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Revista Geológica de América Central, 23: 97-118, 2000 ABSTRACT: We have the aim to rescue the geologic work of William M. Gabb, into the historic framework of the last century. The reason Gabb came to Costa Rica was related to speculations about the presence of huge mineral deposits in Costa Rica, which woke up the cupidity of the Keith brothers. The geologic work of W. M. Gabb in Costa Rica was a big step, because he was the first geologist to make geo- logical maps and who apported regional conclusions. Unfortunately, nobody continued his work, his geologic map was never published until now (we areincluding a reproduction of his map). His geographic map of Talamanca was published by Petermann in the last century. He died only four years after his departuring from Costa Rica, and this could have been the main reason, that all of his reports were not properly published. His work was not only restricted to Talamanca: he also visited several volcanoes, the Candelaria range and the Nicoya peninsula. He nominated around 50 new species of moluska. Stratigraphically, he understood the sucessions very well, because he wrote about the Miocene sedimentary rocks, plutonic rocks forming the nuclei of the Talamanca range, dikes of volcanites,"antillites" (as he named the fossil corals), and alluvial plains. We believe, Gabb was much more an explorer-like geologist, than a man who enjoy to be into the four walls of a laboratory. This qual- ity made him able to caarry out the geologic exploration of California, Santo Domingo and Costa Rica. When we compare his work through the paradigm of his epoch, Gabb results an exceptional geologist, who made minor mistakes. His errors are related to the geologic concepts of the last century, an epoch were the structural geology was not developed, and the paradigmatic concept of the Western Indies avoid a better approach to the modern models. The wrong idea with respect of the existence of metamorphic rocks in Costa Rica was because of a translation mistake of the term "shale" to Spanish as "esquisto". RESUMEN: Pretendemos, con este trabajo, rescatar la labor de William M. Gabb como geólogo dentro del marco histórico de la época. La venida de Gabb está relacionada con especulaciones sobre la existencia de grandes yacimientos minerales en Costa Rica, lo cual despertó la codicia de los hermanos Keith. Para la geología de Costa Rica, los trabajos de Gabb aportaron mucho, y de hecho fue el primer geólogo que vino a hacer mapas y quien da conclusiones regionales. Desgraciadamente no hubo quién continuara su labor, tanto así, que el mapa geológico de Talamanca nunca se publicó, y no es sino hasta ahora que se hace una repro- ducción de éste. Otra contribución muy importante fue su mapa geográfico de Talamanca, que fue publicado como parte de los aportes geográficos de Petermann, de finales del siglo pasado. Su pronta muerte, sólo cuatro años después de dejar Costa Rica, tuvo mucho que ver en que parte de sus traba- jos nunca fueran debidamente publicados. El aporte de Gabb estriba no sólo en sus conclusiones y su mapa geológico de Talamanca, sino que visita varios volcanes y escribe sobre algunas de sus giras a los cerros de Candelaria y la Península de Nicoya. Dentro de la Paleontología, nomina unas 50 especies nuevas de moluscos. Estratigráficamente, Gabb dominaba muy bien las sucesiones, por lo que describe las unidades de rocas en Talamanca, que incluyen: rocas sedimen- tarias miocenas, intrusivos que conforman el núcleo de la cordillera de Talamanca, vulcanitas en forma de diques, "antillitas" (o corales fósiles) y el relleno aluvial. Consideramos que Gabb era mucho más un geólogo-explorador y aventurero que una persona que gustara del trabajo de laboratorio, lo que le permitió realizar exploraciones regionales en California, Santo Domingo y Costa Rica. Al comparar sus trabajos a la luz de los paradigmas de la época, Gabb destaca como un geólogo excep- cional, incurriendo en errores mínimos, propios de un momento en que la geología estructural estaba apenas en sus inicios, y donde el paradigma sobre las Indias Occidentales justamente impedían un mayor acercamiento a modelos mucho más acorde con nuestro esquema de realidad geológica que se maneja actualmente. Aparentes errores de apreciación respecto a la existencia de rocas metamórficas quedan esclarecidos, pues resulta ser un problema de traducción que todavía era utilizado hace menos de cuarenta años "shale" por "esquisto". ANÁLISIS DE LOS TRABAJOS GEOLÓGICOS DE WILLIAM M. GABB SOBRE COSTA RICA, A LA LUZ DEL PARADIGMA GEOLÓGICO DEL SIGLO XIX Percy Denyer 1 & Gerardo J. Soto 2 1) Escuela Centroamericana de Geología, Universidad de Costa Rica, Apdo. 2-14--2060, Costa Rica. Correo electrónico<:[email protected] 2) Oficina de Sismología y Vulcanología, Instituto Costarricense de Electricidad (Dirección actual: Kõtokuji-dai 5-1-16-24, Kagoshima-shi 891-0103, Japón). (Recibido 20/4/1999; Aceptado 10/9/1999)

Percy Denyer & Gerardo J. Soto 1) Escuela Centroamericana

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Revista Geológica de América Central, 23: 97-118, 2000

ABSTRACT: We have the aim to rescue the geologic work of William M. Gabb, into the historic frameworkof the last century. The reason Gabb came to Costa Rica was related to speculations about the presence of hugemineral deposits in Costa Rica, which woke up the cupidity of the Keith brothers. The geologic work of W. M. Gabb in Costa Rica was a big step, because he was the first geologist to make geo-logical maps and who apported regional conclusions. Unfortunately, nobody continued his work, his geologicmap was never published until now (we areincluding a reproduction of his map). His geographic map ofTalamanca was published by Petermann in the last century. He died only four years after his departuring fromCosta Rica, and this could have been the main reason, that all of his reports were not properly published. Hiswork was not only restricted to Talamanca: he also visited several volcanoes, the Candelaria range and theNicoya peninsula.He nominated around 50 new species of moluska. Stratigraphically, he understood the sucessions very well,because he wrote about the Miocene sedimentary rocks, plutonic rocks forming the nuclei of the Talamancarange, dikes of volcanites,"antillites" (as he named the fossil corals), and alluvial plains. We believe, Gabb wasmuch more an explorer-like geologist, than a man who enjoy to be into the four walls of a laboratory. This qual-ity made him able to caarry out the geologic exploration of California, Santo Domingo and Costa Rica. Whenwe compare his work through the paradigm of his epoch, Gabb results an exceptional geologist, who mademinor mistakes. His errors are related to the geologic concepts of the last century, an epoch were the structuralgeology was not developed, and the paradigmatic concept of the Western Indies avoid a better approach to themodern models. The wrong idea with respect of the existence of metamorphic rocks in Costa Rica was becauseof a translation mistake of the term "shale" to Spanish as "esquisto".

RESUMEN: Pretendemos, con este trabajo, rescatar la labor de William M. Gabb como geólogo dentro delmarco histórico de la época. La venida de Gabb está relacionada con especulaciones sobre la existencia degrandes yacimientos minerales en Costa Rica, lo cual despertó la codicia de los hermanos Keith.Para la geología de Costa Rica, los trabajos de Gabb aportaron mucho, y de hecho fue el primer geólogo quevino a hacer mapas y quien da conclusiones regionales. Desgraciadamente no hubo quién continuara su labor,tanto así, que el mapa geológico de Talamanca nunca se publicó, y no es sino hasta ahora que se hace una repro-ducción de éste. Otra contribución muy importante fue su mapa geográfico de Talamanca, que fue publicadocomo parte de los aportes geográficos de Petermann, de finales del siglo pasado. Su pronta muerte, sólo cuatro años después de dejar Costa Rica, tuvo mucho que ver en que parte de sus traba-jos nunca fueran debidamente publicados. El aporte de Gabb estriba no sólo en sus conclusiones y su mapageológico de Talamanca, sino que visita varios volcanes y escribe sobre algunas de sus giras a los cerros deCandelaria y la Península de Nicoya.Dentro de la Paleontología, nomina unas 50 especies nuevas de moluscos. Estratigráficamente, Gabb dominabamuy bien las sucesiones, por lo que describe las unidades de rocas en Talamanca, que incluyen: rocas sedimen-tarias miocenas, intrusivos que conforman el núcleo de la cordillera de Talamanca, vulcanitas en forma dediques, "antillitas" (o corales fósiles) y el relleno aluvial.Consideramos que Gabb era mucho más un geólogo-explorador y aventurero que una persona que gustara deltrabajo de laboratorio, lo que le permitió realizar exploraciones regionales en California, Santo Domingo y CostaRica. Al comparar sus trabajos a la luz de los paradigmas de la época, Gabb destaca como un geólogo excep-cional, incurriendo en errores mínimos, propios de un momento en que la geología estructural estaba apenas ensus inicios, y donde el paradigma sobre las Indias Occidentales justamente impedían un mayor acercamiento amodelos mucho más acorde con nuestro esquema de realidad geológica que se maneja actualmente. Aparenteserrores de apreciación respecto a la existencia de rocas metamórficas quedan esclarecidos, pues resulta ser unproblema de traducción que todavía era utilizado hace menos de cuarenta años "shale" por "esquisto".

ANÁLISIS DE LOS TRABAJOS GEOLÓGICOS DE WILLIAM M. GABB SOBRECOSTA RICA, A LA LUZ DEL PARADIGMA GEOLÓGICO DEL SIGLO XIX

Percy Denyer1 & Gerardo J. Soto2

1) Escuela Centroamericana de Geología, Universidad de Costa Rica, Apdo. 2-14--2060, Costa Rica. Correo electrónico<:[email protected]

2) Oficina de Sismología y Vulcanología, Instituto Costarricense de Electricidad(Dirección actual: Kõtokuji-dai 5-1-16-24, Kagoshima-shi 891-0103, Japón).

(Recibido 20/4/1999; Aceptado 10/9/1999)

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INTRODUCCIÓN

Algunos de los investigadores naturalistasque vinieron a Costa Rica en el siglo XIX desa-rrollaron trabajos de índole geológica, sin embar-go los dos primeros geólogos sensu stricto quellegaron e hicieron trabajos geológicos de detalley amplitud, fueron Karl von Seebach en 1864 yWilliam M. Gabb en 1873 (Dengo, 1988). See-bach se dedicó al estudio de los volcanes (See-bach, 1865a y b; 1892), mientras que Gabb, fueel primer naturalista con estudios formales enGeología, que realmente llevó a cabo investiga-ciones geológicas integrales y regionales. R.Hoffstetter escribió en la introducción del aparta-do de Costa Rica en el Léxico Estratigráfico deAmérica Central (Hoffstetter et al., 1960): " ...elverdadero pionero es Gabb quien, después de re-correr gran parte del territorio, proporcionó lasbases esenciales de la geología del país".

Existen dos libros (traducidos al español)que recogen algunos de los escritos geológicos yétnicos de Gabb, y que que son muy similares ensu primera parte. El primero fue introducido porHenri Pittier (Gabb, 1895), e incluye nueve capí-tulos, sobre la geología y geografía, más un apén-dice sobre las colecciones de Gabb de batracios yreptiles. El segundo libro tiene una introducciónde Luis Ferrero, donde se incluye la primera par-te titulada "El Espacio", que es casi idéntica al li-bro introducido por Pittier y una segunda seccióntitulada "Los Hombres" (Ferrero, 1978), dondese recopilan algunos de los escritos de Gabb, másrelacionadas a las costumbres de los indígenas.

La historia total que envolvió a Gabb enCosta Rica es apasionante, y a pesar de haber si-do contratado con fines aplicados muy específi-cos, derivó en suculentas investigaciones cientí-ficas, y en la producción del primer mapa geoló-gico detallado de una gran parte de Costa Rica.Curiosamente este mapa permaneció inédito, co-mo ya ha sido señalado por González Flores(1976, p. 193) y Draper & Dengo (1990, p. 3).

Sobre las razones por las cuales Gabb lle-gó a Costa Rica, Dengo (1988) escribió: "En laparte sur del istmo, en Costa Rica, desde tiempode la Colonia existía la leyenda de fabulosas mi-nas de oro, nunca encontradas, en la cordillera de

Talamanca y sus estribaciones hacia el Caribe."Por esto, los Keith (Minor y Henry Meiggs) tra-tan de contratar a Von Seebach y W. M. Gabb. Fi-nalmente solo Gabb viene, y por diversos moti-vos políticos su contratación se traspasa al go-bierno de la República.

El propósito de este trabajo es rescatarparte de su labor como geólogo, y analizar el tra-bajo que desarrolló, a la luz de los paradigmasgeológicos del entonces. Presentamos una repro-ducción del mapa geológico de la Talamanca, yuna copia del mapa geográfico de parte de CostaRica. El primer mapa nunca fue publicado y elsegundo aparece en una publicación de Peter-mann (1877). Los antecedentes históricos que ro-dearon la venida de Gabb, las intenciones espe-cíficas sobre su traída y la contribución de Gabba la cartografía del país, se detallarán en otra pu-blicación que se envió a la revista Anuario deEstudios Centroamericanos.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS SOBRELA LLEGADA DE WILLIAM M. GABB

A COSTA RICA

La llegada de Gabb a Costa Rica estuvorelacionada con una serie de hechos históricosque involucraron no sólo a Costa Rica, sino aAmérica Latina entera en su relación al potencialimperialista de los Estados Unidos. Por lo tanto,se hará un esbozo general para poder ubicar lavenida de Gabb en un contexto histórico, para loque hemos utilizado las obras de Salazar (1996),Stewart (1991) y Anónimo (1997).

En los albores de los años setentas del si-glo pasado, Tomás Guardia se propuso llevar unferrocarril desde el Valle Central hasta el Caribe,y es donde entra a figurar en la historia de CostaRica, la familia Keith: Henry Meiggs, hermanode la madre de Minor Keith y sus sobrinos MinorKeith y Henry Meiggs Keith.

Henry Meiggs había ejecutado una enor-me estafa en California por lo que huyó a Chileen 1855 y hacia 1860 inició varias obras ferro-carrileras con éxito, por lo que ganó mucho di-nero y fama. En 1868 llegó a Perú y para 1871había alcanzado a firmar siete contratos para la

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construcción de ferrocarriles en ese país. En1871, un representante del Presidente Guardia,firmó en Lima el contrato de construcción conHenry Meiggs. Henry y el General Guardia ja-más se conocieron en persona y, ni por un sólodía, estuvo en Costa Rica, pero encargó a su so-brino Henry Meiggs Keith la tarea. El contratoquedó, de hecho, traspasado en el mismo mo-mento de firmarse. Henry M. Keith le escribió asu hermano Minor, que se encontraba en EstadosUnidos, para que le ayudara en el trabajo, por loque se trasladó a Costa Rica en agosto de 1871y Minor se le unió a principios de setiembre de1871 en Puntarenas.

Una vez que ambos hermanos se radicaronen Costa Rica, es seguro que fueron notificadosde las serias expectativas en minerales metálicosy no metálicos -entiéndase oro y carbón- que te-nía la casi inexplorada Talamanca. Recordemosque a finales de la década de los sesentas del si-glo pasado, las expectativas mineras en Costa Ri-ca, sobre todo con respecto al oro y al carbón,eran muy altas. Ya en 1835 habían siete minas,que producían cerca de dos y medio millones depesos y empleaban a más de cuatrocientas perso-nas (Fuentealba, 1977; Ulloa, 1979; Villalta,1986). Y quizás la mayores esperanzas se cifra-ban en zonas que aún se encontraban bastanteinexploradas, y de las cuales existían anteceden-tes míticos de yacimientos, como es el caso de laTalamanca, de donde habían leyendas de grandesyacimientos: La Estrella y el Tisingal, desde de-nuncios de los primeros conquistadores comoJuan Vásquez de Coronado en 1645 (Albúm deFigueroa, p. 140, Archivos Nacionales de CostaRica (ANCR)).

Minor Keith tenía intereses mercantilesen varios países: minas de hierro en Honduras,minas de oro de Abangares, la Panama Corpo-ration Ltd., la Premier Gold Mining Companyen la Colombia Británica y poseía una enormecolección de varios miles de piezas indígenas,calificada por el New York Tribune como "la másvaliosa colección del mundo de piezas de oro deculturas antiguas" (Salazar, 1996, p. 343-344).

Esta fiebre de oro, compartida por su her-mano Henry, es indudablemente el incentivo queimpulsó a Henry, junto con J.P. O’Sullivan, la

compañía alemana Hübbe und Greytzell, Gui-llermo Nanne y Eusebio Figueroa, a hacer unaosada propuesta al gobierno de la República, el 8de abril de 1872 (ANCR, #1139, Sección Admi-nistrativa, Serie 3a, Tomo 77, titulado "Solici-tud"), para promover la colonización del territo-rio comprendido entre el río Banano en el Atlán-tico, hasta el río General en el Pacífico, es decirunos 13 000 km2 del actual territorio de CostaRica -lo que viene a ser un 25%-, y abarcaría to-do el sur de la provincia de Limón, casi toda laprovincia de Puntarenas, y los extremos orientalde Cartago y sureste de San José, además de ungrueso territorio del actual Panamá, pues la fron-tera con la Nueva Granada o Colombia, estaba enese tiempo bastante más al este que hoy.

Entre las variadas concesiones que solici-taron al gobierno en esta propuesta, se puedenmencionar: derechos de fundar una o más colo-nias de extranjeros y concederles naturalizaciónautomática a los colonos que residan por más dedos años; dar principio a estudios topográficospor medio de una comisión científica; derechosde la propiedad de las vetas metálicas y cuales-quiera otras como carbón o mármol, así comolas maderas y cualesquiera otros productos delos terrenos, sin quedar sujeta en cuanto a las mi-nas a los términos que las leyes del ramo fijanpara su laboreo; exención de impuestos duranteveinte años para los colonos; libertad sin prohi-bición gubernamental de montar cualquier in-dustria; no pagar derechos de importación o ex-portación; al llegar a dos mil habitantes, la colo-nia elegiría sus propios regentes y reglamentos,aunque a los veinte años después se convertiríaen otra provincia de la República. Henry Keith ysus socios presentaron el proyecto al PresidenteGuardia, y éste lo remitió en su forma original alCongreso. El cual rechazó el proyecto y lo de-volvió al Poder Ejecutivo. Los Keith deben ha-ber albergado aún esperanzas de obtener grandesconcesiones en el área de Talamanca, pues sóloasí se explica que aún habiendo recibido una ne-gativa del Congreso, Henry M. Keith intentaroncontratar a William Gabb.

Para prospectar los minerales que ansia-ban los Keith, necesitaban entonces, de un equi-po de geólogos, para lo cual contactaron a Karl

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von Seebach, que ya conocía Costa Rica, y a Wi-lliam M. Gabb. En octubre de 1872 Henry le pro-puso a Gabb hacer estudios de Geología, Topo-grafía e Historia Natural en Talamanca, o cual-quier otra parte de Costa Rica que se le designe,con el propósito de hacer mapas exactos, investi-gar la posibilidad de hacer asentamientos de gen-te blanca, así como recabar datos climáticos. VonSeebach sería el jefe de la misión, pero que en ca-so de que éste no acepte, le proponía que tomaraa cargo también la jefatura y se le asignaría unsueldo de trescientos pesos ($300) por mes, y so-bre todo una prohibición expresa de publicarcualquier dato o informe científico sin su aproba-ción (ANCR, # 378, Sección Administrativa, Se-rie 3a, titulada "Comunicación" (copia)). Aunqueno está documentado, aparentemente Seebach noacepta la proposición y finalmente es sólo Gabbquien se encargó de la exploración de la Tala-manca. Quien firma el contrato con Gabb esHenry Meiggs Keith, y no su hermano Minor, co-mo erróneamente lo consignan González Flores(1976) y Dengo (1988), aunque para efectosprácticos, ambos hermanos eran una unidad, yfue finalmente Minor el que dejó una profundacicatriz en la historia de Costa Rica, pues HenryM. Keith enfermó de paludismo y murió en 1875.

Gabb llegó a Puntarenas el 4 de febrero de1873 a hacerse cargo de la misión. El contratoque habían firmado Keith y Gabb, pasó al Go-bierno de Costa Rica, sin ser muy claro y no ha-ber prácticamente nada escrito sobre el asunto,incluso se puede presumir que existió algúnacuerdo secreto con el presidente Tomás Guar-dia. Escueto y directo, el mismo Gabb (1875) ex-plicó este traspaso de la siguiente forma: "Yo es-tuve primero contratado por una compañía de laspersonas de vanguardia en Costa Rica, nativos yextranjeros, pero después de todo el gobierno to-mó a su cargo el proyecto y asumió la responsa-bilidad del trabajo". Sin embargo, el mismo Gabbdestacó, que siempre recibía instrucciones deKeith (ver Carta-prólogo, Gabb, 1895).

Las ideas de los Keith para hacer explo-raciones geológicas en Talamanca, son clarifi-cadas por el mismo Gabb (1875), de la siguien-te manera: "El objetivo principal de la explora-ción fue el redescubrimiento de algunas minas,

cuya existencia es reportada por la tradición, delas cuales se han dicho historias fabulosas".Queda claro entonces, el objetivo que tenían losKeith, para traer a Gabb, que dicho sea de paso,era un geólogo con inclinación a la Paleontologíay la Geología Regional, pero con alguna expe-riencia minera, como lo atestiguan dos publica-ciones de la década de 1860-1870 (Cuadro 1),cuando trabajaba con el Servicio Geológico delos Estados Unidos, en California.

¿QUIÉN FUE WILLIAM MORE GABB?

Gabb (1839-1878) (Fig. 1) fue hijo de Jo-seph, comerciante, y Christina. Nació en Filadel-fia el 20 de enero de 1839. Asistió a la escuela pú-blica, y su educación secundaria la recibió en larenombrada "Central High School" de Filadelfia,

Fig. 1: Fotografía de William M. Gabb de 1863, tomada deSchuchert (1935).

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donde se graduó con honores. Mostró siempremucho interés por las ciencias naturales, la mala-cología y la mineralogía, e incluso era un fre-cuente visitante del Museo de la Academia Natu-ral de Ciencias. En febrero de 1857 recibió el gra-do de Arts Bachelor, y unos años más tarde, lamaestría. Su biógrafo, Dall (1909), del cual ex-tractamos la mayor parte de su biografía, expresasu extrañeza de que Gabb haya podido seguir suinclinación por la ciencia, por carecer de recursosfinancieros.

En un período no definido entre 1857 y1860, sirvió como asistente del Profesor JamesHall, el más connotado geólogo de la época. El31 de enero de 1860 fue electo miembro de laAcademia de Ciencias Naturales de Filadelfia yen 1862 miembro y curador de la Academia deCiencias de California. Entre 1862 y 1867 traba-jó para el Servicio Geológico del Estado de Cali-fornia, en las montañas del valle de California,aunque también estuvo en el desierto de Mojave,Fort Tejon, Oregon, Sierra Nevada, la sierra de laCosta, la Montaña Blanca y Baja California. De-dicó gran parte de 1865 a trabajar con los fósiles,y gracias a sus cualidades artísticas, él mismopreparaba sus propios dibujos.

En 1868 rompió su conexión con el Servi-cio Geológico y en 1869 reinició sus investiga-ciones, pero ahora como jefe de exploración to-pográfica y geológica en República Dominicana,contratado directamente por el gobierno de esepaís. Retornó a Filadelfia en 1872, donde pre-sentó su reporte y el mapa de reconocimiento dela isla.

A partir de 1873, y durante tres años, tra-bajó para el gobierno de Costa Rica. Durante suestancia en este país comenzó a sufrir una mala-ria severa, y posteriormente una neumonía, loque le dejó sus pulmones muy debilitados, y lohizo una fácil víctima de la tuberculosis.

Retornó a los Estados Unidos en 1876, yese mismo año fue electo miembro de la Acade-mia Nacional de Ciencias. Regresó de nuevo aSanto Domingo con la intención de desarrollarun denuncio minero, pero el clima no le favore-ció y su enfermedad progresó rápidamente, demodo que en abril de 1878 regresó a los EstadosUnidos. Pasó las últimas semanas de su vida

adecuando parte de sus manuscritos para que pu-dieran ser publicados. El 30 de mayo de ese mis-mo año falleció y fue sepultado en el cementeriode Woodland, cerca de Filadelfia. Evidentemen-te no tuvo el tiempo necesario para adecuar susescritos, ejemplo de esto es un manuscrito, a pu-ño y letra de Gabb, que ha permanecido inéditoen la biblioteca del Servicio Geológico de Esta-dos Unidos (USGS). Gómez (1977) cita este do-cumento con fecha 1895-1910, sin embargo enla copia que consultamos, era claro que fue he-cho en 1874, lo cual corresponde mejor con lacronología histórica, incluyendo su muerte en1878. Este documento (Gabb, 1874), contieneuna serie de observaciones y comentarios que noestán incluidos en las publicaciones formales,por lo que en el desarrollo de este trabajo, hare-mos una serie de citas textuales traducidas.

CUADRO 1 Publicaciones de William M. Gabb

Basada en Dall (1908) y Gómez (1977)

Año # Publ. Paleontología Geología Minería OtrosRegional

1859 2 21860 11 111861 10 9 11862 5 51864 6 5 11865 2 21866 4 3 11867 2 11868 6 4 21869 7 71871 2 21872 5 3 21873 3 31874 3 31875 7 2 4 11876 3 2 11877 1 11878 1 11881 3 31882 1 11893 1 11895 2 21911 1 11913 2 21969 1 11978 1 1

Total 91 59 24 2 6

Nota: de las 91 publicaciones, 8 son traducciones al español

102 REVISTA GEOLÓGICA DE AMÉRICA CENTRAL

Durante sus veinte años de trabajo profe-sional en las ciencias geológicas -desde 1859hasta 1878- produjo 91 publicaciones, incluyen-do las póstumas y las traducciones (Cuadro 1).Sobre Costa Rica se pueden contabilizar por lomenos 5 trabajos geológicos originales y más de10 reproducciones, traducciones y publicacionesno geológicas (Apéndice 1)

Su trabajo en Costa Rica significó un tre-mendo desgaste en su salud, e incluso anímica-mente se percibe el feroz esfuerzo que tuvo quehacer para soportar largas caminatas en un climamucho más húmedo y agreste de lo que estabaacostumbrado. En tres años de trabajo (1869-1871) hizo la geología de 38 000 kilómetros cua-drados, en la isla de Santo Domingo, lo que sig-nifica tres cuartas partes del territorio de CostaRica, en tanto que en Costa Rica cubre 8 000 ki-lómetros cuadrados. Como él mismo lo describe:"En un país abierto, con buenas rutas de viaje, yopude fácilmente haber completado en tres o cua-tro meses toda la exploración geológica que ne-cesitó diez y siete meses, del trabajo más duroque nunca hice en mi vida". En el mismo párrafoescribió en forma mucho más emotiva: "Este noes el lugar para hablar de trabajo agotador y su-frimiento de estar expuesto por semanas a lluviascontinuas, cruzando ríos crecidos bajo el riesgode nuestras propias vidas, de fiebres; en breve detodos los placenteros episodios inevitablementeconectados con el trabajo en bosques tropicalesprimarios" (Gabb, 1875). Su última frase lo dela-ta, sin embargo, como un aventurero, pues a pe-sar de las penalidades y sufrimientos del trabajo,da a entender que los placenteros episodios bo-rran lo anterior. Ineludiblemente tenía que ser unaventurero y amar la ciencia, pues de otra mane-ra nunca hubiera venido a países tan poco cono-cidos en la época, como él mismo lo dice refi-riéndose a Costa Rica: "...el país más desconoci-do de cualquier parte de América Central..."(Gabb, 1875).

En sus años de andanzas por las selvas deTalamanca, dejó un descendiente, cuya madreera cuñada de John Lyon, quien era un estadou-nidense que vivía en esos parajes desde 1856, yque atendió a Gabb durante su permanencia.Lyon era muy respetado entre los indígenas y por

su intervención llevó al hijo de Gabb en 1886 aSan José, donde fue educado por cuenta del go-bierno de la República, obtuvo el Certificado deMadurez en el Liceo de Costa Rica y después dealgunos problemas retornó a Talamanca (Peter-mann, 1877). Posteriormente sirvió como inter-prete y así ayudó a otros investigadores comoSapper y Pittier (Ferrero, 1978).

CRÍTICAS A SU TRABAJO PALEONTOLÓGICO DE

SANTO DOMINGO

No todo han sido elogios para este pione-ro de la geología latinoamericana. Recibió críti-cas muy fuertes respecto a su trabajo paleontoló-gico de Santo Domingo, por parte de Henry A.Pilsbry, quien hizo una extensiva revisión de másde cien páginas, donde textualmente escribió:"Las descripciones de Gabb dan evidencia de ha-ber sido hechas de prisa y con el uso de lentes depoco aumento solamente. Las dimensiones de lasconchas fueron a menudo omitidas, y cuandofueron dadas son casi invariablemente inexactas,como si fueran estimadas más que realmente me-didas. Hay muchos errores tipográficos, debido ala circunstancia de que la publicación fue impre-sa antes de su partida a Costa Rica. Él no vio laspruebas. Nosotros hacemos notar estas cosas me-ramente para justificar ocasionales discrepanciasentre las descripciones originales y las notas des-criptivas suplementarias encontradas en esta re-visión" (Pilsbry, 1922, p. 307).

Pilsbry tuvo acceso a las colecciones ori-ginales de fósiles de Gabb, que éste había entre-gado a la Academia Natural de Ciencias de Fila-delfia, y con base en eso hizo una revisión juntocon C. W. Johnson. Incluso resalta que desempa-có personalmente algunas muestras de las que elmismo Gabb había empacado en Santo Domin-go, pues afirma que muchos de las conchas queson puestas como nuevas [se refiere Pilsbry a supropia publicación] habían sido determinadas in-correctamente por Gabb, otras "...fueron selec-cionadas de paquetes, que por su condición y lasfechas de periódicos usados como envolturas,aparentemente no habían sido abiertas desde que

103DENYER & SOTO: Análisis de los trabajos geológicos de William M. Gabb sobre ...

fueron empaquetadas en Santo Domingo"(Pilsbry, 1922, p. 306).

Pilsbry afirmó que ".Gabb no fue capaz dedibujar sus especies" (p. 305), lo cual considera-mos que es incorrecto, pues al revisar las publi-caciones de Gabb de 1881 (a y b), encontramosmás de 150 dibujos de los moluscos de Santo Do-mingo y Costa Rica. Aparentemente Pilsbry novio este trabajo, que aunque póstumo, recogiójustamente gran parte de la información necesa-ria para las comparaciones faunísticas de las nue-vas especies. Otra de las críticas de Pilsbry conrespecto al aporte paleontológico de Gabb enSanto Domingo, fue la falta de ubicación detalla-da de las localidades o afloramientos donde seencuentran los fósiles. Textualmente dice: "Condos o tres excepciones, ninguna de las etiquetascontenía indicación de localidad u horizonte [re-firiéndose a capa estratigráfica] más que SantoDomingo". Definitivamente, tanto el trabajo re-gional de 1873 como los de 1881, carecen de unabuena localización, que incluso es uno de los as-pectos que ha dificultado la correlación de algu-nas localidades fósiles. Posteriormente se haráuna explicación más extensa sobre los problemasde ubicación de la localidad fosilífera de Zapote,en las cercanías del río Reventazón.

De estas críticas se rescata que, a pesar detodo, el trabajo de recolección de materiales fosi-líferos fue útil incluso para Pilsbry, y que sin du-da, Gabb era un geólogo de campo que disfruta-ba mucho más su trabajo-aventura en sitios aleja-dos, que hacer labores minuciosas en las cuatroparedes de un laboratorio. Esta actitud caracterís-tica de Gabb se puede interpretar también de subiografía, pues prefirió emprender otra actividadde campo en Costa Rica, antes de terminar suspublicaciones de Santo Domingo. Emprendióuna nueva aventura en Santo Domingo, sin con-cluir sus escritos sobre Costa Rica. No es sinohasta después de verse obligado a regresar a Es-tados Unidos por el rápido deterioro de su salud,que adecua algunos escritos para que pudieranser publicados. Evidentemente no tuvo el tiemponecesario para terminar este trabajo, pues muriómuy rápidamente; razón por la cual todavía hoyestamos discutiendo aspectos inconclusos de sustrabajos geológicos.

LA GEOLOGÍA DE COSTA RICA VISTAPOR WILLIAM GABB

Gabb lamentó no haber podido seguir susobservaciones en el Pacífico de Costa Rica, em-pero no sólo se limitó a la Talamanca, el mismoescribe: " En adición a esto [el estudio de la Ta-lamanca], crucé el país, de océano a océano, va-rias veces entre Limón y Punta Arenas, o Punta-renas, hice una excursión dentro de Nicoya y al-gunas otras más pequeñas en el interior, inclu-yendo visitas a los dos volcanes Irazú y Barba."(Gabb, 1874).

Su comparación de la morfología de lascostas resulta muy acertada: "La costa atlánticaes cóncava, con dirección sureste, con pocas irre-gularidades como bahías y promontorios, unaplaya muy continua de arena bordeando una su-cesión de pantanos y lagunas. El lado Pacífico,por el contrario es mucho más irregular con lí-neas curvas amplias profundamente indentadas,por los golfos de Nicoya y Dulce... " (Gabb,1874). Estas observaciones son muy interesantes,pues destacan justamente las diferencias entre lacosta en un margen tectónicamente pasivo, comoes la costa caribeña, con otro como el Pacífico,controlado por la zona de subducción de la placadel Coco bajo la Caribe. Valga recordar que eladvenimiento de la tectónica de placas como par-te integral del paradigma geológico no ocurrehasta la segunda mitad del siglo XX.

Sobre el pico de Herradura (se refiere alcerro Turrubares, del que ya se discutía si era ono un volcán, y aún en este siglo se afirmaba lomismo) Gabb (1874) afirma que no es un volcán.Textualmente escribió: "Herradura ha sido nom-brado por la mayoría de escritores como un vol-cán, como yo no veo razón para su suposición,más allá que por su altitud y el hecho que está enun país de volcanes." (Gabb, 1874).

Hizo el ascenso a algunos volcanes de laCordillera Volcánica Central y se refirió a las cali-zas de los montes de Candelaria, que correspon-den con lo que ahora se llama Calizas de Parritilla,del Eoceno Superior. No puede explicar sin em-bargo, la presencia de materiales netamente volcá-nicos (escoria, pómez, obsidiana) cubriendo par-tes entre el volcán Irazú y Candelaria (Gabb,

104 REVISTA GEOLÓGICA DE AMÉRICA CENTRAL

1874, p. 38). Acá se refiere a las ignimbritas deSan Gabriel y alrededores, que ahora se conside-ran el producto de un volcanismo cuyos centrosde emisión estaban ubicados más al sureste de laCordillera Volcánica Central, y que ahora sabe-mos que son el producto de un arco volcánicoactivo en el Plioceno (Denyer & Arias, 1991).

Se percató de la amplia cobertura de depó-sitos volcánicos: "Todo el país, desde Sapote [lo-calidad ubicada unos 20 km al noreste de Turrial-ba, de la que posteriormente se darán más deta-lles] a la cima de los montes del Aguacate, excep-to las montañas altas que bordean el valle en elsur [probablemente los cerros de Escazú], pue-den ser descritos fácilmente como cubiertos poruna capa de ceniza volcánica..." (Gabb, 1874, p.34). Esto lo explicó como producto de conos vol-cánicos que sobresalen de la planicie: "En el ladodel camino, corta el lado de la colina en el crucedel Río Grande, opuesto a "Garita" o vieja adua-na, está una buena ilustración de uno de estosvolcanes infantiles" (Gabb, 1874, p. 43).

Gabb también realizó una rápida incursiónen la Península de Nicoya, cerca de Lepanto,donde describió lutitas metamorfoseadas, con ve-tas de carbón en isletas del Golfo. Probablemen-te vio afloramientos de la hoy conocida Forma-ción Loma Chumico, que existen en las cercaníasde Lepanto y Jicaral, y cuya edad es del Cretáci-co Superior. Extraña sin embargo, que Gabb nohizo ninguna referencia a las rocas ígneas perte-necientes al Complejo de Nicoya, que por su ex-tensión son la unidad geológica más importanteen la Península. Un atenuante a esta omisión se-ría que justamente en el sector de Lepanto y Jica-ral, los afloramientos de basaltos están cubiertospor las rocas sedimentarias que sobreyacen alComplejo, sin embargo el texto no es explícitocon respecto al recorrido (Gabb, 1874), por loque debemos concluir que: o no vió, o no recono-ció los basaltos del Complejo de Nicoya.

LAGEOLOGÍADE TALAMANCASEGÚN GABB

En la primera frase de su informe geológi-co esbozó una completa confianza en sí mismo,

revelando en quien la escribió, cierta arrogancia,propia de aquel académico de las Ciencias de laTierra que confronta la Geología del Terciario,textualmente Gabb (1895) dice: "Considerada ensu conjunto la estructura geológica de la regiónestudiada es muy sencilla".

Cerca del río Yorkín describió la existen-cia de lutitas y areniscas y un par de millas arri-ba "...buenas exposiciones de un conglomeradogrueso, con rumbo N25 W, que buza NE10 .."(Gabb, 1874, p.21). Consideramos que está ha-blando de la Formación Río Banano o Gatún, cu-bierta por los conglomerados de la FormaciónSuretka. Abajo de la desembocadura del río Iz-gui, las rocas contienen numerosos fósiles, losque reconoce de edad Mioceno, y acá de nuevocreemos que se refiere a la hoy conocida Forma-ción Río Banano.

Al igual que el cerro Turrubares, el PicoBlanco o Kamuk también había sido descrito co-mo un volcán activo y que sus erupciones habíansido apreciadas por los destellos desde su cimarepetidamente. Gabb aclaró que no duda de laexistencia de luces, pero éstas deben tener otroorigen, como por ejemplo por la quema de la ma-leza del lugar, lo cual desde la costa podría inter-pretarse como una erupción volcánica, pues estamontaña tiene una constitución granítica, casi sinmicas y con abundancia de hornblenda, "esta ro-ca es decididamente una sienita...", la cual estácortada por diques (Gabb, 1874, p. 9). Vemos enestas descripciones que Gabb comenta con pro-piedad la mineralogía de las rocas de Talamancay lo que es más importante, usa el criterio geoló-gico para desechar la idea de la existencia de es-te volcán, porque claro, este pico estaba consti-tuido por rocas intrusivas, y no existen depósitosvolcánicos.

Existía una referencia que indicaba que elperíodo glaciar se extendió en Centro América,específicamente, un trabajo de un naturalista queestuvo en Nicaragua de apellido Belt (Gabb,1874, p. 11). Gabb conocía esta referencia, por loque buscó evidencias de un fenómeno parecidoen Costa Rica. A este respecto dice: "...esto [serefiere al trabajo de Belt] me indujo a investigarsobre pruebas que comprobaran o desprobaran lateoría... No encontré ningún signo de la presencia

105DENYER & SOTO: Análisis de los trabajos geológicos de William M. Gabb sobre ...

de hielo aquí, ... no hay evidencia para pensar queesta parte de Costa Rica estuvo más allá del lími-te del hielo." (p. 11). Cuando interpreta el origende los sedimentos recientes del río Tilorio [Chan-guinola] escribió: "No existe prueba más fuertede la ausencia de hielo, como un elemento entrelas fuerzas que han modelado el país..." (p. 22), yentonces especifícó cómo debería ser un materialcon influencia glacial, textualmente dijo: "El hie-lo, al igual que un glaciar o iceberg nunca selec-ciona su material, los depósitos glaciares siem-pre están hechos de materiales de todos los tama-ños y formas, indiscriminadamente mezclados yamontonados o tirados abajo juntos" (p. 23).

Gabb mencionó la actividad sísmica queocurrió en la región mientras hacía su trabajo enla Talamanca: "Debo mencionar un par de levesterremotos que sentimos mientras llevábamos acabo nuestras exploraciones. El 10 de agosto de1873, cerca de las 9 a.m. en Sipurio, sentimos unleve movimiento viniendo desde el SW..." (Gabb,1874, p. 24 y 25). Este mismo evento sísmico fuesentido por su asistente Martínez, quien mencio-na además la sacudida violenta de árboles. Otrosismo ocurrió el 8 de octubre, mientras Gabb es-taba en Coén, y en este caso el sismo fue lo sufi-cientemente fuerte como para ser sentido en lashamacas. Este sismo ocurrió en la mañana, puesGabb mencionó que estaba esperando el desayu-no. Ya Gabb había sentido otro sismo en marzode ese mismo año, mientras estaba en San José,aunque en este caso no hace referencia al día.

Hoffstetter et al. (1960) atribuyen a Gabbla nominación de la Serie Plutónica de Talaman-ca como fue descrita en Gabb (1875), aunquevalga aclarar que él no utiliza exactamente estanomenclatura. Probablemente el espíritu deHoffstetter et al. (1960) fue hacer justicia, al serGabb la primera persona en reconocer la consti-tución geológica plutónica de la cordillera deTalamanca.

La localidad de Zapote (conocida como"Sapote" en los escritos del siglo pasado) es muyimportante dentro de las descripciones de fósiles(Hoffstetter et al. , 1960, p. 294), Gabb incluyónuevas especies, detalladas y bautizadas en sutrabajo publicado postmórtem (Gabb, 1881b).Gabb (1874) describió esta localidad como cerca-

na al río Reventazón, en la cual encuentra unasección continua donde afloran calizas, arenicasy lutitas con ocasionales conglomerados, quecontienen numerosos fósiles característicos delMioceno, algunos similares a los de Gatún en Pa-namá. Incluso, con base en las descripciones demacsrofauna de esta localidad, Hoffstetter et al.(1960) propusieron que esta debe ser la localidadtipo de la Formación Uscari. Con base en el ma-pa de José Ma Figueroa & Oreamuno de 1883(Zúñiga, 1910), se localizó la quebrada Zapote,que comparando con los mapas actuales se inter-preta que estaba entre las coordenadas 224 y 228de latitud y 581 y 586 de longitud, de la hoja to-pográfica Bonilla (publicada por el Instituto Geo-gráfico Nacional). Suponemos entonces una cer-canía entre la quebrada Zapote (probablemente laactual quebrada Lajas) y el lugar del mismo nom-bre que menciona Gabb (1874, p. 31), el cual es-taba sobre el camino. Con base en la descripciónde Gabb, la localidad geológica que él indica co-mo Sapote, corresponde con las cercanías de laquebrada Lajas, pues ubica como sigue el lugar:"Abajo de Sapote, sobre el río Reventazón, en labase de la misma colina [un lugar de fuerte pen-diente sobre el camino conocido como Sapote],yo tuve la oportunidad de examinar una extensasección. La distancia horizontal desde Sapote esmás o menos cuatro millas, y la vertical no mu-cho menos que mil pies" (Gabb, 1874, p. 31).

Aguilar (1993) hace referencia a esta lo-calidad geológica como perteneciente a la For-mación Uscari, aunque en el mismo texto expli-ca las dificultades de correlación geográfica en-tre la localidad de Gabb y aquella descrita porella, por lo que escribe lo siguiente: "Gabb (...),es el primero en hacer referencia a la macrofau-na procedente de Sapote (¿Zapote?), la cual apa-rentemente corresponde con la parte Inferior dela Formación Uscari. Aunque debido a los pro-blemas de nomenclatura y ubicación geográficaesta localidad no ha sido claramente identifica-da." Ahora, con la localización que hicimos de laquebrada Zapote y las descripciones de Gabb yde Aguilar, nos atrevemos a interpretar que setrata de la misma secuencia sedimentaria, queaunque descrita en otra localidad, es relativa-mente cercana.

106 REVISTA GEOLÓGICA DE AMÉRICA CENTRAL

Gabb destacó la presencia de arrecifes decoral, teoriza sobre el sustrato diciendo: "Losarrecifes, y los depósitos de Antillita ocurren só-lo cuando una colina del interior alcanza la cos-ta, y las rocas ofrecen un fondo sólido que permi-ta que el animal coral se construya." (Gabb,1874, p. 26). No debemos omitir que ahora se sa-be que también pueden existir organismos pione-ros que estabilizan un sustrato arenoso o blando,lo que permite la posterior colonización de gru-pos constructores.

Para rescatar una de las más importantescontribuciones científicas de Gabb, enumeramosen el Apéndice 2 algunas de las nuevas especiesde moluscos del Neógeno que existen en CostaRica y que fueron descritas como especies nue-vas por el mismo Gabb, en la que destacan por lomenos 30 especies de gasterópodos, 17 de bival-vos, 2 escapófodos y 1 equinoideo, así comotambién se han denominado por lo menos tresnuevas especies en honor a Gabb.

EL MAPA GEOLÓGICO DE TALAMANCA

Este mapa no apareció publicado en ningu-no de los escritos consultados, incluso en el ma-nuscrito de Gabb de 1874, hay una nota de la bi-blioteca en la primera página, que indica el faltan-te de las figuras que probablemente acompañabaneste informe. Sin embargo era conocido por loseruditos de la época. H. Pittier se refiere a estemapa de la siguiente forma en la introducción dellibro de Gabb (1895, p. 8): "El mapa geológico deGabb es hasta hoy la única contribución que po-seemos acerca de la constitución geognóstica dela parte meridional de Costa Rica. Es de sentirseque no haya visto aún la luz, junto con una reco-pilación cuidadosa de los datos en que se funda".Y hasta hoy, ha sido un documento que quedó iné-dito en copias que hasta cierto punto podríamosllamar caseras, y no es sino hasta la presente pu-blicación que hacemos una reproducción del ma-pa geológico original de Talamanca (Fig. 2). Estemapa es propiedad de Rafael Oreamuno, comouna reliquia familiar. El cual es una copia hechapor Luis Matamoros, quien fue director del Insti-tuto Geográfico. Debido al mal estado de la copia,

que incluso estaba pintada, y para que fuera posi-ble entender su significado, se hizo una recons-trucción de los contactos geológicos (Fig. 2), losrasgos geográficos se observan muy difusamenteen dicha copia, pero se nota que casi todos los ríosy afluentes de la región estaban marcados y consus respectivos nombres, probablemente la basegeográfica correspondía con algo similar a su ma-pa geográfico (Fig. 3).

Es también sorprendente que el mapa geo-lógico de Gabb, en su mayoría fue hecho con ba-se en sus propios levantamientos topográficos.Gabb escribió el 30 de noviembre de 1874, el si-guiente párrafo: "...Si se exceptúa la línea de lacosta próxima a Limón, todo el mapa descansa so-bre el valor de nuestras propias medidas... No so-lo hemos medido el interior, sino que también he-mos practicado nuevas medidas y rectificado lasde Limón a Boca del Drago, teniendo como baseuna combinación de las medidas con cadena, y detriangulaciones... Aunque las medidas de este pla-no no aspiran en sus detalles a una corrección ab-soluta, puede que sean más exactas que las de mu-chos países civilizados. La posición de los ríos es-tá bien marcada y su curso exactamente represen-tado..." (En Petermann, 1877). Destaca la exacti-tud y detalle de la línea de costa, que va desde Li-món, prácticamente hasta Bocas en Panamá, nóte-se también en la Fig. 2, el delineamiento del vallede Talamanca (parte alta del río Sixaola). La basegeográfica original se observa en el mapa publica-do por Petermann (1877), escala 1:600 000, bajola consigna de que es copia del mapa de Gabb,Collins & Martínez. La Fig. 3 muestra este mapa,que aparentemente corrió una suerte parecida algeológico y nunca fue publicado en nuestro país.No es claro si este mapa, que presentamos en laFig. 3, es una copia fidedigna del mapa de Gabb,pues el área que abarca es bastante mayor a lo quese supone debió contener el mapa original deGabb. Petermann debe haber hecho algunas ac-tualizaciones, como destaca de la leyenda de estemapa, donde se nota que el trazo de la línea ferro-viaria está actualizada hasta 1877. Interpretamosentonces, que el mapa de Petermann usó como ba-se el de Gabb en lo que respecta a Talamanca, in-cluyendo la línea de costa caribeña y, el resto fuetomado de otros trabajos cartográficos.

107DENYER & SOTO: Análisis de los trabajos geológicos de William M. Gabb sobre ...

Gabb dibujó contactos geológicos, queaunque groseros, indican una visualización clarade la geología de la cuenca de Limón. Es decir, la

existencia de rocas sedimentarias miocenas, in-truidas por las rocas plutónicas que conformanel núcleo de la cordillera de Talamanca, y que

Fig. 2: Mapa Geológico de Talamanca. Esta figura es una copia del mapa que redibujó Luis Matamoros. El cajetín se redibujóconservando las características originales. La firma de Matamoros se conserva de la copia original de este mapa, aunque parcial-mente retocada en computadora, para que fueran legibles, de la misma forma que la simbología, que dice: Límite granito, mio-ceno, formaciones recientes, antillita y rocas volcánicas. Las líneas de coordenadas eran visibles pero no así los números, los cua-les interpretamos por su posición geográfica comparándola con un mapa geográfico actual. Se incluye un mapa de localizaciónaproximada. La distancia entre las coordenadas 82°30' y 83°30' es de unos 110 km.

MAPA GEOLÓGICODE

TALAMANCAPOR

W. M. GABB

JEFE DE LA COMISIÓN CIENTIFICADE

EXPLORACIÓN1873

Mar Caribe

Cahuita

Limón82° 30’

10° 00’

09° 30’

83° 30’

108 REVISTA GEOLÓGICA DE AMÉRICA CENTRAL

Fig. 3: Mapa Geográfico de Gabb, que apareció publicado en Petermann (1877). La leyenda, traducida del alemán dice: "Mapaoriginal del territorio principal de Costa Rica, como resumen de los levantamientos de W.M. Gabb, Collins & Martínez. Escala1:600 000 [Esta reproducción ha variado la escala]. Escala gráfica en millas alemanas y kilómetros. Alturas en pies ingleses. Pro-fundidades en brazas. Ferrocarril (mediados 1877): terminado, en construcción, en proyecto; solamente funciona en el trechoAlajuela-Cartago".

109DENYER & SOTO: Análisis de los trabajos geológicos de William M. Gabb sobre ...

causaron el metamorfismo de parte de los sedi-mentos. Cartografíó las "antillitas" post-plioce-nas, refiriéndose a los corales fósiles; este nom-bre había sido acuñado por el mismo Gabb, conel objetivo de distinguir entre la tiza y la "calizade costa", la cual "fue formada a una considera-ble distancia de la línea de costa como un bordearrecifal" (Gabb, 1873, p. 105). Como un hechocurioso, destacamos que el mapa geológico deCosta Rica, publicado por la Dirección de Geo-logía, Minas e Hidrocarburos, en 1982 -es decir:más de un siglo después del de Gabb-, ni siquie-ra hace referencia a los arrecifes plio-pleistoce-nos que afloran en los alrededores de la ciudadde Limón, Cahuita, Puerto Viejo y Punta Mona.

Con respecto a la presencia de corales fó-siles en las "antillitas"; textualmente dice: "Lageología de la región de la costa de Talamanca esmuy simple. En pocos sitios, la vecindad de la la-guna de Boca del Toro, punta Mono, punta Man-zanillo y Cajuita [conocida actualmente como Ca-huita], hay exposiciones de coral de roca, llamadapor mí Antillita en Santo Domingo. No difierenen origen o carácter de las calizas post-Pliocenode Jamaica, Santo Domingo, Cuba, las Bahamas."(Gabb, 1874, p. 25). Es interesante que las Anti-llitas fueron descritas por Gabb en diversas loca-lidades, sin embargo en el mapa geológico sólolas ubicó en Limón, dejando por fuera Cahuita,Puerto Viejo, Manzanillo y Punta Mona. Lo úni-co que parece posible es que considerara que es-tos afloramientos eran demasiado pequeños paraubicarlos en un mapa a esa escala.

Los mapas geológicos como herramientacientífica que produce un modelado geométricode la realidad había sido usado desde hacía másde un siglo antes. La primera propuesta de mapageológico fue hecha en 1683 por L.M. Lister y elprimer mapa geológico se publicó en 1743 en In-glaterra, y en Norte América en 1817 (Geikie,1962, p. 458). Es obvio, al observar el mapa geo-lógico de Talamanca (Fig. 2), así como el de San-to Domingo (Gabb, 1873), que esta herramientaera dominada brillantemente por Gabb. Por su-puesto que los mapas recientes dan un detallemuchísimo mayor, pero el concepto general de lageología de la región es a grosso modo, igual. Laausencia de estructuras geológicas en el mapa, es

aparentemente una carencia de la época, como seexplicará posteriormente al hacer la comparaciónde sus trabajos, dentro de los paradigmas que do-minaban la conceptualización del modelado geo-lógico en la época.

SOBRE LOS YACIMIENTOS MINERALESDE TALAMANCA

La referencia que hizo Gabb a la presenciade oro es muy clara: "...la existencia de oro aquíes más que nada de interés científico que econó-mico", las minas de oro son una falacia geológi-ca, como él mismo escribió: "Es suficiente deciraquí que tales minas no existen, para lo que haysuficientes razones geológicas..." (Gabb, 1875).Encontró sin embargo, algunas vetas de cuarzocon algunas cantidades de oro, en general conmuy difícil acceso (Gabb, 1895, p. 68). Es muycategórico en la siguiente frase: "Las supuestasminas de oro de Tisingal no pueden haber existi-do en el territorio explorado por mí."

Se refirió a los extensos depósitos de mag-netita en la costa, como "arena magnética de hie-rro" y menciona la localidad de Puerto Viejo,donde efectivamente sabemos que playa Negraes de un alto contenido de magnetita. Los descri-bió como de grano fino y mucha pureza, e hipo-tetizó sobre su fuente, que: "debe ser bajo el mar,probablemente desde un afloramiento submarinode rocas graníticas" (Gabb, 1874, p. 28), ademásnotó los límites abruptos entre las arenas magne-tíferas con las blancas. Esto es correcto, pues re-cordemos que hacia el sureste las playas arenosasterminan contra el promontorio de Puerto Viejo,y son básicamente el producto de la erosión delos arrecifes. Los estudios recientes más bienconsideran que la magnetita proviene de la ero-sión del mineral presente en la Formación RíoBanano, y que ésta a su vez contenía la magneti-ta como un producto de erosión de los intrusivosque conforman la Cordillera de Talamanca (Cor-tés et al., 1998).

Con respecto a los depósitos de carbón, in-dicó que existe una faja continua desde la desem-bocadura del río Changuinola hasta Matina (Gabb,1895). Específicamente menciona la localidad de

110 REVISTA GEOLÓGICA DE AMÉRICA CENTRAL

Watsi, otro pequeño tributario del Tiliri, y la caranorte de las montañas Negro, en la cabecera deHone Creek (Gabb, 1874, p. 24). Por supuesto serefiere a los depósitos de carbón intercalados enlos sedimentos de la Formación Río Banano, querecientemente en este siglo, en la década de losochentas fueron investigados por RECOPE, en losque los estadounidenses habían tenido interés des-de 1850 (Ramírez, 1985). La conclusión de estegeólogo del siglo pasado ya había sido muy con-cluyente y expresada de la siguiente forma: "Estecarbón se averiguó ser de tan mala calidad comoel de la Carpintera y absolutamente impropio paracombustible" (Gabb, 1895, p. 69).

La existencia de petróleo fue reportada enun solo punto en Alto Telire, pero Gabb reco-mienda ser precavidos con base en las "desastro-sas experiencias" de California.

Resumiendo, Gabb concluye que la Tala-manca no contiene riquezas minerales, lo que enla época constituyó el desencanto de aquellos quelo habían traído para localizar, apropiarse y ex-plotar las riquezas de Talamanca, con lo cual tal-vez hemos tenido suerte, pues todavía conserva-mos la gran riqueza que representa esta regióncon su abundante flora y fauna.

Pero, ¿qué ha pasado con el desarrollo delconocimiento cien años después? Tenemos quecontestar esta pregunta diciendo que, a pesar degrandes esfuerzos, las conclusiones siguen sien-do las mismas, lo que le da un punto más a su fa-vor como geólogo, es decir, han sido válidas pormás de una centuria.

EL TRABAJO PIONERO DE GABB DENTRO DE UN CONTEXTO HISTÓRICO

Y DEL PARADIGMA GEOLÓGICO DE SU ÉPOCA

Hemos mencionado que en la segunda mi-tad del siglo XIX empezaron las observacionescientíficas serias en Costa Rica, algunas de ellasrelacionadas con la prospección de yacimientosminerales, y las más, con respecto a fenómenosnaturales. Es Gabb el primero que investiga geo-lógicamente el territorio con objetivos definidos,y presenta una visión global de una región, junto

con un mapa geológico, y además, un esbozo ge-neral de la geología de todo el país, hasta dondelo pudo conocer, en momentos en que Costa Ri-ca apenas despegaba económicamente, y el oroaportaba un impulso nada despreciable. La cons-trucción de grandes obras, en este caso el ferro-carril, viene a ser el detonante indirecto del arri-bo de Gabb. Aún no existían los institutos de in-vestigación y enseñanza importantes, que novendrían a desarrollarse sino hasta un decenio ymedio después. Geológicamente hablando, tienesentido el bautizo que hacen Alvarado et al.(1991) al período entre 1852 y 1887, como "eta-pa pregeológica" en Costa Rica, Coronado(1997), considerando la actividad científica engeneral, considera la etapa de 1843 a 1887, comode "científicos cometas", donde científicos ex-tranjeros visitaron el país para establecer un re-gistro de lo que había.

Es paradójico que los trabajos pioneros deGabb no influyeran decididamente en el paso auna "etapa de inicio y avance geocientífico", sinoque más bien permanecieran muy olvidados; porejemplo: su mapa geológico de Talamanca perma-nece inédito y no es sino hasta la presente publi-cación que se hace una reproducción de dicha car-tografía. Conceptos tales como la cartografía delas "antillitas", ampliamente discutido previamen-te, no es incluido aún en mapas geológicos publi-cados un siglo después. Por lo tanto, el trabajo deGabb, aunque pionero y admirable, no llega a sercontinuado rápidamente y por lo tanto el desarro-llo de las ciencias geológicas en Costa Rica que-da parcialmente paralizado. Esto probablementees debido a que no existía ningún costarricensecon una formación geológica lo suficientementesólida como para seguir los pasos del maestro, porlo que la "etapa de inicio y avance geocientífico"como denomina Alvarado et al. (1991) al siguien-te período de evolución de la geología, es dema-siado largo, abarcando desde 1888 hasta 1962.Destacan, en este segundo período, J.F. Tristán, A.Alfaro y C. González Víquez, cada uno de loscuales dejó un gran legado, y todos ellos se desta-caron por su gran entereza, deseos de conoci-miento y capacidad científica, pero desgraciada-mente no tenían una educación formal en la Geo-logía, lo que impidió que se siguieran haciendo

111DENYER & SOTO: Análisis de los trabajos geológicos de William M. Gabb sobre ...

mapas geológicos con columnas estratigrafías de-talladas, o que impulsaran la creación tempranade un Servicio Geológico.

Por otro lado, podemos imaginar que lahistoria podría haber sido muy diferente si las in-vestigaciones de Gabb hubieran aportado infor-mación interesante desde un punto de vista eco-nómico, es decir si hubiese encontrado sitios conposibilidad de explotación de algún mineral,pues esto podía atraer una especial atención so-bre los temas geológicos, y de hecho el interéscomercial hubiera dado un cambio de rumbo a lahistoria de la geología. Es más, el desarrollo deTalamanca hubiera sido muy diferente, pues re-cordemos que incluso cuando Gabb a final decuentas fue pagado por el gobierno, los Keithsiempre siguieron muy de cerca su trabajo de ex-ploración, e incluso M. Keith tenía cierta influen-cia en las decisiones que se tomaron al respecto,como sobresale incluso en la carta que Gabb en-vía al presidente de la República (Gabb, 1895),donde dice que sigue las instrucciones del señorKeith al enviar las muestras recolectadas al Insti-tuto Smithsoniano.

Al crearse el Museo Nacional en 1887, sesubsanó una falencia que Gabb enfatizó particu-larmente en su carta al Presidente Guardia, cuan-do justificaba la exportación de sus prolijas co-lecciones de fósiles a Washington. A propósito deestas colecciones, hasta donde hemos podidoaveriguar, no retornaron a Costa Rica. En unacarta en nuestro poder, el señor William Cox,asistente archivista del Smithsoniano, dice en1992, que "...Gabb colectó especímenes etnoló-gicos y zoológicos, los que el donó al Smithso-niano... Nosotros no tenemos publicaciones, ma-pas, ni otros materiales creados por Gabb duran-te su exploración en Talamanca." Nótese que nomenciona las muestras geológicas y que según lacarta-prólogo que Gabb envió al presidenteGuardia (Gabb, 1895) y, serían entregadas denuevo al Gobierno, cuando éste lo solicitara, ensu lugar el señor Cox indica que son donacionesde Gabb, al Instituto Smithsoniano.

Felizmente Gabb se dedicó a la clasifica-ción de las muestras paleontológicas, la cual nosentregó en su publicación póstuma de 1881b,aunque como se puede rescatar de Pilsbry

(1922), fue algo que no terminó al menos con losfósiles de Santo Domingo, y gran parte del mate-rial quedó empacado por más de cuarenta años,por lo que podemos presumir que algo parecidodebe haber sucedido al material fosilífero proce-dente de Costa Rica, y quizá todavía haya algo ogran parte de este material perdido.

Nos interesa, además, juzgar el trabajo deGabb a la luz del paradigma geológico de su en-tonces. A pesar de que recientemente se ha dichoque el concepto de paradigma que definió Kuhn(1962) es extremadamente vago y variable, tantocomo alcanzar hasta veintitrés diferentes signifi-cados (Advocate, 1998), nos adherimos a la si-guiente definición dada por Kuhn: "Considero alos paradigmas como realizaciones científicasuniversalmente reconocidas que, durante ciertotiempo, proporcionan modelos de problemas ysoluciones a una comunidad científica."

Para la época en que Gabb viene a CostaRica, ya se habían zanjado definitivamente lasprincipales divergencias científicas entre los nep-tunistas y los plutonistas. Es muy evidente queGabb conocía bien el paradigma plutonista,cuando reconoce que las rocas sedimentarias queha encontrado han sido intruidas y metamorfo-seadas por los intrusivos que conforman el nú-cleo de la cordillera. Una sólida conceptualiza-ción le permite discernir el plutonismo del volca-nismo. En el mapa geológico (Fig. 1), resulta untanto extraño que las rocas volcánicas mapeadasaparecen como figuras alargadas que dan la ideade diques intruyendo tanto las rocas sedimenta-rias miocenas como las rocas plutónicas (de lascuales no especifica la edad geológica). La faltade un "corte geológico transveral" nos impide sa-car una conclusión sobre cuál era la idea de Gabbsobre la posición relativa de las rocas volcánicas,solo hay una mención en el texto sobre los di-ques, que indica que no son de composición sie-nítica como en Santo Domingo, sino que son pór-fidos (Gabb, 1895, p. 43). Podemos deducir, ba-sándonos en los conceptos de la época, que Gabbdebió asociar estos afloramientos volcánicos alproceso formador de montañas, pues justamenteJames Hall, uno de sus maestros, considerabaque en las depresiones de acumulación de sedi-mentos se daban fracturas y adelgazamiento,

112 REVISTA GEOLÓGICA DE AMÉRICA CENTRAL

causados ambos por el curvamiento y el conse-cuente plegamiento de capas sedimentarias y es-to podía provocar la introducción de materia flui-da o semifluida, produciendo los diques asocia-dos (tomado del resumen que hacen Mather &Mason, 1970), que nosotros interpretamos, era eltrasfondo conceptual en que Gabb basó esta par-te de su cartografía geológica.

En las litologías sedimentarias encontra-mos cierta discrepancia, en cuanto a la presenciao no de rocas metamórficas. En la traducción alespañol (Gabb, 1895) se lee lo siguiente: "Por en-cima de las sienitas, muy trastornado por ellas enlas cordilleras más altas y doblado en complica-das series de pliegues en las colinas inferiores, senota luego un espeso depósito de conglomeracio-nes, areniscos, esquistos y escasa proporción decalizas. Los esquistos superan mucho por suabundancia á los demás miembros del grupo ..."En este párrafo destaca la presencia de esquistos,que se definen como una roca de origen meta-mórfico, de la cual no se tiene noticia, hasta elmomento, que indique su presencia en Costa Ri-ca, pues de acuerdo con los paradigmas actualesy la historia geológica de Costa Rica, no existenrocas de un metamorfismo de alto grado, comoserían justamente gneises y esquistos. Despuésde revisar un poco más detalladamente los escri-tos de Gabb, encontramos que aparentemente esun problema de traducción del término "shale",que no debe confundirse con "schist", pues el pri-mero se refiere a una roca sedimentaria de granofino conocida en español como lutita, mientrasque el segundo es una roca metamórfica, que de-bería existir únicamente en áreas de metamorfis-mo regional de alto grado y que se traduciría pro-piamente como esquisto. Incluso en un dicciona-rio inglés-español, (I.C.R.M., 1963) se traduce eltérmino shale como esquisto arcilloso. En un tex-to que revisamos directamente del inglés Gabb(1875, p. 201) dice: "Estas rocas del Mioceno es-tan constituidas principalmente de conglomera-dos y lutitas (shales) finas, con ocasionales capasde arenisca, y un poco de caliza."

Incluso para Gabb era muy clara la ine-xistencia de un metamorfismo regional, respectoa lo cual arguye lo siguiente: "No vi en ningúnlado la más ligera aproximación a una estructura

gnéisica, o cualquier otro signo que pudiera in-dicar un origen metamórfico para la masa [de ro-cas graníticas]..." Gabb, 1875, p. 200). Posterior-mente también afirma: "Cerca a los granitos lasrocas sedimentarias están ampliamente metamor-foseadas, y en la mayoría de los casos su estrati-ficación está completamente destruida." (Gabb,1875, p. 201), lo que denota una clara observa-ción del metamorfismo de contacto, producidopor el calor del intrusivo de Talamanca. Gabb noutiliza el término "metamorfismo de contacto" yaque la distinción clara entre la transformación delas rocas por metamorfismo regional y de contac-to se atribuye a A. Lossen en 1884 (Mather &Mason, 1970).

Estratigráficamente Gabb dominaba muybien las sucesiones, incluso se da cuenta de quelos sedimentos desaparecen bajo la capa de detri-tos provenientes del volcán Turrialba (Gabb,1874, p. 33), indicando un concepto claro de su-perposición estratigráfica. Describe las unidadesde roca de Talamanca desde las rocas fosilíferasmiocenas hasta las calizas arrecifales cuaterna-rias. No hace una distinción, sin embargo, deedades entre las rocas sedimentarias del Tercia-rio, sino que denomina a todas rocas miocénicas,olvidándose por completo del Eoceno, Oligocenoy Plioceno, pues de hecho hay rocas y fósiles deestas edades en la estratigrafía de Talamanca.Creemos haber encontrado la respuesta a esto ensu publicación sobre la geología de Santo Do-mingo (Gabb, 1873, p. 96-97), donde dice: "Laedad geológica de las Indias Occidentales tercia-rias ha sido profunda y hábilmente discutida porautoridades tan competentes que debería ser in-necesario que yo reabriera este tema. J.C. Moore,Geo. B. Sowerly, Dr. P.M. Duncan, R.J.L.Guppy, Robert Etheridge, y Sir Robert Schom-burgk, todos han contribuido al fondo general denuestro conocimiento, y han estado únanime-mente de acuerdo en colocar la mayor parte delos estratos fosilíferos, incluyendo todas las ca-pas de Santo Domingo en el Terciario Mioceno".

Por lo tanto, Gabb estaba convencido deque todas las rocas sedimentarias de las IndiasOccidentales, lo que según la nominación de laépoca incluía Costa Rica, eran de edad miocena.Incluso se nota el disgusto de Gabb en el párrafo

113DENYER & SOTO: Análisis de los trabajos geológicos de William M. Gabb sobre ...

siguiente al citado, donde se refiere a una publi-cación corta de Conrad, que fue publicada en1853 en la Academia de Ciencias de Filadelfia,donde aparentemente hacía referencia a otrasedades, pues más adelante Gabb escribió: "Perotodavía después, él [se refiere a Conrad] repite laafirmación de la edad Eoceno ("Oligoceno") delos estratos de Santo Domingo en tal manera co-mo para demandar una igual refutación, muchomás especialmente desde que el Señor Conrad esel mejor informado de las autoridades sobre elTerciario americano." Valga recalcar que en San-to Domingo efectivamente existen rocas del Eo-ceno y Oligoceno, sobreyacidas por los sedimen-tos miocenos (Lewis & Draper, 1990).

De los párrafos anteriores, incluyendo lastraducciones, se deduce que Gabb no esperabaotra cosa que encontrar capas sedimentarias mio-cenas en el Caribe costarricense, y creemos queeso fue precisamente lo que empañó las interpre-taciones que hizo Gabb sobre las edades de lossedimentos terciarios de Talamanca. Por otro la-do, no debemos olvidar que justamente los mejo-res macrofósiles, principalmente moluscos queencontramos en Talamanca son justamente delMioceno, así que este ha debido ser otro factorque influyó en que Gabb globarizara y concluye-ra que definitivamente todo el sedimentario de laregión era Mioceno. Gabb (1875, p. 201) dice:"... yo fui afortunadamente capaz de colectar fó-siles en un gran número de localidades esparci-das no solo en la parte más grande de Talaman-ca, sino también más lejanas hacia el norte y no-roeste, en las partes adyacentes de Costa Rica.Esto prueba, más allá de una duda razonable, quelas rocas son una extensión del gran depósitoMioceno encontrado no sólo en el istmo propia-mente, sino sobre muchas de las islas de las In-dias Occidentales."

La claridad en la determinación de la su-cesión de eventos geológicos queda plasmadocuando Gabb utiliza el criterio de que la ausen-cia de rocas intrusivas en el conglomerado (in-terpretamos que se refiere a los conglomeradosde la Formación Suretka), indican que éste seformó antes, o más bien que no había sido denu-dado, lo que pone en evidencia su carácter deroca intrusiva, que proviene de un nivel cortical

más bajo y ha ascendido por diferencia de densi-dad con las rocas circundantes. Textualmente serefiere a esto de la siguiente manera: "La ausen-cia de rocas cristalinas en las conglomeracioneses una prueba irrefutable de que al depositarse lasúltimas, las sienitas y granitos no habían surgidotodavía del interior de la tierra; demuestra tam-bién que aquellas sienitas se intruyeron desdeabajo, y su carácter intrusivo queda absolutamen-te establecido por el trastorno de los sedimentosen la proximidad de su masa..." (Gabb, 1895, p.44). Valga aclarar, sin embargo, que la observa-ción de Gabb fue incorrecta, en el sentido de quesí existen rocas intrusivas como parte de los frag-mentos que forman el conglomerado. Nóteseademás en el fragmento transcrito que hace unanueva referencia al metamorfismo de contactoque se había mencionado anteriormente.

Resulta, por demás interesante, que fallasu otras estructuras geológicas importantes fueranexcluidas como parte del mapa geológico de Ta-lamanca. Esto también se nota en el mapa geoló-gico de Santo Domingo (Gabb, 1873), en el queincluye dieciocho perfiles geológicos donde sedescriben muy bien el plegamiento de las capassedimentarias, basculamientos y discordanciasregionales, pero ninguna falla geológica corta losestratos, aunque en los mapas recientes de Lewis& Draper (1990), se indican fallas oeste-noroes-te de más de 100 km de longitud. Destaca, sinembargo, que los perfiles de Gabb muestran unclaro dominio del principio estratigráfico de su-perposición, p.e. los estratos de mayor inclina-ción constituyen la base de la secuencia sedimen-taria y están sobreyacidos por estratos más jóve-nes, con ángulos de inclinación más bajos. Porotro lado sería de suponer que Gabb conocíacomplicaciones estructurales serias, al haber con-sumido el grueso de su carrera en el occidente delos Estados Unidos, por lo tanto en los párrafossiguientes discutiremos los conceptos tectónico-geológicos de Gabb, comparándolos con los pa-radigmas de la época.

La geología de Talamanca, hasta donde lavio y entendió Gabb, le pareció muy "simple".Recordemos que también se refiere de esta mane-ra a la geología de Santo Domingo, donde pode-mos constatar que Gabb observó plegamientos y

114 REVISTA GEOLÓGICA DE AMÉRICA CENTRAL

discontinuidades geológicas, como se observa ensus perfiles geológicos (Gabb, 1873). Entoncesel concepto de simpleza geológica debe haber te-nido otra connotación para Gabb, y que ahora esdifícil descifrar. Una de las posibilidades es queél considerara que la geología es simple desde elpunto de vista que es relativamente joven, puessólo empieza en el Mesozoico o Cenozoico, y noexisten rocas más antiguas, siendo entonces de-masiado joven para ser complicado y de hecho,esto significa que son terrenos geológicos que re-presentan únicamente un 5% de la totalidad de laedad de la Tierra. Hoy sabemos que la geologíadel lado caribe es sumamente complicada, puesconforma una faja plegada y sobrecorrida, que esparte del denominado Cinturón Deformado delNorte de Panamá, y que se extiende hasta Co-lombia. Pero justamente la complicación de lageología de esta región estriba en su carácter es-tructural, es decir: un fallamiento con planos debajo ángulo, que causan una duplicación y repe-tición vertical de las capas sedimentarias, comoha sido demostrado en las perforaciones explota-torias de petróleo hechas en la segunda mitad delsiglo XX. Parece ser entonces que justamenteaquella deficiencia en el conocimiento del falla-miento geológico de nuevo hace que Gabb subes-time su objeto de estudio en el Caribe. El puntoes saber si era en realidad, una deficiencia en laeducación de este científico, o en la época noeran de amplio conocimiento las fallas geológi-cas. Además recordemos que el desarrollo de lasfajas sobrecorridas se dio fundamentalmente apartir del estudio de los Alpes, lo que representaya una diferencia entre las escuelas estadouni-dense y europea.

Remitiéndonos a la historia de la geología,se habla de fallas por lo menos desde Lyell(1830-1833), quien define falla de la siguientemanera: "En el lenguaje de mineros, es la abrup-ta interrupción de la continuidad de un estrato enel mismo plano, acompañado por una fractura ofisura, con un ancho variable entre una meralínea a varios pies...", sin embargo, éstas nocomienzan a ser entendidas justamente hasta elaño 1889, cuando Le Conte, un geólogo esta-dounidense, establece la teoría de fallas, especí-ficamente dice (tomado del resumen de Mather

& Mason, 1970, p. 468): "La explicación de lasfallas inversas parece suficientemente obvia.Ocurren, como hemos dicho, principalmente enregiones fuertemente plegadas. Estos pliegues só-lo pueden ser producidos por presión lateral.Cuando la presión es extrema, produce replega-mientos. Si tales repliegues se quiebran, la incli-nación de la fisura será hacia la dirección desdela cual vino la presión y el techo [se refiere al blo-que del lado superior de la falla] será empujadohacia adelante y hacia arriba sobre el piso [bloqueinferior]... Pero la explicación de fallas normales,que son las más comunes no es tan obvia..."

Le Conte consideraba que la corteza te-rrestre flotaba en una subcorteza líquida y al pro-ducirse doblamientos de la corteza en forma dearco cóncavo hacia arriba, podía colapsarse a lolargo de fracturas que producían bloques prismá-ticos rectangulares, algunos de los cuales se hun-dían más que otros. Con esto, Le Conte explica-ba lo que hoy se conoce como sistemas de fallasnormales en "pilares y fosas". En Europa el geó-logo francés Marcel A. Bertrand es el que ilustralas grandes fajas de sobrecorrimiento en los Al-pes. Dibujó unos hermosos perfiles geológicosque ilustran de una manera sorprendentementedetallada estructuras plegadas y falladas (Mather& Mason, 1970).

Con base en lo expuesto anteriormente,nos damos cuenta que aunque Gabb había traba-jado en California, región con una deformacióntectónica muy fuerte, probablemente nunca leprestó atención, justamente porque eran mo-mentos en que el desarrollo de la geología es-tructural estaba apenas en sus inicios, y no es si-no hasta una década después de su muerte, cuan-do se establecen las bases sobre las cuales sefundamenta el estudio de la geología estructuraly tectónica.

En lo que respecta a la formación de mon-tañas, Gabb ha debido estar muy consciente ymuy al tanto de los últimos conocimientos de laépoca, ya que precisamente fue asistente de Ja-mes Hall, uno de los dos precusores de la teoríade los Geosinclinales, "La teoría del Geosinclinalde Hall y Dana [expresada entre 1850 y 1860]sostenía que las mayores cordilleras del mundose originaron en fajas de sedimentos, angostas

115DENYER & SOTO: Análisis de los trabajos geológicos de William M. Gabb sobre ...

pero de mucho espesor, que fueron depositados alo largo de márgenes subsidentes de áreas conti-nentales y subsecuentemente elevadas como cor-dilleras montañosas por la acción expansiva delcalor a aquellos sedimentos que llegaron a expo-nerse [aflorar] luego de que ellos se hundieron enlas partes profundas de la corteza de la tierra"(Adams, 1938, p. 397).

COMENTARIO FINAL

Consideramos, que aunque el mapa geoló-gico que hizo Gabb de la región talamanqueñahaya permanecido en el oscurantismo durantemás de un siglo, es el primer gran legado geoló-gico que nos deja uno de los científicos extranje-ros que nos visitaron en el siglo XIX. Esto, suma-do a sus publicaciones y sus escritos inéditos,constituyen una contribución a la geología deCosta Rica, a tal grado valiosa, que se debe reco-nocer en la figura de Gabb, al pionero de la geo-logía en Costa Rica.

AGRADECIMIENTOS

A Rafael Oreamuno, quien nos facilitóuna copia del mapa geológico de Talamanca deWilliam Gabb. Michael Machette buscó y nosenvió una copia de los manuscritos originales dela biblioteca del U.S. Geological Survey en Ber-keley. Rudolf Fischer nos trajo una copia de lapublicación de Petermann (1877), incluyendo elmapa geográfico de Gabb. Giovanni Peraldo nosayudó enormemente con la consecusión de docu-mentos en la Biblioteca Nacional. Guillermo Al-varado nos dio acceso a la colección de José Fi-del Tristán depositada bajo su custodia en los Ar-chivos Nacionales, donde encontramos numero-sas referencias al trabajo de W. Gabb. TeresitaAguilar revisó la fauna denominada por Gabb.Gabriel Dengo nos dio información básica paralocalizar el mapa geológico inédito de la Tala-manca. Esta publicación es una contribución delproyecto # 113-97-249, titulado Historia de laGeología de Costa Rica, de la Vicerrectoría deInvestigación de la Universidad de Costa Rica.

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APÉNDICE 2

CONTRIBUCIÓN A LA PALEONTOLOGÍA

Nuevas especies existentes en Costa Rica deno-minadas por GabbGasterópodos (30): Amusium lyonii GABB, Ce-rithium caribbeum GABB, Cerithium coyinsiiGABB, Cerithium limonensis GABB, Cerithiumlordlyi GABB, Cerithium moenensis GABB, Co-nus floridanus GABB, Dillia moenensis GABB,

Eulima crassilabris GABB, Lunatia emilunoidesGABB, Lunatia sculturata GABB, Mangelia la-ta GABB, Mangelia subcilindrica GABB, Mar-garita tricarinata GABB, Metula cancellataGABB, Nassa caribea GABB, Natica milleriGABB, Oliva brevispira GABB, Olivella muti-coides GABB, Parkeria inconspicua GABB,Parkeria vitrea GABB, Phos inornata GABB,Sigaretus multilineatus GABB, Terebra evansiiGABB, Trochita collinsi GABB, Vitrinella cras-sicosta GABB, Vitrinella obliquestriata GABB,Vitrinella pentagona GABB, Vitrinella truncataGABB, Volvula cylindrica GABB.

Bivalvos (17): Amusium lyonii GABB, Cerit-hium caribbeum GABB, Cerithium coyinsiiGABB, Cerithium limonensis GABB, Cerithiumlordlyi GABB, Cerithium moenensis GABB, Co-nus floridanus GABB, Dillia moenensis GABB,Eulima crassilabris GABB, Lunatia emilunoidesGABB, Lunatia sculturata GABB, Mangelia la-ta GABB, Mangelia subcilindrica GABB, Mar-garita tricarinata GABB, Metula cancellataGABB, Nassa caribea GABB, Natica milleriGABB, Oliva brevispira GABB, Olivella muti-coides GABB, Parkeria inconspicua GABB,Parkeria vitrea GABB, Phos inornata GABB,Sigaretus multilineatus GABB, Terebra evansiiGABB, Trochita collinsi GABB, Vitrinella cras-sicosta GABB, Vitrinella obliquestriata GABB,Vitrinella pentagona GABB, Vitrinella truncataGABB, Volvula cylindrica GABB.

Escafópodos (2): Caecum anulatun GABB, Cae-cum crassicostum GABB.

Equinoideo (1): Schisaster scherzeri GABB

Especies nuevas denominadas en honor a Gabb

Sconnia laevigota vol. gabbi OLSSON, Sigare-tus (eunnaticina) gabbi BROWN & BRY, Typhusgabbi BROWN & BRY.