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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=42119602 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Isabel Wences Simon ¿Cívica o comercial? Paradojas de la idea de sociedad civil en Ferguson Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. XLVIII, núm. 196, enero-abril, 2006, pp. 15-25, Universidad Nacional Autónoma de México México ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, ISSN (Versión impresa): 0185-1918 [email protected] Universidad Nacional Autónoma de México México www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Sistema de Información Científica

Isabel Wences Simon

¿Cívica o comercial? Paradojas de la idea de sociedad civil en Ferguson

Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. XLVIII, núm. 196, enero-abril, 2006, pp. 15-25,

Universidad Nacional Autónoma de México

México

¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista

Revista Mexicana de Ciencias Políticas y

Sociales,

ISSN (Versión impresa): 0185-1918

[email protected]

Universidad Nacional Autónoma de México

México

www.redalyc.orgProyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Resumen:

En este artículo, se analizan algunas

características de la idea de sociedad

civil en el pensamiento del ilustrado

escocés Adam Ferguson. Enmarcado en

el clásico dilema del binomio virtud

cívica/sociedad comercial, el filósofo de-

fiende que no debe reducirse lo "civil"

de la sociedad al plano económico, sino

que es necesario contemplar también

las dimensiones política y ética de los

ciudadanos. Si se excluyen estas dimen-

siones las consecuencias sociopolíticas,

entre ellas la corrupción política y el

despotismo, pueden ser devastadoras pa-

ra el hombre y para la sociedad. La

autora del artículo considera que esta

propuesta ofrece herramientas teóricas

para el actual debate que en materia de

sociedad civil se está llevando a cabo

entre los actores sociales que reivindican

principios de la tradición republicana —la

liberta política y la virtud cívica— y

aquellos que defienden núcleos funda-

mentales de la tradición liberal —el mer-

cado como instancia fundamental de la

sociedad civil.

Perspectivas Teóricas

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* Universidad Carlos III de Madrid, Depar-tamento de Ciencia Política y Sociología, C/Madrid 126, 28903, Getafe (Madrid).

¿Cívica o comercial? Paradojas de la idea de sociedad civil en Ferguson

Isabel Wences Simon*

Palabras clave:

Sociedad civil, Adam Ferguson, Ilustración

escocesa, virtud cívica, liberalismo clásico.

Abstract:

This paper analyzes some characteris-

tics of the concept of civil society in

the thought of Scottish Enlightenment

philosopher, Adam Ferguson. In the

framework of the classical dilemma of

the binomial civic virtue/commercial

society, Ferguson defends the position

that "civil" society should not be con-

fined to the economic sphere, but

should also include the political and

ethical dimensions of citizens. If these

two dimensions are excluded, the

sociopolitical consequences, among them

political corruption and despotism, may

be devastating for man and society. The

author of this article considers that this

proposal offers theoretical tools for the

contemporary debate among social

actors who advocate the principles of

the Republican tradition—political

freedom and civic virtue—and those

who defend certain fundamental core of

the liberal tradition—the market as

fundamental feature of civil society.

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Longevo retrato del paradigma deun ilustrado escocés, Adam Fergu-son (1723-1816), íntimo amigo deDavid Hume y Adam Smith, fue sinduda uno de los más ingeniosos yagudos observadores del gran siglode las luces.

Genio menor del panteón de lasciencias sociales hizo notables con-tribuciones al pensamiento social,filosófico y económico. Conside-rado el Montesquieu escocés, fue elprimer pensador moderno que uti-lizó, en el título de un libro, la vozsociedad civil al bautizar su obramás conocida con el nombre de Unensayo sobre la historia de la socie-dad civil.1 Sin duda, acierta JohnKeane cuando subraya que, "uno delos primeros signos de rompimientocon la idea clásica de sociedad civillo puso sobre la mesa Adam Fergu-son en uno de los mejores trabajosde la Ilustración escocesa: Un ensayosobre la historia de la sociedadcivil".2 En ésta y otras obras, inclu-yendo las inéditas, Ferguson realizóuna propuesta original y polémicasobre la sociedad civil que se en-marca en el clásico dilema del binomiovirtud cívica/comercio. Lo interesantede la iniciativa del ilustrado es que a

Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales

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1 Adam Ferguson, An Essay on the History of Civil Society, introducción a cargo de Fania Oz-Salzberger, Cambridge, Cambridge UniversityPress, 1996 (primera edición, A. Millar & T. Cadell, London, 1767). Es también recomendable la edición: An Essay on the History of Civil Society,edición e introducción a cargo de Duncan Forbes, Edinburgh, University Press, 1966. Existe la versión en español: Un ensayo sobre la historiade la sociedad civil, prólogo de Graciela Soriano, revisión y corrección de Juan Rincón Jurado, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1974.

2 J. Keane, "Despotism and Democracy. The Origins and Development of the Distinction between Civil Society and the State 1750-1850",en John Keane (ed.), Civil Society and the State, Verso, London , New York, 1988, p. 41.

3 Me ocupo a profundidad de esta temática en mi libro Sociedad civil y virtud cívica en Adam Ferguson, Madrid, Centro de Estudios Políticosy Constitucionales (en prensa).

Introducción

pesar de haberla construido en unentorno que mayoritariamente reivin-dicaba los presupuestos del liberalismoeconómico, Ferguson no separó lamirada de los valores de la tradiciónrepublicana y buscó constantementesituar lo político como componente me-dular de la sociedad civil.

El filósofo de Perthshire observa-ba la sociedad comercial a través deun complejo prisma cuyos ángulos ydiámetros estaban construidos conlas filosofías de los estoicos roma-nos, así como con las de NicolásMaquiavelo y el barón de Montes-quieu, quienes se convirtieron en lospadres del intenso tenor cívico quese percibe en sus obras. En elilustrado escocés se presencia unamente clásica, aunque de maticesmodernos, que intenta adaptarse alos vertiginosos cambios sociopolí-ticos que estaban sucediendo comoconsecuencia del progreso económico.

A lo largo de sus escritos, Fer-guson of Raith, como también se leconoció, reafirmó los valores del hu-manismo cívico como solución a lospeligros que él consideraba afrontanlas modernas sociedades comerciales,a las que denominó sociedades civi-les, y que son principalmente de dos

tipos. Por un lado, el creciente so-metimiento a la norma económica detodas las demás dimensiones de lavida social —el filósofo pensaba queesta subordinación era peligrosa por-que reducir la sociedad civil a laesfera del mercado podía dar lugara perjudiciales consecuencias socio-políticas. Por otro, y en clara conexióncon lo anterior, también podía propa-garse una potencial corrupción políti-ca que debilitaría el temple virtuosode los hombres y conducir, incluso, aladvenimiento del despotismo y conél a la devas-tación de la sociedad.Ante este posible panorama, Fergusonse preguntaba qué hacer con la lle-gada de una situación que sin dudarepresentaba un avance respecto delas condiciones de vida anteriores,pero que no podía evitar venir acom-pañada de potenciales riesgos comopodría ser la propagación de la tira-nía y la pérdida de las libertades3.

Antes de someter a discusión estastesis, resulta conveniente comenzarpor presentar algunos aspectos fun-damentales del pensamiento de esteilustrado escocés y del contexto enel que se desenvolvió.

17Perspectivas Teóricas

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4 M. Riedel, "El concepto de sociedad civil en Hegel y el problema de su origen histórico", en Gabriel Amengual (ed.), Estudios sobre laFilosofía del Derecho de Hegel, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1984, p. 201.

5 Giovanni Sartori, Elementos de teoría política, traducción de María Luz Morán, Madrid, Alianza Editorial, 1992, p. 205.6 María Isabel Wences Simon, En torno al origen del concepto moderno de sociedad civil (Locke, Ferguson y Hegel), Madrid, Instituto de

Derechos Humanos "Bartolomé de las Casas", Universidad Carlos III de Madrid y Dykinson, 1998, p. 11.7 Enrique Serrano, "Modernidad y sociedad civil", en Alberto Olvera (coord.), La sociedad civil: de la teoría a la realidad, México, Colegio

de México, 1999.8 Ronald L. Meek, Los orígenes de la ciencia social. El desarrollo de la teoría de los cuatro estadios, traducción de E. Pérez Sedeño, Madrid,

Siglo Veintiuno Editores, 1981.

La distinción entre lo político y losocial resultan comunes hoy endía. Pero la fusión política entreel Estado y la sociedad civil, repre-sentada con la fórmula clásicacivitas sive societas civilis sive respublica (la ciudad, es decir, la so-ciedad civil o, aún mejor, la cosapública), se mantuvo vigentedesde "Aristóteles hasta AlbertoMagno, Tomás de Aquino y Melan-chton, incluso de Bodino hastaHobbes, Spinoza, Locke y Kant".4

Durante este largo tiempo se des-plegó una concepción teórica sobreel mundo políticamente organizadoen la que el Estado no contenía ala sociedad dentro de sí ni tam-poco presuponía su existencia sinoque él era "sociedad", "sociedadcivil". Las diferenciaciones y con-traposiciones entre el Estado y lasociedad civil comenzaron a dibu-jarse en el siglo XVIII y no fuesino hasta la primera mitad delXIX que se afianzaron, adquirien-do ambos conceptos su acepciónactual.5 Durante esta época, enla que tuvieron lugar las prime-ras pretensiones teóricas y empí-ricas de separar lo social de lopolítico, la sociedad civil quedóinmersa en la encrucijada de unapolémica particular de carácter

intelectual e histórico en el queun camino llevó al afianzamientode las monarquías absolutas, endonde la sociedad civil quedó comoobjeto de dominación, y otro, ala consolidación de los gobiernosconstitucionales donde la socie-dad civil desafió la dominacióndel Estado.6

Durante el periodo en el cuallo civil y lo político se fundieron loque varió fue la esfera a la que seoponía la sociedad civil; en elmundo grecorromano a ésta se ledistinguía de la comunidad fami-liar y en la escolástica medievalde la sociedad religiosa.7 En elámbito moderno de los siglosXVII y XVIII la sociedad civilaparecía como la antítesis de lasociedad natural —John Locke ylos contractualistas— o como laoposición a una sociedad primitiva—Adam Ferguson y los ilustradosescoceses.

Cuando se alude a la contrapo-sición entre sociedad civil y socie-dad primitiva hay que tener encuenta que el adjetivo civil no sederiva de civitas, sino de civilitas(civilizado). Representantes de es-ta visión fueron los ilustradosescoceses quienes distinguían a lasociedad civil —en tanto sociedad

civilizada— de la condición pri-mitiva —sociedad ruda, no pulida,no civilizada. Esta distinción secomprende mejor recordando quelos ilustrados escoceses esbozaronuna teoría general del desarrollohistórico de la humanidad que seconoce como la teoría de losestadios y que además de ser unapropuesta que dominó gran partedel pensamiento social y econó-mico europeo del siglo XVIII8 esde utilidad en tanto herramientametodológica para el estudio dela sociedad civil.

Así, para explicar cómo lasociedad fue "naturalmente" desa-rrollándose hasta llegar a aque-lla forma de vida colectiva que se daúnicamente en los países que hanconseguido desarrollar una socie-dad civil (como la Gran Bretaña delsiglo XVIII), los ilustrados escoce-ses eligieron como instrumentoanalítico cuatro grandes etapas"típico-ideales" que les sirviesende marco para explicar heurísti-camente el desarrollo social.

Cada una de las etapas en cues-tión —caza, pastoreo, agriculturay sociedad civil civilizada y comer-cial— representaba un avance conrelación al periodo anterior y a cadauna le correspondían distintas

El lugar de Adam Ferguson en la travesía histórica de la sociedad civil

intencionadas de innumerablesacciones individuales que tienen,como objetivo más inmediato, el al-cance de sus fines privados y enlas que los instintos, temperamen-tos y hábitos son esenciales.11

Hasta aquí los ilustrados esco-ceses coincidían en la idea de socie-dad civil en tanto sociedad queha superado la condición salvaje ypreponderantemente agrícola y seha configurado naturalmente comosociedad comercial, pero discre-paban respecto del contenido queotorgaban a la sociedad civil, estoes, sobre sus elementos internos,sus características constitutivasy sus pautas normativas. Si biencoincidían y celebraban que laEscocia en la que vivían era unasociedad civil, diferían, sin em-bargo, en su percepción valorativarespecto del futuro de esa misma.Encontramos aquí una distinciónnormativa entre aquellos que seinclinaban más por acompañar ala sociedad civil de contenidosliberales y aquellos que ponían elacento en la necesidad de reivin-dicar los valores de la tradiciónrepublicana.

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ideas e instituciones relativas aldesarrollo cognitivo, la propiedad,el gobierno, el derecho, las percep-ciones sobre las costumbres, el modode subsistencia, las normas mora-les, la división del trabajo, etcé-tera. De esta manera, a medida queel hombre se desarrollaba y lahumanidad evolucionaba, las cir-cunstancias se diversificaban y lascostumbres se volvían más comple-jas. La diversificación y la com-plejidad, sostenían, eran huellasde las sociedades civiles y erancorrelativos del conocimiento y delos hábitos civilizados; la homo-geneidad y la simplicidad lo erande la ignorancia y de la rudeza.

La teoría de los estadios permi-tió a estos pensadores escocesesfundamentar que la configuraciónde las instituciones sociales, polí-ticas, legales, económicas y lin-güísticas se ha ido formando a lolargo de la evolución de la socie-dad gracias a innumerables accio-nes humanas hechas por personasque ignoraban las posibles conse-cuencias, generalmente lejanas, alas que sus actos podrían con-ducir. Estos ilustrados subrayaron

con énfasis que los órdenes so-ciales complejos —el lenguaje, lapropiedad, el comercio, la lega-lidad, los rangos y el gobierno—son el resultado de efectos noprevistos de acciones individuales.

Con base en la ley de las con-secuencias no intencionadas dela acción explican la formacióninstitucional de la sociedad civila partir de causas naturales y cul-turales, enfrentándose así tantoa la concepción cartesiana de unarazón humana independiente y deexistencia anterior capaz de inven-tar las instituciones, como a lacreencia de que la sociedad civildebe su existencia a un sabiolegislador o a un contrato social.9

Los filósofos escoceses se ale-jaron de la entonces influyenteconvicción intelectual de acuerdocon la cual el hombre ha creado o escapaz de concebir el complejo sis-tema de normas jurídicas y mora-les que rigen en el mundo.10 Lascomplejas disposiciones socialesbajo las cuales vivimos se confi-guran, no gracias a un cálculo de-liberado, sino a partir de un ordenespontáneo, de consecuencias no

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9 Jean-Michel Josselin y Alain Marciano, "Public Decisions in the Scottish Enlightenment Tradition", en Journal of Economic Studies, nº 1,vol. 28, 2001, p. 7.

10 A. Ferguson, op. cit., p. 122.11 Norman Barry, "La tradición del orden espontáneo", en http://www. uaca.ac.cr/acta/1997nov/norman.html Consultado el 5 de marzo de

1999.

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La constante preocupación por lospeligros sociopolíticos en los quepuede caer la sociedad civil es loque distinguió a Ferguson de otrosde sus contemporáneos escoceses.El que fuera capellán castrense delRegimiento Black Watch se dabaperfectamente cuenta del avanceque para la humanidad significabala presencia de la sociedad civiliza-da, pero no se mostraba ciegamenteoptimista respecto del desarrollosocial, más bien tuvo sumo cuida-do en distinguir entre los hechosreversibles y los irreversibles,entre el desarrollo tecnológico yeconómico, de un lado, y el psi-cológico y el moral, del otro.

Lo que más le preocupaba es quela llegada de la sociedad civil co-mercial viene acompañada de unalatente corrupción que puede mer-mar la virtud cívica de los hombresy fertilizar la tierra para que ger-mine el despotismo. Los dos grandespeligros sociopolíticos que Fergu-son percibía eran, por una parte, lapérdida de la entereza humana, elnaufragio del ejercicio ciudadanoy el descalabro del honor marcial—resultado todo ello de la diver-sificación de la división del traba-jo, característica sine qua non de lasociedad civil comercial; por la otra,las altas probabilidades de que secorrompiera el espíritu público porlas amenazas que supone para lavirtud política la llegada del inte-

Perspectivas Teóricas

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rés, la creciente preferencia porla vida reposada y en consecuenciael abandono de la vida activa y ellujo, rasgos que acompañan a lasociedad civil. Para comprenderel hilo argumental del pensadorveamos brevemente cada uno deestos aspectos.

El bibliotecario de la Facultad deAbogados de Escocia era conscientede los beneficios económicos que re-portaba la presencia de la divisióndel trabajo —la separación de lasartes y las profesiones— en la socie-dad civil: aumento de la riqueza,incremento de la productividad ycrecimiento gradual de las como-didades y el bienestar. Pero estosbeneficios, que Adam Smith sub-rayara, no eran lo suficientementevaliosos como para hacerle olvidarlos devastadores efectos políticosy éticos a los que puede conducirla propagación y generalizaciónde su práctica.12

Al autor del Ensayo sobre la histo-ria de la sociedad civil le preocupabaque este ejercicio pudiese invertirlos valores, destruir la personalidadhumana y conducir al desinterés polí-tico porque cuando irrumpe la exce-siva especialización se sumerge alos hombres en su tarea particulary se les aleja de sus responsabili-dades sociales y políticas.

Ciertamente, cuando "el hombrese convierte en un engranaje ciegoen una máquina inmensa, aislado

12 Jean-Pierre Séris, Qu'est-ce que la division du travail?: Ferguson, Paris, Librairie Philosophique J. Vrin, 1994 (Pré-Textes, 6).13 Miguel Ron Pedrique, Los orígenes del liberalismo: Adam Ferguson y la tesis del doux commerce, Caracas, Fundación Mirón Editores, 1991, p. 49.14 John David Brewer, "Adam Ferguson and the Theme of Exploitation", en The British Journal of Sociology, vol. XXXVIII, nº 4, 1986, p. 463.

de todo menos de su función es-pecífica"13 se presentan gravesproblemas. El primero de ellos es laposible pérdida de la entereza hu-mana. Una de las consecuencias nooriginalmente intencionadas deldesarrollo comercial e industrial esque los hombres van cada día ase-mejándose más a una máquina, quepoco a poco se ven inmersos enun proceso de desmantelamientode sus facultades mentales y quemuchas veces terminan conver-tidos en meros instrumentos amerced de su trabajo. La divisióndel trabajo puede minar el inte-lecto humano porque entre másmecánicamente se trabaje menostiempo hay para dedicarse a lareflexión y al estudio.

Así, la división del trabajo sien-ta las bases de un monopolio de lahabilidad intelectual que queda enmanos de los pocos que controlan elproceso general —fábrica, adminis-tración del Estado y ejército— loque conduce a un empobrecimien-to de la creatividad y de la reflexióndel resto de la humanidad.

La separación de las artes co-merciales produce trabajadores des-humanizados; el trabajador cuyoesfuerzo se reduce únicamente abuscar los medios para comer, sevuelve un ente mecánico, su ejer-cicio no requiere de talento. Y unhombre máquina termina por per-der su entereza humana.14

Adam Ferguson y la defensa de la virtud política

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pleno desarrollo de la virtud y lafelicidad.

Caer preso de la conducta delfuncionario ocupado en sus propiosintereses y de hombres que no par-ticipan de las prácticas sociales ypolíticas, significa el desastre tan-to para la estabilidad nacional comopara la libertad de los individuos.

Una tercera consecuencia nega-tiva de la división del trabajo es eldescalabro del honor marcial. Silos individuos se desentienden delcultivo del honor marcial para dedi-carse de lleno a la producción, sepone en peligro el espíritu públicode defensa de la patria. De los dosmétodos mediante los cuales pue-de suministrarse una defensa pú-blica, Ferguson optó por defenderla milicia, frente a la propuesta de unejército permanente. La milicia ga-rantizaba la participación en la de-fensa pública: "Quien no toma parteen la defensa de su país no es unciudadano".16

Así, para el tutor de la familiadel Marqués de Bute la defensa delhonor marcial era un deber cívico.Se negaba, por tanto, a la profe-sionalización de la defensa. Aducíaque si se permitía que la protec-ción de los hombres se convirtieraen un mero servicio pagado, enton-ces los ciudadanos perderían susentido de bien público.

El advenimiento de la sociedadcomercial también podía, poten-cialmente, corromper del espíritupúblico. El filósofo se mostraba cons-

tantemente preocupado por la ame-naza que representa la pérdida devirtud pública y, consecuentemente,la emergencia de la corrupciónpolítica.

En el discurso del escocés la co-rrupción se yergue como la prin-cipal causa de declive y ruina dela sociedad civil. Por corrupción, elilustrado entendía una depravacióndel carácter humano que conducía ala indiferencia o a la pérdida de in-terés por participar en los asuntospúblicos.17 Surge cuando los hombresadoptan una actitud negligente antela participación política y giran lamirada hacia los asuntos de su pro-pio interés. La corrupción "es unafuerza destructiva y dinámica queconstantemente pone en peligro eledificio entero de la comunidadpolítica. Al disolver la obligaciónde los ciudadanos a participar,conduce al descuido de las insti-tuciones y a la consecuente pér-dida de libertad política".18

Hay que advertir que la socie-dad civil de carácter comercial nonecesariamente tiene que acom-pañarse de la corrupción, pero sípresenta una serie de particulari-dades que parecen allanar elcamino para que esta desviaciónse manifieste. Así, además de laya mencionada división del tra-bajo, la obra del escocés alude ala llegada de nuevos valores co-merciales que condujeron a sus-tituir las pasiones existentes porintereses; al advenimiento de una

Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales

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15 Ernest Gellner, Condiciones de la libertad. La sociedad civil y sus rivales, traducción de C. Salazar, Madrid, Paidós, 1996, p. 80.16 F. Adam, Un ensayo sobre la historia de la sociedad civil, ... op. cit., p., 290.17 Ibid, p., 314.18 John Robertson, "The Scottish Enlightenment and the Limits of the Civic Tradition", en Istvan Hont y Michael Ignatieff (eds.), Wealth

and Virtue. The Shaping of Political Economy in the Scottish Enlightenment, Cambridge, Cambridge University Press, 1983, p. 137.

La segunda consecuencia de lallegada de la división del trabajo esel posible naufragio del ejerciciociudadano. Es verdad que a Fergu-son le inquietaba lo que la sepa-ración de las profesiones puedecausar al alma humana, pero lo quemás le preocupaba era lo que po-día dañar a la sociedad civil. Teníatemor a que llegara a transfor-marla en "una repulsiva forma deservidumbre".15

El profesor de la Universidadde Edimburgo creía que los ver-daderos peligros para la sociedadcivil vendrían cuando la divisióndel trabajo se extendiera a toda laestructura social. Si esto llegasea suceder, sostenía, podría destru-irse el orden social, corromperse elespíritu público y, consecuente-mente, abrirse las puertas al des-potismo. La separación de las artesy las profesiones —entre los em-presarios y los trabajadores; entrelos administradores públicos y losciudadanos privados; entre los sol-dados y los civiles— podría corroerlos lazos sociales y socavar la par-ticipación de los ciudadanos.

Lo que quiere decir Ferguson esque la especialización disocia alciudadano de su deber como hom-bre de Estado y como guerrero.Para él, los deberes del hombre deEstado y del guerrero son consi-derados como los más altos ofi-cios públicos y los más decisivospara el bienestar nacional porquedesarrollan las condiciones para el

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creciente preferencia por la vidareposada; a la confinación de la vi-da activa y, finalmente, a la lle-gada del lujo.

Con el advenimiento de estosnuevos valores comerciales se co-menzó a sustituir las pasiones exis-tentes por intereses. Como bienseñala Carmen Iglesias, en la revolu-ción de los valores que tuvo lugar enla modernidad se produjo "un des-plazamiento del ideal de gloria,honor y virtud y el afianzamientoen su lugar de una pasión muydistinta, el interés individual".19

Así, el comercio y el interés priva-do se convierten en los muelles delas sociedades europeas modernas.Y si se sustituyen las pasiones porlos intereses y a estos últimos se lesconvierte en el principio orienta-dor de la acción humana se puedetener el efecto colateral de matarel espíritu cívico y abrir las puer-tas a la tiranía.20

Otra posible fuente de corrup-ción que genera el comercio, y quepuede favorecer a un gobiernoautoritario, es el abandono de la vidaactiva y la exaltación del reposo,esto es, la inclinación a adoptaruna actitud políticamente pasiva.El gran mal para el hombre es elreposo porque la apacible indife-rencia fomenta los vicios y una vezque éstos se diversifican el ascen-so del despotismo es cuestión detiempo.21

La pasividad es una terrible es-clavitud; la inactividad producedespreocupación y alguien que seencuentra muy ocupado en susasuntos privados deja del lado suespíritu público. Un hombre impa-sible e inactivo está lejos de ser unciudadano virtuoso. Igual que mástarde hiciera Alexis de Tocqueville,Ferguson percibió el hedonismocomo uno de los potenciales ries-gos que el espíritu del comerciogeneraba.22 Si la tendencia al reposocomienza a anidar en el interiorde la condición humana, caer enel despotismo es prácticamenteun hecho.

Finalmente, podemos señalarla preocupación de Ferguson por lallegada y bienvenida del lujo. Ellujo, entendido como "todo dis-pendio que va más allá de lonecesario",23 es uno de los temasque atrajo la mirada de gran partedel mundo intelectual del sigloXVIII. Para el liberalismo tempranosu presencia se consideraba impul-sora del comercio, fomentadora deriqueza y núcleo del desarrollo delcapitalismo; para otros, el lujoderivaba en corrupción.

El ilustrado escocés creía queel fausto corrompía a los habi-tantes de la sociedad civil en dossentidos: afeminando a los hom-bres —porque aquellos que vivenuna vida de lujo se consagran a losplaceres de la complacencia, la pa-

sividad y la avaricia— y desviandola búsqueda de bien público. Ellujo provoca que los hombres diri-jan la mirada únicamente hacia laadquisición de riqueza privada yel disfrute de lo superfluo. Los hom-bres dejan de atender los deberespúblicos porque su mente se dis-trae, su energía se concentra úni-camente en perseguir beneficioseconómicos privados. De esta ma-nera, si la búsqueda del lujo sevuelve un comportamiento social,sin que nadie pueda neutralizar-lo, entonces el fallecimiento de lanación es inminente.24

Todas estas ideas, esbozadas enbreves trazos, denotan que AdamFerguson sabía que la sociedad civilcomercial había pulido y suavizadolas costumbres bárbaras y, en estesentido, celebraba su llegada. Perotambién fue consciente de que supresencia podía por igual corrom-per las costumbres y, por ello, con-sideraba que, para contrarrestar susefectos negativos, era necesario for-talecer, revitalizar, la virtud cívica.

Así, al tiempo que abrazaba losprogresos de la época moderna alos que considera naturales, mira-ba con nostalgia hacia el pasado eintentaba recuperar los principiosde la tradición republicana clásicaen un intento por armonizar loscontenidos de los componentesdel famoso binomio virtud cívi-ca/comercio. Para evitar que las

Perspectivas Teóricas

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19 María del Carmen Iglesias, Individualismo noble, individualismo burgués, discurso de ingreso a la Real Academia de la Historia, 4 denoviembre de 1991, Madrid, p. 26.

20 Alberto O. Hirschman, Las pasiones y los intereses, traducción de E. L. Suárez, México, Fondo de Cultura Económica, 1978, p., 129.21 A. Ferguson, Un ensayo sobre la historia de ... op. cit., p. 266.22 Alexis de Tocqueville, La democracia en América, traducción de E. Nolla, Madrid, Aguilar, 1989, pp., 237-238.23 Werner Sombart, Lujo y capitalismo, traducción de L. Isabel, Madrid, Alianza, 1979, p. 63.24 A. Ferguson, Un ensayo sobre la historia de ... op. cit., p. 308.

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semillas de la corrupción germinaranera necesario, sostiene Ferguson,hacer algunos ajustes políticos ymorales que fueran compatiblescon las condiciones modernas.Para ello, el historiador escocéspropuso que la condición activase convirtiera en el principio deacción; que se recuperara el sen-tido republicano de amor a lapatria y que se refrenara el lujo.

La primera de estas solucio-nes, que la condición activa seconvierta en el principio de acción,tenía que ver con el ideal que elautor de The History of the Progressand Termination of the RomanRepublic defendía; para él, todoslos hombres poseían una naturalcondición activa, pero ésta podíaverse avasallada. La naturaleza hu-mana, afirmaba, se sustentaba enun principio de acción, de movi-miento, de continua búsqueda dela perfección.25 Era un atributoque ayudaba al hombre a emplearsus talentos para librarle de lapasión de la pasividad y la como-didad.

El movimiento se convirtió enel principio de una teoría de laacción individual y en el motorcontra la tendencia a la apatía y,por consiguiente, de freno aldespotismo. Un pueblo que par-

ticipa activamente en los asuntoscívicos y militares puede evitar latiranía.26

Por tanto, para Ferguson, elhombre dotado de virtud no erael que pasivamente observaba suentorno sino el que actuaba,aquel que con el impulso de suacción construía y transformabasu medio ambiente.

La recuperación del amor a lapatria fue la segunda soluciónque propuso el escocés. Fergusonentendió a la virtud, en su acep-ción política, de la misma maneraen que lo había hecho Montes-quieu —quien, a su vez, seguíala estela de Maquiavelo: "la virtuden la república es el amor a la patria,es decir, el amor a la igualdad".27

Este amor a la patria hace alu-sión al amor a las leyes y a lasinstituciones que protegen la liber-tad común.

La virtud en tanto virtud po-lítica se convierte en la base de lalibertad y pide a los ciudadanosuna conducta republicana, esto es,"una medida módica de buena con-ducta pública, de obediencia a lasleyes legítimas y sobre todo unacapacidad de participación activamínima en la cosa pública".28

El amor a la patria, comentóFerguson, debía darse de dos ma-

neras: estando dispuestos a defen-der por sí mismos —mediante unamilicia— a la ciudad y evitandoque el gobierno caiga en manosde individuos que sólo buscan supropio interés, supervisando con-tinuamente las acciones del go-bierno y participando en losasuntos de carácter público.

Una última propuesta de solu-ción fue desterrar al lujo de la vidade los hombres. Si bien Fergusonno negó la importancia del comer-cio llegó, sin embargo, a repudiarel lujo. Para él, la admiracióncodiciosa de la fortuna distraía alos hombres de las tareas ciudada-nas. Por tanto, la preocupacióndel hijo de Logierait no era tantofrenar la riqueza comercial comodesviar o subvertir los argumen-tos a favor del lujo; regular laconducta de los hombres y pre-venirles de los peligros que suponela inclinación por la ostentacióny la adquisición desenfrenada deriqueza.

Ferguson no quería que lasociedad civil se fundamentase enel ciego juego de los intereses,por ello consideró de fundamen-tal importancia que los hombresse desprendieran de la codicia dellujo.29

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25 A. Ferguson, Principles of Moral and Political Science, prefacio a cargo de Lawrence Castiglione, Nueva York, Ams Press, 1973, p. 235.26 Ronald Hamowy, "Progress and Commerce in Anglo-American Thought: The Social Philosophy of Adam Ferguson", en Interpretation, nº

14, enero de 1986, p. 85.27 Montesquieu, Del espíritu de las leyes, prólogo de Tierno Galván, traducción de M. Blázquez y P. de Vega, Barcelona, Tecnos, 1972, p. 29.28 Salvador Giner, "Las razones del Republicanismo", en Claves de Razón Práctica, nº 81, abril, de 1998, p. 7.29 Christopher J. Berry, Social Theory of the Scottish Enlightenment, Edinburgh, Edinburgh University Press, 1997, p. 140.

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La perseverante observación y há-bil intuición que Ferguson mostrócon respecto a los peligros en losque puede caer la sociedad comer-cial, en la que él mismo vivió y ala que bautizaría como sociedadcivil, lo condujeron a forjar unapropuesta normativa distinta alhabitual discurso de la época, peroa pesar de su originalidad no exen-ta de contradicciones. Sin negar quela libertad individual venía aso-ciada al orden comercial y la pros-peridad a la división del trabajo,construyó una disquisición que sealejaba de aquella visión que con-sideraba al comercio —el merca-do— el más excelso atributo dela sociedad civil; en su lugar,propuso un discurso en el que lavirtud cívica se convertiría porderecho propio en la columnavertebral de la sociedad civil.

La solución que propuso paraevitarle riesgos a la sociedad civilconsistió en conciliar, en ocasio-nes —hay que decirlo— de manera

forzada, dos tradiciones de pensa-miento: el liberalismo acompañadodel individualismo económico (alque consideraba ineludible) y elhumanismo cívico clásico escol-tado por la virtud republicana(al que pensaba imprescindible).

Sin duda, una de las contribu-ciones centrales del autor dePrinciples of Moral and PoliticalScience es su intento, aun contodas las carencias, por construirun edificio teórico con dos colum-nas centrales: el modelo clásicode la virtud política y la inevi-table transformación de los hom-bres y las cosas resultado de unarevolución de valores e ideales quesepararon al mundo moderno dela sociedad tradicional.30 Tratarde armonizar en la construcción deun modelo normativo de sociedadcivil lo antiguo y lo moderno esuna tensión en la que se sitúagran parte de la originalidad de latradición del pensamiento del es-cocés. Sin embargo, tratar de dar

una solución viable al dilema vir-tud cívica/comercio es una tareasumamente compleja, una reflexión,podría decirse, casi desesperada.

A pesar de que en muchas oca-siones el sistema propuesto porFerguson tropieza con fragilidadesprácticas y teóricas y que el acer-vo antiguo y el patrimonio liberalno llegan a ser compatibles en lamedida en que él hubiera desea-do, su acento en las ventajas quereporta una vigorosa defensa de losvalores cívicos y políticos lo llevarona plantear una serie de estrate-gias, inquietudes y antagonismosque pueden resultar de gran utilidadpara comprender mejor la historiaintelectual contemporánea, princi-palmente la polémica que sobre laidea de sociedad civil mantienen,aún hoy, liberales y republicanospor igual.

Recibido el 4 de noviembre del 2005

Aceptado el 21 de abril del 2006

Perspectivas Teóricas

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30 Louis Dumont, Homo aequalis. Génesis y apogeo de la ideología económica, traducción de J. Aranzadi, Madrid, Taurus, 1982, p. 12.

Conclusión

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Perspectivas Teóricas

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