Politica y Discurso en La Conquista de Mexico

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    Capitulo 16Politic a y discurso en la Conquista

    de Mexico: Malintziny el dialogo con Heman Cortes *

    ParaMaria Agueda Mendez

    Podra parecer ins6lito, y hasta cierto punto provocador,pero el quinto centenario del nacimiento de HernanCortes no podia silenciar el nombre de aquella mujerque fue su conquista mas importante. En estos tiempos enque nuestras cornpafieras reclaman con tan justos titulos sulugar y reivindican con tan acertado ahinco el papel crucialque les ha preparado desde siempre la Historia, convendriaparticularmente, creo, evocar la figura de Malintzin, la silue-ta femenina mas fascinante de la empresa americana. Y,pues-to que se ha contemplado desde tantos puntos de vista y des-de tantas atalayas hist6ricas la explicaci6n de la conquista deMexico y de la aventura cortesiana, se pod ria intentar vel',con los ojos de los textos y dellenguaje de los textos, con lossignos de la palabra de la conquista, la que fuera el arm a masaguda y afilada en el transcurrir de aquella conquista misma.La omnipresencia de una bella mujer aun tan rnisteriosa ensu mal eonocido itinerario, la palabra entrecruzada que tejeel acontecer politico y militar de la empresa, un dialogo com-plejo y delicado en sus significados de mas largo alcance crioson tambieri, acaso, los elementos que el historiador de hoyen dfa, atento a las herramientas que le brindan los reeursosde la palabra y de la imagen, texto e iconografla, puede utili-zar? Aunque s610 sea para intentar humildemente leer la cla-ve aun tan borrosa y secreta de aquellos extrafios caminos En A rma na d e e st ud io s ametiamos, (Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-

    Arnericanos), XLV(HI88), 67-82.,.

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    )1 J) ) :)286 Georges Baudot> Mexico y l os a lbo re s del d is cur so co loni al

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    que destrozaron el florecer arnerindio de Mexico y abrieronlas puertas de otro mundo.

    El discurso, narrativo y mitico, que tan ingratamente ex-presa y abruma la figura hist6rica de Malintzin, mantiene hoyen dla enterrada su imagen en los significados mas hostiles.En el Mexico de hoy ella encarna muy a menudo yen sumograde el atropello cometido contra un pueblo y un mundo, laviolencia fundamentada en la traici6n y el abandono de losvalores propios de una civilizaci6n original y esplendorosa,para provecho de conceptos extranjeros impuestos por con-quistadores despiadados venidos de un mas alla no menosextrafio e incomprensible. Malintzin es una mujer malditahasta dar su nombre, 0 su apodo, Malinche, a una actitudcolectiva contemporanea, a una especie de fantasma nacionalque es tambien, a veces, la mascara con que se encubre laxenofobia cuando se acusa a alguien de ello: malinchismo; ab-dicaci6n cobarde frente a las costumbres, las ideas 0 las mo-das del extranjero, del Otro. Evocaremos, tan s610 y de pasa-da, a un Octavio Paz, por ejemplo, para que nos sefiale eltriste recorrido de esta mujer condenada pOl' aquellaberintode soledad que cree percibir el escritor en 10mas hondo delser historico de Mexico:

    ".EI simbolo de laentrega es dona Malinche, la amante de Cor-tes ... Dona Marina se ha convertido en una figura que repre-senta a Jasindias, fascinadas, violadas 0 seducidas pOl' los espa-fioles. Y del mismo modo que el nino no perdona a su madreque 1 0 abandone para ir en busca de su padre, el pueblo mexi-cano no perdona sutraici6n a la Malinche. Ella encarna 1 0 abier-to, 1 0 chingado, frente a nuestros indios, estoicos, impasibles ycerrados ... es la Chingada en persona ... Al repudiar a JaMalinche-Eva mexicana ... el mexicano rompe sus ligas con elpasado, reniega de su origen y se adentra solo en la vida histo-rIca...(Octavio Paz, El laberinio de la soledad, cap. IV : "Los hijos dela Malinche.")Desde luego, cabe decir de inmediato que este repudioprimordial que autoriza, segun Octavio Paz, la vida hist6rica

    de l~mexicanos, esta intimamcnte regali.ado pOl' 10que fue

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    Cuarta parte MalitzinYsu discurso 287la realidad hist6rica del personaje de Malintzin, y que laautenticidad de los hechos y de los documentos utilizables noautoriza, ni mucho menos, esta reconstrucci6n mitica propiadel siglo xx. De hecho, la maldici6n que pesa sobre Malintzines relativarnente reciente, por 10 menos con estas perspecti-vas. Y si todos sabemos que la Historia de una naci6n forja losmitos que luego son el tejido de una conciencia colectiva deidentidad nacional, en el caso que nos ocupa los datos de lavivencia hist6rica han sido reelaborados de un modo muypeculiar para lograrlo. Es probable que las oscuridades y lasimportantes lagunas de la documentaci6n accesible sean res-ponsables de esta confusi6n tan sorprendente. Efectivamen-te, cuando el historiador se interesa por el personaje deMalintzin, 10 prirnero que le sale al paso es la pobreza y lafragilidad de la informaci6n disponible, la debilidad ya.vecesla inconsistencia de la documentaci6n provechosamente ex-plotable. En verdad, pocas fuentes son razonablemente con-fiables y son rnuy raros los testimonios directos dignos de con-fianza. Parece como si anticipando las reacciones del siglo xx,un extraii.o y voluntario pudor hubiera invadido los relatosde las cr6nicas y de los folios que conservan los archivos. En-tre los relatos de los conquistadores, actores directos del dra-ma, sobresale el testimonio crucial de Bernal Diaz del Casti-llo, quien conoci6 personalmente a Malintzin y quien nos dicecon sus propias palabras: "Todo esto que digo se 10 of yo muycertificadamente y 10juro ... " Hernan Cortes (quien tenia ob-viamente las mejores razones del mundo para disertar abun-dantemente sobre ella) s610 ha hecho discretisimas alusionesa su papel en las Cartas de Relaci6n dirigidas a Carlos v, comosi abrigara temores de disgustar al Emperador 0, quiza, comosi terniera la disminuci6n de sus meritos y de su propio papelen la empresa: 10 que es tambien, en cierto modo, bastanterevelador. Lo unico que concede el conquistador es una alu-si6n pasajera a la situaci6n de intermediario obligado quecumplia Malintzin cuando las conversaciones pollticas con laspoblaciones 0 con las autoridades amerindias, y esto con elcalificativo anodino de "nuestra lengua" 0de "la lengua". Es-crita por una plurna tan racional y tan preocupada por el ni-

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    288 Georges Baudot > Mex ico y l os a lb o re s d el d is c ur so c o lo ni alvel de proximidad del relator con respecto al relato y a suvoluntaria y supuesta objetividad, este mensaje del conquis-tador dentro de su estrategia verbal es ya profundamente sig-nificativo. En el proceso de Iiccionalizaci6n que va a plasmarsu representacion de la conquista, el papel atribuido (sin in-sis_:~.hcias)a la palabra de Malintzin es, sin embargo, el de lacrucial distribuci6n del discurso, el del reparto politico y ver-bal que implica una situacion central. Aunque la intenci6n deCortes, a nivel inmediato, no fuera esta debido a la carga tac-tica que anda inserta en las Cartas de Relaci6n. A todos noso-tros, y tambien a nivel inmediato, nos parece poco, inclusomuy poco, tratandose de una mujer que Ie of red a las Havesde un imperio y que habia de darle un hijo muy querido,Martin Cortes. Un hijo que el conquistador haria bautizar conel nombre de su propio padre: Martin, como para fundamen-tar una suerte de filiaci6n privilegiada, y que haria legitimarpor la bula pontificia de Clemente VII del16 de abril de 1529,y a quien haria nombrar caballero de la Orden de Santiago;un hijo, por fin, que habra de beneficiar generosamente en sutestamento y de quien Cortes sabria decir el verdadero cari-no que Ie inspiraba, como 10 indica a todas luces aquella en-trafiable carta que escribiera el conquistador a FranciscoNunez, de Santiago del Mar, el20 de junio de 1533, cuandoMartin Cortes, el hijo de Malintzin, se encontraba enfermo yel conquistador no habra tcnido noticias suyas desde hadatres meses: " ... y sobre tal relacion de enfermedad bien po-d r eis creer si tendria pena, y no me quisistes escribir della.Pues hagoos saber que no le quiero mcnos que al que Diosme ha dado en Ia Marquesa ... "

    El material filol6gico, pues, que nos procuran Bernal Diazy Hernan Cortes parece ser el mejor. Fuera de ellos, y porparte espanola, nos quedan los datos del historiador Lopezde Comara, el clerigo que nunca habfa estado en America,como agudamente 1 0 reprocharfa Bernal Diaz, y que ha vin-culado buen mimero de chismes y de perfidias. Poca cosa adecir verdad, aunque los cronistas siguientes se hayan apode-rado con fruicion de estos materiales de desecho. Por no ha-blar de un Suarez de Peralta que los maneja muy tardiamen-

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    Cuarta parte Malitzin y su discurso 289te, en 1589, de forma bastante alucinante, hasta atribuir a losamores de Cortes con Malintzin nada menos que seis hijos,Claro esta, el otro material utilizable es el testimonio funda-mental de los amerindios vencidos, los relatos aztecas de laconquista, que conllevan cierto tipo de apreciaciones sobre elpapel de Malintzin que no se pueden ignorar ya, hoy en dfa,sobre todo cuando se origin an en testimonios directos del dra-ma, como es el caso dellibro XII del C6dice Florentino 0 de losllamados Anales historicos de la nacum mexicana 0 Anales deTlatelolco de 1528. Notemos que tambien aquf encontraremospocas, poqufsimas precisiones biograficas, y mas bien la con-ciencia amarga de una catastrofe suplementaria al saber queuna mujer de su propia naci6n se encontraba crucialmentecolocada en la exp ed icio n de los dioses venidos delagua-del-cielo, como 1 0 subraya con tristeza uno de los auto-res del C6dice Florentino: " ... Y se dijo, se declare, se indico, seconto, se deposito en su corazon, en el corazon de Mote-cuhzoma, que una mujer de aquf, de las nuestras, los guiaba,les servia de interprete hablando nahuatl. Ella se llarnabaMalintzin ... " Podemos afiadir, para acabar con el repaso deestas fuentes posibles, que los grandes historiadores mestizosde los siglos XVI Y XVII, Alvarado Tezoz6moc, Munoz Camargo,Alva Ixtlilxochitl, etcetera, retomaran sencillamente los rela-tos anteriores, mezclando a veces las cronicas espariolas y lascronicas amerindias con evidente confusion. Nos quedarfa,para terminar, 10 que los archivos han podido entregarnos ypodrfa ser mucho, pero desgraciadamente solo cabe consta-tar por ahora que en este terreno la cosecha es todavfa fiUYendeble.

    Ahora, en el marco de este Congreso Hernan Cortes, con-templando el discurso de Malintzin e intentando una lecturadesmitificadora de la conquista de Mexico del discursohisto riografico tradicional que conlleva una cuidadosaficcionalizacion de los acontecimientos, me perrnitiran uste-des empezar por puntualizar algunos elementos, a mi pare-eer daves, en la trayectoria vivida por el personaje y que inte-resan para un esbozo timido (e inseguro, ya 10 se) deintepretacion global. Podemos empezar por su nombre mis-

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    290 GeorgesBaudot > Mex ico y l os a lb o re s d el d is c ur so c o lo ni al

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    mo:Malintzin. Bien sabemos que las cr6nicas espanolas, yaundeterminada corriente de la historiografia conternporanea,han preferido llamarla por su nombre de pila, de bautizo cris-iiano: Dona Marina, 0 por su apodo: Malinche, e incluso seha pretendido que Malintzin s610 era una designaci6n per-vertida, originada poria "nahuatlizacion" posterior de sunombre cristiano. Sin embargo, nos hallamos ante una evi-dencia insoslayable: todos los textos amerindios que han pro-ducido los testigos directos de estos acontecimientos siemprela dcsignan como Malinlzin. El C6dice Florentino (cap. IX) biendice: ftoca Malintzin. El historiador Francisco Javier Clavijeroque recogfa en el siglo XVIII una tradici6n oral tardfa del pue-blo de Painalla, en la regi6n de Coatzacoalco que rue cuna deMalintzin, tambien la ha nombrado Tenepal.

    Pero es delicado evaluar la importancia de una tradici6nlocal, dos siglos y medio despues de los sucesos. Un autormexicano, Miguel Angel Menendez (Malintzin en un fuste, seisrostrosy una sola mascara, Mexico, La Prensa, 1964) afirma queTenepal proviene de tene: "afilado, filoso, puntiagudo, cor-tante" y,pues, de una metafora: "persona que tiene facilidadde palabra, que habla rrrucho", 0 que Tenepal, asimismo, pue-de originarse en Tempalli: "labio", y que Tenepal significa: "al-guien que tiene gruesos labios", es decir, "que habla mucho''.No yeo muy clara esta filiaci6n filol6gica en los mecanismosgramaticales y lexicograficos de la lengua nahuatl, pero des-de luego serfa altamente significante del autentico papel des-ernpefiado por Malintzin como duefia del discurso politico ynarrfltivo que funda la conquista y que representa la crucialpal~}a del interrnediario central que con cl Verbo crea eldesarrollo hist6rico de los hechos. De todos modos, Tenepalno excluye a Malintzin segun son las reglas onornasticasprehispanicas. Malin es nombre procurado por el signa deldla de nacimiento en el tonalpoualli, en el calendarioadivinatorio y Tenepal puede ser un apodo anadido poste-riormente, ya sea como caracterizaci6n carinosa, ya sea comoreconocimiento mas tardio de una cualidad esencialmenteidentificadora. Malin, por otra parte, es un nombre relativa-mente usual ya que proviene del octavo signo del tonalpoualli,

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    Cuarta parte Malitziny sudiscurso 291el signo Ce Malinalli: "una trenza", 0 aun "una-Liana","una-Hierba trenzada", del verbo malina: "torcer algo sobreel rnuslo". Este nombre puede hallarse en los textos de la his-toria prehispanica y, asi, por ejemplo, un Fray Juan deTorquemada (Monarquia indiana, Lib. II, cap. XXIX, ed. UNAM,I, p. 178) nos ha recordado la historia de la esposa de Maxtla,el tirano de Azcapotzalco, una tal Malin que intent6 atraer auna trampa al rey-poeta deTexcoco, alinsigne Nezahualc6yotlen sus afios de exilio fuera de su reino en la primera mitaddel siglo xv. Malin, que viene a completar el afijo reverencialtzin , es , como todos los nombres de nacimiento en laonornastica prehispanica, un significante que supone la clavede un destino. Y es un nombre de muy mal aguero, malditocomo pocos.

    Sahagun nos dice asi, en su libro IV dedicado al tonalpoualli,que el signo Malinalli era por 10 general considerado comoespecialmente nefasto: ".. . los que en el nacian tenfan malaventura, eran pr6speros en algun tiempo y presto caian de suprosperidad ... era como bestia fiera este signo ... ", y ademas.nos explica que muy pocas casas 0 cifras de tal signo, en laserie de los trece dias se escapaban de tan desastrosa influen-cia. Quiza el segundo dia, orneacatl, 0 tambien los dias deci-mo, onceavo y duodecimo eran aceptables en razon de la in-fluencia benefica del decimo, pero las personas nacidas en elcuarto, quinto y sexto dias: "...serian desdichados y mal aeon-dicionados, y revoltosos, y malquistos ... ", y aquellas nacidasen el octavo. y noveno dias: "...son ladrones y salteadores yad ulteros ... " Y bien sabemos todos que el signo del dfa denacimiento dominaba la vida de un Mexicatl hasta su muerteporque s610 se nacia, se bajaba a este mundo (temo) pOl' unadecisi6n divina que encerraba al individuo en un ordenpre-establecido, y que toda la vida y aun la existencia en elmas aHa estaban rigurosamente determinadas por la inexora-ble mecanica del calendario de los destinos.

    Claro que un buen tonalpouhqui, adivino especialista en lalectura de los libros del destino, si se Ie trataba bien, podiaintentar arreglar un poco el asunto y buscar en los cuatrodias que segufan un signo mas ameno, y entonces las familias

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    292 Georges Baudot > Mexico y l o sa l b ores del d is cur so co lon ia lse esperaban un poco antes de imponer un nombre al nino.De todos modos, se adrnitia generalmente que nadie podiasustraerse completarnente a los influjos perversos de un sig-no desastroso. Es mu y probable, aSI, que Malintzin no fuerabien acogida al nacer en su familia de Painalla, en la regi6nmaritima de Coatzacoalco, donde su padre era un senor co-nocido, gobernador de varios sefiorfos, y seguramente cuida-dose de su respetabilidad y de la debida sumisi6n al ordendictaminado por los dioses que regulaban el universo.

    De este modo, aquel destino borrascoso que estaba ins-crito en el signo fatidico de la "hierba-trenzada" no tardarfaen inscribirse en el transcurso de la vida misma. Es a BernalDiaz del Castillo (H is to r ia ve rdader a . .. , cap. XXXVII), quien en1523 y en Coatzacoalco habia conocido personal mente a lamadre y al hermanastro de Malintzin: (" ... conod a su madrey a su hermano de madre, hijo de la vieja ... y despues devueltos cristianos se Ilarno la vi_ejaMarta y el hijo Lazaro ... "),al que debemos la relaci6n fidedigna de la adversidad quehabia de marcar la trayectoria de la nina en la sociedad pre-hispanica. Sabernos aSIque el padre de Malintzin vino a mo-rir poco despues de su nacimiento, cuando aun era muy jo-yen ("quedando muy nina", nos aclara Bernal Dfaz) y que sumadre se volvio a casar bastante pronto con un joven senordellugar ("otro cacique mancebo") de quien tendria un hijoal poco tiempo. Un hijo, nos figuramos, que naciera dentrode un excelente signo. Con la preocupacion de garantizar aeste hijo bien nacido la herencia integra del senorIo, la nuevapareja se convencio de la necesidad de quitarse de encima ala hija del primer matrimonio, es decir, ala pequefla Malintzin,quien por 1 0 demas llevaba tan fatales marcas de predestina-cion. As! es como se entrego a escondidas a la nina Malintzina unos mercaderes de esclavos de Xicalanco y como se anun-cia publicamente su fallecimiento, 10 que no dejaba de pare-cer verosimil ya que la hija de una esclava de la pareja acaba-ba de morir y se Ie podia confundir con Malintzin.

    ~Cual fue entonces la infancia y la adolescencia de la pe-quena esclava? Y sobre todo icu:il fue la carga de resentimien-to, de secretos rencores que ella pudo abrigar contra ese uni-

    ) ) .) ) )Cuarta parte .. Malitziny su discurso 293

    verso de dioses despiadados que manejaban su tiernpo de vidasin ofrecerle la menor oportunidad, contra esa sociedad rigi-da que la condenaba a vivir definitivamente marginada? Nin-guna documentaci6n ha dado nunca la menor indicaci6n so-bre esta epoca de su vida, con los mercaderes de Xicalanco yluego con los mayas de Tabasco a quienes fue posteriormentevendida. Pero no parece descabellado imaginarse que aque-lIos fueron los tiempos en que se fundo su palabra y se orga-niz6 su discurso. Los tiempos en que se teji6 la intima articu-laci6n de una lectura de la sociedad prehispanica que conllevael dcseo inconsciente (yclaro esta, nunca entonces formuladoa nivel consciente) de abrir alguna brecha en aquel mundoque Ie perrnitiera cobrar 0ganar el retorno a la que fuera suposicion primera, originaria, de sefiorla natural por nacimien-to. Lo que desde luego no pudo imaginal' nunca es que con lallegada de los espanoles se abririan las puertas de un univer-so nuevo, radicalmente diferente, en el que recobrar su sefio-rf a habia de conducirle a estructurar el discurso de la des-trucci6n completa de los valores que vivia, 0 quiza sufrfa.

    Efectivamente, todos los cronistas que han tratado de elladespucs de la conquista han coincidido en subrayar su noble-za natural, su poco cornun inteligencia, su autoridad y su dis-tincion, inc1uso su capacidad de decision, cuando ella volvi6 aocupar un lugar destacado al ser ofrecida a Cortes por losjefes mayas de Potonchan el 15 de marzo de 1519: "... y ver-daderamente era gran cacica e hija de grandes caciques y se- -nora de vasallos, y bien se Ie parecia en su persona ... era debuen parecer y entremetida y desenvuelta ... " (Bernal Diaz,H is lo 1' ia ... , cap. XXXVI). Toda la documentaci6n disponible co-incide, efectivamente, en subrayar del mismo modo la rapi-dez de su conversi6n, la ccleridad de su adhesion complcta,voluntal'ia y diligente, a las ideas y proyectos de sus nuevosamos, los espanoles de Cortes, que acababan de ganar enPotonchan, contra los mayas, su primera victoria significativaen el continente americano. Su inmediata capacidad de lectu-ra es l

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    296 Georges Baudot Mex ico y l os a lb or es d el d is cu rs o c ol on ia lcurso amerindio de la conquista, y para todos los interlocutorcspoliticos amerindios del transcurrir mismo de aquella con-quista. Pierde su idcntidad, se integra por el nombre en eljuego dialectico de aquella faseinante mujer que produce ydistribuye la palabra creadora de Hisioria. ~C6mo iba Cortesa contarle esto a Carlos v? Tanto mas que la sustituci6n sepresenta de forma tan adecuada que los mismos sold ados deCortes la van a adoptar tarnbien, como 10 reivindica el propioBernal Diaz: " . .. l larnaban a Cortes Malinehe, y as! 10 nom bra-re yo de aquf adelante, Malinche, en todas las platicas quetuvieramos con cualesquier indios asi de esta provincia (deTlaxcala) como de la ciud ad de Mexico, y no 10 nornbrareCortes sino en parte que convenga ... " Y notemos de pasoque Bernal Dfaz decide repartir el apellid o de su j ere segun Ieparezca convenir a la veracidad del discurso narrative de laempresa.Es decir que cuando en el proceso de la conquista las ar-mas callan por un instante, cuando la comunicaci6n politica ycultural precede 0sigue al afrentarniento militar, Cortes cedeel paso, se es[uma detn'is de Malintzin que toma entonces lainiciativa y que conduce la conquista al apoderarse de la in-formaci6n, al practicar sutilmente la persuasi6n 0 laintimidaci6n, al utilizar la ideologia de los espafioles para mejorpercatarse de su propia cultura y para mejor destruirla. Eneste sentido, Malintzin y Cortes han inventado juntos la figu-ra de ret6rica, 1a metonimia Malinche, como si se tratara deun tercer personaje central en donde se anuda y se teje eldiscurso que estructura a la acei6n. Si miramos atenlamente10 que pas6, ya traves de los heehos cle lenguajc y de palabraque 10 son todo, Malintzin ha pronunciaclo 1a integralidaddel discurso de la conquista en todas las direcciones, haciaCortes y hacia los amerindios. Ella ha forjado con obstinaci6ny cOhdJncia el discurso de su conquista, y desde luego no meatrevo a decir de su revaneha sobre el mundo helado que lahabra excluido y marginado. Nadie se extrafiara, pues, delLugar central que ella ocupa en la iconograffa de la conquistaque nos ha llegado: C6dice de Florencia, Lienzo de Tlaxcala, etce-tera. En las estampas 0imagenes mas significativas, amerindios

    )) ) ") )Cuarta parte Mali tz in y su discurso 297

    iIy esparioles estan situados en las rnargenes del dibujo, en ac-titud de espera, yen el eje central, como dominando el e,spa-cio fieticio del grafico, en el corazon mismo de la representa-ci6n, Malintzin distribuye la palabra.

    Cabe afiadir que su intimidad flsica con Cortes le ha faci-litado e incluso perrnitido este papel centra) en donde se ela-bora el proceso deeisivo de la conquista. Podernos asf notal',en efeeto, que Malintzin s610 fue la amante del conquistadordurante el periodo determinante de la empresa, es decir, des-de la llegada a Tlaxcala hasta la calda de Mexico (mas 0me-nos durante dos afios), que el hijo de sus amores, Martin Cor-tcs, nacio en la primavcra de 1522, 10 que situa cl momentode su concepci6n en la fase final de la conquista, en el sitio deMexico, cuando el destine parccia por fin volcarse dcfinitiva-mente. Habra que subrayar tarnbien que estos amores se dis-tanciaron , a veees se enturbiaron, despues de la victoria final,como si el proyecto que los regIa ya no existiera. Puede asldestacarse la deposici6n de aquel tcstigo, en e L curso del Jui-cio de Residencia de Cortes, que sostenia haber visto: " . .. doso tres Indios colgados de un arbol de Coyoaean, en eljardfndel susodieho don Hernan y que oy6 decir publicamente aotro testigo que el dicho don Hernan Cortes los habfa man-dado colgar pOI' haberse echado con dOt1aMarina ... " A decirverdad, y si exeeptuamos estas peculiares peripecias, la pare-ja pudo disolverse sin mayores problemas durante la expedi-ci6n de Cortes a las Hibueras en que Malintzin 10 acompafia-ba. En el camino ella aeept6 vincular su destino al de unmariclo, al de lin conquistador que Ieproponfa cIpropio Cor-tes pOl' esposo legftimo: ..... un hidalgo que se decfa JuanJaramillo ... ", y las bodas se celebraron con alguna solemni-dad en el pueblo de Ostoticpac, eerca de Orizaba: ". .. delanteciertos testigos, que uno de ellos se deda Aranda, vecino 'quefue de Tabasco ... ", nos asegura Bernal Diaz. Claro est;'i, nospareee un chisme denigrante la afirmaci6n" de L6pez deG6mara segun la cual este matrimonio fue mal visto pOl' loscompafieros de Cortes, y que incluso habfa sido necesarioemborraehar al futuro e6nyuge para decidirlo: ". .. se cas6 JuanJara'millo con Marina, estando borracho. Culparon a Cortes

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    que 10consintio teniendo hijos en ella ... " Fuere 10que fuere,Malintzin bien parece haber consentido arnpliamente este des-enlace. Efectivamente, en este mismo camino de las Hibueras,tan fecundo en reajustes, ella debia volver a ver a su madre ya su hermanastro, aquellos que fueran el origen de su infan-cia de esclava.

    Ella los perdono con la facilidad que habia aniquilado suantiguo universo. Y les declar6 con toda !;Iaridad el sentidoque ella juzgaba oportuno dar, de ahora en adelante, a suvida: "... que cuando la traspusieron con los de Xicalanco queno supieron 10que hacian ... yque Dios la habia hecho muchamerced en quitarla de adorar Idolos ahora y ser cristiana, ytener un hijo de su amo y senor Cortes, y ser casada con uncaballero como era su marido Juan Jaramillo ... " Y Malintzinariadio que rechazaba toda ambici6n personal, toda herenciapolitica que pudiera originarse en el nuevo panorama ameri-cano que ella habra forjado: "... Que aunque la hicieran cacicade todas cuantas provincias habfa en la Nueva Espana, no 10serla ... " (Bernal Diaz, Historic ... , cap. XXXVII), porque, porencima de todo, s610deseaba servir a su marido y a Cortes.~Acasopensaba ella retornar as! al silencio y ala sombra, des-pues de haber ampliamente realizado el gigantesco destinoque habfa llenado sujuventud? Podemos creerlo dado el si-lencio gue empiezaa arroparla desde aguel momento. Ciertoes que, a todo 10largo de la expedici6n de las Hibueras, ellaauxilio a Cortes con la mas entregada diligencia y que contodo cuidado cumpli6 con su labor de interprete y de inter-mediaria para ayudar al ultimo t latoani de los aztecas. aCuauhtemoc. a bien morir y a entender las predicasfranciscanas en el momento de su ahorcamiento el25 de abrilde 1525, en Tuxkaha.

    Pero ~no era acaso esta la conclusion? De hecho la perde-mos completamente de vista despues del retorno de lasHibueras en 1526. Si acaso con dos excepciones. Las que nosprocuran dos clocumentos que hemos podiclo hallar en losarchivos, uno en Mexico y el otro en Sevilla. El primero, saca-do del Archivo General de la Nacion de Mexico nos da a en-tender que el21 dejulio de 1551 (veinticinco arios mas tarde)

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    ella vivia en Mexico, donde Martin Cortes le habia procuradouna casa (AGN Mexico, sec. Hosp it al d e [esus, mirn. 285, ultimocuaderno, fo1. 152r. Martin Cortes presenta en Mexico, a 21de julio de 1551, una demanda de delimitaci6n de sus pre-dios en la ciudad: "...por la otra parte la calle que atraviesa elinderos de las casas de Joan Rodriguez Albafiiz en que bibeal presente Dona Marina fasta en fin de la dicha calle. .."). Elsegundo documento, sacado del Archivo General de Indiasde Sevilla, fechado en 15de febrero de 1552, es mas explicitosobre 10que fue el fin de vida de Malintzin y sobre la banalidadde su ultima etapa. Nos enteramos asf de que habra tenidouna hija de su matrimonio con Juan Jaramillo, doria Mar~, yque esta hjja unica sehabfa casado cQ..!!.ll.!l...J5llLuiuJeuesada.Deducirnos que Malintzin debi6 haber muerto el afio ante-rior, en 1551, ya que su marido, Juan Jaramillo se habra vuel-to a casar con una Beatriz de Andrada y que habiendo falleci-do el en aquel misrno afio, la segunda esposa se habia vuelto acasar enseguida, siempre en 1551, con Francisco de Velasco,el hijo del virrey Lui~

    Aquel largo viaje de reencuentro con ella misma pareceas! que dur6 cerca de veinticinco allOS, un cuarto de siglo desQledad en la Nueva Esparia, despues de un primer cuarto desiglo de helada rebeli6n en el Mexico de IQSaztecas. Una vidaque dos vertientes reparten por espacios casi iguales, peroambos margin ados, fuera de todo trayecto previsible, mas allade los Otros. Sorprende el silencio que Malintzin impuso alaultima mitad de su existencia, probablemente pOl'entero de-

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  • 8/3/2019 Politica y Discurso en La Conquista de Mexico

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    300 Georges Baudot> Mexico y l os a lb or es d el d is cu rs o c ol on ia l

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    dicada a su marido Juan Jaramillo y a sus dos hijos, MartinCortes y Marfa Jaramillo, rechazando honores y toda clase deexitos sociales. ~Acaso la perseguian sus recuerdos? Acaso huiade la mirada de su pueblo destrozado, de aquellos indios queen Tlatelolco 0 en Texcoco la veian en suerios quernandoseen 10 mas hondo de los infiernos, como 10 cuenta Bernal Diaz:" . .. cerca de Tlatelolco ... via en el patio que se ardian en vivasllamas el anima de Cortes y dona Marina ... " 0 auu: " ... anda-ban en los patios de Texcoco unas cosas malas y que decianlos indios que era el anima de doria Marina y l a de Cortes ... "(Bernal Diaz , Historic ... , cap. CLXXXV).

    En realidad , Malintzin dernostraba asi, y proclarnaba, unaperfecta coherencia. Ella ya no era arnerindia y no queria vol-vcr ;,JerIo, pero tampoco era espanola y 1 0 S C lb '< 1 muy bien.Ella-habra inaugurado un nuevo discurso, el de la transcultu-racion, y habra inventado desde el principio sus mas acerta-dos modelos. Sus dos hijos, nacidos ambos de dos padres es-panoles, inauguraban a su vez el Nuevo Mundo que sudiscurso y su palabra habian parido. Un mundo mestizo he-cho de sangre y de palabra cruzadas, prod uciendo dialogosimprevisibles, que por desconocidos pod ian parecer vertigi-nosos. Quiza pensara ella entonces que su hora aun no habrallegado y que a los destiempos s610cabia oponerles una espe-ranza callada.

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    Capitulo 17Malintzin,

    imagen y discurso de mujeren el primer Mexico virreinal *

    A evocar hoy, ante ustedes, con toda la solemnidadrequerida, pero tambien con una indudable emo-cion, a aquella mujer que fuera el personaje masenigrnatico de la historia de Mexico, y probablemente tam-bien una de las figuras claves mas decisivas en un capitulocrucial de la historia de la humanidad, como es la conquistade America por los europeos hace casi cinco siglos, muchasson las dudas y las preguntas que me asaltan. No solo el per-sonaje de Malintzin, su imagen y su discurso son au ndeplorablemente misteriosos y borrosos, sino que parece comosi el esfuerzo de historiadores y universitarios para acercarsea ella fuera siernpre una empresa sin fondo y sin termino,una lenta tarea cicl6pea fuera de nuestro humilde a1cance, 0aun como el dificultoso ascenso de Sisifo empujando su rocapara nunca verla encumbrada; como si Malintzin hubiesedecidido seguir vengando su infancia sacrificada refugiando-se en la oscuridad hist6rica, 0 como sihubiese concluido quehabia sido de tal magnitud su trayectoria y su epopeya que yas610 la ficci6n, 1anovela y e1 teatro, la literatura que retomalas realidades y las transforma con los filtros del imaginar yde la quimera, pod ian dar cuenta cabal y autentica de ella. Sudificultad estriba, pues, en su silencio y en los mitos que ge-nera el silencio.

    Cuando hace algunos afios ernpece a investigar sobre ella En Cuadernos Americanos. Nueva Epoca, (Mexico, UNAM), vll-4-40 Uulio-agosto, 1993), 181-207.