RESEÑAS DE LIBROS - CVC. Centro Virtual . · PDF filedestacan los nombres de Mateo Romero (Capitán), Juan Blas, Alvaro de los Ríos o Juan Pujol. ... y además no corresponde al

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  • Reseas

    Thomas BINKLEY y Margit FRENK, eds. Spanish romances of the sixteenth century.Bloomington, Indiana University Press, 1995. XII + 172 p.

    (ISBN 0-253-20964-1)

    Publicada por el Early Music Institute de la Universidad de Indiana, esa edicin de losromances para voz sola del siglo xvi se ha realizado gracias a la colaboracin de dos reconocidosespecialistas, respectivamente musiclogo y filloga.

    Tras un Prlogo en que Binkley insiste en que la msica de esos romances ya no estradicional sino reelaborada obra culta de los vihuelistas, los autores presentan brevemente enuna fundamentada Introduccin algunos de los rasgos especficos del corpus y, tambin,algunos de sus problemas: extensin de los textos narrativos, melodas y su ejecucin,pronunciacin del castellano del siglo xvi, relacin entre msica y texto. A continuacin seeditan, acompaadas de una o dos lneas de texto, treinta y cinco melodas recogidas en las obrasde Mudarra, Narvez, Salinas, Valderrbano y otros famosos vihuelistas o tratadistas. Seproponen despus unas versiones in extenso de los textos de los romances, as como unatraduccin al ingls de esas versiones. Unos comentarios sobre la interpretacin, sacados de losLibros de cifra (tablaturas) y traducidos tambin, completan el volumen que se cierra con unavaliosa orientacin bibliogrfica.

    Pese a lo innovador e interesante del trabajo, su lectura, consulta y sobre todo uso prcticollevan a cierta perplejidad respecto de la labor de edicin textual por una parte, de la edicinmusical por otra y, por ltimo, del mismo corpus.

    Varias indicaciones en la Introduccin permiten entender que la edicin va dirigida a unpblico ms bien de intrpretes o estudiantes anglfonos, no muy duchos en temas lingsticos.De ser as, no parece justificada la grafa extremadamente conservadora (a pesar de lo afirmadoen la Introduccin en cuanto a modernizacin) mantenida en los comentarios de los Libros decifra y tambin el inconveniente es mayor todava en los textos supuestamente facilitadospara la ejecucin. Es de lamentar, respecto de estos ltimos, algn aparente descuido en lacoherencia de la seleccin de las versiones de Los bracos traygo cansados: los primeroshemistiquios del texto musicado por Valderrbano (p. 96) no aparecen al principio del textocompleto de la versin del Cancionero de romances (p. 145). Discutible tambin parece ser lainclusin entre textos del siglo xvi de versiones reconstruidas por don Ramn Menndez Pidal(A las armas, Moriscote y Yo me yva, mi madre), as como la sugerencia dirigida a los intrpretesde seleccionar solamente algunos pasajes de los romances debido a su extensin. Cabrapreguntarse si no son precisamente rasgos intrnsecos y casi definitorios del romance suextensin, su duracin, su desarrollo en el tiempo de la ejecucin.

    La parte musical, que constituye lo esencial del volumen, plantea numerosos problemas de losque tal vez convenga destacar uno, meramente prctico. De hecho, no convence del todo elcriterio editorial de limitar a dos las lneas de la parte del texto reproducida debajo de los

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    pentagramas: la divisin de las palabras en funcin de las notas es un asunto tan delicado que noparece oportuno dejarlo en manos de un pblico nada experto o del usuario medio, que no sercapaz de superar las dificultades de una labor a la que un maestro como Higinio Angls dedicabalargas horas. De poco habrn de servir entonces los textos in extenso, si los intrpretes no sabenajusfarlos a las melodas... Verdad es que proponer una correspondencia entre la msica y, porejemplo, los cuatrocientos veintiocho hemistiquios de Retrayda est la infanta habra alargadoconsiderablemente el trabajo y, sobre todo, habra supuesto un verdadero reto a la hora decomponer y disponer en la pgina la letra y la msica.

    Entre las numerosas interrogaciones suscitadas por ese volumen, la forma en que se incluyen yeditan las ocho melodas de romances recogidas por Salinas no deja de parecer problemtica.De hecho, tanto en la reflexin acerca de las melodas en la Introduccin como en la partemusical, los ocho fragmentos sacados del De Msica Libri Septem del salmantino se presentancomo si fuesen melodas en s y, adems, propias de tal o cual romance. No puede olvidarse, sinembargo, que no son sino meros ejemplos usados como tales en un tratado terico sobre lamsica. Salinas no pretende en ningn momento recoger melodas; va comparando metros y,ejemplificndolos, indica que con esta msica cantan los espaoles sus romances (p. 597 de latraduccin del De Msica por I. Fernndez de la Cuesta, Madrid, 1983). No se trata pues deobras, de melodas autnomas ni completas; no corresponden tampoco a un romanceparticular. Para comprobarlo se puede comparar, como a ello incita el mismo tratado, las dosmelodas editadas sucesivamente con dos nmeros distintos por Binkley/Frenk, como CondeClaros con amores la primera (p. 79) y Retrayda est la infanta (p. 80) la segunda: no son sinouna nica meloda.

    Cierto es que, de excluir los ocho fragmentos de Salinas, el nmero de obras se habralimitado mucho ms. Quizs estribe precisamente en el corpus elegido lo ms discutible delproyecto: el conjunto de los romances del siglo xvi cantados a voz sola, bien conocido y editado,no justificaba tal vez semejantes esfuerzos para una recopilacin que les resulta ms bienfrustrante al fillogo, al musiclogo como al intrprete. Por el contrario, la perspectiva, abiertaen la Introduccin, de entresacar lneas meldicas de los romances polifnicos recogidos en loscancioneros de finales del siglo xv o principios del xvi (se alude concretamente al CancioneroMusical de Palacio) parece muy prometedora, siempre que se salven los escollos para que lasediciones sean ms prcticas y mejor adaptadas a un pblico claramente definido. Es de esperarque los esfuerzos de la profesora Frenk y de algn miembro del Early Music Institute se vuelvan aaunar para convertir en realidad esa valiosa sugerencia del llorado Thomas Binkley.

    Vincent OZANAM(Universidad de Toulouse-Le Mirail)

    The Cancionero de la Sablonara (A Critical Edition), Critical dition, introduction and notesby Judith Etzion, London, Tamesis Books, 1996, CLXXII-254 p.

    (ISBN 1-85566-027-X, edicin en castellano; ISBN 1-85566-047-4, edicin en ingls)

    Preparada por la musicloga Judith Etzion y contando con la asesora de Carmen Valcrcelpara la transcripcin de los textos, se publica una largamente esperada edicin del Cancionerocompilado por Claudio de la Sablonara a peticin del conde Wolfgang Wilhelm de Baviera hacia1625 (probablemente en 1626). El Cancionero de la Sablonara consta de setenta y cinconmeros, representativos del repertorio en boga en la Corte de Madrid. Entre los compositoresdestacan los nombres de Mateo Romero (Capitn), Juan Blas, Alvaro de los Ros o Juan Pujol

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    (Puxol), quienes le ponen msica a la poesa de autores tan famosos como Lope de Vega,Quevedo o Gngora. El inters del Cancionero es evidente tanto para los musiclogos como paralos literatos, pues proporciona una informacin directa respecto de la prctica de musicacin delos textos poticos en la Espaa del Seiscientos.

    La edicin se divide en tres partes. En la primera, que hace de introduccin, se presenta elCancionero, se estudian la poesa y los gneros poticos con unos cuantos esquemas mtricos y secomentan detalladamente la msica as como los problemas relativos a su interpretacin. Lasegunda parte presenta las transcripciones de los textos y facilita algunas referencias respecto delas fuentes o de las variantes conocidas. En la tercera parte, tras unos apuntes acerca de lasnormas editoriales y unas notas crticas, se edita la transcripcin musical.

    La necesidad de una nueva publicacin del Cancionero de la Sablonara pareca tanto msapremiante cuanto que la nica edicin disponible disfrutaba ya, con sus defectos y lagunas, deunos ochenta aos de exclusividad (Cancionero musical y potico del siglo xvn recogido porClaudio de la Sablonara y transcrito en notacin moderna por el maestro D. Jess Aroca,Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1916). Etzion despacha endos lneas y una nota a pie de pgina (p. xxm y nota 13 de la misma pgina; cito por la edicinen ingls y traduzco) al benemrito Aroca, culpable al parecer de numerosos errores textuales ymusicales que no se precisan. No se olvide sin embargo que la labor de Aroca haba sido la deun pionero, siguiendo los pasos de Asenjo Barbieri, y que l mismo reconoca los desperfectos desu trabajo. La edicin ahora presentada pretende llenar un importante vaco y haber sidopreparada conjuntamente para los musiclogos y estudiosos literatos del Siglo de Oro (p. ix).Ante tan encomiable ambicin, conviene considerar detenidamente las tres partes del trabajo y, loadelanto desde ya, lamentar que el resultado no est a la altura de lo que se afirma.

    De la primera parte, o sea de la introduccin, poca cosa se ha de decir respecto de lapresentacin histrica o de la gnesis del Cancionero, puesto que eran conocidas con bastantespormenores desde Aroca y, sobre todo, gracias al trabajo publicado por Rafael Mitjana en laRevista de Filologa Espaola en 1919 (convenientemente citado por Etzion en notas ybibliografa). El captulo dedicado a la msica tambin es interesante y bien documentado. Seecha de menos, sin embargo, que al problema del estribillo se le dedique solamente una nota(p. LVI, nota 20) mientras que se trata realmente de un punto importante, que no tiene pocaincidencia cuando en la edicin, por ejemplo, se opta por repeticiones sistemticas entre coplas ono. En el captulo que versa sobre poesa, las observaciones y sugerencias (p. ix) de C.Valcrcel no debieron de ser atendidas todas en la preparacin de los esquemas comparados delas estructuras textual y musical. A cierta falta de sentido prctico habr que achacar sin duda ladesafortunada iniciativa de usar letras latinas tanto para las rimas como para las frases musi