una sociedad de productores libres e iguales, sino que se esforza-ron, tanto terica como prcticamente, en llevar eso adelante, hacindoseparte de profundos procesos sociales que, como tales, colocan la cuestindel poder a la orden del da. Si bien no son experiencias que pueda eximirsede la crtica, creemos que marcan el camino correcto, el espritu rector quedebe guiar la practica libertaria real.

    Pero antes de pasar directamente al primero de los cuatro ejem-plos, vale la pena agregar algunos elementos que puedan dejar en claro laidea que tiene el anarquismo respecto del Estado, ya que, como bien se de-duce del texto de Lenin ms arriba citado, el problema del Estado no es sloun problema instrumental, sino que resume la concepcin de poder quese tiene a la hora de enfrentar un proceso revolucionario y los medios queasume dicho proceso para superar los obstculos que le son propios

    6 Un ejemplo de ello es el comentario de E. H. Carr sobre Bakunin en su libroLos exiliados romnticos. Para el historiador ingls, el anarquismo no es una propuestarevolucionaria, un programa, fundamentado y mediador de la fuerza histrica del proletariado,sino que es una perspectiva romntica pre-marxista. En sus propias palabras, el anarquismoera la meta ltima del pensamiento poltico de Bakunin, simplemente la nica salida -o lgicareductio ad absurdum- de la doctrina romntica y es que slo Cuando Karl. Marx sustituya Herzen y a Bakunin como la figura ms prominente de la Europa revolucionaria empez elamanecer de la nueva era. Estas descalificaciones recorren los textos de varios acadmicos ms.Otra muestra ms de como la ignorancia hace ctedra. E. H. Carr Los exiliados romntico,galera de retratos del siglo XIX, Anagrama, 2010, pag.259 y 415.

    Otro importante historiados como Hobsbawn, que insiste en colocar al anarquismocomo un primer movimiento primitivo, antesala de un verdadero proyecto revolucionario

    que no slo resalte la actividad espontanea de las masas, sino que sea capaz de dirigirle Ver,Revolucionarios, ensayos contemporneos, Crtica, 2003, pag. 121 y sigts.

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    El anarquismo y el problema del poder

    ELESTADOSEGNNOSOTROS, LOSANARQUISTAS.

    Como bien es sabido, el Estado es un tema crucial para el anar-quismo y cruza la gran mayora de sus reflexiones.

    Ya las viejas controversias contra el anarquismo, lo plantean, ni-camente, como una negativa al Estado, pero, yendo ms lejos, y al concebirel tema del poder slo de unaformaestatista, esta negativa los lleva a dedu-cir que el anarquismo simplemente rehuye del tema del poder, sin ser capazde pensar que los anarquistas nos formulamos el problema del poder y loresolvemos de unaformano estatal.

    El tema del Estado se vuelve ineludible, no por una pura negacinabstracta, sino porque sintetiza las ideas que el anarquismo tiene sobre esteespinoso problema que es el poder. As, las respuestas que entrega el anar-quismo respecto de la naturaleza del Estado estn ntimamente vinculadasal que este tiene en la lucha de clases y el qu deben hacer los movimientosrevolucionarios al respecto, es decir la posicin del anarquismo respecto delEstado definen todo el quehacer social y el cmo debe orientarse la cons-truccin de movimiento popular revolucionario. En definitiva, el problema

    del estado y del poder, para el anarquismo, es el eje pivotal que disean elmarco tactico-estratgico de la lucha contra la sociedad de clases. En nues-tra opinin, es quizs este punto el que tambin lleva a litigio a los mismosanarquistas que, en su perspectiva terica, no logran un acuerdo unnimeporque conciben los procesos revolucionarios de forma diferente. Pero msall de los detalles, hay cosas en que la mayora de los anarquistas estarande acuerdo.

    Lo primero a mencionar, es que para los anarquistas el Estado es laorganizacin del poder de la clase dominante. Una maquinaria al serviciode sus intereses, administrada por una casta de especialistas que, asentadosen el desarrollo de la divisin social del trabajo, gobiernan, pero no siempredominan7. Por otro lado, al ser una entidad histricamente creada est suje-

    7 De ah, por ejemplo, que Bakunin, distinguiendo al Estado del gobierno, reconozcatres grandes categoras en las que se divide la sociedad: el amplio pueblo explotado, unaminora explotadora y explotada a la vez y la gran burguesa. La segunda responde a la gran

    capa de funcionarios estatales y a los llamados sectores medios que, bajo el influjo fetichistade la divisin social del trabajo propio de las sociedades capitalistas, se ven como un sector

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    Comunismo Libertario

    ta a transformaciones y, eventualmente, a desaparecer. Hasta ac parecieraque no hay mayores diferencias ni si quiera con el marxismo. Se podransentar una infinidad de pasajes que corroboraran esto, sin embargo, hay unpunto que suele escapar a la lectura apresurada. Y es que, para el anarquis-mo, el Estado no es slo una maquinaria, un instrumento sino un principiode organizacin, es decir, unaforma determinadade organizar el poder deuna sociedad. En palabras de Eduardo Colombo el Estado es, fundamental-mente, un paradigma de estructuracin jerrquica de la sociedad y se le debepesar, antes de todo, como una relacin social, no como una cosaque llegay se ocupa para ejercer la fuerza, sino que, antes que fuerza, el Estado es unaforma determinada de organizarla, una que la vuelve autnoma de los pro-ductores directos y que tiende a ponerse sobre ellos. De ah las conocidas

    palabras de Bakunin que aluden a una idea materialista del poder organiza-do de forma estatal: Tmese al revolucionario ms radical y colquesele en eltrono de todas las Rusias, o dsele el poder dictatorial con el que suean tantos

    de nuestros jvenes revolucionarios, y en un ao se convertir en alguien peorque el propio emperador8. En esta misma linea, P. Ansard, hace una sintticaanaloga, cuando dice que lo poltico [entendido como poder poltico] es, conrespecto a la vida social, lo que el capital respecto del trabajo: una alienacinde la fuerza colectiva9En otras palabras el Estado no puede ser entendido

    sino como otro aspecto del mismo proceso alienante de la fuerza huma-na creadora, propia de todo grupo humano que, en tanto que humano, escreador de su propio espacio histrico. El capital y el Estado son momentosaparentemente separados de un nico momento. An as, contra todo an-lisis simplista que suele ver a todos los gatos pardos, el capital tanto como elEstado, son formas complementarias pero no reductibles la una a la otra, yque hoy constituyen la realidad del capitalismo reinante. As, el anarquismoentiende que el poder poltico y la riqueza son inseparables10, pero tambin

    irreductibles. Por lo tanto, no existe la concepcin mecnica y causal de queal eliminar la propiedad privada el Estado se extingue pos s slo, sino que,

    separado de los dems, aunque estn histricamente castrados. Ver, Bakunin La ciencia y laurgencia de la labor revolucionaria, 1870, http://miguelbakunin.wordpress.com/2008/04/25/la-ciencia-y-la-urgencia-de-la-labor-revolucionaria/. Este fenmeno tambin es analizado porMarx, por ejemplo, en el 18 Brumario. Ver, http://www.marxistsfr.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm

    8 Bakunin Op. Cit.

    9 P. Ansart, Sociologa de Proudhon, Pg. 118.10 Bakunin, Op. Cit.

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    El anarquismo y el problema del poder

    a la luz de todas las experiencias histricas, el Estado demostr ser un pro-blema determinado a resolver en el proceso revolucionario y que no puededejarse a la suerte del las puras relaciones de propiedad. De ah que, paraBakunin y dems anarquistas, el problema de la revolucin no puede serresuelto sin resolver de forma simultnea estos dos asuntos, ya que se vuelveinevitable su ntima vinculacin dialctica.

    BAKUNINYLAFEDERACINDECOMUNAS

    De ningn modo la revolucin social excluye la revolucin poltica.Al contrario, necesariamente la implica, pero imprimindole un carcter deltodo nuevo, cual es el de la real emancipacin del pueblo del yugo del Estado.

    Puesto que todas las instituciones y todas las autoridades polticas slo hansido creadas, en definitiva, con el objeto de proteger y resguardar los privilegios

    econmicos de las clases poseyentes (sic)y explotadoras contra las rebelionesdel proletariado, est claro que la revolucin social deber destruir esas ins-tituciones y esas autoridades, no antes ni despus, sino al mismo tiempo: su

    mano audaz deber caer sobre los fundamentos econmicos de la servidumbredel pueblo.11Estas certeras palabras de Bakunin, escritas en 1870, antes dela Comuna, resumen lo esencial del programa histrico del anarquismo.

    Si somos fieles a estas lneas, queda claro que no se trata de desmantelartoda alternativa de poder, sino de las formas que sirven para salvaguardarlos privilegios y contrarrestar el avance del movimiento popular, y que sonexpresin necesaria de dicha dominacin. De esta forma se trata de des-mantelar el aparato estatal, pero en un sentido mucho ms radical, trans-formando el principio organizativo de la nueva sociedad emergente. Pero,al mismo tiempo, Bakunin es claro al plantear que [La abolicin del Estado]no podra alcanzarse de golpe, pues en la historia, al igual que en la natu-

    raleza fsica, nada se hace de golpe. Hasta las ms sbitas revoluciones, lasms inesperadas y radicales, siempre han sido preparadas por un largo trabajo

    de descomposicin y de nueva formacin. Trabajo subterrneo o visible, peronunca interrumpido y siempre creciente. Por lo tanto, tampoco para la inter-nacional se trata de destruir de un da para otro todos los Estados. Emprender

    esto, o tan slo soar con l, sera una locura.12Por lo tanto, en contra detodos los mitos elaborados contra el anarquismo, no hay nada ms ajeno

    11 Bakunin, La libertad, Pg. 16812 Op. Cit. Pg. 198.

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    Comunismo Libertario

    a Bakunin que el romanticismo espontanesta de pensar que el Estado essimplemente abolido de un da para otro sin mediacin de un proceso deacumulacin de fuerzas y posterior organizacin de las masas obreras. Talcomo se opone a las revoluciones por decreto, es coherente que se opongaa la desaparicin sbita del Estado. De esta forma, la destruccin del estadodebe venir de otro lado, de un poder creciente que, en su consolidacin, seacapaz de quitarle todos los espacios, suprimindole mediante el combate yes en beneficio de ese nuevo poder que el Estado debe ser suprimido, si esque no desea morir.

    La primera gran prueba para el programa anarquista de Bakuninvino con la guerra franco prusiana incida en 1870 y que fue una de las cau-

    sales directas de la Comuna de Pars. Sin embargo, tres aos antes Bakuninhaba esbozado el programa necesario para un triunfo revolucionario en laEuropa que le era contempornea.

    El mencionado programa dice, en trminos generales, qu debenhacer los proletarios para re-organizar sus fuerzas sobre las ruinas del Esta-do, como llevar a delante la guerra civil, etc. Se trata, fundamentalmente, noslo de destruir radical y completamente el Estado, sino que el programa

    es mucho ms que eso. En primera instancia, Bakunin, como un acto de re-belda y de insubordinacin al Estado que languidece en la guerra, apuestaa la suspensin de deudas o de ms ingresos pblicos, pero, ms importantean, desarticula todo el aparataje estatal mediante La disolucin del ejrcito,de la magistratura, de la burocracia, de la polica y de las crceles, as comode la justicia oficial, la suspensin de cuanto jurdicamente se denominabaderecho, y del ejerciciode esos derechos. Por tanto, abolicin y quema de todoslos ttulos de propiedad, actos de herencia, venta, donacin, todos los proce-

    sos, en una palabra, de todo el papeleo jurdico y civil. Por todas partes y entodo, el hecho revolucionario en lugar del derecho creado y garantizado por elEstado13. Pero al mismo tiempo en que el aparato estatal es diezmado, sedebe transformar el aparato productivo. Es as que a regln seguido se llamaa la confiscacin de todos los capitales productivos e instrumento de trabajoa favor de las asociaciones de trabajadores, que debern hacerlas producir co-

    13Estatutos secretos de la Alianza: Programa y objeto de la Organizacin Revolucionariade los Hermanos Internacionales, http://miguelbakunin.wordpress.com/2008/08/19/

    hermanosinternacionales/. A continuacin, todas las citas de Bakunin correspondern a estetexto, a menos que se indique lo contrario.

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    El anarquismo y el problema del poder

    lectivamente, pero, al mismo tiempo en que se le expropia a la Iglesia y alEstado en favor de las asociaciones de productores, Bakunin da aclara quees la alianza federativa de todas las asociaciones operarias lo que constitui-r la Comuna. La Comuna como tal, en tanto alianza de productores libreses la sustitucin del Estado.

    Esta alianza de productores no es dejada al azar, sino que, com-prendiendo que se trata de un estado de cosas insurreccional, en donde elpoder de la clase dominante no est completamente acabado, es necesarioorganizar la accin de la Comuna, su resistencia y ofensiva armada contralos vestigios de la vieja sociedad. Este momento es decisivo. Segn Bakunin,Para la organizacin de la Comuna, la Federacin de las barricadas en per-

    manencia y la funcin de un Consejo de la Comuna revolucionaria por la de-legacin de uno o dos diputados por cada barricada, uno por calle o por barrio,diputados investidos de mandatos imperativos, siempre responsables y siempre

    revocables. As organizado el Consejo Comunal, podr elegir en su seno comi-ts ejecutivos, separados para cada rama de la administracin revolucionariade la Comuna. Con esta idea queda claro que para Bakunin es fundamentalla organizacin de la fuerza militar. No por nada particip en las barrica-das del 48' colocando en prctica sus conocimientos militares adoptados

    en la juventud. Pero, como lcido revolucionario, no slo se encarga de laorganizacin militar, sino de sus funciones administrativas, reconociendoun poder federado, capacitado para implementar formas administrativasdeterminadas. Importante recalcar que la dependencia de los delegados deun mandato suprime la posibilidad de considerarlos como funcionariosautnomos, lo que fue uno de los grandes logros de la Comuna de 1871 yremarcado por todos sus apologistas.

    Al mismo tiempo, en el siguiente punto del programa hay una in-flexin fundamental. En la conviccin de que ninguna revolucin es hechapor decreto, Bakunin se niega a levantar a la capital insurrecta como nicocentro de poder, sino que la ve a ella como una instigadora de las demsprovincias, como la cabeza de un proceso que slo puede ser completadosi el resto del pas se alza en armas. Esto responde tambin a un problemamucho ms serio, que es la relacin entre campo y ciudad. Conflicto muchoms presente en momentos donde el proletariado se desarrollaba y no al-canzaba, como hoy, a superar a la poblacin campesina, sino que, necesaria-mente, su suerte yaca ligada al campo, al campesinado como clase diferente

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    a la proletaria. Es as que Bakunin hace un Llamamiento a todas las provin-cias, comunas, y asociaciones, dejndolas a todas seguir el ejemplo dado por

    la capital de reorganizarse revolucionariamente primero, y delegar luego, enun punto de reunin convenido, a sus diputados, todos tambin, investidos de

    mandatos imperativos, responsables y revocables, para constituir la Federacinde las asociaciones, comunas, y provincias insurrecta en nombre de los mismosprincipios, y para organizar una fuerza revolucionaria capaz de triunfar de la

    reaccin. Envo no de mandatarios revolucionarios oficiales con todo tipo demedallas, sino propagadores revolucionarios a todas las provincias y comu-nas, sobre todo entre los campesinos que no podrn ser revolucionado ni por

    los principios, ni por los decretos de alguna dictadura, sino nicamente por elmismo hecho revolucionario, o sea las consecuencias que producir infalible-

    mente en todas las comunas el cese total de la vida jurdica, oficial del Estado.El problema de la alianza campesino obrera fue un punto que atraves granparte de las reflexiones de Bakunin, casi todos su textos importantes de losaos 70 tocan este tema, lo que va de la mano de una suerte de teora de lahegemona avant la letrey que hace especial nfasis en la necesidad de lo-grar conduccin sobre el campesinado, de hacerlo parte de lo que puede serun bloque histrico, dirigido por el proletariado, de ah que no pueda sinoser un punto vial en el desarrollo revolucionario.

    Pero tal como la revolucin no puede triunfar si la insurreccin

    se asla en la pura capital, tambinBakunin tiene claro que la revolucinslo puede triunfar si sobrepasa las fronteras nacionales, por lo tanto, liga aesta propagacin de la insurreccin a la Abolicin del Estado nacional otravez en el sentido de que todo pas extranjero, provincia, comuna, asociacin o

    incluso individuo aislado, que se hayan levantado en nombre de los mismosprincipios, sern recibidos en la federacin revolucionaria sin preocupacin

    por las fronteras actuales de los Estados y aunque pertenezcan a sistemas po-lticos o nacionales diferentes, y las propias provincias, comunas, asociaciones,individuos que tomen el partido de la Reaccin estarn excluidos. Es por tanto,

    por el mismo hecho de la propagacin y organizacin de la revolucin parala defensa mutua de los pases insurrectos cmo triunfar la universalidadde la revolucin fundada en la abolicin de las fronteras y en la ruina de los

    Estados.14. Siendo fiel a la tradicin internacionalista, Bakunin no puedepensar la revolucin aislada.

    14 Op. Cit.

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    El anarquismo y el problema del poder

    Un tema que es redundante en la literatura critica al anarquismoes que este niega la actividad poltica, comprendiendo con eso al menos doscosas diferentes: uno, que el anarquismo es simplemente una idea moralmuy bonita o, dos, de manera igualmente equvoca, de que el anarquismorehye del problema del poder15. Pues ni uno ni lo otro. Como se puede de-ducir de lo anteriormente citado, el anarquismo es, en el fondo, un principioorganizativo diferente al Estatal. De ah, por ejemplo, el sugerente ttulo dela ltima obra de Bakunin Estatismo y Anarqua16. De forma paradjica,se puede decir que lo esencial del anarquismo, tal como ya lo dijimos msarriba, no es rehuir o destruir el poder, sino que organizarlo de otra forma.

    Es as que Bakunin, comprendi las implicancias profundas de la

    derrotada revolucin del 48' y de los dems movimiento nacionales o na-cionalistas de los cuales se haba hecho parte, comprende lo insuficiente delas revoluciones por arriba, sin la participacin activa del pueblo organi-zado desde abajo. De ah que rehuya de la poltica. Y es que para l comopara la tradicin ms lcida del anarquismo, la poltica no tiene mayoracepcin que el poder socialmente organizado desde arriba, divorciado dela gran masa de productores directos y que, en las sociedades que le soncontemporneas, es puesto al servicio de la clase dominante. De ah que sea

    enftico al decir que No puede haber ya revolucin ni poltica, ni nacionaltriunfante a menos que la revolucin poltica se transforme en revolucinsocial, y la revolucin nacional, precisamente por su carcter radicalmentesocialista y destructivo del Estado, se convierta en la revolucin universal

    Esta revolucin desde abajo, creando sus propios rganos de po-der, deber mantener el control de la situacin en el mismo pueblo, or-ganizado en federacin libre de asociaciones agrcolas e industriales, las que

    sern, en palabras de Bakunin, el Estado revolucionario y nuevo el cualtendr como nica funcin la administracin de los servicios pblicos y noel gobierno de los pueblos. Nada de comisariados, nada de comisiones na-cionales de economa, ni nada que se organice y mande por fuera de las or-ganizaciones obreras. Bakunin tiene claro que la clave de la revolucin yaceen la unin del poder poltico y la economa bajo un principio organizativo

    15 Dos objeciones clsicas, ya sea por sus autores y/o por lo desacertado de su crtica,son: El apoliticismo de Marx, y Sobre la autoridad de Engels. Ver, C. Marx & F. Engels, La

    internacional, Obras Fundamentales T. 17, Pg. 332 y sigts.16 Obras completas T. IV.

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    diferente, que le de las mayores libertades de accin y organizacin a la clasetrabajadora y a los campesinos pobres.

    Al mismo tiempo, el revolucionario ruso, con una comprensinnotable del proceso revolucionario, reconoce que al interior de los procesossociales de envergadura se da una dura lucha ideolgica por la orientacinde las fuerzas sociales. Es as que asume la necesidad de que en medio de laanarqua popular que constituir la vida misma y toda la energa de la revolu-cin, la unidad del pensamiento y de la accin revolucionaria halle un rgano,

    una forma determinada de expresin, la que, a su vez, pueda traducir la ac-tividad del pueblo en un programa que, nacido de sus propias necesidades,dibuje una pauta para la accin, evitando que laspotentes energas emana-

    das de la revolucin se pierdan en la ineficacia. Para Bakunin -y he aqu unpunto que marca una diferencia al interior de los mismos anarquistas-esergano debe ser la asociacin secreta y universal de los Hermanos Internacio-

    nales. Sin pelos en la lengua, Bakunin le da coherencia a esta propuesta depoder a travs de un medio necesario e ineludible: una organizacin parti-daria. Esta organizacin, partiendo desde una estrategia no estatista, es algomuy difcil de pensar en un contexto que se ha encargado de tallar en piedrala triada leninista de clase-partido-Estado y que ha tenido como contra par-

    te el discurrir indiferenciado y casi mstico de muchos grupos que, en basea la derrota histrica del leninismo desechan toda posibilidad de pensar eimplementar una estructura partidaria. Estos resquemores, por lo general,no tienen que ver tanto con el problema de si s o no partido, sino que,en su negativa irreflexiva y dogmtica rehuyen, esta vez s, de los problemasque plantea el poder, los desafos propios de la lucha de clases que, al no seralgo mecnico, progresivo o lineal, nos somete a duras decisiones, en dondetal o cual posicin puede cambiar la direccin de los acontecimientos, de-

    termina el triunfo o fracaso de una revolucin, etc. Negar esto es negar a laorganizacin humana su realidad como fuerza material efectiva, al mismotiempo que es un llamado a quedarse sentado y a esperar el resultado delproceso revolucionario, mientras que son otros los que tomas las decisionesy orientan la revolucin. Ante esto, la mayora de los sectores que nieganuna organizacin partidaria han preferido levantar una idea abstracta deproletariado que, parecindose ms a una figura normativa, opera comouna negacin constante, escptica, de cualquier forma determinada queeste pueda adoptar. Como dira Hegel, Se trata, en efecto, del escepticismoque ve siempre en el resultado solamente la pura nada, haciendo abstraccin

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    de que esta nada determina la nada de aquello de lo que es resultado. As,estos revolucionarios no pueden sino repetir bajo formulas acadmicas opseudo-intelectuales ese escepticismo que culmina en la abstraccin de lanada o del vaco [y que] no puede, partiendo de aqu, ir ms adelante, sino que

    tiene que esperar hasta ver si se presenta algo nuevo, para arrojarlo al mismoabismo vaco17

    Contrario a este escepticismo, Bakunin se hace parte de la tormen-ta revolucionaria y le asigna a la figura del partido un rol bien determinado,superando el voluntarismo y el mecanicismo. Primero, asumiendo que lasrevoluciones nunca las hacen ni los individuos, ni siquiera las sociedades se-cretas, sino que se producen por s misma, por la fuerza de las cosas, por el

    movimiento de los eventos y hechos, preparndose durante mucho tiempoen la profundidad de la consciencia instintiva de las masas populares, paraluego estallar suscitadas en apariencia a menudo por causas ftiles, Bakunintiene claro que el rol de la organizacin es, por decirlo de alguna forma, li-mitado pero fundamental, ya que esta, en un contexto revolucionario, slopuede hacer dos cosas: primero facilitar el nacimiento de una revolucinpropagando entre las masas ideas que correspondan a los instintos de las ma-sas [un programa] y, segundo,organizar, no el ejrcito de la revolucin, -el

    ejrcito siempre debe ser el pueblo- sino una suerte de plana mayor revolu-cionaria compuesta de individuos entregados, enrgicos, inteligentes, y sobretodo amigos sinceros, ni ambiciosos ni vanidosos, del pueblo, capaces de servir

    de intermediarios entre la idea revolucionaria y los instintos populares, nadams, pero nada menos. Como queda claro, el partido de Bakunin no es unsustituto de las fuerzas populares, no es una secta, como tantas veces lo quiso

    denominar Marx de forma tan equivoca, sino que es unamediacin18de las ideasrevolucionarias (el programa revolucionario) y los instintos de las masas, las que,

    finalmente, son la que le entregan todo el impulso y dan sustancia al programa.En nuestra opinin, Bakunin, ligado a la ciencia alemana, comollam Marx a la tradicin del idealismo alemn madurado bajo su re-flexin, no puede sino presentar una estructura profundamente coherente.Por ello, no slo se limita a elaborar una idea de qu hacer en un contexto

    17 Hegel, Feneomenologa del espritu, Pg. 55.

    18 Esta idea de mediacin la colocamos con toda su carga dialctica. La mediacin noes un medio, una herramienta, sino que, bajo una lgica dialctica, la mediacin se vuelve

    un momento necesario en el proceso total, es una forma determinada que asume el procesopara autodeterminarse, le es inmanente y no exterior.

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    revolucionario, sino que intenta responder al asunto del poder, de su or-ganizacin y defensa, al mismo tiempo que plantea los medios necesariospara realizarlo. Si bien Bakunin est muy por debajo de la capacidad tericade Marx, algo asumido por el mismo en retiradas ocasiones, es innegableque, a diferencia de anarquistas posteriores intent pensar, desde sus fun-damentos filosficos, pasando por el fuego de la experiencia, las media-ciones necesarias que configuran la posibilidad de una revolucin exitosa,enfrentndose derechamente la problemtica del poder, logrando, en tr-minos poltico, muchos ms logros que Marx que, dentro de todo, no fueun dedicado terico de la accin poltica revolucionaria, lo que puede verse,por ejemplo, en sus debilidades respecto del problema del Estado, el parti-do, etc. En nuestra opinin, ser Lenin el que cerrar estos temas, siendo el

    aporte significativo de este ltimo al marxismo.

    LYON, BAKUNINENACCIN.

    El contexto generado por la guerra franco-prusiana le dio a Baku-nin el momento preciso para poner a prueba sus posiciones.

    En julio de 1870 se inici una guerra que destruy el imperio de

    Napolen III bajo la fuerza de las bayonetas prusianas y que tuvo comouna de sus consecuencias, la completa bancarrota de Francia. Este estado deexcepcin permiti la emergencia de la primera insurreccin proletaria. Sibien, como dice Hobsawm, la Comuna fue un rgimen acosado, hija de laguerra y del sitio de Pars, la respuesta a la capitulacin19de la decadenteburguesa francesa, no deja de ser el campo emprico que, en sus mltiplesposibilidades, deja entrever la pertinencia de la propuesta de Bakunin.

    Pero ya antes de las experiencias de Pars o Lyon, en sus Cartas aun Francs, Bakunin analizaba con justeza la situacin concreta de la Fran-cia destrozada por la guerra. Desde una clara perspectiva de clase Bakuninentiende que la burguesa prefiere sacrificar a Francia en nombre de salva-guardar sus intereses que salir a enfrentar a los prusianos, ya que, como bienindica el versado revolucionario ruso, ella teme ms a la revolucin socialque a los prusianos. Envuelta entre estas dos fuerzas deba escoger por laque menos afectase sus intereses de clase. Descartada la burguesa, Bakunin

    19 E. Hobsbawm, La era del capital, Pg. 177

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    sindica a los trabajadores y campesinos como los nicos en posicin dedarle una salida a la asfixiante situacin, no slo como un acto patritico,(sentimiento que, venido desde las clases populares Bakunin comprende yno recrimina), sino como un proceso que colocara a estas clases expoliadasa la cabeza de la nacin, inaugurando una revolucin social, en nombre dela repblica social, popular, contraria a la repblica burguesa sostenida porlos radicales burgueses. Para Bakunin, esta situacin no slo tendra quever con Francia, sino con el destino de Europa en general. Con una granprevisin, Bakunin entenda que la derrota de Francia bajo el ejrcito pru-siano inaugurara un largo periodo a la baja en el movimiento popular. Ymucha razn tena. Hubieron de pasar al menos 34 aos (1905) para volvera ver actividad revolucionaria entre el proletariado europeo20.

    Como dijimos, antes de Pars, hubo una serie de intentos de su-blevacin por parte de los trabajadores y campesino de la Francia en crisis,todos estos controlados por los escuetos retazos que quedaban del gobiernoencabezado por republicanos burgueses.

    Uno de estos levantamientos o situaciones crticas fue el de Lyon.A raz de la derrota en Sedn, que implic no slo la derrota de los ejrcitos

    imperiales, sino la captura del mismo Napolen III, el 4 de Septiembre de1870 se proclama la Repblica en toda Francia. Sin haber pasado siquieraun da se levanta un Comit de Salvacin Pblica en Lyon, el cual con-taba con al menos 4 representantes de la Internacional, sin embargo, porla poca experiencia y evidente incapacidad de llevar adelante la empresa,este comit es reemplazado despus de diez das por uno Municipal, com-puesto en su mayora por republicanos moderados, contrarios a la suble-vacin popular y defensores de los ltimos vestigios del Estado Francs,

    casi inexistente. En la noche del 14 o maana del 15 llega Bakunin a Lyon,al tanto de la situacin. Inmediatamente se pone a organizar a sus camara-das internacionalistas, fundando un Comit de Salvacin de Francia. Ex-tendiendo sus relaciones hacia el Consejo municipal, el Comisariato depolica y uno de los fuertes, se propuso comenzar el movimiento del 28 por

    20 En una carta a su amigo Palix, escrita luego de los acontecimientos de Lyon,Bakunin dice: La inteligencia militar y burocrtica de Prusia, unida al knut del zar de San

    Petersburgo van a asegurar la tranquilidad y el orden pblico, al menos por cincuenta aos, sobreel continente europeo, Bakunin, Op. Cit. Pg. 34

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    una manifestacin de los obreros sin trabajo contra el consejo municipal21Bakunin tena claro que no hay todava verdadera revolucin aqu22, peropona sus esfuerzos en poder llevar la situacin hacia all. En medio de estecontexto pre-revolucionario, el 26 del mismo mes se elabora una proclamarevolucionaria, la famosa proclama o cartel rojo el cual esbozaba a gran-des rasgos el programa ya planteado en 1868 y que tena como objetivosustituir el poder decadente de la Francia republicana burguesa, por unafederacin de comits de salvacin de Francia, y que tendra como primerimpulso su imposicin por la fuerza en Lyon. Pero ante lo implacable dela tarea, son sus propios camaradas lo que empiezan a vacilar, preparandotodo para la derrota. Mientras que Bakunin propona, obviamente, que lamanifestacin de los obreros desocupados para el da 28 fuese armada, el

    resto prefiri una muestra de fuerza pacfica en contra del Comit muni-cipal, como forma de presin. Los millares de obreros de la construccinmarcharon, conducidos por Saignes, integrante del comit y firmante delcartel. Al llegar a la Municipalidad se dieron cuenta de que el consejo nose hallaba y un centenar de obreros irrumpi, obviamente, Bakunin entrcon ellos. Saignes habl desde un balcn diciendo que el Comit municipaldeba asumir el programa del cartel rojo o dimitir, as tambin, nombr aCluseret general del ejrcito. La prostituta (como luego llamara Bakunin

    a Cluseret), a pesar de estar al mando de la fuerza armada fue incapaz detomar medida enrgica alguna. En vez de ellos, fue en busca de ms obrerosdesarmados, mientras que los guardias nacionales de los barrios burguesesentraban en el Municipio y detenan a Cluseret a su regreso. En medio de laconfusin, los obreros, llamadas por Saignes detiene a los guardias. Luego,al ya estar instalado el Comit se inicia una discusin sobre qu hacer acontinuacin. Segn el relato de Guillaume, citado por Nettlau, Bakuniny otos compaeros decan en vano Es preciso obrar; perdemos el tiempo;

    vamos a ser invadidos por la Guardia Nacional burguesa; es preciso detenerinmediatamente al prefecto, al alcalde, al general Mazure. Al mismo tiempo,las autoridades quedaban en libertad de movimiento para hacer lo mismopero en contra del Comit. Mientras, las masas desarmadas cedan el pasoa los batallones burgueses, hasta que finalmente, Cluseret, invita al Comita retirarse y sede el espacio al comit Municipal. Siguiendo la opinin de A.Richards, otro que luego capitulara, se parlamenta con el Consejo, el cual,

    21 Bakunin, Obras, T. I, Pg. 2622 Op. Cit.

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    ahora con el poder restituido se declara incapaz de realizar las proclamasdel cartel. Como era de esperarse, Bakunin fue arrestado por la guardia yprontamente liberado por la fuerza, gracias a Ozerof, para luego refugiarsey pasa a Marsella.

    El fracaso de Lyon fue el primero de muchos otros, como Marsella,Saint-Etienne, Tolosa, Narbona y Limonges. Ninguna tuvo mayor o menorxito que Lyon. Ante esta situacin en una carta de Bakunin fechada el 23de Octubre, dice: Querido amigo, no tengo ya fe alguna en la revolucin enFrancia23. Si bien la Comuna de Pars podra contraria eso, su fracaso, slolo confirma, no porque el Pars revolucionario haya sido poco heroico, sinoporque justamente lo que haca falta era, como deca Bakunin, el alzamiento

    de las dems provincias, las que nunca lograron pujar con suficiente firmezacomo para llevar adelante el asalto por su autonoma primero y contra Ver-salles despus. Aunque hay un problema an mayor y que justifica el pasarpor los hechos de Lyon. En nuestra opinin, fue la falta de determinacinde los que componan el Comit lo que hizo perder una oportunidad, quesi bien no era revolucionaria, se levantaba sobre una situacin que objeti-vamente hacia posible un despunte revolucionario. Culpar completamenteal pueblo francs de su incapacidad es simplemente no entender el rol que

    cumple una organizacin que tenga como finalidad no slo el promoverla conciencia de clase entre las masas, sino la organizacin y preparacinde la destruccin del poder, la insurreccin. As, el herosmo de Bakunines un triste consuelo para la falta de preparacin y conformacin efectivade algo que para Bakunin -al menos en el papel- aparece ocupando un roltan importante. De ah que haya que hacer las crticas a la misma incapa-cidad de Bakunin que, como lder indiscutido de una importante fraccinal interior de la internacional, fue incapaz de agrupar y formar cuadros lo

    suficientemente capaces.

    Sin embargo, a pesar del fracaso de Lyon, que deja claro no slolos lmites de Bakunin, sino de la misma Internacional, que contaba conun importante contingente en la zona, debilitado eso s por varios arrestos,la situacin evidencia al menos dos cosas. Por un lado, que Bakunin comorevolucionario consumado que era, fue capaz de plantear con justeza las si-tuaciones revolucionaria, de adecuar su tctica para tratar de imponerle un

    23 Op. Cit. Pg. 44

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    curso favorable a los acontecimientos. Rehuyendo del dogmatismo, Baku-nin entiende el carcter de crisis nacional y aprovechar la oportunidad en-tregada por las fuerza misma de las cosas, como sola decir, para instalar uncomit de salvacin pblica capaz de darle una direccin revolucionaria a lasituacin, asestndole los ltimos golpes a un poder en franca retirada, peroque se aprovechaba de la ms completa confusin, de la ausencia de un con-trapoder organizado y claro. Abusando de la unidad nacional, este gobiernodbil y moribundo slo exista como una mscara que recubra el profundodesprecio que senta la burguesa a la revolucin popular. Por otro lado, estamisma incapacidad de llevar adelante medidas enrgicas, deja en claro lanecesidad de preparar a un grupo humano capaz de asumir dichas situacio-nes lmites, en donde lo que se coloca en juego es o la sobrevivencia de una

    situacin revolucionaria o su retroceso ms cobarde. Dada las condiciones,no es inverosmil pensar que un alzamiento exitoso en Lyon hubiese conta-giado a las dems provincias y quizs haber sido el apoyo que falt a Parsen su propio alzamiento. Por otro lado, est dems decir que no hay ejrcitode ocupacin que pueda contra un pueblo completamente alzado.

    De todo esto se puede plantear lo fundamental que es recuperarel legado de Bakunin, no tanto en su letra como en su espritu. Su falta de

    dogmatismo, su lucidez, su decisin a convertirse en direccin revolucio-naria, adems de su absoluta entrega a la causa de los trabajadores era loque lo haca un gran revolucionario, fuerza que, por lo dems, a costa de latradicin y los principios ms abstractos, el anarquismo ha ido sacrificandopoco a poco, no en todas sus expresiones, pero s en muchas de ellas. Astambin, puede quedar puesto este primer ladrillo en esta lucha incesantepor desmitificar al anarquismo, de hacerlo una alternativa revolucionaria realy no un escapismo para revolucionarios incapaces de asumir la revolucin.

    Gabriel I. Rivas Castro

    Octubre 2010

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    La Juventud Hegeliana de M. Bakunin

    1.El siglo XIX debe ser recordado como el verdadero fundamentode nuestra poca. Siendo escenario de los efectos de la Revolucin Francesa,de la profesionalizacin de la ciencia y la filosofa, y del desarrollo y la ex-

    pansin del capitalismo, no podramos sino sentir la ms profunda afinidad(negativa o positiva) con la serie de problemticas que alcanzan su plenituden dicho siglo. Solamente para la filosofa, el siglo XIX representa un puntode inflexin radical. En efecto, la Crtica de la Razn Pura (1781) marca elcomienzo de una nueva poca filosfica que coincide con el comienzo deuna nueva poca poltica tanto en los pases de Europa como en aquellaslejanas tierras que hasta este siglo son sus colonias. El denominado girocopernicano en filosofa transforma el horizonte del pensamiento al radi-calizar y unificar las perspectivas racionalistas y empiristas, al tiempo que lebrinda un fundamento filosfico a la tica de la Ilustracin, sentando las bases

    LAJUVENTUDHEGELIANADEMIJAILBAKUNIN

    Pablo Abufom Silva

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    de una proliferacin de revoluciones intelectuales inigualable hasta nuestrosdas. As es como en el periodo que se extiende desde la publicacin de laprimera edicin de la primera Crtica hasta despus de la muerte de G.W.F.Hegel en 1831 (y sus consiguientes negaciones y reformulaciones desde esemomento hasta la derrota de las revoluciones de 1848) se halla el momentotal vez ms interesante y vertiginoso de la historia de la filosofa occidental.

    Dnde reside el inters de este perodo? En ningn otro lugar queen el grado de conciencia que el pensamiento adquiere de s mismo, de sudesarrollo, de su situacin y de sus posibilidades. Esto es lo primero que meinteresa plantear en estos comentarios introductorios: el punto ms alto dela filosofa europea est en el idealismo alemn, cuyos impresionantes lmi-

    tes son Kant, por un lado, y Hegel, por el otro1. Y la razn de esta elevacinmxima se halla en que la filosofa del idealismo alemn se inicia enfocandotodas sus energas en la investigacin epistemolgica de sus propias facultadesy lmites (con el Kant de la primera Crtica) y concluye con la radical identi-ficacin histrico-lgica entre pensamiento y ser, entre sujeto y objeto (conel Hegel de la Ciencia de la Lgica). Este largo proceso ocurre en un perodoimpresionantemente breve y deja una marca de la que todava no termina-mos de acusar recibo.

    Pero se puede vislumbrar en el devenir absoluto de la filosofa idea-lista un rasgo muy relevante tanto para el ejercicio de la filosofa como parala historia de nuestras sociedades, y que conduce al programa del idealismoalemn ms all de sus fronteras: el progresivo paso de la teora a la praxis.ste es el segundo punto: una vez concluido el recorrido de la conciencia (Fe-nomenologa) y del ser (Lgica), la fuerza de la dialctica misma elaboradaen el sistema hegeliano hubo de producir entre sus cultores un malestar que

    implic la significativa divisin entre un hegelianismo de derecha y otrode izquierda2. Mientras los herederos ms conservadores de la filosofa del

    1 Sobre los lmites inherentes a la filosofa kantiana, vase Rubn Prada Urdaneta,Los razonables lmites de Kant, Revista Bajo Palabra, n II (2007): 103-109, accesible onlineen el sitio web de la Red de Jvenes Investigadores en Filosofa, http://www.redjif.org.

    2 La distincin entre izquierda, centro y derecha hegeliana la hace D. F. Strauss (1808-1874), autor de Vida de Jess (publicado en 1835), usando el criterio de la reconciliacin (ono) entre filosofa y religin. Sobre la escuela hegeliana vanse McLellan, David, Marx y losjvenes hegelianos, Barcelona, Ediciones Martnez Roca, 1971, Duque, Flix, La Restauracin.

    La escuela hegeliana y sus adversarios, Madrid, Ediciones Akal, 1999 y Stepelevich, Lawrence,The Young Hegelians. An Anthology, Cambridge, Cambridge University Press, 1983.

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    maestro pretendan conservar intacto el sistema y sacar conclusiones parajustificar racionalmente la monarqua, por su parte los llamados jveneshegelianos (entre los que comnmente se cuenta a los hermanos Bruno(1809-1882) y Edgar Bauer (1820-1886), David Strauss, Ludwig Feuerbach(1804-1872), Arnold Ruge (1802-2880) y August Cieszkowski (1814-1894))se aventuraron en el desarrollo de los principios y los mtodos hegelianosms all de los lmites que el propio maestro (y su abrupta muerte en lacima de su carrera) le haban puesto. Convencidos de que el cierre del siste-ma, y por lo tanto de la historia, se contradecan con la identificacin entrerazn y libertad, y con la dialctica misma, desarrollaron, entre 1835 y 1844,una serie de crticas al pensamiento de Hegel (cuyas obras completas, inclu-yendo lecciones, en apuntes del maestro y sus estudiantes, fueron editadas

    con increble celeridad por sus discpulos entre 1832 y 1845) que compren-den desde una revisin antropolgica de la religin (ejemplificadas por laVida de Jess de Strauss y notablemente La Esencia del Cristianismo deLudwig Feuerbach) hasta una reformulacin revolucionaria y activista dela concepcin racional de la historia (cuya formulacin ms elaborada esten el artculo La Reaccin en Alemania de Mijal Bakunin (1814-1876)).

    Este proceso de formacin que va desde una inmaculada interio-

    ridad trascendental hasta una activa transformacin de lo existente comorealizacin efectiva de la auto-consciencia adquirida en teora es el asun-to de esta comunicacin. Y ya que sera imposible realizar en este reduci-do espacio un estudio acabado de todos los mbitos implicados en dichoproceso, el sujeto de esta fenomenologa revolucionaria del espritu serel pensador y activista ruso Mijal Alexandrovich Bakunin. El desarrollode las primeras etapas de su pensamiento, habitualmente descartadas sinmayor examen como productos de un hegelianismo de derecha, permiten

    dar cuenta de esa larga transicin histrico-filosfica que, en mi opinin,comienza con la superacin de las Crticas kantianas por parte de Fichte,Schelling y Hegel, y concluye con las revoluciones de 1848, cuyo resonantefracaso da inicio a una nueva etapa en que la cuestin social, la acumula-cin de fuerzas revolucionarias y la accin econmico-poltica del proleta-riado que comienza a organizarse toman el lugar que ocup la filosofa enel perodo anterior. No es casual que los miembros radicales de la escuelahegeliana lleguen incluso a considerar que la filosofa misma es el pro-blema, y que para cumplir con las exigencias de la libertad, es necesariocambiar la teora por la prctica.

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    Esta encarnacin de la transicin de la teora a la praxis en la viday la obra de Bakunin cobra aun ms relevancia cuando se considera que suprimera filosofa de la accin, formulada entre los aos 1837 y 1842, justa-mente en la poca en que dedica la mayor parte de su tiempo al estudio deHegel, se transforma prontamente en una vida de accin y propaganda porla causa de la emancipacin, y en una de las ideologas que, en el seno dela Primera Internacional, influye de manera decisiva en la conformacin yel crecimiento del movimiento obrero europeo y mundial. En este sentido,Bakunin no slo lleva a sus ltimas consecuencias el sistema hegeliano yformula una filosofa de la accin (cosa que ya August Cieszkowski y otrosjvenes hegelianos haban logrado), sino que adems lleva a cabo dicha fi-losofa, la realiza. La famosa tesis XI sobre Feuerbach de Karl Marx pierde

    originalidad y adquiere profundidad cuando se la lee en este contexto. Todauna generacin de pensadores, devotos de una nueva poca, fue capaz deconcebir este pensamiento; algunos fueron ms osados que otros en la qui-jotesca tarea de atizar los fuegos de la historia. En pleno da, el bho deMinerva levanta impaciente su vuelo.

    En contraste con la comn hiptesis de que habra un quiebreentre la filosfica juventud hegeliana de Bakunin y su posterior activismo

    revolucionario3, pretendo mostrar aqu algunos de los aspectos que dancuenta de que en su pensamiento acontece ms bien una continua radicali-zacin de sus visiones sobre la filosofa, la realidad y el lugar del individuoen ella4. En efecto, hacia el final de su perodo filosfico, para Bakunin lafilosofa de Hegel, siendo la cumbre de la formacin terica de la poca, yaha ido ms all de la teora admitiendo que, al mismo tiempo, se mantiene

    3 Walicki, Andrzej, Russian Social Thought: An Introduction to the IntellectualHistory of Nineteenth-Century Russia, en Russian Review, Ene. 1977, Vol. 36, (1), pp. 1-45;

    Carr, Edward Hallet, Michael Bakunin, Nueva York, Vintage Books, 1961; Pyziur, Eugene,The Doctrine of Anarchism of Michael A. Bakunin, Chicago, Gateway, 1968; Arvon, Henry,Bakunin. Absoluto y revolucin, Barcelona, Editorial Herder, 1975.

    4 Por supuesto, esta lnea de investigacin no es fruto de mi trabajo. Simplementeme adhiero a esta interpretacin, que ya ha sido desarrollada por Martine Del Giudice ensu impresionante tesis sobre el joven Bakunin, por Mark Leier en su excelente biografa ypor Paul McLaughlin y Richard Saltman en sus respectivos estudios sobre el pensamiento deBakunin. La hiptesis de un quiebre, que Saltman llama teora de la paradoja con respectoal desarrollo conceptual de Bakunin, responde a un desconocimiento de su obra temprana.Del Giudice demuestra que tanto el difcil acceso a los documentos (que al menos hasta elao 2000 se encontraban en bibliotecas y archivos privados o pblicos en Rusia y en Holanda)como una disposicin negativa hacia Bakunin han llevado a los investigadores a interpretarlo

    errneamente. Paul McLaughlin es mucho ms directo y critica la ignorancia, mala fe eincapacidad acadmica de autores como Eugene Pyziur, Isaiah Berlin o Aileen Kelly.

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    en el dominio de la teora y ha postulado un nuevo mundo prctico queno se llevar a cabo mediante una aplicacin y difusin formal de teorasya elaboradas, sino nicamente mediante un acto original del Esprituprctico autnomo.5

    Situado en el punto mismo en que teora se convierte en praxis,Bakunin hace uso de toda su capacidad dialctica para articular una visinplenamente hegeliana de la revolucin que conducira a la humanidad acoincidir con su principio racional. En busca de una filosofa que pudieracomprender la realidad, Bakunin se encontr con que el sistema de Hegel loconduca necesariamente a sobrepasar los lmites de la subjetividad mera-mente individual, lo que finalmente signific que las formas sociales fueran

    el objeto de sus preocupaciones intelectuales y polticas. De este modo, elarte, la religin, la educacin y la filosofa aparecen en sus escritos no slocomo experiencias tericas subjetivas, sino como distintos mbitos en quese expresa la vida de una comunidad. El clsico problema de la distancia in-salvable entre teora y prctica encuentra una resolucin brillante en la no-cin hegeliana del universal concreto, herramienta dialctica que Bakuninutiliza con notable agudeza para elaborar crticas a las posiciones filosficassubjetivistas, y de ese modo fortalecer su concepcin voluntarista de la mo-

    ral (cultivada bajo el influjo juvenil de Fichte y que fue tan significativa parasu propio desarrollo) agregando un contenido concreto a la accin, situadaineludiblemente en una realidad que la determina y cuya comprensin ra-cional es, por lo mismo, necesaria.

    Si la filosofa alemana, y en particular el sistema hegeliano, tuvouna influencia considerable en el desarrollo del pensamiento en Rusia, en-tonces Mijal Bakunin, apasionado estudioso de Hegel entre los aos 1837

    y 1842, ocasional traductor y principal divulgador e intrprete del maestroen los crculos intelectuales de Mosc, ocupa un lugar relevante en la histo-ria de la filosofa rusa y en el nacimiento de la teora social revolucionaria.Sus escritos filosficos de juventud, previos a que decidiera entregarse a lacausa de la emancipacin social, son un complemento a los trabajos de laizquierda hegeliana en Alemania, ampliando an ms la riqueza de lascrticas y reconstrucciones que se hicieron de Hegel en los aos posterioresa su muerte.

    5 Bakunin, Michael, Selected Writings, Nueva York, Grove Press, 1974, p. 47.

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    2.Hegel y Bakunin han sido objetos de una misma violencia enla academia. Ambos, grandes e imponentes protagonistas de los espaciosa los que dedicaron la mayor parte de su vida, han sido muy poco ledos ydemasiado prejuzgados. Por ejemplo, en cuanto a cuestiones polticas, seconsidera que Hegel es el campen del Estado Prusiano y que ha elaboradouna justificacin racional del absolutismo, en el mejor de los casos, y quees antecedente directo del hitlerismo, en el peor. Por su parte, en sentidoopuesto, pero con fines ideolgicos similares, Bakunin es acusado de acti-vista sentimental, devoto disfrazado de ateo y rebelde sin causa, en el mejorde los casos, y como irreflexivo destructor de todo lo existente, en el peor.Lo notable es que, mientras que en la caricatura aparecen como plenamenteantagnicos, cuando se revisa con seriedad y rigurosidad a ambos autores,

    el juicio se ve obligado a moderarse y a afirmar con justeza incluso algunospuntos de coincidencia.

    Una investigacin de los textos y la correspondencia del perodofilosfico de Bakunin permiten mostrar que hay al menos tres nociones cla-ves en sus lecturas de Hegel, a saber los conceptos de realidad efectiva, for-macin y negatividad. Ya que una consideracin de estos requiere de muchoms tiempo y espacio, profundizar en la nocin de realidad efectiva y en la

    importancia que tiene para la elaboracin tanto de una crtica de la filosofade su poca como de una filosofa de la accin racional que prefiguran elanarquismo revolucionario de Bakunin.

    El concepto de realidad efectiva que Bakunin adquiere de He-gel lo llevar a promover esa reconciliacin con la realidad que ha sidosuperficialmente interpretada como una aceptacin y justificacin reac-cionaria de la realidad poltica rusa. Uno podra sospechar que este error

    surge, en primera instancia, de una ignorancia con respecto a la obra deHegel. Edward Carr ha escrito la biografa ms difundida de Bakunin,publicada originalmente en 1937, y en su caso esta incomprensin esevidente: En este perodo [juvenil], Mijail no tena ningn inters en lapoltica. Pero esta confusa diatriba, lejos de ser revolucionaria, contenaevidentemente los grmenes de una doctrina de conservadurismo pol-tico del tipo ms extremo. Lo que es racional, es real, y lo que es real,es racional. Hegel mismo, habiendo comenzado como todo un idealista,

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    termin predicando la aceptacin de la iglesia divina y el Estado divino.6

    La confusa diatriba a la que se refiere Carr es el Prefacio queBakunin escribi para presentar su traduccin de algunos discursos queHegel pronunci mientras era rector del Gimnasio en Nremberg. EstePrefacio muestra la plena admisin por parte de Bakunin de la perspectivahegeliana sobre la filosofa y su lugar en la sociedad. A la vez que resumesus logros en la comprensin de la filosofa de Hegel, permite leer una pro-gresiva continuidad en el inters de Bakunin por una idea de la filosofacomo algo valioso para la vida de los pueblos. Es pensable que tradujo estasconferencias que a primera vista no tienen un alto valor filosfico si se lascompara con otras lecciones o textos del mismo Hegel por la misma razn

    por la que tradujo las conferencias pblicas de Fichte sobre el destino delsabio7, a saber, su inters en la filosofa no slo por s misma, como ejerciciointelectual, sino sobre todo por el papel que esta jugara en la elevacinespiritual de la humanidad. No es casual que las lecciones de Fichte tan-to como las de Hegel se enfoquen principalmente en la educacin, y en elmodo en que sta ocupa un lugar crucial en la realizacin de los principiosfilosficos en el mbito de prctico (o sea, moral/poltico). En este sentido,el Prefacio marca un momento clave de la biografa intelectual de Bakunin

    y de la intelligentsia rusa por su inters en asuntos sociales reales, y ya nosolamente en la vida interior, en la voluntad abstracta del subjetivismo o enel genio esttico del poeta y el artista.

    Para Bakunin, una reconciliacin con la realidad es la nicasolucin al desconcertante estado cultural de la poca. La cuestin de unretorno a la objetividad tiene sentido, y no es en ningn caso una celebra-cin conservadora del absolutismo de Nicols I, cuando se lo ubica en un

    contexto cultural que tiene como fundamentos la valoracin unilateral dela razn terica, por un lado, y al individualismo esttico del romanticismo,por otro. En efecto, el Prefacio est construido como una dura y apasionadacrtica tanto de la filosofa del entendimiento como de la experiencia delalma bella (Schnseeligkeit en alemn, prekrasnodushie en ruso), un con-

    6 Carr, Edward Hallet, Michael Bakunin, op. cit., p. 69.

    7 Einige Vorlesungen ber die Bestimmung des Gelehrten, pronunciadas ypublicadas en 1794. La traduccin de Bakunin fue publicada en el Telescopio de Mosc en

    1836 (hay trad. cast. Oncina, Faustino y Ramos, Manuel (eds.), Algunas lecciones sobre eldestino del sabio, Madrid, Istmo, 2002).

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    cepto que Hegel desarrolla en la Fenomenologa y que Bakunin introduceen la escena intelectual rusa.

    Que las conferencias de Hegel versen principalmente sobre edu-cacin es precisamente lo que vuelve aun ms interesante la eleccin deBakunin. La crtica de la filosofa kantiana se vincula a la cuestin del senti-do religioso y esttico (y lo importante es comprender estos trminos en unsentido hegeliano) de una sociedad, y por lo tanto al impacto que aquellafilosofa tiene en su estado moral. La educacin aparece aqu como el lugaren el que se efecta el trnsito de lo abstracto a lo concreto, de lo particulara lo universal, de la homogeneidad del entendimiento a la vida de la razn.Bakunin aprovecha el acceso relativamente fcil a estos textos para impulsar

    una perspectiva filosfica del problema de la alienacin social.

    Filosofa! Cuantas sensaciones y pensamientos distintos despierta esta

    palabra; quin no se considera hoy un filsofo, quin no habla hoy conconviccin de lo que es y en lo que consiste la verdad? Todo el mundoquiere tener su propio sistema particular; aquel que no piensa de ma-

    nera original de acuerdo a sus propios sentimientos arbitrarios, que noposee autonoma espiritual, es considerado un ser inspido; aquel que

    no ha pensado sus propias pequeas ideas, bien, l no es un genio, nohay profundidad en l, y hoy en da no importa hacia donde uno mire,est lleno de genios por todos lados. Y qu han inventado estos genios

    impostores, cules han sido los frutos de sus profundas pequeas ideasy visiones, qu han propuesto, qu cosa verdaderamente significativahan logrado?8

    Bakunin responde con frases que podramos aplicar a varios fil-

    sofos de nuestro propia poca: ruido, parloteo vaco, fuegos artificialesverbales que carecen de contenido y pensamientos que no tienen sentido.En nombre de la filosofa se presenta una verborrea abstracta e ilusoria, ex-presin de una forma de concebir y hacer filosofa basada en el alejamientode toda realidad y el retiro a un mbito fantasioso desde el cual rebelarsecontra ella. El filsofo se despide del mundo y cree que sus imaginaciones

    8 Bakunin, Mikhail, Hegels Gymnasium Lectures. Translators Preface, en DelGiudice, Martine, The Young Bakunin and Left Hegelianism: Origins of Russian Radicalism

    and Theory of Praxis, 1814-1842, Tesis para optar al grado de Doctor en Filosofa, Montreal,Departamento de Historia, McGill University, 1981, p. 424, nfasis mo.

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    tienen la fuerza para destruirlo. Cree que todo el bien de la humanidad estcontenido en la realizacin de las condiciones finitas de su finito entendi-miento y de los objetivos finitos de su finita voluntad. No sabe, pobre tonto,que el mundo real es superior a su desventurada e impotente individuali-dad, no ve que el mal y la enfermedad no residen en la realidad, sino en smismo, en su propia abstraccin.9

    Por qu carece la filosofa actual de dicho sentido de la realidad?Porque toda su reflexin se basa en el entendimiento finito, incapaz de cap-tar la realidad en toda su complejidad, o ms bien, incapaz de comprenderla necesidad de lo real, su lgica. Temerosa de los desafos que le plantea, lafilosofa se rebela contra la realidad como tal, y se enfrenta inevitablemente

    con dicotomas que no pueden ser resueltas por sus propios medios. La rea-lidad propiamente tal es una mera abstraccin, la cosa en s, y por lo tanto elsujeto queda encerrado en su feudo epistemolgico, incapaz de experimen-tarse en una relacin con la riqueza de lo real.

    Para Bakunin, la desproporcionada valoracin del sujeto comoprincipio filosfico conduce a una filosofa vaca de contenido, separada delo real por un abismo infranqueable. Bakunin hace eco de la mxima hege-

    liana de que el asunto de la filosofa es el absoluto, y revela la pobreza de lafilosofa subjetivista de la poca. Es una filosofa separada, una filosofa dela separacin y una filosofa que separa, en la medida en que ella misma sehalla abstrada de la realidad, al poner como fundamento una separacinentre el conocimiento y la realidad, por lo que no produce ms que rechazoen el pblico, para quien sus frases ilusorias no podran llamar la atencin,sobre todo porque no tienen que ver con su realidad (un mal que aqueja ala filosofa cada cierto tiempo), pero adems porque formalmente no tienen

    una relacin con la realidad como tal:

    La sospecha general con respecto a la filosofa est muy bien fundada,

    porque lo que se nos ha presentado como filosofa hasta ahora, ha des-truido al hombre en vez de vivificarlo, en vez de formar un miembrotil, realmente til para la sociedad10

    9 Ibid., p. 425, nfasis mo.10 Ibid, p. 426.

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    La sentencia sobre la realidad racional y la razn real que pre-senta Hegel en la Filosofa del Derecho y luego en la Enciclopedia debeser traducida e interpretada correctamente (tal como ha hecho RamnValls Plana) como Lo que es racional, eso es efectivamente real, y lo quees efectivamente real, eso es racional11. Hegel distingue entre realidadefectiva, como unidad de fenmeno y esencia, y realidad entendida enun sentido simple o natural. Bakunin lo sigue en esta distincin y haceuna interpretacin de la famosa consigna hegeliana que no identifica larealidad con la experiencia emprica de lo real, separada a priori del saber,lo subjetivo, lo racional, sino que concibe la realidad como una totalidadracional que es al mismo tiempo un desarrollo histrico (as, por ejem-plo, afirma en una carta de 1837: Dios es la verdad de la humanidad y la

    humanidad es la realidad de Dios12).

    Este concepto de realidad le permite hacer una crtica de la filo-sofa del entendimiento, cuyo correlato moral es una tica del deber, de lainadecuacin infinita de la realidad con lo ideal, y por lo tanto, de una sepa-racin radical entre lo racional y lo existente. Bakunin explica esta nocinen una de las tantas cartas que escribe a sus hermanas, quiz precisamentepreviendo una errnea interpretacin:

    La realidad es la vida de Dios, y distanciarse de la realidad implica dis-tanciarse de Dios. Comprender y amar la realidad esta es la vocacin

    del hombre. Pero no hablo aqu de aquello que generalmente se entien-de por la palabra realidad: silla, mesa, perro, Varvara Dimitrievna,Alexandra Ivanovna todo esto es una realidad muerta e ilusoria y

    no una realidad viva y verdadera13.

    La reconciliacin con la realidad es, en este sentido, un retorno a larealidad, un llamado a que la filosofa salga de la unilateralidad de la finitudy ponga su atencin en lo absoluto. Pero en la medida en que lo absoluto

    11 Hegel, G.W.F., Enciclopedia de las ciencias filosficas en compendio, Madrid,Alianza Editorial, 1997, p. 106.

    12 Carta a las hermanas Beyer, 27 de julio de 1837. Las cartas citadas se encuentranpublicadas en un CD-ROM editado por el Instituto Internacional de Historia Social deAmsterdam en el ao 2000, con el ttulo de Oeuvres compltes. sta es la fuente para el resto

    de las cartas.13 Carta a sus hermanas, 2 de marzo de 1838.

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    no est dado, sino que es producto de su propia actividad histrica, la re-conciliacin con la realidad puede entenderse como un llamado a la trans-formacin de la realidad emprica, como una superacin de la separacinque establece el entendimiento entre el mbito finito de los fenmenos y elmbito infinito de objetos como la libertad o Dios, y por lo tanto, aportan-do los fundamentos de una comprensin dinmica y racional de la realidad.

    Bakunin, de un modo menos sutil que Hegel, tiene la pretensinde promover en la intelligentsia rusa una re-integracin del pensamiento ala vida prctica, que es esencialmente social, en cuanto no es otra cosa quela vida de un pueblo. Est convencido de que esta re-integracin en la socie-dad puede lograrse mediante la educacin, que es una de las prcticas socia-

    les capaces de elevar al individuo a la totalidad, integrndolo en la vida dela comunidad, sacndolo del mbito natural de la familia. La verdad de unacomunidad se realiza y sostiene en la accin real de los individuos, es decir,en una accin significativa que implica una integracin en la totalidad tica,en el conjunto de instituciones sociales que la conforman. La educacinpermite producir un vnculo entre la teora y la accin, entre los principiosracionales y la vida prctica, y por esta razn es que Bakunin pone sus espe-ranzas en la formacin como un proceso que hace posible la regeneracin

    moral e incluso poltica de la sociedad. As como la alienacin filosficatiene un correlato social y moral, la solucin a esta problemtica slo puedepresentarse desde una perspectiva terico-prctica, algo que Bakunin tie-ne muy claro desde la poca en que estudia y traduce a Fichte14. Desde superspectiva, la filosofa del entendimiento produce un determinado tipo decultura. Hay un vnculo efectivo entre filosofa, educacin y cultura. EstePrefacio a los discursos de Hegel es, a la vez, un ejercicio de especulacinterica y de crtica social. El problema de la alienacin, entendido como

    el distanciamiento abstracto de la realidad, y la reclusin del pensamientoen un mbito formal reducido al entendimiento, tiene implicancias socia-les reales en la medida en que esta filosofa opera como fundamento delas instituciones culturales y polticas de una sociedad. En Hegel, Bakuninencuentra una perspectiva post-crtica de la filosofa, capaz de superar lasaporticas dicotomas a las que conducen las filosofas de la finitud. Al mis-

    14 Vase la carta a su hermana Varvara del 9 de marzo de 1836: La vocacin delhombre no es sufrir de brazos cruzados en la tierra, con la esperanza de ganar un paraso

    mtico. Su vocacin es ms bien transportar este cielo, este Dios, que lleva en su interior, a latierra, elevar la vida prctica, elevar la tierra al cielo esta es su misin ms alta.

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    mo tiempo, lleva esta filosofa ms all de su vocacin comprensiva del sery la historia, pensando la dialctica como crtica de lo existente, como m-todo que permite ver las potencialidades de lo real no slo para describir sulgica, sino sobre todo para impulsar su actualizacin. Las lecturas hegelia-nas de Bakunin nos permiten, una vez ms, encontrar en la letra del maes-tro una filosofa capaz de aportar a los fundamentos de una crtica radicalde nuestra poca, yendo ms all del museo de la filosofa para entenderlams bien como un ejercicio sobre la realidad.

    Bakunin encarna esa crtica a lo largo de su vida, transformando elllamado a una reconciliacin con la realidad en la agitacin por una revo-lucin social. Estaramos equivocados si viramos ambas actividades como

    antagnicas. Me parece que podemos pensar que la radicalizacin de la po-sicin poltica de Bakunin no es sino una maduracin de un hegelianismode izquierda que experimenta el avance y el retroceso de levantamientos yconspiraciones, una filosofa que se vuelve otra de s misma en la lucha porla libertad y la igualdad. Aunque debemos tenerlo claro en esta dialcticade la emancipacin real y radical, todava no hay retorno, todava no hayreconciliacin. La poca de la realizacin de la filosofa aun no se acaba, yslo concluir con la destruccin de la sociedad jerrquica y de clases, slo

    concluir cuando las profundas heridas que dividen a la totalidad socialcicatricen en una comunidad cuyas instituciones (sociales, polticas, cul-turales) efectivamente actualicen su potencial, individual y colectivamente.Mientras tanto, esta miseria que llaman realidad, esta impostura que llamandemocracia, este egosmo que llaman libertad.

    Pablo Abufom Silva

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    Presentacin al Especial de G Fontenis

    El pasado 9 de Agosto de este ao todos los comunistas libertarioslamentaron la muerte de G. Fontenis. Este icono del anarquismo clasista ycombativo se hizo conocido en estas tierras a partir de la publicacin de la

    primera versin en espaol del Manifiesto Comunista Libertario de 1953, elao 1999 y luego re-editado el 2002. Ambas ediciones fueron iniciativa de larevista Hombre y Sociedad, actualmente existente.

    El presente especial de Comunismo Libertario pretenden ren-dir un homenaje sincero, acorde al rol que cumpli el pensamiento de G.Fontenis, justamente a raz de la edicin de su texto ms conocido y que hasido, al menos en el caso chileno, fundamental para la reconstruccin de

    un anarquismo de clase que apuesta a volverse una real alternativa poltica.

    PRESENTACINALESPECIALDEG.FONTENIS

    P C

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    Comunismo Libertario

    Si bien se puede estar de acuerdo o no con su propuesta, su apa-ricin en los reducidos grupos que se articulaban a partir de pequeas ex-periencias durante la dcada de los noventa, gener un necesario debate ydemarc una evidente linea entre los que apostaban a buscar las formasde volver a colocar en el imaginario popular al anarquismo y aquellos quepreferan seguir trabajando de forma marginal, siendo incapaces de darleuna mayor perspectiva al proyecto histrico del anarquismo y que an di-vagan entre el esteticismo, el voluntarismo ms extremo o la pura buenavoluntad.

    Si bien an se est lejos de un anarquismo de mayoras, una seriede experiencias han ido sentando las bases que hacen posible ir realizando

    este ambiciosos pro